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La Renuncia Por Edith Wharton

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LaRenuncia

Por

EdithWharton

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LIBROPRIMERO

I

KateClephanedespertó,comodecostumbre,cuandounrayodelsoldelacostaAzulcayóendiagonalsobresucama.Esoeraloquemáslegustabadela habitación estrecha y deslucida del hotel de tercera categoría, el hotel deMinorqueetdel’Univers:queporlaventanasefiltraseelsoldelamañanayqueademásnolohiciesedemasiadotemprano.

LosamaneceressehabíanacabadoparaKateClephane.Estabanligadosademasiados placeres perdidos: al regreso a casa de fiestas en las que habíabailadohastacaerrendida,odecenasenlasquesehabíademorado,contandolas ganancias obtenidas (eramaravilloso en los viejos tiempos la frecuenciaconlaquehabíaganado,osusamigoslohabíanhechoporella,trasapostarunluissolopordiversión,yhabíaterminadoconlasmanosarebosardebilletesdemilfrancos);estabanligados,asimismo,aaquellassubidasporlapendienteatravésdelapenumbragriscadavezmásclaradeljardín,cuandolosasaltabala fragancia de los arbustos y se enredaban en las insidiosas espinas, hastallegara loalto,a lavillaencaramadaen la roca recalentadaydespuésen lapuerta,alasombradelLaurustinusconoloramiel,aquelbesoinesperado(deverdadquesí,inesperado,porquehacíatiempoqueloacordadoeraser«soloamigos»)yelintentodezafarsedelbrazoinsistente,ylanuevapresiónsobresus labios de otros lo bastante jóvenes para conservar la frescura tras unanochedebeberyde jugarydeseguirbebiendo.NuncahabíapermitidoqueChris entrase con ella a esas horas, no, ni una sola vez, aunque en aquelmomentonoestuvieseenlacasanadiemásqueJulie,lacocinera,yDiossabíaquenoeraporfaltade…Perosiemprehabíatenidosuorgullo:yesoeraalgoquelagentedeberíatenerpresenteantesdedecirciertascosasdeella…

Esos fueron los recuerdosque la luzdelsol le trajoaKateClephane, talcomo suponía que le ocurría a lamayoría de lasmujeres de cuarenta y dosaños más o menos (¿o de verdad había cumplido los cuarenta y cuatro lasemanaanterior?).Ahora llevabacercadeveinteañosviviendocasisiempreencompañíademujeresdesumismaclase,yyanoestabamuyconvencidadeque existiesen otras, es decir, en lo que a mujeres propiamente dichas serefiere.Suuniversofemeninosedividíaentrescategorías:lasantiguallas,lashipócritasy las«buenas»comoella.Despuésde todo,eraaestaúltimaa laquepreferíapertenecer.

Ynoesquenofuesecapazdeimaginarotravida:ojaláhubieseconocidoalhombreadecuadoenelmomentopreciso.Recordabasusemana—aquella

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semana tan corta con sus siete días de hacía solo seis años—cuando ella yChris fueron juntos a un lugar perdido de Normandía donde no existíaferrocarrilenquincekilómetrosalaredonda,yhabíaquellegarenelcarrodelgranjerohastalagranjaocultaporlosmanzanosenflor;yChrisyellasalierontodaslasmañanasapasareldíaenterofuera,tiempoqueéldedicabaadibujaren las riberas bajo los sauces y al costado de iglesias rurales recubiertas demusgo;ycadadíadurantesietedíasellacontemplóeldespertardelavidaenlagranja al piede susventanas,mientras se echaba agua fría a la caray sepeinabayseretocabaelrostroantesdequeéldespertase,porqueapartirdelostreintalaluzdelamaneceresinmisericorde.Seacordabadetodo,ydeloseguraquesehabíasentidoenaquelmomentodequeestabadestinadaaviviren una granja y criar gallinas; la misma seguridad que tenía Chris de queestabadestinadoaserpintorydequeyaseríafamososi,despuésdeHarvard,suspadresnolohubiesenobligadoavolveraBaltimore,dondelometieronatrabajareneldespachodeunagentedebolsapara,enpalabrassuyas,notenerquepensarmásenél.

Sí, aún podía imaginarse ese tipo de vida: conservaba su resplandor encada fibra del cuerpo. Pero no creía en ella; ahora sabía que «las cosas nosucedíanasí»durantemuchotiempo,querealidadyduracióneranatributosdelorutinario,loprosaicoyloaburrido.Yqueparaescapardelarealidadyloduraderounasededicabaajugaralascartas,alcotilleo,alcoqueteoyatodaslas emociones artificiales que la sociedad pone con tanta generosidad alalcancedelagentequequiereolvidar.

EllayChrisnuncarepitieronaquellasemana.Él jamáslopropusoehizocasoomisodesusinsinuacionesolassilencióconunacarcajadacadavezqueintentabaconalusiones tímidasyvacilantes llevarlodenuevoa ese terreno;porque hacía tiempo que había descubierto que nunca se le podía preguntarnadaabiertamente: loúnicoqueseconseguía,comoélmismoreconocía,erairritarlo.Unateníaquemaniobraryesperar,pero,¿cuándohizounamujerotracosa que no fuese maniobrar y esperar? Desde el momento en que habíaabandonadoasumarido,hacíadieciochoaños,¿quéotracosahabíahecho?Aveces, ahora, cuando despertaba sola y sin haber descansado en aquelladeprimente habitación de hotel, se estremecía al recordar todo lo que habíaintrigado, planeado, arrinconado, tolerado y aceptado para, al final, llegar aesto.

Enfin…

—¡Aline!

Despuésde todo, teníaelsolen laventana,entre los tejadosel retazodemarazulalborotadoporelviento,unnuevodíaquecomenzaba,yelchocolatecalientequellegaba,yunsombreronuevoqueprobarseenlasombrerería,y…

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—¡Aline!

Había venido a este hotel barato con el único fin de conservar a sudoncella. Una no podía permitírselo todo, especialmente desde la guerra, ypreferíacenarterneratodaslasnochesatenerquerepasarlaropaoarreglarseelpeloellamisma:aquelpeloabundanteyrebeldequeasombrosamentehabíasobrevivido a su juventud y que, a veces, en losmomentosmás alegres, lehacíasentirque,despuésdetodo,alosojosdesusamistades,tambiénhabíasobrevivido otro de sus atributos.Y, además, quedabamejor que unamujersolaque,despuésdehaber tenidotreintaynueveañosdurante largotiempo,derepentehabíacumplidoloscuarentaycuatro,tuviesetrasdesíunacriadade aspecto respetable, por ejemplo, para, al llegar a un lugar nuevo, poderdecirlealarroganterecepcionistadelhotel:«Midoncellavienedetrásconelequipaje».

—¡Aline!

Aline,fea,aseadayenigmática,aparecióconlabandejadeldesayuno.Laprecedíaunaromadelicioso.

LaseñoraClephaneseapoyósobreuncodosonrosado,sesacudióelpelosobreloshombrosypreguntósorprendida:

—¿Violetas?

Alinesepermitióunadesussonrisassecas.

—Departedeuncaballero.

Elruborseextendióporelrostrodesuseñora.¿Acasonohabíatenidoelpresentimientodequeesamañanaibaasucederlealgobueno?¿Acasonolohabíapercibidoencadaunadelascariciasdelsolcuandolehabíahechoabrirlospárpadosconunalevepresióndesusdedosdoradosqueacontinuaciónseenredaron en su pelo? Pensó que era una supersticiosa. Se rio llena deesperanza.

—¿Deuncaballero?

—Elchicocojode losperiódicosconelquemadame fue tanamable—continuó ladoncella, colocando labandeja conaquellos ademanes sobriosymecánicosqueleeranpropios.

—¡Pobremuchacho!

La voz de la señora Clephane tenía un temblor que fingió que eraocasionado por el chico cojo, aunque sabía lo imposible que era engañar aAline.Porsupuesto,Alineestabaalcorrientedetodo,sí,claro,esaeralaotracara de la moneda. Con frecuencia le decía a su señora: «Madame estádemasiadosola,madamedeberíahacernuevasamistades»,y, ¿quéotracosa

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podían significar esas palabras sino que Aline sabía que había perdido lasantiguas?

PerocomoeracaracterísticoenKate,unmomentodespués,eltemblordesuvozsedesvióinstintivamentehaciaelchicocojoquevendíaperiódicos;yporesocuando losojosse le llenaronde lágrimasyempezóa llorar lohizopensandoenlaimagenllenadepatetismodeaquelmuchacho,ynoenlasuyapropia. Tenía tendencia a encariñarse excesivamente con la gente a la quehabíatratadoconamabilidadyaemocionarsehastalaexageraciónantelamásmínimaseñaldesuagradecimiento.Erasignodedebilidad,¿odefortaleza?,sepreguntaba.

—Pobre,pobremuchachito.Perosi sumadreseentera, lepegará.Aline,tienesqueencontrarlohoy sin faltaydevolverle todoeldineroquedebedehaberpagadoporlasflores.

Cogiólasvioletasylasapretócontraelrostro.Alhacerlovioeltelegramaquehabíadebajo.

Untelegrama,¿paraella?Yanoeraalgomuyfrecuente.Pero,despuésdetodonohabíarazónalgunaparanovolverarecibirlos,almenosunavezmás.Nohabíarazónparaquehoy,precisamentehoyqueelsollahabíadespertadocontantaspromesas,nollegasealfinunmensaje,elmensajequellevabados,no, tres años esperando; sí, exactamente tres años y unmes, con una únicafrasedeélquedijese:«Déjamevolver».

Cogió con avidez el telegramay a continuaciónvolvió el rostrohacia lapared para que así Aline no pudiese ver su expresión mientras lo leía. Ladoncella,paralaqueesasinsinuacionesnuncapasabaninadvertidas, trasladóde inmediato su atención al tocador, desplegando con habilidad en aquelcampodebatallalasrelucientesarmasconlasquecadadíasereemprendíalalucha.

A salvo de la mirada de Aline, su ama rasgó el sobre azul y leyó:«FallecimientoseñoraClephane…».

Unescalofríolarecorriódearribaabajo.¿FallecimientoseñoraClephane?¡Imposiblesegúnlasnoticiasde laseñoraClephane!Nuncasehabíasentidomás viva que hoy, con el sol dorándole el cabello, el aroma de las violetasrodeándolayaquelvientojuguetóndelnoroesteencrespandoelMediterráneo.¿Quésignificabaaquellabromasiniestra?

Tras el susto inicial, siguió leyendo con más calma y lo entendió. Lafallecida era laotra señoraClephane: laqueen tiempos fuera su suegra.Loprimero que pensó fue: «Y qué, se lo tenía bien ganado», ya que si era tandeseableestarvivaenunamañanacomoaquella,lógicamentedebíadeserdelomásingratoestarmuerta,ypodíaalcanzarselareconfortanteconclusiónde

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que por fin la otra señora Clephane había recibido su merecido, y de quémanera.

Sedetuvounratoenaquellosagradablespensamientosydespuésempezóa pensar en las principales consecuencias de lo sucedido. «Pero entonces…peroentonces…peromipequeñaAnne…».

Almurmurarelnombrelosojosselellenarondenuevodelágrimas.Hacíamuchosañosquehabíalevantadounabarricadaparaprotegerelcorazóndelapresenciade suhija; y, de repente, aquí la teníadenuevo, adueñándoseporcompletodeél,desplazandotodolodemás,sí,borrandoinclusoaChris,comosisolodeunfantasmaetéreosetrataseyeltelegramaensusmanosfueseelanunciodelamanecer.«Perotalvezahoraellosmepermitanverla»,pensólamadre.

Ni siquiera sabía «quiénes» eran ellos, ahora que el temible caudillo, susuegra, había muerto. Imaginaba que serían abogados, jueces, albaceas,tutores:todoslosenemigosnaturalesdelamujer.Fruncióelceñotratandoderecordaraquiénmáshabíannombradotutordelaniñaalamuertedelpadre:laancianaseñoraClephaneasumióelpodercontantacontundenciaquehabíaanuladoporcompletoasuasociado,yKatetardóunosminutosenrescatarlodellejanopasado.

«¡Claro,alpobreFredLanders,porsupuesto!».Ysonrióconelrecuerdo.«Si solodependiesedeél,nocreoqueme impidiesevera laniña.Además,¿noescasimayordeedad?Claro,creoquedebedeserlo».

Eltelegramaselecayódelasmanosalemplearahoralosdedosenhacerun complicado cálculo de los años que la pequeñaAnne debía de tener. SiChris tenía treinta y tres, como sin duda era el caso, no, treinta y uno, eraimposible que tuviese más de treinta y uno, ya que ella, Kate, tenía solocuarentaydos…sí,cuarentaydos…ysiemprehabíareconocidoensufuerointerno que había nueve años de diferencia entre ellos, no, once, si ella deverdadtuviesecuarentaydos;sí,pero¿lostenía?Diosmío,¿eraciertoqueyatenía cuarenta y cinco? Bueno, entonces, si ella tenía cuarenta y cinco —imaginémoslo por unminuto— y se había casado con JohnClephane a losveintiuno, como bien sabía, y la pequeña Anne había nacido dos veranosdespués, entonces la pequeñaAnne debía de tener casi veinte…Claro, casiveinte,¿aquesí?Peroentonces,¿cuántosaños teníaChris,segúneso?Puesnada, tenía que ser mayor de lo que aparentaba; además, a ella siempre lehabíadadoesaimpresión.Aquelairejuvenil,enmásdeunaocasiónlohabíapensado, era algo calculadopara hacerle imaginar que la diferencia de edadentreamboseramayorde loqueen realidadera, recursoestequeChriseracapazdeutilizarconfinesocultos.Y,porsupuesto,ellanuncahabíasidodeesahorribleclasedemujeresconocidascomo«asaltacunas»…PerosiChris

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tenía treinta y uno, y ella cuarenta y cinco, ¿cuántos años tenía entoncesAnne?

Condedosimpacientesempezólacuentadenuevodesdeelprincipio.

La voz de la doncella, que parecía llegar desde muy lejos, le recordórespetuosamentequeelchocolateseestabaenfriando.LaseñoraClephaneseincorporó,mirópor toda lahabitaciónydijo:«Elespejo,por favor».Queríaponer fin al problema de las edades. La doncella fue a buscarlo y regresóluciendoenloslabiosaquellasonrisasuya,ligeraymisteriosa.

—Otrotelegrama.

¿Otro?EstavezlaseñoraClephaneseincorporódegolpe.¿Quéotracosapodíaserestavezsinonoticiasdeél,unmensajealfin?No,seavergonzabadesímismaporpensartalcosaenunmomentoasí.Eraaquellasoledadsuyalaque lehabía restadofuerzamoral.Yademássuhijaestaba tan lejos,era taninvisible,tandesconocida,mientrasqueChris,derepente,sehabíavueltotanpróximoytanrealotravez,apesardequeyahabíanpasadotreslargosañosyun mes desde que la había dejado. Y a la edad que ella tenía… Abrió elsegundo mensaje temblando. Desde el día del Armisticio el corazón no lehabíavueltoalatircontantaintensidad.

«Nueva York. Queridísimamadre—decía—: quiero que vuelvas a casainmediatamente.Quieroquevengasyvivasconmigo.TuhijaAnne».

—Mehabíapedidoelespejo,madame—lerecordóAlinepacientemente.

LaseñoraClephanecogióelespejoqueleofrecían,semiróenélsinquealprincipio sus ojos distinguiesen nada, pero después, poco a poco, fuereconociendo el reflejo de sumata de pelo radiante e indomable, la sonrisadesconocida que aparecía en sus labios, el primer mechón de canas en lassienes,ylasprimeraslágrimas—yanorecordabacuántotiempohacíadesdelaúltimavez—quesedeslizabanporsurostrotransfigurado.

—Aline—la doncella la miraba con suma atención—. El colorete, porfavor.

Derepente,dejócaerelespejoylaborla,hundióelrostroentrelasmanosyestallóensollozos.

II

Alsalirdelhotelunahoramástarde,lospensamientosacudíanentropelasumenteyseconvertíanentorbellinoscomoaquellosqueelvientoformaba

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sin cesar en las esquinas al arremolinar el polvo dorado por el sol con susráfagas intermitentes.En su interior todo era frío, pero también cálido, y sebatíaydispersabacomohacían los elementosenaqueldíadeairedanzarín;incluso las aceras de aquellas calles tan familiares y los ángulos de losedificiosparecíangirarconelresto,comosihastalasmateriasmáspesadassehubiesenvueltoingrávidasdesúbito.

«Seguramente—pensó—,algoparecidoaestolessucederáalaslápidaseldíadelJuicioFinal».

Paraasegurarsededónde seencontraba tuvoquecogerunade lascallesblancasqueconducíanalmary fijar lavista enaquel retazodeazulvisibleentrelascasas,comosifueraelúnicolastreparasucerebro,loúnicosólidoasualrededor.«Mealegrodequeseaunodeesosdíasdemardenso»,pensó.Aquellainmensidadreluciente,allanadaporelfuertevientoysolidificadaporlaluz,sealzópararecibirlaalirseaproximando,conlaaceralevantándolayllevándola en volandas, igual que si tuviera alas, hasta depositarla en la luzcegadora de la Explanada, donde las copas de las palmeras forcejeaban yflotaban en el viento como criaturasmarinas de largas aletas encadenadas aaquellaparedazulqueseelevabahastalamitaddelcielo.

Sesentóenunbanco,asiéndosealosladoscomosiseencontraseamerceddel viento en la cubierta de un barco, y continuó con la vista anclada en elMediterráneo.Paraordenarsuspensamientostratódeimaginarquenadahabíasucedido, que no había recibido ninguno de aquellos dos telegramas, y queestaba preparándose para llevar la vida de siempre, tal como la teníaorganizada en la diminuta agenda que llevaba en el bolso. Ahora tenía su«círculo»enaquellagranciudaddelacostaAzulenlaquesehabíarefugiadoen1916,araízdelarupturadefinitivaconChris,yenlaquetrasdosañosdelabores de guerra y después de recibir la medalla de la ReconnaissanceFrançaise, podía llevar la cabeza bien alta, e incluso mostrarse un pococondescendienteconciertosreciénllegados.

Sacólaagendamientrassonreíaanteaqueljuegoinfantilde«fingir».Alasonce,probarseunsombrero;alasonceymedia,unvestido;deahíalasdos,nada; a las dos, paseo lento y solemne con la pobre señora Minity en sucarruaje (laúltimavictoriadeusoprivadoquesobrevivíaen laciudad); téypartidadebridgeencasadelacondesaLanskadecuatroaseis;visitabrevealarectoríadelaiglesiaamericana,dondesecelebrabalareunióndelaLigadeMujeresparaorganizarlaferiaenbeneficiodelasRegionesDevastadas;porúltimo,cenaenpequeñogrupoenelcasinoconHoraceBetterleyyseñorayunoscuantosconocidosmás.Sí,undíabastantemejordelohabitual.Yahora,bueno, ahora podía desbaratarlo todo si le venía en gana;mandarlo todo aldiablo (¡excepto el vestido y el sombrero nuevos!): el tedioso paseo con laaburridaycondescendienteanciana;elbridge,queleestabacostandomásde

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lacuenta,conaquelgrupocosmopolitadeterceracategoríadeLauraLanska;el largo debate en la rectoría sobre si sería «apropiado» pedirle a la señoraSchlachtbergerqueseencargasedeunodelospuestosdelaferiaapesardesudesafortunado apellido alemán, y la cena en grupo con los Batterley y susamigostanaburridosyruidosos,quequerían«verlavida»ynosabíanquelavidanosevesiantesnosetienelainteligencianecesariaparaimaginársela…Sí,ahorapodíacancelarlotodo,ynunca,nuncamásvolveraveraningunodeellos…

«Mihija…mihijaAnne…Ah,¿noconoceamihija?Cómohacambiado,¿verdad?Crecereslaformaqueloshijostienende…Sí,aunapobremadreleenvejece seguir el ritmo de una joven gigante como esta…Sí, yame estánsaliendocanas,mire,aquíen lassienes.¿FredLanders?¿Eres túdeverdad?¡QueridoFred!No,porsupuestoquenuncateheolvidado…¿Quemehabríasreconocidoencualquierparte?¿Deverdad?Tonterías.Miramiscanas.Perolos hombres sí que no cambian, ¡qué suerte tienen!Vaya, recuerdo hasta elanilloegipcioquellevabas,aquelsello…Mihija…mihijaAnne,permítamequelepresenteaestaniñamíatangrande…amipequeñaAnne…».

Resultaba curioso: por primera vez se dio cuenta de que, al recordar losaños que llevaba separada de Anne, rara vez, ahora, llegaba más allá delepisodioconChris.Y,sinembargo,habíasidomuchoantes—hacíadieciochoaños—cuandohabía«perdido»aAnne:«perdido»era el eufemismoque sehabíainventado(igualquelagentehacíaconlasFuriascuandolesllamabanlas Euménides), porque una madre es incapaz de reconocer, ni en lo másrecónditodesuser,quehaabandonadoasuhijavoluntariamente.Yesoesloque ella había hecho; y ahora sus pensamientos, temerosos y cobardes, seveíanobligadosavolversobreaquelhecho.HabíaabandonadoaAnnecuandoAnneeraunaniñitadetresaños;lahabíadejadosintiendoundolorhorrible,un desgarro en sus fibras más íntimas, pero, al mismo tiempo, con unasensacióndealivioindescriptible,porquehacerloeraescapardelaopresióndesu vidamatrimonial, de la densa atmósfera de satisfacción personal y totalindiferenciaqueemanabadeJohnClephanecomoemanaelgasdeunacalderaconfugas.Yasílohabíadescritoellaenaquelmomentoyasí,alexaminarsualma en profundidad, todavía tenía que seguir describiéndolo. «No podíarespirar»eraloúnicoquepodíaalegarendefensapropia.Yselohabíadichoporprimeravez—quéselevaahacer—aHyltonDavies,conelresultadodeque dos meses después estaba en su yate, rumbo a las Antillas… Pero nisiquieraallípudorespirarmejor,nomásalládeunaodossemanas.Eraotraclasedeasfixia,nadamás.

Unañomástardeleescribióunacartaasumarido.Noobtuvorespuestayvolvióaescribirle.«Paseloquepase,déjameveraAnne…NopuedovivirsinAnne…Meiréavivirconelladondetúdecidas…».Tampocohuborespuesta

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esta vez… Escribió a su suegra, pero el abogado de la señora Clephane ledevolviólacartasinabrir.Llevadaporlalocuraescribióalaniñeradelaniña,ylerespondióelmismobufetedeabogados,rogándolequedejasedemolestaralafamiliadesumarido.Yesofueloquehizo.

De todo aquello ahora solo recordaba la separación de Anne y losesfuerzosvanosqueacontinuaciónhabíahechoporrecuperarla.Delautordesuliberación,deHyltonDavies,recordar,loqueesrecordarentodoelsentidode la palabra, no recordaba nada. Él, y aquella elegancia suya, y su ropamarinera,yelenormeyateresplandeciente,loscocoteros,yengeneralaqueltelón de fondo con bebidas refrescantes y lujo tropical, resultaba tan irrealcomounpersonajedenovela:elhéroe(ovillano)pintadoa todocolorenlacubierta.Allá en lomás íntimode su ser,Hylton sehabíadifuminadohastaformar parte de una especie de lejana perspectiva pictórica, en la que unamujer con el mismo nombre que ella aparecía a su lado, con vestidos demuselina y parasoles blancos, tan irreal, a su vez, comouna damadibujadatambién en la cubiertadeun libro.Asimismo, sehabíanvueltoborrosos losaños siguientes: años solitarios y monótonos en San Juan de Luz, enBordighera,enDinard,enlosquesolíainstalarseencualquierlugarcontaldequecontaseconpreciosasequibles,unabibliotecacirculante,unclimasuaveyunascuantasparejastranquilasquejugasenalbridgeyconlasqueseentrabaen contactogracias al doctor o al clérigo.Enseguida se cansabaydenuevopartíasinrumbofijo.EnunaocasiónregresóaEstadosUnidos,enlaépocadelamuertede sumadre…Eraplenoverano,yAnne,queentonces teníadiezaños,seencontrabaenCanadáencompañíadesupadreydesuabuela.KateClephane, que no era neoyorquina y a la que solo le quedaban dos o tresparientes ancianos, que desaprobaban su conducta, en la pequeña ciudadsureña de sus orígenes, se enfrentó sola a las defensas organizadas aconcienciaporunvastoclandeNuevaYork,ysediocuentadesuimpotencia.Pero, llevada por la locura, soñó con un rápido viaje a Canadá y un rapto,planes estos que requerían dinero, amigos, apoyo y todo el poder del quecarecía, y que exigían una serie de estratagemas de las que era incapaz.Abandonó la idea en favor de una visita nocturna (inspirada en AnnaKarenina)alahabitacióndelaniñapero,yadecaminoaQuebec,seenteródequelafamiliasehabíaidoenuncocheprivadoalasmontañasRocosas.DiomediavueltaytomóelprimervaporrumboaFrancia.

Todo aquello se había convertido en una nebulosa para ella a partir delmomento en que conoció a Chris. Por primera vez, tras conocerlo, lospulmonesdesualmaparecieronhenchirsedeaire.Lavidaparaella, inclusoahora,comenzabaapartirdeaquellafecha;apesardelaformaenquelahabíaherido,peseahaberleinfligidoeldolormásamargoquejamáshabíasentido,lehabíadadomuchomásdeloquepodíaquitarle.Alostreintaynueveañoshabíanacidosuverdaderoser;sinChrisnuncahabríatenidounserpropio…

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Pero ¡a qué precio! Todos los años anteriores de reclusión y penitenciaborradosdeunplumazo,mancillados,envilecidosporinsensatecesenlasqueleresultabainsoportablepensar,rodeadadegentesalasquesuespíriturehuía.¡Pobre Chris! No es que fuese lo que se dice «vicioso», pero nunca estabacontentosinosentíaloqueélconsiderabaemociones;nocesabaderepetirleque un artista necesitaba sentir emociones. A Kate le resultaba difícilreconciliarloqueparaéleraunestímulocontodossusdemásgustoseideas,con aquel ingenio chispeante e inteligente que la rodeaba de un airedesconocidoquenunca antes había respirado. ¡Ser capazde aquellos juegosmentales,deaquellasfantasías,y,alavez,tenernecesidaddelasapuestas,delos casinos, de la compañía bulliciosa, de todos aquellos pasatiemposinventadosparaquemateeltiempolagenteletárgicaysinimaginación!Chrisafirmabaqueveíacosasenesetipodevidaqueellaeraincapazdever,peroyaquetambiénveía(yKatesabíaqueasíera)loqueseocultabaenlanaturaleza,la poesía y la pintura, en los crepúsculos y lunas que habían compartido enaquellosprimerosdíaslargosysoñadores,lejosdelasorquestasdejazzylasmesasdebacará,¿porquénoeraaquellosuficiente?,¿cómopodíanaquellasotrascosasestúpidasprovocarlamismaemociónenél?Esehabíasidoelpeorde los tormentos, lapunzadamásagudadedolor en todoaquel suplicio:nohaberlo entendido nunca; y que ahora, cuando pensaba en él, lo hiciese atravésdeaquellanebulosaderuidoylucesydescorchedebotellasyorquestasestridentes y tuviese que volver a tientas hasta aquel efímero Chris de losprimerostiemposquelahabíaamadoylahabíahechodespertar.

Alasonceenpunto,sinsabercómo,seencontróenlasombrerería.Otrasmujeres,envidiosasoindecisas,yaaplastabansusrostroscontraelescaparate.«Esasplumasdeavedelparaíso…¡quépreciotienenhoyendía!».Peroellaentró,tranquilayconfiada,ysolicitóalegrementeprobarseelsombreronuevo.Debíadeestarsonriente,yaqueladependientalarecibióconunasonrisa.

—¡Quétezlasuya,señora!Nomeextrañaquenotengamiedodelviento.

Perocuando ladependienta le trajoel sombrero,pesea serunacopiadeotro que se había probado con anterioridad, a la señora Clephane ahora lepareció absurdamente juvenil, ridículo incluso. ¿Era posible que todo estetiempohubieseestadovistiéndosecomounaadolescente?

—Olvidaustedquetengounahijayacrecida,madameBerthe.

—Allons,madameplaisante!

Sepusoenpiecondignidad.

—Una hija de veintiún años; la próxima semana me reúno con ella enNuevaYork.¿Quépensaríademísiaparecieseconunsombreromásjuvenilque el suyo? Enséñeme algo más oscuro, por favor; sí, ese de las hojas

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otoñales.Mire,meestán saliendocanasen las sienes.No tratedehacerqueparezcauna jovenmoderna.¿Quéprecio tieneesedezorroplateadodeallí?Creoquelapielgrishacejuegoconlascanas.

Alfinalsemarchó,ofendidaporlanegativadelasombrereraatomarseenserio sus canas, y pensó, estremeciéndose con el recuerdo, que su forma devestir y su actitud debían de haber dejado impresa de forma indeleble en lamente de aquella gente la idea de que era una de esas tontas vanidosas queimaginabantenerelmismoaspectoquesushijas.

En la modista, la escena se repitió. El elegante vestido que le teníanpreparado,conunpañuelonaranjaenelquehabíabordadaunanclaasomandoporelbolsillo,literalmentelahizoruborizar;ypensandoqueahoraeldinerocarecíadeimportancia(hastaesemomentoeldineroniselehabíapasadoporla mente) convenció a la modista para que retirase aquel atuendo tan pocoapropiadoy,ensulugar,encargóalgosobrioperoestudiado,ymuchísimomáscaro. El hecho de que hasta la preocupación por el dinero se hubiesedesvanecidoparecíaformarpartedeaquelestadoirrealdeéxtasisgeneral.

¿Dóndeiríaacomer?Seinclinóafavordeunrestaurantetranquiloenunacalle apartada; pero, de inmediato, la vieja costumbre de ir en pos de lasmultitudes, la necesidad de estar codo a codo con un grupo de gentedesconocida,hizoqueporautomatismoseencaminaraendirecciónalcasino,dondesesentó,enmediodelestruendodelosinstrumentosdemetalyaplenaluzdelsol,enlaúnicamesaquequedaba.Despuésdetodo,comoamenudolehabíaoídodeciraChris,unopodíasentirsemássoloentrelamultitud…Pero,poco a poco, se dio cuenta de que lo último que quería era sentirse sola.Nunca, o al menos ya hacía años, había sido capaz de soportar la soledaddurantemucho tiempo; lamultitud, antes consueloy escape, sehabíahechocostumbre, y quedarse frente a frente con sus pensamientos era comoenfrentarse a un desconocido. Sintió angustia y embarazo, intentó entablarconversación consigomisma, pero las silenciosas palabras se esfumaron sinque llegase a pronunciarlas e intentó distraerse contemplando los rostrosdesconocidosasualrededor.

Erantantosquesesintióagobiada:lehizosentirsepequeñaeinsignificanteelhechodeque,enmediodetodoaquelestruendovulgaryfestivo,nohubiesenadiequeestuviesealtantodeaquellotanasombrosoquelehabíasucedido,nadiequesupiesequesuúnicahijalaestabaesperandoenunaenormecasadeNuevaYork,unacasacuyoumbralvolveríaacruzardentrodepocosdías—sí,cierto,entansolounosdías—,conlatranquilidaddeunadueñalargotiempoausente,unadueñaqueregresadeunviajeinfinito,peroqueencuentradelomásnaturalyfamiliarvolveradirigirsussonrisasalasviejasamistadesdesdelacabeceradesumesa.

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Un ansia incontenible de estar con alguien a quien poder contarle susnovedadeshizoque,despuésde todo, sedecidieseavivireldía talcomo lohabíaplaneado.Antesdeabandonarelhotelhabíaanunciadosupartidaaunaatónita Aline (era agradable, por una vez, dejar atónita a Aline) y la habíadespachado a la estafeta de correos con un cable para Nueva York y untelegrama para la oficina de una compañía naviera de París. El cable decíasimplemente:«Voy, cariño».Eran laspalabras con lasque solía responder alasllamadasdelapequeñaAnnedesdeelcuartodelosniños:aaquelreiterado«¡Mamá! ¡Mamá! ¡Quiero que venga mi mamá!» que no había cesado deresonarensusoídosduranteinnumerablesnochesdeinsomnio.Aquellafraselehabíavenidoa lamenteenelmomentode sentarse a redactar el cable,ydesde entonces no había dejado de repetirla con un murmullo. Le habríagustado citarle esas palabras a la señora Minity, a cuya puerta ahora seaproximaba; pero a aquella anciana señora, que era sorda y estaba siempreensimismada, y que consideraba que era un privilegio para cualquiera ir depaseoconellaenelcarruaje,¿cómoibaasercapazdehacerleentenderporqué la llamadade lapequeñaAnnehabíaresonadoenelvacíodurante tantotiempo?No,nopodíahablardeaquelloconnadie;teníaquemantenersuviejaactitudde«tomarselascosascomoson»,actitudconlaquehabíalogradosalirairosadetantassituacionesresbaladizas.

AlaseñoraMinitynolepreocupabaotracosaquesucalientapiés.Dedicóel primer cuarto de hora a contarle a la señora Clephane que la esposa delvicario,alaquehabíasacadodepaseoeldíaanterior,seadueñódetalobjetosintansiquierapedírseloynosacósusenormespiesdelmismohastaquelaseñora Minity hizo detener el carruaje y con voz enérgica le preguntó alcocheroporquéelcalientapiésnoestabadondesiempre.Antelocual,¿quéleparece?,laseñoraMerrimannodijomásque:«Silotengoyo,gracias,queridaseñoraMinity.¡Estanreconfortanteenestosdíasdeviento!».«Aunqueyonomeexplicocómounamujerquenoposeecarruajeytienequepatearlascallesa todas horas puede tener los pies fríos; de hecho, no me lo creo del todocuandolodice»,apostillólaseñoraMinity,coneltonodealguienparaquienpadecer de una circulación defectuosa es prerrogativa establecida de lospropietariosdecarruajes.«Observoqueusted,encambio, jamássequejadetener frío», añadió con aprobación, relegando a Kate, en su condición depeatón forzoso, a la misma categoría que la señora Merriman, peroreconociendoenellaunsaberestarmuysuperior.«Siempremecomplace—añadió—, sacarla de paseo los días de viento, porque enfrentarse a pie almistraldebedeserde lomásagotador,yenelcarruaje,sinembargo,es tanfácilalcanzarunlugaracobijodelviento».

La señora Minity todavía estaba convencida de que desplazarse en lavictoria de alquiler, tras aquel par de caballos soñolientos, era una de lasformas más rápidas de transporte que la ciencia moderna había creado.

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Hablaba como si su carruaje fuese un aeroplano, y ponía tanto cuidado enevitarlascallesestrechas,yenesperarenlaesquinacuandopasabaarecogera las amistades que vivían en ellas, como si de elegir un lugar seguro setratase.

LaseñoraMinityhabíallegadoalacostaAzultreintaañosatrás,despuésdeunataquedebronquitis,y,aldescubrirqueelclimaeramássuaveylavidamásfácilqueenBrooklyn,jamásregresóasupaís.LaseñoraClephanenuncasupo cuáles eran las raíces que con el traslado había arrancado, ya que deinmediatotodoaquelloquelarodeabaadquirióunasdimensionestancolosalesqueotroshechosmásremotos,inclusolosquedirectamenteleconcernían,sedifuminaronenseguidahastadesvanecerseporcompleto.Solomuydetardeentarde,cuandounasobrinaleenviabadesdeBridgeportuntarrodemelocotonesalbrandy,ounsobrinodesdeBrooklynleescribíaparacomunicarlequesusingresos se habían reducido ante la ejecución de una hipoteca, emergía lafamiliadeentrelasbrumastransatlánticasy,duranteunrato,laseñoraMinitymostrabasuiraosatisfacciónantelaintrusión.Peroaquellasemociones,aunlasmásfuertes,noeransinomerassombrasde lasqueenelladespertaba laausenciadelcalientapiés,oelhechodequeelEjércitodeSalvaciónhubieseaparecidoacobrarlelacuotadosveceselmismomes;oque,trassufrirunodelos caballos un agarrotamiento en el cuello y ser reemplazado durante unasemana larga y azarosa por otro, que llevaba en losmismos establos veinteañosyqueelpropiopatrónseencargódeconducirparaquelaseñoraMinitynosequedasesinsupaseo,ellahubiesepensadoenquedarseencasasinsalirhastaquesucaballoestuvieserecuperado,peroeldoctorselohabíaprohibidocategóricamente,asíquehabíahechoacopiodefuerzasyhabíasalidoconelsustituto, que ni siquiera era del mismo color del caballo al que estabaacostumbrada.«Perotuvequetomarvalerianatodaslasnoches—añadió—ydoblarladosisdedigitalina».

KateClephane,mientras la escuchaba (porenésimavez), recordóqueenciertaépocalaseñoraMinitylehabíaparecidodignadeadmiración,unpuntoarroganteymuyinculta,perodueñadeunairedistinguidoydeunvocabularioencantador y semianticuado que recordaba al de los firmantes de laDeclaracióndeIndependenciayaldelosgeneralescoloniales,loqueresultabaunanovedadrefrescanteanteelrefinamientoexageradodelaseñoraMerrimanylamonótonajergadelosBetterley.Perocomparadaconfiguraslargotiempoolvidadas del entorno de los Clephane—comparada incluso con la odiadafiguradelaancianaseñoraClephane—,laseñoraMinityquedabareducidaalaaparienciadeunamujermayor,vulgaryquisquillosa.

«LaseñoraClephane,hicieraloquehiciese,jamásalardeaba—pensóKate—,quéridículolehabríaresultadotodoestealborotoporpasear llevadaporun caballodesconocido.Despuésde todo, la buena educación, incluso en la

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genteodiosa,vaacompañadadeciertavalentía…».Mientrasreflexionaba,susuegra adquirió la apariencia, dominanteperonodel todoantipática,deunamatronaromanadetempleheroico,delasqueseríancapacesdepronunciarun«Noduele,Paetusmío»,aldejarsecaerlaprimerasobrelaespada.

LosjugadoresdebridgeenelsalónnubladoporelhumoyperfumadoconpomasdelacondesaLanskaparecíanhabersufridolamismatransformaciónque la señora Minity. La propia estancia, al entrar Kate con el rostroenrojecidoporelviento,parecíamás irrespirable,másdesordenaday—sí—más vulgar de lo que la recordaba. Los vasos vacíos con pieles de limónreblandecidas, los ceniceros eternamente a rebosar, los bocetos del últimoprotegido de la condesa—abigarrados mercados de flores, iglesias rococó,balaustradasblancas,pinosconformadesombrillaymaresazulcobalto—,losinstrumentos musicales desparramados sobre los chales de cachemiradeshilachados que cubrían unos sofás todavíamás deshilachados, incluso lamirada conmovedora del oso blanco extendido en el suelo con la orejadesgajadaque,desdequeKate lohabíavistoporprimeravez,colgabade laaplastada cabeza pendiendo del mismo hilo grasiento: todo aquel desordenahora,porvezprimera,sereflejabaenlosrostrosqueseveíanentornoalasmesasdejuego.Niunosolodeellos,yafuesehombreomujer,encasodequeselespreguntasededóndevenían,adóndeiban,oporquérazónhabíanhechotales o cuales cosas, o habían dejado de hacer tales otras, habría contestadocon sinceridad; y no porque, como Kate bien sabía, tuviesen necesidadespecialnipermanentedeocultarlo,sinoporquevivíanenunestadocrónicodeconfusiónmental,deagitacióneinercia,loquehacíaquementirresultasevagamenteexcitanteysersinceroalgodefinitivamenteagotador.

Nohabíapensadoquedarsemucho rato,yaqueunaprimeraojeadaa losrostrosdelosdesconocidosleconfirmóquetampocoibaapodercontarlesaellos lo que le había sucedido. Mas, para calmar la agitación que sentía ydesviarlaatencióndeaquellasmiradaspocosutiles,lomásfácilerajugarlapartidaacostumbradadebridge;demodoque,trasocuparsulugar,elfamiliarmurmullode«Sin triunfos…Sí…Diamantes…¿Quién esmano?…Paso…No…Sí…No…»,lamantuvoensuasiento,sosegadaporlacariciahipnóticadelorutinario.

En la rectoría laseñoraMerrimanexclamó:«¡Por fin llega!»,enun tonoque implicaba que se había visto obligada a ocupar el lugar de la señoraClephaneanteelcomitéreunido.

Katerecordóqueeralasecretariayqueerasuobligaciónleerlasactas.

—¿Les he hecho esperar? Cuánto lo lamento —dijo con una sonrisaradianteyconuntonomáspropiodequienentonaelaleluya.

LaseñoraMerrimanleacercóellibrodeactasconunasonrisaprotectora;

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y la señoraParleyPlush deVillaMimosa (siempre decía que aquel nombrehabíasidoideasuya)noescondiósuperplejidadantelatoleranciadelaseñoraMerriman.

Estaban todos allí: la esposa del cónsul de Estados Unidos, afable,regordeta e irreprochable; la preciosa señora Prentiss de San Francisco, que«tomaba cosas» y había estado implicada en un escándalo de drogas; lacondesa de Sainte Maxine, que pertenecía a los Loach de Filadelfia y quedurante un breve espacio de tiempo había formado parte del mundo de laópera; la hermana del cónsul, que vestía como una chica a la moda y quedurante laguerrahabíaestadocomprometidacon todauna seriedeoficialesnorteamericanos, todos los cuales parecían haberle regalado pulseras deceluloide,yunatalseñoraMarsh,muypálidaella,alaqueantessolíaverseencompañíadeunhombrealtodeaspectocansadollamado«elCoronel»,cuyoapellidonoeraMarsh,peroporelqueellallevólutocuandomurió,despuésdeexplicar—conunpocoderetraso—queeraprimosuyo.Porúltimo,estabalaseñoradeFredLanglydeAlbany,contracuyomaridohabíaunaordendebusca y captura en su país por apropiación indebida de fondos y que, trasemerger después de un largo período de reclusión como consecuencia delinfortunadoepisodio,ahorasehabíatransformadoen«destacadavoluntariadeguerra»,mientrasqueel señorLanglyestabaentregadoa lacomposicióndepoemaspatrióticos,queleía(flanqueadoporautoridadescivilesymilitares)entodaslasinauguracionesyconmemoracionesdelastropasaliadas;asíquealfinaldelacontiendasehabíaconvertidoenelbardooficialdelamisma,ysu«GloriaeternaalheroicoLafayette»erarecitadoconlágrimasenlosojosporlasmismasviudasyhuérfanosquehabíansidovíctimasdesuestafa.Frenteala señoraMerriman se sentaba el vicario, con atuendo clerical moteado deblanco y negro y bigote seglar entrecano, que hacía uso de expresionescallejerasconvozdepúlpito.

La señora Clephane miró a su alrededor con ojos nuevos. Salvo en loscasos de la anfitriona, la mujer del cónsul y la señora Langly, de todas lamujeres presentes se habían dicho «cosas»; incluso al referirse a la señoraParleyPlush,loshabitantesdemásedad(apesardequetodosasistíanalostésquedabaenVillaMimosa)lohacíanentresonrisitaseinsinuaciones.Ytodossabían las historias de todos, o por lo menos las versiones actuales de lasmismas, y fingían desaprobar la conducta de los demás y, sin embargo, sertolerantes,siguiendoasíelejemplodelaseñoraMerriman,quesenegabaenredondo a escuchar aquellos horrores, y del señorMerriman, cuyo lema era«Hayquepensarsiemprelomejor»,hastaquesedabadebrucesconlopeorya continuación decía: «Tengo entendido que todo sucedió hace muchotiempo».

Para todos ellos la rectoría era el núcleo social. Uno tras otro habían

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encontrado el camino que llevaba hasta allí, se habían hecho socios de lasorganizacionescaritativasdelaparroquia,habíanenviadofrutasyfloresalaseñora Merriman y habían disimulado los bostezos en las reuniones de laAsociacióndeMadresydel ropero.Formabapartedel inacabablepeajequeteníanquepagaralaofendidadiosadelaRespetabilidad.Yenlarectoríasehabíanconocidounosaotros,yasí,pocoapoco,elcírculosehabíaampliadoy se habían evitado más horas de soledad, su enemigo más temido. KateClephaneselosabíatododememoria:hacíadieciochoañosquepisabaaquelterreno. El vicario también lo sabía; cada vez que una mujer de aspectotodavíajovenyatractivo,vestidaconropasencillaperoeleganteyperfumadade violetas, solicitaba verlo después del servicio religioso, sabía que habíaconseguidounanuevarecluta.EntodosloslugaresdemodadelacostaAzulaquellas señoras se contabanentre los apoyosmás firmesde sus respectivasiglesias.Hastalamásvieja,corpulentayadustadesurebañohabíatenidosumomento: el señor Merriman recordaba lo que su predecesor le habíainsinuadosobreelpasadodelaancianaseñoraOrbitt,ycómoelrecuerdolehabíahechosonreíralver,aquelprimerdomingo,alaseñoraOrbittplantadaenprimerafilacomounaauténticaDébora.

Algunasdelasmásbellas—odelasquealmenoslofueron—habían,porasídecirlo,cambiadodeparroquia,comoaquelladulceladydeTracey,quesehabíaunidoalredilnorteamericano,mientrasquelaseñoritaJuliaJettridge,deNuevaYork,asistíaalosserviciosanglicanos.Ambasdecíanqueeraporquepreferían«laiglesiamáspróxima»,peroelvicarioconocíalaverdaderarazón.

Despuésllególaguerra;laguerraque,enaquellosinsulsosparajessureñosy para aquellas mujeres errantes y sin raíces, tuvo sobre todo un efectocurativoydeunión.Eraespantoso,porsupuesto,reconocerinclusoanteunomismo que así era, pero teniendo en cuenta su propia liberación, KateClephane sabía que era así como ella y las otras habían visto el conflictobélico. Habían temblado y llorado, habían trabajado duro y hecho lossacrificios correspondientes; habían renunciado a vestidos y al bridge, a lamantequilla, a losdulcesy al alquilerde carruajes; peromientras tanto, consigilo, volvían poco a poco a recuperar lo que en tiempos había sido lafortalezainexpugnabledelaposiciónsocial:conocíanagentequeantessolíarehuirlas, recibían invitaciones de la prefectura y el consulado y demuchascasasdelasqueantes,conindiferenciafingida,solíandecir:«¿Iryoconesagentetandeprimente?¡Niportodoeldinerodelmundo!»,porquesabíanquenoteníannilamásremotaposibilidaddeirallí.

Sí:laguerraleshabíaproporcionadopaz,aunquefueseextrañoyhorriblepensarlo. Los ojos deKate se llenaron de lágrimas almirar alrededor de lamesa y ver todas aquellasmáscaras demacradas y empolvadas que en otrostiemposhabíanresplandecidodejuventudeinsolenciayplacer.Loúnicoque

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ahoraqueríanera lomismoquequeríaellahacíaapenasunashoras:que lassaludasenconunainclinacióncuandocaptasenlamiradadeciertagente;quelasinvitasenaunacasaaburridamás;quelasnombrasenmiembrosdelcomitéejecutivo del vicario, y que las dejasen servir el té en las meriendas de laesposadelcónsul.

—¿Danustedessupermiso?—preguntóunavozdehombre,yunacabezanoble coronada de plata que remataba un rostro de nariz picuda y suavepapadaaparecióenelumbral.

—Ah, ¡señor Paly! —exclamó la señora Merriman, y añadió en unmurmullo para que la oyeran las damasmás cercanas—: Es por lamúsica;penséqueseríamejorqueviniesehoy.

Todas acogieron con entusiasmo al señor Paly. Que estuviesen solo lasmujeresyelpárrocosindudaresultabaprovinciano.YelseñorPalyteníaunpisillode lomás encantador enunade las casas antiguasdel vieuxport, unpisotandiminutoqueunosepreguntabacómoalguientancorpulentoyviril,yalaveztanllenodeademanesrápidosyfemeninos,selasarreglabaparacaberentretodasaquellasbaratijas.ElseñorPalyestrechólamanodelaanfitrionaconsusuavepalma.

—HetraídoamijovenamigoLionCarstairs.Noleimporta,¿verdad?Vaaayudarmeconelprograma.

Perounasimplemiradaal señorCarstairsdejóclaroqueesteno tenía lamásmínimaintencióndeayudaranadieennada.Tendiódoslánguidosdedosa la señoraMerriman, sehundió enunabutaca, ydejóque suspárpadosdeAntinooseentornasensobrelosprofundosyhurañosojosgrises.

—Esunaautoridaden lo referentea lamúsica siciliana…Ha recopiladocanciones folclóricas en Taormina…—susurró el señor Paly, inclinando lacabeza leonina de pobladas cejas y coronilla plateada hacia su vecina parahacerlelaconfidencia.

—¡Silencio!—ordenóelpárroco.Ycomenzólareunión.

AquellanocheenelcasinoKateClephane,siacaso,sesintiómásaburridaque en la rectoría. Después de todo, en casa de los Merriman había unambiente un tanto forzado de amabilidad, de deseos de ayudar y unsentimientodereverenciaanteelrecuerdodelaguerra,quetantosbeneficiosleshabíaproporcionadoycuyosestragostodavíaintentabanmitigardentrodesuslimitadasposibilidades.

MientrasquelosBetterley…

—¿Qué?¿Otralistadelimosnas?No,miqueridaKate.¡Nomelaenseñes!Enlaruinamásabsoluta,asíescomoestoy,yHarryigual,¿verdadHarry?—

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gritabaMarcia Betterley, entrechocando sus brazaletes de piedras preciosas,agarrandocon fuerza el collardeperlas conunamano,mientras con laotraapretabaelbolsitodeplatinoydiamantesquellevabaenlamuñecayalque,enbroma,siempredecíaqueKateClephaneleteníaelojoechado—.Cuidado,Sid,esunasalteadoradecaminos;teatracaríaentupropiapuerta.Tengoparamíquehasobornadoalapolicía:sinolohubierahecholahabríanapresadohacemucho tiempo…¿Cómoque laguerra?¿Quéguerra?¿Esquehayotraguerra? Ah, ¿esa vieja guerra? Vaya, yo creía que había acabado hacemuchísimotiempo…Nadiequeyoconozcalamencionatansiquiera.

—Creoqueya hemospagadomásque suficiente por la guerra—añadióHoraceBetterley,alargandounamanohinchadayrecargadadeanilloshacialalistadevinos.

—¡Claroquesí!—asintiósuesposa.

—Sid,¿aquétipodebebidateapuntas?—YSid,unregordetehombredenegocios de Chicago, enrojeció por el esfuerzo de demostrar que era unentendidoyquedecíaelnombredelchampánadecuado.

Era extraño, durante el paseo con la señoraMinity, en casa demadameLanska,ytambiénenlarectoría,KateClephanehabíatenidolaintencióndeproclamar sus maravillosas noticias, pero todavía no había pronunciadopalabra sobre ellas. En realidad eran demasiado importantes, demasiadopreciosasparamalgastarlasantelaindiferenciadelaseñoraMinity,demasiadosagradaspararevelarlasalosjugadoresdebridgeydemasiadogloriosasparaabrumarconellasaaquellaspobresmujeresde larectoría.Yahora, rodeadadelaslucesyelestrépitodelcasino—conSidyHarryhaciéndoseguiños,ylas esposas de Sid yHarry alargando el cuello para ver a la última cocottereciénllegada,oaljovenpríncipedelquesecontabanhistoriastantremendas—,aquí,detodoslossitiosposibles,desnudaraquísusecreto,nombrarasuhija:¿cómohabíapodidopensaralgosemejante?

Solo hacia el final de la larga cena ensordecedora, cuandoMarcia y laesposadeSidempezaronahacerplanesparapasarunasemanaenMontecarloyKatedescubrióqueaella laconsiderabanpartedelgrupo(comocon tantafrecuencia y tan de buena gana lo había sido en ocasiones anteriores), soloentonceslaseñoraClephaneseencontródeprontoponiéndosealadefensiva.

—¿Nopuedesonoquieres?Venga,Kate,nomevengasconmarrullerías—la amenazóMarcia con superfumadocigarrillo—, confiesa ahoramismo:¿quépasa?¿Quétetraesentremanosestavez?Estraviesa.¡Chicas,nosomoslo bastante importantes para ella!—Ydespués, de pronto, ante una seña deHorace, y bajando la voz, aunque no lo suficiente para que el intercambiofuese privado añadió—: Mira, Kate, cariño, por supuesto, ya sabes, comoinvitadanuestra:claro,porsupuesto,naturalmente.

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Mientras, al otro lado de lamesa la esposa deSid decía, arrastrando laspalabras:

—Loqueamímegustaríasaberesaquéotrolugarpuedeirunoenestaépoca.

LaseñoraClephanelaexaminóconcalma.

—ANuevaYork,porlomenosenmicaso.

Todos le gritaron a la vez: «¿A Nueva York?», y de nuevo ella repitióaquellastressílabasconcalma,rescatándolasdeloslabiosdesdeñosos.

—Vaya, ¡en mi vida! Pero ¿a qué? —preguntó Horace desde lasprofundidadesdeunvasoacabadodellenar.

LaseñoraClephanerecorriólamesaconmiradatranquila.

—Asuntos,asuntosfamiliares—dijo.

—¡Caray!—profirióHorace,yañadió—:OigaSid,¿unagotadefine,paraquitarnoselsusto?Venga,¡poreléxitodelosasuntosfamiliaresdeladama!—concluyóconunguiñoapenasperceptible,vaciandodeuntragosucopadechampányreemplazándolaporotraenormedelicorconformadegloboenlaque un camarero atento ya había servido la cantidad adecuada del finemáscostoso.

III

CuandoKateClephaneseencontrabaencubierta,intentandorecorrerconla vista aquella babilónica Nueva York, que parecía tambalearse y avanzaramenazadoraensudirección,sintióelligerorocedeunamanoenelbrazo.

—¡Anne!

Apenaslogróevitareltonoascendentedelaexclamaciónalpronunciarelnombre; por un momento no estuvo totalmente segura. Después… sí, allíestaba su juventud entera, todo su pasado de mujer casada, en aquel óvalopequeñoypálido;sumismopelo,aunquemásoscuro,másfuerte;creyóverasimismoalgodesusonrisa,ylanarizrectayuntantopronunciadadeJohnClephane,bajolasterriblescejasdelaancianaseñoraClephane.

—¡Perolosojos,losojosloshaselegidotú,cariñomío!

Cogió a la muchacha por los hombros y echó la cabeza un poco haciaatrás:Anneera ligeramentemásaltaqueella,yelpálidorostroal inclinarsesobre el de su madre semejaba una luna nueva que se vislumbra entre la

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bruma.

—¡Quéinteligentedetuparte!¡Cómohasmejoradonuestraherencia…!

¡Quécosas tan absurdas se leocurrían! ¡Cuandopensaba en todo loqueteníapreparadoparadecirle!¿Quéibaaopinardeellasuhija?Queeradeunafrivolidad incurable, sin duda. Bueno, si se detenía a pensar eso estabaperdida…Rodeó aAnne con ambos brazos y depositó un largo beso en lafrescamejilla.

—MiAnne…MipequeñaAnne…

Semoríapor tener a lamuchacha solopara ella, dondepudiese tocar supelo,acariciarleelrostro,quitarlelosguantesdelasmanos,besarlaunayotravez, y extraer poco a poco de aquella alta figura de negro el cuerpecilloredondoeinfantilquedurantetantotiemponohabíadejadodesentirapretadocontraelsuyo,comoalgocálidoydoloroso,aligualquelosmutiladossientenlavidaenelmiembroamputado.

—Ven,madre:poraquí.YaquíestáelseñorLanders—dijolajoven.

Noesquesuvozfueracruelnifría;llegabaamortiguadaporunacapatrasotradetimidez,embarazoycontención.Despuésdetodo,pensóKate,eradeagradecerque lamuchedumbre, el ruidoyFredLandersestuviesenallíparaayudarlasasuperaraquellosprimerosmomentos.

«¡FredLanders!¡MiqueridoFredLanders!¿Erestúdeverdad?¿Quemehubieses reconocidoencualquierparte?Tonterías.Miramiscanas.Mientrasquetú…».Habíarepetidoaquellaspalabrastantasvecescuandorepresentabalaescenadelencuentroensu imaginaciónqueahoraacudíanen tropelasuslabios; pero un impulso contradictorio las detuvo ahí y solo le permitiómurmurar:«Fred»,mientrasdepositabalamanoenladeaquelhombrerobustode cabello entrecano, tez violácea y ojos azules entrecerrados que el tiempohabía puesto en el lugar del amigo esbelto de miembros gráciles de sujuventud.

Landers, también en silencio, se inclinó ante ella; un común instintoparecía haberles hecho comprender a los tres que por elmomento no habíanadaquedecir,quesimplementedebíanpermitirquelaproximidadrealizasesumisteriosalaborsintratardeacelerarelproceso.

Una vez en el automóvil, comenzó la angustia de la señora Clephane.«¿Quépiensandemí?»,eralapreguntaquesehacía.Sesentíatansegura,tanasalvo, tanarropadaensucompañía,oasísehabríasentidosihubiesesidocapaz de adivinar la impresión que les estaba causando. Utilizó el pluralporque,aunqueenaquelmomentoloúnicoqueleimportabaeralaopinióndeAnne, se había dado cuenta al instante de que, por un tiempo almenos, la

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opinióndeAnneseveríainfluidaporladesututor.

EltonomismoempleadoporFredaldecir,mirándolasdefrentedesdesuasientoentreelequipajeapilado:«Estajoventevaadarmuchotrabajo:nomeapenaenabsolutotraspasarlemicarga»demostrabalobienqueaquellosdossellevaban.YtambiénlacontestacióndeAnne:«Ahorasolomedoytrabajoamímisma.Estoyenmispropiasmanos,tíoFred».

Él sehabía reídoy la joven,a suvez,había sonreído.AKate lehubiesegustadotenerasuhijafrenteaellaparapoderveraquellasonrisaentodasuextensión, y no solo el inicio de un hoyuelo en unamejilla ladeada. Tantascosas dependían de aquella sonrisa para la madre, de la sonrisa y de laexpresióndeaquelceñotanserio.Loimportanteerasaberhastaquépuntoloprimerocompensabalosegundo.

—Sí—reconoció el señor Landers—.Ahora eres libre. Desde hace tressemanas, ¿verdad?Yhasta ahorahas hechounusobastante adecuadode tulibertad.

Tutor y pupila intercambiaron otra sonrisa, en la cual Kate sintió queteníanlagenerosidaddeincluirla.DespuésLandersvolviólavistahaciaella.

—Túnohascambiadolomásmínimo,¿sabes?

—¡Venga! No digas tonterías. —De nuevo se controló antes de repetiraquellabobadade«miramiscanas»—.Esperoseguirsiendosiemprelamismaparalosviejosamigos,almenostraselprimersobresalto.

—No ha habido ningún sobresalto. Te reconocí al momento desde elmuelle.

Anneintervinoconsuvoztranquila:

—Yo también reconocí amimadregraciasauna fotografíaantiguamuydivertidaenlaqueestásconunvestidodemangasabullonadas.

LaseñoraClephanetratódesonreír.

—Yonosé,cariño,sitereconocí…Estabasahí…enmí…dondesiemprehasestado…—Sintióque lavozse lequebrabaysealegrócuandoelseñorLanderslainterrumpióaldecir:

—¿YquéopinasdenuestranuevaQuintaAvenida?

Aquella tarde se entretuvo contemplando el tramo superior de la calledesde laventanadelsaloncitoqueAnne lehabíaasignado.Sí,FredLandersestabaenlocierto,eraunaQuintaAvenidanueva,completamentenueva.PeroenlacasadeAnnenohabíanadanuevo.Resultababastanteincongruenteque,en aquella ciudad fluida, en la que hasta los edificiosmás sólidos parecíanátomosque, sujetosa las sacudidasyal retumbarde losmetrosy los trenes

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elevados,adquiriesendecontinuonuevasformas,lacasafueseexactamentelamisma que cuando pertenecía a Kate: aquel hogar al que veinticuatro añosanteslahabíantraídodereciéncasada.

Sucasa,yaquedeellahabíasidodueña,aunquenuncahabíasidosuyaenelsentidodehabercontribuidoasudecoración.LavidadeJohnClephaneseregíaporunaseriedeproverbios.Unodeellosdecíaquelosneciosconstruyencasasparaque loshombres sabios lashabiten;asíqueélhabíacomprado lacasadeunnecio,conmueblesincluidos,ytraslabodasehabíamudadoaella.Pero si eraunnecioquienhabía construido aquella casa,Kate amenudo sepreguntabacómoeraposiblequesumaridopensasequeladistribuciónylosmuebles respondían exactamente a lo que él habría elegido. John Clephanenunca se cansaba de alardear de ese hecho y, por lo que parecía, no eraconsciente de las conclusiones tan poco halagadoras que del mismo seextraían; quizá, de haberle insistido, habría dicho que no existía ningunacontradicción,puestoquelacasalehabíacostadoalneciomuchoconstruirlayaél,al sabio,muypococomprarla.Habíasido,nuncasecansabade repetir,una ganga, una ganga auténtica; y, en ciertomodo, esa parecía la razón (ytampoco Kate entendía el porqué) de haberlo dejado todo igual, incluso lavidriera con dibujos heráldicos de la escalera y la chimenea jacobina de unsalón en el que había hasta tapices de Aubusson… Y aquí estaba todo denuevo, intacto y sin desgaste alguno; la única diferencia era que ella,Kate,estaba instalada en las habitaciones de invitados del tercer piso (la habíallevadohastaallíunpequeñoascensorconformadecofre),enlugardeocuparlos aposentos del piso de abajo que antaño habían pertenecido a «papá ymamá». Se había dado cuenta del cambio de inmediato, y también de queAnne, al acompañarla arriba, en un principio había pulsado el botónequivocado, el del piso de abajo, y a continuación se había ruborizado alsubsanar el error.Eraevidenteque lamuchachahabía intuidoque sumadrepreferiría no regresar a aquellas otras habitaciones, y que se hubiese dadocuentadequeesehechoprovocóenKateunaintensaemoción.

—¿Noteimportaestaraquíarriba,madre?

—Megustamuchomás,cariño.

—¡Cuánto me alegro! —Anne hacía esfuerzos evidentes por mostrarseexpansiva—.Esestupendo:asíestaremoslasdosenelmismopiso.

—¡Ah!—Katenosabíacómodecirlo—.¿Entonces,siguesenlasmismashabitacionesdeantes?

—Sí: en el antiguo cuarto de los niños. Primero se transformó en aula,después en mi leonera. Una toma cariño a los sitios. Nunca me habríaencontradoagustoenotrolugar.Venaverlo.

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¡Ah, al fin había juventud y renovación en aquella casa madura ydeprimente! El cuarto infantil, al haber cambiado de uso, por fuerza habíatenidoquecambiardeaspecto.Paredescubiertasde telas japonesasdecolororo rojizo, unos cuantos cuadrosmodernos, libros, unaglicinia fresca enunjarrón de porcelana oriental, mesas amplias, butacas espaciosas, extrañaausenciadefotografíasybagatelaspersonalesparatratarsedelcuartodeunajoven. Sin ser especialmente original, era una habitación sobria, hermosa ycómoda,aunquelejosdeseracogedora.Katesepreguntó:¿esideasuya,oesestoloquelesgustaalasjóvenesdeahora?Recordólosadornosenblancoyrosa que abarrotaban su alcoba de soltera y se sintió como si un hijo decarácter serio le estuviesemostrando su estudio. El terrier airedale, tendidofrente a la chimenea, reforzó esa impresión. No creía que muchas de lasjóvenesmodernastuviesenhabitacionesasí.

—Fuetodoideatuya,¿verdad?—preguntócasicontimidez.

—No lo sé… sí. El tío Fred me ayudó, por supuesto. Sabe mucho deporcelana oriental. Empecé a llamarle «tío» cuando murió papá —explicóAnne—,porquenohayotraformadellamarauntutor,¿aqueno?

En la paredKate observó una pintura al óleo, tosca pero vívida, de unaramademagnolias.Seaproximó,atraídaporlapurezadelcolor.

