Le Cuento La Historia Naval (Volumen I)
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VOLUMEN I
Tomo I
Página
INTRODUCCIÓN Planeta Tierra…………………………………………………………………….. I
CAPÍTULO I (El Mediterráneo a.C.)……………………………………………………………. 1
La Antigüedad……………………………………………………………………. 1
Los Fenicios……………………………………………………………………… 6
Persia……..……………………………………………………………………… 11
Grecia……….…………………………………………………………………… 12
Cartago…...……………………………………………………………………… 23
Roma………..…………………………………………………………………… 24
CAPÍTULO II (El Oriente Próximo y Extremo)...……………………………………………… 36
Bizancio……….………………………………………………………………… 36
El Islam…….……………………………………………………………………. 40
La antigüedad de Asia...………………………………………………………… 44
CAPÍTULO III (Merodeadores y Mercaderes).....……………………………………………….. 46
Edad Media.….…………….……………………………………………………. 46
Los Vikingos…….………………………………………………………………. 51
La ―Hansa‖...………………………………….................................................. 60
CAPÍTULO IV (Feroz competencia)…………...………………………………………………... 63
Baja Edad Media.….…………….……………………………………………… 63
Venecia………….………………………………………………………………. 66
Los Turcos....…….……………………………..................................................... 78
CAPÍTULO V (El Renacimiento)……….……...……………………………………………….. 82
Asia: a partir de la Alta Edad Media.…………………………………………… 82
Inicio de la Edad Moderna……………………………………………………… 87
Las costas atlánticas….………………………..................................................... 89
CAPÍTULO VI (Primeras exploraciones)………………………………………………………... 91
Los comienzos del colonialismo europeo.…....…………………………………. 91
Cartografía……………….……………………………………………………… 97
África: continente desconocido……………….................................................... 101
Exploraciones portuguesas……………………………………………………... 106
CAPÍTULO VII (La Santa Liga)……..…..……...……………………………………………….. 114
Imperio español…………………………..…………………………………….. 114
Lepanto…..……………….…………………………………………………….. 117
CONTENIDO
Tomo II
CAPÍTULO I (El Encuentro)………………………………………………………………….. 125
América: 1492………………………………………………………………….. 125
Europa y el Mundo: 1492……………………………………………………… 133
En busca del ―Gran Khan‖...…………………………………………………… 136
CAPÍTULO II (Exploración y Colonización)…....……………………………………………... 150
El Tratado de Tordesillas ………………………………………………………. 150
Exploraciones...………………………………………………………………… 156
Prosiguen las exploraciones…………………………………………………… 164
Colonización de las ―Indias‖………………………………………………….... 172
CAPÍTULO III (El ―Mar del Sur‖ y el ―Caribe‖).....……………………………………………. 178
El ―Mar del Sur‖…..……………………………………………………………. 178
Protagonista: el Galeón …..….…………….…………………………………… 197
Las ―Flotas‖ ...…………………………………................................................. 200
CAPÍTULO IV (La calle principal: el Caribe y el Norte del Atlántico)….…….…………......... 208
Corsarios y piratas……………………………………………………………... 208
El Primer Imperio Moderno……………………………………………………. 219
Colonias norteñas...……………………………................................................. 230
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES……………………………………………………………………... 236
ÍNDICE DE MAPAS…………………………………………………………………………………. 238
Apéndices
CRONOLOGÍA…………………………………………..…………………………………………... 240
REFERENCIAS GEOGRÁFICAS ACTUALES, AL AÑO 2000…………………………………... 250
GLOSARIO…………………………………………………………………………………………... 271
PERSONAJES.……………………………………………………………………………………….. 311
I
PLANETA TIERRA
l presente escrito, estimado lector, es una
narración sobre la Historia Naval Mundial.
Sus acontecimientos se desarrollan en este cuerpo
celeste, errante en el espacio, al que los griegos
llamaron ―planeta‖ Tierra, pero cuyo color
predominante es el azul de las aguas de sus mares y
océanos.
Pienso que sería interesante que conozcamos
algo de las características de nuestro mundo,
compuesto de tres capas principales: la corteza, el
manto y el núcleo.
La corteza se divide en continental y oceánica; la
continental, la superior, está formada por roca
granítica, rica en silicio y aluminio (SI-AL); la
oceánica es esencialmente basáltica, compuesta de
silicio y magnesio (SI-MA). Los grandes espacios
entre el fondo de los mares -corteza oceánica- y los
continentes están cubiertos por las aguas, que
suponen, nada menos que el 70.8% de la superficie
del planeta.
En la corteza, la continental (SIAL) tiende a
flotar sobre la oceánica, pues los materiales de su
composición son más livianos que los que
conforman el SIMA y su grosor es de unos 60 kms,
mientras que la oceánica tiene un espesor medio de
10 kms bajo los grandes océanos, siendo más
delgada –unos 5 kms- la que se encuentra bajo las
fosas oceánicas, que en algunos lugares llegan a
tener de 8 a 11 kms de profundidad.
El aspecto de la corteza del planeta a base de las
rocas graníticas de la continental y basálticas de la
oceánica, sería algo así como la cáscara de un
huevo, sumamente fina y quebradiza; la clara del
huevo, sería el manto –una zona de 2.900 kms de
profundidad- semi-líquida, viscosa, que se va
endureciendo con la profundidad, compuesta de
silicio, aluminio, magnesio y hierro; al final, la
yema; es decir, el núcleo, formado por níquel y
hierro, soportando una enorme presión y a una
temperatura, según se cree, de unos 5.000 Cº, y
todavía en el núcleo, se encuentra el ―grano‖ central
una parte muy sólida y sumamente densa.
Así pues, tenemos que en la cáscara del huevo –
la capa continental y la oceánica- ambas placas no
son una sola masa uniforme, sino que están
fragmentadas en forma de placas rígidas y sus
fracturas no se corresponden con los límites
continentales. En los fondos de la oceánica existen
unas grandes cordilleras, a manera de ―espinas
dorsales‖ con multitud de fallas en sus rocas y
profundas grietas en la línea de sus cumbres. Desde
el manto –esa inmensa masa viscosa-, asciende
―magma‖ en una forma intermitente y al deslizarse
por las laderas, se solidifica. Como la superficie de
la Tierra permanece constante, se ha de destruir
―litosfera‖ para dar paso a la continua creación de
una nueva. La pérdida o destrucción ocurre por
subducción en las fosas oceánicas. O sea, hay una
―expansión‖ del fondo oceánico, pero también una
―contracción-eliminación‖ del mismo. Y por
supuesto, un movimiento de los continentes –
―deriva continental‖- sobre la capa oceánica, ya que
el granito, componente principal continental flota
sobre el basalto, material principal de la oceánica.
Los impulsos para esos movimientos, a veces
más lentos, otros más acelerados, son producto, a su
vez, de las placas tectónicas, influenciadas por esos
tremendos escapes de ―magma‖ –viscosos
materiales del manto- calentados por el infernal
horno-núcleo, que al perder densidad, ascienden
hacia la superficie a través de las grietas de las
grandes cordilleras submarinas.
Hoy en día, se ha ido adquiriendo un
conocimiento profundo y preciso de estos
fenómenos submarinos y se ha llegado a medir la
velocidad con que se alejan o se aproximan los
continentes y también las seis grandes placas en que
está dividida la litosfera –recordemos, la corteza
continental y oceánica- y otras muchas de menor
tamaño. Las tremendas fuerzas provenientes desde
el núcleo –una especie de pila atómica- desembocan
en la separación o tracción de las placas, en la
colisión o en la fricción. Los terremotos tienen lugar
por la deformación constante de las placas y, en
E
INTRODUCCIÓN
II
general, los movimientos sísmicos se localizan en
los límites entre ellas. Los de ―tracción‖ tienen su
foco en los bordes de las placas que se separan. Los
de ―colisión‖ se originan donde tiene lugar el
choque de placas y los de ―fricción‖ ocurren cuando
dos placas se desplazan lateralmente. Las zonas de
contacto entre placas producen terremotos muy
dañinos y también son zonas de volcanismo activo,
pues es en esas áreas de la corteza terrestre donde el
―magma‖ –las rocas fundidas del manto-, afloran a
la superficie.
Cuando una placa oceánica se hunde por debajo
de otra placa oceánica, el magma forma las
llamadas ―islas de arco‖ (p.ej. los archipiélagos del
Pacífico: Aleutianas, Filipinas, Japón…); si la placa
oceánica se hunde por debajo de una placa
continental, tenemos montañas volcánicas muy
elevadas (p.ej. los Andes). Por cierto, por este efecto
es que entendemos el por qué el litoral del Pacífico
Sudamericano –sobre todo, del Perú y Chile- no
tienen lo que se conoce como ―Plataforma
Continental‖, es decir, las laderas que a partir de la
costa van bajando, escalonadamente, buscando el
lecho marino. El impacto de la placa oceánica por
debajo de lo que era la plataforma continental de
esas costas sudamericanas hizo que, prácticamente,
el terreno ―se arrugara‖ en forma vertical, dejando
sólo un perfil costero sin laderas y transformando lo
que antes era costa, en cima montañosa. Ahora se
explica el hallazgo de fósiles marinos en las crestas
andinas. Como, según la geología, ese suceso
ocurrió posteriormente a los choques entre placas
continentales que dieron lugar a las grandes
cordilleras del mundo, empezando por la cadena del
Himalaya, tenemos que los Andes son la cadena de
montañas más joven del mundo y cuando
recordamos la facilidad con que se producen
desprendimientos de tierras en los países del área
andina, bien podemos deducir que son consecuencia
de la propia ―juventud‖ de sus montañas … por
supuesto con la ayuda de la indiferencia, desidia e
ignorancia humana.
Y, finalmente, hay placas que no cabalgan una
sobre otra, sino que resbalan longitudinalmente; no
hay, de esta forma, creación de islas o montañas,
sino que en las zonas de fricción se producen
violentos seísmos que en ocasiones, al ser
submarinos –maremotos- concluyen en la formación
de gigantescas olas, a modo de mareas, los celebres
y trágicos ―tsunamis‖, palabra japonesa que designa
tal fenómeno.
“Las fracturas del planeta”
En esa continua formación del planeta, hace 225
millones de años existía la corteza continental
formada por una sola masa y alrededor de ella,
solamente agua. El crecimiento proseguía y las
fuerzas encontradas eran tan potentes que en el
transcurso de 25 millones de años, lo que
conocemos como América del Norte y Eurasia
(Asia y uno de sus apéndices, Europa) formaban
una sola masa (Laurasia); América del Sur y África
era otra masa continental (Gondwana); la Antártida
y Australia, un tercer gran continente, en el Polo
Sur.
Posteriormente, se unieron las Américas, África
se desgajó de Sudamérica, Australia hizo lo propio
de la Antártida y la que se mantuvo después de
desprenderse de América del Norte fué la de Asia y
Europa (Eurasia). Inevitablemente, de todas ellas, al
mantenerse un fuerte movimiento concéntrico, los
bordes, las periferias, se fueron fracturando o casi;
así, de la periferia asiática se separó una masa que
llamarían ―Lemuria‖, produciéndose más adelante
hundimientos hacia la corteza oceánica y quedando
por esas explosiones de los volcanes submarinos,
ciertas partes, las más altas, como tierras
emergentes en el Pacífico –los grandes
archipiélagos y otros más pequeños, todos de origen
volcánicos- (las otras pequeñas islas –atolones- han
sido formadas por seres vivientes –el coral-).
Posiblemente, hubo otros hundimientos por razones
similares, en otras partes, cobijados por las aguas
oceánicas –dado que cuando se intentan juntar las
diferentes masas continentales en su primigenia
forma-, no ―casan‖ adecuadamente, existiendo
ciertos ―huecos‖ que nos remiten a antiguas
III
―fábulas‖ y que cada día más, dejan de serlo, para
convertirse en realidades.
El mapamundi –la representación gráfica de las
masas continentales- irá cambiando, puesto que
sabemos en qué dirección y con qué velocidad se
mueven ellas. Si los cálculos no fallan, dentro de 50
millones de años, por de pronto, el Mediterráneo
entre Europa y África no existirá; Australia e
Indonesia se juntarán; los océanos Atlántico e
Índico aumentarán sus superficies y el Pacífico se
estrechará.
Por supuesto que estos ―desgajamientos‖
influyeron en el clima del planeta y es sabido que
durante este larguísimo período de su vida se han
sucedido tremendos cambios climatológicos. Como
muestra, en la llamada Era Terciaria (hace 60
millones años), el Polo Norte no estaba siempre
cubierto de hielo, hasta se podían conseguir en sus
picos montañosos, matas y árboles. El clima de
Groenlandia y el de la Antártida eran tropicales.
20 millones de años más tarde la temperatura
descendió y los casquetes polares aumentaron su
tamaño. Lo hicieron, pues absorbieron gran parte
del agua de los mares, provocando una reducción en
su nivel de, aproximadamente, ¡100 metros!. (Y así,
el Mediterráneo desapareció casi por completo y
África y Europa se unieron por el entonces seco
―Estrecho de Gibraltar‖). Seguirían bruscos cambios
climáticos que dieron lugar a períodos fríos
(glaciación) y otros, cálidos.
En fin, estos conocimientos actuales de la
―tectónica de placas‖, la ―expansión del fondo
oceánico‖, la historia del ―cambiante campo
magnético terrestre … ― y la incidencia de todo ello
en la formación y evolución del planeta desde que
hace 4.700 millones de años empezó su ―errante‖
vagabundeo por el espacio estelar, nos hacen
considerar, por una parte, que si en los momentos
que registra la historia de la humanidad, ha habido
tantos desastres naturales, ¡cuáles y cuántos
sucedieron antes de que el hombre plasmara su
huella sobre la tierra!.
IV
Por otra parte, debemos tomar conciencia de que
habitamos un mundo que está ―vivo‖, en un proceso
similar al del nacimiento, niñez, juventud, adultez
y… muerte. ¿En cuál de estas etapas empezó el
hombre a poblarlo?. ¿Quién sabe? Lo que sí se nota
es que sigue vivo y lo seguirá mientras se produzcan
esos ―movimientos telúricos‖ que cambian la
morfología de su corteza, arrasando con vidas y
haciendas y … convirtiendo en campos abonados
para la fertilidad lo que en tiempos anteriores fueron
aluviones de lodo. Es así, porque este planeta
―viviente‖ se autorregula, mientras su núcleo –su
sol- se vaya extinguiendo. Claro está que por los
momentos, el hombre posiblemente acelera su
destrucción, al seguir rompiendo el ―equilibrio‖
natural, llevado por una prepotencia y egoísmo que
le enceguece de lo que podría ser la comunión
provechosa de una tripulación con su nave.
Los conocimientos que actualmente se tienen
sobre los temas que hemos ido comentando, se
iniciaron cuando, al final de la II Guerra Mundial, el
―Challenger‖, un buque oceanográfico de la Marina
británica, empezó a explorar los fondos marinos,
valiéndose, entre otras técnicas, de un instrumento,
que concebido para fines bélicos –el sonar- sirvió
para ir desvelando los misterios de la formación de
nuestros planeta.
Al presente, existen mapas del fondo oceánico
de gran precisión y se entiende que el fondo del mar
es análogo al registro magnético de un cassette sin
fin.
Si invertimos la cinta, los actuales continentes se
unen –con bastante precisión- en un único
continente de hace 200 millones de años.
Wegener: la “Pangea”
Esa idea de que los continentes estuvieron
alguna vez juntos, no es nueva. El griego
Eratóstenes, el filosofo inglés Francis Bacon y
varios otros lo consideraron así. Por supuesto, a esos
―imaginativos‖ personajes, nadie les hizo el menor
caso; a lo mejor, porque estaban ―adelantados‖
como se dice, a su época. Pero es que, ya en el siglo
XX le pasó lo mismo a otro personaje –admirable
personaje- que moriría al final del primer tercio del
siglo, sin que ningún científico le prestara mayor
atención a sus teorías.
V
El hombre al que nos referiremos brevemente, se
llamaba Alfred Wegener. Este alemán, tras estudiar
astronomía, se interesó por la meteorología y por la
geofísica. En 1912, en la reunión anual de la
Asociación Geográfica alemana, formuló su teoría
de la ―deriva de los continentes‖. Según él, los
continentes habían estado reunidos en el pasado en
una sola masa, a la que llamó ―Pangea‖ –en griego-,
―toda la tierra‖; de igual manera, que había un solo
océano, ―Pantalassa‖ (todo el mar). En el tiempo, la
Pangea empezó a dividirse y se inició el proceso de
deriva que fue llevando a los continentes a su
disposición actual.
Tres años más tarde publicó su libro titulado ―La
génesis de los continentes y los océanos‖. Hasta ese
momento sus colegas y los científicos ―lo dejaron
pasar‖, hasta que su libro se tradujo al inglés,
francés, ruso y español. Desde entonces, se
opusieron y no aceptaron –en forma hostíl y
sarcástica- la intrusión de un meteorólogo en la
geofísica. A pesar del aporte de un buen número de
pruebas, a las cuales iría sumando otras más, fruto
de sus estudios y trabajos de campo sobre geología,
geofísica, paleontología y paleoclimatología. Hasta
su muerte, en 1930, durante su tercera expedición a
Groenlandia, fue descalificado, incluso por su
propio suegro, hombre de formación científica, ya
que no pudo explicar de dónde provenía la fuerza
capaz de mover enormes masas continentales.
Mitología
Los astronautas, al observar en toda su plenitud a
su bello planeta azul, seguramente estarían de
acuerdo en que Océano sería un nombre más
apropiado para denominar a todo el planeta y no
solamente para referirnos a los grandes mares. Hay
que atribuirles a los griegos el que lo llamemos
Tierra, pero debemos entender que les fue muy
difícil dar sentido al hecho de la creación del
universo y los cuerpos celestes.
De CAOS -el origen indefinido-, surge GEA (la
Tierra) y de ella, URANO (el Cielo). A Caos, no lo
pudieron definir –ni tampoco nosotros- y Gea, es lo
que para ellos tiene sentido- donde pisan, se mueven
y al morir, los acoge; desde ella, alzan sus ojos,
percibiendo la bóveda que los envuelve, el cielo –
Urano-.
De ahí en adelante, empiezan a construir un
árbol genealógico. Gea engendra con Urano, su
propio hijo, a los Cíclopes, Tetis, Océano, Rea,
Crono, (el Saturno romano); los hermanos empiezan
a formar parejas y de esas uniones, Tetis y Océano,
dan nacimiento a todas las aguas del globo. Rea con
Crono procrean varios hijos, dos varones y tres
hembras y finalmente a Zeus (el Júpiter romano).
De los vástagos de esta pareja, todos los
anteriores a Zeus fueron devorados por su padre,
Crono, -decidido a impedir que en el futuro le
―hicieran sombra‖-.
Zeus pudo librarse porque su madre, Rea,
entregó a su esposo una piedra envuelta en pañales
y escondió al niño. Zeus, al crecer, consiguió que
Crono vomitara a sus hermanos. Al producirse el
reparto del mundo, al varón mayor, Hades (el Plutón
romano), se le dio la soberanía sobre el tenebroso
mundo de los infiernos.
VI
Al segundo varón, Poseidón, le tocó en suerte el
Imperio del mar, y a Zeus, el poder máximo,
reinando sobre todo y sobre todos y, por supuesto,
sobre la Tierra.
Según Homero, Zeus es a la vez ―el padre de los
dioses y de los hombres‖. Poseidón no acepta de
buen grado esa subordinación hacia su hermano
menor y siendo impetuoso y violento como el
elemento natural sobre el cual domina, golpea la
superficie del mar, levantándose las olas con furia,
destrozando naves e inundando la tierra hasta muy
adentro –cuando su ira se acrecienta, se producen
maremotos- terremotos submarinos, y hace surgir
islas desde el fondo de los mares. Todos los
humanos que tengan que ver con el mar, en
cualquiera de sus formas y lo naveguen, deberán
rendirle pleitesía y rogarle que no se encolerice
contra ellos y les permita usufructuar las riquezas de
las aguas marinas.
Por los celos de Poseidón a Zeus, se producirá
una incansable lucha entre el mar y la tierra,
facilitando el ataque marino, ya que el dios del mar
―con sus vigorosos brazos contiene y abarca la
Tierra entera‖, tal como reza la leyenda. ¿No sería
esta tierra abarcada por Poseidón, la ―Pangea‖ de
Wegener, el supercontinente, la gran y única masa
de tierra, rodeada por ―Pantalassa‖, todo el mar?.
Bueno, siempre se puede comentar que los
diferentes cuentos mitológicos son interesantes,
olvidando que el término helenístico ―mitología‖
está compuesto de ―mithos‖ = verdadero, y logos =
palabra, tratado, o sea, que mitología significa,
―Tratado de la verdad‖.
Las riquezas del mar
Demasiado sabían los antiguos griegos sobre
muchas cosas, pero, aunque se figuraron donde
pudo haber surgido, nunca supieron cómo empezó
la vida. Hoy en día, todavía no lo sabemos nosotros,
pero sí, con toda certeza, que los primeros
organismos vivos se iniciaron en el océano y que
esa enorme masa de unos 5.000 millones de
toneladas de agua y con una profundidad promedio
de 3.700 metros, encierra una gran riqueza vegetal,
animal y mineral.
Si valoramos la productividad del mar,
refiriéndonos al peso en seco de los vegetales
producidos en un año, una superficie determinada
del mar es tan rica como una igual terrestre y los
estuarios más fértiles igualan a las selvas terrestres.
Muy ricos los mares, también, en especie animales,
pero que en sus últimos tiempos, el abuso humano,
a través de sus métodos de pesca –indiscriminada y
masiva-, han alterado el equilibrio que debe
mantenerse entre el pescador y su presa, pues el
ritmo de capturas es superior a la renovación natural
de las especies, agotando una fuente alimenticia de
alta capacidad proteínica.
Respecto a los minerales, se ha comprobado que
en los fondos marinos, principalmente en las zonas
donde se producen interacción de corrientes marinas
y en los bordes continentales, se forman por
precipitación de las aguas, unos nódulos
polimetálicos que contienen diferentes minerales –
zinc, carbón, hierro, titanio, manganeso-, en
diferentes proporciones, aunque siempre el
manganeso en acusada proporción mayor que los
demás, tomando de él, esos nódulos, el nombre de
―nódulos de manganeso‖. Ricos en minerales, varios
de ellos considerados ―estratégicos‖ por ser usados
en alta tecnología. Están en las aguas de los océanos
y mientras éstos existan, se renovarán
constantemente, formándose en nódulos. Riqueza
factible de conseguir pues la tecnología para
subirlos a la superficie es conocida y sólo es
cuestión de fuertes inversiones y de acuerdos y
contratos muy precisos entre las compañías
operadores y los países marítimos, ya que el 80%
de estos ―viveros‖ nodulares se encuentran dentro
de las llamadas ―ZEE – Zonas Económicas
Exclusivas‖.
Todos sabemos además, de la importancia de las
riquezas petrolíferas en los fondos marinos y de las
―bolsas‖ de gas. Hay también otros recursos
marinos, si bien, por los momentos, son
especulativos; los que se refieren a la obtención de
energía a través de las mareas y las diferencias de
VII
temperaturas entre las capas superiores de los
océanos y las frías aguas de los fondos. Otra fuente
de energía es la obtenible con las olas oceánicas.
Según se ha comprobado, la ola de un mar
intermedio, que tenga la anchura de un barco de
carga contiene una cantidad de energía 10 veces
mayor que la que se requiere para que ese mismo
barco se desplace.
“Los siete mares”
En general, usamos indistintamente las palabras
―mares‖ y ―océanos‖. Los antiguos del mundo
mediterráneo conocían 7 grandes extensiones de
agua y creían que esas eran todos los mares y que el
mundo era tierra en su mayor parte. Cuando
comenzó la edad de los descubrimientos, se supo
que había mucha más agua de la que se creyó y
había que darle nombres. Se supo también, que en
realidad no hay ―océanos‖, sino que el océano es
una única extensión de agua, ya que se
intercomunica a través de estrechos en todo el
mundo. Sin embargo, se nos enseña que hay 5
océanos, para facilitar un poco su estudio: Atlántico,
Pacífico, Índico, Ártico y Antártico y dentro de
ellos, delimitando ciertas zonas, a sus aguas las
llamamos mares: Mediterráneo, Caribe, del Norte,
Báltico, Rojo, Caspio, etc… No obstante, bien
podemos coincidir en el número 7 con los antiguos,
pues tanto el Atlántico como el Pacífico mantienen
diferencias muy acusadas entre sus partes Norte y
Sur.
El Atlántico es el más ―húmedo‖, absorbe en su
conjunto la mitad de las lluvias que caen en el
mundo, entre otras razones, porque los ríos más
caudalosos desaguan en él. Toma su nombre de la
legendaria isla perdida de la ―Atlántida‖ y en los
últimos 400 años es el más importante camino
comercial del planeta. Cuenta con más
―mediterráneos‖ que cualquier otro (Mediterráneo,
Caribe, Negro, Báltico, etc). Y gran número de
islas. También es el más salado, aunque la
concentración mayor de sal se encuentra en el mar
Rojo y el Golfo Pérsico, ambos mares
pertenecientes al Océano Índico.
El Atlántico Sur no tiene casi islas; sólo algunas
rocas solitarias y ningún mediterráneo. Su abertura
amplia hacia el Antártico lo convierte en un océano
más frío y áspero que el Atlántico Norte. El Índico
tiene fama por su ―tranquilidad‖. Es famoso por sus
regulares monzones, que soplan en invierno desde
las Indias Occidentales en dirección a África y en
verano, en dirección opuesta; sin embargo, cuando
el monzón cambia, se desatan feroces huracanes en
su sección norte.
El Pacífico se ganó el nombre, porque a
Magallanes, después de sus tormentosas travesías
por el Atlántico Sur y por los Estrechos de la
América Meridional, le parecieron sus aguas
calmadas y soleadas, dulces y pacíficas. Todavía el
influjo de su nombre alienta el deseo de llegar a sus
paraísos isleños y hace olvidar sus temibles
tempestades. El Pacífico Norte no tiene tanto brillo
turístico, se compone de costas y archipiélagos muy
industrializados y escenario de grandes terremotos -
―el cinturón de fuego‖- con el centro de la gran
zona sísmica, cerca de la bahía de Tokio. También
el Pacífico Sur tiene un gran centro sísmico,
localizado en la profunda fosa marina frente a Chile
y Perú. Y, por otro lado, las mayores profundidades,
como la fosa ubicada en el archipiélago de las
Marianas, con una milla más de profundidad que la
altura más alta continental, el Everest.
Considerando, por tanto, la importancia del
OCÉANO en la mente colectiva de la Humanidad,
transcribiré del ―Atlas del descubrimiento del
mundo‖, un poema que recogen Gerard Chaliand y
Jean Pierre-Rageau, de la mitología Koguí, México
pre-colombino:
“No había luna, ni sol, ni gentes, ni plantas, ni
animales.
El Océano se hallaba en todas partes.
El Océano era la madre
Madre que no era nadie, ni nada, ni cosa alguna.
Sino espíritu de lo que había de venir,
pensamiento y memoria”.
VIII
El Planeta “Tierra”
Vista de Tierra, desde su satélite, la Luna
1
LA ANTIGUEDAD
El Hombre y el Mar
n nuestra civilización occidental, la historia
nace cuando se consigue información
documentada de acontecimientos ocurridos hace
3.500 años. En la zona central de la ―Pangea‖, la
península India y China, tienen conocimientos
históricos sustentables de 1.500 años antes – libros
sagrados de esas civilizaciones centro-asiáticas
refieren hechos que datan del 7000 a.C.-. Hoy se
conoce del descubrimiento de Catal Kuyuk, en la
península de Anatolia (actual Turquía), considerado
el asentamiento humano más antiguo conocido,
8.500 años, (6.500 a.C.,) ¡muchos años!. Pero
pocos, sí los comparamos con dibujos de
embarcaciones, cuya antigüedad, los científicos, la
cifran en ¡23.000 años a.C.,!
De ahí en adelante, empezaría, por tanto, la
Historia Naval. Pero ¿quién puede asegurar que no
hubo antes embarcaciones?. El hombre cro-magnón,
similar a nosotros, ya poblaba el planeta 35.000
años a.C; tuvieron otros 8.000 años para desarrollar
naves y dibujarlas. Y nos surge otra interrogante. Si
había embarcaciones miles de años antes de los
datos históricos Indios y Chinos de sus
civilizaciones, ¿no hubo evolución alguna de lo que
se muestra en los dibujos de naves de 23.000 años
a.C., con las características de las que tenemos
referencias históricas 3.000 años a.C.?
Es verdad que posteriormente, durante 4.400
años las naves, prácticamente, no evolucionaron; y
aún usando la vela, la fuerza de impulso originada
por el esfuerzo de los remeros, fue predominante.
Solamente en los siguientes 350 años, los barcos
usaron cabalmente, como impulso, la fuerza del
viento, y en los últimos 250 años, se pudo pasar a
impulsos energéticos distintos del músculo humano
y del viento. Pero, ¿tampoco lo hicieron en los
20.000 o 35.000 anteriores?.
El sentido común nos dice que los elementos
más antiguos que pueden ser considerados como
vehículos de transporte, debieron ser los troncos de
árboles caídos al agua. La vía usada, la fluvial; el
hombre cabalgaría sobre un tronco, después uniría
varios de ellos, formando una balsa ó almadía,
consiguiendo una base más firme y amplia que le
permitía transportar algunos enseres. Para ello, unió
los troncos con bejucos, juncos, carrizos, etc.
Posteriormente, logró vaciar un tronco y consiguió
hacer una canoa. Río abajo, aprovechaba la
corriente y una pala le permitió remar para remontar
el río contra corriente.
Las plantas que se daban en sus zonas, en los
ríos, aprendieron a trenzarlas y fabricaron botes con
ellas, impermeabilizando sus fondos con barro, brea
y otras sustancias. Cuando los botes se iban echando
a perder, simplemente, trenzaban nuevamente y
fabricaban otros. Todavía persisten esos sistemas en
el lago Titicaca (Bolivia, Perú) con las llamadas
―totoras‖y las pequeñas, usadas ya en costa marina,
en el litoral peruano, en Trujillo.- Otros pueblos,
como los esquimales, recubren sus canoas –kayaks-
con piel de foca. En el actual Irak, -la bíblica
Mesopotamia- en los ríos Tigris y Eufrates, hasta no
hace mucho, se desplazaban botes redondos,
fabricados con las vainas de plantas que bordean los
lechos fluviales y que los naturales llamaban
―Kuffas‖. Los egipcios usaron para sus primeras
balsas, manojos de tallos de papiro bien atados entre
sí.
Con fuerte fundamento podemos decir que las
primeras embarcaciones –casi en su totalidad-
fueron usadas para el transporte comercial y
podríamos asegurar que muchas de ellas fueron
asaltadas para apoderarse de las mercancías y que
estos actos propiciaron el que una serie de
embarcaciones fueran destinadas a dar protección a
las comerciales.
Así que, despejando ciertas dudas, aseveramos
que la marina mercante fue la primera, luego
apareció la ―piratería‖ y finalmente, la marina
militar. Por tanto, la piratería es casi tan antigua
como la propia navegación. Ha habido piratas que
han actuado en solitario y a veces, agrupados con
otros; piratas que han llegado a mandar en escuadras
completas, y reinos que han actuado como piratas.
E
CAPÍTULO I (El Mediterráneo a.C.)
2
Se cuenta que en tiempos de Alejandro Magno,
un pirata llamado Dionides, navegaba y asaltaba en
las aguas del Levante (costas del Medio Oriente).
Alejandro mandó una flota contra él y fue
capturado; llevado ante la presencia de Alejandro,
éste le preguntó. ―Dime, Dionides, ¿por qué tienes
escandalizada toda la mar?. Respondió Dionides:
¿Por qué tú, Alejandro, tienes saqueada toda la
tierra y robada toda la mar?. Contestó Alejandro:
porque yo soy rey y tú eres pirata. A esto, contestó
Dionides: ¡Oh, Alejandro! De una condición y de un
oficio somos tú y yo, sino que a mí me llaman pirata
porque salteo (asalto) con pequeña armada, y a ti te
llaman príncipe porque robas con gran flota…‖
Aunque los primeros hombres que se
aventuraron a apartarse de la costa en artefactos
flotantes, balsas, botes, etc., lo pueden haber hecho,
prácticamente en cualquier lugar, los primeros
navegantes de la civilización occidental fueron los
mesopotámicos y egipcios. En el yacimiento de
Eridu, en Mesopotamia, se ha encontrado el modelo
en arcilla de una nave de 3.500 años a.C.
Nacimiento de la Historia Naval
Los primeros datos históricos que poseemos
sobre la actividad naval, se localizan en la
Mesopotamia, la región que se extendió por un fértil
valle delimitado por los ríos Tigris y Eufrates, cuyos
pueblos hicieron aportaciones culturales tan
importantes que han llevado a muchos a considerar
a este pequeño territorio, como la cuna de la
civilización occidental.
Los sumerios, acadios, babilonios y asirios –
todos, pueblos y reinos que poblaron Mesopotamia,
navegaron, por supuesto, en sus dos grandes ríos-;
pero también desde sus desembocaduras –hoy
forman un único cauce- en el Golfo Pérsico, les
impulsaron a recorrerlo y desembocar en el Índico.
Hasta la llegada de los Persas, no se tienen sino
datos fragmentados de sus actividades marítimas.
En torno al caudaloso río Nilo se configuró una
completa y bien definida estructura geográfica,
política y social que recibió el nombre de Egipto. La
civilización del Nilo no fue muy marinera –de
hecho, escaseaba la madera con la que hacer buenos
barcos- pero, no obstante, introdujo innovaciones
tan exitosas como el timón, la vela –que era
cuadrada y estaba montada sobre unos palos en
forma de ^ invertida-, o el concepto de horizonte,
palabra que procede justamente del nombre de uno
de sus dioses, Horus.
Cuando los primitivos querían detener sus
embarcaciones de pesca donde les interesaba,
encontraron la solución utilizando piedras pesadas
atadas a la embarcación, que dejaban caer al fondo
de las aguas. Igualmente, los egipcios procedían de
la misma manera.
Tallados en las rocas del Egipto meridional, hay
cientos de toscos esbozos de naves, que se remontan
al año 3.000 a.C., algunas de las representadas
están aparejadas con velas sencillas.
En el valle del Nilo dominan los vientos del
Norte, favorables para la navegación a vela,
remontando el río contra corriente, mientras que el
tráfico a favor de la corriente depende de los remos.
No siendo los egipcios muy marineros en aguas que
no fueran las del río Nilo, éste era una ―autopista‖
que enlazaba todas las localidades importantes,
puesto que el territorio del país era muy angosto y
tan largo casi como el propio río. Por tanto, el
barco era el medio de transporte más significativo y
éstos variaban notablemente, de acuerdo con su
utilización (de carga, de viajeros, ceremoniales, etc).
Las naves que traficaban en el río y las que
empezaban a desplazarse en aguas mediterráneas
hacia los puertos de las costas de Siria y Palestina,
eran largas, estrechas, frágiles. Como góndolas, se
curvaban, arrancando de unas proas altas y
prominentes hasta unas popas que se levantaban
como enormes abanicos semiabiertos. Los mástiles
egipcios, como ya dijimos, eran dobles. Debido a
que las naves no tenían quilla y sólo contaban con
unas pocas y livianas ―costillas‖, sus cascos no
podían resistir el empuje de un solo mástil. Con el
doble mástil se distribuía la presión sobre el casco y
usaban tirantes para conseguir el necesario soporte.
La vela se veía entorpecida, en gran parte por este
3
mástil; de ahí, que el viento se aprovechaba cuando
batía desde la popa; consecuentemente, se usaban
con gran frecuencia los remos, abatiendo la vela. El
timoneo también se realizaba con grandes remos, en
la popa, uno por cada banda.
Con la primera mujer que ocupó en la historia un
puesto de gran gobernante, la reina Hatshepsut, se
enviaron flotas completas, por el mar Rojo, con
rumbo Sur, en busca de cargas, más sus sucesores
no se aventuraron más allá de este mar y del
extremo suroriental del Mediterráneo.
Cretenses, aqueos y “pueblos del mar”
La exploración más allá del horizonte era
empresa que quedaba para naciones, menos
poderosas en ese momento, pero con hombres de
mar más osados que ensancharían las rutas
marítimas del mundo civilizado tanto hacia el Norte
como hacia el Oeste, desde la isla de Creta, en el
segundo milenio a.C., donde habitaba el oscuro y
elegante pueblo, cultor de una exquisita civilización,
de origen desconocido, incluso en su hombre, ya
que con el que pasó a la historia -minoico – le fue
asignado por Evans, el arqueólogo británico que
descubrió su capital ―Cnossos‖, basándose en la
mitología griega que habla del legendario Minos,
rey de Creta.
Entre 1.800 y 1.500 a.C., las naves cretenses
navegaron a todos los puertos del mediterráneo
oriental y hasta Sicilia, por el Oeste, abriendo rutas
comerciales que se seguirían utilizando siglos
después. Protegieron sus mercantes con una armada
suficientemente poderosa para hacer frente, sobre
todo, a las naves piratas, hasta que los aqueos –los
primeros griegos- que habitaban en la península e
islas adyacentes al Norte y que durante mucho
tiempo habían comerciado con los minoicos
mientras los imitaban en todo, nutriéndose de su
refinada cultura, finalmente los invadieron. Esa
intromisión, seguida por un tremendo desastre
natural –un terremoto submarino- partieron y
hundieron partes de la isla, acabando con su
civilización.
La navegación en la antigüedad se efectuaba de
dos maneras, la que se hacía costeando –de
cabotaje- con barcos de pequeño y medio tonelaje,
cargados con mercancías y aprovechando la luz
diurna, y el de largo recorrido, por mar abierto y
lugares más alejados. En este caso, se intentaba
siempre navegar, ―viendo la tierra‖ y durante el día
ayudaba el hecho de que en esas aguas
mediterráneas, desde casi cualquier punto se puede
divisar una costa. En la noche se buscaba un
refugio, varando el barco con la proa hacia el mar.
Posiblemente, el primer barco de guerra haya
sido un barco mercante usado como transporte de
tropas y también para la piratería, equipándolo para
la defensa y el ataque. Pero muy pronto se puso en
claro que se necesitaba más velocidad y mayor
capacidad de maniobra. Aún cuando desde antes se
diseñaron y con seguridad, se usaron barcos para la
guerra, es hacia el 2.000 a.C., cuando empezó a
usarse en Creta, un tipo de barco, esbelto, con proa
puntiaguda, con un casco que sobresalía a muy poca
altura de la línea de flotación, propulsado a remo y
con limitada capacidad de navegación a vela. Se
clasificaban por el número de remos, o de sus
remeros. Uno por remo, de 20, 30 y 50 eran los más
habituales.
El de más éxito fue la ―pentecóntera‖ -50
remeros, 25 en cada costado. Todos los barcos eran
―monokrotos‖ o sea, de una sola orden de remos,
con la cubierta ligeramente elevada a lo largo de su
zona central. Poseían un mástil abatible que se
usaba aparejado con una vela cuadra, para la
navegación de crucero, con viento favorable; en
caso de combate, el mástil se abatía. Los timones se
encontraban sobre los laterales de la popa, palas de
mayor tamaño que los remos, colocadas a unos 45º
respecto a la superficie del mar, y con capacidad de
rotar en torno a su eje.
La proa era afilada, la razón de esta forma pudo
ser estético, pero también reducía la resistencia del
agua; más tarde se recubrió de metal y se convirtió
en un espolón, transformando al barco en un arma
por sí mismo, al poder romper la estructura de la
nave enemiga.
4
Este diseño, con leves modificaciones, que
afectaron principalmente a su capacidad de
propulsión –mayor número de remos y/o remeros-
permanecerá como la nave de guerra usada por más
tiempo -¡38 siglos!-. Las últimas unidades de este
tipo de nave dejaron de formar parte de los
inventarios navales en la mitad del siglo XVIII en el
Mediterráneo y a principios del XIX en el mar
Báltico.
Desde la más remota prehistoria, los humanos
constantemente se han movilizado de unas zonas a
otras en el planeta. Se dice que la primera migración
fue la de los ancestros del ser humano, saliendo de
África y expandiéndose por el mundo.
Allá, por el Neolítico, algunas comunidades en
Asia Menor y en la cuenca del Mediterráneo se
hicieron sedentarias, aparecieron las primeras
ciudades, siendo el foco de las primeras
civilizaciones.
Pueblos con lenguas similares, conocidos
genéricamente como indoeuropeos empezaron a
poblar Europa, sin que se sepa a ciencia cierta de
donde provenían; en su despliegue por el continente,
los que se dirigían hacia el Sur, dieron origen al
mundo greco-latino, mientras que en el centro y el
oeste, serían los llamados celtas y germanos.
Fruto de esos desplazamientos, muchos de ellos
presionados por otros pueblos, fue el de las tribus
dorias que entraron en Grecia, se impusieron a los
aqueos, destruyeron una próspera civilización –la
micénica- y lograron que una gran cantidad de
antiguos pobladores huyeran a las islas del mar
Egeo y las costas de Asia menor (en la actual
Turquía).
De los llamados ―pueblos del mar‖ se desconoce
su origen; sus desplazamientos en las costas del
Mediterráneo Oriental habrían sido originados por
masivos movimientos de poblaciones en Europa. Se
dedicaron por tiempo a la piratería y al pillaje en
tierra, y después de destruir el reino hitita, en
Mesopotamia, avanzaron por mar y tierra,
saqueando las ciudades de la costa oriental, en
dirección a Egipto, donde su flota fue derrotada por
la del faraón Ramsés III en las cercanías de un
5
pequeño islote situado en el delta del Nilo, llamado
por los griegos PELUSA, en el año 1186 a.C.
Es la primera batalla naval que registra
la historia, con amplia información en las crónicas
egipcias de la época, puesto que, aún suponiendo
los muchos encuentros bélicos navales que pudieran
haberse sucedido en los tiempos anteriores, de
ninguno quedó referencia alguna.
6
LOS FENICIOS
as circunstancias geográficas fueron
factores decisivos del carácter marítimo y
comercial de los fenicios. En efecto, ellos habitaron
una faja costera de unos 200 kms de longitud y de
una anchura variable, pero siempre bastante
estrecha y con frecuencia interrumpida por las
estribaciones de la cordillera del Líbano que
llegaban hasta el mar.
Eran difíciles sus comunicaciones con el interior y
entre sus propios asentamientos, pero poseían
buenos puertos.
Este pueblo era de raza semítica, como los
hebreos y los árabes. Sus ciudades eran
independientes y ninguna de ellas ejerció
hegemonía sobre las otras, no llegando a constituir
la Fenicia un Estado. Se distribuyeron en una franja
costera, -de la cual, hoy en día, pertenecen los
litorales del Líbano, Israel y Siria, fundando las
L
7
ciudades-puertos de Biblos, Acre, Beritos (la actual
Beirut), Sidón, Tiro, etc.
Los fenicios no fueron guerreros ni tenían afanes
expansionistas y por esa razón, en diferentes
períodos estuvieron sometidos a conquistadores
egipcios, asirios, babilonios y persas; pero supieron
obtener de sus opresores un régimen especial,
merced a los fuertes tributos que les pagaban y al
servicio marítimo que les prestaban con sus
embarcaciones y pericia marinera. Su poder no
estaba en la tierra sino en el mar.
El comercio era su dios principal, y una
necesidad vital, el arte de navegar. Tenían una
magnífica materia prima, los bosques de cedros que
cubrían la cordillera del Líbano les daban una
excelente madera para construir sus naves, y
descubrimientos de restos han permitido conocer
técnicas de su construcción naval.
Cada trozo de madera llevaba sobre sus bordes
letras del alfabeto fenicio, como referencia para los
carpinteros. Al parecer, se trataba de piezas
prefabricadas por separado y, posteriormente,
unidas: su estructura, una serie de tablas (forro)
sustentadas en el interior por un armazón de vigas
(cuadernas), ortogonal a la quilla. El forro estaba
cubierto por láminas de plomo pegadas al interior y
fijadas con clavos de cobre.
Y ahora que hablamos del alfabeto fenicio, no
podemos pasar de largo, sin comentarlo, que ese
alfabeto fue el mayor logro que ese pueblo dejó a la
humanidad.
El mercader fenicio se dió cuenta de que en
todos los lugares, en todos los idiomas, se repetían
una serie de sonidos que muy bien podían
convertirse en otros tantos signos identificables.
Redujeron los sonidos de las diferentes lenguas de
os pueblos con los que ellos trataban, al reducido
número de treinta signos.
De esta forma surgió el alfabeto, que les permitía
hacer comprensible una lengua extraña. En su
origen no contaba con vocales, se variaba
adecuadamente la entonación para que la suma de
los signos tuviera significado. Los griegos son los
que añadieron las vocales, cuando se lo apropiaron.
Los barcos fenicios de transporte tenían un casco
redondo que permitía una mayor capacidad de
carga, los griegos los llamaron, por su forma,
―gaulos‖ – bañeras-, medían de 20 a 30 metros de
eslora, de 6 a 7 de manga, con un calado de 1.5
metros. La popa era de forma redonda; la proa,
curvilínea, terminaba en una tallada cabeza de
caballo; a ambos lados estaban pintados dos ojos,
cuya función era anular influjos negativos. Su
velocidad era unos tres nudos. Puesto que, en
general, en esos tiempos la navegación comercial se
limitaba a los meses de marzo a octubre, ya que en
los otros meses, la navegación, -al fin y al cabo, en
aquellas frágiles naves- se tornaba muy peligrosa,
los fenicios, en ocasiones y en aras del comercio, se
atrevían a navegar en todo tiempo, sin varadas
nocturnas, pues sabrían orientar el barco con la
observación de la estrella Polar, llamada por los
antiguos, ―estrella fenicia‖. Esa habilidad, y sus
largos viajes comerciales y de exploración, les han
hecho pasar a la historia como los mejores
navegantes de la antigüedad. Crearon nuevos
mercados, dibujaron y recorrieron nuevas rutas y
protegieron esas rutas, con puntos comerciales,
factorías, que se convertirían muchas de ellas en
ciudades portuarias, de las cuales aún subsisten
varias: Palermo, Huelva, Cádiz, etc.
Atravesaron las ―Columnas de Hércules‖ –el
estrecho de Gibraltar- y exploraron las costas de
Galia –Francia, y las -―Islas Casitérides‖–, islas
Británicas. A menudo sus buques transportaban los
bienes de otros pueblos –en barcos fenicios llegaron
los mármoles que sustentaban, en columnatas, el
8
templo de Salomón-. La relación con sus vecinos,
también semitas, los hebreos, fue en muchos
períodos, intensa –muchas fueron las veces en que
algún hebreo navegó en barcos fenicios-.
Los marineros fenicios, en alguna ocasión,
obligados por las circunstancias -según Herodoto, el
padre de la historia, que oyó el relato en Egipto-,
emprendieron un viaje, contratados por el faraón
egipcio Necao para que exploraran las costas
africanas, partiendo desde el sur del Mar Rojo.
Bordeando la costa tardaron tres años en
circunnavegar África y entrar al Mediterráneo por el
estrecho de Gibraltar, regresando al Delta del Nilo;
para facilitar el cruce del Estrecho, parece ser que
utilizaban la fuerte corriente submarina para
remolcar sus embarcaciones, mediante unas velas
sumergibles que les permitían hacer la travesía
contra la corriente superficial. Los fenicios no sólo
traficaron con los más variados productos, sino que
sus ramificaciones comerciales abarcaron todo el
mundo conocido y ese afán comercial los condujo a
lugares remotos, según parece y según se desprende
de una famosa inscripción hallada en Brasil,
denominada Estela de Parahiba.
El Comercio, siempre el comercio
Para los fenicios, la vida entera giraba en torno
al comercio. Bien es verdad que el comercio es muy
antiguo. Más de 6.500 millones de personas pueblan
hoy nuestro planeta, 5.000 millones más que a
principios del siglo XIX.
Una cifra asombrosa, pues a finales del
Paleolítico se calcula que había, como mucho, 20
millones de ―homo sapiens‖. Y aunque no lo
supieran, también solucionaban sus problemas con
un modelo económico: el de la supervivencia; por
ejemplo, en el Paleolítico solo lograban sobrevivir
las estirpes que cazaban y recolectaban frutos más
eficazmente. Y no hay que remontarse a los fenicios
para descubrir el gérmen de los intercambios
comerciales. Los restos más antiguos de conchas y
minerales, como la obsidiana, encontrados en
cuevas a 2.000 kilómetros de su lugar de origen,
demuestran que desde el principio el hombre era un
ser económico.
Pronto se empezó a necesitar nuevos campos de
juego para el desarrollo del comercio. A partir del
año 1.500 a.C., el Mediterráneo se convirtió en la
principal vía de Europa y quien tomó el timón
fueron los fenicios. Más tarde, se pasó del trueque,
al comercio con monedas, mucho más manejables,
las cuales aparecieron en el 640 a.C., en Asia
Menor.
La oferta de los fenicios, abarcaba prácticamente
de todo. De España, plata, trigo y cobre; del Sur de
Arabia, oro, incienso, mirra y oníx; de la India,
piedras preciosas, especias, marfíl y maderas
perfumadas; de Egipto, caballos, lino y algodón; de
África, oro, ébano, plumas de avestruz. El estaño,
mercancía muy apreciada pues servía para la
composición del bronce –usado para muchas cosas,
sobre todo, armas –lo conseguían en las costas del
mar Negro y las islas británicas (las ―Casitérides‖) y
por ese metal afrontaron tempestades y se dice, que
si eran sus barcos, ya cargados de estaño, atacados
por piratas y sabiéndose perdidos, se hundían con
sus naves, con tal de no caer prisioneros y tener que
revelar –ante el tormento- los lugares de donde
provenía ese metal –materia prima tan solicitada-. A
su vez, exportaban madera, barcos y productos
fabricados con metales, madera, cristal y papiro. El
papiro servía para componer libros en Biblos, la
ciudad fenicia que habría iniciado la técnica que
convirtió las hojas en libros y de cuyo nombre se
derivó el libro de los libros: la Biblia.
A pesar de la belleza de sus artesanías –todas
ellas mercancías de lujo- moldeado del vidrio,
cerámica policromada de barniz rojo, trabajos sobre
bronce y metales preciosos, la técnica de la filigrana
y granulado en las joyas, y la talla del marfil, no
buscaban tanto la originalidad, sino adaptándose a
la moda que en el momento se imponía en el
mercado, influenciada por el espectro político
dominante,- fuera Egipto, Grecia o Persia-, ofrecían
al público lo que el público quería. Perfeccionaron
de los egipcios los procedimientos del tejido, tenían
los mejores tintoreros, y ciertas telas eran teñidas
9
con un color especial: el ―púrpura‖. Este color se
obtenía con el jugo del múrex, un molusco, un
caracol que habitaba en sus costas. Manteniendo el
secreto y el monopolio de ese teñido de especial
color, de alto costo y elevado precio, esas telas
fueron siendo exclusivas de príncipes y reyes y se
identificó de tal forma el comercio de la ―púrpura‖
con ellos, que pasó a ser su gentilicio, procediendo
del griego ―phoinix‖ que significa propiamente
―púrpura‖ y ―palmera‖, esto es, ―comerciante de
púrpura‖ y ―hombre del país de las palmeras‖.
Aún no teniendo apetencias de conquista, los
fenicios tuvieron barcos militares, pues necesitaban
proteger a sus naves mercantes.
A la larga nave, esbelta, de poco calado y de una
sola orden de remos, le aportaron una innovación: la
convirtieron en ―dikrotos‖, dos órdenes de remos.
Los remeros se colocaron en dos niveles; el original
continuó en la regala, el segundo por debajo, en
portas abiertas en el casco (así se bajaba el centro
de gravedad y la posición del remo, próxima a la
horizontal, era más efectiva). La eslora de la nave
se redujo en un 25%, disminuyéndose la superficie
mojada casi en la misma proporción mientras que
la potencia se mantuvo constante. Se aumentó la
maniobrabilidad y la capacidad de aceleración. Las
portas de los remos inferiores se encontraban muy
próximas al agua (unos 50 cms) por lo que fue
necesario poder cerrarlas con un recubrimiento
flexible de cuero.
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Finalizaremos con la descripción de los mejores
navegantes de la antigüedad y también, los mejores
comerciantes, con una nota culinaria: como colofón
de tantos conocimientos y habilidades de ese
pueblo, diremos que, siendo seguramente, amantes
de la buena mesa, dominaron la técnica de la
salazón y fueron los creadores de una salsa, el
―garum‖, al parecer, deliciosa y codiciada, que se
empleó hasta el comienzo de la Edad Media, sobre
todo por los romanos. Los fenicios que finalmente,
entrarían a formar parte del Imperio romano,
sobrepasaron con creces las limitaciones de su
tiempo, gracias a sus habilidades para los negocios.
11
PERSIA
esde el siglo VI al IV a.C., el antiguo
Imperio Persa aglutinó en 21 provincias ó
satrapías a lo que en la actualidad son 18 países.
Dos grandes tribus arias se asentaron al sur de lo
que se conoce como Irán y lo llamaron Parsa, es
decir, ―país de los persas‖. Fue Ciro II el Grande el
que marcó el punto de partida del desarrollo del
Imperio.
Los reinos que fue sometiendo, conservaron sus
respectivas creencias e idiomas, costumbres y
tradiciones y en ocasiones, incluso, algunas de sus
instituciones políticas, siendo mantenida tal política
por sus sucesores. Al subir al trono Darío I, creó una
administración centralizada, dividida en provincias,
gobernadas por ―sátrapas‖. Como vehículo de
entendimiento estableció el arameo como idioma
oficial en todo el Imperio, e implantó una sola
moneda: el dárico. Impulsó importantes obras de
ingeniería civil y organizó un sistema de correos y
postas que cubrían hasta el último confín del vasto
territorio. Gobierno eficaz, pero de acuerdo con los
cánones de la época, implacable.
Para mejorar la justicia –a la sazón, muy
corrupta– ordenó la desolladura en vivo de los
jueces culpables de prevaricación, para formar con
su piel los asientos de los que fuesen a sucederlos en
sus cargos.
Su política se fue encaminando hacia la
expansión territorial, hacia el Este –penetrando en la
India- y, motivado por algunas sublevaciones de
ciudades e islas costeras de Asia Menor, habitadas
por griegos y apoyados por las ciudades-Estado de
Grecia, le llevaron a iniciar una serie de guerras
contra los griegos, que serían conocidas como
―médicas‖ por una de las dos grandes tribus- los
medos –constituyentes del país y de la cual provenía
el fundador del Imperio, Ciro II el Grande.
Más este Imperio, era todavía de mentalidad
eminentemente terrestre, aún cuando ya tuviera
un gran balcón sobre las aguas mediterráneas,
pues dominaba las costas de Anatolia, y la franja
costera más al sur, además de las costas
de la Península del Sinaí y de Egipto.
La flota imperial se componía por el conjunto de
las naves de guerra egipcias, las de los griegos
de las islas -una vez dominada su sublevación-,
y lo más importante, las naves fenicias.
Los persas, ignorantes todavía de las cosas
del mar, sólo aportaban los guerreros que iban
en las naves, representando la fuerza militar
y la vigilancia sobre los marineros y remeros
de las embarcaciones.
D
12
GRECIA
ace más de tres milenios, comenzó a
gestarse en las costas del mar Egeo,
Mediterráneo Oriental, una civilización cuyo grado
de perfección sentó las bases sociales y culturales
del mundo occidental, proporcionando los
fundamentos del pensamiento filosófico y científico,
del ocio y de la creatividad –con los juegos, el teatro
y el arte- y hasta de las instituciones y sistemas
políticos.
Los aqueos, llamados así por sí mismos,
―helenos‖ –habitantes de la Hélade- que invadieron
a los cretenses –los minoicos- y asimilaron sus
culturas, y posteriormente, los dorios y jonios
configuraron la civilización griega.
Hacia el siglo VII a.C., se fueron desplazando
fuera de la península griega, atravesaron el
Helesponto estrecho de los Dardanelos, que separa
Asia de Europa- y fundaron Bizancio, colonizando
costas del mar Negro, de la Península de Anatolia y
las islas situadas en el mar Egeo.
En su afán de expansión, se dirigieron hacia el
Oeste del Mediterráneo, fundando colonias al Sur de
la Península itálica, la ―Magna Grecia‖ (Cumas,
Crotona y Sibaris); Sur de Francia (Marsella) y en el
levante ibérico (Rodas, Ampurias y Málaga). Para
todo ello, el camino era el mar y los griegos, lo
usaron amplia y eficazmente, sobre todo los
ciudadanos de Atenas, que ostentó durante más
tiempo entre todas las ciudades griegas la
hegemonía marítima.
Esta se ejercía, por supuesto y en primer lugar,
con el comercio marítimo. Cada propietario –
capitán cargaba las mercancías y zarpaba en
primavera; su barco, de casco redondeado, para ser
capaz y marinero, más que rápido y maniobrero,
llevaba una sola y amplia vela y un ―ancla de
cepo‖, que adoptarían después otros pueblos, entre
ellos el romano.
H
13
Su nave le permitía cargar entre 100 y 150
toneladas, aunque en algunas se llegaba a las 400.
Con un viento fuerte podían avanzar a cuatro
nudos; si tenían viento de cara, conseguían la mitad
de esa velocidad.
Un recorrido largo hasta un puerto en Sicilia,
suponía que un barco mercante, supeditado a
navegar durante unos siete meses al año, realizaba
tan solo un viaje de ida y vuelta.
Había un mercado muy activo para todo tipo de
mercancías, incluida una viva: los esclavos.
Podían ser prisioneros de guerra o personas
desventuradas que habían sido compradas a los
piratas o a jefes de tribus extranjeras y, también,
cualquier hijo de un esclavo, automáticamente se
esclavizaba y, por lo tanto, también se podía vender.
En Atenas, los esclavos (ilotas) representaban
una tercera parte de la población.
Pocos afortunados se abrían paso hacia puestos
de responsabilidad y alguno, más emprendedor, se
hizo tan indispensable, que se le concedió la
libertad.
La flota de guerra era esencial en el sistema
democrático ateniense, ya que estaba tripulada en su
mayor parte por los ciudadanos más pobres, a
quienes no sólo proporcionaba un medio de vida,
sino también un motivo de orgullo y poder. Puesto
que la riqueza y el poderío de Atenas provenían en
general del comercio y su influencia marítima, el
pueblo llano podía afirmarse como la espina dorsal
del Estado y desempeñar un papel importante en su
vida política.
14
La “Triera”
Los griegos siempre atribuyeron a Teseo, el
fundador de Atenas y vencedor del monstruo mitad
hombre y mitad toro –minotauro-, que habitaba en
las entrañas subterráneas del palacio del rey Minos,
en Cnossos, Creta, el haber diseñado en el 700 a.C.,
la estilizada nave de combate que persistiría durante
tanto tiempo en el mar Mediterráneo. Pero,
realmente, esta es una historia ―oficialista‖, para
darse gloria y ocultar que ellos, los griegos, habrían
copiado y apropiado el saber náutico de los
cretenses.
Hubo un paso posterior a la nave de dos órdenes
de remos fenicia, que sí puede atribuírsele a los
griegos y es la aparición de la ―Triera‖, con la
incorporación de un nuevo orden de remos.
Esta nave, no sólo fue el barco de guerra
estándar de las ciudades-Estado griegas, sino que lo
fue también de los fenicios, egipcios y cualquier
otro pueblo del Mediterráneo oriental que pudiera
permitirse tener barcos de guerra. Las de uno y dos
órdenes de remos quedaron, dentro de las escuadras,
como auxiliares, cumpliendo también funciones de
―policía marítima‖.
En estas embarcaciones de tres órdenes de
remos, se sacrificaba prácticamente todo en aras a la
rapidez y movilidad. Los remeros ordenados en tres
líneas superpuestas a lo largo de cada banda de la
nave, manejaban remos que llegaban a tener más de
cuatro metros de longitud.
Si la nueva hilera de remos se colocaba
directamente por encima de las dos anteriores,
hubiera sido necesario usar para la hilera alta, remos
de mayor longitud y con un ángulo elevado respecto
a la superficie, obligando a un mayor esfuerzo por
parte del remero y presentando problemas de
sincronización.
15
Resolvieron este problema mediante la
construcción de una postiza externa al casco (una
especie de balcón), situando así al remero
ligeramente por encima del inmediato inferior y
hacia fuera, sin necesidad de aumentar la real
manga de la nave.
Se pudieron usar remos de longitudes muy
parecidas para todos los remeros, sin elevar
demasiado el centro de gravedad.
Estas naves median 36 metros de eslora, diez
veces su manga; los 170 remeros iban distribuidos
en cada costado, de la siguiente forma: 27 en la
hilera inferior, 27 en la intermedia y 31 en la
superior.
El personal embarcado se complementaba con
timoneles, marineros y oficiales y unos 18
combatientes, (14 lanceros y 4 arqueros), con un
total de unos 210 hombres, bajo las órdenes del
Trierarca o capitán.
Desplazando unas 45 toneladas, era tan baja la
―Triera‖, que la fila inferior de remeros trabajaba
con remos que salían por unas portas situadas a
medio metro por encima de las olas, debiendo
taponarse las citadas portas con bolsas de cuero,
cuando se presentaban mala mar.
Por supuesto que en el transcurso de la historia y
aún operando sólo desde marzo a octubre, flotas
enteras naufragaron al ser sorprendidas por
galernas.
Tal como sus antecesoras, estas naves llevaban
una vela ―cuadra‖ (cuadrada), que dejaban en tierra
si zarpaban directamente al combate.
La nave estaba construida para breves y feroces
combates, no para larga campaña y por supuesto, no
tenía nada de marinera, al punto que para soportar la
mala mar, la ―triera‖ llevaba un cable tendido de
proa a popa, para que aguantara su liviano armazón
y su fino casco.
El espolón en la proa del barco, se convirtió en
un ariete de tres dientes, recubierto de bronce, cuya
finalidad era embestir el navío enemigo para abrirle
una vía de agua o romper los remos de uno de sus
costados, dejando al barco enemigo, ingobernable.
Ya en tiempos de Alejandro el Magno, se fue
aumentando la superficie de la cubierta con el
objeto de acomodar un mayor número de
combatientes, llegando a la configuración de dos
cubiertas elevadas, por encima de las posiciones de
los remeros, con un pasillo central más bajo.
En sus últimas versiones se convirtió en una
construcción ―catafracta‖ (cerrada), con una
cubierta que abarcaba todo el ancho del casco.
“Guerras Médicas”
En el año 490 a.C., el escenario para una gran
confrontación estaba dispuesto; los actores: persas y
griegos.
Este conflicto logró unir al siempre dividido
mundo griego, al asumir la defensa de cierto tipo de
valores contra un poder impositivo.
Habiendo sido ambos pueblos, originalmente,
extranjeros en los territorios en que habitaban para
esos momentos, empezarían a representar cada uno
de ellos dos concepciones distintas en el ámbito
filosófico, social, político y religioso. La península
que era Europa, en relación al inmenso continente
asiático, iba a tomar una ―personalidad‖ propia, con
un peso cada vez más acentuado en el devenir
histórico del planeta Tierra; a tal punto que se
calificaría como uno de los cinco continentes a lo
que geográficamente era un apéndice asiático. Esta
dicotomía persiste hasta nuestros días y está
implícita hasta en las formas de expresión, el
―Occidente‖: Europa, bastante unificada en patrones
culturales por su civilización y, América, su
proyección; en el otro lado, el variopinto, ―Oriente‖
cuna de múltiples civilizaciones y expresiones
culturales.
Darío I lleva la guerra a Grecia, dedicando su
atención, primeramente, a Atenas, encontrándose
los persas con los atenienses, comandados por
Milciades, en una llanura que bajaba en suave
declive hacia el mar, llamada Maratón, situada a la
distancia de 42 kms, 195 metros de las murallas de
Atenas. Sorpresivamente, después de horas de
lucha, el ejercito persa, muy superior en número, es
derrotado decisivamente por los ―hoplitas‖, los
16
infantes-ciudadanos atenienses. Se envía a un
soldado –Filípides- a dar la buena nueva y calmar la
inquietud de sus compatriotas, y el mensajero se
lanza a correr, eufórico, sin parar, toda la distancia
hasta la ciudad, llevando consigo el desgaste sufrido
en la batalla; jadeante, traspasa la puerta principal
de Atenas, llegando a la plaza central y allí
pronuncia la frase, ―hemos vencido‖, para
derrumbarse, y caer muerto.
Darío vuelve a Persia, humillado y deseoso de
tomar la revancha, más se consigue con dificultades
–rebeliones en algunas provincias- y con su propia
muerte, cinco años después de su fracaso en Grecia.
Por otros cinco años más los griegos tendrían un
respiro, pues Jerjes, el nuevo ―Rey de Reyes‖, debe
aplastar una revolución en Egipto y aquietar a todo
el Imperio antes de proseguir con los planes de su
padre con respecto a Grecia. Tan era así, que un
esclavo, permaneciendo en pie a su lado mientras
comía, le susurraba ―Amo, recordad a los
atenienses‖.
Mientras, en Atenas, los ciudadanos se
dedicaban a sus asuntos, olvidando la latente
amenaza, a excepción de un joven político, llamado
Temístocles, vehemente e impetuoso, pero con una
clara percepción hacia los asuntos públicos. De
familia poco acomodada, había ido ascendiendo en
la vida pública, merced a su constancia e
inteligencia, llegando a ser ―arconte‖ –juez- y
considerado como uno de los principales
personajes de la élite política de la ciudad-
Estado. Cree que el futuro de Atenas residía
en conseguir ser una potencia naval, pues
consideraba que el que ―domina el mar,
domina la tierra‖, y para conseguir esa
―Thalassocracia‖, (dominio del mar), eran
necesarios tres pilares: una gran flota
mercante, una potente marina de guerra y
puntos focales de transacción comercial e
influencia política, en litorales más allá de las
aguas de la República de Atenas. Fomentaba
la construcción de un nuevo puerto en El
Pireo, de mejores condiciones que el existente
en Falero, y más fácil de fortificar.
De hecho, ya había empezado la construcción de
las murallas protectoras del puerto y de un camino
amurallado que lo uniría con la ciudad. Por esta
forma de pensar, tenía a su favor el apoyo de la
mayor parte de la población que vivía del mar y
tenía sus intereses en la navegación. En un golpe de
suerte –la suerte de los elegidos- se descubrió una
rica veta de plata y pudo convencer a la Asamblea,
para que una parte importante de los beneficios se
usaran para incrementar la construcción de naves de
guerra, objetivo que se logró poco antes de que se
precipitaran los acontecimientos que él había
previsto e intentado, con su clamor, que sirvieran
para despertar a sus conciudadanos del peligro que
se cernía sobre su ciudad y todo el mundo griego.
Para el año 483 a.C., cientos de naves de guerra,
de tres órdenes de remos –―Trieras‖, auxiliares y
embarcaciones de transporte, estaban dispuestas en
los muelles de las ciudades marítimas de Fenicia,
Egipto y las costas e islas griegas, sojuzgadas por el
Imperio Persa. El ejército, de unos 250 a 300.000
hombres, cifra en que coinciden los estudiosos y
que suponía para la época el mayor que se había
conocido (y no las disparatadas cifras dadas por
Herodoto de más de un millón de hombres y tres mil
naves, en que pecaba de ―historiador oficial‖ para
enaltecer la gloria de sus compatriotas). Estas tropas
se movilizaron hacia el Helesponto (estrecho de los
Dardanelos que separa Asia de tierras europeas).
17
Al llegar allí, los ingenieros concibieron dos
puentes paralelos, en las dos zonas más estrechas –
de unos dos kilómetros de largo-, con características
mixtas entre lo que sería un puente colgante y un
puente de pontones. Naves fueron amarradas en
paralelo a las orillas del Estrecho, fondeadas con
grandes anclas para resistir las fuertes corrientes y
los vientos; luego se tendieron cables de papiro y
lino, muy recios, con un gran peso, (Herodoto dice
que pesaban 67 kilos por metro), a través de las
flotantes embarcaciones y de orilla a orilla.
Unos molinetes instalados en ambas riberas
tensaban los cables. Después, se tendieron tablones
sobre los gruesos y tensos cables y se afianzaron en
forma debida. Así, los cables absorbían parte del
peso y daban una estabilidad más consistente que
las naves, que por más que sea, se balanceaban en
la corriente marina.
Por su parte, las embarcaciones, completamente
unidas, a su vez, impedían que los cables se
combaran y entraran en contacto con el agua. Por
encima de los tablones se apisonó tierra,
consiguiendo una calzada por la que pudieron pasar
las tropas y los caballos. Para evitar que los
caballos, al cruzar, vieran el agua y se espantaran, se
plantaron setos de ramaje entrelazado a ambos lados
de la calzada y a una altura superior a la alzada de la
caballería.
18
Una vez efectuado el cruce, el gran ejército y la
gran flota –unos 1.200 barcos, de los cuales, unos
800 de guerra- se dirigieron, desde el norte de
Grecia, bordeando el litoral hacia Atenas. Sin entrar
en los detalles de la campaña, nos situaremos
directamente en la isla de Salamina, separada por un
estrecho canal de las cercanas costas atenienses, en
donde se encontraba la coaligada flota de los
griegos, con naves de Atenas, Esparta y algunas de
Corinto y otras ciudades.
Temístocles que mandaba a los atenienses, pero,
que en el sistema griego de mando compartido, no
lo correspondía en aquel momento el mando general
-y temeroso de que los barcos griegos se retiraran
por el otro lado de la isla hacia el sur, donde se
encontraban los restos del ejército y los civiles
huidos ante el avance persa-, quiso forzar los
acontecimientos para mantener la flota en el lugar –
estrecho canal- en que se encontraba y lograr que
Jerjes, con su superior escuadra, penetrara en el
canal a su encuentro, dando así una ventaja a los
griegos, al tener que romper su amplio frente de
combate, en uno mucho menor, con una hilera de
naves en cada línea, similar al ofrecido por los
griegos, aunque, por supuesto, superior en
profundidad.
Temístocles debía lograr que sus pensamientos
se convirtieran en acción, obligando tanto a los
persas como a los comandantes griegos. Para ello,
envió a un fiel esclavo, ante Jerjes, con un mensaje
de simpatía, ofreciendo su ―colaboración‖ y le hacia
saber que la asustada escuadra griega se disponía a
escapar sin luchar.
El mensaje, con la convincente actuación del
mensajero, caló en Jerjes, -que oía lo que quería oír-
y respondió como quería Temístocles; rompiendo su
línea original, se lanzó sobre la escuadra griega,
penetrando en el canal y dando comienzo a la
batalla de Salamina (480 a.C.). Resultado: total
derrota de los persas, que podría haber sido
catastrófica sí, posteriormente, los aliados griegos
hubieran seguido la estrategia que Temistocles
proponía, para no sólo conseguir el aniquilamiento
de los restos de la escuadra persa, sino también de
su ejército que se hubiera encontrado sin los puentes
para retornar a sus bases en Asia Menor. La fecha
de esta batalla no sólo significa una gran victoria de
los griegos, sino el primer hito donde se señala el
triunfo del Occidente sobre el Oriente, en forma tal
y con unas consecuencias tan decisivas, que
podemos afirmar que de haber vencido el Oriente, la
Historia sería distinta.
Cultura e Imperio
El temor a nuevos intentos de invasión por parte
de Persia y el papel fundamental jugado por Atenas
en el conflicto, llevaron al nacimiento de la ―Liga de
Delos‖, un organismo federal que reunía bajo el
control de Atenas a muchas ―polis‖ –ciudades-
Atenas obtuvo la supremacía política y económica
en los treinta años que estuvo dirigida por Perícles;
19
mejoró sus instituciones democráticas y alcanzó la
cumbre en las artes, la literatura y la arquitectura.
La fuerza de Atenas despertaba los temores de
muchas ciudades–Estado griegas, máxime cuando
Perícles intentó inspirarse en Persia, transformando
la Liga de Delos en un Imperio colonial sobre el que
la flota de Atenas imponía funciones de control y
represión. El resultado fue la Guerra del Peloponeso
entre Atenas y alguna ciudad aliada, contra Esparta
y la mayoría de las otras ciudades. Una gran ―guerra
civil‖, entre gentes de la misma etnia y cultura, cuya
duración fue de 27 largos años.
Si toda guerra lleva aparejados males mientras se
desarrolla, las consecuencias de la post-guerra son
malas para el vencido, pero en las guerras civiles,
son pésimas hasta para el vencedor.
20
Atenas fue derrotada, pero los vencedores
siguieron guerreando entre ellos, predominando
unos sobre otros, en diferentes períodos, pero sin
que alguno lograra la hegemonía, sin que alguna
ciudad-Estado lograra unificar a toda la Grecia. De
esa prolongada crisis se aprovecharía el Reino de
Macedonia, al norte de Grecia -y de raíces griegas,
no consideradas así por el resto de los griegos– y su
rey Filipo II padre de Alejandro Magno, en
Queronea derrotó a las ciudades griegas y les
impuso su ley. De su hijo Alejandro, llamado por la
Historia, el ―Magno‖ no nos detendremos en este
relato, solo mencionaremos que una vez que cruzó
el mar para llevar la guerra al Imperio Persa,
dominó el litoral de dicho Imperio, mediante
ataques por tierra.
21
Pero sí mencionaremos, para marcar
significativamente su ímpetu, valor y dominio
sobre el ―arte de la guerra‖, que desde su primer
triunfo sobre los persas, batalla de Granico hasta su
temprana muerte, a ese joven le bastaron ¡ONCE!
años de marchas a pie y a caballo, para atravesar y
dominar, venciendo cualquier obstáculo a su paso,
al inmenso Imperio Persa, hasta sus confines en
Afganistán y la India.
Comercio y exploración
Por 700 años los griegos navegaron, guerrearon
y ejercieron su influencia marítima, sobre todo,
porque comerciaron. Pero el comercio necesitaba
abrir cuantas más rutas marítimas mejor, pues se
establecían contactos con otros pueblos. La punta de
lanza de esa apertura era la exploración. Hubo, por
supuesto, exploradores griegos. Destaquemos a
algunos de ellos, como Scylax, griego del Asia
Menor, al servicio de Darío de Persia; llega hasta el
río Indo y regresa por el Mar Rojo.
Mucho más tarde, en el siglo I, Hippalo aprende
a utilizar los vientos monzones para navegar
directamente desde Arabia a la India en el verano, y
a la inversa, en el invierno.
Pero el más importante es Pytheas, griego de
Marsella, quien en el 325 a.C., inicia un viaje que
iba más allá de lo que comúnmente efectuaban otros
griegos, como era el cruce del Estrecho de Gibraltar
y sus contactos con Tartessos, rica ciudad situada en
la Baja Andalucía. Posiblemente Pytheas iba en
busca –como lo había logrado en su tiempo el
cartaginés Himilcon- de estaño, plata y quizás,
ámbar, sin descartar el simple ánimo de investigar.
Pasado el Estrecho, se pegó a la costa avanzando
hasta el Golfo de Vizcaya y costas occidentales de
Francia. De su relato, se han ido localizando los
puntos por él descritos, la desembocadura del Loira
y la ciudad por aquel entonces celta de Saint
Nazaire. Empleando como referencia la Osa Menor,
atravesó mar abierto hasta el Norte de Gran Bretaña,
hacia Thule (más tarde llamada Islandia) y
Escandinavia.
22
Tomaba medidas precisas de la altura del sol en
varios puntos de su viaje y descubrió la diferencia
entre Polaris, la estrella Polar y el Polo Norte
celeste. También fue el primero en darse cuenta de
la relación entre la Luna y las mareas…
Desde Thule navegó, seis días más allá, al Norte,
donde, según dijo, durante meses el sol se deja ver
con dificultad; al regreso, lo hizo por el lado oriental
de las islas británicas. Viaje extraordinario para las
gentes marineras que oyeron de su relato y quienes
creían que el mundo terminaba al internarse al Oeste
de las azules aguas del Mediterráneo. Por supuesto,
que le oyeron, pero no le creyeron.
¿Cómo podían hacerlo?, si encima se les decía
que en ciertas partes del viaje hacia el norte, se
presentaban condiciones en que la tierra, el agua y
el aire, no se distinguían entre sí y en las que ¡el
agua estaba ―congelada‖!
23
CARTAGO
n Fenicia, en la ciudad de Tiro, que ya se
destacaba entre sus ciudades hermanas, se
presentó un problema sucesorial por el poder, en
que salió perdiendo una mujer, Dido, de quien se
dice, era la legítima sucesora. Como resultado y
antes de confrontar un serio conflicto, Dido junto
con varios cientos de partidarios, se embarcaron y
partieron para el exilio.
Recorrieron las costas del norte de África
buscando un lugar propicio para fundar una colonia
y lo encontraron muy cerca de la actual ciudad de
Túnez, en el año 814 a.C., y le dieron el nombre de
Cartago.
Su céntrica situación en el Mediterráneo, sus dos
puertos, privilegiados y resguardados y su
emprendedora actividad, al mejor estilo fenicio,
lograron que llegara a controlar un territorio que se
extendió ampliamente hasta el fin de las fértiles
tierras del interior, en el inicio de la zona desértica.
Pronto se convirtió en emporio del comercio e hizo
gala del arte de navegar, como sus propios
hermanos, los fenicios.
En otro e importante aspecto, difirió de ellos,
pues si bien fundó igualmente factorías, no se limitó
a instalarse en esos puntos, sino que penetró hacia el
interior de los territorios y sometió pueblos para su
beneficio.
Aprovechando que el territorio fenicio pasó a
formar parte del Imperio Asirio –tal como en otras
ocasiones había ocurrido y seguiría ocurriendo-
Cartago, se convirtió en la líder de las colonias
fenicias del Oeste del Mediterráneo.
Llevados por su ímpetu comercial, intentaron
abrir nuevas rutas de navegación, distintas a las
establecidas por los fenicios y así se habla del viaje
de Hannon, uno de sus reyes, quien en el siglo V
a.C., con una flota, cruzó las Columnas de Hércules
(Gibraltar) y bajó, bordeando la costa Oeste de
África, hasta más allá del gran Golfo de Guinea.
Cartago, además, conquistó la isla de Cerdeña,
gran parte del Levante español y penetró, con
algunos asentamientos, en Sicilia. Pero los colonos
griegos también estaban desplazándose hacia el
Oeste; estableciendo colonias en Sicilia, en el Sur
de la Península Itálica y fundaron Massilia (actual
Marsella).
Esto marcó el principio de una creciente alianza
entre los cartagineses y el pueblo etrusco, que se
encontraba situado en el sur de Italia.
Esta alianza pudo mantener a los griegos bajo
control e incluso, estrecharon relaciones amistosas
que favorecían el comercio.
E
24
ROMA
esenta y uno año después de fundarse
Cartago, un pueblo originario de una región
central de la península, el Lacio, fundó una ciudad
y la llamó Roma.
De ahí en adelante, con altibajos, pues estuvo a
punto de desaparecer ante ataques de pueblos
provenientes del Norte –los galos, entre otros- lo
superó y empezó a someter a sus vecinos; al punto,
que después de haberse nutrido de la adelantada
civilización etrusca en lo social, religioso y artístico,
los hicieron desaparecer.
Este pueblo, el etrusco, aparece misteriosamente
en el noroeste de la península itálica,
desconociéndose su procedencia. Hablaban una
lengua que no se relacionaba con ninguna otra
conocida y su desarrollo cultural no tenía
precedente alguno en la región (Etruria) y era muy
superior.
Extendieron su dominio hacia el interior, norte y
sur de la península, donde sus intereses comerciales
les hicieron entrar en competencia con los griegos
que ya tenían colonias allí, y en donde chocaban
hacia un tiempo, con los intereses cartagineses.
Como consecuencia, los etruscos y cartagineses
formaron una alianza contra las colonias griegas.
Llamados por los griegos ―tyrrhenos‖, (al mar que
bañaba sus costas, se le llama Mar Tirreno) y por
los romanos: ―etrusci o tusci‖ (que dio nombre a la
región de Toscana), este pueblo estaba
políticamente dividido en ciudades-Estado, unidas
en una especie de Liga religiosa. Pero esa
atomización en ciudades, propició que cada una de
ellas cayese más fácilmente bajo el dominio
romano.
Finalmente, los romanos prosiguieron con el
sometimiento de las colonias griegas en el sur y
para el 275 a.C., cruzaron el estrecho de Mesina y
se empezaron a instalar en la gran isla de Sicilia; allí
S
25
se encontraban también los cartagineses, quienes a
su vez, habían dominado a las colonias griegas de la
isla.
No pasarían diez años sin que estallara entre
estos dos poderosos pueblos el primero de tres
conflictos que la Historia denominaría ―Guerras
Púnicas‖ por el nombre de ―Punos‖ que los romanos
daban a los de Cartago.
Las guerras Púnicas
La mesa estaba servida, el gran festín era Sicilia,
-gran proveedora de cereales- y ambos pueblos
querían ser los únicos comensales.
Uno de ellos, los cartagineses, buenos marinos y
poseedores de una gran flota de guerra, dominaban
el mar. Su talón de Aquiles residía en que los
guerreros de que disponían tanto para su ejército
como en sus naves de guerra, eran mercenarios.
Por 500 años, su índice demográfico había sido
bajo, no se mezclaban con los naturales de sus
territorios africanos, ni tampoco con los de sus
posteriores conquistas.
Enfrente, los romanos, campesinos-guerreros,
recios, sufridos y frugales, cada vez más expertos en
la lucha terrestre, creadores de una unidad táctica –
la legión- autónoma, e innovadora en el combate
frontal y en la guerra de sitio, eficaz y muy
disciplinada. Por otro lado, ignorantes en los oficios
de la mar, desconocedores supinos de la fabricación
de embarcaciones de cierta entidad y de la forma de
combatir en y con ellas.
En tiempos anteriores, cuando los cartagineses
intentaban afianzarse en la isla, Dionisio el Viejo,
tirano de la ciudad griega de Siracusa, con objeto de
reforzar su posición ante ellos, inició lo que
llamaríamos ahora una carrera armamentista y un
―centro de investigación militar‖.
Captó, con muy buenos contratos, a ingenieros y
trabajadores especializados, de diferentes lugares.
Resultado: varios ―ingenios‖ de guerra, entre ellos,
la catapulta y una innovación en la ―Triera‖, la nave
de guerra por excelencia, de tres órdenes de remos,
usada por todos en el ámbito marino.
Se buscó incrementar la potencia de la nave.
Para ello se podía intentar aumentar el número de
órdenes de remos, pero en altura, también se
elevaría; por supuesto, el peso aumentaría y se
requerirían unos remos muy largos que formarían
un ángulo muy grande con el agua, haciendo difícil
su manejo. Si se aumentaba el número de remos por
hilera, se aumentaba la eslora del barco, el peso, y
se disminuía la capacidad de maniobra y el margen
de resistencia estructural.
La solución más idónea, ¡qué no se le había
ocurrido antes a nadie!, fue la de colocar dos
remeros por remo. Los segundos en aplicar este
cambio fueron los cartagineses. Así y usando ya
nombres latinos- empezaron las ―cuatrirremes‖, de
dos órdenes, con dos remeros en cada remo y
―quinquerremes‖, de tres órdenes, con dos remeros
en la hilera superior, dos en la intermedia y uno en
la inferior.
Al iniciarse las ―guerra púnicas‖, surgidas de un
incidente de menor importancia y que ambos
adversarios procuraron no solucionar, se radicalizó
inmediatamente y se convirtió en una lucha de
poderes que desembocó en un drástico cambio del
poder político en el mundo del Mediterráneo. En
menos de 100 años, los romanos, no sólo
aniquilaron a los cartagineses, sino también
humillaron a los fragmentados Estados del Este
Mediterráneo, productos de la desintegración del
Imperio de Alejandro y pasaron a ser los soberanos
efectivos de las aguas mediterráneas.
La primera guerra fue, principalmente, de índole
naval; quién dominara las aguas alrededor de
Sicilia, dominaría finalmente la isla. Los inexpertos
romanos fueron derrotados consecutivamente en
cada encuentro naval que se produjo, pero en una
ocasión, una quinquerreme o ―cinco‖ cartaginesa
varó en las costas romanas, cerca de la
desembocadura del río Tiber. Tomándola como
modelo, los romanos, con su sentido pragmático y
una gran organización, crearon, mediante el uso de
piezas prefabricadas, una flota de un centenar de
quinquerremes en dos meses –las naves romanas,
resultaron más pesadas y menos maniobreras-,
26
debido, al fin y al cabo, a su inexperiencia, no
utilizando las maderas más apropiadas, con las
condiciones adecuadas, y a la premura con que las
naves se construyeron.
Roma contaba con escasos remeros y marineros,
aún reclutando a los ciudadanos griegos de las
colonias del sur de Italia, bajo control romano –la
Flota requería miles de remeros-; jóvenes
campesinos aprendieron en improvisados bancos de
remos colocados en tierra, en donde se les enseñaba
a remar, al ritmo del cómitre. Después, maldiciendo,
vomitando y rezando a los dioses, practicaron en el
mar. Luego alguien, no se sabe quién, ideó un nuevo
ingenio para dotar a las naves de un instrumento que
compensara el problema de la mayor velocidad y
maniobrabilidad de las naves cartaginesas, que les
daba la superioridad de poder atacar con el espolón,
abriendo vías de agua que al cabo, las hundían, con
los legionarios romanos inertes y sin poder hacer
uso de su mayor eficacia en el choque cuerpo a
cuerpo.
El anónimo inventor diseñó lo que llegaría a
conocerse como ―corvus‖ o cuervo, una pasarela de
abordaje de 11 metros de longitud, que colgaba de
modo amenazador del alto mástil de cada barco.
Cada pasarela podía girarse hacia los lados;
incrustados en los laterales del final de la misma, en
la madera frontal, se encontraban dos punzones de
hierro en forma de pico de cuervo. Cuando se
soltaba, la pasarela caía sobre la cubierta del barco
enemigo desde una altura de unos seis metros; los
―picos‖ de hierro se clavaban en la borde del barco
contrario, lo sujetaban, desplazándose a la misma
velocidad, mientras los legionarios romanos lo
abordaban de dos en fondo. Cuando esto se
producía, la efectividad y disciplina de los soldados
romanos decidían la lucha.
El primer enfrentamiento de esta flota ―recién
salida de fábrica‖, dotado de esta nueva arma, se
produjo en aguas cercanas a la ciudad siciliana de
Milas, sellándose con una memorable victoria
romana.
27
Vendrían otras victorias como la de Ecnomo, en
donde los romanos, no sólo siguieron aplicando el
corvus en el encontronazo entre naves, sino que
maniobraron magníficamente usando el concepto de
espacio-tiempo, fraccionando a la escuadra
cartaginesa y destruyéndola por partes, en tiempos
distintos y con la ventaja numérica suficiente en
cada uno de esos parciales encuentros.
Algunas derrotas sufrieron también y hasta
perdieron una flota completa ante una sorpresiva
tormenta. En poco tiempo, habían construido otra y
a los 19 años de su primera victoria naval,
consiguieron una determinante victoria en las islas
Agatas, situadas en la costa occidental de Sicilia.
Con esta victoria acabó la guerra, o mejor dicho, la
―primera‖ guerra.
Tres años después y aprovechando un
amotinamiento de mercenarios al servicio de los
cartagineses, que debilitó todavía más a la vencida
Cartago, los romanos aprovecharon la situación y
sin declaración de guerra, se apoderaron de la isla
de Cerdeña, posesión cartaginesa, uniéndola de esta
forma a Córcega y Sicilia, también dominadas por
ellos.
La segunda Guerra Púnica fue, por el contrario,
principalmente terrestre, con operaciones navales de
transporte de tropas y desembarco de las mismas en
la retaguardia del enemigo.
Aníbal el gran general cartaginés llevó la guerra
a Italia, atravesando la cordillera de los Alpes y tras
sucesivas victorias, siempre en inferioridad
numérica, más haciendo en cada ocasión, lecciones
magistrales de táctica, puso a los romanos contra las
cuerdas.
Sin embargo, por haber dejado de lado a la
capital, Roma (según le reprochan algunos
analistas) y, sobre todo, por falta adecuada y en
tiempo, de apoyo logístico, tuvo que retirarse a
Cartago. Se firmó un Tratado de Paz que los
romanos no estaban muy decididos a cumplir y
28
siempre hubo voces belicosas en la sociedad y en el
Senado, en donde el senador Catón, el ―Censor‖, si
intervenía en cualquier debate en la Asamblea,
sobre cualquier tema, al final de su disertación
terminaba con la frase: ―delenda est Cartago‖
(Cartago debe ser destruida).
La última guerra púnica terminó en el mayor
desastre para los debilitados cartagineses, cuando la
armada romana, después de que un ejército romano
venció a pocos kilómetros de la ciudad, en la
localidad de Zama, bloqueó Cartago y los soldados
romanos la asaltaron.
Para el año 146 a.C., la que había sido la capital
marítima del mundo mediterráneo, era un campo
arado, con los surcos cubiertos de sal para que
nunca creciese nada.
Roma no tendría, en adelante, nunca más, una
competidora que le pudiese arrebatar el dominio
marítimo.
La República sigue expandiéndose
El Imperio de Alejandro se destruyó a su muerte.
Sus principales generales se lo dividieron: Filipo se
quedó con la Macedonia y Grecia; Seleuco, con
gran parte de Persia, y Tolomeo, con Egipto y la
franja costera de la antigua Fenicia. Durante algo
más de siglo y medio, esas nuevas potencias
mantuvieron fuertes disputas entre ellas; con el paso
del tiempo, Persia volvió a ser potencia terrestre,
Egipto tuvo períodos prologados de gloria marítima
y Macedonia quedó algo aletargada. Pero, la gloria
egipcia, la de los faraones de origen griego, la
dinastía de los Tolomeos, era una gloria falsa, pues
siendo el centro del tráfico comercial, estando en
sus dominios el cruce focal de caravanas, terminal
del tráfico marítimo del Mar Rojo, corriente
mercantil entre India y Egipto, no lo aprovechó
debidamente y permitió que la isla libre de Rodas,
se convirtiera en repartidora del trigo de Egipto y de
otros productos de la antigua Fenicia, manteniendo
además controlados a los piratas con su escuadra, a
manera de policía marítima, sacándole el jugo a su
alianza con su protector, el Faraón egipcio.
La situación era cómoda para Egipto siempre
que ningún otro rival de características más
potentes no enturbiara las aguas mediterráneas y se
dedicó a la construcción de barcos –siguiendo el
diseño de los de guerra- cada vez mayores, pero sin
ninguna utilidad guerrera práctica. Tolomeo IV
encargó el mayor monstruo; un catamarán, es decir
una nave de dos cascos, unidos por una estructura
superior a modo de plataforma. Cada casco,
posiblemente era, por sí mismo, una gran nave con
cinco órdenes de remos y cinco remeros en cada
remo , sin que sepamos, con propiedad, la eslora y
manga de cada barco; lo que si refiere la crónica es
que el citado catamarán iba propulsado por ¡4.000
remeros y defendido por 3.000 soldados!. Se cree
que mediría uno 130 metros de eslora y 18 de
manga, desplazando más de 2.000 toneladas. Está
claro que aparte de avivar el orgullo del faraón y
asombrar a las gentes, de poco servía en la práctica,
en comparación con cualquiera de los navíos de la
independiente isla de Rodas.
Cuando Macedonia se encuentra en disposición
de derrotar a la descuidada armada egipcia y
amenaza con dominar los confines orientales
mediterráneos, Rodas pide ayuda a Roma y ésta
responde con una escuadra de sus nuevas y rápidas
quinquerremes. Unidos a la armada de Rodas
superaron a los macedonios y los obligaron a pedir
la paz. Pero los romanos, poco a poco, sin métodos
bélicos, sino con astutas políticas comerciales,
intervinieron con mayor frecuente en el Este, hasta
que, ante nuevos intentos de Macedonia, la atacaron
directamente, derrotando a su rey Filipo V en una
batalla terrestre decisiva, en Cinocéfalos, debiendo
el macedonio entregar toda la Grecia a Roma y
retirarse a su viejo reino. No pasaría mucho tiempo
sin que Roma fuese tomando territorios del Imperio
Persa, en Asia Menor, y a Egipto -que se convertiría
en gran proveedor de alimentos-, lo cubrió con su
protección, manteniéndole, en teoría, independiente.
Los piratas navegaban y saqueaban por toda la
zona del Mediterráneo oriental y se fueron
extendiendo en sus recorridos hacia el Oeste para
atacar incluso a ciudades costeras italianas.
29
Exigían al mejor estilo gansteril, pagos por
protección, secuestraban a nobles, hombres y
mujeres, incluido uno de rancia familia, Julio César
y hasta llegaron a atacar una flota consular. Roma
respondió; la Asamblea comisionó a otro noble muy
conocido, Pompeyo, dándole la facultad de que
utilizase toda la fuerza necesaria, sin reparar en
gastos, para erradicar la piratería de todo el
Mediterráneo. Pompeyo inició una gran campaña;
dividió el mar por zonas, requisó barcos de todas las
provincias y naciones tributarias y las organizó en
flotas autónomas, a las órdenes de los líderes
marinos y militares más aptos, y ordenó un ataque
simultáneo sobre todas las bases piratas. El plan
funcionó; el Mediterráneo quedó libre de piratas.
De esa guerra contra los bandoleros del mar y, más
específicamente, contra los liburnios, habitantes de
los litorales e islas costaneras de los actuales países
de Croacia y Albania, que habían hecho de la
piratería su medio de vida y que desarrollaron un
tipo de nave muy ligera, de un sólo orden de remos,
la marina romana obtuvo un tipo de nave que
potenció, convirtiéndola en birreme y que llamaría,
por su procedencia, ―Liburnia‖.
Con sus 50 remeros y una eslora de 20 metros,
desplazaba unas 15 toneladas y su velocidad era
similar a la de una ―trirreme‖ (6 nudos en crucero y
punta, algo más de 7). Se encontraba equipada con
espolón y su construcción era del tipo ―catafracta‖
(protegido-blindado). Su misión era de servir como
nave exploradora de la flota y mensajera.
Posteriormente, ejercería funciones de vigilancia
marítima, lucha contra el contrabando de
mercancías, personas y otros hechos delictivos,
cumpliendo también con labores de salvaguarda y,
siempre pendiente de abortar cualquier conato de
piratería.
Homologándola, en la actualidad, la nave
cumplía funciones de patrullero guardacostas y así
podemos decir, que por el tipo de nave, sus
funciones y la organización bajo la que operaban, la
marina militar romana había implantado por primera
vez lo que conocemos, hoy en día, como un
Comando Guardacostas. Pompeyo, que más tarde se
enfrentaría a Julio César -en lucha por el poder,
siendo vencido por éste-, después de eliminar la
piratería, siguió prestando buenos servicios a la
República, desenvolviéndose en el medio marino.
Obtuvo el encargo, no se lo asignaron, sino que
pidió y consiguió la responsabilidad de reorganizar
y garantizar el abastecimiento de trigo,
principalmente, y otras mercancías alimenticias a la
capital, por un período de cinco años. Aunque este
encargo pareciera una función burocrática, de poca
categoría para tan gran hombre, tenía en Roma una
importancia política de primer orden a la hora de
asegurarse el apoyo popular para futuras empresas.
Pompeyo desempeñó el cargo con gran
competencia y dedicación, llegando a dirigir
personalmente flotas que se encargaban de
transportar el trigo. En una ocasión, con las naves
llenas de trigo, y a punto de zarpar de regreso a
Roma, se levantó un fuerte viento y los pilotos
desaconsejaron la partida. Pompeyo dió la orden de
levar anclas y lo argumentó así: ―Navigare necesse
est, non vivere‖ (Navegar si es necesario, vivir no).
El “lago romano”
La República dió paso al Imperio con la victoria
de Octavio y éste se convirtió en César Augusto,
primer emperador de Roma. Tras la batalla naval de
Actium (31 a.C.), Roma alcanzó la hegemonía. Esta
batalla se debe considerar la segunda batalla naval
30
más importante hasta ese momento, después de
Salamina, porque en ella se dio también la
circunstancia de que fuera decisiva en ese
antagonismo entre el Oriente y el Occidente,
quedando nuevamente vencedor el Occidente,
representado en Octavio, sobrino de Julio César y,
liderizando la unión de fuerzas orientales la célebre
pareja de Marco Antonio, general favorito de César
y Cleopatra, la atractiva e inteligente reina de
Egipto.
En tiempo de César Augusto, la Armada estaba
organizada tan eficazmente que sus sucesores,
prácticamente, no necesitaron cambiarla durante dos
siglos. El emperador, al igual que Pompeyo en su
lucha contra la piratería, dividió el mar en sectores,
incluyendo ya la zona atlántica que bañaba las
costas de España, Francia e Inglaterra, y aseguró
escuadras para patrullar en cada una de ellas. La
base naval de Mesina, en Sicilia, se convirtió en el
centro de las operaciones navales del Imperio y
aunque las escuadras estaban compuestas, en su
mayoría de naves ligeras, liburnias y auxiliares, la
flota con base en Mesina, la componían los ―pesos
pesados‖, Trirremes y Quinquerremes.
Estos barcos de guerra contaban con torres de
combate en proa y cámara para el comandante, en
popa; puente levadizo para el abordaje (el corvus),
un tipo ligero de catapulta y una máquina lanzadora
de pesadas flechas y dardos incendiarios.
Se mantenía el espolón, pero sobre él, sobresalía
desde la estructura de proa un ariete, de un largo
más o menos equivalente a la mitad del largo del
espolón. El ariete, actuando de freno, evitaba que el
espolón se hundiera demasiado en la nave enemiga,
facilitando la posibilidad de maniobrar para
despegarse del contrario, a voluntad; ya que, hasta
esa innovación romana, muchas naves atacantes se
habían hundido, arrastradas al fondo, por el
anegamiento de la nave adversaria.
Los romanos llevarían a su más alta cota la
aplicación en la guerra marítima, de su experiencia
y conocimiento en el combate terrestre.
La Thalassocracia alcanzada, el dominio del mar
era tal, que a esta flota se la mantenía con
dotaciones mínimas, sólo necesarias para su
conservación y vigilancia, pues no se vislumbraba
enemigo alguno que pudiera alarmar al mundo
romano, atreviéndose a disputarle el control sobre
sus aguas.
El mar Mediterráneo, circundado por riberas que
pertenecían a territorios en poder de Roma, pasó a
ser un ―lago romano‖, al cual los ciudadanos
llamaron ―Mare Nostrum‖ –nuestro mar-.
Los romanos con su magnífico sentido
administrativo y organizativo, establecieron ―rutas
marinas‖, perfectamente definidas, que enlazaban
con la red de vías terrestres, facilitando el rápido
desplazamiento de tropas, administradores,
31
recaudadores de impuestos y ciudadanos, en
general; más también, todavía más importante,
permitía a los comerciantes recorrer la totalidad del
Imperio y el mundo romano se convirtió en un gran
―mercado común‖ económico.
Para facilitar la navegación, tanto militar, como
comercial, editaron las primeras ―cartas náuticas‖
(mapas marinos), -los ―portulanos‖- que facilitaban,
con los detalles de los accidentes geográficos,
corrientes, régimen de vientos, etc; la ―derrota‖
entre puerto y puerto. Construyeron múltiples torres
en los cabos de las costas y entradas de los puertos,
que noche y día, todos los días, proyectaban las
llamas de sus hogueras y la luz de sus espejos,
dando mayor seguridad a la navegación.
Torres a las cuales se les dio el nombre de
―faros‖, por la inmensa y bella torre –considerada
como una de las ―maravillas de la antigüedad‖- que
con el mismo fin, se había erigido a la entrada de la
bahía de Alejandría, Egipto, situada en un pequeño
islote, llamado Pharos.
El mayor puerto construido por el
hombre en el mundo antiguo, fue el de
―Portus‖, por orden del emperador
Claudio, en zona pantanosa, a dos millas
al norte de la desembocadura del río
Tiber.
Protegido contra los vientos y
corrientes, tenía dos gigantescos
rompeolas, cada uno de 750 metros de
largo y 15 metros de ancho,
extendiéndose en el mar para cercar una
zona de casi 700.000 metros cuadrados.
En este puerto entraban barcos con
mercancía procedentes de todas partes
del mundo conocido, sus cargamentos se
traspasaban a barcazas que navegaban por un canal
hasta el Tiber y en él, recorrían 28 kilómetros río
arriba hasta los muelles de Roma.
Los barcos mercantes no habían cambiado gran
cosa en su diseño. Casco redondo, buena capacidad
de carga, con una manga que era una cuarta parte de
su eslora, gran vela cuadrada en un mástil situado en
el centro y una vela pequeña –rectangular-la
cebadera- pendiente del palo bauprés, en proa. Los
grandes barcos de grano almacenaban unas 1.200
toneladas de carga y median hasta 54 metros de
32
eslora. Para ciertos transportes muy especializados
se construyeron verdaderos gigantes. Con el objeto
de llevar un obelisco egipcio de 500 toneladas,
desde Alejandría a Roma, se ordenó la construcción
de un barco, cuyo palo mayor se dice que tenía más
de 6 metros de diámetro y su lastre consistía en 800
toneladas de lentejas, aunque no se conoce su eslora
exacta. Los cascos eran de color negro porque los
pintaban con brea (el color gris, al que estamos
acostumbrados, para confundirse con el horizonte
marino, lo usaban en sus naves los piratas).
Otros barcos mercantes, utilizados para cargas
perecederas ó para navegar en ciertas regiones
costeras donde se cruzaban vientos desde cualquier
dirección, estaban impulsados por remos y velas.
Más voluminosos que los de guerra, de líneas más
finas que los de vela, estos barcos podían avanzar
por sí solos, con la ayuda de sus remos, con el
viento en calma.
Los barcos de las flotas de guerra, así como la
marina mercante, estaban tripulados por los
tradicionales hombres de mar del Mediterráneo:
griegos, sirios, fenicios, egipcios, y de otras
antiguas naciones con tradición marinera, pues los
romanos nunca destacaron como navegantes y para
ellos, la Armada siempre mereció menos respeto
que el ejército.
El marinero romano tenía tan arraigada su
condición de soldado, que él mismo se llamaba
―miles‖; la palabra romana para marinero –―nauta‖-
no se utilizaba en la Armada.
El Mediterráneo era el centro del mundo
romano, su ―lago‖ propio, pero las redes
comerciales se extendían mucho más allá. Eran dos
las grandes rutas que traían a Roma desde Arabia,
Persia, India, Ceilán, China, el incienso árabe –
usado en todos los altares del mundo romano- la
seda de China, ocho años de viaje, ¡y más de 8.000
kms llenos de peligros!.
El hombre viajó de China a Europa solo para
mercadear ¡seda!. La primera de estas caravanas que
realizó tan singular itinerario, conocido como la
Ruta de la Seda, partió de Changan, la antigua
capital de China, en el año 114 a.C.
Los comerciantes partían de China pasando por
el norte de Afganistán, Irán e Irak hasta llegar a
Turquía o la costa mediterránea de Siria.
Las largas distancias y la multitud de aranceles,
más los peligros de asaltantes, ponían su precio por
las nubes.
Complejo recorrido el terrestre, lleno de peligros
de toda índole y sometido a las amenazas de los
belicosos Partos, que gobernaban en Persia, y a sus
frecuentes guerras con Roma.
El otro recorrido era marítimo; tenía su origen en
el sudeste Asiático, la India y a través del Océano
Índico, subiendo por el mar Rojo, pasaba por tierra
hasta el Nilo y bajaba por el río hasta el
Mediterráneo.
La ruta también tenía sus peligros, además de los
provenientes de la naturaleza, y eran los piratas con
base en las costas de Arabia.
Por ella, venían las perlas y los perfumes para las
damas romanas, los animales exóticos para los
anfiteatros, la pimienta y junto a ello, el jengibre, el
clavo, la canela, productos primordiales para
aderezar los alimentos; un lujo, pero sobre todo, una
necesidad, pues las especias no eran solo un
condimento de los alimentos, sino más bien un
―conservante‖ de éstos, sirviendo para aniquilar las
bacterias y evitando la descomposición, algo
esencial en una época en la que no existía la
refrigeración artificial.
En esta ruta se iba bordeando la costa árabe,
desde el mar Rojo al Golfo Pérsico, seguían hasta
llegar a la desembocadura del río Indo, viraban al
sudeste y siempre bordeando, navegaban por la
costa india del Malabar, llegando, incluso, hasta la
gran isla de Ceylan.
Lo fue así, hasta que como mencionamos
anteriormente, al hablar de los griegos, Hippalo
comprendiera el comportamiento de los vientos
monzónicos que podían facilitar el cruce del Océano
Índico, en dirección a la India desde mayo a
septiembre, y el retorno hacia el mar Rojo, el resto
del año, pudiendo realizar en un plazo anual el viaje
a las costas del sur de la India y el regreso a Egipto:
unos 11.000 kilómetros.
33
El legado romano.
El imperialismo romano fue la consecuencia de
una práctica, de un tipo de actuación que finalizaba
en guerras de conquista, que sirvieron, primero, para
acallar o posponer las reivindicaciones de la plebe y
luego, para enriquecer a los nobles e impulsar sus
carreras políticas.
Más tarde, cuando los triunfos empezaron a ser
muy significativos, estas razones persistieron, pero
además, todo el pueblo sintió, casi en forma natural,
que era a ellos a quienes las correspondía ser los
portadores de ciertos valores, para implantarlos en
los demás pueblos -percepción, muy común, en los
Imperios-.
En la relación con otros pueblos, los romanos
mostraron una peculiar forma de actuar, resumido
en este concepto: quienes no son nuestros aliados,
son potencialmente nuestros enemigos, aunque no
lo hayan demostrado; así es mejor que tras preparar
el motivo de la guerra, ataquemos primero. Este
pensamiento va bastante más allá que la siguiente
frase, atribuida a Julio César; ―Si vis pacem, para
bellum‖ (si quieres la paz, prepárate para la guerra).
Lo interesante es que, aún orgullosos de sus
raíces y sus primitivos valores, eran conscientes de
que éstos eran híbridos, pero jamás se avergonzaron
de ello y tuvieron también como motivo de orgullo
lo que aprendían de los demás, porque si lo
copiaron, lo mejoraron, terminando siendo
superiores a sus propios maestros. Su política de
apertura hacía los pueblos sometidos era respetar,
por lo general, las formas propias de gobierno,
siempre que se aseguraran su sometimientos político
y el pago de los tributos.
En caso de encontrar fuerte resistencia, la
solución oscilaba entre la aniquilación del
adversario o su conversión en esclavo.
Siempre reconocieron lo que les debían a los
etruscos (técnicas arquitectónicas y escultóricas,
vestiduras e insignias regias, la moneda, artes
adivinatorias, el juego y los deportes y el ―dulce
placer de no hacer nada‖); a los griegos (mitos y
leyendas, el plan de cuadrícula de las ciudades con
su eje principal, la guerra de asedio, el pensamiento
filosófico, el gusto artístico, etc); de los samnitas
(escudos alargados, venablos, importancia de la
caballería), de los cartagineses (técnicas agrícolas,
el arte de la guerra en el mar), y del mundo
oriental: Siria, Persia, Egipto, el ceremonial, pompa
y lujo cortesano… y por supuesto, pragmáticos
como eran, nunca les importaron las creencias de
otros pueblos y con su sentido de absorción, muchos
de los dioses ―vencidos‖ fueron incorporados al
panteón romano.
El Estado romano, encontraba en el culto oficial
a los grandes dioses, el espectáculo, la pompa, y la
identificación imperial. Las principales religiones
foráneas tuvieron sus templos y fieles en la
metrópolis y se les rindieron tributo en el vasto
Imperio, hasta que apareció una que acabó con las
demás: el cristianismo.
El legado de Roma permanece en muchas partes
de lo que fue su mundo y en mundos nuevos. En la
arquitectura, las obras públicas, las vías de
comunicación, el idioma, en los títulos (Kaiser-Zar
= César), en las leyes (el Derecho Romano se
impuso, en buena medida en el Código Napoleónico
y en la Declaración de Independencia de los Estados
Unidos), y aún hoy en día, usamos palabras que
evocan la participación ciudadana en la política,
como ―sufragio‖, originalmente el voto por
aclamación o ―plebiscito‖, que proviene de las
resoluciones adoptadas –plebiscita‖ , por la
asamblea de la plebe, el ―Concilium Plebis‖.
34
Surgimiento de nuevos pueblos
Ya hemos visto que mucho antes de que los
romanos se convirtiesen en Imperio, masas de
pueblos, obligados por cambios climáticos,
superpoblación o simplemente, el ansia de
conseguir nuevas y buenas tierras, se desplazaban
más allá de las fronteras de sus vecinos.
Comentamos lo sucedido en Asia y en el
Mediterráneo oriental; pasaría lo mismo, en
diferentes épocas, con diferentes oleadas
migratorias y casi nunca sucedió en forma pacífica.
Los romanos sufrieron varias invasiones y en la
época en que la República romana se esforzaba por
adquirir una personalidad propia, las tribus de los
galos que habitaban al otro lado de los Alpes,
penetraron en la península itálica y saquearon
Roma. No sería la última vez en que Roma se vio
amenazada por las tribus del Norte. Treinta años
después de salir vencedora contra Cartago, habiendo
destruido a la gran rival, se vieron en serio peligro
ante una belicosa muchedumbre, cifrada en un
millón de ―cimbrios y teutones‖, que destruían todo
a su paso, hasta que, finalmente se les pudo detener.
Mientras extendían su influencia por las riberas del
Mediterráneo, y más allá, los romanos, estuvieron
siempre pendientes, traumatizados y sugestionados
por el latente peligro que representaban esos
―bárbaros‖, término proveniente de la palabra
griega ―barbaroi‖ que calificaba a cualquier pueblo
de lengua y civilización no griegas; en la época
romana la palabra definía a los pueblos semi-
civilizados que habitaban en las fronteras del
Imperio.
A finales del siglo I de la Era Cristiana,
construyeron una línea defensiva a lo largo de los
ríos Rín y Danubio –el ―limes‖ –límite‖-, que
contuvo, con la ayuda de las permanentes
guarniciones de legionarios, la invasión durante cien
años. Sin embargo, los temidos bárbaros superaron
35
la frontera; nuevamente fueron contenidos,
apelando, no sólo a la fuerza militar, sino a través de
la captación, al concederles el estatus de federados
del Imperio. Cuando ya el dominio de Roma se
agrietaba y se hacía difícil su control por una
autoridad única, se decidió en el año 395 dividir el
Imperio en dos mitades; la occidental seguía con la
capitalidad en Roma y la parte oriental, con capital
en Constantinopla, nuevo nombre dado en honor al
emperador Constantino, de la antigua Bizancio.
En el año 476, un jefe de los hérulos, pueblo de
origen germano y hasta ese momento, mercenarios a
sueldo de los romanos, depone al emperador
Rómulo Augusto y el Imperio romano de Occidente
llega a su fin. ¡Qué ironía! El depuesto, que
representaba el fin de Roma, tenía un nombre
compuesto: Rómulo, uno de los dos hermanos
fundadores de la ciudad y Augusto el título
honorífico concedido a Octavio, sobrino de Julio
César, primero y gran Emperador.
36
BIZANCIO
ientras el Imperio, con capital en Roma,
desaparecía, el romano de Oriente, con
capital en Constantinopla, mantuvo firmes sus
líneas defensivas en el río Danubio, evitando
invasiones de pueblos de origen germano y aunque
sufrió el ataque de los ―hunos‖ de Atila, pudo
mantener su integridad territorial, asistiendo
impotente al derrumbe del occidental. Intentó ser
una continuación del romano, con sus tradiciones,
símbolos e instituciones. Su lengua, el latín, fue
siendo desplazada por el griego, que adquirió rango
de lengua oficial. A pesar del lenguaje griego, ellos
se consideraban romanos y el Imperio en que vivían
era el Imperio Romano y sus emperadores
consideraban como propios los territorios del
extinguido Imperio occidental.
Así, Justiniano, su más grande emperador
emprendió la reconquista del Sur de la Península
Ibérica y de toda Italia, incluida por supuesto, la
ciudad de Roma.
En ese tiempo, su flota de guerra pudo mantener
el antiguo poder marítimo del nombre romano, ya
que en todo el Mediterráneo no había quien pudiese
ofrecerle una seria resistencia, puesto que todo
Europa y el norte de África estaban desmembradas
entre los diferentes pueblos ―bárbaros‖, de los
cuales, algunos aposentados en determinadas zonas,
empezaban a constituirse en Reinos.
Ahora, los barcos bizantinos, y les daremos tal
gentilicio, tomado del que tuvo anteriormente
Constantinopla -a pesar, como dijimos de que ellos
lo desconocían-, eran de dos ordenes de remos y los
llamaban ―dromons‖ siendo la mayoría de sus
tripulaciones de origen griego.
M
CAPÍTULO II. (El Oriente Próximo y Extremo)
37
Este Imperio, que duró 1.000 años, después de
Justiniano perdería las conquistas que él obtuvo y en
los 800 años siguientes se encontraría, en general, a
la defensiva, siendo desposeído de sus territorios,
hasta terminar en 1453 defendiendo su último
bastión, Constantinopla.
Esta ciudad, fundada por el griego Bizas –mil
años antes de que el emperador romano Constantino
decidiese que su nueva capital, ―Nueva Roma‖,
fuese esa ciudad cristiana situada en Oriente-, estaba
situada en una posición geográfica y estratégica,
inmejorable. A la entrada del Bósforo, estrecho
canal entre Europa y Asia, que discurre unos 27
kilómetros entre verdosas colinas, hasta encontrarse
con el mar Negro, se encontraba la ciudad en un
hermoso lugar, con buenas defensas naturales y
grandes ventajas comerciales, dominando la ruta
marítima de norte a sur de Rusia al Mediterráneo y a
lo largo de esa ruta, a través del mar Negro y
Bósforo las naves llevaban, trigo y pieles, caviar y
sal, miel y oro… y esclavos. Del sur, de Anatolia, y
Egipto llegaban los grandes cargamentos de víveres
para alimentar a la creciente población, y a través de
Constantinopla se transportaba marfil, ámbar,
38
porcelana, piedras preciosas, sedas y especias del
África y Asia.
En su larguísima agonía, los ―romanos‖ de
Oriente mantuvieron guerra contra los hunos, godos
y ávaros, persas, rusos, búlgaros, árabes y turcos. En
determinado episodio se pidió ayuda a Venecia y al
Papa -aún cuando existía un ―cisma‖- herida abierta
entre los cristianos obedientes al Papa y la disidente
iglesia ortodoxa.
De esa petición, resultaría la puesta en marcha de
las llamadas Cruzadas. Desde el comienzo del
Cristianismo, los Santos Lugares de Jerusalén
habían sido objeto de peregrinación para los fieles
devotos, no siendo afectados por la conquista árabe,
pues los árabes se mostraron tolerantes con esa
costumbre.
Jerusalén se encontraba bajo el dominio de una
dinastía, de origen turco, islamizada, que
amenazaba al Imperio Bizantino. Si en un primer
momento los ―cruzados‖ beneficiaron al Imperio,
ayudando a contener los ataques de los turcos,
rescatando Jerusalén y fundando un pequeño reino
cristiano en dicha ciudad; a largo plazo ayudaron a
su decadencia. Las ciudades marítimas y
mercantiles italianas recibieron especiales
privilegios comerciales en territorio bizantino; en la
propia Constantinopla, todo un barrio de la ciudad
estaba habitado por genoveses y sus tiendas y
oficinas comerciales tomaron el control de gran
parte del comercio y riqueza del Imperio, sin contar,
que como ―propina‖, los cruzados de la IV cruzada
y, sobre todo los venecianos, que los transportaron
en sus barcos, aprovecharon luchas intestinas para
asaltar, saquear y apoderarse de Constantinopla,
fundando después un nuevo Estado, el Imperio
Latino. Casi medio siglo les costó a los bizantinos
recuperar su capital.
Al cabo de 1.000 años, los principales factores
que precipitaron la caída del Imperio fueron las
continuas luchas por el poder; la competencia
comercial de Occidente, como ya dijimos, y los
crecientes conflictos entre la iglesia oriental y la
romana occidental. A todo esto hay que agregar que
en los últimos tiempos, sus grandes adversarios
fueron los turcos de las tribus selyúcidas y más
tarde, los todavía más fanatizados en la fé islámica,
los turcos otomanos, quienes sitiaron a la que había
sido una gran metrópoli de cientos de miles de
habitantes; en aquel momento de menos de 100.000,
llenos de desidia y fatalistas de su destino, sin
voluntad y fuerza para defenderse, fiados en las
potentes fortificaciones que rodeaban la urbe y las
tropas mercenarias que valientemente resistieron y
murieron ante el ataque turco, que inevitablemente,
penetró y tomó la ciudad, para hacerla su capital,
con el nombre de Estambul.
Un arma secreta
Aunque parezca exagerado y algo fabulístico, el
fin del Imperio Bizantino fue retardado durante
mucho tiempo, por el invento y puesta en práctica
de un arma secreta: el ―fuego griego‖. Este nombre,
―feu gregéois‖ le fue dado por los cruzados, muchos
de ellos, de origen francés, durante su saqueo a
Constantinopla en la IV Cruzada, y se refiere a una
mezcla especial de sustancias que lo hacían
inflamable; ofrecida la fórmula al emperador por un
griego llamado Calónico, Bizancio mantuvo tal
fórmula como un secreto de Estado, conocido sólo
por el Emperador y Calónico. Luego se mantuvo el
secreto con cada nuevo emperador y un
descendiente del griego, sin que jamás fuera escrita.
Se cree que sus principales ingredientes eran nafta,
azufre y salitre, líquido o pastoso; no se apagaba en
contacto con el agua, al contrario, se avivaba y
podía ser propulsado a distancia media a través de
unos tubos metálicos, lanzando la mezcla por un
tipo de bomba impulsadora o sifón, en una especie
de ―lanzallamas‖; también se proyectaba,
impregnando bolas de paños, lanzadas desde
catapultas. La sustancia se adhería a los objetos y
cuerpos y sólo podía ser apagada con arena y,
quizás con vinagre y orina.
Utilizada en el medio marino y en tierra, su
transporte terrestre implicaba un peligro, pues era
algo inestable y se prestaba a explotar con mayor
facilidad en el traslado terrestre y eso hizo que fuera
39
usada, casi exclusivamente en las naves de guerra,
los ―dromons‖, que la lanzaban desde torres de
madera, en sus proas, desde donde se proyectaban
tres tubos ―lanzallamas‖, y a la vez, por las
catapultas, en cubierta.
Una y otra vez, batallas, y asaltos navales a la
capital se convirtieron en derrotas para las marinas
atacantes.
En los tres ataques más importantes -la fuerza y
cantidad de las flotas adversarias, rusa, en una
ocasión y árabe en dos-, las naves bizantinas,
fondeadas por popa al pie de las murallas,
inflamaron y hundieron los barcos enemigos, que
una vez que empezaban a incendiarse no tenían
como apagarlos, pues el agua avivaba el efecto de la
mezcla y, por supuesto, ¡no podían llevar la
suficiente arena, vinagre y orina para contrarrestar
las continuas llegadas de más líquido o estopas
impregnadas!.
El Imperio Bizantino fue una gran unidad
cultural, en un tiempo en que Europa, dividida en
numerosos feudos e incipientes reinos, había
llegado al mínimo en su actividad intelectual.
Bizancio mantuvo el legado de las culturas
helenísticas y romanas, agregando en una simbiosis
magnífica, el arte y las culturas orientales y
conservando la gran literatura secular de la
antigüedad. Está síntesis de culturas, dominada por
el cristianismo, fue transmitida a los pueblos más
incultos, como los eslavos, balcánicos y rusos,
haciendo de ellos, naciones civilizadas. La
influencia del Imperio Bizantino fue universal en el
campo cultural, más no así en el medio marítimo,
pues sólo por poco tiempo, en proporción con su
larguísima existencia, pudieron ejercer un
consistente poder mercante, un potente poder militar
naval y sus intereses y conquistas, se hallaron más
allá de sus aguas, a través del Mediterráneo.
40
EL ISLÁM
uando hablamos del Imperio Bizantino,
dijimos que en dos ocasiones
Constantinopla fue atacada por flotas árabes,
asomando, creo que por primera vez en esta
narración, el nombre de ese pueblo, que casi
desconocido hasta el siglo VII se unifico bajo el
impulso de una religión, el Islam.
En su territorio, la Península arábiga, de unos
tres millones de kilómetros cuadrados, contando con
estepas y desiertos rodeados por montes, con un
clima árido y terriblemente caluroso, acogía a tribus
nómadas de beduinos, dedicadas a la cría de ganado,
adorando a las fuerzas de la naturaleza.
En el sur, con eficaces sistemas de irrigación,
tenían agricultura floreciente y sus habitantes
adoraban a muchos dioses. Norte y Sur mantenían
fuertes rivalidades y lo mismo entre ellos, por la
fuerte estratificación entre las tribus, clanes y
familias.
La prodigiosa evolución que transforma a esos
divididos grupos en solo un pueblo, se debe a la fe
en un único Dios, Alá, y en Mahoma, su profeta.
En 20 años, Mahoma impone el dominio del
Islam en toda la península árabe. Bajo sus cuatro
primeros herederos, época en que el califato es aún
electivo, se conquista el Imperio Persa; Bizancio
pierde en el norte de África, Tripolitania y Egipto y
en Medio Oriente, Palestina y Siria.
Durante su califato, Alí yerno del profeta es
asesinado y se desemboca en guerra abierta entre los
pretendientes a sucederle.
Se desencadena la ruptura, no sólo por razones
sucesoriales, sino por los contrastes en materia de
doctrina.
La mayoría, ―Sunníes‖ son los ortodoxos; los
partidarios de Alí son los ―Chiies‖ y los
―Jariyíes‖… que no aceptan ni a unos, ni a otros.
Después del asesinato de Alí, se inicia la dinastía
de los ―omeyas‖, constituyéndose el califato en un
régimen hereditario, que tiene su capital en
Damasco. La expansión territorial prosigue y a
mediados del siglo VIII el Imperio Árabe se
extiende desde las orillas del Atlántico hasta el Indo
y zonas del Asia Central.
C
41
Se afirma la dinastía de los ―abasidas‖, al vencer,
mediante una rebelión y el asesinato de la familia
omeya reinante. Los abasidas eran descendientes de
Abbás, tío paterno de Mahoma, que no habían
reaccionado cuando los omeyas arrebataron el poder
a su pariente, Alí, pero mantuvieron contactos con
los ―chiitas‖, descendientes y seguidores de Alí.
El desplazamiento del centro del poder, de Siria
a Irak, significaba el fin de un califato gobernado
exclusivamente por árabes, a favor de un Imperio
multiétnico en el que la religión islámica sería el
factor de cohesión. De hecho, se inclinaron por las
cuestiones religiosas y la defensa de la ortodoxia –
que no había sido motivo primordial para los
omeyas-, dando entrada a un gran número de
conversos persas (en el actual Irán). En el año 762
se construyó una nueva capital, Bagdad.
Empieza una época de esplendor cultural y
progreso económico -a esta dinastía pertenece
Harún al-Rachid, el príncipe de ―las mil y una
noches‖. Pero también, sus inestabilidades internas
provocan la debilidad del Imperio y la
desintegración política –y religiosa- del mundo
islámico, y entre el siglo IX y X, la afirmación de
dominios locales autónomos. Nace el califato de
Córdoba, en España, bajo la dinastía de los omeyas
supervivientes, que crean una civilización refinada y
tolerante y otros califatos en Marruecos, Sicilia,
Malta y el de los ―fatimitas‖ en el África
septentrional (Egipto). La crisis del Califato en
Bagdad se agudiza después del año 1000, cuando
tribus nómadas convertidas al Islam, de origen
centro-asiático, los turcos selyúcidas, se apoderan
de Bagdad, y éstos, que eran sunnitas, tomarán el
poder con el título de sultanes, pero en medio siglo
se volverán a fragmentar.
La evolución socio-política y la influencia del
elemento turco islámizado y su progresiva toma del
42
poder frente al elemento árabe que siempre lo había
ejercido, modificó la estructura social y política del
Imperio abasí. Al desintegrarse el dominio turco-
selyúcida, le sucedió la dinastía ―ayyubí‖, fundada
por el célebre Saladino, modelo de gobernante culto
y caballeroso, nacido en Irak, (Tikrit), que enfrentó
a la III Cruzada. En 1258, los ejércitos mongoles
conquistan Bagdad, matan al último califa y
reconquistan Jerusalén.
