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Alfonso M. García Hernández LA PÉRDIDA DE UN HIJO Y LA BÚSQUEDA DE UN SIGNIFICADO: REESCRIBIENDO HISTORIAS DE PÉRDIDA Y DOLOR

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LA PÉRDIDA DE UN HIJO Y LABÚSQUEDA DE UN SIGNIFICADO:

REESCRIBIENDO HISTORIAS DE PÉRDIDA Y DOLOR

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Me quedé mucho rato con él en brazos y sentía que ya era libre. Nome acuerdo de cosas, pero sé que mi madre me pidió por favor que losoltara y lo dejara descansar, miré hacia ella y sentí muchísimo dolor.

Porque mi hijo ya se había muerto y pensé que era culpa mía porhaberme derrotado antes que él. Cuando le pedí a Dios un respiro, noera ése el que necesitaba, y me sentí culpable.

Cuando lo bajaron al velatorio, apareció el que entonces era mimarido y en vez de rabia por no haber estado con su hijo y despedirsede el, me dio pena y lástima por que eso lo tendría que llevar toda la vidaconsigo.

Me acuerdo que cogí una silla y me aferré al lado de mi bebé y nodeje que nadie más que mis padres, mi abuela y las personas que lo qui-sieron y lucharon con nosotros se acercaran a nuestro lado. Fue como unsueño triste y quería morir.

No sé que me pasó pero me armé de valor de nuevo y empecé aconsolar a mi familia y a los padres de los niños que estaban en la UCIcon mi hijo.

Me quedó una pena y es que yo le prometí llevarlo a casa y me dejéllevar por mis padres y no lo hice, tampoco quería enterrarlo, y tampo-co hice caso a mi corazón.

Quería hacer volar sus cenizas en el cielo, porque merecía ser libre.

Cuando llegamos al cementerio cargué su cajita, y le besé muchasveces, toqué su cuerpito y no lo encontré, no sé que pasó, cogí una rosay un anillo que siempre tengo puesto lo dividí en siete y puse tres partesal tallo de la rosa, luego la dejé en su pecho. “Así siempre estaremos másunidos”.

Los días fueron pasando y yo sufría mucho. Me consolaba con estaren su tumba y pasaba días y días en el cementerio.

Un día pensé que él ya no estaba ahí y decidí ir lo menos posible.

Me enfadé con los santos, con mi casa y pensé que mi hijo no mere-cía verme así.

Jamás olvidaré a mi niño, como tampoco olvidaré que lo amo. Jamáspodré amar a otro ser como a él.

Y Dios, sea el Dios que sea, si hay cielo te pido que mi niño sea librey feliz.

Lali. Tenerife. Julio de 2007

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INTRODUCCIÓN

El duelo, como experiencia humana, es en parte natural y enparte construido. Por un lado, las características centrales de nuestrarespuesta a la pérdida reflejan nuestra herencia evolucionista comoseres biológicos y sociales, derivada de la interrupción de los lazosde apego necesarios para nuestra supervivencia, mientras que por elotro, los seres humanos responden a la pérdida de un ser queridotanto en el nivel simbólico como biológico, atribuyendo significadosa los síntomas de separación que experimentan, así como a los cam-bios de la identidad personal y colectiva que acompañan la muertede un miembro de la familia o de una comunidad más amplia.

En este sentido somos conscientes de que nuestras vidas se tejenjunto a las vidas de quienes amamos y ya no están, en un procesopersonal en el que la pérdida ha desafiado los significados de quienla vive, de modo que aflicción y duelo construyen las respuestas amodo de ajustes y la creación de un nuevo tejido de nuestras vidas(Attig, 2004). Por otra parte, la realidad y empleo de las narrativas,suficientemente justificado por diversos autores1-7, concibe a losseres humanos como constructores de sentido, tejedores de historiasque ofrecen significado y argumentos a sus vidas, aunque en ocasio-nes lleguen a significados que no reconocen8. Tal como refiereRobert A. Neimeyer, las historias de vidas construidas por las perso-nas son tan variadas como sus biografías y tan complejas como suinterrelación con las creencias culturales, que a su vez nos informansobre sus intentos de construir nuevos significados.

