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La infl uencia del contínuum romance en
la formación léxica del judeoespañol*
1. Introducción
Este trabajo se centra en el estudio del léxico judeoespañol desde una perspectiva
panrománica, ya que, si bien es cierto que la base hispánica supone el pilar principal
sobre el que se asienta el léxico sefardí, la contribución de otras lenguas romances –
tanto peninsulares como de fuera de la Península– en la formación léxica del judeoes-
pañol es fundamental para comprender su confi guración léxica actual.
Los romances peninsulares dejaron su impronta en judeoespañol en los primeros
momentos de formación tras el exilio decretado en 1492, ya que antes de la expulsión
el habla de los judíos apenas si se diferenciaba de lo que hablaban sus vecinos cristia-
nos (cf. Lleal 2004) y cada cual hablaba el dialecto propio de la zona geográfi ca donde
vivía. Es con motivo de la expulsión cuando lejos del territorio peninsular se reúnen
hablantes de diversas procedencias y, por tanto, de diferentes variedades lingüísticas,
aunque tan estrechamente vinculadas entre sí que no se veía impedida la inteligibi-
lidad entre los sefardíes exiliados. A partir de ese encuentro fuera de las fronteras
hispánicas se comienza un proceso de estandarización de la lengua, de tal manera
que «los que se asientan en el norte de África y en los territorios otomanos –mayori-
tariamente judíos viejos procedentes del reino de Castilla y Aragón– van elaborando
una koiné de base castellana: el español sefardí o judeoespañol» (Minervini 2006, 19).
Sin embargo, a esa base castellana se le añaden también elementos de otros romances
peninsulares o, como trataré de hacer ver en estas páginas, el contacto con esas otras
lenguas propicia la conservación elementos léxicos desaparecidos posteriormente del
español estándar y mantenidos en judeoespañol.
Asimismo, los romances localizados fuera de las fronteras peninsulares también
ejercieron una importante infl uencia en el léxico judeoespañol. Si se tiene en con-
sideración que a pesar de la distancia geográfi ca el italiano dio un gran número de
préstamos al español, sobre todo en la época del Renacimiento por la hegemonía cul-
tural que ejercían sobre el resto de Europa en ese periodo los estados que componen
la actual Italia, es esperable que, con mayor razón, las comunidades sefardíes que se
asentaron en el norte de Italia comenzaran a usar un gran número de italianismos en
* La realización de este trabajo ha sido posible gracias a la concesión de una beca predoctoral (Programa FPU del Ministerio de Educación).
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su vocabulario cotidiano, puesto que el italiano era la lengua ofi cial del país donde
habían comenzado a vivir. En el caso del francés, la infl uencia es bastante más tardía.
En 1860 se funda en París la Alliance Israélite Universelle con la misión de difundir
la lengua y la cultura francesas entre los judíos, especialmente los que vivían en los
territorios del Imperio Otomano, aislados, por aquel entonces, de los grandes avances
científi cos y culturales de Occidente.
Para la realización de este estudio me he servido de textos de la revista Aki Yerushalayim1, publicada en Israel desde 1979 bajo la dirección de Moshe Shaul. Se
trata de la revista más antigua de las que en la actualidad se publican íntegramente en
judeoespañol y por ese motivo supone una muestra representativa del judeoespañol
del siglo XXI, si bien es cierto que, como consecuencia de la diáspora tras la expulsión
de 1492, hay comunidades sefardíes asentadas por toda la cuenca del Mediterráneo,
e incluso en América, de modo que el judeoespañol de esta revista es solo una de las
variedades2 que actualmente existen (o han existido).
2. Sobre el supuesto arcaísmo del judeoespañol
Antes de pasar al análisis de varios vocablos que muestren la infl uencia del con-tínuum romance en judeoespañol, quiero detenerme a hacer unas consideraciones
iniciales sobre su supuesto arcaísmo. Es un hecho que el judeoespañol conserva for-
mas propias del español preclásico, desaparecidas hoy del estándar peninsular. Este
mantenimiento «alcanza su máxima expresión en la fonética y en menor medida en
el léxico» (García Moreno 2006, 23). Esa conservación de formas arcaizantes en la
fonética es crucial para entender por qué «las descripciones tradicionales del judeoes-
pañol hacen hincapié en la manera en que ha mantenido rasgos del español medieval
que han desaparecido de las variedades españolas y americanas» (Penny 2004, 274).
Durante varios siglos las comunidades sefardíes más importantes estuvieron asen-
tadas por la cuenca del Mediterráneo en diversos territorios del Imperio Otomano.
Entre estas comunidades, destacan sobre las demás la de Salónica y la de Esmirna, con
diferencias bastante signifi cativas entre una y otra desde el punto de vista lingüístico
(cf. Quintana 2006). Como ya se ha dicho, estas comunidades, hasta la fundación de la
Alliance Israélite Universelle en 1860, vivían aisladas de lo que estaba ocurriendo en
el resto de Europa, del mismo modo que el resto de Europa desconocía lo que sucedía
dentro de las fronteras del Imperio. A principios del siglo XX comienza a darse una
cierta modernización del Imperio Otomano, próximo ya a su desmembramiento fi nal,
y ese periodo se caracteriza por un mayor aperturismo a todo lo europeo. Es en ese
momento cuando, después de tantos siglos, en la Península se empieza a saber que
los judíos expulsados en 1492 aún hablan español, aunque – según se pensaba, sobre
1 Se puede acceder a gran parte de los artículos de los últimos números de la revista en la siguiente dirección: http://www.aki-yerushalayim.co.il/
2 Para profundizar en la variación lingüística del judeoespañol atendiendo a su distribución geográfi ca, véase la monografía de Quintana 2006.
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todo por la fonética particular del judeoespañol – con las características lingüísticas
propias de la época de los Reyes Católicos, y todavía guardan las llaves de las casas
que habitaron en España. De esta forma, «se fue forjando así el lugar común de que
el judeoespañol era una lengua arcaica y fosilizada […] que se había mantenido prác-
ticamente inalterada desde el lejano siglo XV de la expulsión» (Díaz-Mas 1986, 104).
Más recientemente, la bibliografía especializada en judeoespañol ha desterrado
la idea de una lengua fosilizada y se ha centrado es una descripción más rigurosa,
partiendo de una norma lingüística diferente a la del español peninsular o ameri-
cano, ya que el judesoespañol «ha evolucionado apartado de su cauce, en condiciones
totalmente distintas a las de los demás idiomas hispánicos» (Sala 1965, 175). Como
consecuencia de este hecho, «la selección de variantes se llevó a cabo sin conexión con
lo que ocurría en España y sobre una base distinta» (Penny 2004, 287). Por tanto, no
hay que extrañarse al encontrar formas lingüísticas del español preclásico ya desapa-
recidas, a veces desde hace varios siglos, en el español peninsular, pero perfectamente
conservadas y con plena vigencia en judeoespañol.
Sin embargo, hablar de arcaísmo en judeoespañol supone aplicar un punto de
vista plenamente peninsular (Ariza 2005, 399) y dejar de lado la variación lingüística
que hay intrínseca en toda lengua. Lázaro Carreter (1998, s.v.), como primera acep-
ción recoge en su diccionario que un arcaísmo es “forma lingüística o construcción
anticuadas con relación a un momento dado” y, como segunda acepción, “conserva-
ción de formas lingüísticas o construcciones anticuadas”. Es decir, con arcaísmo se
hace referencia tanto a los elementos lingüísticos conservados como al propio hecho
de conservarlos, pero siempre en relación a un momento determinado. Cuando don
Quijote, en pleno siglo XVII, grita «non fuyades», es una claro arcaísmo cervantino
que trata de reproducir la lengua de los libros de caballerías. No se puede decir lo
mismo cuando en judeoespañol se encuentra alguna característica lingüística propia
del español del siglo XV y ya perdida en el español actual, porque en ese caso el
empleo del término ‘arcaísmo’ no sigue la defi nición propuesta por Lázaro Carreter,
ya que no vendría dado en relación a un momento determinado sino en función de
una situación geográfi ca distinta o de una norma lingüística propia que difi ere del
estándar peninsular. Esos elementos lingüísticos estarían más próximos a los concep-
tos de ‘dialectalismo’ o ‘regionalismo’ que al de ‘arcaísmo’.
3. El continuum romance en judeoespañol
En este apartado me voy a centrar en el análisis de la infl uencia del continuum
romance en cinco palabras extraídas de textos publicados en la revista Aki Yerusha-layim. Al tratarse de textos contemporáneos, se vuelve a poner de manifi esto que el
concepto de ‘arcaísmo’ no resulta apropiado, porque son palabras cotidianas para los
autores de los artículos y las usan sin ningún tipo de consideración arcaizante.
La cinco palabras que, a modo de ejemplo, voy a analizar en este apartado tienen
en común el hecho de que no es posible determinar con claridad cuál es el origen con-
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creto de las mismas, ya que son palabras compartidas por más de una lengua romance
y de ahí la infl uencia del continuum romance en judeoespañol.
Riaño (1998, 233) distribuye en tres grupos el léxico que el judeoespañol no com-
parte con el español estándar peninsular: el primero de ellos es de los rasgos arcaicos
– que no arcaísmos –, donde engloba los términos que eran conocidos en otras épocas
de la historia de la lengua española, pero han desaparecido del estándar en la actuali-
dad; el segundo grupo está compuesto por lo que denomina peculiaridades innovado-
ras, que hace referencia a los nuevos vocablos creados a partir de los mecanismos de
lexicogénesis propios de la lengua; y el último grupo enfatiza el carácter de lengua de
fusión que tiene el judeoespañol al haber incorporado elementos lingüísticos propios
de las lenguas con las que los sefardíes han estado en contacto durante los cinco siglos
de diáspora, es decir, este grupo está compuesto por léxico innovador que no ha sido
creado de forma interna, sino que se ha tomado como préstamo de otra lengua, gene-
ralmente romance – que es en lo que se va a centrar este artículo –, pero también de
otras lenguas no romances como el turco y el hebreo.
Teniendo en mente esta clasifi cación del léxico judeoespañol, voy a comenzar el
análisis de las palabras que he seleccionado y, como se podrá comprobar, estos cinco
vocablos están a medio camino entre lo que Riaño clasifi ca como rasgos arcaicos del
español, porque han desaparecido del estándar peninsular, y los préstamos léxicos, en
estos casos, vocablos tomados de lenguas romances.
3.1. Malagrado (ke)
Malgrado aparece en la revista como preposición:
(1) Malgrado todos los esforsos ke izo, su kampanya no logro el apoyo nesesario de parte de los
faktores governamentales espanyoles i no fue echo nada de konkreto para la realizasion de
sus proyektos. (Aki Yerushalayim 78, 2005)
Y, asimismo, con mucha más frecuencia se documenta como conjunción conce-
siva, ocupando el puesto que aunque tiene en el español estándar:
(2) Este, mos fue eksplikado por la Sra Mizrahi, es un aspekto muy importante del programa
de lavoro del Fondo siendo ke, malgrado ke la komunidad djudia de Makedonia konta agora
apenas 200 personas, i ke solo un chiko numero de entre eyas konosen el ladino, todos reko-
nosen ke esta lengua es un faktor muy importante de la istoria de esta komunidad i kale azer
un grande esforso para mantener su rekuerdo i enkorajar djovenes estudiantes a estudiar i
investigar sus partikularidades. (Aki Yerushalayim 86, 2009)
En la historia de la lengua española, aunque no es una forma muy frecuente, el
CORDE ofrece un total de 33 casos en 30 documentos. He aquí algunos de esos
ejemplos:
(3) malgrado a las befas de la gent’ moriscada (CORDE: Berceo, Vida de San Millán, ca. 1230)
(4) fazian leyes con fuego & con fi erro a (l) malgrado de aquellos qui contrastauan (CORDE:
Juan Fernández de Heredia, Traducción de Vidas paralelas de Plutarco II, 1379 - 1384)
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(5) ¡oh, cómo los animas, enmendados / y, malgrado del tiempo, los mejoras! (CORDE: Pedro de
Espinosa, Poesías, 1590 - 1650)
(6) donde malgrado la severa vigilancia de V. A., la liviandad, el ocio, la miseria, la infame seduc-
ción ofrecen sin cesar al vicio nuevas y nuevas víctimas; (CORDE: Juan Meléndez Valdés,
Discursos forenses, 1791 - 1809)
Esta selección de ejemplos, ordenados cronológicamente, da cuenta de un inci-
piente proceso de gramaticalización que nunca llegó a culminarse, como pone de
relieve especialmente el ejemplo (4), donde malgrado es plenamente un sustantivo.
Resulta llamativo el hecho de que malgrado no se documenta como conjunción,
según se veía en el ejemplo (2), sino que solo aparece como preposición. Asimismo, hay
que destacar que en los dos ejemplos medievales – que son los más relevantes para el
estudio del léxico judeoespañol, ya que son previos a la expulsión de los judíos en 1492
– malgrado aparece como preposición impropia o locución prepositiva apoyándose en
a o en de, de nuevo marcando un proceso de gramaticalización iniciado pero no com-
pletado, porque no llega a ser una preposición plena como en (1). Sí tiene este uso, sin
embargo, en el ejemplo (6), muy tardío, de fi nales del XVIII o principios del XIX, y
tan poco frecuente en la historia del español que hay que considerar que se trata de un
préstamo, posiblemente tomado, en este caso, del francés, debido a la gran infl uencia
de la lengua francesa durante el siglo XVIII, aunque también es atribuible al italiano.
Así pues, el uso preposicional de malgrado, incluso en los escasos ejemplos que
ofrece el CORDE se puede atribuir a la infl uencia francesa o italiana. En el caso del
judeoespañol también se puede hablar de un préstamo tomado del francés o del ita-
liano. Y este préstamo está perfectamente adaptado, a diferencia de lo que ocurre en
el español peninsular, donde resulta una construcción forzada.
En lo que respecta a la preposición malgrado del judeoespañol (1), se observa un
uso semejante al del francés malgré y el italiano malgrado. Como conjunción, mal-
grado ke también tiene paralelos en las otras lenguas romances, malgré que y mal-grado che. Por tanto, se puede afi rmar que estas construcciones no documentadas en
español medieval son un préstamo de una u otra lengua romance. En principio, parece
más verosímil que el préstamo provenga del italiano, ya que malgrado es de uso gene-
ral en esa lengua, mientras que malgré tiene en francés un uso más limitado y hay otras
conjunciones con valor concesivo que son de uso más frecuente que malgré que.
Lo más destacado de este ejemplo es comprobar que hay un proceso de grama-
ticalización común a varias lenguas romances, pero dicho proceso en español quedó
frenado y no llegó a completarse, por lo que el CORDE solo documenta, de forma
escasa, estadios intermedios, mientras que en francés y en italiano el proceso llegó a
completarse y a día de hoy, especialmente en italiano, malgrado es la forma más fre-
cuente de expresar la concesividad. En el caso del judeoespañol se observa que, por su
particular proceso histórico de formación, alejado de lo que ocurría en la Península,
el mismo proceso de gramaticalización que en el español peninsular quedó frenado,
en judeoespañol se vio reforzado hasta el punto de quedar generalizado. No se puede
hablar, por tanto, de un préstamo lingüístico – ni tan siquiera de un calco semántico,
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puesto que ya el español medieval documenta el valor concesivo – sino de un refuerzo
al proceso de gramaticalización ejercido por la infl uencia del continuum romance.
3.2. Agro, -a
La forma estándar del adjetivo agrio, -a es totalmente desconocida en la revista
Aki Yerushalayim. En su lugar aparece sistemáticamente la forma agro, -a (tanto si se
habla del sabor como si se usa de forma metafórica):
(7) En los ultimos anyos vimos a politikos, profesores, investigadores i uzuarios diskutir i partisi-
par en agras polemikas sovre la ortografi a de la lengua sefaradi. (Aki Yerushalayim 79, 2006)
En el DCECH (s.v. agrio) se recoge que «la forma antigua agro fué normal hasta
el S. XVII (Lope, Tirso, Quevedo, Rojas Zorrilla)» y establece la primera documen-
tación de agrio en el siglo XVI. Sin embargo, en el CORDE ya se documenta agrio a
fi nales del siglo XV, pero todo indica que todavía en el momento en que se produce
la expulsión de los judíos la forma agro aparece con mucha más frecuencia que agrio,
que poco a poco va ganándole terreno a la forma etimológica.
Así pues, cuando los sefardíes marchan al exilio a fi nales del siglo XV, las formas
agro y agrio, según muestran los datos del CORDE, coexisten, con predominio de
la primera pero, habiéndose iniciado un claro proceso de cambio por la epéntesis de
esa vocal antietimológica. Ese proceso en la Península termina con el predominio de
la forma agrio y agro queda totalmente olvidado. Sin embargo, como ya se ha dicho,
en judeoespañol los cambios lingüísticos que estaban en marcha en el momento de
la expulsión siguen una evolución paralela, no siempre coincidente con lo que ocurre
en la Península. En el caso de agro, de nuevo se puede aducir en el resultado fi nal la
infl uencia directa del italiano agro. Por tanto, tampoco agro es un préstamo, puesto
que se trata de una forma que ya conocía el judeoespañol, sino que la raíz compartida
entre las lenguas romances infl uye en la forma defi nitiva que quedó estandarizada en
judeoespañol.
3.3. Enshaguar
La forma enshaguar, más próxima a su etimología –e ste vocablo está formado
sobre la palabra agua –, es que la aparece de forma generalizada en judeoespañol en
detrimento de la forma del español estándar enjuagar:
(8) Mundar i enshaguar bien las sevoyas, azer una kortadura en kada sevoya de ariva para
abasho, meter a abafar en “bain-marie” 30 minutos. (Aki Yerushalayim 47, 1993)
El DRAE, en su última edición, también recoge la voz enjaguar y no tiene ningún
tipo de marca de dialectal o desusado, pero remite a enjuagar, la que se considera
forma estándar.
En el DCECH (s. v. enjuagar) se dice que este vocablo proviene «del antiguo y
dialectal enxaguar, y éste del lat. vg. *EXAQUARE ‘lavar con agua’» y fi ja la primera
documentación en 1475. Asimismo, destaca que todavía se mantienen en Asturias las
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formas enxaguar y xaguar y – como dato que resulta de especial interés para este
trabajo – «es hermano del port. enxaguar ‘lavar ligeramente’», por lo que de nuevo se
hace patente la infl uencia del continuum romance, en este caso proveniente de lenguas
peninsulares distintas a la base castellana que sustenta el léxico del judeoespañol.
La búsqueda en CORDE da como resultado 89 casos en 26 documentos, un número
relativamente bajo. De entre estos casos, he seleccionados los siguientes ejemplos:
(9) Et porque la caua yua enxaguando de las aguas que auia fecho et el Rey posaua redrado,
mudo su posada acerca de la ciudat, do antes posaua don Pedro de Castro. (CORDE: Juan
Fernández de Heredia, Gran crónica de España III, 1376 - a. 1391)
(10) E fi zo diez aguamaniles e puso çinco al diestro e çinco al siniestro para lauar conellos los
que fazian el alsaçion e enxaguauan conellos e el alberca para lauarse los saçerdotes enella.
(CORDE: Anónimo, Biblia ladinada I-i-3, ca. 1400)
(11) ke laves tus manos fasta ke esten linpiyas despues enxaguaras tu boka teres vezes iy enxa-
guaras tus nariçes teres vezes i lavaras tu kara teres vezes (CORDE: Anónimo, Tratado jurídico. BNM 4987, ca. 1440 - ca. 1460)
(12) Hazed una decoçión de vino blanco y raíz d’esquiriola. Y enxaguaos la boca con ella y no
os dolerán los dientes. (CORDE: Anónimo, Manual de mugeres en el qual se contienen muchas y diversas reçeutas muy buenas, a 1525)
El ejemplo (9) es la primera documentación que da el CORDE de este verbo,
pero son, sin duda más interesantes los otros tres ejemplos que he seleccionado, que
tienen en común ser anónimos. El ejemplo (10) pertenece a una Biblia ladinada, por
lo que la vinculación entre los judíos y este texto queda patente. Hay que tener en
consideración que cuando parten al exilio muchos judíos llevan consigo traducciones
de la Biblia y ese es el modelo lingüístico escrito de la lengua romance que llevan al
extranjero. Estos modelos literarios infl uyen enormemente en la confi guración de la
nueva norma lingüística, fuera de las fronteras peninsulares y sin contacto con los
cambios que la lengua española estaba experimentando dentro de la Península. Los
ejemplos (11) y (12) son también textos anónimos, un tratado en aljamía árabe y un
manual para mujeres, respectivamente. Este tipo de literatura sapiencial también era
muy cultivada entre los judíos y, por tanto, podría llegarse a aventurar alguna suerte
de infl uencia que, evidentemente, no puede ser comprobada, sino solo planteada.
A modo de resumen, la forma enxaguar está presente en el español medieval, aun-
que no sea especialmente frecuente, y también se conserva en la actualidad, según el
DRAE. Es importarte remarcar también la distribución dialectal de este vocablo, ya
que se mantiene tanto en portugués como en zonas de Asturias, por lo que se podría
hablar de un occidentalismo mantenido o, mejor dicho, estandarizado en judeoespa-
ñol gracias, una vez más, a la infl uencia ejercida por otros romances durante su etapa
de koineización y formación léxica.
3.4. Agora
La revista Aki Yerushalayim no conoce tampoco la forma ahora, sino que agora es
la forma general. Al ser una palabra de uso tan frecuente, se pueden extraer decenas
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de ejemplos de la revista, pero me limitaré a ejemplifi car este vocablo con un frag-
mento del número 1 de la revista, publicado en 1979, para que se aprecie que es una
palabra que se encuentra desde los inicios de esta publicación:
(13) Solo ke por razones sovre las kualas no mos detadraremos agora, ya son unos kuantos anios
ke la kreasion poetika en djudeo-espaniol menguo, i se puede mizmo dizir ke kaje despare-
sio enteramente. (Aki Yerushalayim 1, 1979)
Agora en el CORDE genera más de cincuenta mil resultados, hecho que no es
de extrañar porque se trata de la forma dominante durante todo la Edad Media y
también es la más general en los Siglos de Oro, si bien es cierto que ahora aparece
también incluso en textos medievales, aunque en principio con menos frecuencia.
Por otra parte, aunque con el paso de los siglos en español agora va cediendo terreno
frente a la forma ahora, todavía en el CREA se recogen 90 casos en 55 documentos. El
número es bastante reducido y por lo general son textos de marcado carácter dialectal,
pero da cuenta de cierta continuidad en español, aunque no en el estándar.
Y de nuevo hay que comentar que agora es la forma estándar del portugués y – al
igual que ocurría en el caso de enxaguar – el infl ujo luso en judeoespañol pudo con-
dicionar también la selección de la forma no predominante en el español estándar.
3.5. Safanoria
Por último, en las recetas sefardíes que aparecen en la revista siempre fi gura la
palabra safanoria en lugar de zanahoria:
(14) Mundar las safanorias i las patatas i kortarlas en kubos no muy chikos. (Aki Yerushalayim,
53, 1996)
La forma safanoria está más próxima a su étimo árabe, ya que, según el DRAE (s.
v. zanahoria) viene «del ár. hisp. *safunnárya».
La búsqueda en el CORDE no arroja apenas resultados y lo poco que ofrece es el
título de dos recetas que fi guran en un libro de cocina:
(15) De tortada de çahanoria, pág. 140. De çahanorias rellenas, pág. 141. (CORDE: Domingo
Hernández de Maceras, Libro del arte de cozina, 1607).
El DCECH (s.v. zanahoria) constata esta forma en judeoespañol y también en
catalán meridional, safanòria. Así pues, en la conservación de la forma etimológica ha
infl uido otro romance península como es el catalán, es este caso de la zona oriental.
4. Conclusiones
A lo largo de estas líneas, como punto de partida ha quedado demostrado que
el judeoespañol no puede caracterizarse por su arcaísmo, puesto que ese concepto
debe basarse en criterios temporales y en no en una perspectiva geográfi ca donde
predomine una norma lingüística estándar sobre otras variedades. El judeoespañol se
formó en el exilio, alejado de los cambios lingüísticos que se estaban produciendo en
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la Península y, lo que es más importante, los sefardíes fueron expulsados a fi nales del
siglo XV, fecha en la que se había iniciado un gran número de procesos conducentes
a cambios lingüísticos que no culminarán hasta los siglos posteriores. Esta vacilación
lingüística es la que se llevan los sefardíes al exilio y es allí donde confi guran una
nueva norma lingüística donde estandarizan en ocasiones elementos léxicos que el
español peninsular rechaza de su norma.
En la selección de variantes cada norma lingüística opta por ciertas características
en detrimento de otras, que quedan relegadas al ámbito de lo dialectal o regional. En
el caso concreto del judeoespañol, a la ausencia de contacto con la norma lingüística
de la Península hay que sumarle un contacto continuo con otras lenguas romances,
algunas de ellas peninsulares, pero otras de fuera de esas fronteras, como el francés
y el italiano. El continuum léxico romance propicia que haya muchos vocablos com-
partidos por dos o más lenguas, puesto que el latín está en la base de todas. A pesar
de que el español es la base lingüística del judeoespañol, en el proceso de koineiza-
ción y estandarización llevado a cabo en el exilio también participaron otras lenguas
romances que infl uyeron mucho en los casos de vacilación, en ocasiones frenando
ciertos procesos de cambios lingüísticos y, otras veces, acelerando o propiciando cier-
tos cambios que, aunque ya iniciados en la Península, no tuvieron continuidad en la
norma estándar, pero sí se llegaron a generalizar en judeoespañol.
Así pues, hay que destacar que la infl uencia del continuum romance en la forma-
ción léxica del judeoespañol es un fenómeno de muy difícil catalogación, si se atiende
a los criterios postulados por la lexicología histórica. La difi cultad radica en la pecu-
liar situación histórica de los sefardíes, un pueblo expulsado que lleva consigo su len-
gua a territorios, a veces, ocupados por otras lenguas romances. Este hecho hace
imposible que se pueda hablar de préstamos lingüísticos – que los hay, y muchos, en
judeoespañol, pero no son los casos que he expuesto en la sección anterior –, ya que
no se corresponden con la introducción de nuevo léxico en la lengua, ni tampoco es
posible considerarlos como calcos semánticos, es decir, unidades que ya posee una
lengua determinada y que adquieren un nuevo signifi cado por la infl uencia de otra
lengua, ya que esos signifi cados, como también ha quedado expuesto previamente,
ya se documentaban en español medieval. Por tanto, para ser precisos habría que
decir que el continuum romance sirvió en judeoespañol de refuerzo para consolidar
o abandonar ciertos cambios lingüísticos cuyo origen se remontan a la época previa
a la expulsión de los judíos. Esta infl uencia de refuerzo propiciada por otras lenguas
romances al judeoespañol podría ser entendida, en parte, como el intento de los sefar
díes de crear un modelo lingüístico estándar y prestigiado que, por razones históricas,
no podía corresponderse, como debería, con el español peninsular.
En estas páginas he puesto solo algunos ejemplo, lo más variados posibles, de la
infl uencia que el continuum romance ejerció en la formación léxica del judeoespañol
pero, sin lugar a dudas, este trabajo podría ampliarse enormemente, ya que es una
línea de investigación muy productiva de la que solo he pretendido dar una muestra.
La lista de vocablos que he desarrollado en este trabajo se puede ampliar fácilmente
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realizando más búsquedas en la historia del español de las palabras que, de forma
errónea, han sido tildadas de arcaísmos, puesto que no lo son. Esta lista de vocablos
puede ampliarse, por un lado, consultando más textos de la revista Aki Yerushalayim,
pero, por otra parte, sería mucho más interesante ampliarla por medios de textos
escritos en judeoespañol en distintas épocas y en distintos lugares geográfi cos, porque
solo así se podría completar un mapa lingüístico que determinara la mayor o menor
infl uencia de las distintas lenguas romances sobre las diversas – y dispersas – comuni-
dades sefardíes que han hablado y hablan el judeoespañol.
Universidad de Sevilla Cristóbal José ÁLVAREZ LÓPEZ
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Les emprunts lexicaux roumains au français : Approche
du micro-champ lexical des meubles [pour s’asseoir]
1. Introduction
Le processus de réception et d’assimilation des éléments lexicaux occidentaux,
notamment romans, s’est avéré un phénomène complexe et souvent controversé, mais
impérieusement nécessaire pour la constitution du lexique de la langue roumaine
moderne. Ce sont en tout premier lieu les mots d’origine française qui ont joué un
rôle fondamental pour l’achèvement du caractère moderne du roumain littéraire. Ils
sont entrés dans cette langue à partir de la fi n du XVIIIe siècle, recouvrant donc une
longue période en diachronie, et ce processus se poursuit de nos jours aussi.
L’insertion des termes néologiques d’origine française dans le lexique du roumain
a été faite dans les domaines les plus variés de l’activité humaine, contribuant ainsi à
la redéfi nition de la physionomie lexicale du roumain, en tant que langue néo latine.
En nous référant strictement au domaine du mobilier, on remarque que les mots
qui désignent les meubles ‘fondamentaux’ : pat « lit », masă « table », scaun « chaise »,
dulap « armoire » ne sont pas des emprunts au français, mais des mots appartenant
au fonds héréditaire (masă < lat. mensa et scaun < lat. scamnum), ou bien des mots
représentant des emprunts plus anciens (pat, avec une origine obscure – du néogrec,
mais on a proposé aussi une étymologie latine, et dulap, emprunté au turc).
Les autres mots désignant des pièces de meuble sont, pour la plupart, des emprunts
au français : balansoar (< fr. balançoire), bibliotecă (< fr. bibliothèque), birou (< fr. bureau), bufet (< fr. buffet), canapea (< fr. canapé), comodă (< fr. commode), dormeză (< fr. dormeuse), etajeră (< fr. étagère), fotoliu (< fr. fauteuil), garderob (< fr. garde-robe), gheridon (< fr. guéridon), servantă (< fr. servante), şezlong (< fr. chaise longue), şifonier (< fr. chiffonnier), taburet (< fr. tabouret), vitrină
(< fr. vitrine), etc.
Nous avons envisagé dans la présente étude de faire l’analyse complexe de
quelques lexèmes porteurs du sens générique « siège », défi ni comme « objet fabriqué, meuble disposé pour qu’on puisse s’y asseoir » (NPR). Ces lexèmes constituent le macro-
système des meubles [+siège], formé à son tour de microsystèmes, en fonction des
traits défi nitoires considérés :
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(i) [pour s’asseoir] / [pour dormir] ;
(ii) [pour une personne] / [pour plusieurs personnes].
Dans cette comm unication nous traiterons uniquement du champ sémantique
(lexical et conceptuel) des lexèmes marqués par le trait défi nitoire [pour s’asseoir] : fr.
banc / roum. bancă, fr. banquette / roum. banchetă, fr. chaise longue / roum. şezlong,
fr. fauteuil / roum. fotoliu, fr. pouf / roum. puf, fr. strapontin / roum. strapontină, fr.
tabouret / roum. taburet.
Plus précisément, l’analyse que nous proposons porte sur trois points principaux :
(i) la description lexicographique des lexèmes qui appartiennent au micro-champ précisé
ci-dessus ;
(ii) l’analyse sémantique comparative de ces lexèmes ;
(iii) la corrélation entre la description linguistique et la réalité extralinguistique (par l’analyse
de l’évolution des référents à travers le temps).
Notre démarche est fondée, en principal, sur l’analyse des traits sémiques que
nous avons considérés comme pertinents pour la défi nition du sens global de chaque
lexème, ce qui permet la différenciation entre les référents et, par voie de consé-
quence, entre leurs dénominations.
2. Analyse du micro-champ lexical des meubles [pour s’asseoir]
Pour la description lexicographique que nous proposons, les sens français sont don-
nés, en général, d’après le TLFi, complété avec les dictionnaires GRLF, GLLF et le
Littré ; les sens roumains, d’après le DA / DLR, le DEX et le DN. Pour diverses préci-
sions sur les emplois actuels, nous avons utilisé aussi d’autres sources, comme les sites
Internet. L’analyse est fondée sur le sens fondamental et actuel, enregistré dans les
dictionnaires consultés, mais nous partirons des acceptions antérieures, en commen-
çant par le sens étymologique. Nous prendrons aussi en considération les mutations
subies à travers le temps, toujours accompagnées de changements radicaux des réfé-
rents, qui voient modifi er leur forme, les éléments composants et même la destination.
2.1. Sièges pour une personne
2.1.1. fr. tabouret / roum. taburet
Le fr. tabouret est un dérivé par suffi xation (-et) de tabour, forme ancienne de tam-bour. Cette étymologie est, sans doute, due à la ressemblance entre les deux référents.
Le mot est attesté, selon le TLFi, en 1525, déjà avec son sens actuel : « siège pour une
personne, à trois ou quatre pieds, sans bras ni dossier ».
Quant à sa forme, le tabouret est généralement rond, mais aussi carré ou cylin-
drique (cf. GRLF). La matière de fabrication est rigide : tabouret en bois (cf. esca-beau), tabouret en acier, en fer forgé, mais ce n’est pas une caractéristique générale
pour les différents modèles existants : tabouret paillé, en cuir (Ibid.).
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Pour désigner divers types de tabourets du point de vue de leur fonctionnalité,
le français dispose d’une riche série de collocations : tabouret de bar / de bureau / de cuisine / de jardin / de piano / de pieds / de salle de bains, etc.
Leurs référents présentent certaines caractéristiques supplémentaires par
rapport au tabouret ‘traditionnel’, comme par exemple : [+réglable], dans le cas de
tabouret de piano, ou bien [+haut], pour les tabourets de bar (cf. les expressions
monter / grimper / être juché sur un tabouret), se différenciant ainsi des tabourets
‘ordinaires’ (surtout les tabourets de cuisine). En outre, le tabouret de bar, pour
raisons de commodité, est parfois pourvu d’un dossier, ce qui l’oppose au tabouret,
pris dans l’acception courante, et qui est celle de « siège sans dossier » (voir ‹www.
leguide.com/tabourets_de_bar.htm›). Dans tabouret de pied(s) (« petit support où l’on
pose les pieds, lorsqu’on est assis », in GRLF), on enregistre le changement du sème
générique : [pour s’asseoir] [pour reposer les pieds] ; il y a donc une modifi cation de
la fonctionnalité de l’objet.
Les sièges communément appelés tabourets subissent de nos jours toutes sortes de
mutations, telles qu’indiquées sur divers sites Internet, ce qui conduit à une grande
diversité de formes, de hauteurs ou d’utilisations.
Le roum. taburet est un emprunt au fr. tabouret, étant également attesté sous la
forme taburel, par changement de suffi xe (CDER). Il a conservé les sens de l’étymon
français, y compris son sens spécialisé, dans taburet de pian (« tabouret de piano »).
En interrogeant les sites Internet, il semble que l’occurrence la plus répandue du
lexème en question soit taburet de bucătărie (« tabouret de cuisine ». À mentionner
aussi que pour taburet de bar (« tabouret de bar »), l’offre sur Internet est très géné-
reuse, comprenant des sièges d’une grande diversité de formes (à trois ou à quatre
pieds, de hauteurs différentes, réglables ou non, avec ou sans dossier, même sans
pieds, ce qui ramène le tabouret à ce qu’on appelle traditionnellement un puf, etc.).
Les champs sémiques des deux lexèmes en question : fr. tabouret et roum. tabu-ret sont, comme on le voit, quasiment identiques, comportant les traits suivants : [sur
pieds], [sans dossier], [sans accoudoirs], [de forme ronde ou carrée] et [en matière
(en général) rigide]. Il s’y agit de la défi nition du tabouret ‘traditionnel’, car, comme
l’attestent les sites spécialisés dans la vente des meubles, ces traits se modifi ent subs-
tantiellement dans le cas des mots désignant des tabourets modernes, spécialisés pour
différents emplois.
2.1.2. fr. pouf / roum. puf
Le fr. pouf est défi ni comme : 1. « tabouret bas, capitonné, sans bois apparent,
pour une ou plusieurs personnes » ; 2. « gros coussin posé sur le sol » (TLFi). La pre-mière acception est qualifi ée par le GRLF de vieillie, malgré son utilisation courante, à côté de la deuxième.
Le nom provient d’une onomatopée, pouf !, évoquant la chute (1458). Deux siècles
plus tard, il est attesté comme adjectif invariable, dans le domaine technique : grès,
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marbres, pierres pouf, c’est-à-dire « qui se délitent facilement, qui s’effritent quand on
les travaille » (GRLF).
Comme nom, pouf est d’abord un terme appartenant au domaine de la mode, avec
diverses acceptions : sorte de « bonnet de femme » (XVIIIe siècle) (GRLF), « coif-
fure de femme » (Littré), pour acquérir ultérieurement, par extension, l’acception de
« tournure qui faisait bouffer la jupe ou la robe par derrière » (1871, GRLF).
Le pouf, tout comme le tabouret, peut être aussi l’accessoire d’un fauteuil ou d’un
canapé, utilisé pour allonger les pieds à la même hauteur que le siège.
Ce mot n’est entré en roumain qu’avec les acceptions du domaine de l’ameublement :
« sorte de tabouret ou de coussin capitonné ou en plastique, rempli d’air » (DEX).
Le pouf est aujourd’hui un meuble moderne, en vogue surtout dans les chambres
pour les adolescents, qui préfèrent ce type de siège pour sa commodité et sa fonction-
nalité, pouvant servir de tabouret (pour une personne), de canapé (pour plusieurs
personnes) ou de siège d’appoint. Les catalogues de mobilier offrent un grand choix
de poufs de diverses formes (cylindriques, carrés), se présentant comme des matelas
ou bien des coussins.
2.1.3. fr. strapontin / roum. strapontină
Dans le même micro-champ, on retrouve le fr. strapontin, mot qui vient de l’it.
strapontino, de strapunto « matelas ». Sa première acception est celle de « petit siège
que l’on met sur le devant ou aux portières d’un carrosse » (1666, in TLFi). Ulté-
rieurement, elle connaît une extension pour d’autres véhicules, surtout de transport
en commun, et pour les salles de spectacles, désignant les sièges d’appoint servant à
augmenter le nombre de places assises.
Le mot français a connu aussi des acceptions, aujourd’hui disparues de l’usage,
dans le domaine de la marine : « matelas placé sur une couchette de bord et main-
tenue par une planche à coulisse et qui, serré le jour dans un caisson, était un lit
d’appoint » et dans celui de la mode : « coussinet que les femmes attachaient au bas
du dos pour faire bouffer leur robe, suivant la mode des années 1883 à 1889 » (TLFi).
Tout comme dans le cas de pouf, strapontin acquiert le dernier sens par une analogie
entre la forme du siège et celle du coussinet.
Le roum. strapontină a remplacé la forme initiale strapontin et a une étymologie
multiple (du français et de l’italien, cf. DLR). Son unique acception est celle de « siège
repliable dans les véhicules et les salles de spectacles » (DEX). Il s’agit donc d’une
conservation partielle de sens, car le roumain ne garde que l’acception fondamentale
de « siège », les sens vieillis du français étant déjà sortis de l’usage au moment où le
mot a été emprunté.
Le trait [+repliable] des mots fr. strapontin / roum. strapontină est différenciateur
par rapport à tous les autres lexèmes du micro-champ lexical des meubles [pour s’as-
seoir].
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2.1.4. fr. fauteuil / roum. fotoliu
Le fr. fauteuil est un mot ancien, venant de l’a.b. frq. *faldistôl, proprement « siège
pliant », attesté déjà dans Roland (cf. TLFi). Le sens usuel du mot est « siège à dossier,
généralement à bras, pour une personne, et dans lequel on est assis confortablement »
(Ibid.).
La matière de fabrication est en principe non rigide (cf. fauteuil de velours / de damas / de cretonne / de cuir / de moleskine / de paille), mais pas forcément (cf. fauteuil de bois sculpté / d’osier / canné ou même fauteuil de jardin en fer) ; à noter cependant
que ces derniers sont des représentants moins prototypiques de la catégorie des fau-
teuils.
On se doit de préciser qu’à notre époque cet objet de mobilier connaît une évo-
lution spectaculaire, car les fauteuils conçus par les designers contemporains ne
ressemblent point à leurs ancêtres : vifs en couleurs, de formes bizarres (en œuf, en
boule, en cocon, en coquille, etc.), il est diffi cile d’y reconnaître un ‘vrai’ fauteuil,
en conformité avec la défi nition ci-dessus (par exemple ‹www.leblogdeco.fr/tag-deco/
fauteuil›).
Le mot fauteuil (surtout quand il fi gure dans des collocations) présente des sens
spécialisés, en accord avec ses usages particuliers, tels que les fauteuils de coiffeur / de bureau / de dentiste / de malade. De même, le fauteuil de poste (ou trémoussoir)
est « une sorte de machine par le moyen de laquelle on fait un exercice utile à la santé
sans sortir de sa chambre » (Littré) ; cette lexie est aujourd’hui tombée en désuétude.
Pour désigner un référent similaire, on dit plutôt fauteuil à bascule (v. berceuse, roc-king-chair, in GRLF). Le sens du mot enregistre dans tous ces cas une restriction, par
spécialisation.
Notons aussi quelques évolutions sémantiques intéressantes. Par métonymie, fau-teuil d’orchestre / de balcon désigne la place dans une salle de spectacle, située en
avant du parterre. Pris dans un sens fi guré, mais toujours métonymique, fauteuil (sur-
tout fauteuil présidentiel ou de président) signifi e « titre, charge, place dans une assem-
blée », ce qui explique les expressions siéger au fauteuil, occuper le fauteuil (« prési-
der »), monter au fauteuil, céder le fauteuil à un autre. En particulier, avec référence à
l’Académie française, fauteuil désigne le titre d’académicien (cf. briguer un fauteuil, être élu au fauteuil de…; présenter sa candidature au fauteuil vacant).
En revenant au sens propre de « siège », caractéristique pour le mot analysé, dès
ses premières attestations, il faut mentionner que celui-ci s’enrichit, quand il fi gure
dans les mots composés fauteuil-lit, fauteuil extensible, d’un nouveau sème : [pour
dormir] (à côté de celui de départ : [pour s’asseoir]). Le mot fait ainsi le passage entre
les deux classes établies au début : meubles [pour dormir], dont l’archilexème est lit et
meubles [pour s’asseoir] avec l’archilexème chaise.
Le mot roumain fotoliu vient du fr. fauteuil, avec adaptation phonétique et gra-
phique, présentant aussi une forme ‘roumanisée’ fotel, aujourd’hui tombée en désué-
tude (cf. DLR). Le DEX renvoie aussi à une forme du pol. fotel. Ses défi nitions lexico-
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graphiques se superposent sur celles qu’offrent les dictionnaires du français : « grande
chaise, d’habitude capitonnée, avec dossier et accoudoirs » (DLR, DLRC, DEX, etc.).
Il est intéressant de constater que le mot roumain présente non seulement le sens
de base de son étymon français, mais aussi toutes les évolutions sémantiques indi-
quées plus haut, ce qui peut être l’effet de l’emprunt, mais aussi celui d’évolutions
indépendantes (il est diffi cile de le préciser, en l’absence de dictionnaires roumains
indiquant les dates d’attestation pour les différentes acceptions d’un mot). Quoi qu’il
en soit, fotoliu a le sens de « place dans une salle de spectacles », apparaît dans les
syntagmes fotoliu academic / ministerial / prezidenţial, en désignant, comme en fran-
çais, la dignité qui s’identifi e au fauteuil occupé. Même l’adjonction du sème [pour
dormir] est réalisée dans fotoliu-pat « fauteuil extensible qui peut devenir lit » (DEX).
On peut noter l’évolution assez spectaculaire des objets nommés communément
fauteuil / fotoliu (sur les sites de publicité), et pour lesquels les défi nitions lexicogra-
phiques indiquées supra ne s’appliquent qu’avec grand-peine. De même, il est à noter
les évolutions sémantiques de divers types (spécialisations, passages métonymiques,
emplois fi gurés) qu’ont subies les deux lexèmes.
2.1.5. fr. chaise longue / roum. şezlong
Le fr. chaise longue est un mot composé, analysable, attesté en 1710 chez Saint-
Simon. Le sens indiqué par les dictionnaires est : « siège à dossier et parfois pliant sur
lequel on peut allonger les jambes » (TLFi).
Tout comme on l’a d’ailleurs fait remarquer pour les autres termes appartenant
au même micro-champ, il nous semble intéressant d’observer l’évolution du référent
à partir de son apparition jusqu’à nos jours et, par voie de conséquence, du métasé-
mème du mot en question.
Ainsi, pour illustrer l’objet appelé chaise longue, les gravures de l’époque (XVIIIe
et XIXe siècles) montrent un meuble de salon assez somptueux, large et confortable,
en bois et en étoffe, sur pieds et avec des annexes (appuie-tête, coussins, etc.). En pas-
sant par la chaise longue classique (un siège fi xe ou pliant, consistant dans une toile
fi xée sur un cadre fi xe en bois ou métallique et muni d’un appui pour les jambes), on
arrive aux meubles modernes, car les chaises longues continuent leur évolution. Vu
la multitude des modèles, elles sortent dans le jardin, sur la plage, etc., devenant, par
exemple, des lits de plage (cf. ‹www.lachaiselongue.fr›).
Le mot jouit aujourd’hui d’une certaine faveur en France, étant utilisé comme
nom de restaurants, de sites internent où l’on vend des produits insolites (‹www.
lachaiselongue.fr›). Par glissement métaphorique, chaise longue désigne un plateau
de cuisine, de fromage, de lit.
Le roum. şezlong, devenu mot simple, a perdu la motivation linguistique qui exis-
tait dans le cas de l’étymon français (processus analogue à celui que l’on enregistre
pour abajur, portmoneu, garderob, etc.). Il entre dans la langue avec le sens usuel du
mot, à savoir « chaise pliante formée d’un squelette de bois ou métallique garni de
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tissu d’ameublement et dont le dossier peut s’incliner au gré de l’utilisateur » (DEX).
C’est avec cette acception que le mot est présent dans la conscience des locuteurs
roumains, et c’est à peu près la même défi nition lexicographique qu’en donnent aussi
les autres dictionnaires, explicatifs ou de néologismes. Les anciennes variantes ren-
voyant aux chaises longues de salon ne sont pas connues dans l’espace civilisationnel
roumain, le mot ayant été emprunté quand la mode de ce type de meubles était déjà
passée en France. Mais, chose notable, une fois entré en roumain, le mot s’enrichit
de nouvelles acceptions, opération parallèle aux mutations subies par les référents et
justifi ée par cela même.
Les chaises longues modernes sont loin de l’image prototypique que les locuteurs
ont de cet objet, étant de conceptions bien diverses, avec des designs ergonomiques,
ressemblant tantôt à des lits de plage, se voyant tantôt réduites à un simple cadre
rabattable en métal ou en plastique (‹www.clubafaceri.ro/39259/sezlong-plaja-1305115.
html›).
2.1.6. Quelques conclusions sur le micro-champ des sièges [pour une personne]
Dans le micro-champ des sièges [pour une personne], nous avons regroupé cinq
lexèmes : fr. tabouret / roum. taburet, fr. strapontin / roum. strapontină, fr. pouf / roum.
puf, fr. fauteuil / roum. fotoliu et fr. chaise longue / roum. şezlong. Pour défi nir leur
contenu sémantique, nous avons pris en considération des traits sémiques communs
pour tous les lexèmes envisagés, mais également des traits spécifi ques, à caractère
distinctif.
Font partie de la première catégorie des traits sémiques visant les éléments consti-
tutifs ([sur pieds], [avec dossier], [avec accoudoirs]), les traits physiques (forme, hau-
teur) et la matière de fabrication [±rigide]. Les autres traits sont, par excellence, spé-
cifi ques : [+repliable] (pour strapontin), [+pliant] (pour chaise longue) ou [+réglable]
(pour certains types de tabourets), mais les traits communs peuvent devenir, en
l’occurrence, différenciateurs pour tous les lexèmes du micro-champ envisagé : [sans
pieds] (pour pouf et strapontin), [sans dossier] et [sans accoudoirs] (pour tabouret, pouf et strapontin), [+bas] (pour pouf et strapontin), [+haut] (pour certains types de
tabourets).
Parmi ces meubles, le tabouret et le fauteuil sont les plus anciens et, en même
temps, les plus répandus de nos jours, ce qui s’explique par leur caractère multifonc-
tionnel.
2.2. Sièges pour plusieurs personnes
2.2.1. fr. banc / roum. bancă
Le fr. banc est un mot ancien, venant du germ. *bank-, par l’intermédiaire du lat.
vulg. bancus, attesté au Moyen Âge par son dérivé bancalis « coussin où l’on s’assied »,
puis attesté lui-même en 1025 avec l’acception actuelle de « siège étroit et allongé où
peuvent se tenir plusieurs personnes » et en 1065-1140 au sens de « comptoir de mar-
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chand » (TLFi). Donc les deux sémèmes fondamentaux de banc sont déjà attestés au
XIe siècle.
En nous rapportant au sens de « siège », il faut préciser que le trait distinctif en est
[+allongé], caractéristique qui rend l’objet nommé banc fonctionnel pour accueillir
plusieurs personnes. Quant aux parties composantes, les bancs peuvent se présenter
avec ou sans dossier, de même qu’avec ou sans accoudoirs (appelés aussi accotoirs), mais sur pieds.
Le matériel de fabrication est traditionnellement rigide (cf. banc de bois / de pierre / de fer / en marbre) ; aujourd’hui, on en trouve aussi en matériaux synthétiques.
Vu sa capacité de recevoir plusieurs personnes, le banc est une pièce de mobi-
lier fréquemment rencontrée dans l’espace public (on le retrouve dans les parcs, les
jardins, les promenades publiques et le long des avenues), faisant partie de ce qu’on
appelle communément mobilier urbain.
De par l’importance du banc comme siège et vu son rôle public, le mot qui le
désigne se spécialise dans différents domaines, de sorte qu’il est presque devenu le
symbole d’une institution (écoles, églises, tribunaux, etc.). D’abord dans le domaine
de l’enseignement (les bancs de l’école) d’où, par métonymie, ce mot arrive à désigner
l’école, l’université (cf. être, se mettre sur les bancs « aller à l’école, à l’université », cf.
GRLF).
Le sens du mot enregistre ensuite un fi n passage du concret à l’abstrait, auquel cas
banc ne désigne plus l’objet, le siège (quel qu’il soit), mais bien l’emplacement réservé
dans certaines assemblées, ainsi :
- dans le domaine parlementaire, nous avons le banc de la noblesse / des sénateurs (ancien-
nement) et (actuellement) le banc des ministres ou du gouvernement (à l’Assemblée natio-
nale) ;
- dans le domaine juridique, avec un emploi usuel, on a (au tribunal) le banc des accusés (ou
de l’accusation) et le banc des avocats ;
- dans le domaine religieux, le banc seigneurial était un banc réservé dans l’église à la
famille du seigneur, alors que le banc d’église désigne la place réservée à une famille pour
l’assistance au service divin ;
- enfi n, le banc de la presse est « la tribune de la presse dans les endroits où celle-ci est
professionnellement et offi ciellement représentée ».
Le mot conserve son sens propre dans le domaine de la marine, où il renvoie à
« un siège sur lequel s’assoient un, deux ou plusieurs rameurs » (y compris dans les
expressions banc de rameur ou banc de nage) (Littré).
Par analogie, le mot sert à désigner, dans des domaines spécialisés (tels marine,
géologie, mines) : une « masse formant une couche », une « surface horizontale plus
ou moins étendue » (cf. banc de gazon / de mousse / d’algues / de neige / de glace, etc.),
un « amas de diverses matières formant une couche » (banc de gravier / de roches / de vase) ou une « troupe d’animaux marins » (banc de moules / de poissons). Les princi-
paux traits qui ont permis ce transfert analogique sont [+horizontal], [+étendu]. Le
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lexème banc a développé des sens techniques, surtout lorsqu’il est employé dans les
expressions banc d’établi / d’épreuve / d’essai (‹www.cnrtl.fr/defi nition/banc›).
Le deuxième sens étymologique, celui de « comptoir de marchand», est lui aussi
encore vivant pour désigner l’étal des marchands (surtout boucher), comme l’attestent
des annonces publicitaires : « Vends banc de boucher, 120 ans d’âge, bois debout »
(‹www.leboncoin.fr/materiel_ professionnel/221615857.htm›) ou banc de marché pois-sonnerie (‹www.transactioncommerce.com/vente-annonce-vente-commerce-banc-
de-marche-poissonnerie-id52115.html›) et connaît de nos jours diverses extensions
pour désigner le support pour étaler les marchandises les plus diverses (éventaires
pour des produits alimentaires, textiles, etc.). Ce sens peut être lié à un archisémème :
« meuble sur lequel on pose quelque chose » (cf. banc au sens de « batte de blanchis-
seuse » et même de « table » (pop.) (‹www.cnrtl.fr/defi nition/banc›).
Ce qui représente un glissement vers une autre catégorie de mobilier, c’est l’emploi
actuel des bancs en tant que meubles de rangement pour les chaussures, pour les
chaussettes, etc. Cette acception n’est enregistrée par aucun des dictionnaires consul-
tés, mais elle est détectable dans le cas des offres dans les catalogues de mobilier
(‹www.touslesprix.com/achat,banc-a-chaussure.html›).
Donc le mot banc présente une riche polysémie, à partir du domaine du mobilier,
enregistre des métasémies des plus intéressantes jusqu’à des sens spécialisés reposant
sur des analogies et des métaphorisations.
Le roum. bancă est attesté en 1830 dans l’expression a sta pe băncile şcolii (« être
sur les bancs de l’école ») (in RDW). Le mot a une étymologie multiple controversée,
liée à ses différentes acceptions (les dictionnaires roumains indiquent comme sources
le fr. banc, l’it. banca, l’all. Bank).
Dans le micro-champ des meubles [pour s’asseoir], bancă, tout comme banc en
français, signifi e : « siège allongé, avec ou sans dossier, sur lequel plusieurs personnes
peuvent s’asseoir en même temps » ; ensuite « banc pour les écoliers et les étudiants » et
« siège, emplacement réservé à certaines personnes dans certaines assemblées » (cf.
banca acuzaţilor « le banc des accusés »).
Dans l’espace civilisationnel roumain, le banc, en tant qu’objet de mobilier, est
sans doute entré avant 1830, mais son utilisation n’était pas encore tellement répan-
due (par exemple dans les maisons paysannes il y avait une sorte de bancs de bois
rangés le long des murs, mais qui s’appelaient laviţă - du bg. lavica -, les copistes écri-
vaient debout, etc.).
Les dictionnaires du roumain moderne indiquent deux entrées pour bancă, consi-
dérées comme des homonymes : bancă1 (« siège » et « étal ») et bancă2 (« institution
fi nancière »), mais ne s’accordent pas sur l’étymologie. Pour le DA, bancă1 vient de
l’it. banca (et l’all. Bank en Transylvanie) - à remarquer que la source française n’est
même pas indiquée -, alors que le DEX indique, par contre, uniquement le fr. banc.
Quant à bancă2 « banque », le mot remonterait à l’it. banca, selon le DA, et au fr.
banque et à l’it. banca, selon le DEX.
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Bancă2 est un terme employé dans le domaine fi nancier (« institution fi nancière,
banque », d’où «bâtiment où est installée une banque »). Ce serait le résultat d’une
conceptualisation métaphorique, opérée déjà dans la langue source (en l’occurrence
l’italien), avec les métasémies suivantes : sens 1 « objet en bois formé d’une surface
plane sur pieds » sens intermédiaire 2 « table placée devant la maison des commer-
çants qui pratiquent l’échange monétaire » sens moderne 3 « établissement ban-
caire » (Ivan 2010).
Toutes les autres acceptions présentes dans le cas du fr. banc se retrouvent incar-
nées en roumain dans le lexème banc (de l’all. Bank) : banc de nisip (« banc de sable »),
banc de gheaţă (« banc de glace »), banc de cărbune (« banc de charbon »), banc de peşti (« banc de poissons »), banc de probă (« banc d’essai »).
En conclusion, l’analyse parallèle des défi nitions lexicographiques du fr. banc et
du roum. bancă a mis en évidence des différences notables portant sur :
- la date d’attestation des deux lexèmes (XIe siècle en français, début du XIXe en roumain) ;
- l’amplitude sémantique très différente des lexèmes dans les deux langues ;
- le parcours diachronique sinueux du lexème français ;
- les sens des deux lexèmes qui ne se recoupent que dans le domaine du mobilier (bancă au
sens de « siège » est un hétéronyme direct et réversible pour le fr. banc) ;
- l’existence de deux homonymes en roumain : bancă1 et bancă2, alors qu’en français il y a
deux lexèmes différents pour désigner le siège et l’institution fi nancière (banc et banque) ;
- l’existence en roumain de l’hétéronyme banc pour le fr. banc, pris dans les autres accep-
tions que celles de « siège » ou « étal ».