Los mongoles serán contenidos en su avance en
Asia Menor por los turcos, quienes serán en poco
tiempo dueños de la mayor parte de lo que había
sido el Imperio árabe, en el momento de su máxima
expansión. El Imperio más rápidamente constituido
a impulsos de la Fe y que más rápidamente se
fraccionó, por sus luchas internas y, sobre todo, por
diferencias en la interpretación de la doctrina
religiosa.
Mientras duró y aún dividido en diferentes
califatos, sus principales ciudades, como Bagdad,
Damasco, Alejandría y Córdoba, eran, además de
centro de una intensa y fecunda vida social, puntos
claves del comercio entre Oriente y Occidente. Se
acuñaron monedas fuertes –como el ―dinar‖ de oro
y el ―dirham‖ de plata y se fomentaron técnicas
comerciales como las sociedades mercantiles; se
introdujeron en otros mercados su importante
artesanía, sus telas finas (damasquinados),
filigranas en orfebrería, la forja de armas (espadas
de Toledo) y los trabajos en cuero. Pueblo, en su
origen, ―hambriento‖ de agua, supo apreciarla,
conservarla, canalizarla y tratarla para desarrollar
una agricultura y horticulturas intensas, con
sistemas de regadíos eficaces y originales. En sus
fuentes, jardines y en sus baños, la supieron
disfrutar para solaz del cuerpo y el espíritu.
Sus escritores, filósofos, científicos, médicos y
artistas asimilaron la cultura de los distintos pueblos
sometidos, en una perfecta síntesis de elementos
orientales y bizantinos y la aportaron su propia
mentalidad, impregnada por su tolerante religión, y
su lengua, enriquecida con muchos términos
científicos fue un maravilloso instrumento literario
y artístico a la que se tradujeron las más importantes
obras de la Antigüedad clásica, recogiendo y
unificando su legado.
La náutica árabe
¿Y qué podemos decir, en referencia a la
náutica? En principio, el aporte de sus grandes
geógrafos, muchos de los cuales eran también
cartógrafos, astrónomos y viajeros, como Ibn
Haugal, Al Masudi, Al Fargani (escribe un tratado
sobre el astrolabio), Ibn Khaldun, El Idrissi
(―Geografía Universal‖ y mapas célebres), junto a
otros muchos y al más grande de los viajeros del
mundo musulmán y medieval, Ibn Battuta.
Los árabes fueron buenos marinos y navegaron,
no sólo en el Mediterráneo, sino también en el
Océano Índico –costas del África oriental (el
―Cuerno de Oro‖), Mar Rojo, Golfo Pérsico, costas
occidentales y orientales de la India, las aguas del
Sureste asiático, y en el Océano Pacífico, Indonesia
y las Filipinas. Esa tremenda expansión marítima
exploradora y mercantil, sirvió como vehículo
portador de su cultura y de la religión islámica a los
pueblos del Oriente. En las costas de Malabar, al
Suroeste de la India, observaron el uso de una vela
de tipo triangular que usaban los pescadores de la
zona. Los hindúes y luego los árabes, se dieron
43
cuenta que la vela triangular permitía a un barco
avanzar con vientos contrarios, con un ángulo de
hasta 45º y hacerlo en forma más directa, a través de
un recorrido en zigzag. La incorporaron a sus naves,
la aprendieron a usar muy eficazmente y la
introdujeron en aguas del Mediterráneo, donde su
uso tomó mucho auge, pasando a llamarse también
―vela de cuchillo‖ y sobre todo, ―vela latina‖.
Parece posible que los marineros árabes durante
el siglo IX, en el Océano Índico, pueden haber
usado un simple palo de madera o tabla (kamal)
para medir la altura de la Estrella Polar. Como está
relacionada con la latitud del observador, era
posible usar un tipo de navegación latitudinal, que
simplificaba mucho el problema. Posteriormente, en
el siglo XII usaron y transmitieron el conocimiento
de la brújula, inventada por los chinos, en el
Mediterráneo. Se dice que inventaron el astrolabio,
que permitía medir las alturas y movimientos de los
astros y diseñaron y navegaron diversos tipos de
naves, algunas de las cuales, todavía se usan en el
Mar Rojo y otras, como el ―carabo‖ dieron origen a
las carabelas.
Tuvieron, por tanto, una gran influencia
marítima y un puesto de honor en la historia naval.
Y todas las Armadas del mundo dan el nombre de
―Almirante‖ al máximo grado de sus Oficiales
Superiores, proveniente dicho vocablo del árabe,
significando ―Emir del mar‖, (jefe militar marino).
Su Imperio y los califatos en que se dividió
prontamente, nunca obtuvieron un poder
naval militar significativo en el tiempo, con intentos
fracasados ante los bizantinos y también les faltó
una política de Estado consecuente con la puesta en
acción de una adecuada marina comercial. Debido a
estas carencias nunca ejercieron un poder marítimo
consistente. Como colofón de sus aportes
marítimos, fueron transmisores de los
conocimientos náuticos de los chinos: barcos de
varios mástiles, el timón central, los
compartimentos estancos, la pólvora y la brújula.
.
44
LA ANTIGÜEDAD DE ASIA
India y Sudeste Asiático
n el segundo milenio antes de Cristo, una
adelantada civilización situada en el valle
del río Indo, aprovechando importantes vías
fluviales y marítimas mantuvo activas relaciones
con Mesopotamia.
Tiempo después, la inmensa península sería
invadida por continuas oleadas de pueblos de origen
ario que sometieron a las etnias originales.
Se instaló un régimen político y religioso
brahmánico, apoyado en el sistema de castas –un
orden social basado en la segregación de la
población en grupos raciales-.
En tiempos del persa Darío I, grandes regiones
del territorio a ambos lados del Indo formaron una
―Satrapía‖ del Imperio Persa, diversificando aún
más el complejo entramado étnico, político, cultural
y religioso de la India.
Al invadir Alejandro el Imperio Persa, acometió
también la conquista de esa satrapía y se adentró en
terrenos que iban más allá.
Al desaparecer Alejandro, algunas de esas
conquistas se convirtieron en enclaves griegos,
siendo más adelante expulsados sus habitantes,
aunque en esas zonas la influencia cultural persistió
hasta épocas recientes.
Desde el siglo II al VI, los hindúes se
expandieron masivamente por la mayor parte de los
territorios del sudeste asiático, Birmania, Laos,
Tailandia, Camboya, Vietnam, Malasia, Sumatra y
Java, donde habitaban numerosas étnias indígenas
que también se habrían visto muy influenciadas por
las culturas del sur de China y de otras, llegadas
desde las islas del Pacífico.
Sin entrar en mayores detalles, diremos que en
India, dividida en múltiples reinos, irán penetrando
los musulmanes (desde el año 711). Afianzado ya el
Islam, se funda un Sultanato con sede en la ciudad
de Delhi.
Extremo Oriente
De la inmensa China y sus culturas milenarias, la
primera surgió al inicio de la Edad de Bronce y dio
lugar a la dinastía Shang en el año 1523 a.C.
Durante siglos, China vivió encerrada en sí misma,
desinteresándose por lo que sucedía más allá de sus
fronteras. Navegación en sus grandes vías fluviales,
pero casi nula la que permitiera la comunicación
con otros pueblos separados por el mar. Será bajo
un emperador de la dinastía Han, hacia el año 140
a.C., que al fomentar el comercio, establecerá las
rutas terrestres y marítimas.
A la dinastía ―Tsin‖ –a la que se debe el nombre
de China- la sucederán la ―Sui‖, la ―Tang‖, cada una
de ellas, imperando por mucho tiempo, y la ―Song‖
que por dos siglos y medio permanecerá en el poder
hasta la invasión mongola.
Más, durante 14 siglos, hasta la llegada de la
dinastía mongol, nunca se plantearon el
comunicarse con el Occidente, tanto a nivel
comercial en forma directa –no a través de
mercaderes intermediarios- como militarmente,
mediante la conquista. Y sin embargo, los chinos,
adelantados en tantas cosas, sin obtener un poderío
marítimo, hay que reconocerles una gran influencia
marítima, pues a ellos les debemos: la brújula, el
barco con varios mástiles, los compartimentos
estancos en las embarcaciones, el timón central ó
timón de codaste (articulado sobre un eje vertical y
situado en el plano de simetría del casco) y la
pólvora. Por supuesto, cuando en el Mediterráneo
usaban piedras atadas al bote, como anclas, los
chinos empleaban ya anclas de madera de dos
brazos; aplicando en ellas el principio de las
llamadas ―anclas de cepo‖.
Japón iniciará un período de reformas a
imitación de la sociedad china y más tarde
proseguirá con un tiempo de transición hacia una
sociedad feudal.
En la península coreana se había ido
conformando un pueblo cuyos orígenes provenían
de Manchuria y del Norte de China.
E
45
Para el año 658 el rey Silla logra unificar a toda
la península bajo su mandato y consolida su poder
venciendo, cinco años después, a una flota japonesa
que intentaba una invasión.
En ese enfrentamiento destacaron las naves
usadas por los coreanos, por supuesto, impulsadas
por remos, pero blindadas no sólo sus costados, sino
también sus cubiertas, formando algo similar al
caparazón de una tortuga, de tal modo, que fueron
llamadas ―naves tortugas‖.
Japón, luego de esos intentos imperialistas, cae
en período de inestabilidad y bastantes japoneses se
dedicarán a la piratería.
En Kampuchea (Camboya), el enigmático
Imperio Kmer alcanza su apogeo, y mientras
en Europa se produce la IVª Cruzada, el mongol
Gengis Khan inicia la expansión de su pueblo,
domina toda el Asia Central, penetra y conquista la
China, fundando el Imperio Mongol, que
conformaba la mayor masa terrestre continua de
toda la Historia.
Frente a los grandes archipiélagos asiáticos, al
otro lado del inmenso océano, a miles de millas
marinas, en una inmensa extensión de tierra, todo un
continente apartado y desconocido, se producían
movimientos de pueblos en su interior, se fundaban
nuevas ciudades y la civilización del pueblo Maya
entraba en decadencia.
El pueblo quechua instalaba su capital en
Cuzco e iniciaba sus conquistas sobre otros
pueblos, anteriormente asentados en aquellos
territorios.
46
EDAD MEDIA
lásicamente, la Edad Media se ha
comprendido desde el año 476, caída del
Imperio Romano de Occidente hasta la toma de
Constantinopla por los turcos en 1453, y todo ese
milenio se ha dividido en dos períodos: Alta y Baja
Edad Media.
Sin embargo, cada vez más, se opina que deben
ser tres, considerando que el primero, de cinco
siglos (V al X) –al que algunos llaman ―Edad
Bárbara‖ y otros lo consideran como una
continuación de la Edad Antigua-, ofrece
características marcadamente distintas,- sobre todo
en Europa - a los dos posteriores, ya que después de
la caída del Imperio Romano de Occidente se entró
en un período de confusión.
Su vasto territorio se fraccionó en muchos e
inestables reinos ―bárbaros‖, que excepto en
contados casos, perdieron todo signo de autoridad y
pervivieron apuntalados por una sociedad de más o
menos importantes líderes –nobles guerreros-, que
en teoría, más, no siempre en la práctica, rendían
vasallaje a su Rey.
Edad “Bárbara”
Las siguientes invasiones sufridas por Europa –
la musulmana en España, la de las tribus magiares
en el Este y las incursiones vikingas-,
desequilibraron gran parte de la cultura
sobreviviente y minaron fuertemente la economía.
Europa se encontraba en una especie de letargo.
El Papado quiso reavivar el ideal romano al crear
una entidad política a la que llamaron el ―Sacro
Imperio Romano‖, coronando como su Emperador
al Príncipe cristiano que mejor apoyo prestara al
propio Papado.
El primer elegido, en el año 800, fue
Carlomagno que unificó Francia, conquistó Italia, el
norte de España y territorios en la actual Alemania.
A su muerte, el Imperio aguantó mal que bien,
en forma casi nominal, y con una cierta influencia
en zonas Centro-Europeas.
Alta Edad Media
El período es de una duración de tres siglos (X al
XIII). Llegó el fin del milenio –el año 1000- y
Europa entera se arrodilló, rezando, ante la
inminencia, según se creía, del fin del mundo y… el
año pasó y el mundo siguió. El Imperio Musulmán
experimentó un crecimiento espectacular y la China,
India y parcialmente Bizancio, también se lanzaron
a desarrollar tipos de intercambio con sus vecinos.
Pero como no hay mal que cien años dure,
Europa inició una lenta recuperación que culminó
en un incipiente florecimiento. Pasó de la economía
rural a la urbana y se produjo un importante
incremento del número de habitantes; sin embargo,
al depender de técnicas agrarias muy primitivas,
llegó un momento en que empezó a haber más
población que alimentos, con épocas de hambrunas.
Pero poco a poco cobraron importancia los gremios
de artesanos y surgieron los cambistas, encargados
de garantizar que los cambios realizados entre las
monedas que circulaban por Europa fueran
correctos. Ellos y sus mesas de cambios fueron los
antecesores de los primeros bancos y empezaron a
surgir también las ferias comerciales.
Se producirá también el cisma religioso del
cristianismo, en el 1054, con la consiguiente
división, pero que no afectará en el plano político,
en forma tan drástica como ocurrió en el mundo
islámico. Europa inicia una expansión económica y
experimenta un notable aumento en su población.
Se producen las Cruzadas, de las cuales hablaremos
a continuación.
Las “Cruzadas”
Cuando los bizantinos se enfrentaron a los turcos
en Armenia siendo derrotados en forma aplastante,
entre los territorios que perdieron se encontraba la
ciudad de Jerusalén. De esta forma, las relaciones
ininterrumpidas de la Cristiandad con los tolerantes
musulmanes, quedaron completamente rotas por un
pueblo intransigente y hostíl –fanáticamente
islámico- que no permitía las peregrinaciones a los
C
CAPÍTULO III (Merodeadores y Mercaderes)
47
Santos Lugares del cristianismo. Prohibición que
fue la chispa que encendió el ánimo de la
Cristiandad e impulsó las ―Cruzadas‖; ocho
expediciones entre los siglos XI y XIII para
recuperar Tierra Santa.
La Iª y la IIª fueron dirigidas por nobles
guerreros, estuvieron imbuidas más bien por
sentimientos religiosos que otros factores de tipo
político y comercial. Se conquistó Jerusalén y
Palestina y se formaron unas Ordenes que si bien,
en principio, tenían una inspiración meramente
religiosa, fueron convirtiéndose en Ordenes
militares (mitad monjes-mitad soldados); los
Hospitalarios, los Templarios y por los caballeros
alemanes, los ―Caballeros Teutónicos‖.
La IIIª la dirigieron los reyes de Alemania
(Federico I, ―Barbarroja‖), Inglaterra (Ricardo I,
―Corazón de León‖) y Francia (Felipe II,
―Augusto‖), enfrentándose contra el célebre sultán
Saladino y entre ellos mismos, pues las rencillas se
iniciaron en poco tiempo, sin conseguir, en todo
caso algo relevante en su propósito inicial.
En la IVª, los motivos religiosos fueron
relegados a un segundo plano por los intereses
materiales (saqueo de Constantinopla, etc).
La Vª marchó contra Egipto y fracasó.
En la VIª, Federico II de Alemania, forzado a
emprenderla por un compromiso dado al
Papa, al llegar a Siria pactó con el sultán de
Egipto, pacto que implicaba la entrega a
los cristianos de Jerusalén, Belén y
Nazareth, a cambio de que los musulmanes
conservaran sus mezquitas y la plena
libertad para realizar sus cultos.
La Cristiandad de aquella época no
supo entender aquella tolerancia y
reaccionó escandalizada ¡Se convocó a otra
Cruzada!
Las dos últimas, la VIIª y VIIIª fueron
líderizadas por San Luís, Rey de Francia y
ambas resultaron un fracaso, entre otras
cosas, por la falta de apoyo de los otros
reinos europeos, en donde ya se había
marchitado el ―espíritu cruzado‖.
Marco Polo
Desde Europa, por tierra, viajeros
particulares, sin ayuda oficial, se internan en Asia,
siguiendo las milenarias rutas comerciales, para
establecer contacto directo con los pueblos del
Extremo Oriente. Ese es el caso que motivó a la
familia Polo, desde su salida de su natal Venecia y
quien culminará con el mayor de los éxitos ese
objetivo, será el joven e inteligente Marco, que
llegará a China en 1271, volviendo a Venecia 24
años más tarde. Cuando llega ante la corte de Kublai
Kahn, hijo de Gengis, iniciador de la dinastía
mongol en China, el joven no hablaba chino
(tampoco Kublai lo hablaba), pero conocía el
mongol, persa, turco y árabe. Su valía le hizo
merecedor de ser nombrado Inspector Imperial;
conoció en su labor diferentes lugares del vasto
Imperio y fue Gobernador de una región por tres
años. Observó mucho, con la mente abierta y supo
describirlo con precisión. Cuando llegó a la China,
48
ya allí se usaba papel moneda, hecho a base de
hojas de morera y estampado con el sello del Gran
Señor; así mismo, se usaba la imprenta –más
exactamente la técnica de la xilografía-. Regresó por
mar, con 41 años de edad, a su patria y todavía se
ofreció y luchó contra los genoveses, cayendo
prisionero de ellos, y estando en prisión dictó a un
compañero el ―Libro de las Maravillas del Mundo‖.
49
Estando todavía Marco Polo al servicio de
Kublai Khan y perteneciendo ya Corea al Imperio
Mongol, se prepararán desde sus costas, en dos
ocasiones (1274 – 1281) intentos de invasión al
Japón. En ambas oportunidades, las flotas chino-
coreanas, con cientos de barcos y miles de
guerreros, habiendo iniciado sus desembarcos en las
cabeceras de playas y en lucha contra los guerreros
―samurais‖ japoneses, son azotadas por terribles
tormentas –―tifones‖- con altas y encrespadas olas,
impulsadas por formidables rachas de viento,
destrozando las flotas y hundiéndolas con sus
tripulantes y guerreros a bordo, condenando al
fracaso la posibilidad de conquista del Japón.
Tales hechos quedarán como recuerdo
imborrable en la historia japonesa, atribuyendo la
victoria a la intervención de su diosa Amaterasu –
la diosa del Sol que lanzó contra los invasores al
―kamikaze‖ –el viento divino-. En el comercio
naval, surgieron las ―Repúblicas marineras‖ en el
Mediterráneo, y en las costas Atlánticas del Norte
europeo, una asociación, marítima: la ―Hansa‖.
Tanto las Repúblicas marineras como la Asociación
serán los motores del resurgir económico. De las
ciudades-Estado de la dividida Italia, la primera
ciudad portuaria que inicia la andadura comercial es
Amalfi; su decadencia se produce rápidamente ante
la entrada en escena de Pisa y Génova.
50
A partir de la mitad del siglo VIII y a
consecuencia del empuje musulmán, el dominio del
Mediterráneo sufre diversas alternativas y pasará de
manos sarracenas a cristianas, y viceversa, hasta que
surgen los nuevos Estados europeos.
Organizan en permanencia sus poderes
marítimos para explotar estrategias propias, en gran
parte favorecidos por la constante defensa del
ámbito que los emperadores de Constantinopla
intentan realizar.
Con la decadencia del ímpetu expansionista
musulmán, las nuevas ciudades-Estado italianas
(Génova, Padua, Pisa y Venecia) comienzan a
adueñarse del tráfico comercial con Oriente, para lo
cual precisan dominar el mar; y en virtud de ese
dominio, se podrán llevar a cabo las Cruzadas.
A partir del siglo XI, estas Repúblicas se
lanzaron a la reconquista de las bases comerciales
mediterráneas que se encontraban en manos
musulmanas.
Más adelante serán eclipsadas por la pujanza de
una de ellas, Venecia, que en competencia feroz –
incluida los conflictos bélicos-, surgió como una
nueva ―Thalassocracia‖; pero antes de hablar de la
―Hansa‖ y Venecia, lo haremos sobre unos pueblos
nacidos muy lejos del Mediterráneo, magníficos
navegantes, que terminarían absorbidos
culturalmente por el viejo ―lago romano‖.
51
LOS VIKINGOS
os pueblos que hoy conocemos como
vikingos tenían sus tierras de origen en tres
países que juntos forman la Escandinavia actual:
Noruega, Suecia y Dinamarca. Una gran parte de la
península está cubierta de suelos estériles, poco
adecuados para la agricultura. Hacia el año 790 se
data el inicio de las incursiones marítimas vikingas
en Europa Occidental, en forma súbita y destructiva,
mientras que otras tribus se internaban en los
grandes espacios de la Europa Oriental y, a su vez,
familias enteras se lanzarían a navegar en mares
difíciles y desconocidos.
Pero, ¿por qué abandonaban sus tierras estos
hombres del Norte? ¿Qué les impulsó a entrar al
escenario de la historia? Los estudiosos del tema no
han encontrado una respuesta contundente. Algunos
apuntan a que estaban condicionados por la pobreza
del suelo escandinavo, la crudeza del clima y el
escaso espacio cultivable; otros lo atribuyen a un
exceso de población. Las causas siguen siendo
oscuras y lo único cierto es que al empezar sus
correrías y migraciones no pretendían extender su
poderío ni crear un Imperio. Hay dos elementos
importantes que subyacen en sus acciones: el
espíritu de aventura y el viajero.
Los llamamos vikingos, pero este término sólo
se empezó a usar con la aparición de movimientos
nacionalistas escandinavos en el siglo XIX, y en esa
época se les empezó a representar llevando cascos
con cuernos, sin ninguna base histórica, pero que se
convertiría en un signo distintivo. Los escritores de
su época los conocían como nórdicos, escandinavos
y principalmente, como ―nord-man‖ (normandos),
―hombres del norte‖ y Europa se sintió tan aterrada
ante el furor guerrero de esos hombres, que se
rezaba esta jaculatoria: ―A furore normandorum
libera nos‖ (del furor de los normandos, libéranos).
La calificación del nombre ―vikingo‖ es poco clara.
Apenas se menciona en textos contemporáneos y
cuando se hace, se refiere a hombres que se habían
ido ―a-viking‖, es decir, que dejando el normando
su trabajo agrícola se había lanzado a la piratería;
―vik‖ significa bahía y algunos suponen que
―vikingo‖ sería ―asaltador de bahía‖.
Todo lo que se sabe de ellos procede de fuentes
antiguas e incompletas, pero la arqueología
moderna ha empezado, desde hace poco, a sacar a la
luz la historia fascinante de este pueblo. Por
desgracia, los vikingos no mantenían ni diarios de
navegación, ni crónicas de sus andanzas. Las únicas
narraciones son las transmitidas de generación en
generación, en forma oral, llamadas ―sagas‖ y que
finalmente se recogieron y escribieron hacia la
mitad del siglo XIV, cuando ya finalizaba la época
vikinga. Pero las sagas representan un buen
compendio informativo de su forma de vivir, cazar,
explorar, guerrear y comerciar.
Hacia el Sur
Si se toma el primer significado de la palabra
―pirata‖ – del griego Peiratées, ―que significa
emprendedor‖, es un término perfecto para referirse
a los vikingos. Sus ataques a las costas de la Europa
Occidental eran de robo y pillaje. Buscaban piedras
y metales preciosos, riquezas de poco volumen y
peso provenientes de poblados, iglesias,
monasterios y si era conveniente, castillos; objetos
fáciles de cargar en sus largas y estrechas naves.
En sus ataques eran sorpresivos, feroces y
decisivos, efectuando después del terrible golpe, una
rápida retirada que a veces se acompañaba con un
L
52
nuevo ataque en otra ensenada cercana, sin que los
pobladores de este último punto conocieran del
anterior asalto. Tan fulgurantes y efectivas eran sus
incursiones que nos recuerdan la táctica actual
―relámpago‖ de los grupos de operaciones
especiales y así, podríamos decir de los vikingos
que fueron los primeros ―comandos navales‖.
Su fama de ferocidad y crueldad era bastante
real, más ellos mismos la alentaban y los relatos de
sus ataques y sus consecuencias, los magnificaban y
los dejaban correr. Los cronistas empezaron a
escribir una lista interminable de matanzas y
terrores protagonizadas por los bárbaros vikingos.
Actos ciertos, corregidos, aumentados e inventados,
daban base para la leyenda.
Sus primeros ataques se dirigieron contra las
costas irlandesas y escocesas; al ir bajando, lo
hicieron en costas inglesas y francesas, donde,
aprovechando el poco calado de sus naves, que les
permitía navegar por los ríos, penetraron por el Sena
y asaltaron París.
Las incursiones se producían por una nave en
solitario –como un grupo de amigos que acuerdan
hacer una excursión-, por un grupo de naves o por
escuadras enteras. Así, se presentaban en cualquier
punto costero y a veces, pasado un tiempo, volvían
al mismo. Sus incursiones siguieron en las costas
gallegas, portuguesas y entrando al Mediterráneo,
atacaron Sevilla y las costas de ―Berbería‖ –norte de
África-. Según pasaba el tiempo, sus apetitos se
hicieron mayores; llegan a ocupar Irlanda; intentan,
siendo derrotados, apoderarse de Inglaterra, saquean
53
ciudades del interior de Francia situadas en las
riberas fluviales y llegando nuevamente a París,
sitian la ciudad con la idea de apoderarse y quedarse
con ella.
De muchos sitios se les paga fuertes tributos para
que se retiren, (incluido París); en otros, se logra
rechazarles por las armas y en ciertas zonas se
instalan decididamente, como en la ciudad de Ruan
y el Sena inferior, consiguiendo que el Rey de
Francia opte por entregarles esa extensa región, a
condición de que se conviertan, se vuelvan
sedentarios, y renuncien a la guerra.
La región donada se llamará desde entonces
―Normandía‖.
Más adelante en el tiempo, a los tres siglos de
sus primeras correrías, los vikingos son
―dominados‖ por la civilización del viejo mar
Mediterráneo, y como diríamos, ―sentando la
cabeza‖, deciden abandonar su nómada estilo de
vida y… conquistan Sicilia.
Aunque todas las naves vikingas eran
bastante iguales, extremos idénticos, construidas
con planchas superpuestas de madera de roble e
impulsadas a remo y una sola vela cuadra,
evolucionaron hasta una variedad de tamaños y
formas, diseñadas para enfrentarse a diferentes
objetivos y condiciones del mar.
Sus naves de guerra (que sin embargo permitían
una carga de hasta unas 15 toneladas), eran
llamadas ―Drakers‖ y ―Snakers‖ –en inglés: Draker
(dragón) y Snaker (serpiente)-, representadas las
cabezas de estos animales, magníficamente talladas,
en las proas de sus ―naves largas‖. Promediaban
unos 25 metros de largo por 6 de ancho y 1.5 de
profundidad, pudiendo embarcar 50-60 hombres,
comprendidos 30 remeros en 15 filas por banda. La
nave, sin cubierta, bastante ligera para eludir las
defensas de la costa y suficientemente capaz para
realizar expediciones de saqueo y muy resistente
para las travesías tempestuosas del Atlántico, podía
navegar a 10 nudos de velocidad y su escaso calado
le permitía hacerlo muy tierra adentro por los ríos
europeos y era bastante liviana para poder
arrastrarse sobre tierra.
54
Cuando los normandos, en tiempos posteriores,
tuvieron reyes, existieron naves que medían más de
48 metros de eslora y 8 de manga, equipadas con
unos 72 remos.
Con un puntal más alto, permitía a los 300
guerreros de su dotación una cierta ventaja en su
aspecto defensivo.
Para una típica nave de 25 metros, el mástil
medía 10, lo bastante corto para bajarlo con
facilidad y fijarlo entre sujeciones en el centro del
barco para que no estorbara durante un desembarco
o un combate en el mar; –igual que hacían otros
pueblos en el Mediterráneo-.
La vela estaba cortada en un rectángulo
enormemente ancho, que en promedio, alcanzaba
unos 15 metros de ancho.
Para que fuera eficiente al navegar con el viento,
a menudo la vela se extendía con dos arbotantes
enterizos, encajados en cavidades en un par de
chumaceras montadas en cada regala, justo delante
del mástil.
Las ―naves largas‖ vikingas se movían muy bien
con el viento en contra; sólo se empleaba un
arbotante con viento en contra o a través.
Estaban tejidas estas velas con lana áspera, en
una capa doble que proporcionaba resistencia y se
podía obtener de ellas una gran potencia.
Al mojarse, se volvían muy pesadas y en
tormentas o rachas de viento fuerte eran muy
difíciles de maniobrar, pasando a ser mortales.
Las quillas de sus barcos tenían forma de T, la
experiencia había demostrado que esa quilla podía
―cortar‖ los mares tormentosos.
Su timón era un remo guía, corto, que se fijaba a
la aleta de estribor de la nave en un gran bloque de
madera asegurado, de modo que el remo girara al
igual que una palanca en un fulcro; el timonel
empleaba una caña.
Como el vocablo nórdico ―lado de gobierno‖,
para tabla de dirección es ―stjornbordi‖ –en inglés,
―starboard‖- el timón le prestó su nombre al costado
de ―estribor‖, es decir, el lado donde iba el timón, el
lado derecho.
Hacia el Este
En el siglo IX, partiendo de Suecia, los vikingos
penetran a través de los ríos en el Este de Europa,
fundando ciudades a lo largo del Danubio y Neva;
se extienden hasta las inmediaciones del Volga,
recorren las regiones del lago Ladoga y surcan las
aguas del Dvina y el Dnieper. Los nuevos
pobladores empezaron a gobernar esas tierras con la
agudeza de un astuto comerciante y la habilidad del
mejor político, pasando a ser la clase aristócrata
sobre los anteriores pobladores, los eslavos.
Estos escandinavos que a sí mismos se llamaban
―RUS‖ dieron su nombre a un territorio inmenso y
con el tiempo fusionaron sus principados, como el
fundado por Rorik en Novgorod (considerada como
la primera capital de Rusia) y el de Kiev (en
Ucrania), en el primer Estado ruso. A los vikingos,
nunca les importó mezclarse con los nativos;
prefirieron un extranjero valiente que un hombre
mediocre entre sus propias filas. Llegados hasta
Constantinopla, se les permite comerciar pudiendo
entrar en la ciudad, pero, al precederles su fama, lo
tenían que hacer a través de una puerta designada,
en grupos de un máximo de 50 hombres y sin
armas.
En el siglo X, el emperador bizantino Basilio
solicitó ayuda militar a Wladimir, príncipe de Kiev.
Éste le envió 6.000 hombres recién llegados de
Escandinavia. De estos soldados surgió una nueva
élite, los llamados ―varegos‖, quienes pasaron a ser
una guardia personal de los emperadores bizantinos,
sirviéndoles con lealtad.
Hacia el Oeste
El impulso que llevó a los vikingos procedentes
de lo que hoy es Noruega, -a diferencia de las
incursiones de otros paisanos noruegos y daneses en
las costas de Europa Occidental- para lanzarse a
través del Atlántico Norte, hacia el Occidente, no
fue el saqueo, sino la colonización, la ocupación de
tierras y su explotación.
55
Así, grupos de vikingos, familias enteras
cargaban sus barcos con víveres, parejas de
animales y sus enseres y se dirigían hacia el
noroeste en busca de nuevas tierras.
Si antes dijimos que la información documental
proviene principalmente de las ―sagas‖ y éstas
fueron escritas mucho después del suceso,
seguramente el relato fue embelleciéndose en la
medida en que se iba transmitiendo. Pero es casi
seguro que esos relatos fueron exagerados, con
mayor frecuencia cuando tenían que ver con hechos
guerreros de asaltos y conquistas. En el caso de los
viajes a tierras desconocidas, no necesitaron buscar
la épica, magnificando sus actos, pues de por sí,
cada viaje se convertía en una aventura
extraordinaria, de una tremenda audacia y valor, al
lanzarse a navegar por uno de los mares más
peligrosos del planeta: el Atlántico Norte.
Sin embargo, no fueron los vikingos los
primeros que llegaron a islas situadas al norte de
Escocia. Monjes intrépidos, según se cree, cruzaban
las aguas en frágiles embarcaciones, barcas de
cuero, llamadas ―curraghs‖ y se establecían en islas
deshabitadas, para vivir como ermitaños. Los
vikingos encontraron a estos monjes en las islas
Shetland y en las Feroes, como también en Islandia.
A esta última, los vikingos la empezaron a poblar
hacia el año 900 y establecieron una institución a la
que podría considerarse como el
primer Parlamento de los tiempos
modernos –el ―ALTHING‖- una
asamblea a la cual podían
concurrir todos y que
proporcionaba la ocasión para
atender quejas y establecer leyes,
presidida por el ―hombre que
recita las leyes‖, elegido por los
jefes locales.
Se supone que su primera
reunión se efectuó en el año 930 y
esta fecha se mantiene para
señalar el nacimiento de Islandia
como una nación independiente.
Siguiendo el modelo del Althing
–la Asamblea General- existían las Asambleas
regionales, que igualmente escuchaban las quejas y
resolvían los problemas locales. En una de esas
asambleas regionales se determinó el exilio de un
jefe de familia, Erik, apodado el ―Rojo‖ por el color
de su pelo, que hacía juego con su fogoso
temperamento. Erik había tenido problemas en su
tierra de origen, Noruega y en Islandia, llevado por
su carácter demasiado temperamental, había
asesinado a otro vikingo. La sociedad vikinga, tan
salvaje y libre, polígama, con igualdad de sexos,
donde hombres y mujeres podían unirse y separarse
sin compromiso alguno, era, por el contrario,
socialmente muy disciplinada y mientras las armas
eran usadas cruel y despiadadamente con los demás
pueblos, entre ellos se guardaban, para respetarse y
mantener normas estrictas de convivencia.
Por otro lado, los vikingos durante sus días de
dominio, fueron grandes esclavistas. Ellos no
inventaron la institución de la esclavitud –existente
desde la prehistoria- pero la explotaron en gran
escala. Los supervivientes de los vencidos en batalla
quedaban automáticamente sujetos a la
servidumbre. Ni siquiera los escandinavos estaban
libres de otros escandinavos, pues las mujeres
promiscuas, los deudores y muchos hombres que de
otro modo habían sido condenados a muerte, eran
candidatos a la esclavitud.
56
Odisea nórdica
Desterrado de Islandia y no pudiendo volver a
Noruega, Erik, ―el Rojo‖, navegó hacia el
Occidente, buscando una tierra sin nombre que unos
60 años antes, alguien había visto pero no visitado.
Erik la consiguió y luego volvió a Islandia hablando
maravillas de esa tierra a la que llamó Greenland
(Tierra Verde).
Posiblemente exageraba, pero debía convencer
para que otros, bajo su liderazgo, se arriesgaran a
seguirle y fundar allí una nueva colonia, logrando
reunir voluntarios suficientes.
Posteriormente, otras familias islandesas
navegaron para unirse a los colonos de Groenlandia.
Una de estas familias, al mando de Bjarni, fue
desviada por el viento y siguió navegando, a través
del Océano, hacia Occidente, hasta que divisó una
tierra llana cubierta de árboles, a la cual Bjarni
llamó ―Tierra de los Bosques‖; bordeó la costa y
virando al Este logró llegar a Groenlandia.
A Erik le hubiera gustado explorar la tierra
avistada por Bjarni, pero su muy avanzada edad le
limitaba.
Su deseo se pudo materializar en su hijo mayor,
Leif Erikson, quien desembarcó allí unos quince
años más tarde, cruzó el hoy llamado estrecho de
Davis, llegó a la isla de Baffin y yendo al Sur
encontró la costa de Labrador, poblada de árboles,
tal como Bjarni la había descrito; siguió navegando
dos días más hasta que llegó a otro lugar, al que
llamó ―Vinland‖ –Tierra de las uvas- debido a las
uvas silvestres que encontró allí.
Se piensa que debía ser Terranova. Vuelto Leif a
Groenlandia, después de haber pasado el invierno en
aquella tierra, es su hermano Thorwald quien se
dirigió al lugar, para morir en una escaramuza con
los nativos americanos.
Parecer ser que luego se estableció una colonia
que sólo duró tres años, debido a la continua
hostilidad de los indígenas y al olvido de que fueron
víctimas por parte de sus paisanos de Groenlandia.
57
Técnicas de navegación
Para navegar en sus mares y adentrarse en el
océano, centrando su interés en naves para el
comercio, la exploración a larga distancia y para la
emigración de personas a nuevas tierras, produjeron
un barco igualmente bueno, tal como lo era el
―barco largo‖ –Drakers y Snakers- que servían para
la guerra. Barco robusto y fuerte; este barco de
carga era el ―hafskip‖; haf: océano y skip: barco, es
decir, igual a ―barco oceánico‖.
Estaba hecho con los mismos métodos de
construcción que los barcos largos; roda y codaste,
altos y curvos y en las maderas se superponían las
planchas y se clavaban. Con el fin de alojar a los
pasajeros y a su cargamento, se diseñaba para ser
más hondo y de manga ancha, con cuadernas más
robustas, planchas de madera más gruesas y una
obra muerta más alta para evitar en lo posible que
las aguas pasaran por encima de la borda.
Comparado con la ligera y flexible nave de
combate, el hafskip era pesado; con vientos suaves
la nave larga era más veloz, pero una vez que el
hafskip se encontraba entre los violentos
ventarrones del Atlántico Norte, navegaba muy
bien, manteniéndose seguro y surcando las aguas a
velocidades de 10 nudos. Algún remo había, pero
sólo se usaba para entrar y salir de los estrechos
fondeaderos; la proa y la popa estaban cubierta de
planchas de madera y había una bodega grande en el
centro del barco; estos barcos se construían en dos
tipos básicos, uno pequeño de unos 12 metros de
eslora que se usaba para el comercio costero y el
llamado ―knarr‖ de unos 16 metros de eslora, y 5
metros de manga, pudiendo transportar 15 toneladas
de carga. Esta fue la nave con que se efectuaron las
exploraciones y llevaron a los colonos a las nuevas
tierras.
Se fué adquiriendo progresivamente un conjunto
de conocimiento sobre rutas, época de navegación
entre lugares conocidos, mareas, vientos y
corrientes, que se transmitió oralmente de una
generación a otra, pero del cuál no disponían los
primeros aventureros que cruzaron las aguas
desconocidas del Atlántico Norte; los primeros
viajes eran costeros y entre islas. Cuando la tierra
siempre estaba a la vista, en estas condiciones se
usaban las técnicas de pilotaje visual, el marinero
comprobaba su posición con respecto a las señales
de la tierra como unos acantilados característicos,
un estuario o un promontorio prominente o con
respecto a las señales del mar, como bancos de
arenas o arrecifes. Sin brújula magnética, carta de
navegación y cualquier otro instrumento, estos
primeros navegantes usaban métodos ambientales
de navegación para orientarse por los mares sin
caminos; se emplearon tipos de estima basada en los
cálculos de rumbos seguidos y la velocidad
conseguida; las direcciones se calculaban con
relación al sol y las estrellas y a la dirección del
viento y el oleaje. Además, estos primeros
navegantes acechaban cuidadosamente la señal de
cambio de tiempo, de viento y los indicios de tierra
más allá del horizonte.
Estos métodos empíricos sencillos de navegación
oceánica fueron muy usados durante milenios
anteriores por muchas civilizaciones marítimas, por
los antiguos chinos, los fenicios y griegos en el
Mediterráneo.
Los vikingos sacaban mucho significado del
aspecto de las formaciones de nubes, de los cambios
en el viento y de los patrones de las olas, de las
corrientes oceánicas y las marejadas, de las nieblas
marinas y del color y la temperatura del agua;
podían obtener información de los hábitos de las
aves acuáticas, estaban alerta a la migración de las
aves de tierra, y rastreaban el movimiento de los
peces y las ballenas que bajaban del norte.
Para decidir el rumbo, utilizaban un sistema
también curioso; al navegar, soltaban un cuervo,
sabedores de su gran capacidad de orientación; si el
cuervo mantenía el mismo rumbo que la nave, los
vikingos continuaban esa dirección, si no, seguían al
cuervo hacia donde él les indicara.
Por supuesto que en muchos de esos primeros
viajes ignotos, si el cuervo volvía, es que no había
conseguido tierra, si no volvía, algo de tierra había
por delante.
58
Un veterano navegante vikingo podía saber
cuando se acercaban a las islas Feroe por las
crecidas y los bajíos que rodeaban el grupo de islas,
sabía que se aproximaba a Groenlandia por el
cambio brusco de la temperatura del agua al entrar
en la corriente polar, por el pronunciado cambio en
su color, que pasaba del azul marino al verde y por
la esporádica presencia de témpanos a la deriva. Los
vikingos eran maestros de las implacables corrientes
que remolineaban alrededor del Atlántico Norte y
las aguas árticas. En cuanto a medir la velocidad, el
único modo en que los vikingos podrían haberlo
logrado habría sido tirar una astilla de madera al
mar y contar cuanto tardaba en recorrer la extensión
de la nave hasta la popa u observar pasar la burbuja
de agua. Los navegantes vikingos empleaban una
primitiva navegación astronómica que les ayudaba a
medir el curso y la distancia. Por la noche,
―Polaris‖, la estrella polar, era el principal indicador
celeste; por lo general esa estrella era visible dando
vueltas alrededor del Polo y por ello resultaba una
bendición inapreciable para los marineros; en
noches despejadas sólo hacía falta un método para
determinar el ángulo de Polaris desde la proa, para
establecer un curso aproximado.
Nadie que bajara por la costa de Escandinavia
podía dejar de notar que la altitud de Polaris desde
el horizonte decrecería a medida que el navío iba
hacia el Sur y que lo opuesto tendría lugar en un
viaje al Norte. Por lo tanto, al medir la altitud de la
estrella, los navegantes vikingos eran capaces de
determinar con considerable precisión cuan lejos
habían viajado al Norte o al Sur. El empleo del sol
como instrumento de navegación era algo más
complicado. En pleno invierno, cuando el sol
apenas se elevaba, resultaba inútil como baliza
direccional. Sin embargo, en verano, cuando el sol
se hallaba por encima del horizonte durante gran
parte del día y de la noche, lo aprovechaban al
máximo. Al igual que con Polaris, la altura del sol
mientras cruzaba el cielo en un arco, cambiaría a
medida que la nave navegaba al Sur o al Norte.
En un curso hacia el Sur, la altitud del sol
aumentaría y lo opuesto tendría lugar en un curso al
Norte; el sol también podía indicar la dirección a
medida que iba de Este a Oeste. Para medir esos
valores y aplicarlos a la navegación, los vikingos
inventaron tres ingeniosos instrumentos de
navegación, que llamaron la tabla del sol, la piedra
del sol y la tabla de sombra del sol. La tabla del sol,
da la impresión de haber sido un cuadrante de
rumbo sobre el que había marcadas cuartas, que
salían desde un agujero en el centro. Con la ayuda
de un indicador montado en el cuadrante, eran
capaces de tomar una marcación de curso del sol a
medida que subía por el Este o se ponía por el Oeste
y mantener cualquier curso sólo comprobando esa
triangulación tosca cada día.
Por las narraciones vikingas, se sabe que los
navegantes nórdicos también estaban acostum-
brados a realizar una observación a mediodía
cuando el sol alcanzaba el meridiano Norte-Sur.
Así, aunque carecían de brújula magnética, pues en
sus tiempos la brújula aún no había llegado a
Europa Occidental procedente de Oriente, cada día
podían establecer una determinación razona-
blemente precisa de su rumbo; con cielos nublados
o bajo una densa niebla, los vikingos aprovechaban
un notable cristal mineral de calcita llamado
―cordierita‖. Este mineral tiene la propiedad de
cambiar su color amarillo por el azul oscuro cuando
se orienta perpendicularmente al plano de la luz
solar polarizada por la atmósfera.
Cuando un cristal de cordierita se sostiene en
ángulo recto hacia el plano de luz polarizada del
Sol, al instante cambia de amarillo a azul oscuro.
Incluso con una niebla densa o bajo un cielo
encapotado, un navegante en medio del océano
podía localizar la posición exacta del invisible sol al
hacer rotar el trozo de cordierita hasta que de pronto
se ponía de un azul oscuro. Como se producía el
mismo cambio de color, aún cuando el sol se
hallaba a 7 grados por debajo del horizonte, el
navegante podía realizar observaciones después de
la puesta del sol. Pero para establecer los cursos
generales durante las horas diurnas los vikingos en
su mayor parte dependían de la tabla de sombra del
sol.
59
Ese aparato que les permitía determinar la latitud
y luego navegar siguiéndola durante una amplia
extensión de océano hacia su destino, parece haber
sido un disco de madera marcado con círculos
concéntricos que eran los toscos equivalentes de las
latitudes. En el centro del disco había una vara
vertical parecida a la de un reloj de sol, que se podía
subir o bajar para alargarla o acortarla según la
posición del sol en el cielo. Por ejemplo, cuando se
la ponía a la altura adecuada para la declinación del
sol a mediados de agosto, la sombra proyectada por
el sol a mediodía, cuando alcanzaba su cenit, caería
sobre un círculo determinado. Al mantener la
sombra del sol en el mismo círculo todos los
mediosdías, el navegante era capaz de mantener su
latitud; si la sombra caía a cualquier lado del
círculo, el timonel podía saber cuanto tenía que
virar al Norte o al Sur para recuperar su curso. Con
el fin de mantener el instrumento equilibrado en el
mar, se asignaba un marinero para que lo sostuviera
flotando en un cuenco con agua.
Sedentarios
Sin importar cuales fueron los inmediatos y
quizás intranscendentes detalles, la retirada de los
nórdicos de Vinlandia y luego de Groenlandia fue
parte del amargo proceso de decadencia que puso
fin a la gran era de los vikingos. Poco a poco se
encontraron domesticados y asimilados por los
mismos pueblos que ellos habían conquistado en el
Este y el Oeste. Sabemos del inicio de sus correrías
en el año 790; en el 1066, Guillermo, el vikingo
Duque de Normandía, desembarca en Inglaterra y
en Hastings obtiene la victoria y se convierte en Rey
de Inglaterra. Y en el 1091, los normandos
conquistan y se asientan en Sicilia.
.
60
LA HANSA
e olvida frecuentemente, cuando en la
actualidad funciona una Europa de Mercado
Común, que hace ya varios siglos, en una época en
que la inmensa mayoría de la población se dedicaba
a la agricultura y en un intento de conseguir lo que
el Imperio Romano había hecho realidad, es decir,
una unión mercantil, se estuvo en la Edad Media a
punto de convertirse en realidad. Desde mediados
del siglo XII, comerciantes de las ciudades del
Norte de Alemania, conscientes de las dificultades
que limitaban sus intercambios y multiplicaban los
riesgos de su actividad, fueron desarrollando
mecanismos de protección, logrando una
coordinación para sus negocios. Afectó a ciudades,
algunas de ellas sometidas al Sacro Imperio
Germánico, otras eran independientes. El
nacimiento efectivo de la Hansa fue en el año 1161
cuando mercaderes alemanes hicieron un pacto de
solidaridad mutua y eligieron a un Anciano
(Olderman), al que otorgaron poderes
jurisdiccionales. Adoptaron un lema; éste era la
frase atribuida al romano Pompeyo: ―Navigare
necesse est, non vivere‖. Su actuación se fue
extendiendo rápidamente, tratándose en esa primera
época de una agrupación netamente comercial,
llegando a ser más adelante una agrupación también
política cuando las circunstancias motivaron a sus
dirigentes a darle un sentido institucional. La Hansa
protagonizó un movimiento de productos y de
relaciones que afectó a mucha gente y a naciones.
Desde los puertos de Andalucía y Lisboa se
producía un río de intercambios que se acrecentaba
en costas francesas, donde los barcos se dividían
para dirigirse unos a los puertos ingleses de Bristol
y Londres –que eran factorías de la Hansa-,
mientras otros arribaban a Brujas (Bélgica), uno de
los focos más importantes del comercio europeo –
también factoría hansiática-. Desde allí, los barcos
recorrían las costas del mar del Norte y fondeaban
en Hamburgo.
S
61
En el mar Báltico, procediendo a través de los
ríos, desde Novgorod, o desde Riga para enlazar con
las costas de Escandinavia. Durante siglos lograron
mantener una política consistente en unir en lo
posible los territorios, actuando conjuntamente en
defensa de los mismos intereses.
Pese a lo atrevido de su lema, uno de los motivos
de la perdurabilidad de la Hansa fue su prudencia.
Una serie de graves desastres indujo a la Hansa a
convertir en ley algo que hasta ese momento había
sido solamente una costumbre, por lo que la
navegación fue taxativamente prohibida desde San
Martín (11 de noviembre) a San Pedro (22 de
febrero); al fin y al cabo, siguiendo la costumbre
inmemorial que se mantenía en las aguas del mar
Mediterráneo de solamente navegar en primavera y
verano; máxime, considerando que el clima afecta
mucho más las aguas del Atlántico Norte. Los
barcos que llegaban a puerto en una fecha
comprendida entre esas dos, debían presentar un
certificado que atestiguase que habían iniciado viaje
antes del 11 de noviembre; en caso contrario, su
carga era confiscada. Al principio, las travesías
desde un puerto a otro se efectuaban formando
pequeñas escuadras de entre cinco y diez barcos;
con el paso del tiempo y el aumento de los riesgos, a
causa de las guerras y de los piratas, se adoptó el
sistema de los grandes convoyes escoltados por
buques de guerra.
En el estudio de la Hansa se establecen dos
grandes etapas: la primera es netamente la de los
mercaderes, mientras que en la segunda las ciudades
intervienen sistemáticamente y por eso la influencia
histórica de esta organización se fue reflejando
finalmente en el juego de la política.
Sin embargo, su gran desarrollo a partir de
mediados del siglo XIII, no se puede relacionar con
la superioridad tecnológica de sus naves, ya que su
evolución con respecto, por ejemplo, a la época
vikinga, no fue significativa. A finales del siglo XI
aparece una nave, ―kogge‖, que en castellano se
denominaría ―coca‖; con una estiba superior a las
160 toneladas, medía 30 metros de largo y 7 de
máxima anchura, con cerca de 3 metros de calado;
una única vela la impulsaba e incluso la capacitaba
para avanzar con viento contrario. Su casco,
siguiendo el estilo de construcción norteña, estaba
formado por planchas superpuestas como las tejas
de un tejado, con la quilla rectilínea. Bastante
después en el siglo XIV aparece un nuevo tipo de
nave, a la que se llamaría ―holk‖, más gruesa y
panzuda, que poseía dos castillos, cada uno de ellos
con dos puentes, colocados uno a proa y otro a
popa.
Mientras, en el Mediterráneo se mantenían dos
tipos fundamentales de embarcaciones: una, larga y
ligera, que utilizaba principalmente la fuerza de los
remeros, y el barco, al que se llamaba ―nao‖,
redondo y panzudo, que aprovechaba la fuerza del
viento. Estas naos entre los siglos XII y XIII
ampliaron sus dimensiones. Barcos ―redondos‖ con
dos puentes y a veces tres, menos veloces, pero con
más capacidad. Un progreso significativo fue el
paso al uso exclusivo de velas con forma triangular
–vela ―latina‖, que como sabemos había sido
introducida por los árabes-, a un velamen mixto. El
palo mayor estaba reservado para una gran vela
cuadrada, mientras que el palo posterior, y si había
palo anterior, permanecían usando velas
triangulares. Para ese entonces, legado de los
chinos, el timón se encontraba situado en el centro
de la popa, sustituyendo al gran remo lateral, y a
veces a los dos laterales de la Antigüedad.
Hacia el final de la Edad Media, la economía
mercantil en el Norte de Europa se caracterizó por
el desarrollo industrial y comercial de Holanda e
Inglaterra; estas nuevas economías se desenvolvían
en detrimento de las actividades del grupo
hanseático. Así se perfiló una nueva geografía de
62
los grandes itinerarios mercantiles. Abierta hacia el
Atlántico, Castilla encontró oportunidades de
expansión en el dominio de los espacios
comerciales comprendidos entre el Cantábrico y el
mar del Norte. Otro factor contribuyó a potenciar la
acción mercantil castellana en el área septentrional:
la conversión de las simples actividades pesqueras y
mercantiles de corto radio de los marinos vascos en
una verdadera función de armadores y transportistas
en los largos itinerarios del comercio internacional.
La desaparición de los feudos, la aparición de los
primeros reinos en Europa, la incorporación de las
ciudades independientes a esos mismos reinos y el
desarrollo mercantil y económico que se suscitaba
cada vez con mayor fuerza, usando principalmente
el mar, hizo que por supuesto, y como ya dijimos
anteriormente, se empezaran a producir conflictos
bélicos entre los reinos.
La brújula
Los avances que tuvieron lugar en el
manejo de las naves, gracias a la combinación en el
velamen y en el nuevo tipo de timón, favorecieron
el arte de la navegación, pero en la capacidad de
establecer una ruta precisa y poder seguirla, se
debió desde los siglos XIII y XIV al
perfeccionamiento y mejor utilización de la aguja
magnética, la ―brújula‖, el pequeño instrumento
basado en las propiedades magnéticas de la tierra
que los marinos han venido utilizando durante
siglos para orientarse en el mar.
El nombre de ―magneta‖ ó ―magneto‖ es uno de
los más antiguos y procede del topónimo Magnesia,
comarca de Tesalia, donde sus habitantes
descubrieron por vez primera para el mundo antiguo
un mineral –ya conocido con anterioridad por los
chinos- que tenía la curiosa propiedad de atraer al
hierro e incluso de imantarlo por frotamiento o
simple contacto.
Se ignora en qué momento los árabes, cuyos
barcos coincidían con los chinos en los puertos de la
India, introdujeron la brújula en Europa. Las
primeras noticias datan de mediados del siglo XII; a
partir de entonces, su uso se extendió rápidamente,
desplazando a otros métodos más rudimentarios:
variaciones en el régimen de vientos, aspecto del
oleaje… En el siglo XIV, se inventaron también las
―cartas de marear‖, que permitían determinar la
línea recta resultante de una serie de recorridos en
zigzag: un procedimiento que abría paso a una
estimación más precisa de la posición del barco.
Esta innovación permite proseguir con la
navegación incluso en los meses invernales, antes
suspendida, además de la mala climatología, debido
a la gran dificultad para orientarse siguiendo el sol y
las estrellas.
Mientras, en verdaderas ―escuelas‖, presentes en
Pisa, Venecia, Génova y Mallorca, se fueron
desarrollando las llamadas cartas marítimas que
proporcionaban a los marineros un instrumento
valiosísimo. A ellas, se unían a menudo ―los
portulanos‖ -provenientes todavía desde el tiempo
de los romanos-, manuales que contenían
descripciones precisas de las costas, los puertos y
las rutas, indispensable para un tipo de navegación –
que como sucedía con la de estos siglos- se
desarrollaba principalmente cerca del litoral.
Hasta el siglo XV no se hizo patente en
Occidente que el Norte magnético –el que señala la
brújula- y el geográfico, no coincidían. Este
fenómeno entonces llamado ―noruesteo‖ de la aguja
–hoy ―declinación‖-, que varía de intensidad según
los lugares, hacía de la brújula un instrumento poco
fiable. En un primer momento se puso una tapa de
cristal sobre el recipiente que contenía la aguja, para
evitar las perturbaciones del viento y minimizar las
causadas por el balanceo del barco.
Sin embargo, los descubrimientos de nuevas
tierras y la necesidad de hacer largas travesías
promovieron nuevas mejoras. Una vez conocido y
difundido el fenómeno de la declinación, se inventó
un tercer tipo de brújula que incorporaba la ―rosa de
los vientos‖ –representación gráfica de los puntos
cardinales que ya se añadía desde el siglo XIII a
mapas y compases- pegada sobre la aguja, de
manera que rosa y aguja giraban a un tiempo al
cambiar de rumbo.
63
BAJA EDAD MEDIA
legamos al tercer período, la Baja Edad
Media, de menor duración (XIII al XV).
Procedentes del Norte y Centro del desconocido
continente, un pueblo guerrero, los Aztecas,
encontraban un fértil valle y en él, signos favorables
que lo hacían coincidir con la ―tierra prometida‖ de
la cual se hablaba en sus viejas leyendas,
instalándose e iniciando la construcción de
Tenochtitlan, la futura ciudad de México.
Pertenecían al grupo de pueblos chichimecas,
cazadores y recolectores de lengua nahua, que
fueron desplazándose desde el actual Estado de
Utha (USA) hacia el Sur, a partir del siglo VIII d.C.
Tras un período en Nuevo México continuaron su
emigración. Estos chichimecas acabaron con el
reino Tolteca, de origen nahua. Los aztecas o
mexicas se fueron imponiendo hasta constituir un
auténtico Imperio en México central, recibiendo los
tributos de regiones distantes, llegando su territorio
en 1486 a su máxima extensión.
En Europa, los Reinos se van consolidando; los
primeros en conseguirlo son Francia e Inglaterra y,
¡no faltaría más! son también los que asomarán
fuertes rivalidades entre ellos. Como consecuencia
de las pretensiones al Trono de Francia por parte de
Eduardo III de Inglaterra se desata en 1337 la larga,
larguísima contienda, que ha pasado a la Historia
con el nombre de ―Guerra de los 100 años‖,
interrumpida, es verdad, por algunos períodos
acordados de treguas y otro período, diríamos,
impuesto por la terrible epidemia de la ―Peste
Negra‖, que durante cuatro años asoló Europa,
matando a la ¡mitad de su población! Y, por
supuesto, paralizándola, no sólo en sus ímpetus
bélicos, sino en cualquier otra actividad, incluida
una muy importante: el comercio.
Desde el siglo XIII hasta mediados del siglo XV,
el Mediterráneo fue la más activa de las
encrucijadas mercantiles de Occidente. Los
genoveses gozaban de amplias ventajas en
Constantinopla y en las costas del mar Egeo. Desde
el siglo XIII las naves de Génova cargaban el trigo
de las llanuras, la sal de las zonas lacustres, la
madera y especialmente las pieles caras de Rusia, la
pesca salada y el caviar de las grandes pesquerías
del mar de Azov así como los esclavos que los
tártaros llevaban a vender a los mercados italianos.
El mar Negro se convirtió entonces en la etapa
principal del gran comercio con Asia, hasta donde
llegaban las rutas de Persia, la ruta mongola, la ruta
de la India y de la China. El mar de Azov y el mar
Negro, rodeados por colonias venecianas y
genovesas constituían no sólo el punto de partida y
de término para el tráfico asiático, sino que además,
hacia ellos se dirigían los productos que procedían
de los grandes ríos que descendían hasta allí desde
las profundidades de Ucrania, Rusia y los países del
Danubio. Mercancías que pasaban a unirse a las que
eran llevadas por el Bósforo, especialmente la seda
y especias procedentes de la India y del Catay
(China). Los genoveses habían equipado también
una flotilla comercial en el mar Caspio; allí llegaba
la ruta de la seda, la que propició el auge de la
sedería en Toscana, Venecia y Génova.
Castillos marinos
Mientras que en el Mediterráneo, aún en los
tiempos de la llamada Edad Bárbara y Alta Edad
Media, existía suficiente experiencia de luchas en el
mar, en Europa del Norte hubo razones por las que
la guerra a desarrollarse allá no era muy sofisticada;
todavía no se habían iniciado grandes exploraciones
que empezaran a darle la importancia adecuada a la
navegación, no sólo en el hecho de la exploración,
sino en el hecho también de la guerra. Además, el
comercio medieval en aquel entonces todavía se
realizaba la mayor parte por tierra o por rutas
costeras, así pues eran pocas las oportunidades para
que hubiera choque de intereses en el mar.
La navegación europea a lo largo de esos siglos
también se vio frenada por los caballeros. Estos
creían que el único modo correcto de combate era a
caballo y con armadura. Pero en el mar, no podían
montarlos y también se hacía difícil emplear sus
armas favoritas, la lanza y la espada; y es de
L
CAPÍTULO IV (Feroz competencia)
64
suponer que si se ponían la armadura, debían
sentirse conscientes por la noción de que si el barco
se hundía, se verían obligados a saltar por la borda y
bajarían hasta el fondo como una piedra.
Se puede observar que a lo largo de casi toda la
Edad Media los caballeros odiaban salir al mar, y
cuando tenían que hacerlo regresaban a tierra tan
pronto les era posible; por tanto, el principal uso de
los buques de guerra era para transportar ejércitos,
mientras que la técnica de combatir en el mar,
prácticamente era nula.
Muchos reyes medievales poseían unos pocos
barcos propios, pero no los suficientes para
transportar sus ejércitos, con los caballos y equipos.
Cuando querían mandar un ejército fuera de sus
límites marinos, fletaban o requisaban los barcos
mercantes de sus súbditos con sus capitanes y
dotaciones habituales.
En estos casos los barcos eran alterados
momentáneamente con ciertas fortificaciones, por si
se topaban con un enemigo en el camino.
De allí viene el castillo de popa y de proa. Si por
casualidad se encontraban con barcos enemigos, los
castillos proporcionaban cierta protección contra las
flechas y se podían emplear como plataformas
desde donde poder lanzar cualquier cosa.
A menudo se les ponían pequeñas ventanas y
almenas, efectivamente buscando la similitud con
las de sus castillos; en el mejor de los casos se
trataba de estructuras muy poco náuticas, y eran la
desesperación de los capitanes de los navíos pero
éstos no tenían voto en el asunto; cuando los
caballeros subían a bordo tomaban el mando, y de
los capitanes se esperaba que obedecieran.
En cualquier caso, las batallas en el mar eran
relativamente raras. Con una sola vela cuadra, esos
barcos medievales solo eran capaces de avanzar a
unos pocos nudos y únicamente podían navegar con
cierta prontitud con viento de popa.
Por cierto, cuando dijimos que los reyes tomaban
los barcos de sus súbditos y los fortificaban, en
Castilla se le llamaba ―armar en guerra‖ a esas
naves; de ese sentido con que se querían potenciar
los navíos, poniéndoles además guerreros del rey,
nace al que a las marinas de guerra se les llame
comúnmente, en todo el mundo, ―Armadas‖.
En alguna ocasión se lograba abordar al navío
enemigo, se producía una fuerte lucha en cubierta y
los que iban siendo vencidos, iban siendo arrojados
al mar, tanto si estaban heridos ya, como si nó; esto
suponía generalmente la muerte para el que había
sido lanzado, pues aunque parezca raro, la mayoría
de los marineros no sabían nadar y por supuesto, los
caballeros, mucho menos.
En otras ocasiones se intentó usar una táctica
similar a la que se usaba en el Mediterráneo, es
decir, embestir al barco enemigo al estilo de las
galeras; se dice que en una ocasión, un barco inglés
lo intentó, con tanto entusiasmo, que el mástil de su
propio barco se vino estrepitosamente abajo y todos
los hombres que se hallaban encaramados en lo alto
para tirar flechas, rocas y barras de hierro, fueron
lanzados al mar.
La sacudida partió parte del casco y los
caballeros de este barco inglés tuvieron que
dedicarse a la indigna tarea de achicar agua.
En otra ocasión, otro barco intentó llevar a cabo
la misma táctica con resultados aún más terribles,
pues su propio barco se hundió.
Las únicas armas medievales que se inventaron
específicamente para usar en los barcos, hoy en día
parecerían más bien una broma; se las llamaba
―triboli‖ y eran fragmentos de hierro con tres
clavos, diseñados de modo para que cayeran como
cayeran, se clavaran sobre dos clavos y el otro
quedara apuntando hacia arriba.
La idea era arrojar grasa sobre la cubierta del
enemigo; si éste se portaba según lo planeado,
resbalaría en la grasa y se sentaría sobre aquellos
clavos.
Muy ingenioso, pero bastante limitado. Lo que
se necesitaba para que la guerra naval pudiera
evolucionar era un medio para hundir un barco
enemigo desde la distancia; en otras palabras, el
cañón.
Se dice que hacia la mitad, aproximadamente,
del siglo XIV, una armada castellana que se internó
en el Canal de la Mancha, usó cañones por primera
65
vez para atacar el puerto francés de Brest. No
debemos olvidar que desde un siglo antes, los
árabes habían introducido en España, no solamente
la pólvora, de origen chino, sino también los tubos o
―truenos‖, para poder expulsar un proyectil por
medio de la pólvora.
Ya cañones pequeños se instalaron en los barcos
del Norte de Europa desde 1406; probablemente no
lanzaban más que balas de ½ libra –demasiado
pequeñas para dañar un barco- y resultaban más
bien útiles en su mayor parte para repeler a las
partidas de abordaje enemigas.
En 1488 durante las interminables guerras de la
época, el rey Enrique VII de Inglaterra construyó un
barco de cuatro cubiertas llamado ―Regent‖, del que
se tiene registrado que portaba muchos cañones;
llevaba un total de 225, todos instalados en las
cubiertas superiores y en los castillos, pero también
eran muy pequeños.
No podían hacerle daño a un barco enemigo
desde lejos y en verdad que el ―Regent‖ se perdió
cuando se enganchó a un navío francés a la vieja
usanza del abordaje y ambos se incendiaron.
Para luchar desde cierta distancia hacían falta
cañones más grandes, con mayor alcance.
No obstante, instalar unos cañones tan pesados
en los castillos de popa y proa, donde se colocaban
las otras armas, habría desequilibrado la estabilidad
del barco. Transcurrirían más de 100 años antes de
que a alguien se le ocurriera el modo de distribuir
ese peso a bordo sin que zozobrara el navío, y como
tratar el problema del retroceso en los cañones.
66
VENECIA
n el proceso de desintegración del Imperio
Romano de Occidente, cuando los bárbaros
godos y hunos cayeron sobre las ricas tierras de
pastoreo del nordeste de Italia, los asustados
habitantes empezaron a refugiarse hacia el mar.
Ante la invasión de los bárbaros se refugian
entre las lagunas e islas de la región Véneta, para
defenderse de esas invasiones; el mar que les
protege contra el asedio de los asaltantes, les
proporciona medios y vías para su subsistencia y
desarrollo.
Al retroceder al oscuro laberinto de marismas
que bordean el Adriático septentrional, se ganaron
la vida como pescadores y comerciantes de sal,
protegiendo sus refugios e islotes con murallas de
ramas de sauces, entrelazadas.
A su alrededor, el poderoso Imperio Romano se
desintegraba, controlado en Occidente por las tribus
bárbaras, mientras en Oriente se mantenía
gobernado desde Constantinopla.
La invasión de Italia por las tribus lombardas en
el 568 envió muchos más refugiados hacia las
lagunas y con el paso de las décadas, los
diseminados pueblos de los islotes se agruparon.
Los ejércitos invasores que luchaban por el control
de Italia, o bien fracasaban en subyugar a los
moradores de las islas, o bien frenaban sus caballos
ante la barrera cenagosa de la laguna y daban la
vuelta.
Las generaciones descendientes de los fugitivos
organizan un Estado que sabe asegurar un
floreciente comercio basado en su dominio
marítimo del Mediterráneo. La primera tarea de
Venecia es dominar el Adriático. Para conseguirlo,
ha de destruir, expulsar, o atraerse a los piratas que
pueblan las numerosas islas de las costas Dálmatas,
Albanesas y Griegas.
Más adelante, los comerciantes venecianos –
idealmente situados como intermediarios entre el
Occidente europeo y el rico Oriente bizantino-
habían comenzado a comerciar por todo el
Adriático.
E
67
Algunos navíos venecianos entraron en el
Mediterráneo oriental y comerciaron con los
Estados musulmanes, para cólera de los devotos
cristianos. Las industrias de Venecia se
expandieron, de la recolección de la sal y pescado a
actividades más sofisticadas y lucrativas:
construcción de barcos, manufactura del hierro y el
cristal, fabricación de tintes y joyas. Con el fin de
proteger su creciente comercio y guardarlo contra
los piratas, Venecia desarrolló una poderosa flota de
guerra. Una serie de tratados astutamente
negociados con los emperadores europeos del Sacro
Imperio Romano y con los emperadores de
Bizancio, complementados con acuerdos de
comercio con los Estados musulmanes del Norte de
África, incrementaron la influencia de la República.
En el Adriático continuaba el éxito de Venecia,
cruce desde la Edad Carolingia del tráfico con
Levante y que, con un privilegio en el año 1082,
obtuvo del Emperador bizantino, a cambio de su
ayuda naval, el derecho de comerciar en los
territorios del Imperio en régimen de excepción
fiscal.
A fines del siglo XI, Venecia había crecido hasta
ser una formidable ciudad-Estado, gobernada por un
―dux‖ o duque, que era elegido de por vida, pero
que con el paso de los siglos, llegó a ser responsable
ante altos funcionarios. Su poder estaba sometido al
del Gran Consejo, un grupo de hombres
preeminentes que elegían miembros para el aspecto
consultivo, judicial y legislativo, incluyendo el
Senado, que establecía la política en cuestiones de
comercio y guerra. El ―dux‖, que por lo general
alcanzaba el puesto ya en la vejez, se desempeñaba
una media de 11 ó 12 años. El y otros funcionarios
selectos, por costumbre, se seleccionaban entre un
grupo de no más de 1.600 familias patricias, cuya
riqueza y poder político derivaban del comercio.
Antes de que terminara el siglo XI, Venecia había
crecido hasta ser una ciudad rica y cosmopolita pero
aún no era la metrópolis gótica de ensueño que
estaba destinada a ser. La ciudad se extendía en un
laberinto de canales, llenos de barcas y alineados
por casas de madera y techos de paja con pequeñas
huertas y praderas entre medias; aquí y allá se veían
iglesias y palacios de ladrillos y piedras; ya la
basílica de San Marcos elevaba
sus cúpulas y pináculos hacia el
cielo, los barcos de la República
con sus experimentadas
tripulaciones y sus pertinaces
mercaderes, marcaron autopistas
invisibles en los mares. Pero por
encima de todo, la riqueza del
comercio veneciano dependía de
los lujos del Oriente, ese
inmemorial tráfico de especias,
sedas y perfumes que había
cautivado a los romanos y a los
conquistadores bárbaros después
de ellos.
Al iniciarse las Cruzadas,
impera ya en el Mediterráneo
oriental, y gracias a esta
superioridad, podrán trasladarse
los cruzados por mar hasta Tierra
Santa.
68
La necesidad de supervivencia de un pueblo,
unida a las características peculiares de la región
veneciana, con facilidad de acceso a Europa Central
y Nórdica a través del paso del Brennero, y su
posición intermedia entre Oriente y Occidente, hace
que Venecia se convierta en un Estado transportista
y distribuidor de productos que apetecen los pueblos
europeos: especias, algodón y seda, principalmente.
Con el tiempo, el tráfico marítimo en el
Mediterráneo, realizado antes por fenicios, griegos y
musulmanes, ha pasado en su mayor parte a manos
de los hijos de la República de San Marcos. Pero,
además, Venecia importa de Oriente otros productos
básicos para su industria y subsistencia, como el
trigo y otros cereales de Egipto y las regiones
europeas sometidas a la soberanía otomana. En las
principales ciudades levantinas existen consulados
venecianos que acopian mercancías para
reexpedirlas a Occidente.
El tráfico se apoya en numerosos puertos
esparcidos por la cuenca mediterránea, que sirven
de base de partida para proteger la navegación de
los buques de transporte, de cantera de marinos para
dotarlos y, muchas veces, de centros de
construcción y mantenimiento naval para sustituir y
mantener el buen estado de las naves. Venecia ha
visto muchas veces entorpecida su expansión
comercial y marítima por otros estados rivales que
le hacen la competencia. Incluso los emperadores
bizantinos le han obstaculizado en ciertos
momentos, en beneficio de Génova, Padua y Pisa,
para evitar un engrandecimiento demasiado
peligroso de la República de San Marcos. Para los
comienzos del siglo XIII, encuentra la ocasión de
desquite y logra dirigir los esfuerzos de la cuarta
Cruzada contra la misma Constantinopla y se
adjudica la mayor parte del territorio bizantino,
convirtiéndose en la primera potencia del
Mediterráneo oriental.
Antes de que los venecianos pudieran reclamar
la primacía en el comercio marítimo en el
Mediterráneo, tuvieron que derrotar a un
competidor vigoroso situado a 175 millas, al otro
lado de la península italiana: la República de
Génova, cuyos mercaderes habían empezado a
invadir los mercados tradicionales de Venecia.
Aunque los rivales libraron tres guerras salvajes
entre 1257 y 1355, ninguno pudo aplastar al otro.
Hizo falta una cuarta guerra que estalló en 1379 y
llegó hasta las mismas puertas de Venecia para
determinar qué flota gobernaría los mares. El
enfrentamiento culminante tuvo lugar en Chioggia,
un islote a 15 millas al sur de Venecia, a la entrada
de la laguna y Venecia resultó vencedora. Todos
dependían de su tráfico marítimo y las pérdidas
sufridas durante la guerra provocan las ruinas de sus
respectivas economías. Venecia se recupera e
incorpora a su Estado los territorios de Padua, y
Génova no se repondrá ya de la derrota. En verdad
que la grandeza y la misma existencia de Venecia
estaba ligada al mar. El Imperio de la ciudad era un
Imperio marítimo: puertos e islas diseminados a lo
largo de las vías fluviales y navales. Su prosperidad
se basaba en dos grandes empresas gemelas: la
guerra naval y el comercio marítimo, y esos a su vez
dependieron, durante su historia de dos clases
distintas de barcos: galera de guerra y el buque
mercante.
Rutas, comercio y transporte
Entre los siglos XIII y XIV, cuando un Imperio
mongol aportó estabilidad a Asia Central, los
productos viajaban por tierra desde la misma China
o eran fletados en barcos a través del Océano Índico
69
hasta Ormuz en la desembocadura del Golfo
Pérsico, para que desde allá pasaran por el oeste de
Persia y el norte de Siria hasta el Mediterráneo, pero
la ruta más grande seguía el Mar Rojo.
Los comerciantes hindúes, árabes, incluso
chinos, desembarcaban sus tesoros en Jiddah, el
puerto de La Meca y los cargaban en caravanas de
cientos de camellos. Estas, entonces, marchaban al
Norte a lo largo de la costa Árabe hasta Damasco y
los puertos de Siria o entraban en Egipto y bajaban
por el Nilo o atravesaban la ciudad de Suez para
llegar a las galeras venecianas atracadas en el
inmenso y fortificado puerto de la Alejandría
musulmana.
Venecia acabó por imponer una especie de
monopolio de la pimienta; venecianos, genoveses y
catalanes se habían salido del Mediterráneo
costeando el Atlántico Norte europeo y también el
Sur, ya fuera de Europa, alcanzando tierras que los
europeos no conocían o que habían olvidado.
Las especias del Oriente –pimienta, nuez
moscada, canela, jengibre, clavo- eran muy
valoradas en un mundo que conocía pocas maneras
más de condimentar o preservar la carne; las perlas,
las piedras preciosas y las plantas aromáticas
inflaron el exótico comercio; a cambio, el tráfico
veneciano fue siempre muy especializado, los
venecianos eran capaces de vender textiles
occidentales, la plata y el cobre de Germania y –
deshonrosamente- esclavos.
Ya desde el siglo IX habían estado
suministrando eunucos esclavos a los ―khanes‖ de
Oriente, y otros esclavos a los sarracenos, como
soldados, a pesar de las leyes que lo castigaban con
penas de amputaciones o muerte. Por consiguiente,
los africanos capturados eran comprados en
Alejandría y vendidos en Europa y en el siglo X,
cientos de jóvenes eslavas entre las edades de 12 y
16 años se importaban a Venecia desde Rusia y
Asia Menor, como prostitutas o concubinas.
70
En el siglo XIV la esclavitud de los pueblos
cristianos del Cáucaso se había convertido en una
industria. Esas razas –georgianos, circasianos,
rusos- pertenecían a la Iglesia Ortodoxa y eran
considerados herejes por los europeos occidentales.
Los capturaban los invasores tártaros, que cada año
realizaban incursiones relámpagos montados sobre
los robustos ―poneys‖ de las estepas. Los
venecianos les compraban sus cautivos en la
desembocadura del río Don o en el Mar Negro y se
los llevaban en las bodegas de los barcos mercantes.
Algunos terminaban miserablemente como
trabajadores en las plantaciones venecianas de
azúcar en Chipre o Creta; otros se convertían en
esclavos de hogar en Italia; pero la mayoría era
vendida a los gobernantes musulmanes de Egipto y
el norte de África, con excelentes beneficios.
Por lo general, las mujeres iban como
concubinas, los niños como criados o futuros
soldados. Y la censura de lo sucesivos Papas no
fueron más efectivas que el Senado veneciano en
desanimar a los ávidos esclavistas. Y en esa época,
el tráfico no se veía reducido al mar Negro, pues los
venecianos siguieron dispuestos a comerciar con el
cargamento humano allá donde hubiera beneficio.
África era una fuente rica de esclavos domésticos.
Los tratantes venecianos hasta compraban esclavos
a los turcos.
Los primeros que
habían intentado
romper el cerco
islámico en el
Mediterráneo habían
sido los eternos
rivales, Génova y
Venecia, en el siglo
XIII. Durante dos mil
años, el ámbito
Mediterráneo es el
entorno, es cuna y
fermento de la cultura
occidental; la cuenca
del Mare Nostrum con
sus aguas, accidentes
geográficos y meteorología, es la constante
catalizadora de su cultura. Las conexiones políticas,
sociales y económicas entre los pueblos ribereños
tienen lugar a través de las vías marítimas de
comunicación, de modo que cualquier alteración
sufrida en las mutuas relaciones se traduce,
forzosamente, en una confrontación naval y
viceversa. De ahí que la eficacia política de los
Estados mediterráneos sea una consecuencia del
realismo con que sus emperadores, reyes y régulos,
saben contemplar la estrategia que se sustenta en el
poder marítimo. Naturalmente, los sistemas de
explotación varían con las situaciones, medios y
técnicas en uso en cada época; los fundamentos
estratégicos para asegurar el éxito de éstos sistemas
son ―constantes‖.
Durante tres siglos, entre 1200 y 1500, Venecia
dominó el Mediterráneo oriental y su poderío fue
enorme. Desde luego, una historia tan larga ofrece
una asombrosa complejidad de empresas. Pero en la
extraordinaria saga náutica de la República,
sobresalen dos feroces momentos de guerra –el de
los cruzados y el de los turcos otomanos- y dos
notables campos de actividad: la construcción de
barcos en el Arsenal del Estado y el tráfico con el
Oriente. Peligrosos, pero a rebosar de promesas,
esos desafíos, plenamente encarados, convirtieron a
Venecia en la ciudad más mágica de su época.
71
La marina veneciana
En cuanto a los barcos, en 1423 la marina
mercante veneciana alcanzaba unas 3.300 naves –
una flota incomparable- y de una población que
tenía la ciudad de unos 150 mil habitantes, los 36
mil marineros de Venecia (alguno de ellos griegos y
dálmatas) conformaban una proporción sustancial
de la fuerza laboral de la república. Venecia no sólo
había creado un Imperio marítimo, sino que se había
asegurado el monopolio y extensiones fiscales en
puertos extranjeros.
La mayor parte de los navíos de las flotas
mercantes de la República, incluyendo a muchas
carabelas de velas latinas, barcos de transporte
ligeros y bajos, perfectos para las excursiones
costeras, se dedicaban a la pesca o al comercio en
granos, aceites, madera y piedras a lo largo de las
costas del Adriático. Pero unos 35 barcos enormes
navegaban por aguas internacionales y llegaban
hasta Inglaterra, Egipto o el Mar Negro con pesados
cargamentos de esclavos, granos, algodón o vino.
Así como la galera larga y veloz era un instrumento
supremo de guerra en el Mediterráneo, el barco
ancho y pesado era el buque mercante natural; al
principio, en su comienzo ese barco era un
transporte típicamente de un solo palo y aparejo
redondo que los marineros mediterráneos adoptaron
del Norte de Europa. Con sus castillos de proa y
popa, que se curvaban en lo alto, se movía por el
mar con poca gracia. Con un peso de 300 o más
toneladas, era lento y pesado pero altamente
económico, ya que empleaba unos 30 marineros,
más un puñado de arqueros para la defensa. Por lo
general navegaban solos o en flotillas establecidas
de forma privada, pero en tiempos de peligro el
Senado podía exigir que incrementaran su
armamento y navegaran en convoy al mando de un
Almirante nombrado por el Estado.
Los marineros, incluidos los remeros de las
galeras, eran en la baja Edad Media, asalariados
libres (sólo más tarde harán su aparición los presos
y los esclavos), que realizaban este trabajo duro y
arriesgado por tradición local y familiar o
simplemente, por el deseo de aventura y ganancias.
Entre el siglo XII y la primera mitad del XIV, sus
salarios eran muy superiores a los que un trabajador,
también cualificado, habría podido recibir en tierra.
Además, todos los marineros, en virtud del llamado
―derecho de pacotilla‖, podían llevar consigo un
pequeña cantidad de mercancía para vender o
cambiar una vez que el barco llegara a su destino.
Los derechos y los deberes de los marineros estaban
a menudo establecidos por la legislación de las
ciudades marítimas. Es interesante comprobar como
la autoridad que el país ejercía sobre ellos no era
absoluta. Un rasgo típico del Derecho Marítimo
Mediterráneo era la idea del barco como una
comunidad de destino, en cuya gestión debían
participar, sobre todo en los viajes comerciales,
tanto los mercaderes como los marineros. Como
podemos observar en textos como la tabla de Amalfi
y el catalán ―Consolat de Mar‖(Consulado del Mar),
las decisiones relativas a la carga o a los cambios de
destino debían ser tomados con la participación de
todos los embarcados, según el principio de la
mayoría.
En las descripciones de los viajeros ocasionales
–como eran los peregrinos en Tierra Santa, los
cruzados o los mercaderes-, la navegación asumía el
color de una aventura arriesgada y desagradable. Y,
en realidad, era así en buena parte. A bordo del
barco, el espacio individual era muy reducido; la
exposición a la intemperie, continua; las
enfermedades debida a la mala alimentación y a la
falta de higiene, frecuentes. Además, la posibilidad
de encontrar piratas o corsarios era bastante elevada,
así como la de naufragar, y no sólo por las
condiciones meteorológicas adversas: también podía
ser por un fondo poco profundo, el choque contra
las rocas o el paso por un estrecho difícil podían
provocar el desastre. Un faro bien situado, en las
noches sin luna y sin estrellas, podía salvar
centenares de vidas.
Si no se garantizaba la ventilación, además del
calor, el ambiente debía encontrarse viciado debido
a la reducción del oxígeno y el aumento del dióxido
de carbono como consecuencia de la respiración, así
72
como el aumento de vapor de agua proveniente de
la transpiración. Para empeorar las cosas, la época
de navegación se desarrollaba en los meses más
calurosos. En los primitivos barcos de casco abierto
no existía el problemas de la ventilación, pero
conforme aumentaron su protección pasiva, hasta
llegar al catafracta (blindado), se hizo necesaria la
instalación de enrejados en cubierta, para renovar el
aire en la bodega. La importancia de la ventilación
radicaba en la perdida de potencia que suponía el
aire enrarecido. Sobre las galeras medievales se
decía que era posible olerlas antes que verlas; eso
debía ser, también aplicable a otras naves. Aunque
en este caso, al ser hombres libres, es de suponer
que las condiciones higiénicas se cuidasen, tanto por
el propio interés de los tripulantes, como por las
ordenanzas. Defecar u orinar en el puesto de boga es
probable que estuviese penado; y siempre que fuera
posible, al fondear, se limpiarían los barcos.
La piratería marítima es antigua en lo que a la
Historia de Navegación se refiere y difícil de
distinguir de la Guerra de Corso. Es cierto que por
la primera se entiende una forma de vandalismo que
atacaba indiscriminadamente a toda embarcación,
mientras que la segunda era una operación de guerra
autorizada, e incluso apoyada por la autoridad
pública, pero, en la práctica, los límites entre ambas
eran muy débiles. En los siglos centrales del
Medioevo, por ejemplo, los musulmanes (―los
sarracenos‖) practicaban la Guerra de Corso contra
los cristianos y viceversa. Pero no sólo ellos. La
fama de piratas de los genoveses y de los pisanos no
estaba ligada únicamente a las acciones dirigida a
dañar los barcos del Islam. Además, el
Mediterráneo continúo llenándose de piratas hasta
comienzos del siglo XVI, también como
consecuencia de que el tráfico de mercancía creció
en volumen y en valor y los itinerarios gracias a las
innovaciones de la ingeniería naval, se alargaron
progresivamente, incrementando el apetito de los
piratas y corsarios. Los convoyes marítimos
trataban de hacer frente a este omnipresente peligro,
embarcando militares especializados, dispuestos a
defender la nave. En Venecia, se llegó a establecer
que al menos dos de cada diez miembros del barco
fueran ballesteros, una presencia armada que en
realidad, servía también para prevenir y reprimir los
eventuales amotinamientos de la tripulación.
73
La “galera”
A fines del siglo XV las aspiraciones estaban
predestinadas y todo el aspecto del Mediterráneo
había cambiado dramáticamente. En sus primeras
escaramuzas con los turcos otomanos, los
venecianos les habían asentado un golpe salvaje.
Todavía ninguna potencia del siglo XV era capaz de
rivalizar con la máquina de guerra veneciana, una
institución que se basaba en tácticas practicadas,
personal entrenado y los mejores barcos de la época.
Las galeras de guerra que navegaban en el
Mediterráneo, eran de características similares,
tanto las cristianas como las otomanas. Eran barcos
largos y estrechos, de líneas muy afinadas, con una
proporción entre eslora y manga de siete y ocho a
uno y apenas alzaban un metro o menos sobre la
línea de flotación. Tenían una sola cubierta sobre la
cual corría de popa a proa una pasarela por la que
deambulaba el cómitre animando con su rebenque la
boga de los remeros.
Aunque la galera de trasnporte era
fundamentalmente un barco de remos, cuando el
viento era favorable, navegaba con el impulso de las
velas aparejadas en sus mástiles –dos, a veces tres-
para alivio de los galeotes. Las galeras de combate
estaban dotadas de un largo espolón a proa que
trataban de incrustar en el costado de las
embarcaciones enemigas en el momento del
abordaje. Las líneas alargadas de su estructura, a la
que se añadía el espolón, daba a la galera el aspecto
de un pez espada, cuyo nombre en griego ―galaya‖,
sirvió para designar a este tipo de nave.
Es en el siglo X cuando aparece por primera vez
la denominación de ―galea‖, aplicado a un buque
con un sólo orden de remos, derivado de la
―liburnia‖ romana.
El Comandante y los oficiales de mayor
graduación se alojaban en la toldilla de popa (la
carroza). El puente extendido en la proa (la
arrumbada) que servía de techo a la ―corulla‖ (el
espacio reservado a la batería de cañones de proa),
servía para punto de concentración de los oficiales
de menor graduación y los soldados. La arrumbada
es una plataforma que cubre la parte de arriba de la
propia corulla, pero más amplia, y esa plataforma
sirve de punto de partida para el abordaje y a su vez
es el primer bastión de la defensa.
En cuanto a los remeros, vivían, dormían,
comían y hasta morían, encadenados al banco. La
boga se hacía al ritmo que marcaba un tambor o una
corneta. Las galeras, a pesar de sus magnificas
aptitudes para la navegación en el Mediterráneo,
eran muy vulnerable al mal tiempo por lo que en
invierno se retiraban a sus bases.
El viento era un factor determinante que limitaba
en gran medida la posibilidad de empleo conjunto
de naves y galeras; la galera normal llevaba también
dos velas con dos mástiles, uno el mayor y el otro,
el trinquete, ambos con velas latinas.
El principal instrumento del poder militar de
Venecia era justamente esa galera de guerra, un
navío de bajo perfil con dos medios de propulsión,
las velas y los bancos de remeros que tiraban de
unos remos largos y delgados que impulsaban el
barco por la mar en rítmicos avances, como si fuera
un gigantesco pez espada. Conocida como la ―galia
sottil", dialecto veneciano para ―galera estrecha‖,
esa embarcación era extremadamente ligera, esbelta
y aunque la manga de su casco forrado a tope
apenas tenía 5 metros y medio, se extendía casi 45
metros en su eslora.
La mayoría de las batallas navales de la época se
libraban a corta distancia y en última instancia se
decidían en combates cuerpo a cuerpo. El papel de
la galera era el de poner en contacto a los
combatientes apiñados en la cubierta con la galera
enemiga –de forma ideal en una primera embestida
de proa golpeando al enemigo en el centro del
barco- y al mismo tiempo soltar una andanada a
quemarropa contra su víctima. Esa función táctica
se reflejaba en la proa de la nave. Se convertía en un
huso, en una especie de ariete muy reforzado con
punta de hierro de forma que pudiera atravesar las
planchas de madera del oponente y penetrar en el
casco con un ímpetu desgarrador. Una
superestructura baja que abarcaba la proa de la
galera, proporcionaba una plataforma desde la cual
74
los arqueros y mosqueteros podían disparar contra
el enemigo y luego saltar sobre su cubierta para
continuar la lucha con espada y mazas.
Las características de una galera ordinaria o sutil
era de unos 170 toneladas de peso, una eslora de 43
metros y con el espolón, de unos 55 metros, una
manga de 6 metros y un calado de 1.5 metros, con
25 bancos, llevando los 3 remeros por cada banco,
dando un total para la galera de 150 remeros y una
dotación en general de 225 hombres. La velocidad
máxima a vela con unas condiciones de mar
óptimas, era de 10 a 12 nudos; la velocidad máxima
a remo que podía aguantarse durante 20 minutos era
de 7 nudos y la de navegación normal a remo era de
3 a 4 nudos; la longitud del remo era de unos 14
metros, y su peso de 60 kilos.
Montado justo en la crujía, con línea central de
la cubierta de proa, había una enorme pieza de
artillería de 5 metros de longitud que pesaba unos
3.000 kilos y por lo general se cargaba con una bala
maciza de hierro, o una mortífera munición de
fragmentos de metal; una batería de artillería menor
flanqueaba al cañón principal: culebrinas de bronce
–cañones estrechos que disparaban balas de hierro
de 5 kilos cada una-. Dos mosquetes de retrocarga,
pivotaban giratorios, montados sobre postes; se
erguían a cada lado de la popa para repeler a
cualquier abordador que atracara desde atrás. En la
proa de las galeras españolas, al lado del cañón de
crujía (se le vino llamando cañón naval), se
montaban dos culebrinas –en vez de cuatro- y dos
pedreros, cañones cortos, de boca ancha.
En las bandas, se solían montar piezas de calibre
pequeño, ahorquilladas, para apuntar en orientación
y elevación; éstos eran llamados esmeriles y
falconetes, más los mosquetes de posta y también
arcabuces. Estos arcabuces pesaban unos 23 kilos,
lanzaban una bala de 28 gramos, a un alcance eficaz
de unos 50 metros: Las culebrinas tenían más
alcance que los cañones, y ambos eran más precisos
en el tiro que los pedreros, porque éstos usaban unas
pelotas formadas por caliza que se rompían y se
convertían en metralla. Cabe advertir que era mucha
la lentitud para realizar la carga de las piezas; por
tanto, pocas veces se podía hacer más de una vez
fuego durante la fase de aproximación. Los
otomanos todavía usaban bastante los arcos y
ballestas, porque ellos decían que en el tiempo de
cargar un arcabuz se disparaba varias veces una
ballesta o un arco.
La galera se maniobraba desde la cubierta con
una caña de timón ensamblada en un timón ancho y
con forma de media luna; los bancos de remo
recorrían la extensión de los dos lados del navío y
los remos sobresalían unos 90 centímetros de las
regalas y los remeros remaban en turno, siguiendo
un método, en gran parte peculiar, de las galeras
venecianas. Debido a la manga estrecha y al calado
muy bajo, la galera avanzaba muy mal con el viento
en contra y era extremadamente vulnerable en alta
mar. Por otra parte, las galeras adolecían de grandes
inconvenientes, a diferencia de los ―round-ships‖,
que eran los barcos típicos de carga redondos; sus
costados eran extremadamente vulnerables y su
fuerza motriz quedaba destruida al menor impacto,
que incluso, sin dar de lleno en el buque, afectara
los remos o la cubierta de remos; su eslora no le
permitía virar en ángulo pronunciado y como la
única forma de disparar cañones pesados era
haciendo que el retroceso fuera absorbido por el
barco en sentido longitudinal, cada vez que se tenía
que apuntar en un sentido distinto, era preciso
modificar la posición del buque.
El mayor obstáculo que se oponía en la
sistemática realización del ideal del táctico naval,
era la composición de la flota que dominaba en cada
sector. Mientras la armada turca estuviera
compuesta por galeras debería ser combatida con
galeras. Una flota de ―round-ships‖, o sea, barcos
redondos, estaba totalmente inerme si el enemigo la
atacaba en aguas tranquilas con fuerzas superiores
y con los cañones con que iban armadas las galeras
hacia mediados de siglo. Tampoco podían los
―round-ships‖, por sí solos obligar a las galeras a
entrar en combate si éstas no lo deseaban. Era
necesario además disponer de varios tipos de
galeras. Una flota de galeras sólo podía ser
combatida por una en las que las ligeras estuvieran
75
apoyadas por las más pesadas. Las operaciones
combinadas a vela y remo eran siempre poco
seguras a causa de los caprichos del viento.
Los remeros
Casi todos los remeros de las galeras cristianas
eran hombres libres, enrolados voluntariamente, que
contaban con espacio a bordo y que durante la
mayor parte del viaje, mientras se navegaba a la
vela, permanecían ociosos. Fue la dificultad de
conseguir que los hombres libres observaran buen
comportamiento en puerto y regresaran a bordo a su
debido tiempo lo que motivó la sugerencia en 1556,
de que se emplearan equipos de penados en
Venecia.
Manejar uno de los remos que impulsaban a una
galera veneciana de guerra era una tarea precisa y
de gran habilidad. En la mayoría de las galeras del
Mediterráneo, todos los hombres de un banco
trabajaban al unísono, tirando de un único remo. Sin
embargo, los venecianos empleaban un sistema
alternativo que se remontaba hasta la antigüedad y
se llamaba ―estilo sencillo‖… aunque era de todo
menos sencillo, los remeros venecianos se situaban
de a tres en un banco con 25 ordenes de remo a cada
lado del barco; cada uno de los tres hombres
manejaba un remo distinto -un instrumento de unos
14 metros de largo y que pesaba unos 60 kilos-, y
lograba en el espacio notablemente pequeño que se
les asignaba, tirar o bogar al ritmo que imponía el
capitán, sin engancharse en los remos de sus
compañero de banco.
En las galeras españolas, el ―motor de sangre‖
que eran los remeros estaba integrado por dos tipos:
la ―chusma‖ y los ―buenas- boyas‖, (término que
procede de la expresión italiana que significa ―de
buena voluntad‖). En la chusma se encontraban: a)
los condenados por la justicia o ―galeotes‖ y b) los
prisioneros de guerra turcos o berberiscos.
Se llamaban ―buenas boyas‖ a los remeros
voluntarios, en muchos casos, galeotes, que una vez
terminada su condena, eran ya incapaces de
adaptarse a la vida normal. Se distinguían por el
derecho a llevar el pelo largo, en lugar de la cabeza
rapada que exhibían los galeotes y prisioneros, para
facilitar su identificación en caso de fuga.
La comida de la chusma era pésima. Comían
bizcocho y habas, garbanzos o arroz, todo racionado
y sin condimento. Tenían derecho a una azumbre
diaria de agua (aproximadamente dos litros).
Naturalmente, los ―buenas boyas‖ comían mejor; se
les daba carne fresca, tocino, bacalao, queso, aceite,
etc., además de un litro diario de vino. Ahora bien,
en circunstancias especiales en las que había de
realizarse un esfuerzo excepcional, como podía ser
la persecución de un barco enemigo, o la
navegación con mal tiempo, la chusma recibía la
misma ración que los ―buenas boyas‖.
El galeote, es decir, el reo de la justicia, podía
adquirir su libertad por cuatro procedimientos
diferentes: por cumplimiento de la condena, como
premio a algún servicio extraordinario, comprando
su rescate y, obviamente, si lograba fugarse.
Había tal necesidad de remeros, que en las
galeras españolas, venecianas y cristianas en
general, se recomendaba el buen trato a los galeotes,
cosa que no sucedía en la poderosa marina turca,
donde a los esclavos que dejaban la vida en el
barco, se les sustituía con más facilidad.
76
En la segunda mitad del siglo XVI existen las
llamadas galeras ―bastardas‖ con 27 a 30 bancos y
las llamadas ―sutiles‖ entre 17 y 25 bancos; estaban
a su vez divididas entre las llamadas galeras
ponentinas (por Poniente -el sol que se pone- el
Occidente), levantinas (por el Levante –el Oriente-)
y venecianas. Las llamadas ponentinas comprendían
las galeras españolas, francesas, pontificias y de los
caballeros de Malta, y las levantinas son las
otomanas.
Las ponentinas eran más altas, las venecianas y
levantinas más veloces, de menor resistencia al
viento por ser más bajas y más maniobreras. Las
venecianas, con espolón completamente horizontal,
perdían velocidad cuando había marejada y en el
abordaje se quebraban fácilmente al chocar contra la
obra muerta del buque enemigo. El espolón, al
construirse a nivel de la cubierta de la galera
solamente servía para romper remos y
superestructuras y proporcionar un puente para la
gente de asalto (antes al estar al ras con el agua,
perforaba el casco).
Derivadas de la galera
A su vez, la galera tenía también sus derivadas,
llamadas galeotas, fustas, bergantines y fragatas,
más un híbrido (que explicaremos más adelante)
llamadas ―galeazas‖.
La galeota: con un porte, dimensiones, artillado
y dotación de aparejo, aproximadamente la mitad de
la galera normal, carecía de corulla, su batería
quedaba al descubierto, era veloz, servía para
incursiones y ataque al tráfico. En el combate entre
Armadas se ponían en las alas de la formación para
envolver, o en lugares en que los bajos fondos
impedían la navegación a la galera normal.
La fusta: abierta y sin carroza; era más veloz y
maniobrera que la galeota, su dotación participaba
en la propia boga, y en el combate usaba una pieza
artillera o dos, y servía para incursiones y el corso.
El bergantín, buque abierto como la fusta, pero
más pequeño, carecía de crujía (la pasarela situada
a lo largo del barco, que permitía desplazarse de
proa a popa, sin estorbar a los remeros). Artillería:
una o dos piezas del tipo esmeril, su dotación
también actuaba lo mismo en la boga que en el
combate, servía para el ataque corsario y pirático;
eran buques de vigilancia, reconocimiento y aviso.
La fragata: más pequeña que el bergantín y
también de bancos corridos, pero en los remos, un
solo hombre; tenía buena velocidad y gran
capacidad de maniobra, a pesar de su construcción
robusta; servía para el transporte de hombres de
relevo, como buque de apoyo durante el combate y
de información y aviso.
77
Las galeazas
Se trataba de un nuevo tipo de embarcación, una
especie de transición entre los barcos de remo del
pasado y los veleros del futuro. Eran barcos
pesados, de tres palos, con propulsión a remo y
velas latinas, más tarde, velas cruzadas. En
comparación con la galera baja y estrecha, la
galeaza era un barco mucho mayor y más resistente
a los embates de los temporales. Como barco de
vela, era lento y pesado, por lo que necesitaba el
impulso de sus remos, muy largos, que requerían el
esfuerzo de muchos hombres para su manejo.
Se usaba la vela en navegación normal y no en
combate, sus remos se ubicaban debajo de una
cubierta para proteger a los remeros del tiempo y de
las armas contrarias. Más amplitud de espacio que
en la galera, pero mucho peso, perdía velocidad y al
maniobrar, a veces para ponerse en posición de
batalla, debía ser remolcada.
Su extraordinario poder ofensivo descansaba en
su formidable artillería, ya que la galeaza montaba
batería de cañones en sus costados, además de los
de proa y popa, de forma que podía hacer fuego en
cualquier dirección.
Iba artillada con unos cuarenta cañones de
calibres diversos. Para defenderse de los abordajes
del enemigo, llevaba a bordo una fuerza numerosa
de arcabuceros.
Las naves a vela, que tendrán una denominación
genérica de bajeles, son las llamadas naos, carracas,
galeones, galeoncetes y filibotes. Su potencial
militar residía en su gran capacidad artillera;
cumplían funciones auxiliares de las galeras, a veces
delante de la escuadra, similar a lo que hacían las
galeazas.
Desde la existencia de las primeras galeras hasta
finales del siglo XVI, en la mar se combatía al
abordaje, es decir, cuerpo a cuerpo. Tan pronto las
naves enemigas entraban en la zona de tiro se hacía
fuego con la artillería. Inmediatamente después se
embestían las galeras unas a otras, procurando
incrustar el espolón propio en el costado de la nave
enemiga. Los arcabuceros disparaban sus armas a
corta distancia, a la vez que, mediante el empleo de
garfios y cabos de amarre se trababan las naves
entre sí, para hacer posible la lucha cuerpo a cuerpo,
en un intento de ocupar la galera enemiga, rendirla,
o destruirla. Las galeras más cercanas acudían en
auxilio de los suyos, pasándose refuerzos de
soldados de un barco a otro para cubrir las
numerosas bajas que se producían en este tipo de
combate.
El empleo de los buques de guerra como
patrulleros, excepcional en el norte de Europa, era
desde hacía tiempo cosa frecuente en Venecia,
acostumbrada desde el crecimiento del poderío
naval de los turcos a considerar la marina no solo
con fines estrictamente bélicos o comerciales, sino
también como instrumento de vigilancia. Venecia se
impuso la tarea de constituir una reserva de un
centenar de galeras para reforzar a sus buques
patrulleros en caso de guerra. Ello significaba la
creación de una armada mucho más potente que la
de cualquier país del litoral atlántico, a pesar de lo
cual, únicamente aliándose a otras potencias podía
Venecia aspirar a igualar el número de galeras que
reunían los turcos y sus aliados norteafricanos.
78
TURCOS
os turcos otomanos eran al principio hordas
de guerreros musulmanes que merodeaban
por las fronteras orientales del mundo bizantino.
Gracias al genio militar de Otmán u Osmán dejaron
de ser tribus nómadas carentes de instituciones
políticas y conciencia nacional para convertirse en
los dueños de un vasto Imperio, siendo una potencia
militar no sólo terrestre, sino naval. El
empeoramiento de relaciones entre las dos mitades
de la Cristiandad ejerció eventualmente una
influencia directa sobre la caída final de Bizancio en
poder de los turcos. Ya en el siglo VI, los
bizantinos habían estado en contacto con el Imperio
que los turcos habían establecido en el Asia Central.
En siglos posteriores, cuando las tribus turcas se
vieron obligadas a desplazarse hacia el Oeste,
aquellos contactos aumentaron. Pero las fronteras
meridionales y orientales del Imperio bizantino
estaban ahora prácticamente indefensas y el apetito
de los barones fronterizos turcos se había
agudizado. Esos barones -que llevaban el título de
―ghazi‖ -guerrero por la fe-, y observaban una
disciplina semi-mística, desarrollada en los siglos X
y XI, eran guerreros expedicionarios profesionales.
A fines del siglo XI, los expedicionarios ―ghazi‖ –
selyúcidas- habían ya ocupado la mayor parte de
Anatolia y solamente quedaban en manos de los
bizantinos unos cuantos distritos costeros.
L
79
Cuando los victoriosos selyúcidas procedieron a
la captura de Tierra Santa de manos de los árabes,
aumentó la alarma de Occidente.
La idea de una Cruzada para liberar los lugares
sagrados de Palestina, comenzó a tomar cuerpo y el
pontificado romano, deseoso de aumentar su
poderío, también consideró a Bizancio como país
que debía ser ―salvado‖. Por todo lo cual se
comprende que los jefes seculares de Occidente no
estaban menos tentados que el Papa por la presa de
Bizancio. En 1095, en el
Concilio de Clermont, el Papa
Urbano II exhortó a Occidente
a la acción. Un año más tarde,
una desorganizada turba de
cruzados, conducida por Pedro
―el Ermitaño‖, consiguió llegar
hasta Anatolía donde fueron
fácilmente destrozados por los
turcos. Pocos meses más tarde
llegaron verdaderos ejércitos,
conducidos entre otros, por
nobles de origen normando,
equipados hasta los dientes y
dispuestos a la lucha. A
algunos de los jefes les movía
el celo religioso, pero la
mayoría iban impulsados por
un espíritu de aventura y una
pasión por las ganancias. Al
inicio de la IV Cruzada, los
bizantinos consiguieron de los
cruzados la promesa de que todas las antiguas
ciudades bizantinas reconquistadas de los turcos
volverían al dominio de Constantinopla. Esta
condición fue cumplida para Nicea y algunas otras
localidades, pero el ejército normando se quedó con
Antioquía, después de capturarla. En una sucesión
de complicados acontecimientos -batallas, y todas
clase de embrollos- en 1204, la ciudad capital,
Constantinopla, fue tomada por los cruzados y
saqueada sin piedad. El Imperio bizantino entró
entonces en la fase final de su historia bajo el
fundador de una dinastía -las más larga según
demostraron los hechos-, la de los Paleólogos. Era
un Imperio mutilado y empequeñecido durante los
dos últimos siglos, si bien intelectual y
artísticamente, brillante, que sólo pudo desarrollar
durante muchos años acciones defensivas contra
fuerzas contrarias avasalladoras. El Imperio que
Miguel Paleólogo reconquistó, se reducía a
Constantinopla, el extremo noroeste de Anatolia y
una franja que se extendía por el centro de los
Balcanes.
Los italianos, especialmente los genoveses
continuaban dominando el comercio del Imperio.
Los señores latinos y los comerciantes venecianos
consiguieron conservar sus propiedades en la Grecia
continental y en las islas, pues numerosos de sus
mercaderes gozaban de gran autoridad. La peste
negra en 1347 exterminó casi dos tercios de la
población de Constantinopla. Parece que aquel
terrible azote procedía de las galeras apestadas de
los genoveses, y que los médicos se vieron
impotentes para combatir la epidemia.
80
Bizancio agoniza
A fines del siglo XIV, los residentes de la ciudad
no eran más que unos cien mil, un sexto de la
población dos siglos antes, pero lo más siniestro era
la formación de una nueva potencia turca al
noroeste de Anatolia, pronta a entrar en Europa: el
Emirato Otomano. Si bien al principio fueron
súbditos del Imperio Selyúcida, los turcos otomanos
habían conseguido su independencia al
desintegrarse aquel Imperio bajo el impacto de las
invasiones mongólicas.
El sultán Murat tomó Adrianápolis en 1365 e
hizo de ella su capital europea. Fundó los
―jenizaros‖, cuerpo de soldados y administradores,
formados por los hijos de los cristianos cautivos y
conversos de los Balcanes y educados en una
obediencia ciega al sultán y bajo la fe islámica.
Después de haber obtenido los ―timars‖ –
concesiones de tierras-, formaron una clase social –
tropas élite-; como no tenian vínculos con los
grupos tribales tradicionales, llegaron a ser la
principal defensa del sultán contra los nobles
turcomanos. Hacia el final, ellos, más que sostener,
manipulaban al gobierno del Imperio Otomano.
Para 1397 todo lo que quedaba del Imperio
bizantino era la ciudad de Constantinopla y una
pequeña área al norte de ella, así como algún
territorio en el Peloponeso (la gran península al sur
de Grecia).
Avanza la “Sublime Puerta”
―Más la hegemonía del poderoso Imperio
Otomano no solamente amenaza la prosperidad
comercial de Venecia, sino también su seguridad
como Estado. Para Venecia, el Imperio Otomano
era un obstáculo que se interponía entre Oriente y
Occidente, que bloqueaba sus actividades
transportistas de los productos procedentes de los
confines de Asia; era un Estado poderoso con el que
convenía mantener buenas relaciones. Pero Turquía
es algo más que una simple barrera, porque la
misma estrategia que la conduce en un principio a
pretender el dominio del mar en zonas limitadas,
pero precisas para su expansión, la obliga a
expandirse, después de eliminar los postreros
vestigios de soberanías territoriales extrañas, desde
las que se interfieren sus propias comunicaciones
marítimas, que pueden servirle de base para explotar
el comercio que otros hacen con Oriente. Por esto,
la apetencia otomana de arrebatar a Venecia su
territorio levantino no es solo afán de crecimiento
geográfico, sino una medida de seguridad ante una
amenaza que afecta el desarrollo de su propio
Estado, que no sin razón se considera sucesor del
Imperio Romano de Oriente. Entre las muchas
causas que favorecen los resultados logrados por los
otomanos en su instalación en Asia Menor, Sureste
europeo y Mediterráneo, destaca la facilidad con
que este pueblo asimila e incluso supera la
tecnología occidental en todos sus aspectos; pero
más brilla, quizá, su facultad innovadora y de
adaptación de los medios de combate Occidentales a
su particular idiosincrasia.
El uso y sostenimiento de su poder marítimo,
considerado en el sentido amplio de su significado,
es decir, la creación de unas fuerzas navales
sustentadas por un sistema de bases, aptas para la
construcción de buques y el apoyo operativo,
concedido para la seguridad de su transporte
marítimo, comercial y militar, es un aspecto muy
particular y concreto de la predisposición turca para
adoptar y desarrollar los medios técnicos necesarios
y figurar con peso especifico propio en los
81
acontecimientos políticos del mundo. En el campo
de la estrategia y táctica navales, este pueblo de
origen pastoril, acostumbrado a maniobrar con sus
jinetes en las amplias extensiones asiáticas, aportan
un sistema de movimiento que los occidentales
apenas han vislumbrado, aplicando en la mar sus
conocimientos aprendidos en la guerra terrestre. El
ataque a las comunicaciones marítimas, mediante
embarcaciones ágiles, de porte limitado, pero con
gran capacidad de maniobra, es una aportación a la
táctica naval mediterránea, de los hombres cuyo
―espíritu de jinete‖ es parte milenaria de su forma
de concebir la acción de guerra; esto sin menoscabo
del empleo de formaciones navales y dispositivos de
constitución masiva, cuando el enfrentamiento
directo con fuerzas numerosas es necesario, para
resolver situaciones estratégicas y tácticas. En su
expansión vía Occidente, aprenden los otomanos la
utilidad de la artillería, de las fuerzas navales y de la
conjunción de cañones y buques, para proteger el
paso del Bósforo y apoyar desde el mar las
operaciones terrestres; experiencias asimilada tras
reiterados fracasos ante el potencial naval de los
Estados occidentales oponentes, que poseen mayor
experiencia náutica y obstruyen su avance‖.
Así comprende la ―Sublime Puerta‖, nombre
dado a la sede del poder del sultán, que ha de
dominar el paso estrecho que separa Asía de
Europa, y más tarde, que ha de tener supremacía en
el Egeo, si quiere tener acceso al Mediterráneo para
asumir el papel del desaparecido Imperio de
Oriente.
Los turcos entonces rodearon Constantinopla y
pidieron su rendición. La ciudad fue salvada por el
avance de los mongoles bajo Tamerlán, que se
encontraron con las fuerzas otomanas y las
derrotaron en Ankara en julio de 1402. Pero fué
verdaderamente una situación muy crítica; hubo
entonces un período de respiro para Constantinopla.
Entre los otomanos estallaron luchas dinásticas que
hubiesen podido proporcionar a los bizantinos una
oportunidad para recuperar algunas de sus pérdidas.
Pero no podían intentar siquiera el logro de sus
propósitos sin el auxilio de Occidente, y la
condición era la sumisión religiosa a Roma. En
1413 las luchas dinásticas entre los turcos se
calmaron con la ascensión de un nuevo sultán y en
1422 estaban nuevamente frente a las murallas de
Constantinopla. Una insurrección en Anatolia salvó
esta vez la situación, pero el ejército turco devastó
nuevamente el Peloponeso griego.
El emperador Juan VIII Paleólogo decidió hacer
un nuevo intento para conseguir la ayuda de
Occidente: llevando consigo un número de obispos
y teólogos, se embarcó para Italia y se entrevistó
con representantes de la Iglesia Latina, primero en
Ferrara y luego en Florencia. Después de
interminables debates se firmó en 1439 una
declaración de unión entre las iglesias Ortodoxa y
Latina. Si bien algunos de los representantes
ortodoxos no endosaron la declaración, el Papa se
sintió alentado. Y el fracaso de un intento turco por
capturar Belgrado, le incitó a predicar otra cruzada
contra los turcos. Debía estar al mando del rey
Vladislav de Polonia y Hungría. Las tropas
reclutadas por el Papa en Occidente estaban
mandadas por un legado papal, un cardenal. La
fuerza de los cruzados llegó a Varna en la costa del
Mar Muerto y fue atacada por los turcos. Los
cruzados fueron derrotados y tanto el rey como el
cardenal resultaron muertos. En 1448 fue derrotada
otra fuerza húngara, esta vez en la llanura de
Kosovo. Este fue el último intento de Occidente por
mantener el moribundo Imperio; habían llegado los
últimos años de Bizancio. Ya ni siquiera un milagro
podía salvarlos de su suerte. Un nuevo sultán,
Mahomet II heredó el trono turco y comenzó
inmediatamente los preparativos para la toma de
Constantinopla, uno de los mayores acontecimientos
de la historia, y lo logrará en el año 1453.
82
CAPÍTULO V (El Renacimiento)
ASIA: A PARTIR DE LA ALTA
EDAD MEDIA
n la India se produce una incursión de
Tamerlán (Timur-Lang), un caudillo tártaro,
pueblo de origen mongol y turco, quién siguiendo
los pasos de Gengis intenta restablecer su Imperio.
Llegará a dominar parte de Rusia, Persia, Nepal e
India, derrotará a un pueblo primo-hermano, los
turcos, y fallecerá cuando preparaba una expedición
militar a China, donde se había impuesto la dinastía
de los ―Ming‖, derrocando a la siempre considerada
extranjera, la dinastía Mongol.
De 1526 a 1764 existió el llamado Imperio
Mogol en la India, fue instaurado por Babur, de
religión musulmana, pero que se consideraba
descendiente por un lado de Gengis Khan y por el
otro de Tamerlán; éste fue un Imperio de
dominación musulmana pero profundamente
influido por el propio hinduismo.
Nacido gracias a las conquistas sucesivas de los
descendiente de Gengis Khan, ese Imperio hizo
florecer la cultura y la agricultura, también las artes,
entre ellas, por ejemplo, el Taj Mahal y extendió sus
dominios por casi la totalidad de la India; época
muy fecunda desde el punto de vista artístico,
E
CAPÍTULO V (El Renacimiento)
83
lográndose una síntesis entre los elementos
islámicos e hindúes. Un gran emperador fue Akbar
que dentro de la distancia, a veces insalvable entre
los hindúes y musulmanes, haciendo gala de
amplitud de mente, organizaba reuniones donde
había confucionistas, musulmanes, hindúes y
cristianos. En representación de estos cristianos
estaban los portugueses, ya instalándose en alguna
costa de la India.
Akbar quiso llegar a un sincretismo religioso
entre los monoteístas, los ritos hindúes y la
adoración al sol; era una mezcla de fe divina, donde
él consideraba que existía una sola cosa –la fe
divina-, pero tolerando a su vez a las demás
religiones. A su muerte se volvió a la ortodoxia
musulmana, lo que provocó sublevaciones entre los
hindúes; además estaban éstos gravados con fuertes
impuestos y tenían que pagar tasas por las
peregrinaciones. Los emperadores mogoles fueron
ampliando su dominio territorial. Dotaron así
mismo al Imperio de una sofisticada administración.
A pesar del control militar y burocrático, los
mogoles se vieron obligados a hacer concesiones a
sus súbditos indios, dar cierta libertad a los
gobernadores provinciales, tolerar el hinduismo y,
sobre todo, evitar inmiscuirse en los asuntos locales.
El poder mogol supervisó, más que gobernó. La
corrupción en 1764 estaba tan extendida que el
Imperio era fruta madura en manos de otras
potencias, en particular de los europeos y
específicamente, de los británicos.
En China, la dinastía Ming en 1368 acabó con el
poder Mongol. El Imperio se extendió hasta el
punto de someter a Estados como Annam y Siam. El
primer emperador Ming inicia el envío de flotas a la
India, Persia y África en misiones políticas y
comerciales.
Exploraciones marítimas chinas
Últimamente, se dan a la luz más informaciones
sobre estas expediciones y algún investigador se ha
adentrado en archivos chinos y por otro lado, se han
escuchado los tradicionales relatos, transmitidos
oralmente, narrando que durante la tercera década
del siglo XV, una flota llegó a la Antártida, otra
entró al Caribe remontando la costa atlántica de
Norteamérica y Groenlandia, y una tercera, atravesó
el Pacífico, tocó tierra en Perú y después en México
y California. El escritor que más se ha extendido
sobre el tema, se basa en que en gran cantidad de
cartas náuticas portuguesas, italianas, japonesas y
árabes, se puede ver África, América y Australia
antes de los conocidos viajes de exploración de
Vasco de Gama, Colón y Cook, deduciendo que a
esos navegantes les llegaron esas cartas desde su
procedencia china.
Para este autor, los chinos, no sólo
circunnavegaron el planeta, sino que establecieron
poblados y comerciaron en las tierras donde
tocaron, en África, América y Australia. Cita
también como pruebas, restos de naufragios en
playas de Australia –que perfectamente pudo ser,
pues sí hay mayor información del asentamiento de
colonias chinas en Indonesia e islas del Sur del
Pacífico-; de las piedras talladas en las costas del
Senegal –se supone que con caracteres chinos-; ya
es más difícil su comprobación pues en este
territorio, situado en la costa centro-occidental de
África y lindando al norte con los desiertos de
Mauritania, no hay vestigios de que su memoria
histórica recoja indicios de la llegada de asiáticos,
prácticamente en la misma época de la presencia
portuguesa, de la cual, por supuesto, hay pleno
recordatorio.
Igualmente, las ―pruebas‖ de la presencia de
gallinas asiáticas en Perú y rastros de ADN en
indígenas venezolanos y colombianos, no son
testimonios definidos –sino argumentos tomados
por los pelos- pues en lo de las gallinas, se olvida el
autor de que en fechas bastante tempranas a los
inicios de la conquista española, ya había un
comercio regular entre los dominios españoles del
Pacífico americano y el archipiélago de Filipinas,
con contactos, justamente, con la China de los Ming
y el Japón. En cuanto a los rastros de ADN, el autor
también obvia que en por lo menos dos estudios
científicos del poblamiento de los aborígenes
84
americanos, se considera, con toda certeza, que su
procedencia es del norte de Asia, desde Manchuria
y Siberia; como se piensa también, cada vez en
forma más argumentada, que a través de la Polinesia
se llegó a costas americanas desde el sur de Asia.
Tampoco la memoria colectiva de los indígenas
americanos y su tradición oral recuerda tal
presencia, a sólo 70 años de la llegada de gentes de
piel blanca. Así que ni los mapas, ni los
asentamientos, ni los genes, tal como están
planteados como pruebas, son argumentos
convincentes. Sin embargo, no es descartable el que
efectivamente los chinos dejaran huella –restos de
barcos e inscripciones en Australia, África e,
incluso, América-, pero en todo caso, y al igual que
lo que pudo pasar con los fenicios y lo que pasó con
los vikingos, llegando –sin saber donde- y sobre
todo, sin instalarse, aunque fuera por cierto tiempo y
con sentido comercial.
Al hablar de sus sólidos conocimientos náuticos
y astronómicos, simplemente se refrenda lo ya
conocido y autenticado, y al entrar a explicar la
importancia y características de sus naves,
concuerda con lo ya sabido, como también que una
vez regresados los expedicionarios a China, se
encontraron con drásticos cambios en la política
imperial que afectaba a la posibilidad real y
efectiva de comerciar y/o
conquistar en ultramar,
cambiando el curso de la
historia naval, de la propia
Humanidad y por supuesto, de
China.
El problema de poder
fundamentar lo que, por
consecuencia de la lógica,
vistos los antecedentes
históricos es perfectamente
factible, es que no se
mantienen muchos
documentos originales chinos.
En los que se encuentran, la
mayoría son copias de copias y
los originales que aún se
conservan son más bien de tipo administrativo,
considerando por lo visto los más esenciales,
extractándose y compendiándose. Los demás se
destruían y si en ese tiempo se cambió radicalmente
la política marítima, siendo producto, además, de
una interpretación religiosa y filosófica salida de la
mente y potestad de un emperador, es bastante
probable que lo informado por escrito por los
exploradores, sería destruido. También por causas
naturales, muchos documentos, siendo de papel –no
olvidemos, de invención y fabricación china- se
irían deteriorando, por carecer de la resistencia del
pergamino o el papiro.
Hay una información mucho más documentada y
fehaciente; la de la vida y viajes del gran almirante
chino Ma Ho. Nacido en el norte de China, de
familia de religión islámica, -a la cual perdió en los
horrores de las guerras internas- a los diez años fue
entregado al ejército imperial y castrado –como era
bastante habitual- para pasar a servir en la Casa del
Emperador. Convertido en joven y distinguido
oficial, su noble protector se convirtió en
Emperador, le confirió honores, le dio el nombre de
Chen-Ho y el máximo mando naval de una gran
flota que se empezó a construir, de grandes barcos y
con la mejor tecnología hasta entonces conocida.
85
Junkos de nueve mástiles y una eslora de 150
metros (7 veces el largo de una carabela grande),
capaces de mantener una autonomía de navegación
durante muchos meses. Con la flota conformada por
estos inmensos barcos, el almirante Chen-Ho
emprendió en 1405 su primer viaje y en el
transcurso de los siguientes, cada uno de ellos de
más larga duración, llegando más lejos que el
anterior, exploró, abrió rutas comerciales y
estableció relaciones diplomáticas por todas las
costas del Sureste Asiático, el Golfo Pérsico y las
costas orientales de África, dirigiéndose al sur de
ese continente y… bordeando, muy posiblemente,
su punta austral.
El carácter tolerante y civilizado de este gran
hombre –también en lo físico, pues era de gran
estatura y corpulencia- se reflejó en su respeto con
las costumbres y religiones de otros pueblos. En Sri
Lanka (Ceilán, la gran isla al sur de la India), hay
una mesa de piedra que documenta su visita, en
escrituras china, persa y tamil (el idioma local) y su
respeto por las tres religiones y sus dioses: Alá,
Buda y Visnú. Afectado por la prohibición de salir
al mar, dictada por un nuevo emperador, Chen-Ho
tuvo cargos en tierra, de menor importancia;
fallecido en 1435, en su tumba, restaurada en 1985,
aparecen mapas y pinturas del navegante y la
inscripción ―Alá es grande‖.
86
Durante siglo y medio la dinastía Ming dio la
espalda al mar –en sus primeras medidas, no se
podían construir juncos de más de dos mástiles y
luego se llegó a prohibir la navegación costera-, tal
prohibición alentaría, como primera consecuencia,
el contrabando marítimo y la piratería.
Interpretando a su conveniencia la filosofía de
Confucio, poseídos de un sentido de prepotencia y
superioridad, buscaron aislarse, como lo habían
hecho durante siglos de su historia y
temiendo, posiblemente los efectos -político
desestabilizadores- de unas sociedades periféricas,
donde ya asomaban las influencias procedentes de
Europa, la China perdió la gran oportunidad de ser,
-a través del dominio marítimo- el factor político y
social más determinante en el mundo.
En el siglo XVI, los portugueses se instalaron en
Macao (1514); en los demás continentes, ya hay
presencia y dominio de portugueses y españoles; en
China, prosigue la dinastía Ming en su esplendido
aislamiento hasta la mitad del siglo XVII.
Se fueron concediendo ciertas facilidades para
comerciar a franceses, portugueses y holandeses. A
partir de 1784 llega el primer buque estadounidense
y para entonces, el monopolio británico de la
Compañía Inglesa de las Indias Orientales había
desplazado a todos los demás.
La penetración de los bárbaros del Norte,
representados por los manchúes, acabó con la
dinastía. Los invasores penetraron como
consecuencia de un conflicto interno, donde una de
las partes pidió su ayuda. Los manchúes gobernaron
siglo y medio; en este período engrandecieron al
país y extendieron sus fronteras, penetrando sus
ejércitos en Birmania, Nepal y Annam. Se
establecieron en China como conquistadores y para
protegerse de rebeliones internas, apartaron a los
chinos de cargos militares y crearon una red de
guarniciones, ejerciendo un control estricto tanto
militar como administrativo de la población.
En el Japón, hacia 1476, el creciente poderío
económico y militar de las grandes familias
provinciales era incontrolable; la disputa en torno a
la sucesión de los ―Shogun‖ de la familia Ashikaga,
con guerras cuya duración fueron de casi un siglo
(el hombre se repite… sobre todo en sus errores, en
cualquier parte del mundo), se empezaban a
extinguir y Nobunaga se impone como Shogun e
inicia un dinámico período de centralización y
propuestas de expansión.