CONCEPTOS NUEVOS, NUEVAS POSIBILIDADES

La muerte de los hijos y el abordaje que promulgamos, no seenmarca con facilidad en los puntos de vista tradicionales relaciona-dos con el duelo, el cual suele ser visto como una serie de etapas,tras un periodo perturbador de síntomas psicológicos y físicos, quefinalmente conducen al restablecimiento del equilibrio preexistente.De hecho, las teorías convencionales proveen muy poca guía, ya sea

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para los padres y madres que han experimentado la pérdida de suhijo o para los que tratan de ayudarlos, más allá de decir que la tur-bulencia de emociones es “normal” y que con el tiempo los estragosdel dolor profundo disminuirán. En el peor de los casos, estos mode-los le quitan la capacidad, tanto a quien lo vive como al cuidador, deluchar con la pena como un proceso activo que al mismo tiempo esvivamente personal e intrínsecamente social. Por lo tanto, no es desorprender que muchos terapeutas que trabajan con los duelos depadres que han perdido hijos encuentren que las teorías existentesofrecen muy poca información de valor para su trabajo práctico. Poresta razón, esta situación está cambiando y el proceso de duelo seestá reexaminando y explorando diferentes maneras de trabajar conéste. La nueva teoría constructivista sobre el duelo no tiene muchoque ver con una escuela de pensamiento en particular, sino con laexpresión de una ola de cambios sobre nuestras ideas acerca de lanaturaleza de la pérdida y en el caso particular la de los hijos, porello vamos a revisar algunos elementos comunes a esta nueva mane-ra de entender el duelo.

ESCEPTICISMO SOBRE LA UNIVERSALIDAD DE LATEORÍA DE LAS ETAPAS

La resistencia a generalizar sobre el duelo como un proceso quepuede conducir de forma predecible desde un desequilibrio psicoló-gico a un reajuste, ha aumentado en los últimos años con la apre-ciación de unos patrones más complejos de adaptación9-10. Enefecto, una investigación longitudinal reciente relacionada con viu-das, documenta de forma clara las diferentes formas en que ellas seadaptaron a la pérdida, en la que muchas de ellas demostraron unacapacidad de recuperación y adaptación impresionantes en los pri-meros meses tras la pérdida, unas cayeron en pena y depresión cró-nicas, y otras (en especial las abrumadas por haber cuidado a supareja durante una enfermedad crónica) demostraron una mejoríaconsiderable en el estado de ánimo y en el funcionamiento tras lamuerte (11). Estos resultados apuntan de forma clara la necesidad deidentificar los factores que explican la diversidad de respuestas al

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duelo y nos ayudan a entender las múltiples fuentes, tanto de lacapacidad de recuperación como de complicación ante la pérdida.

LAZOS DE CONTINUIDAD CON LOS HIJOS FALLE-CIDOS

Hemos visto un alejamiento de la presunción de que un duelo exi-toso requiere “dejar ir” a la persona fallecida y reconocer el rol de loslazos simbólicos de continuidad (12),(13). Hasta hace poco los investi-gadores comenzaron a estudiar los costos y beneficios potenciales decultivar un sentido de conexión continua con los seres queridos falle-cidos y la forma en que esto puede convertirse en una espada de doblefilo. Las narrativas de la pérdida de un hijo se convierten en conversa-ciones dirigidas a una audiencia imaginada, sagrada en ocasiones, amodo de conversaciones directas y verbales o indirectas y no verbalesen otras, en las que los hijos fallecidos son calificados por algunospadres como algo interno, psicológico, simbólico, emocional o imagi-nario; Como si de una relación subjetiva (mental) especial se tratase,más que objetiva (espiritual)14. Una vez más, estos hallazgos apuntanhacia la individualidad del duelo y a las maneras en que los padresbuscan una conexión a través de los recuerdos compartidos sobre elfallecido, lo cual puede tener variadas consecuencias, en ocasionesbipolares, para diversas personas en diferentes tiempos.

