La Mujer Anarquista Hacia Fines Del S 222
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La mujer anarquista hacia fines del S. XIX y principios del S. XX en Chile
Jueves, 05 de Mayo de 2011 20:15 | Escrito por C. Skingirl
La mujer ha sido históricamente ocultada, minimizada y se la ha puesto en un
nivel inferior al del hombre, por años, décadas y siglos. El volver a sacar a la luz al
género femenino convirtiéndola en un actor social de igual a igual con el hombre,
ha sido y sigue siendo una tarea difícil de concretar. La estigmatizada idea de la
mujer pasiva, casta, dentro del hogar, ha sido la barrera más grande dentro del
desarrollo y el accionar de la conciencia social femenina, ya que ha sido limitada
por los hombres, desde los principios por considerarla sin la facultad de ejercer la
política.
Durante fines del siglo XIX la mujer cumplió un rol dentro del movimiento
anarquista no menor, pero si de bajo perfil, muchos hombres trataron de
incentivar la participación femenina en la lucha social y libertaria, la forma que
tenían de hacerlo era a través de la prensa, en la que se escribían artículos
muchas veces firmados con nombres de mujeres, aunque quizás algunos si lo
fueran. Es muy difícil también poder comprobar los nombres si estos existieron o
no, por la constante persecución política que sufrían. Los nombres firmantes eran
falsos.
Algunos de los periódicos difundidos fueron: La Tromba, El Proletario, La
Agitación, El Marítimo, Germinal, El Productor, La Batalla, La Voz del Marino,
Verba Roja, Acción Directa, El Arrendatario, entre otros. Los escritos de mujeres
no fueron pocos, pero afirmar que realmente eran féminas las que escribieron es
de una responsabilidad muy grande que requiere un estudio de investigación muy
minucioso.
Durante el siglo XIX la historia de las compañeras libertarias que participaron en
varios eventos de carácter revolucionario, no se registran en la historiografía
clásica, por lo que es un deber, un compromiso y una responsabilidad sacar a la
luz dicha historia de garra, compañerismo y combate.El acercamiento del
anarquismo al pueblo fue primeramente a través de obreros trabajadores
marítimos, que tenían contacto con extranjeros, sobre todo los provenientes del
sur de Europa, también con los obreros trabajadores de imprenta. Esto provocó la
expansión del movimiento a través de la palabra, boletines, diarios, etc., llegando
a ser parte influyente dentro del movimiento obrero. De esta forma fue que
nuestras compañeras empezaron a tomar conciencia sobre todo las trabajadoras
ya industrializadas como las costureras, a principios del siglo XX.
Debemos recordar que la mujer tuvo tres formas de emancipación desde el siglo
XIX a través de las mujeres artesanales rurales, las urbanas y la industrial. (Como
así lo menciona Gabriel Salazar). La última nombrada fue la que se acercó más al
pensamiento libertario y a la toma de conciencia de la condición humana y social
a la que estaban expuestas por el "patrón" y también por el hombre en sí.
Empezando a organizarse en sindicatos, mutuales o grupos de mujeres.
El boom de la mujer en cuanto a la participación en la lucha social, fue durante el
siglo XX donde empezaron a hacerse notar a través de organizaciones como lo
fueron: centros femeninos anticlericales Belén de Zarraga, el circulo de lectura de
Santiago, el partido cívico femenino, unión femenina de mujeres, MENCH, entre
otras que se fueron mostrando a mediados del siglo. Debemos decir que estas
agrupaciones eran de un carisma más individual que colectivo y más marcado por
la tendencia de género, ya que sus inquietudes apuntaban a temas como:
derecho al divorcio, aborto, anticonceptivos (sobre todo el MENCH).
Las organizaciones aludidas apuntaban a una mujer de clase social más alta,
mientras las obreras luchaban por mejoras laborales, en sindicatos, mutuales,
federaciones empezaron a participar de igual a igual que los hombres a través de
los escritos en prensa, como por ejemplo: "Es indudable que la clase trabajadora
vive sumida en un marasmo tal que la hace insensible a las manifestaciones de
su precaria vida. La masa trabajadora azotada y befada, sufre cual acémila carga
todas las injusticias todas las tiranías... " (JULIA AREVALO, Verba Roja, I9I9, N°!
6)
La inquietud de la mujer obrera durante los siglos referidos apuntaba a un cambio
social sobre todo laboral, sin dejar de nombrar la posición que ésta tenía bajo su
esposo, o en relación con los hijos, que tampoco fue una instancia fácil de
sobrellevar, sobre todo porque el ambiente escenográfico de trabajo y vivienda
eran paupérrimos.
De esta forma es que empieza a tomar carácter la lucha femenina, la que no para
hasta el día de hoy, desembocando en diferentes organizaciones anarquistas,
libertarias y feministas, demostrando así, que el despertar de la mujer durante el
siglo XIX ha sido la base de la organización femenina actual, dejando en claro la
paridad con el hombre en todos los aspectos que requiera la lucha, así mismo si
esto implica la vida. "ha germinado en Chile una falange revolucionaria que está
dispuesta a regar con su sangre el suelo negro en que pisan los esclavos y los
siervos."(EL REBELDE, I de mayo, 1899, tomado de Igor Goicovic Donoso, "La
propaganda por los hechos en el movimiento anarquista Chileno I890-I9I0).
Cherry Skingirl
Periódico anarquista El Surco
http://www.srhostil.org/elsurco/
Mujeres libres proyectando ilusiones y haciendo Historia
Entre 1936 y 1937, después de algunos años de organización y trabajo intenso,
surgió formalmente en España la organización libertaria Mujeres Libres. El grupo
de mujeres que la formó procedía del mundo anarcosindicalista y consideró muy
necesario crear una organización propia que tratara los problemas específicos
que afectaban a las mujeres. Una organización que, desde la autonomía, se
consideraba hermana de las otras organizaciones anarquistas y que entendía su
lucha -la liberación femenina- como una lucha paralela a la de los obreros -
liberación de clase-. Mujeres Libres situaba su lucha en el marco global de la
lucha contra todas las formas de dominación que el sistema capitalista impone a
los seres humanos.