—Megusta—dijo.

LamiradadeAnnesevolviómásprofunda.

—¿Deverdad?Lohiceyo.

—¿Tú, cariño? No sabía que pintaras.—De repente Kate sintió que seruborizaba:elabismodetodoloquedesconocíasobresuhijaseabrióunavezmásanteella,ysoloconsiguiómurmurar—:Quierodecir,quelohiciesesasíde bien. Muestra una gama muy amplia de colores, un trazo muy seguro.Debesdehabertrabajado…

Lajovenserio,contagiadadelazoramientodesumadre.

—Sí,trabajémuchoenél,letengomuchoaprecio.

Kate suspiró ymiró de nuevo el cuadro. Las pocas palabras que habíanintercambiado—los tecnicismosquehabíaempleadoella—lehabíanhechorecordarunaépocaenlaqueelvocabulariodelestudiosonabasincesarensusoídos, y en aquel momento quería alejarse de aquel recuerdo lo másrápidamenteposible.

Enlapareddeenfrentehabíaunsofádeasientosprofundos, librosyunalámparadelectura.Katesedetuvo.

—¡Aquíeradondeestabatucuna!—Sevolvióhacialachimeneaconuna

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risa temblorosa—. Aún te veo junto al fuego, en tu sillita, con las llamasreflejándose en tu mata de pelo, y tus juguetes delante de ti en el estante.Creíasquelasbrasaseranpájarosrojosatrapadosenunajaulaysolíastratardeatraerlosatravésdelguardafuegosconunospequeñosterronesdeazúcar.

—¿Deverdadhacíayoeso?¡Quéencantoeresporrecordarlo!

LamuchacharodeóaKateconunbrazo.Alamadreleparecióqueelcalorjovenquedeellasedesprendíahacíadesvanecertodolodemás,yquejuntascontemplaban a aquella niñita de pelo abundante que jugaba con las brasasdesdeelotroladodelguardafuegos.

AnnesehabíaidoylaseñoraClephane,solaantelaventana,contemplabadesde la altura la nueva Quinta Avenida. Al pasar por delante de sus ojoscansadosysorprendidosaquelinmensoarroyodelavaformadoporeltráficocompacto le daba la impresión de que los edificios se moviesen con losvehículos,igualqueuntrenestacionadopareceestarenmovimientoparalosviajerosdeotroconvoy.LafantasíalellevóaimaginarqueinclusoelpequeñoarcodeWashingtonSquarepasabaal troteanteella,a lacabezadetodaunamarea de rascacielos procedentes de la parte baja de la ciudad… Presa delagobioylaconfusión,alejódesíaquellaimageninquietanteylasustituyóporladelaantiguaQuintaAvenida:laQuintaAvenidatodavíaintactadelaépocade su boda, una arteria rodeada de casas marrones de monótona fealdadpartidaendosporelgoteodecochestiradosporcaballos.Yvioasusuegra,delante de una ventana de ricos cortinajes como aquella ante la que ella seencontraba,contemplandodesdelaalturaelcarruajedemuellesdelaancianaseñoraChiverylosnuevoscorceleszainosdelaseñoraBeaufort,yhaciendosecos comentarios mentales sobre cuánto tiempo hacía desde que habíanimportado el carruaje de París, y cuánto habían pagado por los corceles;porque la anciana señoraClephane pertenecía a una generación que todavíacontemplaba el mundo desde lo alto de una ventana, al igual que susantepasados holandeses veían lo que acontecía en la calle reflejado en unespejodepequeñotamaño.

ElcontrasteentreambasimágeneserademasiadograndeyKateClephanesintió que ella tenía mucho más que ver con la escena de antaño. Todosaquelloscambiosabrumadoreshabíantenidolugar,avelocidaddevértigo,enlos años de su ausencia, mientras ella había estado viviendo en lugaresatrasados, o en capitales europeas inmutables en las que las innovacionesapenasdejabanhuellaenlainalterablesuperficiedelpasado.Sevolvióhaciaelinteriordelaestanciaybuscórefugioenlosestampadosdegrantamañodeaquellasfamiliarestapiceríasdecretona,enlosasientosalmohadillados,enlatexturadelaalfombradelana.EramuyconsideradoporpartedeAnnehaberladejado… A ambas empezaba a agobiarles de nuevo una sensación deobstrucción: los recuerdos acumulados de sus pasados tan distintos habían

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obstaculizado las vías que las unían. Era evidente que Anne así lo habíasentido, y tras un beso suave se había marchado. «Es perfecta», pensó lamadre,untantoasustada…

Sedijoasímisma:«Memuerodecansancio»,sepusounsaltodecama,despidióalavigilanteAlinedesuladoysetendiójuntoalfuego.Después,enelsilencio,alcerrarse lapuerta tras ladoncella, sediocuentade lo inquietaqueestabaydeloimposiblequeleibaaresultardescansar.

Recorrióconlavistaaquelescenarioquesehabíamantenidoinmutableyel dormitorio igualmente familiar que quedaba en segundo plano, el mejorcuartodeinvitadosdeantaño.Allí,sobre lacamadematrimonio,colgabaelmismoretratodeBeatriceCenciconlosojosenrojecidos.LospadresdeJohnClephane habían sido viajeros en una época en la que todavía la gente alregresar a casa traía consigocopiasde losviejosmaestros,yunamezcladeinstinto ahorrativo y devoción filial había hecho que John Clephaneconservaselacolecciónenlosrinconesmásoscurosdelacasa.Katesonrióalpensar en el pintor escogidopara presidir el sueñode los visitantes casados(delmismomodo que losmonjes deRibera y los jugadores deCaravaggiopresidíanlosprocesosdigestivosenelcomedor);sonriócomolohabíahechotantas otras veces —aunque ahora sin amargura— ante las incongruenciasingenuasdeaquelpasadoinocentealaparqueinquisitorial.Entoncessusojosdescubrieron laúnicanovedadde lahabitación:un teléfonoa su lado. ¡Quéganasdehablarconalguien,dehablarconFredLanders,ahoramismo!«Haytantas cosas que desconozco… Estoy completamente a ciegas», murmuró.Consultólaguíaconimpaciencia,encontróelnúmeroyacribillóalacriadadeLandersapreguntas.PeroelseñorLandersnoestabaencasa.Lainflexióndela vozde la doncella implicaba: «¿Aestas horas?», y unamirada al reloj lerevelóaKatequeaqueldíainterminableapenashabíaalcanzadolasprimerashorasdelatarde.Porsupuestoquenoestabaencasa.Peroladoncellaañadió:«Siempreestáeneldespachohastalascinco».

¡El despacho! Fred Landers tenía un despacho, ¡todavía lo tenía! Katerecordó que veintidós años atrás, después de comer con ellos, siempre solíamirar el reloj y decir: «Hora de volver al despacho». Y tenía una posiciónacomodada, siempre la había tenido.No tenía necesidad alguna de trabajar,¡puesclaroqueno!¿Aquédiablossededicabaeneselugar?¿Quéresultados—pecuniariosodeotraclase—podíamostrartrasuncuartodesiglodeseguirun«horarionormal»?Recordóquesuprofesióneralaabogacía.Enaquellosdías remotos lamayoría de las amistadesmasculinas de una eran abogados.Pero no creía que Fred hubiese actuado jamás ante un tribunal: la gente leconsultaba sus inversiones, se encargaba de gestionar patrimonios. Lo másprobableeraqueen losúltimosaños sehubieseencargadodeldeAnne; sindudaeraunodelosalbaceastestamentariosdeJohnClephane,ytambiéndela

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ancianaseñoraClephane.Erafácilimaginarlomuyversadoenlaredaccióneinterpretacióndelostestamentos:siempre,conaquellamaneradehablarsuya,secaybalbuceante,habíadisfrutadoconlassutilezasdellenguaje.Katecayóen la cuenta, siguiendo el hilo de sus pensamientos, que ahora balbuceabamenos, que hablaba sin dar tantos rodeos como antes. Quizá fuese laexperiencia,laautoridad,elhechodequeleconsultasenyrespetasen,loquehabía convertido al adusto y desgarbado Fred Landers de antaño en aquelhombredeunapiezaquelahabíarecibidoenelmuelleysehabíaencargadodelocalizarsuequipajecontantaeficacia.Claroquesí,estabaseguradequeelnuevoFredLanderspodríaayudarla:consejos,esoeraloqueellanecesitabay,sospechaba,loqueaéllegustabadar.

Llamó al despacho y en menos de un minuto escuchó cómo su voztranquilalepreguntabaquépodíahacerporella.

—Veninmediatamente,Fred,tienesquevenir.

Enrespuestaoyó:

—¿Pasaalgo?

YlaseñoraClephanelecontestóconunarisatranquilizadora.

—Nada, es solo que yo… todavía no sé cómo encajar.Hay tantas cosasquenecesitoquemecuenten.Recuerdaqueestoytanpocopreparada…

Le dio la impresión de que a través del hilo telefónico le llegabanvibraciones de desaprobación. Quizá no debería haber ido tan lejos porteléfono.

—Anne ha salido—se apresuró a añadir—.Yome sentía fatigada ymedijoquedescansase.Peronopuedo,¿cómoibaapoder?¿Nopodríasvenir?

LavozdeFredvolvióasonarsinatropellarseenabsolutoalpronunciarlassílabas.

—Nuncasalgodeldespachoantesde…

—Delascinco,yalosé.Perosoloporestavez…

Hubounapausa.

—Sí,iré,porsupuesto.Perosabesquenotienesnadaporquépreocuparte—añadiópacientemente.

«Sedebedeestardiciendo—pensóella—,estaeslaclasedehisteriaquedesquiciabaalpobreJohnClephane».

Pero cuando él llegóKate no tuvo la sensación de que hubiese pensadonada por el estilo. No había ni rastro del «despacho» ni de cualquier otrapreocupaciónenaquellavozagradablecuando lepreguntó sino seríamejor

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continuaracostadaydejarquesehiciesecargoéldelaconversación.

—Sí,quieroquelohagas.Quieroquemelocuentestodo.Yantesdenada—hizounapausaparacogerfuerzas—,¿quéesloquesabeAnne?—lesoltó.

El visitante se había sentado en la butaca de cara a ella. La luz delatardeceriluminabasurostrogruesoyrubicundo,enelquesusojospequeños,entre los blancos párpados, parecían sorprendentemente azules. Ante lapregunta lasangre lesubióde lasmejillasa la frenteysedispersóentre loscabellos entrecanos, peinados con esmero, que coronaban aquella cabeza desólidaestructura.

—No,notratesdeaveriguarlo,teloruego.Yonolohehecho—balbuceó.

Kate sintió que aquel rubor de él se reflejaba en sus propias mejillaspálidas, y los ojos se le llenaron de lágrimas. ¿Cómo iba a ayudarla siadoptabaaqueltono?Élnolediotiempoaresponder,sinoqueprosiguióconunavozqueseesforzabaporserjovial.

—Hayqueirhaciadelante,nohaciaatrás:esoesloquetienesquehacer.Además,siunovivecongentejoven,¿noesesolonatural?YAnnenoesdeltipodepersonasqueescarbanylesdanvueltasalascosas:graciasaDios,esla salud personificada, en cuerpo y alma. No hace preguntas; nunca lo hahecho.¿Porquéibayoameterleenlacabezalaideadequehabíapreguntasquehacer?Suabuelano lohizo.Esaera supolítica…y tambiénha sido lamía.Aunquenosiemprelaancianaseñorayyoestábamosdeacuerdo,enesosíloestuvimos.—Sepusoenpieyseapoyóenlachimenea,recorrióconlamiradaelrelojpiramidaldebroncesobreelqueunamusaenvueltaenropajesyadornadaconuncollaretruscodescansabasulira—.AAnnesimplementeseledioaentenderqueentretúysupadrenohabíaarmonía,esoestodo.Unajoven—continuó con tono azorado—no se hacemayor hoy en día sin verantesmuchoscasosparecidosasualrededor.QueDiosmeperdone,peroseestánconvirtiendoenlareglamásqueenlaexcepción.Muchascosasqueatia la edad de ella te habrían parecido desconcertantes y misteriosas, a ellaprobablementeleresultennormales.Oporlomenossecomportacomosiasífuese.

»Lascosasentreellay suabuelano siempre resultaron fáciles.La joventienetalento,¿sabes?,lodesarrollópronto.Pintaconinteligencia,ylaancianaseñora hizo que recibiese instrucción, pero cuando quiso un estudio propiohubo una gran discusión y me pidieron que mediase. La señora Clephanenuncahabíaoídoquenadiedelafamiliatuvieseunestudio,yconesozanjóelasunto.Bueno,puesahoraAnnevaatenersuestudio.Yasísucedíacontodo.Al final, sin excepción, Anne siempre consigue lo que quiere. Ella, porsupuesto,sabíaquetúysuabuelanoeraisprecisamentebuenasamigas.Tengolaimpresióndequeintentóvertealpocodemorirelpadreydequelaanciana

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señoraledijoquedebíaesperarasermayordeedad.Ningunadelasdosmelocontó, pero era algo que estaba en el aire. Y Anne esperó. Pero ahora esdoblemente libre, y ya ves el primer uso que ha hecho de su libertad.—Sesentíacómododenuevoyvolvióatomarasientoconlasmanosenlasrodillas.El dobladillo de los pantalones quedaba demasiado alto por encima de loscalcetines arrugados y las solemnes botas de punta cuadrada—. Tengo quedecir—añadiósonriendo—,quetetelegrafiósinconsultaranadie.Yosololosupe cuandome enseñó tu respuesta.Con eso espero que te quede claro—concluyóalegremente—,másqueconcualquierotracosa,cómoesAnne.Loúnico que tienes que hacer es aceptarla tal como es, igual que ella harácontigo,ydeahoraenadelanteviviráslosdíasmásfelicesdetodatuvida,yaloverás.

En el fondo de aquellos ojos bondadosos y fraternales que pestañeabaningenuosKatevioelterrordeunhombrequehatratadodesobornaraldestinounayotravezconlasupercheríadeloptimismo,hastaelpuntodequeparaélsehaconvertidoenacto reflejohacerentregadel relojy lacarteracadavezquelarealidadloasalta.

Kate intercambió una mirada con aquellos ojos en los que el miedoacechabayacontinuacióndijo:

—Sí,supongoquetienesrazón.PeronosetratasolodeAnne.¿Quésabenlosdemás?Tengoderechoasaberlo.

Elrostrodelhombreseensombreciódenuevo,aunquenomovidopor lairritación.Parecióentenderqueelruegoerarazonableyquequeríaayudarla,pero,alavez,dabalasensacióndequecadapalabradeellaseloponíamásdifícil.

—¿Qué saben? Pues… pues… lo que tenían que saber… solo lo que…—«Loquetúmismalesobligasteasaber»,parecíaimplicarconsutono.

—Quemefui…—élasintió—conotrohombre…

Aregañadientesrepitiólaspalabrasdespuésdeella.

—Conotrohombre.

—ConHyltonDavies…

—HyltonDavies…

—Yquedurantecasidosañosviajéconél.

Fred Landers frunció el ceño, pero de inmediato exhaló un suspiro dealivio.

—Bueno,sí,porelextranjero.Yélyaestámuerto.—Lamiróconcautelayañadió—:Esunhombrealquepocagenterecuerda.

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PeroKateinsistió.

—Y después… —El señor Landers hizo un gesto con la mano paratranquilizarla;surostrosehabíadespejado—.Ydespuéstodossabemoseltipodevidaquehasllevado.Perdonaquetelodigaconfranqueza,peroelhechodequellevasesunavidatantranquilatodosestosañospocoapocohizoqueseprodujeseuncambiodeopinión…Dijomuchísimoatufavor.Inclusoparalosparientes de los Clephane… especialmente aquellos que te habían visto depasadaenelextranjero…oquehabíanoídocosasdeticuandoseencontrabanallí. Algunos miembros de la familia discrepaban abiertamente de… de laactituddeJohnalnegarsesistemáticamentea…Sí,hastalosTresseltonylosDrover,séquehicieroncuantoestabaensusmanos,sobretodoEnidDrover.

AKateseleacelerólasangreysintióqueelpulsolelatíaenlassienes.«Silloro—pensó—,ledaréungrandisgusto»,perofueconscientedelcalordelaslágrimasalagolpárseleenelcorazón.

—¿EnidDrover?Jamássospechéque…

—Pues sí. Así que durante mucho tiempo tuve la esperanza… todostuvimoslaesperanzadeque…

Ellacomenzóa temblar. ¡InclusoEnidDrover, lahermanadesumarido!EnsurecuerdoelseñorylaseñoraDrover,tantoellacomoél,aparecíanentrelosmásintolerantes, losmásinflexiblesde la tribudelosClephane.PeroderepenteseleocurriópensarquesinohubiesesidoporelepisodioconChris,talvezhubiesepodidoregresarmuchosañosantes. ¡Quégirosmásburlonesdabaaveceseldestinoalavidasencilladealguien!

—¿Ybien?—preguntóconteniendolarespiración.

Éllamiróahoraalosojossinlamásligerasombradeinhibición.

—Bueno,yasabescómoeraJohn:incapazdedesdecirsedeloquealgunavezhabíadicho.Unavezhabíadadoconlaexpresiónadecuadaparaalgo,esaexpresión lodominaba.Nunca logrósuperaraquellaprimera imagende ti…detiencompañíadeDavies…

—¿Nunca?

—No.Losañostranscurridosnolehicieronvariar.Senegabaaescuchar.Todoloquedecíaera«Elgatoescaldadodelaguafríahuye».Ytrassumuertesu madre lo mantuvo. Parecía considerarlo un deber hacia su memoria…Aunquehubiesesidotestigodirectodetuvida,díaadía,horaahora…nolehabríahechocambiar.—Denuevoseruborizó—.Algunosde tusamigosnodejarondeintentarlo…peronosirvióabsolutamentedenada.

KateClephaneguardósilencio,lamiradafijaenelfuego.Apartirdeltonoempleadoporsuvisitante,desuspalabras,desusreticencias,pocoapoco,con

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titubeosyconmiedo,dedujounhechoincreíble,paraélyparatodalafamiliade su marido —aquel clan inmenso e imperioso— la vida de ella habíaquedadodivididaendospartesclaramentediferenciadas:elbrevedeslizconHyltonDaviesylalargaexpiaciónensolitario.Deltercerepisodio,elqueparaella era el hecho fundamental de su experiencia, por lo visto no les habíallegadonilamásmínimaalusión.Eraunamujerqueenciertaocasión«habíacometidounalocura»yquedespués,trasrecuperarsurectitudnatural,lahabíaconservado con toda firmeza durante todos los años posteriores. Cuando laverdadse lehizoevidentesintiómásmiedoquealivio.¿Noestabaactuandobajoengañoalvolveraestosparientesquecontantabondadlaperdonaban?¿Acasono eraposible, omejor casi seguro, queunhombre comoFrederickLanders, si se hubiese enterado de lo de Chris, habría utilizado toda suinfluenciaparadisuadiraAnnedellamarla,enlugardeconvencerladetodolocontrario,comomanifiestamentehabíahecho?Ysilascosaseranasí,¿nolosestabacogiendoatodosporsorpresa,abusandoenrealidaddesubuenafe,alhacersepasarporaquellafigurapenitentealaqueelpasodelosañospocoapoco había transformado de culpable en víctima? Pero ¿era posible que laaventuraconChrisy lavidaquehabía llevadoconélhubiesenescapadotanpor completo a la atención de todos? El rumor tiene millones de ojos, yaunque ella había mantenido las apariencias con ciertas maneras, casisupersticiosas, las había desafiado imprudentemente con otras, sobre todohaciaelfinal,cuandoelmiedodeperderaChrishabíaacabadocontodassusprecauciones.Alllegaraesepunto,desúbito,cayóenlacuentadecuáleralaexplicación.HabíavistoaChrisporprimeravezmenosdeunañoantesdelestallido de la guerra, y sus últimos meses juntos, los más imprudentes yapasionados,habíanquedadooscurecidos,ocultosantelosojosdetodos,poraqueleclipseuniversal.

Nuncaantes lohabíavistodesdeesaperspectiva:paraella laguerrasolohabía empezado cuando Chris la dejó. Durante los primeros meses delconflicto ella y Chris habían estado en España e Italia, protegidos por labarrera de los Alpes o por la indiferencia de la neutralidad, y la necesidadimperiosadequeChrisnoseaburriese,ydequeellanodejasederesultarleentretenida, lahabíahechoadaptarsealestilodevida fácilde losbalneariositalianos y a la despreocupada animación deRoma, sin tener en absoluto lasensación realdeestarviviendoenunmundoalterado.Al sualrededor soloencontrarongentesimilar: lahabíaalegre,quesenegabaa«preocuparse»,odiscutidorayparadójica,comoelpropioChris,quepensabaquesudeberde«artistas»o«pensadores»erahacercasoomisodetodaaquellaconmociónybarbarie.Soloen1915—cuandolaactituddeChriscambiómisteriosamenteyella lo descubrió murmurando que después de todo un hombre no podíaquedarsealmargenmientrasmatabana todos susamigosya lagentede suedad—,soloentoncessederrumbarontodasaquellasdefensasartificialesyla

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realidad la alcanzó de lleno. ¿Fue sincero aquel cambio de actitud de él?Amenudo,decíaquenohabíacambiadodeopinión,peroquehabíaépocasenlasquelasopinionesnocontaban…enlasqueaunhombrenolequedabamásremedioqueactuar.Esahabíasidolasecretaopinióndeella(puedequedesdehacíamás tiempode lo que pensaba); pero en cuanto aChris, ¿quién podíaestar seguro? No importaba a qué se dedicase, pasado un tiempo,inevitablemente,queríahaceralgodistintoyencontrabarazonesconvincentesparaello:hastalaguerrapodríaestarsirviendocomomeraexcusaparaaquellaansia suya. A no ser que… a no ser que la utilizase como pretexto paraabandonarla. A no ser que fuese una salida para no estar en su compañía.¡Ojalálohubiesejuzgadoconmásclaridad!¡Ojalálohubieseconocidomejor!PeroentreellaycualquierposibilidaddeconoceraChrissiempre,desdeunprimer momento, se había interpuesto la densa bruma de la pasión, querecubríaconunvelosurostro,sutacto,suformadehablar(detalmaneraqueahora, a veces, era incapaz de reproducir aquellas facciones o de recordaraquellavoz),oscureciendocadapliegueyhendiduradesupersonalidad,cadamatiz de sus frases, cada doblez y artimaña de su mente inquieta y de suimaginacióncaprichosa.Aveces, almirar atrás,pensabaque solohabíaunaseñalquehabíasabidoleerconclaridadenél,yfuelaprimeraseñaldequeseestaba cansando de ella. Por mucho que se empeñase en disfrazarla, enapartarla de su vista, en encontrar argumentos en contra, siempre surgía denuevo la amenaza, leve pero persistente, como esa punzada tenue eintermitentequeeselprimeranunciodeunaenfermedadmortal.

Ydetodoestonadiedelosqueestabanpendientesdeellaalotroladodelmarhabíatenidolamásmínimasospecha.Laguerralahabíadevorado,aellay todas sus preocupaciones sin importancia, al igual que había engullido atantosotrosmillonesde seres.Parecíaque estaba escritoque, hasta el final,tendríaqueestaragradecidaalaguerra.

Dirigió lamiradadenuevohaciaFredLanders, cuyo robustocorpachón,plantadoanteella,daba la impresióndehaberseconvertidoenalgo lejanoeinmaterial.¿Eraposiblequeélnoadivinasenadadeaquelmundoabigarradoalqueelrecuerdolahabíadevuelto?¿YquépensaríaoquédiríaFredsiellaalzaseelveloylepermitiesepenetrarenél?

«Va a odiarme, pero tengo que hacerlo», murmuró. Se incorporóapoyándoseenelcodo.

—Fred…

LapuertaseabrióconsuavidadparadarentradaaAnne,conelairedalepisándole los talones. Entró con ellos la luz invernal y el perfume frío yextrañodelanochecer.

—¿TíoFred? ¡Québienquehayasvenido!Teníamiedodehaberdejado

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solaamamádemasiadotiempo—dijolajoven,inclinándosehastaalcanzarlamejilladesumadre.

Aquella caricia hizo retornar la sangre al corazón de Kate. Levantó lamiradaylosojosselellenarondelaimagendesuhija.

Annequedóunmomento inclinada sobre ella, alta, con su abrigonegro,lejanaenaquellaluztenue,yacontinuaciónsedejócaerderodillasjuntoalsofá.

—¡Pero si estás cansadísima…estás completamente agotada y exhausta!—exclamó,deslizandounbrazoprotectorpor laespaldadesumadre.Ensuvoz había una nota de reproche e indignación—. Nunca más tienes quecansarteniquepreocupartedenada,no lopermitiré;ningunodenosotros lopermitirá.Noloolvides,ahoraestoyaquíparacuidarte,ytíoFredtambién—añadióconalegría.

—Eso es lo que yo le digo: ahora ya no hay nada en elmundo de quépreocuparse —corroboró el señor Landers, levantándose de la silla ydirigiéndosealapuertaconpasossuaves.

—¡Nada,nada,nuncamás!Meloprometesmadre,¿verdad?

KateClephanedejócaerlamanosobreaquelhombrojovenyfuerte.Tuvola impresióndeque se sumergía enunapiscinadepazyolvidocomo ladeBetsaida.Sepermitióemergerdesusprofundidadeslosuficienteparadecir:

—Teloprometo.

IV

Cuando Anne se deshizo del abrazo de su madre, decretó con tonodecisivo:

—YahoravoyallamaraAlineparaquetellevealacama.Yenseguidatetraeránlacena;consomé,polloychampán.¿Teapetece?

—Esexactamenteloquemeapetece.Pero¿porquénolocompartoabajocontigo?

Lajovensemostrófirme,condulzuraycasiconobstinación.

—No, cariño: estás agotada. Todavía no te das cuenta, pero pronto lonotarás. Quiero que te quedes ahí tumbada, disfrutando del fuego y delperiódico,yquetevayasadormirloantesposible.

¿Dedóndesacabasuvozfrescayflexibleaqueltonotajante?Era—sí,no

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cabía lamenor duda— el eco de la anciana señoraClephane cuando decía:«Creoqueesodebemosdarloporzanjado».

Katesintióunligeroescalofrío,perofuesolopasajero.Laformaenquelamuchachaempleabasuautoridaderatandistinta—comosilaancianaseñoraClephane hablase en ella desde un plano más suave— y era tan agradablesentirsemandada,quedecidiesenporella,queledijesenloquenecesitabayloqueeramejorparaella.DuranteañosKateClephanehabía tenidoquedarseórdenesa símisma:obligarseadescansaryadejar laspreocupacionesaunlado, forzarse a comer cuando no tenía hambre, a dormir cuando se sentíacompletamentedespierta.Esanoche,engeneral,hubiesepreferidovestirseyhaberbajadoparacomerunacenatranquilaencompañíadesuhijayquizádeFredLanders;teníamiedodelhuracánquesedesataríaensumentetanprontocomo se quedase sola, sin embargo, le apetecía más dejarse mimar de esamaneracariñosayatolondradaquetienenlosjóvenesdemimarasusmayores.YademástalvezAnnesentía—ynoseequivocaba—queunavezmás,porelmomento,sumadreyellanoteníanmásquedecirse,queacabareldíaasí,entonosuave,erapreferibleaseguirhaciendoesfuerzos.

Detodasformas,eraevidentequeAnnenoesperabaquesecuestionasesudecisión.AqueltonoirrevocablequehabíaenlasatencionesdelajovenhizoqueKate,cuandosehundíaenlosalmohadonesconoloralavanda,sintiese—ayudadatalvezporelperfumefamiliardelaropadecamabiencuidada—quevolvíanaatenazarlalasviejasataduras.

Alamañanasiguientelasensaciónhabíadesaparecido.Ahorasolosentíalanovedad,loextrañoqueleresultabatodo.Anne,alentrarprecedidadeunabandejadedesayunoperfectamentedispuesta,anuncióquelostíosHendrikyEnid Drover venían esa noche a cenar con su hijo mayor, Alan, con LillaGates(LillaGates,recordóKateeralahijaqueteníancasada)yconeltíoFredLanders.

—Nadiemás,cariño,poresto—dijolajovenyseñalóeltrajedeluto—.Ytúquerrásempezarpocoapoco,ya losé…Traselcansanciode la travesía,quierodecir—añadiórápidamenteparaquesuspalabrasnoimplicasenquesumadreteníaotrasrazonespararehuiralagente—.Ynadiemás—continuó—apartedeJoeyNollie.JoeTresselton,yasabes,secasóconNollieShriner.Sí,unade losShrinerde lacalleCatorce, laqueantesestuvocasadaconFrankHaverford. Se divorció hace dos años y se casó con Joe inmediatamentedespués.

Dejó caer aquellas palabras con la misma indiferencia que si hubiesedicho:«SepresentóensociedadhacedosañosysecasóconJoealfinaldelprimeraño».

—NollieTresseltonloestodoparamí—continuóAnnetrasunapausa—.

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Ya lo verás: ha transformado a Joe. En la familia todos la adoran. Los hahechodespertaratodos.HastalatíaEnid,¿sabes?YcuandoLillasemetióenproblemas…

—¿Lilla?¿LillaGates?

—Sí,¿nolosabías?FuehorribleparalatíaEnid,sobretodoconlasideasqueellatiene.Lillaseportóhorriblementemal,hastaNollielocreeasí.PeroNollieloarreglólomejorquepudo…Peroteestoyaburriendocontodosestoscotilleosdelafamilia.—Lajovenseparó,conrepentinoembarazoydespuésmiróporlaventana—.Haceunamañanapreciosaynodemasiadofría.¿QuéteparecesitellevoalparquedelBronxantesdecomer,paraqueveasunpocodeloqueNolliellamanuestraNuevaYork?¿Oprefierestomarteotrodíadedescanso?

Elrecorridobajoaquelairetanvivo,elespectáculodelanuevaysuntuosaciudad,delaslargasorillasdelríoHudsonconsuimpresionantearquitecturaysus imponentes «instituciones», de los cómodos bulevares que conducen abarrios residenciales prósperos y bien cuidados; la perspectiva de la QuintaAvenida,yadevuelta,extendiéndoseinterminablehaciaelsur,entrefachadasmonumentalesyescaparatesresplandecientes:todoaquelloyeltonodelavozdeAnne,consusalusionesinconscientes,consusrevelacionessobresímismaysuentorno,tuvieronelmismoefectoqueelchampánenlacabezadeKate,hicieronqueelmundoasualrededorgiraseenunadanzavertiginosaque ladesafiabaaparticiparenella.¡Aquellaformaquetodosteníandeguardarluto,por ejemplo! Como Anne era la heredera de su abuela (le explicó), porsupuestonosevestiríadecolorhastaPascua,ni iríaa laópera(exceptoalaprimerasesión)hastadentrodeporlomenosotromes.¿Noestabasumadredeacuerdo?

—Nollie piensa que es de lomás arcaico asociar lamúsica con el luto,comoelladice,¿quétienequeverunacosaconlaotra?Peroséquea la tíaEnidnolegustaría…yhasidotanbuenaconmigo.¿Noestásdeacuerdoenqueesmejorquenovaya?

—Claroquesí,cariño,ycreoquetutíatienerazón.

En su fuero interno, Kate estaba recordando las leyes inexorables quehabíanregidoellutofamiliarenaquellaNuevaYorkalaquehabíallegadodereciéncasada:tresañoscubiertadecresponesporunpadreounamadre,dosporunhermanoounahermana,almenosdocesólidosmesesdenegroporunabuelo o una tía, y medio año (completo) por los primos, incluso si secontabanpordocenas,comoenelcasodelosClephane.Enloreferentealaviudedad,sesuponíaqueellutosemedíasoloporlaintensidaddelapenadelsuperviviente,yseesperabaqueduraseyseproclamasesinambagesmediantelos negros crespones y la reclusión el tiempo que decretase el censor más

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intolerante de la familia, a no ser que se estuviese dispuesta a desobedecerabiertamenteatodoelclanyasoportarqueselerecordaraconseveridadquesuveloeraunacuartamáscortoqueeldelaprimaJulia,peseaqueellutodeaquellaeraseismesesanterioralsuyo.AunqueKateClephanehabíasufridocon las viejas normas, le produjo un ligero rechazo la indiferencia que lashabía reemplazado. Ella misma, antes de embarcarse, había cambiado laselegantes prendas de color compradas impulsivamente en la costaAzul porunoscuantosvestidosdeundiscretotononegro,que,sincaerenlahipocresíademostrar que llevaba luto por la anciana señora Clephane, hacían que sumaneradevestirestuvieseenarmoníaconladesuhija.LapreguntadeAnnelehizoalegrarsedehabertomadoaquelladecisión.

Prontoempezóaverqueaquellanuevatoleranciaseaplicabaatodoo,sinoeraasí,ella todavíanohabíadescubierto lasnuevasprohibiciones,ya lolargode todoaqueldeslumbranteprimerdía lepareció estar atravesandounmilenioenelqueelcorderodelplacersehabíadesembarazadodelleóndelasconvenciones… Después de todo, esta Nueva York en la que la estabanintroduciendodenuevo,nunca,enningunadesusetapas,habíasidosuya;yesto,que lehabíahechomás fácil lahuidadeallí, aldejar trasde símenoslazos rotos y menos costumbres desarraigadas, ahora, estaba segura, iba asimplificarlelavueltadelamismaforma.Suausencia,durantetodosaquellosaños,alosClephanesololeshabíaimportadoporlahumillaciónquesuponíaparasumarido;nohabíahabidonadiedesupropiafamiliapara lamentarsucaída,asumirsudefensa,pelearconelclansobrelosaspectosbuenosymalosdelcaso,forzaralagenteaponersedeunauotraparteydejarunaesteladevagosrencoresquereviviríandenuevoconsuvuelta.Lastíasancianasylosprimos indiferentes que tenía en Meridia —su remota ciudad natal tierraadentro—habíanbajadolacabezaanteelescándaloyhabíandadograciasalafortunaporquelagentequevisitabanprobablementejamásseenteraríadelosucedido.Yahoravolvíalibredetodosydetodo,máscomounpolíticoquesereincorporaasupuestoquecomounhijopródigoquevuelvealsenofamiliar.

Aquellaideaeratanrejuvenecedoraqueestabacasiseguradetenermejoraspecto que nunca (y conmenos ayuda deAline que de costumbre) cuandobajó a reunirse con el clan. La apariencia de Enid Drover puso finmomentáneamente a aquella ilusión. Para su horror, Enid, dieciocho añosdespués, parecía la misma de siempre: la misma boca fruncida, el mismovocabulariocuidado.Inclusohabíapreservado,hastaextremossorprendentes,aquelairesuyodejuventudadulta,latezlisa,elcabelloonduladoconsimetríaylosojosvacuosquedabanasurostrodenarizpequeñaaspectodeestatua.Sinembargo, loque lacambiabaprofundamenteera lamerapresenciadesuhija Lilla, el hecho de que estuviese sentada sonriendo maternalmente aaquellaversióninsolenteysimplificadadesímismaqueseencontrabaalotroladode lamesa, aaquellapersonadepelo teñido,pestañas también teñidas,

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ojosdedrogaday jerga ininteligible.Y tambiénel hechodeque sumarido,HendrikDrover—neoyorquinocaracterísticodelosdeantes—aceptaseasuveza lahijaproscrita, se rieseconsuargot,y la recibiesecuando llegóconretrasoconelcomentario:¡Cómovienesestanoche,Lil!

—EsqueLilladespuéssevadejuerga—dijolaesposadeJoeTresseltonriéndose, mientras entrelazaba su brazo delgado y moreno con el blanco ygruesodesuprima.

Lillaserioindolente.

—¿Ytúno?

—No,yotengolaintencióndequedarmeyaburriralatíaKatehastalastantas,simedeja.

¡La «tía»Kate! ¡Qué dulce sonaba pronunciado por aquella voz joven yatractiva!NoeradesorprenderqueAnnehubiesehabladodeNolliecomolohabía hecho. Cualquiera que hubiese sido el pasado de la señora de JoeTresselton, no había dejado en ella huellas como las que insensibilizaban yempañabanaLilla.KatecorrespondióalasonrisadeNollieysesintióllenade afecto hacia ella. También estaba dispuesta a querer a Joe Tresselton,aunquesolofueseporhabertraídoalafamiliaaalguiencontantavida.Comopersona, Joe, enunprincipionoofrecíamuchospuntos de contacto: era tanexactamente igual a su primo Alan Drover, y a todos los jóvenes oficialesnorteamericanosqueKatehabíavistodepermisoenlacostaAzul,yatodoslos jóvenes que anunciaban camisas o estilográficas o palos de golf en laúltima página de las revistas norteamericanas. Pero en aquella época Katellevaba tanto tiempo fuera que, todavía, la poca gente que había conocidosiempreestabaapuntodefundirseyformarun«rostroamericano»colectivo.SepreguntósiAnnesecasaríaconunrostroamericano,yesperabaaprenderadistinguirlosantesdequeesosucediese.Mientrastanto,empezaríaapracticarcon Joe, quien, sentándose a su lado y luciendo aquella sonrisa colectiva,parecíaestarapuntodedecir:«¿SehafijadoenmicamisaArrow?».

En lugar de eso dijo: «Anne es fantástica, ¿verdad, tía Kate?», y deinmediatoadquirióindividualidadparalamadredeAnne.

Anunciaron la cena, y a la puerta del comedorKate titubeó asustada, aldescubrir que la habitación estaba exactamente igual—en negro y oro, contapices de imitación y un busto blanco en actitud vigilante colocado en unarepisademármolrojo—ydenuevosesintióinseguraconrespectoaloqueseesperabadeella.PeroAnneyalaconducíaasuantiguoasientoenlacabecerade lamesa, y esperabaque ella indicase a los demás sus sitios.La joven lohizosinpronunciarpalabra,consolounamiradayunleveroce.Sieraciertoque aquella era una época sinmodales, ¡quémilagroso resultaba queAnne

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hubieseconservadolossuyos!

Y ahora la cena estaba en pleno apogeo, el champán de John Clephaneburbujeabaenlascopas(loquemásleextrañabaeraestarbebiendoelVeuveClicquotdesumarido),Lillafumabasincesar,conamboscodosapoyadosenlamesa,yNollieTresseltondirigíaunintercambiodebromasentrelosprimosmásjóvenes,conelfin,Kateimaginó,dedarleaella,lareciénllegada,tiempoparatomarseunrespiroyorientarse.Eramaravilloso,allísentada,recordarlasviejas«cenas familiares», cuando la sonrisacensoradeEnid (Enid,quea lasazón contaba veinte años) parecía tan inaccesible a la compasión como laexpresiónseveradeloslabiosdelaancianaseñoraClephane;cuandohastalamadredeJoeTresselton(aquellagordaeindolenteAletheaTresselton)habíaseguido a los demás y se había hecho eco de su intransigencia con aquellaboca suya que estaba hecha para besar y perdonar, y John Clephane, en elextremodelamesa,orgullosodesucasa,orgullosodesuvino,orgullosodesucocinero, todavía medio orgulloso de su esposa, claramente se decía a símismo, mientras miraba a aquellos parientes sanos y bien parecidos queestabanasualrededor:«Despuésdetodo,lasangretira».

Elcontrasteresultabaaúnmáscuriosoporque,despuésdetodo,nohabíanada capaz de alterar de verdad a gente como los Drover. Enid todavíamostraba su censura con delicadeza, aunque al haberse reducido tanto elámbitode suscríticaspor tenerquehacerunaexcepción tanenormeconsuhija, la manera que tenía de encontrar faltas resultaba un tanto distante. YHendrik Drover, supuso Kate, se asustaría con tanta facilidad como antañoantelasalusionesa«esascosasquesehacíanenEuropa»,apesardequeloquehacíanensupaísloteníaéltanvivoypresenteenlapersonadeLilla,yenelhechodequeJohnTresseltonsehubiesecasadoconunadelosShrinerdelacalleCatorce,yparacolmodivorciada.

Resultaba tododemasiadodesconcertante para que unapobre exiliada loentendiese,porloqueloúnicoquepodíahacerlaseñoraClephaneerasonreíryescuchar,yagradecerquesupropiocasoquedasetanclaramentedentrodelosnuevoslímitesdelaindulgenciadeaquellagente.

Pero¿quéopinaban los jóvenes?Seríade lomás interesanteaveriguarlo.Todosellostenían,segúnsusdeducciones,muchísimosmásintereseseideasque los que ella había tenido en su propia juventud—que habían sidomásbien escasos—, pero se encontraban tan fragmentados, tan dispersos einterrumpidos tan de continuo por el esfuerzo agotador de los innumerablesdeportes que aquellos jóvenes practicaban, que a Kate le recordaban a ungrupodeentomólogos,quepormásqueestuviesenequipadosconloúltimoenredes,ibancondemasiadasprisasparapoderatraparalgúnespécimen.Aunquepuedequesolofueseunaimpresiónerróneaporestaracostumbradaalamayorlentituddemovimientosdelamadurez.

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LamiradadeKatesedesplazódeLillaGates,lamástransparenteymenosinteresantedelgrupo,aNollieShriner(unadeaquellos«vulgares»Shrinerdela calle Catorce): primero había sido Nollie Shriner, más tarde NollieHaverford, esposa del puritano Albany Haverford, y ahora era NollieTresselton, aunque con aquel rostro de ardilla, aquella tez morena y aquelcuerpecillodelgado todavíaparecíaunacolegialaenelaula.Sí,hastaNollieparecía tenerunaprisa enorme; siempredaba la impresiónde estar ocupadamentalmente en ordenar, solucionar y organizar las cosas, algo que, segúnKate advirtió en ese momento, imprimía de vez en cuando en aquel rostroincreíblementejuvenilunaspectocansadoyunairecuriosamenteinexpresivo.Kate se preguntó si una tendría alguna vez tiempo de disfrutar de algo conaqueldespertadorpermanenteinstaladoensuinterior.

Sumirada continuó el recorrido hasta detenerse en su propia hija.Annetambiénparecíaimpaciente,perosuinquietudnoalcanzabaelmismoextremo,niabarcabataldiversidaddecosassinrelaciónentresí.Aunque,talvez,fuesesolo el hechode sermás alta,más señorial—las palabras pasadas demodaaún resultaban apropiadas para Anne—, lo que le confería aquel aire demuchacho distante. Pero no, era el misterio de sus ojos, aquellos ojos que,comoKatelehabíadicho,habíaelegidoellamismaenalgúnolvidadocofredetesorosancestralesenelquelosdemásnohabíanbuscado.

Entreverdeolivaymarrón,peromoteadosconreflejosdorados,quizáunpunto demasiado profundos—el párpado inferior era prolongación suave ylisa de la mejilla, y las negras pestañas estaban distribuidas con igualuniformidad que los penachos en un adorno de plumas peruano—; y porencima de ellos surgían demasiado prominentes, incluso amenazadoras,aunquedevezencuandosedifuminaranyformarancurvasinterrogantesparamostrar juvenilsorpresa, lasobstinadascejasde laancianaseñoraClephane.¿Quéaugurabanaquellosojos?

Kate Clephane desvió la mirada, asustada ante aquel enigma, y se dejóabsorberpor elpreocupantehechodeque laúnica formadedistinguir a losDrover de los Tresselton fuese recordar que las narices de los Drover erantodavíamáspequeñasquelasdelosTresselton(pero¿serviríaesodealgosiuna se encontraba a cualquiera de las dos tribus sin que la otra estuviesepresente?).Alvolverlasdamasalsalón,lehizoregresaralarealidadeltonolastimerodelavozdeEnidDroverquepreguntaba:

—Pero,despuésdetodo,¿porquénopuedeirAnnetambién?

LasmujeresformaronuncírculoinquisidorentornoalaseñoraClephane,quienderepentesintióquelaexaminabancomosiesperasenqueemitieseunveredicto.Miró haciaAnne confundida, y su hija entrelazó un brazo con elsuyoperosedirigióalaseñoraDrover.

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—¿Que vaya yo con Lilla a la fiesta de cabaret que organiza MadgeGlenver? Claro que no hay nada en contra de que lo haga, solo que da lacasualidaddequeloquemeapetece,aligualqueaNollie,esquedarmeestanocheencasa.

La señoraDrover dejó escapar un ligero suspiro de alivio, pero su hija,moviendoloshombrosconimpacienciaylibrándolosdeaquellostirantesquesedeslizabancontantafacilidad,rezongó:

—Entonces,¿porquénovienetambiénlatíaKate?Acabaréisconellasiosquedáistodasaquíhablandotodalanoche.

NollieTresseltonsonrió:

—¡Me encanta la opinión que tiene Lilla del interés de nuestraconversación!

Lillaseencogiódehombrosotravez.

—Nomerefieroavuestraconversaciónenparticular.Esqueodiohablar.Solomegustanlosruidosquenoquierendecirnada.

—¿Yesoeliminalaconversación?¿Seguro?

—Bueno, pues entonces odio que la gente se haga la lista; Anne y túsiempreestáishaciéndooslaslistas.VaisadejaralatíaKatemáscansadaquesifuesealafiestadeMadge.

Lilla estaba allí erguida, rubia y corpulenta, con los rasgos de su rostropequeñoeinexpresivotanparecidosalosdesumadre,laslíneasdesucuerporelajado e incitante tandistintas de las honestas curvasde la señoraDrover.SuspintadosojosseposaronconcuriosidadenlaseñoraClephane.

—¿No pensaréis que era así como pasaba el tiempo en Europa, que sequedabasentadaencasa?,¿verdad?—preguntóalosreunidosconingenuidad.

Sehizounapausaviolenta.Kateloarreglódiciendoentrerisas:

—Vasapensarquenohehechonadamásqueesositedigoqueenmividaheestadoenunafiestadecabaret.

LamiradadeLilla sehizomás intensa,daba la impresióndequenoeracapazdeentenderaquelladeclaración.

—Entonces, ¿qué hacías por las noches?—le espetó, tras buscar, por lovistoenvano,unapreguntaalternativa.

LaseñoraDrover se ruborizóy teníaelceño fruncido. Incluso la sonrisarápida de Nollie Tresselton parecía haberse congelado, pero Kate tuvo lasensacióndequesalíadelatolladeroconsoltura.

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—Conmucha frecuenciame quedaba sentada sola en casa y pensaba entodosvosotrosaquí,yennuestraprimeranoche,enestaprecisanoche.

Vio queAnne se ruborizaba ligeramente y sintió la rápida presión de subrazo.¡SehabíanencontradodenuevoellayAnne!

Elmayordomoabriólapuertadelsalónyanuncióconairesolemne:

—HallegadouncaballeroenautomóvilarecogeralaseñoraGates.Mehapedidoqueledigaquesedéprisa,señora,porfavor.

—Vaya—dijoLilla,abalanzándosesobreelbolsoyelabanico.Antesdequeelmayordomohubieseterminadolafraseyaestabafueradelahabitación.

LaseñoraDrover,recuperadalatranquilidad,sedejócaersobreunodelosmullidossofásdelosClephane,queporsuntuosoyplúmbeoestabaatonoconsupersona.

—¡Lillaestaninfantil!—dijoconunsuspiro.Acontinuación,respirandoconmáslibertad,sededicóahacerpreguntasinteresándoseporelviajedelaseñoraClephane.Eraevidenteque,enloquealafamiliaserefiere,lamadredeAnnehabíavueltoanacersietedíasatrás,enlapasareladeltransatlánticoque lahabíadevueltoacasa.Teniendoesoencuenta, todos sealegrabandetenerla de vuelta, y la señora Drover declaró que se sentía particularmenteagradecidadequelatravesíahubiesesidotantranquila.

V

Latranquilidad,KateClephaneloveíaclaro,ibaamarcarlaprimeraetapadesureembarcoporlasaguasdelavida.Sediocuentadeaquellaverdadtraslaprimeravelada,aldescubrirconsorpresaquelafamiliasehabíaabstenidoderozarsupasado,noporgazmoñería,nisiquierapordiscreción,sinoporqueese tipo de reminiscencias eran algo de lomás incómodo, y el caminomásfácilerairhaciadelante,nohaciaatrás.Estuvoenlociertoalsuponerquesuspreguntas acerca de lo que la gente opinaba de su pasado resultabanembarazosas para Landers, pero se había equivocado al interpretar dichoembarazo. Al igual que todo el resto de la gente que la rodeaba, él estabaatrapadoenelinconteniblefluirdelaexistencia,queaellanoseleantojabaunríopoderosoquesedirigealmar,sinomásbienunaescaleramecánicaquegira sobre sí misma. «Pero todos ellos se creen que es un río…», fue lareflexiónquesehizo.

Sin embargo, aquellos pensamientos, apenas cruzaban sumente cansada,desaparecían. Durante aquellos primeros días, tras haberse dado cuenta (sin

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tratar de encontrarle explicación) de que ya no necesitaba mantenerse enguardia, de que, por lo tanto, no habría nada que mantener alejado, ni queexplicar,niquedisimular,suprincipalsensaciónfuedeunaliviosinlímites.Elplacerquesintióaldejarqueaquella sensación laembargasehizoquesediese cuenta por vez primera de lo cansada que estaba. Era como si aquelestado de relajación fuese algo completamente nuevo para ella: tenía queremontarsemuyatrásenlamemoriapararecobrarunaépocaenlaquenosehubiesedespertadollenadeaprensión,yquenosehubiesequedadodormidasinensayarnuevasprecaucionesparaeldíasiguiente.Losprimerosañosdesumatrimonio habían estado dominados por el esfuerzo continuo y vano deadaptarse al puntode vista de sumarido, a las normasde su suegra, a todoaquelritual incomprensibleque lesservíadeparapetoante ladifícil tareadevivir. A continuación había venido la amargura del primer desencanto y laañoranzaconstanteporestardenuevoconAnnejugandoenelsuelodelcuartode los niños; después, a lo largo de todos los años que siguieron, de losmuchos años austeros y solitarios y de los pocos consumidos por su últimapasión,lanecesidadconstantedemantenerlavigilancia,deunaformauotra,elesfuerzoporagarrarseaalgoqueencualquiermomentopodíaescapársele,yafuesesu«respetabilidad»recuperadacontantoesfuerzooelamanteporelcual había renunciado a ella. Sí, al mirar atrás, se veía siempre con losmúsculostensostrasunaaparienciadetranquilidad,siemprefingiendoquesesentíalibre,ysabedoraensecretodequelacárceldesumatrimoniohabíasidolalibertadencomparaciónconloquehabíaelegidoensulugar.

Hasta ahí llegaron sus pensamientos en aquellos primeros días. Se dejóllevar junto con los demás por la corriente del bienestar material, por eltorrentedecomodidadesenelquetodosnavegaban.Habíadesdeñadoellujocuando este suponía la escasez de todo lo demás; ahora que era uncomplementodesurecobradapaz,empezóadisfrutardeélcomoelresto,yasentirqueaquellaperfeccióndiariadelabandejadeldesayuno,larenovaciónpuntualdelasfloresensusaloncito,elaguacalienteinagotableensubaño,elsuavemovimiento del automóvil deAnne y las atenciones de su cuerpo decriadoseranelementosesencialesdeaquellanuevavida.

Por fin podía descansar. Hasta la naturaleza de su sueño cambió. Aldespertaseunamañana—noconsobresalto,sinolenta,voluntariamente, trasunanochetranquila,sinsoñar,comosihubiesetomadounapócimamilagrosapara dormir, se dio cuenta de que durante años ni su descanso había sidoreparador. Recordó la incertidumbre y la aprensión que siempre seentremezclaban con sus sueños, los repentinos despertares en medio de lanoche con la sensación atroz de no poder escapar al destino, al futuro, alpasado, y la semiconsciencia superficial y turbia del sueño matinal que,cuandoporfinemergíadeél,ladejabasincapacidaddeacción,vacíadetodogoceyesperanza.Enaquellaépocacualquiersonidoquerompieseelsilencio

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de la noche le había resultado irritante, había perforado su sueño como elzumbido insistente de un insecto; ahora los ruidos que la acompañaban alquedarsedormidayaldespertarparecíansurgirarmoniosamentedelsilencio,yelrumordelaQuintaAvenidaaúltimahorayalamanecerlamecíacomosifueseelpoderosoyreiteradosonidodelmar.

«Estoespaz…estodebede ser lapaz», se repetíaa símisma,comounbotánicoquesedetieneanteunaflordesconociday,almomento,adivinaquesetratadelraroespécimenquellevamediavidabuscando.

PorsupuestoquenohabríasentidoningunadeaquellascosassiAnnenohubiesesidocomoera.EradelapresenciadeAnne,desusonrisa,desuvoz,inclusodelmisteriodesusojos,dedondefluíaaquelbálsamo.SiquedabaenKate algo de aprensión, era aquel asombro que —casi— sentía al ver locompleta que era Anne. ¿Era posible, humanamente posible, que alguienrenunciaseasumejortesoroyvolviesetrascasiveinteañosparaencontrárseloallí,nosolotanextraordinariocomolorecordaba,sinomaduroyenriquecido,comosololascosasbellasmaduranyseenriquecenconeltiempo?Eracomosi alguienhubiese colocadounaplantadelicadabajo suventana, parapodervigilarlaconstantemente,ydespuéssehubiesemarchadodejándolasinnadiequelavigilase,quelapodase,quelaregase.¿Cómopodíaalguienesperarotracosaquenofueseuna ramaseca,cubiertadepolvo,asuvuelta?PeroAnneerareal,nosetratabadeunespejismonideunafarsa;alpasarlosdíaseirseacostumbrandomadreehijalaunaalaotra,Katesintióqueerandospiezasdeun instrumento delicado que encajaban a la perfección, como si nunca lashubiesenseparado,comosiAnnefueselaotramitaddesuvida,aquellamitadcon laquehabía soñadoyquenuncahabíavivido.Ver cómoAnne lavivíasería casi igual que si lo hiciese ella misma; sería casi mejor, ya que Kateestaría allí con su experiencia y su ternura para tender lamano a su hija yguiarla,paraayudarleadarformaalaperfecciónqueellahabíabuscadoynohabíalogrado.

EstospensamientoslevolvieronconparticularfuerzaalamentelanochedelareaparicióndeAnneenlaópera.Durantelassemanastranscurridasdesdela muerte de la anciana señora Clephane, el palco de la familia habíapermanecido vacío como muestra de austeridad. Incluso cuando se habíaalquiladoelTeatrodelaÓperaparaalgúnactobenéfico,Annehabíaenviadounchequeperohabíadeclinadocederelpalco.Eradelomás«arcaico»,comodijoNollieTresselton,perodealgúnmodoencajabaconAnne,eratandesu«estilo»comoaquellas trenzasprietasque le ceñían las sienes.«Despuésdetodo, no es tan fácil tener aspecto escultural, y a mí me gusta ese airemonumentaldeAnne»,concluyóNollie.

Aquellanoche terminaba el períodode lutooficial por la anciana señoraClephane, y Anne iba a ir a la ópera con su madre. Había invitado a Joe

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Tresselton y a su esposa y a su tutor para que antes de ir compartiesen unacenaligeraconellas.KateClephanehabíasubidoavestirsemuchoantesdelahora acostumbrada. Era su primera aparición pública también y—como entodas las demás ocasiones de su nueva vida en las que se encontraba conalgunareliquiainesperadadesujuventud:unrostro,unavoz,unaopinión,unaestanciaenlaquelosmueblesnohabíancambiado—sesentíadesconcertada,ycuriosamentenerviosa,porsalirdelamismacasahaciaelmismopalcodelaópera.Laúnicadiferenciaestabaenelmediodetransporte:recordóellandóparisino,tiradoporcaballoszainosdedieciséispalmosdealturayadornadoscon brillantes arneses plateados, que había esperado a la puerta en losprimerostiemposdesumatrimonio.Acontinuación,levinounaimagendesuformadearreglarse,delocomplicadaqueresultaba:lapredecesoradeAlineledividíaytrenzabacondedosexpertoslosgenerososmechonesdesucabellerayformabapilasderizosenlassienesyenlanuca;luegosalíacorriendoconlabatapuestahaciaelcuartodeAnneparadarleelúltimobeso,ydespuésvolvíarápidamente para vestirse de espléndidos brocados y ponerse la diadema dediamantes, el broche de rubíes con forma de sol, el collar de perlas de tresvueltas. John Clephane era aficionado a las joyas y estaba especialmenteorgullosodelasdesumujer,enprimerlugarporquelashabíaelegidoély,ensegundo lugar, porque era él quien se las había regalado. Kate pensaba amenudo que solo despertaba la admiración de su marido cuando llevabapuestastodaslasjoyasy,conironía,recordabafrecuentementeelepisodiodelaBibliaenelqueEsther,conastuciadeesposa,seadornaconsusgalasregiasantes de ir a importunar a Asuero. No había duda de que aumentaba laimportanciadeKateClephaneaojosdesuesposoelhechodequeestesupieseque cuando ella entraba en el palco no había perlas que aguantasen lacomparaciónconlassuyas,apartedelasdelaseñoraBeaufortydelasdelaancianaseñoraGoldmere.

Hacía años que Kate no pensaba en aquellas joyas. El recuerdo la hizosonreírytambiénelcontrasteentreeldiscretovestidoqueAlineleacababadeprepararyaquellosesplendoresdeantaño.Lasjoyas,imaginaba,pertenecíanahoraaAnney,puestoquelasjóvenesmodernassevestíanconiguallujoquesusmayores, sin dudaAnne las habría hechomontar de nuevo para su usopersonal. La señora Clephane cerró los ojos con una sonrisa de placer alimaginarse a Anne (como todavía no la había visto) con los brazos y loshombrosdesnudos,yelbrillodelasperlasconfundiéndoseconeldesujovenpiel.Eraunasuertequesuhijafueselobastantealtaparalucirbienlasjoyas.DeahílafantasíadelamadresetrasladóalaimpresiónqueAnneteníaqueproducir en la imaginación de los demás, sobre todo en la de los jóvenes.¿Estabaya,comosolíadecirse,«interesada»enalguien?EntrelosjóvenesquelaseñoraClephanehabíavisto,biendevisitaenlacasa,oeneltranscursodecenasinformalescelebradasenlascasasdelosTresselton,delosDroveryde

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otros primos o parientes políticos, no había descubierto ninguno quedespertase laatencióndesuhija.Perohastaelmomentohabíahabidopocasoportunidades: aquel luto, aunque atenuado por la anciana señoraClephane,las aislabade la sociedadengeneral, y cuandouna joven tandistante comoAnnesesintieseatraída,laleydecontrariospodríallevarlaafijarseenalguiendesconocidoyaquienlaproximidadnohubieserestadobrillo.

«¿O, talvez, enunhombredemásedad?», seplanteóKate.Pensóen laforma,enpartefilialyenpartefemenina,enquetratabaasuantiguotutor,yrechazólaposibilidaddequeelviejoeimperturbableFredresultaseatractivosentimentalmente. Sin embargo, los jóvenes de la generación de Anne, almenos los que su madre había conocido hasta ese momento, parecíancuriosamente uniformes e inmaduros, como si hubiesen estado recluidosdurante demasiado tiempo en un colegio de ideas puras y etéreas,preparándose eternamente para unmundo en el que sus padres y profesoresnunca se decidían a permitirles la entrada…La señoraClephane pensó queChris,en laépocaqueloconoció,debíadehaber tenidolaedaddeaquellosatletashermososeinexpresivos…yDiossabecuántasvidashabíaagotadoya.Comoélmismodecía,cadamañanadespertabacomosihubieseheredadounafortunanuevaque,dealgunaforma,teníaque«dilapidar»antesdequellegaselanoche.

KateClephaneseenderezóenlasillaysepasólamanoporlosojos.Eralaprimera vez que había sentido la presencia de Chris de aquella formainmediata e insistentedesde su regreso aNuevaYork.Habíapensadoen él,claroquesí.¿Cómopodíadirigirtansiquieraunaojeadaasupasadosinverloaélallí,formandopartedelapropiatrama?Peroparecíahabersedesvanecidoen el fondo de aquel pasado: su nueva vida la había liberado de la torturacontinuada de su presencia… Se apretó los ojos con las manos como siquisiesedeshacerydispersaraquellaimagenqueseformabaatraiciónensucerebro;acontinuaciónselevantóyentróenlahabitacióndonde,unmomentoantes,habíaoídoaAlinepreparándoleelvestido.

La doncella había terminado y se había ido; el dormitorio estaba vacío.Aquel cambio de escena, elmero hecho de pasar de una estancia a otra, lavisión del vestido y la capa sobre la cama, y de Beatrice Cencicontemplándolosdesdelaaltura,atravésdesueternolagrimeo,bastaronparahacerqueKateregresasealpresente.Sevolvióhaciaeltocadorydescubrióunestuche que habían colocado frente al espejo. Era de madera de ébano ylimoncillo, tenía incrustaciones de ágatas y cornalinas, un pesado cierre deplata labrada y, coronando la tapa, un cupido de plata que dirigía su flechahaciaella.

Kate soltó una ligera carcajada. ¡Qué bien recordaba aquel estuche! Notenía que levantar la tapa para ver las bandejas acolchadas y el forro

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almohadilladodesaténazulcielo.EraelestuchedejoyasdelaancianaseñoraClephane,que,cuandoKatecontrajomatrimonio,aquellaseñoraviudahabíaentregadoalanueracontodoloquecontenía.

«Mepreguntodónde lohabráencontradoAnne»,pensóKatedivertidaaltener ante sí una reliquia más de aquel museo del pasado en que se habíaconvertidolacasadeJohnClephane.Unapequeñallavecolgabadeunadelasasas,laintrodujoenlacerradurayvioantesítodassusjoyas.EnuntrozodepapelAnnehabíaescrito:«Cariño,estasjoyastepertenecen.Porfavor,pontealgunaestanoche…».

Alentrarenelpalcode laóperaaKateClephane ledio la impresióndeque las lucesde lagranarañacentralproyectabansufulgorsobreella, igualquesiestuvieseatrapadayencerradaenaquelcírculodeluzdevoradora.Perosolo duró un momento, después le pareció lo más natural del mundo estarsentada allí al lado de su hija y Nollie Tresselton y el habitual grupo dechalecosblancosdetrásdeellas.Despuésdetodo,enestanuevaexistenciaeraAnne la que importaba, no la madre de Anne; al instante, tras la primeraimpresión,laseñoraClephanesintióquedesaparecíaenelbenditoanonimatodelamaternidad.Nuncaanteshabíaentendidoquéexpuestaeindefensahabíaestado su pobre personalidad desprotegida durante todos aquellos años desoledad.PosólosojosenAnneconternurarenovada,sumiradasecruzóconladeNollieTresselton,ylasdosseregocijaronconsuadmiracióncompartida.«EsquenohaynadiecomoAnne»,sedijeronaquelloscuatroojos.

Anne se dio la vuelta e interrumpió el silencioso intercambio. Sus ojostambién sonreían, y con placer infantil contempló las perlas que colgabansobreelvestidonegrodesumadre.

—¿Noestápreciosa,Nollie?

LajovenseñoraTresseltonserio.

—Vosotrasdosestáishechaslaunaparalaotra—dijo.

LaseñoraClephaneentornólospárpadosuninstante,queríabajaruntelónentreellayelmovimientoyelresplandor,yconservarensusojoslamiradade los de Anne al detenerse en las perlas. El episodio de las joyas habíaconmovidoa lamadredeformaextraña.LahabíaacercadoaAnnemásqueuncientodeconfidenciasodepalabrascariñosas.MientrasKateestabaallí,sentada en la oscuridad, vio proyectarse sobre la negra pantalla de suspárpadoscerradoslaimagendeunachiquillaqueandabaatraspiés,conpasosvacilantesporunaplayaazotadaporelviento,unacuriosacriaturademejillasencendidas, con arena en el pelo y en los pliegues de las gordezuelaspiernecitas,queestrechabacontraelpechoalgoquellevabaasumadre.«Esparamamá», dijo, abriendo las rosadas palmas ymostrando una estrella de

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mar muerta. Kate vio de nuevo la mirada extasiada de la niña y sintió loslatidosdelcorazónalcogerlaenbrazos,conestrellaytodo,ydevorarabesosaquelcuerpecillorosadoyaquelpeloalborotado.

