La película cerebral - Revista de la Universidad de … · REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO |...

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 109 Roger Zelazny, uno de los grandes maes- tros de la ciencia-ficción, imaginó un esce- nario en donde podríamos ver la película que pasa dentro del cerebro de otra perso- na. Así, en la novela El señor de los sueños planteó que en el psicoanálisis del futuro, el terapeuta y el paciente estarían conecta- dos entre sí a través de una especie de cas- cos que permiten la transmisión directa de imágenes y pensamientos. El paciente no podría mentir con la pa- labra, ya que la imagen pasa directamente al cerebro del analista. En el relato de Ze- lazny, una paciente, asombrada por los re- sultados, le pide al doctor que le enseñe a ser terapeuta. Él responde que eso es im- posible ya que ella es invidente. Ante la in- sistencia, él se arriesga: le empieza a trans- mitir de cerebro a cerebro, más allá de los ojos ciegos, las formas geométricas elemen- tales, la identificación de los colores. Con el paso del tiempo, ella aprende a ver la fi - gura de un árbol, aparece la imagen de una pradera, el contorno de un lago. El doctor le pide que se asome al lago. Ella puede ver por primera vez su rostro reflejado en el es- pejo del agua. Lo interesante es que la ciencia, paso a paso, se acerca a la posibilidad que nos abre el juego de la literatura. Recientemente se dio a conocer que investigadores de la Uni - versidad de California en Berkeley han lo - grado trazar por primera vez las imágenes que se forman en el cerebro. Mediante el uso de las técnicas de imagen por resonan- cia magnética (MRI), se monitoreó la activi - dad cerebral de personas que miraban unos videos. Con los datos recopilados, los cien- tíficos crearon un modelo de cómputo pa- ra decodificar los movimientos generales, las formas y los colores percibidos. Poste- riormente, trataron de acoplar la informa- ción de los escáneres cerebrales con las imá- genes más cercanas de una gigantesca base de datos proveniente de videoclips sacados azarosamente de Internet. De esta forma, tradujeron los registros cerebrales para generar un video correspondiente. Así, se trata de inferir una imagen lo más cercana posible a lo que ocurre en nuestro interior mientras vemos una película. El resultado fue muy interesante. Es co - mo si pudiéramos entrar dentro del cerebro de la mujer ciega para ver en qué tipo de imá- genes se transforma el código que le trans- miten mediante una máquina. El ex peri- men to mostró una serie de videos con t inuos, fantasmales y borrosos, pero muy aproxi- mados a lo que los sujetos estaban viendo. El modelo de cómputo se enfocó prin- cipalmente a reconstruir videos en donde destaca la presencia de personas. Para que los resultados tengan mejor definición será necesario ampliar los dieciocho millones de se gun dos que tiene, por el momento, “la librería” que se usó con videoclips de la ba- se de datos de YouTube. Sin embargo, el proble ma no es tan sólo de más imágenes sino de calidad de imágenes. Los aparatos de resonancia magnética tendrán que ser superados por una tecnología que pueda re- gistrar la actividad del cerebro con mayor precisión. Estamos aún lejos de la etapa en la que con las puras señales cerebrales po- dremos leer nuestras mentes, pero la bús- queda se dirige a traducir nuestra memo- ria a la pantalla. Jack Gallant, investigador en neuro- cien cia, uno de los autores del estudio re - cientemente publicado en la revista Current Biology, plantea que los modelos que han desarrollado intentan entender cómo fun- ciona el cerebro: “Estás reconstruyendo una película que los sujetos de la investi- gación vieron mediante otras películas que no han visto”. Gallant subraya la trascen- dencia de estos estudios: “Éste es un sal to ma yor ha cia la reconstrucción del ima- ginario interno. Estamos abriendo una ven- tana para ver las películas dentro de nues- tras mentes”. ¿Podrán los científicos penetrar dentro de nuestro cerebro para reconstruir lo que estamos imaginando y verlo en un video? ¿No es eso lo que de por sí pasa —sin video y aparatos de por medio— cuando logra- mos una comunicación íntima? ¿No es eso lo que hacen Luis Buñuel o David Lynch? Lo que está claro, más allá de las imágenes borrosas, es que el tema es apasionante. La película cerebral José Gordon

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REVISTA DE LA UNIVERSIDAD DE MÉXICO | 109

Roger Zelazny, uno de los grandes maes-tros de la ciencia-ficción, imaginó un esce-nario en donde podríamos ver la películaque pasa dentro del cerebro de otra perso-na. Así, en la novela El señor de los sueñosplanteó que en el psicoanálisis del futuro,el terapeuta y el paciente estarían conecta-dos entre sí a través de una especie de cas-cos que permiten la transmisión directa deimágenes y pensamientos.

