La tradición del realismo político: de Tucídides y Maquiavelo a Max Weber y Hans Morgenthau
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LA TRADICIÓN DEL REALISMO POLÍTICO: DE TUCÍDIDES Y MAQUIAVELO A MAX WEBER Y HANS MORGENTHAU
MAURICIO RODRÍGUEZ LARA
Los estudiantes corren, se amontonan, empujan para ingresar al auditorio
“Kenneth Waltz”: hoy se imparte la ponencia. El canciller Nicolás Quijano entra, lo
recibe tremenda vorágine: aplausos, murmullos, la alumna ávida de autógrafo, flashes;
el rector hace lo posible por calmar las aguas y regresar a la quietud. Todos toman
asiento, se prueba el micrófono, se enfoca la cámara, el rector cede la palabra. El
canciller aceptó dar una conferencia sobre realismo político; tema polémico, pero de
ignorancia imposible: el realismo apasiona o desespera a quien dice “política” en una
conversación. El diplomático, ahora dueño de la palabra, empieza:
La tradición se define como “transmisión de noticias, composiciones literarias,
doctrinas, ritos, costumbres, etc., hecha de generación en generación”1. Por lo que es
propósito nuestro dar cuenta de la transmisión doctrinaria, generacional que ha tenido
el realismo político; me limitaré a mencionar los autores siguientes: Tucídides,
Aristóteles, Maquiavelo, Hobbes, fragmentos de Cervantes, Schmitt, Heller, Weber,
Morgenthau.
Si preguntásemos a un internacionalista por realismo político, la respuesta sería:
“la escuela filosófica que explica las relaciones internacionales en términos de poder.
Los Estados ejercen el poder entre ellos practicando la política del poder”2; H.
Morgenthau, con mayor amplitud, señaló que es realismo porque se ocupa de la
naturaleza humana tal cual es en procesos históricos tal cual sucedieron3. Pero surge la
pregunta de si el realismo político es realmente una teoría. Cuando Karen Mingst
afirma que “no hay una sola tradición del realismo, sino ‹‹realismos››”, estaría avalando
la proposición de L. Dallanegra que define el realismo como una “cosmovisión”,
siguiendo a Dilthey, cuya perspectiva es el poder, y de la que derivan teorías que
explican la realidad del mundo, R. Ortega asegura que “el realismo es más un punto de
vista que una teoría unificada”.4 Si el realismo observa el ser, no el deber ser, y ofrece
1 Diccionario de la Real Academia Española, Madrid, España Libros, 22ª edición, 2011, s.v., TRADICIÓN. 2 Joshua Goldstein y Jon Pevehouse, International Relations, s.l., Pearson, 2012, p.48. Todas las traducciones son mías.3 Raúl Sanhueza, “El realismo político: un denostado desconocido”, Teoría y realidad constitucional, núms. 10 y 11, 2002/
2003, p. 420. 4 Karen Mingst, Fundamentos de las relaciones internacionales, trad. Antonio de la Cuesta, México, CIDE, 2009, p.132; Luis
Dallanegra, “La política exterior en Tucídides. Los países fuertes y débiles”. Reflexión política, vol. 11 (2009), p.98; Reynaldo Ortega, “El concepto de poder en la teoría de las relaciones internacionales”, en Gustavo Vega (coord.), Alcances y límites de la política exterior
explicaciones “realistas” de los fenómenos, es inevitable preguntarse qué es el “ser”,
porque de ello surgirá la cosmovisión que moldeará la teoría política. John H. Herz
definió el ser humano bajo el término de “condición natural del hombre”: se es
consciente de la muerte y la ajena, por ello se reconoce, en los demás, enemigos
potenciales; de tal suerte que el hombre busca su seguridad acumulando poder y
riquezas, pero como es racional, sabe que es imposible eliminar a todos los enemigos
potenciales y opta por la comunidad política por motivos de seguridad; la lucha por la
seguridad y el poder se extiende ahora a las comunidades políticas (tribus, clanes,
ciudades, naciones); también puede hablarse de lucha por la supremacía entre culturas
e ideologías que consideramos las seguras, pero al final: la condición natural, el ser
humano, es la lucha por el poder y la seguridad. Herz prosigue diciendo que hay dos
tipos de reacción psicológica ante esta condición: aceptarlo y buscar vivir en ese medio
o rechazarlo y enaltecer valores que ayuden a evitar la culpa que ocasiona en el hombre
la miseria y sufrimiento de su condición natural; el primero será llamado realismo
político y el segundo idealismo. Estas psicología tienen sus diferencias: el realismo
considera el dilema de poder como fundamental, es analítico, descriptivo, reconoce
obstáculos para las soluciones racionales de la condición natural humana, la lucha por
el poder y la seguridad es universal; el idealismo, por otra parte, no reconoce el dilema