En las relaciones hombre-mujer, podemos apreciar uno de los puntos débiles de
la práctica anarquista. Si bien es verdad que los pensadores anarquistas
insistieron en la igualdad de derechos y obligaciones entre ambos sexos y
otorgaron una importancia pareja a hombres y mujeres en el desarrolo
revolucionario, lo cierto es que en la práctica los militantes anarquistas dejaron
mucho que desear en el trato que dieron a las mujeres y en la forma en que se
relacionaron con ellas. La politóloga norteamericana Martha A. Ackelsberg recoge
en su libro sobre Mujeres Libres (Mujeres Libres. El anarquismo y la lucha por la
emancipación de las mujeres) numerosos testimonios de mujeres anarquistas que
ponen de manifiesto cómo sus compañeros varones no siempre las trataron con
respeto ni como a sus iguales, a pesar de sus continuas loas a la tolerancia y la
igualdad.
"Todos los compañeros, tan radicales en los cafés, en los sindicatos y hasta en
los grupos [de FAI], suelen dejar en la puerta de su casa el ropaje de amantes de
la liberación femenina y dentro se conducen con la compañera como vulgares
'maridos'."
Así se expresaba Lola Iturbe en 1935 desde las columnas del periódico Tierra y
Libertad. En el mismo sentido, Carmen Mesa -de la que ya hicimos mención en
una entrada anterior-nos advirtió durante una entrevista del machismo que
imperaba en muchos sindicatos anarquistas durante los años treinta del pasado
siglo:
"Porque machismo había en cantidad dentro de las ideas. En los medios
libertarios no admitían a las mujeres, no, la mujer a la cocina, yo lo he oído a
muchos compañeros muy radicales. Y ha ido la mujer a decir algo y le ha dicho 'tú
a la cocina'. [...] Mira, la mujer idealista tiene que llevar dos luchas, la lucha por el
Ideal y la lucha por deshacerse del yugo del hombre, del padre, del hermano o del
compañero, por muy idealista que sea [...] Había muchos compañeros que
trataban a su mujer como a una esclava, que pensaban que la mujer había nacido
nada más que para tener hijos y para tener una cocina en condiciones. Así
muchos militantes. Había otros que no, es verdad. E inclusive en el sindicato, yo a
veces tenía que decir 'eh, compañeros, que soy una compañera, cuidadito'. Les
tenía que parar los pies a militantes mismos, porque ya... o sea, te miraban como
mujer y no como compañera y luchadora. No era general, pero había cantidad. O
sea, que tenías que luchar en casa por tu libertad, la tenías que conquistar
primero en tu casa, antes de conquistarla en ninguna otra parte."
Para combatir estas relaciones de dominación, Mujeres Libres quiso crear, en
palabras de Ackelsberg, una organización dirigida por mujeres y para las mujeres,
una organización consagrada a superar la subordinación de las mujeres en todas
sus facetas, en el hogar, en el centro de trabajo o en el movimiento
anarcosindicalista mismo. Los programas que desarrollaron (...) debían ser
creados y llevados a la práctica por las mujeres, para las mujeres. Estos
programas incluían clases para erradicar la ignorancia y el analfabetismo, cursos
de aprendizaje industrial y comercial, así como grupos de concienciación
diseñados para capacitrar a las mujeres e influndirles el conocimiento y la
confianza que necesitarían para participar como ciudadanas de pleno derecho en
la sociedad revolucionaria. Estos programas debían ser organizados de modo
federado y no jerárquico, y serían un ejemplo de las capacidades de las mujeres
para obrar autónomamente con el objetivo de contribuir a la transformación social.
[El libro de Ackelsberg es el mejor libro que conozco sobre Mujeres Libres. Otros
dos interesantes libros sobre el tema son : Mujeres Libres. Luchadoras
Libertarias, con testimonios y fotos de sus protagonistas; Anarcofeminismo en
España. La revista Mujeres Libres antes de la guerra civil, de Jesús María
Montero Barrado. Ambos publicados por la Fundación Anselmo Lorenzo, aunque
el primero creo que está agotado].
Publicado por raúl en http://rruano.blogspot.com.es/
MUJER PROLETARIA, LUCHADORA SOCIAL Y GESTORA DE LAS FUTURAS GENERACIONES DE LIBERTARIOS
En esas fechas que coinciden con “celebraciones” de parte de sectores feministas
burgueses y pequeños burgueses, del “día de mujer”, las y los libertarios
debemos enarbolar más que nunca las banderas del Día Internacional de la Mujer
Proletaria, como una fecha de conmemoración y de lucha. La mujer en nuestros
países -no podemos negar esta realidad- padece, por encima del varón proletario,
la explotación de clase y la explotación de género (sexismo), de parte de la
sociedad y el propio Estado, que promueven esas prácticas para mantener
“domesticadas” sus potencialidades como luchadora social y sujeto de
transformación de la sociedad.
CONMEMORACIÓN CON LUCHA Y AGITACIÓN
Recordemos y conmemoremos en esa fecha la bravura y el temple de la mujer
trabajadora, desde aquella que día a día afronta las difíciles y extenuantes labores
en las fábricas o bajo el yugo de empresas que la sobreexplotan -de la misma
forma que a sus compañeros varones-, donde muchas veces, están sujetas al
acoso sexual y otras prácticas machistas aceptadas cínicamente por la sociedad y
la patronal.
Celebremos la pujanza y la fuerza de la mujer campesina que no duda en tomar el
arado ella misma y abrir los surcos para hacer brotar frutos de la tierra estéril
sobre la cual supervive junto a su prole.
Celebremos asimismo, a la mujeres estudiantes y profesionales de extracción
proletaria, con mentalidad clasista, que habiendo alcanzado una conciencia de
clase, reconocen la misión histórica del proletariado y desde sus ámbitos y
espacios laborales, gremiales o sindicales pugnan por la transformación social de
esta sociedad.
Celebremos entonces, el valor de estas heroínas del día a día, que siempre están
presentes con el corazón y los puños en alto, en la protestas, movilizaciones,
reclamos, y generación de espacios y organizaciones de bases, populares, sin
aspirar a las posiciones de dominio y poder dentro del Estado burgués, que no
conllevan a una falsa “liberación” o “igualdad” del género. Este discurso de
asimilación de la mujer a los ámbitos del poder explotador y de dilución de su
potencial revolucionario, es el que pregonan las feministas burguesas y pequeño
burguesas. Así sólo contribuyen a profundizar la esclavitud de la mujer como ser
humano y brindan un maquillaje al sistema opresor y represor.
LA SUBLEVACION DE LAS 20 MIL COSTURERAS
El origen de esta fecha conmemorativa está, al igual que el día del proletariado
internacional, en un hecho clave producido en el fragor de las primeras batallas de
la clase obrera contra el capital: Es decir, en un contexto de agudización de la
lucha de clases.
