Las Somatizaciones o Reacciones Psicosomáticas
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AS SOMATIZACIONES O REACCIONES PSICOSOMÁTICAS
LAS SOMATIZACIONES O REACCIONES PSICOSOMÁTICAS
Rosario Hernández López
Promoción 17ª
Actualmente son muchas las personas que acuden a la consulta de su médico presentando una
sintomatología que les genera malestar y una gran preocupación por su salud. En un gran
número de casos, después de la entrevista y de las exploraciones necesarias, puede que no se
encuentre ninguna alteración que justifique su malestar y es entonces cuando suelen ser
remitidos al especialista correspondiente. Esto implica someterse a nuevas exploraciones,
tratamientos y consultas, sin que se encuentre una causa orgánica a su sufrimiento.
Las consultas de este tipo según las estadísticas están aumentando, constituyendo el 25% de las
nuevas consultas en Atención Primaria y, lo más preocupante, suelen
ser diagnosticados y tratados como trastornos difusos sometiéndose a un tratamiento orgánico y
a sus consiguientes riesgos, olvidando totalmente el papel de
la psicología en la aparición de estos síntomas. Por todo ello, las somatizaciones tienden a
cronificarse, lo que a menudo, genera un abuso o dependencia a determinados fármacos, como
sedantes o analgésicos, agravándose así el problema.
Por somatización entendemos cualquier síntoma corporal que surge o se incrementa en
respuesta a factores psicológicos o situacionales. Según diversos estudios parece ser que las
mujeres presentan una mayor tendencia a somatizar que los hombres, no obstante, esta
tendencia varía mucho de una cultura a otra. Además las somatizaciones son frecuentes en
pacientes que sufren de depresión y ansiedad y se ha encontrado una gran comorbilidad entre la
somatización y el estrés.
En la historia personal de un cliente que somatiza podemos encontrar varios indicadores, entre
ellos, un trastorno psicológico coexistente, el haber sido rechazo repetido de médicos que les
habían atendido, múltiples pruebas diagnósticas recientes, numerosas visitas a los servicios de
urgencia e incluso el haber recurrido a medicinas o terapias alternativas en busca de una
explicación.
El realizar una buena evaluación es de suma importancia para el estudio y tratamiento de
cualquier trastorno, no obstante, ésta cobra aún mayor protagonismo en las somatizaciones.
Es necesario incluir la somatización en el diagnóstico diferencial y descartar en primer lugar si se
trata de una enfermedad orgánica. En caso de confirmarse que el problema es de tipo
psicológico, debemos detectar si los síntomas obedecen a otros trastornos más amplios como la
ansiedad o la depresión y en caso contrario, buscar las causas psicológicas o del entorno que
están provocando que el cliente somatice. Sólo haciendo un buen diagnóstico sentaremos las
bases de un buen tratamiento.
Un aspecto a tener en cuenta cuando se trabaja con un cliente de este tipo es que por
exagerados que puedan parecer los síntomas, el sufrimiento del paciente es siempre real, siendo
necesaria una actitud empática y de aceptación para un manejo eficaz de nuestro cliente, sin
caeren una discusión sistemática de todos los síntomas que éste presenta.
Son muchos los síntomas y síndromes que pueden presentar las personas que somatizan,
algunos de tal gravedad que pueden desencadenar otros problemas de salud física más amplios.
Entre ellos se encuentran los que se exponen a continuación:
a) Gastrointestinales: vómitos, dolor abdominal náuseas flatulencia hinchazón, diarrea,
intolerancias alimentarias.
b)Pseudoneurológicos: amnesia, dificultad al tragar, pérdida de voz, sordera, visión borrosa,
desfallecimiento, debilidad muscular, pseudoconvulsiones, dificultad miccional.
c)Síntomas dolorosos: dolor difuso, dolor en extremidades, dolor de espalda, dolor articular,
dolor al orinar, cefaleas.
d) Aparato reproductor: dispareunia, dismenorrea, irregularidad ciclos menstruales,
hipermenorrea, vómitos a lo largo del embarazo, sensaciones quemantes en los órganos
sexuales.
e) Cardiopulmonares: dificultad respiratoria en reposo, palpitaciones, dolor torácico, mareo.
f)Síndromes: alergias alimentarias extrañas, síndrome de fatiga crónica, síndrome de
articulación temporomandibular, fibromialgia, sensibilidad medicamentosa múltiple.
Finalmente, consideramos que la psicología puede tener un papel de suma importancia en el
tratamiento de este trastorno. Después de leer mucho sobre el
tema hemos encontrado un modelo de tratamiento cognitivo-conductual que parece estar
teniendo muy buenos resultados, por ello hemos decidido exponerlo:
1º) Averiguar si la actitud de nuestro cliente ante el tratamiento psicológico es positiva,
conociendo hasta qué punto confía o cree que le podemos ayudar con la terapia.
2º) En caso de que nos encontremos con una actitud poco receptiva, intentaremos conseguir que
el cliente colabore con la terapia y muestre una actitud más positiva hacia ésta, presentando,
por ejemplo, el tratamiento como un conjunto de técnicas capaces de ayudar también a
problemas orgánicos (por ejemplo el modelo de estrés), planteando iniciar el tratamiento y
valorar su eficacia a medio plazo (pactando un plazo) o bien aferrándonos a una mínima duda
sobre la certeza subjetiva de la enfermedad física.
3º) En cuanto a la evaluación del problema, debemos recopilar la siguiente información:
descripción detallada del problema (con secuencias recientes), inicio y curso del mismo,
variables que lo mejoran y empeoran, evitaciones realizadas, reacciones de otras personas de su
entorno, historia de tratamientos anteriores y uso de fármacos, deterioro a causa del entorno
socio-laboral, creencias sobre el origen, causa y curso del problema, creencias sobre el
significado del problema, situación psicosocial. Es aconsejable la utilización de cualquier
cuestionario que nos aporte información válida para poder realizar un buen análisis funcional a
tener en cuenta en nuestra hipótesis y que nos permita descartar otros problemas.
4º) En cuanto al tratamiento, la fase educativa será de suma importancia así como detectar las
creencias sobre los síntomas, la enfermedad y las conductas de salud, reemplazándolas por
pensamientos más adaptativos. Por otro lado el cliente tendrá que reatribuir las causas de sus
síntomas corporales a motivos más benignos y objetivos, suprimiendo cualquier refuerzo que
pueda estar recibiendo al mostrar el rol de enfermo o reasegurándose.
En nuestra hipótesis se presentará el problema desde la causa no orgánica de tipo “problema de
ansiedad o estrés”. En esta fase se debe aclarar toda duda que surja ante el tratamiento.
Algunas de las tareas serán: autoobservar la relación entre el síntoma y su causa (p.e. estrés),
que haga una lista de las conductas de evitación de actividades, experimentos conductuales,
orientar a familiares de cómo actuar.
La técnica clave en el tratamiento de las somatizaciones es la cognitiva, de manera que el
cliente consiga hacer una reestructuración de sus interpretaciones y creencias ante el síntoma.
También debe darse al cliente estrategias para enfrentarse a la causa, por ejemplo lo
entrenaremos en relajación, practicaremos la exposición, y haremos resolución de problemas. Y
por supuesto como en todo tratamiento, prevención de recaídas y seguimiento.
Consideramos que este tipo de trastorno debe ser foco de interés para todos los psicólogos que
trabajamos en clínica puesto que el abordaje terapéutico que ofrece la medicina no es efectivo,
siendo la causa de índole psicológica. Es un área importante en la que seguir investigando,
siempre teniendo como fin último la mejora del cliente.