Ensímismaslasjoyasnoerannada.SiAnnelehubieseentregadountrozode carbón—u otra estrella de mar muerta— con aquella mirada y aquellaintención,elregalolehabríaparecidoigualdeinestimable.Lomásprobableesquehubiese resultado imposible transmitirle aAnne lo indiferenteque sumadresehabíavueltoconrespectoalasjoyasdelosClephane.Ensuotravida—en aquella existencia confusa e intermedia que ahora parecíamuchomásremota que el día que la niñita le había regalado la estrella de mar—,imaginabaque las joyasdebíandehaberleagradadocomo lohabíahecho laropa bonita, o las flores, o cualquier cosa con que alegrarse la vista. Sinembargo,norecordabahaberlamentadonuncalapérdidadelasjoyasdeJohnClephane, y ahora le habrían producido repugnancia, casi aversión, si en elentretantonohubiesenpasadoaperteneceraAnne…Erala jovenlaquelasdotabadebellezay lashacíaexquisitasante losojosyel tactodesumadre,comosifuesenpartedelabellezadelahijayexpresióndealgoqueestanopodíatransmitir.

DeprontolaseñoraClephaneexclamóparasí:«¡Hesidorecompensada!».Era una idea extraña, casi blasfema, pero así se le ocurrió. Había sidorecompensada por renunciar a su hija; si no lo hubiese hecho, ¿habríaconocido un momento como este? En su juventud había sido demasiadoinconsciente e impetuosa para ser merecedora de formar y guiar a aquellacriatura tan singular, y cuando parecía encaminarse a ciegas hacia ladestrucción,laProvidenciahabíasalvadolomejorqueenellahabíaalsalvaraAnne.Toda estagente tan escrupulosay correcta—EnidyHendrikDrover,FredLanders,inclusosupeorenemigo,laancianaseñoraClephane—sehabíahecho cargo de la tarea que Kate Clephane había abandonado, y la habíallevadoacabodeunaformaqueellanuncahabríasidocapaz.YKatesiguióelrumbo alocadoque el destino le habíamarcado, y había salidode él sanaysalva, para encontrárselos a todos esperando a devolverle a su hija. Eraincreíble,peroasíera.Inclinólacabezaconhumildad.

Lapuertadelpalcoseabríaycerrabaconsuavidad,sobreelescenariolasvocesy los instrumentosseelevabanyenmudecían.Nosabíael tiempoquellevabaallíabsortaenelrecuerdo,pero,derepente,saliódelensimismamientoaloírunavozdesconocida juntoaella.Entreabrió losojosydescubrióaunrecién llegado sentado al lado de Anne. Era uno de aquellos jóvenes quefrecuentaban la casa: su rostro fresco y poco refinado era tan inexpresivocomo un balón; podría haber sido la creación de un fabricante de artículosdeportivos.

—… estaba en el palco de allí, pero se ha ido, ha huido. Dijo que era

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demasiadotímidoparaacercarseyhablarcontigo.Tedoymipalabra:lotieneslocoportushuesos,noconseguíamosquehablasedeotracosa.

—¿Tímido?—murmuróAnneconironía.

—Esoesloquedijo.Dijoquenuncaantessehabíapirradopornadie.Detodosmodos,sehalargadoacasa.DicequenosabecuándovolveráaNuevaYork.

KateClephane,queobservabaasuhijaconlosojossemicerrados,percibióun sutil cambio en su rostro. Anne no se ruborizó: aquella piel de texturauniformequeteníararavezmostrabaelfluirdelasangre.Elperfildelicadosemantuvo inmóvil, inalterable; simplemente cerró los párpados como paraimpedir que se le escapara una imagen.Era elmismogesto de sumadre, yKateloreconocióconsobresalto.Entoncesestabaenlocierto:habíaalguienefectivamente,alguienaquienAnnesolopodíaversicerraba losojos.Pero¿quién era? ¿Por qué había sido demasiado tímido para acercarse al palco?¿Dedóndeprocedíayadóndehabíahuido?

KatemiróaNollieTresselton,preguntándosesiellahabríaoídoeldiálogo,peroNollieestabaenelextremodelpalco,inclinadahaciadelante,embebidaenlamúsica.JoeTresseltonhabíadesaparecido,Landersdormitabaenlapartedeatrás.Conunligerotemblordesatisfacción,Katecomprendióquesoloellaconocía el secreto de su hija: aunque no tenía nadie que se lo aclarase, almenos no había nadie que lo compartiese con ella, y eso la alegraba. PorprimeravezsesintióunpocomáscercanaaAnnequetodoslosdemás.

«Esextraño—pensó—, siemprehe sabidoque sería alguienquevendríade lejos». Pero hoy en día en realidad no hay distancias, y con una sonrisaíntimapensóqueelfugitivonotardaríaenreapareceryquesucuriosidadseveríasatisfecha.

Aquella noche, cuando Anne la siguió hasta su habitación, la señoraClephaneabrióelarmariodondehabíadejadoeljoyero.

—Toma,cariño,escogealgoquequierasquemeponga.Peroquieroquetelleveselresto.

Elrostrodelajovenseempañó.

—¿Entonces,noquieresquedártelas?¡Perosisontodastuyas!

—Aunque lo fuesen,yano lasquerría.Perono lo son, tan solo las teníabajomicustodia—hizounapausa,sonriendoamediasparaañadir—:hastaeldíadetuboda.

Tratódepronunciar lapalabracon ligereza,peroreverberóenelsilenciocomoelsonidodeunacampanilladeplata.

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—¡Cómoquehastamiboda!Siyonovoyacasarmenunca—dijoAnne,riéndosealegrementeyestrechandoasumadreentrelosbrazos.

Eralaprimeravezquehacíaunmovimientotanimpulsivo.KateClephane,temblandounpoco,laestrechócontrasí.

Oíraqueldesmentidotanviejoyconocidoenbocadesuhijahizoquelajovenresultasemáscercana,menosreservada.«Undíanomuylejano—pensólamadre—medirádequiénsetrata».

VI

Kate Clephane permaneció despierta toda la noche pensando en aquelhombrequehabíasidodemasiadotímidoparaacercarsealpalco.

Susensacióndeseguridad,depermanencia,habíadesaparecido.Ahorasedabacuentadequehabíaestadobasadaen la ideadequesuvidadeallí enadelanteibaacontinuarsiendoigualaladeaquellosdosmesestrassuvuelta,que ella y Anne iban a estar siempre una al lado de la otra. La idea eraabsurda,porsupuesto.Sisedeteníaaanalizarla,sumentelarechazaba.QueAnnepermanecieseinalterableparaelrestodesusdías,ysinquerercambiar,era una aspiración inconcebible.Quería para su hija el curso normal de losmortales,nomás,perodesdeluegotampocomenos.Soloquenoqueríaquesecasaseaún,almenoshastaquelasdossehubiesenconocidomejor,hastaqueKatehubiesetenidotiempoparasituarseensunuevavida.

Esosedecíaasímisma,perosabíaque loquesentíanoeramásqueunmiedo horroroso al cambio, amás cambios, a verse desarraigada otra vez yabandonadaasupropiasuerte.

¡No!NoseimaginabaviviendosolaenunapequeñacasadeNuevaYork,dependiendodelosDroverylosTresselton,ydelbuenodeFredLanders,paratenerapoyomoral.EstarconAnne,jugarelpapeldelamadredeAnne—elpapel que, ahora veía claro, el destino le tenía reservado—, eso es lo quequeríacontodasualma,conaquellaalmahambrientadecariñoycansadadelmundo.Sereltrasfondo,laatmósferadelavidadesuhija,dependerdeAnneysentirqueAnnedependíadeella:esaera launiónmásperfectaque jamáshabíaconocido,elúnicolazoíntimoinasequiblealdisimuloyladesconfianza.Aquella sensación de paz había logrado que su alma retraída se expandiesecomosiseestuviesesumergiendoenunbañoprofundoycálido.

Ahoraesasensacióndedescansosehabíaevaporado.Desdeelmomentoen que había visto los párpados de Anne cerrarse para conservar aquellaimagen secreta, la madre supo que se habían terminado los días de

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tranquilidad. Puede que la elección deAnne fuese perfecta; era posible queella,KateClephane,vivieseelrestodesusdíasenpazencompañíadeAnneysu esposo. Pero la simple posibilidad de un esposo hacía que todo fuese denuevoimpredecible.

Lamañanatrajomejoresperspectivas.AllíestabalapropiaAnneentrajedemontaryconelrostroencendidotrasel tempranopaseoacaballo,queletraíalabandejadeldesayunoasumadre,sinelmásmínimorastrodemisterioen la mirada límpida. Estaba además la agradable rutina del día, fácil yengañosa: planear y ajustar compromisos, responder a las notas recibidas,enviar invitaciones. Lo cotidiano se adueñó de la señora Clephane con suefectotranquilizador.«Despuésdetodo—reflexionó—,loschicosjóvenesdehoyendíanohuyendelosenamoramientos».Probablementetodoaquellonohabíasidomásqueunabromacrípticadeljovenconcaradebalón;alomejorNollie,indirectamente,podíaaclararlelascosas.

Indirectamente,porqueKate teníaclaroque todoloqueaveriguasesobresu hija tendría que ser fruto de su propia observación, y no el resultado deinterrogar a los demás. Lamadre no se veía a símisma capaz de arrogarseningún derecho sobre su hija ni de ser, bajo aquel techo, otra cosa que unainvitadaprivilegiada.LapropiainsistenciaqueponíaAnneentratarlacomolaseñoradelacasanohacíamásqueacrecentarlasensacióndequenoloeraporderecho propio: era como las corteses palabras de un caballero español queponetodasuhaciendaadisposicióndelvisitantequeaciertaapasarporallí.

NoesquehubiesenadaenelcomportamientodeAnnequeindicasealgoasí, sino que a Kate le parecía algo inherente a la situación. Era absurdosuponerquenialosojosdelosdemásnimuchomenosalossuyospropios,elmerohechodesuvueltaalacasadeJohnClephanelainvistiesedeautoridad,de aquella autoridad que había perdido al abandonarla; jamás se le habíapasadoporlacabezacomportarsecomosiasílocreyese.Sulaborera,ybienlosabía,recuperar,pocoapocoyconpaciencia,deentretodasaquellascosasa lasquehabía renunciado, laúnicaqueen realidadvaloraba:el cariñoy laconfianza de su hija. El cariño, en cierta medida, ya era suyo, ¿podía laconfianzaresistirseaseguirelmismocamino?

Entretanto, de cualquier forma, solo podía ser la espectadora másentregada,laoyentemásdiscreta;yporelmomentoniobservabanioíanadaqueexplicaseaqueltembloríntimodelospárpadosdeAnne.

En casa de los Tresselton, unas cuantas noches después, había esperadoentrever algo, descubrir alguna pista. Nollie había invitado a madre e hija(insistiendo con afecto en la presencia de la madre) a una pequeña fiestanocturna en la que, puesto que Nollie tenía que ser original en todo, iba acantaralguienquenoeraruso.ElmatrimonioTresseltonhabíaconseguidodar

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unairefrescoypintorescoaunaaburridacasaquedesdehacíaañospertenecíaalafamilia,enlasproximidadesdeWashingtonSquare,enlaqueelestablosehabía convertido en un estudio y otras estancias habían sufridotransformacionessimilares,sinperderdemasiadosucarácter.EramuypropiodeNollie dar apariencia de estabilidad a aquella decoraciónmoderna, de lamismaformaquesumodernaactitudconservabaciertoairetranquilo.

La fiesta era distendida y entretenida, pero hasta Lilla Gates (a quienNolliesiempreincluíaensusinvitaciones)sedejócontagiardelaseñoradelacasay,vestidaconunaespeciedesobriedadferoz,allíestabasentadaconsubellezatoscaysinlustre,aburridaperotriunfante.Eraevidenteque,aunqueencasa de Nollie no se encontraba en su elemento, por nada del mundo sehubieseperdidolafiesta.

Kate Clephane,mientras lamúsica inmovilizaba a los grupos repartidospor la enorme estancia sombría, se sorprendió inspeccionándolos conintensidad y atención renovadas. Ya no pensaba que ella fuese objeto decuriosidadparaningunodeaquellos jóvenesdespreocupadosyegocéntricos:habíaaprendidoqueunamujerdesuedad,pormuynotorioquehubiesesidosupasado,ypormuchosmotivosquehubieseenlaactualidadparaprestarleatención, estádestinadaapasar inadvertida enuna sociedaden laquenadiedisputa el dominio a los jóvenes. El descubrimiento le había producido unligerosobresalto,perodespuésbendijoaquelanonimatoquehacíamuchomásfácillaobservación.

Aunque, ¿qué había allí que observar? Una vez más la monotonía delRostroAmericano la rodeó con su uniformidad inocente. ¡Cuántos parecíannecesitarse para formar una sola individualidad! La mayoría de ellos erancomo esos kilómetros y kilómetros de paisaje vacío que hay entre dosestacionesdeferrocarril.LaseñoraClephanedenuevofueconscientedequese puede ser joven y apuesto, sano y entusiasta y, sin embargo, incapaz dedesarrollarunapersonalidadapartirdeestoselementostanricos.

Suspensamientosretornaronaaquellosrostrosajadosquehabíanpobladosu vida anterior. Conocía cada pliegue de aquel deterioro, pero ahora porprimera vez parecía darse cuenta de que aquel desgaste era fruto de laspasionesylasemociones,contodacargadeegoísmo,contodasusordidez,ynosolodelaguaconhieloyladispepsia.

«Desdequelosamericanoshandejadodepadecerdispepsia—reflexionó—,hanperdidolaúnicacosaquelesproporcionabaexpresión».

Landersseleacercócuandoaquelpensamientolecruzabaporlamente,yalparecercaptóelreflejodelmismoensusonrisa.

—Meestásmirandocomosinomehubierasvistoantes.¿Esquellevola

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corbatatorcida?—preguntó,mientrastomabaasientoasulado.

—No,lacorbataesunmodeloderectitud.Comoloestodolodemásenti.Poresotemirabadeesaforma.¡Noacabodeacostumbrarme!

Élseruborizóunpoco,comosinotuviesecostumbredequelosometiesenaunescrutiniotaninsistente.

—¿Aquénoacabasdeacostumbrarte?

—A esta rectitud universal. Sois todos tan juveniles y… mostráis talequilibrio.Me siento como si estuviese enunagalería deobrasmaestras demármol.

—Como eso es algo que no se puede aplicar a nuestras facciones, meimagino que lo que intentas es describir nuestra moralidad—dijo con unapequeñamueca.

—Nolosé,¡ojalálosupiese!Loqueestoyintentandohacer,porsupuesto—añadióconbrusquedadysinreservas—,esadivinarquépensaríadetodosestoschicosjóvenessifueseAnne.

Se sintió irritada consigo misma por haber dejado escapar aquellaspalabras, pero no se arrepentía del todo. Al fin y al cabo, una podía estarsegura de que Landers jamás se iría de la lengua, y de que casi siempre laentendería.Susonrisademostrabaqueenestaocasiónasíera.

—Naturalmentequelointentas;todoslohacemos.Peroporloqueyosé,nuestradamiselatodavíanohadivisadoanadiedesdesualtotorreón.

Unsuspirodealivioensanchóelcorazóndelamadre.

—Pues si tú lodices,yaque seguroque teenterarías, sobre todoporquecuandoaparezcaalguien,tendráqueservisibledesdemuylejos.

—Asítendríaqueser,sí.Ymásteniendoencuentaqueellanoparecetenerninguna prisa —dijo desviando la mirada—, pero no te hagas demasiadasilusiones—añadió—.Hacemuchotiempoaprendíqueenesetipodeasuntoshayqueesperarsesololoinesperado.

Kate Clephane le dirigió una rápida mirada; en aquel semblante francoaparecíauna sombrapocohabitual.Recordóqueen losviejos tiempos JohnClephane siempre había declarado en tono de broma —en un tono queproclamabaquealgoasínopodíamencionarsemásquedebroma—queFredLandersestabaenamoradodeella;ysedijoasímismaquelalecciónalaquesuviejoamigosereferíaera,quizá,laqueellasinquererlolehabíaenseñadocuandosemarchóconotrohombre.

Tenía en la punta de la lengua exclamar: «¡Pero si yo entonces no sabíanada, yono era nadie!Miverdadera vida,mi única vida, empezó añosmás

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tarde…»,perosecontrolósobresaltada.¿Porqué,enelactomismodepensarensuhija,sehabíadesviadoderepenteysehabíapuestoapensarenChris?Era la primera vez que había tenido que confrontar ambas imágenes, y sesintiócomosihubiesecometidounaespeciedeprofanación.

BuscórefugioenotropensamientoquelaspalabrasdeLanders lehabíansugerido,elpensamientodequesiellahabíamaduradotarde,lomismopodríapasarleaAnne.Laidealatranquilizóunpoco.

—No,novoyaelaborarningunateoría—ledijoencontestación—.PeroloúnicoqueesperoesqueAnneaguardehastaqueaparezcaalguienqueestéalaalturadeloqueellavaaser.

—¡Ay,estasmadres!—dijoélriéndose,mientraslaexpresióndesurostrosesuavizabayrecuperabaelairecándidoqueleerahabitual.

La música había terminado. Los grupos pasaban delante de ellos endireccióna lasmesitasqueestabanpreparadasenotradeaquellasoriginalesestanciasyLillaGatesentreellos,rodeadadejóvenesquereíanacarcajadas.Parecíahaberatraídoatodaslasalmasgemelasdeaquellahabitaciónyensumirada aletargada había algo provocador. Vaya, ¡otro misterio! Nadie semolestabaenbuscarleexplicaciónaLilla:todoelmundoparecíaaceptarlatalcomoera.Noesqueimportasemucho:KatesabíalosuficientedeAnneparaestarseguradequenuncaestaríaenpeligrodecaerbajolainfluenciadeLilla.Lospeligrosquelaaguardabanadoptaríanunaformamássutil.Pero,porpuracuriosidad y como posible explicación del nuevoEstadosUnidos, aKate lehubiesegustadosaberporquélasobrinadesumarido—vástagosorprendentede losprudentesClephaneyde losestólidosDrover—habíasidoelegidaenesta sociedad nueva y relajada para ser a la vez objeto de reprobación y detolerancia.Lilla,porsímisma,noofrecía interéssuficienteparadespertar lacuriosidad,perocomosíntomapodría resultar reveladora.Soloque, tambiénen esta ocasión, Kate tenía la sensación de que, entre todos, era la menosadecuadaparahacerpreguntas.¿Quépasaríasilagentedeprontoempezaseahacerpreguntassobreella?Ypuestoquevivíabajoelviejotecho,yalladodesuhija,lameraidealehizotemblar.Eracurioso—yeraconscientedelhecho—concuántarapidez,dequéformacasiinconsciente,habíaadoptadoporfinlaactitudquelosClephanedurantetantotiempohabíantratadodeforzarlaaadoptar:aquellaactitudcautayconservadora.

Sumirada,alseguiraLilla,secruzóconladeFredLandersyestevolvióasonreír,aunqueunpocoazorado.Alinstanteellapensó:«Legustaríacontarmetoda la historia, pero no se atreve, porque lomás probable es que empiececomolamía.Yvaasersiempreasí:cadavezqueyotengamiedodepreguntaralgo,ellostendránelmismomiedoacontármelo».Bueno,esodebíadeserloquelagentellamabahacer«borrónycuentanueva».¿Esquenadienuncamás

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ibaadecirlenadasinponerseenguardia?Sintióunasoledadindescriptible.

Decaminoacasa,elsimplerocedelbrazodeAnnecontraelsuyolasacódesuaislamiento.Despuésdetodo,loúnicoqueteníaquehacereraesperar.La nueva vida solo tenía unas semanas de existencia y ya la proximidad deAnneparecíallenarla.¡SipudiesemanteneraAnnesiempretancerca!

—¿Te has divertido, madre? ¿Qué te parecemos todos? —preguntó lajovenderepente.

—Másgenerososdeloquenuncahubiesesoñado.

CreyóadvertirlamiradadesorpresadeAnneenlaoscuridad.

—¡Ah,eso!¿Yporquéno?Erestúlaquetienequetratardesergenerosaconnosotros.Supongoquedebedeserdifícildistinguirnosunosdeotros.EnEuropa hay más contrastes, imagino. Vi cómo el tío Fred te ayudaba aidentificarnosestanoche.

—¿Quieres decir queme sorprendiste observándoos? No voy a negarlo.Deseotantonoperdermenada…nadaqueformepartedetuvida…—Lavozletemblóalreconocerlo.

Enrespuestasintióunapretónmásfuerte.

—¡Mi maravillosa madre! No creo que nunca te pierdas nada. —Fueconscientedequeen laspalabrasdeAnnehabíacierta tensiónque reflejabamisteriosamente la que ella sentía—. ¿No es fabuloso que estemos las dosjuntasparacomentarlascosas?—dijolajovenconalegría.

«¿Quécosas?»,pensóKateClephane,peronoseatrevióadecirloenvozalta.ConsumanosobreladeAnne,sequedóensilencio,sintiendoeltemblordelcorazóndesuhijaasulado.

VII

Todo elmundo notó lo bien que funcionaba, la forma, como decía FredLanders,enqueAnneyellahabíancongeniadodesdelaprimeramiradaquecruzaronenlacubiertadelvapor.

Enid Drover casi se emocionó una noche en la que Kate y ella seencontrabanasolasenelsalóndelosClephane.Fuetrasunadelascenasde«juventud»deAnne,yalosotrosinvitados,juntoconlapropiaAnne,seloshabíanllevadocongranalborotoaalgúntipodeespectáculodemedianoche.

—Esmaravillosocómolohashecho,querida.Mipobremadrenosiempre

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encontrabaaAnnefácildellevar,¿sabes?Peroestácompletamentefascinadacontigo.

Katesintióqueelorgullolahacíaruborizar.

—Supongoqueenpartesedebealanovedad—continuólaseñoraDrovercon su simplicidad cargante—. Puede que eso, en cierto modo, sea unaventaja. —Pero se detuvo, aparentemente pensando que podría estarofendiendo sin pretenderlo cuando lo que buscaba era complacer—. Anneadmira tu belleza tanto, ¿sabes?, y tu delgadez.—Un suspiro escapóde susprofundidades adiposas—. Creo que haber mantenido la figura le da a unamayorinfluenciasobrelashijas.Almenosunapuedeseguirllevandolaropaqueaellaslesgusta.

Katesintióunaagradablesensacióninteriordesatisfacción.Apenaslarozóla ironía: el hecho de que la juventud y la elasticidad a la que con tantadesesperación se había aferrado hubiese resultado ser una de sus bazasprincipales en su nueva empresa. Comenzaba a parecer natural que tododesembocaseenAnne.

—Elasuntoesedemontarunestudio,porejemplo.Anneestátanfelizdeque lo apruebes. Por culpa de eso tuvo una pelea con su abuela, pero amipobremadrenohabíaquienlahiciesecambiardeopinión.Ellapensabaquelapintura era algo tan sucio. Y, además, ¿cómo iba a poder subir todas esasescaleras?

—Sí, claro. —¡Qué fácil era ser generosa!—. Esas cosas le parecíanhorribles a la generación de la señora Clephane. Después de todo, no fuemuchoantesdesuépocacuandoeldoctorJohnsondijoqueerapocodelicadoqueunahembrapintaseretratos.

LaseñoraDroverdirigióunamiradadesconcertadaasucuñada.Sumenteraravezreteníamásdeunapalabradecadafrase,ysurespuestasebasabaenlareacciónqueesapalabraenparticularprovocaba.

—Hembra —murmuró—, ¿se utiliza otra vez esa palabra? Nunca meparecióbienqueseaplicasealasmujeres,¿yati?Supongoquesoyunpocoanticuada. A la gente joven de hoy en día no le asusta nada, ni siquiera laBiblia.

Nada podía haberle dado a Kate más confianza en su propio éxito queaquellapequeñacharlaconEnidDrover.Habíaidoabriéndosepasocontantapaciencia, casi a hurtadillas, entre las defensas y barreras del carácter de suhija,yyahabíalogradoocuparlaciudadela.

La inauguracióndelestudiodeAnnereforzóesaconvicción.A laseñoraClephanenolehabíanpermitidoverelestudio;Anne,NollieyJoeTresselton,

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duranteunasemanaagotadora, sehabíanencerradoconclavosymartillosybotes de pintura, haciendo oídos sordos a cualquier pregunta. Por fin, unatarde, las puertas se abrieronyKate, quevenía de la penumbra invernal, seencontró en una gran estancia iluminada a medias, con una única ventanaamplia desde la que se divisaba la perspectiva del estuario engalanado yenmarcadoporlasluces,lasiluetafantásticadelpuentedeBrooklyny,entreambos, el oscuro bosque de tejados de la ciudad. Todo daba la extrañasensación de ser importante y misterioso en aquella penumbra envolvente,plena de sombras, distancias e invitaciones. Kate se apoyó en la ventana,sorprendidaporaquelrocedelasalasdelapoesía.

Dentrodelahabitación,Annehabíatenidoelbuengustodepermitirquelasensación de espacio se prolongase. Parecía más una gran biblioteca a laesperadeloslibrosqueunestudiomoderno;comosilajovenhubiesemedidoladistanciaentreaquelimponentenocturnoysuspropiosytímidosintentos,yhubiesequeridoquelosutensiliosdesuartepasasendesapercibidos.

Estabantodossentados—laseñoraClephane,JoeTresseltonysuesposa,yunaodospersonasmás—entornoaunastazasdetécolocadasenunextremodeunalargamesaderoble,cuandoseabriólapuertayaparecióLillaGates,elpelo leonado, lamirada fija, cubierta de pieles blancas y con unos enormespendientescolgándoledelasorejas.Conellaentróunolorqueeraunamezclade cigarrillos y perfume, y al verla allí, recorriendo la habitación con sumiradamalhumoradaydespectiva,Katesintióunaoleadadeirritación.

«¿Porqué tenemosque sentir siemprepenaporLilla?», sepreguntó conrevulsiónalvercómoloslabiosdeAnneseposabanenlamejillamalvadesuprima.

—Quéagradablequehayasvenido,Lilla.

—Bueno,me he perdido una fiesta bárbara por tu culpa—dijoLilla sininmutarse.Estaba claroque se enorgullecíade estar perpetuamente invitada,perpetuamenteabrumadaporunmontóndecompromisosaburridos.Miródenuevoasualrededory,acontinuación,sedejócaerenunabutaca.

—ViveDiosquehabéisdespejadoelpanorama—comentó.¿Esquenovaahabermásmueblesqueestos?

—Esquelosmueblesestántodosfuera,yloscuadrostambién—dijoAnneseñalandoelamplioventanal.

—¿Qué,elpuentedeBrooklyn?¡Señor!Peroyaentiendo:hasdejadoestodespejadoparabailar.¡Eresunas,Anne!¿Puedotraeralgunavezaalgunosdemischicos?¿Esesounapianola?—añadiócasiechándoseencimadelpianodecolaqueestabaenunrincónensombra—.Megustaestejardíndeinfancia—declaró.

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NollieTresseltondijoentrerisas:

—Sivenís,Annenoosvaapermitirbailar.Todostendréisqueposarparaelladurantehorasyhoras.

—Bueno, entonces posaremos entre baile y baile. ¿Nomevas a dar unallave,Anne?

Estaba apoyada en el piano, sorbiendo el cóctel que alguien le habíapasado,conlacabezaechadahaciaatrás,mientraslaluzdeunalámparaconpantalla iluminaba aquel cuello de columna y se reflejaba en los brillantespendientes, que aKateClephane le recordaban las antenas venenosas de uninsecto gigante. Anne estaba próxima a ella, esbelta, erguida, la pequeñacabezacubiertadetrenzas,lasmanossueltasaloslados,deunblancointenso,destacaban sobre los pliegues rectos y oscuros de su vestido. Para KateClephane había algo claramente desagradable en aquella proximidad, y sepusoenpieyseacercóalpiano.

Cuando se sentó ante él, dejando que sus manos iniciasen los primerosacordesdeunamelodíarecordadaamedias,vioqueLilla,conaquelairesuyovagamente indolente, se acercaba más a Anne, que alargaba la mano paracoger la copa vacía. Aquel gesto las aproximó tanto que Lilla, inclinandoligeramentelacabeza,dejócaer,sinelevarapenaseltono,aunqueparaKatefueseaudible:

—Havueltootravez.Meestuvodandolalatasincesarparaquelotrajeseaquíhoy.

DenuevoKateviocómolospárpadosdesuhijasecerrabandegolpe;estavezelgestoestuvoacompañadodeuntemblorapenasperceptibledelamanoquerecibíalacopa.

—¡Bobadas,Lilla!

—Bueno, ¿y qué diablos quieres que haga yo? No puedo hacer que lodetengalapolicía,¿verdad?

Anne se rio, con esa risa ligera y solo a medias complacida que indicaimpacienciayrechazo.

—Puedequetengasquehacerlo—dijo.

Enelintervalo,NollieTresseltonsehabíaacercadoyhabíaentrelazadosubrazoconeldeLilla.

—Ven,cariño.Hoynovaahaberbaileaquí.

Surostromorenodefaccionespequeñasmostrabaaquellaactitudvigilantey un poco cansada que a menudo adoptaba cuando se dedicaba a mimar aLilla.PeroLillateníalospiesplantadosconfirmeza.

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—Nomemoveréhastaquemetraiganotrocóctel.

Unode los jóvenesseapresuróaatenderla,yAnnedirigiósuatenciónalosotros invitados.MinutosmástardelosTresseltonyLillasemarcharony,trasellos,unoauno,lohicieronelrestodelosinvitados,dejandoamadreehijasolasenlarecobradatranquilidaddelaestanciavacía.

PeronohabíatranquilidadenelinteriordeKate.Aquelintercambiomedioen susurros entre Lilla y Anne había removido en ella todas las viejasaprensionesyhabíadadoorigenaotrasnuevas.Laideadequesuhijafueseuna de las confidentes de Lilla despertaba en ella una inquietud difícil deexpresar.Pero,cuantomáslopensaba,menossabíacómohacerpartícipeasuhijadeaquellaansiedad.

«Sisupieseexactamentequégradodeintimidadhayentreellas.QuéesloquepiensarealmentedeLilla».

Por vez primera comprendió qué desconocidos eran los cimientos en losquesucamaraderíaconAnnesesustentaba.¿Eransólidos?¿Resistirían?¿LoqueAnnesentíaporellaeraalgomásqueunrepentinoentusiasmojuvenilporunamujeragradabledemásedad,ese tipodesimpatíaquesebasaencosasqueunaescapazdeenumerar,ysobrelasquepuedecambiardeopinión,ynoenelcariñociegodelacostumbre?

Se levantó,absortaensuspensamientos,mientrasAnne ibadeun ladoaotrodelestudio,recogiendopartituras,enderezandouncuadroaquíyallá.

—Yaquíesdondevasatrabajar…

Anneasintióconalegría.

—Porloqueparece,Lillaesperaqueloconviertasenunsalóndebaileensubeneficio.

—¡Pobre Lilla! No es capaz de ver una habitación nueva sin quererponerseabailarelfox-trotenella.Lavida,paraella,allídondeseencuentre,consisteenirseacualquierotraparteparahacerexactamentelomismo.

Kate se sintió aliviada: en medio de la lástima había un tono mediodespreciativoinconfundible.

—Pues entonces no le des llave —dijo entre risas mientras cogía suspieles.

Annesehizoecodesurisa.

—Solo va a haber dos llaves: la tuya y la mía —dijo; y madre e hijabajaronalegrementelaempinadaescalera.

Despuésdeaquello,losdíastranscurrieronconesatranquilidadindefinible

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queesproductodelacostumbre.KateClephaneempezabaasentirsepartedeuna rutina largamente establecida.Había tratado de organizar su vida de talformaqueencajaseconladeAnnesinquehubieseinterferenciasincómodas.Anne,últimamente,trassutempranopaseoacaballo,ibaadiarioalestudioypintabahastalahoradecomer;aveces,alhacerselosdíasmáslargos,volvíaatrabajarunpardehorasmásporlatarde.Cuandonoteníatiempoparasaliramontarporlamañana,normalmenteibacaminandohastaelestudio,yKateaveces la acompañaba, o atravesaba el parque para encontrarse con ella a lavuelta.Cuandopintabaporlatarde,Kateenocasionespasabaatomarelté,yalatardecersolíanvolverjuntasacasaapie.PerolaseñoraClephaneponíauncuidadoexquisitoennointerrumpirlashorasdetrabajodesuhija;seconteníaynoporhacerunaexhibiciónconvencionaldediscreción,sinoparademostrarque su propia independencia le importaba demasiado para no respetar la deAnne.

Aveces,ahoraquesehabíaacostumbradoaestanuevaformadevida,eraconscienteensufuerointernodesentirseunpocosola;habíahorasenlasquelasensacióndenosermásqueunainvitada,enaquellacasaenlaquedeberíahabertranscurridosuvida,leproducíaelmismosentimientodedesarraigoquehabíasidolamaldicióndesuexistenciaanterior.NoeraculpadeAnne;nieraque,enestanuevavida,cadamomentonofueseinteresanteeinclusollenodesentido, puesto que podía brindarle la oportunidad de serle útil a Anne, deagradar a Anne, de ir acercándose, de una forma u otra, a Anne. Pero esemismosentimientoadquiríaunaintensidadmorbosaanteelhechodenotenerrecuerdos en común ni asociaciones compartidas en las que sustentarse. Aveces a Kate le asustaba la similitud con aquella otra emoción aislada ydevoradora que había sido su amor porChris.Las cosas podrían haber sidodistintas,pensó,siellahubiesetenidomásocupaciones,omásamigospropiosalosquededicarse.PeroelentornodeAnne,quehabíasidoeldesuabuela,todavíafuncionabasinproblemas,llevadoporsupropioimpulso,yaunquelajoven insistía enque sumadre era ahora la señorade la casa, sus funcionesconsistían enpocomásquedecidir la cenay hablar de la ropablancay lascortinasconelamadellavesdelaancianaseñoraClephane.

Porotraparte,enloquearelacionessocialesserefería,¿estabademasiadoentregada a su hija para hacer amigos? ¿O era que su vida había sido tanradicalmente distinta de la de sus bulliciosos coetáneos de mediana edad,absortoscomoestabanencuestiones localesydomésticasen lasqueellanotenía parte? ¿O había pasado de forma demasiado súbita de ser una mujercentradaensímisma,conunapetitoinsaciableporlosplacerespersonales,aserunamadrecuyocentrodegravedadestabaenunaexistenciadistintadelasuya?

Nolosabía;únicamentesentíaquenoteníatiempoparaotracosaqueno

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fueselamaternidad,yquedebíacontentarseconsuperardelamejormaneraposiblelosintervalosquequedabanlibres.Y,despuésdetodo,talesintervalosnoabundaban.Suhijanuncaaparecíasinllenaralinstantecadaresquiciodelpresente, hasta rebasarlo e inundar el pasado y el futuro, de tal forma que,hasta en los raros momentos en los que la madre se dejaba vencer por elabatimiento, la vida sinAnne, al igual que la vida antes deAnne, se habíavueltoalgoinconcebible.

IbadándolevueltasatodoestoporenésimavezunatardemientrasentrabaenCentralParkparairalencuentrodeAnneyacompañarladeregresoacasa.Los días eran ya mucho más largos; la diferencia de luz, y esa languidezprematura del aire que llega, en Estados Unidos, antes de que la tierraaletargadaparezcaesperarlo,hicieronque laseñoraClephanesintiesequeelaño había cambiado, que una nueva estación se iniciaba en su nueva vida.Siguió andando con esa vaga sensación de confianza en el futuro queproporcionan los primeros compases de la primavera. Lo peor del caminoquedabaatrás;¡quéfácilyquésuavehabíasido!Alládondelomásprobableeraquehubiesehabidofracasosymalentendidos,estabacadavezmássegurade haber acertado y haber salido airosa.YAnne y ella ya estaban haciendoplanesmaravillososparalaprimavera…

Delantedeella,enunsenderotransversal,tuvoladesagradablesorpresadeveraLillaGates.Eraimposibleconfundiraquellafiguraaltadeaireperezoso,aunque se iba alejando lentamente de ella. ¿Lilla en el parque a aquellashoras? Resultaba curioso e improbable. Pero era Lilla; y de inmediato laseñoraClephanellegóaunaconclusión.«¿Aquiénespera?».

Quienquieraquefuesenohabíavenido;enelcaminoqueseveíadetrásdeellanohabíanadie.Pasadosunosminutos,Lillaaceleróelpasoydesapareciótrasunosarbustosdesiemprevivasenelcrucedelossenderos.Katenoesperóa que reapareciese. Era un incidente demasiado insignificante para prestarleatención; después de todo, ¿qué otra cosa podía esperarse de Lillamás queencontrársela merodeando por los lugares más insólitos, en busca de gentereprobable?

No había nada nuevo en aquello, y Kate ni siquiera lamentó no habertenido la oportunidad de vislumbrar a aquella persona reprobable. Al ir enaumento su confianza enAnne, los asuntos deLilla habían perdido el pocointerésqueensumomentohabíanpodidodespertar.

Continuósucamino,perosuestadodeánimohabíacambiado.Laimagende Lilla vagando por aquel sendero solitario había despertado viejosrecuerdos.Levinieron a lamente encuentrosdelmismoestilo, pero ¿era supropiafiguralaqueveíaalejándoseporaquellasperspectivaslejanas?Bueno,siloera,¡adiós!Noteníanadaencomúnconaquelespírituinfeliz.Serena,de

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medianaedad,respetableyrespetada,sealejódeaquelpasadoevanescenteysiguiósucaminoporelpresentecálidoy tangible.Ahora,deunmomentoaotro,seencontraríaconAnne.

Había girado por un amplio paseo que llevaba a una de las entradas alparque desde la Quinta Avenida. Se podía ver un largo trecho por delante;habíagentequeibayvenía.Pasarondosmujeresconunosruidososniñosqueibanhaciendocarrerasdelantedeellas,elchicodeunasombrerería,silbando,con las cajas colgadas del hombro, un paralítico en su silla de ruedas; acontinuación, en dirección a ella, desde la Quinta Avenida, apareció unhombre que hizo ademán de parar, la reconoció, y la saludó quitándose elsombrero.

****

LIBROSEGUNDO

VIII

—¡Chris!—exclamó.

Sintió que temblaba de arriba abajo; a continuación, de golpe,misteriosamente,enelactomismodepronunciarsunombre,dejódetemblar,ycon lasorpresa la invadió lasensacióndeque lopeoryahabíapasado,dequeporfinibaaserlibre.

—Vaya,vaya—oyóqueéldecía,conaquellavozclarayprofundaquesevolvía aúnmás profunda ymelodiosa siempre que tenía alguna inseguridadinternaqueenmascarar;ypensó,«ojalánovuelvaaempezartodocuandoélsería».

Élserio.

—Me alegro tanto… tanto—repitió, como si lo estuviese explicando; ypese a tener aquella risa en los oídos ella todavía se sentía lúcida eincreíblementelejosdeél.

—¿Quetealegras?—dijo,unpocomenosseguradesuspalabrasquedesuspensamientos,yacordándosedecómo,aveces,anteaquellasonrisa,suspalabras solían fragmentarse en pequeñas esquirlas carentes de sentido quenuncaeracapazdeunirdenuevohastaqueéldesaparecía.

—Detubuenasuerte,quierodecir…Meheenterado,porsupuesto.

Y ahora, por vez primera, lo tenía allí delante ruborizándose y

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tartamudeando de verdad, como ella misma solía hacer, y tratando de darcoherenciaa suspropiaspalabras fragmentadas.Vaya, sehabíaproducidoelmilagro —hasta descubrió, mientras seguían cara a cara en aquella luzinmisericorde de primavera que tenía el rostro más curtido, que habíaengordado,quese lehabíanendurecido lasfacciones—,comosielChrisdeantes estuviese encerrado dentro de este de ahora y ni siquiera estuvieramirándoladesdelaventanadesuprisión.

—¿Mibuenasuerte?—denuevo repitió suspalabras,mientras laverdadresonabaaúnensusoídos:laverdaddequeeralibre,libre,libre,dequeporfinsehabíaalejadodeélhastaunadistanciasuficienteparaverloyjuzgarlo.

Debe de haber sido sumal gusto—elmal gusto que le inducía a hacercomentarioscomoelqueacababadehacer—loquedesdeelmismoprincipiohabíanotadoenélyhabíatratadodeignorar,inclusocuandoloadorabadelamaneramásciega.

Pero, después de todo, si se sentía tan libre, ¿por qué ser cruel? ¡Ay!,porqueaúnsentíaelmismoterror,soloquehabíacambiadodelugar.Loqueahora la aterraba no era pensar en su pasado sino en su futuro.Y no debíapermitir que él viese que eso la asustaba. ¿Cuáles habían sido sus últimaspalabras?Ah,sí.Lerespondió:

—Porsupuestoqueestoymuyfelizdeestarotravezencasa.

Élbajólavozparamurmurar:

—Yyoestoyfelizporti.

Sí, ahora lo recordaba; era siempre enmomentos de emoción cuando eltacto le fallaba, su sutileza se evaporaba, y parecía estar pronunciandodiscursosaprendidosdememoriaenalgunanovelasentimental,delaclasequeélridiculizabacontantainteligencia.

Continuaronfrenteafrente,agotadalainspiración,comosiesperasenqueelaccidentequeloshabíareunidolosseparasedenuevo.

Derepenteellasearriesgóadecir(puestoqueeramejorsaberlo):

—¿AsíqueahoravivesenNuevaYork?

Moviólacabezaconairemelancólico.

—No tengo esa suerte. Estoy de vuelta en Baltimore de nuevo. Herecorridoelcírculocompleto.Duranteuntiempo,despuésdelaguerra,estuveenunperiódicodeaquí; entrevistandoaestrellasdecineya seguidoresdelbéisbolyamujeresafavordelaprohibición.DespuésintentéllevarunClubdeCampo. ¡Qué trabajomáshorrible!Llevar los librosyarreglar laspeleasentrelossocios.AhoraHoraceMaclewsehacompadecidodemí;soyloque

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supongoquellamaríassusecretarioprivado.Nadadejornadasdeochohoras:mequieresiemprecerca.Solomuydetardeentardepuedoescapar.

Ellasintióquesucorazónencogidosedilataba.Baltimorenoestabamuylejos,perosílosuficientesiempreycuandohubiesealgoqueloretuvieseallí.Sabía quién era HoraceMaclew, un hombre de edadmuy rico, bibliófilo yfilántropo, con innumerables intereses municipales y sociales en su propiaciudad, y una gran casa de campo justo en las afueras. No; no era muyprobable que el secretario privado de Maclew contase a menudo convacaciones. Pero ¿durante cuánto tiempo iba a resignarse Chris a aguantarsemejante monotonía? Quería ser amable y preguntarle: «¿Y tus cuadros?¿Sigues escribiendo?», pero no se atrevió. Además, lo más seguro era quehubiesedejadoatrásesasdosfases,ynohabíaningunanecesidad,claroqueno,dequeellasepreocupaseporsusnuevasaficiones,cualesquieraqueestasfuesen. Por supuesto que sabía que ambos no tenían otro remedio quequedarse allí,mirándose, hasta que ella hiciese un gesto de despedida, pero¿qué tono debería emplear? Lo natural (ya que se sentía tan segura y tantranquila con él) habría sido decir: «La próxima vez que estés en la ciudadtienesqueveniravisitarme».Pero,tratándosedeChris,¿cómopodíaunaestarseguradequenoibaatomarseunainvitaciónasíalpiedelaletra?Ahoraquehabíavistoqueellano le teníamiedo, lomás seguroeraqueél tampoco lotuviese;sileapetecíaunabuenacenaopasarunatardeenlaópera,eramuyprobablequelallamaseyselopidiese.

Yderepente,mientrassedemorabanallí,Katevio,porencimadelhombrodeél,otrafiguraqueentrabaenelparqueprocedentedelamismadirección:eraAnne,consupaso rápidoyaquelaireserioyconcentradoconelquesemovíayque siempre exhibía cuandoacababade abandonar el caballete.UnminutomásyAnnellegaríaalaalturadeellos.

La señora Clephane extendió la mano, que durante una fracción desegundodescansóenladeél.

—Bueno,adiós,mealegrasaberquetienesuntrabajoquedebedesertaninteresante.

—¡Tanto como interesante!—Descartó la idea con un gesto—. Peromealegrodeverte—añadió—;solodeverte—conunsutilcambioenelénfasis,hizounapausayacontinuaciónarriesgóunasonrisa—.Nohasenvejecidoniunsolodía,¿sabes?

Ellalerespondióconotrasonrisa,echandolacabezahaciaatrás:

—¿Porquéibaahacerlocuandomesientoañosmásjoven?

Gracias a Dios, un grupo de gente que se aproximaba debía de haberimpedido que su hija los viese. La señora Clephane se apresuró, queriendo

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poner lamayor distancia posible entre ella y la figura en retirada deChris,antesdellegaralaalturadesuhija.Cuandolaalcanzó,miródirectamentealosojosdelajoven,yvioquetodavíaestabanocupadosenlacontemplacióndeunaimageninterior.

—¡Cariño!—exclamóconalegría—,portuaspectoveoquehastenidounbuendíadetrabajo.

ElalmadeAnneemergiólentamentehastalasuperficie,brillandoentrelasespesaspestañas.

—Cómopuedessaberlo,mepregunto.Supongoquedebesdehaberpasadomuchotiempoconalguienquesededicabaapintar.Esalgoqueunoarrastradespuésconsigodurantelargotiempo,vayaadondevaya.

Enganchó su brazo al de Kate y se dio la vuelta sin oponer resistenciacuandoaquellalaguiodenuevoendirecciónalaQuintaAvenida.

—Aquíenelparquehaymuchopolvoyademásmeapetecellegarprontoacasa. Me gusta la Quinta Avenida cuando encienden las luces —fue laexplicacióndelaseñoraClephane.

Todalanochelapasódespiertaenlaenormecamadelcuartodeinvitadosde los Clephane, recordando obsesivamente la imagen de Chris. Mientrasestuvieronfrenteafrente—ytrasaquellaprimeraimpresiónconfusadequeélhabíaengordadoyteníaelrostroenrojecido—sololohabíavistoatravésdeunanebulosademiedosytemblores.Inclusodespuésdehaberseseparado,ycuandoveníacaminoacasaconAnne,conlaimpresióndelencuentrotodavíapalpitante,élaparecíalejano,casiincorpóreo,menoscercanoeinsistentequeen los recuerdos que de él guardaba. Era como si su presencia real hubieseexorcizadosuespíritu.Peroahora…

Nohabíadesaparecido;solosehabíaquedadoaguardando.Aguardandoaqueellaestuvieseasolasensuhabitaciónenaquellacasadormida,enaquellaciudadindiferente.Nuncasehabíasentidomássola.¿Quiénenelmundoibaainterponerseentrelosdossinohabíaunalmaaquienellapudiesetansiquieramusitar que se había encontrado con él?Estaba allí tendida en la oscuridadmirandoconojosaterrorizados,yallíestabaélerguido,burlándosedeellaconsu sonrisa: una figura en extraña amalgama, formada apartes igualespor elviejoyelnuevoChris…

Noservíadenadaquecerrase losojos; estabaallí, entre elpárpadoy elgloboocular.Noservíadenadamurmurar frases inconexas, intentarhacerlodesaparecercomoporensalmoconellenguajedesunuevavida,conalusionesy conjuros desconocidos para él: estaba allí, aguardando. Bueno, puesentonces, se enfrentaría a él ahora, se encargaría de él. Pero ¿cómo? ¿Quésignificabaparaellayquéesloquequería?

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Sí:todosereducíaalapreguntadequéeraloqueélquería;siemprehabíasidoasí.¿Cuándosehabíaplanteadotansiquieralacuestióndeloquequeríaella? Chris tomaba lo que le apetecía de la vida, lo agarraba, lo soltaba yseguía adelante: era normal en un artista, le decía. Pero ¿qué podía quererahora de ella, y por qué se imaginaba que quería algo cuando, por lo quedejabaver,estabatanocupadoynocarecíadenada?

Hizo un esfuerzo por centrarse, sintiendo de repente vergüenza de suspropios pensamientos. Por lástima de símisma le habría gustado volverlo arevestirconelropajedelantiguoatractivopormuyraídoqueestuviera;perosidesdeelprincipiodebiódetenerrotosydesgarros,ahorayanoquedabatejidosanoparacubrirlopormuchoqueestirase.No;yanoloquería;deesoestabasegura. Como el viajero que ha sorteado el abismo, podía asomarse a él ymedirlaprofundidadenlaquenohabíacaído.Pero,siesoeraasí,¿porquéteníatantomiedodeél?Sinoeramásquecuestióndesupropiasalvaguardiasocial, el temor cobarde a que se sospechase de su pasado, entonces seavergonzabamásdeesoquedehaberloamado.Casihubiesepreferido tenerquesoportareldolordeseguiramándoloqueverenloquelosdossehabíanconvertido,ahoraquelamarealoshabíadejadoaldescubierto.Habíasidounacobarde;habíaactuadoforzadayasustadayhabíasidoconvencionalcuando,desdelaposiciónprivilegiadaquesunuevaseguridadlebrindaba,podríatanfácilmentehabersemostradoagradableygenerosa.Leentraronganasdesalircorriendoalacalleabuscarlo,dehablarconélcomodeberíahaberhablado,dedecirlequeteníaganasdesalircorriendoalacalleabuscarlo.

¡Pero es que era cobarde! Imaginaba que era aquel elemento indefiniblequehabíaenél, aquelladiferencia fundamentalyprofundaquehacíaque laproximidadmásíntimaentreellospareciesemásunhechizoqueunarealidad.Ahora entendía que si siempre había tenidomiedo de él, era porque nuncahabíasabidodequéteníamiedo…

¡Situvieseaalguienconquienpoderconfesarse,alguienquelahiciesereírparadespejarsustemores!¿FredLanders?PeroFredseasustaríaenlugardetranquilizarla. ¿Y los demás, aquella familia amable que la aprobaba? ¿Quéharíanmásqueapartarlavistayrogarlequefueserazonableyseacordasedesuhija?Bueno,¿ysuhija,entonces?¿YAnne?¿HabríaalguienenelmundoquelacomprendieseapartedeAnne?

Laopresiónde lanochey el silencio, junto conel rumorde suspropiostemores,seestabanvolviendoinsoportables.Nopodíaaguantarlosmás.Saltódelacama,sepusolabataysaliódelahabitación.Elpasilloestabavacíoyoscuro; solo una luz débil procedente del vestíbulo inferior proyectaba sureflejo en el techo de la escalera.De abajo llegaba elmajestuoso tictac delrelojdelaentradaque,enelsilencio,teníalaestridenciadeunaldabonazo.

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Sedeslizóhasta la puerta de suhija y arrodillándose acercó el oído a larendija.Porfin,enlaquietud,percibióelsuaveritmodelarespiracióndelajoven dormida, y se imaginó aAnne, esbelta e inmóvil, las trenzas de pelooscuroordenadassobrelaalmohada.Lavisiónhizoquelamadrerecobraselacordura.Seincorporó,entumecida,ymiróasualrededorconojosaturdidos.Derepenteaquellaluzenlaescalera,aqueltictacnocturno,hicieronquedesumentepalpitante surgieseotravisión.Enunsilenciocomoeste,antesde losprimeros sonidos fríos del amanecer invernal, había bajado con sigilo estasmismasescaleras,habíaquitadolacadenadelapuertaprincipal,habíaabiertounoaunoloscerrojosdeJohnClephane,yhabíasalidodesucasaporúltimavez.Yahora,¿quéseleperdíaenella?,¿quéhacíaconlamanoenlapuertadesu hija? Se forzó a regresar a su habitación, encendió la luz y se sentóencorvada en la inmensa cama, pasandomecánicamente las páginas de unarevista demoda que había cogido de lamesa de la salita. Estaba claro queaquellaprimaveralasfaldasibanasermásestrechas…

IX

—¡Lilla,peroclaro,vieneporLilla!—exclamó.

Seincorporóapoyándoseenuncodoyvioquela lámparatodavíaestabaencendidaylarevistademodasenelsuelojuntoalacama.Lanochenohabíaterminado; todavía no se veía la luz gris entre las cortinas. Debía de habercaídoenunsueñocortoyagitado,enelquelafiguradeLilla,expectanteyalacecho,alalejarsedeellaflotandoporunsenderodelparque,habíaaparecidocontalnitidezquelaimpresiónlahabíadespertado.

Lilla y Chris… por supuesto que sí, habían ido al parque para reunirse.¿Por qué iba a aparecer él por aquella entrada precisamente, justo a aquellahora, a menos que fuese para encontrarse con alguien que, a unos cuantosmetrosdedistancia,despreocupadae indiferente,dejabatanclaroqueestabaallíparaquealguienselaencontrase?

Aquel descubrimiento hizo que Kate sintiese auténtica náusea física. Sesentó en la cama, se apartó el pelo de la frente húmeda y repitió los dosnombres despacio, como si intentase desentrañar la clave del misterio deaquellassílabasunidas.Porquehabíaunmisterio;ahoraestabasegura.GentecomoLillaGatesyChrisnosededicaadeambularporCentralParkenaquellahorasecretaenlaqueelanochecerinvernalcomienzaaborrarloscontornosde los senderos. Cada momento de sus vidas erráticas estaba delimitado,repleto de propósitos inútiles. Kate había sido testigo de ello durante suasociación forzosa con los haraganes de una decena de balnearios, al verse

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obligadaaparticiparaburridaenaquellainactividad.

¡Ycómoaquellapista,ahoraque lahabíadescubierto, loexplicaba todo!Explicaba,enprimerlugar,porquéChris,siemprealquite,siemprellenoderecursos, había estado tan cohibido y entrecortado cuando se habíanencontrado.¿Porquénohabíapensadoanteseneso?Ahoraveíaquesiellaleteníamiedo,élleteníaaellamilvecesmás.¿Ycómohabíapodidoimaginarque, aunhombrecomoChris, elmerohechode tropezarseconunaamantedesechada lo iba a dejar desconcertado, o le iba a resultar desagradable?¿Quién mejor que él para saber cómo arreglárselas ante esta clase deimprevistos?Supasadodebíadeestarsembradodeprecedentes.Aldejarquelamemoriavolvieseatrás,alaépocaenqueestuvieronjuntos,recordóqueundía,cuandovisitabanlaVilladeAdriano,sehabíanencontradoconunamujer,una tal señorade…¡Habíaolvidadohastaelnombre!EllayChrispaseabanpor el lugar abrazados —porque la temporada turística había terminado y,además,lesimportabatanpocoquealguienlosviese—entrelasricasruinasengalanadas, todo perfume y encanto; y de pronto, en su camino, habíaaparecido una figura solitaria, la figura de una mujer joven, bonita, bienvestida, de rostro melancólico y ávido. A poca distancia de ella estaba uncaballerocorpulentoyyamayor,quellevabaanteojosazulesyabrigo,yqueahuecaba la mano sobre el oído sordo mientras un guía le daba a gritosexplicaciones arqueológicas con áspero acento alemán y Chris habíaexclamado:«¡Anda!Sisonfulanoymenganade tal»; luegohabíaavanzadoconlamanoextendida,habíapresentadoalasdosmujeres,yhabíaderramadosobre lamelancólicarecién llegadaun torrentedepalabrasalegres, llenasdeinsinuaciones,medioenbroma,medioconcariño;ylohabíahechocontantanaturalidad, con tanta despreocupación como si durante todo el tiempo losgrandes ojos de ella no hubiesen estado suplicándole, suplicándole querecordase.

Y después,más tarde, cuandoKate le había dicho: «Pero ¿no era esa lamujer de la que me hablaste una vez, aquella que era tan tremendamentedesgraciadaquequeríahuir contigo?», él sehabía limitadoa responder:«Simalnorecuerdonoeraconmigoenparticular».

Yellahabíaestrechadosubrazoconmásfuerza,pensandoquédivertidoera,ysehabíapermitidoellujodesentirpenadelaotramujer.

Sí, ese era el verdadero Chris; siempre a punto, relajado y sincomplicaciones.AquellaapariciónbalbuceanteyllenadeevasivasdeCentralParknoseparecíaenabsolutoaaquelChris;Katesupoinstintivamentequeloquelehabíaperturbadodeaquellamaneranoerahaberseencontradoconella,sinoelhechodeque,poralgunarazón,aquelencuentropodíaentorpecersusplanes.Pero¿quéplanes?Claro,susplanesconLilla,quenecesariamente lellevarían a entrar en contacto con el clan, puestoque este la respaldaba con

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tanta decisión, y entonces quedaría expuesto a… ¿A qué? ¿A que Kate lotraicionase?Porunmomentolaideacasilehizoreír.

Porque, después de todo, ¿qué podía hacer ella para herirle? Y,cualesquieraquefuesensusplanes,¿cómopodíatansiquieraimaginarqueellaiba a entorpecerlos?Allí recostada, en aquel amanecer deprimente, trató deencontrar lasalidadeaquel laberinto.Yentonces,desúbito, levino la idea:¿noseríaquequeríacasarseconLilla?Esmás,¿habíaalgomásprobable?EraevidentequevivirconsufamiliayencargarsedelasactividadesfilantrópicosdelseñorMacleweraunavidaqueélhubiesedescritocomo«deperros».Aéllegustabaeldinero,comoKatebiensabía,peseasumaneradespreocupada;quería tenerlo,peroodiabaganárselo.YsisecasabaconLillahabríamuchodinero; ya se encargarían los Drover de que lo hubiese. Kate no podíaimaginarsenadaquelesimpulsaseaaflojarelbolsillomásquelaposibilidadde«colocar»aLilla,ydelibrarsedelaamenazaconstante,provocadaporsuserráticasfantasías,quesecerníasobrelacabezatanbienpeinadadesumadre.Chris,porsupuesto,erademasiadointeligenteparanohaberlovistoynohaberextraído lasoportunasconclusiones.SiLillahubiesesido feay sinestilo,nisiquieraselehabríapasadoporlaimaginación;Katelehizoesaconcesión.Sieldinerolegustaba,legustabaconlarguezayseñorío,ysolocomounaentretantas cosas que resulta cómodo, aunque no imprescindible, tener. Él nuncaharíanadarastreropordinero;pero,alfinyalcabo,nohabíanadarastreroencasarse con Lilla si le gustaba su físico y le divertía su charla, comoprobablemente ocurría. Había un lado en Chris, el lado que Kate Clephanemenos había explorado, y el que menos entendía, que era posible queencontrasesucomplementoenLilla…

LosdoloridosojosdeKatecontinuaronescudriñandoelfuturo.SieseerarealmenteelplandeChris,cómonoibaatenerlemiedo.Porqueéltambiénlaconocía, la conocíamuchomejor que ella a él, y no tardaría en imaginarseque,pormuchoqueKatequisieseocultarsupasadoencomún,nodudaríaunmomento si tuviese que elegir entre revelarlo y cumplir con lo que ellaconsiderabasudeber.Sudeber,¡cómosolíareírseChrisdeesaspalabras!Ledecía que ella había escapado de sus verdaderos deberes solo para tener elplacerde inventarseotrosnuevos,yqueparaellanodejabandeserdeberesporelmerohechodeplanteárseloscomoretos.Eraunadelasparadojasquemásledivertían:laimagendeellaescapandodesuconcienciaytropezándosesiempredenuevoconellaenel camino,apenasdisimuladaporelmantodeaudaciaconelquelahabíadisfrazado.

Sí, estaba claro que, al instante, él se había preguntado qué iba a hacerKate con respecto a Lilla; y esto por sí solo le hizo sentir, con agudadesesperación, que tenía que hacer algo.Y no era queLilla le importase lomás mínimo, ni que sintiese la más mínima «obligación» de salvarla; pero

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teneraChrisenlafamilia,enelgrupo,tenerquesonreírledesdeelotroladode la mesa de los Clephane, de la de los Drover, de todas las mesas de lafamilia,tenerquemantener,duranteelrestodesusdías,ladobleaparienciadeque él nunca le había gustado demasiado, y de que ahora le gustaba losuficiente para gratificar el orgullo y no despertar las sospechas de lafamilia…¡No!¡Noseimaginabahaciendosemejantecosa!Noseequivocabaaltenerlemiedo,niélseequivocabaaltenérseloaella.

El regreso de la luz del día hizo que sus elucubraciones nocturnaspareciesen absurdas, pero pasaron varios días antes de que se calmara suagitación. Solo cuando comprobó que la vida continuaba a su alrededor sinalteraciones —Anne embebida en la pintura durante largas horas, Lillaentregada a la misma ronda aburrida de placeres, los demás ocupadosplácidamente en sus actividades habituales, sin que nadie mencionase elnombredeChris,niaparentementefueseconscientedesuexistencia—,soloentonces se despejaron aquellas sombras causadas por sus imaginaciones demedianoche.

Enunaodosocasiones,trasrecobrarlasensacióndeseguridad,pensóendejar caer el nombre de Chris, como por casualidad, en presencia de FredLanders.Nunca llegó tan lejos, pero un día se las ingenió, al hablar de unacoleccióndelibrosqueacababadesaliralmercado,paramencionaraHoraceMaclew.

SeencendióunallamaenlosojosdeLanders.

—¡Ah,quélibroslossuyos!Susantifonariositalianosprobablementeseanlosmejoresdelmundo.

—¿Entonces, lo conoces? ¿Cuánto… o mejor dicho, hace mucho queestuvisteensubibliotecaporúltimavez?—tartamudeó.

Élselopensó.

—Uf,años;nohevueltodesdeantesdelaguerra.

ElcorazóndeKateseaceleróconesperanzacreciente.

—¿Ah,sí?¿Hacetanto?…Imaginoquedebedetenerunbibliotecariomuybueno.

—Antes lo tenía, pero el pobre chicomurió en la guerra, creo. Esomerecuerdaqueelotrodíaoíqueestababuscandoaalguien.

—¿Buscando bibliotecario? —Sintió que la voz le temblaba—. ¿Y nosecretarioprivado?

LeparecióverqueFredsesorprendía.

—Nocreo,perolaverdadesquenolorecuerdo.Séquesiempretieneun

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montóndeescribanosasuservicio;esnatural,contantascosascomosetraeentremanos.¿Esquesabesdealguienqueestébuscandoesetipodetrabajo?SeríaunagentilezahacérselosaberaMaclew.

Ellafrunciólascejas,fingiendoreflexionar.

—¿Dóndeoídealguien?Tampocolorecuerdo.Hoyendíaunanoparadeoírhablardegentequebuscaalgoquehacer.

—Sí;perodepocosquesepanhaceralgo.YsihayalgoqueMaclewnosoportaeslaincompetencia.Tienesquevenirconmigoaconocerlo.Noesunapersonafácil,peroélyyosomosantiguossociosdelclubGroliery,devezencuando,medeja que lleve a un amigode visita a su biblioteca. Siempre heprometidoquellevaríaaAnne,algúndíaqueellavayaaWashington.

El corazón de Kate dio un vuelco repentino. Aquel «llevar a Anne»reverberó en ella como un toque de campanas que doblan a muerto. ¡Quéinconscientehabíasidoalsacareltema!SinohubiesemencionadoelnombredeHoraceMaclew,puedequeLandersnohubiesepensadonuncamásensubiblioteca;oporlomenosenaquellapromesadellevaraAnneaverla.Bien,que le sirviese de lección paramorderse la lengua, para dejar que las cosassiguiesen su curso sin temores ni intromisiones. Por suerte,Anne, cada vezmás absorbida en sus cuadros, no parecía tener la intención de visitarWashington;nuncahabíahechomencióndeunplansemejante,apartededeciruna vez sin darlemucha importancia: «Ah, lasmagnolias deWashington…unaprimaveradeestastengoqueirypintarlas».