El año 1909 las obreras de la fábrica de blusas Triangle (New York), iniciaron una
contundente lucha contra las condiciones extremas de explotación que padecían
en sus centros laborales. En ese entonces las obreras debían afrontar jornadas
diarias de 15 horas, en locales hacinados, sin condiciones de seguridad e higiene
algunas y sin derecho a organizarse siquiera.
Los talleres eran espacios incómodos en los que eran encerrada con candado,
cual mazmorras siniestras, bajo la supervisión de los capataces, que eran la
extensión del látigo del patrón, que cada error o demora lo castigaba con
sanciones y multas a las obreras.
Una de las acciones más significativas de estas protestas fue la sublevación de
las 20,000 Costureras. En este contexto surgió la directiva histórica que movilizó
la protesta de la clase obrera desde entonces: “A igual trabajo, igual salario”.
Ya desde entonces la mujer proletaria tomó conciencia de la doble opresión que
padece bajo el capitalismo: La opresión de género y la opresión de clase.
El hecho que colmó la indignación del proletariado en general fue el incendio
producido en Triangle, el 25 de marzo de 1911 con las obreras dentro de los
talleres, con los diferentes ambientes y vías de salida cerradas, e incluso
escaleras inexistentes o que no alcanzaban hasta el suelo. Trágicamente, las
escaleras de los bomberos que acudieron a socorrer el siniestro no alcanzaban
hasta el sexto piso. De esta forma murieron calcinadas 147 obreras y varios
cientos resultaron heridas con graves quemaduras o por asfixia.
El entierro multitudinario de las compañeras fallecidas se convirtió en un mitin de
protesta y reivindicación, donde quedó de manifiesto, el homenaje a las
proletarias revolucionarias y no a la “mujer” explotada y sumisa, en abstracto,
pues nació en el fragor de la lucha de clases, al igual que el día del proletariado
internacional, y vanamente la burguesía y la pequeña burguesía pretenden diluir
en “celebraciones” del “trabajo” o de un “género” en oposición a otro,
descontextualizando su significación, raigambre y mensaje revolucionario.
DESLINDE CON EL FEMINISMO BURGUÉS
Por ello, la “Sublevación de las 20 mil costureras”, es una conmemoración de la
mujer proletaria, de la luchadora social, de la revolucionaria, que hoy más que
nunca levanta las banderas de guerra contra el Capitalismo y el Imperialismo, los
principales enemigos de, enarbolando desde entonces las banderas del
socialismo, única garantía de la edificación de una sociedad justa, sin Estado, sin
clases sociales, sin partidos políticos, ni injusticia ni explotación de ningún tipo, es
decir, el Comunismo Libertario.
Poner en relevancia la esencia de esta conmemoración es la mejor forma de
eliminar esas teorías reaccionarias del feminismo burgués y pequeño burgués,
que enfatizan en la opresión de género y pretenden la emancipación como una
serie de reivindicaciones que enfatizan en el ascenso social y laboral o la
conquista de espacios dentro de la estructura de explotación y represión social,
en el ámbito privado y en el ámbito estatal. Es decir, desenmascarar que el
feminismo burgués en todos sus matices, busca montarse sobre esta
conmemoración, para diseminar el confusionismo ideológico y sembrar en el
proletariado femenino la traición y el oportunismo.
MUJER Y MADRE PROLETARIA
La mujer cumple un papel clave en la familia proletaria: La madre es la primera
educadora del nuevo ser, y en tal sentido, la obrera, la campesina, la mujer
progresista, son las maestras de las futuras generaciones de luchadores sociales
que deben constituirse en los cuadros que la revolución social libertaria necesita,
para arrasar con la explotación burguesa capitalista de la faz de la tierra.
Es por ello necesario rescatar el carácter clasista de la conmemoración del “Día
de la Mujer Proletaria”, que debe estar orientada a reafirmar en la lucha social
misma los valores y aspiraciones de la clase trabajadora. Que el proletariado
femenino recuerde que sólo con su acción directa y sembrando la semilla de la
revolución social logrará su emancipación: La verdadera y completa liberación de
la opresión de clase y género que aflige a la mujer trabajadora se dará con su
emancipación de la esclavitud capitalista e imperialista.
II
MIGUELINA ACOSTA CÁRDENAS:
LUCHADORA SOCIAL LIBERTARIA
Aunque no se haya tocado mucho este tema, existen en nuestro país referentes
históricos de mujeres libertarias. Este es el caso de Miguelina Aurora Acosta
Cárdenas. Nacida en Yurimaguas en octubre de 1898, Miguelina fue hija de un
empresario cauchero, y tuvo la oportunidad de viajar por Europa, donde estuvo en
contacto con las nuevas ideas. Según señalan algunos investigadores que se han
indagado en su obra y acción social, “Miguelina, siempre se caracterizó por su
independencia. Era dueña de un espíritu libre y de una gran generosidad”.
A su regreso de Europa, imbuida ya de las nuevas ideas libertarias, fundó el
Colegio de Señoritas de su ciudad natal y también el primer centro de educación
inicial.
Una vez en Lima, tras algunos obstáculos iniciales, logró ingresar a la Universidad
Nacional Mayor de San Marcos, donde cursó estudios en la Facultad de Letras, y
posteriormente en la de Jurisprudencia y Ciencias Políticas, graduándose en 1920
con la tesis “Nuestra institución del matrimonio rebaja la condición jurídica social
de la mujer”. Su doctorado lo obtuvo con la tesis “Reformas necesarias del código
civil común peruano tendientes a hacer efectiva la igualdad civil y jurídica del
hombre y la mujer”. En ellas planteaba ya el derecho de las mujeres a sufragar en
las elecciones.
ORGANIZADORA Y LUCHADORA SOCIAL
Miguelina llegó a ser Presidenta de la Federación de Universitarias Peruanas, que
agrupaba a estudiantes universitarias y a profesionales, y cuya finalidad era
mantener un intercambio intelectual con todas las instituciones femeninas del país
y del extranjero, principalmente los gremios estudiantiles.
Desde este espacio se planteaba “generalizar la educación secundaria para la
mujer e incrementar las organizaciones obreras femeninas”. Para dicho fin se
propuso “desarrollar un plan de Extensión Universitaria, organizando comisiones
de propaganda y enseñanza”.
Miguelina Acosta Cárdenas fue la primera mujer abogada en la historia del Perú.
