Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
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Seminario de Estudio 2004-2006
Las asociaciones de
drogodependencias en el actual
contexto socio-económico
Federación Andaluza de Drogodependencias y Sida
ENLACE
Conclusiones del Seminario de Estudio 2004-2006 de la Federación An-
daluza de Drogodependencias y Sida ENLACE. Texto defi nitivo aproba-
do en la Asamblea Ordinaria de marzo de 2007.
Edita: Federación Andaluza de Drogodependencias y Sida ENLACE.
Marzo de 2008
Depósito legal: SE-3457-2008
Imprime: Imprenta Galán
ÍNDICE
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5
EVOLUCIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES Y DEL FENÓMENO
DE LAS DROGODEPENDENCIAS
- Eclosión de la lucha ciudadana en los años setenta . . . . . . . . . . . . 7
- Transformaciones en los años ochenta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9
- Asociacionismo desde los años noventa hasta la actualidad . . . . 11
- Evolución del fenómeno de las drogodependencias . . . . . . . . . . . 20
ANÁLISIS DE NUESTRAS ASOCIACIONES EN EL CONTEXTO
ACTUAL
- ¿Quiénes somos? Composición de nuestras asociaciones . . . . . 31
- ¿Qué queremos? Nuestros objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
- Funcionamiento interno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 36
- Formación y refl exión interna . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
- Recursos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 38
- Personas con las que trabajamos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
- ¿Por qué nos federamos? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
- Relaciones con la Administración . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
- Relaciones con otras organizaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 45
- Relaciones con la sociedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 46
ANEXO: FEDERACIONES PROVINCIALES Y ASOCIACIONES
A MARZO DE 2007 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
PRESENTACIÓN
El Seminario de Estudio 2004-2006, “Las asociaciones de drogo-dependencias en el actual contexto socio-económico”, culmina con este documento, que recoge las refl exiones y propuestas realizadas a lo largo de estos tres años por los miembros de las asociaciones y federaciones provinciales que componen ENLACE.
En noviembre de 2004 comenzamos esta actividad con la reunión del grupo de discusión inicial, a la que asistieron personas procedentes de asociaciones de toda Andalucía. La cuestión a tratar fue de tal magni-tud que, posteriormente, decidimos dividir este Seminario en dos bloques y ampliar su duración.
Durante el año 2005 profundizamos en el primero de ellos, “Evolu-ción de los movimientos sociales y del fenómeno de las drogodependen-cias”. De esta forma, analizamos las transformaciones y características del actual contexto socio-económico y de los propios movimientos socia-les en dicho marco, así como la evolución de la realidad de las drogode-pendencias.
Al año siguiente, con el bagaje anterior, nos detuvimos en el “Aná-lisis de nuestras asociaciones en el contexto actual”, refl exionando sobre todas aquellas dimensiones que nos defi nen como organizaciones socia-les y que guían nuestro día a día.
La idea de tratar este amplio tema en el Seminario responde a la necesidad de entender mejor la realidad en la que nos movemos y lo que nosotros somos y hacemos, de detenernos para clarifi car qué cambios se están produciendo y cómo afectan a la sociedad, a las organizaciones so-ciales y a nosotros como integrantes de las mismas y como ciudadanos. Y, fundamentalmente, para seguir avanzando en nuestra intervención en el ámbito de las drogodependencias, conscientes de que teniendo que superar retos y obstáculos, también contamos con nuestras fortalezas y energías para continuar esta andadura.
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Seminario 2004-2006
Por último, es importante señalar que este documento tiene una
gran vocación práctica, es decir, las ideas recogidas pretenden ser un
instrumento más de apoyo en nuestra tarea cotidiana, una guía que nos
ofrece pistas para decidir hacia dónde debemos y queremos centrar
nuestros esfuerzos como asociaciones de cara al futuro más inmediato.
Antonio Escobar.
Presidente de ENLACE
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
EVOLUCIÓN DE LOS MOVIMIENTOS SOCIALES EN LAS
CUATRO ÚLTIMAS DÉCADAS Y SITUACIÓN ACTUAL
Eclosión de la lucha ciudadana en los años setentaEn los años setenta arranca en el Estado español el proceso
de transición de una dictadura a un régimen democrático, que irá
abriendo el camino hacia la “modernización” de la vida política y eco-
nómica.
En los primeros años de la Transición, se va produciendo el pau-
latino reconocimiento de libertades sociales y políticas (Derecho a la
Manifestación, Propaganda y Asociación, legalización de partidos po-
líticos y de sindicatos, etc.), con el empuje de numerosas huelgas y
manifestaciones.
El modelo social y económico que se pretende desarrollar con
la Constitución Española de 1978 es el del Estado del Bienestar, se-
gún el cual, el Estado debe intervenir para contrarrestar las situaciones
de desigualdad generadas por el sistema capitalista. Se pretende, en
teoría, asegurar a toda la población ciertos derechos sociales básicos,
mediante políticas de educación, salud, protección ante el desempleo,
pensiones, etc.
Sin embargo, el Estado de Bienestar se empieza a desarrollar en
España cuando, tras la crisis económica mundial de 1973, este modelo
empieza a cuestionarse en los países en los que estaba implantado
desde hacía décadas. Los defensores de modelos plenamente neolibe-
rales aprovechan esta crisis para criticar el intervencionismo del Esta-
do, argumentando que las garantías y prestaciones públicas frenan el
trabajo productivo y el mantenimiento de una economía saneada.
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Seminario 2004-2006
En este contexto, durante la Transición, al mismo tiempo que se
van extendiendo determinados servicios públicos, también se ponen en
marcha medidas que abren la puerta a la precariedad e inseguridad del
mercado laboral (contratación temporal, moderación salarial, regulación
de plantillas…).
En cuanto a la acción ciudadana, durante la Transición, muchas
de las personas y organizaciones opuestas al Régimen que permanecían
en la clandestinidad, pasaron a expresarse públicamente. En esta época,
se produce una eclosión de la participación social en contraste con el
periodo anterior.
Asociaciones de vecinos, de estudiantes, organizaciones políticas
o sindicales, redes sociales en torno a las parroquias, etc., se convierten
en cauces de participación de todas aquellas personas que quieren lu-
char activamente para conseguir cambios. Por lo tanto, una característica
de la iniciativa ciudadana en estos momentos es su amplia base social,
que es activa y visible.
Estas personas tienen conciencia de la importancia de orga-
nizarse en el momento histórico que están viviendo. Son organizaciones
sociales y políticas diversas en cuanto a ideología, componentes, formas
de lucha, etc., pero que comparten unos objetivos básicos: la ruptura
con la Dictadura y la conquista de derechos y libertades fundamentales.
Existen diversas formas de participación social y una de las que
se da en esta época de transformaciones políticas es la militancia. En
general, se caracteriza por un fuerte sentimiento de pertenencia y una
dedicación exhaustiva a un partido político, grupo o movimiento deter-
minado, así como la extensión y puesta en práctica de una ideología
claramente defi nida.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Aunque no todas las formas de participación social responden a
ese perfi l de “militancia” e incluso dentro de esta última conviven diversos
grados, muchas organizaciones y personas entendían que el ejercicio
del poder político era el camino para mejorar la realidad. Conforme
se van creando y poniendo en marcha las nuevas instituciones democrá-
ticas, la lucha política va adquiriendo un carácter más indirecto, al depo-
sitarse la confi anza en los representantes políticos.
Transformaciones en los años ochentaEn los años ochenta, continúa el proceso de “modernización”
de las estructuras políticas y económicas del Estado español. Se conso-
lida la implantación del sistema democrático formal y se produce la plena
integración en los organismos internacionales y europeos (en 1986, Es-
paña ingresa en la Comunidad Económica Europea y ratifi ca su perte-
nencia a la OTAN).
En general, se vive una etapa de prosperidad económica, se
produce un aumento de la capacidad adquisitiva de la población general
y, en particular, fenómenos como el de la “cultura del pelotazo”: rápido
enriquecimiento de sectores sociales infl uyentes (banqueros, fi nancieros
o grandes empresarios). Asimismo, se crean, amplían o reforman de-
terminados servicios públicos (enseñanza, sanidad, red de transportes
y comunicaciones, etc.).
Sin embargo, el coste social de la “modernización” cada vez
se hace más evidente, sobre todo conforme avanza la década de los
ochenta. Se lleva a cabo un duro reajuste económico, que se justifi ca
por la necesidad de cumplir con los requisitos de nuestra pertenencia a
la Comunidad Europea: se produce la privatización de parte del sector
público (sobre todo, el naval y el siderúrgico), con despidos masivos y
precarización de muchos puestos de trabajo.
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Seminario 2004-2006
En defi nitiva, en esta “carrera” hacia la convergencia con Europa
se van quedando atrás amplios sectores de población, creciendo el esce-
nario de empobrecimiento y vulnerabilidad social.Sin embargo, en esta situación, el gasto social sigue resultando
insufi ciente para dar respuesta a aquellas personas que no acceden a
recursos básicos. Todo ello lleva a cuestionar el papel del Estado como
garante de los derechos fundamentales y como responsable de la re-
distribución de la riqueza.
En este contexto, se consolida, en una parte de la ciudadanía, la
tendencia a delegar la responsabilidad en las instituciones políticas para resolver los confl ictos sociales. Algunos de los colectivos que antes
tenían un papel activo en la construcción de alternativas políticas, cana-
lizan cada vez más sus reivindicaciones a través de las instituciones y
formaciones políticas.
A la vez, personas que formaban parte de movimientos socia-les signifi cativos, con frecuencia antiguos líderes reconocidos pública-
mente, pasan a ocupar cargos de responsabilidad política o a formar
parte de los cuadros técnicos de la Administración.
Pero también va surgiendo cierto clima de escepticismo ante las instituciones políticas y la sensación de que el Poder está absorbien-
do la fuerza de los movimientos sociales. Algunos colectivos y sectores
sociales empiezan a constatar que el nuevo sistema político no garan-tiza la plena participación de los ciudadanos. Con el paso del tiempo,
aquellos que habían apoyado los cambios con la esperanza de ser teni-
dos en cuenta en la toma de decisiones, perciben que las estructuras que
se van creando no son tan participativas como esperaban, mientras que
otras organizaciones cuestionaron desde un principio las posibilida-
des reales de participación que ofrecían las instituciones democráticas y
la capacidad real de cambio del nuevo sistema político.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
La delegación en las instituciones ofi ciales, el trasvase de miem-bros de los movimientos sociales a cargos públicos o el desencanto res-pecto a la efectividad de la lucha política, infl uyen en el descenso de la participación en entidades como las asociaciones de vecinos, partidos políticos o sindicatos. Por lo tanto, en contraste con los primeros años de la Transición, asistimos a cierto vaciamiento de dichas organizaciones.
Muchas de las personas que se van alejando de estas organiza-ciones son las que van a emprender nuevas formas de participación social. Poco a poco, la lucha unifi cada, con marcado carácter político y el objetivo común de la transformación social, dará paso a una división en frentes diversos. De esta forma, comienzan a extenderse las asocia-ciones y entidades que abordan problemáticas sociales específi cas. Algunas de ellas se hacen visibles con el cambio de Régimen: por ejem-plo, los movimientos sociales feministas o en defensa de los derechos de las personas homosexuales. Otras organizaciones sociales se dedican a problemáticas que ya existían pero que se intensifi can y agudizan en los años ochenta, como es el caso de las drogodependencias.
Asociacionismo desde los años noventa hasta la actualida d
Conforme nos adentramos en la década de los noventa se em-pieza a hablar cada vez más de “globalización” como un paso más del capitalismo y del pensamiento neoliberal: cambios económicos, políticos y sociales que afectan profundamente a las condiciones de vida de las personas.
La mundialización de la economía, base del proceso de globali-zación, que se apoya en la libre circulación de capitales, contrasta con el cierre de las fronteras que impide y restringe la libre circulación de las personas. Se intensifi can fenómenos como la fl exibilidad laboral y el traslado de empresas a países en los que se reducen costes laborales, al existir menos control de la explotación y una población con más nece-
sidades.