En esa época de conflictos, los europeos
desembarcaron por primera vez en Japón e
intentaron influir en su política interior. Reunificado
el país, el Japón se lanzó contra Corea. La muerte de
su líder interrumpió estas expediciones de
conquista. El nuevo ―shogun‖, obligó a los señores
y sus familias a residir en Edo (la actual Tokio).
Los ―Samurais‖, que desde el siglo XI se habían
consolidado como la clase militar jerarquizada,
seguirán siendo los guerreros de élite, impregnados
de su código de honor, el ―bushido‖, seguidos por
los campesinos, artesanos y mercaderes. Los
Samurais, con la llegada de los europeos
comenzaran a adoptar ciertas partes de las
armaduras occidentales, sin abandonar tradicionales
elementos de sus uniformes de combate, ya que
debían acostumbrarse a los nuevos tiempos
venideros y que sus petos, a la europea, fueran
capaces de aguantar una bala de mosquete…
Se reprimió el cristianismo y se restringió el
comercio con el exterior, en el interés de la
estabilidad interior. Algunos comerciantes
holandeses y chinos podían residir en la ciudad
puerto de Nagasaki, pero ningún barco japonés
podía salir de las aguas japonesas.
Y, para finalizar esta síntesis, en África, la
desconocida, de la cual algo narraremos más
adelante, el Imperio ―Songhai‖ alcanzaba su
máximo apogeo.
87
INICIO DE LA EDAD MODERNA
on la toma de Constantinopla por los turcos,
que desde ese momento se llamará
Estambul, termina la llamada Edad Media. Larga,
larguísima etapa histórica con una duración de casi
1.000 años, 977 para ser exactos; los mismos que el
Imperio Bizantino, indicador y referencia histórica
de ese período.
La época siguiente, según los cánones clásicos,
es la Edad Moderna, que abarca desde 1453 hasta
1789, inicio de la Revolución Francesa, pero
nosotros no haremos caso a esa delimitación, sino
que nos ceñiremos a unas divisiones más en
consonancia con la realidad naval. Así pues, de una
vez confesaremos que la primera división histórica
naval será al término de la acción en la batalla de
Lepanto, es decir, al final del día 7 de octubre de
1571, pues las consecuencias de la misma no sólo
son importantes para la historia de Europa y del
mundo, sino que establecen, sin lugar a dudas, la
pérdida de la supremacía histórica del Mar
Mediterráneo, para dar paso a la entrada en escena,
tal como ya se venía anunciando, de los grandes
Océanos, a través de los cuales las acciones navales
se encaminarían a intentar poseer el dominio
marítimo, eje sobre el cual ha girado hasta nuestros
días el devenir de la historia mundial. En paralelo
con el final de este período histórico naval iba
finalizando la época del Renacimiento, que
justamente se considera nacida hacia la mitad del
siglo anterior, habiendo sido un tiempo de
renovación artística, literaria y científica, basada en
los modelos de la Antigüedad clásica, pero también
a una orientación del hombre, más laica e
individualista.
En concordancia por tanto con la fecha de corte
de la primera etapa de este relato sobre ―Historia
Naval‖, haremos una síntesis de lo que pasó en los
118 años que median entre 1453, caída de
Constantinopla y 1571, batalla naval de Lepanto.
Como ya hemos conocido, el Imperio de
Bizancio sucumbe. Los Reinos europeos prosiguen
en su proceso de consolidación, en su camino hacia
el sentido de soberanías nacionales, a expensas de la
autoridad Papal, que disminuye, como igualmente le
ocurre a la nobleza, que va siendo dominada por los
reyes, mientras nace una ―clase media‖, que en
determinados momentos, incluso, desafía a la clase
noble y a la realeza, en muchos casos, apoyándose
en las disidencias religiosas dentro de los cristianos.
Tanto es así, que la Reforma protestante y la
consiguiente Contrarreforma católica, además de
proporcionar una nueva visión a las guerras
dinásticas, revelan y hacen emerger conflictos
sociales.
Se dá inicio y proseguirá, con mayor ímpetu, la
expansión europea en ultramar. En Italia, las guerras
en sus territorios enfrentan a las casas de los
Habsburgos y los Valois, vale decir, la rama
española de la Casa de Austria y la dinastía
francesa; como resultado, las ciudades-Estado
italianas, van declinando políticamente, aunque
paradójicamente, sea la época de esplendor del
Renacimiento y en Florencia, gobierne la familia de
los Médicis, gran protectora de las Artes, iniciada
esa protección por Lorenzo, el ―Magnífico‖. Solo
pervivirá, cada vez con más dificultades, Venecia,
que lucha contra los turcos para no perder su control
comercial en el Mediterráneo.
En Inglaterra, estando todavía en guerra con
Francia, estado casi natural, pues ya llevaban en eso
90 años, los ingleses se enzarzaron en una guerra
civil, por las apetencias al poder de dos grandes
familias: los Lancaster y York. Vencerá Eduardo IV
de York, que diez años más tarde, ¡al fin!, firma con
Francia el Tratado que pone término a la ―Guerra de
los 100 años‖.
En Francia, Luís XI impulsa la unificación del
país y su sucesor Carlos VIII invade Italia, siendo
detenido por la alianza de Maximiliano de Austria,
el Papa y Venecia. En Rusia, Iván III, el ―Grande‖,
afianza la primacía de la ciudad de Moscú,
reuniendo a los principados bajo su autoridad y
logra detener a los mongoles.
Portugal inicia las grandes exploraciones
marítimas, de las cuales seremos narradores más
adelante, y España empieza a tener una sola entidad
C
88
política, y la pareja real considera que sus súbditos
deben profesar una sola fe religiosa, como
amalgama de unificación, y expulsan a los
musulmanes que se mantengan en la suya, como así
mismo a los judíos (unos 200 mil)… Llevados por
el interés comercial y político, en competición con
Portugal y también, por celo religioso y misionero,
al fin y al cabo, cónsono con los tiempos que
corrían de intransigencia y confrontaciones
religiosas, apoyan la empresa de un marino
genovés, Cristóbal Colón.
La situación preponderante de Occidente en el
Mediterráneo cambiará cuando los turcos otomanos
se adueñen de los antiguos territorios del Imperio
Romano de Oriente, penetren en Europa hasta las
puertas de Viena y extiendan su dominio por Siria,
Egipto y África del Norte. El ―Mare Nostrum‖ está
a punto de convertirse de nuevo en un mar
dominado por una sola potencia, que ha creado su
propio sistema de explotación estratégica. La
oposición occidental evitará una vez más el peligro,
pero el descubrimiento de la ruta del Cabo de Buena
Esperanza hará declinar la importancia del
Mediterráneo; el tráfico se desviará por el camino
más seguro del Sur y la estrategia mediterránea
adquirirá con el tiempo un valor secundario,
contemplada a la luz de un sistema de explotación
estratégica de ámbito mundial.
En las aguas del Mediterráneo, desde el siglo
XV, el poderoso Imperio otomano se sirvió de los
piratas para enriquecerse, controlar el tráfico
comercial y extorsionar a las potencias
mediterráneas. A estos terribles piratas se les
denominó ―berberiscos‖, derivación de ―beréberes‖,
nombre de la etnia habitante al Norte de África. Uno
de los más célebres fue Kair-Eddin, más conocido
como ―Barbarroja‖. Llegó a ser nombrado almirante
de la flota turca, se dedicó a asaltar barcos, saquear
y arrasar los puertos, tomando como esclavos a los
prisioneros. Estableció su base en Orán y Argel, que
fue fundada por él, y fue el principal aliado de los
turcos, convirtiendo todo el norte de África en
vasallo de Turquía.
Después de la conquista de Granada, en 1492, la
mayor parte de los árabes españoles expulsados de
su patria se han establecido en los Estados del norte
de África, desde donde se lanzarán al corso y la
piratería contra las comunicaciones marítimas y
costas de los países europeos; su afinidad cultural y
religiosa con los otomanos y moriscos que aún
residen, permitirá a los Sultanes emprender una
estrategia de subversión que debilite a España en
beneficio de su proyección hacia Occidente.
Los problemas que la piratería berberisca
ocasiona a la monarquía española, interfiriendo los
suministros de trigo procedentes de Sicilia, y
realizando incursiones contra las zonas costeras,
sirven para que la Sublime Puerta aproveche la
oportunidad que le ofrece esta situación, porque la
presencia de los presidios, o sea fortines, que los
españoles mantienen en el norte de África, para
protegerse de las actividades piráticas, son una
amenaza para la seguridad del Imperio otomano
extendido por Siria, Egipto y demás Estados
vasallos berberiscos.
Amanece un nuevo siglo, el XVI, y se produce
un nuevo cisma religioso. La Reforma protestante se
inicia en 1517 cuando el religioso agustino, Lutero,
publica sus 95 tesis, denunciando los abusos de la
Iglesia, y el protestantismo se expande por todo el
norte de Europa, Alemania y en los Países Bajos
(Holanda), donde, a la vez, empieza la lucha por su
independencia de España.
En Inglaterra, Enrique VIII se divorcia de Roma
y funda la Iglesia Anglicana, que no obedecerá la
autoridad papal.
De la Reforma protestante se derivaran
diferentes movimientos de interpretación de la
doctrina cristiana, y de su aplicación en la práctica,
de forma más abierta o más estricta, como la
propagada por el teólogo y duro reformador, Juan
Calvino, en la ciudad de Ginebra (Suiza), donde
organiza un Estado ―teocrático‖. La forma calvinista
penetró en Francia –en donde, unos años más tarde
de la batalla de Lepanto- se desató una matanza
contra sus seguidores, los llamados ―hugonotes‖.
89
LAS COSTAS ATLÁNTICAS
l transporte, las comunicaciones y el
suministro hacían de los barcos un
complemento esencial de los ejércitos, viéndose
afectada la suerte de las potencias beligerantes en la
medida en que podían asegurarse sus servicios.
Existían pocos barcos de propiedad real, ya que
apenas se había hecho nada por establecer una
Marina de Guerra en ningún país. Y así, del mismo
modo que se recurría a los suizos y a los alemanes
para completar un ejército, se acudía a los Estados
marítimos italianos para completar la flota. La
diferencia entre el barco de guerra y el mercante era
pequeña y ambos podían combatir juntos. Las
funciones entre la galera y el barco de transporte no
se consideraban tampoco tan dispares que no
pudieran ser utilizados conjuntamente, en algunas
ocasiones, tanto en aguas septentrionales como
meridionales y lo mismo las potencias del Atlántico
que las del Mediterráneo empleaban tipos
intermedios de barcos a vela y a remo. En Francia,
Carlos VIII no contaba más que con 21 barcos
reales y tenía en su contra dos factores que
complicaban el uso de los mercantes: la celosa
autonomía de los respectivos almirantes de Bretaña,
Guyena y Provenza, y la falta de marina mercante
en el Mediterráneo en donde casi todo el comercio
estaba en manos extranjeras. Para la invasión de
Italia se vio obligado por tanto a alquilar barcos a
Génova, aunque este rey comenzó la construcción
de galeras en Tolón. Luís XII construyó barcos
reales en Brest y Francisco I creó el puerto de Le
Havre; Francia nunca se vio libre de la necesidad de
alquilar barcos y de las complicaciones políticas que
ello entrañaba.
Aunque España sufría de la misma escasez de
barcos reales, se encontraba mejor dotada de marina
mercante. La corona subvencionaba los barcos
mercantes y prohibía que los potencialmente útiles
para la guerra fueran vendidos al exterior, mientras
los intereses de España en el comercio de grano con
Sicilia y con el Norte de África le permitían
disponer de un gran número de navíos apropiados
para la requisa. Una vez requisados, sin embargo, su
organización dejaba mucho que desear. Sus flotas
carecían de unidad y tenían muy baja moral. Los
capitanes llevaban una tripulación inferior a la
necesaria con el fin de embolsarse la paga de las
llamadas ―almas muertas‖, que las declaraban como
tripulantes vivos y como transportaban también
mercancías como una especulación privada legal,
preferían la prudencia al riesgo de perder esta.
Las flotas genovesas adolecían de los mismos
defectos. El Estado establecía contrato con
personas privadas que les proporcionaban barcos
para sus servicios. Como no se pagaba
compensación alguna por los daños o las pérdidas y
la paga era pequeña, se evitaba en lo posible el
combatir con los barcos de guerra, no luchándose
más que por la captura de los mercantes, con el fin
de obtener la parte de presa. También allí –y los
mismo ocurría con las flotas toscana y pontificia- se
permitía a los oficiales transportar carga.
En Venecia, esto ocurría solamente en los barcos
que complementaban las flotas del Estado, porque
Venecia era la única potencia italiana que mantenía
una flota de guerra permanente. La amenaza
constante de los turcos, cuya marina de guerra en
1495 contaba con unos 250 barcos, hacía necesaria
esta medida y después de encontrarse con un
número escaso de barcos de guerra, construyó una
flota de 100 galeras de combate que tuvo a partir de
entonces, siempre disponible. Venecia contaba
además con la ventaja de que muchos de sus nobles
tenían experiencia marítima, sus mercantes iban ya
armados y disponía de los mejores arsenales de
Europa.
En Inglaterra, Enrique VII se interesó más por el
comercio pacífico que por la guerra. A él se debe la
creación del muelle de Portsmouth con su dique
seco -el primero de Inglaterra-, y así mismo la
construcción de algunos barcos para la guerra. Pero
su interés se dirigió sobretodo a los barcos
mercantes y al pago de subvenciones a barcos de
gran tonelaje. La atención preferente de su sucesor a
los asuntos del mar, su deseo de poner en práctica
una política exterior expansionista, el peligro de
E
90
España, pronto unido al de los Países Bajos y de
Escocia, que había construido una flota considerable
durante la ―Guerra de las Dos Rosas‖, fueron las
razones de que la marina de Enrique VIII llegara a
contar con 85 barcos. Para darles abrigo se
ampliaron los muelles, centralizando la
administración para que resultara ésta más eficiente.
Los almirantes por ejemplo no tenían que
preocuparse ya ni de avituallar, ni de equipar sus
propios barcos. Pero esa flota, excepto en tiempos
de guerra, se dispersaba pasando a alquilarse a los
mercaderes privados.
Aunque entre 1519 y 1559 pocas fueron las
grandes batallas libradas en el mar y ninguna de
ellas fue decisiva, este período fue de gran actividad
en la construcción de naves, en las que se invertían
crecidas sumas; a medida que iban aumentando el
tamaño de los ejércitos, aumentaba también el
número de las unidades de transporte y escolta que
se precisaban en las operaciones combinadas. En
1535, Carlos V, atacó a Túnez con unos 25 mil
hombres; años más tarde, los franceses se dirigieron
contra las costas meridionales de Inglaterra con casi
60 mil. Las rivalidades políticas dieron lugar a una
carrera de armamento entre las potencias más
expuestas a ataques desde el mar.
91
LOS COMIENZOS DEL
COLONIALISMO EUROPEO
La universalización de la historia
finales del siglo XV se inició desde
Europa una gran expansión ultramarina
con fines comerciales y políticos que, en los
siglos sucesivos, llevó a los Estados más
poderosos del Viejo Continente a la conquista,
colonización y explotación sistemáticas de buena
parte de América y de amplios territorios de
África y de Asia.
El espíritu mercantilista y aventurero surgido
durante el Renacimiento, sirvió de estímulo a las
expediciones de comerciantes y exploradores.
Hasta los inicios del siglo XII, el conocimiento
de África por los europeos se había limitado a los
contactos y enfrentamientos con los países -
pueblos del norte mediterráneo-.
A partir de este momento, numerosos navegantes
portugueses e italianos se arriesgaron a realizar
incursiones por el Atlántico. Entre 1402 y 1405,
el francés Jean de Bethencourt, al servicio de
Enrique III conquistó las islas Canarias para la
corona de Castilla. Por su parte, Portugal -
motivado por el espíritu de la Reconquista-
también se lanzó a la exploración del Atlántico v
del África occidental. Se apoderaron de las islas
Madeira, Azores y Cabo Verde. En 1444, crearon
la Compañía de Lagos con el fin de monopolizar
las recién abiertas rutas del comercio atlántico.
Poco después, el tratado de Alcacovas (1479) con
Castilla dió a Portugal la exclusividad para la
exploración y conquista de todos los territorios
africanos -con excepción de las Canarias- y puso
así fin a la creciente rivalidad de los reinos
ibéricos ocasionada por el deseo de hacerse con el
dominio de las nuevas tierras.
El ansia de viajes y conquistas recibió un
A
CAPÍTULO VI (Primeras exploraciones)
92
fuerte impulso gracias al infante portugués
Enrique el Navegante quien fundó en Sagres una
escuela para marinos y cartógrafos en la que se
pretendió recoger y transmitir los saberes y
conocimientos marítimos, astronómicos y
geográficos conocidos desde la Antigüedad.
Durante los años siguientes se estimuló la
creación y el perfeccionamiento de nuevas
técnicas e instrumentos de navegación, como la
brújula, el astrolabio y el cuadrante, y se
desarrolló la fabricación de navíos más ligeros y
veloces como las carabelas que facilitasen la
navegación y los largos recorridos en alta mar.
Estos avances científicos dieron el empuje
definitivo a la gran expansión de España y
Portugal por el mundo, una expansión motivada,
sobre todo, por causas económicas.
Se mantenían relaciones entre la Cristiandad y el
Islam, pese a todo, en el terreno comercial y a
veces en el político, si bien el antagonismo entre
ambas religiones, subsistía; las cruzadas primero, la
aparición de los turcos, y de los corsarios
norteafricanos después y el hecho de que los
europeos hubiesen de depender de musulmanes para
obtener los productos de Asia, preocupaba e
irritaba a los gobernantes y comerciantes cristianos,
y deterioraba las relaciones existentes. Los europeos
abrigaban la idea, ya desde el siglo XIII, de alcanzar
directamente los lugares de producción de las
mercancías que necesitaban y de atacar por detrás al
Islam, además de provocar un cortocircuito en las
redes, y rutas comerciales árabes. Querían encontrar
otra ruta de las especias que no cruzase tierras
musulmanas, y, si era posible, controlarla, y si se
terciaba, apoderarse de las tierras productoras. El
país que lo consiguiese se convertiría en una gran
potencia, y ese era el sueño de Venecia, Génova y
luego, de Portugal y más tarde de Castilla. Las
necesidades comerciales, serán sin duda el incentivo
para los viajes marítimos y su corolario, los
descubrimientos. Poco a poco se va ampliando el
concepto del mundo habitado. A comienzos del
siglo XV, los europeos ya conocen aceptablemente
el interior del próximo Oriente y del Norte de
África, un poco de China, menos de la India y
Turquestán, menos aún de Etiopía y casi nada del
Sudeste Asiático. Nada, por ultimo, de las costas
Africanas más allá de las Canarias ni del interior del
Continente; ni, naturalmente, de América, ni de los
archipiélagos del Pacífico.
Pero los genoveses habían fracasado en su
búsqueda de rutas alternativas por el Levante y el
Golfo Pérsico, por medio de la alianza con
gobernantes árabes, para dar un golpe a Venecia.
Ahora pretendían buscar esa ruta sólo por mar,
bordeando África –que se estimaba mucho menos
extensa de lo que en realidad es- hacia Oriente. Este
será el primer paso en los grandes viajes de
circunnavegación de África que luego harían
famosos a los portugueses. En 1291, los hermanos
genoveses Vivaldi intentan rodear África, llegan al
cabo Juby frente a las Canarias y aquí se pierde su
rastro: las galeras no eran muy aptas para la
navegación atlántica. Es posible que genoveses y
venecianos hubiesen llegado a las Azores ya en el
siglo XIV y realizado viajes por el Atlántico Norte.
Hay un factor ulterior. Génova y Portugal venían
alternando la competencia comercial y la
colaboración política, militar y científica desde fines
del siglo XIII. En el XIV este proceso se convertirá
en una verdadera simbiosis, realizándose
expediciones conjuntas. Los genoveses -e italianos,
en general– gozaban de gran prestigio como
geógrafos y navegantes en toda Europa y los
monarcas portugueses solían contratarlos para
cargos importantes. Después de un siglo de alianza
luso-genovesa, Portugal no solo quedó totalmente
imbuida del espíritu de aventura marítima de los
genoveses, sino que también tomó en sus manos la
tarea inconclusa de hallar otra ruta hacia el este. Los
portugueses serán excelentes discípulos de los
genoveses e incluso superarán a sus maestros.
Se perfecciona la técnica de construcción de los
barcos. Localizar la posición y los movimientos de
las constelaciones es indispensable para establecer,
con la ayuda de la brújula, la ruta de la navegación
oceánica. Se introducen entonces mapas e
instrumentos náuticos, necesarios para orientarse en
93
mar abierto. Uno de éstos es el astrolabio, que
permite calcular la posición del barco también de
noche: manteniéndolo suspendido se apunta al sol y
a las estrellas a través de la alidada, y al lado se
tienen los grados de elevación que dan la latitud. La
altura del sol tomado en momentos diferentes,
permite calcular la hora local. Después, a través de
tablas se calcula la hora de verdad y por lo tanto,
con bastante imprecisión, la longitud. La plena
utilización de la brújula permite fijar las direcciones
y puntos de referencia más precisos y se llevan
sobre las cartas y los mapas llamados portulanos,
donde se configuran los perfiles de la costa, los
escollos y los bajíos. Cuando el marinero navega
entre bajíos, utiliza una sonda de plomo llena de
grasa y atada con una cuerda, con la cual sondea el
fondo. La maniobra del timón la ordena el
comandante, que se encuentra en la parte superior
del castillo de popa. Tiene los ojos en la capilla,
(llamada también bitácora), un pequeño mueble
donde se coloca la brújula, el astrolabio y las cartas
con la dirección de los vientos. Para calcular el
tiempo se usa el reloj de arena. El uso de la carta
náutica diseñada a escala, califica al hombre de mar
italiano como el primer técnico en utilizar la
geometría aplicada.
Al mejor conocimiento contribuyen en gran
medida los adelantos alcanzados en la técnica de
navegación y en las ciencias náuticas, tomadas en
parte de los árabes, o desarrolladas en Europa, que
van haciendo perder el temor al mar. En el siglo
XIII se conoce ya la redondez de la tierra; en el
siglo XIV la brújula, que permite orientar mejor los
barcos. Avanza el estudio de la geografía y de la
astronomía; a mediados del siglo XV la navegación
estimativa mediterránea pasa a ser astronómica, por
medio de la observación, por ejemplo, de la estrella
polar.
Se recopila y mejora la cartografía. En el siglo
XV se mejora la corredera, que permitía conocer la
velocidad del barco y ya se conoce el astrolabio y se
inventa el cuadrante que permiten hacer
observaciones astronómicas en el mar. Se avanza en
el estudio del régimen de vientos y de las corrientes
marinas, también mejora la técnica de construcción
de barcos: hasta el siglo XV los barcos europeos
solían ser inferiores a los árabes y asiáticos; eran
toscos, con mástiles de una sola vela, borda baja,
con velas y remos a la vez, escasa capacidad de
carga y poca movilidad.
También mejora desde mediados de siglo la
navegación astronómica. Sobre 1480, al ampliarse
los viajes al hemisferio Sur, se adopta el cálculo de
la latitud por medio de la observación del sol al
mediodía, pues la tradicional estrella polar se perdía
de vista al sur del Ecuador. Simplifican además los
portugueses el astrolabio y adoptan el cuadrante
náutico.
94
Desarrollan también la artillería naval, al
aumentar el número de cañones en las naves, que
desde ahora disparan no sólo contra las
tripulaciones, sino sobre todo contra los otros
barcos, para hundirlos. Fue a los portugueses, al
parecer, a quienes se les ocurrió, a fines de siglo,
abrir troneras en la borda para el fuego de costado, o
sea, las portas de gran importancia en las batallas
navales del futuro; los cañones de a bordo y
situados en el entrepuente, datan del propio siglo
XVI.
La carabela demuestra ser el barco ideal del
descubrimiento debido a su arboladura, su velamen,
el timón y su maniobrabilidad, así como la
posibilidad de avanzar también con viento contrario.
Se confió en ella, pues en la carabela, que derivaba
de una pequeña embarcación pesquera del
Mediterráneo Occidental, de origen árabe, llamada
―carabo‖, se combinaban los importantes méritos
del régimen a popa y del codaste recto, corrientes en
los barcos de la Europa del Norte, con la agilidad de
los aparejos latinos.
Su calado poco profundo era ideal para explorar
aguas costeras. Gobernada con facilidad por una
dotación de 25 hombres, la carabela también se
podía volver a aparejar, con el fin de incorporarles
las virtudes de las velas cuadradas, siempre que
fuera necesario: excelente velocidad con viento
favorable y sencillez de manejo en una mala
climatología. A esta versión se le llamó carabela
redonda; tal era la versatilidad de este navío que a
menudo los portugueses alardearon de que ninguna
otra embarcación, salvo la carabela, era capaz de
regresar a casa con los imperantes vientos en contra
de la costa africana.
No era nuevo el deseo de viajar y ver tierras
nuevas; lo que hubo de nuevo fue la organización
sistemática del reconocimiento marítimo y el rápido
desenvolvimiento de las técnicas empleadas.
Tan pronto como los gobernantes y financieros
se dieron cuenta de que con barcos perfeccionados,
instrumentos más precisos y mejores métodos
cartográficos era posible encontrar pasos oceánicos,
invirtieron fondos en la exploración. Sus metas no
eran el descubrimiento en sí –lo cual venía a resultar
algo accesorio-, sino el abrir rutas oceánicas a India,
China y Japón, con todo lo que suponía de
importancia comercial. Los hombres que llevaron a
cabo esta labor eran profesionales de temple,
deseosos de servir a cualquier gobernante que los
tomará a su servicio. Hábiles, llenos de imaginación
y ávidos, son ellos quienes hicieron el mapa del
mundo.
¿Por qué los grandes descubrimientos coinciden
con el Renacimiento, en vez de haber ocurrido,
pongamos por caso, en los siglos XII o XIII? ¿Por
qué la iniciativa partió de la Europa Occidental y no
de cualquiera de las muchas otras civilizaciones,
similarmente avanzadas y alguna de ellas, bastante
más?; China, India, en Asia; el Islam en África, el
Medio Oriente, los aztecas, incas y mayas en
América; todas esas civilizaciones poseían grandes
territorios, muchas riquezas y sus niveles de
civilización eran en varios aspectos, iguales o
superiores a las de las Occidentales naciones
europeas. A pesar de todo ello, la exploración
estuvo a cargo casi exclusivamente de Portugal,
España, Inglaterra, Holanda y Francia. Para
empezar, debemos hacer notar dos puntos. Primero
que nada, es en cierta forma engañoso hablar de
―descubrimiento‖; la palabra implica encontrar algo
nuevo, algo que hasta el momento era desconocido
y los pueblos de Asia y de América conocían sus
propias tierras; a veces, incluso tenían libros y
mapas en que se describían sus naciones.
En segundo lugar, debe tenerse presente que el
viajar en sí no era nada nuevo para los europeos. Ya
desde el siglo IX, los escandinavos, como hemos
visto anteriormente, precedieron a Colón en
América y para el siglo XIII otros europeos,
destacándose Marco Polo, habían penetrado
profundamente en Asia.
Así pues, lo que tuvo de nuevo en adelante las
exploraciones fue que los gobiernos y las compañías
mercantiles sistematizaron los viajes; se pasó a una
época en que los viajes tenían un propósito, en que
eran fundamentalmente de exploración y no
simplemente por recorrer el mundo.
95
En ningún otro período los hombres navegaron
tan lejos o descubrieron tanto como lo hicieron los
navegantes exploradores en la época del
Renacimiento.
La Europa del Renacimiento precisaba de
métales preciosos y de especias. Mientras que en la
Edad Media los mercaderes individuales se habían
lanzado en busca de oro, seda, pimientas y clavo en
el Lejano Oriente, no fue sino hasta el siglo XV
cuando los gobiernos se lanzaron a la misma
búsqueda y no sólo por codicia; necesitaban
desesperadamente métales; fuentes de oro; las de
España habían quedado agotadas en tiempo atrás; a
las de Irlanda, les había pasado lo mismo y las
minas de plata de Alemania, por sí solas, no podían
hacer frente a la demanda.
El metálico y los métales preciosos eran
riquezas, pero también el medio para obtener más
riquezas.
Por otro lado, como ya dijimos anteriormente,
las especias no eran solo el medio de poder agregar
un toque de sazón y originalidad a las comidas; casi
toda la carne que se consumía en el Renacimiento
estaba salada o en mala condición por las
dificultades del transporte, y al faltarle refrigeración
se iba echando a perder; así pues, se necesitaban las
especias, no solo para sentirla más agradable, sino,
más importante, para hacerla comestible.
Además de estas necesidades, estaba el deseo de
servir a Dios, mediante la conversión de los infieles,
sintiendo que era una misión inspirada en la fe. Era
por tanto una función misionera, más destacable en
las potencias católicas que en las protestantes, ya
que éstas no tenían todavía ordenes misioneras. Aún
cuando los motivos religiosos eran sinceros,
tampoco venía mal, si se lograban conversiones,
pues los nativos y sus jefes estarían en mejor
disposición de colaborar.
Ninguna de las necesidades materiales y
espirituales que indujeron a las exploraciones, pudo
haberse logrado sin buenos barcos y sin marineros
diestros que los manejaran. De entre todas las
comunidades marítimas -ya que como vimos, la
China desaprovechó su gran ocasión-, sólo la
Europa Occidental con costas hacia el Atlántico,
tenía los barcos y los hombres.
Bien es verdad que casi todo lo que flote, y más
si esta dotado del algo parecido a una vela, puede
viajar en el mar grandes distancias. Los antiguos
escandinavos cruzaron el Atlántico del Norte en el
siglo X en barcos abiertos que contaban con una
sola vela. Para el tiempo de las grandes
exploraciones europeas, grandes canoas de aparejo
en cruz surcaban el Océano Indico entre
Madagascar y la India y saltaban de una isla a otra
en la inmensidad del Pacifico. Otro barco muy
común en el Indico era el ―dhow‖ árabe, que en
gran número cruzaba las aguas costeras de la India
del Mar Rojo y del África Oriental.
Ahora bien, los escandinavos estaban resueltos a
correr cualquier riesgo y a emigrar con tal de
mejorar sus condiciones de vida y obligados a no
volver a sus puntos de origen. Las canoas que
surcaban el Pacífico dependían de los vientos
favorables y de las corrientes; no podían navegar o
remontar contra el viento. Los ―dhow‖, aunque eran
muy marineros no eran adecuados para largas
exploraciones, sometidos a muchos días de mar. Sus
planchas estaban unidas por fibras hechas de la
corteza del coco, que se pudrían con gran facilidad y
debían ser cambiadas frecuentemente; además las
planchas cosidas son más débiles en mar abierto que
las clavadas y la enorme vela latina exigía, por lo
difícil de su manejo, una tripulación más numerosa
y además no era lo suficientemente rentable para
poder aprovechar los vientos que apoyaran a la nave
en empresas viajeras, cuya duración era incierta.
Los exploradores europeos, sin embargo, daban
por sentado que si zarpaban hacia tierras ignotas,
era con el propósito de aprovecharlas y eso pasaba
por el hecho de poder volver a casa con la noticia de
su hallazgo; sus barcos podían ir a cualquier parte y
volver. Para el inicio del siglo XV esos barcos eran
la simbiosis de dos diferentes tradiciones en la
construcción de los mismo: una, la del Mar del
Norte y de la costa atlántica, produjo los de velas
cuadradas, anchos y fuertes y la otra, la meridional
o mediterránea, produjo las galeras de remos y los
96
barcos costeros de velas latinas. Para ese entonces,
el comercio entre el norte y sur de Europa produjo
la mezcla de ambos tipos, aprovechando las mejores
características de los barcos hechos para navegar en
aguas interiores y costeras y los construidos para
hacerlo en mar abierto. Tenían otra ventaja enorme
los barcos europeos: estaban armados con cañones
en proa y popa, amén de otros que asomaban sobre
las bordas del barco; en poco tiempo éstos
dispararían a través de agujeros hechos en los
costados del navío; donde llegaron, la artillería
europea resultó invencible, siendo esta superioridad
esencial, pues los gobiernos querían tener la certeza
de controlar los nuevos mercados.
En los medios marinos, siempre se ha dicho que
ningún barco es mejor que su tripulación y cierto es,
que a lo largo de los siglos, las naciones marítimas
de Europa habían consolidado una sólida tradición
marinera. Después de los viajes iniciales en una ruta
determinada, las siguientes no inhibían
significativamente a capitanes ambiciosos y
tripulaciones diestras. Psicológicamente, los
europeos como grupo, se distinguían en ese
entonces por poseer un individualismo que los
impulsaba a obrar. A pesar de los privilegios de los
reyes, nobles, sacerdotes y gremios, la libertad
individual de acción estaba mucho menos limitada
que en la India con su división en castas, o en
China, tan egocéntrica, o en América, con sus reyes-
sacerdotes.
La Europa del Renacimiento, repuesta ya de los
terribles estragos de la Peste Negra del siglo XIV,
tenía prosperidad y deseos de ser todavía más
próspera y rica. Europa era un mosaico comprimido
de Estados independientes, llenos de energía,
vigorosos, celosos unos de los otros y resueltos a no
quedarse atrás en la búsqueda del poder y de la
riqueza. Si Portugal se lanzó hacía adelante, España
la seguiría y más atrás, Francia e Inglaterra
intentarían seguir sus estelas.
España y Portugal alcanzaron un adelanto
notable en cartografía y navegación. Estos estudios,
tan importantes para los exploradores, no dependían
de los haberes que aportaba el Renacimiento.
Eran conocimientos ganados por marinos
experimentados, y principios geográficos
descubiertos por matemáticos y cosmógrafos árabes
que enseñaron a españoles y portugueses lo que
habían aprendido en la gran zona comercial
mahometana que incluía el Levante del
Mediterráneo la India y el norte de África.
No es de extrañar que tanto Portugal como
España fueran las primeras naciones de Europa que
emprendieran una política de descubrimiento. En el
caso de España, su marina se benefició, más que
ninguna otra, con el saludable cruce en la
construcción naval de los tipos mediterráneo y
atlántico. Acabamos de leer que el Infante portugués
Enrique fundó una escuela de marinos y cartógrafos.
Con respecto a la cartografía, vamos a conocer algo
más sobre ella, ya que empezará a ser practicada
con frecuencia, elaborando los muchos mapas
basados en los informes de los exploradores
marinos.
97
CARTOGRAFÍA
oy en día, los avances técnicos están
permitiendo al hombre conocer cada vez
mejor y con mayor precisión, la forma real de la
tierra y todos sus accidentes. No podemos olvidar
que la cartografía es el ―arte y técnica científica de
representar la superficie terrestre en un plano o
mapa‖; (la corografía, representa áreas terrestres
más reducidas); así pues, un mapa es una
representación geométrica plana de la superficie
terrestre, que es curva. Al representar una superficie
curva sobre un plano, se producen deformaciones.
Para resolverlo, se recurren a las ―proyecciones‖. Se
conocen muchas, pero ninguna es perfecta; el
cartógrafo debe elegir entre conservar los ángulos,
la proporción de las superficies o una solución
intermedia.
En los mapas se busca la respuesta a preguntas
como dónde estoy, o dónde está tal punto. La
ubicación ha de ser lo más exacta posible y los
sistemas de coordenadas facilitan la localización y
el cálculo de distancias y direcciones. Existen dos
sistemas de coordenadas, el primero, se establece a
partir de los meridianos (que definen la longitud) y
los paralelos (que lo hacen con la latitud),
midiéndose en grados, minutos y segundos. Este
sistema se utiliza, básicamente, en la navegación; al
otro sistema, se le superpone a un mapa plano, una
cuadrícula regular. La localización de un punto
viene definida por unos valores X e Y dentro de esa
cuadrícula; es el de Mercator, que se utiliza para la
realización de cartografía básica y para aplicaciones
que necesitan de localizaciones precisas.
Los mapas se elaboran en diferentes medidas
dentro de una relación de proporción con la
realidad, que se denomina ―escala‖. La escala viene
indicada como una relación numérica; por ejemplo:
1 centímetro en el mapa representa 1 millón de
centímetros; es decir, 10 kilómetros reales.
Dependiendo del tipo de información contenida, se
distinguen varios tipos de mapas: ―mapas
generales‖, ―mapas temáticos‖ y ―cartas‖. A los
generales se les llama ―topográficos‖ y representan
la superficie terrestre referente a la posición, forma,
dimensiones e identificación de los accidentes del
terreno. Los temáticos usan los topográficos como
base, pero sobre ellos representan fenómenos
específicos; pueden ser geológicos, de vegetación,
de corrientes acuíferas, etc.
Las ―cartas‖ cubren especialmente las
necesidades de la navegación náutica y aérea, para
señalar rumbos, determinar posiciones o trazar
trayectorias. Los ―mapamundis‖, tal como su
nombre latino indica, representan nuestro mundo en
su totalidad, y son herederos de una tradición
geográfica nacida en el Mediterráneo. El mapa más
antiguo que se conoce, en una tablilla de cerámica,
que representa a la Mesopotamia, se considera que
fue realizado hacia el año 3000 a.C. El Mapamundi
más antiguo encontrado está en una tablilla del 600
a.C., que refleja la concepción babilónica del
mundo, como un disco continental en medio del
Océano.
Los griegos
En un mapa del griego Anaximandro, hacia el
500 a.C., que muestra lo comprendido dentro de los
límites de su mundo conocido –desde el Atlántico
hasta el Caspio, con el mar Egeo, su mar, en el
centro del mapa-, se concibe la tierra como un gran
círculo pero asoma la curvatura en su superficie, sin
que el planeta descanse en alguna base, sino
suspendido en el espacio. Medio siglo después de él,
sus paisanos griegos ya sustentan, normalmente, la
esfericidad de la Tierra y son los griegos los que
introducen los sistemas básicos de la cartografía,
como: el sistema de longitud (distancia de un lugar
al primer meridiano) y latitud (distancia de un lugar
al Ecuador); el sistema de proyecciones (para
representar la forma curva de la Tierra sobre un
plano horizontal); y el cálculo del tamaño de nuestro
planeta. Recordemos que Phyteas, en su viaje desde
Marsella hacia el Norte del Atlántico, vió
confirmada la redondez de la Tierra por la
observación de que la estrella Polar aparecía tanto
más alta en el horizonte cuanto más al Norte se
H
98
viajaba. Aristóteles confirmará esa redondez
terrestre con argumentos físicos y lógicos.
La medida de la Tierra.
Y así, llegamos a Eratóstenes, que como muchos
de los sabios griegos, era de conocimiento
multidisciplinario. Observó la proyección de la
sombra del Sol que iluminaba un pozo en el poblado
de Siene en Egipto, y determinó la distancia entre el
poblado y la ciudad de Alejandría en 500 millas.
Establecida esa distancia, que equivalía a 1/50 de la
circunferencia de la Tierra, multiplica y le da 25.000
millas. La precisión del resultado es magnífica, pues
actualmente se considera que la circunferencia de la
Tierra en el Ecuador es de 24.899 millas. A pesar de
que hoy se ha comprobado de que tuvo varios
errores, pues no estaba bien medida el ángulo de la
sombra vertical del sol, de que la distancia entre
Alejandría y Siene es algo menos de 500 millas y
que Alejandría no está en el mismo meridiano de
Siene, sino 3º al Oeste, se dio la coincidencia de que
estos errores se compensaran entre sí.
De cualquier forma, nadie como él se acercaría
en siglos a medir la circunferencia de la tierra con
tal precisión. También trata de resolver el problema
de las proyecciones; elabora un mapa del mundo
habitado donde recoge toda la información
proporcionada por las campañas de Alejandro
Magno. Calcula 240º como distancia entre España y
la China (con un error de 10º). Graduó su mapa con
meridianos y paralelos y, por supuesto, para él la
Tierra era redonda, y la parte habitada era una isla
rodeada por mar.
Fue autor de un Tratado de Geografía y Director
de la Biblioteca de Alejandría, la más importante de
la antigüedad, y al tener ese cargo, pudo conseguir
una de las metas perseguida por los humanos:
conjugar el trabajo con el placer. Y él lo consiguió,
pues era un voraz lector; de tal modo, que cuando
fue afectado en sus ojos por ―cataratas‖, quedando
ciego, y no pudiendo seguir leyendo… se suicidó.
Posteriormente, algunos lo criticaron y otros
trabajaron con sus datos, pero los que quisieron
corregirle, produjeron mayores errores. Más
adelante aparece Tolomeo, el Príncipe de la
Geografía y la Cartografía en la Antigüedad. En su
Geografía, en ocho volúmenes, situaba a la Tierra
en forma fija y los astros y el sol girando a su
alrededor. En su mapamundi, dividió el Ecuador en
360º y situó el primer meridiano en las Islas
Afortunadas (Canarias). Llegaba hasta la China
(Serica, el ―País de la Seda‖) y consideraba cerrado
el Océano Índico. Su equivocación con referencia a
las distancias, es que asigna al grado una medida
inferior a la real, haciendo que el planeta aparezca
reducido en ¼ de su circunferencia, a pesar de
prolongar Asia hacia el Este. (Calculó en 29.000
kilómetros el diámetro en vez de los 40.000 reales).
Retroceso y avance
Durante la época romana, el mapa de Tolomeo
permaneció desconocido y fue un período de
decadencia de la cartografía como consecuencia de
la pérdida por parte de los griegos de su influencia
intelectual. Los romanos, tan prácticos en todo, en
este caso se pasaron, pues no practicaron la
geografía matemática con su sistema de longitudes
y latitudes, sus mediciones astronómicas y sus
problemas de proyecciones; a ellos solo les
interesaron y necesitaron determinados mapas, que
mostraban itinerarios de las vías que cruzaban su
Imperio y los ―portulanos‖, que marcaban las vías
marítimas entre puerto y puerto.
Más adelante, en la Edad Media, se acentuó el
retroceso cartográfico, fatalmente influenciado por
las características de su tiempo –aislamiento cultural
y rechazo de toda novedad-. Se abandonó la idea de
la esfericidad de la Tierra y se reflejó en forma
simple, como un disco, con un ordenamiento
teológico. El mundo conocido, habitable y habitado
–―ecumene‖-, se dividió en cuatro partes de desigual
extensión: Asia, África, Europa y la ―Terra
Incógnita‖, que más o menos se situaba en el
territorio austral, mientras que en la parte superior
lo hacía el Oriente, donde se situaba Asia y en ella,
el Paraíso terrenal.
99
En los mapas contemporáneos, estas masas de
tierra cubrían casi totalmente la superficie terrestre
y dejaban muy poco a los océanos: el Atlántico
estaba reducido a una estrecha vía de agua, no había
Pacífico, y la Terra Incógnita penetraba tanto en el
Índico que lo dejaba reducido a un mar interior. Tal
confusión geográfica se debía no sólo a la muy
comprensible ignorancia de los cartógrafos, sino a
las creencias religiosas que exageraban sus errores.
Según la tradición cristiana, Jerusalén estaba situada
en el centro del mundo; de aquí que los cartógrafos
medievales dibujaron el mundo, piadosamente,
como una rueda en cuyo centro se hallaba la Ciudad
Santa y rodeándola, los continentes conocidos,
cuyas formas y ubicaciones quedaban
irreconocibles. Esta imagen del mundo contrastaba
con la mucho más precisa de los cartógrafos de la
antigüedad clásica.
La influencia de los árabes es trascendental a
través de sus trabajos sobre astronomía, matemática
y geometría; estos trabajos estimulan el progreso de
Europa en estas disciplinas a partir del siglo XIII,
permitiendo que la cartografía empiece a salir del
período oscurantista; los árabes calculan de nuevo la
longitud del grado, obteniendo un valor muy
aproximado al verdadero.
Efectúan nuevas mediciones a la superficie
terrestre, corrigiendo en parte los obtenidos por
Tolomeo. Inventan un nuevo instrumento para
realizar observaciones y mediciones astronómicas,
al que llaman Astrolabio. Construyen esferas
celestes, estudian las proyecciones y emplean los
mapas en sus escuelas como enseñanza de la
geografía. Los famosos traductores hispano-árabes
de la Escuela de Toledo, traducen del árabe al latín,
para conocimiento de Europa, la Geometría de
Euclídes y el ―Almagesto‖, como ellos llamaron a la
Geografía de Tolomeo.
Hacia finales del siglo XIII empiezan a usarse en
Europa unas cartas (mapas marítimos), que son un
adelanto sobre las que usaban los romanos –los
portulanos-. Parece que fueron mejoradas por los
almirantes y capitanes de la flota genovesa. Se
basaban en la observación directa que se hacía de
los accidentes geográficos, por medio de un nuevo
instrumento: la brújula. En estas cartas, las costas
del mar Mediterráneo y Suroeste de Europa, están
trazadas con gran exactitud y su dibujo solo vendrá
a cambiar, en forma sustancial, quinientos años más
tarde, en el siglo XVIII, cuando se empleen las
observaciones astronómicas para fijar puntos. En
el siglo XIV, en Venecia, Génova, y especialmente
en Cataluña, Aragón y Mallorca se desarrollaban
escuelas cartográficas, geográficas y astronómicas
de gran valor.
A mediados del siglo XV los cartógrafos ya
hacían mapas que reflejaban los conceptos de
Tolomeo. Y aunque el conocimiento medieval de
Asia y África fuera muy limitado, lo cierto es que
esos dos continentes fascinaron a los europeos.
Siempre China
Debemos hacer un inciso en la narración y
referirnos, ¡cómo no!, a China, pues la cartografía
de los chinos se merece un comentario aparte, ya
que en esta disciplina, como en tantas otras, la
cultivaron en forma independiente y desconectada
del resto del mundo. Por supuesto, ¡no faltaría más!,
podemos asegurar que la cartografía ya florecía en
China, cuando en Europa apenas estaba naciendo.
En los tiempos lejanos del siglo XXVIII a.C., los
gobernantes del Celeste Imperio utilizaban mapas
descriptivos de los territorios bajo su mando; se
trata de representaciones hechas en bronce y solo en
el siglo X a.C., son grabados en madera, pero en el
siglo I, época en que los chinos inventan el papel,
sus mapas empiezan a hacerse en ese material. En
uno de los antiguos mapas –sin fecha conocida-, en
forma de mapamundi, China aparece en el centro,
rodeada de una serie de islas que simbolizan a los
demás países y regiones, con nombres tan peculiares
como los que siguen a continuación: ―Montaña del
origen del hombre‖ – ―País de los hombres
superiores‖ – ―País de las mujeres‖ – ―País de la
vida difícil‖ – ―Montaña del espíritu del fuego‖ –
―Gran montaña periférica‖ – ―Montaña blanca‖ –
―País del pueblo blanco‖ - ….
100
Todavía la producción cartográfica china sólo ha
sido examinada muy superficialmente y debemos
esperar datos muy interesantes cuando se haga más
detenidamente; más aún, cuando tantos de ellos
destacan por su originalidad, como el mapa en
madera –en época paralela al nacimiento del
Imperio Persa-, hecho por partes, provincia por
provincia, que viene a ser el precursor de los mapas
mosaicos. Cuando en el siglo XVI logran los
jesuitas entrar al Celeste Imperio, se sirven de los
materiales cartográficos existentes y pueden trazar
los primeros mapas modernos de la China. Desde
entonces, la cartografía China quedó influenciada
por los métodos europeos, que por otra parte,
sirvieron para poder conocer las remotas regiones
de China, siempre tan cerradas a la visión del
mundo occidental.
África
Fueron muy pocos los mapas publicados del
África intertropical, hecho que induce a suponer que
los primeros mapas impresos de África equivalen a
una crónica de la penetración externa. Sin embargo
no es así, los primeros mapas de África, impresos en
Europa, constituyen un testimonio muy incompleto
de los conocimientos árabes. Este tipo de mapas
reproducen más lo que se creía acerca de África que
lo que se sabía realmente. Hubo que esperar a que
las propias potencias coloniales se dedicaran, por
conveniencia propia, a elaborar la cartografía que
les facilitara su dominio sobre los territorios.
Al fin y al cabo, África, excepto en su franja
norte y Egipto, era casi tan ―terra incognita‖ como
la zona austral del planeta.
101
ÁFRICA: CONTINENTE DESCONOCIDO
oco se sabe de la historia de África, anterior
a su colonización por los europeos. Sin
embargo, es obvio, que más allá del Sahara y
Egipto, han existido durante siglos, grandes y
poderosos Imperios, cuya historia se ha conservado,
aunque sólo en parte, por la tradición oral de sus
habitantes. La extensión territorial de África es
inmensa y su geografía está conformada, en líneas
generales, en sus extremos continentales, por
grandes franjas de tierra fértil; al ir penetrando, se
van convirtiendo en extensas zonas de color pardo;
al norte, el desierto mayor del mundo, el Sahara; y
al sur, el también muy grande desierto de Kalahari;
bordeándolos, se encuentran zonas de arbustos y
bosques de matorrales y luego, la gran selva
tropical.
Se considera que África pudo haber sido el lugar
de nacimiento de la humanidad. Antepasados del
hombre habitaron en las llanuras de las tierras altas
interiores, hace casi dos millones de años. Hace
unos treinta mil años se establecieron, al parecer, las
diferencias fundamentales en el color de la piel, en
la estructura ósea y en otros caracteres. En los
incontables movimientos migratorios de miles de
generaciones, se fueron haciendo borrosos los
contrastes y al mismo tiempo, algunos se
acentuaron, posiblemente a causa de las variaciones
del clima en el planeta y específicamente, al
africano, que fue pasando de muy húmedo a muy
seco, según los movimientos de los casquetes
polares.
La señal más evidente del término de la época
prehistórica en el continente africano, fue el
desarrollo de entidades políticas. En el milenio
comprendido entre el año 500 y el 1500 aparecieron
y se afianzaron los primeros reinos negros que
crearon culturas importantes. La diversa África, tan
variada en pueblos, etnias, lenguas y costumbres, lo
era también en sus ritos religiosos, pero,
prácticamente, todos sus habitantes creían en un
solo Gran Ser (Dios), del que procedían todas las
cosas. En general, se le consideraba como Energía,
que diferenciaba la vida de la materia, siendo, por
tanto, como una ―Fuerza Vital‖, y estaban
convencidos de que había vivido una vez entre los
hombres…
Apartando Egipto, los principales Imperios
africanos se localizaron en el área comprendida
entre el sur del Sahara y el norte de la línea
ecuatorial, con sus selvas, y entre el Atlántico (al
Oeste) y el Valle del Nilo (al Este).
Para los europeos, las primeras noticias sobre
otros pueblos africanos distintos a los asentados en
el litoral Mediterráneo, llegaron a través de los
contactos –comerciales y bélicos- que los egipcios
tuvieron desde varios milenios a. C. con sus vecinos
del sur, especialmente con los nubios, eritreos y
somalíes.
Es el caso del país ―Nuba o Kush‖ –nombre
egipcio del Sudán actual-, una región de gran
prosperidad comercial, al menos desde el año 1000
a de C., gracias a su avanzada metalurgia del hierro
y a su riqueza de materias primas: oro, ébano y
marfil; los nubios de Kush se liberaron del dominio
Egipcio en el siglo VIII a de C. fundando su propio
Imperio, alrededor del 500 a. C., tras ser obligados a
emigrar hacia el sur por el empuje asirio. Este
Imperio gozó de gran pujanza hasta que, debilitado
por sus luchas contra los romanos, sucumbió en el
año 300, ante el surgimiento de un vecino
emergente: Aksum.
Este reino fue fundado, según la leyenda, por
Menelik I, hijo del rey Salomón y de la reina de
Saba, y el fundador y sus seguidores eran árabes del
Yemen (sur de Arabia). Se instalaron en Eritrea, a
orillas del Mar Rojo, y tuvieron muchos contactos
con los griegos –de los que tomaron prácticas
políticas y culturales como la monarquía y la
escritura helénica-. Tras luchar contra persas y
romanos, extendieron su dominio, absorbiendo al
Imperio de Kush. Convertido en el poderoso
Imperio de Etiopía, se hizo cristiano y más tarde,
adoptó el rito copto. En el siglo VIII, contuvo la
penetración islámica, pero perdió su salida al Mar
Rojo. Amenazado en el siglo XVI por árabes y
turcos musulmanes, resistió, pero la llegada de
P
102
europeos –los portugueses- fue mermando su poder.
Fue sobreviviendo hasta nuestros días. Su último
Emperador fue Haile Selassie I, depuesto en 1974. –
Actualmente, en el territorio abisinio, hay dos
Estados: Etiopía y Eritrea-.
Sudán, el país de los negros
Menos se sabe sobre la franja territorial
subsahariana, conocida anteriormente como
―Sudán‖, (país de los negros), para diferenciarla de
la zona mediterránea, habitada por poblaciones de
piel más clara. Gracias al dromedario, el Sahara
dejó de ser impenetrable a partir del siglo II, –al
principio, el contacto entre los pueblos de ambos
lados del gran desierto se limitó al comercio de
esclavos, pieles, marfil, plumas de avestruz y sal, -
una de las materias ―primas‖, que desde siempre ha
sido indispensable para los humanos, y que debido a
la lentitud en el proceso de extracción, el costo de
transporte y lo largo de las rutas hizo que su precio
fuera muy alto en el pasado-. (En la actualidad
todavía se desplazan las caravanas de la sal, a lomos
de los dromedarios).
También empezaron movilizaciones de
―tuaregs‖, beréberes, hacía las prósperas tierras del
sur del Sahara, que al mezclarse, explica la
naturaleza heterogénea de muchos de los pueblos
subsaharianos, fundados por ellos. El primer
Imperio, fue el de Ghana (País del Oro), cuyo
origen se remonta al siglo III. Para el año 800 ya era
un poderoso Estado comercial, -se dedicó al
comercio del oro- y gobernaba la totalidad del
territorio comprendido entre la cabecera del río
Senegal y del río Níger.
África abraza el Islam.
La invasión del Egipto bizantino por los árabes,
marcó el inicio de la expansión islámica hacía el
oeste y el sur del continente africano, trascendental
en la evolución de los pueblos africanos, pues
muchos Estados que se fueron formando, adoptaron
las modernas estructuras sociopolíticas islámicas.
El Islam siguió dos líneas de penetración: la
oriental, a través del Valle del Nilo, y la occidental,
por el norte del Sahara y costas mediterráneas, hasta
el Golfo de Guinea.
Algún Estado, como el de Aksum, luego Imperio
de Etiopía, quedaron como islas cristianas, y
buscaron establecer buenas relaciones con los
musulmanes colindantes, quienes prosiguieron su
expansión fundando colonias comerciales, todavía
más al sur de la actual Somalia y mezclándose con
los pueblos bantúes. Este mestizaje fructificó en la
cultura ―suahili‖, de rica literatura escrita en árabe.
En el siglo IX, los árabes controlaban toda la costa
del Mar Rojo y del Océano Índico hasta Sofala, en
Mozambique.
Al otro extremo del continente, uno de los
grupos que contribuyó definitivamente a la
expansión geográfica del Islam, fue el pueblo
beréber de los almorávides. A veces, los temibles
nómadas beréberes se volvían contra los Imperios y
Reinos que fueron surgiendo al sur del Sahara –aún
siendo fundadores de algunos-. A mediados del
siglo XI, los ya islamizados beréberes almorávides
emprendieron una Guerra Santa musulmana desde
el desierto occidental del Sahara hacia el norte y el
sur.
En 1054 –cuando se producía el Cisma religioso
entre el cristianismo con cabeza en Roma y el de
Bizancio- los almorávides invadieron Marruecos y
luego la Península Ibérica, y en 1076, yendo al sur
se apoderaron de la capital del Imperio de Ghana.
Hacia el siglo XII, la zona occidental de África
vivía azotada por las guerras entre los reinos de
Ghana y Mali, consiguiendo este último
establecerse como el mayor Imperio negro conocido
hasta entonces, otro Estado islamizado, de lengua
mandinga. Su ocaso llegaría a mediados del siglo
XVI, por el surgimiento del Imperio Songhai. Quien
lo convirtió en Imperio, fue Alí Ber, ―Alí el
Grande‖ considerado el más importante
conquistador del África negra, ya que levantó un
Imperio equivalente al de Carlomagno en tan solo
30 años. Su prestigio fue reconocido dentro y fuera
de África.
103
El mismo rey de Portugal, Juan II, consciente de
la importancia de este emergente Imperio, trató en
diversas ocasiones con él y llegó a establecer una
embajada en su capital, Gao. El éxito de Songhai se
basó en el control de las rutas auríferas, en especial
las de Tombuctú –ciudad fundada por ―tuaregs‖
hacia el año 1100- e hizo de esta ciudad, un centro
de cultura, pues se contaba con muchos eruditos,
tantos, que los mercaderes conseguían buenos
beneficios ¡traficando con libros!. En muchos
aspectos, gran parte de África, era tan adelantada o
más que Europa.
Más hacia el centro de África, siempre al norte
del Ecuador, se hallaban los Reinos Haussa y el
Estado de Kanem-Bornu, en torno al lago Chad,
también de fe islámica, que logró mantener su
independencia bajo varias dinastías hasta finales del
siglo XIX.
Religión y esclavos.
En las zonas boscosas, más al sur, los reinos
aparecieron más tardíamente. La densidad del
bosque ecuatorial dificultó la configuración de
grandes Estados; convivían un gran conglomerado
de pequeños reinos, formados por una gran cantidad
de poblados en torno a uno principal; el poder
residía en una asamblea de nobles y un jefe asistido
por dos expertos –llamados significativamente-,
―mano izquierda‖ y ―mano derecha‖.
Uno de los pocos reinos poderosos fue el de los
Yoruba, con la Ciudad Santa, Ife, al sureste de la
actual Nigeria; otro poderoso, el de Benin, también
en la actual Nigeria.
Un reino que entre los siglos XIV y XIX, basó su
próspera economía en el comercio de esclavos y
piedras preciosas, y del cuál, viajeros holandeses,
llegados en el XVI, refirieron que sus calles eran tan
anchas como en Ámsterdam y que su rey vivía en
un palacio que ocupaba tanto espacio como la
ciudad holandesa de Haarlem.
El comercio de esclavos hizo prosperar a otros
pueblos, como el de los ―ashanti‖, que formaron un
reino que se extendía desde Costa de Marfil al
Congo, logrando mantenerse hasta que los ingleses
casi los aniquilaron a finales del siglo XIX.
Ya en las vastas regiones al sur del Ecuador,
surgieron una serie de pequeños reinos, con
aristocracias de pastores, dominando a siervos
agricultores, como Ruanda, Buganda y Burundi.
Otros, de los Luba y los Lunda, se desarrollaron en
el siglo XVI en el curso de los ríos Lualaba y Kasai
(actual Zaire). Bastante antes, en el siglo XIII, se
constituyó al sur del estuario del río Congo, otro
reino, que luego absorbería a los anteriores
mencionados. Sería uno de los más importantes, no
sólo por su extensión, sino por la avanzada
organización de sus ciudades y su ejército. La
capital, donde confluían las rutas comerciales de la
costa y del interior, estaba amurallada y defendida
por un temido ejército –más de 200.000 guerreros,
provistos de arcos con flechas envenenadas y
protegidos por corazas de piel de elefante y
rinoceronte. El reino del Congo mantuvo buenas
relaciones con Portugal, con un tráfico de
manufacturas de hierro, alfarería, cestería, marfil,
joyas de cobre y sal-.
La enigmática Zimbabwe
Mucho más al sureste, hacia el siglo V, en la
meseta del río Zambeze, entre este río y el
Limpopo, un pueblo de mineros bantúes y
aksumitas erigió un reino. Se enriquecieron
traficando con oro y marfil que cambiaban por
productos persas, indios y chinos. Para el siglo XV,
su ciudad principal, Zimbabwe, se convertiría en
1440 en capital del Imperio de Monomatapa, que
significa ―Señor de las Minas‖, título honorífico de
su fundador.
La gran cantidad de minas de oro, cobre y hierro;
los extensos cultivos en terrazas, las obras
hidráulicas, las necrópolis, fortalezas y pozos
excavados en la roca, hacen suponer que se trató de
un poderoso Imperio, del que, sin embargo, muy
poco se sabe. Pero si se sabe que muchas de esas
construcciones sirvieron para la principal actividad
económica del Imperio: la cría y venta de esclavos a
104
gran escala. Los zimbabueses adquirían las
preciosas telas fabricadas por tejedores árabes,
cambiándolas por oro, marfil y esclavos. En el siglo
XVI, comenzó a decaer este Imperio al ir pasando
bajo el dominio portugués.
Hacia el Sur, en la parte austral del continente –
de Este a Oeste-, en siglos anteriores, persistiendo
en los que nos ocupan, se diseminaban pequeñas
aldeas de piedra, aisladas entre sí, habitadas por
ganaderos y agricultores. Se sabe muy poco acerca
de su cultura y grado de evolución. En las
inmediaciones del río Orange, se conservan gran
número de pinturas polícromas, que representan
escenas y rituales de caza, guerra y culto, elaboradas
por un pueblo, al que llamaban ―khoisan‖. La
penetración del Islam –no tanto política, sino
comercial y religiosa-, no cesó, y durante el siglo
XVII, fue penetrando desde el litoral hacia el
interior, incluso en las profundas selvas.
Hacia el siglo XV, rodeando territorialmente los
límites del Imperio Monometapa, otro pueblo, los
―ngonis‖ se fueron instalando –en las actuales
Zambia, Tanzania y Mozambique-, y al irse
extinguiendo el Imperio de sus vecinos, se fueron
afianzando, hasta formar el reino más poderoso de
la zona. Adelantándonos mucho en el tiempo, en
1800, se fueron agrupando con otras tribus más al
Sur, bajo el liderazgo de un gran jefe, Tchaka, que
rebautizó a los pueblos y tribus, llamándoles ―zulú‖
(cielo) –personaje que nos resulta conocido, pues de
su figura se ha escrito, y ha servido para guiones
cinematográficos-. Formó un poderoso reino e hizo
frente con éxito a la penetración de los colonos
―boers‖ y de los soldados ingleses. Tchaka fue
asesinado por su hermanastro, pero éste, no tenía, ni
de lejos, las virtudes guerreras –estratégicas y
tácticas- del gran líder, y fue incapaz de resistir el
avance europeo.
105
Desde 1850, Europa intensificó su expansión
colonial, imponiendo su cultura sobre las
tradiciones autóctonas, muchas de las cuales serían
aniquiladas y perdidas para la historia y para sus
pueblos. Gran parte de los africanos lucharon
encarnizadamente, pero con una gran desventaja
tecnológica, contra portugueses, holandeses,
ingleses, alemanes, franceses, belgas y españoles.
Su resistencia fue inútil y una gran parte de sus
culturas se perdieron para siempre.
Lo marítimo
Con respecto al mundo náutico, África nunca
recibió la llamada del mar. Hubo movimientos
marítimos –comerciales- en las costas bañadas por
el Océano Índico, pero no fueron motivados por los
propios africanos, sino por los persas, árabes, indios
y malayos que se acercaron para cambiar sus
mercaderías por los muy apetecibles productos que
podían conseguir. En sus costas atlánticas no hay
referencia alguna sobre movimientos navales
significativos.
Quien sabe si ese divorcio con el mar durante
tantos siglos, -y mientras los pueblos europeos,
avanzaban en las artes de la náutica y a través del
dominio del mar, exploraban, comerciaban y
colonizaban-, a los africanos los fueron relegando.
Al final, los africanos quedaron inermes ante la
presencia en sus costas de las naves europeas, tal
cual, como le pasaría a China, pero por diferentes
razones.
África: el siglo XX
Muy adelantado el siglo XX, fueron recuperando
su independencia, pero ni siquiera algunas de las
potencias coloniales contempló la posibilidad de
fraccionar sus posesiones, para hacer renacer las
naciones que fueron en siglos pasados; de tal forma,
que formaron nuevas naciones, en donde pusieron a
convivir a pueblos que desde siempre habían sido
adversarios. Para acentuar más el problema, no
solamente se encuentran dentro de un mismo Estado
diferentes etnias, con ancestrales animosidades y
distintas formas de vida, sino, además, profesando
diferentes religiones, (aun cuando en toda África,
subyacen sus primitivos cultos).
África, ¡tan pobre y tan rica!, ya que estos
Estados, creados muchos de ellos, como dijimos, tan
artificialmente, son teóricamente independientes,
pero sometidos a presiones muy fuertes, en aras de
intereses comerciales que dictan sus propias leyes.
Efectivamente, son muchas las riquezas de África –
si ya no se mercadean con profusión, la sal, el
ébano, el marfil y… los esclavos-, si se hace y en
grandes cantidades, por compañías multinacionales,
con sus abundantes y variados minerales, como:
cobre, hierro, fosfatos, petróleo y gas. Ya vimos que
es muy rica en oro, y por ese metal, el hombre ha
explorado, abierto rutas comerciales y comenzado
guerras. En época de los sumerios, el oro se
utilizaba en Mesopotamia y en Egipto como adorno,
como igualmente lo usaban en el Extremo Oriente y
en la no todavía descubierta América, hasta que en
el Imperio Persa se acuñó en forma de moneda y
desde entonces el hombre ha hecho cualquier cosa,
por vil que sea, para poseerlo, pues su valor persiste,
y es una garantía frente al veleidoso valor del
dinero. No digamos de las piedras preciosas, entre
ellas el diamante, que si bien existe en menor
cantidad que el oro, en África se encuentran las
mayores reservas, pues la mayoría de las minas de
tan carísimo símbolo de lujo y distinción están en
ese Continente.
Entre tantos otros minerales, también tienen en
abundancia los considerados estratégicos, como el
llamado ―coltan‖ (contracción de ―columbita‖ y
―tantalita‖), que se encuentra presente en teléfonos
celulares, computadoras y en las denominadas
―armas inteligentes‖, y de cuyas reservas africanas,
el 80% se encuentra en la República Democrática
del Congo.
Así, se puede deducir en qué consiste,
principalmente, el origen del grave problema de la
inestabilidad, pobreza y los contínuos conflictos que
aquejan al Continente, que fue hogar del primer
humano.
106
EXPLORACIONES PORTUGUESAS
n misterio envolvía al África de aquellos
días, pues a pesar de que en los puertos del
Norte del continente había un activo comercio de
oro y esclavos, a los mercaderes europeos se les
había negado el acceso al interior; sin embargo,
para principios del siglo XV eran ya muchos los
europeos que no estaban dispuestos a aceptar que se
les siguiera excluyendo de las tierras fabulosas del
Este y del Sur. Estaba, pues, listo el escenario para
la fabulosa serie de expediciones portuguesas por
las costas de África.
El inicio
Las expediciones portuguesas empezaron a ser
auspiciadas por un hombre notable entre los
notables, el príncipe Enrique, el ―Navegante‖, tercer
hijo del Rey Juan I; alto y musculoso, de pelo rubio,
heredado de su madre inglesa. En 1415, teniendo
sólo 21 años, Enrique había luchado con distinción
en la toma de Ceuta por los portugueses. Estableció
en Sagres, en el litoral sureño portugués, con la
asesoría científica de mallorquines, la pronta
famosísima Academia Náutica, una comunidad de
estudiosos a la que dedicó a los estudios
U
107
geográficos; los conocimientos que fueron
adquiriendo se irían transmitiendo a los capitanes de
expediciones portuguesas y a su vez, se nutrirían de
los reportes y gráficos de esos mismos capitanes.
Aquí encerrado, vá recopilando material sobre
náutica y geografía, sobre viajes, mapas y libros;
reúne expertos, marinos, cartógrafos italianos,
europeos, pero también árabes.
Funda astilleros, impulsa innovaciones técnicas;
capta enormes sumas provenientes de las grandes
rentas de la Orden de Cristo de la que era gran
maestre –orden, se supone sucesora en Portugal de
la célebre Orden de los Templarios- gasta mucho
dinero en expediciones para el reconocimiento
sistemático del Atlántico Meridional y de la costa
africana, obsesionado por hallar el paso marítimo
hacia Asia. Enrique, llamado pronto ―o navegador‖
(el Navegante), aunque apenas navegó, fue un
hombre excepcional e irrepetible, siempre recordado
sobre todo por las exploraciones africanas.
Multifacético, como correspondía a un hombre del
Renacimiento, pero imbuido también del espíritu
medieval se creía elegido por Dios, y el espíritu de
Cruzada será uno de los motores de su actividad.
La exploración de la costa Occidental de África
no presentaba grandes dificultades de índole física a
marinos habituados a vérselas con las tormentosas
aguas que bañan las costas lusitanas. Las
dificultades mayores eran de naturaleza psicológica:
estaba muy extendida la creencia de que la vida era
insoportable en las cercanías del Ecuador. El cabo
Nun en la costa Noroccidental de África, a los 29º
de latitud Norte, se llamaba así porque, según la
leyenda, ninguno (none, que en inglés se pronuncia
igual que Nun) de los marinos que se atreviera a
rebasarlo, regresaría jamás. Y una vez dejado atrás
tal cabo, se decía que el hirviente mar destruiría
todo aquello que los rayos verticales del sol no
hubieran ya tostado.
Para los marinos del siglo XV, el mar abierto era
lo que es el espacio para los astronautas, aunque el
marino sabía menos hacia donde iba y tenía menos
esperanzas de regresar. Temía remontar la Costa
Atlántica de África más allá de Marruecos, porque
entraría al ―verde mar de la oscuridad ―, pantano
innavegable lleno de monstruos, según los
geógrafos árabes; si se internaba en el Atlántico
corría el riesgo de acercarse al Ecuador, lugar en
que los hombres se volvían negros y no podía haber
vida; y si tomaba rumbo al Norte, se encontraría en
una inmensidad helada, en donde Judas merodeaba
cerca de la boca del infierno. En cualquier dirección
que fuera, estaría lejos de tierra.
Más lejos estaban aún las antípodas, una región
donde, según muchos clérigos, no podían vivir más
que monstruos. Argumentaban así: puesto que todos
los hombres descienden de Adán y ningún hombre
puede cruzar los trópicos, ¿qué otra cosa, sino
monstruos pueden existir en la ―Terra Incognita‖?.
En 1441, una expedición regresó de la región del
Río de Oro con un cargamento de esclavos, con lo
que comenzó el inhumano tráfico. Expedición tras
expedición empujaban hacia el Sur las fronteras del
conocimiento de los europeos. El príncipe Enrique
murió en 1460 y con él desapareció buena parte de
la fuerza impulsora que había inspirado por más de
40 años a los exploradores portugueses. En los
cuatro lustros siguientes aunque con menos bríos, la
exploración continuó.
Durante siglos, la Santa Sede había sido el
árbitro entre las disputas de las naciones cristianas;
aunque este papel nadie lo ponía en duda, las
decisiones papales empezaban a perder la enorme
autoridad que habían obtenido en otro tiempo. Sin
embargo, a partir de 1455, los portugueses lograron
que el Papa dictara una serie de fallos en que les
cedía todas las tierras e islas desde el cabo Bojador.
La actividad de los españoles y también de los
ingleses, que en 1481 pidieron la concesión Papal
de derechos de comercio, fue un acicate para el Rey
Juan II de Portugal que subió al trono ese año; a
partir de entonces, los exploradores portugueses se
lanzaron en busca de nuevos logros con un vigor
semejante al de los tiempos del príncipe Enrique.
Se les dieron ―padroes‖, pilares de piedra,
inscritos en latín, portugués y árabe, para que los
erigieran como mojones en aquellos lugares de
importancia que fueran descubriendo.
108
El rey Juan II mandó en 1487 a Bartolomé Días
al frente de tres barcos a fin de que procurara
circunnavegar el África y de ser posible, se pusiera
en contacto con el celebre Preste Juan, gobernante
cristiano de riqueza fabulosa y de gran poder, que
primero se dijo habitaba en Asia y luego en África.
Bartolomé llegó hasta el sur de África, la parte más
austral y lo llamó cabo de ―las Tormentas‖ e incluso
lo sobrepaso en su crucero. Por supuesto, su
tripulación había tenido bastante; las viejas leyendas
se había desvanecido hace algún tiempo, pero
todavía el pánico podía hacer presa en la marinería
y las tripulaciones obligaron a Días a volverse atrás,
a las puertas mismas del océano Índico. A
regañadientes puso proa a casa; tuvo la
compensación de poder ver el inmenso promontorio
que había circunnavegado, pero el Rey Juan al
enterarse de todo el relato, consideró el futuro que
Días había abierto y con un gran sentido de
relacionista público lo volvió a bautizar con el
nombre de ―cabo de Buena Esperanza‖.
El hombre que escogió el nuevo rey de Portugal,
Don Manuel, para seguir el camino abierto por
Díaz, fue Vasco De Gama. Zarpó De Gama de la
bahía de Lisboa; ateniéndose a las instrucciones de
navegación que había recibido, siguió la ruta entre
Europa y el Cabo, que a partir de entonces seguirían
todos los buques de vela. Después de tres meses y
de haber navegado unos 6.000 kms, De Gama
alcanzó la costa de África en la bahía de Santa
Elena, un poco al Norte de la actual Ciudad del
Cabo y siguiendo por el cabo Aguja llegó a la bahía
Massel. Allí desmanteló el barco almacén y con sus
mercancías y efectos reaprovisionó a los otros
barcos. En la bahía Massel erigió De Gama un
―padroe‖ que los nativos se encargaron de echar por
tierra en cuanto reembarcó y continúo hacia el Este.
Los nombres que dió a los litorales y ríos –Natal-,
así bautizado por el día del nacimiento de Cristo, el
río de los ―Buenos Augurios‖ y otros más, reflejan
su creciente optimismo a medida que la costa subía
más y más hacia el Norte y que las aguas se hacían
más tibias. Doblaron el Cabo de Buena Esperanza y
se alegraron de hallarse ante elevadas ciudades de
piedra, confortables y ricas, a todo lo largo de la
costa oriental africana, por donde iban remontando
sus barcos. Se encontraron con pueblos que sabían
tanto como ellos de cartas de mar y de brújulas y
que, en muchas cosas, eran más civilizados.
Finalmente, después de ver miles de kilómetros
de mar abierto y de regiones desoladas, enfiló hacia
el bullicioso puerto de Mozambique donde estaban
anclados enormes barcos mercantes de formas
extrañas y en cuyos muelles y malecones regateaban
comerciantes árabes y nativos. En vez de hallar
jefes nativos que parloteaban con gran emoción a la
vista de un puñado de campanillas, le dió la
bienvenida un sultán que vio con desdén géneros y
mercancías que llevaban los portugueses y a quien
parece ser que solo interesaba la púrpura, tela que
De Gama no llevaba.
En la ciudad insular de Quiloa, situada frente a la
costa de la actual Tanzania, observarán que esta
ciudad, similarmente a otras ciudades mercantiles
hermanas, era esencialmente intermediaria.
Controlaban el intercambio de géneros entre el
África interior y los barcos de carga de Arabia y de
la India que navegaban en aquella costa. Dominaban
el comercio hacia el Sur, por la costa, hasta Sofala,
situada a unos 1.500 kilómetros de distancia. Quiloa
tenía una casa de moneda, la primera de África y en
el apogeo de su influencia acuñaba monedas de
diversos valores.
Para gran suerte de él, se encontró un piloto
gujarati, nativo de la India Occidental, que se
ofreció a guiarlo en la travesía del mar de Arabia y
109
que resultó ser un piloto muy experimentado y
capaz. Llevando a este habilísimo guía a bordo, De
Gama se internó con su flotilla en el Océano Indico;
los suyos fueron los primeros barcos europeos que
lo cruzaban. En la India Occidental, soltó el ancla
en Calicut, el 29 de agosto de 1498. De Gama
comprendió que ya no tenía mucho que hacer allí y
puso vela hacia Portugal; la navegación a través del
Océano Indico le llevó tres meses; murieron tantos
hombres de escorbuto, que cerca de Mombasa se
vio obligado a abandonar la nave ―Sao Rápale‖
porque ya no tenía los hombres necesarios para
dirigir el barco; el resto del viaje transcurrió sin
mayores incidentes. Cuando De Gama entró en la
bahía de Lisboa, había estado ausente más de dos
años y había navegado 24.000 millas náuticas
(44.500 kilómetros). De ls 170 hombres que habían
partido de Lisboa, solo regresaban 44. Los
portugueses, como era su costumbre, impusieron el
más estricto silencio y secreto sobre los detalles de
la ruta que había seguido De Gama. Lo único que
pudo saber el resto de Europa fue que había llegado
a la India. Muchas naciones, en particular las
ciudades italianas y sobre todo Venecia, hicieron
esfuerzos frenéticos para enterarse mediante espías
y sobornos, de la naturaleza exacta del viaje. Era el
comienzo de una nueva época en el comercio
mundial. Y otra época a su vez, terminaba.
En el reinado de Manuel, se llega también, a
Groenlandia y al Labrador, y se redescubre
Terranova, junto a Canadá, donde los portugueses
monopolizarán prácticamente la pesca del bacalao,
pese a que no les correspondía por el Tratado de
Tordesillas. En 1500 una expedición militar enviada
a la India, mandada por Pedro Álvarez Cabral, al
dirigirse a alta mar para superar el cabo Bojador,
avistó una tierra muy al Oeste, donde desembarcó, a
la que bautizó con el nombre de Terra do Vera Cruz
(Brasil). A ésta, siguieron otras expediciones para
tomar posesión de estas tierras de las que se
desconocerá la extensión real hasta el siglo XVIII.
Después de casi un siglo de expediciones marítimas,
los portugueses habían visitado innumerables tierras
y pueblos, poco o nada conocidos de los europeos.
Con algunos entrarán en relación pacífica, otros van
a ser objeto de agresiones expansionistas con el fin
de obtener enclaves o imponer políticas de
navegación.
Para proteger y facilitar la ruta de las especias,
los portugueses habían fijado durante el siglo XVI
varios enclaves en las costas africanas -entre
otros, Elmina, Luanda, Benguela, San Salvador,
Mozambique, Zanzíbar y Mombasa-, que, además
de servir como centros de control y distribución
de las mercancías de la ruta, se
convirtieron en los puntos de
salida del tráfico de esclavos
africanos con destino a América.
Los portugueses fueron los
primeros europeos fundadores de
factorías comerciales en Asia,
que se extendían en gran número
desde el golfo Pérsico hasta el
Extremo Oriente, y que, al
contrario que en África y
América, se establecieron al
principio por medio de la
negociación con las autoridades
locales.
Sobre el año 1500, los mayores
buques mercantes conocidos eran
110
las carracas, el polo opuesto a las ligeras carabelas.
Las carracas portuguesas desplazaban, en general,
unas 1.000 toneladas. Algunas hubo de hasta 1.600.
Solían tener cuatro puentes, tres cubiertas y velas
cuadradas en los palos mayor y trinquete, y latina en
el de mesana. Su tamaño y capacidad para el
transporte de mercancías y soldados y su sólida
construcción convirtieron estas naves en las idóneas
para las grandes expediciones comerciales a Brasil e
Indias Orientales. Pero a causa de sus grandes
dimensiones y su escasa velocidad, estaban negadas
para las tareas de exploración.
Una vez que los portugueses afianzaron en el
litoral de la India una organización que les
aseguraba su comercio, dirigieron su atención a un
lugar más lejano aún, a la zona más rica de todas.
Fue durante este período cuando establecieron
factorías en el archipiélago de las Molucas, también
llamadas a veces, islas de las Especias.
Goa era un simple enclave, pero se convierte en
la capital de la India portuguesa y en una de las
perlas del Imperio. Con los enclaves de Asia se
crea en 1505 la gobernación de la India, a cuya
cabeza estaba un virrey, y que comprendía también
el África Oriental portuguesa. El verdadero creador
del Estado de la India es en realidad Albuquerque
que establece la capital en Goa; aquí se traen
colonos de la metrópolis; se fomentan los
matrimonios mixtos con indios, cuyos hijos eran
naturalmente cristianos, y se fundan escuelas para
hacer portugueses a la población colaboracionista.
Él dejó colocados los cimientos de un imperio
naval, provisto de bases sólidas y de una escuadra
capaz de dominar las rutas comerciales y también
dejó marcada una política relativamente plausible
para con los mercaderes asiáticos.
Desde el frágil punto de partida de la costa
de Malabar, Portugal, una nación tan pequeña y tan
lejana, creó de hecho un monopolio de comercio
en el mar de Arabia. Partiendo de un cordón de
puertos fortificados de la India Occidental y
protegiéndose de los corsarios árabes mediante
barcos con bases en Ormuz y Mombasa, los
buques mercantes portugueses acarreaban con
regularidad cargamentos muy provechosos hacia
Mozambique o bien hacia Europa misma,
rodeando el Cabo.
Una porción de razones explican el buen éxito
de los portugueses. Con gran habilidad sacaron
partido de las rivalidades políticas que dividían a
los potentados de la costa de la India; gracias a la
potencia de su marinería derrotaron a las flotas
que trataron de romper su monopolio comercial;
sus factorías estaban protegidas por
fortificaciones brillantemente ideadas y
sólidamente construidas, muchas de las cuales,
como las de Goa y Diu, en la India, y algunas en la
costa Oriental de África, aún están en pie; llegaron a
construirlas en el golfo Pérsico, como por ejemplo,
en Bahrein.
En territorios adelantados, como era la costa de
Malabar, los portugueses tenían la ventaja de su
potencia de fuego; en los territorios que no habían
llegado a ese desarrollo, como era el caso de Ceilán,
contaban además con la ventaja de la sorpresa.
Para completar el control del Índico, los
portugueses deciden apoderarse del principal punto
por donde pasaba el tráfico de especias antes de
llegar a la India: el estrecho de Malaca, utilizado por
los barcos mercantes indios, árabes, chinos y
111
malayos. Luego, en consecuencia, se apoderarán de
los ―archipiélagos de las especias‖, directamente.
Islas de especias
Por tanto se envían expediciones desde 1512 a
los archipiélagos que forman hoy Indonesia, centros
de la producción de especias, en particular de clavo
–Ternate, Tidore y Halmahera, en las Molucas- y de
mirística o nuez moscada –Amboina, también en las
Molucas y Banda. En 1521 los portugueses
construyen una factoría en Ternate. En ese mismo
año, la llegada de los españoles bajo el mando del
portugués Magallanes, alarma a los portugueses. El
Sultán de Tidore, para quitárselos de encima, recibe
bien a los españoles. Unos y otros se creen con
derechos sobre el archipiélago: surge el conflicto,
con episodios diversos, que se zanjan finalmente por
el Tratado de Zaragoza (1529), desistiendo España
de sus pretensiones sobre las Molucas mediante una
indemnización.
A fines de siglo, los portugueses controlan una
buena parte de la producción de especias, ―in situ‖ y
semimonopolizan su exportación a Europa. Antes
de llegar a la India su precio ya se ha doblado, y no
se tienen reparos en destruir los excedentes, para
que no baje.
En 1511, Malaca fue convertida en base
fortificada, en el curso de la misma expedición que
fue a explorar Java. En 1514, las naves
portuguesas arribaron a China y, dos años más
tarde, situaron en Cantón su primera base. En
1526 se llegó a la enorme isla de Nueva Guinea. La
exploración siguió siendo una fiebre a la que daba
pábulo la variedad de productos nativos y de
mercancías de lujo que esperaban tan solo a un
marino atrevido, y también, la rivalidad con España.
El Tratado de Tordesillas había asignado a Portugal
desde 1494 todos los descubrimientos que se
hallaran al Oriente de los 46º, 37` de longitud y
daba a España todo lo que se encontrara al Oeste de
esa longitud.
112
Apenas en el siglo siguiente se empezaron a ver
con claridad las consecuencias cabales de esta
barrera. Los meridianos de longitud corren a lo
largo del globo; la situación de las Molucas en
relación con esa línea no tardó en volverse materia
de viva controversia. En nuestros días nos es fácil
ver que, según la línea de demarcación, las Molucas
quedaban dentro de la jurisdicción de Portugal por
un margen de casi 6 grados, pero en esa época nadie
podía determinar la longitud con precisión; para
asegurarse la posesión de las islas contra las
pretensiones contrarias de España, los cartógrafos
portugueses cambiaron deliberadamente la posición
de ellas en los mapas que publicaron. Aunque la
exploración de las Indias Orientales era su principal
preocupación, los portugueses también iban tras el
comercio del Golfo de Bengala en la costa Oriental
de la India, así como también el de Birmania, Siám
y Camboya. En 1557, establecieron en la costa de
China su colonia de Macao. Pero como China
permitía sólo esporádicamente que los portugueses
comerciaran tierra adentro, estos hombres, llenos de
fuerza, curiosidad e interés, exploraron también
Japón. Allí encontraron un recibimiento más
afectuoso, aunque no tan duradero; en 1549 llegaron
a Kagoshima y en 1571 a Nagasaki. Una vez
obtenidas estas bases, se organizó un viaje anual
que empezaba en Macao y hacía escalas en
Nagasaki, Malaca y Goa, pero todavía el interior de
Asia seguía siendo territorio de leyendas.
Terminando el siglo XVI, el Imperio Portugués
estaba ya en declive en Asia, amenazado por sus
propias limitaciones: corrupción, debilidad militar,
relativa debilidad demográfica –un millón y medio
de habitantes en 1640- y de recursos, lejanía de la
metrópolis, escasez de mujeres portuguesas en las
colonias –en muchos lugares los metropolitanos
acabaran diluyéndose en la población local-, etc. La
violencia gratuita, el proselitismo de los misioneros,
el odio al Islam y la intolerancia en general y la
incomprensión hacia otros pueblos hicieron el resto.
Pero también actuarán varios factores externos.
Al no controlar Aden, ni el Mar Rojo, Portugal
nunca podrá monopolizar totalmente el tráfico de
especias y deberá seguir dependiendo de los árabes
para la comercialización de éstas. Hay que añadir
que después de la anexión a España, gran parte de
sus energías se dirige hacia Europa. Factor
determinante es la formidable competencia de
Holanda, que hará todo lo posible para sustituir a
Portugal en Indonesia y Celián y lo conseguirá por
su mejor organización y medios, que le permitirá
abaratar los precios de las especias.
Hacia final del siglo XVI, los intereses
marítimos europeos confirmaban que Portugal
estaba comprando oro en diversos puntos de la costa
de África Occidental y en 1555 una expedición
inglesa ancló en el Tamesis con un cargamento de
unos 160 kilos de oro y 250 colmillos de marfil,
multiplicando varias veces el capital invertido.
El monopolio portugués se mantuvo hasta el
siglo XVII, cuando ingleses holandeses y
franceses, con mayor apoyo estatal y privado,
dotados de una moderna flota y bajo el impulso
decisivo de la doctrina económica mercantilista -
que pretendía a toda costa limitar la salida de
divisas de oro y plata mediante el control
aduanero y favorecer la exportación de productos
manufacturados, y mediante la creación de
monopolios-, se hicieron con la hegemonía
comercial en la zona.
A lo largo del siglo XVII, la crisis de los
países ibéricos v la rivalidad económica fueron la
causa de graves conflictos navales y territoriales,
que produjeron un continuo trasvase de
posesiones y llevaron a la pérdida de numerosas
colonias españolas y portuguesas a manos de
holandeses, franceses e ingleses en Asia, África y
América.
En 1622, los portugueses fueron expulsados de
Ormuz (golfo Pérsico). En África, los holandeses
les arrebataron diversos territorios; a partir de
1630 se apoderaron de sus enclaves negreros de
Angola y se asentaron en El Cabo. También
tomaron a los portugueses Cochín (sur de la
India) v todas sus posesiones de Ceilán. En
Indonesia, el predominio neerlandés se consolidó
tras apoderarse de Malaca -quedando los lusos
113
relegados a Timor- y vencer a los británicos, que
dejaron el campo libre a Holanda en la zona.
Finalmente, el poderío militar portugués no es el
mismo en 1600 que en 1500 y sus barcos y cañones
ya no eran los mejores: en la batalla de Bantam
(1601) los portugueses sufren a manos de los
holandeses una derrota decisiva para la continuidad
de su presencia en Indonesia. Por estas fechas
hacían su aparición en el Golfo Pérsico, los
ingleses…
El Imperio portugués es uno de los más duraderos
de la historia, más de cinco siglos, 560 años
exactamente corren entre su primera aventura
imperial en 1415, la toma de Ceuta, y la pérdida de
las últimas colonias en 1975. Fue Portugal el primer
país expansionista de la Edad Moderna europea y el
primero que en forma sistemática llevó a cabo lo
que, desde una perspectiva europea, se llamarán
descubrimientos y que abrirán para Europa mundos
desconocidos. Su imperio presenta dos etapas, una
primera, del siglo XV al XVIII –mercantil-, y otra,
al XX -imperialista-, diferentes entre sí pero que
suelen estudiarse como una secuencia única. El
expansionismo portugués deben marcarse en un
contexto más general, el de la Europa tardomedieval
y renacentista, de la que posee todas las
características: proselitismo religioso, lucha contra
el Islam, desarrollo espectacular del comercio,
adelantos técnicos de conocimiento, ampliación de
los límites de Europa.
114
IMPERIO ESPAÑOL
arlos había nacido en 1500 en Gante
(Bélgica), durante los años del
Renacimiento, esos años que consiguieron aunar,
como la palabra lo dice, un renacer de las artes,
donde existió también ruptura en el seno de la
Iglesia entre la llamada Reforma y Contrarreforma y
separación de territorios que hasta el momento
habían constituido una unidad.
Él era fruto de un nuevo espíritu individualista
que imperaba en Europa; sin embargo, Carlos luchó
por mantener unido el inmenso Imperio. De su
madre Juana ―la loca‖, hija de Isabel de Castilla –
Isabel la ―Católica‖-, heredó España y sus dominios,
Cerdeña, Sicilia y Nápoles; Melilla, Orán, Trípoli y
Canarias en África y la descubierta América; por su
padre, Felipe el ―Hermoso‖ heredó Borgoña,
Países Bajos, Flandes, Artois, Luxemburgo, Franco
Condado, y de su abuelo Maximiliano, los dominios
de los Habsburgo en Alemania, Austria, Estiria y
Tirol.
Sus disputas mayores fueron contra Francisco I
de Francia y como se dice en el deporte, en cuatro
oportunidades consiguió tres victorias y un empate;
además, Carlos mantiene guerra contra los turcos y
debe hacer frente al conflicto político religioso
alemán.
Francia participa colateralmente en el
enfrentamiento porque Francisco I, en su rivalidad
con la Casa de Austria, busca el apoyo naval de la
flota de Barbarroja (Francia carece prácticamente de
poder naval en el Mediterráneo desde que el
genovés Doria se pone al servicio de Carlos I) y
firma después una alianza (aparentemente
comercial) con Solimán ―El Magnífico‖.
Esta alianza le permite a Francia disponer de una
escuadra que amenaza a España en su mismo
C
CAPÍTULO VII (La Santa Liga)
115
umbral y el Sultán obtiene unas magnificas bases de
operaciones en el Mediterráneo occidental.
Francia rechaza con fuerza la idea de una
monarquía universal –la oposición entre dos manera
de entender Europa-; Carlos era más dialogante y
menos intolerante que su hijo Felipe II; contra los
protestantes combatió, más porque se rebelaron
contra su autoridad que por cuestiones religiosas, y
contra los turcos, más que una cruzada, fue por la
invasión de los turcos a sus dominios.
Carlos V se vio obligado a aceptar una paz
duradera con los protestantes y a reconocer la
libertad religiosa de los príncipes alemanes, quienes
además obtenían la garantía de que sus súbditos
debían acatar la misma confesión religiosa que sus
señores eligieron.
El Emperador Carlos I de España y V de
Alemania y su hijo Felipe II, cabezas de un Imperio
global, en cuanto a que sus posesiones y sus
intereses se encontraban diseminados en todos los
continentes habitados del planeta, acaudillan la
ofensiva religiosa-católica, política y comercial
contra los príncipes alemanes protestantes, Francia,
Inglaterra, Países Bajos y Turquía, que bajo el
mandato del sultán Solimán, el ―Magnífico‖,
alcanza su mayor esplendor, penetrando con sus
conquistas hasta el corazón de Europa.
Fue cediendo territorios a su hijo Felipe, y a su
hermano, y finalmente se retiró al monasterio de
Yuste, en la región de Extremadura, en España.
Murió en 1558 –él fue defensor del último gran
Imperio Europeo de la Edad Media- y en el plano
económico y político, el precursor de una Europa
unida que pudiera formar un solo Estado. Felipe II
con una vocación ibérica mucho más que europea,
asumió el compromiso de sujetar a Francia, acabar
con los herejes protestantes y contener el empuje
turco, en sus aspectos político, económico y
religioso en el mar Mediterráneo. Contando con las
inmensas y crecientes riquezas que las Indias le
proporcionaban, no dejó en toda su vida de
preocuparse por la consecución de sus objetivos –
los recursos de sus riquezas se lidapidaron en una
especie de lucha cósmica del ―católico monarca‖-;
con el fracaso de la llamada Armada Invencible en
1588, se empezó a perder la supremacía naval en el
Atlántico, fundamental para resguardar las
posesiones ultramarinas y su tráfico comercial.
La afluencia de metales preciosos, sobre todo
plata, causó una fuerte alza de los precios en Europa
durante todo el siglo XVI y lamentablemente no
sirvió para capitalizar la economía productiva
peninsular, acudiéndose cada vez con mayor medida
a los préstamos de banqueros alemanes y genoveses.
Había demasiados estamentos no productivos que
gozaban de privilegios y exenciones fiscales
(nobleza - clero – milicia).
España y Venecia
El Nuevo Mundo atrae gran parte de los
esfuerzos de la Corona española y sus intereses en
aquellas regiones y en el Atlántico, comienzan a
verse perturbados por franceses, ingleses y
holandeses, que ya actúan de formas más o menos
directa, con el apoyo que ofrecen a los piratas y
corsarios. La vastedad y dispersión del territorio,
con los problemas políticos, religiosos y militares
que sus regencias comportan, hacen que Felipe II
sea el primer gobernante de la tierra que haya de
enfrentarse con problemas políticos y estratégicos
―globales‖. Su política y su estrategia, se apoyarán
en un despliegue mundial, y la presión militar en
que se sustenta su política, dependerá de la
prioridad que asigne a cada situación, momento y
lugar.
Venecia, como Estado talasocrático
mediterráneo, carece de problemas marítimos ajenos
al ámbito del Mare Nostrum; esta circunstancia y la
fuerte carga de visión comercial de sus navegantes,
hacen que el eje principal de su política se apoye en
la seguridad de su tráfico marítimo en ese mar y en
la libertad de acceso a Europa Central a través de las
vías de penetración del nordeste de Italia. Su
estrategia, en consecuencia opera contra las
amenazas que sobre ambos fines gravitan: la turca,
que pone en peligro la prosperidad a través del mar
y apunta por tierra hacía el paso de unión entre el
116
norte de Italia y Centroeuropea; y la española, de la
casa de Austria, cuya expansión en la península
Italiana puede reducir al Estado Veneciano a una
situación de vasallaje similar al de Génova.
Turquía, que goza de un poder marítimo con
capacidad suficiente para permitirse el logro de una
soberanía ―ecuménica‖ (aunque limitada a la cuenca
mediterránea y regiones adyacentes, similar y
heredera a la ejercida antaño por Roma) y unos
oponentes que persiguen fines heterogéneos en pro
de una seguridad mediante la contención ofensiva,
cuya única vía de acción es el mar; y a través del
mar tratarán de lograr la victoria.
Desde los albores del siglo XVI, los
acontecimientos que se producen en el Mediterráneo
no son solamente la consecuencia de situaciones
políticas, económicas y sociales, exclusivas de los
pueblos limítrofes de su cuenca, sino también el
resultado de unas relaciones internacionales que se
extienden ya sobre una más vasta geografía
mundial.
En los problemas propiamente mediterráneos
inciden también los europeos, derivados del secular
antagonismo hispano-francés; las luchas religiosas
entre católicos y protestantes; el enfrentamiento
turco-europeo en Hungría.
La constante pugna
religiosa y territorial
sostenida por los turcos y
persas; la contienda
portuguesa con los Estados
musulmanes del Indico
Noroccidental para asegurar
su tráfico marítimo con
Oriente e incluso los
problemas del Atlántico y
del Nuevo Mundo, en
cuanto que precisan
conjunción coordinada de
esfuerzos y medios en la
zona mediterránea de
responsabilidad española.
España y Venecia son
los principales protagonistas
de la estrategia mediterránea en su papel de
oponentes al avance turco en el Mare Nostrum.
España cuyos problemas se extienden no solamente
por el Mediterráneo y Europa, sino a través del
Atlántico y Nuevo Mundo.
Tiende a mantener en el Mediterráneo (mediante
la guerra y la negociación) un sistema estratégico
defensivo que asegure las vías de comunicación
marítima que unen sus reinos y aleje la amenaza que
pesa sobre sus territorios.
Venecia empuña las armas varias veces para
defender sus enclaves y tráfico, ante el empuje
otomano, sin que su política mercantilista olvide la
opción de lograr una pronta paz negociada que le
permita la explotación de monopolios comerciales
entre Oriente y Occidente, que son la fuente
principal de los recursos económicos para su
pueblo.
En la promoción de una causa común, que
permita superar las mediatizaciones particulares de
venecianos y españoles (y que restan eficacia a las
alianzas contra el turco), los Papas actúan aunando
voluntades y criterios, alentados por el celo que les
infunde un añejo espíritu cruzado.
117
LEPANTO
La “Alianza forzada”
n las continuas hostilidades que se
desarrollaban en el Mediterráneo,
principalmente entre Venecia y Turquía, con fuerte
ofensiva por parte de los turcos que atacaban todos
los enclaves venecianos, se produce en julio de
1570 el desembarco de un gran ejército turco en la
isla de Chipre, posesión veneciana. En tres meses
ocupan la casi totalidad de la isla, resistiendo la
ciudad de Famagusta, dotada de potentes
fortificaciones defensivas. En octubre se inicia el
sitio, donde los turcos –sus zapadores- fabricarán
todo un cinturón de trincheras muy profundas, para
no ser blanco de las armas de los sitiados e
impedirles cualquier fuga.
Durante diez meses, las labores de zapa y
colocación de minas junto a las murallas para abrir
brechas –y las contraminas de los defensores-, se
alternarán con grandes asaltos de los 250.000 turcos
contra los 10.000 defensores, venecianos y griegos,
que resistirán valerosamente, produciendo terribles
pérdidas entre los sitiadores y, sobre todo, con un
gran porcentaje de muertos y heridos entre los
hombres que componen su infantería de élite, los
temibles jenízaros.
Los gobernantes cristianos decidieron en 1571
realizar un gran esfuerzo para destruir el poderío
naval turco y privar a los piratas de la protección del
sultán, además de, por consecuencia, levantar el
sitio de Famagusta. Los componentes de la flota
aliada –la ―Santa Liga‖, nombre dado por el Papa al
Tratado de alianza, de clara connotación religiosa-,
serán España, Venecia –las más grandes afectadas
en sus intereses, y quienes aportarán en la mayor
proporción, barcos, hombres y dinero –y Génova, el
Papa y los caballeros de Malta- la orden de monjes-
soldados, que antes de aposentarse, en propiedad, en
la isla de Malta, donada por Carlos V, eran llamados
―Hospitalarios de San Juan‖. Como miembro
principal de la alianza, el rey de España, Felipe II,
disfrutó del privilegio de designar al Comandante de
aquella Armada. El elegido fue su hermano Juan,
hijo ilegítimo de Carlos V, que para ese momento
contaba con solo 24 años de edad.
Por meses se intentó poner en marcha la
operación, que no resultaba fácil, no sólo por la
concentración de naves, hombres y pertrechos, sino
por los celos y rivalidades entre los aliados. El joven
Don Juan, haría gala de gran tacto, así como, de
gran determinación para imponerse sobre los viejos
y curtidos capitanes, logrando aunar voluntades en
búsqueda de los objetivos propuestos.
Finalmente, al amanecer del 16 de septiembre,
muy avanzada la temporada, en pleno otoño y
corriendo el riesgo de posibles tormentas, la flota
salió del puerto de Mesina (Sicilia), para acercarse a
las costas occidentales de Grecia, en procura de la
flota turca, esperando conseguirla concentrada, al
tope de sus efectivos y así, poder plantear una
batalla decisiva, que sí se lograba la victoria,
obtendrían los logros deseados, permitiendo, como
primer paso, levantar el cerco de Famagusta. Esa
liberación de la isla de Chipre, no se produciría. En
los primeros días de octubre, la flota cristiana recibe
la información de que el último bastión veneciano
en la isla de Chipre había sucumbido hacía más de
un mes.
El 1 de agosto, el valeroso Comandante
veneciano Marco Antonio Bragadin, con dos tercios
E
118
de sus hombres muertos, y heridos el resto, de
menor o mayor gravedad, negocia una tregua,
aceptada por los turcos, por la cual, a las tropas y
habitantes de la ciudad les serían respetadas sus
vidas y, aun cayendo prisioneros, tratados con
dignidad. El Comandante turco retractándose de la
palabra dada –furioso por las grandes pérdidas
sufridas- una vez ocupada la ciudad, someterá a
todo tipo de crueldades a los supervivientes y
llevado de su ira y odio religioso, mandó cortar a
Bragadin, nariz y orejas, le obligaron a acarrear
piedras y tierra, y días después, para rematar la
faena… le despellejaron vivo.
En un estado de ánimo de furia asesina, la flota
aliada, enterada de la posición de las naves turcas –
al abrigo del Golfo de Lepanto, parte final del gran
Golfo de Corinto-, y protegida en esas aguas
interiores por costas amigas en posesión turca, se
acerca en la madrugada del 7 de octubre de 1571 y
al amanecer, su vanguardia entraba al golfo y a los
pocos minutos, avistaba a la totalidad de la flota
adversaria.
La Armada aliada estaba compuesta por 209
galeras, en las que navegaban 91.000 hombres, entre
remeros, guerreros y marineros. La turca estaba
conformada por 275 galeras y 92.000 hombres.
Exceptuando el uso del cañón, el modo de
manejar aquellos barcos en el combate le hubiera
resultado familiar a los que intervinieron en la
batalla de Salamina, dos mil años antes.
Los remos seguían siendo el principal medio de
propulsión, si bien las velas eran mayores y
manejadas bastante mejor.
Lo distinto, la artillería, carecía
de una puntería eficaz, pues los
artilleros no disponían de
instrumentos que compensaran el
continúo cabeceo de las naves y el
fuego de sus cañones tenía muy
poco alcance; eso sí, a poca
distancia eran capaces de ocasionar
terribles daños. La táctica consistía,
después de descargar los cañones,
en penetrar la nave enemiga con el
espolón y/o acercarse, situarse a su
costado y abordarla. El momento
decisivo era aquel en que los
soldados luchaban cuerpo a cuerpo
sobre puentes resbaladizos.
119
120
Cervantes
En la galera la ―Marquesa‖, un joven infante de
marina –―soldado de distinción‖- llamado Miguel de
Cervantes Saavedra, a pesar de haber estado todo el
día y noche anterior aquejado de fuerte fiebre, se
apresta al combate y toma el mando de otros cinco
infantes, para cumplir con la misión de defender la
popa de la nave.
Nacido en Alcalá de Henares, cerca de Madrid,
se había ido a Italia para hacerse soldado y como él
diría tiempo después, ―conseguir fama y fortuna‖.
Sienta plaza de infante de marina en el ―Tercio de la
Armada de la Mar Océano‖. En el combate, recibe
dos arcabuzazos en el pecho, que afortunadamente
fueron poco graves, al tener la protección del peto;
sin embargo, otro disparo, recibido en el brazo
izquierdo, le produce la invalidez de brazo y mano
para el resto de su vida, circunstancia que le vale el
sobrenombre de ―el manco de Lepanto‖. Cervantes
calificaría los acontecimientos de esa gran batalla
como ―la más alta ocasión que vieron los siglos y
esperan ver los venideros‖.
Cuatro años más tarde, cuando regresaba a
España con su hermano Rodrigo, es hecho preso por
los piratas berberiscos y queda cautivo en Argel; se
pagará por su rescate y, ya libre, Cervantes se
alistará de nuevo en el mismo Tercio –a pesar del
brazo inmovilizado-, embarcando en la galera San
Mateo como soldado ―aventajado‖ –distinguido- y
en 1582 toma parte en la batalla naval de la isla
Tercera (archipiélago de las Azores), junto con su
hermano Rodrigo, acción en la cual, Alonso de
Bazán derrotaba a una escuadra inglesa. Terminada
esa campaña, en lo particular –sin fama y sin
fortuna-, Cervantes se retira del servicio de las
armas. Un día, estando en la cárcel, pudo terminar
de escribir el libro: ―El ingenioso hidalgo Don
Quijote de la Mancha‖, más la fortuna nunca le
llegará y la fama se hará de rogar, hasta que después
de muerto, lo ensalzará ante la posteridad como ―El
príncipe de las letras castellanas‖.
Amigo lector, como usted habrá apreciado al
hablarle de Cervantes, lo califiqué no sólo como
soldado, sino como un soldado perteneciente a la
Infantería de Marina. Ciertamente lo era, y el
Cuerpo al cual pertenecía, estaba naciendo
históricamente en ese tiempo.
Bien sabemos a estas alturas de la narración, que
guerreros los hubo siempre en las naves, desde que
éstas aparecieron surcando ríos y mares, pero estos
hombres eran asignados a luchar en el mar, sin que
estuvieran organizados como fuerza perteneciente a
alguna Marina. Solamente los romanos, en época
del Imperio, formaron las llamadas ―cohortes‖
marinas, pero con casi
nula vocación naval y sin
que nunca efectuaran
tarea alguna que tuviera
que ver con desembarco
en costa enemiga, sin
tampoco dotarlas de una
organización adecuada.
Infantería de marina
La continua expansión del Poder Naval turco y
el aumento de sus fuerzas de operaciones obligaron
a embarcar frecuentemente en las galeras españolas,
―guarniciones extraordinarias‖.
El difícil reclutamiento de estos refuerzos,
compuestos con excesiva frecuencia por gente sin
actitud ni vocación para el oficio de las armas y por
si fuera poco sin experiencia de soldados, hizo
volver los ojos a las bien adiestradas unidades de
Infantería Española, compuesta por soldados de
vocación y oficio: los llamados Tercios.
Pronto el infante se adaptó al medio naval y
aunque nunca tuvo en el abordaje y en la defensa
contra el abordaje, la agilidad del marinero, la
suplió con la destreza en el tiro del arcabuz, en el
manejo de la espada y con su disciplina.
Como Cuerpo autónomo, fueron creadas las
primeras unidades en 1537 por Carlos I.
Asignó de forma permanente a las Escuadras de
Galeras del Mediterráneo, las ―Compañías Viejas
del Mar de Nápoles‖ (treinta arcabuceros por
galera).
121
La voz ―tercio‖ data del tiempo de los Reyes
Católicos; como Unidad Táctica fue creado en Italia
por Gonzalo Fernández de Córdova, como una
unidad autónoma, que supo utilizar brillantemente,
con una original doctrina de combate.
Su denominación no aparece muy clara; unos la
atribuyen al de tercera parte del antiguo cuadro de
picas que se formaba en la batalla como masa de
choque; otros, a la repartición por terceras partes de
sus hombres (un tercio de arcabuceros, otro de
piqueros y otro de rodeleros) y, posiblemente, al
mantenimiento de un cuerpo de tropas en Italia,
distribuidos por terceras partes entre las posesiones
españolas de Nápoles, Sicilia y Lombardía, cada
una de las cuales era un tercio del conjunto; su
carácter era esencialmente móvil, expedicionario,
no creado para guarnecer. Tenía el Tercio entre
3.000 hombres y 3.600, constaba de tres coronelías
(con unos 1.000 hombres cada una), de cuatro
compañías (250 hombres), divididas en escuadrillas
o escuadras de 25 hombres y un núcleo de tropas de
apoyo, incluidos prebostes -―policía militar‖-
directamente dependiente del Jefe del Tercio, el
Maestre de Campo. Felipe II consideró que era
preciso organizar equipos permanentes de fuerzas
navales y terrestres que estuviesen en condición de
combatir a bordo y en tierra y de que mantuviesen
una ―disponibilidad casi absoluta‖. A cada escuadra
se le asignó un Tercio y cada galera no tenía su
propia Infantería, sino que ésta le era asignada y
dosificada según el tipo de misión.
En 1564 se dispone que en las galeras que
estuvieron a sueldo de la Corona, se embarque en
lugar de su propia gente de guerra, unidades de la
infantería que se tiene en Nápoles, Sicilia,
Lombardía y España; así como también de la que se
organiza en lo sucesivo a partir de este momento; la
Infantería embarcada desplaza totalmente en los
nuevos asientos a los viejos núcleos de gentes de
pelea que formaban parte de la dotación ordinaria de
la galera. La necesidad de disponer en las campañas
de suficiente guarnición para galeras y bajeles, sin
tener por ello que debilitar la defensa de plazas y
fortalezas, induce a la adscripción permanente de un
―Tercio‖ al conjunto de las Fuerzas Navales
españolas del Mediterráneo; se instituye así el
Tercio de Armada que no sólo embarca en los
bajeles redondos sino que constituye guarnición
extraordinaria en las galeras y que, posteriormente,
con sede en San Fernando, Cádiz –sin estar adscrito
a ninguna Escuadra en particular- se le puede
considerar como la primera Unidad Táctica de
Desembarco de la Infantería de Marina. Esta
necesidad de adscripción permanente de
guarniciones se advierte también a nivel de
Escuadras. Se trata de dotar a las escuadras de
galeras de su propia infantería; aparecen así los
Tercios de galeras como el Tercio de la Mar de
Nápoles, adscrito a la Escuadra de Galeras de
Nápoles, y el Tercio de Sicilia, a la Escuadra de
Galeras de Sicilia. A la Escuadra de Galeras de
España se le adscribe un Tercio; cuando precisa
refuerzos se recurre a la Infantería de Armada (al
Tercio de Armada). En el Atlántico, para guarnición
a los galeones de Armada que protegían a la Flota
de Indias, se crea el Tercio de Galeones.
Causales
La guerra es multifacética, son muchas y
variadas las razones que subyacen en el inicio de los
conflictos bélicos. Pero se considera que en cada
uno de esos conflictos, destaca una razón en forma
preeminente sobre las otras. Al examinar las guerras
que en el mundo han sido y siempre dejando que la
última examinada esté a bastante distancia en el
tiempo del analista, se ha podido establecer un
gráfico –una torta- en que cada trozo de esa torta es
una de las razones que los contendientes alegaron
para dar inicio al conflicto. Una vez examinadas,
desde que se tiene noticia histórica, se puede
constatar que en un 80%, un segmento –un trozo de
la torta- destaca sobre los demás. Ese segmento es el
económico y nos ilustra, por tanto, que en esa gran
proporción, la motivación principal fue por los
intereses económicos.
En un 13% de las guerras, la motivación que
predominó fue el sentido ideológico/político y sólo
122
el 7% restante fue por motivos religiosos. En el
primer caso, el más común, el económico, los
contendientes, aún vencido uno de ellos, llegaron a
ciertos arreglos que incluso suponían ayudas
económicas del vencedor al vencido, para colaborar
en la reconstrucción del país y de sus
infraestructuras. Más difícil es llegar a arreglos
cuando la motivación ha sido de tipo
ideológico/político, pero también se ha conseguido.
Lo que es prácticamente imposible para
conseguir algo positivo y que incluso impide la
rendición de uno de ellos –aún en fase de su
aniquilación- es cuando el fanatismo, y sobre todo,
el fanatismo religioso convierte a los hombres en
seres irracionales.
El fanático religioso está dispuesto a exterminar
al de distinta fé, pero si sucediera lo contrario, la
posibilidad de perder la vida es visto con
complacencia, pues pasará directamente a su
Paraíso particular, confundiéndose con la Divinidad.
Curiosamente, en el caso de la guerra en donde
se enmarca la batalla de Lepanto, la torta
correspondiente muestra tres trozos que destacan
sobre los demás y que son similares entre sí. O sea,
que hubo razones muy fuertes y análogas de tipo
económico, ideológico/político y religioso. Pero en
el momento de la batalla, a los hombres de ambos
barcos que iban sobre las naves, el motivo directo,
determinante, vengativo, intransigente y cruel, fue
el del odio religioso.
Los barcos se estremecieron al chocar entre sí;
los hombres gritaban en todas las lenguas y
dialectos del Mediterráneo y la lucha era feroz y
mortífera. El encuentro está considerado como uno
de los más sangrientos que se conocen.
En las cuatro horas de duración, los aliados
admitieron haber tenido ocho mil muertos y
dieciséis mil heridos.
Nadie sabe a ciencia cierta las bajas turcas pero
los historiadores aceptan generalmente la cifra de
25.000 muertos.
Frases como que ―las aguas del golfo cambiaron
del azul al rojo‖ no parecen exageradas ante tal
mortandad.
Las claves de la victoria
En el triunfo resonante que obtuvo la escuadra
aliada intervinieron diversos factores, entre los que
cabe destacar la excelencia de los infantes de los
Tercios españoles, la potencia artillera de las
galeazas venecianas, y la oportuna intervención de
la Escuadra de Socorro en los momentos decisivos.
La potencia de fuego de las seis galeazas de
Venecia hizo mucho daño al enemigo.
Colocadas en vanguardia, la descarga de sus más
de 260 cañones, rompió las formación de los turcos
en el primer momento de la batalla. Durante las
cuatro horas que siguieron, actuaron como
auténticas fortalezas flotantes, castigando
duramente a las galeras turcas desde las posiciones
que mantuvieron después del pase por sus costados
de las naves turcas, manteniéndose en su
retaguardia.
La superioridad de la infantería española se hizo
patente en la prolongada lucha que caracterizó a la
acción de Lepanto, en donde 1.500 arcabuceros
reforzaron a las galeras venecianas. Los
protagonistas eran veteranos de muchas batallas y se
puso de manifiesto claramente su mayor dominio de
las armas de fuego, su disciplina y mejor
preparación para el combate.
Por el contrario, los guerreros turcos eran tropas
altamente fanatizadas pero sin mucha disciplina,
provenientes del interior del Imperio, que preferían
usar ballestas y sobre todo, arcos, por su mayor
facilidad en la carga y disparo de las flechas. Por
supuesto, también se encontraban los ―jenízaros‖,
sus tropas de élite, pero no en la cantidad que
hubieran deseado los Almirantes turcos, pues, en los
dos meses anteriores a la batalla naval, en el asedio
y asalto a la ciudad de Famagusta, en la isla de
Chipre, ante la heroica resistencia de sus defensores,
los jenízaros habían sufrido muchas bajas.
Igualmente se considera decisiva la soberbia
utilización que Don Álvaro de Bazán hizo de las
treinta galeras que integraban la Escuadra de
Reserva o Socorro, cuyo mando se le había
confiado.
123
LA CAPITANA
124
Para muchos, el ―marqués de Santa Cruz‖ fué en
efecto, el verdadero artífice de la victoria. Sus
barcos y hombres aparecieron invariablemente en
los momentos más críticos del combate para decidir
la lucha a favor de los aliados.
Del mismo modo, parece importante la
circunstancia de que en la escuadra de la Liga había
bastantes remeros voluntarios a los que se armaron
para intervenir en la lucha y también a los galeotes.
A todos ellos, para facilitarles sus movimientos y en
caso de hundimiento de la nave, poder intentar
salvarse, se les quitó los grilletes por orden de Don
Juan de Austria, incluidos los remeros prisioneros,
turcos y berberiscos, aún cuando, por supuesto, a
éstos, sin darles armas.
Por otra parte, los musulmanes luchaban a la
vista de las costas, que eran posesión turca, y que
podían alcanzar con relativa facilidad si la suerte le
era adversa a la nave de la cual formaban parte y
ellos caían al agua, tanto heridos como ilesos. Sin
embargo, los cristianos solo podían esperar lo peor,
si por circunstancias similares, se refugiaban en
aquellas tierras hostiles. No tenían pues, otra
alternativa que vencer o morir.
El resultado estratégico de Lepanto es una
victoria infructuosa, porque la destrucción de la
fuerza naval enemiga no trajo consigo la
explotación del dominio del mar, al no conquistar
las bases operativas turcas y sus astilleros y
arsenales. Lo avanzado de la estación –octubre-
imposibilitaba proseguir la campaña.
Si Lepanto hubiera tenido otro signo, todo el
flanco sur europeo y las costa de África del Norte
habrían quedado a merced del vencedor y, con sus
ejércitos ya instalados en el corazón de Europa,
posiblemente ésta habría perdido su papel
preponderante en la cultura del mundo.
Muy pocos años después de la batalla, españoles
y turcos se repartían tácitamente el Mediterráneo,
que quedaba dividido en dos zonas de influencia; la
occidental, bajo el dominio de España y la oriental
sometida al poderío turco que se había recuperado
con gran rapidez de las tremendas pérdidas
experimentadas en Lepanto.
La gran perdedora fue Venecia, empezando
desde ese momento su inevitable decadencia. Pero,
a partir de entonces el famoso mar interior –el lago
Romano- el ―Mare Nostrum‖, quedo fuera de poder
ser el escenario de la lucha por la hegemonía naval,
al trasladarse la escena a los grandes océanos:
Atlántico y Pacífico.
En dos ocasiones anteriores, Salamina y Actium,
se enfrentaron el Occidente y el Oriente. Ambas son
consideradas batallas decisivas porque del resultado
de las mismas, se podía deducir la marcha en el
futuro de la Historia. Lepanto es la tercera ocasión
en que ese razonamiento se producía. En los tres
casos, la victoria fue del Occidente pero podría
decirse que esa acción también marca el fin del
protagonismo del Mar Mediterráneo, ya que unos
años antes se habían iniciado las grandes
exploraciones marítimas que a través del comercio y
la conquista, harían bascular los centros de poder,
usando como camino, los grandes océanos:
Atlántico y Pacífico.
125
AMÉRICA: 1492
Especulaciones
as especulaciones acerca de quiénes eran los
habitantes del Nuevo Mundo y de dónde
habían llegado, empezaron ya con los primeros
contactos. Colón creyó que eran nativos de las
Indias orientales, tal vez sujetos al Gran Khan,
descrito por Marco Polo. Durante el siglo XVI
acudieron a América frailes y sacerdotes con un
notable grado de cultura. Muchas de las tradiciones
indígenas que encontraron en México hablaban de
la llegada de los indios ancestrales en barcos que
procedían del mar oriental, y numerosos misioneros
se convencieron de que estaban tratando con des-
cendientes de las diez tribus perdidas de Israel, que
se describen en el Antiguo Testamento. En 1590, el
jesuita José de Acosta publicaba su ―Historia natural
y moral de las Indias‖, en la que exponía otra teoría:
que los nativos del Nuevo Mundo no se parecían a
los judíos, sino a las gentes de Tartaria, y que
habían pasado desde el Asia nororiental a su
hemisferio.
La teoría de Acosta, claro está, es la que ha
sobrevivido al paso del tiempo, aunque este autor no
tuvo manera de conocer el cuándo, dónde y porqué
de la migración desde Asia al Nuevo Mundo, toda
vez que en aquel tiempo los europeos nada sabían
de Alaska, Siberia o el estrecho de Bering. Después
de la Revolución norteamericana, cuando los
blancos avanzaron por el Oeste más allá de los mon-
tes Apalaches, penetrando en territorio indio,
empezaron a surgir nuevas especulaciones, es-
pecialmente en las primeras décadas del siglo XIX.
A medida que los blancos avanzaban por las
cuencas de los ríos Ohio y Mississippi encontraron
fortificaciones antiguas que las tribus indias
coetáneas no sabían explicar. En algunas hallaron
enterramientos con objetos de cobre, perlas, mica y
otras ofrendas exóticas y maravillosas. El pueblo
misterioso que construyó tales fortificaciones fue
conocido como los ―Mountbuilders‖. En la con-
cepción racista y anti-india, se pensó que aquellos
constructores no habían podido ser indios de piel
oscura, sino de alguna raza blanca, desaparecida
hacía mucho tiempo.
Hay quien afirma que los nativos americanos son
continuación de la mítica civilización de la
Atlántida que al hundirse en el mar provocó la
huida de la población hacía Mesoamérica y Egipto;
otros dicen que es la consecuencia de la
intervención de una inteligencia extraterrestre.
Piri-Reis fue un marino turco del siglo XVI, que
pasó su vida entre el corso y el estudio de la
cosmografía. Escribió libros y, entre ellos, uno que
tituló ―Bahriye‖: el ―Libro del Mar‖ o ―de la
Navegación‖, que ilustró con doscientos quince
mapas, algunos de los cuales eran ―antiguos y
secretos‖. Conocía el español, el portugués, el
italiano, el griego y, gracias a esto, pudo consultar
notas de otros marinos, entre ellas un mapa que, al
parecer, había sido utilizado por Cristóbal Colón y
que le fue facilitado a Piri-Reis por un primo suyo,
que a su vez se lo confiscó a un marino español que
había formado parte de la expedición de Colón. La
copia de Piri-Reis fue descubierta en 1929, mientras
se realizaba un inventario del museo de Topkapi. Su
descubridor, un cartógrafo adscrito al Servicio
Hidrográfico de la Marina norteamericana, no le dió
la mayor importancia. Pero un profesor, de la
universidad de Bonn, lo presentó como
descubrimiento en el XVIII Congreso de Estudios
Orientales de Leyden (1931) y en 1956, otra copia
del mismo mapa fue mostrada en un forum de la
universidad de Georgetown.
Lo increíble de aquella carta náutica saltó a la
palestra científica mundial, por varias razones. La
primera, porque el mapa trazaba el perfil atlántico
de América en una época en la que ese perfil era
aún desconocido en su totalidad. La segunda,
porque confirmaba, con localizaciones precisas, un
remoto descubrimiento de zonas septentrionales de
América por parte de navegantes normandos de los
inicios de la Era cristiana. La tercera, porque el
mapa de Piri-Reis trazaba perfiles de costas del
Ártico y de la Antártica que, por estar cubiertas por
cientos de metros de hielo, no pudieron ser
L
CAPÍTULO I (El Encuentro)
126
verificados hasta que métodos científicos, como el
sonar, los revelaron, demostrando la exactitud del
mapa del cosmógrafo de Solimán el Magnífico.
Sólo cabe preguntarse qué pueblo pudo trazar los
perfiles exactos de una América que, teóricamente,
era tierra desconocida hasta que las carabelas
colombinas la hollaron. El mapa de Piri-Reis ha
suscitado polémicas que llegan hasta la sospecha de
que nunca habría podido realizarse sin la ayuda de
máquinas voladoras.
Divagaciones aparte, el continente sufrió una
migración humana que se esparció por todo el
territorio. Existen tres teorías sobre la llegada de los
primeros hombres a América. La primera, con
origen en Melanesia, atravesando las islas del
Pacifico en canoa. Hay que admitir que algunos
eruditos recientes contemplan con seriedad la
posible transmisión de ciertos rasgos culturales
desde Asia a través del océano Pacífico. En
particular habría que referirse, en este sentido, a
ciertos detalles del sistema del calendario
centroamericano que prueban una difusión al otro
lado del Pacífico; probablemente no es casual, por
ejemplo, que el calendario maya de eclipses que
aparece en el códice de Dresde se fundamente
exactamente en los mismos principios.
La segunda, de origen australiano; durante la
última glaciación, el hombre cruzaría por la
Antártica desde Australia, entrando en América por
la Tierra de Fuego. La tercera y más aceptada teoría:
migración desde el noroeste de Siberia, cruzando el
Estrecho de Bering hasta Alaska, hace unos 40.000
años y luego se fueron asentando de norte a sur.
Esto fue posible porque durante los períodos de
glaciaciones, Siberia y Alaska formaban un solo
territorio emergido por el que se podía pasar
caminando.
Tal creencia tenía como base la idea de que los
primeros inmigrantes hacia el Nuevo Mundo fueron
exclusivamente asiáticos de tipo mongol que
atravesaron por Bering en distintas épocas. De
acuerdo con tal hipótesis las diferencias físicas y
culturales observadas en los amerindios podrían
explicarse por distintos grados de evolución
biológica en los diversos grupos que llegaron desde
el noreste de Asia en el transcurso de milenios, y
también por las diferencias ambientales en las
regiones de América donde se instalaron los recién
llegados.
Otros investigadores, por el contrario, piensan
que desde los tiempos más remotos los grupos
humanos «multirraciales», de variado origen y de
características físicas también diferentes, co-
existieron en el continente americano, si bien
aceptando unánimemente el predominio del
elemento mongoloide.
