La Poesía en la Biblia
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La poesía en el Antiguo Testamento
Trabajo científico
Visión General del Antiguo Testamento
Pbro. Julián David Sepúlveda Zapata
Juan Esteban Orrego Echavarría
Mayo 2015
II de filosofía
ii Resumen
El hombre desde todas las expresiones religiosas presenta con sus palabras el diálogo
amistoso que quiere contraer con su Creador. El pueblo de Israel, escogido por Yahvé para alcanzar
la tierra prometida, no es la excepción; se ha valido de bellos poemas para manifestar su confianza
en Dios; a Él le suplican, alaban, dan gracias, piden perdón, pues por puro amor han sido llamados
a una misión especial.
Dios siempre permanece fiel y el pueblo lo sabe, por eso bendicen su nombre; pero no
siempre el pueblo es recíproco a esa fidelidad divina, por lo tanto pide perdón y se lamenta; es
devuelto a la vida por Yahvé, ha recobrado la esperanza, por eso da gracias; ora por medio de la
belleza artística de las palabras.
Por tanto, uno de los tesoros más grandes que se tienen del pueblo judío es su poesía; en el
Antiguo Testamento se ve claramente que entre los sucesos históricos y las narraciones teológicas
surgen expresiones líricas con el fin de dar mayor fuerza y belleza a la escritura y sobre todo
manifestar los sentimientos de un pueblo que no quiere perder su amistad con Dios.
iii Tabla de Contenidos
Introducción .................................................................................................................................... 1
LA POESÍA EN LA BIBLIA ......................................................................................................... 2
Comparación entre los poetas griegos y bíblicos ........................................................................ 2
Extensión del género poético en la Biblia................................................................................... 4 Poesía en los libros del Antiguo Testamento .......................................................................... 4
Prosodia hebrea ......................................................................................................................... 15
El paralelismo ....................................................................................................................... 15 Los versos ............................................................................................................................. 16
Estrofas ................................................................................................................................. 16
Poesía del Antiguo Testamento en la vida de la Iglesia ............................................................ 17
Conclusiones ................................................................................................................................. 19
Referencias .................................................................................................................................... 20
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Introducción
El Antiguo Testamento está impregnado en gran parte por un estilo literario que sobrepasa
en belleza y armonía la prosa: esta es la poesía, cualidad típica de los antiguos pueblos cercanos a
Israel, que ha dejado huella hasta los días actuales por su estilo elevado y armonía. En casi todos
los libros veterotestamentarios se encuentra esta forma de escritura expresada en apasionantes
discursos, ampulosas súplicas, desgarradores lamentos, elocuentes salmos, majestuosos himnos,
entre otros; pero su función no es solamente de resaltar un acontecimiento, sino más bien de darle
una continuidad a una prosa para crear una obra única que mediante dos formas de escritura,
catalogadas muchas veces como opuestas, puedan generar un texto digno de leer y vivir.
La poesía hebrea es el aporte más importante que el pueblo judío puedo haber hecho a la
literatura; su estilo apasionado es único y merece una parte importante en el estudio bíblico. En el
presente trabajo científico se quieren dar a entender tres cosas importantes: la primera, la figura
del poeta en Israel, por medio de la comparación con otra cultura para establecer su autenticidad;
la segunda, los elementos propios de la poesía en el Antiguo Testamento, a través de referencias
bíblicas y análisis exegéticos; y por último, se desea dar a entender dónde y cómo esa poesía tiene
aplicabilidad dentro de la vida de la Iglesia.
Así pues, se entrega el fruto de una investigación en el apasionante mundo literario de
Israel, para que haciendo cada oración junto con la Iglesia, se dé gloria a Dios, el amigo fiel del
pueblo que siempre está dispuesto a dar mano liberadora y llevar su rebaño a “posarse sobre pastos
seguros” (Cfr. Sal 23,2).
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LA POESÍA EN LA BIBLIA
Cuando se habla de poesía en la Palabra de Dios, se está haciendo referencia sobre todo
a una forma concreta y propia de escribir, especialmente en el Antiguo Testamento. Ella constituye
gran parte de la producción escrita de Israel, que por medio de versos armónicos, con
características peculiares, manifiesta sus sentimientos comunitarios, y en algunos casos
personales, dirigidos especialmente a Yahvé, el Dios que a lo largo de la historia se les ha ido
manifestando y les ha ido mostrando, paso a paso por pura misericordia, su bondad y predilección
hacia este pueblo específico, pueblo de su propiedad (Cfr. Ex 19, 5). Por tanto, en el pueblo surgen
personas dedicadas a expresar los sentimientos comunes: la relación filial del pueblo con Dios, la
relación entre los compatriotas, el ideal de vida de un verdadero israelita, entre otros. Ellos son los
poetas (en muchos casos los mismos profetas), personas tomadas dentro del pueblo que ponen por
escrito la vivencia diaria de Israel.