De igual modo que el amor humano que compromete a dos seresa una relación mutua, no requiere nada más llegado el caso que eltestimonio y la mirada de los demás individuos, cuando un seramado muere “desaparece para siempre”. Quien lo ama y lo pierdesólo necesita, llegado el caso, el testimonio y el recuerdo de otrosindividuos mortales. Este ritual le enseña a sobrevivir y a compren-der que no está nunca completamente solo.

El vínculo de encuentro15 a modo de continuidad de lazos entrepadres e hijo fallecido se identifica en tres facetas independientessiguientes: detectando la presencia del difunto, comunicándose conlos difuntos y reviviendo la relación, y soñando o anhelando la pre-sencia del difunto.

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ENCONTRANDO SENTIDO A LA PÉRDIDA

Existe un nuevo enfoque en los procesos cognitivos y activos delduelo, al igual que las consecuencias emocionales de la pérdida16,17.Son muchas las pruebas que apoyan que la capacidad de encontrarsentido en las experiencias de pérdida predice una adaptación positi-va, mientras que una lucha persistente y fracasada en esa búsquedadel sentido, se asocia con formas de duelo complicadas, intensas ycrónicas18,19,20. Asimismo, estudios llevados a cabo en personas queperdieron a alguien en muertes violentas (por ejemplo, suicidio,homicidio y accidente) han demostrado que la falta de capacidadpara lograr entender la pérdida del ser querido, es quizás el factorprincipal que los aleja de aquéllos cuyas pérdidas fueron anticipadasen el contexto de que padecían una enfermedad terminal21.

La muerte supone una acción de construcción y reconstruccióntal como refiere Thomas Attig (1996) en How we grieve: Relearningthe world22 ya que produce un estado de deprivación que redefine ydelimita las circunstancias y posibilidades, un remodelamiento de lasacciones y una nueva dirección que genera una respuesta activatanto emocional, psicológica, conductual, social, intelectual y espi-ritual para conectar con patrones cotidianos de vida, redefinir la pro-pia narrativa y la red de influencias familiares y sociales, expuestopor el autor desde la metáfora de la naturaleza de nuestro propio yocomo una red de elementos proveedores de cuidados que intercam-bian: reflejando la autoimagen, concepto, confianza, estima e inte-gridad personal, y emergiendo de todo ello, la identidad definitoria.

Aprender a relacionarnos con el hijo fallecido, mientras explora-mos los significados de la historia, desde su ausencia, es una situa-ción que invita a ser completada, de modo que los vacíos secomportan tal como espejos que reflejan: los selfs, los cuerpos, lasmentes, los cuidados, las identidades y las historias personales. Elduelo está en relación directa con el tipo de relación mantenida y lasusceptibilidad ocasionada por la pérdida en el vínculo con losdemás.

Attig23 estudia la necesidad de reajustar la conexión con el falle-cido por medio de la memoria del deudo para a través de ella,

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ampliar lo vivido de tal manera que quede como “depósito”: comouna narrativa de continuidad de la vida como legado y no como obs-táculo. Donde la relación esté orientada desde el presente al pasadopero con visos de continuidad en el futuro de modo que faciliteactualizar lo no dicho o lo no finalizado y así mismo reconocer congratitud el regalo de la existencia compartida y de haberla tenidocomo un bien a proteger ya que sigue con nosotros y que determinaen cierta medida, nuestras acciones.

Estas significaciones están engarzadas en periodos de vida den-tro de un ciclo vital con diferentes tareas que se han de realizar decara a la maduración, siendo por ello que las muertes en un tiempoinadecuado o “prematuro” pesan bastante en la forma de buscarleuna coherencia a lo acontecido, como si de una violación del prin-cipio de mundo justo se tratase, con la consecuente sintomatologíacomplicada desde el sinsentido24.

