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La peste, la bestia y el monstruo Johann Most 2013

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La peste, la bestia y elmonstruo

Johann Most

2013

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Índice general

La peste, la bestia y el monstruo 51. Breves apuntes biográficos de Johann Most 52. La relación de Most con Alexander Berk-

man y Emma Goldman . . . . . . . . . 123. La peste, la bestia y el monstruo . . . . . . 174. Acerca de los textos aquí traducidos y

compilados . . . . . . . . . . . . . . . . 25

Textos de Johann Most 27

La peste de Dios 29

La bestia de la propiedad 56

El monstruo social 83

La acción como propaganda 112El comunismo anarquista . . . . . . . . . . . 115

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El ataque es la mejor forma de defensa 125Proclama de Pittsburg . . . . . . . . . . . . . 129

¿Cuándo se halla el pueblo “preparado” parala libertad? 140

Apéndice 147In memoriam de Johann Most. Por Stephen

Daniels . . . . . . . . . . . . . . . . . . 147Cronología de la vida de Johann Most . . . . 155

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En memoria de Carlos Torres

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La peste, la bestia y elmonstruo

Por Aníbal D’Auria“la Iglesia, el Estado y la bolsa, ‘santísima trinidad’ quehay que destronar si en verdad se quiere abrir el paso a

la libertad, a la igualdad y a la fraternidad”.(Johann Most, El Monstruo social)

1. Breves apuntes biográficos deJohann Most1

Johann Most nació en Ausburg (Alemania) en 1846.Su origen familiar era modesto y de niño sufrió el duro

1 La mayor parte de los datos de esta reseña biográfica loshe tomado de la página www.antorcha.net. Allí, en su bibliotecavirtual, también puede encontrarse el trabajo de Johann Most, pre-vio a su período anarquista, Capital y trabajo (1873), resumen deDas Kapital (1867) de Karl Marx. Dicha edición contiene una Bre-

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maltrato de una crianza violenta y autoritaria. En losinicios de la adolescencia una operación del rostro lodesfiguró de por vida.2 Para ganarse la vida aprendióel oficio de encuadernador. Viajó por varios países deEuropa y en 1867, en Suiza, se unió a la Primera In-ternacional. Luego participó activamente en el Movi-miento Obrero Socialista Austríaco. En 1870 sufrió suprimera prisión en Viena, pero fue indultado al año si-guiente. Volvió a Alemania y se afilió al Partido Social-demócrata. Allí dirigió su primer periódico y organizóuna huelga metalúrgica. Su periódico, Freie Presse,3 fueclausuradomás de una vez. En 1874 y en 1877Most fueelegido diputado en el Reichstag (Parlamento alemán),

vísima semblanza de Johann Most a modo de noticia sobre el autor.Dicha semblanza no da cuenta de quién la ha escrito.

2 Para ocultar esa deformidad en el rostro, Most usaría to-da su vida una espesa barba. Alexander Berkman, en su “prólo-go” al libro de Rudolf Rocker, Johann Most. La vida de un rebelde(La Protesta, Buenos Aires 1927), cuenta que cuando Most fue en-carcelado en Estados Unidos, las autoridades carcelarias de Black-wells Island lo obligaron a afeitarse para ser mostrado a los visi-tantes de la prisión como “el monstruo anarquista”. El escrito deBerkman sobre Most puede leerse en los Anarchy Archives. An On-line Research Center on the History and Theory of Anarchism, en elsector dedicado a los escritos de Rudolf Rocker. Ref. http://dward-marc.pitzer.edu

3 Prensa libre en castellano.

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dirigiendo a su vez, durante estos años, dos periódicosobreros revolucionarios. No obstante sus fueros parla-mentarios, fue condenado nuevamente a prisión poratacar a Dios y a la patria en un discurso conmemora-tivo sobre la Comuna de París. Aprovechó la prisiónpara escribir mucho y leer aún más. Salió de la cár-cel como un entusiasta seguidor de las ideas de EugenDühring, cuyos textos había leído fascinado mientraspurgaba su pena. Su admiración por Dühring y su crí-tica al Anti-Dühring de Friedrich Engels le valieron ladura enemistad eterna de este último y de su amigoKarl Marx.4

Por la ley anti-socialista de 1878, Most, tras sufrirnuevas experiencias en prisión, debió salir de Alema-nia. Pasó a Francia, pero fue nuevamente desterradoen 1879. Pasó entonces a Inglaterra, donde fundó sulegendario periódico Freiheit,5 órgano que ante la fe-roz persecución que Bismarck implementaba contralos socialistas en su país se transformó en la voz de losgrupos obreros alemanes más radicales y disgustadoscon la cobarde actitud asumida por la socialdemocra-

4 Véase al respecto, Nettlau, M., La anarquía a través de lostiempos, Biblioteca Jucar, Gijón, 1978, p. 58.

5 Libertad en castellano.

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cia de aquel país. Cuando el Partido Socialdemócrataalemán lo expulsó de sus filas en 1880, Johann Mostya era todo un anarquista. En Londres fue encarceladopor festejar y aplaudir desde su diario el asesinato delZar Alejandro II de Rusia. También justificó los aten-tados del Partido Agrario Irlandés contra funcionariosdel imperio británico. Después de cumplir casi un añoy medio de prisión emigró a los Estados Unidos, don-de continuó publicando Freiheit durante dos décadasy media.6 Allí en 1883 y gracias a su impulso personalse fundó, en Chicago, la Asociación Internacional delPueblo Trabajador.

Es interesante detenerse un segundo en unas brevespalabras de Nettlau sobre los principios de esa asocia-ción para evitar un error común respecto del supuestoanarcocomunismo de Most:

“La Freiheit (Londres, a partir de 1879) ra-dicalizó a muchos trabajadores de lenguaalemana; la agitación personal de JohannMost (1846-1906), a partir de diciembre de

6 Según Avrich, Freiheit “se situó en los primeros puestosde la literatura revolucionaria de expresión alemana”. AVRICH, P.,Voces anarquistas. Historia oral del anarquismo en Estados Unidos,Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 2004, p. 18.

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1882 hizo anarquistas a esos socialistas re-volucionarios que se organizaron en últi-mo lugar en Pittsburgh, en el otoño de1883, aceptando los principios formuladospor Most, que fueron los del colectivismoanarquista. Most los expresó en detalle enDie freie Gessellschaft, folleto que aparecióen Nueva York en julio de 1884, 85 págs.El subtítulo es ‘Un estudio sobre los prin-cipios y la táctica de los anarquistas comu-nistas’, pero Most empleó ese término co-mo lo había empleado en 1877 en Berlín,porque el término colectivista no era fami-liar a los lectores alemanes.Fue vivamente criticado por comunistasanarquistas alemanes en Londres, queconocían la diferencia, pero como eranenemigos personales, no admitió el errory no propagó las verdaderas ideas comu-nistas anarquistas (ateniéndose a las deKropotkin) más que a partir de 1888”.7

7 Nettlau, M., op.cit., p. 170. En el mismo sentido, Avrich, P.,op. cit., p.18.

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Es decir, el anarquismo que profesaba Most, al me-nos hasta 1888 no era de signo comunista (a pesar deque el autor empleara ese término) sino de signo co-lectivista.8

Desde su llegada a los Estados Unidos hasta la entra-da del siglo XX, JohannMost se caracterizó por la viru-lencia de sus planteos, siendo uno de losmás importan-tes propulsores de la “propaganda por lo hechos”. Estatáctica, junto con la “acción directa” y el “ilegalismoinsurreccional”, habían sido aprobadas por el congre-so anarquista de Londres de 1881, en el contexto de laferoz represión que ya se venía llevando a cabo contratodos los revolucionarios de todas partes.9 Sin renun-ciar a esas tácticas, que ya eran cuestionadas por par-te del movimiento en la década del ’90, Most tambiénsimpatizó con la corriente anarcosindicalista surgidaa partir de 1894.10

8 Para la diferencia teórica entre estas diversas corrientes in-ternas del anarquismo, me remito a D’Auria, A., “El anarquismoante la propiedad”, en Grupo de Estudio sobre el Anarquismo, Elanarquismo frente al derecho, Libros de Anarres / Terramar Edicio-nes, Buenos Aires 2007.

9 Véase D’Auria, A., Contra los jueces, Libros de Anarres, Te-rramar Ediciones, Buenos Aires, 2009, pp. 12-18.

10 Ibid. p.14.

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Si bien ya desde finales del siglo XIX Most parecíaatenuar sus posiciones, dejando de lado su antigua pre-dilección exclusiva por las vías del hecho11 y a favorahora de una mayor confianza en la educación, en laorganización obrera y en la difusión doctrinaria, en1902 fue enviado dos meses a prisión acusado de in-citar el asesinato del presidente norteamericano Mc-Kinley, perpetrado en septiembre de 1901 por el anar-quista León Czolgosz.12

Most gozó de gran popularidad entre los inmigran-tes alemanes, rusos e italianos de los Estados Unidos,pero nunca pudo calar bien entre los elementos obre-ros americanos.13 Sin embargo, sobre el final de su vi-

11 Esta transformación en sus tácticas era paralela a su aban-dono del anarco-colectivismo por el anarcocomunismo. Cf. Avrich,P. op. cit. p. 18. Hay que agregar que esas evoluciones de su pensa-miento anarquista también aparecen a partir de 1890 con la dero-gación en Alemania de la Ley Antisocialista. Cf. La cronología dela vida de Most que hizo Vladimiro Muñoz en 1968 (Reconstruir n°55, Buenos Aires, julio-agosto 1968), y que aparece en el número217 de Tierra y Libertad. Periódico anarquista, www.nodo50.org/tierraylibertad/217.html

12 La acusación era totalmente falsa. Por la misma razón fueprocesada también Emma Goldman.

13 Véase el “prólogo” de Alexander Berkman citado supra (no-ta 2). Avrich cuenta que todavía una década después de la muertede Most, los trabajadores alemanes más radicalizados de Europa y

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da se sentía abandonado incluso por sus antiguos com-pañeros y seguidores.14 Murió prácticamente solo en1906; sin embargo hubo actos multitudinarios en suhomenaje en varias ciudades de los Estados Unidos.

2. La relación de Most con AlexanderBerkman y Emma Goldman

Alexander Berkman llegó a los Estados Unidos pro-veniente de Rusia en 1888; tenía entonces tan sólo die-ciocho años de edad. En Estados Unidos conoció a Em-ma Goldman, que era un año mayor que él y había

Estados Unidos seguían cantando “su magnífico Himno del prole-tariado”. Avrich, P., op. cit., p. 18.

14 El siguiente es el testimonio de John Most (h) acerca de losúltimos días de su padre: “Mi padre se sintió traicionado por suspropios compañeros anarquistas, Justus Schawb, Max Baginski ylos demás. August Lott tuvo una aventura con mi madre cuandoél todavía vivía. Alexander Berkman era más falso que Judas. Mipadre pensaba que era un hipócrita; llamaba a Berkman y a EmmaGoldman anarquistas financieros porque vivían del movimiento.No le gustaba nada que los tres vivieran juntos —Berkman, Gold-man y su amigo el artista (Modest Stein)— como un trío. Degene-rados, así les llamaba. Pensaba que Emma tenía coraje, y cerebro,pero que le faltaba carácter. Nunca la perdonó”. Avrich, P., op. cit.,p. 40.

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llegado de Rusia en 1885. Ambos jóvenes se sintieronprofundamente atraídos por la prédica anarquista deJohann Most, que para entonces ya era la figura másrepresentativa del movimiento en Norteamérica.

Juntos, Berkman y Goldman, iniciaron su militan-cia anarquista participando activamente con Most enla campaña por la liberación de los anarquistas acu-sados y encarcelados por la explosión que había teni-do lugar en Haymarket en 1886. Los dos jóvenes ru-sos siguieron desde entonces las doctrinas anarquistasde Most, adoptando plenamente la propaganda por loshechos que pregonaba el veterano revolucionario ale-mán. Berkman incluso llegó a ser tipógrafo de Freiheit,la legendaria hoja anarquista que dirigía Most. Peroal tiempo que Goldman y Berkman se habían vueltoamantes, éste rompió conMost y abandonó Freiheit pa-ra pasarse a Die Autonomie, publicación que tambiénse alineaba con la propaganda por los hechos, pero queera editada por un grupo enemistado con Most.

El distanciamiento entre Most y la joven pareja seacentuaría más tras el frustrado atentado de Berkman

15 El magnate empresario Henry Clay Frick era conocido co-mo “el hombre más odiado de Estados Unidos”. Había logrado tris-te fama tanto por la ostentación de su riqueza como por su dure-za e intransigencia frente a los huelguistas de una de las empre-

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contra el magnate empresario Henry Clay Frick en1892.15 Berkman fue encarcelado y Most, que toda lavida había defendido ese tipo de “propaganda por loshechos”, esta vez lo impugnó. Sin embargo, a pesarde impugnar ese atentado, desde Freiheit Most mos-tró su solidaridad con el acusado y criticó la severidadde la sentencia. Lo cierto es que por estos años, Mostya comenzaba a mostrar ciertas reservas (aunque nodemasiadas) frente al recurso indiscriminado e irrefle-xivo de este tipo de “actos revolucionarios”. Así narraMarc Plana la ruptura definitiva entre Most y sus dosex-discípulos:

“La condena de Berkman significó el prin-cipio de la carrera política de Goldman,que viajó por todo el mapa de EstadosUnidos defendiendo el acto revoluciona-rio de su cómplice a la vez que protestabapor tan desmesurada condena (una sema-na después, Frick volvía a estar en su ofi-cina para seguir explotando obreros), quehabría sido de pocos años de no haber es-

sas de las cuales era socio-gerente. De esas huelgas, con interven-ción tanto de represores privados pagos como de la policía, salie-ron muertos diez obreros.

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tado aquella bala imbuida de las doctrinasde Bakunin. Una de sus primeras actuacio-nes fue asistir, armada con un látigo, a unaconferencia de Most —con quien había te-nido algún tipo de relación sentimental enel pasado—, para recriminarle que tras ha-ber estado predicando la bondad de la di-namita durante más de una década comoúnico remedio para la salud de los obre-ros, se calmara justo a tiempo para des-aprobar el acto de Berkman (con lo cualmuchos historiadores han querido ver unsigno de resentimiento o celos). Llegada laocasión, Emma se levantó interpelando aMost sobre su extraña postura, y al no re-cibir una respuesta satisfactoria, discipli-nó a su antiguo mentor con dos adustoscorreazos que provocaron la expulsión in-mediata de la espontánea, tanto de la salacomo del círculo de amigos de Most”.16

16 Véase el breve texto de Marc Plana, “En defensa de unmag-nicidio frustrado”, que sirve de Introducción a Berkman, A.,Memo-rias de un anarquista en prisión, Editorial Melusina, España, 2007,p. 16.

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El movimiento anarquista en Estados Unidos decaíaa causa tanto de las disensiones internas como de laspersecuciones cada vezmás implacables del aparato es-tatal. En ese clima de desilusión, en 1893, a los cuaren-ta y siete años, Most formó pareja con Helen Minkin,de diecinueve años. Tuvieron dos hijos, John y LuciferMost. Pero su actividad agitadora y propagandísticano decayó en ningún momento.

Most murió en marzo de 1906; Berkman salió de laprisión, tras cumplir catorce años de su condena, enmayo del mismo año. Una coincidencia de fechas queresulta todo un símbolo: moría el viejo referente delanarquismo en Estados Unidos y “renacía” a la liber-tad, para ocupar ese lugar vacante, Alexander Berk-man, quien junto a Emma Goldman tomaban la postade su antiguo mentor. A pesar de los desencuentros,diecisiete años después de la muerte de Johann Most,Alexander Berkman seguía considerándolo su “maes-tro y amigo”.17

17 Así lo hace, en efecto, en el “prólogo” que escribió en 1923a pedido de Rudolf Rocker para encabezar la biografía que ésteescribiera sobre el mítico anarquista alemán. Véase referencias enla nota 2.

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3. La peste, la bestia y el monstruo

Desde el punto de vista doctrinario, Johann Mostfue más un difusor que un creador de ideas. En susescritos rara vez se encuentran argumentos de cuñopropio; en todo caso lo que se ve es la aplicación a ca-sos concretos de argumentos y doctrinas provenientesde otras fuentes anarquistas o socialistas en general.Sin embargo, sus escritos no carecen de originalidad,debido particularmente a cuatro factores: la claridady sencillez; la plasticidad y riqueza de imágenes; unamás que respetable erudición y cultura; y un estilo en-cendido que por momentos alcanza los niveles de lafuria. Todo ello se resume en la pintura que de él hizoBerkman en 1923 a pedido de Rudolf Rocker:

“Naturaleza combativa de nacimiento, ins-pirada por el celo revolucionario, francaen sus simpatías y en su antipatías, tan-to sociales como individuales. Most fueuna personalidad poderosa y sobresalien-te. En un sentido severamente definidoera el símbolo de una nueva Era. Anun-ciador de tempestades y profeta de unanueva humanidad, fue la personificación

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viviente de la lucha áspera del porvenircontra lo existente. Most era ante todo unrebelde. Su vida entera y su energía jamásagotada, su don extraordinario de la elo-cuencia y su fuerza inimitable para hallarexpresiones ricas en colorido y vigorosas,todo eso le sirvió para propagar la revolu-ción”.18

Retengamos la anteúltima oración de ese párrafo:“… su fuerza inimitable para hallar expresiones ricasen colorido y vigorosas…”. Creo que ya los títulos delos tres principales folletos que integran esta selecciónconfirman esa apreciación de Berkman sobre Most. Es-toy hablando de La peste de Dios (Die Gottestpest, 1883),La bestia de la Propiedad (Die Eigentumbestie, 1884) yEl Monstruo Social (The Social Monster, 1890).

Si bien son textos independientes entre sí, los trespueden leerse como una trilogía; es más, como La Tri-logía típicamente anarquista, pero al modo plástico dela elocuencia de Most.

Me explico:Es más que conocido el lema que orientó a los revo-

lucionarios franceses de 1789: Libertad, Igualdad, Fra-18 Véase referencia en la nota 2.

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ternidad. Y ese lema no fue sólo el grito de lucha de laFrancia revolucionaria, sino la esperanza en el amane-cer de un mundo nuevo para toda la humanidad. Sinembargo, no resulta menos sabido el triste hecho deque esas esperanzas quedaron desairadas y desdibuja-das por las contradicciones entre el discurso y la reali-dad social del nuevo orden surgido tras el fervor revo-lucionario en todos los países. En pocas palabras: en elnuevo orden burgués, aquella trilogía revolucionariaquedó proclamada en los textos políticos y jurídicos,pero sin concreción definitiva en la realidad social. To-do el socialismo del siglo XIX puede y debe ser com-prendido como un intento por retomar y llevar a lapráctica efectiva esos principios de Libertad, Igualdady Fraternidad.

Específicamente dentro del anarquismo, que es laversión más pura y radical de aquel movimiento socia-lista, esa trilogía fue reformulada, sin tapujos ni me-dias tintas, en la no menos famosa fórmula de ni Dios,ni patrón, ni Estado. Esta es la traducción anarquistade la libertad, la igualdad y la fraternidad. En la idea deDios radica el prejuicio de autoridad y jerarquía (porlo tanto, la superstición religiosa es el principal obs-táculo para la libertad). En la relación patronal radicala explotación del hombre por el hombre (por lo tan-

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to, mientras haya hombres que vivan del trabajo ajenono puede haber igualdad). En la existencia del Estadoradica la voracidad, la ambición y la violencia de loshombres (por lo tanto, mientras haya Estado no habráfraternidad universal). Dios es no-libertad; patrón esno-igualdad; Estado es no-fraternidad. Y no se trataaquí de tres términos meramente puestos uno al ladodel otro; la superstición religiosa, la explotación econó-mica y la dominación política son para el anarquismotres piezas de un todo perverso: los tres elementos seapoyan recíprocamente.19

Ahora bien, la prosa elocuente deMost, con “su fuer-za inimitable para hallar expresiones ricas en coloridoy vigorosas” pinta a cada uno de esos tres elementos,respectivamente, con los rasgos de la “peste”, de una“bestia” y de un “monstruo”.

La Peste de Dios (en Alemán, Die Gottestpest, mal tra-ducida al inglés como The God Pestilence) ha sido tra-

19 Esta es una de las diferencias importantes respecto del mar-xismo que da al elemento económico el rol principal que determi-na (bedinget) a los otros, religión y Estado, como superestructura(Uberbau). Cf. Marx, K.: Introducción general a la crítica de la eco-nomía política / 1857, Siglo Veintiuno, México, 1996. Esta ediciónen español incluye el “Prólogo a la contribución a la crítica de laeconomía política”, que estoy citando; pp. 66.

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ducido como La peste religiosa en algunas versionesen castellano que pueden encontrarse en Internet.20 Sibien esa traducción al español no responde muy fiel-mente al título del folleto de Most, sí responde perfec-tamente a su contenido. En efecto, para el anarquista,Dios no existe, por lo cual lo que verdaderamente esuna peste es la creencia en él, es decir, la religión. Co-mo sabemos, la peste es una de las enfermedades pan-démicas más antiguas, llegando a constituirse en el pa-radigma de la enfermedad contagiosa. Y al igual que elcristianismo, se encuentra estrechamente asociada alimaginario medieval: la referencia histórica más clararespecto de la peste se refiere al siglo VI en Alejandríay Constantinopla, pero la propagación mejor conocidadata del siglo XIV cuando infectó a muchas ciudadesde Europa. Al emplear esta imagen retórica, Most estáequiparando los efectos de la enfermedad letal y pan-démica con los efectos de la religión, ambas resabiosmedievales: aquélla aniquila masivamente cuerpos co-mo ésta aniquila masivamente inteligencias: “De todaslas enfermedades mentales con que el hombre ha infecta-do sistemáticamente su propia cabeza, la peste religiosa

20 Así por ejemplo, en el Portal Libertario Oaca,www.portaloaca.com

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es la más abominable”. Es por lo tanto una enferme-dad que resulta imperioso tratar y curar para bien dela Humanidad. A lo largo de todo este folleto se dejaentrever la influencia del antiteologismo de Bakunin.

La Bestia de la Propiedad es traducción literal del tí-tulo en alemán Die Eigentumbestie (y traducido tam-bién literalmente al inglés como The Beast of Property).Pero al leer el folleto de Most no queda claro si la “bes-tia” es la institución de la propiedad en sí o el hom-bre propietario. Creo que la ambigüedad es delibera-da: Most quiere decir que la institución de la propiedad“bestializa” al hombre, es decir, lo vuelve un ser antiso-cial, devorador de sus semejantes. La idea tiene indu-dables resonancias aristotélicas: “el insocial por natura-leza y no por azar es o un ser inferior o un ser superioral hombre. Como aquel a quien Homero vitupera: ‘sintribu, sin ley, sin hogar’; porque el que es tal por natu-raleza es también amante de la guerra, como una piezaaislada en el juego de damas”.21 Y quien ama la guerrapor la guerramisma, desconociendo el valor de la amis-tad, es para Aristóteles un hombre pervertido, un ase-sino.22 Ahora bien, ese motivo aristotélico se combina

21 Aristóteles, Pol. 1253a.22 Aristóteles, Et. Nic. 1177b, 5 y ss.

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en Most con la idea proudhoniana de que la propiedades una institución antisocial: “Propiedad y sociedad sondos conceptos que se rechazan recíprocamente: es tan di-fícil asociarlos como unir dos imanes por sus polos seme-jantes. Por eso, o la sociedad mata a la propiedad o éstaa aquélla”.23 En términos de Most, entonces, es preci-so matar a la bestia devoradora de hombres: “Cuantomás rico es un hombre, mayor es su codicia. Podemosllamar a este monstruo la ‘bestia de la propiedad’. Ac-tualmente ella gobierna al mundo, haciendo miserable ala humanidad y lucrando cruel y vorazmente con el pro-greso de nuestra llamada ‘civilización’. En lo que sigue,caracterizaremos a este monstruo y recomendaremos suexterminio”.

