Lección 4. Los Padres Apologistas

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Lección 4 LOS PADRES APOLOGISTAS Tal como vimos anteriormente, los padres apologistas escribieron literatura apologética para los gobernadores y paganos en general. En cuanto al surgimiento de estos defensores de la fe cristiana, dice Jame Orr: La aparición de la apología escrita en el siglo segundo está relacionada íntimamente con las características de la edad en que nació. Era una edad de predicación, enseñanza, discursos, declamatoria más allá de todo precedente. Los fundamentos del nuevo orden fueron puestos en el siglo anterior por el emperador Vespasiano, el cual, aunque él mismo en modo alguno un literato, concibió la idea de establecer una alianza entre los filósofos y el Estado, e instituyó una jerarquía de maestros asalariados en Roma y las ciudades provinciales. La simiente sembrada de esta forma pronto dio su fruto en la época de los Antoninos*. Renán califica acertadamente el reinado de Marco Aurelio llamándolo el reino de los filósofos. En este reinado, por una vez en la historia mundial, llegó casi a realizarse el sueño de Platón; el Estado tenía a un filósofo como su soberano, y los filósofos monopolizaban casi todos los lugares de poder. Era inevitable que, apareciendo en esta edad, la apología adquiriera una forma literaria y filosófica. 1 Más adelante, comentando acerca de la aparición de los apologistas, añade: 1 * La dinastía de los Antoninos fue la casa reinante en el imperio romano desde el 96 al 192 d. C. Esta toma su nombre del emperador Antonio Pío, no el primer emperador de la familia, sino el mejor modelo de los demás reinados. El Progreso del Dogma; pg. 50.

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Lección 4

LOS PADRES APOLOGISTAS

Tal como vimos anteriormente, los padres apologistas escribieron literatura apologética para los gobernadores y paganos en general. En cuanto al surgimiento de estos defensores de la fe cristiana, dice Jame Orr:

La aparición de la apología escrita en el siglo segundo está relacionada íntimamente con las características de la edad en que nació. Era una edad de predicación, enseñanza, discursos, declamatoria más allá de todo precedente. Los fundamentos del nuevo orden fueron puestos en el siglo anterior por el emperador Vespasiano, el cual, aunque él mismo en modo alguno un literato, concibió la idea de establecer una alianza entre los filósofos y el Estado, e instituyó una jerarquía de maestros asalariados en Roma y las ciudades provinciales. La simiente sembrada de esta forma pronto dio su fruto en la época de los Antoninos*. Renán califica acertadamente el reinado de Marco Aurelio llamándolo el reino de los filósofos. En este reinado, por una vez en la historia mundial, llegó casi a realizarse el sueño de Platón; el Estado tenía a un filósofo como su soberano, y los filósofos monopolizaban casi todos los lugares de poder. Era inevitable que, apareciendo en esta edad, la apología adquiriera una forma literaria y filosófica.1

Más adelante, comentando acerca de la aparición de los apologistas, añade:

[Esto] Muestra, no sólo que el espíritu de la edad había afectado al Cristianismo, sino también que el Cristianismo se había abierto paso en los círculos literarios y ya estaba atrayendo su atención. Deja claro que los cristianos estaban empezando a tener confianza en sí mismos; ya no se contentaban siendo unos tontos cuchicheando por los rincones como los describían despectivamente sus enemigos, sino que se habían armado de valor para presentar su caso al foro abierto de la opinión pública, y a reclamar un veredicto a su favor en base a su inherente racionalidad.

La cantidad y alcance de la literatura apologética que ha llegado hasta nosotros de este período despierta nuestra admiración y sorpresa. La mayoría de los escritores son hombres de conocimientos y cultura; no pocos eran filósofos y retóricos de profesión.2

I. JUSTINO MÁRTIR:1* La dinastía de los Antoninos fue la casa reinante en el imperio romano desde el 96 al 192 d. C. Esta toma su nombre del emperador Antonio Pío, no el primer emperador de la familia, sino el mejor modelo de los demás reinados. El Progreso del Dogma; pg. 50.2 Ibíd.