de poder, busca soluciones racionales a la condición humana y en cierta medida es
teleológico.5 Eso si entendemos el realismo como cosmovisión, aunque hay, en la
tradición realista, algunos patrones que comparten autores, desde la antigüedad hasta
la posguerra, y que podemos agrupar, presentar como la teoría realista de la política: la
metodología prioriza la revisión histórica, reconociendo que el mundo actual puede
entender el anterior y viceversa; reconoce al Estado como el actor central de la política,
como un ser racional (que actúa conforme a sus intereses), autónomo, unitario (que
actúa coherente e integralmente); sistema internacional anárquico, donde los Estados
buscan su seguridad en términos de poder, equilibrarlo y por ello la cooperación se
dificulta; la política se juzga por resultados, los valores convencionales no funcionan en
política, porque requiere de otro marco valorativo; se basa en una concepción egoísta y
antagonista del hombre.6 Así, podemos decir que el realismo político viene de una visión
específica de la condición humana y de ella surgen explicaciones causales de la
realidad política, social, internacional etc. La tradición debe revisarse desde sus
orígenes en la Grecia antigua para poder entender el realismo político del siglo veinte.
de México ante el nuevo escenario internacional: ensayos en honor de Mario Ojeda, México, El Colegio de México, 2009, p.289 [en adelante Alcances y límites].
5 Véase Realismo político e idealismo político, un estudio en teorías y realidades, trad. Mario Calichio, Buenos Aires, Ágora, 1960, pp.15-43.
6 Raúl Sanhueza, art. cit, pp. 405-414; Karen Mingst, op. cit, p.131;
EL REALISMO GRIEGO ANTIGUO
Los dos grandes historiadores griegos, Tucídides y Herodoto, difieren: el último
da gran importancia a la enumeración de hechos y a la intervención divina que los guía;
el segundo no se limita a enumerar, sino que busca las causas, inductivamente, de los
acontecimientos analizando la naturaleza humana.7 La historia de la guerra del
Peloponeso es un intento por explicar causal y descriptivamente la conflagración entre
Atenas y Esparta; concluye que la guerra era inevitable debido al expansionismo
ateniense y el miedo que provocó en Esparta.8 Tucídides trata de inducir leyes
generales que ayuden a los dirigentes a evitar los errores del pasado, ahí se origina el
gran valor histórico del realismo. Sus inducciones sugieren que la naturaleza del ser
humano es ambiciosa, busca el poder, igual que los Estados; por lo que es natural que
el fuerte domine al débil; que las colonias odien al Estado imperial y éste lo mantenga
de dos formas: por la fuerza o evitando el abuso; la justicia sólo se da entre iguales
porque es un asunto de poder: el poder determina lo que es justo. Además, Tucídides
buscaba hallar la mejor política para poder “romper con las leyes naturales” y aspirar a
cierta autonomía, esto sólo es posible mediante la experiencia.9 Un punto crucial de la
tradición realista es la relación entre la moral y la política, el “diálogo de Melos” es un
gran ejemplo de ello: los melios apelaban a la justicia y la moral para defenderse del
imperialismo ateniense, y éstos aseguraban que recurrir a la moral y la justicia, cuando
es el fuerte quien decide lo justo, moral y la fuerza la que determina el margen de
acción, puede ser su ruina; con esto Tucídides pretende demostrar que en política la
moralidad sirve de poco y que sólo el poder puede dar a los Estados la justicia
internacional que buscan.10
El realismo de Tucídides se caracteriza por un juicio no ético de los hechos, sino
político. Para él, la prudencia o imprudencia aprecia o deprecia la acción política, de
donde deducimos que la política se juzga por sus resultados, mismos que deben ir a
favor del “interés nacional”. Finalmente, el historiador griego asegura que debemos
entender la acción política dentro de un ambiente histórico, social, internacional
definido.11 Tucídides es, pues, el primer realista de la historia. El caso de Aristóteles se
7 Luis Dallanegra, art.cit., p. 998 Donald Kagan, Sobre las causas de la guerra y la preservación de la paz, Madrid, FCE/Turner, 2003, p. 77. 9 Luis Dallanegra, art.cit. p.100; en cuanto a la naturaleza humana egoísta y ambiciosa, J. de Romilly asegura que incluso los
adversarios de Pericles en la asamblea ateniense, como Hemócrates, aceptaban esta condición. (“The Point of View Adopted by Thucydides in the Judgement on Athenian Imperialism”, en us libro Thucydides and the Athenian Imperialism, trad. Philip Thody, Oxford, Basil Blackwell, 1963, p. 99).