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Seminario 2004-2006
El paro y la precariedad laboral alcanzan cotas nunca vistas
hasta ahora. Se crean las condiciones para que aumente aún más la ex-
plotación de los países desfavorecidos por parte de los poderosos, así
como de los sectores más vulnerables dentro de cada Estado. De esta
forma, aumenta la capacidad adquisitiva de las capas sociales más in-
fl uyentes y de las clases medias, mientras existen sectores de población
que carecen de derechos básicos como vivienda o empleo. En defi nitiva,
el mundo actual se caracteriza por un reparto cada vez más desigual
de los recursos.
Unido a lo anterior, la pérdida de control económico y político por
parte de los Estados y el afi anzamiento del “pensamiento único” neoli-
beral, conllevan el debilitamiento del Estado del Bienestar y, por lo
tanto, el aumento progresivo de sectores de población en situación
de vulnerabilidad social.
Por otro lado, la carrera mundial por obtener los máximos benefi -
cios económicos provoca un continuo deterioro del medio ambiente y
una sobreexplotación de los recursos naturales.
Vivimos en una sociedad en la que la dimensión económica está
por encima de todo, es decir, en la que priman los objetivos de rentabi-
lidad y benefi cio económico y, a ser posible, con el mínimo esfuerzo. En
este contexto, los valores sociales dominantes también están impreg-
nados por la supremacía de lo económico: individualismo, consumis-
mo (tener por encima de ser), hedonismo (placer como fi n supremo de
la vida), competitividad, etc.
Junto a todo ello, una característica propia de esta época es la
conciencia de vivir en un momento de profunda transformación y
en una sociedad cada vez más compleja. Se abren paso realidades
sociales que habían permanecido ocultas o menos visibles y crecen
otras antes minoritarias: reconocimiento de derechos civiles y sociales de
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
colectivos antes marginados, distintos modelos de familia, incorporación
generalizada de la mujer al trabajo fuera del hogar, convivencia de distin-
tas etnias y culturas, etc.
Vivimos en la “sociedad de la información”: tenemos más posi-
bilidades que nunca de conocer lo que pasa en el mundo y ha aumentado
el acceso de los hogares a nuevas formas de comunicación. Sin embar-
go, también se tiene la sensación de que estamos más desinformados y
desorientados que nunca y de que los medios de comunicación de ma-
sas, al servicio del poder, constituyen instrumentos de difusión e imposi-
ción de la ideología dominante.
Son sólo algunos rasgos de un modelo socio-económico que
reduce las oportunidades de acceder a derechos fundamentales y a
una mínima calidad de vida, y que provoca el aumento progresivo de
sectores de población en situación de vulnerabilidad social.
De esta forma, se multiplican los rostros de la exclusión, que
ya no se determina sólo por tener o no tener, por estar a un lado o al otro
de la pobreza, sino que puede afectar a personas en muy variadas
situaciones: personas que emigran para sobrevivir o mejorar sus con-
diciones de vida y que viven múltiples situaciones de precariedad (legal,
económica, familiar…); minorías étnicas que se enfrentan a la ausencia
de políticas efectivas de integración; personas con algún tipo de discapa-
cidad, que no tienen apoyo sufi ciente; personas ancianas dependientes
con necesidad de atención continua; personas desempleadas de edad
avanzada, que tienen muy complicado el retorno al mercado laboral; mu-
jeres con difi cultades para conciliar la vida laboral y privada; o los propios
jóvenes, educados en la sociedad de consumo, pero que se quedan fuera
del mercado laboral o sólo acceden de forma precaria, pese a disfrutar,
en general, de más oportunidades de formación que nunca.
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Seminario 2004-2006
Sin embargo, paradójicamente, el discurso neoliberal vive un mo-
mento de apogeo y cada vez el Estado interviene menos en la preven-
ción y resolución de las problemáticas sociales, entre otras cosas,
porque se entiende que la persona es la única responsable de su situa-
ción y que su posición social depende de su esfuerzo individual. Además,
se resalta el “mal funcionamiento” de los servicios sociales públicos, lo
que, unido a lo anterior, propicia la defensa de la “rentabilidad” y “efi cacia”
de privatizar dichos servicios (educación, sanidad, etc.).
Aunque el Estado va “abandonando” la prestación de servicios,
sí refuerza su papel como ejecutor de políticas represivas y de control
social. En general, uno de los instrumentos fundamentales para ejercer
este control social es la extensión del discurso del miedo, a través del
que se insiste en que vivimos en una sociedad insegura. Normalmente,
este discurso se relaciona con perfi les de exclusión social (personas dro-
godependientes, personas inmigrantes…), como si fueran los causantes
de dicha inseguridad, con lo que de alguna manera se contribuye a gene-
rar guetos físicos o simbólicos que separan a los colectivos más vulnera-
bles del resto de la sociedad.
Asimismo, a partir de los años noventa se va extendiendo un dis-
curso sobre el voluntariado y las organizaciones sociales.
Cada vez tiene un mayor calado social la idea de que cualquier
tipo de intervención, si es de carácter voluntario, favorece la cohesión
social. Este concepto de voluntariado, políticamente correcto, contribuye
a desvanecer cada vez más la conciencia de que la desigualdad social,
la marginación y la exclusión social, están directamente relacionadas con
el sistema económico y político dominante. De esta forma, se fomenta
un voluntariado menos crítico, que no se posiciona ante las injusticias
sociales, llegando a colaborar inconscientemente en el mantenimiento de
la realidad social.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Esta percepción se apoya en un concepto de “solidaridad” va-
ciado de su dimensión transformadora e identifi cado con un ejercicio
puntual de ayuda. Este tipo de solidaridad, con frecuencia, no responde a
un análisis crítico de la realidad social ni al deseo de transformarla, sino
que, por el contrario, forma parte del actual modelo social, convirtiéndose
incluso en un producto más de mercado que se “compra” y “vende” o en
un espectáculo para los medios de comunicación.
Con el objetivo de extender esta visión y práctica de la acción
voluntaria y de la solidaridad, el Estado intenta intervenir cada vez
más en las organizaciones sociales, con la fi nalidad teórica de apoyar
e impulsar la participación ciudadana.
En primer lugar, y relacionado con la tendencia a privatizar los
servicios sociales públicos, se pretende que las organizaciones ac-
túen como agencias prestadoras de servicios, y sus miembros, como
“mano de obra barata”, contribuyendo a “parchear” aquellos aspectos de
la realidad social que, siendo de responsabilidad pública, no se están cu-
briendo de manera sufi ciente. De este modo, con el trabajo desarrollado
desde la iniciativa social, se trata de suplir la debilidad de las medidas de
protección social y la falta de garantía de los derechos fundamentales de
los ciudadanos.
Por otro lado, la Administración empieza a emplear distintos ins-
trumentos de control de las organizaciones sociales como la regu-
lación de su escenario de actuación a través de la aplicación de leyes
y normativas estatales y autonómicas; la adopción de medidas que
hacen más complejo su funcionamiento interno y sus relaciones con la
Administración; o el impulso y/o creación de agencias, plataformas o
planes del voluntariado.
Finalmente, la imagen institucional sobre el voluntariado está muy
relacionada con el intento de hacer creer que las distintas organizaciones
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Seminario 2004-2006
sociales, que actúan sobre diversos problemas y realidades, son prácti-
camente iguales y desempeñan la misma función. Es decir, uniformar a
las organizaciones sociales y simplifi car una realidad diversa y compleja.
Por otra parte, las organizaciones sociales mantienen posturas
muy variadas respecto a la forma de entender el voluntariado.
Existen entidades que, junto a la Administración, impulsan este
modelo, y otras que lo asumen sin apenas cuestionarlo; el “boom del vo-
luntariado” que arranca en los años noventa está vinculado, sobre todo,
a este tipo de organizaciones.
También hay colectivos que discuten la visión institucional de la
acción voluntaria y que apuestan por un modelo crítico de la misma, cues-
tionando el sistema y promoviendo actuaciones a partir de la detección
de necesidades reales en la sociedad. En su forma de intervenir ante la
exclusión social, intentan trabajar “con” los demás y no “para” los demás,
dialogando y denunciando de forma crítica y conjunta las injusticias so-
ciales.
De cualquier manera, no existen modelos puros; en la realidad,
hay miles de apuestas sobre cómo participar en la sociedad, con todas
las difi cultades y matices que esto conlleva.
Una vez defi nidos los distintos planteamientos respecto al papel
actual de las organizaciones sociales, vamos a intentar describir algu-
nos rasgos de las mismas, partiendo de que constituyen una realidad
dinámica y diversa.
Podemos señalar algunas tendencias comunes, como el proce-
so de especialización de muchas organizaciones sociales. En esa “par-
celación” de la realidad social y su abordaje por ámbitos o colectivos de
actuación (mujeres, inmigrantes, minorías étnicas, drogodependencias,
etc.), infl uyen aspectos como la política de concesión de subvenciones
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
por sectores de intervención o el hecho de que se multipliquen y diversi-
fi quen las situaciones de vulnerabilidad social.
Por otro lado, y aunque con grados diferentes, la profesionaliza-
ción de sus miembros es otra tendencia mayoritaria entre las entidades
sociales. Este proceso está vinculado a la necesidad de contar con per-
sonas con una formación específi ca para facilitar el desarrollo y la calidad
de las intervenciones, y así responder a los cambios que se producen en
la realidad sobre la que se actúa; también infl uye el hecho de que este
tipo de organizaciones sociales suponga una alternativa laboral.
Aunque podamos resaltar algunas tendencias comunes, si anali-
zamos elementos defi nitorios de las organizaciones sociales como
las actuaciones desarrolladas, el funcionamiento interno, el modelo or-
ganizativo o el perfi l de sus miembros, observamos que existen muchas
diferencias entre ellas. A continuación, nos detenemos en algunos de
estos aspectos, aunque teniendo en cuenta que ofrecemos una visión
simplifi cada de los movimientos sociales, un “retrato” a grandes rasgos
de una realidad que es más compleja.
En cuanto al origen de las asociaciones, podemos señalar dos
grandes grupos: por un lado, las integradas por personas afectadas por
una problemática social, que se unen para apoyarse mutuamente y de-
fender sus derechos; y, por otro, las que desarrollan actividades dirigidas
a la comunidad, aunque de forma muy diversa. En este segundo caso,
encontramos distintos planteamientos de base, como el caritativo y/o
asistencial; directamente promovidas desde estructuras políticas, fi nan-
cieras y/o comerciales; organizaciones profesionales; entidades creadas
por ciudadanos que intentan responder a las necesidades de su comuni-
dad desde la intervención directa; o grupos de acción de carácter crítico
y reivindicativo, que buscan la justicia social.
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Seminario 2004-2006
Existe, asimismo, gran diversidad en relación al ámbito de actua-
ción (desde las asociaciones de alcance internacional hasta aquellas de
carácter local), el tamaño o la fórmula jurídica (grandes asociaciones
y fundaciones; macro-estructuras que aglutinan a entidades pequeñas;
federaciones de asociaciones; pequeñas y medianas asociaciones; pla-
taformas o redes; grupos no formalizados; etc.).
Respecto al análisis de la realidad sobre la que actúan, pode-
mos decir que hay desde entidades que no profundizan en las causas de
los problemas sobre los que intervienen, hasta aquellas que, bien desde
sus inicios o a lo largo de su evolución, han elaborado y mantienen un
planteamiento crítico sobre dichas causas.
Los orígenes, fi nes y objetivos de una organización, así como la
visión de la realidad social de la que parte, defi nen en gran medida las
actuaciones que desarrolla. Así, hay entidades que basan su trabajo en
la autoayuda; otras que tienden a la asistencia social y/o la prestación y
gestión de servicios; aquellas centradas fundamentalmente en acciones
de sensibilización y denuncia; y, por último, las que intentan conjugar la
intervención social con acciones reivindicativas.
