lecturas 4° grado sep 2011-2012

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  • Libro de lecturas

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    rto

    gra

    do

    ArticulacindelaEducacinBsica 4 grado

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  • LIBRO DE LECTURAS

    Cuarto grado

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  • Esta edicin del Libro de lecturas. Cuarto grado fue desarrollada por la Direccin General de Materiales Educativos (dgme) de la Subsecretara de Educacin Bsica, Secretara de Educacin Pblica.

    Secretara de Educacin PblicaAlonso Lujambio Irazbal

    Subsecretara de Educacin BsicaJos Fernando Gonzlez Snchez

    Direccin General de Materiales EducativosMara Edith Bernldez Reyes

    Coordinacin tcnico-pedaggicaDireccin de Desarrollo e Innovacin de Materiales Educativos, dgme/sepMara Cristina Martnez Mercado

    AutoresRosa Beltrn, Sabina Berman, Guadalupe Loaeza, Laura Martnez Belli, Carmina Narro, Ignacio Padilla, Pedro ngel Palou Garca, Juan Villoro, Jorge Volpi

    Coordinacin editorialDireccin Editorial, dgme/sepAlejandro Portilla de Buen

    Cuidado editorialModesta Garca Roa

    Coordinacin iconogrficaFabiola Buenrostro Nava

    Produccin editorialMartn Aguilar Gallegos

    Primera edicin, 2011

    D.R. Secretara de Educacin Pblica, 2011 Argentina 28, Centro 06020, Mxico, D.F.

    ISBN: 978-607-469-728-5

    Impreso en Mxicodistribucin gratuita-prohibida su venta

    Servicios editoriales (2011)Galera Diseo

    Direccin de arteJos Luis Lugo

    Diseo y diagramacinBredna Lago, Jos Luis Lugo

    FormacinSantiago Fernndez, Paloma Ibarra

    Edicin grfica e ilustracinAndrea Aguilar lvarez, Alberto Alrod, Gustavo Amzaga Heiras, CarlaBrcoli, Carlos Castillo, Julia Daz, Santiago Fernndez, Roberto Gutirrez,Paloma Ibarra, Jotav, Bredna Lago

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  • Presentacin

    La Subsecretara de Educacin Bsica, a travs de la Direccin Ge-neral de Materiales Educativos, ha preparado este Libro de lecturas como material de apoyo para la formacin de nuevos lectores y el fomento a la lectura. En este contexto, la seleccin de textos que integran la presente publicacin responde a tres propsitos: leer para tomar decisiones, leer para disfrutar la experiencia literaria y leer para aprender.

    Con el objetivo de acercar a los nios y nias a la literatu-ra contempornea, aquella que se est produciendo da a da en Mxico, hemos reunido en los libros lecturas de cuarto, quinto y sexto grados de primaria a escritores cuya trayectoria ya es parte del patrimonio cultural de Mxico. Consideramos que su aporta-cin, realizada ex profeso para estos libros, promueve y estimula la formacin de nuevos lectores.

    Asimismo, el apoyo de las familias es esencial para el desa-rrollo del hbito de la lectura en los nios y jvenes, por ello las convocamos a participar con nosotros en el propsito de hacer de la prctica lectora una actividad placentera. Cabe recordar a los padres la importancia de que sus hijos sean capaces de leer co-rrectamente desde pequeos, ya que la eficacia en la comprensin lectora est directamente relacionada con el xito en la escuela y en el futuro profesional.

    Por las razones antes mencionadas, mejorar los niveles de lectura en nuestro pas debe ser una labor y un compromiso com-partidos. Para alcanzar este objetivo, el libro que hoy tienen en sus manos ha sido concebido como un instrumento para impulsar la prctica de la lectura en la familia y cerrar la brecha entre el libro y el alumno.

    Este Libro de lecturas contribuir a que, por una parte, los alumnos lean por placer, amplen sus conocimientos generales y fortalezcan los valores para la convivencia familiar; por la otra, a estimular la participacin de los padres de familia la tarea de fo-mentar la competencia lectora y el progreso educativo de sus hijos.

    Secretara de educacin Pblica

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  • A lo largo de nuestra vida, la lectura es una habilidad indispensable para el apren-dizaje. Con los libros saciamos nuestra curiosidad sobre los temas que nos intere-san y se nos abren las puertas a mundos llenos de imaginacin y aventura.

    Este libro ofrece una serie de textos que han sido seleccionados para desper-tar el gusto por la lectura. Conviene adelantar que la lectura, como muchas otras actividades, requiere entrenamiento y prctica, as, lo que en un principio parece complicado y de poco inters, con la prctica ser diferente: se convertirn en lecto-res expertos, se divertirn y podrn compartir su experiencia con los dems.

    La lectura es una empresa importante en la que alumnos, familia y maestros debemos trabajar. La adquisicin de la fluidez lectora permitir, por medio de la prctica y la retroalimentacin constantes, desarrollar la habilidad de leer un texto de manera rpida, precisa y con la diccin adecuada, para mejorar el rendimiento acadmico y conseguir el xito escolar.

    Por lo anterior, es recomendable abrir un espacio de intercambio de expe-riencias sobre la prctica de la lectura en la escuela y en el hogar, que funcione de manera peridica (mensual, quincenal o semanal), en el que se comenten las lectu-ras, las dificultades que se enfrentaron y las sugerencias, generales y particulares acerca de los temas planteados en la seccin Para comentar la lectura.

    nimo y disfruten su Libro de lecturas!

    A los alumnos y maestros:

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  • Leer en familia les dar la oportunidad de practicar diversas formas de leer, propi-ciar un espacio de convivencia que fortalecer significativamente el aprendizaje escolar de los alumnos. Compartir la lectura con quienes nos rodean cumple varios propsitos: buscar informacin, dar solucin a situaciones problemticas y conocer escenarios, ambientes y entornos, que les permitan analizar, comparar y tomar decisiones.

    A continuacin presentamos algunas sugerencias que pueden apoyar la prc-tica de la lectura en casa:

    AcordarenfamiliaelmomentodeldaquededicarnalalecturaElegirunlugartranquilo,agradableyconbuenailuminacin. Seleccionarjuntoslalectura.Enelcasodelosmspequeosconvienequelalecturaserealicesiguien-

    do el texto con el dedo. Esto les ayudar a relacionar la oralidad con la escritura de las palabras, es decir, reconocer que lo que est escrito, se puede leer.

    Comentaracercadelttuloafindeanticiparelcontenidodeltextoypla-ticar de lo que se sabe del tema.

    Comentar sobre las imgenes de manera que los nios puedan recrear lo que estn leyendo.

    Que los nios identifiquen y nombren personajes y lugares de la historia. Permitirles que interrumpan la lectura y preguntarles lo que creen que

    suceder a continuacin. Propiciar que sus hijos hagan comentarios sobre la historia, que cambien

    algn pasaje a fin de promover la comprensin del texto y favorecer su creatividad.

    Alternarellugardelector,puesunbuenlectorsehaceconlaprctica. Al concluir la lectura, conversar acerca de lo que leyeron. En este momen-

    to es recomendable revisar con los nios o jvenes las palabras que hayan omitido o ledo de manera incorrecta.

    Recurrir a la seccin Para comentar la lectura, pues en ella se ofrece una serie de temas y preguntas relacionadas con cada texto. Es un com-plemento a las sugerencias, ideas y actividades que cada acompaante de lectura proponga.

    Recuerde que el maestro de su hijo lo espera en la escuela para apoyarlo.

    Disfruten en familia la experiencia de la lectura!

    A la familia:

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  • ndice

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    20

    26

    35

    40

    50

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    Para temernos mejor

    Rosa Beltrn

    El misterio de las 5 cosas que

    eran tambin 1 sola

    Sabina Berman

    Las alas de Ana

    Laura Martnez Belli

    Toma y daca

    Jorge Volpi

    El hmster del presidente

    Juan Villoro

    Otra historia de 5 cosas

    que eran 1 sola cosa

    Sabina Berman

    El mayor regalo

    Laura Martnez Belli

    Luca y Dientes de Perla

    Pedro ngel Palou Garca

    Breve escena fraternal

    Carmina Narro

    Un lo morrocotudo

    Ignacio Padilla

    Camila y Mila

    Guadalupe Loaeza

    Flota, Demetria, flota

    Laura Martnez Belli

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  • 10

    sta es la historia de una nia llamada Caperucita que se senta soada porque nadie tena ni saba lo que era una ca-peruza, y aquello le daba un gustazo enorme. Como todos en su pueblo ignoraban de ropas de marca, decan: Qu bonita se ve la nia con la capa sa, y ella perciba cmo daba un baile su corazn. No ignoraba que nunca habra otra Caperu-cita ms que ella y eso se llama originalidad.

    As pues, iba por el bosque con toda su alegra y presuncin a cuestas, pensando: Me comer o no me comer uno de los pastelillos que mand mam? Total Quin lo va a notar? Y

    adems la abuela ya casi no tiene dien-tes. Quin quita y hasta le hago un

    favor porque as no se ahoga En esas estaba, cuando se apareci el

    lobo y le pregunt lo que ya sa-bemos: A dnde vas?. Ella

    respondi como su mam le dijo que haba que respon-

    der: Seor, yo no hablo con extraos y menos si estn mal vestidos como usted. Eso bast para que el lobo cobrara inters y la fuera siguiendo hasta descubrir a dnde iba y llegara a casa de la abue-lita tomando el atajo.

    Para temernos mejorRosa Beltrn

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    Una vez all, el lobo convenci a la abuela de jugar a las escondidillas y logr que se metiera al armario. La abuelita, que estaba muy vieja y muy sola, consinti en no salir hasta que llegara el leador que ella imagin como un prncipe que vendra a sacarla y llevarla de vuelta a sus aos de juventud. Y as, esperando, esperando se qued dormida. El lobo se puso el camisn y el gorro y se meti a la cama.

    Cuando Caperucita lleg, toc varias veces y al ver que no abran se meti a la casa. Fue al cuarto de su abuelita y entr. Claro que se dio cuenta del engao enseguida, pues su abuela no tena esas orejas, ni bigotes tan largos ni piernas peludas, pues usaba cera de depilar. Pero fingi que todo era normal, porque a ve-ces las nias fingen que no ven lo que estn mirando para no hacer al otro quedar mal. Caperucita, dijo el lobo, No me notas nada raro? Anda, hija, anmate a preguntar. No, respondi Caperucita, y se qued tan tranquila. Fjate bien, dijo el lobo, pon un poco de inters. De modo que la nia se sinti obligada a decir: Est bien, por qu tienes esos ojos tan grandes? y por qu tienes esas orejas tan largas?, y todas esas preguntas que las nias se ponen a hacer cuando

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    creen que un seor es tonto o cuando quieren hacerlo tonto o cuando ya no saben qu hacer.

    Despus de un largo rato, volvi a tomar la canasta y dijo: Bueno, como ya te visit, ya me voy. Entonces el lobo sali de la cama, se quit el gorro y el camisn y confes: Cape-rucita, la verdad me disfrac. Djame acompaarte, estoy dispuesto a lo que sea con tal de tener tu amistad. A rega-adientes, Caperucita acept, siempre y cuando no le hablara mucho y caminara tres pasos atrs de ella. Lo traa para ac y para all, a puro quiero esto y ahora quiero lo otro, oblign-dolo a cargar la mochila llena de libros o tratndolo como trapo, segn se le ocurriera. A veces, se lo pona de estola y entonces pareca una reina, toda de rojo y envuelta en pieles.

