La Veracidad de La Mentira. Paradoja Del Teatro.

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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia. Rf. 'SF.ÑAS nal como Har old Alvarado . En este te rreno . podría decirse que en la Anto- logía Círcul o están todos los que son, pero no tod os los que están s on . Se le abona el acierto de incluir. e ntr e los ve nes, aJ más destacado: Ramón Cote. Por incluir tanto no mbr e s uper - fluo . el libr o aca ba por no se r. tam - poco . una ant ol ogía de p oe mas. , J AI ME LOP EZ La veracidad de la mentira: la paradoja del teatro '-•s rutas del teatro Giorgio Ante i Ce ntro Editorial, Universi dad Nacional de Colombia. Bogotá, 1989 . 267 págs. Manifestando , sin s aberlo , una opi- nión que se remonta hasta los padres de la Iglesia, alguien me decía alguna vez que los actores tenian que ser gente intratable, ya que su pr ofesión se ba s aba en la me ntira, lo que tam- bién era válido para los prop ios dra - maturgos. Le contesté a mi amigo, sin citar fuente ninguna , que mi o pi- nión sincera era que , para ser buen actor , y para el ca so dramaturg o, habla que ser, al contrario, lo s verídi co posible ; habla que ser ca pa z de una entrega auténtica , no lo emocional sino también rac ional , des- nudándose, por adec i rlo , sin nin- guna clase de tapuj os . Cuando ello no sucede así , le dije, cuando las defi - ciencias en la técn ica , la falta de sin- lolada Cldlunl 'llillliotr'flco Vo l 27, llCim. 22, 1990 ceridad del espíri tu , la inca paci dad de refl exi ó n. la ne ga ción a expres ar ex peri encias vitales perso nal es. le i m- pi den al actor esa fund am ental entrega co ncentrada pa ra mantfes tar su s intima verdad , ent onces lo lo gra un m edi oc re de s empeño en el arte , inmed ia tament e per ce pt ible y repug- nant e para quienes presenci an la repre- sentación . La " ment ira " del actor -o del dramaturgo - tiene qu e ser abs o- lutamente veríd ica, por pa r ad ójico y c uri oso que par ezca. Esa sigue siendo mi opini ón, y debe ser la de quienes se dedican co n honestidad al arte escé- nico co mo a un act o de creació n ori- ginal , no lejos del prop io sacri fi cio. En la trad ici ón occi dental , es ta i ntere s ante dicotomía entre la men- ti ra y la ve rdad fue ya tomada mu y en ser io por el g ran filósofo Ari stóteles, quien co nclu que el arte , en ge ne- ral, era una i mitación , y que el teatro , en parti cu lar , e ra la im itación de u na ac ción . Per o se abstu vo, afo rtuna - dam e nte, de darle a su ase rt o , c omo s tarde lo hicieron los padres de la Igles ia , un a connotaci ón valo- rati va . Desde e nton ce s los actores han i mit ad o las accione s y las fo rmas de ser de los demá s, sin ser realmente eso que apare ntan , y e ll o ha sido ya aceptad o co mo un axioma del t eatro . No aludiendo a la me nt ira como a la fue nte de la profesión, no fue sino hasta los tiempos de la patrísti ca, que se refería a una ép oca teatral romana ya de cade nte, cua ndo los padres de la lgl. esia rechazaron y aun privaron de salva ción ete rn a a q uienes se dedi ca- ban al t eat ro - pero ello no duró s que un os po cos siglos, tr as los c uales la pr opia Iglesia dio de nu ev o c omien- zo al arte dramático en Eur o pa . TEATRO El lt br o recop ilado por G1org10 Ant c1. q ue aq come ntamos. ilustra es ta s apastonantes p ar adoja s ll elten- tro que . incident almen te, pod rían t am- btén ser las de t odas las de más art\!s: el te atr o f un ctona a través del engaño. del espeJo: pla ntea el e t erno pro - b le ma del ser y del no ser, el ll e la realidad v la f1 cC 1Ón. e l d el s ueño v la . . vig il ia. r aíz y fue nte llel dram a m ás pr ofun do. ex presada!\ t ea- t ralme nte por aut ores de t alla los co mienz os de la hist oria, co n not able culmina ción en Pe dr o Ca l- der ón de la B arca. William S ha ke!\- peare. S amu el Beckeu o J ea n Ge ne t. Es es te el tem a pr incipal que pre- s enta , pre s um ible me nt e, G iorg1o Antei en este libr o. a un qu e es en su "lntrod ucción" dond e lo ab o rd a dtrec- t ament e, con gr an co nocim ie nt o de causa y aguda pe netrac ión perso nal. h ac i endo , adem ás. apo rt es i mp orta n- tes al tea tro uni versal. co mo el de pr ese ntarn os. d es de este punt o de vista, el mund o de los ritu ales pr eco- lo mbinos, no tablemente el de los azte cas: per o es c lar o q ue us co nsi- deraciones habrían po did o t amb ién apli carse a los ritual es de nues tr os ind ios mu íscas, por ejempl o, aqu í e ntre n os otr os. los co lo mb ian o::. . Antes de Ari stóteles - y podemo::. decir que la h isto ria de los indt os s er ía, pa ra la tr adición occiden tal, ant e rio r al es tagi rita- el ser hu mano, en efec to, no habí a aprendid o n a difer en c iar co nscie nt eme nt e (en la fo rm a de un trat ad o fil osófico, po r lo men os} e l teatr o del ritual. Par a Art!>- tóteles, el te atr o es p os ten o r al En efec to, en éste, que par ece ser la forma dramát ica qu e ent re la ma yo ría de los pu eb los american o!> precolo mb inos (excep tuand o notah k- ment e al ma ya y al tnca). no habta na cido todavía quien ahor<:t llama- mo s el "espec tador" t ea tral. el que "mira un espect ác ulo" desde la b arre- ra , si n part ici p ar en él. co mo dice Antc i: lo qu e había en el r itual eran bien fieles o crel' elll e.'>. que lo r- maban pa rte int egr ant e y vu al llc la cele bra ción o fiesta. De manera LJUC en e.l ritual ta mp oco exis an lo es paciol. del ··escen ano" y el '' aud it ono": la tic ta te nía l.ICmprc lugar al atre lt bn:. en un área en que todo el mun do ha ll a ba c ab i da :stm ul- 111

