LA VILLA ROMANA EN GALLAECIA Y SU POSIBLE RELACION CON LA … · a raíz de la conquista (en...
Transcript of LA VILLA ROMANA EN GALLAECIA Y SU POSIBLE RELACION CON LA … · a raíz de la conquista (en...
LA VILLA ROMANA EN GALLAECIA Y SU POSIBLE RELACION CON LA VITA COMMUNIS DEL PRISCILIANISMO
Antonio Blanco Freijeiro
L a villa, como llamaban los romanos a la casa de campo de sus grandes terra- . tenientes, y el más remoto antecedente del pazo gallego, asoma en los estu
dios del priscilianismo, porque los cánones del Concilio de Zaragoza citan las villae alienae (las casas de campo de sus amigos y simpatizantes) entre los lugares frecuentados por los presuntos herejes (cubicula, montes, villae alienae, domus); y en segundo lugar, porque quienes contemplan el priscilianismo como una forma de transición entre el ascetismo paleocristiano y el nuevo monacato, consideran que las villae eran aptísimas para que el priscilianismo se sirviese de ellas como sedes o células de su movimiento.
Una villa era, pues, ante todo, una residencia señorial. Había de reunir , por ende, comodidades como las del baño caliente y frío, y ofrecer elementos suntuarios como los porches columnados, las paredes revestidas de estuco y de pintura mural, los suelos de mosaico, las habitaciones calefactadas por el sistema de las suspensurae, etc., en suma, los elementos de que el arqueólogo se vale para afirmar que las ruinas de tal o cual edificio corresponden a una villa romana. Pero ahí no acaba todo: la villa ha de tener también las dependencias propias de una explotación agrícola: graneros (harrea), henares (fenaria), pajares (farraria), molinos (pistrina), fragua, talleres para confección y reparación de cestos y aperos de labranza, establos , etc. Estas dependencias pueden hallarse, al menos en parte, formando un conglomerado con la mansión dominical, o totalmente separadas de ésta, según recomienda Vitrubio en previsión de riesgos de incendio.
Pero, ¿había en tiempos de Prisciliano villae romanas en Gallaecia? Es evidente que sí. Aun en el supuesto de que no lo fuesen todas las 118 registradas y puestas en el mapa de la doctora María Cruz Fernández Castro (fig. 1), podemos
Antonio Blanco Freijeiro
57
estar seguros de que además de las reseñadas y comprobadas, hubo muchísimas, incluso centenares de otras más (1). Un indicio importante, aunque no sea arqueológico, lo tenemos en la cantidad elevadísima de topónimos compuestos de «vila» y «Villa». No pretendemos con esto que todos ellos se remonten a época romana, puesto que como todo el mundo sabe, vWa adquirió en la Edad Media un nuevo significado en las lenguas romances, el de aldea o el de pueblecito; pero aún así, en el subsuelo de muchas villas actuales subsisten los cimientos de la villa romana en que la posterior tuvo su origen.
Cuando decimos la Gallaecia no sólo nos referimos, por supuesto, a la Galicia actual, sino a la provincia romana que desde la reforma de Diocleciano comprendía el norte de Portugal (o sea, las provincias de Minho, Douro litoral, y Tras-osMontes-e-Alto Douro), y las provincias españolas de Asturias, León, norte de Zamora, hasta el Duero, y parte de Castilla, todo lo que hasta entonces había sido el conventus Cluniensis (capital Clunia, cerca de Peñalba de Castro, Burgos). Sólo contando con esta anexión a Gallaecia de una parte de la antigua Tarraconense se explica que un galaico de entonces , y hombre de fiar, Hidacio, obispo de Aquae Flaviae (hoy Chaves , Portugal) , natural de la comarca de Xinzo de Limia (natus in Limica civitate) sostenga en el preámbulo de su Crónica que el emperador Teodosio, español, era oriundo de la provincia de Gallaecia y de la ciudad de Cauca, actual Coca (Segovia): Theodosius, natione Spanus, de provincia Gallaecia, civitate Cauca, a Gratiano Augustus apellatur (Hidat. Chron. 2).
Dentro de esta Gallaecia bajoimperial (2), que había venido a reemplazar y ampliar la antigua provincia de Asturia et Gallaecia (capital Astúrica = Astorga), la repartición de las villae había de ser desigual y por razones obvias. Si el objetivo
··· ....
