LAS CIGARRAS Y LAS HORMIGAS - Foncep · 2019-12-27 · el final de “Las Cigarras y las...

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Una versión alternativa de “La Cigarra y la Hormiga” LAS CIGARRAS Y LAS HORMIGAS

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Una versión alternat iva de “La Cigarra y la Hormiga”

LAS CIGARRAS YL A S H O R M I G A S

Ta

Berna

Casiano

Apreciado lector:

Esta es una nueva versión —alternativa y muy particular— de

la famosa fábula “La Cigarra y la Hormiga”, atribuida a Eso-

po, recopilada por Demetrio de Falero y recreada por Jean

La Fontaine y Félix María Samaniego, entre muchos otros au-

tores.

En esta ocasión, no vamos a relatar la historia de una sola ci-

garra, sino de tres cigarras llamadas “Ta”, “Berna” y Casiano,

las cuales, además de cantar, bailar y componer canciones,

se relacionan con muchas hormigas que se la pasan traba-

jando todo el día con mucha disciplina y bastante organiza-

ción.

Es que, a pesar de los modos de vida diferentes que hay en-

tre las amistosas y dicharacheras cigarras, y las serias y me-

tódicas hormigas, también existe una interacción permanente

entre ellas, situación que se presenta también con los demás

insectos del bosque (o jardín, pues no hemos precisado exac-

tamente el lugar en el que se desarrollan los hechos).

Si se recuerda la famosa fábula de “La Cigarra y la Hormiga”,

el final no es precisamente el mejor para uno de sus protago-

nistas, dejando, como ocurre con las fábulas, una moraleja

acerca de la importancia de planificar para el futuro.

Sin embargo…

¿Será que en esta nueva versión de “La Cigarra y la Hormiga”

pasará lo mismo? O, por el contrario, ¿las cosas cambiarán y

el final de “Las Cigarras y las Hormigas” (el nuevo nombre de

esta historia) será diferente?

TE INVITAMOS A QUE LO AVERIGÜES

Primera parte: en el bosque (o en el jardín)

Tancredo era una cigarra a quien todos los insectos llamaban familiarmente “Ta”. Era de mediana edad y pelo afro largo1; vivía muy contento en el bosque —o en el jardín, no tenemos datos que precisen el lugar exacto donde ocurre esta historia—, o eso parecía, pues siempre se le veía alegre y dicharachero. Eso, al menos, era lo que siempre expresaba cuando cantaba con ritmo champetúo:

Yo soy Tancredo, me dicen “Ta” / Soy buen amigo, soy un bacán/ Aquí en el bosque, quiero encontrar/ A otras cigarras y a celebrar

Es que a “Ta” le gustaba caminar relajadamente, tomarse, de vez en cuando, algunos néctares y la savia que daban las flores y que se vendían, a buenos precios, en algunos sitios donde ponían salsa, vallenato, champeta, cumbia, joropo, bolero, bambuco y hasta rumba criolla, géneros musicales que a él le gustaban mucho y que disfrutaba bailar con todas las cigarras del lugar. También se inscribía en cuanto concurso de baile hubiera, pues sabía que muy pocas cigarras —y menos los otros insectos— podían bailar como él y su compañera de baile, una hermosa cigarra color esmeralda. Mejor dicho, “Ta” tenía la habilidad de componer canciones y bailar champeta (o cumbia o currulao o lo que fuera) sin dejar de lucir intelectual. Por eso cantaba jocosamente:

Con mi esmeralda, voy a bailar/ Una champeta, para gozar/ Y en los concursos, siempre ganar/ Con mi tumbao particular

Claro, “Ta” se veía feliz conversando con los otros insectos, a quienes saludaba alegremente. Incluso muchas veces les dijo que estaba escribiendo una fábula sobre la historia del bosque —o del jardín, repetimos que no tenemos tan clara esa información—, por lo que se la pasaba “entrevistando” a todas las cigarras que veía por ahí, principalmente a las más bellas que, en ese lugar, eran bastantes.

Hay que decir que, siendo sinceros, pocas veces lo vieron en su labor de escritor, pues “Ta” se la pasaba hablando con todo el mundo y, eso sí, cuando había fiesta, era el primero en llegar y el último en irse. No, mentiras, llegaba tarde —nunca se caracterizó por su puntualidad—, pero se iba aún más tarde (o más temprano, eso también depende de la perspectiva que se tenga).

1 ¿Una cigarra con pelo largo afro? Asumamos que sí, porque, no lo olviden, una fábula es un relato en el que, buscando narrar una historia y dejar una enseñanza, se humaniza a los animales.

Tabernáculo

Eso sí, lo que más le gustaba a “Ta”, y así se lo decía a todos los insectos, era cantar, pues cantaba en los charcos, cantaba al lado de las flores, cantaba en los caminos y cantaba cuando se bañaba con las gotas de rocío de la mañana. Es que, como toda buena cigarra, cantaba —y así lo oían los otros insectos— desde la noche hasta el amanecer, aunque también cantaba de día, al calor del sol, sobre todo en esas mañanas de verano, que eran tremendamente calurosas.