    La gente se burlaba de aquel animal y deca: ah va un alma de lobo en piel de oveja. Pero l no escuchaba, tena lo que se dice una obsesin, que quiere decir que nada le impor-taba en el mundo ms que hacerse el amigo ntimo de Cape-ruza. Y ella responda como slo sabe hacerlo una nia que tiene a un lobo siguindola como un perro faldero: Mira, lobo, yo aqu como me ves, tengo mis propios amigos. Bscate tus amigos t. Pero l no poda porque era un alma sola, un lobo

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    estepario. O lo haba sido, hasta entonces. Y es que nunca se sinti tan contento como brincando la reata o jugando a las traes o atrapando moscas al vuelo con las puras garras o yendo junto a ella en primera fila por delante de un grupo grande de nias llamadas seguidoras. Son mis fans, deca Caperuza cuando l le preguntaba por qu a diferencia de l, ella nunca estaba sola. Yo ya no estoy solo tampoco, responda l, en-tornando sus grandes ojos con embeleso, pero ella le aclar: Es distinto. T no ests solo porque me sigues a m, en cam-bio, yo no estoy sola porque no dejan de seguirme.

    Tanto trabaj el lobo para ella que envejeci de un plumazo. Y un da en que ella lo oblig a ponerse de tapete, estir la pata. Al principio, Caperucita pens que se haba librado por fin, sobre todo del jueguito bobo de tener que preguntarle por qu tena esos ojos tan grandes, y esas orejas tan largas, como si no supiera que as no era su abuelita. Pero como al lobo le encantaba que le hiciera preguntas o no se saba ms juegos, ella, por compasin, sigui con lo mismo durante tan-to tiempo. Lo raro es que cuando el lobo muri, Caperucita no quiso ya tener seguidoras, ni se dedic a buscar otro lobo, ni siquiera se volvi a mirar al espejo. Algo debi de pasarle, dijeron en el pueblo, porque una vez la vieron ponerse en cua-tro patas y aullarle a la luna.

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  • 14

    1 ste es el misterio de las 5 cosas que eran tambin 1 sola cosa.

    ste es el misterio de los 5 dedos que tambin eran 1 mano.ste es un misterio y es tambin una historia.La mano sala cada sbado en la televisin. Sala cantando

    una cancin. Una cancin distinta cada semana. El sbado don-de empieza nuestra historia, cantaba la cancin llamada Ma-nita. Los 5 dedos cantaban:

    Mano, mano bonita, mano chiquita, que Diooooos me dio-oooo

    Y entonces uno de los dedos, el Dedo Gordo, empez a mo-verse muy raro al frente, mientras los otros 4 seguan cantando:

    Mano, mano bonitaaaa...Se mova al frente para salir delante de los otros dedos en

    la televisin.

    El misterio de las 5 cosas que eran tambin 1 sola cosaSabina Berman

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  • 15

    Cuando el programa acab, los otros dedos le preguntaron al Dedo Gordo qu le haba pasado.

    Estoy muy enojado!, grit el Dedo Gordo. Yo soy el que sale menos en la televisin! Miren la evidencia!, sigui gri-tando, y les ense una fotografa.

    Era cierto, sala menos en la televisin que los otros dedos. Como era el ms chaparro, su cabeza apenas asomaba en el cuadro de la televisin.

    En cambio el Dedo de en Medio, como era el ms largo, sala ms que todos.

    2El Dedo Gordo estaba muuuy enojado. Lo que ms le enojaba era que en la calle nadie lo reconoca, a menos que se escondie-ra bajo una mesa, o una silla, y nada ms asomara un tantito.

    Slo entonces la gente gritaba: Mira, el Dedo Gordo de la televisin!Y qu sentido tiene salir en la televisin si luego en la

    calle no te reconocen?, se preguntaba el Dedo Gordo. Yo quie-ro salir en la televisin entero, se deca.

    En cambio el Dedo de en Medio sala a la calle y la gente gritaba:

    El Dedo de en Medio, el dedo mayor del programa Mano a mano!

    Y el dedo de casi en medio, el dedo llamado el ndice no poda ni salir a la calle porque la gente lo rodeaba para salu-darlo y pedirle indicaciones, como si fuera muy inteligente.

    Dnde queda el parque?, le preguntaban. Sus 4 hermanos, los otros dedos, tenan que doblarse y

    desaparecer para que el ndice indicara. Para all, deca.

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    Dnde queda una casa azul?, le preguntaba la gente. Se doblaban los otros 4 dedos y el ndice indicaba: Para all.Estoy furioso!, rugi el Dedo Gordo ante sus 4 hermanos.

    Por qu le preguntan al Dedo ndice y no a m? Y por qu si el Dedo ndice contesta tenemos todos que doblarnos? Y adems, por qu el Dedo de en Medio sale ms que yo en la televisin?

    El Dedo Anular no deca nada por no enojar ms al Dedo Gordo, pero de pronto s dijo algo muy importante:

    Muchachos, ya no aguanto este pleito, me voy a casar. Me voy a casar y me voy a ir con una dedo de otra mano a vivir a Honolulu, en Hawi. Miren, ste es mi anillo de compromiso.

    Lo traa puesto: un anillo de oro.Por favor no te vayas, le pidi el Dedo ndice. No te vayas, manito, le rog el Dedo de en Medio. S me voy, contest el Anular. Ya no aguanto tanto eno-

    jo del Dedo Gordo, con permiso.

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  • Por favor, no te vayas

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    3 El Dedo Anular trat de irse en ese mismo momento. Pero descubri que estaba pegado a sus 4 hermanos. De veras tra-t de separarse, pero no pudo irse para un lado o para el otro.

    Se qued entonces muy incmodo el Dedo Anular. Se que-d muy irritado entre sus 4 hermanos, senta que lo apretaban. Y senta que adems lo apretaba el anillo de matrimonio. Y adems ese da haca mucho sol y senta que hasta el calor lo apretaba.

    As andaban los 5 dedos, muy molestos entre s. Tratando de separarse entre ellos para ni siquiera rozarse.

    Y as lleg el sbado, el da del programa, y los 5 dedos se pararon frente a la cmara, todos de psimo humor. En espe-cial el Dedo Gordo, que trat de apartarse y mirar a otro lado, porque haba decidido ya no salir en la televisin. Si slo iba a salir la punta de su cabeza prefera no salir nada.

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    Vindolo apartarse tanto, el Dedo Anular estall. Dijo furioso: No podemos trabajar as. Yo me voy ahora mismo a Hono-

    lulu, aunque tenga que ir con todos ustedes juntos. El Dedo de en Medio dijo: No, yo no voy a Honolulu, yo quiero salir mucho en la

    televisin. El Dedo Gordo dijo: Yo s me voy a Honolulu! Vmonos ahora mismo!El Dedo ndice solo se dobl, muy triste. Y el dedo chiquito, el Meique, dijo: Hermanos, yo he estado muy calladito en esta historia,

    pero quiero decirles algo a todos ustedes.Te escuchamos, dijeron los otros dedos a coro. El Meique grit:Los odio! Los odio!Los odio!Eso dijo el Dedo Meique que hasta este momento haba

    estado muy calladito.De pronto, algo extraordinario sucedi. La mano completa

    golpe con la palma abierta una mesa.Plaz.Luego aplaudi contra otra mano.Clap, clap, clap, clap, clap, clap.Cuando acab de aplaudir, los dedos estaban rojos y sor-

    prendidos. De pronto se les haban olvidado todos los enojos y las tristezas y hasta el viaje a Honolulu. De pronto se haban acordado de que eran 5 dedos pero juntos una sola mano, lo quisieran o no.

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    Listos para sa

    lir en la TV?, g

    rit el director

    de cmaras.

    Los dedos se pr

    epararon marca

    ndo 1, 2, 3

    Y salieron otr

    a vez en la tel

    evisin cantan

    do.

    Ese da su can

    cin se llamaba

    Cultivo una

    mano blanca:

    Cultivo una m

    ano blanca,

    en junio como

    en enero

    para el amigo

    sincero

    que me da su m

    ano franca.

    Y para

    el cruel que me

    arranca

    el corazn con

    que vivo,

    ni un pie ni un

    a mano cultivo

    .

    Cultivo una m

    ano blanca.

    Cuando acabar

    on de cantar l

    a preciosa can

    cin,

    millones de ma

    nos les aplaudi

    eron ante los te

    levi-

    sores del pas

    entero.

    Clap, clap, clap

    , clap, clap, cla

    p, clap

    Qu felices fue

    ron. Eran de n

    uevo 1

    mano y tambi

    n eran 5 dedos

    .

    Esto es un mis

    terio y es tambi

    n una

    historia.

    ste es el mist

    erio de las 5 co

    sas que

    eran tambin 1

    sola cosa.

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  • 20

    ltimamente me ronda la sospecha de que mi amiga Ana no es de este mundo. Hay algo en ella que la hace especial, dife-rente. Cuando se enfada, se pone roja, roja como un jitomate, y si uno est cerca, puede ver cmo le empieza a salir de las orejas un hilo de humo blanco.

    Y a la hora del recreo, cuando todos comemos los refrige-rios que nos mandan de casa, una fruta, un jugo o un sndwich de jamn, ella se aparta de todos y se esconde detrs de unos arbustos.

    As que he decidido espiarla. A ver si descubro por qu Ana se comporta as. Lleg nueva este ciclo escolar y nos toc tra-bajar juntos en la misma mesa de trabajo. Habla poco. Creo que es muy tmida. Me cae bien, pero no puedo reprimir la idea de que esconde algo.

    Las alas de AnaLaura Martnez Belli

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  • 21

    A la salida de clases, la sigo, teniendo cuidado de no ser visto. Me voy escondiendo entre la gente. Me oculto tras los puestos de revistas, o detrs de las cabinas telefnicas. Ella no voltea. Va ajena, pensando en sus cosas. De vez en cuando se detiene y gira la cabeza, como he visto que hacen los pe- rros al escuchar un silbato. Yo contengo la respiracin y, tras unos segundos, contina avanzando.

    Por fin, Ana llega a su casa. Es amarilla y tiene una puer-ta color azul. Toca tres veces. Toc, toc, toc. Luego abren y ella pasa sin saludar a nadie. Yo me acerco e intento asomarme por una ventana.

    Y entonces, veo algo que me deja perplejo. Atnito. Sin habla.

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    Ana avienta la mochila sobre la mesa del come-dor. Despus, se estira. Luego, se jala las orejas. Una con la mano izquierda y otra con la derecha. Y en-tonces, de su espalda brotan unas alas enormes, bonitas, con plumas verdes. Ella se sacude y suspira. Liberada. Como quien durante mucho tiempo tiene que encoger los dedos en unos zapatos apretados. Por primera vez, la veo sonrer. La veo ensear una fila de dientes blancos, radiantes, y sus ojos brillan como miel traslcida. Me parece feliz. Recorre la estancia en busca de alguien. Alguien viene. Con mis ojos sigo la ruta de la mirada de Ana. Y veo que co-rre a abrazar a otro ser igual que ella.