Comparación entre los poetas griegos y bíblicos
A la hora de examinar qué tan particulares e innovadores son los géneros literarios en la
Biblia, se necesita hacer una comparación con otros pueblos y otras culturas, de las cuales se pudo
haber bebido alguna fuente de escritura a la hora de redactar los textos sagrados.
Es por esto que en primer lugar, se pretende hacer una comparación entre la personalidad
de los poetas de Grecia y los poetas de Israel. Aunque “los poetas griegos (Homero, Hesíodo)
fueron acusados de mentirosos por los filósofos posteriores (…) en general, ni los antiguos ni los
nuevos poetas fueron perseguidos, pues sus imágenes y signos no iban en contra del sistema
establecido, sino que lo sustentaban” (Pikaza, 2007)
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Los relatos de los poetas griegos eran fantásticos, mostraban a los dioses con actitudes
humanas, asequibles al hombre y sobre todo con gestas contrarias al pensamiento; esta fue la razón
por la cual los filósofos helenísticos fueron quienes dieran la primera puñalada a la forma normal
de hacer poesía. Así mismo, en Israel aunque la poesía ha forjado un tesoro de gran valor para
judíos y cristianos; en su tiempo los poetas, fueron perseguidos y rechazados por el mismo pueblo.
Mientras los griegos solo padecieron un rechazo doctrinal, los israelitas sufrieron además un
rechazo y persecución física, que en algunos casos llegó a la misma muerte.
De igual manera, a la hora de mirar como tal qué tipo de mensaje brindan los poetas
griegos y hebreos, encontramos algunas diferencias que hacen de la poesía en Israel algo propio y
autónomo. El típico poeta griego es aquel que vive en un éxtasis existencial, todos sus escritos van
dirigidos a una realidad sobrehumana, inalcanzable; no se preocupan por la realidad concreta que
sucede, sino que buscan ante todo exponer ideas permanentes que solo pueden ser alcanzadas en
un tiempo futuro. No pasa así con los escritores poéticos en Israel; a diferencia de los primeros,
estos son hombres comprometidos con todas las realidades de su entorno, sus escritos son una
inserción profunda, desde la mirada divida, en el dolor y la injusticia de la humanidad; son personas
que con la perspectiva de Dios, logran analizar y transformar el contexto que los rodea, sus súplicas
son en favor de las realidades terrenas con esperanzas eternas y no pensamientos desencarnados
como los de los griegos.
Finalmente, a la hora de mirar la poesía como arte, se podría comparar el arte griego y el
arte israelita: el primero “expresa la más honda belleza de la realidad eterna, pero no ofrece a los
hombres un camino de esperanza que les permita librarse del destino” (Pikaza, 2007) mientras que
el segundo abre la posibilidad al hombre de encontrarse con Dios para tener un auxilio en su lucha
cotidiana; aunque en ocasiones falla en su búsqueda de trascendencia, se encuentra con la
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misericordia de un ser superior que lo ama y que se compromete con su diario vivir. El poeta
hebreo en síntesis quiere manifestar que el hombre no está solo en la vida, que sus deseos de
justicia, de igualdad son impulsados por Yahvé que lo acompaña en todo momento, “su arte no
consiste en salir de la miseria del mundo para introducirse en la verdad eterna, sino en penetrar de
manera creadora en el dolor del mundo para transfigurarlo en línea de esperanza” (Pikaza, 2007).
Extensión del género poético en la Biblia
Para hablar de la poesía propiamente dicha en Israel, cabe resaltar que los hebreos
conocían perfectamente las diferencias entre prosa y poesía y por lo tanto se valían de los versos
armónicos para mostrar énfasis en sus escritos y sobre todo para expresar mejor la pasión con la
que escribían. Sin embargo, es complicado analizar hoy por hoy cuáles textos específicos fueron
escritos en prosa y cuáles en poesía; difícil establecer qué textos son originales en el contexto
bíblico presentado y qué textos son agregados posteriormente.
Es precisamente esta dificultad el epicentro de muchos biblistas, que tratan de establecer
unidad de criterio en este aspecto, pero en realidad es tan complejo que lo único objetivo que se
tiene es la misma Escritura y por consiguiente la interpretación será diversa dependiendo de
quienes aborden el tema.
Poesía en los libros del Antiguo Testamento
Después de haber definido el posible conflicto que se presenta a la hora de mostrar la
diferencia entre prosa y poesía para el pueblo hebreo, se puede afirmar que en el Antiguo
Testamento “se hallan poemas caracterizados como tales en casi todos los libros canónicos” (Haag,
Born, & Ausejo, 1963). En efecto, “casi la mitad de toda la extensión del Antiguo Testamento
contiene textos en forma poética” (Biblia de América, 2011):
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En la Torá y en los libros históricos: “en todos los libros históricos del Antiguo
Testamento hay casos en que se emplea poesía para ilustrar el relato y para hacer vivida la
narración. Una de las características típicas de la literatura bíblica consiste en que aparecen lado a
lado la narración en prosa y la celebración poética del suceso histórico” (Flores, 2007).
