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    La va al socialismo I1.

    1. Cambio de perspectiva: reforma o revolucin vs. subsuncin.

    Esta reflexin nace de una inquietud profunda ante una situacin nueva de la izquierdaanticapitalista europea. A su debilidad prctica para llevar adelante la estrategiasocialista, efecto de una larga historia que aqu no toca narrar, se une hoy su impotenciaterica para pensar la va al socialismo; impotencia que lleva a la desercin poltica atravs de la renuncia al pensamiento y a su sustitucin por la improvisacin o laocurrencia embellecidas de buena voluntad. Ciertamente no es un problema trivial este depensar la va al socialismo; lo que hoy sorprende ms no es la ausencia de unarepresentacin aceptable de la misma, sino la renuncia a pensarla, lo que he llamado ladesercin poltica de la filosofa. Como si la historia se burlara de quienes se obstinan enrepetirla, la llamada del joven Marx en su Tesis sobre Feuerbacha transformar el mundohoy se nos presenta como desesperada necesidad de comprenderlo.

    Desde sus orgenes la tradicin marxista tuvo como objetivo principal e ineludible el

    de pensar la va al socialismo; e identific el proyecto al de pensar la necesidad yposibilidad de la revolucin. Socialismo y Revolucin se concibieron tanindisolublemente unidos que denotaban el mismo objetivo, el mismo proceso, el mismodestino; y as se disolvi una diferencia conceptual que tal vez nunca debiera haberseignorado. En el debate radicalizado en el seno mismo del socialismo marxista elpensamiento desliz la semntica de los conceptos hasta identificar el instrumento con elobjeto, el mtodo con el proyecto. O, si se prefiere, se identific una parte del proceso (larevolucin) con la totalidad del mismo (la va al socialismo). En cualquiera de los casos,por metonimia o sincdoque, la retrica se cobr su precio.

    Ahora bien, los deslizamientos semnticos no implican imperfeccin; al contrario,constituyen la vida misma de las palabras. Los trminos, como los medios de trabajo, o

    las armas, no saben a quin sirven, se dejan usar en contextos diferentes y para fines muydiversos. El significado genrico del trmino revolucin es el de un cambio (social,poltico, industrial, cientfico) profundo; pero en concreto es susceptible de un dobleuso, segn su determinacin del concepto por el tiempo (tiempo de realizacin) y laforma (convulsiva o evolutiva). En el primer uso la revolucin es mero efecto cualitativode los cambios cuantitativos acumulados y desplegados en el tiempo; as hablamos derevolucin industrial, de revolucin cientfica, de revolucin de las costumbres; en esteprimer sentido la revolucin es el proceso y resultado de una profunda transformacinsocial. En el segundo uso los cambios son efectos de la revolucin, pensada como fuerzatransformadora condensada en el tiempo, y por tanto convulsiva, violenta y subversiva delo existente (exterior a la legalidad). O sea, en el primer uso la revolucin designara eltiempo de cambios transformadores, la etapa histrica de construccin del socialismo; en

    el segundo denotara un procedimiento particular, un modo de llevar a cabo esatransformacin. Si all el tiempo es el motor de la revolucin, aqu sta no tiene tiempo,es un instante sin tiempo, una suspensin del tiempo histrico, vaco entre el fin de untiempo y el comienzo de otro, entre el ocaso y la aurora, abismo entre dos historias, entredos sistemas referenciales. Si en el primer uso la sustancia de la revolucin eran loscambios sociales, en el segundo se nutre de la estrategia. Y es ese doble uso, no siemprebien distinguido, el que genera problemas a la representacin poltica.

    El escenario de reflexin paradigmtico de este deslizamiento se nos ofrece en eldebate sobre el revisionismo, a caballo del XIX y del XX. Un debate, conviene decirlo,totalmente necesario, nada especulativo, ligado a la tarea urgente de definir y redefinir la

    1Este trabajo constar de dos partes; en la primera, ms filosfica, trataremos de configurar la teora; en la segundaparte, ms poltica, trataremos de aplicarla a la construccin de formas socialistas. Aqu desarrollamos el primero.

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    poltica del partido socialista ms potente en su poca, la social-democracia alemana; undebate entre tericos de alto nivel sin duda, pero todos ellos comprometidos con laprctica poltica, todos dirigentes relevantes de ese partido y del movimiento obrerointernacional2.

    Pues bien, el texto ms emblemtico de ese debate es Reforma o revolucin, de Rosa

    Luxemburgo3

    . En este texto, y visto desde la conciencia crtica que nos permite ladistancia, podemos observar que la razonable pretensin de incluir la revolucin en la vaal socialismo, como momento o forma de ese proceso, se convierte en obstculo parapensarlo; bajo el fuego del debate en que las categoras se estrechan, retuercen ycosifican, la revolucin deviene problema terico, como revela el debate, y problemaprctico, como revelan los resultados del mismo. La idea de revolucin, en tanto quefetichizada en la confrontacin terico polticas, oscurece u oculta la representacin de lava al socialismo e impide pensarla.

    Sorprendentemente, ese debate sobre el revisionismo, prolongado en el tiempo, llev aque la idea de revolucin dejara de expresar el cambio de contenido de las relaciones yprcticas sociales en una sociedad nueva para convertirse en un sacralizado y afilado

    criterio de demarcacin(entre marxistas y no marxistas, o entre marxismo revolucionarioy reformismo evolucionista), funcionalmente anlogo al principio de verificacinde losneopositivistas (que permita separar los enunciados empricos, con sentido, de los noempricos y sin sentido). Y as como ste, exitoso en separar el trigo de la paja, era estrilen la produccin del trigo (de la ciencia), el discurso de la revolucin serva poco paraconstruir el socialismo. Al menos ese ha sido el resultado histrico4.

    En la tradicin marxista pensar el socialismo o la revolucin equivala no aimaginarlos en una representacin atractiva y deseable, sino a presentarlos comomomentos de la historia, bien encuadrados en la lgica de la historia. Su fuerza, suatractivo y su verdad no residan tanto en su contenido (siempre es posible superar lossueos) como en su necesidad; su mayor belleza moral radicaba en que legitimaba laesperanza. El socialismo en el discurso de Marx no era un deseo sublimado, como en elsocialismo utpico, sino una prediccin slida, garantizada en la lgica de la historia, lalgica descrita en la formulacin marxiana del materialismo histrico.

    Desde la distancia filosfica y la mirada filosfica, siempre totalizadora, simulasituarse en el exterior, como el demonio de Laplace- no slo las cosas se ven distantes,sin los escabrosos e irreductibles detalles, sino que slo se ve lo que se deja ver, y slo sepuede ver, desde la distancia, lo que Marx llamaba la forma general del movimiento.Slo desde esa spinoziana mirada desde la frontera los momentos afirmacin-negacin-negacin de la negacin aparecen ntidos y sin solucin de continuidad, ordenadosespacio-temporalmente, incontaminados, marcando el ritmo del movimiento de lahistoria. De manera semejante a lo que ocurre al distanciarnos para ver el bosque, en quese oscurecen los perfiles que individualizan los rboles, cuya presencia hemos de

    imaginar como elementos adosados en el espacio, as ocurre con los elementos de lahistoria: desde la lgica general de la historia sus momentos nos apareceninevitablemente adosados en el tiempo en un implacable orden de sucesin, comoelementos exteriores y abstractos. Es esa exterioridad la que se revela en la descripcin dela historia como dialctica entrefuerzas productivasy relaciones de produccin(y entrebase econmica y sobreestructuras poltico-jurdicas e ideolgicas), esa respectiva

    2Ver al respecto Apndice 1.3 Recoge dos artculos, El mtodo oportunista y Desarrollo econmico y socialismo ((Leipziger Volkszeitung,

    Septiembre de 1898 y abril de 1899), con los que entra en el debate sobre el revisionismo, en el que intervinieron losprincipales lderes intelectuales y polticos (K. Kautsky, A. Bebel, W. Liebknecht, I. Auer, K. Schmidt), teniendo en elpunto de mira las posiciones de este ltimo y sobre todo, las de Eduard Bernstein, que haba publicado varios artculos enNeue Zeit, luego recogidos en Las premisas del socialismo y la tarea de la socialdemocracia (Edicin castellana en

    Mxico, Siglo XXI,1982), que conmocionaron la socialdemocracia.4Las experiencias histricas nos muestran que las revoluciones socialistas basadas en la subjetividad revolucionaria sehan visto obligadas posteriormente a afrontar la objetividad del proceso, con resultados que debemos analizarcuidadosamente.

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    materialismo histrico, como nica puerta de entrada al socialismo. Ser revolucionarioera la credencial necesaria y suficiente para caminar hacia el socialismo; serrevolucionario acabara siendo un fin en s mismo.

    La respuesta de Rosa Luxemburg es una defensa del materialismo histrico como guade la poltica socialista. Acepta la lucha poltica por la defensa de las condiciones de vida

    de la clase trabajadora, pero no la ve como genuina y propia de la lucha por el socialismo:No es cierto que el socialismo surgir automticamente de la lucha diaria de la claseobrera. El socialismo ser consecuencia de (1) las crecientes contradicciones de laeconoma capitalista y (2) la comprensin por parte de la clase obrera de la inevitabilidadde la supresin de dichas contradicciones a travs de la transformacin social5. Por tanto,hace descansar la necesidad y posibilidad de la revolucin en la dialctica de la historia,en las contradicciones del capitalismo que le conducen inexorablemente al colapso, alderrumbe. La subjetividad, la conciencia d clase, es muy importante, pero es un efecto delas determinaciones econmicas; la lucha parlamentaria slo se justifica en la estrategia alsocialismo como preparacin de las condiciones subjetivas: () la actividadparlamentaria y sindical son importantes para el movimiento socialista porque estasactividades preparan al proletario, es decir, crean el factor subjetivo para la

    transformacin socialista () la lucha sindical y nuestra actividad parlamentaria poseenuna importancia inmensa en la medida en que despiertan en el proletario la comprensin ,la conciencia socialista y lo ayudan a organizarse como clase. Pero apenas se lasconsidera como instrumentos para la socializacin de la economa, no slo pierden suefectividad sino que dejan de ser un medio para preparar la clase obrera para la conquistadel poder6.

    Nadie que defienda a las clases trabajadoras puede menospreciar la conquista dederechos polticos y sociales, y las mejoras en las condiciones de trabajo y de vida; peroesas luchas slo son importantes en una estrategia al socialismo en la medida en quesirven para tomar conciencia de que las reformas no emancipan, sino que reproducen lascondiciones de dominacin. La va revolucionaria exige el cambio en las relaciones de

    produccin, y este slo mes posible mediante la toma del poder poltico; pero al poderpoltico no se llega por la va democrtica, sino por la insurreccin de las masas: Lasrelaciones de produccin en la sociedad capitalista se acercan cada vez ms a lasrelaciones de produccin de la sociedad socialista. Pero, por otra parte, sus relaciones

    jurdicas y polticas levantaron entre las sociedades capitalista y socialista un muro cadavez ms alto. El muro nos es derribado, sino es ms bien fortalecido y consolidado por eldesarrollo de las reformas sociales y el proceso democrtico. Slo el martillazo de larevolucin, es decir, la conquista del poder poltico por el proletario, puede derribar estemuro7.