Y desde ese espacio ganado para su género, abrió su estudio al público para
defender a las obreras y de mujeres en los procesos judiciales.
Desde muy joven estuvo imbuida de una grande, admirable y tenaz emoción
social, Miguelina, apenas con 19 años de edad, se integró a la Asociación Pro –
Indígena (1), asumiendo la dirección junto a Dora Mayer, otra destacada
luchadora por los derechos de la mujer peruana, el semanario La Crítica, de
tendencia anarcosindicalista, entre 1917 y 1919. También fue secretaria de las
asociaciones feministas “Evolución Femenina”, “Sección Femenina de la Liga
Agraria” y de su anexo “El Bazar Nacional”. Fue socia honoraria de la “Sociedad
Labor Feminista” y presidenta del “Comité Femenino Pro – Abaratamiento de las
Subsistencias”.
“Participó en la Conferencia Pan Americana de Mujeres que se llevó a cabo en
Lima en 1924, con la ponencia “Creación de maestros rurales ambulantes”. Formó
parte de la “Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad en el Perú”. Es
decir, fue una gran activista por los derechos de la mujer proletaria.
Estuvo muy cercana al movimiento obrero, sobre todo al anarcosindicalismo. Fue
asesora de varios sindicatos, principalmente en el Callao. Ella, en persona
participó en la propia lucha sindical y obrera contra el alza del precio de la
subsistencia, haciendo huelga de hambre en el Callao.
Miguelina Acosta Cárdenas era simpatizante de las ideas anarquistas, de su
impulso a la lucha por un mundo justo y mejor, dentro de cuya batalla por la
transformación social, la mujer tenía un papel protagónico. Es así como su sola
presencia realzaba los actos y conmemoraciones de las organizaciones obreras
donde era convocada y querida.
POLEMICA CON MARIATEGUI
Así mismo, Miguelina Acosta fue colaboradora activa en la prensa obrera de ese
tiempo: El Obrero Textil, La Crítica y Amauta en la década de 1920, fueron las
publicaciones más destacadas que publicaron sus artículos. Una discrepancia
suya, con algunos textos de José Carlos Mariátegui llevaron a este a hacer ciertas
precisiones ante estas “observaciones justas”. Esto aparece en un pie de página
de “Los Siete Ensayos” (2).
“La montaña, sociológica y económicamente carece aun de significación”, había
afirmado temeraria y charlatanescamente el “amauta”, en algunos de sus textos
previos a uno de sus “ensayos”. Sin embargo, ante la contundente réplica de doña
Miguelina, recordándole el auge del caucho y la importancia en la economía
nacional que significó esto, además de la importancia de tener en cuenta la
sociología de su población diversa, Mariátegui sólo “aclara” que Miguelina está en
lo correcto y que sí debe considerarse a Loreto como una Región “mas no al resto
de la Montaña”. Acepta también su ignorancia respecto a la sociología de la
“Montaña”, que lo llevó en sus textos a relegarla en su importancia en el
movimiento comercial. Es decir, no termina rectificando sus afirmaciones, sino
intenta acomodar los hechos que la contradicen al conjunto de sus afirmaciones.
Es decir, trata de dorar la píldora.
Lamentablemente, en este caso, Mariátegui hace gala de una pobre capacidad de
debate y de mucho de soberbia en proponer conclusiones sobre la base de
afirmaciones subjetivas y no hechos concretos. Así, en un intento de “contentar” a
doña Miguelina, y quizás tratando de prever astutamente una nueva réplica,
termina aceptando que “no se puede dejar de considerar a Loreto como una
Región”, pero precisa, “a Loreto y no a la Montaña”. Es decir, sólo acepta las
“tradiciones y costumbres propias” de los pueblos de Loreto… ¿y de los pueblo
del resto de la Selva o “Montaña”?.
Así de ardorosa defensora de su género, del proletariado y de los pobres y
marginados de todas partes, era doña Miguelina Acosta Cárdenas.
EL LEGADO DE MIGUELINA A LA MUJER PERUANA
Miguelina Acosta era una convencida que a través de la educación el pueblo
podría acceder a una sociedad más justa, por ello defendió la instrucción
racionalista y laica para las mujeres. Así, instruyó a las mujeres obreras a
cultivarse intelectualmente y destruir la ignorancia y luchar contra los prejuicios
que refrenaban su rol de maestras y moldeadoras de las generaciones futuras.
Instaba a las proletarias y trabajadoras a asistir a los centros donde se impartían
conocimientos que las doten de las herramientas para emanciparse, centros de
educación como las recién emergentes “universidades populares”.
Como hacen referencia algunos trabajos respecto a su vida y obra (3), doña
Miguelina “defendió el derecho de las mujeres al trabajo y a un salario justo, de la
misma manera que reflexionó acerca del respeto hacia la mujer tanto en la esfera
doméstica como en el ámbito público, declarándose en contra de que las mujeres
fueran tuteladas”.
Su activismo, y lo avanzado de sus ideas y propuestas le conllevaron no pocas
dificultades en su vida profesional y la marginación en algunos sectores. Sin
embargo, ella siguió bregando en favor de las luchas sociales y la educación del
pueblo, dictando clases en las escuelas de capacitación de obreras, en torno a
sus derechos y desarrollo de sus potencialidades.
Cabe señalar que en el número 12 de la revista Amauta, en 1928, escribió un
artículo en torno al derecho de los niños indígenas a la educación. En dicho
artículo, tras dar un panorama de la realidad educativa, propone el
establecimiento de escuelas itinerantes.
Su intensa actividad social y política en apoyo a los más humildes y explotados de
su país y del mundo se vio interrumpida el 26 de octubre de 1933। En esa fecha, y
a la edad de apenas 35 años, Miguelina Acosta Cárdenas falleció, legando a
todas las mujeres proletarias y luchadoras sociales una muy fructífera labor y
ejemplo que esperemos sea siempre imitado y enriquecido. (JR)
Tomado de:
http://mujeresenlasaulasuniversitarias.blogspot.com/2008/03/miguelina-acosta-
crdenas-una-semblanza.html
Mujeres libres. El anarquismo y la lucha por la emancipación de las mujeres
Martes 23 de mayo de 2006
por Martha Ackeslberg
En 1936, unos grupos de mujeres de Madrid y Barcelona fundaron
“MujeresLibres”, organización dedicada a la liberación de las mujeres de su
“esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud de productora”. Aunque
duró menos de tres años,“ Mujeres Libres” movilizó a más de veinte mil mujeres y
desarrolló un vasto programa de actividades diseñadas para capacitar a la mujer
como individuo al tiempo que se construía un sentimiento de comunidad. La
autora hace un estudio muy riguroso de “Mujeres Libres”, basándose en
documentación histórica y en testimonios de las mujeresanarquistas que
pertenecieron a “Mujeres Libres” y siguen vivas hoy en día; así, las mujeres que
aparecen en este libro, bien entrevistadas o bien como protagonistas de
“Mujeres Libres” son: Suceso Portales, Lola Iturbe, Mercedes Comaposada,
Azucena Fernández Barba, Enriqueta Fernández Rovira, Sara Berenguer Guillén,
Teresina Torrellas, Conchita Guillén, Amada de Nó, Pepita Carpena, Soledad
Estorach, Pura Pérez Arcos.