Paul Rivet sostiene que las poblaciones pre-
colombinas proceden de la inmigración de cuatro
grupos étnicos: mongoles y esquimales por Bering,
australoides y melano-polinesios por el Pacífico.
Tales conclusiones se basan en el estudio de los
caracteres somáticos de ciertos grupos indígenas de
la zona austral de América del Sur, de algunas
regiones del Brasil, de Baja California y del
Ecuador, así como sobre analogías culturales y
lingüísticas con algunas poblaciones oceánicas.
En relación a la lingüística, expertos en el tema
asoman, por ejemplo, las afinidades entre ciertas
voces húngaras –que es una lengua de remoto
origen asiático- con palabras aborígenes americanas.
También el profesor Francisco Pérez de Vega, de
nacionalidad venezolana, al estudiar en profundidad
la lengua ―Karibe‖, en análisis comparativo con el
japonés –que conocía bien- halló correlaciones tan
interesantes en su fonética, su morfología y sintaxis,
que comprobarían un origen común entre los indios
―karibes‖ de Sudamérica y los japoneses, aunque tal
origen fuera muy lejano en el tiempo.
Otras autoridades señalan que el grupo
melanesio-polinésico llegó al Sur del continente
americano, en oleadas sucesivas, con intervalos
irregulares, desde las cadenas de islas del Pacífico.
Una de sus etapas intermedias –según las
tradiciones ancestrales de sus habitantes- fue la isla
de Pascua, en la actualidad, territorio chileno. Una
de estas oleadas migratorias empezó a subir,
costeando el litoral atlántico americano, cruzándose
con otros pueblos, como los tupi-guaraníes,
127
alcanzando el litoral del Golfo de Paria, en el
noreste de Sudamérica, en lo que se denominaría
―Tierra Firme‖; allí, se mezclaron con los arawakos
y empezaron a asentarse en las Antillas Menores y a
incursionar con sus largas canoas en islas mayores
como la Española y Puerto Rico, unos 30 años
antes de la llegada de los europeos.
Este connotado lingüista, Pérez de Vega, nos da
a conocer que las lenguas pueden difundirse mucho
más allá de su lugar de origen y que los pueblos no
se pierden en la historia hasta que no haya
desaparecido su idioma. También asevera ―que el
hombre conoce a su patria, por la lengua que habla‖.
Para Mendes Correa, el elemento australo-
tasmaniano pudiera haber llegado por la Antártica a
las costas meridionales de América, desplazándose
a lo largo de la cadena de islas desde Tasmania a
Tierra del Fuego. Se ha comprobado que entre los
15.000 y 6.000 años a. C. el continente antártico
estaba libre del actual casquete de hielo, y que su
clima era templado. Naturalmente dicho testimonie
geológico no va acompañado de pruebas
arqueológicas o etnográficas. Resulta por tanto muy
difícil juzgar de tal posibilidad y probabilidad,
dadas las actuales características geo-climáticas de
la Antártida.
Según Imbelloni, la historia pre-colombina no
puede olvidar la aportación demográfica del sureste
asiático, afirmando que hubo siete distintos grupos
que inmigraron hacia América en épocas diversas y
por vías de tránsito también variadas: tasmanoides,
australoides, melanesoides, proto-indonesios,
indonesios, mongoloides y esquimales. Ya
establecidos en su nuevo hábitat, y por adaptación
evolutiva, estos siete tipos inmigrantes se
convirtieron en once variedades o sub-razas de
amerindios.
Recapitulando: 1.) De considerar algún pueblo
como autóctono del Continente, sólo podría ser
porque fuera habitado el territorio por humanos
antes de lo que el conocimiento actual
paleontológico cree conocer, pero que sin embargo
no persistieron. Por tal razón, cuando las teorías del
momento datan la llegada del hombre a Sudamérica
hacia el 16.000 a.C., se consiguen en Brasil restos
humanos de hace 30.000 años a.C. 2.) Ni hubo
antes, ni ahora, un tipo amerindio que sea
homogéneo biológicamente. 3.) De las diferentes
inmigraciones, la preponderante es de origen
mongoloide. 4.) Por lo que se refiere a la llegada de
otros tipos humanos para el poblamiento de
América, el problema, subsiste -aún cuando cada
vez más las anteriores teorías se estén sustentando-,
todavía hay partes que están abiertas por las
interrogantes siguientes: ¿cuales?, ¿en qué época?,
¿por cuál vía de comunicación?.
Naturalmente, las teorías de Rivet e Imbelloni
cobran mucha fuerza pero es casi imposible llegar a
una clara definición, en tanto no se disponga de
algún dato más concreto. Sea como fuere, en
América se da un mosaico irrepetible de culturas
que vivieron momentos de expansión, declive y
extinción; su estado de desarrollo tecnológico estaba
bastante atrasado con respecto no sólo a Europa,
sino a Asia y como vimos en el volumen I, también
a África.
Intercomunicaciones
Las pretensiones de una intercomunicación entre
Europa y América del Norte en el período pre-
vikingo están envueltas en una concepción
interesada y en un patriotismo étnico. Esto es cierto
sobre todo por lo que se refiere a los supuestos
viajes de monjes irlandeses al Nuevo Mundo,
aunque puede encontrarse algo de verdad en las
diferentes leyendas que giran en torno al viaje de
Brendan (Barandán), un monje irlandés del siglo VI,
en busca de un paraíso terrenal, llamado la «tierra
prometida a los santos». Que los ascetas monjes
irlandeses eran capaces de alcanzar costas muy
distantes en embarcaciones totalmente primitivas,
para establecer sus comunidades en lugares
alejados, está demostrado por su colonización de las
Orcadas, las Shetland, las Feroes, y muy
probablemente también de Islandia.
El relato del peregrinaje oceánico de Brendan
hacia el Norte y el Oeste lo refieren varias fuentes
128
de fecha muy posterior y era conocido en gran parte
de Europa occidental. Colón se informó muy bien
sobre él antes de su primera expedición. Brendan y
sus compañeros de hábito pudieron haber alcanzado
Groenlandia y, en alguna otra excursión, haber
tocado efectivamente las tierras más templadas del
Nuevo Mundo continental; tierras que habrían
identificado con el Paraíso Terrenal que andaban
buscando. Sin embargo, no existe prueba
arqueológica alguna que demuestre la existencia de
esos tempranos viajes irlandeses al hemisferio
occidental, y la misma leyenda de Brendan está tan
repleta de maravillas, que la mayor parte debe de ser
una fábula. No es ese, en cambio, el caso de las
grandes exploraciones vikingas alrededor del año
1000.
Hasta hace relativamente poco tiempo, parecía
que los vikingos no habían dejado ninguna prueba
de su presencia física en Norteamérica, además del
mapa de Piri-Reis. Pero en 1965 tuvo lugar el
asombroso descubrimiento de un mapa que
aparentemente databa del siglo XV, y que mostraba
una tierra llamada Vinland, al oeste de la isla de
Groenlandia. Se sostuvo que sólo pudo haber sido
trazado a partir de cartas anteriores de viajeros
nórdicos, y que por lo tanto ofrecía una prueba clara
(si era necesario) de que habían llegado a
Norteamérica. Sin embargo, muchos expertos
ponían en duda la autenticidad del ―Mapa de
Vinland‖, argumentando que no se conoce ningún
otro mapa contemporáneo que describa Groenlandia
como una isla. Las pruebas que se hicieron
posteriormente demostraron que un pigmento usado
en la tinta no habría empezado a utilizarse hasta
finales del siglo XIX, y ahora, por lo general, se
cree que es una falsificación del siglo XX. El
alboroto y posterior polémica suscitada por el
«Mapa de Vinland» desvió la atención del trabajo
arqueológico que entonces se estaba llevando a cabo
y que proporcionó pruebas indiscutibles de la
presencia nórdica en Terranova.
¿Dónde estaba Vinlandia y qué era? Años de
investigación y búsqueda condujeron a un erudito
noruego a demostrar en forma concluyente que se
trataba de la extremidad septentrional de Terranova,
donde descubrió y excavó un asentamiento
escandinavo en un lugar conocido como ―L'Anse
aux Meadows‖ (El Pato de las Praderas). Es el único
yacimiento o asentamiento indiscutiblemente
escandinavo en América del Norte, y debe de
tratarse del lugar descrito en las sagas, y al parecer,
coincide con uno de los puntos del mapa de Piri-
Reis. Una serie de datos obtenidos con el
radiocarbono fija su ocupación en torno al año
1000. Los cimientos de la casa, los sencillos
artefactos escandinavos y las pruebas de fundición
de hierro hidratado son típicos de los asentamientos
escandinavos medievales en Noruega, Islandia y
Groenlandia. ¿Cuál fue el efecto de este contacto
sobre las poblaciones del Nuevo Mundo?
Probablemente muy pequeño; la influencia europea
sobre las culturas indígenas americanas fue mínima
hasta la llegada de españoles y portugueses siglos
más tarde.
Pero antes, mucho antes, hay sospechas bien
fundamentadas de que navegantes fenicios llegaron
a esas mismas costas y que, de paso, establecen
ciertas semejanzas con las tradiciones mexicanas de
la llegada de barcos a su litoral, con hombres
barbados. Grabados con signos fenicios han sido
hallados en varios puntos de la geografía
americana... pero también signos hebreos, desde el
Matto Grosso, en Brasil, hasta el Estado de
Massachussets, cerca de Boston. No hay que
extrañarse de la aparición de signos de ambos
pueblos, pues durante siglos, fenicios y hebreos
mantuvieron fuertes lazos, colaborando en muchas
expediciones mercantiles.
Poblamiento.
Antes de llegar al Nuevo Mundo, los europeos
ya habían contactado con la mayoría de las
civilizaciones del planeta y ninguna de ellas les
sorprendió tanto como las que encontraron en aquel
continente. No se hallaban en muchos casos, ante
sociedades tribales, sino ante civilizaciones
sumamente complejas, desarrolladas aisladamente
129
del resto de los habitantes del mundo hasta entonces
conocido.
Las fuentes más reconocidas consideran que para
el momento en que se produjo la llegada de Colón a
América, el Continente se encontraba poblado por
unos 15 millones de personas, repartidos de la
siguiente manera: Imperio Azteca y pueblos
aledaños, unos 4 millones; Imperio Inca: 4 millones;
parte de las actuales Chile, Argentina, Uruguay y
Brasil: 3 millones. El resto, 4 millones se asentaban
entre los territorios caribeños, Centroamérica y la
inmensa Norteamérica (EE.UU. y Canadá).
El aislamiento del Continente y la llegada
posterior de étnias, todavía en un proceso bastante
primario de civilización, fueran ellas, melane-
polinésicas, autrolaoides o esquimales, harán que la
evolución cultural americana sea autónoma y
autóctona en sus fundamentos generales, no
habiéndose dado en América hasta la llegada de los
europeos, el fenómeno universal de influencias e
ínter influencias que provocan rápidos ascensos en
el escalafón de la civilización, como ocurre con la
difusión del empleo del bronce o del hierro.
Las civilizaciones americanas siguen el mismo
proceso que las del resto del mundo, en principio; es
decir, cubren las mismas etapas: un ―paleolítico‖,
llamado allí ―pre-cerámico‖; un ―neolítico‖ y una
―edad de los metales‖. Para el momento de su
encuentro, habían llegado al escalón anterior al
descubrimiento y uso del hierro (que ocurrió en
Asia Menor, sobre el siglo XIV a.C.).
Quizá por esta razón, las culturas amerindias son
tan peculiares, singulares y originales. Hay que
señalar cuáles son las características propias y
comunes a todas las culturas indígenas americanas.
Casi se puede hacer la generalización
de que todas ellas son de carencias.
Carecen del conocimiento del hierro,
de las aplicaciones prácticas de la
metalurgia; carecen del conocimiento
de la rueda y de sus aplicaciones,
como el torno del alfarero o la polea
o el arado; carecen de cuadrúpedos
domesticados para tiro, monta y
carga –a excepción de las llamas
peruanas, usadas sólo para carga-;
carecen de escritura, ya que existen
en América petroglifos, como en el
resto del mundo, pero de los
americanos no se derivó la escritura
–a excepción de la sacerdotal, usada
por los mayas-, que sigue un
procedimiento original y autónomo,
diferente del proceso general del
hallazgo de la escritura en las demás
civilizaciones.
Ninguno de esos conocimientos fueron
importados por los siguientes pobladores, que no
habían llegado todavía a tenerlos. Así, se da el caso
de que no tenían ni caballos, ni vacas, ni toros, ni
cabras, ovejas y cerdos; no los había ni tampoco
fueron importados hasta la llegada de los europeos.
Sus conquistas se hacen a pie, como el ―miles‖
romano; con su impedimenta a cuestas. Sus armas
se afilan en el roce con materiales más duros. En el
combate, los encuentros son en masa, y luego,
peleas individuales. Sus edificios son construidos a
130
fuerza de brazos, aunque, como en el caso de las
pirámides egipcias, persiste la duda, de cómo
pudieron realizarse, aún contando con el aporte de
los mayores esfuerzos humanos.
Auge y ocaso de la civilización maya
Desde el siglo X a. C., pueblos procedentes del
altiplano de Guatemala se establecieron en las
selvas y tierras bajas del interior, en torno al lago
Petén. El llamado «periodo formativo»,
caracterizado por el conocimiento de la agricultura
y la cerámica, y por la existencia de estructuras
sociales igualitarias, terminó en el siglo IV d. C.,
dando paso al periodo clásico (siglos IV-X). Para
entonces, por evolución interna y por influencia de
otras culturas mesoamericanas (olmecas,
Teotihuacán), ya se habían fraguado los rasgos
básicos de la cultura maya, que se diferenció de
otras de la zona por el uso de una escritura
jeroglífica, en el recto sentido de esta palabra, ya
que, si ―hiero-glifo‖ significa ―signo sagrado‖, la
escritura maya fue exclusivamente sagrada, usada y
entendida solo por los sacerdotes, desde el
comienzo de su civilización hasta su segunda
decadencia; una cronología histórica, un complejo
ritual religioso reflejado en el arte y el desarrollo de
nuevos sistemas constructivos. Su ámbito de
difusión abarcó los estados de Yucatán, Campeche,
Quintana Roo y parte de Chiapas y Tabasco, en
México, los departamentos del Petén e Izaba)
(Guatemala), Bélice y el noreste de Honduras.
A partir del siglo VIII se produjo la decadencia
del mundo maya clásico. Las causas no están claras,
aunque probablemente se combinaron factores
ecológicos (agotamiento de los suelos), luchas
sociales e invasiones exteriores de pueblos del valle
de México (toltecas). A partir del siglo X, las viejas
ciudades de las tierras bajas fueron abandonadas y
literalmente «engullidas» de nuevo por la selva,
mientras surgían nuevos centros en la península de
Yucatán y las tierras altas guatemaltecas: Chichén
Itzá, Mayapán, Uxmal, Kaban. Allí, los
descendientes de los mayas clásicos se fundieron
con pueblos procedentes del norte, configurando la
nueva civilización del periodo post-clásico (siglos
X-XV).
La nueva sociedad maya era más guerrera que la
anterior, lo que se reflejó en las estructuras sociales
y las relaciones políticas. Para cuando llegaron los
españoles (siglo XVI), la mayoría de sus ciudades
estaban ya desiertas, por la disolución de las
estructuras sociales y políticas.
La sociedad maya primitiva se estructuraba en
torno a clanes de familias nucleares y monógamas,
con un antepasado común. Poco a poco, los distintos
linajes fueron acaparando funciones específicas,
hasta configurar una sociedad fuertemente
jerarquizada. La cúspide la constituía el ―Halach-
Uinic‖, descendiente de los dioses. Esta monarquía
teocrática se transmitía de padres a hijos. Existía
también una nobleza de sangre, emparentada con los
soberanos, a los que auxiliaban en las tareas de
gobierno y del culto religioso. Una clase de nobles
inferiores procedía de las jefaturas de los clanes, en
un nivel más bajo estaban los funcionarios de la
administración y de los templos, los comerciantes y
los artesanos. Y por último los campesinos, base de
la pirámide social.
Las ciudades eran centros políticos y religiosos,
donde se concentraban las construcciones
monumentales. La población campesina, a
diferencia de las otras clases, no solía residir en
ellas y acudía con ocasión de las grandes
festividades religiosas.
131
Las grandes ceremonias religiosas servían para
reunir a toda la comunidad, y transmitir a las capas
inferiores la ideología del grupo dominante,
asegurando la cohesión social y política.
Por ello era importante el desarrollo de un
ceremonial complejo e impresionante, desplegado
en los grandes centros religiosos. Estos actos se
celebraban con ocasión de acontecimientos
políticos, fenómenos naturales y en fechas festivas
fijadas previamente. En las ceremonias, que incluían
sacrificios (a veces humanos) servían
fundamentalmente para asegurar el cumplimiento
del ciclo cósmico y la supervivencia del mundo.
Aztecas
Su sociedad: esclavos; plebeyos, altos o bajos;
los altos tenían en propiedad un terreno vitalicio
para edificar su vivienda; los segundos, eran
campesinos de tierras arrendadas; después, los
nobles; por encima, el ―Tlatoani‖- Emperador-; un
semi-dios con atribuciones políticas, militares,
jurídicas, fiscales y legislativas.
Los esclavos solo podían obtener su libertad bien
por pago de ésta, o bien escapando y llegando al
palacio real sin ser atrapados.
La nobleza era un estamento muy rígido, sólo se
podía acceder por línea hereditaria, por línea
religiosa –sacerdotes, o por meritos personales:
guerreros destacados.
En su religión, el sacrificio humano era un rito
habitual, en el que se ofrecían muchísimas vidas a
los dioses, con el fin de evitar que llegara el fin del
mundo, tras la extinción del sol. (Entre 15 y 25 mil
personas al año; en un siglo de dominación debieron
ofrecer sobre dos millones de vidas). La necesidad
de buscar víctimas llevó a las ―guerras de las
flores‖, incursiones en tierras aledañas al Imperio (a
propósito, sin conquistar, para hacer prisioneros –
sin tampoco interesarles su aniquilamiento-,
permitiéndoles que siguieran reproduciéndose; así
aseguraban suficientes víctimas para sus
sacrificios).
El arte azteca es un arte al servicio del Estado, su
componente político-religioso fue omnipresente
(desarrollaron buenos planes urbanísticos, y
obtuvieron ingresos haciendo pagar a los pueblos
sometidos dentro del Imperio), obviamente,
sufrieron de muchas luchas internas y como
consecuencia, de una gran falta de cohesión.
132
El Tahuantinsuyo.
Los quechuas, llamados Incas por los españoles,
siendo solamente su soberano el ―Inca‖. Se
instalaron a mediados del siglo XIII en el Valle del
Cuzco. Comenzaron su expansión, sometiendo a
poderosas culturas como la Chimú del norte del
Perú. Los distintos soberanos, con capital en Cuzco,
fueron ampliando su territorio, que al fin del siglo
XV abarcaba los actuales Perú, Bolivia, Ecuador y
norte de Chile y Argentina, por medio de un sistema
teocrático y autoritario. El sistema político y
económico quechua se basaba en una teocracia
organizada en estratos sociales y dominada por el
todopoderoso Inca, ―Hijo del Sol‖, adorado como
un dios viviente, con un poder absoluto sobre el
―Tahuantinsuyo‖ (Tierra de los cuatro cuarteles), es
decir, el Imperio, dividido en cuatro regiones.
Se regían por un sistema de castas, sumamente
rígido para los pueblos sometidos; por generaciones,
la persona no podía escalar a otra posición social.
La base era la unidad familiar –―Ayllu‖- que
roturaba un área de tierra, bajo un férreo control
estatal. El Estado, con buen criterio, exigía una
porción de la cosecha para su posterior
almacenamiento en silos. Estos eran utilizados sólo
en caso de catástrofe o hambruna generalizada. Para
el control eficaz de tan vasto imperio se
construyeron más de 20.000 kms. de calzadas. Las
órdenes cruzaban el territorio a mano de los
―chasquis‖, mensajeros que por medio de relevos
garantizaban la llegada de esas órdenes, en breve
tiempo, a los lugares más apartados. Esas órdenes –
no escritas- pues no existía la escritura, se
interpretaban a través de ―quipus‖ – sistema de
cintas de colores anudadas a diferentes alturas y que
de acuerdo a su disposición, ofrecían distintos
significados conceptúales y numéricos. Al final, los
cimientos del Imperio, estaban muy debilitados por
las insurrecciones de los pueblos sometidos.
Una de las más singulares ironías de la Historia
es que las civilizaciones más adelantadas de la
América, la de los mayas, de los aztecas de México
y la de los incas del Perú, fueran más vulnerables al
empuje español que otras más primitivas. Contra
pueblos menos civilizados, como los chichimecas
mexicanos, y los araucanos chilenos, nunca
pudieron ganar una batalla que los librara de
guerras futuras; en cambio, una vez derrotados los
mayas, aztecas e incas, sus complicados sistemas
administrativos cayeron íntegros en manos de los
conquistadores. Esos pueblos, acostumbrados al
orden y a la obediencia, se sometieron a sus nuevos
amos, prácticamente, sin replicar. Aquí también fue
una fortuna para los españoles que estas naciones,
cuyas artes y hazañas arquitectónicas son pasmo de
nuestro tiempo, desconocieran la pólvora y
estuvieran gravemente debilitadas por rivalidades
políticas. Aún así, la victoria de los conquistadores
se debió en gran parte, a su inquebrantable decisión
de vencer, que desmoronó el fatalismo inherente en
la índole de sus oponentes.
133
EUROPA Y EL MUNDO: AÑO 1492
l mundo conocido a fines del siglo XV,
tanto para los reinos de Occidente como
para los pueblos de grandes culturas asiáticas o
islámicas, era la inmensa extensión de la gran isla-
continente euro-asiática, además de las tierras
africanas septentrionales, aledañas a los litorales del
Mediterráneo, el Mar Rojo y a puntos cercanos al
Estrecho de Gibraltar en su litoral del Atlántico, y el
Estrecho de Aden en su litoral del Indico. Más al
sur, desiertos y montañas y tras éstos, selvas densas
aislaban por entero a lo desconocido. Ese orbe,
esencialmente terrestre y sólo litoralmente marino,
estaba dividido en tres partes: el mundo europeo y
cristiano, el mundo asiático, lejano, con múltiples
religiones, y la cuña expansiva del Islam.
En el mundo europeo y cristiano, en los Reinos
más avanzados, se estaban forjando Estados
nacionales, que requerían de más riquezas para
acrecentar sus poderíos, necesitados, por tanto, de
abrir posibilidades de intercambio comercial con
otras partes del mundo. Sucedía, principalmente, en
Francia, Inglaterra, Rusia, Portugal y España.
En Italia, por el contrario, aun siendo en muchos
aspectos –cuna del Renacimiento- el más avanzado
exponente de la cultura occidental cristiana y en
donde, se pensaba y escribía mejor que en cualquier
otra parte sobre la esencia y fines del Estado
moderno; debido a sus grandes divisiones
territoriales y a sus rivalidades entre las grandes
familias, príncipes de pequeñas Repúblicas y el
Papado, -que los hacían fácil presa para los intereses
expansionistas de los ya consolidados Reinos
europeos-; se encontraba más lejos que ningún otro
pueblo europeo de conseguir un Estado unificado.
En la otra mitad del mundo conocido, en Catay
(China), el último emperador de origen mongol
había sido derrocado y la dinastía Ming –
influenciada por los mandarines- volvía a encerrar
al país, bajo el influjo de una interpretación muy
suya del Confucionismo, auto-alimentándose de su
vieja cultura y recreándose en una visión
egocéntrica .
En Cipango (Japón), el país se encontraba
sumido en los enfrentamientos de guerras civiles,
iniciándose la casta de los samuráis, y el ideal del
código bushido. Se mantenía encerrado en sus islas,
sin interés alguno por relacionarse más allá de los
mares que cercaban y protegían su territorio.
En la India, se enfrentaban desde hacía mucho
tiempo, musulmanes e hinduistas, sin la más
mínima visión de proyección más amplia, fuera del
gran sub-continente. Los muchos otros reinos, de
larga tradición, como Corea, Manchuria, Siam,
Cambodia, etc., estaban también encerrados en sí
mismos, relacionándose solo indirectamente con
Occidente, a través de la ruta de la seda y las
inestables y peligrosas rutas marítimas hacía Arabia
y Persia, como tránsito al mar Mediterráneo.
Entre ambos mundos, el europeo y el asiático, la
fuerza expansiva, guerrera, culta y religiosa del
Islam. Para finales del siglo XV, el turno histórico
de su gran poderío lo había asumido el Imperio
turco-otomano, que después de tomar
Constantinopla y acabar con el Imperio Bizantino,
se internó por los Balcanes, amenazando el corazón
de Europa, que se encontraba cercada, intentando
sostener sus fronteras terrestres y las posesiones
marítimas e insulares que aseguraran el control de la
navegación comercial en el Mediterráneo.
Sólo el territorio portugués –balcón sobre el
Atlántico, tenía la visión, podríamos decir, en
términos modernos, geopolítica- verdaderamente
nueva, buscando abrir los espacios, a la cual
seguiría la de Castilla, por la intuición visionaría de
su reina Isabel. Las dos naciones fueron entonces
las primeras y únicas que estuvieron abiertas al
océano sin límites.
España: 1492
La Reconquista, que a lo largo de ocho siglos
llevaría a la desaparición política de Al-Andalus (
Andalucía ) y a la expansión de los Estados
cristianos por todo el territorio peninsular, supuso
un fenómeno de repoblación progresiva iniciada a
partir de los primeros focos de resistencia que
E
134
surgieron en la franja cantábrica y pirinaica y que
fue avanzando lentamente hacia el sur. Esta
repoblación, alentada por los monarcas, estaba
basada jurídicamente en la idea romano-visigoda de
que las tierras abandonadas eran propiedad del
Estado y por ende, del monarca, quien podía
entregárselas a quien quisiera.
El sistema utilizado era el de la ―presura‖,
consistente en obtener la propiedad de los terrenos
yermos por el mero hecho de roturarlos y
cultivarlos; algo que sucedía a dos niveles:
individual, por familias de campesinos que se
adueñaban de pequeñas superficies, y colectivo, por
nobles o monasterios que ocupaban extensos
territorios con sus colonos. Con el tiempo, las
peculiaridades de las distintas zonas durante este
proceso repoblador dieron lugar a la fragmentación
política y al surgimiento de distintos reinos.
A partir del siglo XI, comenzaron a hacer su
aparición las ciudades, fruto del desarrollo urbano
de los distintos núcleos cristianos. Tres eran sus
principales tipos: las nacidas con la Reconquista –
autenticas ciudades fortaleza-; las ciudades
comerciales, que disfrutaban de franquicias
mercantiles y atraían a la población que se instalaba
en los alrededores, y las ciudades islámicas, que
conservaron su importancia después de ser
reconquistadas.
El campesinado era el 80 por ciento de la
población total. La tierra era el principal recurso de
riqueza, pero ya entonces, el incremento del
comercio y de la industria promovió una emigración
del campo hacia la ciudad, en donde vivían nobles,
clérigos, militares, artesanos, comerciantes,
jornaleros, menestrales, etc.
El matrimonio entre Isabel de Castilla y
Fernando de Aragón, llevó a la unión de ambas
monarquías, conservando sin embargo, cada una de
ellas su propia organización jurídico-administrativa
y manteniendo una única institución común: la
Inquisición. Los dos reinos, en el plano jurídico,
mantuvieron sus propias leyes hasta el siglo XVIII.
Los fueros -conjunto de normas que regulaban las
relaciones jurídicas de una comunidad- eran un
elemento clave regulador, así como las Cortes
(Parlamento), que alcanzaron su apogeo en el siglo
XIV.
En el plano político se fueron limando las
diferencias, a iniciativa de los propios Reyes
Católicos, en busca de la unidad. La política en
materia de relaciones exteriores, estuvo subordinada
al difícil equilibrio entre la política diplomática de
Aragón, en defensa de sus intereses en el
Mediterráneo y la de Castilla, que buscaba más la
expansión atlántico-africana.
En el ámbito religioso, también se notaron las
aspiraciones unificadoras de los monarcas. Tres
comunidades habían convivido en España durante la
Edad Media: cristiana, musulmana y judía, gracias a
un clima de tolerancia que se vio truncado por los
Reyes Católicos. Las razones de este cambio de
postura fueron varias: motivos religiosos –querían
lograr la unidad de fe-, y motivos económicos;
consideraban que los judíos habían aprovechado su
privilegiada situación económica para cometer
abusos en sus negocios y … motivos sociales; en
estas circunstancias surgió un fuerte malestar social
que alteró la convivencia.
Hacia 1492 sobre unos 474.000 kilómetros,
vivían nueve millones de habitantes. La anexión de
Granada, que los Reyes Católicos conquistan en
enero de 1492, ensancha la dominación española en
30.000 kilómetros y 500.000 habitantes más.
Una vez conquistado el reino de Granada,
forzaron a la conversión de los moriscos, expulsaron
a los judíos, dándoles la opción de permanecer si
abrazaban la fe católica, y realizaron una reforma
del clero que suponía un cambio en la mentalidad de
los altos cargos y una elevación del nivel moral de
la iglesia.
La Edad Media se va rezagando. Triunfa el
humanismo con la Gramática de Elio Antonio de
Nebrija, con la Universidad de Alcalá de Henares y
la edición de la Biblia Políglota Complutense;
Nebrija es el primer gramático de su época, su
Gramática Castellana es la primera impresa en
lengua vulgar y coincide con el descubrimiento de
América. Se dirá que "siempre la lengua fue
135
compañera del Imperio", pues se está forjando un
instrumento que habrán de utilizar millones y
millones de seres humanos en el correr de los siglos.
Uno de los fenómenos que mejor caracteriza a la
España de comienzos de la modernidad fue la de los
descubrimientos geográficos, hasta el punto de que
dicha modernidad fue, en gran parte, consecuencia
de ellos. En apenas tres décadas, las transcurridas
desde 1492 a 1522, el pequeño país europeo que
había vivido introspectivamente, resolviendo sus
problemas con los musulmanes y ciertas
intervenciones en la cuenca del Mediterráneo, se
posesiona de buena parte de América y de todo un
océano, el Pacífico, viéndose impulsado a una loca
carrera de expansión universal.
En el cuarto de siglo siguiente termina de
adentrarse en el continente americano desde
California y el Medio Oeste norteamericano hasta el
estrecho de Magallanes. Sus pescadores, sus
escribanos, sus licenciados y sus vagabundos se
transforman por arte de magia en expertos
conductores de empresas náuticas y terrestres,
buscando, insaciables, fama, fortuna y los secretos
de la tierra y el mar.
Al momento de producirse el descubrimiento de
las Indias Occidentales, España era una nación
privilegiadamente marítima. No solamente tenía
mares, marinos y marinería, sino que mantenía en
ese campo una acendrada tradición.
No obstante sus empresas guerreras allende el
Mediterráneo, la marina mercante era superior,
cualitativa y cuantitativamente a la marina de
guerra, y también era superior a las similares de
otros países.
En esa época, la marina mercante española
estaba formada por más de 1.000 naves.
España tenía también una Marina Real, que no
era de Real propiedad, en su mayor parte. Se la
organizaba a base de arrendamiento o contrato con
particulares nacionales o extranjeros, utilizándose
con frecuencia el embargo de naves que se
consideraban necesarias. A veces, el Estado
compraba las naves a los particulares, las más de las
veces, las alquilaba.
En ocasiones, utilizaba las escuadras que
pertenecían a alguno de los más importantes
personajes de la nobleza.
El descubrimiento del continente americano es
esencialmente la historia de una conquista. Mientras
los colonos de América del Norte (Canadá –Nueva
Inglaterra) se enfrentan a poblaciones que son con
frecuencia, nómadas, los españoles se encuentran en
el sur de Norteamérica, (México), América Central
y los Andes, civilizaciones sedentarias, bien
organizadas; la cristianización se produce al mismo
tiempo que la conquista.
Razones y apetencias económicas, geográficas y
espirituales van a lanzar a España a su mayor
aventura histórica y cultural. La navegación ha ido
haciendo exploraciones cada vez más avanzadas y
sorprendentes; la preparación de expediciones se
hará por medio de compañías y contratos. Se
buscaban ávidamente las especias orientales,
indispensables para la conservación de los alimentos
de Europa. Y se buscaba derrotar por la espalda a
los musulmanes. Y establecer contactos con un
legendario príncipe cristiano de Etiopía, etc.
"El objeto confesado y hasta proclamado muy en
alto era alcanzar hasta las Indias Orientales en
forma de tomar al Islam por la retaguardia; de
anudar una alianza con el Gran Khan (personaje
mítico que se suponía señor de todos esos países y
favorable a la religión cristiana) y luego de reducir a
la impotencia a los sectarios de Mahoma, difundir el
cristianismo a través de ese continente inexplorado
y comerciar con esas comarcas donde abundaban el
oro y las especias". Así lo expuso a los Reyes
Católicos un marinero misterioso que se firmaba
Cristóbal Colón. . .
136
EN BUSCA DEL “GRAN KHAN”
Enigmático
oda la historia de Colón es un enigma.
Parece que se conoce mucho de él, pero en
realidad, muy poco es el conocimiento sobre lo
fundamental. Ríos de tinta han corrido
describiéndonos su personalidad, sin que podamos
decir por ello que sabemos verdaderamente cómo
era. Son muchas las lagunas sobre su vida y el
propio Colón contribuyó decisivamente para que
fuera así.
No se tiene certeza absoluta sobre la fecha de su
nacimiento. No se conoce con exactitud el lugar en
que ocurrió. No sabemos los orígenes de su familia.
Siempre se presentó en España como extranjero;
más, curiosamente, sólo escribió en castellano,
salpicado de alguna que otra expresión en
portugués, gallego y catalán; todas, lenguas ibéricas.
Tuvo que conocer el italiano, además de otras
lenguas mediterráneas, por su contacto con hombres
de otros países; como también la jerga marinera, la
llamada lengua ―franca‖, suerte de esperanto de las
riberas del Mediterráneo y Atlántico. Sin embargo,
que se sepa, nunca hizo uso de ninguna de ellas en
sus escritos.
Ni siquiera podemos conocer su físico, pues a
pesar de sus múltiples retratos, no hay pruebas de
que alguno represente al personaje. Le encuentran
sombras a las raíces de su religiosidad,
argumentando que no tenía una base consistente,
sino que estaba sustentada en un cierto fanatismo
que lo llevó a considerarse un elegido de Dios.
Incluso los propósitos que le guiaron en su
proyecto, son interpretados en variadas formas,
según el origen del tratadista que maneja el tema.
Mucho ocultó Colón de sí mismo, como lo hizo de
sus fundamentos para llegar a Cipango y Cathay.
La convicción que siempre demostró en la
factibilidad del viaje, no parece fuera solamente por
claridad de su raciocinio, sino por ciertos
conocimientos previos que sustentaban la gran
aventura por realizar. Así se colije, por ejemplo, de
ciertas frases redactadas en las Capitulaciones de
Santa Fé. (El término Capitulación se refiere a un
pacto o concierto hecho sobre algún negocio
importante, y en su acepción militar, es un convenio
en que se estipula la entrega de una plaza fuerte,
posición militar o una ciudad).
Este es un documento -contrato- donde quedan
bien claras las condiciones a que se obligan ambas
partes -Corona y Colón-. Fueron firmadas el 17 de
abril de 1492, después de una cuidadosa
elaboración. Tiene dos partes: un preámbulo que
afecta al descubridor y, en segundo lugar, los cinco
puntos siguientes referidos a la Corona. El
preámbulo ha dado mucho que hablar porque es
curioso por demás. Dice así: «Vuestras Altezas dan
e otorgan a don Cristóbal Colón en alguna
satisfacción de lo que ha descubierto en los Mares
Océanos y del viaje que agora, con el ayuda de Dios
ha de fazer por ellas en servicio de Vuestras
Altezas, son las que se siguen.» Se destaca el ha
descubierto porque no es un error en lugar de ha de
descubrir cómo algunos hubieran creído. Los que
aceptan el pre-descubrimiento consideran que ésta
es una prueba documental contundente. La
explicación correcta de este término, y por tanto del
preámbulo, era que Colón se atribuía
descubrimientos y navegaciones por el Océano
anteriores a 1492.
El hombre
Pero, ¿quién era el hombre?, ¿de dónde
provenía?, ¿cómo fueron sus primeros años?,
¿dónde y de quién había aprendido los
conocimientos náuticos y cosmográficos de que
hacía gala?. ¿Cómo concibió, alimentó y sustentó la
idea de que podía llegarse al Cipango (Japón) y
Cathay (China), a través del Mar Océano.
La propia fecha de su nacimiento no se conoce,
ni el lugar mismo. Varía desde 1436 a 1440 para
algunos, otros autores señalan los años de 1445,
1446, 1447, 1449 e incluso 1455. Estudios
fundamentados en el descubrimiento de un
documento notarial, otorgado en Génova el 25 de
T
137
agosto de 1479, en donde Colón declara tener en esa
fecha, 28 años, da la base para creer en el año 1451.
El lugar se lo disputan además de Génova, trece
pequeñas ciudades y villas italianas, no faltando
quien le supone nacido en Inglaterra, Irlanda o
Galicia, Extremadura, Portugal, Cataluña y
Córcega. El propio Colón ayuda, relativamente al
esclarecimiento, a través de un documento
auténtico, fechado el 22 de febrero de 1498, por el
que instituyó un mayorazgo, con el objeto de
perpetuar en la familia la propiedad de ciertos
bienes, en el cuál, se declara nacido en Génova.
Sin embargo, se conoce que su padre, Domenico
(Domingo), de oficio tejedor o cardador de lana, se
trasladó a Terrarossa, pueblo cercano a Génova, en
1451, para estar más en contacto con la industria
lanera, afincada en el citado pueblo. Si damos por
cierta esta fecha de su nacimiento en 1451, según su
propia declaración de edad, ¿se trasladó su padre
con su esposa y su hijo recién nacido?, ¿se fue sólo,
dejando a su esposa y al niño recién nacido, en
Génova?. ¿se mudó con la embarazada esposa y
nació allí, Cristóbal?. De cualquier forma, esa villa,
Terrarossa, pertenecía a la Señoría de Génova
(República de Génova), por lo que, con toda
propiedad, podría decirse que era genovés.
Se dice que Cristóforo Colombo, siguiendo la
costumbre de su tiempo latinizó su apellido,
convirtiéndolo en ―Columbus‖, alterado después a
―Colonus‖, y al entrar al servicio de España adoptó
la forma de Colón. Era el mayor de cuatro hijos
varones habidos del matrimonio de Domingo
Colombo con Susana Fontanarrossa, siendo los
otros, Bartolomé, Juan, Diego y una hija llamada
Blanca. El primer ascendiente conocido es su abuelo
Juan, que vivía en el pueblo de Quinto al Mara, en
el litoral, a 7 kms al este de Génova, ciudad donde
se establecieron sus dos hijos, Antonio y Domingo,
padre de Cristóbal. Su padre, figura por primera
vez, en un contrato fechado el 1 de abril de 1439.
Existían en el país otras personas que llevaban el
mismo nombre y apellido, algunos de ellos,
parientes consanguíneos; lo llevaban también,
corsarios y piratas, como Colombo de Oneilla,
ahorcado en Génova; otro Colombo que apresó
cuatro galeras flamencas en aguas del cabo San
Vicente en 1485, y un gascón, francés, Guillermo
Caseneuve, apodado ―Colomb‖ y ―Colombo‖, con
quien, algunos autores afirman, navegó Cristóbal.
El italiano tuvo que ser su idioma, y existe un
documento fehaciente y este documento es el
testamento, con fecha del 19 de mayo de 1506, en
Valladolid. Dice Colón: ―siendo yo nacido en
Génova‖... para luego añadir... ―pues que de ella salí
y en ella nací‖...
Más... las dudas persisten. En ningún momento,
en cualquiera de sus escritos, y fueron bastantes, se
expresó en italiano. Bien es verdad, que como
reconocimiento al financiamiento, apoyo y honores
a su persona por parte de la Corte Española,
bautizará las tierras por él descubiertas y sus
accidentes geográficos, con nombres castellanos.
Pero ¿necesitó hacerlo siempre?. Y si él, lo
consideraba así, tampoco podría reprochársele que
en lenguaje coloquial y familiar, usara su lengua
natal. Por el contrario, nunca lo hizo, que se sepa, y
sin embargo, si usó con cierta frecuencia,
expresiones gallegas, como la frase que empleó para
describir, en un día ardientemente tropical, el efecto
de un Sol que parecía entrar en el cuerpo como
―hierro enrojecido‖ (―espeto‖, en gallego), diciendo:
―ten o sol espeto‖.
En sus primeros años, sirvió como aprendiz de
su padre, dedicado al comercio de la lana, según
documentos que datan de 1472 y 1473. Después de
agosto de 1473, no se encuentra ningún indicio de
138
que siguiera viviendo en Italia. Se dice que desde
muy joven embarcó y marineó por las aguas del
Mediterráneo. En 1492, Colón consigna en el Diario
de a bordo: ―Yo he andado 23 años en la mar, sin
salir de ella tiempo que se haya de contar‖.
La práctica debió ser su mejor maestra; tendría
que desarrollar los más duros trabajos, hasta que
con los conocimientos adquiridos, llegó a comandar
barcos; como se traduce de un fragmento epistolar
recogido por su hijo Fernando: ―a mí sucedió que el
rey Reiner (casi seguro, Renato de Anjou), que ya lo
llevó Dios, me envió a Túnez para tomar la galeota
―Fernandina‖ ... Se dice también que en 1474 o
1475 formó parte de una expedición de socorro a la
isla de Quios, cercada por los turcos. Fuera de estos
dos datos, no se encuentra nada más que nos hable
sobre su vida de marino durante los doce años,
aproximadamente, previos a su naufragio y arribo a
las playas portuguesas de la villa de Lagos.
Es su hijo Fernando quien cuenta en la biografía
de su padre: ―Historia del Almirante‖, la batalla que
en Agosto de 1476 se desarrolló en aguas del cabo
de San Vicente, entre la escuadra del corsario
francés Guillermo Caseneuve y una flota comercial
formada por cuatro grandes galeras genovesas y una
gran urca flamenca. Fernando informa que su padre
formaba parte de la escuadra corsaria que atacó a
los genoveses, y en la cruenta lucha que siguió, en
donde, prácticamente, nadie de las tripulaciones de
ambos mandos quedó ileso, su nave fue incendiada
por el fuego de artillería y él saltó al mar, donde
asido a un remo, nadando y dejándose llevar, pudo
cubrir el espacio que le separaba de la costa.
Los barcos
¿Qué tipos de barcos pisó Colón durante esos
años?. Podemos afirmar con seguridad que
habiendo navegado en acciones bélicas, fue
tripulante y posiblemente comandó galeras, tanto
sutiles como pesadas o bastardas, o cualquiera de
sus derivadas, como galeotas y fustas, ya que la
galera fue la nave principal de combate en el
Mediterráneo durante muchos siglos, y para su
tiempo, se encontraba en el momento más
importante de su larga vida. Impulsada a remo, aún
cuando portara un mástil sostenedor de vela, sólo la
usaba en ocasiones, para aprovechar, con cierta
timidez el viento, cuando éste era bonancible.
Sabemos que también navegó en barcos
propulsados solamente a vela, que justamente, tanto
en el Mediterráneo como en el Atlántico europeo, se
les empezó a dar el nombre genérico de naves,
aunque se les denominará, acorde con sus
características,... burcias, filibotes, urcas, carracas,
naos y carabelas.
¿Qué medios se usaban hasta entonces para
navegar?. Durante siglos, se navegó siempre a la
vista de tierra, que aunque no se viera por las
condiciones atmosféricas, se sabía que se
encontraba cerca, dispuesta a ofrecer su amparo.
Más tarde existieron los mapas o cartas náuticas,
llamados ―Portulanos‖, a base de rumbos y
distancias, (en algunas ocasión aparecían paralelos y
meridianos), figurando una o varias ―rosas de los
vientos‖ que facilitaban la determinación del rumbo
entre dos puntos.
Los había donde aparecían los derroteros (donde
se señalaban las derrotas, líneas de enfilación,
accidentes y otros detalles). La derrota es tanto la
ruta que debe hacerse como la que en efecto se
hace, para ir de un punto a otro, teniendo para ello
que seguir uno o varios rumbos.
Usaban la sonda o sondaleza para medir la
profundidad, el compás magnético, (aguja imantada,
indicadora del Norte), y el cuadrante náutico,
utilizado para la determinación de las alturas de los
astros sobre el horizonte; reducido a un cuarto de
círculo, graduado con una regla, -alidada-, con
pínulas (tablillas provistas de una rendija dispuestas
verticalmente), en uno de los lados del ángulo recto,
para visar el astro, y una plomada, cuyo hilo
partiendo del centro del ángulo, servía de índice.
Hasta ese momento de su llegada fortuita a
Portugal, según su hijo Fernando, podemos acreditar
a Colón una gran experiencia marinera, con gran
dominio sobre las aguas, vientos y accidentes del
Mar Mediterráneo, y su penetración en las
139
turbulentas y distintas aguas de las costas
atlánticas, europeas y africanas.
Durante esos años conocerá mucho más los
diferentes tipos de barcos a vela que privaban en las
riberas del Atlántico. Esas naves veleras,
genéricamente denominadas por las gentes del
Norte, como round ships‖ (naves redondas), un
tiempo atrás se construyeron altas de bordas, con
proa y popa a la misma altura y una eslora poco más
grande que su manga, llevando un solo mástil con
vela redonda. Para la época, son construidas con
proporciones más apropiadas, diferenciándose por
otras características, como son: castillos, mástiles,
cubiertas, tonelaje y aparejo. Al navegar en naves de
diferentes tipos, supo apreciar las cualidades de
cada una de las mismas y así, cuando tuvo la
oportunidad, pudo elegir las más adecuadas para su
empresa.
Portugal.
Fue allí, en Portugal, donde se iniciaron sus
inquietudes científicas. La capital de Portugal era en
aquellos momentos un foco de expediciones
descubridoras; la exploración portuguesa por el
litoral africano estaba ya avanzada. En Lisboa había
una colonia de genoveses dedicados al comercio y
posiblemente el náufrago encontraría protectores
entre ellos. También sabemos que en Portugal
trabajó con su hermano Bartolomé, buen cartógrafo;
él también demuestra ser un buen aprendiz en esa
materia. Con bastante seguridad podemos aseverar
que estaban en capacidad de fabricarse no sólo sus
propias cartas, sino también sus propios
instrumentos náuticos.
Según se dice, un año después de su llegada a
Portugal, Colón embarca de nuevo, dirigiéndose a
Inglaterra y a la lejana Thule, (la actual Islandia).
¿Llevaba una intención determinada? ¿o fue la
derrota de la nave, en que se había enrolado, la que
lo depositó en tierra de vikingos, en donde la gente
hablaba con propiedad de un ... ―Nuevo Mundo‖?.
Viaja a Porto Santo, isla próxima a la de
Madeira, donde, hacia septiembre u octubre de
1479, contrae matrimonio con Felipa Moñiz
Perestrello, cuyo padre, el genovés Bartolomé, ya
fallecido, había sido criado del infante don Juan y
luego del infante don Enrique el Navegante, quien
le dió la Capitanía de Porto Santo. La familia Moñiz
Perestrello tenía influencia en la corte de Lisboa y
gracias a esto pudo Colón introducirse en la misma;
al casarse, su suegra le entregó papeles de
navegación, cartas de navegar e instrumentos que
habían pertenecido a su marido, que estimularían al
joven marino en el estudio de la cosmografía y
astronomía y a inquirir más sobre la práctica y
experiencia de las navegaciones que hacían los
portugueses. Colón y su esposa viven un tiempo en
Porto Santo, donde nace probablemente su hijo
Diego y luego se establecen en Madeira durante los
años 1480 a 1483.
Colón realiza varios viajes comerciales a Lisboa
y también a las Azores, las Canarias, las islas de
Cabo Verde y la costa africana de Guinea, donde los
portugueses poseen establecimientos, alternando
estos viajes con el estudio, maduración y
presentación de su proyecto al rey Juan.
Mientras realizaba esos viajes y en los años
inmediatamente siguientes, fue acopiando
conocimientos científicos y forjando la gran idea
que iba a ser directriz de su vida: una visión
maravillosa del Extremo Oriente, recibida a través
de las descripciones de Marco Polo, que había leído
y meditado mucho y la posibilidad de llegar a
aquellas tierras en navegación directa desde
Occidente, eludiendo la larga y peligrosa ruta de las
caravanas, que las conquistas turcas hacían ya casi
impracticable.
Se conocen los libros que leyó y en donde anotó.
Tales, por ejemplo, la relación del viaje de Marco
Polo a Oriente, obra del siglo XIII, publicada en
1485; la ―Historia rerum gestarum‖, de Silvio
Picolómini, que fue después el Papa Pío II, y la
―Imago mundi‖, del cardenal francés Pedro d'Ailly.
Este último libro se convirtió durante años en su
lectura predilecta y lo dejó colmado de centenares
de anotaciones marginales. En dicho libro se
encuentra la idea, querida por Colón y por él
140
subrayada, de que "el océano que se estrecha entre
la extremidad de la más lejana España y el límite
oriental de la India, no es de gran anchura. Porque
es evidente que el mar es navegable en muy pocos
días si el viento es propicio... ". Colón en carta a los
Reyes Católicos en 1503 les dice: "El mundo no es
tan grande como dice el vulgo...".
El propio Colón se carteó, al parecer, con el
cosmógrafo Toscanelli, quien insistía en la
posibilidad y conveniencia de la gran aventura. En
esos años, dedicado a la consulta de libros y de
mapas y al estudio de la cartografía, Colón buscaba
datos que sirvieran de apoyo a su proyecto. Tanto él
como Toscanelli sostenían la idea de la esfericidad
de la Tierra.
¿En qué se basó Colón para considerar Asia tan
cerca de las costas europeas?. En un error,
producido en la Antigüedad y acrecentado con otros
y sucesivos errores en el transcurso de los tiempos.
Eratóstenes, sabio griego del año 275, antes de
Cristo, era de esos sabios griegos que sabían de casi
todo. Ejercía, además, el cargo burocrático de lo que
hoy denominaríamos Director de la célebre
Biblioteca de Alejandría. Aplicó a la Geografía la
base matemática; midió la circunferencia de la tierra
con un margen de error inferior a 1%. Por supuesto,
la tierra era redonda; ideó graduar el globo en
meridianos y paralelos. El espacio entre Gibraltar y
el Este de la India, sería 1/3 de la superficie de la
tierra.
Este sabio fijó la distancia entre España y la
China en 240°, cálculo muy exacto, puesto que el
error no alcanza a diez grados. Estrabón lo admitió,
Marino de Tiro creía que abarcaba 225°; Tolomeo
había asignado 180° (de los 360° de la esfera), a la
extensión continental entre Portugal y la China, o el
extremo de Asia. Toscanelli los aumentó a 230°,
con lo cual Portugal, navegando a través del
Atlántico hacia el oeste, distaría sólo 130° de las
costas orientales de Asia. Colón, por su parte, creía
que aún había que hacerle a esas hipótesis dos
correcciones: según él, los 230° de que hablaba
Toscanelli no comprendían las tierras del Extremo
Oriente citadas por Marco Polo, que se extendían
más allá (suponía que quizás 28°); y además
consideraba que si la navegación hacia el occidente
se emprendía, no desde Portugal sino desde
Canarias, las Azores o Cabo Verde, la distancia se
acortaba entre los extremos; siguiendo el
Almagesto, tratado árabe sobre la Astronomía de
Tolomeo, Colón le asignaba al grado en el Ecuador
56 y 2/3 de millas; y a la altura de la isla Gomera
(una de las Canarias), paralelo elegido para su
travesía, mediría sólo 50 millas; pero no advirtió
que las millas del Almagesto eran árabes, de 1.973
metros, mientras que él usaba la milla italiana de
1.481 metros. De Tolomeo, Colón leyó que la tierra
se dividía en 24 horas, de las que los antiguos ya
conocían 15, desde Gibraltar hasta Asia, y los
portugueses sabían que habían llegado hasta la 16.
De manera que no quedaba más que una tercera
parte desconocida de la corteza terrestre, y como los
cosmógrafos, por otra parte, sostenían la hipótesis
de que los mares ocupaban la séptima parte del
planeta, era lógico deducir que no era tan dificultosa
y larga la travesía del Atlántico para alcanzar el otro
extremo de las Indias.
En todo caso, Colón estaba convencido de que
entre el extremo occidental de Europa y el oriental
de Asia había poco mar, y se mantuvo firme en su
idea. Tal fue el plan que en 1483 o 1484 presentó al
rey de Portugal, Juan II, solicitando su apoyo para la
empresa. Las exigencias del marino genovés, en
caso de tener éxito, eran enormes (almirantazgo,
virreinato, la décima parte de los tesoros que se
lograsen...) iguales a los que luego obtuvo de los
Reyes Católicos en España. Se ha escrito que Juan
II no se mostró muy propicio, pues Portugal ya tenía
un pie en África, buscando el camino hacia la India
y no deseaba distraer fondos en una aventura
incierta, máxime con las pretensiones de un
extranjero, cuando tenía marinos portugueses que lo
harían gustosamente sin tantas exigencias. Sin
embargo, hizo estudiar el plan por una Junta,
quienes desecharon la idea. Se dice, que de todos
modos, el rey de Portugal envió secretamente una
nave en ruta hacia Occidente, que nunca regresó.
Dejando en suspenso las negociaciones, Colón, que
141
había quedado viudo, al parecer supo del envío de
tal nave; decepcionado y temeroso, salió
secretamente de Lisboa con su hijo Diego, de pocos
años de edad, y embarcó hasta la Provincia andaluza
de Huelva, fronteriza con Portugal, donde llegó en
1485.
Arribo a España.
Dos años después de su llegada había logrado
que su plan fuera presentado en Salamanca ante una
Junta de sabios, eclesiásticos y seglares, siendo
desestimado, por considerar,
principalmente, que las Indias
no podrían estar a distancia tan
corta como la sustentada por
Colón, con lo cual, la
esfericidad de la tierra sería
bastante menor que la
calculada por ellos.
No habiendo tenido ninguna
noticia positiva de su hermano
Bartolomé, enviado ante las
Cortes de Francia e Inglaterra,
en procura de apoyo a su
proyecto, Cristóbal Colón
perdía la esperanza.
Intentaría celebrar otra
entrevista con el Rey de
España. Se dirigió en su
búsqueda, en un momento
poco adecuado, pues la pareja
Real, se encontraban Instalados
en forma permanente frente a
la ciudad de Granada, última
posesión árabe en España, la
Corte estaba dedicada de lleno a los esfuerzos por
conquistar la ciudad.
¿Lo lograría Colón, esta vez?. No. Tampoco lo
consiguió.
A pesar de la atención con que el Rey se
dedicaba a la empresa de expulsar a los moros,
recibió a Colón.
Nombrada otra comisión examinadora, reunida
en el propio campamento de Santa Fe, nuevamente
se desautorizó el proyecto.
Colón, abrumado por el golpe, abandonó la
Corte, siendo antes testigo de la toma de Granada
el 2 de enero de 1492.
Regresó a Córdoba para recoger a su hijo Diego,
y dejar bajo el cuidado de Beatriz Enríquez, una
dama cordobesa, con quien mantuvo relaciones,
muerta su esposa, al hijo de ambos, Fernando.
Siguió su camino a pie, llegando al convento de
la Rábida en busca de comida y aposento.
El prior del convento, Fray Juan Pérez, después de
atenderles, oyó su historia.
La estancia en el convento se prolongaría,
mientras el fraile, convencido y convertido en
defensor del proyecto, se comunicaba con la Reina,
de quien era confesor.
142
¡Viraje del Destino!. De ahí en adelante, todo se
le facilitó. Fray Juan Pérez influyó en la Reina, ésta
en el Rey y así, desde el 17 de abril del mismo mes
de 1492, quedaron firmados los Convenios con la
Corona.
El proyecto que el navegante genovés
presentaba a los monarcas ofrecía la posibilidad de
acceder a los mercados de oro y especias de las
Indias, sin los intermediarios musulmanes y
venecianos – Colón recibe los títulos de almirante,
virrey y gobernador de las tierras que descubriese,
el derecho a percibir la décima parte de cuanto oro,
plata… fuesen adquiridos, y a contribuir con un
octavo en los gastos de nuevas empresas,
percibiendo a su vez la octava parte de beneficios.
Una carta de los Reyes Católicos, fechada el 30
de abril de 1492, trece días después de las
Capitulaciones de Santa Fé, dirigida a los vecinos
de Palos de Moguer, puerto de Huelva, les ordenaba
destinar dos carabelas al servicio de la empresa de
Colón. Estas gentes de la Baja Andalucía conocían
y usaban estas naves al igual que los portugueses,
quienes las navegaban desde el siglo XII, y el
motivo de tal orden soberana, era, al parecer, porque
al contrabandear con el Norte de África –práctica
muy antigua- habían sido condenados a servir,
estando a la disposición por un año, todavía no
finalizado, con dos de tales naves a la Corona.
En alguno de sus escritos, Colón se autodefinió,
―ego marinero, non docto en letras y hombre
mundanal... ". Pero lo cierto es que él tenía su
secreto, adquirido por estudios, por inspiración, por
razonamiento o por confidencias.
El enigma toma cuerpo.
Hay quien dice que Colón sabía con gran
exactitud la distancia a recorrer para tocar tierra.
¿Lo sabía por el mapa que tiempo después terminó
en poder del marino turco Piri Reis, o por las
indicaciones de Alonso Sánchez de Huelva?.
Fernando Pizarro y Orellana, del Consejo de las
Indias del Real de Castilla, quien vivía por los años
de 1630, al escribir la biografía del Almirante
Cristóbal Colón, dice que cerca de 1484, un piloto
llamado Alonso Sánchez, de Huelva, en la pequeña
nave de su propiedad, atrapado por una tempestad,
entre Canarias y Madeira, sin medios para resistirla,
se dejó llevar por ella hasta llegar a una isla al
Occidente, de la cual pudo regresar. Visitó a Colón,
que gozaba de fama como marino y cosmógrafo,
refiriéndole su viaje y los apuntes que tenía del
mismo. Cronistas e historiadores como Oviedo y
Baños, apoyan lo anterior, y el inca Garcilaso de la
Vega, gloria de las letras castellanas, en su obra
―Primera Parte de los Comentarios Reales que trata
del origen de los incas‖, en el capítulo que titula
―De cómo se descubrió el Nuevo Mundo‖, afirma lo
dicho por Hernando Pizarro, ya que su padre, que
sirvió a los Reyes Católicos, sabía de este hecho,
como así mismo, lo conocían los contemporáneos
de los primeros descubrimientos. El hermano
lasallista Nectario María, de nacionalidad
venezolana, opina de la misma manera, aportando
pruebas muy interesantes como resultado de su
magnífico trabajo de investigación histórica.
El historiador español Juan Manzano Manzano,
en fecha relativamente reciente, 1977, publica:
―Colón y su secreto‖, obra rigurosa, de una lógica
aplastante, en la que encaja a la perfección todas las
piezas. (el 7 de octubre, observando señales de estar
cerca de tierra, Colón cambió el rumbo al SO, en
vez de al O que llevaba, y que le hubiera conducido
a América del Norte. ¿Por qué?.) Según Manzano,
Colón siguió los pasos de su predescubridor, y sus
tres primeros viajes fueron con el propósito de
identificar los datos que le fueron suministrados, la
búsqueda de la ―primera‖ tierra, llamada ―Cipango‖
(Japón) y la ―otra‖ tierra, que según el mapa que le
envió el gran cosmógrafo Toscanelli, correspondería
a Cathay (China) y Mangi (India).
Todo lo anterior se une con otros datos que
permiten sospechar que cuando Colón se lanzó
desde las Canarias, el 6 de septiembre de 1492,
hacia el Oeste, sabía que lograría encontrar la tierra
deseada, a la cual se había llegado antes y que él
siempre pensó, era la lejana Asia. Hay sospechas de
que navegantes fenicios pudieron arribar a las costas
143
americanas hace cuatro mil quinientos años.
Sospechas nunca confirmadas, pero abonadas por
hallazgos de piedras con grabados fenicios y
hebreos que fueron encontradas en varios puntos del
continente, desde el Matto Grosso en Brasil hasta
Massachussets en EE.UU., llenas de signos entre los
cuales se han reconocido caracteres del alfabeto
fenicio. Fijémonos en el hecho de que los fenicios y
hebreos mantuvieron durante siglos fuertes lazos.
Hay noticias de que fenicios y judíos colaboraron en
expediciones mercantiles, del mismo modo que hay
sospechas fundadas de que obtuvieron materias
primas de lugares cuya ubicación mantenían en
secreto, hasta el punto de llegar a hundir sus naves
cuando se supieron seguidos, para no revelar las
fuentes de su abastecimiento.
Limitémonos a constatar unos cuantos hechos
significativos: la Kábala hebrea, bajo una
apariencia mística y esotérica, esconde una serie de
conocimientos científicos que sólo han comenzado a
manifestar su realidad ante el progreso de la
investigación científica, y se piensa que Colón la
estudió. Han surgido cada vez con mayor fuerza,
tanto la versión de las raíces hebreas de Colón, ya
asomadas por muchos, como el aprovechamiento
que él hizo de las mismas. Si el argumento de sus
raíces semíticas fuera válido, tendría bastante razón
de ser el no querer ser demasiado claro en cuanto a
sus orígenes y patria, pues, aún siendo conversos
(―cristianos nuevos‖), no corrían los mejores
tiempos para los judíos.
Precisamente esa Kábala judía tuvo en rabinos
peninsulares de la Edad Media sus más preclaros
estudiosos. El proyecto de Colón tuvo sus máximos
defensores en judíos de enorme prestancia
intelectual, como Abraham Zacuto y fervientes
financiadores como Santángel o Ishaq ben Yehuda
Abrabanel, banquero de la campaña granadina de
los Reyes Católicos y notable kabalista que terminó
sus días en la república de Venecia. Ya sabemos que
los vikingos de Leif Erikson habían establecido
colonia en la península de el Labrador en torno al
siglo XI. Es significativo que la orden del Temple
(desaparecida en 1312, casi siglo y medio antes del
nacimiento del descubridor) tuviera unos archivos
que, al ser disuelta por el papa Clemente V, pasaron
en buena parte a la orden de Calatrava y a la de
Cristo, fundada ésta en 1317 y heredera de todas las
posesiones templarias del reino lusitano.
Significativo también que los templarios hubieran
sido dueños del puerto de la Rochelle, a la entrada
de Bretaña, y que los caballeros de la orden de
Cristo fueran promotores de los grandes viajes
portugueses, bajo los auspicios de don Enrique el
Navegante y siguiendo los conocimientos náuticos
de la escuela de Sagres, que acogió a los mejores
cartógrafos de la época, muchos de ellos judíos
catalanes y mallorquines, versados en los secretos
científicos de la Kabala. A su llegada a Portugal,
Colón se dirigió al Rey, Gran Maestro de la Orden
de Cristo, heredera lusitana, como la española de
Calatrava, de la extinta templaria.
Un Colón presuntamente judío, protegido por
judíos como Zacuto y promocionado en buena parte
por dinero de familias conversas. Un Colón que
parece haber aprendido saberes que los templarios –
protectores de judíos- guardaban celosamente.
Preparando el viaje.
Colón tuvo dificultades para conseguir la
tripulación, pero la influencia de los hermanos
Pinzón, respetados vecinos de Palos de Moguer, fue
determinante para que se enrolaran, dado que los
tres hermanos se unieron a la expedición. Martín
Alonso, el mayor, financió parte de la empresa.
Comerciante próspero, que incluso pensaba iniciar
una empresa similar a las islas e Indias del Mar
Océano, de las que ya tenía noticias, había vuelto de
Italia, trayendo en su poder un tratado denominado
―Avisos para hacer la navegación de las Indias‖.
Pasó a comandar la ―Pinta‖, llevando como Maestre
a su hermano Francisco. Su otro hermano, Vicente
Yánez, magnífico marino, dirigiría la ―Niña‖ (más
tarde exploró las costas de América del Sur, Brasil).
La ―nao‖ capitana, comandada por el propio Colón,
la ―Santa María‖ (llamada anteriormente la
Gallega), era ―nao de gavia‖, es decir tenía cofa; la
144
consiguió Colón en el Puerto de Santa María,
localidad cercana a Palos de Moguer, siendo villa
conocida como un importante foco cartográfico.
Compró la mitad de la nave a su propietario,
Juan de la Cosa, piloto y cartógrafo, quien lo
acompañaría en la aventura y sería el firmante, un
tiempo después, de la primera carta o mapa náutico
donde se representarían por primera vez las costas
americanas; las otras dos naves fueron aportadas por
los vecinos de Palos de Moguer, siguiendo las
ordenes de los Reyes.
Así pues, a la salida de Palos, la escuadrilla se
compondrá así: Santa María, Nao; Pinta, carabela
redonda, o sea, velas cuadras en mayor y trinquete;
Niña, carabela latina: los tres palos con velas
latinas.
En las Canarias, la Niña fue aparejada en
carabela redonda. La razón para el cambio se debió
al conocido comportamiento del aparejo latino al
navegar con viento largo en popa. Las guiñadas eran
continuas y los timoneles se agotaban de tanto
mover la caña del timón, a banda y banda.
En cambio, las redondas, en esas condiciones
navegaban bien y si el viento cambiaba de banda,
bastaba bracear las vergas. La Niña era la más
apreciada por el Almirante y en ella efectuó el 2do y
3er viajes.
En total, las tripulaciones estuvieron formadas
por 90 personas, así: Santa María (sobre 110
toneladas) – 40 personas – Capitán y Almirante:
Colón – Maestre: Juan de la Cosa. Pinta (sobre 80
toneladas) – 25 personas – Capitán: Martín Alonso
Pinzón – Maestre: Francisco Martín Pinzón. Niña
(sobre 60 toneladas) – 25 personas – Capitán:
Vicente Yánez Pinzón- Maestre y propietario: Juan
Niño. Entre los tripulantes, los había que 4 eran
penados (1 homicida y 3 por delitos menores); 10
eran vascos y gallegos – 1 portugués – 1 genovés –
1 calabrés – 1 veneciano – 1 individuo de raza negra
– 1 interprete: judío converso; el resto, andaluces.
145
Una “nao” y dos carabelas.
Las proporciones en la construcción de la ―nao‖
estaban expresadas en la fórmula: ―as, dos, tres‖.
La regla tiene dos interpretaciones, según se
apliquen las proporciones indicadas para los
números 1,2,3, a la ―manga‖ (ancho), a la ―quilla‖
(primer madero sobre el cual se comienza a
fabricar), y a la ―eslora‖ (largo); o considerando en
el mismo orden numérico y proporciones, al
―puntal‖ (altura desde la parte inferior de la bodega
hasta la cubierta superior), a la ―manga‖ y a la
―eslora‖.
Se usaba para el comercio, eventualmente para la
guerra; generalmente, llevaban tres mástiles, de
proa a popa: trinquete, mayor y mesana, aún cuando
las hubiera de 2 y 4 mástiles.
Cada mástil aparejaba vela ―cuadra‖ –cuadrada o
en cruz- porque cruz forma la verga que sostiene la
vela en el árbol del mástil, menos el palo de mesana
que izaba vela triangular–―latina‖ o de ―cuchillo‖.
Las ―naos‖ tenían castillos en popa y proa, cofa
para el vigia, y timón de crujía o de codaste,
llamado así por el madero vertical sobre el extremo
de la quilla, inmediato a la popa. Eran menos
marineras y más lentas que las carabelas, como las
quejas del Gran Almirante lo señalarán.
Posiblemente, Colón se hizo de ella por no haber
más carabelas disponibles en Puerto de Santa María
y en Palos de Moguer, porque a buen seguro que
prefería las carabelas para un viaje de exploración,
mucho más aptas para ese fin, como había podido
constatarlo en su experiencia con los portugueses.
De unos buques pequeños, con aparejo latino,
usados por los árabes en el Mediterráneo y
generalmente llamados ―carabos‖, deriva la palabra
latinizada ―carabela‖ y la propia nave. Usada,
principalmente, en el Atlántico, siendo los primeros
los portugueses, revelará su especial aptitud como
buque de descubierta.
La carabela no se diferencia mucho de la nao.
Arbolan igualmente dos o tres palos, más no lleva
La “Niña”
(La preferida del Almirante)
146
castillo a proa. Los portugueses las usan con velas
latinas en todos sus mástiles. Los españoles
aparejan, como en las naos, velas cuadradas en los
palos mayor y trinquete, manteniendo la vela latina
en el de mesana. Es de menor tamaño que la nao, y
su principal diferencia estriba en la mayor
proporción entre eslora y manga, que la hace más
afinada, más ligera y con gran capacidad para ceñir,
cualidades muy apreciadas para misiones de
exploración.
No conocemos con exactitud ninguna de las tres
naves. No se conservan pinturas o dibujos
contemporáneos. No existen planos, dibujos ni
dimensiones de ellas. El documento gráfico que con
más probabilidad las representa es una carta náutica
de 1509, en que figuran tres barcos frente a la costa
de La Española –isla Dominicana-, aunque aparece
uno de ellos con aparejo latino, cuando sabemos que
a la ―Niña‖ le fue cambiado en las Canarias,
convirtiéndola en ―carabela redonda‖.
Esta carta y el ―Diario‖ de Colón han servido
para reflejar el aparejo en las distintas
reconstrucciones de las naves colombinas. Dado que
en el siglo XV no se utilizaban planos para la
construcción de naves, se refuerzan los detalles,
mediante grabados de la época. También contamos
con testimonios de tratadistas de construcción naval,
que aún siendo de un siglo posterior, y apoyándose
en la lenta evolución de los barcos, proporcionan los
primeros precedentes técnicos importantes, como lo
hicieron García de Palacio y Juan Escalante de
Mendoza, que decía ser: ―poco partidario de las de
gran tonelaje, que se desligan y zozobran con
frecuencia en la mar‖, y declara que el tipo de nave
marinera es de 500 toneladas abajo, opinión tan
general entre los buenos mareantes que Colón,
Vasco de Gama y Magallanes, para las campañas de
sus descubrimientos eligieron bajeles poco mayores
de 100 toneladas.
Por otro lado, no olvidemos que tanto por la
terminología de la época y su falta de precisión,
como sobre todo por las dificultades de reducir unas
unidades de medidas a otras muy concretas, se
impide determinar con exactitud sus medidas de
arqueo, o capacidad de carga, al ser distintas en
cada región o país las unidades de medida para
computarlo. Los constructores se transmitían de
padres a hijos las reglas empíricas para hacer sus
naves, y aún la fórmula del ―as-dos-tres‖, además de
no ser igualmente interpretada, tampoco era
frecuente su aplicación.
A punto de partida.
Situémonos en la tarde del jueves 2 de agosto de
1492. Las naves están listas para la partida. Las
tripulaciones, enroladas más por la influencia de los
hermanos Pinzón, que por su propio entusiasmo o
las instancias de Colón, acaban de subir y montar
algunas piezas de artillería; pequeños falconetes que
disponen y ahorquillan sobre las bordas, y
lombardas o bombardas, de mayor calibre, apoyadas
en cureñas, sobre cubierta. Algunos terminan de
pintar sobre las velas ―cuadras‖ del aparejo las
cruces de Santiago. Otros arbolan la bandera real de
Castilla y León en el palo mayor, y el estandarte
real con las letras Y y F, de Isabel y Fernando, a
popa. Todos lucen inquietos ante la aventura de
cruzar el ―Mar Tenebroso‖, plagado de
espeluznantes leyendas.
En la cámara del Almirante se encuentran
reunidos Colón, Martín Alonso y Vicente Yánez
Pinzón, los capitanes, junto a los ―maestres‖
Francisco Pinzón, Juan de la Cosa y Juan Niño.
Sobre una mesa, el mapamundi que el florentino
Paolo del Pozzo Toscanelli remitió a D. Cristóbal, al
lado de las propias cartas de navegación del
Almirante. Este les comunica que irán directamente
a las Canarias y desde allí, el gran salto de 750
leguas hasta el Cipango (el Japón actual), ya que
está seguro de que ambos puntos se encuentran en la
misma latitud.
Navegarán por ―estima‖, o sea, rumbo y
distancia; estimando el rumbo tomado a la brújula y
la velocidad de la ―Santa María‖, calculada a ojo;
por la observación, en leguas por hora (la legua de
Colón equivalía a 4 millas de 1.481 metros cada
una), de la intensidad de los vientos, las algas
147
flotantes y la estela del agua. Deberán usar bien sus
instrumentos para no perder la latitud, imitando a
los fenicios, ―que inventaron la consideración de las
estrellas y fueron los primeros que entendieron que
era necesario para caminar por la mar, poner los
ojos en el cielo‖.
Desconocerán no sólo la longitud, como les
pasará a generaciones posteriores de marinos, hasta
que hiciera su aparición el cronómetro, sino que
también les faltará la hora posicional.
Para no perder el sentido del tiempo y poder
medirlo, para regular sus ocupaciones, deberán
cuidar constantemente el reloj de la nave, la
―ampolleta‖.
Este reloj, sustituto de los ―relojes de sol‖ y
―relojes de agua‖, se componía de dos vasos de
vidrio de forma cónica, unidos por la parte más
estrecha, en donde había un orificio de abertura,
calculada para que la arena, lo más fina posible,
cayera del vaso superior al inferior en un intervalo
fijo, que se repite, volteando la disposición del
aparato.
Terminada la conferencia y cuando el Sol
declinaba en el horizonte, las tripulaciones formaron
para pasar revista.
Los ―maestres‖ preguntaron: ¿somos aquí
todos?. Respondió la gente marina: ―Dios sea con
nosotros‖. Replicó el ―maestre‖:
―Salve digamos,
que buen viaje hagamos;
salve diremos,
que buen viaje haremos‖.
La ―Salve‖ cantada, acompañó al Sol en su caída.
Levando anclas.
A la mañana siguiente, media hora antes de
volver a salir el astro rey, las naves expedicionarias
zarpaban rumbo a Canarias como primer destino.
El 6 de septiembre, camino al Oeste, abandonan
las islas. Colón aprovechó los efectos del viento
para obtener máxima propulsión con la vela de cruz
(o cuadrada) y mejor gobierno con las de cuchillo (o
latinas). El 1 de octubre, el Almirante calcula, para
148
sí mismo, 707 leguas recorridas. Lo mantiene oculto
y comunica a la tripulación una distancia navegada
menor, para no desmoralizarlos y aplacar el
descontento, ya manifestado en forma casi violenta
días atrás. El 7 de octubre, cambia bruscamente el
rumbo, que lo llevaba hacia las actuales costas de
Estados Unidos y enfila al Suroeste. Sin el cambio
de rumbo, el domingo 7 de octubre se hubiera
llegado a Florida o Carolina del Sur y tal vez
hubiera cambiado la historia del mundo.
149
El 10 de octubre, ante un nuevo conato de motín,
se ve obligado a prometer a las dotaciones de las
naves que volverían a España si no encontraban
tierra en el plazo de tres días.
La marinería se encontraba asustada después de
tanto navegar, viendo sólo cielo y mar, aún cuando
el viaje estaba resultando fácil.
No existían dificultades meteorológicas, no
había habido tormentas ni vientos contrarios,
ni grandes calmas. Los vientos alisios siempre los
habían favorecido durante la casi totalidad del viaje.
Parecía que Colón supiera en ese derrotero todo
lo esencial acerca de los vientos y corrientes
oceánicas, ...‖ y las comprendió tan cabalmente que
no realizó ningún falso movimiento en todo el
viaje‖.
A las dos de la mañana del 12 de octubre, se
avistó tierra. Cuando amanecía, las tripulaciones,
con mayor fervor y alegría unieron sus roncas voces
en la oración matutina.
150
EL TRATADO DE TORDESILLAS
poco de llegar del primer viaje en marzo
de 1493, ante la buena nueva de unas
tierras conseguidas a través de esta nueva ruta, los
Reyes Católicos se dirigen al Papa para que
convalide los títulos de posesión para España, de lo
descubierto y por descubrir. En ese entonces, en
toda Europa, -el llamado también Mundo Cristiano-,
el Papa representaba no sólo la máxima autoridad
espiritual, sino que ante él, se subordinaban los
Reyes.
Con este procedimiento de recurrir al arbitraje
del Papa Alejandro VI no se hacía sino repetir lo
hecho por Portugal años antes, cuando consiguiera
la exclusiva sobre los mares y tierras africanos al
sur de las Canarias.
Una Bula (Decreto) Papal, con fecha 4 de mayo
de 1493, determina la línea de demarcación entre
los dominios presentes y futuros de España y
Portugal. Esta línea que nace desde el Polo Ártico al
Antártico, pasará a 100 leguas al Occidente de las
Islas Azores y las de Cabo Verde (que ya son
portuguesas). Los territorios situados al este de
dicho meridiano serán para Portugal. Las tierras
situadas al Oeste serán para España.
Por medio de cuatro Bulas Alejandrinas de
donación y demarcación, se concedía la posesión de
todas las tierras descubiertas y por descubrir,
siempre que no perteneciesen a ningún príncipe
cristiano. Castilla podría ocupar esas
tierras al Occidente y al Sur hacia las
Indias con la obligación de evangelizar a
los indígenas. Portugal, por su parte,
tendría los mismos derechos hacia el
Este. A partir de estos momentos se
entablaba entre los dos reinos ibéricos
una verdadera carrera por llegar primero
a la India asiática. Portugal lo
conseguiría pronto, mientras que Castilla
se veía frenada en América.
Estos documentos constituyen una
especie de «Carta Magna», que justificó
el derecho de conquista y orientó la
colonización de las Indias Orientales y
Occidentales, de acuerdo con las ideas teocráticas
de la cristiandad medieval.
Sin ser propiamente un acto de arbitraje,
dirimían de esta manera una serie de posibles
conflictos entre España y Portugal.
Segundo viaje.
Colón inicia su segundo viaje ese mismo año,
1493, en septiembre, con 17 naves (3 carracas, 2
naos y 12 carabelas) y unos 1.500 hombres. Con
mayor seguridad para sus propios intereses y los de
España, pues estaba al tanto de lo establecido por el
Papa. Mientras hace nuevos descubrimientos de las
islas que conforman el Mar Caribe, se produce un
acontecimiento muy importante del cual se enterará
al volver, dos años y medio más tarde, en junio de
1496.
Descubre varias islas en las Antillas Menores,
entre ellas Guadalupe, Dominica, Montserrat,
Antigua y en las Mayores, Puerto Rico – llega a la
Española y constata la destrucción del fuerte de
Navidad y la muerte de los españoles que allí
quedaron – se funda la ciudad de Isabela –
penetración sistemática en la isla – se explora parte
meridional de Cuba y Jamaica. Envío de 5
carabelas, despachadas desde la Española para
localizar una región rica en perlas –tocan en tierras
de Cumaná-.
A
CAPÍTULO II (Exploración y Colonización)
151
Unos meses después, a fines del año 1494,
rescató el propio Colón una gran cantidad de perlas
en la isla de Margarita. En febrero de 1495
carabelas regresan a Castilla, con cargamentos de
400 esclavos. Y a mediados de octubre llega un
enviado de los reyes para investigar e informar el
comportamiento de Colón como gobernante. Este
segundo viaje finalizaría con la llegada de Colón a
Cádiz en junio de 1496.
No estando conformes los portugueses con la
partición efectuada por el Papa, inician
conversaciones bilaterales con la Corona Española y
el 7 de junio de 1494, en la pequeña villa de
Tordesillas, perteneciente a la provincia de
Valladolid, en España, se firma un Tratado entre
ambas naciones, en virtud del cual, entre otras
cláusulas, una de ellas, la principal, establecía que
la línea de demarcación debía pasar a 370 leguas al
Occidente de las Islas de Cabo Verde.
España parecía favorecida, al dejar en sus manos
toda Asia, en realidad América, pero en la práctica
iba a dejar Brasil para Portugal; ¿conocían su
existencia los portugueses?. Se cuenta que con
ocasión de las bulas pontificias que sancionaban el
Tratado de Tordesillas, firmado por los Reyes
Católicos y Juan II de Portugal en 1494, el
monarca francés Carlos VIII protestó airadamente
ante el papa Alejandro VI, solicitando ver con sus
propios ojos aquel ―Testamento de Adán‖, según
ironizó. El enfado del rey galo no era injustificado,
pues Castilla y Portugal se acababan de repartir de
un plumazo las tierras y mares del planeta que
faltaban por descubrir: todo lo que quedara al
Oriente de una línea imaginaria que cortaba
verticalmente el océano
Atlántico, a 370 leguas al
oeste de las islas de Cabo
Verde, sería para los lusos;
mientras que los territorios
situados a Occidente de ese
meridiano de demarcación
serían para los españoles.
Tercer viaje.
Salida, mayo de 1498,
con 8 carabelas y unas 330
personas – Si en la segunda
expedición la afluencia de
voluntarios fue notable, para
éste, el desprestigio hizo
difícil el reclutamiento.
Después de una estancia en las islas de Cabo Verde
llega a la isla de Trinidad; se divisa por primera vez
la Tierra Firme – primer desembarco en el
Continente - tras atravesar el Golfo de Paria, la
Boca del Dragón y las aguas de la isla de Margarita
llega a la ciudad de Santo Domingo (isla la
Española) fundada por su hermano Bartolomé. En
1499 tiene lugar una grave rebelión contra los
hermanos Colón y en agosto de 1500, después de
haber reducido una segunda sublevación, llega un
nuevo juez pesquisidor, Francisco de Bobadilla; éste
encarcela a los hermanos Colón y los envía a la
Península, donde llegan el 20 de noviembre del
1500.
El ocultamiento por Colón a los Reyes de los
descubrimientos de las perlas, debió ser la causa
principal de su caída en desgracia a comienzos de
152
1499, cuando estos se enteraron (¿por Peralonso
Niño?) de la conducta tan poco noble de su
Almirante con ellos (Colón en su segundo viaje,
había interrumpido su diario desde el 11 de
diciembre de 1493 hasta el 11 de marzo de 1494).
Cuarto viaje
Salida, mayo de 1502 con 2 carabelas y 2 naos y
unos 140 hombres. Al llegar a Santo Domingo, el
gobernador Ovando le impide la entrada. Llega a
Honduras. Se entera de que está en el istmo y que a
nueve días de marcha se encuentra el otro mar. Su
obsesión por el oro le hace desistir del objetivo
principal de su viaje y se dedica a buscar las
ansiadas minas. Llega a la costa de Veragua. Intenta
fundar una ciudad que llamaría Belén y el
proyecto fracasa. Zarpa en tres carabelas
corroídas por la broma. Llega a la costa
norte de Jamaica donde quedan destruidos
los barcos. Dos tripulantes con destreza y
valor cruzan de Jamaica a la Española en
una canoa para pedir auxilio. Durante
meses, Ovando impidió enviar ayuda a
Colón. Finalmente son rescatados y
llevados a la Española; de allí, vuelta a
España, llegando en noviembre de 1504.
El objetivo fundamental de este viaje era
buscar un estrecho que condujera a la
India. Viaje desastroso, pues abandonó la
búsqueda del istmo cuando lo tenía más cerca;
barcos destrozados, casi aniquilados sus hombres y
regreso a Castilla, enfermo, cargado de deudas y
desprestigiado, desembarcando en Sanlúcar de
Barrameda, para no navegar ya más.
A su llegada, el Almirante encontró el
país sumido en una gran depresión.
Isabel, su protectora, se estaba muriendo
en Medina del Campo, y en Castilla
comenzaba el problema de la sucesión a
la Corona. A pesar de que venía muy
enfermo, Colón partió hacia la Corte,
dispuesto a defender sus prerrogativas
políticas y económicas, pero durante su
viaje falleció la Reina. Colón fue
recibido amablemente por el rey regente,
Fernando, pero éste no estaba dispuesto a
cumplir las Capitulaciones de Santa Fe,
pues no quería entregar tan inmensos
territorios a una persona que él juzgaba
carente de dotes de gobierno y de sentido práctico;
tampoco Colón estaba dispuesto a ceder un punto de
lo que consideraba sus derechos; su esperanza se
cifraba en el joven príncipe Felipe el ―Hermoso‖,
que ocuparía el trono de Castilla, a quien escribió,
pero antes de poder entrevistarse con el nuevo
monarca, Colón murió en Valladolid después de
haber hecho testamento.
Sus restos fueron depositados en un convento de
monjes cartujos situado en una isla del Guadalquivir
153
frente a Sevilla (y que en 1992 sirvió como sede de
la Exposición Universal). Fueron trasladados unos
30 años después a la catedral de Santo Domingo;
en 1795, pasaron a la de la Habana y finalmente, en
1899, a la de Sevilla. Sin embargo, en Santo
Domingo afirman que los verdaderos restos del
descubridor todavía siguen allí y presentan pruebas.
Su historia, muy resumida, es la siguiente.
154
Enigmático hasta después de muerto.
Sus restos quedaron depositados en el
Presbiterio, cerca del altar mayor, en el lado del
Evangelio. En 1585, la ciudad sufrió saqueo por el
inglés Drake y producto del mismo, antiguos
archivos, entre ellos los de la catedral,
desaparecieron. Setenta años después, ante la
inminencia de un nuevo ataque pirata, el arzobispo
mandó borrar las inscripciones de las losas que
cubrían las bóvedas donde yacían, Cristóbal, su hijo
Diego y su nieto Luís. Habiendo pasado casi siglo y
medio, España, inmersa en las contínuas guerras
que se sucedían, y perdedora de la última, cede a
Francia la isla Dominicana. El Teniente General D.
Gabriel Aristizabal, al mando de la Real Armada en
el Caribe, hace buscar los restos de D. Cristóbal.
Conseguida una bóveda que contenía restos
humanos en una destrozada urna de madera, sin
inscripción alguna, situada cerca del Altar Mayor,
en el lado del Evangelio, se procedió, con cierta
precipitación, a sacarla y mandarla a La Habana,
con la certeza de que eran del Gran Almirante, pues
la ubicación concordaba con la tradición. En 1877,
se iniciaron una serie de trabajos en la catedral de
Santo Domingo, con la idea de cambiar la posición
del Altar Mayor, situando el coro detrás del mismo.
Al abrir de nuevo una puerta, tapiada de antiguo, al
lado derecho, se notó un hueco. Al perforar, se
consiguió una bóveda y dentro de ella, una caja
metálica deteriorada, que por la inscripción que
llevaba, pertenecía a Luís Colón, el nieto.
Prosiguiendo el trabajo, se encontró una sepultura
vacía, (¿los restos de La Habana?), y a corta
distancia entre está bóveda y la pared lateral, se
hallaba una gran losa, que después de rota,
descubrió otra bóveda con una urna de plomo de 42
cms de largo por 21 de profundidad y 20 y medio de
ancho.
Avisado el obispo y Nuncio de la Santa Sede,
éste se personó, mandó poner vigilancia y lo
notificó a las autoridades. Acudieron las mismas y
el Cuerpo Diplomático, junto a otras personalidades,
notarios y forenses. Procediose a la exhumación y
reconocimiento legal. Sobre la tapa, se leían,
abreviadas, las palabras ―Primer Almirante‖. En la
parte interior de la misma, aparecía la inscripción
cincelada en caracteres góticos alemanes, e
igualmente, abreviada: ―Ilustre y Esclarecido Varón,
D. Cristóbal Colón‖. Dentro de la caja, los huesos,
NO completos de un ser humano. Entre los
asistentes al acto, se encontraba el General
venezolano Lugardis Olivo, al parecer, en misión
especial por el Gobierno del Presidente Guzmán
Blanco. Pidió y obtuvo un pedazo de la losa que
había cubierto la bóveda y una parte de las cenizas
desprendidas de los restos. Hoy en día, el pequeño
pomo conteniendo las cenizas, se encuentra en la
―Alma Mater‖ de la Armada de Venezuela, su
Escuela Naval.
Contradicciones y consecuencias
El primer impacto que ante el mundo produjo el
éxito colombino fue el de sorpresa. Así como los
descubrimientos africanos, cuando sucedieron,
estaban ya más o menos anunciados -incluso en la
cartografía-, lo que en 1493 pregona Colón que ha
descubierto, nadie lo esperaba. Además de hallar
tierras desconocidas, Colón hace otros dos
descubrimientos capitales en el campo de la
navegación a vela: señala la mejor ruta marítima
para ir desde Europa a América del Norte, e
igualmente descubre la mejor ruta de regreso; fruto
todo ello de su gran conocimiento de las corrientes
y vientos oceánicos. Otra consecuencia inmediata
del viaje fue el intento, por parte de los Reyes
Católicos, de asegurar aquellas tierras y mares para
Castilla, lo más exclusivamente posible. Se hubiera
necesitado un jefe con verdaderas dotes de mando
para mantener la disciplina entre aquellos primeros
colonizadores españoles -recelosos, aventureros y
llenos de codicia- para obligarlos a talar el bosque, a
construir casas y a sembrar cosechas, en vez de
dejarlos vagar por la isla en busca de oro o de
esclavos.
Pero aunque Colón fue un buen explorador, además
de un marino brillante, no poseía ni la experiencia ni
155
el temperamento necesario para ser un adecuado
gobernador colonial.
Era terco y a la vez, irresoluto; al principio
insistió en que se hallaba entre islas, pero cuando
exploró el golfo de Paria y sintió en toda su fuerza
el poderío del Orinoco sobre sus barcos, cambió de
opinión. En ninguna isla podría darse un río con tal
caudal de agua. ―Creo‖, escribió, ―que se trata de un
continente enorme, que hasta la fecha ha
permanecido ignorado‖. Pero enseguida, negando
esta opinión lógica, se persuadió a sí mismo de que
no era una masa continental nueva a donde había
llegado, sino que se trataba del umbral del Paraíso
Terrenal, el bienaventurado dominio cuya ubicación
había sido discutida tan vivamente por los geógrafos
medievales. Aunque anhelando ardientemente
penetrar en este reino encantado, se encontró con
que sus marineros gruñían y se quejaban, amén de
que los víveres y abastecimientos destinados a la
isla de la Española se echaban a perder. Así pues,
puso proa al norte, dejando la exploración de la
América del Sur a otros hombres.
Colón es hombre contradictorio, sorprendente y
se retrata a sí mismo tanto en el triunfo como en el
fracaso. Las páginas de su Diario de a bordo que
siguen al 12 de octubre de 1492 son insustituibles.
Gran observador, meticuloso en extremo, paciente
en el relato de lo que ve o le cuentan, preocupado
por el oro, obsesionado con el Cipango, es además
un cantor del trópico, de la nueva tierra y el nuevo
cielo que él, el muy magnífico don Cristóbal Colón,
acaba de descubrir. Es su gran victoria y la canta
como algo que le pertenece. El trópico, pleno de
verdor, frondosidad y colorido, aparecía tan
diferente del viejo mundo, que era maravilla.
Árboles y huertas, peces y aves deslumbraban a
todos. Era tal la diversidad de lo que estaban viendo
que tenía que recurrir a imágenes o experiencias
conocidas para que el lector se aproximase a su
descripción. La frase comparativa ―cómo en el mes
de abril o mayo en Andalucía‖, es repetida con
frecuencia.
Si este y otros ejemplos nos hacen ver a Colón
como pensador en parte y en parte como místico, se
debe a que por corazón era poeta y, como tal, tenía
la fe poética en la existencia de maravillas y
prodigios que desafían las reglas de la lógica.
Sostenía con ardor las nuevas teorías geográficas de
los doctos italianos y había dado la espalda a los
mapas medievales en que Jerusalén era el centro.
Pero, a pesar de ello, quería creer que en algún lugar
donde se encuentran el Oriente y el Occidente
estaba el Paraíso Terrenal, y así creyó haberlo
hallado cuando en su tercer viaje, y anclados sus
barcos para hacer aguada, frente a la costa de Tierra
Firme, en el Golfo de Paria, quedó cautivado por la
exhuberancia y belleza de lo que se mostraba ante
sus ojos y admirado, comentó que habían llegado al
―Jardín del Edén‖, puesto que lo que contemplaba
era la ―Tierra de Gracia‖. Con este requiebro,
bautizaba galantemente al territorio de la actual
Venezuela.
Pareciera que Colón cayera en el descrédito. Ni
fue el primero, ni fue tan original. Es cierto, pero
también lo es el hecho de que ninguno de los que le
precedieron tenía conciencia clara de sus actos.
Llegaron, circunstancialmente, ocultándolo, como
los fenicios; abandonando el terreno donde pisaron,
como los vikingos. Otro, el posible predescubridor
de las Antillas, sin buscarlo.
Colón persiguió, no solamente otra ―ruta de las
especias‖, sino también la posibilidad de rescatar
por esa vía los ―Santos Lugares‖ del dominio turco.
Profundamente religioso, no siempre ajeno a la
superstición, se consideraba un elegido de Dios. Se
mantuvo constante y tenaz por muchos años en
defensa de su proyecto. Fue el realizador de la suma
de deseos e inquietudes que se agitaban en una
Europa que pugnaba por romper las amarras que la
comprimían dentro de sus límites. No era tan malo
como afirman sus detractores, ni tan santo como
aseguran sus incondicionales. La mayoría, lo
ensalzará, siguiendo los derroteros de su historia
―oficial‖. Algunos, lo denigrarán, pensando que
mejor hubiera sido que ambos Mundos hubieran
seguido su propio camino. Otros, no caerán en la
fácil tentación aislacionista, pero lo someterán a un
juicio más crítico y posiblemente más responsable.
156
EXPLORACIONES
os descubrimientos de Colón y De Gama
fueron la señal para que se iniciara la serie
de los viajes de exploración del siglo XVI en busca
de Catay (China). Algunos hombres se dirigieron
hacia el oeste, siguiendo a Colón, otros hacia el este,
tras De Gama; aunque ambos grupos hallaron más o
menos los mismos riesgos y penalidades, los que
fueron al este tuvieron menos dificultades. Los
exploradores portugueses que dieron la vuelta al
África contaban con mapas que indicaban
claramente la existencia del Asia. Y si los esbozos
del continente oriental, derivados de las obras de
Tolomeo y Marco Polo eran engañosísimos, al
menos daban una guía rudimentaria a los viajeros.
Además, como comprobó De Gama, una vez
alcanzada la costa oriental del África, el viajero se
hallaba en medio de una antigua red comercial que
se extendía por el Océano Índico, la India y China.
Para los europeos, los informes que proporcionaban
mercaderes y marinos locales eran de muchísimo
valor.
Por otra parte, los sucesores de Colón se toparon
con innumerables dificultades: América no aparecía
en ningún mapa, no había pilotos locales, ni mapas
de los nativos, ni comunidades mercantiles
familiarizadas con la región. Todo lo relativo a las
nuevas áreas (su anchura, su longitud, su relación
con el Asia) tenía que ser descubierto. Considerando
estas desventajas, debemos llegar a la conclusión de
que la rapidez con que América tomó forma de
entre las descabelladas conjeturas que siguieron a
los desembarcos de Colón en las Indias
Occidentales, fue un proceso mucho más notable
que el rápido levantamiento de mapas de la costa
del África oriental y del Océano Índico durante el
siglo XVI. Hacia 1500, los exploradores españoles
habían trazado el contorno de la costa norte de
Sudamérica, desde lo que hoy es la costa atlántica
de Colombia hasta Recife en la protuberancia
oriental del Brasil.
Los grandes descubrimientos geográficos
El período álgido fue el de los 30 años
transcurridos desde 1492 hasta 1522. Constituyen la
―más asombrosa epopeya de la historia humana‖: el
12 de octubre de 1492, Colón llegó a América; en
1498, Vasco de Gama alcanzó India, como
culminación del periplo portugués, cuyos hitos más
importantes fueron los de Gil Eanes, al doblar el
Cabo Bojador en 1434, y el de Bartolomé Días al
hacer lo mismo en 1487, con el Cabo de Buena
Esperanza; en 1500 llegó Álvarez Cabral a las
costas brasileñas; en 1513, Vasco Núñez de Balboa
descubrió el Mar del Sur (el Pacífico); en 1519,
Hernán Cortés desembarcó en las costas de México
y en 1519-22, tuvo lugar el viaje de Magallanes-
Elcano, demostración práctica de la esfericidad de la
Tierra, que los griegos habían intuido teóricamente.
Empresa comercial.
Cuando el 17 de abril de 1492 los monarcas
españoles firmaron con Cristóbal Colón las
―Capitulaciones de Santa Fe‖ se formaba la primera
empresa comercial americana en la que aquellos
actuaban como socios capitalistas y Colón, como
socio industrial. La idea era fundar factorías o
asentamientos de intercambio comercial, para
obtener especias y oro, de cuyos beneficios serían
partícipes ambas partes. Colón, además de un
porcentaje de las ganancias, recibiría status de
nobleza y no pocos títulos honoríficos y de gobierno
(almirante, virrey y gobernador). Este planteamiento
no era diferente en esencia al que ya venían
practicando los italianos y portugueses en sus
factorías situadas en el Medio Oriente del
Mediterráneo y en África.
Ante el clima de descontento de colonos e
indígenas y la escasez de ganancias, la Corona optó
por abrir el monopolio de la empresa extractiva y
comercial. Mediante una Real Orden del 10 de abril
de 1495, se permitió la intervención de la iniciativa
privada. Ojeda, Peralonso Niño, Vicente Yánez
Pinzón y Diego de Lepe fueron los primeros en
recibir licencias. Les autorizaban a realizar
exploraciones en busca de riquezas, sobre todo oro,
L
157
con la condición de que ello se hiciera bajo licencia
Real y se entregara al Estado una quinta parte de los
bienes obtenidos. El flete y aprovisionamiento de
carabelas propició la formación de sociedades en las
que participaban comerciantes, navieros y pilotos,
muchos de ellos extranjeros, cuyas licencias
obtenidas como residentes durante más de 10 años
en la Península, como propietario de bienes raíces o
como cónyuges de mujeres españolas, rompieron el
supuesto hermetismo del sistema e inspiraron el
espíritu cosmopolita y capitalista de la empresa
indiana.
Eso sí, en cada una de las expediciones viajaba
un veedor para controlar el fiel cumplimiento de los
contratos (capitulaciones); por lo demás, estas
empresas se realizaron, por tanto, sin gastos por
parte del Estado. Esa política colonizadora y
liberalizadora que la Corona ensayó al final de la
primera década antillana, estimuló las exploraciones
hacia el litoral continental, la llamada Tierra Firme
y entre 1498 y 1502 se recorrieron las costas de las
actuales Venezuela, Colombia, Honduras,
Nicaragua, Costa Rica y Panamá. Se trataba
también de afianzar los asentamientos coloniales
mediante la fundación de ciudades donde los
colonos tenían la obligación de avecindarse (en
1498 se fundó al sur de la isla la Española, la ciudad
de Santo Domingo).
158
Los primeros exploradores vieron las bocas del
Esequibo y del Orinoco, llegaron a la isla de
Trinidad, recorrieron la costa del golfo de Paria, la
isla de Margarita, y Ojeda se impulsó hacia el
occidente; costeó el litoral de la ―Tierra Firme‖,
hasta la Vela de Coro, Curazao y un golfo, al que
bordeó hasta su sector noroeste.
Prosiguió la navegación hasta un cabo, al que
denominó ―de la Vela‖, desde donde regresaron a la
Española. Cuando costeaban dicho golfo,
observaron a una comunidad indígena, cuyas
viviendas eran palafitos, sus calles, canales
navegables y su vida y actividades se desenvolvían
en y a través del agua.
159
Esa visión fomentó, por analogía, el recuerdo de
la gran República adriática, Venecia, y se le
atribuye a Américo Vespucio –el hasta entonces
gerente bancario-, y quien formaba parte de la
expedición, el bautizar el lugar como la ―pequeña
Venecia‖ –Venezuela-.
Efectivamente –Vespucio, que era nacido en
Florencia- conocía Venecia y la palabra que usó fue
–Venezuola- y así aparece en el primer mapa sobre
el Nuevo Mundo, que elaboró Juan de la Cosa,
quién era el piloto de la nave expedicionaria.
Ha habido quienes han interpretado que al país,
Venezuela, se le bautizó en forma despectiva, tal
como ocurre con ciertas terminaciones de vocablos
castellanos; como, por ejemplo, de mujer –
mujerzuela-.
Afortunadamente, ―Venezuola” –en castellano,
Venezuela- que desde su localizado bautizo, pasaría,
por extensión, a denominar a todo un país, fue
simple y llanamente lo que Américo quiso reflejar,
pues tal palabra es del dialecto ―véneto‖ –
veneciano- proveniente de una lengua pre-italiana,
de la que, por fusión con el toscano, nació ese
dialecto y, efectivamente, al traducirse al castellano,
significa la “Pequeña Venecia”.
Amerigo
Comentó el Dr. Uslar Pietri –insigne hombre de
letras e historiador venezolano-, que Amerigo
Vespucci (en castellano, Américo Vespucio),
―estaba destinado a ser el único humano que iba a
dejarle su nombre a un continente, legándole al
Nuevo Mundo el apelativo de América. Amerigo,
que trabajaba en la banca de los Médicis en
Florencia y que tenía ante sí un porvenir de buen
burgués florentino, es enviado por sus patronos a
España en una época y en un momento muy
auspicioso. Va a la ciudad de Sevilla, donde había
muchos negocios de toda índole y adónde afluían
tratantes, comerciantes y prestamistas que se
enriquecían a la sombra del creciente poderío
militar y económico de Castilla. Amerigo se va a
encontrar en Sevilla para la época en que comienzan
los grandes viajes de descubrimiento y va a conocer
allí a otro italiano, que está obsesionado con la
peregrina idea de darle la vuelta al mundo para
buscar un camino hacia Asia por el Oeste. Cristóbal
Colón va a ser su amigo. Colón ha regresado de su
primer viaje y viene con la noticia de que ha llegado
a las costas de Asia, porque ignorará totalmente que
hubiera podido topar con un continente nuevo. La
idea de lanzarse a esas nuevas rutas hacia Asia, de
llegar a las islas de la especiería, va a encender la
imaginación y la codicia de los contemporáneos.
Amerigo es uno de los que siente esa llamada,
abandona su situación comercial, su labor sedentaria
de banquero al servicio de los Médicis y se lanza a
la aventura de los descubrimientos. Este hombre no
se va a contentar con hacer los viajes sino que va a
escribir sobre esos viajes. Va a escribir a personajes
importantes de Italia. Estas cartas llenas de
información, de referencias cultas y literarias, van a
circular por Europa. En ellas, por primera vez, va a
asomar la noción de que lo que se ha encontrado no
es Asia, sino un mundo nuevo.
160
De sus cartas se hicieron numerosas ediciones.
Las hubo en latín a partir de 1505 y después se
hicieron en italiano. Esas ediciones circularon
ávidamente por toda Europa.
Estas cartas que se arrebataron literalmente de
las manos los hombres cultos de Europa, como la
noticia de un inmenso acontecimiento, como en
efecto lo fue, llegaron a manos de muchos
geógrafos y especialmente de un pequeño grupo de
ellos, de hombres interesados en el conocimiento
físico del mundo, que estaban congregados en una
pequeña ciudad francesa de los Vosgos, en Saint
Dié, preparando la edición de una Cosmografía que
iba a aparecer en el año de 1507.
Entre ellos estaba un cartógrafo alemán llamado
Martín Waldseemüller, que aspiraba a hacer una
geografía universal lo más completa posible.
Con ese fin se puso a trazar el perfil de ese
nuevo mundo que acababa de ser revelado a Europa,
valiéndose de las informaciones que estaban en las
cartas de Amerigo Vespucci.
Trazó un bosquejo caprichoso y deformado de
ese nuevo mundo pero se encontró con que no tenía
nombre que ponerle.
Necesitaba un nombre para ir con el de Europa,
con el de Asia, con el de África, y como quien le
había revelado ese mundo a Europa era Amerigo,
pensó que podía llamar a ese Continente con el
nombre de este personaje.
Consideró ponerle Amerigen, pero encontró que
los nombres de los Continentes eran femeninos y le
puso América.
De allí en adelante, por una especie de destino
prodigioso, fue creciendo e imponiéndose ese
nombre al de Nuevo Mundo y al de Indias, con que
España llamaba a sus conquistas, hasta convertirse
en el nombre definitivo del Continente.
Este hecho extraordinario le daba a Amerigo
Vespucci el privilegio incomparable de ser el único
ser humano que le daba su nombre a su Continente.
Detalle que él probablemente no llegó a conocer
durante el resto de su vida, pero que sirvió para que
se echara sobre su memoria una tácita acusación de
fraude y usurpación‖.
Brasil: 1500
En la tarde del 22 de abril del año 1500, una gran
armada portuguesa de 13 buques (la mayor enviada
hasta entonces por el Rey de Portugal al Océano
Atlántico), que iba a la India, dirigida por Pedro
Álvarez Cabral, descubrió Brasil.
El asunto era bastante peregrino, sin embargo, y
está lleno de interrogantes.
¿Qué hacía en Brasil una armada portuguesa
dirigida a la India?. ¿Se había despistado de su
objetivo en el Océano?.
¿Por qué se marchó Cabral tan pronto, sin
explorar la costa brasileña, como habría sido de
esperar?. ¿Por qué no dejó al menos a un grupo de
pobladores en el lugar?. ¿Tuvo algo que ver este
territorio con el Tratado de Tordesillas, firmado
hacia menos de seis años?. Más aún: ¿Tuvo alguna
relación con el descubrimiento de la costa de Brasil
que el castellano Vicente Yáñez Pinzón había
realizado tres meses antes, entre el 20 y 26 de enero
del mismo año 1500?.
En efecto, Vicente Yáñez Pinzón había
descubierto Brasil tres meses antes, llegando al cabo
de San Agustín, punto extremo de dicho territorio
hacia oriente (en el mapa de Juan de la Cosa figura
tal hallazgo el año 1499), al que bautizó como Santa
María de la Consolación. Pinzón había tomado
posesión de Brasil en nombre de Isabel y Fernando
y siguió luego hacia el norte, descubriendo la
desembocadura del río Amazonas, donde se quedó a
explorar, pasándole entonces Diego de Lepe, que
venía tras él y se convirtió por ello en el descubridor
de la zona al norte de dicho río.
Toda esta exploración española quedaría luego
anulada (incluso el nombramiento de gobernador de
una parte de la costa para Pinzón), sin embargo,
gracias a aquella misteriosa e intrascendente
arribada de Cabral a la Isla de Santa Cruz.
Demasiadas preguntas sin respuestas. Que una
armada enviada a la India recalara por accidente en
Brasil y lo descubriera, es lo menos creíble de todo.
Sin embargo, fue lo que el Rey de Portugal trató de
―venderle‖ a su suegro Fernando el Católico.
161
Podemos hasta suponer que aquella nave
enviada, después de que Colón presentara su plan al
rey portugués Juan II, no se perdió realmente, ó que
ante su pérdida, se lanzó otra en su búsqueda,
llegando a tierra desconocida y esa… sí pudo
volver… Pese a la misteriosa falta de documentos
históricos oficiales sobre este viaje (incluidas en ella
las instrucciones sobre el retiro de Cabral), no puede
dudarse que la poderosa flota fue enviada a la India,
tal como fue anunciado en Lisboa. La armada zarpó
de Belem el 9 de marzo de 1500 rumbo a Canarias y
luego a Cabo Verde, a donde arribó el 22 del mismo
mes. Pero con rumbo sureste, en vez de al suroeste,
como era de esperar, para seguir la singladura de su
antecesor Vasco de Gama. ¿Por qué?. La flota
navegó con dicho rumbo 660 o 670 leguas y soslayó
providencialmente la zona de grandes calmas del
Atlántico ecuatorial, tan temido luego por los
navegantes, lo que le permitió llegar a Brasil en un
tiempo récord: 44 días desde Belem (Lisboa).
Nadie habla de ninguna tormenta que lo desviara
de su rumbo, ni nadie dice por qué avanzó tanto
hacia el suroeste, desviándose de
la longitud del cabo de Buena
Esperanza. ¿Hasta dónde tenía
pensado continuar por dicha
ruta?. Lo único que se sabe es lo
que se escribió por el cronista de
la expedición en la relación
oficial del descubrimiento, según
la cual, la flota ―topó‖ con Brasil.
Se quedó unos días en la tierra
con la que había topado y,
finalmente, prosiguió su viaje a
El Cabo y Calcuta. El cronista
anotó en su carta del
descubrimiento, que Brasil tenía
pocos recursos de interés, pero
que era un lugar estratégico de
recalada o escala en la ruta...
¡hacia la India!...
Se envía una nave de su
flotilla para que dé cuenta al Rey
Don Manuel de su descubrimiento y de que ha
tomado posesión en su nombre, puesto que lo
descubierto considera que se halla en la zona
delimitada para Portugal.
Fue así un hallazgo casual con Brasil, sin ir en su
busca y marchando en dirección al sur de África,
cosa difícil de creer, como lo manifestó meses
después nada menos que Amerigo Vespucci. Para el
florentino no hubo tal casualidad, sino verdadera
intencionalidad. Llamado por el rey Manuel de
Portugal, Vespucio pasó a este país y estuvo en la
162
primera expedición que se mandó al Brasil, después
de haber sido descubierto por Álvarez Cabral.
Manuel I el Afortunado esperó pacientemente
sin decir una palabra. Esperó más de un año, hasta
que regresó la armada de Álvarez de Cabral de la
India. El Rey de Portugal no comunicó la nueva a
los Reyes Católicos hasta el 28 de agosto de 1501 y
sin reclamarles nada. Simplemente, les dijo que
Cabral había descubierto la isla de la Veracruz en su
derrota a Calicut porque ―Nuestro Señor quiso que
se hallase, porque es muy conveniente y necesaria
para la navegación de la India, porque allí reparó
sus navíos e tomó agua‖.
Bastante diferencia.
Indudablemente que era bastante la diferencia
entre las 100 leguas concedidas por el Papa y las
370 conseguidas por el Tratado de Tordesillas; a tal
punto que aún cuando el Tratado no especificara
desde cual de las islas del archipiélago de Cabo
Verde se iniciaba la medición; si se consideraba
desde la más occidental, llamada San Antonio, el
límite de las 370 leguas era una vertical que llegaba
desde 48° longitud Oeste, a la altura de la
desembocadura sur del río Amazonas,
aproximadamente en la actual ciudad de Belén,
hasta la isla de Santa Catalina (donde se encuentra
la actual ciudad de Florianópolis).
Nuevas expediciones portuguesas siguen a la de
Cabral y se dan cuenta que esas tierras no son
pertenecientes a una isla, sino a un verdadero
continente. Una de ellas será la que descubra la
Bahía de Guanabara el 1 de enero de 1502. La
confunden, al principio, con la desembocadura de
un río y de ahí el nombre de Río de Janeiro (Río de
Enero) con que se la designa.
En Europa la industria textil requería grandes
cuotas de algodón y de sustancias colorantes para el
teñido de los paños. Tales eran el xiquilite –planta
productora de añil de Guatemala-; la cochinilla –
insecto o parásito productor de tinte rojo- y sobre
todo, el palo brasil. Se trataba de un tinte de color
rojo, abundante en árboles de selva tropicales y
especialmente en la costa brasileña, que no tardó en
convertirse en uno de los productos más cotizados
de América y de los primeros en articularse en un
sistema de economía mercantilista.
En esas tierras, los descubridores portugueses
hallaron gran abundancia de ―palo de Brasil‖, por lo
que el primer nombre de Terra da Vera Cruz (Tierra
de la Verdadera Cruz), se sustituye para todo ese
territorio conseguido en la diferencia de 200 leguas,
por el de BRASIL, único país americano de lengua
portuguesa.
El Estado se hace cargo.
Desde el descubrimiento hasta la puesta en
marcha de la Casa de Contratación transcurren
varios años y se vive en trafago extenso e intenso de
las expediciones. ¿Qué papel juega la marina de
guerra en ellas?. Todavía el Estado español no
estaba en condiciones de organizar el
descubrimiento y conquista del Nuevo Mundo –aún
estando a la cabeza de lo que podían hacer otros
Estados europeos-; será la iniciativa privada en toda
su incoherencia e inicial desorden a la que
corresponda la responsabilizacion de la aventura.
El nuevo mundo fue descubierto, al fin y al cabo,
por la marina mercante española privada. La Corona
se limitará a dar licencias, conceder honores y
cargos y tomar disposiciones ―ad futurum‖, amén de
promulgar las primeras pragmáticas proteccionistas
en orden a la navegación y construcción naval. El
esfuerzo, el capital y los barcos mercantes privados
son los protagonistas.
Será con la Real Pragmática del 1 de septiembre
de 1500, el primer paso de protección de una marina
mercante propia, al disponerse que todo el tráfico
marítimo entre el Reino y sus posesiones deberá
realizarse en barcos que enarbolen el pendón de
Castilla y cuando esos barcos no sean suficientes, se
autorizará en cada caso a los de otras banderas.
Hay que entender que los barcos españoles, son
los de propiedad de españoles, tripulados por
dotación de españoles principalmente y construidos
en España.
163
En 1503, se fundó en Sevilla por los Reyes
Católicos, la Casa de Contratación, con el cometido
de ocuparse de los asuntos de índole comercial con
América y que mantuvo tal monopolio hasta 1776.
Dicha Institución era una especie de Ministerio
de Colonias, Comercio y Marina Mercante.
También, Universidad de enseñanzas náuticas,
concediendo Títulos de pilotos mayores y
cosmógrafos.
Dependiendo de ella, posteriormente, una fábrica
de pólvora y astilleros. En 1508 se creó el cargo de
Piloto Mayor. Para ese cargo, en ese momento,
Fernando el Católico designa a Américo Vespucio,
ya considerado como español; después lo serán Díaz
de Solís, Sebastián Caboto, Alonso de Cháves…
En 1527 se constituyó el Real y Supremo
Consejo de Indias, máxima autoridad consultiva y
judicial para América.
164
PROSIGUEN LAS EXPLORACIONES
a exploración inicial se preocupó más de
rodear los obstáculos que de la manera de
explotarlos. Muchos exploradores apenas hicieron
algo más que costear. Las ―entradas‖ mayores
(exploraciones continentales) las llevaron a cabo
principalmente los exploradores españoles, entre los
que destacan Juan Ponce de León que exploró la
costa de Florida e intentó establecer una colonia,
siendo herido de muerte en un ataque indio;
Francisco de Orellana que descubrió el río
Amazonas y lo navegó; Hernando de Soto se internó
en la Florida y recorrió tierras de los actuales
Estados de la propia Florida, Georgia, Alabama,
Arkansas, Lousiana, Texas y el río Missisipi,
muriendo en sus orillas; Francisco Vázquez de
Coronado que descubrió el Gran Cañón de Colorado
y exploró los territorios comprendidos entre el
Missisipi y las Montañas Rocosas.
Pánfilo de Narváez intentó explorar Florida;
desembarcó con una expedición en los alrededores
de la bahía de Tampa y perdió el contacto con sus
naves.
La expedición exploró el territorio a lo largo de
la llanura costera hacia el noroeste de Florida, y
desde allí regresó al mar en botes construidos tierra
adentro. Después de seguir la costa del golfo hasta
las proximidades de la moderna Galveston, Texas,
los botes fueron dispersados por una tormenta, en la
que perecieron Narváez y la mayor parte de sus
hombres. Pero uno de los botes, que transportaba a
Álvaro Núñez Cabeza de Vaca, a un africano
llamado Esteban y algunos hombres más,
embarrancó, dando origen a una «entrada»
involuntaria a través de los desiertos de Texas y del
norte de México, que se prolongó siete años. Cabeza
de Vaca llegó agotado en 1536 a una avanzadilla
española del oeste de México, y más tarde escribió
un diario de sus viajes entre los indios.
L
165
Norteamérica
Los relatos sobre la exploración europea del
siglo XVI en la parte septentrional de América, al
norte de México, son incompletos e inseguros. A
pesar de lo cual está claro que al menos la mitad de
los años de ese siglo hubo contactos significativos
entre indios y europeos en uno o varios puntos del
continente.
Hacia 1495 llegó Juan Cabot a Inglaterra
procedente de España, con informes sobre los
descubrimientos de Colón y con un plan para seguir
su ruta. Cabot, naviero experimentado, nacido en
Génova, halló que su propuesta se ganó todo el
apoyo de los mercaderes de Bristol. Juan y su hijo,
Sebastián Cabot, en la primavera de 1497 formaban
una expedición en Bristol con el consentimiento del
rey inglés Enrique VII para ir al descubrimiento de
todas las islas y países de los paganos, gobernando
al Norte, con el recuerdo posiblemente de la colonia
vikinga desaparecida en Groenlandia. El rey
autorizó la expedición y Juan partió en un viaje que
lo convertiría en el descubridor de la América del
Norte. No está bien claro qué parte del continente
descubrió porque su mapa y su diario se han
perdido. Seguramente, Caboto desembarcó en la
región de Terranova y Nueva Escocia. Tan
optimista como Colón, corrió la voz de que había
llegado a los límites de la civilizada Catay, y de sus
preciadas sedas. Seguramente convenció de ello a
sus patrocinadores porque se volvió a hacer a la mar
en 1498, muy probablemente con la intención de
acercarse más a la tierra firme de Catay. Nada se
sabe a ciencia cierta de este viaje.
Como consecuencia indirecta de su fracaso para
dar con China, un portugués de Las Azores, Gaspar
Corte-Real plantó la bandera de su patria en
Terranova, donde ya había estado Caboto. Corte-
Real avistó cabo Farewell, en Groenlandia, en 1500,
y volvió a navegar al lado de la costa nororiental de
Labrador y Terranova antes de desaparecer en el
océano al año siguiente.
Una embarcación superviviente regresó a
Portugal e impulsó a Miguel Corte-Real a seguir la
ruta de su hermano en 1502. También él se perdió
en el mar.
Mientras, Caboto se perdió en el olvido; a pesar
de su gran hazaña de haber descubierto la América
del Norte, durante muchos años sólo se le recordó
por haber sido el padre de otro explorador,
Sebastián Caboto, que siguió la ruta de su padre
hacia América en torno a 1508; pero dejó muy poca
información sobre su viaje. Siempre en busca de la
huidiza Catay, se enviaron durante los siguientes
veinte años desde Inglaterra y las Azores otras
expediciones a Groenlandia y el Labrador. Poco
sabemos de las regiones que exploraron; sin
embargo, tanto Inglaterra como Portugal perdieron
el interés en ellas cuando se desvaneció la esperanza
de encontrar sedas o metales preciosos. Empero, el
descubrimiento de Caboto de los Grandes Bancos
frente a las costas de Terranova con sus enormes
cardúmenes de peces, dio nacimiento a
expediciones de pesca regulares y muy productivas.
Pescadores hábiles, aunque analfabetos y
furtivos, pueden haber fundado pesquerías en
Terranova durante el siglo XVI. Ciertamente que en
el XVI barcos pesqueros vascos, bretones,
portugueses, ingleses y franceses explotaban
anualmente los caladeros del gran banco. A
mediados del XVI, al menos 50 barcos faenaban
cada estación en la zona. Para 1580 los barcos eran
ya más de un centenar, y para finales de siglo
166
alcanzaban ya las 200-300 unidades. Así, varias
décadas antes de que se encontrasen con Hudson,
Champlain y demás exploradores de inicios del
siglo XVII, algunas comunidades indias de la costa
ya conocían a los mercaderes europeos.
Con toda probabilidad, Sebastián Caboto fue la
primera persona en proponer la existencia de un
paso noroeste por el Nuevo Mundo hacia Catay.
Que buscara ese paso lo indica la alta latitud que
estableció para su curso. Varias generaciones de
exploradores seguirían el ejemplo de Sebastián,
explorando aguas septentrionales invadidas de hielo,
en busca del huidizo canal.
La propia ruta permaneció largo tiempo
encerrada en el reino de la conjetura y la
obstinación. Aislados, atrapados durante meses en
un interminable paisaje blanco congelado, tuvieron
que hacer frente no sólo a esos peligros sino a sus
propias emociones. La búsqueda de esos pasos por
el norte estuvo alimentada por algo más que la
recompensa material; la necesidad humana de
conocer lo desconocido.
Francia se anima.
En la década de 1520 la afluencia de riquezas
que entraban en las dos tesorerías ibéricas había
fomentado una codiciosa envidia entre las naciones
con costas al Atlántico. El monarca francés
Francisco I, que estaba muy necesitado de dinero
para su guerra contra Carlos V de España, encargó a
Giovanni Verrazano, un florentino de buena familia
que se hallaba a su servicio, que emprendiera una
expedición en busca de la riqueza de Catay,
navegando al oeste del Atlántico. Verrazano zarpó
en 1524 con provisiones para ocho meses.
Dirigiéndose hacia el oeste desde las islas Madeira,
tenía intención de arribar al Nuevo Mundo al norte
de donde había llegado Colón en su primer viaje.
Prosiguió al norte, esperando en cualquier
momento dar con la vía hacia el Pacífico, siendo el
primer europeo en anclar en lo que hoy es la bahía
de Nueva York. ―Habiendo agotado todos nuestros
cargamentos navales y provisiones y habiendo
descubierto 700 leguas de territorio nuevo, nos
abastecimos de agua y madera y decidimos regresar
a Francia‖. Tres años después, en una expedición al
Caribe en busca de madera de tintes –y siempre
buscando un estrecho hacia el Pacífico-, el
navegante fue capturado por un tribu de indios
caribes, que lo mataron y comieron en la playa,
mientras su hermano y algunos tripulantes
observaban impotentes desde un bote.
Los franceses no abandonaron. En 1534, Jacques
Cartier, un experto navegante bretón, zarpó con
órdenes de descubrir ciertas islas y tierras donde se
decía que se podían hallar grandes cantidades de oro
y objetos preciosos.
El curso de Cartier fue casi en línea recta al
oeste; 20 días después recaló en la bahía Bonavista,
en la costa este de Terranova. Se dirigió al norte del
litoral continental y siguió una prometedora vía
fluvial durante 80 millas, sólo para finalizar en un
callejón sin salida. Cartier regresó, para de
inmediato solicitar apoyo para un viaje de retorno.
Creía saber exactamente donde iba a localizar una
vía de penetración.
El segundo viaje comenzó ocho meses más
tarde, con tres barcos. Le acompañaban dos jóvenes
indios que había traído en el anterior viaje. Al llegar
a los parajes anteriores, ellos lo guiaron a su pueblo
natal, ―emplazamiento de la moderna Québec‖.
En el río, bautizado San Lorenzo, los indios le
contaron que conducía a una tierra rica en oro y
piedras preciosas y así, Cartier continuó río arriba.
Fue una empresa peligrosa, ya que había rápidos,
bancos cubiertos de piedra y una corriente
descendente de unos cinco nudos y medio. Su
pequeño barco apenas podía avanzar más de ocho
millas al día; después de recorrer las últimas
cuarenta en chalupas, arribó a un bien fortificado
pueblo indio situado en la ladera de una
impresionante colina.
La bautizó Mont Real *Montreal* nombre que se
aplicaría con posterioridad a la ciudad que creció a
su alrededor. Había avanzado casi 1.000 millas
desde el océano Atlántico en busca de un paso a
través del continente.
167
Ahí, el navegante volvió a encontrarse en otro
callejón sin salida. Más adelante había unos rápidos
impenetrables, el clima se volvía frío y, según los
indios, la tierra prometida se hallaba a varias
semanas de viaje. Cartier dió media vuelta y se
estableció a pasar el invierno en el fuerte que sus
hombres levantaron cerca de la actual Québec.
De esa manera, los franceses fueron los primeros
europeos en enfrentarse a la dureza de un invierno
en el norte del nuevo mundo. Durante cinco meses
sus barcos quedaron encerrados en un hielo que
tenía más de dos brazas de profundidad. El
escorbuto estalló entre los europeos y también entre
los indios.
Esa enfermedad, descrita por primera vez por
Hipócrates en el siglo IV a.C., es causada por una
falta de vitamina C, cuya principal fuente dietética
es la fruta y las verduras frescas.
Durante todo el inclemente invierno sus hombres
sufrieron espantosamente por el frío mismo, por el
escorbuto y por el miedo siempre presente de ser
atacados por los indios que quisieran aprovecharse
de su debilidad. Buscando la causa de la
enfermedad, Cartier ordenó que se hiciera la
disección a uno de sus hombres; la operación
posmórtem produjo la primera descripción clínica
del escorbuto, pero no dió ninguna pista para
establecer un tratamiento indicado. Sin embargo, el
remedio de los indios, un cocimiento hecho con
ramas de abeto, curó a los hombres que lo tomaron.
