LA PARTICIPACIÓN DE LOS LAICOS Y LAICAS EN LA IGLESIA

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ESTUDIOS LA PARTICIPACIÓN DE LOS LAICOS Y LAICAS EN LA IGLESIA Estrella Moreno Laiz Instituto diocesano de Pastoral Bilbao SÍNTESIS DEL ARTÍCULO Estrella Moreno es una cristiana de la diócesis de Bilbao con encomienda pastoral y remuneración desde hace el resurgir de la vocación laical en la Iglesia. Un resurgir motivado por cuestiones teológicas e histórico-coyunt este proceso y, también, algunas sombras. Propone seguir avanzando en colaboración y corresponsabilidad. ¿Es posible hoy describir la realidad de la Iglesia sin referirse a los laicos y laicas? En mi opinión, n de Dios y a la recuperación de la figura del laico surgidas del Concilio, en las últimas décadas he realidad laical de la Iglesia, que puede calificarse como una muy buena noticia para el conjunto de que nunca como hoy en la historia de la Iglesia ha habido tantos laicos vocacionalmente conscie global de la Iglesia. Sin embargo, como todo en la vida, esta es una realidad con luces y sombras, c que voy a intentar desgranar a lo largo de esta exposición, según mi humilde experiencia y opinión. Tengo que decir, también, para que vosotros, lectores, os situéis respecto a quién escribe, que soy laica, con encomienda pastoral y remuneración desde hace 14 años. Por lo tanto, escribiré desde lo eclesialmente comprometida me ha aportado, y desde las dificultades que he detectado, tam realmente miembros adultos y corresponsables en nuestra Iglesia. 1.- Una realidad de laicos participando La realidad laical de la Iglesia no sólo es amplia en número sino en formas. Comprende desde las eclesial a las más conscientes y comprometidas. Vamos a intentar recorrer esta pluralidad, participación en la dinamización de la vida eclesial. En la descripción voy de menor a mayor particip es el orden temporal: en los últimos años se ha vivido con intensidad cómo los laicos se han hech acción evangelizadora, primero, y se han ido incorporando, después, a tareas de responsabilidad. a) Los dominicales El grupo más amplio dentro de los laicos sigue siendo aquel que mantiene un nivel básico de perte la celebración de la eucaristía. Es difícil hablar de este grupo como un verdadero colectivo, porqu subgrupos con características propias. Se declaran creyentes y miembros de la Iglesia, pero en g una mayor implicación con ella. No son dinamizadores, sino receptores de la acción eclesial, necesitarían pasar de ser meros bautizados a ser creyentes conscientes de su vocación y misión, a

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ESTUDIOS

LA PARTICIPACIÓN DE LOS LAICOS Y LAICAS EN LA IGLESIA

Estrella Moreno Laiz

Instituto diocesano de Pastoral Bilbao

 

SÍNTESIS DEL ARTÍCULO

Estrella Moreno es una cristiana de la diócesis de Bilbao con encomienda pastoral y remuneración desde hace 14 años. Comienza su estudio afirmandoel resurgir de la vocación laical en la Iglesia. Un resurgir motivado por cuestiones teológicas e histórico-coyunturales. En su argumentación ve luces eneste proceso y, también, algunas sombras. Propone seguir avanzando en colaboración y corresponsabilidad.

 

¿Es posible hoy describir la realidad de la Iglesia sin referirse a los laicos y laicas? En mi opinión, no. Gracias a la eclesiología del Pueblode Dios y a la recuperación de la figura del laico surgidas del Concilio, en las últimas décadas hemos asistido a un renacimiento de larealidad laical de la Iglesia, que puede calificarse como una muy buena noticia para el conjunto de la comunidad eclesial. Se podría decirque nunca como hoy en la historia de la Iglesia ha habido tantos laicos vocacionalmente conscientes y corresponsables con la misiónglobal de la Iglesia. Sin embargo, como todo en la vida, esta es una realidad con luces y sombras, con logros y retos pendientes, que es loque voy a intentar desgranar a lo largo de esta exposición, según mi humilde experiencia y opinión.

Tengo que decir, también, para que vosotros, lectores, os situéis respecto a quién escribe, que soy una cristiana de la diócesis de Bilbao,laica, con encomienda pastoral y remuneración desde hace 14 años. Por lo tanto, escribiré desde lo que mi propia vivencia como personaeclesialmente comprometida me ha aportado, y desde las dificultades que he detectado, también en otros laicos, para poder serrealmente miembros adultos y corresponsables en nuestra Iglesia.