En el Pentateuco se muestra claramente este contraste prosa-poesía que ayuda a dar
vitalidad a un hecho importante para el escritor y por tanto para el lector del texto sagrado. En
todos los libros del Pentateuco, excepto Levítico, aparece ese énfasis poético:
En Génesis hay poemas líricos como el “primitivo canto de venganza de Lámec” (Gn 4,
23-24) y la “maldición de Noé sobre Cam y bendición sobre Jafet y Sem” (Gn 9, 25-27) y poemas
mixtos como “la profecía de Dios a Rebeca” (Gn 25, 23), “la bendición de Isaac para Jacob” (Gn
27, 27-29), “la bendición de Isaac para Esaú” (Gn 27, 39-40) y “las bendiciones y presagios de
Jacob para sus hijos” (Gn 49, 1-27).
En Éxodo aparece como ejemplo de poema épico el “canto de acción de gracias de los
liberados” (Ex 15, 1-18.21).
En Números surgen poemas líricos como “la fórmula de bendición aarónica” (Nm 6, 24-
26), “las fórmulas para levantar y posar el arca” (Nm 10, 35.36) y el “canto del pozo” (Nm 21, 17-
18) y poemas mixtos como “la caída de Jesbón” (Nm 21, 27-30) y “los oráculos de Balaán” (Nm
23, 7-10.18-24; 24, 15-24).
En Deuteronomio florece un poema lírico que es de “las maldiciones” (Dt 27, 15-26) y
poemas mixtos como “el cántico de Moisés” (Dt 32, 1-43) y “las bendiciones de Moisés” (Dt 33,
2-29).
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Ahondando ya en los libros históricos nos encontramos que básicamente los temas que
pretenden abordar estos libros son “la destrucción de Jerusalén y del templo, deportación del rey
y del pueblo” (Biblia de América, 2011) y por lo tanto su literatura no es meramente histórica, sino
que es un canto a la justicia divina, tanto del pasado como del presente; es por esto que los escritos
de esta índole tienen lugar importante en la vida de la Iglesia, ya que hacen actual la relación de
Dios con su pueblo.
En Josué se halla solamente el poema épico de “la orden de Josué al sol y a la luna” (Jos
10, 12-13).
En Jueces se encuentra el poema épico del “canto de Débora y Barac” (Jue 5, 1-31) y el
poema didáctico de “la adivinanza de Sansón” (Jue 14, 14a. 18a).
Los libros de Samuel contienen poemas líricos como “el agradecimiento de Ana” (1 Sm
2, 1-10), “las canciones populares para alabar a David” (1 Sm 18, 7; 21, 12), “la lamentación de
David” (2 Sm 1, 19-27), “el lamento por Abner” (2 Sm 3, 33-34) y “el canto de victoria de David”
(2 Sm 22); además hay un poema mixto: “las últimas palabras de David” (2 Sm 23, 1-7).
En los libros de los Reyes aparecen los “poemas proféticos” (2 Re 19, 21-28.32-34).
Por último en los libros de Crónicas se evidencian poemas líricos sobresalientes: “el
cántico de David para la instalación del arca” (1 Cr 16, 8-36) y la parte final de “la oración de
Salomón” (2 Cr 6, 41-42).
En los profetas: “Los libros proféticos del Antiguo Testamento presentan una
contribución única en su género a la literatura universal con su fusión de prosa y poesía en
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secuencia continua. En estos libros están entremezclados la historia profética, el discurso oratorio
y la celebración poética” (Flores, 2007).
Como se había explicado antes, el profeta israelita es particular, sobre todo, por su
irrupción dentro de la vida común del pueblo; él escribe en nombre de Dios para resolver los
problemas que atañen a la comunidad, y ante todo brinda esperanza y consuelo de que el pueblo
que alguna vez se extravió puede recobrar su relación amistosa con el Creador y por ende puede
aspirar a los bienes futuros, tanto terrenales como trascendentales.
Ahora bien, a la hora de hablar de qué fragmentos específicos dentro de la literatura
profética fueron escritos en prosa y qué textos en poesía queda demasiado complicado, porque lo
que hace verdaderamente apasionante de la escritura de los profetas hebreos es precisamente que
hacen una combinación perfecta entre prosa y poesía.
“Los primeros 39 capítulos de Isaías están formados por pasajes entremezclados de prosa
y poesía; pero los capítulos 40-66 de este libro profético son casi exclusivamente poesías” (Flores,
2007). En Jeremías pasa algo similar: los capítulos 1-31 y 46-51 son una verdadera obra de arte
compaginada entre la escritura convencional en prosa y la redacción elegante en poesía. En
Ezequiel y Daniel, los otros dos profetas mayores para la mayoría de estudiosos bíblicos, se
encuentran pocos casos de poesía, aunque no menos importantes que los demás.
