La Naturaleza y Ejercicio Del Poder y La Autoridad Politica

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Pedro J. Solís La naturaleza y ejercicio del poder y la autoridad política El poder en América me parece situacional y escurridizo; él resiste los intentos de localizarlo de la forma en que una molécula, bajo el principio de Heisenberg, resiste simultáneamente los intentos de localizarla y medir su velocidad. D. Riesman La autoridad política no es misteriosa, ni debe ser santificada mediante símbolos y rituales que los ciudadanos no puedan entender en términos de sus intereses comunes. J. Rawls Abstract: The following article presents an approach to the nature of power and the way in whicb it is exercised in contemporary society, with the aim of bringing so me clarification about this subject. Besides, ir is discussed the type of the existing relationship between power and political authority. Key words: Power. Political authority. Coercion. Violence. Institutions. Resumen: Se ofrece a continuación una aproximación a)a naturaleza del poder y la forma en que éste es ejercido en la sociedad con- temporánea, con el propósito de aportar alguna clarificación acerca de este tema. Además, se intenta dar cuenta del tipo de relación existente entre el poder y la autoridad política. Palabras claves: Poder. Autoridad política. Coerción. Violencia. Instituciones. Introducción El poder se ha constituido en uno esos temas que están ocupando mayoritaria mente las mentes de los científicos sociales. Incluso, desde otro campo del saber, los filósofos políticos han estado tratando de armar algo coherente sobre la naturaleza del poder sin haber obtenido un resul- tado claro. Mucho de lo que se ha hablado sobre el poder ha sido en función de precisar lo que implica la autoridad política, es por ello que en el presente artículo se abarcan ambos conceptos con el último propósito de averiguar en qué sentido se vinculan. La naturaleza del poder La importancia del debate sobre la natu- raleza del poder trasciende la esfera política ya que el poder forma parte de las relaciones socia- les en general. A partir de este debate se hace posible identificar los supuestos paradigmáticos' Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLVII (122), 49-57 Setiembre-Diciembre 2009 / ISSN: 0034-8252

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Ejercicios del poder Autoridad Legitimidad Violencia

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Pedro J. Solís

La naturaleza y ejercicio del poder y la autoridadpolítica

El poder en América me parece situacional y escurridizo; él resistelos intentos de localizarlo de la forma en que una molécula,

bajo el principio de Heisenberg, resiste simultáneamentelos intentos de localizarla y medir su velocidad.

D. Riesman

La autoridad política no es misteriosa, ni debe ser santificadamediante símbolos y rituales que los ciudadanos no puedan

entender en términos de sus intereses comunes.J. Rawls

Abstract: The following article presents anapproach to the nature of power and the way inwhicb it is exercised in contemporary society,with the aim of bringing some clarification aboutthis subject. Besides, ir is discussed the type ofthe existing relationship between power andpolitical authority.

Key words: Power. Political authority.Coercion. Violence. Institutions.

Resumen: Se ofrece a continuación unaaproximación a)a naturaleza del poder y laforma en que éste es ejercido en la sociedad con-temporánea, con el propósito de aportar algunaclarificación acerca de este tema. Además, seintenta dar cuenta del tipo de relación existenteentre el poder y la autoridad política.

Palabras claves: Poder. Autoridad política.Coerción. Violencia. Instituciones.

Introducción

El poder se ha constituido en uno esostemas que están ocupando mayoritaria mente lasmentes de los científicos sociales. Incluso, desdeotro campo del saber, los filósofos políticos hanestado tratando de armar algo coherente sobre lanaturaleza del poder sin haber obtenido un resul-tado claro. Mucho de lo que se ha hablado sobreel poder ha sido en función de precisar lo queimplica la autoridad política, es por ello que en elpresente artículo se abarcan ambos conceptos conel último propósito de averiguar en qué sentidose vinculan.

La naturaleza del poder

La importancia del debate sobre la natu-raleza del poder trasciende la esfera política yaque el poder forma parte de las relaciones socia-les en general. A partir de este debate se haceposible identificar los supuestos paradigmáticos'

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involucrados en las diferentes concepciones delpoder. Por ejemplo, quienes conciben el podercomo una propiedad piensan los conceptos comosi se desprendieran de las cosas mismas. Podríaconsiderarse el enfoque materialista esbozado porKarl Marx un ejemplo de esta concepción.