    No se trata de regresar a formas blanquistas de insurreccin, regreso a las barricadas;la estrategia es la insurreccin de las masas, no de minoras de vanguardias. Pero, aunque

    de masas, la revolucin va asociada a sublevacin, a violencia y a confrontacin almargen del derecho. As dice: Toda lucha de clases verdaderamente grande debe basarseen el apoyo y la colaboracin de las ms amplias masas. Una estrategia para la luchas declases que no cuente con ese apoyo, que se base en la lucha puesta en escena por elpequeo sector bien entrenado del proletario, est destinada a terminar en un miserablefracaso8. Y una pginas despus: Pero para librar una lucha poltica directa masiva,primero se debe reunir el proletario en masa;salir de la fbrica y el taller, la mina y lafundicin y superar la atomizacin y la decadencia a la que se ve condenado por el yugocotidiano de la explotacin del sistema9.

    5Rosa Luxemburg, Reforma o Revolucin, in Obras Escogidas. Tomo I, Buenos Aires, Ediciones Pluma, 1976, 76.6

    Ibid., 74.7Ibid., 73.8Rosa Luxemburg, Huelga de masas, partido y sindicatos en Obras Escogidas. Tomo I, ed. cit., 234-5.9Ibid.,239.

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    Cul de las posiciones era la errnea?. No creo que haya modo no dogmtico dedecidirlo. En el fondo eran dos representaciones cada una con su lgica y susdeterminaciones; y, visto desde hoy, expresaban dos formas de fetichismo. Bernsteinfetichizaba el proceso, el cambio cuantitativo, disolviendo el momento de la accinrevolucionaria gracias a una ontologa evolucionista; Rosa Luxemburg fetichizaba larevolucin como momento augural, final y origen del tiempo. Ambos luchaban por elsocialismo y ambos pensaban que ste supona un cambio social revolucionario: peromientras Bernstein derivaba este carcter de los contenidos materiales del cambio, de lagran transformacin, Rosa lo deduca de la forma del mismo, de la accinrevolucionaria. O, si se prefiere, Bernstein pona el acento en la materia del cambio, elascenso creciente de las clases trabajadoras al poder democrtico, y Rosa lo situaba en laestrategia, en la forma de la transformacin.

    La historia, que ahora ya la sabemos, nos ha revelado la verdad y el error de cada unade estas posiciones. La evolucin de la democracia, que ira aceptando la derrota tericaen la lucha por el concepto de revolucin y la derrota prctica en la lucha por unasociedad socialista, dara la razn a las premoniciones de Rosa Luxemburg. Pero la derivadel marxismo revolucionario, su impotencia prctica que le empujara a la

    desorientacin terica, parecen a su vez avalar las prematuras sospechas de Bernsteinsobre la potencia de autoreproduccin del capitalismo. Hoy, a toro pasado, es difcil nocompartir las observaciones de Bernstein segn las cuales el desarrollo del capitalismohace cada vez ms improbable su hundimiento general derivado de sus contradiccionesinternas, debido a que el sistema capitalista muestra cada vez mayor capacidad deadaptacin y a que la produccin se diversifica cada da ms; pero hoy tambin esimposible no reconocer que la historia ha dado la razn a Rosa Luxemburg en susprofticas consideraciones de que la va reformista, revisionista, aunque se hace ennombre del movimiento, del proceso, y aunque slo cuestiona explcitamente elmomento poltico o revolucionario, en realidad implica el desarme de las clasestrabajadoras, la renuncia y la supresin de la posibilidad misma del socialismo. Para ellala revolucin como momento augural de la nueva sociedad, como rotura y negacin detodo lo anterior, no expresaba slo la posibilidad estratgica, sino la patente de identidadsocialista. Pens que el punto de partida para la transformacin socialista sera unacrisis general y catastrfica, una perspectiva revolucionaria en la que la estrategiapresupone un escenario de subversin y conflictividad radical.

    El resultado de esta pgina de historia del marxismo fue el olvido de pensar la va alsocialismo: la lnea evolucionista de Bernstein lo haca innecesario, confiando el proyectoa la gestin social o humana del capitalismo; y desde la de lnea revolucionaria deRosa tambin era innecesario, confiando el proyecto a la lucha anticapitalista, tras cuyotriunfo emergera impoluto el socialismo.

    La irreductibilidad entre reforma y revolucin tendra una eterna presencia en la

    historiografa marxista y en la historia del socialismo. Pero las claves de la explicacinhay que buscarlas en los propios textos de Marx, especialmente en su ontologa, nosiempre bien comprendida y casi siempre ignorada, a pesar de ser el referente obligadopara comprender la unidad de sus descripciones, y en su metodologa, en ese juego dediversos niveles de anlisis al que nos introduce, todos ellos unilaterales e insuficientes,pero todos necesarios en la reconstruccin de la realidad como pluralidad de figuras, deapariencias. En particular, las claves para descifrar la idea de revolucin hemos debuscarlas en esos dos niveles de comprensin de la realidad que establecen elmaterialismo histrico, en su representacin de la lgica de la historia, y la crtica de laeconoma poltica, que busca comprender la lgica del capitalismo, la ley y losdispositivos de su desarrollo; una ley que en el fondo es una particularidad de la ley de lahistoria, pero que en sus determinaciones particulares no puede deducirse de ella de

    forma abstracta, sino que la particularidad de sus determinaciones es una exigencia quecompleta y enriquece la concepcin de la historia.

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    Marx recurre en el anlisis del capitalismo, nos permite abrir una nueva representacin dela va al socialismo y, de paso, de la idea misma de revolucin histrico-social, que noexcluye las otras16.

    La alternativa hoy no es Bernstein vs.Rosa Luxemburgo, no es reformao revolucin,pensados ambos como instrumentos estratgicos; la urgencia actual es la de pensar la va

    al socialismo17

    sustantivamente, como un proceso de transformacin global y radical, amodo de la descripcin que hace Marx del proceso seguido por el capitalismo, que naceen el seno de formas de produccin no capitalistas, se desarrolla en ellas, a partir de ellas,contra ellas, subordinndolas, redirigindolas, transformndolas hasta sustituirlas. Esees un proceso necesariamente complejo, como el desarrollo de las especies, en el que sesabe de dnde venimos pero no adnde vamos. Y en ese proceso lo que cuenta son lospasos adelante hacia el objetivo, la consolidacin de los avances, en definitiva, losresultados materiales y formales irreversibles, las formas y figuras que se establecen, y nolos instrumentos que se usan para conseguirlo. En la va al socialismo caben lasreformas que mediata o inmediatamente tengan efectos en construccin delsocialismo18 y tambin los momentos revolucionarios, incluso la revolucin en susentido ms genuino y clsico, como momento poltico de toma del poder, momento de la

    negacin absoluta; pero slo como instrumentos contingentes, aunque las coyunturaslos hagan necesarios y puedan tener efectos relevantes o decisivos. En todo caso, soninstrumentos, y la historia decidir sobre su necesidad y dosis conveniente, pero noconstituyen la esencia de la va al socialismo.

    2.La va de la subsuncin.

    La teora de la subsuncin la tematiza Marx en el Indito19, dedicndole cuatrosubapartados20; y lo hace precisamente despus de haber analizado extensamente laproduccin capitalista como produccin de plusvalor, o sea, cuando busca cerrar el

    16En los Grundrisseapenas aparece el trmino en un par o tres de ocasiones, y siempre usa el concepto de subsuncin

    de forma general, sin determinacin. Una vez, muy de pasada, para describir la subsuncin de les individuos endeterminadas relaciones de produccin (G, I, 17). Otra para hablar de la subsuncin del instrumento al trabajadorindividual, lo que presupone estadios de muy limitado desarrollo de la productividad del trabajo (G, I,460). En fin, en unatercera ocasin recure al trmino para afirmar que En la maquinaria el trabajo objetivado se enfrenta materialmente altrabajo vivo como poder que lo domina y como subsuncin activa del segundo bajo el primero, no por la apropiacin eltrabajo vivo, sino en el mismo proceso real de produccin (G, II, 220) (Citamos de la edicin Elementos fundamentalespara la CEP (Grundrisse 1857-1858). Mxico, S. XXI, 2007. Eso es todo si en nuestra memoria, en la consulta de lastablas analticas y en el rastreo informtico de los textos no hemos fallado. En la Contribucin a la Crtica de la EconomaPolticano se recurre al concepto. Slo enEl Capital y sobre todo en elInditose recurre al mismo.

    17Debemos distinguir la va al socialismo, de la que s podemos hablar, de la que necesitamos hablar, de la sociedadsocialista, de la que es mejor ser prudentes al imaginarla.

    18Existen reformas, concedidas por el capitalismo a la lucha social, que no necesariamente suponen avances hacia elsocialismo. Son justas y necesarias, sin duda, pero como resistencia anticapitalista. Algunos de los derechos del hombre,al menos en su formulacin liberal, quedaran incluidos en este grupo.

    19 En El Capitalhay algunas referencias, escasas; podemos decir que la usa pero no la tematiza. En el Libro II noaparece el trmino; en el Libro III muy escasamente, y para referirse a escenarios de transicin al capitalismo: Cuando un

    obrero independiente por ejemplo, un pequeo campesino, ya que aqu cabe aplicar las tres formas de renta trabajapara s y vende su propio producto, se le considera en primer lugar como su propio empresario (capitalista), para quien lmismo trabaja como obrero, y como su propio terrateniente, que lleva en arriendo su misma tierra. Se paga a s mismo unsalario como obrero asalariado, se reivindica a s mismo su ganancia como capitalista y se abona a s mismo la renta comoterrateniente. Partiendo del modo de produccin capitalista y de las relaciones correspondientes a l como la base social decarcter general, esta subsuncin tiene una razn de ser en el sentido de que nuestro pequeo campesino no debeprecisamente a su trabajo, sino al hecho de poseer los medios de produccin -que aqu revisten en general la forma decapital- el que se halle en condiciones de beneficiarse con su propio plustrabajo (C., III, 418/ 1110). Aqu en el L-III hayuna referencia muy interesante, pues extiende la subsuncin fuera el capitalismo, la pone como categora de la historia,cosa que sirve a nuestro propsito: Por lo dems, ste tipo de subsuncin tambin es propio de modos de produccinanteriormente dominantes, por ejemplo del feudal. Relaciones de produccin que no le correspondan en absoluto, queestaban totalmente fuera de las suyas, fueron subsumidas bajo relaciones feudales, por ejemplo los tenures in commonsocage[feudos campesinos libres] de Inglaterra (por oposicin a los tenures on knight's service[feudos de caballera]), queslo implicaban obligaciones dinerarias y no eran feudales ms que de nombre (C., III, 429/1111). Donde ms aparece eltrmino, aunque de forma tambin escasa, es en el Libro I. (Citamos, mientras no se diga lo contrario, de la edicin deSiglo XXI, de http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital)

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    Subsuncin formal del trabajo en el capital , Subsuncin real del trabajo en el capital, o modo de produccinespecficamente capitalista, Anotaciones complementarias sobre la subsuncin formal del trabajo en el capital ysubsuncin real del trabajo en el capital (I., 54-77/469-480).(Citaremos de la edicin castellana, K. Marx, Captulo VIIndito. Madrid, Siglo XXI, 1997).