— “¡No cantes tanto “Ta”, que un día te vas a reventar!”

Le decían unos cucarrones, que parecían complacidos de escuchar el bello canto de esa cigarra. Y “Ta” continuaba feliz, cantando y gozando de la vida. O eso decía.

Pero “Ta” no estaba solo, pues fundó —un dato que es necesario mencionar—, con una cigarra más, un dueto musical muy famoso, al cual llamaban siempre que hubiera una actividad especial en el bosque —o el jardín, otra vez lo decimos—, a cantar y a tocar, mientras los otros insectos descansaban de su jornada laboral que, a veces, era bastante dura.

— “¡Yo no sé por qué se matan tanto trabajando, si al final uno se muere y nada se lleva!”

Decía “Ta”, poniendo cara de incredulidad.

— “Por eso la plata que cae en mis manos, la gasto en cigarras…”

Afirmaba, soltando una carcajada, Bernardo, otra cigarra muy dicharachera y bastante conocida en el mundillo musical y farandulero del bosque —o del jardín, lo cual, creemos que ya no es necesario aclarar—.

Hay que decir que a Bernardo le decían “Berna”, mote artístico que a él parecía gustarle bastante, pues creía que lo haría muy famoso. Pero es que no le faltaba razón, pues, cada vez que “Berna” llegaba a algún lugar, muchas de las cigarras más jóvenes suspiraban y le sobaban, con mucho cariño, su calva cabeza2. “Ta”, tal vez un poco celoso, no podía entender eso, aunque, al final, lo aceptaba de buena gana, brindando, cuando se podía, con algún néctar del bosque —o del jardín— y cantando a grito herido:

2 Al parecer las cigarras de la vida real se parecen más a “Berna” que a “Ta”.

Yo pregunto en este canto/ Qué es lo que ven en Bernardo/ Tal vez de noche los gatos/ Siempre serán color pardo

Ante esos versos, con mucho sentimiento y bastante swing, los insectos celebraban jocosamente, aunque unas cuantas cigarras, al parecer, no estaban muy de acuerdo, pues tenían muy claro lo que les gustaba del galansísimo “Berna”, quien, además, cantaba en una tuna muy reconocida, en la que había grillos, orugas, zancudos y, por supuesto, otras cigarras.

¿Y cómo se llamaba el dueto? Luego de ver varias opciones (“Los masajistas del oído”, “Grupo Po”, “Cigarras All Stars”, “Dueto Tabernáculo”), finalmente se decidieron por el original nombre de “Dueto Taberna” (no pudimos establecer, en nuestra investigación, el porqué de ese nombre tan particular) y, más pronto que tarde, se convirtió en un éxito furibundo en las celebraciones del bosque —o jardín…—.

— “Con ustedes el famosísimo, inigualable y muy original Duetooo Taberrrrrnaaaaaaaa”

Decían los animadores de las fiestas (que, generalmente, eran grillos, aunque últimamente había una oruga que presentaba bastante bien), lo cual era seguido de un estruendoso aplauso y una gran algarabía por parte de los cucarrones, las abejas, los zancudos, las moscas, los gusanos, las pulgas, una que otra mariposa que volaba por ahí (de hecho, había varias), por supuesto, las hormigas del bosque (o jardín), y hasta las arañas.

Sin embargo, alguna vez nuestros amigos (ya les podemos decir así, ¿cierto?) iban caminando y escucharon una grave, ronca y carrasposa voz que les llamó mucho la atención, y que decía:

Yo soy un tipo bacano/ y lo dice quien les canta/ a mí me dicen Casiano/ pero nada me hace falta

“Ta” y “Berna” se acercaron a esa otra cigarra, quien los saludó amablemente afirmando que, si bien en el bosque (o jardín) le dicen Eduardo, su nombre artístico es “Casiano”. Con ese encuentro, el “Dueto Taberna” comprendió que esa era la pieza que faltaba para sus exquisitas armonías, pues “Casiano”, indudablemente, tenía su encanto y había que aprovecharlo.

“Taaaaaaa”“Bernaaaaaa”

yCasianoooooo

“Taaaaaaa”“Bernaaaaaa”

yCasianoooooo

Así que las tres cigarras, “Ta”, “Berna” y “Casiano”, empezaron a ensayar juiciosamente un repertorio musical para hacer que cada concierto fuera siempre algo diferente. Y lo lograron.

Claro que, muchas veces, “Ta”, “Berna” y “Casiano” no cobraban por cantar, pues disfrutaban asistiendo a todas esas celebraciones en las que se sentían muy contentos de llevarle alegría a los demás insectos, ante lo cual, no faltaba alguna hormiga que, con bastante sentido común, les decía:

— Muchachos, eso que ustedes hacen también es un trabajo, ¡y muy importante!

Ante esos consejos, sin duda, valiosos, “Ta”, “Berna” y “Casiano” decían estar de acuerdo, aunque poco hacían, al parecer, al respecto.