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Cuando llegamos en la historia al salón correspondiente a los Apologistas, con la primera persona que nos topamos es con Flavio Justino, más conocido como “el filósofo y mártir.” Los escritos de este hombre revisten de mucha importancia en la Historia de la Iglesia, ya que sus obras más importantes han sido conservadas hasta hoy. Dedicó toda su vida cristiana a la defensa del evangelio, y es el primero que podemos llamar con toda propiedad “cristiano filósofo” o “filósofo teólogo.”

En cuanto a su vida pre-cristiana, el mismo se autodenomina “samaritano”; aunque sabemos que vino de una descendencia pagana. Siendo un total desconocedor de Moisés y de los profetas, anduvo durante cierto tiempo por los caminos de la filosofía. Fue primero un estoico, luego peripatético, más adelante pitagoreano y finalmente platónico; pero ninguno de estos sistemas filosóficos satisficieron su mente inquieta:

Mi deseo ardiente de ser instruido en la esencia de la filosofía no daba reposo a mi espíritu. Me fui en busca de un pitagórico que gozaba de gran fama, para suplicarle me aceptara entre sus discípulos. Este estaba orgulloso de su saber...Esperaba tener mejor suerte entre los platónicos que gozaban de cierta fama y a los cuales me dirigí. Visite con frecuencia al que tenía la reputación de ser más docto entre todos ellos, con quien hice rápidos progresos en el conocimiento de su doctrina, con gran contentamiento mío, creyendo haber conseguido el cumplimiento de mis deseos. ¡Cuan equivocado estaba'. Un día, a orillas del mar, observe que me seguía un anciano, cuya agradable presencia, dulzura y gravedad, me causaron una impresión extraordinaria. No tardamos en trabar conversación, la cual giró luego sobre los deseos que yo tenía de conocer la verdad.

Al llegar a su conversión Justino no dejó de ser filósofo, sino que se dedicó a compaginar la filosofía griega con la fe cristiana al ver que había ciertos puntos de contacto entre una y otra. Para Justino todo lo bueno que poseía la cultura clásica provenía del Logos de Dios; por tanto, en cierto sentido podemos decir que hombres como Sócrates y Platón conocieron veladamente al Logos, y por ende, eran cristianos.

Es indudable que Justino abrazó la fe cristiana, no meramente por una convicción intelectual, sino a través de un verdadero arrepentimiento. De hecho, tan pronto conoció la verdad del evangelio se convirtió en un predicador itinerante, por cuanto se sentía deudor al mundo de la verdad de Dios: “Cualquiera - decía él - que puede predicar la verdad y no la predica incurre en el juicio de Dios.”De la unión de su celo con su brillante intelecto salieron los escritos que de él

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tenemos hoy:

A. Dos Apologías contra los paganos:

1. Una larga que consta de 68 capítulos, la cual está dirigida a Antonio Pío y a su hijo; ésta fue escrita alrededor del 147 d. C.

2. Una corta que consta de 25 capítulos, la cual parece haber sido la conclusión de la anterior, o tal vez una suplente de ésta.

B. Diálogo con Trifón:

Consta de 142 capítulos, y está dirigida a un judío llamado Trifón. Se trata de una vindicación del cristianismo, usando a Moisés y a los profetas en contra de las objeciones de los judíos. “En las Apologías, él habla como un filósofo; en el diálogo, como un creyente en el Antiguo Testamento a un hijo de Abraham.”3

C. Contra Marción:

Esta obra se perdió, pero Ireneo conserva de ella algunos fragmentos.

D. Contra las herejías:

También perdida, pero mencionada por el mismo Justino en su primera Apología.

E. Otras obras que se le atribuyen:

Un Salterio y un libro “Sobre el Alma” (Eusebio); un tratado “Sobre la Unidad de Dios”, y otros “Sobre la Resurrección”.

A pesar de su influencia marcada de la filosofía, sobre todo del platonismo, el apoyo doctrinal de Justino se encuentra en la Escritura, la cual cita casi siempre de memoria y sin mencionar a los autores humanos. Solo Juan y Pedro son mencionados por nombre, y las cartas de Pablo fueron totalmente ignoradas en sus escritos. El cristianismo de Justino corresponde a la ortodoxia de la época, aunque en él podemos hallar atisbos de las corrupciones que vendrían luego.