 

1.- Una realidad de laicos participando

La realidad laical de la Iglesia no sólo es amplia en número sino en formas. Comprende desde las vivencias más básicas de pertenenciaeclesial a las más conscientes y comprometidas. Vamos a intentar recorrer esta pluralidad, pero desde una mirada concreta: laparticipación en la dinamización de la vida eclesial. En la descripción voy de menor a mayor participación y responsabilidad. También estees el orden temporal: en los últimos años se ha vivido con intensidad cómo los laicos se han hecho más presentes en el desarrollo de laacción evangelizadora, primero, y se han ido incorporando, después, a tareas de responsabilidad.

 

a)     Los dominicales

El grupo más amplio dentro de los laicos sigue siendo aquel que mantiene un nivel básico de pertenencia eclesial, sobre todo a través dela celebración de la eucaristía. Es difícil hablar de este grupo como un verdadero colectivo, porque también en él podríamos diferenciarsubgrupos con características propias. Se declaran creyentes y miembros de la Iglesia, pero en general no se plantean dar pasos haciauna mayor implicación con ella. No son dinamizadores, sino receptores de la acción eclesial, fundamentalmente litúrgica. Muchosnecesitarían pasar de ser meros bautizados a ser creyentes conscientes de su vocación y misión, a vivirse como seguidores de Jesús. El

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reto, en este caso, es buscar espacios y herramientas adecuados para ir propiciando un encuentro transformador de estas personas conJesús, que desemboque en una vivencia más consciente y comprometida de su fe.

 

b)     Laicos implicados en el desarrollo de un área pastoral

Hoy hay un gran número de laicos y laicas participando en todas las áreas pastorales, desde la catequesis o los procesos con jóvenes yadolescentes, a otras que han ido tomando importancia como son la pastoral familiar (los procesos que preparan a los novios y a lospadres que piden el bautismo para sus hijos, y los espacios que posteriormente se generan), la liturgia (desde los lectores que participanen la eucaristía a personas que dinamizan celebraciones de la Palabra entre semana o personas que dirigen las celebraciones dominicalesen ausencia de presbítero), y Caritas (que además de trabajadores cuenta con una infinidad de voluntarios en los que se apoyan losdiferentes programas). Es decir, hay laicos implicados en todas las dimensiones de la acción eclesial: en el anuncio de la Palabra y lainiciación a la fe, en la celebración de la fe, en la práctica de la caridad y en la animación de la comunidad cristiana.

Son creyentes de todas las edades, aunque, mirados en conjunto, predominan los que se sitúan en la franja 50-65 años. En una mayoríaabrumadora, mujeres: ellas son el sustento de la acción evangelizadora de la Iglesia hoy, en su dimensión real y práctica, aunque esto nose corresponda con el nivel de responsabilidad que detentan. Destacan también los jóvenes, que si bien son una minoría dentro de sucolectivo juvenil, son muy activos. Debemos valorar mucho su compromiso en este contexto social apático e individualista, yreligiosamente tan indiferente, sobre todo en este grupo de edad.

Estos laicos y laicas son los engranajes que hacen que los proyectos funcionen y el rostro visible y cercano de la Iglesia para muchaspersonas. Son personas entregadas, muchas de las cuales dedican un número muy importantes de horas y de desvelos, en uncompromiso que se prolonga durante muchos años de la vida.  Pero más habitualmente de lo que nos gustaría son meros peones, sinoportunidad para participar en el diseño de los proyectos en los que participan. Generalmente son entendidos como colaboradores delpárroco o cura correspondiente, pero no como co-responsables o responsables. Raramente han recibido un envío público por parte delresponsable pastoral que les hace tomar conciencia a ellos y a la comunidad, por una parte, de que son encomendados por ella adesarrollar esa tarea, y por otra, del valor y la importancia de su participación. Se mueven en el terreno del voluntariado, generalmentedurante muchos años de compromiso con un proyecto, habitualmente con dificultades para encontrar relevos que les sustituyan pasadoun tiempo razonable. Muchos necesitarían reforzar su capacitación teológico-pastoral, pero a veces no reciben las ofertas adecuadas paraello, y otras veces, las propias urgencias pastorales impiden que puedan dedicar un tiempo a este menester.

 

c)     Laicos responsabilizados en la coordinación-dinamización de un área pastoral. 