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  • Digitalizado por la Biblioteca Luis ngel Arango del Banco de la Repblica, Colombia.

    Rf.'SF.AS

    nal co mo Harold Alvarado. En este terreno. podra decirse que en la Anto-loga Crculo estn todos los que son, pero no todos los que estn son. Se le abona el acierto de incluir. entre los jvenes, aJ ms destacado: Ramn Cote.

    Por incluir tanto no mbre super-fluo. el libro acaba por no ser. tam-poco. una anto loga de poemas.

    ,

    J AI ME LOPEZ

    La veracidad de la mentira: la paradoja del teatro

    '-s rutas del teatro Giorgio Antei Centro Editorial, Universidad Nacional de Colombia. Bogot, 1989. 267 pgs.

    Manifestando, sin saberlo, una o pi -nin que se remonta hasta los padres de la Iglesia, alguien me deca alguna vez que los actores tenian que ser gente intratable, ya que su profesin se basaba en la mentira, lo que tam-bin era vlido para los propios dra-maturgos. Le contest a mi amigo, sin citar fuente ninguna, que mi opi-nin sincera era que, para se r buen actor, y para el caso dramaturgo , habla que ser, al contrario, lo ms verdico posible; habla que ser capaz de una entrega autntica, no slo emocional sino tambin racional, des-nudndose, por as decirlo, sin nin-guna clase de tapujos. Cuando ello no sucede as, le dije, cuando las defi-ciencias en la tcn ica , la falta de sin-

    lolada Cldlunl 'llillliotr'flco Vol 27, llCim. 22, 1990

    ceridad del espritu , la incapacidad de reflexi n. la negaci n a expresar experienc ias vitales personales. le im-piden al acto r esa fundamental entrega concentrada para mantfes tar su ms intima verdad, entonces slo logra un mediocre desempeo en el arte, inmediatamente percept ible y repug-nante para q uienes presencian la repre-sentacin. La " mentira" del actor -o del dramaturgo- tiene que ser abso-lutamente verd ica, por paradj ico y curioso q ue parezca . Esa s igue siendo

    mi op ini n , y debe ser la de quienes se dedican con honestidad al arte esc-nico como a un acto de creacin ori-ginal, no lejos del prop io sacri ficio .

