LA MEMORIA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ: Deporte y expresiones culturales como formas creativas...

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Universidad Nacional De Colombia Facultad De Ciencias Humanas Departamento De Trabajo Social Práctica De Derechos Humanos, Desplazamiento Forzado Y Construcción De Paz ESTUDIANTES: David Alexander Herrera Mora Diana Milena Marentes Hortua LA MEMORIA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ: Deporte y expresiones culturales como formas creativas para construir y transmitir memoria. En los pasillos, en la calles, en los hogares, la escuela, el parque, la vereda, transitan historias, que, como impulsadas por manos artistas, moldean la cotidianidad, hablan del pasado, del presente y proyectan el futuro. El contexto de guerra en el que vive la sociedad colombiana ha transformado las dinámicas campesinas, sus relatos los han desbarato, desviado, robado y ocultado. A diario vemos en las noticias las consecuencias nefastas de la guerra, algunas veces con tristeza, otras con resignación contemplativa y es que esta nos ha parecido lejana como el ritmo agitado de la ciudad que no nos permite pensar más allá de la inmediatez. Bajo estas circunstancias, el proyecto de construcción de paz del que tanto se habla, requiere para fortalecimiento del reconocernos como sujetos con poder de incidencia ante un escenario que aqueja nuestra cotidianidad, en el discurso, la práctica y la vivencia. La paz entonces debe sentirse como propia, no como un regalo de otros o un objeto que negocian quienes hemos aceptado como poderosos. Aquí el poder para superar el conflicto armado está en cada uno de nosotros, en nuestras palabras y en construcción de realidad que estas generan.

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Universidad Nacional De ColombiaFacultad De Ciencias HumanasDepartamento De Trabajo SocialPráctica De Derechos Humanos, Desplazamiento Forzado Y Construcción De Paz

ESTUDIANTES:David Alexander Herrera MoraDiana Milena Marentes Hortua

LA MEMORIA PARA LA CONSTRUCCIÓN DE PAZ: Deporte y expresiones culturales como formas creativas para construir y transmitir

memoria.

En los pasillos, en la calles, en los hogares, la escuela, el parque, la vereda, transitan historias, que, como impulsadas por manos artistas, moldean la cotidianidad, hablan del pasado, del presente y proyectan el futuro.

El contexto de guerra en el que vive la sociedad colombiana ha transformado las dinámicas campesinas, sus relatos los han desbarato, desviado, robado y ocultado. A diario vemos en las noticias las consecuencias nefastas de la guerra, algunas veces con tristeza, otras con resignación contemplativa y es que esta nos ha parecido lejana como el ritmo agitado de la ciudad que no nos permite pensar más allá de la inmediatez. Bajo estas circunstancias, el proyecto de construcción de paz del que tanto se habla, requiere para fortalecimiento del reconocernos como sujetos con poder de incidencia ante un escenario que aqueja nuestra cotidianidad, en el discurso, la práctica y la vivencia. La paz entonces debe sentirse como propia, no como un regalo de otros o un objeto que negocian quienes hemos aceptado como poderosos. Aquí el poder para superar el conflicto armado está en cada uno de nosotros, en nuestras palabras y en construcción de realidad que estas generan. Así pues, el poder de la palabra es el de sentir, transmitir y comunicar hechos vivenciales. Para esta ocasión, queremos resaltar algunas de las experiencias construidas y conocidas en el marco de la práctica: Derechos Humanos, Desplazamiento Forzado Memoria y Construcción de paz, indicando allí elementos comunes sobre aquello que llamamos memoria, así como sus impactos en las comunidades que se aventuran a construir narrativas de vida bajo elementos creativos, hablando del sentido de sus territorios y de su cotidianidad.

Todas estas prácticas artísticas, deportivas y culturales son “recursos expresivos” (memorias en tiempos de guerra), que facilitan el fluir de las emociones, permitiendo contar de manera única las experiencias, el dolor y los anhelos, así como narrar el horror y transformarlo en esperanza. Nuestro país vive una larga historia de violencia, signada constantemente por los poderes económicos y del mercado. A pesar de ello, la sociedad muestra una renovada capacidad de resistencia, esto a través de la memoria y la lucha por la justicia y la reparación. La memoria

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aparece entonces como un factor de denuncia y afirmación de respuesta ante la guerra y el silencio impune que se querido imponer a las víctimas1.