Por último, El Monstruo Social (The Social Monster)completa la clásica trilogía anarquista, pues el “mons-truo” es nada menos que el Estado, es decir, la maqui-naria gubernativa. Es evidente que la figura del “mons-truo” para caracterizar al Estado no es original deMost.En verdad ya se la encuentra en el siglo XVII, aunquesin connotación negativa (más bien todo lo contrario),en el primer gran teórico moderno del Estado,Thomas

23 Proudhon, P. J., ¿Qué es la propiedad?, Ediciones Orbis,Buenos Aires, 1983, p. 59.

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Hobbes. El famoso filósofo inglés presentaba al Esta-do, al mismo tiempo, como un “gran hombre artificial”,como “un Dios terreno” y como “artefacto”, todo elloresumido en la imagen del monstruo bíblico Leviatán.Hobbes mismo es un abogado de ese “monstruo”, y noes inoportuno recordar que su filosofía política es enel fondo una apología de la obediencia a la autoridadfundada en el temor.24 En cambio, a finales del sigloXIX, Nietzsche retoma la imagen hobbesiana del Esta-do como “monstruo”, pero invierte la connotación va-lorativa del inglés. En efecto, la filosofía de Nietzschepuede sermuchas cosas, pero nunca una apología de laobediencia; y en consecuencia, presenta al Estado co-mo el “más frío de todos los monstruos fríos” asesino depueblos.25 Most, por su parte, sin ser original con estametáfora, la retoma con la connotación negativa nietz-scheana, pero desde una óptica socialista: “el Estado hasido siempre, y sigue siendo, un mero instrumento de re-presión empleado siempre por la clase dominante paraproteger sus privilegios y someter a la masa del pueblo.Pero como en un país libre ya no habría privilegios que

24 Hobbes, Th., Leviathan, Penguin Classics, London 1985; es-pecialmente la Introducción y los capítulos XVII y XVIII.

25 Nietzsche F., Así habló Zaratustra, Sarpe, Madrid, 1983, p.66 y ss.

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proteger ni oprimidos que intimidar, ¿qué sentido podríatener en él semejante instrumento represivo?”. Es decir,el Estado, como todo monstruo “intimida”; esa es sunota característica y definitoria: se funda en el temory lo promueve. Para Most, el Estado, en tanto “mons-truo”, también es una “bestia”, como la propiedad: am-bos son inhumanos, y por ello, deben ser aniquiladospor el hombre.

En suma, curar la peste que idiotiza y aniquilar ala bestia que devora y al monstruo que intimida es lamanera en queMost traduce el principio anarquista deni Dios, ni patrón, ni Estado, principio que a su vez esla traducción libertaria y cruda del lema proclamadoen 1789 de Libertad, Igualdad, Fraternidad.

4. Acerca de los textos aquí traducidosy compilados

La presente compilación de escritos de JohannMostcomprende la trilogía brevemente comentada en elapartado anterior (La Peste de Dios, La Bestia de la Pro-piedad y El Monstruo Social), más otros cinco textosmenos extensos: La acción como propaganda, El comu-nismo anarquista, El ataque es la mejor defensa, La pro-

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clama de Pittsburg y ¿Cuándo se halla el pueblo “prepa-rado” para la libertad? Creo que La Peste de Dios de-be ser el texto más conocido de Most, y ha gozado decierta popularidad en su momento, mereciendo su tra-ducción a diversas lenguas. Si bien de este texto, co-mo de algunos de los demás aquí incluidos, puedenhallarse por Internet algunas versiones en castellano,su formato en papel impreso es prácticamente inhalla-ble en el mundo de habla hispana. De cualquier modo,las versiones aquí reunidas han sido totalmente tradu-cidas por mí para la edición de este libro. Para ellome he valido de las versiones coleccionadas en la bi-blioteca virtual de los Anarchy Archives. An Online Re-search Center on the History and Theory of Anarchism(http://dwardmarc.pitzer.edu). Ahí, todos estostextos se encuentran en su versión en inglés, exceptoLa Peste de Dios, que se encuentra tanto en inglés comoen alemán; en este caso he trabajado con ambas versio-nes. De la misma fuente provienen los dos Apéndicesque cierran el volumen.

Aníbal D’AuriaBarrio de Florida, otoño de 2013

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Textos de Johann Most

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Selección, traducción y notas de Aníbal D’Auria

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La peste de Dios1

De todas las enfermedadesmentales con que el hom-bre ha infectado sistemáticamente su propia cabeza, lapeste religiosa es la más abominable.

Como cualquier otra cosa, esta enfermedad tieneuna historia; sólo que en este caso, lamentablemente,no se constata el progreso de la razón que generalmen-te se suele atribuir al devenir de la historia.

Si se compara la estirpe del antiguo Zeus, o la de sudoble Júpiter, con la ulterior novedad de la Trinidaddivina, que podría competir con Vitzliputzli en bruta-

1 En la versión en inglés de los Anarchy Archives simplemen-te se consigna que este texto fue publicado por Freiheit PublishingAssociation, Nueva York. En la versión en alemán, incluida en elmismo sitio, el mismo escrito va precedido de una breve Intro-ducción anónima fechada en Nueva York, 1906. Seguramente esapublicación en alemán se hizo en recordatorio del propio JohannMost, fallecido ese mismo año en Cincinnati, EE.UU.

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lidad y crueldad, veremos que aquéllos todavía eranalgo decentes, alegres, e incluso ilustrados.2

No vamos a discutir en absoluto sobre aquellos dio-ses ya jubilados o destronados, porque ya no hacen da-ño alguno; pero sí criticaremos, denunciaremos y ven-ceremos al más despreciable, que es el más moderno,mezcla de nubes tronantes y terror infernal.

Los cristianos tienen un Dios de tres pliegues; susantepasados, los judíos, se contentaban con uno soloy simplón. Como fuere, ambas especies son una granhumorada. El Antiguo y el Nuevo Testamento son paraellos las fuentes de todo conocimiento; por lo tanto,queramos o no, se deben leer esas Sagradas Escriturassi se quiere sondear bajo su superficie y aprender aburlarse de ellas.

Con sólo tomar el aspecto histórico de esas obrassagradas ya tendríamos suficiente material para juz-garlas en su totalidad. Su versión resumida sería la si-guiente:

2 Zeus era la divinidad principal de los griegos, padre y jefedel Olimpo. Júpiter era más omenos la misma divinidad, pero en elmundo romano latino. La Trinidad divina alude al dogma cristianoque postula un solo dios de tres personas: Padre, Hijo y EspírituSanto. Vitzliputzli (o Huitzilopochtli) era la principal divinidad delos mexicas (más conocidos como aztecas).

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Al principio Dios creó el Cielo y la Tierra porqueel vacío total en que se encontraba a sí mismo era tanaburrido que incluso podía entristecer a un dios; comopara él resulta tan fácil hacermagia y conjurarmundosde la nada, igual que un ilusionista que extrae huevos omonedas de plata de las mangas de su chaqueta, dioscreó el Cielo y la Tierra. Un poco más tarde moldeótambién a su gusto la luna y las estrellas.

Es verdad que ciertos herejes, llamados astrónomos,han demostrado hace tiempo que la Tierra no es ni po-dría haber sido el centro del universo, y que tampocosu existencia podría ser anterior a la del sol, alrededordel cual gira. Esta gente ha probado que es puro di-vague sostener con suspiros que la Tierra, comparadacon el sol, la luna y las estrellas, es algo especial y degran preponderancia. Han enseñado a todos los esco-lares que el sol es sólo una estrella, la Tierra uno desus satélites, y la luna un satélite de la Tierra aún máspequeño; y además, que la Tierra, en comparación conel universo, lejos de jugar un rol fundamental, es sóloun átomo, parecido a una lluvia de polvo.

¿Pero por qué debería un dios involucrarse con laastronomía? Él hace lo que le plazca, incluso mandar ala mierda a la ciencia y a la lógica. Por ello, después defabricar a la Tierra, hizo primero la luz y después el sol.

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Hoy, incluso un hotentote comprendería que no puedeexistir la luz en la Tierra sin nada que la alimente, peroDios… Bueno, él no es un hotentote.

Pero sigamos investigando. Hasta ahora, la creaciónhabía sido todo un éxito, pero aún faltaba algo: las co-sas no estaban suficientemente animadas. El creadorquería entretenerse y finalmente hizo al hombre. Re-sulta curioso que ahora haya cambiado totalmente elmétodo aplicado previamente. En lugar de recurrir alsimple e imperativo “¡así sea!”, hizo ahora algo muchomás complicado. Tomó un trozo de arcilla común y co-rriente en sus manos, le imprimió la figura de un hom-bre según su propia imagen, y le sopló por su nariz elaliento de vida. ComoDios es sabiduría y bondad infini-tas (en pocas palabras: es la amabilidad misma), pensóque este solitario Adán (así llamó a su flamante obra)encontraría la vida muy tediosa, y así (quizá recordan-do su propia existencia anterior, solitaria en medio dela Nada), decidió hacerle una pequeña pero muy be-lla y tentadora Eva. Sin embargo, como la experienciareciente le había enseñado claramente que manipulararcilla era una actividad sucia, especialmente para undios, recurrió una vez más a otro método de fabrica-ción: le rompió una costilla al cuerpo de Adán (pues lahabilidad no es brujería, y menos aún para un dios) y

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la transformó en una encantadora mujer. El prudentehistoriador nada nos dice acerca de si a Adán le fueluego restaurada esa costilla o si tuvo que andar por elmundo como un individuo incompleto después de laoperación.

La ciencia natural moderna ha demostrado que losanimales y las plantas alcanzaron sus formas actuales,evolucionando a lo largo de millones de años, desde lasimple materia de los moluscos y a través de muy va-riadas ramificaciones. El hombre sólo es la forma másperfecta de ese proceso, y no sólo tuvo una aparienciabrutal hace miles de años cuando carecía de lenguaje,sino que también él ha evolucionado a partir de las es-pecies animales inferiores (cualquier otra hipótesis seanularía a sí misma).

Por lo tanto, la ciencia natural hace de Dios (y desu supuesta creación del hombre) un enorme ridículo.Pero ¿de qué sirve todo esto? Dios no haría payasadas.Tengan sustento científico o suenen como chácharatonta, él ordena creer en sus cuentos; si no lo haces,dejará que venga el diablo, su competidor, y te tomeentre sus garras, supuestamente muy incómodas. Por-que en el infierno no sólo hay quejidos y rechinar dedientes, sino que arde un fuego eterno, un incansablegusano roe tu alma y todo el aire huele terriblemen-

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te a azufre y brea quemada. Se supone que el hombre,ya sin cuerpo, es expuesto a todas estas molestias. Noposee ya carne, pero su carne es horneada; ya se lehan caído o podrido sus dientes, pero igual rechinan;no tiene garganta ni pulmones, pero aúlla; carece denariz, pero tiene olfato; y todo ello por el resto de laeternidad. ¡Un diablo de dios!

Considerado todo esto, y según nos lo informa élmismo en la Biblia, que es algo así como su autobiogra-fía cronológica, Dios es muy caprichoso y vengativo;de hecho, constituye el arquetipo ideal del déspota.

Apenas Adán y Eva entraron en la existencia, Diospresupuso que esa chusma debía ser gobernada. De-cretó un código penal que decía categóricamente: “¡Nocomerás del fruto del árbol del conocimiento!”. Desdeentonces, en todas partes, no existió tirano que no ha-ya establecido el mismo decreto para el pueblo.

Adán y Eva no respetaron esa prohibición, por loque fueron exiliados y condenados de por vida a tra-bajos forzados, ellos y sus descendientes, y para todoslos tiempos. Como si esto fuera poco, estableció “dere-chos civiles” sobre Eva, declarándola sierva de Adán, aquien debía obedecer. Además, ambos quedarían bajola eterna y divina vigilancia policial. En verdad, ni si-quiera Guillermo (el emperador alemán) ha llegado a

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constituirse a sí mismo como tal artífice de los asuntoshumanos.

Pero a pesar de toda esa inútil severidad de Dios conla humanidad, ésta siguió haciéndolo enojar cada vezmás a medida que se multiplicaba. La historia de Caíny Abel prueba la velocidad con que se dio esa multipli-cación. Después de matar a su hermano, Caín marchóa tierra extranjera donde tomó una esposa. Con todoel trabajo que Dios tenía entonces, no debe sorpren-dernos que haya olvidado mencionar dónde quedabaaquella tierra extranjera y de dónde salieron las muje-res que la habitaban.

Finalmente la gota rebalsó la copa. Dios resolvió des-truir a toda la humanidad por medio del agua. Sólo sesalvaron unos pocos ejemplares de cada especie parapoder intentar luego un nuevo ensayo. Pero a pesar detoda su sabiduría, desafortunadamente hizo Dios unamala elección, porque Noé, jefe de los salvados, pronto

3 Literalmente, en alemán, Most escribió Mecklenburger Ge-sangbuch. Hasta donde pude averiguar, podría tratarse de unlibro de la comunidad evangélica luterana, Gesangbuch zumGottesdienstlichen Gebrauch für die Evangelischen Gemeinen inMecklenburg-Strelitz (1832). Como su título dice, se trata de uncompendio de himnos de adoración divina para las congregacio-nes evangélicas de Mecklenburg.

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se mostró como un borracho consumado de quien seburlaba hasta su propio hijo Allotria. ¿Podía esperarsealgo bueno de una familia tan degradada?

Y una vez más se expandió la humanidad; y una vezmás los hombres, tan tontos y bribones, cayeron enel pecado (con tal perversidad como canta el mal afa-mado cancionero religioso de Mecklenburg3). Enton-ces Dios estalló de ira celestial al ver que todos suscastigos puntuales ejemplificadores, como la destruc-ción de ciudades enteras con fuego y azufre, habíanresultado totalmente inútiles e infructuosos. Ya habíaresuelto destruir a la chusma entera, de la raíz a lasramas, cuando un acontecimiento realmente extraor-dinario ocurrió y lo calmó considerablemente. De locontrario la humanidad habría sucumbido desde hacemucho tiempo.

Ocurrió que de repente, un lindo día, un tal “espíritusanto” apareció en el escenario. Llegó como un extra-ño en la noche, nadie supo de donde. Los escritores dela Biblia (o sea, Dios) sólo dicen que Él mismo era elEspíritu Santo. Por lo que ahora nos encontramos conuna deidad dual. Ese Espíritu Santo tuvo la idea de des-cender en forma de paloma e intimar con una oscuramujer llamada María. En una dulce hora se posó so-bre la elegida por su corazón, y según afirma categóri-

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camente Dios en la Biblia, ella —¡oh, sorpresa!— dio aluz a un niño sin siquiera verse tocada en su virginidad.Ahora bien, este niño no sólo era humano; por ser hijode Dios (o del Espíritu Santo), también era Dios. Aho-ra, el Dios primeramente mencionado pasó a llamarsea sí mismo “Dios padre”, al mismo tiempo que nos ase-guraba su identidad no sólo con el Espíritu Santo, sinotambién con el “Dios hijo”. El padre es su propio hijo,el hijo es su propio padre, y cada uno o ambos son elEspíritu Santo. Así se formó la “Santísima Trinidad”.

Y ahora, pobre cerebro humano, mantente firme,pues lo que sigue es suficiente como para desmayara un burro. Sabemos que Dios padre había decididoaniquilar a la chusma humana. Esta decisión llenó alHijo de insoportable dolor. Él (que era su propio pa-dre), cargó con toda la culpa del hombre y permitióaplacar sobre sí mismo la furia de su Padre (que era supropio Hijo), siendo cruelmente condenado a muertepor la chusma que sería redimida por él, por supuesto,ascendiendo luego sano y salvo al cielo. Este sacrificiodel Hijo (que es uno con el Padre), le hizo cosquillas alPadre (que es uno con el Hijo), de tal modo que inme-diatamente proclamó una amnistía general bajo cier-tas condiciones que, en parte, siguen vigentes hoy endía.

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Ese es el aspecto “histórico” de la Sagrada Escritu-ra. La grosería con que se recurre al absurdo y al sin-sentido explica por qué resultan tan vulnerables a lasmás locas alucinaciones quienes ya han sido lo bastan-te idiotas como para tragarse estas cosas. La primera yprincipal de esas groserías es la doctrina de la recom-pensa y el castigo de la humanidad en un “fabulosomás allá”. Hace tiempo que se ha probado científica-mente que no existe un alma independiente del cuer-po. Aquello que los embusteros religiosos denominan“alma” no es ni más ni menos que el asiento del pen-samiento, el cerebro, que recibe impresiones que lo ac-tivan a través de los sentidos vitales, y consecuente-mente, esa acción tiene que cesar al momento de ladisolución del cuerpo. ¿Pero qué les puede importar alos enemigos mortales de la razón humana los resulta-dos de la investigación científica? Apenas lo necesariocomo para impedir que se divulguen entre el pueblo.

Y por ello predican la inmortalidad del alma. En elmás allá… ¡Pobre de quien no haya cumplido punti-llosamente en vida con el código penal de Dios! Porlo que aseguran estas personas, su Dios todo-generoso,todo-justo, todo-benévolo y todo-misericordioso, ha deser una inmensa y súper desarrollada nariz que olfa-tea en los más mínimos y minuciosos asuntos de todos

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y cada uno, llevando la cuenta de todas sus faltas ensu lista negra. Sea como fuere, es alguien muy singu-lar. Desea que, para su gloria, los niños recién nacidossean empapados en agua (lo que se llama bautismo),aún a riesgo de provocarles un fuerte resfrío.

Se regocija amablemente cuando oye el monótonobalido de su gran rebaño de numerosas y fieles ovejasen los locales eclesiásticos consagrados a tales prácti-cas; o cuando el más devoto de sus seguidores le envíavía aérea sus maullidos y ruegos de todo tipo (o sea,cuando se le reza); o mejor aún: cuando le ruegan porcualquier cosa posible o imposible, mientras él partici-pa en sangrientas guerras recibiendo el agradecimien-to y el homenaje de los vencedores como Dios de lasbatallas.

Se pone como loco furioso cuando alguien duda desu existencia; o cuando un católico come carne el vier-nes, o no asiste regularmente al confesionario a lavarsus pecados; o cuando un protestante no cumple la re-gla de despreciar los huesos de los santos y todas lasimágenes que adoran los católicos; o cuando no cami-na por el mundo con la cara larga (como para detenerun reloj), con los ojos mirando al cielo, con la espaldaencorvada y con las manos entrecruzadas.

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Si cierta persona muere impenitente, entonces suTodo-misericordioso Dios le impone un castigo, com-parado con el cual serían simples cosquillas todos losazotes y latigazos, todos los dolores y sufrimientos dela prisión, todas las privaciones de la deportación y elexilio, todas los terrores del cadalso y todos los doloresdel cepo y otros instrumentos de tortura que hayan in-ventado nunca los tiranos humanos. La crueldad brutalde este Dios excede cualquier cosa maligna que conoz-camos sobre la Tierra. Su prisión es un infierno, su ver-dugo es el diablo, y sus castigos son eternos. Empleagusanos que nunca dejan de roer, fuegos que nuncase apagan, y otros miles de castigos diabólicos; sólomuestra misericordia ante transgresiones menores ydespués de largos períodos de tiempo, siempre que elinfractor fallecido fuera católico; para estos, en ciertascircunstancias, Dios ha previsto un purgatorio, que di-fiere del infierno tanto como la cárcel difiere de la pri-sión. Se lo ha previsto sólo para los reclusos relativa-mente transitorios, con normas algo más indulgentes;sin embargo, aún en el purgatorio serás chamuscadosin piedad.

Los llamados “pecados capitales” nunca se castigancon el purgatorio, sino siempre con el infierno. Entreellos se incluye la “blasfemia”, oral, escrita o pensada.

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Por lo tanto, en este sentido Dios no admite ni la liber-tad de prensa ni la libertad de expresión; ni siquiera lalibertad del pensamiento no expresado. Con esto bas-ta para catalogarlo de entrada como un exitosamentecruel competidor entre los más viles déspotas y tira-nos de todos los tiempos; pero los instrumentos, la na-turaleza y la duración de sus castigos alcanzan mayorbajeza. En consecuencia, este Dios es el monstruo másatroz que podamos concebir.

El mismo autoriza decir que todo lo que ocurre enel mundo, y especialmente las acciones humanas, estágobernado por su omnipotente y divina providencia; yesta es su actitud más infame: maltrata al hombre porlas acciones de las cuales él mismo es origen o cau-sa primera. En comparación con este monstruo, ¡quéamables resultan los tiranos de la tierra del tiempo pa-sado y el actual! Si alguien, no obstante, pudiera viviry morir felizmente según las prescripciones de Dios,éste lo maltrataría aún más, pues el Cielo prometido,si se lo mira bien, es una institución mucho peor que elinfierno mismo; en efecto, en el Cielo uno carece de to-do deseo, siempre está conforme, sin ninguna Eva quele reclame nada. Y como sin el deseo ni su satisfacciónya no hay gratificación posible, entonces la existenciaen el Cielo carece de goce alguno. Eternamente consa-

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grado a contemplar al Señor, oyendo eternamente losmonótonos acordes de las arpas y eternamente ento-nando la misma canción, seguramente no se hallaráallí nada más estimulante que la trompeta de Gabrielsonando por la mañana.4

Después de la efímera vida terrenal, aquello sería elmayor grado de aburrimiento y tedio. La aislada vidade la prisión sería decididamente preferible. No resultasorprendente, entonces, que quienes son tan ricos ypoderosos como para disfrutar del paraíso en la tierra,proclamen risueñamente con Heine:

Dejemos el CieloA los ángeles y a los pájaros5

Y sin embargo, el rico y el poderoso fomentan laidiotez divina y la estupidez religiosa. De hecho, esoes parte de su negocio. Que el pueblo en general que-de o no sugestionado religiosamente es una cuestiónde vida o muerte para las clases dominantes y explo-tadoras. Su poder se eleva o cae junto con la locura

4 Se refiere seguramente al Arcángel Gabriel, mensajero di-vino según los libros religiosos de judíos, cristianos ymusulmanes.

5 Literalmente en alemán: “Den Himmel überlassen wir /DenEngeln und den Spatzen”, Heinrich Heine (1797-1856),Deutschland.