Las fundadoras de “Mujeres Libres” fueron: Lucía Sánchez Saornil, escritora y
poeta, Mercedes Comaposada, abogada, y Amparo Poch gascón, médica. El
libro, además de estar muy bien documentado hace una labor ingente de
visibilización de las mujeres, puesto que todas estasmujeres emprendedoras y
luchadoras de la emancipación de la mujer fueron “secuestradas” de la historia de
España, tanto por los vencedores de la Guerra Civil, como por los
propiosanarquistas que nunca les dieron la importancia que realmente tuvieron.
Esta obra es muy completa en cuanto a la descripción de la política del momento
en España y también en cuanto al movimiento libertario que protagonizaron los
y las anarquistas; movimiento que, en su momento, fue ejemplo para todos y
todas los anarquistas del mundo y en el que se incluyó “Mujeres Libres”, como
organización de mujeres que tuvieron que luchar contra todos los obstáculos
posibles. Leer este libro es una buena oportunidad para repasar todo el
movimiento anarquista en España, pero no me voy a detener en los capítulos en
que se habla de movimientos políticos en general, sino que centraré mi reseña en
lo referido a “Mujeres Libres”.
La obra se desarrolla alrededor de tres puntos de interés (puntos que, por cierto,
coinciden conlas preocupaciones que han mostrado los movimientos feministas a
lo largo de toda su historia):
COMUNIDAD.
CAPACITACIÓN
DIVERSIDAD.
Creían firmemente que el desarrollo del individuo sólo podía tener lugar dentro de
comunidades y organizaciones que reconocieran y valoraran la diversidad de sus
componentes. Haciendo un paralelismo, hay que destacar que las investigaciones
feministas contemporáneas exploran qué lugares ocupan las redes de mujeres, la
comunidad y las relaciones de grupo en la vida delas mujeres, tanto en el pasado
como en el presente. “Mujeres Libres” intentó desarrollar estrategias de
capacitación que permitieran a las mujeres tomar conciencia de sus propias
capacidades.
El capítulo I del libro versa sobre la revolución anarquista y la liberación
de las mujeres, en este sentido y centrándonos en cuestión de las mujeres, es
importante decir que, como ocurrió con los movimientos socialistas en toda
Europa, muchos anarquistas abordaron el tema de la subordinación
de las mujeres como algo secundario a la emancipación de los trabajadores,
como un problema que sería resuelto en “el día después de la revolución”, esto se
lee expresamente en una carta que Lenin escribió a Clara Zetkin, donde dice: “Si,
todo lo que dicessobre la emancipación de las mujeres está muy bien. Un objetivo
muy bueno, pero para después”. Esto llevó a que “Mujeres Libres” encontrara
también obstáculos dentro de su propia organización libertaria y a que tuviera que
hacerse un sitio con gran esfuerzo.
En el capítulo II, titulado “ La movilización de la comunidad y la organización
sindical”, se hace un recorrido por las movilizaciones y el papel de la mujer en los
sindicatos a finales del XIX y primer tercio del S. XX, justo antes de la guerra civil.
Se pone de relieve que, a pesar de su papel activo en los
sindicatos, las mujeres estaban casi sin representación en los altos cargos de los
sindicatos y encontraban obstáculos para su labor de emancipación; son muy
ilustrativas laspalabras de Enriqueta Fernández Rovira a este respecto: “ Siempre
creí que las mujeres tenían que emanciparse.
Que nuestra lucha era, y todavía es, algo más que la simple lucha contra el
capitalismo... Solíamos hablar mucho de esto, insistíamos en que la lucha no sólo
se hacía en las fábricas, en las calles, o incluso en los ateneos: tenía que llegar al
hogar. A veces, los chicos se reían y se burlaban de nosotras cuando decíamos
tales cosas. Decían que era la lucha de todos y que todos debíamos luchar juntos.
Pero yo les contestaba que no, que no sólo era eso. Necesitábamos expresarnos
por nosotras mismas, ser quienes somos y lo que somos. Que no estábamos
intentando quitarles nada, que necesitábamos desarrollarnos y exigir nuestros
propios derechos.”
El capítulo III explica los antecedentes de “Mujeres Libres”. Se expone el
contexto político y social de la guerra y también las acciones del anarquismo
español en los años de la guerra y su posterior fracaso.
En el capítulo IV asistimos ya a la fundación de “Mujeres Libres”. Aunque la
federación nacional de “Mujeres Libres” no se formó oficialmente hasta 1937, su
revista apareció por primera vez en mayo de 1936. Las fundadoras de
“Mujeres Libres” eran todas militantes del movimiento anarcosindicalista y querían
el establecimiento de una organización que luchara de forma directa por la
emancipación de las mujeres. La fundación de “Mujeres Libres” dio lugar a
encendidos debates políticos que se reflejan en este capítulo, es una
de las partes más interesantes del libro en cuanto a fundamentos teóricos de la
organización; fueron debates públicos que llevaron a la reflexión de hombres
y mujeres sobre la emancipación de la mujer; en este sentido son
importantísimas las declaraciones de Lucía Sánchez Saornil, que
representan las bases teóricas de Mujeres Libres.
En resumen, podríamos decir que lo que pretendía“ Mujeres Libres” era la
preparación de lasmujeres para que pudieran, en situación de igualdad, trabajar
por una sociedad nueva junto a los hombres; además afirmaban
que las mujeres hacían frente a una subordinación específica que requería una
atención especial. De todas formas, no se unen al feminismo, incluso muestran un
rechazo abierto a él por dos razones: primera, porque ya entonces el movimiento
feminista había sido desprestigiado públicamente (como sucede hoy en día) y
segunda y más importante para las anarquistas, que el feminismo abogaba por
una igualdad de la mujer pero dentro de los esquemas sociales y políticos
existentes, y las anarquistas luchaban por una sociedad radicalmente diferente,
no querían las estructuras ya existentes y echaban en cara al feminismo que no
luchara por esa ruptura; lo veían como un movimiento de burguesas.