Unaprimaveradeestas…bueno,esosonababienalsertanindefinido.YnoeraprobablequeChrissequedasemuchotiempoconHoraceMaclew.¿Endónde se había quedado Chris mucho tiempo? En este momento, KateClephaneno sabía sihorrorizarseo alegrarsedeesa faltadeestabilidad.Nosabíaquépensardenada,ahoraqueelpensamientodeChrissehabíavueltoaintroducirenlosejesbienengrasadosdesuexistencia.

Después,conelpasodelosdías,recuperóotravezlaconfianzahastaque,unatardequecruzabaelparquecaminodelestudio,sintiósobresaltoyestuporcuando de nuevo divisó a Lilla Gates. Esta vez, la persona a la quepresumiblemente había estado esperando se encontraba con ella, y los dosestabaneníntimacomunión.Elhombreestabadeespaldas,perosufigura,suactitud, le resultaban tan familiares aKate que se paró en seco, temblando,antelaposibilidaddeverleelrostro.

Perono lo vio.Aquel hombrey la señoraGates se estabandespidiendo.Sus manos se unieron, esperaron una última palabra, y a continuación sesepararon,alejándosecadaunodeellosdeprisaenunadirecciónquenoeraladeKate.Ellasequedóallíparalizadadespuésdequehubiesendesaparecido,

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dudando,peroseguraalavez.EraChris,¡puesclaroqueeraChris!Entonces,veníaconfrecuenciaaNuevaYorkpesealoquehabíadichosobrelodifícilqueleresultabahacerunaescapada.Sihabíadichoaquello, lomásprobableeraquenoquisiesequelaseñoraClephaneseenterasedesusidasyvenidas.Yesoasuvezencajabaconlosmotivosqueellasospechabaquetenía.Sintiónáuseas y permaneció con los labios apretados y la cabeza baja, como siquisiesecerrarsussentidosanteloqueseavecinaba.Porfin,sesobrepusoyechódenuevoaandar.

¡Lilla!…¡Lilla!…¡ChrisyLilla!

Siguióendirecciónnorte,porlossenderosmenosfrecuentadosdelparque.Todavíaeratemprano,yqueríalibrarsedeaquellaagitacióncaminando,antesdeencontrarseconAnneenelestudio.

¡Lilla!…¡Lilla!…¡ChrisyLilla!

Había que hacer algo, había que decir algo: era imposible que aquellaaventura,oloquefuese,continuasecomosinada.Pero¿acasoteníaella,KateClephane, algún poder para evitarlo? Probablemente no; puede que suintervenciónnohiciesemásqueprecipitarlosacontecimientos.Bueno,porlomenos tenía que saber qué iba a pasar, tenía que descubrir qué sabían losdemás…

En lugardedisminuir, sunerviosismoaumentó: sinparardeandar sintióquelaslágrimassedeslizabanporsurostro.Lavidalehabíaparecido,porfin,tan simple, tanmisericordiosa, tan tranquilizadora; y aquí estaban todos losviejosmisteriosy lasviejasduplicidadesoprimiéndoladenuevo.Sedetuvo,sinaliento,ydescubrióqueseencontrabaenelextremonortedelparqueyquelasprimeras farolasempezabana iluminar losárbolesdesnudos.De repente,seadueñódeellalanecesidaddeestarconAnne.Quizásidejabacaerunaodos palabras al azar, podría enterarse de algo por su hija; enterarse por lomenosdesiaquellasiniestraLillalaestabautilizandodeconfidente,comolehabíasugeridoaquellabreveescenaenelestudio.Sobreeso,almenos,teníaelderecho como madre, o incluso el deber, de estar informada. No habíaquedadoconAnneaquellatarde,yapuróelpaso,temerosadequesuhijayasehubiesemarchadodelestudio…

La claridad que se filtraba por el tragaluz de encima de la puerta latranquilizó.Girólallaveenlacerradura,dejólacapaenelpequeñorecibidordelaentradayabriódeunempujónlapuertaquehabíamásallá.Elestudioestabaenpenumbrailuminadoúnicamentepor laconstelacióndelucesdelaciudad,quecolgabancomofrutosdoradosdeuninvisibleentramadodetorresypostes,yporelresplandorrosáceoquesalíadelachimenea.ElcaballetedeAnneestabaretiradoaunlado,yAnneyotrapersonaestabansentadas,unaalladodelaotra,enunassillasbajascuyassiluetassedibujabanenlapenumbra

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frente al fuego. Cuando la señora Clephane cruzó el umbral una voz dehombredecíaalegremente:

—Lo que necesito es algo que rime con astrolabio. ¡Tengo queencontrarlo!Yaparentementenohaynada;almenosnadaapartedesabio.Oseaquenohabrápoema.Siempretengolamismasuerte.Encuentroalgo…oaalguien…queesjustoloqueyoquiero,yentonces…

KateClephanesequedóquieta,dejándoseenvolverporaquellavoz.Eralaprimera vez que oía aquella risa, con aquel tono de confidencia, dirigida aunosoídosdistintosalossuyos.Elsoldelsurlaabrasó;elaireparecióllenode flores. Se quedó allí un momento, atrapada en recuerdos asfixiantes;despuéssoltóelpomodelapuertayavanzóunospasoshaciaelinteriordelahabitación.Sustaconesresonaronenelsuelodesnudo,ylosdosqueestabanjunto al fuego se levantaron y se volvieron hacia ella. Le pareció advertirciertasorpresaenlamiradadesuhija;¿nohabíainclusociertofastidioantesuintrusión?

—Madre,esteeselcomandanteFenno.Creoqueyaloconoces—dijolajoven.

Chris se adelantó con naturalidad, sin dar muestras del más mínimoembarazo.Nohabíarastrodeincomodidadniensumiradaniensuvoz;miróalaseñoraClephanedeformacasifraternal.

—QueridaseñoraClephane: ¡Algoquerimeconastrolabio!—suplicódeaquella manera medio humorística que tenía de atrapar con el lazo de suspropiospensamientosacualquieraque,desprevenido,selepusieseatiro;yacontinuación,conunadeaquellastransicionesrápidastanpropiasdeélañadió—:SemepresentólainesperadaoportunidaddeveniraNuevaYork,alguienme comentó que usted estaba en la ciudad y fui a visitarla. En su casamedijeron que era probable que estuviese aquí, así queme vine, y la señoritaClephanehasidodelomásamablealpermitirmeesperar.

—Temía que no vinieses —añadió la joven mirando a su madre conseriedad.

Pese a que la sangre le bullía en la cabeza, y a la forma en que aquellapequeñamentiradehaberseenteradodequeellaestabaenlaciudadlahabíaintroducidodenuevoenlareddesusantiguascomplicidades, lacomposturaqueélmostrabahizoqueKatesetranquilizase.Trasmirarlo,miróhaciaAnneyvioqueelrostrodeestaestabatambiénsereno.

—Tuve la suerte —añadió Chris—, de conocer a la señorita Clephanecuandovolvíheridoacasa.SeapiadódemícuandoestabaenelhospitaldeLongIsland,ydesdeentonceshequeridomostrarlemiagradecimiento.Peromijefemetienemuyatadoynopuedoescaparmuyamenudo.

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—Es maravilloso —dijo la joven con su sonrisa serena—, cómo se harecuperadousteddesucojera.

—Bueno—ehizounodesusgestosrelajados—,recuperarsedelacojeranoeslomásdifícildelmundo.Sobretodoconloscuidadosquerecibí.

Hubounsilencio.Katehizounesfuerzopararomperlo,aldarsecuentadeque se esperabaque ellahablase, quedijese algo, cualquier cosa; pero teníauna obstrucción en la garganta, como si su voz fuese un espíritu que luchainútilmenteporabrirlalosadesupropiatumba.

Elvisitantehizoelgestoautomáticodeconsultarsurelojdepulsera.

—¡Diosmío!Noteníaniideadequefuesetantarde.Apenastengotiempodeircorriendoacogereltren.

Conairedistendidomiróhacialamadreyluegohacialahija;despuéssevolviódenuevohaciaKate.

—¿NovanaveniraverlamagníficabibliotecaMaclewunodeestosdías?LeestabadiciendoalaseñoritaClephane…

—EltíoFredhacetiempoquehaprometidollevarme—añadiólajoven.

—Entonces, con eso está dicho todo, ¿verdad, señora Clephane?—Estavez dudó un poco antes del señora, y a continuación lo pronunció sinproblemas—.Tan pronto como puedan fijar la fecha, ¿querrán enviarme uncable?¡Estupendo!

Alargólamano.Katedepositóenellalasuya;noleimportóhacerlo.Eracomosihubiesedepositadounapiedraenlapalmadesumano.

—¿Entonces ya está arreglado? —confirmó con tono jovial, mientrasestrechabalamanodeAnne;ylapuertasecerrótrasél.

—Comandante Fenno —Kate repitió el nombre despacio mientras sevolvíahaciaelfuego.Nuncahabíaoídohablardesurangomilitar—.¿Oseaqueresultóherido?—preguntóderepenteasuhija.

—EnelbosquedeBelleau,¿nolosabías?Yocreíaquesí,yaquerecibióunamención de honor.Le concedieron laLegión deHonor y laMedalla alMéritoMilitar—enlavozdeAnnehabíauntonovibrantedesacostumbrado—.Peronuncahabladeesascosas;loúnicoqueaélleimportasonlascosasqueescribe—añadió.

Estaba recogiendo los pinceles, limpiando la paleta con un trapo,realizando todos los últimos gestos habituales con aquella precisión suyacaracterísticauntantopedante.Descubrióalgoquenolegustabaenunodelospincelesyseinclinósobrelalámparaconélenlamano,arqueandolasnegrascejas.EnaquelmomentolerecordóasumadrealaancianaseñoraClephane;

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enciertosentido,elparecidolesupusounextrañoconsuelo.

«Sivieneporalguien,esporLilla»,pensólamadre,posandolamiradaenelperfiljovenyseverodesuhija;ydenuevosintiólanecesidaddeaclararelmisterio. Mirándolo bien, puede que lo más fácil fuese interrogar a Anne,ahoraqueaquelnombreyasehabíapronunciadoentreellas.

El comandante Fenno; y había resultado herido… Y lo único que leimportabaeraloqueescribía.

X

Después de todo, no iba a ser capaz de interrogar a Anne sobre Lilla.Cuando,aldíasiguienteseenfrentóalasituación—seenfrentóalnuevoChrisquehabíaaparecidoensucamino—,KateClephanevio la imposibilidaddeutilizarlocomollavequeledieraaccesoalaconfianzadesuhija.AhorahabíaunacosamáscercanaaelladeloquepodríaestarlocualquieractoimaginabledeChris,yerasurelaciónconAnne.Simplemente,nopodíahablardeChrisconAnne, aún no.No era que considerase aquel episodio de su vida comoalgodeloqueavergonzarseporsímismo.Noiba,nisiquieraahora,anegarloo a renegar de aquello; solo quería negar aChris y renegar de él.Era hastaconcebiblequeledijeseasuhija:«Sí,estuveunavezenamorada,yelhombreal que quise no era tu padre». Pero ¡cómo decírselo de Chris! Cómocontemplarlalentamiradadeasombroenlasinescrutablesprofundidadesdelos ojos de Anne: no una mirada que dijese «te culpo», ni siquiera«desapruebo tu conducta», sino algomuchomásmordaz, un simple: «¿Tú,madre,conChris?».

Sí, eso era. Era necesario para su orgullo y su dignidad, casi para susalvaguarda moral, que lo que la gente como Enid Drover denominaría su«pasado» quedase sin identificar, sin personalizar, o por lo menos sinpersonalizarloenChrisFenno.¡Perosaberlo!¡Elsimplehechodesaberlo…!

Existían,porsupuesto,otrasformasdeenterarse;sihabíaalgoenaquellateoría suyadeunaaventuraamorosaentreLillayChris, lomásprobableesquelafamilianoloignorara.KateteníalaimpresióndequenuncaperdíanaLilladevistadurantemuchorato.Perounacosaerahacerplanesparahablarconellos,yotramuydistintasabercómoempezar.AntesdeintentardescubrirloquepasabaconLilla, tendríaqueaveriguar loquepasabaconellos.¿Quésabía de ninguno de ellos?Únicamente, ahora lo veía con claridad, conocíaaquellassuperficieslustrosaseimpenetrables.

Todavíaeraunainvitadaentreellos;erainclusounainvitadaencasadesu

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hija. Era el papel que ella misma había elegido; dado su temor a reclamarderechosalosquehabíarenunciado,aimponersupresenciaenunlugarquehabía abandonado, quizá se había ido al otro extremo, se había retraídodemasiado, se había contentado muy fácilmente con el cómodo papel devisitantedefindesemana.

Bueno,todoproveníadelaotraelecciónquehabíahechohacíatantosañoscuando había dicho: «Tus dioses no serán mis dioses». Y ahora solovislumbrabavagamentequiéneseranesosdioses.Enaquelmomento,cuandosuvidamismadependíadeconocersuscontraseñas,deencontrarlasalidadesu laberinto, se encontraba fuera de aquel círculo misterioso y tanteaba envanotratandodeencontrarlaentrada.

Nollie Tresselton, por supuesto, podía haberle entregado la clave; perohablarconNollieerademasiadoparecidoahablarconAnne.NoesqueNolliefuese a traicionar una confidencia; pero que adivinase sus intenciones y lajuzgase sería una experiencia casi tan dolorosa como si lo hiciese la propiaAnne.YporesoKatecontinuóallísentada,entreambas,abrazandosunuevoser con brazos ansiosos, volviendo hacia ellas un rostro sin fisuras, ycontrolandode formafurtiva losgestosysonidosevasivosquesalíande loslabiosdesuotroyo.

Pero ahora se habían acabado la largas noches de dormir sin soñar; y elcorazón se le paraba cada vez que introducía la llave en la cerradura delestudio.

—Madre, el tíoFredquiere llevarnosaBaltimore la semanaquevieneaverlabibliotecaMaclew,ati,aLillayamí.

Anne se lo dijo por encima del hombro cuando se encontraba frente alcaballete, rodeadadeunhalode luzqueentrabapor laventana,conelceñofruncidoyloslabiosapretadosanteladificultaddepintarunaramadePyrusjaponicarojaenunjarróndelatón.

Kate,asusespaldas,estabarecostadaenactitudindolenteenunaprofundabutacademimbre.Diounrespingoyrepitióconvozcarentedeexpresión:

—¿Lasemanaqueviene?

—Sí, es que, ¿sabes?, he prometido pasar unos días enWashington conMadgeGlenver,quehaalquiladounacasaenRockCreekparalatemporadadeprimavera.Esteeselmomento idealparaver lasmagnolias,ypenséquepodíapararenBaltimoredecaminohaciaallí,ydesdeallíeltíoFredpodríatraerosatiyaLilladevuelta.

Sonaba perfectamente simple y razonable; Anne lo dijo con su habitualtonopráctico.Sumadreintentóutilizarlamismaentonaciónalrespondercon

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unligerotonodesorpresa:

—¿VieneLillatambién?

Annesegiróporcompletoysonrió.

—¡Lilla laprimera!Nodigasnada todavía,por favor,ni siquieraa la tíaEnid,peroexistelaposibilidad…laposibilidaddequeLillasecase.

El corazón de Kate dio un gran vuelco motivado por el alivio o por elresentimiento. Pero ¿por cuál? Por el alivio, claro, se dijo a sí misma alinstante.Entonces,ellaestabaenlocierto:¡ahíestabalaclavedelmisterio!¿Ypor qué no? Al fin y al cabo, ¿a ella qué le importaba? ¿Acaso se habíaimaginado alguna vez que las aventuras amorosas deChris cesarían cuandoella desapareciese de su vida? ¿No era lo más probable que la hubieseabandonadoporunnuevoamor?Decualquierforma,creeresohabíasido,apesardelatorturaqueaquellaideaprovocaba,mássoportablequepensarquese había ido porque se había cansado de ella. Durante años, ahora se dabacuenta, lahabía sostenidoaquella creencia en la existenciade«otramujer»;pero,resultabaincreíblementehumillantequetomasecuerpoenLilla.

Anne continuómirando a sumadre con una suave sonrisa; en la sonrisahabía algoveladoy tierno, tandifuso como la luzdel sol al reflejarse en elagua:unresplandorquesurgíadeaquellasprofundidadesmisteriosasalasqueKatetodavíanuncahabíallegado.

—Siesosucediese,deberíamosalegrarnostodos—continuólajoven.

YKatesedijoasímisma:«En loqueen realidadestápensandocuandosonríeasíesensupropiaboda…».Recordóaquellaalusióncrípticadeljovende rostrodebalónen laópera,y la formaenque losvigilantespárpadosdeAnnesehabíancerradoparapreservarsuvisión.

—¡Claro que sí, pobre Lilla! —asintió la señora Clephane, con aireausente. En su interior se estaba diciendo que le iba a ser imposible ir aBaltimore con aquella misión en particular. Chris y Lilla. ¡Chris y Lilla!Aquellosdosnombresasociadosempezaronaresonardeformaexasperanteensucabeza.Sepusoenpieyseacercóalaventana.¡No,nopodíahacerlo!

—¿Lasemanaqueviene,cariño?Noimporta,perocreoquetendréisqueirsinmí—hablabadesdelaventana,singirarlacabezahaciasuhija,quehabíavueltoalcaballete.

—¡Oh!—LadesilusióneraevidenteenlavozdeAnne.

—El caso es que tengo dos o tres compromisos para cenar; no creo queesté muy bien romperlos, ¿verdad? La gente ha sido tan increíblementeamable… todas mis antiguas amistades —balbuceó Kate mientras aquel«imposible, imposible» continuaba resonando en sus oídos—. Además —

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añadió—,¿porquéno lleváis aNollie enmi lugar?Ungrupode jóvenes leresultarámásentretenidoalseñorMaclew.

Anneserio.

—NocreoquenospresteatenciónaNollieyamí—dijoalegremente,contodaintención,perodeinmediatoañadió—:Porsupuestoquetienesquehacerexactamenteloqueatiteplazca.Esaeslabasedenuestroacuerdo,¿ono?

—¿Denuestroacuerdo?

—Eldeserlasmejoresamigasquejamásexistieron.

LaseñoraClephane,movidaporunimpulso,seacercóasuhija.

—Ylosomos,¿noescierto,Anne?

LospárpadosdeAnnesecerraron;hizoungestodeasentimiento,apretóloslabiosyabriósusotrosojos—susojosdepintora—ylosfijóenlaramadePyrusrecubiertadefloresrojascomocorales.

—Desdeelprimermomento—confirmó.

La joven expedición partió, atendida por un sonriente Fred Landers. LafamiliaopinóqueeraunalástimaquelaseñoraClephaneseperdieseaquellaoportunidad, ya que Horace Maclew era reacio a mostrar sus libros. Peroaquellasexpresionesdelástimateníanuntonomecánicoydistraído;KatevioquelaatencióndelafamiliaestabacentradaporcompletoenLilla.Ysesintiócadavezmásconvencidadeque,dadaslascircunstancias,lomejorhabíasidoqueellasequitasedeenmedio.Porque,enelúltimominuto,elgrupohabíarecibidounainvitaciónparapasarlanocheencasadeHoraceMaclew;ytenerqueasistir,casiencapacidadoficial,alcompromisodeChrisyLilla,contodalasolemnidadyelchampánquecontodaprobabilidadhabríaenunasituaciónasí, eramás de lo que sus nervios recién curados podrían soportar.Eramásfácilquedarseencasaaesperar,y tratardeprepararseparaaquellasituaciónnuevaeincreíble.¡ChrisyLilla!

Tresdíasdespués,Aline,altraerlabandejadeldesayunoconunramodevioletas(unaatencióndiariadepartedeAnnedesdequeestabaausente),trajotambiénuntelegrama,comoenaquellamañanalejana,dehacíacuatromeses,cuandohabía llegadoelmensajede la jovena sumadreacompañadode lasmismasflores.

Katesostuvoelsobreunmomentoantesdeabrirlo,igualquehabíahechoenaquellaotraocasión,peronoporquequisieseprolongarlailusión.Estaveznohabíailusióneneldelgadosobrequesosteníaentresusdedos;podíasentira través de él el duro filo de la realidad. Si aplazaba el momento, era porcobardía.ChrisyLilla.

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Rasgóelsobreyleyó:«PrometidaaHoraceMaclewlocadealegríaLilla».

El telegrama flotó hasta el suelo, y Kate Clephane se recostó en lasalmohadas,sintiéndoseligeramentemareada.

—¿Es que madame no se encuentra bien? —preguntó Aline conbrusquedad.

—¡Estoy perfectamente, perfectamente bien!—repitió Kate con alegría.Perocontinuó recostada,mirandohaciadelanteconexpresiónausente,hastaqueAline le advirtió, comohabíahechoal llegarelotromensaje,dequeelchocolateseestabaenfriando.

Unrespiro…unrespiro.Sí,porlomenos,podíatomarseunrespiro.

XI

HabíaalgotanpermanenteytantranquilizadorenlasimpleaparienciadelsalóndeEnidDroverqueKateClephane,queseencontrabaallíaquellatardeesperando que entrase su cuñada, sintió claramente que recuperaba laconfianza.

Lacasahabía sidoel regalodebodade laancianaseñoraClephanea suhija,yresultabaobvioquetodoloqueenellahabíaeraagustodealguienque,enlotocanteaobrasdearte,sepreocupabasobretodoporsabersiunaobrasedesconcharíaoperderíaelcolor.Nadaenaquelsalónsólidoycarosehabíadesconchado ni había perdido color: al contrario, había conservado algo deaquel aire juvenil invulnerable de Enid y, al igual que ella, había tenido elmismoaspectorecatadoypasadodemodaenplenajuventudqueahora,ensumadurezbienconservada.

Resultaba extraño que de un entorno tan estable hubiese salido aquelhuracándeLilla,yKatesonrióalpensarenlasmuestrasdesatisfacciónquehasta las butacas, desde su cómoda permanencia, manifestarían al darle labienvenidaensuvueltaaladomesticidad.

PerolaseñoraDrover,cuandoapareció,lollevótodoaunplanosuperior.¿SehabíamostradoLillainestablealgunavez,ohabíaalgoenloquehubiesedejado de destacar? Si así era, ni su madre ni el entorno de su madremostrabansignosdeacordarse.Lasbutacaspermanecíanallí imperturbables,comosiquisiesensabercómoselehabíaocurridosemejanteidea.AEnidlepreocupabaunpoco—segúnconfesó—elhechodequeHoraceMaclewfueseviudo,ymuchomayorquesuhija.

—No estoy segura de que esa diferencia de edad no entrañe siempre un

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riesgo…Pero,porotro lado, el señorMaclewesunhombrede carácter tanfirme,ysehacomportadocontalgenerosidad…Habrátantasoportunidadesdehacerelbien…

¡Oportunidadesdehacerelbien!Kateteníaenlapuntadelalenguadecir:«Sí,esadebedeserlarazóndequeLillaloaceptase».PerolaseñoraDrovercontinuóconserenidad.

—Leharegaladoyatodaslasperlas.Mañanalastraeráaquíparaquelasengarcendenuevo.

YKate comprendió que, por elmomento, las oportunidades de hacer elbienerancosadelnovio,másquedelanovia.

—Claro—prosiguiólaseñoraDrover—,vaaserunsacrificioenormeparasu padre y paramí dejarla marchar, aunque por suerte Baltimore no quedamuy lejos. Y la vida que va a tener va a ser muy seria, una vida llena deresponsabilidades. Hendrik tiene miedo de que, al principio, Lilla eche demenoslasdiversionesdeNuevaYork,peroyocreoqueconozcomejoramihija.CuandoLillaesfelizdeverdaddeloúltimoquesepreocupaesdeloquehaceparadivertirse.

Aquella frase puso de repente los nervios de Kate de punta. Eraexactamente lo que Chris solía decir cuando ella le urgía a centrarse en lapintura,porlomenosenlosdíasquenodecíaqueparaelartistalaemocióneranecesaria…Contemplóaquellatezrosadaeimpenetrabledesucuñadaypensó:«PodríaserlaseñoraMinitylaquehabla».

FredLandershabía telefoneadoparadecirqueestabayadevueltayqueibaa iracenar; imaginóqueloqueFredteníaenmenteeranodejarquesesintiese solamientrasAnne estaba ausente, y se dijo a símisma que por lomenosdeélsacaríapartedelaverdad.

FredLanders,comocorrespondíaaunamigodelafamilia,tambiénestabaradiante,peroalcompromisodeLillalellamó«solución»yno«sacrificio»,yesofacilitóqueKatealfinlehiciesesupregunta:

—¿Cómosucedió?

Élserecostó,dandolentascaladasasucigarrodedespuésdecenar,estirólaspiernasconcomodidadyacercóloszapatosanticuadosdepuntacuadradaalfuego;yporunmomentoKatepensó:«Podríaresultardelomásagradableverloahíenesabutacatodaslasnoches».Eralaprimeravezqueseleocurríatalposibilidad.

—¿Quieres decir que cómo lo ha cazado ella?—Entrecerró los amablesojosazulesalsonreírconaireconfidencial—.Bueno,comoesnaturalyonoestoymuyenterado,perosupongoquedeunadeesasformasdetodalavida.

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LomásprobableesqueLilla se sepa todos los trucosy, tengoparamí,queNollieTresseltonhasidocómplicedeldelito.SéqueempezóhaceunosseismesesyqueporelmedioestáunpabellóndecazaenCarolinadelSur.Porsupuesto,todossostienenlateoríadequeLillasolonecesitaserfelizparaserbuena.

—¿Ytúquéopinas?

Seencogiódehombros.

—Bueno,creoqueesunexperimentoenelqueMaclewseráelcorpusvile.Peroesunsujetoinsensibleypuedequenolehagamuchodaño,mientrasqueaLillapuedeque leayude.Loúnicoquesepuedehaceresesperaryver loquepasa.

Katesopesólasiguientepregunta.Porfindijo:

—¿EstabaallíelsecretarioprivadodeMaclew?

—¿EsetipoFenno?Síestabadeservicio.—Aellaleparecióquefruncíaunpocoelceño.

—¿Porquélellamas«esetipo»?

Cuandosevolvióhaciaella,viounairedeenfadoensuplácidafrente.

—¿Esnecesarioquehablemosdeélconmásrespeto?Laverdadesquenomeagrada,nuncamehaagradado.

—¿Entoncesloconocíasdeantes?—Sintióquelasangreseleagolpabaenlafrenteycogióunapequeñapantallapintadaparahacercomosilasostuvieseentresusojosyelfuego.

Landersreflexionó.

—Sí,melohetropezadoendistintasocasiones.Ymeinclinoapensarquetambiénhaestadomezcladoenestahistoria,conspirandoconlosdemás.Esaesmiimpresión.

—Sí,peromepreguntoporqué—dijoKatedepronto.

Landerssonrióunpoco,peseaquesuscejascontinuabanfruncidas.

—ParacomplaceraAnne,quizá.

—AAnne…¿AAnne?

Trashaberlopronunciadoelnombresiguiósonandoentrelosdos,yellaseinclinóhaciaatrás,apretandolapantallacontrasuspárpadoscerrados.

—¿Porqué?—acertóapreguntar.

—Bueno,haymuchagentequequierecomplaceraAnne,porencimade

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todo.SimplementesupusequeFennoeraunodeellos.

—No, no, estoy segura de que ahí te equivocas por completo. Mepregunto…—dudóuninstanteydespuéscontinuódeformaatropellada—:LaverdadesquemeextrañaquenotehayasfijadoenqueélyLilla…

Landersseenderezóenlasillayarrojólacolilladelcigarroalasbrasas.

—¿FennoyLilla?¡Diantre!Puedequetengasrazón.Nolohabíapensado.

—Pues yo sí. Me los he encontrado juntos, cuando no esperabanencontrarse con nadie —se apresuró a soltar con un dejo de violencia. Elcorazónle latíahastaahogarla; teníaquedarformaasusospecha,quedarlevidaysustancia.

—Esa ideaarrojamucha luz,deesonohayduda. ¡PobreMaclew!Estoyempezandoasentirpenaporél.Perocreoque todos losdeesapandilla sonperfectamentecapacesdecuidarbiendesímismos.Pensándolobien—añadióLanders con un repentino suspiro de alivio—, si de verdad hay alguien,mealegromuchísimodequesetratedeLilla.

—EstoysegurísimadequeesLilla—dijoKateconapasionadoénfasis.

Tenía que demostrarle a alguien que Chris era el amante de Lilla parapodérselo creer ella misma, y tenía que creérselo para disipar aquellaespantosa duda que las palabras de Landers habían despertado. Ahoradescubrióqueeracapazdealejarfácilmenteaquellaideaconunasonrisa,deentenderquelohabíadichoporazar,debroma.LagenteenEstadosUnidossepasabaeltiempogastandobromasdeesetipo,bromasjuvenilessobreflirteosycompromisos;eraelpannuestrodecadadíaenlasrevistascómicas.Perolaimpresión que le produjo encontrarse por un segundo al borde de aquelabismo,hizoquevolviese,dandotumbosysemiaturdida,buscandoelterrenofirme de la realidad. Si dejaba que la imaginación se le desbordase antecualquierpalabracasual,¿cómoibaaencontrarnuncalapaz?

Aldíasiguiente,reaparecióNollieTresselton,frescaysonriente,comounaenfermeracuyopacienteseencuentrafueradepeligro.Sinlaresponsabilidadde Lilla, su rostro de muchacho entusiasta había perdido aquella expresiónvigilante más propia de alguien de mayor edad, y se la veía de lo másrejuvenecida.FuemuchomásdirectaqueLanders.

—¡Porfinpodemoshablardelasunto!¡GraciasaDios!

Ycomenzóahacerlo.HoraceMaclewyLillasehabíanconocidoelotoñoanterior, durante una cacería de patos en Carolina del Sur. Lilla tenía unapunteríamagnífica cuando no estaba… bueno, cuando estaba en forma…yMaclew, como lamayoría de los hombres corpulentos y solemnes como él,que en teoría admiran a las mujeres femeninas e indefensas, había caído

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rendido al ver a aquella intrépida cazadora que cubría demaldiciones a lospájaroscuandoerrabaeltiro,quefumabaybebíaconloshombres,queporlasnoches permanecía recostada en silencio, con los párpados entrecerrados,ocultandounamiradaardienteyalavezinsatisfecha,yquenoaburríaanadiecharlandodedeportesoponiéndosesentimental.Habíasidounarevelación,unflechazo auténtico; solo que, al volver a Baltimore, Maclew había caídoatrapado en la red habitual de costumbres y relaciones; o quizá habíanintervenido otras influencias. Sin duda, un hombre como él, debía de tenerdetrás una «relación estable». Después, durante una temporada, elcomportamientodeLillafuemásescandalosoquenunca,ycuandoélvinoaverlaaNuevaYork,loarrastróaunadesusfiestasmástumultuosasdelaquesemarchóaaltashorasdelamadrugadaencompañíadeotrohombre,dejandoqueMaclewconsufantásticoRollsselasarreglaseparaencontrarelcaminode vuelta a casa sin compañía. Después de aquello el pretendiente habíadesaparecido,yhabíansidonecesarios todos losesfuerzoscombinadosde lafamilia,ydelasamistadesdelafamilia,paraatraerlootravez.(«Ynadienosayudó más que el comandante Fenno», añadió Nollie con un suspiro deagradecimiento).

Aquelnombre,alintroducirsederepenteenlaconversación,hizoqueLillaysucortejadorytodaslasdemásfigurasdelahistoriasedeshinchasencomosideglobossetratase.KateClephanesintióquedenuevolehervíalasangre,¿esquenuncaibaasercapazdeoírhablardeChrissinqueseleaceleraseelpulso?

—Actuó con tanto tacto e inteligencia —continuó Nollie—. Y tieneverdaderafeenLilla,igualqueyo.Deotramanera,estáclaroquenohubiesepodidohacer loquehahecho, teniendoencuentaqueHoraceMaclew lehademostrado tanta amistad. Cree que Lilla va a llevar una vida como Diosmanda,yquevanaserdelomásfelices.Amímeparecequesabemuchodemujeres,¿atino?

—DemujerescomoLilla,talvez.—Laspalabrashabíansalidodesubocacomounrayo,antesdequeKatefueseconscientedehaberlaspensado.Debíandehaberbrotadodeunasreservasdeamarguraqueellacreíaagotadashacíatiempo.

LamiradadeNollieseentristeció.

—¿Quépasa?¿Esquenotegusta?

—Haceañosquenoloveo—contestóKateconvozapagada.

—Él te admira tanto; diceque cuando eraunmuchacho te reverenciaba.Peroapuestoqueenaquellaépocanoeranilamitaddeinteresante.Élmismose describe como una especie de vagabundo intelectual, que nunca estaba

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seguro de lo que quería ser o de lo que iba a hacer, y que siempre hería yofendíaalagenteconsuseternosesfuerzosporencontrarseasímismo.Asíescomoloexpresa.

¡Que la reverenciaba cuando era unmuchacho!Sí, esas son las palabrasqueélutilizaría.Ytambiéntodoelrestodelahistoria.¡Cuántasveceslehabíaoídoaquellaviejaanalogíadelvagabundoysusvíctimas!

—Yo creo que la guerra lo transformó, lo hizo un hombre.Élmismo lodice.Yahoracreehaberdescubiertosuauténticavocación,nopiensaenotracosaquenoseaescribir,yalgunosdesuspoemasamímeparecenmuybellos.Loúnicoquelamento—continuóNolliepensativa—esquesesientaobligadoadejarsuempleoactual.Mepareceunapena,cuandotienetanpocodineroyllevabatantotiempobuscandoalgoasí…

—Ah…¿Vaadejarlo?

—Pues sí.Dice que necesita tenermás espacio intelectual. Para escribir,merefiero.Nosoportaestarsujetoaunhorariooaunlugar.

«No,nuncalohasoportado».Denuevolaspalabrasestuvieronapuntodeescapársele.ElesfuerzoporcontenerlasdejóaKatemudauninstante,aunquesedabacuentadequeNollieestabaesperandoquehablase.

—Entoncesestáclaroquetienequeirse—asintió.

En su interior estaba pensando: «Después de todo, si tengo razón en loreferenteaélyLilla—yestopareceprobarqueasíes—,lomásdecentedesuparteesrenunciaralpuesto».Yderepentelosojosselellenarondelágrimasalpensarquehacíaaquelsacrificio,queenunmomentocrucialsecomportabatal como a ella le hubiera gustado que se comportase, según su visiónidealizada,aquelChrisdeantaño.Efectivamente,podíaserquetuvieserazónaldecirquelaguerralohabíahechounhombre.

—Sí, pero es una pena.Y nome refiero solo a él. Creo que ejerce unabuenainfluenciasobreLilla—continuóNollie.

¡Señor! ¡Qué ingenuos eran todos! ¡Hasta Nollie! Kate apenas pudoreprimirlasganasdegritarle:«Pero,almadeDios,¿novesqueesosdossonamantes, que han montado esta boda por su propia conveniencia y que tuMaclewestontoyestáengañado,comotodosvosotros?».

Peroalgoensuinterior—¿fueelorgulloolaprudencia?—seretrajoanteunarrebatoasí,yantelanecesidaddejustificarlo.PeroporDios,¿aellaquéleimportaba?¿Qué importancia tenía?El riesgo sehabíaevitado, el espantosoriesgo;denuevoestabaasalvo—todoloasalvoquepodíaestar—,siemprequenosedejasellevarporunarrebatosuicidaysetraicionaseasímisma.

Conlabiosresecosysonrisaforzadadijo:

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—TienesqueayudarmeaelegirelregalodebodadeLilla.

XII

LaestanciadeAnneenWashingtonseprolongódurantequincedías.Lascartas a sumadre, aunquepuntuales, eran inexpresivas, peroKate sabíaqueesonoeraculpadelajoven.Habíaheredadodesupadreunaformadeescribiruntantoplúmbea,unaincapacidaddevertersobreelpapellosmaticesdelospensamientosode los sentimientos,y tras escribir:«¿Noes fantástico lodeLilla?»,eraevidentequehabíaagotadoel tema,omejordichosucapacidadparadesarrollarlo.

Porfinregresó,trayendoconellaunosesbozosdelasmagnoliasenlosqueseadvertíamáslibertadymásvigorqueenningunodesuscuadrosanteriores.Saludóasumadreconlaternurahabitualenella,yparaKateconsullegadafue como si se despejasen las nubes y se abriesen las ventanas. La madrenuncasehabíaimaginadoquehubiesenadaensuvidaquevolvieseaanidarenellaconunas raíces tanprofundascomo lapasiónquesentíapor suhija.«El amor perfecto destierra todo temor». «¿Es eso cierto? ¿Cómo lo sabenadie?»,eraalgoque,conincredulidad,amenudosehabíapreguntado.Peroahora,porprimeravez,elamorylaseguridadmorabanjuntosenellaenunaespeciedesilenciomilenario.

LefastidiabatenerquesaliracenarlanochedelregresodeAnne,perolaseñoradePorterLanfreycelebrabaelcompromisodeLillaconunagrancenaseguida de una velada musical, y Anne, que había llegado en uno de losúltimostrenes,apenastuvotiempodecambiarseantesdequeanunciasenquehabía llegado el automóvil a recogerlas. Era imposible librarse de aquellacelebración: tenía un significado social incalculable. La señora Lanfrey eraunadelasanfitrionasquehabíanborradoaLilladesulistatraseldivorcio,ycontar o no con el beneplácito de la señora Lanfrey era prácticamente elúltimovestigioquequedabadelantiguocódigosocialdeNuevaYork.Losquerecibían sus invitaciones, en cualquier caso, decían que la suya era la únicacasaenlaqueserespetabala«tradición»,ysibienLillaanteesosolíagruñir:«Sí, la tradicióndeaburrira lagente», su reinstauraciónensociedad,aojosvista, la llenaba de tanta euforia como a su familia. Para Enid Drover —resplandeciente con todas sus joyas—el acontecimientohabía cambiado lospapeleseneldramamatrimonialdesuhija,yhacíaquetodoeloprobiocayeseahorasobreelultrajadoGates.

—Está claro que esta noche demuestra lo que Jessie Lanfrey opina enrealidaddePhilGates—dijoconunsusurroEnidalaseñoraClephanecuando

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lasdoscuñadassequitabanlascapasenelvestíbulorecubiertodemármol.Yen su fuero interno Kate la corrigió con una ligera sonrisa: «O lo que enrealidadpiensadeHoraceMaclew».

LaseñoraClephanehabíaentradoenelinmensosalóndelosLanfreyconel alma encogida, y no por la presencia allí de la mayoría de sus antiguosjueces y censores —convertidos ahora en firmes defensores suyos o enamistadesbenevolentesydespreocupadas—sinoporelmiedoadescubrir,traslaimponentemoledelseñorMaclew,unafiguramásesbeltayunrostroconmásviveza.Peroelmomentodeintriganodurómucho:Chrisnoestabaallí,ytampoco anunciaron su nombre después de queKate llegase. Los invitadosestaban todos reunidos, las puertas del comedor se abrieron, y la señoraLanfrey, tomando el brazo del señor Maclew, cerró con aire majestuoso laprocesión,quepasódeunaestanciadecoradaconmaderadenogalydoradosaotracondoradosymármol,porquelacasadelosLanfreyeralaencarnaciónde lo «tradicional», e incluso el menú era exactamente lo que un antiguodefensordeaquellospreceptoshabríaconsideradounmenúadecuadoen lostiemposenquelaseñoraLanfreydiosuprimeracena.

Por un momento Kate Clephane se sintió en ese mundo etéreo ydesconcertantequeexisteentreelsueñoyeldespertar.Allíestabantodos:losrostros que habían cercado su juventud.Al principio no estaba segura de sipertenecían a las mismas personas o de si formaban parte del legado que,como mandaba la tradición, la nueva generación heredaba. Se le ocurrióinclusoque,porelsimplehechodeentrarenelsalóndelaseñoraLanfrey,losinvitadosdeestaadquiríanunauniformidadfacialqueerapartedelesquemaporelqueseregíanlosLanfrey,aligualqueloeraaquellagruesaprimadonnaque, como una isla rodeada por un mar de tapices Aubusson, cantaba agorgoritosunariadeToscaexactamentede lamisma formaqueotragruesaprima donna, predecesora suya, lo había hecho con iguales gorgoritos en elmismo sitiomuchos años antes. Parecía que hasta Lilla, sentada en un sofádorado al lado de su prometido, hubiese suavizado su gesto rebelde paraconvertirloenunasonrisitaoficial.SoloAnneyNollieTresseltondestacabanen aquella uniformidad envolvente. Kate se preguntó si ella misma noempezabaaparecersefurtivamenteaEnidDrover.«Deestofuedeloqueyohui», pensó, y encontró más motivos que nunca para aquella huida. «Perodespuésdetodo,herecuperadoaAnne»,murmuróllenadefelicidad…porqueconesoaúnsejustificabaelresto.¡Dequéformaeldestino,alcrearaAnne,habíafrustradosuspropiosdesigniosencontradelamadredeAnne!

De camino a casa la joven estuvo más callada que de costumbre. Serecostó en los cojines y cerró los párpados. ¿Era porque estaba cansadadespuésdeundíatanlargo,osoloporqueestabapreservandosuvisión?Kateno lo sabía. Los haces de luz intermitentes iluminaban al pasar la cabeza

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apoyadaasulado,enmarcadaporlasoscurastrenzas,yledabanlaaparienciafirmeyfrescadeunaestatuagriegademármol.Anne todavíaestabaenunaedadenlaquenielcansancionilapreocupacióndejanhuellaenlasuperficie.

KateClephanesiemprerespetabalossilenciosdesuhijaynuncasesentíaexcluidaacausadeellos,perosealegrócuando,próximasa lapuertadesucasa,lamanodeAnnebuscólasuya.¡Cuántasviejasgrietassecerrabanconaquel roce! Era casi como si la joven hubiese adivinado todas aquellasocasionesenlasqueKatehabíallegadohastaaquellapuertaencogidaenunaesquina, inmóvil,conelperfildesuesposocomounmuro interpuestoentreellayelmundodelotroladodelasventanillas.

—¡Cariño! Da la impresión de que hayas estado meses fuera—dijo lamadrecuandollegaronasusalita.

—Sí.Hanpasadotantascosas—lavozdeAnnellegabadelejos,comosiestuviesesaliendodeunsueño.

—Pero habrá tiempo para todo eso mañana. Ahora estás muerta decansancio.Teestáscayendodesueño.

Lajovenabriólosojosdeparenpar,delaformaquesolíahacerlocuandosalíadeunodesusmomentosdeabstracción.

—Noestoycansada,no tengo sueño—pareciódudar—.¿Puedoentrarysentarmecontigounrato?

—Porsupuesto,cariño.—KateenlazósubrazoconeldeAnneyentraronenlaacogedoraysombríahabitación,iluminadaúnicamenteporunalámparaveladayporelmortecinoresplandorrojodelachimenea—.Despuésdetodo,estahoraeslamejordelasveinticuatroparatenerunacharla—dijolamadre,reclinándose cómodamente en su salita. Era delicioso, tras quince días desoledad,pensarencomentarlascosasconAnne—.Yahora,cuéntamelotodo—dijo.

—Sí,esloquequierohacer.—Annesequedóenpieapoyandolaespaldaenlachimeneaylacabezasobreelbrazolevantado—.Tenemostantodequehablar, ¿verdad?Siempre,me refiero, ahoraque tú y yo estamos juntas.Nosabes la diferencia que supone volver a casa contigo, en lugar de…—Seinterrumpió,ycruzópordelantedelachimeneaparairaarrodillarseal ladodesumadre.SusmanossejuntaronylajovenapoyólafrenteenelhombrodeKate.

«¡Yotambiénmehesentidosola!».EralaconfesiónqueKateteníaenloslabios.¡Sipudiesedecirloporfin!Peronoseatrevió.El lazoentreellaysuhijaeratodavíademasiadofrágil,¿ycómosonaríaesaadmisiónensuslabios?EramejordejarqueAnneloadivinase.

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Anneloadivinó.

—Eresfelizaquí,¿verdad?

—¿Feliz?¡MipequeñaAnne!

—¡Y qué madre más preciosa tengo! Nollie comentaba esta noche quecada día estásmás joven.Y nadie lleva la ropa como tú. Sabía por aquellaviejafotografíaqueeraspreciosa,peronopodíaimaginarquenoenvejecierasnadadesdequelatomaron.

Kate permaneció inmóvil, dejando que la invadiese el calor de aquellaspalabrasydeaquelabrazo.¿Cuándounaalabanzasonómásdulce?Elpasadoenterodesaparecióenelresplandorcrepusculardelpresente.

—Mi pequeña Anne —dijo de nuevo con un suspiro. Aquellas trespalabrasloresumíantodo.

Annesequedóunmomentoensilencioydespuéscontinuó,conlamejillatodavíaapoyadaenelhombrodesumadre:

—Sabesquequieroquetequedesaquíparasiempre.Quieroqueestacasatepertenezca.

—¿La casa? —Kate se incorporó sobresaltada. El hombro de la jovenresbaló del suyo y se quedaron frente a frente,mirándose. El espacio entreellasseensanchóbruscamente—.¿Estacasa?¿Pertenecermeamí?Pero¿quédiablos…?

Era laprimeravezqueseplanteabaaquellacuestión.Al llegaraEstadosUnidos, cuando Landers, a petición de Anne, había intentado hablar dearregloseconómicos,Katelohabíacortadoensecoconladeclaracióndequeaceptabaencantadalahospitalidaddesuhija,peroquepreferíanorecibirotrodineroapartedelapequeñaasignaciónquesiemprehabíapercibidodelcapitalde los Clephane. Tras una breve discusión, Landers había comprendido lainutilidaddeinsistir,ysindudalogróqueAnnetambiénlohiciese,yaquelajovennohabíahabladonuncadelasuntoconsumadre.

KatealargóunbrazoyrodeóconélaAnne.

—¿Qué diablos iba a hacer yo con esta casa, cariño? Además, ¿esnecesarioqueadelantemosacontecimientos?

Anneaceptóunmomentoelabrazodesumadre,aunquedeformapasiva,despuésseseparóyvolvióhastalarepisadelachimenea,dondeseapoyó.

—Así es, querida, creo que tenemos que hacerlo—dijo—. ¡Con tantosañosyañoscomotienespordelanteycontodoesepelotanprecioso!

Dirigióunalargamiradasonrienteasumadre.

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Kate se incorporó de nuevo y se retiró el precioso pelo de las aturdidassienes.¿QuésignificadoteníanlaspalabrasdeAnne?¿Quéeraloquetratabade decirle? La madre empezó a temblar presa de un temor indefinible y acontinuación,degolpe,supolaverdad.

—Cariño,¿quieresdecirqueesposiblequetecases?

Lajovenasintióycerródegolpelospárpadosconaquelgestoquetantosrecuerdosprovocabaensumadre.

—No podía decírtelo por carta: soy tanmala escribiendo.Quiero que tealegresconmigo,madrequerida.VoyacasarmeconelcomandanteFenno.

XIII

«Baltimore», anunció el revisor, cuando el tren entraba despacio en laestación.

KateClephane,depieenel largoyondulantevagónPullman,miróa sualrededor a los rostros de toda la gente que iba en los demás asientos, a lagentequenolosabía.Elmundoenteroestabaahoradivididoentregentecomolaqueallíhabía,ylasdosúnicaspersonasquelosabían:ellayotra.Anteeso,las restantes diferencias de menor importancia parecía que se habíanesfumado…

Se abrió camino entre los asientos, siguiendo a otros viajeros quedescendíandeltren—¿porquémotivo?,sepreguntó—enBaltimore.Nadieleprestóatención,nollevabaequipaje.Enunpardeminutosestuvofueradelaestación.Separóallíunmomento,mirandoaturdidaaqueltráficosinsentidoquehabíaenlascalles.¿Adóndeibatodaaquellagente?¿Quéquerían?¿Quéesperaban o qué trataban de conseguir en un mundo como aquel, que ellaahoraconocíatanbien?

Habíaunadulzuraprimaveralenelaireycuando,acontinuación,echóaandardenuevoy atravesóaquellamuchedumbre apresurada, se encontró enuna tranquilaplazaajardinada,conárbolesen florybulbosquebrotabandelosmontículosenlosparterres.Tomóasientoenunbanco.

DealgúnladohabíasacadofuerzasparasoportaraquellaprimerahoraconAnne…Nosabíacómo,perodealgunaforma,derepente,aquellossórdidosaños de disimulo, demaniobras, de ocultación habían acudido en su ayudacomo un ejército mercenario que se alza por una causa justa. Tenía queengañaraAnne,queacallarlassospechasdeAnne,aunqueselefueselavidaenelintento.Ycontinuabaviva.

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Esoeralopeor.

Nunca había estadomás viva, de formamás estremecedora y completa,que allí sentada, en aquel lugar desconocido, contemplando sola un futuroasimismodesconocido.Sesentíafuerteysuficientementeligeraparaponerseen pie de un salto y andar kilómetros y kilómetros. ¡Ojalá supiese adóndedirigirse!Lagentedecíaque el dolor envejece.Puesbien, aquella tortura lahabíasumergidoenelauténticoManantialdelaJuventud.

Eraimposiblequenadiesupiesedóndeseencontraba.LehabíacontadoasuhijaqueunadelastíasdeMeridiaestabamuyenferma,muriéndose,creíahaberdicho.ParallegaraMeridiahabíaquepasarporBaltimoreytodohabíaresultadode lomássencillo.Afortunadamenteenunaodosocasioneshabíaintentadohablarle aAnnede las tías, le había dicho convaguedad: «Nuncatuveunarelaciónmuyíntimaconellas,peroalgúndíadeberíairavisitarlas».Asíqueahoraresultabanatural,yAnne,quecomotodasugeneración,estabaacostumbrada a las idas y venidas repentinas y a los cambios de planesradicales,nohizootracosaapartedeavisarparaqueel automóvil estuvieselistopara llevar a sumadre alprimer trenyde recomendarleque se llevasealgoparanopasarfrío.

El silencio, la soledad, la sensación de encontrarse sin compañía en unlugarextraño,dondenadielaconocíayalquenadiesabíaquehabíaido,pocoapocotrajeronlatranquilidadalamentedeKateClephane,ylosfragmentosdelosucedidoenlasúltimashorasempezaronadesfilar,unoauno,porella.Curiosamente,fueronaquellastorpespalabrasdeAnnealhablardesuideaderegalarle la casa lo primero que le vino al pensamiento, tal vez porquefácilmentepodíanserlaclavedetodolodemás.

Kate Clephane desde que vivía bajo el techo de su hija nunca habíapensado en el dinero, salvo en una ocasión cuando se negó a que leaumentasen la asignación. Su desprecio por el asunto no se debía tanto aescrúpulos convencionales como a una alegre despreocupación natural.Cuandounaerapobreyvivíaaldía,pordesgracia,nohabíamásremedioquepensar en el dinero. Pero una vez libre de la necesidad de hacer semejantecosa, había borrado por completo de su mente aquel asunto. En su refugioseguro,luciendobuenasropas,nosehabíapreocupadomásdeloqueloharíaunniñoporalgo tanabstractocomoelpoderqueconfiere laposesión.Y laposesión de dinero, en particular, era algo que en su mente siempre habíaestadotanasociadoconladependenciamoralypsíquicaque, trassurupturacon Hylton Davies, la pobreza le había parecido uno de los principalesatributosdelalibertad.

Fue la sugerencia deAnne de regalarle la casa lo que había arrojado derepente una luz reveladora sobre la situación. EntoncesAnne era rica,muy

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rica.Unacasacomoaquella—unadelaspocasquequedabandelaépocaenlaquelaQuintaAvenidahabíasidoelbarriodemodadeNuevaYork—debíadehaberincrementadomuchosuvalortraslainvasióndeloscomercios.¿Quévaldríaahora?LaseñoraClephanenosabíacalcularlo…Soloeraconscientede que, para ofrecerla de aquella forma (y acompañada, claro está, de losmedios para vivir en ella), Anne, que no tenía en absoluto aquelladespreocupacióndesumadreporeldinero,teníaqueserinmensamenterica.Ysiasíera…

Lamadresepusoenpieymiróasualrededor.Loqueahoraestabaapuntodepensarerapeor,casi,quetodaslascosashorriblesquehabíapensadoantes.SieradineroloqueChrisquería,teníalaposibilidaddecomprarlo:¡esoeraloqueestabapensando!Y,alpensarlo,sesintióinvadidaporlanáusea,yaqueeldineronuncahabíaparecidopreocuparlemásqueaella.Eldesprecioalegrequemostrabahaciaél,nosoloconpalabrassinotambiénconactos,habíasidopara ella uno de sus principales encantos, tras todos los años pasados en elambiente solvente y ahorrador de los Clephane, y tras la opulenciaexhibicionista de los meses con Hylton Davies. Chris Fenno, de formaespontáneaynatural,sehabíareídoconelladelaspreocupacionesdelosricosansiosos,yhabíacelebradoelhechodequealgoasínuncatendríaimportanciaparaningunodelosdos.Peroesohabíaquedadomuyatráseneltiempo,muyatrásalmenosenunavidatanllenadecambiosyavatarescomoladeChris.Comparadoconelmuchachoirresponsablequeellahabíaconocido,ahoraledabalaimpresióndequehabíaadquiridopartedelpesoylaprudenciadelamadurez. ¿No era posible que su respeto por el dinero hubiese aumentadojuntoconlanecesidadcrecientedetenerlo?Decualquierforma,ellateníaquepensareso,teníaquecreeresodeélsipodía,porqueeralaúnicaprobabilidadqueleofrecíaalgunaesperanzaenaquellaberintooscuro.

Su espíritu flaqueó. Apartó la vista asqueada de aquel pensamiento, yempezóadarlevueltasunavezmásalaruedadelatorturadelareiteración.

«Tengo que verlo… tengo que verlo… tengo que verlo…». De ahí nohabíapasado.Miróelreloj,yseacercóaunpolicíaapreguntarleelcamino.

NoloencontróenlacasadeHoraceMaclewy,parasusorpresa,seenteróde que no vivía allí. A pesar del poco valor que siempre le había dado aldinero, nunca había hecho ascos a lo que con él se podía lograr. No habíanadiequedisfrutasemásdelosplaceresdelavidacuandoselosencontrabaensu camino sin que tuviera que preocuparse de buscarlos, yKate se lo habíaimaginado instaladoenunagradable rincónde lacasadeHoraceMaclew,ydisfrutando de los lujos de la despensa y la bodega de aquel. Pero no, unmayordomo jefe, que fueron a buscar a petición suya, le informó de que elcomandanteFennohabíatelefoneadoparadecirquenoloesperasenaqueldíaydeque,enloreferenteasudirección,elhechoeraquenuncalahabíadado.

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Se sintió invadida por una nueva emoción: mitad angustia más intensa,mitadalivio.SinosealojababajoeltechodeMaclew,siallínosabíannadade su dirección privada, ¿no sería acaso porque tenía alguna atadura nueva,porque quizá estuviese viviendo con alguna mujer innombrable? ¡Quésolución sería —Kate Clephane se aferró a ella— poder volver a Anne yanunciarlealgoasí!Parecíadespejarelcaminodegolpe,peroalestilodeunhuracán: abriendo un sendero entre las ruinas que él mismo ha provocado.Suponía que nunca,mientras estuviese viva, podría pensarmal deChris sinsentirdolor.

Se alejó del portal de hierro forjado y cristal esmerilado, que eraexactamente como había imaginado que sería el portal de Maclew. Quizápodríaencontrarladirecciónenunaestafetadecorreos.Preguntócómollegaralamáscercana,ybuscóenvanoelnombreenlaguíatelefónica.Bueno,noera probable que hiciese público su paradero si lo que ella sospechaba eracierto.Pero,alrecorrerlapáginaconlavistadescubrióelnombredesupadre,y una dirección que ella recordaba. Chris Fenno, aunque enfrentado confrecuencia a sus padres, les tenía cariño de aquella forma suya relajada,especialmenteasumadre.Confrecuencia,Katehabíallevadoalcorreocartassuyasdirigidasaaquellasseñas.Eraposiblequeallí ledijesenalgodeél.Sifuesenecesario,preguntaríaporlaseñoraFenno.

Un trolebús la llevóhastaunbarriodeaire cuáquero, formadopor casasbajasdeladrillodefachadassencillas:dabalaimpresióndequehabíacallesymás calles de casas así, todas idénticas. De cuando en cuando aparecía unárbol delante de una de ellas, pero la casa a cuyo timbre llamó ofrecía unavista sin obstáculos de sus deprimentes copias. A Kate Clephane no lesorprendió la sordidezdelbarrio.Sabíaque losFennoque, comparados conlos Clephane, nunca habían sido adinerados, en los últimos años se habíanvistomuyagobiados,enparte,sinduda,porlaspropiasexigenciasdesuhijoyporlaincapacidaddeestepararebajarlasyparatomárselasenserio.

A la señoraClephane se le encogió el corazón cuando fijó la vista en elmugrientofelpudodelaseñoraFenno—eradeesosquedanlaimpresióndeque en él solo se han limpiado pies cansados— y recordó aquellos mesesradiantesyociososquehabíavividoconelhijodeesaseñora.

Tuvoquehacersonareltimbredosveces.Yentoncesseabriólapuertayuna anciana negra de pelo cano, que se limpiaba las manos en un delantalgrasiento,repitióconlentitud:

—¿ElseñoritoChris?

—Sí.Supongoquepuededecirmedóndevive.

Lamujerlamirófijamente.

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—¿ElseñoritoChris?¿Dóndevaavivir?Aquí,claro.

Kateledevolviólamirada.Porlapuertaentreabiertallegabaunolorrancioacomida,unimpermeablemustiocolgabadelapared.

—ElcomandanteFenno,¿aquí?

El comandante Fenno, sí, la mujer lo repitió. El señorito Chris, comosiempre le llamaban, añadió con una sonrisa desdentada. Por supuesto quevivía allí, y ella pensaba que en ese momento estaba arriba. Su madre—añadió sinveniracuento—había salido, creíaque sehabía idoalmercado.IríaabuscaralseñoritoChris.¿Seríalaseñoratanamabledeentrar?

Llevó a Kate hasta una salita sin gracia. Todo lo que recordaba de elladespuéseraquehabíaunasbutacasconextrañosalmohadones,unaspersianasmedio cerradas, una repisa de palisandro, y otras reliquias de una vidadesahogadayadesaparecida.SobrelachimeneasinfuegohabíaunafotografíademasiadobelladeChrisdeuniforme.

Después de todo, era bastante natural descubrir que vivía allí. Siemprehabía odiado cualquier dependencia de los planes y humores de los demás;Kate recordó con cuánta irritación había hablado de su servidumbre comosecretariodelseñorMaclew,pormuyligeroqueaquelyugofuese.Yeramuypropio de él, ya que se había instalado en Baltimore, haber vuelto con suspadres.HabíaalgoenChris—enaquelladosuyoqueellasiemprebuscabaatientas y del que, en ocasiones felices, había visto destellos fugaces— queharíaqueno le resultaseagradablevivirenel lujoen lamismaciudaden laquesupadreysumadreselasveíanyselasdeseabanparasubsistirconlosescasosingresosalosquelaslocurasdesuhijoloshabíanreducido.Lomásseguroesqueélnuncarelacionaselacausaconelefecto,oquesilohacía,nole preocupase mucho, simplemente se diría a sí mismo: «Sería asquerosodisfrutaraquídelascosas,cuandolosviejosloestánpasandotanmal»,conelmismotonoconelquesolíadecirleaKate,aquellosdomingosociososdelacostaAzul:«Siestuvieseencasa,ahorameestaríaarreglandoparallevaramiviejamadrealaiglesia.Siemprevoyconella».Ysindudaasílohacía.Queríaasuspadresconternuracuandolosteníalobastantecercaparaquererlos.

Oyópasosenelvestíbulo.Sediolavueltasobresaltadayentróél.Alverla,cerrólapuertarápidamente.Estabamuypálido.

—¡Kate!—exclamódeteniéndoseenelumbral.

Ellahabíaestadomirandoporlaventanaysequedóallí,contodoelanchodelahabitaciónentreellos.Permanecióensilencioantelacuriosayprofundaimpresióndelosrecuerdosquelapresenciarealdeélprovocaba,yempezóatemblarpormiedoaquelahiciesenflaquearensudecisión.

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—¿Nomeesperabas?—dijoalfin.

Éllamirócomosicasinolaviese.

—Sí, supongo que sí—respondió por fin con voz lenta, arrastrando lassílabas—.Ibaaescribirteparapreguntarcuándopodíaverte.

Allí de pie ante ella, tenía el aspecto de alguien al que acaban de sacarbruscamentedeun trance.Kate, para su sorpresa, sedio cuentadeque, porunavez,loteníaensupoder.Porprimeravezsuspapeleshabíancambiado,ysedijoasímisma:«Tengoqueactuarconrapidezantesdequeserecupere».Envozaltapreguntó:

—¿Quétienesquedecir?

—Decir—empezó;yacontinuación,derepente,conunrápidocambiodevoz, se acercó a ella con lasmanos extendidas y añadió—: Por lo quemásquieras,noadoptesesetono.Yaestánlascosaslobastantemal…

Kateconocíacadaunadelasmodulacionesdeaquellavoz,¡habíaoídosussúplicasentantasocasionesanteriores!Queahoralointentasesolosirvióparaendurecersuposturayparaqueseledespejasenlasideas,yjuntoconaquellavisiónfugazlellególasensacióndequeenrealidadloestabaviendoporvezprimera.Loteníaallí frenteaella,despojadodetodasaquellasfantasíasconlasquelohabíarevestido,mientraselladeformaclarayobjetivapercibíatodalafuerzayladebilidad,todaslasvirtudesylosdefectosdesupersona,notabalas prematuras entradas en su liso cabello castaño, las patas de galloincipientesen tornoa lospárpados, la forma tiernaenqueestos secerrabansobreunosojosquenoeranlobastantetiernosylaligerapérdidadefirmezadeunabocaque,antaño,habíatenidoungestocasiconvincente,yqueahorasolo reflejaba incertidumbres y caprichos secretos.Kate vio todo aquello, yprotegida por el resplandor intenso de una situación más próspera, de unamadurezmásacentuada,deunaseguridadensímismaydeunosrecursosmásinmediatos,alcanzóacomprenderelfracasofundamental.

De eso fue claramente consciente, como fue consciente también de unahorriblerealidadqueconsisteenqueunosoloalcanceaveraotroserhumanotalcomoes,porvezprimera,trasañosdeintimidad.Apartólamiradacomosiaquellaimagennoestuviesedestinadaaella.

—Yaestánlascosaslobastantemal—oyóqueélvolvíaadecir.

SevolviódenuevohaciaChrisyconsurespuestalointerrumpióynoledejóterminarlafrase.

—Ah, ¿conque te das cuenta de lo mal que están? ¿Por esa razón hasdejadoelempleo?¿Porquevesque te tienesquemarchar?¿Tevasa ir?¿Teirásdeinmediato?

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—Irme, ¿irme? —repitió la palabra con aquella voz de sonámbulo, sininflexiones—.¿Cómodemoniospodríairme?

La pregunta hizo que se endureciese por completo aquello que suapariencia,suaspectoaturdidoyderrotado,habíaempezadoaablandarenelinteriordeKate.Lomirófijamenteyempezóareírse.

—¿Quecómopodrías irte?¿Estás loco?¿Esqueacasopuedeshacerotracosa?

Al tenerlo allí delante empezó a darse cuenta de que él en ciertomodohabía logrado alcanzar la actitud digna que ella todavía se esforzaba porlograr.Teníaaspectodehombreinfeliz,dehombreacobardado,peronodeserculpable.

—Si hubieses esperado, yo mismo te habría pedido que me permitiesesexplicar…—comenzóadecir.

—¿Explicar?¿Quéesloquehayqueexplicar?

—Para empezar, por qué no puedo irme, irme para siempre como túpropones.

—¿Proponer?¡Notelopropongo!Teloordeno.

—Bueno,puestengoquedesobedecertusórdenes.

Sequedaronfrenteafrentemientrasella tratabadereunir losfragmentosde su dignidad hecha pedazos. Se había dicho a sí misma que lo que leesperabaeralomáshorriblequeunserhumanopodríaconcebir,peroniporunavezsehabíaimaginadoquesieralobastantefuerteparahablar,éltendríafuerzasparadesafiarla.Abrióloslabios,peroningúnsonidosaliódeellos.