,r::\j·'::.. e: Villas ~lfSlOS dt COI\SI!UUII!n
@ Villas con lmpl)(lantt:s rUiac de c:onstrucc:IOIJ ···-·---- l inu de drmiOI'I dt piOWICiiS ltiUJieS
* Vdlu en lu qi11 llllldarnentilmentt " 1\¡n rrwpcJido maUICOS
• Villas loi lis 1W1 se MililaA 1n0Si1C0S ........ u. l inea de po:~~hlc diVISIOII en conventos jurid ÍCOI
• Villu 5Un¡¡ltmWitt rKOOOCidu
.CwNdts pr•nc:•p¡ltl
Fig. l.-Mapa de repartición de las villas romanas en el Noroeste de la Península Ibérica, según M.a Cruz Fernández Castro.
prioritario de la villa como inversión de capital era la producción de cereales -y nos consta que así era- sus miras habían de estar puestas en las buenas tierras de labor del valle del Duero y de sus mayores afluentes , el Esla y el Pisuerga, las tierras de «pan llevar», mucho más idóneas para la agricultura cerealista que los valles angostos y las tierras de media montaña de Galicia y de Asturias. El mapa de la repartición de las villae detectadas hasta ahora apunta, en efecto, con bastante fijeza en esta dirección. Seguramente no es fruto del azar el elevado número de villae situadas en las márgenes del Orgigo: Alija de los Melones , Milla del Río, Quintana del Marco (con los mosaicos más hermosos conocidos hasta hoy en el N oroes te) , Villabrázaro y Santa Cristina de la Polvo-
58
rosa. Lo mismo cabe decir de las del Esla, no sólo Marialba, a sólo unos kilómetros de León, sino de todas las que rodean a la ciudad romana de Lancia (Villabúrdula, Villafañe, Villasabariego) y las de San Millán de los Caballeros , Cimanes de la Vega, Villaquejida, etc.
En Galicia y Asturias, por el contrario, había que atender no sólo a los condicionantes de la topografía, poco apta para el latifundio según el patrón romano, y del suelo y del clima, poco propicios ambos para los cultivos de tipo mediterráneo, sino también a la geografía humana del territorio. Al igual que el resto del norte de España, el noroeste nunca albergó grandes núcleos de población -en una palabra, ciudades, lo que la villa requiere en sus proximidades para dar salida fácil
Prisciliano
a su copiosa producción-, sino que prefirió natural y espontáneamente la dispersión de sus habitantes en caseríos y núcleos pequeños. Por eso la parroquia, como señalaba insistentemente Otero Pedrayo, ha tenido siempre aquí mayor raigambre y efectividad que el municipio: por eso no hubo en la antigua Gallaecia más que dos tipos de ciudades, y ninguna de ellas muy grande: la capital del distrito administrativo llamado conventus iuridicus -Brácara (Braga, Portugal), que sustituye a As túrica (Astorga) como capital de la Gallaecia del Bajo Imperio; Astúrica (la hasta entonces capital) y Lucus Augusti (Lugo), todas ellas ciudades rodeadas de magníficas murallas, no sólo destinadas a su seguridad, sino a realzar su rango y su calidad de trasuntos de Roma-, y la mansio, que jalona la vía de comunicación terrestre, como el portus lo hace con la marítima. Lo demás eran los castros - castella, como se les llamaba en época romanay los villorrios, aldeas o vici. Los períodos de bonanza económica harían que los mejor situados de éstos, o los más aptos para integrarse en la red · de transportes marítimos romana -el Portus Bracarorum, Vicus Spacorum, Brigantium y algún otro- se encumbrasen sobre los demás en una curiosa premonición de los que son hoy sus descendientes, Oporto, Vigo y Coruña. En cuanto a los castros, podía darse el caso -como creo que se dio en el de Viladonga (Lugo)- de que algunos de ellos se hallasen en los dominios de una villa , y por tanto se pudiese decir del dominus que era dueño de un castellum.
Si la villa romana como unidad socio-económica quería introducirse en el extremo noroeste sin hacer violencia a las condiciones naturales del país, había de remodelarse, renunciando en primer lugar a las dimensiones, monstruosas a veces, de los latifundios de tipo mediterráneo, que en cambio encontraron en las dos Castillas, Extremadura y León terreno abonado para ampliar sus dominios naturales , al igual que hicieron en la Galia. En otras palabras, el esquema romano tenía que enriquecerse, imaginativamente, a partir de modelos preestablecidos en el país -la granja nativa, en caso de que ésta existiese aquí antes de la dominación romana, como existía en la Galia, en Britannia y en los países germánicos-, o conformándose con una situación en la que el minifundio, y tal vez el colectivismo agrario que los castros postulan, sentaban unas bases que la cautela aconsejaba respetar. Seguramente un romano no tendría reparo en invertir capital en una explotación ganadera, siempre menos costosa y arriesgada para él que una agrícola. La vieja aristocracia de época republicana ya lo había intentado en la propia Italia, y ésta se hubiese convertido en un vasto imperio pastoral de no haber mediado los reformadores agrarios y sociales del tipo de Livio Druso y de los Gracos, preocupados del cariz y de las consecuencias de la situación. Si al capital
Antonio Blanco Freijeiro .
59
romano le hubiese interesado el fomento de la ganadería en Gallaecia, como al Estado le interesó el de la minería, el Noroeste se hubiese convertido en un Par West con sus dos ingredientes básicos , los vaqueros y los mineros; pero afortunadamente, el mundo de entonces disponía de muchas tierras por colonizar (pese a la escasez alegada por los lusitanos de Viriato, derivada de una injusta repartición de la propiedad), y los romanos no llegaron a ambicionar estos extremos. El calificativo de dives que Ausonio aplica a Brácara se refiere expresamente a sus riquezas en oro mucho más que a su potencial agropecuario.
