Laureanistas y Leopardistas

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REVISTA POLÍTICA COLOMBIANA Fragmentación discursiva en el Partido Conservador: Leopardos y Laureanistas Andrés Felipe Agudelo González FRAGMENTACIÓN DISCURSIVA EN EL PARTIDO CONSERVADOR: LEOPARDOS Y LAUREANISTAS

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Fragmentación discursiva en el Partido Conservador:Leopardos y Laureanistas

Andrés Felipe Agudelo González

FRAGMENTACIÓN DISCURSIVAEN EL PARTIDO CONSERVADOR:

LEOPARDOS Y LAUREANISTAS

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91 Julio - Septiembre / 2010

Andrés Felipe Agudelo gonzález Politólogo de la Universidad del Rosario. Estudiante de Maestría en Ciencia Política de la Universidad de los Andes.

Durante la década de los treinta del siglo pasado se presentó una pugna ideológica al interior del Partido Conservador Colombiano. Dicha confrontación permitió diferenciar dos fracciones dentro del partido político defensor de la tradición, el orden y las costumbres: por un lado, Laureano Gómez, un reconocido político bogotano, estandarte del catolicismo y tal vez la figura más representativa del partido en su historia. Por otro lado, los Leopardos1, un conjunto de jóvenes políticos caldenses cercanos a las ideas fascistas de la época. Esta investigación se divide en cuatro partes fundamentales. En la primera se pretenderá hacer un análisis conceptual sobre la derecha, dividiéndola entre fascismo y autoritarismo conservador y tratando de establecer unos pará-1 Es fundamental hacer una precisión histórica. Gilberto Alzate Avendaño, político caldense, defensor de postulados fascistas y apodado “Il Duce” por su parecido físico con Mussolini; no perteneció a los Leopardos. Alzate com-partió ideas y propuestas con algunos Leopardos, y se alineó en la tendencia nacionalista del partido Conservador, pero vale la pena insistir que no hizo parte del grupo fascista. Ahora bien, la confusión se puede explicar porque Alzate fue un político destacado dentro del ámbito nacional desde la década de los cuarenta y es el mayor referente del “fascismo” colombiano. Contrario a lo que afirman los contradictores de Gómez, el político bogotano no simpatizó con Hitler ni Mussolini, pero si tuvo una cercanía (no sólo ideológica) con Franco. Resumiendo, cabe volver a señalar que las unidades de análisis del presente trabajo son los Leopardos y Laureano Gómez y el contexto los años veinte y treinta del siglo XX. Esto, naturalmente, excluye a Gilberto Alzate Avendaño.

“Al caer el polvo que levantan los grandes acontecimientosde la historia moderna, la mediocridad de los protagonistas deja estupefacto al historiador”

Nicolás Gómez Dávila

metros generales de convergencia y diferencia. Con base en la clasificación anterior se busca-rá insertar a los Leopardos y a Laureano Gó-mez dentro de categorías conceptuales (I) En la segunda parte se tomarán algunos elementos discursivos que evidencien la fragmentación2 ideológica entre Gómez y los Leopardos (II).

En el tercer apartado se trasladará la fragmen-tación discursiva a la fragmentación material u organizativa, entendida como la división in-terna en los partidos políticos y sus repercusio-nes; lo anterior estará basado en los postulados de Giovanni Sartori sobre los partidos políti-cos (III) Finalmente se presentarán unas con-clusiones (IV).

El objetivo principal es analizar las relaciones discursivas como fuentes de fragmentación dentro del partido Conservador Colombiano en la década de los treinta del siglo XX. Esto permite plantear la siguiente pregunta de inves-tigación: ¿De qué manera afectó la fragmenta-ción ideológica y discursiva entre Leopardos y 2 En el presente trabajo se utilizará la clasificación hecha por Sartori, que distingue entre “la fracción (la categoría general, no especificada), la facción (grupo específico de poder) y la tendencia (conjunto establecido de actitudes)” Ver Sartori, Giovanni. Partidos y sistema de partidos. Madrid: Alianza Edito-rial, 1992. p. 100

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Laureanistas la estructura y organización del Partido Conservador? Para intentar dar res-puesta al interrogante se presenta la siguien-te tesis de trabajo: el enfrentamiento entre los Leopardos y Laureano Gómez fue el eje cen-tral de la fragmentación del partido Conserva-dor Colombiano durante la década los treinta. Dicha fragmentación puede evidenciarse en tres aspectos: fragmentación ideológica, frag-mentación discursiva y fragmentación organi-zativa. Con lo anterior se busca sustentar que el partido Conservador tuvo un carácter aglu-tinador, pero contingente y fragmentado por la falta de una base ideológica concreta.

(I)

Desde la teoría política se ha buscado esque-matizar las distintas corrientes de pensamiento y acción política. Sin embargo, la labor cla-sificatoria no es sencilla y, con seguridad, se enfrenta a la ambigüedad conceptual como el

mayor de sus retos. La díada derecha-izquier-da ha permitido un relativo orden espacial e ideológico con respecto a las manifestaciones políticas, en especial las acaecidas durante el siglo XX hasta la actualidad. Norberto Bobbio define la díada derecha-izquierda como “lu-gares del “espacio político””3, lo que sin duda presenta ventajas a la hora de mecanizar dife-rencias entre el fascismo y la socialdemocra-cia. Sin embargo, la división ideológica exige otras dentro del mismo espacio político, lo que plantea una porosidad en las fronteras ideo-lógicas y una necesidad de una clasificación más juiciosa. En este apartado se intentará una conceptualización de la derecha colombiana durante las décadas de los veinte y treinta del siglo pasado, entendiéndola como un espacio político fraccionado entre fascismo y derecha autoritaria conservadora.