10 Alfonso Gómez-Lobo, “El diálogo de Melos y la visión histórica de Tucídides”, Nova Tellus, vol. 7 (1989), p. 12. 11 J. de Romilly, op.cit., pp. 99-104.
considera dentro del realismo, ya que elabora un estudio comparativo de las
constituciones estatales y sus prácticas políticas para deducir cuál es la mejor forma de
gobierno posible; no lo hace a partir del pensamiento puro como Platón sino de una
descripción analítica de los hechos.12
EL REALISMO POLÍTICO DE MAQUIAVELO, HOBBES, CERVANTES
El realismo encuentra otro precursor en Nicolás Maquiavelo. Funcionario,
diplomático florentino que escribió sus obras El príncipe y los Discursos sobre la
primera década de Tito Livio durante su retiro de la vida pública. Maquiavelo retoma
elementos de Tucídides y, en general, forma su pensamiento leyendo historia y filosofía
clásica. Es necesario entender que Maquiavelo no se proponía crear una teoría del
poder, sino exponer la “verdad efectiva”, cómo son las cosas en realidad;13 por lo que la
intención de su trabajo es la prescripción, es decir: aleccionar al príncipe sobre cómo
debe comportarse en la realidad política; no toma postura “científica” sobre la realidad,
sino que la reflexiona y opera en ella eficazmente.14 La verdad efectiva puede conocerse
revisando la historia y analizando las experiencias contemporáneas, no hay diferencia
entre las acciones políticas pasadas y presentes, porque “en todas las ciudades y en
todos los pueblos han existido, y existen, los mismos deseos y las mismas pasiones; de
suerte que, examinando con atención los suceso antiguos, cualquier gobierno prevé lo
que ha de ocurrir, puede aplicar los mismos remedios que los antiguos y, de no estar en
uso, imaginar nuevos por la semejanza de los sucesos”.15 Del análisis y descripción de
los hechos históricos y contemporáneos, Maquiavelo extrapola tipos de acción política,
de “grandes hombres”, que son efectivas para adquirir y mantener el poder, valor
último de su pensamiento; por ello, también para él, la política se juzga por resultados…
la prudencia es esencial, el zorro y el león, se debe tomar en cuenta el factor de la
fortuna, el río que se desborda y los diques que lo contienen.16
La verdad efectiva, el ser, se fundamenta en la visión que tiene sobre la
naturaleza humana: para Maquiavelo, el hombre tiende a hacer el mal, es ambicioso,
pasional y por eso combate con los demás, por lo que la asociación política sirve para
contener estos impulsos. Si se quiere tener éxito en la empresa política, Maquiavelo
recomienda tener en cuenta esta condición y fundamentar las leyes e instituciones en
12 George D. Cole, La organización política. Doctrinas y Formas, trad. Alfonso Reyes, México, FCE, 1961, pp. 9-11; también véase Elisur Arteaga, “Algunas fuentes de Maquiavelo”, disponible en http://www.azc.uam.mx/publicaciones/alegatos/pdfs/39/43-11.pdf, consultado el 8 de diciembre de 2012, pp. 2-8.
13 Véase El príncipe, cap. 15; Louis Gautier-Vignal, Maquiavelo, México, FCE, 2011, p. 66. 14 Rafael Braun, “Reflexión política y pasión humana en el realismo de Maquiavelo”, en Tomás Varnagy (comp.), Fortuna y
virtud en la república democrática. Ensayos sobre Maquiavelo, Buenos Aires, CLACSO, 2000, pp. 80-81. 15 Discursos sobre la primera década de Tito Livio, I, cap. 39. 16 Patrick Curry y Óscar Zárate, Maquiavelo para principiantes, Buenos Aires, Era Naciente, 2008 pp. 59-69.
ella para evitar que se manifieste.17 Y como la condición humana es tal, el político no
puede salvaguardar el poder, el Estado, guiándose por la moral cristiana que acota la
virtud cívica y política (inteligencia, fuerza, astucia, gloria etc.): es necesaria una moral
de la política, que el florentino identifica con la pagana; en política, se requiere
transmutar los valores para volverse virtuoso. Cuando hablé arriba de su valor último,
es más bien mantener y engrandecer el Estado: la patria es el valor último y las
acciones del gobierno deben guiarse por la “razón de Estado”.18
El de Thomas Hobbes es un caso distinto. A diferencia de Maquiavelo, él sí busca
explicar causalmente la sociedad, el poder, el Estado, ponerlos en perspectiva teórica,
y, como Aristóteles, reflexionar sobre cuál sería la mejor forma de gobierno. George H.