Así, pues, las villae de Gallaecia, salvo en casos específicos que apunten en sentido contrario, pueden atribuirse como todos los demás aspectos de la romanización, a un afán de los galaicos de integrarse , amoldándose a él, en el mundo romano. El mismo fenómeno es observable en todo el Occidente no mediterráneo: los propietarios y constructores de las villae no eran de ordinario romanos, sino indígenas, los provinciales (no provincianos, necesariamente , si este calificativo connota rusticidad y atraso sociocultural) . Quizá puedan tomarse como excepciones -esto es, como villae de un propietario romano de pura cepa que compromete su capital y su persona en una provincia nórdica- aquellos edificiós que construidos a raíz de la conquista (en nuestro caso, en época de Augusto) , ofrecen un cuadro que por su tamaño y sus refinamientos constructivos y decorativos apuntan a un italiano que importa su ambiente y su modo de vida al modo como el inglés llevaba a la India su casa victoriana y hasta su cricket o su polo . Estos trasplantes «coloniales», que son corrientes en Andalucía y el valle del Ebro, no lo son en cambio en el noroeste en fechas tan tempranas. Y aún en el caso de que se señalase alguna excepción, habría que contar, en aras de un método prudente, con que el responsable de la construcción e instalación de la villa fuese un magnate provincial lo bastante rico para romanizarse él y su casa de un tirón, sin esperar a que el proceso de la romanización se fuese desarrollando con la pausa y el sosiego habituales.
En líneas generales la villa más idónea para las zonas montañosas de Asturias y de Galicia sería aquella que tuviese mayor cantidad de elementos comunes con las instalaciones más afines existentes en el país, y se da la circunstancia de que los romanos poseían un tipo que daba cumplida respuesta a esas demandas: la «Villa de unidades separadas», la villa á plan diseminé o villa with outbuildings de los tratadistas extranjeros. Suele decirse que este tipo de villa se inspira en las granjas de los galos y de los germanos; pero estas cuestiones de orígenes son siempre nebulosas. El hecho de que Vitrubio esté familiarizado con ella, e incluso la recomiende, sin acordarse para nada de prototipos nórdicos, revela, por lo menos, que
en Italia se la consideraba ya de antiguo como cosa propia. En Gallaecia no está acreditada antes de los romanos, y en el resto de la Península tampoco, lo que sumado al hecho de que entre los componentes de esta villa figuran uno o varios edificios provistos de un largo pórtico columnado o de un pasillo de acceso a las habitaciones, podemos dar por sentado, mientras no se demuestre otra cosa, que su introducción es debida a los romanos . A esta parte más característica y más genuina podemos llamarla «Villa de corredor» o «de pórtico» como hacen los extranjeros ( corridor house, maison á galerie exterieure, Portikusvilla, etc.). Aunque sólo excavada en parte muy pequeña -la que justamente corresponde al pórticola villa de Centroña (Pontedeume, Coruña) (fig. 2) es un ejemplo gallego muy característico de villa de corredor del Bajo Imperio (3).
Entre las villae de unidades separadas conocidas hasta hoy en el Noroeste, la más característica y expresiva es la de Murias de Beloño (Cenero), no muy lejos de Gijón (4). Aun sin estar excavada por completo, ofrece tres unidades muy interesantes: una casa de labor, una mansión y unos baños (figs. 3-5). El primero de estos tres edificios (fig. 3) se encuentra adosado a un torreón, en el que apareció una moneda de Claudio, lo que ha inducido a suponer que inicialmente sólo existía esta torre como castellum romano y que después surgió la villa en torno al mismo, pero considerando lo frecuentes que son en otras villas romanas los silos en forma de torre , hay que reconocer que bien pudiera tratarse de uno de éstos. Lo mismo cabría decir de algunas torres de castros romanizados (Coaña, La Lanzada, etc.) que se han interpretado como obras de ingeniería militar cuando pudieran ser graneros comunales, lo que sería bastante lógico dada la pequeñez de los edificios destinados a vivienda, y sin perjuicio de que en algún momento pudieran servir de puestos de vigía o de reducto defensivo. Como quiera que fuese, la villa de Murias de Beloño responde a unos patrones importados por los romanos y es tan latina como la lengua introducida por éstos. Si aquí hubiese granjas indígenas, como ocurre en otros países -v. gr. el Somme francés- donde tales granjas conviven con las villae romanas (5), la diferencia sería tan sensible como aquí puede serlo la planta de esta villa de la planta de un castro no muy grande.
Volviendo al «torreón» de Murias de Beloño, digamos que sus paredes miden 1,60 metros de espesor y que el edificio anejo, interpretado como «Villa rústica» por oposición a su vecino, que sería la «Villa urbana», parece haber estado dedicado a algunos de los principales servicios agrícolas de la villa, con su pórtico orientado al sur y unos ámbitos muy aptos para funciones tales como la de tener ocupados a los esclavos en las tareas que se les encomendaban durante el mal tiempo (labores
60
de cestería y todas las demás que el tratado de Catón señala a este propósito).