Es así como pretendemos exponer de manera sencilla dichas experiencias, resaltando sus formas creativas y la manera como llegan a ser necesarias en un ejercicio terapéutico. Así, veremos la construcción de memoria como ejercicio narrativo posible bajo múltiples formas, que mueve los sentidos y activa la creatividad. Se narra con sonidos, canciones, movimientos, puestas en escena, gritos, silencios, esculturas, poemas, tejidos, se narra desde prácticas cotidianas de resistencia ligadas al territorio y a la vida. Allí reside la importancia en transmitir y construir memoria con los niños y niñas para que se apropien de su historia y la recreen.

MEMORIAS SENTIDAS Y CREATIVAS

La construcción de memoria como ejercicio dinámico y permanente, se materializa en múltiples formas, donde el ser humano se compromete desde la razón y desde el sentir. La memoria pone en juego la emoción, los sentimientos, permitiendo conectar un hecho con lo más profundo del ser-, anclado a las personas en la historia y donde la historia marca a las personas.

Por esta razón, hablar de memoria implica apelar a narrativas vivas que conectan pasado, presente y futuro, pero que repercuten en otros. Por tanto es la memoria un acto comunicativo, conmemorativo y transformador. Tejer memoria indica necesariamente una relación con otros que escuchan, interpretan, aceptan o cuestionan lo que escuchan, así como construyen sus propias versiones, y aportan a la construcción de historias comunes.

Del texto Bojayá, memoria y río. Violencia política, daño y reparación. (2005), retomamos elementos para entender el concepto de Memoria, así:

El trabajo sobre la memoria implica una apuesta para que la comunidad emprenda un proceso de revisión crítica de su pasado que le permita fortalecer su identidad y constituirse como “sujeto social”, esto es, con capacidad para asumir agencia y ser actor del propio destino." (Pág. 164). "Trabajar sobre la memoria, en este orden de ideas, se plantea por un lado como un ejercicio con un profundo valor terapéutico , en el sentido en que permite que las personas, individual y colectivamente, encuentren un recurso para dar trámite al dolor y por esta vía elaborar los duelos(...) La memoria entonces se traduce en posibilidades de acción, por cuanto provee un repertorio de significados y sentidos que permite que los sujetos, además de reconocerse como víctimas, se identifican como actores, por lo que hicieron o por lo que pueden hacer." (Pág. 165)

La memoria se presenta como un ejercicio de denuncia, de reconstrucción de proyectos de vida, de elaboración de duelos, de toma de conciencia, de empoderamiento sobre el territorio, así como un ejercicio terapéutico. Hacemos memorias para rehabilitar espacios, para volver a pensar

1 Prólogo ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. 2002-2010 Grupo de Memoria histórica.

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en futuros posibles, para pedir justicia, para vencer el miedo, para mover la solidaridad. Se hace memoria para resistir. Los ejercicios de memoria son entonces procesos generadores, que movilizan las ideas y acciones. Su objetivo no es recordar para que las personas sean víctimas por siempre, sino por el contrario, se recuerda para resignificar y trazar nuevos caminos de vida.

ESCUELA DE FE Y ESPERANZA.

“quisiera que todos estuviéramos en el Magdalena...siempre que veía llover, salimos a mojarnos, el cielo se ponía oscuro...corríamos hasta caernos!....... las casas eran de bareque, de greda. Salía a jugar en la noche a la lleva, pochados, era muy travieso, salía con mis amigos, tirábamos piedra a las casas.. Quisiera que las personas se sientan orgullosas de mí… Me gusta estar solo en mi casa escuchando música, o salir a caminar por el barrio para intentar componer, me voy a la laguna y allí puedo cantar” (Miguel, 15 Años)

La escuela Popular Fe y Esperanza, ubicada en Altos de Cazucá, Comuna IV del barrio el Progreso en Soacha, es uno de los espacios de trabajo en la práctica. Allí en el encuentro con niños y niñas se busca recuperar el sentido de la escuela junto al proceso desarrollado por el profesor Nelson Pájaro. El encuentro con niños y niñas a partir del juego, la lúdica, la pintura, los dibujos, la fotografía y el teatro permite construir, valorar y resaltar las habilidades de cada niño y niña; así como la expresión de anhelos y miedos.