2.2.2. fr. banquette / roum. banchetă
Le fr. banquette, probablement un emprunt à l’a. prov. banqueta « banquette », est
attesté en 1417 au sens de « selle » (cf. TLFi) et en 1681 (daté 1677 par FEW), dans le
domaine de l’ameublement. Le mot est polysémique, enregistrant, avec le sens qui nous
intéresse, celui de « siège », la défi nition lexicographique suivante : « banc canné ou
rembourré, avec ou sans dossier, occupé par une ou plusieurs personnes » (CNRTL).
Par extension, banquette signifi e : 1. « impériale d’une diligence, d’un omnibus »
(sens attesté dans la plupart des dictionnaires généraux du XIXe et du XXe siècles) ;
2. « banc en pierre pratiqué dans l’embrasure d’une fenêtre » ; 3. « (petite) planche sur
laquelle l’ouvrier est assis, dans les manufactures de soie » (‹www.cnrtl.fr/defi nition/
banquette›).
Par rapport à banc, banquette ajoute comme trait spécifi que [+rembourré], ce qui
rend ce type de siège plus confortable que le banc. Grâce à cette caractéristique, la
banquette apparaît dans des véhicules (banquette d’une voiture, d’un wagon), mais
aussi dans l’espace public, par exemple les halls ou les bars. Comme matériaux de
fabrication, il y a des banquettes en cuir, mais aussi en bois et en fer forgé, pour les
jardins et les terrasses, ce qui annule son trait spécifi que et rapproche la banquette du
banc (qui à son tour est en bois ou en fer forgé).
DINCĂ / SCURTU
21
Le mot développe, par analogie, une multitude de sens : « petite élévation, petite
levée de terre, horizontale et allongée » (banquette de gazon, banquette gazonnée),
dont beaucoup sont des sens spécialisés, banquette s’employant dans divers domaines,
comme l’architecture (« appui d’une fenêtre, socle d’une colonne »), la chimie (« partie
d’une cuve à mercure sur laquelle on pose les éprouvettes, les fl acons renversés »),
géographie, géologie (« replat rocheux, horizontal et de forme allongée »), technologie
(« bandes de fer placées dans les fourneaux des forges pour soutenir une portion de
la charge du minerai et du charbon »), viticulture (« bande de terre de faible largeur
entre les pieds d’une vigne, que la charrue ne peut labourer ») et bien d’autres. Il est
évident que toutes ces analogies jouent sur divers traits caractéristiques de la ban-
quette : longueur, largeur, rôle de support, etc.
Le roum. banchetă est entré dans la langue avec les mêmes acceptions du domaine
du mobilier qu’en français : 1. « petit banc (rembourré) sans dossier » ; 2. « banc ou
canapé dans les véhicules » (DEX). À préciser l’emploi, au sens 2, surtout pour dési-
gner les sièges dans les trains (alors que pour les autobus, on emploie de préférence les
mots scaun « chaise » et bancă, selon le type de siège (stai pe scaun « prends place sur
la chaise »). Par contre, si en français banc désigne, dans les petites embarcations, le
siège sur lequel s’asseyent les rameurs, en roumain c’est banchetă qui lui correspond
dans ce cas. On remarque donc que l’amplitude sémantique des deux lexèmes diffère
dans les deux langues.
En outre, le mot a une multitude d’acceptions spécialisées, qui ne correspondent
pas toujours à celles de l’étymon, ce qui signifi e que banchetă a donné lieu en rou-
main à des glissements dénotatifs et connotatifs : (équitation) « obstacle naturel formé
d’un talus couvert d’herbe »; « bande horizontale, en forme de marches, le long d’un
terrassement », etc.
L’analyse parallèle des défi nitions lexicographiques du fr. banquette et du roum.
banchetă a mis en évidence les faits suivants :
- la valeur (ou amplitude sémantique) des lexèmes dans les deux langues n’est pas identique
(tout comme pour banc / bancă d’ailleurs) ;
- les sens des deux lexèmes ne se recoupent que dans le domaine du mobilier ;
- pour désigner les sièges dans les véhicules, on emploie en français tant siège que ban-quette, en roumain, banchetă semble préféré pour désigner les places assises dans les
voitures, banc dans les trains, scaun dans les autobus (sans que cette règle soit générale).
2.2.3. Quelques conclusions sur le micro-champ des sièges [pour plusieurs per-sonnes]
En nous rapportant strictement au domaine du mobilier, nous pouvons affi rmer
que les sens des lexèmes fr. banc / roum. bancă et fr. banquette / roum. banchetă se
caractérisent par un ensemble de traits communs pour ce type de siège [pour plu-
sieurs personnes] : [sur pieds], [avec ou sans dossier], [avec ou sans accoudoirs],
[+allongé] et [+étroit] (ce dernier trait caractérisant surtout banquette). La défi nition
CILPR 2013 – SECTION 11
22
lexicographique identifi e comme trait spécifi que pour banquette [+rembourré], mais
les banquettes modernes sont aussi en bois ou en fer forgé.
En tant qu’objets de mobilier, le banc et la banquette se différencient aussi en ce
qui concerne leur emplacement : le banc est prioritairement un meuble urbain, alors
que la banquette est plutôt un meuble d’intérieur (bars, cafés, halls, etc.)
3. Conclusions sur les emprunts roumains au français dans le micro-
champ lexical des meubles [pour s’asseoir]
À l’issue de cette présentation, voici quelques conclusions se rapportant à des
aspects que nous considérons comme pertinents pour caractériser le contact entre
les deux langues, en l’occurrence les emprunts roumains au français (ou, en d’autres
termes, les gallicismes du roumain). En nous arrêtant sur les lexèmes du micro-champ
ayant fait l’objet de l’analyse proposée et en envisageant, comparativement, les sens
des étymons, leur transmission dans la langue réceptrice et les changements séman-
tiques qui caractérisent ces emprunts, nous avons retenu les aspects suivants :
(1) Une première constatation majeure : le roumain a emprunté les mots français avec leur
acception fondamentale de « siège », qu’il s’agisse des meubles [pour une personne] ou
[pour plusieurs personnes]. Notons à cet égard que dans le domaine des changements
sémantiques subis par les emprunts au français, la sélection des sémèmes de l’étymon
est le phénomène le plus fréquent : « cette sélection dépend entièrement du cadre extra
linguistique » (Thibault 2004 : 104).
Dans le cas pris en compte, le principal facteur extra linguistique responsable des
différences relevées dans les deux langues, au niveau de la confi guration sémantique
des lexèmes analysés, est représenté par le décalage temporel entre les acceptions des
étymons (à partir de l’époque de leur attestation) et l’époque où se sont produits les
emprunts. Tous ces mots n’entrent en roumain qu’au cours du XIXe siècle, avec le sens
presque exclusif de « siège », n’ayant pas pris les anciennes signifi cations de l’étymon
(par exemple « petit siège que l’on met sur le devant ou aux portières d’un carrosse »,
de strapontin, « tournure qui faisait bouffer la jupe ou la robe », de strapontin et pouf, ou « selle », qu’on retrouve dans le cas de banquette). Ces gallicismes illustrent une
certaine étape d’évolution de la société, ce qui veut dire que, dans le domaine du
mobilier, les mots sont entrés en roumain avec leurs référents, par nécessité de déno-
mination.
2) Les mots appartenant au micro-champ des meubles [pour s’asseoir] ont connu en français
des évolutions sémantiques, sinon spectaculaires, au moins dignes d’être enregistrées :
(i) d’une part, du sens étymologique à celui de « siège » (par exemple tabouret vient de
ta(m)bour, pouf est à l’origine une onomatopée, strapontin est lié à strapunto « mate-
las », etc.) ;
(ii) d’autre part, des modifi cations à l’intérieur du champ même des « sièges » (cf. tabouret réglable ou à dossier, alors que le tabouret classique est non réglable, sans dossier),
allant jusqu’à la modifi cation de la fonctionnalité de l’objet (cf. tabouret de pieds,
non [pour s’asseoir], mais [pour reposer les pieds] ou banc, en tant que meuble de
DINCĂ / SCURTU
23
rangement). Évidemment, ces divers changements sont parallèles aux modifi cations
survenues dans la sphère de la référence, car ces objets de mobilier ont connu de
grands changements à travers le temps, sous l’effet de la mode et des nouvelles
fonctions qui leur incombent ;
(iii) enfi n, des extensions à partir de « siège » vers des sens spécialisés dans divers
domaines : marine, géologie, mines, technologie, ou vie courante. Ainsi, à partir de
certains traits physiques ou fonctionnels des objets de mobilier en discussion, on peut
enregistrer des glissements connotatifs, des passages métonymiques ou des analogies
métaphorisantes, par exemple banc de gazon, de neige, etc., qui reposent sur une telle
analogie, bancs de l’école, qui signifi e, par métonymie, l’école elle-même, banquette,
qui désigne divers objets [+allongé], [+étroit], [+pour soutenir qch.], pouf comme
terme de mode, selon l’analogie entre un coussinet et la tournure de la jupe, etc.
3) En roumain, par contre, ces mots, entrés avec le sens de « siège », n’ont pas donné lieu à des
métasémies importantes. Mais, une fois assimilés par la langue d’accueil, ils connaissent
la même évolution qu’en français, alors que les référents subissent les mêmes types de
transformations, suite au contact serré entre les deux espaces de civilisation et de culture
et, sans nul doute, suite au processus de globalisation. Il n’y a donc pas de reconfi guration
sémique importante dans le passage des lexèmes qui ont fait l’objet de cette étude du
français vers le roumain, mais seulement, pour des raisons objectives, des sens absents en
roumain (c’est-à-dire les sens antérieurs à leur emprunt), le tout en dépendance étroite
avec les évolutions qu’ont connues les référents, dans le cadre de l’évolution de la société.
Cette conclusion ne s’applique pas dans le cas de nombreux autres gallicismes
du roumain, caractérisés, par contre, par des innovations sémantiques manifestées à
travers des mécanismes divers (extensions analogiques et restrictions de sens, méta-
phorisations, passage métonymiques, glissements connotatifs, etc.), opérées dans la
langue d’accueil et ayant comme point de départ une signifi cation de l’étymon fran-
çais (v. Iliescu et al. 2010).
Université de Craiova Daniela DINCĂUniversité de Craiova Gabriela SCURTU
Références bibliographiques
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(CNRS) / Analyse et Traitement Informatique de la Langue Française (ATILF) / Université
Nancy 2. ‹http : //atilf.atilf.fr/tlf.htm›.
25
Émergence et évolution de certains marqueurs en
créole mauricien
1. Introduction
Dans de nombreuses recherches diachroniques menées en créolistique, le rôle de
la « grammaticalisation » dans la formation des langues créoles a été abondamment
étudié, notamment dans Baker & Syea, éds. (1996), Plag (2002), Kriegel, éd. (2003)
entre autres. Pour sa part, Bruyn (1996, 2009) distingue trois types de grammatica-
lisation : (1) la « grammaticalisation ordinaire » (graduelle et interne à la langue), (2)
la « grammaticalisation instantanée » (procédant considérablement plus rapidement
qu’elle ne le fait dans les langues ayant une histoire plus longue) et (3) ce qu’elle
nomme la « grammaticalisation apparente », où un trait ne résulte pas d’une gram-
maticalisation qui s’est produite dans la langue créole elle-même mais plutôt à partir
du transfert du résultat d’un processus de grammaticalisation qui s’est produit dans
une autre langue. Dans cet article, nous souhaitons tout d’abord exemplifi er les cas
(1) et (2) en étudiant la grammaticalisation de certains éléments en créole mauricien
(désormais CM).
D’une part pour (1) : Fr. pop. l’heure > CM ler > lerla > salerla
Fr. pop. un coup > CM enn kout > sakoutla
Ces éléments lexicaux hérités de variétés françaises populaires des 17e-18e siècles,
qui avaient à l’origine une utilisation adverbiale temporelle, ont évolué vers une utili-
sation logique en tant que marqueurs discursifs (exprimant la conséquence ou l’oppo-
sition) en fusionnant avec les éléments du système de détermination : N-la et sa N-la.
D’autre part pour (2) : la grammaticalisation du démonstratif ça en marqueur de
focus (Fr. pop. ÇA > CM sa).
Ensuite, bien que ne souscrivant pas à l’hypothèse de la « grammaticalisation
apparente », nous analyserons dans un troisième temps l’évolution phonétique de [sa]
> [ha] en CM en posant l’hypothèse que ce changement en surface est possiblement
issu d’une infl uence adstratique du bhojpuri (cas de transfert/contamination par con-
tact de langues).
CILPR 2013 – SECTION 11
26
2. Cas de grammaticalisation ordinaire
2.1. Les « connecteurs » du CM
Il existe en français des « petits mots » qu’on nomme traditionnellement « conjonc-
tions » mais ce terme, parce qu’il est généralement associé à des structures gramma-
ticales au niveau phrastique, pose problème lorsqu’on sort des limites de la phrase.
M.-C. Hazaël-Massieux (2005), notant que la forme ne permet pas le plus souvent de
distinguer prépositions, conjonctions et adverbes, montre que ces éléments gagnent
beaucoup à être globalement envisagés comme des « connecteurs », c’est-à-dire des
mots chargés de mettre en relation, de « connecter » d’autres mots, des groupes de
mots, voire des phrases. Nous faisons donc le choix d’employer le terme de « connec-
teurs » en lui donnant pour défi nition : « mots qui ont pour fonction grammaticale de
lier les éléments du discours ». Les listes ci-dessous recensent les connecteurs du CM1.
Conjonctions de coordination : e <et>, ar, ek <avec>, ni <ni>, epi <puis>, kouma <comme>,
me, be <mais>, selma <seulement>, okontrer <au contraire>,
olye <au lieu>, (akoz) samem <c’est pourquoi>, san kwa <sans
quoi>, san sa <sans ça>, sinon <sinon>, oubyen, (ou)swa <ou>
Conjonctions de subordination : ki <qui>, akoz (ki), parski <parce que>, pou (ki), <pour
que>, afi n ki <afi n que>, pangar <de peur que>, desort ki <de sorte que>, telma…ki <tellement…que>, kan(t)mem
<quand même>, olye (ki) <au lieu que>, plito (ki) <plutôt
que>, si <si>, anka <au cas où>, amwens ki <à moins que>,
ler, kan <quand>, omoma (ki) <au moment où>, ninport ki ler
<n’importe quelle heure>, pandan (ki) <pendant que>, avan (ki) <avant que>, apre (ki), <après que>, depi (ki) <depuis
que>, de ki <dès que>, osito ki <aussitôt que>, parey (ki)
<comme>, kouma <comme>
Adverbes : lerla <alors>, alor(s) <alors>, taler <tout à l’heure> (passé ou futur), talerla <tout à
l’heure> (passé), salerla <mais>, sakoutla <mais>, serye <sérieusement>, fran (-fran) <franchement>, etc…
2.2. Défi nition des marqueurs discursifs
Les marqueurs discursifs forment une catégorie reconnue depuis Schiffrin (1987).
Il s’agit d’éléments dont la fonction principale est de « parenthéser » le discours, c’est-
à-dire de marquer les relations entre des unités du discours séquentiellement dépen-
dantes. Ces éléments sont tous essentiellement pragmatiques, ce qui peut expliquer
pourquoi ils ont été largement ignorés pendant longtemps. Il est indéniable qu’ils rem-
plissent un créneau syntaxique et qu’ils possèdent de fortes contraintes syntaxiques,
ainsi que des propriétés intonatives. Ils font donc partie de la grammaire, même s’ils
ont une fonction pragmatique. Nous fournissons ci-dessous une liste des marqueurs
discursifs en créole mauricien2.
1 Sont mis en gras les items qui tirent leur source du fonds lexical basilectal mauricien et qui ont une probabilité nulle d’être des emprunts plus récents au français contemporain.
2 Pour la mise en gras, v. note précédente.
FON SING
27
Liste des marqueurs discursifs en CM : lerla <alors>, donk <donc>, selma <seulement>, kan(t)mem <quand même>, pourtan <pourtan>, sepan-dan <cepedant>, (a)be <bien>, kumadir <comme qui
dirait>, salerla, sakoutla
2.3. La théorie de l’ascension adverbiale (Traugott 1995)
De même qu’il y a des « ascensions nominales » (adposition nominale > mar-
queur de cas) et des « ascensions verbales » (verbe principal > marqueur de temps, de
mode ou d’aspect) comme produits de la théorie de la grammaticalisation, Traugott
(1995) propose un autre chemin possible : Adverbe intra-propositionnel > Adverbe
de phrase > Particule discursive (dont les marqueurs discursifs sont un sous-type).
Traugott (1995, 6) dégage ainsi trois positions intéressantes :
a) vers la fi n de la proposition, où l’adverbe est souvent un argument oblique ; dans cette fonction,
elle l’appelle « verbal adverbial » ;
b) après le verbe conjugué, ou immédiatement après le complément ; s’il se produit dans ces
positions, elle l’appelle « sentential adverb » ;
c) à la périphérie gauche de la phrase, où il est souvent disjoint (nommé « adjunct », « disjunct »,
ou « adjoined », mais dans tous les cas, souvent dans une unité de souffl e indépendante
portant une intonation spéciale et un schéma accentuel propre) ; dans cette position, elle
l’appelle « discourse marker ».
Suivant ce modèle théorique élaboré par Traugott (1995), et en nous appuyant sur
des exemples issus d’un corpus de textes anciens (Baker & Fon Sing 2007) ainsi que
sur des données du mauricien moderne3, nous présentons ci-dessous l’évolution gram-
maticale des formes : Fr. pop. l’heure > CM ler, lerla, salerla et Fr. pop. un coup >
CM enn kout, sakoutla.
2.4. Étude de cas
2.4.1. L’HEURE > ler > lerla > salerla
Stade 0 : Nom lexical entier
(1) la loi été marqué
zautres pour
travaillé 45 l’hères
dans la semaine pour zautres maîtres (Nicolay
1835)
loi ANT
marqué
PRON.
2pl FUT
travailler 45
heure
dans semaine pour POSS.2pl maitre
‘La loi dit que vous travaillerez 45 heures par semaine pour vos maîtres’
3 Les références sont mentionnées dans les exemples (non-modifi és) des textes anciens. Pour les exemples de CM contemporain, il s’agit soit d’attestations repérées sur des sites internet (pour la plupart des forums en CM) que nous avons normalisées graphiquement en suivant la Grafi Larmoni (orthographe offi cielle du CM établie par l’Akademi Kreol Morisien), soit de données issues de notre propre idiolecte de locuteur natif du CM.
CILPR 2013 – SECTION 11
28
(2) Sa napa enn ler pou vini. ça NEG un heure pour venir
‘Ce n’est pas une heure pour venir’
Stade 0 et I : Conjonction de subordination à valeur temporelle
(3) L’her solé lévé, mo pour alle prend mon poste au pavé (Freycinet 1827)
Quand soleil lever PRON.1sg FUT aller prendre POSS.1sg poste au pavé
‘Quand le soleil se lève, j’irai prendre mon poste au pavé’
(4) Ler mo ti zanfan mo pa ti kone ki mo ti ape fer Quand PRON.1sg ANT enfant PRON.1sg NEG ANT savoir quoi PRON.1sg ANT IMP faire
‘Quand j’étais enfant, je ne savais pas ce que je faisais’
Stade II: Adverbe de phrase
(5) Ekoute bann zenn, pa atann gayn kout lerla al tir leson, kapav tro tar lerla.
écouter DET jeune NEG attendre avoir coup alors aller tirer leçon pouvoir trop tard alors
‘Ecoutez les jeunes, n’attendez pas de recevoir des coups pour tirer des leçons, il pourrait être
trop tard alors’.
(6) Kan li’n aret bouze, lerla mo’n arete. Lerla mo’n kone l’n mor.quand PRON.3sg+PERF
arrêter bouger
alors PRON.1sg+PERF
arrêter alors PRON.1sg+PERF
savoir PRON.3sg+PERF
mort
‘Quand il a arrêté de bouger, alors je me suis arrêté. Alors j’ai su qu’il était mort’.
Lerla mo’n al rann mo lekor lapolis.
alors PRON.1sg+PERF aller rendre POSS.1sg corps police
‘Alors je suis allé me rendre à la police’.
Stade III: Marqueur discursif
(7) to pa le kwar enn mo bann kamarad kriye koulouter. PRON.2sg NEG vouloir croire un POSS.1sg DET ami crier koulouter ‘tu ne vas pas le croire, un de mes amis crie : ‘koulouter’
Salerla mo mem mo fi nn riye.
MD PRON.1sg même PRON.1sg PERF rire
‘MD moi-même j’ai ri’.
(8) depi merkredi swar fami inn vinn kit nou dan kanpman. Depuis mercredi soir famille PERF venir quitter PRON.1pl dans campement
‘Depuis mercredi soir, la famille est venue nous déposer au campement
Salerla ki mo kapav dir? MD quoi PRON.1sg pouvoir dire
‘MD qu’est-ce que je peux dire ?’
FON SING
29
2.4.2. UN COUP > enn kout > sakoutla
Stade 0 : Nom lexical entier
(9) Et puis quand fi ni la danse Vous capable boire ein’ coup (Chrestien 1838-9)
et puis quand fi nir danse PRON.2pl pouvoir boire un coup
‘Et puis quand la danse se termine, vous pouvez boire un coup’
Stade I: Adverbe de proposition
(10) quand vous vlé vous capabe fonde éne coup pour vine lion ou bien zalphant (Baissac 1880)
quand PRON.2pl vouloir PRON.2pl capable fondre un coup pour venir lion ou bien
éléphant
‘Quand vous voulez, vous pouvez fondre d’un coup pour devenir lion ou bien éléphant’
(11) Çatte guétte zautes éne coup, li maziné, li rié. (Baissac 1880)
Chat guetter PRON.3pl un coup PRON.3sg imaginer PRON.3sg rire
‘Le chat les regarde un moment, il imagine, il rit’
Stade II: Adverbe de phrase
(12) Li vir son li-zié, li dress’ son fi guire, Ein’ coup là li voulé çanté (Chres-
tien
1831)
PRON.3sg
virer POSS.
3sg
œil PRON.
3sg
dresser POSS.
3sg
fi gure un coup là PRON.
3sg
vouloir
chanter
‘Il tourne les yeux, il dresse son visage, tout à coup il veut chanter’
(13) mem si zo’n mars ar li plizir fwa ek mem sa kout la
zo’n riske emarsensam.
Même si PRON.3pl
+PERF
marcher avec PRON. 3sg plusieurs fois
et même ce
coup là
PRON.3pl
+PERF
risquer
remarcher
ensemble
‘Même s’ils ont marché avec lui plusieurs fois et même cette fois-ci ils ont risqué de remarcher
ensemble’
Stade III: Marqueur discursif
(14) Sakoutla program sanze. Bann disip ki pe suiv Zezi gagn enn nouvo rol MD programme changer DET disciple qui IMP suivre Jésus gagner un nouveau rôle
‘MD le programme change. Les disciples qui suivaient Jésus prennent un nouveau rôle’
(15) MBC inn fi ni kondane pou pas so lexistans enba Ramgoolam so dictatir. MBC PERF fi nir condamner pour passer POSS.3sg existence en bas Ramgoolam POSS
dictature.
‘La MBC est déjà condamnée à passer son existence sous la dictature de Ramgoolam’
CILPR 2013 – SECTION 11
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Sakoutla L’express pe pietine. Dimin kapav lagazet Le Mauricien. MD L’express IMP piétiner demain pouvoir journal Le Mauricien.
‘MD L’express piétine. Demain ça peut être le journal Le Mauricien’
2.5 Bilan d’émergence
Nous pouvons récapituler schématiquement l’évolution grammaticale des deux
items analysés de la façon suivante :
Fr. pop. l’heure CM
ler (= l’heure) > ler (= l’heure)
ler (= quand) > ler (= quand) > lerla (= puis)
> salerla (marqueur discursif)
Fr. pop. un coup CM
enn kout (un coup [physique]) > enn kout (un coup [physique])
enn kout (un coup [temporel]) > enn kout (un coup [temporel]) > sakoutla (marqueur
discursif)
Les linguistes qui se sont intéressés à la grammaticalisation ont souvent mis en
évidence que les changements linguistiques impliqués conduisent à une augmentation
de la pragmaticalisation dans la langue, quel que soit le domaine sémantique en jeu.
Selon Traugott (1995), ce processus se déroule généralement comme suit : d’un sens
qui est basé sur une situation plus ou moins objective, le lexème en vient à participer
à la cohésion textuelle, puis à exprimer le point de vue du locuteur à l’égard de ce qui
est dit (subjectivisation).
Les marqueurs que nous avons analysés dans cette première partie entrent parfai-
tement dans ce cadre. Provenant de temporels, ils évoquent dans le dernier stade de
leur évolution l’attitude de l’énonciateur à l’égard de ce qui est dit. La représentation
pragmatique de la situation de l’énonciateur est alors renforcée. Il apparaît ainsi que
l’utilisation des marqueurs discursifs en créole mauricien est conforme à la prédiction
de l’ascension adverbiale proposée par Traugott (1995) et que ces éléments ont évolué
de manière telle que la grammaticalisation est « normalement » conçue (c’est-à-dire
de façon comparable aux langues non-créoles).
3. Cas de grammaticalisation instantanée
3.1. Émergence du marqueur de focus sa
Ayant traité d’un cas de grammaticalisation ordinaire dans la section précédente,
nous abordons à présent un phénomène qui pourrait, d’après la typologie de Bruyn
(1996, 2009), être présenté comme un cas de « grammaticalisation instantanée » car
procédant considérablement plus rapidement qu’elle ne le fait dans les langues ayant
une histoire plus longue. En CM, le pronom démonstratif ça semble avoir été gram-
maticalisé en tant que marqueur de focus, comme le montrent les exemples (16) à (19).
FON SING
31
(16) Mari sa ki fi nn invit zot Marie ça qui PERF inviter PRON.3plur
‘C’est bien Marie qui les a invités’
(17) Li sa ki fi nn dir mwa sa. PRON.3sg ça qui PERF dire PRON.1sg ça
‘C’est bien lui qui me l’a dit’
(18) so laksidan sa ki nou pe koze POSS.3sg accident ça qui PRON.1pl IMP causer
‘C’est bien son accident dont nous parlons’
(19) samem sa ki bizin fer tension ça même ça qui besoin faire attention
‘C’est bien de ça qu’il faut se méfi er’
3.2. Cas répertoriés de copule/démonstratif > particule de focus
Il a été démontré que les copules et les démonstratifs peuvent être des sources
de marqueurs de focus suivant le processus de grammaticalisation (Heine & Kuteva
2002). Il existe de nombreuses langues dans lesquelles une particule de focus s’est
développée à partir d’une copule ou d’un démonstratif. Nous présentons ci-dessous
quelques exemples.
En kîîtharaka (SVO, bantou, E54, Kenya), /i/ (et son allomorphe /n:/) est traité
comme copule par Mberia (1993) et comme marqueur de focus par Abels & Muriungi
(2008).
En tepehuan du sud (branche piman de la famille linguistique uto-aztèque), selon
Willet (1991), si un évènement est attesté personnellement, la particule dyo est utili-
sée (20). Il est possible d’utiliser cette particule comme focus particle. Dans ce cas, il
met l’accent seulement sur une partie de la prédication (21).
(20) Tujuan-‘iñ dyo travailler-1s PE
‘(Oui,) je travaille.’
(21) Jiñ-capiasa dyo gu cavay tacav na-ñ ca-‘uhlis. 1s-frapper PE ART cheval hier SUB-1s TEM-désarçonner
‘Le cheval m’a frappé hier lorsque je l’ai désarçonné.’
Les copules (d/n)a et de dans les créoles du Suriname ont émergé respectivement
de that et there (Migge 2002).
En créole jamaïcain, selon Patrick (2007), le clivage du prédicat consiste à mettre
en avant un adjectif, en l’introduisant avec la particule de focus antéposée (‘highligh-ter’) a (ancienne forme da) et laisser une copie de sa position originale dans la propo-
sition principale, (22). Dans le parler mésolectal, a est fréquemment remplacé par iz.
(22) a sik Samwel sik
HL malade Samuel malade
‘Samuel est vraiment malade’
CILPR 2013 – SECTION 11
32
Dans les variétés de West African Pidgin English, selon Peter & Wolf (2007), la
particule na joue un rôle important pour surligner des éléments d’information dans
un énoncé. Il prend une pré-position, c.-à-d. qu’il précède l’élément qu’il surligne.
Dans cette fonction, c’est un marqueur prototypique en NigPE et en CamPE. En
jouant ce rôle, il est utilisé dans ces sous-fonctions très proches :
- rhématiseur dans les phrases clivées : (23) na di kasava wi plant ‘c’est du cassava que nous
av(i)ons planté’
- marqueur de focus : (24) i bi na grup we pipul d ɔ in ‘C’est un groupe que les gens ont rejoint’
- copule (be) : (25) mi papa na fama ‘Mon père est un fermier’
- marqueur d’emphase : (26) de n k d a na ‘Ils ont même frappé à la porte’
Enfi n, notons qu’en anglais, la construction du « double is » comme en (27) a éga-
lement été analysée comme marque de focus (Massam 1999).
(27) The thing is, is that … be1 be2
3.3. Premières attestations dans les textes anciens du CM
Afi n d’argumenter que ça a subi un processus rapide de grammaticalisation, nous
pouvons faire remarquer que ses premières attestations dans sa fonction de marqueur
de focus se trouvent déjà chez Freycinet (1827 : 407-11).
(28) enne zour ça nous té la sasse cerf grand-rivière. un jour FOC nous ANT chasser cerf Grand-Rivière
‘C’était un jour où nous chassions le cerf à Grande-Rivière
(29) N’a pas nous zence ça, zaut’ fait que lévé. NEG POSS.1pl gens FOC PRON.3pl MOD lever
‘Ce ne sont pas nos gens, ça, ils viennent de se lever’
Selon nous, ce que Bruyn (1996, 2009) range dans la classe des phénomènes de
« grammaticalisation instantanée » pourrait correspondre en fait à ce que d’autres
chercheurs considèrent comme des phénomènes de « réanalyse », processus de chan-
gement linguistique tout aussi naturel et ordinaire que celui de la grammaticalisation.
Les liens et les différences entre les deux processus ont été énormément débattus,
tant en linguistique générale qu’en créolistique (cf. Kriegel, éd, 2003). Par manque
d’espace, nous ne rouvrirons pas ici le débat mais nous pouvons simplement faire
remarquer que du fait que l’élément ça semble avoir évolué en un marqueur de focus
de manière non-exceptionnelle (c’est-à-dire comparable à des langues non-créoles),
on peut soutenir l’idée que cette forme restructurée est issue de « processus auto-
régulateurs » de la langue matrice postulés par Chaudenson (2003) et que les locu-
teurs du CM ont utilisé des matériaux linguistiques et des ressources disponibles à
partir d’un « feature pool » (Mufwene 2008) et, ce faisant, ont créé le nouveau système
grammatical en construction.
FON SING
33
4. /sa/ → [ha]: un phénomène de contact de langue ?4
Ayant exemplifi é, suivant la terminologie de Bruyn (1996, 2009), un cas de « gram-
maticalisation ordinaire » et un cas de « grammaticalisation instantanée », nous abor-
dons à présent un phénomène de changement phonétique en CM qui semble prove-
nir d’un effet de contact avec une des langues indo-aryennes présentes sur l’île, en
l’occurence le bhojpuri mauricien (désormais BM). Il est à noter que ce que nous
présentons ici n’est pas à ranger dans ce que Bruyn nomme une « grammaticalisa-
tion apparente », hypothèse d’un transfert radical de trait grammatical substratique
ou adstratique à laquelle nous ne souscrivons pas5. En revanche, nous ne nions pas
qu’il puisse y avoir des cas de « convergence » qui infl uencent soit les choix entre des
éléments grammaticaux en compétition (rôle de fi ltre linguistique), soit leur réalisa-
tion phonique comme le montre le cas que nous traitons ici.
4.1. Positions et fonctions de /sa/ > [ha] en CM
Il est d’abord à noter que [ha] apparaît dans tous les types positionnels et fonction-
nels de /sa/ en CM et non pas uniquement lorsqu’il est marqueur de focus.
Type A : Déterminant démonstratif prénominal
(30) lerla ha de-la zot pe ale alors DEM deux-DEF 3PL PROG aller
‘alors ces deux-là partent’
Type B : Pronom argumental démonstratif
(31) wi diridile apel ha kyr en indien oui diridile appeler PRON kyr en indien
‘Oui, diridile, on appelle ça kyr en indien’
Type C : Marqueur de focus
(32) pa dizef ha NEG œuf ENCL
‘Ce n’est pas un/des œuf(s) !’
Type D : À l’intérieur du mot kumsa
(33) enn bann ti zwe kumha DET QUANT petit jeu “ comme ça ”
‘Un tas de petits jeux comme ça’
4 Les éléments présentés dans cette partie sont issus d’un précédent travail non publié fait en collaboration avec notre collègue Corinna Bartoletti (cf. Bartoletti, Corinna & Fon Sing, Guillaume 2009, “ Sa mem ha : Pronouncing sa [ha] in Mauritian Creole: a peculiar phenomenon ”, communication présentée au Eight Creolistics Workshop (“Pidgins and creoles in a comparative perspective”), Giessen, Allemagne, avril 2009.)
5 Pour une critique de la théorie de la « grammaticalisation apparente », cf. Mufwene (2006).
CILPR 2013 – SECTION 11
34
4.2. Un phénomène d’évolution phonétique ordinaire ?
Il faut également noter que l’aspiration du [s] (/s/ > [h]) est un phénomène de chan-
gement phonétique attesté dans plusieurs langues du monde dont l’espagnol pénin-
sulaire méridional et l’espagnol américain des zones côtières. On trouve aussi des
exemples dans des dialectes italiens (Benozzo 2004) :
(34) en bergamasco : la hera (“la sera”), hehanta (“sessanta”), hak (“sacco”), hank (“sangue”)
(35) en bresciano : herésa (< serasa “ciliegia”), fràhen (“frassino”), cahtègna (“castagna”)
Néanmoins, nous proposons une hypothèse alternative plausible : celle d’un effet
de contact avec le BM. Le choix de l’hypothèse de cette langue repose sur notre intui-
tion liée à notre vécu sur l’île et au fait que selon le dernier recensement offi ciel effec-
tué en 2000, le bhojpuri est la deuxième « langue utilisée habituellement à la maison
(18.16% de la population) après le CM (80%) ». Si /ha/ a pour origine le BM, quelle
serait sa source d’infl uence?
4.3. Le BM possède une « copule identifi cationelle » /ha/
4.3.1. Descriptions précédentes
La plupart des dialectes bhojpuri ont deux verbes « être » à l’indicatif présent
([radical]ba- et [radical]ha-). Dans leurs fonctions verbales principales, le [radical]
ba- a été décrit comme une copule existentielle, et le [radical]ha- comme une copule
identifi cationelle.
Selon Masica (1991, 337) :
« Des descriptions précédentes de divers dialectes bhojpuri (Tiwari 1960, Simon 1986)
notent que les formes construites sur baa- et ha- servent à des fonctions sémantiques uniques.
Par exemple, les formes en baa- sont favorisées pour les constructions existentielles/locatives
et comme auxiliaires pour le temps/aspect Present Continuous. Les formes en ha- sont préfé-
rées dans les constructions copulatives avec des noms prédicat. De telles distinctions ne sont
pas rares dans la famille des langues indiennes » (notre traduction).
Verma (2003, 586-7) note :
« En fait, en bhojpuri (et pourtant pas en hindi), même un auxiliaire peut être sélectionné
de façon variable pour exprimer la stativité et la non-stativité. L’auxiliaire/copule du bhojpuri
/bāţ/, qui peut être considéré comme une copule ‘existentielle’, contraste avec /ha-/ qui fonc-
tionne comme une copule ‘identifi cationelle’, comme dans /i kā ha/ ‘c’est quoi?’ par opposi-
tion à /I kahā bā/ ‘où c’est ?’ » (notre traduction).
Enfi n, Das (2006) décrit la structuration du [radical]ha- et du [radical]ba- dans la
totalité de leurs fonctions sémantiques et démontre l’exactitude de l’hypothèse que le
[radical]ha- est « identifi cationnel » et que le [radical]ba- est « existentiel » en bhojpuri
banarasi, un dialecte du bhojpuri de l’ouest (ville de Varanasi).
FON SING
35
4.3.2. Exemples de /ha/ en BM comme « copule identifi cationnelle »
(40) ham nay ha ou ha 1sg NEG.AUX. COP. 2sg COP
‘Ce n’est pas moi, c’est lui’
(41) ayse hi ha
ADV 3sg COP
‘C’est comme ça’
(42) ee aise hi ha, ou ta bez ba
3sg ADV 3sg COP DEM autre baise COP
‘C’est comme ça, l’autre est mauvais’
(43) hamar bhay ke lekol ha
1sg frère GEN école COP
C’est l’école de mon frère’
(44) Marie Paul ke bahin ha
Marie Paul GEN soeur COP
‘Marie est la sœur de Paul’
4.3.3. Discussion
CM BM Français
pa mwa sa, li sa ham nay ha, ou ha ‘Ce n’est pas moi, c’est lui’
kumsa sa ayse hi ha ‘C’est comme ça’
lekol mo frer sa hamar bhay ke lekol ha ‘C’est l’école de mon frère’
Marie, ser Paul sa Marie Paul ke bahin ha ‘Marie est la sœur de Paul’
to sak sa? tora sak ha? ‘Est-ce ton sac?’
Tableau de synthèse : Particules de focus correspondantes en CM et en BM
Dans les phrases en CM du tableau précédent, on peut avoir un phénomène de
changement phonétique /sa/ > /ha/ ; en d’autres mots, tous les /sa/ peuvent avoir une
réalisation en /ha/. Pourquoi ? Parce que le démonstratif fi nal /sa/ en CM et la copule
identifi cationnelle /ha/ en BM ont une position similaire lorsqu’ils sont produits ; et
surtout, parce qu’ils occupent une même fonction, celle de marqueur de focus. Pour
expliquer l’infl uence du BM /ha/ sur le CM /sa/, nous pouvons recourir à l’approche
cognitive du phénomène de « réanalyse » élaborée par Detges (2003) selon qui l’allo-
cutaire (hearer) applique deux principes à ce que produit le locuteur (speaker) : un
Principe de Transparence (« Compare la chaîne sonore en question avec d’autres chaînes sonores que tu connais ») et un Principe de Référence (« Suppose que le sens de la chaîne sonore en question correspond au type de référent auquel il semble réfé-rer »). Cette même argumentation, qui est connue depuis longtemps sous le nom de
« théorie de la convergence » pourrait aussi, à un moindre degré, être appliquée avec
CILPR 2013 – SECTION 11
36
le démonstratif du BM /hay/. Cette réduction phonétique se serait propagée dans le
système du CM et cela pourrait expliquer pourquoi /sa/ est prononcé /ha/ dans ses
autres fonctions (démonstratif, pronom et dans le mot /kumsa/).
5. Conclusion
Nous avons traité dans cet article trois cas de changement linguistique en CM :
(i) des cas de grammaticalisation ordinaire (lexèmes > connecteurs > marqueurs
discursifs) :
Fr. pop. l’heure > CM ler > lerla > salerla
Fr. pop. un coup (de) > CM enn kout > sakoutla
(ii) un cas de grammaticalisation instantanée du démonstratif ça en marqueur de
focus :
Fr. pop. ça > CM sa
(iii) un effet de contamination phonétique par contact linguistique (infl uence du
bhojpuri mauricien) :
CM sa > CM [ha]
BM ha
Plus généralement, du fait que ces types de changement linguistique ne sont pas
propres aux langues créoles et qu’ils ont eu cours dans d’autres langues non-créoles,
ils ne permettant pas de confi rmer le bien-fondé des théories génétiques qui feraient
de ces idiomes des langues exceptionnelles de par leur genèse et leur mode de for-
mation et d’évolution. En ce qui concerne l’infl uence des langues dites de substrat ou
d’adstrat, notre position rejoint celle de chercheurs comme Albert Valdman (1978),
qui écrivait dans la conclusion de son ouvrage :
« La plupart des traits attribués aux processus de pidginisation/créolisation représentent
l’aboutissement de tendances évolutives internes du français, qui, ainsi que le souligne R.
Chaudenson (1974 : 1134), auraient été déclenchées par le contexte sociolinguistique par-
ticulier de la société plantocratique. […] Les apports des langues-substrats et des langues-
adstrats n’auraient été déterminants que dans la mesure où ils auraient pu s’intégrer aux
tendances évolutives. »
Laboratoire de Linguistique Formelle (LLF)
Université Diderot – Paris 7 Guillaume FON SING
FON SING
37
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39
Il plurilinguismo nell’editoria corsa dell’Ottocento e i primi usi
letterari del giudeo-livornese e del corso
1. Stato della questione
L’ampio e documentato volume di Alberti (2009) e i precedenti studi, da Simon-
giovanni (1908) e Flori (1982 e ms.) a Thiers / Cini (1998) e Cini (2009), hanno inda-
gato l’editoria corsa dell’Ottocento sotto il profi lo storico, politico e sociologico.
Alberti (2009, 219 fi g. 12) fornisce anche una statistica linguistica articolata secondo
le categorie ‘Français’, ‘Italien’, ‘Bilingue’, ‘Latin e ‘Itacorse’. Negli anni ’20 il fran-
cese e l’italiano si equivalgono, col 45 % circa delle opere ciascuno, e troviamo anche
libri bilingui e testi di ambito ecclesiastico in latino. A partire dagli anni ’30 la mag-
gioranza delle opere è in francese (60 % contro il 30 % in italiano) e si affacciano
opere defi nite dall’autrice come ‘Itacorse’; dopo il 1860 i titoli italiani calano netta-
mente. Queste tendenze si spiegano con l’evoluzione della politica linguistica francese
verso la Corsica, che va dall’iniziale mantenimento dell’italiano come lingua scritta,
ammesso ancora in epoca napoleonica, alla sua proibizione in ambito scolastico e
amministrativo, sancita defi nitivamente nel 1824 (Thiers 1977). Negli anni 1830-1840
l’italiano mantiene comunque un ruolo centrale nella scrittura letteraria, mentre il
vero rovesciamento dei rapporti di forza avviene sotto il Secondo Impero.
Il peso dell’italiano nelle opere letterarie è evidenziato da un altro grafi co di
Alberti (2009, 220, fi g. 13), che però pone a confronto solo italiano e francese. Man-
cano praticamente opere di autori francesi e i testi in francese sono di autori corsi (A.
Arrighi, J. F. Costa, E. Conti, ecc.). Nella prima metà del secolo le opere in italiano
si aggirano sull’80%, scendendo verso il 70% negli anni ’50 e verso il 60% negli anni
’60. Questo quadro quantitativo deve però essere arricchito da un’analisi qualitativa
delle opere, del pubblico a cui esse si rivolgono, in differenti momenti e condizioni, e
delle varietà linguistiche impiegate, il cui inventario è più complesso di quanto sinora
indicato.
2. Un progetto culturale e un progetto editoriale
Il grande sviluppo delle pubblicazioni in italiano si deve a un progetto culturale e
a un progetto imprenditoriale.
CILPR 2013 – SECTION 11
40
Sul piano culturale Salvatore Viale (Bastia, 1787-1861) mira a salvaguardare l’uso
dell’italiano in Corsica e a valorizzare in tale quadro la lingua e le tradizioni popolari
dell’isola. Per questo Viale crea forti legami con G. P. Vieusseux e gli intellettuali de
«L’Antologia», rapporti cementati anche dall’esilio in Corsica di Antonio Rosmini
(1812-1814) e di Niccolò Tommaseo (1838-1839), che poi pubblicherà a Venezia, nel
1841, i Canti popolari corsi.
Sul piano imprenditoriale la stamperia Fabiani di Bastia mira a estendere la sua
penetrazione commerciale negli stati italiani. Giovanni Fabiani comincia a stampare
nel 1821 dopo aver comprato i torchi da Stefano Batini, sotto la cui insegna escono i
suoi primi libri, e ottiene un proprio brevetto di stampatore il 14 novembre 1826. Il
fi glio Cesare ottiene tale brevetto il 24 novembre 1834, la libreria è seguita anche dal
fratello Antonio (Cini 2009, 203) e molte opere recano l’indicazione «fratelli Fabiani».
Il progetto di penetrazione editoriale in Italia è analogo a quello degli editori di
Lugano e Capolago che stampavano per il mercato italiano legale o clandestino. D’al-
tra parte anche a Livorno si imprimevano libri con falso luogo di stampa, per mettere
le autorità granducali al riparo dalle pressioni austriache e papali: Salvatore Viale
stesso «contrattò a sue spese, con un libraio di Livorno, la stampa della Dionoma-chia sotto la data di Londra nel 1817» (Villa 1990, 126) e, dopo la seconda edizione di
Parigi, P. Dufart, 1823, ne fece uscire una terza ancora a Livorno, presso E. Pozzolini,
ma sotto la data di Bruxelles, H. Tarlier, 1842 (Villa 1990, 133).
Le opere italiane stampate in Corsica, portate a Livorno grazie ad agevoli tra-
sporti marittimi ed equipaggi conniventi e diffuse da librai locali e associazioni
segrete potevano raggiungere le élites risorgimentali o trovare comunque un certo
mercato. In generale queste opere rispetto alla normativa francese erano legali, in
quanto dichiarate alle autorità e debitamente depositate. Si hanno però stampe con
luogo e data mascherati: Il sentimento nazionale in Italia di Massimo D’Azeglio reca
nel frontespizio l’indicazione di Lione 1846 e solo a fi ne volume quella della stamperia
effettiva. Certi libri con indicazione di stampa Bastia, ma di cui mancano bollettini
di deposito e copie in biblioteche o archivi francesi, possono essere stati stampati alla
macchia in Corsica o con falsa data a Livorno.
Tra il 1820 e il 1849 i Fabiani stampano tragedie e poesie di celebri autori italiani
legate al clima risorgimentale, ma in molti casi diffuse legalmente anche in Italia:
– Edipo nel bosco delle Eumenidi, tragedia di Giovan Battista Niccolini, Commento di Sal-
vatore Viale, Bastia, nella stamperia Fabiani - Stefano Batini Stampatore del Re, 1825;
– Pietro Sterbini, Poesie, Bastia, Fabiani, 1834;
– Giuseppe Giusti, Versi, Bastia, Fabiani, 1845;
– Giuseppe Giusti, Gingillino, Bastia, Fabiani, 1846;
– Alcune poesie italiane in gran parte inedite, Bastia, Fabiani, 1846 [G. Giusti, Gingillino
(1844-45), I grilli (1845), Il papato di prete Pero (1845), e in più Sonetto sul Gingillino e
Sette sonetti di un anonimo];
– Giovani Berchet, Poesie, Bastia, Fabiani, 1846;
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41
– Nuovi versi di Giuseppe Giusti, Bastia, s. t., 1848;
– Giovanni Berchet, Raccolta delle poesie, 5ª ed. economica, Bastia, Fabiani, 1848.
Tra le opere in prosa troviamo le Novelle morali di Francesco Soave, primamente
edite nel 1782 (Bastia, Fabiani, 1845), le Parole d’un credente [G. Lamennais] di Pie-
tro Sterbini (Bastia, Fabiani, 1834) e opere di Silvio Pellico come Le mie prigioni (Bastia, Fabiani, 1842) e Dei doveri degli uomini. Discorsi a un giovine (Bastia,
Fabiani, 1844). Un nutrito gruppo di opuscoli, destinati alla diffusione clandestina e
legati alle lotte politiche del 1846-1848, rinvia a importanti fi gure del Risorgimento
(M. D’Azeglio, F. D. Guerrazzi) e ad agitatori carbonari o democratici quali il napo-
letano Giovanni La Cecilia, il corso-livornese Giovanni Fabrizi , il pratese Pietro
Cironi e il senese-livornese Roberto Berlinghieri:
– Massimo D’Azeglio, Gli ultimi casi di Romagna. Rifl essioni, Bastia, Fabiani, 1846;
– Giovanni La Cecilia, Dell’opinione pubblica in Italia, Bastia, Fabiani, 1846;
– Giovanni Fabrizi, Il sentimento nazionale in Italia. Ragionamenti di un siciliano, Bastia,
Fabiani, 1846;
– Carlo Martelli, Opinione di Melchiorre Gioja e Simonde de Sismondi sulle cose italiane,
Bastia, Fabiani, 1846;
– Carlo Martelli, Pio IX e Carlo Alberto, Bastia, Fabiani, 1846;
– Giovanni La Cecilia, Del sentimento nazionale in Italia. Ragionamento di un Siciliano,
Bastia, Fabiani, 1847;
– [Roberto Berlinghieri], Orazione funebre a Madonna Polizia, nei solenni funerali a lei fatti a Livorno nei giorni 21 e 22 settembre, pronunziata non si sa dove dal padre N. N.,
Bastia, Fabiani, 1847;
– [Roberto Berlinghieri], Il popolo e la Guardia civica. Parole di un cittadino che resterà sempre nelle fi le del popolo, Bastia, s. t., [1847]1;
– Pietro Cironi, Dei fatti di Livorno, preceduti da un articolo sopra il d. F. D. Guerrazzi, Bastia, s.t., 1848;
– Francesco Domenico Guerrazzi, A Giuseppe Mazzini. Scritti […] intorno all’asse-dio di Firenze, Bastia, Fabiani, 1848.
3. Tra il 1849 e il 1860
L’anno 1849 segna una svolta, anche per le questioni qui trattate. Le rivoluzioni
in Toscana (governo democratico, triumvirato Guerrazzi Mazzoni Montanelli) e a
Roma (proclamazione della Repubblica, 9 febbraio) inducono Carlo Alberto, già
battutto a Custoza, a rientrare in guerra contro l’Austria ma, con la nuova sconfi tta
di Novara (23 marzo), la reazione riprende il sopravvento. Guerrazzi, divenuto nel
frattempo dittatore della Toscana, è arrestato (12 aprile) e su Livorno, che si era costi-
tuita in «repubblica democratica», piomba un esercito austriaco che la espugna (10-11
maggio) e vi instaura lo stato d’assedio. Il ferreo controllo austriaco su Livorno e il
generale contesto reazionario rendono più diffi cile la diffusione di stampe dalla Cor-
sica alla Toscana.
1 Per l’attribuzione a Berlinghieri vedi Bertini 2002-2003, 118, 128 n. 43.
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Per l’editoria corsa si aprono comunque nuove possibilità. Circa mille patrioti
livornesi, toscani e italiani, dopo l’estrema resistenza antiaustriaca a Livorno, espa-
triano in Corsica, stabilendosi a Bastia e dintorni. Tra di essi troviamo il livornese
Giovanni Guarducci, poeta (sia pur mediocre) e comandante della difesa di Livorno,
il colonnello lucchese Luigi Ghilardi, il romano Ignazio Reynier, il modenese Giu-
seppe Piva, il poeta popolare fi orentino (ma di origine romagnola) Pirro Giacchi e
l’altro livornese Gian Luigi Tognocchi. La stamperia Savelli, fondata il 12 settembre
1848 ed editrice del giornale democratico-socialista Le Progressif de Corse2, diviene
il canale privilegiato per pubblicazioni miranti a cementare la comunità degli esuli,
a consacrarne i capi (in primis il Guarducci), a inviare in continente un messaggio di
lotta e a garantire, con i proventi delle vendite dei libri, un soccorso agli immigrati
più poveri. Immediatamente dopo l’arrivo degli esuli abbiamo così opuscoli e fogli
volanti come:
– Ai suoi compatrioti toscani. Il colonnello Ghilardi, Bastia, Savelli, 1849 (18 maggio);
– Giovanni Guarducci e Ignazio Reynier, Sig. Serristori, Bastia, Savelli, 1849 (21 maggio);
– Gli ultimi fatti di Livorno narrati dal capitano Ignazio Reynier, Bastia, Savelli, 1849 (18
giugno);
– Pirro Giacchi, La prima settimana di un refugiato, Bastia, Savelli, 1849 (20 giugno);
– Giovanni Guarducci, Al cittadino Maggiore Giuseppe Piva, Bastia, Savelli, s. d. (23 otto-
bre 1849);
– Giuseppe Piva, Al cittadino Maggiore Giovanni Guarducci, Bastia, Savelli, 1849 (fi ne
ottobre).
Quando alcuni di questi rifugiati possono rientrare in Italia, essi ringraziano per
l’accoglienza la città e il popolo di Bastia con l’indirizzo di saluto Noi ti abbando-niamo, Isola fortunata, a fi rma Gli emigrati livornesi (Bastia, Savelli, 1849, fi ne otto-
bre) e col sonetto Ai Cittadini di Bastia alcuni profughi italiani nell’atto di lasciare la Corsica, Bastia, Savelli, 1849 (fi ne ottobre). Coloro che restano riaffermano i loro
ideali e consolidano le loro speranze col libro di poesie e prose politiche Nostalgia o il Male del paese, Bastia, Savelli, 1850, curato da Gian Luigi Tognocchi e conte-
nente testi suoi, di Giovanni Guarducci e di Pirro Giacchi. Gli esuli e in particolare il
Guarducci si rivolgono anche a Cesare Fabiani, che stampa nel 1851 (deposito legale
18 gennaio) la seconda edizione de Gli occhiali. Scherzo poetico di Giovanni Guar-ducci, rivolta agli esuli e ai patrioti italiani come atto di sfi da verso le autorità toscane,
intente a giudicare per alto tradimento Guerrazzi e tanti altri carcerati ed esuli com-
preso il Guarducci3. Infi ne sarà ancora la Tipografi a Fabiani di Bastia a stampare,
nel 1860, la Supplica dell’emigrazione italiana in Corsica al Re Vittorio Emanuele
con cui, in base a documenti e lettere di Mazzini, La Cecilia, Guerrazzi, Guarducci
e molti altri, si chiedeva di attribuire a Nicolao Santelli un riconoscimento per l’assi-
stenza offerta in Corsica agli esuli italiani.
2 Cf. Alberti 2009, 146-155; Savelli cesserà a fi ne 1851.3 Cf. Franceschini 2013, 65-66 ,332-352.
FRANCESCHINI
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A parte questi testi e pochi altri (Le mie prigioni coll’addizioni di Maroncelli e qualche critica letteraria, 1851; Delle eventualità italiane di Giovanni Fabrizi, 1856),
negli anni ’50 i Fabiani non pubblicano più opere italiane d’autore o di rilievo politico,
ma piuttosto testi di letteratura ‘muricciolaia’ come i seguenti, cui affi anco indica-
zioni sulle corrispondenti stampe italiane tratte da Giannini (1938 = G):
– Innamoramento di due fedelissimi amanti Paris e Vienna composto in ottava rima dal pastore poeta [Angelo Albani],
Bastia, Fabiani, 1852 (G, 403-404: I ed. Roma, Grignani, 1626; quindi Lucca,
Marescandoli, 1778; Lucca, Bertini, 1809;
Lucca, Baroni, 1850; più tardi Firenze, Salani, 1878);
– Una vecchia di Pontedera che si tinge i capelli per sembrar giovine e per essere amata dagli uomini, poesia del dott. Benedetto Mainardi, Bastia, Fabiani, 1855
– Vita e morte di Sant’Alessio scritta in versi da Michel’Angel Poletti, Bastia, Fabiani, 1855
(G, 14, per l’ed. Lucca, Baroni, s.a., e per testi di teatro popolare sull’argomento);
– Ottave contro lo smoderato vestire delle donne adattate alle circostanze dei nostri tempi fatte dal Menchi, Bastia, Fabiani, 1859 (G, 520-521: Lucca, Bertini 1827);
– Testamento dell’abate Veccei, Bastia, Fabiani, s. a. (G, 492-493: Lucca, Bertini, 1842 e
Baroni 1845, più tardi Firenze, Salani, 1879 ecc.).
Fabiani e Savelli stampano anche romanze e canzonette scritte in italiano e in
dialetto:
– Canzonetta di due fedelissimi amanti Chiarina e Tamante, Bastia, Fabiani, 1859, «can-
zone alla còrsa del 2° tipo» (G, 134-136, per una stampa «lucchese del Baroni» e altre
di Venezia, Negri 1805, Bologna e più tardi Firenze, Salani e Ducci);
– Canzone e romanze, Bastia, Fabiani, 1846;
– Lu primm’ammore, Bastia, Savelli, 1851;
– La Luvisella, Bastia, Savelli, 1851;
– Canzonette napoletane con l’interpretazione italiana a fronte, Bastia, Fabiani, 1856;
– Il Chincagliere, Canzonetta, Bastia, Fabiani, 1861 (G, 136-137 per l’ed. Lucca, Bertini,
1842).