Son personas responsables de áreas o de proyectos concretos que pueden referirse a una unidad pastoral o arciprestazgo (por ejemplo, laresponsable del equipo de catequistas de la unidad pastoral, o la coordinadora de Caritas),  o de un nivel vicarial o diocesano (por ejemploel delegado de Apostolado Seglar de una diócesis, o la directora del Secretariado Diocesano de Juventud). Estos laicos y laicas tienen unencargo pastoral que proviene de la comunidad parroquial, de una congregación religiosa, de las Unidades Pastorales, Arciprestazgos ovicarías, o de la cabeza diocesana. En algunas ocasiones este encargo tiene un reconocimiento institucional y se recoge por escrito en undocumento oficial que llamamos encomienda donde se detalla en qué consiste la tarea a desarrollar y durante cuánto tiempo. Pero esta esuna práctica aún poco extendida, lamentablemente.

Como he mencionado, hay algunas congregaciones religiosas, como la escolapia, que comenzaron favoreciendo la creación decomunidades de cristianos adultos que caminan en comunión con los religiosos, pero han dado un paso más proponiendo a personas deesas comunidades el ejercicio de ministerios en clave de corresponsabilización pastoral con los escolapios de la Provincia de Vasconia. Estodavía una experiencia incipiente que intenta responder a la nueva realidad de las congregaciones, la Iglesia y el mundo.

Los laicos y laicas que englobo en este grupo tienen un mayor nivel de responsabilidad y generalmente coordinan y dinamizan a un equipode personas del perfil que hemos descrito en el apartado anterior. Normalmente están en relación directa con el párroco o consiliarioresponsable final del área, aunque en algunas diócesis, todavía como experiencias minoritarias, se han ido constituyendo equiposministeriales donde se incorporan estos laicos. Estos son equipos donde, además de los curas, participan los laicos y/o religiososresponsables de las diferentes áreas, y en los que se intenta plantear y decidir la estrategia pastoral de conjunto. Las encomiendas denivel diocesano, debido a sus características propias, tienen otros espacios de coordinación y control directamente gestionados por lacabeza diocesana.

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Estos laicos son personas muy implicadas, con un compromiso en cuanto a horas invertidas y dedicación muy fuerte. Viven experienciasdiversas, pero demasiado habitualmente, sobre todo cuando se refiere a los voluntarios, hablan de un déficit de acompañamiento en latarea, la falta de responsabilidad real sobre ella y la dificultad de encontrar nuevas personas que vayan sustituyendo a las de más edad.

Cuando el volumen de la tarea así lo requiere, se ha abierto la vía de la remuneración para facilitar la dedicación necesaria de la persona ala misma, pero también ésta es una experiencia aún minoritaria, al menos cuando nos referimos al caso español, porque si extendiéramosnuestra mirada a la realidad europea, nos quedaríamos asombrados de la cantidad de laicos dedicados a la pastoral y remunerados que

existen en Iglesias como la alemana, la francesa o la suiza[1]. La diócesis con más laicos dedicados a tareas pastorales con encomienda yliberación en  España es la de Bilbao, que actualmente cuenta con 35 personas en esta situación.

En el caso de la diócesis de Bilbao, se da gran importancia a la formación de estos laicos y laicas, especialmente de los que tienenremuneración, que deben cursar, al menos, la diplomatura en Ciencias Religiosas.

Un apartado especial merecen los profesores de religión. Son un colectivo numéricamente amplio y con una importante tarea adesarrollar. Estos laicos necesitan obligatoriamente el aval que otorga la Missio Canonica en virtud de una formación teológica ypedagógica obligatoria. Estos laicos sí reciben un envío o misión eclesial por parte de su obispo, casi los únicos en algunas diócesis. Es uncolectivo muy heterogéneo, con distintos grados de vinculación eclesial y recorrido cristiano.

 

d)     Laicos enviados participando en el ámbito secular

Una mención también a estos laicos, realmente minoría. No porque no haya muchos cristianos, que los hay, participando en el espaciocivil desde su condición de creyentes y en una clave de compromiso transformador, sino porque pocos se sienten en esta tarea enviadospor la comunidad cristiana, y muchos menos reciben explícitamente tal encomienda o envío. En este caso, es muy importante la labor quehan hecho en este campo los movimientos apostólicos, que por una parte, han creado conciencia entre los laicos de la necesidad delcompromiso transformador en medio del mundo, y que por otra, acompañan a los militantes a vivir desde la fe el conjunto de su vida.