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    concepto del capitalismo. Es importante subrayar el lugar de aparicin del tema en eltexto, precisamente en el momento en que culmina su objetivo de encontrar ladeterminacin esencial del capital, y as cerrar su concepto; y es importante enfatizar queste queda definitivamente fijado al pensar el capitalismo no ya como mero proceso detrabajo productor de plusvalor sino como valor que se valoriza. Fijado el concepto eranecesario pensar el proceso de valorizacin, o sea, repensar la produccin desde estanueva perspectiva, como guiada hacia la valorizacin. Y es aqu, precisamente, cuandoMarx echa mano de la subsuncin. Y lo hace de la siguiente manera: El proceso detrabajo se convierte en el instrumento del proceso de valorizacin, del proceso de laautovalorizacin del capital: de la creacin de la plusvala. El proceso de trabajo sesubsume en el capital (es supropio proceso) y el capitalista se ubica en l como dirigente,conductor; pera ste es al mismo tiempo, de manera directa, un proceso de explotacin detrabajo ajeno. Es esto a lo que denomino subsuncin formal del trabajo en el capital (I.,54/469).

    La subsuncin formal del trabajo en el capital se nos revela como la forma histricadel proceso de autovalorizacin del capital, y consiste en algo as como un cambio definalidad del proceso productivo, que silencia definitivamente otros sentidos del trabajo

    (como medio de vida, produccin de valor de uso, productor de plusvalor,enriquecimiento del capitalista, etc.) para sustituirlo por un proceso ciegode produccinde valor. El proceso de trabajo se convierte en el instrumento del proceso devalorizacin, nos dice Marx. Por tanto, no se confunden, mantienen su diferencia, sondos procesos, cada cual con su concepto: El proceso de produccin se ha convertidoen el proceso del capital mismo, un proceso que se desenvuelve con los factores del

    proceso laboral en los cuales se ha transformado el dinero del capitalista y que se efecta,bajo la direccin de ste, con el fin de obtener del dinero ms dinero (I., 54/470).

    El se ha convertido no alude a que haya desaparecido uno y aparecido otro. Lavalorizacin no es otroproceso materialmente diferente; es otra funcin, otra forma delmismo proceso material, que pasa a ser dominante, y que en lugar de orientar el trabajo a

    la produccin de valor de uso, de vida, o de riqueza, lo redirige a la produccin de valor,de capital21. En esta nueva funcin del proceso se usan los mismos factores del procesolaboral, pero ahora sirven a otro amo, a otra finalidad. Es lo mismo con otra forma; esotra forma de aparecer lo mismo. Claro que nos sentimos tentados a pensarinquisitivamente que no es lo mismo, y si no que se lo pregunten al obrero o alcapitalista Cierto, en el fenmeno, en la realidad emprica, (y la subjetividad de losparticipantes forma parte de ella), no es lo mismo; y conviene resaltar esta diferencia a lahora de llamar a la lucha anticapitalista. Pero Marx parece decirnos que la mirada crticaha de saber encontrar bajo esa realidad que apareceotra que puede llegar a sery que talvez se est gestando. Decir que es lo mismo bajo otra forma es decir que lo mismo puedeaparecer bajo diferentes formas. Y ah radica nada menos que la posibilidad de que lomismo, el trabajo en el capitalismo, la maquinaria productiva del capitalismo, aparezca un

    da bajo otraforma, la de trabajo socialista, la de produccin socialista.El capitalismo puede pensarse como subsuncin del proceso de trabajo bajo la forma

    del capital, bajo el proceso de valorizacin; permite adems comprender el procesocapitalista como progresiva subsuncin de todos los elementos del trabajo bajo el destinode la valorizacin; permite tambin repensar las alienaciones, enajenaciones yfetichizaciones puestas por la produccin capitalista; y, sobre todo, permite pensarlasdesde una unidad de sentido, sabiendo ya a qu sirven, adonde se dirigen, que buscabanen ciego movimiento histrico. Este aspecto, lo que podramos llamar efectosantropolgicos de la subsuncin, ha atrado en las ltimas dcadas la mirada del

    21En realidad Marx distinguira entre tres procesos: de trabajo, de produccin de valor y de valorizacin, para as poder

    distinguir el capitalismo tambin de la produccin mercantil simple: El proceso de produccin, en cuanto unidad delproceso de trabajo y proceso de formacin de valor, es proceso de produccin de mercancas; en cuanto unidad de procesode trabajo y proceso de valorizacin, es proceso de produccin capitalista, forma capitalista de la produccin demercancas (K. Marx,EL Capital. Mxico, Grijalbo, 1976, 214).

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    marxismo crtico. El inmenso poder de subsuncin del capitalismo es un excelentereferente para el anlisis anticapitalista. Podemos apreciarlo en los autonomistas uoperastas italianos, como Negri o Virno22; y, dentro del marxismo latinoamericano,merece ser citado Enrique Dussel, con sus trabajos exegticos sobre los manuscritos, y suteora de las tres redacciones de El Capital23. Como digo, la teora de la subsuncin seha usado ampliamente en reflexiones antropolgicas, ligada a los temas jovenmarxianosde la enajenacin y el fetichismo y a los efectos culturales de la sociedad de consumo 24.Pero, de manera ms concentrada, esta perspectiva de la subsuncin ha inspiradoimportantes reflexiones sobre el trabajo y sus metamorfosis en las ltimas dcadas. Estoypensando en los trabajos de A. Gorz25, ms clsicos, y los de B. Coriat26, ms recientes,que han descrito y valorado estos profundos cambios en las relaciones laborales al pasardel fordismo-taylorismo, modelo hegemnico hasta principios del XX, a lo que llamanpostfordismo o toyotismo, triunfante en nuestros das. Trabajos estos que van ms all delos efectos antropolgicos e introducen la problemtica del sujeto histrico.

    Ahora bien, la teora de la subsuncin expuesta por Marx y que le permite cerrar elconcepto de capital, adems de inducir esta perspectiva antropolgica de crtica a labiopoltica, abre otro frente de reflexin: la comprensin de la historia desde un nivel ms

    concreto, el uso del materialismo histrico desde la perspectiva ms cercana deldesarrollo del capitalismo. Efectivamente, en cuanto ha fijado el triunfo del capital comosubsuncin del proceso de trabajo en la valorizacin, Marx comienza a explicar lastransformaciones histricas de la produccin que marcan el camino hacia el capitalismocomo procesos de subsuncin de las formas precapitalistas bajo la determinacin delcapital. El esclavo, el campesino, el artesano, el maestro gremial, todas esas figuras queel capitalismo niega, que destruye como su otro, pasan a ser puestas como su condicinobjetiva y su origen material. Y la aparicin de figuras y relaciones capitalistas, que vancreando el nuevo paisaje, sin restar relevancia a su novedad, pasan a ser pensadas desdesu otro, en un proceso de transformacin inmanente. Comentando los cambios laboralesque acompaan al capitalismo dice: Pese a todo ello, con ese cambio (change) no se haefectuado a prioriuna mudanza esencial en la forma y manera real del proceso de trabajo,del proceso real de produccin. Por el contrario, est en la naturaleza del caso que lasubsuncin del proceso laboral en el capital se opere sobre la base de un proceso laboral

    preexistente, anterior a esta subsuncin suya en el capital y configurado sobre la base dediversos procesos de produccin anteriores y de otras condiciones de produccin; elcapital subsume determinado proceso laboral existente, como por ejemplo el trabajoartesanal o el tipo de agricultura correspondiente a la pequea economa campesinaautnoma. Si en estos procesos de trabajo tradicionales que han quedado bajo ladireccin del capital se operan modificaciones, las mismas slo pueden ser consecuenciaspaulatinas de la previa subsuncin de determinados procesos laborales, tradicionales, enel capital. Que el trabajo se haga ms intenso o que se prolongue la duracin del procesolaboral; que el trabajo se vuelva ms continuo y, bajo la mirada interesada del capitalista,

    ms ordenado, etc., no altera en s y para s el carcter del proceso real de trabajo, delmodo real de trabajo (I., 55-56/470).

    22A. Negri,Marx ms all de Marx. Madrid, Akal, 2001. De P. Vino ver Virtuosismo y revolucin, la accin polticaen la era del desencanto (Madrid, Traficantes de sueos, 2003) y Gramtica de la multitud: para un anlisis de las formasde vida contemporneas(Buenos Aires, Colihue, 2003).

    23De E. Dussel, verLa produccin terica de Marx. Un comentario a los Grundrisse(Mxico, Siglo XXI, 1985);Hacia un Marx desconocido. Un comentario de los Manuscritos del 61-63.(Mxico, Siglo XXI, 1988); yEl ltimo Marx(1863-1882) y la liberacin latinoamericana. Un comentario a la tercera y cuarta redaccin de El Capital1990).

    24 Para Negri la globalizacin es el triunfo definitivo del capital, su hegemona total, que se manifiesta comosubsuncinde todas las formas de la vida (el consumo, la democracia, la tica la esttica, la medicina, hasta el lenguaje) alcapital. El capital ha de gestionarlo todo, ha de reproducir la totalidad como condicin objetiva de su reproduccin; es el

    gran momento de la biopoltica.25A. Gorz, Miserias del presente, riqueza de lo posible (Buenos Aires, Paids, 2003) y Adis al proletariado (msall del socialismo) (Buenos Aires, Imago Mundi, 1989).

    26B. Coriat,El taller y el cronmetro, Madrid, Siglo XXI, 2001; El taller y el robot, Madrid, Siglo XXI, 1993.