El paciente no podría mentir con la pa -labra, ya que la imagen pasa directamenteal cerebro del analista. En el relato de Ze -lazny, una paciente, asombrada por los re -sultados, le pide al doctor que le enseñe aser terapeuta. Él responde que eso es im -posible ya que ella es invidente. Ante la in -sistencia, él se arriesga: le empieza a trans-mitir de cerebro a cerebro, más allá de losojos ciegos, las formas geométricas elemen -tales, la identificación de los colores. Conel paso del tiempo, ella aprende a ver la fi -gura de un árbol, aparece la imagen de unapradera, el contorno de un lago. El doctorle pide que se asome al lago. Ella puede verpor primera vez su rostro reflejado en el es -pejo del agua.

Lo interesante es que la ciencia, paso apaso, se acerca a la posibilidad que nos abreel juego de la literatura. Recientemente sedio a conocer que investigadores de la Uni -versidad de California en Berkeley han lo -grado trazar por primera vez las imágenesque se forman en el cerebro. Mediante eluso de las técnicas de imagen por resonan-cia magnética (MRI), se monitoreó la activi -dad cerebral de personas que miraban unosvideos. Con los datos recopilados, los cien -tíficos crearon un modelo de cómputo pa -ra decodificar los movimientos generales,las formas y los colores percibidos. Poste-

riormente, trataron de acoplar la informa-ción de los escáneres cerebrales con las imá -genes más cercanas de una gigantesca basede datos proveniente de videoclips sacadosazarosamente de Internet. De esta forma,tradujeron los registros cerebrales paragenerar un video correspondiente. Así, setrata de inferir una imagen lo más cercanaposible a lo que ocurre en nuestro interiormientras vemos una película.

El resultado fue muy interesante. Es co -mo si pudiéramos entrar dentro del cerebrode la mujer ciega para ver en qué tipo de imá -genes se transforma el código que le trans-miten mediante una máquina. El ex peri -men to mostró una serie de videos con tinuos,fantasmales y borrosos, pero muy aproxi-mados a lo que los sujetos estaban viendo.

El modelo de cómputo se enfocó prin-cipalmente a reconstruir videos en dondedestaca la presencia de personas. Para quelos resultados tengan mejor definición seránecesario ampliar los dieciocho millones dese gun dos que tiene, por el momento, “lalibrería” que se usó con videoclips de la ba -se de datos de YouTube. Sin embargo, elproble ma no es tan sólo de más imágenessino de calidad de imágenes. Los aparatosde resonancia magnética tendrán que sersuperados por una tecnología que pueda re -gistrar la actividad del cerebro con mayorprecisión. Estamos aún lejos de la etapa enla que con las puras señales cerebrales po -dremos leer nuestras mentes, pero la bús-queda se dirige a traducir nuestra memo-ria a la pantalla.

Jack Gallant, investigador en neuro -cien cia, uno de los autores del estudio re - cientemente publicado en la revista CurrentBiology, plantea que los modelos que handesarrollado intentan entender cómo fun - ciona el cerebro: “Estás reconstruyendouna película que los sujetos de la investi-gación vieron mediante otras películas queno han visto”. Gallant subraya la trascen -dencia de estos estudios: “Éste es un sal toma yor ha cia la reconstrucción del ima -ginario interno. Estamos abriendo una ven -tana para ver las películas dentro de nues -tras mentes”.

¿Podrán los científicos penetrar dentrode nuestro cerebro para reconstruir lo queestamos imaginando y verlo en un video?¿No es eso lo que de por sí pasa —sin videoy aparatos de por medio— cuando logra-mos una comunicación íntima? ¿No es esolo que hacen Luis Buñuel o David Lynch?Lo que está claro, más allá de las imágenesborrosas, es que el tema es apasionante.

La película cerebralJosé Gordon

Sec.04_Revista UNAM 10/26/11 5:43 AM Page 109