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religiosa. Cuanto más se apega el hombre a la religión,más crédulo se vuelve; cuanto más crédulo se vuelve,menos sabe; cuanto menos sabe, más estúpido se vuel-ve; cuanto más estúpido se vuelve, más fácil es gober-narlo; cuanto más fácil es gobernarlo, mejor puede serexplotado; cuantomás se lo explota, más pobre se vuel-ve; cuanto más pobre se vuelve, más ricas y poderosasse vuelven las clases dominantes; cuanto más poder yriquezas ellas acumulan, más pesado es el yugo sobrelos hombros del pueblo.

Los tiranos de todos los tiempos y de todos los paí-ses siempre han comulgado con esta idea, y por esa ra-zón siempre estuvieron en buenos términos con la cle-recía de todos los credos. Las ocasionales peleas entreestas dos clases de enemigos de la humanidad fueronsiempre de carácter doméstico: una simple lucha porla supremacía. Sacerdotes o predicadores saben que, amenos que ocupen la cima, están hechos para apunta-larla. Para el rico y el poderoso no es ningún secretoque la humanidad sólo puede ser esclavizada y explo-tada si los nigromantes de las iglesias injertan una su-ficiente cuota de servilismo en los corazones de las ma-sas del pueblo para hacerles ver la tierra como un valle

Ein Wintermärchen (Alemania. Un cuento de invierno), 1844.

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de lágrimas, para imbuir en sus mentes el juicioso de-creto divino: “sirve a tu señor” (o sea, a los que tienenautoridad), con el supuesto consuelo de que beberánsopa en el Cielo del más allá, del que nadie sabe nada.

En cierta ocasión, el señor Windthorst,6 miembrodel Parlamento alemán, archi-jesuita y campeón de lafacción clerical, dio claramente a entender cómo pien-san sobre este asunto los embaucadores y charlatanesde la sociedad. Dijo: “Si el pueblo pierde la fe, entoncesno soportará más su intolerable miseria y se rebelará”.En efecto, ese era el punto; y si de hecho la inmen-sa mayoría del pueblo trabajador no estuviera hoy tanidiotizada por la religión que ya ni puede comprenderuna idea tan sencilla, aquel comentario hubiera servi-do como un desafío para que su inteligencia reflexio-nara seriamente sobre el asunto.

No en vano todos los personajes del clero —que esla “gendarmería negra” del despotismo— se han esfor-zado siempre enérgicamente por evitar que decayerael sentimiento religioso, aunque sea harto sabido queellos mismos revientan de risa por las cosas que predi-can por dinero contante y sonante.

6 LudwigWindthorst (1812-1891) fue un importante políticoalemán del Partido de Centro, de tendencia católica y opositor de

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Pormiles de años, estos atrofiadores de cerebros haninstituido un reino de terror, sin el cual la locura de lasreligiones habría sido abolida hace mucho tiempo. Elcadalso y la espada, la mazmorra y las cadenas, el ve-neno y los puñales, el asesinato y la pena de muerte,fueron los medios con que se sostuvo la demencia re-ligiosa, mancha de vergüenza eterna en la historia dela raza humana. Cientos de miles han sido lentamenteasados en la hoguera “en nombre de Dios” porque seatrevieron a rechazar el hedor del chiquero bíblico. Entediosas guerras, millones han sido obligados a aplas-tar cráneos, a quemar y a saquear países enteros; y apropagar las enfermedades y las pestes tras la muertegeneralizada y los incendios. Todo ello sólo para man-tener la religión. Fueron los sacerdotes y sus cómplicesquienes inventaron las torturas más dolorosas, para re-incorporar a la religión con el terror de estas diablurasterrenales a quienes habían dejado de temer a Dios.

Se llama criminal al hombre que mutila las manoso los pies de otro. ¿Cómo podemos entonces llamara quienes le mutilan el intelecto y que, si fallan en elintento, le destruyen su cuerpo con refinada crueldad,centímetro a centímetro?

Bismarck.

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Es cierto que hoy en día ya no pueden llevar a caboeste infame bandolerismo divino del mismo modo enque lo hacían antes; pero en lugar de ello se introdu-cen como parásitos en los asuntos domésticos de lasfamilias, influyendo sobre las mujeres, secuestrando alos niños y pervirtiendo la enseñanza escolar para lapromoción de sus fines. Su hipocresía ha aumentadoen vez de disminuir. Tras fracasar rotundamente ensus intentos de abolir, apenas descubierto, el arte de laimprenta, lo utilizaron con su habitual astucia y saga-cidad, y gradualmente llegaron a poner ampliamentela prensa de hoy al servicio de su causa.

Un viejo refrán dice que “donde ha pisado un sacer-dote, ya no crecerá el césped”. Lo cual significa, en otraspalabras, que si una persona cae una vez en las ga-rras de los sacerdotes, su intelecto se vuelve estéril, susfunciones intelectuales dejan de funcionar de maneranormal; gusanos sagrados y lombrices divinas le car-comen el cerebro. El individuo queda transformado enuna suerte de oveja tambaleante.

Estas ingenuas y miserables personas han sido en-gañadas con respecto al auténtico sentido de la vida, ylo que es peor, forman la gran masa de enemigos de laciencia y la razón, de la evolución y la libertad. Cadavez que puedan forjarse nuevas cadenas para la huma-

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nidad, ellos están dispuestos a trabajar en el yunque,como poseídos por los demonios. Cada vez que pue-dan ponerse obstáculos al avance del progreso, estoscafres forman un gran frente común contra el espíritude la época.7 Tratar de curar a estos imbéciles no sólosería un bien para ellos, sino que realmente sería unintento de sanación de un cáncer que hace sufrir a to-do el pueblo, y que en última instancia, debería ser ex-tirpado sin miramientos para hacer de esta tierra unamorada digna de la humanidad, en lugar de un abismoen que dioses y demonios juegan a atormentarnos.

¡Saquemos, entonces, la religión de la cabeza de lagente y derroquemos a los sacerdotes! Estos suelen de-cir que “el fin justifica los medios”.8 Muy bien, aplique-mos el mismo precepto contra ellos. Nuestro fin es li-berar a la humanidad de todas las condiciones que laesclavizan, es decir, del yugo de la servidumbre social

7 Cafre (en inglés Kaffir) era el nombre con que se denomi-naba a las tribus sudafricanas no civilizadas. En castellano actualtiene la acepción de rústico o primitivo.

8 Aunque no figura en sus libros, esta frase suele atribuirseequivocadamente a Maquiavelo. También Pierre Joseph Proudhonsostiene que esa frase en realidad es de origen jesuita. En efecto,su autor sería el teólogo Hermann Busenbaum, quien en MedullaTheologiae Moralis (1645) escribió: “cuando los fines son lícitos, losmedios también lo son”.

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y de las cadenas de la tiranía política como de todo elextravío del oscurantismo religioso. Toda auténtica fi-lantropía reconocerá como correctos y justos todos losmedios y todas las oportunidades que se ofrezcan paraalcanzar este fin.

Toda persona con sentido común y libre de la locurareligiosa, elude una obligación humanitaria si deja dehacer todo lo posible y en todo momento por combatirla religión. Cualquiera que esté libre de la supersticióndeísta y no se oponga al sacerdocio siempre que pue-da hacerlo, es un traidor a su causa. Por lo tanto ¡gue-rra a esos oscuros perros de caza! ¡Guerra implacablecontra esa guadaña! ¡Hay que incitar a los hombrescontra sus seductores! ¡Hay que iluminar a los sedu-cidos! Recurramos a todos los medios útiles para estalucha: el azote de la burla y del escarnio, la antorcha dela ciencia y del conocimiento; y cuando esto no baste,hagamos sentir argumentos más contundentes.

Para quienes conserven algo de sentido, a pesar dela ignorancia en que astutamente se los ha sumido ymantenido, pueden resultar adecuadas las siguientespreguntas:

“Si Dios quiere que nosotros lo conozcamos, lo ame-mos y le temamos, ¿por qué no se muestra por sí mis-mo?”; “Si Dios es tan bueno como dicen los sacerdotes,

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¿qué razón hay para temerle?”; “Si Dios es omniscien-te, ¿para quémolestarlo con asuntos privados y oracio-nes?”; “Si Dios es omnipresente, ¿para qué construirleiglesias?”; “Si Dios es justo y él mismo creó al hombrepecador, ¿por qué habrá de castigarlo?; “Si el hombrehace el bien sólo por la gracia de Dios, ¿por qué debe-ría ser recompensado?”; “Si Dios es omnipotente, ¿porqué permite que blasfememos?”; “Si Dios no puede sercomprendido, ¿por qué nos ocupamos de él?; Si nosresulta imprescindible conocerlo, ¿por qué permaneceen la oscuridad?”. Para ellos, estas preguntas son enig-mas.

Toda persona pensante debe admitir que nunca seha encontrado la más simple prueba de la existenciade un Dios; y es más: que no hay la menor necesidadde la existencia de un Dios. En tanto que podamos co-nocer las propiedades inherentes de la naturaleza y susleyes, la presencia de un Dios, ya sea inmanente o tras-cendente a esta naturaleza, es realmente un disparate,bastante superfluo y evidentemente insostenible. Y enel plano de la moral, su existencia resulta aún más in-necesaria.

Imaginemos un inmenso imperio gobernado por unGran Señor que fomenta el conflicto entre sus súbditos.Un Gran Señor que quiere ser conocido, amado, honra-

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do y obedecido por todos, pero que nunca se muestra.Los pueblos sujetos a su poder sólo conocen losmanda-tos y las órdenes que imparten sus ministros, aunqueéstos admiten, al mismo tiempo, que son incapaces porsí mismos de formarse una idea de su Señor, pues suvoluntad es inescrutable y sus atributos son insonda-bles; incluso sus servidores ni se ponen de acuerdo so-bre los decretos que el Señor les envía: como las leyesson diferentes en cada región de su imperio, ellos seacusan mutuamente de haberlas alterado y falsificado.Ellos pretenden tener autoridad para promulgar oscu-rísimos y misteriosos decretos en beneficio de los súb-ditos, aunque éstos nunca alcancen a comprenderlos.Las leyes de este oculto monarca requieren ser expli-cadas, pero sus intérpretes siempre difieren entre sí.Todo lo que dicen acerca de su oculto soberano es unaconfusa masa de contradicciones. Puede demostrarsela falsedad de cada palabra que pronuncian. Dicen queDios es inmensamente bueno, pero no hay nadie queno se queje de sus mandatos. Dicen que Dios es infini-tamente sabio, pero en su reino todo se opone al senti-do común y a la razón. Alaban su justicia, pero el me-jor de sus súbditos es, por regla, el menos favorecido.Nos aseguran que todo lo ve, pero su omnipresenciano alivia el dolor. Dice que es amigo del orden, pero

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en sus dominios todo es confusión y desorden. Todassus acciones están planeadas, pero rara vez acontecensegún sus planes. Dios puede sondear el futuro, perono sabe qué ocurrirá efectivamente. No tolera que selo insulte impunemente, pero aún así se somete a losinsultos de todos. Su sabiduría es admirable, pero susobras son imperfectas y de corta duración, porque élcrea, destruye y constantemente mejora lo que ya hahecho, sin siquiera quedar satisfecho con sus propiasproducciones. Todas sus empresas son para su propiagloria, aunque nunca alcanza su propósito de ser uni-versalmente glorificado. Trabaja incesantemente porel bienestar de sus súbditos, pero la mayoría de ellosse encuentran en terribles dificultades ante las necesi-dades de la vida.Quienes aparentemente gozanmás desu favor, son los menos satisfechos con su suerte. Selos ve a todos ellos prácticamente como refractarios alSeñor cuya grandeza admiran, cuya sabiduría alaban,cuya benevolencia honran, cuya justicia temen y cu-yos mandamientos veneran, aunque nunca cumplen.El imperio del que hablamos es la Tierra; el soberanoes Dios; sus ministros son los sacerdotes; sus súbditosson todos los seres humanos; todo un bello conjunto.

El Dios de los cristianos, según hemos visto, hacepromesas sólo para romperlas; envía pestes y enfer-

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medades con la finalidad de sanarlas; y desmoraliza ala humanidad para mejorarla. Se trata de un Dios quecreó al hombre “según su propia imagen”, y sin embar-go no se le imputa el origen del mal. Se trata de unDios que vio que todas sus obras eran buenas, y pocodespués descubrió que estaban mal; que sabía que elhombre comería del fruto prohibido, y aún así lo con-denó eternamente por eso. Se trata de un Dios que estan aburrido como para dejar que el diablo sea más lis-to que él; un Dios tan cruel que ningún tirano de latierra puede comparársele. Este es el Dios de la teolo-gía judeo-cristiana. Un sabelotodo chapucero que creóperfectamente a la humanidad, y que no pudo luegomantenerla en ese estado; que creó al diablo, y no pu-domantenerlo bajo control; un Dios omnipresente quesin embargo descendió del Cielo para ver qué hacíala humanidad; un Dios misericordioso que sin embar-go permitió en ocasiones la masacre de millones. UnDios Todopoderoso que condenó a millones de inocen-tes por las faltas de unos pocos; que causó el diluviopara destruir a la humanidad exceptuando a unos po-cos para iniciar una nueva generación que no sería me-jor que la anterior; que ha creado un Paraíso para lostontos que creen en el “evangelio”, y un infierno pa-ra los ilustrados que lo repudian. Un divino charlatán

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que se creó a sí mismo por medio del Espíritu Santo,y luego se envió a sí mismo como mediador entre élmismo y otros, y que despreciado y ridiculizado porsus enemigos, fue clavado en una cruz, como un mur-ciélago en la puerta de un granero; que fue sepultado,se levantó de entre los muertos, descendió a los infier-nos, ascendió al Cielo, y desde entonces por 1800 añosha permanecido sentado a su propia derecha para juz-gar a los vivos y a los muertos, cuando los vivos hayandejado de existir. ¡Un déspota terrible, cuya historia de-bería estar escrita con letras de sangre, porque es unareligión de terror!

¡Repudiemos entonces la teología cristiana! Repu-diemos ese Dios inventado por los predicadores de lafe sangrienta. Con el avance de la razón, esos predi-cadores se quedarán sin la Nada majestuosa con quepretenden explicarlo todo y serán arrojados al olvidomás profundo, pues ya no podrán deleitarse en la fa-tuidad, ni podrán glorificar la pobreza ajena mientrasellos viven en la lujuria, ni podrán predicar la sumisiónajena mientras ellos practican la arrogancia.

¡Repudiemos entonces la maligna Trinidad: el padreasesino, el hijo contra natura y el espíritu lascivo! Re-pudiemos todos los fantasmas envilecedores con quese ha rebajado al hombre a una miserable esclavitud,

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esperanzándolo con la omnipotente mentira de gocescelestiales a cambio de sus miserias terrenales. Repu-diemos entonces a quienes, con sus santas alucinacio-nes, son la maldición de la libertad y de la felicidad:¡repudiemos toda clase de sacerdocio!

Dios es sólo un fantasma inventado por sinvergüen-zas ingeniosos para tiranizar a la humanidad y man-tenerla siempre atemorizada. Pero este fantasma se di-suelve instantáneamente en cuanto se lo examina conla lente de la sobria reflexión. Cuando ello ocurra, lasmasas embaucadas se impacientarán y dejarán de te-mer a su propia pesadilla, oponiendo al sacerdocio laspalabras del poeta:

Una maldición para el ídolo al que hemosrezado,

En invierno, frío y hambre;En vano hemos esperado y aguardado;El nos ha burlado, embaucado y engañado9

Es de esperar que las masas no sigan siendo embau-cadas y engañadas por mucho tiempo más, y que lle-

9 Literalmente en alemán: “Ein Fluch dem G ötzen, zu demwir gebeten / In Winterkälte und Hungersnöten; / Wir haben ver-

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gue el hermoso día en que arrojen al fuego sus crucifi-jos y sus santos; que conviertan sus crucifijos y cálicesen objetos útiles; que transformen sus iglesias en tea-tros, auditorios y salas de discusión (o si no fueran ap-tas para ello, en galpones o en establos); que le encuen-tren un empleo útil a los curas y a las monjas; y queluego, esas mismas masas se sorprendan a sí mismaspor no haber hecho todo esto mucho tiempo antes.

Este método simple y sencillo, por supuesto, sólo seconsumará en la tormenta de la próxima revoluciónsocial; es decir, en el momento en que todos los con-jurados (el sacerdocio, los príncipes, los terratenientes,los burócratas, los capitalistas y los explotadores de to-do tipo) sean violentamente barridos con una escobade hierro que limpie el lodo acumulado durante siglospor el Estado y por la Iglesia.

gebens gehofft und geharrt; / Er hat uns geäfft, gefoppt und ge-narrt”. Heinrich Heine, Die Weber (El tejedor).

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La bestia de la propiedad1

“Entre los animales de presa, el hombre es sin duda elpeor”: esta expresión, muy común hoy en día, es mera-mente una verdad relativa. No es el hombre como taluna bestia de presa, sino el hombre atado a la rique-za. Cuanto más rico es un hombre, mayor es su codi-cia. Podemos llamar a este monstruo la “bestia de lapropiedad”. Actualmente ella gobierna al mundo, ha-ciendo miserable a la humanidad y lucrando cruel yvorazmente con el progreso de nuestra llamada “civili-zación”. En lo que sigue, caracterizaremos a este mons-truo y recomendaremos su exterminio.

¡Observen a su alrededor! En todos los denomina-dos países “civilizados”, de cada 100 hombres hay máso menos unos 95 indigentes y unos cinco con los bol-sillos llenos de dinero.

1 Según los Anarchy Archives, este folleto data de 1884.

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No es necesario profundizar en las diversas triqui-ñuelas con que han conquistado sus posesiones. El he-cho de que ellos sean dueños de todo mientras que losotros apenas subsisten, o más bien, vegetan, no admiteduda de que esos pocos se han enriquecido a costa delos muchos.

Ya sea por la fuerza bruta directa, por la astucia opor el fraude, esta horda se ha apoderado desde hacemucho tiempo del suelo con todas sus riquezas. Lasleyes sucesorias y sus derivadas, junto con las leyesdel intercambio, han dado un barniz “venerable” a es-te robo, y por lo tanto han mistificado y ocultado elcarácter de tales acciones. Por esta razón, la “bestia dela propiedad” no es reconocida como tal (es decir, co-mo una aberración bestial), sino que, por el contrario,es adorada con santo temor.

Y sin embargo, todos los que no pertenecen a esa cla-se son sus víctimas. Cada descendiente de un desposeí-do (el hombre pobre) encuentra ya todos los rinconesde la tierra ocupados cuando llega al mundo. No haynada libre de “señorío”. Nada se produce sin trabajo,y para trabajar no sólo se precisa habilidad y volun-tad, sino también espacio para hacerlo, herramientas,materias primas y medios de subsistencia. El hombrepobre, por lo tanto, por fuerza de la necesidad, debe

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ofrecerse a aquellos que poseen estas cosas en abun-dancia. ¡Y acá aparece la bestia! El rico le permite con-tinuar existiendo. Pero a cambio de esto el pobre debeentregarle su habilidad y su fuerza. A partir de ahí, sussupuestos “salvadores” emplean esas cualidades parasí mismos. Lo ponen bajo el yugo laboral; lo fuerzanal máximo de su capacidad mental y física para produ-cir nuevos tesoros, cuya propiedad les será negada. Aquien pretenda tomarse el tiempo para pensarlo bienantes de concretar tan desigual contrato, su estómagoquejoso pronto lo convencerá de que no hay tiempopara el pobre, porque hay millones en su misma situa-ción y corre el riesgo de que, mientras él lo piensa, sepresenten otros cientos para el puesto; habrá perdidosu oportunidad y quedará nuevamente librado a dondelo lleve el viento.

Es el azote del hambre lo que obliga al pobre a so-meterse. Para vivir debe vender. Y “voluntariamente” sevende a sí mismo cada día y hora a la “bestia de la pro-piedad”.

En otros tiempos ya pasados, las clases dominantescazaban a sus esclavos, los encadenaban y los obliga-ban a trabajar en beneficio de los gobernantes; aque-llos tiempos en que los ladrones cristiano-germanossaqueaban países enteros, privaban del suelo a los ha-

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bitantes y los exprimían en el servicio feudal, eran ende hecho bastante terribles, pero el punto culminantede la infamia se ha logrado con nuestro actual siste-ma de “ley y orden”, porque ha arrebatado a más denueve décimas partes de la humanidad de sus mediosde existencia, las ha reducido a la dependencia de unaminoría insignificante y las ha condenado a inmolarse.Al mismo tiempo, se ha disfrazado esta relación contodo tipo de artificios, de modo que el esclavo actual—el esclavo asalariado— no sólo no reconoce su situa-ción de servidumbre y desamparo ante la ley, sino queincluso tiende a atribuirlas a los caprichos del destino.

El único objetivo de las clases “dominantes” es per-petuar este estado de cosas. Aunque no siempre esasclases están unidas entre sí (pues unos buscan sacarventaja sobre los otros pormedio de tretas comerciales,engaños especulativos y diversas formas de distorsiónde la competencia), sin embargo, frente al proletaria-do se mantienen unidas en una hostil falange. Por lotanto y a despecho de toda la verborragia liberal, suideal político es un gobierno siempre más poderoso,centralizado y controlador.

Si por un momento el pobre recurre a la mendicidadporque no encuentra un explotador a quien venderseo porque la “bestia de la propiedad” ya lo ha reducido

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totalmente a la impotencia, entonces, el burgués biensatisfecho denomina a eso “vagancia”, llama a la poli-cía y exige la cárcel y la picota para el pobre diablo quese niega a morir de hambre entre montañas de comida.

El desempleado podría practicar un poco el tan pro-clamado ayudarse-a-sí-mismo, esto es, podría hacer al-go de lo que el rico hace diariamente con impunidad ya gran escala: debería, de hecho, robar para vivir. Peroentonces la burguesía le arroja encima todas sus bra-zas de “indignación moral”, y con rostro adusto lo en-trega implacablemente al Estado para que se haga car-go, pues en sus prisiones podrá ser esquilmado máseficazmente, es decir, le resultará más barato.

Si los trabajadores se asocian para obtener mejoressalarios, menos horas de trabajo u otras mejoras porel estilo, entonces los adinerados los critican inmedia-tamente como promotores de una “conspiración” quedebe ser eliminada.

Si los trabajadores se organizan políticamente, se losdenuncia por oponerse al orden “divino” de las cosas,y se los neutraliza con leyes especiales o de excepción.

Llegará al fin la hora en que el pueblo habrá de con-siderar la vía de la rebelión; y su aullido incesante derabia, generado por los “tigres del oro”, se dejará oír

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en el mundo entero: ya jadea por sus dolores, y su sedde sangre es insaciable.

La vida de los pobres no vale nada para el rico. Siéste es propietario de embarcaciones, pone en peligrola vida de tripulaciones enteras cuando obtiene segu-ros fraudulentos para sus cascos semipodridos. La ma-la ventilación, las excavaciones profundas, los tirantesdefectuosos, etcétera, llevan a la muerte a miles de mi-neros todos los años; pero a los propietarios de minas,este estado de cosas no les preocupa, pues les permi-te ahorrar gastos operativos y, por lo tanto, aumentarsus ganancias. El pashá industrial tampoco se preocu-pa porque sus obreros sean triturados y desgarradospor las máquinas, sean envenenados por las sustanciasquímicas, o sean lentamente sofocados por la suciedady el polvo. Lo principal es el beneficio.

