La Seducción de Las Valquirias

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La seducción de las Valquirias Según Arnold Hauser “la literatura es un reflejo virtual de la sociedad”. Si la Historia ha sido escrita desde lo masculino no es extraño que la Literatura se cree desde el mismo ángulo; así, la lírica, la dramaturgia y la narrativa ha sido un asunto patriarcal. Las razones que dan cuenta de ese hecho sociológico pueden ser varias; aquí se intentará argumentar, desde una lectura de lo femenino, que el ideal caballeresco medieval coadyuvó a perpetuar esa estructura patriarcal en la literatura occidental. Claro que esa visión masculina no parte de la Edad Media; tiene unos antecedentes en la Antigüedad, de manera que virtuosos héroes aristócratas, estadistas y guerreros son exaltados en todos los géneros literarios dejando a las mujeres un campo de acción muy limitado. Con la estructuración feudal del Medioevo esos héroes se convierten en caballeros que no tienen otra función diferente que servir a Dios. Servicio y conquista son causa y consecuencia de esa estructura. Dinámica que permea toda la sociedad de la época: señores y papas, obispos y vasallos, y siervos, en el fondo de una pirámide de jerarquías, obedecen y luchan por el mismo objetivo. Una vez el caballero es despojado de su poder por los burgueses y el solio papal cede parte de su poder político y económico a esa fuerza emergente, la épica toca su fin pero el ideal caballeresco de servicio y conquista se camufla y se proyecta a la modernidad. La literatura 1

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El ideal caballeresco medieval impulsa el protagonismo falocentrico en la literatura de la modernidad.

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La seducción de las Valquirias

Según Arnold Hauser “la literatura es un reflejo virtual de la sociedad”. Si

la Historia ha sido escrita desde lo masculino no es extraño que la Literatura

se cree desde el mismo ángulo; así, la lírica, la dramaturgia y la narrativa

ha sido un asunto patriarcal. Las razones que dan cuenta de ese hecho

sociológico pueden ser varias; aquí se intentará argumentar, desde una

lectura de lo femenino, que el ideal caballeresco medieval coadyuvó a

perpetuar esa estructura patriarcal en la literatura occidental.

Claro que esa visión masculina no parte de la Edad Media; tiene unos

antecedentes en la Antigüedad, de manera que virtuosos héroes aristócratas,

estadistas y guerreros son exaltados en todos los géneros literarios dejando a

las mujeres un campo de acción muy limitado. Con la estructuración feudal

del Medioevo esos héroes se convierten en caballeros que no tienen otra

función diferente que servir a Dios. Servicio y conquista son causa y

consecuencia de esa estructura. Dinámica que permea toda la sociedad de la

época: señores y papas, obispos y vasallos, y siervos, en el fondo de una

pirámide de jerarquías, obedecen y luchan por el mismo objetivo.

Una vez el caballero es despojado de su poder por los burgueses y el solio

papal cede parte de su poder político y económico a esa fuerza emergente, la

épica toca su fin pero el ideal caballeresco de servicio y conquista se

camufla y se proyecta a la modernidad. La literatura continúa albergando

ese ideal y guarda un espacio a las mujeres que continúa siendo muy

estrecho.

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Los modelos críticos son enfoques de lectura. Van desde el tradicional -el lector

descubre la intención de lo que escribe el autor-, pasan por modelos estructuralistas y

psicoanalíticos, y llegan hasta la teoría de la receptividad, donde el sentido de la obra

literaria lo da el lector; entre más competente sea éste más se acercará a lo que la teoría

denomina lector ideal. Así, por ejemplo, habrá diferentes niveles de sentido en la lectura

de “Ulises” porque habrá lectores más especializados que otros.

Dentro de este espectro de enfoques se encuentra uno cuyo núcleo es la mujer. Este

presenta dos versiones: una defiende a ultranza la causa femenina en la literatura; otra

apunta a visibilizar problemas de género en las obras literarias, los oficios de escritora y

de crítica. Virginia Wolf, tras de frustraciones y desencantos con los estudios

encontrados sobre las mujeres, escribe que “La mujer misma debe hacerse cargo del

estudio de la mujer. Claro está que para poder hacerlo debe asegurarse dinero suficiente

para vivir y una habitación propia” (Schweickart, 1999, 112).Propone que es imposible

convivir con las injusticias contra grupos de la sociedad de la manera pasiva con que se

ha hecho a través de la historia.