En cuanto al funcionamiento interno, exponemos los dos ex-
tremos de un gran abanico: por un lado, estarían las organizaciones con
estructuras más estáticas y en las que existen relaciones verticales y
jerarquizadas entre sus miembros; y, por otro lado, aquellas con formas
de organización y funcionamiento horizontal y participativo. Entre estos
dos polos, hay toda una variedad de entidades que tienden hacia una u
otra fórmula organizativa.
En cuanto a los colectivos no constituidos formalmente, pode-
mos hablar de los movimientos sociales de alcance global -integrados
por grupos con sistemas de organización muy diversos-, que se unen
ante determinados acontecimientos y emplean las nuevas tecnologías
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
como instrumento fundamental de coordinación, sensibilización y denun-
cia. El acceso a las nuevas tecnologías ha contribuido en gran medida a
la expansión de este tipo de redes y grupos informales de participación y
acción social.
Si tomamos como referencia las características de sus miem-
bros, simplifi cando mucho la realidad, podemos decir que actualmente
existen organizaciones con una base social más o menos amplia, que
suele responder a un voluntariado potenciado desde los poderes públi-
cos, en las que hay un alto grado de profesionalización, desempeñando
el personal contratado un papel esencial. También están las entidades
constituidas exclusivamente por profesionales y aquellas integradas sólo
por voluntarios. Y, por otro lado, están los colectivos que cuentan con un
grupo generalmente reducido de voluntarios activos, que participan en
el funcionamiento y toma de decisiones y que trabajan junto al personal
contratado con el que, en muchos casos, comparten la idea del compro-
miso y la transformación social.
Respecto a sus relaciones con la Administración, por un lado
están las entidades muy afi anzadas a nivel económico, que gestionan
grandes subvenciones y tienen conciertos con la Administración por la
prestación de servicios, y que en algunos casos han renunciado a la crí-
tica, o nunca la han contemplado entre sus fi nes. Por otro lado, están las
organizaciones que han optado por la autofi nanciación, no accediendo a
subvenciones públicas y cuyas relaciones con la Administración se basan
en la reivindicación y la presión social. Entre unas y otras, encontramos
organizaciones cuya principal fuente de fi nanciación son las subvencio-
nes, que mantienen su función reivindicativa y que actúan en el estrecho
margen que va desde la dependencia económica a la reivindicación, pa-
sando por el diálogo y el planteamiento de propuestas.
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Seminario 2004-2006
Por último, en cuanto a la infl uencia de su discurso en la opi-
nión pública, existen colectivos que están muy centrados en su traba-
jo y funcionamiento interno, lo que implica en ocasiones desatender su
función de sensibilización social; otros que entre sus tareas cotidianas
contemplan la difusión de su visión sobre la realidad en la que actúan, o
bien lo hacen en momentos puntuales; y otros que centran más sus es-
fuerzos en publicitar su imagen y su prestigio social como entidades, que
en trasladar a la sociedad la situación de los grupos con los que trabajan.
Dentro de esta diversidad, están las organizaciones que mantienen un
mensaje que penetra más en los medios de comunicación y trasciende a
la opinión pública, y otras que encuentran más difi cultades para realizar
esta labor.
Evolución del fenómeno de las drogodependencias
A continuación, vamos a tratar de describir cómo ha ido evolucio-
nando el fenómeno de las drogodependencias en el Estado español en el
contexto socio-económico antes descrito.
En España, la alarma social relacionada con el fenómeno de las
drogodependencias nace incluso antes de que realmente surjan los pro-
blemas tradicionalmente asociados al mismo, aunque con cierto retraso
respecto a otros países occidentales. La expansión de los problemas aso-
ciados al consumo de drogas se da a partir de los años ochenta, aunque
en la década de los sesenta y setenta ya se habían adoptado medidas
legislativas relativas al control del tráfi co y a la represión del consumo,
que sientan las bases de la guerra contra las drogas.
Durante esta etapa, coexisten las medidas represivas con cier-
ta permisividad en el consumo de determinadas sustancias, como las
anfetaminas, que pese a estar prohibidas a nivel internacional, siguen
vendiéndose en las farmacias libremente hasta 1980.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
La década de los ochenta está marcada por la expansión del
consumo de heroína y su rápida extensión entre jóvenes pertenecientes
a barrios periféricos o marginales de las ciudades y pueblos, que llegan
a constituir en esta etapa un perfi l de consumidores muy defi nido, sobre
el que se construye el concepto de “drogadicto”: jóvenes, principalmen-
te urbanos, con altos índices de fracaso escolar, problemas familiares y
grandes difi cultades de inserción socio-laboral, que consumen sobre todo
heroína, aunque también otras sustancias, y que usan la vía inyectada
como principal modo de consumo.
La prohibición de cualquier tipo de tráfi co de estas sustancias
introduce a sus consumidores en los mercados ilegales, los expone a
riesgos de muerte por adulteraciones o sobredosis, los obliga a consumir
en circunstancias clandestinas y poco salubres y, en muchos casos, los
conduce a la llamada espiral “droga, delincuencia y cárcel”, fenómeno
que continúa en la actualidad.
Durante esta etapa, por lo tanto, domina la imagen del “drogadicto”
asociada, en un primer momento, tanto a delincuencia como a margina-
ción, consolidándose las medidas represivas que provocan una creciente
criminalización de estas personas y un miedo general a “la droga”.
La relación droga-delincuencia se ve reforzada desde todos los
ámbitos, y se empiezan a recoger en los medios de comunicación, cada
vez con más frecuencia, redadas, casos de narcotráfi co o detenciones
de personas drogodependientes. Con ello, se potencia el clima de inse-
guridad ciudadana y una alarma social que lleva a situar el “problema de
la droga” como el primero en la escala de los que más preocupan a la
ciudadanía española, y se avanza en la identifi cación casi total de droga
con heroína.
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La aparición del SIDA y su expansión entre consumidores por
vía intravenosa incrementa el miedo a “la droga” y la estigmatización de
estas personas, por ser, además, portadoras de una enfermedad casi
desconocida entonces, considerada altamente contagiosa y mortal. Todo
ello supone un argumento más para justifi car intervenciones que tienen
como fi n únicamente “quitar a los drogadictos de la calle”.
Las respuestas de la Administración ante esta situación van
a continuar siendo fundamentalmente represivas, plasmadas en me-
didas legislativas de control del tráfi co, del consumo y de la pequeña
delincuencia asociada a la heroína. En esta época comienzan a llenarse
las cárceles de personas con problemas de drogodependencias que han
cometido delitos contra la propiedad (robos y hurtos) o contra la salud
pública (trapicheos). Esto provoca algunas reacciones por parte de deter-
minados grupos sociales que ponen en duda la efi cacia de las medidas
represivas por sí solas.
A mediados de esta década se crean los primeros Comisionados
para la Droga en algunas Comunidades Autónomas (como Andalucía)
y el Plan Nacional sobre Drogas, en un intento de conjugar las medidas
represivas con las asistenciales. Sin embargo, desde su creación, el Plan
Nacional sobre Drogas casi siempre ha dependido del Ministerio del In-
terior, junto a otros organismos como la Dirección General de la Policía o
la Dirección General de Instituciones Penitenciarias, lo que denota que,
desde las instituciones públicas, se ha optado por primar las respuestas
represivas en lugar de las sociales o sanitarias.
Junto a las ya mencionadas medidas coercitivas, comienzan a
ponerse en marcha algunas iniciativas de carácter asistencial que, en
esta época, están marcadas por el objetivo de conseguir la abstinencia
mediante tratamientos “libres de drogas” en los que la “fuerza de volun-
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
tad” de la persona adicta es la clave del éxito, sin que se analicen otro
tipo de carencias, necesidades o intereses de las personas consumido-
ras o del entorno en el que viven. La drogodependencia se percibe como
un problema del que la persona es principal responsable y no como una
consecuencia del modelo social existente y que, por tanto, es responsa-
bilidad de todos.
Las personas con problemas de drogodependencias y sus
familias se encuentran en estos años angustiadas y desorientadas: no
saben cómo enfrentarse a su situación y tampoco existe una red de re-
cursos —ni públicos ni privados— que les preste el apoyo necesario.
En la segunda mitad de los ochenta, siguiendo un proceso inicia-
do ya algunos años antes, va aumentando el número de asociaciones
de “ayuda al toxicómano” o “contra la droga”, compuestas en principio
por familiares, personas vinculadas de alguna manera a las drogodepen-
dencias o, simplemente, con inquietudes sociales, que consideran que la
Administración no está dando una respuesta adecuada a lo que en esos
momentos se vive como “la gran lacra de la sociedad” y que se necesitan
acciones de tipo social o asistencial. Ya desde sus inicios, las entidades
que van apareciendo en torno a “la droga” presentan objetivos, funciona-
miento, composición, etc., muy diferentes.
Durante la primera mitad de la década de los noventa, se con-
solida socialmente el perfi l del “drogadicto”, identifi cándose con “heroinó-
mano”.
El paulatino aumento del número de personas adictas a las drogas
y el endurecimiento de las medidas represivas, hacen que las cárceles
continúen llenándose de personas cuyos delitos están relacionados
con las drogas, sobre todo consumidores que cometen delitos menores
con el único fi n de poder satisfacer su adicción y que, en muchos casos,
son además portadores de VIH o enfermos de SIDA, hepatitis, etc.
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Seminario 2004-2006
Comienza a darse una evolución de la percepción del “dro-
gadicto-delincuente” hacia la de “drogadicto-enfermo”, coexistiendo
ambas imágenes hasta el momento, y se empieza a hacer referencia a
personas con historias de consumo muy cronifi cadas, que padecen o son
portadoras de enfermedades infecto-contagiosas, sin familia o con las
relaciones familiares muy deterioradas, en muchas ocasiones sin hogar,
con grandes carencias formativas o de capacitación laboral, y con múlti-
ples ingresos en prisión.
Se puede decir que en estos momentos es cuando la extensión
del SIDA, sobre todo en las prisiones, comienza a dispararse, alcanzando
a fi nales de los noventa cotas impensables tiempo atrás. Los efectos
de las políticas de drogas diseñadas en décadas anteriores dejan en el
Estado español su rastro más amargo con las miles de muertes por SIDA
y enfermedades asociadas, producidas dentro y fuera de las prisiones.
En este periodo, la Administración española continúa llevando
a cabo su política represiva, siguiendo las directrices internacionales,
pero, por otro lado, comienza a dibujar la red de recursos asisten-
ciales, empujada en gran medida por las asociaciones ciudadanas que
trabajan en este ámbito. Igualmente, desde la propia Administración se
conceden subvenciones para que estas asociaciones puedan realizar
sus actuaciones, muchas veces ante la incapacidad de las instituciones
públicas para abordar los problemas y plantear soluciones. Desde el pun-
to de vista ofi cial, el tratamiento de las drogodependencias se plantea
en tres fases: desintoxicación, deshabituación y reinserción social, con-
siderándose imprescindible la abstinencia. Paralelamente, comienza a
contemplarse como estrategia prioritaria de intervención la realización de
actividades de prevención —con el objetivo de evitar el consumo— en los
distintos ámbitos de actuación: escolar, familiar, laboral y comunitario.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Las asociaciones de drogodependencias continúan surgiendo
en muchos pueblos y barrios de nuestras ciudades. Existen entidades
con un carácter fundamentalmente asistencial y que incluso asumen la
puesta en marcha de servicios que no están cubiertos por la Administra-
ción; asociaciones que demandan más represión contra el narcotráfi co;
otras que apuestan por priorizar la función reivindicativa en torno a cues-
tiones sociales; y organizaciones que combinan varias de estas caracte-
rísticas. El sentimiento de perseguir unos objetivos comunes como son la
ayuda al drogodependiente y la idea de que “la unión hace la fuerza”, mo-
tivan la agrupación de las asociaciones, constituyéndose las primeras
federaciones. El número de asociaciones de drogodependencias sigue
creciendo a lo largo de la década de los noventa, ahora arropadas por la
existencia de otras asociaciones y federaciones provinciales.