El segundo edificio de los dos más grandes (fig. 4 izq.) es igualmente característico, puesto que al pórtico· que lo define como villa de corredor añade un cuerpo en saledizo al que se correspondería otro igual en el extremo opuesto del edificio . Estas dos alas que la fachada porticada proyectaba hacia adelante permitirían definir la villa en francés como una maison á tours d' angle, en inglés como winged corridor house y en alemán como Portikusvilla mit Eckrisaliten; en otros términos , como un tipo de edificio muy conocido en todos los países occidentales del Imperio Romano. En este edificio de vivienda señorial y representación, aunque no alardease de muchos lujos , hemos de ver la casa del dominus de la villa, fuese éste un romano o un astur romanizado.
Y en tercer lugar, unas termas (fig. 4 dcha.) lo bastante espaciosas para atender a las necesidades del personal de la villa, primero, y después, si la villa logró sobrevivir a los trastornos de la caída del Imperio, a la de sus colonos, pues hay constancia de casos en que los baños contribuyeron a convertir las villae en núcleos de población (y mucho más, naturalmente, si dichas aguas eran medicinales , como es el caso de Aquae Calidae, Aquae Salientes, Aquae Flaviae, etc.).
Como podemos apreciar, los tres edificios de Murias de Beloño reconstruidos en la fig. 5, obedecen a patrones generales , que aquí mantienen su independencia, sin pretender integrarse en un todo armónico, tal y como lo aconsejaban la naturaleza del país y los esquemas de población existentes en el mismo. Por ello la villa de unidades separadas alcanzó mayor arraigo en el noroeste que las que pudieran haber rivalizado con ella. N avatejera en León y el Alto de Martim V az en Póvoa de Varzim (Portugal) (6) son dignas de agruparse con ella.
El segundo tipo de villa que aquí nos interesa contemplar es el más característico del mundo romano aristocrático, lo cual equivale a proclamar su origen helénico, ya que todo -o casi todo- lo que en ese mundo exhalaba belleza debía esa virtud al ingenio y a la fantasía de la Graecia capta ensalzada por Horacio. Era la villa de peristilo, de uno o de varios peristilos, el módulo de vivienda de una sola planta, organizada alrededor de un jardín (viridarium) rodeado de pórticos columnados. Este elemento había venido a reemplazar, por influencia griega , al atrium de la casa itálica, una especie de patio interior, cubierto todo él , a excepción de un boquete cuadrado situado en el centro del techo. Aunque mucho más luminoso que el atrium, el peristilo satisfacía, como aquél, el prurito de intimidad que el romano experimentaba cuando estaban en juego su persona, su hogar y su familia, todo ello res privata, por oposición a la ciudad como escenario natural de la vida pú-
Prisciliano
e> z -1 1 1
~~~~~~:::_-:._ · =--- • .::--.-_-_I_::::..::: -:JI-:::_ I -:::_--._ -::.I _-._:::- -:JI_:::-_.--_-.-~._-_.-_.
J 5rn .
¡-
Fig. 2 . .,.-Vil/a romana de Centroña (Pontedeume, La Coruña).
5 4 3 2
6 7
-~---·--8
N
Escala Gratica
A 1 o 1 Z J 4 Sm
Fig. 3 .-Uno de los edificios de la villa de Murias de Beloño (Gijón).
blica. Concebida, pues, para la ciudad de tipo pompeyano, la casa de peristilo nace como villa urbana, pero el romano la llevó consigo al agro, donde no residía más que a temporadas , como el caracol llevaba su concha.
La casa de peristilo tuvo en Hispania un arraigo tan profundo, que su huella subsiste no sólo en la arquitectura tradicional para viviendas familiares del tipo de la casa ·señorial andaluza, sino en la
Antonio Blanco Freijeiro
61
arquitectura religiosa, especialmente en la monástica. Este aspecto reviste una importancia enorme, como se pone de manifiesto en el libro de M.a Cruz Fernández Castro, sin necesidad incluso de enfrascarse en la lectura o el estudio del texto; basta ver los alzados de las villa e, como los reproducidos aquí, para quedar perplejos ante el aire monacal o conventual de estas edificaciones.
La villa de El Soldán (figs. 6-7), situada en el
'1 1 1 1 1 1 1
o 1 1 11 12 1 1 1 1 1 1 1 1
- ...J
1 1 1 1 7 1 1
9 1 8 1 E
1
6 o '
scata Grii.hc~ 1 1 1 __ ..J
5 4
~ 3 e
~ • 1 2
1 \ Fig. 4.-Edificios By C de la villa de Murias de Beloño (Gijón) , según F. Jordá .
término de Santa Colomba de Somoza, León (7) , es un ejemplar relativamente modesto, pero muy típico, de una villa de peristilo, aunque éste no fuese completo, o en un momento dado unas de sus alas hubiesen de convertirse en las habitaciones 22, 26, 33 y 38 del lado occidental. Pese a su amplitud, fue una casa familiar. Sus grandes termas delatan, sin embargo, que estaban destinadas a muchos usuarios, incluidos con suma probabili-. dad los siervos. La parte residencial rodea a un peristilo pequeño que tenía en el centro una fuentecilla cuadrada, con absidiolos en los ángulos, lo que parece más propio de un jardín que de un patio. Dada la distribución de la planta, es de suponer una techumbre muy movida, animada de muchos altibajos.