—Pareces dispuesta a pensar lo peor de mí, supongo que es natural—continuó Chris—. Lomejor ya es suficientementemalo. Pero, de cualquierforma,antesdeordenarquemevaya,quizádeberíassaberquemefuiunavez.

Ellarepitiólaspalabrassincomprender.

—¿Unavez?

UnalevesonrisasedibujóenelrostrodeChris.

—No te imaginarías, ¿o sí?, quemehabíametidoen esto sin luchar, sinunalargalucha.Enelhospital,dondelaviporvezprimera,noteníaideadequién era.Yo no soy neoyorquino, no conocía a nadie de vuestro grupo degentedeNuevaYork.Túnuncamehablastedeella.Ni siquiera supenuncaqueteníasunahija.

Era cierto. En aquella otra vida que ella había llevado, nunca le habíahablado a nadie de Anne. Nunca había sido capaz. Desde el momento que

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habíaregresadoaEuropa,frustradaensuintentofinalderecuperaralaniña,osiquieradeverlaunaúltimavez,hastaeldíaenqueelcabledesuhijalahabíahechoregresaracasa,elnombredeaquellahijajamáshabíasidopronunciadoporellasalvoenlomásprofundodesucorazón.

Laoscuridadrodeabasuspies, lacabezaleflotaba.Miróvagamenteasualrededoryalargólamanobuscandoenquéapoyarse.ChrisFennoleacercóunasilla,yellasesentósinsaberloqueestabahaciendo.

Élcontinuódepieallídelante.

—Mecrees,¿verdad?—repitió.

—Claroquetecreo.—Ahoraempezabaasentiralivio,alivioaldescubrirque eramenos innoble de lo que en principio le había parecido.Levantó lavistaylomiróalosojos—.Pero,después…

—Bueno,después…—sedetuvocomosiesperasequeleayudaseaponerfin a la pausa. Pero Kate no dio señales de hacerlo, y entonces añadió—:Comodigo,nosvimosporprimeravezenelhospitaldondeellamecuidó.Allíempezó.Despuésmepidióquefueseaverlaacasadesuabuela.Soloenesemomentodescubrí…

—Bien,¿yentonces…?

—Entoncesmemarché.Memarchétanprontolodescubrí.

—Porsupuesto…

—Porsupuesto,pero…

—Pero…volviste.Losabías,ysinembargovolviste.

Vio que de nuevo los labios deChris se endurecían con obstinación. Sehabía dejado caer en una silla frente a la suya, y estaba allí sentado con lacabezaagachada,lasmanosapretadassobrelasrodillas.

—Esnaturalquepienseslopeordemí…

Lointerrumpió.

—Todavíaestoyesperandodescubrirloquepiensodeti,nopermitasquesealopeor.

Chrishizoungestodedesesperación.

—¿Quéeslopeor?

—Lopeoresque,despuésdehabertemarchado,hayasvuelto.¿Porquélohiciste?

Élsepusoenpie,yestavezsusojosseencontraron.

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—Tienesderechoainterrogarmesobremissentimientos,peronosobrelosdeotrapersona.

—¿Sentimientos?¿Tussentimientos?—denuevoellaseechóareír—.Ylos de mi propia hija… pero ¡no tenía siquiera intención de nombrarla!—exclamó.

—Puesmealegrodequelahayasnombrado.Hasrespondidoa tupropiapregunta.—Sedetuvo,yacontinuaciónañadióenvozbaja—:Sabescómoescuandoquiere…

—Niseteocurranombrarla…¡Teloprohíbo!Dicesqueteenamorastedeellasinsaber.Tecreo…Medaslástima…Quierotenertelástima…Peronadapuedecambiarloshechos,cambiarelpasado.Notequedaotrasalidaqueirte.

Chrispermaneciódepieanteella,conlavistaenelsuelo.Porfin,levantóotravezlosojos,perosoloparadirigirleunamiradarápida.

—¿Entoncespiensas…queunpasadoasí…esirrevocable?

Kate Clephane se puso en pie de un salto, con la fortaleza que le dabasentirundespreciosinlímites.

—¿Irrevocable? ¿Irrevocable? ¿Y tú me lo preguntas con ella en elpensamiento?Pero…¡Eresdespreciable!

—¿Losoy?Nolosé…lacabezamedavueltas.Estremendamentejoven,sientetododeformaterrible.Norenunciará…laotraveztampocolohizo.

—¡No! ¡No! A ella no la mezcles. No estoy aquí para hablar de ellacontigo,estoyaquíparadecirtequetevayas,yquetevayasdeinmediato.

Chrisnorespondió,sinoquesediolavueltayfuehastaelotroladodelahabitaciónparaacontinuaciónvolver.Despuéssehundióenlasillayvolvióafijar la vista en la alfombra. Por fin levantó los ojos de nuevo, con una deaquellasmiradas vacilantes que ella conocía tan bien: aquellasmiradas queparecíansalir a recibir la respuestadelotroamediocaminoensuansiapordecirloqueseesperabaquedijese.

—¿Sirvedealgoqueempleesesetono?

De nuevo aquella súplica, ¡era ridículo! Pero de repente, con los ojospuestos en el sufrimientopatente en supostura encogida, en ladebilidaddesus facciones deterioradas, comprendió que aquel grito era real, que estabadesesperadodedoloryquesehabíadirigidoaellaenbuscadeauxilio.Cruzólahabitaciónylepusounamanoenelhombro.

—No,tienesrazón,nosirvedenada.Simeescuchas,intentaréconservarlacalma.Noquieroquesufras,¿porquéibaaquererlo?

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Sintióquelecogíalamanocomosidudasedeellayqueporunmomentolaapoyabasobresumejilla.Lamejillaestabahúmeda.

—Teescucho.

—Puesentonces,noteharéreproches,nodiscutirécontigo.¿Porquéibaahacerlo—exclamóconrepentinainspiración—cuandotodoelpoderesmío?Sial llegarerapresade la indignación,de laaversión…ahora loúnicoquesiento es pena.No la rechaces.No rechacesmi pena.Este horror se nos havenidoencimaalosdosalapar;tantoamícomoati.Déjamequeteayude,ayudémonoselunoalotro.

Élapretólamanoconmásfuerzacontrasurostroydespuéslasoltó.

—Quégenerosaeres…Creoqueentiendomejor laaversión.He sidounvillano y un canalla, y todo lo que tú quieras añadir. He vivido con esepensamientodíaynoche.Pero,ahora…

—Pues ahora—dijo ella jadeante—,déjame ayudarte.Déjame,Chris—suplicó—,déjamequehagaposibleque tevayas.Séquehabrá todo tipodedificultades,tantomaterialescomodeotrotipo,peroporlomenosesas…

Lamiróderepente,comosi lecostaseentendersuspalabras.Despuéssurostroseendurecióysecubrióderubor.

—¿Meestássobornando?Yaveo.Alprincipionoloveía.Bueno…Estásentuderecho,supongo.Noexistecasiningunavilezaquenotengasderechoareprocharme.Pero,noestansencillo.Yatehedichoque…

—¡No la nombres otra vez! No me hagas recordar… Chris, quieroayudartecomosiestofuese…comosi fueseotroproblema…¿Nopodemosplantearnoslascosasasí?

Pero fueconscientede loengañosasqueeransuspalabras.¿Cómopodíaunoenfrentarseaunproblemacomoaquel,queeracomotenerqueenfrentarsea una de las Gorgonas, lo mismo que si se tratase de otro cualquiera? Elsilencio de él parecía un eco de aquellos pensamientos. Con lentitud, selevantóde la silladenuevo,metió lasmanoshastael fondode losbolsillosconungestoqueellarecordabadecuandoestabaatribulado,yfueyseapoyóen la jamba de la ventana. ¿En qué estaba pensando?, se preguntó ella,mientras Chris recorría con la mirada perdida aquella calle larga y sinpersonalidad.Quizáensu interiorestuviesesonriendoante lacrudezade losmétodosporellaempleadosylainutilidaddesusamenazas.Porque,despuésdetodo—poniéndoseenlopeor—,sieraeldineroloqueenrealidadlehabíatentado, ¿cómo, conaquella fortunaa suspies,podríaningunaofertaque laseñoraClephanelehiciesedesviarlodesuobjetivo?

Eltictacdeunreloj,enelqueKatenohabíareparado,comenzóahacerse

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oírconinsistencia.Parecíaqueestuviesecontandolosúltimossegundosantesdequeseprodujeseunacatástrofequesesentíaincapazdeimpedir.Incapaz,almenos…

VioquelaexpresióndelrostrodeChriscambiaba,quesedabalavueltayseapartabaconrapidezdelaventana.

—Ahívienemimadrepor lacalle.Haidoalmercado:mimadrehacelacompraellamisma—hablabaconunaligerasonrisairónica—.Peronotengasmiedo de conocerla. No vendrá aquí, no lo hace nunca a estas horas. Irádirectaalacocina.

Kateempezóatemblardenuevo.

—¿Miedo?¿Porquéibaatenermiedodetumadre?¿Oellademí?¡Erestúelqueahoratienemiedo!—exclamó.

ElrostrodeChrisparecióenvejecermientrasellalomiraba.

—Puessí, lo tengo—reconoció—.No lehecausadomásqueproblemasdeprincipioa fin,y estámayoryenferma.Dejémosla tambiénalmargen sipodemos.

Mientras hablaba, oyeron a través de la delgada pared el sonido de unallave en la cerradura exterior.Kate se acercó a la puerta, había tomado unadecisión.

—¿Quieresdejarlaalmargen?Entoncesprométemelo,dametupalabradequeteirás.Sabesquesinecesitasayuda,puedescontarconmigo.Perotienesqueprometérmeloahora;sinolohaces,llamaréatumadreparaquevengayselocontarétodo.

Teníalamanoyaenelpomodelapuertacuandoélselaagarróylaapartó.

—¡No!

La puerta de la calle se abrió y se cerró otra vez, se oyeron unos pasoscansinosenelestrechopasillo,yseabrióunapuertaenlasprofundidadesdelasquehabíaemergido,acompañadadeloloracomida, lanegradeldelantalgrasiento.

—¡Phemia!—oyeron que llamaba la señora Fenno con voz cansada depersonamayor.

—Lo prometo —dijo su hijo, aflojando la presión sobre la muñeca deKate.

Continuaronlosdosfrenteafrenteconlascabezas inclinadas.Porfin, laseñoraClephaneseapartó.

—Ahora me iré. Te das cuenta de que te tienes que ir de inmediato…

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¿mañanamismo?—Hizo una pausa—.Mientrasmantengas tu palabra harétodoloquepuedaporti;silarompes,notendrécompasiónalguna.Tengolosmedios para acabar derrotándote, no me obligues a utilizarlos, ¡no meobligues!

Estabaaunospalmosdedistancia,conlavistaenelsuelo.Decididamentelohabíavencido,yChrislosabía.Sientodoaquelsufrimientohabíagrados,Katesuponíaquelopeoryahabíapasado.

XIV

MientrasKateClephaneibaaquellanoche,yatarde,devueltaalacasadelaQuintaAvenidaparecíaestarreviviendotodossusretornosprevios,realesoimaginarios,llenosdeangustia,aaquelmismolugardesdelostiemposenlosquesehabíadichoasímisma:«¿Esquenovoyaescaparnunca?»,aaquellosotroscuando,desdemuy lejos,había soñadoconelodiadoumbral, lohabíaañoradoyhabíapensado:«¿Esquenovoyavolvernunca?».

Había dejado dicho que era probable que volviese tarde, y había rogadoquenadiesequedaselevantadoesperándola.Susdeseos,comodecostumbre,sehabíanrespetado,yabrióellamismalapuertadelasilenciosacasa,apagólasluces,ypasódepuntillaspordelantedelapuertatraslaqueAnnedormíaelúltimosueñoinocentedesujuventud.

¡Ah,pensareneldespertardeAnne!¡PensarenverelrostrodeAnnedenuevo con su radiante ignorancia y asistir a continuación, impotente, a ladesaparición de aquel resplandor! ¿Cómo se iba a producir el golpe? ¿Demanerarepentinaydirecta,opocoapoco,medianterodeos?¿Sabríalajovendeinmediatoeldestinoqueleaguardaba,oseveríaobligadaairencajandolaspiezas,unaauna,asufrirlalentaangustiadelasconjeturas?¿QuépretextoledaríaChrispara la ruptura?Erabastanteexpertoenevasivasy subterfugios,pero¿ysihabíadecididoponerlosenprácticaconlamadredeAnne,ynoconAnne? ¿Y si ya había faltado a la palabra dada? ¿Qué garantías habíanofrecidonuncasuspromesas?

EralamedianocheyKateClephaneestabasentadaasolasensuhabitacióndándolevueltasaaquellascuestiones.Sehabíaolvidadodeirsealacama,sehabíaolvidadodedesvestirse.Sequedóallísentadaconeltrajeyelsombrerodeviaje, tal como se había bajadodel tren: era como si aquella casa que lagenteconsiderabasuyanofuesemásquelasaladeesperadeunaestacióndeferrocarrilenlaqueellaestuviesealaescuchadelallegadadeotrotrenqueteníaquellevarla…¿Adónde?

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Ah, pero se le había olvidado, ¡se le había olvidado que lo tenía en susmanos!Lehabíadicho:«tengolosmediosparaalfinalderrotarte»,yélhabíabajado la cabeza ante aquella amenaza y había dado su palabra. La simpleamenazadecontárseloasumadrelohabíapuestoasumerced.¿QuépasaríasituviesequeamenazarloconcontárseloaAnne?Loconocía…bajoaquelaireindependiente, bajo aquel desprecio declarado a las tradiciones y alconformismo,estabalatenteeltemorincómodoaquesepensasequenoestabaalaalturadelaimagenrománticaquehabíadadodesímismo…No,inclusosisuspropósitosconrespectoaAnneestuviesenmotivadosúnicamenteporelinterés,semoriríasiellalosupiese.Deesonohabíaelmásmínimopeligro.

Laamargurade lamuertesesuperaba, sí.Pero¿y laamargurade loqueveníadespués?¿Quéibaapasarenelfuturo,cuandomadreehijasequedasenfrentea frentecomosi fuesen fantasmasenunmundogrisdominadoporeldesencanto?Bueno, lamuchachaera joven…el tiempo loharíamás fácil…viajarían…Ah,no,sustorturadosnerviosledecíanquenopodíahaber,enlavida de ninguna mujer, momentos como aquellos que ella se había vistoobligadaavivir.

Cerca ya del amanecer hizo un esfuerzo y se levantó, se desvistió y searrastró hasta la cama, y allí tendida, en la oscuridad, se dedicó a aguzar elingenioparacontinuarlalucha.

—Un telegrama. —Aline lo decía siempre con la misma entonaciónligeramente irónica,comosi todavía laasombraray ladivirtieraquealguientuviesetantaprisaencomunicarseconsuama.LaseñoraClephane,cubiertadepielesyperlas,yalmandodeunagrancasaeraevidentementeunapersonamás importantequeaquella inquilinaperdidaenunapequeñahabitacióndeltercerpisodelhoteldeMinorque,ynadieestabamejorpreparadaqueAlineparamedirladistanciaentreambas.Pero,apesardeeso,¡untelegrama!

Kate abrió el sobre con dedos exánimes. «Me voy». Eso era todo, nisiquieraunnombre.Habíasidofielasupalabrayqueríaqueellalosupiese.

Sintióque las ligadurasen tornoasucorazónseaflojaban,unaprofundasensacióndealiviolainundó.Habíasidofielasupalabra.

Hubo una ligera llamada en la puerta y entró Anne, radiante, llena deconfianza.

—¿Hastenidountelegrama?¿NoseránnoticiasdelatíaJaney?

¿LatíaJaney?DuranteunsegundoKatefueincapazdeacordarse,incapazde relacionaraquellapreguntaconnadade losucedidoen lasúltimashoras.Después,pusoenordensuspensamientos,justoatiempodereprimirungestoreveladoryagarrarconfuerzaeltelegrama.Conunesfuerzosobrehumanopormantener la compostura dejó lasmanos quietas y el telegrama, boca arriba,

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sobrelacolchaentreellayAnne.Pero¿ysiAnneveíaqueponíaBaltimoresobreaquellaspalabrassinfirma?

—No,noesnadadelatíaJaney.—Hizounesfuerzomásparaacordarse—.Elcasoesquealastíaslesentróelpánico…unpánicoabsurdo…LatíaJaneysehadebilitadomucho,esoesinnegable,eselprincipiodelfin.Peronohay peligro inminente… ni elmásmínimo…Aunqueme alegra haber ido:verme las ha tranquilizado…Y la verdad es que estuvomal demiparte nohaberidoantes.

Ah, ahorapor fin recordaba, y cuánto se alegrabadehaberlohecho,quehabía ido a Meridia; que, de forma automática, tras dejar a Chris, habíacontinuadoelviaje;quehabíasorprendidoycomplacidoalastíasconaquellavisitasinprevioavisoyquehabíapasadounahoraconellasantesdecogereltrendevueltaaNuevaYork.Habíatenidolucidezsuficiente,enelmomento,paraverquéútilpodríaresultarleaquellacoartadaydespués,eneldesordendesuhorriblevigilia,lohabíaolvidadohastaquelapreguntadeAnnelehizorecuperarlaconciencia.Aquelvacíotancompletoensumemorialaasustó,ehizo que se sintiese más incapaz que nunca de enfrentarse a lo que iba asuceder,aloqueteníaquesuceder.

Annetodavíairradiabaaquellaluzbrillantequeerareflejodesufelicidad.

—Mealegratantoqueestétodobien,estoytancontentadequehayasido.Yclaro,cariño,nolescontastenada,¿verdad?

—¿Contarlesqué?

—Lomío.

Los ojos se cerraron, las pestañas atraparon su visión. ¿Cómo podía sumadrehaberloolvidado?,parecíadeciraquelaleteodelospárpados.

—¡Puesclaroqueno,miamor!

KateClephanepronuncióaquellaspalabrasconloslabiosresecos.DeslizólamanoparacogerladeAnne,despuéslaretiró,fingiendocogereltelegrama.Todavíanoeracapazdeponersumanoenladesuhija.

Lajoventomóasientoenlacamaasulado.

—No olvides que quiero que sea nuestro secreto, tuyo ymío nadamás,hastaqueélvengalapróximasemana.Nopuedevenirantes.

¡Ah,graciasaDiosporeso!LamadrerecordóahoraqueAnneselohabíadichoeneltranscursodesuprimeraconversación,aquellaconversacióndelaquenohabíaquedadoningúndetalleensumente,queenaquelmomentoseencontraba sumida en la confusión. Ahora, al escuchar, poco a poco, lellegarondenuevolosdetallesentremezcladosdeformafantasmagórica.

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Nohabíaquecontarleanadielodelcompromiso,no,nisiquieraaNollieTresselton. Hasta que viniese Chris a Nueva York. Y para eso tendría quepasarotrasemana.Nopodíavenirantes,yAnnehabíadecretadoqueteníaqueverasumadreantesdequeelcompromisosehiciesepúblico.

«Supongo que estoy completamente pasada de moda, pero así es comoquieroquesehaga»,habíadicholajoven,yKateClephanecomprendióquelohacíaporconsideraciónaella,queeraporeldeseode«reinstaurarla»,deunavezportodas,alfrentedelacasa,porloquesuhijahabíainsistidoenaquelformalismocasiobsoletoyhabíaestipuladoquesupretendientesolicitaseelconsentimientodelaseñoraClephanealaantiguaysolemneusanza.

Lajovenseinclinóhaciaella,consuresplandorveladoporlaternura.

—Si tú supieses, madre, cuánto deseo que él te guste. —¡Ah, aquellaspalabrastanfamiliaresytancrueles!—.Porqueeraasíenlosviejostiempos,¿verdad?Cuandoloconocíastanbien.Aunqueélaseguraqueentoncesnoeramás que un chico estúpido y presuntuoso y se maravilla de que alguienaguantaseaqueltorrentedetonterías…

¡Ay,Señor!¿Cuántoibaaduraraquello?KateClephaneextendiólamanode nuevo, y esta vez estrechó la de su hija e hizo un silencioso gesto deasentimiento.Eraincapazdehablar.Sehumedecióloslabiosresecos,perodeellosnosalióningúnsonido,ydeprontosintióquetodosealejabadeellaydesaparecíaenelmásabsolutodelosolvidos.

—¡Madre!Estásenferma…estásagotada…

Enlapenumbradesudesvanecimiento,solofueconscientedequeelbrazodeAnneestabadebajodeella,dequeAnnellamabaaltimbreylehumedecíalafrente.

****

LIBROTERCERO

XV

Formas fantásticas de las sombras de las frondosas hojas en la blancuracegadora.Torrentesdeazul,lilaycarmesíquecubríancomoespumalasramasde árboles desconocidos. Distancias azules, cumbres nevadas, arrecifesplateados,yelblancoresplandorininterrumpidodelsolconfundiéndoseconelde la luna, apenasmásblanco.¿Nocaíanunca lanoche, lanocheauténtica,negra, que todo lo borra, en aquellas latitudesdeslumbrantes en las quedos

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mujeresdesesperadashabíanbuscadorefugio?

Habíanviajado.Habíasidomuyinteresante,yAnneseencontrabamejor.Muchomejor,sinduda.Ahoraibandevueltaacasa,avanzabandespacio—¿es que tenían algo a lo que regresar?— pasando de una escena de bellezairreal a otra. Y en todo aquel tiempo Anne no había hablado, ¡no habíahablado de verdad! Simplemente, uno o dos días después de que la señoraClephanehubiesevueltodesu furtivoviajeaBaltimore, lehabíadichoasumadre que el compromiso se había roto: «de mutuo acuerdo», fueron laspalabras formales y anticuadas que utilizó. Como nadie más, ni sus másíntimos,habíanparticipadoenelsecretodeaquellazofugaz,nohubonadieaquienhubiesequedarexplicaciones,ylajoven,unavezhechaaquellabreveconfidencia a sumadre, se había refugiado al instante en una reserva rígidaque había mantenido desde entonces. De forma parecida, en los viejostiempos, había visto Kate a la anciana señora Clephane enfrentarse a lascalamidades.Traslamuertedesuhijapreferida,laanciananohabíavueltoapronunciarsunombre.YasísucedíaconAnne.Parecíaqueconaquelsecretosualmahubiesequedadocongelada.Inclusovolvióamanifestarseelparecidofísicoconlaancianaseñora,yconélciertaasperezaalhablaryunamarcadaintolerancia ante las nimiedades que, de vez en cuando, surgían tras largosintervalosdesonrienteapatía.

Durantesusviajeslamuchachaestuvomásatentaquenuncaconsumadre,pero su solicitud parecía el resultado de una lección de buenos modalesinculcados hace tiempo en ella (junto con el resto de sus creencias) por laancianaseñoraClephane.Eraimposiblequeunacriaturatanjovenyentusiastapasaseconlamiradaperdidaporloslugaresquerecorrían,peroestabaclaroque cada muestra momentánea de entusiasmo no hacía sino volver másprofundo el dolor íntimo. Y la madre seguía sintiéndose excluida de todaparticipaciónenaquelconflictorecónditoentrejuventudysufrimiento.

A pesar de todo, empezó a imaginar que el tiempo estaba realizando sumilagro acostumbrado.Era evidente que el rostro deAnne ya no estaba tandemacrado, que la actitud de Anne era quizá un poco menos cautelosa.Últimamente había empezado a dibujar otra vez…Undía había sugerido laideadecruzardeRíodeJaneiroaMarsellaparacontinuarsudeambularporelMediterráneo…HabíahabladodeEgiptoyCretaparapasarelinvierno…

La señora Clephane se plegó a sus deseos, compró libros de viajes, losdevoróaescondidas,ytratódemitigarelafánhaciendoacopiodepaciencia.No serviría de nada mostrarse muy entusiasta; contenía la respiración,mientras atendía a los cambios de humor de su hija, y rezaba porqueaparecieseese«alguien»cuyallegadalasmadresinvocanencontingenciasdeesaclase.Aquellamismatarde,sentadaenlaterrazadelhotelconunmardefloresasuspies,sehabíapermitidopreguntarsesieraposiblequeAnne,que

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se había ido a hacer una larga excursión a caballo con un grupo de gentejoven,volvieseconunaspectodiferente,conaquelaspectodespejadoyfelizque tenía la Anne del año pasado. El joven colono inglés a cuya haciendahabían ido claramente le había interesado más que ningún otro de los quehastaelmomentohabíanconocido.

Ya había caído la noche y todavía estaba la madre sola en la terrazacuando, desde detrás de donde ella se encontraba, la sombra de Anne seproyectó ocultando la luz de la luna. La joven tomó asiento.No, no estabacansada,noteníahambre,habíancenadoalavueltaenunsitiofantástico,enun alto desde el que se dominabaRío. Sí, el día había sidomaravilloso, labellezaincreíbleyeldescensoporelbosquebajolaluna…Annesequedóensilencio,sevolviódeperfil,apartandoelrostrodeldesumadre.Quizá,¿quiénsabe?Susilencioparecíacargadodepromesas.Derepente,acercóunamanoaKate.

—Madre, quiero cederte todo mi dinero. Habría sido tuyo si las cosashubiesensidodiferentes.Estuyoenrealidad,yyonoloquiero:¡loodio!

Lamanoletemblaba.LaseñoraClephanetambiéntemblaba.

—Pero,Anne,¡quéabsurdo!¿Quéimporta?¿Quécambiaráconeso?

—Todo—lajovenbajólavoz—.Fueporqueyoeratanricaporloquenoquisocasarseconmigo—dijoconunsollozo—.Nolosoporto,¡nolosoporto!—Extendió lamanoy señaló aquel esplendor plateadopor debajo de dondeellasseencontraban—.Todaestabellezaygloriaenelmundo,yenmínohaynadamásquefríoyoscuridad.

KateClephane se quedó sin palabras.Recordó episodios así, de rebeldíadisparatada,desupropiajuventud,cuandoelmar,latierrayelcieloparecíanunidos en una inmensa conspiración de belleza, y en su interior todo eraoscuridad también. Llevaba meses rezando por este momento de comuniónrecuperadaconsuhija,peroahoraquehabíallegado,ahoraquelasbarrerassehabíanderrumbado, se sintió sin fuerzaspara enfrentarse a loquevendría acontinuación.¡Sisehubiesetratadodecualquierotrohombre!Paralizadaporelhechodequefuesejustoaquel,continuósentadaensilencio,lamanosobrelahundidacabezadeAnne.

—¿Porquépiensasquefueeldinero?—susurróporfinparaganartiempo.

—Lo sé. Lo sé. Una vez le dijo a Nollie que nada lo convencería paracasarse conuna jovencon fortuna.Pensabaqueerauna situación imposibleparaunhombrepobre.

—¿Tedijoesoati?

—No con esas palabras. Pero fue fácil de adivinar. Cuandome escribió

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para…paradevolvermemilibertad,dijoquehabíaestadolocoalpensarquepodríamos casarnos…que era imposible…que siemprehabríaunobstáculoentrenosotros.—Lajovenlevantólacabezaymiróconsusojosangustiadosalosdesumadre—.¿Quéotroobstáculopodríahabermásquemidinero?

KateClephane se había quedado fría como elmármol.Al oír la palabra«obstáculo»sepusoenpieycasiapartóalajovendeelladeunempujón.Conaquellaluzdelunatanpenetrante,¿quénopodríaAnneleerensusojos?

—Vamosadentro,cariño—dijo.

Annelasiguiódeformamecánica.Enlahabitacióndetechoalto,llenadesombras, la señoraClephane tomó asiento en unamecedora demadera y lajovensequedóenpieanteella,altayfantasmalconsutrajedemontardelinoblanco,eloscuropelohúmedosobrelafrente.

—Venysiéntateamilado,Anne.

—No,quieroqueantesmerespondas,quemeloprometas.

—Pero,miamor,loquesugieresesunalocura.¿Cómopuedoprometertealgoasí?¿Yporquéibaesoacambiarnada?¿Porquétendríaunhombrequesentirsehumilladoporelhechodecasarseconunajovencondinero?

—¡Ah,peroChrisesdistinto!Túnoloconoces.

Lamadreagarróconfuerzalosbrazosdelasilla.Sequedóquietamirandohacia el suelo de ladrillo desnudo de la habitación, y a los pies de Anne,esbeltos e imperiosos, plantados delante de ella en actitud de desafío, deresistencia.Noseatrevíaaelevarmáslosojos.«¡Noloconozco!»,serepitióasímisma.

—Madre,respóndeme.¡Tienesqueresponderme!

El tono bajo de la voz de la joven se había vuelto agudo; de su figuraoscilante, alta y blanca, parecía desprenderse un fluido abrasador. KateClephane,desúbito,recordóaquellosataquesdeirarepentinosdeAnneenlainfancia, y fue consciente de las reservas de violencia que todavía seescondíantraselexteriortranquilodesuhija.

—¿Cómo puedo responderte? Sé lo que estás sufriendo, pero no puedofingirqueloqueproponesvayaacambiarlascosas.

—¿Nocreesquehayasidoporeldinero?

KateClephanerespiróhondoyseasióconmásfuerzaa losbrazosde lasilla.

—No.

—Entonces, ¿por qué ha sido?—Anne una vezmás se había puesto de

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rodillas junto a sumadre—.No soportono saberlo.No lo soportounahoramás—dijoconvozentrecortada.

—Esduro,cariño…Séloduroquees.—Katerodeóconsusbrazosaquelcuerpotembloroso.

—¿Quévoyahacer,madre?Leheescrito,ynomecontesta.Leheescritotresveces.Y,sinembargo,sé…

—¿Quéesloquesabes?

—Quemequería,madre.

—Sí,cariño.

—Ynohabíanadiemás,tambiénlosé.

—Sí.

—Nadiemásqueleimportase…oquetuvieseningúnderechosobreél…Selopreguntéantesdeprometerquemecasaríaconél.

—Enese caso, cariño, nohaynadamásquedecir, ni quehacer.Solo sepuedededucirquetedevolviótulibertadporquequeríalasuya.

—¡Perofuetodotanrápido!¿Cómopuedealguienquererundíaydejardequereralsiguiente?

Kateseestremeció.

—Sucedeasí,aveces.

—No lo creo: ¡No de él y demí!Y estaba lo del dinero, lo sé.Madre,déjame intentarlo. Déjame que le diga que has accedido a que te devuelvatodo,queyosolocontaréconlaasignaciónquetúdecidasdarme.

Unavezmás, laseñoraClephaneguardósilenciocon lacabezabaja.Nohabíaprevistoestatortura.

—¿No crees, cariño, que si le has escrito tres veces y no has tenidorespuestalomejoresesperar?¿Queesmejorintentarolvidar?

Lajovenseapartóconunasacudidaysepusoenpieconunarisatrágica.

—¡Tútampocomeconoces,madre!

Aquellas palabras eranmás crueles que las anteriores, lamadre se echóhaciaatráscomosihubieserecibidoungolpe.

—Yoséqueencasosasísiemprequedaunúnicoremedio.Silasfuerzasteabandonan,quedaelorgullo.

—¿Miorgullo?¿Quéeselorgullocuandounaestáenamorada?Haría loquefueseparaqueélvolviese.¡Soloquieroquehagasloquetepido!

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Kate Clephane también se puso en pie. Su propio orgullo pareció derepente despertar de su largo letargo, y miró de forma casi desafiante a sudesafiantehija.

—Nopuedohacerloquemepides.

—¿Noquieres?

—Nopuedo.

—¿Entonces quieres que continúe sufriendo? ¿Quieres matarme? —Lajoven se aproximó a ella envuelta en un halo blanco de pasión—.Claro, esverdad.¿Porquéibaaimportarteloquemesucedaamí?Despuésdetodo,nosomosmásqueunasdesconocidaslaunaparalaotra.

El primer pensamiento que acudió a la mente de Kate fue: «No puedopermitirqueveacómomeduele»,ynopormiedoaaumentarelsufrimientodesuhija,sinoparaimpedirquedescubriesecómopodíacausarlemásdolor.En aquelmomento parecía como si aAnne le hubiese encantado semejantedescubrimiento.

La madre no se atrevió a hablar, tenía miedo de que todo su dolor sedesbordaseconlaprimerapalabra.Sequedaronlasdosfrenteafrenteporunmomento, después, a ciegas, la señora Clephane extendió la mano. Pero lajovenseapartódeellaconunviolento«¡No!»,queparecióalejarasumadretodavíamás,yabandonólahabitaciónsinmiraratrás.

XVI

Annehabíadecretadoqueregresaranacasa,yacasaregresaron.

Al día siguiente de la escena de Río la joven había balbuceado susdisculpas,ylamadrelashabíaaceptadoensilencioconunbeso.Despuésdeeso, ninguna de ellas volvió a sacar el tema de su conversación demedianoche. Anne se mostraba igual de solícita que siempre para que sumadre se sintiese cómoda y disfrutase, pero la hija había desaparecidosustituida por la compañera de viaje. A veces, durante aquellas últimas yagotadorassemanasdeperiplo,KateClephanesepreguntósiseríaposiblequealgúndíavolvieseahaberintimidadentreellas.Peronoerafrecuenteenellaatreverseahacerpronósticos.Sesentíacomounviajeroquesearrastraporlaestrecha repisaquebordeaunprecipicio: una simplemiradahaciadelanteohaciaabajopodríahacerqueseprecipitasealabismo.

AlaproximarseaNuevaYorkrecordósuotroregresoaaquellugar,menosdeunañoantes,ylaconfianzainsensataconlaquehabíaentradoensunueva

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vida.Recordóelprimerencuentroconsuhija,lasensacióndeentendimientoinstantáneo entre ellas, y la forma en que su propio pasado se habíadesprendidodeellacuandolajovenlaabrazó.

AhoraAnneparecíamáslejanaquenunca,yloquelashabíaseparadoeraelpasadodelamadre.Seestremecióalpensarenlofatuaquehabíasidoporhaber hecho caso deEnidDrover yFredLanders cuando le aseguraron quehabía conquistado el corazón de su hija. «Se ha quedado completamenteprendada de ti». ¿Cómo era posible que una frase tan absurda la hubiesedejadosatisfecha?Porquelashijas,sedijoasímisma,nosequedanprendadasdesusmadres.Madresehijassoncadaunadeellaspartedelaconscienciadela otra, en distintos grados y de distintas formas, pero con la sensacióncompartidadealgoquesiemprehaestadoahí.Unamadreauténticanoesparasushijosmásqueunhábitodelpensamiento.

Bien,puesaestamadrenolequedabaotroremedioqueconformarseconloqueteníaysacarelmáximoprovechodeello.Sí,porelbiendeAnneteníaquesacarprovechodeello,quebuscaraciegasunasalidaparaambasdeaquellaberinto espantoso sin poner en peligro el posible afecto queAnne todavíasentía por ella. Aquel era un razonamiento propio de una acompañanteresponsable,¿yquéotracosateníaderechoaser?

Llegaron a Nueva York a primeros de octubre. Nadie de la familia seencontrabaenlaciudad;inclusoFredLanders,quenohabíasidoinformadodelafechaexactadesullegada,estabadecazaconHoraceMaclewenCarolinadelSur.Annehabíaqueridoque su retornopasase inadvertido.Ledijo a sumadrequesequedaríanenlaciudadunoodosdíasyquedespuésdecidiríandónde querían pasar el resto del otoño. En el vapor habían comentado conlanguidezdistintasalternativaspero,antelaincapacidadquemostrabalajovenpara tomar una decisión, la madre dedujo que estaba esperando algo,probablementeunacarta.«Lehaescrito,apesardetodoyesperaencontrarselarespuestacuandolleguemos».

Llegaronalacasaysubieronasusrespectivosaposentos.TodoencasadeAnneestabaordenadocon lamismadiscreciónquede si unclub se tratase,cada una de las damas encontró su correspondencia en su salita, y KateClephane, mientras estaba sentada echando una ojeada indiferente a suspropias cartas, se preguntaba con el corazón lleno de angustia quémensajetendríaAnneesperándola.

Se reunieron a la hora de la cena, y le pareció que la joven estabamáspálidaydistantequedecostumbre.Traslacenafueronlasdosa lasalitadeKate.Alinehabíadesempaquetadoyaalgunosdelosregalosquehabíantraídoconsigo:unadornomejicanoconturquesasparaLilla,unadiademaexóticadeplumasdemartínpescadorparaNollie,unlibrodeantiguascrónicasespañolas

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paraFredLanders.Madreehijalosexaminaronconfingidointerés,despuéslaconversaciónlanguidecióyAnneselevantóydiolasbuenasnoches.

Yaenelumbral,sedetuvoydijo:

—Madre,aquellanocheenRíofuiodiosacontigo.

Kate,congestoimpulsivo,sepusoenpie.

—¿Y qué, mi amor, qué importancia tiene? Hace tiempo que está todoolvidado.

—Yonoloheolvidado.Cadavezmeavergüenzomásdeloquedije.Peroeratandesgraciada…

—Losé,cariño,losé.

La joven estaba aún en la puerta, agarrando el pomo con manoinconsciente.

—Quería decirte que ahora estoy curada, completamente curada. —Susonrisa partía el corazón—.No seguí tus consejos; le escribí.Le dije, fingí,que tú ibas a aceptar mi plan de devolverte todo el dinero, y que yo solotendría una modesta asignación, así que no tendría por qué sentir ningunadesigualdad…ningunaobligación…

Katelaescuchócabizbaja.

—Puedequehiciesesbienalescribirle.

—Sí,claroquehicebien—contestóAnneconun leve tonodesarcasmodirigidoasímisma—.Porqueahoralosé.Nofueeldinero,melohadicho.Herecibidounacarta.

—Ah…

—Merechaza—dijolajovenconunabruscacarcajada.

—¿Quéquieresdecir,cariño,cuandohablasdequetengorazón?

—Quierodecirquehabíaotramujer.—Annese leacercó,conelmismorostroblancoyvehementequehabíamostradodurante ladiscusiónnocturnaenRío.

ElcorazóndeKatelediounvuelco.

—¿Otramujer?

—Sí.Ytúmedisteaentenderquesiemprelohabíassospechado.

—No,cariño,enrealidad…

—¿Nolohiciste?—ViocómounahorriblellamadeesperanzaseencendíadenuevoenlosojosdeAnne.

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—No, no me refería a nadie en particular. Pero claro, tratándose de unhombre…unhombreasí…

—¿Deberíacallarseocontinuar?

Anneseleechóencimaconungrito.

—¿Quéclasedehombre,madre?

Eraestúpidapornohaberprevisto lasconsecuenciasdeundeslizasí.Sesentó frente a suhija comoundelincuente sometido a interrogatorio, con lasensacióndequecualquieraquefueselapalabraqueeligieseestabadestinadasinremedioahundirlamásenelcenagaldelasconfesiones.

Annerepitiólapreguntaconinsistencia.

—Túloconocisteantesqueyo—añadió.

—Sí,perofuehacetantotiempo.

—Pero¿quétehacesospechardeélahora?

—¿Sospechar?¡Yonosospechonada!

Lajovensepusoenpieysequedómirándolafijamentebajoaquellascejasoscurasyamenazadoras.

—¡Puesyosí!Antesnomepermitíahacerlo,perosiempresupequehabíaotra mujer. —Entre frase y frase soltaba un poco el aliento en bocanadasbreves y entrecortadas, como si con cada palabra se le hiciese más difícilhablar.

—Madre —soltó de repente— el día que fui a Baltimore a verlo ladoncellaqueabriólapuertanoquisodejarmeentrarporquehabíaestadounamujer allí dos días antes que había montado una escena. Una escena. ¡Esodijo!¿Noeshorrible?—Yestallóensollozos.

Kate Clephane se quedó estupefacta. Todavía no alcanzaba a ver elsignificado de las palabras que salían a borbotones de la boca de su hija, yrepitióaturdida:

—¿FuisteaBaltimore?

¡Quécontroldebíade tenerAnne!,pensó,no soloporhaberocultado suvisita en elmomento, sino también por haberse abstenido de hacer ningunareferencia a elladurante su tormentosa conversaciónenRío. ¡Uncontrol talque, hasta en los momentos de aparente abandono la hacía refrenarse y norevelar aquello que había decidido guardarse para ella! Conmás intensidadquenunca,lamadretuvolasensacióndequesuhijalamanteníaadistancia.

—Sí,fuiaBaltimore—dijoAnneahoraconvozcontroladaeincisiva—.

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No te lo dije en el momento porque no estabas bien. Fue justo cuando túacababas de volver de Meridia y sufriste aquel ataque de nervios, ¿teacuerdas?Noqueríapreocuparteconmisproblemas.Perotanprontorecibísucartadiciéndomequeelcompromisosehabíaacabadosaltéalprimertren,ymefuidirectaaBaltimoreaverlo.

—¿Yloviste?—seleescapóaKatesinpodersereprimir.

—No, no estaba. Se habíamarchado. Pero en aquelmomento nome locreí;penséqueladoncellateníaórdenesdenodejarmeentrar…—Hizounapausa—.Madre,fuedelomáshorrible,metomóporlamujerquehabíahecholaescena.Dijoqueeraigualqueella.

Katediounrespingo.

—¿Dijoesolanegra?

Supreguntasonóenelsilencioigualqueungrito,comosihubiesedejadocaerunafuentedelatónsobreunsuelodemármol.

—¿Lanegra?—repitióAnne.

KateClephane se hundió en las profundidades de su butaca como si unrocelahubiesepetrificado.Apretóloscodoscontraloscostadosparatratardeocultareltemblordesucuerpo.

—¿Cómosabíasqueeraunanegra,madre?

Katesesintióindefensa,luchandocontralasconfusasposibilidadesdesumiedo,yenaquelmomentoAnne,degolpe,sediocuentadelaverdad.

—¿Erastú,madre?¿Erastúlaotramujer?¿FuisteaverloeldíaquedijistequehabíasestadoenMeridia?

Lajovenestabaallí,anteella,comounapálidaFuria.

—¡Esverdad!¡EsverdadquefuiaMeridia!—declaróKateClephane.

—Entonces,fuistetambiénaBaltimore.Fuisteasucasa,loviste.Eraslamujerquehizoaquellaescena.

LavozdeAnnehabíaidosubiendodetonohastaconvertirseenungrito,perodeprontopareciórecuperarlaconcienciadedóndeseencontraba.Enelpreciso instantequeKateClephaneveíabrillar lahojadel cuchillo sobre sucabeza,esteseparóaunmilímetrodesucuello.LavozdeAnneseconvirtióenunsusurro.

—Madre, ¿hiciste eso? ¿Fuiste túdeverdad? ¿Fueobra tuya? ¿Entoncessiemprelohasodiado?¿Lohasodiadolobastanteparaeso?

Ah, bendita palabra: ¡odiado! ¡Cuando aquella otra había flotado en el

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mismoaire!Lamadre,allíinclinada,conelcuerpoencogidosobresímismo,sintióunligeroensanchamientodelcorazón.

—No,cariño,no.Noloodio—dijotartamudeando.

—Pero¿fuistetú?

—Fuiaverlo,sí.

—¿Paraconvencerlodequerompiesenuestrocompromiso?

—Anne…

—Porfavor,contéstame.

—Parapedirle,paratratardehacerlever…

Lajovenlainterrumpióconunacarcajada.

—Lehicisterompernuestrocompromiso,leobligaste.Ytodoestetiempo,todosestoshorriblesmeses,¡hasdejadoqueyopensasequesehabíacansadodemí!

Se abalanzó hacia su madre y la agarró por las muñecas. Sus dedosardientesparecíanquemarlacarnetemblorosadeKate.

—Mírame,madre,porfavor.No,directamentealosojos.Quierodescubriracuáldelosdosodiabasmás,acuáldelosdosqueríasversufrirmás.

Lamadresesoltóysepusoenpie.

—En lo que al sufrimiento se refiere, simemiras tú amí, verás queyotambiénmehellevadomiparte.

Lajovendiolaimpresióndenooírla.

—Pero¿porqué?¿Porqué?¿Porqué?—dijoconungemido.

KateClephane experimentó una reacción de defensa propia.Aquel calorblancoquedesprendíalairadeAnnepareciódejarlafría,yrecobróelcontroldesímisma.

—¿Quéesloquequieresquetediga?FuiaveralcomandanteFenno,sí.Quería hablar con él en privado, pedirle que reconsiderase su decisión. Nocreíaquepudiesehacertefeliz.Loconvencídeloqueyoopinaba.Esoestodo.Cualquiermadrehubiesehecholomismo.Teníaderecho…

—¿Derecho?—dijoAnneconunalarido—.¿Quéderecho?¡Renunciasteacualquierderechosobremícuandoabandonasteamipadreporotrohombre!

LaseñoraClephaneseincorporóconpasoinseguro,yseacercóalapuertadesudormitorio.Alllegaralumbralsedetuvoysevolvióhaciasuhija.Habíarecuperadolasfuerzasalpensarque,despuésdetodo,loúnicoimportanteera

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evitarlaboda.Yesotodavíapodíahacerlo.

—El derecho de una amiga, entonces, Anne. ¿Nome vas a conceder nisiquiera eso? Me has tratado como una amiga desde que me pediste quevolviese.Confiabasenmí,oasíparecía.Confíaenmíahora.Hiceloquehiceporque sabía que no debías casarte con el comandante Fenno. Lo conozcodesdehacemuchísimosaños.Sabíaquenopodíahacertefeliz,quenopodíahacer feliz a ninguna mujer. Algunos hombres no están hechos para elmatrimonioyélesunodeellos.Conozcosuhistorialosuficienteparasaberlo.¿Ynoves?Élreconocióqueyoteníarazón…

Annetodavíateníalavistaclavadaenellabajoaquellascejasimplacables.Después,ensujovenrostroaparecieronsurcosdeangustia,ydenuevonofuemás que unamuchacha indefensa presa del dolor, luchando a ciegas con suprimerapena.Apartólosbrazos,secubrióconelloslacabeza,ysedejócaerjuntoalsofá.Katelacontemplóduranteunosinstantes,dudando,despuésseacercó despacio y rodeó con un brazo aquel cuello inclinado. PeroAnne laapartóconunasacudidaysepusoenpiedeunsalto.

—¡No! ¡No! ¡No!—gritó. Estaban frente a frente, como en aquella otranoche cruel—. No me conoces, no me comprendes. ¿Qué derecho tienes aimpedirmifelicidad?Porfavor,nodigasnadamásahora.Hasidoerrormíoimaginarquepodíamosvivirjuntascomomadreehija.Unarelaciónasínoseimprovisa en un día.—Lanzó una mirada trágica a su madre—. Si tú hassufrido, supongo que ha sido culpa mía al pedirte que hiciésemos elexperimento. Perdóname si te he dicho algo que te haya herido. Pero debesdejar que maneje mi vida a mi modo.—Se dio la vuelta y se dirigió a lapuerta.

—Buenasnoches,niñamía—musitóKate.

XVII

Dosdíasdespués,regresóFredLanders.

La señoraClephane lehabía enviadounanota, rogándoleque la llamasenadamás llegar.Cuando la llamada llegó, le preguntó si podía cenar con élaquellanoche,yélcontestóquedeberíahaberidosinpreguntar.EimaginabaqueAnnetambiénleharíaelhonor.

No, respondióKate,eldíaanteriorAnnesehabíamarchadoa lacasadelosDroverenLongIsland.Seguramenteestaría fueraunosdías.Y,¿leharíaFredelfavordenoinvitaranadiemásacenar?Élleaseguróquejamásselehabríaocurridosemejanteidea.

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Larecibióenaquelsalóntancómodoyajadoenelquenohabíacambiadonadadesdequesumadreyunahermanasolteronahabíandesaparecidodeélaños atrás. Sus gustos los reflejaba en la biblioteca que tenía en la plantasuperior,perodejabaaquellahabitaciónconsuscortinasdechintz,susmuchasbutacas,elpianoSteinwayylosmueblesestiloChippendaledelafamilia,talcomoKatelahabíaconocidocuandolaancianaseñoraLanderslehabíadadoallí una cenade recién casada.El recuerdode aquella cenaydeuna señoraLanderscorpulenta,depeloplateado,expresiva,levinoalaseñoraClephanealamente.Sevioasímismavestidaconuntrajeadornadodeintrincadoslazos,seguidaconorgulloporsumarido,yabrazadaporsuanfitriona,entreelfrufrúdelastelas,mientrassuactualanfitrión,rojodeemociónyadmiraciónhaciaella, acechaba vergonzoso detrás de sumadre; y con el recuerdo sintió unapunzadadedolorporsímisma.

Enelcentrodelahabitaciónsedetuvoymiróasualrededor.

—Escomoestarencasa—dijo,sinsaberloqueestabadiciendo.

ViocómounruborcasitanagitadocomoelqueellarecordabaseextendíahastalafrentedeLanders.Notóquelaturbaciónyelplacerseadueñabandeél,ysintióunaemociónlejanaalverlo.

—Esque,soyunasinhogar—explicóconunalevesonrisa.

—¿Sinhogar?

—Yanorecuerdocuandofuialgodistinto.Hacetantosañosquesoyunavagabunda.

—Peroahorayano—dijoFredsonriendo.

Laspuertasdoblesdecaobaseabrieron.Landers,consurígidainclinaciónacostumbrada, le ofreció el brazo, y entraron en un comedor oscuro con lasparedesrevestidasdeterciopelo,queparecíarecibirlaluzdelaplatamacizaydelasmonumentalespiezasdecristaltalladoquehabíasobrelamesa.JuntoalplatodeKatehabíaunramodevioletas,enormeycompacto.TodoentornoaFredLanderseraanticuado,sólidoyauténtico.Katesehundióenlasillaconlaimpresióndequeestaleofrecíaunrefugiomomentáneo.Noteníaintencióndehablarhastadespuésdelacena,entonceslecontaríatodoloquepensaba.

—¡Quédeliciosasson!—murmuró,mientrasolíalasvioletas.

En labiblioteca,despuésdecenar,Landers laacomodóen labutacamásmullida,alejólalámpara, insistióenservirleunacopadeChartreuseañejoydijo:

—Yahora,¿quéesloquepasa?

Lo repentino y perspicaz de la pregunta la cogió por sorpresa. Se había

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imaginado que le dejaría a ella los preliminares o que, en todo caso, sededicaríaadartorpesrodeosalasuntohastallegaraél.Perodescubrióque,apesardelodesmañadoycasitimoratoqueseguíasiendoparacosasdemenorimportancia, el simple hábito de vivir le había dado cierta confianza en símismoenlosmomentosdecisivos.Eraellalaqueahorasentíaunaespeciederenuencia.¿Cómoibaapodercontárselo?¿Quépodíacontarle?

—Bueno,¿sabes?,esciertoquesoyunasinhogar—fueronsusprimeraspalabras—.Omejordicho,alquedarme,estoyperdiendomisúltimosrestosdeamorpropio.Annemehadichoquesuexperimentohasidounaequivocación.

—¿Quéexperimento?

—Traermedevuelta.

—¿Esasícomolollama:unexperimento?

LaseñoraClephaneasintió.

Fred Landers estaba de pie apoyado en la chimenea, con un cigarro sinencenderenlamano.Surostromostrabaperplejidadyagitación.

—Noentiendo.¿Quéhasucedido?Parecíaqueteadoraba.

—Sí,comovisitante,acompañante,compañeradeviaje.

—Bueno,comocomienzonoestánadamal.

—No, pero no tiene nada en absoluto que ver con la verdadera relaciónentreunamadreysuhija.

—Ah,eso…

Fuesuturnoderuborizarse.

—¿EntoncesestásdeacuerdoconAnneenqueyoheperdidotododerechoaexigiralgoasí?

Élparecióincómodo.

—¿Quéquieresdecirconexigir?

Kate dudó un instante, y después empezó. No era la historia que habíatenidointencióndecontar.ApenasabrióloslabiossediocuentadequeseríatanimposiblecontarleaquelloaFredLanderscomoaAnne.Poruninstante,cuandolediolabienvenidaaaquellacasatanfamiliar,tanllenaderecuerdosagradables, había tenido la ilusión de sentirse cercana a él, la sensación decontarconunapresenciafraternalytranquilizadora.Pero,alempezarahablarde Chris, todas las demás personas de su nueva vida, excepto su hija, seconvirtieronenalgodistanteyborrosoparaella.Imaginabaquenopodíaserdeotra forma.Habíaelegidoprobar suerteenotraparteyahora, al regresar

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después de tantos años, descubría que aquella sensación de intimidad yconfianzaestabairremediablementedestruida.¿QuésabíaellaenrealidaddeesteFredLandersdeahora,oéldeella?TodoloqueseencontróconfuerzasparadecirfuequecuandosehabíaenteradodequeAnneteníalaintencióndecasarseconChrisFennohabíaconsideradoqueerasudeberintentarimpediraquelmatrimonio, y que la joven había adivinado esa injerencia y no se laperdonaba.Seextendiósobreelasunto,deteniéndoseendetallesrelativamenteinsignificantesde las sucesivas conversaciones con suhija, enun intentoderetrasarelmomentoenqueLandersempezaríaainterrogarlaaella.

Vioqueestabamuydisgustado,peroquequizánololamentabadeltodo.SabíaquenuncalehabíagustadoChris,ylanoticiadelcompromisosindudalecausabaunagranimpresión.DijoquenohabíavistonioídonadadeFennodesdequeAnneysumadresehabíanmarchado.Landers,quenoeracapazderecordar siMaclewoLilla sehabían referidoa él en algúnmomento,habíallegadoa laconclusióndequeel jovennoformabayapartedesuentornoyque lo más probable era que ni siquiera estuviese en Baltimore. De locontrario, Lilla se habría asegurado demantener su influencia sobre él: eraalguiendemasiadoútilencenasybailesparaperderlodevistayalguien,teníalaimpresión,queestabamuchomásenlalíneadeLillaqueenladeAnne.

Kate Clephane sintió un estremecimiento al oír aquella críticainconsciente.

—Mediosupalabradequeseiría—dijoconunlevesuspirodealivio.

FredLandersseguíaapoyadoenlachimeneaenactitudmeditativa.

—¿No le dijiste nada a Anne en aquel momento?—preguntó tras otrapausa.

—No.Quizámeequivoqué,pero tuvemiedodehacerlo.Sentíqueno laconocíalosuficientementebien…todavía.

Al instante vio cómo iba a interpretar aquella confesión, y de nuevo seruborizó.Entonces,debiódesentirqueconocíamejoralcomandanteFenno:ladeducciónerainevitable.

—¿TeresultabamásfácilhablarconFenno?

Ellatitubeó.

—Meimportabamuchísimomenosloqueélsintiese.

—Por supuesto—dijo Fred Landers con un suspiro—. ¿Y sabías cosasperjudiciales de él? Es evidente, ya que rompió el compromiso cuando ledijistequelohiciese.

Katedudódenuevo.

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—Sabíaalgodesuvidapasada.LosuficienteparaestarseguradequenoeramaridoparaAnne.Selohicever.Esoestodo.

—Ah.Pues,nomesorprende.Sospechabaque iba trasella,y reconozcoqueodiabalaidea.Peroahoraimaginoqueyanohayremedio.

—¿Quenohayremedio?—levantólavistaypreguntóconsternada.

—Bueno,¿esqueacasolohay?Parahabersidotanduracontigotienequehaber estado completamente decidida a recuperarlo. ¿Cómo diablos vas aimpedirlo?

—Yo no puedo. Pero tú… Fred, por Dios, tienes que hacerlo.—Fijó lamiradaimploranteenelrostropreocupadodeél.

—¡Peroyono sé nadadefinitivo!Si es quehay algo, algo a lo queunopueda agarrarse, tendrás que contármelo. Haré lo que pueda, pero si meinterpongo sin una buena razón, sé que eso solo servirá para que Anne seempeñeaúnmás.¿EsquetehasolvidadodecómosonlosClephane?

Kate había inclinado de nuevo la cabeza, y permaneció desolada con lamiradafijaenelsuelo.Conelpequeñofuegodeleñaardiendoenlachimenea,y estehombrehonradoy amablemirándola, ¡qué segurayhogareñaparecíaaquellahabitación!Sinembargo, suverdaderoyonoestabaallíenabsoluto,sino que lo había arrastrado el viento solitario de la angustia a las tinieblasexteriores.Y,suponía,queasíseríasiempre.

—¿Noquierescontarmequéesexactamente loquehayensucontra?—OyóqueLandersrepetía.

Larespuestaseleatragantó.Porfindijo:

—Esquenolosé…mujeres…lodesiempre…Esligerode…

—Pero¿se tratasolode rumores?¿O tienesalgunaprueba…unapruebadealgunacanalladaenparticular?

—¿Noessuficientepruebaquerenunciaseysefuese?

—No,siregresaahoracuandoAnneselopida.

Aquellaspalabraslaatravesaroncomounapuñalada.

—¡Peronodebe…!¡Nopuede!

—¿Estáscompletamenteseguradequevendrásiellalollama?

Kate Clephane levantó las manos y las apretó contra los oídos. Nosoportabaoírniunapreguntamás.¿DequélehabíaservidoveniraveraFredLanders? No podía ofrecerle ayuda alguna, y su clarividencia solo habíaservido para cristalizar los confusos terrores que ella albergaba. Se levantó

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despaciodelabutacayextendiólamanoconunasonrisaforzada.

—Tienesrazón.Supongoquenohaynadamásquehacer.

—Pero¿temarchas?

—Sí,estoycansada.Yquieroestarasolas,parapensar.Tengoquetomardecisionessobremipropiofuturo.

—¿Tupropiofuturo?¡Tonterías!Dejaquetodoestopase.EsperahastaquevuelvaAnne.Loprincipal,porsupuesto,esquedebesquedarteconella,paseloquepase.

Ellalediolamano.

—Adiós,Fred.Ygracias.

—Harétodoloquepueda,yasabes—dijocuandolaseguíaescalerasabajo—.PerotúnodebesabandonaraAnne.

EltaxiqueLandershabíallamadolallevódevueltaasucasadesierta.

XVIII

Su puesto estaba junto a Anne, eso era todo lo que había sacado de suconversación con Fred Landers. Y a ese respecto no estaba en absolutoconvencidadequesu instintonofuesemásacertadoqueeldeél,dequenoestuvieseenlociertoalcoincidirconsuhijaenqueelexperimentohabíasidounfracaso.

Pero,aunqueasífuese,nopodíaabandonaraAnneahorahastaasegurarsedequeChrisyanorepresentabaningúnpeligro.¡Ah!,sialgunavezestuviesesegura de eso, quizá lo más fácil y simple sería marcharse. Pero hastaentonces,no.

NosabíacuándoibaaregresarAnne,nohabía tenidoningunanoticiadeella.LaseñoraClephaneteníalaideadequeelamadellaveslosabía,peronopodía irypreguntarle sinmás.Asíquecontinuó igual lasveinticuatrohorassiguientes,conunacuriosasensacióndedespreocupaciónirreal,mientrasveíacómo Aline deshacía sus baúles y la «instalaba» en sus aposentos para elinvierno.

FuealtercerdíacuandoNollieTresseltontelefoneó.Estabaenlaciudadypreguntó si podía ver a la señora Clephane inmediatamente. El sonido deaquellavozlatranquilizó,yKateClephanesesentóacontarlosminutoshastaqueNolliellegase.

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Como Kate había supuesto, venía de casa de los Drover y traía unavergonzadomensajedeAnnepidiendoperdón.

—Nofuecapazdeescribir:estádemasiadodisgustada.Perosientetantoloquedijo…Laformaenquelodijo.Debestratardeperdonarla.

—¿Perdonarla, dices…? ¡Eso no es nada!—gritó la madre tratando dedescubriralgomásenelrostrodelaotra.PerolasvívidasfaccionesdeNollieestabanoscurecidas por el azoramiento que le causaba elmensaje que traía.ParecíacomosiestuvieseenredadaenlaconfusióndeAnne—.Esonoesnada—repitióKateClephane—,yotambiénlehicemuchodaño.Tuvequehacerlo.Nopodíaesperarquemeentendiese.

LaexpresióndelaseñoraTresseltonexpresóalivio.

—Ah, ¿entonces lo entiendes? ¡Sabíaque loharías!Se lodije a ella.—Dudó,ydespuéscontinuóconunligerotemblorenlavoz—:Quetelotomesasíharáquelascosasseanmuchomásfáciles.

Perosedetuvodenuevo,yKate,conelcorazónencogidosepusoenpie.

—Nollie,¿esquequierequemevaya?

—¡No! ¡No! ¿Cómo puedes imaginarte algo así? Quiere que considerestuyaestacasa,siemprelohaquerido.

—Pero¿novaavolveraquí?

LamásjovendelasdosmujeresposóunamanosuplicantesobreelbrazodelaseñoraClephane.

—Tía Kate, tienes que tener paciencia. Se siente incapaz, al menos porahora.

—¿Porahora?¿Entoncesesellalaquenohaperdonado?

—Lo haría, sabes. ¡Le encantaría! No volvería a pensar jamás en losucedido.Perotienemiedo…

—¿Tienemiedo?

—Sí,dequetussentimientoshaciaChrisseanaúnlosmismos…

LaseñoraClephaneagarrólamanoqueestabasobresubrazo.

—¡Nollie!¿Esquesabedóndeestá?¿Lohavisto?

—No, pero tiene la intención de verlo. Ha estado muy enfermo, lo hapasadomuymal desde que se rompió el compromiso. Y eso hace que ellasienta conmás fuerza…—Lamujermás joven se interrumpió ymiró a laseñora Clephane con compasión, como si quisiese hacerle comprender lainutilidaddelalucha—.TíaKate,deverdad,¿dequésirve?

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—¿Dequésirve?¿Dóndeestá,Nollie?¿Aquí…ahoramismo…enNuevaYork?

La señora Tresselton guardó silencio, la pena que había en sus ojos sehabía convertido en cauta frialdad. Por supuesto, Nollie no podía entender,¡nuncapodría!Porsupuesto, todosestabandepartedeAnne.KateClephanepermaneció mirando con impotencia a su alrededor. El recuerdo de viejasescenas bajo aquel mismo techo —amenazas, discusiones, disimulos yrebeldía íntima— se despertó en ella, y sintió sobre los hombros toda laopresióndelpasado.

—Nocreas—prosiguióNollie,conexpresiónmássuave—queAnnenohatratadodeentenderlo…detenerencuentaciertascosas.ElmuchachoquetúconocistedebedehabersidotandistintodelcomandanteFennoquetodosapreciamosyrespetamos.Sí,querespetamos.«Sehareformado»,¿sabes?Noes solo por su historial en la guerra, sino por todo lo que ha hecho desdeentonces.Hatrabajadotanto—hatenidotantoéxitoensusdistintosempleos—yAnneestáseguradequesituvieselaoportunidadseabriríacaminoenelmundoliterario.Todoeso,comoesnatural,hacemásdifícilqueellaentiendatusobjeciones,otuformadeexpresarlas.

LaseñoraClephanedirigióunamiradadesúplicaalrostrodeNollie.

—Noespero queAnne lo entienda, todavía no.Pero tú debes intentarlo,Nollie,debesayudarme.

—Quiero hacerlo, tía Kate. —La joven estaba ante ella, afectuosa yperpleja—.Sihayalgo…algoqueestérealmentemal…deberíasdecírmelo.

—Teloestoydiciendo—dijoKate,convozentrecortada.

—Entonces,¿dequésetrata?

Sehizoelsilencio,siempreelmismosilencio.Katemiródesesperadaasualrededor,aaquellahabitaciónquelaaprisionaba.Cadaunodelospanelesymoldurasdesusparedes,cadaángulopocodefinidoocadacurvavoluminosade aquellos muebles decorosos parecía haberse confabulado en su contra,prohibiéndolequehablase,retándolaahacerlo.

—PregúntaleaFredLanders—dijo,acorralada.

—Peroyalohehecho:lofuiaverdecaminohaciaaquí.Ydicequenolosabe.Quetúnoquisisteexplicarte.

—¿Por qué tendría yo que explicar nada? He dicho que el comandanteFenno no debería casarse con Anne. Lo conozco desde hace mucho mástiempoqueelrestodevosotros.¿Noesprobablequeloconozcamejor?