En otoño del 36, “Mujeres Libres” había ya empezado a establecerse como
organización independiente, con metas y programas que la diferenciaban
de las demás organizaciones demujeres de izquierdas y, hasta cierto punto, del
resto de organizaciones del movimiento anarcosindicalista. Era necesaria una
organización dirigida por mujeres y para las mujeres, una organización
consagrada a superar la subordinación de las mujeres en todas sus facetas. Estos
programas incluían clases para erradicar la ignorancia y el analfabetismo, cursos
de aprendizaje industrial y comercial, así como grupos de concienciación
diseñados para capacitar a las mujeres e infundirles el conocimiento y la
confianza que necesitarían para participar como ciudadanas de pleno derecho en
la sociedad revolucionaria. Estos programas debían ser organizados de modo
federado y no jerárquico, y serían un ejemplo de las capacidades
de lasmujeres para obrar autónomamente con el objetivo de contribuir a la
transformación social.
El capítulo V, titulado “ Educación para la capacitación: la preparación es
revolución”, expone lasdiferentes actividades llevadas a cabo por Mujeres Libres,
así como sus ideas respecto a diferentes temas de interés
para las mujeres. Las actividades educativas puestas en marcha fueron
muchísimas y todas ellas tenían los mismos objetivos:
Crear una fuerza femenina consciente y responsable que actúe como
vanguardia del progreso.
A este efecto establecer escuelas, institutos, ciclos de conferencias,
cursillos especiales, etc., tendentes a capacitar a la mujer y a emanciparla
de la triple esclavitud a la que ha estado sometida, esclavitud de
ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud de productora. Ya en 1938, en
boca de las fundadoras de Mujeres Libres se escuchó la reivindicación de
“A igual trabajo, igual salario”.
En el capítulo IV se da un repaso a las demás organizaciones
de mujeres existentes y se ponen de relieve las semejanzas y diferencias
con Mujeres Libres.
Conclusión
La autora hace un análisis de las semejanzas de la organización “Mujeres Libres”
con el feminismo: las personas no existen como seres aislados, la importancia de
la comunidad, la idea de emancipación, las redes de mujeres, la acción política,
etc.
“Mujeres Libres” nos sirve para conocer el papel que
jugaron las mujeres anarquistas en la emancipación de las mujeres y su lucha
constante en contra de la subordinación de lasmujeres, son un ejemplo de tantas
y tantas luchas de mujeres que fueron silenciadas en España por un régimen y
una sociedad patriarcal que nunca reconoció el papel de estasmujeres en la
historia de nuestro país. Obra importantísima, en mi opinión, para el conocimiento
y la visibilidad del trabajo de las mujeres en España en pro de la emancipación y
la libertad.Me gustaría terminar con las palabras de de las anarquistas de
“Mujeres Libres” que aún vive: “ Fueron los primeros pasos hacia la emancipación
de la mujer. Primeros pasos que quizá no pudieron ser grandes porque vino la
guerra, y el exilio... La sociedad se ha transformado. Son nuestros hijos los que
tienen que marcar el paso ahora y ser los protagonistas de los nuevos modelos.
Pero el objeto de nuestros recuerdos, esa lucha tan pura...¿es posible que haya
servido de algo?”
“Mujeres y trabajo en la prensa anarquista
limeña: La Protesta, 1911-1916”
El debate respecto al papel de las mujeres en el entorno laboral es viejo, y ha
suscitado multiplicidad de conflictos. La división sexual del trabajo, la cual cobró
mayor visibilidad a partir de la revolución tecnológica iniciada en el siglo XIX, ha
dado paso a un cada vez más amplio papel de las mujeres en los ámbitos fabriles
y obreros.
En este contexto, el anarquismo latinoamericano jugó un papel muy importante
respecto al trabajo y el debate respecto a la participación de las mujeres en este
espacio, así como las vías de su emancipación fue intenso. El anarquismo tuvo la
virtud de dar visibilidad al debate de la llamada cuestión femenina. El feminismo
anarquista se manifestó con la creación de círculos literarios, de propaganda y la
apertura de espacios periodísticos hechos específicamente por mujeres, los
cuales contaban además con la participación de figuras intelectuales masculinas
del anarquismo internacional, como Errico Malatesta. En este contexto, destaca la
creación de revistas como La voz de la mujer (1896-1897), editada en Argentina
por Virginia Bolten,[1] de periódicos como el mexicano Vésper (1901-1911), que
dirigía Juana Belén Gutiérrez de Mendoza, el cual se convirtió en el primero de
orientación anarquista publicado en este país, o el peruano La Crítica, dirigido por
Dora Mayer y Miguelina Acosta Cárdenas. Estos, que representan sólo una
pequeña muestra del gran cúmulo de publicaciones emanadas de sectores ajenos
a la burguesía, dirigidas por mujeres, nos permiten vislumbrar la importancia que
la cuestión femenina estaba desarrollando en estos primeros años de actividad
libertaria y el debate que no sólo respecto a las cuestiones laborales, se abría
paso en ellos. Fuente: Pacarina del Sur -
http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/689-mujeres-y-trabajo-en-
la-prensa-anarquista-limena-la-protesta-1911-1916 - Prohibida su reproducción
sin citar el origen.
El anarquismo había formulado sus presupuestos ideológicos tomando en cuenta
el papel de la mujer en el proceso de redención de la sociedad, y la integración de
ambos sexos en este proceso. La mujer, con el mismo derecho a la libertad que el
hombre, debía ser liberada de su esclavitud. El filósofo anarquista Mijail Bakunin
declaraba: “…en casi todos los países las mujeres son esclavas; mientras que no
sean completamente emancipadas, nuestra propia libertad será imposible”.[2]
En el caso específico que nos ocupa, el anarquismo peruano destaca por la
importante labor de sus activistas femeninas, las cuales abrieron paso a la
discusión respecto a importantes temáticas. La cuestión laboral fue un tema de
debate prioritario, considerando el cada vez más importante papel de las mujeres
en los medios obreros y fabriles, y más aún en el invisible trabajo no formal o
‘doméstico’. La prensa anarquista fungió como portavoz de estos debates y sus
páginas representan importantes testimonios de ello, destacando periódicos como
Los Parias, que se publicó en Lima entre 1904 y 1910, años que representaron
momentos coyunturales para la historia peruana; La Protesta (1911-1930), así
como El Obrero Textil (1920-1925) y su sección “Tribuna femenina”. En esta
oportunidad, dedicaremos nuestra atención al debate respecto al trabajo femenino
desde las páginas del diario limeño La Protesta.