Colombia no ha sido ajena a la diferenciación ideológica y conceptual de las manifestaciones políticas. Durante el siglo XX se presentó una pugna entre Laureano Gómez, dirigente tra-dicional del Partido Conservador y un grupo de tendencia fascista conocido como los Leo-pardos4, que adoptó ese nombre porque “Por aquella época pasaba por Bogotá un circo que tenía entre sus atracciones especiales unos leo-pardos feroces y esto le dio la idea a Ramírez para bautizar el grupo”5. Las relaciones entre Gómez y los fascistas no se distinguieron por ser consensuales, al contrario, ambas fraccio-nes se enfrentaron de manera constante por el poder dentro del Partido Conservador. En este 3 Ver Bobbio, Norberto. Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política. Madrid: Taurus, 1995. p. 1284 Los Leopardos, fundados en los albores de la década de los veinte, crearon un manifiesto político que salió a la luz pública en 1924. Sus miembros fun-dadores fueron cinco estudiantes: Silvio Villegas, Augusto Ramírez Moreno, José Camacho Carreño, Eliseo Arango y Joaquín Fidalgo Hermida. Los tres primeros tuvieron protagonismo político, el resto no cuenta con mayor tra-

scendencia. 5 Ver Ruiz, Juan Carlos. Leopardos y tempestades. Bogotá: Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas, 2004. p. 133

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Se puede afirmar que en Colombia el faSCiSmo no tuvo un arraigo Contundente Si Se Compara Con otroS paíSeS de amériCa latina y europa.

punto se presenta una disyuntiva, por un lado Pérez Rivera afirma que “El nacionalismo de Laureano Gómez entre 1930 y 1946 no debe confundirse con fascismo y nazismo (…) Los fascistas confesos de aquella época fueron los llamados “Leopardos”, pero su importancia histórica es escasa”6. Por otro lado, para Ruiz Vásquez, el grupo fascista fue “(…) la disi-dencia más importante que ha tenido el partido conservador en su historia”7. Para sortear este dilema es importante alejarse de una genera-lización expuesta por Ruiz (la disidencia más importante), pero no ignorar la importancia de la fragmentación en el Partido Conserva-dor, más cuando la división es ideológica, lo que representa un caso extraño en los partidos colombianos8. En otras palabras, es difícil y 6 Ver Pérez, Hésper. “El nacionalismo católico colombiano: un “estilo de pen-samiento” (1870-1946) en González, Jorge Enrique. Nación y nacionalismo en América Latina. CLACSO 2007 .p. 1407 Ver Ruiz, Juan Carlos. Leopardos y tempestades. Bogotá: Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas, 2004. p. 1718 Los dos partidos tradicionales (Liberal y Conservador) han sido objeto de críticas severas por la falta de contenidos ideológicos. Cabe señalar que si bien existen parámetros claros en los que divergen, como el papel de la igle-sia y de los sindicatos (UTC y CTC, por ejemplo), la crítica sobre las bases ideológicas es válida; en ese sentido Gaitán y Malagón anotan lo siguiente sobre la oposición del partido Conservador a los gobiernos liberales de los treinta “aunque los dos partidos tradicionales carecían de unidad doctrinaria, el ejercicio de la oposición férrea al gobierno liberal no dejó emerger las difer-encias internas que había en su seno y, por lo menos en un principio, había un punto de convergencia indiscutible que era el referido a su presentación como partido que defendía la religión católica que, junto con la patria, la familia y la propiedad, constituían sus razones esenciales, en términos del programa oficial de 1931. Pero en 1937 ya el partido se encontraba en clara y fuertemente dividido entre quienes seguían “las doctrinas del partidos”, o los civilistas, y quienes abrazaban expresamente la causa fascista”. Ver Gaitán-Bohórquez, Julio y Malagón-Pinzón, Miguel. Fascismo y autoritarismo en Colombia. En: Vniversitas. N.118, enero-junio de 2009. p.303. Con respecto a la cita anterior es pertinente realizar varias aclaraciones: en primer lugar, pareciera contradecir el planteamiento central del presente trabajo porque aduce una “supuesta” uni-dad ideológica hacía 1931. Sin embargo, omite que el choque entre Leopardos y civilistas no nació en esa década sino en la anterior (el tema es tratado por Arias Trujillo en su texto Los Leopardos, una historia intelectual de los años 1920, por medio de la díada Centenaristas y Los Nuevos), lo que indica que la fragmentación conservadora ya era patente para la época; muestra de ello es la pérdida de las elecciones de 1929. En segundo lugar, los profesores Gaitán y Malagón no yerran mostrando el fraccionamiento del partido, pero pasan por alto que en la convención de 1937 “(…) la postulación de Laureano como jefe indiscutible de la colectividad obedecía a un pacto con Los Leopardos que, en contraprestación, pedían la aceptación por parte del conservatismo de los postulados de extrema derecha como cuerpo doctrinario único del partido”. Ver Ruiz, Juan Carlos. Leopardos y tempestades. Bogotá: Fundación Cultural Javeriana de Artes Gráficas, 2004. p. 151. Finalmente y resumiendo, lo que se destaca de las diferencias conceptuales señaladas es que en la fragmentación

arriesgado afirmar que la fragmentación ideo-lógica entre fascistas y civilistas9 dentro del Partido Conservador colombiano generó con-secuencias políticas como la caída de la hege-monía en 1930 o la sucesión de victorias del Partido Liberal durante los treinta, pero ello no implica que la división ideológica no sea una causal de los hechos señalados o que su análi-sis no sea relevante.

Stanley Payne intenta una división concep-tual de la derecha entre la autoritaria conser-vadora y el fascismo10. Se puede afirmar que en Colombia el fascismo no tuvo un arraigo contundente si se compara con otros países de América Latina y Europa, sin embargo no se puede pasar por alto la existencia de idearios políticos concomitantes con los postulados de Hitler y Mussolini. El fascismo en Colombia no sólo se manifestó con los Leopardos11, pero del partido Conservador los Leopardos jugaron un papel fundamental, el im-pacto o las repercusiones se evaluarán más adelante en el presente texto. 9 Término utilizado para diferenciar la fracción laureanista de los fascistas y nacionalistas dentro del partido Conservador.10 Este autor también presenta una tercera categoría que denomina derecha radical, variante que no será tomada en cuenta en la presente investigación porque, con base en los planteamientos de Payne, en Colombia tuvieron más vigencia la derecha autoritaria conservadora representada por Gómez y el fas-cismo enarbolado por los Leopardos. Es pertinente presentar una aclaración que Payne expone sobre el intento (infructuoso) por entender el fascismo como una unidad ideológica y práctica: “Mi propia conclusión, al cabo de dos dece-nios de examinar diversas y múltiples cuestiones relativas al fascismo, es que todo enfoque maniqueo del problema del fascismo genérico no puede básica-mente sino inducir a error. Es decir la habitual reducción a una identidad abso-lutamente común es deformante e inexacta”. Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. p. 207 11 Otros partidos, movimientos y grupos de corte fascista que se destacaron en Colom-