En cuanto a la visión de la problemática de las drogodepen-
dencias desde el movimiento asociativo, en el caso concreto de ENLA-
CE, en 1992 consensuamos un documento en el que establecemos que
el problema de las drogodependencias no se puede ceñir a los efectos
nocivos del consumo abusivo de determinadas sustancias, sino que es
una muestra de las consecuencias que tiene para muchas personas
vivir en una sociedad que genera graves desigualdades sociales y
en la que imperan valores como el individualismo, la competitividad, el
consumismo sin medida, etc.
En esta época demandamos a la Administración, por un lado, lo
que resumíamos en el lema “más recursos, menos reclusos”: más y me-
jores recursos de atención a las drogodependencias y la aplicación de
una política menos represiva dirigida a los drogodependientes que de-
linquen, facilitando que, en lugar de cumplir las penas de prisión previstas
en nuestra legislación, tengan la posibilidad de realizar un tratamiento
adecuado que les permita incorporarse a la sociedad.
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Seminario 2004-2006
Por otro lado, comprendemos que entre todos tenemos que inter-
venir en prevención y defendemos que esta labor debe partir del con-
vencimiento de que las drogodependencias son un problema de confi gu-
ración social y de que, para prevenirlas, hay que transformar la sociedad,
incidiendo en la familia, la escuela y la comunidad. Poco a poco, se va
entendiendo que la prevención pasa por la potenciación de capacidades
y por la mejora de las condiciones de vida, de manera que se posibilite
que la relación de las personas con las drogas sea racional, positiva y
responsable.
Al mismo tiempo, en base a nuestra experiencia diaria y a nues-
tras refl exiones, vamos entendiendo que la “inserción social” de las per-
sonas drogodependientes no pasa obligatoriamente por el abandono
del consumo o la superación de fases preestablecidas (desintoxicación,
deshabituación y reinserción), sino que es un proceso más complejo.
Desde su origen, el carácter reivindicativo ha sido uno de los
rasgos defi nitorios de nuestro movimiento asociativo y, en esencia, nues-
tras demandas van dirigidas a la mejora de las condiciones de vida de
las personas con problemas de drogodependencias y a luchar contra las
situaciones de exclusión que puedan favorecer la aparición de esta pro-
blemática.
Asimismo, ese primer objetivo nos ha llevado también a poner en
marcha programas y recursos no planteados, al menos en un primer mo-
mento, por la Administración Pública (por ejemplo, los primeros centros
de emergencia social, los programas de educación de calle, la interven-
ción en prisión o el asesoramiento jurídico).
Estas actuaciones, y todas las emprendidas desde nuestras aso-
ciaciones, requieren de una fi nanciación que se considera debe ser apor-
tada por el sector público. A lo largo de los años noventa crece signifi -
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
cativamente el número de asociaciones de drogodependencias y, para-
lelamente, las partidas presupuestarias que la Administración destina a
la fi nanciación de programas de intervención realizados por aquellas. Se
empieza a plantear que, tanto la fórmula de las subvenciones, como la de
los convenios y los conciertos, pueden conllevar, entre otros aspectos, la
“burocratización” de las asociaciones y la falta de independencia frente a
la Administración.
En la segunda mitad de la década de los noventa comienza
a cambiar el perfi l de la persona drogodependiente. Al mismo tiem-
po que se resalta la fi gura del “politoxicómano”, que consume alcohol,
heroína, cocaína, barbitúricos, etc., comienza a hablarse de las drogas
de diseño que, supuestamente, iban a sustituir a la heroína en el primer
puesto de la lista de drogas problemáticas. Sobre estas sustancias se
crea un gran alarmismo.
Continuando la tendencia iniciada en los años ochenta, la situa-
ción penitenciaria es alarmante a fi nales de los noventa: el 80% de
las personas que se encuentran en las cárceles tienen o han tenido pro-
blemas de drogodependencias, en la mayoría de los casos han cometido
delitos menores para mantener su consumo, y muchas de ellas padecen
VIH-SIDA u otras enfermedades graves asociadas a las drogodependen-
cias, como la tuberculosis o la hepatitis.
La expansión del SIDA, además de aumentar la estigmatización
de los drogodependientes, provoca que la Administración, con la pre-
sión de las asociaciones, ponga en marcha nuevas estrategias de in-
tervención, como los programas con sustitutivos opiáceos u otras
medidas de reducción de daños. Muestra de ello es el carácter tan
restrictivo con el que nació el programa de metadona y la línea en la que
ha ido evolucionando.
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Desde el punto de vista ideológico y teórico, a fi nales de los no-venta las entidades de ENLACE llegamos a la conclusión de que la in-tervención con personas drogodependientes debe ser personalizada
y contemplar todos los aspectos que conforman su vida: familiar, social,
formativo, laboral, etc.
A estas alturas sabemos que es necesario intervenir en las pri-siones —lo que hacemos en la medida en que la propia institución pe-
nitenciaria nos lo permite— y constatamos que la cárcel no es el lugar
adecuado para la incorporación social de las personas con problemas de
drogodependencias. Este hecho nos hace dedicar gran parte de nuestros
esfuerzos a paliar los efectos negativos de la reclusión y a realizar campa-
ñas de sensibilización para hacer entender a la sociedad, por un lado, que
existen alternativas a la prisión de tipo terapéutico mucho más efectivas
para evitar el delito y, por otro, que las personas enfermas tienen derecho
a recibir una atención médica adecuada y a morir con dignidad, lo cual es
imposible si se encuentran privadas de libertad.
A lo largo de la década de los noventa la percepción social del
drogodependiente va evolucionando desde la visión de “delincuente”, “marginado” o “asocial”, hasta la de “persona con problemas”. En
este cambio de percepción social las asociaciones de drogodependencias
juegan un papel fundamental, a través de la sensibilización continua deri-
vada tanto del trabajo cotidiano como de las campañas de concienciación
que llevamos desarrollando desde hace mucho tiempo.
Igualmente, en estos años ha ido cristalizando la idea de “incor-poración social” como una situación en la que la persona desarrolla sus
capacidades personales y sociales, asumiendo un papel protagonista en
su propio proceso de socialización y participando de forma activa y crítica
en su entorno; y, para que ello sea posible, es imprescindible que antes
tenga cubiertas sus necesidades básicas personales y socio-económicas,
que es lo que se viene a denominar “incorporación social a mínimos”.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Por otra parte, hemos ido señalando la importancia de que los
programas de prevención sean integrales, continuados en el tiempo y,
como cualquier otro tipo de actuación, evaluables.
En la actualidad, nos encontramos con la convivencia de viejos
y nuevos patrones de consumo ya que, si bien se han diversifi cado las
formas de consumo abusivo y las sustancias consumidas, siguen exis-
tiendo personas con problemáticas cronifi cadas de larga duración o con
patología dual, a las que aún no se ha dado una respuesta adecuada e
integral.
Durante los primeros años de esta década, se produce un gran
retroceso en nuestro sistema penal. Con la fi nalidad de “barrer las ca-
lles de delincuentes”, se endurecen las penas de prisión para las perso-
nas que cometen pequeños delitos, haciendo muy difícil la aplicación de
alternativas a la prisión a las personas con las que trabajamos, lo que
difi culta sus procesos de incorporación social y, en defi nitiva, tampoco
benefi cia a la sociedad.
La alarma social en torno a la problemática de las drogas pa-
rece haber descendido, y este es el principal argumento que utiliza la
Administración para marcar sus prioridades a la hora de diseñar sus lí-
neas políticas. Así, en los últimos años estamos observando cómo dismi-
nuyen los presupuestos destinados a drogodependencias y, en particular,
a las asociaciones; se ha paralizado la puesta en marcha del programa
de dispensación controlada de heroína; se está dejando de apostar por
programas innovadores que pueden constituir una alternativa para mu-
chas personas drogodependientes; etc.
Sin embargo, la percepción del movimiento asociativo, al me-
nos en Andalucía, es otra: los problemas asociados a las drogodepen-
dencias seguirán existiendo mientras se sigan dando las condicio-
nes sociales que los provocan y los mantienen, aunque ya no se vean
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Seminario 2004-2006
tantas personas drogodependientes tiradas en la calle o jeringuillas en
el suelo de los parques; es decir, aunque las drogodependencias tengan
un rostro menos visible socialmente, esta problemática sigue afectando
a muchas personas.
De hecho, en nuestro trabajo diario seguimos constatando un ín-
dice muy elevado de personas drogodependientes con un largo historial
de consumo que están en prisión, que presentan patología dual, enfer-
medades graves, etc. Al mismo tiempo, esta realidad convive con el des-
censo en la edad de inicio del consumo de drogas y una mayor facilidad
de acceso a las mismas.
Por ello, demandamos, entre otras medidas, que se apueste por
programas de reducción de riesgos o daños, como la dispensación de
heroína; que se evalúe la calidad de los servicios y recursos específi cos
existentes; y que se diversifi quen y amplíen los recursos para la incorpo-
ración social y laboral, puesto que sigue existiendo una parte importante
de personas que no acceden a ellos.
En cuanto a la prevención, hay que revisar y replantear las actua-
ciones llevadas a cabo, superando la estrategia limitada al mensaje “no
a las drogas”, que se ha mostrado inefi caz para prevenir los consumos
problemáticos.
Por otro lado, se hace cada vez más necesario un trabajo en red
y coordinado que realmente sensibilice a toda la sociedad sobre esta
realidad.
A partir de todas estas ideas, las asociaciones que componemos
ENLACE creemos que estamos en un momento clave para hacer un
alto en el camino, refl exionar y replantearnos cuál es nuestro papel en la
sociedad y hacia dónde queremos dirigir nuestras intervenciones.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
ANÁLISIS DE NUESTRAS ASOCIACIONES
EN EL CONTEXTO ACTUAL
¿Quiénes somos? Composición de nuestras aso-ciaciones
En sus inicios, la mayoría de nuestras asociaciones estaban for-madas, principalmente, por familiares afectados, sobre todo madres, y por ciudadanos preocupados por la realidad de las drogodependen-cias.
En la actualidad, cuentan con personas con muchos años de experiencia en la lucha a favor de las personas con problemas de drogo-dependencias, lo que ha supuesto para la mayoría de ellas un crecimien-to personal importante, aunque también un desgaste tras tanto tiempo participando en la asociación.
Algunas de las personas fundadoras de nuestras asociaciones ya no están, pero, no obstante, tanto nuestras juntas directivas como las personas voluntarias generalmente viven pocas renovaciones. Se per-cibe que “siempre somos los mismos” y que encontramos difi cultades en el relevo de nuestras juntas directivas y en el reparto de tareas.
Junto a las personas que llevan más tiempo, a las asociaciones también se han ido sumando de forma muy diversa personas más jóvenes. Así, algunas tienen una fuerte vocación asociativa y una trayec-toria de participación social; también se presentan jóvenes que ofrecen una colaboración más temporal y puntual, dedicando su tiempo a la aso-ciación durante un período relativamente corto de su vida. Por otro lado, encontramos voluntarios que se acercan para conseguir experiencia pro-fesional. En particular, existe el perfi l de la persona en prácticas, que colabora en las actividades de la asociación como parte de su proceso de formación, a través de convenios con las universidades, ciclos formativos o cursos de formación. En ocasiones, al terminar las prácticas, opta por
seguir participando en la asociación.
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Seminario 2004-2006
En cuanto a los nuevos voluntarios, en general, puede existir cier-
ta difi cultad para su incorporación por distintos motivos, entre los que
están el temor al cambio, los problemas a la hora de buscarles un papel
o tarea en la asociación, la desconfi anza respecto a su implicación per-
sonal, etc.