 

2.- Elementos que han favorecido esta realidad

Yo distinguiría dos tipos de razones: las teológicas y las histórico-coyunturales.

 

a)     Razones teológicas

La eclesiología del Pueblo de Dios por la que apostó el Vaticano II, supera un modelo eclesial piramidal y basado en el binomioclérigos-laicos, para sustituirlo por una Iglesia de comunión y misión que apuesta por el de comunidad-ministerios. En este marco, elConcilio recupera y revitaliza la figura del laico. Se le reconoce miembro del Pueblo de Dios, incorporado a Cristo por el bautismo, hechopartícipe de la función sacerdotal, profética y real de Cristo (LG 31). Por primera vez se reconoce la vocación laical como tal (vocaciónadmirable LG 34).

Por otra parte, se considera que hay una única misión de todo el pueblo cristiano, la misión de la Iglesia, que es dilatar el Reino de Dios.El apostolado de los laicos, por tanto, no es uno derivado del de la jerarquía, sino que es expresión del único apostolado que es el de laIglesia (LG 33). Aunque a la vocación laical se la sitúa prioritariamente en la construcción del Reino en la sociedad, se abre la posibilidad alos laicos a una “cooperación más inmediata con el apostolado de la jerarquía” (LG 33) en el ejercicio de determinados cargoseclesiásticos. Y se da un paso más cuando se plantea la posibilidad de llegar a suplir al clero en tareas propias (LG 35,4).

Con estas breves referencias sólo quiero poner de manifiesto que el Concilio abrió unas posibilidades enormes para la participación y lacorresponsabilidad de los laicos en la Iglesia. Las Iglesias que han querido hacerlo, tenían razones para promover una nueva realidadeclesial con mayor protagonismo laical.

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b)     Razones coyunturales

Es evidente que la realidad eclesial actual ha favorecido una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia.

En primer lugar, la precariedad que se vive entre el colectivo de curas con sus diferentes manifestaciones ha sido determinante:

 

•Por un lado, el descenso del número de vocaciones al presbiterado y el envejecimiento del colectivo ha sido el factor fundamental. Elnúmero total de curas no tiene nada que ver con lo que era hace 30 años, y la gran mayoría de los que están en activo son mayoresde 50 años.

•Esto ha provocado una sobrecarga de tareas de los presbíteros en activo que se dan cuenta cada vez más de que no llegan a todo yde que necesitan ayuda. Así, se han visto en la tesitura de elegir entre dejar desatendida una parroquia o un área pastoral, o pensaren nuevas soluciones, que se han movido entre la reorganización territorial  y la incorporación de los laicos y laicas.

•Por otro lado,  ha habido un colectivo importante de curas y obispos que han asumido la eclesiología conciliar y que han intentandohacerla realidad en sus parroquias y diócesis.

 

En segundo lugar, entre algunos laicos ha ido naciendo la conciencia de su vocación y su misión, ayudados por algunos curas, losmovimientos apostólicos y otras organizaciones laicales. Eso ha favorecido tanto una disponibilidad mayor para participar eclesialmente,como que ellos mismos hayan tomado la iniciativa ofreciéndose para realizar diferentes tareas y generando nuevos proyectos. Pero eneste terreno, aún queda mucho por hacer.

En tercer lugar, la secularización, la imagen negativa de la Iglesia entre muchos sectores sociales y el progresivo alejamiento de fieles dela Iglesia,  han obligado a replantear el papel de ésta en la sociedad y las formas de evangelización. De esta manera, el contexto social ehistórico ha marcado un terreno de juego más propicio para que los laicos comiencen a ser un nuevo rostro de Iglesia, más aceptable paramuchos.

Creo que todos estos factores deberían ser leídos positivamente, como oportunidades que el Espíritu ofrece a la Iglesia para renovarse.