Eso sí, “Casiano” no estaba muy convencido del nombre del grupo musical, pues no consideraba que fuera “comercial” y, sobre todo, afirmaba que él estaba siendo “perjudicado” por este, pues no era mencionado allí. Ante esto, buscaron un nuevo nombre para el ahora trío musical, pero las opciones planteadas no calaron, sobre todo, en algunos insectos con opiniones bastante tradicionalistas. Por eso, el anteriormente dueto, empezó a llamarse “Trío Taberna”, el cual, cada vez que los insectos sabían que andaba por ahí, ponían sus antenas en estado de alerta y mostraban una gran sonrisa.

Cuando iban a arrancar la presentación, nuestros amigos cantaban:

“Taaaaaaa” (con una primera voz muy afinada) “Bernaaaaaa” (otra con la tercera nota del acorde)

Y “Casianoooooo” (y otra sobre la que no se sabía qué entonación hacía)

Con lo cual todos los insectos sabían que el “Trío Taberna” se presentaría en algún lugar del bosque —o jardín—, garantizando una velada de risas, bailes y, sobre todo, de canciones para las más bonitas.

Por ejemplo, la última fiesta arrancó con “Ta” cantando jocosamente:

Yo las veo trabajando/ Lo que no puedo explicar/ Mejor me quedo cantando/ Porque quiero celebrar

Y, claro, siempre que el trío se presentaba en algún lugar, otros insectos se subían con ellos al escenario, porque, en el fondo —y en la superficie también—, lo que querían nuestros amigos era generar un ambiente de amistad, solidaridad y camaradería, porque así todos serían un poquito más felices, ¿o no?

Trac

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Segunda parte: cantando en el camino hacia el hormiguero

Al siguiente día de una exitosa presentación del trío, “Ta”, “Berna” y “Casiano”, estaban descansando, pero empezaron a oír los pasos, cada vez más fuertes, de muchas hormigas, que trabajaban y trabajaban sin cesar, con disciplina y mucho orden.

Trac, trac, trac Trac, trac, trac Trac, trac, trac

Se oía cada vez más fuerte, a medida que las hormigas se iban acercando, pues, en su camino hacia el hormiguero, pasaban muy cerca de la casa de “Ta”.

¿Qué les pasa a las hormigas? / Solo quieren trabajar/ ¿Qué les pasa mis amigas? / Que no dejan descansar

Declamaba “Ta”, bastante cansado y con ganas de dormir, pero el ruido no se lo permitió. Por eso, al cabo de un rato se levantó para observar cómo las hormigas recogían hojas, llevaban alimento y cargaban pequeños palos en dirección al hormiguero, que era cada vez más grande.

Claro, allá en el hormiguero, el “Trío Taberna” estuvo dando alguna vez un concierto, donde fue aclamado por la crítica musical especializada, aunque, los que los contrataron, no dijeron si los volverían a llamar.

Hay que decir, sin embargo, que algunas hormigas no estaban, al parecer, muy de acuerdo con el estilo de vida de “Ta”, pues consideraban que este no era responsable consigo mismo, ya que poco planificaba para el futuro. Incluso, alguna vez, luego de una presentación, “Ta” se encontró con una hormiga de edad avanzada, quien iba con Antrea, su pequeña hija adolescente, y las saludó:

— Hola, yo soy “Ta”, ¿quieren oír una canción?

A lo que la hormiga más vieja, sin responder, le dijo a su hija:

— No lo mires, él es un vago, es un hippie, ¡cuidado con andar con gente así!

Esa afirmación, aparentemente, no tuvo importancia para “Ta”, que se rio jocosamente y siguió cantando. Sin embargo, con el paso de los días, cada vez más, empezó a recordar lo que dijo esa hormiga y, poco a poco, empezó a molestarse, por lo que, tal vez, una semana después, les dijo a sus compañeros:

Canto como la cigarra/ Porque yo vine a cantar/

Y además nada me amarra/ Y aquí me van a aguantar

¡Trabajo!¡Trabajo!

— “Berna”, “Casiano”: ¡vamos a cantar en el camino que usan las hormigas para trabajar!

— ¿Y por qué vamos a hacer eso? – Preguntó “Casiano”.

— Porque si a ellas no les gusta cómo vivimos, ¡les vamos a mostrar lo felices que somos haciendo lo que nos gusta!

“Ta”, “Berna” y “Casiano” se dieron la mano y fue así como, durante dos semanas, estuvieron ensayando para montar su nuevo repertorio con canciones originales y arreglos novedosos. Los demás insectos del bosque (¡o jardín!) veían con curiosidad lo que el “Trío Taberna” estaba tramando y se encontraban expectantes.