Sabine identifica, en la filosofía hobbesiana, un proceso lógico-deductivo de carácter
materialista, mecanicista: partiendo de axiomas evidentes por sí mismos, Hobbes
establece premisas que explican desde los casos más sencillos hasta los más
complejos.19 Su teoría entonces pasa de la psicología a la política así: la naturaleza
humana es mera causa y efecto;20 hay un movimiento vital que provoca dos tipos de
sentimiento, aversión y deseo, según se vea favorecido o perjudicado por un objeto; del
deseo y la aversión se derivan todas las emociones del hombre, que busca siempre lo
favorable a su movimiento vital; de forma tal que su mayor deseo es el de la seguridad,
como sus medios son precarios, no hay un límite para tal deseo y el de poder y buscará
los medios tangibles e intangibles para lograrlo, el hombre es egoísta por naturaleza;
así que la condición del hombre es la famosa “guerra de todos contra todos”, bellum
omnium contra omnes; no obstante, Hobbes reconoce la razón intrínseca del hombre
junto con su deseo, ésta lo hace calcular que la cooperación y la paz son más
provechosas para la seguridad que ser su propio lobo… la razón hace que sea natural
formar la sociedad; pero si el hombre es egoísta por naturaleza, la sociedad no puede
fundarse exclusivamente en la confianza mutua entre sus miembros: es necesario un
poder superior al de todos los hombres que mantenga, por la fuerza, el contrato social;
es la suma de voluntades de los miembros de la sociedad, que renuncian a su derecho a
la autodefensa para finalizar su condición de guerra… ese poder es la soberanía y el que
lo ejerce el soberano; la función del Estado, Leviatán, es mantener la paz y para ello
17 Rafael Braun, art. cit., pp. 83-85. 18 Véase Isaiah Berlin, “La originalidad de Maquiavelo”, en su libro Contra la corriente. Ensayos sobre historia de las ideas,
México, FCE, 2006, pp. 99-105; Louis Gautier, op. cit., pp. 98-111. 19 Materialista según Sabine, porque busca fundar un sistema filosófico basado en principios científicos y mecanicista, ya que
se basa en nociones de movimiento. “Hobbes fue el primero de los grandes filósofos que intentó poner la teoría política en íntima relación con un sistema enteramente moderno […] para que pudiera explicar, con base en principios científicos, todos los hechos naturales incluyendo la conducta humana en sus aspectos individuales y sociales”. (Historia de la teoría política, rev. T. Landon Thorson, trad. Vicente Herrero, México, FCE, 2011, pp. 354-357, en adelante Historia)
20 Sólo es comportamiento natural el producto de acciones y reacciones entre humanos.
debe ser el único poder, por encima de la iglesia y otros grupos, con ciertas facultades
exclusivas.21
¿Por qué decimos que Hobbes es realista? Comparte visión del hombre, ofrece
análisis, explicación causal de los sucesos reales y describe las formas políticas de su
tiempo.22 Explica la revolución inglesa del siglo diecisiete: si el Estado debe tener el
poder absoluto, no permitiendo la habida de “estados menores insertos”, para
garantizar la paz (porque si no la garantiza, pierde la soberanía y la guerra vuelve)… a
nadie extrañe que cuando Carlos I permitió el ascenso político de los parlamentarios
protestantes, la soberanía se fragmentara desencadenando el proceso revolucionario
que concluyó con soberanía reformada. Describe los Estados “por institución” (antes
descrito) y “por adquisición” (cuando se obtiene por la fuerza), el primero surge del
pacto, el segundo del temor y la subyugación, pero ambos con características iguales;
clasifica tipos de gobierno según quién ejerce la soberanía: la monarquía, la
democracia, la aristocracia; y el sistema internacional se describe como una
competencia por el poder entre las naciones y anárquico a falta de un leviatán mundial
donde se reproduce el estado de guerra.23
A nadie es ajeno el realismo político, es ilustrativo buscar ejemplos en el
arquetipo del idealismo: el Quijote de Cervantes. Lo obvio sería examinar el gobierno de
Sancho en la ínsula Barataria, pero antes hay ejemplos: después de la aventura con los
yangüeses, Sancho asegura que jamás desenvainará la espada y don Quijote responde
que si la fortuna lo hiciese gobernador, qué sería de él, “porque en los reinos
nuevamente conquistados nunca están tan quietos los ánimos de los naturales, ni tan de
parte del nuevo señor […] es menester que el nuevo posesor tenga entendimiento para
saber gobernar y valor para defenderse y ofender ante cualquier acontecimiento”;24 otro
ejemplo igual de importante es el “discurso sobre las armas y las letras”, si bien el
Quijote afirma que su época es oscura para el oficio de las armas, pues está rodeada de
muerte sin reconocimiento, hay un fragmento: “[…] A esto responden las armas que las
leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas,
se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan
los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las
monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a
21 George H. Sabine, op. cit., pp. 357-364. Para las facultades del Estado véase Thomas Hobbes, El Estado [fragmento de Leviatán o la materia, forma y poder, de una república eclesiástica y civil], México, FCE, 2000, pp. 13-23.