    En la trad icin occidental, esta interesante dicotoma entre la men-tira y la verdad fue ya tomada muy en serio po r el gran filsofo Aris tteles, quien concluy que el arte, en gene-ral, era una imitacin, y que el teatro, en particular, era la im itaci n de una accin. Pero se abstuvo, afortuna-damente , de darle a su aserto , como ms tarde s lo hiciero n los padres de la Iglesia, una connotaci n valo-rativa. Desde entonces los actores han imitado las acciones y las fo rmas de ser de los dems, sin ser realmente eso que aparentan , y e llo ha sido ya aceptado como un axioma del teatro. No aludiendo a la mentira como a la fuente de la profesi n, no fue sino hasta los tiempos de la patrstica, que se refera a una poca teatral romana ya decadente, cuando los padres de la lgl.esia rechazaron y aun privaron de sal vacin eterna a q uienes se dedica-ban al teatro - pero ello no dur ms que unos pocos siglos, tras los c uales la prop ia Iglesia dio de nuevo comien-zo al arte dramtico en Euro pa.

    TEATRO

    El lt bro reco pilado por G1org10 Antc1. q ue aq u comenta mos. ilust ra es tas apasto nan tes paradojas ll elten-tro que. incidentalmen te, pod ran tam-btn se r las de todas las de ms art\!s: el teatro functo na a travs del engao. del espeJo: pla ntea el e terno pro-b le ma del se r y del no se r, el ll e la realidad v la f1cC1n. el del sueo v la

    . .

    vigil ia. raz y fue nte pnmord 1 ale~ llel drama ms profundo. expresada!\ tea-t ralme nte po r auto res de talla de~de los comienzos de la historia, con no table culminaci n en Pedro Cal-der n de la Barca . William S ha ke!\-pear e. Samuel Beckeu o J ean Ge ne t. Es este el tema principal q ue pre-senta, presumible me nte, G i org1o Antei en este libro. a unque es en su "lntrod uccin" donde lo abo rd a dtrec-tamente, co n gran conoci mie nto de ca usa y aguda penetracin personal. hac iendo, adems. aportes importan-tes al teat ro uni versal. como el de presentarnos. desde este punto de vista , el mundo de los ritua les preco-lo mbinos, no tablemente el de los aztecas: pero es claro q ue us cons i-deracio nes habran podido tambin aplica rse a los ritua les de nues tros ind ios muscas, po r ejemplo, aqu entre nosotros. los co lo mbian o::..

    Antes de Arist teles - y podemo::. deci r q ue la histo ria de los ind tos sera, para la trad ici n occiden tal, ante rio r al estagi rita- el ser hu ma no, en efecto, no haba aprendido a n a diferenciar consciente mente (en la fo rma de un trat ado filosfico, po r lo menos} el teatro de l ritual. Para Art!>-t te les, el teatro es posteno r al nt uc.~l. En efecto, en s te, q ue parece ser la forma dramt ica que hallamo~ ent re la mayora de los pueblos a mericano!> precolo mbinos (excep tuando no tahk-mente al maya y a l tnca). no ha bta nacid o tod ava q u ien a hor. que lor-maban parte in tegrante y vual llc la cele braci n o fies ta . De ma nera LJUC e n e.l ritua l ta mpoco exis tan lo d o~ espaciol. separado~ del escenano" y el ''aud itono": la tic ta te na l.ICmprc lugar a l a tre ltbn:. en un rea en que todo el mundo ha ll a ba cab ida :stmul-

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    TEATRO

    tncH. Tampoco exist a quien hov llamamos ac tor"; ms b1en se t ra-taha de pe rsona~ que encarnahan . no repre cntaban. un dio o una fuerza natural deificada o si mblica. Estos celehranres no actuaban el papel de

    l o~ dioses: eran los dioses. por lo mt: no en el transcurso del ntual. As q ue el " hombre primit ivo no dife-renciaba entre el er y el parecer ser. entre la ve rdad y la ment ira: el r it ual cs. si mplemente. ve rdad absolu ta: la vc11ma que los indios mu iscas sacri-ficaba n co n cierta regu la ridad al dios so l. no representaba el pape l de Bochi-ca . era la encarnacin iva de ese dio : po r e llo estas vctJmas muiscas o aztecas aceptaban con regocijo su sacrificio, cosa que siempre sorpren-di a los eu ropeos. A nuestros ojos de contempo rneos. que hemo~ llegado a captar mejor que las gentes del siglo X V 1 lo que significa el ritual , esos sacri fic ios. aunque horripi lantes. no pueden dejar de susc itar nues tro ms pro fundo respeto. porque te t imo-nian una fe casi Inco mprensible hoy. En el ritual . como deci mo~. no existe. pues, la mentira: el teatro no ha nacido: lo que all ocurre es tan cie rto como la muerte: lo5. actores no son todava tales. los "protagonistas" del ritual mueren de ve rdad en la abso-luta certeza de la neces idad de su sacrificio: para que e l ol siga girando en el cie lo y no se acabe el da. entre lo aztecas: para que se repita infali-blemente eJ ciclo de los siglos. de la historia. ent re los muiscas.