Il passaggio dalle Mie prigioni di Silvio Pellico alla Vecchia di Pontedera che si tinge i capelli per sembrar giovine non può non colpire. Ci si chiede quali fossero
le motivazioni e il pubblico potenziale di questa nuova produzione. Una prima ipo-
tesi è che, come già con editori livornesi e fi orentini, i Fabiani ora avessero stretto
accordi con gli stampatori lucchesi Baroni e/o Bertini per ristampare tali opere e
diffonderle in Italia, senza troppi problemi dato il loro carattere. Un’altra ipotesi,
complementare più che alternativa alla prima, è che ci si rivolgesse anche a un pub-
blico italiano presente sull’isola. Non però agli esuli politici di cui si è parlato, ma alle
migliaia e migliaia di emigrati e lavoratori stagionali giunti dalle montagne toscane e
dalla piana di Lucca come zappatori, terrazzieri, tagliaboschi, carbonai e detti gene-
ralmente ‘lucchesi’ dai corsi (Arrigoni 2002). Questi umili lavoratori avrebbero così
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trovato, nelle aree di immigrazione, quella stessa letteratura popolareggiante che le
stamperie lucchesi e i colporteurs offrivano nelle loro zone d’origine.
4. La letteratura giudeo-livornese a stampa del secolo XIX
I titoli delle canzonette ora citate mostrano che sotto un’apparenza di ‘Italien’
possono nascondersi testi dialettali. La questione diventa ancora più seria se si pensa
che praticamente tutta la letteratura giudeo-livornese messa a stampa nell’Ottocento
passa per i torchi dei Fabiani di Bastia. Si tratta di opere satiriche di autori non ebrei
che sviluppano, in ambito livornese, un fi lone avviato attorno al 1750 dalla canzone
Lo sposalizio della Gnora Luna col gnor Barucabà ambidue del ghetto di Fiorenza,
diffusa per via manoscritta e a stampa ed eseguita spesso con l’accompagnamento di
manifestazioni antisemitiche4. Lo stesso mondo ebraico livornese e più ampiamente
sefardita non disdegna a sua volta la parodia degli ebrei tripolini e tunisini, la cui
parlata con caratteri della ‘lingua franca mediterranea’, tratti dell’italiano degli ara-
bofoni (benzare, Burim per pensare, Purim) e arabismi è simulata in una Cantiga di Purim alla moresca in caratteri ebraici, compresa in varie raccolte purimiche edite a
Livorno dal 1782 fi n verso il 18405.
In questo quadro si colloca La Betulia liberata in dialetto ebraico, con una prote-sta in gergo veneziano. Scherzo poetico che l’autore dedica ai suoi amici, Bastia, Tipo-
grafi a Fabiani, 18326, dovuta al livornese di origine francese Luigi Duclou. L’iniziale
Plutelta in prosa è stesa nella parlata livornese ‘della Venezia nuova’, caratterizzata da
tipici idiomatismi, voci marinaresche e gergali e tratti quali /r/ per /l/ pre- e postcon-
sonantica, /l/ per /r/ pre- e postconson., /s/ preconson. ‘colla lisca’ (laterale fricativa
sorda [ɬ]) rappresentata da l o ls, dileguo di /k/ intervocalica, ecc. Alla Plutelta segue
un poemetto in ottave che simula il giudeo-livornese o ‘bagitto’, termine di cui si ha
qui la prima testimonianza (Franceschini 2011). I tratti tipici di questa varietà, in parte
infl uenzati da condizioni ibero-romanze e in parte condivisi con altre varietà giudeo-
italiane, sono -e invece di -i in de, me, te, se, ecc.; l’inversione tra b e v (boglio, caballo
e per contro Vetulia per Betulia), la spirantizzazione di p (Afollo, Olimfo, foeta), gli
articoli maschili lo, li invece di il, i e -i come desinenza del femminile plurale. Da un
punto di vista lessicale abbiamo un intreccio di voci ebraiche (Badonai, Zurchè Zibur, Hebrà, Misbà, Bet Ahaim, Samar per šammaš), ebraismi adattati all’italiano, iberismi,
orientalismi, voci furbesche e toscanismi.
Il Duclou si ispira a una visione illuministica e condanna come «fi glio dell’igno-
ranza e del fanatismo [il] vergognoso odio fra la plebe cristiana ed ebraica»7. Una
componente antisemitica si riscontra invece nelle composizioni in giudeo-livornese
4 Vedi Fortis 1989, 443-473 e Toaff 2013, 17-57.5 Edizione e commento linguistico in Minervini 2010.6 Testo in Franceschini 2007, 173-224.7 Cf. Franceschini 2008, 141sqq.
FRANCESCHINI
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di Giovanni Guarducci8. Rinvio a Franceschini (2013) per l’analisi dei testi, tra cui la
Risposta a dei supposti Statuti che si apre con quattro strofe in livornese ‘della Vene-
zia’, ed elenco le edizioni di queste opere:
– [Giovanni Guarducci], Risposta a dei supposti Statuti. Sestine. Scherzo che l’Autore dedica a’ suoi amici, Samaria, anni del mondo 5847; in calce all’ultima pagina Bastia,
Fabiani, 1843;
– [Giovanni Guarducci], Leon Cesana, Bastia, 1849 (contenente Pensieri e mosse d’un Eroe della Nazione e Un passo abanti della Nazione) (cit. da Toaff 1970, 458;
– [Giovanni Guarducci], Leon Cesana, Bastia, 1853 (contenente Pensieri e mosse d’un Eroe della Nazione e Un passo abanti della Nazione) (cit. da Polese 1926, 120, num. 24);
– [Giovanni Guarducci], Leon Cesana (contenente Pensieri e mosse d’un Eroe della Nazione e Un passo abanti della Nazione), Bastia, Grilli e Cavalletti, 18639.
La ragione per la quale tutta la produzione a stampa giudeo-livornese, almeno sino
all’unità d’Italia, passa per la Corsica è chiara. La comunità ebraica aveva a Livorno
un forte peso economico e politico e, già dai tempi di Pietro Leopoldo di Asburgo-
Lorena, gli ordinamenti granducali tutelavano gli ebrei da ogni atto o scritto che li
offendesse. Naturalmente proprio questa forte presenza ebraica stimolava la produ-
zione di composizioni satiriche circolanti per via manoscritta10. Volendo però mettere
le composizioni a stampa, come fecero il Duclou e il Guarducci, la via di Bastia evi-
tava ogni problema con le autorità toscane. In questo caso non si trattava però, come
per certi opuscoli politici, di edizioni alla macchia da diffondere clandestinamente.
Al contrario la notizia di queste stampe e della loro eventuale diffusione faceva gioco
ai Fabiani, per i quali «si trattava di un affare assicurato [...]: gli ebrei non avrebbero
lasciato vendere quel libretto che li metteva in ridicolo davanti ai loro concittadini e
avrebbero sempre comprato tutto il blocco», appena le stampe giungevano sul porto
di Livorno11. Le copie però non venivano tutte distrutte, dato che varie famiglie di
ebrei livornesi, anche residenti in Israele, ne posseggono.
5. I primi usi letterari della lingua corsa
Come già accennato, Alberti (2009, 225) si riferisce ai primi testi a stampa in
corso col termine ‘Itacorse’, scelto perché «ces ouvrages ne sont ecrits que partiel-
lent en langue corse, l’italien est encore présent». Questo bilinguismo, che secondo
certi paradigmi del dibattito odierno può apparire limitativo, per Viale, i suoi amici
bastiesi e gli stessi Fabiani era connaturato al loro progetto di valorizzazione della
lingua e della cultura popolare corsa.
8 Vedi Toaff 1970 e Franceschini 2013, 208-218. 9 Questa edizione, conservata in collezioni private e cit. da Polese 1926, 123-124, num. 31,
dev’essere stata tirata a Livorno, poiché tale tipografi a a Bastia non risulta. Inoltre il nome dei presunti stampatori contiene un’allusione linguistica: cavalletti, col femm. plur. giudeo-italiano in -i, vale “cavallette”.
10 Vedi Franceschini 2008 e Franceschini 2013.11 Toaff 1970, 458.
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Viale si era messo su questa via con la Dionomachia, i cui manoscritti risalgono al
1812-1814 (Villa 1990, 127, e ora Franceschini c.d.s.) e la cui prima edizione, anonima,
è datata Londra 1817 ma stampata a Livorno12. Questo poema eroicomico in italiano
comprende infatti quello che, secondo il generale giudizio, è il primo testo in lingua
corsa a stampa, ossia la Serenata di Schiappinu (edizione del 1817, c. IV, st. 6-15 da cui
cito) o Scappinu, secondo l’edizione del 1823 (c. IV, st. 40-50) e le successive.
Si è scritto che questa Serenata mostra «la condescendance du bourgeois bastiais
vis-à-vis des paysans» (Gherardi 1992, 120), ma questo fa parte del gioco letterario.
Viale inserisce nel suo poema eroicomico un brano in lingua ‘rusticale’, sul modello
della Nencia da Barberino di Lorenzo de’ Medici, della Beca da Dicomano di Luigi
Pulci e del Lamento di Cecco da Varlungo del Baldovini. Le corrispondenze testuali
sono evidenti: «o la miò chiara stella matuttina» (IV, 6.2) è l’equivalente di «io t’as-
somiglio a la stella dïana» di Lorenzo, mentre «ella ha il suo cuore più ch’un ciottol
duro» della Nencia si riveste di tipiche voci corse in «più dura d’una teppa e d’un
pentone» (rispettivamente “masso” e “macigno”, secondo le glosse di Viale a IV, 6.6).
Lo stesso nome di Schiappinu o Scappinu può alludere alla cultura materiale corsa13
ma richiama anche la Serenata di Ciapino del marchese Bartolommeo Vitturi, edita a
Venezia nel 1750 e citata in raccolte primo-ottocentesche di testi rusticali. Attraverso
la lingua dei contadini del Mugello Lorenzo e i suoi amici ‘borghesi’ satireggiavano
non solo i villani, ma anche gli stereotipi del petrarchismo; Viale, in corrispondenza,
sceglie «la lingua vernacola de’ montanari corsi» e in particolare quella «di qua da’
Monti [ove] le persone men rozze usano un linguaggio che si discosta dal Toscano e
dal Romano men d’ogn’altro dialetto d’Italia» (ed. 1823, 111, nota 20).
Dopo questo inizio Viale e i Fabiani sviluppano un progetto di valorizzazione
della poesia in lingua corsa, intrecciata con la poesia italiana di autori corsi e con la
novella corsa, genere avviato da F. O. Renucci (Novelle storiche corse, Bastia, Fabiani,
1827):
– Saggio di poesie di alcuni moderni autori corsi. Fascicolo III [fasc. I Batini 1827; fasc. II
Fabiani 1828]. Colla giunta d’un Saggio di poesie vernacole, corredate da annotazioni [di
S. Viale], Bastia, Fabiani, 1832;
– Tre novelle morali tratte dalla storia patria, di Regolo Carlotti. Colla giunta di alcune poesie contadinesche in dialetto corso [a cura di S. Viale], Bastia, Fabiani, 1835;
– Saggio di versi italiani e di canti popolari corsi, fasc. V, Bastia, Fabiani, 1843;
– Novelle storiche corse di Giovan Vito Grimaldi. Si aggiungono i canti popolari corsi rior-dinati e stampati per cura dell’editore medesimo [S. Viale] che li raccolse e pubblicò nel 1847, Bastia, Fabiani, 1855;
12 Seguono la Dionomachia, poemetto eroi-comico di Salvador Viale, Parigi, P. Dufart, 1823 e le edizioni di Bruxelles, H. Tarlier (ma Livorno, E. Pozzolini), 1842 e di Bastia, Fabiani, 1898 e 1900. Ampi brani in Benson 1825, 129-138 e ) e in Tommaseo (1841); il poemetto apre inoltre gli Scritti in verso e in prosa di Salvatore Viale da Bastia, […] per cura di F. S. Orlandini, Firenze, Le Monnier, 1861.
13 Cf. Falcucci 1915, s. v. scappinu “specie di ghetta di panno còrso (pilone) che si mettono i zappajóli”.
FRANCESCHINI
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– Salvatore Viale, Canti popolari corsi con note […] aggiunti alcuni nuovi versi italiani di autori corsi, Bastia, Fabiani, 1855.
Nella stampa del 1835 Viale unisce alle Novelle morali tratte dalla storia patria del
Carlotti da un lato una serie di canti tradizionali (o presentati come tali) e dall’altro le
Rimostranze al nobile Filippo Adorno, Governatore Genovese, a nome degli abitanti di Castagniccia, per la carestia del 1702. Ottave giocose di Prete Guglielmo Angeli, stese in un corso ricco di voci della cultura materiale. Altri testi di un famoso prete
Guglielmo, ma di cognome Guglielmi, vissuto tra il 1644 e il 1723 (Gherardi, 1992),
saranno poi pubblicati da Batini, nel 1843, e da Fabiani nel 1852. Siano le Ottave gio-cose davvero di questo poeta popolare del Sei-Settecento o siano un prodotto otto-
centesco, si tratta in ogni caso del secondo testo letterario corso messo a stampa:
dopo le sestine rusticali della Serenata, abbiamo ora un contrasto in ottava rima tra
un Alesaninco e un Castellacquese, secondo un modello noto già nel Trecento (Anto-
nio Pucci) ma ben vivo nell’Ottocento e, grazie ai poeti a braccio toscani e laziali,
sino a oggi.
L’opera di Viale, annoverato da Pasolini (1960, 213) tra i «pionieri del folclore», e
quella degli stampatori Fabiani risulta insomma decisiva per gli esordi del corso come
lingua letteraria.
Università di Pisa Fabrizio FRANCESCHINI
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49
Moi je parle moitié moitié – L’intégration des substantifs
anglais dans le parler acadien des jeunes de la Baie
Sainte-Marie / Nouvelle-Écosse (Canada)
« Le français icitte c’est point du français du tout, c’est moitié français moitié anglais. Moi je parle
pas bon, moi je parle moitié moitié. »
1. Introduction
La variété acadienne parlée à la Baie Sainte-Marie (BSM) au sud-ouest de la Nou-
velle-Écosse (Canada) est en voie de changer : les jeunes de la région intègrent de plus
en plus de mots et structures anglais dans leur parler. Pourtant, dans la bibliographie
scientifi que traitant de cette variété, on se penche plus volontiers sur la description
de ses traits archaïques ou dialectaux, à l’exemple de l’emploi du négateur ‘point’ au
lieu de ‘pas’ ou celui de la terminaison verbale en ‘-ont’ au lieu de ‘-ent’ à la troisième
personne du pluriel (cf. Flikeid 1989/1991).
Malgré ces caractéristiques bien vivantes dans le parler étudié, la majorité des
jeunes Acadiens et Acadiennes de la région affi rme parler « moitié français moitié
anglais » ou bien « franglais » quand on leur demande de décrire leur parler.1 En effet,
l’infl uence de la langue anglaise sur le langage des jeunes est indéniable. Il est donc
étonnant de constater qu’il n’existe pas encore d’étude contemporaine analysant cette
évolution du parler de cette région ou des autres régions acadiennes de la Nouvelle-
Écosse depuis les travaux de Moshé Starets des années 1980 sur les anglicismes dans
le parler des élèves des écoles primaires de la BSM (Starets 1982/1986) et une thèse
de maîtrise de Philip Comeau de l’année 20072.
Lorsqu’on évoque le « moitié moitié » ou le « franglais » c’est surtout le chiac, la
variété acadienne parlée à Moncton au Nouveau-Brunswick, qui vient à l’esprit. De
nombreux travaux ont été dédiés à cette variété et au contact linguistique à Moncton
depuis 1979 (cf. entre autres Roy 1979 ; Perrot 1995). La chercheure Ruth King, qui
s’intéresse surtout aux parlers acadiens de l’Île-du-Prince-Édouard, a pu montrer que
1 Cf. pour l’insécurité linguistique des locuteurs du chiac Boudreau / Dubois 1991, 46; Flikeid 1997, 280.
2 Les travaux de Starets sont des listes de mots anglais dans le parler des élèves. Comeau analyse l’intégration de trois anglicismes – BACK, ABOUT et TIGHT – dans le parler de Grosses Coques, village au nord de la BSM.
CILPR 2013 – SECTION 11
50
ce n’est pas que le chiac, mais aussi les autres variétés acadiennes qui sont en voie
d’anglicisation :
I argue that there is little evidence that chiac, an often stigmatized variety of Acadian
French spoken in the urban area of Moncton, New Brunswick, differs dramatically from a
number of lesser known Acadian varieties in terms of the effects of language contact ; and
that the degree of English infl uence claimed is sometimes not supported by the data provi-
ded. (King 2008 , 187)
Cette affi rmation suggère que le chiac et les autres variétés acadiennes se res-
semblent fortement quant au contact de langues, même si le premier est un parler
urbain et les autres variétés sont des parlers ruraux. L’objectif de cette contribution
est de vérifi er la thèse de King pour le parler acadien de la BSM en étudiant les subs-
tantifs anglais présents dans le corpus. L’intégration des substantifs en chiac res-
semble-t-elle à celle de la BSM ?
2. Le fait français en Nouvelle-Écosse
Lors du dernier recensement canadien en 20113, 31.110 personnes de la population
néo-écossaise, c’est-à-dire 3,4 %, ont indiqué qu’ils parlaient une variété française
comme langue maternelle. Seulement un peu plus de la moitié de ces locuteurs natifs
du français, c’est-à-dire 15.940 personnes (1,8 %), l’emploie encore comme langue
parlée le plus souvent à la maison.4 Pour ce qui est de la connaissance des langues
offi cielles, la majorité de la population francophone de la province se dit bilingue :
seulement 875 personnes francophones, c’est-à-dire 0,1 % de la population totale,
parlent uniquement une variété française. Il n’est pas étonnant qu’une conséquence
de ce bilinguisme de presque tous les Acadiens et Acadiennes, lié à une vie dans un
pays voire un continent majoritairement anglophone, soit une certaine infl uence de la
langue dominante, l’anglais, sur les variétés françaises parlées dans la province.
Un autre facteur géographique intervient dans la caractérisation de l’Acadie néo-
écossaise : elle ne constitue pas un territoire homogène. Elle se trouve aujourd’hui
éparpillée aux quatre coins de cette province maritime. Les cinq régions principales
sont les suivantes :
(a) La Baie Sainte-Marie / Clare
(b) Pubnico (Argyle)
(c) Chéticamp
(d) L’Île Madame
(e) Pomquet
3 ‹http://www.statcan.gc.ca› [30.08.2013].4 Il est pourtant important de mentionner que les données pour la langue parlée le plus souvent
à la maison sont plus importantes que celles pour la langue maternelle, car seule une langue qui est encore parlée au sein de la famille sera transmise à la prochaine génération. Une langue qui n’est plus utilisée est, par contre, une langue moribonde.
FRITZENKÖTTER
51
En comparant les données démolinguistiques pour ces cinq régions, nous obser-
verons que l’élément francophone est en train de diminuer dans toutes les régions
étudiées :
Région
acadienne
Baie Sainte-
Marie
Pubnico
(Argyle)Chéticamp Île Madame Pomquet
Population
totale
8650 8595 5775 3425 6509
Langue
maternelle :
français
/ %1
5820
67,3
4100
47,7
2480
43,0
1635
47,7
370
5,6
Langue
parlée le plus
souvent à
la maison :
français
/ %
5535
64,0
2920
34,0
2040
35,3
1050
30,7
85
1,3
Taux d’assi-
milation2
5 % 29 % 18 % 36 % 77 %
Tableau 1 : La langue française dans les régions acadiennes de la Nouvelle-Écosse (2006) :
En comparaison avec Pubnico (Argyle), Chéticamp, l’Île Madame et Pomquet,
nous constatons que la francophonie à la BSM semble être relativement stable : pre-
mièrement, on y trouve la seule université francophone de la province, l’Université Sainte-Anne, qui offre l’accès non seulement à l’éducation supérieure en français,
mais aussi à une vie culturelle plus riche que dans les autres régions acadiennes. Deu-
xièmement, la BSM est la seule région francophone de la province où plus de la moitié
de la population se dit francophone. Dans les autres régions acadiennes, la langue
maternelle et la langue parlée le plus souvent à la maison de la plupart des locuteurs
est l’anglais.
Il est à première vue étonnant que les écoles francophones (sauf pour les cours
d’anglais) instaurées depuis l’année scolaire 2000-2001 n’aient pas pu freiner plus effi -
cacement l’assimilation de la population acadienne à la population anglophone. Les
21 écoles francophones de la province se trouvent sous la gestion du CSAP (Conseil
5 Les chiffres incluent les données pour « langue maternelle : français » et « langue maternelle: anglais et français ».
6 Le taux d’assimilation indique le pourcentage des locuteurs natifs qui ne parlent plus le français à la maison.
CILPR 2013 – SECTION 11
52
Scolaire Acadien Provincial), fondé en 1996. 719 élèves fréquentaient une des cinq
écoles francophones de la BSM pendant l’année scolaire 2009-2010, dont quatre
écoles élémentaires et une école secondaire :7
Ecole Village Années Nombre d’élèves
École Joseph-Dugas Pointe-de-l’Église maternelle à 7 154
École Jean-Marie-Gay Saulnierville maternelle à 7 109
École Stella Maris Meteghan maternelle à 7 147
École Saint-Albert Rivière aux Saumons maternelle à 7 40
École Secondaire de Clare La Butte années 8-12 269
Tableau 2 : Les écoles du CSAP à la Baie Sainte-Marie (année scolaire 2009 – 2010) :
Malgré l’instauration de ces écoles francophones, force est de constater que la
langue utilisée hors des cours est – dans la majorité des cas – l’anglais, comme le sou-
lignent les deux témoignages suivants :
(1) ej fais des stages RIGHT/ pis/ tous les fois que j’ent’ dans la HIGHSCHOOL/ pas/ c’est
rare que tu vas entend’ du français/ tout le monde parle en anglais/ (UC6)
(2) EVEN dans les CORRIDOR asteure t’entends pas beaucoup de mounde parler français
à l’école/ et si qu’i parlont pas français à l’école/ dans une école française/ i allont jamais
parler français/ (EP1)
La remarque (2) est particulièrement intéressante : si un élève acadien, qui fré-
quente une école francophone, ne parle pas le français pendant la récréation mais
l’anglais, il semble évident que la langue anglaise soit également employée dès que
l’élève quitte l’école l’après-midi. Le résultat est que l’anglais devient la langue la plus
utilisée dans le domaine privé des jeunes, au détriment du français : « [I]l n’y a plus de
délimitation claire entre les fonctions traditionnellement associées à l’une ou l’autre
des langues en contact. Le partage des domaines d’usage du français et de l’anglais
devient instable, ce qui crée une situation de changement linguistique » (Péronnet
1993 , 106).
L’anglais est non seulement omniprésent dans la vie quotidienne des jeunes, il est
aussi la langue la plus ‘cool’ et la plus facile, surtout en comparaison avec le français
standard, la norme apprise à l’école :
7 ‹http://ns-schools.ednet.ns.ca/pdf/directory_of_public_schools_NS.pdf› [03.03.2011]
FRITZENKÖTTER
53
(3) P1: Par-en-Bas i y a/ comme/ le monde refuse de parler en français dans les/ dans l’école/
P2: c’est CRAZY/
P1: i sont comme/ « français est stupide/ faut pas parler en français »/ (P1+P2)
(4) le français est d’la misare à apprend’ comparé à l’anglais/ moi j’croirais/ (P18)
(5) P13: ej crois/ que le français/ lit et écrit/ est/ beaucoup d’la misare/
P14: beaucoup d’la misare plus que anglais/
P13: beaucoup/ parce qu’il faut/ tout l’temps que tu conjugues/ et de la grammaire/ et les
noms/ c’est point le même dans la langue anglais/ (P13+P14)
(6) quand tu l’compares avec l’anglais [= le français] j’ai besoin d’dire que c’est peu plus
diffi cile/ l’anglais c’est beaucoup plus comme TO THE POINT/ (P2)
3. Le corpus
La base de cette étude est un corpus oral d’environ onze heures qui a été recueilli
par nous-même entre janvier et mars 2011 à la BSM et à Pubnico (Argyle). Il s’agit
d’entretiens semi-dirigés à l’aide d’un questionnaire d’une durée de 20 à 40 minutes
pour chaque groupe de deux participants. 44 jeunes entre 14 et 26 ans ont participé à
notre étude.
Le chercheur désirant effectuer des recherches en milieu linguistique minoritaire
doit se poser les questions suivantes avant de débuter son investigation :
(a) Qui participe à l’étude et comment le chercheur peut-il faire la connaissance de personnes
intéressées ?
Nous avons effectué nos recherches à l’école et l’université et non pas exclusive-
ment dans la sphère privée, par exemple avec l’aide de la famille d’accueil du cher-
cheur. Cette démarche a l’avantage que tous les jeunes de la région soient potentielle-
ment représentés dans l’étude. Cela garantit que les données obtenues représentent le
parler de tout le groupe cible.
(b) Comment le chercheur peut-il empêcher l’hypercorrection des participants ?
L’hypercorrection des personnes participant à l’enquête face au chercheur qui
n’est pas un locuteur natif de la même variété est un problème inhérent des études en
milieu linguistique minoritaire :
Ideally we want to know how people use language when they are not being observed.
When speakers know they are being observed, their language shifts toward more formal
styles […]. So the most casual language is the most diffi cult to observe. (Stubbs 1983 , 224)
Selon Labov, le chercheur doit enregistrer « [l]e discours quotidien, tel qu’il est
employé dans les situations ordinaires où le langage n’est pas un objet d’attention »
(1976, 146). Afi n d’enregistrer ce discours décrit par Stubbs et Labov, il est indispen-
sable que tout chercheur qui n’est pas un locuteur natif de la variété évite de mener
l’interview lui-même.
CILPR 2013 – SECTION 11
54
La linguiste française Marie-Ève Perrot, qui a analysé et décrit le chiac de Monc-
ton dans les années 1990, avait l’idée de grouper les jeunes de son étude deux par
deux. Elle a donné un questionnaire et un dictaphone à chaque groupe et les a ins-
tallés dans la bibliothèque de leur école pour que les jeunes discutent des questions
sans qu’elle ou une autre personne soit présente (cf. Perrot 1995 , 26sqq.). Nous avons
employé la même méthode dans notre étude pour assurer une meilleure comparabi-
lité entre les résultats de Perrot pour le chiac et les nôtres pour le parler des jeunes
de la BSM. Notre questionnaire contient des questions sur les loisirs, la vie dans la
région et les projets d’avenir des jeunes d’une part et des questions sur le fait français dans la région et la province d’autre part. Les jeunes ne savaient à aucun moment que
nous nous intéressions surtout à leur production langagière, et non pas exclusivement
au contenu de leurs discussions.
4. La variété acadienne de la Baie Sainte-Marie – une variété archaïque ?
Il est important de ne pas oublier que le chiac et les autres variétés acadiennes ne
sont pas simplement un mélange entre l’anglais et le français standard.8 En effet, ces
parlers oraux contiennent aussi de nombreux archaïsmes et dialectismes (cf. Flikeid
1989/1991 ; Neumann-Holzschuh / Wiesmath 2006 ; Chauveau 2009). Les jeunes de
notre corpus nous ont nommé quelques traits archaïques de leur parler, notamment le
lexique et la négation avec ‘point’ :
(7) l’acadien/ de Clare c’est comme/ i y avont beaucoup plus vieux mots français aussi c’est
comme/ c’est vraiment COOL/ comme/ j’sais pas/ ‘asteure’/ ou ‘bailler’/ ou/ ‘bailler’/
((rires)) ‘bailler’/ (P2)
(8) à l’école h’ai h’ai tout le temps appris que j’peux point dire/ ‘point’/ à la place faut j’dis
juste ‘pas’/ mais/ non/ quand c’que tu lis des affares que/ en France de/ XVII/ dans le
XVIIe sièc’ dans les seize cents/ pis c’est des ‘point’/ à la place des ‘pas’ WELL/ (UC3)
Pour ce qui est de la négation avec ‘point’ et ‘pas’, nous avons constaté que tous les
jeunes emploient les deux négateurs et que ‘point’ est employé dans deux cas sur trois.
Voici deux exemples tirés du corpus :
(9) h’avais du HOMEWORK et du STUFF/ et pis mon père pouvait OBVIOUSLY point m’aider cause que lui/ il lit/ écrit touT/ boN en anglais/ BUT le français il peut point/ du
tout/ comme il peut point lire/ comme il le/ il le ‘garde pis/ il peut point/ (UC5)
(10) moi ej h’écoute point vraiment des fi lms en français aut’ que pour l’école/ pis c’était
ça que j/ les fi lms que j’WATCH-ons à l’école sont/ soit beaucoup trop français
standard que j’counnais point/ ou/ ou une tonne d’autre STUFF que/ xxx ne peux point comprend’/ pis point l’aimer/ ou un liv’ que tu aimes beaucoup ben/ ej lis point vraiment/
MUCH en/ français SO/ (P5)
Une caractéristique dialectale de la variété étudiée est l’emploi du ‘je collectif’ à
la première personne du pluriel :
8 Cf. King (2008 , 153): « It is certainly worth keeping in mind that chiac involves use of tradi-tional dialect features and is not just a mix of some school variety of French with English ».
FRITZENKÖTTER
55
(11) moi le seul temps que ej regarde la télévision française c’est quand ce MUM s’en voN/ et
pis ej WATCH-ons/ un MOVIE/ pis qu’la WATCH-ons/ ej le mets en français pour qu’a
peuve comprend’/ (P13)
(12) ej h’inviterons tcheq’ CHUM/ pis ej/ ej baranquons coumme c’est point si tant coumme/
aller CLUB-er ou/ (UC2)
Quant à la fl exion verbale, nous constatons que les jeunes emploient encore la ter-
minaison verbale ‘-ont’ à la troisième personne du pluriel. Nous trouvons également
la terminaison ‘-ent’, mais celle-ci n’est employée que dans une occurrence sur quatre.
Pour les verbes irréguliers ‘avoir’, ‘faire’ et ‘aller’, nous repérons les allomorphes
‘avont’, ‘faisont’ et ‘allont’ :
(13) moi h’aimais point ça quand c’qu’i avont brulé not’ FLAG acadjoN cause que c’est
rinque point FAIR/ (P5)
(14) des Anglais quand c’que zeux parlont/ avec leurs accents d’TEXAS ou WHETHER/
qu’i parlont avec leurs accent/ de l’Angletarre/ c’est point mieux ou mal SO moi j’crois
pas que/ not’ français est mieux/ ou mal/ (P17)
Bien que ces caractéristiques du parler acadien de la BSM soient encore bien
vivantes dans les idiolectes des jeunes, il faut quand-même s’interroger sur la perte
possible de celles-ci à l’avenir : Neumann-Holzschuh affi rme que les traits archaïques
ainsi que les dialectalismes se perdent dans les variétés acadiennes à cause de l’in-
fl uence du français standard à l’école d’un côté et du français québécois de l’autre :
Das traditionelle acadien ist gegenwärtig somit einem doppelten Verdrängungsprozeß
ausgesetzt: durch das Englische einerseits und das u.a. über die Schulen vermittelte Stan-
dardfranzösisch beziehungsweise das québécois standard andererseits, was die zunehmende
Aufgabe charakteristischer Merkmale des akadischen Französisch zur Folge hat. (Neumann-
Holzschuh 22008, 115) 9
Cela n’est pas le cas dans le parler des jeunes qui ont participé à notre étude :
bien qu’ils aient fréquenté une école du CSAP et / ou une université francophone,
ils emploient encore un grand nombre d’archaïsmes dans leur parler. En comparant
nos données pour les trois variables mentionnées dans la présente contribution – la
négation avec ‘point’, le ‘je collectif’ et l’emploi de la désinence ‘-ont’ à la troisième
personne du pluriel – avec celles que Flikeid et Flikeid / Péronnet ont publiées pour
la BSM en 1989 / 1991, on ne peut constater une baisse des données que pour l’emploi
du ‘je collectif’. Pour ce qui est de l’emploi du négateur ‘point’ et de la terminaison
verbale ‘-ont’ à la troisième personne du pluriel, les données sont les mêmes environ
20 ans plus tard, même si les sujets des études mentionnées n’étaient pas des jeunes
(cf. Flikeid 1989 , 193 ; Ibid. 1991 , 291 ; Flikeid / Péronnet 1989, 228).
9 Cf. également Neumann-Holzschuh 2005, 806; King 2000, 36sq.
CILPR 2013 – SECTION 11
56
5. L’infl uence anglaise sur le parler des jeunes
Dans nos transcriptions des interviews, on constate très tôt que les jeunes sont
conscients de l’infl uence anglaise sur leur parler :
(15) ‘t-êt’ une des raisons pour laquelle/ les gens/ trouvent le français/ correct/ diffi cile/ c’est
parce qu’i y a tellement d’infl uence de l’anglais/ qu’on a des anglicismes absolument
partout pis on se rend pas compte/ jusqu’à tant quelqu’un nous dit « ah tu peux pas parler
français ça c’est anglais »/ ANYWAY/ (EC11)
(16) EC11 : quand je dis « OK pense acadien » la première chouse que je pense à dire en
acadien c’est moitié anglais/ EC12 : YUP/ (EC11+EC12)
Dans notre corpus il y a des exemples de mots anglais pour les parties du discours
plutôt ‘ouvertes’ à l’emprunt, notamment les substantifs, les verbes, les adjectifs ou
les adverbes :
(17) ça fait/ rire que ça avait besoin d’y êt’ tchequ’ affare coumme bruler not’ FLAG que/
que/ quelle affare coumme la fi erté acadienne sortir à travars d’FACEBOOK à travars
de/ la région SO/ c’est vraiment intéressant/ (UC4)
(18) j’suis fi ar de pouvoir parler le français/ à cause que c’est défi nitivement un atout/ tu sais
c’est tchequ’ affare j’vas USE-r/ coumme travars d’ma vie/ (P12)
(19) c’était un voyage qu’était/ AWESOME/ (UC5)
(20) ANYWAYS pis alle l’a coumme hâlée dans son logis/ point coumme/ AGGRESSIVELY
hâlée dans l’logis/ (UC6)
On repère également des mots qui appartiennent aux parties du discours ‘fer-
mées’, par exemple les conjonctions ou les prépositions :
(21) coumme i sont à AFGHANISTAN/ BUT c’est point pour la djarre c’est rinque pour
coumme KEEP-er THE PEACE/ (UC6)
(22) SO i y a si tant/ coumme/ part de tous les villes/ on te met si tant de TRASH dans
l’air que/ c’est vraiment/ pas/ pas une différence UNLESS qu’on va fare une différence
coumme/ au GLOBE c’qu’/ BROADSCALE/ (EC4)
Les jeunes emploient aussi des particules anglaises, par exemple BACK, et des
marqueurs discursifs :
(23) c’était mon liv’ FAVOURITE mon FAVOURITE liv’/ h’essaie d’lire BACK après ça/
(P18)
(24) UC2: quoi c’que/ tu veux fare après ?/
UC1: WELL/ moi/ c’est ça j’suis parti à un bac en/ j’fais un bac en éducation/ (UC1+UC2)
6. L’intégration des substantifs anglais
Les substantifs sont de loin la classe lexicale la plus empruntée de la variété étu-
diée : 65 substantifs anglais sont employés dans au moins deux interviews.
FRITZENKÖTTER
57
6.1. Le genre
Le substantif anglais est, dans la majorité des cas, intégré dans la matrice acadienne
avec l’article français, le/un ; la/une ou les/des. Si on trouve un mot anglais employé au
masculin et au féminin, l’emploi de l’un des deux genres domine fortement. Voici trois
exemples qui montrent l’intégration des substantifs anglais dans la matrice :
(25) moi h’ai hamais WATCH-é un MOVIE français aut’ que quand h’étais forcée à l’école/
(UC3)
(26) il est JEALOUS que le FACT que nous-aut’ h’avons un FLAG/ (P16)
(27) moi/ j’suis manière de/ WORRY-é un ’tit pour la planète et ça avec le GLOBAL WARMING/ coumme/ tu vas eh/ su’ la BEACH pis i n’y a du plastique partout/ (P18)
En comparant le genre des substantifs dans le parler acadien de la BSM avec celui
du chiac de Moncton, on constate des différences fondamentales : il se peut que le
genre d’un mot diffère d’une variété à l’autre. Le mot FUN par exemple est majoritai-
rement féminin, CAR majoritairement masculin en chiac (cf. pour d’autres exemples
Perrot 1995 , 98sqq.). Les jeunes de notre corpus préfèrent dire le FUN et la CAR.
6.2. L’article zéro
Une autre caractéristique de la langue française est l’emploi de l’article partitif ou
indéfi ni où l’anglais ne met pas d’article (cf. pour le chiac Perrot 1995 , 86sqq.). Dans
le parler des jeunes de la BSM, les articles mentionnés ci-dessus sont presque toujours
employés :
(28) i y avait du monde qui veniont nous servir du PIZZA pis des DRINK quoi c’est meilleur
que ça ?/ (UC3)
(29) c’est plus coumme dans l’hivar/ qu’il a du STUFF/ comme des ICESTORMS et pis/
coumme des HURRICANE et du STUFF mais c’est/ il a point coumme ø TSUNAMI ou ø TORNADO/ (UC6)
Dans les énoncés (28) et (29), UC3 et UC6 emploient l’article partitif avant PIZZA (du) et STUFF (du). Pour ce qui est les substantifs au pluriel on trouve l’article indéfi ni
avant ICESTORMS (des), HURRICANE (des), mais UC3 et UC6 ne le mettent pas
avant TSUNAMI et TORNADO. L’article zéro est parfois utilisé quand il s’agit d’énu-
mérations de plusieurs mots anglais ou quand il y a une pause avant le mot anglais :
(30) c’est ø NEIGHBOR/ ø FRIENDS/ comme/ tout l’mounde/ ø COWORKERS/ comme
n’importe qui/ (UC5)
(31) P13 : voir tous les HILLBILLY CATTLE sortir hors du bois avec des/ SHOTGUN/
P14 : ø PITCHFORK/ (P13+P14)
Dans les cas montrés jusqu’ici, l’emploi de l’article et de l’article zéro peut varier. Il
y a deux cas où l’emploi de l’article zéro est presque généralisé dans la variété parlée à
la BSM ainsi qu’en chiac: Premièrement, avant les toponymes anglais (noms de pays,
provinces ou états) et deuxièmement quand on parle du sport (jouer au foot, jouer au hockey) :
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58
(32) si que j’END-e UP à MOVE-r/ à ø CAPE BRETON (UC5)
(33) h’avons été à ø ENGLAND/ (UC5)
(34) ça fait quatorze ans qu’j’joue à ø HOCKEY/ (P17)
6.3. Le -s du pluriel
Une différence fondamentale entre le pluriel régulier en anglais et en français est
la présence ou l’absence du -s fi nal (boys – les / des garçons). Si l’acadien emprunte un
substantif anglais, il est donc intéressant de savoir si le -s fi nal anglais est présent ou
non : « Se pose donc la question de savoir si l’emprunt d’un substantif anglais entraîne
son adaptation morphologique à la matrice, c’est-à-dire si le ‘s’ du pluriel est prononcé
ou non. » (Perrot 1995 , 78sq.).10
Dans les années 1980, Péronnet analysait l’intégration des substantifs anglais dans
la variété acadienne du sud-est du Nouveau-Brunswick à l’aide d’un corpus de locu-
teurs âgés de 65 ans et plus. Elle écrit à ce sujet : « Les noms empruntés à l’anglais
suivent la règle du pluriel des noms français: le s fi nal n’est pas prononcé » (Péronnet
1989 , 118). Dans son corpus du chiac des années 1990, Perrot constate une « alter-
nance entre les formes intégrées et non intégrées ». Elle ajoute que « la tendance à la
non-intégration s’affi rme très nettement » (Perrot 1995 , 79).
Dans le parler de la BSM, la majorité des substantifs est intégrée dans la matrice,
c’est-à-dire que le -s fi nal n’est pas prononcé dans environ trois cas sur quatre. Nous
avons repéré quelques régularités (cf. pour le chiac Perrot 1995 , 79sqq.) :
(a) Le -s fi nal est toujours présent si le mot existe uniquement au pluriel en anglais, comme
c’est par exemple le cas du mot NEWS :(35) ils avont/ ça coumme allait WAY OVERBOARD i avont mis su’ les NEWS i avont
fait documenter coumme trente minutes de ça/ (EC3)
(b) Quand il s’agit d’un mot composé, le -s fi nal est presque toujours présent en chiac.
Par contre, dans la variété de la BSM, cela n’est le cas que pour environ la moitié des
occurrences. Voici deux exemples :
(36) j’sais pas si c’est des BONUS POINTS ou coumme/ (UC5)
(37) comme des NATURAL DISASTERS/ (UC5)
(c) Pour ce qui est des mots qui se terminent en [ɪz], le -s fi nal n’est articulé ni en chiac ni
dans la variété de la BSM :
(38) comben de RAPPIE PIE BUSINESSø/ que i y a dans Clare/ (UC6)
(39) ben tu peux mett’ trois SINGLE AIR MATTRESSø là pis trois SINGLE AIR MATTRESSø coumme l’un côté/ (P4)
10 Cf. pour la présence ou l’absence du -s du pluriel dans une chanson du groupe acadien Radio Radio : Thibault, 2011. Même si le groupe affi rme chanter en chiac, la langue employée ressemble plutôt au parler acadien de la BSM quant à l’emploi du -s fi nal. La raison principale de ce fait est que deux des trois membres du groupe sont originaires de cette région.
FRITZENKÖTTER
59
Voici un schéma qui montre le développement de la réalisation du -s fi nal dans les
variétés acadiennes étudiées :
Phase 1: Phase 2: Phase 3:
pluriel français pluriel français +
pluriel anglais pluriel anglais
des MOVIE [ø] des MOVIE [ø] +
des MOVIES [z] des MOVIES [z]
La variété étudiée par Péronnet (1989) se trouve dans la phase 1 : les substantifs au
pluriel sont presque toujours adaptés à la matrice. Le chiac des années 1990 se trouve
entre les phases 2 et 3, car la majorité des substantifs au pluriel n’est plus adaptée. La
variété parlée par les jeunes de notre corpus se trouve entre la phase 1 et 2, car le -s
fi nal muet du français domine encore. Il est néanmoins fort probable que l’emploi du
-s fi nal anglais augmentera également dans cette variété.
7. Conclusion
La présente contribution a tout d’abord montré que les régions acadiennes de la
Nouvelle-Écosse sont de plus en plus anglicisées, et ce malgré l’introduction d’un
système scolaire francophone et d’une université francophone à la BSM. La BSM
est la seule région acadienne où plus de la moitié de la population parle encore une
variété française comme langue maternelle et comme langue parlée le plus souvent
à la maison.
Le parler de cette région est une variété archaïque et innovatrice en même temps :
d’un côté, les traits archaïques et les dialectalismes – notamment la négation avec
‘point’, le ‘je collectif’ et la terminaison verbale ‘-ont’ à la troisième personne du plu-
riel – sont encore bien vivants dans le parler des jeunes. De l’autre côté, ils emploient
de plus en plus de mots et structures anglais dans leur parler, même si le « moitié
anglais moitié français » revendiqué comme langue par les locuteurs eux-mêmes n’est
pas avéré.
Nous avons montré que les substantifs anglais sont, dans la plupart des cas, inté-
grés dans la matrice acadienne, c’est-à-dire que le -s fi nal n’est pas présent et que
l’article français est employé dans la majorité des occurrences à la différence du chiac qui s’est éloigné de la matrice française dans son intégration des substantifs anglais. Il
reste donc à savoir si la variété de la BSM évoluera dans la même direction.
Université de Trèves Stefanie FRITZENKÖTTER
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60
Références bibliographiques
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63
Les infl uences gasconnes en basque
Le contact linguistique entre le basque et le gascon est caractérisé par un bilin-
guisme de longue date au Nord du Pays Basque, surtout dans le Nord de la Basse-
Navarre, l’ancienne province de la Soule et dans la zone limitrophe à l’aire gasconne
au Labourd. Ce bilinguisme est caractérisé par une loyauté linguistique extraordi-
naire de la part des Basques envers leur langue d’origine. Mais dès le début du contact
basco-roman et jusqu’à nos jours, il y a eu des locuteurs qui ont abandonné le basque
au profi t, d’abord, du latin, puis du roman qui est devenu le gascon et aujourd’hui,
au profi t du français. Les résultats linguistiques de ce contact sont d’une part des
infl uences basques en gascon : il s’agit là d’interférences de substrat que j’ai décrites
ailleurs (Haase 1997). D’autre part, dans une situation d’adstrat, le gascon est la
langue modèle pour le basque qui y fait des emprunts. Il s’agit surtout d’emprunts
lexicaux, mais la grammaire du basque en est parfois atteinte aussi, comme je l’ai déjà
montré dans ma thèse de doctorat (Haase 1992).
Les résultats de mes recherches des années 1990 se voient confi rmés par la récente
publication de l’Atlas dialectal du Pays Basque (Euskal Herriko Hizkeren Atlasa,
EHHA) depuis 2008 et les recherches actuelles des dialectologues basques dans le
cadre de cet Atlas. Même si l’Atlas est purement synchronique, il est possible de relire
les cartes d’une façon diachronique, ce qui permet de voir dorénavant comment cer-
tains traits lexicaux, grammaticaux et phonétiques se sont propagés, en sortant des
zones bilingues vers l’intérieur du Pays Basque. Parmi d’autres phénomènes, la lec-
ture diachronique peut expliquer le double système d’accentuation qu’on trouve dans
les dialectes basques. Toutes les cartes sauf celles concernant l’accent basque pro-
viennent de l’Atlas basque (EHHA).
Le tableau suivant montre les principales communes du Pays Basque dans les-
quelles on rencontre un nombre non-négligeable de bilingues (appelés « charnégous »
dans les deux langues, terme souvent employé avec une connotation péjorative).
Le phénomène du bilinguisme basco-gascon est pourtant beaucoup plus répandu,
bien plus au Pays Basque du Nord qu’en Gascogne, à cause du prestige supérieur
du gascon (et de sa fonctionnalité comme langue du commerce, et, jusqu’à l’arrivée
du français, langue administrative). Le prestige du gascon se trouve maintenant en
déclin, alors que le basque a gagné du prestige, ne serait-ce qu’au Sud-Ouest du Pays
Basque.
CILPR 2013 – SECTION 11
64
Tableau 1: Liste des communes bilingues au Pays Basque:
• communes limitrophes
• Soule: Barkoxe/Barcus, Eskiula/Esquiule, Inhasi/Féas (nom gascon: Hiars), Jeruntze/
Géronce
• Basse-Navarre (Pays de Mixe, en basque: Amikuze): Oragarre/Orègue, Labetze-
Bizkai/Labets-Biscay
• Labourd: Bardoze/Bardos, Gixune/Guiche
• lieux de passage, marchés
• Ospitalepea/Hôpital-Saint-Blaise, Garrüze/Garris, Donapaleu/Saint-Palais, Urdatx-
Santa-Grazi/Sainte-Engrâce
• enclaves gasconnes en Pays Basque
• Bastida/Labastide-Clairence, Montori/Montory, Hauze/Haux
Il s’agit d’un bilinguisme de longue date, maintenant en voie de disparition à la
suite d’un arrêt de transmission naturelle. Pour les communes bilingues nous pouvons
distinguer au moins trois types de genèse:
a) Labastide-Clairence est une fondation gasconne au Pays-Basque, une ville neuve
(bastide) du XIVe siècle. Sa fondation avait sûrement des raisons économiques. Mais son
importance comme centre gascon en Basse-Navarre ne date que du XVIIe siècle: moment
à partir duquel commença le marché régional (jusqu’aux années soixante au XXe siècle
en alternance avec celui de Garris, autre centre gascon).
b) La genèse de Labets-Biscay avait des raisons purement administratives: elle est issue de
la fusion d’une commune basque (Labets) avec une commune gasconne (Biscay) en 1841.
Le fait que l’ancienne commune gasconne porte un nom basque nous montre que nous
nous trouvons dans une région caractérisée par la substitution linguistique à une époque
plutôt récente.
c) Cela est le cas encore davantage pour la frontière linguistique souletine. C’est la partie
la plus fl oue de la frontière du Pays-Basque du Nord. En outre, le bilinguisme basco-
gascon était assez répandu en Soule. Il est fort probable que c’est ici, le long de la frontière
souletine, que le recul du basque devant le gascon a eu lieu en dernier par rapport au reste
du domaine gascon. La débasquisation date probablement de la renaissance gasconne
du XVIe et XVIIe siècles. Elle avait avancé davantage dans certains endroits comme par
exemple Montory qui était plus important à cette époque que maintenant, et moins vite à
Barcus et Gestas, avec Esquiule et ses alentours entre les deux. Quand à la fi n du XVIIIe
arrive le français, la supplantation par le gascon s’est arrêtée, laissant cette frontière
fl oue.
Le gascon est la langue traditionnelle du marché, même à l’intérieur du Pays-
Basque nord-oriental (Basse-Navarre orientale et Soule). Les marchés les plus impor-
tants se trouvaient à Labastide-Clairence et à Garris. Dans les années soixante, ce
dernier à été transféré à Saint-Palais, dont Garris fait désormais partie. D’après mes
témoins, c’est à partir de ce moment qu’on n’y entend parler gascon que très rarement;
de nos jours, le commerce se déroule surtout en français.
HAASE
65
Le rôle des marchés et des foires ne se limitait pas à des fonctions purement com-
merciales. Ils étaient aussi des lieux de rencontre de gens de plusieurs villages, on y
échangeait des informations et on s’y amusait ensemble.
1. Emprunts lexicaux
La première carte montre déjà tout le drame du contact linguistique et de son
traitement:
Carte 1 : fraise (EHHA 572), les petites lettres sont des abréviations
des noms des communes
Il s’agit de la carte fraise, ce qui est ahraga en gascon. Nous retrouvons ce mot
dans toute la zone bilingue sous la forme arraga (plus ou moins identique à la pro-
nonciation gasconne limitrophe). Sur la côte labourdine, la forme est arrega et arraba
au-delà de la frontière espagnole. Pour ceux qui ne savent pas le gascon, le mot est
ressenti comme un mot d’origine basque, sûrement parce qu’il ne ressemble ni au
français ni à l’espagnol.
Carte 2 : morue (EHHA 39)
CILPR 2013 – SECTION 11
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La deuxième carte montre les mots dialectaux pour morue (gascon: merluça). La
zone de contact (Pays de Mixe et Soule) est très visible. On y trouve des variantes
merlüz(a) et marlüz(a) ainsi que merluz(a) et marluz(a), le -a parfois réanalysé comme
article (désinence de l’absolutif) en basque.
Même dans les cas où le basque fait preuve d’une relative stabilité lexicale, c.-à-d.
où il n’y a pas de variation dialectale, la zone de contact montre des variantes, comme
c’est le cas pour erbi ‘ lièvre ’ (gascon: lèb(r)e, lèp(r)e selon les dialectes landais et
béarnais), illustré par la carte 3.
Carte 3 : lièvre (EHHA 191)
Seuls Bardos et Esquiule, les points extrêmes du Pays Basque du Nord, ont intégré
le mot gascon, Bardos en l’adaptant à la phonologie basque sous la forme lep(h)ere.
Sur la carte 4 le Pays de Mixe et le Nord de la Soule se distinguent bien par l’adop-
tion du mot gascon branca pour branche (basque standard: adar); branka se trouve
aussi dans le Nord du Labourd. Plus à l’arrière-pays de la Basse-Navarre l’enquêteur
de l’EHHA a trouvé la forme brantxa qui semble calquée sur le français branche, en
retenant la désinence gasconne -a.
Carte 4 : branche (EHHA 449)
HAASE
67
Cette fois, Barcus et Esquiule à l’extrême Est de la Soule ne montrent pas d’in-
fl uence gasconne. C’est tout-à-fait surprenant, parce que ce sont ces deux communes
qui sont à l’avant-garde du contact linguistique.
Carte 5 : dosse (EHHA 501)
La carte 5 est donc plus typique : le mot gascon crosta pour dosse se trouve au Pays
de Mixe et en extrême Soule. Comme la voyelle du radical gascon est [u] (<o> dans
l’orthographe gasconne, utilisée ici), le mot dialectal basque krusta est donc claire-
ment un emprunt gascon.
La carte 6 punaise (gascon: cimi(et)a) est particulièrement intéressante. Comme
la punaise est assez petite, on trouve en basque des formes diminutives avec palata-
lisation (en orthographe basque: (t)x), le succès du mot d’origine gasconne est donc
visible. En même temps, nous trouvons le mot pürnasa un peu partout au Pays Basque
du Nord. Cela semble faire preuve d’une infl uence française, mais il y a aussi le mot
putnasa en gascon qui peut être à l’origine de pürnasa, même si une infl uence fran-
çaise peut avoir contribué au succès de ce mot.
Sur la même carte, nous trouvons un autre mot intéressant, justement dans la zone
du plus fort contact : bernatprüdent, modifi cation par étymologie populaire de bernat-pudent (‘ Bernard qui pue ’) en gascon. Les auteurs de l’EHHA nous nous avertissent
qu’il s’agit peut-être d’un autre animal (palomena viridissima), mais indépendamment
de la question de quel animal il s’agit exactement, nous avons affaire à un cas d’emprunt.
Carte 6: punaise (EHHA 12)
CILPR 2013 – SECTION 11
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La carte 7 montre les équivalents de heurter du pied dans les dialectes basques.
L’équivalent gascon serait trabucar, ce qui donnerait trabucatu en basque. Or, nous
trouvons un peu partout dans le Pays Basque du Nord (taches rouges) la forme t(r) ebu-katu, t(r)ebükatü ou thebükatü. Cela ressemble plutôt au français trébucher, au moins
en ce qui concerne la première syllabe, alors que la dernière partie du mot a l’air plu-
tôt gascon. Le mot français semble être intégré comme si c’était un mot gascon. J’ai
appelé cela « effet de siphon » (« Schleuseneffekt » en allemand). Tous les mots récem-
ment empruntés au français passent par les modèles déjà établis par le contact entre
basque et gascon. C’est ainsi qu’on trouve arremembramendüa pour ‘ remembrement’
qui n’est certainement pas passé par le gascon.
Carte 7 : heurter du pied (EHHA 381)
2. Infl uences grammaticales
Dans un scénario d’adstrat, il y est bien possible que les infl uences de la langue
modèle se limitent à des emprunts lexicaux, d’autant plus que le basque et le gascon
sont des langues typologiquement très différentes. Mais grâce à un bilinguisme de
longue date, nous trouvons aussi des infl uences dans le domaine grammatical. Nous
étudierons trois cas: (1) l’élargissement du comitatif dans les contextes instrumentaux,
(2) la réorganisation de la modalisation selon le modèle roman et (3) l’accent basque.
2.1. Comitatif
Dans le Pays Basque septentrional la désinence -kilan est plus courante que -ekin
qui est la forme standardisée. Le comitatif est utilisé quand un accompagnement est
exprimé. Il n’est pas employé pour désigner un instrument. Dans ce cas, l’instrumen-
tal en -ez est généralement préféré, comme dans oinez ‘ à pied’, ‘ avec les pieds’. Le
gascon peut employer la préposition comitative pour exprimer une relation instru-
mentale: dab un culhièr ‘ avec une cuillière’, ceci se trouve calqué en basque:
HAASE
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(1) koller bat-ekilan (lieu d’enquête : Gabadi/Gabat)
cuillière avec-comitatif
‘ avec une cuillière’
Le comitatif élargit donc son domaine fonctionnel en suivant le modèle du gascon
ou des langues romanes en général. Malheureusement, la morphologie n’est traitée
qu’au dernier volume de l’Atlas dialectal du Pays Basque qui n’a pas encore été publié.
Il reste à voir si les syntagmes proposés par les éditeurs de l’Atlas permettront une
analyse fonctionnelle du type proposé ici ou se limiteront à montrer la distribution de
-ekin et -ekilan seulement.
2.2. Modalisation
Le basque connaît des auxiliaires aspecto-temporels, mais pas des auxiliaires mo-
daux comme pouvoir, devoir etc. en français :
(2) ezarri dut
poser 3.aux.1s
‘ Je l’ai posé.’
La modalisation est accomplie en insérant un modalisateur entre le verbe non-fi ni
(participe) et l’auxiliaire aspecto-temporel :
(3) ezarri behar/nahi dut
poser devoir/vouloir 3.aux.1s
‘ Je dois/veux le poser.’
Le modalisateur est invariable et semble être un substantif non-déterminé (déter-
miné en -a à l’absolutif: beharra ‘ nécessité ’, nahia ‘ souhait, désir ’). Dans les recettes
de cuisine que j’ai enregistrées à Labastide-Clairence (enclave gasconne au Pays de
Mixe, caractérisée par le bilinguisme basco-gascon), on trouve des structures de ce
type qui nous rappellent la structure romane (gasconne ou française) :
(4) Behar da ezarri pinta [b]at ur kas[er]ola [ba]t-ian.
devoir 3.aux poser litre un eau casserole un-inessif
‘ Il faut mettre un litre d’eau dans une casserole. ’ (Bastida/Labastide-Clairence)
La structure ressemble au français : il faut + infi nitif ou au gascon : (que) cau
+infi nitif. Comme les deux langues ont la même structure pour l’obligatif, on ne sait
pas laquelle est à l’origine de la structure basque avec certitude. L’existence de cette
structure dans les deux langues de contact a certainement augmenté la pression sur le
basque dialectal pour qu’il s’orienter vers la structure romane.