Para este enfoque, existe una conexión inter-na entre sujeto y objeto. La naturaleza en cuantoobjeto tiene su reflejo en el sujeto en la formade ideas. El espíritu mismo se deriva de la natu-raleza. Por eso se puede asumir que toda idea oconcepto que se abstraiga a partir de la propiasubjetividad proviene en última instancia de lanaturaleza y es su reflejo'.

En la concepción ilustrada por Marx, elpoder es entendido como una propiedad al apa-recer vinculado con la posesión de los medios deproducción, lo que determina el alto estatus y losprivilegios de la burguesía.

En el contexto político, el poder sirve paradar cuenta de la manera en que la clase más ricamantiene oprimida a la clase más pobre haciendodel Estado un instrumento favorable a sus intere-ses. Esta es otra razón por la cual Marx visualizael poder como una propiedad: debido a que elproletariado tiene que conquistar el poder sus-trayendo el Estado de las manos de la burguesíapara alcanzar la liberación; de modo que paraquienes defienden esta concepción el poder esalgo que se gana o se pierde en la lucha ya seapor el dominio o por la liberación de individuosy clases sociales.

La otra concepción sobre la naturaleza delpoder lo muestra como una relación entre gober-nantes y gobernados, donde la noción de relaciónsocial se torna central ya que los asuntos huma-nos solo pueden ser explicados y comprendidospor referencia a las relaciones que se establecenentre los individuos que viven en sociedad. Elconcepto de poder formulado por Max Weberpodría ser considerado un ejemplo de esta con-cepción. Weber definió el poder como "... la pro-babilidad de imponer la propia voluntad, dentrode una relación social, aun contra toda resistenciay cualquiera que sea el fundamento de esa proba-bilidad" (1979, 43).

En el contexto político, el poder es ejercidopor gobernantes quienes, a través del Estado,administran el monopolio de los medios de la

violencia legítima para hacer que las leyes secumplan por los gobernados. Al igual que Marx,Weber todavía vincula el poder con la posesión dealgo. En el caso recién citado, el poder político esvinculado con la posesión de los medios de la vio-lencia legítima. Ello no demuestra a fin de cuen-tas que el poder sea una propiedad. De hecho,quienes identifican el poder con una propiedadincluso reconocen la existencia de relaciones depoder, verbigracia, cuando Marx habla de lasrelaciones de producción que se erigen dentro delmodo de producción capitalista como si fueranrelaciones de dominación.

Otro aspecto que es compartido por ambasconcepciones es la referencia al Estado comoel escenario donde la política es esencialmentedesplegada. El rol del Estado puede variar deautor a autor, por ejemplo, para Weber el Estadoes más un aliado que un enemigo como lo pareceser en el caso de Marx '. De modo que el malen-tendido vendría a ser causado por una diferenciade énfasis.

Con el moderno desarrollo de las cienciassociales y de los movimientos sociales, el temadel poder ha sido ampliado en tal extensión quese ha dejado de relacionarlo exclusivamente conlos asuntos del Estado. El poder se sitúa tantoen el ámbito público como en el privado. Estapodría ser una razón por la cual muchos teóricosse focalizan en él cuando quieren dar forma a losasuntos. humanos. Es indudable que en la vidacotidiana nosotros ejercemos poder sobre losdemás y los demás, o la sociedad qua totalidad,ejercen poder sobre nosotros circunscribiendo lasdecisiones que nos interpelan como individuos ocomo grupo de interés",

A su vez, se ha vuelto infrecuente pensarel poder reservado para una élite de la cual sedesprenden todas las decisiones sobre la formaen que debe organizarse la sociedad mientrasla mayoría se limita a obedecer las reglas dicta-das por dicha minoría. Este enfoque que puededenominarse funcionalista, por sugerir que elpoder debe concentrarse en un grupo por el buenfuncionamiento orgánico de la sociedad, devieneobsoleto en virtud del hecho de que no se ajusta alas características reales del poder tal y como esejercido en la sociedad contemporánea. El poderestá disperso en toda la red social en que vivimos.