Como las mujeres son más baratas que los hombres,los vampiros capitalistas buscan su sangre con rapaci-dad insaciable. Además, el trabajo femenino les procu-ra amantes baratas.

La carne del niño es la más barata: ¿qué puede sor-prender entonces que los caníbales de la sociedad mo-derna continuamente se den un festín con sus jóvenesvíctimas? ¿Qué les importa que los pobrecitos quedencorporalmente lisiados y mentalmente arruinados de

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por vida, y que miles de ellos, miserables y acabadosen tierna edad, se hundan en sus tumbas? Las accionesbursátiles suben y con eso basta.

Como la burguesía monopoliza completamente ca-da nuevo invento por medio de su capital, toda máqui-na novedosa, en vez de disminuir la jornada laboral yaumentar la felicidad de todos, ocasiona, por el contra-rio, la pérdida del empleo para algunos, la reduccióndel salario para otros, y la pauperización del proleta-riado en su totalidad.

Cuando la producción aumenta al mismo ritmo queaumenta la pauperización de lasmasas, también el con-sumo disminuye y se produce estancamiento y crisis.La sobreabundancia de riqueza real enmanos de pocosha de generar hambre, tifus y otras epidemias para mu-chos. La injusticia (por no decir: la idiotez) de este es-tado de cosas es evidente. Quienes tienen sus bolsillosllenos, por supuesto, simplemente se encogen de hom-bros. Y lo seguirán haciendo hasta que una cuerda bienajustada en sus cuellos ponga fin a toda indiferencia.

El trabajador no sólo es ampliamente esquilmado co-mo productor, sino también como consumidor. Variosparásitos tratan de arrebatarle sus magros ingresos.

Después de atravesar varias etapas de intercambioy almacenamiento, y cuando los precios ya se han in-

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crementado por las comisiones de agentes y corredo-res, por impuestos y derechos de aduana, los produc-tos finalmente llegan a los comerciantes minoristas,cuyos clientes son casi exclusivamente los proletarios.Si los comerciantes mayoristas ‘hacen’ (es decir, ob-tienen fraudulentamente) tal vez de un 10% a un 20%de los beneficios por sus transacciones, el comercianteminorista no se satisface con menos del 100%. Para ob-tener ese resultado recurre a todo tipo de trucos, espe-cialmente a la más desvergonzada adulteración de losalimentos. En estrecha relación con estos estafadoresse encuentran los incontables envenenadores de cer-veza, licores, vino, etcétera, que con su nefasto tráficoinundan las inseguras calles de todas nuestras grandesciudades y centros industriales. También están los pro-pietarios de inquilinatos, que incesantemente buscanla manera de amargar la existencia del pobre. El estadode las habitaciones empeora día a día, los alquileres au-mentan y los contratos son cada vezmásmortificantes.Los trabajadores viven cada vez más hacinados en losfondos, áticos y sótanos de las casas, llenos de bichosy humedad. Frecuentemente las celdas de una prisiónson mucho más saludables que estos agujeros pestilen-tes.

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Cuando el trabajador no tiene empleo, queda a mer-ced de otras hordas de especuladores del hambre, listaspara abalanzarse sobre él y completar su ruina. Todauna calaña de prestamistas usureros le adelantan pe-queñas sumas de dinero a elevado interés, previo gra-vamen sobre las últimas posesiones del pobre. Las con-diciones de esos contratos casi nunca pueden ser cum-plidas, de modo que el pobre desgraciado pierde los ob-jetos empeñados y cae aún más abajo. Pero los ávidoscazadores de cabezas amasan fortunas en poco tiempo.Algunos tiburones ven al mendigo como un buen pa-gador. Cada cobre que éste ha juntado de forma pocoenvidiable despierta la codicia de quienes regenteansucios agujeros y viles antros. También los ladronesestán sujetos a esta expoliación capitalista. Ellos sonesclavos de ocultos protectores que les cobran “peajes”y reciben los objetos robados a cambio de no “cantar”.Sí; incluso aquellas desafortunadas mujeres, llevadasa la prostitución por este maldito sistema, son expo-liadas desvergonzadamente por quienes regentean losburdeles y las casas de mala fama.

Esta es la suerte del pobre desde la cuna a la tum-ba. Produzca o consuma, exista o meramente vege-te, siempre está rodeado de voraces vampiros sedien-tos de su última gota de sangre. Por otra parte, el ri-

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co nunca detiene su obra de explotación, aunque nopueda dar razón alguna para su codicia. El que tie-ne $1.000.000, quiere tener $10.000.000; el que tiene$100.000.000 quiere tener $ 1.000.000.000.

La codicia de riqueza está estrechamente vinculadaa la codicia del poder. La riqueza no sólo genera másriqueza, sino también poder político. En el actual siste-ma capitalista la venalidad es un vicio que todo lo in-vade. Como si se tratara de un simple asunto de precio,ella comprará para la “bestia de la propiedad”, que consu imperio aurífero es la divinidad absoluta y omnipo-tente, cualquier servicio que ésta requiera: la palabra,el silencio, la pluma, la prensa, los actos de violencia ocualquier otro recurso.

En Europa y América hay muchos cientos de milesde sacerdotes y ministros, especialmente preparadospara envenenar el sentido común de las masas. Incon-tables misioneros recorren casa por casa difundiendofolletos sin sentido, o cometiendo otras andadas “espi-rituales”. En las escuelas se realizan incansables esfuer-zos para anular el pequeño bien que provee el apren-dizaje de la lectura, la escritura y la aritmética. Unaidiota malversación de la “historia” excita descaradosprejuicios que dividen a los pueblos y les impide verque sus opresores se han coaligado contra ellos, y que

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toda política, pasada y presente, sólo persigue un obje-tivo: consolidar el poder de los gobernantes y asegurarasí la explotación del pobre por el rico.

El tráfico camandulero es asistido con “lealtad y to-xicicidad” por cagatintas de la prensa diaria, diversosfalsificadores de la historia escrita, operadores políti-cos de las camarillas corporativas dominantes, dipu-tados charlatanes con sonrisa seductora, bocas llenasde promesas y corazón traicionero, y por cientos deotros tipos de políticos con distintos matices de mal-dad.

La cuestión social es particularmente mistificadapor regimientos enteros de vendedores de humo. Losprofesores de economía política, por ejemplo, hacen delacayos de la burguesía ensalzando al becerro de orocomo al verdadero sol de la vida y recurriendo “cien-tíficamente” a la falsedad y a la picardía del sofismapara demostrar que la dura vida de los trabajadoresconstituye un beneficio para la humanidad. Algunosde esos charlatanes recomiendan la reforma social, esdecir, un cambio gradual basado en el principio de ha-

2 La traducción literal de la expresión de Most sería “lavarsin mojar”, pero me pareció oportuno recurrir a la popular expre-sión en castellano de “hacer una tortilla sin romper los huevos”.

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cer una tortilla sin romper huevos2 (por no mencionarsus festejadas recetas del ahorro y la educación).

Y así, embaucando a las masas, los ladrones caballe-ros capitalistas siguen perfeccionando la maquinariade su poder. Crean nuevas funciones públicas en quelos cargos más altos son cubiertos en Europa por des-cendientes de viejos asaltantes de caminos (hoy “no-bles”), y en América, por cazadores de puestos y as-tutísimos ladrones que combinan su propósito origi-nal de exprimir autoritariamente al proletariado, conel muy placentero negocio del robo de hormiga y la fal-sificación a gran escala. Ellos mandan sobre ejércitosde soldados, gendarmes, policías, espías, jueces, carce-leros, recaudadores de impuestos, rematadores, etcéte-ra. La clase baja de los vigilantes son casi totalmentereclutados de las filas de los desposeídos, y rara vezse encuentran mejor pagos que éstos. Y por ello mis-mo despliegan gran celo como espías, confidentes, al-cahuetes, fieras y chupamedias del Estado, instituciónque evidentemente es, ni más ni menos, que la organi-zación política de una horda de expoliadores estafado-res; horda que sin esa maquinaria tiránica no podríasubsistir un solo día ante la ira y la condena de lospueblos oprimidos.

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En la mayoría de los países viejos, la forma exteriorde este sistema ha alcanzado naturalmente su puntoculminante. Todo el aparato disciplinario del Estadose concentra en un poder monárquico. De este modo,sus representantes “por la gracia de Dios” son la quin-taesencia de la villanía. Allí todos los vicios y los crí-menes propios de las clases dominantes llegan a nive-les monstruosos. La ocupación que más disfrutan esel asesinato en masa (la guerra); siempre que roban, ylo hacen a menudo, roban cientos de millones (inclu-so miles de millones) a países enteros. Iluminan susbestialidades con incendios a gran escala. Para ellos,la humanidad sólo existe para patearla, golpearla y es-cupirla. A lo sumo sólo la valoran cuando seleccionanentre sus “súbditos” a las mujeres y niñas más atrac-tivas para saciar sus pasiones bestiales. A los demásles queda el derecho de morir “muy obedientemente”como los perros.

Estos asesinos coronados de Europa, se embolsan,por medio del chantaje directo, $50.000.000 al año. Elmilitarismo, su retoño preferido, cuesta anualmente$1.000.000, sin tomar en consideración la pérdida devidas y trabajo. Una suma equivalente se paga comointereses sobre $20.000.000.000 de deuda del Estado,que los sinvergüenzas han contraído en tiempo consi-

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derablemente breve. La monarquía en Europa, enton-ces, cuesta $2.050.000 000 anuales, es decir, más de loque al mismo tiempo ganan como salario 10.000.000 detrabajadores, mantenedores de 50.000.000 de personas.

En América los monopolistas ocupan el lugar de losmonarcas. En la supuesta “libertad” de los Estados Uni-dos, con la tasa de desarrollo de monopolios que tuvoen el último cuarto de siglo, pronto no quedará libre demonopolio más que la luz del día y el aire. Quinientosmillones de acres de tierra en los Estados Unidos, casiseis veces el espacio que ocupan Gran Bretaña e Irlan-da, han sido repartidos en una sola generación entrelas compañías de ferrocarriles y los grandes terrate-nientes aristocráticos de origen europeo. En unas po-cas décadas, Vanderbilt amasó, él solo, $200.000.000, yen esa feria del robo, docenas de sus competidores in-tentan superarlo.3

San Francisco fue poblada apenas hace treinta años¡y hoy alberga a ochenta y cincomillonarios! Toda la ri-queza de esta gran república, aunque establecida haceapenas un siglo, sus minas, sus yacimientos de carbón,

3 Cornelius Vanderbilt (1794-1877) fue un legendario empre-sario norteamericano que amasó una inmensa fortuna con el ne-gocio del transporte fluvial y ferroviario.

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sus pozos de petróleo, etcétera, ha sido “sustraída” alpueblo y es propiedad de un puñado de audaces aven-tureros y astutos maquinadores.

La “soberanía del pueblo” se postra rendida ante lainfluencia de estos reyes del dinero, magnates del fe-rrocarril, barones del carbón y señores de la industria.Estos iguales tienen a los Estados Unidos totalmenteen sus bolsillos, haciendo de la alabada legislación li-bre y sin trabas una farsa, un engaño y una trampa.

¡Y si así es la madera verde, qué no podemos espe-rar de la podrida! Si el sistema capitalista ha dañado yarruinado tan fatalmente y en tan breve tiempo a es-ta joven república americana, de territorio y recursosnaturales casi ilimitados, ¿qué puede sorprender de losresultados que produzcan en la servil y podrida Europalos mismos y prolongados abusos?

En efecto, pareciera que esta joven república ame-ricana sólo tuviera actualmente una misión histórica:demostrarle a los pueblos de ambos lados del Atlánti-co, más allá de toda discusión y con hechos crudos ypalpables, la monstruosidad atroz de la “bestia de lapropiedad”, animal de presa cuya ferocidad no puedeser alterada ni por la condición del suelo, ni por la vas-tedad del territorio, ni por las formas políticas de lasociedad; por el contrario, cuanto menos natural es su

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necesidad de codicia y su rapacidad individual, más pe-ligrosa y problemática se torna para la sociedad. No esvoraz para satisfacer sus deseos: ¡es voraz por el soloafán de voracidad!

Quienes trabajan para vivir deben comprender queeste monstruo no puede ser domesticado, ni amansa-do ni utilizable por el hombre. Enseñémosles nosotrosque sólo hay un remedio seguro contra esa bestia: ¡laguerra de exterminio, implacable, despiadada y a fon-do! Las propuestas tibias no sirven; si por medio depetitorios, elecciones o cualquier otra clase de recur-sos ingenuos el proletariado espera ganar el respetode sus enemigos conjurados, sólo logrará el escarnio yla burla.

Algunos dicen que la educación general traerá elcambio; pero como bandera, ese consejo es una merafrase sedativa. La educación del pueblo sólo será posi-ble cuando los obstáculos que la impiden hayan sidoremovidos. Y ello sólo ocurrirá cuando el actual siste-ma haya sido destruido en su totalidad.

Pero esto no debe entenderse como que nada pue-de hacerse por medio de la educación. Lejos de ello.Quienquiera que haya comprendido la vileza de lascondiciones actuales tiene la obligación de alzar la vozpara ponerlas en evidencia y abrir los ojos del pueblo.

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Sólo hay que evitar hacerlomediante reflexiones hiper-científicas. Dejemos esto a los científicos bien inten-cionados, que de esta manera arrancan lágrimas a lamáscara humanitaria de la “mejor clase” y descubrenel horrible rostro de la bestia de presa.

El lenguaje de y para el proletariado debe ser claroy contundente.

Quienquiera que recurra a la palabra de este modoserá acusado por la chusma gobernante de instigar dis-turbios; será amargamente odiado y perseguido. Estodemuestra que la única educación posible y prácticadebe ser de naturaleza instigadora. ¡Instiguemos, en-tonces!

Mostremos al pueblo cómo los capitalistas del cam-po y de la ciudad le roban su fuerza de trabajo; mostré-mosle cómo los tenderos, los caseros y otros caballeroslo despojan de su magro salario; mostrémosle comolos sacerdotes del púlpito, de la prensa y de los par-tidos políticos tratan de destruir su inteligencia; mos-trémosle cómo siempre hay una policía brutal lista pa-ra maltratarlo, tiranizarlo y derramar su sangre entrela soldadesca. ¡Finalmente, la paciencia se acabará! ¡Elpueblo se rebelará y aplastará a sus enemigos! ¡La revo-lución del proletariado, la guerra de los pobres contralos ricos, es la única vía para liberarse de la opresión!

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¡Pero algunos objetan que no se pueden fabricar lasrevoluciones! Ciertamente que no, pero pueden serpreparadas dirigiendo la atención del pueblo hacia elhecho de que tales acontecimientos son inminentes, yalertarlo para que esté listo ante cualquier eventuali-dad.

Muchos teóricos sostienen que el desarrollo capita-lista debe primero extinguir a toda la clase media (pe-queña burguesía) para generar las condiciones favora-bles a una revolución social; sin embargo, ha alcanza-do ya tal punto de perfección, que casi resulta imposi-ble que pueda ir más allá. En los países civilizados, laproducción general, tanto agrícola como industrial, só-lo podría realizarse a mayor escala si la sociedad fueraorganizada sobre bases comunistas y si (lo que enton-ces sería una obviedad) las horas de trabajo se reduje-ran al compás del desarrollo de las ventajas tecnológi-cas y el consumo aumentara a la par con la producción.

Esto se comprende fácilmente. La producción en se-rie puede más que centuplicar lo que los productoresnecesitan en bienes de valor equivalente, y ahí radicala cuestión. Hasta ahora, esta plusvalía apenas ha si-do notada, porque su mayor parte ha sido capitalizadanuevamente, es decir, ha sido utilizada en nuevas em-presas capitalistas, y porque los países industrialmen-

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te más avanzados (la “bestia de la propiedad” en esospaíses) exportan enormes cantidades de mercaderías.Ahora, sin embargo, la cosa comienza a flaquear mar-cadamente. El industrialismo ha hecho grandes pro-gresos en el mundo, equilibrando cada vez más las ex-portaciones y las importaciones, razón por la cual lasnuevas inversiones de capital se vuelven menos renta-bles, y bajo tales circunstancias pronto se mostrarántotalmente no redituables. Una crisis universal habráde producirse y pondrá en evidencia estas incongruen-cias.

Por lo tanto, todo está maduro para el comunismo;sólo se precisa remover los viejos intereses que lo obs-taculizan: los capitalistas y sus cómplices. Durante esacrisis, el pueblo estará suficientemente preparado pa-ra la lucha. Entonces, todo dependerá de la presenciade un núcleo revolucionario bien entrenado en todoslos aspectos, capaz de reunir en torno suyo a las ma-sas populares llevadas a la rebelión por su miseria ysu anhelo de trabajo, y que pueda dirigir su poderosafuerza hacia la destrucción de todas las institucionesenemigas existentes.

¡Por lo tanto, antes que sea demasiado tarde hay queorganizar y extender por todos lados el partido socia-

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lista revolucionario! La victoria del pueblo sobre sustiranos y vampiros entonces será segura.

Dadas las condiciones actuales, antes que desarro-llar aquí un “programa”, es mucho más importante es-bozar lo que el proletariado probablemente deberá lle-var a cabo inmediatamente después de la victoriosa ba-talla para asegurar su supremacía.

Muy probablemente habrá de hacerse lo siguiente:Se constituirán comités revolucionarios en cada lo-

calidad donde el pueblo haya obtenido una victoria;estos comités ejecutarán los decretos del ejército revo-lucionario, que, reforzado por los trabajadores arma-dos, gobernará así como un nuevo conquistador delmundo.

El viejo sistema (o sea, el ahora vigente) será abolidodel modo más expeditivo y completo con la aniquila-ción de sus sostenedores: las “bestias de la propiedad”y su horda de secuaces. La cosa es así: o el pueblo losaplasta a ellos, o ellos aplastarán al pueblo, ahogaránla revolución en la sangre de los mejores, y reforza-rán las cadenas de la esclavitud con más firmeza quenunca. Matar o morir es la alternativa. Por lo tanto, de-berá instituirse la matanza de los enemigos del pueblo.Todas las comunidades libres integrarán una alianzaofensiva y defensiva mientras dure el combate. Las co-

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munas revolucionarias deberán instigar la rebelión enlos distritos adyacentes. La guerra no estará terminadahasta que el enemigo (la bestia “de la propiedad”) hayasido perseguido hasta su última guarida y totalmentedestruido.

Para proceder a fondo en el aspecto económico, to-das las tierras y los llamados bienes raíces, con todo loque haya dentro de ellos, así como todos los capitalesmobiliarios, serán declarados propiedad de las comu-nas respectivas.

Mientras se efectivice la profunda y armoniosa reor-ganización de la sociedad, puede resultar satisfactoriala proclama de los siguientes principios y medidas:

Toda deuda pendiente quedará liquidada. Los obje-tos de uso personal que hayan sido empeñados o hipo-tecados serán devueltos gratuitamente. No se pagaránalquileres. Se establecerán comités locales permanen-tes de vivienda, que asignarán albergue a quienes ca-rezcan de hogar o a quienes vivan en cuartos no aptose insalubres; tras la gran purificación no habrá necesi-dad de buscar un hogar digno.

Hasta que cada uno pueda obtener un empleo conve-niente, la Comuna garantizará a todos la satisfacciónde las necesidades vitales. La distribución de los bienesconfiscados será regulada por comités de suministros.

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Podría haber carencia de alimentos, por lo que paraadquirirlos habrá que recurrir a operaciones de expro-piación. La formamás expeditiva de proveerse de ellosserá tomándolos, con columnas armadas, de las gran-des fincas lugareñas.

Los aprovisionamientos serán efectuados por aso-ciaciones comunales de trabajadores organizados paratal fin.

Las bases de la nueva sociedad estarán formadaspor la organización inmediata de los trabajadores encooperativas de producción según las diferentes ramasdel comercio y según su disposición en relación a la lo-calización de las fábricas, máquinas, materias primas,etcétera.

Se supone que la Comuna —al menostransitoriamente— mediará y regulará el consumo.Ella, por lo tanto, hará acuerdos con las asociacionesde trabajadores individuales, las proveerá periódica-mente de informes o borradores sobre las mercancíascomunitarias recogidas y almacenadas, dándole así elgolpe de muerte al viejo sistema monetario.

Deberán fundarse sin demora buenas escuelas, jar-dines de infantes y otras instituciones educativas. Laeducación de los adultos, que entonces sí será posi-ble, no deberá ser desatendida ni pospuesta. La ver-

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dad y el conocimiento serán enseñados en todas lasiglesias, donde no se tolerará nada sacerdotal. Todaslas imprentas deberán ser puestas en funcionamientopara producir millones de libros, textos y folletos devalor educativo, para ser distribuidos por todas partes,particularmente en las regiones que aún no se hayanliberado de la esclavitud.

Todos los códigos legales, los archivos judiciales ypoliciales, los registros hipotecarios, las escrituras, losbonos, y todos los denominados “títulos de valor” de-berán ser quemados.

Estas indicaciones sirven sólo para mostrar que elperíodo de transición no tendrá necesariamente un ca-rácter enervante, como suele ocurrir a quienes se des-animan por considerar que una reorganización enérgi-ca de la sociedad sería difícil y ardua.

Y ahora echemos un vistazo al ideal de nuestras as-piraciones.

La sociedad libre estaría formada de Comunas autó-nomas, es decir, independientes. Una red de federacio-nes, resultantes de contratos sociales libremente efec-tuados y no de un gobierno o una tutela autoritarios,las abarcaría a todas. Los asuntos comunes se trata-rían mediante la libre deliberación y el libre juicio delas Comunas o asociaciones interesadas. El pueblo, sin

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distinción de sexo, se reuniría con frecuencia en losparques o salones adecuados, de hecho, no para hacerleyes o restringir su libertad de acción, sino para de-cidir caso por caso todas las cuestiones referidas a losasuntos públicos, o para designar a los individuos queejecutarán sus resoluciones, y escuchar sus informes.

El aspecto exterior de estas comunas será totalmen-te diferente al de las actuales ciudades y pueblos. Lascalles estrechas habrán desaparecido; las viviendas-celdas habrán sido derribadas, y en su lugar se habránlevantado amplios y bien provistos palacios rodeadosde jardines y parques como sedes para las sociedades,grandes o pequeñas, que habrán de reunirse por iden-tidad de intereses, llevando el confort a un grado talque no podría lograr por su cuenta un individuo o unafamilia.

En el campo la gente estará más concentrada. Unacomunidad agrícola con las comodidades de una ciu-dad remplazará a muchas aldeas. La unión de granjashasta ahora separadas, la aplicación general y la mejo-ra constante de los implementos agrícolas y de los ferti-lizantes químicos, la perfección cada vez mayor de losmedios de comunicación y transporte, etcétera, simpli-ficarán este proceso de concentración. El viejo contras-te entre la ciudad y el campo habrá desaparecido, y el

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principio de igualdad en las ganancias obtendrá unode sus más importantes triunfos.

La propiedad privada ya no existirá. Toda la riquezapertenecerá al pueblo o a las ligas comunales. Todos,capacitados o no para trabajar, podrán obtener de allílos artículos necesarios que puedan requerir. La sumatotal de la demanda de necesidades y comodidades re-gulará la cantidad de la producción.

