La Teoría de Relaciones Objetales de René Spitz y Franca Repulsa

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Iván Eduardo González Antero 23 de septiembre de 2015 LA TEORÍA DE RELACIONES OBJETALES DE RENÉ SPITZ Y FRANCA REPULSA La importancia de las relaciones con la madre durante el primer año de vida para el establecimiento de funciones estructurantes de la personalidad, ha sido ampliamente estudiada. Determinadas desviaciones o carencias en esta relación producirán diversas consecuencias psíquicas y psicosomáticas en el niño. Rene Spitz describe como posibles actuaciones negativas de la madre en relación con su hijo la repulsa primaria activa o pasiva, la solicitud ansiosa primaria, la hostilidad materna disfrazada de angustia, las oscilaciones rápidas de la madre entre mino y hostilidad agresiva, los saltos de humor cíclicos a largo plazo y la hostilidad materna conscientemente compensada. A los trastornos del niño derivados de estas actitudes los denomina trastornos psicotóxicos. Se manifiestan en enfermedades somáticas, como vómitos, dermatitis o cólicos y en retrasos del desarrollo físico, intelectual, afectivo y social. Los estudios de Spitz pusieron de manifiesto que la carencia afectiva detiene el desarrollo en todos los sectores de la personalidad, incluido lo relacionado con el cuerpo, demostrando

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Dentro de las investigaciones realizadas en Hospitales Pediátricos en EE.UU (1945,1946) por Spitz, se estudiaron aquellas situaciones vinculadas a las patologías y desviaciones observadas en las relaciones de objeto.

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Iván Eduardo González Antero 23 de septiembre de 2015

LA TEORÍA DE RELACIONES OBJETALES DE RENÉ SPITZ Y FRANCA REPULSA

La importancia de las relaciones con la madre durante el primer año de vida para el

establecimiento de funciones estructurantes de la personalidad, ha sido ampliamente estudiada.

Determinadas desviaciones o carencias en esta relación producirán diversas consecuencias

psíquicas y psicosomáticas en el niño.

Rene Spitz describe como posibles actuaciones negativas de la madre en relación con su

hijo la repulsa primaria activa o pasiva, la solicitud ansiosa primaria, la hostilidad materna

disfrazada de angustia, las oscilaciones rápidas de la madre entre mino y hostilidad agresiva, los

saltos de humor cíclicos a largo plazo y la hostilidad materna conscientemente compensada. A

los trastornos del niño derivados de estas actitudes los denomina trastornos psicotóxicos. Se

manifiestan en enfermedades somáticas, como vómitos, dermatitis o cólicos y en retrasos del

desarrollo físico, intelectual, afectivo y social.

Los estudios de Spitz pusieron de manifiesto que la carencia afectiva detiene el desarrollo

en todos los sectores de la personalidad, incluido lo relacionado con el cuerpo, demostrando al

mismo tiempo la importancia de la enfermedad psicosomática. Al no haber posibilidad de

relaciones objétales, él bebe vuelve la descarga de impulsos negativos agresivos contra sí mismo

y enferma; también se les puede ver autoagrediéndose activamente, dándose cabezazos,

pegándose, mordiéndose o arrancándose mechones de pelo.

La repulsa primaria, el rechazo al bebe, se observa desde el embarazo (hay mujeres que

niegan estar embarazadas hasta el límite que les permite la evidencia); una vez que nace, la

madre, con actitud de repulsa, es incapaz de amamantarlo aunque no haya un impedimento

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biológico y evita tocarlo en todo momento, tratando siempre de que sea otro adulto cercano el

que le cuide.

Repulsa primaria activa

La actitud materna en este síndrome consiste en una repulsa global de la maternidad; es

decir, del embarazo y del niño; probablemente también del acto sexual. Estos casos son difíciles

de seguir, ya que el niño, con frecuencia, muere (bien “accidentalmente” o por infanticidio), es

abandonado o, en el mejor de los casos, cedido para su adopción. El niño durante esta actitud

materna manifiesta vómitos y enfermedades respiratorias.

Repulsa primaria pasiva

La reacción del recién nacido hacia la madre, que no quiere aceptarlo, fue descrita por

primera vez por Margaret Ribble (1938). En los casos extremos, el recién nacido se vuelve

comatoso, con el tipo de disnea Cheyne-Stokes, extremadamente pálido y de sensibilidad

reducida. Debe tratarse a estos niños como si se hallaran en estado de shock, el tratamiento

consiste en enema salino, glucosa en inyección intravenosa o trasfusión sanguínea. Después de

curarse, es necesario enseñarles a estos niños a succionar, mediante repetidas y pacientes

estimulaciones de su zona oral. Su estado pone en peligro la vida del recién nacido. El bebé

siente que su madre no lo quiere, lo trata como si fuera un objeto. No le interesa succionar leche

materna. Puede caer en estado de coma.

La repulsa pasiva maternal no está dirigida contra el niño como individuo, sino contra el

hecho de haberlo tenido. Es decir, se trata de una repulsa de la maternidad, de una repulsa sin

objeto. Esta actitud puede existir solo durante los dos primeros meses. Más tarde, la

individualidad misma de este se hace sentir, y la hostilidad materna se desarrollará en forma más

específica y más en función del individuo particular que es su hijo.

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Cuanto más crece el niño, más rica y variada se hace su personalidad; la hostilidad

materna tropezará con esta personalidad infantil más desarrollada, y de ello resultará una serie de

modalidades de hostilidad materna, individuales y variables.

Puede deducirse que la actitud de estas madres, su hostilidad, generalizada en torno a la

maternidad, tiene su raíz en su vida privada, en sus relaciones con el padre del niño, con su

forma particular de resolver el complejo de Edipo y su angustia de castración.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Bleichmar, E. (2005). Manual de psicoterapia de la relación padres e hijos. Buenos Aires: Editorial Paidós.

Spitz, R. (1972). El primer año de vida del niño. Madrid: Editorial Aguilar.