Así, se presentará una breve visión dela problemática de género en algunos momentos

literarios bajo la suposición que el ideal caballeresco medieval coadyuvó a perpetuar la

estructura patriarcal en la literatura occidental.

Las mujeres y los héroes clásicos: los antecedentes

Desde lo androcéntrico la Odisea destaca la aventura mediterránea del protagonista a su

regreso a Ítaca después de luchar contra Troya. Una lectura femenina muestra a Odiseo

débil en sus convicciones frente a la férrea voluntad de Penélope, su esposa, quien

decide esperarlo ante el asedio de múltiples pretendientes de su belleza y su trono.

Odiseo parece un juguete de las sirenas, quienes dentro de la idea del amor sublime pero

fatal son mujeres encantadoras que nadan por el océano y pueden enloquecer y ahogar

(metafórica y literalmente) con su belleza y su canto a los hombres; de Circe, que

convierte en cerdos a sus compañeros y lo retiene durante un año en la isla de Ea;

también de Calipso, ninfa que lo posee siete años hasta que Zeus lo libera.

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Como sacerdotisas, divinidades, profetizas y hechiceras las mujeres poseen el don de la

sabiduría. Este comprende el entendimiento y respeto a los órdenes civil, divino y

cósmico, y por lo tanto se inclina sólo a la verdad (Rensoli:4). Pero esa sabiduría las

lleva a la tragedia.

Antígona -virgen sacerdotisa en la obra a la que da su nombre- enfrenta el orden civil

impuesto por su tío, el rey Creonte, cuando los dos hermanos de ella se enfrentan por el

reino que Edipo, padre de los tres, deja vació. Antígona que conoce el orden cósmico -el

equilibrio de las fuerzas universales, donde se inspiran las leyes divinas- es condenada

por el orden civil que un mortal, investido de rey y borracho de hybris, impone al

prohibir que Polinices, hermano de Antígona, fuera enterrado y entrara al Hades,

mientras que su otro hermano, Etéocles, que no traiciona a Tebas, tiene regios funerales.

Ishtar, diosa del amor, es personaje esencial en el Poema de Gilgamesh. A través de una

mujer de su templo, hace que Enkidu, hermano del protagonista, conozca la belleza

femenina y cuando vuelva el rostro hacia sus bestias salvajes éstas huyan. Con ese rito

de iniciación y pérdida de la inocencia Enkidu empieza su camino hacia el fin, como les

sucede a todos los hombres que son amados por Ishtar, pasión fulminante de la que se

salva el príncipe Gilgamesh por su templanza; sin embargo, tendrá que pagar con

sufrimiento el desplante a la diosa. Esta divinidad (en doble sentido) en la cultura

fenicia es Astarté y representa el concepto de lo femenino. En el Antiguo Testamento es

Ashtaroth; en épocas de Salomón es Ashtoreth. Enla jerarquización hebrea de las

legiones demoniacas retoma el nombre de Astarot, demonio de primer orden pero de

sexo masculino. Es decir, pasa de ser una divinidad protegida por los dioses babilonios

y asirios a una entidad maligna y masculina en la patriarcal sociedad judeocristiana

(Showalter, 1999, 92).

La guerra troyana estalla por el rapto de Helena arrastrada por el vaivén del deseo de los

guerreros troyanos y aqueos: Paris la toma de su palacio; Agamenón, su cuñado, arma

una flota de mil barcos para rescatarla; Menelao, su esposo, reta a combate singular a

Paris para llevarla al hogar. Y Troya es destruida sólo para recobrarla. Así mismo,

Criseida es esclava de Agamenón pero tiene que devolverla a su padre, Crises, para

evitar que Apolo termine a los aqueos. Agamenón, enfurecido, toma a Briseida, esclava

de Aquiles, y éste abandona la guerra por ese desplante causando grandes perjuicios al