    Pero qu es, entonces, Ana? Es un ngel? Una nia pjaro? Puede volar?

    Tantas preguntas se me arremolinan de gol-pe, que tropiezo sin darme cuenta con una ma-ceta de flores que hay en la ventana. La maceta cae al suelo haciendo un ruido enorme. Y yo, sal-go corriendo por donde he venido sin esperar a que me descubran.

    Al da siguiente, Ana est sentada junto a m. Yo la observo con ms curiosidad que nunca. S que no sonre porque est incmoda. Sus alas estn prisioneras en una crcel que nadie puede ver. La miro. Me mira. Siento que sospecha que he sido yo quien espiaba por la ventana. O qui-zs, pienso eso porque no puedo con el peso de mi conciencia. Me muero por decirle que s que

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    tiene alas, pero no me atrevo. No es el momento. Y decido esperar al recreo.

    Como Ana apenas habla, me es difcil encon-trar un tema de conversacin. Adems, ella otra vez se ha ido a esconder tras los arbus-tos. Pero me animo, me cargo de valor, y voy tras ella. Me asomo cauteloso, y la veo all, sentada, viendo al cielo. Le digo hola, y ella me mira, extraada. Me temo que quiere estar sola. Pero me da igual y me siento a su lado.

    Qu miras? pregunto.Ana, sin dejar de ver el cielo, me contesta: Las nubes.Y entonces, suelto una pregunta tonta, absur-

    da, de la cual me arrepiento nada ms sale de mi boca. Pero le digo:

    Tu vivas all? Ana me mira curiosa. S que sabe que conoz-

    co su secreto. Pero aguanto su fulminante mirada. No digo nada. No quiero estropear el momento.

    Y entonces, sucede algo increble. Mgico. Algo que no acabo de entender hasta momentos ms tarde. Ella me sonre. Me toma de la mano y me susurra al odo que cierre los ojos. Yo obe-dezco, sin dudar. Siento una rfaga de aire fres-co, como cuando se abre una ventana en un da caluroso y comprendo, sin ver, que ella ha libe-rado sus enormes alas.

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  • 25

    Abre los ojos vuelve a susurrarme.Y al hacerlo, la veo tal y como es ella. Libre. Sin ataduras.

    Sin secretos. Lista para volar. Me agarra de las manos y emprende el vuelo. Nadie se

    percata de que sobrevolamos sobre sus cabezas, absortos cada uno en lo suyo. Las maestras corrigiendo nios, chicos jugan-do futbol, la seora de la tiendita, un joven parando un taxi. Nadie nos descubre, y yo no puedo creer que la gente no se tome el tiempo de ver por encima de sus cabezas para vernos volar por los aires.

    Ella no me suelta. Yo siento el viento en mi cara. Volamos. Volamos alto. El momento dura lo suficiente como para no querer que acabe nunca. Me lleva a las nubes, que se deshacen a nuestro paso como los hilos del algodn de azcar.

    Despus, me deja en el suelo. Firme. Se acerca lentamente, como para darme un beso en la mejilla. Pero en lugar de eso me susurra al odo:

    Gracias y retoma el vuelo.

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    Me gustara contarles que abr los ojos, pero no tengo prpados. Tampoco pupilas ni ese circulito de colores a veces negro, azul o caf, pero nunca rojo que tienen los humanos. Yo miro el mundo con un aparato que mis mams llaman sensor. Una lucecita roja que salta de un lado a otro en mi cabeza. Oyeron bien: cabeza s tengo. Una caja enorme, ms cuadrada que redonda, con un hermoso brillo de aluminio. Alguna vez le dije a Mam A que me la pintara de morado, pero ella slo sonri.

    En fin, voy a decirlo as: abr los ojos y descubr frente a m a Pan-cho, un robot seis aos mayor que yo. Mam B me haba prevenido sobre este tipo de androides. Al parecer, sa-lieron defectuosos, o algo as, y a veces se vuelven groseros. Pan-cho pesaba el doble que yo y siempre estaba de mal hu-mor. Desde el primer da de clases, ro-dri me aconsej que no lo mirara a los ojos y que, si l me miraba a m, corriera lo ms rpido posible. Los robots de mi clase no tenemos piernas, sino orugas, pero ustedes ya me entienden.

    Toma y dacaJorge Volpi

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    A Pan-cho no le gusta su nombre y nos tiene prohibido repetirlo. Una vez, un pequeo androide no le hizo caso y casi le achicharra los circuitos. Incluso los profesores, tanto huma-nos como electrnicos, le tienen miedo. Aunque reprob Astro-fsica, apenas lo regaan. A m, por menos de eso, Mam A me hubiese dejado un mes sin jugar futbol y Mam B me hubiese obligado a limpiar la casa una semana.

    Segn ro-dri, Pan-cho es el ltimo descendiente de una familia de robots que hace siglos se rebelaron contra los hu-manos y tuvieron que ser desconectados.

    Bueno, pues ah estaba yo, en el suelo, y Pan-cho se rea de m. Sus carcajadas sonaban como un taladro. Me levant y trat de conservar la calma. Segn die-Go, lo peor que puedes hacer con Pan-cho es demostrar que le tienes miedo.

    Pero por qu estaba yo en esa posicin? Lo ltimo que recordaba, antes de perder el conocimiento, era un fuerte gol-pe en la cabeza. Entonces reinici mi memoria y volv a ver lo que haba pasado.

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    Yo caminaba tranquilamente hacia mi casa, acompaado por ro-dri y die-Go. De pronto, nos topamos con Pan-cho y su pandilla. Los tres tratamos de darnos la vuelta, pero all nos esperaban sus amigos. Tratamos de seguir adelante, pero Pan-cho y su pandilla nos lo impidieron. Yo trat de esquivar a Pan-cho, pero l fue ms rpido y me golpe en la cabeza, hacindome caer al suelo.

    Yo digo quin pasa y quin no nos dijo. Y t quin eres?

    tru-co respond. Pan-cho volvi a rerse.Ah, ya s dijo con gesto malvolo. El robot que tiene

    dos mams. La verdad, nunca lo haba pensado. De todos los androides

    que conozco, yo soy el nico con dos mams. Mi-la slo tiene mam, Pe-dro vive con sus abuelos, y ro-dri y die-Go tie-nen mam y pap, aunque viven con su mam y su novio. Slo yo tengo a Mam A y a Mam B. Las dos me ensamblaron juntas. Y los tres nos queremos mucho. Pero cuando Pan-cho se burl de m, no supe qu responder.

    Me gustara contarles que llor, pero, como ustedes saben, los robots no tenemos lgrimas. Pero mis bocinas lanzaron un ruidito suave, como un chillido.

    Al orme, Pan-cho se dio cuenta de que haba ganado. Vmonos les orden a sus amigos. ro-dri y die-Go me abrazaron y los tres nos fuimos co-

    rriendo. Cuando llegu a casa, Mam A se prepar para llevarme

    a jugar futbol, pero yo le dije que prefera quedarme en mi

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    cuarto. Mam B lleg ms tarde, me dio un beso y me llam a la mesa. Siempre cenamos juntos los tres. Bueno, ellas dos comen mientras yo las miro.

    Cmo te fue en la escuela? me pregunt Mam B.Bien.Qu hiciste? me pregunt Mam A.Nada.La verdad, no quera hablar. En cuanto terminaron su cena,

    me fui a mi cuarto. Esa noche tuve una pesadilla en la que Pan-cho me pega-

    ba. Por la maana, fing una sobrecarga para no ir a la escue-la, pero Mam B se dio cuenta y me mand de todos modos.

    Al terminar la clase de Agujeros Negros, ro-dri, die-Go y yo salimos rpidamente del saln para escapar de Pan-cho, pero l ya nos esperaba a la salida. Otra vez no nos dej pasar. Otra vez dos robots tomaron a mis amigos por la espalda. Otra vez Pan-cho se burl de m. Y otra vez volv a llorar (ya saben a qu me refiero).

    Al llegar a casa, me encerr en mi cuarto y le dije a Mam A y a Mam B que no pensaba salir.

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    Por suerte, al da siguiente era sbado. Fui a jugar futbol con ro-dri y die-Go, aunque no tena muchas ganas. Al final, ro-dri me pidi que los acompaara.

    Adnde? T sgueme me dijo. Recorrimos media ciudad hasta llegar a un extrao edifi-

    cio. Una especie de pirmide, con una sola puerta y ninguna ventana.

    Qu hacemos aqu? pregunt.Vamos a hablar con un robot viejo. Atravesamos la pirmide y pasamos a una sala inmensa,

    blanca y luminosa. En las paredes haba millones de lucecitas azules que se prendan y apagaban.

    Conctate aqu me dijo die-Go, sealndome un enchufe.Sent un cosquilleo. No s exactamente qu pas, pero de

    pronto me vi hablando con ese viejo robot. Aunque no tena nombre, lo llamar Si-Go.

    Problema detectado me dijo. Pan-cho. Robot agresivo. S dije yo.Padres de Pan-cho desconectados hace mucho. Hurfano.

    T tienes dos mams, l ninguna. Tra-ta de comprenderlo.

    Lo comprenda, pero eso no iba a impedir que me golpease.

    Y qu puedo hacer cuando me molesta?

    Si-Go hizo un ruido extrao, y me entreg unas instrucciones escri-tas en una tarjetita de papel.

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    Si sigues estas reglas, Pan-cho pronto te dejar de mo-lestar. salas siempre. Ese es mi consejo. Ahora, adis.

    ro-dri, die-Go y yo abandonamos la pirmide. Ya afuera, les ense la tarjeta:

    reGlaS del toMa y daca:S siempre generoso, claro, severo, justo y poco rencoroso.

    1. De entrada, siempre debes ser bueno y simptico con los dems robots.

    2. Si aun siendo simptico un robot te ataca, respndele de la misma manera (pero sin pasarte).

    3. Una vez que le has respondido, olvdate de lo que pas y vuelve a ser bueno y simptico con ese robot (no seas ren-coroso).

    4. Comprtate siempre as, para que todos sepan cmo eres con los dems robots.

    a ro-dri, a die-Go y a m nos parecieron muy raras esas instrucciones, pero decidimos probarlas al da siguiente.

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    Al terminar la clase de Bsqueda de Extraterrestres, Pan-cho se plant como de costumbre delante de nosotros. En vez de tenerle miedo, decid saludarlo amablemente.

    Hola, Pan-cho, cmo has estado?Pan-cho se sorprendi. Tard unos segundos en reaccionar,

    pero al final volvi a ser el Pan-cho grun de siempre. Muy educadito, no? me dijo con burla. Como tienes

    dos mams eres muy educadito. Yo haba sido amable, y Pan-cho en cambio volva a ser

    malvado. Aunque me cost trabajo, decid seguir las reglas. Tena que responderle como l.

    Es mejor tener dos mams que ninguna le dije. Y me puse a temblar.

    Pan-cho se qued congelado. Ya saben que los robots no lloramos, pero pareca como si las bocinas de Pan-cho fueran a hacer ese ruidito.