Finalmente, un día, muy temprano, “Ta”, “Berna” y “Casiano” fueron vistos en el camino de las hormigas, las cuales no les prestaron mucha atención, por lo que “Berna” entonó:

Soy la hormiga que trabaja/ Yo no lo puedo evitar/ Pero también en la vida/ Es prudente descansar

Las hormigas se miraron, pero, segundos después, continuaron trabajando, por lo que “Ta” les cantó:

Canto como la cigarra/ Porque yo vine a expresar/ Que a mí nadita me amarra/ Y aquí me van a aguantar

“Casiano” no cantó verso alguno, pues, al parecer, le gustaba ese estilo de disciplina Castrense que tenían las hormigas, aunque ni “Ta” ni “Berna” le preguntaron mucho al respecto. De hecho, “Ta” continuó:

Como todo en esta vida/ No se puede exagerar/ Yo les digo mis amigas/ Que también hay que gozar

“Ta”, “Berna” y “Casiano”, es decir, el “Trío Taberna”, siguieron cantando versos y canciones, unas con ritmo de marcha marcial, otras con tumbao champetúo, otras cuantas con cierto estilo de samba del Brasil y otras, incluso, con cierto aire de funk, lo cual les permitía rapear cosas así.

Vamos, vamos mis hormigas/ La jornada no está mal/ Pongan cuidado a esta rima/ Que ya vamos a acabar

Y así fue llegando la noche y, poco a poco, las hormigas volvieron al hormiguero. Al tiempo, “Ta”, “Berna” y “Casiano” se dirigieron a sus respectivas casas, mientras que los demás insectos del bosque (o, claro, del jardín), que oyeron muy contentos semejante recital, se dispusieron a marcharse también.

— ¡Eso es para que sepan que lo que nosotros sabemos hacer también vale la pena!

Dijo “Ta” sintiendo que había cumplido su cometido, aunque “Berna” y “Casiano”, que sin duda la pasaron bien, no estaban del todo convencidos de esa afirmación.

Así, los días pasaron y todo pareció ir de acuerdo a la normalidad de las cosas. Las hormigas trabajaban de sol a sol; “Ta”, “Berna” y “Casiano” seguían cantando en las fiestas y el resto de los insectos hacía lo que siempre hacía para vivir la vida lo mejor que podían.

¡Ahora somos un trío!

Tercera parte: el rap de las hormigas

Un día, tal vez dos semanas después del concierto en el camino de las hormigas, golpearon a la puerta de la madriguera de “Ta”, quien andaba un poco trasnochado, por lo que se demoró en abrir.

— “¿Quién vendrá a estas horas?” Se preguntó con curiosidad.

Cuando abrió, vio que allí estaba una de las hormigas de mayor rango y quien dirigía uno de los grupos que trabajaba en la construcción del hormiguero y la provisión de alimentos. “Ta”, que no se sorprendía de ver a una hormiga madrugadora, saludó:

— Hola, Bencho, ¿qué te trae por aquí?

A lo que la hormiga respondió:

— Hola, “Ta”, es que quiero hacerte una propuesta interesante.

— ¿Qué es? – preguntó “Ta”.

— Quiero que, con el “Dueto Taberna”, montés un nuevo repertorio para cantar y tocar en varios lugares del hormiguero y por fuera de él. – Dijo la hormiga..

— ¡Ahora somos un trío! – afirmó “Ta”

— ¿Verdad? ¡No parece, ve!

— Sí, de verdad

Es que “Ta” no podía creer lo que oía, pero viendo una oportunidad para presentar las nuevas canciones que compuso con sus compañeros, preguntó, todavía muy sorprendido:

— ¿Y por qué quieres eso?

La hormiga respondió:

— Mirá, yo estoy de acuerdo con que hay que trabajar, pero también sé que hay que hacerlo con alegría y compromiso, no por obligación. Es que uno de mis objetivos, al frente de este hormiguero, es buscar que las hormigas, que trabajan tan duro y son tan comprometidas con lo que hacen, sientan que su trabajo es significativo y que puedan sentirse realizadas en ese proceso.

“Ta”, aún sin despertarse del todo, indagó:

— ¿Cómo así?

La hormiga dijo:

— Yo quiero que las hormigas, y no solo las hormigas, sino todos los insectos del bosque, sean felices.

“Ta”, que realmente andaba escaso de savia, vio eso como una gran oportunidad y dijo, muy entusiasmado:

— Cuenta con eso, Bencho, ¿cuándo empezamos?

— Mañana mismo, si podés (esa hormiga hablaba con acento caleño).

“Manos a la obra”, se dijo “Ta” y se fue, otra vez, a dormir.

Al día siguiente, desde bien temprano, “Ta”, “Berna” y “Casiano” estaban listos para cantar a las hormigas en su lugar de trabajo, mejor dicho, era el “Trío Taberna” en pleno animando a las hormigas para su jornada laboral.