Mais l’innovation ne s’arrête pas là, comme le montre l’exemple suivant :
(5) Biharmon-ian behar-tze-n bit-zen rdi-a h[a]utsi.
lendemain-inessif devoir-nom-inessif sr-3.prétérit cochon-déterminant partager
‘ Car le lendemain il fallait partager le cochon. ’ (Bastida/Labastide-Clairence, sr =
subordinateur)
CILPR 2013 – SECTION 11
70
Ici, le modalisateur qui dans la langue standard serait toujours behar est devenu
un verbe qui au passé imperfectif prend la désinence -tzen (nominalisateur en -tze- +
inessif). C’est donc tout-à-fait le pendant de il fallait/que caliá. Comme le passage du
modalisateur dans le domaine verbal n’était pas attendu quand l’Atlas basque a été
conçu, ce ne sera que par hasard que de telles structures se retrouveront sur ses cartes.
2.3. Accent
Gotzon Aurrekoetxea (2012), un des éditeurs de l’Atlas dialectal basque, et son
équipe ont récemment étudié la position de l’accent dans les dialectes basques. Mal-
heureusement, les dialectologues basques ne donnent pas d’interprétation de leurs
résultats en considérant le contact linguistique, ce que j’essayerai ici. Le système d’ac-
centuation basque montre une certaine variation. En général, l’accent est syntagma-
tique – comme en français – et à la différence du basque standard, il ne prend pas le
mot comme base d’accentuation dans beaucoup de dialectes. Comme le gascon base
son accent tonique sur le mot, il n’est pas surprenant que le Pays de Mixe et l’entière
Soule montrent le même type d’accentuation. La carte 8 montre la distribution des
systèmes d’accentuation. Comme la seule zone compacte se trouve à l’Est (en Soule),
la carte laisse supposer que le système s’est propagé vers l’Ouest. Il n’est pas clair
pourquoi ce système sans doute innovateur a été choisi pour le standard, peut-être
parce qu’il a été considéré comme ancien par erreur : si on ne considère pas les phéno-
mènes de contact linguistique, les dialectes du Nord-Est montrent en effet des traits
plutôt conservateurs, et l’accentuation tonique sur la base du mot est en contraste avec
celle du français ; si on ignore le gascon, l’accentuation sur la base du mot semble donc
autochtone. Mais en considérant l’ensemble des données dialectales, elle ne l’est pas.
Carte 8 : Le mot est la base de l’accent (Aurrekoetxea et al. 2012, carte 5),
la case au Nord de la côte indique le basque standard.
La carte 9 montre qu’à l’exception de trois îlots à l’Ouest, dans les dialectes orien-
taux, l’accent se trouve d’habitude sur l’avant-dernière syllabe du groupe accentuel.
Pratiquement, tout le Pays Basque français est concerné, et ce système d’accentuation
passe vers l’Ouest en Haute-Navarre. On peut y voir le succès du système gallo-roman
HAASE
71
où l’avant-dernière syllabe est primordiale pour l’accentuation. Cette fois, ce système
n’a pas été choisi pour le standard, sûrement parce que le Pays Basque central n’a pas
été atteint.
Carte 9 : L’avant-dernière syllabe porte l’accent (Aurrekoetxea et al. 2012, carte 10)
3. Conclusion
En conclusion, il faut souligner les observations suivantes :
1. Même entre adstrats non-apparentés, la grammaire d’une langue (ou d’une variété de
cette langue) peut changer sous l’infl uence d’une langue modèle (par voie d’emprunt).
Cela inclut aussi la phonétique. Dans des domaines grammaticaux qui échappent à un
contrôle conscient par les locuteurs (comme c’est le cas en phonétique et phonologie), les
innovations s’intègrent facilement dans la structure linguistique de la langue ou variété
qui les a empruntées à la langue modèle.
2. C’est surtout dans la zone de contact (Pays de Mixe au Nord de la Basse-Navarre, Soule)
que les phénomènes de contact sont visibles. Ce ne sont pas des zones conservatrices et
c’est d’ici que se sont propagées ces innovations.
3. La lecture des cartes soutient l’hypothèse que les traits caractéristiques du bas-navarrais
et du souletin sont issus du contact linguistique, notamment avec le gascon.
La lecture de l’Atlas dialectal basque confi rme le rôle important que joue le gas-
con pour l’explication de l’histoire linguistique basque, surtout dans le Nord-Est du
Pays Basque.
Université de Bamberg Martin HAASE
CILPR 2013 – SECTION 11
72
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73
Les catégories « étique » et « émique » d’un point
de vue phénomenologique en linguistique de contact
La distinction catégoriale entre unités « étiques » et « émiques » s’est avérée
cruciale, dans le champ des contacts de langues en linguistique romane, depuis les
recherches variationnistes de Th. Stehl (Stehl 1992, 1994 ; cf. maintenant Stehl 2012)
autour des normes et traditions de discours. Nous avons discuté ce couple conceptuel
en en explorant les fondements épistémologiques et la pertinence pour la linguistique
de contact dans des travaux antérieurs (surtout dans Jablonka 2011, cf. aussi Jablonka
1994, 1997, 1999). Si la discussion dans ces travaux restait, sur le fond, limitée à
l’orientation fonctionnelle du structuralisme, nous avons cependant esquissé une
ouverture possible vers une orientation davantage pragmatique. Nous allons prendre
cette contribution pour occasion d’intégrer, sur le plan épistémologique, le premier
volet (structuraliste) au second (pragmatique), qui n’a pas encore été suffi samment
conceptualisé. Ce sera la phénoménologie qui servira de trait d’union. Cette
conceptualisation représente un désidérata en sociolinguistique de contact.
1. Conceptualisation des normes et traditions de discours en linguistique
variationniste fonctionnelle de contact
1.1. Les normes et traditions de discours ont en commun de se situer entre les
niveaux du système et du texte ; dans un certain sens, elles se situent sur les deux à la
fois. Dans les termes de Stehl (1994 : 139),
dans la mesure où l’on considère les normes de discours synchroniques et les traditions
de discours diachroniques comme des catégories englobantes émiques de la dynamique lan-
gagière, il faut s’interroger sur leur concrétisation, sur leur réalisation au niveau étique des
discours eux-mêmes. (Trad. F.J.)
Selon Jablonka (1999 : s.p., citation de la version allemande, trad. F.J.), les nor-
mes et traditions de discours « peuvent être considérées comme des entités situées
au niveau émique, c’est-à-dire au niveau de la langue, qui régissent la confi guration
spécifi que du niveau discursif de la parole, donc du niveau étique. » Selon cette lec-
ture, les normes et traditions de discours seraient des entités émiques qui se situent
au niveau étique.
1.2. Dans le souci de dépasser le structuralisme vers une linguistique de la parole
(au sens de Coseriu 1988), lesdites recherches de Th. Stehl sur l’émergence de nouvel-
les variétés interlectales dans le cadre de dynamiques de contacts verticaux conver-
CILPR 2013 – SECTION 11
74
gents entre les dialectes de base et les langues standard dans la Romania intérieure,
en l’occurrence dans les Pouilles et au Périgord ont montré que l’un des principaux
facteurs pour la constitution de variétés interlectales entre dialecte et langue stan-
dard représente précisément le complexe des normes et traditions de discours. Dans
ce cadre théorique de linguistique variationniste fonctionnelle du contact, les nor-
mes de discours représentent des conventions de l’organisation textuelle / discursive
inhérente à une langue ou un dialecte donné. Au cours de la dynamique de contact
qui tend vers la substitution (language shift), le locuteur « traduit » les discours conçus
en L1 dans le matériau linguistique de sa L
2. De ce fait, les normes de discours de la
L1 sont ‹ transplantées › dans sa L
2 : il parle la L
1 (normalement son dialecte) « en »
standard. Ainsi, la L1 dialectale progressivement abandonnée persiste de manière
« subcutanée » en-dessous du matériau de la L2. Ce qui persiste semble se situer, de
prime abord, en grande partie au niveau suprasegmental : la manière de dire les cho-
ses, leur agencement, leurs implicites (culturels et non), la Matrice de la ‹ pensée ›
– pour ainsi dire : son « ontologie » (cf. pour cette notion Jablonka 2012 : 125). Autre-
ment dit : si le « phénotype » est celui de la L2 (langue standard), le « génotype » reste
principalement celui de la L1 (dialecte) (cf. Stehl 2012 : 192). Ainsi, au cours du chan-
gement linguistique déclenché par le contact asymétrique (changement exogène), les
normes de discours de la L1 réémergent sous forme de traditions de discours. A cha-
que fois, les normes et traditions de discours participent dans leur forme d’existence
à la fois du système (émique) et du discours (étique). Comment résoudre ce problème
apparemment paradoxal ?
2. Émique vs. étique : deux conceptualisations apparemment opposées
2.1. Si nous nous en tenons au père de la distinction entre catégories émiques et
étiques en linguistique, Kenneth L. Pike (1967), il est aisé de constater de nombreuses
incohérences dans ses propres formulations. Si la distinction entre émique comme
ce qui appartient au système (comme phonemics) et étique comme ce qui relève du
discours (comme phonetics) ne semble, d’emblée, pas poser problème, cette concep-
tualisation se croise chez Pike avec une autre catégorisation différentielle :
External versus internal view : Descriptions or analyses from the etic standpoint are
“alien” in view, with criteria external to the system. Emic descriptions provide an internal
view, with criteria chosen from within the system. They represent to us the view of one fami-
liar with the system and who knows how to function within it himself. (Pike 1967 : 38)
2.2. Les échos de la réception de cette dernière distinction pikienne peuvent
être retrouvés plus récemment dans les écrits de sociolinguistes notamment français
(et francophones) qui se situent eux-mêmes assez loin du structuralisme (cf. par ex.
Blanchet 2003, Feussi 2004, Robillard 2005), et on peut retenir comme catégorisa-
tion fondamentale la distinction entre le cadre situationnel de l’échange interaction-
nel comme unité englobante, telle qu’elle est vécue et typisée par le communiquant
(niveau émique) et le phénomène singulier de communication que représente un
JABLONKA
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discours individuel et qui est ainsi soumis à l’analyse (et, le cas échéant, segmenta-
tion) par l’observateur (niveau étique). C’est dans ce sens que L. Mondada (2001)
prend en considération le caractère de gestalt de l’interaction verbale, en se référant
à la tradition phénoménologique qui est l’une des principales sources de l’analyse
ethnométhodologique, pour souligner la « dimension à la fois holistique et analysa-
ble » du discours (ibid., 156). C’est précisément cette perspective intégrée d’holisme
et caractère analytique qui autorise Mondada (ibid., 155) à souligner l’importance d’
activités d’identifi cation et de catégorisation d’unités, conçues non pas comme des unités abstraites dans un système formel préexistant mais comme des unités dont le maniement, la reconnaissance, la confi guration est indissociable des visées énoncia-tives locales. D’où l’intérêt pour des unités ‹ émiques ›, qui ne relèvent pas de l’obser-vateur mais des dynamiques observées, qui sont des unités pratiques que le locuteur met en œuvre à toutes fi ns pratiques au fi l de l’interaction.
Ainsi, si la deuxième acception de la différenciation de catégories émiques et éti-
ques, qui se trouve déjà chez Pike et dont l’articulation avec la catégorisation d’orien-
tation structuraliste semble peu transparente, peut être éclairée avec toute sa force
explanatoire par le recours à la tradition phénoménologique, on peut également iden-
tifi er des origines phénoménologiques de la première.
3. Sources phénoménologiques du structuralisme et de la pragmatique
3.1. Holenstein (1976 : 20) met en évidence l’infl uence que la philosophie
phénoménologique d’E. Husserl a exercée sur le Cercle linguistique de Prague et
notamment sur R. Jakobson, infl uence qui implique la distinction entre les niveaux
émique et étique. Selon cette conception, tout objet perçu, y compris les faits de lan-
gue, est toujours lié à une « typique structurée ». La phénoménologie a précisément
pour but d’éclairer cette typique structurée de l’objet perçu dans son agencement et
sa relation avec les autres objets au sein d’un même horizon afi n d’en dégager la struc-
ture régulée qui le rend accessible à la conscience. Transposé au niveau de la langue,
c’est cette typique structurée, cette structure régulée qui assigne à un objet sa valeur
« émique ».
3.2. Si la pertinence de cette infl uence phénoménologique sur la linguistique
structurale saute immédiatement aux yeux, il en est de même pour une linguistique
pragmatique d’orientation ethnométhodologique. L’ambition de l’ethnométhodo-
logie est d’élucider le comment de l’organisation sociale par l’éclairage des structu-
res régulées de l’agir quotidien (cf. Sack/Weingarten 1979 : 9 ss.). Le sens (entendu
comme les « propriétés rationnelles ») de l’agir social émerge par la mise en œuvre
systématique de savoirs partagées par l’action concertée des interactants, sa produc-
tion est donc soumise à une méthode par laquelle, dans leurs pratiques quotidien-
nes, les interactants font émerger et stabilisent un ordre communicatif, symbolique
et social. En effet, dans la formulation de Garfi nkel (1972 : 309), le ‹ père › du courant
ethnométhodologique :
CILPR 2013 – SECTION 11
76
I use the term ethnomethodology to refer to various policies, methods, results, risks, and
lunacies with which to locate and accomplish the study of rational properties of practical
actions as contingent ongoing accomplishments of organized artful practices of everyday life
[…].
Ce sont donc les actes individuels qui, du fait de leur mise en œuvre systémati-
que et méthodologique comme entités typisées qui permettent de faire émerger une
réalité sociale comme intersubjectivement partagée au sein d’un horizon culturel
donné. Nous retrouvons le même schéma de ce qui est au cœur de la différenciation
des catégories émique et étique.
4. Application à la linguistique de contact : évidences de terrain
4.1. S’il est donc acquis que le point de départ de l’intégration des catégories lin-
guistiques « étique » et « émique » dans le champ de la variation en linguistique de
contact est l’enracinement de celles-ci dans le structuralisme européen et américain,
et si le structuralisme européen plonge lui-même ses racines dans la phénoménologie,
il apparaît que l’implémentation desdites catégories dans la recherche sociolingui-
stique de terrain sur les contacts de langues et de cultures, en particulier dans la
Romania avec des extensions notamment dans la Francophonie hors d’Europe peut
utilement être entreprise compte tenu de la dimension plus proprement pragmatique
que la différenciation entre « étique » et « émique » met également à la disposition du
linguiste variationniste. Des données relevées sur mes deux principaux terrains, au
Val d’Aoste (a) et au Maroc (b), peuvent utilement être investies pour mettre en évi-
dence ce lien épistémologique :
(a) Dans les villages montagnards du Val d’Aoste a pu être relevé que dans le standard
régional italien qui émerge au contact vertical avec le francoprovençal se répercutent
des normes de discours propres du dialecte (cf. Jablonka 1997 : 177). Cette transmutation
se refl ète dans l’organisation de conversations (plus ou moins) phatiques sur les faits
météorologiques. On comprendra que pour une communauté montagnarde traditionnelle,
organiquement enraciné dans un monde vécu articulé par le dialecte de base, les aléas
du temps apparaissent nettement plus vitaux que du point de vue d’une forme de vie
modernisée, davantage à l’abri de toutes sortes d’intempéries et organisée principalement
en langue (en l’occurrence italien) standard. Ainsi, l’énoncé francoprovençal lo tɛ̃ə̃n l ɛ dzɛ̃ə̃ŋ exprime un certain nombre d’implicites culturels, en particulier l’incertitude
concernant la stabilité de la situation météorologique. Ainsi, les non-dits du discours
francoprovençal ne ‹ vont plus sans dire › du point de vue du standard modernisé et sont
explicités dans le discours italien, même si c’est la fonction phatique qui prime dans
l’échange conversationnel : « Ma guarda che bel tempo, sì. […] Il tempo è abbastanza
bello, però non è proprio quello. Non è proprio veramente bello. » Ou bien : « Oggi è
una bella giornata, […] se continua così. Se continua pwɛɪ. » On voit ainsi clairement
qu’une norme de discours francoprovençale synchronique, lors du passage à la langue
standard, donne naissance à une nouvelle tradition de discours qui lègue, en perspective
diachronique, à la variété standard régionale de l’italien une organisation discursive sui generis.
JABLONKA
77
(b) Pendant l’un de mes premiers séjours « sur » mon terrain marocain (famille, quartier
populaire de Salé), j’ai pu assister à la visite d’un jeune homme de 30 ans (pour une
analyse détaillée cf. Jablonka 2012 : 126 s.). En discutant de façon informelle et amicale
avec ce jeune homme, ce dernier avoue : « Ah oui, le français, il faut faire un effort pour
parler français, seulement on [les Marocains] ne fait pas d’effort – c’est ça le problème. »
Puis, au moment où la mère de la famille entre dans la pièce, le jeune homme se précipite
vers celle-ci, et en s’inclinant plusieurs fois et en secouant vivement la main de la pauvre
mère, analphabète monolingue, il la bombarde d’énoncés en français : « Ça marche ? Tout
ça marche ? Monsieur ça marche ?… » En dépit de ces gestes de dévouement, l’usage du
français lui permet d’affi cher son statut socioprofessionnel plus élevé (de fonctionnaire),
dans le sens d’une manœuvre de distinction (Bourdieu 1979), de démarcation vis-à-vis du
groupe non alphabétisé et représentant la société traditionnelle.
Un locuteur français n’aurait sans doute pas manifesté le même type de compor-
tement symbolique et plus spécialement verbal. Il n’aurait certainement pas affi ché
le même dévouement avec les mêmes gestes proxémiques vis-à-vis d’une locutrice
plus âgée purement arabophone. Le jeune homme observé ne fait rien d’autre que
reproduire le « rite » (Goffman 1974) de salutation ‹ à l’arabe › – le « phénotype » est
français, mais le « génotype » reste arabe. Le jeune homme se sert d’une « technique
de traduction » (cf. Stehl 2012 : notamment 127) : il ‹ parle arabe en français ›, dans le
sens où il dit matériellement en français ce qu’on dirait en d’autres circonstances en
arabe marocain, avec les normes discursives en vigueur dans la variété dialectale. En
effet, en arabe, le rite de salutation est souvent ouvert par le renseignement phatique
sur la santé des membres de la famille et la situation de vie de l’interlocuteur et de
ses proches : laː bεs ˤlik ? raʒəl laː bεs ? kulʃi laː bεs ? (littéralement : ‹ Pas de problème
chez toi ? Homme / mari pas de problème ? Tous / Tout pas de problème ? ›) … Il s’agit
à l’évidence d’une tradition de discours phraséologique ancrée dans le monde vécu de
la communauté communicationnelle, idiomatisée dans la mesure où la force illocu-
toire de cet acte de parole s’est détachée du sémantisme de ses composantes lexicales :
il ne s’agit justement pas de la question de savoir si quelqu’un a des problèmes ou pas,
mais d’un acte purement phatique. Le passage d’une langue à l’autre n’entraîne en
l’occurrence pas le changement de normes de discours : les normes de discours de la
L1 sont maintenues dans le discours en L
2 et organisent ce dernier. Il s’agit donc d’une
véritable tradition : d’une tradition de discours, précisément, dans le sens exposé ci-
dessus.
De plus, on peut noter que Monsieur ça marche ? est, dans ce contexte, clairement
le résultat d’une traduction quasiment littérale de l’arabe marocain raʒəl laː bεs ? De
même, ça marche est une formule phraséologique fi gée, non analysée : ça n’est pas
interprété comme sujet grammatical, ce qui favorise la présence d’un deuxième sujet,
en l’occurrence tout, dans Tout ça marche?, selon le modèle kulʃi laː bεs ?
CILPR 2013 – SECTION 11
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Rituel de salutation en contact à Salé, Maroc
Énoncé Équivalent pragmatique
en arabe marocain
Traduction littérale de
l’équivalent arabe maro-
cain
Ça marche ?
Monsieur ça marche ?
Tout ça marche ?
laː bεs ˤlik ?
raʒəl laː bεs ?
kulʃi laː bεs ?
Pas de problème sur toi ?
Homme / Monsieur pas de problème ?
Tous / Tout pas de pro-blème ?
4.2. Ainsi, nous observons dans le cas de cette interaction le tiraillement entre
deux systèmes de référence – la culture traditionnelle véhiculée par l’arabe marocain
d’une part, la forme de vie moderne et prestigieuse représentée et articulée par le
français d’autre part. Le résultat est un discours hybride qui se manifeste superfi ciel-
lement en français, mais qui conserve les règles d’organisation caractéristiques de
l’arabe marocain, non seulement au niveau textuel, mais aussi sur le plan du système
linguistique.
Ce qui est émique dans cet échange est précisément l’organisation typisée et l’a-
gencement régulé des énoncés dans ce type de situation bien défi ni : le rituel de saluta-
tion. En revanche, la dimension étique est représentée par la contingence des énoncés
individuelles effectivement sélectionnées et la forme morphosyntaxique et lexicale, et
même phraséologique de ceux-ci, variabilité qui apparaît in situ en toute clarté aussi
dans l’exemple valdôtain. Pour le cas de fi gure maghrébin, il serait certainement envi-
sageable de respecter les mêmes règles émiques avec d’autres matériaux lexicaux (par
exemples évocation d’autres membres de la famille, des projets, le travail, les études,
en fonction de l’interlocuteur).
5. Conséquences pour la conceptualisation théorique
5.1. Ce constat nous permet d’identifi er l’intérêt de la sociologie phénoménolo-
gique d’A. Schütz (Schütz 1982, 1993 ; Schütz/Luckmann 1994) pour nos propos : au
niveau pragmatique du discours, et notamment en situation de contact de langues, le
niveau émique concerne la langue comme institution habitualisée et stabilisée en tant
que produit de sédimentation à partir de l’itération d’actions étiques. A l’expérience
que les actes réussis dans le passé peuvent, dans d’autres contextes situationnels, être
répétés, Schütz réserve la formule de l’« idéalité du ‹ je peux toujours à nouveau › »,
formule qui ne fait que varier et transposer en sociologie interactionnelle l’idéalité
husserlienne du « et ainsi de suite » (Schütz/Luckmann 1994, 29). L’abstraction qui va
de pair avec la sédimentation est la base de l’émergence d’institutions sociales et donc
la source de l’intersubjectivité symbolique. Ce qui est vrai pour la reconnaissance
de l’occurrence d’un signe individuel (étique) comme appartenant à un schéma d’un
JABLONKA
79
degré d’abstraction supérieur et généralisé (« schéma interprétatif » – niveau émique),
en l’occurrence un système de signes, vaut de la même façon pour des organisations
symboliques plus complexes, le premier ne représentant qu’un « cas spécial » du
second (cf. Schütz 1993 : 112). Le chemin vers le sens objectivement, i.e. intersubjecti-
vement partagé mène à travers des activités cognitives et perceptives orientées par des
systèmes de pertinence socialement partagés et culturellement fi xés qui reposent sur
le principe de la distinctivité, dans la mesure où ils s’appuient sur les traits distinctifs,
pertinents du monde vécu (dans les deux exemples empiriques cités : bon vs. mauvais
temps ; situation de santé / de vie positive vs. négative de l’ensemble social). Ce sont
ces codes basiques ancrés dans le monde vécu de la communauté communication-
nelle qui régissent l’organisation textuelle, alors que les discours individuels générés à
partir de ceux-là disposent d’amples marges de variance libre.
En revanche, les transmutations relevées dans le passage des normes de discours
aux traditions de discours relève de la quintessence de la discussion d’U. Eco (2002)
du « structuralisme ontologique », rejeté en faveur du « structuralisme méthodologi-
que » : c’est que chaque énoncé produit à partir d’un code sous-jacent a tendance à
décrédibiliser ce même code. Dans le passage de la synchronie (normes de discours)
à la diachronie (traditions de discours), ce code originaire, de par sa transposition
dans un nouveau contexte socioculturel, entre ‹ en crise › (au sens étymologique, ‹ dis-crimen ›), et c’est cette recontextualisation dans et par le contact qui donne accès
à un nouvel univers sémiotique de discours au détriment de l’ancien. C’est dans ce
sens-là que nous interprétons, du point de vue du contact des langues, la « grammaire
émergente » de L. Mondada (2001 : 155), « construite, déconstruite et reconstruite de
façons multiples dans la temporalité des énonciations et des conversations ». Il appa-
raît ainsi que la visée phénoménologique permet de « dépasser le structuralisme » (au
sens de Coseriu 1988) vers une linguistique de la parole qui, en même temps, conserve
l’héritage de celui-ci. En revanche, c’est à ce point que la conceptualisation d’une lin-
guistique variationniste de contact poststructuraliste commence à se dessiner.
5.2. Ces considérations nous permettent de conclure, en quintessence, que les
normes de discours sont des produits synchroniques d’abstraction qui résultent de la
sédimentation schématisée d’éléments textuels « étiques » et qui émergent de ce fait
comme des institutions socialement partagées et culturellement fi xées (« émiques »),
et qu’elles réémergent en diachronie sous forme de traditions de discours par voie
déconstructive sous l’impulsion de dynamiques de contact, en l’occurrence conver-
gent. Cette conceptualisation ouvre un vaste champ de recherche pragmatique à la
linguistique de contact et de la variation, certainement pas à l’exclusivité, mais tout
particulièrement dans le domaine des langues romanes.
Université de Picardie Jules Verne / Université de Vienne Frank JABLONKA
CILPR 2013 – SECTION 11
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83
Dos africanismos lexicais no papiamentu1
1. Introdução
Na literatura sobre o papiamentu – língua crioula de base lexical ibero-românica2,
falada nas ilhas de Aruba, Bonaire e Curaçao onde possui um status de co-ofi ciali-
dade ao lado do neerlandês – é quase um lugar comum que a mesma seria a língua
crioula com a porcentagem menor de africanismos lexicais (cf. Bartens 1995, 264).
Assim, a afi rmação de Kramer (1999) pode ser considerada representativa para a
opinio communis3 referente à origem do léxico do papiamentu:
Elementa orginis Iberoromanicae, id est quae ad linguam Hispanam aut ad linguam Lu-
sitanam referenda sunt, circiter et tribus duae partes vocabularii papiamentu sunt; tertia pars
plerumque ad língua Batavam spectat, cum voces et idiomatibus Africanis minimi momenti sint (Kramer 1999, 992-993; grifo nosso).
Mesmo se há poucas pesquisas sobre a contribuição das línguas africanas para o
léxico do papiamentu, há estudos que evidenciam infl uências em outras áreas. Como
elementos africanos, apontam-se, antes de tudo, fenômenos gramaticais e fonéticos4.
Maurer (1991b), porém, mostra que a semântica do vocabulário básico no papiamentu
foi infl uenciada por línguas africanas. Assim palavras como man ‘mão, braço’ (< esp.
mano), pía ‘pé, perna’ (< esp. pie)5, kuero ‘coro, pele’ (< esp. cuero), luna ‘lua, mês’
(< esp. luna)6, morde ‘morder, doer’ (< esp./pg. morder) sofreram um processo de
1 Gostaria de agradecer a Bart Jacobs, Amparo Fernández Guerra, Magdalena Coll e Tânia Alkmim pelas discussões frutíferas sobre este tema, bem como a Mikael Parkvall por ter-me concedido a consulta de material ainda não publicado sobre os africanismos nas línguas crioulas atlânticas.
2 Por razões de espaço não podemos tratar aqui da questão da origem do papiamentu – questão tratada de maneira muito convincente por Jacobs (2012). Para uma visão de conjunto de outras teorias cf. Kerkhoff (1998) e Grant (2008).
3 Cf. p. ex.: Holm (1989, 315-316), Munteanu (1996, 419); Maurer (1998, 70-71), Parkvall (2000, 154); Grant (2008, 81-82). Baker (2012b, 274), no entanto, opina que se trata antes de tudo de um problema de identifi cação.
4 Para mais detalhes cf. p.ex. Holm (1987: 14-15), Maurer (1991a, 10-13) bem como a sinopse de Parkvall (2000, 145-148).
5 Parkvall (no prelo) mostra que a extensão de mão para braço e de pé para perna também há em outras línguas crioulas como no crioulo jamaicano, em krio, nos crioulos de Guiana, Guiné-Bissau bem como em angolar e santomense.
6 Kramer (2011, 109) aventa a hipótese de uma evolução semântica interna do papiamentu, apontando para rum. lună ‘lua, mês’ como um exemplo análogo nas línguas românicas. O que
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ampliação do seu signifi cado que mostra paralelos claros com línguas bantu e kwa.
Doutro lado, mostra o estudo de Bartens / Sandström (2006) sobre os elementos
semânticos primários (semantic primes; cf. Goddard / Wierzbicka 2002) em cinco
línguas crioulas atlânticas de base lexical ibero-românica que apenas no angolar e
são-tomense há elementos africanos nesta parte mais fundamental do vocabulário,
no papiamentu, palenquero e kabuverdianu todas as palavras são de origem européia.
Como apontamos em Johnen (2012, 165), os estudos que afi rmam o número
insignifi cante ou a ausência de africanismos lexicais no papiamentu baseiam-se em
regra geral, como Kramer (1999), nos levantamentos de Lenz (1928) e Maduro (1953)
resumidos na tabela 1; portanto, como mostraremos em 2., a afi rmação do número
insignifi cante de africanismos lexicais no papiamentu é baseada na análise de obras
lexicográfi cas rudimentares que não consideraram campos lexicais de cultura afro-
-antilhana, por exemplo, da música e da religião, aliás campos lexicais com muitos
africanismos no português do Brasil (cf. Castro, 2001).
Lenz (1928, 210)
n = 2500
Maduro (1953, 134)
n = 2426
Ibero-românico (esp., pg.,
gal. incl. americanismos)
65% 65,86%
Neerlandês 30% 28,15%
Francês 0,76% 1,28%
Inglês 0,44% 1,64%
Outras origens 3,4% 3,13%
Tabela 1: Origem do léxico do papiamentu. Levantamento feito
a partir de Lenz (1928) e Maduro (1953)
Estes dois levantamentos revelam, entre outros, que entre 3% e 3,5% do vocabu-
lário do papiamentu não é de origem ibero-românica, neerlandesa, inglesa ou fran-
cesa, o que signifi ca de fato na grande maioria que é de origem não-européia – uma
porcentagem inclusive ligeiramente maior do que a dos anglicismos e galicismos no
papiamentu que somam entre 1,2% e 3%. Isso é um forte indício que há provavel-
mente um problema de identifi cação das palavras de origem africana no papiamentu.
O objetivo desta contribuição é de um lado analisar os problemas de identifi ca-
ção dos africanismos no papiamentu e doutro lado, exemplifi car a necessidade e as
vantagens de uma abordagem que considere também os resultados da pesquisa sobre
Kramer (2011) desconsidera, no entanto, é a longa história de contato do romeno com o turco onde ay signifi ca tanto ‘lua’ quanto ‘mês’ (cf. Eren 1988, 108). O exemplo do turco mostra, no entanto, também que esta conceptualização não é restrita às línguas africanas.
JOHNEN
85
outras línguas crioulas atlânticas e variedades de línguas européias transplantadas
às Américas (particularmente o português e o espanhol). Devido ao espaço limitado
deste artigo, porém, não será possível apresentar um balanço do estado atual das
nossas pesquisas, mas torna-se necessário a restrição de apontar apenas alguns resul-
tados exemplares.
2. A lexicografi a do papiamentu e a problemática da identifi cação dos
africanismos lexicais
Uma das razões que difi cultou a identifi cação de africanismos lexicais do papia-
mentu é o estado da lexicografi a. Somente a partir dos anos 90 do século XX surgem
dicionários bilíngües mais abrangentes, faltando até hoje um dicionário monolíngue
abrangente (cf. Eckkramer 1996, 84-86). Os inícios da lexicografi a do papiamentu
remontam à alfabetização de escravos por religiosos neerlandeses como o primeiro
glossário papiamentu – neerlandês da autoria de Bernardus Th. J. Frederiks, a Woor-denlijst der in der landstaal van Curaçao meest gebruikelijke woorden [Lista de pala-
vras mais usuais na língua falada em Curaçao]. Este pode ser considerado como o
primeiro dicionário do papiamentu (cf. Kramer 2009, XIII). Foi re-editado recen-
temente por Kramer (2009) que organizou as entradas segundo a ordem alfabética
e acrescentou etimologias. Seguiram a Frederiks (1859) outros glossários temáticos
do papiamentu. Lenz (1928) baseou suas análises na Woordenlijst en samensprak Hollandsch – Papiamentsch – Spaansch da autoria de Willem M. Hoyer que foi edi-
tado pela primeira vez em 1918 em Curaçao e teve mais de seis re-edições até 2011 (cf.
Eckkramer 1996, 84; Kramer 2013, VI). Analisando a obra de Hoyer (19434 [1918],
46), faz-se necessário constatar que p. ex. no capitulo de instrumentos musicais foram
apenas considerados instrumentos e termos musicais usados da tradição da música
erudita européia: orgel, arpa, piano, pianola, tecla, viool, alpeis, viola, violoncel, bas, contrabas, guitarra, mandolin, klarinet, fl uit, picaló, oboi, cornet, alt, tenor, bariton, trompet, trombon, sinfonia, caha di música. Nos termos de religião, chama atenção a
ausência de qualquer termo relacionado com tradições e crenças religiosas africanas.
O mesmo se verifi ca no vocabulário de Frederiks (2009 [1859]).
A nosso ver, a escolha dos campos lexicais e dos respectivos inventários lexicais
não foi feita por acaso, pelas seguintes razões: primeiro, o papiamentu é uma língua
crioula falada por todas as camadas da sociedade. As primeiras listas de vocabulá-
rio, antes da compilação de dicionários mais completos, não foram compiladas por
pessoas interessadas em línguas exóticas, mas para fi ns práticos de uso cotidiano da
língua. Assim, estas listas refl etem os termos centrais da subcultura dos seus autores
(isto é a cultura burguesa de herança européia) e não os termos importantes para a
subcultura das classes populares, nem dos afro-curaçaoenses. Campos lexicais como
o da astronomia em Hoyer (19434 [1918]) são indícios de uma reivindicação implícita
de igualdade com outras línguas na época consideradas “línguas de civilização” (cf.
a discussão entre Walboomers 1998 [1915] e Poiesz 1998 [1915] no jornal Amigoe de Curaçao), enquanto o papiamentu, na época, era considerado como língua abastar-
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dada (cf. p. ex. a opinião de Menkman 1936-1937; para uma discussão mais ampla cf.
Bachmann 2007). Essa preocupação fi ca explícita no artigo «Papiamentoe», original-
mente publicado na revista La Cruz do 27 de outubro de 1915 com o qual Hoyer – o
autor do glossário que está à base de Lenz (1928) – participa da controversia, se o
papiamentu é uma língua de cultura ou não:
Ma aki nos tin un lenga biboe, un lenga koe ta existi hopi siglo caba, un lenga coe regla
fi ho, coe proverbio mashá boenita i su propria expresionnan, un lenga anto, koe tin un por-
venir mescos koe cuálkier otro lenga […]. Nan por jama nos lenga: een onbeschaafde taal, es
decir un lenga koe no por hiba nos na regionnan altoe, ma afortundamente púlpito, prosa i
poësia den nos lenga ta doena un respondi basta clá riba es acusación ai. Si nos lenga ta co-
locá den grupo di Afrikaanse negertalen, esai no ta hacié perde su balor (Hoyer 1998 [1915],
168-169).
A mesma preocupação transparece na introdução do guia ortográfi co de Hoyer
(1918) na sua justifi cação de uma normalização ortográfi ca. O autor exclui aqui
expressis verbis que o papiamentu pudesse contribuir para o desenvolvimento inte-
lectual, mas ressalta a necessidade de visar o grau máximo de aperfeiçoamento:
Ta conocí, koe lenga papiamentoe pa falta di bon elemento, no ta e idioma jamá pa hiba
nos ariba camina di progreso intelectual, sinembargo [sic], como lo ta imposibel pa caba coe
su existencia, una bez koe él a bira un necesidad pa casi toer persona bibá na nos islanan, nos
ta haja nos obliga di traha pa su perfección i pa trece un uniformidad de e manera di skribié,
pa koe nos lo por jega na expresa nos na un manera culta, na toer ocasion, koe nos tin koe haci
uso di lenga aji (Hoyer 1918, 3).
A segunda razão é ligada ao engajamento por parte da igreja católica que usou
o papiamentu no ensino dos escravos e na catequese desde o século XIX. Os agen-
tes deste engajamento eram padres dos Países Baixos, portanto não falantes nativos
do papiamentu. Rejeitando ideias de inferioridade racial da população de origem
africana, estes padres acreditaram ter uma missão para além da evangelização desta
parte da população. Objetivaram levar aos afro-descendentes àquilo que considera-
vam civilização tencionando, nos parâmetros vigentes deste modelo cultural, levá-los
ao mesmo nível da elite local euro-descendente.
Tradições musicais africanas como o tambú, porém, eram consideradas, expres-
sões de um nível civilizatório inferior e foram combatidas por uma grande parte do
clero até meados do século XX (cf. Rosalia 1997, 175-187; Allen 2007, 48) – até mesmo
depois do fi nal da proibição do tambú pela administração colonial em 1935 (cf.
Eckkramer 1996, 68). Admitir a existência de crenças religiosas africanas, também
teria sido, para estes padres, equivalente à admissão do insucesso de seu engajamento
evangelizador. Isso se revela no artigo do padre dominicano Latour (1949) intitu-
lado Voodoo em Curaçao. Latour que era, aliás, um dos primeiros que se interessa-
ram pela cultura afro-curaçaoense (cf. Rosalia 1997, 179), admite neste artigo escrito
para um jornal missionário neerlandês, a presença de certas crenças religiosas de
origem africana, mas relativiza esta presença ressaltando ao mesmo tempo o sucesso
da ação evangelizadora dos padres holandeses atuando em Curaçao e comparando a
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expressão destas crenças religiosas de origem africana com a religiosidade popular na
Europa. Sua posição em relação à música afro-curaçaoense tampouco era positiva (cf.
Allen 2007, 52). Apenas as pesquisas antropológicas de outro padre neerlandês, Paul
Brenneker (cf. p.ex. Brenneker 1969, 1986), abriram caminho para o reconhecimento
da herança cultural afro-curaçaoense (cf. Rosalia 1997, 179; Allen 2007, 53-57).
Assim, depois que na segunda metade do século XX esta visão excluidora da
herança africana veio a ser superada, constam na lista de possíveis africanismos no
papiamentu compilado por van Buurt (2001) dez termos do campo da música (agan, bamba, benta, bongo, kalumba, lele, marimba, marimbula, tambú, tumba) e qua-
torze do campo religioso (chokèkè / chokwèkè, ezè / ezèh / zèh, dámbala, djèngèle, fuku, kofi , léhi, mailo, manzinga, séu, simadan, voodoo, wazé / wazenu, zumbi). Na
lexicografi a do papiamentu esta herança africana começou a ser considerada nas últi-
mas décadas, particularmente nos dicionários mais completos do papiamentu que
são os dicionários bilíngües papiamentu – neerlandês de Joubert (19992) e Putte-de
Windt / Putte (2005). Contudo, se bem que estes trazem na micro-estrutura dos verbe-
tes (de maneira não sistemática) informações sobre a etimologia, inclusive de palavras
de origem sefardí e malaia, o mesmo não vale para as de origem africana. Além disso,
falta até hoje um dicionário etimológico abrangente do papiamentu. Os trabalhos de
Maduro (1966) e de Kramer (2009, 2011, 2012 e 20137) consideram apenas uma parte
pequena do vocabulário. Entretanto, há um dicionário das palavras de origem indí-
gena em papiamentu (van Buurt / Joubert 1997), mas ainda não foi publicado nenhum
trabalho parecido sobre as palavras de origem africana.
3. A problemática da determinação da etimologia do léxico de origem
não-europeia no papiamentu
Grande parte do vocabulário do papiamentu que não é de origem européia provém
supostamente de línguas indígenas e africanas. As palavras de origem indígena não
são somente das línguas que historicamente estiveram presentes em Aruba, Bonaire
e Curaçao, mas também de outras línguas indígenas como o nahuatl que provavel-
mente chegaram através do espanhol ao papiamentu (cf. van Buurt / Joubert 1997, 27)
o que testemunha estreitas comunicações com a Hispanoamérica. Isso levanta tam-
bém a questão dos caminhos das palavras provenientes de línguas indígenas e afri-
canas. Alguns autores, como Kramer (2009 e 2013) parecem partir do princípio que
raramente houve empréstimos diretos de línguas indígenas ou africanas. Nenhuma
das palavras de origem indígena é indicada por Kramer (2009 e 2013) como tal. O
mesmo vale para as palavras de origem africana em Kramer (2009) e para 8 das 10
palavras de origem africana em Kramer (2013). Algo que é muito questionável para
as línguas africanas, pois como Curaçao servia como porto que concentrava os escra-
7 Kramer (2013, X) alerta que seu dicionário é concebido como dicionário para viajantes e não como um dicionário etimológico científi co. As indicações etimológicas possuem, portanto, apenas uma função didática para facilitar a aprendizagem do vocabulário.
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vos africanos antes de vendê-los para as colônias espanholas (cf. Postma 1990) seria
estranho se as palavras das línguas destas pessoas presentes até hoje no papiamentu
fossem unicamente emprestadas através do espanhol americano sem a possibilidade
de empréstimos diretos.
Devido à situação precária tanto da lexicografi a das línguas africanas (cf. Quint
2000, 11-18) quanto das línguas indígenas, a determinação da etimologia das palavras
de origem africana e indígena não é uma tarefa fácil pelo motivo do grande número
de línguas envolvidas, o que se deve também ao fato que os escravos levados para
Curaçao vieram tanto da África ocidental quanto da região de Luango na macro-
-região do Congo (cf. Parkvall 2000, 136-137; Jacobs 2012; 269-312).
Por essa razão, há muitas vezes controvérsias se uma palavra é de origem indí-
gena ou africana. Assim há certas palavras como makutu ‘cesta’ e gobi ‘meia cabaça
pequena usada como recipiente para beber ou comer’ que p.ex. van Buurt / Joubert
(1997, 74; 115) consideram como indigenismos (mesmo sendo impossível para os
autores indicarem um étimo ou determinarem de maneira segura a língua-fonte), ao
mesmo tempo que Parkvall (no prelo) indica étimos africanos para os cognatos destas
duas palavras em outros crioulos atlânticos8. Mas há também o caso inverso: a palavra
bakoba ‘pacoba, banana’ é considerada ou um africanismo (p.ex. van Bu urt 2001, 4)
ou um neerlandismo (Kramer 2009, 6 e 2013, 14), mesmo sendo observado de vez em
quando o paralelo com pg. pacoba (< tupi pa’koua ‘banana’; cf. Cunha 1998 [1978],
225) e seu uso no Brasil (cf. p.ex. Maduro 1973, 10)9.
Estes exemplos ilustram a necessidade de uma abordagem comparativa trans-
-continental e trans-atlântica. Em Johnen (2012) mostramos nos exemplos de alguns
africanismos lexicais do papiamentu que possuem cognatos no português do Brasil
e no espanhol uruguaio e que no papiamentu ainda não foram relacionados a uma
etimologia africana, como no caso de pap. bomba ‘capataz’ e kanga ‘arregaçar’, evi-
denciando as vantagens da abordagem comparativa. Cumpre ampliá-la para outras
variedades do espanhol americano e línguas crioulas atlânticas e analisá-las neste
contexto mais amplo.
Nesta perspectiva, Bartens (2012, 64) enumera 11 itens lexicais de origem
bantu comuns a varias línguas crioulas e variedades americanas do espanhol bem
como ao português do Brasil. Cinco destes também fazem parte do vocabulário do
8 De fato há cognatos de gobi no inglês do Caribe (cf. Allsopp / Allsopp 1996, 260), no crioulo de São Cristóvão e Nevis (cf. Baker 2012a, 209), em sranantongo, negerhollands bem como no crioulo haitiano (cf. Parkvall no prelo). Segourola / Rassinoux (2000, 195) indicam para fon goví o mesmo campo lexical como em papiamentu: ‘garrafa pequena’. Rassinoux (2000, 53) indica como equivalente fon de fr. calebasse ‘cabaça’ gò que tem também o signifi cado de ‘garrafa’. Fon goví seria então o diminutivo de gò. Para makutu há cognatos em todo o Caribe (cf. Parkvall no prelo), cf. tambem a discussão em Megenney (1999, 222) sobre a etimologia de esp. macuto.
9 Por razões de espaço não podemos tratar aqui com a profundidade devida o caso de bakoba que valeria um estudo próprio.
JOHNEN
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papiamentu: kachimba ‘cachimbo’, zumbi, guiambo ‘quiabo’, samba e tanga10. Podia
acrescentar-se a estes bantuismos também pap. wandu ‘cajanus cajan’ (cf. van Buurt
2001, 12-13) (< kik. wandu; cf. Nsondé 199, 143)11.
Também das línguas kwa há alguns empréstimos paralelos entre o papiamentu e o
português do Brasil. Isso é o caso de pap. lele (< fon lìle ‘virar’) e de oochi ‘gêmeo’ (<
fon h xò; cf. Rassinoux 2000, 205) com cognatos em sranantongo: oó e saramaccan:
hohobi (cf. Parkvall no prelo), mas também na língua-de-santo da nação de candom-
blé Jeje-Mina: hoho (cf. Castro 2009, 51). Enquanto no papiamentu é a designação
comum para um gêmeo que se acha mesmo em glossários da área da medicina (cf.
Rach 1984, 77), no Brasil o lexema é restrito à linguagem sagrada de um grupo reli-
gioso. Mas também o caso de lele é interessante, enquanto manteve no papiamentu
a classe de palavra do fon, tornou-se um substantivo nas demais línguas crioulas do
Caribe (cf. Parkvall no prelo) e no português do Brasil tanto um substantivo (lelê
‘confusão’) quanto um adjetivo (lelé ‘maluco, adoidado; ingênuo, indolente, simplório’
(cf. Castro 2001, 264).
Outro aspecto interessante é que há alguns africanismos que o papiamentu e os
crioulos da Guiné superior têm em comum, mas que até hoje não foram identifi cados
em outros crioulos americanos como pap. badjaga ‘formiga cortadeira’ (que segundo
Quint 2000, 159 é cognato de kabuverdianu bága-bága ‘grande formiga branca’ <
bamb. bubaa, bubaga, bagabaga ‘térmita’) e pap. kochi ‘patada (de burro)’12 que pos-
sui os cognatos kotxi e kutxi ‘bater para pulverizar o arroz ou o milho’ (cf. Rougé 2004,
324) nos crioulos da Guiné-Bissau e da Casamance bem como no kabuverdianu kotxi ‘des-
farelar o milho no pilão […] utilizando um ou dois paus’ (Lang 2002, 351). Rougé (2004,
324) indica como étimo provável mandinga kócci ‘piler pour décortiquer’.
4. Resultados e perspectivas
Objetivamos com esta contribuição evidenciar que a abordagem comparativa
auxilia a identifi car africanismos lexicais e, além disso, fornece também informações
interessantes sobre a questão de saber quais lexemas de quais campos semânticos são
frequentemente emprestados. No caso de pap. oochi ‘gêmeo’, a presença de um cog-
nato na linguagem sagrada da nação de candomblé Jeje-Mina sugere que razões espi-
10 No caso de tanga e samba, no entanto, não está claro se são emprestados diretamente de línguas bantu ou se entraram por outra via no papiamentu, pois se trata de internacionalismos de origem africana (cf. Johnen 2012, 166-168).
11 Wandu há também em sranantongo (cf. Blanker / Dubbeldam 20106, 210), além disso há cognatos em negerhollands com a forma composta wandubonchi (cf. Jong 1926, 106) (< kik. wandu + nl. boontje ‘feijãozinho’), no espanhol porto-riquenho, colombiano, costa-riquense, cubano, hondurenho e dominicano (cf. Castillo Mathieu 1982, 177-178). As formas variam entre guandúl, guandú e guandu. A última também há no espanhol venezuelano (cf. Megenney 1999, 216) e panamense (cf. Jamieson 1992, 164), bem como no palenquero (cf. Schwegler 2002, 187). No português do Brasil existem as formas andu e guandu (cf. Castro 2001, 153).
12 Agradeço a Bart Jacobs por ter chamado minha atenção a este exemplo.
CILPR 2013 – SECTION 11
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rituais podem ter uma infl uência. Isso é inclusive uma hipótese possível no caso de
certos legumes como o quiabo (pap. guiambo) como ingrediente do caruru, comida
preferida de Xangô em alguns dos ritos do candomblé (cf. Bastide 1978, 135). A pre-
sença de cognatos de africanismos lexicais no papiamentu e no kabuverdianu tam-
bém permite levantar hipóteses sobre a história do contato linguístico. A presença de
verbos no papiamentu como kanga (cf. Johnen 2012, 171-173) e lele que mantiveram
então a classe de palavra do seu étimo (enquanto não é o caso das outras línguas onde
há cognatos) pode ser considerado um forte indício para um empréstimo direto do
kikongo (no caso de kanga) e do fon (no caso de lele). Os resultados de uma pesquisa
comparativa fornecem, portanto, pistas interessantes para futuras investigações.
Westsächsische Hochschule Zwickau Thomas JOHNEN
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95
La place de l’élément diatopique dans la genèse des créoles
des Petites Antilles : contribution au problème
Introduction
Il est aujourd’hui admis que les colons français, loin de constituer un ensemble
linguistique homogène, employaient aussi bien le français commun et populaire de
la période classique, que des français régionaux de l’Ouest et du Nord-Ouest de
l’Hexagone (Chaudenson 1981, 154 ; Alleyne 1996, 35-42 ; Chauveau 2009 et 2012 ;
Thibault 2008ab et 2009, DECA, ALPA I, 2011). Bien qu’il soit peu probable qu’ils
aient communiqué en dialecte, dont la compréhension était géographiquement limi-
tée (Chauveau 2009 et 2012), des traits d’origine dialectale ont pu être identifi és dans
les créoles1.
Le rôle joué par les différentes variétés du français et par les dialectes dans la
genèse des créoles reste sujet à discussions. La composante dialectale a été parfois
jugée importante2, et a même pu être assimilée au seul point de départ du créole
(ainsi, pour J. Faine, le créole haïtien serait un descendant direct du dialecte nor-
mand3). Chaudenson (1981, 154) et Valdman (1992, 76) ont particulièrement souligné
le rôle du français populaire et régional dans la constitution des créoles ; Alleyne,
quant à lui, rappelle la présence d’éléments du français cultivé (1996, 40-42), tan-
dis que Chauveau (2009 et 2012) relativise la participation de l’élément dialectal, en
faveur d’un français régional et populaire4.
Il convient enfi n de ne pas sous-estimer l’importance de l’héritage africain, malgré
notre documentation lacunaire. Toutefois, dans le contexte du présent travail, cette
1 Qu’ils aient pénétré en créole par l’entremise du français régional qui les avait auparavant intégrés (cf. Chauveau 2012, 85-86), ou qu’ils soient issus directement de dialectes tels qu’ils pouvaient éventuellement être pratiqués par certains groupes de colons, hypothèse de travail qu’il ne faut pas complètement écarter, puisse-t-elle paraître peu probable dans l’état actuel de nos connaissances. Pour quelques hypothèses récentes concernant les pratiques linguistiques des colons français arrivés en Nouvelle-France – dont on peut supposer qu’elles étaient semblables à celles des colons établis aux Antilles – on peut se reporter à Mougeon 2008 et à Asselin / McLaughlin 1994.
2 Voir la critique dans Chauveau 2009.3 Faine 1936. L’auteur est revenu sur cette hypothèse dans la suite de ses travaux.4 Qui peut toutefois lui-même avoir intégré des mots d’origine dialectale.
CILPR 2013 – SECTION 11
96
problématique est d’un poids moindre, car nous avons choisi de traiter uniquement de
morphèmes d’origine française.
Les critères phonétiques et géo-historiques établis par J.-P. Chauveau (2012)
ont permis d’identifi er des lexèmes issus de façon certaine ou probable d’un dialecte
(notamment des mots d’origine normande tels que chouk “souche”, chatou “poulpe”
ou kaloj “cage”, trahis à la fois par leur facture phonétique et par leur distribution
dans l’Hexagone5). Il en résulte que les dialectalismes proprement dits6 seraient rela-
tivement rares. Plus nombreux sont les lexèmes provenant de français régionaux7,
provenance démontrée par l’histoire de leur diffusion dans l’Hexagone (ainsi, dépalé “déraisonner, divaguer” ou pongné “saisir”8). Il reste enfi n des diatopismes dont
l’origine régionale risque de passer inaperçue, en raison de leur caractère purement
sémantique/grammatical ou de variations de leur extension géographique dans l’his-
toire du français (dans ce dernier groupe, des mots tels que gadé “regarder” ou kité “laisser” ont néanmoins pu être identifi és en tant que descendants de régionalismes,
avec un haut degré de probabilité9).
Dans notre contribution, nous relevons quelques cas appartenant à cette dernière
catégorie et leur appliquons une méthode fondée sur l’exploitation de corpus textuels10,
qui nous permettent de compléter le témoignage des sources lexicographiques, par
défi nition lacunaire11. Notre contribution se veut donc davantage une démonstration
méthodologique qu’elle n’ambitionne de fournir un apport quantitatif à la lexicologie.
Nous avons divisé notre matière en deux parties – une consacrée aux morphèmes
grammaticaux et une aux morphèmes lexicaux. À l’intérieur de chacune des deux
parties, nous examinons un échantillon de deux éléments (des mots interrogatifs et
des outils de négation pour les morphèmes grammaticaux, les types °rad et °griyen
pour les morphèmes lexicaux12).
Notre exposé est centré sur les créoles martiniquais (M) et guadeloupéen (G),
mais nous mentionnons également, à titre comparatif, d’autres créoles de la région
5 Chauveau 2012, 84, 72, 77.6 C’est-à-dire ceux dont les étymons ne sont attestés que dans des dialectes, même si, selon J.-P.
Chauveau (2012, 85-86), ils auraient pénétré, du moins brièvement, en français régional avant de s’intégrer au créole.
7 Rappelons que ceux-ci peuvent à leur tour avoir une origine dialectale.8 Thibault 2009, 105 et 109.9 Cf. Thibault 2008a, 16 et 17-18 pour ces deux exemples.10 Ce corpus, détaillé dans la bibliographie, est constitué de textes allant du Moyen Âge jusqu’à
l’époque moderne (avec une priorité donnée aux 17e et 18e siècles), de préférence marqués de traits régionaux et/ou populaires.
11 Dans ce travail de type étymologique, nous sommes nécessairement confrontée à l’indigence des sources concernant le français parlé, régional et les dialectes du 17e et du 18e siècles. Cependant, comme le remarque J.-P. Chauveau (2009), des sources dialectologiques modernes peuvent se subs-tituer en partie aux sources manquantes de l’époque, étant donné le conservatisme qui caractérise le matériau dialectal.
12 Le symbole « ° » renvoie au type lexical.
LIBROVA
97
Atlantique : l’haïtien (H), le guyanais (GUY), le trinidadien (TRI), le dominiquais
(DOM) et le sainte-lucien (ST-LUC), ainsi que des créoles de l’Océan Indien (OI), le
réunionnais (REU) et le mauricien (MAU)13.
1. Morphèmes grammaticaux
1.1. Morphèmes interrogatifs
1.1.1. L’élément pronominal ki
Le pronom ki entre dans la composition d’interrogatifs complexes tels que kisa “quoi” (M) et pouki / pouki sa (G, M), poutji / poutji sa (M) “pourquoi”. Il se laisse
analyser étymologiquement avec un statut pronominal au sens de “quoi” : ex. « Kisa
ou lé fè? », “Que veux-tu faire ?” (M) ; « Poutji ou pati? » “Pourquoi es-tu parti ?” (M).
On trouve, de même, en français de Louisiane, l’interrogatif qui au sens de « quoi »,
et pour qui au sens de « pourquoi », sûrement de même origine : « Qui tu veux dire? »
« Qui c’est que ça? » (DLF, s. v. qui) ; « Pour qui t’a fait ça? » (DLF, s. v. qui).
Si nous nous tournons vers l’histoire du français, nous constatons que le pronom
interrogatif qui désignant l’inanimé au sens de “que, qu’est-ce qui” a bien existé en
français médiéval et classique. Cependant, il remplit alors uniquement la fonction de
sujet neutre, en particulier celui des verbes impliquant une « force agissante » (Buri-
dant 2000, 685a) : « Qui vaut mieus [...] ? », “Qu’est-ce qui vaut mieux ?” (Jeu parti, Buridant 2000 : 584) ; « Qui te rend si hardi de troubler mon breuvage ? » (La Fon-
taine, Fables, I, 10), « Qui vous émeut de la sorte? » (Molière, M. Im., II, 3), « Qui fait
l’Oiseau? » – « C’est le plumage. » (La Fontaine, Fables, II, 514). En français de réfé-
rence, aucun exemple de qui n’est complément, contrairement à ce que l’on observe
dans certains parlers normands :
« A qui faire sert st’ôtil-là ? » (Moisy 1887, 78) ; « Avez-vous entendu ce que j’ai
dit ? – Qui ? » (Robin 1879, 331) ; « Qui que », “qu’est-ce que” (Maze 1903, 65) ; « Qui que tu veux ? », “Qu’est-ce que tu veux ?”, « Qui qu’a dit ? », “Qu’est-ce qu’elle dit ?”,
« Qui qui veut ? », “Qu’est-ce qu’il veut ?” (Barbe 1907, 99) ; « A qui que vous vous
décidez ? », « Qui que vous voulez faire ? » (Pont-Audemer et environs, selon Robin
1879, 331)15 ; FEW II, 1467a, quid I 1 signale qui au sens de “quelle chose (pron. interr.
accentué)” en Normandie et, plus particulièrement, en jersiais, ainsi qu’à Nantes :
« Qui que vous faites ? » “Que faites-vous ?”.