Las asociaciones de drogodependencias se han profesionali-
zado en gran medida al incorporar la mayoría de ellas a personas contra-
tadas. Aumenta el número de éstas y disminuye el de las personas volun-
tarias. Se tiene la sensación de que es muy difícil mantener la asociación
sólo con voluntarios, entre otros motivos, por la burocratización. Por otro
lado, la presencia de profesionales asegura una dedicación continua a las
tareas de la asociación, así como una mayor especialización del trabajo
diario. Los profesionales que se han ido incorporando asumen gran parte
del peso del funcionamiento y de la actividad diaria de la asociación, a
pesar de ser muy frecuentes las situaciones de inestabilidad económica
y precariedad laboral. Nos encontramos con situaciones muy distintas,
desde aquellas asociaciones en las cuales el personal contratado par-
ticipa como un miembro más en la toma de decisiones, hasta aquellas
otras en las que no forman parte de los órganos de decisión, limitándose
a realizar el trabajo marcado por dichos órganos. Existen voluntarios que
antes estaban contratados, personas contratadas con mucha implicación
voluntaria, etc. Algunas veces, supone una difi cultad añadida la relación
entre el personal contratado y el personal voluntario, así como la pro-
pia relación o la falta de comunicación entre las personas que forman
la Junta Directiva. Por ejemplo, algunas personas voluntarias se quejan
del escaso compromiso de los profesionales y del exceso de poder que
tienen y, por su parte, algunas de las personas contratadas reprochan a
los voluntarios que deleguen en ellas su responsabilidad o que interfi eran
en decisiones técnicas.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Ante la escasez actual de voluntarios, las asociaciones que com-
ponemos ENLACE nos planteamos como prioridad considerar a las per-
sonas con las que trabajamos como potenciales voluntarios de nuestra
asociación; ser innovadores a la hora de captar miembros; así como pla-
nifi car debidamente la acogida y atención a los nuevos voluntarios que
lleguen a las asociaciones. En todo caso, consideramos fundamental
mejorar la coordinación y los canales de comunicación entre todas las
personas que componen la asociación.
¿Qué queremos? Nuestros objetivosLa mayoría de las asociaciones nacieron con los objetivos de
atender a las personas con problemas de drogodependencias y “lu-
char contra las drogas”, aunque bajo este lema se entendían cosas
muy distintas, como luchar contra el narcotráfi co, acabar con las drogas
o llevar a cabo programas de reducción de daños.
Desde el principio, denunciamos la situación tan alarmante que se
vivía y reivindicamos la puesta en marcha de los recursos de atención
para estas personas, entonces inexistentes o muy escasos, además de
empezar a sensibilizar a la sociedad sobre la problemática de las
drogodependencias.
A partir de las primeras refl exiones conjuntas y de la experien-
cia acumulada, ampliamos nuestros objetivos al entender que hay que
incidir en las causas de fondo de las drogodependencias.
Poco a poco hemos ido evolucionando y ampliando nuestro cam-
po de trabajo hacia la prevención y hacia la normalización de la vida
de las personas con problemas de drogodependencias.
Conforme nos hemos ido adaptando a los cambios en el ámbito
de las drogodependencias y a las nuevas demandas, se han diversifi -
cado y ampliado aún más nuestros objetivos.
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Seminario 2004-2006
Entre ellos, podemos mencionar la incorporación social de las
personas con problemas de drogodependencias, apostando, en particu-
lar, por la normalización y la reducción de daños asociados al consumo
de drogas; la intervención con la familia de las personas drogodepen-
dientes, incluyendo a las personas presas; la apuesta por la prevención
con un carácter integral, que abarque todos los ámbitos: escuela, fa-
milia, comunidad y sociedad; priorizar el trabajo con las personas más
excluidas, sin olvidar a los jóvenes en situación de vulnerabilidad so-
cial; fomentar el trabajo coordinado y en red con otras organizaciones;
o la importancia de luchar contra la exclusión social, denunciando las
injusticias y trasladando, desde nuestro ámbito de actuación, el mensaje
de que el cambio social es necesario y posible.
A la vez, hemos de señalar que, en algunas ocasiones, además
de lo anterior, también se convierte en un objetivo de la asociación supe-
rar obstáculos y difi cultades para mantenerse y seguir funcionando.
En este panorama, siempre hemos exigido a la Administración
que desarrolle los programas, proyectos y recursos necesarios para dar
una atención adecuada a esta problemática y, de hecho, nuestro em-
puje ha supuesto un importante impulso hacia la modernización de
las políticas de drogas y la ampliación de los recursos.
Pero también hemos creído conveniente intentar cubrir con
nuestras intervenciones espacios a los que no llegan, por el momen-
to, las actuaciones públicas, teniendo siempre presente que no hay que
duplicar recursos.
Estas actuaciones pueden dar buenos resultados si se realizan
respondiendo a objetivos claros, con la sufi ciente refl exión interna y sin
perder de vista una visión global del fenómeno de las drogodependen-
cias. El desarrollo de programas, servicios, recursos, etc., por nosotros
mismos, si no nos paramos a evaluar y a analizar por qué emprendemos
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
determinadas actuaciones y cómo lo hacemos, puede derivar en un “ha-
cer por hacer” o en un “hacer por mantenernos”, o incluso en acciones
marcadas por los intereses de las propias Administraciones.
Por otro lado, nos encontramos con diversas difi cultades para la
consecución de nuestros objetivos, entre ellas, el desgaste personal
que se vive en algunas asociaciones; la falta de los recursos sufi cientes
para nuestras intervenciones; la sensación de ir contracorriente respecto
al discurso dominante en la sociedad; o, incluso, nuestra propia resisten-
cia al cambio.
Finalmente, en la actualidad existe cierta confusión en cuanto al
desarrollo de nuestros objetivos: la realidad de las drogodependencias
no es la misma, la red de recursos se ha ampliado, las necesidades de
las personas han cambiado, algunas personas no llegan a los recursos
o a las asociaciones... Tenemos necesidad de refl exionar para priorizar
objetivos, porque corremos el riesgo de no realizar las actuaciones más
convenientes, disipando nuestros esfuerzos y recursos.
Algunas propuestas para avanzar en este camino, siempre con la
transformación social como meta fi nal, pueden ser la de retomar nuestros
orígenes y hacernos más visibles; y también favorecer la participación de
las personas con las que trabajamos en la vida de nuestras asociacio-
nes.
Es fundamental incluir en nuestro quehacer la refl exión cons-
tante para adaptarnos a la realidad cambiante, replanteando nuestros
objetivos siempre que sea necesario, sin olvidar la importancia de dar
continuidad y estabilidad a los objetivos que nos vamos fi jando.
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Funcionamiento internoYa en el documento de nuestro Primer Seminario de Estudio, “Rela-
ciones entre el modelo social en el que vivimos y las drogodependencias”,
de 1992, decíamos que había que hacer de nuestras asociaciones un
modelo de la sociedad a la que aspiramos: funcionamiento respetuoso,
democrático, participativo…
En la práctica, pueden darse distintos modelos de funciona-
miento interno, incluso dentro de una misma asociación. Así, encontra-
mos asociaciones en las que todas las personas —voluntarios, personas
contratadas y personas atendidas— participan en la toma de decisiones
y se tiende a la participación horizontal. Sin embargo, como en cual-
quier organización, en nuestras asociaciones también se dan relaciones
jerarquizadas, protagonismos personales, paternalismos, apatía de los
miembros, vinculaciones partidistas, escasa renovación de juntas directi-
vas o difi cultades para que nuevos miembros de la asociación puedan ir
relevando a las personas que se van retirando.
La forma de tomar las decisiones también es muy diversa. En
algunos casos, las decisiones se toman en la Junta Directiva y luego son
trasladadas a la Asamblea General de socios para su ratifi cación. En otros,
es el equipo técnico el que toma las decisiones y luego informa a la Junta
Directiva. Y en otras ocasiones, se intentan tomar las decisiones de forma
conjunta entre todos los miembros de la asociación a través de reuniones
periódicas. Las Asambleas, siendo el máximo órgano de participación, en
algunas ocasiones, funcionan más como órgano meramente informativo.
Por otro lado, hay asociaciones en las que se concede mucha im-
portancia a la clarifi cación y la distribución de las tareas que cada uno
tiene que realizar, mientras que en otras no se cuida tanto este aspec-
to. En este reparto de tareas, algunas veces el equipo técnico tiene más
peso, aunque normalmente se intenta hacer lo más equitativo posible.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Asimismo, existen asociaciones que facilitan la participación de
las personas con las que trabajan, en otra época consideradas exclu-
sivamente como benefi ciarias de nuestras actuaciones.
Como aspectos positivos, podemos resaltar el buen clima de tra-
bajo y la fl exibilidad en el funcionamiento interno, la coordinación y la
búsqueda del consenso que, en general, nos caracteriza.
No obstante, para seguir avanzando en el aspecto del funciona-
miento interno, consideramos necesario establecer un reparto de tareas
entre los miembros —contratados y voluntarios— de la asociación, en
función de las posibilidades de cada persona y revisado cada cierto tiem-
po. También creemos que planifi car el trabajo diario nos ayudará a prio-
rizar nuestras actuaciones. Por otro lado, debemos organizar nuestras
asociaciones en función de las necesidades de los usuarios y promover
el buen funcionamiento de los órganos de participación con los que con-
tamos (Junta Directiva y Asamblea), buscando, en defi nitiva, la horizon-
talidad y la participación democrática.
Formación y refl exión internaDesde un punto de vista teórico, compartimos la importancia de
la refl exión interna sobre nuestro trabajo, sin embargo, el desarrollo
de nuestras actividades diarias de atención, acompañamiento y preven-
ción, hace que no tengamos tiempo para analizar qué estamos haciendo,
cómo y por qué. En general, dedicamos muy poco tiempo a refl exionar
y a formarnos, preocupados por la acción y la gestión, siguiendo un
ritmo frenético en el que incluso los programas se acaban diseñando en
función de las exigencias de las convocatorias de subvenciones. A veces,
la falta de refl exión también puede estar motivada por el temor a tener
que introducir cambios o a desmontar estructuras.
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Seminario 2004-2006
En cuanto a la formación, suele depender más de la propia ini-
ciativa de cada miembro que de una planifi cación de la asociación, y en
la mayoría de las ocasiones se recibe a través de jornadas, cursos o en-
cuentros, organizados por las federaciones o por otras entidades.
Con esta tendencia, corremos el riesgo de que las personas que
desarrollamos el trabajo y estamos en el día a día de las asociaciones no
estemos sufi cientemente formadas para ello, o no nos hayamos reciclado
y, por tanto, no estemos realizando actuaciones adaptadas a la realidad
de cada momento.
Para evitar problemas de funcionamiento interno o actuaciones no
ajustadas a las necesidades reales, sin planifi car ni evaluar, es importante
incidir en la formación en todos los ámbitos de la vida asociativa: pla-
nifi cación, desarrollo y evaluación de nuestros programas y proyectos, tra-
bajo en equipo y gestión organizativa, comunicación social, etc. Además,
es necesario incluir de forma explícita la formación y la refl exión interna en
nuestros planes de trabajo, asignándole fechas en el calendario, dotando
de presupuesto las acciones formativas o solicitando cursos adaptados al
trabajo que desarrollamos, entre otras medidas.
RecursosLos recursos y presupuestos que manejamos las asociaciones
se han ido incrementando de forma notable desde nuestros inicios hasta hoy.
En general, mantenemos una gran dependencia de la Adminis-tración, ya que mayoritariamente es nuestra principal, cuando no única, fuente de fi nanciación. Algunas asociaciones han diversifi cado la proce-dencia de sus ingresos, acudiendo a convocatorias de entidades priva-das, aunque de forma puntual. Es muy pequeña la parte autofi nanciada mediante cuotas de socios y socias o aportaciones de los miembros u
otras personas sensibilizadas.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Al mismo tiempo que hemos aumentado nuestros recursos, tam-
bién hemos ido ampliando nuestros proyectos, haciéndolos cada vez
más complejos y la presencia de personal contratado en las asociacio-
nes; esto ha traído como consecuencia la necesidad de nuevos recursos
económicos para el mantenimiento y la continuidad de las tareas, así
como para dignifi car la situación laboral de las personas contratadas.
Por otra parte, este crecimiento ha conllevado un aumento de la
burocracia, en detrimento de la vida asociativa. De esta forma, la pres-
tación de servicios, la solicitud y justifi cación de las subvenciones, etc.,
han supuesto una disminución de nuestra función social más crítica
y reivindicativa y una burocratización de nuestras asociaciones, hasta
el punto de llegar a cuestionarnos en qué lugar está quedando nuestra
propia identidad como movimiento asociativo.