El tiempo de trabajo del individuo quedará limitadoa unas pocas horas diarias, porque participarán en laproducción todos aquellos que estén capacitados paratrabajar, sin distinción de sexo; porque ya no se tra-bajará en actividades inútiles, dañinas o similares; yporque los medios de producción auxiliares, como losquímicos, los recursos técnicos y otros por el estilo, es-tarán altamente desarrollados y serán universalmenteaplicados. La mayor parte del día, por lejos, será em-pleada en disfrutar de la vida.

La gratificación más grande se hallará en activi-dades intelectuales libremente elegidas. Algunos em-plearán su ocio sirviendo al prójimo, ocupados en elbien común. Otros estarán en las bibliotecas, dedica-dos a propósitos literarios, o reuniendo material paraconferencias educativas, o simplemente para sus estu-dios privados. Otros correrán nuevamente a los liceos,

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abiertos a todos, para oír a la ciencia. Academias depintura, escultura, música, etc. ofrecerán oportunida-des para la educación de quienes sigan las bellas artes.

Los amantes de la niñez, especialmente los de sexofemenino, se concentrarán en los sitios educacionales,donde bajo la dirección de los auténticos mentores dela juventud, ayudarán a criar y cultivar a las nuevasgeneraciones.

La enseñanza sólo se realizará en espacios bien ven-tilados y luminosos, y al aire libre, cuando el clima seafavorable. Y para asegurar un desarrollo parejo de lamente y el cuerpo, se alternarán el juego alegre, la gim-nasia y el trabajo con la aguda aplicación de la mente.

Los teatros y las salas de conciertos tendrán lugarpara todos.

No se conocerán los matrimonios forzados o intere-sados; la humanidad habrá retornado al estado naturaly el amor gobernará sin restricciones.

El vicio y el crimen habrán desaparecido con las cau-sas que los provocan: la propiedad privada y la miseriageneral.

En gran medida, las enfermedades habrán desapare-cido, porque ya no se conocerá la mala vivienda, ni losmortales talleres, ni las comidas y bebidas contamina-das, ni los trabajos inhumanos.

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El hombre podrá por fin disfrutar de la vida. ¡La “bes-tia de la propiedad” ya no existirá!

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El monstruo social1

Una daga en unamano, una antorcha en la otra, y to-dos los bolsillos repletos de dinamita: esa es la imagendel anarquista tal como la han delineado sus enemigos.Lo ven simplemente como una mezcla de estúpido ycriminal, cuyo propósito es subvertir el orden univer-sal, y cuyo único medio para ello es aniquilar a quiense le oponga.

Esa imagen es una horrible caricatura, pero no de-be extrañarnos su generalizada aceptación, pues des-de hace años todos los documentos antianarquistasse han empeñado en hacerla circular. Incluso en cier-tos órganos de prensa obrera se puede encontrar alanarquista representado simplemente como un hom-bre violento, sin ninguna aspiración noble; allí se ha-

1 En la versión de los Anarchy Archives, este escrito aparececon el siguiente subtítulo: “Un documento sobre el comunismo y elanarquismo”. Y va acompañado con la siguiente referencia: NuevaYork, Bernhard & Schenck, 167 William Street, 1890.

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llan las versiones más absurdas acerca de los princi-pios anarquistas.

En cuanto a la violencia, que la gente considera co-mo característica específica del anarquista, no se pue-de y no se debe negar que la mayoría de los anarquis-tas están convencidos de que el desarrollo del ordensocial actual no puede ser reencausado adecuadamen-te sólo por medios pacíficos. Pero esto es una cuestiónde táctica que nada tiene que ver con los principios.

El anarquismo en sí mismo significa un nuevo ordensocial, y cualquiera que conozca la vida humana en to-da su extensión y tenga el coraje de despreciar toda so-lución superficial, toda transacción y toda complicidadcon el statu quo, y que se atreva a sacar las conclusio-nes necesarias de la evolución recorrida, debe arribaral gran principio sobre el cual se edificará ese nuevoorden. Nuestro principio es el siguiente: evitar tododominio del hombre sobre sus semejantes, para esta-blecer la plena libertad y tornar vetustos al Estado, algobierno, a las leyes y a toda forma de coacción exis-tentes. Anarquismo significa, antes que nada y sobretodo, independencia de cualquier gobierno.

Pero ¿es eso realmente deseable? Es obvio que quie-nes gobiernan responderán que no. Pero ¿qué respon-derán los que deben obedecerles? Hace ya casi cin-

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cuenta años que Marx demostró que todas las luchaspolíticas de la historia fueron luchas entre clases. Laclase dominante siempre se esforzó por conservar elgobierno (arquía), porque con el gobierno se alimenta-ba; en tanto que la clase dominada siempre se esforzópor destruir al gobierno (anarquía), porque con el go-bierno se la mataba de hambre.

Las etiquetas variaban de caso en caso, pero los prin-cipios enfrentados eran siempre los mismos: la anar-quía contra la arquía. Si esto es así, entonces, ¿por quéla idea del anarquismo sigue siendo tan incomprendi-da y por qué no se ha realizado ya hace tiempo? Algúndía esta pregunta tendrá una respuesta apropiada.

Pero por el momento basta con recordarle al lectorque las ideas pueden salirse del camino sin perderse.Miremos desde arriba esa larga serie de luchas. Susresultados son evidentes. El reclamo popular de liber-tad es hoy más fuerte y claro que nunca antes, y lascondiciones a largo plazo para alcanzar la meta sonactualmente más favorables. Parece que estamos máscerca del anarquismo en este momento de lo que na-die pudo soñarlo un siglo atrás. Es evidente que a lolargo de toda la historia se da una evolución que vadestruyendo toda forma de esclavitud, de coacción yde gobierno (arquía); una evolución por la cual se va

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realizando la libertad completa e ilimitada de todos ypara todos (anarquía). Porque el anarquismo no es unaidea fantasiosa ni una utopía.

No, de ninguna manera. La anarquía es un hito na-tural y necesario del mismo progreso civilizatorio. Esla meta hacia la cual apuntan lógicamente todas lasaspiraciones humanas. Y por supuesto, cuando un de-terminado estadio del desarrollo social se define de esemodo, es decir, a la vez como deseable y como resulta-do lógico y necesario de la evolución, entonces cuestio-nar su posibilidad, como hacen ciertos filósofos políti-cos más débiles que cautos, se transforma en un fútilplanteo.

De aquí también se infiere que el anarquismo nopuede ser un movimiento retrógrado, como cuando seinsinúa con malicia que los anarquistas marchan ensentido opuesto al de las huestes de la libertad; y tam-bién se infiere que es evidentemente absurda la repeti-da cantinela de la supuesta oposición entre socialistasy anarquistas.

La palabra socialismo, en su más amplio sentido,comprende cualquier doctrina o tendencia aplicada ala sociedad humana. En un sentido más específico, lapalabra se refiere a cierto sistema específico y clara-mente definido de orden social.

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Pero aún en este último sentido existen muchos ti-pos de socialistas, porque hoy día casi todo el mundoparlotea sobre las reformas sociales. Incluso, hasta haysocialistas monárquicos, aristocráticos, cristianos, etc.Guillermo I predicó recurrentemente la reforma social,según él la entendía.2 A veces, Bismarck se autodeno-mina socialista.3 El pastor Stoecker también propusonumerosas e indescifrables ideas sobre el asunto.4 To-do este amasijo es ciertamente bastante heterogéneo.Y por ello, los socialistas más serios ya hace tiempoque advirtieron la necesidad de remarcar alguna ca-racterística que especifique sus intenciones. Estos seautodenominaron comunistas, señalando así su inten-ción de hacer común la tierra y todo lo que se encuen-tre en ella. No se dejaron arrastrar por aspiracionesreligiosas ni especulaciones fantásticas, sino por la so-

2 Wilhelm Friedrich Ludwig (1797-1888), rey de Prusia en1861 y emperador (Kaiser) de Alemania en 1871.

3 Otto Eduard Leopold von Bismarck Schonhausen (1815-1898), político y militar prusiano, Canciller del Kaiser Guillermo Iy artífice del Estado alemán (o Segundo Reich) en 1871. Se carac-terizó por sus persecuciones contra el socialismo.

4 Adolf Stoecker (1835-1909), sacerdote alemán luterano ypolítico antisemita que promovió la formación de un partido obre-ro socialcristiano. Su fuerte antisemitismo puede considerarse unantecedente del nazismo del siglo XX.

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bria observación de la situación actual de la sociedad,que reclama y exige, necesaria y absolutamente, unatransformación en esa dirección.

La burguesía, clase hoy dominante, ha reformuladocompletamente todo el mecanismo de la producción ydel intercambio.

El capitalista desplazó primero al maestro mecáni-co independiente. Luego, a su turno, los capitalistas sevieron desplazados por las sociedades anónimas. Peroni siquiera las sociedades anónimas pudieron resistirel avance de los monopolios, los trusts, los cárteles, etc.Y hoy en día ya podemos hablar de corporaciones glo-bales en lugar de simples ramas de la industria.

La meta manifiesta de ese movimiento —ya alcanza-da en grado considerable— fue producir lamayor canti-dad de bienes posibles con el mínimo esfuerzo humanoposible.

Pero en su avance también dejaba otra experiencia.La masa del pueblo pasó de la carencia a la pobreza, dela pobreza a la miseria, y ahora se hace evidente que,si lo dejamos avanzar más, la raza humana, totalmen-te degrada moralmente, terminará muriendo de inani-ción en medio de un mundo de abundancia.

Como este estado de cosas es lisa y llanamente unalocura, resulta perentorio reorganizar profundamen-

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te el orden social, estableciendo un sistema completa-mente nuevo.

Pero ya no es posible volver a la pequeña industriade los tiempos pasados. Las ventajas de la producciónen serie y de la división del trabajo son demasiado evi-dentes como para ignorarlas.

En consecuencia, no hay otra salida que el comu-nismo, esto es, hacer común la propiedad de todos losbienes de producción e intercambio.

En esto coinciden todos los que se sienten insatisfe-chos con el orden vigente y anhelan otro en que todoslos hombres puedan ser libres, iguales y felices. Porlo tanto, quienes digan que los anarquistas difieren deesta postura, simplemente mienten maliciosa o estúpi-damente.

Los anarquistas son socialistas porque desean unareforma social radical; y son comunistas porque estánconvencidos de que esa reforma sólo puede lograrsesobre la base de la propiedad comunitaria. Pero aúnhay algo más. Los anarquistas también tienen una ca-racterística que es exclusiva de ellos; y el socialismo yel comunismo no llegarán jamás a concretarse en tan-to no se impregnen con ese espíritu del anarquismo yadopten su sello.

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Es muy importante para el anarquismo conservarsu sello característico, que está inscripto en su pro-pio nombre, pues existen hoy muchos comunistas quepiensan al orden futuro como un Estado (“Estado delfuturo”, “Estado del Pueblo”, etc.), es decir, como unamonstruosa máquina gubernamental fundada en lasleyes más oprobiosas (como si la sociedad comunistadebiera estar conformada por una inmensa masa deimbéciles bajo el cuidado de un reducido número demandarines).

Los socialistas y los comunistas coherentes, por su-puesto, no tienen nada que ver con tal idea. Saben bienque el Estado ha sido siempre, y sigue siendo, un me-ro instrumento de represión empleado siempre por laclase dominante para proteger sus privilegios y some-ter a la masa del pueblo. Pero como en un país libre yano habría privilegios que proteger ni oprimidos queintimidar, ¿qué sentido podría tener en él semejanteinstrumento represivo?

El establecimiento del comunismo es inconcebiblesin la abolición de la presente esclavitud. ¿Habrá queestablecer acaso algún otro tipo de esclavitud? Si ya nohabrá más esclavitud de ningún tipo, entonces, cual-quier clase de gobierno será inútil, pues un gobiernoque no gobierne a nadie es como un puñal sin hoja,

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es decir, un sinsentido. Así, si para establecer verdade-ramente la libertad y la igualdad el comunismo debeprescindir de cualquier tipo de gobierno, entonces yaestamos ante el anarquismo.

Cuando ya no haya Estado ni gobierno, tampoco ha-brá leyes. Quienes hablan de “leyes” de la sociedad co-munista quizás estén pensando simplemente en aque-llas reglas generales de conducta noble y sensible quecualquier hombre bueno puede cumplir fácilmente. Pe-ro en tal caso están empleando una palabra incorrecta.Una ley es una norma respaldada en una maquinariade obediencia compulsiva: detrás de la ley se yergueel tribunal, el comisario, la policía, el verdugo, etc. ¿Yquién puede desear todo eso? Nadie, suponemos.

En el plano moral, el Estado, el gobierno y las leyesson las principales causas de vicio y de crimen. Perocuando desaparezcan esas causas también desaparece-rán sus efectos.

En el plano de la Industria, el Estado, el gobierno ylas leyes son los principales obstáculos para la eficien-cia y la abundancia, pues la experiencia directa de loútil y lo necesario enseña mejor qué y cómo producirque cualquier burocracia instalada en las cumbres dela ceguera.

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Entonces, si pensáramos que incluso en la sociedadcomunista las acciones del hombre quedarían sujetasa la coacción, habría que renunciar al comunismo, ycon ello, a toda esperanza respecto de la humanidad.

Sin embargo y afortunadamente, sería un error pen-sar así. La humanidad no es igual hoy de lo que serámañana. De modo que no hay necesidad de caer enensoñaciones para hablar de las futuras generaciones.

Es la sobriedad de la experiencia la que tiene algoque decir al respecto. Siempre que ocurre un aconteci-miento grandioso y magnífico, todos los involucradosen él, de cerca o de lejos, experimentan algún tipo decambio personal: en ciertos casos puede ser un cambioligero; en otros, una completa transformación. Con po-der irresistible, algo cambia en todos ellos, borrandoantiguos rasgos y apareciendo otros nuevos.

Ahora bien, si se quita del hombre el yugo de la es-clavitud que pesa sobre su espalda y se lo ubica en unaesfera de plena libertad, se verá cómo naturalmenteella lo lleva a comportarse como hermano de sus se-mejantes. Porque el hombre no es malo por naturaleza.Ha llegado a ser lo que es actualmente sólo porque es

5 Vemos acá una tesis de antropología filosófica de clara pro-cedencia roussoniana. Cf. Rousseau, J. J., El Contrato Social.

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parte de una sociedad en la que cada quien se ocupade sí mismo sin velar por los demás.5

Desde que se instituyó la propiedad privada surgióla envidia, la avaricia, la rapiña, el orgullo insolente, lavoluntad de engañar, la perversidad de la opresión, enfin, todos los vicios más comunes y viles;6 y esos vi-cios también desaparecerán cuando caiga aquella mis-ma institución y se deje lugar para el amor fraternal,un fuerte sentido de responsabilidad común orientadoal bien general.

Pero ese tipo humano nunca podrá surgir dentro delestrecho marco de un Estado; y cuando los comunistasretroceden ante el anarquismo, es porque los asusta lapalabra, no el principio. Es sólo un fantasma lo que losasusta.

Tampoco hay razón alguna para que los otros co-munistas se mantengan separados de los anarquistasen cuanto a sus tácticas.

Toda persona que se oponga radicalmente al actualorden social, y que trabaje para reformarlo sobre la ba-

6 Vemos acá otra tesis de raíces roussonianas: la instituciónde la propiedad privada como origen de todos los males sociales.Cf. Rousseau, J. J., Discurso sobre el origen de la desigualdad entrelos hombres.

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se de la comunidad de bienes, debe ser un revoluciona-rio de corazón.

La diferencia entre los anarquistas y aquellos com-pañeros que puedan sentirse algo más moderados, ra-dica simplemente en que estos últimos practican untipo de política oportunista.

¿Pero de qué sirve esa política oportunista? No esque los anarquistas busquen sangre, ni que sean ase-sinos o incendiarios perversos. Pero llevan adelanteuna agitación revolucionaria porque saben que nun-ca el poder de una clase privilegiada ha podido que-brarse por medios pacíficos, y están convencidos quela burguesía tampoco podrá ser desplazada sino por lafuerza.

Por lo tanto, los anarquistas consideran absoluta-mente necesario que la masa del pueblo no olvide nipor un instante la gran contienda que deberá producir-se antes de que sus ideas puedan verse realizadas; y poreso, para acelerar el proceso revolucionario, empleantodos los medios a su alcance (la palabra, la prensa, laescritura).

Si se toma el asunto seriamente ¿quién puede acu-sarlos por esto?

Queda sentado de una vez por todas, entonces, queel bien futuro de la humanidad depende del comunis-

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mo; que el auténtico sistema del comunismo significaanarquismo, pues excluye lógicamente cualquier rela-ción entre amos y siervos; y que la revolución sociales el camino que conduce a la meta.

Entendemos perfectamente por qué nos odian de co-razón los capitalistas, los políticos de pacotilla, la pren-sa y los charlatanes del púlpito, filisteos y decrépitososcurantistas. Más de una vez hemos tenido la oportu-nidad de mostrarles a todos estos sacerdotes sociales,políticos y celestiales lo bien que comprendemos sussentimientos.

Pero no podemos entender los ataques que nos di-rigen ciertos agitadores obreros, ataques que algunasveces encierran una increíble malicia, muchas vecesun pétreo fanatismo y casi siempre una lamentable fal-ta de juicio. Toda vez que hemos pretendido exponernuestros puntos de vista sobre el moderno comunismoanarquista, hemos sido criticados simultáneamente endos sentidos opuestos.

Por un lado se nos dice que vamos demasiado lejos,que pasamos por alto las formas necesarias de transi-ción para la evolución social, que sustituimos subrep-ticiamente el socialismo por el anarquismo. Y cuandointentamos explicar que el anarquismo no es otra co-sa que un orden social sin gobierno, tal como debería

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ser para todo socialista coherente en su lucha por lalibertad y la igualdad, no se nos escucha y se nos insis-te con la anterior afirmación de que el socialismo y elanarquismo se excluyen recíprocamente.

Por otro lado, se nos dice, y esto muy recientemen-te, que nuestras tendencias son completamente retró-

7 Fata Morgana (hada Morgana) es una expresión que se em-plea para aludir a la sugestión de una ilusión o espejismo. En laszagas artúricas el hada Morgana era una hechicera de formas cam-biantes, hermanastra del Rey Arturo.

8 El Conde de Oerindur es un personaje de ficción de unaintrincada tragedia en cuatro actos de Adolf Müllner (1774-1829)titulada Die Schuld (La culpa).

9 Benjamin Tucker (1854-1939) ha sido tal vez el más impor-tante teórico del anarquismo individualista en los EE.UU. Se ad-vierten en su pensamiento una pareja influencia de Pierre J. Proud-hon y de Max Stirner. Sus contribuciones teóricas fueron realiza-das totalmente a través de artículos periodísticos publicados en Li-berty. Esos artículos fueron reunidos por él mismo en un volumentitulado Instead of a book, by a man too busy to write one. A phi-losophical exposition of philosophical anarchism (En lugar de un li-bro, por un hombre demasiado ocupado como para escribir uno. Unaexposición filosófica del anarquismo filosófico). La edición más ci-tada es la segunda, New York, 1897. No tengo noticias de que es-te interesantísimo libro haya sido traducido nunca al castellano,aunque sí existe la traducción de dos de sus artículos en una com-pilación de textos de diversos pensadores titulada Liberalismo deavanzada, Proyección, Buenos Aires, 1973.

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gradas y que perseguimos la fata Morgana7 de un yasuperado individualismo de pequeña industria, etc.

¿Pero cómo sería posible para nosotros o cualquieraperseguir a la vez el ideal antediluviano de la pequeñaindustria y no obstante hacer propaganda de ciertasideas tan avanzadas sobre el futuro? ¡Nos gustaría querealmente algún “científico” resolviese este enigma pa-recido al del Conde de Oerindur!8

La verdad del caso es esta: nuestros adversarios sim-plemente mienten cuando dicen a sus seguidores quenuestras ideas corresponden a las de la ya anacrónicapequeña industria; y mienten todavía más cuando re-fuerzan su argumento citando el ejemplo de BenjaminTucker.9

El señor Tucker es un discípulo de la escuela deMan-chester que ha llegado demasiado tarde al mercado. Alcolocarse por fuera del moderno ymasivomovimientoclasista, muestra su desconocimiento acerca de las le-yes que rigen el desarrollo social de nuestro tiempo.10

Ignora las tendencias de nuestra vida industrial tan-to como sus logros técnicos; y cuando habla de anar-

10 A principios de 1886, Most y Tucker sostuvieron una durapolémica acerca de la propaganda por los hechos, polémica dondeno faltaron los insultos y las acusaciones recíprocas de todo tipo.

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quismo, no se representa en realidad algún tipo de or-den social comprensible, sino que esboza simplementelas líneas de una fantasía surgida de su cerebro.

En Europa no es nadie, y en América sólo lo es den-tro de algunos círculos literarios que, sin comprensiónreal del asunto, anhelan reformar el mundo movidossólo por buenos sentimientos y un ideal sin anclaje.

Recurrir a su nombre para refutarnos es simplemen-te una chicana; pero las chicanas no son armas legíti-mas en una discusión seria.

En ocasiones también se cita contra nosotros a Kro-potkin,11 considerándolo como “el verdadero anarquis-ta”, y siempre dando por supuesto que él, como Tucker,rechaza el comunismo.

Pero eso es una gran equivocación. Kropotkin esprecisamente el más decidido comunista que jamás ha-ya existido. Se debe a él que los anarquistas de países

11 Piotr Kropotkin (1842-1921) es sin duda, junto a P. Proud-hon, M. Bakunin y E. Malatesta, uno de los máximos teóricos delanarquismo. Y como correctamente dice Most, Kropotkin no só-lo defendía el comunismo, sino que es el fundador de la vertien-te comunista del anarquismo. Hacer un racconto de su vida y supensamiento excedería las posibilidades que ofrece una simple no-ta a pie de página, pero podemos mencionar algunas de sus obrasmás importantes: La morale anarchiste (1891); La conquéte du pain(1892); Fields, Factories and Workshops (1899); Mutual Aid (1901).

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como Francia, España y Bélgica ostenten enfáticamen-te su posición comunista cada vez que pueden.

Para él como para nosotros, el comunismo es lo prin-cipal, y el anarquismo, su toque final. Hace unos diezaños, en el congreso anarquista de la Federación delJura, reunido en Saint Imier, Kropotkin llegó a propo-ner que, en virtud del prejuicio gubernamental, seríaconveniente sacrificar el nombre de “anarquistas” y re-emplazarlo por el de “comunistas libres”. Su propuestano tuvo curso, pero muestra no obstante que Kropot-kin es ante todo un comunista. De hecho dista tantode oponerse al anarquismo comunista que más bienpuede ser considerado el padre de esta tendencia.

En todas las objeciones anteriores no hay más quemalicia o ignorancia. Pero a menudo los ataques denuestros adversarios expresan otro aspecto no menosdañino para la causa: las disputas personales. Estasdisputas, que no tienen otra razón que la rivalidad per-sonal y las cuestiones de estrategia partidaria, no pue-den justificarse, pero al menos hallarían una excusanatural si se las confinara a Europa, que es la tierra enque surgieron.