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En principio cada uno ejerce poder, pero éste eslimitado por la capacidad del individuo, otrosindividuos e instituciones. En realidad no hayuna tal élite del poder en los términos en que elenfoque funcionalista la retrata.'.

Es ilusorio pensar el poder como algo que setiene o no se tiene, como una posesión concretaque se puede apresar como una unidad. El poderno tiene unidad ni identidad: el poder es fragmen-tario, dinámico y polimorfo.

Las tres características que acaban de sermencionadas son cualidades episódicas del poder,no obstante. La sustancia real del poder, si esque todavía es posible hablar en estos términos,no puede ser reducida a tales características. Porotro lado, el poder no debería ser considerado unasimple relación entre gobernantes y gobernadossin hacer referencia al contenido histórico y situa-cional de dicha relación.

Ninguna de las concepciones vistas por sísola es capaz de agotar la naturaleza del poder.Apresar su esencia en una burbuja conceptual esuna empresa destinada al fracaso. El poder no esuna propiedad pero está estrechamente vinculadocon la posesión de cualesquiera medios para laobtención de un fin. El poder no es una relaciónpero se da en las relaciones sociales como consti-tuyente de aquellas acciones que tienen por objetola modificación de la conducta del otro, de lo cualse infiere que el poder produce efectos y son éstoslos que en cada situación particular permitendefinirlo (Cf. Martín-Baró, 1989, 97-99).

Visualizando el poder: la coerción

La coerción es una de las principales formasen que el poder es ejercid~uchos arguyen queel poder siempre conlleva alguna cuota de coer-ción? que habilita la institución de una relaciónde desigualdad social donde unos mandan y otrosobedecen. Pero ya se hizo notar que el poderes dinámico, por ende la relación entre quienesmandan y quienes obedecen es situacional e his-tóricamente cambiante.

A pesar de considerarse una forma cruda devisualizar el poder, la coerción sigue siendo unconcepto clave en los intentos de los realistas por

dilucidar el poder. Lo que debe ponerse en pers-pectiva, ya que si la única manifestación posibledel poder fuera la coerción solamente se tendríados opciones a escoger. La primera, capitular porinútiles todas las luchas contra la desigualdadsocial y en consecuencia aceptar el estado decosas tal como es o, la segunda, reconocer elpoder solo en situaciones excepcionales, esto sig-nifica, pensarlo como un episodio extraordinarioen las relaciones sociales.

La falta de consistencia de ambas opcionesse confirma en tanto que el moderno desarrollode las ciencias sociales y de los movimientossociales ha descansado en su capacidad paraponer en cuestión cualquier situación en la cuallos individuos aparecen siendo restringidos acausa de alguna desigualdad persistente. Porejemplo, desigualdad comercial, de género, deestatus, de acceso, etc. Esto no comporta afirmarque el poder en cuanto tal sea una desviación delas relaciones sociales normales y está llamadoa ser suprimido por cualesquiera medios, sinoque es un llamado de atención respecto de laindiferencia ante la existencia de desigualdadessociales y relaciones de poder o la ingenuidadconcomitante que induce a pensar que talesdesigualdades y relaciones no son propias de lassociedades democráticas.

Aunque el poder no es una posesión, nopuede ser disociado de los medios por los cualesél viene a la realidad. Por este motivo, es impor-tante reconocer los esfuerzos de aquellos teóricosque han estado concientes de este vínculo entrepoder y medios como Marx lo estaba.

La posesión de algo valioso para la sociedadbien puede convertirse en un recurso para impo-ner la propia voluntad a los otros. Esto evidenciala dimensión social del poder. Sin embargo, loque está en cuestión aquí es la estructura delpoder políticamente organizado. De ahí que elproblema deba ser expresado en los siguientestérminos: ¿Por qué yo debería, como agente racio-nal, consentir una situación en la cual estoy siendorestringido por alguien más? O el caso opuesto,¿de dónde proviene mi derecho para hacer que losotros hagan lo que no quieren hacer?