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ejército griego. Tales raptos e intercambios ocurren sin oír a las raptadas. Por el

contrario (cuenta la leyenda porque Homero no lo hace), Casandra, princesa y profetiza

troyana, es la única mortal que en la obra homérica tiene voz propia. Advierte a los que

defienden la ciudad sobre la desgracia de recibir el presente engañoso en forma de

caballo que dejan los griegos simulando una retirada, pero nadie le cree. Su tragedia

radica en no ser escuchada. Ese es su sino por retaliación de Apolo: él la requiere para la

pasión y a cambio le otorga la facultad de predecir el futuro; la princesa en un comienzo

acepta pero una vez obtiene lo prometido se niega a las pretensiones del dios que

explota en ira. Deja que conserve el don pero pierde credibilidad y la tildan de loca. Que

nadie la entienda es una tragedia socrática: quienes poseen la sabiduría no son

entendidos por quienes no la poseen. Pero su desgracia es total cuando Agamenón la

lleva con él a su reino, Micenas. Allí, Clitemnestra, la esposa del griego, lo espera con

odio porque el Átrida había sacrificado a la hija de los dos, Ifigenia, para que los dioses

hicieran soplar vientos favorables y zarpar contra Troya, entonces lo asesina y de paso a

su trofeo de guerra.

La invisibilización femenina y el caballero medieval

En el Medioevo las brujas no tienen el prestigio de sus antecesoras, como el de la sibila

de Cumas. Al contrario, protagonizan “actos de fe”, que incluyen tortura y muerte en la

hoguera; allí terminan quienes practican oficios mágicos o incomodan a la inquisición.

Se entiende que esto suceda en una época martirizada por el miedo, cuya respuesta

directa es la crueldad. Así pues, reyes y nobles; papas, obispos y jerarquía eclesiástica, y

el hibrido de los anteriores: los caballeros cruzados, dentro de sus armaduras, son unos

seres atormentados por defender la fe y mantener el status quo, por la ambición pero

más por el miedo. Así, su respuesta no puede ser otra que la represión a lo que

signifique romper el orden teocentrista, geocentrista, feudal y patriarcal. Los vasallos,

aristócratas también, están sujetos a la voluntad de su señor - un caballero feudal más

poderoso y rico- y esa sujeción incluye defenderlo con su vida. Por su parte, los siervos,

individuos libres –en el papel-pero sojuzgados por inequitativos contratos de

servidumbre, están encadenados al surco de su señor de manera hereditaria.

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El caballero (la palabra viene de caballo) es un sujeto que cabalga con virtuosismo y

destreza; maneja sobre la bestia escudos, rodelas, mazas y artefactos de tajo y punta;“…

bruto y racional forman una pieza; si en los torneos y en las exhibiciones de equitación

el caballo se humaniza bajo el control de un jinete, en el campo de batalla es el hombre

quien se embrutece”(Garci-Gómez:1998). Es una máquina de guerra cuyo fin, no

obstante su ambición, individualismo, riqueza y poder, es defender la cristiandad, está al

servicio de Dios. Las altas jerarquías clericales y aristocráticas encuentran allí el arma

para dominar a estos indómitos: el servitium, la domesticación del espíritu bestial. Si al

servicio de la cristiandad los más rudos caballeros cruzados sacan de Europa y

persiguen a los musulmanes allende el Mediterráneo por qué no instaurar en todo el

territorio ese servicio como forma de vida. Los reyes y nobles obedecen al servicio

militar; el clero al servicio religioso; los caballeros cruzados al doble servicio militar y

religioso (sin contar el amatorio que era la obediencia a las damas que debían conquistar

–fundamento del amor cortés, lejano al enamoramiento-). Entonces, toda actividad pasa

a serservitium. Si así responden los guerreros ¿qué se espera de los que manejan el

arado? En ese orden ¿qué se espera de las siervas de la gleba tan vulneradas que

inclusive su primera noche nupcial le pertenece, si este lo desea, al señor feudal?

En la Baja Edad Media el campo está ocupado por guerreros y campesinos, los burgos

emergentes son de los comerciantes;entonces, el espacio que manejan las mujeres es el

hogar.Allíenseñanla lengua materna y el manejo de las hierbas medicinales (Michelet,

2004, 65). Pero laenseñanza de la lengua nose limita a la forma de comunicarse sino

quese difunden historias ancestrales, muchas de carácter mágico,que sefijan en el

inconsciente colectivo. También por vía de ese conocimiento ancestralse enseña el

poder de las plantas.