LA MUERTE DE UN HIJO

Para Ross25 la “pena crónica” que conllevan las pérdidas de tenerun hijo con discapacidades, implica no sólo la renuncia a los sueñosdel pasado, sino una constante revisión de los planes presentes y delos patrones de enfrentamiento, además de una anticipación de unfuturo que está “privado” de “impresiones” que estructuran normal-mente el ciclo de vida familiar (por ejemplo, el día de la graduacióny la boda). Aunque muchas familias incluso en estas circunstanciasencuentran significado, poder, y valor en su experiencia de serpadres de niños discapacitados. Milo26, en su investigación demadres cuyos hijos discapacitados habían muerto, explicó que lamayoría de las madres conseguían encontrar un significado y unbeneficio en la vida y muerte de su hijo y fueron capaces de conti-nuar viendo el mundo de forma positiva y con sentido. A pesar de lagran cantidad de responsabilidades en el cuidado y la triste doblepérdida –del hijo “deseado” y del hijo real– estas madres atribuyen aesta experiencia el mérito de haberles hecho más conscientes de loesencial de la vida y del poder del amor. Refiriendo que se volvieronmás pacientes, confiadas, empáticas y que no juzgaban a nadie.

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La crisis de significado en el duelo paterno indica que la búsque-da del mismo es primordial para el proceso de reajuste después de lamuerte del hijo, y que los padres que son capaces de encontrar estos sig-nificados volviéndose más compasivos y más fuertes, aceptando la mor-talidad humana o profundizando en su espiritualidad se enfrentan mejorcon la pérdida.

Por otra parte las madres que sufren abortos, pérdidas aun pocoreconocidas en algunos entornos sociales, experimentan esa perdidacomo una cuestión interior que les ocasiona temor a futuros emba-razos o complicaciones. También la infertilidad y posponer el naci-miento de un hijo suelen aumentar con el paso del tiempo estostemores, así como los intentos fallidos provocando un elemento deautoreproche y tirantez en el seno de la pareja, puesto que lo que sepierde es el ideal de familia.

La investigación sobre la crisis de significado en el duelo paternoindica que la búsqueda del mismo es primordial para el proceso dereajuste después de la muerte del hijo, y que los padres que soncapaces de encontrar estos significados se vuelven más compasivosy fuertes, aceptan la mortalidad humana y profundizan en su espiri-tualidad, enfrentándose mejor con la pérdida27,28,29. Incluso des-pués de muerte por suicidio en jóvenes, terribles para los padres y losmiembros de la familia, los supervivientes pueden llegar a superarlocuando buscan su fortaleza interior y su capacidad de enfrentamien-to y deciden comprometerse con la vida30.

No debemos olvidarnos que los hermanos, del niño fallecido, yde los demás miembros de la familia los cuales suelen quedar desa-tendidos. Pudiendo originar ello duelos prolongados, sobre todo sihubo rivalidades entre ellos.

Attig comenta que el proceso de duelo debe ser como una tareaa realizar lejos de los planteamientos de etapas o de un modelomédico que propone una pasividad ante el entorno, siendo por elloacorde a los planteamientos de Worden (2002) y la continuidad delapego propuesta por el filósofo, McGoldrick & Walsh (1991) quienesproponen cuatro tareas aplicadas al concepto familiar como tareasadaptativas familiares:

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Compartir el conocimiento de la muerte. Compartir la experiencia de la pérdida. Reorganización del sistema familiar. Reinvertir en otras relaciones y propósitos de vida.

Tareas adaptativas familiares. McGoldrick & Walsh, 1991.

– Compartir el conocimiento de la muerte. El conocimiento de lapérdida es facilitado por una información clara y una comuni-cación abierta sobre los hechos y las circunstancias de la muer-te. Una incapacidad para aceptar este hecho puede llevar a losmiembros a evitar el contacto con el resto de la familia o enfa-darse con los diferentes tiempos de duelo en los diferentesmiembros.

– Compartir la experiencia de la pérdida. Los ritos funerales y lasvisitas al cementerio tienen una importancia vital para proveeruna confrontación directa con la realidad de la muerte, con laposibilidad de compartir la pena y de establecer y fortalecerlazos entre la familia y la comunidad. Esta experiencia de com-partir permite a través de la comunicación dar un significadoconstruido desde los distintos ángulos de los participantes per-mitiendo una expresividad idiosincrática a la familia como uni-dad de duelo.