Por todo lo anterior, creemos que debemos reivindicar convenios
a medio y largo plazo para garantizar cierta estabilidad en las contrata-
ciones; buscar subvenciones que se ajusten a nuestras intervenciones;
compartir experiencias de autofi nanciación entre las asociaciones que
formamos Enlace; ampliar y diversifi car las fuentes de fi nanciación priva-
da; y, por último, buscar la implicación de empresas y colaboradores.
Personas con las que trabajamosEn líneas generales, podemos trazar varios perfi les de personas
con las que trabajamos actualmente en las asociaciones.· Personas, fundamentalmente hombres, con una media de edad
mayor de 30 años; con un largo historial de consumo y con graves problemas de salud, familiares (escaso apoyo familiar, separaciones, hi-jos/as que no ven o retirados/as), económicos, formativos o de acceso al mercado laboral; con escasas o nulas relaciones sociales; con causas jurídico-penales; que llevan varios años acudiendo a la asociación; y que
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han seguido distintos tratamientos. En defi nitiva, personas con un gran deterioro asociado a su dependencia durante años a drogas ilegales (fun-damentalmente la heroína, aunque en su mayoría consumen más de una sustancia).
· Personas que están en prisión, con un perfi l muy parecido al anterior, a cuyas difi cultades se suman todos los factores negativos deri-vados del ingreso y permanencia en la cárcel.
· Personas de ambos sexos en una situación más normaliza-da en cuanto a aspectos formativo-laborales, psicosociales o sanitarios; con más poder adquisitivo; de edades muy distintas, aunque mayorita-riamente jóvenes; consumidores de drogas ilegales (sobre todo cocaí-na, pastillas y hachís) y legales (consumo abusivo de alcohol), que no consideran su consumo problemático hasta que no surgen confl ictos familiares, problemas con la justicia o detectan algún problema mental. En general, aunque existe un consumo diario, se concentra en los fi nes de semana.
· Menores y jóvenes en situación de alto riesgo social, pro-cedentes de barrios desfavorecidos, con familias desestructuradas (en muchas ocasiones, con algún miembro de la familia con problemas de drogodependencias) y con escasos recursos económicos, que presentan problemas de conducta, baja autoestima, fracaso y absentismo escolar, frustración y desmotivación hacia el aprendizaje, falta de expectativas formativo-laborales, primeros trabajos en precario, etc.
· Familias más “normalizadas” que solicitan información y orien-tación sobre las drogas y la prevención, y que en muchas ocasiones ac-ceden a participar en las escuelas de familias.
· Familias en situación de alto riesgo social; gravemente des-estructuradas; con bajo nivel formativo; consumo de drogas en uno o varios de sus miembros; difi cultades para acceder al mercado laboral; escasos recursos económicos; etc. La demanda más común en estos ca-sos es el acompañamiento, apoyo, orientación, acercamiento a recursos,
atención jurídico-penitenciaria, etc.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
· Otros colectivos con los que trabajamos son las personas in-
migrantes en situación de vulnerabilidad social; personas con problemas
de salud mental; mujeres víctimas de violencia de género; mujeres que
ejercen la prostitución; personas sin hogar, etc.
En líneas generales, las asociaciones realizamos actuaciones
muy similares para cumplir los objetivos marcados. Nuestras líneas de
actuación a grandes rasgos son la educación de calle, el acompañamien-
to, el apoyo en la resolución de problemas, talleres y/o actividades de
ocio y tiempo libre, apoyo socio-educativo y asesoramiento formativo-
laboral, atención jurídica-penitenciaria y atención psicológica individual y
familiar.
Algunas de las fortalezas que podríamos destacar como asocia-
ciones son la credibilidad, la accesibilidad, la cercanía, la intención de
realizar un trabajo integral y, por último, el hecho de ser entidades de
referencia en nuestros barrios y pueblos.
Como contrapartida, creemos que la imagen externa que se tiene
de nuestras asociaciones difi culta el acercamiento de nuevas personas
con perfi les distintos y que carecemos de herramientas efi caces para
abordar estas nuevas situaciones, más complejas y diversas, lo que en
algunas ocasiones nos genera un sentimiento de culpa y de frustración.
Para abordar estos cambios nos planteamos, entre otras cosas,
ampliar nuestro ámbito de actuación para acercarnos a aquellas perso-
nas que se encuentran en situación de exclusión social, fomentar el tra-
bajo integral con las familias y con los jóvenes de nuestro entorno, pro-
fundizar en la prevención y en los nuevos hábitos de consumo e innovar
en nuestras actividades.
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¿Por qué nos federamos?ENLACE se creó en 1991 con el empuje de asociaciones de algu-
nas provincias. En ese momento sólo existía una federación provincial,
Liberación, pero poco a poco se han ido constituyendo federaciones en
todas las provincias, excepto en Almería, y cada una de ellas tiene unas
características y un grado de consolidación distinto.
Entre las motivaciones que nos llevaron a unirnos, se encuentra el
deseo de tener más fuerza, tanto a la hora de reivindicar, como a la hora
de acceder a recursos materiales y humanos; el objetivo de respaldar a
los miembros de las asociaciones en su proceso de información y forma-
ción permanente; así como la importancia de sentir que pertenecemos a
un movimiento que trasciende a la propia asociación, lo que nos motiva
para abordar el trabajo diario y sentirnos acompañados en el día a día.
Estos objetivos, se han ido cumpliendo en mayor o menor medi-
da si revisamos nuestra trayectoria común, pero el nuevo contexto so-
cio-económico, así como los cambios producidos en torno al fenómeno
de las drogas (percepción social, hábitos de consumo, etc.), nos obligan
a refl exionar sobre nuestros objetivos y estrategias como federación de
asociaciones para adecuarlos a la nueva realidad.
La estructura federativa nos aporta fuerza, cohesión y motivación,
además de apoyo moral y formación. En general, las asociaciones per-
ciben más cercanas a las federaciones provinciales que a la federación
andaluza, de la que se tiene un gran desconocimiento en cuanto a fun-
cionamiento, actividades, etc. Se valora positivamente, entre otras co-
sas, el asesoramiento, el servicio jurídico, la orientación, la formación y
la información, la fuerza en las reivindicaciones y el contacto entre las
asociaciones.
En este punto consideramos necesario un acercamiento entre
las asociaciones y las federaciones; mantener y ampliar los espacios de
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
formación (las jornadas provinciales y andaluzas, las comisiones de tra-
bajo, los cursos y encuentros, etc.), posibilitando que en ellos se dé una
interacción enriquecedora; potenciar la puesta en marcha de proyectos
conjuntos entre asociaciones de la misma zona; y seguir reforzando la
coordinación de las actuaciones de las diferentes asociaciones.
Por último, es una opinión generalizada que las federaciones de-
ben centrarse más en el trabajo de denuncia y reivindicación a través de
los medios de comunicación, así como en diseñar planes estratégicos
para redefi nir el rumbo de nuestro movimiento asociativo, siempre con la
máxima participación de las asociaciones que las componen y que cons-
tituyen su razón de ser.
Relaciones con la AdministraciónNuestros comienzos se caracterizaron por unas relaciones mar-
cadas fundamentalmente por la confrontación con la Administración, ante
la que manteníamos una actitud abiertamente reivindicativa.
Sin abandonar una postura crítica, con el tiempo fuimos evolu-
cionando hacia la elaboración de propuestas, conquistando espacios de
participación —desde los que hemos infl uido en las políticas de drogas e
intervenido en la elaboración de planes de drogas (tanto en los ámbitos
municipal y provincial como autonómico)— y estableciendo cauces de
coordinación, aunque de forma desigual en los distintos territorios y en
los diferentes ámbitos. Por ejemplo, el nivel local es el que presenta más
difi cultades, ya que una sola asociación se ve a menudo con poca fuerza
o capacidad de infl uencia, aunque en muchos casos la cercanía facilita la
coordinación. Y es en el ámbito provincial donde más disparidad se da en
las relaciones con la Administración, en función, entre otras cuestiones,
del grado de consolidación de las federaciones provinciales.
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Seminario 2004-2006
En la actualidad, las relaciones que establecemos con las Admi-
nistraciones se basan fundamentalmente en la búsqueda de recursos y
fi nanciación para aumentar nuestras posibilidades de actuación. Tam-
bién establecemos relaciones para reivindicar o hacer propuestas sobre
hechos concretos, como, por ejemplo, que se adapten los recursos pú-
blicos a las necesidades de las personas drogodependientes o que se
tengan en cuenta nuestras propuestas en el II Plan Andaluz sobre Drogas
y Adicciones. En menor medida, se trabaja de forma conjunta con la Ad-
ministración.
En resumen, se mantiene un mayor contacto y una relación más
fl uida, aunque se sigue dependiendo económicamente, lo que en algunas
ocasiones genera un sentimiento de manipulación.
Por último, en algunas localidades se han puesto en marcha nue-
vas formas de relacionarse con la Administración, como pueden ser los
presupuestos participativos.
La dependencia económica recorta nuestro margen de actuación,
ya que la Administración impone cada vez más una compleja burocracia
que no se adapta a la labor que realizamos, restando cada vez más tiem-
po a nuestro trabajo cotidiano.
Por otro lado, detectamos una menor preocupación de la Admi-
nistración por las drogodependencias, que ya no se consideran una prio-
ridad política. Se recortan los presupuestos públicos en esta materia, lo
que nos lleva a pensar que nuestro trabajo no está sufi cientemente reco-
nocido y valorado.
En relación a ello y a nuestra capacidad reivindicativa en la ac-
tualidad, tenemos que reconocer que nos afecta la posibilidad de perder
servicios y recursos si adoptamos una posición demasiado exigente. Esta
situación debe hacernos refl exionar y adoptar una postura clara y cohe-
rente, que nos permita defender y mantener todo lo que ya se ha conse-
guido y que no nos lleve a la desmovilización.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
Además, entre nosotros existe cierta resistencia a integrar la vida
asociativa en la lógica empresarial que se nos va imponiendo paulati-
namente, por lo cual se consolida cada vez más conceptos como el del
“tercer sector” para agrupar las intervenciones en el terreno social y se
perciben a las asociaciones como “empresas de lo social”.
De cara al futuro, creemos que es conveniente contrarrestar la
debilidad que puede conllevar una excesiva dependencia de la Adminis-
tración y reforzar nuestra visión crítica y nuestra capacidad reivindicativa.
Debemos seguir manteniendo y potenciando los canales de comunicación
que existen, apostando por hacer propuestas concretas a la Administra-
ción a nivel local, provincial, autonómico y estatal, e intentando tener la
mayor infl uencia posible en el diseño de las políticas sociales.
Relaciones con otras organizacionesPor lo general, encontramos menos difi cultades para relacionar-
nos con entidades cercanas a nuestra comunidad, como pueden ser pla-
taformas, redes o coordinadoras que con otro tipo de organizaciones y
estructuras más lejanas.
Intentamos mantener una relación continuada, pero en muchas
ocasiones sólo conseguimos relacionarnos para denunciar y reivindicar
cuestiones concretas.
El contacto y coordinación con otras entidades se lleva a cabo
tanto por el personal contratado como por las personas voluntarias o la
Junta Directiva, aunque este aspecto varía mucho en función de la orga-
nización interna de cada asociación.
Creemos que unir nuestros esfuerzos a los de otras entidades sir-
ve para darnos a conocer y para apoyarnos mutuamente, enriqueciendo
y ampliando nuestras acciones. Sin embargo, la rivalidad, la competencia
o la disparidad de criterios difi cultan, en ocasiones, la relación entre las
organizaciones.
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Seminario 2004-2006
Por otra parte, coincidimos en que una de las debilidades del mo-
vimiento asociativo en general, y por tanto también nuestra, es la frag-
mentación. Conocemos poco a las demás asociaciones y colectivos que
trabajan en nuestro entorno, perdiendo así un enfoque integral de la rea-
lidad.