Enla Alta Edad Media esas dos actividades no implican la práctica de maleficium, base

para la caza de brujas que seinició en el XIV. Por el contrario, la magiase practicapor

católicos que con ayuda de Dios manejan las fuerzas ocultas de la naturaleza.Lacuración

con plantas medicinales es común,las damas de la nobleza buscan a mujeres del pueblo

con ese conocimiento (Conh:1987, 60). Pero la inquisición toma fuerza para imponer lo

que el papado considera ortodoxo y esossaberes son perseguidos. Así, las mujeres

acusadas demaléficas son convertidas en brujas. Seles atribuye que el ejercicio de su

conocimiento está al serviciodel demonio y él en persona acude a los ritos donde se

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practicaba maleficium. Mientraslos hombres practicantes cumplen con el servituim, las

mujeres dedicadas a la brujería sirven al mal.

Elprotagonismo de la literatura épica medieval descansa en el caballero a través del

servitiumamatorium, elprotagonismo femeninose reduceal “discurso de la ausencia” que

expresa la soledad de una mujer esperando a un hombre (Barthes, 1977, 47). Sin

embargo,hay algunoscantus o carmen (canción, fórmula mágica o hechizo) en que el

amor es el objeto de estas canciones femeninasanónimas que llevan al

incantatio(encantamiento, acción de pronunciar fórmulas mágicas y el efecto que éstas

producen en alguien). Esta relación entre cantus y amor se hace evidente en el verso"Eres

mío, soy tuya/ debes estar seguro de ello/ Estás encerrado en mi corazón..."Así, el

cantus o carmen hace que la sexualidad humana se repliegue a la expresión lingüística,

vehículo natural de lo erótico. Puro acto de magia, no de brujería, que parte de lo

femenino.

En ese plano de las mujeres que crean literatura, es especial el caso deSafo de Lesbosque

ya en la Antigüedadocupa lugar destacado en la lírica. Sus poemas son joyas literarias

sobre amor, abandono, ira y pasión incontrolada, que retrata con fuerza y carácter

(Cáceres:1998):

Me parece que es igual a dios Al punto se me espesa la lenguael hombre aquel que frente a ti se sienta, y de pronto un fuego sutil me corroey a tu lado absorto escucha mientras bajo la piel, por mis ojos nada veo,dulcemente hablas los oídos zumban,

Y encantador sonríe. Lo que a mí me invade un frío sudor, toda enterael corazón en el pecho arrebata; me estremezco, más que la hierba páliday entonces no puedo estoy, y apenas distante de la muertedecir palabra. me siento, feliz.

El clasicismo es dominado por una épica patriarcal, mientras que la lírica se usa para

celebrar rituales o contar historias cotidianas. Nadiecompone poemas declaratorios de

amor. Lalírica posterior a Safobulle en manifestaciones sentimentales; es el arranque de

la poesíamoderna porque se abre a la poesía personal, a la lengua corriente, espontánea,

natural (Cáceres:1998).

En la Edad Mediason notables los laïsde María de Francia,doce narraciones cortas

sobre el amor cortesano conocidas en el siglo XII.Pero sólohasta lossiglos XIV y XV

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apareceCristine de Pisan como una de las primeras mujeres que defiende a las

mujeres.Escribió “La ciudad de las damas”, una obra alegórica en que Razón, Rectitud

y Justicia,encarnadas en mujeres,construyen una ciudad femenina dondesus residentes

están protegidas por la justicia que descansa en el derecho, idea de difícil comprensión

en esa época. Para entonces afirma: “…(las) mujeres tienen un cuerpo más delicado que los

hombres,(…),pero más agudo y libre tienen el entendimiento cuando lo aplican”.Y agrega, “…

si alguna mujer aprende tanto como para escribir sus pensamientos, que lo haga y que no

desprecie el honor sino más bien que lo exhiba, en vez de exhibir ropas finas, collares o anillos.

Estas joyas son nuestras porque las usamos, pero el honor de la educación es completamente

nuestro.”

El legado del amor cortes

En la modernidad la participación femenina en la fuerza laboral y en los círculos de

poder se expande perocon restricciones. Elcomercio y la ideología burguesa conlleva

movilidad social pero el arte continua en manos de una élite cultural de clero y nobleza,

y de otra de los niveles alto y medio de la pujante burguesía. En consecuencia, la

participación de las mujeres en elcampo literario sigue siendo muy discreta.