Por lo que concierne a los profetas menores, se puede agregar que son elocuentes porque
logran presentar la poesía en su esplendor, sea de forma total o parcial, y así transmiten el mensaje
divino con mayor ímpetu.
La literatura profética está colmada de poemas elocuentes, muchas veces confusa con la
misma prosa; en ella hay cuatro grandes clasificaciones poéticas donde se manifiesta con toda su
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energía la pasión literaria de los “portavoces de Dios”. Estas cuatro grandes clasificaciones de la
literatura de los profetas son:
En primer lugar se encuentra la poesía popular, que tiene como mayor ejemplo el texto
de Isaías 23, 16. Seguidamente se halla la poesía épica con el pasaje sobresaliente de Habacuc 3,
2-19. Posteriormente, está la poesía lírica, en la cual destacan citas como Isaías 5, 1-7; Isaías 38,
10-20; Jonás 2, 3-10; Nahum 1, 1-13 y Daniel 3, 26-45. Por último, aparece la poesía lírico-
profética con contenidos al estilo de Isaías 12, 1-5 e Isaías 26, 1-6.
En los poéticos y sapienciales: Además de la Torá y los libros de los profetas, en el
Antiguo Testamento aparecen otros escritos de gran importancia para el pueblo judeo-cristiano;
estos han sido catalogados como poéticos (Salmos, Cantar de los Cantares y Lamentaciones) y
sapienciales (Job, Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría y Eclesiástico). Para definir los aspectos
poéticos más importantes, se toman por aparte estas dos secciones:
Libros poéticos: Antes de mirar los aspectos poéticos de estos libros, es importante definir
por qué son llamados así únicamente estos libros, sabiendo que la mayoría los demás escritos
veterotestamentarios (como Isaías, Oseas, Job, entre otros) también tienen como recursos literarios
los poemas. La razón es sencilla:
En ellos (Is, Os, Job) la poesía está más directamente en función de otros objetivos:
proféticos (en Isaías y Oseas) y sapienciales (Job). Los escritos que aquí se incluyen (Sal,
Cant y Lam) no están mediatizados por otros objetivos ni al servicio de otros géneros.
Estos tres escritos representan, además, tres tipos de poesía de gran arraigo y difusión en
otros pueblos y culturas: la poesía religiosa, la poesía amorosa y la poesía elegíaca o de
lamentación. (Biblia de América, 2011)
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El primero de los libros poéticos, Los Salmos es el conjunto de las oraciones del pueblo
de Israel. La oración es una manifestación clara de la relación profunda entre Dios y el pueblo;
por medio de ella, se expresan los sentimientos comunitarios dirigidos a Yahvé. Los salmos son
las oraciones poéticas acompañadas de música con las cuales se fortalece el vínculo filial entre el
Señor y el pueblo.
La poesía expresada en este libro es diversa. Es por esto que surgen las “familias de
salmos”, ellas ayudan al lector que se acerca al texto sagrado a conocer más profundamente el
sentido de cada salmo, la intención del hagiógrafo y sobre todo el contexto en el cual está ubicado.
Estas familias son:
a) Los himnos; “en el ámbito de la literatura bíblica, el himno es la forma lírica más
difundida, no solo en el Salterio y en los libros sapienciales, sino también en los demás libros
bíblicos” (Tábet, 2007). Estos himnos tienen a su vez una clasificación en subgéneros:
Himnos a Dios Creador (Salmos 8; 19; 29; 33; 100; 103-104; 111; 113; 114; 117; 135;
136; 145-150). Himnos al Señor como rey (Salmos 93; 96-99). Himnos mesiánicos (Salmos 2; 18;
20; 21; 45; 72; 89; 101; 110; 132; 144). Himnos a Sión (Salmos 46; 48; 76; 84; 87; 122), donde se
incluyen los “salmos de peregrinación” (Salmos 120-134).
b) Salmos de súplica; “estos son proferidos tanto por orantes individuales en nombre
propio o recitados en la asamblea litúrgica. De hecho, por sus características particulares conviene
distinguir estas dos categorías de salmos: de súplica individual y de súplica colectiva” (Tábet,
2007). Dentro de esta familia de súplica, se encuentran los siguientes subgrupos:
En primer lugar, los Salmos de lamentación individual (Salmos 5-7; 13; 17; 22; 25; 26;
28; 31; 35; 36; 38; 39; 42; 43; 51; 54-57; 59; 61; 63; 64; 69-71; 86; 88; 102; 109; 120; 130; 140-
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143) y comunitaria (Salmos 12; 44; 58; 60; 74; 79; 80; 83; 85; 90; 94; 108; 123; 137).