22 Si seguimos el realismo de J. Herz, Hobbes embona en esa descripción (véase supra, nota 5).23 Thomas Hobbes, op cit., pp. 27-57; Carlos Miranda, “Hobbes y la anarquía internacional”, Revista de Ciencia Política, vol.
6 (1984), pp. 71-74. 24 Don Quijote, I , cap. XV; cf. El Príncipe, caps. III y V. Donde Maquiavelo habla de los principados nuevos.
la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de
sus privilegios y de sus fuerzas”.25 Poco antes del episodio del retablo del Maese Pedro,
Don Quijote habla de las causas de guerra.26 Finalmente, los consejos de don Quijote a
Sancho para gobernar la ínsula: se ha interpretado el gobierno de Sancho como el
reclamo de Cervantes a la clase política de su tiempo, puede tener razón, pero cuando
Don Quijote le dice a Sancho que su gobierno es producto de la fortuna y sus consejos
están llenos de moralidad y virtud-Maquiavelo asegura que si el afortunado príncipe
consigue afianzar autoridad propia, podría conservar su Estado-por lo que sería posible
interpretar esto como “a pesar de ser gobernador por fortuna, gánate el favor del
pueblo con el buen gobierno que hasta ahora no se les ha dado”: no es un reclamo, sino
una visión de política práctica. En una carta a Sancho, el caballero afirma que “muchas
veces conviene y es necesario […] ir contra la humildad del corazón, porque el buen
adorno de quien está puesto en graves cargos ha de ser conforme a lo que ellos piden, y
no a la medida de lo que su humilde condición le inclina”, hacer a un lado la moral
humilde si se gobierna; y continua con consejos de políticas prácticas: ganar la voluntad
popular siendo “bien criado” y evitando carestías, decretar buenas leyes, sin ser
muchas, para poder hacerlas valer, porque si no “[…] dan a entender que el príncipe,
que tuvo discreción y autoridad para hacerlas, no tuvo el valor para hacer que se
guardasen”: las leyes que no se ejecutan, se menosprecian; es bueno no mostrarse
vicioso para no exponer las debilidades etc.27 No pasaré al tercer segmento sin
mencionar brevemente otros pensadores que aportaron a la tradición realista: Juan
Bodino, quien hizo el primer estudio teórico sobre la soberanía del Estado y lo define
como algo absoluto, porque norma todos los aspectos de la vida social, supremo, porque
nadie le dicta leyes, perpetuo, ya que la soberanía nunca termina; Spinoza sigue el
método hobbesiano para su filosofía, plasmada en la Ética; en cuanto a lo político, sus
obras, según el realismo de Herz, buscan entender y explicar las acciones humanas.28
EL REALISMO POLÍTICO DEL SIGLO VEINTE
Max Weber influyó notablemente en los autores que fraguaron la teoría del
Estado contemporánea y que derivó en la llamada ciencia política. Su realismo viene de
las explicaciones causales de la acción social, o con sentido célebre entre individuos; a
25 Íbid, I, cap. XXXVIII; cf. El Príncipe, cap. XII. Donde se habla de las leyes y los ejércitos y cómo éstos son la base de las primeras.