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    El capitalismo, por tanto, en su gnesis histrica parte de una realidad exterior a l,una exterioridad que se le resiste, a la que ha de dominar, en cuyo dominio ha deconquistar la hegemona. Esa es la subsuncin formal. Por qu formal?. Porque Marxdistingue y con ello nos complica la vida- esta forma de subsuncin, que cubre unperiodo que podramos llamar de transicin e institucin27 del capital, en el que stedeviene hegemnico y va imponiendo su dominio y subordinacin sobre las prcticas yrelaciones sociales preexistentes, de otra forma, que llama de subsuncin real, quedesigna un momento o fase en que su implantacin es tan completa y absoluta que noquedan residuos de la produccin anterior, que todo ha sido transformado y sustituido porelementos y relaciones de ptima eficiencia para que el capital cumpla su destino. Seraalgo as como el momento final de la negacin, el de la revolucin consumada. Las dosformas de subsuncin enuncian as un orden de la gnesis del capitalismo a partir de unarealidad econmica preexistente; en ese orden las dos etapas parecendiferenciarse por laeficiencia y exhaustividad del dominio y la subordinacin del trabajo al capital; las dosformas de subsuncin que caracterizan esas dos etapa parecen diferenciarse slo en laintensidad, en la cantidad. Es lo queparecedesprenderse de sus palabras al afirmar que eldesarrollo del capitalismo, de la produccin en gran escala, de la produccin capitalista

    propiamente dicha:revoluciona no slo las relaciones entre los diversos agentes de laproduccin, sino simultneamente la ndole de ese trabajo y la modalidad real del procesolaboral en su conjunto. Es por oposicin a esta ltima (a una modalidad laboraldesarrollada ya antes de que surgiera la relacin capitalista), que a la subsuncin delproceso laboral en el capital, hasta aqu considerada, la denominamos subsuncin formaldel trabajo en el capital (I., 56/470).

    La subsuncin formal, por tanto,pareceacotada por Marx al largo y complejo procesode transicin e institucin hasta la implantacin absoluta del capitalismo; con la victoriafinal y definitiva, momento de la subsuncin real, no slo el trabajo precapitalista seorienta a la produccin de plusvalor, sino que se subordinan y someten a los fines delnuevo amo su propia ndole y su modalidad real, es decir, que el proceso laboralprecapitalista no slo pierde su esencia, sino que desaparece para ser sustituidos por otroproceso de trabajo nacido ya en, desde y para el capital. Y esto, como he dicho antes, noscomplica la vida, pues pone a prueba la consistencia de la teora marxiana de lasubsuncin y pone a prueba el sentido de nuestra propuesta de pensar la va al socialismodesde ella. Pues si bien la distincin en la subsuncin de niveles de intensidad no afecta alconcepto y resulta operativo, en cambio el uso de la diferencia de intensidad paraestablecer una distincin cualitativa, para fijar dos formas diferenciadas, exige unarevisin lgica y ontolgica a fondo.

    3.El problema terico de las dos formas de subsuncin.

    La distincin entre dos formas de subsuncin es a simple vista muy convincente y til;tanto ms cuanto que estamos acostumbrados a la interpretacin de los procesos

    histricos en ese esquema lineal evolutivo. El principio dialctico abstracto de conversinde la cantidad en cualidad, perspectiva hermenutica vlida en la larga distancia, favoreceesta tendencia. Nada ms tpico en la historiografa que distinguir en los objetoshistricos dos fases, la de crecimiento y culminacin, la de juventud y la de madurez, uotras semejantes. Pero esta ontologa histrica, basada en la distincin por la cantidad(aqu en la intensidad o radicalidad de la subsuncin), puede presentar dificultades sicambiamos el nivel de concrecin del anlisis. Veamos dos problemas que afectan a laclaridad y coherencia de la teora de la subsuncin, y que afectan muy directamente a lasposibilidades de usarla para pensar la va al socialismo, que es aqu nuestro propsito.

    Marx pone en relacin las dos formas de subsuncin con los dos tipos de plusvala, laabsoluta y la relativa; lo hace en elIndito y lo hace enEl Capital. En elInditodice que

    27Entiendo por transicin el proceso hasta que deviene hegemnico, y por institucin el proceso en que modifica yreajusta los procesos de trabajo a su nueva forma y finalidad.

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    trabajo, son determinaciones bien diferenciadas (aunque estrechamente relacionadas,como ya indica Marx30). Pero no veo que ello exija la distincin ontolgica de dos formasde subsuncin; no encuentro justificada la necesidad de esa correspondencia biunvocaentre formas de plusvala y de subsuncin. Tanto ms cuanto que la distincin de los dostipos de plusvala ni siquiera posibilita distinguir cualitativamente dos momentos delcapitalismo, de transicin y de maduracin, pues es impensable que en cualquiera de losmomentos no estuvieran presente los dos procedimientos de extraer plustrabajo, y portanto los dos tipos de plusvala. La diferente presencia de cada uno, la diferencia encantidad, es obvia y basta para comprender el desarrollo, pero no permite distinguir dosconceptos de subsuncin. Si la determinacin capitalista es la revalorizacin, la distincinentre subsuncin formal y real no es de esencia, sino de cantidad.

    Podramos preguntarnos si no estamos en un debate sofisticado e incluso sofstico;podramos cuestionar el sentido y oportunidad de estas disquisiciones ontolgicas cuandolo que est en juego es nada menos que la posibilidad de pensar la va al socialismo. A mientender claro, entender de filsofo- muchas veces es en la ontologa donde se jueganlas ms importantes batallas polticas31; de ah que tenga sentido para m la lucha polticaen filosofa. Y precisamente por eso, porque estamos en el escenario de la ontologa,

    debemos hilar fino hasta la obsesin. Cada vez estoy ms convencido de que muchasvictorias y derrotas polticas se juegan en el campo de las palabras. En el fondo, en lasescatologas el demiurgo crea poniendo nombres a las cosas. No me canso de decir que elproyecto de Marx fue slo uno: la crtica, primero la de Hegel, luego la de los socialistasutpicos, luego la de la economa poltica Y esa crtica en gran medida era ponernuevos nombres a las cosas, hecho que permita ver otra realidad; esa crtica llevabaconsigo la propuesta de una nueva ontologa.

    Pero vyanos a lo nuestro. La cuestin de las dos formas de subsuncin es importante,en primer lugar, porque afecta a la claridad y a la consistencia de la teora; afecta alcontenido mismo del concepto subsuncin y a su coherencia con la ontologa marxiana.La subsuncin (Marx usa el trmino latino Subsuntion) es una relacin, pero no entre

    trminos simples; el capitalista no subsume al obrero; lo domina, lo explota, pero no losubsume. En cambio, el capital s subsume al trabajo; lo domina, lo subordina, loexplota, y lo incluye en su seno, lo convierte en para s, en parte de su metabolismo.Por tanto, la subsuncin debe ser entendida como inclusin de una estructura (con sumateria y forma) en otra, y en particular como inclusin de una estructura bajo una nuevaforma. Esto, lo sabemos por nuestra lectura de El Capital, responde a la ontologa deMarx y no precisa de explicaciones. La subsuncin, por tanto, mantiene en su interior laexterioridad de los trminos, la tensin entre la materialidad subsumida y la forma bajo laque se subsume. No disuelve uno en otro, no niega uno y lo sustituye por otro, queviniera del exterior; no es mera asimilacin. Es una transfiguracin, un cambio de figura,de modo, pero no una transubstanciacin, un cambio de substancia. Lo subsumido, de lamanera que habremos de precisar, mantiene su diferencia, su exterioridad, su resistenciaa

    esa asimilacin. En definitiva, la subsuncin es una relacin compleja estructural, dehegemona y dominio32.

    30Vase el captulo XIV sobre La produccin de la plusvala absoluta y relativa.31Basta recordar la interminable batalla entre dialctica y evolucionismo, entre holismo e individualismo. Y la peculiar

    batalla de Lenin, metido a filsofo, contra el machismo (de Ernst Mach) y el positivismo en general, en su Materialismoy empiriocriticismo.Batallas filosficas, s, pero en las que se pone en juego la poltica.

    32La subsuncin (Subsumtion) tiene un doble significado, al usarse unas veces en el sentido de incluir y subordinar(Unterstellen) y otras con el sentido de incluir y superar (Aufhebund). Esta distincin merecera un anlisis crtico, puestal vez resultara fecunda. En todo caso, se la ha puesto en relacin con el vocabulario y la problemtica antropolgica deljoven Marx, alinendola sin confundirla con la enajenacin (Manuscritos de 1844) y con el fetichismo (Cap. I deElCapital); no se ha establecido esta asociacin para rehabilitar la escisin entre el joven Marx, humanista, precientfico eincluso premarxista, y el Marx maduro y cientfico. Lo que es indudable es que la subsuncin significa inclusin con

    dominio, subordinacin y hegemona. A veces Marx usa el trmino exclusivamente en este sentido de inclusin forzada, desubordinacin pura y dura: Lo que es vlido para la divisin manufacturera del trabajo dentro del taller, tambin lo es parala divisin del trabajo en el marco de la sociedad. Mientras la industria artesanal y la manufactura constituyen elfundamento general de la produccin social, es una fase necesaria del desarrollo la subsuncin del productor en un ramo

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    Desde este concepto tiene sentido la descripcin que hace Marx de lo que llamasubsuncin formal, como inclusin y subordinacin de elementos precapitalistas bajo larelacin capitalista. Lo subsumido el proceso de trabajo precapitalista, con sus mediosde trabajo, su fuerza de trabajo, sus relaciones de cooperacin, etc.- permanece comodiferente y como resistente, aunque queda incluido y sobredeterminado por la estructura ypor la determinacin capitalista de la misma, una nueva forma que cambia el sentido.Quiero enfatizar esta exterioridad, esta tensin interna, como elemento esencial delconcepto de subsuncin. Y lo hago, no quiero ocultarlo, por imperativo prctico: porqueen esta cuestin ontolgica se juega el sentido de esta propuesta de pensar la va alsocialismo como un nuevo proceso de subsuncin, en el que el proceso de trabajocapitalista queda subordinado a una nueva forma hegemnica, la determinacinsocialista; pero tambin lo hago por exigencia terica, porque como he dicho afecta a lacoherencia de la teora de la subsuncin expuesta por Marx con su propia ontologa.

    S que planteo una cuestin muy sensible a la conciencia revolucionariaanticapitalista, que en su radicalizacin niega que lo nuevo pueda surgir desde dentro delcapital; es ms pico, sin duda, postular que la nueva sociedad surgir de la aniquilacindel capitalismo. Parece una impostura insinuar siquiera que el bien puede provenir del

    mal: no era sta la crtica antimaquiavlica por excelencia?. Podra objetarse que es unacontradiccin en los trminos decir que el trabajo capitalistapueda orientarse y servir aotros fines, a otras formas de vida ms nobles. No es esa la ilusin reformista que taneficientemente ha gestionado el discurso del poder?.