Cuando la primavera liberó los barcos y Cartier
zarpó rumbo a Francia, había enterrado a 25 de sus
hombres.
Cartier regresó a San Lorenzo por tercera y
última vez en 1541. El reino de las riquezas siguió
escapando de él, y su esfuerzo por fundar una
colonia fracasó. Pasarían sesenta años antes de que
Francia volviera a intentarlo.
Inglaterra sigue la estela
Mientras tanto, Inglaterra pecaba de poca
iniciativa en explorar, en parte, debido al continuo
conservadurismo del pensamiento geográfico.
Los escasos ingleses que querían mantenerse al
tanto de las teorías contemporáneas, estaban en
serias desventajas por la escasez de literatura
especializada. Según escribió un cronista de la
época, estaban faltos de conocimientos en la
Cosmografía y el Arte de la Navegación. A
diferencia de España, Inglaterra carecía de
instituciones para el surgimiento de pilotos diestros
y carecía de tradición en la cartografía, como la que
existía en Portugal desde tiempos del príncipe
Enrique el Navegante.
Algo empezó a cambiar. El rey Enrique VIII, en
desafío a Roma, fundaría la Iglesia Protestante de
Inglaterra. Se divorció de su consorte española,
Catalina de Aragón y se casó con Ana Bolena.
Prácticamente aniquiló la alianza anglo-española,
pero se liberó el espíritu emprendedor inglés.
La creciente necesidad de los comerciantes
ingleses contribuyó a una naciente fascinación con
los lugares desconocidos, puesto que se habían
saturado sus tradicionales mercados europeos y
necesitaban encontrar nuevas salidas a sus artículos,
en especial los de la lana inglesa.
A pesar de la enormidad de las dificultades
encontradas, persistía la búsqueda de un paso por el
norte; esta persistencia se debió en parte a la
magnitud de la utilidad que reportaría a quien
tuviera éxito en la empresa. Si existía la manera de
llegar a Catay navegando por la ruta del norte,
entonces los muelles de Bristol, de Londres y de
Ámsterdam se abarrotarían bajo el peso de las
mismas especias preciosas, clavo y pimienta, canela
y nuez moscada, que perfumaban las bodegas de
Lisboa y Sevilla. Si bien el motivo del provecho
económico fue un poderoso acicate de las
expediciones inglesas septentrionales que
empezaron a mediados del siglo XVI, este deseo de
riqueza estaba mezclado con la pura curiosidad
intelectual.
Sin embargo, el apoyo que les faltaba se
compensó mediante las inversiones de personas
entusiastas ansiosas de comprender la geografía del
lejano norte y que eran muy fecundas en ideas para
la solución de los problemas de navegación en las
168
aguas sub-polares. Una vez que los ingleses
resolvieron llegar a Catay por la ruta del norte,
tuvieron que decidir si intentaban llegar por el
noreste o por el noroeste. Nunca tomaron una
decisión final; a veces el favorecido era el noreste, a
veces lo era el noroeste. La crónica de la
exploración del norte no tiene una índole definida.
Dos razones -una geográfica y otra económica- se
encuentran tras la decisión inicial de hallar un paso
por el noreste.
En 1553 un grupo formó lo que llamaron la
Compañía de Comerciantes Aventureros bajo el
patrocinio de una Carta Real que les concedía un
monopolio de exploración en el norte, noreste y
noroeste. La expedición, con tres barcos, salió de
Londres en ese mismo año, bajo el mando de sir
Hugo Willoughby. Poco se sabe de su anterior
experiencia marítima. Segundo al mando iba
Richard Chancellor, un marino profesional, que era
el piloto jefe de la expedición.
A pesar de la planificación, la expedición
fracasó. Los barcos se separaron y Willoughby con
dos de ellos, fue por delante más allá del cabo
Norte. Más adelante descubrió Nueva Zembla,
desolado archipiélago que conforma el límite
occidental del mar de Kara. Con uno de sus barcos
filtrando agua, Willoughby dió media vuelta pero
con el inmediato invierno encima y aún disponiendo
de suficientes provisiones, no estaban equipados
para enfrentarse al frío y todos ellos murieron
congelados.
En el entretanto, Chancellor, había entrado en el
Mar Blanco y comenzado a explorarlo. Allí
encontró unos pescadores que le informaron que
había arribado al territorio del zar ruso. Chancellor
hizo frente a lo inesperado: bajó a tierra y convenció
a esos rusos de que le prestaran trineos y caballos
para el viaje de 1.000 millas hasta Moscú. Su
llegada a la capital rusa fue oportuna, pues el zar
Iván el ―Terrible‖ había roto hacía poco con la Liga
Hanseática, que era la que le proporcionaba su
único eslabón comercial con Europa. Cuando
Chancellor regresó, llevaba una carta que ofrecía a
los ingleses buenos privilegios de comercio dentro
de Rusia.
El siguiente reconocimiento, realizado en 1556,
estuvo a cargo de Stephen Burrough; este notable
viaje se realizó en un barco pequeño, con ocho
hombres de tripulación El minúsculo bote
sobrevivió a los peligros constantes de las
tormentas, las neblinas y el hielo, los cuales iban
aumentando a medida que se internaba en los
helados mares rumbo a Nueva Zembla. Encontró
que la entrada al mar de Kara estaba bloqueada por
el hielo. Al igual que Willoughby, Burrough tuvo
que retirarse ante el avance del hielo. Invernó con
éxito en el mar Blanco, cerca de Arcángel, y en la
primavera regresó a casa.
Los mercaderes que habían financiado estos
viajes por el noreste quedaron satisfechos por un
tiempo con el floreciente comercio con Rusia a
través del mar Blanco. Por otra parte, el debate entre
los partidarios del paso por el noreste y los del
noroeste se hizo cada vez más vivo, a tal grado que
por prudencia se sugirió un alto hasta que la disputa
se resolviera. Sir Humphrey Gilbert, medio hermano
de sir Walter Raleigh, fue el partidario más
elocuente de la ruta del noroeste.
La tesis general de Gilbert, que era aceptada
ampliamente por los geógrafos, se basaba en la
existencia de un paso por el noreste, pero afirmaba
que era mucho más dificultoso que el del noroeste y
que significaba subir mucho más al norte. En la ruta
del noroeste, seguía diciendo Gilbert, una vez
doblado el Labrador, la costa corría siempre hacia el
169
sur a lo largo del paso llamado estrecho de Anian,
que desembocaba en el Pacífico. De tal suerte que la
mayor parte del viaje se haría en mares cuya
temperatura sería semejante a la de Inglaterra.
Gilbert concluyó que de todas sus pruebas y
alegatos se sacaba la conclusión irrebatible de que el
paso del noroeste era la única ruta practicable a
Catay. El paso existía, e Inglaterra debía
aprovecharlo. El paso por el norte era más corto que
las rutas española o portuguesa y por lo tanto, el
costo sería mucho menor. Según Gilbert, había otra
ventaja: «Podríamos habitar algunos lugares de esas
regiones y establecer en ellos a la gente de nuestro
país que es tan pobre que nos causa dificultades y
cuya gran necesidad los orilla a delinquir y hace de
ellos candidatos permanentes a las galeras.» Esta
«gente tan pobre» formaría una colonia que serviría
como puesto intermedio; sería el Mozambique de la
América del Norte para los barcos regulares que
cruzaran el paso de noroeste y también serviría
como centro de comercio de pieles y pescado seco.
Así, casi como si se le hubiera ocurrido de repente,
Gilbert enunció la única de sus ideas que habría de
resultar practicable, la colonización inglesa de la
América del Norte.
Independientemente de los apasionados argu-
mentos de Gilbert, las posibilidades del paso del
noroeste parecían buenas. La gente se acordaba que
ya desde 1509 Sebastián Cabot había visto la
entrada de un gran estuario o abra, lo que hoy es la
bahía de Hudson. A Martin Frobisher, capitán
experimentado y temerario, se le dió el mando de la
expedición. Para su viaje al norte se le dieron dos
barcos pequeños, y una pequeña pinaza. En junio de
1576 cuando pasó frente al sur de Groenlandia había
perdido su pinaza y un barco había desertado. A
pesar de ello llevó al otro más allá de la isla
Resolución, a la entrada del estrecho de Hudson, y
encontró lo que creyó era la boca de la ruta
prometida al estrecho de Anian y a Catay. Era, hoy
lo sabemos, una bahía, en la que no pudo penetrar lo
bastante para averiguarlo. Navegando hacia el oeste
bautizó gustoso al «canal» con el nombre de
estrecho de Frobisher (hoy día, bahía de Frobisher)
Consiguió padrinos para dos expediciones más,
ambas infructuosas, en 1577 y 1578. En sus dos
últimos viajes, Frobisher estuvo más interesado en
encontrar oro que en buscar el paso, pero hizo una
observación que desconcertaría a futuras
expediciones. Mientras navegaba entre aquel
laberinto de islas y hielo llegó a la conclusión de
que la gran bahía que Sebastián Cabot había visto
por primera vez setenta años atrás, era, con toda
seguridad, el paso prometido. Esta confusión habría
de ser la ruina de muchos de los siguientes
exploradores de esta región; para quienes buscaban
el paso del noroeste, la bahía de Hudson llegó a ser
un rompecabezas tan desconcertante como lo fue el
mar de Kara para quienes se empeñaban en
buscarlos por el noreste.
Por ello, en 1580 se armó otra expedición para ir
por el noreste. Salieron dos barcos. Según sus
órdenes precisas, los dos capitanes debían navegar
siguiendo la carta de Burrough hasta que hubieran
pasado el mar de Kara, pues entonces debían doblar
el mítico cabo Tabin, trazando el contorno del li-
toral mientras tanto. Después de pasar el cabo
podría ir derecho a la capital de Catay. De allí
podrían seguirse al Japón; hicieran lo que hicieran,
debían tratar de obtener noticias sobre Francis
Drake, a quien se suponía abriéndose paso en ese
momento por el Pacífico. De encontrarlo, debían
llevarlo de regreso a Inglaterra por el paso del
noreste para evitarle las penalidades del regreso por
el Océano Índico.
El 30 de mayo zarparon; en agosto seguían
batallando desesperadamente con los hielos del mar
de Kara, rechazándolos, perdiendo el contacto
recíproco por las moles que se interponían entre
ellos, atándose a témpanos para descansar un poco y
teniéndose que soltar precipitadamente para escapar
de ser prensados. A tientas buscaron su camino
asediados por este ejército fantasmal de blancas
siluetas cuyas filas se abrían y cerraban
confusamente a su alrededor. Por último,
emprendieron el viaje de regreso, agotados. Uno de
ellos, abriéndose paso entre tormentas, regresó a
casa con su tripulación casi en agonía por la
170
exposición a los elementos. El barco del otro
capitán y todos sus tripulantes se perdieron frente a
las costas de Noruega. Con todos estos rechazos
terminó para siempre el interés de Inglaterra en el
paso del noreste. La iniciativa quedó otra vez en
manos de los animosos partidarios del paso del
noroeste.
Para seguir el camino que tan prometedoramente
había abierto Frobisher, estos padrinos nombraron a
John Davis, un buen marino. Davis era un
navegante tenaz y docto, a quien no afectaba la
ambición personal y a quien los fracasos no
acobardaban ni disuadían. Su primer viaje, en 1585,
fue interrumpido por las tormentas, pero a pesar de
ello llegó más al norte que Frobisher y descubrió el
estrecho de Cumberland poco antes de que el hielo
invernal lo obligara a regresar. Poco fue lo que
agregó en su segundo viaje, al año siguiente; en su
tercero y último, en 1587.
Remontó la costa occidental de Groenlandia y
entró en una bahía que después tomaría el nombre
de Mar de Baffin, por quién, finalmente, la exploró.
Una enorme masa de hielo que encontró en la más
alta latitud alcanzada en estos viajes lo obligó a
regresar.
Posteriormente, Henry Hudson se dirigió
nuevamente por la ruta del noreste, hacia Nueva
Zembla y más tarde, en las costas atlánticas de
Norteamérica exploraría la bahía de Delaware y el
río al que dio su nombre. En 1610 los ingleses
enviaron nuevamente a Hudson al frente de una
modesta expedición de un solo barco; después de
atravesar el estrecho de su nombre, se enfrentó con
una enorme extensión de agua que se extendía al sur
y al oeste; el Pacífico, supuso, estaba a su alcance;
pero a medida que se internaba hacia el sur en la
bahía, el hielo cada vez más grueso lo alarmaba y
preocupaba. Finalmente, desilusionado, también
llegó a un callejón sin salida, y allí tuvo que
invernar.
171
Fue una experiencia espantosa para la
tripulación, agravada por la ineptitud de Hudson de
llevarse bien con sus hombres. Cuando la primavera
libertó su barco del hielo anunció su propósito de
seguir buscando el paso, ante lo cual la tripulación
se amotinó; los marineros metieron a Hudson, a su
hijo y a cinco marinos leales en un bote abierto, los
remolcaron por entre los hielos flotantes y los
dejaron a la deriva. Jamás se volvió a saber de ellos.
Cuando regresaron a Inglaterra, quedó de
manifiesto la culpabilidad de los amotinados, pero
como sólo ellos podían reconstruir el camino al paso
prometido, eran demasiado valiosos para ser
colgados. Con gran entusiasmo se formó una
Compañía Noroccidental con apoyo de unos 300
inversionistas. Con el increíble tesón que
caracterizó a las expediciones septentrionales, se
llevó a cabo una serie de viajes para explorar la
bahía de Hudson, que no tuvieron éxito; por otros
quince años se ensayaron otras rutas septentrionales
hasta que finalmente, en 1631 se hicieron las
últimas intentonas de esa época para encontrar el
paso del noroeste. Ninguna de todas estas
expediciones podía tener éxito pues, aunque sí había
un paso por el noroeste pasando por la bahía de
Foxe y el golfo de Boothia y luego al oeste por el
estrecho de Lancaster, no era para veleros, y como
el hielo lo cerraba la mayor parte del año, era difícil
adivinar en él un paso. Ciertamente, William Baffin
halló en 1616 la entrada al estrecho de Lancaster,
pero sólo encontró hielo, tan cerrado como la tierra
firme. Aunque los ingleses habían renunciado a la
empresa, otros intentaron la ruta del noreste.
Así, por ejemplo, a fines del siglo XVI Willem
Barents, gran navegante holandés, hizo tres intentos
desafortunados para llegar al mar de Kara. En 1596,
año de la última de estas expediciones, Barents
llegó tan al norte que descubrió Spitsbergen; luego
dio vuelta hacia al este, lo atrapó el hielo y se vio
obligado a invernar en una bahía de la costa oriental
de Nueva Zembla. Al llegar la primavera resultaba
ya evidente que les sería imposible libertar a su
barco, por lo que emprendieron el regreso en dos
botes abiertos. Barents y uno de su tripulación,
debilitados por las enfermedades, murieron frente a
las costas de Nueva Zembla; los demás fueron
recogidos por barcos rusos y finalmente llegaron a
Holanda.
Un vistazo a un mapa en que aparezcan los
límites estaciónales de la masa de hielo explicará
porqué no fue sino hasta 1878-1879 cuando un
barco sueco navegó a la vela por el norte de Europa
y Asia; en cambio, el paso del noroeste, más
tortuoso, no fue recorrido hasta 1906, año en que
Roald Amundsen realizó la hazaña tras un viaje de
tres años en el que quedó inmovilizado en el hielo
durante los peores períodos climatológicos.
También Rusia… por tierra.
Pero había otros europeos que se ocupaban de
buscar nuevos accesos. El último avance registrado
fue el de Rusia.
Después de la unificación de los grandes territo-
rios rusos con Iván III e Iván IV, comenzó una
expansión hacia el este y el sur. La familia
Strogonov recibió permiso para avanzar hacia el
este, y en 1581 cruzaron los Urales con sus tropas
de cosacos.
Quedó abierto el camino para un avance
mediante fáciles transportes desde un sistema fluvial
a otro a través de Siberia. La búsqueda de nuevos
suministros de pieles tan valiosas como el zorro
negro y la marta arrastró a los cosacos y a los
cazadores de pieles hasta Tomsk en 1604, y hasta
las fronteras de China, una década después.
En el ampliado comercio de pieles a que estos
avances dieron lugar, el Estado desempeñó un papel
dominante. Las pieles, por ejemplo, constituyeron la
partida esencial de las caravanas estatales que
comerciaban con Persia, en donde eran cambiadas
por la seda, que era monopolio del shah. Las pieles
eran vendidas también por un escogido cuerpo de
comerciantes estatales en Astracán a los
comerciantes indios, persas y turcos. Otras se
vendían en Moscú a los comerciantes europeos,
entre ellos a los ingleses que explotaban la ruta del
Mar Blanco, descubierto por Chancellor en 1553.
172
COLONIZACIÓN DE LAS “INDIAS”
a fundación de las Indias españolas es
nacida de la destrucción de las formas de
vida indígenas, por fusión en una nueva raza y
cultura –siendo acontecimientos destacables la
estructuración definitiva del ―Consejo de Indias‖ y
la consolidación de los virreinatos del Perú y Nueva
España (México)-. Durante el proceso colonizador,
la presencia del conquistador fue sustituida por la
del funcionario del Rey; el característico sistema de
la ―encomienda‖ queda sustituido por las divisiones
administrativas: virreinato y gobernaciones,
teniendo como base las ―provincias‖. El sistema
de "repartimiento" o "encomienda", introducido por
Colón y regularizado por Ovando, era una
institución, según la cual, a los colonos se les
asignaba un grupo de indios que debían trabajar
para ellos –―encomienda originaria‖-, o pagarles un
tributo –―encomienda de tributo‖-. Pero las
exigencias de trabajo y tributos impuestas a los
indios por los españoles serían limitadas y los
"encomenderos" tendrían que cumplir su parte del
trato (protección e instrucción religiosa) y observar
toda una serie de reglamentaciones destinadas a
impedir los malos tratos, pero lo cierto es que el
sistema hizo que muchos indios fueran maltratados
y explotados.
L
173
La Corona había admitido, mediante una ley
oficial, que los indios tenían derechos, y después de
ésto no se daría descanso a la conciencia real. Los
religiosos continuaron su labor, pidiendo
insistentemente que se otorgara mejor trato y mayor
libertad a los indios y que se estableciera una
vigilancia más estrecha sobre los españoles. El más
destacado fue el gran misionero y polemista
dominico, Bartolomé de las Casas, cuyos escritos y
sermones influyeron sobre la política colonial
española durante más de medio siglo.
Se codifica el ―Derecho Indiano‖ y se civiliza y
cristianiza a millares de indios, pero la institución
de la Inquisición sirve de argumento principal a
autores que ya formaban parte de la Reforma
Protestante, ingleses, franceses y holandeses. Las
acusaciones tenían una base, como también que
fueron increíblemente exageradas, difamando y
dejando completamente de lado los aspectos
positivos de la labor colonizadora española. Junto
con la cuestión religiosa estaba el problema político
jurídico, es decir, la legitimidad de la guerra de
conquista y la ―esclavitud‖ de los indios.
Doctrinas jurídicas.
Sabido es, que los Reyes Católicos podían
acceder a nuevos reinos por cuatro vías diferentes:
por herencia, por aclamación, por matrimonio o
bien por otorgamiento del Papa o del Emperador.
Según Manzano, Isabel y Fernando, en un
principio, cuando aceptaron el plan de Colón para
realizar su primer viaje, lo hicieron a sabiendas que
lo descubierto sería suyo por el derecho de
ocupación de tierras no pertenecientes a ningún otro
príncipe cristiano. Será más tarde, a la vuelta de su
viaje cuando se van a modificar los términos
jurídicos y, a pesar de que consideraban
suficientemente válida esta base legal, sin embargo,
los Reyes Católicos piden a Alejandro VI que les
conceda una bula confirmando esta legalidad que
sólo el Papa o el emperador, según las partidas,
podían conceder. Atendiendo a este requerimiento,
el Papa les concede la bula ―Inter Caetera‖ -de
donación- y completando esta primera, la ―Dudum
siquidem‖, o de -ampliación de donación-. De esta
manera, los reyes conseguían un doble apoyo
jurídico al proyecto descubridor del Nuevo Mundo,
a la vez que la concesión papal de este privilegio en
la persona de los reyes les ayudaba contra posibles
pretensiones del Almirante, así como preservaba las
nuevas tierras sin descubrir a la Corona de Castilla.
Tomando de los textos, tan claros y sencillos, del
preclaro venezolano, Dr. Arturo Uslar Pietri,
reproduciremos, casi textualmente, su disertación.
En el año de 1539, hay una voz extraordinaria
que se alza en la Universidad de Salamanca para
plantear ese problema en los términos más precisos,
profundos y elevados en que nunca se haya
planteado, y esa voz es la de un fraile, que era para
entonces profesor de Teología y se llamaba fray
Francisco de Vitoria. Ya llevaba más de trece años
de enseñanza en la Universidad de Salamanca. ¿Qué
dice Vitoria?. Él dice: ―los indios son dueños
verdaderos y legítimos de la tierra americana‖.
Con esto está diciendo que no era una tierra
yerma, ni que estaba a la merced del primer
ocupante, tenía dueños, y esos dueños ejercían una
jurisdicción conforme al derecho. Se había venido
sosteniendo por viejos teólogos, y era la voz de la
Corte española, que el Emperador, por tradición, era
soberano del mundo entero, sólo que de hecho no
ejercía soberanía sobre ciertos lugares, pero de
derecho podía ejercerla en cualquier momento.
A esto responde fray Francisco de Vitoria, que
no es cierto, que no existe razón alguna ni título
alguno por el cual el Emperador sea dueño del
mundo entero. Al otro argumento de que el Papa
había hecho donación a los Reyes de Castilla de la
tierra americana, él contesta que el Papa no puede
hacer donación a nadie de ninguna tierra, porque el
Papa no es señor temporal de ninguna tierra, el Papa
es el Vicario de Cristo, y Cristo dijo: ―Mi reino no
es de este mundo‖, de modo que el Papa no puede
regalarle tierra alguna a nadie, por lo cual está
diciendo que la bula de Alejandro VI no tiene valor.
Luego dice: Se ha invocado el derecho de
descubrimiento: el que descubre una cosa tiene
174
derecho de apropiársela. Más la tierra americana no
era ―cosa de nadie‖, sino que pertenecía a los indios;
el hecho de haber llegado allí no daba derecho
alguno a tomarla bajo su jurisdicción, como sería el
caso de un primer ocupante que llega a una tierra
desierta. De modo que el título del descubrimiento
tampoco vale. Por último, un argumento que es muy
notable oírlo en boca de un teólogo, el de la
resistencia de los indios a recibir la verdadera
religión. Él dice: ―No se puede, no es de derecho
natural, no se puede esclavizar ni hacer la guerra a
nadie porque se niegue a recibir la religión, porque
el infiel, y aún el hereje, es por derecho natural tan
señor en su dominio como el cristiano en el suyo, de
modo que el hecho de no recibir la verdadera
religión no da derecho a la conquista‖.
Después, se pregunta, ―¿Qué es lo que da
derecho a la conquista entonces?. ¿Qué títulos
hay?‖. Y asoma estos títulos, que tienen una gran
importancia: ―El derecho natural de todas las
naciones a comunicarse entre sí‖, es decir, él
concibe, y esto es una idea absolutamente nueva,
que va a engendrar consecuencias muy grandes, que
hay una comunidad de naciones, que las naciones
no son entes aislados, que constituyen una
comunidad internacional y que la existencia de esa
comunidad internacional impone por derecho
natural el derecho de cada nación a comunicarse con
las otras. Si una nación corta esa comunicación ó la
niega, esa nación infiere un daño a las demás y una
ofensa y daría por ese motivo causa a guerra justa.
De modo que los españoles tienen derecho de venir
a América, tienen derecho a entrar en contacto con
indios, a comerciar, a conocerse y si los indios se lo
impiden ó sé lo prohíben, habría una causa justa de
guerra.
Más adelante, agrega: ―Hay igualmente el
derecho de libre propaganda de religión‖, es decir,
no puede impedirse a los españoles que vengan a
América y prediquen la religión. Este derecho de
libre propaganda es muy curioso, igualmente,
porque tiene una raíz de tolerancia y de libertad de
conciencia. Cada quién tiene derecho a propagar
ideas religiosas, que los demás pueden seguir ó no;
no se le puede impedir al fraile español que llegue a
América y que haga su propaganda. Así, y con otros
trabajos sobre la ―Guerra Justa‖ y en consecuencia,
sobre los ―Derechos Humanos‖, este hombre estaba
fundando, silenciosamente, en aquella cátedra de
Salamanca, el Derecho Internacional, porque
Francisco de Vitoria es el padre de la concepción de
la comunidad internacional de naciones y el padre
de la idea de que por encima de la voluntad de los
Reyes y del capricho de las naciones hay un derecho
natural, un derecho internacional que debe regir esas
relaciones.
A la par que este proceso legal sobre el derecho
de posesión y conquista de las Indias se desarrollaba
en las aulas españolas, la situación política europea
evolucionaba por su parte, y presentaba nuevos
problemas derivados de la pérdida de la autoridad
ecuménica que Roma había tenido en Europa hasta
las guerras de religión, y que afectaba directamente
al "estatus" jurídico castellano en su relación con
América. Las guerras contra los luteranos y la
política religiosa de Enrique VIII acuciada por
Isabel en Inglaterra consiguieron deteriorar, en gran
parte, la autoridad Papal y con ello el segundo
apoyo jurídico sobre el que se edificó la legalidad
de la posesión del Nuevo Mundo, como era la
concesión por bulas que, según opinión de
Manzano, los Reyes Católicos consideraron como
"título jurídico suficiente para justificar su
soberanía". Otras naciones como Francia nunca
aceptaron la decisión del Papa sobre los territorios
descubiertos.
Así termina, tan clara y fundamentada, la
narración del Dr. Uslar Pietri.
La duda de legalidad planteada por los juristas
españoles en sus discusiones doctrinales, en los
estudios para la nueva normativa de derecho de
posesión de América, unido a los avatares políticos
europeos a los que tuvo que hacer frente Felipe II, a
veces con pérdida de la hegemonía tradicional,
hacen que el derecho de exclusividad de América
otorgada por el Papa pierda consistencia, y se pase a
una fase similar a la presentada antes del primer
viaje de Colón hasta las bulas, en la que el único
175
principio válido de derecho a un territorio era la
ocupación.
La unidad Hispánica.
Desde la hora del descubrimiento se estableció
no solamente la igualdad sino la unidad entre
España y América, en fe, en lengua, en organización
social y política.
Ante todo, los indios, así llamados por la
creencia de Colón de que había descubierto las
costas de Asia regadas por el Indo, fueron
considerados por los Reyes como vasallos, en pie de
igualdad con los naturales de Castilla. Al recibir
Isabel la Católica la noticia de los primeros
repartimientos de indios hechos por Colón como
esclavos, dijo: ¿Quién dió licencia a Colón para
repartir mis vasallos con nadie? Y acto continuo
mandó pregonar que bajo pena de muerte, se les
restituyera la libertad. La misma Reina declaró
enérgicamente que los indios eran tan libres como
los castellanos.
Lo mismo dijeron Fernando el Católico a Diego
Colón y Carlos V a Hernán Cortés. "Las cosas de
esas partes las entiendo yo como las de Castilla"
decía el rey Fernando. Y Carlos V dispuso en las
Ordenanzas para las Audiencias que en lo que no
estuviese particularmente decidido, se observasen
las leyes de Castilla, tanto en el orden sustantivo
como en el procesal, así en los asuntos civiles como
en los criminales.
Felipe II dijo: "Las leyes y orden de gobierno de
los unos y de los otros deben ser los más semejantes
y conformes que se pueda, en cuanto hubiere lugar y
lo permitiere la diversidad y diferencia de tierras y
naciones". Otro tanto sucedió en materia de
instrucción pública, pues las universidades que los
españoles se apresuraron a crear en el mundo recién
descubierto, gozaron de iguales franquicias y
privilegios que la de Salamanca, hasta el punto de
que Felipe II dispuso en 1588 que se usasen los
mismos tratamientos y cortesías.
La equiparación se refleja en toda la
organización política y administrativa. En América,
como en España, se celebraron Cortes, hubo
Audiencias, municipios, alcaides, regidores. Y hasta
el reinado de Carlos III, los territorios de Indias no
fueron llamados Colonias sino Reinos, Estados o
Provincias de la Monarquía y si existieron algunas
diferencias, no fueron mayores que las existentes,
por ejemplo, entre Castilla y Cataluña.
Se crearon los virreinatos, grandes unidades
territoriales y administrativas, regidas por
representantes de la Corona (virreyes), en cuya
jurisdicción se integraban varias divisiones de
índole judicial o audiencias.
Indias del Norte; Centro América y México:
1534, virreinato de Nueva España. Indias del Sur;
Bolivia, Ecuador, Perú y Chile: 1543, virreinato del
Perú. En el siglo XVII se formaron dos nuevos
virreinatos: Nueva Granada (1718), la actual
Colombia, con la inclusión, en algún tiempo, de
Venezuela, y Río de la Plata (1776) con las actuales
Argentina, Paraguay y Uruguay. También se
establecieron otros organismos menores como
Gobernaciones, Capitanías Generales, Provincias y
Municipios.
Pero la unión no fue solo de nombres; fue de
sangre. España, desde el principio, reconoció la
igualdad absoluta de razas, en sentido
auténticamente cristiano. No le inspiró repulsión la
sangre india. Y el menosprecio que en ocasiones
pueda advertirse se funda en inferioridad de
condiciones individuales, pero no en diferencia y
menos en odio de razas. Y así, en el libro sexto de la
Recopilación de Indias (título primero, ley segunda,
Real cédula de 14 de enero de 1514), se dice
expresamente: ―Es nuestra voluntad que los indios e
indias tengan, como deben, entera libertad para
casarse con quien quisieren, así con indios como
con naturales de estos nuestros reinos o españoles
nacidos en Indias y que en esto no se les ponga
impedimento"
Los grandes conquistadores tuvieron hijos
mestizos, que no bajaron, por serlo, de condición
social. Tal los casos de Martín Cortés, fruto de los
amores entre el conquistador de México y la
Malinche; de Garcilaso de la Vega, el Inca, hijo del
176
capitán Garcilaso de la Vega y de una ñusta
peruana...". Muchas mujeres de la aristocracia
nativa se casaron con encomenderos. Sayri Túpac,
nieto del último emperador inca aceptado por todos,
Huayna Capac, vivió a lo gran señor a finales de la
década de 1550. Y en 1616 se le otorgó el título de
marquesa de Oropesa a la nieta de Sayri, cuyo padre
había sido capitán general de Chile. En México, a
dos de las hijas de Moctezuma se les concedieron
encomiendas perpetuas sobre ciudades indias…
Transculturación.
El conquistador era un hombre que cabalgaba
entre dos épocas. Sentía los impulsos éticos,
caballerescos y religiosos de la Edad Media; recibía
la vitalidad del Renacimiento, los remotos ejemplos
del mundo clásico, el ansia de hazañas que
prolongasen su memoria más allá del tiempo.
Aunque los conquistadores españoles fueron
profundamente cristianos, la moral de muchos de
ellas fue laxa y en ocasiones creyeron lícitos los
actos más inicuos.
Para algunos intérpretes de la colonización
española, el oro figura como el móvil primero y
poderoso de semejante empresa. Lo ha sido de todas
las conquistas y colonizaciones. Y lo cierto es que la
busca del Dorado promovió excursiones de
increíbles penalidades.
A esta fiebre del oro hay quienes le encuentran
sus atenuantes. En primer lugar, dice el venezolano
Picón Salas, ―si luchaban por el oro hasta los
aterciopelados gentiles hombres de la corte de
Isabel de Inglaterra, como sir Walter Raleigh que
quiso crearse en Guayana una especie de Perú
personal, ¿a qué asombrarnos de que esa masa de
pecheros, de pequeños hidalgos empobrecidos, de
bastardos sin herencia, anhelen forjarse sus ínsulas
de metales preciosos‖?
¿Qué más los motivó?: La aventura. El Nuevo
Mundo fascinaba precisamente porque era nuevo.
Todavía, entre los españoles de esa época, se leían
con gusto los libros de caballería, plenos de
maravillas y lances extraños. Ahora, el español sabe
que eso mismo está sucediendo en el mundo nuevo.
Oye hablar del Dorado, de la Isla de Jauja, de la
Fuente de la Juventud.
La voluntad de poder. Nietzche hace de ella la
esencia del mundo. Si no es esencia única de toda
conquista y colonización, es indudable que ese
instinto de mando y preeminencia constituye uno de
sus principales motores.
América significaba una inmensa expansión de
poderío. Poderío de España, entonces gran potencia
imperial. Poderío de Su Majestad, en cuyos
dominios no se ponía el sol. Poderío de los
conquistadores, algunos de los cuales, como Lope
de Aguirre y Gonzalo Pizarro, rebeldes al monarca,
soñaron con asumir la autoridad absoluta y aún con
ceñir corona en suelo americano.
Esa voluntad de poder queda patente en los
frecuentes conflictos de jurisdicción que llenan las
biografías de los conquistadores y primeros
gobernantes.
Concluyendo: ¿Cuál es el estilo de la obra
colonizadora de España?. Digamos primeramente
que fue empresa muy humana. Lo ha escrito
Mariano Picón Salas en su libro "De la conquista a
la independencia". "Ni los conquistadores españoles
fueron siempre esos posesos de la destrucción que
pinta la leyenda negra, ni tampoco los santos o
caballeros de una cruzada espiritual que describe la
no menos ingenua leyenda blanca‖. Una magnífica
virtud española es la franqueza y son los propios
conquistadores los que han contado con cierto
desplante militar lo "demasiado humano" que había
en la conquista.
Y se produjo la transculturación; siempre que
dos pueblos y sus culturas vienen a coincidir sobre
un mismo plano territorial, pueden sobrevenir los
siguientes fenómenos:
1º. Total anulación de la manera nativa. Lo
indígena, desaparece.
2º. Convivencia sin mezclarse, ejemplos; los hay
en abundancia en la Historia.
3º. Prevalece lo nativo sobre lo foráneo. En este
sentido, sin exagerar las consecuencias, se dijo que
Grecia, derrotada militarmente por Roma, acabó
177
venciendo culturalmente a Roma. Y también se ha
observado que la España romana conquistada
militarmente por los godos, acabó absorbiéndolos
culturalmente.
4º. Fusión, impregnación mutua y creación de un
nuevo elemento racial y cultural. Tal aconteció, en
líneas generales, con lo que hoy se llama
Hispanoamérica.
178
EL “MAR DEL SUR”
ntes de que fueran conocidas sus propias
riquezas, las ―Américas‖ fueron vistas
como una barrera a la riqueza del Lejano Oriente y
las imaginadas opulencias del gran territorio del sur.
En 1513 el español Vasco Núñez de Balboa cruzó el
istmo de Panamá para convertirse en el primer
europeo que veía el Pacífico, aunque no tenía la
menor idea de que lo que estaba observando era el
Océano más grande del mundo. Se metió en el
Pacífico -con todo y armadura, llevando la espada
en una mano y la bandera de Castilla, ondeando, en
la otra- y reclamó el recién descubierto océano para
su patria; quedaría bien claro que Asia se hallaba
más allá.
Una enorme masa de agua
El océano Pacífico es el rasgo geográfico
individual más grande de la Tierra. Cubre un área de
165 millones de kilómetros cuadrados -un tercio de
la superficie terrestre- y contiene más de dos veces
el volumen de agua del Atlántico, el segundo
océano más grande. De norte a sur, se extiende
15.000 kilómetros desde el estrecho de Bering, en el
Círculo Glacial Ártico, hasta las heladas aguas del
Antártico, casi toda la longitud de la Tierra. En su
punto más ancho, a 5° al norte del Ecuador, se
extiende a través de 180° de latitud y abarca más de
20.000 kilómetros desde la península de Malasia en
el oeste hasta la costa de Colombia en el este.
El Pacífico es tan grande que podría contener
todas las masas de tierra del mundo combinadas, sin
desplazar toda su agua, y todavía quedaría sitio para
acomodar un séptimo continente del tamaño de
Asia. Los científicos han especulado que puede que
existiera en su tiempo un continente melanesio que
se hundió hace millones de años, cuando la
estructura y composición de la superficie de la
Tierra sufrió cambios fundamentales. Las antiguas
formaciones rocosas de algunas de las islas de
Melanesia (es decir, Nueva Guinea y sus
archipiélagos vecinos, las islas Salomón, Vanuatu y
Nueva Caledonia) apoyan esta teoría, pero en
ausencia de mayores pruebas que lo sustenten, sigue
siendo una extravagante creación del mismo orden
que la fabulosa Atlántida de las antiguas leyendas
europeas. Nueva Guinea está a menos de 200
kilómetros de la península de Cabo York, la punta
más septentrional de Australia. Anteriormente
formaba parte de un continente australiano más
grande. Hace unos 10.000 años, a finales de la
última Era Glacial, el angosto estrecho de Torres se
inundó, y Nueva Guinea se vio separada del
continente.
Islas, islas, islas…
La enorme extensión del Pacífico está salpicada
por más de 20.000 islas, una cifra que representa el
80 por ciento del número total de islas del mundo.
En su enorme mayoría, sin embargo, son pequeños
atolones de coral deshabitados que apenas se alzan
por encima de la superficie del océano.
Muchas islas se hallan separadas de sus vecinas
más cercanas por amplias extensiones de océano: la
isla de Pascua, por ejemplo, es uno de los lugares
más remotos sobre la Tierra. Más de 3.500
kilómetros de mar la separan de la costa chilena en
Sudamérica, mientras que la isla de Pitcairn, su
vecina más cercana al oeste, se halla a 2.000
kilómetros de distancia. El enorme y deshabitado
continente helado de la Antártida define los límites
meridionales del océano Pacífico, mientras que en
su perímetro suroeste se extiende el envejecido
continente de Australia, el más pequeño de los
continentes del planeta, que cubre pese a todo,
aproximadamente, 8,5 millones de kilómetros
cuadrados, más de seis veces la masa de tierra
combinada de todas las islas del Pacífico.
Las islas de la cuenca del Pacífico (denominadas
a menudo colectivamente como Oceanía) se hallan
comúnmente agrupadas en tres distintas regiones:
Micronesia, Melanesia y Polinesia. Estos
agrupamientos deben su existencia a supuestas
diferencias etnográficas identificadas en el siglo
XIX.
A
CAPÍTULO III (El “Mar del Sur” y el “Caribe”)
179
Micronesia se halla al este de las Filipinas, en su
mayor parte entre el trópico de Cáncer y el Ecuador.
Sus dispersos grupos contienen tanto islas altas
volcánicas como atolones de coral.
En el Pacífico oriental se hallan las islas de
Melanesia: Nueva Guinea, Nueva Bretaña y el
archipiélago de las Bismarck, las Salomón y las
islas de la Santa Cruz, Vanuatu (antes Nuevas
Hébridas) y Nueva Caledonia. Junto con Fiji y
Tonga (a menudo consideradas parte de Polinesia),
se hallan en la plataforma continental australiana.
Los grupos de islas de Polinesia cubren un vasto
triángulo en la parte oriental del Pacífico que se
extiende desde las islas hawaianas en el trópico de
Cáncer hasta Nueva Zelanda, entre los 34° y los 47°
S, con la isla de Pascua, justo al sur del trópico de
Capricornio, formando el tercer ángulo.
Complejidad geográfica, histórica y cultural de
una región; dentro de ella, físicamente diversa, hay
enormes contrastes de experiencia y sociedad
humanas. Los pueblos aborígenes de Australia son
quizá la civilización continua más antigua de la
Tierra, que posiblemente se remonta hasta los
140.000 años, mientras que Polinesia oriental fue la
última parte del mundo en ser colonizada por la
humanidad. El Pacífico fue la última zona del
mundo que entró en contacto con los europeos. La
llegada de éstos, hace menos de 500 años, iba a
tener profundas y a menudo catastróficas
consecuencias para los pueblos indígenas.
Los polinesios:
primeros navegantes del Pacifico.
Cuando los exploradores europeos entraron por
primera vez en el Pacifico descubrieron que el gran
océano ya había sido dominado por navegantes cuya
destreza náutica rivalizaba con la suya propia: los
polinesios. La presencia de los polinesios por toda
la constelación de islas volcánicas del océano es
testimonio de una extraordinaria herencia de
navegación. Partiendo desde islas cercanas al
sudeste de Asia, alrededor del 2.500 a.C., sus
antepasados habían saltado de un lugar a otro en el
Pacifico, hasta que llegaron a los grupos de Tonga y
Samoa, más o menos un milenio después. Allí
perfeccionaron una cultura orientada al océano, que
realizó prodigiosas hazañas de migración.
Construían enormes canoas de doble casco que
pudieran transportar a muchas personas en viajes de
ocho o más semanas.
Fabricar una canoa de viaje era un proyecto
comunitario, supervisado por un carpintero
especializado, de rango casi sacerdotal. Los
trabajadores le daban forma de casco a grandes
troncos de árboles y luego, con primitivas
herramientas de piedra, caracola y hueso, construían
una robusta embarcación capaz de recorrer 150
millas al día.
Las canoas eran guiadas a su destino por una
fraternidad de navegantes, a cuyos miembros se
enseñaba desde pequeños a leer información náutica
en variados fenómenos naturales. Conocían las
posiciones que tenían cada año más de 150 estrellas
y poseían un vasto conocimiento de las corrientes
oceánicas, los vientos y los hábitos de las aves
migratorias que les permitieron cruzar 15 millones
de millas cuadradas de océano desconocido.
La colonización europea trajo consigo un cambio
duradero en el Pacífico. Subvaloró e ignoró
persistentemente las diversas y complejas culturas
de sus sociedades. Las sociedades colonizadoras
blancas que se establecieron en Australia y Nueva
Zelanda a finales del siglo XVIII y durante todo el
180
XIX desplazaron a las poblaciones indígenas de sus
tierras y descompusieron sociedades enteras.
Cientos de navegantes europeos zarparon hacia
el Pacifico entre las décadas de 1560 y 1780. La
historia del «descubrimiento» y posterior
colonización europea del Pacífico se sitúa en varios
períodos independientes: el siglo XVI perteneció a
los portugueses y a los españoles; el XVII y la
primera mitad del XVIII a los holandeses; la
segunda mitad del XVIII y el XIX a los británicos y
franceses.
Los portugueses, desde 1500, cruzando el
Océano Indico, penetran por los Estrechos de
Malaca y de la Sonda en los mares malayos y
javaneses, y los españoles, desde la expedición de
Magallanes y Elcano se lanzarán a la exploración
del desconocido, inmenso y temible Océano
Pacífico, surcándolo en pequeñas naves, con
pobrísimos instrumentos de navegación. Álvaro de
Saavedra, López de Villalobos, Legazpi, Mendaña,
Quiros, Torres, etc., llegarán a las que se conocen
hoy en día como Marshall, Almirantazgo, Bismarck,
Nueva Guinea, Carolinas, Palaos, Tuamotu,
Filipinas, Nuevas Hébridas.... y dominarán la
llamada ―ruta al levante‖, la ruta que permitía, desde
el Pacífico Central, subir hasta alcanzar los 40°
grados de Latitud Norte y desde allí, impulsados por
los vientos del Oeste, conducirlos hasta las
proximidades del Cabo Mendocino, en la Alta
California, algo más arriba de la actual ciudad de
San Francisco.
Magallanes.
Había prestado servicios distinguidos a su patria
en las Indias. De regreso a Portugal, se enrola para
combatir en el norte de África, en las costas de
Berbería, donde recibe una lanzada que lo dejará
cojo. A consecuencia de una disputa con un superior
cayó en desgracia en la corte de Portugal.
Enfrentado al monarca lusitano, quién le ha negado
en varias ocasiones la mejoría de su pensión,
renuncia públicamente a su ciudadanía y busca la
protección del Rey español. Su amigo Francisco
Serrano le mandó desde las Molucas una carta
donde le aportaba datos geográficos de la situación
de las islas, al mismo tiempo que opinaba que, a
tenor de lo acordado en el Tratado de Tordesillas,
1494, las Molucas no estaban situadas en la demar-
cación de Portugal, sino que correspondían a
Castilla. El encuentro fortuito de Magallanes con el
cosmógrafo Ruy Faleiro, el cambio de impresiones
con éste, sobre la duda de la situación de las
Molucas, fue el acicate para que juntos pensasen en
la posibilidad de ofrecer a la Corona Española la
búsqueda de un paso entre el Atlántico y el Pacífico,
y poder así llegar a las Molucas.
Estaba firmemente convencido de que si los
barcos españoles podían rebasar la punta más
meridional de la barrera americana, se tendría un
acceso fácil a las Indias Orientales, tan fácil como el
que había hallado Portugal dando la vuelta al
África. Durante el invierno de 1518 presentó este
proyecto a Carlos 1, rey de España. Rápidamente
logró la aprobación del Rey.
La flotilla la componían 5 naves: ―La Trinidad‖,
―San Antonio‖, ―Concepción‖, ―Victoria‖ y
―Santiago‖. En la ―Concepción‖, como ―maestre‖,
va embarcado Juan Sebastián Elcano, duro y
avezado hombre de mar, nacido en un pequeño
puerto pesquero de la Provincia de Guipúzcoa, costa
norte de España, curtido en su juventud en el bravo
mar del Golfo de Vizcaya y combatiente como
patrón de nave en las campañas africanas e italianas.
El 20 de septiembre de 1519, Magallanes, desde la
toldilla de ―La Trinidad‖ pronuncia la frase ritual ―
¡Larguen en el nombre de Dios! ―, con lo que
comienza ―uno de los más arriesgados, portentosos
y extraordinarios viajes de la historia de la
humanidad‖. Llegan a Tenerife y desde allí, hacia el
Sur, cruzan la zona de calmas ecuatoriales y dan el
salto del Atlántico hasta avistar las costas del Brasil.
Prosiguen al Sur, avistan el estuario del Río de
Plata, donde tres años antes ha muerto Díaz de Solís
en busca del paso hacia Asia.
Magallanes, después de adentrarse en él y
explorarlo, se da cuenta que no es por ahí y sigue
hacia el Sur.
181
En la Bahía de San Julián, se produce rebelión y
Magallanes ejecuta a varios cabecillas y a otros los
abandona en tierra. Más al Sur, con un frío cada vez
más intenso, la ―Santiago‖, termina embarrancada.
Al iniciar el paso del estrecho, que todavía no saben
que lo es, el piloto portugués Esteban Gomes,
resentido contra Magallanes, toma el mando de la
―San Antonio‖ y deserta con la nave; en su viaje de
vuelta, Gomes, avistará, por primera vez, las islas
Malvinas.
A fines de agosto de 1520 Magallanes se puso en
marcha otra vez, y no fue sino hasta los 52° 30' de
latitud sur donde encontró el estrecho que llevaría
su nombre. En ese pasaje rocoso y lleno de
tormentas, logró que su cansada tripulación salvara
los 515 kilómetros de arrecifes y zigzagueó, en una
obra maestra de marinería, en la que empleó 38
días; cuando salió, había confirmado su teoría:
existía un paso sud-occidental hacia el Pacífico. Las
tres naves, con gravísimas dificultades, atraviesan el
Estrecho y enrumban hacia el Norte, a lo largo de la
actual costa de Chile, siguiendo ese litoral por unos
1.500 kilómetros.
Aprovechando los vientos alisios que soplaban
del este dirigió sus barcos hacia el occidente. Tan
calmo estaba el mar, que lo bautizó ―Pacífico‖,
apelativo que al correr del tiempo, perduraría.
Desesperadamente escaso de provisiones y sin
tener idea de cuánto tendría que navegar antes
de llegar a su meta, siguió un derrotero que fue casi
únicamente mar abierto: de haberse desviado
ligeramente hacia el sur se habría encontrado con
las idílicas Tahití, Samoa, o las islas Fidji. Sus
hombres tuvieron que enfrentarse a la
desesperación, enfermedades y casi morirse de
hambre. El único grupo de islas que encontraron
estaba tan desolado que, rompiendo su propia regla
contra el pesimismo, las llamó las Desventuradas. Y
sobrepasadas las islas de Juan Fernández
(Archipiélago, actualmente chileno, de tres islas:
182
Robinson Crusoe, Alejandro Selkirk y Santa Clara.
La de Robinson fue descubierta por un piloto
español de ese nombre en 1565 y fue la morada del
escocés Selkirk por cinco años, inspirando a Daniel
Defoe para su conocida novela), se adentran en el
Pacífico, desfilando –sin verlas- a lo largo de las
Islas Marshall y llegando, desde que atravesaron el
Estrecho, después de tres meses y veinte días, a la
isla de Guam, en el grupo de Las Marianas, y sólo
entonces pudo reabastecer sus provisiones.
Cuando Magallanes llegó a las Filipinas, su
ánimo se elevó al cielo al ver los adornos de oro que
usaban los nativos; resultaba indudable que Catay y
la riqueza que había venido a buscar estaba ya a su
alcance. Investigando los recursos de las islas,
desembarcó en Cebú, donde celebró un tratado de
amistad con un jefe nativo, lo cual fue su ruina, pues
por cumplir sus obligaciones con su nuevo aliado,
tomó parte en una escaramuza contra un gobernante
rival de la pequeña isla vecina de Mactán, y murió
peleando en la playa, atravesado por una lanza y
rematado a machetazos.
Ni siquiera tuvo la gloria de completar la
circunnavegación del globo ni tampoco la certeza de
que había dado con la ruta occidental hacia las
Indias, empresa en que Colón había fracasado. Para
los miembros supervivientes de la expedición, el
resto del viaje se convirtió en una monótona crónica
de infortunios. Posteriormente, el Rey de Cebú,
hasta entonces aliado de los expedicionarios, les
invita a una comida. Varios de los tripulantes y
algunos Mandos –no Elcano, que está enfermo-
asisten y en pleno banquete, son asesinados.
Muchas más dificultades sufrirán los hombres y
las naves. La ―Concepción‖ se encuentra en tan mal
estado, que se decide quemarla. Las dos restantes
siguen su exploración, topan con la inmensa isla de
Borneo, vuelven hacia Mindanao, en las Filipinas y
allí se hace cargo del mando de la ―Victoria‖, Juan
Sebastián Elcano. Llegarán a las Molucas donde los
portugueses se habían establecido allí desde 1512.
Tendrán dificultades con ellos y deberán aliarse
con el jefe de una de las islas del archipiélago,
enemistado con los portugueses.
183
Después de variadas y penosas desventuras, es
elegido como jefe Juan Sebastián Elcano y se
preparan a partir. La ―Trinidad‖, con una gran vía
de agua, no podrá hacerlo. Cincuenta y cuatro
hombres deciden quedarse con la averiada nave y
cuarenta y tres europeos y trece nativos se van en la
―Victoria‖. La nave de ciento dos toneladas, con
aljibes llenos de agua, víveres, bodegas colmadas de
clavo, - una preciada especia – y nuevo aparejo pero
en bastante mal estado el casco, se lanza a otra
impresionante hazaña de la historia de la
navegación, a través de las trece mil millas que la
separan de España. Un 8 de septiembre de 1522,
tres años, menos doce días después de su salida de
ese mismo puerto, Sevilla, llegaban diecisiete
hombres y a su frente, Juan Sebastián Elcano, en la
maltrecha ―nao‖, que hacía honor a su nombre,
―VICTORIA‖.
Por irónico que parezca, la venta del cargamento
de la nave pagó todo el costo de la expedición de
Magallanes. Las 26 toneladas de clavo (la especia
más valiosa en relación con su peso), se vendieron a
un precio ¡diez mil veces más alto que el de su
compra!. El Emperador Carlos V le concedió a
Elcano por su hazaña un escudo consistente en un
globo terráqueo con la inscripción ―Primus
circumdedisti me‖ (El Primero que me rodeó).
Otro camino en Ultramar.
El regreso de Elcano supuso la apertura de una
nueva vía ultramarina para la Corona Española. La
Especiería se incorporaba a la economía hispana y a
la expansión del comercio exterior. Pero, ¿a quién le
interesaban las especias? Por supuesto a las
poblaciones berberiscas del norte de África, no. Los
países que podrían adquirir los exóticos frutos eran
los del norte de Europa: franceses, ingleses,
flamencos, alemanes. Había que buscar localidad
estratégica en el noroeste de la península para que
atrajese la atención de comerciantes europeos y
evitar que continuasen negociando en Lisboa.
Estas razones fueron las que se tuvieron en
cuenta para establecer una Casa de Contratación,
dedicada exclusivamente al control de las especias,
en la ciudad gallega de La Coruña, y fue aquí,
donde se organizó, en 1525 el segundo viaje. García
Jofre de Loaisa como capitán general de una vistosa
flota -en la que figuraba como segundo Juan
Sebastián Elcano- se lanzó desde las costas gallegas
hacia el Atlántico Sudamericano. La travesía del
estrecho ya no fue un obstáculo tan duro de vencer:
iban varios supervivientes de la expedición de 1519
que conocían todos los secretos geográficos del
intrincado paso. Pero, nuevamente, el Pacífico
marcaba nueva ruta de penalidades. El hambre y la
enfermedad volvieron a hacer su aparición, y la
situación era cada vez más angustiosa. El estado de
la tripulación entristecía constantemente al capitán,
y en un momento de abatimiento, un ataque de
melancolía, una depresión, puso fin a la vida de
Jofre de Loaisa, a la altura de la línea equinoccial,
muy cerca de las islas Gilbert, y allí, en aquellas
oscuras aguas, fue arrojado su cadáver. Abiertas las
Instrucciones Reales, el encargado de reemplazarlo
en el mando era Juan Sebastián Elcano, pero
desgraciadamente su jefatura iba a ser muy breve. A
los pocos días, moría. Su cuerpo fue lanzado sobre
las olas del océano, que rompían estruendosas sobre
las cuadernas de las embarcaciones.
Nuevamente había que reunirse para un nuevo
jefe, y el seleccionado, venciendo una penosa
travesía, con una reducida tripulación, logró llegar a
las islas de los Ladrones (las Marianas), donde
murió. Por cuarta vez se volvía a presentar la difícil
tarea de elegir un nuevo capitán. El nuevo líder,
logró arribar a las Molucas, donde seguía el control
lusitano. Se reinició la disputa y las alianzas con los
nativos. Un nuevo jefe portugués estableció tregua y
para celebrarla invitó a un banquete, en donde
envenenó al jefe español. Nuevamente los
castellanos eligieron a un nuevo líder. Con mucho
esfuerzo se mantuvo la soberanía hispánica en dos
de las islas. Un día vieron los castellanos, en la
lejanía, una nao que, a juzgar por el velamen, era de
gran tonelaje. Los miedos y los temores au-
mentaron, aunque también una ligera esperanza
brillaba en sus ojos ¿serían portugueses o españoles
184
los hombres que venían a cubierta? La
incertidumbre se aclaró al oírlos hablar: eran
hispanos procedentes de Nueva España.
En 1527 había enviado el Emperador una carta a
Hernán Cortés indicándole que los barcos que
estaba preparando para descubrir por las costas
mexicanas del Pacífico, no fuesen empleados en
aquella misión, sino que se dirigiesen hacia las islas
de la Especiería para interesarse de varios asuntos;
primero, ¿qué había ocurrido con los hombres que
se quedaron tras la partida de Elcano?. Segundo,
¿qué había sucedido con la expedición de García
Jofre de Loaisa? Hernán Cortés, cumpliendo
órdenes envió a las Molucas tres naos; solamente la
capitana, la ―Florida‖, logró llegar. Por años, las
hostilidades con los portugueses prosiguieron en
aquellas islas.
El Tratado de Zaragoza.
En 1529 -en plenas escaramuzas hispano-lusita-
nas en el Pacífico- en la ciudad de Zaragoza se
firmaba un documento entre ambas naciones por el
que el Emperador empeñaba, no vendía, los
derechos de la Corona castellana a las islas de la
Especiería.
Se había enfriado el interés por las lejanas islas
del Pacífico, pero el nuevo monarca Felipe II estaba
dispuesto a reanudar la conquista del archipiélago
filipino. Al virrey de Nueva España le escribió una
carta el monarca para que se interesase por el
proyecto del Pacífico, al mismo tiempo que se
dirigía al padre Andrés de Urdaneta, agustino, que
llevaba años viviendo en la ciudad de México. Pero,
¿quién era este fraile al que el mismo Felipe II
escribía?, ¿era tanto su prestigio? A comienzos del
siglo XVI el solar de los Urdaneta gozaba de
abolengo en las tierras vascas. El joven Andrés,
cuando Elcano regresó de la vuelta al Mundo, lo
conoció personalmente, y con él se trasladará a La
Coruña para embarcar en 1525 en la expedición de
García Jofre de Loaisa. Tenía diecisiete años cuando
se lanzó al Atlántico, primero; después, al Pacífico,
ese Pacífico del que fue el mejor conocedor del
siglo XVI, desde las Ladrones (Las Marianas) a las
Molucas. Fue testigo de la muerte de su paisano y
del resto de los jefes que desaparecieron durante la
dura travesía. Participó activamente en aquella
guerra inútil hispano-lusitana por el control de la
Especiería, fue herido varias veces, recibió en su
rostro la explosión de un barril de pólvora que le
dejó para siempre la huella de una horrorosa
quemadura que le afeaba su cara. Intervino como
hombre de confianza en las gestiones diplomáticas
ante los responsables lusitanos. A su regreso a Lis-
boa, le fue requisado un gran baúl en el que traía
mapas y una valiosa información de las Molucas.
Cuando llegó a la Corte y ante los altos miembros
del Consejo de Indias, a pesar de que le habían sido
quitados fichas y papeles, elevó un amplio informe
de todo lo acaecido desde el año 1525 a 1536. Por
aquellas fechas conoció a don Pedro de Alvarado, y
en su séquito se trasladó a la Nueva España,
participando activamente en la guerra mantenida en
territorio chichimeca. Cuando Alvarado murió,
siguió colaborando en la misma empresa a las
órdenes del virrey.
Su contacto con los misioneros agustinos de las
tierras michoacanas influyó, quizá, para que
decidiese abandonar para siempre la carrera de las
armas e ingresar como novicio en el convento que
los agustinos tenían en la capital. Sus vastos
conocimientos, su preparación, hicieron que
rápidamente sus superiores le autorizasen a recibir
los votos, encargándose de la formación de
novicios, y empleando todo su tiempo libre en
ordenar el material que había ido acumulando, y
sobre todo, a profundizar aún más en los estudios de
náutica y cartografía. Cuando el padre Urdaneta
recibió el encargo del Monarca de organizar una
expedición de conquista y evangelización de las
Filipinas, rechazó la propuesta; no se sentía con
fuerzas, participaría, pero no como capitán general;
él mismo recomendó a Miguel López de Legazpi,
que reunía, a su juicio, las condiciones idóneas.
Por fin, en noviembre de 1564 -habían pasado
cinco años desde que se acordó el envío de la
expedición- los barcos soltaron amarras desde las
185
costas mexicanas del Pacífico, puerto de Navidad, al
Norte de Acapulco. Llegarán a las Filipinas y se
procederá a su conquista, fundándose por Legazpi la
ciudad de Manila. Por su parte, Urdaneta buscará el
conseguir el ―torna-viaje‖, es decir, la posibilidad de
poder retornar a las costas mexicanas, por tanto
tiempo intentado por anteriores expediciones, que
terminaron con la desaparición de las naves y sus
tripulaciones.
El 1 de junio de 1565 desde la isla de Cebú, la
nao ―San Pedro‖, de 500 toneladas, irá ascendiendo
hasta conseguir la corriente del ―Kuro Shivo‖ y
Urdaneta descubrirá, además de esa corriente, el
conocimiento de la circulación de los vientos en el
anticiclón del Pacífico. Avistará tierra en la actual
costa californiana, (entre los Ángeles y San Diego),
en su tornaviaje –vuelta de Poniente-. Seguirá en
bajada hasta recalar en la actual Acapulco (Nueva
España-México). En octubre de 1565, al cabo de
cuatro meses de navegación, Urdaneta había logra-
do encontrar la ruta de regreso hacia las costas de
América. Al fin se podía atravesar el Pacífico sin
riesgos, y la comunicación entre las posesiones
españolas sería más rápida. Una nueva vía
comercial se abría a la economía hispana. Manila y
Acapulco fueron los puertos que unieron tan
remotas tierras.
El Galeón de Manila.
La historia empezaba en Sevilla. En efecto, el
circuito completo arrancaba de la ciudad andaluza y
llegaba cruzando el Atlántico hasta el puerto de
Veracruz, desde donde, a través del país -México-,
se prolongaba por tierra hasta el Pacífico, siguiendo
el llamado Camino de Asia. La Casa de
Contratación de Sevilla era el organismo encargado
de gestionar la ruta que unía a España con el Nuevo
Mundo, el eje del sistema comercial conocido como
la Carrera de Indias. Este sistema comprendía una
red de puertos americanos, especialmente los de La
Habana, Veracruz, Nombre de Dios (y más tarde
Portobelo) y Cartagena de Indias en el Atlántico, así
como Panamá y el Callao en el Pacífico. Desde
Veracruz, los géneros transportados por los barcos
de las flotas sevillanas iniciaban el camino que
conducía hasta la Ciudad de México, donde confluía
asimismo la producción de las minas de plata y de
donde, a partir del último tercio del siglo, partía
también el llamado Camino de Asia, que moría en el
puerto de Acapulco.
El tráfico entre Filipinas y México fue
inaugurado en 1565 por el galeón ―San Pedro‖,
comandado por Urdaneta, que arribaría al puerto de
Acapulco, convertido desde entonces en la cabecera
americana del Galeón de
Manila. El tráfico quedó
regulado a partir de 1593 -la
travesía Manila-Acapulco, por
su larga duración y casi
carencia de escalas en un
recorrido de más de 9.000
millas marítimas, era una de las
más peligrosas que en aquellos
tiempos efectuaban los veleros-
, fecha en la que se estableció
la navegación, en el mes de
julio, para aprovechar el
monzón de verano, siguiendo
la corriente marina de Kuro
Siwo desde que llegaba a la
altura de Japón y hasta las
186
costas de California, llegando a Acapulco en
diciembre, entre Navidad y Año Nuevo, por lo
regular.
La ruta Acapulco-Manila era más sencilla, corta
y confortable. El Galeón navegaba rumbo al sur
hasta situarse entre los paralelos 13 y 14 y,
valiéndose de los vientos alisios del noroeste, seguía
el derrotero hacia el archipiélago de las Marianas
donde, en la isla de Guam, un fuerte que mantenía
un fuego continúo orientaba al navío que allí
repostaba. A partir de Guam, el trayecto, por ser
muy frecuentado por los piratas, era especialmente
peligroso y pasado el estrecho de San Bernardino, el
Galeón llegaba a Manila entre abril y mayo, casi
tres meses después de su salida, a tiempo de ver
zarpar a su sucesor en la travesía. La navegación
fue, durante los dos siglos y medio de vigencia de la
ruta, relativamente segura, especialmente a partir de
1640. El último de los riesgos frecuentes fue la
acción de los navíos enemigos, especialmente los
holandeses, en la primera mitad del siglo XVII, y
los ingleses a todo lo largo del XVIII. Los navíos,
sólidos y maniobreros, construidos con fuertes
maderas tropicales en los astilleros filipinos, fueron
considerados como los mejores de su tiempo.
Empleando una frase que ha hecho fortuna, el
Galeón en su ruta de Acapulco a Manila
transportaba esencialmente ―frailes y plata‖. Frailes
para llevar a cabo la evangelización del archipiélago
y plata en forma de objetos suntuarios, tanto
religiosos como domésticos, pero sobre todo en
forma de monedas para pagar los productos de
China, de tal forma que los pesos españoles
circularon profusamente por el Celeste Imperio; el
cargamento se completaba con algunos otros
productos, y también con los envíos oficiales, que
comprendían la plata del situado o asignación para
el mantenimiento de la colonia, el papel sellado, los
libros de la Real Hacienda y los artículos destinados
a los Reales Almacenes, para uso de las autoridades
y de las misiones; entre estos últimos, desde cuadros
e imágenes religiosas hasta vino para consagrar. El
comercio de Manila estaba principalmente en manos
de los mercaderes chinos, cuyos juncos llevaban a la
capital filipina productos alimenticios (trigo y
cebada, azúcar y frutos secos y del tiempo, sobre
todo uvas y naranjas), pero especialmente las
manufacturas procedentes de todo el mundo
oriental. Con el paso del tiempo, los comerciantes
chinos hubieron de soportar la competencia de los
mercaderes ingleses, moros, armenios y españoles
interesados en esta contratación. En cualquier caso,
igual que sucedía en Sevilla con los barcos de la
Carrera de Indias, el Galeón era un monopolio de
particulares y el buque –o tonelaje- de los navíos
había de repartirse exclusivamente entre los
españoles avecinados en Manila, que, o bien
viajaban junto a los productos que habían adquirido,
o bien consignaban a los sobrecargos del cuidado y
venta de los mismos una vez llegados a Nueva
España.
Las bodegas del Galeón se convertían entonces
en verdaderas cuevas de Alí Baba, donde tenían
cabida todas las maravillas de Asia. Entre otros
muchos artículos, las remesas se componían en
primer lugar de sedas chinas en todas sus variedades
–bordadas, labradas y pintadas- y de prendas de
seda en todas sus formas: colchas y cojines, batas y
quimonos, casullas y dalmáticas. Otros objetos
suntuarios chinos incluían las bellísimas porcelanas
Ming o Qing, también en todas sus formas –
figuritas, botellas, tibores, peceras, vajillas
completas- y en todas sus variedades: típica
combinación de azul y blanco, series en rosa y
verde. De Japón provenían sobre todo los biombos
de múltiples hojas y delicada decoración, así como
toda clase de objetos de laca negra para uso
doméstico, como cajitas, banderas, estuches,
petacas, plumieres y escritorios. De más lejanas
latitudes llegaban otras manufacturas, como los
tejidos de algodón de la India, las alfombras de
Persia o la canela de Ceilán. De las Molucas
procedían, finalmente, casi todas las demás
especias, singularmente la pimienta, el clavo y la
nuez moscada.
Filipinas participaba en menor medida de los
cargamentos del Galeón. Durante el siglo XVI, sólo
había contribuido con algunos tejidos de algodón,
187
las celebradas mantas de llocos y la canela de
Mindanao. Más adelante, se incorporarían los
muebles fabricados con maderas locales –sillas,
arcones- y las manufacturas introducidas por los
chinos: las piezas de marfil o los tejidos de seda ya
acabados en los talleres de Manila. Los productos
asiáticos alcanzaban igualmente la metrópolis a
través de México. A España llegaban, en efecto, las
mismas piezas de seda, laca o cerámica, algunas
encargadas expresamente, como las piezas de
porcelana de Compañía de Indias para uso de
funcionarios, de aristócratas o de la propia Casa
Real. Y también se recibían materiales científicos,
como libros, mapas o vistas de aquellas lejanas
tierras. Sin olvidar los productos mexicanos de
inspiración oriental.
En 1785, la Corona española, sin cerrar la vía
tradicional del Galeón de Manila, y tras un período
de prueba de veinte años en que una serie de barcos
militares navegaron en derechura al archipiélago
rodeando las costas de África, aprobó la
constitución de la Compañía de Filipinas, destinada
a realizar el comercio directo entre Cádiz –la nueva
cabecera del monopolio ultramarino español- y
Manila, por la ruta del cabo de Buena Esperanza, así
como, también, por la ruta del cabo de Hornos, con
escala en Montevideo o El Callao. A partir de
entonces, los productos asiáticos llegaban a la
metrópoli por una doble vía, la que atravesaba
México y el Atlántico y la que enlazaba
directamente Cádiz con Manila sin pasar por Nueva
España. Sólo la emancipación de América puso fin
a la ruta del Galeón. En diciembre de 1811, el
Galeón ―Magallanes‖ encontró Acapulco paralizada
por la guerra y se dispuso a soportar lo que habría
de ser una larga estadía. En 1813, las autoridades
españolas, ante la situación creada, decretaron la
suspensión del tráfico entre Filipinas y México. Y
en 1815, el Magallanes zarpaba para cumplir la
última travesía desde el puerto mexicano hasta la
capital de las Filipinas. Se clausuraba así una larga
historia. La historia del eje Sevilla-Veracruz-
México-Acapulco-Manila, que había servido
durante dos siglos y medio como vía permanente
para la circulación de hombres y mujeres y para el
intercambio de metales preciosos y productos
exóticos y, finalmente, de corrientes religiosas,
intelectuales y artísticas entre España,
Hispanoamérica y el Asia española.
El erudito
Cuando los conquistadores españoles invadieron
Perú en el siglo XVI, los quechuas que moraban en
las tierras altas de los Andes les hablaron de un par
de maravillosas islas que había al oeste, en alguna
parte de la vastedad del océano Pacifico. Tal como
los indios lo contaron, Tupac Yupanqui, un gran
gobernante inca del siglo XV, había llegado hasta
allí con una flota de navíos y 20.000 guerreros, y
habló extasiado de campos fértiles e imponentes
montañas, abundante oro y un pueblo dócil, ansioso
por cumplir sus ordenes.
Para los oficiales españoles era una invitación a
más conquistas y aventuras. Nadie quedó mas
fascinado por la historia que un caballero –guerrero,
llamado Pedro Sarmiento de Gamboa, un erudito
excéntrico que pasaba las horas libres aprendiendo
la lengua y el saber de los indios. Un personaje
maravilloso, intrépido, aventurero, de mente
calenturienta. En Nueva España había sufrido un
proceso inquisitorial por irreverencias, siendo
azotado públicamente en Puebla. En 1557 lo
encontramos en el Perú. Por sus aficiones
astrológicas y adivinatorias sufrió otro nuevo
proceso por la Inquisición en 1564, siendo
condenado al destierro de las Indias, pero el apoyo
del virrey, por necesitar de sus servicios científicos,
hizo sobreseer la sentencia.
Como hombre de considerables conocimientos,
Sarmiento estaba predispuesto a aceptar que el
informe del descubrimiento inca; encajaba
convenientemente con la teoría geográfica que los
sabios occidentales habían postulado desde el gran
astrónomo griego Claudio Ptolomeo, que creía que
la Tierra debía estar equilibrada para que sus gentes
no se cayeran; había llegado a la conclusión de que
en alguna parte debajo del Océano Indico había una
188
masa de tierra aproximadamente igual en tamaño
que Europa y Asia. A lo largo de los siglos, la
hipotética existencia de tal continente, llamado
―Terra Australis Incognita‖, (tierra austral
desconocida) se había convertido en un dogma
intelectual.
Sarmiento asumía que las legendarias islas de las
que hablaban los indígenas se hallaban cerca de la
Terra Australis Incognita.
En 1567 persuadió al virrey de Perú para que
autorizara una expedición en busca de las tierras
prometidas. Por sugerencias suyas, el virrey ordenó
enviar una expedición al mando de Álvaro de
Mendaña, en la que participó como experto
cosmógrafo. Con dos navíos y unos 150 hombres
salieron del puerto del Callao. Siguiendo un rumbo
impreciso, en febrero de 1568 descubrieron una isla,
Samba o Santa Isabel, en el archipiélago de
Salomón.
En Santa Isabel construyeron un bergantín para
explorar el resto de las islas y hallaron otras varias,
Guadalcanal, San Cristóbal, etc; algunas de ellas, en
la actualidad, conservan el nombre español.
Mendaña consultó a su gente y prevaleció la idea de
no colonizar y trasladarse nuevamente al Perú, ante
la falta de especias y oro. La expedición se dirigió
hacia el norte, pasando por las islas Marshall,
llegando a las costas mexicanas a comienzos de
1569 y, desde allí, al Perú. Se interpretó que los
resultados del viaje habían sido un auténtico
fracaso. A su regreso, Sarmiento acusó a Mendaña
por su poco éxito en el viaje y, sobre todo, por no
haber querido seguir la dirección suroeste, que
insistentemente le había aconsejado y que, quizás,
hubiera dado por resultado llegar a Australia o
Nueva Zelanda. De esa manera se inauguró una
búsqueda que ocuparía a los navegantes aventureros
durante más de dos siglos.
Fortificación en el Estrecho de Magallanes.
Sarmiento, gran colaborador del virrey del Perú,
en 1579 y tras los ataques piráticos de Drake, se
dirigió al estrecho de Magallanes para cerrarle el
paso, a raíz del ataque del inglés al Callao, aunque
suponía que no regresaría por él.
A la fortificación del estrecho iba Sarmiento
como Capitán General de la Armada, tomando
posesión del mismo en noviembre. Sus conoci-
mientos, su energía y sus empeños se vieron
obstaculizados por la resistencia de sus gentes a
quedarse en aquella tierra donde no encontraban los
víveres necesarios. En 1580 salió al Atlántico
llegando a España. Durante su estancia en la
Península se entrevisto personalmente con el rey
Felipe II, a quien lo convenció de la necesidad de
colonizar y fortificar el estrecho, idea que siempre
le obsesionó y a la que consagró todos sus
esfuerzos.
Nombrado Gobernador y Capitán General del
Estrecho, en Sevilla se organizó una esplendorosa
flota de 23 navíos en los que se pensaba que
embarcarían unas 3.000 personas, entre soldados y
colonos con sus familias, incluidos 600 que iban a
Chile. Los planos de los fuertes fueron hechos por el
ingeniero Antonelli. El mando de la escuadra se
entregó desacertadamente a un enemigo de
Sarmiento, y que lo único que hizo fue obstaculizar
todas las buenas iniciativas del Capitán General.
A pesar de todo, Sarmiento pudo zarpar, pero en
cuanto se adentraron en el océano sufrieron una
gran tormenta, desapareciendo cerca de 800
personas; a pesar de este grave contratiempo,
continuaron adelante. El 19 de febrero de 1583
llegaron a la boca del estrecho, pero el almirante no
se atrevió a adentrarse, regresando a la Península.
Sarmiento decidió volver a intentar su plan de
colonización del estrecho. Con cinco buques y más
de quinientas personas, iniciaba desde Brasil -
posesión portuguesa, cuya Corona desde 1580
estaba unida a la española con Felipe II-, la travesía
a primeros de septiembre de 1584. En el cabo de las
Vírgenes fundó la ciudad de Nombre de Jesús,
donde dejó trescientas personas, pero desertó el
piloto de su confianza, llevándose en su escapada
tres navíos. Sarmiento, solamente con cien hombres,
siguió la costa por tierra, y en marzo fundó la
segunda ciudad, Rey don Felipe, cerca de la actual
189
Punta Arenas. La inclemencia del tiempo les obligó
a regresar nuevamente a Nombre de Jesús. El fuerte
viento arrastró al único buque que les quedaba fuera
del estrecho, y aunque volvieron a intentar entrar
nuevamente, no lo consiguieron, dirigiéndose fi-
nalmente a Brasil.
Una vez más intentó la quimera del estrecho, y
habiendo vuelto en 1585, fracasó en su deseo de
llegar a las fundaciones, al mismo tiempo que
reprimía un motín de la tripulación.
Decidió dirigirse a España a solicitar auxilio para
los colonos, pero fue capturado por corsarios
ingleses en 1586 y trasladado a Inglaterra por
considerársele personaje importante; cuando fue
apresado, arrojó al mar sus libros y papeles.
En Windsor conoció a Walter Raleigh quien hizo
amistad con él, valorando sus méritos y
conocimientos; su relación fue tan profunda y tanta
su admiración por el cosmógrafo que éste fue
presentado a la reina Isabel.
Tan grata fue la impresión que causó a la reina
que le concedió la libertad y le encomendó una mi-
sión secreta para Felipe II, le dio mil escudos, y le
devolvió los documentos personales.
De regreso a España fue capturado por unos
protestantes en el sur de Francia, estuvo preso
durante tres años, exigiéndose por él un exagerado
rescate, que pidió varias veces al rey, y que, por fin,
en 1590, fue pagado.
Desde España volvió a intentar una expedición
para socorrer a los colonos del estrecho, de los que
no se había vuelto a tener noticias. ¿Qué había
pasado con ellos? En 1587 pasó por el estrecho el
corsario inglés Cavendish y sólo encontró 18
supervivientes, que le informaron de todo cuanto
había ocurrido. La empresa en la que tanto empeño
había puesto Sarmiento, fracasó. La Corona a pesar
de los esfuerzos económicos hechos hasta entonces,
desistió de continuar con la defensa del estrecho,
punto de mira de la piratería internacional.
190
Reinicio de expediciones.
Pasaron los años, y en 1595, se autorizó un
segundo viaje a Mendaña. Del puerto del Callao
zarparon seis navíos. El piloto mayor era Pedro
Fernández de Quirós. En julio descubrieron un
conjunto de islas a las que bautizaron con el nombre
de ―Marquesas de Mendoza‖, llamadas así en honor
del virrey, y que todavía hoy conservan la primera
parte de su nombre. No se detuvieron, puesto que su
mira final estaba puesta en las Salomón. A medida
que pasaban los días, el descontento y el malestar
aumentaban, en parte, debido al temperamento
blando y a la falta de carácter de Mendaña. El 7 de
septiembre descubrieron un nuevo archipiélago, las
islas de Santa Cruz, al este de las Salomón, y que
también conservan el nombre en nuestros días.
La indisciplina iba en aumento al no encontrar
los soldados las riquezas que esperaban. Su espíritu
era de conquistadores y no de colonos, y
comenzaron a saquear y a maltratar a los indígenas.
Ante los desmanes que estaban ocurriendo,
Mendaña empleó la dureza con los indisciplinados
soldados. En el transcurso de estos sucesos se
desencadenó una epidemia, y de ella murió
Mendaña. Después de una trágica navegación,
pasando por las islas Marianas, el resto de la
expedición llegó a Manila.
Un místico en las islas del Pacífico.
Pedro Fernández de Quirós no pudo resignarse
únicamente al fracasado segundo viaje de Mendaña.
Gran conocedor de los secretos náuticos que había
ido acumulando a lo largo de su vida, recabó los
fondos necesarios para reparar un navío y regresar a
las costas americanas. Al no encontrar apoyo para
realizar un nuevo viaje al Pacífico, volvió a España.
Allí consiguió autorización para realizar otro
viaje; el temperamento místico de Quirós maravilló
al monarca. Era una empresa que encajaba con el
espíritu piadoso de Felipe III. El virrey del Perú le
consiguió tres buques y víveres suficientes para un
año. Embarcaron unos 300 hombres, entre marinos
y soldados, seis frailes franciscanos y cuatro
hermanos hospitalarios; llevaban semillas y
animales para fundar una colonia. Como figura
competente en asuntos de náutica, iba un marino
llamado Luís Váez de Torres. La finalidad del viaje
era descubrir la ―Tierra Austral‖, buscada desde los
comienzos del siglo XVI. En contraste con el
continente americano, que existía aunque no se le
esperaba, la ―Terra Australis Incógnita‖ fue buscada
ansiosamente.
La teoría se limitaba a sostener que muy al sur
debía haber una masa de tierra lo bastante grande
para equilibrar el peso de los continentes septentrio-
nales e impedir de esa manera que el mundo se
volcara. El concepto no tuvo mayor interés práctico
hasta que los viajes de los portugueses alrededor del
África revelaron que el hombre podía cruzar el
ecuador sin quedar chamuscado. A partir de ese
instante, la ―Terra Australis‖ se convirtió en algo
alcanzable; se podía llegar a ella y quizá fuera
valiosa. Los hombres empezaron a especular sobre
sus límites, habitantes y riquezas.
La Tierra Austral se suponía al sur de Nueva
Guinea y de las islas descubiertas por Mendaña. La
idea de aquellas tierras estaba envuelta en fabulosas
leyendas de riquezas de todo tipo. Pero no eran el
lucro y la riqueza las circunstancias que animaban a
Quirós, sino todo lo contrario, la evangelización. Su
espíritu místico y puritano quiso implantarlo en la
tripulación, incluso vistiendo el hábito franciscano.
Pero su forma de pensar estaba muy lejos de las
apetencias y ansias de riqueza de la soldadesca de a
bordo. En diciembre de 1605 zarparon del puerto
del Callao, rumbo a las Salomón y la Santa Cruz.
Pero el temperamento de Quirós, sus
enfrentamientos con la tripulación, y, sobre todo, la
imposición de criterios del piloto, hicieron apartarse
de la idea inicial del capitán, que de haberla
seguido, sin duda, habrían llegado a Nueva Zelanda
o a Australia.
Hasta finales del siguiente enero no encontraron
la primera isla, que estaba deshabitada; después
divisaron otras del archipiélago de Tuamotú. La
travesía hasta Santa Cruz fue dura y penosa por la
191
falta de víveres y agua. En abril llegaron a la isla de
Tumaco, o Nuestra Señora del Socorro, ya del grupo
de la Santa Cruz. El cacique les indicó la existencia
de otras islas, pero habiendo desviado el rumbo
equivocadamente, a primeros de mayo de 1606
descubrieron una isla grande en el archipiélago que
hoy conocemos con el nombre de Nuevas Hébridas,
y que Quirós bautizó como ―Australia del Espíritu
Santo‖ -término que creó con los nombres de
―Tierra Austral‖, donde interpretó que había
llegado- y el de la casa de los Austria reinante en
España.
En la bahía de San Felipe y Santiago, y a orillas
de un río, que llamó Jordán, decidió fundar una
ciudad, a la que denominó Nueva Jerusalén. Quirós
vivía fuera de la vida real; su misticismo y fantasía
espirituales habían ido en aumento. Creó la orden de
caballería del Espíritu Santo, de la que hizo
caballeros a la mísera hueste. La belicosidad
indígena les hizo abandonar temporalmente la
recién fundada ciudad; regresaron nuevamente para
pasar el invierno, pero una fuerte tormenta separó a
las tres embarcaciones. Dos de ellas lograron entrar
en la bahía; la de mayor tonelaje consiguió anclar,
pero la de Quirós no pudo hacer la maniobra
completa y fue arrastrada hacia mar abierto; intentó
regresar, pero la oposición de los hombres le hizo
desistir definitivamente, y decidió dirigirse hacia las
costas de América. El barco de Quirós se vio
separado del resto de su flota y regresó a Acapulco.
Su espíritu tenaz no le dejaba descansar, por lo
que nuevamente se trasladó a Madrid en 1607;
durante los siete años que permaneció en la Corte,
viviendo míseramente, siguió buscando las
recomendaciones oficiales y privadas para que le
apoyasen en una nueva empresa. Las autoridades
del Consejo de Indias le alentaban pero, al mismo
tiempo, daban largas a sus peticiones que elevaba
constantemente en memoriales.
El tesón de Quirós casi llegó a aburrir a las
autoridades, y la única forma de hacerle callar y que
no escribiese más documentos era concederle la
correspondiente autorización. En octubre de 1614,
se le ordenaba al virrey del Perú, que aprestase la
Armada a toda prisa, pero al mismo tiempo se le
comunicaba que lo dilatase todo lo posible.
Entusiasmado, partió para Indias. Su muerte,
ocurrida en 1615, quizá le libró de algún grave
disgusto si hubiera descubierto cómo se estaba
jugando con su persona. No fue la desconfianza que
se demostró hacia la persona de Quirós la que
motivó la dilación, sino que la Corona se sentía sin
fuerzas para iniciar una nueva empresa de la
magnitud que representaba la colonización de la
Tierra Austral.
Al separarse Luís Váez de Torres y Quirós ante
la costa de ―Australia del Espíritu Santo‖, aquél
decidió esperar varios días para ver si regresaba su
jefe; convencido de que algo grave le había
ocurrido, decidió actuar por su cuenta. Recorrió las
costas de ―Espíritu Santo‖, reconociendo su
insularidad y, desde allí, se dirigió hacia el suroeste,
pero el mal tiempo le obligó a cambiar de rumbo,
caminando hacia el noroeste, en busca de Nueva
Guinea. Al llegar al extremo sudeste se percató de
que no podía costear el litoral norte, el único
conocido hasta entonces, y decidió recorrer toda la
costa sur, todavía desconocida, a través de un mar
sumamente peligroso. Recorrió el estrecho que hoy
lleva su apellido -estrecho de Torres- entre Nueva
Guinea y Australia, demostrando así que Nueva
Guinea es una isla. Sin embargo, el español guardó
en secreto su descubrimiento, y nadie iba a seguir a
Váez de Torres a través del estrecho hasta el capitán
Cook en 1770. Torres no se dió cuenta de que la
tierra que tenía a su izquierda era el continente
australiano, y que Quirós quería encontrar.
Cambian los actores.
A partir de la segunda mitad del siglo XVI, ya no
eran única ó principalmente los españoles o
portugueses, sino los ingleses, franceses, rusos
(éstos solamente por tierra hacia el Este) y
holandeses quienes protagonizaban los principales
viajes de descubrimiento.
Tres objetivos les movían: el hallazgo de un paso
por el Norte hacia Asia, la exploración del Pacífico
192
y la búsqueda del continente austral (y para los
rusos, la colonización de Siberia). En el primer caso
las tentativas culminaron con los viajes de Barents
hasta las Spitzberg y Nueva Zembla entre 1594 y
1597.
Tras los viajes de Cabot, de Verrazzano, de
Cartier, etc, tuvieron lugar en está época los de
Hudson y Baffin (de 1609 a 1616) en busca de una
más expedita ruta por el Noroeste, animados por la
política colonial inglesa y francesa en América del
Norte. En cuanto al Pacífico y las tierras australes,
el principal mérito corresponde a los españoles y a
los holandeses, que en 1602 habían creado la
Compañía de las Indias Orientales y en 1619 habían
fundando Batavia (hoy Yakarta –isla de Java-
República de Indonesia); los viajes por ellos
organizados culminaron con los que hizo Abel
Tasman a Tasmania, Nueva Zelandia y Australia.
193
Los holandeses emprendieron la exploración del
Pacifico casi por accidente. Durante casi todo el
siglo XVI, mientras los españoles extraían las
riquezas de las Américas y sus súbditos portugueses
monopolizaban las rutas de las especias alrededor
del cabo de Buena Esperanza, los imperturbables y
calvinistas comerciantes holandeses —los
preeminentes comerciantes marítimos de su
época— se contentaban con obtener unos ingresos
regulares transportando artículos de almacenes
españoles a otros puertos europeos.
Un error de cálculo por parte de Felipe II de
España rompió esa cómoda situación, que con el
cierre de los puertos españoles a sus barcos, intentó
obligarlos a someterse. El embargo se volvió en su
contra de manera drástica. Esos extraordinarios
navegantes, al serles negado el rico comercio de las
especias de Lisboa y Cádiz, comenzaron a enviar
sus propias expediciones a las Indias Orientales.
Oliver van Noort, fue el primer holandés en dar la
vuelta al Globo... y, en el proceso, inició el fin de la
hegemonía española en el Pacífico.
Van Noort obtuvo una gélida recepción de los
copropietarios cuando su barco, con la bodega casi
vacía, atracó en Rotterdam. Había fracasado como
corsario y como comerciante... y también como
explorador, pues cruzó el vasto Pacífico sin
descubrir ninguna tierra nueva. Pero sus viajes no
fueron del todo infructuosos. Al mes de su arribo,
publicó un diario del viaje. Reeditado ampliamente,
ayudó a atraer a una nueva generación de
holandeses, cuyas experiencias serían bastante más
pragmáticas y más rentables que las de van Noort.
A principios de 1606, el holandés Willem Jansz
navegó desde el asentamiento comercial de Batavia
(la actual Yakarta), en las islas de las Especias
(Indonesia), para explorar la costa meridional de
Nueva Guinea. Alcanzó el estrecho de Torres pero
no entró en él, sino que giró hacia el sur para
alcanzar la costa norte de la península de Cabo York
en el continente australiano, que siguió hacia el sur,
penetrando hasta el golfo de Carpentaria. Sus
mapas, sin embargo, muestran que creía que la
península estaba unida a Nueva Guinea. Diez años
más tarde su compatriota Dirk Hartog llegó por
accidente a la costa oeste de Australia, tras navegar
demasiado al sur del cabo de Buena Esperanza en su
viaje desde los Países Bajos hasta Batavia.
Los holandeses estaban tomando ahora la
delantera en explorar el Pacífico Sur en busca del
fabuloso territorio del sur. En 1609, los holandeses
consiguieron el control sobre las islas de las
Especias de los portugueses, y las rebautizaron
Indias Orientales Holandesas. La Compañía
Holandesa de las Indias Orientales se formó para
proteger los intereses comerciales holandeses
garantizándoles el monopolio de las licencias. Era
ilegal que los comerciantes holandeses comerciaran
privadamente dentro del área del monopolio de la
Compañía Holandesa de las Islas Orientales, que
incluía toda la región del Pacífico, y los contactos
entre los comerciantes holandeses y los insulares del
Pacífico estaban prohibidos a menos que se
efectuaran bajo los auspicios de la Compañía. En
1615 Willem Cornelisz Schouten e Isaac Le Maire
habían rodeado el cabo de Hornos por primera vez y
cruzado el Pacífico, descubriendo las islas Tonga
septentrionales más exteriores, Futuna y Alofi y
algunas de las islas de Nueva Guinea.
Tasman salió de Batavia en 1642, llegó a
Mauricio y luego torció hacia abajo hasta los 49°
sur antes de virar hacia el este y un poco hacia el
norte. A partir de entonces mantuvo el curso y
concluyó que las olas que le llegaban de proa
indicaban que se iba desvaneciendo la posibilidad
de que la Terra Australis estuviera en esa parte del
Océano Índico. Se halló con ―la primera tierra que
hemos encontrado en el mar del Sur‖. Se trataba de
Tasmania, posteriormente bautizada así en su honor;
tomó posesión de ella en nombre de la Compañía
Holandesa de las Indias Orientales, pues era
empleado suyo. Al principio no se dió cuenta de que
había llegado a una isla, pero el hecho de que
pudiera seguir navegando hacia el este le demostró
que la propia Nueva Holanda (Australia) era
también una isla.
Por otra parte, cuando llegó a Nueva Zelandia,
Tasman pensó que se trataba de un promontorio de
194
la ―Terra Australis‖ que, según él, quedaría muy al
sureste, hacia el cabo de Hornos. En un viaje
posterior, Tasman verificó que el golfo de
Carpentaria no era un estrecho, sino una bahía, pero
lo mismo que a sus predecesores, los bajos y
arrecifes del estrecho de Torres lo hicieron pensar
que la parte nororiental de Australia estaba unida
con Nueva Guinea.
195
Tras explorar la costa sur de Australia y
convertirse en el primer europeo en divisar
Tasmania y Nueva Zelanda antes de regresar a Bata-
via, fue censurado por no haber traído de vuelta
«riquezas ni cosas de provecho sino tan sólo las
dichas tierras y aparentemente el descubrimiento de
un buen paso». Los holandeses mostraron poco
entusiasmo por establecer colonias comerciales en
alguna parte del Pacífico Sur, y menos aún a lo
largo de la desierta y miserable costa del norte y el
oeste de Australia: estaban mucho más interesados
en defender y extender su próspero imperio
comercial en las Indias Orientales Holandesas
(actual República de Indonesia).
El contacto con los pueblos indígenas del
Pacífico se producía principalmente en forma
de ocasionales escaramuzas entre grupos de marinos
que desembarcaban y grupos de guerreros que
defendían sus tierras.
Luego, se exploraron casi 1.600 kilómetros de la
costa sur del territorio descubierto por Jansz (que
los holandeses llamaban ahora Nueva Holanda), y
otros marineros holandeses acrecentaron el
conocimiento de sus costas norte y oeste.
Después del viaje de Tasman, se desvaneció por
más de un siglo el interés en la región inhospitalaria
que rodea a Australia. Además, los informes del
explorador y antiguo bucanero inglés William Dam-
pier, que visitó la costa norte de Nueva Holanda en
1688 y regresó en 1699 para explorar su costa oeste,
eran tan poco favorables que ninguna otra
expedición fue enviada allí. Los viajeros
simplemente pasaban de largo, en dirección más
hacia el sur y el este.
196
Un lago ibérico.
Hasta finales del siglo XVI, en todo el Índico,
los únicos europeos que ejercitaban un poder militar
y político y realizaban una actividad comercial
colectiva eran los portugueses. Sus funcionarios, sus
soldados, sus colonos y sus comerciantes, y el clero
que trabajó bajo la protección de la corona
portuguesa, fueron los únicos representantes de
Europa en el amplio territorio que va desde el este
de África a la China. Pero a los portugueses no se
les permitiría que desarrollaran solos y sin
interrupción su comercio y su labor misionera en el
Extremo Oriente.
Pues, en efecto, tras la instalación española de
México, las Islas Filipinas se convirtieron en el
objetivo de sucesivas expediciones, que culminaron
con el hallazgo de la vía de regreso o tornaviaje a
las costas mexicanas. Esta expansión, por otra parte,
se prolongaría hasta principios del siglo XVII
(descubrimiento de las Salomón, las Marquesas, las
Nuevas Hébridas), de modo que el Océano Pacífico
se convertiría en un auténtico lago español.
Ahora bien, hay que advertir que Manila (las
Filipinas) fue para España no sólo la terminal de la
Carrera de Acapulco, sino también una plataforma
situada entre las costas occidentales de América y
las orientales de Asia, un trampolín para impulsar
los contactos con los Estados asiáticos vecinos y, en
sentido opuesto, para colonizar la Micronesia.
En el primer sentido, habría que consignar las
relaciones comerciales con China, las misiones
diplomáticas en Japón y Siam o la intervención
militar en Camboya, así como, en dirección inversa,
la estancia en España de un embajador japonés y las
cartas enviadas a la corte de Felipe III por los
shogunes.
Del mismo modo, Filipinas fue el centro para la
evangelización de Asia, especialmente de Japón,
donde sólo las persecuciones interrumpieron el
proceso.
En el segundo apartado y tiempo más adelante,
en el siglo XVII, la incorporación de las islas
Marianas se operó a partir de la misión dirigida por
los jesuitas (1668), mientras las Carolinas entraban
en la órbita hispana a partir de la llegada al grupo de
las Palaos (1686), poniendo los cimientos de una
Micronesia española. Y, finalmente, hay que añadir
que, a partir de 1580, la unión de las Coronas de
España y Portugal propició la colaboración de
ambos reinos en la defensa de sus territorios
extremo-orientales frente a los ataques de los
holandeses, al tiempo que posibilitaba la presencia
de objetos indo portugueses (muebles, relicarios,
marfiles) y de artículos japoneses con motivos
occidentales en los cargamentos del Galeón de
Manila. En los últimos años del siglo XVI, el
mundo ibérico, al circundar la tierra en dirección
opuesta, mantenía lo que era casi un monopolio del
contacto directo con Asia.
197
PROTAGONISTA: EL GALEÓN
ntes de mediados del siglo XV, con sus
viajes hacia el sur por las costas africanas,
los portugueses habían acumulado la experiencia
suficiente para explorar con la carabela, en la que se
avanzó en el diseño del casco y, sobre todo, en la
combinación de las velas cuadradas con las
triangulares o latinas, que permitían la navegación
de bolina, es decir, con el viento de través y no
solamente de popa. En América, en su ruta desde y
hacia España, predominaron las carabelas y naos,
siendo las carabelas muy aptas para la exploración.
Sobre 1500, los mayores buques mercantes
conocidos eran las carracas, el polo opuesto a las
ligeras carabelas. Las carracas portuguesas
desplazaban 1000 toneladas y hasta 2000. Solían
tener cuatro puentes, tres cubiertas y velas
cuadradas en el palo mayor y trinquete, y latina en
el de mesana.
Su tamaño y capacidad para el transporte de
mercancías y soldados y su construcción sólida
convirtieron estas naves en las idóneas para las
grandes expediciones comerciales a Brasil e Indias
Orientales. Pero a causa de sus grandes dimensiones
y su escasa velocidad, su adaptación a las tareas de
exploración era menor que las de las carabelas.
Empezó a predominar el galeón, nave hibrida
entre la pesada carraca y la ágil galera. Por eso el
galeón cuando operó en el Atlántico Norte llevaba
velas y remos. El salto atlántico hacia América hizo
que el galeón desechara los remos, dándole más
importancia a su velamen.
Los marinos Álvaro de Bazán, y Pedro
Menéndez de Avilés, Adelantado de Florida,
llegaron a ejercer mayor influencia que nadie en el
progreso de las construcciones navales de España
durante el siglo XVI. Álvaro de Bazán fue el
primero que en la Carrera de Indias empleó grandes
galeones de su propiedad para el transporte de
A
198
mercancías y caudales. Ideó un nuevo tipo de
galeón, e imitó de genoveses y venecianos, la
galeaza.
El aumento del tamaño y un avance mayor en el
diseño del casco, mucho más hidrodinámico, llevó a
la construcción del galeón, una nave de cuatro palos
-mayor, trinquete, mesana y contramesana-, además
del mástil de proa, el bauprés, con aparejo similar a
las carracas, con los dos últimos mástiles con velas
latinas. Su anchura le hacía un buen mercante, y su
robusto casco era idóneo para soportar un número
elevado de cañones, con lo que el resultado fue una
nave mercante armada, ideal para constituir el
núcleo de los convoyes del tesoro.
La famosa regla de los constructores navales
para las carracas, que se llamaba del ―As, dos, tres‖
(para un puntal determinado, se multiplicaba éste
por dos y se obtenía la manga y luego multiplicando
ésta por tres se lograba el largo de la quilla).
Aparecen también en esta época unas velas que se
envergan en el palo mayor por encima de la gavía y
que llevarán el nombre de ―juanetes‖. Poco tiempo
después, también en el trinquete se aparejarán estas
velas. Se conservaba además, debajo del bauprés, la
vela ―cebadera‖ que se conocía ya desde mediados
del siglo XV en algunas carracas y que ya habían
utilizado los romanos.
Merced al aumento en el porte de los navíos
oceánicos sobrevino la conveniencia de modificar
las reglas de construcción y los principios que les
servían de fundamento, siendo Pedro Menéndez de
Avilés, quien, a lo que parece, concibió primero la
idea de alargar la quilla con relación a la manga,
teoría según la cual construyó a fines del siglo XVI
en la isla de Cuba a varios navíos que llamó
galeoncetes. El galeón poseía uno o dos puentes,
según su tamaño, bien que a fines del siglo XVII se
construyeron galeones de combate provistos de tres
puentes.
En cuanto al armamento en los galeones de
guerra, al hacerse cada vez más usual la utilización
de la artillería, se abrirán en los costados de estas
naves las portas para los cañones que irán ubicados
en dos, tres o más cubiertas.
Aunque ya en el siglo XIV se montaban cañones
a bordo de las naves, fue a partir del siglo XV
cuando los avances en la técnica de construcción de
los barcos, y en la de la metalurgia de grandes
cañones, permitieron colocar a bordo piezas capaces
de dañar la estructura misma de los buques
enemigos si se montaban en número y potencia
suficientes. Esto requería muchos y grandes
cañones, que podían con su peso desestabilizar un
barco si se emplazaban en la cubierta superior. El
proceso evidente era, pues, colocar los cañones –al
menos, los más grandes- en las cubiertas o puentes
inferiores, las más próximas al agua, bajando así el
centro de gravedad. Para poder disparar estas piezas
se hacía necesario crear cubiertas corridas de proa a
popa y, abrir portas alineadas en los costados de los
barcos, así como diseñar pesadas cureñas con ruedas
que permitieran recular el cañón para limpiarlo,
cargarlo por la boca, y luego colocarlo otra vez en
posición de disparo. Surgió así el barco de guerra
propiamente dicho –diferente del navío mercante
armado con piezas ligeras en cubierta-,
caracterizado por una, dos o más cubiertas erizadas
de portas para baterías a babor y estribor.
Pero si todos estos cambios habían convertido al
galeón en un barco especialmente adecuado para la
guerra, compartía con el mercante la capacidad de
permanencia en el mar y era lo suficientemente
grande para transportar provisiones y armamento, y
dejar aún espacio para las mercancías apresadas.
Había quién se pronunciaba aún a favor del más
antiguo tipo de navío que sobresalía más del agua,
con altísimas superestructuras que le prestaban una
apariencia de poder y la realidad de una
superioridad en el ataque y una seguridad en la
defensa contra el abordaje. Pero de cada debate
sobre el tipo de cubierta, del combés cerrado o
abierto, de la velocidad, en contra del peso de los
cañones, surgió cada vez mejor definido, el galeón
propulsado a vela, de tamaño medio, rápido, de bajo
perfil y de popa cuadrada o en forma de yugo. El
debate fue más vivo en Inglaterra en donde sus
resultados, gracias a un eficiente Ministerio de
Marina, pudieron ponerlo en práctica.
199
Sir John Hawkins, como tesorero de los barcos
de la reina Isabel, fue el hombre que tomó la osada
decisión de eliminar los castillos. Era un marino
pragmático, un veterano de los barcos de esclavos y
de algunas travesías como corsario en África,
Sudamérica y el Caribe, y sabía por experiencia
como los enormes y viejos castillos estropeaban las
cualidades de navegación de un barco. Ideó un
nuevo tipo de buque de combate, el buque raso
(razee).
La palabra no significaba que el barco fuera
veloz, que lo era. Derivaba del francés rase, que
significa afeitado o plano, y describe lo que
Hawkins hizo a los castillos; los aplanó.
Su barco, llamado ―Revenge‖, tenía unas líneas
elegantes con escasa superestructura y se elevaba
poco del agua. No era especialmente grande, y al
lado de los viejos y altos buques, incluso parecía
más pequeño de lo que era. Si alguna vez lo
hubieran abordado u obligado a combatir de cerca,
se habría encontrado en gran desventaja con los
antiguos. Pero estaba ideado para evitar esa
situación. Sin tanta superficie expuesta al viento de
los palos y jarcias del viejo modelo, era más veloz y
maniobrable, barloventeaba mejor y era más ágil al
timón. Podía superar a los viejos barcos,
manteniendo su distancia de disparo mientras hacía
uso de sus cañones.
200
LAS “FLOTAS”
lota se consideraba a un conjunto de naves
mercantes, que llevaban cierto armamento,
mientras que Armada, que antes había sido de
buques mercantes ―en armas‖, pasó a ser naves de
guerra, con armamento apropiado y fuerzas
pertenecientes a los tercios de mar, de guarnición en
esas naves; hoy en día, infantes de marina. Las
naves de guerra, en ciertas ocasiones, también
cargaban mercancías.
Los barcos que iniciaron en solitario su cruce del
Atlántico, en su vuelta a la metrópolis empezaron a
sentir los ataques de ―corsarios‖. Las cosas
empezaron a cambiar desde mediados del siglo
XVI, cuando los cargamentos aumentaron de valor.
En 1555 se logró aplicar con éxito el procedimiento
de amalgamación en las minas de plata en México,
y empezó la producción masiva, que naturalmente
había que transportar a España a través de una ruta
tan frágil como era el Océano Atlántico.
Se decidió entonces organizar bien el sistema.
En realidad interesaba el tornaviaje o regreso de los
mercantes, que eran los que traían la plata, pero se
aprovechó la ocasión para obtener igualmente
buenos dividendos del viaje de ida, llevando los
artículos que necesitaban los pobladores de
América. Pronto se vio que la demanda indiana se
centraba en artículos de lujo, que podían además ser
gravados fuertemente, por lo que se convirtió en
otro negocio no menos lucrativo. Se configuró así
un circuito comercial completo, de ida y vuelta, que
consistía en llevar a Indias manufacturas extranjeras
y algunos productos alimenticios usados en la dieta
urbana (vino, aceite, pasas, etc.) y traer de ellas la
plata. Artículos suntuarios por numerario, en defini-
tiva, y todo bajo el estricto control de la Corona, que
tomaba a su cuidado la protección de dichos envíos.
Las Flotas de Indias fueron el mecanismo de
funcionamiento del monopolio comercial español en
América, y constituyeron la esencia de la
denominada Carrera de las Indias, que englobaba
todo el comercio y navegación de España con sus
colonias. Se configuraron en 1561 y subsistieron, a
trancas y barrancas, hasta 1778, año en que se
suprimieron definitivamente. Los 217 años de su
existencia le dan un verdadero récord de longevidad
y explican sobradamente su fallecimiento por
arteriosclerosis. A su muerte, la monarquía española
intentó mantener el monopolio comercial con el
llamado Reglamento de Libre Comercio, que nació
también con más de un siglo de retraso, y fue
incapaz de hacer frente a la realidad comercial
americana motivada por la presencia de artículos
procedentes de la revolución industrial. Las flotas
murieron tarde y la reglamentación que las sustituyó
fue también anacrónica, lo que acentuó el
descontento general de los criollos y fue preludio de
las independencias.
El sistema.
El sistema de Flotas fue resultado de un proceso
experimental a lo largo de muchos años. La
necesidad de defender los mercantes españoles que
iban o venían de Indias se evidenció ya en 1522,
cuando Juan Florín, (Jean Fleury) corsario italiano
al servicio de Francia, se apoderó de dos de las tres
naves que Cortés enviaba a España con los tesoros
aztecas. Se recomendó que a partir de entonces los
buques procurasen viajar reunidos o en conserva,
como entonces se decía, para defenderse mejor de
un posible ataque. La advertencia sirvió de poco,
dada la tendencia 'española a hacer caso omiso a las
prédicas gubernamentales, y en 1543 se ordenó que
los mercantes que hacían la Carrera de las Indias
fueran siempre juntos, reunidos en dos flotas, que
saldrían de España en marzo y septiembre, siempre
escoltadas por buques de guerra.
La flota se complementaba con los llamados
―navíos de aviso‖, que eran unas embarcaciones
muy ligeras, de menos de 60 toneladas, encargadas
de llevar a América la noticia de que la flota estaba
a punto de salir, para que se preparara toda la
negociación. Estos navíos no podían llevar
pasajeros, ni mercancías, cosa que incumplían
regularmente. Tanto la Armada de Galeones como
la de Guarda de la Carrera de Indias, destacaban
F
201
también ―navíos de aviso‖ que se situaban en
crucero en los puntos convenientes.
Resultaba así que la Armada se ponía al servicio
de los intereses comerciales. El asunto es explicable
por cuanto el Rey era el propietario de la mayor
parte del tesoro que se transportaba en el tornaviaje,
y el beneficiario, a través de los impuestos, de los
artículos que se llevaban. No en vano el comercio
indiano era la parte sustancial de la llamada Real
Hacienda, o Hacienda del Rey.
Cada una de las flotas debía llevar un Capitán
General y un Almirante (éste, de menor rango que el
anterior). El nombre también viene de muy atrás en
el tiempo. La voz es de origen árabe, ―Emir del
mar‖. Emir quiere decir un general; señor que tiene
mando. Se puede atribuir a España la concesión de
este título, siendo el Rey de Castilla, Fernando III el
Santo quien, respetando la voz árabe, lo otorgó por
vez primera, en 1248. En tiempos posteriores se
sustituyó a este título en España, el de Capitán
General y quedó el de Almirante para el de Segundo
Jefe de una Armada ó Flota; así sería durante gran
parte del período de las llamadas ―Flotas de Indias‖,
debido a la dependencia de los mandos náuticos a
los mandos terrestres, provenientes de la Nobleza.
En Inglaterra, en cuyo idioma, se mantuvo también
la voz árabe, ocuparía más tempranamente la
categoría máxima; tal como aparecía a principios
del siglo XIII, en el famoso Código de las ―Siete
Partidas‖ del Rey de Castilla, Alfonso X, el Sabio:
Almirante, ―caudillo ó capitán de todos los navíos,
así de Armada como de otros cualquier que fueran
ayuntados en flota...‖
Llevaban además, un Gobernador del Tercio de
Infantería. Los mercantes tenían que ir artillados, y
provistos de armamento para el caso de un
encuentro con el enemigo. El coste de custodiar los
mercantes con buques de guerra se gravaba a la
mercancía transportada mediante un impuesto
denominado ―avería‖ que se prorrateaba sobre el
valor de los productos. De aquí que tuviera valores
variables, según el valor de las mercancías. En
períodos bélicos había que aumentar la defensa
naval y la avería era mayor. Esta incertidumbre
continua sobre lo que había que pagar trajo muchos
problemas a los comerciantes y desde mitad del
siglo XVII la Corona cargó con todo el gasto de
defender las flotas, imponiendo a los comerciantes
un canon fijo en concepto de tal avería.
Al principio, en América, en su ruta desde y
hacia España, se usaron las carabelas y naos, pero
en cuatro décadas más adelante, predominó el
galeón, nave híbrida entre la pesada carraca y la ágil
galera. España realizó un verdadero modelo de or-
ganización para sus flotas, doblemente valioso si
consideramos lo prematuro del montaje. Podría
decirse que para sus necesidades monopolísticas
resultó un sistema insuperable. Cuidadosamente se
reglamentó la forma de preparar las flotas, su
composición, su calendario de salidas y llegadas, el
número de buques que las compondrían, las ferias
en las que se venderían los productos, etcétera. El
error no procedió del diseño organizativo, sino de
no advertir que lo que resultaba funcional para
cubrir las necesidades suntuarias de cien mil
españoles en América, no lo era ya dos siglos
después para los millones de criollos, mestizos y
mulatos que poblaban el Nuevo Mundo.
Raramente se salía en las fechas estipuladas y
tampoco hubo dos flotas por año. El Consejo de
Indias era quien decidía -tras consulta con la Casa
de Contratación que, a su vez, se asesoraba con el
Consulado de Sevilla- si había dos o ninguna flota.
Los comerciantes querían ganar dinero con su
mercancía y jugaron siempre a tener mal abastecido
el mercado americano, para subir los precios. De
aquí que cuando sabían que existía mucho género
europeo en Indias, aconsejaban suprimir la flota.
La necesidad de encontrar rentabilidad a tales
productos fue derivando hacia un comercio de lujo,
único que podía soportar los altos costes. Resultó
así un negocio de artículos innecesarios, de los que
podía prescindir fácilmente la sociedad colonial
americana, como lo demuestra el hecho de que no
tuviera problemas de subsistencia cuando faltaron
tales flotas durante diez, quince y hasta veinte años.
Como comercio de lujo tuvo también mucha
competitividad, ya que era fácil reventar su mercado
202
con artículos de contrabando a precios más bajos,
sobresaturándolo.
Los impuestos eran la verdadera razón de ser del
monopolio, y la causa por la cual el sistema se
prolongó tantos años. Se cobraba infinidad de ellos.
Aparte de la avería, ya mencionada, estaban los de
alcabala y almojarifazgo. Estos se impusieron en
1543 y eran respectivamente un impuesto a las
ventas y un derecho de aduana. La alcabala que se
recaudaba al entrar en los puertos americanos era el
5 por cien del valor de la mercancía y el 2,5 por cien
a la salida. El almojarifazgo era del 5 por cien para
los artículos que salían de España (2,5 por cien para
los importados) y del 10 por cien al entrar en
América. Había además otros gravámenes extraños
con destino al Hospital de San Juan de Dios, de San
Lázaro, la Inquisición, visitas y registros, palmeo,
tonelada, San Telmo, etc.
“En ruta”
En cabeza iba la Capitana, con estandarte izado
en el mayor. Luego, los mercantes. Cerrando la
formación, la Almiranta, con insignia izada en el
mástil de popa. Los restantes buques de guerra iban
a barlovento de los mercantes, para aproximarse a
ellos rápidamente en caso de ataque.
El andar era muy lento, pues los navíos iban
repletos de carga. Los más pesados imponían su
andar al resto de la flota. La travesía resultaba por
ello extraordinariamente larga. Frecuentemente se
tardaban hasta dos meses y medio en una carrera
que un navío ligero podía cubrir en sólo tres
semanas.
Desde Canarias, la Flota se adentraba en el
denominado Mar de las Damas, porque se decía que
―hasta las mujeres podían gobernar las
embarcaciones‖, dadas las condiciones ideales de
navegación que solían existir, con los vientos alisios
soplando de popa.
El viaje se hacía entonces más monótono,
acompañado del interminable crujir de las
arboladuras y el rechinar de los cables. A veces se
ordenaban zafarranchos de combate para tener
entrenada a la tropa y marinería frente a un posible
ataque enemigo, y ésto era quizá lo único que
rompía el tedio.
La única distracción a bordo eran los oficios
religiosos, a los que tenían que acudir todos. Los
pasajeros no podían jugar, ni blasfemar.
Se daba la comida dos veces al día. Los pajes la
servían a los pasajeros. Al principio no era mala
pues constaba de carne, verduras y frutas, pero se
acababan pronto y empezaban las legumbres para
terminar en la sempiterna dieta de tasajo, miel,
queso y aceitunas. La marinería comía casi exclusi-
vamente tasajo.
Al llegar la noche se encendía el gran fanal en la
Capitana, que guiaba la flota.
Algunos buques encendían también faroles de
situación. Las horas transcurrían interminables,
cantadas siempre por los grumetes con alguna
advocación pía. El Mar de las Damas se atravesaba
en un mes, al cabo del cual se alcanzaba usualmente
la isla Dominica, o Guadalupe donde se hacía una
pequeña escala.
Se bajaba a tierra y se hacían grandes comilonas.
Quienes iban a América por primera vez
contemplaban asombrados a los habitantes, el
paisaje, etc.
La recalada era breve, pues había que proseguir
para Veracruz o para Nombre de Dios, y esto
representaba otro mes más de viaje.
Desde 1552, la Casa de Contratación de Sevilla,
máxima autoridad para el control del comercio y
tráfico con América, prepara dos flotas que van a
efectuar, normalmente, dos viajes al año.
La Flota de Nueva España (México), destinada a
las Antillas Mayores y Golfo de México, y la Flota
de Tierra Firme o de ―Galeones‖, a Cartagena de
Indias. Navegaban unidas hasta las Antillas
Menores; la primera destacaba las naves que iban a
Puerto Rico y Santo Domingo, y seguía hasta
Veracruz.
La segunda destacaba una nave hacia Margarita
y otras naves mercantes se apartaban en su
momento del convoy, dirigiéndose hacia La Guaira,
Maracaibo, Río Hacha y Santa Marta.
203
Las ferias.
El atraque de las Flotas era saludado con grandes
manifestaciones de júbilo. Subían a bordo las
autoridades locales y los funcionarios encargados
del cobro de impuestos, que revisaban todo y daban
su aprobación. Se entregaba la valija procedente de
la metrópoli y se daba la orden de partida a dos
navíos de aviso, que debían regresar a España con la
correspondencia urgente y la noticia del feliz arribo
de la flota.
Luego empezaba la descarga. Interminables
caravanas de cargadores subían y bajaban por los
planchones con los fardos a las espaldas. En el
puerto todo era bullicio, pues había empezado la
feria. Duraba al menos dos semanas y usualmente
un mes; la de Portobelo se celebraba durante 45
días. A ella acudían no sólo los comerciantes con la
plata contante y sonante, sino gentes de todos sitios
para comprar o vender. Los precios se disparaban y
cualquier chamizo se pagaba a precio de oro.
Las autoridades instalaban por ello alhóndigas, con
artículos de primera necesidad a unos precios
asequibles, pero se especulaba con todo y en todos
sitios; en las calles, en las plazas y en el puerto. Se
vendían telas finas de Holanda, paños de Flandes,
mantas de Quito, chicha, vino, aguardiente, ron,
fritangas de cerdo y gallina, tortillas de maíz,
cazabe, etc. Todo olía, todo chirriaba y todo entraba
por los ojos. La marinería acudía a sus habituales
pulquerías o chicherías. Otros preferían el juego en
los mil garitos, donde se jugaba fuerte y podía
ganarse o perderse una fortuna. Los burdeles hacían
igualmente un magnífico negocio.
Las ferias tenían su contrapartida. Abundaban
los pleitos, las reyertas y no eran raros los
homicidios.
Con todo, lo peor eran las epidemias que
diezmaban a los feriantes. Todos los puertos
caribeños eran insalubres y reunían las condiciones
de humedad y calor idóneos para la propagación de
los virus que se traían del Viejo Mundo. En
Veracruz hubo tales mortandades que las
autoridades decidieron trasladar su feria en el siglo
204
XVIII a una población cercana, Jalapa, distante 16
leguas de la anterior, pero en un clima más sano.
Las conexiones y la intercomunicación.
No todo era compraventa y disipación. También
se aprovechaba el período de inactividad de las
naves para carenarlas y aderezarlas para la próxima
travesía. Los terminales de las flotas eran las vías de
conexión con una complejísima red americana
configurada sobre los dos océanos, que se
prolongaba luego por el Pacífico hasta el Oriente.
Las flotas de Indias transportaban por ello
mercancías procedentes de cuatro continentes: el
europeo, el americano, el asiático y el oceánico, ya
que en definitiva Filipinas estaba en Oceanía.
Podríamos decir que los comerciantes españoles
manejaron un verdadero negocio mundial, el
primero de su género. De aquí que les salieran
tantos imitadores.
El funcionamiento de las flotas exigía la exis-
tencia de otras flotas auxiliares americanas que
redistribuían sus productos y le suministraban a la
vez los que luego conducirían a Europa. Las flotas
auxiliares eran tres en realidad: la del Caribe y dos
en el Pacífico meridional y septentrional. Estas
últimas movían unos circuitos comerciales que se
internaban hasta el Río de la Plata y Filipinas.
Todo el engranaje descansaba en los puntos de
enlace de las flotas, que eran los terminales de
Cartagena, Portobelo y Veracruz (a veces La
Habana) para la negociación con el Caribe, y los de
Acapulco, Portobelo y Panamá, para el comercio
con el Pacífico y el Oriente. La comunicación entre
Veracruz y Acapulco se realizaba a través de un
larguísimo camino que atravesaba México de costa
a costa y llegaba hasta la misma capital mexicana.
Afortunadamente, era muy funcional, ya que por
parte del mismo transitaba también la plata
mexicana que venía del norte y bajaba desde
México hasta la costa.
En Cartagena, la Flota de Tierra Firme ó de
―Galeones‖ hacía una escala, pues era necesario
descargar la mercancía destinada al Nuevo Reino de
Granada, que usualmente representaba el 25 por 100
de toda la que se llevaba a Tierra Firme. Luego se
proseguía a Nombre de Dios, que era el verdadero
terminal. En 1595 Francis Drake destruyó esta
ciudad y fue sustituida por Portobelo, puerto que
reunía mejores condiciones para albergar la flota y
que fue fortificado por el ingeniero militar
Antonelli.
La comunicación de Panamá con Portobelo, unas
60 millas, se efectuaba por medio de un pequeño
camino llamado ―de Cruces‖, que desembocaba en
la parte alta del río Chagres, utilizado entonces para
conectar con Portobelo. Era una vía transístmica,
paralela a lo que hoy es el Canal de Panamá, y
constituía un verdadero cuello de botella del
comercio. Por él pasaba necesariamente toda la
plata peruana. De aquí que fuera el sueño dorado de
cualquier pirata. Alguno de ellos, como Henry
Morgan, logró cruzarlo con éxito y apoderarse de la
ciudad de Panamá en el momento en que estaba allí
toda la plata peruana para ser traspasada a la flota
del otro océano, e hizo un verdadero arrase. Pero
esto fue el premio mayor de la lotería pirática. Lo
normal es que se fracasara en el intento, como les
ocurrió a los más renombrados piratas.
Las flotas americanas subsidiarias o auxiliares
eran de pequeño o mediano tonelaje y estaban
formadas por buques construidos principalmente en
el Nuevo Mundo. La del Caribe procedía prin-
cipalmente de astilleros cubanos y cartageneros. La
del Pacífico, de los mexicanos y del puerto de
Guayaquil.
La Caribeña era enorme y se componía
fundamentalmente de embarcaciones pequeñas
(barcas, canoas, guairos, etc.) que enlazaban
numerosos puertos: los de Cuba (La Habana,
Santiago, Matanzas), Puerto Rico (San Juan,
Ponce), Santo Domingo (la capital y Puerto
Príncipe), Venezuela (Cumaná, La Guaira, Puerto
Cabello, Coro, Maracaibo), el nuevo Reino de
Granada (Río Hacha, Santa Marta, Cartagena),
además de los centroamericanos y mexicanos. El
Caribe era en realidad un verdadero mediterráneo y
poseía una red autónoma de producción y consumo
205
que servía de apoyo a las flotas metropolitanas.
Durante los primeros años proporcionó renglones de
escasa importancia para la exportación a Europa,
pero esto fue cambiando con el transcurso de los
años y en el siglo XVIII le suministraba productos
muy cotizados, como el cacao, el azúcar, el tabaco,
el añil, el algodón y los cueros. La flota del Caribe
los colocaba en los puntos clave donde tocaban las
Flotas y entraban así en los circuitos
internacionales.
La existencia de dos flotas americanas en el
Pacífico obedecía a los intereses metropolitanos,
que trataban de cortar la comunicación entre los dos
virreinatos, para evitar la existencia de un circuito
interno ajeno al control estatal, así como la fuga de
plata hacia el Oriente.
La frontera entre ambas estaba a la altura de
Panamá, zona que naturalmente se convirtió en la
confluencia de ambos sub-mercados.
La flota del Pacífico septentrional tenía su centro
en Acapulco, a donde llegaban los productos de
Guatemala, El Salvador y Nicaragua (principal-
mente de los puertos de Acajutla y Realejo), pero su
verdadero negocio era el galeón de Manila. La flota
del Pacífico meridional tenía su base en El Callao, y
se denominaba la Armada de la Mar del Sur. Hacía
la ruta El Callao-Panamá, pero con escalas en
Trujillo y Paita. En este camino se le unía el
llamado ―navío del oro‖, que venía de Guayaquil
con los caudales del reino de Quito. Esta flota
transportaba la plata de Potosí, llevada
anteriormente a El Callao desde el puerto de Arica,
así como los caudales del reino de Chile, que habían
arribado procedentes de Valparaíso.
206
En realidad, la Armada de la Mar del Sur recogía
todo el negocio y tesoros de Suramérica, a
excepción de los de Venezuela y Colombia y los
conducía a Panamá para su trasvase a Portobelo. La
Armada regresaba luego con las mercancías
europeas hacia el Perú, pero solía descargar
pasajeros y hasta artículos en Paita, ya que las
corrientes contrarias le obligaban luego a adentrarse
en el océano, dando un largo rodeo para alcanzar
finalmente El Callao.
Decir que la flota de los Galeones ó de Tierra
Firme llevaba a Portobelo las manufacturas que
necesitaban los habitantes del Río de la Plata puede
parecer exótico, pero así era en efecto. A esto había
conducido la voracidad monopolista de los
comerciantes sevillanos. Las mercancías destinadas
a dicho territorio se transportaban de Portobelo a
Panamá, se cargaban luego en la Armada de la Mar
del Sur y se conducían a El Callao o Arica, desde
donde eran movidas a lomo de mula hasta la sierra
por uno de los dos caminos alternativos. Una vez en
el Alto Perú otras recuas de mulas las bajaban por
Salta, La Rioja y Córdoba hasta el mismo Río de la
Plata, condenado por este artilugio a recibir los
artículos más costosos de América a causa de los
fletes (tanto marítimos, como terrestres).
Afortunadamente, el Río de la Plata tenía que
sostener abierta la ruta hasta el Alto Perú por
necesidad, ya que le servía para exportar su ganado
a la zona minera y para importar la plata que
necesitaba su desarrollo económico, pero eso no
justificaba en modo alguno que las exportaciones
europeas tuvieran que dar un rodeo semejante,
pudiendo importarlas directamente por el frente
atlántico. La política de la Corona, que se plegó a
los intereses de los comerciantes monopolistas, era
que el Río de la Plata representaba un peligro para
la fuga de plata potosina y se decidió por ello
clausurarlo como enclave comercial, dejándolo
descolgado de todas las conexiones marítimas
hispanoamericanas. Ante las protestas continuas de
los porteños, que manifestaron lo absurdo de tener
que recibir lo que necesitaban por una ruta tan poco
funcional (Tucumán – Charcas – Callao – Océano
Pacífico – Panamá – Portobelo – Atlántico Norte –
Sevilla), se autorizó un navío de permiso al año que
iba desde Sevilla a Buenos Aires, pero esto no
satisfizo a los rioplatenses que siguieron
demandando la apertura de su puerto al comercio
atlántico. La situación no se arregló en realidad
hasta el siglo XVIII con la creación del nuevo
virreinato.