Seguidamente, los Salmos de confianza individual (Salmos 3-4; 11; 16; 23; 27; 62; 121; 131) y
colectiva (Salmos 115; 125; 129). Y por último, los salmos de acción de gracias (Salmos 9-10; 30;
32; 34; 40; 41; 92; 107; 116; 138).
c) Salmos didácticos; “en este grupo se incluyen toda una serie de salmos, generalmente
diversos entre sí, cuya finalidad última es enseñar, instruir en determinados aspectos y exhortar al
individuo o grupo” (Biblia de América, 2011). Dentro de estos salmos, se encuentran cuatro
subgéneros:
Salmos históricos (Salmos 78; 105; 106). Salmos litúrgicos (Salmos 15; 24; 91; 95; 134).
Salmos proféticos (Salmos 14; 50; 52; 53; 75; 81) y Salmos sapienciales (Salmos 1; 37; 49; 73;
112; 119; 127; 128; 133; 139).
Aunque cada salmo se puede identificar con una de las familias anteriores, “hay que
contar con la existencia de muchos ‘salmos mixtos’. En ellos, los temas, los motivos teológicos y
las formas literarias se encuentran mezclados. Por tanto, conviene respetarlos en su forma actual,
sin pretender a toda costa encasillarlos” (Biblia de América, 2011).
El segundo de los libros poéticos, Cantar de los Cantares, “es un poema epitalámico de
gran fuerza expresiva, en el que el amado y la amada manifiestan, en auténticos diálogos o
soliloquios, su ardiente amor, más fuerte que la muerte (Cant 8, 6) y capaz de superar cualquier
obstáculo” (Tábet, 2007).
Es un escrito con características literarias particulares. “Es el único libro de la Biblia que
consiste exclusivamente en poesía escrita en forma de diálogo” (Flores, 2007); su estilo lírico se
caracteriza por la mezcla de formas poéticas diferentes dentro del texto; “se observan repeticiones
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de palabras, se pasa de un escenario a otro. La luz y los colores, los sonidos y los olores, las
metáforas y las comparaciones, la naturaleza y la historia, lo cotidiano y lo exótico, todo este arco
iris de géneros literarios está al servicio de una intención: cantar al amor” (Alonso Schökel, 2010)
En el texto sagrado aparecen algunos estribillos: “les suplico, muchachas de Jerusalén,
por las gacelas y las ciervas del campo, que no molesten ni despierten a mi amor, hasta que ella
quiera” (Cant 2,7; 3,5 y 8,4) y “su brazo izquierdo rodea mi cabeza, con el derecho me abraza”
(Cant 2,6 y 8,3). Aunque los personajes principales son el amado y la amada, “en algún momento
hace su aparición en escena un coro que confiere al conjunto poético cierta estructura dramática,
haciendo progresar el diálogo. Puede que se trate de ‘las muchachas de Jerusalén’ mencionadas en
varias oportunidades (Cant 1,5; 2,7; 3,5; 3,10; 5,8; 5,16; 8,4)” (Morla, 1994)
Así pues, al darse la compilación de diversos poemas en una sola obra, el texto toma una
forma de “poema dramático” donde “es posible identificar algunas formas menores como poemas
de nostalgia (Cant 1, 2-4; 2, 14-15), piropos (Cant 1,15-2,3; 4,9-5,1: 6, 4-7), cantos con tonos
irónicos (Cant 1, 7-8; 2,15), poemas rememorativos (Cant 2, 8-13) y descripciones de encantos
físicos (Cant 4,1-7; 5, 10-16)” (Biblia de América, 2011).
Finalmente es necesario decir que el Cantar de los Cantares no sigue ningún plan definido;
es una colección de cantos enlazados en un tema común: el amor; “los poemas del Cantar tienen
un carácter autóctono innegable” (Römer, Macchi, & Nihan, 2008). Sin embargo, al ser Palabra
de Dios debe leerse con unidad de criterio, haciendo de este libro una historia inmersa en una
realidad concreta que hace que el que se acerque a ella vea en el amor el camino del conocimiento
de Dios.
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El último libro poético es de las Lamentaciones, “compuesto por cinco cantos elegías o
cantos de lamento, en su mayoría fúnebres, con un tema central: la destrucción de Jerusalén y del
templo” (Biblia de América, 2011). El contexto de la obra no pudo haber sido peor: el pueblo
estaba totalmente desolado, habían perdido lo más importante en cuanto la unidad, su templo y
habían sido desterrados; se sentían abandonados completamente por Dios y por eso el libro es una
súplica desgarradora a Yahvé, pues han perdido su identidad de pueblo.
Cada uno de los cinco poemas trae desde diferentes perspectivas los sentimientos de dolor
entre los hebreos. “Los cuatro primeros capítulos están construidos como poemas alfabéticos (cada
estrofa comienza con una de las 22 letras del alfabeto hebreo) y el quinto tiene tantos versos (22)
como letras tiene dicho alfabeto” (Biblia de América, 2011).