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fue el grupo caldense el que mayor impacto tuvo en la política nacional y dentro del Par-tido Conservador. Reconocidos políticos de corte fascista como Silvio Villegas y Augus-to Ramírez Moreno ocuparon cargos públicos de notable importancia. Para conceptualizar el fascismo colombiano es conveniente dividir el análisis en dos partes: una sección referente al contenido ideológico y otra a la mecánica fun-cional. Es conveniente acotar que en el cam-po ideológico el fascismo es una corriente de pensamiento político sin piedra angular, como si la tienen el liberalismo o el socialismo. Sin embargo, se pueden trazar ciertos rasgos fun-damentales12, por ejemplo su posición antili-beral, anti comunista, su pretensión de crear un Estado nacionalista autoritario, el uso de la violencia o la disposición hacía ésta, la mo-vilización de masas y la militarización de las bia fueron el partido nacional-socialista Legión Colombiana, Haz de fuego, La Cruz de Malta, Haz de juventudes Godas, Alianza y fe, Jerarquía, Centro lealtad, Legión Cóndor, Comando del fascio colombiano y el centro Primo de Rivera, entre otros.12 Una detallada clasificación la ofrece Stanley Payne en El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. p.13. En el presente trabajo se enuncian sólo algunas características.

mismas, entre otras. Estos temas serán el punto de partida para analizar la fragmentación ideo-lógica y discursiva del partido Conservador durante los treinta.

Dentro de las doce categorías analíticas del fas-cismo que presenta Payne13, dos pueden apli-carse al caso de los Leopardos en Colombia: el radicalismo de las clases medias y la revuelta contra la modernización. Con respecto al pri-mero cabe anotar que el fascismo no represen-tó a la burguesía como tal, también puede ser considerado como un “vehículo de sectores de las clases medias, a las que antes se negaba la pertenencia a la élite nacional”14. En el caso de los Leopardos es evidente que el origen de sus fundadores y sus condiciones socioeconómi-cas diferían de la élite bogotana15. Cabría se-13 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. ps. 189-201. 14 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. P.19115 Es diciente el siguiente aporte de Arias Trujillo: “En 1921, cinco jóvenes universitarios, contemporáneos, todos ellos de provincia, decidieron formar en Bogotá un grupo denominado “Los Leopardos”. Sus principales animadores fueron Augusto Ramírez Moreno (1900-1974), nacido en Medellín, y Silvio Villegas (1902-1972), nacido en Manizales. Ver Arias Trujillo, Ricardo. Los

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el faSCiSmo no repreSentó a la burgueSía Como tal, también puede

Ser ConSiderado Como un “vehíCulo de SeCtoreS de laS ClaSeS mediaS,

a laS que anteS Se negaba la pertenenCia a la élite naCional”

ñalar los Leopardos fallaron en la búsqueda de apoyo de otros sectores como el campesinado y la pequeña burguesía caldense, la mentalidad de estos grupos sociales no estaba preparada para la organización de un movimiento de ma-sas fascista16. Lo anterior evidenció la imposi-bilidad de crear una base popular fascista co-ordinada por los Leopardos y la necesidad de funcionar de manera coordinada con el Partido Conservador y hacer acuerdos que “(…) exi-gían a veces concesiones tácitas, estructurales y programáticas”17.

El fascismo como revuelta contra la moderni-zación consiste en la oposición a los “aspec-tos centrales de la sociedad liberal occidental, como la urbanización, la industrialización, la educación liberal, el materialismo racionalis-ta, el individualismo, la diferenciación social y la autonomía pluralista”18. Colombia dio un giro después de 1930 hacía la modernización industrial y la inclusión de otros sectores polí-ticos en el liberalismo (particularmente los co-munistas), dichas acciones activaron la resis-tencia de la derecha que “tuvo su cenit durante la coyuntura de oposición al gobierno liberal de López Pumarejo”19. No sólo los Leopardos y los civilistas del Partido Conservador busca-ron puntos de convergencia contra la “Revo-lución en marcha” a pesar de sus diferencias ideológicas.

Con respecto a la mecánica funcional de los Leopardos, se encuentra una coinciden-cia con otros grupos fascistas en el mundo: “(…) no lograron pasar más allá de la fase de Leopardos, una historia intelectual de los años 1920. Bogotá: Ediciones Uni-andes, 2007.p. 3 16 El tema se trata con mayor profundidad y con un énfasis especial en el campesinado en Ruiz, Juan Carlos. Leopardos y tempestades. Bogotá: Fun-dación Cultural Javeriana de Artes Gráficas, 2004. p.161-17017 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. p. 1518 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. ps. 19819 Ver Gaitán-Bohórquez, Julio y Malagón-Pinzón, Miguel. Fascismo y autori-tarismo en Colombia. En: Vniversitas. N.118, enero-junio de 2009. p.299.

movimiento”20. Los Leopardos también se frac-cionaron, se disolvieron dentro de la tendencia nacionalista del conservatismo y no pudieron sostener sus postulados con el mismo ahínco después de las derrotas de Hitler y Mussoli-ni. No obstante, las figuras representativas del movimiento como Camacho lograron alcanzar puestos en el ejecutivo (¡en gobiernos libera-les!) y en el legislativo (representación míni-ma) apoyados por el partido Conservador.

Lo anterior confirma una característica que Payne señala como fundamental para entender el fracaso de los movimientos fascistas en el mundo: “en muy pocas ocasiones lograron pa-sar a la fase de participación en el gobierno”21. Esta incoherencia puede explicarse por medio de dos argumentos: por un lado, el carácter contestatario de los Leopardos, que prefirieron realizar acciones incoherentes con tal de con-trarrestar el poder de Gómez dentro del partido Conservador (como el apoyo a la candidatura presidencial del liberal Olaya Herrera).

Por otro lado, la falta de cohesión de los Leopar-dos, que se mantuvieron como una fracción del conservatismo oficial y no crearon un partido político independiente. Un punto fundamental a señalar y que se retomará más adelante; es que los Leopardos tuvieron que adaptarse a la me-20 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. p. 21121 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. p.15

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cánica de la democracia en dos niveles: en un primer término participaron en las elecciones, presentado programas y candidatos en 1937 (los resultados para los fascistas fueron irrisorios), adaptándose a las “aspiraciones políticas, cul-turales e ideológicas que surgen de la democra-cia liberal”22 y entrando en franca contradicción con las pretensiones totalitarias del fascismo. En un segundo nivel, los Leopardos entraron al juego democrático amparados en el Partido Conservador, es decir al amparo del medio o ve-hículo político más elocuente de la democracia y la modernidad: el partido político.