    Parte del teatro actual , que ha pe r-did o irremediablemente el sustrato de la fe. pretende ace rcarse a ese modelo del"ritual primi t ivo", y as lo ilustran algunos de los textos recopi-lados en este libro por Giorgio Antei . Es una tendencia casi mstica . segu-ramente ut pica, que busca sus fuen-tes primigenias en las fiestas comuna-les . tratando de hace r un "creyen te'' de quien antes era simplemente "p-bl ico. en rep resen taciones que ya no son tales. sino ms bien "aconteci-mientos" que se oponen a lo que hasta ahora hemos llamado " repre-sentaciones teatrales". Ello ocurre desde el advenimiento. en e l decenio de los sesenta, del gnero llamado happening, cuya trad uccin es. pre-cisamente, 'acontecimiento, o del"tea-

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    tro pnico". una de cuyas obras. recuerdo , sacrificaba en la realidad una gallina. Tales han sid o los profe-tas del nuevo teatro , aqu presenta-dos. pero uno, que es hijo de una poca tecno lgica y cientfica, lla-mada racional, se pregunta. sincera-mente , si ser realmente posible hacer retroceder la historia hasta tal punto; si. ms bien. no se quiere asestar el golpe fina l al teatro, al quererlo con-ve rt ir en ritual : porque el rit ual es anterior a l teatro. el r itual no es tea-tro: e l teatro es mentira, el ritua l no. No estaremos haciendo del teatro , justamente. la vctima contempor-nea para darle una imaginaria inmor-talidad? Nos es posible creer eso?

    Si slo conociramos los tex tos de Antei aqu presentados podra-mos llegar a c reerlo. Pe ro tambin hoy o tros tericos de l teatro buscan prec isamente no perder la concie n-cia de la mentira del teatro : ni por parte de l actor. ni por parte del pblico, n i por parte del drama-turgo. Entre ellos debemos sealar a Bertol t Brecht y a sus seguid ores. fie les o no muy fieles : para ellos, desembocar en el ritual representa-ra , quiz , en la histo ria del teatro. la l t ima etapa del romanticismo, no el comienzo de una nueva era .

    Pero, para no limitarnos slo a l comentario de esta apasionante "1 n-tra duccin" de Giorgio Antei , por-q ue aqu nos corresponde resear todo el libro. es lgico q ue el volu-men presente , intencionalmente, des-de luego, aspectos realmente inusita-dos: sorprende, primero que todo, por el t tulo y la cubierta , ms alusi-vos stos a viajes de aventuras descu-bridoras (como. en efecto, Jo es) que a un trabajo destinado a la documen-taci n del teatro moderno y a una investigacin racional; a primera vista se trata entonces de una especie de collage de los ms diversos autores de los pueblos ms dismiles sobre los temas ms variados, cuya un idad, para poder conformar realmente un libro, no se percibe, si acaso. sino despus de haber ledo la " Introduc-cin", la cua l, tampoco, parece real-mente ser eso, porque no explica el contenid o del libro. El volumen, en efecto, est compuesto por ensayos que no siempre versan sobre el tema

    RESEAS

    expuesto en la .. Introduccin", quiz s lo indirectamente, part icularmente en el caso de los dos diccionarios que tambin aqu se incluyen, el uno mundial . el o tro colombiano. De manera que, inevi tablemente, la pri-mera impresin, difcil de borrar en-seguida, es la de que se trata de un libro no dige rido. algo desordenado , precipitado, sin un claro y n ico objetivo: excesivamente diverso, sin una verdadera unidad, no slo tem-tica, sino tambin formal. Se sufre. entonces , la impresin desagradable - sobre todo despus de conocer los antecedentes de libros tales como Materiales para una historia de/tea-tro en Colombia, de Maida Watson Espener y de Carlos Jos Reyes; o El teatro colombiano, compilado por Misael Vargas Bustamante- la impre-sin, decamos, de que esta forma de publicar, sin unidad de estilo y de contenido, tiende a volverse una in-fortunada costumbre entre los ensa-yistas de teatro colombiano.

    Tampoco logra borrarse la impre-sin al leer el" Prlogo" que antecede a la .. Introduccin '', a pesar de que en l encontramos el objetivo de la publi-cacin, formulado, sin embargo, en forma algo vaga y et rea: " La inten-cin de este libro es aquella de esti-mular la curiosidad de los lectores, aquella de avivar su imaginacin, para que emprendan a su vez la ruta del tearro". De all , pues , el barco de la cubierta, que navega por encima de las olas, sin tocarlas.

