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LA PRIMERA PLANTA DE FILTRACIÓN DE AGUA DE LA CIUDAD DE LIMA
Por: Ernesto Maisch Guevara
Noviembre 1996
Hace cuarenta años, durante la gestión del Ing. Gustavo Laurie Solís, entonces
Superintendente del Servicio de Agua Potable de Lima, se construyó en La Atarjea la
primera planta de filtración de agua de la ciudad de Lima.
Desde los primeros tiempos Lima se ha abastecido de agua de la zona denominada "La
Atarjea", donde la presencia de la cadena de cerros Chivato, Sta. Rosa, Quiroz y El
Agustino cierra parcialmente el valle represando el acuífero que fluye en su suelo
aluvial.
Inicialmente bastaron los afloramientos naturales que se producían en la zona, como
consecuencia de dicho represamiento, pero ya en 1850 fue necesario construir un
primer sistema de galerías de infiltración para colectar las aguas a cierta profundidad
bajo el suelo. En 1920 se construyó un nuevo sistema de galerías de infiltración más
extenso y a mayor profundidad.
El proyecto contemplaba una galería central que pasaba entre los cerros Quiroz y Sta.
Rosa y dos brazos que intentaban interceptar el agua subterránea, a la profundidad de
diseño, en toda la anchura del valle. El ramal Sur sólo llegó a construirse en una corta
longitud, dado el decepcionante rendimiento del ramal Norte, que tenía su punto inicial
bajo el mismo lecho del río Rímac.
Ante esta situación se decidió la utilización de las aguas superficiales del río Rímac,
sometiéndolas a un somero proceso de tratamiento consistente en desarenación y
remoción de material fino en suspensión mediante coagulación y sedimentación. En
1935 se introdujo la cloración del agua para cuidar el aspecto de la contaminación
bactereológica de las aguas del río.
En estas condiciones se abasteció a la ciudad de Lima por más de treinta años, hasta
que en 1956 se construyó la primera planta de filtración de agua, con una capacidad de
5 m3/s. La planta incluyó, como tratamiento previo, un proceso de clarificación a través
de manto de lodos flotante, con flujo vertical ascendente y pulsante.
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La posibilidad de esta realización la ofreció el gobierno francés que financió el costo de
2'100,000 dólares de dicha planta en un período de siete años. El diseño, equipamiento
y ejecución de la misma estuvo a cargo de la firma Emile Degrémont, de París.
La importancia del proceso de filtración estriba en que no es tan sólo un proceso de
colado mecánico sino que intervienen en él complejos fenómenos físicos, químicos y
bactereológicos que le permiten remover partículas hasta diez mil veces más pequeñas
que los intersticios entre los granos de arena. Así las bacterias, cuyo tamaño es del
orden de un micrón, las finísimas partículas de arcilla del orden de un décimo de micrón
y aun coloides de un centésimo de micrón, quedan retenidos, en alto porcentaje, en la
superficie y poros del lecho filtrante.
El histórico caso de la severa epidemia de cólera registrada en 1882 en la ciudad de
Hamburgo, que usaba agua del río Elba sin filtrar, en contraste con la bajísima
incidencia de casos en la ciudad de Altona, que captaba aguas del mismo río Elba,
aguas abajo de la descarga de aguas servidas de Hamburgo, pero que filtraba dichas
aguas, fue una elocuente lección que llevó a la mayoría de las ciudades del mundo,
que usaban aguas superficiales, a incorporar el proceso de filtración en sus plantas de
potabilización. Fue sólo en 1956 que Lima se sumó a dicho grupo de ciudades.
La planta es del tipo de filtros rápidos, con flujo descendente, con tasa de filtración
constante (originalmente de 120 (m3/día)/m2), y alrededor de 2 m de carga hidráulica. El
material filtrante está formado por arena cuarzosa con granos bastante uniformes de
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0.8 a 1 mm de diámetro. El coeficiente de permeabilidad de este material es alrededor
de 600 (m3/día)/m2. El espesor del lecho filtrante es de 1 m.
La planta de filtración está conformada por 36 unidades de 100 m2 de área útil cada
unidad, dispuestas en dos alas a uno y otro lado de un edificio central. Cada ala tiene
dos baterías de 9 filtros, frente a frente, separadas por una galería de conductos en el
nivel inferior y una galería de operación al nivel superior. La alimentación de los filtros
se hace mediante canales perimetrales a las alas y la descarga de los mismos se hace
a canales colectores ubicados en las galerías de conductos en el nivel inferior.