Estas dos interrogantes tienen una impor-tancia decisiva en el contexto de la política y delpensamiento político. Lo que se pueda corregir y

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clarificar en lo tocante a las instituciones políticasy la teoría política respectivamente, depende engran medida de las respuestas que se provean aestas interrogantes.

Autoridad política

Quienes buscan dar legitimidad al podery quienes buscan justificar la resistencia hanubicado tradicionalmente la autoridad políticaen el centro de la discusión. Si el poder entrañacoerción cuando es ilustrado como la instituciónforzada de una relación de desigualdad social,entonces la autoridad política viene a legitimaresa relación durante el tiempo que dure el reco-nocimiento de la misma.

Para los realistas la coerción es inevitable.Los individuos, aún contra su propia voluntad,tienen que aceptar ser gobernados por el bien delorden político y social. La anarquía no es unaopción racional para el individuo puesto que vivirbajo las leyes del Estado es mejor que vivir bajolas leyes de la Naturaleza. Esta es la razón por lacual, desde Thomas Hobbes, tener un soberano esmejor que no tenerlo en absoluto. En condicionesde anarquía, según el filósofo inglés, la vida seríainsoportable (Cf. Hobbes, 1992, 115).

A pesar de esto, todavía se puede interrogar:¿Por qué yo debería, como ciudadano con losmismos derechos y deberes que tienen los demás,sobrellevar un gobernante que en principio tieneel derecho de ejercer poder sobre mí para deter-minados propósitos? Puesto en términos tan pre-carios, es difícil encontrar una respuesta que nolleve a equívocos.

Si fuera por protección, tal sería la respuestade Hobbes, la autoridad política no se diferen-ciaría de la autoridad del padre sobre el hijo. Endicha situación, puede colegirse la existencia deuna desigualdad fáctica entre el padre y el hijooriginada en la diferencia de edad y experiencia,pero ¿dónde reside la desigualdad fáctica queorigina la autoridad política?

Se vio más arriba que el poder es asociadoconstantemente con la posesión de alguna clasede medios que lo hacen real. De ahí que a menudose concluya que el desequilibrio en la posesión de

tales medios constituye el origen del poder". Sinembargo, cuando se habla de la autoridad políticase torna manifiesto que se está haciendo referen-cia a derechos y no a una especie de previa condi-ción fáctica. Esto da una idea de por qué el podersin la autoridad es considerado un acontecimientoque puede ser manipulado y teorizado bajo unamplio rango de consideraciones no éticas.

El poder puede ser descrito en cualquierorden de la vida, pero si alguien desea ponderarel poder en su dimensión social este individuotendrá que incluir a las instituciones en susreflexiones, así que el enfoque normativo tardeo temprano aparecerá por la simple razón de quelas instituciones sociales están construidas convalores utilizándose como referentes. Es bastantedifícil pensar los acontecimientos sociales comosi éstos no estuvieran mediados por institucionesy pensar las instituciones como si fueran merasentidades neutrales.

A modo de un ejemplo contemporáneo devisualización del poder sin la mediación de insti-tuciones y valores, se tiene el acercamiento mate-mático-trascendental al comportamiento socialilustrado por la teoría de juegos, que se designarácomo el enfoque estratégico del poder. Según esteenfoque, el poder ha de ser tasado en el contextode un juego de estrategia en el cual los individuosdan algo a cambio con el propósito de alcanzaralgún objetivo con la ayuda de los otros. En teo-ría, las ganancias que él o ella obtendrían con laayuda de los otros serían mayores que aquellasobtenidas por sus propios medios",

Para alguien que quiera diseñar institucionespolíticas basándose en el comportamiento huma-no en su forma pura este enfoque le resultarábastante convincente, ya que solo debe encontrarun medio neutral y eficiente para canalizar lasdemandas particulares de todos los involucrados.No obstante, las instituciones políticas estánconstruidas con valores empleándose como refe-rentes independientemente de los esfuerzos delos ingenieros políticos para diseñarlas utilizandoúnicamente criterios técnicos. Más que ser enti-dades neutrales la sustancia real de las institucio-nes es normativa. En la práctica, las institucionesestán allí para convertir lo que los individuosquieren en lo que pueden desde el punto de vistade lo que le conviene al orden social.