    Cumplida mi misin, trat de ser amable de nuevo. Y ahora, por favor, djanos pasar le dije.Otra vez Pan-cho se paraliz. Lrguense de aqu grit.Pero nos dej pasar. ro-dri y die-Go y yo saltamos de

    felicidad. Al da siguiente, al acabar el curso de Naves Espaciales,

    se repiti la misma historia. Pan-cho nos impidi el paso, yo lo salud, l volvi a burlase de m, yo me burl de l, y volv a pedirle por favor que nos dejara pasar. Y l nos dej.

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    Un mes despus, luego de repetir esta misma rutina todos los das, pas algo maravilloso. Al acabar la clase de Subma-rinos, volvimos a toparnos con Pan-cho.

    Hola, Pan-cho lo salud, cmo andas hoy?Pero, en lugar de burlarse de m, esta vez Pan-cho me

    respondi:Bien, y t? Y nos dej pasar.ro-dri, die-Go y yo no nos hicimos amigos de Pan-cho,

    pero al menos empezamos a saludarnos todos los das. Esa tarde le cont a Mam A y a Mam B lo que haba

    pasado. Las dos me abrazaron y me dieron un beso. Y me di-jeron que, algn da, debera dar un paso ms e invitar a Pan-cho a jugar con die-Go y con ro-dri. Les contest que lo iba a pensar.

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    El presidente usaba un abrigo lleno de bolsillos. Ah guardaba todas las cosas que necesita quien gobierna un pas. Tena un silbato para llamar la atencin, las llaves de la crcel por si deba liberar a un prisionero, caramelos para endulzar las malas noticias, una cmara para retratar ciudadanos favori-tos y un sndwich de jamn de pavo por si le daba hambre en las largas ceremonias a las que tena que asistir.

    Nadie lo haba visto sin esa ropa esencial. El presidente gobernaba con el abrigo puesto.

    Un da reparti premios a los alumnos ms inteligentes de todas las escuelas y uno de ellos not algo raro: el abrigo tena un bolsillo que brincaba. Sin pensarlo dos veces, el nio meti la mano en el abrigo. Qu encontr ah? Un hmster, ni ms ni menos.

    El presidente era muy activo porque el hmster lo desper-taba cada vez que estaba a punto de dormirse en medio de un discurso. El roedor le proporcionaba energa, pero tambin consejos. Cuando el presidente no saba qu hacer, se pona la mascota en la cabeza para que le revolviera las ideas. Ya se estaba quedando calvo de tantas vueltas que el hmster daba en su coronilla.

    El hmster del presidenteJuan Villoro

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    Por desgracia, el presidente haba elegido un animalito de muy mal carcter, un hmster enojn que le provocaba disgustos y lo haca tomar locas decisiones. Los dems polticos dijeron que ellos tenan un mejor hmster, una mascota amable, dispuesta a ayudar a la gente.

    Entonces el pueblo tom una decisin histrica: no slo elegira al presidente, sino al hmster que lo acompaaba.

    Cuando lleg el momento de hacer elecciones, los candidatos se tuvieron que presentar en compaa del hmster que los ayudara en su importante trabajo. No slo es importante saber quin gobierna a un pas, sino quines son sus colaboradores.

    La gente se inform de cules eran los hmsteres ms astutos, los ms entregados, los ms serviciales, los ms simpticos, y as fue preparando su voto.

    Algunos hmsteres confiaban demasiado en su aparien- cia y no trabajaban mucho. Fue el caso de un espectacular hmster-dlmata. A todo mundo le fascin su pelo blanco con motas negras, pero despus de posar para las fotografas no hizo otra cosa que dormir largas siestas.

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    Un hmster entusiasm con sus cabellos dorados, pero al primer remojo, sus pelos se despintaron y perdi el apoyo del pueblo, que no quera un animal disfrazado. El que finge que su pelo es de otro color, puede fingir algo peor, pens la gente.

    Hubo un hmster demasiado travieso que se comi los bo-tones de su dueo y otro indisciplinado que se puso a nadar en la jarra de agua que descubri en un banquete.

    No falt el hmster que haca espectaculares acrobacias, pero se negaba a participar en asuntos sencillos, como hacer-le cosquillas a su amo para que no se durmiera en pblico. De qu sirve saltar por los aires cuando el presidente ronca?

    Un candidato a la presidencia lleg con un hmster que saba chiflar y otro con un hmster que se paraba de cabeza. Se trataba de habilidades fantsticas, dignas del mejor circo, pero poco necesarias para gobernar. El presidente necesitaba un animal de compaa que lo ayudara a estar concentrado, no una mascota que lo distrajera.

    Poco a poco, la gente entendi que los hmsteres se asemejaban a los humanos. Podan ser presumidos, leales, flojos, tramposos, inteligentes, distrados, bobos, glotones, cariosos, generosos, egostas, en fin, podan ser como nosotros.

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    Esto ayud mucho a valorarlos y a entender mejor a las personas que queran ser presidentes. Como las mascotas se parecen a su dueo, fue fcil descubrir las virtudes y los de-fectos de los polticos por las mascotas que tenan y la forma en que las cuidaban.

    La democracia se perfeccion con este trabajo de equipo.Las elecciones fueron ganadas por un hombre que tena

    un hmster sencillo, un poco gordito, color caf cartn, con una mancha color leche en la barbilla. Lo que ms impresion de ese candidato fue la manera en que quera a su mascota. La trataba con respeto y cario, le haca piojito y la peinaba con un peine diminuto. Si as trata a su hmster, tambin a nosotros nos tratar de maravilla, pens la gente.

    Y as sucedi.A partir de ese momento, la poltica tom en cuenta a las

    mascotas. En todos los parques se colocaron ruedas para que ah giraran y se entrenaran los candidatos a hmster del presidente.

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    1sta es otra historia que nace del mismo misterio del que nace otra historia que escrib hace tiempo. El misterio de las 5 co-sas que son al mismo tiempo 1 sola cosa.

    ste es el mismo misterio y tambin es otra historia. La historia del cuerpo de la seorita Margarita que era al mismo tiempo 5 partes.

    2 piernas + 2 brazos + 1 cabeza muy bonita = las 5 partes del cuerpo de la seorita Margarita.

    Sucedi que la seorita Margarita andaba buscando con quin casarse. Una noche en una fiesta conoci a un seor llamado Muy y apellidado Gordo. El aspecto del seor Muy Gordo no contradeca su nombre, era muy gordo, pero adems tena el pelo muy grasoso y una boca que no paraba de mover-se: o hablaba o coma de los pastelitos que les ofrecan en la fiesta.

    La verdad sea dicha desde el principio, a Margarita no le gust el seor Muy Gordo. Pero luego Margarita oy decir al seor Muy Gordo que adems de gordo era tambin muy rico. Lo dijo as:

    S, soy muy gordo, pero tambin soy muy rico. Tengo 2 aviones, 3 coches, 4 casas y 5 ex esposas.

    La cabeza de Margarita pens: Genial! Me caso con el Muy Gordo por 1 ao y entonces

    me regala 1 avin, 1 coche y 1 casa. No quiero que me regale una ex esposa, porque para qu la uso yo?

    No, no estara mal, pens Margarita, y se puso de puntitas, le dio un beso en la mejilla al seor Muy Gordo y le pregunt: Nos casamos?

    Otra historia de 5 cosas que eran 1 sola cosaSabina Berman

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    2En la maana de la boda, la cabeza de Margarita se despert temprano y le dijo a las otras 4 partes de su cuerpo:

    Adelante!, fuera de la cama!, hoy vamos a casarnos con el seor Muy Gordo!

    Pero la Pierna Derecha no quiso bajar de la cama. Estaba tiesa y se senta como con cosquillas. Se haba dormido. Las dems partes del cuerpo se la llevaron arrastrando a la re-gadera.

    Saliendo de la regadera, el Brazo Derecho no quiso agarrar un cepillo para peinarse. Estaba tambin dormido y no se mo-va y se senta con cosquillas. As que Margarita se pein con el Brazo Izquierdo.

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    Pero entonces su otra pierna, la Pierna Izquierda, se dur-mi tambin. Margarita se cay al piso del bao.

    Y ah en el piso del bao la cabeza de Margarita dijo: A ver, Brazo Derecho, lzame. Por ningn motivo voy a

    dejar de casarme con ese avin. Ay, perdn, con ese seor Muy Gordo.

    El Brazo Derecho con muuuuucho trabajo alz el cuerpo de Margarita, que tena 2 piernas y el Brazo Izquierdo dormidos.

    Margarita lleg a la iglesia sentada en una silla de ruedas y en vestido de novia.

    Y se cas con el seor Muy Gordo. El cura dijo:Seor Muy Gordo, pngale su anillo a Margarita, para

    que vivan juntos toda la vida felices. Pero cuando el seor Muy Gordo alarg el anillo para po-

    nrselo, el Brazo Derecho no se alz, se haba dormido tambin.La cabeza de Margarita dijo: S, acepto por marido al seor Muy Gordo. Por favor pn-

    game el anillo ac.Abri la boca y sac la lengua. Y ah en la lengua el seor

    Muy Gordo le puso el anillo de matrimonio a Margarita. La lengua se meti con el anillo dentro de la boca y de pronto, sin querer, Margarita se trag el anillo.

    ste es un cuento muy chistoso, pero algunas personas a las que se lo he contado opinan que es un cuento de terror, as que los lectores miedosos ya no sigan leyendo.

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    3Esa noche, Margarita y el seor Muy Gordo durmieron en la misma cama junto a una ventana que daba al mar.

    Estaban tan cansados de la boda que las dos cabezas nada ms se dieron un beso y se quedaron dormidas, lado a lado.

    Al da siguiente, el seor Muy Gordo despert y no vio a Margarita. Ni en la cama Ni en el bao Ni en el clset Ni en la playa Ni en el mar

    Pero como era un experto en esposas (como ya cont, lle-vaba ya 6 esposas, contando a Margarita), no se preocup. Saba que cada mujer es distinta y que era natural que Mar-garita hubiera hecho algo que ninguna de sus otras esposas haba hecho.

    As que se sent a comer ostiones bajo una palapa junto al mar. 36 ostiones se comi uno tras otro. Cada ostin con 3 gotitas de limn y 2 gotitas de salsa picante.

    3 das despus, el seor Muy Gordo segua comiendo os-tiones y no apareca Margarita.

    Dios mo, dnde podr estar Margarita? se pregunt ahora s muy preocupado el seor Muy Gordo.

    Lo que haba pasado era esto. La noche de la boda, la cabeza de Margarita dorma junto

    a la cabeza del seor Muy Gordo y entonces despert el Brazo Izquierdo de Margarita, que palme a la Pierna Izquierda y a la Pierna Derecha de Margarita, para

    que despertaran. El Brazo Derecho se despert cuando ya Mar-

    garita se pona en la oscuridad de la noche una playera, unos pantalo-nes y unos huaraches.

    Las 4 extremidades se vistieron con mucho silencio

    para no despertar a la cabeza de Margarita, que segua dormi-

    da, con los ojos cerrados.

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    Antes de salir del cuarto, el Brazo Derecho tom un paraguas. Luego el cuerpo de Margarita sali del cuarto. Repito: todo esto con la cabeza dormida.