Con respecto a la derecha autoritaria es posible utilizar las mismas categorías analíticas que se usaron para el fascismo: su contenido ideoló-gico y la mecánica de su funcionamiento. Con respecto a la primera parte, es vital señalar que la derecha autoritaria conservadora compartió idearios con el fascismo sin mezclarse con este; Payne anota dos características que no riñen con la figura de Gómez en Colombia: su pilar prin-cipal era la religión y una defensa extrema del “elitismo y una jefatura fuerte con la invocación de legitimidades tradicionales”23. Con respecto al tema religioso Hésper Pérez afirma el nacio-nalismo católico “no es una tendencia ideológica importante como movimiento político ni como expresión de una élite intelectual en Colombia. Fue Gómez el único militante y jefe a la vez, que incrusta en esos años en el Partido Conser-vador su personal versión de la doctrina católica aplicada a la esfera del poder político”24.

La preeminencia de Gómez como jefe único del partido fue una constante histórica duran-te la primera mitad del siglo XX, sin lugar a 22 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. p. 19423 Ver Payne, Stanley. El fascismo. Madrid: Alianza Editorial, 1996. p. 2524 Ver Pérez, Hésper. “El nacionalismo católico colombiano: un “estilo de pen-samiento” (1870-1946) en González, Jorge Enrique. Nación y nacionalismo en América Latina. CLACSO 2007, p. 123

dudas el político bogotano encaja dentro de la lógica personalista y jerarquizada que ha ca-racterizado a buena parte de los partidos de América Latina25

Si se observa la mecánica funcional de la de-recha autoritaria conservadora se encuentran tres puntos fundamentales. El primero es que no choca con la lógica de la democracia liberal, es decir que se vale de los partidos políticos y de las elecciones como fuentes de legitimidad de su poder. Como es evidente, es una diferencia sustancial con los planteamientos fascistas (así en Colombia los Leopardos también se basaran en la democracia como marco de acción políti-ca). En segundo lugar, el partido político es el agente fundamental donde confluyen las posi-ciones relativamente convergentes.

El partido se muestra no sólo como un medio, también como una necesidad normativa y or-25 Difieren, como es natural, los partidos comunistas. Estos últimos respondían a otros parámetros de organización, si se quiere jerarquizados, pero sus fines y la vinculación de sus miembros se ubican en la antípoda política y administra-tiva de otros partidos políticos.

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ganizativa para acceder al poder. En este caso, el partido Conservador, aglutinó discursos po-líticos de derecha, aunque no cohesionarlos. Finalmente, la asimetría en el poder interno entre Gómez y los Leopardos se puede expli-car por el peso rutilante del personalismo en la política colombiana y la imposición de “casas” o “tendencias” políticas tradicionales sobre las nuevas figuras políticas.

Una serie de variables son las puntas de lan-za para explicar la fragmentación del partido Conservador, a saber: el distanciamiento ideo-lógico entre fascismo (Leopardos) y la derecha autoritaria conservadora (Gómez), el choque generacional, el personalismo jerarquizado dentro del partido, los cambios sociales, po-líticos y económicos impulsados por los go-biernos liberales de Olaya, López y Santos, y finalmente, tres características del Partido Conservador para la época: aglutinador, con-tingente y fragmentado. Con base en este caldo de cultivo para las escisiones, se entrará a ana-lizar algunos extractos del discurso político de los Leopardos y de Gómez.

(II)

Hasta este punto se cuenta con una convergen-cia mínima entre Leopardos y Gómez: están ubicados en el mismo espacio político (la dere-cha) y utilizan un mismo medio para acceder al poder (el partido político). Ahora bien, en este apartado se tratará de dilucidar la fragmentación ideológica en la discursiva, ello se evidencia en cuatro temas que explican el distanciamiento entre fascistas y derechistas autoritarios, lejanía que se materializó en la fragmentación organi-zativa del Partido Conservador.

Lo temas a evaluar son los siguientes: la posi-ción con respecto a Hitler y Mussolini, el apo-

yo al candidato liberal Enrique Olaya Herrera en 1930, la concepción sobre las élites y las masas, y finalmente, el papel de la violencia como herramienta política. Se observará en este apartado la disputa por el poder interno dentro del partido Conservador, situación que Henderson retrata de la siguiente manera: “Gó-mez se encontraba constantemente en oposi-ción con miembros prominentes de su propio partido, cuya posición ideológica difería de la propia. Augusto Ramírez Moreno y Silvio Villegas constituyen ejemplos pertinentes en este caso”26. La fragmentación es evidente y encuentra sustento en la confrontación ideoló-gica entre dos partes de la derecha.

Para comprender la importancia de la frag-mentación o del distanciamiento ideológico dentro de una misma colectividad, se recurre a dos conceptos básicos sobre el discurso que expone Michel Foucault: la importancia del discurso y su función. Con respecto al primer concepto el filósofo francés apunta lo siguien-te: “el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los sistemas de domina-ción, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del que quiere uno adueñarse”27.

Si se aplica esto al caso, se hace evidente la disputa entre Leopardos y Gómez por el poder dentro del conservatismo, es decir un objetivo común, pero disputado. También se halla un contexto y un medio, el partido Conservador y los discursos políticos28 respectivamente. Ahora bien, para Foucault “en toda sociedad la producción del discurso está a la vez con-trolada, seleccionada y redistribuida por cierto 26 Ver Henderson, James. Las ideas de Laureano Gómez. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1985.p. 10927 Ver Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona: Tusquets Editores, 2008, p. 1528 Valdría la pena aclarar que el discurso puede ser entendido como un discurso de prácticas que definen un actor en particular.

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número de procedimientos que tienen por fun-ción conjurar sus poderes y peligros, dominar el acontecimiento aleatorio y esquivar su pesa-da y temible materialidad”29.

La clave de dichos procedimientos es la exclu-sión, es decir el distanciamiento discursivo que impone una sociedad o una parte de ella a otra30. Si se vuelve a hacer el ejercicio con el objeto de estudio, se observa que la confrontación discur-siva e ideológica entre los fascistas y Gómez se desarrolló por medio de discursos que buscaron aminorar y excluir la fortaleza política del adver-sario, así se encontraran dentro del mismo espa-cio político.