El control de la constancia de la tasa de filtración es hidroneumático, haciéndose la
descarga de los filtros por sifones con admisión de aire controlada por pequeñas
válvulas operadas por flotadores que, originalmente, estaban ubicados en las pozas o
arquetas a las que descargan los filtros.
El aire admitido a la cumbre del sifón aumenta la pérdida de carga hidráulica en él,
disipándose en esta forma el exceso de carga que existe (para hacer pasar el caudal
de diseño a través del lecho filtrante), mientras no se haya alcanzado el límite del grado
de atascamiento del lecho, para el que se ha previsto la carga útil del filtro (carga total
menos las pérdidas que corresponden al caudal de diseño en canalizaciones y
accesorios del filtro).
La cantidad de aire que debe dejar ingresar el flotador en el sifón es la necesaria para
crear una pérdida de carga en él que sumada a la pérdida de carga en el lecho filtrante
sea igual, en todo momento, a la carga útil del filtro.
El flotador ubicado en la arqueta, aguas arriba del orificio que comunica dicha arqueta
con el canal colector, disminuía la admisión de aire al sifón cuando el nivel de agua
sobre el que flota descendía por una ligera disminución del caudal, provocada por un
aumento en el grado de atascamiento del lecho filtrante. La disminución del ingreso de
aire al sifón compensaba el aumento de atascamiento y el caudal se recuperaba. En
esta forma la tasa de filtración se podía mantener prácticamente constante, con inde-
pendencia del grado de atascamiento u obturación del lecho filtrante, durante la carrera
útil del filtro.
Para ajustar la descarga de la planta al caudal entrante a la misma era necesario hacer
la descarga de los canales colectores de los filtros por sifones maestros, cuya admisión
de aire estaba controlada por válvulas operadas por flotadores que registraban el nivel
de agua en el canal de ingreso a la planta. La regulación de la admisión de aire a la
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cumbre de estos sifones (al subir los flotadores disminuía la entrada de aire y
viceversa) ocasionaba una inversión en el sentido de la variación de niveles en los
canales colectores (a más caudal menos nivel), para conseguir que los flotadores que
gobernaban los sifones de los filtros actuaran en el sentido conveniente, dejando pasar
más agua cuando aumentaba el caudal entrante a la planta y restringiendo el paso
cuando dicho caudal disminuía.
El lavado de los lechos obturados se hace mediante reversión del flujo de agua e
inyección de aire comprimido. La carrera de filtro (período entre dos lavados
consecutivos) se mantiene entre 24 y 36 horas, dependiendo de la turbiedad del agua
entrante a los filtros. La cantidad de agua de lavado representa entre el 3 al 4% de la
producción.
En la década de los 60 se decidió aumentar la capacidad de la Planta N° 1 en 50%,
llevándola a 7.5 m3/s, para alimentar al sistema de distribución que se había ampliado
con grandes tuberías, de hasta 1.80 m de diámetro.
Para el efecto se aumentó el número de clarificadores de 4 a 6, con lo que la tasa de
carga superficial continuó siendo la misma, esto es 86.4 (m3/día)/m2. En cuanto a la
filtración sólo se procedió a la ampliación de los orificios que comunican las pozas o
arquetas de descarga de los filtros con el canal colector de los mismos, de manera que
la carga hidráulica sobre estos orificios continuara siendo la misma. Se duplicó el
número de sifones maestros (de 4 a 8), instalándose un par de nuevos sifones en los
extremos exteriores de los canales colectores. Desde estos extremos el agua regresa
al centro de la planta, donde está ubicada la conducción hacia los reservorios de agua
tratada, mediante conducciones externas. La tasa de filtración quedó simplemente
aumentada en la misma proporción que el aumento de la capacidad de la planta, esto
es a 180 (m3/día)/m2.
En la década de los 70 se decidió ampliar una vez más la Planta N° 1, llevándola al
doble de la capacidad original, o sea a 10 m3/s. En esta oportunidad se encontró
necesario bajar el nivel del falso fondo de soporte del lecho filtrante de 1.50 a 2.00 m
de profundidad. Esto significó un aumento de la carga hidráulica sobre la superficie de
la arena de 142%. Esta modificación eliminó el problema que se venía presentando de
desprendimiento de aire del agua, debido a las cargas negativas (vacíos parciales) que
se producían en los lechos filtrantes por la poca profundidad en la que se encontraban
los mismos. El aire desprendido y entrampado en el lecho filtrante por la corriente
descendente del agua reducía el área útil de dicho lecho.