    Las 4 extremidades llegaron en la madrugada a la estacin de trenes caminando como los ciegos: con el paraguas, el Brazo Derecho tanteaba el ca-

    mino de adelante, para revisar que no hubiera una piedra u otra cosa con la que pudieran tropezar.

    Compraron un boleto de tren. Se subieron al tren. Se sen-taron en un asiento del tren. El tren arranc.

    Las 4 extremidades iban muy felices mientras la cabeza de Margarita con los ojos cerrados roncaba y soaba que es-taba en un avin dormida.

    El tren cruz por la mitad el pas hasta llegar al otro lado, donde se encuentra otro mar.

    Las 4 extremidades pidieron un cuarto en la recepcin de un hotel.

    Caminaron, tanteando con el paraguas el camino al cuar-to de hotel. El camarero que las conduca pregunt: La seorita es invidente?

    El Brazo Derecho movi la mano para indicar que no y el Brazo Izquierdo le pidi al camarero silencio llevndose un dedo a los labios. No fuera a despertarse la cabeza de Margarita.

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    4A la maana siguiente, vestido en un lindo bikini azul, el

    cuerpo de Margarita fue a la playa, tanteando con el paraguas el camino.

    Se meti al mar, que estaba caliente y fresco. Nad. Buce. Sinti pasar a su lado 100 peces y una tortuga submarina. Lstima que la cabeza estuviera dormida y no viera los colores de toda esa belleza.

    Luego el cuerpo de Margarita fue a la ostionera que esta-ba bajo una palapa y pidi 12 camarones gigantes. Tena mu-cha hambre.

    As pasaron 10 das hasta que una maana, mientras el cuerpo nadaba en el mar muy alegre, la cabeza de Margarita despert. Abri los ojos y vio el mar azul turquesa, el cielo azul, y no entendi nada. Dnde estaba? Y dnde estaba su marido, el seor Muy Gordo?

    La verdad, no se preocup mucho, por 2 razones: 1) porque el seor Muy Gordo no le caa muy bien, y 2) porque algo bue-no habra pasado, ya que estaba tan feliz.

    De cualquier forma, Margarita llam por el telfono del cuar-to de hotel al seor Muy Gordo. l le contest por telfono celular.

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    Carambas, Margarita dijo, dnde ests, que no te encuentro?

    En el mar, dijo ella. l le dijo muy amable: Ah, mira, qu coincidencia. Yo estoy en otro mar. Fjate

    que me cas con otra seorita. Margarita se qued boquiabierta. El seor Muy Gordo le explic:Como no aparecas, nuestra boda se anul y yo me senta

    muy solo. Espero que t no me extraes. La verdad, Margarita no lo extraaba, as que dijo:Pues la verdad, no, no te extrao. Felicidades por tu

    boda. Pero te quiero pedir un favor. No me mandas 1 avin y las llaves de 1 casa y las llaves de 1 automvil, por favor?

    No puedo se disculp el seor Muy Gordo, eso es para mi esposa nmero 7.

    Y si me mandas por lo menos mi anillo, el que me re-galaste en la boda?

    No s dnde qued dijo el seor Muy Gordo. T no te acuerdas dnde habr quedado?

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    Los dos lo pensaron largo. Hasta que el seor Muy Gordo lo record:

    Te lo puse en la boca, te acuerdas? Y te lo tragaste en un descuido.

    Entonces Margarita vio que traa el anillo en un dedo del Pie Derecho.

    Cmo habr llegado ah?se pregunt en voz alta. La verdad tampoco yo, que escribo este cuento, tengo la

    menor idea de cmo lleg el anillo desde el estmago de Mar-garita al dedo de su Pie Derecho. Pero no me preocupo, porque hay cosas inexplicables en la vida. Otra cosa que yo, que es-cribo este cuento, no entiendo, es por qu algunas personas me han dicho que ste es un cuento de terror. Yo creo que ms bien es un cuento alegre. Lo que es seguro es que tiene un final feliz, que es el que sigue.

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    El Brazo Derecho le acarici la cara a Margarita. Su Pier-na Izquierda se estir muy cmoda. Su Brazo Derecho se rasc la rodilla derecha. La Pierna Derecha se estir muy cmoda tambin. Y la cabeza bostez, y luego pens:

    No vuelvo a hacer nada contra los deseos de las otras 4 partes de m misma.

    Y as termina esta historia que nace de un misterio. El misterio de las 5 cosas que son al mismo tiempo 1 sola cosa.

    2 piernas + 2 brazos + 1 cabeza muy bonita = las 5 partes del cuerpo de la seorita Margarita.

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    Guillermo pensaba que leer era aburrido. No poda entender cmo poda uno dejar de jugar para agarrar un libro y sumer-girse en un silencio absoluto en donde slo haba letras y letras. Algunos libros ni siquiera tenan dibujos. l prefera jugar futbol o si haba suerte jugar con la consola de su amigo Diego. Por ms que don Eulalio, su profesor de espaol, inten-tara convencerlos de que leer abra ventanas a mundos infini-tos, l saba que aquello era pura charlatanera de profesor de letras. No poda haber nadie pensaba que prefiriese estar sentado con un libro. Guillermo slo se sentaba para ver tele-visin, y eso cuando terminaba de jugar con los videojuegos.

    Hasta el da en que no tuvo ms remedio que leer un libro. Don Eulalio les mand de tarea hacer un resumen de un cuen-to, el que fuera. No tena que ser extenso, ni clsico. Y Guiller-mo, ingenioso como era, pens bajarse la tarea de algn blog de Internet. Un simple copiar y pegar le bastara para luego ha-cer otras cosas de su inters.

    Naveg durante un buen rato entre un montn de pginas sobre libros, con tan mala suerte que ninguno vena resumido. Se enunciaban varios ttulos, pero slo con la foto de la portada, a modo informativo. Para descargar: nada. La tarde avanzaba de

    El mayor regaloLaura Martnez Belli

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    prisa. Guillermo miraba su reloj insistentemente, nervioso porque no llegara a tiempo con sus cuates para la cascarita de las cinco. As que tras un par de horas de infructuosa bsqueda, decidi muy a su pesar que mejor buscaba en la biblioteca pblica. Cunto poda tardar en resumir un cuento?

    Una vez en la biblioteca, Guillermo not que haba muchos cuentos, muchsimos, ordenados por orden alfabtico. Por instin-to, se lanz a los volmenes ms delgados. Buscaba con la vista cul agarrar, cuando oy carraspear: Hmmmm, hmmmmm.

    En una pequea mesa, alumbrado por una pequea lm-para de brazo, se sentaba un seor de barba blanca, bigote de gaviota y gafas sin montura. Guillermo volvi la vista hacia los estantes y sigui buscando. Sin embargo, senta los ojos del seor clavados en su nuca. Al poco rato, escuch carraspear de nuevo, pero esta vez el sonido estaba justo junto a l. Guiller-mo peg un brinco.

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    El seor de barba blanca y bigote de gaviota estaba de pie, a su lado.

    Perdona le dijo, no era mi intencin asustarte. Guillermo no contest, aunque lo mir hurao.

    Y entonces, como el mago que saca un conejo de la chistera, el seor mostr un libro con tapas verdes y pginas doradas.

    ste es el que necesitas le dijo. Y le ten-di el libro para que lo agarrara.

    Guillermo tom el ejemplar, ms por edu-cacin que por obligacin. Y en seguida supo

    que el viejito se equivocaba. Qu flo-jera de libro! Era enorme y pesaba

    una barbaridad. No dijo para s Guillermo ste no es para nada el libro que busco. Aun as, un tanto presionado por la insistencia del viejito, baj la mirada un ins-tante. Guillermo pens que sera

    una antologa de fbulas o algo por el estilo.

    brelo le orden.Empezaba a sentirse incmo-

    do con la situacin, pero lo abri a desgana.

    Y entonces, algo rarsimo sucedi. El libro se trag a Guillermo!

    No poda creerlo. Ah estaba l, entre un montn de letras e ilustraciones! Inten-t gritar, pero nadie lo escuchaba. Intent salir, pero el papel era elstico como un chi-cle en un zapato. Estaba atrapado en un libro! Qu clase de broma pesada era sa!

    Los dems personajes lo miraron con cierto inters.

    Ayuda! Que alguien me ayude! gri-t Guillermo. Pero los personajes se limita-ron a brindarle una mirada de resignacin.

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    Estaba muy nervioso. Corri un par de veces alrededor de la pgina, pero al topar con los mrgenes rebotaba como pe-lota en un juego de pinball.

    Una nia sentada en una enorme E lo observaba a la distancia. Al verlo angustiado, salt desde lo alto de la letra y camin hacia l.

    No tengas miedo le explic. Tan slo hay que esperar a ser ledos por alguien.

    Guillermo, entre asustado e incrdulo, se puso nervioso.Y si nadie nos lee? pregunt tembloroso.La nia ri un segundo, como si alguien acabara de con-

    tarle un chiste. Al ver que Guillermo permaneca serio, le dijo: Claro que nos van a leer! Unas veces tardan ms tiem-

    po que otras, pero al final siempre nos leen. Y entonces, todo es como debera ser.

    Si dijo Guillermo un tanto escptico, pero y si nadie quiere leer ya? Y si nadie viene a la biblioteca? Y si nadie se interesa por este libro?

    La mirada de la nia se oscureci, como si se sumergiera en un mar profundo.

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    Entonces dijo ella estaremos aqu varados, por toda la eternidad.

    Pero tiene que haber una forma de salir de aqu! dijo l.No la hay explic ella. Si nos leen, entonces vivire-

    mos por siempre en la mente de quien lea el libro. Viviremos, sentiremos, seremos libres. Seremos poderosos. Inmortales.

    La nia mir al infinito un instante, como si recordara una sensacin pasada.

    Ahora slo nos queda esperar. Sin otra alternativa, esperaron sentados junto a las ilus-

    traciones. Dormidos la mayor parte del tiempo. Aburridos. Ocupando un espacio entre las letras.

    Y con el tedio de los das sin novedades, pas el tiempo. Mientras tanto, a Guillermo le sali bigote, le creci vello en las piernas, la voz se le torn grave como la de su padre. Y l, all atrapado. Resignado. Perdindose sus aos de juventud porque nadie, ni un alma, acuda a leer.

    Dese con todo su corazn que alguien viniera a sacarlo de ese limbo inmenso en donde estaba atorado. Se sinti culpable. Cul-pable por todos los libros no ledos. Por las vidas no liberadas. En sus manos estaba la gracia de hacer vivir a otros como l, atrapa-dos en las pginas. Dese haber sido ms generoso y haberse dado la oportunidad de pasar un tiempo junto a tantos, tantos persona-jes de historias. Si tan slo hubiera valorado la importancia del poder de su imaginacin. Si tan slo hubiera sabido, como saba ahora, que leer no era un acto mecnico, sino el don de dar vida, de crear, de vivir juntos ajenos con la intensidad con que se vive el propio. Si tan slo lo hubiera comprendido a tiempo.