Cet emploi, associé au démonstratif ça (qui ça) est donc sûrement à l’origine du
morphème interrogatif martiniquais kisa “quoi” (M)16.
13 Pour les autres abréviations, on se reportera à la bibliographie.14 Les citations du 17e s. sont tirées de Fournier 1998, 298.15 De même, à Thaon, « qui est employé indistinctement pour désigner les choses aussi bien que
les personnes » (Guerlin De Guer 1901, 195).16 Le démonstratif ça est entré également dans l’interrogatif ki sa, signifi ant “qui”, en créole
réunionnais (Chaudenson 1974, 363).
CILPR 2013 – SECTION 11
98
Quant à l’interrogatif pouki/poutji, il a déjà un caractère adverbial (“pourquoi”)
en normand : pourqui est, par exemple, attesté en ce sens en guernesiais (Métivier
1870, 429) ou à La Hague (Fleury 1886, 299, 305) ; apparaît également en normand la
forme palatalisée, qui est caractéristique du créole martiniquais : pourtchi (cf. René
Saint-Clair, Hamel 2004, 21) ; cf. aussi FEW IX/II, 401a : « norm. pourqui » “pour
quel motif” et Lepelley 1974, 11917.
1.1.2. L’adjectif interrogatif ki
L’adjectif interrogatif qui (G, M) signifi e “quel, quelle”. Ex. : « Ki loto yo volé yè
oswè a ? », “Quelle voiture a-t-on volée hier soir ?” (G, M, ex. RC, s. v. ki). Ki avec
cette valeur entre en outre dans des morphèmes interrogatifs complexes tels que kimoun “qui”, kijan “comment”, ki tan “quand”, ki koté “où” (G, M).
Ce morphème créole, également attesté en haïtien et en mauricien (Chaudenson
1974, 728), semble provenir du dialectalisme qui “quel”, attesté dans certaines parties
de la Normandie, mais mal documenté par la lexicographie (il est absent du FEW,
qualis, II, 1411b—1414b et qui, II, 1464&b-1465ab). Chaudenson (1974, 729) le relève
dans le Dictionnaire du patois normand de Moisy (1887, s. v. qui). On le trouve encore
par exemple dans le parler de La Hague : « Qui jarre i s’doune ded’pieis quèqu’temps ! »
(Fleury 1886, 246, s. v. jarre “manières affectées et hautaines”) ou en jersiais : « Je n’sais
pon qui miracle ch’est ! » (chanson normande citée par V. Hugo, dans Fleury 1886, 329).
1.2. Morphèmes négatifs
1.2.1. Résultats de recherches antérieures
Nous résumons sous ce point des recherches antérieures conduites sur l’origine
des morphèmes négatifs dans les créoles atlantiques. Ces recherches révèlent que
plusieurs morphèmes fondamentaux du système de négation créole ont une origine
régionale :
Pyès “aucun”, “aucunement”, “pas du tout” (M) < fr. rég. de Normandie pièce (Thibault
2012b)18
Pòkò “pas encore” (G, M) : < pa co, Ouest et Nord, Normandie, ALF 899, avec apophonie
vocalique (ALPA 181)
Ayen “rien” (M, G, H, OI) : < norm. arrien < a prothétique + rien (Boulogne-sur-mer, Hai-
gneré, ds FEW 10, 285b, 286a-b, 10 ; ALF 1158 ; Thibault 2008a, 128 ; selon Chaudenson,
1974, 685, arrien viendrait de pas rien19)
17 On trouve également pour qui suivi de l’élément que vers 1835 chez Pierre Rivière, cité par R. Lepelley (1980, 76) : « Pour qui que le bon Dieu en fait donc tant souffrir... ».
18 On peut ajouter à la typologie des emplois dialectaux et régionaux cités par Thibault cet emploi relevé à Yport au sens de “pas” : « J’en ai pièche » (Schortz 2002, 30).
19 Il faut ajouter à ces témoignages dialectaux la forme repérée par Deseille chez les matelots boulonnais (1884, 55) : arrien “rien” : « Zi ai fait arrien » “Je ne lui ai rien fait”.
LIBROVA
99
1.2.2. Le morphème négatif pon (G, DOM Nord)
Le morphème négatif pon est spécifi que à la Guadeloupe et à la Dominique du
Nord. Il a été présenté comme une formation créole (< pa + on “pas un”) par Bernabé
(1987, 175), mais au vu de l’existence d’un morphème homonyme en normanno-picard
– pon(t) < punctum, il y a lieu d’envisager l’hypothèse d’une origine dialectale.
Un ensemble d’arguments synchroniques et diachroniques (a-c) permet d’étayer
cette seconde hypothèse :
a) L’histoire du français montre l’existence d’un outil de négation pon(t) (issu de punctum
et doublet du français point) en normanno-picard :
En français médiéval, il est attesté en Picardie : « Ne je ne m’en vuel pont garir. »
(Adam de la Halle, Canchons und partures, p. 192, XII, V, 8, CLM) ; « Chi n’afi ert
pont de salaire » (ibid., 348, p. 4)
Nos sources ne nous ont pas permis de relever le morphème à l’époque classique.
Cependant, aux 19e et 20e siècles, il apparaît dans différentes parties de la région nor-
manno-picarde : pont “pas”, ex. : « A pon ? » “N’est-ce pas ?” (matelots boulonnais,
Deseille 1884), « I ne nen a pont » ; « Jen ne veux pont » (“pas”, Boulogne-sur-Mer,
Haigneré 1903, ds FEW IX/II, 593a) ; « pon d’timps » “un rien de temps” (Cerfon-
taine, ds FEW IX/II, 593a)20
Les Rimes et poésies jersiaises (Mourant 1865) montrent que le morphème était
fréquent en jersiais : « N’y a pon d’rimeux qui n’aim’ l’enchens. » (71) ; « Hier j’n’avais
pon de savon » (79) ; « N’as-tu pon honte? » (87) ; « Je n’en ments pon » (231) ; « I ne
faut pon zoublié […] » (35)
La forme pon est donc essentiellement concentrée dans des zones de provenance
supposée des colons ; elle est présente également en Wallonie (namurois, Soignies,
Awenne), dans le Nord, à Saint-Omer (FEW IX/II, 593a).
b) En créole, pon connaît deux valeurs grammaticales :
1) adjectif négatif signifi ant “aucun, pas un”, employé en cas d’emphase (Bernabé 1987,
175) ; ex. : « Pon moun pa sav », “Personne ne sait” (litt. “Aucune personne […]”), « I
pa ni pon tan », “Il n’a aucun temps”. Cette valeur est parfaitement compatible avec
l’étymologie avancée par Bernabé, pa + on, mais elle n’exclut pas non plus l’étymo-
logie normande, surtout au vu des emplois suivis de compléments nominaux (« Hier
j’n’avais pon de savon » ou « N’y a pon d’rimeux […] », cités sous a).
2) morphème de renforcement de négation verbale : « I pa pon vin », “Il n’est nullement
venu”, I pa pon ka vin “Il n’est nullement en train de venir” (Telchid / Poullet 1990,
225) ; « An pa pon dòmi » “Je n’ai aucunement dormi” (Delumeau 2006, 114). Cette
valeur, traduisible par “aucunement, pas du tout” est, en revanche, incompatible avec
l’étymologie pa + on “pas un”, alors qu’elle est favorable à l’étymologie normande.
On notera en outre que, dans certains emplois, pon est substituable par pwen(n) (< punctum) (G) : « An pa tini pwen lajan. » “Je n’ai pas d’argent.” (Tourneux / Bar-
botin, 335).
20 Voir aussi Lepelley 1995 : 89, 136, 137 et passim.
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100
c) La forme pon(t) est absente, il est vrai, des anciens textes créoles de la Caraïbe ; on y
trouve cependant point, par exemple :[…] luy [c.-à-d. Dieu] mouche manigat pour tout faire, non point autre comme luy. Vouloir
faire maison, non point faire comme homme (A. Chevillard, 1659, Hazaël-Massieux
2008, 29-30)
[…] tems la li aimé bon quior / dans mond’ n’a point qui pis aise (Jeannot et Thérèse, 1783,
Hazaël-Massieux 2008, 146)
[…] pour voir si n’y en a point qui mouri par faute maman là (Proclamation de Port-au-
Prince, 1793, Hazaël-Massieux 2008, 192)
[…] c’est que n’y a point monde libres assés la sus bitation… (Proclamation de Port-au-
Prince, 1793, Hazaël-Massieux 2008, 189)
[…] aux municipalités par-tout outi g’nia point commandans-militaires (Proclamation,
1798, Hazaël-Massieux 2008, 208)
Et que vou pas tandé proclamation la qui dire comme ça que n’a point l’esclave encore…
(Proclamation Le Cap, 1796, Hazaël-Massieux 2008, 211)
Bien qu’il soit impossible d’en acquérir la moindre certitude, il se pourrait que
certaines occurrences de la forme transcrite point représentent une francisation éty-
mologisante de pon, selon la coutume fréquente des scripteurs des premiers textes
créoles (Hazaël-Massieux 2008, 17).
Malgré la faiblesse de ce dernier argument, l’ensemble des observations qui pré-
cèdent nous confortent dans l’idée d’une origine normanno-picarde du morphème
créole pon (rappelons notamment sa valeur d’auxiliaire de négation verbale, diffi ci-
lement compatible avec l’étymologie < pas + on et la forte présence de pon dans les
régions de provenance des colons).
Il faut cependant parer un contre-argument de taille : c’est le fait que le morphème pon n’est attesté qu’en Guadeloupe et dans la Dominique du nord, régions qui sont
précisément les seules où l’article indéfi ni prend la forme on (ALPA I, 326)21. Il nous
semble qu’il ne s’agit pas là d’une simple coïncidence et que le choix par le créole du
morphème dialectal pon au détriment de ses concurrents du français standard aurait
pu être favorisé par la présence de l’article on dans ces régions, présence qui aurait
permis une réanalyse du morphème normanno-picard avec le sens de « pas un », à
partir de la forme on et du phonétisme p.
***
Dans cette première partie, nous nous sommes limitée à étudier quelques exemples
de deux sous-systèmes grammaticaux créoles. Cependant, ces exemples suffi sent à
montrer une participation importante de l’élément diatopique à la constitution des
créoles, participation d’autant plus remarquable qu’il s’agit de morphèmes grammati-
caux, constitutifs de l’ossature même de la langue.
21 Cependant, les grammaires et les dictionnaires pourraient être incomplets en ce sens que le morphème pon pourrait être attesté à date ancienne en créole martiniquais. En effet, son emploi a été constaté chez une locutrice âgée d’origine martiniquaise demeurant à Case Pilote (nous remercions Manuella Antoine pour cette information).
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101
2. Morphèmes lexicaux
2.1. Le type lexical rad
Ce type lexical se présente sous trois formes phonétiques : rad, had et wad. Le
sens est en général “vêtements”, sauf en Guadeloupe, où s’ajoute un sème péjoratif
engendrant le sens de “vieux vêtements, haillons” : rad (had), “vêtements” (M, ALPA
II 443 ; H, HCBD ; ALH I, 455), had “vêtements ” (DOM, ST-LUC – où l’on trouve
aussi rad, wad –, ALPA II, 443), had (rad) “vieux vêtements, haillons” (G, Tour-
neux / Barbotin, Ludwig, s. v. had / rad)22.
Le mot est attesté en créole antillais depuis le début du XVIIIe s., sous une forme
francisée en hardes, conformément à son étymologie (< hardes, FEW III, 416a-418a,
*fard) :
J. C. pas plitôt mort, toutes soldats volé hardes-li, metté li tout nid comme maman-li faire
li. (Passion selon St Jean, Hazaël-Massieux, 2008, 82)
Il existait également sous la forme la harde en créole mauricien ancien, qui nous
en a laissé plusieurs occurrences au sens de “vêtements”, dont la suivante :
Arla couman li té apré bégné, marron vini volore tout son la harde […] (Zistoire Moucié Caraba, 1850, FonSingConcordances)
Le sens actuel de l’étymon hardes pourrait, de prime abord, laisser conjecturer
que le mot procèderait du français standard “vêtements pauvres et usagés”. Cepen-
dant, la large diffusion dans le domaine créole du sens de “vêtements”, dépourvu du
sème /péjoratif/ (sauf en Guadeloupe), rend cette étymologie sujette à caution. On
note également un choix massif par les créoles du type °rad par rapport à des concur-
rents du français standard (même si l’on a lenj en Guadeloupe ainsi que, dans plu-
sieurs points d’enquête, chez de jeunes Martiniquais : ALPA II, 443 ; RC, rad, lenj23).
Cette préférence lexicale n’indiquerait-elle pas une infl uence de parlers régionaux
dans lesquels l’étymon hardes aurait été répandu ?
Voyons tout d’abord ce qu’il en est des signifi cations du mot hardes en français de
référence à l’époque de la colonialisation.
En remontant jusqu’au 16e s., nous notons que le mot hardes désignait “toutes
sortes d’objets” : « Vivres, artillerie, munitions, robbes, deniers et aultres hardes »
(Rabelais, III, 49, ds Huguet, s. v. hardes).
22 Hardes est attesté également en français canadien au sens de “vêtements” (PR 1993) et en acadien au sens de “vêtements, neufs ou vieux” (DECOI, s. v. hardes). A. Thibault nous indique cependant son caractère archaïque en français québécois et en français acadien contemporains.
23 Lors d’une enquête effectuée par nos soins en Martinique (à Schoelcher, Fort-de-France, Sainte Luce, Anse-à-l’Âne et au Prêcheur) en novembre 2013, nous avons constaté une dif-férence générationnelle entre l’emploi du type °rad, utilisé par la population âgée, et celui du mot lenj, privilégié par la jeune génération, différence parfois explicitée par nos informateurs.
CILPR 2013 – SECTION 11
102
Le sens de “effets personnels” (depuis 1480, TLF) prédomine dans la lexicogra-
phie du 17e s. :
« Hardes… signifi e un amas de menu equipage seruant à l’usage de la personne soit ciuile
soit militaire » (Nicot 1606 s. v. hardes, Dict16-17) ; « furniture, stuffe, implements, baggage,
necessarie chaffer » (Cotgrave 1611 s. v. harde, Dict16-17) ; « …tout l’équipage d’une per-
sonne, comme habits, linge, cofre. » (Richelet 1680, s. v. hardes ; Dict16-17)
Le mot hardes fonctionne comme hyperonyme par rapport à habits :
« Hardes, au plurier signifi e les habits et meubles portatifs qui servent à vestir, ou à parer
une personne, ou sa chambre. J’ay donné à garder à l’hoste ma valise où il y avoit mon linge,
mon habit et toutes mes hardes. » (Furetière 1690, s. v. hardes).
Seul le dictionnaire de l’Académie, à la fi n du 17e siècle, met le sens de « vête-
ments » davantage en avant, tout en révélant qu’il continue à participer d’une polysé-
mie importante :
« Ce qui sert à l’habillement ou à la parure d’une personne. De belles hardes. De riches
hardes. Il se prend aussi dans une signifi cation plus estenduë pour les meubles qui servent à la
parure d’une chambre. Il y a de belles hardes dans cette maison. On y a trouvé, on y a vendu
de tres-belles hardes. » (Ac 1687 (Av-Prem. 3) et Ac 1694 ; Dict16-17)
Selon les documents littéraires et privés du 17e siècle, le sens du mot hardes reste
majoritairement celui de « toutes sortes d’objets », « effets personnels », comme dans
les exemples suivants :
1) […] qu’aussi bien que […] vous puissiez dire que vous avez avec vous tout ce qui est à
vous. Non pas, à dire le vray, une quantité de hardes inutiles, ni un grand accompagnement
de chevaux, ny une extréme abondance d’or et d’argent monnoyé (Vincent Voiture, Lettres, 1648, p. 451, Lettre 145 à marquis de Pisany, FRANTEXT)
2) le 13 de mars […] 1652 donné aun […] chartier de chastre pour a mener mes hardes et
pour les faire porter par un crocheteur (Marguerite de Mercier, 65, milieu 17e, Ernst / Wolf
2005)
3) Et jetant brusquement les hardes qu’il trouvoit ; / Il a même cassé, d’une main muti-
née, / Des vases dont la belle ornoit sa cheminée24 (Molière, L’École des femmes, 1663, p. 242,
acte IV, scène VI, FRANTEXT)
Le sens de “vêtements” est également bien représenté dans les textes de cette
période. On notera toutefois la réalisation du sème /collectif/ dans la plupart des
emplois relevés dans Frantext, comme dans les occurrences suivantes25 :
4) Je crois que vous aimerez celui que vous recevrez, tout fade qu’il est. La cornette est
fort jolie, et les choux rouges. Enfi n cela fera que vous ne vous jouerez plus à me demander des hardes sans y avoir pensé deux fois. (Mme de Sévigné, Correspondance, t. 3, 1680-1696,
1696, p. 468, 1689, FRANTEXT)
24 On notera l’inclusion notionnelle de vases dans hardes (c’est nous qui soulignons).25 Les éléments combinatoires activant ce sème dans ‘hardes’ ont été mis en italique.
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103
5) Elle s’indisposoit contre ses amants, comme contre ses hardes. (Jean-François de Retz,
Mémoires, t. 4, 1651-1654, 1679, p. 229, partie 2, FRANTEXT)
En 6), se dégage une opposition para-synonymique entre habits et hardes : habit(s)
serait plus propice à la réduction d’extensité (les vêtements particuliers portés par
une personne à un moment t°), tandis que hardes serait privilégié dans des contextes
activant le sème de /totalité/ (« vos hardes n’auront point été arrivées » 26) :
6) Quels habits aviez-vous à Lyon, à Arles, à Aix ? Je ne vois que cet habit bleu ; vos hardes n’auront point été arrivées. Votre ballot de votre lit partira cette semaine (Mme de
Sévigné, Correspondance, t. 1, 1646-1675, 1675, p. 180, 1671, FRANTEXT)
Ce n’est qu’au 18e siècle que le sens de “vêtements” devient parfois simple équi-
valent contextuel de habits (7, 8). Cependant, de nombreux contextes continuent à
activer le sème de /collectif/ (927) et/ou la marque /péjoratif/ (10, 11). En outre, le sens
de “toutes sortes d’objets” continue à être usité28.
7) L’ autre lui donna aussitôt raison, et s’engagea de porter ses hardes, et même les
miennes, si je me voulois mettre à l’eau avec lui. Ce qui fut dit fut fait : La Forêt et moi nous
deshabillâmes, nous fîmes un paquet de nos habits… (Simon Tyssot de Patot, Voyages et avantures de Jaques Massé, 1710, p. 114, FRANTEXT)
8) Vous êtes la maîtresse, Madame ; pour moi qui n’ai point à changer de hardes (Florent
Carton Dancourt, La Foire Saint-Germain, 1711, p. 138, scène X, FRANTEXT)
9) […] armoires sans serrure, comme toutes celles de ce royaume, et qui enfermoient
toutes les especes de hardes dont il pouvoit avoir besoin pour changer. (Abbé Jean Terrasson,
Sethos, histoire, ou Vie tirée des monumens anecdotes de l’ancienne Égypte, traduite d’un ancien manuscrit grec, 1731, p. 436, liv. 8, FRANTEXT)
10) Je lui jettai un paquet de hardes qui pouvoient servir à la derniere des païsanes. (Ro-
bert Chasles, Les Illustres Françoises : histoires véritables, 1713, p. 388, M. Des Frans et Sil-
vie, FRANTEXT)
11) Elle étoit panchée vers le ruisseau en lavant ces vilaines hardes (Antoine Hamilton,
Histoire de Fleur d’Épine, 1719, p. 209, FRANTEXT)
Le dictionnaire de l’Académie, au 18e siècle, continue à englober le sens de “vête-
ments” sous la signifi cation hyperonymique de “effets personnels” :
Il se dit generalement de tout ce qui sert à l’habillement, à l’usage ordinaire et necessaire
de la personne. De belles hardes. De riches hardes. (Ac 1718, s. v. hardes, défi nition reproduite
presque littéralement dans Ac 1740, 1762, 1798)
Le sème /péjoratif/ est explicité dans le dictionnaire de Trévoux (1771) : « “vête-
ments, vieux vêtements” (Ce terme n’est pas du style noble) » (cité ds TLF, s. v. hardes).
26 De plus, la mention de “ballot de lit” montre que le terme est sans doute à prendre dans un sens un peu plus vaste que “vêtements”, malgré l’isotopie de ‘vêtements’ induite par le cotexte précédent.
27 On notera également en (8) la présence d’une indétermination, orientant le sens vers le domaine du générique.
28 Nous ne représentons plus ici ce dernier, hérité des époques précédentes.
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La persistance en français tout au long de la période classique du sens de “divers
objets (appartenant à une personne)”, ainsi que la fréquence des sèmes /collectif/ et
/péjoratif/ nous éloignent du sens de “vêtements” doté d’une extensité variable, carac-
téristique de la plupart des créoles employant le type rad.
Si nous nous tournons maintenant vers la diatopie, nous relevons le type harde(s) au sens de “habit”, “vêtements” dans plusieurs dialectes, notamment à l’Ouest : la
carte ALF 678 montre la réponse « +hard » (sous les formes ard ou hard) dans la tra-
duction de la phrase “ôte ton habit” dans de nombreux points d’enquête : la Manche (3
points), Aurigny (1 pt), Côtes du Nord (1 pt), Ille-et-Vilaine (3 pts), Morbihan (1pt), la
Mayenne Nord-Ouest (1 pt), Loire Inférieure (3 pts rapprochés de la côte), Vendée (3
pts), Deux-Sèvres (1 pt) (cf. également FEW III, 416b-417a). On notera que le lexème y
est tout à fait compatible avec une extensité sémantique réduite comme celle que °rad
connaît en créole, c’est-à-dire “vêtements qu’une personne porte sur elle à un moment
t°”, alors que celle-ci est peu présente en français de référence.
Bien qu’elle soit absente du FEW (fard, III, 416-419a), la prononciation en r initial,
typique de la Martinique, est bien attestée en Normandie, comme en témoigne la gra-
phie rhardes dans ce texte du début du 20e siècle :
Y s’dit : « J’vas perd’ ma femme qui m’fait d’si bouonne tcheusaine, qui làve et r’pàsse mes rhardes… » (Louis Bascan, Monologues Normands pour ceux qui veulent rire, p. 8, Histoère d’un... c’ment qué j’dirai ?, région de Bayeux, date : 1903)
Il s’agit d’un traitement typiquement normand du [h] aspiré, et la diffusion impor-
tante de cette forme à la Martinique (RC et ALPA II, 443) tend à confi rmer l’hypo-
thèse de l’origine régionale du mot.
Étant donné la présence du mot hardes au sens de “vêtements” en français, en
particulier en français populaire, des 17e et 18e siècles, une infl uence du français sur
l’implantation du terme en créole n’est certes pas à exclure. Toutefois, la comparaison
entre la structure sémantique du mot en français de l’époque classique et dans les dia-
lectes de l’Ouest porte à penser que son origine serait avant tout régionale.
2.2. Le type lexical griyen
Les principaux sens de °griyen (< grigner, FEW XVI, 67b, grînan) attestés en
créole peuvent être caractérisés en trois points, en fonction des sèmes dominants :
1) le sème /grimace/
Grigné “faire des grimaces”, “froncer le visage […] surtout face au soleil ou au vent” (G,
Tourneux / Barbotin, Ludwig; DECA, s. v. grigner)Grinyen “grigner, action provoquée par le soleil, la réverbération” (M, Jourdain 1956, 44,
sens présenté comme « vieux », mais on le retrouve à date moderne, ex : « Pa ni soley
isi-a, / Poutji ou ka griyen ? » E. Lefel/J.-Ph. Martély, Pa fè lèkètè)
Gwiyen “grimacer” (ST LUC, JMo ; KD, ds DECA, s. v. grigner)Grignen “grimacer” (GUY, GBa, ds DECA, s. v. grigner)
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De ce sémantisme relève également la première attestation connue, conservée dans
le recueil de fables du Guadeloupéen Paul Baudot : « Vini voué-yo grigné ! Babille à yo
troussé. » (P. Baudot, Les deux rats boulangers, 1856 ? ; Hazaël-Massieux 2008, 263)29
2) les sèmes /rire/ ou /sourire/ + /grimace/, /gêne/, /ironie/, /moquerie/, /hypocrisie/, /intensité/
Griyen “rire jaune” (M, RC)
Grigné “rire jaune” (G, Tourneux / Barbotin, Ludwig ; DECA, s. v. grigner)Griyen “faire la moue, rire en montrant les dents” » (H, Faine 1936, ds DECA, gri-
gner), “rire, sourire (en réponse aux insultes)”, “ricaner” ; griyen dan li “sourire
ironiquement”,“se moquer” ; griyen dan (li fò) “rire bruyamment” ; griyen dan sou
“se moquer” ; nan griyen dan “blaguer” (H, HCBD30)
Gwiyen “sourire ironiquement” (ST LUC, JMo ; KD, ds DECA)
Appartiennent à cette catégorie sémantique la plupart des occurrences que nous
avons pu relever dans des textes littéraires et sur la toile31 :
Viékò-a griyen, mé i pa rivé di dé mo kolé (M, R. Confi ant, Kod Yanm)32
Ou kay mantjé mwen, fout ou té janti épi ou té ka griyen ba mwen tout dan’w déwô.
(M, Potomitan, site de promotion des cultures et des langues créoles, http://forum.
potomitan.info/viewtopic.php?f=4&t=153)33
Kantapou anlè sé masonn-lan, tout koté ou alé ou ka wè fi dji sé kandida-a ka
griyen ba’w. E gason, sé o pli griyen, o pli fè makakri. (M, 9 juin 2007, http://www.
bondamanjak.com/mdam-politik-wouv/34)
3) le sème /sourire/
Griyen “sourire” (M, RC), griyen dan “sourire” (M, G.-H. Léotin35)
29 “Regarde-les montrer les dents ! Leurs babines sont retroussées.”30 C’est nous qui traduisons de l’anglais au français.31 Les éléments en italique mettent en évidence la présence de divers sèmes complémentaires
aux sèmes /rire/ et /sourire/.32 “Le vieillard sourit, mais il n’arriva pas à prononcer deux mots cohérents.” (traduction du
texte extrait de R. Confi ant, Kod Yanm, Caraïbe Editions, 2009, 2e édition).33 “Tu vas me manquer, comme tu étais gentil et comme tu me souriais à pleines dents !”34 “Sur les murs, où que tu ailles, tu vois les visages des candidats te sourire (en grimaçant). Et,
garçon, c’est à celui qui sourit (grimace) le plus, à celui qui fait le plus de pitreries.”35 Dans cet emploi littéraire, le contexte permet de supposer la réalisation du seul sème /sou-
rire/, sans participation d’aucun sème afférent : « Manman mwen kantapou’y té rété asiz dwèt kon pitjèt, séryèz kon an mòso pen rasi, ou pito kon an moun éti lanmizè za dézapwann griyen dan […] » ; “Ma mère, quant à elle, restait assise droite comme un piquet, grave comme un morceau de pain rassis, ou plutôt comme une personne à qui la misère a déjà désappris à sourire […]” (Georges-Henri Léotin, Mémwè latè, Bannzil Kréyol, 1993 : 17 ; c’est nous qui traduisons et soulignons).
Toutefois, il faut bien noter que cette attestation littéraire, ainsi que la défi nition lexicogra-phique de RC semblent refl éter des innovations littéraires : en effet, notre enquête récente effectuée en Martinique (voir la note 23) nous a montré que les locuteurs de toutes géné-rations associent nettement le verbe griyen aux notions de grimace, de sourire hypocrite ou mécanique, excluant la réalisation du seul sème de /sourire/. Seul un locuteur d’origine sainte-lucienne a attribué à griyen le sens de « sourire » sans aucune connotation complémen-
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Gwiyen “sourire” (ST LUC, JMo ; KD, ds DECA)
Les points 2 et 3 permettent de constater la fréquente réalisation des sèmes de
/rire/ et de /sourire/ dans différents créoles atlantiques, indépendamment de divers
sèmes complémentaires qui viennent nuancer ce signifi é. Ce point de sémantique sera
capital pour notre démarche étymologique.
Le DECA (s. v. grigner) explique l’étymologie de °griyen à partir du français
populaire, en renvoyant à TLF : « grigner (vx et pop.) ‘plisser les lèvres en montrant
les dents, p. ext. grimacer’ ».
Cependant, ce sens ne permet aucunement d’expliquer la large diffusion des sèmes
de /rire/, /sourire/ dans les créoles atlantiques. Les sources lexicographiques et les
bases textuelles confi rment l’absence de ces sèmes en français de toutes les périodes.
On observe en français uniquement la réalisation des sèmes de /dents dénudées/,
/grincement de dents/, /grimace/, /mauvaise humeur/, /menace/, et ceci en particulier
dans les plus anciennes étapes de la langue : le mot était fréquent en ancien et en
moyen français, avec pour principales signifi cations les suivantes : grignier “faire une
grimace”, “geindre, se lamenter” (TL IV, 666), grignier les grenons “froncer la fi gure”
(pic., vers 1180, FEW XVI, 67a), grignier (les dens) “grincer des dents, grommeler”
(depuis 1170, TLF), soi grignier “se mettre en colère” (DMF).
Après le Moyen Âge, le verbe se fait rare en français de référence. Huguet ne le
note pas pour le 16e siècle, ne signalant que l’adj. grigne au sens de “maussade”. À
partir de Cotgrave (1611 : grigner “to grinne”, c’est-à-dire “montrer les dents”), le mot
disparaît de la lexicographie pour toute la période classique. Frantext n’en donne non
plus aucune occurrence littéraire pour les 17e et 18e siècles. Selon nos sources, le mot
ne réapparaît qu’au 19e s. avec un sens restreint à quelques-unes de ses acceptions
anciennes : « grigner les dents, ‘les montrer par humeur ou menace’ » (Littré) ; « On dit
qu’un chien grigne, quand les dents de la mâchoire inférieure font saillie. » (Rigaud
1888), « grigner, “grimacer” » (LarT, ds FEW XVI, 67a).
Non seulement, donc, le verbe n’est pas attesté dans les sources de l’époque clas-
sique36, mais aucune référence au rire ou au sourire n’est perceptible en français tout
au long de son histoire.
Si nous nous tournons maintenant vers la diatopie, nous constatons la présence de
deux ensembles sémiques, dont le premier est commun avec le français de référence
et avec les sens du type 1) en créole :
1) les sèmes /dents dénudées/, /grimace/, /mauvaise humeur/ et apparentés
“grincer les dents” (mouz. grignie), “grincer ” (pic. grigner), “faire des grimaces (en mon-
trant les dents)” (Bolbec, Tôtes grigner), “pleurnicher (bess. grigner)”, “grogner, murmurer”
taire.36 Bien que l’on ne puisse pas exclure sa présence sporadique pendant cette période, car les
sources écrites en français classique ne refl ètent qu’imparfaitement l’usage parlé et qu’elles n’ont pu être consultées de façon exhaustive.
LIBROVA
107
(Mons grigner), “se plaindre” (pic. grigner), “avoir l’air maussade” (gaum., bourg. grigner),
“être chagrin ” (Gr Combe) (exemples tirés du FEW XVI, 67ab)37.
Le deuxième et le troisième groupes de sèmes sont spécifi ques à la diatopie, et
correspondent respectivement aux sens créoles du type 2) et 3) :
2) les sèmes /rire/ + /moquerie/, /grimace/, /intensité/
“se moquer” (grigner, Pas de Calais, Boulogne-sur-Mer, Haigneré 1903 ; grignard “mo-
queur”, Béthune, Corblet, 1851), “rire en grimaçant” (grignir, jers.) ; FEW relève également
une forme piémontaise avec le sens de “ridere squaiatamente”, donc “rire à gorge déployée” ;
on trouve également les dérivés dégrigni “parodier qqn” (gaumet), dégrigner “se moquer de
qqn” (St-Pol, Pas-de-Calais), regrigner et dégrigner “se moquer de qqn en grimaçant” (Ar-
dennes) (exemples tirés du FEW XVI, 67b-68a).
On aurait peut-être un exemple littéraire de ce sens en jersiais (cependant, l’inter-
prétation exacte de grignir reste ici sujette à caution38) :
Que le monde sait plein d’orgui,
qu’est qu’ou voulez qu’jy faîche,
De les en piccagni,
est che que ch’est la ma plièche.
J’ai ben d’aute chose à faire :
et vous qui en grignis, Valous d’abon mus qu’ieux :
étous ben mus rassis ?
Quand es enterremens
ou zallais vos landrer
Est-che pour baire ou mangi,
ou est-che pour y pleurer ? (Poésies jersiaises, Mourant 1865, 31, date : 1838)
3) le sème /rire/
“s’amuser, rire” (grigner, artois, Lecesne 1874, ds FEW 16, 67b) ; “rire” (Valdieri,
Roaschia, Piémont, ds FEW, XVI, 67b)
Au vu des points 2 et 3, nous constatons la présence quasi-exclusive des sèmes
de /rire/ et de /sourire/ dans des dialectes du Nord et du Nord-Ouest : en normand,
en picard, en artésien et en gaumet, donc, pour une bonne part, dans des régions de
provenance supposée des colons. Il est vrai que ces sèmes sont attestés également
dans d’autres régions (comme dans les Ardennes ou dans le Piémont), mais ils sont
décidément absents de toutes les sources françaises. Bien que leur présence dans un
dialecte aussi éloigné que le piémontais puisse faire penser à une genèse spontanée
du sémantisme de /rire/ (/sourire/) à partir du protosémantisme de /dents dénudées/,
37 Nous nous limitons ici à mentionner un choix d’exemples représentatifs des signifi cations relevant du type 1.
38 On peut traduire comme suit : “Que les gens soient pleins d’orgueil, que voulez-vous que j’y fasse ? De les en fustiger, est-ce bien là ma tâche ? J’ai bien d’autres choses à faire, et vous qui en ricanez ( ?), valez-vous bien mieux qu’eux ? Avez-vous le sens bien mieux rassis ? Quand vous allez vous montrer aux enterrements, est-ce pour boire et manger, ou bien est-ce pour y pleurer ?”
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la large diffusion de ce sème dans les différents créoles de l’Atlantique ainsi que sa
présence dans plusieurs parlers des colons invite à poser une étymologie du mot dans
le français régional du Nord et du Nord-Ouest de la France.
Conclusion
En partant du constat de la complexité des pratiques linguistiques des colons,
nous avons posé l’hypothèse que le système linguistique du créole pourrait refl éter
cette complexité à un degré plus profond que ce qui nous apparaît lorsque nous nous
en tenons aux grandes sources lexicographiques. Nous avons sélectionné plusieurs
morphèmes créoles dont le sémantisme et/ou la fonction, malgré la présence d’un éty-
mon plausible en français commun, n’est pas en tous points compatible avec cette éty-
mologie (°rad, °griyen, qui), ni avec l’hypothèse d’une création spontanée du système
créole (pon). Une étude contextuelle à partir de sources refl étant différentes variétés
du français et de sources dialectologiques nous a permis de constater une compati-
bilité importante entre le sens et la fonction de ces morphèmes en français régional
et / ou dans des dialectes, d’une part, et dans les créoles, d’autre part, au détriment
du français commun et populaire, même si ce dernier a pu favoriser l’implantation en
créole de certains des morphèmes étudiés.
Sans préjuger de l’importance de l’élément diatopique dans la genèse d’autres
morphèmes créoles qui possèdent des étymons plausibles en français de référence
(nous avons opté ici à dessein pour des morphèmes pour lesquels la démarche ten-
dait à révéler une origine régionale), les résultats de la présente recherche montrent
qu’une analyse sémantique de corpus écrits en français de l’époque de la colonisation
et en français régional, pourrait nous amener à revoir à la hausse la place de l’élément
diatopique dans la formation du lexique et du système grammatical créoles39.
Laboratoire Bases, Corpus, Langage - UMR 7320
Université de Nice Sophia Antipolis / CNRS Bohdana LIBROVA
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113
Problemas lexicográfi cos de los préstamos italianos en español
1. Introducción
Las palabras de origen italorrománico registradas en la última edición del Diccio-
nario académico (DRAE 2003) ascienden a 660. La mayoría de ellas, unas 635, pro-
cede del italiano estándar. Los préstamos restantes corresponden a otras variedades,
como el antiguo napolitano (gruta), el italiano antiguo (carnaval, carromato, caviar, catastro, mutis, nicho, zarpar, etc.) o el italiano dialectal (cucurucho, estrafalario, macarrón, pista, etc.). Se trata de una presencia más bien escasa de italianismos en el
Diccionario institucional, sobre todo si se compara esta cantidad con las 2051 entra-
das de etimología galorrománica, con los 1395 resultados de origen camito-semítico,
con las 1388 voces amerindias, con los 1086 términos de procedencia germánica. Solo
el francés representa la base etimológica de 1888 lemas del Diccionario y el árabe
hispánico la de 1013 palabras españolas.
El análisis de las difi cultades etimológicas que plantean los italianismos en espa-
ñol podría aportar alguna explicación complementaria a esta desproporción entre el
número de italianismos y el de voces de otras procedencias, especialmente del fran-
cés. Este breve estudio se dedica al tratamiento –necesariamente simplifi cado– de
algunos problemas con los italianismos que se refl ejan en el último Diccionario de la
Academia.
2. Mediación del italiano
Tal vez la difi cultad más evidente consiste en distinguir con claridad entre los
italianismos directos y la mediación del italiano en la introducción sobre todo de cul-
tismos y latinismos, pero también de germanismos y galicismos. Con mucha frecuen-
cia, la presencia de rasgos cultos en el léxico español documentado entre los siglos
XV al XVII no excluye necesariamente la mediación del italiano en la introducción
y difusión del neologismo, sobre todo porque el resultado culto en español puede
corresponder formalmente con el préstamo del italiano e incluso con los dobletes de
esta lengua, como nítido y neto, por ejemplo (Sǎlişteanu Cristea 2000). Sin embargo,
el análisis de los textos literarios, especialmente de los autores clásicos más próximos
a la cultura italiana, y de las traducciones de originales italianos, puede resultar de
utilidad para distinguir la procedencia del préstamo (González Ollé 1975-76).
CILPR 2013 – SECTION 11
114
Posibles italianismos se esconden bajo etimologías latinas recogidas en el Diccio-
nario académico. Así, el DRAE 2003 deriva mentecato del lat. mente captus. Pero
el it. mentecatto “falto de juicio, que no tiene toda la razón” está documentado ya en
Dante y entra en español a partir de autores de principios del siglo XVII que mantu-
vieron fuertes contactos con Italia, como el propio Cervantes:
-¡Allá irás mentecato, trovador de Judas, que pulgas te coman los ojos! (Ilustre fregona,
777).
Ven acá mentecata e ignorante, que así te puedo llamar, pues no entiendes mis razones y
vas huyendo de la dicha (Quijote II, cap.5, áp. Bucalo 1998, 73).
En la misma línea, podría proponerse, de acuerdo con el DRAE 2003, que el
sustantivo esp. comodidad deriva del lat. commod tas, abstracto de cualidad de
comm dum “conforme con la medida” o bien considerar una formación sufi jada
de este último resultado cómodo “conveniente, oportuno, acomodado, fácil, pro-
porcionado”. Sin embargo, no parece adecuado sustraerse de la infl uencia italiana
tampoco en este caso, pues los autores que introducen el término en español, fuer-
temente italianizados, probablemente imitan la forma it. comodità “oportunidad,
conveniencia, utilidad, interés”. Además del testimonio preciso de Juan de Valdés,
que incluye cómodo, incómodo y comodidad entre los vocablos italianos de los que
«deseo poderme aprovechar para la lengua castellana» (1964 [1535?], 138), otros auto-
res de nuestro periodo clásico, como Torres Naharro (1517) o Cervantes, utilizaron
este préstamo:
En fi n, llegó a Salamanca, donde fue bien recibido de sus amigos y, con la comodidad
que ellos le hicieron, prosiguió sus estudios (Cervantes, El Licenciado Vidriera, áp. Bucalo
1998, 68).
El Diccionario de Autoridades, sin mencionar la infl uencia italiana, registra los
dos grupos de acepciones del término comodidad que debieron de importarse de
Italia (cf. Battaglia 1995 s.v. comodità) “conveniencia, regalo, descanso” e “interés,
provecho, utilidad, emolumento y conveniencias, no solo pecuniarias sino también
honorífi cas”. Se autoriza esta última defi nición mediante una cita del Padre Mariana
que también utiliza la expresión –hoy poco usual– hacer comodidad con el sentido de
“hacer regalos”:
Y para esto hacía muchas comodidades a los Borgias, que era el camino para salir con lo
que deseaba (1976 [1726], s.v. comodidad).
También podría plantear dudas la mediación italiana en el sustantivo culto esp.
designio “pensamiento, o propósito del entendimiento, aceptado por la voluntad”.
El DRAE 2003 remite a la etimología latina de designar (lat. design re) sin men-
ción al italiano. Sin embargo, las investigaciones sobre los italianismos en español
apuntan claramente en esta dirección, por más que Corominas y Pascual (DCECH
s.v. seña) deriven el término del bajo lat. designium, documentado en Ercilla (1569).
Así, Rodríguez Marín (1935, XLV) observa que la voz desinio de Cervantes en el
LLITERAS
115
Viaje del Parnaso («con tu sotil desinio», cap. I, verso 224), con las variantes disignio
y designo, que aportan otros escritores de la época, adoptó en castellano la forma
designio, tomada del it. disegno, que en su acepción de “pensiero, intenzione” fue uti-
lizada en el Orlando de Ariosto. Terlingen (1943, 349) encuentra las primeras docu-
mentaciones en las cartas de Juan de Valdés (1535), quien expresamente aclara que
pretendía introducir este italianismo en castellano. Otros autores, también afi nes a la
moda italiana, como Juan de Mal Lara, Fernando de Herrera, Fray José de Sigüenza,
además de Cervantes, autorizaron el préstamo en nuestra lengua:
Dixo que venía de Sevilla y que su designio era passar a Italia (Cervantes, Las dos don-cellas, áp. Terlingen 1943, 349).
Otros términos refl ejan el desacuerdo entre los etimologistas que, con frecuencia,
proponen orígenes etimológicos de las lenguas clásicas (sobre todo el latín, pero tam-
bién el griego y el árabe), pero no siempre toman en consideración la infl uencia media-
dora del léxico italiano. Borrasca, crédito, débito, estrada, explanada, frontispicio, mazapán, mosaico, podio, tarántula, zócalo, entre otras palabras, no son admitidas
como italianismos en el DRAE 2003, sino como derivados cultos, pese a las pruebas
aportadas en los estudios etimológicos y documentales (Bucalo 1998; DCECH; Ter-
lingen 1943). La lexicalización de algunos participios de presente en español podría
refl ejar también la infl uencia italiana (Fernández Murga 1975). El paréntesis eti-
mológico del DRAE 2003, en fi n, permanece en ocasiones vacío, como en estafar, estafa, sin dejar constancia de la fi liación italiana que señalan los etimologistas. Nin-
guna de las etimologías correspondientes a las voces reunidas hasta aquí ha sido objeto
de las enmiendas anunciadas para la siguiente edición del Diccionario de la Real Aca-
demia, excepto en el caso de estafar, «del it. staffare […]», según el DRAE 2014.
3. Formación morfológica o italianismo
Otra cuestión interesante que plantea la identifi cación de italianismos se relaciona
con los préstamos que se corresponden formalmente con palabras compuestas o deri-
vadas mediante procesos morfológicos usuales en español. Algunos diccionarios gene-
rales, entre ellos el DRAE 2003, suelen aportar una explicación etimológica basada
en los formantes de la derivación o composición, pero sin mencionar el origen italiano
del término que, en cambio, se atribuye tanto en el DCECH como en las monografías
sobre la infl uencia del léxico italiano en español. Batallón, cartón “dibujo de estudio”, colorido, compañía “unidad de infantería”, contorno, escuadra, escuadrón, fachada, fl orón “adorno arquitectónico”, infantería, temple “procedimiento pictórico”, entre
otras, son algunas muestras de este análisis morfológico que oculta la procedencia ita-
liana. Así, por ejemplo, el DRAE 2003 considera que contorno está formado de «con-
y torno». Sin embargo, Corominas y Pascual (DCECH s.v. torno) aceptan el origen
italiano del término (it. contorno) propuesto por Terlingen (1943, 103), quien sitúa a
comienzos del siglo XV su uso entre los tratadistas italianos y aporta las siguientes
pruebas documentales en español:
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116
Y luego mirarás por dónde pasa / Cierto el contorno de la bella idea (Pablo de Céspedes
[1548-1608]).
Hazense tambien solo los lineamentos sin sombras y estos se llaman perfi les, contornos o
dintornos (Vincenço Carducho, Diálogo de la pintura, 1633).
En la misma línea, colorido “disposición y grado de intensidad de los diversos
colores de una pintura” constituye, según el DCECH s.v. carne, un préstamo del it.
colorito. Con relación a este sustantivo, Terlingen (1943, 41) explica que el criterio
cronológico de recepción en español, junto con las llamadas «áreas léxicas densas»
del italiano, como son las artes plásticas, la milicia, la navegación, etc., constituyen
claros indicios del préstamo italo-español, por más que la palabra pudiera conside-
rarse formalmente derivada. El profesor holandés documenta a fi nales del siglo XVI,
en Francisco Pacheco (1579) y en Fray José de Sigüenza (1595), la introducción del
término en español a imitación de los tratadistas italianos más destacados, como
Vasari (†1574). Sin embargo, el DRAE 2003 señala que colorido es «del participio
de colorir», verbo este último que el mismo Diccionario considera acertadamente
«defectivo y poco usado», generalmente sustituido por colorear. Tampoco se anun-
cian enmiendas de estos dos artículos.
El DRAE 2003 s.v. fachada “paramento exterior de un edifi cio, generalmente el
principal”, explica que este sustantivo procede «de facha». Pero el artículo lexicográ-
fi co de este último italianismo, s.v. facha «del it. faccia. 1. f[emenino] coloq[uial] traza,
fi gura, aspecto. 2. f[emenino] coloq[uial] mamarracho, adefesio. U[sado] t[ambién]
c[omo] m[asculino]», difícilmente permite reconocer el origen italiano facciata, tér-
mino de la arquitectura documentado en Fray José de Sigüenza (1595), según el
DCECH s.v. haz y Terlingen (1943, 130). Este artículo también permanece sin cam-
bios. Sin embargo, este artículo está enmendado en el DRAE 2014 s. v. fachada, que
presenta la etimología «Adapt. del it. facciata».
El origen italiano de escuadrón (it. squadrone) constituye en la actualidad la eti-
mología más admitida. Corominas y Pascual s.v. cuadro aceptan también en este caso
la explicación propuesta por Terlingen (1943, 189), quien argumenta que la forma
aumentativa del it. squadra (de donde el esp. escuadra) se lexicaliza probablemente en
tiempos de Machiavello (†1527), cuando desarrolla la nueva signifi cación de “porción
de tropa formada en fi las según las reglas de la táctica militar”, “unidad de caballería,
mandada normalmente por un capitán” y por extensión “tropel de gente”. Desde fi nes
del siglo XV se emplea frecuentemente escuadrón con este sentido italiano en las
crónicas castellanas y, por las mismas fechas, pasa al francés (fr. escadron). Las citas
cervantinas y de otros autores clásicos son también numerosas (Bucalo 1998, 41-42).
Sin embargo, el artículo escuadrón del DRAE 2003 se limita a señalar que el lema
procede «del aum[entativo] de escuadra», término que a su vez deriva «de escuadrar»
y este último «del lat. *exquadrāre» (DRAE 2003 s.v. escuadrón, escuadra, escua-drar). No hay constancia de cambios para estos artículos.
LLITERAS
117
El término arquitectónico y pictórico fl orón carece, en fi n, de explicación etimo-
lógica en el DRAE 2003 s.v. fl orón y en las enmiendas anunciadas, en contraste con
algunas versiones anteriores de la obra, donde el lema se analizaba como un «aumen-
tativo de fl or» (cf. DRAE 1984, 20ª ed. s.v. fl orón). Sin embargo, Terlingen (1943, 131),
y con él Corominas y Pascual (DCECH s.v. fl or), muestran la procedencia italiana
de esta voz (it. fi orone) que, en la lengua original, se remonta al menos a los tratados
de Leonardo da Vinci. Juan de Mal Lara, Juan de Herrera y Fray José de Sigüenza
autorizan el préstamo:
El suelo que haze la uista de muchas molduras doradas, con sus fl orones (Mal Lara, Ga-lera Real).
Sus basas y capiteles destas colu[m]nas son de metal dorado al fuego, y lo mismo los
modillones y fl orones de la cornija (Herrera, Sumario y breve declaración de los diseños y estampas de la Fábrica de San Lorencio el Real del Escurial, 1589).
Resaltes de claro y obscuro, artesones con fl orones y vacinetas (Siguenza, Vida de San Gerónimo, áp. Terlingen 1943, 131).
4. Dudas etimológicas
Otro grupo de préstamos plantea a la investigación lexicológica problemas histó-
ricos de difícil solución, que se refl ejan muy a menudo en la prudencia de los etimolo-
gistas cuando optan en los diccionarios por fórmulas de compromiso como «de origen
incierto» o «etimología discutida». Pero en algunos de estos casos, que en el DRAE
2003 ascienden a un total de 547 y 138 artículos, respectivamente, la incertidumbre
o la discusión tienen como protagonista a la lengua italiana. La principal difi cultad
reside casi siempre en determinar la procedencia directa o indirecta del italiano en
voces españolas, generalmente provistas de marcas técnicas (arquitectura, economía,
etc.), que presentan desarrollos formales muy semejantes en varias lenguas galorro-
mánicas o iberorrománicas y cuyas primeras documentaciones son prácticamente
simultáneas en las diferentes regiones lingüísticas europeas. No debe extrañar, sin
embargo, este protagonismo italiano en el origen de las dudas y desacuerdos etimoló-
gicos, pues la internacionalización del léxico, el intercambio cultural y tecnológico, el
afán por los descubrimientos, el placer de viajar, etc., caracterizan la vida del movi-
miento renacentista irradiado desde el norte de Italia a toda Europa durante más de
dos siglos (Gómez Moreno 1994).
De las 547 entradas que, según el DRAE 2003, presentan un «origen incierto» o
«desconocido», en las 12 palabras siguientes esta fórmula de incertidumbre o descono-
cimiento se aplica a etimologías solo de la lengua italiana o de esta y de otras lenguas
románicas: arlote (cf. it. arlotto), aduja (quizá de genovés duggia, it. duglia), amurar (cf. it. murare, fr. amurer), barrachel (cf. it. ant. barigello), bayeta (cf. it. baietta, fr. ant.
baiette), bastón (cf. it. bastone, fr. bâton) brocha (cf. fr. dialect. brouche, it. brusca), casaca (cf. fr. casaque, it. casacca), felpa (cf. port. e it. felpa, prov. feupo), pantano (de
or. it.), tenorino (de or. it.) y valija (del it. valigia, de or. desc.). Del total de los 138
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artículos con «etimología discutida» según el DRAE 2003, en los 7 casos siguientes
el italiano constituye la causa de la discusión: apoyar (cf. it. appoggiare), boza (quizá
del fr. bosse o del it. bozza), chinela (cf. it. pianella), chapata (del it. ciabatta, y este
de etim. disc.), cartabón (cf. prov. escartabon e it. quartabono), dita (cf. it. ant. ditta, detta, cosas dichas, debidas; cat. dita) y daga (cf. prov. daga, ingl. dagger, it. daga). En
los 19 lemas siguiente, el DRAE 2003 manifi esta sus dudas etimológicas mediante la
fórmula «quizá del it.», repetida sistemáticamente al comienzo de cada uno de estos
paréntesis etimológicos: adormentar (addormentare, y este der. del lat. addormīre),
aguantar (agguantare, de guanto, guantelete), alabarda (alabarda o del fr. hallebarde,
este del helmbarte, de helm, empuñadura, y barte, hacha, y este del germ. *helmbart), alampar (allampare, arder), antitrinitario (antitrinitario, de anti- y trinitario, perte-
neciente o relativo a la Santísima Trinidad), báciga (del fr. bésigue, y este quizá del
it. bazzica), chaleco (giulecco, y este del turco yelek), embestir (investire, acometer),
enfrascarse (infrascarsi), luquete (lucchetto, candado), mandarria (dialect. mannara,
hacha), mandria (mandria, rebaño), marcar (marcare, y este del longobardo *markan;
cf. a. al. ant. merken, notar, ingl. ant. mearcian, anotar), mistela (mistella), místico
“tipo de embarcación” (*mistaco), otomano (ottomano o fr. ottoman, y estos del ár.
clás. ‘utmānī, der. de ‘utmān, nombre del fundador de la dinastía), rufi án (ruffi ano, y
este der. del lat. rufus, pelirrojo, rubio, por alus[ión] a la costumbre de las meretrices
romanas de adornarse con pelucas rubias), saetía (saettia) y trotar (quizá del fr. trotter
o del it. trottare, y estos del a[lto] al. ant. trottôn).
Otras muchas voces podrían considerarse italianismos internacionales que, por
su propia condición de neologismos en varias lenguas simultáneamente, permitirían
resolver en gran medida la difícil tarea lexicográfi ca de determinar el orden de las
lenguas vehiculares, sobre todo si en estas apenas se distinguen los resultados foné-
ticos. Así, el DRAE 2003 no se plantea las dudas anteriores acerca del origen de las
siguientes palabras, pues considera que o bien son italianismos o bien son galicismos
en español: bagatela, barricada, formato, lavanda, millón, pistacho, raqueta, regalar. Por otra parte, anca, cartabón, daga y felpa comparten o bien etimologías italianas o
bien provenzales, y para mogollón y tafetán se propone el italiano o el catalán como
lengua originaria. El Diccionario académico opta, fi nalmente, por considerar al fran-
cés como lengua vehicular o intermediaria entre la fuente italiana y el destino espa-
ñol en los siguientes préstamos: banquete, bergantín, biscote, canela, capuz, catastro, comandita, coronel, crinolina, cuartete, destacar, ducha, maquis, muaré, salsifí y tarot.
Sin embargo, las dudas etimológicas del DRAE 2003 con relación al italiano pare-
cen en algunos casos aclaradas en el DCECH. Así, por ejemplo, sus autores, s.v. coro-nel, recogen la tesis y la documentación de Terlingen (1943, 195) acerca del origen
italiano de coronel “jefe militar que manda un regimiento” (it. colonello “columna
de soldados, jefe que la manda”). La primera documentación en castellano data de
1511, en la carta de Hugo de Moncada al rey Católico escrita desde Palermo, y desde
1516 en otros documentos. Sin embargo, en los textos franceses no se encuentra cou-ronnel antes de 1542 ni la forma colonel antes de 1556. Por tanto, aunque la forma
LLITERAS
119
castellana sin -o fi nal podría indicar la mediación del francés –como señala el DRAE 2003–, el DCECH descarta esta hipótesis. En italiano, por lo demás, el término se
usa en la primera acepción al menos desde Machiavello (†1527) y en la segunda, desde
Firenzuola (†1543). Un tratamiento semejante de incertidumbre entre el francés y el
italiano presenta bagatela en el DRAE 2003. En cambio, el DCECH se adhiere a
la opinión de Terlingen (1943, 358) sobre el origen italiano del término (it. bagatella
“juego de manos, friolera”). El Quijote aporta la primera documentación (1615), y
tanto Cervantes como Lope de Vega en la Gatomaquia muestran el carácter extran-
jero de la voz como equivalente castellano de niñería.
La etimología de embajada y embajador plantea problemas algo más delicados. El
DRAE 2003, s.v. embajada, opta por el origen provenzal. Sin embargo, el DCECH,
de acuerdo en parte con la propuesta de Terlingen (1943, 163-165) señala lo siguiente:
El origen italiano que preconiza Terlingen [...] solo puede admitirse en el sentido de que
esta antigua voz, tomada de la lengua de Oc, fue infl uida semánticamente más tarde por la
evolución que había sufrido en Italia hacia la idea específi ca de “mensaje de un soberano”,
“representación diplomática”, surgida en las cortes de los príncipes italianos y quizá especial-
mente en Venecia (DCECH s. v. embajada).