Justino fue finalmente acusado durante el reinado de Marco Aurelio, y llevado al martirio alrededor del 166, sellando con sangre en Roma su fe en Jesucristo. (Para 3 PS; T. 2; pg. 718.

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un relato de su martirio ver Diccionario de Historia de la Iglesia, de Samuel Vila y Darío Santamaría, pg. 403).

II. ATENÁGORAS:

Este era un “Cristiano filósofo de Atenas” durante el reinado de Marcos Aurelio (161-180). No era tan conocido como Justino, ni tan original como éste, pero su estilo era más elegante y más clásico. Algunos piensan que su obra “Intercesión a favor de los Cristianos” es “la mejor defensa de los cristianos producida en esa época” (Donaldson); y Spencer Mansel habla de él como “decididamente superior a la mayoría de los apologistas.”

En su obra responde a los paganos las acusaciones que mayormente se hacían contra los cristianos (ateísmo, canibalismo e incesto), demostrando en ella que la moral de los cristianos era superior a la de los paganos. En su obra notamos influencia platónica y tendencias ascéticas.

III. MELITÓN DE SARDIS:

Obispo de Sardis, la capital de Lidia, que murió en el 195. Este hombre no sólo tenía una mente brillante, sino también una fertilidad literaria poco común. Eusebio nos habla de no menos de 18 obras escritas por él, cubriendo una gran variedad de tópicos.

A este apologista le debe la Iglesia la primera lista cristiana de las Escrituras Hebreas, la cual excluye a los apócrifos. Es interesante notar como Melitón se refiere a los libros del AT como “Los Viejos Libros” o “Los Libros del Antiguo Pacto”, implicando que la Iglesia poseía en ese tiempo su canon del Nuevo Pacto.

En un fragmento siríaco de una obra titulada “Sobre la Fe”, aparece un credo bastante amplio acerca de la Persona de Cristo. En el mismo Cristo aparece como:

La Perfecta Razón, La Palabra de Dios; quien fue engendrado antes de la luz; quien fue creador junto con el Padre;... quien es todas las cosas en todo; Patriarca entre los patriarcas, Ley en la ley, Sumo Sacerdote entre los sacerdotes, Rey entre los reyes, Profeta entre los profetas, Arcángel entre los ángeles; piloteó a Noé, condujo a Abraham, fue atado con Isaac, exiliado con Jacob, capitán con Moisés; vio de antemano sus sufrimientos en David y en los profetas; se encarnó en la Virgen; fue adorado por los magos; sanó al cojo, dio vista al ciego, fue rechazado por el pueblo, condenado por Pilato, colgado en un madero, enterrado en la tierra, resucitado de los muertos y aparecido a los apóstoles ascendió a los cielos; El es

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el Descanso del viajero, el Reencuentro del perdido, la Luz de los ciegos, el Refugio del afligido, el Novio de la Iglesia, el Carretero de los querubines, el Capitán de los ángeles; el Dios quien es de Dios, el Hijo del Padre, el Rey por siempre y siempre.4

IV. OTROS APOLOGISTAS:

A. Quadrato y Arístides:

Vivieron durante el reinado de Hadriano (117-137); sus apologías se han perdido, pero son mencionados por Eusebio.

B. Taciano de Asiría (110-172):

Discípulo de Justino; pronto se apartó de la ortodoxia formando una secta gnóstica-cristiana. En su apología dirigida a los griegos no aparecen rasgos de herejías; en ella prueba que Moisés y los profetas eran más antiguos y más sabios que los filósofos griegos. Su “Diatesarón” o “Armonía de los Cuatro Evangelios” es de un gran valor para los historiadores, y prueba la existencia y el uso eclesiástico de los cuatro evangelios alrededor de la mitad del s. II.

C. Teófilo de Antioquía:

Fue convertido del paganismo a través del estudio de la Escritura, llegando a ser uno de los Obispos de Antioquía. Murió alrededor del 181. No fue tan favorable hacia los filósofos griegos como lo fue Justino. Fue el primero en usar el término “Triada” para referirse a la Trinidad, así como también el primero en citar el evangelio de Juan por nombre.

4 Cit. por PS; pg. 739.