Pero antes de empezar, Jimmy, la hormiguita más joven y que hacía la función de animador —bastante animado, por cierto—, salió a presentar, además, cantando y bailando una tonada que a algunos les pareció familiar:

Hola amigos, bienvenidos, a la hora con más música/ Somos felices, porque sabemos, que cada semana usted nos ve/ Todo está listo, los artistas, están preparados para divertir/ con la imaginación y otras cositas,

ganaremos su atención…

Jimmy —la hormiga— bailaba y cantaba con mucho ánimo obteniendo los atronadores aplausos de las hormigas que iniciaban su jornada laboral, demostrando algo que muchos sabían, pero que pocos se atrevían a decir abiertamente: que las hormigas también saben bailar. De hecho, varias hormigas, bastante agraciadas, salieron a escena acompañando a Jimmy y cantando:

Música, más música, es lo que tenemos…

¡El, el, el show de Jiiiiiiimyyyyy!

Por eso, el “Trío Taberna”, ya con los ánimos arriba, salió a escena y empezó a cantar:

Voy trabajando, voy a cantar/ Y el hormiguero, voy a crear/ Para que siempre sea verdad/ Todo lo que les voy a contar/ Que en esta vida hay que trabajar/ Eso es muy cierto, ¿para qué más?/ Y por lo mismo no hay que olvidar/ Que hay que

buscar la felicidad

Y el fin de semana también tocaron en otras fiestas del bosque (o del jardín). Y las hormigas trabajaron, trabajaron y trabajaron, pero, como bien nos dimos cuenta, algunas también bailaron, y mucho.

Cuarta parte: llegó el invierno,

¿Dónde está el trío Taberna?¡Tenemos que

buscarlos!

¡Vamos!

¿se acabó la fiesta?El invierno llegó, las lluvias comenzaron (es que en estas tierras intertropicales no cae nieve, de hecho, le llaman invierno a la primera de dos temporadas de lluvias) y muchas de las fiestas se acabaron. Las hormigas, que tanto trabajaron y se prepararon para esos meses difíciles, tenían todo listo para estar tranquilas con higos, hongos, miel y néctar. Otros insectos también se refugiaron bajo la tierra, en algunas plantas o en madrigueras en las que podían estar cómodos.

Pero, ¿qué pasó con nuestros amigos “Ta”, “Berna” y Casiano?

No se sabía mucho de ellos, aunque se decía que no andaban, al parecer, muy bien, porque los lugares a los que iban a tocar dejaron de contratarlos, por lo menos por un buen rato. A veces se oían unas voces que parecían de ellos, aunque, tal vez, eran de otras cigarras del bosque (o del jardín).

La verdad, muy pocos se preguntaban por la suerte de nuestros amigos, aunque, cuando lo hacían, suponían que no estarían muy bien por cuenta de estar divirtiéndose cantando en vez de trabajar.

— “¡Ezzzo les pazzza por tanta vagancia!”

Dijo una abeja que, de vez en cuando, iba a ver al famoso “Trío Taberna”, cuando cantaba en el panal.

— “¡Tanto que decían que había que gozar y ahora deben estar sufriendo!”

Expresó un ciempiés, que los recordaba de sus inicios en el bosque (o jardín).

— ¡Además, la vieja historia de “La Cigarra y la Hormiga” no termina muy bien para las cigarras!

Dijo, con cara de angustia, Eli, una hormiga chiquita pero picosa, y, sobre todo, muy trabajadora.

Poco a poco, los insectos del jardín (¿o bosque? ¿Cómo es que es la cosa?) empezaron a recordar las famosas canciones que el “Trío Taberna” había compuesto e interpretado para ellos. También, varios se rieron rememorando la novedosa puesta en escena que “Ta”, “Berna” y “Casiano” habían ideado

para hacer más llamativas sus presentaciones. Igualmente, recordaron las muchas veces que tocaron solo por una sonrisa, que era también la de ellos. Y, claro, se acordaron del incremento en la productividad, tanto de las hormigas como del resto de los insectos, quienes parecían felices al escucharlos mientras trabajaban con más esmero. Por eso, luego de varios recuerdos, generalmente gratos, Lady Di, una hormiga que observó a las cigarras cuando cantaron en el hormiguero, dijo:

— ¿Dónde está el Trío Taberna? ¡Tenemos que ir a buscarlos!

Dilfa, Víctor, Charlie, Salvo, Pili, Ade y todas las demás hormigas del hormiguero, que quedaba en el bosque (o jardín), al oír esa propuesta, fueron en masa al lugar donde decían haber visto por última vez a “Ta”, a “Berna” y a Casiano y golpearon la puerta.

Intermedio: Las Cigarras y las Hormigas (y la Seguridad Social)

La fábula original de “La Cigarra y la hormiga” trata de una cigarra que se la pasaba cantando y burlándose de una hormiga que trabajaba muy duro durante el verano, pero que, cuando llegaba el invierno, veía que se volteaba la situación, porque no tenía sustento, a diferencia de la hormiga que había estado muy juiciosa previendo su futuro.

Dependiendo de la versión que se tenga, la hormiga ayudaba a la cigarra o, por el contrario, no lo hacía, y, si esa última opción era la que se tomaba, la cigarra llegaba, incluso, a morir de una forma terrible, mientras que la hormiga seguía feliz viviendo —y comiendo— en su hormiguero.