Ante el temor de que la plata del Perú cayera en
manos de piratas se procuró que la Armada de la
Mar del Sur se sincronizara con la flota de los
Galeones. De aquí que cuando se autorizaba la
salida de una flota, partía un navío de aviso o
buscarruidos hacia Portobelo para que se pusiera en
marcha todo el mecanismo suramericano. La idea es
que al tiempo que los galeones partían de Cádiz lo
hicieran también los buques que llevaban los tesoros
de Chile (Valparaíso), Alto Perú (Arica), Perú
(Callao) y Quito (Guayaquil), para confluir en
Panamá al tiempo que la flota alcanzaba Portobelo.
De esta forma se haría un simple cambio de plata
por manufacturas a través del Camino de Cruces. La
realidad es que esto no sucedió casi nunca, a causa
de múltiples factores: Vientos poco favorables,
tempestades, negociaciones demoradas, trámites
engorrosos, etc. La plata tenía que permanecer en el
istmo durante meses, expuesta al peligro de un
ataque pirata y, lo que era peor, al saqueo
sistemático de los comerciantes y autoridades
españolas, que siempre solían mermar su valor
considerablemente, empleándola para adquirir mer-
cancía de contrabando.
Terminadas las Ferias, tanto la Flota de Nueva
España como la de Tierra Firme retornaban a La
Habana, volvían a España, embocando juntas el
canal de las Bahamas. Estas dos Flotas eran
escoltadas y protegidas en ruta por la Armada de
Galeones, y al regreso, a la altura de las Islas
Azores, las esperaba la ―Armada de Guarda de la
Carrera de Indias‖, de mayor cuantía y potencia en
sus naves.
Finalmente se alcanzaba el suroeste español y
por último a Sanlúcar, desde donde los galeones
comenzaban a remontar con dificultad el
207
Guadalquivir para llegar al puerto fluvial de Sevilla,
ciudad que tuvo el monopolio comercial de Indias
hasta entrado el siglo XVIII. La Corona tuvo
siempre miedo de que se perdiera plata americana si
se abrían otros puertos peninsulares a la Carrera de
las Indias y además le resultaba más cómodo
controlar ésta desde un solo terminal, motivos por
los cuales favoreció los intereses de la ciudad
andaluza, que se convirtió gracias a las Flotas, en
una de las más importantes de Europa.
El aumento del tonelaje de los buques
fue convirtiendo a Sevilla en un puerto inútil para el
comercio indiano, ya que impedía la subida por la
barra del Guadalquivir. En 1680 se decidió que los
galeones partieran y llegaran a Cádiz, puerto que
tenía mejores condiciones para esta negociación
atlántica. Los comerciantes sevillanos hicieron el
último esfuerzo por controlar el monopolio y fue
lograr que la Casa de la Contratación siguiera en su
ciudad, con lo cual las flotas se organizaban
marítimamente en Cádiz y burocráticamente en
Sevilla. Por más de cuarenta años el sistema de
flotas subsistió, hasta que se dispuso, durante el
reinado de Carlos III, la libertad de comercio.
208
CORSARIOS Y PIRATAS
asta mediados del siglo XVI, las potencias
marítimas del mundo eran, además de
España, Turquía y Portugal. Turquía, embotellada
en el Mediterráneo, y Portugal, aliado o amigo de
España. Ningún país amenazaba a los reinos
americanos. Francia, Inglaterra y Holanda habían
sido obligadas, en virtud de la Bula Papal ―inter
caetera‖ -que otorgaba el dominio exclusivo del
continente a España y Portugal-, a ser simples
espectadoras de las grandezas de los dos países
peninsulares.
Ya hemos visto que España justificó la posesión
del continente americano en dos títulos:
El 1°, la donación del Papa.
El 2°, según Francisco de Vitoria, el derecho
natural a la libre comunicación y comercio entre los
pueblos.
Lógicamente, el título de la donación Papal era
desconocido por los que no aceptaban el poder del
Papa, ni siquiera en el orden espiritual. Y el
segundo título era negado ... por la propia Corona
española, desde el momento que se reservaba el
monopolio del comercio con las Indias (dos siglos y
medio). Consecuencia: el contrabando y la piratería.
Durante el siglo XVI, el dominio de los
territorios de ultramar por España y Portugal dejó en
desventaja a reinos como Gran Bretaña, Francia y
Holanda, pero en el curso del siglo XVI culminan
sus respectivos procesos de unidad política,
quedando en capacidad, por consiguiente, de
realizar una política internacional cuya más acabada
expresión sería de contenido y proyección
mercantiles, y necesariamente, ultramarina.
España no sólo imperaba en América sino en
Europa. Lo hacía en Europa gracias a la
superioridad de sus ejércitos y escuadras, lubricados
con los metales preciosos americanos. De ahí que
para debilitar y destruir la supremacía española en el
Viejo Mundo, fuese necesario apoderarse de las
riquezas provenientes del Nuevo Mundo. Y para
lograr ese propósito sólo existían dos medios:
capturar a los bajeles en ruta y atacar los centros
comerciales del mal protegido continente
americano. Hasta las últimas décadas del siglo XVI,
los rivales de España no se preocuparon demasiado
por capturar el territorio español en América; el
Imperio resultaba demasiado poderoso,
excesivamente distante para un ataque abierto, y su
coste demasiado elevado. Los demás pueblos
marítimos de Europa querían algo más sencillo:
quitar la plata, que era el nervio de la guerra, a los
españoles, y adquirirla para ellos mismos, bien por
la fuerza de las armas en el mar, bien mediante el
comercio ilícito.
El corsario.
Se denomina corsario a quienes mandan
embarcaciones armadas particulares con patente real
o de un gobierno, para asaltar y apresar buques
mercantes de una nación enemiga. También se
llama así a los buques armados con dicho propósito.
Pero corsario es, también, "el que manda alguna
embarcación armada en corso con patente del
gobierno" para perseguir a los piratas.
Frecuentemente la embarcación corsaria no era
exclusivamente particular, pues la Corona o
gobierno que concedía la patente tenía una parte en
el gasto del negocio, por la que cobraba luego una
parte del botín capturado, como ocurría por ejemplo
con la Corona británica.
El corso es una institución militar, ó paramilitar.
En efecto, los "corsarios tienen la obligación de
conducirse conforme a las leyes y usos de la guerra
y deben observar rigurosamente las instrucciones
contenidas en su autorización oficial", tanto general
o particular, para poder gozar de todas las ventajas
de los beligerantes.
La Monarquía española siempre se mostró poco
favorable a su autorización; incluso contra el Turco.
Es necesario, para valorarla, comprender esta
actividad, en un todo diferente de la piratería, si se
respetan los usos bélicos. El corsario es un
empresario particular de la guerra; de una guerra al
servicio de su Patria y de acuerdo con su Soberano,
pero llevada por su propia iniciativa, cuenta y
H
CAPÍTULO IV (La calle principal: el Caribe y el Norte del Atlántico)
209
riesgo, sin integrarse en las formaciones regulares,
pagando al César lo que es del César y tomando
para sí los restantes frutos de sus campañas.
Es, además, una institución de Derecho Público.
En 1746 se edita en Cádiz una obra intitulada
―Tratado jurídico-político sobre presas de mar y
calidad que deben concurrir para hacerse
legítimamente Corso‖, de la autoría del caraqueño
Félix Joseph de Abreu y Bertodano -acaso la más
significativa contribución venezolana a la historia
del Derecho Marítimo-, en la cual se exalta "el
noble exercisio" del corso, pues "por su medio se
asegura el que los Vasallos se haviliten en la Guerra
de Mar, y su Navegación, como cosa tan necesaria
para sostener los Estados, y conservar el honor de la
Nación, y la gloria de su Soberano".
Mare clausum, Mare liberum.
En el ámbito marino predomina, a su vez, un
principio capital: el del ―mare clausum‖ ibérico, es
decir, hispano-lusitano. Pero a este principio se
enfrenta por otras naciones, el del ―mare liberum‖.
Francia, primero; luego Inglaterra, y por último Ho-
landa, rompen, en nombre de este principio, las
"líneas" y barreras que España y Portugal les opo-
nen. Proclaman, precisamente, el principio del
―mare liberum‖, esto es, el de la libertad de co-
mercio, y defienden, asimismo, otro principio -un
principio realmente monstruoso-, pues concede
"patente de lenidad a todos los crímenes y atropellos
cometidos por los piratas en América" que se
formula con la célebre frase: ―There is no peace
beyond the line‖, es decir, que los actos hostiles
perpetrados fuera de los límites de Europa no debían
ser considerados como rompimiento de la paz
europea, dado el estado salvaje y ajurídico de las
Indias.
De acuerdo con esta distinción, se pueden
distinguir dos períodos: el primero, correspondiente
al siglo XVI, es el de los corsarios; el segundo, siglo
XVII, el de los piratas. Los procedimientos de
corsarios y de piratas eran fundamentalmente los
mismos; unos y otros recurrían al bandidaje, saqueo,
asesinatos, violaciones, torturas e incendios de
ciudades para obtener rescate. Teóricamente, los
corsarios debían limitarse a los enemigos de la
nación cuya patente tenían, pero esta limitación era
frecuentemente desconocida ante la tentación del
botín, sin que entonces importase mucho ni poco
que no hubiese hostilidades con la nación
propietaria, que generalmente era España. Como se
decía, «no hay paz más allá de la línea», y evi-
dentemente, América quedaba más allá de la línea
de los acuerdos de paz. Así se explica -y es sólo un
ejemplo- que cuando en el siglo XVII, estalla la
guerra entre Gran Bretaña y Holanda y el go-
bernador inglés de Jamaica provee a los piratas de
patentes de corso contra los holandeses, aquellos
prefieren desviarse para atacar las ricas ciudades
españolas, engañosamente adormecidas en la paz
oficial.
Inglaterra y Francia dieron gran ayuda a sus
corsarios y piratas con objeto de minar el poderío
español, y el problema adquirió incluso
connotaciones religiosas, al considerarse una lucha
contra la hegemonía de los papistas. El corso se vio
además favorecido por las continuas guerras de los
españoles contra distintas naciones de Europa, pues
siempre hubo algún gobierno inglés, francés u
holandés dispuesto a dar «patente de corso» para la
captura de buques españoles; o a lo menos un apoyo
encubierto a los que realizaban tales empresas. Es
muy difícil separar la historia del corso de la
piratería, ya que sus actuaciones fueron similares y
a veces actuaban conjuntamente. Los corsarios no se
limitaron a atacar y capturar las embarcaciones
españolas, sino que a menudo, desembarcaban en
las poblaciones costeras, asolándolas y pidiendo
rescate por su liberación.
El siglo XVI es el de los corsarios. Se puede dis-
tinguir una etapa francesa y otra inglesa. Dentro de
la primera hay, a su vez, un período durante el cual
la actividad corsaria se desarrolla principalmente en
el triángulo que forman las Azores, Gibraltar y las
Canarias, y un segundo período en el que se va des-
plazando hacia las Antillas, inicialmente en las islas
y poco a poco en Tierra Firme.
210
Al mismo tiempo disminuye el número de barcos
capturados y aumenta el de localidades asaltadas,
siguiendo la ley del mínimo esfuerzo, puesto que
para defenderlas no hay generalmente fuertes ni
murallas, ni guarnición siquiera, sino su población
civil, falta de preparación militar y armada
únicamente con picas y espadas, y,
excepcionalmente, algún arma de fuego. Se cita
como manifestación inicial del corso francés la
amenaza de un navío que obliga a Colón a
refugiarse en Madeira cuando vuelve de su tercer
viaje, en 1497. La primera captura importante es la
que hace el italo-francés Jean Fleury, que en 1521
se apodera en las Azores del Tesoro del emperador
Moctezuma, que transportaban tres carabelas. Al
año siguiente, Diego Colón, hijo del almirante,
escribe al rey que «estaba la mar llena de corsarios».
Los franceses dominaron tan a sus anchas los
mares de las Antillas que cesó virtualmente el
comercio ínter-colonial. Una partida de trescientos
cayó en octubre de 1554 sobre la infeliz ciudad de
Santiago de Cuba, la ocupó durante treinta días y
cargó luego con ochenta mil pesos. El año siguiente
presenció un hecho todavía más notable, pues en
julio de 1555 otro capitán pirata desembarcó
doscientos hombres, a media legua de la Habana;
marchó antes de amanecer sobre la ciudad y rindió
el castillo por la fuerza. Es verdad que por aquellos
años hubo en Europa constante guerra entre el
Emperador y la Francia, pero ello no explica del
todo la actividad de los corsarios franceses en la
América del Sur, porque también los encontramos
allí ejerciendo sus depredaciones en los interregnos
de paz. Tampoco se puede invocar ningún estado de
guerra para excusar la mayor parte de la actividad
de los grandes corsarios ingleses durante el siglo
citado.
Hawkins.
En el decenio de 1560-70 el contrabando de los
comerciantes extranjeros se convirtió por primera
vez en un serio problema para el gobierno español
en el Caribe. Los comerciantes intrusos no eran
franceses en su mayoría, sino ingleses, conducidos
inicialmente por el hábil e ingenioso John Hawkins.
Su padre fue uno de los principales capitanes
marinos de Enrique VIII, alcalde de Plymouth,
miembro del Parlamento y fundador de la trata
inglesa de negros en África. Como su padre, fue
traficante negrero; realiza entre 1562-1563 un
primer viaje hacia Santo Domingo con sus barcos
cargados de 400 negros, que vende y trueca por
cueros. Se apresta al servicio de Isabel I de
Inglaterra, con una flota en parte propiedad de la
Corona británica y en parte de la aristocracia
inglesa.
Organizó viajes comerciales al Caribe entre 1562
y 1568, tres de ellos dirigidos por él mismo en
persona, llevando ropas y mercancías generales de
Inglaterra, y esclavos que compró directamente a los
tratantes de la costa occidental de África. Su plan
era vender sus artículos y sus esclavos a los colonos
españoles de las Indias y conseguir cargamentos de
azúcar, cueros y plata en su viaje de regreso a
Inglaterra. Sus dos primeros viajes resultaron muy
provechosos.
La tercera expedición la realiza en 1567, esta vez
acompañado de su amigo, discípulo y primo,
Francis Drake, entonces de 25 años, con 450
esclavos traídos de la costa de Guinea en 6 buques,
uno de los cuales le fue proporcionado por la propia
reina Isabel; con este alijo humano pasa por la isla
de Margarita, sigue hacia el Cabo de La Vela, ataca
Río Hacha y finalmente el 16 de septiembre de 1567
toma San Juan de Ulúa, frente a Veracruz (México),
y luego de tener un combate con la flota de Nueva
España, ambos jefes regresan a Inglaterra, donde
cuatro años más tarde ingresa en el Parlamento. Al
año siguiente fue designado tesorero de la Marina, y
pasó casi toda su vida luchando contra los galeones
españoles que regresaban de Indias con varios
cargamentos.
En 1588, contribuyó con el vicealmirante Francis
Drake a la destrucción de la Armada Invencible,
frente a las costas de Inglaterra, esta vez en calidad
de contraalmirante. En 1590, con Martín Frobisher,
expediciona sobre Portugal, al año de haber sido
211
designado contador de la Armada y cuando ya anda
en la reorganización de la flota isabelina. En agosto
de 1595, junto con Drake sale de Plymouth hacia
Puerto Rico a la búsqueda de 2.000.000 de ducados
allí depositados por la pérdida de un galeón, para
continuar rumbo a Panamá, pero en el trayecto y ya
frente a las islas Vírgenes, enferma de gravedad y
muere.
A John Hawkins, se le llama ―el mayor negrero
de su tiempo y quizá de todos los tiempos‖; no se le
ocurrió motivo mejor para su escudo que un negro
encadenado, cuando fue ennoblecido por la reina
Isabel de Inglaterra, la cuál, participaba de los
resultados económicos del inhumano tráfico.
Drake.
Fue el más grande de los corsarios ingleses y
héroe nacional. En 1561 incursionaba en el mar
Caribe contra posesiones y buques españoles.
Acompañó a Hawkins en su tercera expedición,
siendo derrotados en el puerto de Veracruz
(México). En 1572 recibió patente de corso de la
reina Isabel de Inglaterra y ese mismo año, al
mando de una expedición de 3 buques, se apoderó
de Nombre de Dios, en el istmo de Panamá. A su
regreso, sirvió durante dos años en Irlanda bajo las
órdenes del duque de Essex. En el mes de diciembre
de 1577 emprendió a bordo del ―Golden Hind‖, un
viaje de tres años que lo llevaría alrededor del
mundo (fue el primer inglés en lograrlo).
La vuelta al mundo que dió entre 1577 y 1580,
meritoria sin duda, lo es menos si consideramos
hasta qué punto fue repetición, con pasmosa
coincidencia de circunstancias y situaciones, de la
que medio siglo antes habían realizado Magallanes
y Elcano, con la ventaja para el inglés de que utilizó
las cartas de navegar diseñadas por españoles y a
pilotos de esa nacionalidad, que contrató ó a los que
secuestró; el oro que obtuvo de su paso por la
indefensa costa del Pacífico fue su mejor reco-
mendación ante su reina, la cual, dejando de lado la
212
relación de saqueos que le presentó el embajador
español, nombró caballero al corsario y le concedió
la divisa de un globo terráqueo con la misma divisa:
―Primum circundedisti me‖ que la concedida a Juan
Sebastián Elcano por el emperador Carlos V.
Por todas estas proezas fue promovido al grado
de vicealmirante de la Armada Real. Declarada la
guerra contra España, comandó una poderosa
escuadra contra las Indias Occidentales, tomó y
saqueó Santo Domingo y ocupó Cartagena durante
seis semanas. En 1587 realizó la atrevida empresa
de dañar seriamente los buques de la Armada
Invencible en los astilleros de Cádiz, penetrando a
la bahía gaditana al mando de 30 navíos y
saqueando la ciudad. En 1588 participó igualmente
en la lucha contra la ―Armada Invencible‖ española.
Su último viaje lo realizó zarpando en 1595 desde
Plymouth y fijando como meta la conquista del
istmo de Panamá; esta expedición juntó a Drake con
el otro más temido filibustero de la época: su
maestro John Hawkins. Ambos estuvieron al frente
de 26 barcos y 5.000 hombres. Incursionaron sin
éxito contra San Juan de Puerto Rico, y ya en el
continente, Drake hostilizó a Rancherías, Río Hacha
y Santa Marta, ocupando nuevamente Nombre de
Dios. Acometió la empresa de atravesar el istmo y
tomar Panamá; derrotado en su empeño, se
reembarcó. A bordo de su nave capitana, murió de
fiebres y fue sepultado frente a la costa de Darién.
Raleigh
Un botín suculento era la mejor carta de
introducción con la reina inglesa, que por eso no
tuvo reparo en honrar a sir Thomas Cavendish
asistiendo al banquete que éste la ofreció en su
navío cuando en 1583 regresó victorioso de la
tercera vuelta al mundo, con las velas cubiertas por
las sedas capturadas en la travesía. A otra gran
figura de la época, sir Walter Raleigh, se atribuye la
frase: ―¿se han visto alguna vez piratas de millones?
Sólo son piratas aquellos que roban menudencias‖.
Este personaje, a los 16 años ingresó en el
Colegio de Oxford, y aunque estuvo allí sólo un
año, se empezó a distinguir por sus dotes de
humanista. Al año siguiente, pasó a Francia, al
Ejército Calvinista y allí se le arraigó su odio hacia
los católicos. Regresó a Inglaterra a estudiar Leyes,
pero lo dejó, ya que privaba en él su espíritu
aventurero y así, acompañó a su hermano en su
expedición para intentar colonizar Terranova. Luchó
con el grado de Capitán, en la represión de la
sublevación de Irlanda. Estando en la Corte, sus
conocimientos y don de gentes, conquistaron el
afecto de la soberana y llegó a ser el principal
favorito. La protección de la Reina le hizo llegar a
ser uno de los más acaudalados señores de
Inglaterra. Tuvo la clara visión del futuro poder
naval inglés y decidió dirigir sus esfuerzos y sus
bienes hacia la formación de colonias en Ultramar.
Ayudó y financió a su hermano a una nueva
expedición a Terranova, donde éste murió, pero
Walter equipó otra flotilla para que exploraran las
costas entre Terranova y La Florida. Cuando regresó
con éxito la expedición, Raleigh pudo poner a los
pies de su soberana un territorio al que llamó Reino
de Virginia, en alusión al sobrenombre que se le
daba a Isabel –la Reina Virgen-. Equipó tres
expediciones más que le ocasionaron fuertes gastos,
pero la Reina se lo recompensó con creces.
Aparecido en la Corte el apuesto Conde de
Essex, Raleigh fue siendo desplazado en los favores
de la Reina y para sobrepasar a su rival, se embarcó
en una nueva flotilla por él equipada, a pesar de la
213
prohibición real. Hizo la guerra a los galeones
españoles en la Carrera de las Indias y vuelto
triunfante y con riquezas, fue perdonado, para caer
nuevamente en desgracia, y luego volver a
conseguir el favor real. Para reafirmarlo, equipó una
expedición en busca de El Dorado, que desde 60
años antes, cuando se conquistó el Perú, se decía
existía entre el Orinoco y el Amazonas, en la mítica
ciudad de Manoa, donde su Rey, cada día, era
bañado con polvo de oro.
Raleigh partió desde Inglaterra en 1579, con 5
barcos y atacó la Isla de Trinidad. Remontó después
el Orinoco, más de 100 leguas, con 100 hombres
embarcados en tres lanchas, teniendo que regresar
sin haber hallado nada. De esta expedición publicó
una obra titulada ―Descubrimiento de Guayana‖,
llena de relatos fantásticos, pero con observaciones
de gran interés, además de ser una de las mejores
muestras literarias de prosa inglesa del siglo XVI.
Raleigh armó a sus expensas otras dos expediciones
en busca de El Dorado, que levantaron planos,
señalaron la desembocadura de 52 ríos y recogieron
noticias de los pueblos que habitaban aquellas
tierras, pero.... sin encontrar la fabulosa Manoa.
Defendió con parte de la Flota inglesa el Canal, ante
el paso de la llamada ―Armada Invencible‖, enviada
por el rey español Felipe II. En 1596, Raleigh, con
el cargo de Contralmirante, tomó parte en el ataque
a Cádiz y al año siguiente se apoderó de Fayal, en
Las Azores.
Muerta la Reina Isabel, perdió el favor real, con
el nuevo Rey, Jacobo I. Fué prisionero en la célebre
prisión de la Torre de Londres, donde escribió su
―Historia del Mundo‖. Liberado tiempo después,
empleó el resto de sus riquezas a preparar la
conquista de El Dorado. El rey Jacobo, a quien le
interesaba la paz con España, le prohibió que
atacase a los españoles, y sin embargo, Raleigh,
atacó y destruyó la ciudad de Santo Tomé, capital
de la Guayana, muriendo en dicha acción su hijo. Se
internó para proseguir la exploración pero
amotinadas las tripulaciones y él, enfermo, resolvió
volver a Inglaterra. En cuanto fondeó, fue hecho
preso por atacar a una nación amiga, debido a las
denuncias del Embajador español. Fué juzgado y
decapitado en ese mismo año de 1618. Así terminó
el Precursor del Poderío Naval de Inglaterra,
idealista cultivado, romántico, pero también hombre
de acción y lucha.
Piratas
Las tentativas realizadas por los franceses v los
ingleses en el siglo XVI para romper el monopolio
comercial español y su poder territorial en las Indias
Occidentales fracasaron en conjunto, o, por lo
menos, su éxito fue simplemente pasajero. Las
incursiones esporádicas continuaron y se desarrolló
un amplio pero arriesgado comercio de
contrabando.
214
Del monopolio, la consecuencia inevitable fue el
contrabando. Los barcos extranjeros ofrecían más
mercancías, de mejor calidad y más baratas que los
de la península, y compraban en condiciones más
beneficiosas, y eran por eso amparados por los
colonos y aún a veces por las autoridades. Una
propuesta inteligente, en 1601 para que se
concediese al norte de la Española, donde el
contrabando era habitual e intenso, comercio libre
como el que había en Canarias, fue desoída. Lo que
se hizo fue abandonar el noroeste de la isla, con lo
cual se crearon las condiciones para el posterior
establecimiento de los piratas, sin que se acabase
con el contrabando.
Verdad es que el apoyo principal al monopolio
fue de los que se aprovechaban de él y consiguieron
que tan nefasta práctica se mantuviese durante dos
siglos y medio, pero las propuestas serias de abrir
las Indias al libre comercio fueron poquísimas y
nunca encontraron ambiente propicio. Y es que las
mismas naciones que clamaban contra la medida
cuando beneficiaba a España, se apresuraban a
establecerla en provecho propio en cuanto tenían
ocasión. Y que a su disposición estuvo durante años
y años el norte de América sin que sintieran
tentación de establecerse en él, porque les resultaba
más rentable asaltar las naves y ciudades de los
españoles.
Pero, además, téngase en cuenta que no se
trataba solamente de intereses particulares. Holanda,
sede del comercio más rico de la época y poseedora
de una marina numerosísima, hasta 1580 había
compensado el cierre del mercado de las Indias
Occidentales con el libre comercio en las Orientales.
También esta posibilidad se le cerró cuando en 1580
Portugal se incorporó a España. Traficar en América
se convirtió para Holanda en cuestión de vida o
muerte, donde se jugaba su subsistencia nacional.
Los holandeses -nuevos en el Caribe-, al serles
impedido el acceso a la sal marina portuguesa y
española, por su guerra con España, dieron
comienzo en los últimos años del siglo a un
lucrativo comercio en la costa de Venezuela,
llevando artículos manufacturados y volviendo a
Europa con tabaco y cueros además de la sal que
extraían de los yacimientos naturales de Araya
(península en la costa oriental venezolana). Pero los
españoles podían todavía desquitarse. En 1605
galeones de guerra, de protección de la Flota de
Indias fueron desviados de esa tarea y capturaron
doce barcos holandeses en Araya y se les acabó ese
comercio a los holandeses.
Pero del contrabando a la piratería sólo había un
paso. Consideremos ahora dos factores: el espacio y
el tiempo, las distancias enormes, los miles de
kilómetros de costa en los que se puede hacer acto
de presencia sin que la noticia llegue a las
autoridades hasta después de meses, a menudo años;
otro, la insuficiencia militar de España. Nos
explicaremos que desde el primer momento la pi-
ratería sea una plaga de dificilísima extinción.
El pirata es, jurídicamente, el hombre que
recorre los mares con buque armado sin condición o
patente de ningún príncipe o soberano, sino sólo de
su propia autoridad, con el fin de apresar y
apropiarse por la fuerza de todas las naves que
encuentre. Esto, desde un punto de vista jurídico.
Históricamente, el pirata es algo más que eso. Es el
hombre sin patria y sin ley -los más, desertores de
buques corsarios- entregado a toda clase de pillajes
y depredaciones.
215
Desde principios del siglo XVI habían sido
introducidos ilegalmente en América pequeños
grupos de franceses, ingleses y holandeses,
asentándolos en pequeñas islas caribeñas como la
de San Cristóbal, en las Antillas Menores donde se
desempeñaban como agricultores furtivos,
constituyendo así una serie de bases en sitios
ocultos, y aunque ejecutaron algunas acciones que
pudieran calificarse de «piratería», fueron
excepcionales pues evitaban a toda costa delatar su
presencia. Expulsados de aquellos terrenos por los
españoles, se establecieron en la banda norte de La
Española (ahora Santo Domingo), poco poblada.
Los primeros colonizadores habían dejado en esos
parajes algunas cabezas de ganado que al paso del
tiempo se hicieron salvajes. Toros y puercos fueron
el sustento de los exploradores que iban llegando a
las islas. Los recién llegados adquirieron de los
nativos la costumbre de asar la carne en parrillas de
madera, actividad que en voz caribe se llamaba
―boucan‖: estos hombres semisalvajes recibieron el
nombre de bucaneros; otros ven el origen del
calificativo en el francés. ―bone‖ (macho cabrío) o
―boucon‖, albergue de vicios; de ahí, ―boucanier‖:
hombre vicioso. Se especializaron en secar carnes y
curtir pieles que comenzaron a cambiar por rifles y
pólvora con los barcos ingleses, franceses y
holandeses, que tenían prohibido atracar en las
posesiones españolas. Las autoridades coloniales no
lo vieron con buenos ojos y, comenzaron a
organizar expediciones para acabar con los
bucaneros que abastecían a sus enemigos. Los
cazadores de ganado fueron empujados hacia las
costas, y algunos consiguieron huir a una isla
cercana, en el extremo noroeste de Haití.
Esta pequeña isla, la Tortuga, ya era refugio de
los ladrones, desertores y libertarios que desde
mediados del siglo XVI llegaron a las Antillas. La
palabra filibustero proviene de ―vrij buiter‖, que en
holandés quiere decir ―el que va tras el botín‖ o
posiblemente, del holandés ―freebooter‖ (patrón de
barco libre) y del inglés ―filibuster‖; o también del
inglés ―flyboats‖, así llamados quizá por referencia
a la ligereza de sus barcos. La Tortuga mide poco
más de cuarenta kilómetros de longitud y diez de
ancho en su parte central; en ella, los bucaneros y
filibusteros llevaron al cabo uno de los ensayos
anarquistas más significativos de la historia. Al
organizar la cofradía, los hermanos juraron
mantener lealtad entre ellos, bajo la consigna de que
si no había botín, no había paga. Nombraron un jefe
a quien todos reconocían como autoridad para una
mejor organización cuando hacía falta defender la
isla. Cuando el peligro pasaba, el jefe y sus
ayudantes volvían a sus actividades cotidianas y no
eran más importantes que cualquier otro filibustero.
Los hombres que por algún motivo llegaban a la
Tortuga y deseaban unirse a la cofradía, tenían que
servir durante dos a tres años como aspirantes.
Luego, el Consejo de Bucaneros les nombraba
Hermanos de la Costa. Por tres veces los españoles
expulsaron a los piratas de la Tortuga, en 1635, en
1638 y en 1653, pero las tres veces se retiraron,
dando lugar al retorno de los piratas.
En 1640, en pleno apogeo de la cofradía, los
franceses veían con envidia cómo un centenar de
hombres se apoderaban del oro peruano y la plata
mexicana que transportaban los navíos españoles.
Lonvilliers de Poincy, gobernador de la isla de San
Cristóbal, decidió hacer de la Tortuga una colonia
francesa. De Poincy designó al capitán Le Vasseur
para encabezar una expedición contra la Tortuga. El
capitán francés organizó una pequeña fuerza de
cincuenta hombres y se instaló en las costas de la
Española, ya muy cerca de su objetivo. Cuando
sintió que las condiciones eran apropiadas para
realizar el asalto, se lanzó sobre la Tortuga, donde
casi no encontró resistencia, Asesinó al jefe pirata y
se adueñó de la isla. Pero el aguerrido francés no
escapó a la atmósfera de anarquía que envolvía a la
isla; olvidó los acuerdos firmados con De Poincy y
los compromisos con el gobierno francés y
estableció una especie de república independiente,
antes de ser asesinado. En 1665, d´Ogeron asumió
la gobernatura de la Tortuga, que había sido
adquirida por la Compañía Francesa de las Indias
Occidentales. Los Hermanos de la Costa se
mantenían ajenos a estas transacciones y seguían
216
viviendo de acuerdo con sus leyes; d´Ogeron los
respetaba, pero a la vez tenía que acatar las
disposiciones de la Compañía, que quería organizar
un Estado. Así que ideó un plan para que los
filibusteros llevaran una vida más sosegada: hizo
traer de Francia un centenar de mujeres de dudosos
antecedentes, prometiéndoles una nueva vida en la
isla paradisíaca.
Los filibusteros no abandonaron sus fechorías,
pero en la Tortuga comenzaron a aparecer los
tendederos y la comida casera. Los filibusteros se
fueron integrando insensiblemente a la economía
francesa. Un último gran filibustero, Juan Bautista
Du Casse, inició sus correrías como traficante de
esclavos, blancos y negros. Era el principal
candidato para capitanear la causa de la cofradía,
pero el gobierno francés se adelantó y lo nombró
gobernador de lo que después sería Haití. Una vez
convertido en hombre de Estado, Du Casse mandó
deshabitar la isla Tortuga de manera definitiva. El
esplendor de la Tortuga duró unos 70 años. En
1701 estaba despoblada, en abril de 1712 fue
convertida en lazareto y en 1766 la corona francesa
prohibió el acceso a la isla con el fin de preservar
los bosques y el ganado. A partir de 1806, cuando
Haití se independizó de Francia, es parte del
territorio de esa nación.
Narrando sus aventuras.
El libro clásico sobre el tema pirático lo escribió
Alejandro Esquemelín, que estuvo al servicio y
vivió entre los piratas como cirujano, durante el
período de gobierno de Bertrand d'Ogeron. Se
publicó en Ámsterdam en 1678 y fue traducido al
castellano tres años después con el título «Piratas de
la América y luz a la defensa de las costas de Indias
occidentales». Aunque el libro fantasee
frecuentemente y magnifique las hazañas de los
filibusteros, no disimula sus hechos de codicia y
crueldad que hicieron de la Tortuga «refugio de toda
suerte de maldades y seminario de tal especie de
ladrones». De lo que eran, además de eso, son
testimonio las espeluznantes referencias de
Esquemelín a las salvajadas de Francois Nau, llama-
do el ―Olonés‖, cortando la cabeza uno a uno a
treinta y tantos prisioneros y chupando golosamente
la sangre del sable, o lo que a otro hizo, que ―con su
alfanje le abrió toda la parte anterior, arrancándole
el corazón con sus sacrílegas manos, mordiéndolo
con sus propios dientes‖, hasta que, ―como harto
Dios de tantas iniquidades y llegado el tiempo
predeterminado de su terrible justicia, se sirvió para
ministros de ella de los indios de Panamá‖ que
atraparon al pirata, le despedazaron y, naturalmente,
se lo comieron.
No fueron mucho menores las crueldades de
Morgan, que eclipsó el saqueo de Maracaibo por el
―Olonés‖ con el suyo propio. Nació en el país de
Gales (Gran Bretaña) y siendo muy joven, huyó de
su casa, dirigiéndose a Jamaica, donde residía un tío
suyo. Esta isla había pasado a ser posesión inglesa
como resultado menor de la expedición que
Cronwell montó para conquistar todas las Antillas,
pero que dotó a los filibusteros de una nueva base.
Al poco tiempo, Morgan se convirtió en pirata. Con
otros tres capitanes piratas y con base en Jamaica,
15 barcos y 1200 filibusteros, atacó la isla de Santa
Catalina, a la que llamaron Providencia, donde
estaba establecido un presidio correccional,
incrementando sus fuerzas con los reclusos. Ante el
conocimiento de un seguro ataque por parte de una
escuadra española, pidieron auxilio al gobernador
de Jamaica, el cuál lo negó, pretextando que España
estaba en paz con Inglaterra, pero en realidad para
que no dejasen de estar supeditados a Jamaica, ya
217
que la isla, con los botines piratas, vivía con
prosperidad. En 1660 llegó Morgan a reunir en la
isla de Pinos, -Cuba- una docena de naves con 700
hombres de desembarco. Pensaba caer sobre La
Habana, más al estar está ciudad prevenida, saltó a
tierra en la caleta de Santa María, dirigiéndose
contra Puerto Príncipe a la que saqueó, torturando a
sus habitantes y obligándoles a embarcar más de
500 reses vacunas. Se dirigió a Portobelo, y en la
toma del castillo de Santiago, Morgan mandó por
delante de sus hombres a los frailes y monjas,
cargados con escalas para que las arrimasen a las
murallas; hubo además las acostumbradas prácticas
de torturas y muertes y las violaciones motivadas
por lo que Esquemelín denomina ―libidinosas
demandas‖ .y ―voluptuosas concupiscencias‖ de los
piratas.
Al marcharse, impuso a los habitantes un duro
tributo. Atacó también Maracaibo y la saqueó. En
1670, poseía ya Morgan una cuantiosa fortuna,
habiéndose decidido a retirarse de la piratería para
gozar de la misma. Pero sus compañeros se
opusieron, haciéndole ver que les había prometido
capitanearles en una empresa de mucha mayor
envergadura que las anteriores. Reunidas 37 naves
con 3.000 hombres, atacó primero una ranchería
cerca de Cartagena de Indias, tomando el castillo de
San Lorenzo. Dejó 500 hombres de guarnición y
con los restantes, en canoas, remontó el río Chagres
durante ocho días. Continuó la marcha por tierra,
dirigiéndose a Panamá. Se apoderó de ella, la
saqueó y ordenó prenderle fuego; esta acción es
considerada la más resonante de los piratas en toda
su historia.
Se retiró después de cobrar un cuantioso botín
que trasladó al otro lado del istmo a lomo de mulas,
llevándose también 600 prisioneros, para obtener su
rescate.
Al llegar a orillas del Atlántico, arrasó las
fortificaciones españolas que encontró a su paso y
después de un reparto de ―ganancias‖ bastante
arbitrario y ante la amenaza de un motín,
emborrachó a sus hombres y escapó con el botín,
dejando abandonados a muchos seguidores que
murieron a manos de los españoles y de los indios
cazadores de cabezas.
Mientras esto ocurría, España e Inglaterra
estaban oficialmente en paz; en 1684, Morgan se
apareció en la Corte Inglesa; salió convertido en
―caballero‖ -sir Henry Morgan-, y nombrado vice-
gobernador de Jamaica. Como en aquel entonces, el
monarca inglés inició un período de amistad con
España e incluso mando perseguir la piratería,
Morgan, flamante vice-gobernador de Jamaica,
cumplió sus funciones, ordenando ahorcar o
entregar a los españoles, a sus antiguos camaradas,
los filibusteros. Murió en su cargo, en Jamaica.
Quienes recibían mayor perjuicio con las
incursiones de los bucaneros y filibusteros eran las
ciudades costeñas del Caribe y del Golfo de
México, para las cuales la cuenta resultaba terrible.
En el solo período de 1655 a 1671, los piratas
habían saqueado dieciocho ciudades, cuatro pueblos
y más de treinta y cinco aldeas: Cumaná;
Cumanacoa, dos; Maracaibo y Gibraltar, dos;
Margarita y Puerto de Borburata, dos; Caracas y
Santo Tome de Guayana; Río Hacha, cinco; Santa
Marta, tres; Tolú, ocho; Portobelo; Chagres, dos;
Panamá; Santa Catalina, dos; Trujillo; Campeche,
tres; Santiago de Cuba, y muchas veces otros
pueblos y aldeas de Cuba, la Española y Centro
América, desde la costa hasta treinta leguas tierra
adentro. Y este cuadro de latrocinios y estragos no
abarca las razias hechas en Portobelo, Campeche,
Cartagena y otros puertos españoles, después de
1671, como las ocurridas en Maracaibo, Trujillo,
Gibraltar, Margarita y La Guaira (1678-1680).
A fin de siglo, los holandeses aparecen en escena
y más destacadamente cuando en 1621 se rompe la
tregua que se había acordado doce años antes,
aunque no había impedido que los navegantes
holandeses, además de descubrir el paso al Pacífico
por el cabo de Hornos, saqueasen la costa del Pa-
cífico. De la fuerza con que la nueva potencia
irrumpió en América es prueba el que, sólo entre
1623 y 1626, enviase 806 barcos. Los holandeses
consiguieron establecerse en Brasil y mantenerse
durante treinta años; tomaron posesión, ya para
218
siempre, de algunas islas de las pequeñas Antillas;
durante el predomino holandés destacaron los
asaltos a La Guaira y Maracaibo, así como el gran
botín conseguido al sorprender en 1628 a la flota del
tesoro de Indias en la bahía de Matanzas, (Cuba).
En 1693, Port Royal, capital de Jamaica, que
había llegado a ser la segunda y más importante
capital de los filibusteros, fue aniquilada por un
terremoto y engullida por el mar. Para entonces, la
Tortuga había entrado en decadencia. Durante algún
tiempo tuvo cierto auge la localidad de Petit Goave,
al oeste de la Española. Todavía la filibustería
obtuvo una gran victoria: la conquista y saqueo de
Veracruz en 1683, cuando estaba
almacenada la plata para su envío a
España. Pero el saqueo de Guayaquil
en 1687 indicó que el objetivo de los
piratas se había desplazado al
Pacífico, donde los asentamientos
españoles se sentían mucho más
seguros que los del Atlántico, debido
a que, por estos años, el Pacífico era
un mar Mediterráneo de dominio
exclusivo de la Península Ibérica.
La actividad de esos piratas -
bucaneros o filibusteros-, comenzó a
declinar cuando Holanda, Inglaterra y
Francia se establecieron firmemente
en el Caribe. En 1670, Inglaterra
retiró las licencias de corso en virtud
del Tratado de Paz con España, y ésta
a su vez transfirió a la actividad
privada la lucha contra el tráfico
clandestino, extendiendo patentes de
corso a partir de 1674, y la Armada
española se destinó a las acciones
propiamente de guerra. A partir del
año de 1700, España y Francia
quedaron unidas por el vínculo
monárquico de los Borbones.
En 1713 Inglaterra obtiene el
asiento de negros que le abrió
mercados hispanoamericanos del
Caribe, y Holanda se convirtió en un
canal mercantil de estos dominios con Europa, sobre
todo en tiempos de guerra en los que el Caribe fue
uno de los escenarios principales del choque entre
las grandes potencias navales.
219
EL PRIMER IMPERIO MODERNO
e manera sorprendente, especialmente si se
considera la época, España empezó a
constituir el primer Imperio de la Edad Moderna, un
imperio cuyo modelo copiarían en mayor o menor
medida y con posterioridad, otras potencias
europeas. A diferencia de Francia o Inglaterra,
España tenía antecedentes imperiales cuyas raíces se
hundían en la Edad Media; con los Reyes Católicos
España había extendido su dominio a Italia –en
confrontación directa y victoriosa con Francia-, se
había asentado en África y había navegado hasta las
Indias. Las razones para semejante expansión eran,
grosso modo, las mismas que han caracterizado las
de otros imperios.
En primer lugar, se encontraba la seguridad en
las fronteras. La amenaza más peligrosa que se
cernía sobre España era la del expansionismo
islámico. La segunda gran amenaza contra España –
Francia- se hallaba también neutralizada.
En segundo lugar, el Imperio surgió por razones
económicas. El descubrimiento de América –
contemplado como un avance hacia las Indias-
estuvo asentado sobre un conglomerado de causas
que iban del ambicionado tráfico de especias a la
evangelización de los paganos, pasando por la
extensión territorial de una España que no dudó en
convertir a los indios –y en eso se diferenció de
británicos, portugueses, holandeses y franceses- en
ciudadanos con derechos semejantes a los de las
coronas de Castilla o Aragón. Similarmente, las
Capitulaciones de Santa Fe de abril de 1492, que los
Reyes Católicos suscribieron con Colón, tuvieron
paralelos con los pactos que la corona inglesa
concluiría siglos después con distintas compañías
privadas pero, a diferencia del sistema inglés,
España adoptó antes una forma de actuación estatal
de carácter netamente imperial.
El paso de mera explotación comercial a
Imperio, que a Inglaterra le llevó siglos, fue
recorrido por España en sólo unos años.
La conquista de América transcurrió sobre
patrones que recordaban enormemente la expansión
territorial de Roma. A diferencia de los ingleses o
portugueses, que construyeron inicialmente sus
imperios estableciendo bases comerciales en la
periferia, los españoles siguieron el modelo romano
de sustituir a las monarquías existentes si no se
sometían, lograr la alianza con los indígenas
dispuestos a aceptar el dominio, imponer una lengua
común y desarrollar una imponente labor de
infraestructuras que incluía caminos, acueductos o
centros educativos.
Enseñando a navegar.
España entra en el siglo XVI por la vía de la
expansión marítima, pero no parece comprender el
poderío que de ella puede esperar. Juega el primer
papel sobre la escena internacional, pero no sabrá
mantenerlo a lo largo de los dos siglos de recorrido
histórico. Inglaterra, su gran antagonista en la
disputa del mar, lo asume con evidente oportunismo
y visión política, y el declive de uno marcará el
auge del otro. Este será el precio de la indiferencia
hacia el mar. La vocación marítima de los pueblos
contribuye sustancialmente a una evolución
histórica, que la geografía puede favorecer, pero que
en todo caso no impone.
La formidable expansión territorial de España
exigía un esfuerzo naval extraordinario, superior a
las disponibilidades de astilleros y tripulaciones.
Las Indias siguen ampliándose, se llega a las
Filipinas, con lo cual se constituye en el primer
Imperio verdaderamente marítimo de la historia y el
primer ejemplo histórico de cobertura estratégica
general basado en la distribución de flotas en zonas
geográficas.
Un desarrollo sin precedentes de la construcción
naval, de la arquitectura e ingeniería militar y de la
fabricación de pólvora y cañones, produjo
innovaciones técnicas importantes, unas originales,
otras importadas y adaptadas de otros lugares. Basta
contemplar las obras de fortificación que hoy siguen
en pie en las costas de la península o del Caribe para
hacerse una idea del alcance de algunos de estos
aspectos.
D
220
Lo mismo cabe decir de las técnicas de
extracción minera y de todo lo relacionado con el
"arte de navegar".
En esto último, instituciones como el Consejo de
Indias y la Casa de la Contratación desde 1503 -con
cátedras de cosmografía, navegación, fábrica de
instrumentos y sucesivamente de artillería y otras
enseñanzas-; organizaron la formación de cosmó-
grafos y pilotos, aportando los instrumentos
necesarios para las naves (astrolabios, cuadrantes,
ballestillas, agujas y cartas de marear, tablas astro-
nómicas), así como la reglamentación de patentes y
publicaciones de libros técnicos, y los concursos
para proponer métodos tendentes a solucionar
problemas técnicos como la determinación de la
longitud o la declinación magnética. Además de los
metales preciosos, la riqueza natural de las Indias
aportó también otras cosas con importantes conse-
cuencias técnicas y científicas. La alimentación de
los europeos, así como los medicamentos, drogas y
remedios con los que aliviaban sus enfermedades,
comenzaron a cambiar a partir de la introducción de
nuevos productos traídos del otro lado del Atlántico
en las naves españolas.
Desde el punto de vista institucional, la Casa de
Contratación sevillana fue el centro que capitalizó
buena parte del conocimiento geográfico del Nuevo
Mundo. Allí se elaboró desde 1512 el ―Padrón
Real‖, un mapa general hecho a partir de las
informaciones de los sucesivos viajes y que se
modificaba al ritmo veloz de los nuevos hallazgos.
Por otro lado, los mapas portulanos dieron paso a
las cartas planas, un tipo de cartografía con
paralelos equidistantes según la proyección de
Tolomeo, que incluían meridianos graduados,
corrientes marinas, dirección de los vientos, etc.
Entre las más famosas cabe citar la de Juan de la
Cosa (el portulano de 1500 que recoge por primera
vez al Nuevo Mundo).
Juan, después de navegar en 1492, como maestre
de la capitana de Colón, cuyo propietario también
era, en 1500 trazó el primer mapa de las costas de
América, carta hecha sin duda a su vuelta del viaje
de 1499-1500, como piloto de la expedición de
Ojeda. Además, como su nombre aparece en los
libros de la tesorería de la Casa de Contratación, el
propio año de la fundación de ésta, antes que el de
ningún otro marino de importancia, puede
considerársele asimismo como el primer cartógrafo
de la Institución. Pedro Mártir, uno de los testigos
coetáneos más fidedignos, dice que los navegantes
de la época preferían sus mapas a todos los demás.
Juan de la Cosa acompañó a Ojeda en su segunda
expedición a Tierra Firme y fue muerto por los
indígenas durante una escaramuza en las playas de
Cartagena; otro de los primeros navegantes
celebrado por su habilidad de cartógrafo fue Andrés
de Morales. Acompañó a Colón en uno de los
viajes, acaso el tercero, le sirvió de piloto a Rodrigo
de Bastidas; navegó con Juan de la Cosa y residió
algunos años en Santo Domingo. El gobernador
Ovando lo empleó en explorar las costas de las
Antillas y en hacer el mapa correspondiente, y sus
cartas parecen haber sido consideradas en Sevilla
como las mejores y más exactas que podían
obtenerse entonces. Dotado de profundo espíritu de
observación, fue el primero en idear la teoría de las
corrientes oceánicas en el Atlántico, que tanto
contribuyó a facilitar la navegación de las Indias.
Para ese entonces, en la expedición de Pedrarias
Dávila a Costa Firme, efectuada en 1514, se
protegió por primera vez el casco de los bajeles con
un forro de plomo para prevenir los estragos del
teredo, que tanto daño habían hecho en el cuarto
viaje de Colón.
El primer tratado moderno de navegación y la
primera descripción geográfica del Nuevo Mundo
fue escrito por Martín Fernández de Enciso. En
1519 publicó en Sevilla su ―Suma de Geografía‖,
dedicada al nuevo soberano, Carlos V. El propósito
de Encisó al escribir la obra consistía en
proporcionar a los pilotos y demás marinos
suficientes informes geográficos y astronómicos que
les permitieran proseguir la tarea del
descubrimiento, y en este sentido fue el primero en
recoger las reglas, preceptos y observaciones que
por más de un siglo constituyeron el fundamento de
todas las obras de tal índole. En 1529, aparece un
221
Mapamundi, una pieza maestra de la cartografía
universal que refleja el esplendor de la escuela
sevillana y que fue elaborado por un portugués al
servicio de España, Diego Ribero.
Más tarde surgirán otros célebres cartógrafos
como el también portugués Pedro Nunes y el
flamenco Mercator, quien ideó el célebre sistema de
proyección que lleva su nombre. El siguiente tratado
náutico de importancia fue el de Pedro de Medina,
uno de los examinadores de la Casa de Indias; su
―Arte de navegar‖ fue publicado en Valladolid en
1545, con la aprobación del piloto mayor y los
cosmógrafos de la Casa. Los marinos ingleses
preferían ―El Breve compendio de la esfera y del
arte de navegar‖, de Martín Cortés, que, aunque
escrito por la misma época, no fue impreso en
Sevilla hasta 1551. La obra de Cortés era en muchos
aspectos superior a la de Medina, no sólo por su
diafanidad y exactitud de exposición y ordenación,
sino también por la profundidad y originalidad de
las ideas. Su teoría más notable consistió en suponer
que el fenómeno de la variación de la brújula se
debía a un polo magnético diferente del terrestre,
idea que de entonces a nuestros días ha servido de
punto de partida para las investigaciones de una
larga serie de matemáticos y observadores ilustres.
Otra de las aportaciones de la Casa de
Contratación fue la creación en 1552 de la cátedra
de Navegación y Cosmografía. Más tarde, Felipe II
fundó también una Academia de Matemáticas. Su
reinado constituyó una época dorada en cuanto al
conocimiento geográfico del Nuevo Mundo: por
entonces se impulsaron las ―Relaciones
Geográficas‖ –unos cuestionarios destinados a las
distintas regiones- y se fletó la primera expedición
naturalista americana, protagonizada por el médico
Francisco Hernández. Hasta finales del siglo XVI,
España se mantuvo en la cresta de la ola de los
saberes científico-técnicos asociados a la
navegación y la geografía y así, Alonso de Santa
Cruz fue uno de los más ilustres cosmógrafos de la
Casa, aunque menos conocido en el extranjero
porque sus obras nunca llegaron a imprimirse.
Consagró la mayor parte de su vida al estudio de las
variaciones magnéticas, y a descubrir un método
para fijar la longitud; fue el primero que en Europa
concibió y trató de poner en práctica la idea de las
cartas magnéticas del océano, tarea no cumplida de
modo satisfactorio sino siglo y medio después, y
también anticipó en cierta medida la solución del
problema relativo a la construcción de mapas
esféricos.
El ―Itinerario de navegación‖ de Juan Escalarte
de Mendoza es una notable obra hispánica de fines
del siglo XVI, escrita en 1575. El principal objeto
de Escalante consistía en señalar las rutas entre
España y los puertos e islas de Norte América, con
una descripción de las últimas y los vientos,
corrientes, tempestades y otros fenómenos
ordinarios de la navegación; pero en el discurso de
la obra, presentada en forma de diálogo, se las
arregla hábilmente para introducir gran acopio de
noticias acerca de la construcción, tripulación,
abastecimiento, etc., de navíos ; acerca de las
condiciones de la guerra naval, con mucho de
práctica y teoría náutica. El libro se convirtió en una
especie de enciclopedia de la navegación americana,
suma de los conocimientos marítimos del día, que
posee importancia considerable para la historia
naval. Así, su ―Itinerario‖ representaba el resultado
de veintiocho años de experiencia y había sido
elogiado por los mejores cosmógrafos y marineros y
aprobado y recomendado por el Consejo de Indias;
sin embargo, está misma Institución prohibió que se
imprimiera, so pretexto de que los enemigos
extranjeros podrían obtener preciosos
conocimientos de los mares españoles y de las rutas
navegables.
Por estar escrito en términos claros y concisos
fue adoptado y aplicado como texto de enseñanza en
las escuelas españolas un ―Compendio del arte de
navegar‖, publicado en 1581 por Rodrigo de
Zamorano, profesor de cosmografía en la Casa y
luego su Piloto Mayor; obra elemental debida a un
autor versado en matemáticas, pero sin experiencia
del mar. Pero obra de verdadera importancia fue el
―Regimiento de navegación y de hidrografía‖,
publicado por Andrés García de Céspedes,
222
Cosmógrafo Mayor del rey, en 1603. Imprimióse
por Real Orden y constituía una exposición de las
reformas árduas e indispensables en la hidrografía
española y fabricación de instrumentos, que
Céspedes había emprendido en 1596 en sociedad
con los mejores pilotos de Sevilla. Su tratado
constituyó un adelanto considerable sobre las
primeras producciones hispánicas de igual índole;
su autor estaba también imbuido de los
conocimientos científicos de la época, era un
matemático y astrónomo de nota y contribuyó
asimismo al desarrollo de la artillería y la
hidráulica. En suma, el ―Regimiento‖ superó entre
las personas entendidas los libros de Medina y de
Cortés, y fijó la ciencia de la navegación en España
para el resto del siglo XVII.
Pensamiento militar.
El pensamiento militar de mediados del siglo
XVI prestó poca atención a la guerra naval. Los
barcos se consideraban útiles para transportar tropas
y protegerlas en ruta, para hacer correrías por las
costas enemigas, para bloquear sus puertos, pero
había escasas diferencias en el diseño entre el barco
de guerra y los mercantes, que en último término
constituían el grueso de una fuerza combatiente y
mientras las tácticas navales consistieron
principalmente en el abordaje y en el arreglo de las
cuestiones a la manera del soldado más que a las del
marino, y mientras las acciones en el mar fueron
planeadas y ejecutadas por soldados, hubo poco
incentivo para pensar de manera específica en
términos navales. Rondando el inicio del siglo
XVII, los barcos de guerra se diseñaron de forma
que se distinguiesen de los mercantes, las tácticas de
andanada hicieron que resultaran menos útiles las
analogías militares y se fue prestando cada vez más
atención en el planeamiento de la acción a los
consejos de los marinos más experimentados. Pese a
todo ello, la marina seguía siendo el pariente pobre
de las fuerzas de tierra, poco era lo que se escribía
acerca de la guerra en el mar y cuando se hacía se
relegaba al último o a los dos últimos capítulos.
En cuanto a la defensa, veamos cómo lo hizo
España. Fueron tres los elementos de esa defensa:
las Flotas de Indias, la defensa por mar y la defensa
en tierra, mediante fortificaciones y guarniciones.
Naturalmente, los envíos desde América fueron,
desde el primer momento el gran objetivo de los
piratas. La respuesta de España desde 1543 fue
prohibir los arriesgados transportes aislados. El
sistema lo mantuvo España hasta 1748, cuando el
marqués de la Ensenada dispuso la libertad del
comercio con Indias. Hasta entonces, aunque el
sistema impuso una rigidez dañina, que evi-
dentemente favoreció el contrabando, no cabe duda
de que el objetivo fundamental -el traslado de los
metales preciosos- se consiguió plenamente, como
demuestra el que en sólo dos veces un convoy
marítimo fuera afectado gravemente; en conjunto, el
número de navíos perdidos en la Carrera de Indias
fue de 5,05 por cien entre 1551 y 1600, y 3,07 por
cien desde 1600 hasta 1650; y de ellos, sólo el 1,5
por cien lo fue por la acción de barcos enemigos, de
otras potencias o de piratas.
La conclusión es que las tempestades fueron
enemigo más temible que los hombres. Lo que el
sistema no podía garantizar era la seguridad de los
mares y costas americanos, salvo mientras la
Armada recalaba en los puertos y era empleada
ocasionalmente en la persecución de los piratas.
Hay que reconocer que la deseada seguridad no se
consiguió nunca y ni siquiera se llegó a una decisión
firme sobre el modo de conseguirla, dando
preferencia a la defensa en el mar o a la defensa en
tierra, tema constante de discusión a lo largo del
siglo XVII en la Junta de Guerra de Indias.
La coordinación de las defensas marítimas y
terrestres en el Caribe destinadas a reprimir la
actividad de corsarios enemigos, piratas y
contrabandistas, exigía un mando unificado que fue
confiado a Pedro Menéndez de Avilés, uno de los
marinos más capacitados de su época. El primer
encargo importante confiado a Menéndez fue el
mando de la escolta de la Flota que en 1556 regre-
saba a España. En 1561 fue nombrado capitán
general de la Armada de la Carrera de Indias.
223
Durante los dos años siguientes estuvo
encargado de colaborar con la Corona acerca de las
reglamentaciones del comercio de las Indias. Sus
propuestas recayeron sobre tres cuestiones princi-
pales: el convoy obligatorio para los viajes
transatlánticos; la construcción de fortificaciones y
astilleros navales en los principales puertos de las
Indias, y la organización de flotas de crucero -
armadillas- con base en las Indias, para patrullar las
principales rutas comerciales.
Cuando en 1565 la amenaza de asentamiento
extranjero se hace evidente en Florida, se organiza
una armada al mando de Pedro Menéndez de Avilés
destinada a combatir la piratería en América y
expulsar a los hugonotes franceses instalados en
aquella península, restableciendo la situación y
destruyendo el establecimiento francés en la
Florida, donde construyó el fuerte español de San
Agustín y reforzó las defensas locales de Santo
Domingo y Santiago de Cuba.
La Habana era el quicio del sistema de convoyes,
al menos para la travesía de regreso, que era la que
interesaba principalmente a los enemigos de
España. Menéndez la convirtió en una fortaleza casi
inexpugnable, a salvo de los ataques enemigos
durante más de doscientos años, con unos astilleros
capaces de construir barcos de guerra ligeros con
madera local y de reparar cualquier clase de buques,
fabricando ―galeones agalerados‖ de unas 200
toneladas –cubierta corrida, sin castillo ni cámara,
híbridos de velas y remos-. Construyó también en
Cuba ocho fragatas ligeras de vela y remo para
persecución de corsarios, de velocidad superior a los
ya usados. Después se construyeron los
―galeoncetes‖ con unas 300 toneladas, alargados en
puntal, manga y eslora y con la incorporación de un
castillo.
El obstáculo con que se tropezaba en las Indias
en el ramo de las construcciones navales era la falta
de cordajes, aparejos y artículos de ferretería, la
mayor parte de los cuales había que traer de España,
inclusive las herramientas de carpintería, siendo ello
una fatídica consecuencia del sistema que vedaba la
fabricación de tales útiles en América y que a veces
hacía el costo de construcción casi doble del de la
Península.
Tanto en los trabajos de fortificación como en la
organización de las patrullas navales, se vieron sus
planes constantemente demorados por la carencia de
dinero. Los años que Menéndez pasó en las Indias
fueron años de intensa actividad y, en conjunto, de
éxitos patentes. Su muerte se produjo en 1574, pero
su obra de fortificación de las bases y de
adiestramiento y organización de los convoyes
trasatlánticos fue continuada por una serie de
sucesores suyos, enérgicos y capacitados (entre
ellos un hijo y un sobrino), permitiendo a las
colonias españolas sobrevivir intactas, y a sus
comunicaciones con España permanecer
ininterrumpidas a lo largo de una prolongada y
devastadora guerra naval.
En Cartagena y en la Habana se organizan
defensas navales con galeras -no del tipo
mediterráneo, sino más altas de borda y aptas para
navegar con velas cuadradas y latinas-, que son efi-
caces contra bucaneros y piratas menores, pero
inadecuadas para hacer frente a las armadas
corsarias como las de Drake, Hawkins y los émulos
holandeses que seguirán sus aguas en el siglo XVII,
todas ellas organizadas con el patrocinio de sus
respectivos Estados. No obstante, las medidas
parciales adoptadas a partir de 1577 contra la
pequeña piratería surten efectos positivos.
En este escenario de ámbito mundial, la
Monarquía hispánica aparece de antiguo empeñada
en la defensa del Mediterráneo ante la presencia
ofensiva de las armadas otomanas y la piratería
berberisca, hasta que en 1565 la acción naval
hispánica logra detener en Malta la expansión turca
hacia occidente y la rechaza definitivamente en
Lepanto en 1571 con la ayuda de los aliados de la
Santa Liga. Se estabiliza entonces la situación en el
Mare Nostrum, trasladándose el centro de gravedad
de la política y de la estrategia al Atlántico. De
ahora en adelante las flotas, las Armadas de ―Guar-
da de la Carrera de Indias‖, las escuadras regionales
y la ―Armada del Mar Océano‖ van a sostener otra
larga batalla defensiva, para contener el asedio naval
224
de Francia, Inglaterra y Holanda, en el océano, en el
Caribe y en los puertos de los virreinatos america-
nos.
Ofensiva
Se remonta los orígenes del antagonismo
hispano-inglés al Tratado de Tordesillas, de 1494 -
nunca aceptado por Inglaterra- que dividió el mundo
recién descubierto o aún por descubrir, entre
españoles y lusitanos.
Los ingleses, incapaces de oponerse al poderío
español, optaron por aliarse con España para
negociar algún acuerdo ventajoso en el futuro.
De ahí los matrimonios de la infanta Catalina -
hija de los Reyes Católicos- con el príncipe de
Gales, Arturo, y, a la temprana muerte de éste, con
su hermano Enrique -futuro Enrique VIII-
renovándose la antigua alianza hispana con
Inglaterra.
Sin embargo, en fecha tan prematura como 1497,
Inglaterra despachó a Juan Caboto, navegante
genovés al servicio de Enrique VII Tudor, a
explorar las costas del norte del nuevo continente.
A esta ilegal expedición siguieron otras, mal
contempladas por España. El matrimonio de Felipe
II con María Tudor impuso un paréntesis a esta
iniciada hostilidad.
En 1580, la unión de Portugal a la Corona de
Felipe II trajo consigo la multiplicación de
compromisos y también las ventajas de la
explotación del soporte geográfico de las islas Azo-
res. Esto era necesario para equilibrar
operativamente la incidencia de los factores de
espacio y tiempo en el sistema naval defensivo en
una época en que los medios de comunicación no
facilitaban la transmisión de las noticias con
prontitud y las reacciones operativas ante las
amenazas eran tardías.
Asimismo, la incorporación de la costa atlántico-
portuguesa y el estuario lisboeta del Tajo al sistema
de defensa de la Monarquía, proporcionó a las
fuerzas navales un respaldo estratégico para operar
en el Atlántico, que antes no tenían.
El extraordinario crecimiento del comercio
experimentado en Europa consolidó en el entorno
del Canal de la Mancha y Mar del Norte el polo de
atracción de la economía del Viejo Continente,
desde el que se irradió la penetración mercantil y
política inglesa y holandesa en el continente, en el
Atlántico, en el Mare Nostrum y en Asia.
Se trata de un proceso expansivo de la economía
europea, impulsado por Inglaterra y Holanda, en el
que la rivalidad religiosa juega el papel de factor
político justificante de la oposición de estos países a
la añosa hegemonía hispánica.
La competencia mercantil, endurecida con
ataques contra los intereses de España en Europa, en
el Atlántico, en América, en el Mediterráneo y en el
Pacífico deja de ser acto de depredación particular,
como fueron en la primera mitad del siglo XVI las
piraterías de los corsarios de la Bretaña francesa,
para convertirse en acciones persistentes
promovidas por los gobiernos con propósitos de ca-
rácter estatal, en los que la acción pirática es pareja
con el comercio de contrabando -como réplica
política, económica y armada- al monopolio
mercantil hispánico -español y portugués- en Amé-
rica y Asia.
Felipe II se apercibe del cambio de la situación
político-económica y decide pasar a la ofensiva,
después de más de dos décadas de aplicar una
política marítima defensiva como le recomendara
Carlos I en las instrucciones que le redactó en 1548,
antes de que el Canal de la Mancha y el Mar del
Norte quedaran vedados a la navegación propia,
vital para su política y para la economía de España y
de Flandes.
En agosto de 1585, Isabel I de Inglaterra firmó
con Holanda el Tratado de Nonsuch, por el que
apoyaba con tropas y dinero a los rebeldes
holandeses.
De hecho, eso ya iniciaba la guerra entre
Londres y Madrid. La ejecución de la católica reina
de Escocia, María Estuardo, y las expediciones
navales de Drake contra Galicia, Canarias, el Caribe
y contra Cádiz, provocaron la puesta en marcha de
la "Empresa de Inglaterra".
225
Sorpresa.
La sorpresa en el terreno de la estrategia tiene
principalmente aplicación en el período de
iniciación de las hostilidades, en el período de
tensión máxima que sirve de prólogo a una guerra.
Es muy raro que en un momento dado los dos
futuros beligerantes sientan en igual grado el deseo
de resolver inmediatamente el conflicto mediante
las armas, puesto que es también muy poco
frecuente que ambos futuros beligerantes se crean
suficientemente preparados en un mismo momento.
Esto hace que aquel beligerante que se estime en
conjunto mejor preparado para resolver la discordia
por la fuerza de las armas, o bien aquel que tema la
futura preparación de su enemigo, trate de obtener
ventajas estratégicas actuando por sorpresa.
Un ejemplo mostrará bien claramente las
grandes ventajas que se pueden obtener actuando
por sorpresa cuando una guerra se considera ya
inevitable.
Cuando Felipe II comenzaba en 1587, a preparar
su Armada, destinada a cubrir el desembarco de
fuerzas españolas en Inglaterra, como se encontraba
la flota inglesa en estado lamentable, como
consecuencia de la política de economía de la Reina
Isabel, le era preciso a Inglaterra ganar tiempo para
equipar sus barcos y prepararlos a la defensa.
El mejor medio para conseguir este cometido
consistía, indudablemente, en retardar la
movilización española, y a este fin se pensó en
Drake, marino muy audaz, y realmente, la forma en
que realizó la delicada empresa a él encomendada,
justificó plenamente tal confianza.
Con sólo 6 navíos de guerra y 17 barcos
mercantes armados, se presentó por sorpresa frente
a Cádiz, donde estaba reunida una buena parte de la
Armada española.
Tras breve lucha consiguió forzar la entrada y
destruyó 37 naves españolas, volviendo luego a
Inglaterra, sin grandes averías y hasta con rico
botín.
Gracias a este golpe audaz, consiguió Inglaterra
el fin estratégico que se proponía, puesto que la
Armada española tuvo que aplazar en cerca de un
año su salida, dando así tiempo a la flota inglesa
para prepararse en la medida de lo posible.
La “Gran Armada”.
A diferencia de otras campañas de su reinado, la
empresa contra Inglaterra no se sustentó en intereses
reales de España sino más bien en los de la religión
católica, tal y como Felipe II personalmente la
entendía. En 1588, Isabel I de Inglaterra estaba
desengañada de su intervención en los Países Bajos
y bien dispuesta a llegar a la paz con España.
Semejante solución hubiera convenido a los
intereses españoles e incluso hubiera liberado
recursos para acabar con el foco rebelde de Flandes.
Sin embargo, Felipe II consideró que era más
importante derrocar a Isabel y recuperar las islas
británicas para el catolicismo. Con una Escocia
gobernada por el católico Jacobo y una Inglaterra
sometida de nuevo a Roma, sería cuestión de tiempo
que el catolicismo volviera a imperar en Irlanda.
Hubo varios planes pero, finalmente, se decidió
que Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz,
reuniera en Lisboa una gran Armada que partiría de
la capital portuguesa hacia el Canal de la Mancha y
en un punto, todavía sin determinar, cercano a las
costas inglesas, se encontraría con 20.000 veteranos
de los Tercios de Flandes, embarcados en naves y
barcazas flamencas, cuyo transporte a un lugar de la
desembocadura del Támesis sería protegido por los
galeones de la Armada.
Al fallecer Santa Cruz, en febrero de 1588, fue
sustituido por el duque de Medina Sidonia,
empresario y administrador capáz que logró acopiar
en menos de noventa días, tantos barcos, tropas y
material como jamás se había visto en un puerto
europeo. Pero Medina Sidonia no era un marino,
como él mismo escribió al rey: "Ni tengo
experiencia de lo poco que he andado en la mar, que
me marea ... no es justo que acepte esta empresa
quien no tiene experiencia de mar ni de tierra". No
obstante, Felipe II le confirmó en el mando como
Capitán General de la Mar Océano.
226
La Armada estaba compuesta de 130 navíos, de
ellos 32 de guerra. Los choques con la flota de
Charles Howard, supremo almirante de los navíos
ingleses tuvieron poca repercusión para ambos
bandos. Los ingleses atacaron sin éxito sus flancos.
Howard era consciente de que para batirla era
necesario quebrar su formación y con esa esperanza
la seguía de cerca. Medina Sidonia tuvo entonces la
ocasión de ocupar la isla de Wight, situada a menos
de cinco millas del puerto de Portsmouth que
hubiera servido de fondeadero de emergencia y
auténtica cabeza de puente para la conexión con los
Tercios de Farnesio y la invasión de Inglaterra:
"porque invadir por mar una costa peligrosa, sin
estar en posesión de un puerto y sin recibir ayuda de
ninguna parte, es más decisión de osados que de
gente con entendimiento". No lo hizo porque sus
órdenes eran continuar hasta Dunkerque.
Medina Sidonia, por temor a verse arrastrado a
los bajíos de Flandes ancló la Armada frente a
Calais, a 10 millas de Dunquerke, pero con
preocupación contempló como 50 naves inglesas de
refresco, se aproximaban. Esta nueva fuerza sumada
a la flota de Howard harían un total de 160 bajeles.
Mientras tanto, Farnesio se encontraba bloqueado
en Dunkerque y Nieuport con sus 20.000 hombres.
Las más de 35 naves ligeras y bien armadas del
holandés Justino de Nassau le impedían la salida.
Para hacerlo, era imprescindible que la Armada
dominara esa zona del Canal de la Mancha, pero ese
objetivo no se había alcanzado.
En la medianoche del 7 al 8 de agosto, los
ingleses lanzaron contra la Armada ocho barcos
incendiarios o "brulotes" que aunque fueron
esquivados por los marinos españoles, provocaron
confusión y dispersión de buques. Y ésta fue la
ocasión esperada por Howard para arremeter contra
las naves españolas separadas o rezagadas. De los
navíos de Howard, varios fueron desarbolados,
ninguno hundido o inutilizado. Los españoles
equivocaron la táctica: tras las primeras andanadas
de la artillería, trataban de "embestir y aferrar" la
nave enemiga para abordarla, cosa que los ingleses
evitaron con suma habilidad.
El método de combate de los galeones españoles
consistía en aproximarse al adversario, abordarlo si
era posible, hacer sobre él un denso fuego de
mosquetería desde la cubierta y lo alto de los
castillos y luego lanzar sus tripulantes al abordaje y
dejar a la lanza y a la espada hacer su trabajo, como
en Lepanto; por otro lado sus cañones eran difíciles
de recargar (carretillas de 2 ruedas, no las
compactas inglesas, construidas para el propio
cañón), aunque disponían de ingenios para la lucha
cercana, como la ―bomba‖, aparato incendiario
montado sobre un palo que despedía fuego y
metralla y granadas de fuego, hechas de cerámica,
conteniendo una mezcla letal de pólvora de cañón,
alcohol y resina (precursoras de la moderna bomba
de napal).
Los tipos de barcos, con castillos, eran un
vehículo para llevar soldados a la batalla – los
ingleses, sin castillos – sin soldados – dependían de
sus cañones y eficaces carretillas que podían
recargarse rápidamente por marineros bien
entrenados. Así, se demostró que los barcos
mercantes no podían seguir adaptándose para barcos
de guerra.
La auténtica victoria de Howard fue dispersar la
Armada y hacer imposible su conexión con los
tercios de Farnesio. Howard, Hawkins y Drake
combatieron como marinos, utilizando sus barcos
más gobernables para elegir su posición y su
distancia, impidiéndoles acercarse a los españoles y
dirigiendo el fuego de su artillería, de mayor
alcance y mejor servida, sobre los grandes blancos
que ofrecían los galeones.
Rehecha la formación de la Armada, Medina
Sidonia decidió el retorno a España superando las
costas de Escocia e Irlanda, puesto que el regreso
por el Canal de la Mancha controlado por las flotas
de Howard y Justino de Nassau, era impracticable.
Las inusuales galernas y tempestades del mar del
Norte fueron responsables del hundimiento y
violenta encalladura de un gran número de naves
contra las rocosas costas de Escocia e Irlanda; por
supuesto, el bravío mar lanzó las naves contra los
acantilados, a pesar de las maniobras marineras
227
para evitarlo, más, nunca pudieron conseguirlo,
pues se producía en aquellas aguas un fenómeno
que en aquel entonces se desconocía su existencia
en aquellos parajes: una corriente marina, muy
fuerte, proveniente de América del Sur, que pasa
cercana al oeste de Irlanda, en dirección a
Groenlandia y el Círculo Polar.
Fueron inútiles, por tanto, los esfuerzos para
alejar las naves. El tremendo río submarino las
lanzaba inexorablemente a su destrucción.
España perdió entre 45 y 50 barcos y unos
12.000 infantes y marineros. Y especialmente
perjudicial para sus intereses, fue la muerte de
valiosos oficiales y gente de mar. Para los ingleses,
la catástrofe de la Armada supuso sólo que habían
ganado el primer asalto, impidiendo el desembarco
español, pero la amenaza persistía. España, con una
asombrosa capacidad de recuperación, pronto
reemplazaría los barcos perdidos v estaría dispuesta
a defender sus costas y posesiones.
228
Según analistas ingleses, si la Gran Armada
hubiera sido un éxito, depuesta Isabel I, Jacobo I
Estuardo, rey católico y amigo de España, habría
ocupado el trono inglés, la cercada Francia habría
sido sometida, la rebelde Holanda pacificada y con
el control de Occidente, nada le hubiera impedido a
Felipe II extender su dominio sobre los importantes
territorios protestantes de Suiza y Escandinavia.
Conocidos los datos del retorno a España de más
de 70 naves, Inglaterra temerosa de la recuperación
española y de otro intento de invasión, preparó la
contra-Armada, dirigida por Drake al mando de 150
naves y 20.000 hombres. En mayo de 1589 los
infantes y marinos ingleses fueron derrotados en La
Coruña, y sus navíos obligados a huir. Su posterior
desembarco en costa portuguesa, con la intención de
conquistar Lisboa, se saldó con otro fracaso. La
contra-Armada constituyó un estrepitoso fracaso
para Isabel I (20 bajeles y 12.000 hombres
perdidos). El 13 de septiembre de 1589 el Consejo
Privado de Isabel I en un reservado informe
manifestaba: ―la expedición de la contra-Armada ha
sido, no sólo una catástrofe financiera, sino también
estratégica‖.
Sin embargo, la guerra continuaba; ese fracaso
inglés levantó los ánimos de Felipe II. La Corona
contrató la construcción de nuevos galeones y en los
astilleros se trabajaba sin descanso. Marcó el
comienzo de los preparativos para otras empresas
encaminadas a aquel mismo fin, más la suerte de la
guerra fue tornadiza en los postreros años de Felipe
II. La expedición del duque de Essex contra Cádiz
en 1596 fue un éxito para Inglaterra; destruyó
numerosos barcos y la inexplicablemente
desprotegida ciudad fue saqueada. Como respuesta,
en octubre de aquel año y el siguiente, Felipe II
despachó dos Escuadras con más de cien navíos
cada una, contra Inglaterra. No llegaron a
enfrentarse a los ingleses
Fueron notables los reveses ingleses en las
Azores; se apuntaron un éxito al apoderarse de San
Juan de Puerto Rico, pero acosados por los
españoles, a los tres meses tuvieron que abandonar
la isla, lo que ponía de manifiesto la debilidad
inglesa para consolidar sus conquistas. En cuanto al
envío de otra Armada, estaba ya planeada la
expedición, cuando le llegó la muerte a Felipe II en
septiembre de 1598. La Armada nunca llegó a salir,
pero el temor de los ingleses y los rumores de un
posible desembarco fueron tan intensos que
reinando ya Felipe III, en el verano de 1599 se
tendieron cadenas de seguridad en Londres y
ciudades del litoral para intentar cerrar el paso; se
concentraron 30 mil hombres en la capital y todo el
sur de Inglaterra se mantuvo alerta. Como se ve, la
derrota de la Gran Armada no constituyó un
supremo desastre; todavía la guerra se prolongaría
por otros 17 años y concluiría en una paz por
agotamiento que no sería honrosa ni útil a
Inglaterra, ni de grandes consecuencias para España.
Como dice un autor ingles ―no añadió un metro
cuadrado al territorio español ni sustrajo un solo
metro cuadrado del inglés‖. Ni tampoco cambió la
dinastía de Inglaterra o España, ni modificó las
políticas de las partes contendientes o influyó en sus
respectivas religiones.
Los sucesores de Felipe II y de Isabel I, Felipe
III y Jacobo I Estuardo, pudieron negociar la Paz de
Londres. Para Inglaterra esta paz tuvo
consecuencias negativas: según los historiadores
británicos, su marina se debilitó y no logró
recuperarse hasta medio siglo después. El respeto a
la Corona se deterioró y el divorcio entre el
Parlamento y el pueblo se agudizó progresivamente
hasta llegar a la gran crisis de los reyes de la
dinastía Estuardo. España tampoco salió favorecida.
La paz supuso la renuncia a los grandes planes de
Felipe II: la hegemonía en Europa y la derrota del
protestantismo: su población y su economía,
quedaron exhaustas. El proceso imperial español iba
a sufrir en breve de notables fisuras.
Comercio global.
España sufrió el primer pulso entre el poder
político (el Imperio) y el capitalismo (los banqueros
y grandes mercaderes). Pulso que, por supuesto,
ganaron los capitalistas.
229
Cuando Carlos V asciende al trono, todo hace
suponer que Flandes, su cuna, marcará el ritmo.
Pero superados los primeros problemas, Castilla
presentará sus credenciales. Primero, gozaba de una
base monetaria que no tenía nada que envidiar a
Flandes. En 1477, los Reyes Católicos habían
logrado la unidad monetaria española con el ducado,
que por su inalterabilidad y riqueza metálica se
erigió en tiempos de Carlos V en una de las
monedas más sólidas. Empujado por la Carrera de
Indias, el ducado acabará siendo el dólar de la
época. Para no encrespar más los ánimos de
Flandes, Carlos V no permitirá que España adquiera
el papel de motor financiero y limita su riqueza a la
exportación de materias primas, reservando para
Flandes y los emporios italianos la transformación
manufacturera. O sea, España produce, el resto del
Imperio industrializa.
Sin embargo, España nunca logró una
saneada balanza comercial. Ni siquiera fueron sufi-
cientes los dos ejes geográficos que articularon el
primer complejo comercial global: el Atlántico -el
Mar del Norte y las Indias- y el Mediterráneo. El
tráfico hacia el Mar del Norte tuvo una vida
próspera pero corta. En 1575, el enquistamiento de
la rebelión en los Países Bajos y la hostilidad
inglesa hundieron la enriquecedora exportación de
la lana castellana.
En la Carrera de Indias, las flotas españolas
acapararon en el siglo XVI el comercio mundial,
tanto en el Atlántico como en el Pacífico; su
magnitud fue total tras la anexión de Portugal y sus
colonias.
El Galeón de Manila es el mejor ejemplo de lo
que se conoció como el "Pacífico de los Ibéricos",
monopolio roto, avanzado el siglo XVII, por
ingleses, franceses y, en especial, por los
holandeses. Se cerraría así la mayor aventura
comercial jamás contada, la del primer Imperio
donde no se ocultaba el Sol.
230
COLONIAS NORTEÑAS
partir del encuentro con el Nuevo Mundo
en 1492, comenzó una era de grandes
movimientos migratorios. Los avances geográficos
y técnicos permitieron el traslado controlado de
personas a las nuevas colonias ultramarinas, con la
dirección de los gobiernos o a cargo de compañías
mercantiles. Las naciones europeas -España,
Portugal, Francia, Inglaterra, Holanda, Bélgica,
Alemania- se expandieron por África, Asia y, sobre
todo, América. Si Europa, por su alta densidad
demográfica, fue una cantera de emigrantes,
América fue tierra de promisión. La inmensidad de
su territorio, repleto de riquezas naturales, y la
bajísima tasa de población, eran un reclamo
irresistible para los colonizadores, que
emprendieron una nueva vida lejos de las guerras
que sacudían Europa. Como contrapartida, su
llegada fue devastadora para los pueblos de
América Central y del Sur; mayas, aztecas, incas, y
otros pueblos nativos, cuyas culturas fueron
aplastadas y su población mermada a causa de las
luchas de conquista y las enfermedades introducidas
por españoles y portugueses. En el Norte, la
colonización francesa v anglosajona también fue
fatal para los indígenas, que vieron trastocados sus
modos de vida y acabaron exterminados o
confinados a reservas.
Después de 1600, la exploración europea se hizo
más frecuente, comportando unas expediciones más
numerosas y estableciendo colonias. Al mismo
tiempo, las epidemias de viruela, sarampión, gripe y
otras enfermedades letales, fueron adquiriendo carta
de naturaleza, y la población india de América del
Norte empezó a declinar drásticamente. Incluso sin
las epidemias mortales que se propagaban en una
sola dirección, las culturas indias de Norteamérica
estaban en desventaja de adaptación frente a la ex-
pansión europea.
Los europeos, sin saberlo, llevaron a América
enfermedades, como la viruela, ante las cuales, los
nativos no tenían defensas que los inmunizaran.
Estas enfermedades, junto a la guerra, el hambre y
los trabajos forzados, en los primeros tiempos
diezmaron a la población indígena. Las culturas
precolombinas, prácticamente, desaparecieron en el
tremendo choque con otras más avanzadas y más
vigorosas.
Mientras las colonias se mantuvieron
dependientes de las metrópolis, los traslados
presentaron cifras reducidas. Se calcula en 100.000
el número de españoles inmigrados a la América
hispana durante el primer siglo colonial (1492-
1600). En Norteamérica, gentes llegadas de las
metrópolis europeas, Países Bajos, Francia y Gran
Bretaña, empezaron a colonizar, pues veían en esta
nueva tierra la posibilidad de comenzar también una
nueva vida.
El imperialismo europeo de los siglos XVI y
XVII tuvo dos formas distintas de manifestarse: de
un lado, la que desarrollaron los españoles y
portugueses, quienes pretendían implantar en el
territorio virgen la estructura social, política y
religiosa de la vieja cultura de Occidente; de otro, el
caso antagónico, el del proyecto imperialista inglés
del siglo XVII. En tres motivos se basaba este
proyecto: la simple aventura conquistadora, la
búsqueda de riquezas en el sentido mercantilista y,
el afán de lograr una utopía religiosa. Fue esta
última la que llevó a los llamados Padres
Peregrinos a fundar en la llamada Nueva Inglaterra
la ciudad de Plymouth en 1620; les servía la
búsqueda mesiánica de una tierra virgen donde
realizar sus ideales religiosos, que en Gran Bretaña
y Europa Central habían sido objeto de burla
desprecio y hasta persecución. Sin embargo, ésta era
sólo una cara de la moneda colonizadora: la otra
tenía un semblante mucho menos místico y más
práctico: los intereses comerciales.
En 1580, noventa años después del
descubrimiento de América, «los ingleses no habían
puesto pie en lugares fértiles y ricos, de los que los
españoles y portugueses no hubieran tomado
posesión todavía». Tampoco los holandeses,
absorbidos por la lucha de la independencia,
pudieron pasar de otra cosa que no fuese desafiar
organizadamente el monopolio comercial de
A
231
España. Más preocupados por el comercio que por
la posesión de tierras, no presentaban reivindicación
alguna en las Indias Occidentales. Tampoco los
franceses, que se preocupaban más de la pesca y de
las pieles que de las colonias, habían conseguido la
más pequeña cabeza de puente. Ningún país tenía
colonias comparables a las posesiones españolas del
Caribe o a las islas portuguesas del Atlántico, y
aunque ingleses y holandeses controlaban una parte
cada vez mayor del comercio en las Indias Orien-
tales, y los ingleses y los franceses tenían entre
doscientos y trescientos barcos en las rutas de
Terranova, la hegemonía española no se veía
seriamente desafiada. Pero eso no quiere decir que
no se hubiese formulado la tesis del «desafío
español».
El nuevo interés por la colonización americana
en sí misma hizo su aparición por primera vez entre
los ingleses que habían conseguido una importante
experiencia en Irlanda. Irlanda se encontraba en el
camino hacia América, y muchos de los hombres
que llevaron a cabo tentativas de colonización en
América -Gilbert, Grenville, Raleigh- se habían
destacado en la colonización de Irlanda, y pensaron
de un modo muy natural en aplicar su experiencia
en parajes más prometedores y con personas menos
intratables. La tierra era el principal objetivo de
especulación e inversión en la Inglaterra del siglo
XVI, pero el exceso de especulación la había
encarecido y muchas propiedades resultaban poco
provechosas debido a una serie de engorrosas
disposiciones y a las grandes cargas que los
derechos feudales de la corona habían arrojado
sobre la tierra. Por eso, algunos del grupo «irlandés»
vieron en América la perspectiva de adquirir vastas
propiedades sin apenas cargas y que podrían
gobernar con el poder de nobles feudales. Puede que
los indios fueran (y así resultó) pocos en número y
demasiado primitivos para constituir una fuerza de
trabajo, pero los emigrantes ingleses-todas las
personas que se habían visto desplazadas en
Inglaterra- era muy posible que pudieran ser
persuadidos de que era preferible vivir entre los
indios paganos que entre los papistas irlandeses.
En la patente concedida a Humphrey Gilbert en
1578, la primera para la fundación de una colonia
británica, se mencionaba tanto el descubrimiento
como la conquista, pero el destino de las
expediciones de Gilbert quedaba sin concretar.
Gilbert parece haber intentado dos colonizaciones:
una en la parte norte y otra en la sur de la costa
oriental de América del Norte. El establecimiento
del sur constituiría una base para las incursiones en
las Indias españolas, y el del norte un punto de
descanso en el camino a «Catay». El proyecto del
norte estaba ligado además con la posibilidad de
dominar las pesquerías del Atlántico septentrional.
Había una dosis de conocimiento tanto como de
imaginación detrás de esta idea; durante sesenta
años de pesca en los bancos de Terranova, los
ingleses soportaron la competencia de los
portugueses, españoles, franceses y holandeses por
no tener acceso a un suministro de sal barato y
abundante. Tenían, por consiguiente, que secar su
pescado en tierra, en lugar de salarlo húmedo a
bordo. Así pues, mientras que los pescadores
ingleses estaban en minoría en las aguas de los
bancos de Terranova, eran fuertes y numerosos en
las playas de Terranova, en donde establecieron sus
campamentos de verano y sus secaderos. Este
predominio podía constituir tal vez la base de un
señorío territorial. En su último viaje, en 1583,
Gilbert «tomó posesión» de Terranova, y como
nadie le disputó seriamente este hecho, Terranova
fue británica; claro está que en aquella época la
«posesión» era una mera formalidad y debió
significar muy poco para los pescadores. Raleigh se
dispuso inmediatamente a llevar adelante las ideas
de su hermanastro concentrando su atención en la
zona sur de la costa de América del Norte. En 1584
obtuvo una carta con poderes aún más amplios,
enviando en ese mismo año una expedición
exploratoria. Este fue el final de las tentativas
inglesas de colonizar América del Norte en el siglo
XVI.
Inglaterra había entrado en posesión formal de
«Virginia» (esto es, de toda la América oriental al
norte del paralelo 30°) y el viaje de Raleigh
232
demostró la utilidad de una organización de
compañías formadas por sociedades que distribuían
los presupuestos coloniales entre comerciantes y
hombres de negocios. La aventura de Raleigh fue
además un intento decidido de asentamiento, y este
objetivo se trasladó de Virginia a Guayana. Bien es
verdad que los viajes de Raleigh de 1595 y 1596 e
incluso el de 1617 tuvieron escasas consecuencias,
pero Inglaterra consiguió establecerse formalmente
cuando en 1609 se anexionó toda la Guayana entre
el Orinoco y el Amazonas; los colonos
sobrevivieron en el delta del Amazonas de 1611 a
1617. Los isabelinos «le disputaron el Atlántico a
España» y consiguieron hacerse con un lugar en él.
De esta manera formulaban una doctrina en el
sentido de que ―la soberanía sin la posesión no tiene
fuerza legal‖. Así las cosas, allá donde los españoles
no manifestaban su presencia física, los ingleses (o
cualquier otra potencia) podían presentar
reivindicaciones, basándolas en el derecho de
descubrimiento o en el de posesión efectiva.
La rebeldía francesa y holandesa ante la
hegemonía española era también clara, pero eran los
ingleses los que más enérgicos se mostraban y
orientaron sus intereses a la zona costera central de
la inmensa zona que los isabelinos llamaron
Virginia. Los holandeses y los franceses estaban tan
convencidos como los ingleses de que el poder de
España dependía de las riquezas de su inmenso
Imperio en el Nuevo Mundo, y para desafiar a la
formidable potencia española, los tres países
estaban dispuestos a aliarse si era necesario. España
no podía evitar que la plata y el oro americanos
provocasen la inflación en la metrópoli y que esta
inflación repercutiese en todos los países del
mundo, porque por aquel entonces «cuando España
estornudaba, el mundo atrapaba una pulmonía».
Pero aun sin contar con el Nuevo Mundo y sus ri-
quezas, que indudablemente contribuían a la
fortaleza española, las demás potencias veían a
España como un poder formidable y consideraban
que todas sus conquistas y estructuras comerciales
podían venirse abajo. Los holandeses,
especialmente, que dependían del comercio, se
vieron en gravísimo peligro cuando España decidió
excluirlos de los puertos ibéricos, a los que llevaban
especias orientales.
La muerte de la anciana reina aceleró el cambio
de mentalidad desde el saqueo al establecimiento
colonial. Jacobo I hizo la paz con España en 1604 e
insistió en que sus súbditos respetaran esta paz,
como lo experimentó a su costa el propio Raleigh.
Muchos armadores respetables que ejercían de
corsarios en la guerra, adoptaban la piratería en la
paz. Por otra parte, el gobierno no puso objeciones
al establecimiento pacífico en lugares todavía no
ocupados, sino todo lo contrario. En las ne-
gociaciones para el tratado de Londres de 1604,
Jacobo declaró que estaba dispuesto a reconocer los
derechos de monopolio español a todos los
territorios ocupados de hecho por España, pero que
no admitía que los españoles tuvieran algún derecho
a las zonas no ocupadas de América. El principio de
la ocupación efectiva fue incorporado en una
cláusula oficial de la tregua de Amberes en 1609,
que puso fin durante algún tiempo a la guerra entre
España y los Países Bajos. Este principio pasó a
figurar en el derecho internacional, siendo aceptado
explícitamente por los juristas e implícitamente por
la mayoría de las naciones marítimas.
El primer asentamiento de carácter permanente
en Norteamérica vino de la mano de una serie de
privilegios que el rey inglés Jacobo I concedió a
unos comerciantes londinenses- quienes
establecieron en 1607, en Jamestown, la Virginia
Company of London. Estos pioneros de la
colonización comenzaron a dirigir los destinos de la
colonia conviviendo -en principio, pacíficamente-
con los habitantes autóctonos: los indios iroqueses.
Los ingleses pronto se hicieron con el control de
la costa al norte de Virginia - Nueva Inglaterra-. Sus
primeros colonos fueron un centenar de peregrinos
puritanos que habían abandonado las islas en 1620 a
bordo del ―Mayflower‖ a causa de las persecuciones
religiosas.
Fue el preludio del tráfico marítimo, que de un
titubeante flujo pas6 a ser una riada y una
inundación.
233
Durante los siguientes dos siglos y medio, los
barcos serían como los carromatos de las praderas,
pero en el Atlántico, transportando la mayor
migración popular de la historia; antes de finales del
siglo XIX unos once millones de seres humanos
realizarían la travesía del Atlántico siguiendo la
estela de los peregrinos. Los mismos barcos
transportarían de vuelta una cornucopia de
mercancías del Nuevo Mundo: no s6lo el pescado,
la madera y las pieles que se habían previsto desde
el principio, y el nuevo y popular tabaco, sino, con
posterioridad, productos agrícolas como el grano y
el algodón. Con ese intercambio de mercancías —
las manufacturadas al oeste, los recursos al este— la
extensión de 4.500 kilómetros entre el Viejo Mundo
y Norteamérica iba a convertirse en el escenario del
comercio más denso y disputado de los siete mares.
Pero, a pesar de los esfuerzos realizados, las
cosas no fueron bien y no pudieron evitar la
bancarrota, de forma que en 1624 la nueva colonia
de Virginia pasó a ser una colonia Real, dirigida por
un gobernador, ayudado por una Asamblea de
burgueses.
Desde 1607 a 1631, los ingleses fundaron, en la
costa este de Norteamérica un total de 13 colonias
de carácter eminentemente agrícola, poseedoras de
una Asamblea legislativa de tipo parlamentario que
limitaba las atribuciones del gobernador real.
En el otro lado del mundo, la Compañía de las
Indias Orientales, constituida con el aval de un
Decreto Real, en 1600, funda puertos fortificados en
Bengala, Calcuta y Madrás. El matrimonio de
Carlos II Estuardo con la princesa portuguesa
Catalina de Braganza, celebrado en 1662, procuró a
Inglaterra la ciudad de Bombay, que la esposa traía
como dote, y le ofreció la posibilidad de comerciar
en las colonias portuguesas. Los principales
obstáculos a la expansión colonial inglesa eran
España, que controlaba la mayor parte del
continente americano, y Francia, con sus miras
expansionistas en ultramar. Así pues, la primera
mitad del siglo XVII presidió el establecimiento de
colonias permanentes en Norteamérica, el comienzo
de una gran rivalidad entre las distintas potencias en
el Nuevo Mundo y el establecimiento de sistemas de
gobierno definidos. Se asistió también a la
consideración de los holandeses como «la nación
más envidiada», sucediendo en esto a España y
conformando una estructura comercial «atlántico-
colonial» que obligó a las otras potencias coloniales
a adoptar una política imperialista, apoyada en las
―actas de navegación‖ que basándose en el modelo
de la ley inglesa del mismo nombre darían lugar a la
larga etapa del imperialismo europeo. Una vez que
el Imperio holandés hubo declinado y que el área
colonial española quedó delimitado a América del
Sur, Francia era el adversario más temible para la
potencia inglesa. Estaba perdiendo vigencia el
principio de que los problemas de las posesiones de
ultramar no debían interferir en las relaciones entre
los Estados, puesto que se iba considerando cada
vez más a las colonias como parte integrante de la
economía de los distintos países.
En 1612 los holandeses habían llegado a la
desembocadura del Hudson. En 1626, la Compañía
Holandesa de las Indias Occidentales fundó en la
isla de Manhattan, la factoría de Fort Amsterdam -
desde 1653, Nueva Amsterdam- que, en 1667 -junto
con la fundación sueca de Delaware-, fue cedida por
la paz de Breda a los ingleses, quienes le dieron el
nombre de Nueva York. Para entonces, el mapa
colonial mundial estaba ya casi definitivamente
establecido y la etapa histórica del colonialismo
comenzó.
El flujo migratorio no sólo se orientó
fuertemente hacia Norteamérica sino que a
mediados del siglo XVII el azúcar reemplazó al
tabaco como artículo fundamental de las Indias
Occidentales, y las grandes plantaciones trabajadas
por esclavos resultaron ser las de mayor
rendimiento en lo que a la caña de azúcar se refiere.
El azúcar, así como los esclavos que lo producían,
el capital, la maquinaria y gran parte de los barcos
que transportaban el producto, lo facilitaban los
holandeses.
Las preocupaciones de la Compañía holandesa
de las Indias Occidentales por el Brasil formaban
parte de un decidido esfuerzo para hacerse con la
234
principal colonia de la primera década del siglo
XVII. La Compañía deseaba establecer una colonia
de campesinos holandeses para controlar el
comercio de esclavos desde la costa occidental
africana y minar a los portugueses en el Oeste y en
el Este. Brasil era por lo tanto el primer objetivo de
la Compañía; pero Brasil no lo era todo. La
Compañía de las Indias Occidentales realizaba
continuos ataques de piratería contra los barcos
españoles obteniendo tal provecho que con lo que
saqueaban formaban la fuente principal de sus
dividendos y podían pagar incluso el coste de la
guerra en Brasil. Los holandeses se establecieron en
Esequibo en 1616 y en Berbice en 1624; quisieron
también establecer unas pequeñas colonias en
Tobago y en Cayenne, pero los españoles las
destruyeron y entonces los holandeses se asentaron
en Curazao en 1634 y en Saínt Eustaquius y en
Saint-Martin en 1641. Pero aunque el tratado de
Münster de 1648 confirmaba estas colonias a los
holandeses, éstos las utilizaron más bien como
centros comerciales que como colonias; porque los
holandeses estaban en las Indias Occidentales más
para el comercio que para dedicarse al cultivo de la
tierra.
La actitud de los holandeses era tanto más
importante teniendo en cuenta que en las islas
inglesas, en una época en la que se desafiaba la
autoridad real, terratenientes y plantadores se
preocupaban sólo de aumentar sus beneficios sin
detenerse a considerar las normas que el gobierno
de la metrópoli intentaba imponerse para llegar a
formar una verdadera estructura económica. Ni el
gobierno inglés ni el francés estaban en situación de
obligar a que se cumpliesen sus normas, porque am-
bos estaban maniatados por las guerras europeas y
ambos países habían descuidado sus flotas. Además,
los holandeses, útiles a ambos gobiernos, no habrían
aceptado una política comercial exclusivista y en
1627, mediante el tratado de Southampton,
consiguieron que se les reconociese el derecho a
comerciar con las posesiones inglesas. Tanto en las
colonias inglesas como en las francesas
consiguieron, mediante tratados o mediante el
reconocimiento legal de la libre competencia
comercial, el control del comercio y de la
navegación, por el que estaban dispuestos a
enfrentarse a los portugueses e incluso a desafiar a
la potencia española; a la larga se demostraría que
se hallaban igualmente dispuestos a enfrentarse a
ingleses y franceses.
De esta manera, mientras la Compañía holandesa
de las Indias Occidentales luchaba por Brasil y por
sus plantaciones de caña de azúcar, también se
dedicaba al comercio de esclavos, que era la base de
la economía brasileña, apoderándose de ciertos
enclaves portugueses, en África, que eran buenos
centros de distribución para su mercancía humana,
dedicándose con gran entusiasmo a proveer de
esclavos al Brasil así como a las colonias inglesas y
francesas. Las demás potencias no podían albergar
la esperanza de obtener grandes beneficios de las In-
dias Occidentales hasta tanto no consiguiesen
marginar a los holandeses y llevar el producto de
sus colonias en barcos propios, a sus respectivos
mercados nacionales.
La colonización francesa
Francia conoció uno de los momentos de mayor
expansión colonial en la época de Luís XIV. La
conquista francesa de nuevos mercados fuera de
Europa había comenzado con la política económica
del Cardenal Richelieu, quien creó empresas
comerciales privilegiadas, como la ―Compañía de
Levante‖, que traficaba con los países musulmanes
y la ―Compañía de Nueva Francia‖ para colonizar el
Canadá, y la Compañía del África Occidental.
Ya al comienzo del siglo XVII, los franceses
habían organizado sus primeros asentamientos en el
continente americano, sobre todo en el Caribe y el
Norte. Las islas de Martinica y Guadalupe, así como
la parte occidental de Santo Domingo y Cayena,
situada en la actual Guayana, fueron ocupadas por
bases francesas.
En 1605 se instituyo la primera colonia francesa
en el Canadá, Port Royal, a la que siguieron Québec
y Montreal, de donde comenzó la expansión hacia el
235
lago Ontario. El primer ministro Colbert prosiguió
la empresa de emancipación económica del país,
creando la marina mercante y dos compañías, la de
las Indias Occidentales y la de las Orientales (1664),
con las cuales Francia alcanzó el nivel de las otras
grandes potencias marítimas. El viaje cumplido por
René de La Salle entre 1678 y 1682 desde el rió San
Lorenzo hasta el lago Ontario y desde éste, a través
de los Grandes Lagos, hasta el rió Mississippi y su
desembocadura, terminó con la fundación de la
colonia de Louisiana.
La primera colonia francesa en el continente
africano se estableció en 1626 en la desembocadura
del rió Senegal. Posteriormente se colonizaron
Madagascar, magnifica base para la etapa de los
buques que navegaban hacia Oriente, y las islas de
Reunión.
Al estallar en 1701 la Guerra de Sucesión
española, tras la muerte de Carlos II, los ingleses se
aliaron con Holanda para impedir que las colonias
españolas de América cayeran en manos de los
franceses. El Tratado de Utrecht, que en 1713 puso
fin a conflicto, sanciono las ventajas de la victoriosa
Inglaterra, que obtuvo Gibraltar, Menorca y Nueva
Escocia, así como la soberanía sobre la Bahía de
Hudson y Terranova. Además, España tuvo que
conceder a la Compañía Británica de los Mares del
Sur un asiento que la autorizaba a llevar esclavos a
sus colonias americanas.
Al comenzar el siglo XVIII, la
presencia francesa en América del
Norte se reforzó con la fundación de
Detroit y Nueva Orleáns. De todos
modos, tal como sucedía en las
colonias de otros países, la población establecida en
el inmenso territorio era muy poco numerosa y los
colonos se dedicaban más bien a la caza y al
comercio de pieles que a la agricultura. La
cronología del desarrollo de la América francesa se
corresponde estrechamente con la inglesa. Los
movimientos de las dos naciones sugieren o bien
una imitación mutua consciente o los contra
movimientos tácticos de una partida de ajedrez.
Las migraciones, incluso de otras partes de
Europa, proseguirían durante el siglo XVIII; unos
200.000 protestantes alemanes abandonaron su
madre patria y emigraron a América, vía Inglaterra,
antes que ceder al resucitado catolicismo en
Alemania. Algunos se establecieron en la colonia de
Georgia, fundada en 1732 por un grupo de
filántropos ingleses con el fin de que sirviera de
refugio a los desafortunados de todos los tipos.
A los españoles se les dejó en posesión, aunque
discutida, del Caribe y de la América Central.
Pequeños establecimientos, el francés en el San
Lorenzo y el inglés en la costa del Atlántico, fueron
echando raíces y adquiriendo la certidumbre de la
distante presencia de uno y otro. Los holandeses,
liberados por la tregua de Amberes, descansaban en
la playa dispuestos a saltar sobre lo que pudiera
ofrecer un botín, legítimo o ilegítimo. El tablero
estaba dispuesto para doscientos años de rivalidad
imperial armada.
236
ÍNDICE DE ILUSTRACIONES
Fase de la rotura de la ―Pangea‖……………………………………………………………………..................... IV
Representación del dios griego del mar: Poseidón………………………………………………………………... V
El Planeta Tierra y vista desde la Luna………….…………………………………………………………….. VIII
Tomo I
Batalla de Lepanto, 7 octubre 1571 (Portada)
Barco de guerra de Ramses III………………………………………….…………………………………………. 5
Barco comercial fenicio tradicional………………………………………….……………………………………. 7
Barco de guerra fenicio………………………………………….………………………………………………. 10
La ―Triera‖ y disposición de sus remeros………………………………………….…………………………... 14
Puente sobre el ―Helesponto‖.………………………………………….……………………………………….. 16
Los tres puertos de El Pireo……………………………………………………………………………………… 19
Busto de Pericles y Pintura de Alejandro Magno………………………………………….…………………… 22
La pasarela del ―Corvus‖, en acción………………………………………….…………………………………. 26
Trirreme romana………………………………………….……………………………………………………… 27
La imponente Quinquerreme………………………………………….…………………………………………. 30
Barco mercante romano e imagen de ―Portus‖.………………………………………….……………………… 31
La torre de Gálata (Constantinopla) ………………………………………….………………………………… 39
Dhow árabe………………………………………….………………………………………….………………... 42
Patio de los Leones (La Alhambra) y campamento beduino…………………………………………………… 43
―El viento divino‖ y batalla en la playas………………………………………….…………………………….. 50
Guerreros vikingos………………………………………….…………………………………………………… 51
Nave de combate vikinga………………………………………….…………………………………………….. 53
Funeral de un rey vikingo………………………………………….……………………………………………. 56
Casco, cara y espadas de vikingos………………………………………….…………………………………… 59
La ―Coca‖ ………………………………………….……………………………………………………………. 61
Galera de transporte veneciana………………………………………….………………………………………. 68
Galera de guerra veneciana………………………………………….…………………………………………... 72
Remando a la veneciana………………………………………….……………………………………………… 75
La ―Galera, Galeota, Fusta, Bergantín, Fragata y Galeaza‖.…………………………………………………… 76
El ―León de San Marcos‖.………………………………………….……………………………………………. 77
El ―Foro de Constantino‖………………………………………………………………………………………... 81
Comparación entre un gran Junko chino y la ―Santa María‖ …………………………………………………. 84
Junko chino…………………………………………..,…………………………………………………………. 86
Barco de guerra (Atlántico europeo) y primitivos cañones navales…………………………………………... 90
Carabelas, aparejo latino y aparejo cruzado………………………………………….………………………… 93
Puerto de Quiloa………………………………………….……………………………………………………... 108
Carraca………………………………………….………………………………………….…………………… 110
Don Enrique (el Navegante – un ―padroe‖ y Monumento a los Descubrimientos)…………………………... 113
Jenízaros………………………………………….………………………………………….………………….. 117
Tormento de Bragadín – pistola y dotación…………………………………………………………………… 118
Armaduras (defensa personal).………………………………………….……………………………………… 119
Miguel de Cervantes………………………………………….………………………………………………… 120
237
La Galera (Capitana) de D. Juan de Austria………………………………………….……………………….. 123
Pintura de D. Juan de Austria………………………………………….………………………………………. 124
Tomo II
En ruta: ―la flotilla de Colón inicia su viaje (Portada).
―Los Reyes Católicos‖……………………………………….………………………………………………... 135
Vista del puerto de Génova………………………………………….………………………………………….. 137
Colón en el convento de ―La Rábida‖.……………………………………….………………………………… 141
Características de la Nao ―Santa María‖.………………………………………….…………………………… 144
Características de la ―Niña‖.……………………………………………………………………………………. 145
Instrumentos de navegación (Brújula – Cuadrante – Cruz Geométrica – Reloj Solar – Reloj de Arena – Nocturlabio)..………………. 147
―Un viaje perfecto‖.………………………………………….…………………………………………………. 148
Llegada de Álvaro Cabral………………………………………….…………………………………………… 161
―Botando una canoa‖ ………………………………………….………………………………………………... 179
Carenado de la ―Victoria – apertrechándola – timoneando – luchando por sus vidas……………………….. 181
La vida a bordo………………………………………….……………………………………………………….196
Galeón………………………………………….……………………………………………………………….. 197
Reparando los daños en un galeón………………………………………….…………………………………. 199
El ―Golden Hind‖………………………………………….……………………………………………………. 211
Piratas………………………………………….………………………………………………………………... 213
Piratas………………………………………….……………………………………………………………… 214
Henry Morgan: Pirata………………………………………….………………………………………………... 216
Sir Francis Drake………………………………………….…………………………………………………….. 218
―Contra los elementos‖ y la mala noticia a S.M. ………………………………………….…………………… 227
Jacques Cartier………………………………………………………………………………………………….. 235
Escudos de ―Tercios Navales‖ y Escudo y firma de Colón (Contraportada – Volumen I)
238
ÍNDICE DE MAPAS
El Mundo Romano (Portada – Mapa).
Placas tectónicas (Mapa)……………………………………………………………………………………….... III
Tomo I
La incursiones de los Pueblos del Mar………………………………………….………………………………… 4
Siria-Fenicia- en el segundo milenio a.C.……………………………………….………………………………… 6
Las rutas del comercio fenicio………………………………………….…………………………………………. 9
Colonias griegas………………………………………….……………………………………………………… 10
El Imperio persa………………………………………….……………………………………………………… 11
Grecia………………………………………….………………………………………………………………… 12
Colonización griega………………………………………….…………………………………………………... 13
Expedición de Jerjes………………………………………….………………………………………………….. 17
Plano de Salamina – Movimiento de la flota persa………………………………………….…………………. 18
La Grecia de Pericles – Las conquistas de Alejandro Magno…………………………………………………… 20
La conquista de Oriente………………………………………….……………………………………………… 21
La colonización fenicia y cartaginesa en el Mediterráneo Occidental…………………………………………... 23
Etruscos, cartagineses y los orígenes de Roma…………………………………………………………………. 24
Actium, formaciones iníciales………………………………………….………………………………………... 29
Roma: la época imperial (segunda mitad del siglo I, d.C)……………………………………………………… 31
El Imperio a la muerte de Trajano..………………………………………….………………………………….. 33
División del Imperio Romano………………………………………….……………………………………….. 34
Invasiones Bárbaras en Europa………………………………………….……………………………………… 35
El mundo Bizantino………………………………………….………………………………………………….. 36
El Imperio de Justiniano – El Imperio Bizantino después de la muerte de Justiniano………………………… 37
Las conquista del Islam………………………………………….………………………………………………. 40
El Océano Índico y el Mundo Islámico, Siglos IX – XIV………………………………………….…………… 41
Gengis Khan y la expansión de los Mongoles………………………………………….……………………….. 45
Conquista de los Cruzados………………………………………….…………………………………………... 47
El Imperio Mongol en el siglo XIII………………………………………….…………………………………... 48
Intentos de invasión a Japón………………………………………….………………………………………… 49
Normandos entre el siglo IX y el XI………………………………………….…………………………………. 52
Movimientos vikingos hacia el Oeste………………………………………….………………………………… 55
Las rutas de la ―HANSA‖.………………………………………….……………………………………………. 60
Europa al final de la Edad Media………………………………………….…………………………………….. 65
Las Repúblicas marineras………………………………………….……………………………………………. 66
Venecia: ciudad flotante………………………………………….……………………………………………… 67
La ruta de la seda………………………………………….…………………………………………………….. 69
Rutas marítimas a las riquezas………………………………………….………………………………………. 70
Formación del Imperio Otomano, del siglo XIII al XVII………………………………………….……………. 78
El Imperio Bizantino en el siglo XIV………………………………………….………………………………… 79
El Imperio Bizantino en vísperas de la conquista otomana de 1453………………………………………….… 80
El Imperio de Timur Lang (1370-1405) ………………………………………….…………………………….. 82
Los siete viajes del Almirante Cheng Ho, siglo XV………………………………………….…………………. 85
El mundo conocido por Herodoto: 400 a.C...………………………………………….………………………… 91
239
Los grandes descubrimientos de los siglos XV y XVI………………………………………….……………….. 96
Concepto del mundo durante la Edad de la Exploración………………………………………….……………. 100
África medieval pre-europea (siglos VIII – XVIII).………………………………………….………………… 104
Portugal en África (siglo XV)………………………………………….……………………………………….. 106
Exploraciones portuguesas………………………………………….…………………………………………... 109
Exploraciones portuguesas hasta el Extremo Oriente………………………………………….……………… 111
El Mediterráneo y su entorno en 1570-1574………………………………………….………………………… 114
Interese encontrados: la Cruz vs. el Islam………………………………………….…………………………… 116
Rutas indirectas hacia la confrontación………………………………………….………………………………118
Plano de entrada a Lepanto………………………………………….…………………………………………. 119
Tomo II
Las Américas en el siglo XV………………………………………….………………………………………... 129
Máxima expansión de la civilización Maya………………………………………….………………………… 130
Imperio Azteca………………………………………….………………………………………………………. 131
Imperio Inca………………………………………….…………………………………………………………. 132
Islas Lucayas – Derrota del primer viaje de Colón………………………………………….………………… 149
Derrota del segundo viaje de Colón………………………………………….…………………………………. 150
Tratado de Tordesillas………………………………………….……………………………………………….. 151
Derrota del tercer y cuarto viajes de Colón………………………………………….………………………… 152
Los cuatro viajes de Colón………………………………………….…………………………………………... 153
Derrota de Alonso de Ojeda………………………………………….…………………………………………. 157
Primer mapa de América………………………………………….…………………………………………….. 158
Toponimia de las costas del Golfo de Venezuela………………………………………….…………………… 159
La ruta de Álvaro Cabral………………………………………….…………………………………………….. 161
Las primeras exploraciones………………………………………….………………………………………….. 163
Prosiguen las exploraciones: El Caribe y América del Norte………………………………………….……… 164
Rutas de los hermanos Caboto………………………………………….………………………………………. 165
Intentos de dar la vuelta a Europa por el Norte. Siglos XVI – XVII…………………………………………. 168
Los ingleses y el paso del Noroeste. Siglos XVI – XVII………………………………………….…………… 170
El descubrimiento de América del Sur………………………………………….……………………………… 172
Mapa de la época: ―Maris Pacifici‖………………………………………….…………………………………. 177
Primera vuelta al mundo………………………………………….…………………………………………….. 182
Derrota del Tornaviaje de Urdaneta………………………………………….………………………………… 185
Los españoles a la conquista del Pacífico. Siglo XVI………………………………………….………………. 189
La vuelta a América por el Sur………………………………………….……………………………………… 192
Los holandeses se dirigen a Australia y Nueva Guinea. Siglo XVII…………………………………………… 194
El Imperio colonial Neerlandés (siglos XVI-XVIII)………………………………………….………………... 195
El Caribe: las rutas de las ―Flotas de Indias‖…………………………………….…………………………… 203
Las rutas navieras del Imperio Español………………………………………….…………………………….. 205
Toponimia – siglo XVI………………………………………….……………………………………………… 207
Viaje alrededor del mundo de Francis Drake-1577-1580………………………………………….…………… 212
La ruta de la ―Armada Invencible‖.……………………………………….…………………………………… 227
El Imperio colonial Español………………………………………….…………………………………………. 229
El Imperio colonial Francés (siglos XVII-XVIII)………………………………………….…………………... 235
240
CRONOLOGÍA PERTENECIENTE AL VOLÚMEN I
Acontecimientos relevantes político-militares y navales
Antes de Cristo.
5000000 África sudoriental. Australopithecus, primeros homínidos de paso erecto.
2500000 Homo habilis. Construcción de elementos líticos.
1500000 Homo erectus. Colonización de las zonas templadas de Eurasia
500000 Descubrimiento del fuego
200000 Hombre de Broken Hill (Zambia) perteneciente a la especie de Neanderthal.
100000/40000 África sudoriental. Aparece el hombre moderno (Homo sapiens- sapiens.)
50000 Grupos humanos ocupan Japón y Australia
45000/30000 Poblaciones siberianas llegan a América a través del Estrecho de Bering.
40000/35000 Probable edad media de los hombres de tipo Cro-magnon.
23000 Las primeras embarcaciones
6500/4500 Neolítico. Grupos humanos sedentarios
6500 Catal Kuyuk, importante poblado neolítico de Anatolia (Turquía)
5000 Comienza la sedentarización en el Altiplano de México. Agricultura en Tehuacán.
Agricultores del Norte emigran hacia el Sur y se asientan en la región que se extiende
desde Babilonia hasta el Golfo Pérsico.
4500/1100 Edad de Bronce, período cuando herramientas y armas se fabricaban
principalmente en ese metal.
4500 China. Cultura de Yangshao. Cuenca media del Río Amarillo.
4000 Nómadas semíticos de Siria y la Península arábiga invaden territorio de Mesopotamia
meridional y se mezclan con la población Ubaidiana.
3500 Los sumerios se asientan en las márgenes del Éufrates, probablemente después de emigrar
de Asia Central y cruzar Irán.
3000 El rey Menes-Narmer unifica el Alto y Bajo Egipto.
Las embarcaciones representadas en la cerámica egipcia del período predinástico
llevaban velas cuadras y remos. Embarcaciones de haces de juncos navegaban por el
Nilo.
Los fenicios, pueblos de lenguas semíticas, comenzaron a fundar colonias en la costa de
Siria.
Los sumerios introducen las pictografías, forma precursora de la escritura, para asentar
datos administrativos.
3000/2500 Paso progresivo a la Edad del Bronce en China, Asia Centro occidental, Egipto y Europa.
2500 Costas peruanas. Sociedades estratificadas bastante complejas.
2370 Los sumerios ocupan la parte meridional de Mesopotamia.
Ciudades-Estado independientes
Imperio de Sargón, desde el Golfo Pérsico al Mediterráneo, capital Acad.
2300/1570 Apogeo de las ciudades-Estado cretenses
2250 Shulgi, rey de Ur, extiende el control sumerio que incluye a Elam y las tribus de Zagros
2000/1200 Las invasiones de las tribus arias señalaron el fin de las civilizaciones de Sumeria, del
Indo y, en menor grado, de Egipto. Los Cretenses crearon una ―Thalasocracia‖ y una
floreciente civilización.
241
2000 Civilización urbana del Indo (Harappa y Mohenjo-daro, 2600 a.C.): su
desaparición y retorno a culturas más atrasadas
1900 Los amorreos procedentes del desierto sirio conquistan Sumeria.
1840/1760 Hammurabi el Grande de Babilonia, sometió a las restantes ciudades mesopotámicas
fundando un imperio que se extendió desde el Éufrates hasta el Golfo Pérsico y que
gobernó según un código jurídico basado en principios tomados de la cultura sumeria.
1785 Invasión de los hicsos a Egipto.
1780 La civilización del Indo, en período de decadencia, fue destruida por la invasión aria.
1700 Invasiones de Hititas procedentes de Turquía determinan el fin de la dinastía de
Hammurabi.
1680/1600 Las embarcaciones se perfeccionaron entre el 2000 a.C. y el 1000 a.C. Al ver
interrumpidas sus comunicaciones con Siria, proveedor de estaño, Mesopotamia potenció
el comercio marítimo para importar dicho metal. La mayoría de las naves que operaban
en el Mediterráneo oriental, construidas con tablones, medían 12 m de eslora; en ellas se
aprecia la influencia minoica.
Los cretenses, bajo su semi-legandario rey Minos (1650 a.C.), establecieron una próspera
Thalasocracia en el Mediterráneo oriental. Su principal foco de influencia fue Cnosos.
1200 Los “pueblos del mar”, procedentes de las costas del mar Caspio, invadieron el
Mediterráneo oriental aniquilando el imperio hitita. Algunos de ellos se establecieron en
el litoral cananeo y se convirtieron en los futuros filisteos.
La hegemonía marítima de la Creta minoica había sido reemplazada por la fenicia (Tiro y
Sidón).
Inicio de las primeras civilizaciones de América: Cultura Chavin en Perú, Cultura Olmeca
y Cultura Zapoteca de Monte Alban en Mesoamérica.
El rey Tiglayh-Pileser I conduce a Asiría a una nueva era de poder, hace llegar su
influencia al Asia Menor e impone tributos a las ciudades costeras mediterráneas.
Los Dorios invaden Grecia destruyendo la civilización micénica.
1186 Ramsés III frenó la invasión de los “Pueblos del Mar” al territorio egipcio, venciéndolos
en la batalla naval de “Pelusa”, momento a partir del cuál, Egipto inició un total
aislamiento cultural y político.
1100 Al parecer, los fenicios desarrollaron la birreme.
Edad de Hierro que duró hasta el año 40 d.C; armas y herramientas se fabricaban
principalmente de hierro.
1066/221 En China, la dinastía Chou; sus gobernantes se identifican como hijos del cielo. China es
un ―imperio celestial‖. Confucio predica su filosofía. El Imperio, amenazado por las
invasiones de pueblos nómadas se desinteresa por lo que sucede más allá de sus fronteras.
1050/1000 Comenzaron a aparecer en Grecia ciudades-Estado de régimen
monárquico entre las que destacaron Atenas, Esparta y Tebas, cuya economía se basaba en
el comercio y en la agricultura.
900/850 En Grecia se produjo un paulatina transformación de las monarquías en oligarquías en casi
todas las ciudades-Estado, a excepción de Esparta.
900/200 En Perú, floreció la cultura Chavín.
814 Los fenicios colonizaron el Mediterráneo oriental y fundaron Cartago.
242
753 Fundación de Roma (fecha legendaria tomada como punto de partida de la cronología
romana)
750 Las ciudades griegas fundaron colonias en Sicilia y el sur de Italia.
700 El rey Asurbanipal asume el gobierno de Asiría y rige un imperio que se extiende desde el
Nilo hasta las montañas del Cáucaso.
683 Establecimiento en Atenas de una república aristocrática gobernada por arcontes elegidos
por un año
621 En Atenas, Dracón promulga su rígido código legal
600 Nabucodonosor II, gobierna el imperio Neo-Babilónico; arrasa Jerusalén y lleva cautivos a
Babilonia a los judíos.
594 Solón inicia la reforma social y constitucional de Atenas
540/500 Ciro conquista Babilonia en el 538 a.C. propiciando el regreso de los judíos a Jerusalén y
en 525 a.C. vence a Egipto; su sucesor, Darío I el ―Grande‖ gobernó con benevolencia un
imperio centralizado, que se extendía desde el Indo hasta el Mediterráneo, dividido en
satrapías (provincias administrativas)
493 Temístocles, elegido arconte de Atenas, comienza a fortificar el puerto de El Pireo.
490 Darío I de Persia lanza un ataque contra el continente griego, iniciando así las guerras
médicas. Los persas rechazados en la batalla de Maratón.
483 Un rico filón de plata del monte Laurio proporciona a Atenas los fondos necesarios para
ampliar su flota.
480 Los griegos consiguen una gran victoria naval en Salamina
431 Estalla la Guerra del Peloponeso entre Esparta y Atenas
405 La flota de Atenas destruida en Egospótamos (Tracia)
358 Filipo II ocupa el trono de Macedonia y extiende su reino.
338 Filipo derrota a Atenas y a sus aliados en Queronea y se convierte en el poder supremo de
Grecia.
334 Alejandro lanza una expedición contra Persia, y gana la batalla del río Granico
333 Se libra la batalla de Iso. Vence Alejandro.
332 Alejando Magno invade Egipto.
331 Alejandro vence en la batalla de Gaugamela
330 Alejandro entra en Persépolis; una vez destruido el poder persa, avanza hacia Asia
323 Alejandro muere en Babilonia. Sus sucesores comienzan a despedazar su imperio
300/100 d.C Muerto Alejandro, la cultura helenística se difundió por Oriente Medio. Este legado fue
absorbido por Roma que apareció como invencible potencia. Hacia el año 100, el Imperio
Romano se extendía desde Egipto a Britania (Inglaterra)
275 Roma es señora indiscutible de la Italia meridional.
264/241 La Primera Guerra Púnica con los cartagineses termina con la victoria de Roma.
260 Mylas: los romanos vencen en forma decisiva a los cartagineses, por primera vez, en una
batalla naval.
256 Ecnomos: victoria naval aplastante de los romanos sobre los cartagineses.
221/206 En China empieza el gobierno de la dinastía Qin. Se conquista Corea del Norte y se inicia
la construcción de la Gran Muralla.
218/201 La Segunda Guerra Púnica termina con el triunfo romano a pesar de la notable invasión de
Aníbal a través de los Alpes.
243
216 Aníbal vence en Cannas a los romanos
206/220 d.C Se inicia en China la dinastía Han.
202 En Zama (Norte de África), el romano Escipión derrota decisivamente a Aníbal.
149/146 Tercera Guerra Púnica; Roma pone sitio, y luego destruye a Cartago.
48 Guerra Civil. César vence a Pompeyo en Farsalia.
44 César es asesinado; Marco Antonio toma el mando en Roma.
43 Octavio, heredero de César, es elegido Cónsul; forma entonces el Segundo Triunvirato
con Antonio y Lépido.
31 Antonio y Cleopatra son derrotados en Actium por Octavio.
Después de Cristo.