Ignoramos a quién perteneció El Soldán. Su proximidad a las explotaciones auríferas del Turienzo, que se cerraron en el siglo III d.C. y la casualidad de que la villa quedase abandonada por entonces, obliga a pensar en que fuese , o bien la residencia del administrador romano de la mina, o la de quienes proveían de alimentos al personal de la misma. Es raro, de todos modos, que no renaciese en el Bajo Imperio como sucede habitualmente.
En edificios de este tipo, y lo mismo en la ciudad (las murallas de Mérida parecen haber estado consteladas de casas de peristilo -v. gr. la
62
«Casa del Anfiteatro»-) que en el campo, había siempre una o varias habitaciones grandes, llámaseles tablinum, aula, stibadium, o de otro modo. Con frecuencia tenían cabecera absidada. La villa de la Olmeda (Pedrosa de la Vega, Palencia) ofrece varios ejemplos de estas espaciosas habitaciones (figs. 8-9, núms. 1, 3 y 11). Dados su tamaño y su forma, no es de extrañar que a los romanos mismos -cristianos o no cristianos- estos ambientes les recordasen, como nos recuerdan a nosotros, las basílicas de la arquitectura civil y religiosa, y que llegado el caso, no tuviesen reparo en hacer uso de ellas como tales basílicas. He aquí, por tanto, una invitación a la reconversión de estos edificios para usos ajenos a las intenciones de sus constructores. No tendría nada de extraño que un aprovechamiento similar hubiese permitido que se conservase, tan bien como lo hizo, el stibadium de una casa de Mérida, contigua al teatro, que sus descubridores denominaron «Casa-basílica». Cuando los escritores cristianos, hablando de las que ya en su tiempo eran viejas casas, se refieren a oratorios, es muy posible que tengan in mente habitaciones como éstas, no tan grandes como para distraer, ni tan agobiantes o sórdidas como para ser indignas de que un grupo de fieles leyese en ellas la Sagrada Escritura o celebrase los Misterios. Aquí hemos de ver, por tanto, un muy verosímil escenario para los conci-
Prisciliano
Fig. 5.-Reconstrucción de la villa de Murias de Beloño, según M. C. Fernández Castro.
liábulos y ritos del priscilianismo y de toda otra manifestación religiosa de aquellos siglos.
Entre lo poco que se excavó de una villa romana del Bajo Imperio existente en O lo (encastellano , Hío , Cangas de Morrazo, Pontevedra), se pudo observar una habitación absidada, contigua a una sala con hipocaustum (fig. 10) (9). Ello basta a acreditar unos baños pertenecientes con suma probabilidad a una villa señorial y suple en parte la falta de excavaciones de villae completas (o tan completas como lo están algunas de Asturias y de León) en la región gallega. Digamos en descargo de quienes trabajan en ésta, que en Galicia el fraccionamiento de la propiedad hace más dificultoso que en otras regiones o provincias disponer, en un momento dado, de la extensión suficiente para dejar la planta de una villa al descubierto.
* * *
Los caminos por los que una villa romana, en buen uso o en ruinas, podía convertirse en monasterio, en cementerio o en ambas cosas a la vez,
Antonio Blanco Freijeiro_
63
eran múltiples, y más en momentos críticos, incluso caóticos, como los que le tocó vivir al Occidente romano a raíz de las invasiones germánicas.
Imaginamos a un religioso, sólo o en compañía de algún hermano, que vaga por el campo en busca de un lugar donde cobijarse y fundar monasterio. Al fin encuentra los muros de un edificio antiguo y grande, probablemente una villa; armándose de paciencia los limpia de escombros y los hace habitables. Encuentra asimismo una estancia que se le antoja oratorio; es más, las gentes de la comarca afirman que allí solía orar San Martín. Nuestro cenobita pone especial esmero en la reconstrucción de este aposento noble, llamado a ser la iglesia de su monasterio; levanta en él un altar; dispone un relicario para recibir las reliquias de los santos e invita a varios obispos a venir a bendecirlo ... Todo esto, que pudiera parecer una reconstrucción imaginaria -y como tal la hemos anunciado-, puede convertirse en realidad histórica con sólo ver lo que a propósito de una fundación de San Senoque escribe Gregario de Tours
3
(1
'-
4
ESCALA GRAFICA
012345
5
8
10mts.
L:E f
• • 4 b
9
N
so 40 41
39 -Y1 ---
38
34 -33 -25 26 -
23 22
. Fig. 6.-Planta de la villa de El Soldán (Santa Colomba de Somoza, León).