Suspalabrassalíanprecipitadasyestridentes.Sentíaqueestabaperdiendo

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el control de su rostro y de su voz, y se llevó el pañuelo a los labios paraocultarsutemblor.

—¡Tía Kate! —Nollie Tresselton dio un grito ahogado en el que seapreciabaunanuevanotadeterror,despuéstambiénellasequedóensilencioydesviólentamentelavistahaciaotrolado.

Enaquelinstante,KateClephanevioquehabíaadivinadolaverdad,oquesinoeraasí,estabaalmenosapuntodehacerlo,y laalarmaseapoderódenuevo de la madre. Trató de calmarse, de levantar nuevas defensas contraaquellanuevaamenaza.

—Algunoshombresnoestánhechosparaelmatrimonio:esinevitablequehagandesgraciadasasusmujeres.¿Noesesarazónsuficiente?Escuestióndecarácter.Eneseaspecto,yonocreoqueelcaráctercambienunca.Esoestodo.

«Esoestodo».Lohabíadicho.Sehabíavistodesafiadaunavezmás,ydenuevohabíaretrocedidoanteeldesafío.

NollieTresseltonexhalóunhondosuspirodealivio.

—Despuésdeconocerlotanbiencuandoeraunmuchacho,esnaturalquenoquierasdecirnadamás,peroen tuopiniónnoson idóneoselunoparaelotro.

—Sí,esoes.¿Yloentiendes?

Lajovenreflexionó,acontinuacióntomólamanodelaseñoraClephane.

—Claro que lo entiendo. E intentaré ayudar, intentaré persuadir a Anneparaqueposponga sudecisión.Quizá seamás fácil despuésdeque lohayavisto…

Nollie se quedó de nuevo en silencio, y la señoraClephane comprendióque, de ninguna de las maneras, iban a hacerla partícipe del secreto delparaderoexactodeChris.Pensó:«Annetienemiedodequemeencuentreotravezconél»,yesepensamientoleprodujounaagudasatisfacción.

Nollie estaba recogiendo el chal y el bolso. Tenía que regresar a LongIsland,dijo.KateentendióqueloquequeríadecireraquevolvíaacasadelosDrover.Cuandoseencontrabayaapuntodesalir,lamayordelasdosmujeressintióelimpulsodeconfesarlotodo.¿Quépasaríasi,insinuándolelaverdadaNollie,seganasesuapoyoyconelloseaseguraselasalvaguardiadeAnne?Pero¿quéargumentoencontradeaquellabodapodríaresultarmásefectivoenlabios deNollie que en los suyos propios?Solo uno, aquel que nadie debíautilizar jamás. El terror a que Nollie, en posesión de aquella verdad, yasqueadaporella,pudiesedespuésdetodorevelarlaenunesfuerzofinalparaimpedir aquelmatrimonio, prevaleció sobre los demás temores de la señoraClephane. Una vez Nollie estuviese enterada, lo más seguro es que Anne

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acabase enterándose también. El horror que sintió ante aquella posibilidadsellóloslabiosdelamadre.

Nollie,desdeelumbral, todavía lamirócontristeza,expectante,comosiesperase aún una confesión, pero la señora Clephane le tendió lamano sinpronunciarpalabra.

«Tengo que descubrir dónde está». Fue el primer pensamiento que tuvoKate cuando la puerta se cerró tras su visitante. Si se encontraba enNuevaYork—yeraevidentequeasíera—,ella,KateClephane,teníaquedarlecaza,teníaquehablarconél,antesdequeélhubiesepodidoverasuhija.

Pero ¿cómo se las iba a arreglar? Fred Landers no sabía siquiera sicontinuabaonotrabajandoparaHoraceMaclew,porqueelhechoensídequeMaclewnolohubiesenombradomientrasestabanjuntosnoqueríadecirnada,nadaenabsoluto.YaunenelcasodequehubieseabandonadoalosMaclew,lomásprobableeraqueLillasupiesedóndeseencontraba,yqueyalehubiesetransmitidolallamadadeAnne.

LaseñoraClephaneconsultólaguíatelefónica,peroporsupuestoenvano.Después, tras dudar un rato, telefoneó a la casa de Horace Maclew enBaltimore.Allínohabíanadie,perofinalmenteconsiguiósonsacarlealcriadoque contestó al teléfono que el señor Maclew se encontraba realizando unviajeenautomóvil.QuizáfueseposiblelocalizaralseñorMaclewensucasadecampo…Kateprobóenlacasadecampo,peroelseñorMaclewsehabíaidoaChicago.

Una sensación de soledad e impotencia se apoderó de ella y la rodeó,dejándolamásaisladaquenunca.CayólanocheyAlinelerecordóquehabíapedidoquelesubiesenunabandejaconlacena.ParaKateresultabaimposiblehacerunacomidaensolitarioenelcomedordeJohnClephane.

—Noquierocenarnada.

LamiradaqueAlineledirigióparecíadecirquesabíaelporqué,ysuamarápidamenterectificó:

—Osoloconsoméytostadas.Cualquiercosaqueestéyahecha…

Sesentóacomer sincambiarsede ropa.Cualquiergesto, cualquier acto,que denotase intimidad con aquella casa, o que confiriese un aire depermanencia a la relación que con ella tenía, le habría resultado tambiénimposible.Unavezmástuvolaimpresióndeencontrarseenunaestacióndeferrocarril, esperando que llegase un tren. Pero ahora sabía qué estabaesperando.

Alterminaraquelbreverefrigerio,Alineentróconímpetutrayendofrutaycafé.Conelrostroseveroiluminadoporlacuriosidad,leentregóunatarjetaa

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suama.

—Elcaballeroestáabajo.Esperaquemadamelodisculpepor lahora—pero el tono en que lo dijo parecía implicar: «¡Madame, en este caso, lodisculparátodo!»,yKateechóunaojeadatemerosaalnombre.

Entonces,habíavenidoaella.¡Habíavenidoporpropiavoluntad!Sesintióaturdida,conunamezcladealivioytemor.Sobretododetemor,sí,¿nohabíatenidosiempremiedodeél?

XIX

ChrisFennoestabadepieenelsalón.Lacriadaquelohabíarecibidohabíaencendidounsinfíndelámparasyapliques,yconaquellaintensaluzquecaíasobre él se le veía demacrado y extenuado, como un hombre que estárecuperándose de una enfermedad grave. Sus ropas, pensó Kate, tambiénparecíanmásgastadas;todoensuaparienciamostrabadeclive,derrota.

KatenosehabíacreídomucholaenfermedaddeChriscuandoNollieselocontó, aquel viejo hábito de la desconfianza estaba demasiado arraigado enella.Peroahorasuaspectolaconmovió.Sesintióresponsable,casiculpable.Sinohubiesesidoporaquellainsensatezsuya,pensó,lohabríatenidodelantedeellaconlacabezaalta,sinelmásmínimoproblema.

—¡Hasestadoenfermo!—exclamó.

Chrishizoungestopararestarleimportancia.

—Ahora me encuentro bien, gracias. —La miró a la cara y añadió—:¿Podemoshablarunosminutos?

Ellatitubeó:

—Silocreesnecesario.

Por dentro había empezado a temblar. Cada vez que sus ojos azulesadquirían aquel tono gris acerado, y las dos líneas perpendiculares entre lascejassehacíanmásprofundas,ellasiempresehabíaechadoatemblar.

—Túhashechoqueseanecesario—replicóconuntonotanfríocomosusojos.

—¿Yo?

—Túhasrotonuestroacuerdo.Nohesidoyo.Yohecumplidomiparte—lanzabaaquellasfrasescortascomosifuesengolpes.

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El corazón de ella latía con tanta fuerza que le resultaba imposiblecomprendersuspalabras.

—¿Quéquieresdecir?—balbuceó.

—Que prometiste ayudarme si renunciaba a Anne. Dios sabe qué ideatenías tú de esa ayuda. Para mí significaba una sola cosa: que te quedasescallada,que temantuvieses almargende todoel asunto, yque confiases enque yo cumpliera con mi parte del pacto, como así hice. Rompí nuestrocompromiso, tiré por la bordami empleo ymemarché. ¿Y tú?En lugar demantenertealmargen,denodecirnada,tehasdedicadoahablarenmicontra,a insinuar Dios sabe qué cosas, para después negarte a explicar tusinsinuaciones. Me has puesto en una posición que me obliga a retirar mipalabra,obiena aparecer ante tuhijay su familia comounhombrequehahuidoporquesabíaquenopodríahacerfrentealaacusaciónquepesasobreél.

Solohablabatanto,ycontantaviolenciacuandoseadueñabadeélelcalorde la ira.Parecíaextenuadoycompletamenteacorralado,yesepensamientodiofuerzasaKate.

—¿Entoncestesientescapazdehacerlefrente?—preguntó.

Laexpresióndeélcambió,comoellalahabíavistocambiarmuchasvecesantes. De amenazadora pasó a irascible y a continuación se volvió casisuplicanteymostrósuperplejidad.Ellasedijoasímisma:«Eslaprimeravezquemehemostradovalienteconél,ynosabecómoreaccionar».Peroinclusoenaquelmomentosupoquéprecariaerasuventaja.Surapidezenlarespuestalehabíaservidoamenudoparataparsufaltaderesolución.Yahoratambiénlesirvió.

—¿Tieneslaintencióndeacusarme,entonces?—replicó.

Ellasequedóensilencio,sesintióderrotadayalmismotiempohumilladaporelhechodequelairadeambosloshubiesehechodescenderaaquelnivel.

—Noteburles—dijoconvozentrecortada.

—¿Burlarme?¿Dequé?Hablocompletamenteenserio.¿Esquenoloves?Me has arruinado la vida, o casi. No hablo ahora demis sentimientos, esoprobablementeharíaquelaqueseburlasefuesestú.Decualquiermodo,esteno es momento de hablar de ellos. Simplemente estoy exponiendo misrazones,lasdeunpobrediabloquetienequeganarselavida,lasdeunhombrequetieneunnombrequedefender.Enambosaspectosmehashechotodoeldañoquehaspodido.

—Teníaqueimpediresematrimonio.

—Muybien.Yoestuvedeacuerdoeneso.Hice loquehabíaprometido.¿Nopodíashaberdejadolascosasasí?

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—No,porqueAnne senegóahacerlo.Queríapedirtequevolvieses.Vioqueyonopodíasoportarlo,sospechóquesabíaalgo.Insistió.

—Ytúsacrificastemibuennombreantesde…

—Yo sería capaz de sacrificar cualquier cosa. Serámejor que entiendaseso.

—Loentiendo.Poresoestoyaquí.Paradecirtequeconsideroqueloquehashechomeliberademipromesa.

Alargólasmanoscomosiquisieraagarrarloeimpedirquesemarchase.

—¡Chris,no!¡Quédate!¡Nopuedes!¡Nopuedes!¡Sabesquenopuedes!

Él se apoyó en la chimenea, con losbrazos cruzados, la cabezaunpocoinclinadayechadahaciadelante,enaquellaactituddeobstinaciónhurañaqueellaconocía tanbien.Ydeprontoenaquelgritosuyo,Kateoyó losecosdeotrosgritos,deotrassúplicas.Sevioasímismaenotroescenario,alargandolosbrazoshaciaélenlamismaactituddesúplicadesesperada,conlamismasensacióndeincapacidadparaconmoverlo,parallegarhastaél.Laslágrimasseledesbordaronyempezaronacorrerlemejillasabajo.

—¿Nopensaráscontárselo?—dijoenunsusurro.

Élmantuvoaquellaactitudobstinada.

—Tengoquehaceralgoparalimpiarminombre.

—Pero,noselodigas.¡Noselodigas,Chris!¡Noselodigas!

Almorir aquel grito en sus labios, se dio cuenta de que, al emitirlo, sehabíapuestoporfincompletamenteasumerced.Porquenoeraalgoimposibleque,sitodolodemásfallaba,searriesgaseajustificarseanteAnnerevelándolela verdad. Había veces en las que era lo suficientemente insensato paraarriesgar loque fuese.YsiKateacertabaen suconjetura—siChris era tanaudazcomoaparentabaser—elpoderqueteníasobreellaeraabsoluto,ylosabía.SicualquierotrapersonaselocontaseaAnne,elhorrordelamuchachaleharíaapartarsedeéldeinmediato.Pero¿ysieraelmismoChrisquienselocontase? Todo esto lo vio claramente Kate Clephane en un momento delucidez.

Se produjo un largo silencio. Se había hundido en una butaca y habíaocultadoelrostroentrelasmanos.Alfin,atravésdelanubededolorquelaenvolvía,sintiólaproximidaddeél,yunroceenelhombro.

—Kate,¿porquénotratasdecomprender,deescucharmeensilencio?

Alzólavistaylomirófugazmentealosojos.Habíanperdidosudureza,yparecíancasiamedrentados.

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—Estabafuriosocuandovineaquí:cualquierhombreloestaría—continuó—. Pero ¿qué vamos a ganar hablándonos así? Tú fuiste muy bondadosaconmigo en los viejos tiempos, no lo he olvidado. Pero ¿es esa razón paratratarme ahora con tanta dureza? Yo no he provocado esta situación: erestestigodequenolohehecho.Peroaquíestá,esunarealidadytenemosqueaceptarla.

Katebajólavistaylavozparasusurrarconpena:

—¿AceptarelamorqueAnnesienteporti?

—Sí.

—¿Ysuempeño…?

—Ysuempeñomásabsoluto.

Sus palabras la hicieron temblar de nuevo. Siempre había habidomomentos en los que le causaba más alarma verlo razonable que airado,porquesabíaque,paramostrarseasídecalmado,teníaqueestarsegurodequealfinalibaahacerseconlavictoria.Perosearmódevalorparadecir:

—¿Ysiretiromisamenazas,comotúlasllamas?¿Siretirotodoloquehedichoy«limpio»tunombreporcompleto?Esoesloquetúquieres,¿verdad?Si prometo hacer eso—dijo jadeante—, ¿me prometes tú también algo:meprometesbuscarunasalida?

Élapartólamanodesuhombroydiounpasohaciaatrás.

—Unasalida,¿aestasalturas?Peroyanohayninguna.

LaseñoraClephanesepusoenpie.Recordóquehacíamuchotiempo—undía que él había estado muy tierno— se había preguntado hasta qué puntopodría Chris ser cruel. En aquel momento, la conjetura le había parecidofantasiosa, casi morbosa; ahora se daba cuenta de que, desde el primermomento, había adivinadoen él esta capacidadparadardepleno, al primerenvite,enelcentromismodeldolordesuantagonista.

—¿Entonceshasvistoamihija?

—Sí,lahevisto.Estamañana.Esellalaquemehaenviadoaquí.

—Sihatomadounadecisión,¿porquétehamandadovenir?

—Paraquetedigaloqueestásufriendo.Piensaque,¿sabes…?—dudódenuevoporespaciodeunoodossegundos,ydespuéssoltó—:Estámuytristeante la postura que adoptas. Cree que deberías decir algo para… paraaclarar…

—¿Quéimportanciatieneesosisuintenciónescasarsecontigo?

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—Pues la enorme importancia de sus sentimientos hacia ti. Está muyherida…estásufriendomucho…

—Pero¿estácompletamentedecidida?

Denuevohizounavergonzadogestodeasentimiento.

KateClephanemiróasualrededor,alahabitaciónlujosayllenadeluz.Sesintió como una polilla aturdida que se da golpes hasta morir contra aquelresplandorimplacable.Cerrólospárpadosuninstante.

—Entoncesselocontaré,lecontarélaverdad—dijodesúbito.

Élsedetuvoenelumbralyledirigióunaduramirada.

—Bien,cuéntaselo.Siloquequieresesnovolveraverla,hazlo—dijo.

XX

Chrisdebíadeestarmuysegurodequenoibaaaceptaraquelretofinal,onosehabríaatrevidoaproponérselo.EsaeralacantinelasinfinquesonabaenlamentedeKateClephanealamañanasiguientecuandoeltrenlallevabaaLongBeach.

«Estáconvencidodequenuncaselovoyacontar;pero¿quépasaríasilohiciese?». Aquel pensamiento la había sostenido durante la larga noche deinsomnio,ylehabíadadofuerzayclaridadmentalparadecidirqueteníaqueveraAnnedeinmediato,pormuypocoqueasuhijaleapetecieseunareuniónasí. Después de todo, todavía tenía un arma en su reducido arsenal: podíarevelarlaverdad.

EnlaestaciónestabaunodelosautomóvilesdelosDrover,yrecordóconsobresalto que era sábado, y que probablemente se encontraría con unnumeroso grupo de gente en casa de su cuñada. Pero para alivio suyodescubrió que el automóvil había ido solo a llevar a un visitante que semarchaba en el tren de vuelta. Pidió que la llevasen en el auto, y pocosmomentosdespuésatravesabalaverjadehierroforjadoybajabaporlalargaavenidaque llevabahasta lacasa.Lapuertadelanteraestabaabierta,yentróen el vestíbulo. Las largasmesas de roble estaban tan cargadas de palos degolf,raquetasdetenisyropadedeportesquevioquehabíaestadoenlociertoyqueseibaaencontrarconlacasaarebosar.Peroerademasiadotardeparadarse la vuelta, y además, ¿qué importaba aquella otra gente?Puedeque, sieran lo bastante numerosos, ayudasen a que fuese más fácil aislarse encompañíadeAnne.

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Elvestíbuloparecíavacío,perocuandoseadentróenélviounafigurademujer perezosamente estirada en una mullida butaca frente al fuego. LillaMaclewselevantódesuasientoparasaludarla.

—¡Hola!¿Erestú,tíaKate?—LaseñoraClephanenotóelazoramientoenla vozprofunday despreocupadade su sobrina, y adivinóque la familia yaestabaaltantodelasituaciónexistenteentreAnneylamadredeAnne,yporconsiguiente, con todaprobabilidad, del compromisode la joven.PeroLillaMacleweraaúnmásindolente,másseguradesímismaymásindiferentedelo queLillaGates lo había sido.El atrevido toque de agua oxigenada en elpelo,yelbrillodelasjoyassobresuoscurapielledabanlaaparienciadeunaaltaestatuadebroncesobrelaquequedanaúnrestosdedorado.

—Hola—repitióconaireausente—,¿hasvenidoacomer?

—HevenidoaveraAnne—respondiólamadredeAnne.

LacontencióndeLillaaumentóaojosvista,yconellasureticenciahurañaa hacer cualquier esfuerzo innecesario. Una no se había casado con unmillonario,aquellaactitudsuyadecíaalasclaras,paraquedescargasensobreellalosproblemasdelafamilia.

—Annehasalido.SehaidoconNollieaunpartidodetenisoalgoporelestilo.Yoacabodebajar:estuvimosjugandoalbridgehastaquecasisehizodedía,ynohevistoanadieestamañana.Supongoquemimadre tienequeandarcerca,poralgunaparte.

Miró con irritación en torno suyo, como si su mirada debiera tener lafuerza necesaria para hacer que apareciese su madre al instante, yaparentementeasíera,porqueseabrióunapuertayapareciólaseñoraDrover.

—¡Kate!¡Nosabíaqueestabasaquí!¿Cómohasvenido?

Elsemblanteafabledesuanfitrionarevelabaelmismoazoramientoqueelde Lilla, y tras él la señora Clephane detectó el mismo tono de sorpresaofendida.Despuésdehaberresueltoporfinlasdificultadesdesuhija,losojosdelaseñoraDroverparecíanpreguntarporquéselareclamabatanprontopararesolverotroproblemaenlafamilia.Inclusolosmiembrosdeunjurado,trasun largo proceso, quedan exentos del servicio durante siete años, y sinembargo aquí estaba ella viéndose arrastrada al centro de un nuevo litigiocuandoelviejoapenassehabíaresuelto.

—Anneha salido—añadió,ofreciendounamejilla sonrosaday fría a sucuñada.

—¿Puedoesperar,entonces?Hevenidoaverla—dijoKatecontimidez.

—¡Por supuesto, querida! Tienes que quedarte a comer.—Los modalesceremoniosospornaturalezadelaseñoraDroversehabíanvueltorígidoscon

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laaprensión—.Setevecansada,¿sabes?Eseviajarconstantedebedeserdelomás agotador. ¡Y esas comidas…! Sí; Anne debería estar de vuelta paracomer.EllayNolliehanidoacasade losGlenveraver lasfinalesde tenis,¿verdad, Lilla?Claro, no puedo prometer que estén de vuelta…pero tienesquequedarte…—Hizosonaruntimbreydioórdenesparaqueañadiesenunservicioalamesa—.Somosungrupobastantenumeroso,¿noteimporta?Loshombres se han ido a entrenar al polo a Hempstead. Dawson, ¿cuántosseremosalmediodía?—preguntóalmayordomo.Paraañadiracontinuaciónentredientes—:Sí,champán—conunamiradaentreparéntesisquedecía:sialgúndíaesnecesariobeberchampán,esedíaeshoymásquenunca.

ElvestíbuloyaempezabaallenarseconeljovialbulliciodelosDroverylos Tresselton. Gente joven, de mediana edad y mayor descendió de lossucesivos automóviles, todos ellos rubicundos y prósperos, reclamandocomida.Apenasdistinguiblesdelafamiliaeranlasamistadesquepasabanelfindesemanayquevolvíanconellosdeunespectáculodeportivouotro.KateClephane,enmediodeellos,sededicóahacergestosmecánicosdesaludoyacharlardecosassinimportancia.Sesentíatanendebleyespectralquecasisepreguntaba cómo podían verla aquellas personas de sentidos tan básicos.Todossealegrabandeverla,todosestabanunpocosorprendidosdeverlaallí,ytodosseolvidaronrápidamentedesusorpresaalponerseacomentarasuntosdemás importanciacomoelpolo,el tenisyelalmuerzo.UnavezmásKatetuvolaimpresióndequelaarrastrabanconelloshaciaabajoporunaenormeescaleramecánicaquegirabaeternamentesobresímisma,yunavezmásfueconscientedesuincapacidadparadistinguiraunosdeotros,yparadecidirsieranlosTresseltonolosDroverlosqueteníanlasnaricesmáspequeñas.

—Pero ¿y Anne? ¿Dónde está Anne? —preguntó Hendrik Drover,mientrasencauzabalamareadereciénllegadoshacialasuperficierelucientedelalargamesadelalmuerzo.SeocupódecolocaralaseñoraClephaneasuizquierdayañadió,mientraslaacomodabaensuasiento—:AnneyNolliesemarcharontempranoalasfinalesdecasadelosGlenver.PeroJoetambiénhaestadoallí,¿verdadJoe?

SinesperarlarespuestadeJoe,sedirigiórápidamentealadamasentadaasuderecha.Katetuvolasensacióndequetodospensabanquehabíacometidounerrordemalgustoalaparecerentreellosenaquelprecisomomento,pero,despuésde todo,noeraasunto suyo,y teníanqueactuaralunísonoy fingirquenohabíanadamásnaturalqueaquello.LosDroverylosTresseltoneranfantásticoscuandoactuabanalunísonoyfingíanqueloquesucedía,fueraloquefuese,eracotidiano,normalydetalnaturalezaquenohabíamotivoparainterrumpir el almuerzo.Cuandounmiembrode la tribu estaba enfermo, sehacíairalosmejoresmédicosyalasenfermerasmáscaras,perosehablabade aquella enfermedad como si fuese una indisposición insignificante; y

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cuando ladesgraciadescendía sobreunode ellos, nunca se aludía a ella.ElhechodequesehubiesentomadoaLillatalcomoerahabíallevadoaquelartehasta el punto máximo de perfección, y la captura de Horace Maclewconfirmabasindejarlamásmínimadudahastaquépuntoresultabaútil.

Todo esto pasó por la mente de Kate Clephane mientras rechazaba elchampánquehabíanordenadoservirensuhonoryfingíacomerelpolloalaMaryland y el soufflé de maíz, pero bajo la agitación superficial de suspensamientoshabíaunespíritualertaque,apesardelagotamiento,nodejabadedarvueltasaloextrañaeirrealqueresultabaaquellaescena.Habíavenido,conelalmadestrozada,abuscarasuhija,ahablarconellaacualquiercoste,ysu hija estaba fuera presenciando un partido de tenis, y nadie parecíasorprendido ni inquieto. La vida, incluso la vida de Anne, seguía su cursonormalsinproblemas.Lajovenhabíaencontradodenuevoasuprometido,yse había vuelto a reunir con él, ¿por qué iba a importarle a ella o a sucondescendiente familiaqueaquella intrusaqueduranteunoscuantosmeseshabíaestadofingiendoserunamásdelclan,ycuyailusiónellosconsubuenadisposición habían ayudado amantener, desapareciese de nuevo del grupo?Mientras los miraba a todos, tan obtusos y poderosos, tan seguros de símismos y de los demás, su derecho a pertenecer a ellos resultó increíbleinclusoparaellamisma.Habíatomadounadecisiónhacíamuchotiempo,ynolos había elegido a ellos, y ahora su indiferencia amistosa dejaba eso muyclaro.

Bueno,quizátambiéndejabaaúnmásclaroelcursoqueteníaqueseguir.Estabaya tan alejadade ellos como si lamuerte loshubiese separado. ¿Porquénomorir,entonces?¿Porquénomorirdeltodo?LecontaríalaverdadaAnne,ydespués se iría lejos,no lavolveríaavernuncamás,yeso sería lamuerte…

—¡Ah,aquíestán!—exclamóHendrikDroverconalegría.

Elalmuerzohabíaterminado,losinvitados,repartidosporelvestíbuloylasala de billar, encendían sus cigarrillos con el café y los licores. La señoraClephane, que se había dispersado junto con el resto, y que había cogidoautomáticamenteuna tazadecaféalpasar labandejaporsu lado, levantó lacabeza y vio aAnne y aNollie Tresselton.Anne entró en primer lugar. Sedetuvoparaquitarseelabrigo,miróconindiferenciaasualrededor,yledijoalaseñoraDrover:

—¿No habréis esperado por nosotras, tía Enid? Como era tan tardeparamosacomerencasadeMadge…—Entoncesvioasumadreysublancamejillapalidecióaúnmás.

LosojosdelaseñoraClephanesellenarondelágrimasysequedóinmóvil.Todoasualrededorparecíatanborrosoydifusoquenoseatrevíaamoversey

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nisiquieraintentóapoyarlatazaenalgunaparte.

—¡Madre! —dijo la joven con una exclamación. Con un rápidomovimiento se abrió camino entre el grupo de gente que la saludaba, y seacercóalaseñoraClephaneconlosbrazosabiertos.

Durante unmomento estuvieron la una en brazos de la otra, después laseñoraDrover,sonriéndolesalasdos,dijoconbenevolencia:

—Tu madre debe de estar completamente agotada, Anne. Llévala a tuhabitaciónparaquepodáishablartranquilas.

Yaturdida, temblando, temiendocasiestarenunsueñodelquedespertarsería peor que la muerte, la señora Clephane se encontró subiendo lasescalerasencompañíadesuhija.

En el primer descansillo recuperó la conciencia, se dijo a símisma: «Secreequehevenidoaretractarmedeloquedije»,ytratódeendurecersualmaanteaquellanuevaformadeangustia.Asulado,Annesemovíaensilencio.Traselprimergritoyelprimerbesosehabíavueltoaencerrarensímisma,quizá vagamente consciente de cierta resistencia interior en sumadre. Perocuando la puerta del dormitorio se cerró tras ellas, condujo a la señoraClephaneaunabutaca,searrodillóasulado,ysusurró:

—Madre,¿cómopodríamostúyyorenunciarlaunaalaotra?

Laspalabrassonaroncomounecodetodasaquellascosascariñosasquelamadre se había oído decir a sí misma hacía mucho tiempo, en aquellosdiálogosinterminablesquemanteníaconunainvisibleAnne.Noselellenaronlosojosdelágrimas,perodiolaimpresióndequefluíansincesarhastacolmarsupechosediento.AtrajolacabezadeAnnehaciasí.

—Anne…MipequeñaAnne…

Metió los dedos entre aquellos rizos, recorrió con ellos las sienes y losdeslizómejillasabajo.Cerrólosojos,repitiendocondulzuraelnombredesuhijaunayotravez.

Annefuelaprimeraquehabló.

—Hesidotandesgraciada,teníatantasganasdequevinieses.

—Cariño,¿tanseguraestabasdequevendría?

—¿Cómopodíaestarlo?Parecíastanenfadada.

—¿Contigo?¡Jamás,niñamía!

Hubo una breve pausa, después Anne, incorporándose, rodeó con losbrazoselcuellodesumadre.

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—¿Yconél,yanoloestás?

Lacrudarealidadseabriócaminoatravésdeaquellanebulosadefelicidaden la que la señora Clephane se encontraba. Sintió que una vez más seconvertía en aquella extraña angustiada que había estado antes abajoesperandoelretornodeAnne.

—Madre,¿sabes?,osquieroalosdos—oyóquelajovendecíaconvozdesúplica,y«¡Ahora!»,leordenóunavozensuinterior.

Ahora,sindudaalguna,eraelmomentodehablar,deponerfinaaquello.Estaba claro que no servía cualquier apaño. Era obvio queAnne imaginabaque su madre había ido allí a perdonar y a ser perdonada, y que en esaamnistía general estaba incluidoChris.No aceptaría una amnistía con otrascondiciones.Detrás de las palabras cariñosas de su hija,Kate percibió, conmásintensidadquenunca,losmúsculosdeacerodesuresolución.

Annelaestrechóconmásfuerza.

—¿No podríamos ponernos de acuerdo, madre, en que tengo quearriesgarmeyenque,silosriesgossontanenormescomotúcrees,estarásahípara ayudarme?Al fin y al cabo, todos tenemos que vivir nuestras propiasexperiencias, ¿no es así?Y quizá la opinión que ahora se tiene de…de loserroresjuveniles…seamásindulgentedeloqueeraentustiempos.Peronoesesodeloquequierohablar—seapresuróaañadirlajoven—.¿Nopodríamosacordar no discutir por nada, ni siquiera por Chris, y ser simplemente lasamigasperfectasqueéramosantes?Diríasquesí,sisupiesesquédistintohasidotodoesteúltimoañoaltenertedevuelta—acercóelrostroaldesumadrepara añadir con una sonrisa medio juguetona—: Las madres no deberíanabandonarnuncaasushijas.

Kate Clephane, inmóvil, recibió aquel abrazo persuasivo. En aquelmomentonosentíaquesuhijayellafuesendos,sinoquetodosusersehabíatrasladadoaaqueljovencuerpoque,suplicante,seestrechabacontraelsuyo.

«¿Cómopodría abandonarla? ¿Cómopodría abandonarla jamás?», era suúnicopensamiento.

—Sabes —continuó aquella voz engatusadora—, cuando te pedí quevolvieses y vivieses conmigo, aunque lo deseaba con todasmis fuerzas, noestabatansegura…bueno,notanseguracomoloestabaeltíoFred…dequeelexperimentoseríaunéxito:unauténticoéxito.Mividahabíasidomásbiensolitaria,perotambiénhabíasidomuyindependiente,apesardelaabuela,ynosabíacómoteníaquecomportarmeconminuevamadre,osileibaagustar,nisiíbamosaserfelicesjuntas.Ydespuésllegastetú,ymisdudasquedaronolvidadasdesdeelprimerdía.¿Notesucedióati?

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KateClephaneasintió.

—Desdeelprimerdía.

—Ycadadíaapartirdeentonces,alvercuántarazónhabía tenidoel tíoFred,ycómohabíarecordadoalaperfeccióntuformadeser,yloquehabríassidoparamísinonoshubiesenseparadocuandoyoeraunaniña,sentícadavezmás gratitud hacia ti por haber venido, y tuve cada vezmás ansia porhacerteolvidarquenosiemprehabíamosestadojuntas.

—Ylolograste…

—Ydespués,derepente,elenormeabismoseabriódenuevo,yallíestabayoenunodeloslados,ytúenelotro,igualquedurantetodosaquellosañoshorriblescuandoestuvesinti;yparecíaquefuesestúdenuevolaquehabíaelegidoqueestuviésemosseparadas,ycomomesentíadesgraciadadijecosasespantosas…séquelasdije…

AKateleparecióqueeransuspropiossollozoslosquesacudíanelcuerpode suhija.Laabrazócon fuerza,diciéndoleunayotravez, comoharíaunamadreconunniñoquesehacaídoysehahechodaño:

—Venga,venga…nollores.

Nosabíayaloquesentía.TodasuconcienciasehabíatraspasadoaAnne.Aquellaangustiajuvenil,queeslamásdifícildesoportar,teníaquedisiparse:estaba dispuesta a pronunciar las palabras que fuesen necesarias para queaquellacabezaabatidaseapartasedesupechoyseirguiese.

—MiAnne,¿cómopodríadejartejamás?—susurró.Yalhablar,sesintióalinstanteatrapadaenlaceñidareddesurenuncia.SinoselocontabaaAnneahora, no lo haría nunca: y esto era exactamente con lo que Chris habíacontado.Sabíaqueellajamásibaahablar.

XXI

Habíandecididoque,porsupuesto,laseñoraClephaneteníaquequedarsea pasar el domingo y que el lunes por la mañana volvería con Anne a laciudad.MientrastantosehizoveniraAlineconropasparaelfindesemanayKateClephane,despuésdepresenciarcómoelgrupodeinvitadossemarchabaenautomóvilparaasistir aunpartidodepoloabastantedistancia, sequedósolaenaquelcaserónconsucuñada.

El rostrode laseñoraDrover,aunquecansadoporelesfuerzodeaquellahospitalidadincesante,habíaperdidoelairedepreocupación.Estabaclaroque

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el afectuoso encuentro entremadre e hija había sido un alivio para toda lafamilia,ylamiradafrancadelaseñoraDroverindicabaque,yaqueahoraelasuntoestabasolucionado,aDiosgracias,nohabíaporquémantenerpormástiempolaaparienciadeignorancia.Invitóasucuñadaaqueseunieseaellaensusaloncitoparticulara tomaruna tazade téenpaz,ymientrasse laservíacomentóconunasonrisaquesuponíaquelabodaseríaantesdeNavidad.

—¿Laboda?¿LabodadeAnne?

—Claro, querida, ¿no ha quedado todo solucionado? Todos nosimaginamosquehabíasvenidoaeso.Tanprontocomollegónoscontólodesucompromiso.—Enelceñode la señoraDroverempezarona formarsedenuevo,asupesar,arrugasdeaprensión.«¡Podíasalmenosdejarmetomareltésinestanuevapreocupación!»,parecíareprocharleconsumirada—.Hendriktiene lamás alta opinión del comandante Fenno, ¿sabes?—continuó en untonoquebuscabacambiardeasuntodeformaamigable.

KateClephanedejólataza,quenohabíaprobado.¿Quépodíacontestar?¿Quésentidoteníacontestar?

Engañada por su silencio, la señora Drover continuó con aire másdespreocupado:

—Porsupuestohoyendía,comolamodacambiacadaseismeses,notienesentidoencargarunenormeajuar.Además,segúnmehadichoAnne,tienelaintencióndeirseaEuropacasideinmediatoy,pormuchoquedigalagente,unaquedamáscontentacomprandolosúltimosmodelosenellugardondeseconfeccionan…

—¡PorDios,Enid,Annenodebecasarseconél!—dijoKateClephaneconungrito,poniéndoseenpie.

La señora Drover también dejó su taza. En torno a su boca pequeña yconcisa las líneas de desaprobación se hicieron más marcadas, pero eraevidentequehabíadecididorefrenarseyllegarhastaellímitedesupacienciafraternal.

—Vamos, querida, toma asiento de nuevo y bébete el té tranquila. ¿Quévas a lograr con tanta preocupación? Tienes aspecto febril y estás delgadacomo un palillo. ¿Estás segura de que no has cogido uno de esos terriblesmicrobios tropicales…? Por supuesto, entiendo que te sientas triste al tenerqueseparartedenuevodeAnnetanpronto…Ellatambiénlosiente,séqueesasí.Esunapenaquenopudieseishaberestadounpocomáslasdosjuntas,sinotrapersona,peroporotraparte…Ydespuésdetodo,puestoqueAnnequierequetequedesparatilacasadelaQuintaAvenida,¿quéimpedimentohayparaque los dos jóvenes se compren esa propiedad que hay a la vuelta de laesquina? Entonces podríais unir los primeros pisos de ambas casas para las

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celebraciones. Yo no tengo mucha idea de planos, pero Lilla te diráexactamente cómo se puede hacer. Se ha buscado un joven arquitecto de lomásbrillanteparamodernizarlacasaquetienenenBaltimore.Porsupuesto,aunqueHoracenosedabacuentaeratodabiblioteca,sinespacioparabailar.YmeatreveríaadecirqueAnne(noesqueaAnnelehayagustadonuncamuchobailar)…Peromehe enteradodeque al comandanteFenno le gusta salir, yuna joven esposa nopuede cometermayor equivocaciónque tener una casaaburridasiasumaridolegustaladiversión.Lilla,porsuparte,haconseguidocambiaraHoraceporcompleto…

KateClephanesehabíavueltoasentaryrevolvíaautomáticamenteconlacucharillaen la taza.«Nosucederá;es imposible;élnuncaseatreverá».Esepensamiento al venirle a la mente, en medio del dolor, la tranquilizó deinmediato, le ayudó a componer el gesto e incluso a responder de vez encuandoconunvagomurmullo,queeratodoloquesucuñadanecesitabaparano interrumpir aquel torrente incesante de palabras. La mención de losMaclewydesubrillantearquitectohabíaservidoparadesviarelrumbodelospensamientos de la señora Drover, y ahora se dedicaba a describir de quéforma tanmaravillosamanejabaLilla aHorace, y cómo ella y el arquitectohabíanlogradoconvencerlodequenopodíavivirsinaquellasreformasalasque enunprincipio se había opuesto con tanta decisión, asegurandoquenosoloeranundespilfarrosinoqueademáseraninnecesarias.

—Noesmásqueunaconspiracióninocente,¿sabes…?Lohanconvencidoporcompleto,yahoraestáencantadoy ledicea todoelmundoquehasidoideasuya—dijolaseñoraDroverconunarisita,ydespuésconvozmássuavey tendiéndole a la señora Clephane unamano tranquilizadora añadió—: Yaverás,querida,unavezsuperes losprimerosmomentosdesoledad,quécosamáshermosaesteneraunahijafelizmentecasada.

«¡No sucederá! ¡Es imposible! ¡Él jamás se atreverá!», continuó la otramadremurmurandoparasí.

HoraceMaclew, entre otros numerosos invitados, llegó a cenar.Se sentócasienfrentedelaseñoraClephane,yenmediodeaquelextrañotorbellinoydeslumbradaporelresplandorquelarodeaba,ellainstintivamentefijólavistaen su forma corpulenta y en su rostro de pesadas facciones. ¿Qué le habíahechosumatrimonio,sepreguntó,yquéautoridad lehabíaconferidoen losconsejos de sunueva familia?Antes lo había oídonombrar comoel clásicomillonario responsablequecoleccionaobrasdeartey sededicaamitigar elsufrimientoajeno;seloimaginabaeducadoporpadresresponsables,tambiénricosyconescrúpulos,ysinceramentedeseososdetransmitirtalesescrúpulos,junto con sus millones, a su único hijo. Pero también había habido otrasinfluenciasyotras tendenciasenjuegoyerafácil imaginarcómoconun«alfinyalcabounoeshumano»lasadaptaba,deformauntantotosca,aaquellos

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principiosheredadosyasíexcusabasuspecadosveniales.SumatrimonioconLilladebiódehabersidoelresultado,laculminación,deaquellasconcesionesquesehabíahechoenprivadoyhaberlepreparadoparaafrontarlamayoríadelos problemas vitales desde una posturamás relajada. Sin duda, aunque nofuesemáságilmentalmentequelosdemáshombrespresentes,habríasidoelque,contodaprobabilidad,entendiesemejorelproblemadeKateClephanesiella pudiese contárselo. Pero hacerlo (una no teníamás que ver lasmiradasquesedirigíandesdeambos ladosde lamesaparaestarsegura),habríasidohacer a Lilla partícipe también de sus confidencias y, de pronto, la señoraClephane vio con toda claridad que ni el rechazo horrorizado ni ladesaprobación farisea le resultarían tan intolerables como la miradadespreocupadadeLillay la forma indiferenteque tendríadepreguntar:«¿Yquépasa?¿Aquéviene tantoalboroto?¿Acasonoesunadeesascosasquesucedentodoeltiempo?».

Síqueloera,deesonocabíaduda,laseñoraClephaneyahabíatratadodeadaptarsumenteaesaidea.Habíaconocidocasosasí,comotodoelmundo;había visto cómo se les quitaba hierro y se vivía con ellos; pero que ella yAnne protagonizaran alguna vez una historia de esas era más de lo que laimaginaciónhumanapodíaconcebir.SehabríasentidoprofanadahastalomáshondoporlatoleranciadeLilla.

Sus ojos inquietos pasaron de Horace Maclew a su hija. Anne estabaradiante con la felicidad recobrada. De su ansiedad no quedabamás que laalegrehuellaquedejaunchaparrónveraniegoenunmustiojardín.Devezencuandodirigíauna sonrisaa sumadredesdeelotro ladode lamesa,yparaKate era imposible no devolvérsela. Había algo tan valioso, tan denso einvulnerable en el hecho de ser dueña del corazón de Anne que la madreolvidaba por completo sus inquietudes cuando las miradas de ambas seencontraban.

DeprontoadvirtióqueAnneestabaabsortaenconversaciónconunodelosotros comensales. Se trataba del reverendo doctor Arklow, rector de SanEsteban,laiglesiadeNuevaYorkquefrecuentabanelclandelosClephaneylosDrover.LaancianaseñoraClephanehabíasidounodelospilaresdeSanEsteban, y había legado una sustanciosa suma a la parroquia. El doctorArklow, antiguo coadjutor, había vuelto unos años antes como rector de laiglesia, y ahora estaba considerado una de las principales lumbreras de ladiócesis,conmuchasprobabilidadesdequelenombrasenobispoauxiliardelamisma,opuedequeobispodelaIglesiaEpiscopalianaAmericanaenEuropa.

Los Drover y toda su tribu se tomaban la religión con moderación:contribuían congenerosidad a las organizaciones caritativasde la parroquia,los miembros de más edad de la familia todavía acudían a la iglesia losdomingos por lamañana, y una vez cada invierno cada una de las familias

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invitabaal rectoraunagrancena.Pero las relacionesquemanteníanconél,aunque cordiales, eran puramente formales, yKate llegó a la conclusión deque su presencia en uno de los fines de semana de los Drover había queatribuirla al prestigio que había adquirido ante la certeza de que iba a serobispoo,comomínimo,obispoauxiliar.ElesquemasocialdelosDrovereracomounjuegodeajedrezenelquelosobisposvalíanconsiderablementemásquelosrectores.

A la señora Clephane, que solo lo había visto anteriormente en unaocasión, el rector de San Esteban le pareció un hombre acostumbrado a labuenacompañíayconansiasdedemostrarlo.SurostroeradetamañoparecidoaldelseñorMaclewperoensucasomáslargoqueancho.Suescasopelogrisestabacuidadosamentepeinadohaciaatrás,dejandoaldescubiertounafrenteestrechaybenevolente,yaunqueleencantabanlosbuenoscigarrosylucíauntrajemoteadoensusviajes,eraconscientedelvalorqueteníacomoelementodecorativo, y en las ocasiones sociales desempeñaba con sumo cuidado elpapel de clérigo. Su torso viril parecía ensancharse para recibir el crucifijopectoral,ytodossusgestoseranrotundosymajestuosos,comolasvestimentasepiscopalesqueseestabapreparandoparalucir.

Recostadoenlasilla,escuchandoaAnneconlospárpadosentrecerrados,las puntas de los dedos unidas en actitud reflexiva, sus leves sonrisasocasionalesyelmurmullodeasentimientoleindicaronalaseñoraClephanequelajovenestabacomentandoconéllospreparativosdelaboda;ylamadre,depositandoeltenedorsobreelplato,cerrólosojosporuninstantemientraslaenormehabitaciónruidosaparecíagirarasualrededor.Acontinuaciónsedijoasímismaque,despuésdetodo,esoeraalgodeesperar,yquesinoteníalavalentía de enfrentarse a aquella posibilidad, y amuchas otras de su estilo,estabaclaroquenotendríavalorparallevaracaboelplanque,alolargodetodaaquellatardeynoche,sehabíaidogestandopocoapocoensumente.PorelmomentosuplanconsistíasimplementeenaferrarseaAnnecontodassusfuerzasydejarquelascosassiguiesensucurso.AldíasiguienteregresaríaconAnneaNuevaYork, sería testigopasivode lospreparativosdesuhija—yaque participar en ellos de forma activa parecía superior a sus fuerzas— yestaría presente cuando llegase Chris y cuando anunciasen el compromiso.Sucediera lo que sucediese, ella estaría allí. Le haría ver a Chris desde elprimermomentoquetendríaquecontarconello.¿Ycómoibaélasercapazde contar con ello? ¿Cómo iba a soportarlo día tras día? Quizá nuncavolviesenacruzarotrapalabraenprivado—rezabaparaqueasífuese—peroconsumerapresenciaallíélsabríacuáleseransusintencionesyloqueestabadecididaahacer.SedaríacuentadequealfinaltendríaquerenunciaraAnneporque ella nunca lo haría. La lucha entre ellos se convertiría en algodefinitivo, práctico, con límites definidos y, conociendo a Chris como loconocía,estabacasiseguradequeeracapazderesistirmástiempoqueél.

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Estanuevaresoluciónleproporcionóunaconfianzaensímismanoexentade aturdimiento: cuando se levantó de la mesa se sentía tan tranquila ydespreocupadaquesesorprendióalverquelacopadechampánalladodesuplato estaba intacta. Se sentía como si todas aquellas burbujas estuviesendandovueltasensuinterior.

Cuandoloscaballerosvolvieronalsalón,eldoctorArklowseaproximóadonde ella se encontraba, y Kate lo recibió con una sonrisa. Él inició laconversacióncongeneralidadessinimportancia,yellasedijoasímismaqueerauncumplidordelasnormassocialesdemasiadoescrupulosoparahablardelabodadesuhijaantesdequeellasacaraelasuntoacolación.DuranteunosminutoslaseñoraClephaneseesforzóenbuscarunapalabraquelesirvieseaélparaintroducireltema,perodecirleaalguien:«Mihijasevaacasar»,eraalgo que le resultaba imposible, y se entretuvieron hablando de aburridostópicos.

Derepente,Anneseacercó,sesentóenelbrazodelabutacadesumadre,ytomólamanodeesta.LosojosdeKateseempañaronyatravésdeaquellaneblina le pareció ver que el doctor Arklow la miraba atentamente. Porprimera vez se le ocurrió que, tras la cumplidora marioneta social, podíaesconderseunhombredealmasencilla,conocedordelashumildesrealidadesdel dolor y la perplejidad, y experimentado en enfrentarse a ellas. Estepensamiento le proporcionó una sensación de alivio y se dijo a sí misma:«Intentaréhablarasolasconél.CuandovolvamosaNuevaYork,iréaverlo».PeromientrastantoselimitóasonreírasuhijayeldoctorArklowadecir:

—Nuestra joven damame ha estado hablando de las grandes finales detenis.Nohaydudadequetodosestosdeportesvanaserunfactorimportanteenlaconstruccióndeunmundomásfelizymássano.

NingunodelostreshizolamásmínimaalusiónalcompromisodeAnne.

XXII

LaseñoritaAnneClephanecontraerámatrimonioconunhéroedeguerra.Se anuncia su compromiso con el comandante Fenno, medalla de honor alméritomilitar,ChevalierdelaLégiond’Honneur».

EltitularmiródesafianteaKatedesdelaprimeraplanadelperiódicoquehabíacogidodistraídadelamesadesusaloncito.AquellamañanaellayAnnehabían realizado el viaje de vuelta desde Long Island en el automóvil deHendrikDrover,separadasporaquelcorpachónjovial,yprotegidasporéldelos peligros de una conversación privada. El día anterior—aquel domingo

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doloroso y eterno— Anne, cuando estaba en compañía de su madre habíaevitado todoel tiempoel asuntoencuestión.Parecíademasiado felizconelreencuentroparaarriesgarseaperturbarlasprimerashorasdelmismo,quizá,pensóKate, contaba con que el hechizo de aquella reunión pusiese fin a laoposiciónde sumadre.Pero, cuando se iban acercandoaNuevaYork, cadakilómetro recorrido las acercaba más a la realidad que estaban tratando deevitar,yaquíestabaporfin,burlándosedelamadredesdeaquellosespantosostitulares. Oyó tras ella los pasos deAnne, y susmiradas se cruzaron sobreaquelpárrafo.Elruborseextendióporlasmejillasdelajoven,mientrasqueconmiradavacilanteinterrogabaasumadre.

El momento decisivo de su lucha había llegado. Kate sintió que tododependíadequeellasemantuviesefirmeenlalíneaquehabíadecididoseguir,ysuvozsonódébilytenueporelesfuerzodemantenerlabajocontrol.

—¿EstáelcomandanteFennoenNuevaYork?

—No, el domingovolvió aBaltimore—Annedudó—.Está esperando arecibirnoticiasmías…antesdevenir.

La esperanza se desplegó en el pecho de lamadre, pero a continuaciónescondiósusinútilesalas.Miródenuevoelperiódicodespacio.

—¿Esteanunciosehahechoconpermisotuyo?

Aquel desacostumbrado rubor todavía ardía en las mejillas de la joven.Hizoungestodeasentimientoy,trasunanuevapausa,añadió:

—EltíoHendrikylatíaEnidpensaronqueeralomásjusto.

—¿LomásjustoparaelcomandanteFenno?

—Sí.

Elsilencioseprolongó.Porfinlamadredijo:

—Pero si has anunciado vuestro compromiso, tiene derecho a estarcontigo.

Annelamirócasicontimidez.

—En principio yo quería… los dos queríamos… asegurarnos de quecuandoélviniesetúestarías…estaríasdispuestaarecibirle.

KateClephanesevolvióparanoverlosojosdesuhija.Aquellamiradaleresultaba intolerablemente dulce. Anne estaba implorando su aprobación,Annenopodía soportar la felicidadsinocontabaconella.Sí,pero tambiénqueríaotra felicidad,y laqueríamásquecualquierotra cosa:nodudaríaensacrificarasumadreporellasinohubieseotrasalida.

Todo esto se agolpó en la mente de Kate en un momento de lucidez

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definitivo. «¡Os quiero a los dos!», había dicho Anne, pero quería a ChrisFennoinfinitamentemás.

—Cariño…—AlpronunciarsumadrelaprimerasílabaAnneyaestabadenuevoasulado,mirándolasuplicante.KateClephaneacercósusmanosaloshombrosdelajoven—.Yahastomadounadecisión,miamor.CuandovengaelcomandanteFenno,porsupuesto, lorecibiré.—Sintióque tenía los labiossecosy rígidosalpronunciaraquellasevasivas.Perohabía recuperado todassus antiguas artes para el disimulo, ¿qué sentido tenía haberlas practicadodurante tanto tiempo si ahora no le servían de nada? Se abandonó en losbrazosdeAnne.

Aquella tarde, cuando la señora Clephane estaba sentada arriba a solas,FredLanders telefoneó para pedir que lo recibiese.Anne había salido, y sumadreordenóquecuandollegaseelseñorLanderslohiciesensubirasusalitadeestar.Entró,alrato,alargandolasmanosyconunasonrisadesatisfacción.

—Bueno, ¿todo arreglado, entonces? ¡Gracias a Dios! Has hecho loadecuado,sabíaqueloharías.

Dejóqueélestrechasesumanoinerte,noeracapazderesponder.

Fredacercóunsillónalfuegootoñalqueardíaenlachimeneasinmuchaintensidadycontinuómirándolaconaprobación.

—Sélodifícilquedebedehabersido.Perosolohayunacosaatenerencuenta:¡Annetenecesita!

—NecesitamásalcomandanteFenno.

—Ah, bueno: eso es ley de vida, ¿verdad?—el tono que utilizó parecíaimplicar:«Dehecho,esaeslaleyquetúseguisteentupropiajuventud».Ydenuevo,ellanosupoquéresponder.

Fue consciente de que lamirada que todavíamantenía fija en ella habíapasadodelabenevolenciaalaañoranza.

—¿Todavíateimportatanto?

La pregunta hizo que los ojos se le llenasen de lágrimas, pero estabadecididaanovolversobreelpasado.Habíaquedadodemostradoloinútilqueeratratardehacerlo.

—Annehaanunciadosucompromiso.¿Quémássepuededecir?Túdicesquemenecesita,bien,aquíestoyconella.

—Y no sabes cómo lo valora. Me telefoneó esta mañana tan prontollegasteis.Está conmovidapor tugenerosidadal ir hasta casade losDroverdespuésdeloquehabíasucedidoentrevosotras,despuésdehaberactuadoellade forma tan equivocada —hizo una pausa de nuevo, como si estuviese

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sopesando lo que iba a decir a continuación y añadió—: Sabes que estematrimonionomeconvencemásquea ti, pero,queridamía, creoque teníaqueocurrir.

—¿Queteníaqueocurrir?

Suampliafrenteenrojecióconelesfuerzoporexplicarse.

—Verás,Anne es una joven con una considerable capacidad de sentir…de…de…Enfin,quenohayformadesaberloquehubieseacabadohaciendositodosnoshubiésemospuestodetupartecuandoteoponíasaella.Ytengoqueconfesarqueyonoestabalosuficientementesegurodeljovenparaesperarquenoseaprovechasedeella…desuimpetuosidad,merefiero,siveíaquenohabíaotraforma…¿Entiendes?

Ella lo comprendió. Lo que trataba de decirle era que, después de todo,dado el empeño de la joven, y teniendo en cuenta su… bueno, su peculiarherencia…teniendoencuenta,dehecho,alapropiaKate…lafamiliahabíaadoptadoprobablementelaposturamenosarriesgadaalaceptarlasituación.

—Noesquequieraimplicarque…¡Claroqueno!Essoloquehoyendíalosjóvenesarreglansinayudalamayoríadelosproblemas,¿noescierto?Yenestecaso…Bueno,bienestáloquebienacaba.Todossabemosquealgunosdelosmatrimoniosmásestableshantenido…Digamos…comienzosmásbiendifíciles.

Kate Clephane escuchaba lo que él decía en un estado de lasitudaquiescente. Se sentía como si le hubiesen dado una droga que le hubiesedespejado lamente,peroparalizado lavoluntad.¿Quésentido teníadiscutir,pelear,oponerse?Másadelante,porsupuesto, si fallaba todo lodemás,FredLanders era, después de todo, la persona a la que ella tendría que acudir, aquientendríaquehacersuconfesión,peroporelmomentonoteníaparaellamásutilidadque losotros.Lapartidaquehabíadecidido jugar teníaqueserentreellayChrisFenno,todolodemáseragastaralientoenvano.

—Estásdeacuerdo, ¿verdad?—oyóqueLanders le insistía conbastantenerviosismo.

—Claro,supongoqueestásenlocierto—asintió.

—Ylofantástico,¿sabes?,esqueAnnenotieneporquéperderte,nitúporquéperderaAnneporculpadeesto.Ytodolodemásyairácayendoporsupropiopeso.Lavidanormalmentecolocalascosasensusitio.Perosinofueseasí…

Se puso en pie con bastante torpeza y Kate fue consciente de que seaproximaba a donde ella se encontraba. Su rostro había adquirido un airesolemne,sucorpulenciaparecíahaberdisminuidoydabalaimpresióndeque

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hubiese recobrado lasproporcionesde aquel jovendesgarbadoque, llenoderubor, había buscado refugio detrás de su madre cuando la anciana señoraLandershabíaofrecidounbanquetede reciéncasadosaJohnClephaneysuesposa.

—Si las cosas para ti no funcionan como todos esperamos… siempretienesmicasa…quellevatantotiempoesperandoporti…aunquejamásmehabríaaventuradoasugerirlo…

—¡Ah!—balbuceóella,yaqueldolorqueleoprimíaelcorazóndisminuyóunpoco.

—Bueno,bueno—tartamudeósuvisitante,frotándoselasmanoscongestoavergonzado—,sololosugierocomounaespeciedeúltimorecurso…Comolaesperanzaesloúltimo…—conunarisanerviosatratódedarleuntonodehumoraaquellaspalabras,perosusojostodavíateníanunaexpresióngrave.

Kateseincorporóylecogiólamano.

—Eresdemasiadobuenoconmigo—fuetodoloqueacertóadecir.Ensuinterior,conunnuevosentimientodeangustiaestabapensando:«Yahoranoserénuncacapazdecontárselo,¡jamás!».

Élhabíacaptadounanotaderechazoensuvoz,yestabaintentandoreunirlosrestosdesperdigadosdesuserenidad.

—Por supuesto, a nuestra edad… ami edad, quiero decir… todas estascosassonbastante…Perobueno:noqueríaquepensasesquenoteníasanadieaquienacudir.Esoestodo.Pero¿nomeguardarásrencor?Bueno,puesenesecaso, no pasa nada.Y ya verás: ese otro asunto se resolverá con el tiempo.Seguroquesí,¿sabes?Meatreveríaadecirqueeljoventieneméritosquenitúniyovemos.¿Ymevasadejarquecontinúevisitándotecomodecostumbre?Despuésdetodo,¡soyeltutordeAnne!—terminóconunarisatorpe.

—Tevoyanecesitarmásquenunca,Fred—fuetodoloquedijolaseñoraClephane.

Lanochesiguiente,mientrasrecorríaconlamiradalalargamesadesdesuasiento en la cabecera, se sintió transportada como por arte de magia a laprimeracenafamiliarquehabíapresididotrassuboda.

Elambienteeraelmismo, losrostroseran igualeso tansimilaresquenoparecíanmásqueejemplaresreciéntroqueladosdelamismamoneda.HendrikDrover ocupaba el lugar de su cuñado, pero incluso aquel cambiono era losuficientemente marcado para disipar el espejismo. El rostro bondadoso defaccionespesadasdeHendrikDroverpertenecíaalmismotipoqueeldeJohnClephane: seveíaque losdoshabíanestadoen losmismoscolegiosyen lamismauniversidad, quehabían frecuentado losmismos clubesyquehabían

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pescado salmón en los mismos ríos. Hendrik Drover podía haber sido elfantasma de John Clephane que revisitase el escenario de sus tribulacionesterrenales con el espíritu dulcificado por las influencias celestiales. Y encuantoaella—KateClephane—sisehubieseacomodadoalplandevidaquele habían organizado, en lugar de darle la espalda y rechazarlo, ¿seríamuydescabelladoimaginarquehubiesereaparecidoenescenabajolaaparienciadeEnidDrover?

Estas fantasías grotescas habían empezado a formar una maraña en sucabeza, solo tras un primer impacto que la había dejado vacía de todo lodemás, había borrado de ella todo significado y toda razón. Ese momentohabíasidocuandoChrisFennohabíaentradotraslosdemásinvitados,cuandohabíaoídoqueanunciabansunombrecomounomásdelafamiliaylohabíavistoavanzaratravésdelainterminableextensióndelaestancia,contodaslasluces convergiendo sobre él, igual que ella sintió que todos los ojos allípresentesconvergíansobreella;cuandohabíavistoaAnnealladodeél,habíasentido su presencia entre ella y Chris, había oído la voz de la joven,imperiosa,suplicante:«Madre,aquíestáChris»,yhabíasentidoquesumanodescendíahastaaquellaotramanoconunodeesosvuelcoshorriblesquesufreelcorazóncuandounaimpresiónsúbitalohacesalirsedegolpedesusitio.

Habíavividotodoaquello:Chrisyellasehabíanvistocaraacara,suponíaquehabíanintercambiadosaludos,puedequeinclusohubiesenhabladoentreellossobreAnneysobresurelaciónenelfuturo.Nosabíasobrequé,peroajuzgarpor losrostros tranquilosquehabíaasualrededornohabíasidonadaalarmante,nadadeloqueescandalizarseoporloquesufrir:aojosdelatribu,todo había transcurrido con decencia y con lo que ellos denominaban«propiedad». Ella había echado mano de su experiencia pasada; él de suinagotableseguridad.Aquelera loque los franceses llamaban«unmomentoquehayquepasar»,yelloslohabíanpasado.Yallíenaquelmundodelocos,más allá del abismo en el que ahora se encontraba, estaban todos con susviejosrostros,diciendolasviejascosasdesiempreconlamismacomplacenciade antaño, comiendo uno tras otro los mismos platos de comida de losClephane, expresando la misma aprobación de la excelente bodega de losClephane («FueHendrik, sabes, el que le recomendó a John que adquirieseesteClicquotdel95»,oyóquedecíaEnidDroverentreburbujasasuyerno).Enresumen,todoeraigualdenaturalyartificial,igualdehorrible,intolerablee ineludible que si hubiese regresado a su juventud y tuviese toda su vidasolitariaeinevitablepordelantedeellaparaalfinalllegara…esto.

Y,enmediodetodaaquellalocurafantasmagórica,estabaelpropioChriscual símbolo de lo que ella había alcanzado con su huida desesperada,representandoalavez,enhorribledualidad,elpecadoporellacometidoysusfrutos,suhuidaysuretorno.Alpensarlo,lacabezaempezódenuevoadarle

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vueltas,yviosupropiajuventudanteella,encarnadaenAnne,conlaironíaylosescrúpulosinflexiblesdeAnne,conlamiradaseguraydecididadeAnne.

—Bueno—oyódeciraHendrikDrovercuandoselevantabandelamesa—,estasocasionessedandevezencuandoenlasmejoresfamilias,ysupongoquetodospensamos…

Mientras, al otro lado de la mesa, Enid Drover, sonrosada y animadadespuésdeunaúltimalibación,decíaentresuspirosaHoraceMaclew:

—¡OjalámiqueridamadreyJohnpudiesenestaraquíconnosotros!—YLilla,aloírla,subrayóaquelcomentarioconunarisairónica.

Todohabía idomaravillosamente.Graciasal tactomostradoporAnne,elencuentro entre la madre y su prometido se había visto arropado por unagruesa capa tras otra de aquella «familia» tan poco dada a transmitiremocionesyalasexhibiciones.Enelambienteserespirabaunsentimientodeaprobaciónmutua,mientrasseibanformandodenuevolosgruposenelsalón.Lapropiajovenibadeunoaotro,pálida,alerta,radiante;ChrisFenno,enunrincónalejado,sehabíaacomodadoconuncigarroyunatazadecaféalladode Lilla Maclew; la señora Clephane se encontró atrincherada detrás deHendrikDroverydeunodelosTresseltondemásedad.Eranexactamentelosdos mismos hombres, recordó, entre los que había pasado la velada trasaquella primera cena familiar con la que ésta de ahora había acabado porconfundirsecomosideunaalucinaciónsetratase.

Solocuandolafiestaestaballegandoasufin,ylosadiosesresonabanenelvestíbulo, se encontró de repente —no sabía cómo— aislada en el salóninteriorencompañíadeChrisFenno.Estabaallídelantedeella,yleparecióqueeralaprimeravezqueescuchabasuvoz.

—Quieroagradecerte…—Pareciópensarqueeraunmalcomienzo,y lointentó de nuevo—. ¿Tendré la oportunidad, un día de estos, de reunirme asolascontigoparacruzarunaodospalabrascontranquilidad?—preguntó.

—¿La oportunidad? Claro, tan pronto como quieras: ¡todas lasoportunidades que tú quieras! Siempre me encontrarás: voy a estar aquísiempre.NovoyadejaraAnnejamás—leanunció.

Casimereciólapenaelsufrimientoquehabía tenidoquepagaracambiocuandovioaquellamiradaenlosojosdeélaloírsuspalabras.

XXIII

Unagotamientoextremo—lasensacióndehaber llegadoal límitede las

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emociones posibles— hizo que aquella noche, Kate Clephane durmieraprofundamentey sin sueños.Hacíamesesymesesquenohabíadescendidohastaaquellosnivelesdeprofundidad,sinsonidoniimágenesnimovimientomental alguno; y al volver a la superficie se sintió viva otra vez, renovada,pero,derepentecomprendióquenosehabíatratadomásquedeunsimulacroinducidoporeldolor.