    Y un da cualquiera, sintieron como si temblara la tierra. De pronto, un chorro de luz invadi las pginas. Guillermo escuch una voz, como si leyeran los prrafos en voz alta. Pero no. Lean en silencio. Sin embargo, poda sentir la fuerza de la lectura. Un cosquilleo le recorri la nuca, la espalda, la palma de las manos. Sinti como si le dieran de beber un mon-tn de agua fresca tras la peor sed. Las palabras resonaban con tiento en el alma de cada uno de los personajes. A medida

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    que la historia cobraba forma en la imaginacin del lector y adquira significado, el libro vibraba. Los personajes comen-zaron a pintarse de colores, a sentir, y Guillermo vio cmo esos seres inanimados que lo haban acompaado comenzaban a experimentar sensaciones reales. Rean, lloraban. Se odiaban, amaban. Se liberaban de la esclavitud del silencio.

    Guillermo cerr los ojos, y se dej acariciar por esa voz des-conocida retumbando en su interior con la fuerza de un instru-mento de percusin. Se dej envolver. Algo parecido al primer beso. Al primer amor. Aquello, sin duda, fue un soplo de vida.

    Plaf!Guillermo sinti que alguien le tronaba los dedos varias

    veces frente a los ojos.Eh, muchacho, muchacho! oy que le decan. Abri los ojos. El viejo de la barba estaba ah, de pie junto

    a l, sosteniendo el libro verde entre sus manos. Guillermo lo miraba con los ojos de par en par. Luego, se

    palp el pecho, se mir las manos, se toc la cara. Era nio de nuevo. En la biblioteca, el tiempo no haba pasado.

    Ests bien? le pregunt el viejo.

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    S, s contest Guillermo, aturdido. Dud. No saba distinguir si haba soado despierto o dormido.

    El viejo lo mir fijamente y Guillermo intuy en sus ojos cierta envidia. Y tras mirarlo con esos ojos que decan enho-rabuena, muchacho, acabas de descubrir el mayor regalo de tu vida, le dio una palmada en los hombros y empez a alejarse.

    Guillermo lo observ marcharse. Luego permaneci viendo al infinito durante no supo cunto tiempo. Volvi sus ojos a la estantera. Recorri con la vista todos aquellos libros y sinti que no le alcanzara la vida para liberarlos a todos. Escogi uno al azar. Y despacio, sin prisa, pero sin pausa, comenz a leer.

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    Todas las noches, Luca se meta muy contenta en su cama, su mam le daba un beso y cerraba la cortina. Ya con la luz apagada poda ver en su cuarto el reflejo de la luna, blanca y redonda que le haca compaa.

    Pero una noche, su mam se olvid de cerrar la cortina y Luca se asust mucho: la luna ya no estaba completa ni era redonda como un plato. Todos estaban dormidos. Fue al cuar-to de su hermano Andrs y le dijo que la luna estaba rota.

    No, Luca, no est rota le dijo el hermano sealndola, es que se la estn comiendo.

    Quin puede comerse a la luna?El monstruo Dientes de Perla le dijo su hermano que

    era muy sabio, y lo mismo hace con tus dientes si no te los lavas, hasta que se te caen a pedazos, como la luna.

    Luca y Dientes de PerlaPedro ngel Palou Garca

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    Luca se regres a dormir muy triste, pensando qu iba a pasar si a Dientes de Perla le daba ms hambre y las noches se quedaran sin luna.

    Y as ocurri. La noche siguiente, la luna estaba ms chi-quita, el malvado monstruo le haba dado una mordidota.

    Y la noche siguiente, peor: ms pequea an, como el pe-dazo de su ua cuando su mam se las corta. Una luna que ms bien parece un arco. Luca estaba francamente asustada y se empez a lavar los dientes todos los das, tres veces.

    Volvi a despertar a Andrs:Te das cuenta que ya casi no hay luna. Ese Dientes de

    Perla est muy hambriento.Es la nica manera de que sus dientes brillen, comer un

    poco de luna todas las noches, sobre todo si las nias se lavan los dientes y no tiene cmo alimentarse. Ahora vete a dormir. Maana saldr el sol y te habrs olvidado de la luna.

    Pero no fue as. La siguiente noche hubo muchas nubes y niebla, y apenas se podan ver las estrellas. Pero eso no era lo peor. Luca se puso a llorar de tristeza: la luna haba desapa-recido por completo. El cielo era oscuro y le dio tanto miedo

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    que no quiso levantarse para ir al cuarto de Andrs. Esa noche se imagin a Dientes de Perla comindose todas las cosas blan-cas: el inodoro, los platos, el coche de su pap.

    Y efectivamente: se levant tarde, su mam le dio de desa-yunar y se le olvid el tema de la luna hasta que se hizo de noche. Cuando su mam le daba un beso y se dispona a cerrar la cortina, Luca le dijo:

    Te has dado cuenta, mam, que ya no hay luna. Se la co-mi Dientes de Perla. Poco a poco, como a una blanca galleta, hasta que no qued nada de luna ni nada de luz en las noches.

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    Su mam, que era ms sabia aun que su hermano Andrs, le explic que no exista ningn monstruo Dientes de Perla, que la luna se haca chiquita y luego grandota, o menguante y creciente, y que cada veintiocho das se volva redonda y blanca como un plato y a eso se le llamaba luna llena.

    Poco a poco, las siguientes noches Luca fue viendo cmo la luna reapareca en el cielo de sus noches. Y su mam tuvo razn: pocos das despus se hizo llena, blanca, grande y her-mosa, y Luca fue muy feliz.

    Entonces su hermano Andrs le cont otro cuento:Sabes que en la luna vive un conejo?Cmo crees?Entonces Andrs, que segua siendo sabio a pesar de ha-

    berse equivocado con Dientes de Perla abri su cortina y le ense al conejo dibujado en la luna. Y tiene los dientes muy grandes y muy limpios, como los tuyos.

    Guau!, es cierto le dijo Luca y se qued viendo sus orejotas dibujadas en el plato. Pero esa es otra historia que algn da te contar.

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    Un da, mi mam dijo que antes de que nosotros naciramos ella tena pesadillas despierta.

    S. La estbamos espiando.No la estbamos espiando, ella lo dijo y no saba que es-

    tbamos ah.Lo bueno es que contigo y conmigo se le quitaron. Eso

    dijo. Y ahora sus pesadillas somos nosotros!Ya no te ras. T tambin te ests riendo. Hasta mi mam se ri. Ya

    djame mis chinos. Entonces hazte para all. No respetas mi espacio. Dile, m. Un da le preguntamos por mi pap y se puso triste. No se puso triste.S se puso triste.Ya ves?Yo vi que un poquito. Siempre me quiere llevar la contra

    y t le das la razn, m. Nos dijo que no todas las familias tenan que ser iguales. Porque nuestra familia es mi abuela, mi ta y mi mam. Mis tos y primos. Mi otra ta... Que todos somos diferentes y por eso nuestras familias

    tambin. Eso no lo dijo. Pero as es, verdad, m? As como nosotros, yo tengo los

    ojos cafs y t azules, y yo no tengo chinos geros. Y como somos tan distintos por eso a los dos nos quiere

    igual. Porque lo que tiene uno, no lo tiene el otro y as. Aj. Ahora t hazte para all.

    Breve escena fraternalCarmina Narro

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    Esto es un interrogatorio?No, ella es trabajadora social, no polica. Ya me aburr. No queremos otra familia.Queremos a la nuestra como est. Ya nos podemos ir?S, ya queremos irnos a jugar.

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    El pueblo de Juan tiene un problema, un problema morroco-tudo. Piensan que han vencido al gigante. A nadie se le ha ocurrido que el cuerpo muerto del gigante es an ms peligro-so que el gigante cuando estaba vivo.

    La gente en el pueblo est demasiado ocupada para darse cuenta de que el cuerpo del gigante es un estorbo. Han orga-nizado una gran fiesta para celebrar que el pequeo Juan mat a aquel monstruo enorme. Apenas recuerdan hoy los das terribles en que el gigante los amenazaba. Ya nadie quiere pensar en el miedo que les daba mirar el castillo del gigante entre las nubes. El monstruo no volver a asustarlos, su som-bra no desatar huracanes. Ya no habr que entregarle vacas para saciar su apetito. No tendrn que esconder a los nios ni escapar a la montaa cada vez que al gigante le d por bajar al pueblo en busca de comida.

    La msica de la fiesta no permite a nadie percibir el soni-do de las ratas que se acercan al cuerpo del gigante. Slo Juan, el pequeo hroe, comienza a percibir el peligro. Se asoma inquieto a las ventanas del saln y mira el cuerpo enorme de su vctima. Quin mover de ah al gigante? Qu pasar cuando el corpazo del gigante empiece a oler mal? Cmo po-drn huir de su sombra y se su carra horrible y gigantesca?

    Junto a Juan todos bailan. Sonren las muchachas, que se acercan para ver la medalla que le ha colgado del alcalde al cuello. Lo soldados lo abrazan, los viejos le dan las gracias. Pero Juan apenas sonre. Sabe que el cuerpo del gigante es un enorme problema. Vuelve a mirar por la ventana y casi puede ver el cuerpo gigantesco en mitad de la plaza.

    Maana todos despertarn cansados de la fiesta. Maana notarn la peste en el aire y entendern que el cuerpo del gigante ha empezado a oler mal y que es su nuevo enemigo.

    Un lo morrocotudoIgnacio Padilla

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    Qu harn con l? Buscarn a Juan, pero Juan ya habr co-rrido a las montaas. Qu harn con el cuerpo del gigante? Cmo evitarn que contamine el pueblo? El alcalde pensar en dinamitar el cuerpo. Lo rellenarn con dinamita y lo harn estallar. No sabe que sobre el pueblo entonces llovern peda-zos podridos de gigante. Juan, en la montaa, no podr evitar que lo aplaste el pulgar enorme de su antiguo enemigo.

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    Camila y MilaGuadalupe Loaeza

    Me llamo Camila, tengo ocho aos y estoy algo gordita. Mi mam es muy flaca, por eso me cae hper gorda porque siempre est diciendo a sus amigas que si estoy tan llenita es porque sal a la familia de mi pap. Lo que pasa es que dos de mis tas y mi abuelita, la verdad es que ellas s estn obesas. Mi ta Susana, la ms panzona de las dos, un da rompi una silla de la sala y me ech la culpa que porque yo la haba aflojado antes. Ella tambin me cae gordsima.

    Lo que ms me gusta en la vida es ver tele, sentada en la cama, junto con mi amiga que se llama Mila. Nos gusta verla rodeadas de todas mis bolsitas de dulces, galletas, chocolates y papas. Todo esto lo compro en la tienda de la esquina, porque en la escuela ya no venden las cosas que me gustan, que segn porque hay un montn de adultos y nios gordos en Mxico. Y qu tiene de malo estar un poco gordita? Ni que fuera pecado. Nadie le reza a Dios para ser flaca. l quiere a todos por igual, a las gordas, a las esquelticas, a las chaparras, a las altotas y a las flaquitas, como Mila. Mi amiga y yo tenemos un secreto: para que ella no engorde, como por ella. Por eso siempre me sirvo el doble de todo. Pero a veces Mila tiene tanta hambre que tengo que comer por tres. El otro da me dijo: Oye, Cami-la, ya no cabemos en la cama. Y eso que estaba hasta la mera orillita, por poco y me caigo. Ay, Mila, yo creo que necesitamos una camota como la de mis papis, le dije. Empez a rerse a carcajadas. Creo que se oan hasta el cuarto de las muchachas. Shhhh, Mila, ya cllate, porque vas a despertar a los perros, al velador y hasta los vecinos, le dije. Pero ella segua con sus carcajadotas. Despus me dijo con su voz como la de una chica de telenovela: Tengo hambre, me muero de hambre. No seas malita, me traes algo de comer?