26 Íbid, II, cap. XXVII. 27 Íbid, II, caps. XLII y XLIII [para los consejos]; Ludovik Osterc Berlan, El pensamiento social y político del Quijote, México,
Ediciones de Andrea, 1963, pp. 200-261 [la primera interpretación del gobierno de Sancho]; cf. El Príncipe, cap. VII; Don Quijote, II, cap. LI [la carta a Sancho].
28 Para Bodino véase F. Gil Villegas, “Los retos de la soberanía ante la globalización” en Ilán Bizberg (comp.), México ante el fin de la Guerra Fría, México, El Colegio de México, 1998, pp. 101-103; John H. Herz, op.cit., p.31.
diferencia de Hobbes, que trata de explicar deduciendo, Weber entiende, interpretando,
la acción social.29 Para ello, estableció conceptos racionalmente puros, no comprobables
empíricamente, que ayudan a conocer los elementos singulares del objeto cuando se
confrontan con la realidad. Los tipos ideales nos aproximan a las acciones sociales y
fenómenos reales tal cual son.30 El pensamiento político weberiano inicia con su
sociología política, el análisis realista de la dominación; se fundamenta en tres tipos
ideales de dominio: legal-racional, tradicional, carismático.31 Asegura que es
característica de Occidente la acción social con arreglo a fines, presente en la política
moderna. La racionalidad occidental calcula los medios más adecuados para cierto fin
práctico, el capitalismo, socialismo, derecho, la religión están influidas por esta
racionalidad. En cuanto a la dominación, en occidente surge el Estado racional: la
dominación busca los medios adecuados para resolver los problemas, encuentra su
estructura más pura en la burocracia. Si la racionalidad instrumental rige la acción
occidental, la política, los asuntos públicos, deben manejarse, analizarse bajo esta
perspectiva, realista. Weber aseguraba, como Maquiavelo, que la política debía tener su
propio marco valorativo y establece dos tipos de ética: de convicción, de
responsabilidad; la última es la del político, que debe basar sus acciones calculando las
consecuencias, no hacerlo podría resultar fatal, la política se juzga por resultados de
nuevo.32 Analiza los asuntos políticos desde la perspectiva realista-instrumental; dado
que el Estado racional surge en Occidente, Weber afirma que tiende a centralizar y
burocratizar la autoridad, y esto puede tener como consecuencia la represión, por lo
que dar fin a la dominación del hombre por el hombre es imposible; pero sí se puede
acotar: según Weber, sólo una estructura burocrática puede hacer frente a otra; por lo
que si queremos acotar la del Estado, debemos permitir que haya una pluralidad de
estructuras burocráticas (empresas, partidos, sindicatos etc.) y eso sólo se logra con el
parlamentarismo democrático, además la democracia sirve para tres propósitos: forma
cuadros políticos que sepan tomar decisiones discutidas y debatidas, la pluralidad de
estructuras burocráticas mantiene un margen mínimo de libertad individual,
salvaguardar los intereses nacionales (esto, basado en la experiencia histórica de la
Primera Guerra).33
29 M. Weber, Economía y Sociedad, esbozo de una sociología comprensiva, trad. José Medina et. al., México, FCE, 1998, p. 5. 30 Véase Ensayos sobre metodología sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 2000, pp. 79-101. 31 Véase Economía y sociedad, pp. 695-716. La dominación es la probabilidad de obediencia voluntaria, combina la legitimidad
y el control de recursos. El tipo legal-racional basa su legitimidad en la creencia en el puesto y en las instituciones (no obedcemos al hombre presidente, sino al cargo del presidente), el tradicional basa su legitimidad en la tradición y la historia, el carismático basa su legitimidad en las características extraordinarias de una persona para llevar a cabo cierta causa.
32 Véase F. Gil Villegas, “Democracia y dictadura en la teoría del realismo político de Max Weber y Carl Schmitt, Foro Internacional, vol. 30 (1989), pp. 129-132; M. Weber, “La política como vocación”, en su libro El político y el científico, Madrid Alianza Editorial, 1972.
33 F. Gil Villegas, “Democracia y dictadura…”, pp. 134-139.
Discípulo de Weber, Carl Schmitt entra en esta corriente realista porque
reconoce la racionalidad instrumental de occidente y la tendencia centralizadora,
burocrática y hace su análisis partiendo de ahí. El será el defensor del Estado total, ya
que, si es racional y técnico, es el medio más adecuado para alcanzar los fines que se
proponga, y por eso debe tener la posibilidad absoluta de tomar decisiones; no debe
haber poder compartido con él, el pueblo es irracional y no se debe negociar o
involucrarlo en la toma de decisiones; su conclusión es que si desde el renacimiento,
con Maquiavelo, la política moderna tomó el camino del Estado-nacional, técnico,
instrumental debe continuarse en esa vía y llegar a la mejor forma de gobierno que es la
dictadura; pero más que a Maquiavelo, Schmitt retoma la idea de soberanía hobbesiana.