57 El rey japonés, Un, de Wa, recibe sello de oro del emperador chino.
70 Conquista de Jerusalén por el romano Tito y destrucción del Templo de Salomón.
100/400 El Imperio Romano alcanzó su máxima expansión bajo Trajano. En India surgieron
prósperas civilizaciones. En América Central, los Mayas iniciaron su período clásico. China
entró en una época de inestabilidad por falta de un poder centralizado
212 Se concede la ciudadanía romana a todos los habitantes libres de las provincias romanas.
239 La reina japonesa Himiko envía embajada a China.
280 Reunificación de la China bajo la dinastía de los Tsin.
330 Constantino hace de Constantinopla la nueva capital del Imperio.
395 El Imperio Romano queda permanentemente dividido en dos mitades, oriental y occidental.
400/700 La predicación de Mahoma proporcionó unidad al mundo árabe. Los musulmanes
amenazaron Constantinopla e iniciaron su expansión hacia India. La dinastía china Tang
completó el desarrollo del Sistema Imperial Chino, tomado como modelo por Japón. A la
caída del Imperio Gupta, India se dividió en pequeños reinos.
476 El último emperador de Occidente, Rómulo Augusto, es depuesto por los hérulos, y el Imperio
Romano de Occidente llega a su fin
481 Clodoveo se corona rey de los francos.
527 Justiniano, sobrino de Justino I, llega a emperador. Constantinopla alcanza su cenit cultural y
económico.
581/618 La dinastía Sui emerge en China después de III siglos y medio de división y conflicto de
poderes.
618/907 Entronización de la dinastía china de los Tang que crearán un gran imperio al controlar Asia
Central, Corea y Manchuría.
622 El profeta Mahoma y sus compañeros emigran de la Meca a Medina, comienzo de la Hégira,
punto de partida de la cronología musulmana.
632 Muerte de Mahoma; Abu Bakr, padre de Aisa, la esposa preferida del Profeta, se convierte
en Califa (sucesor).
634/644 Califato de Omar. Guerra Santa contra Bizancio y Persia. Conquista definitiva de
Mesopotamia, Siria y Egipto.
636 Conquista de Jerusalén por el califa Omar e inicio de la ocupación musulmana.
638 Jerusalén cae en poder de los árabes
644/656 La flota musulmana acaba con la supremacía marítima de Bizancio. El Califa cae
asesinado. Controvertida elección de Alí, yerno del Profeta como cuarto Califa. Se
desencadena la Guerra Civil.
244
661 Asesinato de Alí. Sus partidarios crean un movimiento político ―legitimista‖ que dará origen
al Chiísmo.
663 Flota japonesa destruida frente a Corea por el rey coreano, Silla.
680 Yazid Al-Husayn, segundo hijo de Alí muere a manos de los Omeyas en Karbala (Irak),
convirtiéndose en la principal ciudad santa de los Chiitas.
700/1000 En el 738, el mundo islámico se extendía desde España a Afganistán. El Papado comenzó a
utilizar sus recién adquiridos Estados, con fines políticos y reavivó el ideal romano al
coronar Emperador del Sacro Imperio al monarca cristiano de quien mayor apoyo recibiese.
En China, las constantes guerras debilitaron a la dinastía Tang y accedió al poder la dinastía
Song; en su tiempo, aparecen inventos como la brújula y la pólvora. En Japón, se inicia una
época de transición hacia una sociedad feudal.
711 Los musulmanes del Norte de África inician la conquista de España.
712 La dinastía árabe de los omeyas penetra en el Sind (India).
718 En Covadonga, victoria de Pelayo sobre los árabes: inicio de la reconquista de Hispania por
los cristianos.
762 Fundación de Bagdad por el Califa Almanzor.
790 Inicio de las incursiones vikingas en Europa occidental.
800 Coronación del Emperador Carlomagno.
850/900 Comienzo de las grandes invasiones Nahuas procedentes del norte de México. Fundación de
Tula por los Toltecas. Derrumbe de la civilización maya (Yucatán y Guatemala).
856/857 Los vikingos saquean París.
859/862 Expediciones vikingas a España y Mediterráneo occidental.
860 Asentamientos nórdicos en las islas Feroe.
860 Los rusos realizan su primer ataque a la capital bizantina y son rechazados.
862 Rorik/Ryurik, gobernante de Novgorod, Rusia.
870 Asentamientos nórdicos en Islandia.
911 Fundación de Normandía por el caudillo vikingo Rollo.
930 Fundación del Althing islandés, asamblea parlamentaria.
960/1279 En China gobierna la dinastía Song.
985 Eric “el rojo” en Groenlandia.
1000/1200 Se producen las ―Cruzadas‖, excelente válvula de escape para la belicosa nobleza del
floreciente sistema feudal, en aras del rescate de los Santos Lugares al mundo cristiano.
Gengis Khan funda un Imperio Mongol en China que se constituyó en el territorio unificado
de mayor extensión de la historia.
1000 Viaje a Vinland, en Norteamérica.
1066 Guillermo, el ―Conquistador‖, invade Inglaterra. Victoria de Guillermo en
Hastings, convirtiéndose en rey de Inglaterra.
1071 Bizancio es derrotado por los turcos selyúcidas en la batalla de Manziquert
1091 Los normandos conquistan Sicilia.
1096 Se inicia la Primera Cruzada
1099 Los cruzados establecen el Reino de Jerusalén.
1113/1118 Creación de las órdenes militares del Hospital de San Juan de Jerusalén y del Temple para
asegurar la defensa de los Estados Latinos de Oriente (Palestina).
1139 Portugal es declarado reino independiente.
245
1147 Comienza la Segunda Cruzada.
1161 Nacimiento de la “Hansa”; asociación de mercaderes navieros.
1187 Saladino captura Jerusalén.
1189 Comienza la Tercera Cruzada.
1192 Comienzo de la supremacía guerrera japonesa: gobierno shogunal.
1192/1206 El avance del Islam lleva a la creación del Sultanato de Delhi.
1201 Comienza la Cuarta Cruzada.
1204 Constantinopla es capturada por fuerzas de la Cuarta Cruzada.
1211 Gengis Khan entra en China.
1250/1400 En Europa, el feudalismo dejó paso a una sociedad comercial, de carácter liberal y
flexible, representada por las ciudades-Estado italianas, la Liga Hanseática –
asociación de ciudades mercantiles del Norte de Europa – y los gremios de
mercaderes. A partir de 1300, la prosperidad y el aumento de población se vieron
frenados por la llamada ―peste negra‖ que extinguió a casi el 50% de las personas.
1269/1368 Dinastía Yuan, inaugurada por el mongol Kublai Khan, hijo de Gengis, al proclamarse
Emperador de China. Está dinastía siempre fue considerada extranjera.
1250 Instalación de los Incas en Cuzco.
1261 Miguel VIII arrebata a los latinos el dominio de Constantinopla y establece la dinastía de los
Paleólogos.
1270 En Abisinia (África), llegada de una nueva dinastía que proclama su estirpe salomónica
legítima.
1271 Marco Polo parte en viaje hacia Oriente
1274/1281 Intentos de invasión de los chino-mongoles al Japón.
1295 Marco Polo vuelve a Venecia desde el Oriente
1300 Comienzan las conquistas de los turcos otomanos, reduciendo al Imperio Bizantino.
1312/1337 Apogeo del Imperio de Mali (África) durante el reinado de Mussa I.
1323/1324 Conquista aragonesa de Cerdeña.
1325 Asentamiento de los aztecas en México-Tenochtitlan.
1337/1453 Guerra de los Cien años
1368/1644 En China, gobierna la dinastía Ming. Se conquistan nuevos territorios como Manchuria
meridional y Yunán.
1371 Batalla de La Rochelle, en el Canal de la Mancha. El almirante de Castilla, Ambrosio
Bocanegra derrota a una escuadra inglesa.
1389 El Imperio Servio sucumbe ante los turcos en la batalla de Kossovo
1393 El Imperio Búlgaro es subyugado por los otomanos, quienes lo dominan durante los 500
años siguientes.
1400/1500 En Europa prosiguió el proceso de consolidación de los Estados. En Rusia Iván I afirmó la
hegemonía de Moscú. Bizancio sucumbió ante los Turcos Otomanos, de modo que el
Mediterráneo Oriental quedó cerrado al tráfico comercial de los países cristianos. La
expansión europea se orientó hacia Occidente al patrocinar las monarquías española y
portuguesa la exploración de rutas viables para llegar a las Indias.
1402 Derrota de los turcos por Tamerlán, en la batalla de Ankara.
Enrique III de Castilla promueve la conquista de las Islas Canarias.
246
1405 La dinastía Ming de China empieza a enviar flotas a la India, Persia y África en
misiones políticas y comerciales.
1418 Los portugueses desembarcan en las islas Madeira.
1434 Queda atrás, por el portugués Gil Eanes, el límite meridional del mundo conocido, el cabo
Bojador en África.
1439 Portugal coloniza las Azores.
1441 En la región del Río de Oro empieza el tráfico de esclavos.
1442/1443 Los aragoneses adquieren Nápoles.
1453 Constantinopla es sitiada por Mahomet II y sucumbe finalmente ante los turcos, dando fin al
Imperio Bizantino.
Termina la Guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia.
1456 Cadamosto descubre, por cuenta de Portugal, las islas de Cabo Verde.
1479 Tratado de Alcacovas: Portugal reconoce la soberanía castellana sobre Las Canarias, en
tanto que Castilla acepta el monopolio portugués de la circunnavegación de África.
1484 Los incas conquistan Chile septentrional y central. Establecen una guarnición en Coquimbo,
límite austral del imperio incaico.
1487 Bartolomé Dias da la vuelta al Cabo de Buena Esperanza.
1492 Al tomar Granada, los españoles terminan la reconquista y expulsan a los moros y judíos.
Colón descubre las islas Bahamas y Cuba, y toma posesión de ellas en nombre de Castilla
(primer viaje).
1493/1496 Segundo viaje de Colón y descubrimiento de Puerto Rico, Dominica, Antigua,
Guadalupe y Jamaica
1493 El Papa otorga a los Reyes Católicos la soberanía de las tierras descubiertas y por descubrir,
más allá de una línea trazada a cien leguas al oeste de las Azores y Cabo Verde.
1494 Carlos VIII de Francia invade Italia.
Tratado de Tordesillas entre los Reyes Católicos y Juan II de Portugal: éste acata las
resoluciones papales a cambio de desplazar la línea divisoria en ellas establecidas, a 370
leguas al oeste de Cabo Verde.
1497 Juan Cabot explora por cuenta de Inglaterra el litoral de la América del Norte.
1498 Colón descubre la costa de la América del Sur (tercer viaje).
Vasco de Gama llega a la India, con lo que abre una ruta totalmente marina para Portugal.
1499 Alonso de Ojeda descubre el “Golfo de Venezuela”.
1500/1600 La Reforma religiosa proporcionó una nueva dimensión a las guerras dinásticas y a los
conflictos sociales que asolaban a Europa. España, vigorizada por las riquezas del Nuevo
Mundo acaudilló la ofensiva católica contra Inglaterra, los Países Bajos y los príncipes
alemanes protestantes. Prosiguió la expansión europea en ultramar. La mayor parte del litoral
americano y de Extremo Oriente fue conquistada por las grandes potencias. Los mogoles
crearon una próspera civilización en India.
1500/1501 Gaspar Corte-Real explora las costas de Terranova y la península del Labrador
1500 Cabral toma posesión del Brasil en nombre de Portugal.
1501/1510 El Shah Ismail conquista a Irán y funda un Estado Chiíta.
1502 Colón explora el litoral de la América Central (cuarto viaje).
1507 Martín Waldseemüller publica su atlas universal, en el que se da al continente del Sur el
nombre de «América».
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1509 Sebastián Cabot recorre las costas de Labrador hasta llegar a la bahía de Hudson .
1513 Núñez de Balboa descubre el Mar del Sur (Océano Pacífico).
Los barcos portugueses llegan a China y a las Molucas.
1516 Díaz de Solís descubre el Río de la Plata.
1517 Lutero expone sus 95 tesis en Wittenberg.
Jerusalén es conquistada por los turcos
1519 El Habsburgo Carlos 1 de España es electo emperador del Sacro Imperio Romano y como tal
toma el nombre de Carlos V.
Desembarco de Hernán Cortes cerca del actual Veracruz (México). Los españoles entran en
Tenochtitlan (noviembre) y convierten a Moctezuma II en su rehén.
Comienza el viaje de circunnavegación de Magallanes y Elcano (septiembre).
1520 Comienza el reinado de Soliman el Magnífico, que conquista a Belgrado (1521) y Rodas
(1522), lo que le permite controlar el tráfico comercial veneciano y genovés en el Levante.
Descubrimiento del paso -estrecho de Magallanes- en noviembre.
En Otumba (México), Hernán Cortés derrota a los aztecas.
1521/1530 Los portugueses empiezan a colonizar Brasil.
1521 En la Dieta de Worms, Martín Lutero rompe con el Papado.
1522 Elcano regresa a España, en septiembre.
1524 Bajo la bandera de Francia, Verrazano explora la desembocadura del Hudson.
1525 Zarpa de La Coruña la expedición de García Jofre de Loaisa hacia las Molucas. Van
en ella Elcano y Urdaneta.
1526/1530 Muerte de Huayna Capac. Su hijo Huáscar se proclama Inca en Cuzco, mientras su hermano
Atahualpa se hace aclamar como soberano en Quito. Guerra civil. Derrota de Huáscar.
1526 Babur, victorioso en Panipat establece un gobierno mogol en la India.
1528 Llega a las Molucas la nao Florida, capitaneada por Álvaro de Saavedra. La
expedición fue ordenada por Hernán Cortés desde Nueva España. Cédula del
Emperador Carlos V; concedió a los Welsers la Provincia del “Golfo de Venezuela y
Cabo de la Vela”.
1529 Tratado de Zaragoza. Carlos V empeña las Molucas a Portugal.
1531 Estalla la guerra entre el Emperador Carlos V y los príncipes protestantes.
Francisco Pizarro conquista el Tahuantinsuyu (Perú).
1534 Enrique VIII de Inglaterra rompe con Roma y funda la Iglesia Anglicana.
1535/1538 Gonzalo Jiménez de Quezada conquista Colombia.
1535 Cartier explora el río San Lorenzo.
1540/1541 Valdivia inicia la conquista de Chile.
1541/1543 Francisco de Orellana atraviesa los Andes y desciende por los ríos Napo y Amazonas
hasta el océano.
1542 El virrey don Antonio de Mendoza envía a Ruy López de Villalobos al Pacífico. Dá
nombre al archipiélago filipino, hasta entonces conocido como islas de San Lázaro.
1547 Carlos V vence en Mühlberg a los príncipes luteranos alemanes.
Coronación de Iván IV el Terrible, que adopta el título de Zar.
1549 Los portugueses llegan a Kagoshima (Japón).
1556 Abdica Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano; se dividen los dominios
Habsburgos.
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Con el reinado de Felipe II empieza el «Siglo de Oro» de España.
1558 Isabel I sube al trono de Inglaterra.
1562/1570 Guerras de Religión en Francia
1564 Nace la Infantería de Marina como Cuerpo Orgánico.
Salida de la expedición de Legazpi-Urdaneta hacia Filipinas.
1565 Urdaneta inicia el torna-viaje de regreso a Acapulco (Méjico), desde Manila
(Filipinas).
1567/68 Zarpa la primera expedición de Mendaña desde Lima. Descubre las islas Salomón.
1568 Los Países Bajos, calvinistas y de economía predominantemente mercantil, empezaron su
lucha de independencia de España.
1569 Gerardo Mercator publica el mapa del mundo en el que usa su famosa proyección.
1571 Las armadas de España y Venecia derrotan a los turcos en Lepanto.
1576/78 Viajes de Martin Frobisher en busca de un paso hacia Asia por el norte.
1580 Sir Francis Drake completa la segunda circunnavegación del globo.
Portugal queda dentro del Imperio español.
1585 Inglaterra apoya la sublevación de las Provincias Unidas (Países Bajos)
1588 Derrota de la Armada Invencible española.
1589 Combate de las Azores. Alonso de Bazán derrota a la Escuadra inglesa del Almirante
Howe.
1592/1597 El japonés Hideyoshi intenta invadir sin éxito Corea y China.
1595 Los holandeses exploran las Indias Orientales.
Segunda expedición de Álvaro de Mendaña; le acompaña su mujer, Isabel de Barreto.
Descubre el archipiélago de las islas Marquesas
Los holandeses se adueñan de gran parte del comercio portugués en Indias Orientales
1597 Los japoneses expulsan a los misioneros occidentales.
1600/1660 Las tensiones políticas y religiosas generadas por la Reforma protestante en el siglo anterior,
culminaron con la Guerra de los Treinta años – Inglaterra permaneció al margen – el
comercio colonial se extendió por todo el mundo y dio lugar a escaramuzas y guerras
mercantiles en India, América y Europa – Las potencias europeas compitieron por la
supremacía del control comercial, que se consideraba una forma tangible de poder político.
1600 Se constituye la English East India Company.
1602 Se constituye la Dutch East India Company.
1604 Naves japonesas comercian con Luzón (Filipinas), Siam, etc.
1605 Pedro Fernández de Quirós descubre Nuevas Hébridas. Le acompaña Pedro Vaez Torres.
1606 Janszoon avista la costa de Australia.
Quirós descubre las Nuevas Hébridas septentrionales.
Váez de Torres descubre el estrecho entre Nueva Guinea y Australia, el actual estrecho de
Torres.
1608 Champlain funda en Quebec una colonia francesa.
1609 Puesto comercial holandés en Hirado (Japón).
1610 Henry Hudson explora la bahía de Hudson.
1612/1618 La Compañía Inglesa de Indias Orientales se extiende a la India y desplaza a los
portugueses.
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1612 El holandés Pieter Minuit funda Nueva Ámsterdam, llamada luego Nueva York por
los ingleses.
1613 Miguel Romanov es elegido Zar de Rusia, iniciando la dinastía que gobernó hasta 1917.
1618 Empieza en Alemania la Guerra de los Treinta Años.
1619 Un grupo de exiliados ingleses, llamados los ―Padres Peregrinos‖ funda el primer
núcleo en Massachussets.
1620 Los Peregrinos ingleses desembarcan en la bahía de Plymouth.
1626 Los franceses fundan sus primeras colonias en Las Antillas, por disposición del Cardenal.
Richelieu
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REFERENCIAS GEOGRÁFICAS ACTUALES, AL AÑO 2000
PERTENECIENTES AL VOLUMEN I
TOMO I Mapas
Capítulo I. (El Mediterráneo a.C.).………………………………………………………….. A
Temas: Los Fenicios…………………………………………………………………………... L
Grecia…………………………………………………………………………............. C
Cartago……………………………………………………………………………….. B
Roma………………………………………………………………………………….. A-B
Capítulo II. (El Oriente Próximo y Extremo)
Temas: Bizancio………………………………………………………………………………. E
Islam………………………………………………………………………………….. J-K-L
La antigüedad de Asia………………………………………………………………. J-K
Capítulo III. (Merodeadores y Mercaderes)
Temas: Edad Media ………………………………………………………………………….. J-K-P
Vikingos………………………………………………………………………………. A-B-B1
Capítulo IV. (Feroz competencia)
Temas: Venecia……………………………………………………………………………….. F
Los Turcos…………………………………………………………………………… E-J
Capítulo V. (El Renacimiento)
Tema: Asia: a partir de la Alta Edad Media ………………………………………………. N-S
Capítulo VI. (Primeras exploraciones)
Temas: África: continente desconocido……………………………………………………... Q
Exploraciones portuguesas…………………………………………………………. J-K-Q-S
TOMO II
Capítulo I. (El Encuentro)
Tema: En busca del “Gran Khan”………………………………………………………….. H-Y
Capítulo II. (Exploración y Colonización)
Temas: Exploraciones………………………………………………………………………… H
Prosiguen las exploraciones…………………………………………………………. G-H-I-U-Y
Capítulo III. (El “Mar del Sur” y el “Caribe”)
Temas: El “Mar del Sur”…………………………………………………………………….. I-K-W-X-Y
Las “Flotas”……………………………………………………………………………H
Capítulo IV. (La calle principal: el Caribe y el Norte del Atlántico)
Tema: Corsarios y piratas………………………………………………………………….....H
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GLOSARIO PERTENECIENTE AL VOLUMEN I
(Los términos náuticos van en cursiva)
Abanico: Instrumento semicircular formado por varillas y tela que se pliegan y se despliegan,
utilizado para darse aíre.
Abasida: Perteneciente a la dinastía que gobernó el califato árabe desde el 750 al 1258.
Abeto: Nombre común de diversos árboles de la familia pináceas. Madera resinosa de este
árbol, muy empleada para estructuras, construcción naval e instrumentos musicales.
Abisinio: De Abisinia / Abisinio: Nombre con el que también se conocía al Estado de Etiopía.
Abordaje: Constituía el fin mismo de los combates de galeras, que se identificaban así con los
enfrentamientos terrestres. Practicado igualmente por los corsarios, esta técnica se hizo
mucho menos frecuente en las batallas de navíos. No concernía más que a los buques
cuya capacidad combativa estaba muy reducida por el fuego de la artillería.
Abra: Ensenada o bahía donde las embarcaciones pueden dar fondo y permanecer con alguna
seguridad.
Acadio / sumerio: Etnias de procedencia mesopotámica, sumerios y acadios se fusionaron hacia el IV
milenio a. C., hasta el punto de compartir incluso las divinidades religiosas. Al parecer,
fueron los primeros en utilizar la escritura. Con posterioridad, sus dominios fueron
englobados en el Imperio babilónico. La ciudad de Acad fue capital de un verdadero
Imperio que dominó Mesopotamia bajo la dirección de Sargón en el siglo XXVII a.C.
Acantilado: Se dice del fondo del mar cuando forma escalones o cantiles / Se dice de la costa cortada
verticalmente por la actividad erosiva del mar.
Acopiar: Juntar, reunir en cantidad alguna cosa.
Acta de navegación: (Acta: Relación escrita de lo sucedido, tratado o acordado en una junta). Ley inglesa,
promulgada en 1651, para proteger su comercio, que constituyó la base de la potencia
naval británica.
Adelantado: Se llamó ―adelantado‖ en épocas de la conquista de América, a algunos gobernadores y
capitanes generales que, una vez que llegaban a las tierras que les habían sido asignadas,
fundaban ciudades, administraban justicia y tenían amplios poderes militares.
Aferrar: Asegurar o recoger las velas.
Ágata: Variedad de calcedonia, dura, traslúcida y con colores que se pueden distribuir en forma
de ondas, listas o jaspeados. Sus principales yacimientos se localizan en Brasil, Uruguay
e India. Se emplea como objetos de adornos y, por su dureza, en determinadas
aplicaciones técnicas.
Ágave: Es una planta crasa, de gran tamaño y con hojas carnosas. Originaria de zonas
tropicales, crece en las regiones cálidas y mediterráneas. Con sus hojas se fabrican
fibras textiles y con su vaina se elaboran diversas bebidas alcohólicas (pulque, tequila
y mezcal).
Aguada: Aprovisionamiento de agua para el buque, que se practicaba en islas, enclaves o
puertos intermedios durante la travesía; provisión de agua.
Aguamaniel: Agua mezclada con miel / la preparada con la caña de azúcar / jugo del maguey.
Aguja: Se le llama también así a la brújula; como así mismo “aguja de marear”. Flechilla de
hierro, tocada a la piedra imán, que puesta en equilibrio sobre una pua se vuelve
272
siempre al Norte y colocada en el control de la “rosa náutica” sirve de gobierno a los
navegantes para conocer los rumbos de las embarcaciones.
Agustino: Religioso de la Orden de Hermanos de San Agustín.
Ahorquillar: Dar a una cosa la figura de horquilla.
Al-Andalus: Nombre árabe que durante la Edad Media dieron los musulmanes a la parte de la
Península Ibérica por ellos dominada. Finalmente, en castellano, ―Andalucía‖, quedó
para región del Sur de España, que engloba a ocho provincias.
Alcabala: Tributo vigente en la Edad Media y Edad Moderna en España y en la América española
que cobraba el fisco por los contratos de compra-venta y permuta. Durante el reinado de
Enrique III adquirió su configuración definitiva: un impuesto ordinario que gravaba el
10% de la compra-venta y trueques.
Alcaíde: El que tenía a su cargo la guarda de una fortaleza.
Aleta: Cada uno de los ángulos direccionales con centro en el buque y comprendido entre la
popa y 45 grados de ella. Hay así aleta de babor y de estribor. Se dice también de la
parte del casco comprendida dentro de esos ángulos.
Alhóndiga: Casa pública para la compra-venta y depósito de mercancía.
Alídada: Regla movible sobre el centro de un instrumento de reflexión, que lleva consigo el
espejo principal y señala en el arco los grados de altura del astro que se observa.
Alijo: Conjunto de mercancías de contrabando / Alijar: Aligerar de peso o descargar una
embarcación.
Alisios: Vientos regulares que soplan en dirección NE en el hemisferio Norte y SE en el
hemisferio Sur, desde las altas presiones sub-tropicales hacia las bajas del Ecuador.
Aljibe: Cisterna. Cada uno de los recipientes en que se tiene el agua a bordo.
Almadía: Conjunto de maderos unidos con otros para conducirlos fácilmente a flote.
Almagesto: Libro de astronomía de Tolomeo, escrito en el siglo II d.C., que gozó de un
extraordinario reconocimiento hasta la formulación de las teorías de Copérnico.
Almiranta: Navío que cumplía funciones de vigilancia o escolta en la retaguardia, y que
generalmente llevaba al segundo comandante o jefe de una armada o flota.
Almirante: Del árabe; emir: jefe militar del mar.
Almojarifazgo: Antiguo impuesto que se pagaba por los géneros o mercaderías que entraban o salían de
España, o por aquellas que se comerciaban de un punto a otro dentro del propio país.
Almorávide: Se dice de una dinastía beréber que reinó en el occidente musulmán. Constituyeron un
movimiento religioso y político. Crearon un vasto imperio en el occidente de África y
llegaron a dominar toda la España árabe desde 1093 a 1148.
Aluvión: Avenida fuerte de agua, inundación.
Amalgama: Aleación de mercurio, generalmente sólida o semilíquida / Mezcla de cosas distintas.
Ámbar: Resina fósil transparente de color amarillo claro o rojizo, más o menos oscuro,
electrizable, con buen olor. Tiene gran importancia para el estudio de la flora y fauna de
las épocas terciarias y cuaternarias, ya que muchos ejemplares quedaron atrapados en
ellas y se han conservado en perfectas condiciones hasta la actualidad.
Ámbito: Contorno de un espacio o lugar / Espacio comprendido dentro de límites determinados.
Amorrita: Se dice del individuo de un pueblo bíblico, descendiente de Amorreo, hijo de Canaan.
Procedían del NO del Próximo Oriente.
273
Ampolleta Artificio que se compone de dos ampolletas unidas por el cuello y que sirve para medir
(Reloj de arena): el tiempo por medio de la arena que va filtrándose y cayendo de una a otra.
Anarquista: Persona que profesa el anarquismo / Anarquía: Falta de todo gobierno en un Estado.
Ancla (de cepo): Instrumento fuerte de hierro, con arpón o anzuelo de dos lenguetas, el cual, afirmado al
extremo del cable y arrojado al mar, sirve para aferrar o amarrar las embarcaciones.
El cepo es un madero grueso que se sujeta al extremo, en dirección perpendicular a la
caña y al plano de los brazos del ancla y sirve para que el ancla agarre en el fondo.
Andanada: Descarga cerrada, al mismo tiempo, de toda una batería de un buque. De “andana”,
orden de algunas cosas –cañones- puestas en línea.
Anfiteatro: Edificio de forma redonda u oval con gradas alrededor, en el que los Romanos
celebraban ciertos espectáculos, principalmente los combates de gladiadores o de fieras /
Conjunto de asientos colocados en gradas semicirculares en las aulas y en los teatros.
Ánima lisa: Cañón liso (no rayado), usado en la artillería naval hasta la segunda mitad del siglo
XIX.
Anticiclón: Área atmosférica de altas presiones, en la que los vientos superficiales son divergentes y
la presión crece hacia el centro. Da lugar a condiciones de tiempo claras y en calma.
Antípodas: Literalmente, con los pies del lado opuesto; personas que viven al otro lado del mundo.
Usada comúnmente como seudónimo para Australia y Nueva Zelanda.
Añil: Planta que crece en su SE de Europa y Oeste de Asia; pasta de color azul oscuro,
obtenida de esa planta. Sirve para teñir.
Aparejo: Conjunto de palos, vergas, jarcias y velas del buque que se utilizaban para su
propulsión, aprovechando el viento.
Aqueo: Pueblo de la antigua Grecia. Tribus que procedentes del Norte invadieron hacia el 2200
a.C., y de su contacto con los nativos, surgió la cultura micénica.
Arameo: Conjunto de tribus nómadas cuyos recorridos trashumantes los llevaron desde el norte de
Arabia hasta Siria, Palestina y Babilonia. Hablaban una lengua de la misma rama que el
fenicio y el hebreo. Su gran vitalidad la impuso como lengua literaria del Próximo
Oriente en la Antigüedad.
Arancel: Tarifa oficial que recoge y señala para cada mercancía o grupo de mercancías los
impuestos que deben satisfacerse.
Araucano: Indígena sudamericano, de la región de Araucania, en Chile. Fueron guerreros famosos,
resistiendo la dominación de los incas y luego la de los españoles, en sangrientos
combates.
Arawako: Pueblo amerindio que habitó el Caribe y el norte de América del Sur, distinto de los
caribes. Su origen se sitúa en el altiplano central brasileño o en las Guayanas.
Arboladura: (Ver Aparejo).
Arbolar: Poner los mástiles a una embarcación.
Arbotante: Todo trozo o pieza de madera o hierro que sale del cuerpo principal del buque o de otro
objeto, para sostener cualquier cosa / Contrafuerte externo en forma de arco que por su
extremo superior contrarresta el empuje de algún arco o bóveda.
Arcabuz: Arma antigua de fuego, semejante al fusil y que se disparaba prendiendo la pólvora del
tiro mediante una mecha móvil colocada en la misma arma.
274
Arco: Arma, generalmente de madera, aunque puede ser de cualquier otro material elástico
que, forzada a encorvarse por efecto de la tensión de una cuerda sujeta a sus extremos,
adquiera por su elasticidad la fuerza necesaria para lanzar flechas o bolas de piedra.
Arconte: Nombre con que se designaba a los magistrados principales de una ciudad-Estado
griega.
Ariete: Viga larga que se empleó en la Antigüedad para batir murallas; uno de sus extremos
estaba reforzado con una pieza de hierro o bronce, por lo común con figura de carnero.
Ario: Pueblo primitivo que se supone habitó en el centro de Asia en época muy remota y del
cual proceden todos los pueblos indoeuropeos.
Aristocracia Clase noble de una nación, provincia, etc. / Por extensión, clase que sobresale de las
demás por algunas circunstancias.
Armada: Conjunto de fuerzas navales de un Estado.
Armadilla: Pequeña Armada.
Armenio: Natal de Armenia; región montañosa de Asia Occidental, que se extiende por su parte
septentrional por el Sur del Caúcaso, y por su parte meridional, por las actuales Irán,
Turquía y Azerbaiyán.
Arqueo: Capacidad de carga de un buque.
Arqueología: Ciencia que estudia lo antiguo en su sentido más amplio (épocas prehistórica e
histórica), recuperando, describiendo y estudiando sistemáticamente la cultura material
con la ayuda de técnicas apropiadas.
Arqueta: Caja pequeña, generalmente usada para guardar dinero, joyas, etc.
Arrecife Banco o bajo en el mar, casi a flor de agua, peligroso para la navegación.
Arribada: Llegada imprevista de un buque a un puerto no estipulado en su itinerario.
Arrumbada: Plataforma que cubre la parte superior de la “corulla”.
Arterioesclerosis: Endurecimiento o pérdida progresiva de elasticidad en las paredes de las arterias,
producido por el depósito de sustancia lipoideas en su interior.
Artilugio: Mecanismo, sobre todo si es de cierta complicación; suele usarse con sentido despectivo
/ Ardid o maña.
Asamblea: Cuerpo político y deliberante como el Congreso o el Senado.
Asceta: Persona que hace vida ascética / Ascética: Parte de la teología que trata de la perfección
cristiana.
Ashanti: Se dice del pueblo que habita en el centro de Ghana (África).
Asirio: Pueblo del norte de Mesopotamia; está en el actual Irak.
Astenia: Decaimiento considerable de fuerzas, debilidad.
Astillero: Sitio destinado a la construcción y carena de embarcaciones.
Astracán: Piel de cordero nonato o recién nacido, muy fina y con pelo rizado. De estas pieles,
fueron muy famosas las provenientes de una región del mismo nombre, que hoy forma
parte de la Federación Rusa.
Astrolabio: Instrumento para observar la altura del Polo y de los astros. Se hacía colgar
perpendicular al nivel del mar, mientras el sol o la estrella eran avistados a través de
dos pequeños agujeros situados en las láminas de su veleta móvil. Entonces se podía
leer la altitud del cuerpo celeste en la escala graduada que circundaba al borde.
Atlántida: Isla fabulosa y que se supone existió más allá de las columnas de Hércules, al O. del
estrecho de Gibraltar, en el océano Atlántico.
275
Atolón: Isla madrepórica o arrecife circular, elíptico o en herradura, con una laguna interior.
Típico del Océano Pacífico.
Atracar: Arrimar a tierra una embarcación. Arrimar una embarcación a otra.
Atraque: Operación de acercarse a tierra o a puerto y asegurar el buque para desembarcar.
Audiencia: Tribunal de justicia que dirime los pleitos o causas de un determinado territorio y el
distrito de la jurisdicción de este tribunal y el edificio en que se reúne. En la América
española fueron uno de los pilares de la administración y el gobierno; además de su
función de tribunal de justicia, las Audiencias actuaron como asesoras del Virrey o
Gobernador, a la vez de servir de contrapeso de su actuación.
Áurica: De oro, dorado.
Austral: Relativo al Polo y al hemisferio Sur.
Australoide: Se dice del individuo que presenta rasgos comunes con algunos grupos étnicos del
Pacífico sur, como los australianos, los extinguidos habitantes de Tasmania y los pueblos
de la Melanesia.
Autóctono: Se dice de los pueblos originarios del mismo país en que viven / Se dice de lo que ha
nacido o se ha originado en el mismo lugar donde se encuentra.
Autónomo: Que goza de autonomía / Se dice del que trabaja por cuenta propia / Autonomía:
Condición del individuo que no depende de nadie.
Ávaros: Pueblo nómada de la región norte del Mar Caspio, que huyendo de los turcos se refugió
en Occidente; se establecieron en la zona media del río Danubio. La formación de los
Estados eslavos y búlgaros limitó sus actividades; hacia el final del siglo XIII sus
incursiones seguían siendo muy pertinaces.
Avería: Impuesto que se grababa a mercancías transportadas, y custodiadas, prorrateándolo sobre
el valor de los productos.
Ayyubí: Dinastía musulmana fundada por Saladino, que sucedió en Egipto a la de los fatimitas.
Dividida en varias ramas, se impuso en Irak, gran parte de Siria y Yemen.
Azteca: Se dice de un antiguo pueblo invasor y dominador del territorio, conocido después con el
nombre de México.
Azufre: Elemento químico no metálico, de color amarillo, quebradizo, insípido, craso al tacto,
que por frotación se electriza fácilmente y de olor característico.
Azumbre: Medida de capacidad para líquidos, equivalente a 2 litros y 16 mililitros.
Babilonio: Pueblo que habitó el sur de Mesopotamia.
Babor: Banda o costado izquierdo del buque, mirando desde popa a proa.
Bacteria: Microorganismo unicelular. Vive en el aire, suelo, agua, animales y plantas. Suelen ser
responsables de la putrefacción y descomposición de la materia orgánica y algunas
ocasionan enfermedades en el hombre, los animales, plantas e incluso otros
microorganismos.
Bahía: Entrada de mar en la costa, de extensión menor que el golfo y mayor que la ensenada o
caleta.
Bajel: Nombre genérico de cualquier embarcación que pueda navegar por alta mar.
Bajío: Área de escasa profundidad, de constitución arenosa, en los mares, ríos y lagos / Banco
de arena peligroso.
Bajo: Bajío, por banco de arena.
276
Bala: Proyectil de piedra, de fundición de hierro, arrojado por los cañones de ánima lisa hasta
mediados del siglo XIX.
Balcánico: Habitante de los Balcanes, sistema orográfico de Europa que se extiende en el curso
inferior del río Danubio. Esa zona cubre partes de países como Grecia, Albania,
Macedonia, Bulgaria, Serbia-Montenegro, Croacia y Bosnia-Herzegovina.
Baliza: Señal fija o flotante que se pone de marca para indicar bajos, dirección de canales, etc.
Ballesta: Arma portátil antigua con la que se disparaban flechas u saetas. También máquina para
arrojar piedras o venablos.
Ballestilla: Simple varilla graduada, a lo largo de la cual corría un cursor. El observador visaba el
astro y la línea del horizonte; donde quedaba detenido el cursor se leía los grados
indicados y se tenía la latitud.
Balsa: Conjunto de maderos que unidos forman una superficie flotante que se usa como
embarcación.
Bancarrota: Quiebra comercial y más comúnmente la completa o casi total que procede de falta
grave, o la fraudulenta.
Banco de Bogar: Tablones colocados transversalmente en un bote, sirviendo de asiento para los remeros.
Banda: Cada uno de los lados de un buque, contando las de el plano vertical que dividiese por
medio longitudinalmente a la quilla, hasta el costado respectivo.
Bantú: Se dice del individuo de algunos de los pueblos que habla lenguas bantúes y habitan en
África ecuatorial y meridional.
Bao: Gran madero que de trecho en trecho atraviesa de babor a estribor y sirve para
aguantar los costados, al mismo tiempo que sostiene las cubiertas; hace el oficio de las
vigas en las casas.
Bárbaro: Palabra griega usada originariamente para designar a todos los pueblos no griegos,
adoptada por los romanos para indicar a todos los pueblos que estaban fuera de su
Imperio.
Barloventear: Conducir la embarcación contra el viento, en zigzag, variando la posición de las velas
para lograr su mejor aprovechamiento.
Barlovento: Dirección de donde viene el viento. Colocarse en esa posición respecto del adversario,
daba ventajas tácticas.
Barra: Banco de arena o piedra que se extiende en la entrada de algún río o puerto, haciéndola
difícil y peligrosa, especialmente durante las mareas bajas.
Bauprés: Mástil oblicuo, en la cubierta superior que sale de ella por la proa y lleva la vela
cebadera por debajo, y las velas triangulares llamadas foques, por arriba.
Beduino: Tribus nómadas y seminómadas que viven en zonas desérticas del nordeste de África y
de Oriente Medio (Siria, Jordania, Irak y Arabia).
Bejuco: Nombre de diversas plantas trepadoras tropicales de varias familias, cuyos tallos largos y
flexibles se utilizan para toda clase de ligadura y para fabricar tejidos. También se
llaman lianas.
Berbería (Berberisco): Perteneciente o relativo a la antigua región de Berbería, que es el nombre
tradicionalmente aplicado a la parte noreste de África entre el Mediterráneo y el Sahara.
Berberisco: Perteneciente o relativo a la antigua región de Berbería, que es el nombre
tradicionalmente aplicado a la parte noreste de África entre el Mediterráneo y el Sahara.
Beréber (Berebere): Individuo de la raza más antigua y numerosa de África Septentrional.
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Bergantín: Embarcación de dos palos o mástiles cuyo arqueo o capacidad de carga era inferior a
200 toneladas. Originalmente, se denominó así, en el Mediterráneo, a una nave sutil
derivada de la galera.
Biombo: Mampara formada por varios bastidores articulados.
Birreme: Galera con dos órdenes de remos.
Blasfemar: Decir blasfemia / Palabra o expresión injuriosa contra dios o las personas o cosas sagradas.
Bodega: El espacio mayor de un buque destinado al acomodo o estiba de la carga, ubicado bajo la
primera cubierta.
Boer: Significa colono en holandés. Habitante del África Austral, al norte de El Cabo, de
origen holandés.
Bogar: Remar.
Bolina, de: Navegación a rumbo muy próxima al eje del viento. Los mejores barcos de aparejo de
cruz podrían estar a 70º del viento, mientras que los yates modernos se aproximan a los
45º.
Bolina, navegar a la: (Ver Barloventear)
Bomba: Máquina para sacar el agua de la sentina o bien la que conviene extraer de otras
partes, achicándola.
Boneta: Vela supletoria que se agrega por abajo a otra para aumentar su superficie en tiempos
bonancibles.
Borda: Extremo lateral de un buque sobre la cubierta superior.
Bosquimano: Se dice de una tribu de África meridional, de pequeña estatura y color negro-amarillento.
Viven en las estepas del desierto de Kalahari.
Bote: Barco pequeño, de remo y sin cubierta.
Bóveda: Construcción arquitectónica curvada que cubre un espacio entre muros o pilares.
Boya: Cuerpo flotante sujeto al fondo del mar, de un lago, etc, y se coloca como señal para
indicar un sitio peligroso o un objeto sumergido.
Bracear: Tirar de las brazas por una u otra banda para situar las vergas en el plano o dirección
conveniente, según el ángulo que hayan de formar con la del viento.
Brahmanismo: Religión de la India, hoy denominada oficialmente hinduismo. El dogma central del
brahmanismo es el de la trasmigración de las almas, y sus prescripciones están
estrechamente ligadas a concepciones sociales.
Braza: Cabo que coloca o ata en cada uno de los penoles extremos de las vergas y sirve para
sujetarlas o tenerlas en tal posición que las velas reciban el viento según convenga para
navegar / Longitud de seis pies de Burgos que servía de medida en todos los usos de la
navegación y el pilotaje, siendo uno de ellos determinar la profundidad del agua.
Bretón: De Bretaña, región del NO de Francia.
Broma (Teredo): Molusco marino, de nombre científico “teredo-navalis”. Vive en el Atlántico y el
Mediterráneo. Se alimenta de la madera, preferiblemente bañada por agua.
Brújula: (del italiano “bussola” y éste del latin “buxis”, caja). La aguja imantada que gira
libremente sobre un pivote vertical y marca los polos magnéticos de la Tierra.
Brulote: Muy usado en los siglos XVI y XVII, el brulote era un buque lleno de explosivos y
materias inflamables. Su tripulación se esforzaba por dirigirlo hacia la línea
adversaria antes de proceder a abandonarlo rápidamente.
Bruma: La niebla que se levanta en el mar.
278
Bucanero: Una denominación, junto a la de filibusteros, con que fueron llamados los piratas del
Caribe.
Buena – boya: Remeros voluntarios de las galeras, privilegiados por la paga, la comida y permisos en
tierra.
Bula: Documento pontificio relativo a materias de fé o de interés general, concesión de gracias
o privilegios, asuntos judiciales o administrativos, expedido por la cancillería apostólica
y autorizado por el sello de su nombre.
Bularcama: Ligazón de madera gruesa y ancha que se pone sobre el forro de la bodega, ligando
el plan o base plana con las obras altas del buque.
Búlgaro: Habitante de Bulgaria, Estado de Europa sudoriental, en la península de los Balcanes.
Burcia: Buque de carga, de las de mayor porte, con tres palos y de forma semejante a un tonel,
usado particularmente en el mediterráneo.
Burgués: Perteneciente o relativo al ciudadano de clase media.
Burócrata: Persona que pertenece a la burocracia / Burocracia: Conjunto de funcionario públicos /
Conjunto de normas, papeles y trámites necesarios para gestionar un asunto en una
oficina / Influencia excesiva de los funcionarios públicos en los asuntos del Estado.
Bushido: La ―Vía del Guerrero‖ o BUSHI. Ética marcial surgida entre los guerreros del período
medieval japonés que implicaba el patrocinio del señor, a cambio del servicio militar del
vasallo. Este ―código‖ ético tendió a convertirse en lazo unilateral e incondicional de
fidelidad al señor.
Cabo: Cualquiera de las cuerdas empleadas a bordo / Legua o porción de tierra que penetra en
el mar / Cualquiera de los extremo de una cosa.
Cabotaje: Navegación que se hace a vista de la costa.
Caja de Fuego: Donde se conservan los artificios para producir fuego.
Calabrés: Natural de Calabria / Calabria: Región meridional de Italia.
Calado: Profundidad que alcanza en el agua la parte sumergida de un barco.
Calatrava (Orden de): Orden religiosa y militar española fundada en 1158 por San Raimundo para defender la
plaza de Calatrava y su comarca, de los musulmanes.
Calibre: Diámetro del tubo de un cañón. La cantidad de veces que ese diámetro encaja en la
longitud del tubo, expresado como "calibre", por ejemplo, un cañón de calibre de 254
Mm. con un tubo de 756 cm de largo se describiría como "10/30".
Califa: (Árabe: ―Khalifa‖, ―vicario‖, ―sucesor‖). Sucesor de Mahoma como cabeza de la
comunidad islámica. El título implica una soberanía religiosa y política continuada sobre
todos los pueblos muslímicos, pero no una revelación divina directa.
Calvinista: Seguidor de la doctrina religiosa cristiana, predicada por Calvino, teólogo y reformador
religioso francés, que profundizó y radicalizó el mensaje de Lutero.
Cámara: División que se hace a popa de los buques para alojamiento.
Canoa: Embarcación de remo muy estrecha, ordinariamente de una pieza, sin quilla y sin
diferencia de forma entre proa y popa.
Canon: Regla o precepto / Modelo de características perfectas.
Cantábrica: Relativo a Cantabria / Región del norte de España.
Cantera: Sitio a aire libre de donde se saca piedra u otro mineral análogo para la construcción /
Lugar, institución, etc. que proporciona personas con una capacidad específica para una
determinada actividad.
279
Cantonés: Natural de Guahgzhou (Cantón) / Cantón: Ciudad de China, capital de la provincia de
Guangdong, región Centromeridional.
Caña: La palanca de madera o de hierro con que se hace girar el timón.
Capilla: Caja en donde se depositaba el cuaderno de bitácora, la brújula, etc.
Capitana: Navío que cumplía funciones de vigilancia o escolta en la vanguardia, y que gene-
ralmente llevaba al comandante o jefe de una armada o flota.
Carabela: Buque de los grandes descubrimientos, maniobrable, rápido, apto para ceñir el viento.
De un porte de 80 a 100 toneladas, de dos o tres mástiles.
Carabo: Embarcación ligera de vela latina, usada en el Mediterráneo, en principio, por los
musulmanes.
Caravana: Grupo de gente que en Asía y África se juntan para hacer un viaje con seguridad.
Cardenal: Cada uno de los prelados que componen el sacro colegio o consejo del Papa, Le asesoran
en el gobierno de la iglesia y forman el cónclave para la elección del Sumo Pontífice.
Cardumen: Banco de peces.
Carena: Parte sumergible del casco de una nave, desde la quilla hasta la línea de flotación.
Carenar: Proceso de inclinar un barco sobre su costado para facilitar la limpieza de su fondos.
Caribe (Karibe): Pueblo amerindio extendido por las Antillas Menores y la zona tropical del norte de
Sudamérica.
Carraca: Buque de alta mar, con altos castillos a proa y popa, que asociaba la vela cuadra del
Norte con la latina del Mediterráneo. En el siglo XVI las carracas mercantes de
Venecia, la Hansa o Portugal, tenían un porte de 500 a 800 toneladas y una artillería de
120 a 140 piezas livianas.
Carrizo: Planta herbácea perenne, perteneciente a la familia gramíneas; de distribución
cosmopolita, se cría cerca del agua y en zonas humadas.
Carroza: Armazón, generalmente en popa de la nave, que sirve para defenderse de la intemperie y
la lluvia.
Carta Magna: Documento promulgado por el rey inglés Juan sin Tierra en 1215. Reconocía la libertad
de la iglesia y los derechos señoriales y establecía un ―Consejo del Reino‖ para controlar
la recaudación de impuestos. En el siglo XVIII el Parlamento la adoptó como un
símbolo de las libertades inglesas en su lucha contra el rey.
Carta Náutica: Plano que representa una extensión de mar y de costa, más o menos grande, con
indicación de los accidentes geográficos marinos. También se la llaman de “marear”,
“náuticas” o “marinas” y “de navegación”.
Cartujo: Religioso de la Orden de la Cartuja, de regla muy austera, fundada por San Bruno.
Casa de Contratación: Organismo creado por los Reyes Católicos en 1503, que se ocupaba de los negocios del
tráfico con las Indias y cuya sede se encontraba en Sevilla. En 1717 fue trasladada a
Cádiz y suspendida definitivamente en 1790.
Casco: Cuerpo del buque o embarcación.
Casta: Generación o linaje / Parte de los habitantes de un país que forman un grupo especial.
Castillo: Torre o estructura alzada sobre la cubierta superior, en la proa o parte delantera del
buque.
Castrar: Capar, extirpar o inutilizar los órganos genitales.
Casulla: Vestidura litúrgica que se pone el sacerdote encima de las demás cuando va a decir misa.
Catafracta: Galera en la que los remeros estaban defendidos por el casco de la nave y la cubierta.
280
Catamarán: Barca (posteriormente barco) con dos cascos unidos por medio de una cubierta
continua o de varias cubiertas.
Catapulta: Máquina militar antigua para arrojar piedras o saetas.
Catarata: Cascada de agua de gran tamaño y caudal.
Catay: Denominación que daban a China los autores de la Edad Media.
Caucásico: Se aplica a la raza blanca o indoeuropea, por suponerla asentada en el Cáucaso, cadena
montañosa situada en los límites de Europa y Asia.
Caviar: Alimento muy estimado de las huevas del esturión / Esturión: pez que vive en el mar
pero penetra en los grandes ríos de Europa para depositar sus huevas.
Cazabe: Es una especie de torta circular a base de yuca, que formaba parte de la dieta tradicional
de los taínos, habitantes nativos del Caribe, extintos hace siglos con la llegada de los
españoles.
Cebadera: Vela cuadrada de pequeño tamaño que pende del bauprés o palo anterior en la proa
del buque.
Cedro: Nombre común de diversas especies arbóreas pertenecientes a la familia pináceas.
Celta: Se dice un antiguo grupo de pueblos indoeuropeos que habitaban en el centro y o de
Europa.
Cenagosa: Llena de cieno / Cieno: Lodo blanco constituido por materiales finos, que forman
depósitos en los ríos, y sobre todo en lagunas o en sitios bajos y húmedos.
Cenit: El punto más alto del hemisferio celeste, superior al horizonte, que corresponde
verticalmente a un lugar de la Tierra.
Chalupa: Barco prolongado mayor que el esquife, el cuál tiene dos árboles pequeños para el uso
de las velas y además suele tener seis u ocho remos en cada banda.
Chamizo: Choza cubierta de chamiza-hierba usada para techar cabañas o chozas.
Chibcha: Se dice de un pueblo amerindio también llamado ―muisca‖, que a la llegada de los
españoles se asentaba en la región montañosa compuesta por las tres cadenas,
occidental, central y oriental en que se ramifican la cordillera de los Andes en el
territorio de la actual Colombia. Contaban con una organización política de carácter
militar y teocrático. Practicaban la agricultura, sobresalieron en la elaboración de
algodón, así como en la fabricación de joyas y figuras de oro y cobre.
Chichería: Lugar donde se vende chicha / Chicha: Bebida alcohólica que resulta de la fermentación
del maíz en agua azucarada y que se usa en algunos países de América.
Chichimeca: Pueblo que se estableció a orillas del lago Texcoco y se mezcló con otros que ya
poblaban territorio mexicano, que tenían una cultura y género de vida similar. Debido a
la supremacía de sus armas, el arco y la flecha, derrotaron fácilmente a otros pueblos; su
organización y religión estaban centradas en torno a la actividad guerrera.
Posteriormente, formó parte de la confederación azteca.
Chíí – Chiíta: Rama del Islam que considera únicos califas legítimos a los descendientes de Alí. Hoy,
son mayoritarios en Irán. De doctrina muy rigurosa. Cuenta en la actualidad con unos
100 millones de creyentes.
Chimú: Pueblo preincaico que se desarrolló entre 1000 y 1470, en la costa norte del Perú y cuya
cultura sustituyó a la mochica. Contaba con una avanzada organización social, militar y
política. Su economía se basaba en una agricultura de irrigación, y en la producción
281
textil, cerámica y de objetos de orfebrería. Fueron sometidos por los incas a finales del
siglo XV.
Chumacera: Tablita que se fija sobre la regala, regularmente forrada de cobre o cuero curtido, para
suavizar el roce del punto de apoyo del remo.
Chusma: El conjunto de los forzados o galeotes de una galera.
Cimbrios: Pueblo germánico que habitó en la actual Dinamarca en la Antigüedad. Asociado al
pueblo teutón invadió por el Este los territorios romanos.
Cinta / cintones: Fila de tablones más gruesos y fuertes que los restantes del forro, que se extienden a
lo largo de los costados en diferentes alturas para fortificar el buque y formar los
arcos de arrufo que lo hacen airoso / En barcos menores o sin cubierta se llama
“cintón” cuando es más grueso que ancho (antiguamente, se decía fajadura).
Circasiano: Grupo de pueblos del Noroeste del Cáucaso.
Cisma: Ruptura de la unidad visible de la Iglesia, especialmente entre la latina (católica), pero
también dentro de la iglesia latina medieval, como en el caso de las controversias con
respecto a la sucesión legítima del obispado de Roma.
Cisterciense: Se dice de la orden del Cister, fundada en 1098 por San Roberto, con el propósito de
recuperar la antigua austeridad de los benedictinos.
Clan: Nombre que en Escocia designa tribu o familia y que por extensión se emplea con
carácter general en sociología para aplicarlo a ciertos tipos de agrupación humana, como
por ejemplo, personas unidas por vínculos o intereses comunes.
Clavo: Especie aromática y picante que se obtiene del capullo seco y no abierto de la flor del
clavero, árbol nativo de las Malucas y que se cultiva en regiones tropicales.
Clérigo: El que ha recibido las Órdenes Sagradas.
Coca: Nave mercante de francobordo elevado que apareció en los mares del Norte en el siglo
XIII. Provista de un solo palo con vela cuadra, disponía de dos castillos, uno en proa y
otro en popa que podían servir como plataformas de combate.
Codaste: Madero puesto verticalmente sobre el extremo de la quilla, inmediato a la popa /
Originalmente (y todavía en barcas pequeñas) de sencillos pinzotes conocidos como
machos y unidos directamente a la barra del timón o por cuerdas o cadenas a la rueda
de dirección que, cuando adquiere cierto ángulo con el curso del barco, provoca un
cambio de dirección.
Coetáneo: De la misma edad / Contemporáneo.
Cofa: Meseta colocada horizontalmente en el cuello de un palo. Antiguamente, redondas,
semejantes a un cesto. (Hasta Trafalgar había soldados en las cofas para hostilizar al
enemigo).
Cofradía: Congregación de hermandad de devotos – gremio o asociación.
Cohorte: Antiguo unidad del ejército romano formada por varias centurias.
Colisa: Armazón sobre el cuál se monta todo cañón giratorio.
Colofón: Anotación al final de los libros que expresa el nombre del impresor y el lugar y fecha de
la impresión / Frase, actitud, decisión complementaria que pone termino a una cosa.
Colonia: Conjunto de personas que van de un territorio a otro, nacional o extranjero, para
establecerse en él, y lugar donde se establece / Territorio poseído y administrado por un
país, situado fuera de sus fronteras y ordinariamente regido por leyes especiales.
Coltan: Es la abreviatura de columbita-tantalita, también conocido como colombio-tantalio, una
serie de minerales formados por la mezcla de columbita y tantalita en cualquier
282
proporción. Es un mineral de color metálico apagado, que se encuentra en la naturaleza
mezclado con otros minerales. Es un componente indispensable para la fabricación de
los cohetes balísticos, para el desarrollo de las telecomunicaciones (teléfonos móviles),
fabricación de los condensadores electrolitos encargados de mantener la carga eléctrica
en los microchips, que a su vez, constituyen la base de los computadores, y para la fibra
óptica y equipos electrónicos. Su gran resistencia, así como su superconductividad, le
hacen especialmente apto para la industria aeronáutica y espacial El principal productor
de Coltan es Australia, si bien existen reservas probadas y/o en explotación en Brasil,
Tailandia y la República Democrática del Congo, esta última con cerca del 80% de las
reservas mundiales estimadas.
Comandos (Marinos): Grupo de tropas, preparado para efectuar Operaciones Especiales.
Combés: Espacio que media entre el palo mayor y el de trinquete, en la cubierta de la batería que
está debajo del alcázar y castillo / Segunda cubierta de los navíos de dos puentes.
Cómitre: Persona que en las galeras vigilaba y dirigía a los remeros o galeotes.
Compás Magnético: (ver también Aguja). Barra de acero tocada a la piedra imán, que puesta en equilibrio
sobre una púa, se vuelve siempre hacia el Norte y colocada en el centro de la Rosa
Náutica sirve de gobierno a los navegantes para dirigir su rumbo.
Complutense: (del Latín complutenses, de Complutum, Alcalá de Henares) / Nombre latino de la
localidad de la provincia de Madrid, Alcalá de Henares.
Concupiscencia: Apetito y deseo de los bienes terrenos / Apetito desordenado de placeres sexuales.
Conserva: Agrupamiento de buques que navegan en conjunto.
Cónsul: Cada uno de los dos magistrados que tenían en la República Romana suprema autoridad
durante un año.
Consulado: Dignidad de cónsula / Casa y oficina en que despacha el cónsul / Cónsul: Representante
de un Estado en una ciudad extranjera para proteger las personas e intereses de los
individuos de la nación que lo nombra.
Contralmirante: Oficial general de la Armada, inmediatamente inferior al vicealmirante.
Contramaestre: Oficial de mar que manda las maniobras del navío y cuida de la marinería bajo las
órdenes del oficial de guerra.
Copto: Cristiano de Egipto que profesa el monofisismo (doctrina que niega las dos naturalezas
de Jesucristo y sólo admite la divina). La iglesia copta se separó de la oriental en el siglo
V. En la actualidad cuenta con 1.200.000 creyentes y está dirigida por un patriarca con
sede en el Cairo.
Coral: Nombre común de diversas especies de celentéreos. La especie más conocida es el coral
rojo / Sustancia dura que segregan los pólipos del coral, que le sirve de esqueleto de
sostén y habitación.
Cordaje: Conjunto de cuerdas de un instrumento musical de cuerda, de una raqueta de tenis, etc.
Cordierita: Mineral transparente que cristaliza y aparece, sobre todo, en rocas metamórficas.
Cornucopia: Vaso de figura de cuerno del que rebosan flores y frutas, representando la abundancia –
Espejo de marco tallado con brazos para poner luces.
Corolario: Preposición que no necesita prueba particular, sino que se deduce fácilmente de lo
demostrado antes.
283
Corredera: Cordel delgado envuelto en un carrete y dividido en partes que representaban millas
y medias millas y servía para medir la distancia que la embarcación recorría en un
tiempo determinado.
Correría: Movimiento que hace la gente de guerra, saqueando el país.
Corsario: Embarcación u oficial de un gobierno que actúa como su agente represor en el mar bajo
una patente o licencia y ciertas condiciones legales.
Corso: Aparecido a fines de la Edad Media, reglamentado en el siglo XVII, el corso, conducido
por buques del Estado o unidades armadas por particulares que gozan de patentes de
corso, es decir, autorizaciones oficiales, se refiere a la lucha contra el comercio
enemigo. Si bien la convención de 1856 prohibió el corso privado, los alemanes no
dejaron de practicar la guerra de corso por medio de submarinos y buques corsarios
durante ambas guerras mundiales.
Cortes: En los antiguos reinos españoles, asambleas de nobleza, clero y representación de los
hombres de las ciudades, convocadas por el rey para su asesoramiento en tareas
legislativas o para que votaran la concesión de impuestos y subsidios. Alcanzaron su
apogeo en el siglo XV. Nombres dado por analogía a las asambleas parlamentarias
españolas del siglo XIX. La constitución española de 1978 restableció su estructura
bicameral – Congreso de los Diputados y el Senado – sus funciones legislativas y su
representatividad y control sobre el gobierno.
Corulla: En la galera, espacio debajo de la cubierta.
Corvus: Especie de pasarela terminada en un gancho que servía para abordar a las naves
enemigas.
Cosaco: Pueblo ruso, de origen turco tártaro, aparecido en el siglo XIV, en hordas errantes que se
fueron convirtiendo en guerreras. Soldado ruso de tropas ligeras.
Cosmografía: Descripción astronómica del mundo.
Cosmopolita: Se dice de las persona que considera a todo el mundo como patria suya / Se aplica a la
persona, ciudad, etc. abierta a todas las influencias y que acepta con facilidad las
novedades, costumbres ajenas, etc.
Costear: Ir navegando sin perder de vista la costa.
Cristo (Orden de): Orden militar portuguesa, instituida en 1319, por el rey D. Dionis y aprobada por el Papa
Juan XXII en sustitución de la orden de los Templarios.
Cro-magnon: ―Homo sapiens‖, del paleolítico superior (40.000-10.000 a. C.). Se diversificó en
distintos tipos, generalmente dolicocéfalos, el más difundido es el de la localidad
homónima de la Dordoña francesa.
Crónica: Relaciones de acontecimientos históricos en que se observa el orden de los tiempos,
cuyo objeto es la simple consignación / Artículo periodístico sobre tema de la actualidad.
Cronómetro: Reloj de precisión, insensible a las influencias externas.
Crucero: La acción de un buque en la operación de cruzar (recorrer una distancia entre
determinados puntos).
Cruceta: Los palos que atraviesan en el sentido de babor a estribor ó en el perpendicular a la
quilla sobre los baos de las cofas y de los masteleros.
Crujía: Espacio de popa a proa en medio de la cubierta del buque.
Cruzadas: Expediciones militares predicadas en Occidente después del 1095 a fin de proporcionar
una ayuda a los cristianos de Oriente, que al principio tomaron el nombre de
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―peregrinaciones‖. El término ―cruzada‖ surgió de la costumbre de coser cruces de tela a
las vestiduras militares de los peregrinos, a los que se dio el nombre de ―cruzados‖.
Cuaderna: Cada una de las piezas curvas, cuya parte inferior va sujeta a la quilla de la
embarcación y desde allí salen a derecha e izquierda en dos ramas simétricas, formando
como la costilla del casco.
Cuadrante: Se conformaba de un cuarto de círculo de madera o latón –arco de 90º, o cuarta parte
del círculo-; servía para observar las alturas de los astros a su paso por el meridiano,
con pínulas o anteojos para medir ángulos. Lo sostenía verticalmente una persona que
alineaba el sol o la estrella a través de la visión que disponía a lo largo de su borde,
mientras otra persona leía la altitud –por lo general inexacta- indicada por el cordel de
la plomada.
Cuadras: (Ver Velas cuadras).
Cuarta: Nombre que se da a cualquiera de los 32 rumbos en que está dividida la “rosa
náutica”; en general, por “cuarta” se entiende todo el ángulo que media entre uno y
otro rumbo.
Cuatrirreme: Nave de cuatro órdenes de remos.
Cubierta corrida: Normalmente un barco sin castillo de proa ni toldilla.
Cubierta: Cada uno de los pisos o entablados que unen los costados de un buque por medio de
los baos o vigas donde se apoyan, y sirven de plataforma para sostener la artillería y
alojar la tripulación. Se dice también Puente.
Cuchillo: Una vela triangular que se enverga en los estáys.
Culebrina: Tipo de cañón del siglo XVI de bastante longitud para su calibre.
Cultor: Cultura / Que significa cultivo, cuidado o cuidador.
Cureña: Pequeño carro de madera donde se coloca el cañón.
Curragh: Barcas fabricadas estirando pieles de buey sobre armazones de madera, con una sola
vela, también de cuero de buey, en un rustico mástil. Se gobernaba con un pesado remo
sujeto a la aleta de babor. El ancla era una voluminosa piedra a la que se fijaban dos
cuñas de madera. Fueron usadas por monjes.
Daimyo: Señor feudal provincial japonés. Ejerció su poder con el apoyo de los samurais.
Dálmata: Habitante de Dalmacia, región que hoy día corresponde a parte de las Repúblicas de
Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro.
Dalmática (vestir): Túnica abierta por los lados, con mangas anchas y cortas, que los romanos tomaron de
los naturales de Dalmacia, región que corresponde actualmente a parte de las Repúblicas
de Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro, con costas al mar Adriático.
Damasquinado: Embutido de metales finos sobre hierro o acero, y también se dice de la ropa u objeto
hecho con la tela llamada damasco.
Dárico: Moneda de oro que llevaba la imagen de un arquero real, acuñada por Darío I y
soberanos aqueménidas posteriores / Aqueménida: Se dice del individuo de una dinastía
persa fundada por Aquémenes 670 a.C. A ella perteneció Ciro y terminó con Darío III en
330 a.C.
Declinación: El arco de círculo de ascensión comprendido entre el centro de un astro o planeta y la
equinoccial celeste. Refiriéndose a la aguja náutica, es separarse ésta de la línea Norte-
Sur hacia el Este o hacia el Oeste.
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Delta: Desembocadura de un río, dada por la figura triangular que representa la D griega,
dejando cortada en la tierra los brazos en que se divide.
Democracia: Doctrina política favorable a la intervención del pueblo en el gobierno / Predominio del
pueblo en el gobierno político de un Estado.
Depredar: Robar, Saquear con violencia y destrozo / Cazar, para subsistir, unos animales a otros.
Derrota (Cuaderno de): El libro en que se registra el rumbo.
Derrota (Oficial de): Aquel a cuyo cuidado se confía el rumbo.
Derrota: Camino marítimo que debe hacerse por uno o por distintos rumbos para trasladarse
entre puertos.
Derrotero: Línea señalada en la carta de navegar para gobierno de los pilotos / La dirección en
que se señala por escrito para el viaje / Cuaderno de derrota.
Desarbolar: Destruir, tronchar o derribar los árboles o palos de una embarcación.
Dhow: Barco de vela árabe aparejado con vela latina, con uno o dos mástiles, normalmente
inclinados.
Dialecto: Forma de una lengua que tiene su sistema léxico, sintáctico y fonético propio y que se
utiliza en un territorio más limitado que la lengua general, al no haber adquirido el
estatuto cultural y social de ésta.
Dicotomía: Bifurcación o división de un tallo o rama en dos partes, formando un ahorquillado /
Método de clasificación en que las divisiones y subdivisiones sólo tienen dos partes.
Dikrotos: Nave con dos filas de remos.
Dinar: Hoy en día, unidad monetaria de Argelia, Bahrein, Bosnia, Irak, Kuwait, Jordania, Libia,
Tunicia y Serbia-Montenegro.
Dinastía: Línea de soberanos, normalmente de una sola familia, pero a veces se aplicaba este
término a los soberanos de una sola ciudad o grupo étnico.
Dióxido de Carbono: Anhídrido carbónico / Es un gas incoloro, de olor débil, más pesado que el aíre y con
propiedades asfixiantes, que se produce la combustión completa de carbones y
sustancias orgánicas, en la respiración, fermentaciones y por la acción de los ácidos o del
calor sobre los carbonatos.
Dique: Cavidad fabricada, situada en la orilla de una dársena u otro sitio abrigado, y en la
cual entran los buques para limpiar o carenar en seco / Dársena: parte resguardada de
un puerto, para carga y descarga de embarcaciones.
Dirham: Hoy en día, unidad monetaria de Marruecos y de la Unión de Emiratos Árabes.
Disipación: Conducta de una persona entregada enteramente a las diversiones.
Dogma: Principio innegable de una ciencia / Verdad revelada por Dios, y declarada y propuesta
por la iglesia para la creencia de los fieles / Punto fundamental de todo sistema, ciencia,
doctrina y religión.
Dolicocéfalo: Se dice del cráneo más largo que ancho y de las personas o razas que lo tienen.
Dominico: Religioso de la Orden de Santo Domingo. Fundada por el Santo en 1216.
Dorado, El: Supuesto país, que según la creencia extendida entre los conquistadores del Nuevo
Mundo, existía en América del Sur. Se referían a una comarca fabulosa en que
abundaban el oro y las piedras preciosas, cuyo origen se basaba en la leyenda de un
poderoso cacique chibcha (también llamado ―muisca‖, asentado en las ramificaciones de
los Andes, en el territorio de la actual Colombia), que se cubría de polvo de oro durante
la ceremonia ritual del baño sagrado. Su ubicación variaba de una y otra empresa de
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conquista, dentro del área geográfica que abarcaba las cuencas de los altos Amazonas y
Orinoco y las regiones del Madgalena y el Cauca.
Dorio: Se dice de un pueblo indoeuropeo que, junto a eolios y jonios, constituyó la base étnica
de la antigua Grecia.
Draker: La “nave larga” de los vikingos, llamada así cuando en su proa iba tallada la cabeza de
un dragón.
Dravídico: Se dice de un grupo de pueblos no arios, de piel oscura, que se encuentran entre los que
primitivamente poblaron la India.
Dromedario: Muy semejante al camello, pero con sólo una giba adiposa en el dorso; habita en las
zonas desérticas del norte de África, Asía menor y Arabia.
Dromon: Buque de guerra bizantino de dos filas de remos, provisto de un espolón y armas
arrojadizas, especialmente el fuego griego.
Ducado: Dignidad de duque / Moneda de oro usada en España hasta fines del siglo XVI.
Duque: Título de la nobleza, superior al de marqués e inferior al de príncipe.
Dux: Magistrado supremo de la República de Venecia.
Ébano: Árbol perteneciente a la familia ebenácea, originario de la India y Sri Lanka, su madera
es muy valiosa, dura, pesada y de color negro y se emplea en la fabricación de muebles.
Ecuador: Círculo máximo ideal de la tierra, perpendicular a su eje y equidistante de los polos. Su
perímetro es de 40.076,59 km.
Ecumene: Zona de la Tierra en la que existe vida animal o vegetal. Tiene el sentido también de
―todo el orbe‖, es decir, todo el mundo.
Ecuménica: Universal, que se extiende a todo el orbe / Ecumene: zona de la tierra en la que existe
vida animal o vegetal.
Emir: Comandante militar, gobernador de una provincia.
Emirato: Territorio que gobierna un emir / Emir: Persona revestida de autoridad entre los pueblos
árabes.
Empírico: Relativo a la experiencia o fundado en ella.
Emporio: Ciudad notable por el florecimiento del comercio, las ciencias, las artes, etc.
Encallar: Golpear la quilla de una embarcación en arena o piedra, quedando atascada en ellas.
Ensenada: Seno o recodo que forma el mar entrando en la tierra.
Ente: Aquello que es o existe / Empresa pública, institución, organismo.
Épica: Género literario constituido por los poemas en verso que relatan acciones
extraordinarias y heroicas de personajes míticos, históricos, legendarios o ficticios.
Equinoccio: Cada uno de los movimientos –dos al año- en que se produce la intersección del plano de
la eclíptica con el plano del Ecuador y, por ello, los días son iguales a las noches en toda
la tierra. Se verifica anualmente del 20 al 22 de marzo (equinoccio de primavera) y del
22 al 23 de septiembre (equinoccio de otoño). En el Ecuador también ocasiona la
perpendicularidad absoluta de los rayos del sol a mediodía.
Equipar: Proveer una nave de gentes, víveres, municiones y todo lo necesario para su avío y
defensa.
Eritreo: Natural de Eritrea, Estado de África que hasta 1993 fue una región del norte de Etiopía.
Este nombre se le dió también a los mares situados entre la India y la costa nordoriental
de África: mar Arábigo, golfo Pérsico y mar Rojo.
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Ermitaño: Persona que vive en la ermita y cuida de ella / Ermita: Santuario o capilla, generalmente
pequeños, situado por los común en despoblado y que suele no tener culto permanente /
El que vive en soledad.
Errante: Que anda de una parte a otra sin tener asiento fijo.
Escala de viento: Cuando la escala, formada por dos cuerdas y palos o pedazos de cabo atravesados de
uno a otra, se pone por la popa pendiente de la botavara.
Escala: El puerto o paraje adonde de ordinario tocan los barcos. Cualquier escalera.
Escandallo: (Ver Sondaleza).
Escaramuza: Refriega de poca importancia, sostenida especialmente por las avanzadas de los ejércitos.
Escorbuto: Enfermedad nutricional producida por la carencia de vitamina C en la alimentación y
caracterizada por astenia, hemorragias subcutáneas y alteración de algunos tejidos como
el de las encías, más debilidad general.
Escuadra: Reunión de varios tipos de buques de guerra bajo las órdenes de un oficial de gra-
duación superior.
Eslavo: Pueblo antiguo, de la familia indoeuropea, que se extendió principalmente por el
noroeste de Europa.
Eslora: Longitud máxima de un buque a la altura de la primera cubierta.
Esmeril: Pieza de fuego pequeña, que disparaba balas de hierro de 12 onzas (cada onza, igual a
28.5 gramos).
Especia: Sustancia aromática vegetal con que se sazonan los alimentos y guisos.
Esperanto: Idioma creado en 1887 por el médico polaco Ludwik Zamenhof, con idea de que pudiese
servir como lengua universal.
Espolón: Saliente reforzado, normalmente blindado, de la proa de un barco de guerra, diseñado
para perforar el casco de un enemigo con relativa impunidad. Se empleaba mucho en la
época de la galera, cayó en desuso con la llegada de la vela.
Esquife: Bote pequeño. Bote de dos proas y de cuatro o seis remos que llevaban las galeras
a bordo. Bote alargado y ligero que se emplea en regatas.
Esquimal: Pueblo de raza mongólica que, en pequeños grupos dispersos, ocupa una gran extensión
de terreno alrededor del Polo Norte, desde las costas árticas de Norteamérica hasta el
extremo Noroeste de Siberia.
Estamento: Cada uno de los grupos sociales que durante la Edad Media y el Antiguo Régimen tenían
representación en los Estados Generales, el Parlamento o las Cortes.
Estándar: Tipo, modelo, patrón, nivel.
Estatus / Status: Nivel económico y social de una persona, corporación etc.
Estay: Cabo que sujeta la cabeza de un mástil al pié del más inmediato.
Estiba: Conjunto de pesos que se colocan en el fondo y bodega de un buque para darle estabi-
lidad.
Estima: El cálculo del punto de situación en que se halla la nave y de la dirección que debe
seguir, fundado en los rumbos navegados, según las indicaciones de la aguja náutica, y
en las distancias medidas con la corredera, cuya cuenta se lleva en este intento en el
cuaderno de bitácora y en los diarios de navegación.
Estrategia: Arte de dirigir las operaciones militares.
Estribor: Banda o costado derecho de un buque, mirando de popa a proa.
288
Estuario: El lugar por donde entra y se retira el mar con su flujo y reflujo. Desembocadura de un
río que desagua en el mar.
Etnia: Agrupación natural de hombres que presentan ciertas afinidades físicas, lingüísticas o
culturales, habitando generalmente un espacio geográfico determinado.
Etnografía: Ciencia que estudia y describe las razas o pueblos.
Etrusco: Pueblo que en la Antigüedad se asentó en la región de Etruria (Italia). Su origen se
desconoce y su lengua también aunque pareciera que pertenece al tronco indoeuropeo,
pues se observan en ella rasgos de ciertas lenguas de Asia Menor.
Eunuco: Hombre castrado, que se destinaba en las Cortes de la Antigüedad a la custodia de las
mujeres. En el Imperio Bizantino y en China alcanzaron cargos importantes en el
ejército y la administración.
Fábula: Acción ficticia que se narra para deleitar/ Ficción artificiosa con que se encubre una
verdad / Mitología y cualquiera de sus ficciones.
Factoría: Fábrica o complejo industrial / Establecimiento de comercio en un país colonial.
Falconete: Tipo de cañón que aparece en el siglo XV. Arrojaba balas de piedra e iba instalado en
las bordas y en las cofas. (Ver Pedrero).
Fanal: Farol grande que se coloca en la entrada de los puertos, como señal nocturna. Farol
grande que, con otro, se utilizaba como insignia de mando en los antiguos navíos de
guerra.
Faraón: Título de los antiguos reyes de Egipto.
Fardo: Lío o bulto grande, generalmente de ropa.
Faro: Torre alta en las costas, con un foco en la parte superior para aviso de los navegantes.
Fatimita: Perteneciente a la dinastía que gobernó en Túnez, desde el principio de siglo X, y en
Egipto (969-1171), de religión Chiíta.
Federalista: Partidario del federalismo / Federalismo: sistema político, y doctrina que lo sustenta, en
el que el Estado, como poder político central, está constituido por la suma de
asociaciones, grupos o entidades políticas, (Estados, cantones, provincias, repúblicas),
que se asocian sin perder su independencia administrativa o judicial.
Feudo: Señorío gobernado por la ley feudal a cambio de servicios de carácter militar.
Filántropo: Persona que se distingue por el amor a sus semejantes.
Filibote: Embarcación de dos palos, de popa redonda y alta y de unas cien toneladas de porte.
Filibustero: Nombre de ciertos piratas que en el siglo XVII infestaron el Mar de las Antillas.
Filigrana: Obra formada de hilos de oro o plata, unidos y soldados con mucha perfección y
delicadeza.
Flamenco: De Flandes; región histórica del NO de Europa, entre el paso de Calais y la
desembocadura del Escalda, hoy dividida entre Francia y Bélgica y los Países Bajos
(Holanda). Desde 1482 pertenecía a los Habsburgo y Carlos I de España la heredó de su
abuelo Maximiliano. Las provincias del Norte, protestantes, lograron la independencia
con el nombre de Provincias Unidas en 1648. El sector meridional fue conquistado por
Francia en el siglo XVIII y tras la derrota napoleónica se integró en los Países Bajos. En
1830 fue una de las provincias que constituyeron el reino de Bélgica.
Flete: El precio que se estipula por el alquiler de una nave o de parte de ella. Carga de un
buque.
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Flota: Conjunto de embarcaciones comerciales. Conjunto de buques de guerra. Escuadra.
Total de los buques de guerra o mercantes que posee un país determinado.
Flotilla: Reunión de embarcaciones menores.
Fluvial: Perteneciente o relativo a lo ríos.
Fogón: El sitio donde se guisa la comida en los buques.
Fondeadero: Lugar de fondeo (Ver fondear).
Fondear / Fondeo: Reconocer el fondo del agua. Registrar los aduaneros una embarcación. Desarrumar o
apartar la carga de un navío hasta descubrir el fondo de él para reconocer una cosa.
Asegurar una embarcación o cualquier otro cuerpo flotante., por medio de anclas o pesos,
en el fondo de las aguas / Revisión o registro del fondo o interior de un buque que
practicaban los funcionarios portuarios para establecer la legalidad de la carga.
Foque: Vela triangular que se dispone en el bauprés o palo delantero de un buque.
Foránea: Forastero, extraño.
Forja: Acción y efecto de forjar, es decir, dar forma con el martillo a cualquier pieza de metal.
Fosfato: Sal tomada por la sustitución de uno, dos o los tres hidrógenos del ácido fosfórico por un
metal. Se usa sobre todo como fertilizante.
Fragata: Buque de tres palos con cofas y vergas en todos ellos.
Franciscano: Orden fundada por San Francisco de Asís en 1208.
Francos: Pueblo germánico que conquistó la Galia en el siglo III.
Franquicia: Exención para no pagar derechos o por el aprovechamiento de algún servicio público.
Fueros: Leyes ó códigos dados a un territorio en España, entre los siglo XII y XIII; se
prolongaron más allá del siglo XV, siendo privilegios y exenciones concedidos por un
señor o el rey, a una provincia, ciudad o persona.
Fulcro. Punto de apoyo de una palanca.
Fundación: Origen de una cosa.
Fusil: Arma de fuego portátil que consta de cañón, recámara, cierre, percutor, gatillo y culata.
Fusta: Nave derivada de la galera, muy ligera. La dotación eran a su vez, los remeros. Usada
para rápidas incursiones y el corso.
Galeaza: Nave híbrida aparecida en el siglo XVI, que se esforzaba en asociar la vela al remo, el
espolón y una sólida artillería instalada no sólo en caza (en proa), sino también en los
costados del buque. Su existencia resultó efímera.
Galeón: Buque de alto bordo y tres palos de uso militar y mercante, que dominó el sistema de
transporte marítimo entre Europa y América desde mediados del siglo XVI hasta
finales del XVII. En el último cuarto del siglo XVI, como consecuencia de las
investigaciones de Hawkins y de Matthew Baker, el galeón se convierte en un buque de
combate de líneas lanzadas, con castillos reducidos notablemente en las proas, más
rápido y maniobrable que la carraca.
Galeoncete: Nave de pequeño porte con características de galeón.
Galeota: Galera más pequeña, de 16 a 20 remos por banda y un hombre solo para cada remo.
Galeote: El forzado que remaba en las galeras.
Galera: Embarcación guerrera de remo y vela, de mucha eslora que se usó, sobre todo, en el
mar Mediterráneo en el siglo XVI, pero que duró hasta fines del siglo XVIII. Tenía
espolón. Llevaba hasta 51 ó 61 bancos de remeros, con cinco remeros por banco. En su
origen, desde la Antigüedad y bajo diversas denominaciones, fue la nave militar por
290
excelencia. En la Edad Media, por su forma, sumamente alargada y fina se la llamó en
griego “galaya” (pez espada), y en castellano, galea o galera.
Galerna: Viento fuerte del noreste en el Cantábrico, acompañado de un fuerte temporal en el mar.
Galo: Individuo perteneciente a los pueblos de raza celta que invadieron la Galia (Francia) e
Italia Septentrional entre 700 y 400 a.C. La Galia, denominación dada por los romanos a
dos regiones, la cisalpina y la transalpina, habitadas por tribus celtas, que a partir del
siglo V a.C., adoptaron el nombre de galos. La transalpina, la Galia propiamente dicha,
es actualmente, Francia. Tras la dominación romana fueron sometidos por los francos,
con quienes se fusionaron.
Gángster: Miembro de una banda organizada de malhechores que actúa en las grandes ciudades.
Garfio: Instrumento de hierro, curvo y puntiagudo, que sirve para aferrar algún objeto.
Garito: Casa de juego ilegal / Local de mala reputación.
Gaulo: Su nombre significaba “bañera”, puesto que en esa nave fenicia de transporte de carga,
la altura de su proa y popa era igual.
Gavía: En un barco de aparejo de cruz, vela cuadra que va colocada más arriba que la mayor y
está sostenida por el mastelero. En un barco de aparejo de velas áuricas, las gavías
pueden ser cuadras o áuricas.
Genealogía: Serie de progénitos y ascendientes de una persona.
Gentilicio: Perteneciente a las gentes o naciones.
Geofísica: Ciencia que estudia las características y propiedades físicas de la tierra.
Geología: Ciencia que estudia la forma exterior e interior del globo terrestre; la naturaleza de las
materias que lo componen y su formación; los cambios o alteraciones que éstas han
experimentados desde su origen, y distribución que tienen en su actual estado.
Georgiano: Habitante de Georgia, Estado trans-caucásico que hasta 1991 formó parte de la URSS.
Germano: Diversos pueblos que ocupaban en el siglo VI a.C. Escandinavia y Jutlandia, de donde
iniciaron una lenta y progresiva emigración hacia Europa Central. Tras la desaparición
del Imperio Romano en Occidente formaron diversos reinos: el suevo en Galicia, el
anglosajón en Gran Bretaña, el vándalo en África, el visigodo en el Sur de Francis y en
España, el ostrogodo y el lombardo en Italia, y el franco en Francia. En el siglo X, una
nueva oleada de pueblos germanos se abatió sobre Europa, los llamados vikingos o
normandos.
Gérmen: Ser vivo unicelular, como bacterias y protozoos, que sin llegar a constituir una célula,
vive parásito de éstas, como los virus.
Ghazi: ―Guerreros por la fe‖. Nobles turcos selyúcidas, similares a los Barones cristianos. Por
otra parte, al profesar la fe islámica en un sentido profundamente religioso, semi-
místico, se les puede comparar con los caballeros monjes-soldados de las Ordenes
Militares cristianas.
Godo: El más importante de los pueblos bárbaros, cuya suerte los puso en contacto con el
imperio romano al otro lado del Danubio hasta el 376, cuando pidieron refugio dentro
del imperio para protegerse contra los Hunos. Los visigodos (godos occidentales) en el
siglo V obtuvieron un importante poder político en el imperio romano occidental; los
ostrogodos (godos del este) terminaron conquistando un reino en Italia (493-534).
Góndola: Embarcación pequeña de recreo, larga y plana, que se usa principalmente en Venecia.
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Gótico: Relativo a los godos / Se dice del arte que en la Europa occidental se desarrolló por
evolución del Románico desde el siglo XII hasta el Renacimiento.
Grandes Bancos: Zona donde se encuentran grandes conjuntos –cardúmenes- de peces.
Grillete: Arco de hierro que sirve para asegurar una cadena.
Grosso modo: Por encima, sumariamente, aproximadamente.
Grumete: Nombre de la clase inferior de la marinería en los buques de guerra – Aprendiz de
marinero.
Guairo: Pequeña embarcación que se usaba en América para el tráfico en costas y bahías –
tenía dos palos con velas guairas (triangulares).
Guaraní: Se dice del individuo de un pueblo indígena que, dividido en muchas parcialidades, se
extendía desde el Amazonas hasta el Río de la Plata. Realizaron extensas migraciones,
remontando el Río Amazona, cruzando el mar de las Antillas hasta la Florida y
atravesando el Chaco hasta las estribaciones de los Andes. Durante los siglos XVII y
XVIII fueron organizados en reducciones por los Jesuitas.
Guía: Cualquier cabo o aparejo destinado a mantener un objeto en la situación que debe
ocupar.
Gujarati: Natural de la región de Gujarat, Estado del oeste de la India.
Hábito: Traje de los religiosos o religiosas / Habilidad que se adquiere después de una larga y
constante práctica del mismo ejercicio.
Hafskip: Barco de carga vikingo, más hondo y de manga más ancha que el “barco largo”. Fue la
nave usada para el transporte de personal, enseres y animales, a las nuevas tierras.
Hanseática, Liga: Confederación alemana de ciudades, creada con fines comerciales. Inició su
funcionamiento en el siglo XIII. Comenzó su decadencia a finales del siglo XV, dándose
por terminada en el siglo XVIII.
Haussa: Pueblo negroafricano de raza y cultura sudanesa, que habita en el norte de Nigeria, el sur
de Níger y el Sudán central.
Hegemonía: Supremacía que un Estado, pueblo, partido, persona, etc., ejerce sobre otro.
Heleno: Se dice de cualquiera de los pueblos (aqueos, dorios, jonios y eolios) o del conjunto de
ellos, cuya instalación en Grecia, islas del Egeo, Sicilia y diversas zonas del litoral
Mediterráneo dieron principio a la gran civilización de la Élade o Grecia Antigua.
Hemisferio: Aplicado a la tierra, cada una de las dos partes en que queda dividida por el Ecuador. El
norte se denomina ―Boreal‖ y el sur ―Austral‖.
Herejía: Error en materia de fé, sostenido con pertinacia / Sentencia errónea contra los principios
ciertos de una ciencia o arte / Pertinacia: Obstinación, terquedad.
Hérulo: Pueblo perteneciente a la gran confederación de los suevos, de origen germánico.
Híbrido: Se dice de todo lo que es producto de elementos de distintas naturaleza.
Hitita: Pueblo indoeuropeo que se estableció en Anatolia central durante la primera mitad del II
milenio a.C.
Hito: Mojón para conocer la dirección de los caminos y los límites de los territorios. También
en sentido figurado.
Holk: Nave usada en aguas del Norte europeo en la Edad Media, de manga ancha, con
castillos en proa y popa (ver Coca).
Hoplita: Se llamaba así, en la Antigüedad, al soldado griego de infantería.
Hospitalario: (Ver Orden de Malta).
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Hotentote: Se dice de un pueblo koisánido que habita la parte SE de África, cerca del cabo de
Buena Esperanza.
Hueste: Ejército en campaña / Conjunto de los secuaces o partidario de una persona o de una
causa.
Hugonote: Nombre que se dió a los protestantes franceses que adoptaron el credo calvinista.
Húngaro De Hungría / Estado de Europa centrooriental que limita al N con Austria, Eslovaquia y
(Ver Magiar): Ucrania; al E con Rumania; al S con Croacia y Serbia y al O con Eslovenia y Austria.
Huno: Este pueblo ocupó el territorio que se extiende desde el Volga hasta el Danubio. La
derrota de varios pueblos en Germania y la Galia por parte de los hunos, cimentó la fama
de este pueblo de la estepa, que siguió siendo temido, hasta la muerte de su caudillo más
famoso, Atila, en el 453.
Huracán: Palabra de origen taino, usada por los nativos del Caribe para denominar a la
tormenta.
Idiosincrasia: Rasgo, temperamento, carácter, etc.; distintivos y propios de un individuo o de una
colectividad.
Ignoto: No conocido ni descubierto.
Ilota: Nombre que recibían en la Grecia Antigua los siervos procedentes de prisioneros de
guerra y de la población primitiva sometida.
In situ: (Del Latín). En el sitio.
Inca: Se dice de un pueblo amerindio que creó un imperio, en tiempos pre-hispánicos, que
ocupaba el sector occidental de América del Sur, desde el actual Ecuador hasta Chile y
el norte de Argentina, cuya capital era la ciudad de Cuzco.
Incienso: Gomorresina en forma de lagrima, de sabor acre y olor aromático al arder.
Indoeuropeo: Conjunto de pueblos que protagonizaron movimientos migratorios por extensos
territorios de Asia y Europa. Compartían un sustrato lingüístico que daría luego lugar a
diversas lenguas, como las germánicas, las celtas, las eslavas o las latinas.
Indonesio: De Indonesia / Indonesio: Estado del SE de Asía, situado en una zona marítima que
limita al N por la península de Indochina, el mar meridional de la China y las islas
Filipinas; al S por el continente australiano y al E y O por los océanos Pacífico e Indico,
respectivamente.
Ingenio: Máquina o artificio mecánico.
Iniquidad: Maldad, injusticia grande.
Inquisición: Tribunal eclesiástico establecido para perseguir la herejía y demás delito contra la fé.
Insula: Isla pequeña.
Iraní: Ciudadano del moderno Estado de Irán (la antigua Persia).
Iroqués: Se dice de un pueblo amerindio que habitó en el NE de EEUU, en los actuales estados de
Nueva York, Pensilvania, Ohio, Indiana y Wisconsin, y en Ontario y Québec en Canadá.
Islam: Palabra árabe que significa ―Sumisión‖ a la voluntad de Dios (Alá). Sus seguidores son
conocidos como musulmanes o mahometanos y su religión, a través de la ―Shariah‖ –
que es la ley sagrada del Islám-, abarca todos los aspectos de la vida, no sólo las
prácticas religiosas.
Istmo: Lengua de tierra que une dos continentes o una península con un continente.
Jaculatoria: Oración breve y fervorosa.
Jarcia: Aparejos y cabos de un buque.
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Jardín del Edén: Lugar ameno y delicioso / Edén: Paraíso terrenal en el que, según el Génesis, Dios puso a
Adán y Eva después de creados.
Jariyi: Facción religiosa musulmana, escindida de los chiitas, que tuvo gran importancia
durante la Edad Media.
Jauja: Lugar imaginario, célebre por su prosperidad, donde los hombres vivían sin ninguna
preocupación y sin necesidad de trabajar. La leyenda procede de las interpretaciones
populares de la descripción que Francisco Pizarro ofreció del valle de Jauja (Xauxa), en
Perú.
Jengibre: Planta herbácea perenne. De olor aromático y de sabor acre y picante, se usa en
medicina y como especia.
Jenízaro: Soldado de infantería de la antigua guardia del sultán otomano. / Se reclutaban entre
jóvenes cristianos cautivos y naturales del Imperio. / Constituían lo mas escogido del
ejército turco.
Jesuita: Se dice del religioso de la orden de clérigos regulares de la ―Compañía de Jesús‖, fundada
por San Ignacio de Loyola.
Jonio: Uno de los pueblos que conformaron los griegos en la Antigüedad.
Jornalero: Persona que trabaja a jornal / Jornal: Estipendio del trabajador por cada día de trabajo.
Juanete: Vela que va colocada más arriba que la gavía y está sostenida por el mastelerillo.
Junko: Nombre europeo a una amplia gama de barcos de vela chinos, de uno a varios mástiles,
empleados en mar y ríos; divididos en compartimentos estancos, fondo plano y con proa
y popa cuadradas. Aparejo con velas en cruz.
Junta: Reunión de varias personas para tratar de un asunto.
Jurista: Persona que estudia o profesa la ciencia del Derecho.
Kabbalah Sistema teosófico: conjunto de doctrinas filosófico-religiosas que surgieron en el siglo
(heb. “tradición”): IV entre los judíos para explicar e interpretar el sentido de los libros del Antiguo
Testamento; alcanzó su cenit de creatividad en la España del siglo XIII. Esencialmente
esotérica, la kabbalah ha ejercido una considerable influencia.
Kaiser: Título aplicado a los tres emperadores alemanes del Segundo Reich: Guillermo I,
Federico III y Guillermo II. Proviene del término latino César.
Kamal: Tabla de madera, graduada, usada por los marinos árabes, para medir la altura de la
Estrella Polar.
Kamikaze: Viento protector del Japón, que destruyó las flotas de los mongoles en sus invasiones al
archipiélago japonés. Durante la II Guerra Mundial se dio este nombre a los aviadores
y aparatos japoneses que se lanzaban contra los barcos enemigos para hacer explotar
sobre ellos su carga de bombas.
Kayak: Canoa empleada, originalmente, por los esquimales.
Khan: Título entre los mongoles y tártaros, que originalmente significaba el soberano de un
Estado.
Khmer: Pueblo del sudeste asiático que constituye el 94% de la población de Camboya;
presentes en ese país desde el siglo I; entre los siglos IX y XII conocieron un período de
esplendor, alcanzando un alto grado de civilización, formando un importante Imperio.
Khoisan: Lengua primitiva que se hablaba desde hace varios milenios entre el África oriental y
meridional (entre las actuales Somalia y Kenya y hasta el Cabo de Buena Esperanza).
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Hoy, casi extinguida, solo hablada por grupos minoritarios de hotentotes y bosquimanos.
También llamado khoisan un pueblo que habitaba en las inmediaciones del río Orange.
Knarr: Barco escandinavo de carga, de amplia manga.
Kogui: Pueblo amerindio, chichimeca, de lengua nahua, asentado e imponiendo su dominio en
territorio del valle de Tenochtitlan (México).
Kuffa: Barca de tipo redondeado, fabricada entretejiendo plantas que crecen en las riberas del
Tigres y Eufrates.
Laberinto: Palacio que construyó Dédalo junto a Cnossos, por encargo del rey Minos, para morada
de Minotauro.
Laca: Sustancia resinosa excretada por algunos insectos en los árboles de las selvas
tropicales, que se utiliza para la fabricación de goma laca.
Lasallista: Perteneciente a la Congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, dedicada a la
enseñanza, fundada por San Juan Bautista de La Salle.
Lastre/ En lastre: Navegar sin cargamento, por ejemplo, con las bodegas vacías/ Peso añadido al barco o
al bote para llevarlo al nivel deseado de flotación y aumentar la estabilidad. En un
principio era grava, después metal y algunas veces hormigón; ahora es más común el
agua, que posteriormente tuvo la ventaja de ser más fácil de quitar y sustituir.
Latina: (Ver Velas Latinas).
Latitud: Arco de meridiano comprendido entre un punto cualquiera de la superficie del globo
terráqueo y el ecuador. Es igual a la altura del polo elevado sobre el horizonte.
Lazareto: Hospital de leprosos – Establecimiento sanitario para aislar a los infectados de
enfermedades contagiosas.
Legado: Lo que se deja o transmite a los sucesores.
Legua: La legua marina es la vigésima parte de la extensión lineal de un grado de meridiano
terrestre / Grado: En su acepción común de ser la trigésima sexagésima parte del
círculo, tiene aplicación a los del meridiano terrestre, cuya extensión lineal ha servido de
tipo para las medidas usadas en el pilotaje; y a los del ecuador y sus paralelos entre los
cuales media cierta razón geométrica que sirve para deducir de la extensión respectiva
de los últimos, la diferencia de longitud.
Lenidad: Blandura, falta de severidad al castigar las faltas.
Leyenda: Narración de sucesos imaginarios.
Libertario: (Ver Anarquista).
Libidinoso: Lujurioso, lascivo / Lascivia: Propensión excesiva a los placeres sexuales.
Libra: Unidad de masa del sistema anglosajón, equivalente a 453, 592 gramos.
Liburnia: Tipo de nave ligera, a remo, usada por los piratas que tenían sus bases en el litoral e
islas de la actual Albania y Croacia.
Limbo: Lugar o seno donde estaban detenidas las almas de los santos y patriarcas antiguos
esperando la redención del género humano / Lugar donde van las almas de los que antes
del uso de razón, mueren sin el bautismo / Estar en el limbo: Estar distraído y como
alelado / Recientemente, la Iglesia Católica ha considerado que tal lugar es inexistente.
Linaje: Ascendencia o descendencia de un progenitor común / clase o condición de una cosa /
vecinos nobles reconocidos por tales e incorporados en el cuerpo de la nobleza.
Linaza: Simiente del lino, en forma de gránulos elipsoidales. Por presión rezuma un aceite
secante de gran aplicación en la industria.
295
Lino: Planta herbácea anual, perteneciente a la familia lináceas. De su tallo se extrae
abundante fibras utilizadas para producir la hilaza; de sus semillas se extrae aceite de
linaza. Parece que procede de Asía.
Litosfera: Capa rígida de la Tierra, integrada por la corteza y la parte más externa del manto
superior.
Logos: Término griego que equivale a palabra o razón –también ―tratado‖- y a la expresión de la
razón en forma de discurso inteligible.
Lombarda Pieza de artillería de retrocarga, del siglo XVI, de corta longitud y en general, de gran
(bombarda): calibre.
Lombardo: Pueblo germánico que se estableció en el norte de Italia en el año 568, fundando un
reino independiente.
Longitud: Arco del ecuador terrestre comprendido entre dos meridianos.
Luba: Se dice de un grupo de pueblo de raza bantú congolesa, que habita en África desde el N del
lago Tanganika hasta el alto Zambeze.
Luso (Lusitano): Pueblo pre-romano que habitaba la Lusitania, una de las provincias en que se dividió la
Hispania romana, con capital en ―Emerita Augusta‖ (Mérida), comprendiendo todo
Portugal al Sur del Duero, porciones de León y la Extremadura española – Otra forma de
denominar a los ciudadanos de Portugal.
Luterano: Que profesa la doctrina de Lutero, cuyo movimiento religioso surge como alternativa de
la decadencia de la iglesia Católica y con el propósito de renovarla, siendo la Biblia su
único fundamento de la doctrina.
Macho: La púa de bolina que pasa por el guardacabo del chicote de ésta, teniendo uno de las
suyas hecho firme en el garrucho de la vela, mientras que por el guardacabos del otro
pasa la “hembra”/ Parte inferior y más gruesa de los palos de los veleros.
Maestre: Antiguamente era la segunda persona al mando en una embarcación. El vocablo
proviene del latín “magíster”, maestro.
Magiar Pueblo de lengua afín al finlandés. Tras saquear repetidas veces los reinos cristianos y
(Ver Húngaro): ser vencidos por el Emperador germánico Otón, se instalaron en el Danubio medio y
fundaron un reino, origen de la actual Hungría.
Magma: Masa ígnea en fusión, existente en el interior de la Tierra, que se consolida por
enfriamiento.
Maguey: Planta perteneciente a la familia de agaváceas, sin tronco o muy reducido. Puede que
su origen esté en México, pero también se cultiva en Filipinas y Malasia.
Malayo: Perteneciente a una raza de piel morena, que se halla esparcida por Indonesia, la
península de Malaca y Filipinas.
Malecón: Muro construido como protección contra las aguas.
Mamparo (estanco): División vertical empleada para dividir un espacio interno del barco, tanto longitudinal
como transversalmente. Estas particiones pueden ser estancas, en cuyo caso las
aberturas para permitir el paso a ellas tienen que poder sellarse, preferiblemente por
control remoto.
Manchú: De Manchuría, pueblo perteneciente a la rama meridional de los tunguses.
Mandarin: Individuo que en la China y otros países asiáticos tenía a su cargo el gobierno de una
ciudad o la administración de justicia / Dialecto chino, perteneciente al grupo chino-
296
tibetano y es, con el cantonés, el principal de los dialectos dominantes en el país,
constituyendo la lengua oficial de la República Popular China.
Mandinga: Se dice de los negros de gran parte de Sudán occidental, de Senegal, Costa de Marfil, Guinea
y Malí. Se caracteriza por su elevada estatura / En América, nombre del diablo en el lenguaje
de los campesinos.
Manga: Anchura máxima de un buque a la altura de la primera cubierta y de la cuaderna maestra.
Manganeso: Metal de color blanco brillante con tinte rojizos, quebradizo y de estructura cristalina
complicada, de dureza 6 en la escala de Mohs.
Maniobra: Operación mediante la cual se dan posiciones y movimientos a las embarcaciones, o
el conjunto de todo el aparejo de ellas.
Manoa: Hipotética ciudad capital de El Dorado.
Mapamundi: Mapa que representa toda la superficie de la Tierra dividida en dos hemisferios.
Marejada: Movimiento tumultuoso de grandes olas.
Maremoto: Terremoto cuyo epicentro se sitúa en el fondo del mar. La propagación de las ondas por
el mar, dá lugar a olas gigantescas, que se desplazan a gran velocidad, provocando
grandes daños.
Marisma: Terreno bajo y pantanoso que se inunda por la subida de las aguas del mar.
Marqués: Título de nobleza inmediatamente inferior al de duque y superior al de conde / En la alta
Edad Media, señor de una marca o territorio fronterizo.
Mástiles: Palos, montados verticalmente, normalmente sostenidos en cada costado y a proa y a
popa, empleados para portar las velas. Los barcos más grandes tenían masteleros e
incluso mastelerillos de juanete montados sobre el mástil más bajo. Un empleo
secundario era proporcionar una plataforma para vigías y banderas de señales. Y eso
continuó, especialmente en los buques de guerra, mucho tiempo después de haberse
eliminado las velas. En los últimos tiempos los mástiles actúan solamente como
plataformas para antenas de radio y radares.
Maya: Familia de pueblos amerindios, establecidos en la parte meridional de México, en
Guatemala y algunos territorios de El Salvador y Honduras. Alcanzaron un alto grado de
civilización. Buenos astrónomos, arquitectos, escultores y orfebres. Poseían un
calendario muy preciso y una escritura jeroglífica.
Mayflower: Nombre del buque que desde Southampton, en 1620, condujo a América del Norte a los
peregrinos que fundaron la primera colonia permanente de los futuros Estados Unidos.
Mayor (Palo): Mástil o palo principal del buque.
Mayorazgo: Institución del Derecho Civil cuya función es perpetuar en la familia la propiedad de
ciertos bienes.
Mediterráneo: Gran mar interior, comprendido entre la Europa meridional, el norte de África y el oeste
de Asia. Se comunica con el océano Atlántico por el estrecho de Gibraltar y con el mar
Rojo y el océano Indico, a través del canal de Suez / Se dice de un mar interior / Dícese
del mar que entrando por una boca estrecha, se halla circundado de la tierra por todos los
demás lados.
Medo: Grupo étnico perteneciente a los pueblos iranios que aparecieron en el milenio I a. C., en
el actual Irán, formando un reino que más tarde sería parte del Imperio Persa.
Menestral: Persona que tiene un oficio manual.
Mercenario: Se dice del soldado que combate por dinero.
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Meridiano: Cualquiera de los círculos máximos de la esfera terrestre que pasan por los polo y un
determinado punto de la tierra.
Mesana, palo de: El tercer mástil, contando desde la proa. Ya que la mayoría de los barcos tenían tres
mástiles, era también el de popa e invariablemente llevaba vela áurica fija.
Mesopotamia: Del griego: ―Tierra entre ríos‖/región de Asia, situada entre los ríos Eufrates y Tigris;
cuna de la civilización occidental. Hoy en día, tal región, corresponde en su mayor parte,
a Irak.
Meteorología: Ciencia que estudia los fenómenos atmosféricos.
Metrópoli: Gran centro de actividades urbanas, con un mínimo de población cifrado en torno al
millón de habitantes.
Mezcal: Nombre que se dá en México a varias plantas de la familia amarrilidácias / aguardiente
que se obtiene por fermentación de las cabezas de esa planta.
Mezquita: Edificio en que los Musulmanes practican sus ceremonias religiosas.
Mica: Mineral del grupo de los silicatos, compuesto de hojuelas brillantes, elásticas, sumamente
delgadas, que se rayan con la uña; tienen colores muy diversos y forman parte de varias
rocas.
Miceno (micénico): Perteneciente a una cultura que se desarrolló en la Grecia continental en el II milenio a.
C. y cuyo centro fue la ciudad de Micenas.
Michoacán: Estado de México, capital: Morelia.
Miles: Mílite – epíteto del soldado de las legiones romanas.
Milla náutica: Medida internacional de distancia en el mar que se ha estandarizado en 1852 metros.
Minoico: Lo referente a la civilización prehelénica de la isla de Creta, cuyo nombre procede del
mítico rey Minos.
Minotauro: Monstruo híbrido con cabeza de toro y cuerpo de hombre, nacido de la unión de
Parsifae, esposa del rey cretense Minos, con el prodigioso toro blanco que Poseidón
había enviado al monarca. Cuándo Minos descubrió el nacimiento del minotauro, lo
ocultó a todas las miradas, encerrándolo en el Laberinto.
Mirra: Gomorresina aromática y brillante en su estructura, proviniendo de diversos árboles de
la familia burceráceas. Se emplea como estimulante y astringente.
Mística o Mistico: Experiencia intima y elevada mediante la cual el alma humana entra en contacto con la
divinidad / Persona que se dedica a la vida espiritual.
Mithos: Narración anónima, más o menos fabulosa, de algo acontecido en un tiempo remoto e
impreciso. Constituye un esfuerzo intelectual para dar respuesta al misterio, a todas las
interrogantes que se le plantean al hombre en su existencia.
Mogol: Título de los soberanos de una dinastía musulmana, de origen tártaro y mongol, que
reinó en la India.
Mojón: Señal permanente que se pone para fijar los linderos de fincas, términos y fronteras.
Mongol: Natural de Mongolia. Dedicados a la caza o al pastoreo, los mongoles eran un grupo de
pueblos nómadas que habitaban las estepas de Asia Central. Las diversas tribus podían
unirse en confederaciones bajo el mando de un jefe único, denominado ―gran khan‖.
Monograma: Cifra que como abreviatura se emplea en sellos, marcas, etc.
Monokrotos: Nave con un solo orden de remos.
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Monopolio: Concesión otorgada por la autoridad competente a una empresa para que ésta aproveche
con carácter exclusivo alguna industria o comercio / Concepto económico que se refiere
al polo opuesto al régimen de libre competencia.
Monoteísmo: Doctrina de los que reconocen un solo Dios.
Monzón: Viento periódico que sopla en ciertos mares, particularmente en el océano Indico,
originando abundante lluvias.
Morera: Árbol perteneciente a la familia moráceas. Muy cultivado, para aprovechar la hoja, que
sirve de alimento al gusano de seda.
Morfología: Parte de la biología que trata de la estructura y forma de los seres orgánicos y de las
modificaciones que experimentan.
Morisco: Musulmán, que tras la reconquista de España se bautizó y quedó en ella. También se le
dice a sus descendientes.
Moro: Natural del Norte de África, donde estaba la antigua provincia romana de Mauritania.
Por extensión, moro se aplica a la población musulmana que habita la isla de Mindanao
en Filipinas, y otras islas de Malasia, de religión musulmana.
Mosaico: Se dice de la obra que resulta de encajar pequeñas piezas de piedras o vidrios, generalmente
de varios colores, para formar un dibujo.
Mosquete: Arma de fuego de los siglos XVI y XVII, más larga y de mayor calibre que el fusil, que
se disparaba apoyándola sobre una horquilla.
Motín: Movimiento o levantamiento popular, por lo común, contra la autoridad constituida.
Muisca: (ver Chibcha).
Múrex (múrice): Molusco gasterópodo marino. Segrega un líquido muy usado en tintorería en la
Antigüedad, y por mucho tiempo, en exclusiva, por los fenicios. Al color que resulta, se
le llama ―púrpura‖.
Nafta: Mezcla de hidrocarburo del alquitrán de hulla, del petróleo o de aceites de esquistos. Se usa
como materia prima en petroquímica y como disolvente.
Nahua: Se dice de un grupo amerindio de México, que constituía la principal etnia del país.
Nao: Denominación genérica para todo tipo de barco hasta el siglo XVI, que se originó en
las embarcaciones mayores de 100 toneladas con y características similares a las
carracas medievales, con torres en proa y popa y velas cuadradas.
Napalm: Gel de aceites hidrocarbonados y jabones, inflamable y de fácil manejo que, al explotar,
se disgrega en partículas que se adhieren al blanco mientras está ardiendo; se emplea con
fines militares para incendiar extensas áreas.
Nauta: Así llamaban los antiguos griegos a los navegantes.
Náutica: Ciencia y arte de navegar.
Nave: Cualquier embarcación.
Necrópolis: Cementerio de gran extensión, en el que abundan los monumentos fúnebres.
Neolítico: Se dice del período prehistórico, también conocido como de la piedra pulimentada, que se
desarrolló entre el mesolítico y la Edad de los Metales. Durante este período se produjo el
desarrollo de la agricultura y la ganadería, la aparición del comercio y un espectacular
crecimiento demográfico, con la población tendiendo a hacerse sedentaria.
Ngonis: Pueblo que se instaló con éxito en el Sudeste africano, formando un reino poderoso en
los territorios de las actuales Zambia, Tanzania y Mozambique.
Nódulo: Concreción de cualquier materia redondeada y poco volumen.
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Nómada: Personas y animales que no tienen asentamiento fijo y recorren los territorios.
Normando: Conjunto de pueblos escandinavos de raza germánica.
Nubio: Habitante de Nubia, región de África Septentrional, entre la primera y la sexta cataratas
del Nilo y el Mar Rojo, que comprende el Alto Egipto y el Norte de Sudán.
Nudo (Velocidad): Medida internacional de la velocidad de un barco (una milla náutica por hora).
Nuez moscada Fruto de un árbol de las familias miristicáceas. Se utiliza como condimento. También
(Mirística): produce un aceite, empleado en medicina y perfumería.
Nuncio: Representante diplomático del Papa.
Ñusta: Mujer de elevada categoría dentro de la sociedad incaica.
Obra muerta: Toda la parte de un barco comprendida entre la línea de flotación y la borda, es decir,
la que permanece fuera del agua.
Obra viva: Toda la parte de un barco comprendida bajo la línea de flotación, es decir, la que
permanece dentro del agua.
Obsidiana: Cristal volcánico de origen natural. Se empleó ampliamente para cortar herramientas y a
veces en recipientes, espejos y joyerías.
Olmeca: Pueblo amerindio que habitó entre 850 y 1521 la costa mexicana del Golfo, desde
Veracruz a Campeche. La cultura Olmeca se difundió por toda el área mesoamericana y
de ella surgieron algunas de las características que fueron comunes a todas las culturas
de la zona, como la edificación de centros ceremoniales, la utilización de la pirámide,
del calendario y el culto al rey jaguar, etc.
Omeya: Dinastía que gobernó el califato árabe (661-749). Uno de sus descendientes creó el
califato de Córdoba en Al-Alandalus, independiente del Bagdad abasí.
Onix (oníce): Mineral de cuarzo, variedad de ágata con líneas rectas de colores, alternativamente
claros y muy oscuros.
Orden de Cristo: Orden militar portuguesa, instituida en 1319 por el rey D. Dionis y aprobada por el Papa
Juan XXII en sustitución de la Orden de los Templarios. Hoy en día, es meramente
honorífica.
Orden de Malta: En su inicio fueron la Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Juan, monjes-
soldados. Fundada en Jerusalén en 1099, teniendo por objeto recibir y ayudar a los
peregrinos y defenderlos de los ataques musulmanes. Después de la toma de Jerusalén
por Saladino, pasaron a la isla de Rodas y más tarde, al concederles Carlos V la posesión
de la misma, a la isla de Malta, llamándose por ello, Caballeros de la Orden de Malta.
Allí permanecieron por más de tres siglos hasta que Napoleón les arrebató la isla.
Actualmente, la Orden está considerada una institución soberana, cuyo territorio se
limita a la residencia del Gran Maestre en Roma.
Orfebre: El que labra objetos artísticos de oro, plata y otros metales preciosos, o aleaciones de
ellos.
Ortodoxo: Las personas conformes con el dogma de una religión. Se dice del seguidor de alguna de
las religiones cristianas, pero no católicas, de Europa oriental, como la griega y la rusa.
Ostrogodo: Se dice de la rama oriental del pueblo godo.
Otomano: De Turquía. Pueblo turco que fue liderizado por Omán u Otmán.
Otomano: Pueblo de origen turco que se estableció en Anatolia a partir del siglo X.
Pacotilla: Porción de géneros que los tripulantes de un barco pueden embarcar por su cuenta, libres
de fletes / Ser una cosa de pacotilla: ser de calidad inferior.
300
Paje: Muchacho destinado en las embarcaciones para su limpieza y aseo, y para aprender el
oficio de marinero.
Palafito: Vivienda lacustre primitiva, construida sobre estacas.
Paleolítico: El período más antiguo y largo de la prehistoria humana, conocido como el de la piedra
tallada.
Paleontología: Ciencia que estudia los seres vivos que han existido en épocas pasadas a través de los
conocimientos aportados por los fósiles.
Palo: Cada uno de los mástiles que conforman la arboladura de un buque. El lanzado hacia
la proa del buque se llama bauprés. Los tres o cuatro verticales se llaman de proa a
popa: trinquete, mayor, mesana y contramesana. Los palos constan generalmente de
tres secciones: el palo macho, mastelero y mastelerillo.
Pangea: El supercontinente, formado por toda la corteza continental primitiva y que
posteriormente, se fue fraccionando.
Paniaguado: Persona que está protegida por otra y se ve favorecida por ella / Servidor de una casa,
que recibe del dueño de ella habitación, alimento y salario.
Pantalassa: Toda la masa acuática que rodeaba a la “pangea”.
Panteón: Conjunto de las divinidades adoradas por un pueblo / Monumento destinado a enterramiento
de varias personas.
Papiro: Planta acuática, propia de África y Suroeste de Asia, que crece en las cercanías de ríos y
lagos. Con las vainas sacadas del tallo, los antiguos las empleaban para escribir sobre
ellas.
Paralelo: Cada uno de los círculos imaginarios terrestres menores paralelos al Ecuador y que
sirven para determinar la longitud.
Parlamento: Cámara o Asamblea nacional o provincial que tiene como funciones básicas elaborar y
aprobar las leyes, y controlar la actividad del Gobierno.
Partidas, (Las Siete): Compilación de Leyes Medievales realizada en el siglo XIII bajo la dirección de Alfonso
X, el Sabio. Ejercieron enorme influencia en la historia del Derecho español.
Parto: Pueblo de origen escita (iranio), que se asentó en el actual Irán. Construyeron un imperio
desde el 284 a.C. hasta el 226 d.C.
Patente de corso: Permiso que bajo ciertas condiciones legales da un Estado al dueño de una embarcación
para capturar presas en el mar.
Pechero: Plebeyo, obligado a contribuir o pagar con pecho o tributo.
Pedrero: Era una pequeña pieza de artillería de muy poco calibre, montada sobre un eje fijado
a la borda, en el cual giraba para lanzamientos de piedras, munición de la cual
tomaba el nombre. Se utilizaba en las abordadas. También los había, cortos, gruesos
y de boca ancha. (Ver Falconete).
Pendón: Insignia militar que consistía en una bandera más larga que ancha.
Pentecóntera: Antecesora del resto de galeras clásicas; contaba con 50 remeros, 25 por costado.
Péntera Nave con tres órdenes de remos, en la que las dos filas superiores llevaban dos remeros
(quinquerreme): por pala y la inferior, uno. Fueron especialmente famosas las cartaginesas, de quienes
las copiaron los romanos.
Percha: Denominación general de las piezas de madera que constituyen la arboladura, vergas,
palancas, etc.
301
Peregrino: Se dice de la persona que por devoción o por voto va a visitar un santuario. – Se aplica al
que anda por tierras extrañas.
Periferia: Espacio que rodea un núcleo cualquiera / Conjunto de los barrios exteriores de la ciudad.
Persa: Antiguo pueblo establecido inicialmente en el actual Irán. Entre los siglos VI y IV a. C.
gobernó un poderoso Imperio que abarcaba desde Oriente Próximo hasta India. Entre sus
emperadores destacaron Ciro II y Darío I.
Pertinaz: Obstinado, tenaz / Duradero.
Pesquisidor: Persona encargada de indagar e informar a su superior.
Peto: Armadura del pecho / Parte superior de un delantal.
Petroglifo: Grabado sobre roca, producto de los pueblos prehistóricos.
Pie: Medida de longitud subdividida en 12 pulgadas que en la España del siglo XVII
equivalía a 27,8 cm. También conocido como pie de Burgos.
Pilotaje: Ciencia y arte de pilotar.
Piloto: El que dirige un buque en navegación.
Pináculo: Parte más alta de un edificio monumental o templo / Parte más sublime de algo inmaterial.
Pinaza: Embarcación de vela y remo, con tres palos, larga, angosta, ligera y de popa cuadrada.
Pínula: Pieza de metal por donde se dirige la vista para observar en los instrumentos de
reflexión que no tienen anteojo. – También la aguja para marcar. – El agujero por
donde entra el sol en el cuadrante o astrolabio para conocer la altura.
Pinzote: Pedazo de hierro redondo clavado en el tope del pie de la madre del cabrestante, y
sobre el cuál gira esta máquina / especie de palanca con que en lugar de rueda, y antes
de la invención de éste, se hacia girar la caña del timón.
Pirata: Barco, tripulación y capitán. Proviene del griego “peiratées”: emprendedor.
Desalmados que atacaban, asaltaban y asesinaban en busca de un botín, sin obedecer
Ley ni autoridad alguna.
Pirinaico: De los Pirineos / Pirineos: Sistema orográfico del SO de Europa, entre España y Francia.
Planchón (plancha): Tablazón apoyado en la costa o en una ribera y sostenido por un caballete, que sirve
para embarcar o desembarcar.
Plausible: Digno o merecedor de aplausos / Atendible, admisible, recomendable.
Plebe: En la antigua Roma, la clase social más baja, que carecía de cualquier privilegio.
Plebeyo: Propio de la plebe o perteneciente a ella / Persona que en la antigua Roma pertenecía a la
plebe, la clase social más baja.
Plebiscito: Consulta que los poderes públicos someten al voto popular directo para que se apruebe o
rechace una determinada propuesta sobre soberanía, ciudadanía, poderes excepcionales,
etc.
Pleitesía: Muestra reverente de cortesía.
Plomada: Cuerpo sólido, que por gravedad proporciona el descenso de las artes de pesca y de la
sonda (o sondaleza) para llegar al fondo / Pesa de plomo o de otro metal, cilíndrico o
cónico, colgado de una cuerda que sirve para señalar la línea vertical.
Plumier: Caja pequeña y rectangular para guardar plumas, lápices, etc.
Polaris: Forma de llamar a la “Estrella Polar”.
Polígamo: Se dice del hombre que tiene a un tiempo varias mujeres.
Políglota: Se dice de la persona versada en varias lenguas.
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Polis: Población helena que se regia a si misma, cualquiera que fuese su sistema de gobierno
monarquía, oligarquía, tiranía o democracia.
Pompa: Fausto, grandeza.
Poney: Nombre que se da a determinados caballos que se distinguen por su poca alzada.
Popa: Toda la sección trasera de un buque.
Porta: Orificio cuadrado hecho en los costados del buque, y con cierta elevación sobre las
cubiertas, por donde asoman los cañones.
Porte: Tamaño o capacidad de un buque.
Portulano: Colección encuadernada de planos de puertos. – Mapa que cubre los accidentes en la
navegación entre un puerto y otro / En la Edad Media se llamó también así a las
“cartas” marinas.
Posta: Conjunto de caballera que se apostaban en los caminos a distancia de 2 o 3 leguas para que
los tiros, los correos, etc. pudieran ser renovados / Casa o lugar donde estaban las postas.
Postiza: Se le llama a algo “agregado” o “sobrepuesto”.
Potosina: De Potosí (Bolivia) / Potosí: Ciudad capital del mismo Departamento, centro industrial,
fundada en 1545, para la explotación de sus minas de plata en la montaña que la rodea /
Valer un Potosí: Valer mucho una cosa.
Pragmática: Disposición que el rey daba, sin contar con ningún Consejo o Asamblea política.
Pragmático: Relativo al pragmatismo / Pragmatismo: Método filosófico, según el cual el único criterio
válido para juzgar de la verdad de toda doctrina debe fundarse en sus efectos prácticos /
Modo de pensar y de actuar que se fija sobre todo en la consecuencias prácticas de los
hechos.
Prédica: Sermón o plática / Por extensión, perorata, discurso vehemente.
Presbítero: Clérigo ordenado de misa, o sacerdote.
Presidio: Establecimiento penitenciario / Fortín / Voz latina y puramente militar. Sinónimo de
castillo, fortaleza y fuerte. Se usó mucho en la América hispana, sobre todo en referencia
a fortines y guarniciones en zonas fronterizas, como en las zonas desérticas del
virreinato de Nueva España (México), en territorios de Arizona, Nueva México, Texas,
California, etc.
Prevaricar: Delinquir los empleados públicos a sabiendas o por ingnoracia inexcusable.
Proa: Toda la sección delantera de un buque.
Profeta: El que posee el don de la profecía (predicción de cosas futuras).
Protestante: Que sigue o pertenece a alguna de las iglesias cristianas formadas como consecuencia de
la Reforma, nacida de discrepancia con la doctrina de la iglesia católica y su
relajamiento de la fe y las costumbres.
Pueblos del mar: Nombre de un conjunto de pueblos indoeuropeos que asolaron las costas de Oriente
Medio y Egipto durante el reinado del faraón Ramsés III.
Puente: (Véase cubierta).
Pulquería: Tienda donde se vende el pulque; voz azteca para una bebida alcohólica que se obtiene
haciendo fermentar el aguamiel o jugo de la pita, maguey, mezcal y ágave.
Puno: Nombre con que los romanos designaban a los cartagineses.
Puntal: Altura del buque desde la quilla hasta la cubierta principal.
Punto de Estima: Posición de una nave determinada sobre una carta, en base al rumbo seguido y
distancia recorrida. Es sólo aproximada, pues el rumbo es modificado por vientos y
303
corrientes y la distancia es difícil de medir con exactitud, por corrientes y errores
instrumentales. Siempre es más exacto el Punto Astronómico calculado por los astros.
Puritanos: Miembros del movimiento político y religioso, de inspiración calvinista, que propugnó
la reforma de la iglesia anglicana para instaurar una religión más pura. Perseguidos
desde 1583, emigraron a los Países Bajos y posteriormente a América, donde un
pequeño grupo (Padres Peregrinos) fundó en 1619 la colonia de Plymouth.
Púrpura: Tinte muy costoso que los antiguos preparaban con la tinta del molusco ―murex‖, y que
su color –variante del rojo- se convirtió en color distintivo en las vestiduras de
Emperadores, Reyes y Cardenales.
Quechua: Pueblo amerindio que habitó en el área andina, en la zona de la sierra, en las cercanías
del Cuzco.
Quemarropa: Tratándose de un disparo de arma de fuego, hacerlo desde muy cerca.
Quilla: Primera pieza que se coloca al construir el buque; gran madero compuesto de varias
piezas fuertemente empalmadas, que va en la parte más inferior del casco, de proa a
popa y sobre el que se insertan, como en un espinazo las cuadernas, que son como las
costillas del buque.
Quimera: Figuradamente, ilusión, fantasía. Monstruo imaginario que según la mitología griega
vomitaba llamas y tenía cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón. – La palabra
designa desde el siglo XVI todas las creaciones vanas de la imaginación y, por
extensión, las ideas falsas.
Quimono: Túnica con mangas largas y anchas, abierta por delante y que se cruza, ciñéndose a la
cintura mediante cinturón. – Es una prenda de vestir típica del Japón.
Razia (Razzia): Voz árabe. Incursión, correría asoladora, sin más objeto que el botín y el castigo sobre
una determinada comarca.
Rebenque: Látigo de cuero o cáñamo embreado, con el cual se castigaba a los galeotes.
Recalar: Llegar el buque a un punto conocido, después de un viaje.