Las asociaciones estamos demasiado centradas en nuestra pro-
pia dinámica, sin dedicarle el tiempo necesario a la comunicación con
otras organizaciones. El ritmo de trabajo que requiere sacar adelante los
proyectos puestos en marcha, el temor a que la asociación pierda prota-
gonismo en una estructura colectiva y la competencia entre las asocia-
ciones para conseguir recursos son algunas de las razones que pueden
fomentar la tendencia al aislamiento.
Por ello, creemos que para seguir avanzando debemos mejorar
la coordinación con los recursos de nuestro entorno; acercarnos a otras
entidades, conocer su trabajo y que ellas conozcan el nuestro; e impulsar
la creación de instrumentos de participación (a través de plataformas,
mesas redondas, etc.); en defi nitiva, fomentar el trabajo en red para no
duplicar nuestros esfuerzos.
Relaciones con la sociedadDesde el movimiento asociativo intentamos proyectar un discurso
crítico, que apunte a las causas que subyacen en los problemas de dro-
godependencias y que haga visibles las situaciones de vulnerabilidad y
exclusión social que sufren muchas personas y colectivos.
Se trata de un discurso minoritario, poco compartido por la socie-
dad y con muchas difi cultades de ser difundido y asumido, pero consi-
deramos que es muy necesario seguir divulgándolo, en contraposición
al “pensamiento único” imperante, que simplifi ca la realidad, en general,
y el fenómeno de las drogodependencias, en particular, al considerar el
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
consumo como una decisión únicamente individual y al relacionarlo insis-
tentemente con la delincuencia.
Reconocemos nuestras difi cultades para acceder a los medios de
comunicación de masas y que carecemos hasta el momento de una es-
trategia de comunicación social alternativa adecuada.
En relación a la imagen que proyectamos como asociaciones, en
ella infl uye la idea de “ONG” y “Voluntario” fomentada desde la Adminis-
tración y desde los medios de comunicación. Esta visión implica poner en
primer plano a las entidades identifi cadas con este modelo ofi cial, inclu-
yendo una mayor presencia en los medios de comunicación.
En un ámbito más cercano, en función del papel que cumpla la
asociación en su entorno, los servicios que preste o el discurso que trans-
mita, podemos ser percibidos de muchas maneras, desde personas “que
tienen montados chiringuitos” hasta “locos” que se empeñan en luchar
por causas “imposibles”. Pero, en la mayoría de los casos, la imagen de
nuestra asociación se encuentra marcada por la percepción social del fe-
nómeno de las drogodependencias, lo cual hace que en nuestro entorno
se nos vea como recursos específi cos para personas con un perfi l his-
tóricamente estigmatizado (heroinómanos/as, con problemas jurídicos,
gran deterioro, etc.) y no se acerquen con más frecuencia otros posibles
usuarios y voluntarios.
Por todo lo anterior, es preciso que innovemos en la forma de
dirigirnos a la sociedad; que seamos creativos a la hora de lanzar nues-
tros mensajes, utilizando más los medios de comunicación locales, que
constituyen instrumentos efi caces de comunicación en este ámbito; que
impulsemos nuestros propios medios de comunicación, haciendo uso de
las nuevas tecnologías; que demos más continuidad en el tiempo a nues-
tras campañas de reivindicación y sensibilización; y, en defi nitiva, que
hagamos más visible nuestro trabajo.
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A todos los aspectos de nuestra vida asociativa y federativa trata-
dos en este documento, hay que añadir una característica más o menos
común, que es la resistencia al cambio. Llevamos mucho tiempo des-
empeñando nuestra tarea y funcionando de una determinada manera,
guiados por la fuerza de la costumbre. Ante esta difi cultad, consideramos
que las evaluaciones externas nos pueden ayudar a descubrir aquellos
aspectos de nuestro movimiento asociativo susceptibles de mejora, así
como a darnos estrategias y herramientas para avanzar en los retos que
nos planteamos en la actualidad.
Estas páginas representan un cuenco lleno de refl exiones, críti-
cas, alternativas y propuestas, surgidas desde todos los puntos de Anda-
lucía y a partir del esfuerzo de las personas que formamos ENLACE, las
federaciones provinciales y las asociaciones. Son un punto de partida, un
camino construido con un rasgo que nos defi ne y nos renueva, nos une y
nos impulsa a seguir: la esperanza.
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
ANEXO:
FEDERACIONES PROVINCIALES Y ASOCIACIONES
A MARZO DE 2007
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FEDERACION ANDALUZA DE DROGODEPENDENCIAS Y SIDA “ENLACE”
Telf.: 95.498.12.48 / 95.457.35.02FAX: 95.457.55.36 · Móvil: 609.545.687
c/ Marqués de Pickman, 49 2ª planta. 41005 SEVILLAe-mail: [email protected]. Web: www.f-enlace.org
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
FEDERACIONES PROVINCIALES
FEDERACIÓN PROVINCIAL “RENOVACIÓN”Telf.: 956.47.38.82
c/ San Alejandro, 2. 11510 Puerto Real CÁDIZe-mail: [email protected]
FEDERACIÓN PROVINCIAL “MADINAT”Telf. y FAX: 957.42.20.30 · Móvil: 687.191.086
c/ Priego de Córdoba, s/n (Anexo Centro Cívico Magisterio)14013 CÓRDOBA
e-mail: [email protected]: www.federacionmadinat.org
FEDERACIÓN PROVINCIAL “FADYS”Telf.: 958.09.42.92 · Móvil: 685.152.967
c/ Esturión, s/n locales 5-618015 GRANADA
e-mail: [email protected]
FEDERACIÓN PROVINCIAL “FOAD”Telf.: 959.23.22.57 · FAX: 959.23.00.69 · Móvil: 677.423.366
c/ Hermanos Maristas, Bq. H bajos21006 HUELVA
e-mail: [email protected]
FEDERACIÓN PROVINCIAL “JAÉN UNIDOS”Telf.: 953.79.07.57 · Móvil: 670.468.173
c/ Sil, 1 local 323400 Úbeda JAÉN
e-mail: federació[email protected]
FEDERACIÓN PROVINCIAL “FEMAD”Telf.: 952.25.30.03 · FAX: 952.65.70.13
c/ Empecinado, 1 local 229013 MÁLAGA
e-mail: [email protected] / coordinació[email protected] web: www.femad.org
FEDERACIÓN PROVINCIAL “LIBERACION”Telf.: 95.498.11.80 FAX: 95.457.55.36 Móvil: 669.990.433
c/ Marqués de Pickman, 49 2ª planta41005 SEVILLA
e-mail: [email protected] web: www.f-liberacion.org
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Seminario 2004-2006
ASOCIACIONES
ALMERÍA
NUEVO RUMBOTelf.: 950.27.60.99 Fax: 950.25.97.50c/ Sor Policarpa, 17 2º04005 ALMERÍAe-mail: [email protected] web: www.asociacionnuevorumbo.blogspot.comwww.nuevorumbo.es.mw
CÁDIZ
AFAAD Telf.: 956.53.57.80c/ La Plaza, 12 pta. 211130 Chiclana de la Frontera CÁDIZe-mail: [email protected]
ALATTelf. y Fax: 956.81.43.11 Móvil: 629.512.316Avda. Príncipe de España, 1111520 Rota CÁDIZe-mail: [email protected]: www.alatrota.com
ALMADÍATelf.: 956.76.16.94 Fax: 956.76.16.93Virgen de la Palma, s/n11300 La Línea de la Concepción CÁDIZe-mail: [email protected]
ANDADTelf. y Fax: 956.85.19.56Avda. de las Américas, 27 (Bda. El Tejar)11500 Puerto de Santa María CÁDIZe-mail: [email protected]
ANYDESTelf. Talleres: 956.87.47.48Telf. y Fax Casa de Acogida: 956.05.62.94c/ Dionisio Pérez, 3 / Avda. de Valencia, 2111500 Puerto de Santa María CÁDIZe-mail: [email protected] [email protected]
BROTE DE VIDATelf.: 956.32.48.30 Móvil: 699.766.193Plaza Cocheras, 111403 Jerez de la Frontera CÁDIZe-mail: [email protected]: www.brotedevida.com
CAMARTelf. y Fax: 956.83.37.48c/ San Alejandro, 211510 Puerto Real CÁDIZ
CEPATelf.: 956.07.95.14Telf. y Fax: 956.22.52.62c/ Beato Diego de Cádiz, 11 local11004 CÁDIZe-mail: [email protected] web: www.colectivocepa.org
G. R. LA MURALLA c/ Armada Invencible, 2 1º izq.11500 Puerto de Santa María CÁDIZ
GIRASOLTelf.: 956.70.22.61 956.23.11.56Fax: 956.23.10.34 Móvil: 605.901.001Carretera El Bosque, km. 511630 Arcos de la Frontera CÁDIZe-mail: [email protected] web: www.girasolfundacion.es
INYPROSTelf.: 956.26.43.52 Fax: 956.26.62.55c/ Pintor Zuloaga, 6 Bajo dcha.11010 CÁDIZe-mail: [email protected]
MARÁTelf. y FAX: 956.47.27.74c/ San Alejandro, 211510 Puerto Real CÁDIZe-mail: [email protected]
NIVELTelf.: 956.26.14.28 Fax: 956.26.51.07c/ Trille, 4011012 CÁDIZe-mail: nivelCÁ[email protected]
NUEVA JUVENTUD DE TRILLETelf.: 956.26.14.28 Fax: 956.26.51.07c/ Trille, 4011012 CÁDIZe-mail: nivelCÁ[email protected]
NUEVO DÍATelf.: 956.53.74.20c/ Canalejas, 511680 Algodonales CÁDIZ
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
CÓRDOBA
ADEAT Telf. y Fax: 957.29.28.61c/ Almería, s/n 14009 CÓRDOBAe-mail: [email protected]: www.adeat.org
AMIGO DEL HOMBRETelf.: 957.56.29.83 Fax: 957.56.25.52c/ Sol, 1614200 Peñarroya-Pueblonuevo CÓRDOBA
APERFOSATelf.: 957.43.07.02 Fax: 957.26.11.72Plaza de Lahore, 114007 CÓRDOBAe-mail: [email protected]
ARCO IRISTelf.: 957.47.68.47 Fax: 957.47.62.22Móvil: 660.483.749c/ Torre San Nicolás, 6 Bajo14003 CÓRDOBAe-mail: [email protected]: www.fundacionarcoiris.org
ARIADNATelf.: 957.40.50.88c/ Músico Francisco Salinas, local 9 (Barriada Las Moreras)14011 CÓRDOBAe-mail: [email protected]
ASTOVAPMóvil: 661.013.431 / 630.421.776c/ Plazarejo, 1014440 Villanueva de Córdoba CÓRDOBAe-mail: [email protected]
DOLMENTelf. y Fax: 957.63.16.85Móvil: 638.732.426c/ Golmayo, 2 local14730 Posadas CÓRDOBAe-mail: [email protected] web: www.asociaciondolmen.org
EL BUEN SAMARITANOTelf. y Fax: 957.13.12.25Móvil: 606.077.424Avda. del Silo, 14 Bajo 14400 CÓRDOBAe-mail: [email protected]