El primer tema que generó fragmentación fue la posición con respecto a los dos líderes auto-ritarios más representativos del fascismo y del nacionalsocialismo: Benito Mussolini y Adolf 29 Ver Foucault, Michel. El orden del discurso. Barcelona: Tusquets Editores, 2008, p. 1430 Foucault expone procedimientos como lo prohibido, la oposición entre razón y locura, y lo verdadero y lo falso, entre otros.

Hitler. Los Leopardos, como es evidente, pro-fesaron una admiración desbordada hacía am-bos, por ejemplo Villegas no duda en aseverar: “Hitler y Mussolini gobiernan con el pueblo y para el pueblo: El cesarismo es la hipertrofia de la democracia”31.

El mismo dirigente conservador no ahorra co-mentarios sobre la labor del Duce: “Italia, antes del advenimiento de Mussolini era el arrabal de Europa, encrucijada de hampones y anar-quistas, sin influencia en los destinos mundia-les. En quince años de acción incansable Mus-solini ha acrecentado su población y doblado su territorio, llevando nuevamente victoriosos los fascios a las comarcas sojuzgadas por los cónsules”32. Con al dirigente alemán los co-mentarios no son menos aduladores: “Con Hit-ler, Alemania, ha recobrado su grandeza impe-rial. Su obra es más audaz, vasta y sólida que 31 Ver Villegas, Silvio. No hay enemigos a la derecha. Manizales: Casa Edito-rial y Talleres gráficos. p.109 32 Ver Villegas, Silvio. No hay enemigos a la derecha. Manizales: Casa Edito-rial y Talleres gráficos, p. 98

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la de Bismarck. Ningún estadista europeo, si se excluye tan sólo a Mussolini, puede presentar un balance comparable al suyo. Si la democra-cia es el gobierno del pueblo, el tercer Reich es el estado más democrático del mundo”33.

El seguimiento de las doctrinas fascistas no se limitó a la admiración por sus líderes, también encontró base en el ataque constante al libe-ralismo, al socialismo, al individualismo, a la democracia y al marxismo. Es fundamental apuntar que a pesar del desmoronamiento de los Leopardos y de la atenuación de su dis-curso radical, la defensa del fascismo y de sus representantes se mantuvo, incluso después de la derrota de Alemania e Italia en la Segunda Guerra Mundial. En ese aspecto Ruiz señala: “Aunque en esencia mucho de los puntos ex-puestos en 1924 seguían vigentes trece años después; No hay enemigos a la derecha presen-taba un acercamiento más radical a las postu-ras fascistas. Incluso, la exposición y la lógica discursiva de Mussolini y su Doctrina del fas-cismo eran seguidas de cerca por Villegas”34

Gómez pensaba de manera contraria a los fas-cistas con respecto a este tema. Henderson explica que: “Los críticos de Gómez conven-cidos de sus propensiones totalitarias, reci-bían con franca incredulidad el desprecio que él expresaba con frecuencia respecto de las dictaduras”35. El político conservador estable-ció su posición sobre Hitler y Mussolini en el libro El cuadrilátero, los asemeja a Stalin y no duda en afirmar que no existen grandes diferencias entre: “la dictadura fascista y la dictadura de Rusia. Es el mismo movimiento

33 Ver Villegas, Silvio. No hay enemigos a la derecha. Manizales: Casa Edito-rial y Talleres gráficos, p. 108 34 Ver Ruiz, Juan Carlos. Leopardos y tempestades. Bogotá: Fundación Cul-tural Javeriana de Artes Gráficas, 2004. P.13935 Ver Henderson, James. Las ideas de Laureano Gómez. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1985.p. 219

en dos etapas diversas”36. También mostró un rechazo radical del accionar de Hitler, Gómez expresa al respecto: “La moral que condena los procedimientos de que Hitler ha hecho uso subsistirá intacta cuando del dictador no que-de sino el recuerdo amargo que dejaron antes de él otros tiranos. Su nombre irá unido a la execración de las víctimas caídas”37. La distan-cia entre los postulados de los Leopardos y de Gómez con respecto a este tema es evidente. Con el transcurso de los treinta y de la Segun-da Guerra Mundial, que terminó con la caída del fascismo; la posición de Laureano terminó victoriosa y la de los Leopardos deslegitimada. Sin embargo, marcar esta diferencia ideológica contribuye a explicar la fragmentación ideoló-gica del partido Conservador durante el perio-do señalado.

Una segunda diferencia ideológica fue la posi-ción que asumieron las partes con respecto a la candidatura liberal de Enrique Olaya Herrera en 1930. El triunfo del partido Liberal en esos años significó la caída de la llamada Hegemo-nía Conservadora y el inicio de una seguidilla de triunfos liberales que debilitaron notable-mente al partido de Gómez y de los Leopar-dos. Estos últimos asumieron una posición extraña para la elección presidencial puesto que apoyaron la candidatura del liberal Olaya Herrera en 1930, Ruiz explica la situación: “La maquinación de los Leopardos tenía una lógi-ca maquiavélica precisa; por un lado, buscaba restarle a Vásquez Cobo los votos liberales que muy seguramente pasarían a manos de Olaya Herrera; y, por el otro, los conservadores se unirían en torno a la figura de Valencia ante la eventualidad de una candidatura liberal”38. 36 Ver Gómez. Laureano. Obras Completas Tomo III. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1989.p. 14437 Ver Gómez. Laureano. Obras Completas Tomo III. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1989.p. 17238 Ver Ruiz, Juan Carlos. Leopardos y tempestades. Bogotá: Fundación Cul-tural Javeriana de Artes Gráficas, 2004. P.142

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Arias Trujillo explica la actitud del leopardo Villegas de la siguiente forma: “¿Cómo expli-car semejantes acrobacias políticas? ¿Cómo dar cuenta de unas contradicciones que más parecen apostasías del credo derechista? Quizá no resulte muy difícil descifrar las piruetas de Villegas: simplemente, quería aprovechar cual-quier ocasión para debilitar las aspiraciones de su rival conservador, el único que realmente podía atravesarse en el camino de Valencia”39

Gómez, en una actitud más coherente, realizó una oposición enconada contra los gobiernos liberales. Baste señalar el siguiente pasaje ocurrido durante la sesión del 28 de agosto de 1934 en el Senado, Gómez es interrumpido por los seguidores del presidente y el líder conser-vador responde de la siguiente manera: “Ese es el procedimiento olayista; cuando se están exponiendo razones con serenidad, en busca de discusión ordenada y tranquila, se produce el tumulto para ahogar los razonamientos que no puede contestar” Y esos gritos y ese tumul-to son los que pretende buscar el doctor Olaya Herrera en la plaza de Bolívar, y en las capi-tales de los departamentos, todo para rehuir el debate frente a frente con los adversarios y oponiendo datos y razonamientos”40.