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    Como no me dejaba dormir, me par y me fui a oscuras hasta la cocina. No vea nada de nada. Y como si fuera una cieguita, abr la despensa, busqu la caja del cereal azucarado, un paquete de galletas de chocolate, una bolsa de papas fritas y otra de cacahuates japoneses, que siempre tiene mi mam para las visitas. Cuando llegu a mi cuarto, Mila ya me estaba esperando sentada en la cama. Tena cara de hambrienta. Me sent a su lado, y empec a comer y a comer por ella. Com tanto que hasta me doli el estmago y ya no me poda dormir, porque me apretaba el resorte del pantaln de mi piyama. Ade-ms, mi colcha estaba toda llena de migajas. Mila, Mila, ay-dame a limpiar la cama, le ped, pero mi amiga ya estaba dormidota. Esa noche tuve una pesadilla. So que todas las sillas de la sala de mi casa estaban rotas y que mi mam me gritaba: T las rompiste por gorda, por godinflona y por tim-bona, no hay silla que te aguante. Eres igualita a tu ta Susa-na. Nadie te quiere por gorda. Cuando me despert, le pregunt a Mila si ella me quera y me dijo que s. Verdad que mi mam es una bruja?, le pregunt. Me dijo que s.

    Mi pap siempre me lleva a la escuela. Aunque mi lonchera est llena, gucala, con puras jcamas, pepinos y zanahorias que nunca me como, siempre me da dinero para que compre lo que quiera en el recreo. Yo quiero mucho a mi papi. Tambin a l le gustan mucho los postres, por eso tiene un poquitito de panza, que se le nota mucho. A veces me invita a comer ham-burguesas y me deja pedir todo, todo lo que yo quiera. l tam-bin pide una doble, dos conos de papas, dos cocas (los dos odiamos el agua, gucala) y helado cubierto de chocolate. No-ms no le digas a tu mam, siempre me dice con sus cachetes llenos de papas fritas. l es el nico que sabe de mi amiga in-visible. Hasta me pregunta: Cmo est Mila? A l es al ni-co que le cuento cmo me molestan en la clase. Ay, papi, hay

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    muchos nios que siempre me andan pegando. Se burlan de m y me llaman la Gordis, la Tetona, la Inmensa Bola de Manteca, IBM. En la escuela hay otros nios gorditos, pero con ellos nunca se meten. Nada ms me insultan a m. Dice mi pap que no les haga caso. Pero entre menos les hago caso, ms me em-pujan, ms esconden mi mochila, ms me patean y ms se ren de m. El otro da los acus con la miss y en vez de regaarlos a ellos, me rega a m. Si fueras flaquita, nadie se metera contigo. Deberas de ir con el psiclogo de la escuela. Voy a ha-

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    blar con tu mami, me dice todo el tiempo. Creo que mi mam tambin le cae muy gorda, porque nunca la llama. Le pregunt a la miss qu era eso de psiclogo y me contest que era un doctor que curaba los traumas que tenan algunos nios. Dice Mila que la que debera de ir con ese doctor es mi mam.

    Si yo fuera con ese doctor, le contara lo que me pas el do-mingo. Estbamos Mila y yo solas en la casa viendo la tele, mi serie favorita que me pone a cantar y a bailar. Mis papis haban ido a dejar a mi abue (la gorda) a su casa. Esa tarde, Mila tena mucha hambre, as es que me acab, yo solita, una bolsa gran-dota de chocolates. Com tantos chocolates que me empec a inflar y a inflar. Pareca un globo gigante de gas. Entonces, poco a poco, me fui elevando hasta topar con el techo. Hjole, de re-pente que vi que la ventana de mi cuarto estaba bien abiertota y, como haba un poco de viento, yo globo, comenc a dar de brinquitos, hasta salir y elevarme al cielo. Mila, dnde ests, Mila?, le gritaba como loquita, pero mi amiga invisible no me escuchaba porque estaba muy fuerte la tele y ella estaba muy interesada en quin llegara a la final del concurso. Y volando, y volando, y volando, me ator en las ramas de un rbol de la tercera seccin de Chapultepec. Desde ah, vea todo el trfico, las colas gigantescas de coches. A lo mejor veo el de mi papi, pens. Pero jams vi uno color gris plateado. Lo que s vi fue cmo se meti el sol, cmo se prendan las luces de la ciudad y cmo sali la luna. Comenc a tener hambre. Por qu no te comes una manzana del rbol, que no ves que es un manzano?, escu-ch que me deca la voz de mi amiga invisible. Mila, hasta que apareces. Por qu no me salvaste cuando te llamaba a gritos?, le pregunt con un nudo en la garganta. Estaba viendo la tele, sabes quin gan en el concurso de la tele? A m no me im-portaba quin haba ganado el concurso, lo quera era que me bajara del rbol e irme a mi casa. Primero, escchame y luego te ayudo a bajar. Esas manzanas que estn en las ramas, no

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    son de decoracin, son manzanas de verdad, son muy ricas. Te puedes comer las que quieras. No engordan, me dijo Mila. Como ya tena mucha hambre, arranqu una y me la com. Yo creo que no coma una manzana desde que me daban papilla. Me gust. Com otra y luego, otra, hasta que se me quit el hambre. Te ayudo a bajarte del rbol si me prometes que, a partir de ahora, en lugar de dulces y chocolates, comers frutas y verduras. Debes prometerme tambin que te olvidars de los refrescos y que bebers agua. Y por ltimo, promteme que hars ejercicio y te meters a clases de natacin. Era muy raro que Mila me estuviera diciendo exactamente lo mismo que me deca mi mam. A lo mejor tuvo miedo de que la acusara con el doctor que cura traumas, porque es ella la que me hace comer. Yo ya quera bajarme del rbol, por eso le dije que s a todo. De repente, poco a poquito, el viento me llev hasta mi casa, me meti por la ventana de mi cuarto y me instal sobre mi cama. Por primera vez, despus de haber cenado nada ms tres man-zanas, me sent mucho ms ligerita. Creo que empezaba a per-der peso. Camila, apaga la televisin y ya durmete, me dijo desde su cuarto mi mam. Obedec. Me puse mi piyama y me acurruqu al lado de mi amiga. Mila, verdad que t y yo es-tamos a dieta?, le pregunt. No me contest.

    Al otro da me despert muy tempranito y, de repente, me di cuenta de que Mila ya no estaba all y que en su lugar haba dos manzanas rojas, una botellita de agua y una tarjetita que deca: Buena suerte con tu dieta.

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    Arturo tena un poder, aunque pocos lo saban. Sin ningn motivo aparente, Arturo naci con ese don. Al principio, sus paps se empearon en que no hiciera flotar las tazas, ni pla-tos en la cocina, que dejara quietos los floreros sobre la mesa y las tortillas sobre el comal, pero al final tuvieron que acep-tar que Arturo jams podra dejar de ser como era. Temerosos de que alguien descubriera la capacidad de Arturo para hacer volar objetos (pues no queran que vinieran a hacerle pruebas, en nombre de la ciencia), mantuvieron su poder en secreto.

    Levitar era un poder inusual, aunque muy divertido. A pesar de todo, advertido hasta la saciedad por sus padres, Arturo haba aprendido a controlarse, aunque a veces tena que aguantarse las ganas de hacer volar la silla de su profe-sora Demetria con todo y ella encima. Ms de una vez, cuando la profesora se pasaba de lista y les pona a hacer planas sin ton ni son, mirando a sus estudiantes como si en vez de nios estuviera frente a una panda de escurridizas lagartijas, Artu-ro haba tenido que reprimir las ganas de sacarla del saln por la ventana.

    En la casa de Arturo todo deba estar atornillado. Las si-llas del comedor, los cuadernos para la tarea, los tapetes sobre la mesa, la alfombra, el calendario, los recetarios de cocina. Todo deba estar fijo con su respectivo anclaje, porque Arturo cada vez que rea haca levitar todo cuanto se encontrara cin-cuenta metros a la redonda.

    Pero ese da algo cambi. Sucedi sin premeditacin algu-na, ni plan, ni maa. Arturo desayun chilaquiles con pollo y jugo de naranja. Despus, bien peinado y con los dientes limpios, se fue a la escuela. En el camino, Arturo record que no haba terminado la tarea que su temible profesora les ha-ba encomendado el da anterior. Se pas todo el camino pen-sando en una excusa. Pero despus de mucho pensar, decidi que le dira la verdad: no la termin por estar jugando domin.

    Flota, Demetria, flotaLaura Martnez Belli

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    Y con la conciencia nerviosa pero limpia, se dirigi a su saln de clases.

    La profesora Demetria era ms vieja que joven. Llevaba el pelo recogido en un chongo que pareca estar formado de ramas para un nido, probablemente debido a los mltiples tintes y qumicos que usaba. Ninguno de ellos lograba, no obs-tante, engaar al ojo de los nios, que seguan vindola como un perverso personaje de cuento. Para no perder sus anteojos, los enganchaba a una ristra de perlas de plstico que llevaba siempre alrededor del cuello. Y siempre, siempre, sonrea con una sonrisa que a Arturo se le antojaba tan falsa como el co-lor de su pelo. Ningn alumno la apreciaba demasiado. Ni mucho, ni poco. Pero lo peor no era su aspecto, sino el tono de su voz. Arturo senta que les hablaba como si fueran tontos.

    Les repeta las cosas tantas veces, que Arturo crea que los confunda con loros de piratas.

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    Cuando lleg la hora de revisar la tarea, Demetria se pase de pupitre en pupitre. En la mano, llevaba un plumn rojo muy gordo, con el cual, en medio de la plana, haca un smbo-lo gigante que mutilaba el trabajo de cada uno de los nios.

    Una R encerrada en un crculo, a modo de revisado, que a Arturo inevitablemente le haca pensar en Robin, el chi-co maravilla acompaante eterno de Batman.

    Pero entonces, le toc el turno a Arturo.

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    Y tu tarea? dijo la profesora Demetria. Arturo not que la boca de la maestra se ladeaba ligera-

    mente.Como cuando se intenta despegar con la lengua un peda-

    cito de cilantro que un taco de barbacoa deja entre los dientes. No no la termin, maestra. Demetria destap el plumn, que hizo vaco al despren-

    derse de la tapa. Pob! Y como regocijndose, hizo deslizar la tinta roja lentamen-

    te. El cuaderno marc una X tan grande como las dibujadas en los puntos de encuentro.