    Era, a pesar de todo, necesario tocar esas olas e incluso tomar un submarino para investigar qu se halJaba debajo. A pesar del gran inte-rs que presenta la totalidad de los ttulos del libro - que no podran

    Boletln ClllturaJ y BbliopifiCO Vol. 27, BUID. 21. 1990

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    RESEAS

    llamarse captulos, porque entre ellos no hay una secuencia-, es evidente que los temas all abordados hubie-ran dado, cada uno y de por s , mate-rial ms que suficiente para gruesos volmenes independientes, muy ti-les, seguramente. Tal es el caso, en especial, de los dos diccionarios; el uno se refiere no slo a terminologa, sino aun a historia y a a spectos tcni-cos del teatro universal ; el otro, ela-borado por Nohra Patricia Ariza y Jorge Manuel Pardo, al teatro colom-biano; ninguno de los dos , evidente-mente, puede ser completo con tan enorme tema y tan reducido espacio. No hallamos por ninguna parte , por lo dems, una explicacin de los cri-terios de seleccin en el diccionario colombiano. Muchos ttulos de pie-zas teatrales (objetivo excesivamente ambicioso) no aparecen, y es irreme-diable Gometer injusticias: por qu, en efecto, incluir los ttulos de obras de La Candelaria, de La M ama, de Enrique Buenaventura, y no de Luis Enrique Osorio, Antonio lvarez Lleras, Fanny Buitrago o Guillermo Henrquez (incidentalmente hay un error en su apellido)?

    Igualmente forman parte del volu-men estudios que, indudablemente, ofrecen gran inters. como el ensayo del mismo Antei titulado "Teatro colombiano: una interpretacin", que merecera comentario aparte; pero, precisamente por ello, estara, a mi modo de ver, mejor situado en una revista del gnero que en este libro , donde el resto del material no parece referirse en su totalidad a este fun-damental tema concreto. En este en-sayo, en efecto , Antei aborda el pro-blema bsico de la crtica en nuestro pas, como la manera de concicntizar y guiar no slo nuestro propio de-sarrollo dramtico, sino de cambiar-lo , haciendo irradiar la polmica ha-cia toda la colectividad, que tambin debe contribuir a transformar el arte. Giorgio Antei relaciona as sus inquie-tudes del prlogo con las de la crtica en Colombia, pero el lazo de unin es excesivamente tenue.

    Similar inters tiene un ensayo de Antei titulado "Viejo teatro y nuevo mundo", el cual es un comentario a una ponencia presentada por San-tiago Garca en Delfos (Grecia) en

    Boletln Cultural y Biblioarllico Vol. 27, nllm. 22. 1990

    1985, publ icada en el Magazn Domi-nical de l d ia ri o El Espectad o r , si no me equivoco , ese mismo ao. Sus reflexiones sobre la bsqueda de un nuevo teatro, en el magnfico ma rco griego, planteado entre nosotros po r el mestizaje , coinciden , o bviamente. con la bsqueda de nuestra ident idad y convienen a todo aquel que pre-tenda hacer teatro ser iamente en Colombia; pero es cas1 o tro te ma aparte.

    Enrique Buenaventura colabo ra tambin en este libro con una po nen-cia presentada en 1981 en Sel (Corea), t itulada ''Acercamiento al teatro latinoamericano", cuyo con-tenido se acerca al del texto anterio r y en donde el autor plasma, como Antei y Garca, la necesidad impe-riosa de una crtica histrica y su irradiacin hacia la colectividad.

    Siguen, finalmente, textos "clsi-cos"de personalidades teatrales inter-nacionales como Edward Gordo n Craig, Adolph Appia , Anto n io Artaud, Clive Barker , Mark Near-man y Eugenio Barba, todos igua l-mente interesantes y valiosos, no s lo para los profesionales del teatro sino tambin para los crticos. Bste nos decir aqu , para no e xcedernos en esta resea , que es bue no tenerlos a mano en nuestro idio ma.

    La preocupacin que Gio rgio A ntei y sus colaborado res han mostrado por hacernos conoce r las ltimas tendencias del teatro un iversal, sus inquietudes, presentadas e n un so lo conjunto de ensayos mu y interesan-tes, es pertinente y opo rtuna , po rq ue los co lombianos, en ge ne ral, carece-mos de fuentes crt icas en n ue