Cabría señalar que el distanciamiento entre Gómez y Leopardos con respecto a Olaya He-rrera no duró mucho. Cada fracción del parti-do Conservador ejerció un trabajo constante de oposición al gobierno liberal. Incluso después de la caída conservadora los fascistas “siguie-ron insistiendo en que el Partido Conservador debía superar sus divisiones internas y buscar la unidad”41. Un buen ejemplo de la oposición 39 Ver Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos, una historia intelectual de los años 1920. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2007.p. 33140 Ver Gómez. Laureano. Obras Completas Tomo IV. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1989.p. 25141 Ver Arias Trujillo, Ricardo. Los Leopardos, una historia intelectual de los años 1920. Bogotá: Ediciones Uniandes, 2007.p. 340Fo

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marcada al liberalismo y a sus dirigentes políti-cos es el libro El último Leopardo, capítulos de la República liberal que no se le olvidaron a un conservador, de José Camacho Carreño.

Un tercer punto de diferencia entre Leopardos y Gómez gira en torno a la concepción que sos-tuvieron sobre el papel de la élite y la masa en la política. Para los jóvenes caldenses la masa era fundamental para el triunfo del movimiento fascista, así lo estipularon en su manifiesto de 1924: “El conservatismo debe ser el intendente de las clases trabajadoras”42 y también apunta-ron que: “La reconquista del gobierno no po-dremos realizarla sino movilizando a nuestro servicio las clases campesinas, que son el fun-damento del orden, el origen de toda economía y la perennidad de las naciones”43.

Por el contrario, Laureano Gómez se distin-guió por sus posturas defensoras del orden, la 42 Ver Villegas, Silvio. No hay enemigos a la derecha. Manizales: Casa Edito-rial y Talleres gráficos, p. 23643 Ver Villegas, Silvio. No hay enemigos a la derecha. Manizales: Casa Edito-rial y Talleres gráficos, p. 237

jerarquía y la élite. Para James Henderson la posición del dirigente tradicional estaba basa-da en postulados católicos el Estado es asumi-do como “un cosmos de grupos naturales y de jerarquías. Hablaba en términos de “jerarquías de virtud” y “jerarquías de orden”, por medio de las cuales se podría restaurar a armonía de una sociedad dislocada por los excesos de la civilización moderna y que se encontraba cer-ca de un derrumbamiento definitivo”44.

La diferencia entre fascistas y autoritarios conservadores en este punto permite retomar las categorías ya explicadas de Payne (elitis-mo) y confirmar que el distanciamiento ideo-lógico y discursivo entre Gómez y Leopardos encontró sustento en puntos neurálgicos de la política moderna como el rol de la masa. Tam-bién permite constatar que el poder político y discursivo de Gómez guardaba coherencia con su accionar dentro del partido, es decir con el apuntalamiento de una figura central que sir-44 Ver Henderson, James. Las ideas de Laureano Gómez. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1985.p. 205

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viera como referencia política e ideológica dentro del conservatismo, excluyendo a las demás manifestaciones políticas o subyugán-dolas a un orden establecido.

Un cuarto punto de fragmentación ideológica y discursa fue el uso de la violencia como herra-mienta política. El extracto que se presenta a con-tinuación se encuentra en el libro de Villegas “No hay enemigos a la derecha” y resume la posición de los Leopardos con respecto a este tema:

“Yo no condeno la violencia. Al contrario creo que es el único camino que nos queda ante la insensibilidad moral del régimen. (…) La intemperancia hablada y escrita del Doctor Gómez hubiera sido excelente si se tratara de un organizador capaz de formar secciones de asalto en todo el país. (…) Fracasados en Co-lombia los métodos democráticos, las derechas tienen que infundirles a las masas un estado de alma prócer si aspiran a tener vigencia his-tórica. Es más, sólo les queda éste dilema; o manejar los sistemas políticos de la lucha mo-derna mejor que sus adversarios o perecer. A la violencia de las izquierdas hay que oponerle la violencia de las derechas45.

Por el lado de Gómez no deja de parecer sor-prendente su admiración por Gandhi y sus pos-tulados. Henderson aporta el siguiente pasaje: “Gandhi era para Gómez el político ideal, ho-norable, ascético y dotado de una fuerza de vo-luntad que hacía temblar a los ingleses. Gómez colocó una estatua de Gandhi a la entrada de su estudio y en una ocasión, a principios de los años treinta, amenazó con lanzar a su partido en una campaña de resistencia pasiva contra el gobierno de Olaya Herrera”46. 45 Ver Ruiz, Juan Carlos. Leopardos y tempestades. Bogotá: Fundación Cul-tural Javeriana de Artes Gráficas, 2004. ps.138-139.

46 Ver Henderson, James. Las ideas de Laureano Gómez. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, 1985.p. 233

En las propias palabras del dirigente conserva-dor se hace evidente la oposición a la violen-cia como herramienta política: “El Mahatma es grande por sus hechos, por su perseveran-cia, por la acerada dureza de su voluntad. (…) ¡Cuán diversa esta vida de la de esos otros cau-dillos que arrastran hoy la admiración y sucinta los odios de las muchedumbres occidentales, Mussolini y Hitler! ¡Cuán distinta también de la del bárbaro georgiano, Stalin, que domina por el terror más abominable (…) Admirable sería que los jóvenes renovaran en la prodi-giosa vida de Gandhi la enseñanza eterna de que la fuerza moral es la primera; que el po-der del espíritu se sobrepone a la violencia y la destruye”47.

