La Llorona

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LA LLORONA Desde hace más de dos siglos que en la ciudad de México al sonar las campanas de la media noche en la catedral recorre sus calles desiertas y oscuras una mujer vestida de blanco exhalando unos gemidos agudos que aterran a cuantos tiene la desgracia de oirla.es un alma en pena que busca su redención por el llanto y los gemidos. La callejuela hacia un recodo cerca de la casa de luisa en las noches sin luna oscuras y largas o cuando la lluvia o el viento espantaba a los galanes cantores sentíase unos pasos misteriosos que se acercaban con premeditado recato al mismo tiempo con gran precaución se abría la puerta de la casa de luisa y salía de ella una mujer cubierta por un manto que se acercaba al retablo bajo la luz del farolillo donde la esperaba un joven apuesto envuelto en su capa allí permanecida en dulce coloquio hasta que el alba venía a dar por terminado el amoroso dialogo. Una mañana los vecinos del barrio se sorprendieron al ver las puertas y ventanas de la casa de luisa abiertas de par en par y sin que la joven apareciera por ninguna parte la noticia corrió por toda la ciudad y no hubo persona que no pasara de largo por la callejuela para cerciorarse de que era cierta la noticia que era el escándalo de todo México. Los curiosos hacia mil referencias diversas del lance barajando nombres títulos y cargos, pronunciados en

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LA LLORONA

Desde hace más de dos siglos que en la ciudad de México al sonar las campanas de la media noche en la catedral recorre sus calles desiertas y oscuras una mujer vestida de blanco exhalando unos gemidos agudos que aterran a cuantos tiene la desgracia de oirla.es un alma en pena que busca su redención por el llanto y los gemidos.

La callejuela hacia un recodo cerca de la casa de luisa en las noches sin luna oscuras y largas o cuando la lluvia o el viento espantaba a los galanes cantores sentíase unos pasos misteriosos que se acercaban con premeditado recato al mismo tiempo con gran precaución se abría la puerta de la casa de luisa y salía de ella una mujer cubierta por un manto que se acercaba al retablo bajo la luz del farolillo donde la esperaba un joven

apuesto envuelto en su capa allí permanecida en dulce coloquio hasta que el alba venía a dar por terminado el amoroso dialogo.

Una mañana los vecinos del barrio se

sorprendieron al ver las puertas y ventanas de la casa de luisa abiertas de par en par y sin que la joven apareciera por ninguna parte la noticia corrió por toda la ciudad y no hubo persona que no pasara de largo por la callejuela para cerciorarse de que era cierta la noticia que era el escándalo de todo México.

Los curiosos hacia mil referencias

diversas del lance barajando nombres títulos y cargos, pronunciados en voz baja con el nombre de la desaparecida. Poco a poco, al pasar los días, la gente fue olvidando el suceso y no volvieron a

nombrar a luisa, ni a su desconocido galán.

En un lugar apartado de la ciudad, luisa fue feliz, consagrada su ciega pasión por don nuño y al tierno amor por sus tres hijitos. Sin embargo su existencia, serena durante esos tres años, fue poco a poco tornándose

inquieta amarga. La ardiente pasión iba cambiando. Sin saber luisa volvió a encontrarse sola lejos de los rumores y las luces. Su paso era firme y veloz, como si huyera de sí misma. Al llegar a su casa, se dirigió ciega de dolor y espanto, al armario de su alcoba, donde busco afanosamente algo que encontró en el fondo de una cajita olvidada.

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Era un pequeño puñal. un relámpago horrible paso por sus ojos. con las ropas manchadas de sangre corrió por toda la ciudad, lanzando gritos de dolor hondo y penetrante. la justicia la condeno a morir en garrote vil, por su horrendo crimen. se levantó el cadalso en una plazuela junto a su casa. Desde el amanecer la muchedumbre llenaba ventanas y balcones y se apretaban en aceras y calles próximas esperando la llegada de madre inhumana. a las doce del día, cuando la plebe impaciente se arremolinaba en las calles se holló el sonido la campanilla anunciada la llegada del área. el cortejo lúgubre avanzaba; luisa con el pelo en desorden, el rostro lívido cargado el pecho de reliquias y escapularios caminaba con la ayuda de dos hermanos de la cofradía de sus ajusticiados.

De la belleza sin par que fue un tiempo no quedaban ni las huellas más remotas. Con los ojos bajos subió las gradas del cadalso oyendo los rezos delos sacerdotes. Al subir al patíbulo alzo la mirada y al encontrarse con su casa al frente dio un grito espantoso en

medio de un temblor convulsivo elevo las manos al cielo y cayó al suelo inerte. La justicia del cielo se había adelantado ala de la tierra. Des de entonces se escuchaba por la noche cuando dan las doce en la catedral el grito agudo y estridente de la llorona. Es el alma de luisa desde hace tres siglos sin un momento de descanso va en pena por las calles y plazas de la ciudad.