Una radiografía de La Protesta
Editado entre 1911 y 1926 por los miembros del grupo Luchadores por la Verdad,
[3] La Protesta es, por mucho, el máximo representante del pensamiento ácrata
peruano. En sus páginas se dieron cita incontables intelectuales y obreros de
todas las condiciones socioeconómicas. Sus más de 140 números, publicados
entre persecuciones, decomisos, clausuras y aprehensiones, son prueba
fehaciente del poder de convocatoria de sus páginas. Fuente: Pacarina del Sur -
http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/689-mujeres-y-trabajo-en-
la-prensa-anarquista-limena-la-protesta-1911-1916 - Prohibida su reproducción
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demás de tratar temas fundamentales de la realidad peruana, como el movimiento
obrero y las huelgas, dedicaron espacio a la reproducción de textos clásicos,
escritos por los precursores del anarquismo europeo y nacional entre ellos Mijail
Bakunin, Piotr Kropotkin, y Joseph Proudhon, sin faltar los de Manuel González
Prada, además de mantener ligas con sus símiles de otros países, como
Argentina, España, Chile, México, Estados Unidos, entre otros. Estas relaciones
les permitían asimismo, recuperar las acciones de activistas femeninas, como
Emma Goldman, fundadora de la célebre revista neoyorkina Mother Earth (1907-
1917).En este trabajo intentamos poner en un mismo plano el análisis de los
datos duros que los registros censales o las fuentes bibliohemerográficas nos
brindan respecto a las condiciones laborales de las mujeres y el contexto social,
moral y político en que dicho trabajo se desarrollaba, con el de las concepciones
anarquistas respecto al trabajo femenino plasmadas en sus órganos de
propaganda. Al contrastar dichas fuentes, esperamos vislumbrar una visión
general del panorama laboral femenino y su asimilación en el imaginario ácrata de
la época.
Una importante referencia acerca de las condiciones socioeconómicas de la
época nos la brinda el estudio de Steve Stein en la década de 1980, en el que, a
través del análisis de datos censales, registros municipales y la reconstrucción
oral de sus protagonistas, nos nuestra un panorama de los escenarios en que se
desarrollaba la vida de los sectores obreros. Estas informaciones, que nos
brindan luz respecto a las condiciones laborales, de vivienda, de alimentación y
de salud de los sectores populares, nos permiten vislumbrar las motivaciones de
las notas que eran plasmadas en sus medios de expresión.
La “cuestión femenina” en el Perú
La visión tradicional decimonónica indicaba que la mujer debía ser un ser sumiso,
dedicada casi de manera exclusiva al cuidado de la familia y el hogar. La familia,
como unidad básica de la sociedad, era el único medio en el que estaba permitido
que la mujer participara activamente como “productora”, en contraste con el varón
quien tenía como campo de producción los medios públicos (Nash, 1983:41). Las
publicaciones burguesas de la época destacaban dicha concepción, en la que la
mujer se convertía en un ser poco beneficiado intelectualmente y por tanto
siempre debería estar sujeta a la autoridad masculina, ya fuera el padre, un
hermano o el esposo (Miller, 1987: 52).
En este contexto, la existencia de una inmensa mayoría de mujeres que no se
sujetaban a estas concepciones, porque debían salir del hogar e integrarse al
mundo laboral, suscitó una serie de encuentros y desencuentros, que trataban de
conjugar dicha visión tradicional y la realidad de las masas femeninas, que no
encajaban con los cánones preestablecidos. Fuente: Pacarina del Sur -
http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/689-mujeres-y-trabajo-en-
la-prensa-anarquista-limena-la-protesta-1911-1916 - Prohibida su reproducción
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En este debate respecto al papel de las mujeres en la sociedad y su contribución
económica para el sustento de la familia, la doble moral de la sociedad peruana,
permitía por un lado que las mujeres en situación de pobreza salieran a las calles
y se integraran a los mercados laborales, rompiendo con el esquema tradicional
que indicaba que la mujer debía ser la ‘reina del hogar’ y quedar a cargo del
cuidado y educación de los hijos. De acuerdo con la concepción tradicional, la
mujer debía ser ejemplo de virtud, fuente de “alegría, serenidad y gracia” (Miller,
Ob. Cit.: 45). Dicha visión no contemplaba la realidad de la mayoría de las
mujeres, para quienes era imposible hacer realidad el modelo de sumisión y
delicadeza que prevalecía, porque debían ser el sostén de su familia.
Estas nociones eran introducidas en el pensamiento de las masas obreras como
ideales de conducta que buscaban normar las relaciones entre los sexos y
además ejercer control en las masas obreras. El papel que la mujer debía
interpretar, no sólo como madre, sino como educadora y pilar de la familia, debía
compensar su prohibida participación en los aspectos económicos. Se
consideraba posible así la separación de los roles y la anulación de la conciencia
de clase dentro de las filas del movimiento obrero. La noción de ‘superioridad’ del
varón obrero respecto a la mujer podía hacer que en cierta forma olvidara su
sentimiento de opresión respecto a la burguesía. Fuente: Pacarina del Sur -
http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/689-mujeres-y-trabajo-en-
la-prensa-anarquista-limena-la-protesta-1911-1916 - Prohibida su reproducción
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Frente al surgimiento de los movimientos de emancipación femenil, la prensa
burguesa limeña respondía presentando en sus publicaciones artículos que
resaltaban aún más el ideal de comportamiento femenino, en el que el único
trabajo meritorio era el de las obras de caridad “…porque su reino es el reino de la
bondad, de la belleza” (Stein, Ob. Cit.: 46). Asimismo, la asimilación de los roles
femeninos en el ámbito doméstico, dificultaban su participación en la lucha social
y como ventaja adicional, la aceptación de las mujeres de estas ‘esferas’
producidas por la clase dominante, garantizaba la transmisión de esta ideología a
las futuras generaciones, precisamente en el ámbito doméstico, el lugar ‘ideal’ de
la mujer.