Para él la democracia parlamentaria y el pluralismo de organizaciones, el camino que
tomó la Inglaterra de Hobbes, son un estorbo para la tendencia política moderna y con
el ascenso del nacional-socialismo alemán hizo célebre su frase de “ya no enseñas en
vano Thomas Hobbes”.34
La Teoría del Estado contemporánea tiene su corriente realista también, nos
orientaremos a la de Hermann Heller. Él aseguraba que la teoría debe investigar la
realidad de la vida estatal que vivimos y que para esto se debía describir, interpretar,
criticar los fenómenos políticos.35 Heller distingue la teoría del Estado como una
“ciencia de la realidad”; no es una ciencia natural (no busca formular leyes), sino
cultural, sociológica (porque interpreta el sentido de la realidad) y no es histórica,
porque no se ocupa de estudiar el cambio estatal a través del tiempo; es ciencia de la
realidad, ya que, para Heller, el Estado es producto de una realidad socio-histórica
específica, que se forma bajo ciertas condiciones naturales y culturales.36 Herman
Heller, define el Estado dentro de la modernidad como “unidad de dominación, que
actúa continuamente con medios de poder propios y claramente delimitado en lo
personal y territorial”, no antes: a partir del renacimiento, el poder comenzó a
centralizarse y burocratizarse, surgen el derecho y los ejércitos nacionales y adquiere
características: es impositivo, derecho unitario, ejército permanente, burocracia etc .37
Durante el siglo, la ciencia política, en especial en Estados Unidos, dará un
sentido realista al término teoría: debe explicar lo que es sin tomar en cuenta el deber
ser; así, autores de gran importancia como Woodrow Wilson estudiará el poder y las
instituciones, Arthur Bentley los grupos de presión, David Easton la conducta electoral
34 Íbid, pp.139-148. 35 Teoría del Estado, México, FCE, 3ª edición , 1955, pp. 19 y 27. 36 Íbid, pp. 85-116. 37 Íbid, p.149 y 151 et passim, Aquí Heller cita a Weber. (Economía y Sociedad, II, p.7).
y el sistema político etc. También se harán estudios realistas sobre la democracia y las
instituciones democráticas: Robert Michels sobre la oligarquía de los partidos y las
organizaciones, Maurice Duverger sobre los partidos políticos y su nueva definición de
democracia (gobierno oligárquico que surge del pueblo), Joseph Schumpeter y su
“teoría realista de la democracia” basada en la competencia por el liderazgo y las
elecciones.38
Al principio, di la definición de un internacionalista hipotético para realismo
político, si lo cuestionáramos sobre el realista por excelencia de las relaciones
internacionales, casi con seguridad respondería Hans Morgenthau. F. Gil Villegas
afirma que sus mayores influencias fueron Weber, Schmitt, Heller; de Weber retoma la
idea sobre los valores escogidos racionalmente y la ética de la responsabilidad, por lo
que los intereses determinan la acción del individuo; de Schmitt toma elementos para el
alcance y limitaciones del sistema político; de Heller toma la noción de “ciencia de la
realidad”, las ciencias sociales deben explicar situaciones concretas, el Estado debe
explicarse dentro de un marco social, cultural e histórico determinado.39 Su gran obra
es Política entre las naciones. La lucha por el poder y la paz; es una síntesis de la
tradición realista ya que toma ideas desde Tucídides. En el capítulo “Una teoría realista
de la política internacional”, Morgenthau define el realismo:
“afirma que el mundo, imperfecto desde un punto de vista racional, es resultado de fuerzas
inherentes a la naturaleza humana. Hay que trabajar con esta fuerza, no en contra. Los
principios morales no pueden cumplirse plenamente por los intereses opuestos y conflictivos
del mundo. A lo más que podemos aspirar es al equilibrio temporal de intereses […] Recurre a
precedentes históricos y aspira al mal menor”.40
Después enumera los seis principios del realismo: 1) la política responde a la
naturaleza humana, que no ha cambiado desde la antigüedad, la teoría es igual a
verificar los hechos y darles sentido mediante la razón; considerarlos racionalmente
frente a ciertas circunstancias, contrastarlos con los hechos históricos y formar la
teoría. 2) la racionalidad de la política está definida por intereses en términos de poder,
la teoría juzga resultados no intenciones, aunque reconoce las irracionalidades de la
política. 3) el interés supremo de la política es el poder, cada Estado lo define de
acuerdo a sus circunstancias. 4) la mayor virtud de la política es la prudencia. 5) La
38 Véase R. Michels, Los partidos políticos. Un estudio sociológico de las tendencias oligárquicas de la democracia moderna , , Buenos Aires, Amorrortu, 1972, vol.2 , parte VI; M. Duverger, Los partidos políticos, trad. Julieta Campos y Enrique González Pedrero, México, FCE, 1957, pp. 448-453; Joseph Schumpeter, Capitalism, Socialism and Democracy, Nueva York, Routledge, 5ª edición, 1976, pp. 250-284.