Pero aquí en esta historia no habrá, afortunadamente, un final trágico, porque para nosotros es muy importante la solidaridad hacia aquellos que, por diferentes circunstancias, se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad. Eso, por lo menos, dice la Constitución Política de Colombia con su idea de Estado Social de Derecho. Por eso, nuestra fábula reflexiona sobre algunos de los temas que se tocan no tan sutilmente, ya que bien vale la pena ver que, muchas veces, aquellas personas que no prevén su futuro, o que, más bien, no tienen los medios para hacerlo (lo cual es muy frecuente en el país) terminan en situaciones muy difíciles de vida y en muchos casos completamente desamparadas. ¿Y qué se puede hacer al respecto? Más adelante veremos qué pasa con esta historia.

¡Es que hay que guardar para el futuro!

Quinta parte: La vida te da sorpresas

En un principio, nadie atendió el llamado, pero volvieron a golpear más fuerte. Finalmente, al cabo de un rato, se oyeron los pasos de alguien que, lentamente, abrió la puerta, era “Ta”, aunque no parecía él.

— Hola, “Ta”, ¿cómo estás? Estábamos preocupados por ti.

Dijo JM, una hormiguita bastante “play”, que no pudo ocultar su sorpresa, porque, indudablemente, “Ta” se veía mucho más flaco de lo que era originalmente y si bien, siendo sinceros, “Ta” necesitaba adelgazar urgentemente, la diferencia de peso angustió a todos.

— Uuuuy, pobre “Ta”, a la fija que no come desde hace rato.

Dijo Marilú, una hormiga muy bogotana, pero que, según Hug (una hormiga venerable y sabia), “parecía santandereana” (tampoco pudimos establecer por qué el pícaro Hug decía eso).

“Ta” saludó con mucho entusiasmo:

— Hola, amigos, ¿cómo están? ¿Qué tal luzco? Es que he estado haciendo spinning y he bajado, en estos días de invierno, un poquito de peso. Me veo bien, ¿cierto?

Todos los insectos se mostraron sorprendidos, ante lo cual “Berna” comentó:

— Hola, hace rato no los veía, ¿qué se les ofrece? ¿Quieren contratarnos para una nueva presentación musical? ¡Tenemos muchas canciones nuevas!

No, en ese momento no era lo que querían, aunque tampoco era una mala idea. Lina, otra hormiga con bastante don de mando, respondió:

— En este momento no se puede, porque el clima no es propicio para eso y puede haber accidentes y cosas por el estilo, ¿cierto, Jairo? (Jairo asintió), pero vinimos a traerles unas provisiones, para que aguanten el invierno con mucha más fuerza.

“Ta”, “Berna” y “Casiano” —que acababa de salir también— agradecieron y guardaron las provisiones, aunque también entregaron algunos néctares que, al parecer, habían guardado con mucho ahínco.

— Esto es para ustedes, ¡es buenísimo para el frío! – Dijo “Berna” con entusiasmo.

Todos los insectos se despidieron y sintieron que, como dice la canción, “la vida te da sorpresas”, pues, incluso, varios habían leído la famosa fábula de “La Cigarra y la Hormiga” y sabían que el final de la historia era bastante diferente. ¿Qué habrá pasado para que las cigarras, que, aparentemente, tanto habían vagado en el verano, estuvieran tan bien?

La respuesta fue sencilla, pues una de las cigarras del trío, “Casiano” para más señas, conocía la historia de “La Cigarra y la Hormiga”, la cual se relataba de generación en generación entre las hormigas y él, que admiraba esa disciplina castrense, se la había vuelto a escuchar a Tica, una hormiguita muy dicharachera (y también con mucho swing, es la verdad). Eso le hizo comprender que, a pesar de que hoy eran jóvenes, fuertes y llenos de vida, no se sabía lo que podía pasar en el futuro. Por eso Casiano, cada vez que el “Trío Taberna” cantaba, ya fuera en el hormiguero, el panal, las flores o cualquier otro lugar, decidió guardar una quinta parte de sus ganancias, algunas de las cuales le sirvieron para comprar alimentos y, por supuesto, savia del bosque. “Ta” y “Berna”, que no sabían que su amigo había hecho eso, se sorprendieron al ver que contaban con seguridad y tranquilidad para la fuerte temporada de lluvias.

— ¡Es que hay que guardar para el futuro!