El primer poema empieza como una elegía fúnebre donde se tiene claro que el castigo es
merecido, luego es personificada Jerusalén como sujeto principal del lamento; sin embargo, este
poema es esencialmente comunitario. El segundo poema muestra el dolor que ha tenido que
soportar Jerusalén a manos de Yahvé. El tercer poema, a pesar del predominio de los aspectos de
la lamentación individual, contiene expresiones en tono de salmo y acción de gracias; luego pasa
a una dimensión comunitaria. En el cuarto poema, aunque predomina la elegía, se perciben
elementos comunitarios y lenguaje profético. El quinto poema es una lamentación comunitaria,
con las típicas quejas y súplicas de este género, aunque incluye algunas formas hímnicas.
En conclusión, en el libro de Lamentaciones el pueblo busca un consuelo, expresado por
elegías, ya que es consciente de que “la destrucción de Jerusalén es un merecido castigo por sus
pecados (Lam 1,5.8.14s.20.22; 3,42; 4,5; 5,7.16)” (Morla, 1994). El papel del poeta es hacer
reconocer al pueblo de su pecado e implorar la misericordia divina.
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El poeta no tiene más remedio que subrayar el hecho de que los pecados de Judá han
sobrepasado los límites de cualquier promesa incondicional relativa a la inviolabilidad de
Sión y de la dinastía davídica. Verdad es que en Lamentaciones no hay ninguna referencia
explícita a la ruptura de la alianza, pero la destrucción de la ciudad y del estado es descrita
en términos que bien podría suscribir el autor de Deuteronomio 28, 35: “El Señor te herirá
en tus rodillas y en tus muslos, desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza, con
una úlcera maligna que no podrás curar” (Morla, 1994).
Libros sapienciales: Finalmente, es necesario mirar la poesía dentro del contexto de la
sabiduría de Israel, que como en todos los pueblos tiene nacimiento dentro de la población media
y por tradición oral. Pero al ser pasados a la parte escrita sus mejores elementos sapienciales, es
necesario examinar los principales aspectos poéticos contenidos allí.
En el libro de Job aparece en gran esplendor el genio literario hebreo. “El tema de Job es
el problema antiquísimo del sufrimiento humano. En un mundo creado y sostenido por un Dios
justo y bondadoso, ¿por qué debe sufrir un hombre bueno?” (Flores, 2007). El texto se compone
de tres partes poéticas: “diálogos de Job con sus tres amigos” (Job 3-31), “monólogo de Elihú (Job
32-37) y “diálogo entre Dios y Job (Job 38,1-42,8). Es entonces esta obra un diálogo con elementos
de lamentación que encarna la teología de la retribución, según la cual Dios da premios a los
buenos y castigos a los malos. Pero termina explicando que la libertad de Dios no se mide por
criterios humanos, sino ante todo por su infinita justicia.
Proverbios es el libro que busca la sabiduría desde las cosas prácticas, lleva al hombre a
ser sabio desde las prácticas diarias. Su escritura es esencialmente poética, llena de diversas figuras
literarias que enriquecen el texto.
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En esta obra se evidencia claramente el paralelismo hebreo, del cual se toman tres clases:
El paralelismo antitético (Prov 10,19; 13,9.22; 15,29), el cual consiste en la yuxtaposición de
contrarios; el sinomínico (Prov 18,15; 21,14; 29,22), que refuerza una observación mediante la
repetición del punto esencial con palabras distintas pero sinónimas; y el progresivo (Prov 10,26;
19,20; 20,11.20), que va construyendo escalonadamente sobre una idea el mensaje a dejar.
“Esta unidad básica de dos miembros da forma tanto a dichos populares como a dichos
más refinados y cultos; a sentencias, máximas y consejos; a juicios de valor y a comparaciones”
(Biblia de América, 2011).
El libro del Eclesiastés parte de la pregunta de Qohélet “¿qué provecho saca el hombre
de todos los afanes que persigue bajo el sol?” (Ecl 1,3) y a partir ahí reflexiona sobre diferentes
aspectos de la vida como la sabiduría, el trabajo, la riqueza, los bienes, la fama, la religiosidad,
entre otros. Su forma literaria es casi toda en prosa, sin embargo logra alcanzar momentos de gran
altura poética, como la descripción de la vejez y la muerte (Ecl 12,1-7).
Por último, los libros de Sabiduría y Eclesiástico presentan recursos poéticos sobre todo
para alabar el don de la sabiduría que es “puro don de Dios” (Sab 8,21); estas dos obras hacen del
poema una expresión clara de la sabiduría hebrea, que busca explicar por medio de diversos
recursos, realidades trascendentes aplicadas a la vida práctica.
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Prosodia hebrea
“El ritmo inherente a toda poesía se logra entre los hebreos por medio de tres recursos
estilísticos: el paralelismo, la versificación y las estrofas” (Haag, Born, & Ausejo, 1963). A
continuación se presentan los rasgos más importantes de cada uno de los anteriores elementos
dentro de la poética de Israel.