    Las cosas aparecen diferentes cuando se miran diferentes; y, no lo olvidemos, esa esuna bella enseanza de Marx, que nos advirti contra el efecto fetichista de lossignificantes. La expresin trabajo capitalista no refiere a una realidad simple,uniforme, homognea, que transpire voluntad de valorizacin por todos sus poros; en talcaso, efectivamente, habra que recurrir al ngel Exterminador, habra que pensar elproceso desde el recurso a la transcendencia: destruir el trabajo capitalista y sustituirlopor otro puro, de nueva creacin. Pero ese paso por el abismo metafsico -la

    revolucin?-, por la creacin ex nihilo, por el recurso a la redencin purificadora, nos esimpensable. Como digo, el fetichismo del significante nos empuja a la metafsica; hemosde desmitificarlo. Porque, en realidad, cuando hablamos de trabajo capitalista estamosaludiendo al trabajo en el capitalismo; estamos refirindonos al trabajo (como unaestructura natural, universal, del metabolismo del hombre con la naturaleza) bajo unaforma histrica, social, particular, la capitalista. Hablamos, pues, de unos procesos yrelaciones que soportan una forma, que estn sometidos a ella, pero sin perder sudiferencia, sin dejar de ejercer su resistencia. En rigor estamos aplicando a la totalidad deltrabajo lo que habitualmente y sin sobresaltos se hace con uno de sus elementos, elproletariado, al que se reconoce dominado y subordinado, subsumido de pleno en elorden del capital hasta llegar a serfuentedel capital, creador del capital, figura invertidadel capital; sin embargo, a pesar del reconocimiento de esa radical subsuncin del

    proletariado al capital, no dejamos de suponer la exterioridad y resistencia del trabajadorasalariado frente al capital. Pues bien, esta exterioridad y resistencia es lo que haceposible pensar la subsuncin del trabajo (capitalista) al socialismo.

    Ello me lleva a pensar que la definicin que aplica Marx a la subsuncin formal enel fondo conviene a la subsuncin en general, no a una forma particular; y, por tanto, quela distincin de dos formas, a no ser que se reduzca a meramente cuantitativa en cuyocaso es til, lo he dicho, pero nada ms- no me parece pertinente porque no resuelve naday, en cambio, introduce incoherencia en la teora y confusin en el concepto, adems deerigirse en obstculo para pensar la va al socialismo.

    exclusivo de la produccin, el descuartizamiento de la diversidad de las ocupaciones ejercidas por dicho productor ( C., I,387/260).

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    La verdad es que la distincin entre subsuncin formal y real hace impensables la unay la otra. En las citas recogidas anteriormente se aprecia la confusin en torno a laprimera. Marx ha llamado subsuncin formal a dos cosas muy diferentes. En un escenarioabstracto y con un anlisis sincrnico denomin subsuncin formal al mecanismo por elcual el proceso de trabajo pasa a ser instrumento del proceso de valorizacin (ver citasupra); pero tambin ha llamado subsuncin formal, en una perspectiva histrica ygenealgica, a la subordinacin de los procesos laborales precapitalistas al capital. O sea,en el primer caso el concepto de subsuncin formal hace abstraccin del momentohistrico y del nivel de desarrollo de la produccin y en el segundo queda localizado enuna etapa, de transicin-institucin, donde la plusvala se consigue con procesos an nooptimizados. Bien mirado, la coherencia exige reconocer que la subsuncin formal,como subsuncin del trabajo a la valorizacin, ha de estar presente a lo largo y ancho delcapitalismo, es su determinacin esencial; o sea, que la determinacin formal no aadenada al concepto de subsuncin.

    Por otro lado, al caracterizar el concepto de subsuncin real se pone el nfasisprecisamente en que el proceso de trabajo, sus elementos y relaciones, ya no tienen lastreo residuos precapitalistas, ya han sido travestidos en elementos capitalistas en sentido

    fuerte. Describe as ese momento: No es el obrero quien emplea los medios deproduccin, son los medios de produccin los que emplean al obrero. No es el trabajovivo el que se realiza en el trabajo material como en su rgano objetivo; es el trabajomaterial el que se conserva y acrecienta por la succin del trabajo vivo, gracias a lo cualse convierte en un valor que se valoriza, en capital, y funciona como tal. Los medios deproduccin aparecen ya nicamente como succionadores del mayor cuanto posible detrabajo vivo. Este se presenta tan slo como el medio de valorizacin de valoresexistentes y, por consiguiente, de su capitalizacin (I., 17/465).

    Texto esplndido sobre el mecanismo de la valorizacin como succionamiento delvalor, del trabajo vivo, que abre la perspectiva de la biopoltica. Pone en evidencia que elenfrentamiento entre el trabajo vivoy los medios de produccin, que al fin es la forma de

    existencia ms apropiada del capital, est inscrito en la subsuncin. El trabajo vivo seenfrenta al trabajo muerto en tanto que es subsumido en el trabajo muerto: el capital estrabajo acumulado, trabajo pasado, que subsume al trabajador que se le enfrenta. Elplusvalor, el trabajo succionado, se acumula al capital fijo, se materializa en incrementode los medios de produccin, y subsume a la fuerza de trabajo y el valor que esta produce.

    La cuestin est en que la dominacin de la nueva forma no elimine la resistencia, laexterioridad de lo subsumido. En la reflexin abstracta la cantidad, la intensidad de lasubsuncin, genera una nueva cualidad; no slo se han ajustado las piezas sino que se hancreado elementos y relaciones ex novo. Pero entendida la subsuncin real como aquelmomento en que todos los elementos del proceso de trabajo ya se han travestido alcapitalismo, perdiendo su en s, desapareciendo el elemento natural de su identidad;

    cuando lo subsumido no es distinto y no presenta resistencia; cuando todos los poros de larealidad respiran capital y voluntad de capital; cuando se acenta la identidad en lugar dela tensin dialctica; cuando ocurre esto paradjicamente el concepto subsuncin sevuelve vaco e inaplicable, pues no subsume nada. Para que haya subsuncin ha de haberpresencia de lo otro como resistencia. Si tiene sentido hablar de la subsuncin del valorde uso en el valor, es porque aquel sigue estando presente, aunque dominado, silenciado ysubordinado. Si tiene sentido hablar de la subsuncin de la vida al capital, es porque,aunque se acenten radicalmente los elementos de dominacin de la vida, se siguesuponiendo sin nombrarlo la exterioridad de la vida al capital, su resistencia, y tal vez laposibilidad de ser liberada de ello. En consecuencia, la subsuncin real, en tanto quealude a victoria final, a dominacin absoluta, es impensable en la ontologa histrica delpropio Marx.

    4. Subsuncin y gnesis del capitalismo.

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    Sorprende sin duda el nfasis que Marx pone en establecer la distincin entre las dosformas de subsuncin33, cosa que le lleva al punto de subvertir la diferencia ontolgicaque l mismo ha establecido entre el proceso de trabajo en s, ajeno a la forma en quequeda subsumido, y la cualidad de la forma histrica y social bajo la que est subsumido(en el capitalismo la forma del capital, la valorizacin). Tal desajuste tal vez podraexplicarse por tratarse de un texto que nunca recibi la ltima correccin para lapublicacin, y es de sobras conocido lo en serio que Marx se tomaba la ltima relectura;podra pensarse, incluso, que el escaso uso que posteriormente hizo de esta teoraimplicara su menosprecio de la misma. En cualquier caso, como la teora de lasubsuncin me parece fecunda para pensar los procesos de transformacin social, comolgica concreta de la historia, las dificultades que encuentro en la exposicin de Marx meempujan a profundizar la crtica y a dar en lo posible consistencia a la teora. Lo harabordando dos lugares muy significativos del texto, en los que Marx busca argumentospara fijar la distincin de las dos formas de subsuncin y en los que, a mi entenderparadjicamente, nos proporciona elementos para corregirla: uno corresponde a unescenario precapitalista, en que el capitalismo no es hegemnico, y el otro a un momentode apogeo y absoluto dominio del mismo.

    4.1. (Formas protocapitalistas). Tan entregado est Marx a conceptualizar las dosformas de subsuncin que nos invita a reflexionar en un escenario en que esa distincin severa con la mayor claridad, a saber, cuando el capitalismo no es hegemnico, cuandoaparecen relaciones capitalistas en otro modo de produccin dominante; o sea, en esemomento que acostumbra a llamarse transicin al capitalismo. Uno de los escenarios enlos que las cosas se ven ms claras es aqul en que existe el capital pero no elcapitalismo; en que existen elementos o figuras del capital pero subordinadas, subsumidasen el modo de produccin dominante. No es que ese escenario en que el capital aparecesubordinado sea extravagante o inslito; de hecho solamente resulta inusual en la actualomnipotencia del dominio capitalista, que nos hace pensar que el capital desde su origensiempre estuvo en el puesto de mando. Lo importante de ese escenario es que all elcapital, maana dominador, ahora sufre la subsuncin (una subsuncin en la aurora,podramos decir, para distinguirla de la subsuncin en el ocaso,dos figuras por las queestn condenadas a pasar todos los elementos de cualquier modo de produccin). En eseescenario, el capital ya existe desempeando determinadas funciones subordinadas, perono an en su funcin dominante, determinante de la forma social general, en su condicinde comprador directo de trabajo y apropiador directo del proceso de produccin (I.,58/471).

    Marx no se detiene a describir la gnesis de todas las figuras del capital; le basta conilustrar la ley con dos metamorfosis del capital en el proceso de desarrollo capitalista, conla aparicin de dos formas protocapitalistas del capital, a saber, el capital usureroy elcapital comercial. Estas figuras capitalistas aparecen antes que el capitalismo, antes de suhegemona, y en cierto sentido, por tanto, antes del origen de la subsuncin al capital. En

    esa protohistoria, en los orgenes remotos de los procesos y relaciones capitalistas, elusurero ya transforma su dinero en capital, le hace sudar capital; y lo hace,curiosamente, por mediacin de un productor no capitalista, arrancando al trabajador

    33Hay que reconocer esta insistencia. Unas veces dice: Cuando relaciona la subsuncin con la plusvala, lo hace de unmodo peculiar: Una vez supuestas las condiciones generales de la produccin de mercancas, la produccin del plusvalorabsoluto consiste simplemente, por un lado, en la prolongacin de la jornada laboral ms all de los lmites del tiempo detrabajo necesario para la subsistencia del propio obrero, y por otro en la apropiacin del plustrabajo por el capital. Esteproceso puede ocurrir, y ocurre, sobre la base de modos de explotacin que se conservan histricamente sin la intervencindel capital. No se opera entonces ms que una metamorfosis formal, o, en otras palabras, el modo capitalista de explotacinslo se distingue de los precedentes, como el sistema esclavista, etc., por el hecho de que en stos se arranca el plustrabajopor medio de la coercin directa, y en aqul mediante la venta "voluntaria" de la fuerza de trabajo. Por eso, la produccindel plusvalor absoluto nicamente presupone la subsuncin formal del trabajo en el capital. ( C., I, 451/617). Y enseguida

    aade: La produccin del plusvalor relativo, pues, supone un modo de produccin especficamente capitalista, que con susmtodos, medios y condiciones slo surge y se desenvuelve, de manera espontnea, sobre el fundamento de la subsuncinformal del trabajo en el capital. En lugar de la subsuncin formal, hace su entrada en escena la subsuncin real del trabajoen el capital (C., I., 451/618). Mantiene, pues, la distincin, cosa que en otros momentos diluye.