64
45
' 42
43
-32
31
29
30 2í!
20 El 21
19
17
r
/./)
47
1 1 1 1
1 1 1 1 1 1 ; 1 1 1 1
1 1 1 1 1 1 1
1 1
J 18
Prisciliano
-
-\t.---
Fig. 7.-Reconstrucción de. la villa de El Soldán (Santa Colomba de Somoza, León), según M. C. Fernández Castro .
Antonio Blanco Freijeiro
65
3
(1
'-
4
ESCALA GRAFICA
012345
S
8
10mts.
J~ f
• • 4 b
9
N
49 .
so 40 41
39 -71
¡.....--38
34 -33 -25 26
~
23 22
. Fig. 6.-Planta de la villa de El Soldán (Santa Colomba de Somoza, León).
64
45
, t.2
43
-32
31
29
28
20 El 30
21 19
17
1 1 1 1 1 1 1
J 18
!.[,
47
f 1 1 1
1 1 1 1 1 1 ; 1 1 1 1 1 1
Prisciliano
-\t.-.
Fig. 7.-Reconstrucción de. la villa de El Soldán (Santa Colomba de Somoza, León), según M. C. Fernández Castro.
Antonio Blanco Freijeiro
65
10 9 6 7 .
.... 11
¿j~ -~l\ 12
~
' \
6 · S 4
3
~
2
111
~ """""" 1
13 14
O 1 1 ) 4 S ' 7 • ! lOm. ¡.. ... .....,...... .- t:-4~ t .. ¡..-.p-..¡
r
LJ
Fig. B.-Planta de la villa de La Olmeda (Pedrosa de la Vega , Palencia) , según P. de Palo/.
(Vitae Patrum 15, 1), y que no vamos a tradU<!ir porque acabamos de hacerlo: Reperit enim ... parietes antiquos, quos eruderans a ruinis habitationes aptavit dignas; reperitque ibi oratorium, in quo ferebatur celebre nostrum orasse Martinum. Quod diligenti cura compositum, erecto altari, loculumque in eo ad recipiendas sanctorum reliquias praeparatum, ad benedicendum invitat episcopos (10).
Así nacieron monasterios , iglesias , abadías e incluso catedrales. Mutatis mutandis, el breve relato que acabamos de transcribir sería aplicable a la génesis de la catedral de Santiago. Y es que lo mismo que los conventos edificados ex novo las villae reunían todos los requisitos necesarios para La vida espiritual y material de una comunidad bien avenida: una estancia semejante a una basílica, a menudo con ábside incluido , una serie de cubicula , convertibles en celdas monacales; servicios de cocina, comedor, lavabos , etc. , y normalmente una buena extensión de tierra cultivable. Siendo . así, resulta por demás natural que San Agustín hiciese sus estudios en un monasterio de Lombardía que se llamaba Cassiciacum, nombre apropiadísimo para una villa romana en territorio de lengua céltica como t{)dos los acabados en acum , y llegado el momento de fundar él uno propio sabemos que lo hizo en una de sus fincas ,
66
probablemente una villa. Es posible que Prisciliano procediese del mismo modo, pues el calificativo de praedives opibus que le aplica Sulpicio Severo es justamente el que conviene a un gran terrateniente , ya que otras posibilidades de poseer caudales eran escasas en aquella época. Casiodoro hace constar que su fundación de Vivarium la realizó transformando en monasterio una villa de su propiedad.
Observando la frecuencia con que aparecen tumbas en las ruinas de las villae, algunos autores han llegado a pensar que éstas habían sido escenario de una defensa heroica o desesperada contra asaltantes, por lo general bárbaros, que previamente los habían sometido a un despiadado cerco. Pero basta con ver la estadística y comprobar que rara es la villa, e incluso la casa grande de ciudad romana, en donde no aparezcan esqueletos , para percatarse de que la causa del fenómeno ha de residir en otra parte. Los enterramientos no tienen que verificarse secreta o discretamente, buscando los rincones de la casa; no: es evidente que se practicaban abiertamente, a la luz del día y en estancias que si no intactas en todos los aspectos de su esplendor, conservaban muchos signos de opulencia. Mosaicos que estaban íntegros , como algunos de la «Casa del Anfiteatro» de Mérida, ofrecen aquí y allá las lagunas rectangulares de las
Prisciliano
-¡
Fig. 9.-Reconstrucción de la villa de La Olmeda (Pedrosa de la Vega, Palencia) , según M . C. Fernández Castro.
A
D
B
Fig. 10.-Restos d~ la villa romana de O lo (Cangas, Pontevedra), según F. J. Fariña, de A . de la Peña y J. C. Sierra.
Antonio Blanco Freijeiro
67
fosas abiertas en el subsuelo de los mismos a poco de quedar abandonada la casa. Cualquier excavador con experiencia sabe lo que esas fosas encierran, pero no el por qué de su presencia.