El paralelismo
Al hablar de esta particularidad de la literatura poética judía podemos tomar la definición
del obispo anglicano Robert Lowth: el paralelismo consiste en “cierta igualdad o semejanza de los
miembros de cada frase, de forma que, generalmente, en cada miembro se correspondan
pensamientos a pensamientos y palabras a palabras, como si hubieran sido medidas ajustadas unas
con otras” (Lowth, 1753). Se descubren inicialmente las formas primarias de paralelismo
(antitético, sinonímico y progresivo) que abundan no solamente en Proverbios y Salmos, sino que
se pueden hallar en cualquier pasaje poético.
Sin embargo, no solamente se encuentran estos tipos de paralelismo; la cultura judía está
llena de diversos ejemplos de escritura y no es la excepción en este caso conocer que por más que
se trate de encasillar cada verso en un tipo concreto de redacción, van a aparecer fragmentos donde
su unicidad hace que surjan nuevos géneros literarios y por tanto nuevas formas de conocimiento
de la Escritura.
Así pues, sobresalen también nuevos tipos de redacción poética: paralelismo de eco (Sal
114,4.7), paralelismo in crescendo (Sal 115,1), paralelismo de repetición de palabras principales
(Sal 113,1). También se encuentran ejemplos donde se rompe el esquema de dos versos y se pasan
a cuatro, como en el paralelismo múltiple (Sal 78,8), el alternante (Sal 5,2s) y el introvertido (Sal
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5,10). De igual manera se hallan fragmentos compuestos por números impares de hemistiquios, el
paralelismo trimembre (Sal 77,3.17-20). Y por último, sobresalen ejemplos donde se unen dos
tipos diferentes de paralelismo: dos sintéticos forman un sinonímico (Hab 1,2).
Los versos
Hasta hace poco, un siglo aproximadamente, dentro de los estudios bíblicos no se tenía
en cuenta el tema de la versificación para los hebreos; pero a partir de inicios del siglo XX, muchos
autores se han encargado de clasificar los versos poéticos del Antiguo Testamento por la cantidad
de sílabas, por el número de estas y por su acento.
Al estudiar estos aspectos se “demostró que el carácter del verso hebreo depende del
número y colocación de los aspectos tónicos” (Haag, Born, & Ausejo, 1963). Para hacer énfasis
en una palabra o expresión determinada, es muy común encontrar en el Antiguo Testamento una
entonación especial en forma de elevación en la escritura de la palabra: las sílabas cortas se hacen
largas. De igual manera se estudia la sucesión de sílabas, cómo deben ir las sílabas tónicas en
relación con las átonas, elementos que los hebreos, como los pueblos de su tiempo, tienen muy en
cuenta para darle belleza al texto lírico.
Estrofas
Los versos se agrupan en varios fragmentos separados entre sí, llamados estrofas. Estas
estrofas “pueden ser conjuntos desiguales que mutuamente se limitan, sea por el empleo de
determinados artificios de forma, como la aliteración (Sal 44,5), la asonancia (Sal 32,1) o la rima
(Sal 54,3-5.9)” (Haag, Born, & Ausejo, 1963). Algunos autores afirman con gran certeza que los
hebreos son tan rigurosos con las estrofas como con los hemistiquios; cada verso, cada sílaba, cada
letra debe tener su lugar específico dentro de la estrofa.
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En conclusión, lo bello de la poesía hebrea y lo necesario para poderla estudiar es su
“apasionada redacción”; cada uno de los detalles de las letras, sílabas, versos y estrofas debe ser
custodiado con esmero para que el sentido original no se pierda y se haga una interpretación más
eficaz del texto sagrado.
Poesía del Antiguo Testamento en la vida de la Iglesia
La obra de la redención de los hombres y de la perfecta glorificación de Dios es realizada
por Cristo en el Espíritu Santo por medio de su Iglesia, no sólo en la celebración de la
Eucaristía y en la administración de los sacramentos, sino también con preferencia a los
modos restantes, cuando se desarrolla la Liturgia de las Horas. En ella Cristo está presente
en la Asamblea congregada, en la Palabra de Dios que se proclama y cuando la Iglesia
suplica y canta salmos (Sagrada Congregación para el Culto Divino, 1971)
La poesía del Antiguo Testamento no se ha quedado ahí en el mero recuerdo o en la mera
enseñanza pasada; la Iglesia la hace viva todos los días por medio de su Liturgia, santifica las horas
del día con los salmos y cánticos (tanto de Antiguo como del Nuevo Testamento) al igual que lo
hizo Jesús durante su vida; nutre la Escritura con la Tradición forjada durante aproximadamente
dos mil años, busca establecer un diálogo perfecto con su Divino Pastor recordando la historia de
la salvación, haciéndola suya y suplicando junto con el escritor sagrado a Dios por la liberación,
por la justicia, por la paz, por la tierra prometida; eleva además acciones de gracias en nombre de
todo el pueblo santo para que unidos íntimamente al antiguo pueblo de las promesas y sobre todo,
por la fe, a todo el universo, tribute honor y gloria a la majestad divina.