GUADALQUIVIRc/ Alonso Cano, s/n14700 Palma del Río CÓRDOBAe-mail: [email protected]
IEMAKAIETelf. y Fax: 957.49.63.96c/ Duque de Fernández Núñez, 1 1º Izq.14003 CÓRDOBAe-mail: [email protected]
QUIERO VIVIRTelf.: 957.17.03.59 / 957.17.00.80 (Ayto.)c/ Ancha de Palomino, 114650 Bujalance CÓRDOBAe-mail: [email protected]
GRANADA
AD-HOCTelf.: 958.86.09.08 Telf. y Fax: 958.70.12.67Móvil: 686.515.481c/ Plaza Santiago, s/n18800 Baza GRANADAe-mail: [email protected] / [email protected] web: www.asociacionadhoc.org
APATTelf. y Fax: 958.63.21.08Móvil: 669.400.765c/ Barrio de la Paloma, s/n (Edifi cio de Asuntos Sociales; bajo)18690 Almuñécar GRANADAe-mail: [email protected]
APREXTelf. y Fax: 958.20.16.28c/ San Juan de Dios, 12 1º F18001 GRANADAe-mail: [email protected] / [email protected]
ATANITelf.: 958.66.03.13Fax (Servicios Sociales): 958.66.51.19Móvil: 687.689.286c/ Cañaveral, s/n18500 Guadix GRANADAe-mail: [email protected]
HOGAR 20Telf.: 958.15.07.83 Fax: 958.15.78.58 Móvil: 691.305.877c/ El Guerra, 1718014 GRANADAe-mail: [email protected] web: www.asociacionhogar20.org
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Seminario 2004-2006
HUELVA
APRETTelf. y Fax: 959.40.75.75 Móvil: 656.92.33.21c/ Cervantes, 12 (Edifi cio María Zambrano)21730 Almonte HUELVAe-mail: [email protected]
ASOC. OLONTENSE GIBRALEÓNTelf.: 959.30.20.32Avda. Palo Dulce, 2621500 Gibraleón HUELVA
COTADTelf. y Fax: 959.30.57.90c/ Plaza del Carmen, 3 1ª planta (Centro Cívico Convento del Carmen)21620 Trigueros HUELVAe-mail: [email protected]
DULCE DESPERTARc/ Poeta Miguel Hernández, 1721720 Rociana del Condado HUELVAe-mail: [email protected]
EN CAMINOc/ Félix Osorno, 421890 Manzanilla HUELVA
ESPERANZATelf.: 959.41.03.00 Fax: 959.40.82.61Avda. 28 de Febrero, 16521710 Bollullos del Condado HUELVAe-mail: [email protected]
LIBÉRATETelf.: 959.57.00.41c/ Labradores, 921550 Puebla de Guzmán HUELVA
NUEVA VIDATelf. y Fax: 959.40.26.71c/ Ronda Legionarios, s/n21700 La Palma del Condado HUELVAe-mail: [email protected]
PUERTA DEL SOCORROc/ Rociana, 1221840 Niebla HUELVA
RESURRECCIÓNTelf.: 959.31.56.78 Fax: 959.31.02.05Urb. 20 de mayo, Bq. 7 Bajo 421100 Punta Umbría HUELVAe-mail: [email protected] web: www.asociacionresurreccion.org
SÍSIFOTelf. y Fax: 959.53.11.31Móvil: 652.054.077 / 678.435.004c/ Transversal Santa María, s/n21810 Palos de la Frontera HUELVAe-mail: mailto:[email protected]
JAÉN
AFADTelf.: 953.27.41.16c/ Maestro Cebrián, 1 Bq. B esc. E 1º N23008 JAÉNe-mail: [email protected] web: http://perso.wanadoo.es/afad_JAÉN/
AFADAM “SOLUXION VIDA”Móvil: 670.468.173Pasaje Calle Sil, 1 local 323400 Úbeda JAÉNe-mail: [email protected] / [email protected]
ALISTelf. y Fax: 953.65.63.24Telf.: 953.65.06.94 Móvil: 650.266.137c/ Calatrava, 5 Bajo23700 Linares JAÉNe-mail: [email protected]
ANDÚJAR CONTRA LA DROGATelf.: 953.51.09.32Avda. de América, s/n (Centro Social)23740 Andújar JAÉNe-mail: [email protected]
BAILÉN LIBRETelf. y FAX: 953.67.15.09c/ Juan Salcedo Guillén, s/n23710 Bailén JAÉNe-mail: [email protected] web: www.bailenlibre.org
AFUCAc/ Prolongación de Cádiz, 1823220 Vilches JAÉN
LUZ ALBORADAAvda. Juan Carlos I, s/n23560 Huelma JAÉN
POR LA VIDAc/ De la Virgen, 11 2º23320 Torreperogil JAÉN
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
MÁLAGA
ACPTelf.: 952.32.54.53 Telf. y Fax: 952.34.52.01c/ Betsaida, s/n29006 MÁLAGAe-mail: [email protected] web: www.omaweb.org
ALTERNATIVA 2Telf.: 952.46.37.17 Fax: 952.58.46.40c/ Palangre, 829640 Fuengirola MÁLAGAe-mail: [email protected]
ANDROPIZTelf. y Fax: 952.48.30.33 Fax: 952.48.47.72 Móvil: 646.235.552c/ Felicidad, 929560 Pizarra MÁLAGAe-mail: [email protected]
APRENDIENDO A VIVIRTelf.: 952.53.99.29Plaza de la Concordia, bajo local 929770 Torrox MÁLAGA
ARPOMTelf.: 952.30.16.68 Fax: 952.64.11.07c/ Fauno, 2 (Finca La Corta)29010 MALAGAe-mail: [email protected] web: www.arpom.org
CAMINO PARA RENACERTelf.: 952.45.33.65Avda. Félix Rodríguez de la Fuente, 3529100 Coín MÁLAGAe-mail: [email protected]
COLECTIVO FRONTERATelf.: 952.15.46.47c/ Real, 31 Edifi cio correos 2ª planta29380 Cortes de la Frontera MÁLAGAe-mail: [email protected]
HORIZONTETelf. y Fax: 952.77.53.53c/ Galveston, 729600 Marbella MÁLAGAe-mail: [email protected] / [email protected]
JOMADTelf. y FAX: 952.65.02.91Móvil: 660.294.479 / 628.534.758c/ Altozano, 1 – 329013 MÁLAGAe-mail: asociació[email protected]
SÍ A LA VIDATelf.: 952.75.20.24 Móvil: 679.365.649Paseo Virgen de los Dolores, 5029313 Villanueva del Trabuco MÁLAGAe-mail: [email protected]
SOS NUNCA ES TARDETelf.: 952.40.91.75 Móvil: 660.094.976c/ Horacio Lengo, 1629620 Torremolinos MÁLAGAe-mail: [email protected] / [email protected]
SEVILLA
ACATTelf. y Fax: 95.479.08.96 Móvil: 669.182.007Carretera Bética, s/n Pabellón San Juan Bosco41300 San José de la Rinconada SEVILLAe-mail: [email protected]
ACATIM Telf.: 95.477.70.20c/ Venancio, 3 / Paseo S. María de Guía, 1541140 Villafranco del Guadalquivir / Isla Mayor SEVILLAe-mail: [email protected]
ADROCANTelf. y FAX: 95.573.11.08c/ Convento Bajo, 1541320 Cantillana SEVILLAe-mail: [email protected]
AFACESTelf.: 95.434.74.10 / 95.433.83.76 Fax: 95.434.74.11c/ Virgen del Patrocinio, 241010 SEVILLAe-mail: [email protected]
AFADUTelf.: 95.486.14.34c/ Vía Marciala, local 35 / Ramón y Cajal, 1541710 Utrera SEVILLA
AFATTelf. y FAX: 95.477.35.02c/ Pilar Salas, 141100 Coria del Río SEVILLAe-mail: [email protected]
ALBORADATelf.: 95.575.30.55 Móvil: 687.494.946c/ Juan Ramón Jiménez, 3341840 Pilas SEVILLAe-mail: [email protected]
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Seminario 2004-2006
ALBOREARTelf.: 95.461.75.41 / 95.462.18.92Parroquia San Pío X (Las Letanías)41013 SEVILLA
ALPREDTelf. y Fax: 95.597.20.53 Móvil: 618.926.193c/ Rafael Alberti, s/n (local)41740 Lebrija SEVILLAe-mail: [email protected]
ALTERNATIVA JOVENTelf.: 95.495.68.43 Móvil: 691.662.362c/ Mar Mediterráneo, s/n local 541008 SEVILLAe-mail: [email protected] / [email protected] (e-mail de los jóvenes)
AMATTelf.: 95.474.81.49 Fax: 95.474.83.39 Móvil: 605.177.400c/ Baleares, 1-241350 Villanueva del Río y Minas SEVILLA
APREDATTelf.: 95.467.32.36Fax (papelería): 95.425.09.69c/ Salobreña, s/n (Centro Cívico Francisca Oyonarte)41006 SEVILLAe-mail: [email protected]
Asoc. MORISCATelf.: 95.484.78.64 Móvil: 691.435.701Plaza de la Trinidad, s/n41540 La Puebla de Cazalla SEVILLAe-mail: [email protected]
ASPAD Telf.: 95.467.29.00Plaza Sánchez Mejías, 11541007 SEVILLAe-mail: [email protected]
AVATTelf.: 95.594.63.90 Fax: 95.574.39.76c/ Juan Bautista, 1141520 El Viso del Alcor SEVILLAe-mail: [email protected]
BROTESTelf.: 95.464.22.88 Fax: 95.463.28.80c/ Las Leandras, s/n 41006 SEVILLAe-mail: [email protected] / [email protected] web: www.asociacionbrotes.blogspot.com
COLECTIVO LA CALLETelf. y Fax: 95.490.28.25 Telf.: 95.491.51.23c/ Bécquer, 43 Local A41002 SEVILLAe-mail: [email protected] / [email protected]
DESALTelf. y Fax: 95.492.29.91c/ Candelillas, 641006 SEVILLAe-mail: [email protected]
EL ALBATelf.: 95.578.47.19c/ Echegaray, 841210 Guillena SEVILLAe-mail: [email protected]
EL TARAJALTelf.: 95.484.17.90c/ Argentina, 2341600 El Arahal SEVILLAe-mail: [email protected]
ELIGE LA VIDATelf. y Fax: 95.434.20.02 Móvil: 665.721.400c/ Manuel Arellano, 5 local41010 SEVILLAe-mail: [email protected]
GIBALBINTelf. y Fax: 95.597.97.28c/ Fernando Cámara, 7041749 El Cuervo SEVILLAe-mail: [email protected]
LA MURALLATelf.: 95.483.81.40 Fax: 95.483.87.83Móvil: 627.721.360c/ General Armero, 13141420 Fuentes de Andalucía SEVILLAe-mail: [email protected]
LA SEMILLATelf. y Fax: 95.585.25.20c/ Lobato, 441530 Morón de la Frontera SEVILLAe-mail: [email protected]
LIMAMTelf.: 95.468.01.01 Telf. y Fax: 95.469.30.00c/ Palencia, 6 esquina con c/ Sacramento41014 SEVILLAe-mail: [email protected]
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Las asociaciones de drogodependencias en el actual contexto socio-económico
NUEVA VIDATelf.: 95.573.51.71 / 95.573.48.11 (Ayto.)Fax: 95.573.46.12 Móvil: 610.415.306c/ León Felipe, 4041230 Castilblanco de los ArroyosSEVILLAe-mail: [email protected]
POR UN FUTURO DE ESPERANZATelf. y Fax: 95.490.65.37Móvil: 691.808.078c/ Boquerón, 741015 SEVILLAe-mail: [email protected]
POVEDATelf.: 95.427.83.42 Fax: 95.428.20.30Telf. Comunidad Terapéutica: 95.574.63.31c/ Montecarmelo, 10 1º A41011 SEVILLAe-mail: [email protected] web: www.apoveda.com
ROMPE TUS CADENASTelf. y Fax: 95.463.97.32c/ Virgen de Lourdes, 8641006 SEVILLAe-mail: [email protected]
SILDAVIATelf.: 95.587.07.14 Fax: 95.587.32.42c/ Utrera, s/n (junto a naves de SENPA)Apdo. de correos 4041730 Las Cabezas de San Juan SEVILLAe-mail: [email protected]
SOMBRA Y LUZTelf.: 95.590.23.04 Fax: 95.590.23.84Móvil: 615.541.816Avda. Cristo del Confalón, 19 A41400 Écija SEVILLAe-mail: [email protected]
UNIÓN ALCALAREÑATelf. y Fax: 95.478.05.89Avda. de la Paz, Bq. 3 bajo comercial41200 Alcalá del Río SEVILLAe-mail: [email protected]
VIDATelf.: 95.414.05.47 / 95.419.16.89c/ Ahumada, s/n41410 Carmona SEVILLAe-mail: [email protected]
VOLVER A LA VIDATelf. y Fax: 95.578.31.94 Móvil: 662.243.865c/ La Iglesia, 1841860 Gerena SEVILLAe-mail: [email protected] / [email protected]