Todas estas obras, y muchas más, se encuentran en versión caste-llana de numerosas ediciones y traducciones.

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Pero es completamente absurdo importarlas a Amé-rica y continuarlas aquí. ¿Qué interés pueden tener losamericanos en estas futilidades?

Uno podría pensar que el inmigrante socialista quie-re romper con su pasado al cruzar el océano; y que alllegar al menos trataría de adaptarse a las exigenciasde la propaganda americana.

¡Pero no! Parece compelido a trasplantar las raícesde la tierra de sus padres. Y conscientemente retomaaquí cada hilo de lo que abandonó allá.

En el contexto americano copia con minuciosa pre-cisión todas las tendencias de la socialdemocracia deAlemania, sin siquieramosquearse por el hecho de quese halla en otro ambiente. Pero eso ya es basura, cuan-do no algo peor.

Al no ver que casi no existen diferencias de princi-pio entre los diversos grupos del movimiento, y que nisiquiera las divergencias tácticas son totalmente irre-mediables, él obstaculiza la acción y crea divisiones sinexcusa ni justificación.

Y después de muchos fracasos por actuar de ese mo-do, él se vuelve hacia nosotros y, curiosamente, nosreprocha que nuestro método “no es americano”.

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Ocurre que para nosotros, ningún país del mundoestá hoy en mejores condiciones que América para laagitación.

En los países monárquicos de Europa, el pueblo to-davía se entusiasma demasiado con lo que llama Es-tado del Pueblo (o sea, la República), y fantasea conque su establecimiento resolverá los problemas socia-les que le oprimen.

Ese entusiasmo habrá de agotarse en algún momen-to, y esa fantasía se esfumará rápidamente, dando lu-gar a una agitación anarquista realmente eficaz; perodicha oportunidad difícilmente se presente antes deque la fantasía haya sido ensayada en la práctica.

En Francia, el trabajador ya vio en 1848 lo que pue-de esperar del Estado del Pueblo; y la experiencia nofue grata. En 1871 ya había aprendido algo, y trató deestablecer la Comuna independiente en oposición alEstado. Pero el plan fue insuficiente y el intento fraca-só.

Desde entonces, el gobierno “republicano” vieneapagando en el pecho del trabajador toda chispa de feen un Estado del Pueblo. Y aún Francia no ha concluidoeste experimento.

En cambio, en América, el Estado en que todo se ha-ce “por el pueblo y para el pueblo” existe desde hace

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más de un siglo: ¿y quién no ve hoy la terrible enseñan-za histórica que este gran experimento brinda a todofuturo hombre de Estado?

Dejar todo al cuidado del gobierno potencia la co-rrupción, el egoísmo y la intriga; ello sólo significa su-misión y nada más: triste herencia represiva transmi-tida a través de generaciones. Los corazones nobles ylas cabezas bien pensantes hace ya tiempo que se hanapartado con asco de la máquina gubernativa, a la queodian como a una plaga.

Ahora bien, ¿quién puede suponer que tales hom-bres no están ya suficientemente preparados, de una uotra manera, quizás inconscientemente, para las ideasdel anarquismo?

¡Claro que lo están! Hace tiempo que ellos han re-nunciado a la frívola y supersticiosa fe en la bondad, elpoder, la sabiduría y la justicia del Estado; y ahora sóloles resta elegir entre un pesimismo antihumanitario oel anarquismo.

Esta es la verdadera razón del odio terrible que elpartido conservador o reaccionario profesa aquí con-tra los anarquistas, odio que en Chicago llegó a come-ter uno de los más grandes crímenes políticos de lahistoria.

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Esta clase de observaciones son las que nos han dic-tado nuestro método de agitación, observaciones quenuestros adversarios internos, nuestros hermanos, de-berían examinar antes de condenarlas como antiame-ricanas.

Si así lo hicieran, probablemente se nos unirían in-mediatamente en nuestra lucha contra la Iglesia, el Es-tado y la bolsa, “santísima trinidad” que hay que des-tronar si en verdad se quiere abrir el paso a la libertad,a la igualdad y a la fraternidad.

La objeción favorita de los socialistas no anarquis-tas contra el anarquismo se refiere a la doctrina de los“contratos libres”.

Cuando los anarquistas proclaman con insistenciaque todos los miembros de una sociedad libre sólopueden entablar relaciones recíprocas sobre la base deacuerdos libres, los socialistas no anarquistas sonríencon escepticismo y defienden la coacción social.

Su argumento sostiene que un sistema de coaccióngeneral igual para todos no podría perjudicar a nin-gún individuo en particular.12 Pero este argumento esinútil y carece de sentido.

12 Acá Most atribuye una tesis roussoniana a los socialistasno anarquistas defensores de un Estado popular.

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Las personas no son todas iguales, ni sienten lasmis-mas cosas de la misma manera. Y aún si fuera así, envez de proponer tal orden social restrictivo de la mis-ma libertad, lo que ellos deberían defender es cuandomenos la formamás atenuada de coacción. Su constan-te reclamo por el sufragio universal tampoco brindasalida alguna. O bien todo el pueblo es lo bastante sa-gaz como para saber lo que es correcto en cada caso, yentonces cualquier gobierno político es completamen-te superfluo; o bien todo el pueblo no es lo bastantesagaz para evitar la formación de una hábil casta dedemagogos, con lo que volvemos a la vieja historia desiempre.

Pero para hacerse una idea clara de cómo funciona-rían los contratos libres que propone el anarquismo noes necesario elevarse a las regiones desconocidas de ladivagación.

Ya existe, por ejemplo, la unión postal mundial. Ca-da organización postal particular entra a esa organiza-ción general por medio de un simple acuerdo respectode los servicios que prestará y recibirá.

No se prevé ningún tribunal internacional con po-der para citar y obligar a ninguna parte que haya que-brado el acuerdo; cuando ocurren irregularidades odesinteligencias, sólo existen audiencias de mediación.

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Sin embargo, el acuerdo nunca se ha roto, por la sim-ple razón de que la parte que lo hiciera se perjudicaríaa sí misma.

Y esa institución, modelo a imitar en las más diver-sas áreas de la vida humana por toda organizaciónlibre, no es para nada la única. Incluso quienes nose mueven por lo general según un fino sentido delbien común forman organizaciones como los trusts, lospools, etc.

En la mayoría de los países, las organizaciones deeste tipo son ilegales, por lo que no existe ley algu-na que pueda obligar a los miembros que las integrana cumplir con el contrato. Y sin embargo, rara vez serompe ese contrato, por la misma razón ya apuntadaen el caso anterior: por interés propio de las partes.

Además, hay otros cientos y cientos de organizacio-nes que hoy funcionan con gran éxito y muy armonio-samente, sin otra coacción que el sentimiento moralindividual de sus integrantes: coros, sociedades de ar-tesanos, clubes deportivos, asociaciones con fines po-líticos, o literarios, o científicos, o artísticos, etc. Y entodos estos casos hay que advertir que siempre queel gobierno intervino en la obra de estas asociaciones,ello nunca significó una ayuda sino más bien un obs-táculo.

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Y si el contrato libre ya ha conquistado tantos es-pacios en una sociedad tan poblada de egoístas comola presente, ¿cuántas más cosas podría realizar en unaorden social como el que pretendemos, basado en elcomunismo y sin la propiedad privada alimentando elgermen del egoísmo? En ese sentido, en una sociedadintegrada por hombres libres e iguales en el auténticosignificado de las palabras, ya no existiría otro mediode relacionarse y organizarse que los contratos libres.Dentro de un orden justo de libertad e igualdad, todotipo de leyes coactivas estaría absolutamente excluido.

A veces oímos el elegante argumento de que en laesfera económica esa misma libertad muestra sus re-sultados negativos, pues el gobierno nunca interfieredirectamente en los negocios de la producción y el in-tercambio.

Pero ese argumento se basa en una descripción al-go peculiar, pues contiene una pata de palo que nospropones amputar.

En efecto, cuando en la sociedad actual el libre jue-go de la economía genera grandes problemas socialesque deben enfrentarse con imperiosa urgencia, la ver-dadera causa de esa peligrosa situación no radica en laaplicación del principio de la libertad, sino en la institu-

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ción de la propiedad privada, respaldada por el mismogobierno.

Es esa institución la que hace de los pobres esclavosde los ricos; y es el poder del Estado lo que asegura esecautiverio.

El problema allí nunca es la libertad económica, sinola propiedad privada respaldada siempre en el poderdel Estado: la primera, debería ser abolida, y el segun-do, debería ser destruido.

No puede haber desacuerdo respecto de las leyes ylegisladores en el futuro orden social. El asunto se es-clarece cuando se advierte que cada generación consi-dera inevitablemente como erradas, por no decir algopeor, a las leyes de su antecesora. En efecto la historiade la legislación es la historia de las mayores extrava-gancias concebibles.

¿Acaso no nos parecen hoy aberraciones dementeslas leyes que en otros tiempos castigaban con bárbaracrueldad la magia, la herejía y otras cosas por estilo,cosas que hoy resultan completamente indiferentes?¿Y no nos parece hoy una locura total recurrir al potro,a la asfixia u otras técnicas de tortura para demostrarla culpabilidad o la inocencia de un hombre?

Y entonces, ¿podemos estar seguros de que una ge-neración venidera tendrá una mirada indulgente hacia

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nuestras leyes, con sus horcas y verdugos, sus celdas ysus grilletes? ¡No! Buckle13 tenía razón cuando decíaque lasmejores leyes son simplemente las que deroganleyes anteriores.

Queda aún otro punto por aclarar en la disputa connuestros adversarios. Se trata de determinar si las or-ganizaciones acordadas libremente en la sociedad co-munista estarán centralizadas o conformarán federa-ciones.

De acuerdo a la experiencia, nosotros pensamos quela centralización siempre, tarde o temprano, terminaconcentrando mucho poder en pocas manos, lo quelleva nuevamente, por un lado, a la formación de unsistema de dominación, y por otro lado, a la pérdidade libertad. Y creemos que cuando el problema socialhaya sido resuelto por medio del comunismo mundial,la idea de centralización será vista por todos como unamonstruosidad. Imagínese un comité central generalde panaderos con sede en Washington prescribiendoa los panaderos de Pekín y de Melbourne el tipo y lascaracterísticas de los panes que deben producir. Eso se-

13 HenryThomas Buckle (1821-1862), historiador, ensayista yajedrecista inglés, precursor de la sociología y autor de una influ-yente aunque inconclusa Historia de la Civilización en Inglaterra.

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ría una esclavitud peor que cualquier otra que pudierahaber elucubrado un mandarín. No, todas las relacio-nes se regirán por sí mismas según la práctica y la ex-periencia, tal como lo reclama el principio anarquistadel no-gobierno.

Y aquí podemos detenernos, habiendo llegado aúnmás lejos de nuestra disputa con los otros grupos tra-dicionales del partido del trabajo ubicados a nuestraderecha. Hemos considerado una por una las diversascuestiones de principio y de táctica que nos diferen-cian, incluso tocando el lamentable aspecto personalque el debate ha asumido ocasionalmente.

Punto por punto, hemos demostrado la verdaderarelación entre anarquismo y comunismo, entre Estadoy contrato libre, entre centralización y federación, co-rrigiendo lo que una crítica maliciosa e incoherente haconfundido. Por supuesto, nuestro propósito no ha si-do trazarmayores divisiones entre nosotros y nuestrosadversarios; por el contrario, esperamos haber tendidoun puente entre ellos y nosotros. No esperamos una ar-monía inmediata y completa con ellos, pero nos pareceque con suficiente buena voluntad de ambas partes se-ría posible cerrar filas y reunir a todos los diferentesgrupos. La importancia de esta unión para lograr el ob-

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jetivo final de nuestras luchas debe resultar evidentepara todos.

En ese sentido, es lamentable que todos los sectoresexijan la adhesión a cierto estrecho programa como re-quisito de admisión. La doctrina no es la vida. Hay algopor encima de todo dogma, y es una pena que el mun-do no lo haya notado antes. Acaso las palabras, inclusolas bellas palabras, han causado más discordia en la vi-da humana que cualquier otra cosa. Sin embargo, encuanto a nuestra anterior distinción entre centraliza-ción y federación, no nos parece imposible hallar algu-nas fórmulas simples que puedan abarcar a todos demanera general dejando incluso a cada organizaciónsectorial los detalles de decisión.

Ahí está como ejemplo la Proclama de Pittsburgh,declaración de principios de los anarcocomunistas deAmérica.14 Al final de la misma se puede hallar un re-sumen de sus contenidos generales. Los dos primerospárrafos contienen, al menos aproximadamente, todolo que tienen en común todos los comunistas. Dicenasí:

14 Esta proclama está incluida en esta misma selección de tex-tos de Johann Most.

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Primero: Destruir la existente dominación de clasepor cualquier medio, es decir, por medio de una enér-gica acción revolucionaria internacional sin tregua.

Segundo: Establecer una sociedad libre basada en lacooperativización de los medios de producción.

Algo así podría emplearse como consigna generalde batalla que convoque a todos los socialistas y anar-quistas. La solución de las demás cuestiones podría de-jarse a quienes después del triunfo deban dedicar susfuerzas al desarrollo de una comunidad libre, una co-munidad en que todas las formas de esclavitud queda-rán definitivamente abolidas.

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La acción comopropaganda1

Cientos de veces hemos dicho que cuando los revo-lucionariosmodernos llevan a cabo sus acciones, lo im-portante no son únicamente esas acciones por sí mis-mas sino también el efecto de propaganda que ellastengan. Por lo tanto, no sólo predicamos la acción eny por sí misma, sino también la acción como propagan-da.

Aunque el asunto esmuy sencillo, una y otra vez nostopamos con gente, incluso con gente muy cercana anuestro movimiento, que no lo entiende o no quiereentenderlo. De ello hemos tenido recientemente unamuestra muy clara en el caso Lieske.2

1 Según Anarchy Archives, este artículo fue publicado enFreiheit el 25 de julio de 1885.

2 Most se refiere a Julius Lieske, anarquista alemán condena-do a muerte en 1885 con pruebas meramente circunstanciales por

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Entonces, la cuestión es la siguiente: ¿de qué sirvenlas amenazas anarquistas de “ojo por ojo y diente pordiente”, si no se las acompaña de la acción consecuen-te?

¿Son acaso sólo la versión plebeya de la “administra-ción de justicia”?3 ¿Son quizás meras canalladas reso-nantes ejecutadas anónimamente para que nadie sepapor qué ni para qué se las realiza?

Ciertamente si así fuera, ello sería una forma de ac-ción, pero no de acción como propaganda.

Lo importante de la amenaza anarquista es que pro-clame fuerte y claramente a todo el que pueda oír, quecierto hombre debe morir por tal o cual razón; y queen la primera ocasión que se presente, la amenaza seráejecutada mandando realmente al bribón al otro mun-do.

Eso es lo que efectivamente se hizo con AlejandroRomanov, con Messenzoff, con Sudeikin, con Bloch yHlubeck, con Rumpff y con otros. Y una vez que la ac-ción hubo sido ejecutada, es importante que los revo-

el asesinato de Carl L. Rumpff, eficiente represor del socialismo yjefe de la policía de Frankfurt.

3 La expresión literal de Most en inglés no es “justice” sino“law and order”.

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lucionarios hagan conocer sus motivos a todo el mun-do.4

La gran impresión que estas acciones revoluciona-rias provocan, quedan demostradas con los reiteradosintentos de los reaccionarios por acallarlas o distorsio-nar su sentido. Esto ha ocurrido particularmente enRusia debido a las restricciones que allí imperan sobrela prensa.

Para obtener el mayor rédito posible de estas accio-nes, inmediatamente después de ser ejecutadas, y es-pecialmente en la misma ciudad del hecho, hubo quepegar carteles explicativos de las razones que las mo-tivaron.

En los casos que esto no se hizo, fue simplementeporque hubieran quedado involucradas muchas perso-nas, o porque se carecía de dinero. Para la prensa anar-quista, en estos casos nada hubiera sido más naturalque glorificar y explicar los hechos en cuanto hubieraoportunidad de hacerlo. Porque haberse desentendido

4 Alejandro Romanov es Alejandro II, zar de Rusia asesinadoen 1881. Sudeikin fue un coronel del ejército ruso asesinado porDelgaieff. Hlubeck fue un inspector de policía asesinado en Vienaen 1883. Rumpff fue jefe de la policía de Franckfurt, asesinado en1885. De Bloch y de Messenzoff no he logrado averiguar nada.

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de esas acciones, o incluso haber renegado de ellas, hu-biera significado una estúpida y completa traición.

Freiheit siempre ha seguido esta política.5 Sólo porenvidia insípida y cetrina, los demagogos, y otros quesiempre nos dicen burlonamente “háganlo”, condenannuestra conducta como un crimen cada vez que pue-den.

Esa miserable estirpe es muy consciente de que nin-guna acción anarquista puede alcanzar su adecuadoefecto propagandístico si los órganos de prensa quetienen la responsabilidad de hacerla no dan la debidaimportancia a dichas acciones haciéndolas aceptablespor el pueblo.

Es eso, sobre todo, lo que enfurece a los reacciona-rios.

El comunismo anarquista6

El anarquismo es una visión del mundo, una filoso-fía de la sociedad; de hecho, es LA filosofía de la socie-

5 Freiheit, como ya se ha dicho, era la publicación anarquistaque orientaba Johann Most, y en la cual se publicó este mismoartículo.

6 Los Anarchy Archives especifican que este artículo data de1889, sin ningún otro dato adicional.

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dad, y todo aquel que considere al mundo y a la vidahumana en su más profundo sentido y en su más com-pleto desarrollo, decidiéndose en consecuencia a favorde la forma social más deseable, no puede dejar de de-cidirse por el anarquismo. Cualquier otra forma es unamedia tinta o un parche.

¿Es deseable el anarquismo? Bueno, ¿quién no deseala libertad? ¿Qué hombre, a menos que desee recono-cerse a sí mismo como esclavo, llamaría “agradable” aalguna forma de control? ¡Piénsalo!

¿Es posible el anarquismo? Que los intentos por al-canzar la libertad fracasen no significa que la causaesté perdida. El hecho de que hoy la lucha por la li-bertad sea más clara y más fuerte que nunca antes; elhecho de que hoy existan varias precondiciones paralograr el objetivo; y el hecho de que por lo tanto es-temos más cerca de la anarquía de lo que hubiéramosesperado tiempo atrás: todo esto demuestra que ha cre-cido el deseo de borrar todo autoritarismo de la faz dela Tierra.

Los anarquistas son socialistas porque quieren lamejora de la sociedad, y son comunistas porque estánconvencidos de que tal transformación de la sociedadsólo puede resultar del establecimiento de una comu-nidad de bienes.

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Los objetivos de los anarquistas y de los verdade-ros comunistas son idénticos. ¿Por qué, entonces, a losanarquistas no les basta con llamarse a sí mismos so-cialistas o comunistas? Porque no quieren ser confun-didos con las personas que falsifican esas palabras, co-momuchos de hoy en día, y porque creen que el comu-nismo, sin el espíritu del anarquismo, sería un sistemaincompleto, menos que deseable.

Comunistas y anarquistas también están de acuerdoen las tácticas. Cualquiera que rechace la sociedad pre-sente buscando condiciones sociales basadas en la dis-tribución de la propiedad es un revolucionario, se lla-me a sí mismo anarquista o comunista. Pero los anar-quistas no son perros sanguinarios que hablan liviana-mente de revolución para asesinar e incendiar. Hacenpropaganda revolucionaria porque saben que la claseprivilegiada no puede ser derrocada pacíficamente.

Por lo tanto, para bien del proletariado los anarquis-tas consideran necesario mostrarle a éste que antes delograr sus objetivos tendrá que ganar una batalla gi-gantesca. Los anarquistas se preparan para la revolu-ción social y emplean todos los medios (orales, escri-tos, e incluso los de hecho) para acelerar el desarrollorevolucionario.

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¿Puede alguien que honestamente apoye al proleta-riado acusarlos por ello? En consecuencia, podemoscomprender fácilmente que los capitalistas, la policía,la prensa, el clero y otros hipócritas y filisteos ocupentodo su tiempo en odiarnos con todo su corazón, contoda su mente, con toda su alma y con toda su fuerza.

Pero lo que no parece natural es que dentro del mo-vimiento obrero nos encontremos a cada paso con unahostilidad fanática acompañada de una obstinada es-tupidez. El mayor obstáculo para el anarquismo entrelos socialistas no anarquistas, causante de gran dis-cordia, es el “contrato libre”. Aún así, no es necesa-rio volar hacia un mundo fantástico —sea en Marte,sea en Utopía— para ver cómo operaría el contrato li-bre. Tomemos, por ejemplo, la Unión Postal Interna-cional. Las organizaciones postales nacionales que seunen por su propia voluntad pueden retirarse de lamisma manera. Las partes contratantes acuerdan loque se proveerán recíprocamente unas a otras, en or-den a lograr un servicio de la más alta practicidad yde la mayor eficiencia. No hay jurisprudencia de dere-cho internacional que pueda violentar judicialmente alincumplidor.

Sin embargo, el “contrato libre” funciona; en efecto,como el incumplimiento de la promesa implicaría un

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perjuicio para el incumplidor, cada una de las partescontratantes está interesada en no violar el contrato.Si surgen irregularidades, se discuten y se acuerdanlos ajustes entre todos. Esta institución, modelo de laasociación libre, no es un ejemplo aislado. En todos lospaíses, gente que tiene entre sí muy pocas cosas en co-mún forma grupos, asociaciones y sociedades (organi-zaciones musicales, gimnásticas, comerciales, de ayu-damutua, educativas y políticas; también asociacionespara la promoción de las artes y la ciencia); y todo ellono obstante la naturaleza contradictoria de los asocia-dos y no obstante la imposibilidad de que los asociadospuedan ser forzados a cumplir los acuerdos. En estosconvenios todo lo que se hace es a causa de la ventajaque obtiene cada miembro.

¡Es absurdo afirmar que estas organizaciones no po-drían funcionar sin el control de un poder superior! Dehecho, siempre que el gobierno se ha metido con ellas,ha sido sólo para perturbarlas y obstaculizarlas. Másaún, cuando esta clase de intervención tiene lugar, lasorganizaciones se movilizan enérgicamente para po-nerle fin.

En una sociedad libre e igualitaria no puede haberotra cosa que el contrato libre; la cooperación forza-da viola la libertad y la igualdad. La cuestión central

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es si en una sociedad futura las diversas organizacio-nes (creadas y funcionando de acuerdo a los contratoslibres) estarán centralizadas o tendrán un carácter fe-derativo. Sostenemos que lo correcto y necesario esel federalismo, porque la experiencia nos ha enseña-do que la centralización lleva inexorablemente a unamonstruosa acumulación del poder total en pocas ma-nos; la centralización genera el abuso de poder, la do-minación de unos pocos y la pérdida de la libertad demuchos. Además, no vemos nada útil o necesario enla centralización. Si esperamos, e incluso asumimos,que la cuestión social se solucionará a través del co-munismo (y no sólo en tal o cual país, sino en el mun-do entero), cualquier idea de centralización ha de seruna monstruosidad. Piénsese en una comisión centralde panaderos, reunidos en Washington, prescribiendoa los panaderos de Pekín y Melbourne el tamaño y lacantidad de bollos que deben hornear.