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    directo trabajo no pagado, plustrabajo; pero lo hace sin inmiscuirse en el proceso, sinintervenir en la produccin de plusvalor. Aqu an no se ha realizado la subsuncinformal del trabajo en el capital (I., 58/471), dice Marx. Obviamente no; en ese escenarioel dinero-capital est subsumido en la produccin mercantil simple, y soporta los lmitesde la misma. Slo el anacronismo, efecto de su posterior triunfo, nos lleva a pensar que elelemento dominado es ya dominante. Pero si hacemos abstraccin de la historia que yaconocemos y analizamos aquel momento, el capital usurero no domina o subsume, sinoque est subsumido. El capital usurero no produce valor, sino que convive con, ysobrevive de, el trabajo precapitalista que, curiosamente, contribuir a liquidar.

    Algo parecido ocurre con otra figura protocapitalista, la del capital comercial, que enlugar de asumir directamente la produccin, de controlar y dirigir el proceso de trabajopara orientarlo a la valorizacin, encarga sus pedidos a una serie de productoresdirectos, que siguen produciendo inmersos en procesos precapitalistas, a quienes paga elproducto de su trabajo como si fuera un salario por piezas. Un paso delante de esa figura,que nos ayuda a visualizar el proceso de subsuncin, se nos muestra cuando el capitalistacomercial no slo les encargao compromete la compra, sino que les adelantala materiaprima, y ms tarde los propios instrumentos de trabajo. Pues bien, Marx dice que

    tampoco en este caso estamos ante una subsuncin formal del trabajo en el capital, sinduda porque en ambos casos el productor directo se mantiene siempre como vendedor demercancas y a la vez como usuario de su propio trabajo (I., 58/471); es decir, porque nocae bajo la relacin salarial en ninguno de sus aspectos. La subsuncin capitalista noconsiste en la apropiacin del trabajo de otros, relacin que adopta formas diversas desdelos orgenes de los tiempos; la subsuncin capitalista exige que el trabajador caiga en elorden, en el circuito, de la produccin de plusvalor.

    Pues bien, estas reflexiones sobre las formas protocapitalistas, en lugar de hacernosver con ms claridad la distincin entre Sfy Sr, nos confirman la gradualidad del procesohistrico de aparicin y desarrollo de un modo de produccin, y por tanto la insuperabledificultad de fijar tanto un momento augural, un origen puro e incondicionado, cuanto un

    cnito un ocaso del mismo; o sea, la insuperable dificultad de pensar la revolucin. Sibien el capitalismo como momento histrico es caracterizado por la hegemona delcapital, y la identificacin de esa hegemona viene dada por la orientacin del proceso ala valorizacin, el capitalismo como concepto extiende su historia, sus orgenes, amomentos pre-capitalistas, de donde se nutre, donde crece sometido a una subsuncin enla aurora; y tal vez tambin se extender a momentos postcapitalistas, en los que seprorroga en su declinaje tras su hegemona en una nueva subsuncin en el ocaso. Portanto, la perspectiva de la subsuncin permite pensar la aparicin de relacionescapitalistas en espacios dominados por otro modo de produccin, y comprender suavance, su expansin, hasta devenir hegemnicas; y tambin permite pensar suexpansin, el crecimiento en densidad e intensidad de esa hegemona y dominacin,hasta engendrar formas materiales de trabajo nuevas, ms adecuadas a la revalorizacin.

    Pero esa perspectiva de la subsuncin exige pensar ese movimiento como proceso abierto,infinito, sin origen ni triunfo final, en que la negacin es engendrada en su seno comoelementos y relaciones subsumidos que pugnarn por avanzar hacia su hegemona yacabarn por desplazar la del capital. Y si eso es as, aunque Marx no se entretuviera endescribirlo, puede pensarse la va al socialismo como creacin progresiva de procesos yrelaciones socialistas subsumidos en el espacio capitalista.

    4.2. (Formas genuinamente capitalistas). Hay un texto de Marx, en el Indito, quepone de relieve laposibilidadde pensar el capitalismo como un largo y complejo procesode subsuncin de una realidad exterior y, al mismo tiempo, la necesidadde hacerlo as enconformidad con suconcepto.Es aquel en que Marx, tras haber descrito la aparicin deelementos y relaciones bsicos del proceso capitalista, nos dice: En la subsuncin real

    del trabajo en el capital hacen su aparicin en el proceso de trabajo todos los changesqueanalizamos anteriormente. Se desarrollan lasfuerzas productivas sociales del trabajoy,

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    merced al trabajo a gran escala, se llega a la aplicacin de la ciencia y la maquinaria a laproduccin inmediata. Por una parte, el modo capitalista de produccin, que ahora seestructura, origina una forma modificada de la produccin material. Por otra parte, estamodificacin de la forma material constituye la base para el desarrollo de la relacincapitalista, cuya forma adecuada corresponde, en consecuencia, a un determinado gradode desarrollo alcanzado por las fuerzas productivas del trabajo (I.,73/478).

    En la subsuncin real, dice Marx, aparecen todos los cambios, se expresan todas lascaractersticas del capitalismo (universalizacin de la mercanca, fetichismo del dinero,creacin de plusvalor, oposicin del trabajo muerto al trabajo vivo, incorporacin de latcnica y la ciencia). Todos esos cambios se expresan en la subsuncin realdel trabajoal capital, momento en que todos los rasgos del capitalismo, que se han ideodesarrollando con el tiempo, estn presentes. La subsuncin real es como el espejohermenutico que los hace transparentes. En ella el proceso de trabajo, en la totalidad desus elementos y formas, se ha ajustado a la esencia del capital; son como el contenidomaterial de esta esencia. Todo funciona en y para la valorizacin.

    Pues bien, en este momento propiamente capitalista, en el que Marx enfatiza la total

    hegemona y dominacin del trabajo y de la vida por el capital, su texto nos deja ver loslmites de la omnipotente subsuncin real. Efectivamente, en este pasaje el modo deproduccin capitalista es descrito como una modificacin de la produccin material,como una nueva forma que encierra la objetividad; una forma social de la produccin queorigina una nueva forma material34del trabajo, que as se adeca para funcionar mejorcomo base para el desarrollo de la relacin capitalista. Es decir, la forma capitalistaconforma el proceso de trabajo (y de vida) para que cumpla mejor su destino devalorizacin permanente, infinita, insaciable. En consecuencia, la subsuncin incluye unarelacin dialctica entre una forma, en este caso la capitalista, con una realidad quesiempre aparece como exterior y en cierto grado resistente, sin la cual carecera desentido.

    Bien mirado la perspectiva de la subsuncin es una buena concrecin de la lgica de lahistoria que formulara Marx en su propuesta materialista, y muy apropiada para pensar lagnesis del capitalismo. Porque, se mire como se mire, subsuncin no es otra cosa quehegemona, poder de dirigir, de subordinar, de imponer sentido y finalidad a la realidad; yen estas funciones el capitalismo parece un esplndido taller de aprendizaje. Marx supocaptarlo, como se nos revela en el presupuesto terico que sirve de base al dobleproceso, en su sutil descripcin de la relacin de poder entre el proceso de trabajo y elproceso de valorizacin. Dice Marx al respecto: En el proceso real de produccin lascondiciones objetivas del trabajo -el material y los medios de trabajo- no slo sirven paraque el trabajo vivo se objetive, sino tambin para que se objetive ms trabajo que elcontenido en el capital variable. Sirven, pues, como medios de absorcin y exaccin delplustrabajo, que se representa en la plusvala (y en el plusproducto (surplusproduce)).

    () Los medios de produccin se presentan aqu no slo como medios para la realizacindel trabajo, sino, exactamente en el mismo plano, como medios para la explotacin deltrabajo ajeno (I., 52-53/468).

    La mirada crtica descubre que algo en stan exterior y neutro como los medios detrabajo, presentes en cualquier forma de existencia humana, sin dejar de ser lo que pornaturaleza son, pasan a ser otra cosa: medios de explotacin del trabajo ajeno. Quedanbien definidos, demarcados, el proceso material, natural, de trabajo y el sistema derelaciones, de poder, que le da su significado capitalista, su finalidad capitalista, suesencia capitalista. Qu ha pasado?. Que el proceso de trabajo, en su metamorfosis en elseno de la produccin capitalista, se ha adecuado radicalmente a la esencia de ste, a lavalorizacin, a la subordinacin exhaustiva a la produccin de plusvalor. Pero esaadecuacin no es una transubstanciacin; aunque ahora sirvan al capital, sirvan para

    34No es contradictorio, pues refiere al proceso tcnico de trabajo, abstrado de las relaciones sociales.

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    extraer plustrabajo del trabajador, los medios de trabajo y el mismo proceso de trabajosiguen siendo eso, los medios de trabajo y el proceso de trabajo que usa el ser humano entanto que trabajador en su relacin de vida con la naturaleza. Sin comprender que esta esla esencia del trabajo no puede entenderse la idea marxiana de que el trabajo estprecisamente fuera de s en la relacin de subsuncin capitalista; sin reconocer esaexterioridad ni se comprende el capitalismo ni se puede pensar la va al socialismo comoproceso material e inmanente.

    Para concretar la tesis, hemos de entender que el proceso de trabajo es siempre unarelacin tcnica del trabajador con los medios de produccin con la finalidad de producirlos medios de subsistencia o medios de vida; esa es su forma general, sea cual fuere larelacin social en que se enmarque. Y aqu reside la clave de todo. Dado que elcapitalismo se comprende como reinado del capital que se valoriza, su comprensin exigever el progreso de ese sometimiento progresivo al telos de la valorizacin tanto delproceso de trabajo como de las otras esferas de la produccin (la circulacin, elconsumo), de las sobreestructuras (poltica, derecho, ideologa) y, en general, de latotalidad de la vida (de la conciencia, del deseo, de la imaginacin). El capitalismo senos aparece as como un insaciable proceso de subsuncin de la totalidad al ritmo del

    capital. Ahora bien, esta necesidad de acentuar la potencia de la subsuncin de todo lohumano al capital, exigencia de una crtica radical del capitalismo, se pervierteprecisamente si se pasa el lmite ontolgico y se da un salto metafsico a latransustanciacin aniquilando la sustantividad y exterioridad del trabajo, de la vida, de lasideas, de todo ese conjunto de elementos y relaciones subsumidos. La subsuncin del ser(trabajo, valor de uso, vida) al capital, para que sea subsuncin, en un sentido prximo alhegeliano de Aufhebung, y sin nada que ver con la annihilatio-creatio,ha de pensarsemanteniendo su radical exterioridad: es una exigencia terica del punto de vista dialcticoy es un imperativo prctico de la esperanza en una alternativa.