Por su parte, la fotografía social ha sido una de las metodologías más usadas, ya que permite construir un tipo de narrativa a partir de las imágenes generadoras, donde se cuentan historias propias, asociadas al territorio, la familia y los amigos. Así, la fotografía es una forma de comunicar a los demás mis sentires subjetivos, de movilizar sentimientos e ideas, convirtiéndose en una herramienta útil para el trabajo con niños y niñas que los convierte en protagonistas al permitirles decidir sobre el qué, cómo y por qué fotografiar. ESCUELA DE DERECHOS HUMANOS, DEPORTE Y CULTURA: RESISTENCIA Y DIGNIDAD DESDE EL FÚTBOL

“Yo estaba con amigo jugando maquinas, cuando claro sonó un tiro. ¡Punn! nosotros salimos y miramos, era Camilo que estaba muerto, era un chino vicioso. A nosotros no nos ofrecen vicio. En otra ocasión, un tipo robo, ese mismo día lo cogieron y lo mataron en la curva.Acá solo matan ñeros, pues la limpieza. Pero uno se descuida y lo pelan a uno, acá llega la mano negra. Vienen en camionetas negras 4x4, blindadas y de noche o madrugada. Allí mataron harta gente, cogieron con una mini busi y praaaa. A otro lo mataron allí al frente de una tienda, a uno lo mataron y al otro chino le paso el tiro acá al lado, tenía la jeta abierta así, ejemplifican pronunciando la letra a y sobrevivió” (Relato de un chico de 12 años).

El fútbol como práctica deportiva se convierte en un escenario generador de espacios de encuentro, donde tanto niños como niñas comparten un mismo territorio a través del juego, con ello resignifican un territorio atravesado por muertes, miedo y la zozobra. Llenar de sentido el territorio de la cancha, implica ejercer sobre él prácticas de cuidado, tales como la pinta de arcos, la recolección de basuras, la construcción colectiva y cooperativa de los materiales necesarios

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para su cuidado, tales como la malla de arcos, junto a zanjas de desagüe y un mural de apropiación.

Tras esta breve descripción, ¿la memoria cómo opera? En ese diálogo que acompaña la práctica del fútbol, vienen las reflexiones sobre los amigos llevados por el consumo de sustancias psicoactivas, asesinados tras la mal llamada “limpieza social”, algunos de sus cuerpos aparecen sobre el territorio de la cancha y otros por los alrededores del barrio. Decimos entonces que la memoria opera como ese recuerdo vivo de personas allegadas víctimas del accionar de grupos armados ilegales. De igual manera entre los temas de conversación para los chicos y chicas está el gusto por el barrio en relación con los lugares de procedencia, conversaciones que nos indican el impacto del proceso de la escuela de deportes, al mostrarla en algunos casos como el único referente de socialización y recreación al que tienen acceso los chicos y chicas.

Cabe señalar, que el mural a través de la transmisión de alegrías y tristezas de los chicos y chicas, viene a ser una expresión de memoria, denuncia, duelo y de apropiación por el territorio.

“Entre los gustos por el barrio sobresale el jugar y hacer deporte en la cancha, la institución educativa aledaña a la cancha llamada “El Progreso”. Adicionalmente, el gusto por el barrio está directamente relacionado con las personas, su alegría y carisma, así como la práctica del fútbol, el montar cicla y estudiar. (Fuente sistematización de encuestas, Escuela de Deportes, Derechos Humanos y cultura)