Dijo “Casiano”, con una sabiduría que sus amigos no le conocían y tuvieron que reconocer, y por eso les cantó:

Es muy claro, mis amigos/ Que siempre hay que disfrutar/ Pero también yo les digo/ Que tenemos que guardar/ Pues pensando en el futuro/ Un fondo pude crear/

De las ganancias que hubo/ Y así yo me puse a ahorrar/ Que hay cigarras y hay hormigas/ En la vida, eso es verdad/ Y construyendo un camino/

de seguridad social/ Los invito a que pensemos/ Que aquí podemos lograr/ Lo que todos merecemos/ Que es nuestra felicidad

Cada quien puede aportar

a esta sociedad de una forma

distinta

Sexta parte: todos tenemos los mismos derechos en el bosque (o en el jardín) o en donde sea

Al día siguiente de la visita a la casa de “Ta”, las hormigas convocaron a una reunión Al día siguiente de esa inesperada visita a la madriguera donde vivía “Ta”, las hormigas convocaron a una reunión de todos los insectos del bosque (o del jardín). Estuvieron, por supuesto, las cigarras, entre ellas, “Ta”, “Berna” y Casiano, quienes, otra vez, contagiaron con su alegría y entusiasmo, pues, cuando iba a iniciar la reunión, se oyó a lo lejos:

“Taaaaaaa”, “Bernaaaaaaaa” y Casianooooo

Lo cual fue seguido de un estruendoso aplauso, pues muchos extrañaban las canciones, melodías, los chistes y, sobre todo, la alegría del famosísimo “Trío Taberna”. Aunque, claro, la reunión no era por un concierto de ellos. Era por otra cosa, por lo que Melbita, una hormiga bastante sabia y sobre todo muy gentil, tomó la palabra:

— Buenos días, hoy nos hemos reunidos los insectos del bosque (¡ah, era un bosque!) para organizar la manera en que, tanto en los tiempos de bonanza como en los de escasez, exista una figura que garantice que ninguno de nosotros, incluyendo a las cigarras, estará desprotegido.

Otro insecto, cuyo nombre no es del todo claro, afirmó tajantemente:

— ¡Pero es que a la gente3 (o, más bien, a los insectos) no hay que regalarle nada! ¡Los pobres son pobres —como esas cigarras— porque quieren serlo o por pasársela cantando y disfrutando en vez de trabajar y no hacer de esta patria (o de este bosque) algo grande!

Varios insectos aplaudieron esas palabras, pero otros se mostraron en desacuerdo, mientras que Bencho, la hormiga jefe, afirmó:

— Ve, no todos podemos ser hormigas, no todos podemos ser cigarras y no todos podemos ser grillos, o lo que sea. Cada quien es diferente y cada quien puede aportar a esta sociedad de una forma distinta, ¿oís?

Las palabras de la hormiga impactaron en los demás insectos quienes pusieron a sus antenas alerta para seguir escuchando. La hormiga continuó:

3 Es que hasta los autodenominados “insectos de bien” hablan de “la gente”.

¡Sí!

¡No!

¡No sé!

— Yo les pregunto: ¿Las canciones del “Trío Taberna” nos alegran la vida?

— Síiiiiii. – respondieron los insectos.

— ¿Las canciones del “Trío Taberna” sirvieron para mejorar los días de productividad para la construcción del hormiguero?

— Síiiiii. – volvieron a decir

— ¿Acaso lo que hacen “Ta”, “Berna” y “Casiano” no es también un trabajo?

Ante esa pregunta se oyó un murmullo que se volvió una larga discusión, pues, para unos, la respuesta era “sí”, pero, para otros, la respuesta era “no”, mientras que, para otros, la respuesta era “no sé”. Sin embargo, otra hormiga que, al parecer, trabajaba con la hormiga de acento caleño, continuó:

— “Ta”, “Berna” y “Casiano”, con su maravilloso trío, ensayan juiciosamente, componen canciones muy bonitas, hacen coreografías que no son fáciles de aprender y cambian de repertorio todo el tiempo, ¿cierto?

Otra vez todos respondieron que sí, a lo cual, la hormiguita —Bea, parece que así se llamaba— dijo:

— Entonces ellos, como nosotros, trabajan duro, aunque lo hacen a su manera y, como dicen, con su propio swing y su propio tumbao.

Esas palabras recibieron un respetuoso aplauso de todos los insectos, ante lo cual, Bea, la hormiga, sonrió.

— Todos tenemos los mismos derechos, todos aportamos significativamente al bosque —o jardín— y todos tenemos el derecho de ser felices. Lo que yo hago, no podría hacerlo sin ustedes, y lo que ustedes hacen cuenta con todo mi apoyo para que salga lo mejor que se pueda.

Dijo de nuevo Bencho, la hormiga, quien recibió el apoyo de la mayoría, con lo cual terminó la reunión.

De ahí en adelante, la vida de todos los insectos del bosque (sí, era un bosque, aunque tal vez era un asunto de perspectiva, porque un jardín puede ser, para un insecto, un bosque) fue diferente, pues se reconoció la importancia de lo que “Ta”, “Berna” y “Casiano” hacían y, sobre todo, se organizó un sistema en el que, si los iban a contratar, estos tenían que aportar algo a un fondo común que sirviera —en el futuro y cuando ya no tuvieran fuerzas para cantar y bailar— a ellos mismos y a los demás insectos del bosque (como “Berna” y “Casiano” que, sin duda, eran varios años más viejos que “Ta”), para tener una vida segura en la que sus derechos —y su dignidad— fueran garantizados. Además, lo que ellos aportaran, serviría para apoyar a aquellos insectos que, en ese momento, se encontraban con dificultades.