 

3.- Luces en esta experiencia

La incorporación del laicado a la tarea evangelizadora ha supuesto poner en práctica una Iglesia más corresponsable y participativa, queestá generando, gracias a la aportación laical:

 

•Nuevas formas, nuevas maneras de llevar adelante la pastoral. Al cambiar los actores (de varones célibes centrados en elmundo eclesial a hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, solteros y casados, incorporados al mundo laboral o estudiantil, odisfrutando de la jubilación tras haber pasado por él, ciudadanos con distintas preocupaciones y sensibilidades respecto a la realidadsocial, con una relación distinta a la pastoral con el resto de vecinos del barrio,...) cambia también el análisis de la realidad, laspreocupaciones e intereses, los medios desde los cuales afrontarlos, el lenguaje utilizado, las formas, las relaciones... Por ejemplo,necesariamente la pastoral familiar será distinta cuando las entrevistas personales a las parejas y los encuentros con ellos sonllevados adelante por laicos. Aún cuando ellos no hayan decidido qué es lo que se tiene que hacer (por ejemplo qué proceso debellevarse con los novios, en qué se concreta y qué temas hay que abordar), lo harán de manera distinta a la de un cura,probablemente en mayor conexión con el sujeto que se acerca demandando un sacramento.

•Una mayor sensibilidad hacia los problemas del mundo y de la vida cotidiana. Los laicos y laicas viven inmersos en losecular: ese es el espacio que el Concilio les señala como más propio, aunque no exclusivo. Son la cara y la voz de la Iglesia en lavida cotidiana, pero también tienen que ser la voz del mundo y de sus problemas dentro de la Iglesia. Son los que trasladan alconjunto de la Iglesia los desvelos y las ilusiones de la gente, las búsquedas de sentido y espiritualidad de muchas personas, las

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demandas y las críticas que le lanzan a la Iglesia como institución.... Porque ellos no dejan de ser parte de ese mundo, de esagente, aunque con una conciencia y una mirada peculiar: la que les aporta la fe. En realidad, estas afirmaciones no deberían serexclusivas de los laicos. Esta es una tarea de todos, y no de un solo grupo, porque toda la Iglesia es secular: la Iglesia es mundo yestá en el mundo. Está formada por hombres y mujeres como los demás, configurada como institución, incluso como Estado, sujetaa las leyes de la biología y de las circunstancias históricas, con la misión de, desde su ser en el mundo, hacer presente en él la vidade Dios y su acción transformadora. Sin embargo, habitualmente ¿no funciona aún la lógica de que para acercarse a Dios hay quesepararse del mundo? ¿Realmente asumimos que el encuentro con Dios es mediado por lo humano, por lo profano, por el mundo?¿No están haciendo dejación de su responsabilidad el resto de las vocaciones cuando encargan a los laicos de lasecularidad?                                                                                                                                                                                                                                                 

•Una imagen de Iglesia renovada. La gente de la calle identifica la imagen pública de la Iglesia con sus dirigentes: el Papa, losobispos, los curas. Llegar a la parroquia y encontrarse en la acogida con una mujer, por ejemplo, puede sorprender pero, engeneral, agradablemente. Entre los no creyentes funciona una imagen negativa de la Iglesia, a lo que contribuye ver a los curascomo los hombres “distintos”, separados de la realidad que ellos viven todos los días. Encontrar un laico desmonta esa imagen,siempre que sea una persona acogedora, dialogante, resolutiva, práctica.

•Una organización con espacios más plurales. Se han dado algunos pasos en el terreno organizativo importantes. En la mayoríade parroquias existe el Consejo Parroquial como espacio de información y corresponsabilidad; también en muchas diócesis existe elConsejo Pastoral Diocesano, presidido por el Obispo y en el que participan laicos, religiosos y presbíteros. En muchas diócesis hayexperiencias de participación en la elaboración de los Planes Pastorales y de Evangelización, además de experiencias de Sínodos yAsambleas diocesanas. La participación del conjunto de vocaciones aporta pluralidad, riqueza, diversidad.

•Una nueva reflexión sobre los ministerios. La incorporación laical a tan diversas tareas, que implican a todas las dimensionesde la acción eclesial, obliga a repensar el tema de la ministerialidad en la Iglesia. Como hemos visto, la realidad de participaciónlaical es variada, pero lo cierto es que existen casos de personas formadas, que se sienten vocacionalmente llamadas, ejerciendotareas pastorales con un envío y una encomienda, algunos dedicados a jornada completa con una retribución económica, algunostambién con largos años de dedicación y con disponibilidad para permanecer al servicio… Creo que hay situaciones donde deberíanutilizarse sin miedo las palabras ministerio laical y reconocerse oficialmente. Es cierto que es un tema complicado:

◦Por una parte, porque entre los propios laicos hay muy poca reflexión hecha sobre el tema, y porque había que definir qué esun servicio pastoral y qué es un ministerio.