La primitiva Iglesia cristiana hacía del “Antiguo Testamento y su explicación sinagogal
el principal, casi único, libro de teología; de allí debía extraer los conceptos que le permitieran
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formular su fe” (Equipo Bíblico Claretiano, 2001). Por tanto, la fe de cristiana se ha fundamentado
en gran parte a la poesía de Israel (que compone casi la mitad del Antiguo Testamento); esto es
posible porque Jesús, Cabeza de la Iglesia, como buen judío de su tiempo rezó los salmos
veterotetamentarios y extrajo de la misma Revelación divina su itinerario de vida.
Así pues, el marco eclesiológico de la poesía en el Antiguo Testamento consiste sobre
todo en que no solo se toma la Palabra de Dios para ocasiones esporádicas, sino que la Iglesia
invita a orar en todo momento con la misma poesía hebrea, con la poesía que llevó al pueblo de
Israel al conocimiento de Dios, prototipo del caminar actual del Cuerpo Místico del Señor, que
ayudado por medios divinos, busca su ideal: la vida eterna, figura plena de la tierra prometida. La
oración poética de la Iglesia es entonces un caminar constante de salvación como el pueblo
escogido por Dios, que por medio de la historia y en ella por la oración tiene el encuentro beatífico
con su Creador.
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Conclusiones
“Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza” (Jer 17,7). Al haber
concluido un recorrido bíblico buscando los más esbeltos estilos poéticos, conociendo las diversas
realidades padecidas por el pueblo escogido por Dios y evidenciando los sentimientos comunes
que relacionan a Yahvé con Israel, queda resaltar tres grandes ideas aprendidas:
Dios es rico en fidelidad a su palabra; sus promesas son verdaderas y estables, hacen que
todo un pueblo tenga algo que esperar, sea feliz en un recorrido hacia una tierra, hacia una paz.
Yahvé dirige a su pueblo con amor y le brinda bienestar, pero Israel cae, se equivoca y es castigado
por la justicia divina; es ahí donde se da cuenta qué tan grande ha sido Dios con ese pueblo y por
lo tanto manifiesta sus sentimientos al Dios de bondad, al Dios de misericordia que rescata a su
heredad por amor.
Los poetas tienen gran influencia en la vida popular; no son solo los recopiladores de unos
sentimientos comunes, sino que son ante todo comunicadores de Dios para los hombres y de los
hombres a Dios, para que la relación entre ellos sea estable y verdaderamente fiel.
El mejor legado en cuanto escritura que dejó el Antiguo Testamento es su variedad de
estilos de redacción. Esos textos que son Palabra de Dios transmiten a los hombres de todas las
generaciones un mensaje inagotable, un mensaje de salvación. En verdad, al concluir este trabajo
se puede exclamar como el escrito a los hebreos “la Palabra de Dios es viva, eficaz y más cortante
que una espada de dos filos: penetra hasta la división del alma y el espíritu, hasta lo más profundo
del ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Heb 4,12).
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Referencias
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Mensajero.
Biblia de América. (2011). Estella: Editorial Verbo Divino.
Equipo Bíblico Claretiano. (2001). "Derramará como lluvia su sabirduría". Libros sapienciales.
Buenos Aires: Editorial Claretiana.
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http://eltextobiblicoat.blogspot.com/2007/05/5901-la-poesa-en-los-libros-histricos.html
Haag, D., Born, A., & Ausejo, S. (1963). Diccionario de la Biblia. Barcelona: Editorial Herder.
Lowth, R. (1753). De sacra poesi Hebraeorum. En D. Haag, A. Born, & S. Ausejo, Diccionario
de la Biblia. Barcelona: Editorial Herder.
Morla, V. (1994). Introducción al estudio de la Biblia. Libros sapienciales y otros escritos.
Navarra: Editorial Verbo Divino.
Pikaza, X. (2007). Diccionario de la Biblia. Historia y Palabra. Navarra: Editorial Verbo
Divino.
Römer, T., Macchi, J., & Nihan, C. (2008). Introducción al Antiguo Testamento. Bilbao:
Editorial Desclée de Brouwer.
Sagrada Congregación para el Culto Divino. (1971). Ordenación General de la Liturgia de las
Horas. Obtenido de Corazones en oración:
http://www.corazones.org/biblia_y_liturgia/liturgia/liturgia_horas_orden_gen.htm
Tábet, M. (2007). Introducción al Antiguo Testamento (Segunda ed., Vol. III. Libros poéticos y
sapienciales). Madrid: Editorial Pelícano.