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A causa de que las instituciones por logeneral anteceden a cualquier consideración res-pecto de lo que la sociedad debe ser en cuantoproyecto", es posible pensar la autoridad políticaen términos objetivos con la salvaguarda de quelas instituciones, en las cuales ella encuentra sufundamento, tienen contenido normativo.

Como una especie de hecho previo, nosotros,en tanto miembros de una comunidad, perma-necemos condicionados por instituciones concontenido normativo que de alguna forma con-sentimos. Esto da una idea de por qué creemosque sobrellevar un gobernante es lo correcto apesar de la coerción que él o ella podrían ejercersobre nosotros. Y esta es la magia de las insti-tuciones sociales: ellas nos hacen creer que lospatrones de comportamiento que nos imponenson naturales 10.

Los excesos del poder: la violencia

Falta por hablar de otro concepto que estácercana mente relacionado con el poder que esla violencia. La violencia es un tema problemá-tico porque puede darse como consecuencia deun exceso de poder. Mientras la coerción es laencarnación del poder la violencia es un exce-dente de éste!'.

No es extraño encontrase con argumentos afavor de la tesis de que quienes ejercen la auto-ridad en el ámbito político no hacen uso de laviolencia para imponer lo que consideran mejordesde el momento que tienen el derecho de hacer-lo. Ellos o ellas ostentarían una autoridad racionalpor el bien de los otros y estos últimos deberíanobedecer a quienes ostentan-autoridad por supropio bien.

Se sigue de la tesis recientemente expuesta,que la legitimidad de la autoridad descansa ensu racionalidad, ya que involucra el bienestar delos otros mientras el poder se supone solo estáorientado hacia el beneficio de quien lo ejerce,pues es la imposición de mis propios propósitosindependientemente de la resistencia de los otrosa esa imposición.

Sin importar lo común que sea la aceptaciónde esta interpretación de la autoridad, es palpable

que su ejercicio permanece como una carga paraquienes tienen la obligación de obedecer, puestoque han de sobrellevar sus efectos cuando pos-ponen aquello que quieren por alguna obligaciónimpuesta por quien está a cargo. Es a través deestos efectos que se hace posible vincular la auto-ridad con el poder, y por tanto, con la violencia.

La autoridad puede dar surgimiento al poderporque se apuntala en la desigualdad de estatusy el estatus que la autoridad confiere puede serempleado para sostener una desigualdad allídonde no hay necesidad de que exista desigualdadalguna. Cuando ello sucede, la autoridad no sediferencia del poder en su forma pura. De modoque la violencia podría aparecer si esa desigual-dad crece hasta hacerse insoportable y la violen-cia se torna un recurso "legítimo" para mantenerintocable el estatus otorgado por la autoridad.

En síntesis: aunque la autoridad en cuanto talno es un sinónimo de violencia y está muy lejosde serIo, es todavía cierto que la autoridad habi-lita una relación de poder y un exceso de podergenera violencia.

Autoridad e instituciones políticas

Hasta ahora, se han dibujado los límitesconceptuales del poder y la autoridad al ponerlosen relación con otros conceptos adyacentes. Peromás importante que esto es entender cómo en elejercicio cotidiano del poder la autoridad políticase las arregla para ser efectiva.

Puesto que el ejercicio del poder y la autori-dad política son mediados por instituciones cuyanaturaleza ya ha sido dilucida, se hace posibleafirmar que una de las razones principales quenos motivan obedecer un gobernante se debe aque ostenta un alto estatus sancionado por insti-tuciones políticas en cuyos principios confiamos.No hay nada más común en la sociedad que laautoridad en sus diferentes variantes. No hay nadamalo en obedecer la autoridad política. Empero,la necesidad por definirla proviene de sus des-viaciones. La forma en que la autoridad políticaes establecida y la forma en que es ejercida sonpuntos focales en el debate sobre la legitimidadde la autoridad política!".

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En Occidente, la legitimidad de una ins-titución está sujeta al procedimiento medianteel cual se instituye. Si el procedimiento esdemocrático, esto es, si el procedimiento se harealizado siguiendo ciertas normas, principios yvalores compartidos por la comunidad, entoncesla legitimidad se da por sentada. De manera quelas autoridades de esa institución, que se suponenestán allí para representarla y hacerla funcionar,son legítimas!".