Seguramente los motivos eran varios. A propósito de una villa de Gondrexange, en el Mosela, Linckenheld daba esta explicación: la atracción ejercida por las ruinas podría ser debida a que la tierra en que se encontraban era completamente inútil para la agricultura, de modo que al usar dichas ruinas como cementerios, la gente de la comarca tenía la seguridad, primero, de que nadie iba a perturbar el reposo de sus muertos, y segundo, que con ello no reducía la extensión de la tierra cultivable. La verdad es que muy escasa tendría que andar la tierra cultivable para que esta consideración tuviese tanto peso . La idea de la protección y el hecho de que unas paredes sólidas siempre constituyen una buena señal para saber dónde está la tumba, tienen mayores visos de haber contribuido a que muchas ruinas se convirtiesen en camposantos. Para las ruinas de las villas, tumbas monumentales y santuarios paganos, esto fue un beneficio, porque las gentes de la localidad velaban tanto por la seguridad de sus muertos como por la integridad relativa del edificio que los cobijaba. Una vez más, se hace presente lo que las excavaciones realizadas en el subsuelo de la catedral de Santiago han venido revelando.
Pero si éstas eran tendencias de orden natural, mayor había de ser entre los cristianos la de reposar en el interior de una iglesia o en las inmediaciones de la misma. La práctica de hacerlo así sé impuso desde muy temprano, y de ahí que la unión de la iglesia y del cementerio se considerase no sólo natural, sino ideal, como sigue ocurriendo en muchas aldeas. Por lo mismo, en las villae abandonadas la habitación preferida por los enterramientos es aquella que tiene más aspecto de iglesia y de la que más arriba hemos hablado. Los restos descubiertos en A Hermida (Quiroga, Lugo) permiten señalar allí uno de estos casos de enterramientos de época romana en lo que tiene todos los visos de haber sido una iglesia.
Los bárbaros suelen cargar con la culpa de haber dado el golpe de gracia a la villa romana en Europa occidental, y seguramente la imputación no es justa. Y cuando los romanos comenzaron a conocer bien a los germanos, se dieron cuenta no sólo de su vocación agrícola, sino de sus aptitudes para ejercerla con verdadera competencia. Así consta en los Anales de Tácito. Sabemos, por otra parte, que uno de los objetivos primordiales de las invasiones fue la de buscar tierras de labor en las que asentarse con sus familias . Por consiguiente, atribuirles la destrucción de algo tan codiciable para ellos como serían las villa e romanas, no puede sostenerse en buena lógica. El fin de la villa como tal fue una consecuencia de la disolución de las estructuras económicas del Imperio Romano.
68
La desaparición, el empobrecimiento, la reducción de tamaño de las ciudades, la crisis de la economía y del comercio, arrastraron sin duda alguna en su caída a las villae que no pudieron reconvertirse en algo distinto .
INVENTARIO DE LAS VILLAS ROMANAS CONSIGNADAS EN EL MAPA DEL NOROESTE POR M.a CRUZ FERNANDEZ CASTRO (fig. 1)10
LA CORUÑA
l. Brandomil. 2. Centroña, Pontedeume. 3. Cirro, Brión. 4. Gándara, Zas . 5. Moraime, Muxía. 6. Padrón. 7. Portosín, Son. 8. San Miguel dos Agros, Paradela. 9. Tines, Zas.
LUGO
10. Doncide, Pol. 11. A Hermida, Quiroga. 12. Labrada, Abadín. 13. Proendos, Saber. 14. Rioaveso, Vilalba. 15. Roupar, Xermade. 16. San Vicente de Agrade, Chantada. 17. Santiago de Castillons, Monforte. 18. Santa Eulalia de Bóveda.
ORENSE
19. Baños de Bande. 20. A Cigarrosa, A Rúa. 11. Coto dos Mouros, Abelenda das Peñas. 22. As Hermidas. 23. Lucenza. 24. Moimenta, Cualedro. 25. Muradela (Castro da), Mourazos. 26. Ouvigo, Blancos. 27. Parada do Outeiro, Vilar de Santos. 28. A Planada, Ribadavia. 29. O Pombar, Petín. 30. San Martín do Outeiro, Vilamartín de Val-
deorras. 31. Valverde, Allariz. 32. Verín. 33. Xinzo de Limia.
Prisciliano
PONTEVEDRA
34. San Martín de Borreiros, Gondomar. · 35. Castro de Dozón. 36. Currás , Tomiño. 37. O lo, Cangas do Morrazo. 38. A Lanzada, Sanxenxo. 39. San Miguel de Oya. 40. Panxón. 41. Porta de Arcos, Rodeiro. 42. Sobrán, Vilagarcía. 43. Taboexa, Ponteareas. 44. Vilaxoán.
ASTURIAS
45. 46. 47. 48. 49. 50. 51. 52. 53. 54. 55. 56. 57. 58. 59. 60. 61. 62.