Lavueltaalarealidadfuetandolorosacomoladeunviajeroquesequedadormidoen lanieve.Unaauna tuvoque ir reajustando todas sus facultadescongeladasaaquellasituaciónintolerable,enlaquenohabíahabidocambios;ysesintiómásdébil,menospreparadaparaenfrentarseaella.ElpensamientodequeaquelmismodíaeraposiblequetuviesequeversecaraacaraconChrisFenno la dejó paralizada. Le había pedido verla a solas, y allí acostada, enaquelamanecerdesolado,serepitiótodaslascosascruelesqueélencontraríapara decirle, porque Chris tenía innumerables maneras de ser cruel. El díaanteriorhabíasentidounaconfianzacasiexentaporcompletodepreocupaciónalpensarquepodíahacerlefrente,quepodíasobrevivirle,queteníapoderparahacer que la situación fuese más intolerable para él de lo que él podíahacérselaaella.Ahora,conlaluzinmisericordedelamañana,seformóunanueva opinión de sus situaciones respectivas. ¿Quién había sufrido más lanocheanterior,éloella?¿Cuáldeelloshabíadespertadoaquellamañanamásoprimidopor elmiedo?Él lehabíapropuesto tenerunaconversación,habíatenido lavalentíadehacerlo; y ella sentíaque conaquellamuestradevalorhabíaganadootropuntoenaquellabatallasilenciosaentrelosdos.

Pasaronlosdíasconlentitud,arrastrándose;lashorasestabanllenas,paramadreehija,conuncúmulodeobligacionesypreocupacionesnormalesenunmomentoasí.LaseñoraClephaneprestabaayudaasuhijaenlospreparativosde la boda, espectáculo que el resto de la familia encontraba encantador yedificante.

ChrisFenno, dos o tres días después del anuncio del compromiso, habíaregresado a Baltimore, donde había aceptado un empleo temporal en unperiódico,ydondeteníaaquelasunto,yotros,queresolverantesdesuboda.DurantesuestanciaenNuevaYork,laseñoraClephaneapenaslohabíavistodepasadaendosotresocasiones,ysiempreenpresenciadeotros.Eranaturalque quisiese dedicar la mayor parte del tiempo a su prometida. Él y Annesalían a primeras horas de la tarde y cuando volvían ya de noche teníansiempreinvitaciónparacenarconalgúnmiembrodelafamilia.ParalaseñoraClephane resultaba fácil excusar su presencia en aquellas celebraciones. Elhecho de que hubiese presidido la cena en la que se había anunciado elcompromisoeraseñalevidentedesuaprobación;yenaquellascenasdepocosinvitadosorganizadasporNollieTresseltony losotrosprimosnosecontabaconsupresencia,ylaexcusabansinningúnproblema.

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Todo esto iba parejo con los nuevos tiempos. Se habían acabado todasaquellas explicaciones y reflexiones de antaño; aquella época en la que lascosas se daban por sentadas era la única que la generación de Anne habíaconocido,yenesoAnneestabaaldía.

Tras lacenadecompromiso lehabíadado lasbuenasnochesasumadrellenadeternura,ylanochesiguiente,cuandosubíacorriendoacambiarsetrashaberestadofueramuchotiempoconChris,sehabíadetenidoalapuertadeKate,habíahechoungestocariñosoconlamanoysinentrarlehabíalanzado:«Dicequehassidofantásticaconél».Esoeratodo.LospropiosrecuerdosdeKateClephaneledecíanqueparaalgunasnaturalezaslafelicidadescomounenormedesprendimientode tierrasquesepulta todoelpasadoyproporcionaunterrenonuevoenelquesembrarlassemillasdelaviday,reflexionó,eradeelladequienAnnehabíaheredadoaquellacapacidadparaquelafelicidadloborrasetodo.

Pasaron los días y Chris Fenno por fin regresó. Estaba en casa de JoeTresseltonyhabíaunconstante iryvenirde jóvenesentreambascasas.Noescasearon las oportunidades de ver a la señora Clephane en privado, ydurantelosprimerosdíastrassuregresoellaesperó,petrificadaporelmiedo,que sucediese lo inevitable, aquelmomento imposible de imaginar. Pero nollegó,ypocoapocosediocuentadequenuncallegaría.Aqueldiscursosuyono había sido sino unamera fórmula: no tenía nada que decirle. Nadamáslejosdeélqueeldeseodehablarconellaasolas.LoqueKatehabíatemidohastaextremosinexpresables,peroquesuponíainevitable,lomásprobableeraqueélniselohubieseplanteadoseriamente.¿Explicaciones?¿Quénecesidadhabíadedarexplicaciones?Élsehabíaapuntadoeltanto,ahoraloimportanteeravivirenpaz,contodoelmundo.

Sediocuentadequetodosloscálculosqueellahabíahechoeranerróneos.Había imaginadoque su táctica haría que la situación resultase insoportableparaél,queconaguantarunascuantassemanassupresencialedemostraríalaimposibilidad de pasar el resto de sus días contando con la de ella. Pero elrazonamiento de Chris iba mucho más lejos e incluía ciertos elementosesenciales de la naturaleza humana que ella no había tenido en cuenta. Sehabía dicho a símismo, ahora estaba completamente segura: «Laspróximassemanas van a ser bastante malas, pero después de eso yo llevaré las deganar».Soloteníaqueresistirhastalaboda,despuésellanoseríamásqueunasuegra,y las suegrasnoconstituyenungraveproblemaen lavidamoderna.¡Cómopudoimaginarqueélnoadivinaríalascartasconlasqueellajugabayque no la vencería con sus estratagemas cuando lo había hecho en tantasocasionesanteriores,ycuandotodosufuturodependíadehacerloúnicamenteunavezmás!Sintióquehabíaperdidotodaslasbazas.

Amenos…amenosque le contase laverdad aAnne.Concadadíaque

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pasabaaquellacosaimposiblesehacíamásimposibleaún,sinembargo,cadadía losacercabamásalmomentoenelquenohacerlo—si todas lasdemásmedidas fallaban—sería lomás imposiblede todo.AKate leparecióhaberalcanzadoeseextremocuando,unamañana,Anneentróensudormitorioylacogiódelamano.

—Cariño,tienesquevenirconmigoinmediatamente.

Kate,quenoopusoresistenciaalamanodesuhija,sevioconducidaalolargo del pasillo hasta el dormitorio de aquella.Allí, sobre la cama, con sublancuraresplandeciente,estabaeltrajedenovia.

—¿Quieresayudarmeaprobarlo?—preguntóAnne.

KateClephanellamóaltimbredelarectoríayaparecióenlasalitadeestar.Allí sentada, entre grabados de vírgenes de Botticelli y aguafuertes decatedralesinglesas,nofuecapazderecordardeinmediatoporquéhabíaidoaaquellugar,ymiróconunaespeciedecuriosidadindiferentehacialostomosdememoriasysermonesquehabíasobrelamesaalaalturadesubrazo,alassillasderespaldoalargadodeestilogóticoarrimadascontra lapared,ya lasbutacas diseñadas porWilliamMorris que las habían desplazado. No habíaestadoenlasalitadeestardeunarectoríadesdelareunióndelcomitéencasadelosMerriman,eldíaquerecibióelcabledeAnne.

Su falta de memoria duró solo unos segundos, pero durante ese tiemporevivió con intensidad las sensaciones de aquel otro día, sintió cómo sucorazónlatíaalegrejuntoalmensajeocultobajoelvestido,vioelsoldelsurdorando con su luz los rostros inexpresivos en torno a la mesa, y olió lasvioletasylasmimosasdelosjarronesdelaseñoraMerriman.Volviódenuevoal presente, justo en el momento que una austera criada le pedía que lasiguiese.

El estudio del doctor Arklow estaba lleno de libros, de fotografíasdedicadasdedignatarioseclesiásticos,demáscuadrosdecatedralesinglesas,debutacasdecuerodesgastadasydepipasybolsasdetabacodesperdigadas.Elrector,juntoalachimenea,seirguióanteellaimponenteyanodinoalavez.Él,porsupuesto,sehabíaimaginadoqueKatehabíaidoahablarledelafechay hora de la boda, y todas las fórmulas habituales en ese tipo de visitassalierondesuslabios.Lavisita,dehecho,leresultómuchomásfácildeloquehabía pensado y ya estaba de nuevo de pie y sentía la presencia de él a suespalda como si fuese una brisa suave acostumbrada a empujar a toda unasucesióndevisitanteshacialapuertacuando,desúbito,sedetuvoylomiróalacara.

—DoctorArklow…

Élesperóbenevolente.

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—Hayalgomás:uncasoquesiemprehequeridoconsultarle…

—Querida señora Clephane, hágalo ahora.—Y le señaló la butaca paraquevolvieseaella;peroKatepermaneciódepieanteélsinrepararenaquelgesto.

—Setratadeunaamigamía…

—Ah,¿deunaamiga?Porfavor,siéntese.

Ellatomóasiento,sinseraúnconscientenidesusmovimientosnidelosdeél.

—Una mujer muy desgraciada… Le dije que lo preguntaría… Quepreguntaríaquésepuedehacer…Creequeustedpodríaaconsejarle…

Élasintióexpectante.

Loslabiosresecosdeelladijeron:

—Porsupuesto,setratadealgoconfidencial.

Peroélconungestoleindicóquelascomunicaciones,enaquellaestancia,siempreteníanesaconsideración,paradespuésañadir:

—Cualquiercosaqueestéenmismanos.

—Sí,mi amigapensó…Seencuentra enuna situacióndesesperada—sedetuvo, la voz le fallaba; después las palabras salieron entrecortadas de suslabios—.Fueunamujermuydesgraciadaensumatrimonio…Todoibaensucontra, todo lo que hacía. Lo intentó… lo intentó lo mejor que pudo…Después loconocióaél…Erademasiadodifícil…Élfuesuamante,nopormuchotiempo.Despuésdeesolavidadeellafueperfectamente…comoteníaque ser. Nunca volvió a verlo, bueno, durante años. Ahora su hija quierecasarseconél.

—¿Casarseconél?¿Conelmismohombre?

Lavozdelrectorsealzóanteellacomounaola,supresencialadominaba,borrosaygigantesca.Sintióquelaslágrimasleoprimíanlagarganta,perounavezmás se apoderó de ella el deseo acuciante de que no se descubriese susecreto,yeldesesperadoesfuerzoporcontrolarsealejólaslágrimasyleaclarólavoz.

EldoctorArklowseerguíainquisitivoanteella.

—Yelhombre…

Unlentoruborprovocadoporlaangustiasubióporsurostrohastaalcanzarla frente, pero recordó que estaba sentada de espaldas a la luz y seenvalentonó.

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—Él… él está decidido —hizo una pausa para después añadir—: Esabsolutamentehorrible.Peroenunprincipioélnolosabía…cuandoconocióalajoven.Ningunodelosdoslosabía.Ycuandoéllodescubrió…

—¿Sí?

—Entonces, según dijo, era demasiado tarde. La joven no lo sabe nisiquiera ahora, no tiene ni la menor idea; y se ha enamorado… se haenamoradodesesperadamente.

—¿Esesalaexcusaqueélpone?

Lavozlefallódenuevoehizounaseñaldeasentimiento.

Hubootralargapausa.Ellapermanecióinmóvil,conlamiradafijaenlasmanosentrelazadas.OíaaldoctorArklowrecorrerinquietolaalfombrafrentea lachimenea,por fin fueconscientedequeestabaunavezmásdepieanteella.

—Esadamadelaquehabla,suamiga,¿seencuentraaquí?

—¿Aquí?—preguntóhorrorizada.

—QuierodecirenNuevaYork.

—No,noestáaquí—exclamóKateprecipitadamente—.Poresomeofrecíaveniryo.

—Yaveo—aellaleparecióadvertirunalevenotadealivioensuvoz—.¿Ellaqueríaqueustedmeconsultase?

—Sí.

—¿Yhahechotodo,todo,porsupuesto,paraimpediresaabominación?

—Sí,todo…todo.

—¿Menoscontárseloalahija?

Ellahizootrogestodeasentimiento.

EldoctorArklowseaclarólagargantaydeclaróconénfasis:

—Tieneeldeberdecontárseloalahija.

—Sí—KateClephanedudó.Sepusoenpieymiróasualrededorsinver,enbuscadelapuerta.

—Debecontárseloa lahija—repitióel rectorconmayorvehemencia—.Hayqueevitarunasituacióntanhorrorosa.Hayqueevitarlaatodacosta.

—Sí—volvióadecir ella.Yahabía llegadoalumbral,ymaquinalmentealargólamano.

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—Amenos—continuóelrectordudando,conlosojosfijosenella—,queestécompletamenteconvencidadequetodoslosimplicadossufriránmenossitienelavalentíadeguardarsilencio…parasiempre—hizounpausa—.Porloquealcanzoaveren todaesaoscuridad—continuó,cobrandocadavezmásfirmeza—,todoelproblemaresideahí.Puedequeestéequivocado,quizáseaasí. Pero cuando un hombre lleva treinta o cuarenta años viendo ante síprácticamente todas y cada una de las fases del error y el sufrimientohumanos,comonossucedealoshombresquevestimosestosropajes,llegaunpunto en el que uno se da cuenta de que hay que hacer concesiones…concesionesparacontrarrestarelmal.Lospolíticoshablaríandecompromisos.Pues bien, amí el término nome damiedo.—Se apoyó en la jamba de lapuerta,conlamanoenelpomo,yescuchóconlacabezainclinada—.Loquemás temo en este mundo es el sufrimiento estéril —dijo después de unmomento—,ynoquerríanuncaquenadiefueseresponsabledecausarlo.

Kate,conunesfuerzo,levantólavistayvioensurostrolamismamiradade comprensión que había advertido en él por un instante mientrasconversabanencasadelosDroverdespuésdelacena.

—Sufrimientoestéril—murmuró.

Ya había traspasado el umbral, sintió que él le alargaba lamano. En surostroaparecióunavezmásaquellaexpresióndebenevolenciamundanal,queeratanconsustancialasuprofesióncomoelalzacuellos.Despuésdetodo,ellaasí lopercibió, sealegrabadequeno lehubiesedichonadamáspreciso,dequeaquellaconversaciónhubiese llegadoaun final inocuo.Sinembargo, laseñoraClephanehabíacaptadoaquellaotramirada.

—Sisuamigaestuvieseaquí;sihubiesealgoqueyopudiesehacerporellaoquepudiesedecirle,algoquelesirviesedeayuda.

—No,noestáaquí.Novaaestaraquí—repitióKate.

—Enesecaso…—denuevoadvirtióelalivioensuvoz.

—Peroselocontaré:lecontaréloqueustedhadicho.

Fueconscientedequeseestrechaban lasmanos,ydequeélapartabasumiradaaprensiva.«Porloquemásquiera»,parecíansuplicarleaquellosojos,«pongamosfinaestoantesdequesetraicioneotravez,siesquelequedaalgoportraicionar».

Enlapuertaladespidióconunainclinación,yrepitióconcordialidad:

—YenloqueserefierealafechaparalabodadeAnne,tanprontocomoustedyellalotengancompletamentedecidido,noolvidequeestoyasuenteradisposición.

LapuertasecerróyKateseencontróenlacalle.

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XXIV

Dio la espaldaa la rectoríaydeambuló sin rumboporMadisonAvenue.Era un día caluroso de octubre con color de verano. Al llegar a la calleCincuentaynueve,giróyentróenelparquey recorrióelpaseocubiertodehojascaídas,queempezabanaamarillear.EnunestadodedesconciertociegosimilarhabíaseguidoaquellossenderoseldíaquevioaChrisFennoyLillaGatesalaluzdelcrepúsculo.Esohabíasucedidohacíamenosdeunaño,yalmiraratrássesorprendióde la repercusiónqueaquelencuentrocasualhabíatenido en ella. Su sufrimiento de ahora apenas parecía mayor que el deentonces. En aquelmomento le había parecido insoportable, imposible, queChristuviesecabidaaunquefuesedeunamaneratanremotayepisódicaensunueva vida, y aquí estaba ahora, instalado en el centro mismo, tras habertomadocompletaposesióndeella.

Trató de reflexionar sobre la situación pero, como siempre, su menteconvulsarehuyóhacerlo,igualqueensupresencialehabíasucedidoaldoctorArklow.

Todosaquellosalosqueellahabíaintentadohacerpartícipesdesusecretosindelatarsehabían sentido lamisma repulsión inmediata. «¡No, esono: nomelocuentes!»,parecíandecirconvozespantadamientrasapartabanlavista.Resultabaalgodemasiadohorribledeescuchar.

¿Cómo,entonces,ibaasercapazdeobedecerelconsejodeldoctorArklowycontarleel secretoaAnne?Él lohabíadichodeuna forma tan terminantecomosiestuvieseenelSinaíentregandolatabladelosmandamientos:«Hayquecontárseloalahija».

Quéfácileraestablecerleyesabstractasparaguíadelosdemás.«Lahija»noerasinounapersonaimaginaria:unpeónútilenunaconversación.PerolahijadeKateClephane:¡suAnne!CerrólosojosytratódeverlamiradadelosdeAnnealenterarsedelaverdad.

«¿Tú,madre?¿Tú?¿Lamadrequehellegadoaadorar,lamadresinlaquenopuedovivir,apesardetodalafelicidadquesiento?¿Tú?».

Sí,quizáesoseríalopeor,laformaenqueAnnelamiraríaypreguntaría:«¿Tú?».Porque,unavezquelajovenconocieselaverdad,eraposiblequesujuventudsanasintiesetantarepugnanciaantelabajezadeChris,anteladoblezde Chris, que el horror del descubrimiento fuese su cura. Pero después derecibirelgolpe,despuésdequeAnneviesecómolavidasedesmoronabaasualrededor y una vez se hubiesen retirado los escombros, ¿qué iba a ser

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entonces de la madre? Estaba claro, la madre quedaría sepultada bajo lasruinas,suvidahabríaterminado,peroquedaríadeellaunaimagenpermanentequeproyectaríasusombrasobreelfuturodesuhija,oscureciéndolo.

«Esehombreconelquevasacasartehasido…».

No,KateClephanenopodíapasardeahí.Nosepodíanhacerconfesionesasí,noerancosasparacontárselasaunahija.Empezóparasíaquellafraseunayotravez,peroeraincapazdeterminarla…

Y,despuésde todo,pensóderepente,elpropiodoctorArklowtrashaberdado la orden al momento la había matizado, y prácticamente la habíaanulado. Al declarar que había que impedir una abominación semejante acualquier coste había hablado con la firmeza de un sacerdote, pero, casi deinmediato,habíaintervenidoelhombreyhabíaofrecidoalahipotéticamadrelaalternativadenodecirnadasiestabacompletamenteseguradequenoibaatraicionarse en el futuro, de sacrificarlo todo en pos de un objetivo másimportantequeeraevitar loqueéldenominaba sufrimientoestéril.Aquellaspalabras indecisas,medioexculpatorias,borraronahora lasotrasde lamentedeKate.Aunquelashabíapronunciadocontonodeautoridad—perocasienun susurro— sabía que representaban lo que él en realidad sentía. Pero ¿dedóndeibaasacarellaelvalorparaponerlasenpráctica?

Habíasalidodelparquesinrumbo,aciegas,ycaminabahaciaelesteporunacalleamedioconstruir,másalládelacalleNoventa.Laideadevolveracasa—devolveraentrarenaquellacasaenlaqueelvestidoblancotodavíaestaba colocado sobre la cama— era insoportable. Continuó andando sindetenerse…De pronto vio ante ella la fea fachada de una iglesia de piedraareniscaconunacruzsobrelapuerta.Laspuertasbatientesforradasdecueroeran un abrir y cerrar constante, con mujeres que entraban y salían. KateClephaneempujóunadelashojasymiróhaciaelinterior.Eldíadeclinabayen el interior sombrío las luces aleteaban como mariposas sobre las floresartificialesdelaltar.Noestabanenmisa,perohabíafigurasdiseminadasaquíyallá, entregadas a la oración. Junto a las paredes de color marrón de loslaterales vio una fila de confesionarios demadera barnizada, como cajas decigarroscolocadasdecanto,delantedeunpardeelloshabíaunasmujeresderodillas, expectantes. La señora Clephane se preguntó qué pecados tendríanqueconfesar.

Apoyada en uno de los pilares de la nave, se figuró todas aquellasconfesionesimaginariasypensóenlotrivialeseinfantilesquepareceríanencomparación con lo que ella guardaba en su interior… Qué reconfortantedebíadeserteneraalguienqueledijeseaunaconfirmeza,deformatajanteloqueteníaquehacer:¡poderalfindejaraunladoelsufrimientomoralcomoside un fardo pesado se tratase! El doctor Arklow no tenía la autoridad que

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proporciona el uso del confesionario. Solo había sido capaz de mostrarsevagamentecompasivoydeexpresarsucondena,yhabíaintentadoesconderelhorrorlejosdelalcancedelavistatanprontocomo,deformainvoluntaria,lotuvoantesífugazmente.Peroestosotroshombres,cuyalaborconsistíaenatary desatar —que hablaban únicamente como portavoces de un Árbitrotodopoderoso,sinpermitirqueni larepugnanciamoralni lafalsadelicadezase interpusiesen en la tarea sagrada de aliviar y purificar— ¡qué distintosdebían de ser! Se le llenaron los ojos de lágrimas al pensar en depositar sucargaenaquellasmanos.

¿Yporquéno?¿Porquénoconfiarsusecretoanónimoaunodeaquellosanónimosoídos?AlhablarconeldoctorArklowhabíanotadoqueaamboslosparalizabalarelaciónpersonalexistenteentreellos,ytodoelembarazoylascomplicaciones que de ella se derivaban. Cuando le habló de su amigaangustiada,yéllerespondióutilizandoaquellamismatriquiñuela,amboseranconscientes de la estratagema y del obstáculo que representaba.Y así habíasido desde el principio: no había un oído en el que se atreviese a verter susufrimiento. ¿Qué pasaría si, ahora, de inmediato, se uniese a aquellaspenitentes desconocidas? Sabía que era posible, no tenía más que dar unpaso…

No lo dio. La inquietud que la dominaba la empujó de nuevo a la callesobrelaqueyacaíalaoscuridad,laempujóendirecciónasucasaconpasosvacilantes, sentía la vana ilusión propia de aquellos que, tras no haber sidocapacesdeejercersuvoluntad,esperaninútilmentequesucedaloinesperado.Despuésde todo,¿cómopodíaunaestarsegura?Chris,asumodo,debíadeestarsufriendoigualqueella.¿Porquénocontinuarconaquelplanprimitivodeesperar,denodesfallecer,desoportarlotodo,conlaesperanzadevencerloconesatácticadedesgaste?Llegóalapuertadesucasa,apretólosdientesyentró.Arriba,recordóconunescalofrío,esperabaeltrajeblanco,contodoloqueimplicaba…

El salón estaba vacío y subió a su habitación.Allí, como de costumbre,ardíaacogedorelfuegodelachimeneayhabíafloresfrescasqueseabríanalaluzdelalámpara.Todoeracálido,tranquilo,íntimo.Alsentarsejuntoalfuegoleparecióver la figuracorpulentadeFredLandersen labutacadeenfrente,acercandoalcalorlaspuntascuadradasdesussólidasbotas.Recordóqueundía,alverloallísentado,sehabíadichoasímismaqueseríaagradableverlosiempreallí.Ahora,ensuextremasoledad,aquelpensamientolevolvióa lamente. Desde entonces, él le había confesado sus propias esperanzas, contimidez,de forma indirecta, comodisculpándose,pero tras aquellaspalabrasbalbuceanteshabíaadivinadoelecodeundeseoantiguo.Sabíaquesiemprehabíaestadoenamoradodeella, ¿nohabía reveladoAnnequehabía sido sututor quien la había convencido para que llamase a su desconocidamadre?

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Entonces,KateClephaneselodebíatodo:¡todasupenaytodasufelicidad!Élsabía todo, o casi todo, de su vida. ¿A quién si no podía ella acudir con latranquilidadespecialqueaquellacertezaproporcionaba?Sentíahaberrecibidosu vacilante proposición con tanta frialdad, haberse mostrado tan pocoexpresiva.Despuésdetodo,aúnpodíasersurefugio,suescapatoria.Cerrólosojosytratódeimaginarcómoseríalavida—duranteañosyaños—alladodeFred Landers. Sentir cerca aquel cariño paciente y tosco, ¿no aliviaría susufrimiento,nolograríaquelasimágenesylospensamientosquelatorturabanfuesenmenosperceptibles,menosagudos,menosreales?

Permanecióallílargorato,absortaensuspensamientos.Devezencuando,unos pasos ante su puerta o el sonido de unas voces en el descansillo leindicaban que Anne, probablemente, se encontraba recibiendo la visita dealgunasde sus amistades en sus aposentosdel otro extremodelpasillo.Losregalos de boda ya empezaban a llegar.Anne, dandomuestras de un placerinfantil que no tenía nada que ver con la actitud distante que normalmenteexhibíahacialascosasmateriales,loshabíacolocadoenunalargamesaensusalita de estar. La madre imaginó el entusiasmo del grupo mientras losexaminaban y admiraban, la conversación sobre planes futuros, loscomentariossobrecadaunodelosdetallesdelaboda.Lafechaseibaafijarpronto,esehabíasido,enapariencia,elobjetodeaquellavisitasuyaaldoctorArklow.Peroenelúltimomomentolasfuerzaslehabíanfalladoy,cuandoseiba,lehabíadichodeformavagaqueyaselaharíasaber.

Mientrasestabaallísentada,vioelrostropálidoyradiantedesuhijacomosilotuvieseanteella.LafelicidaddeAnneirradiabaatravésdeella,ytornabaluminosasytransparentessusfaccionesopacasyreservadas;ylamadre,porexperiencia propia, era capaz de calibrar la cantidad de calor y energía quealimentabaaquella incandescencia.Siemprehabía tenidounamanera terribledeserfeliz,yesaeratambiénladeAnne.

Se sentía sencillamente incapaz de imaginar en su fuero interno latransformación del rostro de Anne, cómo pasaría del éxtasis a la angustia.Habíavisto aquel cambio enunaocasióny la imagen le habíaquemado laspupilas. Destruir la felicidad de Anne parecía un acto de crueldad asesina.¿Quéimportanciatenían—conlaspocasoportunidadesquebrindabalavida— los elementos que componían aquella felicidad? ¿Acaso ella, KateClephane,sehabíaacobardadoalgunavezantesupropiadichaporlosriesgosocultosqueentrañaba?Habíajugadofuerte,lohabíaarriesgadotodo,yhabíaperdido.¿Podíaculparasuhijasioptabaporcorrerlosmismosriesgos?No.En todagran felicidad, o en esa ilusiónmomentáneaque sehacíapasar porella, existía una cualidad tan pura, tan sobrenatural, que ningún sufrimientoque hubiese que pagar por conseguirla parecía, en ese momento, un preciodemasiadoalto,yaunoscorazonestanardorososcomoelsuyoyeldeAnne

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nuncalespareceríaasí.

Su propio corazón había empezado a temblar y a dilatarse con su nuevaresolución,laresolucióndeaceptarlaideadelmatrimoniodeAnne,deponerfinasuluchainternacontraél,ydetratardeserenrealidadloqueyafingíaser:lamadreaquiescente,tolerante…despuésdetodo,¿porquéno?Desdeelpuntodevistalegal,técnico,enaquelcasonohabíanadaincorrecto,nadaquelo hiciesemerecedor de la repulsa social. ¿Y qué había en aquel nivelmáselevado,másíntimoenelqueellaqueríasituarseydesdeelquequeríaemitirsufallo?ChrisFennoeraunhombre joven;Kateera lobastantemayorparaser,sinosumadre,porlomenossusuegra.¿Quéhabíadeseadooquéhabíaesperadoserparaélmásqueunaaventurapasajera,unrecuerdoplacentero?Desde el principio había asentado su relación sobre aquella base, habíainsistidoenladiferenciadeedadentreellos,ensupropioconvencimientodelainevitablefugacidaddeaquelvínculo,enelhechodequesinofueseasí,noloaceptaría.Cualquiercosaantesdeserunamujermayorqueseaferraaunaprolongación imposible de su dicha, cualquier cosa antes de quedar en elrecuerdocomounacargaenlugardecomounplacerqueunolamentahaberperdido.¿Nolehabíadichoconfrecuenciaquequeríapermanecerenélcomoel recuerdo de una rama cubierta de flores con la que se tropieza en laoscuridad?«Nosabesa cienciacierta si se tratabade lilas,de laburno,odeambas cosas, lo único que sabes es que era algo fragante y pasajero».Algofraganteypasajero:esoesloqueKatehabíaqueridoser.Yhabíasidofielasudecisiónhastaquellegóelgolpe…

Bueno,¿yeraChris tanculpabledeesegolpe?Ellahabíasidotestigodecómosehabíaresistido,delosesfuerzossincerosquehabíahechoporescapar.LavehemenciadelapasiónqueAnnesentíahabíadesbaratadosusplanes,loshabía desconcertado a ambos. Si él la quería con igual pasión queAnne loquería a él, ¿no estaba justificado que aceptase aquella felicidad que leimponían?¿Ycómopodríarechazarlasindestruirlavidadelajoven?

«Si alguien tiene que ser destruido, ¡Dios mío, no permitas que seaAnne!», imploró la madre. Parecía que, al fin, había alcanzado una alturadesde la que todo se veía más claro, donde el aire era más respirable.Renuncia,renuncia.Sieracapazderenunciar,¿quéobstáculorealhabríaparalafelicidaddesuhija?

«Siseríacapazdevendermialmaporella,¿porquénoibaahacerloconmisrecuerdos?»,pensó.

Elrumordepasosyvocesalláfuerahabíacesado.Desdeeldescansillolehabíallegadoun«¡Adiós,cariño!»,enlavozdeNollieTresselton.Sinduda,habíasidolaúltimavisitaenmarcharseyahoraAnneestabasola,puedequeasolas con suprometido.Bueno,KateClephane teníaqueacostumbrarse a la

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idea,alfinyalapostresiempreibanaestarasolasaquellosdos,enelsentidodeestarmáspróximoselunoalotroqueanadiemás.Lamadretambiéneracapaz de soportar eso. No perder a Anne, conservar a cualquier precio sucariñoysuconfianza:esoeraloúnicoqueimportaba.IríaabuscaraAnne.Lepediríaellamismaalajovenquefijaselafechadelaboda.

Selevantóyrecorriólagruesaalfombraquecubríaelpasillo.LapuertadelasalitadeestardeAnneestabaentreabierta,peronoseoíanadaenelinterior.Entonces,sehabíanidotodos,inclusoChrisFenno.Conunsuspirodealiviolamadreabriólapuertadel todo.Lahabitaciónseencontrabavacía.Unodelos grandes jarrones estaba a rebosar de ramas de crisantemos y bayasotoñales. En un rincón había una mesa baja cubierta de tazas y platos. Elairedaledormitabajuntoalhogar.Alencontrarseallí,KatevioaaquellaAnneniñaque solía sentarse frente a lamisma chimeneay tratabade atraer a lospájaros rojos a través del guardafuegos. La imagen acabó con el últimovestigioderesistenciaquequedabaensucorazón.LapuertadeldormitoriodeAnnetambiénestabaentreabierta,perotampocodeallíllegabaningúnsonido.Quizála jovenhabíasalidoconlasúltimasvisitasadarunpaseorápidoporRiversideDrive,bajolasestrellas,antesdelacena.Esasescapadasrepentinasalashorasmásextrañaseranpropiasdelagentejoven.

Lamadrepermanecióunratomásalaescucha,despuésapoyólamanoyempujólapuertadeldormitorio.Anteella,justoenfrentedesusojos,estabalaestrechacamadeAnne.Sobrelacamaseencontrabatodavíaeltrajedenovia,en medio de un blanco resplandor, y entre la señora Clephane y la cama,contemplandotambiénaqueltraje,estabanAnneyChrisFenno.Nolahabíanoídocruzarlasalitaniabrirlapuertadeldormitorio,tampocoahoralaoyeron.Cadaunodeellos tenía todas sus facultadesvolcadasenelotro.Losbrazosdeljovenrodeabanalamuchacha,Anneapoyabalamejillaenladeél.UnadelasmanosdeChrisestabajuntoalhombrodeellayleapresabalabarbillaparaacercarlemás el rostro.Miraban el traje, pero las curvas de sus labios, casipegados, recordaban los bordes de una fruta a la que su propiamadurez hahechoreventar.

KateClephanesedetuvotraselloscomounfantasma.Sertaninvisibleytan inaudible le hizo sentirse como un fantasma. Entonces una llamaradafuriosa de vida la recorrió: sintió aquelmismo abrazo en cada célula de sucuerpo,sintiólamismasuavidaddelamejilladesuamantesobrelasuya,laquemóelcalordeaquellamanoalagarrar lamejilladeAnneparaacercarlamás.

«¡No,por favor,esono! ¡Esono! ¡Esono!».LaseñoraClephane tuvo laimpresióndequeleshabíagritadoaquellaspalabras,yapretólasmanoscontralabocaparaahogarelgrito,despuéssediocuentadequenohabíasidomásqueunmurmullosordoensuinterior.Duranteunratoqueparecíanotenerfin

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permanecióallí,invisible,inaudible,yellossiguieronabrazados,inmóvilesymudos.DespuésKateClephanesediolavueltaysemarchó.Nolaoyeron.

Un fermento oscuro hervía en sumente, cada uno de sus pensamientos,cada una de sus sensaciones estaba obstruida por una espesa maraña derecuerdos…¿Celosa?¿Esqueestabacelosadesuhija?¿Teníacelosfísicos?¿Era ese el verdadero secreto de la repugnancia que sentía, de aquellarepulsióninstintiva?¿Eraesalarazóndequedesdeelprincipiohubiesetenidola sensación de que era como si entre ellas se interpusiese el horror delincesto?

Nolosabía,leresultabaimposibleanalizaraquellaangustia.Loúnicoquesabíaesqueteníaquehuirdeella,huirlomáslejosposibledelescenariodeaquellas últimas sensaciones imborrables. ¿Cómo se le había pasado tansiquieraporlacabezaqueibaapoderconservarsulugaralladodeAnne,queibaasercapazdederrotaraChrisodecontinuarviviendoconellosbajoelmismo techo? Ahora, ambos proyectos le resultaban igual de nebulosos eimposibles.Teníaqueponerdistanciaentreellos,nielmundoenterocontodosutamañoseríasuficiente.Nienlamismatumbahabríasuficienteoscuridadparadejardeveraquellaescena.

Seencontró,nosabíacómohabíallegadohastaallí,alpiedelasescaleras,enelvestíbulo.Aqueldescensoprecipitadolerecordóunamañanadeinviernotemprano en la que, con igual prisa, casi de la misma forma inconsciente,había descendido por aquellas mismas escaleras, huyendo de la casa de sumarido.Nadahabíacambiadoenelvestíbulo:susojos,denuevointensamentereceptivosalosdetalles,vieronlosmismoscerrojosenlapuertaconlosquesusdedoshabíantenidoquelucharaqueldía.Ahora,igualqueentonces,habíaun sombreromasculino y un bastón sobre lamesa del vestíbulo; en aquellaocasiónhabíanpertenecidoaJohnClephane,ahoraerandeChrisFenno.Esaeralaúnicadiferencia.

Permaneció allí,mirando en torno suyo, preguntándose por qué no abríalos cerrojos y salía corriendo a la noche, así como estaba: sin abrigo nisombrero. ¿Qué se podía hacer más que ir directa al río o a los raíles deltranvía y ver cómo sus luces mortales se van acercando? El abrigo y elsombreronoerannecesarioscuandoloquesebuscabaeralaaniquilación…

Mientras estaba allí sonó el timbre de la puerta y oyó los pasos de unacriadaqueveníaaabrirla.Semetiódeprisaenelsalón,yunmomentodespuésapareció Enid Drover, andando entre el frufrú de la ropa, con las mejillassonrosadas por el barniz del frío, el abrigo de piel cubierto del frescor delotoño.Aquellosojossuyostanpequeñosrebosabanentusiasmo.

—¡MiqueridaKate!Hevenidoatodaprisaatraertebuenasnoticias:voyallegar tardeacenaryHendriksepondrá furioso.Perono importa, teníaque

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contártelo.¡Lacasadealladosíqueestáenventa!¿Noesdeltodoperfecto?Elagentecreequesepodríaconseguirporunpreciobastanterazonable.PeroHendrik dice que la pueden comprar en cualquier momento y que Annetendría que decidirse inmediatamente. De esta manera tú podrías continuaraquí con toda comodidad, y tú, Chris y ella estaríais siempre juntos, comoAnne quiere que estéis… No, no mandes a buscarla, no puedo esperar. Yademás quiero que tengas tú el placer de contárselo—ya en el umbral laseñoraDrover sevolviópara añadir—: recuerdaqueHendrikdiceque tienequetomarunadecisión.

Yselatragósulimusina.

XXV

LaseñoraClephaneseexcusódebajaracenar;Alinedebíadecirquesesentíamuy cansada y rogar que nadie lamolestase. Sabía que a lamañanasiguientevolvíaChrisaBaltimore.Quizáensuausenciapodría respirarconmáslibertad,verconmásclaridad.

Como de costumbre, Anne respetó los deseos de su madre: ni subió nimandóanadieapreguntar.Peroalamañanasiguiente,comosolíahacerantes,apareciófrescayradianteconlabandejadeldesayunodelaseñoraClephane.Quería tranquilizarse con respecto a la salud de su madre y Kate, bajo sumirada solícita, se sirvió una taza de té e hizo el esfuerzo de tomarse unatostada.

—Parecescansada,madre.¿Noesmásqueeso?

—Soloeso,cariño.

—NomehasdichoquelatíaEnidvinoanocheparahablardelacasadeallado.—EnlaspalabrasdeAnneseadvertíaciertotonodereproche.

—Lo siento. Tenía tal dolor de cabeza que cuando se marchó me vinedirectaamihabitación.¿Tehatelefoneado?

—Lo ha hecho el tío Hendrik. ¿No es una suerte fantástica? Será tandivertidoorganizarlotodo.—Lajovenhizounapausaymiróasumadre—.Yestoharáquetedecidas,cariño,¿verdad?

—¿Quemedecida?

—A continuar aquí. A quedarte esta casa para ti. Será casi como siestuviésemostodosjuntos.

—Sí,casi.

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—Tequedarás,¿verdad?

—¿Quedarmeaquí?¡Nopuedo!¡Nopuedo!

Laspalabras escaparonde los labiosde la señoraClephaneantesdequepudiesereprimirlas.Elcorazónempezóalatirleatodavelocidadcomosideunanimalenjauladosetratase.

ElceñodeAnneseensombrecióysuscejassejuntaron.

—Pero,noentiendo.AChrisledijistequeloharías…

—¿Selodije?Puedequesí.Perohayquepermitirmecambiardeopiniónalgunavez—murmurólaseñoraClephaneconunasonrisaforzada.

—¡Cambiar de opinión acerca de quedarte con nosotros! ¿Entonces,despuésdetodo,noquieres?

LaseñoraClephaneapartólabandejayseapoyóenelcodo.

—No,noquiero.

—¡Cómolodices,madre!Comosiyofueseunaextraña.Noloentiendo…—Los labios de la joven empezaron a temblar—. Yo creía… Chris y yocreíamos…

—Lo siento. Pero debo tomar la decisión que considero más adecuada.Cuandoestéscasada,yanomenecesitarás.

—¿Ytúyanomenecesitarásamí,madre?¿Nisiquieraunpoco?—Annedudóunmomentoparaacontinuaciónaventurarcontimidez—:Estástansola.Tancompletamentesola.

—Siemprehasidoasí.Nopuedeserdeotraforma.Túhaselegido…haselegidocasarte…

Annesepusoenpieyledirigióunamiradainquisitivaysevera.

—¿EsporquemecasooporquemecasoconChris?

—¡Porfavor!¡Nosaquemoseltemaotravez!

Lajovencontinuóobservándolademaneraextraña.

—Deunavezportodas,¿noquierescontármelo?

LaseñoraClephanepermaneciócallada.

—Entonces se lo preguntaré a él, se lo preguntaré en tu presencia —exclamóAnneconvoztemblorosa.

Aloírcómoselequebrabalavoz,elmiedoaverlasufrirunavezmásseimpuso sobre todos los demás sentimientos del corazón de la madre. Serecostó en los almohadones un rato, sin habla, después alargó la mano,

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buscandoladeAnne.

—Nohaynadaquepreguntar,cariño;nadaquecontar.

—¿Noloodias,madre?¿Deverdadqueno?

Conlentitud,KateClephanedijo:

—No,noloodio.

—Pero,entonces,¿porquénoquieresverloamilado?¿Porquénoquiereshablar las cosas con nosotros de una vez por todas?Madre, ¿qué es lo queocurre?Tengoquesaberlo.

La señora Clephane, bajo lamirada implacable de su hija, sintió que lasangre le subía desde la garganta a los pálidos labios y a lasmejillas, hastallegaralassienes,dondelospulsosledebíanestarlatiendodeformavisible.Allítendida,cubiertaderuborculpable,leparecióqueaquellosojosjóvenesyclaros eran como hojas de acero que se clavaban en los pliegues másprofundosdesuconciencia.

—¿Noloodias?Puesentoncesestásenamoradadeél.¡Estásenamoradadeélyyosiemprelohesabido!—soltóderepentelajovenconungritoagudomientrasescondíaelrostroentrelasmanos.

LaseñoraClephanenodijonada.Conlosprimerosecosdeaquelgritosehabíandesplomadotodaslasdefensasensumente,ycasihabíasidounaliviovercómoseesfumaban,sentirquelasaparienciasylosdisimulosllegabanasufin.Después,Annedejócaerlasmanosaamboslados,ylamadre,alcruzarlamiradaconladeella,perdiótodanocióndesuspropiasdificultadesfrenteaquella otra congoja. De repente se sintió fuerte y decidida, toda la viejacapacidaddedisimulolecirculabadenuevoporlasvenas.Elruboracusatoriodesapareciódesusmejillas,yallírecostada,contodatranquilidad,seenfrentóalamiradainquisidoradeAnne.

—¡Pero Anne! —fue todo lo que dijo con un ligero encogimiento dehombros.

—¡Aymadre,madre!¡Creoquedebodeestarvolviéndomeloca!—Anneestaba de rodillas al lado de la cama, con el rostro hundido en la colcha.Resultabamásfácilhablarconellasinmirarlaalosojos,yKateposólamanosobresucabellera.

—No, cariño, no es que estés loca, pero está claro que estás demasiadosensible—fueconscientedelanotademagnanimidadensuvoz.

—Pero¿podrásperdonarmealgunavez?

—Tonterías,cariño,¿esquepodríahacerotracosa?

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—Peroentonces,simeperdonasdeverdad,¿porquétienesqueirte?¿Porquénoquieresprometerquetequedarásconnosotros?

KateClephaneserecostóenlosalmohadonesyreflexionó.TodavíateníalamanosobreelpelodeAnne,consuavidadmanteníalacabezadelajovenapoyadaenlacolcha,aúnnoqueríaqueexaminasesurostrocondetenimiento.Porfinacertóadecir:

—Noeramiintencióndecírtelotodavía,ynodebescontárseloanadie.—Hizounapausaparareunirelvalornecesario—.Nopuedoprometerquedarmecontigo, cariño, porque es posible que yo tambiénme case.—Las primeraspalabras fueron las más difíciles de pronunciar, después oyó cómo su vozcontinuabasindesfallecer—:FredLandersmehapedidoquemecaseconél,ycreoquevoyaaceptar…No,nomeabracescontantafuerza,niña,aúnmeduele lacabeza.Bueno,ahoraloentiendes,¿verdad?¿Yyanomeregañarásmás?Perorecuerda,esunsecretoparatodoelmundo.Nohayquehablardeestohastadespuésdetuboda…Yahoravete.

CuandoAnnesemarchó,sosegadaperoexultante,permanecióallítendiday recordó, con una punzada de humillación, que la noche anterior se habíaprecipitado escaleras abajo en una loca carrera hacia la muerte. ¡Cualquiercosa!,¡cualquiercosacontaldeescapardeaquellaespiraldehorrorenlaqueestaba atrapada…! Y le había bastado encontrarse a Enid Drover en elvestíbulo, y aquella charla necia sobre la casa de al lado, para controlar susimpulsosyregresardenuevoa lavidade laquehuía…Sesintióridículaalllegaralaconclusióndequetodossusimpulsossuicidasparecíanterminardela misma forma: lanzándola a los brazos de un hombre que la traía sincuidado.DespuésrecordóelrostroradiantedeAnne,ydesdelacamadondeseguíatumbada,escuchóeldespertarrenovadodelavidaenlacasa,elajetreodelosalegrespreparativosqueteníanlugarasualrededor.

«¡Pobre Fred! Bueno, si eso es lo que él quiere…», pensó. Lo que ellaquería, lo único que ella quería ahora, era no volver a ver jamás aquellapreguntahorribleenlosojosdeAnne.Ynohabíaencontradootramaneradelibrarsedeella.

XXVI

Ahoraquesehabíafijadofechaparalaboda,lospreparativosserealizabanconmayorrapidez.Muypronto,yanofaltabanmásquequincedías,despuéssolodiez,acontinuaciónunasemana.

Los padres deChris Fenno iban a acercarse aNuevaYork con el fin de

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conoceralaprometidadesuhijo,peroaunquevariasveceshabíanfijadoundíapara la visita, la señoraFenno, cuya saludno erabuena, nunca sehabíasentidoencondicionesde realizarelviaje,y finalmenteseacordóque fueseAnne laquese trasladaseaBaltimoreaverlos. Ibaaalojarseencasade losMaclew,quienes inmediatamenteaprovecharon laoportunidadyorganizaronunaseriedefestejosparacelebrarelacontecimiento.

Lilla invitó a la señoraClephane a que acompañase a su hija, peroKatedeclinó la invitaciónponiendocomoexcusaque tampocoella se encontrababien.Lagenteestabaempezandoanotarlocansadaqueparecíaylodelgadaqueestaba.Elespejoreflejabalascanasquesalpicabansuabundantecabelleray, en el contornode los labiosy junto a losojos, aquellaspequeñas arrugasquedurante tanto tiempohabíamantenido a raya.Toda la familia estuvodeacuerdo en que sería bueno que tuviese unos días de descanso antes de laboda.

Enloreferenteasufuturo,habíahechoqueAnneprometieseguardarunsecreto incondicional. Le explicó que no tenía la intención de darle a FredLandersuna respuestadefinitivahastadespuésde labodayAnne,que teníatodalareticenciadelosClephane,comprendiósudeseodemantenerelasuntoensecretoeinclusoenpresenciadesututortuvocuidadodenotraicionarloque sabía acerca de las esperanzas que este albergaba. Únicamente le hizosentir que era mejor recibido que nunca y llegó a conmoverlo dándolemuestras adicionales de afecto en un momento como aquel, en el que lamayoría de las jóvenes se muestran ciegas y sordas ante cualquierpreocupaciónhumanaquenosealasuyapropia.

—Es tan propio de Anne encontrar tiempo para acordarse de esta viejaruina justo cuando tendría la mejor excusa del mundo para olvidarse de laexistenciadetodosnosotros—dijocomplacidounatardequeAnnenoestabapresente, sentadoen la salitade estarde la señoraClephane—.Es como tú,igualita a ti —añadió, dirigiendo a Kate Clephane una mirada tímida ysuplicante.

Ella lo miró sonriente, preguntándose si tendría alguna vez valor paradecirlequeteníaintencióndecasarseconél.SabíaqueFredestabapensandotambiéneneso.¿Porquénodecírseloahora,enese instante?Solo teníaqueinclinarsehaciaélyapoyarlamanoenlasuya.Noseríanecesariodecirnada.Y sin duda se sentiríamenos sola…Pero permaneció en silencio, resultabamásfácilpensarenhablarquehacerlodeverdad.

Fueélquienplanteólapregunta.

—Ydespués,¿hasdecididoloquevasahacer?

KateClephanenodejódesonreír.

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—Habrátiempodespuésparadecidirlo.

—Annemehadichoquedefinitivamenteteniegasaseguirenestacasa.

—Estacasanoevocamuchosrecuerdosagradablesparamí.

Fredseruborizócomosilohubiesecogidoenunafaltadetacto.

—Loentiendo.Peroconlosjóvenesaquí…oenlacasadeallado…Anneteníalaesperanzadequetesintiesesmenossola.

De nuevo Kate se dio cuenta de que estaba tratando de recordarle unaposible alternativa, y una vez más no respondió a la alusión y se limitó acontestar:

—Estoyacostumbradaaestarsola.Noestanmalocomopiensalagente.

—¿Quieresdecirquehas conocidocircunstanciaspeores?—pocasvecessearriesgabaélaalgoasídedirecto—.¿YseríapeorparatiestarconAnneunavezsehayacasado?¿Continúasodiandolaideatantocomoantes?

Ellasepusoenpieconimpacienciayfueaapoyarseenlachimenea.

—Fred,¿paraquépreguntas?Nuncavoyaodiarlamenos.Perotodoesosehaterminado:loheaceptado.

—Sí,yhashechotanfelizaAnne.

—No,loquehacequeAnneseafelizeselamor.—Apenasfueconscientedequeaquellapalabrasalíadesuslabios.

—Bueno,quequieraaFennonosuponequehayadejadodequererteati.

—Anneesperfecta.Pero¿porquénohablamosdeotracosa?Amiedadtodaestaatmósferanupcialmeresultaunpocosofocante.Probablementememarchealextranjerootravez,nolosé.

Sediolavueltaysemiróenelespejoqueestabasobrelarepisa,yviolosmechonesgrisesylasreveladoraspatasdegallo.Yalestarallírecordócómouna vez, cuando se encontraba también así frente a un espejo, Chris habíaaparecido por detrás de ella y se habían reído al ver cómo se besaban susimágenes reflejadas. ¡Qué jovenhabía sido entonces! ¡Qué joven!Ahora, almirarse, vio tras de sí el cuerpo corpulento y relajado de Fred Landers,arrellanado en una butaca, reposando tras la cena, con los faldones de lacamisa sobresaliendo un poco, la luz de la lámpara reflejándose en la partesuperior de su cabeza a través del escaso pelo. Una pareja madura,perfectamenteadecuadoselunoalotroenedadyapariencia.Volvióasusitioysesentóalladodeél.

—¿Quieresquehagamosunsolitario?

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Élaceptóconunaprontitudnoexentademelancolíaqueparecíadecirqueaquelloeralomáximoquepodíadesear,yacercaronunamesaysesentaronunofrenteaotroyconcalmafueroncolocandolascartasdepequeñotamaño,conlasqueformaronunelaboradodibujo.

Llevaban unamedia hora jugando cuando, sin previo aviso, ellamezclótodaslascartasyconungestoapasionadolasapartóconlamanohastahacerunmontoncitoaltiempoquegritaba:

—¡Quiero que sea una boda alegre! ¡La boda más alegre de todos lostiempos!Estoyempeñadaenqueseaunabodaalegre.

Escondióelrostroentrelasmanos,ysequedóasíconloscodosapoyadosenlamesadejuegoylarisaescapándoseleentrelosdedosentrelazados:

—Unabodaalegredeverdad,¿sabes…?

XXVII

Solotresdíasmásquedabanahora,otrostresdíasqueellayAnneviviríanbajoelmismotecho.

¿Ydespués?

LapreguntanoveníadeAnne.LasnoticiasdelafuturabodadelaseñoraClephane habían hecho que la joven recobrase por completo la serenidad.ChrisFenno,alquereteníaenBaltimore laenfermedadrepentinayun tantoalarmantedesumadre,nohabíareaparecidotodavía:ahoralomásprobable,segúncreían,eraqueno llegaraaNuevaYorkhastaeldíaantesde laboda.Anne iba a tener a sumadre para ella sola hasta el final, y empleó toda laternura y todo el cariño del que era capaz para tratar de mostrarle cuántoapreciaba aquellos últimos días tan dulces, con esa dulzura de las cosasqueridas que llegan a su fin, aunque sin su dolor, porque no iban a ser elprólogo de una separación real. Su único motivo de ansiedad —lapreocupaciónporlasaluddelaseñoraFenno—sehabíadisipadoalrecibiruntelegrama tranquilizador, y vivía en esa burbuja multicolor que una o dosvecesenlavidaselasingeniaparahacersepasarporelauténticohorizonte.

Verla así, pensó Kate Clephane, debería ser justificación suficiente.Merecíalapenahacerosacrificarloquefueseparaqueaquellaburbujanosedeshinchase.Ylos tresúltimosdíaspasarían,elgrandía tambiénpasaría.Elmundo, una vez todo hubiese pasado, continuaría como siempre. ¿Para quétantaagitación?

AlaseñoraDrovernoleresultabafácilmantenerunaactitudtandistante.

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Era la primera que no lograba entender cómo su cuñada podíamantener lacalmaenunmomentoasí.

—Porsupuesto,Nollieesdelomáscapaz:ellayLillasehanechadosobrelos hombros casi todo el peso, ¿verdad?Yo no hubiese podido enfrentarmesolaaesainmensalistadeinvitados.Pero,apesardeeso,nocreoquedebasdar por hechoque todo, hasta el últimodetalle, está organizado.Al fin y alcabo, ¡solo faltan tres días!Yparecequenadie sehaplanteado tan siquieraquiéntevaaacompañarhastaelaltar…

—¿Hastaelaltar?—repitióconindiferencialaseñoraClephane.

—Puesclaro,querida.SanEstebantienealtar—dijoriéndoseEnidDrover,enunodesusrarosintentospormostrarseirónica—.Y,porsupuesto,Hendrikes el que tiene que acompañar a la novia, y tú tienes que estar allí pararecibirlayentregárselaalnovio…

—¿Entregárselaalnovio?

—¿Tampocohabíaspensadoeneso?

LarisadelaseñoraDroverteníauntintecondescendiente.AunquetodalafamiliahabíaconspiradoparahacerquelaseñoraClephaneseolvidasedequellevabacercadeveinteañosalejadadelasconvencionessociales,esoeraalgoque no se podía cambiar: los llevaba. Y era en ocasiones así cuando setranslucía,loqueresultabauntantoembarazosoparasucuñada.Nosaberesotansiquiera:quecuandoelpadredelanoviahabíamuertoeralamadrelaquehacíalaentrega.

—¿NoesperaríasqueseencargaseHendrik?—continuólaseñoraDroverconunamezcladedesdénycompasión.

¡Resultaba difícil entender cómo alguna gente se las arreglaba parapermanecer en la ignorancia de las más elementales normas decomportamiento!

—¿Hendrik?Bueno,¿yporquéno?—dijoKateClephane.

Annecruzabalahabitaciónconunmontónderegalosdeúltimahoraenlosbrazos.

—¿Hasoído,cariño?AtutíoHendriklevaaencantar.—LamiradadelosojillosdelaseñoraDroversevolviómásagudaalimaginarseaHendrikconsus amplias espaldas y su cuello reluciente llevando la voz cantante en laceremonia.«Hizoentregadelanoviasutío,elseñorHendrikDrover,de…».Vaya,podíaquedarmuybienenlareseña.

Annesedetuvoypreguntó:

—¿Quéesloquelevaaencantar?

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—Tumadreparecepensarqueestutíoelquedeberíaentregartealnovio.

—¿Ynotú,madre?

Kate Clephane notó el inmediato desánimo en la voz de su hija. Bajoaquellaseguridadradiante,¿quésospechas,quémiedos,persistíantodavía?

—Soytanboba,cariño,nomehabíadadocuentadequeeralacostumbre.

—¿Noquieresqueseaasí?

—Yoquieroloquequierastú.—Lassonrisasafiladasdeambasparecieroncruzarsecomosideespadassetratase.

—Quieroquelohagastú,madre.

—Entonces,nohaymásquehablar,cariño.

La señora Drover suspiró ligeramente decepcionada. Sin duda, Hendrikhubiesehechomejorelpapel.

—Bueno, eso está arreglado—dijo en el tono de alguien que tacha unacosa más de una lista invisible—. Y ahora la pregunta es: ¿quién va aacompañaratumadrehastaelaltar?

Anneysumadretodavíaestabanintercambiandosonrisas.

—PueseltíoFred,porsupuesto,¿quiénsino?—exclamóAnne.

—Esaeslacuestión.SielprimodetumadrevienedeMeridia…

La señora Clephane con un gesto dejó a un lado al hipotético primo deMeridia.

—Fred me acompañará —declaró, y el nerviosismo desapareció de lasonrisadeAnne.

—Bueno,¿quedaalgomáspordecidir?

Fue lapreguntaqueplanteó la jovenalegrementeasu tíayestacontestóconungruñido:

—¿Qué si queda algo? Pero si parece que acabamos de empezar. Si nofueseporNollieyLilla,noestaríaseguradequellegadoelmomentohubiesealguienenlaiglesia…

Elmomentocasihabía llegado:yahabía salidoel soldeldíaantesde laboda. Salió, se encaramó a un cielo sereno, dobló su arco dorado sobre unmundo despreocupado e indiferente, y se dirigió hacia el oeste con suespléndidainconsciencia.Eldía,tanllenodeajetreoexterno,dellamadasalapuerta, del sonido del teléfono, de idas y venidas veloces de amistades,conocidosycriados,habíallegadoasufinyquedabaesevacíoartificialque

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sealcanzatrasunaconclusiónasí.Todoestabahecho,sehabíaresueltocadacuestión,sehabíandadotodaslasórdenesdeúltimahorayAnne,conunbesopara sumadre, se habíamarchado conNollie y JoeTresselton a dar unadeesas vueltas en coche al atardecer que ayudan a que se despeje la mentemoderna.

Annesehabíanegadoenredondoacelebrarlacenaconvencionalconlasdamasdehonorolafamiliaenlavísperanupcial.Queríadesvestirlaocasiónde todos los formalismos absurdos, yChrisFenno era de lamismaopinión.Iba a pasar la velada a solas con sus padres en el hotel, y Anne no habíainvitado a nadie, aparte de Fred Landers, a cenar. Le había advertido a sumadrequeeraposiblequellegaseunpocotardeacasay,teniendoencuentalaexcesivapuntualidaddeFredLanders, lehabíapedidoqueestuvieseabajoatiempoderecibirloytranquilizarlo.

LaseñoraClephanehabíasidoconscientedelaingenuamaniobra,peronolehabíamolestado.Despuésdetodo,seríalamejorocasióndecontarleaFredLanders loquehabíadecididocontarle.Allí sentada juntoa lachimeneadelsalón,pendientedeltimbredelapuerta,tuvounaextrañasensacióndelejanía,casidepaz.Puedequenosetratasemásquedelatranquilidadqueproduceelagotamiento,estabamedioconvencidadequeeraasí,perodemasiadocansadaparaestarsegura.Sinembargo,unacosateníaclara,habíasufridoconmenosintensidaddesdequeeldoctorArklowhabíaadivinadocómoestabasufriendo.Paraélelproblemahabíaresultadocasidemasiadodifícil,peroerasuficientecon que hubiese percibido aquella dificultad, con que hubiese visto queaquelloestabademasiadoenraizadoenunos tejidoshumanosparaextirparlosincausarunaheridamoral.

«Sufrimiento estéril… nunca querría que nadie ocasionara sufrimientoestéril…».Aquellafrasesuyalaayudabainclusoahora,sumenteseaferrabaaellaconfuerzamientrasestabasentadaallíesperandolallamadadeLanders.

ComoAnnehabíaprevisto,llegóconpuntualidad,inclusoantesdelahora,y unmomento después recorría la habitación con su aire pesado y lento decostumbre,disculpándoseporhaberllegadotantemprano.

—Pero lo he hecho a propósito.Estaba seguro de queAnne iba a llegartarde.

—¡Anne!Nitansiquieraestáencasa…

—¡Lo sabía! Son todos una pandilla de vagabundos. Y esperaba que túfueses puntual—continuó dejándose caer en una butaca como si estuviesebajando un fardo demercancías por el costado de un barco—. Después detodo,túyyopertenecemosalageneracióndelapuntualidad.

Aellalemolestóunpocoqueselarelegasedeformatantajantealrango

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que le correspondía. Sí: ambos eran casi de lamisma edad.Recordaba que,consuprecocidaddereciéncasada,lohabíaconsideradounmuchachotímidoy torpe, años más joven que ella. Ahora, tenía los movimientos pausadospropios de la gente mayor y, pese a que cazaba, pescaba, jugaba al golf yrealizaba todas las actividades que eran comunes a su edad, su mente, almadurar, sehabíavueltomenosvivazyparecíacomunicar susmovimientosprudentes al cuerpo. Kate Clephane cerró los ojos un segundo para no veraquellaimagen.Supropiocuerpoparecíaaúntanágil,tanlibreyetéreo.Sinohubiese sidopor el espejo,ni ellamismahabría adivinadoque teníamásdeveinteaños.

Levantólavistahastaelreloj:lasochomenoscuarto.Lomásprobableesque Anne no regresase antes de otra media hora. ¿Cómo iba aquella lentanocheaalcanzarnuncaelfin?

Intercambiaron unas cuantas frases sobre la boda, pero a la señoraClephaneelasunto le resultaba insoportable.Había logradohacer frentea lasituación en su totalidad, pero examinar los detalles de la misma estabatodavía fuera de su alcance. Sin embargo, si cambiaba de tema, justo allídetrás se escondía la pregunta que su acompañante estaba aguardando parahacerle, y aquella alternativa era igualmente insoportable. Se levantó de suasiento,deambulóporlahabitación,enderezóunaflorenunjarrón,apagóunaluzsuperflua.

—Esta iluminación es suficiente a nuestra edad —dijo, volviendo a suasiento.

—¡Para ti no! —Toda la adoración que él sentía estaba escondida enaquellaspalabras—.Conesepelotuyo…

—¡Mipelo!¡Mipelo!

Acercó las manos a aquella rica mata como si le hubiese gustadoarrancársela de la cabeza. En aquel momento lo odiaba, como odiaba todoaquelloquelaengañabaconlavanailusióndelajuventud.

FredLanderssehabíaruborizadohastaelbordedesuescasacabellera,sinduda teníamiedodequehastaaquellaexpresióndeadmiraciónprovocaraelresentimientodeKate.Aellasuazoramientoleresultóirritantepero,alavez,conmovedoryelevandolavistalomiróalosojos.

—Hasta el otro día no supe que era a ti a quien debo el hecho deencontrarmeaquí—dijo.

Estaba claro que Fred Landers no estaba preparado para algo así, y nosabíasisentirdisgustoosatisfacción.Elligeroruborsetornóescarlata.

—¿Amí?

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—Sí,ynosientoqueasísea—respondióellaentonomássuave.

—Peroesassonbobadas.Anneestabaempeñadaenquevolvieses.

—Sí. Porque tú se lo dijiste. Tuvo la sinceridad de reconocérmelo.Dijoque,alprincipio,noestabaseguradecómoibaafuncionarelplan,peroquetúsíqueloestabas.Túmeapoyastecontodastusfuerzas.

—Ah,siesoesloquequieresdecir,claro,claroqueteapoyé.EsqueAnnenoteconocía,yyosí.

KateClephanecontinuómirándolopensativa,casiconternura.

—Muypocossepreocuparondesaberquéhabíasidodemí.Ytúllevabascasiveinteañossinverme.

—Ya,peromeacordaba,ysabíaquehabíastenidouncomienzomuymalo.

—A muchas mujeres les pasa y a nadie le importa. Pero a ti sí, tú teacordasteymetrajisteaquí.

Sediolavueltaotravez,inquieta,ysesituójuntoalachimenea,allíapoyólabarbillaenlamano.

Landerslamirósonriente,restándoleimportancia.

—Silohice,noseasdemasiadoduraconmigo.

—¿Porquéibaaserlo?Hedisfrutadodecasiunañoentero.Enloqueafelicidadserefiere,esoescasiunavida.

—Nohablescomosilatuyahubiesellegadoasufin.

—¡Ay!Hasidotanbuenaquehamerecidolapena.