Pero qué pasa cuando esa representación sedesvía de los deberes que confiere el cargo quese está ocupando, es decir, cuando se hace otracosa de lo que previamente está ordenado porley. En dicha situación, es innegable que el pro-cedimiento mediante el cual la autoridad es esta-blecida puede ser falseado por la forma en quees ejercida. Y es usual que quienes estén a cargotiendan hacer todo lo posible para conservar elestatus que le confiere su autoridad aún cuandohayan perdido la confianza de quienes están bajosu jurisdicción, en razón de que con ese estatusdisfrutan de más privilegios y libertades frente alcontrol social que los que han sido fijados para elciudadano común.

Dado que lo anterior es tan frecuente enlas democracias emergentes, surge la inquietudrespecto de por qué la autoridad política goza detanta estabilidad en comparación con el ejerciciodel poder en el ámbito económico, por ejemplo.¿No debería estar la autoridad política sometidaa la misma volatilidad del poder económico? Sieste último depende de la situación definida porla correlación entre oferta y demanda, ¿por qué,entonces, no hay mecanismos más eficientes paradesautorizar a quien ostenta un cargo políticocuando es claro que sus acciones presentan unconflicto de intereses o cuando ya no está actuan-do en función de sus representados?

Existen dos argumentos razonables que pue-den esgrimirse a favor de la estabilidad de laautoridad política. El primero señala que laacción de formar un cuerpo político se orientapor la idea de dotar de estabilidad a los asuntoshumanos, es decir, que la comunidad política notiene otra finalidad que mitigar el estado de fra-gilidad en el que se encuentran los individuos enun supuesto estado de naturaleza donde ningunaacción trasciende la vida de cada uno.

El segundo sostiene que la autoridad políticase establece por un procedimiento legal, de modoque aquél que ostenta un cargo político no puedeser sin más desautorizado en virtud del principiode presunción de inocencia, según el cual nadiees culpable hasta que se demuestre lo contrario, apesar que su autoridad esté puesta en cuestión.

Hay que dejar patente que ninguno de losargumentos anteriores tiene primacía sobre elotro debido a que ambos forman parte de paradig-mas distintos. El primer argumento está pensadopara una sociedad donde la política tiene caráctersustantivo, al constituir un modo de vida paraaquellos que participan como iguales en el ejer-cicio de la voluntad general; mientras el segundoestá pensado para una sociedad donde la políticatiene primordialmente un carácter procedimen-tal, en cuanto la carga implicada en tener quededicarse a los asuntos de interés público ademásde los privados exige crear un procedimiento derepresentación y gestión política para canalizarlos intereses heterogéneos de una sociedad plural.

Conclusión

Como ha quedado planteado, el problema dela legitimidad de un gobierno y sus gobernantesse supedita al modo en que cada sociedad definela política. Más que el espacio donde cada indi-viduo sale del anonimato privado para desplegarsus virtudes públicas, la política se convierte enun espacio sin rostro donde las decisiones queafectan a la sociedad como un todo son imper-sonales y, por tanto, la responsabilidad por lasmismas también resulta impersonal. De ahí que elcontrol que la sociedad civil pueda ejercer sobresus gobernantes se distienda en los procedimien-tos existentes para la autorización y desautoriza-ción de gobiernos.

El sueño nunca realizable de una democraciadirecta ahora es desplazado por la imagen deun poder comunitario encaminado a influir demanera intermitente en los procedimientos buro-cráticos por los cuales se decide técnicamente laorientación de la sociedad.

Es por ello que el poder político en lugarde ser la historia de la lucha siempre victo-riosa del más fuerte sobre el más débil se

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redirecciona en las sociedades democráticashacia la acción de influir de una manera estra-tégica y siempre limitada en la inercia delsistema. Así, quienes se encuentran inmersosen el vórtice del poder político han de dirigirsu poder crítico hacia (a) el procedimientoque permite la canalización de los interesesheterogéneos de los actores sociales y políti-cos que constituyen la sociedad civil y (b) laevaluación de los resultados que se obtienenmediante este procedimiento.