A lo anterior hay que sumarle que la prevalencia delideal caballerescodel amor cortés

condena a las mujeres a seguir dependiendo del sistema patriarcal.El

servitiumamatoriumregula el acercamiento del caballero a la dama a quien debe

conquistar. Subráyese el contradictorio término conquistar en este contexto del amor

cortés en donde el protagonista debe:

1) Tener un sentido extremado del servicio y vasallaje a la amada

2) Mantener una lucha por superarse a sí mismo y mejorar en ese servicio

3) Llevar a cabo acciones arduas para hacerle digno de su señora

Hay un masoquismo retórico en ese código; por una parte apela a la humillación frente a

las damas pero en la práctica el fin es la conquista y la dominación. Si a través del

servicio militar se invade, esclaviza y avasalla,si con el religioso se usurpa, sojuzga

ycoloniza, con el servicio amatorio –padre del amor cortés- se cautiva y somete. Así

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pues,a través de los años las mujeres son lisonjeadas, galanteadas, seducidas para ser

dominadas por el discurso amatorio que se desprende de discurso del amor cortés. Nada

más traicionero que esa argucia perpetuada en las relaciones de los sexos.

Eselenguaje esquizofrénicofunciona en la realidad social de diferente manera que en la

literaria. Si las mujeres en la literaturallegan a ser recias, tratan a los hombres como

pares o son mejores porque están comprometidas con su sentido vital, en la realidad no

son consideradas en su verdadera dimensión. DiceVirginia Woolf en “Una habitación

propia”:no es que el hombre quiera que la mujer sea inferior a él sino que desea ser

superior a ella (Woolf, 1997,78)

Aunque el andamiaje del Medioevo se desmigaje,su forma de relación social se arraiga

tanto que la expresión femenina en algunos casos se vale del discurso masculino; así,

Margarita de Angulema, reina de Navarra,mecenas liberal,escribió el“Heptamerón”,un

remedo del“Decamerón”,de Giovanni Boccaccio.Por su lado,los hombrescontrolan el

poder ejercido;Moliere satiriza aCatherine de Vivonne, marquesa de

Rambouillet,anfitrionadel más importante salón literario de Paris a donde asistían las

damas más cultas de la intelectualidad francesa, en“Las Preciosas Ridículas”, exitosa

obra teatral del siglo XVII.

Cuandoel burgués hace ver al caballero como un ser anacrónico y la riqueza no se

sustenta en el feudo sino en el comercio, el caballero se baja del caballo, deja la

armadura y abandona la obediencia ciega a su señor que cada vez más es un rico

campesino decadente (Hauser, 1986, 198). Si bien ya no hace parte del binomio bestial

su esencia patriarcal se mantiene intacta en su nuevo aspecto de bípedo civilizado,

urbanizado, moderno, pero caballero al fin y al cabo; aunque no hay corte ni caballo le

encanta la idea de cortesía y caballerosidad con el mismo objetivo de seducir y

conquistar para su beneficio. En la literatura decimonónica se mantiene el discurso

esquizofrénico en que las mujeres son unas en la cotidianidad y otras como personajes

literarios. Por ejemplo,una prostituta puedeser heroína de una novela; Margarita Gautier

es el sueño platónico deArmandDuval en “La dama de las camelias”,pero en la

cotidianidad una mujer asíesescoria social. Enotros casos la mujer se idealiza tanto que

su frágil belleza es una imagen mariana sólo digna de recibir protección, puesta en un

inalcanzable nicho. En casos extremos, científicos renombrados, como Augusto

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Strindberg, 1895, afirman: “ (a la mujer) la menstruación y la pérdida de fluido nutritivo

termina atrofiándole el cerebro” (Guerra,1988, 354).

Virginia Woolf dice en 1928 que las mujeres tendrían oportunidades reales en el mundo

literario “si cada una de nosotras tiene quinientas libras al año y una habitación

propia;(…) si nos hemos acostumbrado a la libertad y tenemos el valor de escribir

exactamente lo que pensamos; (…) si nos enfrentamos con el hecho, porque es un

hecho, de que no tenemos ningún brazo al que aferrarnos, sino que estamos solas, y de

que estamos relacionadas con el mundo de la realidad y no solo con el mundo de los

hombres y las mujeres…” (Woolf, 1997, 356).Enel siglo XXI numerosos nombres de

mujeres se destacan en la literaturauniversal. Autorasindependientes del yugo

patriarcalpor razonespersonales, individuales y excepcionales. Hanlogrado esa libertad

porqueluchando contra la corriente han cumplido lo que Woolf propuso en el año 28 ¿y

las demás?

Barthes,Roland. (1977). Fragmentos de un discurso amoroso. México: FCE .

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