– Reorganización del sistema familiar. La rotura del equilibrio derelaciones a consecuencia de la muerte, hace necesario unreajuste de los roles para conseguir un nuevo equilibrio que lepermita a la familia continuar cubriendo las necesidades de susmiembros. De hecho patrones rígidos del funcionamientofamiliar se consideran como un elemento desadaptativo.

– Reinvertir en otras relaciones y propósitos de vida. El paso auna vida reconstituida parte por una nueva organizaciónfamiliar que desde distintas posturas el duelo tendrá unascaracterísticas distintas para cada participante desde sus dife-rentes posiciones. Las fechas tales como las nuevas sesiones,vacaciones y aniversarios evocarán a la persona fallecida y laidealización como la lealtad pueden llegan a bloquear la for-

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mación de nuevas relaciones. El intento por parte de conoci-dos por sustituir antes de tiempo el rol de la figura ausentepuede por ello ser rechazada.

Los terapeutas familiares se ocupan del contexto relacional, con-vencidos de que los cambios en el sistema familiar transforman a lapersona identificada en esa red, donde su principal problema es ladefinición que hacían conjuntamente y de cómo respondían ante lanarrativa del supranivel familiar, donde los papeles de los actores yaestaban colocados en la representación y la solución para muchosestaba en como dinamizar y agilizar los cambios en las posturasmantenidas en los diferentes roles. La brecha entre el mundo internoy el de las relaciones sigue estando desatendido al no abordarsesalvo por terapeutas familiares psicodinámicos que como Breulin ycols. (1992) recurren a la teoría de las relaciones objetales en favorde la interiorización de los objetos internos y su relación (Nichols,1987; Scharff y Scharff, 1987).

En el libro, la política de la familia, Laing (1969) distingue lafamilia real de la familia interiorizada con la idea de que la familiaes un conjunto introyectado de relaciones en las que no se interiori-zan elementos (objetos) aislados, sino las relaciones entre ellos:

“los elementos pueden ser personas, cosas, objetos parciales. Se inte-riorizan los progenitores como íntimos o extraños, juntos o separados,próximos o distantes, en una relación de amor, conflicto, etc. (...)” ade-más con unas coordenadas “la familia interiorizada es un sistema espa-cio temporal. Lo que se interioriza como próximo, lejano, unido odesunido, no sólo está representado por las relaciones espaciales. Siem-pre está presente una secuencia temporal (...) Como diría Sartre, la fami-lia funda su propia unidad sobre la interiorización, por parte de cadauno de sus miembros, de las interacciones de los demás”.

La hermenéutica, el constructivismo social y otras teorías basadasen el lenguaje, permiten conectar al individuo con el grupo, por elloque muchos terapeutas se orienten hacia estas nuevas teorías (LynnHoffman, Harry Goolishian, Tom Andersen, Harlene Anderson) yotros sin abandonar la teoría sistémica centren su interés en la narra-tiva con contribuciones de Foucault, Derrida, Michael White, oDavid Epston que promulgan el diálogo interno del individuo consi-go mismo desde posiciones centradas en las emociones y su relación

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con pensamientos y significados, que posibilitan salir de la dicoto-mía individuo-relaciones y conectar la experiencia y el sufrimientoindividual con la descripción y explicación sistémica.

“En el intento de darle un sentido a la vida, las personas enfrentanla tarea de colocar sus experiencias de los hechos en secuencias tem-porales, de modo tal de llegar a una relación coherente de sí mismas ydel mundo que les rodea. Las experiencias específicas de los hechos delpasado y el presente, junto con las que se prevén para el futuro, debenser conectadas en una secuencia lineal para desarrollar esa relación, ala cual nos podemos referir como una historia o una autonarración. Eléxito de este proceso de construcción de historias (storying) proporcio-na a las personas un sentido de continuidad y significado respecto de suvida, y es sobre esto que pueden fundamentar el sentido de la vida coti-diana y la interpretación de las experiencias futuras”31.