Fred sequedóen silencio, examinandoconairemeditativo laspuntasdesussólidasbotas.Porfin,hablódenuevo,conuntonodeautoridadrepentinocomoelqueaparecíaensuvozcuandodebatíacuestionesdenegocios.

—Nodebesvolversolaaestacasavacía.

Ellamiródespacioasualrededor.

—No,noquierovolveraverestacasa.

—¿Adóndeirás,entonces?

—¿Despuésdemañana?HayunvaporquezarpahaciaelMediterráneoaldíasiguiente.Creoqueiréysubiréabordo.

—¿Sola?

Derepentelomiróconunasonrisa.

—¿Quieresvenirconmigo?

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AnteaquellapreguntaFredsaltódelabutacaconlarapidezinmediatadeunjoven.Elmovimientodesestabilizólamesitaqueteníaasulado,peronohizonadaporenderezarla.

—¡ViveDiosquesí!—gritótendiéndoleambasmanos.

Kate Clephane se echó un poco hacia atrás, no por antagonismo, sinoparalizadapor la sensacióndeno estar a la altura. «Ahora soyyo lavieja»,pensóconunestremecimiento.

—¿Deverdadtevendríasconmigo?¿Pasadomañana?—preguntó.

—Me iría contigo hoy mismo si quedase tiempo suficiente para quefuésemosaalgunaparte.—Sequedóensilenciomirándola,esperandoaquehablase;después,alverquecontinuabacallada,sealejóunoodospasosconlentitud—.Kate,¿noseráestaunadetusbromas?

Aldevolverlelamirada,sediocuentadequelaimagendeFredsevolvíaligeramenteborrosa.

—Quizálofueseenunprincipio.Peroahorayano—dijodepositandolasmanosenlassuyas.

XXVIII

Enelsilenciodelacasadormidaseincorporóconsobresalto,arrancadadeunsueñoatormentado.

«¡Peronopuedeser!¡Nopuedeser!¡Nopuedeser!».

Saltódelacama,encendiólaluzymiróasualrededor.¿Quéadvertenciasecretalahabíadespertadoconaquelgritoenloslabios?Norecordabahabersoñado: solo había dado vueltas y había luchado contra una opresiónintangible.Yahora,allídepie,enaquellahabitaciónodiosamentefamiliar,sugritosiguióretumbandoenelsilencio.Todaslasexcusas,todoslosdisimulos,las atenuantes, los enmascaramientos y los disfraces se habían esfumadodejandoaldesnudoelhechodequesuamanteibaacasarseconsuhija,ydequenohabíanadaquepudiesehacerparaimpedirlo.

Hasta unashoras antes había contado con el tiempo comoaliado, con laposibilidadtranquilizadoradeunretraso.RecordóquehabíabesadoaAnneensilencio al darle las buenas noches. Entonces eran las once de la nocheanterior,ahoraerayalamañanadeaqueldía.Unanegramañanadeinvierno:nohabríaluzhastadentrodetreshoras.Nohabíaluz,¡peroelgrandíahabíallegado!

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Miró el reloj. Las cuatro y media. Se apoderó de ella el deseo de ir ycontemplar a Anne por última vez, pero al minuto siguiente sintió que nohabríaotraimagenenelmundoquepudieseresultarlemásinsoportable.

Regresóasuhabitación,seenvolvióenelsaltodecama,yfueasentarseantelaventana.

¿QuéaspectoteníahoyendíalaQuintaAvenidaalascuatroymediadeunamañana de invierno?Muy similar al que había tenido veinte años atráscuandoellaguardóunavigiliasemejante, lamañanadesuhuidaconHyltonDavies. Aquella noche tampoco había dormido, y por la misma razón:pensandoenAnne.Aquelotrodíahabíaabandonadoasuhijaporvezprimera,yahoraparecíacomosilaestuvieseabandonandootravez.Unactodetraiciónhabíaconducidoinexorablementeaotro.

LaQuintaAvenidaestabamuchomásiluminadaqueaquellaotramañanalejana. Largas serpentinas luminosas flotaban en el asfalto reluciente comoalgastropicalesenunmarplomizo.Peroenloalto,elmantodeoscuridaderaigual de denso, salvo por las altas farolas que surgían aquí y allá comoplanetasresplandecientes.

La calle en sí estaba desierta. En los viejos tiempos se hubiese oído eldesoladorsonidonocturnodeloscascosdeuncaballocojoalpasarelcarrodeunvendedordefloresendirecciónalmercado:aaltashorassiempresacabanaloscaballosqueerandemasiadomalosparaqueselosviesealaluzdeldía.Pero todo eso había cambiado. El último caballo cojo probablemente hacíatiempoquehabíasidoconducidoalmatadero,ynoquedabaniunsonidoquesirviese de unión entre el estruendo ensordecedor del día y el silencio queprecedealalba.

Aquellaotramañana,uncochedecaballoshabíaestadoesperandoporlajovenseñoraClephanealavueltadelaesquina.Todosehabíaplaneadoalaperfección: Hylton Davies tenía el don de la organización. Su yate era unprodigiodelujo:lacomida,elservicio,elequipamiento.Eraeltipodehombreque se aproximaría desde el otro lado de la mesa para decir con aireconfidencial: «Le recomiendo esa salsa encarecidamente». Tenía alma deencargadodeclub.Eracuriosoquepensaseenélahora…

Recordó que aquella mañana fatídica, al saltar al interior del coche decaballos,habíapensadoparasí:«Ahoranuncavolveréaoíramisuegradecir:“En mi opinión, querida, cometes un error al no seguirle un poco más lacorrienteaJohn”».Habíacentradosuatenciónconintensidadenlascosasquemásdetestabadelavidaquedejabaatrás,ahorasedabacuentadequeapenashabía pensado en la vida hacia la que se dirigía. Aquel día,más que nada,había atiborrado sumente con todos los pensamientos posibles para que leayudasen a borrar la imagen de la pequeña Anne: el mal humor de John

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Clephane, su tacañería, su terquedad, su torpeza, el detestable sonido de sullaveenlacerraduracuando,contodosuengreimientoacuestas,regresabaacasa del club. «Gracias aDios—recordaba haber pensado—, en un yate esimposiblequehayallavedelapuerta».

Ahora, de repente, se recordó a sí misma que dentro de poco tiempotendríaqueacostumbrarsealsonidodeotrallave.¡QueridoFredLanders!Eseclic representaría toda la seguridad y la placidez: todas las densas capas deafecto que la envolverían, alejándola de la soledad, del arrepentimiento, delremordimiento. La tranquilizaba ya pensar que, a partir de mañana, habríasiemprealguienquese interpondríaentreellaysuspensamientos.Alabrigodeaquelsuavecalormaduraríacomounodeesosracimosdeuvastardíosquesolotienentiempo,antesdedesprenderse,dequesuamarguraseconviertaeninsipidez.

Ahoradenuevosededicabaalviejo juegodellenarse lacabezade ideasque ocultasen la imagen de Anne, pero su cabeza era una especie de vastacripta llena de resonancia, y los pensamientos que tenía para ocuparla nohubiesenalcanzadoallenarnilapalmadesumano.

¿DóndeviviríanellayLanders?Pasaríanunoscuantosmesesdeviaje,sinduda,ydespuésvolveríanaNuevaYork.¿Podíaimaginárseloenningúnotrolugar? ¿Sería materialmente posible que él abandonase su profesión, querenunciase a «la oficina»? Era incapaz de imaginárselo en ningún otroescenario.Ysinembargo…sinembargo…Perono,erainútilseguirdándolevueltasaaquello.Nada,nadadeloquepudieseinventarseibaaborraraAnnede su pensamiento. Se sentó junto a la ventana y observó cómo el cielocambiaba de negro a gris, y cómo después desaparecía de él todo color alhacersededía…

Enelinteriordelcoche,caminodelaiglesiadeSanEsteban,elsilenciosehabíavueltoopresivo,yKatederepentecubrióconsumanoladesuhija.

—Mi amor, te deseo toda la felicidad del mundo, toda la felicidadimaginable.

—¡Madre,tencuidado!¡Esdemasiada!Measustas…

AtravésdelabrumablancadeltulKatevislumbrólasonrisaconstreñidade la joven. ¿Había sido demasiado vehemente, entonces? ¿Había puestodemasiadoénfasis?Era indudablequenuncaacertaría con lanotaadecuada.Seoyóasímismamurmurarvagamente:

—Peronuncapuedetenersedemasiada,¿aqueno?

YlarespuestadeAnne:

—Nolosé…

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Yafortunadamente, traspronunciaraquellaspalabras, llegarona laalturadelaalfombrarojaylamarquesina.

Enelvestíbulodelaiglesialasrodeóelrevoloteodelafamilia.Nohabíadamas de honor, pero Fred Landers y Hendrik Drover estaban allí en suspuestos,listosparaparticiparenelcortejonupcial,entregruposdelosDrovery los Tresselton, que se habían quedado atrás para ver a la novia antes dedirigirse a los bancos delanteros. El brillo de las perlas y las chisteras, unanubedepielescaras,laimpresiónvagaycrecientedequeeraposiblequealgohubierasalidomalydequenadiequisieraserelprimeroendecirlo.Por finJoeTresseltonseacercóyledijoaloídoalaseñoraClephane:

—Élnohallegadotodavía.

Anne había oído el susurro. Su madre vio cómo sus labios palidecíanmientrastratabadedibujarunasonrisa.

—¿QueChrisseharetrasado?¡Muypropiodeél!¿Osomosnosotroslosquehemosllegadoconunapuntualidadexcesiva?

¡Ay, aquella marea agitada en el corazón de la madre! ¡Aquel no hallegado!¡Nohallegado!¡Nohallegado!quellegabahastaellacomoungritoprocedentedecadacurvaycadahuecodelabóveda,quecaíasobreellacuallluviadesdeuncielocómplice. ¡Yellahabía tachadoalcielode indiferente!Pero,claroqueChrisnoestabaallí,novendría.Siemprehabíasabidoquealfinal, con su táctica de desgaste, acabaría con él. Contaba con argumentosmucho más poderosos que los suyos. De súbito, todas las dudas que latorturabanseesfumaron.

A su alrededor la gente consultaba a escondidas los relojes de pulsera.Annesobresalíaentrelosgruposcomounacolumnanívea.

—Anne siempre es excesivamentepuntual—dijoNollieTresseltonentrerisas;eltíoHendrikfarfullóalgosolemnesobrelosatascosdetráfico.Enunao dos ocasiones el hábito negro del sacristán apareció en la puerta de lasacristíacuandosalióainvestigaryvolvióadesaparecer;elgrupoquerodeabaa la novia empezó a sufrir la presión que desde atrás hacían los invitadosretrasados, que estaban retenidos en la puerta a la espera de que el cortejoentraseenlaiglesia.

KateClephanenotóqueFredLanders,nervioso,teníalosojosfijosenella;tuvomiedodequedesupropiamiradasaliesenrayostriunfantesyseapresuróainclinarseparaalisarunpliegueenlacoladeAnne.¡Nohallegado!¡Nohallegado! ¡No ha llegado!, le gritó el cielo desde lo alto. Y ninguno de lospresentes, salvo tal vez Anne, sabía por qué. Anne… sí. El sufrimiento deAnneseríaterrible.Peroerajoven—erajoven—yalgúndíacomprenderíadeloquesehabíasalvado…

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Las puertas centrales se abrieron de golpe y sonó la marcha deMendelsson. La señora Clephane se enderezó de su postura inclinada parahacerleunaseñalaFredLandersdequehabíaquecerrarlaspuertas…habíaquepararlamúsica…porqueelnovionoibaaaparecer.

PerolosplieguesdelacoladeAnnesedeslizabanyaentrelosdedosdesumadre,AnnedelbrazofirmedesutíoHendriksehabíapuestoenmovimiento.Elrestodelafamiliahabíaidoaocuparlosbancosdelanteros;FredLanders,unpocoacalorado,secolocófrentealaseñoraClephaneyleofrecióelbrazo.Lanovia, sonriendocondulzura, sehizoaun ladoparadejarque sumadreentraseenlaiglesiadelantedeella.Alfondodelanave,sobrelosescalonesdel presbiterio, habían aparecido dos figuras sobre un fondo de lirios ycasullas.

KateClephaneavanzóaciegassiguiendoelpasolentodeFredLanders.AlllegaralpresbiterioladejóyfueatomarasientoalladodelaseñoraDrover.Lamadresequedósolayesperóporsuhija.

XXIX

LosDroverhabíanqueridoquelaseñoraClephanevolvieseaLongIslandconellosaquellatarde;NollieTresseltonsehabíasumadoaaquelruegoylapropiaAnnehabíainsistidoparaquesumadreaceptase.

—¿Cómopuedoirmedeviajepensandoquetequedasaquícompletamentesola?—habíadicholajoven.

—¡Novas a pensar enmí en absoluto!—había logrado contestarleKatecon una sonrisa, y había añadido que quería descansar y tener tiempo paraorganizarsuscosasantesdesubiralbarco.

Enlosdíasanterioresalabodahabíanacordadoqueseiríaalextranjeroapasarelinvierno:aItaliatalvez,oalsurdeFrancia.Lajovenpareja,trasunabreve estancia en Florida, se marchaba a la India, pasando por Marsella ySuez; parecía razonable que la señora Clephane no quisiese quedarse enNuevaYork.YAnnesabía—aunqueeralaúnica—quecuandosumadresefuesealextranjeronoloharíasola.Habíanacordadonodecirnada…niunapalabra a nadie, aunque a estas alturas—hacía una hora que el novio y lanoviahabíanpartidoenelcocheacogerelexpresoendirecciónaPalmBeach—,sinduda,ChrisFennoerayapartícipedelsecreto.

Anne sehabía ido tranquila, entendía eldeseode sumadredeguardarsesus planes para sí, y lo respetaba. Y en el plazo de unos días la familia sereuniríadenuevoenSanEstebanparaasistiraotraboda,inclusomásdiscreta

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quelaanterior.

Aline bajó las escaleras para llegar al amplio salón en el que la señoraClephaneseencontrabaasolas,sentadaenmediodeunmontóndepétalosderosacaídos,degranosdearrozydetrozosdelacintadelatartanupcial.Alláalfondo,enelcomedor,loscriadosestabanretirandolasmesitasyrecogiendoloscubiertosencestasforradasdeverde.

ElamadellaveshabíaidoadarlealmayordomoladireccióndelhospitalalquelaseñoraFennoqueríaqueseenviasenlasflores,yunsirvienteestabayallevándoselascestasylosramilletesdelsalón.

—Madame estará mucho más cómoda arriba que en medio de estedesorden,y el señorLandersha telefoneadoparapreguntar sipuedevenir avisitaramadamedentrodemediahora.

Aline,porsupuesto,estabaalcorrientedetodo,eracomosilasnoticiaslellegasenatravésdelosporos,igualquecirculanyseextiendenporunbazaroriental.Erguida,vestidaconelelegantetrajequelaseñoraClephanelehabíaregaladoparalaboda,dedicóunasonrisaseca,aunqueaprobadora,asuama.EradetodossabidoqueelseñorLanderseraunbonpartiyloscriadosdelacasa conocían bien su generosidad. También Aline, que llevaba puesto elbrochedediamantesenformadeflechaquelehabíaregaladoaquellamañana.

—Hay un buen fuego en la salita de estar de madame —añadió parapersuadirla.

Kate Clephane continuó inmóvil, sin levantar la vista. Oía lo que ladoncellaledecía,yhastaseríacapazderepetirlaspalabrasexactas,peroparaellacarecíandesignificado.

—Madamedebesubir—insistióAlineunavezmás.

LahumillacióndequeselatratasecomoaunaenfermahizoquelaseñoraClephane reaccionase al fin, yponiéndose enpie siguió a la criada.Cuandoibanescalerasarribaledijo:

—Yatediréloquevoyanecesitarparaelvapor.

DespuésentróenlasalitadeestaryAlinecerróconsuavidadlapuertatrasella.

Elfuegoardíaconviveza,elúltimoramilletedevioletasdeAnneestabaen la mesita baja junto al sofá. Al otro lado de la ventana la luz invernalagonizaba.KateClephane,alsentarseenelsofá,recordóquelaestanciahabíatenidoelmismoaspectoacogedoryrelajanteeldíaqueAnnelahabíallevadoallí por primera vez, hacía algo más de un año; y también recordó queentonces,igualqueahora,FredLanderssehabíareunidoconellaallí,cuandolollamóconurgenciaparaquelaacompañaseensusoledad.Eracuriosover

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los patrones ordenados y repetidos por los que con frecuencia se rigen losacontecimientos.

Se abrió la puerta y entró Fred. Todavía vestía la ropa de la boda, y elchaqué oscuro y la perla que lucía en la corbata le favorecían, le conferíancierto aire de importancia y de confianza en sí mismo. Parecía un hombrecapazde solventar cualquierdificultad,deencargarsede todos losaburridosdetalles de la vida de forma ejemplar, sin alborotos ni bravuconerías. ElpequeñovestigiodeconcienciaqueaúnestabavivoenKateClephaneregistróaquelhechoylehizosentirundifusoconsuelo.Seencargaríadelassillasdecubierta, por ejemplo, y de conseguir la mesa adecuada en una esquinaventiladadelcomedor,ellanotendríaquepreocuparsedenada…

—Ojalánospudiésemosmarcharmañana—dijoFredLanders,sentándoseasuladoymirándolaconunasonrisa—.Loharía,¿sabes?,sipensasequeeraposible.¿PorquénocasarnosenLiverpool?

—¡Oabordo!¿Nocuentanconjuzgadoparacelebrarbodasestosbarcosmodernos?—bromeóKateconlabiospálidos.

—Pero la semanaqueviene, la semanaqueviene te llevaré conmigo—continuóélconautoridad.

—Sí, la semana próxima.—Intentó añadir una palabra de consuelo, decariño,lapalabraqueélestabaesperando.Perosolofuecapazdedirigirleunasonrisalánguida.

—Querida,estásexhausta,¿noprefieresquemevaya?

Ellalonegóconlacabeza.

—¿No?¿Deverdadqueprefieresquemequede?—Elrostroseleiluminó—.Conmigonotienesnecesidaddefingir,Kate,yalosabes.

—¿No tengo necesidad? ¿Estás seguro? Parece que no haya hecho otracosaentodamividaquefingir—exclamóelladerepente.

—Bueno, ahora no necesitas hacerlo, estoy seguro.—Selló sus palabrascon una sonrisa tranquila, inclinándose un poco hacia ella, pero sin acercarmás su silla. Había algo enormemente tranquilizador en la forma en que éldabalascosasporsupuestas,sinponerexcesivoénfasisnimostrarentusiasmoexcesivo—.Ahora,échate,dejaquetecoloqueelchal.Uncigarrillo,¿puedo?Supongoquedentrodeunratotomaremoselté,¿no?Nonecesitamoshablardeningúnplanhastamañana.

LaseñoraClephaneintentódevolverlelasonrisa.

—Pero¿esquenosquedaalgoporhablar?—Susojossedetuvieronenelrostrodeélyvioelesfuerzoquehacíaparaseguirsiendoelamigodiscretoy

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pocoexigente.Esehecho lehizosentircierto reparo—.Quierodecirquenohaynadamásquehablardemí.Hablemosdeti—sugirió.

La sangre le subió hasta las sienes, congestionándole los pómulos y elpliegue de piel arrugado que asomaba por el cuello de la camisa. Hizo unmovimientocomoparaponerseenpie,ydespuéssearrellanócondecisiónensuasiento.

—¿Demí?Demítampocohaynadaquedecir,sinoesenrelacióncontigo.Ycon respectoaeso, ¡habríademasiadascosas!Nomehagashablar.Mejorquemetomescomosoy.

—Esoesloquehago;eseesmiconsuelo.—Lasonrisaquelededicóeramenosdolorosa—.Todatubondadhaciamí…

Pero ahora él se puso en pie, el rubor de su rostro se intensificó hastavolverseescarlata.

—¡Ah, eso no, por favor! Eso duele de verdad, incluso ami edad.Y teaseguroquepuedesconfiarenqueesalgoquemeencargarédetenerpresenteconlafrecuenciaadecuada.

Kateseincorporó,apoyándoseenelcodo,ylomiróconsorpresa.

—¿Teheherido?Noeraesamiintención.

—Esque, ¡porDiosbendito!Noexiste elhombrealque legusteque lerecuerdensubondad;nisiquierasisesuponequeesoesloúnicoquetienequeofreceracambiodetodoloqueélrecibe.

—¡Detodo!—seencogióligeramentedehombros—.Sihuboalgunavezunamujerquellegasehastaunhombreconlasmanosmásvacías…

Conlavozligeramenteentrecortadaéldijo:

—Metraestupersona.

La respuesta, y el tono que empleó, despertaron en ella la sensacióndolorosadequeFredLandersparticipabacon intensidaden laconversación,mientras que ella se mantenía en actitud distante. La frase «me traes tupersona»,arrojabaunresplandorirónicosobresusactitudesrecíprocas.¿Quélequedabadesímismaparatraerle?Sabíaqueesperabaunarespuesta;sintiólocruelqueeradejarpasaraquellaexclamaciónsuyacomosino lahubieseoído,pero¿quélequedabapordeciranoserqueselodijesetodo?

Ese pensamiento la asaltó por primera vez. ¿Había tenido de verdad laintencióndecasarseconFredsinqueélestuvieseenterado?Quizáfueseasí,noestabasegura;sentíaquenuncamásibaapoderestarseguradesuspropiasintenciones. Pero ahora, a través de toda la confusión y de todo aquelagotamientomental, una cosa aparecía absolutamente clara: que tendría que

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contárselo.Elhechodecasarseonoconélparecía,encomparación,unasuntode menor importancia. Primero tenía que mirar aquellos ojos sinceros conigualsinceridad.

—¿Mipersona?—dijohaciéndoseecodelasúltimaspalabrasqueélhabíapronunciado—.¿Quésabesdemipersona,mepregunto?

Continuabaenpiedelantedeellaenlamismaactitudabsortaymeditativa.

—Todoloquenecesitosaberesloinfelizquehassido.

Kateseapoyóenelbrazo,conlavistatodavíafijaenél.

—Sí,hesidoinfeliz,horriblementeinfeliz.Muchomásdeloquetúpuedasimaginar.Muchomásdeloquenuncahayasimaginado.

Nopareció sorprendido al oír aquello.Continuódevolviéndole lamiradaconlosmismosojostranquilos.

—Peromeatreveríaadecirquesíqueloheimaginado—dijo.

Algoensuvozparecíadecirlequedespuésdetodonohabíaestadosolaenla lucha; era como si él hubiese hecho girar una llave en la cerraduramásíntima de su corazón. ¡Ay si fuese cierto que lo había adivinado, que derepenteellaibaasuperaraqueltristemomentodeconfesiónyalograrladichayelsosiegodelacomprensiónylapiedad!

—Lohasimaginado,¿lohasentendido?

Sí; su rostro continuaba imperturbable, sus ojos eran indulgentes. Laslágrimas se agolparon en los ojos deKate, quería sentarse y llorar hasta nopodermás.Envezdeeso, sepusoenpieyseaproximóaélcon lasmanosextendidas.Teníaquedarlelasgracias;teníaqueencontrarlaspalabrasahora;tendría que ser capaz de explicarle lo que para ella significaba la confianzatotal;oalmenosloquesignificaríacuandodejaselobastanteatráselpresenteynotuviesenadaquelesirviesedeayuda.

—Diosmío,Fred,¿lohassabidosiempre?¿Hasvistocómoloheintentadotodo,cómonohepodidohacernadaparaimpedirlo?

Éllecogiólasmanosylasapretócontrasupecho.

—¿Impedir? ¿La boda? ¿Es eso lo que te preocupa?—ahora le hablabacomo a una niña asustada y presa del desconsuelo—. Pues claro que nopudiste impedirla.Sécuántohasdebidoodiarla; todo loquedebesdehabersufrido. Pero había que tener en cuenta la felicidad deAnne por encima detodo.

Entonces,éllacomprendía,¡leteníalástima!Seabandonóasuabrazo.Elalivio de la confesión era demasiado exquisito, ahora que había pasado el

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peligro de tener que dar explicaciones y que podía aceptar su piedad sinoponerresistencia.Peroapesardeestarensusbrazos,ellanoloveía:todasuatención estaba centrada en aquel problema que la torturaba. Pensó en élúnicamente como alguien más amable y comprensivo que los demás y elcorazónseledesbordó.

—Pero¿nosetratóúnicamentedecobardíapormiparte?¿Nohicemalalnoatrevermeacontárselo?

—Por supuesto que no hiciste mal. ¿Qué bien habrías hecho? Es duroaceptarsuelección,perounajoventandecididacomoAnnetienequecorrerriesgos.Siemprepenséqueacabaríasdándotecuenta.Yasíserácuandoestésmenos cansada y alterada. No tienesmás que confiar enmí y dejar que tecuide—dijo.

No pudo contener las lágrimas que empezaron a deslizarse por susmejillas. Le habría gustado seguir allí, escuchando, sin tener que prestaratenciónaloquedecía.PerosintiódenuevoqueFredesperabaquehablase,ytratódesonreírle.

—Confíoenti…mesirvesdeayuda.Nopuedesimaginareltormentodelsecreto…—apenassabíaloqueestabadiciendo.

—Ahorayanotienequeserunsecreto.¿Notesirveesodeayuda?

—¿Quelosepasynomeodies?Eso…—Emitióunaleverisa—.Ereselúnicodetodosquenotienemiedodemí.

—¿Miedodeti?

—Deloquepodríacontarsinomelohubiesenimpedidosiempre.Esoesloqueahorame tortura: siempre leshepermitidoquemefrenasen.Siempremetorturará.Volveréunayotravezsobrelomismo,nuncaestaréseguradesinohabríasidomejorcontárselo.

—¿Contarlesqué?

—Pues…loquetúsabes.

Lomirósorprendidayvioqueunfinovelocubría la luzdesusojos.Surostro había empalidecido y ella sintió que le cogía las manos sin serconscientedequelohacía.

—Séquehas sidode lomás infeliz…que se te ha tratado con excesivacrueldad…—Enderezóloshombrosylamiró—.Quehahabidocosasentupasadodelasquetearrepientes…delasquetienesquearrepentirte…—Hizounapausacomoesperandoaqueellahablase,despuésconesfuerzoevidentecontinuó—: En todos esos años de soledad, cuando no tenías amigos, yonaturalmentehesupuestoquenohasestadosiempre…sola…

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KateClephanesesoltóconsuavidadyseapartó.

—¿Esoestodo?

Fueconscientedelasorpresaquelentamenteseabríapasoenél.

—¿Todo?¿Quémáshay?

—¿Quémás?Lavergüenza…elsuplicio…laverdad…

PorunmomentodiolaimpresióndequeFredapenasentendíalaspalabrasquelelanzaba.Parecíaunhombrequetodavíanosienteeldolordelaheridaquelehaninfligido.

—Puedes estar segura de que no sé de nada vergonzoso —respondiódespacio.

—Entoncesnosabesnada.Nosabesmásquelosotros—casiserioenvozaltaaldeciraquello.

Élparecíaestarluchandoconunaideainconcebible:unaideaparalaquenohabíatérminosensuvocabulario.Suslabiossemovieronunaodosvecesantesdequefuesecapazdearticular:

—¿Terefieresaalgún tipodecomplicidad,aalgúnsecreto,entre túyelmaridodeAnne?

Hizounlevegestodeasentimiento.

—Algo —él todavía titubeó al decirlo—, algo que deberías haberlecontado a Anne antes… antes de que…—Se interrumpió bruscamente, sealejódeellaunoscuantospasosyalmomentoregresó—.Túno…¿túconesehombre?—KateClephanenorespondió.

Elsilenciocontinuó.FredLandersestabainmóvil,deespaldasaella.Katese había sentado a los pies del diván y tenía la vista fija en el diseño de laalfombra.Élsecubriólosojosconlasmanos.Porfin,aloírquesemovía,ellalevantólavista.Yanosecubríalosojosymirabalahabitacióncomosinuncaantes la hubiera visto, y no fuese capaz de recordar lo que le había llevadohastaallí.Surostroaparecíaarrugadoymacilento:dabalaimpresióndehaberenvejecido.

Al mirarlo, se maravilló de lo insensata que había sido al imaginarsesiquieraporunmomentoqueélsehabíaadentradoensusecretomásquelosotros.Recordóaquellaprimeravisitaquelehizopocodespuésdesuregreso;recordócómolohabíaacribilladoconpreguntasincómodasyhabíadetectadoen sus ojos el terror de un hombre que, durante toda su vida, ha tratado deengañar al destino utilizando el optimismo como evasión. Pero ahora eldestinolehabíadadoalcanceyKateClephanehabríadadocualquiercosaporque no hubiese sido por mediación suya. Sufrimiento estéril: parecía que

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despuésdetodoibaainfligirloyalaúnicapersonaquelaquería,laúnicaquelehabríaprestadoayudasihubiesesabidocómo.

Fredseaproximóysequedófrenteaellaconunalevesonrisaforzada.

—Meconsiderasigualdeobtusoquealresto—dijo.

Katenoencontrópalabraspararesponderle.Habíaparadodelloraryconlos ojos secos contaba los círculos de la alfombra. Cuando llegó al númeroquincelooyóhablardenuevoconelmismotonoforzadoyconciso.

—Yo…yonoestabapreparado,loconfieso.

—Sí.Deberíahaberlosabido.—Sepusoenpieycontinuóconvozopacaybaja, como si alguien le dictase aquellas palabras—: Tenía la intención decontártelo; de verdad que sí; o al menos creo que así era. Pero hace tantotiempoquevivoconlaideaquenomesorprendióquedijesesquelosabías…que lo sabías todo. Creí que me estabas diciendo que lo habías adivinado.Hubo momentos en los que pensé que todo el mundo debía de haberloadivinado…

—¡Diosnoloquiera!—exclamóél.

Katesonriólevemente.

—Nosésitendríamuchaimportancia.PorloúnicoquequieromantenerloensecretoesporAnne,ahoratienequeserasí.Meatreveríaadecirquehicemal al no impedir la boda a toda costa, pero cuando intentéhacerloyvi sudolor,nofuicapaz.Laúnicamanerahabríasidocontárselosintapujos,yyono fui capaz de hacer eso: ¡no fui capaz! Regresar a su lado fue igual quemorirme y llegar al cielo. Aquí estuve en el cielo hasta que él apareció.Despuéslointenté…lointenté…pero¿cómoibaapoderhacérteloentender?Durante veinte años nadie me había tenido en mucha consideración, ni yomisma me había tenido en mucha consideración. En realidad, nunca meperdonéamímismaporhaberabandonadoaAnne.Ydespués,cuandoellamellamóyyo regresé,y éramos tan felices juntas,y ellaparecía tenerme tantocariño,pensé…penséquequizá,despuésdetodo,nohabíasignificadotanto.Perotanprontocomolaluchacomenzóviquenoteníaningúnpoder,ningunainfluenciasobreella.Ellamismamelodijo:dijoqueeraunaextrañaparaella.Dijo que yo había renunciado a mis pretensiones con respecto a ella, acualquierderechoainfluirenella,añosatráscuandolahabíaabandonado.Yporesosenegabaaescucharme.Esefuemicastigo:nopoderdetenerla.

—Bueno,Anne,Annepuedecuidarde símisma. ¿Quéme importa amíAnne?—dijocondureza—.Perotú…tú…¡Túyesehombre!

Se dejó caer en la butaca y escondió de nuevo los ojos. Ella esperó unminutoodos,paradespuésaventurarseadecir:

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—Nopermitasqueteimportetanto.

Nolerespondió.Porfinlevantólacabeza,peronolamiródirectamente.

—¿Fue…hacemucho?

—Sí.Seis…ochoaños.Nolosé…—Seoyóasímismaalejandolafechacadavezmás,peronopodíaevitarlo.

—¿En un momento en que estabas desesperadamente sola y erasdesgraciada?

—No, no mucho más que de costumbre. —Y después de un momentoañadió—:nocuentoconcircunstanciasatenuantes.

—Elmuycanalla…¡Granuja!Yo…

Lointerrumpió:

—Tampoco es así… del todo. Cuando conoció a Anne no lo sabía, nisiquiera sabía que tenía algo que ver conmigo. Cuando lo descubrió, semarchó,semarchóendosocasiones.Anneloobligóaregresar.Mereprochóque yo los separase. Nada la habría detenido, excepto que yo le contase laverdad.Ycuandovilomuchoqueleimportaba,notuvefuerzasparahacerlo.

—No.—Ladurezadesuvozdisminuyóunpoco.

KateClephanesequedóotravezensilencio,noporquenoquisiesehablar,sinoporlaincapacidadabsolutadeencontrarnadamásquedecir.

Derepenteéllevantósusojoslastimerosy,duranteunsegundo,lamiró.

—Hasvividouninfierno—dijo.

—Sí.Todavíaloestoyviviendo.—Sedetuvoy,acontinuación,empujadaporlalástimaquehabíaensuvoz,sintióqueunavezmássedeslizabaporlainevitablependientede lasconfesiones—.Noeselúnico infierno:haymás.Quierocontártelotodoahora.NofuesoloelmiedoaqueAnnesufrieseloqueme impidió hablar, fue porque no podía soportar el pensamiento de lo queopinaríademísiselocontase.Eratandulcesersumadre…nopodíasoportartenerquerenunciaraeso.Yeltriunfoquesuponíaquetodosopinaseisquenosehabíaequivocadocuandomehizovolver…tampocoeracapazderenunciara eso, porque sabía cuánto pesaba en sus sentimientos hacia mí. En ciertomodosirvióparaconvertirmedenuevoenlapersonaquedebíahabersido,oque se pensaba que debía haber sido. Eso es todo. Me alegra habértelocontado…peronodebespermitirqueteduela,nopormuchotiempo…

Cuando terminó, Fred continuó sentado sin moverse; a Kate le dio laimpresión de que no había oído lo que le había dicho. Su atención, sucapacidad receptora, estabanaúndesbordadaspor el crudohechode aquella

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confesión:laimagendeChrisFennoconellaseibagrabandoafuegolentoensumentehorrorizada.Asistiralprocesoeracomoespiarporlamirilladeunacámara de tortura, y por un momento perdió la noción de su propiosufrimiento al contemplar con impotencia el de él. Si alguna vez unsufrimientofueestéril…

Porfincruzólahabitaciónhastadondeestabasentadoylerozóelhombroconlamano.

—Fred… no permitas que esto te haga daño. A mí me ha hecho biencontártelo…mehaservidodeayuda.Mehaayudadoquelosientastanto.Yahorayahapasadotodo…sehaacabado.

Élnocambiódeactitudnielevólosojosdenuevo.Katetodavíadudabadequehubieseoídosuspalabras.Despuésdeunoodosminutosretirólamanoysealejó.Lapresiónhabíasidodemasiada,lehabíaechadoencimamásdeloque podía soportar. Ahora lo veía con claridad: se dijo a sí misma que laconversación había terminado, que estaban ya a leguas de distancia. Suexperiencia sentimental le había demostrado con cuánta frecuencia dospersonas que todavía están en pleno intercambio de palabras tiernas oviolentasseencuentranya,enrealidad,enpolosopuestosdelatierray,pensócon ironía, hasta qué punto el éxito en los asuntos humanos depende de lacapacidaddedetectartalesdistanciamientos.Ellanopodíaapuntarsemuchoséxitoseneseterreno;enelmejordeloscasosaqueldudosodonsuyoconsistíaendiscernirconmásrapidezquelamayoríadelagenteporquéhabíafallado.Perosuamigoeraimpermeableaesosmaticesdelsufrimiento:seenfrentabaalsupliciosindefensas.

Katesesentóyesperó.Resultabacuriosoquesesintiesemenosinfelizdeloquelohabíasidodurantemuchotiempo.Aqueldoloryaquellapiedaderanquizá lo quemás necesitaba de él: allí, en el centro de su desdicha, parecíaestarelpuntoenelqueestabandestinadosaencontrarse.Tendríaquehabersidocapazdeemplearpalabraslobastantesencillasparaqueéllasentendiese,peroaquellodeagradecerleloqueestabasufriendodebíadehaberlesonadoaburla, y lo único que podía hacer era esperar y decirse que él no tardaríamuchoenmarcharse.

Después de un rato Fred Landers levantó la cabeza y se puso en piedespacio.Pareciódudarunmomento,acontinuacióncruzóelespacioquelosseparabayllegóhastaella.Katetambiénselevantóyletendiólamano,peroélnopareciódarsecuentadelgesto,aunqueahorateníalamiradaclavadaenellaconintensidad.

—Llegaráundía—dijo—enelquetodoestonosparecerámuyremotoaambos.Esoesloúnicoenloquequieropensarahora.

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Katelomirósincomprender.Despuésempezóasentirtembloresportodoel cuerpo: le temblaban los labios y hasta los párpados de sus ojosdeslumbrados temblaban.Él todavía lamirabayKate descubrió en aquellosojoselresurgimientodesuantiguabondad.Parecíaquehubiesesalidoalaluztrasdejar atrásuna inmensaoscuridad,pero lasúnicaspalabrasqueella fuecapazdepronunciarsuponíanlanegacióndeloquesentía.

—No,porDios,no…—Yloapartódeella.

—¿No?

—Yaessuficiente,suficiente.Conloqueacabasdedeciressuficiente—balbuceódeformaincoherente—.¿Novesqueyanosoportomás?

Élsiguióallísinmoversemostrandosubondadyunaligeraterquedad.

—Perotienequehabermuchomás.

—¡Ahorano! ¡Ahorano!—Le tomó lamanoy lapusosobresumejilla.Después se apartó con la sensaciónde algodecisivo e irrevocable que teníaporfuerzaquereflejarseensurostroyensuactitud—.Ahoratienesqueirte,tienesquedejarme.Mesientohorriblementecansada.

Dijoaquellaspalabrascasicomounaniñaquepidequelacojanylallevenen brazos. Tenía la impresión de que por primera vez en su vida la habíanrescatado del polvo y del cansancio y la habían depositado en un lugartranquilo,asalvodetodopeligro.

Fredcontinuabamirándola,vacilante,enactituddesúplica.

—¿Entonces,mañana?¿Mañanaporlamañana?

Ellatitubeó.

—Mañanaporlatarde.

—¿Yahoradescansarás?

—Ahoradescansaré.

Tras esas palabras—cogidos ligeramente de la mano— lo condujo consuavidad hasta la puerta y se quedó esperando hasta oír sus pasos escalerasabajo. Después entró de nuevo en la estancia y abrió la puerta de sudormitorio.

Ladoncella seencontrabaallípreparandoun favorecedor trajedenoche.NohabíadudadequehabíaimaginadoqueelseñorLandersibaavolverparalacena.

—¡Aline!Elvaporquezarpamañana,¿esdemasiado tardepara llamaralasoficinas?

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Ladoncellasedetuvoylamiróincrédulaconelresplandecientetrajesobreelbrazo.

—¿Elvapor?¿Elvapordemañana?

—El vapor para el que había comprado los pasajes—exclamó la señoraClephanemientrasseapresurabaacogerlaguíatelefónica.

La mirada de Aline parecía decir que aquello no tenía una explicaciónrazonable.

—Pero esos pasajes…madameme ordenó que los devolviese.Madamedijoquenonosiríamoshastalasemanapróxima.

—No importa. En esta época no hay apuro. Tienes que llamarinmediatamenteyrecuperarlos.

—¿Madamenoestápensandodeverdadenviajarmañana?Elbarcozarpaalasseisdelamañana.

LaseñoraClephanecasiselerioalacara.

—Noesqueestépensandoenhacerlo,esquelovoyahacer.Ah,aquíestáelnúmero.—Ydescolgóelteléfono.

XXX

KateClephanedespertócuandounrayodel solde lacostaAzulcayóendiagonalsobresucama.

El hotel era diferente, estaba varios puestosmás arriba en la escala conrespectoaldeMinorqueetdel’Univers,comosunombre—elPetitPalais—atodaslucesindicaba.Lahabitación,asimismo,eramásamplia,másmoderna,estaba pintadamás recientemente y, de hecho, la ventana de la esquina delsaloncitocontiguoenmarcabaensuestrechohuecountrozodemar.

Muchas cosas habían cambiado para mejor en la situación de la señoraClephane,enotrosaspectosteníalaimpresióndequeúnicamentehabíavueltoatrás,auncapítuloanterior,yhabíainiciadodenuevo,desdeelprincipio,lamismapáginaaburrida.

Sudoncella,Aline,eraobvioquecompartíaaquellaopinión;apesardelahabitaciónmás cómoda y del saloncito con aquel caro retazo demar, en laconsideración deAline la señoraClephane no había recuperado el prestigioperdido.«¿Quésentidotuvotodoesejaleoparaacabarasí?»,parecíadecirconlamirada cadamañana cuando traía la bandeja del desayuno.Ni siquiera el

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hechode que ahora hubiese cartas en ella conmás frecuencia, y de que lostelegramas ya no fuesen algo que hiciese época, compensaba eldesmoronamiento general de los planes y las ambiciones de Aline. Cuandounateníaunbuentechosobresucabeza,yunbuenautomóvilalapuerta,¿quésentido tenía escapar de ellos sin previo aviso y regresar a los hoteles desegundacategoríayaltraqueteodelostaxiscontodaslasconsecuenciasquedeeso sederivaban?Alinemantuvoun silencioheladocuando su ama, trasunas cuantas semanas en el Petit Palais, mencionó que había escrito paraenterarsedelospreciosdeloshotelesdeDinardparaelverano.

KateClephane,engeneral, sehabía tomadoelcambioconmásfilosofía.Paraempezar,habíasidodecisiónsuyahuirenlaformaquelohabíahecho;yeso, enalgunosmomentos, le servíadeayuda;ydespués,bueno, sí, tras lasprimerassemanas,yahabíaempezadoadarsecuentadequeestabavolviendoameterseenlaviejarutina,sinqueleresultasemuyincómodo.

Todavía le era imposible pensar en aquel primer mes después de sullegada,peroahora lohabíadejadomuyatrásy la rutinaestaba lograndosumilagro habitual. Le había emocionado el recibimiento que sus antiguasamistadesysusconocidos lehabíandispensado,ysehabíasentido—tras laprimera impresión— aliviada y maravillada de encontrarse una vez másrodeada de gente que no hacía preguntas sobre su ausencia, nomanifestabacuriosidad con respecto a ella y que, probablemente, no sentía ni la másmínima. Estaban todosmuy ocupados con lo que hacían los demás cuandoestabanjuntos,peroelgruposedeshacíayseformabadenuevosincesarysele sumaban nuevos componentes y los que partían se dispersaban en tantasdirecciones distintas y se dirigían a destinos tan desconocidos que, una vezlejosdelavista,parecíannotenermásconsistencianimáspermanenciaquelasfigurasquedesfilansincesarporunapelícula.

Aquellasensaciónde inmaterialidadhabíaaliviadola tensiónnerviosadeKate Clephane, y le había ayudado a sumergirse de nuevo, casi sin darsecuenta, en su antigua forma de vida.De su existencia en aquel intervalo sesabíalosuficiente—unaimagenborrosadelaopulenciadesuvidaenNuevaYork, un palco en la ópera, una familia importante y numerosa, una hijapreciosa casada con un héroe de guerra— para que su categoría dentro delgrupoaumentaseconsiderablemente,peroen loquea losdetalles se refiere,susamigosdelacostaAzulmostrabanunaagradablefaltadecuriosidad.Enlamayorpartedeaquellasvidasexistíanepisodiosqueeranecesariososlayarpormedio de increíbles acrobacias verbales, y todos estaban acostumbrados aaceptarlasmentirijillasdelosdemássinponerlasenteladejuicio.AlaseñoraClephaneno ledieron siquieraocasióndeofrecérselas:había regresadomásbella, mejor vestida —sí, querida, ¡martas cibelinas auténticas!— y losinvitaba a cócteles y partidas de mah-jong en su propio saloncito (con el

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añadidode lavistasalmar).Sealegrabandecontarconunaadquisición tanútil, y la distancia existente entre su categoría social y la de ellos no era losuficientementegrandeparadespertarenvidianiacritud.

—¡Aline!

Lapuertadelahabitacióndeladoncellaahoraestabasoloalotroladodelpasilloyapareciócaside inmediatoconunabandejadedesayunoen laquehabíavariascartas.

—¡Violetas!—anuncióconunasonrisa.

LaseveridaddeAlineen losúltimos tiemposseveíadulcificadaporunasonrisaocasional.PerolaseñoraClephanenovolvióelrostroniselemudóelcolor.Estasvioletasnoveníandelpobrechicocojocuyoramolahabíahechoruborizar con secretas esperanzas el día que el cable de su hija la habíareclamadoasulado,aquelchicoalquerecordaríadeporvida(esehabíasidosuprimerpensamientotrasdesembarcar)acausadeaquellafelizcoincidencia.Lasvioletasdehoynoencerrabanningúnmisterioni representabanningunaesperanza.Sabíadequiénprocedían,yquéetapadequéjuegorepresentaban,ycogiéndolasdelabandeja,trasolerlasbrevemente,sesirvióelchocolateconmanofirme.Aline,claramentecontrariada,aunquenovencida,pusolasfloresen un jarrón sobre el tocador de su ama. «Hala—decía su gesto—, ahí notienemásremedioqueverlas».

LaseñoraClephaneserecostóenlosalmohadonesconfundascolorrosaybebió el chocolate a pequeños sorbos con toda intención. Todavía no habíaabiertolascartas,nohabíahechootracosaquemirarbrevementelosremites.No había ninguna de su hija: Anne, en aquel momento, se encontraba enmedio del mar Rojo, rumbo a la India, y no habría noticias de ella en lassemanas venideras.Ninguna de las cartas tenía interés suficiente para leerlaconcalma.LaseñoraClephane las repasóunaodosveces,comosibuscaseuna que se hubiese extraviado, después, las empujó a un lado y cogió elperiódicolocal.

Habíavuelto a retomar su antiguohábitodedemorarse en cadapequeñodetalle cotidiano, aprovechándolo almáximo, prolongándolo tantosminutoscomo fuese posible, en un esfuerzo por tener las horas tan llenas que noquedasetiempoparalaintrospecciónniparaelrecuerdo;yleyóelperiódicocon detenimiento, desde el editorial grandilocuente sobre las maravillas delcercano Carnaval hasta la columna donde se glosaban las andanzas de lasociedadlocalydelacoloniaextranjera.

«Laflorynatadelacoloniaestadounidenseylaspersonalidadesfrancesasy extranjerasmás distinguidas de la costaAzul se reunirán esta tarde en labrillanterecepciónquelaseñoraParleyPlushhaorganizadoensuespléndida

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residencia Villa Mimosa en honor del obispo para Europa de las IglesiasEpiscopalianasAmericanas».

¡Ah,claro,erahoy!KateClephanedejóelperiódicoysonrió.Recordabala ira de la señoraMinity cuando se anunció que la recepción en honor delnuevoobispoladaríalaseñoraParleyPlush,¡laseñoraParleyPlush,aquiénse le ocurre! La señoraMinity no era uno de los miembros activos de loscomités parroquiales del reverendo Merriman; su indolencia corporal y untemorobsesivo a loquepodría suceder si su cochero intentaba conducir loscaballos por la estrecha calle donde estaba la rectoría la excluían de esaparticipación; pero, a pesar de ello, era unode los pilares de aquella iglesiagracias a su contribución pequeña, aunque constante, a sus fondos y a suscomentarios, también constantes, sobre los asuntos de la misma. El señorMerrimanotorgabaaaquellasopinionescasitodalaimportanciaqueellacreíaque merecían; y en una decena de ocasiones por temporada la señoraMerriman tenía que estar preparada para ser el objeto principal de aquellascríticasyparaconvencerladequenorenunciaseasureclinatorionicancelasesusdonativos.

«¡Esamujer—acostumbrabaadecirentregritos—,alaquehellevadoconregularidad de paseo enmi coche una vez cada quince días durante todo elinvierno, y a la que he regaladomelocotones al brandy y yo he tenido quepasarsinellos!».

LaseñoraMinity,conocasióndelúltimopaseo,nohabíadejadodedecirlealaseñoraMerrimanloquepensabadelaidea—propuesta,comono,porlapropia señoraPlush—dequeaquelladamafuese laelegidaparaagasajaralnuevoobispoensuprimeravisitaaladiócesis.Elescándaloyaeralobastantegrande, ¿quería la señoraMerriman que la señoraMinity le contase lo queaquella mujer había sido, que le hablase de su reputación? No, la señoraMerriman preferiría que no lo hiciese. Lo más probable es que, de haberquerido reconocerlo, ya estuviese enterada de todo… pero para la señoraMinityloverdaderamenteamargodeaquellasituacióneraelhechodequeellanopodíaeclipsaralaseñoraPlushyencargarsedelarecepciónporquevivíaenunpisopequeñoynoenunavillaenorme,enormehastalavulgaridad.

—No, querida, no intentes encontrarle explicación—en esta ocasión sedirigía aKate, aldía siguientedeque la señoraMerrimancumpliesecon supenitencia y hubiese dado el último de aquellos paseos— no trates decalmarmehablándomedelarectoría.TodoelmundoennuestropaíssabequelaseñoraParleyPlushprocededeAnaconda,enGeorgia,ytodoelmundoenAnaconda sabe de dónde procede. Y ahora, solo porque tiene una villallamativa(porlomenosesoesloquemecuentan,porquenaturalmenteyonohepuestoelpieenellaniloharénunca),ahoraquecuentaconelbeneplácitodeesosMerrimantansimplesdemente,quellevanveinteañosviviendoaquí

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como si de una colonia cuáquera se tratase, ¡va esa mujer y se atreve aofrecersecomolapersonaadecuada(¡laseñoraParleyPlushadecuada!)pararecibir a nuestro nuevo obispo en nombre de la colonia estadounidense!—continuólaseñoraMinitycualCasandraenfurecida—.Sielobisposupieselacuartapartedeloqueyosé,yqueyomeatreveríaadeciresmideber,comomiembrodeestadiócesis, contarle…Pero,bueno: ¿quépuedohacer conundoctor queme prohíbe categóricamente toda discusión acalorada, y quemeadvierte de que en caso de que alguien me diga algo desagradable podríaquedarmeenelsitio?

Kate Clephane había sonreído, aquellas pequeñas rivalidades estabanempezandoaresultarledenuevodivertidas.YladiversióndeverapareceralaseñoraMinity(estabaclaroqueesoeraloqueibaapasar)encasadelaseñoraPlush aquella tarde hacía que casi mereciese la pena ir allí. La señoraClephanealargóelbrazoparacogersuagenda,escudriñólapáginadeldía,ydescubrió(conotrasonrisa,aunqueestavezseladirigióasímisma)queyahabía anotado«Plush».Sí, era cierto, ella lo sabía bien: tenía que continuarabarrotandosusdíasdecosas,decosasbuenas,malaso indiferentes,apenasimportabaloquefuesencontaldequeestuviesenlosuficientementeapretadaspara que no quedasen rendijas entre ellas por las que pudiese colarse unamiradaretrospectiva.Suantiguadestrezaenelartede tomarse lascosasconcalma—todos aquellos trucos que la dejaban narcotizada y le servían paraevadirse e ignorar las cosas— habían vuelto gradualmente en su ayuda enmediodeaquellaluchaporrehacersuvida.PorsupuestoqueiríaacasadelaseñoraPlush…eraalgotansegurocomoquelaseñoraMinityibaaestarallí.

Hacíaundíaglorioso;eraexactamentelaclasededía,asegurarontodaslasdamas,enelqueunadesearíaqueelqueridoobispoviesesudiócesisporvezprimera.Lasfuerzasvivasdelacoloniaangloamericanasehabíanreunidoenlas floridas terrazas de la señora Plush, entre los macizos de cineraria yciclamenylasranasgigantesdeporcelanaazulque,enpalabrasdelaseñoraPlush,hacíanqueeljardíntuvieseunaspecto«másnatural».LapropiaseñoraPlushibamajestuosadegrupoengrupo,sinapartarlamiradadelalogiaporlaqueteníanqueaparecerelobispoyelseñorMerriman.

—Ah,miqueridolordCharles,¡quéamabilidadlasuya!Encontraráaquíatodassusamistades.Sí,laseñoraClephaneestáallí,alotroladodelaterraza—dijo la señora Plush con una sonrisa radiante, mientras le indicaba a unhombre alto, con aspecto desencantado, una palmera que emergía entre unamatadepensamientos.

La señora Clephane, desde debajo de la palmera, había observado lamaniobra,loquetambiénleprovocóunasonrisa.SabíaqueellaeraelpretextodelordCharlesparaasistiralarecepción,perotambiénsabíaquesealegrabadetenerunpretexto,porquedenohabervenido,lehabríasucedidolomismo

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que a ella, y no habría sabido qué hacer con aquella tarde. No había nada,pensabaellaaveces,quenosupiesede lordCharles,aunquesolohacía tresmeses que se habían conocido. Era con toda exactitud lo que los médicosdenominan«uncasodelibro»,yellahabíatenidotiempoyoportunidadessinlímite para dedicarse a estudiar aquel tipo de casos en particular. La únicadiferencia consistía en que él era un caballero, todavía era un caballero,mientrasque losotros, la inmensamayoríade ellos, nunca lohabían sidoohacíamuchotiempoque,comoelresto,habíanrenunciadoaserlo.

MientrasélseaproximabaporlagravilladoradaporelsolendirecciónaKate, esta se preguntó por enésima vez qué iba a hacer a ese respecto.¿Casarseconél?¡Diosnoloquisiera!Inclusosihubieseestadosegura—yenelfondodesucorazónno loestaba—deque ibaaofrecerle laoportunidad.¿Enamorarsedeél?Seencogiódehombrosytambiénlodescartó.¿Dejarquela cortejase?Bueno, un poco… cuando una está tan sola…y ya que era elúnicohombre«disponible»desugrupo…Peroloquedeverdadpretendíadeéleraque llenaseciertashorasvacías; saberquecuando llegaseacasaa lascincolaestaríaesperando,lamitaddelosdíasdelasemana,juntoalamesadel té; que cuando saliese a cenar era seguro que la gente lo invitaría y lopondríanenelasientodeallado;quecuandonohubiesepartidadebridgeodemah-jongquejugar,élsiempreestaríadispuestoahacerlarondadelastiendasdeantigüedadesytendríaojoparaencontrarverdaderasgangasparaelpisitoqueKateteníaenmente.

EsoeratodoloquequeríadelordCharles,quizátambiénfuesetodoloqueél quería de ella. Pero la posibilidad de que quisiese algo más (como susvioletas parecían indicar) le causaba una incertidumbre que no era del tododesagradable,sobretodocuandoambosestabanencompañíadeotrosyKateadivinabalaenvidiadelasdemásmujeres.«Unotienequeteneralgoaloqueagarrarse»: era el argumento de los drogadictos. Pues digamos que lordCharleseraladrogadeKate.¿Porquéno?CuandoeratanevidentequeKateeralasuya.

Seacomodóenlasilladejardínyobservócómoseaproximaba.Eratodauna maniobra estratégica: Kate sabía que su intención era «librarse de lospesados»yunirseaellacuandonohubiesepeligrodequelosinterrumpiesen.Podíaimaginárseloenotrostiempos,avanzandocondesprecioentresemejantecompañía,sindignarsemirarniaderechaniaizquierda.Peroahorano.Estabaen una fase de su declive en la que se consideraba prudente detenerse ycontemplarlavistaalladodelaseñoraPlush,intercambiarcumplidosconlaesposadelcónsul,saludarconfamiliaridadalseñorPalyeinclusoresignarsearecibirelsaludoescandalosodelaseñoradeHoraceBetterley,quebajabalasescalerasdelalogiaprecedidadeltintineodesusjoyaspararecordarleagritosquecontabanconsupresenciaaquellanocheenlacena.Eraeldestinodelos

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queteníanquerellenarsusdíasarebosardecosas,yyanopodíanpermitirseellujodeescogerlacalidaddelrelleno.Katecasieracapazdeimaginarseuntiempoenelque lordCharles,muyenjutoyarrugado, sededicaríaabuscarranasdeporcelanaparalacoleccióndelaseñoraPlush.

Se encontraba ya a mitad de la terraza cuando un repentino y agitadodespliegue de las plumas de la señora Plush pareció anunciar la llegadainminentedelobispo.Unaimpresionantefiguradenegroaparecióbajoelarcocentraldelalogia.LaseñoraPlushseadelantó,henchidadeorgullohastaelúltimoplieguedesusvestimentas:peroelreciénllegadonoeraelobispo,noera más que la señora Minity, vestida de cachemir negro y revestida demajestad,quesedetuvoymiróasualrededor.

LaseñoraPlush,quefrenóbruscamenteenplenoimpulsohaciadelante,sequedórígidauninstanteycasisecaeparaatrás.Conlamanoderechaesbozóel gesto de extender solo dos dedos en señal de saludo, pero su justaindignación por las críticas de la señora Minity desapareció barrida por eltriunfo de tenerla al fin en su casa y la señora Plush avanzó a toda vela yrecibióa la inesperada invitadaconlamismaobsequiosidadquesi laseñoraMinityhubiesesidoelobispo.

Kate Clephane contempló la escena divertida e indolente. Ahora que sumenteestabamásociosaeracapazdedisfrutardelosdetalleshumorísticosdesupequeñomundo.EsperabaquelaescenaentrelaseñoraPlushylaseñoraMinityseprolongase,yseestabaincorporandoparaacercarseyoírloquesedecíancuandoporfin,acompañadodelseñorylaseñoraMerriman,aparecióelobispo.

La señora Clephane se paró en seco en mitad de la terraza. Jamás sehubieseimaginadoesto,niporasomo.PeroahorarecordóqueencasadelosDroversehabíahabladodeldoctorArklowcomounodeloscandidatosparaesta nueva diócesis; y allí estaba, en lo alto de la escalera, justo encima dedonde ella se encontraba, con el mismo aire benigno y el mismo aspectoimponentequelaúltimavezquelohabíavisto,en la iglesiadeSanEstebancuandouníalasmanosdeAnneyChrisFenno…

ElprimerimpulsodelaseñoraClephanefuedarselavueltayperderseenla multitud. La visión de aquella figura traía consigo muchas escenasdesterradasymuchosrecuerdosborradosdelamemoriaqueahoravolvíanentropel, implacables, a importunarla. Sintió que unos dedos crueles leatenazabanelcuello.Porunmomentosequedóindecisa,aisladaenmediodelaterraza,después,cuandoyasevolvíaoyócomountrompetazolavozdelaseñoraPlush.

—¿LaseñoraClephane?Sí,claro,¡ahíestá!¡MiqueridaseñoraClephane,elobispoyalahadescubierto!

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Dio la impresión de que el obispo no había necesitado más que unazancadaparaalcanzarla:aquellapresenciasalvabaporcompletolasdistanciasy borraba el tiempo de un plumazo. Kate se vio de nuevo sentada en unaprofunda butaca de cuero, bajo el fotograbado de la catedral de Salisbury,mientrasélrecorríaladesgastadaalfombraquehabíadelantedelachimenea,y su voz de predicador pronunciaba aquellas dos palabras: «Sufrimientoestéril…».

—¿Le apetece que caminemosunpoco?El jardín parecemuybonito—sugirióelobispo.

Se detuvieron junto a una balaustrada blanca, bajo las mimosas, eintercambiarontrivialidadessobreelazuldelmaryelcalordelsol.

—NuevaYorkenfebrero…¡Menudofrío!…

—Sí,¿noledamosenvidia?Díatrasdíadeesto…Buenoy,porsupuestounasráfagasdemistraldevezencuando…peroesoessano…¡Ylasflores!

El doctor Arklow, con deliberación, cubrió con su enorme mano la deKate.

—Miqueridaseñora…¿CuándovaavolveraNuevaYork?

Katesintióquelerecorríaelrostroconaquellamiradadecomprensiónqueyahabíaadvertidoendosocasionesanterioresenlosojosdelobispo.

—¿ANuevaYork?Nunca.

Él hizo una pausa como si estuviese sopesando la respuesta y despuésdirigiólavistahaciaelMediterráneo.

—Nuncaesdemasiado tiempo.Hayalguienenesaciudadqueseríamuyfelizsiustedregresase.

Katelecontestóconprecipitación:

—Nuncahabríasidocomoélloimagina…

—¿Nocreequeesaélaquienlecorrespondejuzgareso?Creequeusteddeberíahaberledadolaoportunidad.

Ellabajólavozparadecir:

—Me sorprende que sea capaz de pedirme que vuelva a vivir enNuevaYorkotravez.

—Él no se lo pide, me ha encargado que se lo diga. La entiendeperfectamente…Estaríadispuestoacomenzarunanuevavidadondefuese…Ustedeslaquetienequedecidir.

Sehizounsilencio.Porfin,Katefuecapazdecontrolarlavozlosuficiente

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paradecir:

—Sí,loséyleestoymuyagradecida.Suponeungranconsueloparamí…

—¿Soloeso?

Hizounanuevapausay,acontinuación,allevantarlavistadescubrióunavezmásaquellamiradallenadecomprensiónenlosojosdelobispo.

—Noséquédecirle,cómoexplicárselo.Creoque…minegativa—bajólavozaúnmás—…Esloúnicoquemeprotegedeladesesperaciónabsoluta,delainfelicidadtotal.

Vioensumiradalaprimeraseñaldeperplejidad.

—¿Elhechodenegarse?

—Sí,elhechodenegarme.

¡Ay, era imposible! Jamás la entendería. ¿Cómose leocurriópensarqueibaaentenderla?

—Pero ¿seguro que no hay vuelta atrás, que es su última palabra? —preguntócondelicadeza.

—Esque…Tienequeser…Tienequeser.Esloúnicoquemesostiene—dijocasientresollozos.

No,nuncaloentendería.Surostrohabíarecuperadoelaire inexpresivoybeatíficoqueleerahabitual.Leestrechólamanoydijo:

—Hijamía,tengoqueverlaotravez…¡Estotenemosquehablarlo!

Y se alejó con aquella apariencia suya de hombre cortés y pocoobservador.

Los ojos de Kate se llenaron de lágrimas, por un instante la soledad lacubrió como un espeso velo. Siempre era así cuando trataba de darexplicaciones, y no solo a los demás sino también a ella misma. Pero alláadentro, tanhondoque supobre entendimientono lograba alcanzarlo, habíaalgoquedecía«no»,cadavezquelatentaciónlaasaltaba.Algoqueledecíaque, de igual forma que la compasión de Fred Landers había sido lo máspreciado que había podido ofrecerle, su negativa a aceptarla, su huidaprecipitadaanteella,eralomáspreciadoqueKatepodíaofrecerleacambio.Fred había vencido sus sentimientos más poderosos, su repugnancia másprofunda y le había tendido lamano al verla tan necesitada, renunciando atodas las tradiciones y a todas las convicciones propias; y ella lo habíabendecidoporello,perosehabíamantenidofirmeensudecisión.Yestatarde,cuandovolvieseacasayseencontrasesucartadetodaslassemanas—comoestabaseguradequeseencontraría,yaquenohabíallegadoconelcorreode

Page 194: La Renuncia Por Edith Whartonweb.seducoahuila.gob.mx/biblioweb/upload/la_renuncia.pdf · 2020. 2. 20. · la fragancia de los arbustos y se enredaban en las insidiosas espinas, hasta

lamañana—lobendeciríaunavezmás,lobendeciríaporescribirlelacartaypordarlelafortalezanecesariapararesistirsealosruegoscontenidosenella.

Puede que nadie lo entendiese nunca; era indudable que Fred Landersjamásloentendería.Peroasíera.Nohabríanadaenestemundoquepudiesevolveraserledetantaayuda—queleayudaseaolvidarlosantiguoshorroresy lanueva soledad—comoelhechode ser capazdenocambiardeposturaconrespectoaaquelladecisión,desercapazdedecirseasímisma,cadavezque empezaba a dejarse arrastrar por nuevas incertidumbres y a pensar ennuevasconcesionesque,enunaocasiónalmenos,sehabíamantenidofirmeyhabíaresguardadoenunpequeñoespaciollenodeluzydepazlomejorquelehabíasucedidoenlavida.

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