Las formas italianas ambasciata, ambasciatore (y sus variantes imbasciata, imbasciatore) con los signifi cados de “recado, mensaje”, “mensajero” se documen-
tan ya en textos medievales. En español se autorizan estas acepciones para los
nombres embaxada, embaxador y (ambaxiador) desde mediados del siglo XV. Pero
hacia la segunda mitad de esta centuria (Juan de Lucena, Diálogo de Vita Beata,
1463) adquieren las nuevas acepciones italianas de “representación diplomática”,
“agente diplomático”, generalizadas poco después tanto en la lexicografía como en
las crónicas. Así, el cronista Hernando del Pulgar (c. 1430-1492), secretario de los
Reyes Católicos y embajador en Francia, escribe en los Claros varones de Castilla
(1486):
A la cual congregación, como todos acordasen enbiar sus enbaxadores, porque conuenía
mostrarse en aquella congregación la magnifi cencia e poderío de los reyes, el rey don Juan,
conoscida la sufi ciencia deste cauallero, le cometió esta enbaxada (áp. Terlingen 1943, 165).
Del mismo modo, Covarrubias (1987 [1611]) defi ne los términos de acuerdo con el
nuevo sentido del préstamo italiano. Parece fuera de duda que el préstamo occitano,
admitido por el DCECH y por el DRAE 2003, se limita al plano formal, pues el sig-
nifi cado originario de embajada “encargo” y embajador “servidor” deriva hacia acep-
ciones secundarias y progresivamente desusadas conforme se generaliza, en cambio,
desde fi nes del siglo XV el signifi cado preferente de “representación, agente diplomá-
tico” tomado del italiano.
El léxico de las relaciones mercantiles también revela la honda infl uencia del ita-
liano sobre la norma española en la evolución semántica que experimentan términos
de uso muy general, como cambio, cambiar con referencia al dinero y banco “estable-
cimiento de crédito”. Las primeras derivan del lat. tardío cambiare “trocar”, docu-
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mentadas desde la época de los orígenes del idioma. Sin embargo, también en este
caso el DCECH s.v. cambiar admite la tesis de Terlingen (1943, 280-281) acerca de
las nuevas acepciones relacionadas con las operaciones comerciales introducidas en
español desde mediados del siglo XV procedentes del léxico mercantil de las repúbli-
cas italianas. En particular, Corominas y Pascual reconocen lo siguiente:
Puede aceptarse la teoría de Terlingen en lo que toca a la ac. “cambiar moneda o efectos
de cambio”, que él cree originada en Italia y que aparece por primera vez en el viajero Pero
Tafur (S. XV).
Terlingen, en efecto, explica que las formas italianas cambiare, cambio para desig-
nar exclusivamente las operaciones de banca se documentan en un texto de Siena
de 1278. Un siglo después, el nombre pasó a signifi car también “letra de cambio”,
según varios documentos venecianos. En castellano, Tafur utiliza el neologismo en
las diversas acepciones disponibles según la norma italiana, “letra de cambio”, “casa
de cambio”. Escribe el autor en sus Andanças e viajes de Pero Tafur por diversas par-tes del mundo avidos (1435-1439):
Fui a saber la lonja de miçer Sylvestro Morosín, en quien yo traya mi cambio.
E non pude menos de yr a Florençia, porque los cambios eran çerrados e partidos.
La historia de la especialización semántica del esp. banco “establecimiento de cré-
dito” también está infl uida por el it. banco, por más que las formas entronquen con un
común origen germánico (bank), única etimología proporcionada por el DRAE 2003,
pues –como diccionario general– prescinde de las indicaciones sobre las presencia
de otras lenguas en el desarrollo polisémico de las palabras. En cambio, el DCECH
s.v. banco también en este caso recoge la opinión y los datos aportados por Terlingen
(1943, 277), quien reúne los documentos relevantes sobre la historia semántica del
término it. banco (y la forma longobarda panca), que en un texto pisano de 1303 y en
otro fl orentino de 1383 se usa con el signifi cado de “tienda para vender mercancías”.
Este primer sentido italiano se recoge en La Pícara Justina (1582?). Pero la acepción
actual se remonta a La pratica della mercatura de Pegolotti (1340) y del italiano pasó
a todas las lenguas europeas. En español se documenta desde los primeros años del
siglo XVI, quizá por primera vez en La historia de los dos enamorados Flores y Blan-cafl or (1512?):
Y el Emperador puso banco para que allí todo lo que el Duque comprase, o los suyos
viniessen allí, que allí les sería fecha la razon (áp. Terlingen 1943, 278).
Sin embargo, todavía en 1573 Bartolomé de Albornoz en su Arte de los Contractos
revela claramente la dependencia italiana del neologismo, pues proporciona el equi-
valente castellano y la explicación de su signifi cado:
Vanco no es Vocablo Castellano, sino tomado de Italia, donde le llaman Vanco al Cam-
bio, llamamos Vanqueros al q[ue] haze el ofi cio, de este ofi cio no tenemos no[m]bre en Latin,
aunque hai el efecto, el ofi cio preciso de estos Vancos es tomar dineros en vna parte, para
pagarlos en otro (ibidem).
LLITERAS
121
Pero antes de fi nalizar el siglo XVI la nueva acepción de banco se integra en la
norma léxica del idioma, según los documentos reunidos en el Diccionario Histórico
de la Real Academia (1939 s.v. banco):
Se haya visto en ocho meses que hace el ofi cio, de lo que se aprovechó, enviar cuatro mil
ducados a un banco (Isaba, Cuerpo enfermo de la milicia, 1594).
Ninguna persona puede poner cambio y Banco público en nuestra Corte, sin que ante
todas cosas pida licencia en el nuestro consejo (ley de 1602).
Un problema más podría cerrar esta serie de difi cultades acerca de la codifi cación
léxica y lexicográfi ca de los italianismos en español. Por lo general, solo el usuario de
un diccionario histórico o etimológico puede estar interesado en consultar la evolu-
ción formal y semántica completa de los resultados léxicos y de las palabras que inter-
vinieron en su origen y desarrollo etimológicos. Este conocimiento incluye el examen
de las complejas relaciones entre las lenguas muertas y entre estas y las vivas que a
menudo desembocan en cada etimología. Con esta fi nalidad, el DCECH no pasa por
alto en la mayoría de los casos cuál es el origen del término en italiano que, a su vez,
desemboca en español. Y si el origen del italiano es desconocido, discutido o incierto,
también queda constancia de este problema. Así, por ejemplo, s.v. valija “maleta”,
los autores dedican atención al origen incierto del it. valigia, sin olvidar las diferentes
teorías etimológicas contrapuestas que ofrecen varias generaciones de romanistas.
Sin embargo, no se plantea ninguna duda acerca del italianismo directo en español,
documentado en 1528. Del mismo modo, s.v. bastión “baluarte, obra fortifi cada” pro-
cede del it. bastione, cuya etimología, sin embargo, merece un tratamiento específi co
en el DCECH por su relación con el verbo antiguo bastir. Pantano, en fi n, no ofrece
dudas acerca de su origen en el it. pantano, aunque la historia de este vocablo en
italiano se remonta, según el DCECH s.v. pantano, a una incierta y lejana época
prerromana.
La reseña de tales bucles etimológicos referidos a los desconocidos orígenes de
las formas italianas en el Diccionario general de la Real Academia, en contraste con
la ausencia de indicaciones sobre los italianismos semánticos de las voces polisémi-
cas españolas, parece responder a la práctica lexicográfi ca del periodo ilustrado que
vio nacer esta docta Institución. Como observa Martínez Alcalde (1993: 172-173), el
erudito de la Ilustración no puede llegar con las lenguas modernas «a ese fi n último
que se propone la búsqueda etimológica y que es la signifi cación originaria». Mayans
(1699-1781) explicó con claridad este método en sus Orígenes de la lengua española (1737, §102):
He hablado de propósito de las Lenguas Matrices, porque entiendo que en ellas princi-
palmente se han de buscar los Orígenes de los Vocablos, si no es en el caso en que por ser
la cosa recien inventada, i por consiguiente su Vocablo, sea preciso recurrir a èstas Lenguas
modernas. La razon de èsto es mui clara, porque ¿què sacarèmos de decir que hemos tomado
un Vocablos de la Lengua Francesa, Italiana o Alemana si aquellas le tomaron de otra, en la
cual se vè la fuerza de su signifi cación?
CILPR 2013 – SECTION 11
122
5. Final
La codifi cación lexicográfi ca de los italianismos en español plantea serias difi -
cultades, quizá de mayor alcance al que presentan otros préstamos románicos. La
proximidad fonética y morfológica de ambas lenguas, las características de la etapa
más italianizante del español, la presencia del italiano en la terminología técnica de
las lenguas románicas son algunos factores que explican estos problemas de recono-
cimiento.
Sin embargo, la documentación actual permitiría tal vez una revisión del Diccio-
nario académico con respecto a los italianismos, en consonancia con las mejoras que
se preparan para la próxima edición.
Universidad de Valladolid Margarita LLITERAS
Referencias bibliográfi cas
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21 vol.
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tes Saavedra», Cuadernos de Filología Italiana 5, 29-80.
DCECH = Corominas, Joan / Pascual, José Antonio, 1980. Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico, Madrid, Gredos, 6 vol.
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González Ollé, Fernando, 1975-1976. «Contribución al estudio de los italianismos del español en
el siglo XVI», Filología Moderna XVI, 56-58, 195-206.
Martínez Alcalde, M.ª José, 1993. Las ideas lingüísticas de Gregorio Mayans, Valencia, Publica-
ciones del Ayuntamiento de Oliva / 21.
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Espasa Calpe, ed. electrónica.
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Rodríguez Marín, Francisco, 1935. «Viaje del Parnaso» de Miguel de Cervantes Saavedra. Edi-ción crítica y anotada, Madrid, C. Bermejo.
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LLITERAS
123
Terlingen, Johannes Hermanus, 1943. Los italianismos en español. Desde la formación del idioma hasta principios del siglo XVII, Amsterdam, N. V. Noord-Hollandische Uitgevers
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Terlingen, Johannes Hermanus, 1967. «Italianismos», in: Alvar, Manuel et al. (dir.), Enciclopedia lingüística hispánica, Madrid, CSIC, vol. II, 263-306.
Valdés, Juan de, 1964 [1535?]. Diálogo de la lengua. Edición y notas pro José F. Montesinos,
Madrid, Espasa-Caple, S.A..
125
Le contact des langues dans l’espace public –
Le cas des inscriptions à Fribourg et à Morat (Suisse)
1. Terrain de recherche
Pour cette étude, deux facteurs sont au centre de notre intérêt : le contact de
différentes langues, en l’occurrence du français et de l’allemand, et la présence de la
langue écrite dans l’espace public.
Ici, nous limiterons nos analyses aux situations de deux villes choisies. Il s’agit
de Fribourg / Freiburg et de Murten / Morat. Situées dans le canton bilingue de Fri-bourg / Freiburg en Suisse, ces deux villes se trouvent à la frontière linguistique entre
le français et l’allemand. Elles sont, en outre, les chefs-lieux des deux districts offi ciel-
lement bilingues du canton de Fribourg : le District de la Sarine / Saanebezirk dans le
cas de Fribourg et le Seebezirk / District du Lac dans le cas de Morat. La coprésence
du français et de l’allemand, c’est-à-dire des deux langues majoritaires de la Suisse,
est donc un fait indéniable dans ces deux villes qui sont les deux seules villes bilingues
du canton de Fribourg1.
Le contact de langues romanes et germaniques est attesté dans le territoire en
question depuis le IIIe siècle2. Plus tard, c’est notamment à la ville de Fribourg « dont
la population se compose d’habitants francophones et germanophones depuis sa fon-
dation » que « [l]e canton de Fribourg [actuel] doit principalement son bilinguisme
historique et contemporain »3. Fondée en 1157 et située favorablement au niveau
stratégique, la ville obtient bientôt le pouvoir sur des territoires aussi bien francopho-
nes que germanophones.
Depuis, de nombreux changements de statut des deux langues concernées ont lieu
à travers les siècles dans le territoire qui deviendra le canton de Fribourg4. Ces déve-
loppements sont généralement partagés par la ville de Fribourg mais moins par celle
de Morat qui ne sera intégrée au canton de Fribourg qu’en 1803 après avoir été bail-
lage commun de ce dernier avec le canton de Berne, et qui gardera son orientation
vers Berne par ses choix linguistiques et confessionnels.
1 Voir Altermatt (2003).2 Altermatt (2003, 18).3 Altermatt (2007, 400).4 Voir Altermatt (2003)
CILPR 2013 – SECTION 11
126
Le canton de Fribourg est actuellement l’un des quatre cantons offi ciellement
plurilingues de la Suisse avec une majorité francophone de 63,2% et une minorité
germanophone de 29,2%5. En 2000, la minorité germanophone s’élève à 25% dans la
ville de Fribourg et la minorité francophone est de 14,4% à Morat6. Ces deux villes
ne sont pourtant pas offi ciellement bilingues au niveau communal. Les langues mino-
ritaires y bénéfi cient tout de même d’un certain soutien, de plus en plus fort avec les
années, et se manifestant notamment dans le paysage linguistique. Un exemple récent
est la dénomination bilingue des gares de Fribourg et de Morat à l’automne 2012.
Malgré des efforts croissants pour un soutien du bilinguisme vers la fi n du XXe et
le début du XXIe siècle, une minorisation linguistique plus ou moins forte est à con-
stater dans le canton de Fribourg à tous les niveaux. Les chiffres cités par Altermatt7
montrent que les langues minoritaires perdent généralement des locuteurs au niveau
cantonal aussi bien qu’à celui des districts et des communes. Cette affi rmation est
valable pour les deux langues concernées si elles se trouvent dans une situation de
minorité, ce qui signifi e en général que dans le District de la Sarine, la minorisation
renforce le français et que dans le District du Lac, elle renforce l’allemand.
Le choix de nos deux villes comme territoire d’enquête permet donc une com-
paraison de deux situations de contact des mêmes langues dans un même contexte
politique actuel mais dans des conditions complémentaires en ce qui concerne les
proportions des communautés linguistiques, étant donné que la majorité des habi-
tants est francophone à Fribourg, tandis qu’elle est germanophone à Morat.
Le corpus créé à Fribourg et à Morat est complété par des échantillons enregi-
strés dans d’autres communes du canton de Fribourg, comme Bulle ou Romont, de
villes situées à proximité de frontières linguistiques, comme Biel/Bienne (CH) ou
Aosta/Aoste (I), et de deux villes suisses monolingues. Des considérations de certains
phénomènes présents à Fribourg et à Morat dans un contexte plus large sont ainsi
rendues possibles. Elles ne seront toutefois pas l’objet de cette contribution.
2. Méthode
La majorité des études existantes sur le contact des langues dans des villes plurilin-
gues se focalise sur les emplois de la langue parlée et exclut l’écrit de manière quasiment
totale. Nous nous occuperons en revanche exclusivement de la langue écrite dans l’e-
space public. Notre approche ne peut donc être que celle du LL8 et le moyen utilisé pour
l’enregistrement des données constituant nos corpus est la photographie. Ce moyen
rapide permet d’enregistrer également tous les éléments graphiques présents dans une
inscription, éléments qui feront l’objet d’une partie importante de nos analyses.
5 Lüdi / Werlen (2005, 23) (Résultats du recensement de 2000).6 Les chiffres sont ici cités de l’étude d’Altermatt (2003, 325, 329). Le 100% correspond à la
totalité des locuteurs du français et de l’allemand.7 Altermatt (2003, 348-350).8 Linguistic Landscape
MOSER
127
L’enregistrement d’une inscription comporte trois éléments : la photo du texte
incluant son support, le cadrage étant dans la mesure du possible choisi de manière
à ce que le support du texte soit visible en entier, la ‘photo de contexte’ (une prise de
vue qui cherche à montrer le contexte plus large dans lequel se trouve l’unité enregi-
strée) et la localisation de l’unité enregistrée sur une carte du territoire.
Dans certains cas, des textes sur différents supports sont situés dans une proximité
telle que nous avons décidé de les considérer comme une seule unité d’analyse. Nous
suivons donc en principe le modèle d’analyse proposé par Cenoz et Gorter qui con-
sidèrent plusieurs inscriptions appartenant à un même établissement comme une seule
‘unité d’analyse’9 à la différence que notre critère repose sur la proximité des inscrip-
tions dans l’espace et non sur le fait qu’elles appartiennent au même établissement.
Toutes les photos sont enregistrées et numérotées. Le numéro indique le lieu dans
lequel elles ont été faites ainsi que la date10. De plus, nous disposons de listes de toutes
les photos, indiquant leur appartenance à une unité d’analyse donnée. À chaque unité
est attribuée une cote de lettres qui contient des informations sur le plurilinguisme ou
monolinguisme de l’unité en question, sur le type auquel elle appartient (top down ou
bottom up, voir plus bas), sur les langues qui y sont présentes11 ainsi que sur le mode
précis du contact des langues pour les unités contenant le français et l’allemand.
Les unités sont introduites sur des cartes saisies par le programme « Swiss
Map Online » de l’Offi ce fédéral de la Topographie. Chaque unité d’analyse y est
représentée sous forme d’élément graphique auquel sont liés sa cote et les numéros
des photos qui constituent l’unité concernée. Par ce moyen, nous avons créé des car-
tes qui visualisent la distribution spatiale de certains phénomènes à l’intérieur du
territoire.
Si notre recherche est limitée à la langue écrite, il n’y a cependant aucune restric-
tion en ce qui concerne les types d’inscription enregistrés. Nous avons donc, par exem-
ple, pris en compte des inscriptions top-down et bottom-up12, aussi bien manuscrites
qu’imprimées et sans restriction par rapport aux langues présentes13.
9 Cenoz / Gorter (2006, 71).10 Le fait que les photos sont datées rendrait également possible d’éventuelles analyses
diachroniques qui ne sont pourtant pas l’objectif de l’enquête présente.11 Nous relevons la présence du français et de l’allemand ainsi que du groupe des ‘autres langues’.
Les dialectes ne sont pas considérés séparément, le suisse alémanique est donc considéré comme ‘allemand’.
12 Pour ces notions, voir les défi nitions de Ben-Rafael / Shohamy / Amara / Trumper-Hecht (2006, 14). Dans cette étude, nous considérons comme ‘top-down’ toutes les inscriptions pro-duites par les autorités ainsi que les inscriptions liées au transport en commun. Les autres unités sont classées comme ‘bottom-up’. L’objectif principal d’une telle classifi cation est la possibilité d’une comparaison des différents types.
13 Les seuls critères sont la lisibilité et la présence dans l’espace public défi ni comme ‘tout ce qui est librement accessible à chaque personne se promenant dans la ville’.
CILPR 2013 – SECTION 11
128
Le corpus vise à constituer la base pour des analyses aussi bien qualitatives que
quantitatives. Il est par conséquent important que ce corpus ne soit pas uniquement
un choix d’exemples fait par le chercheur mais qu’il représente de la manière la plus
neutre et régulière possible la présence de la langue écrite dans l’espace public du ter-
ritoire analysé. Afi n de garantir cela, nous avons créé, avant de commencer la recher-
che sur le terrain, un parcours qui couvre de manière régulière le territoire entier à
l’intérieur des frontières politiques des communes de Fribourg et de Morat14. Nous ne
pouvions évidemment pas enregistrer chaque inscription rencontrée. En effectuant la
recherche sur le terrain, nous avons donc suivi strictement le parcours prévu en enre-
gistrant des inscriptions à intervalles réguliers15 et sans nous occuper à ce moment-là
du contenu de l’inscription ou de sa classifi cation. La sélection des unités enregistrées
n’est donc pas motivée par les phénomènes qu’elles contiennent et le corpus n’est ni
un choix d’exemples, ni limité à une zone choisie de la ville.
De cette manière, nous avons enregistré 966 unités d’analyse à Fribourg et 465 à
Morat16, entre le 9 mai 2011 et le 15 octobre 2012.
3. Analyses quantitatives
À l’aide des résultats de l’analyse quantitative de nos corpus de Fribourg et de
Morat, nous montrerons la fréquence de quelques phénomènes du contact des langues
et de la présence des différentes langues dans le LL des deux villes et nous présente-
rons ensuite des analyses concernant la distribution spatiale de certains phénomènes
relevés, toujours en comparant la situation fribourgeoise à celle de Morat.
Nous représentons ici les taux du monolinguisme et du plurilinguisme dans les
corpus de Fribourg et de Morat, aussi bien en ce qui concerne le total des unités
d’analyse enregistrées que considérés séparément selon les deux types d’inscription
top-down et bottom-up :
a)
FRIBOURG MORAT
total top-
down
bottom-
up
total top-down bottom-up
14 L’enclave appartenant à la commune de Morat, située entre les communes de Galmiz et de Ried, ainsi que la commune de Büchslen, fusionnée avec celle de Morat depuis janvier 2013, ne font pas partie du territoire analysé.
15 La densité de ces intervalles peut cependant varier selon les différentes zones du territoire. Au centre-ville, où les inscriptions sont nombreuses, les distances entre les unités d’analyses enregistrées sont moins grandes que, par exemple, dans les forêts.
16 Cette différence de quantité s’explique par le fait que le territoire de la commune de Morat est nettement moins peuplé que celui de la commune de Fribourg.
MOSER
129
mono-
lingues
650
(67,5%)
411
(75%)
239
(57%)
264 (57%)
159 (65,5%)
105 (47%)
pluri-
lingues
316
(32,5%)
137
(25%)
179
(43%)
201 (43%)
84 (34,5%)
117 (52,5%)
total 966 548 418 465 243 222
Les chiffres montrent tout d’abord que le taux des inscriptions plurilingues est
nettement plus élevé dans notre corpus de Morat que dans celui de Fribourg. Pour
ce dernier, nous constatons une différence importante entre les deux types d’inscrip-
tion. Si le taux d’inscriptions top-down monolingues diffère nettement de celui des
inscriptions plurilingues du même type, la différence respective est beaucoup moins
importante dans les inscriptions bottom-up. À Fribourg, le plurilinguisme est donc
clairement plus présent dans les inscriptions bottom-up que dans le type top-down, ce
qui est moins le cas pour Morat.
Les résultats que nous présenterons de suite sont limités à la catégorie des inscrip-
tions plurilingues contenant le français et l’allemand, ce qui est le cas de 275 unités
à Fribourg (87% des 316 unités plurilingues enregistrées) et de 184 unités à Morat
(91,5% des 201 unités plurilingues enregistrées).
b)
FRIBOURG MORAT
total top-
down
bottom-up
total top-down bottom-up
traduc-
tion1
236
(86%)
111 (83%)
125 (88,5%)
157 (85,5%)
76 (91,5%)
81 (80%)
copré-
sence2
39 (14%) 23 (17%)
16 (11,5%)
27 (14,5%)
7 (8,5%) 20 (20%)
total 275 134 141 184 83 101
Nous voyons dans le tableau b) que la traduction peut être considérée comme cas
normal du contact des langues dans les inscriptions plurilingues. Dans le tableau c),
nous présenterons les chiffres concernant l’équilibre de la traduction ou la prédomi-
17 Nous entendons par ‘traduction’ le fait que des informations contenues dans une unité d’analyse sont, du moins en partie, données dans les deux langues.
18 Nous entendons par ‘coprésence’ la simple présence simultanée des deux langues, utilisées pour donner différentes informations, donc tous les cas que nous ne pouvons pas considérer comme ‘traduction’.
CILPR 2013 – SECTION 11
130
nance de l’une des deux langues, considérant une traduction comme équilibrée si le
contenu de l’inscription est entièrement rendu dans les deux langues.
c)
FRIBOURG MORAT
total top-down bottom-up
total top-down bottom-up
prédo-
min. fr.
81
(34,5%)
31
(28%)
50
(40%)
4 (2,5%) - 4 (5%)
prédo-
min.
allem.
14 (6%) 5 (4,5%) 9 (7%) 48 (30,5%)
21 (27,5%)
27 (33,5%)
trad.
équili-
brée
141
(59,5%)
75 (67,5%)
66 (53%)
105 (67%)
55 (72,5%)
50 (61,5%)
total 236 111 125 157 76 81
La traduction équilibrée semble plus fréquente à Morat. Il n’y a pourtant prati-
quement pas de différences entre les deux villes en ce qui concerne la prédominance
de la langue majoritaire respective à l’intérieur de la catégorie des inscriptions avec
traduction déséquilibrée.
Quant à l’ensemble des traductions, celles que nous qualifi ons d’équilibrées en ce
qui concerne le contenu sont plus présentes en top-down, alors que les traductions
avec prédominance de la langue majoritaire sont plus fréquentes en bottom-up. Nous
arrivons à des résultats légèrement différents si nous ajoutons le critère de l’équilibre
au niveau de la graphie19.
d)
FRIBOURG MORAT
total top-down bottom-up
total top-down bottom-up
prédo-
minance
gra-
phique
fr.
23
(16,5%)
15
(20%)
8 (12%) 4
(3,75%)
- 4 (8%)
19 Nous renvoyons à nos analyses qualitatives pour des exemples de déséquilibre graphique.
MOSER
131
prédo-
min. gr.
allem.
6 (4%) 6 (8%) - 13 (12,5%)
9 (16,5%)
4 (8%)
équi-
libre gr.
112
(79%)
54 (72%) 58 (88%) 88 (83,75%)
46 (83,5%)
42 (84%)
total 141 75 66 105 55 50
Nous voyons que, dans les deux corpus, l’équilibre de contenu est accompagné
de l’équilibre au niveau graphique dans environ 80% des inscriptions de la catégorie
en question. Les traductions graphiquement déséquilibrées en faveur de la langue
majoritaire sont plus fréquentes dans le type top-down qu’en bottom-up, aussi bien à
Fribourg qu’à Morat. Dans le corpus de Fribourg, nous constatons également un taux
nettement plus élevé d’équilibre graphique en bottom-up qu’en top-down.
Quant à l’ordre des langues dans les cas de traductions équilibrées selon les deux
critères, la langue majoritaire précède20 la langue minoritaire dans la majorité des
cas. Il y a cependant une différence évidente entre top-down (où la version en langue
majoritaire précède celle en langue minoritaire dans plus que 90%) et bottom-up (où la langue majoritaire n’occupe la place privilégiée que dans 69% des inscriptions
concernées à Fribourg et dans 76% à Morat).
e)
FRIBOURG MORAT
total top-down bottom-up
total top-down bottom-up
équilibre
gr. /
1. fr.
90
(80,5%)
50
(92,5%)
40
(69%)
7 (8%) 1 (2%) 6 (14,5%)
équilibre
gr. /
1. allem.
18 (16%) 3 (5,5%) 15 (26%)
75 (85%)
43 (93,5%)
32 (76%)
indéfi ni 4 (3,5%) 1 (2%) 3 (5%) 2 (4,5%) 2 (4,5%) 4 (9,5%)
total 112 54 58 84 46 42
20 Selon la direction de lecture normale des langues en question : de gauche à droite et de haut en bas.
CILPR 2013 – SECTION 11
132
Nous montrons dans le tableau suivant la présence générale en pourcentage du
français et de l’allemand dans les inscriptions enregistrées, indépendamment de la
distinction entre pluri- ou monolinguisme.
f)
FRIBOURG MORAT
total top-down bottom-up
total top-down bottom-up
présence
fr.
938
(97%)
539 (98,5%)
399 (95,5%)
215 (46,5%)
101 (41,5%)
114 (51,5%)
prés.
allem.
300 (31%)
143 (26%)
157 (37,5%)
432 (93%)
225 (92,5%)
207 (93%)
prés.
autres
langues
70
(7,5%)
9 (1,5%) 61
(15,5%)
54
(11,5%)
7 (3%) 47 (21%)
Les différences entre Fribourg et Morat ne se manifestent pas principalement dans
la quantité des inscriptions contenant la langue majoritaire, présente dans plus que
90% des cas, mais dans celle des inscriptions qui contiennent la langue minoritaire,
plus souvent représentée dans les éléments analysés du LL de Morat. Dans les corpus
des deux villes, la langue minoritaire respective est généralement plus présente dans
le type bottom-up.
La localisation des unités d’analyse enregistrées sur des cartes nous permet de
relever la distribution spatiale de certains phénomènes. Pour le cas de Morat, nous
constatons, par exemple, que les inscriptions monolingues sont distribuées de manière
très régulière sur le territoire entier, tandis que pour les inscriptions plurilingues,
certaines différences de distribution sont perceptibles. Elles sont notamment prati-
quement absentes dans les zones situées à la périphérie de la commune, mais très
fréquentes le long des grandes routes sortant de la ville.
Si nous considérons la distribution des inscriptions monolingues et plurilingues
limitée au type top-down, nous constatons que le plurilinguisme est non seulement
moins fréquent mais aussi distribué différemment en se limitant avant tout aux inscrip-
tions au centre-ville. En outre, nous pouvons affi rmer que la distribution de la langue
française minoritaire est moins équilibrée que celle de l’allemand majoritaire et nous
avons constaté également que cette distribution correspond largement à celle du pluri-
linguisme. La langue minoritaire est donc présente avant tout dans les zones où elle est
en contact direct avec la langue majoritaire par des inscriptions plurilingues.
Toutefois, tous les phénomènes relevés sont globalement distribués de façon plus
ou moins régulière sur le territoire dans le cas de Morat, ce qui le distingue de celui
MOSER
133
de Fribourg où (par exemple) la présence du plurilinguisme augmente vers le centre
de la ville, surtout en top-down.
Comme le plurilinguisme, l’allemand (langue minoritaire) se concentre à Fri-
bourg au centre-ville. L’affi rmation que la langue minoritaire est présente surtout aux
endroits où le plurilinguisme est également plus fréquent est donc valable aussi bien
pour Morat que pour Fribourg.
La comparaison des cartes de Morat et de Fribourg permet donc de relever des
différences nettes en ce qui concerne notamment la distribution des inscriptions con-
tenant la langue minoritaire. Les différences entre les zones sont cependant moins
nettes dans le cas de Morat, ce qui est également valable pour les différences entre
top-down et bottom-up qui, à Fribourg, sont très visibles.
4. Analyses qualitatives
Nous présenterons ici des analyses qualitatives de quelques exemples choisis,
regroupées selon les trois thématiques considérées. Pour la première thématique, à
savoir le rôle de la graphie, nous commencerons par l’inscription suivante, enregistrée
à Fribourg et appartenant au type top-down en tant que plaque de rue :
Fig. 1
Dans ce cas (comme dans de nombreuses plaques de rue fribourgeoises), la version
française contient du texte en majuscules, ce qui n’est pas le cas pour les versions alle-
mandes. Cet effet visuel propre à la version française peut avoir pour conséquence que
cette dernière est plus immédiatement perçue, d’autant qu’elle se trouve en première
position. De plus, le panneau utilisé pour la version française est de plus grande taille.
L’affi rmation qu’ici les deux langues n’apparaissent pas avec le même statut est certai-
nement justifi able. Nous considérons donc cette unité d’analyse comme traduction non
équilibrée au niveau de la graphie par opposition au cas suivant, défi ni comme exem-
ple de traduction équilibrée selon nos deux critères de contenu et de graphie :
CILPR 2013 – SECTION 11
134
Fig. 2
Un autre phénomène que nous avons souvent rencontré est l’emploi du caractère
italique. À Fribourg aussi bien qu’à Morat, ce caractère (utilisé dans d’autres con-
textes pour distinguer du texte écrit dans une langue autre que la langue de rédac-
tion ou pour indiquer du texte en traduction) est souvent utilisé pour les versions en
langue minoritaire dans plusieurs inscriptions bilingues, souvent du type top-down,
mais aussi en bottom-up. La langue de la majorité est connotée comme langue de
‘l’original’, tandis que la version dans la langue de la minorité est représentée comme
‘traduction’. Dans certains cas, la distinction des deux langues par le choix de l’ita-
lique pour la langue minoritaire est accompagnée par d’autres procédés graphiques
qui mettent en valeur la langue majoritaire par le caractère gras ainsi que par une
disposition des différentes versions sur les panneaux qui attribue la première position
à la version en langue majoritaire.
Outre la typographie pure, d’autres éléments peuvent ajouter des connotations
plus ou moins valorisantes à l’une des versions : le choix des couleurs, les dimensions
du texte, l’intégration de l’une des versions dans un logo ou la structure de la disposi-
tion du texte sur le support.
Les analyses proposées ici montrent l’importance de la graphie dans des inscrip-
tions qui peuvent sembler dans une première approche comme exemplaires d’un
contact des langues équilibré en tant que traduction intégrale. En considérant les
détails graphiques, nous constatons pourtant des phénomènes qui sont susceptibles
de comporter des effets connotatifs. Une analyse du contact des langues dans le LL
qui cherche à comprendre le rôle des langues en question ne peut par conséquent pas
négliger le fait que des phénomènes de ce genre sont présents et qu’ils contribuent au
statut des langues en contact.
Dans un deuxième temps, nous analyserons quelques phénomènes de traduction
relevés dans des inscriptions plurilingues de nos corpus. La traduction n’est souvent
que partielle, limitée par exemple à l’élément qui fournit l’indication du type ou du
nom d’un établissement, à ce qui est le plus visible et qui est susceptible d’attirer l’at-
tention d’éventuels lecteurs, alors que des précisions sont monolingues, le plus sou-
vent dans la langue majoritaire.
Dans d’autres cas, le choix des éléments traduits semble être motivé avant tout
par l’intention de transmettre l’information de manière compréhensible pour des
MOSER
135
germanophones aussi bien que pour des francophones en profi tant de la ressemblance
de certains termes dans les deux langues concernées :
Fig. 3
Ici, les termes « université » et « informatique », proches des termes correspon-
dants de l’allemand, ne sont représentés qu’en français. L’écart entre les termes de
« Wissenschaft » et de « science » est plus grand et, par conséquent, ils sont indiqués
dans les deux langues.
Quant à l’ordre des parties traduites, nous avons souvent rencontré des exemples
comme celui-ci :
Fig. 4
Les deux versions du texte ne sont pas séparées ici et chaque élément est traduit
immédiatement sans changement typographique ou d’interligne. Nous pourrions con-
sidérer ce cas comme une seule version bilingue qui a pour effet de donner l’informa-
tion simultanément dans les deux langues concernées.
D’autres inscriptions contiennent des éléments identiques dans les deux langues
en ce qui concerne leur graphie et qui sont, par conséquent, non traduits. Ces ter-
mes peuvent être qualifi és par d’autres qui, quant à eux, sont différents dans les deux
langues : ‘Schlüsselservice’ / ‘service des clés’ ainsi que ‘Wohnquartier’ / ‘quartier rési-dentiel’, pour citer deux cas concrets. L’élément identique permet de lier les deux
versions afi n d’économiser de l’espace : « SCHLÜSSEL SERVICE DES CLEFS » ou
« wohn-quartier-résidentiel »21.
Même si les exemples considérés diffèrent beaucoup en ce qui concerne le choix
des éléments traduits ou le degré de littéralité, nous pouvons percevoir des tendan-
21 Nous citons en respectant l’emploi particulier des majuscules et minuscules qui rend possible la liaison des deux versions.
CILPR 2013 – SECTION 11
136
ces susceptibles d’être propres au contact des langues dans notre contexte. Il s’agit
par exemple de la traduction limitée à la transmission de l’information de manière
compréhensible en omettant la traduction pour les éléments quasiment identiques
dans les deux langues concernées. Cette stratégie permet de gagner de l’espace et par
conséquent d’utiliser un corps plus grand, ce qui apporte une meilleure lisibilité. Les
conditions et les exigences particulières du contexte spécifi que de la langue écrite
dans l’espace public, à savoir l’espace limité et l’importance de la compréhension
rapide, ont dans ces cas infl uencé les procédés de traduction.
Troisièmement, nous nous occuperons de l’alternance de codes dans les inscrip-
tions plurilingues. Nous interpréterons comme ‘discours’ l’ensemble des informations
véhiculées par ce que nous avons défi ni ‘unité d’analyse’. Une unité qui rend la même
information deux fois dans différentes langues (Sebba parle de « Parallelism »22)
n’est pas considérée comme exemple d’alternance de codes, mais comme traduction.
Ce dont nous traiterons est la catégorie d’unités avec coprésence des deux langues
(« Complementarity » selon Sebba23).
Fig. 5
L’inscription représentée dans fi g. 5 contient la phrase « Votre boucher vous
propose jeden Samstag grillierte Poulets », dont la première partie est énoncée en
français et la deuxième en allemand, contenant de son côté un emprunt au français
(« Poulets »). Si nous considérons les aspects graphiques, nous voyons facilement que
le changement de langue est accompagné par un changement graphique. La partie
en français est imprimée alors que la partie en allemand est manuscrite. Notons en
plus le changement de taille et l’emploi de majuscules réservé à la version allemande.
En ce qui concerne ce cas, la raison de cette alternance de codes est probablement le
fait que la langue utilisée dans l’affi che préfabriquée ne correspond pas à celle qui est
normalement utilisée dans l’établissement concerné.
Si ce cas est l’un des plus évidents, il n’est souvent pas possible de répondre de
manière défi nitive à la question de la présence de l’alternance de codes dans notre
22 Sebba (2012, 14).23 Sebba (2012, 15).
MOSER
137
contexte spécifi que, comme par exemple quand les parties du texte énoncées dans
différentes langues ne se trouvent pas sur le même support mais sont tout de même à
considérer comme une seule unité d’analyse à cause de leur proximité spatiale.
5. Conclusions
Pour conclure, nous proposerons cinq affi rmations basées sur les résultats de nos
analyses.
1. Les villes de Fribourg et de Morat se différencient de la moyenne des communes suisses
et du canton de Fribourg quant à leurs situations linguistiques. Cette affi rmation, valable
au regard des chiffres concernant les taux relativement élevés de langue minoritaire, est
également confi rmée par nos analyses du paysage linguistique de ces deux villes.
2. En ce qui concerne la langue minoritaire, elle se trouve tendanciellement en contact
direct, c’est-à-dire à l’intérieur d’une même unité d’analyse, avec la langue majoritaire.
Ce fait est rendu perceptible grâce aux chiffres indiquant un rapport entre les taux de
plurilinguisme et de langue minoritaire et à l’aide des cartes qui montrent une distribution
similaire des unités plurilingues et de celles qui contiennent la langue minoritaire.
3. À Fribourg aussi bien qu’à Morat, la langue minoritaire est plus présente dans le type
bottom-up qu’en top-down, tandis que la langue majoritaire est légèrement plus présente
en top-down. Cela signifi e qu’au niveau du paysage linguistique, ce ne sont pas avant tout
les autorités politiques qui renforcent la langue de la minorité.
4. La langue majoritaire respective est souvent privilégiée à l’intérieur des unités d’analyse
plurilingues avec contact direct du français et de l’allemand.
5. Les faits du contact des langues ne sont pas uniquement perceptibles par des analyses
quantitatives, mais ils se manifestent également par leur infl uence sur certaines
inscriptions, ce qui devient visible lors d’une analyse qualitative.
Université de Berne Philippe MOSER
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138
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139
Migración rumana y contactos intrarrománicos. Testimonios
desde la comunicación mediada por ordenador
1. Introducción
Las últimas dos décadas han registrado un amplio movimiento migratorio desde
Rumanía hacia Europa Occidental, que ha llevado a nuevas situaciones de contacto
entre el rumano y los demás romances, especialmente en Italia, Francia, España y
Portugal. Desde la perspectiva de la lengua rumana, la dimensión y el perfi l circula-
torio de la emigración hacen que dichos contactos sean importantes. Por una parte, es
posible la aparición de nuevas variedades del rumano o románicas. Por otra, se dan
condiciones favorables para consecuencias sobre el rumano intraterritorial, tal como
lo refl eja ya la televisión de Rumanía en ocasiones:
- Staţia aceasta a fost realizată din materiale mai costoase - entrevista, 2012 (por …
materiale mai scumpe)
- Mâine facem un giro cu sania - entrevista, 2013 (por … facem o tură…).
El trabajo explora el uso de la comunicación mediada por ordenador (a conti-
nuación, CMO) en fórums, blogs, periódicos étnicos en línea para el estudio de tales
contactos. Nuestra propuesta es convergente con la tendencia reciente de usar Inter-
net como corpus, en el procesamiento del lenguaje natural y en la lingüística en gene-
ral (Kilgarriff / Greffenstette 2003). Enfocamos primero los aspectos metodológicos
específi cos que plantea la explotación de la comunicación digital como fuente de
información. A partir de un corpus de CMO adquirido para cada una de las cuatro
comunidades rumanas investigadas, identifi camos a continuación una tipología de
testimonios aportados por la comunicación digital de la diáspora rumana y expone-
mos un muestreo de los datos lingüísticos y de las refl exiones epi- y sociolingüísti-
cas hallados. Las observaciones derivadas confi rman los estudios previos sobre los
fenómenos de contacto en las situaciones de nuestro interés y aportan datos nuevos.
Esta investigación preliminar aboga por la utilidad de la CMO como fuente com-
plementaria para el tratamiento de las situaciones de contacto lingüístico rumano-
romance, incluso en perspectiva dinámica y comparativa.
CILPR 2013 – SECTION 11
140
2. Situaciones nuevas de contacto lingüístico rumano-romance
Los estudios sociológicos o sociolingüísticos de la migración rumana reciente a
Italia, España, Portugal y Francia (Caritas e Migrantes 2010; Chini 2004, 2009, 2011;
Chircu 2008; Jieanu 2009, 2012; Laurenti 2009; Muñoz Carrobles 2011, 2013; Ola-
riu 2010; Semeniuc 2011; Tamames 2008; Valentini 2005; Viruela 2006; Migraciones
2007) ponen de manifi esto una serie de características de gran transcendencia para el
contacto lingüístico que estudiamos.
Cuantitativamente, el fenómeno migratorio rumano en los últimos veinte años es
endémico, supera los tres millones de personas, y supondría más del 15% de la pobla-
ción de Rumanía y más del 25% de la República de Moldavia. Después de los turcos,
los rumanos serían el segundo grupo migratorio más numeroso en la Unión Europea.
Los datos demográfi cos de los inmigrantes rumanos en los cuatro países que nos inte-
resan son muy desiguales; para 2010, cerca de dos millones en Italia y España, pero
apenas unas cien mil personas en Francia y Portugal.
En cuanto al perfi l sociológico de la migración rumana, son fácilmente identifi ca-
bles unos patrones generales. Ante todo, se trata de un nuevo escenario de contacto,
extraterritorial. Las razones del traslado son variados: estudio, trabajo a corto o medio
plazo, establecimiento, aunque el motivo principal, sin duda, ha sido la migración
laboral. El origen de la migración rumana en Italia y también en España es mayorita-
riamente rural, lo que ha propiciado su agrupación por procedencia; por ejemplo, en
Turín los emigrantes vienen, sobre todo, del noreste de Rumanía. La estratifi cación
socio-cultural-educativa media es paralela a esta procedencia: en Italia y España pre-
valecen los emigrantes con educación más baja, mientras que en Francia los rumanos
suelen tener educación más elevada. Es igualmente paralela la densidad: en Italia y
España hay grupos compactos y antiguos, constituidos en el punto de partida –fami-
lias, amigos, compañeros, aldeas–, mientras que en Francia la comunidad rumana es
dispersa y está representada por individuos o núcleos familiares (Olariu 2010). La
religión ha sido otro factor intensifi cador de la migración, en cuanto las comunidades
católicas de Rumanía han recibido apoyo en el país de destino para trabajo, aloja-
miento y cursos de iniciación lingüística.
Por otra parte, la migración rumana participa en los cambios geopolíticos y geo-
cultuales a nivel mundial que han determinado un incremento en la movilidad y la
interconectividad, en el número y la dimensión de las comunidades diaspóricas, en la
complejidad de las redes sociales y de comunicación (Blommaert 2010). La dinámica
de la migración rumana es nueva. No se trata más del modelo clásico, estable, de
asentamiento defi nitivo y de escasas relaciones con el país de origen; el migrante
actual se traslada a corto, medio, largo plazo o indefi nidamente. Los avances tec-
nológicos permiten contactos intensos y complejos con el país de origen, incluso en
la segunda y tercera generaciones, mientras que los vínculos familiares y las vacacio-
nes son dimensiones alternativas de un movimiento migratorio circulatorio en varios
grados (Olariu 2010). En términos de Ambrosini (2008), la diáspora rumana actual
NICA
141
se caracteriza por un transnacionalismo no solo simbólico y mercantil sino también
circulatorio, y, debido a la tecnología de la información y de la comunicación, además
conectivo. Por consecuencia, la comunicación digital es cada vez más importante en
la construcción de la identidad diaspórica (Karim 2003, Hall 2005). En su conjunto,
estas características confi rman también en el caso de los rumanos del Occidente de
Europa la necesidad de elaborar un modelo multidimensional y dinámico de su espa-
cio comunicativo (Krefeld 2010).
En el plano lingüístico la situación de contacto descrita se caracteriza por un esta-
tuto inferior del rumano, de lengua minoritaria, si extrapolamos las consideraciones
de Munteanu Colán (2008 2009, 2011) para España a los demás países de nuestro
interés. El aprendizaje espontáneo del otro romance por parte de los inmigrantes
rumanos tiene un inevitable impacto sobre su idioma nativo, aún más importante al
ser el contacto con una lengua muy similar; se desarrollan así, en palabras del lingüi-
sta rumano-canario, “nueva[s] modalidad[es] románica[s] de contacto”. Los resulta-
dos posibles a medio y largo plazo dependen de la conciencia lingüística de los emi-
grantes. Los esfuerzos para preservar la lengua rumana como símbolo de su identidad
harán que el rumañol, el rotaliano, la ronceza sigan como lengua de uso, en paralelo
con el rumano intraterritorial como lengua de prestigio para todas las generaciones.
En ausencia de tales esfuerzos, puede aparecer una nueva variedad de rumano e
incluso una nueva lengua, en ciertas circunstancias socio-políticas y culturales. Simi-
larmente, Schulte (2010, 2012) delimita como resultado del encuentro entre rumano y
romance –Schulte habla del español, pero lo mismo se podría decir de la interacción
con los demás romances– dos tipos de variedades de rumano: un rumano estándar
con algunos pocos rasgos debidos al contacto lingüístico, en la primera y quizá en la
segunda generación, y una variedad más mezclada y con más características locales
(rumañol en España), en la segunda generación, respectivamente. De momento, se
pueden plantear tales consecuencias tan solo para las comunidades rumanas muy
numerosas de Italia y España.
La simple existencia y la frecuencia de nombres para semejantes variedades en
las respectivas comunidades –en periódicos étnicos, entre los especialistas o simples
hablantes– atestiguan la dimensión del fenómeno y la conciencia que de él se tiene:
los usuales rumaniol y rumañol en España, rotaliană y rotaliano en Italia, el más raro
ronceză en Francia y ninguno, al parecer, en Portugal.
3. El estudio del contacto lingüístico rumano-romance de fecha reciente.
Estado de la cuestión
La lingüística y sociolingüística de los contactos recientes rumano-romance está
todavía en sus inicios. No conocemos hasta la fecha estudios comparativos entre las
distintas situaciones de contacto, sino solo por países, con la excepción de Portugal:
Stan (2003), Olariu (2010 2011), Cohal (investigación en curso) para la comunidad
rumana de Italia; Munteanu Colán (2008, 2009, 2011), Jieanu (2009, 2012), Uță Bur-
CILPR 2013 – SECTION 11
142
cea (2010, 2011), Roesler (2009), Schulte (2010, 2012), Muñoz Carrobles (2011, 2013)
para el contacto rumano-castellano o rumano-castellano-catalán en España; Chircu
(2010) para los inmigrantes rumanos de Francia. A esto se añaden proyectos, tesis
doctorales y coloquios.
Las líneas de investigación o cuestiones estudiadas son relativamente variadas.
Así, Chircu (2010) se limita a una aproximación genérica al problema. Munteanu
Colán (2008, 2009, 2011), Roesler (2007) y Schulte (2010, 2012) analizan el estatuto
de los fenómenos de contacto. Munteanu Colán (1996, 2002, 2008, 2009, 2011), Jie-
anu (2009, 2011) y Uță Burcea (2010, 2011) comparan la lengua hablada y la lengua
escrita o bien el registro informal y el registro formal. Los fenómenos lingüísticos
de transferencia son el centro de interés para Stan (2003), Olariu (2010) y Cohal
(2007, 2011) acerca del contacto rumano-italiano; para Munteanu Colán (1996, 2002,
2008, 2009, 2011), Jieanu (2009, 2011), Uță Burcea (2010, 2011), Roesler (2007, 2011),
Muñoz Carrobles (2013) en cuanto al contacto rumano-castellano, y para Schulte (2010,
2012) en referencia al contacto del rumano con el castellano y el catalán a la vez. La
Sociolingüística, en particular la Sociolingüística de la migración, con encuestas y
análisis de actitudes lingüísticas, se encuentra en las investigaciones de Roesler (2007,
2011), Schulte (2010, 2012), Jieanu (2012), Muñoz Carrobles (2011, 2013), Olariu (2008,
2010, 2011), mientras Semeniuc (2011) se centra en la antroponimia. Finalmente, tene-
mos los trabajos de Schulte (2010, 2012), que trata aspectos teóricos de lingüística
histórica, como la tipología de los cambios estructurales generados por el contacto
entre lenguas genéticamente relacionadas.
En su gran mayoría, estos estudios son de dimensión reducida: se han basado en
datos lingüísticos recogidos mediante trabajo de campo en entrevistas o encuestas y
solo aisladamente han explotado fuentes escritas o en línea (Stan 2003, Jieanu 2009,
2011, Uță Burcea 2010, 2011).
4. La CMO como fuente de datos para el contacto lingüístico
4.1. Defi nición y características de la CMO
La CMO (computer-mediated communication) se puede entender como «comu-
nicación interpersonal por medio de los ordenadores y sus redes» (Herring 1996) o
bien como «un tipo de lengua con rasgos propios y únicos determinados por el uso del
medio espacio electrónico, global e interactivo llamado Internet» (Crystal 2001,18).
Su tipología es variada: e-mail, synchronous chatgroup (chats), asynchronous
chatgroup (forums), virtual worlds, World Wide Web, instant messaging, blog, social
networking sites, short messaging service (SMSs), televisión interactiva (Crystal 2001,
10 y sigs.; Beißwenger / Storrer 2008). Sin embargo, existe una distinción importante
entre CMO sincrónica y asincrónica.
Los investigadores de la comunicación digital desde los años 1990 han señalado
una serie de peculiaridades que la distinguen de la comunicación cara a cara. Así,
la escritura es informal, con ortografía inédita: transcripción fonética, omisión de
NICA
143
letras para una escritura rápida, ausencia de mayúsculas, etc. El vocabulario se
caracteriza por palabras informales, regionalismos, expresiones coloquiales y jerga-
les, interjecciones, abreviaturas. A nivel gramatical, se nota el estilo telegráfi co, con
elipsis y abuso de conjunciones, mientras que a nivel textual o discursivo se encuen-
tran comentarios, hipertexto y elementos de interactividad. Uno de los elementos
inéditos son los sustitutos del lenguaje paraverbal –emoticones, símbolos especiales,
repeticiones de letras para imitar la prosodia– y los anglicismos en lenguas distintas
del inglés. En breve, la CMO se puede caracterizar por formas no estándar, creativi-
dad, variabilidad y anglicismos (Crystal 2001, 18 y sigs., Beißwenger / Storrer 2008).
Para Androutsopoulos (2006), la innovación en la CMO resulta de tres factores: la
oralidad (la escritura como transcripción del habla), la compensación (la sustitución
de las expresiones faciales y de la entonación por los recursos que el teclado del orde-
nador ofrece) y la economía (mediante el recorte del cuerpo de los mensajes). Se
considera generalmente que la CMO es un mixto entre escrito y hablado: “habla tran-
scrita”, “escritura hablada” o “conversación visible” (Herring 1996) o, en una visión
más matizada, que ocupa un continuum en el eje diamésico oral-escrito propuesto
por Mioni (1983), con las formas sincrónicas (chat) más próximas a la lengua oral y las
formas asincrónicas (foros, blogs) más parecidas a la lengua escrita (Cerruti / Onesti
2009). A pesar de sus rasgos distintos, la CMO no es una variedad lingüística (Crystal
2001, 271), sino un tipo de uso lingüístico, con características de varios estilos y regi-
stros (Cerruti / Onesti 2009). La comunicación digital mantiene, por lo tanto, relación
con la interacción verbal cara a cara.
El estudio de la comunicación digital conoce últimamente un doble cambio de
foco: por una parte, desde la infl uencia del medio electrónico hacia el perfi l del
hablante y las prácticas de grupo y, por otra, desde sus características lingüísticas
hacia el contexto, incluso la diversidad social de la lengua (Androutsopoulous 2006).
Este desplazamiento es convergente con la visibilidad que adquieren un nuevo tipo
de comunidades: las comunidades virtuales (Rheingold 1993: 5). Entre estas comuni-
dades virtuales se perfi lan las diásporas digitales, lo que impone términos como red diaspórica y sitios diaspóricos o étnicos (Scopsi 2009). Los sitios diaspóricos se iden-
tifi can por su temática y propósito –la representación o la recreación del país de ori-
gen y la representación de los emigrantes–, y tienen por lo general dos componentes
principales: una zona informativa y un foro. La existencia de tales sitios permite que
la investigación de los enclaves lingüísticos se oriente hacia la elaboración de corpus
específi cos, aprovechando la experiencia acumulada en la adquisición de corpus de
CMO (Beißwenger / Storrer 2008).
4.2. Aspectos metodológicos en el uso de la CMO como fuente para el con-tacto lingüístico
La explotación de la CMO como fuente de información para el estudio del con-
tacto lingüístico plantea una serie de problemas de orden metodológico. Sin articular
una estrategia metodológica, tratamos en este apartado: (i) la utilidad de la comuni-
CILPR 2013 – SECTION 11
144
cación digital para nuestro propósito; (ii) las ventajas y difi cultades en la obtención de
datos aprovechables a partir de la CMO.
Como habla transcrita y modalidad informal, espontánea, falta de autocontrol
o de respeto de las convenciones y al amparo del anonimato que caracteriza los
foros en Internet, la CMO es próxima a la lengua vernácula, y lo puede ser todavía
más cuando los intercambios verbales se desarrollan en el ámbito de la comunidad
étnica, sobre problemas reales. La interacción natural, junto con el acceso libre o
parcialmente libre del investigador a los turnos verbales, permiten la observación y
el estudio invisibles, por lo tanto la superación, en varios grados, de la paradoja del
observador (Labov 1972, 209). A la vez, los datos son de primera mano, proceden de
‘informantes’ que viven efectivamente en la situación de contacto, lo que permite el
conocimiento real de semejante situación.
A diferencia de las entrevistas y encuestas tradicionales, los sitios diaspóricos
reúnen una multitud de ‘informantes’, de varios puntos geográfi cos y cubren un
amplio abanico de aspectos relacionados con la situación de contacto, ofrecen por
lo tanto una imagen más amplia, más variada y potencialmente más fi el de la misma.
La acumulación de las intervenciones en estos sitios perfi la con el tiempo una imagen
dinámica de la comunicación en el interior de las comunidades respectivas. Resulta
posible así la constitución de un corpus monitor de esta interacción verbal y, a largo
plazo, dar paso a una mirada diacrónica sobre ella. Por otra parte, la obtención de
los datos lingüísticos y no lingüísticos a través de trabajo de campo es difícil, costosa,
lenta, y su análisis igualmente laborioso. En cambio, la CMO disponible en línea
permite la aplicación de instrumentos existentes para la adquisición automática de
corpus a partir de Internet (Kilgarriff / Grefenstette 2003). Sobre los datos extraídos
directamente en formato electrónico se pueden aprovechar las herramientas de
análisis lingüístico desarrolladas en el ámbito del Procesamiento del Lenguaje Natu-
ral, para: identifi cación rápida de los errores, extracción de concordancias, estudios
estadísticos, etc. Todos estos avances tecnológicos hacen de la obtención y el análisis
de corpus de contacto lingüístico un proceso sensiblemente más fácil y rápido, sin
desplazamiento, más barato y efi ciente1. Y lo que es más importante, la extracción
práctica y económica es favorable a la comparación fácil entre distintas situaciones
de contacto. Beißwenger y Storrer (2008) ofrecen una compleja presentación del pro-
blema de la adquisición de corpus de CMO.
Sin embargo, a estas ventajas se añaden numerosas limitaciones o difi cultades,
en parte derivadas de las características mismas de la CMO. Así, la información
lingüística y no lingüística que la comunicación electrónica proporciona es altamente
heterogénea, desigual, relativa y limitada, al faltar, por ejemplo, datos fonéticos y
fonológicos y datos sobre los locutores, excepto pocas indicaciones indirectas. La
CMO, y en menor grado los foros diaspóricos, suele albergar numerosos fenómenos
1 En el presente trabajo, preliminar y de carácter exploratorio, sin embargo, hemos extraído manualmente un pequeño corpus a partir de Internet y lo hemos analizado igualmente a mano.