Gamino y cols. (2002) con el propósito de buscar respuestas acómo se explica la pérdida, los significado atribuidos a la experien-cia de duelo y el impacto ocasionado sobre la vida de los dolientes,les solicitan que construyan una narrativa a modo de ensayo libre, enla que expresen lo que significa para ellos la pérdida de su ser que-rido. Tras analizar los datos de 85 dolientes y analizar sus significa-dos, encontraron nueve constructos mayores en el análisis delcontenido: Sintiendo la ausencia, Experimentando alivio, Descre-yendo la muerte, Cambiando relaciones, Experimentando sinsentido,Continuando la conexión, Evocando la vida en el más allá y conti-nuando con la vida. La mayoría de los participantes (76%) respondióen más de una categoría simultáneamente y como media a cómputogeneral una media de dos a tres32.

Sintiendo la ausencia. La presencia del ausente en los roles deja-dos y en los objetos compartidos deja en los respondientes la sensa-ción de vacío tanto físico como psicológico. Se identifican seissubcategorías:

1. Añoranza

“Añoro verle y algunas veces no quiero incluso ir a casa. Porquesiento que la casa está perdiendo una parte”

“Una pieza de mi murió con ella. Hay un gran agujero en la bocade mi estómago. No estoy seguro si será algo pero hiere”

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“El dolor físico está aún cuando pienso en él, un dolor en mi pechotan poderoso y fuerte, algunas veces insoportable”

2. Compañía

“Significa que nunca lo tomaré de nuevo en brazos, o sus manitaso compartiremos cada uno del otro físicamente”.

3. Pérdida de los sueños

“Todas nuestras esperanzas y sueños para el futuro murieron tam-bién y nada estará de nuevo bien”

“La pérdida de mi hijo recién nacido representa sueños sacudidos eincumplidos”

“Nosotros nunca viviremos nuestros sueños y planes que habíamoshecho”

4. Vacío

“La pérdida, es el vacío de mi hija amada que deseé tener y brindarcomo padre a ella que fue mi ojo derecho”

“Echo de menos a mi hijo, frecuentemente siento una gran soledaddesde su muerte”

“Nada o nadie puede llenar este gran vacío que está conmigo”

5. Despersonalización

“Sin él no soy nadie ni nada”

6. Finalidad

“Su muerte significó mi mundo muriera. Mi vida ha cambiado parasiempre”

“Siento que nunca tendré este tipo de amor de nuevo –esa pérdidaestá abrumándome”

“La vida nunca será la misma de nuevo por mí o para cualquieracercano a él”

7. Experimentando alivio. En esta categoría el sufrimiento para elmoribundo acabó y el superviviente pudo acabar con la lucha con-tinua de ser testigo de la agonía reflejándose en los testimonios.

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“Al final, fue una bendición cuando su muerte llegó. Luchó cuantopudo, pero no pudo…”

Descreyendo la muerte. La asimilación de la muerte no está con-seguida enteramente y cuesta a los participantes suscritos en estacategoría la finalidad y la irreversibilidad del evento

“Hay siempre esta esperanza... que podría ser: podría levantarmeuna mañana y encontrarme con mi hijo a mi lado”

“Aún no puedo creer que ella se ha ido”

Cambiando relaciones. Significa la alteración del mundo socialen relación a la pérdida pudiéndose darse el caso de una mayorcohesión o el desapego.

Cambios positivos

“Me he sentido cuidada por los otros en la manera en que nuncaantes me había sentido. Siendo un “cuidador profesional”, el significa-do de esto ha sido profundo”

“Nos ha arrastrado también a tres de nosotros a una mayor cerca-nía para compartir nuestro proceso de duelo”

Cambios negativos

“Significó una rotura en mi familia. Ella fue el imán en nuestra fami-lia –la que nos empujaba todos juntos...Yo ahora siento que nos empu-jamos apartándonos– yendo caminos separados”

“Nuestra familia no es totalmente la misma desde que él se ha ido.Hace diez años de ello. La única fotografía que tenemos de todos jun-tos fue tomada un lunes antes de que muriera. Eso fue el último momen-to que estuvimos juntos de nuevo”

Centrándose en la negatividad. Esta categoría de significadocorresponde a emociones negativas que rodearon a las circunstan-cias de la muerte, principalmente la ira y la culpa.