39 Véase F. Gil Villegas, “Las fuentes germánicas de Morgenthau y la vigencia del realismo político: homenaje a la obra de Mario Ojeda”, en Alcances y límites, pp. 263-278.
40 Pp. 11-12.
acción política debe ser consecuencialista, y sus propósitos deben definirse en términos
de poder, no de moral. 6) Realismo significa subordinar la política a los intereses
nacionales y nada más.41
Luego nos habla del poder político, capítulo tercero, que es el interés supremo
de las naciones: el poder es el objetivo inmediato de los países, que luego les será útil
para alcanzar otro tipo de metas (filosóficas, religiosas, económicas etc.), por lo que la
política internacional no es más que la lucha entre los países por conseguir poder; y se
le define como “control del hombre y las mentes de otros hombres”, el poder político se
define como “la relación de control entre autoridades públicas y con su gente”, es de
carácter psicológico.42 Morgenthau se refiere a tres fuentes de poder: la expectativa
benéfica (obedecer a alguien esperando algo bueno); el temor; amor o respeto a los
hombres, las instituciones. Y tres formas de ejercerlo, órdenes, amenazas, carisma
(influencia de Weber). Asegura que la política tiene dos componentes que determinan la
fuerza de un Estado: poder político y militar, el primero es una relación psicológica y el
segundo física, en la que un cuerpo somete a otro. Y habla también de la naturaleza de
las relaciones internacionales: políticas y no políticas (la primera es una relación qwue
afecta la distribución del poder, la segunda no la afecta; si México construye una bomba
nuclear y Estados Unidos protesta, sería política; si extraditamos un capo de la droga,
es no política) y el poder de las naciones tiene un carácter dinámico, nunca es estático
(Morgenthau cita el ejemplo español, que en el siglo dieciséis era la gran potencia
mundial y ahora no).
El sistema internacional tiene un actor central racional que es el Estado cuya
política exterior está basada en interese nacionales y la lucha por el poder, por lo que
las relaciones internacionales tienen un carácter conflictivo, anárquico. Trata la
cuestión del equilibrio de poder así: las unidades políticas tratan de evitar que uno
consiga un predominio claro y así preservar o tratar de romper el sistema; hay, debido a
que las naciones no pueden estar seguras de que sus cálculos sobre la distribución de
poder sean correctos, una aspiración ilimitada de poder, que responde a buscar un
margen máximo de seguridad, lo que a la larga producirá algún tipo de conflicto
(retoma de Tucídides la interpretación sobre la guerra del Peloponeso); Morgenthau
acuña así el término de “irrealidad del equilibrio de poderes”.43
CONCLUSIÓN
41 Íbid, pp. 12-26. 42 Íbid., p.43. 43 Véase Esther Barbe, “El papel del realismo en las relaciones internacionales”, Revista de Estudios políticos, núm. 57, 1987
pp. 149-160; Política entre las naciones, pp. 209-257.
El realismo político, como he dicho antes, no le es ajeno a nadie; podemos
concordar con él o no, pero ignorarlo o menospreciarlo por su pesimismo, crudeza o
cinismo aparente sería un error. Su estudio puede ser útil si lo vemos desde la
perspectiva del realista liberal de Herz: el que acepta y entiende la realidad para poder
cambiarla o simplemente como un parámetro de prudencia, en especial en el ejercicio
público: todos quisiéramos establecer nuestra utopía personal, pero una perspectiva
realista puede ahorrarnos más de una decepción o mal resultado. Si el realismo político
tiene una tradición milenaria, una cosmovisión que comparte patrones explicativos
desde el siglo quinto antes de Cristo, debe ser digno de atención, el tipo ideal del
realista político.
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