    Marx titula un apartado del Captulo VI Indito Subsuncin real del trabajo en elcapital, o modo de produccin especficamente capitalista. Pues bien, la nica manera de

    pensar la subsuncin real en coherencia con su ontologa es considerndola un trminolmite en la escala de la subsuncin, un fin materialmente inalcanzable y tericamenteimposible por contradictorio. El dominio de las formas capitalistas, en todos los niveles,de manera absoluta, que incluira el poder de transustanciacin de la realidad, sera elfinal de la subsuncin como relacin de dominacin y hegemona; sera el momento de lagran identidad, que disolvera la contradiccin y hara impensable el cambio; sera algoas como la reconciliacin con el demiurgo.

    Esta interpretacin que ofrezcoparececontradecir la letra de algunos pasajes de Marx.Digamos de paso que tal objecin no es en modo alguno relevante, pues no estamoshaciendo una profesin de fe marxiana. En todo caso, y a fin de dar a Marx lo que es deMarx, creo que tal contradiccin es slo efecto de una lectura ligera de los textos, y que

    desaparece si adoptamos una mirada crtica. Vemoslo en un pasaje realmente duro, afuerza de sinttico, del texto35. Dice as: En el Ch. III habamos expuestopormenorizadamente cmo con la produccin de la plusvala relativa () se modificatoda la forma real del modo de produccin y surge (incluso desde el punto de vistatecnolgico) un modo de produccin especficamente capitalista, sobre cuya base y almismo tiempo que l se desarrollan las relaciones de produccin -correspondientes al

    proceso productivo capitalista- entre los diversos agentes de la produccin y en particularentre el capitalista y los asalariados (I., 59/472).

    En primera lectura se aprecia que en este escenario la transicin se ha acabado; elcapitalismo domina las formas y los soportes materiales, la tcnica, y ha ajustado uno yotro, los procesos de trabajo, las relaciones tcnicas que sustentan y las relaciones

    35Referencia de Marx al C-III de El Capital, que correspondera en la edicin actualizada a los captulos X y XI dela Seccin IV del Libro I., donde trata de la plusvala relativa.

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    sociales que posibilitan y a las que sirven. La gnesis se ha cumplido, si queda algnelemento precapitalista es como residuo social, no inmerso en la produccin. Por tanto, enese momento han de brillar todas las figuras que pueblan el paisaje capitalista y slo ellas,incluidas las figuras de la conciencia. Aqu ya todo parece capitalista; todos los rinconesdel ser presentan su esencia capitalista.

    Pero eso es as slo a la mirada ligera. Conviene recordar que un objetivo crticoconstante en Marx es el de mostrar y descifrar los mecanismos fetichistas que usa elcapitalismo para que en su representacin en la conciencia aparezca todo el proceso comoobra del capital, y no del trabajo; de ese modo, siendo el mundo y sus creaciones obra delcapital, no se cuestionar que se vean como propiedades de su dueo, el capitalista. Puesbien, este objetivo, esta mixtificacin implcita al capital, se logra a partir de unmomento de su desarrollo, y Marx lo hace coincidir con la subsuncin real. Es curioso, ydebe hacernos sospechar, que cuando ms acenta la potencia y radicalidad de lasubsuncin real, en ese mismo momento nos diga ni ms ni menos que forma parte deella la mxima mixtificacin en la representacin, en la conciencia. Veamos esto enotro texto muy clarificador del problema, aunque realmente denso y sincrtico, puesquiere condensarlo todo, acumular las figuras, hacer presentes las relaciones, apretando el

    texto, acumulando parntesis, hasta volverlo oscuro. Dice: Las fuerzas productivassociales del trabajo, o las fuerzas productivas del trabajo directamente social, socializado(colectivizado) merced a la cooperacin, a la divisin del trabajo dentro del taller, a laaplicacin de la maquinaria y en general a la transformacin del proceso productivo enaplicacin consciente de las ciencias naturales, mecnica, qumica, etc., y de latecnologa, etc., con determinados objetivos, as como los trabajos en gran escalacorrespondientes a todo esto (slo ese trabajo socializado est en condiciones de emplearen el proceso directo de produccin los productos generales del desarrollo humano, comola matemtica, etc., as como, por otra parte, el desarrollo de esas ciencias presuponedeterminado nivel del proceso material de produccin); este desarrollo de la fuerzaproductiva del trabajo objetivado, por oposicin a la actividad laboral ms o menosaislada de los individuos dispersos, etc., y con l la aplicacin de la ciencia -ese productogeneral del desarrollo social- al proceso inmediato de produccin: todo ello se presentacomo fuerza productiva del capital, no como fuerza productiva del trabajo, o slocomo fuerza productiva del trabajo en cuanto ste es idntico al capital, y en todocaso no como fuerza productiva ni del obrero individual ni de los obreroscombinados en el proceso de produccin. La mistificacin implcita en la relacincapitalista en general, se desarrolla ahora mucho ms de lo que se haba y se hubiera

    podido desarrollar en el caso de la subsuncin puramente formal del trabajo en elcapital. Por lo dems, es aqu donde el significado histrico de la produccin

    capitalista surge por primera vez de manera palmaria (de manera especfica),precisamente merced a la transformacin del proceso inmediato de produccin y aldesarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo( I., 59-60/472).

    Como digo, este es un texto interesante, con diversas y densas capas de significado. Lamirada crtica puede detectar que, bajo esa fuerte reduccin de la realidad al capital, bajola radicalizacin mxima de la subsuncin real, reaparece el lmite de sta al menos pordos vas. Una de ellas es la resistencia ontolgica, en la que ya he insistido, y que aqu semanifiesta en el reconocimiento de que la subsuncin real incluye tambin dos elementostan esenciales como la socializacin del trabajoy la ciencia, ambos caracterizados como"producto general del desarrollo social" e instrumento del mismo. O sea, Marx apreciaque en el fondo del capitalismo contemporneo, desarrollado, est el trabajo social, quesigue teniendo presencia e identidad propias, aunque aqu est subsumido, subordinado yal servicio del capital. Este reconocimiento de la distancia entre el trabajo social y ladeterminacin capitalista, ese carcter exterior de la forma capitalista, es la condicinterica para pensar la emancipacin del trabajo respecto al capital; y la puerta a laesperanza de que ese proceso colectivo, complejo, tecno-cientfico, algn da pueda sersubsumido en una produccin no capitalista.

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    precursora de la segunda, aunque la ms desarrollada, la segunda, puede constituir a suvez la base para la introduccin de 1a primera en nuevas ramas de la produccin (I.,60/472).

    Dos citas que introducen un problema terico importante. Destacamos en la primeracita que la plusvala, en sus dos formas, es presentada como expresincorrespondiente a

    los dos tipos de subsuncin. Tal vez sera ms preciso decir que la plusvala en amboscasos es la expresin econmica, el producto, del nuevo proceso de trabajo ahorasubsumido en el capital, subordinado a la valorizacin. En todo caso nos dice que sepueden considerar las dos formas de plusvala como expresiones de las dos formas desubsuncin, pero lo hace sin reconocer explcitamente la identidad entre ellas; sloestablece sendas relaciones de expresividad.

    La segunda tampoco fija esa identidad conceptual, como se desprende del comienzo,ese liviano sea como fuere; y que siga con ese permisivo si se les quiereconsiderar; y que al fin slo afirme una mera correspondencia entre ellas. Por tanto, seatribuyen unas relaciones, se sealan unas analogas, pero no se fija la conceptualizacindefinitiva (tal vez porque estamos ante un manuscrito indito)37. La correspondencia

    que se afirma, pues, supone la distincin, la existencia separada, tanto de las dos formasde plusvala como de las dos formas de subsuncin. No obstante, como tienen referentesdiferenciados, esa puesta en relacin deja muchas aristas sin matizar, casi todas ellasderivadas del mismo problema: instituir las dos formas de plusvala y de subsuncincomo determinaciones de dos etapas o fases del desarrollo del capitalismo. Estaargumentacin tiene su fuerza retrica, lo reconozco, pero no encuentro en ella suficienteconsistencia lgica si se va ms all de una caracterizacin cuantitativa, como ya hedicho38.

    En todo caso, Marx da entrada a un tema estrella del marxismo, el de la exigencia deadecuacin de la forma tcnica a la forma econmica, al capital. La produccin capitalistaexige una forma tcnica, que acaba imponiendo. Durante un tiempo se valdr de lasubsuncin de la forma tcnica precapitalista, que orientar a la valorizacin; pero eldesarrollo capitalista acaba exigiendo una metamorfosis radical, con cambios progresivosque requieren una tecnologa y mtodos de trabajo nuevos y propios. La subsuncin realexpresa ese momento: lo subsumido ya no es lo viejo, lo precapitalistas, sino lo nuevo, lonacido en el capitalismo, lo creado por el capitalismo. Y este es un punto de graninters en la moderna crtica a la biopoltica, que ve la maquinaria capitalista como unsistema cerrado y homogneo de dominacin y explotacin de la vida, nacido paradominar y explotar, tal que la emancipacin del mismo habra de pasar por su negacin.

    Notemos, no obstante, que Marx no abandona su mirada crtica. Al tiempo quedescribe el devenir del capital y las formas y figuras intrnsecas a ese movimiento, nos

    37EnEl Capitallas ideas estn ms pulidas, y all se relativiza bastante la diferenciacin de las dos formas de plusvala

    en base al desarrollo: la prolongacin desmedida de la jornada de trabajo es, como hemos comprobado, el producto msgenuino de la gran industria. Y, en trminos generales, podemos decir que el rgimen especficamente capitalista deproduccin deja de ser un simple medio de produccin deplusvala relativa tan pronto como se aduea de una rama enterade la produccin, y ms an al aduearse de todas las ramas de produccin decisivas. A partir de este momento, se erige enla forma general, socialmente imperante, del proceso de produccin. En estas condiciones, slo se manifiesta como mtodoespecial de produccin de plusvala relativa en dos casos: al aduearse de industrias que hasta entonces slo se hallabansometidas formalmente al capital, es decir, en sus campaas de propaganda, y al revolucionar continuamente, por el cambiode los mtodos de produccin, las industrias que ya le pertenecen (C. I, 309/444).