    Y ahora, por flojo, vas a quedarte sin recreo. Arturo nunca haba chistado en su vida. Pero en ese mo-

    mento, sinti algo naciendo en su interior: No soy flojo. La profesora Demetria se puso del color de la calabaza. No! Eres reflojo! Y contestn, adems! En el saln de clases el aire era tan denso como ate de

    guayaba. Y de pronto, Demetria, sintiendo amenazada su autoridad,

    empez a soltar todo tipo de comentarios negativos sobre cmo se iba a convertir en un intil y un holgazn y un bueno para nada si no se acostumbraba desde ahorita a cumplir con sus obligaciones.

    Bla, bla, bla, bla Era todo lo que Arturo oa. Arturo tomaba aire. Vea cmo la profesora mova los la-

    bios, pero slo imaginaba mandndola a volar. Sinti el cora-zn latiendo rpido por el coraje, y temi no poder controlar el impulso, ahora s, de hacerla salir volando por la ventana. Arturo apret los puos.

    Y casi sin darse cuenta de lo que haca, de pronto todo el saln empez a girar en crculos concntricos. Al principio, los alumnos gritaban divertidos, como si estuvieran en una atrac-cin del parque. Las mochilas, los cuadernos, los pupitres, todo comenz a girar en un remolino alrededor de Arturo, que por primera vez se daba cuenta de la fuerza de su temperamento. Demetria, muy asustada, empez a exigir que la bajaran. Pero Arturo estaba dando rienda suelta a un poder que, a pesar de

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    haber sido usado a discrecin, jams haba explotado en ple-nitud. Todos giraron tan rpido, tan rpido, que pronto el tor-nado que se form empez a elevar la escuela. Volaron por los aires, controlados por el poder de Arturo, concentrado en no estrellarlos contra un rbol, ni contra los techos de las casas.

    Gritaron tanto que la gente sala de sus casas para ver qu pasaba. Asustados, corran a llamar al 090 de emergencias.

    Por fin, cuando Arturo se cans de levitarlos, deposit la escuela en lo alto de una colina. Demetria ya no tena voz para gritar. Haba perdido los lentes, a pesar del collar de perlas de plstico con el cual los sujetaba, y estaba despeinada como gallo de pelea.

    La profesora Demetria mir a Arturo. Arturo mir a la profesora. Ninguno saba qu decir. Todo estaba patas para arriba. Y Arturo vio en los ojos de sus compaeros t

    Arturo sinti por vez primera que su profesora no era quizs tan mala despus de todo. Se miraron un breve instante que dur mucho tiempo.

    Y se dieron la mano. Arturo nunca ms olvid a hacer la tarea y slo utiliz su

    poder para acercar la toalla cuando sala de baarse. Y la profesora Demetria jams volvi a ofender a nadie.

    Ni pequeo, ni grande.

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  • Para comentar la lectura

    De la experiencia de la lectura brotan nuevas inquietudes, ideas e inters por temas distintos. Su propsito es abrir una puerta al conocimiento, pero tambin ser un espacio de entretenimiento, placer y convivencia.

    As, una vez que compartieron las lecturas, reconocieron personajes, historias y objetos, y quiz se detuvieron especialmente en un detalle que capt su atencin, a continuacin les sugerimos algunas preguntas que sern tiles para continuar los comentarios sobre las lecturas. Estas preguntas y muchas otras, tantas como su imaginacin proponga, les permitirn dialogar, enriquecer su lectura, atender a otros temas que tal vez en un principio pasaron desapercibidos, y reafirmar aquellos que les eran familiares.

    Para temernos mejor (p. 10)Rosa Beltrn

    Por qu Caperucita se senta superior a los dems?Qu diferencias encuentras entre el cuento original de Caperucita Roja y ste?Por qu Caperucita cambi despus de la muerte del lobo?

    El misterio de las 5 cosas que eran tambin 1 sola (p. 14)Sabina Berman

    Por qu se dice que es la historia de 5 cosas que eran 1?Por qu estaba enojado el Dedo Gordo?Cul es el misterio que cuenta la historia?

    Las alas de Ana (p. 20)Laura Martnez Belli

    El protagonista de la historia, cmo descubri que Ana tena alas?Qu haras si tuvieras una compaera como Ana?

    Toma y daca (p. 26)Jorge Volpi

    Qu diferencia hay entre un robot y un androide?Por qu Pancho se burla de Tru-co?Crees que son correctas las reglas del toma y daca? Por qu?

    El hmster del presidente (p. 35)Juan Villoro

    Cul es la funcin que debe cubrir el hmster de un presidente?Quin descubri el hmster del presidente?Cmo lograron conocer la personalidad de un candidato a partir de conocer a su mascota?

    Otra historia de 5 cosas que eran 1 sola cosa (p. 40) Sabina Berman

    Cules son las 5 cosas que son al mismo tiempo 1 sola cosa?De las 5 cosas que son al mismo tiempo una, cul es la ms importante?Por qu cuando Margarita despert traa el anillo en un dedo del pie derecho?

    El mayor regalo (p. 50)Laura Martnez Belli

    Qu provoc que Guillermo aceptara leer?Cul fue el descubrimiento de Guillermo en los libros?Cules han sido tus descubrimientos en los libros?

    Luca y Dientes de Perla (p. 58) Pedro ngel Palou Garca

    Cuntos aos consideras que tiene Luca?Cuando la luna est completa se dice que hay luna llena. Cmo se dice cuando no se ve?Conoces otra leyenda que hable sobre la luna? Cul?

    Breve escena fraternal (p. 62)Carmina Narro

    Por qu discuten los hermanos en la historia? Por qu las familias son diferentes?Cules tipos de familias conoces?

    Un lo morrocotudo (p. 64)Ignacio Padilla

    Qu significa morrocotudo?Cmo te imaginas al gigante? Haz un dibujo de l.Qu propones para solucionar el lo morrocotudo?

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  • Camila y Mila (p. 67)Guadalupe Loaeza

    Qu problema de salud tiene la protagonista?Quin es Mila?

    Flota, Demetria, flota (p. 74)Laura Martnez Belli

    Cul era el poder que posea Arturo?Por qu los paps de Arturo teman que alguien descubriera su don.Por qu en la casa de Arturo todos los muebles estaban atornillados?

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  • Cada uno de los autores de tu Libro de lecturas ha puesto su imaginacin y talento para que logres entrar en esos anhelados mundos de aventura, diversin y fantasa. Gracias a los textos que escribieron pensando en ti, podrs conservar, ampliar o alimentar tu gusto por la lectura. Te invitamos a conocerlos!

    Carmina Narro. Dramaturga, directora de escena, cuentista, guionista. Naci en Sinaloa, Mxico. Egresada del Ncleo de Estudios Teatrales (net) con Hctor Mendoza. Estudi dramaturgia en el taller de Hugo Argelles y anlisis teatral con Vicente Leero; direccin de escena con Juan Jos Gurrola, de quien fue asistente de direccin. A los 22 aos dirigi y escribi su primera obra: Recuerdos de Bruces, con el que gan el premio Salvador Novo de la ucct, en 1992. Obtuvo el premio Bravo a la mejor comedia del ao, en 1996, por su obra Credencial de escritor. En 2005 estren en Nueva York el libreto de su pera Loveless (La pera del desamor) con msica de Jorge Sosa, y su obra Round de sombras con actores del Actors Studio y msicos del Mannes College of Music de la New School University.

    Guadalupe Loaeza. Periodista y escritora originaria de la Ciudad de Mxico. Tiene una lista de ms de 42 ttulos, entre los que se encuentran: Las nias bien (1985), Las reinas de Polanco (1986), Compro, luego existo (1992), Manual de la gente bien (1995), Terremoto (2005), Infancia es des-tino (2010). Ha participado en diversos medios de comunicacin como radio, cine, televisin, peridico y revistas. Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentra el Premio Nacional de Comunicacin Jos Pags Llergo 2010, en la categora de libro biogrfico Mi novia la tristeza.

    Ignacio Padilla. Narrador, dramaturgo, diplomtico y ensayista. Licen-ciado en Comunicacin por la Universidad Iberoamericana, maestro en Letras Inglesas por la Universidad de Edimburgo y doctor en Filologa Espaola por la Universidad de Salamanca.Su obra para nios incluyeLas tormentas del mar embotellado, (Premio Juan de la Cabada 1994), Los papeles del dragn tpico, Por untornillo yTodos los osos son zurdos. En 2008 obtuvo elPremio Nacional de Obra de Teatro para Nios, por La maquinota.Actualmente es profesor en la Universidad Iberoamericana, e investiga temas como animismo, semitica, escatologa, entre otros.

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    Acerca de los autores

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  • Jorge Volpi. Licenciado en Derecho, maestro en Letras Mexicanas por la UNAM y doctor en Filologa por la Universidad de Salamanca. Es autor de las novelas La paz de los sepulcros, El temperamento melanclico y En busca de Klingsor, con ella inici una Triloga del siglo xx, cuya segunda parte es El fin de la locura y la tercera No ser la Tierra. Su libro ms reciente es el ensayo Leer la mente. El cerebro y el arte de la ficcin. En 2009 obtuvo el Premio Jos Donoso de Chile por el conjunto de su obra. Actualmente es profesor de la Facultad de Filosofa y Letras de la UNAM.

    Juan Villoro. Escritor y periodista nacido en la Ciudad de Mxico, en 1956. Estudio Sociologa en la Universidad Autnoma Metropolitana. For-m parte del taller de cuento impartido por Augusto Monterroso. Entre 1977 y 1981, escribi y produjo en Radio Educacin el programa radiof-nico El lado oscuro de la luna. En 1980, public su primer libro: La noche navegable. En 1994 gan el premio ibby por El profesor Ziper y la fabulo-sa guitarra elctrica, novela para nios. Entre sus libros infantiles se en-cuentran: Las golosinas secretas, Cazadores de croquetas, El taxi de los peluches y La cancha de los deseos.

    Laura Martnez Belli. Originaria de Espaa. Estudi Ciencias de la Informacin e Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid. En 1995 se traslad a Mxico donde continu sus estudios en la Universi-dad Iberoamericana. En 1998 regres a Espaa y colabor en instituciones dedicadas a la proteccin del patrimonio artstico, hasta que en 2004 vol-vi a Mxico, donde estableci su residencia. En 2007 public su primera novela titulada Por si no te vuelvo a ver, a la que le sigui El ladrn de clices que se convirti en un xito de ventas.

    Pedro ngel Palou Garca. Escritor mexicano nacido en la ciudad de Puebla. Licenciado en Lingstica y Literatura Hispnica, maestro en cien-cias del Lenguaje por la Benemrita Universidad Autnoma de Puebla, doctor en Ciencias Sociales por El Colegi de Michoacn. Es autor de no-velas, ensayos literarios, crnicas histricas, y se le reconoce como miembro de la generacin del crack, junto con Ignacio Padilla y Jorge Volpi. Algunos de sus libros son: Con la muerte en los puos, quien dice sombra, Zapata (2006), Morelos: morir es nada (2007), Pobre patria ma, La profundidad de la piel (2010).

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  • Rosa Beltrn. Novelista, cuentista y ensayista originaria de la Ciudad de Mxico. Estudi la licenciatura en Lengua y Literatura Hispnicas en la unaM y el doctorado de Literatura Comparada en la Universidad de California. Actualmente es titular de la Direccin de Literatura de la unaM. Entre su obra destacan: La espera (1986