NICA
145
lingüísticos no relacionados con el contacto: anglicismos, variabilidad extrema en la
ortografía, creatividad y juego, abreviación y elipsis. En estas condiciones, la CMO
no es representativa para las comunidades de emigrantes en su conjunto y de aquí que
no favorezca demasiado el estudio sociolingüístico de tipo cuantitativo.
Los aspectos mencionados plantean una serie de difi cultades metodológicas. Se
requiere ante todo hacer varias distinciones: entre los fenómenos debidos al contacto
lingüístico, por una parte, y, por otra, los rasgos lingüísticos típicos de la CMO (ruido),
los errores por competencia limitada de la lengua estándar o por causas técnicas,
como los correctores automáticos. Hace falta diferenciar las producciones lingüísticas
según los distintos perfi les de hablantes y el propósito (comunicación efectiva, refl e-
xiones epilingüísticas, etc.). En particular, la comunicación en los foros, a la que pre-
stamos particular atención en el presente estudio, se desarrolla offl ine, es asincrónica
y pública. La lengua empleada es algo más controlada, no demasiado espontánea, más
cuidada, con menos características típicas de la CMO, pero también del registro colo-
quial. Consecuentemente, los foros de los sitios étnicos refl ejan solo parcialmente el
uso lingüístico en los enclaves rumanos y es necesario explorar otros tipos de comuni-
cación electrónica para tener una imagen más completa y más fi el del mismo.
En conclusión, la explotación de la comunicación electrónica presenta tanto venta-
jas como limitaciones, y requiere además una metodología específi ca de investigación.
Por estas razones, creemos que la CMO debería usarse como fuente complementaria y no única de información para el estudio de los fenómenos de contacto.
5. Estudio empírico preliminar
5.1. Datos
La disponibilidad en Internet de CMO es desigual para las cuatro situaciones de
contacto que analizamos. La variedad y el número de interacciones digitales para
cada una de las comunidades de inmigrantes rumanos son indicativos de la dimen-
sión y la complejidad de estas comunidades: amplísimos en Italia y España, mucho
más reducidos en Francia y Portugal. Como tipología, se trata de foros, secciones
de publicidad, blogs, periódicos de las comunidades de emigrantes o versiones espe-
ciales de los periódicos de Rumanía y agencias de noticias, albergados por sitios de
carácter ofi cial o semiofi cial de las organizaciones de rumanos, por portales y otros
sitios varios2. Para el presente estudio de carácter exploratorio nos hemos centrado
en los foros étnicos rumanos, si bien hemos analizado también otras fuentes. De tales
sitios hemos extraído un micro corpus de unos 1000 posts: aproximadamente 400 logs
de Italia, 50 de Francia, 500 de España y 40 de Portugal, y de estos hemos seleccio-
2 Ejemplos: <http://www.romania-italia.info/forum>, <http://www.adevarul.it>, <http://www.hotnews.ro>, <http://www.gazetaromaneasca.com>, <http://www.adevarul.es>, <http://www.romanul.eu/romani-in-spania>, <http://www.romaniadinspania.com>, <http://forum.spania-romaneasca.com/>, <http://www.fi liera.fr/forum>, <http://air-micaromanie.webs.com/apps/blog/>, <http://forum.romanian-portal.com>, <http://www.instrainatate.ro/anunturi>, etc.
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146
nado unos 200 posts con fenómenos de contacto: 80 de Italia, 20 de Francia, 100 de
España y 10 de Portugal.
En lo que sigue, además de las abreviaciones tradicionales para el nombre de los
romances, romances que aquí se entenderán en su variante estándar, hacemos uso de
las siguientes notaciones para la procedencia de los datos:
- rum.-it.: situación de contacto rumano-italiano en Italia
- rum.-esp.: situación de contacto rumano-español en España
- rum.-esp./cat.: situación de contacto rumano-español/catalán en las comunidades de
Cataluña o Valencia
- rum.-fr.: situación de contacto rumano-francés en Francia
- rum.-port.: situación de contacto rumano-portugués en Portugal.
5.2. Tipología de testimonios sobre el contacto lingüístico presentes en la CMO
La comunicación digital proporciona a través de sus distintos medios una variedad
de testimonios: (1) lingüísticos, (2) socio- y epilingüísticos, (3) sociales y culturales
relacionados con los enclaves rumanos. En el plano propiamente lingüístico, la CMO
permite la observación, más allá de los errores causados por el contacto, de otros
tantos errores debidos al uso limitado de la lengua madre, sobre todo por escrito,
y de la baja competencia que de esta se tiene, especialmente debido a las reformas
ortográfi cas recientes del rumano. Los testimonios socio-, epi- y metalingüísticos
acumulan cuestiones muy dispares y demuestran la existencia en estas comunidades
de una conciencia muy viva acerca del rumano y la situación de contacto: dudas y
consultas lingüísticas; actitudes lingüísticas, nombres específi cos para las modalida-
des de contacto, ironía y humor; la transmisión del rumano a la segunda generación
de emigrantes; los orígenes comunes del rumano con el romance de contacto y la
latinidad de ambos; difi cultades del rumano, características del rumano en el ámbito
romance; contacto con la lengua de acogida mediante su variante estándar, sus dia-
lectos o sus lenguajes especializados; los niveles distintos de competencia en romance
como segundo idioma; la adquisición de la segunda lengua y los errores típicos de los
rumanos al hablar el romance y de los hablantes de romance en rumano. Las refl e-
xiones sociales y culturales remiten a problemas de la comunidad en conjunto y del
individuo inmigrante; la relación con la mayoría y con otras minorías de la sociedad
de acogida; el apoyo mutuo en relación con problemas específi cos de los inmigrantes;
la vida cultural de la comunidad y la interculturalidad; y fi nalmente, la identidad
étnica y las relaciones con el país de origen.
Por otra parte, los testimonios transmitidos a través de la CMO pueden ser (1)
directos, cuando tenemos una interacción verbal efectiva; (2) indirectos, al reproducir
citas y ejemplos de desviaciones con respecto a la norma, dudas relacionadas con el
rumano o una toma de posición con respecto a cuestiones lingüísticas; (3) implícitos,
cuando se hallan sugeridos en la forma y en el contenido de las interacciones verbales.
NICA
147
Los actores de la CMO diaspórica rumana se perfi lan aparentemente en tres cate-
gorías: (1) inmigrantes rumanos en Italia, Francia, España y Portugal, comúnmente
adultos de la primera generación; (2) futuros emigrantes rumanos a estos países; (3)
autóctonos de los países de acogida, que quieren practicar el rumano. Las produccio-
nes lingüísticas parecen ser solo de adultos, lo que limita los datos, entre los inmigran-
tes, a la primera generación.
5.3. Hechos lingüísticos
En la presente investigación no hemos perseguido un análisis sistemático, sino
un primer contacto con los datos que la CMO diaspórica rumana ofrece, para ubi-
carlos en el contexto de los estudios previos dedicados al problema. De este análisis
exploratorio presentamos algunas observaciones preliminares para los cuatro encla-
ves lingüísticos rumanos. Por razones de espacio, nos limitanos a la mera ilustración
de algunos fenómenos de contacto hallados y obviamos la mayoría de las veces sus
causas probables.
5.3.1. Fonética, fonología y ortografía – La ausencia de los diacríticos en la comu-
nicación electrónica bajo investigación, como en general en este tipo de interacción
verbal, complica el análisis a nivel fonético-fonológico, haciendo, por ejemplo, difícil
la distinción entre errores de ortografía y errores de pronunciación.
Un aspecto notable en la CMO de la emigración rumana es el cambio o la duda
en la grafía de las palabras, especialmente cuando existen en el otro romance equi-
valentes muy similares. Son particularmente problemáticos [z] y [s] intervocálicas, ‘-i’ fi nal y los diptongos:
- rum.-it. resultă (rum. rezultă); anni (rum. ani); rum.-it. Deveniti membrii la Forumul…
(rum. membri ai forumului…)
- rum.-fr. assumandu-si toate riscurile (rum. asumându-și), ski (rum. schi)- rum.-sp. miserabila (rum. mizerabilă); excepcional (rum. excepțional); sti sa citesti (rum.
știi); crează (rum. creează)
- rum.-port. Copii născuţi după 15 septembrie (rum. copiii)
Aparecen errores o vacilaciones en los casos irregulares de la correspondencia
rumana sonido-grafema, como en los pronombres personales y las formas del verbo
‘a fi ’ “ser, estar” con ‘e-’ (pronunciado /je/), sobre todo cuando existen formas homófo-
nas, por ejemplo ‘ea’ (pronombre personal “ella”) vs. ‘ia’ (forma de ‘a fi ’ “tomar,
coger”):
- rum.-fr. sa ma insor cu ia (rum. ea); datorita iei (rum. ei); o plateste ia pt mine (rum. ea).
Numerosos desvíos de la norma son consecuencia de las reformas ortográfi cas del
rumano después de 1990:
- rum.-it. asta una la mina, iar doi la mina… (rum. … la mână … la mână…).
En realidad, se da un uso en paralelo de la ortografía antigua y de la nueva, tal
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148
como ocurre en el mismo rumano intraterritorial. La opción por una u otra norma
puede indicar la fecha de emigración o la edad de la persona. La vacilación entre las
dos normas o el dominio impropio de la nueva ortografía conduce a casos de hiper-
corrección:
- rum.-fr. bineaznteles ca [= bineânțeles] (rum. bineînțeles că)
- rum.-esp. antarziati [= ântârziaţi] (rum. întârziaţi).
Es frecuente la omisión del guión en los clíticos, aunque puede ser una simplifi ca-
ción ortográfi ca usual en la CMO:
- rum.-it. nus sigura (rum. nu-s sigură); ma primit o secretara (rum. m-a primit); pentru ai putea face pasaportul copilului (rum. a-i putea face); mi sa spus ca … (rum. mi s-a spus)
- rum.-fr. ati recunoaste greseala e uman (rum. a-ți recunoaște); tinete departe (rum. ține-te)
- rum.-esp. mi sa cerut (rum. mi s-a cerut); ia explicat situatia (rum. i-a explicat)- rum.-port. am pierduto (rum. am pierdut-o)
En sentido contrario, hay usos indebidos del guión, por la reinterpretación e iden-
tifi cación de falsos clíticos:
- rum.-it. raspunde-ti! (rum. răspundeți); vre-o nenorocire (rum. vreo nenorocire)
- rum.-fr. Poate a-ti observat... (rum. ați observat); haide-ti (rum. haideți); avantaje s-au dezavantaje (rum. sau)
- rum.-esp. A-ti radeau in nas (rum. îţi râdeau); Ma bucur ca a-ti reusit (rum. ați reușit).
- La existencia de formas homófonas agrava la confusión:
- rum.-it. nu-i m-ai jigni pe ceilalti (rum. nu-i mai jigni); cel m-ai destept (rum. cel mai deștept)
- rum.-fr.... ca lumea tot mai razna o i-a! (rum. o ia)
Algunas veces, los errores refl ejan cambios o incertidumbre en la pronunciación
de las palabras:
- rum.-it. Pentru a potea comunica intre dvs… (rum. a putea)
- rum.-fr. e manifi c (rum. magnifi c)
5.3.2. Morfosintaxis – A nivel morfosintáctico, un fenómeno de importancia pri-
mordial es el debilitamiento de la declinación. Aunque se trata de una tendencia
interna del rumano, los calcos del otro romance acentúan la eliminación de las for-
mas casuales fl exionales:
- rum.-esp. Multumesc la (nu stiu la cine:::) ca… (rum. Mulțumesc nu știu cui); acu in asteptare de raspuns (rum. aștept răspunsul / sunt în așteptarea unui răspuns)
- rum.-port. Ofi ciu de Stare Civilă (rum. Ofi ciul Stării Civile); Ministerul de Administratie Interna (rum. Ministerul Administrației și Internelor / Ministerul Afacerilor Interne)
La tendencia es aún más marcada en el genitivo:
- rum.-it. puteti acum deveni membri la forumul… (rum. membri ai forumului…).
La pérdida del genitivo va acompañada por el uso del artículo genitival en declive,
NICA
149
de nuevo una tendencia interna muy marcada y extendida del rumano actual. El
artículo genitival está reducido a la forma invariable ‘a’ o bien hay una confusión
entre posesor y objeto poseído en la selección del artículo genitival:
- rum.-fr. tanara a carui text ii apartine (rum. … căreia îi aparține textul)- rum.-port. Contribuţiile angajatorilor […] şi a angajaţilor (rum. … şi ale angajaţilor).
Alguna vez se observan cambios de género o de morfema de número:
- rum.-esp. limpiai buzi urit mirositoare (rum. buze urât mirositoare).
El uso alterado de los relativos es otra tendencia interna del rumano que se ve
reforzada en las situaciones de contacto estudiados, bajo varios aspectos: ausencia
de la marca del acusativo complemento objeto de persona, cambio de frecuencia y
de distribución en el par de relativos ‘care’-‘ce’, sustitución de un relativo por una
conjunción (‘că’) debido a la proximidad formal en el romance de contacto entre las
formas correspondientes y una mala competencia en este romance (rum. ‘că’ vs. ‘care’,
fr. ‘que’ vs. ‘qui’), o bien la no replicación de los pronombres tónicos por las formas
átonas en contacto con el francés o el italiano:
- rum.-fr. toti oameni ca isi recunosc greselile (rum. toți oamenii care…); un om ca isi recunoaste greselile (rum. un om care ...); Invit […] pe cei care i-am jignit (rum. pe cei pe care…); cei ce jigniti pe mine (rum. cei ce mă jigniți (pe mine))
- rum.-esp. ‹mala limba› ce o utilizez eu (rum. más frecuente … pe care o utilizez).
Hay alteraciones o vacilaciones en el uso del artículo defi nido, como la omisión
constante en el rumano hablado del masculino o neutro singular ‘-l’ y la aparición del
artículo en sintagmas preposicionales en que debería faltar:
- rum.-fr. registru national (rum. registrul național)- rum.-esp. tot liceu (rum. tot liceul); salaru minim (rum. salariul minim)
- rum.-port. se asigură gratuitate […] pentru pensionari sau invalizi precum si pentru […] femei gravide sau lăuze, consultaţiile pentru planifi care familială, şomerii etc. (rum. …
pentru… consultaţii(le)… şomeri).
Para los grados de intensidad se prefi eren a veces las formas menos comunes, pero
próximas al otro romance:
- rum.-esp. sint bine surprinsa ca… (rum. foarte surprinsă, raro surprinsă bine).
En las voces se da una frecuencia más alta de la voz pasiva, y en la subcategoriza-
ción verbal cambios de valencia:
- rum.-it. la noi in judet accepta si facute la notar Italian (rum. se acceptă); mi sa spus ca este acceptata si o imputernicire facuta la notar in italia, dar sa fi e specifi cat corect scopul (rum. … că se acceptă … dar să se precizeze ... )
- rum.-esp. buletinu se expira (rum. expiră); am scrisoarea facuta (rum. am făcut scrisoarea
/ am scrisoarea gata); m-am trecut la astia ca era internetul mai ieftin (rum. am trecut la …).
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150
El contacto con otras lenguas románicas multiplica los adverbios en -mente, muy
escasos en rumano:
- rum.-esp. directamente implicat (rum. direct implicat)
y cambia las preposiciones o reemplaza las formas contractas típicas del rumano:
- rum.-esp. munceai in camp (rum. la câmp); alti romani fac diferente de zone geografi ce
(rum. diferențe după…); în un (rum. într-un < între + un)
- rum.-port. se afl a în teritoriul portughez (rum. pe teritoriul portughez); oportunitati […] pentru prosperitate (rum. oportunități […] de…); consultaţii de anumite specialităţi (rum.
consultaţii pe anumite specialităţi).
La tópica solo se ve ligeramente modifi cada en los pocos puntos de divergencia
con los demás romances:
rum.-it. puteti acum deveni membri la forumul… (rum. puteți deveni acum… / acum puteți deveni…)
5.3.3. Léxico, fraseología, semántica – Las nuevas realidades del país de llegada
se refl ejan en el idioma nativo de los inmigrantes rumanos con préstamos, calcos o
ambos:
- rum.-it. carta (de) identita’; scheda; badante- rum.-fr. numéro de sécurité sociale (numarul de securitate sociala); Carte Vitale (cartea
«vitale»)- rum.-esp. empresa; seguridad social; el defensor de pueblo europeo; oposiciones;
convalidación- rum.-port. matricula; Loja do Cidadão.
Los préstamos pueden ser no adaptados:
- rum.-it. patente (examenul medical pt patente; posibilitatea de a lua il patente; sa ma inscriu la un patente normal)
- rum.-sp. pallela (maninca o pallela); cenar (mergi la cenar)- rum.-port. limpeza in case scari birouri; rum.-port. Loja do Cidadão, parcialmente
adaptados:
- rum.-esp. Defensor (del Pueblo) (am trimis aseara carta defensorului del pueblo)
o adaptados:
- rum.-it. badantă, badante (toate badantele care sunt in Piemonte)
- rum.-sp. locutorio, locutorii (cartele de mobil […] pot fi si la locutorii); a limpia (limpiai buze); a reenvia (le-am reenviat mailul); sangrie (bea […] o sangrie)
El proceso puede implicar a toda una familia léxica:
- rum.-it. trebuie sa faci traducere si apostilare; tradusa + apostilata- rum.-esp. tre sa astepte... pt omologare; tre sa-ti omologhezi tot liceu; diploma de bac
omologata.
NICA
151
Los prestámos son a menudo innecesarios:
- rum.-fr. Noel (rum. Crăciun) (o vacanta de Noel la Viena); portier (rum. portar) (adresarea portierului-sef...)
- rum.-port. Festa de Natal (rum. Crăciun) (a sarbatorit Festa de Natal…); limpeza (rum.
curățenie) (limpeza in case)
o bien su uso persigue efectos estilísticos:
- rum.-fr. in cautare de “rencontres”; o fi un sit ole ole (cum zic francezii).
Los falsos amigos entre rumano y el otro romance producen usos indebidos o
vacilaciones:
- rum.-esp. sa-ti renovezi pasaportul (rum. să-ți reînnoiești pașaportul); sunt putin mai animata (rum. puțin mai vioaie)
- rum.-port. Majoritatea şcolilor […] furnizează masa de prânz (rum. oferă masa); o taxă moderatoare (rum. taxă modică).
La proximidad entre lexemas rumanos y romances conduce a formas nuevas de
palabras existentes:
- rum.-fr. o fi mafi osa (rum. mafi otă)
- rum.-port. un mare procentaj din fi nanţare (rum. procent); buletinul de vacinuri (rum.
vaccinuri).
5.3.4. Pragmática, discurso – Es muy frecuente el empleo, sea en la variante origi-
nal o calcadas, de fórmulas de apertura o cierre, con función fática o expresiva:
- rum.-fr. bonne journée à tous!- rum.-esp. de toate formele (de toate formele as fi […] interesat...); porfa (imi poti trimite
porfa scrisoarea); gracias (Gracias […], am primit scrisoarea); un beso, ánimo ([…]. Un beso si animo!); buenoo..!!.
También con fi nes expresivos se puede recurrir a conectores prestados:
- rum.-fr. nici ideea ta n-o pot intelege :) donc... .
Los fenómenos de alternancia de códigos y mezcla de códigos son frecuentes,
sobre todo al tratarse de citas o de destinatarios de lengua madre distinta:
- rum.-fr. Nu subestima […] femeile; când se «trezesc» cica «la vengeance est un plat qui se mange froid»; E tare femeia zici ca a fumat la moquette; Vara ai avantajul ca poti dormi si «à la belle étoile»; stiam eu ca esti baiat «costaud»!
- rum.-esp. la care ea draguta zice «sii..!! he oido de este ex y de las quejas» y digo: «por esto tambien yo dejo esta reclamacion» acu ca a auzit de la noi ori de la ei; ea a terminat de multi ani... y no trabaja como enfermera porque no le gusta...; Ministerul poate invoca acele «excepciones» de care se vorbeste in Directiva nu stiu ce nr....; sa stiti ca sunt […] alaturi de voi, v-am pupat y GRACIAS […] POR TU APOYO!; scrisoarea mea e gata, cine mai doreste, inafara fetelor carora le am trimis o, sa mi lase email ul […] del defensor del pueblo europeo […] bienvenido y gracias por el mensaje.
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El análisis empírico preliminar confi rma, para los cuatro enclaves, los estudios
previos sobre los fenómenos de contacto, particulares o generales. De estos últimos,
hemos comprobado que las transferencias ocurren especialmente en los puntos de
desequilibrio del sistema lingüístico rumano y van orientadas hacia su simplifi ca-
ción, en los aspectos tipológicamente distintos con respecto a los demás romances
y a veces además en casos aislados de proximidad acentuada (Sala 1998, 11-59, Stan
2003, Schulte 2012).
5.4. Refl exiones epi- y sociolingüisticas
Más allá de los usos lingüísticos propiamente dichos, la CMO refl eja las actitu-
des de los emigrantes rumanos acerca del bilinguismo y, en general, una conciencia
lingüística, epi- y sociolingüística patente, sobre todo en el ámbito de las comuni-
dades de Italia y España. La problemática enfocada es diversa y va desde los usos
lingüísticos y los errores en la lengua madre a los asuntos generales de la diáspora,
pasando por la explicación de la situación de contacto y la preservación del rumano,
por humor y juegos lingüísticos que explotan las interferencias. Se atestan también
los nombres específi cos que circulan en las comunidades estudiadas, sobre todo en
su prensa, para las modalidades del rumano con infl uencias del romance de con-
tacto: rotaliano y rotaliană en Italia, rumañol y rumaniolă en España, ronceză en
Francia, los primeros frecuentes, el último bien raro, pero aparentemente ninguno
en Portugal.
La existencia de una conciencia aguda de la situación de contacto y sus implicacio-
nes es atestiguada por las numerosas ilustraciones que se ofrecen de las interferencias
en el habla de los emigrantes rumanos.
rum.-it. «Cele mai des întâlnite cuvinte folosite de români care vorbesc ‹rotaliana› sunt:
‹scheda› (cartela […] pentru telefon […]) […], ‹collazione› (mic dejun) sau ‹bolletta› (factură
pentru utilităţi). Mulţi dintre aceşti termeni sunt uneori şi românizaţi. Astfel o staţie […]
devine ‹fermată›, de la cuvântul italian ‹fermata›, iar proprietarul unui apartament dat în
chirie devine un ‹patron de casă›, de la ‹padrone di casa›.»
La actitud hacia las interferencias rumano-romance oscila entre la comprensión y
la tolerancia, con puntos de ironía y autoironía por una parte, de rechazo y rebelión
purista por otra, y fi nalmente de indignación por la intolerancia de algunos.
rum.-it. «Nu pot să-i critic pe alţii, pentru că greşesc şi eu. Sunt ridicoli cei care nu mai
vorbesc româneşte bine şi nici italiana nu o ştiu, bagă cuvinte româneşti.»
rum.-it. «e grele cu gramaticile cind tre’ sa ai grija de toti banii aia seriosi pe care-i cistigi
in Romania»
rum.-it. «Ca de obicei, limba română se dovedeşte a fi mai grea pentru români decât
pentru străini.»
rum.-it. «in italia incearca fi ecare sa se adapteze […] Vorbeste fi ecare cum poate, si se
descurca.»
NICA
153
rum.-it. «Ţin totuşi la limba română, iar demolarea ei în Italia trece de dimensiunea de
banc»
rum.-it. «Calaii de limba romana se intalnesc peste tot in lumea asta.»
rum.-it. «eu nu ii inteleg pe cei care sa intorc in tara si se prefac ca nu inteleg romaneste»
rum.-esp. «Ce usor e criticatul!! Poate nu vorbesc eu foarte corect, dar nici nu jignesc de
dragul de a jigni.»
rum.-esp. «de dragu limbii romane sau te-ai sacrifi cat ca sa salvezi ‹mala limba› ce o
utilizez eu sau greselile mele»
A menudo se va hacia las causas de las interferencias, siendo estas principalmente
la vida misma en un ambiente alógloto, las realidades nuevas halladas en el país de
acogida, la proximidad entre rumano y el otro romance, el perfi l de los emigrantes.
No se olvidan, sin embargo, otras razones, como los malos usos en el rumano intrater-
ritorial. La actitud crítica se extiende a las reformas ortográfi cas recientes del rumano.
rum.-esp. «Atunci cand stai mult timp intr-un loc, ai tendinta sa folosesti termeni din lim-
ba care se vorbeste in acel loc, nu inseamna ‹ca ti-a ramas jamonul de porc iberic in gat› […].»
rum.-esp. «suntem de multi ani aici si uneori din graba preferi sa spui un cuvant mai
repede si usor de pronuntat. […] devine un refl ex a vorbi acea limba […] nu inseamna ca
uitam limba noastra si nici ca suntem inculti, este obisnuinta.»
rum.-it. «mulţi dintre termenii cu care un român nu s-a întâlnit acasă sunt înlocuiţi cu
termeni locali. […]»
rum.-it. «exista cel putin doua cauze in privinta limbii Rotaliene: afi nitatea extrema a ce-
lor doua limbi […] si absenta (sau mai bine zis ‹timiditatea›) vietii culturale in limba romana
peste hotare. […]»
rum.-it. «Se intimpla mai ales si numai la [cei] care oricum nu stiau sa vorbeasca corect
romaneste.... asa ca invata in Italia sa vorbeasca: ce nu stiu de acasa cu ce nu stiu in limba
italiana»
rum.-it. «de ce vorbiti doar de emigranti? urmariti emisiunile […] [din Romania]? cum
pot stalci limba romana»
rum.-it. «prefer cum am invatat la scoala. noua regula o folosesc doar in texte ofi ciale. […]
mi sembra innaturale.»
La preservación y la transmisión del rumano entre las generaciones despierta
pasiones y actitudes antagónicas:
rum.-it. «Si cand te gandesti cate familii de romani interzic […] copiilor lor sa vorbeasca
limba romana... asa ne pierdem limba, originea, si ne trezim ca simtim din ce in ce mai acut
ca suntem dezradacinati, ca ajungem ai nimanui...»
rum.-it. «Cunosc oameni […] din prima generatie de emigranti care nu au facut nici un
efort pentru ca urmasii lor sa invete limba romana, dar si oameni care au crescut in SUA […]
si vorbesc la perfectie dialectul vorbit de parinti […]».
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A la vez, la situación de contacto da lugar en Internet a discusiones temáticas:
consultas lingüísticas («Să scriem corect în română si italiană»); refl exiones sobre las
lenguas o dialectos que intervienen en la situación de contacto y sus posibilidades
expresivas («Ce-mi place!») o bien equivalencias:
rum.-it. «Sunt atatea expresii noi in italiana pe care nu le stiam si imi plac mult: ‹svuota il
sacco!›, ‹sputa il rospo!›, amandoua inseamna ‹no zi-i odata!›. ziceti si voi expresii care va plac»
rum.-it. «uneori ma gindesc la unele cuvinte romanesti si ma intreb ‹o, doamne, oare asa
se zice pe romaneste? ›»
rum.-it. «mmm... imi tot storc creierii, dar nu reusesc sa gasesc o expresie in limba roma-
na pentru ‹tanto per... ›...».
En clave lúdica, en el encuentro de las dos lenguas y culturas de contacto, surgen
el humor y los juegos lingüísticos, incluso con errores o fenómenos de interferencia
deliberadamente provocados:
rum.-it. «eterna şi fascinanta conjugare a verbului ‹a crea›....
rum.-it. «se pune si ‹sa fi ›? ca nus sigura, raspunde-ti! / se pune ‹s-a fi › / v-a multumesc
moderatoare-o! / bine. te-am dezcuriozit?»
6. En vez de conclusiones
El presente trabajo ha tenido como propósito principal la evaluación empírica de
la CMO como fuente de datos para la investigación de las situaciones de contacto
lingüístico rumano-romance en Italia, Francia, España y Portugal.
En el plano metodológico, hemos resaltado algunas difi cultades y limitaciones
derivadas de las características de la comunicación digital, y hemos recalcado la
necesidad de desarrollar una metodología específi ca para su análisis. Sin embargo,
la CMO ofrece al investigador unas incontestables ventajas, como la adquisión y el
análisis automáticos o semiautomáticos, y por lo tanto baratos y cómodos, de los datos
lingüísticos mediante herramientas desarrolladas por el Procesamiento del Lenguaje
Natural. El papel creciente de la comunicación en línea permitirá la investigación a
gran escala e, igualmente, establecer generalizaciones. Asimismo, la posibilidad de
creación de un corpus monitor, de continua actualización, abrirá camino a una visión
dinámica y, a medio-largo plazo, diacrónica, sobre el rumano extraterritorial en con-
tacto con los demás romances.
Para cada una de las cuatro comunidades rumanas investigadas, hemos extraído
de Internet un corpus de interacciones verbales digitales. A partir de estos corpus,
hemos identifi cado una tipología de los intervenientes y de la información hallada.
Así, los participantes en la CMO son, mayoritariamente, emigrantes rumanos, futuros
emigrantes rumanos o bien indigentes en los países de acogida que hablan rumano.
Los datos que los medios de la CMO albergan son de tipo lingüístico, es decir produc-
ciones verbales, así como epi- y sociolingüísticos, relacionados con la conciencia y las
NICA
155
actitudes de los hablantes hacia su idioma en la situación de contacto, e incluso más
generales, de tipo social y cultural. El análisis lingüístico preliminar de los corpus nos
ha puesto de manifi esto una serie de fenómenos en todos los niveles de la lengua, que
hemos presentado conjuntamente para los cuatro enclaves lingüísticos rumanos. Las
observaciones derivadas son convergentes con los estudios previos sobre la infl uencia
del idioma de contacto especialmente en los puntos débiles o de desequilibrio del
sistema lingüístico rumano y en los aspectos tipológicos distintos con respecto a los
demás romances (la declinación casual, el artículo genitival, los relativos, etc.) o bien
en los rasgos de proximidad acentuada a estos. El manejo de datos escritos ha eviden-
ciado, en su complejidad, aspectos poco presentes en los trabajos previos, orientados
preponderantemente hacia la lengua oral: la ortografía, la conciencia y las actitudes
lingüísticas de los inmigrantes rumanos, humor y juegos lingüísticos, refl exiones de
orden social, cultural, político, económico. Las observaciones preliminares sugieren
que la CMO abre además camino a la perspectiva comparativa sobre las distintas
situaciones de contacto rumano-romance. Si bien las fuentes consultadas corre-
spondientes son desiguales en cuanto a tipología y volumen de datos, dejan entre-
ver fenómenos comunes al contacto con los distintos romances, así como fenómenos
dependientes de las peculiaridades del otro idioma.
Hemos aportado en la presente indagación pruebas de que la CMO ofrece infor-
mación cualitativa y cantitativamente rica, y a la vez dinámica, sobre las nuevas situa-
ciones de contacto rumano-romance. El desarrollo de una metodología específi ca
que supere sus limitaciones y que aproveche sus ventajas permitirá la explotación de
la comunicación digital como una fuente valiosa, complementaria del estudio tradi-
cional de campo. En la medida en que las comunidades étnicas son hoy en día tam-
bién comunidades virtuales y la identidad cultural se construye cada vez más en la red,
la integración de la CMO en la investigación lingüística de los enclaves rumanos no
es opcional sino necesaria.
Universidad “Alexandru Ioan Cuza” de Iasi / Universidad de Sevilla Iulia NICA
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“In tutte le parole mettevano ‘r bagitto. E poi piano piano è fi nita”. Aspetti lessicali e morfologici della parlata
giudeo-livornese attuale
1. Premessa
Sono quattro gli elementi che distinguono il ‘bagitto’ (o ‘bagito’)1 di Livorno
dagli altri dialetti giudeo-italiani: la preponderanza di elementi linguistici di origine
iberica, i numerosi prestiti da vari idiomi e gerghi dell’area euro-mediterranea, la
distanza fonomorfologica dal vernacolo pisano-livornese (Bedarida 1956, XII; Mas-
sariello Merzagora 1983, 68; Franceschini 2008b, I, 197-198) e l’ampia diffusione nella
popolazione, non ebrei compresi (Bedarida, 1956, Massariello Merzagora 1980, 105-
136; Franceschini 2008a, 251; Orfano 2008, §4.8). Questo originale profi lo fu acqui-
sito in un contesto particolare, ove il contatto tra molteplici lingue e culture fu a
lungo la norma e non l’eccezione: il porto franco mediceo di Livorno tra Seicento e
Ottocento (Franceschini 2006).Questo contributo è focalizzato sull’analisi della composizione del lessico e della
morfologia derivativa del giudeo-livornese. Lo scopo è l’individuazione di elementi
utili allo studio dell’evoluzione – e dell’involuzione – della varietà giudeo-italiana di
Livorno dalla sua formazione fi no a oggi. A tal fi ne, all’esame delle fonti scritte sono
stati affi ancati due corpora di parlato elicitato da informatori residenti a Livorno
(Orfano 2010) e da appartenenti alla comunità giudeo-livornese di Tunisi.
2. L’origine del lessico: ebraismi e iberismi
Le varietà giudeo-italiane di norma presentano un repertorio lessicale arricchito
quasi esclusivamente da calchi e prestiti dall’ebraico e dall’aramaico (Fortis 2006,
52). In aggiunta a questa base semitica nel giudeo-livornese abbiamo forti immissioni
dalle lingue iberiche e dalle rispettive varietà giudaiche, oltre a prestiti dall’arabo, dal
turco, dal francese, dal greco e dal tedesco. Inoltre, la quota di gergalismi penetrati
dal ‘furbesco’ e da altri ‘argot’ sembra avere un maggior peso, anche dal punto di
1 Il ‘bagitto’ è l’unica varietà giudeo-italiana indicata da uno specifi co glottonimo, fatta eccezione per il generico ‘iodiesco’ fi orentino (Fortis 2006, 17). Il termine funzionava anche come etnonimo (Bedarida, 1957, 78; Franceschini 2013, 67), e l’etimo è l’antico castigliano bajito, con pronunzia palatoalveolare della ‘jota’ (Franceschini 2008b, I, 39) conservatasi tra i sefarditi fuggiti dalla Penisola Iberica.
CILPR 2013 – SECTION 11
160
vista semantico e della frequenza d’uso (Pasquali 1934, 257; Menarini 1942, 504-509;
Franceschini 2008b, I, 129-131; Orfano 2008, 314).
Tra questi tratti, l’evidente preponderanza di ispanismi e lusitanismi è quella che
defi nisce più nettamente l’alterità ‘bagitta’ nel mosaico giudeo-italiano2. Le cause
sono da certamente da individuare nell’egemonia che la comunità sefardita por-
toghese prima, e spagnola poi, ha esercitato sul resto della popolazione ebraica a
Livorno dal XVII fi no a tutto il XVIII secolo (Frattarelli Fisher 95, 125, 183). Anche
altre parlate ghettaiole conservano alcuni prestiti iberici come retaggio dell’insedia-
mento di sefarditi spagnoli o portoghesi nei centri italiani, ma l’infl uenza di questo
gruppo etnico non ha provocato altrove le stesse conseguenze sul piano linguistico
(Fortis 2006, 95).
Può dunque rivelarsi utile un confronto quantitativo tra ebraismi e iberismi all’in-
terno dei repertori lessicali della parlata giudeo-livornese e tra quest’ultima e altre
varietà giudeo-italiane, pur tenendo presente che, come mostrano recenti studi, anche
una quota di lessico di base semitica è penetrata in ambito giudeo-italiano attraverso
il giudeo-spagnolo parlato come lingua fornitrice diretta (Aprile 2010, Aprile 2012,
123-131). L’obiettivo è l’ampliamento di una procedura di esame lessicale che ha già
prodotto risultati validi sulla variazione diacronica interna alla varietà (Franceschini
2008a, 213-220) rilevando un progressivo decremento della quota di lessico iberico
nei testi novecenteschi rispetto a quelli ottocenteschi3. Il confronto si è basato sullo
spoglio delle seguenti fonti:
Fonti giudeo-livornesi:
- Il poema Gli Ebrei venuti a Livorno di Raffaello Ascoli, pubblicato nel 1886 (abbr.:
Ascoli 1886);
- Le tre composizioni Il Privilegio (1919), Nozze (1929) e La Milà (1938) di Cesarino Rossi
(abbr.: Rossi 1919/1938);
- Il Contributo alla conoscenza del dialetto degli ebrei di Livorno di Angelo Beccani (abbr.:
Beccani 1942);
- Ebrei di Livorno. Tradizioni e gergo in 180 sonetti giudaico-livornesi di Guido Bedarida
(abbr.: Bedarida 1956)4;
2 Angelo Beccani, primo studioso del giudeo-livornese, non esitò a usare questa defi nizione: «Il dialetto parlato dagli Ebrei della città di Livorno è di tipo giudaico-spagnolo» (Beccani 1942, 189).
3 Ne L’elemento iberico e l’elemento ebraico nel lessico della poesia giudaico-livornese Franceschini esamina la Betulia Liberata in dialetto ebraico di Luigi Duclou (1832); la Parte Prima de Gli Ebrei Venuti a Livorno (Ascoli 1866, 6-53); i sonetti 91-100 di Ebrei di Livorno (Bedarida 1956, 106-117) e otto dei Trenta sonetti giudaico-livornesi di Della Torre (Fornaciari 2005, 143-151).
4 I sonetti contengono anche dialoghi in spagnolo, portoghese e nella cosiddetta ‘lingua franca degli scali di Levante’ (per cui v. almeno Minervini 1996). Queste porzioni di testo sono state escluse dallo spoglio, fi nalizzato solo allo studio del lessico della parlata giudeo-livornese. Sono state escluse inoltre le voci di uso vernacolare livornese e toscano segnalate dall’autore con le sigle ‘U.l.’ e ‘U.t.’.
ORFANO
161
- I Trenta sonetti giudaico-livornesi di Mario della Torre (Meir Migdali), stampati nel
1990;
- Un corpus della parlata giudeo-livornese di Tunisi ricavato da: le liste di vocaboli dei
capitoli 2 e 3 raccolte in Nostalgia di un livornese di Tunisi (Nunez 2013, 29-38); un corpus
di video-interviste realizzate tra il 2012 e il 2013 a sei sefarditi di origine livornese nati a
Tunisi, tra cui ancora Giacomo Nunez (abbr.: Nunez-Orfano 2012/13);
- Il Supplemento 5 (Wagemans 2009, 50) contenuto in ‘Un solo debarim. La divulgazione attuale del giudeo-parlare livornese, indagine linguistica condotta nel 2007 da Cees
Wagemans (abbr.: Wagemans 2009);
- Il glossario multimediale di Colsi ‘l bagitto quando si spergeva. Archivio sonoro della parlata degli ebrei di Livorno, realizzato sulle base di un’indagine sul campo condotta da
chi scrive tra il 2006 e il 2008 (abbr.: Orfano 2010).
Fonti giudeo-italiane:
- Il Glossario contenuto in Elementi lessicali della parlata giudeo-fi orentina di Giovanna
Massariello Merzagora (abbr.: Massariello Merzagora 1983);
- La lista di espressioni giudeo-pitiglianesi (abbr.: Pitigliano 1951) e giudeo-ferraresi (abbr.:
Ferrara 1951) raccolte in Residui di parlate giudeo-italiane raccolti a Pitigliano, Roma, Ferrara di Benvenuto Terracini, pubblicato nel 1951;
- Il glossario contenuto ne La parlata giudeo-piemontese di Massariello Merzagora,
compilato a partire da materiali forniti da Primo Levi e pubblicato nel 1980 (abbr.:
Piemonte 1980);
- Il Lessico giudeo-veneziano raccolto in una prima edizione del 1979 da Paolo Zolli
e Umberto Fortis e ripubblicato ne La parlata degli ebrei di Venezia e le altre parlate giudeo-italiane (Fortis 2006, 109-495) (abbr.:Venezia 2006);
- I glossari di Crescenzo Del Monte e Attilio Milano (Del Monte 2007, 615-671) in
appendice all’edizione integrale dei Sonetti Giudaico-Romaneschi. Sonetti romaneschi. Prose e versioni di Crescenzo Del Monte (abbr.: Roma 1954).
Come si nota, le fonti giudeo-livornesi hanno il pregio di abbracciare quasi cen-
totrenta anni, ma non sono omogenee sul piano tipologico: abbiamo testi letterari
dialettali, glossari compilati da specialisti e liste di vocaboli compilate da cultori della
materia. Si è scelto di inserire nello spoglio anche le opere letterarie, poiché costi-
tuiscono l’unica fonte in certi periodi storici, ma sono stati esclusi i testi dialettali
rifl essi di autori non ebrei. Altro fattore che incide sull’attendibilità dei risultati è la
sproporzione tra i singoli corpora, come è evidente dalle tabelle che seguiranno. La
disomogeneità delle fonti è dunque senza dubbio il principale limite metodologico di
questo confronto, che conserva la sua utilità solo se adoperato come base di partenza
per ulteriori ricerche.
Lo spoglio fornisce tre dati per ogni fonte: il totale delle voci giudeo-italiane; il
numero di ebraismi; il numero di iberismi5. Questi ultimi non sono stati scorporati
in voci di origine (giudeo) spagnola o (giudeo) portoghese a causa della consistente
5 Le occorrenze ripetute di singoli lessemi non sono state conteggiate, così come le forme fl esse per genere, numero o declinazione verbale secondo la norma dell’italiano o del toscano.
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quota di lessico comune tra questi idiomi6. Qui di seguito la tabella di riepilogo dei
risultati dello spoglio delle fonti giudeo-livornesi:7
Tabella 1. Rapporto tra ebraismi e iberismi nelle fonti giudeo-livornesi
Il primo commento riguarda il dato complessivo: il 23% delle voci spogliate ha
un’origine etimologica iberica. Questa stima consente inoltre di affermare che nell’in-
tero corpus è attestato in media un iberismo ogni due ebraismi. Il confronto con gli
stessi dati relativi ad altre parlate giudeo-italiane (Tabella 2) è di per sé eloquente:
soltanto il 2% delle voci giudeo-italiane vagliate ha un etimo iberico e il rapporto tra
ebraismi e iberismi è soverchiante: ventinove a uno. Inoltre, questi valori non si avvi-
cinano a quelli di nessuna fonte giudeo-livornese presa singolarmente.
6 Basti pensare a iberismi come negro (“cattivo, brutto”) e i suoi derivati, molto diffusi in ambito giudeo-italiano, oppure al vitalissimo giudeo-livornese bobo (“stupido”).
7 La suddivisione in due gruppi è funzionale ad alcune osservazioni diacroniche esposte più avanti.
ORFANO
163
Tabella 2. Rapporto tra ebraismi e iberismi nelle fonti giudeo-italiane
L’ampia distanza tra questi risultati di fatto neutralizza le distorsioni causate dagli
ostacoli metodologici e conferma le affermazioni di poeti dialettali, eruditi e speciali-
sti sull’inconfondibile impronta iberizzante del dialetto dei ‘bagitti’.
Oltre a una defi nizione sincronica più chiara del profi lo linguistico del ‘bagitto’,
scopo di questo lavoro è lo studio della sua evoluzione in diacronia. A tal proposito,
il processo di assimilazione che ha investito la comunità ebraica livornese prima e
dopo l’Unifi cazione è fondamentale anche in relazione alla progressiva perdita dell’e-
lemento iberico; è dunque opportuno accennare alle dinamiche culturali e socio-lin-
guistiche di questa fase. Il dominio napoleonico, la Restaurazione e il Risorgimento
segnarono il fl usso e il rifl usso di ondate di rinnovamento culturale e ideale in tutta
la penisola e Livorno, città vivacemente attraversata da fermenti sociali e politici,
ne fu profondamente investita. La popolazione, soprattutto nei ceti medio-alti, subì
una spinta all’omologazione culturale e linguistica e la compresenza di più lingue e
dialetti fu percepita come un ostacolo alla razionalizzazione del pensiero e al rag-
giungimento di una reale unità nazionale. Particolarmente interessati a questo ade-
guamento furono gli ebrei italiani, spesso coinvolti attivamente nella propaganda dei
principi innovatori attraverso l’affi liazione a organizzazioni mazziniane e massoni-
che, le prime ad ammettere gli ‘israeliti’ senza discriminazioni.
Due date delimitano simbolicamente il graduale livellamento allo standard lingui-
stico toscano e italiano: il 1787, anno del ‘motuproprio’ granducale che impose l’uso
dell’italiano negli atti uffi ciali della comunità (Toaff 1991, 23) e il 1861, anno della
proclamazione del Regno d’Italia e della totale equiparazione giuridica degli ebrei al
resto della cittadinanza. L’Unifi cazione sancì nella comunità ebraica livornese l’ab-
bandono dell’uso dello spagnolo, diffi cile da mantenere in quell’atmosfera politico-
culturale (Franceschini 2008a, 215).
Infatti, l’emancipazione, oltre alla fi ne delle discriminazioni, pretendeva dalle
minoranze l’abbandono della propria identità culturale, poiché all’epoca i concetti di
cittadinanza e nazionalità erano inscindibili (Puntoni 2006, 43-49; Fornaciari 1983,
CILPR 2013 – SECTION 11
164
435; Franceschini 2013, 123, 205, 231, 214). Il via libera alle unioni miste del 1865,
accolto dai livornesi con particolare favore (Puntoni 2006, 42), segnò infi ne uno spar-
tiacque fondamentale nella trasmissione orale comunitaria e familiare del retaggio
linguistico iberico e dell’antico ‘bagito’. Non a caso, il patriota Giovanni Guarducci
pubblicherà in questi decenni opere satiriche che avevano come bersaglio proprio la
diversità linguistico-culturale degli ebrei livornesi (Franceschini 2013, 197-219).
Per tali ragioni il computo illustrato dalla Tabella 1 è stato scorporato in due risul-
tati parziali. Il primo subtotale aggrega i dati ricavati da fonti provenienti da autori o
informatori nati entro il 1908 (cioè sessant’anni dopo il 1848, data dell’allargamento
dei diritti civili e politici a tutti gli acattolici nello Statuto Albertino), mentre il secondo
dai nati successivamente. Come è ovvio, questo discrimine cronologico è puramente
orientativo e non è fondato sull’idea dell’esistenza di una precisa cesura storico-lin-
guistica. Al tempo stesso bisogna considerare che un ebreo livornese nato nel secolo
XIX o nei primi anni del XX è stato sicuramente esposto, almeno durante l’infanzia,
all’input linguistico di dialettofoni anziani nati e cresciuti prima che l’emancipazione
ebraica e l’assimilazione producessero effetti concreti sull’intera comunità.
Al primo gruppo è stato inoltre aggiunto il repertorio lessicale dei discendenti
della comunità giudeo-livornese di Tunisi8. L’ultima ondata migratoria di ebrei livor-
nesi verso la Tunisia si verifi cò a partire dal 1820 e continuò a più riprese fi no alla
fi ne del secolo (Audenino 2005, 265; Boccara 2000, 45; Sebag 1991, 111, 137, 177;
Petrucci 2008, 176-177). Pertanto, Giacomo Nunez e gli altri informatori intervistati,
pur essendo nati tra il 1923 e il 1984, hanno assimilato una varietà giudeo-livornese in
qualche misura cristallizzata rispetto ai coetanei livornesi. Per tali ragioni si è scelto
di inserire questo corpus tra le fonti che dovrebbero rifl ettere almeno parzialmente i
tratti del ‘bagito’ ottocentesco (Franceschini 2008b, I, §4.3).
Il confronto tra i due distinti corpora lessicali consente di trarre qualche valuta-
zione interessante. Nel primo, gli iberismi sono il 27% del totale delle voci a fronte
di un 33% di prestiti ebraici, e il rapporto tra iberismi ed ebraismi è addirittura di
uno a uno. Nel corpus ‘novecentesco’ questo rapporto diminuisce sensibilmente, regi-
strando un iberismo ogni sei ebraismi. La percentuale di voci di origine iberica sul
totale è più che dimezzata rispetto al gruppo delle fonti più antiche, mentre la quota di
ebraismi sale al 74%. E’ lecito dunque ipotizzare nel corso del Novecento una perdita
progressiva del lessico giudeo-livornese di matrice iberica a fronte di una maggiore
resistenza e vitalità dei prestiti semitici nell’uso dei parlanti.
Per comprendere questa tendenza, i dati sopra esposti dovranno essere messi in
relazione alle osservazioni di Modena Mayer (1979) sulla (relativamente) recente
8 Conosciuti come ‘Grana’ (al plurale) o ‘Gourni’ (al singolare) dall’arabo al-ghourna, tra-duzione araba di “Livorno”, i livornesi formarono già dagli inizio del Seicento una fi orente comunità che per secoli ha mantenuto una propria identità culturale e linguistica rispetto alla comunità ebraica locale e alla più estesa comunità italo-tunisina (Sebag 1991, Boccara 2000). Oggi ridotti a poche decine, questa minoranza etnico-culturale contava migliaia di individui, in buona parte emigrati negli anni ‘50.
ORFANO
165
desemantizzazione del giudeo-livornese in senso gergale e soprattutto tabuistico.
Secondo questa ipotesi, i parlanti prediligerebbero l’ebraico come “lingua rifugio”
idonea all’espressione di concetti colpiti da tabù linguistico, proprio in quanto idioma
sconosciuto ai non ebrei e poco noto agli ebrei stessi (Modena Mayer 1979, 167-179).
Lo studio contiene anche rifl essioni sul ruolo del patrimonio linguistico iberico:
«anche se, chiaramente, l’analisi del processo di conservazione dell’elemento spa-
gnolo e portoghese, potrà senz’altro riservare delle sorprese, sembra di poter intrav-
vedere che quanto era rimasto delle lingue uffi ciali dell’Ebraismo livornese fi no al
XVII secolo, fosse considerato troppo ‘vicino’ per poter adempiere alle funzioni di
‘lingua rifugio’» (Modena Mayer 1979, 174).
Fatte queste considerazioni, bisogna evidenziare che la percentuale di iberismi
presenti nel corpus composto dalle fonti giudeo-livornesi più recenti (12%) resta
comunque sei volte superiore al dato risultante dall’esame di altre parlate giudeo-
italiane (2%), mentre il ‘peso’ degli ebraismi è sostanzialmente lo stesso (74% e 71%).
Per concludere resta da indagare il rapporto tra repertorio lessicale individuale
e origine del parlante. Secondo Bedarida (1957, 78) la formazione di un dialetto giu-
deo-italiano a Livorno fu impossibile prima del Settecento poiché «i primi arrivati
parlavano necessariamente il loro linguaggio di origine» ossia il portoghese e lo spa-
gnolo. Scrive ancora Bedarida (1957, 78): «Il gergo si poté formare col sopravvenire
di Ebrei italiani e a causa della sempre più facile convivenza con la popolazione non
ebrea sempre anch’essa in aumento e rappresentò non solo una forma di difesa, ma
una necessità spontanea in quel bailamme di linguaggi». L’arrivo di ebrei italiani
verso il secolo XVIII fu dunque determinante per la formazione del ‘bagitto’ come
varietà autonoma sia dalle varietà giudeo-spagnole che dal dialetto toscano pisano-
livornese.
Fatto questo preambolo è interessante notare che nei testi di Cesarino Rossi e
Mario Della Torre, entrambi di origine italiana, la percentuale di iberismi risulti
dimezzata e il rapporto tra ebraismi e iberismi triplicato rispetto al valore medio
di tutte le fonti giudeo-livornesi (si veda: Tabella 1). Questa netta tendenza è invece
rovesciata nel caso di Raffaello Ascoli, anch’egli di origini italiane. Tuttavia il poema
oggetto di spoglio è un testo dialettale sui generis, poiché in esso Ascoli si sforza di
impiegare un codice espressivo letterario e aulico (Franceschini 2008a, 215). Inoltre,
nonostante la lunghezza (4550 versi), le voci giudeo-italiane sono meno di quaranta,
tra cui molti ebraismi non adattati legati al culto o alle festività.
Infl uenzato dal clima culturale dell’epoca, l’autore opta sovente per la trasposi-
zione in italiano di termini ebraici (Franceschini 2008a, 216), ma in qualche caso
anche tipicamente ‘bagitti’. Secondo Fornaciari (2010, 9) «appare chiaro che Ascoli
non scrive, ma pensa in bagitto»: è il caso dello «scongiuro dell’occhio cattivo» (Ascoli
1832, 96), traduzione del giudeo-livornese ‘ain arà’, in ebraico letteralmente “occhio
cattivo” (Bedarida 1956, Modena Mayer 1979, 169; Orfano 2010). E’ dunque arduo
tentare di estrarre dal testo informazioni, seppur vaghe, sul reale repertorio lingui-
stico dell’autore. A ciò si aggiunga che, negli anni in cui Ascoli scrive, l’infl uenza
CILPR 2013 – SECTION 11
166
linguistica dei sefarditi iberici a Livorno era ancora forte, come del resto è evidente
dalla mole di materiale iberico delle note (Franceschini 2008a, 216).
Questi confronti incoraggiano a indagare ulteriormente il ruolo giocato dall’ele-
mento iberico anche sul piano diafasico, e a sondare l’ipotesi della coesistenza di più
sottovarietà di giudeo-livornese, parlate dai diversi – e spesso rivali - gruppi etnici
che costituivano la Nazione Ebrea di Livorno, a lungo divisa tra spagnoli e portoghesi
da un lato, ed ebrei italiani e levantini dall’altro (Frattarelli Fisher 2008, 74, 75, 95,
183). Il peso dell’elemento linguistico iberico nel giudeo-livornese, non solo dal punto
di vista lessicale, ma anche sul piano prosodico e fono-morfologico, potrebbe essere
stato a lungo un tratto linguistico distintivo e identitario anche all’interno della stessa
comunità dei parlanti.
3. Fenomeni di vitalità nella morfologia derivativa
Un aspetto interessante emerso dall’indagine sul campo (Orfano 2008 §4.2)
riguarda alcune presunte neoformazioni lessicali mai attestate in precedenza e
che appaiono connesse tra loro sul piano morfologico: alcuni prestiti ebraici adat-
tati mediante l’aggiunta del morfema -esso e il gruppo dei derivati dall’ebraico zot
(“quella”).
Le parole attestate uscenti in -esso sono:
- bangadésso, sost. maschile adattato dall’ebraico ba’al “padrone” con il signifi cato di
“padrone, uomo”;
- mammoésso, sost. maschile adattato dall’ebraico mamon “patrimonio” con il signifi cato
di “prezzo, valore”;
- masciumadésso, sost. maschile adattato dall’ebraico mešummad “apostata” con il
signifi cato di “ateo, miscredente”;
- ‘nganavésso o ganavésso, sost. maschile adattato dall’ebraico gannab (“ladro”), con il
signifi cato etimologico.
Come è evidente, l’adattamento dipende dalla struttura degli etimi, tutti sostantivi
tronchi con sillaba fi nale tonica chiusa e quindi incompatibili con il sistema morfo-
logico italiano e del toscano. Infatti, la scarsa conoscenza dell’ebraico e della sua
complessa fl essione nominale ha sovente indotto i parlanti all’adattamento, soprat-
tutto per marcare il genere femminile di alcuni sostantivi animati di persona. Già
Bedarida (1956, 33, 34) riporta il termine zodessa, distinta dall’altro femminile zà
da una debole sfumatura di signifi cato (“colei” e “costei”). In questo specifi co caso
i parlanti optano dunque per due soluzioni: (a) la caduta della consonante fi nale con
eventuale sostituzione della vocale tonica etimologica per avvicinarsi alla fl essione
di genere dell’italiano, come nel caso di zò e dell’allomorfo zà 9; (b) il mantenimento
della consonante fi nale con l’aggiunta di un suffi sso italiano di genere femminile,
come, appunto, in ‘zodessa’.
9 Sul modello di gojà, dall’ebraico goy “non ebreo” (Bedarida 1956, 135)
ORFANO
167
Questo modello ha prodotto altre coppie di allomorfi in cui quello dotato di suf-
fi sso (o epitesi) è solitamente percepito come topico e più dialettale: sciamì / scia-minóso, “omosessuale”, dall’ebraico šamir “pruno, per analogia, la pianta del fi noc-
chio”; tafù / tafùsse, “carcere”, dall’ebraico tapus “arrestato”; ganavù / ganavurre,
“ladro”, dall’ebraico gannab “ladro”. In zodessa la consonante fi nale dell’ebraico si
mantiene, ma su di essa agisce la sonorizzazione delle consonanti sorde intervoca-
liche, una tipica caratteristica fonetica del ‘bagitto’ e ancora vitale all’epoca in cui
scrive Beccani, anzi, «quella più viva» (Beccani 1941, 6).
Nell’italiano, il suffi sso -essa si impose nel corso dell’Ottocento per creare le forme
femminili di alcuni nomi di professioni tradizionalmente maschili con una connota-
zione dispregiativa (Lepschy / Lepschy / Sanson 2001, 13-14). Presente nel glossario
più antico (Beccani 1942, 202) e confermata dagli «anziani Ebrei livornesi»10 con-
sultati da Modena Mayer (1979, 166, 177), la forma zodessa non è mai stata fornita
dagli informatori dell’indagine, nati tra il 1919 e il 1959; un’assenza signifi cativa, se si
considera che zò è invece tra le parole giudeo-livornesi oggi d’uso più frequente, e che
lascia presupporre una recente imposizione degli allomorfi rivali. Il pronome zodessa
potrebbe dunque essersi diffuso a partire dalla parola ebraica ‘zot’ in un periodo a
cavallo tra la seconda metà dell’Ottocento e la prima metà del Novecento, e comun-
que non oltre il periodo di vitalità del fenomeno di sonorizzazione delle consonanti
sorde intervocaliche.