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Para no disminuir la duración de las carreras de filtración y con ello aumentar el
porcentaje de pérdida de producción por lavados, por razón de la disminución de la
carga disponible para atascamiento del lecho (diferencia entre la carga hidráulica total
del filtro y las pérdidas de cargas fijas en arena recién lavada, canalizaciones y
accesorios, incluyendo el sifón sin aire), se reemplazaron los sifones de los filtros por
otros de mayor tamaño en forma que la pérdida de carga en ellos no aumentara. Con el
mismo propósito se amplió una vez más la capacidad de los orificios que comunican las
pozas o arquetas de descarga de los filtros con el canal colector de los mismos. La tasa
de filtración quedó aumentada a 240 (m3/día)/m2, que era aceptable en vista de los
nuevos conceptos en boga sobre diseño de filtros.
En la década de los 80 se decidió renovar los equipos de la Planta N° 1. Se cambiaron
las válvulas de compuerta de operación hidráulica por válvulas de mariposa de
operación neumática. Se renovaron las tuberías y bombas para el lavado de los filtros y
se instalaron nuevos pupitres de comando de los filtros.
En dicha oportunidad se cambió la regulación de los filtros de aguas abajo por una
regulación de aguas arriba, para mantener constante el nivel de agua en la caja de los
filtros con independencia del grado de atascamiento de sus lechos. Con este cambio
los sifones maestros dejaron de cumplir función alguna, ya que para el control de aguas
arriba no es necesario la inversión del sentido de variación de los niveles de los
canales colectores, que sí era necesaria para efectuar el control de aguas abajo.
Al presente se ha proyectado una nueva modernización de la Planta N° 1,
reemplazando el control hidroneumático por un control electrónico de niveles a uno y
otro lado de los orificios sumergidos que comunican las pozas de descarga de los filtros
con los canales colectores. Un sensor diferencial actuará sobre el posicionador de la
válvula de descarga del filtro para maniobrar dicha válvula en forma de mantener una
carga constante sobre el orificio y con ello una descarga uniforme de filtro, con
independencia del grado de atascamiento de su lecho.
Un sensor ultrasónico de niveles mantendrá constante el nivel de agua en el canal de
entrada a la planta, haciendo variar la carga de los orificios (que los sensores
diferenciales deberán mantener constante). En esta forma cualquier variación en el
caudal entrante a la planta se equirrepartirá entre todos los filtros en operación.
La información del caudal descargado por los filtros y de la pérdida de carga en sus
lechos será centralizada en un computador en la sala central de operaciones, desde la
cual, en el futuro, se podrá hacer el lavado de los filtros.
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La eliminación de los sifones de los filtros y de los sifones maestros representará un
aumento de la regularidad de funcionamiento y una reducción de los costos de revisión
y limpieza de las válvulas de admisión de aire de los sifones, cuya operatividad es difícil
de mantener. La eliminación de los sifones además representará una importante
reducción de las pérdidas de las cargas fijas de los filtros, quedando más carga
disponible para atascamiento, que se reflejará en carreras más prolongadas con la
consiguiente economía del agua de lavado, energía y personal de operaciones.
Efectivamente la eliminación de los sifones de los filtros representa una ganancia de
53% sobre la actual reserva de carga para atascamiento y la eliminación de los sifones
maestros representa una ganancia adicional de 32% de la actual reserva de carga para
atascamiento.
Si fuera necesario se aumentará el espesor de los lechos filtrantes para asegurar el
equilibrio de diseño de los filtros, que exige que las características del lecho filtrante
sean tales que la carrera de filtración concluya por agotamiento de la carga disponible
por atascamiento prácticamente al mismo tiempo en que se presenta una primera
evidencia de un ligero desmejoramiento en la turbiedad del efluente del filtro.
En resumen, la Planta N° 1 es una magnífica instalación que, con los cambios
relativamente menores que se plantea introducir, puede continuar funcionando por
muchos años en el futuro con una eficiencia comparable a cualquier planta moderna.
Inclusive queda habilitada para permitir un nuevo aumento en su capacidad, que la
llevaría a 12 m3/s.
El costo de los cambios que se proponen probablemente no alcanzará al 4% del costo
de reposición de una planta de su capacidad.