Como los hombres del futuro ya no serán anacróni-camente tontos, no cometerán ese absurdo. Regularánsus asuntos tal como la práctica y la experiencia se loseñalen. Los miopes objetan que hoy ya existe esa li-bertad en los asuntos económicos, y que si el gobiernono interfiriera, ella provocaría abusos. Recogemos es-te argumento de nuestros adversarios y se lo devolve-

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mos corregido para enseñarles algo: lo que genera lacuestión social es el abuso que hace la propiedad de lalibertad económica. La propiedad privada, resguarda-da por el Estado, explota de manera creciente al pobre;y los pobres cada vez menos pueden gozar de lo queproducen. Si el gobierno no sostuviera esta estafa contodo su corazón, las masas no la sufrirían.

Sí, el Estado es el poder organizado de la propiedad.Por lo tanto, el desposeído debe destruir al Estado, eli-minar la propiedad privada y establecer la propiedaden común.

A diferencia de la tradición liberal-burguesa, el co-munismo no necesita del Estado para lograr su libertady su igualdad. Para el comunismo, la fuerza del Estadoes perturbadora y restrictiva.

Llegamos así a la principal objeción que se le haceal comunismo: que en él, se nos dice, el individuo que-daría preso de la colectividad y ya no podría dirigir supropia existencia. Esta objeción está pensada para es-pantar a toda personalidad original (y también a todovulgar filisteo) con la eventual pérdida de su individua-lidad. Nosotros sólo debemos repetir que únicamentebajo el comunismo el individuo puede realizarse pro-piamente como tal y dirigir su propia vida. Y a la inver-sa, también se nos cuestiona que el anarquismo aísla a

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las personas y disuelve la sociedad. No es así, responde-mos. Nuestras argumentaciones lo demuestran: el indi-viduo se desarrolla completamente en el sistema de lapropiedad-en-común. Tampoco impide el anarquismola cooperación entre algunos, muchos o todos, segúnse quiera, para el logro de los objetivos comunes.

Después de todo, ¿qué socialista sostendría sin ru-borizarse que no es revolucionario? Nosotros decimos:¡ninguno!

Y todo revolucionario favorece siempre la propaga-ción de sus principios. Hemos dicho que un hecho pue-de hacer más propaganda que cientos de discursos, mi-les de artículos y decenas de miles de folletos, perotambién afirmamos que un acto arbitrario de violenciano necesariamente surte ese efecto.

En resumen, la propaganda por el hecho no es uncaballito de batalla que montamos para dejar de ladootros tipos de propaganda. Por un lado, si bien no nosestancamos con la ilusión de ilustrar al proletariadoentero antes de concurrir a la batalla, por otro lado,tampoco tenemos duda de que debe hacerse la mayor

7 Cada vez que Most escribe “América” se está refiriendoconcretamente a los Estados Unidos, pero preferí dejar la palabra“América” por la rica ambigüedad que puede tener para los lecto-res latinoamericanos.

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ilustración posible a través de la agitación oral y escri-ta.

Afortunadamente, hoy en día ningún país está másapto para la agitación anarquista que América.7 Aquíya nadie quiere seguir experimentando con el Estadodel pueblo. Tras más de un siglo de experimento, el re-sultado ha sido el más rotundo fracaso (la guerra civil),y los futuros constructores de Estados han aprendidobien su lección. Cualquiera quemire hacia América ve-rá que el barco navega impulsado por la estupidez, lacorrupción o el prejuicio. Hace ya tiempo que las per-sonalidades nobles e inteligentes se han desilusionadocon el gobierno; ahora éstas evitan votar, y aunque nolo sepan, son anarquistas.

Tanto el observador agudo y elevado como el pen-sador independiente ven en el Estado del pueblo unaburda superstición y ya están listos para escuchar alos anarquistas. Por último, dígase lo que se diga, unacosa es segura: el bienestar de la humanidad, que el fu-turo puede y debe traer, depende del comunismo. Estoexcluye lógicamente toda autoridad y servidumbre, ypor lo tanto, equivale a la anarquía. El camino que lle-va a esa meta es la revolución social. Por medio de unaacción internacional enérgica y sin tregua, ella elimi-nará la dominación de clase y establecerá una socie-

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dad libre basada en la organización cooperativa de laproducción. ¡Viva la Revolución Social!

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El ataque es la mejor formade defensa1

Al creer como creemos en el recurso de la propa-ganda por los hechos, debemos estar preparados paraaceptar cualquier circunstancia que ello involucre.

Hoy ya todo el mundo sabe por experiencia que tan-to más alta es la jerarquía del objetivo contra el que sedirija el disparo o la bomba, y cuanto mayor precisiónalcance la ejecución del atentado, mayor será el efectopropagandístico.

Las precondiciones básicas para el éxito son la pre-paración metódica, la sorpresa del enemigo en cues-tión y la superación de los obstáculos interpuestos en-tre quien va a ejecutar el hecho y el enemigo.

Por regla, el gasto invertido en tales empresas esbastante considerable. De hecho, se podría decir que

1 Según los Anarchy Archives, este artículo fue publicado enFreiheit, el 13 de septiembre de 1884.

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la probabilidad de éxito en tal acción depende de ladisposición de medios financieros suficientes para su-perar las dificultades. Hoy en día, el dinero abre mu-chas puertas que no podrían romperse con una barrade hierro. El persuasivo tintinear de las monedas vuel-ve a los hombres ciegos y mudos. El poder de la cuentabancaria impera por todas partes.

Un hombre sin dinero no puede siquiera poner unpie en la “alta sociedad” sin volverse “sospechoso”,puesto bajo vigilancia y arrestado sumariamente, o porlo menos, sin verse impedido de algún modo en llevara cabo su intento revolucionario. Por el contrario, sise muestra elegante y “distinguido”, el mismo hombrepuede circular libremente y sin despertar sospechas,incluso, posiblemente, puede dar el golpe decisivo o ac-tivar alguna bomba escondida de antemano en algúnlugar oculto.

Por lo tanto, si algunos compañeros se inspiran enideas como éstas; si se deciden por arriesgar sus vi-das llevando a cabo alguna acción revolucionaria; y siconfiscan los medios necesarios para realizar un he-cho determinado porque se dan cuenta que las contri-buciones de los trabajadores son apenas una gota enel océano; entonces, en nuestra opinión, sus accionesson totalmente correctas y para nada anormales.

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En efecto, estamos firmemente convencidos de queno se puede realizar ninguna operación de peso si nose confiscan de antemano al enemigo los fondos nece-sarios.

Por lo tanto, quien apruebe cualquier operación di-rigida contra algún representante del actual “régimende ladrones”, pero al mismo tiempo rechace el modo enque se obtienen los fondos necesarios, es culpable dela más grosera incongruencia. Nadie que considere co-rrecto al hecho en sí puede escandalizarse por el modoen que se adquieren los fondos para realizarlo, pues se-ría como si un hombre se regocijara de existir al mismotiempo que maldice su nacimiento. Por lo tanto, ya noqueremos seguir oyendo esa cháchara idiota de la “in-dignación moral” frente al “robo” y al “hurto” en bocade los socialistas; esta clase de tonterías es realmente elsinsentido más estúpido que pueda imaginarse. Mien-tras que año tras año el pueblo trabajador siga siendorobado hasta su desnudez más absoluta y privado desus necesidades vitales básicas, quien quiera llevar acabo alguna acción en interés del proletariado y contrasus enemigos está obligado a mezclarse con los ladro-nes privilegiados para confiscar al menos tanto comopueda de lo que ha sido creado por los trabajadores yemplearlo para los fines correctos. En tales casos, ya

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no estamos ante el robo y el hurto, sino precisamenteante lo opuesto.

Por lo tanto, quienes condenan esta manera de fi-nanciar las operaciones que venimos discutiendo, tam-bién están en contra de los actos revolucionarios in-dividuales; aquellos que aborrecen tales actos no sonserios, se engañan a sí mismos al llamarse revolucio-narios, desconciertan a los miembros más avanzados,activos y dedicados del proletariado, tratan como a unaputa al movimiento obrero y, si se mira bien, no sonmejores que un traidor canalla.

Además, toda acción “ilegal” (sea o no preparatoriapara alguna otra acción directa revolucionaria) puedeprecipitar inesperada y fácilmente las circunstanciasque por su naturaleza sólo aparecen en medio de unasituación crítica.

Se sigue de nuestra argumentación que esas circuns-tancias secundarias (oportunidades fortuitas) no pue-den diferenciarse de la acción misma y deben ser juz-gadas según criterios especiales.

Por ejemplo, si al ejecutar un acto de justicia vindi-cativa o un acto de confiscación de los medios necesa-rios para tal acto (como dinero, armas, veneno, explo-sivos) un revolucionario se topa repentinamente conalguien que obstruye su camino poniéndolo en graví-

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simo peligro, entonces el revolucionario no sólo tieneel normal derecho de autodefenderse y autopreservar-se destruyendo a quien lo traicione interfiriendo en sucamino (porque su interferencia puede enviarlo a lacárcel o la horca) sino que incluso tiene el deber, porel bien de la causa por la que está luchando, de barrerde su camino al inesperado obstáculo.

Proclama de Pittsburg2

¡Compañeros!En la Declaración de Independencia de los EstadosUnidos, leemos: “Cuando tras una larga sucesión deabusos y usurpaciones orientada invariablemente almismo objetivo se pone en evidencia el designio dereducir a los pueblos a un despotismo absoluto, es su

derecho y su deber derrocar a ese gobierno yproveerse de nuevos custodios para su futura

seguridad”.

2 En los Anarchy Archives este texto lleva el siguiente enca-bezado: Proclama del Congreso de la “Asociación Internacionaldel Pueblo Trabajador” de 1883. Tomada de la edición en Inglés deFreiheit, 27 de diciembre de 1890.

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¿No es hora de prestar atención a ese consejo deThomas Jefferson,3 verdadero fundador de la

república americana? ¿No se ha transformado ya elgobierno en opresión?

¿Es acaso nuestro gobierno otra cosa que unaconspiración de las clases dominantes contra el

pueblo, o sea, contra ustedes?¡Compañeros! Escuchen lo que tenemos para decir.Lean éste, nuestro manifiesto, escrito en interés deustedes, por el bienestar de sus esposas e hijos y

orientado por el bien de la humanidad y del progreso.Nuestra sociedad actual está fundada en la

explotación de la clase desposeída por parte de laclase propietaria. Esta explotación es tal que lospropietarios (capitalistas) compran la fuerza detrabajo, el cuerpo y el alma de los desposeídos, alprecio del mero costo de su existencia (salarios) y

toman para sí mismos, es decir, roban, la cantidad denuevos valores (productos) que exceden ese precio,

3 Thomas Jefferson (1743-1826) fue el principal redactor delacta de Declaración de Independencia de los Estados Unidos en1776. Fue un político embebido en los ideales de la Ilustración,hombre de gran erudición que llegó a ser el tercer presidente desu país.

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según el cual los salarios representan las necesidadesdel trabajador asalariado en lugar de sus ganancias.Empujadas por su pobreza, las clases desposeídasvenden su fuerza de trabajo a los propietarios; laactual producción a gran escala, impulsada por un

acelerado desarrollo técnico, requiere cada vez menostrabajo humano para crear cada más productos; deeste modo, entonces, crece constantemente la ofertade trabajo en proporción inversa a la disminución de

su demanda. Por esta razón, los trabajadorescompiten entre ellos cada vez más intensamente paravenderse, provocando así la caída de sus salarios a un

mínimo nivel apenas suficiente para mantenerintacta su capacidad laboral.

En este modo, mientras los desposeídos, a pesar desus tenaces esfuerzos, quedan totalmente impedidosde volverse propietarios, por otro lado, éstos se hacenmás ricos día a día sin producir nada ellos mismos yextrayendo su creciente botín de la clase trabajadora.Si por casualidad algún desposeído se hace rico, estono es a causa de su propio trabajo sino por habertenido la oportunidad de especular con el trabajoproductivo de otros y aprovecharse del mismo.

Junto con la acumulación individual de la riquezacrecen la codicia y el poder de los propietarios. Estos

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recurren a cualquier medio en su mutua competenciapor robar al pueblo. Por lo general, la pequeña

propiedad (la clase media) se ve superada en estalucha, en tanto que los grandes capitalistas

incrementan notablemente su riqueza y se conviertenen monopolistas al concentrar en sus manos ramas

enteras de la producción, del comercio y de lascomunicaciones. Cuando la miseria de los

trabajadores llega al extremo, el aumento de laproducción paralelo a la caída de los salarios obreros

lleva a las conocidas “crisis comerciales oempresariales”.

Tomemos un ejemplo. Según el último censo deEstados Unidos, una vez descontado el costo de lasmaterias primas, los intereses, las rentas, los riesgos,etc., la clase propietaria absorbe (es decir: roba) másde cinco octavas partes de los bienes producidos,

quedando sólo para los productores tres octavos delos mismos. Con todos sus lujos y extravagancias, laclase propietaria no alcanza a consumir todos susenormes “beneficios”; tampoco los productorespueden consumir más de los tres octavos de la

producción que reciben. Por lo tanto, debe ocurrirnecesariamente lo que se conoce como “exceso de

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producción”. Las terribles y escalofriantesconsecuencias de ello son bien conocidas.

La masiva salida del mercado laboral incrementa elporcentaje de población desposeída, pauperizándola yllevándola al “crimen”, a la vagancia, a la prostitución,al suicidio, al hambre y a la depravación en general.Este sistema es injusto, demente y asesino. Por lo

tanto, es preciso destruirlo totalmente y por cualquiermedio, poniendo en ello la mayor energía de todos losque lo sufren y de todos los que no quieren sentirseculpables por no hacer nada ante tal estado de cosas.Hay que hacer agitación para lograr organizarse, yhay que organizarse para poder rebelarse. Estas

pocas palabras señalan el camino que deben seguirlos trabajadores para liberarse de sus cadenas. Comola situación económica es igual en todos los paísesllamados “civilizados”; y como todos los gobiernos,

tanto los monárquicos como los republicanos,trabajan mancomunados para oponerse a cualquiermovimiento surgido de los sectores trabajadores

pensantes; y por último, como la victoria final de losproletarios contra sus opresores sólo puede

alcanzarse presentando lucha simultáneamente entodos los frentes de la sociedad burguesa (capitalista);

entonces, por lo tanto y tal como lo expresó la

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Asociación Internacional del Pueblo Trabajador, lafraternidad internacional de los pueblos resulta

evidentemente necesaria por sí misma.Hay que instaurar un orden nuevo. Esto sólo podrálograrse cuando todos los implementos de trabajo, latierra y otros medios de producción como el capitalproducido por el trabajo sean socializados. Sólo con

esa condición se imposibilita toda eventualexplotación del hombre por el hombre. Sólo con la

comunidad indivisa del capital todos podrán disfrutarplenamente los frutos del común esfuerzo. Sólo

impidiendo la acumulación personal (privada) de esecapital puede lograrse que trabaje todo el que

pretenda ganarse la vida.En un orden de cosas así la producción se regularíapor sí misma de acuerdo a la demanda de todo elpueblo, de modo que nadie deba trabajar más queunas pocas horas diarias y no obstante satisfagatodas sus necesidades. De esa manera el pueblo

tendría tiempo y oportunidad de acceder a lo máselevado de la civilización; las diferencias intelectualesdesaparecen junto con los privilegios de nacimiento.Pero la organización política de las clases capitalistas,

tanto en las monarquías como en las repúblicas,constituye un obstáculo para el advenimiento de ese

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sistema. Estas estructuras políticas de lospropietarios (llamadas Estados) no tienen más objetoque la conservación del actual desorden expoliador.

No hay ley que no se dirija contra el pueblotrabajador. Incluso en los casos que parece lo

contrario, las leyes sirven para cegar al trabajadormientras que al mismo tiempo se las incumple. Aunla escuela tiene el único objetivo de dotar a los hijos

de los ricos con las cualidades necesarias paraconservar su dominación de clase. Los hijos de lospobres apenas reciben información básica formal,

centrada en la reproducción de prejuicios, ladocilidad y el servilismo; en fin, en la anulación del

sentido. Finalmente la Iglesia trata de volvercompletamente imbéciles a las masas para que

renuncien al paraíso en la Tierra en pos de un Cieloficticio. Por su parte, la prensa capitalista se encargade confundir los espíritus en la vida pública. Todasestas instituciones, lejos de contribuir a la educaciónde las masas, tienen por objeto mantener al pueblo ensu ignorancia. Todas ellas están bajo control directode las clases capitalistas que pagan sus sueldos. Por lo

tanto, en su lucha contra el actual sistema lostrabajadores no pueden esperar ayuda alguna de

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ningún partido capitalista. Deben alcanzar su propiaemancipación con sus propios esfuerzos.

Así como en tiempos pasados nunca la claseprivilegiada renunció por sí misma a la tiranía,tampoco se puede esperar que los capitalistas

actuales renuncien a su dominio si no se los obliga aello.

Tal vez hubo un tiempo en que pudo dudarse de ello,pero las brutalidades que la burguesía comete

constantemente en todos los países cada vez que elproletariado se moviliza en procura de mejores

condiciones de vida —y esto tanto en América comoen Europa— ya hace rato que han disipado toda dudaal respecto. Por lo tanto, se ha hecho evidente que lalucha del proletariado contra la burguesía ha de tener

el sello de la violencia revolucionaria.Ya hemos aprendido con sobrados ejemplos del

pasado que es inútil todo intento de reformar estesistema monstruoso por medio del sufragio u otrasvías pacíficas; y si se insiste con ellos en el futuro,necesariamente volverán a ser inútiles, por las

siguientes razones:Las instituciones políticas de nuestro tiempo sonagencias de la clase propietaria; su misión es

conservar los privilegios de sus amos; cualquier

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reforma disminuiría esos privilegios. Y noconsentirán ni pueden consentir en ello porque sería

como suicidarse.Sabemos que no van a renunciar voluntariamente asus privilegios; también sabemos que no nos harán

concesiones.Entonces, si no podemos esperar nada de la bondadde nuestros amos porque sabemos que de ellos nadabueno se puede esperar, no nos queda más que un

recurso: ¡la fuerza! Nuestros antepasados nosolamente nos han enseñado con palabras que contra

los déspotas la fuerza queda justificada por ser elúnico medio disponible; también nos han dado el

ejemplo memorable de ello.Por la fuerza nuestros antepasados se liberaron de laopresión política; por la fuerza sus hijos tendrán queliberarse de la esclavitud económica. “Por lo tanto, es

su derecho y es su deber”, dice Jefferson. “¡A lasarmas!”.

De ese modo, hemos de conseguir simple ysencillamente lo siguiente:

Primero. La destrucción de la dominación de claseexistente por cualquier medio, es decir, a través de una

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enérgica acción revolucionaria internacional y sin tre-gua.

Segundo. El establecimiento de una sociedad librebasada en la cooperativización de los medios de pro-ducción.

Tercero. El libre intercambio de productos equiva-lentes a través de las organizaciones productivas, sincomercio ni beneficio especulativos.

Cuarto. La organización de la educación sobre unabase laica, científica e igualitaria para ambos sexos.

Quinto. La igualdad de derechos para todos, sin dis-tinción de sexo o raza.

Sexto. La regulación de todos los asuntos públicosmediante contratos libres entre comunas y asociacio-nes autónomas (independientes) sobre una base fede-ralista.

Extendamos nuestras manos fraternas a todo el queesté de acuerdo con este ideal.

¡Proletario de todos los países, libérate! ¡Compañerostrabajadores, todo lo que necesitamos para alcanzaresta gran meta final es ORGANIZACIÓN Y UNIDAD!No existe actualmente ningún obstáculo importantepara esta unidad. La obra de la educación pacífica y

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de la conspiración revolucionaria bien pueden ydeben marchar juntas.

Ha llegado la hora de la solidaridad. ¡Súmate anuestras filas! Escucha el tambor desafiante quellama a la batalla: ¡“Obreros de todos los países,únanse. No tienen nada que perder más que sus

cadenas; y tienen un mundo que ganar”!¡Tiemblen los opresores del mundo! Más allá de sumiopía, el resplandor de las armas ya anuncia el

amanecer del día del Juicio!

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¿Cuándo se halla el pueblo“preparado” para lalibertad?1

“¡Aún no, falta mucho!” han respondido desde siem-pre todos los sinvergüenzas del mundo. En este senti-do, hoy en día las cosas no mejoraron ni empeoraronmucho, pues nos encontramos con gente que compar-te ese sentimiento, aunque se comporta como si traba-jara en favor de la mayor felicidad humana.

Se entiende fácilmente que algún príncipe coronado,u otro tipo de personaje similar, declare que el pueblono está “preparado” para la libertad; después de todo,si dijera lo contrario, estaría reconociendo su propiainutilidad y estaría firmando su propia sentencia demuerte.

1 En los Anarchy Archives este artículo figura como publica-do en Freiheit, 15 de noviembre de 1884.

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Como no pueden renunciar a su propia existencia,no hay aristócrata, burócrata, abogado ni mandaríndel gobierno o de la “ley”, que pueda admitir que elpueblo esté “preparado”. Es verdad que un refrán nosenseña que el mundo está regido conmuy poca sabidu-ría, pero por estúpidos que puedan ser, esos holgaza-nes del Estado aún son suficientemente listos para ad-vertir que un pueblo apto para la libertad rápidamentepondrá término a su esclavitud.

Todos los predicadores clericales y literatos, cuyaexistencia de hecho depende enteramente de seguirsiendo guardianes del pueblo, siempre se esforzaránal máximo en aturdir la razón humana con charlatane-rías sobre la Biblia y el Talmud, con periódicos falacesy basura teatral, con sofismas y novelas baratas, confalsificaciones historiográficas y porquerías filosóficas,en fin, con cientos y cientos de diversas tonterías, parapoder sacar a relucir la cantinela de la “inmadurez” delpueblo.

Aunque se pueda leer la estupidez en sus rostros,todos los filisteos de caras regordetas, en su condiciónde parásitos explotadores y ladrones protegidos por elEstado, se sienten tan felices como cerdos en el lodoante la falta de libertad; y naturalmente se frotan lasmanos de alegría y aprobación cuando sus voceros de

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los púlpitos, los atriles, las oficinas y los estrados pro-curan demostrar al pueblo que aún no está “preparado”para la libertad, y que por lo tanto debe ser estafado,saqueado y esquilmado.

El hombre medio de la calle tendría algo de mono oloro. Esto explica por qué cientos de miles van por ahídegollándose unos a otros para probar lo que esas astu-tas mentes maquinadoras ya han proclamado. Somosmuy estúpidos para la libertad; ¡ay!Qué increíblemen-te estúpidos somos.

Todo eso es perfectamente comprensible. Sin embar-go, lo que no puede comprenderse es que personas quese presentan a sí mismas como defensoras del proleta-riado levanten esta vetusta leyenda de la “incapacidad”del pueblo y su subsecuente conclusión de que estámo-mentáneamente imposibilitado para adquirir su liber-tad.