Recua: Conjunto de acémilas / Acémila: Bestia de carga, preferentemente, el mulo.
Regala: Tablón que forma el borde de las embarcaciones.
Regidor: Administrador – Funcionario.
Régulo: Señor de un Estado muy pequeño. Reyezuelo.
Relicario: Lugar en que están guardadas las reliquias / Caja o estuche para custodiar reliquias /
Reliquia: Parte del cuerpo u otro objeto de un santo, digno de veneración / Persona o cosa
muy vieja.
Relinga: Cabo con que se refuerzan las orillas de las velas.
Reloj de arena: (Ver ampolleta).
Remo: Pala para impulsar las embarcaciones por el agua.
Renacimiento: Período de renovación artística literaria y científica, surgido a mediados del siglo XV y
desarrollado hasta fines del XVI. Comenzó en Italia, desde donde se extendió a los
demás países de Europa.
Requiebro: Piropo, galantería.
Retrocarga: Cañones que se cargan desde la recámara, por medio de un segmento que se puede
quitar.
Riada: Avenida, inundación y crecida.
Roda: Pieza gruesa y curva que forma la proa de la nave.
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Rodelero: Guerrero que usaba rodela / Escudo redondo y delgado.
Rosa de los vientos: El conjunto de líneas en que se supone dividido el horizonte para poder apreciar la
dirección de los vientos. – También “rosa náutica” – Brújula.
Round-ship “Barco redondo”. Tipo de naves usadas principalmente, en los mares del Norte
europeo, durante la Edad Media, más proporcionadas entre eslora y manga y
propulsadas a vela.
Rumbo: Dirección considerada o trazada en el plano del horizonte / Camino que uno se propone
seguir.
Rus: Escandinavos que viajaron y se establecieron en el este europeo. Posteriormente, darían
nombre a Rusia (―la tierra de los ríos‖).
Sacrilegio: Profanación de algo sagrado / Ofensa grave contra una persona a quien se debe veneración.
Saga: Nombre dado a las narraciones orales islandesas y escandinavas.
Sagres: Localidad de Portugal, célebre por la Escuela de Navegación que en ella fundó el
príncipe Enrique el ―Navegante‖.
Salazón: Conjunto de carnes o pescados salados / Industria que se hace con estas conservas.
Salitre: Afloramiento salino en zonas áridas que se presenta con un recubrimiento o corteza de la
superficie del suelo.
Samnita: Antiguo pueblo establecido en Italia. Desde mediados del siglo IV a.C., mantuvieron con
Roma tres guerras sucesivas, hasta que ésta logró su dominación total, a mediados del
siglo III a.C.
Samurai: Fueron en principio los guerreros que guardaban la corte imperial. El término se
extendió paulatinamente a todos los guerreros provinciales, BUSHI, en general.
Después, se aplicó el término a todo guerrero con rango o cargo oficial al servicio de un
shogun o ―daimyo‖.
Sarraceno: El término fue usado en el imperio romano y en el occidente latino para los pueblos
nómadas del desierto sirio-árabe; por extensión, en la época de las cruzadas se aplicó a
los árabes y a todos los musulmanes.
Sátrapa: Gobernador de una provincia del Imperio Persa.
Secular/ Seglar: Que no tiene órdenes clericales / Que dura un siglo o desde hace un siglo.
Selyúcida: Dinastía turca musulmana que dominó el Próximo Oriente y Asia Menor entre los siglos
XI y XIII.
Semita: Según la tradición bíblica, descendiente de Sem. Pueblos originarios del norte de Arabia
que entre el V y el I milenio a. C., se asentaron en Oriente Medio, donde desarrollaron
las grandes civilizaciones posteriores a las sumerias. Son de origen semita los acadios,
amorritas y arameos, así como hebreos, fenicios y árabes.
Septentrional: Relativo al Norte del planeta.
Shah: Título del soberano de Irán (Persia), que llevaron también algunos monarcas de la India.
Shogun: ―Gran General‖. Originalmente, título temporal que se otorgaba a los príncipes
imperiales que dirigían campañas militares. Se hizo extensivo a los jefes guerreros
queriendo legitimar su poder, como resultado de ser el brazo armado del emperador. De
hecho, hubo varios shogun, que por grandes períodos, ostentaron el poder supremo en
Japón.
Sincretismo: Sistema filosófico o religioso que trata de conciliar doctrina diferentes.
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Singladura: Camino recorrido por un buque en veinticuatro horas durante una navegación / La
acción de singlar, caminar ó navegar y también la velocidad que lleva la nave.
Sintaxis: Parte de la gramática que enseña a coordinar y unir las palabras para formar las oraciones y
expresar conceptos.
Situado: Asignación de fondos, caudales, dinero.
Snaker: La “nave larga” vikinga, que se llamaba así cuando en su proa se tallaba la cabeza de
una serpiente marina.
Sobrecargo: Persona que cuida del cargamento en los buques mercantes y tiene a su cargo la
administración del buque.
Sofisticado: Elegante, refinado / Complejo, completo, se dice, de aparatos, técnicas o mecanismos /
Falta de naturalidad, afectadamente refinado.
Sojuzgar: Dominar, mandar con violencia.
Somalí: Habitante de Somalia, república de África Oriental, situada entre el golfo de Aden, al
Este y Sur con el océano Indico y, al Oeste con Kenya, Etiopia y Yibuti.
Somático: Se dice del síntoma que es eminentemente corpóreo o material, para diferenciarlo del
síntoma psíquico / Soma: La totalidad de la materia corporal de un organismo vivo.
Sonar: Siglas de Sound Navigation and Ranking; técnica de emplear ondas ultrasonoras para
detectar objetos debajo del agua y, por extensión, el equipo que se utiliza. (Véase
también ASDIC).
Sondaleza (Sonda): Cuerda con un peso de plomo que sirve para medir la profundidad del agua y explorar
el fondo. En su extremo se amarra el escandallo, que es una plomada cónica con un
hueco para recoger muestras que se pegan al sebo que lleva la plomada.
Suahili: Lengua bantú influenciada por la lengua árabe, formándose una cultura de rica literatura
escrita en árabe. Hablada por los habitantes de los Estados situados a lo largo de la costa
africana del océano Indico, entre los siglos IX y XVIII. Hoy es idioma oficial de varios
países del Este africano.
Sufragio: Sistema electoral para la provisión de cargos / Universal: aquel el que tiene derecho a
participar todos los ciudadanos mayores de edad, sin más excepciones legales.
Sultán: La fuente reinante de la autoridad, que llega a convertirse en el término islámico usual
para designar la soberanía.
Sunní – Sunnita: ―Ortodoxo‖ del Islam; seguidor del primer califa sucesor de Mahoma.
Supino: Se dice de la ignorancia que sucede de la negligencia del sujeto.
Sutil: Término dado a naves ligeras.
Táctica: Conjunto de reglas a que se ajustan en su ejecución las operaciones militares.
Taj Mahal: Mausoleo construido en Agra (1630-48) por mandato del emperador Jehan para tumba
de su esposa favorita Muntaz Mahal.
Tamborete: Trozo de madera cuadrangular y fuerte, de largo el doble de su ancho, que encajado y bien
ajustado por el centro de una de sus mitades en la espiga de los palos y masteleros, sirve
para la sujeción de los mismos, pasando todos por un agujero de proporcionado diámetro
que tiene en la segunda mitad de su largo, quedando por entero fuera de la cara de proa del
respectivo palo.
Tamil: Pueblo de lengua dravídico y raza melanohindú que ocupa la parte oriental del sur de la India
y parte de la isla de Ceilán (Sri Lanka).
Tartaria: País donde gobernaba el ―Gran Khan‖.
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Tártaro: Conjunto de pueblos de origen turco y mongol, que durante los siglos XII y XIII
invadieron el Este de Europa. (Hoy en día, su población de unos tres millones, vive
diseminada por Siberia, Asia Central y Rusia europea).
Tasajo: Pedazo de carne seca y salada.
Tasmaniano: Habitante de Tasmania / Tasmania: Estado e isla de Australia separada del continente por el
estrecho de Bass.
Tectónico: Relativo a la estructura de la corteza terrestre.
Telúrico: Relativo a la Tierra.
Témpano: Pedazo de cualquier cosa dura, extendida o plana, como un pedazo de hielo o de tierra unida
/ Quedarse como un témpano: Quedarse aterido de frío.
Templario: Perteneciente a la Orden religiosa-militar fundada en Jerusalén (1118), en el área del
Templo de Salomón –de ahí su nombre-, para proteger a los peregrinos que se dirigían a
los Santos Lugares. Se convirtió en la vanguardia del ejército cristiano de Tierra Santa.
Su organización seguía las normas de la orden religiosa cisterciense y estaba presidida
por un Gran Maestre. Llegaron a poseer grandes riquezas e influencia en la Europa
cristiana.
Temple (Orden de): De los caballeros templarios / Perteneciente a la Orden religiosa-militar fundada en
Jerusalén (1118), en el área del Templo de Salomón –de ahí su nombre-, para proteger a
los peregrinos que se dirigían a los Santos Lugares. Se convirtió en la vanguardia del
ejército cristiano de Tierra Santa. Su organización seguía las normas de la orden
religiosa cisterciense y estaba presidida por un Gran Maestre. Llegaron a poseer grandes
riquezas e influencia en la Europa cristiana.
Teocrática: Sociedad en que la autoridad política, considerada emanada de Dios, se ejerce por sus
ministros.
Teólogo: Persona especializada en Teología, ciencia que trata de Dios, de sus atributos y
perfecciones.
Teotihuacan: Importante centro arqueológico. La actual ciudad de México. Fue la ciudad más
importante de la Mesoamérica precolombina.
Teredo: (Ver Broma).
Teutón: Pueblo de raza germánica / Alemán.
Teutónico: Perteneciente a la Orden religiosa-militar fundada en Jerusalén por los cruzados
alemanes en el siglo XII. Sus miembros, en 1225, conquistaron las tierras de Prusia,
llegando a constituir un gran Estado monástico.
Tibor: Vaso grande de barro de China o Japón, decorado exteriormente.
Tierra Firme: Nombre con que se conoció la parte del continente americano situada al S de las Antillas.
Tifón: Voz castellana del chino “tai-fun”, que designa a una gran tormenta marina.
Timón: Tabla o aleta vertical colocada en la línea central del barco en el codaste,
originalmente (y todavía en barcas pequeñas) de sencillos pinzotes conocidos como
machos y unidos directamente a la barra del timón o por cuerdas o cadenas a la rueda
de dirección que, cuando adquiere cierto ángulo con el curso del barco, provoca un
cambio de dirección.
Timonel: Persona que gobierna el timón de la nave.
307
Tingladillo: Método de construcción en el que los tablones del casco están colocados para que el
borde más bajo esté montado sobre el borde superior del tablón siguiente. (Véase Tope,
construcción a).
Tirano: Un tipo de gobernante de la antigua Grecia, quienes realizaron reformas sociales e
impulsaron las obras públicas. Al paso del tiempo, este término pasó a calificar al
gobernante que rige sin justicia un Estado y a la medida de su voluntad.
Titanio: Metal pulverulento de color gris.
Toldilla: Cubierta corta, elevada en la popa del barco, originalmente conocido como castillo de
popa. La palabra “poop” en inglés procede del latín puppis, popa.
Tolteca: Pueblo amerindio que desarrolló una importante cultura entre los siglos X y XII en el
centro de México.
Tonel: Cuba grande en la que se vierte vino u otro liquido.
Tonelada (desplazamiento) Unidad que expresaba el peso de una embarcación, que alcanzaba
veinte quintales o dos mil libras.
Tonelada de arqueo: Unidad que expresaba la capacidad de carga de un buque, basada en el codo cúbico de
ribera, cuyo valor era de 1.518 m3. La tonelada de arqueo tenía 8 de estos codos.
Tonelada: Medida de capacidad de carga antigua. Actualmente la tonelada métrica de 1.000
kilogramos es unidad de desplazamiento de la nave. La tonelada de registro bruto o
neto, es una medida de volumen, equivalente a 2.183 metros cúbicos.
Tonelaje: Capacidad de carga transportada por un buque mercante o el desplazamiento de un
buque de guerra. En un buque mercante, el tonelaje se puede calcular de varias formas
(el termino procede de “tonel” –tonel de vino-., la unidad de carga estándar original y
“tonel” significa 100 pies cúbicos). Como los buques de guerra casi siempre están
cargados en su totalidad y preparados para la batalla, el tonelaje naval es una medida
del peso del navío. Se calcula por medio del principio de Arquímedes de que un cuerpo
que flota empuja a los costados, o desplaza su peso en agua. La longitud en pies cúbicos
del casco de un barco bajo el agua con carga de combate corresponde al volumen de
agua desplazada; cada 35 pies cúbicos de agua de mar pesa una tonelada gruesa, a
2.240 libras. Por lo tanto, un buque de guerra que desplaza 35.000 pies cúbicos de agua
de mar tiene un peso, o desplazamiento, de 1.000 toneladas gruesas. Un acorazado
típico desplazaba por lo menos 700.000 pies cúbicos de agua de mar, lo que se traduce
en 20.000 toneladas. Tonelaje bruto es el volumen interno total del casco de un barco
que procede de un cálculo basado en sus dimensiones. El tonelaje neto es el volumen
interno disponible para la carga (es decir, el tonelaje bruto menos el espacio para
acomodo de la tripulación, maquinaria, carboneras, etc). El tonelaje de peso muerto es
una medida de carga total de cargamento, fueloil y provisiones que puede transportar
un buque cuando va a plena carga. La capacidad de los buques de carga a granel se
expresa siempre en metros cúbicos. En los barcos mercantes el tonelaje siempre ha sido
una medida de capacidad antes que de desplazamiento. Se calcula dividiendo el
volumen interior utilizable en pies cúbicos por 100: un número arbitrario. Así pues, un
navío que tenga 100.000 pies cúbicos de capacidad está catalogado como de 1.000
toneladas. Esta medida no tiene nada que ver con el peso del barco. En verdad, la
misma palabra tonelada deriva de la practica inglesa del siglo el de imponerle a los
308
barcos mercantes un impuesto acorde con la cantidad de barriles o toneles de vino que
cada uno era capaz de transportar en su bodega.
Toneles: Medida de capacidad de carga antigua.
Tope, construcción a: Método de construcción en el cual los tablones del casco estaban colocados a borde:
(Véase Tingladillo).
Topkapi: Palacio del sultán turco, en su ciudad capital de Estambul.
Toponimia: Nombre propio de lugar. / Estudio lingüístico del origen y etimología de los nombres del
lugar. / Conjunto de los nombres del lugar de un país, épocas, etc.
Tornaviaje: Viaje de regreso.
Torre de Londres: Antigua fortaleza, en Londres, edificada por los normandos; sirvió como prisión de
Estado. En ella se conservan las joyas de la Corona inglesa.
Totora: El tipo de barca que todavía surca el lago Titicaca (Bolivia – Perú) y, en versión más
pequeña, el litoral marino de la ciudad de Trujillo (Perú). Construida con una especie
de anea o espadaña, plantas herbácea que crecen en los lagos y ciertas riberas marinas
de la América Meridional.
Travesía: Viaje que hace un buque de un sitio a otro.
Triboli: Objeto de hierro, con tres puntas, que al caer al suelo, siempre quedaba con una punta
hacia arriba.
Tribu: Agrupación de pueblos antiguos / Grupo homogéneo y autónomo, social y políticamente,
que ocupa un territorio propio.
Triera: Galera de guerra griega con tres bancos de remos en cada lado.
Trierarca: Capitán de una “triera”, nave griega de tres órdenes de remos.
Trinquete (Palo de): Palo siguiente a la proa de un buque.
Tripulación: El personal que lleva una embarcación.
Trirreme: Galera romana con tres órdenes de remos.
Trópico de Cáncer: Línea imaginaria paralela al Ecuador, situados a unos 23º, 27´ de latitud Norte. En él, los
rayos solares inciden verticalmente en el solsticio de verano. (Solsticio: época en que el
sol se halla en uno de los trópicos, es decir, en su posición más alta o más baja,
respectivamente, del 21 al 22 de junio por el de cáncer y del 21 al 22 de diciembre por el
de capricornio).
Trópico de Línea imaginaria, situada a 23º, 27´de latitud Sur en la esfera terrestre. En él, los rayos
Capricornio: solares inciden verticalmente en el solsticio de invierno. (Solsticio: época en que el sol
se halla en uno de los trópicos, es decir, en su posición más alta o más baja,
respectivamente, del 21 al 22 de junio por el de cáncer y del 21 al 22 de diciembre por el
de capricornio).
Trópicos: Cada uno de los dos círculos que se consideran en el globo terrestre en correspondencia
con los de la esfera celeste.
Trueno: En la Edad Media, una forma de denominar a los nacientes cañones.
Trueque: Intercambio directo de bienes y servicios, sin mediar la intervención de dinero.
Tsunami: Ola marina de gran tamaño, producida por una explosión en el fondo del mar, de tipo
volcánico, o de un seísmo.
Tuareg: Pueblo norteafricano que habita en el desierto del Sahara, de raza etiópica oriental.
Viven del pastoreo nómada de rebaños de cabras y camellos.
309
Tunguse (tungús): Se dice de un pueblo de raza siberiana del grupo altaico, que habita desde el Yenisei
hasta el Pacífico y por el norte de China.
Tupi – Guaraní: Pueblo amerindio que habitaba en Paraguay y el norte de Argentina. En el siglo XVI, a
la llegada de los españoles, se trasladaron a los Andes bolivianos; desde allí, huyeron
posteriormente al alto Amazonas y a las Guayanas (siglos XVI-XIX), donde se
establecieron definitivamente.
Tupi: Pueblo amerindio que a la llegada de los españoles, habitaba en la costa atlántica de
América del Sur.
Turanio (turcomano): De Turán, región de la antigua Asia Central / se aplica a las lenguas que, como el turco y
el húngaro, se creen originarias del Asia Central y no corresponden a los grupos arios y
semíticos.
Turcomano: Se dice de un pueblo de raza turania, ocupa el Turquestán ruso, entre el Amur-Daria y el
Caspio.
Urca: Fragata construida especialmente para carga, de fondo plano, sin quilla.
Usufructo: Derecho a disfrutar bienes ajenos con la obligación de conservarlo / Utilidad o rendimiento
que se saca de cualquier cosa.
Valija: Saco de cuero, cerrado con llave, donde los correos llevan la correspondencia.
Vándalo: Este pueblo cruzó el Rin en el 406 y después de atravesar la Galia (Francia), penetró en
España. Después de 20 años de pillaje pasaron al norte de África, donde establecieron un
reino que duró hasta el 533.
Varadera: Defensa, en su primera acepción.
Varar: Encallar la embarcación.
Varego: Cuerpo de guardaespaldas escandinavos de los emperadores bizantinos.
Vasallo: Originariamente servidor o subordinado, aunque acabó por indicar el siervo de un gran
señor.
Veedor: Empleo que reunía las funciones de Inspector General con las de Intendente de Ma-
rina.
Velamen: Masa total de las velas de un buque.
Velas Cuadras: Velas rectangulares o trapezoidales regulares, que se envergan por su parte superior en
vergas que cruzan los palos.
Velas Latinas: Velas triangulares, una de cuyas relingas va envergada en una percha que es izada o
arriada con la vela.
Venablo: Dardo o lanza corta.
Verga: Palo largo de madera o de metal que cruza el mástil de un barco y en el que se coloca
una vela.
Vicario Apostólico: Prelado que rige cierta circunscripción eclesiástica. Uno de los títulos del Sumo
Pontífice.
Vicealmirante: Oficial general de la Armada, inmediatamente inferior al Almirante.
Vikingo: Pueblo escandinavo que entre los siglos VIII y XI realizó diversas expediciones
marítimas por las costas de Europa occidental y exploró regiones del Atlántico Norte;
también llamados normandos.
Virreinato: Institución a cargo de un virrey, que gobierna en nombre y autoridad del Rey. Territorio
gobernado por un virrey.
Virrey: El que con este título gobierna en nombre y autoridad del rey.
310
Viruela: Enfermedad infecciosa aguda, esporádica o epidémica, contagiosa, caracterizada por la
erupción de ampollas con pus en la piel y mucosas, acompañada de fiebre alta.
Virus: Parásito intracelular obligatorio, es decir, que precisa de una célula viva para replicarse.
Visigodo: Rama del pueblo godo que penetró en el Imperio Romano. Fueron asentando su dominio
en la Península Ibérica hasta que en el año 711 fueron derrotados decisivamente por los
musulmanes que penetraron en España.
Xilografía: Arte de grabar sobre plancha de madera.
Yermo: Inhabitado / Terreno improductivo y solitario.
Yoruba: Pueblo negro africano de raza guineana que se asienta por el suroeste de Nigeria hasta la
confluencia de los ríos Níger, Benue y hasta Dahomey y la República de Togo.
Yugo: Cualquier carga pesada, prisión o atadura.
Zafarrancho: Acción y efecto de desembarazar una parte de la embarcación, para dejarla dispuesta a
determinada faena.
Zapador: Soldado que abre trincheras, zanjas, etc.
Zar: Título que se daba al emperador de Rusia y al soberano de Bulgaria. Proviene del latín
―César‖.
Zarpe / Zarpar: Acción de iniciar un buque su travesía al salir del puerto.
ZEE: Zona Económica Exclusiva. Franja costera de 200 millas de anchura medidas desde el
estiaje medio, dentro del cual una nación tiene derecho exclusivo a explotar sus recursos
naturales. Complementa, pero no sustituye al límite territorial tradicional (tres millas, el
alcance eficaz de la artillería costera, posteriormente extendido a 12 millas).
Zozobrar: Perderse la embarcación, yéndose a pique.
Zulú: Pueblo de raza negra que habita en el África austral.
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PERSONAJES
PERTENECIENTES AL VOLUMEN I
Abbas: Tío de Mahoma (566-612). Dió nombre a la dinastía de los Abasidas.
Abrabanel, Yehuda: Político y escritor judeo-portugués. Fue Ministro de Hacienda con Alfonso V de Portugal
y después, con los Reyes Católicos. Residió más tarde en Sicilia, Corfú y Venecia, donde murió. Escribió obras
de asuntos religiosos, históricos y filosóficos.
Abreu de Bertodano, Félix Joseph: Se conoce muy poco de su vida, excepto por la importancia de la obra
mencionada. Siguió los pasos de su padre –Antonio José Álvarez de Abreu- en el campo de la jurisprudencia. Su
padre fue gran conocedor de las Leyes de Indias, asesorando al rey Felipe V quien le comisionó a Venezuela con
amplísimos poderes de carácter jurídico, económico y político. Fue Gobernador y Teniente de Capitán General
interino de la Provincia de Venezuela. En España llegó a ocupar los más altos cargos, siendo ministro de tres
Ministerios, en épocas distintas. Obtuvo el título de Marqués de la Regalía.
Acosta, José de: Jesuita, historiador y naturalista español.
Adán: Padre común del género humano, creado por Dios en el sexto día, como culminación de su obra. El
nombre significa, probablemente, ―Tierra roja‖ o ―Tierra de labranza‖.
Aguirre, Lope de: Aventurero español. Conocido como ―el tirano Aguirre‖ y también como ―Aguirre, el loco‖.
Formó parte de la expedición que en 1559 remontó el Amazonas en busca de ―El Dorado‖, al mando, primero,
de Pedro de Ursúa y luego de Fernando de Guzmán, ambos traicionados y asesinados por Aguirre. En plena
selva amazónica, cuando tomó el mando sobre sus compañeros, firma un acta en que reniega de su Rey,
sublevándose, con la idea de apoderarse del Perú. Tras asumir el mando navegó hasta la desembocadura del
Amazonas, siguió a la isla de Margarita, donde desembarcó; pasó a Tierra Firme, Borburata, Valencia y
Barquisimeto. Es sitiado por tropas del Rey y abandonado por sus últimos compañeros –los marañones, como él
los llamaba- (ya que al río Amazonas, se le llamó Marañon). Mata a su hija ―para que no sirva de colchón a tanto
bellaco‖ y es apresado y ajusticiado.
Ailly, Pierre D’: Prelado y teólogo francés. Contribuyó a poner fin al Cisma de Occidente. Autor de una obra
cosmográfica, ―Imago mundi‖ (1410), en que basó sus cálculos Cristóbal Colón.
Akbar: Gran Mogol. Emperador de la India (1542-1605). Descendiente de Tamerlán. Su reinado coincide con
momentos de gran esplendor para la India. Fomentó el comercio, el arte y la ciencia.
Alá: Nombre que dan a Dios los musulmanes y los cristianos orientales.
Albuquerque, Alfonso de: Navegante y conquistador portugués (1453-1515). Consolidó el poder de Portugal en
la India y Oriente. Exploró las costas de Madagascar y conquistó las islas de Socotora, Ormuz, Malabar, Ceilán y
Malaca. Fue nombrado virrey de las Indias en 1508.
Alejandro Magno: Rey de Macedonia (356-323 a.C.) hijo de Filipo y Olimpia. Educado por Aristóteles. A la
muerte de su padre, arrasó algunas ciudades griegas que se habían sublevado. Atacó a Persia y en 4 años derrotó
a los persas y se apoderó de su Imperio. Fundó Alejandría. Realizó expediciones por Oriente y marchó hacia la
India; tuvo que retroceder por el cansancio de sus tropas. Murió de fiebres (o envenenado), sin haber establecido
un mecanismo de sucesión.
Alejandro VI: (Llamado Rodrigo de Borja). Papa de 1492 a 1503. Delimitó el dominio del mundo entre
españoles y portugueses.
Alí: Primo y yerno de Mahoma, asesinado en el 661 tras haber ocupado el cargo de califa durante algunos años.
Alí-Babá: Personaje principal del cuento, ―Alí Babá y los 40 ladrones‖, de la obra anónima ―Las mil y una
noches‖.
312
Almagro, Diego de: Conquistador español. Fue compañero de Pizarro en la conquista del Perú. Nombrado
―Adelantado‖ organizó una expedición a Chile. Las disputas que surgieron con los hermanos Pizarro provocaron
la guerra civil que culminó con su derrota y ejecución en la localidad de Salinas.
Alvarado, Pedro: Conquistador español. Hombre de confianza de Hernán Cortés.
Álvares Cabral, Pedro: Navegante portugués (1467-1526). En 1500, al mando de una expedición a la India, se
desvió al Oeste y fue a parar a las costas de Brasil, que llamó ―Terra do Vera Cruz‖. Se dirigió después a la
India, donde permaneció hasta 1501, regresando a Portugal.
Amaterasu: En la mitología japonesa, diosa del Sol y de la Luz. De ella se cree descienden los emperadores del
Japón.
Amudsen, Roald: Explorador noruego. Realizó expediciones a ambos Polos y en 1903 descubrió el paso del
Noroeste. Fue el primero en llegar al Polo Sur, en 1913. Sobrevoló el Polo Norte en 1926 y murió al ir en
socorro de otra expedición, la del italiano Nobile.
Anaximandro: Filósofo, geómetra y astrónomo griego (¿610?-547 a.C.). Se le atribuye la invención del
cuadrante solar y de las cartas geográficas. Fijó las épocas de los equinoccios y de los solsticios. Demostró la
oblicuidad de la elíptica.
Anglería, Pedro Mártir de: Geógrafo italiano. Residente en España. Autor de una ―Historia del descubrimiento
de América‖.
Aníbal: General cartaginés (247-183). En la II Guerra Púnica, con su ejército, desde la Península Ibérica,
atravesó los Alpes y venció a los romanos en las batallas de Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas. Se apoderó de
parte de Italia y cercó, sin lograr tomarla, a Roma. Habiendo desembarcado los romanos en África, cerca de
Cartago, Aníbal fue reclamado por el Senado Cartaginés, siendo derrotado por el romano Escipión en Zama.
Exilado en Bitinia y perseguido por los romanos, se suicidó para evitar ser asesinado por ellos.
Antonelli, Juan Bautista: Ingeniero italiano. Estuvo al servicio de Carlos V y Felipe II. Fueron muy
importantes sus trabajos de fortificación en la América Hispana. Presentó un atrevido proyecto de convertir a
Madrid en puerto.
Aquiles: Héroe legendario, hijo de Tetis y Peleo. Cuando era niño, su madre le bañó en la laguna Estigia para
que sus aguas le confiriesen la inmortalidad. Sin embargo, olvidó mojar el talón por donde lo tenía asido, que se
convirtió en su único punto vulnerable. Es el personaje principal de la ―Iliada‖ de Homero; dio muerte a Héctor,
pero pereció a manos de Paris.
Arturo, Príncipe de Gales: Hijo mayor de Enrique VII. Murió muy joven; su viuda, Catalina de Aragón casó
con su cuñado, el futuro Enrique VIII.
Ashikaga: Familia feudal japonesa, establecida en Kyoto, que ocupó el Shogunato de 1338 a 1573.
Atíla: Rey de los Hunos (¿385?-453). Impuso tributo a los emperadores romanos, atravesó Germania y devastó
la Galia, pero fue derrotado en la batalla de los Campos Cataláunicos. Apareció en el norte de Italia, pero se
detuvo en Mantua, por la habilidad diplomática del Papa León I, y se retiró.
Babur: Primer Emperador Mogol de la India (1483-1530). Ocupó el trono de Afganistán y vencedor en Panipat,
estableció en 1526 el Imperio mogol en India.
Bacon, Francis: Filósofo y político inglés (1561-1626). Es uno de los fundadores del método experimental;
combatió la filosofía escolástica y exigió de la ciencia que ayudará al hombre a dominar la naturaleza. En la
novela ―Nova Atlantis‖ proyectó un estado utópico, científicamente organizado.
Baffin, William: inglés. Exploró el mar que lleva su nombre, buscando el paso del Atlántico al Pacífico por el
norte de América.
313
Barbarroja (Jair-Aldin): Corsario berberisco de origen griego (1467-1546). Fué bey de Argel bajo la soberanía
del sultán otomano; luchó contra los españoles a las órdenes de los sultanes turcos Selim y Solimán y conquistó
Túnez. Nombrado gran almirante, ejerció su dominio en el Mediterráneo hasta su retiro en Constantinopla.
Barents, Willem: Marino holandés. Descubridor del Océano Glacial Ártico, que lleva su nombre, más Nueva
Zembla y el archipiélago de Spitzberg.
Bartolomé de las Casas: Misionero, sacerdote dominico y prelado español, llamado el ―Apóstol de las Indias‖.
Desplegó un celo infatigable en favor de la situación de los indígenas americanos. Autor de ―Brevísima relación
de la destrucción de Indias‖. Se le debe la promulgación de las Nuevas Leyes de Indias.
Basilio II: (¿957?-1025). Conquistó el territorio de los búlgaros. Se anexionó parte de Georgia y Armenia.
Bastidas, Rodrigo de: Navegante español, exploró el mar de las Antillas y fundó el puerto de Darién y la ciudad
de Santa Marta en la actual Colombia.
Battuta, Ibn: El más grande de los viajeros, no solo del mundo musulmán, sino del medieval, es el magrebí
Battuta (1304-1362), se recorrió todo el mundo conocido en su época a lo largo de tres decenios
aproximadamente. Escribió ―Viajes‖.
Bazán, Álvaro de: Marqués de Santa Cruz. Almirante español (1506-1588). Capitán General de las Galeras de
Nápoles y de España. Participó en la batalla de Lepanto y dirigió las operaciones navales durante la ocupación
de Portugal. Felipe II le encargó la organización de la Armada Invencible pero murió antes de completar la tarea.
Bello, Andrés: Pensador, jurista, educador y poeta venezolano. Entre sus discípulos tuvo a Simón Bolívar, a
quien acompañó a Londres en 1810, como representante de la Junta Revolucionaria de Caracas. En 1829 viajó a
Chile, donde fue rector de la nueva Universidad Nacional de Chile, redactó el Código civil, el más antiguo de
Hispanoamérica. Autor de ―Alocución a la Poesía‖, la ―Silva a la Agricultura de la Zona Tórrida‖, ―Principios de
ortografía y métrica de la lengua castellana‖ y ―Gramática de la lengua castellana destinada al uso de los
americanos‖.
Bering, Vitus: Navegante danés, al servicio de Rusia. Descubrió el mar y el estrecho que llevan su nombre, las
islas Aleutianas y la península de Alaska.
Bethencourt, Jean: Caballero normando (¿1360?-1422). En 1402 se apoderó de las islas de Lanzarote,
Fuerteventura, Gomera y Hierro, cuya soberanía cedió a Enrique III de Castilla.
Bizas: Hijo de Ceresa y de Poseidón, descendiente de los reyes de Argos y contemporáneo de los Argonautas. Se
le atribuye la fundación de Bizancio.
Bjarni: Líder de una familia islandesa, quien, por primera vez, avistó tierra de Norteamérica, actual Canadá,
posiblemente la llamada ―Península del Labrador‖.
Bobadilla, Francisco de: Comendador español. En 1500 llegó a Santo Domingo para poner fin en las
disensiones entre los colonizadores y mandó preso a España a Cristóbal Colón y a sus hermanos. Su actuación
fue reprobada por los Reyes Católicos. Murió en un naufragio al regresar a España.´
Bolena, Ana: Reina de Inglaterra, segunda esposa de Enrique VIII; fue suplantada por una de sus damas de
honor que la acusó de traición y adulterio. Condenada a muerte y decapitada en la Torre de Londres. La relación
entre Ana Bolena y Enrique VIII fue la causa directa del cisma de la Iglesia Anglicana, ya que el Rey solicitó la
anulación, por no darle heredero, de la española Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos; la negativa del
Papa precipitó la decisión real.
Bragadin, Marco Antonio: (¿ ? – 1571). Valeroso comandante veneciano, defensor de la plaza fuerte de
Famagusta (Chipre), ante el ataque y sitio de gran flota y ejército turco. Negociada una tregua entre él y el jefe
turco, no es respetada y además, después de varias crueldades con su persona, es desollado vivo.
Brahma: Divinidad hindú que, en la Trimurti, en un principio representó lo absoluto y posteriormente fue
dotado de rasgos personales, convirtiéndose en creador del universo.
314
Brendan (San Brandano): Santo irlandés, famoso por su ―Viaje‖ por lo que se le llama el ―viajero‖. La noticia
de su viaje atrajo a muchos devotos y para satisfacerles levantó un buen número de monasterios. El manuscrito
en el que se relata el viaje es del siglo X u XI; según él, San Brandan, con varios de sus monjes fue por mar a
buscar una ―Tierra de Promisión‖ ó un ―paraíso‖, empleando en la travesía siete años hasta que encontraron un
país de rica vegetación. Entre las diferentes tierras en que se ha pretendido situar tal hallazgo se creyó que
pudiera haber sido la Florida. Muchos geógrafos tienen por pura leyenda tal viaje.
Buda (Siddharta Gautama, llamado): Príncipe indio (560-480 a.C.). Decidió abandonar su vida acomodada
para consagrarse a la vida ascética a fin de conseguir la Verdad. Un día, orando, alcanzó el conocimiento de las
cuatro nobles verdades que se convirtieron en fundamento de su teoría moral y religiosa: el sufrimiento, su
origen, su supresión, y el camino hacia el nirvana. Así se convirtió en Buda, ―el Iluminado‖. Su doctrina es hoy
seguida por más de 500 millones de adeptos.
Burroughs, Esteban: Navegante inglés del siglo XVI que después de haber tomado parte en la expedición
marítima de Chancellor en Rusia, la Compañía de Indias le encargó en 1556 la búsqueda de un paso por el
Noreste. Costeando Rusia, tocó en Nueva Zembla y llegó hasta los 70º, 5´ de latitud norte. Tuvo que retroceder a
causa de los hielos. De vuelta a la patria escribió una interesante relación de su viaje. Hasta entonces ningún
marino había avanzado tanto como él hacia el NE.
Cabeza de Vaca, Alvar Núñez: Conquistador español. Formó parte de la expedición de Pánfilo de Narváez a la
Florida. Tras permanecer cautivo seis años con una tribu de ese territorio, atravesó con tres supervivientes
América septentrional. Relató sus aventuras en ―Naufragios y comentarios‖.
Caboto, Giovanni: Navegante y explorador italiano. Descubrió la isla de Cabo Bretón, al sureste de Terranova y
las costas de Florida y El Salvador.
Caboto, Juan Sebastián: Navegante italiano, hijo de Giovanni. Exploró el río de la Plata y remontó los ríos
Paraná, Uruguay y Paraguay.
Cabral Álvares, Pedro: Navegante portugués. El 25 de Abril de 1500 llegó al Brasil y dio a la ensenada en que
desembarcó el nombre de ―Porto Seguro‖
Calónico: Griego poseedor de una fórmula de mezcla de sustancias inflamables, que se convirtió en un arma
llamada ―fuego griego‖.
Calvino, Juan: Teólogo y reformador religioso francés (1509-1564). Realizó estudios eclesiásticos y se adhirió
a la reforma luterana, que propagó principalmente en Ginebra (Suiza), donde organizó un estado teocrático. Sus
doctrinas dieron lugar al calvinismo.
Caos: Inmensidad vacía que, según los antiguos, había precedido a la formación del universo. En el seno de este
abismo primordial coexistían en cierto modo, estrechamente unidas dos entidades indefinibles, la Tiniebla
(Erebo) y la Noche (Nicte), que al separarse la una de la otra y ambas del Caos, dieron lugar al nacimiento de
Urano (el Cielo) y de Gea (la Tierra).
Carlomagno: Rey de los francos y emperador de Occidente (742-814). Se esforzó en crear un Imperio
romanogermánico en Europa occidental, presidido por la idea cristiana. En la navidad del año 800 fue coronado
por el Papa León III como emperador de Occidente.
Carlos II de España: Hijo de Felipe IV, ciñó la corona a los cinco años, bajo la regencia de su madre. De
naturaleza débil y enfermizo, casó dos veces pero no tuvo descendencia y testó a favor de Felipe de Anjou, nieto
de Luís XIV de Francia. Fue el último monarca de la Casa de Austria en España y a su muerte se desencadenó la
llamada ―Guerra de Sucesión‖.
Carlos II de Inglaterra: Hijo de Carlos I, juzgado y ejecutado por el Parlamento. Marchó a Francia a la muerte
de su padre. En 1651 fue coronado Rey de Escocia, siendo derrotado ese mismo año por Cromwell. Fue
restablecido en el trono por el general Monk en 1660. Enfrentado al Parlamento inglés, las derrotas en las
315
guerras contra las Provincias Unidas (Holanda) le obligaron a reconocer los derechos del Parlamento y a sentar
las bases de la monarquía constitucional inglesa.
Carlos V: Carlos I de España y V de Alemania (1500-1558). El soberano más poderoso de Europa. Impuso su
poder absoluto en España, mantuvo guerras con Francia, los turcos y los protestantes alemanes. Renunció a la
Corona de España y al Imperio de Alemania y se retiró al monasterio de Yuste, en Cáceres, España, donde
murió.
Carlos VIII: Rey de Francia (1470-1498). Fue proclamado Rey en 1483. Cedió a Fernando el Católico el
Rosellón y la Cerdaña en 1492 y un año después el Franco Condado y Artois a Maximiliano de Austria. En 1495
incorporó Bretaña a su corona.
Cartier, Jacques: Navegante francés. Enviado por Francisco I para buscar un paso por el Norte de América;
reconoció la isla de Terranova y la península del Labrador. En su segundo viaje remontó el río San Lorenzo,
descubriendo la futura Canadá.
Catalina de Aragón: Hija de los Reyes Católicos. Casó con Arturo, príncipe de Gales y tras enviudar, contrajo
matrimonio con su cuñado, Enrique VIII. Al no darle heredero, éste solicitó al papado la anulación del
matrimonio; la negativa produjo el cisma de la iglesia de Inglaterra, Catalina fue la madre de María Tudor.
Murió, al parecer, envenenada por orden del rey.
Catalina de Braganza: Reina de Inglaterra y regente de Portugal. Infanta de Portugal, hija de Juan IV, casó con
el rey de Inglaterra, Carlos II; abandonada por su esposo, regresó a Portugal y llevó la Regencia del reino en
ausencia de su hermano, Pedro II.
Catón, Marco Porcio: Político y escritor latino. Era llamado ―Catón el viejo‖ o ―el Censór‖. Fué célebre por su
severidad y austeridad. Fue cónsul en España y censór. Como escritor se le debe ―Orígenes‖, ―Historia de Roma‖
y ―De re rustica‖, obra didáctica.
Cavendish, Thomas: Navegante inglés; habiendo malgastado su patrimonio, se lanzó, para rehacer su fortuna, a
la vida de aventuras marítimas. En julio de 1586 zarpó de Plymouth para dar la vuelta al mundo en dos años y
cincuenta días. En tal viaje atacó muchas naves españolas, entre ellas a la‖Santa Ana‖ , con un cargamento de
gran valor. Entró a puerto con la tripulación vestida con trajes de seda, las velas de damasco y el palo mayor
enchapado en oro. La reina Isabel I le armó caballero. En tres años gastó su botín y emprendió otro viaje, con el
mismo fin, pero murió en la travesía.
Cervantes Saavedra, Miguel de: Escritor español (1547-1616). Hijo de un modesto cirujano, estudió en
Valladolid y Sevilla. Luchó en Lepanto. Prisionero después de los turcos, fue rescatado por los frailes trinitarios.
Se dedicó a la literatura: novelas y comedias teatrales. Fue comisario para el acopio de víveres destinados a la
Flota de Indias y recaudador de contribuciones. Por cuestiones relacionadas con la rendición de cuentas, le
mandaron a prisión. En esa época pudo dar fin al ―Quijote‖. Cuando escribió la segunda parte, se empezaron a
publicar sus otras muchas comedias.
César, Julio: Dictador, general e historiador romano (100-44 a.C.). Fue tribuno-cuestor-edil-pretor. Dominó a la
Galia. Triunfó sobre Pompeyo, su gran rival. Fue amante de Cleopatra y le dió un hijo. Vuelto a Roma, obtuvo el
poder absoluto. Se preparó una conspiración contra él y fue asesinado en el Senado.
Cíclopes: Seres monstruosos, gigantescos, que poseían un único ojo situado en medio de la frente. Hijos de Gea
y de Urano.
Ciro II (el Grande): Rey de Persia (¿579?-529 a.C.). Era hijo de Cambises I. Fundó el Imperio Persa. Venció al
rey de Lidia, Creso. Se apoderó de Babilonia poniendo fin a la cautividad de los judíos. Extendió sus dominios
hasta el Mar Caspio y el Indo.
Clemente V: Papa francés. En 1309 estableció la Corte Papal en Aviñon (Francia). Disolvió la orden militar del
Temple.
316
Cleopatra VII: Reina de Egipto (69-30 a.C.). Julio César la restableció en el trono y tuvo un hijo con ella,
Cesarión. A la muerte de César, en la lucha civil entre Octavio y Marco Antonio, se unió a éste, política y
sentimentalmente. La pareja perdió la batalla naval de Actium (31 a.C.). Posteriormente, Marco Antonio,
creyéndola muerta se atravesó con su espada y Cleopatra, al enterarse, se suicidó.
Colón, Cristóbal: Navegante genovés (¿1451?-1506). Pretendió llegar a Oriente por el Occidente y para ello
solicitó sin éxito la ayuda de Juan II de Portugal. También trató de interesar en su proyecto a Génova, Venecia,
Francia e Inglaterra. En España, en su primer intentó fracasó y en su segundo, convenciendo a la Reina Isabel la
Católica, consiguió la firma de las ―Capitulaciones de Santa Fe‖, según las cuales, recibió los títulos de
Almirante, Virrey y Gobernador de las tierras que descubriese. En su primer viaje, tocó tierra americana en la
isla de Guanahani, archipiélago de las Bahamas. Prosiguió por 3 viajes más sus exploraciones, sin nunca
reconocer que había tocado en un nuevo continente, persistiendo en su idea de que lo que descubría pertenecía al
Cipango (Japón) y que lograría llegar a Catay (China).
Colón, Diego: Acompañó a su hermano Cristóbal en su segundo viaje al Nuevo Mundo. Fué gobernador de La
Española. Al igual que sus hermanos, regresó a España como prisionero.
Colón, Diego: Hijo mayor de Cristóbal; heredó los derechos de su padre y desde 1509 hasta su muerte fue
almirante y virrey de las Indias, con asiento en Santo Domingo.
Colón, Fernando o Hernando: Bibliógrafo y cosmógrafo español. Hijo de Cristóbal y Beatriz Enríquez.
Acompañó a Carlos V en algunas expediciones y a su padre en su último viaje a América. Reunió una biblioteca
de más de 15.000 volúmenes que constituyeron la llamada ―Biblioteca Colombina‖. Escribió la ―Vida del
almirante Cristóbal Colón‖.
Collingwood, Cuthbert: Almirante ingles. Ingresó a la marina cuando tenía solamente 13 años. En 1797 era
capitán de navío y en 1799 contralmirante. Tomó parte importante en diversas victorias navales inglesas, como
la de Brest y la de Cabo de San Vicente. En Trafalgar, ya vicealmirante, era el segundo de Nelson, y a la muerte
de su jefe, asumió el mando total y siguiendo el estilo de Nelson, consiguió la victoria. Por su comportamiento
en esa acción se le dió el título de Barón y ascendió a Almirante. Ocupó más tarde el mando de la Escuadra del
Mediterráneo, a pesar de su mal estado de salud. Murió en el mar, frente a Mahón (Islas Baleares).
Confucio: Filósofo chino (551-479 a.C.). Fué funcionario del gobierno y ascendió al rango de ministro; se
convirtió en una figura muy popular. En el 487 a.C., abandonó la vida pública y empezó a impartir sus
enseñanzas. Sus ideas ejercieron una enorme influencia en la vida, el arte, la política, la religión, la moral y las
costumbres de China. No dejó escritos; sus discípulos compilaron su doctrina que se fundamentan en el culto a la
tradición y la familia, resaltando la importancia de las virtudes naturales.
Constantino (el Grande): Emperador romano (285-337). Promulgó el edicto de Milán sobre tolerancia
religiosa. Convirtió a la antigua Bizancio en capital del Imperio con el nombre de Constantinopla.
Cook, James: Navegante inglés (1728-1779). Emprendió una serie de viajes de carácter científico en los que
exploró Tahití, Nueva Zelanda, el Antártico y Nueva Caledonia. Fue atacado y asesinado por los indígenas en la
bahía de Kealakekua, en las islas Sándwich (Hawai).
Corte – Real, Gaspar: Navegante portugués. Descubrió Terranova y un año después, recorrió sus costas y las
del Labrador y Groenlandia. Desapareció en el mar.
Corte – Real, Miguel: Partió en busca de su hermano. Recorrió las costas de Terranova y del Golfo de San
Lorenzo, pero su navío naufragó y también desapareció.
Cortés, Hernán: Conquistador español de México. El emperador Carlos V le nombró Capitán General de Nueva
España (México) y le concedió el título de Marqués del Valle de Oaxaca: organizó expediciones a California.
Vuelto a España tomó parte en la expedición a Argel.
317
Cortés, Martín: Cosmógrafo y navegante español. En Cádiz pasó la mayor parte de su vida entregado a la
enseñanza. Muy experto en geografía y cosmografía, como lo demuestra en su obra ―Breve compendio de la
Esfera de la Arte de Navegar…‖. En dicha obra se sienta la variabilidad de la declinación magnética de la
brújula para los distintos lugares del globo, cuando en casi todos los libros de la misma época, se negaba (1551).
Cosa, Juan de la: Marino y cartógrafo español, acompañó a Colón en sus dos primeros viajes y a Alonso de
Ojeda en 1499, tras lo cual, realizó su mapamundi, (año 1500) de gran valor cartográfico.
Crono: Hijo menor de Urano y Gea. Se unió a su hermana, Rea, de la que tuvo varios hijos. Pero como Gea le
había predicho que sería destronado por uno de ellos, se apresuró a devorarlos a medida que nacían. Los
romanos lo asimilaron a Saturno.
Champlain, Samuel de: Explorador francés. Hizo viajes a las Antillas y América Central por encargo de
España. Por mandato de Enrique IV de Francia, fundó una colonia y la ciudad de Québec, en Canadá. Descubrió
el lago que lleva su nombre.
Chancellor, Richard: Navegante inglés. La visita que casualmente hizo a Moscú, mientras buscaba el paso del
Noreste, echó las bases para el establecimiento de una corriente comercial entre Inglaterra y Rusia.
Chávez, Alonso: Piloto y cosmógrafo sevillano. Tomo parte muy activa en los trabajos de la ―Casa de
Contratación‖, fue nombrado además de piloto y cosmógrafo, maestro de hacer cartas e instrumentos de
navegación. Fue profesor del ―Arte de Navegar‖.
Cheng-Ho (Ma-Ho): Almirante chino. Emprendió 7 viajes de exploración y establecimiento de relaciones
comerciales y diplomáticas por las costas del Sureste asiático, Golfo Pérsico, y costas orientales de África,
bordeando, muy probablemente, su punto austral.
Chou (dinastía China): (1066-221 a.C.). Sus gobernantes se identificaban como ―hijos del cielo‖. China era un
―Imperio Celestial‖. Emerge una capa social equiparable a la clase media. Confucio predica su filosofía. El
Imperio, amenazado por las invasiones de pueblos nómadas, se desinteresa por lo que sucede más allá de sus
fronteras. La dinastía se divide en dos zonas geográficas.
Dampier, William: Navegante inglés. Convertido en capitán de filibusteros, en 1678 saqueó las factorías
españolas de las Antillas y el Golfo de México. Exploró las costas de Australia, Nueva Guinea y Nueva Britania.
Publicó en 1706 ―Viaje alrededor del mundo‖.
Darío I: Emperador de Persia ―Rey de reyes‖ (550-486 a.C.). El ataque de los griegos a la ciudad de Sardes
propició la primera guerra ―médica‖ en la que fue derrotado en la batalla de Maratón (490 a.C.).
Davis, John: Navegante y explorador inglés. Descubrió las costas occidentales de Groenlandia, el estrecho de su
nombre, las islas Cumberland y exploró las Malvinas.
Dias, Bartolomeu: Navegante portugués (1450-1500). El rey Juan II le encargó la búsqueda de un paso al sur
del Congo, hacia el reino del Preste Juan. En su viaje dobló el extremo sur de África (1487) y descubrió el que
llamó ―Cabo de las Tormentas‖, nombre que Juan II cambió por el de ―Cabo de Buena Esperanza‖.
Díaz de Solís: Descubridor español. Realizó junto a Vicente Yánez Pinzón viajes por el Caribe y el norte de
Brasil, buscando un paso que condujese a las Indias Orientales. Murió en su empeño al explorar el Río de La
Plata.
Dido: Princesa fenicia (siglo VIII a.C.). Según la leyenda, fue hija de Muto, rey de Tiro, y para sustraerse a la
tiranía de su hermano Pigmalión, se trasladó a África, donde fundó Cartago.
Dionides: Pirata célebre en los mares de Levante, en los tiempos de Alejandro Magno.
Dionisio (el viejo): (¿432?-367 a.C.). Se hizo con el poder, apoyándose en las clases populares, sostuvo varias
guerras contra los cartagineses y se adueñó de casi toda Sicilia.
Direk – Hatichs: Navegante holandés. Segunda mitad del siglo XVI. En 1616 zarpó; reconoció las islas de
Nueva Guinea y la parte septentrional de Australia. Luego de reconocer parte de la costa, tomó tierra y en una
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isla de la entrada del golfo de los ―Perros Marinos‖, dejó una placa de su arribada. La isla fue llamada con su
nombre; más tarde se desfiguró éste, siendo el de ―Dirh Hurtog‖ el que aparece en los mapas. Fue uno de los
primeros que pisó tierra australiana.
Doria, Andrea: Almirante genovés (1466-1560). Después de estar al servicio de Francia, pasó al del Emperador
Carlos V, librando la ciudad de Génova de la dominación francesa. Consiguió de España el reconocimiento
formal de la independencia de Génova. Tomó parte en destacadas acciones navales (expediciones a Túnez y
Argel).
Drake, Francis: Navegante y corsario inglés. Durante muchos años atacó a las fuerzas españolas en las Indias
Occidentales. En su viaje de circunnavegación del mundo, dio el nombre de Nueva Albión a la costa de
California. Más tarde, ataca Santo Domingo, la bahía de Cádiz y luchó contra la ―Armada Invencible‖.
Ducasse, Jean Baptiste: Marino francés. Durante la guerra de Sucesión de España, aprovisiona Cartagena en
1703 y en 1714, como Almirante de escuadra francesa, bloquea por mar a Barcelona.
Eanes, Gil: Navegante portugués. En 1434 dobló, por primera vez, el Cabo Bojador, en África, con lo que
contribuyó en gran medida a hacer desaparecer el temor por los mares desconocidos.
Eduardo III: Rey de Inglaterra (1312-1377). Sucesor de Eduardo II. Impuso su autoridad en Escocia y disputó
la corona de Francia a Felipe VI Valois (causa de la ―Guerra de los 100 años‖). En su reinado aumentó el papel
del Parlamento y su fuerza política a través de la Cámara de los Comunes.
Eduardo IV: Rey de Inglaterra (1442-1483). Hijo de Ricardo de York, pretendiente al trono de Enrique IV
Lancaster durante la Guerra de la Dos Rosas. Firmó con Francia el Tratado que puso fin a la ―Guerra de los 100
años‖.
Elcano, Juan Sebastián: Navegante español. Tomó el mando de la expedición de Magallanes, tiempo después
de la muerte de éste y a bordo de la nao ―Victoria‖ llegó a Sanlúcar después de completar la primera vuelta al
mundo. Tomó parte a otro viaje a las Molucas como segundo jefe de la expedición de García Jofre de Loaiza.
Trás asumir el mando, por la muerte de éste, también él falleció.
Enrique (el navegante): Príncipe portugués (1394-1460). Hijo de Juan I de Avis. Luchó contra el Islam en la
toma de Ceuta y estableció en Sagres, cerca del Cabo de San Vicente, un centro donde reunió a constructores de
barcos, cosmógrafos y cartógrafos, para impulsar su proyecto: una nueva ruta para llegar a la India y al mítico
reino del Preste Juan.
Enrique III: Rey de España (1379-1406). Favoreció a la nobleza segundona. Debilitó el poder de las Cortes y
firmó la paz con Inglaterra. Inició la expansión castellana por el Mediterráneo.
Enrique VII: Rey de Inglaterra (1457-1509). Derrotó y mató a Ricardo III en Bosworth, alcanzando la corona
de Inglaterra.
Enrique VIII: Rey de Inglaterra (1491-1547). Sucedió a su padre, Enrique VII. Hasta 1521 apoyó a Carlos V y
se unió al Papa contra Francia. Su intentó de anular su matrimonio con Catalina de Aragón supuso la ruptura con
Roma y la independencia de la iglesia anglicana bajo la soberanía del Rey. Contrajo varios matrimonios y
algunas de esas esposas fueron ejecutadas.
Enríquez, Beatriz de Arana: Dama española. De sus amores con Cristóbal Colón, nació Fernando. Gozó de la
protección de Isabel de Castilla.
Ensenada, Marqués de la: Político español. En 1743 fue nombrado secretario de Hacienda, Guerra, Marina,
Indias y Estado. Fortaleció el Ejército y la Armada y llevó a cabo reformas administrativas en América. En
política exterior, simpatizó con Francia y fue anti-británico.
Eratóstenes: Científico griego (276-194 a.C.). Director de la Biblioteca de Alejandría. Fue el primero en medir
el meridiano terrestre con gran exactitud, así como la distancia de la Tierra a la Luna y al Sol.
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Erik (el rojo): Jefe noruego (940-1010). En el 985 llegó a la costa occidental de Groenlandia. Volvió con
colonos y se estableció en los fiordos de la costa, donde murió.
Escalante de Mendoza, Juan: General de Escuadra, español. Actuó en Tierra Firme, muriendo en 1596. Autor
del ―Itinerario de Navegación‖.
Essex, Robert Devereux, Conde de: Militar y político inglés. Favorito de Isabel I. Su fracaso en la sublevación
de Irlanda le hizo perder el favor de la reina. Para vengarse conspiró con Jacobo VI de Escocia, pero fue
descubierto y ejecutado.
Estrabón: Geógrafo e historiador griego. Su ―Geografía‖ en17 libros es, junto a la de Tolomeo, la mejor obra de
este género en la Antigüedad.
Estuardo, María II: Reina de Inglaterra y Escocia, hoja de Jacobo II. Fue proclamada en 1689, conjuntamente
con su esposo Guillermo de Orange.
Euclides: Matemático griego (330-300 a.C.). Por encargo del faraón Tolomeo I escribió los ―Elementos‖ en
trece volúmenes, que sistematiza todos los conocimientos de su época. Influyó también en los matemáticos
árabes y occidentales, prácticamente hasta nuestros días.
Evans, Arthur John: Arqueólogo y escritor inglés (1851-1941). Dirigió las excavaciones del palacio de
Cnossos (Creta).
Fajardo, Luís: Almirante español de la Mar Océano, en el siglo XVII.
Faleiro, Ruy: Astrónomo y geógrafo portugués. Amigo fiel de Magallanes y su compañero en el destierro que
Faleiro voluntariamente se impuso. Sus servicios fueron reconocidos por el emperador Carlos V, nombrándole
Comendador de la Orden de Santiago. Fue probablemente quién imaginó el proyecto de llegar a las islas de las
Especias, doblando la punta austral del continente americano. Tuvo disensión con Magallanes, quedando
excluido del mando de la expedición. Su salud se quebrantó y medio loco, volvió a Portugal para ver a su
familia. Allí fue hecho preso y sólo lo liberaron a instancias de Carlos V. Murió poco después.
Fargani, Al: Astrónomo de Bagdad. Escribió un Tratado sobre el Astrolabio.
Farnesio, Alejandro: Militar italiano al servicio de España. Se educó en España e inició su carrera miliar en la
batalla de Lepanto. En 1578 Juan de Austria le nombró gobernador de los Países Bajos. Estuvo al mando de las
tropas que habían de invadir Inglaterra con la ―Armada Invencible‖.
Federico I (Barbarroja): Emperador alemán (1123-1190). Elegido Emperador a la muerte de su tío, fue
nombrado también rey de Italia. Fue el iniciador de la dinastía Hohenstaufen. Restableció la autoridad imperial
sobre todos los príncipes alemanes e italianos. Se opuso a la autoridad Papal y aspiró a convertirse en Emperador
universal. Organizó la tercera Cruzada, en la que murió.
Federico II: Rey de Sicilia (1194-1250). De origen alemán, subió al trono de Sicilia. Fue proclamado rey de los
romanos y coronado por el Papa Honorio II en Roma. Se enfrentó a la iglesia por el ―dominium mundi‖ y fue
excomulgado. Para salvar esta situación, marchó a Egipto, donde logró la devolución de Jerusalén, de la que se
hizo proclamar rey. La alianza de las grandes ciudades italianas alrededor del Papa y la nueva excomunión
decretada contra él, dió inicio a una Cruzada contra Federico. El nuevo pontífice Inocencio IV, convocó el
concilio que depondría definitivamente al emperador en 1520.
Felipe I, el Hermoso: Soberano de los Países Bajos y rey de Castilla. Hijo de Maximiliano de Austria y María
de Borgoña. Casó con Juana ―la Loca‖ de Castilla, hija de los Reyes Católicos. Felipe, escudándose en la
enfermedad mental de su esposa, reclamó el trono, lo que le valió el enfrentamiento con Fernando el Católico,
regente hasta 1506. Apoyado por la mayoría de la nobleza castellana, ejerció el gobierno efectivo, aunque por
poco tiempo, debido a su muerte prematura.
Felipe II (Augusto): Rey de Francia (1165-1223). Tomó parte con Ricardo Corazón de León en la tercera
Cruzada. Aumentó sus dominios con Normandía, Turena, Bretaña, Anjou. Reorganizó la Hacienda y el Ejército.
320
Felipe II: Rey de España (1527-1598). Hijo de Carlos I y de Isabel de Portugal. Sostuvo guerras contra Francia,
donde reinaba Enrique II, continuación de las que sostuvieron Carlos I y Francisco I. Los franceses fueron
derrotados en San Quintín, el día de San Lorenzo; en memoria de ese hecho mandó a construir el monasterio de
San Lorenzo del Escorial. A instancias del Papa Pio V se formó la Santa Liga contra los turcos, y el hermano del
rey, Juan de Austria, derrotó a la Armada turca en aguas del Golfo de Lepanto. Se enfrentó a los protestantes y
sostuvo una larga guerra en Flandes donde se produjeron levantamientos. A la muerte del rey Sebastián de
Portugal, reclamó y obtuvo la corona de ese país. La ayuda prestada por los ingleses a los rebeldes holandeses y
los ataques de Drake a los barcos españoles, le indujeron a intentar la invasión de Inglaterra con poderosa
Escuadra. La expedición fracasó. El reinado de Felipe II representó el punto culminante del imperio español.
Felipe III (España): Hijo de Felipe II y de Ana de Austria. Escasamente interesado por el gobierno,
institucionalizó la figura del valido (persona que gozaba del favor y la confianza del rey, hasta el punto de
ejercer la dirección del gobierno). Su reinado estuvo supeditado al descalabro de la Hacienda, resultado de la
costosa política exterior de sus predecesores. Puso fin a la guerra de Flandes, con la tregua de los doce años
(1609) y mejoró las relaciones con Francia e Inglaterra; la excepción a esa política pacifista fue la intervención
en la ―Guerra de los Treinta años‖.
Fernández de Córdoba, Gonzalo (el gran Capitán): Militar español (1453-1515). Luchó contra los moros del
reino de Granada, bajo las banderas de los Reyes Católicos. Enviado a Nápoles contra los franceses, derrotó a su
rey Carlos VIII. En otra campaña posterior, consiguió sobre el rey francés Luís XII, las victorias de Ceriñola y
Garellano. Fue virrey de Nápoles y creador de una Unidad Táctica de Infantería, llamada ―Tercio‖.
Fernández de Enciso, Martín: Navegante y cosmógrafo español. Colaboró en la colonización de Dairén y
escribió, ―Suma de geografía que trata de todas las partidas y provincias del mundo, en especial de las Indias‖:
Fernández de Quirós, Pedro: Navegante portugués, al servicio de España. Participó en la segunda expedición
de Mendaña y muerto éste, tomó el mando de la expedición. Descubrió el archipiélago de Nuevas Hébridas.
Fernando V de Aragón, el “Católico”: Casado con Isabel de Castilla. Con él, se unieron ambos reinos. En
1492 derrotó a los moros finalmente, con la toma de Granada. Luchó contra Carlos VIII de Francia, de resultas
de lo cual, ascendió al trono de Nápoles. Conquistó Navarra, completando la unidad de España. Durante su
gobierno se estableció la Inquisición en España. Apoyó la expedición de Colón y la expulsión de judíos y moros.
Fue hábil estadista.
Filípides: Hoplita (infante ateniense), encargado, al finalizar la batalla de Maratón, con la victoria griega, de
llevar la buena nueva a los ciudadanos de Atenas. Cumplido su cometido, muere en la plaza pública de la ciudad,
agotado por el esfuerzo y heridas de la batalla, más la tremenda carrera de muchos kilómetros desde el campo de
batalla a la ciudad de Atenas.
Filipo II: Rey de Macedonia (¿382?-336 a.C.). Padre de Alejandro Magno. Amplió las fronteras de su reino y
reformó el ejército. Fue asesinado.
Filipo III: (¿ ?-317 a.C.). A la muerte de Alejandro Magno fue elegido rey y gobernó nominalmente hasta su
asesinato.
Filipo V: Rey de Macedonia (¿237?-179 a.C.). Combatió a los romanos en dos guerras y fue derrotado
decisivamente por ellos en Cinocéfalos. Perdió la hegemonía en Grecia.
Fleury, Jean: Pirata normando del siglo XVI. Su mayor hazaña fue la captura de las naves enviadas por Hernán
Cortés, con el tesoro de Moctesuma. Tomado prisionero, tras reñida batalla naval en el Cabo de Finisterre, fue
ahorcado por orden de Carlos V.
Francisco I: Rey de Francia (1494-1547). Disminuyó el poder de la nobleza e introdujo en Francia el
Renacimiento italiano. Tuvo diversas guerras contra España. Vencido y hecho prisionero en Pavia se avino a
321
firmar el Tratado de Madrid, que no cumpliría. Formó una alianza con el sultán turco Solimán el Magnífico y se
enfrentó de nuevo al emperador Carlos V.
Frobisher, Martín: Navegante inglés. En 1576 exploró la parte meridional de Groenlandia y el estrecho que
lleva su nombre. Navegó con Drake en el Caribe y participó en la lucha contra la ―Armada Invencible‖.
Gama, Vasco da: Navegante portugués. Jefe de la expedición que llegó a la India –en Calicut- en mayo de
1498, rodeando África. A su regreso a Portugal fue nombrado almirante de los mares de la India, adonde volvió
otras dos veces, con el título de Gobernador y al mando de un ejército con el que conquistó para la Corona
portuguesa, desde Goa a Cochin.
García de Céspedes, Andrés: Cosmógrafo español. Fue nombrado cosmógrafo Mayor de Indias en Sevilla para
la corrección de los padrones de las cartas de navegación. Construyó ingeniosos instrumento de astronomía y
matemática, ideó un método para la construcción de relojes de sol y propuso al rey la creación de un gabinete de
astronomía en El Escorial.
García de Loaiza, Jofre: explorador español. Enviado por Carlos V, dirigió una expedición a las Molucas para
asegurar el dominio español frente a las pretensiones portuguesas. Murió en el viaje.
García de Palacio, Diego: Jurisconsulto y escritor español, se distinguió por su conocimiento de los asuntos
coloniales. Oidor de la Audiencia de Guatemala. Alcalde de Corte en México y en 1587 Capitán General de la
Escuadra que salió para perseguir al pirata Drake. Escribió mucho sobre el tema colonial y sobre el ―arte de la
navegación‖.
Garcilaso de la Vega, el “Inca”: Escritor peruano. Hijo de un conquistador español y una princesa inca. En
1560 se trasladó a España, donde luchó contra los moriscos a la orden de Juan de Austria. Su obra principal es
―Comentarios Reales‖. Escribió además ―Historia General del Perú‖ y ―La Florida‖.
Gea: Personificación de la Tierra. Es la primera realidad material del Cosmos. Engendró por sí misma al Cielo
(Urano), a las montañas y al medio marino (Ponto). Más tarde se unió a su hijo Urano y de su unión nacieron los
primeros dioses.
Gengis Khan (llamado Temudjin): Emperador Mongol (1167-1227). Después de repetidas victorias se impuso
a la nobleza mongola y unificó los clanes. Fue elegido Khan, Supremo o Rey Universal. Creó un poderoso
ejército con el que emprendió la conquista de China y lo consiguió. Arrasó las principales ciudades de Asia
Central, ocupó Afganistán y llegó hasta el Volga.
Gilbert, H: Navegante inglés, sobrino de Walter Raleight. En 1566 sirvió en Irlanda como capitán. En ese
mismo año presentó a la reina Isabel una instancia para descubrir un paso al Este, e insistió unos meses después.
Finalmente, en 1578, obtuvo la autorización para la expedición. La flota salió de Darmouth pero a la altura de
Cabo Verde fue dispersada por los españoles. Preparó otra expedición que salió en 1583. Desembarcó en
Terranova, siendo aquella la primera colonia que Inglaterra tuvo en América del Norte. Pereció en un naufragio
cuando regresaba a su patria.
Gomes, Esteban: Piloto portugués del siglo XVI, al servicio de España. Pidió permiso al Emperador Carlos V,
para ir a buscar especias a las Molucas pero habiendo solicitado lo mismo Magallanes, se concedió a Gómes el
empleo de piloto en su escuadra. El odio que tomó a Magallanes le llevo a abandonarle con la nave que dirigía,
antes de entrar al Estrecho. Formó parte de la expedición para marcar en ultramar los límites de España y
Portugal. Quiso encontrar por el Norte a las Molucas y volvió a España con la nave cargada de indios, lo cual
disgustó mucho al Emperador.
Grenville, Ricardo: Navegante inglés. Al servicio del emperador Maximiliano tomó parte en la guerra contra
los turcos. En 1585 se le concedió el mando de una expedición al Nuevo Mundo, organizada por su primo
Raleight y cuyo objeto era fundar una colonia en América del Norte, a la que llamaron Virginia. Volvió allí al
año siguiente y aprovechó para saquear varias poblaciones españolas en el Caribe. En 1591 era vicealmirante,
322
segundo comandante de una flota destinada a interceptar un rico convoy español, pero fueron sorprendidos por
una escuadra española y su buque quedó separado del resto de las naves inglesas. Fue apresado su barco y él,
herido mortalmente.
Guillermo: Duque de Normandía y rey de Inglaterra (1027-1087). Invadió Inglaterra, cuyos derechos al trono le
habían sido usurpados por Harold y tras la victoria de Hastings (1066) fue coronado rey.
Hades: Hijo de Crono y Rea, y hermano de Zeus y Poseidón, con quienes se repartió el universo. Es el soberano
del tenebroso mundo de los Infiernos.
Haile – Selassie I: Emperador de Etiopía (1892-1975). Subió al trono como ―Negus‖ o rey, en 1928. Hubo de
abandonar Etiopía a consecuencia de la invasión italiana en 1936 y en junio de 1941 ocupó de nuevo el trono. En
1974 fue derrocado.
Han (dinastía China): (206 a.C. - 220). Época de esplendor cultural. En 124 a.C. , se funda la primera
universidad imperial para profundizar en el estudio del confucionismo, filosofía convertida en doctrina del
Estado. Se inventa el papel y se alcanzan grandes avances en astronomía, historiografía y obras hidráulicas.
Convulsiones internas y revueltas palaciegas y campesinas debilitan esta dinastía.
Hannon: Navegante cartaginés (siglo V a.C.). Realizó un viaje por la costa occidental de África. La descripción
del mismo está consignada en el llamado ―periplo de Hannon‖.
Harun-al-Rachid: Califa abasí de Bagdad (763-809). Aparece en muchos cuentos de ―Las mil y una noche‖.
Hatsheput: Reina egipcia de la XVIII dinastía. Esposa de Tutmosis II. A la muerte de su marido, se impuso
como soberana legítima, relegando a un segundo término a su hijastro Tutmosis III, de quién se declaró regente.
Hauqal, Ibn: Nacido en Bagdad, a mediados del siglo IX. Realiza numerosos viajes a lo largo de 30 años. Su
geografía descriptiva se basa en el conocimiento directo. Es autor de dos obras ―Descripción de los países del
Islam‖ y ―Configuración de los países del Islam‖.
Hawkins, John: Corsario y almirante inglés. Inició la trata de esclavos entre África y las Indias Occidentales.
Atacó naves y ciudades costeras españolas e impulsó el desarrollo marítimo inglés. Intentó, junto con Drake, un
ataque, que resultó fallido, contra las costas mexicanas. Luchó contra la ―Armada Invencible‖ española.
Hércules: Es el Heracles griego. Hijo de una mortal, Alcmena y Zeus. De niño estranguló a dos serpientes
dando prueba desde la cuna de su prodigiosa fuerza.
Hernández, Francisco: Médico y naturalista español. Fue médico de Felipe II, quien lo envió a México para
realizar estudios sobre historia natural.
Herodoto: Historiador griego (484-425 a.C.). Autor de una ―Historia‖ que constituye una fuente inapreciable
para el conocimiento de la Antigüedad hasta el año 479 a.C., siendo la primera historia escrita con criterio
científico.
Himilcon: Navegante cartaginés. Llega hasta Gran Bretaña e Irlanda y hace una descripción de ellas.
Hipócrates: Médico griego. Nacido en la isla de Cos en el 460 a.C. Su obra fue recogida por sus discípulos,
siendo una colección de 53 escritos. La patología hipocrática se basa en el desequilibrio entre los cuatro humores
orgánicos (sangre, flema y las dos bilis), producida por causas naturales.
Hippalo: Marino griego, aprendió a utilizar los vientos monzónicos para navegar directamente de Arabia a la
India, sin seguir las costas. Los griegos dieron su nombre a estos vientos, ―vientos de Hippalo‖.
Homero: Poeta griego (siglo IX a.C.). Poco o nada se sabe de su vida. Según la versión más difundida fue un
rapsoda, quizás ciego, que cantaba sus poemas en fiestas y banquetes. Las diferentes hipótesis sobre su figura
han dado pie a la llamada ―cuestión homérica‖ que trata de fijar la fecha y la autoría de los libros que se le
atribuyen, la ―Iliada‖ y la ―Odisea‖, obras maestras de la épica griega.
Horus: Dios egipcio, hijo de Isis y Osiris, que simbolizaba el sol naciente. Se le representaba como halcón o
como hombre con cabeza de halcón coronada por un disco solar.
323
Howard, Charles: Almirante inglés, conde de Nottingham. En el reinado de Isabel I gozó de gran influencia en
la Corte. Se le designó como uno de los comisarios para el proceso de María Estuardo, influyendo para que fuese
juzgada con todo rigor. En 1587 recibió el mando de la Escuadra para combatir a los españoles, teniendo como
segundos a Drake y a Hawkins. En 1590, en combinación con el conde de Essex, que mandaba las tropas del
ejército, entró en Cádiz y destruyó muchos de los buques allí anclados. Contribuyó a la elevación al trono de
Jacobo I, que en 1605 le nombró embajador en España.
Huayna Capac: Inca peruano, nacido en 1450. Completó las conquistas de su padre y durante su reinado el
Imperio Inca alcanzó su mayor extensión y esplendor.
Hudson, Henry: Navegante inglés. Viajó por el Ártico al servicio de Holanda. En otra expedición, hecha por su
patria, Inglaterra, descubrió la bahía y río de su nombre.
Idrissi, El: Nacido en Tetuán (Marruecos), y vivió y trabajó en Sicilia, en la corte del rey normando Roger II. Es
autor de una ―Geografía Universal‖ y de mapas célebres que figuran entre los más elaborados del mundo
musulmán.
Imbelloni, José: Antropólogo argentino, de orden italiano, nacido en 1885. Estableció los fundamentos de la
culturología. Autor de ―Epítome de culturología‖.
Isabel I de Inglaterra: Hija de Enrique VIII y de Ana Bolena. Subió al trono a la muerte de su hermanastra
María en 1558. Restableció el protestantismo y configuró oficialmente el anglicanismo. Para evitar y cercenar
las conspiraciones católicas, ordenó encarcelar y ejecutar a María Estuardo. En política exterior mantuvo una
prolongada rivalidad con la España de Felipe II.
Isabel I: Reina de Castilla (1451-1504). Durante su mandato se establecieron las bases del nuevo Estado
español; institución de la Inquisición; reordenación legislativa en las Cortes de Toledo; promulgación de las
―Ordenanzas reales de Castilla‖; reformas de las finanzas de la Hacienda y del Ejército; asimilación de la
levantisca nobleza por medio de un sistema de servicios a la Corona, etc. … Ayudó a impulsar las ideas de un
navegante genovés, Cristóbal Colón.
Iván III (el Grande): Zar de Rusia. Gran príncipe de Moscú (1440-1505). Terminó con la dominación tártara de
la Horda de Oro y reunió los principados de Rusia bajo el mando único de Moscú.
Iván IV, el “Terrible”: Zar de Rusia. Conquistó Astracán, extendió sus dominios hasta el Volga e inició la
conquista de Siberia. Reformó la administración de las provincias y fortaleció el ejército. Combatió el poder de
los nobles por medio de la represión. Sus últimos años se caracterizaron por un régimen de terror.
Jacob I de Escocia, Inglaterra e Irlanda: Hijo de María Estuardo, sucedió a Isabel I; reinó desde 1603 y en
Escocia, con el nombre de Jacobo VI, desde 1567. Se enfrentó al Parlamento por su política autoritaria. Defendió
la religión anglicana, pero sin oponerse abiertamente al catolicismo.
Janz, Willem: Navegante holandés. Descubre la costa norte de Australia.
Jerjes I: Rey de Persia (¿519?-465 a.C.). Sucedió a su padre Darío I. Sometió a Egipto, que se había sublevado e
invadió Grecia; tras la batalla de las Termópilas, entró en Atenas y la incendió. Su Armada fue vencida en
Salamina. Murió asesinado por un capitán de su guardia.
Jiménez de Quezada, Gonzalo: Conquistador español. Fundador de Santa Fe de Bogotá y Mariscal del Nuevo
Reino de Granada. Autor de ―Relación de la Conquista‖.
Juan de Austria: Militar español (1545-1578). Hijo natural de Carlos I. Fue reconocido como su hermano por
Felipe II. Sometió a los moriscos de las Alpujarras y estuvo al frente de la flota que logró la victoria de Lepanto.
Fue enviado a Flandes como Gobernador y Capitán General. Desarrolló una política de contemporización con
los rebeldes hasta que, desengañado, apeló a las armas y los venció. Murió en campaña, de fiebres infecciosas.
Juan II: Rey de Portugal (1455-1495). Su reinado se caracterizó por la expansión marítima de Portugal y por la
afirmación del poder real frente a la realeza. Firmó con Castilla el Tratado de Tordesillas (1494).
324
Juan VIII (Paleólogo): Emperador Bizantino (1392-1448). Ante la amenaza otomana, pidió ayuda a Occidente,
ofreciendo a cambio el sometimiento de la Iglesia Bizantina a Roma. Tras la derrota de las tropas cristianas en
Varna (1444), hubo de prestar vasallaje a los turcos.
Juana (La Loca): Reina de Castilla (1479-1555). Hija de los Reyes Católicos, se casó con Felipe el Hermoso,
archiduque de Austria y a la muerte de su madre, Isabel, fue proclamada reina de Castilla. De su matrimonio
nacieron cuatro hijas y dos hijos, Carlos I de España y V de Alemania y Fernando II, más tarde, Emperador de
Alemania. Debido a su enajenación mental se convino un gobierno conjunto de Juana, Felipe y Fernando, padre
de la reina; pero con la muerte de Felipe, el estado de la reina se agravó y fue declarada incapacitada.
Júpiter: Hijo de Saturno y Rea. Es el equivalente romano del griego Zeus. Su función política es muy
importante y no cesará de aumentar bajo la República; el sacerdote de Júpiter, es un personaje importante,
respetado y cubierto de honores. Los emperadores se pondrán a continuación bajo la protección de Júpiter,
haciéndose pasar por una encarnación del dios. Los generales que habían tenido derecho al triunfo acudían a su
templo, en el Capitolio, a ofrecerle su corona de triunfo y un sacrificio.
Justiniano I: Emperador Bizantino (482-565). En su voluntad de restaurar el esplendor del antiguo Imperio
Romano, mantuvo diversas campañas contra los Persas, Ostrogodos, Vándalos y Visigodos, a consecuencia de
las cuales, ocupó Italia, el norte de África y el sureste de Hispania. Su obra más importante es la recopilación de
leyes que, desde el siglo XII, se conoce como ―corpus iuris civilis‖. Constituye la fuente primordial para el
conocimiento del Derecho Romano y sirvió de inspiración para la mayoría de las legislaciones posteriores. Entre
sus muchas obras construidas, está la de Santa Sofía, de Constantinopla.
Khaldum, Ibn: (1332-1408). En su obra sobre filosofía de la historia, se encuentran importantes ideas sobre
geografía.
Kublai Khan: Emperador chino (¿1215?-1294). Nieto de Gengis Khan. Fue el primer emperador de la dinastía
mongol. Estableció su capital en la ciudad de Pekín y completó la conquista de China. Acogió a Marco Polo en
su Corte y abrió el país a la cultura occidental.
La Perouse, Jean-Francois de Galaup, (Conde de): Jefe de Escuadra de la Marina Francesa. Intervino en la
Guerra de los Siete Años y en la guerra en América. En 1785, por orden del rey Luís XVI, salió a ejecutar un
viaje del género de los de Cook y Bougainville. Con dos fragatas se hizo a la mar, con el encargo de encontrar un
paso al Atlántico por el norte del Pacífico, explorar los mares de China, las islas Salomón y la ―Terra Australis‖.
Llegó a las costas de Alaska en 1786 y después de soportar un mal tiempo, se acercó a las Filipinas y de allí a las
costas de Japón, Corea y la ―Tartaria China‖. Recorrió los estrechos que se llamaron de La Perouse y de La
Brújula. Por medio de uno de sus subalternos, Lesseps, antepasado del famoso constructor del Canal de Suez,
envió al rey los diarios, planos y cartas levantadas; a fines de 1787 zarpó otra vez para el Sur, perdiendo al
comandante de la otra fragata, degollado por los indígenas de la isla Mauna, cerca del archipiélago de los
Navegantes. Visitó después las islas de los Amigos, Norfolk y Botanay Bay. Aquí desembarcó y escribió su
último despacho al gobierno francés, y volviendo a zarpar no se llegó a saber más de su expedición.
Le Maire, Jacobo: Navegante holandés. Descubrió el estrecho que lleva su nombre, entre la isla de los Estados
y la Tierra de Fuego, en el extremo Sur de América.
Legazpi, Miguel López de: Navegante y conquistador español. Encargado por el virrey de Nueva España
(México) de la expedición de conquista de Filipinas. Fue nombrado Gobernador y Capitán General del
Archipiélago. Fundó Manila en 1571.
Leif Erikson: Hijo mayor de Erik ―el Rojo‖. Enviado por su padre, llegó a la costa del Labrador y al seguir su
navegación, muy posiblemente llegó a la isla de Terranova.
Lepe, Diego de: Navegante y descubridor español. En 1500, siguiendo la ruta de Vicente Yánez Pinzón, recorrió
la costa brasileña, desde el cabo de Santa María al Amazonas y descubrió la isla de Trinidad.
325
López de Villalobos, Francisco: Escritor y médico español. Médico de Fernando el Católico y de Carlos V;
escribió ―El sumario de la medicina‖, primer poema didáctico escrito en castellano.
Lorenzo (el magnífico): (1449-1492). Estadista y poeta florentino. Gobernó y fue prototipo del príncipe rena-
centista; supo combinar la violencia, la intriga y la diplomacia frente a los patricios, el Papa y el rey de Nápoles,
con una amplia reforma administrativa y el desarrollo de su propia obra literaria. Gran protector de las Artes.
Luís IX (San): Rey de Francia (1214-1270). Firmó la paz con Inglaterra e hizo de mediador entre el Papa y
Federico II. Participó en las dos últimas Cruzadas.
Luís XI: Rey de Francia (1423-1483). Hijo de Carlos VII. Combatió el feudalismo, venciendo cuatro coaliciones
formadas por Carlos el Temerario, duque de Borgoña. Logró la anexión del Rosellón y de Cerdaña.
Luís XII: Rey de Francia (1462-1515). Duque de Orleáns, sucedió a Carlos VIII. Se apoderó del reino de
Nápoles pero fue vencido por el ejército español al mando de Gonzalo Fernández de Córdoba.
Luís XIV, “el Rey Sol”: Durante su minoría de edad, ejerció la regencia la reina madre, Ana de Austria, que
confió el gobierno al cardenal Mazarino. A la muerte del cardenal, Luís asumió personalmente el poder,
encarnando el ejemplo más claro de absolutismo monárquico. Su política expansionista chocó con las potencias
europeas, que llevaron a Francia a una guerra de desgaste. La paz de Utrecht le permitió asegurar a su nieto,
Felipe de Anjou el trono de España.
Lutero, Martín: Religioso agustino alemán, iniciador de la Reforma Protestante (1483-1546). Después de
cursar estudios en la universidad de Erfurt, ingresó en la Orden Agustina y se dedicó a la teología y filosofía. Su
oposición a la venta de indulgencias culminó con la publicación en 1517 de sus 95 tesis en la iglesia del castillo
de Wittenberg. Si bien Lutero no pretendía salir de la iglesia, sino denunciar los abusos, esta publicación marca
el inicio de la Reforma Protestante. Tradujo la Biblia al alemán, y siguió publicando obras, al tiempo que
organizaba su iglesia.
Magallanes, Fernando de: Navegante portugués. Desde la India participó en las expediciones de Sumatra,
Malaca y Goa. Regresó a Portugal. Enemistado con su rey, marchó a Sevilla y logró que Carlos V financiase la
expedición en busca de un paso occidental hacia las Molucas. Salió de Sanlúcar de Barrameda en 1519. Exploró
el estuario del Río de la Plata e invernó en la Patagonia. Tras localizar y atravesar el estrecho de su nombre, se
internó en el Océano Pacífico. Murió en Filipinas, en la isla de Mactán, en un ataque de los indígenas.
Mahoma: Profeta y fundador del Islam (570-632). De ilustre familia, tras quedar huérfano entró al servicio de
Jadiya, viuda, dueña de un fuerte negocio de caravanas, con la que luego se casó. Afianzada su posición
económica, se dedicó al comercio. Según la tradición islámica, tras una crisis espiritual se le apareció el arcángel
Gabriel para revelarle la palabra de Alá. Inspirado en las tradiciones judaicas y cristianas, comenzó a predicar al
Dios único, y él mismo se consideró como su profeta en la tierra. El año de la huida de Mahoma de La Meca,
perseguido por sus opositores, sirve de punto de partida de la Era de los musulmanes. En el año 630 conquistó
La Meca y estableció su primacía sobre Jerusalén como Ciudad Santa. Inició un proceso de unificación de las
tribus árabes e instituyó la Guerra Santa. La doctrina expuesta por él, está contenida en el Corán.
Mahomet II (el Conquistador): Sultán otomano (1432-1481). Conquistó Constantinopla (1453) que convirtió
en la capital de su Imperio.
Manuel I (el Afortunado): Rey de Portugal (1469-1521). Intentó consumar la reunión de los reinos
peninsulares bajo una sola corona, por lo que casó sucesivamente con dos de las hijas de los Reyes Católicos y
con una hermana del Emperador Don Carlos. En su reinado, Vasco da Gama llegó a las Indias Orientales y
Álvarez Cabral tocó en Brasil. Expulsó de su reino a judíos y moriscos.
Marco Antonio: General romano (¿83?-30 c.C.). Formó con Octavio y Lépido el segundo triunvirato. Tuvo una
actuación decisiva en la batalla de Filipos contra los asesinos de César y se hizo cargo del gobierno de Oriente.
326
Amante de Cleopatra, fue derrotada su flota en Actium (31 a.C.); huyó a Egipto donde, más tarde, al creer
muerta a Cleopatra, se suicidó.
Marco Polo: Viajero veneciano (1254-1324). Miembro de una familia de mercaderes, en 1271 acompañó a su
padre y a su tío a China, donde el Gran Khan le tomó bajo su protección. En 1295 regresó a Venecia. Prisionero
de los genoveses, durante su cautiverio dictó al escritor Rustichello el relato de sus experiencias: ―El libro de
Marco Polo ó libro de las Maravillas del Mundo‖, que en su época, alcanzó una enorme difusión.
María, Nectario: Su verdadero nombre era Luís Alberto Pratlong Bonicel, nacido en Francia en 1888. Hermano
de la orden de San Juan Bautista de La Salle; educador, historiador y geógrafo. Enviado a América para impartir
docencia, primero en Panamá y después en Venezuela desde 1913. Se destacan su ―Historia de Venezuela‖ y su
―Geografía de Venezuela‖. Investigador en el campo de la Paleontología y de la Geología. Graduado de
mineralista y geólogo en París en 1937. Uno de los impulsores en Venezuela del culto mariano. Comisionado
por el Gobierno de Venezuela para realizar investigaciones de tipo histórico en Europa, particularmente en el
Archivo General de Indias, en Sevilla. Logró reunir más de 120.000 fichas de documentos referentes a
Venezuela y más de 1.000 volúmenes de documentos, copiados de dicho archivo; todo ello pasado al patrimonio
de la Academia Nacional de la Historia y del Archivo General de la Nación. Desde 1964 hasta su muerte,
agregado cultural de la Embajada de Venezuela en Madrid, donde continuó publicando los resultados de sus
investigaciones sobre la Historia de Venezuela y América. Desató polémica al afirmar que el verdadero
descubridor de América no fue Cristóbal Colón, sino Alonso Sánchez de Huelva.
Marín (Marino de Tiro): Geógrafo griego del siglo II d.C., Predecesor de Tolomeo; puede ser considerado
como uno de los fundadores de la geografía astronómica y a él se debe haber precisado la posición de algunas
estrellas. En su célebre ―Geografía‖ trató de fijar la posición geográfica de países y pueblos. Tolomeo refundió
en parte la obra de Marín, corrigiéndola y aumentándola.
Martínez de Irala, Domingo: Conquistador español. Participó en la expedición de Pedro de Mendoza. A la
muerte de éste concentro a los expedicionarios en la ciudad de Asunción y fue nombrado Gobernador General
del Río de la Plata.
Masudi, Al: Nace en Bagdad a mediados del siglo X. Viaja intensamente y escribe numerosas obras entre las
que destaca ―Las Praderas de Oro‖, una de las más populares y originales del mundo musulmán entre las
dedicadas a temas geográficos.
Maximiliano I: (1459-1519). Su política matrimonial sentó las bases de la Casa de Austria.
Maximiliano II: (1527-1576). Hijo de Fernando I de Aragón. Se educó en España y fue gobernador de los
Países Bajos hasta 1550. Ascendió al trono como emperador de Alemania en 1564.
Medina Sidonia, Alonso Pérez de Guzmán, Duque de: Capitán general de la costa de Andalucía; a la muerte
de Álvaro de Bazán, Felipe II le encomendó el mando de la ―Armada Invencible‖.
Medina, Pedro de: Célebre cosmógrafo español. Publicó su apreciado ―Arte de navegar‖, que pronto fue libro
obligado, no sólo de los pilotos españoles, sino de los extranjeros. Después publicó otra obra donde corrige y
aumenta la anterior, llamada ―Regimiento de navegación‖. Escribió otras de índole geográfica, y algunas más,
sobre variados temas.
Mendaña, Álvaro de Niera: Navegante español. Hizo dos expediciones en el Pacífico, descubriendo las islas
Salomón y las Marquesas.
Mendes Correia (Correa): Antropólogo portugués. Nacido en 1888. Autor de una ―Introducción a la
antropología criminal‖ y de otros estudios de gran interés científico.
Menelik I: Hijo de Salomón y la reina de Saba. Fundador del reino de Aksum, luego imperio de Etiopía.
327
Menéndez de Avíles: Marino español. Exploró la Florida, de la que fue Adelantado y Gobernador General.
También, Gobernador de Cuba; en 1574 fue reclamado por el Rey para organizar la ―Armada Invencible‖ pero la
muerte le sobrevino antes de que pudiera hacerse cargo de la misión.
Mercator, Gerardo: Matemático y geógrafo flamenco, quien ideó el célebre sistema de proyección que lleva su
nombre. Mediante el artificio del desarrollo cilíndrico, los meridianos paralelos y los paralelos crecientes, este
gran geógrafo logró trazar lo que los navegantes precisaban: unos rumbos fijos traducidos en el mapa por líneas
que cortan los meridianos formando un ángulo constante. Es el principio de la loxodromía, el sistema que da
lugar a la llamada ―carta esférica‖. Estuvo al servicio de Carlos V.
Miguel VIII (Paleólogo): Emperador Bizantino (¿1224?-1282). Reconquistó Constantinopla y restauró el
Imperio Bizantino, instaurando la dinastía paleólogo.
Milciades: General ateniense (¿540?-489 a.C.). Durante la revuelta de Jonia contra los persas ocupó Lemnos e
Imbros, pero tras la caída de Mileto, se refugió en Atenas. Allí fue elegido estratego y bajo su mando los griegos
ganaron la batalla de Maratón.
Ming (dinastía China): (1368-1644). En su tiempo, florecen el arte y la literatura y se conquistan nuevos
territorios, como Manchuria meridional y Yunán. La población crece a raíz de la prosperidad económica. Se
autoriza la entrada de misioneros cristianos en el país. Se prohíbe la navegación de altura.
Minos: En la leyenda griega, rey y legislador de Creta. Era hijo de Zeus y de Europa, mientras algunos relatos lo
representan como un monstruo de crueldad, otros lo celebran como gran monarca que hizo de Creta una
potencia marítima y fomentó el bienestar de sus súbditos. Después de muerto fue uno de los jueces que juzgaban
a los difuntos en el Hades o Infierno.
Morales, Andrés de: Navegante y cartógrafo español. Acompañó a Colón en su tercer viaje.
Morgan, Henry John: Pirata inglés. Cuando saqueó Panamá, existía un Tratado de Paz entre Inglaterra y
España. Al volver a su patria, fue arrestado. Carlos II lo rehabilitó, nombrándolo Lugarteniente General de
Jamaica.
Narváez, Pánfilo de: Conquistador español. Cooperó en la conquista de Cuba a las órdenes de Velásquez, quien
lo envió en 1520 contra Hernán Cortés; este lo venció e hizo prisionero. Más adelante, fracasó en la conquista de
la Florida y murió en un naufragio.
Nassau, Justino: Militar holandés, perteneciente a la noble familia de los Nassau, dividida en el siglo XIII en
dos ramas, que se asentarán, una en Luxemburgo y otra, en los Países Bajos, donde ejercerían influencia.
Nau, Jean David, “el Olonés”: Pirata francés. Hizo sus desmanes contra los españoles en el mar Caribe. Saqueó
Maracaibo en 1666.
Nebrija, Elio Antonio de: Célebre gramático español. Cronista de los Reyes Católicos. Humanista, profesor y
escritor. Son famosas entre sus muchas obras la ―Gramática Latina‖ y la ―Gramática Castellana‖.
Necao II: Faraón egipcio (¿609?-593 a.C.). Fue el segundo soberano de la XXVI dinastía. Obligó al reino de
Judá a pagarle tributo; restableció la dominación egipcia en Siria, pero vencido por Nabucodonosor de
Babilonia, perdió sus conquistas. Patrocinó el viaje que efectuaron marinos fenicios alrededor de África.
Nietzshe, Federico Guillermo: Filósofo y escritor alemán. Demostró en su juventud un gran entusiasmo por la
filosofía de Schopenhauer, pero más tarde se volvió contra él. Proclamó la necesidad de una subversión de todos
los valores, criticando acerbamente la civilización occidental. La vida es el valor supremo, el fin de la
humanidad es la producción del superhombre. Algunas de sus obras son: ―Así habló Zaratustra‖, ―El ocaso de
los ídolos‖, ―Humano, demasiado humano‖, ―Más allá del bien y del mal‖, ―El anticristo‖ y ―Ecce Homo‖:
Niño, Pedro Alonso: Navegante español. Exploró las costas de Venezuela, acompañó a Colón en el primero y
tercer viaje y entre ambos efectuó otro para llevar provisiones a Santo Domingo. En 1499 zarpó con una carabela
fletada, con la que exploró la costa de Venezuela.
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Noort, Olivier van : Holandés. Da la vuelta al mundo por el Estrecho de Magallanes, Filipinas y el estrecho de
la Sonda. De su apellido, se fue cambiando como le sonaba a los marineros españoles, Horm y, posteriormente,
―Hornos‖ y así se denominaría al cabo más austral del continente.
Nunes, Pedro: Cosmógrafo y matemático portugués. Su principal contribución científica fue la invención del
―nonio‖ (Instrumento de medida para apreciar con exactitud fracciones pequeñas de las divisiones menores).
Núñez de Balboa, Vasco: Conquistador español. Después de tomar parte en la expedición de Bastidas al Darién
(1501), se erigió en Jefe de la colonia allí fundada, desde la cual y mientras Fernández de Enciso conspiraba
contra él en España, organizó la expedición que a través del istmo de Panamá, iba a llevar al descubrimiento del
―Mar del Sur‖, después llamado Océano Pacífico. Tuvo grandes diferencias con el nuevo Gobernador de
―Castilla del Oro‖, Pedrarias Dávila, que bajo la acusación de sedición, lo hizo condenar y ejecutar.
Océano: Hijo de Urano y Gea, es la personificación del elemento acuático y como tal, el padre de todos los ríos.
Esta figura mitológica responde a una antigua creencia según la cual la Tierra era un disco plano circundado por
un inmenso río circular llamado Océano.
Octavio, Octaviano (César Augusto): Primer emperador romano (63 a.C.-14 d.C.). Fue adoptado y nombrado
heredero por Julio César. Formó el segundo triunvirato con Marco Antonio y Lépido y derrotaron a los asesinos
de Julio César en Filipos. Instalado Marco Antonio en la corte de Cleopatra, Octavio marchó contra él. La batalla
naval de Actium (31 a.C.), decidió su victoria y la anexión de Egipto. A su regreso a Roma, rechazó el poder
dictatorial, rehabilitando las funciones del Senado. Se le fueron concediendo títulos y finalmente el de
―Augustus‖. Ya Emperador ensanchó los dominios de Roma; logró la pacificación de los territorios conquistados
y reorganizó el Senado.
Ojeda, Alonso de: Acompañó a Colón en su segundo viaje. En 1499 con Juan de la Cosa y Américo Vespucio
exploró las costas de la Guayana y las norteñas de Tierra Firme, descubrió Curazao y el golfo de Venezuela,
terminando su expedición en la península de la Guajira.
Ojeron, de la Bonére, Beltrán de: Marino y colonizador francés. Se le concedió en 1665 el gobierno de la isla
de la Tortuga. En 1673, proyectó adquirir para Francia la parte española de Santo Domingo; se dirigió a Paris
para interesar al ministro Colbert en sus planes, pero murió poco después.
Ordás, Diego de: Conquistador español. Compañero de Hernán Cortés en la conquista de México.
Orellana, Francisco de: Explorador y conquistador español. Tomó parte con Pizarro en la conquista del Perú y
repobló la ciudad de Guayaquil. A través del Coca y el Napo alcanzó el río Amazonas, que descubrió, y tras
ocho meses de navegación fluvial, llegó al Atlántico.
Otman u Osmán I: (1259-1326). Líder de los turcos, rama otomana. Fundador de la dinastía.
Ovando, Nicolás de: En 1501, fue nombrado gobernador de las Indias occidentales. Emprendió la reorga-
nización del gobierno colonial y durante su administración comenzaron a utilizarse esclavos africanos.
Oviedo y Baños: Escritor neogranadino. Pasó a Venezuela donde era obispo su tío, que había fundado en
Caracas el Colegio Seminario de Santa Rosa. Oviedo y Baños escribió un importante libro intitulado: ―Historia
de la conquista y población de Venezuela‖, publicado en 1732. Se le alaba su imparcialidad como historiador,
siendo su obra fuente importante donde acudir los que estudian las regiones venezolanas. Murió en Caracas.
Pedrarias, Dávila: Conquistador español. Enviado como gobernador a ―Castilla del Oro‖ (1514); organizó
diversas expediciones y coadyuvó a otras, como la conquista de Cuzco por Pizarro y Almagro. Fundó la ciudad
de Panamá. En 1527 le fue otorgada la gobernación de Nicaragua.
Pedro (el ermitaño): (Beato) (1050-1115). Monje francés. Predicó la primera Cruzada. Su fiesta es el 8 de julio.
Pérez de Vega, Francisco: Español, nacionalizado venezolano. Profesor de castellano en la Escuela de Lenguas
Berlitz en Nueva Cork y más adelante, Director de la Berlitz en Washington. Ejerció, junto con la enseñanza y el
estudio de idiomas, la literatura; también tradujo al castellano obras de éxito de habla inglesa. Fue profesor de
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Lengua y Literatura española en la universidad George Washington y otras instituciones académicas. Experto en
lenguas aborígenes americanas y asiáticas.
Pérez, Fray Juan: Religioso franciscano español. Prior del convento de la Rábida, dio hospitalidad y protección
a Cristóbal Colón. Su intervención ante la reina fue muy importante para que Colón consiguiera la ayuda que
solicitaba.
Pericles: Militar y político ateniense (¿495?-429 a.C.). Jefe único del partido democrático; fue estratega y
prosiguió la democratización de la vida política en Atenas. Durante su gobierno, Atenas vivió uno de los
momentos más florecientes de su cultura. Al estallar la guerra del Peloponeso, fue depuesto y condenado a
pagar una multa, más fue elegido de nuevo estratega. Murió víctima de la peste.
Picón Salas, Mariano: Escritor, diplomático, historiador, periodista y profesor universitario venezolano. Con su
familia emigrada en Chile, obtuvo en la Universidad de Santiago la carrera de Historia y el Doctorado en
Filosofía y Letras. Fué profesor de Historia y en la Facultad de Bellas Artes, y Filosofía en la Universidad,
llegando a ocupar el cargo de Rector. Fundó un grupo literario y una revista. Vuelto a Venezuela en 1936,
intervino en forma relevante en política. Ejerció cargos diplomáticos y educativos. Decano – fundador de la
Cátedra de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Central de Venezuela y Fundador Presidente del
Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (INCIBA). Compartió con el Dr. Arturo Uslar Pietri el Premio
Nacional de Literatura. Individuo de número de la Academia Nacional de la Historia.
Pinzón, Francisco: Hermano menor de Martín y Vicente; navegó como ―maestre‖ de la ―Pinta‖.
Pinzón, Martín Alonso: Marino español. Confiado en la viabilidad del proyecto de Colón, tomó el mando de la
―Pinta‖. Después del descubrimiento de las islas de San Salvador y Cuba, decidió explorar en solitario.
Pinzón, Vicente Yánez: Navegante español, hermano de Martín Alonso y Francisco; en la primera expedición
de Colón, comandó la carabela la ―Niña‖. Realizó un nuevo viaje, zarpando a fines de 1499. Llegó a tierras del
Brasil y descubrió las desembocaduras del Amazonas y el Orinoco. En 1508 navegó en compañía de Díaz de
Solís, con el fin de buscar un estrecho que condujera hacia la región de las especias.
Pio II: Pontífice romano. Se llamaba Eneas Silvio Picolomini y fue Papa desde 1458. Luchó incansablemente
por la pacificación de los Estados cristianos. Escribió una ―Cosmografía‖.
Piri-Reis: Guerrero y marino egipcio del siglo XVI. Se le considera uno de los marinos más entendido de su
tiempo. Discípulo y sobrino del pirata Kemal Reis; él también hizo una activa guerra a los cristianos. Sitió a
Gibraltar, pero aceptó de los sitiados una fuerte suma para levantarlo. Sabido esto por el Sultán, se le prendió y
se le hizo dar muerte. Dejó varias cartas geográficas, dos de las cuales se conservan en la Biblioteca Real de
Berlín, referentes al Mar Rojo y al Mar Egeo, notables por su exactitud geográfica.
Pizarro, Francisco: Conquistador del Perú. Estuvo con Ojeda y con Balboa, luego obró por cuenta propia, que
al cabo de tres años dió por resultado su dominio sobre el Perú. Murió asesinado por los partidarios de Almagro.
Pizarro, Gonzalo: conquistador español. Hermano de Francisco. Tomo parte en la batalla de las Salinas donde
fue derrotado Almagro. En 1539 recibió el gobierno de Quito. Al año siguiente organizó una expedición en
busca de El Dorado. Tras la promulgación de las Leyes Nuevas de Indias, encabezó la protesta de los
encomenderos y dirigió la sublevación contra el virrey. Tras derrotar a las tropas realistas y decapitar al virrey,
se hizo con el poder. Un enviado real, Pedro La Gasca, lo derrotó y mandó ejecutarlo.
Pizarro, Hernando: Hermano de Francisco. Hizo dar muerte a Almagro, luego de vencerlo en batalla. La
venganza de los partidarios de Almagro lo siguió hasta España, donde fue condenado a más de 20 años de
prisión.
Plutón: Uno de los nombre rituales de Hades ―el dios griego de los Infiernos‖. Significa ―el Rico‖ y no evoca su
aspecto terrorífico, sino su poder como protector de la fecundidad de la Tierra.
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Pointis, Jean Bernard Desjeans, Barón de: Marino francés. Al mando de una Escuadra se apoderó en 1697 de
Cartagena de Indias. Al ordenarle, al año siguiente, que pusiese sitio a Gibraltar, buscó la muerte al ver la
imposibilidad de recuperar esa plaza.
Pompeyo Magno, Cneo: General romano (¿106?-48 a.C.). Se distinguió bajo las órdenes de Sila en diversas
campañas. Intervino en España como Procónsul para poner fin a la sublevación de Sertorio. Conquistó Armenia
y Siria y sometió Fenicia y al reino de Jerusalén. Con César y Craso formó el primer triunvirato. En la guerra
civil entre César y él, finalizó con su derrota en Farsalia. Tras huir a Egipto fue asesinado por orden de Tolomeo
XVII, que buscaba congraciarse con César.
Ponce de León, Juan: Conquistador español. Marchó a América con Ovando en 1502. En 1508 pasó a la isla de
Borinquen (Puerto Rico), donde fundó la ciudad de San Juan. Descubrió Florida en 1531, tras recorrer las Islas
Bahamas. Pensó que en la Florida se hallaba la fuente de la ―Eterna Juventud‖.
Poseidón: Dios del mar y del elemento líquido. Hijo de Crono y Rea. Al producirse el reparto del mundo entre
los tres hijos de Crono, le tocó en suerte el imperio del mar. Su morada habitual era un palacio de oro en las
profundidades del mar Egeo. Se desplazaba sobre las olas en un carro tirado por unos animales mitad corceles,
mitad serpientes, escoltado por un cortejo de peces, delfines y divinidades marinas: las hermosas nereidas y los
tritones, seres con la parte superior humana y la inferior de pez. Los romanos lo asimilaron a su Neptuno.
Preste Juan: Uno de los títulos que tenía el emperador de Etiopía (Preste: sacerdote, que celebraba la misa
cantada, asistido del diácono y el subdiácono). Legendario monarca cristiano del siglo XII que unos sitúan en
Oriente y otros en Etiopía. Según la leyenda, se ordenó de presbítero o preste, ante los misioneros nestorianos.
Pytheas: Navegante y astrónomo griego (siglo IV a.C.). Fue el primer navegante que surcó los mares del Norte.
Advirtió por vez primera la relación entre las fases de la Luna y el fenómeno de las mareas.
Qing (dinastía China): (1644-1912). Última dinastía, de origen Manchú.
Raleight, Walter: Espíritu aventurero, organizó varias empresas destinadas a engrandecer a su patria, Inglaterra,
ejecutando actos de piratería en perjuicio de España. Fue favorito de la reina Isabel. Desplegó una labor literaria,
siendo muy estimable su ―Historia del mundo‖, escrita en la cárcel. Desaparecida su protectora, terminó sus días
decapitado por orden de Jacobo I.
Ramsés III: Faraón egipcio (¿ ? – 1166 a.C.). Perteneciente a la XX dinastía. Derrotó a los ―pueblos del mar‖.
Hizo construir los célebres colosos de Memnon y el templo funerario de Medinet Abás.
Rea: Hija de Urano y Gea. Convertida en la esposa de Crono, supo que este devoraba sus hijos y consiguió
salvar al más pequeño, Zeus. Hay una frecuente asimilación de Rea con la diosa frigia Cibeles.
Renato de Anjou: Ascendió al trono en 1435. Rey de Nápoles, se enfrentó al Rey de Aragón, Alfonso V, pero
fue derrotado en 1442 y se refugió en Provenza. Apoyó al monarca francés Carlos VII a recuperar Normandía
(1450). Fue protector de literatos y artistas.
Ribero, Diego: Cosmógrafo. Maestro de hacer cartas o mapas, astrolabios y otros instrumentos de navegación.
Presentó un inventó para achicar el agua de las naves mediante bombas de metal. Tuvo un dictamen favorable
pero se desechó a causa de su excesivo costo.
Ricardo I (Corazón de León): Rey de Inglaterra (1157-1199). Participó en la III Cruzada y se apoderó de Juan
de Acre. Anticipó su regreso a Inglaterra pues en su ausencia Felipe Augusto de Francia habría invadido las
posesiones inglesas en Francia; en el camino de vuelta, fue hecho prisionero por el emperador de Alemania
Enrique VI y liberado tras pagar un elevado rescate y rendirle vasallaje. Puso fin a las intrigas de su hermano
Juan sin Tierra y murió combatiendo a Felipe Augusto de Francia.
Ricardo III: Rey de Inglaterra (1452-1485). Hermano menor de Eduardo IV. Colaboró con él en las luchas de
Escocia. Al morir Eduardo se ocupó de su regencia durante la minoría de edad de su sobrino Eduardo V, a quien
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encerró en la Torre de Londres. Proclamado rey, se enfrentó a la nobleza y fue derrotado por Enrique Tudor en la
batalla de Bosworth.
Richelieu, Armand Jean du Plessis, Cardenal y Duque de: Estadista y prelado francés. En 1624 fue
designado miembro del Consejo Real y desde entonces fue jefe virtual del país. Su política se dirigió hacia la
consolidación del poder real. Combatió a los ―hugonotes‖ (protestantes) quitándoles sus privilegios políticos y
militares y sostuvo una larga lucha con la nobleza para obligarla al reconocimiento de la autoridad real; lanzó a
Francia a la ―Guerra de los Treinta años‖, en lucha contra la Casa de Austria.
Rivet, Paul: Etnólogo francés. Defendió el origen polinésico de la población aborigen americana.
Rómulo Augusto: Emperador romano de Occidente (Siglo V). Fue destronado en el 476 por el germano
Odoacro, lo que puso fin al imperio romano de Occidente.
Rómulo: Fundador legendario de Roma, con su hermano Remo, a quién mató por atentar contra su poder.
Rorik: Jefe escandinavo. Fundó el principado de Novgorod, que por bastante tiempo fue, en la práctica, la
primera capital de Rusia.
Saavedra, Álvaro: Navegante español del siglo XVI que acompañó a México a Hernán Cortés, su pariente,
quién le envió en 1526 a explorar los mares del Sur. Descubrió una tierra austral que se supone fue Nueva
Guinea o Nueva Gales y después de llegar a las Molucas, pereció con su embarcación en una tempestad al volver
a México.
Saladino: Sultán de Egipto y Siria (1137-1193). Al servicio del príncipe turco de Siria, combatió a los cruzadas
en Egipto y sometió al país a la influencia de Bagdad. A la muerte del príncipe turco, se hizo proclamar sultán.
Extendió sus dominios. En su enfrentamiento con los cruzados, se apoderó de S. Juan de Acre, Jaffa, Beirut y
Jerusalén, lo que dio origen a la III Cruzada.
Salomón: Rey de Israel (¿ ? – 932 a.C.). Hijo de David. Hizo levantar el famoso Templo de Jerusalén y alcanzó
fama de sabio. La tradición le atribuye ―Los Proverbios‖, ―El Eclesiastés‖, ―El Cantar de los Cantares‖ y ―El
Libro de la Sabiduría‖.
Salle, René, Señor de la: Francés. Exploró los Grandes Lagos y el valle de Ohio y las cataratas del Niágara.
Bajó el Mississipi hasta Nueva Orleáns.
Santa Cruz, Alonso de: Marino y cosmógrafo español. Formó parte de la expedición de Sebastián Caboto.
Autor del ―Libro de las longitudes‖ y de un ―Islario general del mundo‖.
Santángel, Mosén, Luís de: Facilitó parte del dinero para que Colón marchara a América. Los Reyes Católicos
lo tenían en gran estima.
Sarmiento de Gamboa: Fundó una colonia en el Estrecho de Magallanes, que tuvo desastroso fin. Escribió una
―Historia de las Indias‖ y ―Viaje al Estrecho de Magallanes‖
Saturno: Divinidad itálica y romana identificada con el Crono griego. Se le celebraba en las ―saturnales‖,
tiempo de licencia carnavalesca y desenfreno, donde las clases sociales se invertían; los esclavos daban órdenes
a sus amos y éstos debían servirles.
Scylax: Mercader griego. Llega hasta el Océano Índico. Su itinerario marítimo no ofrece dudas al respecto.
Seleuco I: (354-280 a.C.) General de Alejandro Magno. Fue el fundador de la dinastía Seléucida. De las tierras
del Imperio, quedó principalmente con Persia. Murió asesinado.
Serrano, Francisco: Portugués. De 1511 a 1513 viajó a las islas de la Sonda, las Molucas y Timor.
Shang (dinastía China): (1650-1066 a.C.). Se realizan obras para regar los campos y se construyen graneros y
almacenes. Se desarrolla una escritura logográfica (cada palabra está representada por un dibujo).
Shouten, William: Holandés. Dá la vuelta al mundo con Le Maire. Es el primero que dobló el Cabo de Hornos,
demostrando así que la Tierra de Fuego no estaba unida al continente antártico.
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Silla: Rey de Corea. Unificó por primera vez la península coreana (668), siendo regida por su gobierno. Con su
flota impidió una invasión japonesa, derrotándolos decisivamente.
Soliman (el magnífico): Sultán turco (1494-1566). Sucedió a su padre, Selim I. Ensanchó las fronteras
imperiales. Conquistó Belgrado y la isla de Rodas, venció a Luís II de Hungría y se apoderó del país, pero
fracasó en el sitio de Viena. Al finalizar su reinado, firmó una tregua con Persia y la paz con Austria. Amante de
las artes, mandó edificar numerosas mezquitas y dotó al Imperio de un código legislativo.
Song (dinastía China): (960-1279). Las ciudades se convierten en motores del comercio y de la economía.
Irrumpe una clase mercantil equiparable a la burguesía europea. Las mujeres pierden la consideración social que
tenían en el campo. Aparecen inventos como la pólvora, la brújula o los tipos móviles de imprenta.
Soto, Hernando: Conquistador español. Desempeñó un papel importante en la conquista del Perú. En 1537,
Carlos V le nombró Gobernador de Cuba y le concedió la conquista de la Florida. En ella se internó en busca de
riquezas y recorrió una extensa zona en lucha constante contra los indios. En 1541 descubrió el Mississipi, a
cuyas aguas fue arrojado al fallecer un año más tarde.
Stroganov: Linaje noble de Rusia. En el reinado de Iván I, el Terrible, con la ayuda que les prestaron los
cosacos, los Stroganov dieron cima a la conquista de Siberia. La importancia de esta familia en la historia rusa
fue relevante.
Sui (dinastía China): (581-618). Esta dinastía emerge en China después de tres siglos y medio de división y
conflictos de poderes. Su primer emperador redistribuye las tierras y reduce los impuestos a los campesinos.
Tamerlán (Timur-Lang): Caudillo Tartaro (1336-1405). Se alzó contra el gobernador de Transoxiana, y se hizo
coronar. Fue el fundador de la dinastía de los Timúridas. Sus dominios se extendieron por gran parte de Rusia,
Persia, Turquía, Nepal e India.
Tang (dinastía China): (618-907). El imperio alcanza su máximo esplendor y su mayor extensión territorial. Se
entroniza a una mujer, la emperatriz Wu. Destacó por su energía y falta de escrúpulos. La porcelana china
adquiere fama en toda Asia. Monjes procedentes de India introducen el budismo.
Tasman, Abel Janszoon: Navegante holandés. Al servicio de la Compañía de las Indias Orientales; fue enviado
por el Gobernador General Van Diemen a reconocer el Sur, en 1642. Descubrió una tierra a la que dió el nombre
de ―Tierra de Van Diemen‖, llamada posteriormente Tasmania en su honor, la isla sur de Nueva Zelanda y los
archipiélagos de Tonga y Fidji; recorrió las costas de Nueva Guinea y en 1643 regresó a Batavia. Exploró las
costas occidentales y orientales del golfo de Carpentaria y fue el primer navegante que dio la vuelta a Australia.
Tchaka: Gran líder; en 1800 agrupó las tribus de los territorios actuales de Zambia, Tanzania y Mozambique,
bautizando al nuevo pueblo: ―Zulú‖ (cielo). Formó un poderoso reino e hizo frente a la penetración de los
colonos holandeses ―boers‖ y a los soldados ingleses.
Temístocles: General y político ateniense (525-460 a.C.). Tomó parte en la batalla de Maratón y sometió las
islas del mar Egeo. Dominó la vida política de Atenas. Rechazó la invasión Persa con la victoria naval de
Salamina (480 a.C.) y convirtió a Atenas en la primera potencia marítima. Condenado al ostracismo, se refugió
en Argos. Después se estableció al lado del rey de Persia, Artajerjes, quien le concedió el gobierno de
Magnesia.
Teseo: Según la mitología griega, héroe del Atica, hijo de Egeo, rey de Atenas o según otra tradición, de
Poseidón. Enviado a Creta como tributo al rey Minos, consiguió matar al minotauro y salir del laberinto guiado
por el hilo de Ariadna. Al suicidarse Egeo, le sucedió en el trono de Atenas, donde reorganizó la vida política.
Tetis: Hija de Urano y Gea, simboliza la fecundidad de las aguas. Es la esposa de Océano.
Thorwald: Hijo de Erik ―el Rojo‖. Siguiendo los pasos de su hermano, Leif Erikson, se instaló en la costa de
Terranova, pero murió en un enfrentamiento con los nativos.
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Tolomeo I: (¿366?-283 a.C.). Fundador de la dinastía Tolomeica. General de Alejandro Magno. Se quedó con el
territorio de Egipto. Hizo de Alejandría la capital, donde fundó un museo y una biblioteca famosa en la
antigüedad.
Tolomeo IV: Faraón egipcio, (¿244?-204 a.C.). Con él comenzó la decadencia de Egipto.
Tolomeo, Claudio: Astrónomo, geógrafo y matemático grego-egipcio (100-170). Autor de ―Composición
matemática o Almagesto‖, que contiene un catálogo de mil estrellas y en la que expone su teoría egocéntrica del
universo. Este sistema prevaleció hasta el Renacimiento, en que se impuso la teoría de Copérnico.
Toscanelli, Paolo: Astrónomo italiano. Concibe la posibilidad de llegar a la China, navegando hacia Occidente.
Influyó sobre Colón.
Tsin (dinastía China): (221-206 a.C.). El emperador Qin Shihuang gobierna el Imperio con métodos brutales.
Persigue a los disidentes, desconfía de los intelectuales, ordena la quema de libros (excepto los de carácter
técnico), y conquista Corea del Norte. Se inicia la construcción de la Gran Muralla, se elabora un censo, y se
unifican los derechos aduaneros, pesos y medidas, y la escritura.
Tudor, María I: Reina de Inglaterra, hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón. Restableció el catolicismo y
comenzó una violenta represión contra los no católicos. Estuvo casada con Felipe II de España.
Tupac Yupanqui: Inca, hijo de Pachacupec Yupanqui. Reinó en los comienzos del siglo XV y realizó
importantes hazañas militares.
Urano: Personificación del Cielo, nace de Gea, que lo creó exactamente de su mismo tamaño para que la
cubriera por completo y la fecundase. Se convierte por tanto en el esposo de Gea.
Urbano II: Papa de origen francés (1042-1099). Fue Prior de la orden de Cluny, Obispo de Ostia y Cardenal.
Combatió la simonía y las investiduras laicas. Aprobó la proclamación de la primera Cruzada en el concilio de
Clermont (1095) y murió pocos días después de la toma de Jerusalén por Godofredo de Bouillon.
Urdaneta, Andrés: Navegante español. Estuvo en las Molucas, y en México entró a la orden de los monjes
agustinos. Luego, dirigió una expedición a Filipinas y descubrió la corriente del ―Kuro Shivo‖, permitiendo el
tornaviaje desde las Filipinas y otros archipiélagos, hasta la costa occidental de América.
Uslar Pietri, Arturo: Escritor, político y economista venezolano. Fue Ministro de Educación (1939-1941), de
Hacienda (1942), y del Interior (1945). Fundador del Frente Democrático Nacional. En 1990 se le concedió el
premio Príncipe de Asturias de las Letras. También compartió el premio Nacional de Literatura con el Dr.
Mariano Picón Salas. Cultivó el ensayo, el teatro, el cuento y sobre todo, la novela, con títulos como ―Las lanzas
coloradas‖; es considerado precursor del realismo mágico. En 1991 recibió el premio Internacional de novela
―Rómulo Gallegos‖, por la ―La vista en el tiempo‖. En televisión hizo ciclos de charlas sobre personajes
históricos –―Valores Humanos‖- que obtuvo un gran éxito.
Váez de Torres, Luís: Navegante español. Descubrió el estrecho de su apellido (Torres), entre Australia y
Nueva Guinea.
Valdivia Pedro de: Conquistador español. Su celebridad proviene de las conquistas de Venezuela, Perú y Chile.
Fue fundador de la ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura, y la Serena. Nombrado Gobernador de Chile,
fundo además, las ciudades de la Concepción la Imperial y la que llevo su nombre, Valdivia. Ordenó diversas
expediciones y fue derrotado por los araucanos que le hicieron prisionero y le cortaron los brazos, que después
se comerían en su presencia, muriendo en medio de los más atroces sufrimientos.
Vasco da Gama: Navegante portugués (1469-1524). Abrió el camino de las Indias Orientales, después de doblar
el Cabo de Buena Esperanza y empezó a establecer el dominio de Portugal en África y la costa Malabar.
Camoens lo hizo el protagonista de ―Os Lusiadas‖.
Vásquez de Coronado, Francisco: Explorador español. Gobernador de Nueva Galicia (emprendió una
expedición que llegó hasta el Colorado, Río Grande y Arkansas).
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Verrazano, Giovanni da: Navegante y explorador italiano. Exploró la carta atlántica de América del Norte,
recorrió la bahía de Hudson y más tarde, la costa de Brasil.
Visnú: Segunda persona de la Trimurti hindú, en la cual desempeña el papel de conservadora del mundo.
Representa las fuerzas evolutivas del universo. Se la muestra de diversas formas, que reciben el nombre de
―Avatares‖.
Vitoria, Fray Francisco de: Teólogo y jurista español. Fraile dominico; fue catedrático en la Universidad de
París y Salamanca, donde explicó teología. Fundador del Derecho Internacional, autor de ―Relectiones
Theologicae‖.
Vivaldi: Hermanos navegantes genoveses que intentaron a finales del siglo XIII rodear África. Después de llegar
al Cabo Juby, frente a Las Canarias, se pierde su rastro.
Vladimir I: Príncipe de Kiev (¿956?-1015). Durante su reinado, los rusos se convirtieron al cristianismo, en su
forma oriental.
Vladislav: III de Polonia y IV de Hungría (1424-1444). Luchó contra los turcos, conquistando Serbia y
Bulgaria.
Waldseemüller, Martin: Cosmógrafo lorenés. Publicó en Saint-Die el primer mapa en el que llama América al
Nuevo Mundo.
Wallis, Samuel: Inglés. Sale en su nave, acompañando a la de Carteret, separándose a su paso por el Cabo de
Hornos. Descubre Tahití y la isla que lleva su apellido.
Wegener, Alfred Lothar: Geólogo, meteorólogo y explorador alemán (1880-1930). Se le conoce por su
hipótesis de la deriva continental que afirma que todos los continentes estuvieron unidos en uno solo durante la
era mesozoica. Escribió: ―Origen de los continentes y de los Océanos‖.
Willoughsbi, Hugo: Inglés. Llegó hasta el mar Blanco con Chancellor y siguió hacia el Este, hasta el sur de
Nueva Zembla, donde muere.
Yuan (dinastía Mongol): (1279-1368). Inaugurada por el mongol Kublai Khan, nieto de Gengis, en 1279, al
proclamarse emperador de China. Se inicia una etapa de estabilidad marcada por la extensión del sistema de
graneros públicos, la emisión del primer papel moneda y la construcción de carreteras y del Gran Canal. Se crea
en Bejing la Biblioteca Imperial y la Academia de la Historia. Está dinastía fue siempre considerada como
extranjera por los chinos.
Zacuto (Zacut), Abraham Ibn Samuel: Científico e historiador judeoespañol, nacido en Salamanca. Enseñó
probablemente en las universidades de Salamanca y Zaragoza, sufrió persecución y hubo de marchar a Turquía.
Su ―Compilación Magna‖ es un almanaque astronómico y astrológico. Su obra ―Libro de las Genealogías‖ es
una historia de la ciencia hebrea.
Zamorano, Rodrigo: Fue astrólogo, matemático y cosmógrafo de Felipe II, además de escritor. Piloto Mayor de
la Casa de Contratación. Persona de gran sabiduría y entereza. Ayudó a Céspedes en la enmienda de los
padrones e instrumentos de navegación. Entre sus obras, citaremos: ―Cosmografía, compendio del arte de
navegar‖ y ―Carta de marear‖.
Zeus: Dios supremo de los griegos, venerado por todos los pueblos helénicos. Es esencialmente el dios de la
Luz; personificación del Cielo y su esplendor. Dios del rayo, de los elementos y garante del orden cósmico que
encarna. Su poder se extiende también sobre los hombres pues es, según Homero, el ―padre de los dioses y de los
hombres‖.
Fin del volumen I
Luís Antonio Rodríguez Moro.