En este sentido, la autoridad política lejos deobtener su legitimidad de la superioridad moralo militar de los gobernantes, se legitima por lahabilidad de quienes han sido elevados a estaposición para canalizar esos intereses heterogé-neos y obtener resultados que satisfagan dichosintereses con el mínimo de costos sociales sindejar de lado, obviamente, los ecológicos.

Notas

1. Los supuestos paradigmáticos son más específi-cos que los paradigmas pues solo están referidosa un tema contenido en un paradigma (Cf. Kerbo,1998,90). En lo que respecta al tema del poder, unejemplo de supuesto paradigmático sería concebirsu naturaleza en términos de una propiedad o biende una relación.

2. El punto de partida de Marx y Engels se declaraen el siguiente pasaje de la Ideología alemana:"... no partimos de lo que los hombres dicen, serepresentan e imaginan, ni de lo que son las pala-bras, el pensamiento, la imaginación y la repre-sentación de los otros, para llegar a los hombresde carne y hueso; partimos de los hombres en laactividad real, y de sus procesos de vida reales,mostramos el desarrollo de los reflejos y resonan-cias ideológicas de este proceso vital" (1978, 37).

3. De este hecho, parece derivarse un nexo entrela manera en que se valora el Estado y el interésque se tiene por ubicar la política ya sea dentro oextenderla más allá de los límites formales que lasociedad moderna le ha asignado (Cf. Riesman,1961, XL).

4. Es importante aclarar en este caso qué es ungrupo de interés. De acuerdo con Dowse yHugues, éste " ... es una asociación de indivi-duos ... cuyo objeto es influir en el gobierno demodo favorable para los intereses de grupo. Nos

referimos a grupos constituidos y organizadosformalmente, y no a simples categorías como losestratos ocupacionales, las mujeres, los inmigran-tes, etc. Estas categorías pueden ser la base de losgrupos de intereses, pero no son grupos de interésen el sentido en que los concebimos nosotros"(1982,465-466).

5. La idea de polemizar la misma estructura delpoder ha surgido de la lectura de la obra TheLonely Crowd (Riesman, 1961, XXXVII, 222),en la que se discute el enfoque funcionalista delpoder propuesto por el sociólogo norteamericanoC. Wright MilIs quien no alcanzaría a ver que enlas sociedades post-industriales el poder en lugarde estar concentrado en una élite se encuentradiseminado en una pluralidad de grupos de vetoque pondrían en cuestión y tornarían difusa latradicional distinción entre gobernantes y gober-nados. Ahora bien, de ello no se sigue que tal dis-tinción se haya borrado totalmente de los sistemaspolíticos contemporáneos. Lo que mantiene dichadistinción vigente es la práctica, aún común en lospaíses occidentales, de reconocer la existencia deuna autoridad política.

6. La coerción es un tipo de coacción, esto es, unaforma de imposición en la que se niega la volun-tad del otro siendo su rasgo esencial el que enella la imposición se lleve a cabo con el uso de lafuerza (Cf. Guevara, 1998, 16). Mediante la coer-ción se puede lograr que (a) los individuos haganlo que no quieren hacer o (b) prevenir que haganlo que quieren hacer.

7. Una perspectiva análoga a la presentada aquípuede apreciarse en el artículo de Fernando Leal"Origen y naturaleza del poder político". En éstese afirma que el poder permanece " ... unido a lapropiedad del conocimiento y sus aplicaciones,que se dirigen principalmente a la defensa delos bienes materiales de los más fuertes" (1998,453). Es evidente que para el autor el poder estáen función de mantener la supremacía de recur-sos que se poseen con respecto a los otros. Elproblema de esta perspectiva radica en que elpoder no necesariamente es un atributo exclusi-vo de los más fuertes ya que en lugar de ser unasunto de desequilibrio de fuerzas el poder es unasunto de oportunidad, de cómo se actúa sobrelos otros de acuerdo con los recursos socialmentedisponibles.