La Ira

“Siento ira de lo que sucedió. Algunas veces a mi hijo por hacer loque hizo”

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“Me siento engañada pero estoy confundida sin saber quien meengañó. Dios me enseñó algo tan precioso, espera hasta que empiezo adivertirme y lo coge y se lo lleva. ¿Es esto justo?”

La Culpa

“Siento que la perdida de mi niño podría haber sido potencialmen-te prevenida. Me siento muy culpable de no cambiar el curso de loshechos y ahora tendré que vivir con esto”

Experimentando el sinsentido. La razón filosófica para encontrarsentido al mundo no se evidencia en el discurso sino más bien unsinsentido e incomprensión de lo sucedido.

“Parece como si nada tuviera significado”

“Significa que tengo que poner nuevas prioridades, y al tiemponada parece importarle. No planeo cosas muy lejanas, es como un gastode tiempo”

“La vida a ratos parece tan confusa y yo me pregunto que ¿a quépropósito sirve?

Continuando la conexión. La vida continua pero no sólo a travésde la memoria sino de sentimientos y de sensación de presencia deldifunto, unido al hijo fallecido mediante un lazo emocional interior.

“Algunas veces siento que él está cerca o hay una presencia acom-pañándome. Visito el cementerio para hablar con mi hijo”

“Aún siento una conexión interior a él (difícil de explicar). Ahoraque él se ha ido, esa conexión está aun presente... no puedes simple-mente parar de amar a alguien, siempre estará dentro de mi”

“Creo que si recuerdas a tu hijo (lo bueno y lo malo) entonces unaparte de él continua viva... Siento aún su presencia.”

Invocando la otra vida. Se refleja el nivel de profundidad en lascreencias religiosas o cósmicas

“Siento que aunque vivió poco, cumplió su misión en la tierra y queDios la recompensó llevándosela al cielo”

“Creo que él es nuestro ángel guardián, y está desde el otro ladovigilándonos”

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“Estoy a la espera para estar con él de nuevo en un mundo mejor ymás brillante”

Continuar con la vida. En la categoría se encuentra los más sen-tidos planteamientos filosóficos y existenciales de cómo la vida, apesar de la ausencia, continua, y con ello la lucha con el self enuna nueva identidad a pesar del dolor en la consciencia de su bre-vedad.

“Es como si tuviera que encontrar una nueva identidad ahora por-que las cosas son diferentes y no soy el mismo como fui antes de lamuerte de mi hijo”

“Me siento más independiente. He tenido muchos meses dondetuve que tomar decisiones. Podría equivocarme pero soy la única quenecesita comprender.”

La tipología de Gamino tiene paralelismos con la de Nadeau(1998) en cómo las familias realizan y reorganizan el sentido inte-grándose en: “no hay sentido en lo que hacemos” y se relacionancon “experimentando el sin sentido”; “que la muerte fue injusta” y“la naturaleza de la muerte, incluyendo su imprevisibilidad” con“centrándose en la negatividad”; “La otra vida” y el “significado reli-gioso” en “invocando la otra vida”; “como la muerte cambió la fami-lia”. Tiene su correlato en “cambiando relaciones” y finalmente“lecciones aprendidas y verdades realizadas” con “continuando conla vida”33.

Las transformaciones psicológicas propiciadas por la pérdida ysus implicaciones dan sentido de identidad a la persona enduelo34,35, aunque en ocasiones pueden ocasionar retrocesos en lasrelaciones: inhibiendo nuevas relaciones por miedo a perder denuevo, o a volver a tener hijos, o por miedo a perderlos de nuevo,etc. Aunque es más frecuente que las personas cuando se adapten ala pérdida den más énfasis a las relaciones humanas, reordenen lasprioridades de su vida y experimenten mayor madurez personal,fuerza y empatía por el sufrimiento de los otros36,37.

Desde un punto de vista amplio, el fenómeno del duelo y la pér-dida del un hijo requieren un análisis en términos sociológicos, psi-cológicos y psiquiátricos.