Para redondear el tema de la violencia y de las posturas contrarias entre Gómez y los Leopar-dos, se acotan tres puntos. En primer lugar, la asimetría en el poder político y el radicalis-mo son causas que explican la posición de los fascistas. En segundo lugar, la admiración de Gómez por Gandhi no implicó una aplicación textual de las ideas del líder hindú, pero si una diferenciación en la concepción de la violencia y de su uso. Finalmente, la mecánica del ejer-cicio electoral en Colombia subsumió las dos 47 Ver Gómez, Laureano. Obras Completas Tomo III. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1989.ps. 234,235,236

ya Se ha diCho que loS leopardoS naCieron fuera del partido y luego

Se integraron, mientraS gómez hizo parte de una “CaSa polítiCa

tradiCional”.

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posiciones, aunque paradójicamente, fue el ejercicio electoral la explicación para muchas manifestaciones violentas durante la época, por ejemplo en el inicio del gobierno de Olaya Herrera.

(III)

Ahora se conceptualizará las diferencias ideo-lógicas entre Gómez y los Leopardos en la teo-ría de los partidos políticos. Para esto hay asi-dero en los planteamientos de Giovanni Sartori sobre la fragmentación de los partidos políti-cos. En primer término es conveniente aplicar las dimensiones de división48 (organización e ideológica) y después hacer un breve análisis sobre la estructura de oportunidades y el per-sonalismo en el partido Conservador para la época. Lo que se busca sustentar es la tercera 48 Sartori utiliza otras dos dimensiones que presenta como motivaciones y derecha-izquierda. Con respecto a la última, no se utilizará porque los Leopar-dos y Laureano Gómez estaban ubicados en el mismo espacio político, es decir en la derecha. La tendencias fascista y autoritaria conservadora no pueden ad-scribirse dentro de una variación de la izquierda, por ejemplo. La dimensión de las motivaciones puede entenderse mejor con el análisis de la estructura de oportunidades.

variable del planteamiento central: la fragmen-tación organizativa, que se manifestó en las continuas derrotas electorales de los conserva-dores en los años treinta. No sobra señalar que dicha escisión está aunada con la ideológica y la discursiva, y directamente relacionada con el carácter aglutinador, contingente y fraccio-nado del partido Conservador.

Para Sartori la variable de la organización es la que permite evidenciar de manera más clara la fragmentación de un partido, y resume en la “(…) diferencia acerca de si, y en qué medida, un partido está integrado por subunidades que mantienen su propia red de lealtades, celebran sus congresos, buscan dinero para sí mismas (y no para el partido), disponen de su prensa y sus portavoces”49. En el caso del partido Conserva-dor esta variable es evidente y se observa ha-ciendo un fugaz paralelo. En primer lugar, ya se ha dicho que los Leopardos nacieron fuera del partido y luego se integraron, mientras Gómez 49 Ver Sartori, Giovanni. Partidos y sistema de partidos. Madrid: Alianza Edito-rial, 1992. p. 100

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hizo parte de una “casa política tradicional”. En segundo lugar, ninguna de las dos fracciones utilizaron el mismo periódico para difundir sus ideas, Gómez lo hizo a través de El Siglo y el leopardo Villegas por medio del diario caldense La Patria. En tercer lugar, los Leopardos y Gó-mez enfrentaron las elecciones de 1937 de ma-nera independiente, siendo la derrota el resulta-do compartido por las dos fracciones. A finales de la década los Leopardos volvieron a las filas del partido Conservador.

Como se hace evidente la fragmentación del partido fue organizativa, así dentro de su seno la asimetría de liderazgo político y económi-co (encabezada por Gómez) se mantuviera. La falta de cohesión y coordinación organizativa contribuyó a los resultados negativos, pero se puede asumir como la manifestación de otros tipos de fragmentación. La segunda dimensión es la ideológica, relacionada de manera directa con la anterior, y ya tratada en el presente tra-

bajo. Para el politólogo italiano el aspecto ideo-lógico “(…) va desde el extremo del fanatismo ideológico y la posesión de principios orien-tados hacia el futuro hasta el extremo opuesto del practicismo y el pragmatismo absolutos”50. En el partido Conservador fue clara la distan-cia ideológica entre fascistas y autoritarios conservadores, más cercanos al pragmatismo político por la fuerza de maquinarias políticas tradicionales y consolidadas.

Esta dimensión de la fragmentación es la más visible en un partido político, pero la que se mantiene con más dificultad en un continuum histórico. Cabría simplemente añadir que “difie-re de todas las demás en el sentido de que señala un factor cultural, el estado de ánimo general (y la temperatura) de la política en un contexto cultural dado”51. Los Leopardos son muestra de ello, su duración se mantuvo casi paralela al as-censo y caída de los totalitarismos de derecha en Europa, el movimiento político se diluyó dentro de las filas del partido Conservador, alineándose en la tendencia nacionalista.

Ahora bien, el fraccionalismo dentro del par-tido Conservador en Colombia también puede explicarse por medio de la estructura de opor-tunidades y la elección racional de los políti-cos. Para Sartori “no es exagerado decir que las disposiciones electorales intrapartido son, para el político que aspira a hacer carrera, sus vías al poder, o sus caminos hacía el éxito”52.

Como ya se ha señalado arriba, el medio que encontraron los fascistas y Gómez para acce-der al poder fue el partido, y fue dentro del 50 Ver Sartori, Giovanni. Partidos y sistema de partidos. Madrid: Alianza Edito-rial, 1992. p. 10551 Ver Sartori, Giovanni. Partidos y sistema de partidos. Madrid: Alianza Edito-rial, 1992. p. 10552 Ver Sartori, Giovanni. Partidos y sistema de partidos. Madrid: Alianza Edito-rial, 1992. p. 134

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mismo donde se confrontaron. La estructu-ra de oportunidades políticas permite expli-car varios puntos: la organización interna del partido (forma de elección de sus dirigentes), las elecciones de los políticos para maximizar sus intereses (Gómez logró sostenerse como líder único del conservatismo y algunos Leo-pardos obtuvieron puestos en el Congreso) y la fragmentación organizativa. Para el politó-logo italiano cuando el partido es importante porque representa el medio para las carreras políticas el sistema electoral interno juega un papel como principal motor de la estructura de oportunidades. “Ello implica dos predicciones o previsiones: i) que el comportamiento de las élites del partido reflejará una estrategia de ex-plotación máxima del sistema electoral, y ii) que las tácticas de recompensa de la maximi-zación del voto se modificarán al ir evolucio-nando el sistema electoral”53.