    38Especialmente porque a veces diluye esa diferencia: Si para la produccin de plusvalor absoluto era suficiente lasubsuncin meramente formal del trabajo en el capital, por ejemplo, que artesanos que antes trabajaban para s mismos otambin, como oficiales, a las rdenes de un maestro gremial, quedaran ahora sometidos al control directo del capitalista encalidad de obreros asalariados, por otra parte hemos visto que los mtodos para la produccin del plusvalor relativo son, alpropio tiempo, mtodos para la produccin del plusvalor absoluto. Es ms, la prolongacin desmesurada de la jornadalaboral se presenta como el producto ms genuino de la gran industria en general, no bien se apodera totalmente de un ramode la produccin, y an ms cuando se ha adueado de todos los ramos de produccin decisivos, el modo de produccinespecficamente capitalista deja de ser un simple medio para la produccin del plusvalor relativo. Se convierte ahora en la

    forma general, socialmente dominante del proceso de produccin. Como mtodo particular para la produccin de plusvalorrelativo nicamente opera: primero, en tanto se apodera de industrias que hasta entonces slo estaban subordinadasformalmente al capital, esto es, en su propagacin; segundo, en tanto los cambios en los mtodos de produccinrevolucionan continuamente las industrias que ya haban cado en su rbita. (C., I, 452/619).

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    advierte de las contradicciones objetivas y efectos negativos en la subjetividad. Aqu nosrecuerda que ese devenir social del trabajo, inevitable en la formas desarrolladas decapitalismo, se enfrenta al obrero no slo como algo ajeno, sino hostil y antagnico, ycomo algo objetivado y personificado en el capital (I.,60/472). Por tanto, a pesar de quela subsuncin real sea puesta como culminacin del capitalismo, no es culminacin de lahistoria de la sociedad, no es la reconciliacin final; aunque en la misma la subordinaciny hegemona sean potentes, definitivas, hasta llegar a adecuar la forma material delproceso, no reduce toda exterioridad, no silencia toda resistencia. Debemos insistir en estepunto, pues es clave para nuestro propsito.

    Ciertamente en las Anotaciones complementarias radicaliza el concepto desubsuncin real hasta cerca de la absolutizacin, hablando de una revolucin total.Tiene claro que la subsuncin real expresa el triunfo del capitalismo en los mismosprocesos de trabajo; es decir, ya no se trata de su hegemona sobre los procesos detrabajo, sino de su conquista de los mismos, de su implantacin como modo tcnico yeconmico de produccin. Marx lo redefine as: La subsuncin real del trabajo en elcapital se desarrolla en todas aquellas formas que producen plusvala relativa, a diferenciade la absoluta. Con la subsuncin real del trabajo en el capital se efecta una revolucin

    total(que se prosigue en el modo de produccin mismo, en la productividad del trabajo yen la relacin entre el capitalista y el obrero (I., 72/478).

    La subsuncin real expresa el momento en que el capitalismo madura y aparece entodas sus formas desarrolladas, es decir, el momento en que impone sin lmites susrelaciones esenciales, conforme a su concepto. Ya he citado ms arriba el pasaje en queafirma que en la subsuncin real hacen su aparicin en el proceso de trabajo todos loschanges, figuras, relaciones, desarrollo de las fuerzas productivas sociales, trabajo agran escala, universalizacin del trabajo asalariado; el modo de produccin capitalistase estructura como un modo de produccin sui gneris, diferenciado, como una formamodificada de la produccin material. En el momento de la subsuncin real la baseeconmica potencia la aparicin de la forma capitalista y sta extiende la expansin de las

    fuerzas productivas.Esta definicin de la subsuncin real es clara y contundente; inequvocamente

    corresponde al triunfo del capitalismo (es la revolucin capitalista total) y se mide por elxito en la produccin de plusvala relativa, superando as los inevitables lmites de laplusvala absoluta. Y ello sin que la subsuncin real monopolice la produccin deplusvala relativa, ya que sta es pensable al margen de estos elementos expresivos delcapitalismo maduro. Por ejemplo, por la simple cooperacin en el taller artesanal,gremial, devenido protocapitalista, puede generarse plusvala relativa39. De todos modos,la subsuncin real expresa el triunfo y afianzamiento del modo de produccin capitalistaen todos los mecanismos de la produccin; no slo es hegemona o dominacin sobre loanterior y exterior (procesos de trabajo precapitalistas), sino hegemona y dominacin

    sobre lo interior-exterior: interior porque se trata de procesos de trabajo que en sumaterialidad han nacido en el capitalismo y exterior porque dichos procesos respondeninexorablemente a unas determinaciones naturales, si se quiere universales, quetranscienden cualquier condicin de existencia; o sea, nacidos en el capitalismo yadecuados a la optimizacin de la valorizacin pero arrastrando su fin esencial desatisfacer necesidades de los trabajadores, cosa que se mantendr exterior y resistente (ypor ello necesita la violencia de la subsuncin).

    Si profundizamos en el texto constataremos que incluso aqu, donde la subsuncin

    39Marx describe la cooperacin, forma del trabajo capitalista, como efecto de la subsuncin: As como la fuerzaproductiva social del trabajo desarrollada por la cooperacin se presenta como fuerza productiva del capital, la cooperacinmisma aparece como forma especfica del proceso capitalista de produccin, en anttesis al proceso de produccin de

    trabajadores independientes aislados o, asimismo, de pequeos patrones. Se trata del primer cambio que experimenta elproceso real de trabajo por su subsuncin bajo el capital. Este cambio se opera de un modo natural. Su supuesto, laocupacin simultnea de un gran nmero de asalariados en el mismo proceso de trabajo, constituye el punto de partida de laproduccin capitalista. (C., I, 288/407).

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    real es elevada a especfica del capitalismo desarrollado, su distincin respecto a lasubsuncin formal no pasa de ser meramente cuantitativa. Ha de ser as por dos razones:a) porque la subsuncin real, conforme a su concepto, es hegemona y dominacin, perono domino absoluto, no poder creador de algo absolutamente nuevo; y b) porque lasubsuncin formal, a pesar de sus lmites cuantitativos, ya incluye la esencia delcapitalismo, la valorizacin como proceso ciego e incondicionado, que Marx llama aquproduccin por la produccin: El resultado material de la produccin capitalista,amn del desarrollo de las fuerzas productivas sociales del trabajo, est constituido por elaumento de la masa de la produccin y el acrecentamiento y diversificacin de las esferasproductivas y de sus ramificaciones; slo despus de esto se desarrollacorrespondientemente el valor de cambio de los productos: la esfera donde operan o serealizan como valor de cambio. "La produccin por la produccin" -la produccin como

    fin en s misma- ya entra en escena, por cierto, con la subsuncin formal del trabajo en elcapital, no bien el fin inmediato de la produccin llega a ser, en general, producir una

    plusvala lo ms grande y lo ms abundante posible, no bien el valor de cambio delproducto llega a ser el fin decisivo. Con todo, esta tendencia inmanente de la relacincapitalista no se realiza de manera adecuada -y no se convierte en una condicin

    necesaria, incluso desde el ngulo tecnolgico- hasta tanto no se haya desarrollado e1modo de produccin especficamente capitalista y con l la subsuncin real del trabajoen el capital(I., 75/479).

    Texto muy clarificador que nos permite definitivamente interpretar ambas formas desubsuncin no como dos tipos sino como dos momentos de un proceso cuantitativo,escalar, como vengo argumentando. Ambas formas de subsuncin coinciden en laesencia, en la determinacin cualitativa: hacer que el proceso de trabajo funcione paraproducir plusvalor, no valores de uso; pero una de ellas es ms exhaustiva, ms acabada,realiza de manera ms adecuada esa tendencia inmanente de la relacin capitalista dela cual ambas forman parte. El capitalismo es una economa desligada en su inmediatezde las necesidades, o mejor dicho, ajena a las limitaciones predeterminadas ypredeterminantes de las necesidades. Su aspecto positivo es su potencia para superar lasbarreras de la produccin; el negativo, que es una produccin indiferente y contrapuestaal productor: El productor real como simple medio de produccin; la riqueza materialcomo fin en s mismo. Y, por tanto, el desarrollo de esta riqueza material en contradiccincon y a expensas del individuo humano. Productividad del trabajo, en suma, mximo deproductos con mnimo de trabajo; de ah el mayor abaratamiento posible de lasmercancas. Independientemente de la voluntad de tales o cuales capitalistas, esto seconvierte en una ley del modo de produccin capitalista. Y esta ley se realiza solamenteimplicando otra, o sea la de que no son las necesidades existentes las que determinan laescala de la produccin, sino que por el contrario es la escala de la produccin -siemprecreciente e impuesta a su vez por el mismo modo de produccin- la que determina lamasa del producto. Su objetivo [es] que cada producto, etc., contenga el mximo posible

    de trabajo no pagado, y ello slo se alcanza merced a la produccin por la produccinmisma. Esto se presenta, por un lado, como ley, por cuanto el capitalista que produce enpequea escala incorporara en el producto un cuanto de trabajo mayor que el socialmentenecesario; se presenta, pues, como una aplicacin adecuada de la ley del valor, que no sedesarrolla plenamente si no es sobre la base del modo de produccin capitalista. Peroaparece, por otra parte, como impulso del capitalista individual, que para violar esa ley opara utilizarla astutamente en su beneficio procura rebajar el valor individual de sumercanca por debajo de su valor socialmente determinado (I., 75/479).

    La subsuncin real nombra el momento final, la culminacin del proceso, y nada ms.La subsuncin real implica el capitalismo desarrollado, o sea, el ordenamiento de laproduccin al incremento de la produccin, el ordenamiento de la riqueza a la produccinde valor, la universalizacin de la mquina (complementariedad y solidaridad de lossectores y ramas); la subsuncin real implica la hegemona de la voluntad de valor, nicomotor del alma del capital. Pero incluso en ese momento en que deviene irrelevante el

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    valor de uso, en que el consumo deja ver su telos, que no es la satisfaccin denecesidades, reales o imaginarias, de los individuos, sino acrecentar el tejido adiposo delcapital, incluso en este momento el capital no puede renunciar del todo al valor de uso,condicin de que los productos del trabajo devengan mercancas y de que stas muevanlas figuras del capital en cuyo baile se produce la valorizacin. Siempre hay unaexterioridad del capital que, como el aire para la paloma., es su obstculo y su condicinde posibilidad.

    Retomemos ahora el tema de la biopoltica. De las reflexiones anteriores es fcilinferir que, dado que la tecnologa ha nacido con el capitalismo y no cumple otro fin queel de la valorizacin del capital, la misma es enemiga del gnero humano; deberadestruirse en una perspectiva emancipatoria. Incluso asumiendo que el capital no puedecumplir su fin sino en el movimiento de la mercanca, y dado que sta siempre presupone(aunque subsumido bajo el valor) la persistencia del valor de uso (aunque esta utilidadre