8. Es claro que, por su complejidad, la teoría dejuegos no puede comprimirse en una síntesis deeste tipo. No obstante, ha de admitirse que uno delos principales objetivos de esta teoría es buscar

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un medio racional de maxirmzar la utilidad yminimizar el conflicto de los involucrados en unasituación social condicionada por la escasez derecursos. "Según el criterio de Pareto, una situa-ción social cualesquiera es óptima cuando es elcaso que no se puede aumentar la utilidad de unmiembro sin empeorar, por ese hecho, la situaciónde otro" (Highton y Álvarez, 1995,71-189).

9. La idea de "sociedad en cuanto proyecto" hacereferencia a las condiciones que deben realizar-se para que la sociedad civil se desenvuelva enun marco jurídico, social, político y económicojusto. Una discusión sobre las condiciones deposibilidad de la institución de un orden socialjusto puede verse en la obra Political Liberalisrnde John Rawls, en especial su réplica a JürgenHabermas (Rawls, 1996,372-434).

10. Peter Berger siguiendo a Arnold Gehlen afirmaque "... las instituciones proporcionan manerasde actuar por medio de las cuales es modeladay obligada a marchar la conducta humana, encanales que la sociedad considera los más conve-nientes. Y este truco se lleva a cabo haciendo queestos canales le parezcan al individuo los únicosposibles" (1973, 126).

11. De acuerdo con Hannah Arendt, la violencia espor naturaleza instrumental pues requiere imple-mentos para el fin que se propone. Usualmentela violencia sirve de "medio de coerción" y porello en el lenguaje ordinario se la identifica conla fuerza (Cf. Arendt, 1970,42). En el sentido quese le da aquí, la violencia involucra algo más queobligar los individuos a hacer lo que no quierenhacer. La violencia hace referencia al uso excesivode cualquier tipo de instrumento que tiene porefecto la destrucción parcial o total del sujeto-víctima de su empleo.

12. Hannah Arendt pone en cuestión la posibilidad dehablar de legitimidad de la autoridad sin caer enequívocos. La posición de la autora es que si bienla relación de mando-obediencia que expresa laautoridad supone el reconocimiento de que cadauno ocupa un lugar distinto en la sociedad, ellono es garantía de la legitimidad puesto que enel ejercicio de la autoridad la única relación encomún entre quien manda y quien obedece es lajerarquía misma (Cf. Arendt, 1961,93). Ello haceque la autoridad tenga que extraer su legitimidadmás allá de la esfera del poder, por ejemplo, dela tradición. En cambio el poder sí puede serlegítimo cuando resulta de un pacto donde estágarantizada la igualdad ante la ley y de palabra detodos los involucrados. De manera que el consenso

obtenido en condiciones de igualdad, y no solo elreconocimiento, es lo que garantiza la legitimidaden el ejercicio del poder (Cf. Arendt, 1970, 48).Una perspectiva opuesta a la de Hannah Arendt larepresenta Pedro Guevara, para quien solo la auto-ridad, y no el poder, puede gozar de legitimidad.Según el autor, la autoridad es legítima porque larelación de mando-obediencia que ella expresasupone el derecho de quien manda y el deber dequien obedece. Dado que existe ese derecho setiene que dar por sentado el consentimiento dequien obedece, y por tanto la legitimidad en elejercicio de la autoridad. El poder por su parte,no puede ser legítimo porque es una imposicióncoercitiva donde alguien se doblega a la voluntadde otro por miedo a perder algo que para él esvalioso. El efecto de doblegarse a la voluntad deotro es lo que impide toda posibilidad de que elpoder sea legítimo. En este caso lo que existe esun mero asentimiento, y no consentimiento, lo queno es suficiente para establecer la legitimidad en elejercicio del poder (Cf, Guevara, 1998, 17-18).

13. El mismo Max Weber en su caracterización de lostipos de autoridad dejó entrever que la autoridadracional legal, aquella que es propia de las socie-dades modernas, tiene un carácter eminentementeprocedimental, ya que su legitimidad está basadaen "... modelos de reglas normativas y en el dere-cho a emitir órdenes de aquellos que han sido eleva-dos a esas posiciones de autoridad de acuerdo conesas mismas reglas" (citado por Kerbo, 1998, 115).

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