Las masía del matarranya. un pasado con futuro ha 01.febrero 2015 pag. 2

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1 de febrero de 2015 HERALDODOMINGO 5 terial de las masías, algunas de ellas levantadas en la Edad Media, no se aprecia en su justa medida. «Muchos propietarios no valoran estos testimonios históricos y de- jan que se vayan cayendo», dice. Una de las vías para salvar los edificios es a través de los nuevos pobladores llegados desde la gran ciudad y del extranjero. Veronika y Monique son dos ejemplos de este fenómeno. La primera ha vi- vido durante décadas en el Mas del Chusco, de Ráfales, y la segun- da, en el Mas de les Tapies, en Val- derrobres. A juicio de Veronika, sus casos no son un exotismo si- no que los neorrurales «han veni- do para quedarse». Uno de los nuevos moradores, Xavier Pons, advierte de que los grandes edificios destartalados en que han degenerado la mayoría de las masías exigen grandes inversio- nes para volver a ser habitables y todavía mayores si el objetivo es destinarlos al emergente turismo rural. «Si alguien quiere comprar- se una finca así, que tenga mucha financiación porque solo arreglar los tejados vale una fortuna», apunta. Los testimonios de los masoveros atribuyen un papel decisivo en la despoblación al periodo del ma- quis en los años cuarenta del siglo XX, cuando, por orden guberna- mental y para restar apoyos a la guerrilla, se vaciaron estas fincas y se obligó a la población a vivir en los pueblos. Varios informadores recuerdan episodios de aquellos momentos difíciles. Antonio An- glés explica que, tras sufrir una ex- torsión de los guerrilleros, una ma- drugada vio con impotencia como ardían en la era 54 garbas de cereal recién cosechado con unas llamas que eran «más altas que la masía». Una vez apagado el fuego, encon- traron una botella de gasolina y cerca de lugar folletos de propa- ganda antifranquista. Es uno de los doce testimonios recogidos en el libro ‘Masías del Matarraña. Un pasado que tiene futuro’, de Vero- nika Schmidt y Monique Van Rossum, que obtuvo un segundo premio en el concurso de literatu- ra rural convocado por la Librería Serret de Valderrobres. El Mas de Molés y la Torre de Gachero, dos masías de Valderrobres. El Mas de Estopiñá incluye un complejo entramado de edificaciones. M. V. R. El Mas del Chusco, rehabilitado como vivienda y para turismo rural. El Más de Aparici, rodeado de terrazas con campos de cultivo en los Puertos de Beceite. El Mas de Colomé, antes y después de su rehabilitación.

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terial de las masías, algunas de ellas levantadas en la Edad Media, no se aprecia en su justa medida. «Muchos propietarios no valoran estos testimonios históricos y de-jan que se vayan cayendo», dice.

Una de las vías para salvar los edificios es a través de los nuevos pobladores llegados desde la gran ciudad y del extranjero. Veronika y Monique son dos ejemplos de este fenómeno. La primera ha vi-vido durante décadas en el Mas

del Chusco, de Ráfales, y la segun-da, en el Mas de les Tapies, en Val-derrobres. A juicio de Veronika, sus casos no son un exotismo si-no que los neorrurales «han veni-do para quedarse».

Uno de los nuevos moradores, Xavier Pons, advierte de que los grandes edificios destartalados en que han degenerado la mayoría de las masías exigen grandes inversio-nes para volver a ser habitables y todavía mayores si el objetivo es

destinarlos al emergente turismo rural. «Si alguien quiere comprar-se una finca así, que tenga mucha financiación porque solo arreglar los tejados vale una fortuna», apunta.

Los testimonios de los masoveros atribuyen un papel decisivo en la despoblación al periodo del ma-

quis en los años cuarenta del siglo XX, cuando, por orden guberna-mental y para restar apoyos a la guerrilla, se vaciaron estas fincas y se obligó a la población a vivir en los pueblos. Varios informadores recuerdan episodios de aquellos momentos difíciles. Antonio An-glés explica que, tras sufrir una ex-torsión de los guerrilleros, una ma-drugada vio con impotencia como ardían en la era 54 garbas de cereal recién cosechado con unas llamas

que eran «más altas que la masía». Una vez apagado el fuego, encon-traron una botella de gasolina y cerca de lugar folletos de propa-ganda antifranquista. Es uno de los doce testimonios recogidos en el libro ‘Masías del Matarraña. Un pasado que tiene futuro’, de Vero-nika Schmidt y Monique Van Rossum, que obtuvo un segundo premio en el concurso de literatu-ra rural convocado por la Librería Serret de Valderrobres.

El Mas de Molés y la Torre de Gachero, dos masías de Valderrobres.

El Mas de Estopiñá incluye un complejo entramado de edificaciones. M. V. R.

El Mas del Chusco, rehabilitado como vivienda y para turismo rural.

El Más de Aparici, rodeado de terrazas con campos de cultivo en los Puertos de Beceite. El Mas de Colomé, antes y después de su rehabilitación.