SALÓN DEL NUNCA MÁS. PARA NO OLVIDAR

“La voz de las víctimas necesita ser escuchada. Hay un país que habita en todos los rincones. al borde de los ríos, junto al mar, en la selva, en humedales, y en desiertos, en las calles, en grandes mansiones y debajo de los puentes unos ven el país detrás del televisor, y detrás del televisor no están las víctimas, las víctimas son de carne y hueso, y respiran y sufren, muchas veces solas, la mayor parte del tiempo arrinconadas en el drama de sus lágrimas. Nadie puede llorar por ellas, nadie puede pagar por ellas, perdonar por ellas, nadie puede pagar en oro los abrazos que perdieron. La voz de las víctimas necesita y debe ser escuchada y detrás de las voces, hay un sitio donde viven los ausentes. Hoy quisiéramos escuchar su respiración, ellos necesitan de nuestra sonrisa, somos mensajeros de la vida. Ellos eran buenos porque tenían sueños, y fueron niños, tuvieron juguetes, y en sus cunas también habitan Ángeles, y tuvieron cascabeles y madres hermosas. La voz de las víctimas necesita y debe ser escuchada, el país debe escuchar la voz de las víctimas, porque todos marcharemos. ¡Porque todos somos víctimas!” (Salón del nunca Más. Granada Antioquia)

La experiencia de Granada Antioquia, nos muestra como una comunidad tras la incursión de los grupos insurgentes hacia las décadas de los 80 y 90, se ve afectada en su conjunto por la guerra. La oleada paramilitar a principios de este siglo, a través de masacres y asesinatos con sevicia convirtió a la población en objetivo militar, desencadenando así una guerra que no discrimino a la población civil.

Bajo este panorama, la memoria aparece como una herramienta que permite rescatar los derechos y la dignidad de las personas en la vía del perdón por parte de una sociedad que reclama justicia

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y verdad. Allí, cada persona desaparecida se conmemora tras la ilusión y la esperanza de que algún día va a regresar, y si no por lo menos de que se verá la justicia operar, dándole a los familiares de los desaparecidos el acceso a la verdad, la reparación y las garantías de no repetición por parte de este Estado.

El salón del nunca más es un casa de memoria viva, porque cada elemento que allí se encuentra tiene un lazo con el presente que lo sostiene para que no se olvide. Son múltiples los elementos creativos que hacen memoria, un ejemplo de ello son las bitácoras: diarios individuales para cada persona muerta o desaparecida, donde sus familiares, amigos, vecinos, escriben de forma libre y espontánea. Es un ejercicio liberador porque en la escritura se exterioriza el significado de la pérdida, afloran los sentimientos, los sueños y las formas de alcanzarlos. La bitácora es un buen mecanismo para que los niños y niñas se conecten con los hechos del pasado, no olviden lo que pasó en su territorio recordando a los suyos, así como la experiencia dolorosa que une a su pueblo.

De manera que son amplias las formas de hacer memoria y resistencia para no olvidar, denunciar y despertar a la realidad. Allí, experiencias como abriendo trochas por la vida, jugar, puestas en escena, exorcizar los lugares, construir el salón del nunca más, son formas de decir que somos personas con dignidad y con derechos, capaces de hacer y exigir. Por ejemplo exigir apoyo en situaciones de desbordamiento, tener quien escuche, acompañe y que haya continuidad del proceso.

Agregado a lo anterior, Granada resulta ser una experiencia exitosa y admirable de organización, que funciona una vez se reactiva la conciencia, el compromiso y el sentido comunitario, ético y político desde el empoderamiento de personas que se asumen como sujetos de derechos.

COMUNIDADES DE PAZ DEL BAJO ATRATO CHOCOANO: RESISTENCIA DESDE LA MEMORIA

“ya paren la guerra, ya paren, que no la queremos vivir, no no no, porque a nuestro destino, a traído miseria, miseria grande” (Resistentes)

Las comunidades de paz del Bajo Atrato Chocoano, se reunieron en la comunidad de paz de las Camelias, abriendo sus puertas al grupo de Danza folclórico Pacandé. Estas comunidades a mediados de los noventa, fueron víctimas de la violencia sociopolítica de distintas maneras, entre ellas el desplazamiento forzado, las masacres, asesinatos selectivos, limitación de la movilidad en los territorios, violaciones, falsas acusaciones. Entre los victimarios se identifican distintos actores armados, quienes los sacaron de sus territorios para facilitar la expropiación y pasarlos a manos de empresarios de palma africana junto a otro tipo de plantaciones.