◦Por otra, porque esto supone repensar también el ministerio ordenado, su ser y misión, y su papel en una Iglesia todaministerial. Esto es, a mi juicio, lo más complicado de hacer hoy porque genera muchos miedos y recelos entre la jerarquíaeclesial, en mi opinión, no justificados.

Aún es un tema muy incipiente, en el que se han dado muy pocos pasos, pero lo menciono aquí porque probablemente lo poco que se hahecho ha sido empujado por la constatación de la realidad de la participación laical.

•Unos laicos más formados. En la medida en que los laicos han ido desarrollando tareas, han descubierto la necesidad que teníande herramientas pastorales y de profundización teológica. La formación contribuye a ahondar en la identidad creyente, aporta clavespara el diálogo con la Modernidad y la Post-modernidad, ayuda a tomar conciencia de la vocación y tarea del laicado y de la Iglesia,y aporta criterios y herramientas para llevarla adelante.

 

4.- Sombras

Sin embargo, dentro de esta experiencia hay también sombras y cuestiones graves que la oscurecen. Son verdaderos retos a afrontar siqueremos consolidar esta experiencia.

 

•Colaboradores, no corresponsables. Hasta ahora he destacado cómo ha habido una incorporación de los laicos en la acción de laIglesia que es en sí misma muy positiva. Pero sus realizaciones más generalizadas no lo son tanto. La mayoría de la veces, el laicovive la experiencia del clericalismo, del paternalismo clerical y de vivir en una permanente minoría de edad en la Iglesia. Se sientetrabajador y responsable, ilusionado con el proyecto en el que se ha implicado, pero a la vez decepcionado con el párroco, obispo ocuria que sólo le considera “fuerza de trabajo”, pero que no le consulta, y cuando lo hace, le recuerda que los órganos departicipación son meramente consultivos; que toma decisiones por él, arrogándose en perfecto conocedor de sus intereses y

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necesidades; que quiere que sea correa de transmisión de mensajes con los que ni siquiera sabe si está de acuerdo o no… Es ciertoque en esto pesan mucho la historia y la costumbre: los laicos estamos poco acostumbrados a tomar la iniciativa y sentir quetenemos algo que decir, y los curas no están acostumbrados a trabajar en equipo, y menos con otros a los que consideran menospreparados y con poco criterio. Pero en este caso, claramente la responsabilidad mayor la tiene el ministerio ordenado.

 

La Comisión Episcopal de Apostolado Seglar reconocía esta situación así:

◦“Los Obispos apenas consultamos a los seglares ni les ofrecemos puestos de alguna responsabilidad pastoral.◦Los sacerdotes, por su parte, cuentan con los seglares para problemas concretos ya decididos previamente por ellos, osimplemente, prescinden de los seglares por considerar que complican más que ayudan en la vida pastoral.

◦En ocasiones todavía el ministerio pastoral es concebido como un poder más que como un servicio y la parroquia como un

patrimonio personal.”[2]

Estas prácticas ponen en entredicho la eclesiología del Pueblo de Dios[3].  La igualdad fundamental de los hijos de Dios que nos hacehermanos (“…se da una verdadera igualdad entre todos en lo referente a la dignidad y la acción común de todos los fieles para edificacióndel cuerpo de Cristo” LG32) necesita visibilizarse realmente en estructuras. Toda actuación de la comunidad exige la participación de susmiembros en su diseño y puesta en práctica. De lo contrario, ¿cómo puede ser, si no, “de la comunidad”? ¿Cómo se pueden sentir loslaicos concernidos e involucrados en ella?

La corresponsabilidad no pone en cuestión que en la Iglesia exista un principio de autoridad, pero ni ese principio debe estar ejerciéndosepermanentemente (en la mayoría de nuestros procesos y decisiones eclesiales no se pone en juego la comunión ni la verdad de la fe) ni elministerio ordenado tiene sentido sin la comunidad: ese servicio ministerial no puede ejercerse al margen de la vocación a lacorresponsabilidad eclesial y el sentido de la fe fundados en el bautismo.

Nos encontramos con muchos casos de hombres y mujeres adultos, con responsabilidades familiares, con formación superior, en puestosde dirección en sus trabajos, que al llegar a la Iglesia son tomados por gente necesitada de permanente tutela y dirección. Con estasactitudes estamos provocando el hastío, la decepción, el éxodo de personas muy valiosas, en un contexto, además, en el que la gente seacerca a la Iglesia por convicción, no por costumbre ni obligación. Ni siquiera por razones utilitaristas, esta es una buena práctica.