¿Es ello sólo ignorancia o un crimen deliberado?Dejemos que esta gente hable por sí misma y mos-

trará con suficiente claridad y distinción, tanto en susdiscursos orales como escritos, lo siguiente:

1. Que la sociedad moderna conlleva en sí mismasu propia destrucción.

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2. Que una de las consecuencias más terribles delsistema actual es el creciente deterioro de am-plios sectores de la población, su enervación fí-sica y su desmoralización espiritual.

3. Que la actual situación de esclavitud será suce-dida por una situación de libertad.

En otras palabras, lo que están diciendo es esto: enprimer lugar, que la sociedad que ahora tenemos seencamina hacia un colapso inevitable, y en segundolugar, que la miseria del pueblo crece constantemente,más y más, cuanto más dura el estado actual de cosas(es decir, el pueblo resulta cada vez menos “preparado”para la libertad).

Por lo tanto y a pesar de sus dichos, cuando aquellosfilósofos exclaman con variada modulación que el pue-blo aún no está “maduro” para la libertad, deberían re-conocer, según su propia doctrina, que esa “madurez”faltará cada vez más.

¿Acaso esa gente es incapaz de sacar la conclusiónresultante de su propio pensamiento? Si este fuera elcaso, serían unos cabezas-huecas y, cuando menos, noestarían ellos lo suficientemente “maduros” para ins-tituirse a sí mismos como educadores del pueblo. ¿O

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su lógica paralítica es perfectamente clara para ellos ysu propósito es danzar con muletas para prostituir alpueblo? Si el caso fuera éste, entonces serían canallascriminales.

Se oye un alegato compungido: “¡Momento! Noso-tros hemos encontrado el modo de contrarrestar losefectos corruptores del capitalismo y de preparar alpueblo para su libertad. Nosotros ilustramos”. ¡Todoeso está muy bien! Pero ¿quién les ha dicho que la ve-locidad con que evolucionan las cosas les dará el tiem-po suficiente para realizar la consabida ilustración demanera sistemática? Ustedes mismos descreen de esaclase de magia.

Bueno, ¿qué es lo que quieren ustedes?Nosotros provocamos; avivamos el fuego de la re-

volución para incitar la rebelión del pueblo de todoslos modos posibles. El pueblo siempre ha estado “pre-parado” para la libertad; simplemente le ha faltado elcoraje de reclamarla por sí mismo.

Estamos convencidos de que la necesidad es y segui-rá siendo el principal factor en la lucha por la libertad,y que por lo tanto cientos de miles de hombres y mu-jeres aparecerán en escena a tiempo como luchadorespor la libertad sin haber escuchado nuestro llamadoa las armas; y nos contentamos con constituir lo que

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hemos llegado a ser ahora: una suerte de esclusas quepodrán servir para orientar hacia canales prácticos elflujo natural de la lava de la revolución social.

Como ha ocurrido siempre en todos los grandes ca-taclismos sociales, la “preparación” del pueblo se reve-lará por sí misma en toda su majestuosidad al momen-to del conflicto, ni antes, ni después.

Y entonces, también como siempre ha ocurrido, sehará evidente que no será la teorética e “ilustrada” eru-dición la que pueda proveer de un fundamento sólidoa la decadente sociedad, sino esas mismas fuerzas mi-lagrosas surgidas de la necesidad. Progenie práctica dela naturaleza que, hasta esemomento, existía tranquilay modestamente, llega inesperadamente a tomar medi-das que ningún filósofo del mundo habría soñado encien años. La preparación para la libertad queda en-tonces acreditada recurrentemente y de la maneramásasombrosa.

Por lo tanto, todo socialista que sostenga que el pue-blo aún no está “preparado” para la libertad sólo estádando muestra de una monstruosa idiotez.

Cualquiera que no se cuente entre los explotadoresse queja de que otros son privilegiados. Es más que evi-dente que por todos lados el pueblo está insatisfechocon la suerte que le toca. Y si aún no sabe qué orden

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habrá de reemplazar al actual, lo descubrirá en el mo-mento en que se actúe prácticamente en ese sentido;es decir: inmediatamente.

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Apéndice

In memoriam de Johann Most. PorStephen Daniels1

El nombre de Johann Most es conocido en todos losEstados Unidos. Pero del hombre mismo, de su perso-nalidad, sus ideas y sus luchas, persiste la concepciónmás errada y grotesca. La sola mención del nombrerepresenta para el ciudadano común la imagen de la“anarquía criminal”, y evoca para el filisteo la imagende un peligroso conspirador contra Dios, los reyes, lospresidentes y los capitalistas; un hombre entregado aldemonio de la dinamita y la nitroglicerina; un malva-

1 El presente recordatorio de la figura de JohannMost, firma-do por Stephen Daniels, apareció en Madre Tierra, célebre publi-cación libertaria orientada por Emma Goldman y Alexander Berk-man. Mi fuente ha sido una vez más los Anarchy Archives; allí figu-ran las siguientes referencias: Madre Tierra, Volumen 8, N° 1, mar-zo de 1913, pp. 10-14.

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do que para ser mantenido dentro de la ley y el or-den ocasionó gastos al aparato represivo del gobiernoamericano. ¿Acaso no publicó la prensa durante la últi-ma campaña electoral que “Most era el personaje máspeligroso que había pisado jamás los Estados Unidos”,agregando que, sin embargo, Roosevelt era aún peor(comparación, de paso, que no hacía demasiado honora Roosevelt)?2

Esa imagen de Most se debe al simple hecho de queél fue el pionero más vigoroso del anarcocomunismoen los Estados Unidos. Como tal, era inevitable que seconvirtiera en blanco de todos los maliciosos ataquesde quienes defienden al gobierno organizado, cuyo ver-dadero nombre debería ser Violencia. Siempre es durodar los primeros pasos por senderos vírgenes. El pione-ro debe estar preparado para lo peor. Él podrá dedicartoda su energía y consagrar toda su vida para abrir unnuevo camino a la civilización; pero por lo general sólorecibirá el reconocimiento después de muerto.

CuandoMost llegó a los Estados Unidos (en el otoñode 1882), este país, comparado con lo que es hoy, era

2 Se refiere a Theodor Roosevelt, líder del Partido Republi-cano que fue Presidente de los EE.UU. entre 1901 y 1909 (No hayque confundirlo con Franklin D. Roosevelt, dirigente del PartidoDemócrata que fue Presidente de los EE.UU. entre 1932 y 1945).

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apenas un desierto para la propaganda de sus ideas eideales. Entonces no era evidente como ahora la futi-lidad y esterilidad de nuestras libertades políticas co-mo medio para una necesaria reconstrucción de la vi-da social y económica. La fe en el poder milagroso dela “libre competencia”, que hoy la gran mayoría ve co-mo un juguete en manos de los monopolios del dineroy otros trusts, era absoluta. Se creía firmemente en elmito de que en este país todo trabajador capaz podíaalcanzar un cómodo nivel de vida; a pesar de toda lamiseria a la vista, se descartaba con una sonrisa burlo-na la afirmación de que aquí existían clases explotadasy oprimidas como en los demás países capitalistas. Sesostenía popularmente que la cuestión social, unmovi-miento obrero combativo, el proletariado y la Revolu-ción Social, podían hallar justificación en los países dela decadente Europa, pero que acá sólo podían ser con-siderados como frases huecas en boca de elementosextranjeros descontentos, inquietos e incompetentes.

Los Estados Unidos han ido abandonando gradual-mente ese aire de superioridad. Hoy la cuestión sociales tan vital en esta república como en Europa. Cada vezmás gente empieza a advertir que un país que produceprincipalmente multimillonarios y pobres, corrupción

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política y miseria económica, no puede vanagloriarsede constituir la mejor sociedad del mundo.

Antes de llegar a este país como petrel de la Revolu-ción Social3 para continuar publicando Freiheit, Mostya contaba con una experiencia considerable. El perió-dico ya no podía seguir saliendo en Inglaterra debido ala persecución de las autoridades británicas, presiona-das por las diplomacias rusa y alemana para eliminara Most. Un artículo de marzo de 1881 sobre la ejecu-ción de Alejandro II le acarreó a Most una condenade dieciséis meses de trabajos forzados. Dos compañe-ros tipógrafos de Freiheit también fueron arrestados yllevados a juicio. La cacareada libertad de prensa bri-tánica se evidenció tan vacía como la de Alemania yAustria, países donde Most ya había sido encarceladovarias veces por artículos publicados en los periódicossocialdemócratas. Pero la prisión inglesa fue inclusomás severa y brutal.

Most había partido de Alemania a Inglaterra a con-secuencia de las leyes antisocialistas bismarckianas.Opinaba que el partido no debía someterse a una leyque amordazaba toda libertad de expresión, y consi-deraba que podría hacerse una propaganda más con-

3 El petrel es un ave marina migratoria de climas fríos.

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secuente y enérgica desde fuera de la misma Alema-nia, donde las draconianas regulaciones policiales su-primían toda publicación socialdemócrata y disolvíatodo acto socialista.

Esta actitud puso a nuestro compañero en conflic-to con los dirigentes del Partido Socialdemócrata Ale-mán, que consideraban más “práctico” adaptarse a laley de Bismarck. De hecho, esa diplomacia contribuyómucho a hacer del socialismo en Alemania lo que eshoy: un socialismo estatista, cómplice, burocrático yestéril.

A estas decepciones de Most con en el Partido So-cialdemócrata Alemán hay que sumar su experienciacomo miembro del Reichstag. Allí, en medio de todaslas triquiñuelas legislativas, vio en acción la maquina-ria del parlamentarismo. Se dio cuenta de que el par-lamentarismo resultaba inútil como medio de emanci-pación del proletariado, y su espíritu vigoroso y revo-lucionario sólo precisó familiarizarse con las ideas deBakunin, Kropotkin y Reclus para despertar al anar-quismo.

Aunque tuviera alguna predilección por una tierrade republicanismo, Most seguramente no esperaba ha-llar El Dorado cuando llegó a los Estados Unidos. Aúnpervivían las tradiciones de los exiliados del ’48, mu-

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chos de los cuales habían hallado refugio en EstadosUnidos. Pero los hombres y los tiempos habían cam-biado. Un hombre como Carl Schurz4 podía alcanzarexitosamente la cima de la política. Pero Most traíaconsigo un ideal social que no podrían llevar a caboningún gobierno ni partido político; sólo podría hacer-lo el pueblo revolucionario amante de la libertad. Esaes la diferencia que media entre quien terminó en pri-sión y quien fue coronado con laureles políticos.

Most fue un orador popular, convincente y efecti-vo; y como escritor poseía gran originalidad e ingeniorabelesiano, ingenio que siempre daba en el blanco.

Único y muy entretenido en el contacto personal,ganó muchos amigos. No obstante, debió abrirse pasotrabajosamente, porque tenía un tipo de carácter depor sí inadaptable al espíritumecanicista de un partidocentralizado.

A causa de su fuerte y original personalidad, losprincipales círculos socialistas alemanes en EstadosUnidos excomulgaron rápidamente a Most del mismomodo que ya lo habían hecho los dirigentes del Partido

4 Carl Schurz (1829-1906) fue un revolucionario alemán queal emigrar a los Estados Unidos hizo una gran carrera política insti-tucional, siendo el primer senador americano nacido en Alemania.

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Socialdemócrata Alemán con los que había confronta-do anteriormente. Su camino entonces debió ser espi-noso, lleno de luchas y dificultades. Debió enfrentarconstantemente a una opinión pública incitada contraél por la denuncia y la tergiversación de la prensa ca-pitalista hostil, y pronto la policía se dedicó especial-mente a arrestar a Most para enviarlo a juicio en cuan-ta ocasión pudiera. Los reporteros y periodistas, cuyacapacidad de comprensión era más que dudosa, acos-tumbraban a poner en su boca las expresiones más ri-dículas, contribuyendo con eficacia a fomentar la es-tupidez del público y de los tribunales. Fue difamado,perseguido y encarcelado sólo por sus amplios princi-pios, es decir, porque era “El Anarquista Most”.

Relataremos un par de incidentes para mostrarles alos “americanos nativos” la naturaleza y la estupidezde esa persecución.

Los trabajadores de origen alemán de una localidadde Long Island habían organizado un picnic al cualMost fue invitado. La presencia del peligroso individuoalertó a las autoridades, siempre prontas a salvar alpaís. La policía, tras atacar brutalmente a la asambleade comensales, detuvo a muchos participantes, entreellos, especialmente, Most. En la comisaría, el jefe depolicía reunió a todos sus hombres y les dio un discur-

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so en el que caracterizó a Most como la peor escoriadel infierno, y terminó con esta orden: “Cada vez quevean a este hombre por el distrito, lo arrestan y me lotraen”. En otra ocasión, apenas Most había llegado a St.Louis para dar una valiente conferencia, la policía seabalanzó sobre él, lo arrestó sin razón ni orden judicialalguna y lo trasladó forzosamente hasta la frontera deIllinois.

Podemos imaginar que sus reiteradas estadías en co-misarías, cárceles y prisiones, no contribuyeron a acre-centar el amor de nuestro compañero por la Repúblicani el respeto por sus instituciones. El hecho de que es-tas persecuciones, en lugar de realizarse en nombre delKaiser y la Corona, como en Alemania o Austria, se hi-cieran en Estados Unidos bajo el disfraz de la “sobera-nía del pueblo”, sólo sirvió para acentuar la hipocresíadel sistema americano de represión y tiranía.

A pesar de todas estas condiciones miserables, agu-dizadas por la pobreza y la necesidad, Most mantuvoen alto la bandera de la anarquía hasta el final de susdías. Murió a la edad de 60 años el 17 de marzo de 1906,en Cincinnati, mientras realizaba una gira de conferen-cias. Su memoria dentro del movimiento internacionalrevolucionario, en la gran lucha por la justicia social yla libertad, permanecerá aún fresca cuando el último

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vestigio de sus mezquinos y crueles perseguidores yase haya extinguido.

Cronología de la vida de Johann Most5

1846. El 15 de febrero, nace Johann Most en Aus-burg, Alemania.

1856. Como consecuencia de la epidemia de cólera,mueren la madre, una hermana y los dos abuelos ma-ternos de Most. En el mismo año, Most termina sus es-tudios primarios e ingresa a la escuela industrial, don-de padecerá los castigos de un profesor autoritario.

1857. El padre de Most se casa nuevamente con unamujer que se lleva muy mal con Most y su hermana.Por no querer asistir a la Iglesia, Most sufre 24 horasde arresto. Ese mismo año se inicia como aprendiz deencuadernación.

1859.Most es intervenido quirúrgicamente en el ros-tro, quedando desfigurado de por vida.

5 La siguiente cronología es básicamente un resumen de laelaborada por V. Muñoz (Reconstruir n° 55, Buenos Aires, julio-agosto, 1968), pero es necesario aclarar que el autor prefirió citarmuchos de los títulos de escritos y publicaciones de Most en sutraducción al castellano, idioma que éste nunca utilizó.

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1863. Most termina su aprendizaje como encuader-nador y halla empleo en Frankfurt, donde hace su pri-mer contacto con las sociedades de instrucción obrera.

1866. El inicio de la guerra franco-prusiana lo en-cuentra trabajando como encuadernador en Tessino,Suiza.

1867. En Locle (Suiza) toma contacto con el movi-miento obrero internacionalista y conoce las ideas so-cialistas. Es nombrado secretario de la Sociedad Ale-mana de InstrucciónObrera, y en el verano, en un viajea La Chaud-des-Fonds, se afilia a la Internacional.

1868. En Zürich,Most se integra a la sociedad obreraArmonía. De regreso a su ciudad natal se lo exceptúadel servicio militar por su deformación facial. En octu-bre viaja a Viena y comienza su participación dentrodel socialismo parlamentarista.

1869. Por su participación como orador y agitadoren mitines de protesta, Most es arrestado y condenadoa un mes de prisión.

1870. Es arrestado nuevamente y condenado a cincoaños de prisión. Durante su encierro escribe su famosaCanción a los proletarios.

1871. Es amnistiado junto con otros 93 presos. Co-mo continúa con su actividad agitadora, el gobiernoaustríaco lo expulsa. En junio, en Chemnitz, Most se

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hace cargo del periódico socialista Freie Presse. Conocea Wilhelm Liebknecht.

1872. Pasa la mayor parte del año en prisión por susideas.

1873. Escribe y publicaCapital y trabajo, resumen deDas Kapital, de Karl Marx. Es expulsado de Chemnitzy se traslada a Mainz con su nueva compañera, KlaraHansh. Allí edita El diario del Pueblo.

1874. A pesar de haber sido expulsado de la ciudadpor las autoridades municipales, los obreros de Chem-nitz lo eligen como diputado en el parlamento federal(Reichstag). A pesar de su condición de diputado, Mostes procesado una vez más por un discurso suyo pro-nunciado en Berlín en celebración de la Comuna deParís. Es sentenciado a más de dos años de cárcel en laprisión de Ploetzensee.

1875. Escribe en prisión, además de otros folletos,los siguientes textos: “Los movimientos sociales de lavieja Roma y el cesarismo”; “Un nuevo filósofo”; “Losviejos prusianos” y “Esbozo histórico sobre la compa-ñía inglesa de las Indias Orientales”.

1876. Tras salir de prisión, sus críticas al Anti-Dühring, de Friedrich Engels, le valen la eterna ene-mistad de éste y de Karl Marx. En tanto Most, a travésde la influencia que ejerció en él la obra de Eugen Düh-

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ring, se acerca cada vez más a las tesis del socialismolibertario (anarquismo). También publica en ese añoLa Bastilla de Ploetzensee.

1877. Gran actividad de Most como orador, polemis-ta y propagandista. En octubre es condenado nueva-mente a dos meses de prisión por sus publicacionesantirreligiosas.

1878. Continúa su actividad oratoria. Es condenadonuevamente a prisión por cincomeses en relación a unatentado contra elKaiser, hecho del cualMost era total-mente ajeno. Trasladado por diversas prisiones, final-mente es liberado en diciembre y decide embarcarserumbo a Inglaterra.

1879. El 3 de enero aparece en Londres el primer nú-mero de la más importante y legendaria publicaciónperiódica de JohannMost: Freiheit. Dicho periódico es-tá originalmente dirigido al proletariado de habla ale-mana, y debe ser introducido en Europa continentalde manera clandestina. Los dirigentes socialistas deZürich, para contrarrestar la influencia de Freiheit enlos trabajadores, fundan en octubre el Sozialdemokrat.Most en persona viaja varias veces al continente (Parísy Bruselas) para hablar a los trabajadores.

1880. Se separa de Klara Hansh y viaja reiterada-mente al continente. En Suiza conoce al anarquista ale-

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mán August Reinsdorf, quien publica en Freiheit “So-bre organización”. Ese artículo de Reinsdorf es el pri-mero de tono claramente anarquista del periódico di-rigido por Most.

1881. El partido Socialdemócrata de Zürich lo expul-sa de sus filas. Most les responde desde Freiheit con unartículo titulado “Táctica contra Freiheit”. Por otro ar-tículo titulado “Finalmente”, donde celebra el asesina-to del Zar de Rusia, Most es arrestado y condenado enLondres a trabajos forzados.

1882. Las autoridades inglesas clausuran Freiheit. Enoctubre, Most sale de la prisión, y en diciembre emigraa los Estados Unidos, donde lo reciben miles de traba-jadores. En Nueva York reaparece Freiheit.

1883. Alexander Berkman conoce aMost. Éste publi-ca Die Gottespest (La peste de Dios), el folleto de su au-toría que adquiriría mayor difusión. Del Congreso dePittsburg, al que asistenMost, Albert Parsons yAugustSpies entre otros, surge la Asociación Internacional deTrabajadores (AIT).

1884. Polemiza con el socialdemócrata Grottkauacerca de “¿Anarquismo o comunismo?”.

1885. La AIT ya cuenta con 80 grupos federados,más de 5.000 miembros y varios órganos periodísti-cos en diversos idiomas. Se publica su famoso ma-

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nual Revolutionäre Kriegswissenschaft: Eine Handbü-chlein zur Anleitung Betreffend Gebrauches und Hers-tellung von Nitro-Glycerin, Dynamit, Schiessbaumwo-lle, Knallquecksilber, Bomben, Brandsätzen, Giften, usw.(La ciencia de la guerra revolucionaria. Un manual deinstrucción en el uso y preparación de nitroglicerina, di-namita, algodón explosivo, fulminato de mercurio, bom-bas, espoletas, venenos, etcétera). New York: Internatio-naler Zeitung-Verein, 1885.

1886. Tienen lugar en Chicago los tristes y cruentossucesos de Haymarket. Most es arrestado y procesadouna vez más por expresar sus ideas: es condenado a unaño de prisión en la penitenciaría de Blackwells Island.

1887. En abril Most sale de prisión y publica El in-fierno de Blackwells Island. Funda la Biblioteca Inter-nacional. En noviembre el estado de Illinois ejecuta alos mártires de Chicago. Most vuelve a tomar la pala-bra en público para denunciar ese asesinato “legal” yes nuevamente sentenciado a prisión en Blackwells Is-land. Pero gracias a la intervención de un amigo salebajo fianza en libertad condicional.

1888. Edita Albatros (un cancionero revolucionario)y publica un folleto titulado La Anarquía.

1889. Emma Goldman conoce a Most en NuevaYork.

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1890. Most publica su folleto Nuestra posición en elmovimiento obrero.

1891. Es condenado nuevamente a prisión en Black-wells Island por un discurso. Eso no impide queFreiheit continúe su tarea propagandística. Se edita eninglés su folleto The Social Monster (El monstruo so-cial).

1892. En abril sale de prisión y es homenajeado porel proletariado neoyorquino en unmultitudinario acto.En julio, Alexander Berkman atenta contra el magnateempresario Frick y es condenado a 22 años de prisión.Most publica un duro alegato contra Frick.

1893. Otros anarquistas son condenados tambiénpor el caso Frick, incluida Emma Goldman, quien cum-ple un año de cárcel. Most escribe en defensa de suscompañeros.

1894. Most inicia una campaña en favor de la libera-ción de John Neve, arrestado en Europa en 1887.

1895. Adhiere a las tesis del anarcosindicalismo enpleno crecimiento en Francia.

6 En este trabajo (véase pág. 73) ha sido traducido como Elcomunismo anarquista ya que en esos años no se utilizaba aún laexpresión “comunismo libertario” que fuera popularizada por losanarquistas españoles en los años treinta del siglo XX.

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1897. Se traslada a la ciudad de Buffalo, donde recibela visita de Kropotkin. A finales del año Most retornaa Nueva York.

1899. Publica su folleto El comunismo libertario.61901. Kropotkin visita nuevamente a Most en Nue-

va York. Un joven inmigrante atenta contra el presi-dente McKinley, y la autoridades americanas desatanuna cacería contra los anarquistas. Most es condenadouna vez más a prisión.

1902. Most comienza a escribir sus memorias, quequedarán inconclusas (estaban proyectados diez to-mos de los cuales sólo salieron cuatro).

1903. En abril sale en libertad y su liberación es ce-lebrada por una multitud.

1904. Con un número especial, Freiheit celebra los25 años de existencia.

1906. En plena gira propagandística, Most sufre unataque y fallece el 17 de marzo.

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Johann MostLa peste, la bestia y el monstruo

2013

Recuperado el 2 de abril de 2015 desdelibrosdeanarres.com.ar

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