Pero no sólo la burguesía se expresaba a este respecto. El debate respecto a la
participación de las mujeres en el trabajo asalariado y en el doméstico en forma
indistinta, fue también presentado en las páginas de la prensa de oposición, y no
sólo por mujeres. En las páginas de La Protesta, es de destacarse la participación
de figuras masculinas en las notas que referían a las diversas formas de opresión
femenina. Ya en su primer número, La Protesta ponía en evidencia la situación de
explotación a la que se veían expuestas las obreras que debían integrarse al
sector productivo: “En la fábrica se la explota y apenas se le paga. Se aprovecha
su miseria para deshonrarla y se le menosprecia después”.[4]
En este artículo, el autor critica la construcción social que condenaba a la mujer a
ser simple objeto de decoración, cuyo único destino era el de esperar “…
resignada al varón que ha de asegurar su porvenir, librándola de la indigencia”,
convertida en esclava de la religión.[5]
Así, la mujer se convertía doblemente en víctima. Por un lado, se la explotaba
laboralmente, con extenuantes jornadas de trabajo y pésima paga; y por el otro se
veía sometida a una fuerte opresión en el seno familiar, donde estaba
subordinada a la autoridad de su compañero y los quehaceres domésticos:
La mujer en la sociedad presente no es la compañera del hombre, sino su esclava
en el hogar. El hombre está pues, en el error al sostener esta injusticia, mas la
mujer debe considerarse su compañera y no su esclava.[6]
De acuerdo con datos censales, en el periodo que estudiamos, las mujeres
constituían el 30% de la población económicamente activa en la ciudad de Lima.
Cifra que se queda corta, considerando la gran cantidad de mujeres que
laboraban en el comercio informal o que trabajaban en casa y que además debían
cumplir sus ‘obligaciones’ de mujeres. En cualquier caso, la jornada laboral podía
extenderse hasta 18 horas y los salarios eran muy inferiores respecto a los del
varón (Miller, Ob. Cit.: 19-20). Fuente: Pacarina del Sur -
http://www.pacarinadelsur.com/home/huellas-y-voces/689-mujeres-y-trabajo-en-
la-prensa-anarquista-limena-la-protesta-1911-1916 - Prohibida su reproducción
sin citar el origen.
La evidente ruptura del orden jerárquico preestablecido, que indicaba que el
hombre debía sostener el hogar, que la independencia económica de la mujer
trabajadora podía provocar, resultaba inaceptable. Sin embargo, estos preceptos
no aplicaban indiscriminadamente a todas las esferas de la sociedad. Mientras
que en la sociedad burguesa, resultaba inconcebible el trabajo femenino bajo
ninguna circunstancia, en las esferas populares se aceptaba en casos de extrema
necesidad económica, y aun así, la norma era que se dedicase a labores propias
de “su sexo”. Así, vemos una marcada división sexual del trabajo en el que oficios
como la costura, la lavandería, el doméstico, entre otros son realizados casi
exclusivamente por mujeres, labores que está por demás decir, les fueron
enseñadas durante la niñez (Miller, Ob. Cit. ).
Asimismo, La Protesta dirigió sus críticas hacia la doble moral burguesa que
negaba a las mujeres cualquier posibilidad de mejorar sus condiciones, pero
repudiaba a aquellas, que, obligadas por tales circunstancias, se veían
impulsadas en muchas ocasiones a recurrir a la prostitución como alternativa
laboral, resultado de los bajos salarios y los pocos empleos formales para
mujeres, al tiempo que los mismos varones que exigían la pureza y sumisión
femeninas, eran los que solicitaban sus servicios. La concepción de la mujer
como ser asexuado, justificaba la existencia de la prostitución al caracterizarla
como válvula reguladora, que protegía la integridad de las mujeres casadas y la
virtud de las jóvenes solteras y vírgenes (Sau, 1990: 252).
En las páginas de La Protesta podemos vislumbrar esos estereotipos, que en
ocasiones eran usados para criticar a la oligárquica sociedad limeña, pero
también para resaltar las virtudes que el revolucionario ‘maduro’ y ‘sensato’ ácrata
debía buscar en una compañera. Así se mostraban dichos contrastes: “A los
veinte años se me presentó una niña hermosa, con resplandeciente diadema de
oro y piedras preciosas, y en cuya voz habían las variantes modulaciones con que
las musas cantan sus canciones de arte, guerra y victoria, y me invitó a seguirla.
- Di, mancebo, ¿me quieres seguir? Te coronaré, con una palma inmortal […]
- No, tú no me cuidarás, ni sabrás defenderme. Tus encantos son espejismos,
que adorna la vanidad; los que por ti fueron coronados, nada hicieron de útil y
verdadero para la humanidad.
[…] de pronto, un grito ahogado resonó, volví la vista y entonces, grande,
hermosa y deslumbradora vi una mujer que trataba de arrancarse la mordaza que
ahogaba el grito que había escuchado; corrí a ella, desaté las ligaduras y
extasiado la contemplé […] Mucho he gozado y mucho he sufrido; pero si alguien
me pregunta ¿quién es mi compañera…? al instante, orgulloso respondo: La
Libertad”[7]
En las páginas de La Protesta se hizo patente el conflicto generado por la
evidente ruptura del estereotipo femenino de la mujer cuidadora de los hijos y del
hogar, porque debía salir a las calles a ganarse el sustento. El llamado libertario a
la emancipación de la mujer, se hacía imperioso:
“Mujeres del pueblo: esclavas del hogar; carne horrida que os consumís en
proporcionar lúbricos placeres a cambio de lagunas míseras monedas que
representan vuestra vida; vosotras que arrastráis una vida tenebrosa de miserias
y dolores; vosotras que lleváis sobre vuestra frente alabastrina el inri de la infamia
social… tenéis que romper las cadenas de vuestra esclavitud, tenéis que ocupar
vuestro puesto en la lucha social, tenéis que coadyuvar a libertad la humana
especie, libertándonos a vosotras”[8]
El movimiento anarquista buscaba como fin la liberación de la mujer de todas sus
ataduras, físicas, morales y hasta religiosas. Su liberación era una necesidad aún
más apremiante, dado su papel de criadora y educadora. El conformismo ante la
opresión y la explotación eran muchas veces resultado de la educación recibida
en casa, misma que Manuel González Prada, denominó mentalidad del “come y
calla” (1933: 115). Por tanto, para suprimir la dominación y el conformismo de las
masas obreras, era necesario que las mujeres se libraran de sus ataduras.