Una cosa es la inexperiencia o la falta de formación y otra es la falta de capacidad. Las dos primeras sólo se solucionan si dejamos que loslaicos se curtan en el terreno pastoral y tomen responsabilidad: es precisamente el ejercicio de esta lo que nos hace crecer.

 

•Laicos realmente adultos en su fe. Los laicos que participan en la acción pastoral son los más eclesialmente identificados, los queviven mayor grado de pertenencia a la comunidad creyente y por tanto, con una fe más elaborada. Pero aún quedan muchos pasosque dar en ese sentido. Hay que avanzar en la experiencia de fe de este colectivo para que sea una fe basada en un encuentropersonal con el Dios revelado en Jesucristo y que se traduzca en unión fe-vida. Es importante también ayudar a descubrir lacondición laical como una verdadera vocación y de qué forma ésta se va concretando. En la medida en que seamos conscientes denuestra dignidad y de nuestras posibilidades podremos también demandarlas.

•Laicos insuficientemente formados. En el punto anterior decía que hoy tenemos un laicado con más formación, pero todavía sonminoría en el conjunto.  La formación, en este caso me refiero a la teológico-pastoral, es un elemento que aporta al laico seguridad,criterios y opinión. Lamentablemente, para algunos curas esto le convierte en un elemento molesto, porque ante él van a necesitarargumentar sus decisiones. Pero para llegar a ser considerados adultos dentro de la Iglesia, este es un elemento irrenunciable.

•Laicos no organizados. La mayoría de los laicos que participan en la acción pastoral de la Iglesia no pertenecen a un movimientoo una comunidad laical. Esto, a mi entender, no es imprescindible, pero es muy conveniente. Los movimientos apostólicos y laspequeñas comunidades son espacios donde cultivar la fe, donde crecer en formación, pero también son escuelas de participación ycorresponsabilidad. Sobre todo la Acción Católica, que en una de sus notas señala como elemento de identidad de los movimientosel protagonismo laical. En los movimientos y comunidades se aprende a pensar juntos, a analizar la realidad a la luz de la Palabra, aplantear estrategias de acción con otros, a llevarlas adelante entre todos. Estos son elementos muy necesarios en cualquier ámbitode la vida, también para la vivencia eclesial. Pero además los laicos y laicas experimentan que existe verdadera corresponsabilidadtambién dentro de la Iglesia, que se puede ser adulto responsable en ella, que es posible el disenso y la pluralidad sin que esosignifique “estar fuera”. Por otra parte, la organización siempre tiene más fuerza que el individuo a la hora de tomar iniciativas o

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elevar una palabra pública.•Laicos cuestionados en su laicidad. Hay algunas voces, que cada vez se oyen más frecuentemente, que dicen que, siendo losecular el ámbito propio del laicado, la dedicación a la pastoral supone una traición a la verdadera vocación y tarea del laico, y quegenera una “clericalización” del colectivo. Me parece que este argumento esconde un deseo de alejar a los laicos de laresponsabilidad eclesial, que han llegado a convertirse en un elemento molesto que no deja campar a algunos curas a sus anchas enlo que ellos consideran su feudo. Ante esta idea, hay diversos argumentos que esgrimir: los teológicos, los históricos y los prácticos.

 

◦Los primeros se refieren a que la misión de la Iglesia es una y para el conjunto de la Iglesia, y que separar lo secular para loslaicos y lo eclesial para los ordenados no tiene razón de ser: todos debemos estar implicados en dilatar el Reino de Dios en elmundo, y en el mantenimiento de la comunidad eclesial que debe ser signo de la voluntad salvífica de Dios en medio de él.

◦Desde el punto de vista de la historia eclesial, por ejemplo, Pedro tenía suegra (Mc1, 29-31), es decir, tenía esposa; Pablotenía un oficio y lo considera un signo de autenticidad apostólica (2Tes 3); en la carta de Timoteo, al mencionar lascaracterísticas de un obispo se dice que “ha de regir su familia con acierto,…, pues si uno no sabe regir la propia familia ¿cómose ocupará de la Iglesia de Dios?” (1Tim 3, 1-7). ¿Debemos pensar, entonces, que estas personas no desempeñaban bien sutarea eclesial por su condición secular, o viceversa, que la secularidad no formaba parte de su identidad, anulada por sudedicación eclesial?