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EL DUELO COMO UN PROCESO SOCIAL

Las culturas occidentales contemporáneas están dominadas porlo que se podría determinar como una comprensión existencialistadel duelo, la idea de que el duelo representa una respuesta “natu-ral” a las pérdidas profundas, caracterizada por síntomas, estadios ointentos presumiblemente universales. Esta perspectiva sitúa, ade-más, el dolor dentro de las personas, ya que existe un fuerte énfasiscultural en el individualismo y una tendencia a atribuir la ansiedadhumana a los estados interiores o a las características de las perso-nas afectadas, más que a sistemas y estructuras sociales másamplias. Esta tendencia a “psicologizar” el duelo se hace particu-larmente evidente en la cultura americana de finales de siglo, inci-tada tanto por los avances genuinos en la investigación médica ypsicológica, como por un clima optimista que prescribe el counse-ling o la psicoterapia como la respuesta adecuada a una amplioabanico de problemas.

A pesar de los beneficios humanitarios y científicos de los enfo-ques psicológicos el fenómeno de la muerte y el duelo también nece-sita un análisis desde unas perspectivas disciplinarias más amplias,en la que los antropólogos, por ejemplo, durante mucho tiempo sehan mostrado intrigados por la forma en que diferentes culturas hanconstruido creencias y prácticas únicas mediante las cuales otorganun significado a la mortalidad y a su rol en la vida humana.

Nuestro enfoque sobre el duelo es un enfoque ampliado queincluye, no sólo la experiencia idiosincrásica de los duelos indivi-duales de madres y padres que han perdido hijos, sino también elimpacto recíproco de la pérdida en las familias y grupos (sub)cultu-rales38,39. Investigaciones recientes, desde la perspectiva de los sis-temas familiares, por ejemplo, atestiguan sobre la manera de cómola cohesión y la comunicación familiar predicen a largo plazo elcamino del duelo, mucho más de lo que los niveles tempranos deduelo pueden predecir en cuanto a la posterior cohesión familiar40.Está claro que el duelo es un proceso tanto social como individual yse necesita prestar más atención a cómo las familias y otros grupossociales pueden propiciar o impedir la adaptación de sus miembros.

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RECONSTRUCCION DEL SIGNIFICADO

La construcción de significado como la tarea principal paraenfrentarse a la pérdida41,42 es un enfoque que visualiza a los sereshumanos como buscadores o constructores de sentido, tejedores dehistorias que ofrecen significado temático a los argumentos de susvidas. Una implicación de esta visión “constructivista” es que las his-torias de vidas que construyen las personas son tan variadas comosus biografías personales y tan complejas como su interrelación conlas creencias culturales, las cuales informan sobre los intentos deconstruir un significado.

Otra implicación es que una pérdida profunda perturba estasconstrucciones de vida que damos por supuestas, algunas vecesestremeciendo de forma traumática los cimientos de lo que se supo-ne sea nuestro mundo. Cuando escuchamos las historias de madresy padres que han perdido hijos, no sugieren un progreso en etapashacia un ideal simplista de “recuperación” del duelo, sino un proce-so complejo de múltiples niveles en la relación y su pérdida.

NUEVOS MODELOS Y HORIZONTES

Se han abierto en la actualidad nuevos modelos y visiones paramejorar la consejería y la psicoterapia de individuos en proceso deduelo, y en particular en padres y madres que han perdido hijos, ypara promover verdaderamente un sentido de construcción y derenovación entre aquellos que nunca consideraron necesario bus-car ayuda profesional. Compartimos los planteamientos teóricos,vanguardistas sobre el duelo referidos por Robert A. Neimeyer, queen términos prácticos refiere ser accesible a las personas en dueloy a los que los que las ayudan43. De la misma manera, nos ilusio-na un modelo de reconstrucción que profundiza en nuestro enten-dimiento científico de las narrativas de la pérdida, un área deinvestigación creciente al que se siguen sumando profesionales quese inspiran en un sinnúmero de enfoques contemporáneos, cuyoobjetivo es un entendimiento más adecuado de cómo las personas

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reorganizan las historias de sus vidas tras el duelo y cómo encuen-tran significado y propósito en los capítulos de su vida aun porescribir.

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