A pesar de todo, algunos decidieron retornar a sus tierras, reapropiarse del territorio y construir comunidades de paz, espacios donde los actores armados no son bienvenidos. La experiencia se replica obteniendo apoyo entre las comunidades, quienes se solidarizan, construyen redes y trabajan en la memoria como camino de resistencia. En la experiencia fue posible compartir con comunidades como Camelias, Jiguamiando, Caracolí, Cacarica. Chicas y chicos entre los 13 y 20 años relataron sus historias de lucha frente a los visitantes a través de expresiones culturales

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como la danza, la música, el teatro y la poesía. Muchos de estos chicos salieron del territorio cuando eran bebes o niños de corta edad, algunos tienen recuerdos vagos de hechos de violencia, de pérdidas de familiares, de desarraigo. Es un proceso de tradición particular, ya que para algunos el desplazamiento que los hizo vivir en la ciudad a su vez implicó un desarraigo cultural, sin embargo sus familias permanecen en los territorios, construyen identidades con su sello particular, han sabido apropiarse de su historia, de las formas de mantenerla y transmitirla a través de expresiones artísticas que mezclan lo urbano y lo tradicional. Para ellos las reuniones implican lanzarse a contar un chiste, un anécdota. Después aventurarse con una canción, improvisar una rima, contar cual ha sido su lucha y como con estos medios han sabido resistir. El rap, fue una de las formas de expresión más usadas por las y los jóvenes reunidos, que improvisando y cantando temas que los de otra generación les cantaron a ellos, mantienen la memoria viva, con recursos que conectan con mayor facilidad y libertad las emociones, que tiene que ver con su identidad, ejemplificando formas distintas de contar.

ELEMENTOS COMUNES EN LA CONSTRUCCIÓN DE MEMORIA.

De los espacios socializados, identificamos formas particulares de hacer memoria, a pesar de las diferencias persisten palabras claves que atraviesan todas estas experiencias. Así, construir memoria es un ACTO DE RESISTENCIA, que vence el miedo a pesar de que se continúa en escenarios de guerra, donde impera la impunidad, la indiferencia y la rutina nos absorbe.

La memoria es una lucha por la VIDA Y LA DIGNIDAD, por ser reconocidos como víctimas de un conflicto sociopolítico en el que el Estado por acción u omisión se des responsabiliza de sus fines constitucionales tales como la defensa por la vida y el territorio, desconociendo a sus ciudadanos como poseedores de derechos y libertades, miembros del pacto social primigenio que dio origen al Estado.

Por su parte, LA GUERRA sustrae a las personas y comunidades de sus proyectos de vida, de las maneras más abruptas y deshumanizantes. Hecho que nos hace un llamado a que estos actos sean reconocidos y juzgados, para que haya verdad, justicia y reparación. La SOLIDARIDAD, se entiende como una forma de vida que reconoce a las demás personas como iguales en tanto sujetos de derechos y capacidades, el allí donde los ejercicios de memoria nos hacen ver que no estamos solos a través de historias compartidas que nos remiten a un dolor deshumanizante, entonces ¿por qué permanecer solos? si la unión hace la fuerza.

Así mismo, las experiencias sobresaltan la relevancia de los PROCESOS ORGANIZATIVOS, ya que estos permiten pensar en comunidad a partir de acuerdos mínimos que respeten las ideas de los otros, ubicándolos como formas de resistencia y lucha.

Por último cabe preguntarnos ¿que nos compete como Trabajadoras y Trabajadores sociales?. Ante todo, las comunidades y personas que han sido víctimas de la violencia sociopolítica reclaman espacios de escucha, espacios que permitan narrar lo sucedido desde la voz de las víctimas, de tal manera que sea posible transformar esas palabras en nuevas narrativas que apoyen la reflexión para un debate social y político abierto. Finalmente se reclaman espacios

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generadores donde las víctimas como protagonistas de sus propias vidas planteen y ejecuten ideas que les sean útiles para mantener su proyecto de vida en pie.

BIBLIOGRAFÍA

Prólogo ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerra y dignidad. 2002-2010 Grupo de Memoria hIstórica. Bojayá, memoria y río. Violencia política, daño y reparación. (2005), Memorias en tiempos de guerra. (2009). Grupo de memoria Histórica