◦Por otro lado, pensar que dedicar tiempo a la tarea intraeclesial, aún cuando sea tanto como una jornada laboral, cuestiona lasecularidad del laico es no conocer a los laicos. Por ser encomendados a una tarea eclesial no dejamos de ser padres ymadres, hijos e hijas, amigos, ciudadanos, trabajadores, aficionados a diferentes hobbies,  consumidores,…, y uniendo todoeso, creyentes. ¿Acaso no es esto vivir en medio del mundo? ¿Acaso se puede pensar que nuestra familia nos preocupa menosque el proyecto pastoral en el que trabajamos? ¿Acaso no estamos llamados a construir Reino en todos los ambientes en losque nos movemos, en todos los ámbitos de la vida? ¿Acaso en ellos no está Dios?

 

Sólo recojo este argumento si quiere ser un aviso para que los laicos no caigamos en las prácticas que detectamos en algunos curas y quecriticamos: acaparar información, acaparar poder, tender al autoritarismo respecto a otros laicos…

 

•Una experiencia aún poco extendida y consolidada. Si pensamos en números absolutos, todavía somos pocos. Muy pocos enpuestos de responsabilidad, muy pocos plenamente dedicados a la evangelización. Queda mucho por andar.

•Los nuevos movimientos laicales. En los últimos tiempos asistimos al desarrollo de nuevos movimientos de laicos de cortetradicional, con una manera de vivir la fe más intimista y menos preocupada por el diálogo con el mundo y el compromisotransformador. Con esto quiero indicar que entre los laicos, como en el resto de la comunidad creyente, hay pluralidad y distintasapuestas respecto a qué modelo de Iglesia impulsar y qué papel deben jugar los laicos en ella. Y esta pluralidad tiene muy pocoslugares de encuentro y diálogo donde poder dejar caminos en paralelo y empezar a definir una vía por la que todos podamosavanzar.

 

5.- Mirando hacia delante

Por un lado, se constata que en la Iglesia en los últimos años vivimos una involución hacia posiciones más conservadoras en todos loscampos. Desde ahí, podemos esperar que los máximos responsables eclesiales no generarán grandes avances en lo que se refiere a lacorresponsabilidad laical. El modelo de laicado a potenciar será el laico colaborador, mero ejecutor de las indicaciones que el curacorrespondiente le indique.

 

Sin embargo, también confío en que la realidad se irá imponiendo: la Iglesia no se sostiene, y cada vez menos se va a sostener, sólo conlos curas. Contar con los laicos y laicas para desarrollar su tarea evangelizadora no será una opción que se pueda elegir o no, sino unaobligación. Confío también, que las nuevas generaciones laicales, nuestros jóvenes de hoy, que mayoritariamente están viviendo unos

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procesos de iniciación cristiana más vivenciales y participativos, que toman la iniciativa cuando se trata de iniciar a otros jóvenes, quetienen mayor formación…, precisamente porque están viviendo otros modelos eclesiales, puedan seguir recreándolos y demandándolos.Creo que no podemos renunciar a nuestra tarea como laicos de reivindicar y buscar nuestro espacio en la Iglesia, pero un espacio decalidad, que reconozca nuestra dignidad y nuestras capacidades. Para eso es importante organizarse para no quedar diluidos en laglobalidad eclesial. También apoyarse en los curas y obispos más proclives a ello, generando prácticas de corresponsabilidad al menos aniveles locales.

Lo fundamental es situarse en claves de cooperación y no de competencia. Los laicos no están ahí como adversarios en una lucha depoder, sino como seguidores de Jesús que quieren responder a su llamada y colaborar en la edificación de una Iglesia cada vez más fiel aJesucristo. Confiemos en el Espíritu y su fuerza renovadora.

 

 

ESTRELLA MORENO LAIZ

 

 

 

[1] Una descripción detallada, también del caso español, en Jesús Martínez Gordo, Los laicos y el futuro de la Iglesia. Una revolución silenciosa, PPC, 2002.

[2] CEAS, El seglar en la Iglesia y en el Mundo , Edice, Madrid, 1987, p.28.

[3] De hecho, es sintomático que ya se haya sustituido este término, en el mejor de los casos, por el de eclesiología de comunión, porque generalmente se presenta laeclesiología conciliar como de comunión jerárquica.