Andallón. Beloño (Las Murias de), Cenero. Boides, Puelles. Campo Valdés, Gijón. Linio, Santa María del Naranco. Llaniella, Villarmosén. Llazana (Las Murias de) . Magdalena de la Llera, Santianes de Pravia. Memorana, Vega del Ciego. Moral (Isla de la) , Colunga. Paraxuga (Las Murias de) , Oviedo. Paredes (Monte de les Muries), Lugones. Pauzana, Lugo de Llanera. · Ponte (Muria de), Soto del Barco. Pumarín, Tremañes. Rodiles, Villaviciosa. Valduno . Veranes, Cenero.
Alija de los Melones . Bustillo de Cea. Cacabelos.
LEON
63. 64. 65. 66. 67. 68. 69. 70. 71. 72. 73. 74. 75. 76. 77. 78.
Cimanes de la Vega. Cuadros . Destriana. Galleguillos. Genestacio. Mansilla Mayor. Mari alba. La Milla del Río. Navatejera. Puente Almuhey, Cistierna. Quintana del Marco. San Martín de la Falamosa. San Millán de los Caballeros, Valencia de Don Juan.
79 . 80. 81. 82. 83. 84. 85.
El Soldán, Santa Colomba de Somoza. Valdelaguna, Calzada del Soto. Valderas. V egarienza. Villabúrdula. Villacalabuey. · Villafañe .
Antonio Blanco Freijeiro
69
86. Villamejiz. 87 . Villamol. 88. Villaquejida. 89. Villasabariego.
ZAMORA
90. Camarzana de Tera. 91. Cañizo. 92. Castrogonzalo. 93. Castroverde de Campos. 94. Fuentes del Ropel. 95. Fuentespreadas. 96. Gema. 97. Madridanos. 98. Pinilla de Toro. 99. Santa Cristina de la Polvorosa .
100 . S anzoles. 101. Toro. 102. Villaalonso. 103. Villabrázaro. 104. · Villalpando. 105. Villanueva de Azoague .
MINHO (Portugal)
106. San Vicente de Oleiros, Braga . 107. Fornos da Ribeira, Ca\das das Taipas ,
Braga. 108. Outeiro de Sao Sebastiao, Palmeira, Braga. 109. Sao Miguel das Caldas , Vizella, Braga.
DOURO LITORAL (Portugal)
110. Alto de Martim Vaz, Póvoa de Varzim, Porto.
111. Canevezes , Porto. 112. O Fontao, Lavra, Porto. 113. Pai~o, Guilhabreu, Porto . 114. Santa María, Villar, Porto .
TRAS-OS-MONTES-E-ALTO-DOURO (Portugal)
115. Alto da Ponte do Minho, Canelas do Douro, Vila Real.
116. Quinta de Ribeira, Tralhariz, Bra-
117. ~~~f;a de Pena, Vila Real. ffi 118. Vilarenho das Paranheiras, Vila g
Real.
NOTAS
(1) M. C. Fernández Castro, La villa romana en Hispania, tesis doctoral, Universidad Complutense de Madrid, 1979 (en prensa) . Agradecemos a la autora el permiso de utilizar el mapa y los gráficos reproducidos aquí. Cf. P . de Palol, <<El
problema ciudad-campo en el Bajo Imperio ... >>, Bimilenario de la ciudad de Lugo, Lugo, 1977.
(2) C. Torres Rodríguez, <<Los límites de Galicia en el Bajo Imperio>> , Cuadernos de Estudios Gallegos.
(3) J. M. Luengo, <<Las excavaciones de la villa romana de Centroña-Puentedeume», Cuadernos de Estudios Gallegos, XVII (1961), 5-19; Idem, en Noticiario Arq. Hisp., I (1952), 228; II (1953), 222. '(4) F. Jordá , Las Murias de Beloño, Cenero, Gijón. Una
villa romana en Asturias. Memorias del Servicio de Investigaciones Arqueológicas, N.0 2, Oviedo, 1957.
(5) R . Agache, La Somme pré-romaine et romaine, Memoirs de la Societé des Antiquaires de Picardie, 24, 1978, 370. Cf. también A. Grénier, Habitations gauloises et villas latines dans la cité des Mediomatrices, París, 1906.
70
(6) J . E. Díaz Jiménez, «La villa romana de León>> , Boletín de la R. A . de la Historia, LXXX (1922), 446-462; J . Fortes, «Restos de una villa lusitano-romana>>, Portugalia, II (1905-1908), 113 y SS.
(7) F. Fita, <<Antigüedades romanas. Santa Colomba de Somoza>> , Boletín de la R . A. de la Historia , XXI (1892), 149-150.
(S) Cit. por J. Percival , The Toman Villa, London , 1976, 218 , nota 50.
(9) F. J. Fariña , A. de la Peña, J . C. Sierra, <<Restos de una villa romana en Hío>> , El Museo de Pontevedra, XXIX (1975) , 177- 186.
(10) M. C. Fernández Castro, <<Villas romanas en el noroeste de la Península Ibérica>> , comunicación al simposio celebrado sobre el tema en París, junio de 1981 (en prensa).
Prisciliano