Pero eso también fue un gran aprendizaje para las cigarras, quienes se dieron cuenta de que, así como hay diferentes formas de ganarse la vida y salir adelante, también hay otras maneras de ser felices, y las hormigas lo eran, a su manera.

Por todo esto, Bencho, la hormiga, arrancó ese gran proyecto, apoyándose en la experiencia, el conocimiento, el compromiso y la sabiduría de todas las hormigas y, por supuesto, de “Casiano”, una cigarra que demostró que también podía ser cuidadoso y previsivo con el futuro de él y sus amigos.

Coda: la importancia de organizarnos

¿En qué se basaron las cigarras, las hormigas y los demás insectos para organizarse? En algo que se ha ido construyendo poco a poco, a lo largo de los años y que, entre otras cosas, existe en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que es el concepto de dignidad, en el cual, cada ser humano (y, en el caso de la fábula, cada insecto) tiene derechos básicos que se sustentan en la posibilidad de contar con las condiciones sociales para vivir la vida que se quiera vivir.

¿Y por qué lo hicieron? Por otro principio que existe en torno al tema de la Seguridad Social, que es el de la solidaridad, en el cual, todos podemos contribuir para que cada quien, independientemente de sus características particulares, tenga las condiciones para desarrollar su propia vida con condiciones dignas.

Por eso mismo se ha ido construyendo un sistema de Seguridad Social en Colombia, el cual busca garantizar derechos básicos como la salud, la educación y la protección a la vejez, incluso para quien no pueda pagar por ello. Al respecto, Colombia ha adoptado todos esos principios fundamentales en su Constitución Política, la cual asume que Colombia es un Estado Social de Derecho, pues, no solo existe un marco legal que defiende a los ciudadanos, sino un Estado que espera garantizar condiciones sociales básicas para la realización personal de sus ciudadanos. Claro que ese es un camino que apenas se está construyendo, pero todo debe apuntar a ese loable objetivo.

Podíamos haber escrito algo sobre unas fuertes luchas sociales, en las que “Ta”, “Berna”, “Casiano” y otros, reclamaran sus derechos y lograran, paulatina o rápidamente, cambiar las cosas a su favor, al tiempo que luchaban contra un statu quo poderoso que no quería cambiar, pero, por razones de espacio, no lo hicimos. También podíamos haber dicho algo sobre los largos procesos, de “ires y venires”, que ha habido para el establecimiento de acuerdos fundamentales sobre lo que implica la existencia de un Estado Social de Derecho, pero también se nos alargaba

la historia. No obstante, podemos mencionar que la lucha por los derechos no ha sido precisamente fácil y que ha sido parte de un largo, complejo y difícil proceso, que, como bien se sabe, no termina.

Claro, no sabemos si nuestros amigos “Ta”, “Berna” y “Casiano” lograron retirarse con una renta vitalicia que les permitiera continuar tomándose la savia más relajadamente, aunque pudimos ver que sus derechos fueron reconocidos por un sistema que entendió su aporte a la sociedad y, sobre todo, su dignidad humana (o, bueno, para el caso de la fábula, su dignidad entomológica, o como se diga).

De todas formas, para efectos de esta fábula, vamos a pensar que sí, que finalmente lograron todo eso, y que ahora son todavía más felices, porque lo cierto es que el “Trío Taberna” continúa ayudando a incrementar la productividad de las hormigas (las cuales siguen trabajando fuertemente por hacer de ese hormiguero un lugar mucho mejor) y, por supuesto, haciendo felices a todos aquellos insectos del bosque (o jardín) que pudieran escucharlos, al menos una vez a la semana.

La lección de esta historia se siguió contando de generación en generación y nuestros amigos “Ta”, “Berna” y Casiano tuvieron muchas más aventuras (que, en su debido momento, vamos a narrar). Por eso, esta fábula del bosque (o jardín) termina con estos versos que, las hormigas y demás insectos del bosque, decidieron cantar, recordando a estos amigos que, todavía hoy en día, siguen deleitando, cada vez que tienen la oportunidad de hacerlo, a todos los que los puedan escuchar. Los versos dicen:

Canten “Ta”, “Berna” y Casiano/ Nunca dejen de cantar/ Y que sepan que es bacano/ El vivir con dignidad/ Los derechos son de todos/ Nunca se podrán quitar/ Porque aquí no estamos solos/ Es nuestro Estado Social/ Que la vida no es tan fácil/ No lo podemos negar/ Pero buscamos unidos/ Un contexto de igualdad/ El camino no está hecho/ En el bosque de FONCEP (o el jardín)/ A defender los derechos/ Eso tenemos que hacer/ Porque eso lo ganamos/ Y es que debemos buscar/ Un fin por el que luchamos/ La Seguridad Social/ Y con esto se termina/ con “Berna”, Casiano y “Ta”/ Quienes buscan e imaginan/ Vivir con felicidad

Ah, y “Ta” finalmente escribió la fábula de la que les hablamos al principio, y se parece mucho a esta.

FIN