Si se aplican estas predicciones al caso del partido Conservador es posible establecer varios puntos de convergencia. Por un lado, la fortaleza electoral (interna y externa) de Gómez se mantuvo gracias a su poder den-tro del partido, es decir que la élite encontró en los mecanismos democráticos una forma de mantener el poder político y económico dentro de la colectividad. De igual manera, el dominio de la mecánica electoral interna por parte de la élite autoritaria conservadora no significó una exclusión frontal de otros grupos, sino presiones para que por medio de la estructura de oportunidades (candida-turas legislativas y puestos burocráticos) no fraccionaran considerablemente el partido. Por otro lado, la recompensa por los votos dentro del partido se reflejó en la disminu- 53 Ver Sartori, Giovanni. Partidos y sistema de partidos. Madrid: Alianza Edito-rial, 1992. p. 134

ción del poder electoral de los Leopardos, quienes después de perder estruendosamente en elecciones legislativas, vuelven al parti-do Conservador, adaptándose a un sistema electoral interno que permitió que Villegas y Camacho fueran miembros del directorio nacional.

Un último elemento de los sistemas de parti-dos que cabe dentro del análisis es el perso-nalismo, que puede entenderse como la domi-nación por una figura determinada dentro de un partido político. Para Sartori “Si hay una palabra que se repite una vez tras otra en la descripción de la política sudamericana es la del personalismo”54.

En el caso del partido Conservador la marca-da presencia e influencia de Laureano Gómez contribuye a ratificar la afirmación del politó-54 Ver Sartori, Giovanni. Partidos y sistema de partidos. Madrid: Alianza Edito-rial, 1992. p. 97

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logo italiano. Lo anterior permite entender que el fraccionalismo dentro del partido generó una constante tensión entre sus miembros y contri-buyó al fracaso organizativo, pero no conclu-yó con una debacle total. Es evidente que el fraccionalismo es una consecuencia del exce-sivo personalismo dentro de un partido, en el caso colombiano Los Leopardos manifestaron sus diferencias contra el liderazgo de Gómez y llegaron a mantener la resistencia después de 1940 uniéndose a la tendencia nacionalista. Empero el personalismo representado por Gó-mez se mantuvo firme a los embates fracciona-listas consiguiendo el poder ejecutivo a media-dos de la década de los cuarenta por medio de Ospina y luego del propio Gómez. La relación teórica que Sartori plantea con respecto al per-sonalismo en América Latina tiene coherencia con el accionar de Laureano Gómez dentro del partido Conservador.

(IV)

En los apartados anteriores se ha buscado con-ceptualizar tres variables de la fragmentación: la ideológica, la discursiva y la organizativa dentro del Partido Conservador. La fragmenta-ción ideológica demarcó dos posiciones claras dentro del partido, a saber, el fascismo y el au-toritarismo conservador. La disputa se mantuvo durante dos décadas y tuvo puntos álgidos de enfrentamiento y reconciliación. Dentro de los primeros se destacan el apoyo de los Leopar-dos a la candidatura del liberal Olaya Herrera y la decisión de presentarse a las elecciones le-gislativas de manera independiente.

Dentro de los momentos de reconciliación se destacan la oposición al gobierno de López Pu-marejo y el retorno de los fascistas a las filas conservadoras antes de 1940. Es fundamental señalar que las diferencias ideológicas en el

partido Conservador es el punto importante para analizar los más de tres lustros fuera del poder ejecutivo. No se puede caer en generali-zaciones, la fragmentación ideológica no fue la mayor causal, pero es indispensable remitirse a ella como una fuente válida para la explicación del fenómeno.

La fragmentación discursiva fue el reflejo de la ideológica. Los constantes enfrentamientos programáticos y verbales entre Gómez y los Leopardos encontraron en ciertos puntos un distanciamiento considerable. Como ya se ex-plicó, la lucha por el poder político dentro del conservatismo avocó al debate sobre el uso de la violencia, la relación con la masa, la posición con respecto a Hitler y Mussolini, entre otros temas. Los medios para la disputa discursiva fueron los periódicos, los estrados legislativos y las reuniones del partido.

Gómez, a pesar de sus postulados autoritarios no acudió a la radicalidad del fascismo, impu-so un discurso dentro de un marco democráti-co que le granjeó victorias significativas como la disminución del poder político del ala “na-cionalista”, la presidencia de la república y la instauración de un linaje político heredado por sus hijos Álvaro y Enrique.

Sin duda los Leopardos son un caso paradig-mático en la política colombiana porque se enfrentaron con una ideología radical y un dis-curso agresivo a una figura representativa del conservatismo. Su origen puede explicarse por las circunstancias y tendencias políticas prove-nientes de Europa y también por la búsqueda de nuevos espacios de participación dentro un contexto jerarquizado y excluyente. En térmi-nos de resultados electorales la nimiedad es la constante, sin embargo como fenómeno políti-co dejaron huella por medio de los escritos de

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sus figuras más prominentes: Silvio Villegas y José Camacho Carreño.

La concordancia con los postulados fascistas también deja reservas, en especial porque no tuvieron inconvenientes en utilizar los meca-nismos de la democracia liberal y porque ter-minaron subsumidos en las maquinarias políti-cas y burocráticas del Partido Conservador.

La materialización de las fragmentaciones ideológica y discursiva fue la fractura organi-zativa del Partido Conservador durante la dé-cada de los treinta del siglo pasado. Los resul-tados se evidenciaron en el ámbito interno y en el externo.

En el primero, la estructura de incentivos y oportunidades explica que las preferencias en-tre fascistas y civilistas no coincidieran. En el segundo aspecto es diciente la pérdida de elec-ciones desde 1930 hasta 1946. La fragmenta-ción organizativa no sólo es temida dentro de un partido político, también es evidente y per-judicial en términos prácticos.

La articulación de las tres variables de la hipó-tesis (fragmentaciones ideológica, discursiva y organizativa) permite constatar que el Partido Conservador tuvo un carácter aglutinador, pero contingente y fragmentado por la falta de una base ideológica. El fenómeno de la fragmenta-ción dentro del conservatismo no terminó con Gómez y los Leopardos, durante las décadas subsiguientes otras tendencias y movimientos se manifestaron dentro del partido confirman-do dos fenómenos analizados dentro del mar-co de la presente investigación: la falta de un sustento ideológico concreto y las disidencias políticas dentro de un partido político.

Bibliografía

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