L’indagine sul campo ha fatto emergere un altro esito morfologico derivazionale
sconosciuto alle fonti: gli ebraismi adattati zoìno e zoìna. Il processo di formazione
della parola pare coerente con quanto già detto: la suffi ssazione ha operato sul giu-
deo-livornese zò e non sull’ebraico zot. L’ assenza della consonante fi nale etimologica
indica che queste forme non sono coetanee di zodessa, bensì frutto di un adattamento
successivo. La voce ʒottina (“questa piccina”), lemmatizzata dal glossario più remoto
(Beccani 1942, 202), conferma quanto detto.
In conclusione, in una prima fase tardo-ottocentesca, i parlanti avrebbero mante-
nuto la forma non adattata per il maschile (derivazione zero) e applicato invece per la
marca femminile il suffi sso italiano –essa. In una fase più recente, sotto la pressione
del livellamento dialettale, si sarebbero poi prodotte le neoformazioni maschili, fatto
che indica tra l’altro una vitalità morfologica affatto scontata. Bangadésso, mam-moésso, masciumadésso, ‘nganavésso o ganavésso sarebbero quindi forme rideter-
minate al maschile a partire dai corrispondenti femminili già suffi ssati, mediante la
normale fl essione nominale in – o, con lo scopo di abbandonare gli ebraismi non
adattati, percepiti come estranei sul piano fonomorfologico.
Università di Pisa Alessandro ORFANO
10 Nati dunque presumibilmente tra gli ultimi anni dell’Ottocento e gli inizi del Novecento.
CILPR 2013 – SECTION 11
168
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171
Préstamos y barbarismos en un corpus autobiográfi co
femenino catalán de principios del siglo XX1
1. Introducción
Irene Rocas (Llofriu -Ampurdán, Gerona-, 1861- Buenos Aires, 1947) fue una
mujer singular, que, entre otras muchas actividades, redactó, desde 1910 hasta 1947,
18 volúmenes de un dietario personal, cuya edición electrónica ha supuesto la publi-
cación de más de 3.000 páginas de texto2. El contenido de los cuadernos se inicia con
la recuperación de los primeros recuerdos de su infancia y sigue con la plasmación de
sus vivencias personales, anotadas día a día, junto con sus preocupaciones y sus expe-
riencias. Además de las cuestiones lingüísticas que suscitan, las anotaciones consti-
tuyen un claro refl ejo de la sociedad de su época y de los acontecimientos culturales,
políticos, sociales e históricos más relevantes que sucedieron durante su vida, siempre
contemplados desde una óptica femenina, conservadora y religiosa.
La aportación de Rocas a la cultura catalana comprende diversos ámbitos, pero
domina esencialmente su continuado y activo envío de materiales lingüísticos para el
Diccionari català-valencià-balear, del mallorquín Antoni M. Alcover (Manacor, 1862
- Palma, 1932), hecho que se documenta a través de las numerosas entradas de este
diccionario que contienen las localizaciones Llofriu o Ampurdán.
La edición electrónica de la obra dietarística de Rocas ha dado lugar a un corpus
de carácter biográfi co y documental que supera el millón de palabras. Además de la
extracción de una rica información dialectal, el corpus contiene una muestra muy
destacable del contacto entre el catalán y el castellano a través de la presencia de
numerosos castellanismos, algunos de los cuales son aun vigentes y otros se man-
tuvieron hasta los años 70 del siglo XX, momento en que se inició un proceso de
depuración y fueron substituidos por los términos genuinos catalanes (sello ‘segell’ o
bussón ‘bústia’). Por otro lado, son también relevantes los americanismos, que, desde
el 1927, cuando con su familia se trasladó a la Argentina, aparecen en las páginas de
los dietarios. En este trabajo se extraen y se estudian todas las muestras de contacto
lingüístico entre catalán y castellano desde el punto de vista del léxico.
1 Este trabajo se ha desarrollado en el marco del proyecto FFI2010-18940 (subprograma FILO), subvencionado por el Ministerio de Ciencia e Innovación.
2 Los materiales son accesibles en internet en http://palafrugell.cat/DOCUMENTS/cd_irene_rocas/MENU%20A.pdf.
CILPR 2013 – SECTION 11
172
Junto con la 1ª parte de carácter introductorio, el artículo se divide en seis partes:
en la 2ª parte se hace una breve refl exión sobre los castellanismos del catalán y sobre
los procesos de admisión o rechazo; en la 3ª se describe la metodología empleada para
la extracción y el estudio de los castellanismos del corpus; en la 4ª se clasifi can y se
analizan los castellanismos; en la 5ª se comprueba si la variable temporal tiene que
ver con la aparición y el uso de castellanismos; fi nalmente, la 6ª parte corresponde a
las conclusiones.
2. Los castellanismos en catalán
El contacto entre el catalán y el castellano, incrementado no solo por proximidad
territorial sino por causas políticas, culturales y sociales, ha supuesto la introducción
en la primera lengua de numerosas palabras procedentes de la segunda. Bruguera
(1985, 66) distingue entre los préstamos introducidos a lo largo de la historia que han
acabado adaptándose y siendo aceptados en catalán y las formas castellanas, conside-
radas barbarismos, que han sido sentidas por los hablantes como tales y que, a pesar
de su uso más o menos extenso, son susceptibles de eliminación.
Las primeras documentaciones de castellanismos en catalán aparecen ya a media-
dos del s. XIV (cf. Colón 1976) y su cifra se incrementó progresivamente a partir del s.
XV. Algunos, muy habituales, han sido asimilados, en momentos distintos del s. XX,
al catalán, como puede observarse al consultar el Diccionari General de la Llengua Catalana (DGLC), de Pompeu Fabra (1932), que incorpora, entre otros, boda, tarda,
totxo, curandero o gandul. Muchos años después, el actual Diccionari de l’Institut d’Estudis Catalans (DIEC2) ha admitido otros durante mucho tiempo rechazados,
como caldo, cuidar, curar, afi ció, entregar o guapo. Algunos castellanismos, docu-
mentados desde antiguo, no se han aceptado hasta el momento y, a pesar de su uso
popular y extendido, esperan en el limbo una posible futura incorporación al léxico
normativo. Es el caso, por ejemplo, de despedir, medir (s. XV), enterar, carinyós,
tonto, pèsam, apoiar (s. XVI-XVII), disfrutar, bulto, carinyo, xispa (s. XIX-XX). La
mayoría de estas soluciones aparecen en los textos de Irene Rocas.
En la actualidad, muchos castellanismos (considerados barbarismos), también
usados por Rocas, son todavía vigentes y aparecen con mucha frecuencia en el habla
habitual (acuartelar ‘aquarterar’, apurat ‘amoïnat’, catarata ‘cataracta’, enterar ‘assa-
bentar’, desaire ‘desatenció’, desprendiment ‘despreniment’, nòvio ‘promès-nuvi’, pan-dilla ‘colla’, susto ‘esglai’, tamany ‘mida’). Otros se muestran reticentes a la substitu-
ción por la forma genuina catalana ya que suelen resultar, para los hablantes, por su
desconocimiento o por su uso inhabitual, demasiado literarios o arcaizantes (acera
‘vorera’, cadera ‘maluc’, enxufar ‘endollar’, trajo ‘vestit’, quarto ‘cambra’ o quartos
‘diners’). Estos ejemplos se encuentran también en el corpus de Rocas.
En cuanto al proceso de admisión de castellanismos por parte del catalán, hay
que hacer tres consideraciones: 1) La tendencia del catalán a eludir cualquier palabra
que sea idéntica o que se parezca a la solución castellana. Esto explica el rechazo
PEREA
173
que algunos hablantes tienen a palabras autóctonas como vas (vaso), o a abandó,
manxego, trago, pillo, que suelen ser substituidas por las correspondientes got, aban-donament, manxec, traguet3, pillet4. 2) La reticencia a aceptar palabras que terminan
en -o (cf. Coromines 1983), frecuentemente consideradas castellanismos, como mues-
tran algunos ejemplos del grupo anterior. 3) La tendencia a elegir modelos franceses y
a rechazar las formas equivalentes castellanas. Este hecho es muy frecuente en casos
de prefi jación: cat. condicionar; fr. conditioner; cast. acondicionar; cat. terroritzar;
fr. terroriser; cast. aterrorizar; cat. creditor; fr. créancier; cast. acreedor; y es de todos
conocido el confl icto surgido con el galicismo guixeta, que pretendía substituir al
genuino, aunque coincidente formalmente con el castellano, taquilla.
3. Metodología
El tratamiento textual de los 18 volúmenes de los dietarios de Irene Rocas se ha
efectuado mediante el programa WordSmith 5.0.0.334. El corpus resultante contiene
más de un millón de palabras (37.467 distintas) y comprende un período temporal
de 37 años (entre 1910 y 1947). En general, todos los cuadernos, excepto los últimos,
tienen una extensión más o menos homogénea en cuanto al número de páginas y de
palabras, y, desde un punto de vista cronológico, comprenden en general unos mismos
intervalos temporales.
El uso del programa WordSmith ha facilitado la cuantifi cación del léxico de los
dietarios y ha contribuido a su vez a la localización, extracción y cálculo de los caste-
llanismos. Se han contabilizado 2.318 palabras consideradas castellanismos, cifra que
equivale al 0,2 %, sobre el total de 1.067.694 palabras que contienen los materiales
documentales. Estas cifras absolutas corresponden a 710 castellanismos distintos, que
equivalen al 1,89 % sobre las 37.467 palabras diferentes que componen el corpus.
No se han incluido en la lista las 122 soluciones dobles detectadas; es decir, los
casos en que aparecen tanto el castellanismo como la forma catalana correspon-
diente, ya que en estas situaciones no existe desconocimiento de la solución cata-
lana sino convivencia en los dietarios de ambas formas (por ejemplo, barco~vaixell; baròmetro~baròmetre; baturro~aragonès; benaventurat~benaurat; botella~ampolla; brasileñs~brasiler; bronca~renys; bulla~gatzara; burro~ase; cambril~camarí; campeon~campió; canciller~cancellers; candelero~candeler). Son formas alternati-
vas utilizadas indistintamente por Irene Rocas. Este hecho requiere un estudio adi-
cional que tome en consideración tanto la frecuencia de aparición de las palabras
como aspectos relacionados con la cronología.
En cuanto a los aspectos lingüísticos que muestran las palabras de esta lista, llama
la atención la presencia de formas catalanas que no se consideran tan propias del
3 Aceptada sólo en el DG de Pompeu Fabra, y no trago, que ahora ya consta en el DIEC.4 Pillet no aparece en el DIEC; sin embargo es una de las posibilidades que aparece como
traducción del castellano pillastre, en el Diccionari Castellano-Catalán, de la Enciclopèdia Catalana.
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lenguaje coloquial y que un hablante común no utilizaría, sino que elegiría antes
la forma castellana. Se trata de palabras como esdeveniment, assetjats, arraulida, aclaparada, allau, esbrinar, gatzara, assabentat, retrunyir; la formación en -ment de
sustantivos castellanos acabados en -o: atracaments; enterrament; repartiment; o el
gentilicio: brasiler. El hecho de que Rocas fuese una lectora contumaz puede explicar
hasta cierto punto su cuantioso vocabulario.
4. Clasifi cación de los castellanismos
Ninguno de los castellanismos extraídos del corpus aparece en el DIEC2, hecho
que valida su carácter y su falta de aceptación en la actualidad. La comprobación de
las mismas palabras en otro corpus lexicográfi co de referencia, el Diccionari català-valencià-balear (DCVB), de carácter descriptivo y no prescriptivo, muestra la expli-
citación como tales de ciertos castellanismos, y también la presencia y la admisión de
algunas palabras que proceden del castellano. Este hecho parece demostrar que el
DCVB adopta unos criterios más amplios para este tipo de formas. Complementa-
riamente, manifi esta también una cierta imprecisión en cuanto a la denominación de
dichos términos: unos son considerados castellanismos ‘castellanisme’, apareciendo
esta etiqueta en la parte superior de la entrada, y en algunos casos se añade la valora-
ción de inadmisible o inaceptable o vulgarismo, como en el caso de tipu/tipo ‘tipus’,
topets ‘pics’, rumbos (direcció) ‘rumb’; otros se consideran provenientes del castellano
‘pres del castellà’, y esta etiqueta aparece en la parte inferior, en el apartado que
se refi ere a la etimología. Desde esta perspectiva, algunas veces los castellanismos
parecen provenir en primer lugar del latín o de otras lenguas, pero pasan al catalán a
través del castellano. Cf., por ejemplo, agravi ‘greuge’, con relación al latín, y apoiar
‘recolzar’, con relación al italiano (cf. Colón 1997, 135-137). Hay que destacar, por
último, que en la mayoría de casos el DCVB ofrece la traducción castellana de cual-
quier lema.
Desde un punto de lingüístico, los castellanismos del corpus pueden clasifi carse
en dos grupos, según la adaptación o no a la fonética y/o a la grafía del catalán.
4.1. Castellanismos no adaptados
a) Copia literal de la forma castellana (sin adaptación fónica ni gráfi ca): aduana5 ‘duana’;
aguinaldo*6 ‘estrenes’, alpiste ‘escaiola’, amarilla (febre) ‘groga’, andén ‘andana’, arroyo ‘rierol’, bisuteria ‘bijuteria’, botones ‘grum’; cabalgates/cavalgata ‘cavalcada’, cadera ‘maluc’, califi cació ‘qualifi cació’; candelabros ‘canelobre’, caudillo ‘cabdill’, colmado* ‘botiga (de queviures)’, consuegro ‘consogre’, corte ‘tall’, farola ‘fanal’, felpudo (esterilla:
‘pelut’), forrar* ‘folrar’, mantel ‘tovalles’, manteleries ‘joc de taula’, martillero ‘propietari
5 Es presumible que en catalán oriental se aplique el proceso de neutralización vocálica en la mayoría de casos de [a, e, ɛ].
6 Las palabras marcadas con * pueden, en catalán oriental, reducir fonéticamente la [o] en [u]. Se toma como referencia este dialecto, puesto que es al que pertenece la autora. No todos los castellanismos tienen la misma extensión en todos los dialectos del catalán –cf. Colón 1976.
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d’una casa de subhastes’, mono* ‘mico’, palco* ‘llotja’, palosanto ‘caqui’, papeleres ‘papereres’, paro* (de tramvies) ‘aturada’, pelotón ‘munió’/‘escamot’ (soldats), peluqueria ‘perruqueria’, piropos* ‘fl oreta’, plumero* ‘pomall’, sauce-lloron ‘desmai’, secuestrador ‘segrestador’, sombrilla ‘umbrel·la’, suero* ‘sèrum’, temblors (de terra) ‘tremolors’, tiessa ‘erta’, tornillo ‘cargol’, trajo* ‘vestit’, velorio ‘vetlla (d’un difunt)’, visillos* ‘cortineta’;
empleo ‘feina’, esbirro ‘sicari’, fallo ‘sentència/decisió’, pencos ‘rossí’; califi car ‘qualifi car’;
adelantar ‘avançar’; bocina ‘botzina’; cirugia ‘cirurgia’; cofraria ‘confraria’; camorra ‘brega’; arcalde7 pedàneo ‘pedani’; panyo ‘drap’, sello ‘segell’.
b) Mantenimiento de los sonidos consonánticos [x] y [θ], inexistentes en catalán: abrojos ‘obriülls’; refajo ‘enagos’; acorazado ‘cuirassat’, vizconde ‘vescomte’, cubrecáliz
‘cobrezalze’.
c) Conservación de la vocal fi nal [e]: amarre ‘amarratge’, dique ‘dic’; granate ‘granat’; quiste ‘quist’, tanque ‘tanc’; pillastre ‘murri, pillastre’8.
d) Conservación de la vocal fi nal [o], tanto en singular como en plural: adultos ‘adults’,
autojiro ‘autogir’, bandidos ‘bandits’, circuito (tancat) ‘circuit’, cuarto ‘cambra’;9 còmodo ‘còmode’, criollos ‘criolls’, fi xo ‘fi x’, forro ‘folre’, magos/macos*10 ‘mag’, mètodo ‘mètode’,
nulo ‘nul’, oido ‘oïda’, ortodoxo ‘ortodox’, pillo ‘pillet’, responso ‘respons’, tubo ‘tub’.
Las siguientes palabras de este grupo son consideradas por el DCVB castellanismos
inadmisibles: cuentos/quento ‘històries, romanços’; recado ‘encàrrec’; rellenos ‘farcit’;
cuidado ‘cura’/‘esment’; destornillat ‘desarreglar’; abono ‘abonaments’; a bordo ‘a bord’;
barato ‘barat’.
e) Soluciones derivativas a partir de la forma castellana: acuartelades ‘aquarterar’,
adamascades ‘adomassades’, bailarina ‘ballarines’, bautismal ‘baptismal’.
f) Uso de sufi jos castellanos: estupidez ‘estupidesa’, intentona ‘provatura’; remendon/remendón (zapatero) ‘adobador’/‘ataconador’; cuadrilla ‘colla’, pandilla ‘colla’, puntilla ‘punta, randa’.
g) Utilización de grafías del castellano: escarcha ‘gebre’.
h) Formas adverbiales: enseguida ‘de seguida’, repentina/repentinament ‘sobtat’/‘sobta-
dament’.
i) Cambio de acento: mèdula ‘medul·la’; admosfera/atmòsfera ‘atmosfera’.
j) Calco de expresiones castellanas: coronilla ‘estar-ne fi ns al capdamunt’, pata (mala) ‘pega’, patarranca ‘coix’, perro (un hivern de lo més perro) ‘horrible’, tortolitos ‘colomins’;
bitxo vivent ‘tothom’, en el último caso con adaptación gráfi ca.
7 Con disimilación.8 Ver la nota 3.9 Cambra aparece tres veces en el corpus, pero no designando el equivalente a ‘habitación’ sino
a ‘cámara’.10 La palabra Magos al referirse a “Reyes Magos” recibía en Cataluña, según Rocas, aunque
no está documentado en el DCVB, la denominación de Macos ‘bonitos’, quizá realizando un cambio fónico frecuente del tipo jefe, quefe: És estrany que no voltessin desvetllats per·a saber la generositat dels Reis Macos (8); generositat dels reis macos[,] que els hi diuen els nens de Catalunya (12).
CILPR 2013 – SECTION 11
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4.2. Castellanismos adaptados
Las palabras experimentan adaptaciones fónicas y gráfi cas.
Vocálicas:
1) eliminación de las vocales fi nales: -e: andurrials ‘verals’, averiguacions ‘esbrina-
ment’/‘indagació’; adoquins ‘llamborda’; jef ‘cap’; -o: atropell ‘atropellament’; cumpleanys/cumpliañs ‘aniversari’, desauci11 ‘desnonament’; sust/susto ‘espant’; terc ‘caparrut’, novi/nòvio ‘promès’, polak/polac ‘polonès’; vèrtic ‘vertigen’; recaders ‘ordinari, transportista’, peliagut ‘enrevessat’, retràs ‘retard’; tàbancs12 ‘tàvec’; -i: alibi/alivi ‘alleujament’; sèquit ‘seguici’.
2) Grafías que muestran la reducción vocálica de la serie anterior, propia del catalán
oriental: visu ‘combinació’.
3) Plurales en -es: campanilles ‘campaneta’; cuenta/qüentes ‘compte’; enqüestes ‘enquestes’,
enxarcades ‘entollades’, paperes ‘galteres’, peinetes ‘pinta’, pesquisses ‘perquisicions’,
rompeoles ‘escullera’, travessures ‘entremaliadura’, enredaderes ‘planta enfi ladissa/
corretjola’; frioleres ‘fotesa’/‘barbaritat’.
Consonánticas:
1) Uso de grafías catalanas: assombrosa ‘sorprenent’, ricatxos ‘ricàs’; serrutxo ‘xerrac’;
tatxar ‘titllar’.
2) θ = [s]: avestrús ‘estruç’, corassa ‘cuirassa’, actrís ‘actriu’; plassos ‘terminis’; trancasso ‘grip’, trisses ‘miques’; aplassat ‘ajornat’.
3) ñ = ny: enmaranya ‘embullar’.
4) ch = x (aunque muy probablemente el sonido es [tʃ]): xabacana / xavacana xaró, vulgar;
xistos / xistus ‘acudit’; xorros ‘raig’.
5) Caída de la -n fi nal: bussó ‘bústia’; gordifl ó ‘rabassut’; tiburó ‘tauró’.
6) Adaptación a la fonética catalana de un sonido inexistente: quefe ‘cap’.
7) Utilización de grafías que delatan modifi caciones fónicas tanto en el vocalismo como
en el consonantismo: esdrújuls ‘esdrúixols’, mègic/megicà ‘Mèxic’/’mexicà’; pulveritzar ‘polvoritzar’; estuig ‘estoig’; maricano ‘americans’; bafos ‘bafs’.
8) Uso de sustantivos, adjetivos, participios o gerundios formados a partir de palabras
castellanas: alambrat ‘fi lat’, aplastament ‘aixafada’, apurat ‘aclaparat’, atontat ‘encantat’,
desvaneixement ‘esvaniment’, desvanescut ‘esmorteït’; retrassat ‘endarrerit’, rotulats ‘retolat’; acaudalat ‘acabalat’, adoquinat ‘empedrat’, anclat ‘ancorat’, apretant ‘prémer’;
empleo ‘feina’, pencos ‘rossí’; acrivillant-los ‘cosir a trets’; ausent ‘absent’, encarinyar ‘afeccionar-se’, endemoniat ‘endimoniat’; enxufant ‘endollar’, enxufes ‘endoll’, ivicencs ‘eivissenc’; ensangrentats ‘ensangonat’, gosar ‘gaudir’, recaudador ‘recaptador’, recaudant ‘recaptar’, remendar ‘apedaçar’, ‘adobar’, tonelades ‘tones’; fastidiat ‘fastiguejar’/‘fúmer’;
almacener ‘magatzemista’.
9) Catalanización de algunas formas castellanas: candau13 ‘cadenat’; desenrotllar14 (junto
con desarrollar) ‘desenvolupar’.
11 Sin embargo, Rocas utilizar el verbo desnonar para deshauciar.12 La grafía muestra una especie de ultracorrección.13 Se aplica el paralelismo cast. dado = cat. dau.14 DCVB: “La forma desenrotllar és efecte d’una adaptació al català rotlle i constitueix un
castellanisme més dissimulat que la forma desarrollar”.
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10) Aplicación del prefi jo castellano a-: acorassat ‘cuirassat’, ametralladores ‘metralladores’,
aterroritzats ‘terroritzat’.
11) Aplicación de sufi jos del castellano: aterrissar ‘aterrar’.
12) Formas adverbiales: demés / (per demés) ‘altre’ (Per demés = ‘és sobrer’).
13) Flexión verbal de formas no catalanas: permanèixer ‘romandre’; mideix ‘fer, mesurar’;
amontonar ‘amuntegat’.
4.3. ‘Castellanismo’ o ‘préstamo del castellano’?
Ya se ha comentado que el DCVB aplica una doble nomenclatura en la indicación
de las palabras detectadas como castellanismos: por un lado, marca algunas formas
como castellanismos estrictos; por otro, considera desde el punto de vista de la etimo-
logía su origen castellano (es decir, parece que lo considera un préstamo, equivalente
a los que provienen del francés o del italiano, sin que incluya la connotación nega-
tiva que sugiere el término “castellanismo”). De cualquier modo, y examinando las
palabras que integran este grupo, todo hace pensar que se trata de castellanismos no
admitidos por el catalán, y que podrían incorporarse a los subgrupos anteriores en
cuanto a su adaptación o no a la grafía y fonética del catalán.
Forman este grupo: acera ‘vorera’; alfalfa ‘alfals’; boniatos ‘moniato’; catarates15 ‘cataractes’, desdichada ‘dissortat’, engorroses ‘molest’; desprendiment ‘generosi-
tat’; fi ambres ‘embutit’, mansanilla~manzanilla ‘camamilla’, monada ‘preciositat’,
tamany ‘mida’, ensajar ‘assajar’, desagravi ‘desgreuge’, encarnissat ‘acarnissar’,
emplear~empleiar16 ‘fer servir’, desdiches ‘dissorts, desgràcies’, enfado ‘enuig’, cor-dillera ‘serralada’, escaparata ‘vitrina’; abultan17 ‘fer embalum’. Aunque la entrada
correspondiente no incorpora una referencia etimológica, las palabras siguientes se
añadirían también a este grupo: cabessejar ‘cabotejar’, desaire ‘desatenció’; desaires-sin ‘desatendre’ (derivat de desaire), revolotejan ‘voletejar’, tunda `pallissa’, desatinat ‘destarotar, desvariejar’.
Pueden detectarse en el DCVB, sin embargo, algunos casos problemáticos:
a) las que se consideran variantes formales: acert ‘encert’; desacert ‘desencerts’; antorxes ‘torxes’ (“variant de torxa, que ve del francès torche, amb el prefi x an- o en- que es troba
en l’occità entorta i en el cast. antorcha”);
b) las que proceden de una base léxica catalana: acondicionats ‘condicionats’ [se considera
que está formado a partir de condició]; atronava ‘eixordar’ (formado a partir de tro
‘trueno’); atronadors ‘eixordador’; panader ‘fl equer, forner’ (derivado de panada o de pa),
panaderia ‘fl eca, forn de pa’, contentat ‘acontentat’ (aunque admite tanto contentar como
acontentar, puesto que lo considera formado a partir de content); apoiat~apoyar-me ‘recolzar’, justifi cado por razones de alcance semántico18;
15 DCVB: “probablement pres del cast. catarata, mat. sign., que prové del gr.-llatí cataracta, ‘aigua que cau amb força’, ‘resclosa’”.
16 Adaptado al catalán añadiendo una -i- antihiática, como en ideia.17 DCVB: “pres modernament del cast. abultar, amb els mateixos signifi cats d’aquest”.18 Cf. el DCVB: “no hi ha en català cap verb adequat per a traduir tots els signifi cats del castellà
apoyar. Això és estat una difi cultat grossa quan els literats i lingüistes han provat de substituir
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c) las que se consideran procedentes del latín: acreedor ‘creditor’ (del latín cred t re);
agravi ‘greuge’ (“derivat postverbal de agraviar, que vé del llatí vg. *aggraviare a través
del castellà agraviar”); enfermer ‘infermer’ (“del llatí inf rmariu, mat. sign.”), refl exa ‘refl ectir’ (“format damunt el llatí refl xum, ‘girat, torçut’”), desagraviar ‘desagreujar’;
torpedo ‘torpede’ (latín torp do);
d) las que tienen orígenes etimológicos dudosos, aunque parece que la procedencia es el
castellano: agotarse ‘esgotar’ (“format damunt gota. En realitat sembla que és pres del
castellà”); alcansar ‘assolir’ (“de encalçar, per metàtesi, o més probablement pres del cast.
alcanzar”); apesten ‘fer pudor’ (“format damunt pesta, o més probablement pres del cast.
apestar”); despedir ‘acomiadar’ (“del llatí expedīre, ‘deixar anar’, amb canvi de prefi x
(des- per es-) probablement per imitació del castellà despedir”); despreciar ‘menysprear’
(“compost del prefi x negatiu des- i del verb apreciar, o més probablement pres del castellà
despreciar”);
e) las que proceden de otras lenguas: alquitrà~alquitrán ‘quitrà’ (“de l’àrab esp. al-qaṭrān,
mat. sign.”), alquitranat ‘enquitranar’; coronel ‘coronell’ (del fr. colonel);
f) las que son soluciones postverbales: se rechaza desarreglos ‘desordres’, pero se admite
desarreglar;g) las que son ultracorrecciones: modo/modos (mals) ‘manera’ (“escrit modernament mode
per prurit de fugir de la semblança amb el castellà”).
5. La cronología de los castellanismos en los dietarios de Irene Rocas
No se ha aludido hasta ahora a la cronología como posible variable que pueda
favorecer la incorporación de castellanismos en los dietarios de Rocas. Desde este
punto de vista hay que tener en cuenta dos factores: por un lado, es posible suponer
que la presencia de castellanismos podría aumentar considerablemente en sus textos
a partir de la estancia en la Argentina; por otro lado, cabe pensar que el recurso a
la disposición entre paréntesis del signifi cado equivalente de los términos en las dos
lenguas se produzca sólo a partir de su viaje a Suramérica.
Con relación a este último factor, la anotación de equivalencias léxicas es un
recurso que aparece ya desde los primeros cuadernos, tanto partiendo del catalán
(fi lferro (alambre) (2)19, vacaries (lecheries) (5), sanglà (jabalí) (5), portar monyo (rodete)20 (6), bessona (melliza) (6), colmado21 (almacén) (7); escombriaire (basurero) (7), carretera de Sant Jaume (Via Làctea) (9), calabruixó (granizo) (9), andiot (pavo) (11), calàpets (sapos) (11), cabrots petits (cangrejos) (13), cuixí (almoadón) (14), vio-les (alelí) (15), mimosa (aromo) (15), l’arc de Sant Martí (arco iris) (16), pegat fora-dat (parche poroso) (16)), como del castellano (azotea (terrat) (1), americana (gec)
amb verbs netament catalans el castellanisme apoyar. Però no falten maneres de traduir aqueix verb, amb diversos equivalents per a les diverses accepcions; tenim sostenir, recolzar, descansar, estalonar, estintolar, estrebar, ajudar, fer costat, etc. (V. el setmanari Catalunya Social, n.o 463, on s’exposen bé les maneres de traduir apoyar)”.
19 El número entre paréntesis indica el volumen del dietario donde se localiza.20 DRAE: Rosca que con las trenzas del pelo se hacen las mujeres para tenerlo recogido y para
adorno de la cabeza.21 Castellanismo muy enraizado.
PEREA
179
(3), golondrinos (vespés) (6), porta falsa (amagada) (9), sapos (gripaus) (11), quento (conte) (11), zizaña (devia ser cugula)) (13).
Respecto a la cuestión cronológica, hay que tener en cuenta que Irene Rocas
partió de Barcelona hacia la Argentina el 11 de noviembre de 1927; por lo tanto, la
redacción del octavo volumen del dietario se ejecuta ya desde allí. Para comprobar
la posible infl uencia temporal en el número de castellanismos de los dietarios, se han
clasifi cado esta vez los castellanismos en dos períodos (los que aparecen en los volú-
menes 1-7; es decir, entre 1910 y 1927; y los que aparecen en los volúmenes 8-17; es
decir, entre 1928 y 1947).
Se han detectado 5622 castellanismos23 en el primer período, mientras que 18924
se localizan en el segundo. A pesar del aumento considerable en esta última etapa,
cabe considerar que existen 345 castellanismos (incluyendo formas fl exionadas y
derivativas) que se documentan en ambos períodos,25 hecho que parece confi rmar
22 antorxes, atronadors, averiguacions, bandidos, barato, bisuteria, boniatos, cabessejar, candelabros, cefi ros, colapso/colapsus, colmado, corassa, cuenta, cupo (eccedent de), datos, desairessin, desauci, desprendiment, desvanescut, enqüestes, esbirro, escaparata, esdrújuls, estupidez, fastidiat, ivicencs, mamarraxos, mètodo, palosanto, panyoleta, pata (mala), patarranca, pedàneo, pencos, perro (un hivern de lo més perro), piropos, plassos, plumero, ramillete, recado, recino, refajo, responso, suero, tornillo, trancasso, trisses, tunda, visu, xistos.
23 Por cuestiones de espacio, se indican solamente las formas sin fl exión, equivalentes al lema.24 abrojos, a bordo, abultan, acaudalat, acondicionats, acorassat/acorazado, acreedor,
acrivillant-los, actrís, acuartelades, adamascades, adoquinat, adultos, agotarse, alambrat, alfalfa, almacener, alpiste, alquitrán, alquitranat, amarilla (febre), amarre, ametrallan, andurrials, aplassat, arroyo, assombrosa, aterrissar, atropell, autojiro, bautismal, botones, camorra, campanilles, catarata, cianuro, circuito (tancat), cirugia, cisnes, cofraria, colonos, còmodo, consuegro, contemporànea, contentat, cordillera, coronilla, corte, cortocircuito, cossacos, criollos, cuadrilla, cubrecáliz, desagraviant-lo, desagraviar, desarreglos, desdichada, despedir, desvaneixement, dique, emparedados, empleo, enfado, engorroses, enredaderes, enseguida, enxufat, enxufes, escarcha, felpudo, fi ambres, fogatas, frotacions, gordifl ó, intentona, jef, sauce-lloron, mantel, manteleries, martillero, mono, nulo, oido, orquídeas’, ortodoxo, panader, panaderia, panyo, pandilla, papeleres, papeleria, paperes, paro (de tramvies), peinetes, peliagut, peluqueria, permanèixer, pèsam, pesquisses, pillastre, pulveritzar, puntero, puntilla, quefe, quiste, recaudant, rompeoles, semilles, seqüestrar, sombrilla, tàbancs, tanque, testarut, tiessa, tonelades, torpedo, tortolitos, velorio, vèrtic, visillos, vizconde, xorros.
25 abarcar, abono, acera, acert, adelantat, atmòsfera, adoquins, aduana, aguinaldo, agravi, alcansar, alivi, ametralladores, amontonat, anclat, andén, apesten, aplastament, apoiat, apreta, apurat, aterroritzats, atontat, atronaven, aturullat, ausent, avestrús, bafos, bailarines, bordo, bocina, bussó, cabalgates, cadera, califi car, candau, caudillo, coronel, cuarto, cuentos, cuidado, cumpleanys, demés (per demés), desacerts, desagravi, desaire, desarrollat/desenrotllar, desatinat, despreciar, destornillat, emplear/empleiar, encarinyar, encarnissat, endemoniat, enfermer, enmaranyar, ensajar, ensangrentats, enxarcades, estuig, fallo, farola, fi xo, forrar, forro, friolera, gosar, granate, magos, manzanilla, manto, maricano, mèdula, mègic, mideix, modo/modos (mals), monada, novi/nòvio, palco, pelotón, pillo, polac, rellenos, recaders, recaudador, refl exar, remendar, remendón, repentina, retràs, retrassat, revoletejaven, ricatxos, rotulats, rumbo, segell, sèquit, serrutxo, sust/susto, tatxar, temblors (de terra), terc, tiburó, topos, travessures, tubo, xabacana.
CILPR 2013 – SECTION 11
180
que existen unos castellanismos mayoritarios y recurrentes que no fueron adopta-
dos necesariamente a partir de su traslado a la Argentina, sino que ya existían en su
vocabulario habitual. La mayoría todavía se conservan en la actualidad, entre otros:
abarcar, adelantat, atmòsfera, aduana, ametralladores, apoiat, apreta, atontat, ausent, cadera, califi car, candau, cuarto, cuidado, desarrollat/desenrotllar, despreciar, enca-rinyar, fi xo, forrar, forro, mèdula, mideix, monada, novi/nòvio, palco, polac, refl exar, retràs, retrassat, tatxar, topos (el contraste con el millar de castellanismos que recoge
Mariner (1953) permite observar las coincidencias y la supervivencia). Otros han
ido desapareciendo del lenguaje habitual, por un cierto desuso: aguinaldo, friolera, remendar, remendón. Y otros se han ido eliminando progresivamente a través de la
presión de la escuela y de los medios de comunicación: andén, bussó, cumpleanys,
sust/susto, xabacana.
6. Conclusiones
A pesar de que quedan algunos aspectos por examinar, como las formas dobles
catalán-castellano, una primera aproximación al contacto de lenguas que se aprecia
en este corpus autobiográfi co ofrece pistas sobre la presencia, el tipo de adaptación y
la vigencia de los castellanismos en catalán.
Por un lado, el estudio de los textos pone en evidencia el interés que muestra Irene
Rocas por la lengua, en especial por la catalana, pero al mismo tiempo, cuando vive
en la Argentina, por los americanismos y también por otras soluciones procedentes
de otros idiomas (cf. ganxet (croché) (12) fr. ‘crochet’; En Lluís s’ha comprat unes sabates mol chics (14) fr. ‘chic’; la gran cortina que separa el livin del menjador (15)
ingl. ‘living’), y que quedan refl ejadas en sus escritos. Se observa a veces una elección
por la forma léxica más correcta (perquè me toques el turn (o la tanda[,] que és més català (5)) o las difi cultades que tiene en plasmar la grafía correcta de una determi-
nada palabra (S’han posat a jugar als scacs (no sé pas si ho poso bé. Més valdria que’n digués agedrez[,] com és el seu nom castellà), aunque más adelante utilice la forma
adaptada (I colles de persones que més simpatizaven com eran joves que jugaven als escacs (ajedrez) (14)).
Este uso del léxico sugiere, pues, un cierto control de la escritura, que se pone de
relieve cuando escribe las equivalencias en otro idioma. Aunque los textos de Rocas
son muy espontáneos, existe al mismo tiempo, en su objetivo de llevar un dietario, una
cuestión pragmática. Sus diarios no son un instrumento de plasmación vital intros-
pectivo e intimista, de carácter personal y privado, sino una herramienta de registro
de recuerdos y de vivencias, que la autora relee y resume al fi nal de cada año, pero que
también lee a sus hijos y nietos. La posibilidad de una hipotética lectura en el futuro
puede justifi car el uso de los paréntesis con equivalencias léxicas o con explicaciones
o descripciones de algunos términos.
Este artículo ha enumerado y analizado los castellanismos léxicos del corpus y su
posible adaptación o no al catalán. La cifra relativa de 1,89 % de castellanismos dis-
PEREA
181
tintos (sin incluir los que forman dobletes con las correspondientes formas catalanas,
que añadidos, llegarían al 2,2 %) sobre las 37.467 palabras diferentes del corpus es
superior en un punto al número de dialectalismos distintos que se contabilizan: 310,
que equivalen al 0,82 % (cf. Perea 2012). Por otro lado, desde el punto de vista de su
vigencia, es interesante comprobar cuáles son, en el corpus estudiado, los castella-
nismos más numerosos y recurrentes. Como recogen los anexos, se trata de abarcar, acert, adelantar, alcansar, amontonar, apretar, califi car, cuento, cumpleanys, desarro-llar, despedir, despreciar, emplear, enmaranyar, forrar, gosar, nòvio, la mayoría de los
cuales, excepto alcansar o gosar (este último substituido por el también castellanismo
disfrutar) es todavía de uso general en un buen número de hablantes. Estos datos
muestran que los procesos de depuración y erradicación todavía están en marcha
y que posiblemente actuarán más activamente entre los hablantes más jóvenes, que
reciben las formas genuinas catalanas a través del ámbito educativo.
Otra cuestión que queda por examinar con más profundidad son los calcos sin-
tácticos, que tienen un carácter numéricamente menor, como la estructura aún viva
donar-se compte en lugar del catalán adonar-se (Llavors mateix m’he donat comte de la gran badada meua (9)), y que se documenta 10 veces en el corpus. Cabe destacar,
por otro lado, la cifra muy reducida de castellanismos que afectan a formas gramati-
cales, como conjunciones y adverbios (en el corpus, sólo enseguida, repentina/repen-tinament y demés, incluyendo la construcción per demés).
La presencia de castellanismos, en especial los de carácter histórico, motiva, en
último lugar, una cierta refl exión en cuanto a su admisión en la lengua catalana y el
papel que juegan los préstamos lingüísticos. En general, la adopción de una palabra
de una lengua distinta se justifi ca porque ese nuevo término llena un espacio inexis-
tente en el vocabulario de esa lengua. Esta afi rmación sería válida para los neolo-
gismos, pero, ¿qué se debe hacer, en el caso del catalán, con los castellanismos muy
arraigados? La experiencia muestra que algunos van progresivamente aceptándose
desde el punto de vista de la normativa, aunque existen otros que, pese a su antigüe-
dad y su uso general, no terminan de incorporar-se (barco y hasta hace poco caldo,
que ha sido recientemente admitido, son buenos ejemplos). Por otro lado, existen
formas del castellano que no tienen un equivalente claro en catalán (así el castella-
nismo terc, poco usado, no es equivalente de otras formas que presentan alternativas
catalán-castellano: tossut ‘tozudo’ u obstinat ‘obstinado’). Quizá sería útil establecer
unos mecanismos de admisión de formas prestadas de otras lenguas a partir de unos
criterios objetivos claros y precisos, que tuvieran en cuenta, hasta cierto punto, la
antigüedad del préstamo. Pero se trata de una cuestión lingüística que tiene connota-
ciones sociolingüísticas y constituye un tema de otro trabajo.
Universitat de Barcelona Maria-Pilar PEREA
CILPR 2013 – SECTION 11
182
Referencias
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Enciclopèdia Catalana, 1992. Diccionari Castellano-Catalán, Barcelona, Enciclopèdia Catalana.
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Confl itti di lingue e di culture fra Gallo-Romània e
Gallo-Italia. Una rilettura a partire dai dati lessicali
dell’Atlas des Patois Valdôtains
« Viaggiare non vuol dire soltanto andare dall’altra parte della frontiera,
ma anche scoprire di essere sempre pure dall’altra parte »
(Claudio Magris, Prefazione a L’infi nito viaggiare, Milano, Mondadori, 2008)
1. L’anfi zona alpina, fra ‘confi ne’ e ‘contatto’ linguistico
Da un punto di vista teorico, fra geolinguistica (G) e linguistica di contatto (LC)
esiste ab origine un rapporto di affi nità e di complementarietà metodologica. La feno-
menologia della penetrazione della forma settentrionale abeille < apicula nelle par-
late periferiche galloromanze, descritta da Gilliéron (1918) con acribia sociolingui-
stica in uno dei saggi fondanti della dialettologia, appare infatti oggi a tutti gli effetti
come uno degli esempi migliori di quella ‘contrattazione linguistica’ (nell’individuo e
nella comunità) che si presenterà 35 anni dopo (Weinreich 1974 [1953]) come uno dei
concetti fondanti della LC.
Più precisamente, all’interno della polarità concettuale fra ‘risultato’ e ‘processo’
del cambio linguistico (per cui cf. Gusmani 1993, 137-138), il metodo della G tende in
sostanza a gravitare sul primo polo, quello della LC sul secondo. E in questo senso,
i confi ni che la prassi geolinguistica si occupa di tracciare all’interno dei continua
dialettali possono essere a ragione intesi come ‘stati sincronici’ del processo di cam-
bio linguistico osservati nella loro distribuzione diatopica e, quindi, utilizzati come
strumenti complementari all’osservazione anche diacronica dei fenomeni di contatto.
Come tutte le aree di confi ne, l’area alpina occidentale offre evidenti motivi di
interesse sia per la G che per la LC. Se in prospettiva G sarà appena il caso di ricor-
dare, ad esempio, come frequentemente punti di inchiesta degli atlanti nazionali e
regionali francesi o svizzeri si collochino nel territorio alpino italiano (a suggello del
tracciamento di un confi ne linguistico che travalica quello politico), sul versante della
LC il discorso è più complesso e interessante.
A partire infatti all’impostazione terraciniana, gli studi dialettologici devono fare
i conti con un concetto di ‘agonismo linguistico’ (Confl itti fra lingue e culture nel titolo
di Terracini 1957) assai vicino all’idea weinreichiana di ‘contatto’, capace (seppure
in assenza dell’adozione di una terminologia specifi ca LC, come ‘varietà modello’ e
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‘varietà replica’ rispettivamente per ‘lingua dominante’ e ‘dominata’) di calare anche
nelle situazioni di «bilinguismo a bassissima distanza strutturale» (parafrasando la
celebre defi nizione della diglossia italiana di Berruto 1993, 5), che caratterizza i rap-
porti fra varietà dialettali confi nanti (in Terracini 1981 [1937] il piemontese, il pro-
venzale e il francoprovenzale della Valle di Susa), le dinamiche di adesione / reazione
a modelli linguistici ‘altri’ più chiaramente percepibili nelle situazioni tipicamente
diglottiche di lingua cum dialectis; un’estensione peraltro già ammessa da Weinreich
(1974 [1953], 4-5).
L’assunzione di un prestito da una varietà dialettale confi nante, come singolo
istante ‘processuale’ del fenomeno della diffusione di un determinato tipo lessicale,
presuppone infatti il riconoscimento da parte dei parlanti della ‘alterità’ della varietà
assunta come ‘modello’. E questo riconoscimento ci riporta all’idea di ‘confi ne lingui-
stico’ e allo scopo che si prefi gge questo studio.
2. La Valle d’Aosta: confi ni geopolitici e geolinguistici
Nel corso dei secoli, la Valle d’Aosta si è trovata geopoliticamente a gravitare
alternativamente verso la Penisola e verso le Gallie1. A questa confi gurazione di
“periferia occidentale” o di “periferia orientale” delle due aree nazionali, la Valle
d’Aosta oppone tuttavia anche una sua propria ‘centralità’, derivante: (1) dalla perma-
nenza della sua funzione di snodo viario; (2) dalla sua costituzione in sede vescovile,
seppur dipendente da sedi metropolitane collocate in territorio italiano (Milano, fi no
al 580 circa) o gallico (Vienne e poi Moutiers-Tarentaise); (3) dalla sua appartenenza
(dal 1033 in avanti) al dominio ‘intramontano’ della casa di Savoia, un contesto già
originariamente plurilingue che alla fi ne del XV secolo era composto per più della
metà da territori italoromanzi (piemontesi e liguri) o occitani. Senza sottovalutare
quindi la collocazione galloromanza dell’area nel periodo determinante per l’evo-
luzione linguistica neolatina (V-IX secolo), l’istogramma in Fig. 1 (che sintetizza le
diverse fasi per il periodo 0/1500) evidenzia comunque per la Valle d’Aosta una diffe-
renza non macroscopica fra le tre confi gurazioni geopolitiche: 1. gravitazione galloro-
manza (GR); 2. gravitazione italoromanza (IR); 3. equidistanza, all’interno di domini
linguistici ‘compositi’ (GR/IR).
Dal punto di vista geolinguistico, per illustrare la posizione della regione scegliamo
(Figura 2) la sintesi dialettometrica proposta da Goebl (2003, 639) su dati AIS, nella
quale la distanza linguistica dei tre poligoni valdostani dall’area IR è mostrata con
tutta evidenza dallo spessore della linea che li delimita verso sud. Nel diagramma si
evidenzia anche un confi ne secondario sub-areale, che divide il territorio valdostano
1 Il coronimo latino ad alpem Poeninam et Graiam stigmatizza la natura intrinseca dell’alta Valle della Dora Baltea come ‘porta alpina’ privilegiata per l’accesso ai territori della Gallia. Ricordiamo con Rivolin / Costa (2007, 4-5) che la colonia di Augusta Praetoria Salassorum (l’odierna Aosta) fu fondata nel 15 a.C. proprio all’incrocio della diramazione verso i passi del Grande e del Piccolo San Bernardo dell’asse viario che da Ivrea (la celtica Eporedia) immetteva verso i centri della Pianura Padana.
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in due parti, dette Alta Valle (a ovest della conca di Châtillon; punti 121 Rhêmes-
Saint-Georges e 122 Saint-Marcel) e Bassa Valle (a sud verso il Piemonte; punto 123
Brusson), rispettivamente di orientamento più marcatamente galloromanzo la prima,
più galloitalico ma al contempo ‘arcaicizzante’ la seconda (Fig. 3).2
Alla luce del lavoro preparatorio che la redazione dell’APV-Atlas des Patois Val-dôtains sta conducendo in vista della pubblicazione del suo primo volume, questi due
confi ni (quello generale GR/IR, quello interno all’area francoprovenzale valdostana)
meritano entrambi di essere sottoposti ad indagine, dato che la distribuzione territo-
riale dei tipi lessicali ha mostrato fi n da subito una situazione più sfumata e complessa
di quella attesa3, soprattutto in relazione al rapporto dei lessemi coinvolti sia con le
aree di contorno generali GR/IR, sia con le aree dialettali immediatamente retro-
stanti.
In questo lavoro, attraverso l’osservazione di un campione di lessico francoproven-
zale valdostano, ci proponiamo quindi di delineare un possibile e particolare ‘stato’
del contatto linguistico che metta in discussione non solo e ovviamente i confi ni poli-
tici, ma piuttosto i confi ni linguistici così come essi sono stati consolidati dagli studi
romanzi. Uno stato che si riferisce al livello più ‘superfi ciale’ (il primo livello della
borrowing scale proposta da Thomason / Kaufman 1988, 74-76) e permeabile della
lingua, il lessico, e che si cercherà di descrivere su scala sovraregionale e romanza.
Naturalmente, data la natura per ora circoscritta dell’indagine e l’indispensabile con-
cisione richiesta da questa sede editoriale, l’accento verrà qui posto sulle questioni
metodologiche, sulle notazioni quantitative e sui risultati d’insieme, riservando molto
della materia emersa a una più diffusa e ulteriore disamina.
3. Il lessico del francoprovenzale valdostano
Il campione di basi lessicali che costituisce l’oggetto della nostra analisi distri-
butiva geolinguistica proviene dai dati dell’archivio informatizzato APV, confrontati
con la distribuzione areale più ampia ricostruibile a partire da altri dati atlantistici
nazionali4.
2 Cf. Perron (1995, 212) e Favre (2002, 141-142). Nello specifi co campo del lessico, l’individua-zione di questo confi ne interno risale a Grassi (1955-1957).
3 L’APV è defi nibile come «un atlante [regionale] di tradizione francese in territorio italiano». Cf. Favre / Raimondi (2012, 104), per la storia dell’atlante e per le informazioni sulla immi-nente pubblicazione del primo volume, Le lait et les activités laitières; la Figura 3, per la rete d’inchiesta.
4 Per l’area valdostana, in assenza di entrate pertinenti in APV (ma anche a completamento dei dati dell’archivio), è stato utilizzato il NDPV, che registra sostanzialmente il patois ‘medio’ della conca di Aosta, ascrivibile alla sub-area dell’Alta Valle. Per l’ampliamento geolingui-stico sono stati utilizzati ALF (a volte attraverso le sintesi contenute in Brun-Trigaud / Le Berre / Le Dû 2005) per la parte francese, AIS per la parte italiana. Gli approfondimenti les-sicografi ci sono stati compiuti sulla base di FEW, TLF e DMF (online) per la parte francese, DELI, DEI e LEI per la parte italiana.
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A fi ni di sistematicità, il corpus utilizzato è basato sul quadro d’insieme proposto
da Stefenelli (1996), che raccoglie una serie di basi etimologiche latine (142) defi nibili
in termini di ‘nucleo fondamentale’ del lessico romanzo (basate sul Lexique fonda-mental della lingua francese) già analizzate a livello di continuatori nelle principali
lingue neolatine5.
Una serie di basi etimologiche latine (121) ha costituito quindi l’oggetto di una
prima indagine (esposta sotto in 3.1.) volta a defi nire il comportamento generale
dell’area francoprovenzale valdostana relativamente alle dinamiche di continuazione
del lessico latino fondamentale. In questa parte l’analisi ‘per signifi cante’ si è svilup-
pata focalizzando l’attenzione sui casi per i quali il quadro di Stefenelli proponeva
una qualche divergenza di comportamento fra l’area galloromanza e quella italoro-
manza o quelli (per noi importanti) per cui è emersa una differenza fra il comporta-
mento congiunto delle due aree e la Valle d’Aosta.
A questa indagine ne è stata fatta seguire una seconda (3.2.) che, prendendo lo
spunto dalle basi latine contenute nella categoria 7 di Stefenelli (cf. n. 5), ha previsto
la costruzione di un lemmario di 63 entrate onomasiologiche di carattere ‘fondamen-
tale’, 21 tratte da Stefenelli, 42 aggiunte autonomamente sulla base del rilevamento di
una generale opposizione lessicale fra GR e IR.
3.1. Continuazione di basi latine
Nei 20 casi (su 121) in cui le aree GR e IR hanno evidenziato un comportamento
differente, le parlate valdostane mostrano in prevalenza un orientamento GR ‘cen-
trale’. In 3 casi, i patois locali continuano etimi presenti in fr., anche in posizione
marginale nel lessico, e assenti nell’area IR (r m > /rɛŋ/ ‘niente’; *sequ re > / ʃ̍wivrə/
‘seguire’ e *quer re > /kə̍ ri/ ‘ricercare’); in 7 abbandonano, analogamente al fr., etimi
propri dell’IR (d re, m ltus, aud re, d es, tim re, pon re ‘mettere’, lic re), alline-
andosi in particolare allo stadio più moderno del fr. nei casi (gli ultimi 6) in cui essi
risultino invece documentati nei suoi stadi anteriori6.
L’orientamento GR non è però assoluto. I patois valdostani non proseguono infatti
(4 casi) basi lessicali esclusivamente GR come m res > fr. moeurs ‘costumi’, duc re >
fr. duire ‘condurre (un animale)’, *g n rem > afr. genre, gerre ‘origine, nascita’ voc re
> afr. voer ‘chiamare in giudizio’; possono presentare isolatamente (2 casi) continua-
tori di lessemi esclusivamente IR (Gaby /kaˈpi/ < *cap re ‘capire, comprendere’ e /ir/
< re ‘andare’); infi ne, come nei 3 casi di /posˈsɛi/ ‘potere’ < *poss re (forma tipica
5 Stefenelli presenta i lemmi sulla base di principi preordinati relativi alla loro diffusione are-ale romanza (categorie da 1 a 6) o alla rilevanza dei fenomeni di trasformazione semantica subiti (7), spesso anch’essa correlata a una differenziazione di carattere areale. Per le corre-lazioni interne al lessico galloromanzo, e in particolare sulla posizione del francoprovenzale, si tenga presente anche Schmitt (1974, 251-306).
6 Si dovrà tuttavia notare che nell’abbandono delle basi elencate il frpr. valdostano si trova spesso in compagnia dei dialetti it. sett., che hanno di fatto abbandonato basi come m ltus (sostituito dall’agg. tantus), aud re, pon re ‘mettere’, lic re.
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dell’Alta Valle), /ˈdɛivrə/ ‘dovere’ < *deb re, o nell’abbandono di mitt re, sostituito
dal germanismo /bə̍ te/ ‘mettere’ (franc. *b tan ‘spingere; colpire’; anche in piem. /
byˈte/), possono manifestare tendenze autonome in relativa diffrazione sia rispetto
alla centralità sia GR che IR7.
3.2. Distribuzione geolinguistica dei lessemi del francoprovenzale valdostano
Le 63 nozioni onomasiologiche sondate hanno determinato il rilevamento di 105
lessemi dialettali, dati dalla somma di: (1) 32 casi di lessema unico per tutta l’area
regionale indagata (tot. 32 lessemi); (2) 16 casi di opposizione fra due lessemi (tot. 32
lessemi); (3) 13 casi di registrazione di più di due lessemi (tot. 41 lessemi)8.
A seguito dell’indagine atlantistica e lessicografi ca, i 105 lessemi sono stati con-
trassegnati da marche relative alla loro distribuzione territoriale, sulla base di tre
parametri principali: (α) localizzazione in area GR; (β) localizzazione in area IR; (γ)
localizzazione nella sola area valdostana o nei punti frpr. immediatamente ad essa
confi nanti. Ciascuna delle due prime categorie ottenute è stata poi nuovamente tipiz-
zata al suo interno sulla base di una caratterizzazione più ‘fi ne’, mutualmente esclu-
siva, del tipo di distribuzione, in particolare:
α-lessemi GR: α-Oil (localizzati diffusamente nell’area GR e presenti anche in francese); α-GR
(localizzati diffusamente nei dialetti GR ma non in francese); α-NE (localizzati nei soli
dialetti GR dell’Est e del Nord-Est, incluso il francoprovenzale); α-S (localizzati nei soli
dialetti GR del Sud); α-Frpr (localizzati nei soli dialetti francoprovenzali).
β-lessemi IR: β-Sì (localizzati diffusamente nell’area IR e presenti anche in italiano); β-IR (localizzati diffusamente nei dialetti IR ma non in italiano); β-N (localizzati diffusamente
nei dialetti IR settentrionali); β-NW (localizzati solo nei dialetti IR del Nord-Ovest); β-Piem
(localizzati solo nei dialetti piemontesi); β-C/S (localizzati solo in dialetti centromeridionali).
Il risultato di questa tipizzazione può essere riassunto nella seguente tabella, il cui
numero totale (68+63+14= 145, derivante da una possibile doppia valorizzazione GR/
IR per alcuni lessemi) raccoglie le attribuzioni di localizzazione effettuate sui 105
lessemi, che riporta anche nella colonna più a dx. dei primi due riquadri i valori rela-
tivi ai lessemi ‘esclusivi’ (cioè mai co-attestati nel dominio romanzo complementare).
7 Isolato, infi ne, il caso dei continuatori di caput ‘testa’, assenti nella trafi la locale e testimo-niati invece come prestiti recenti dal fr. moderno (/ʃɛf/ ‘cuoco’, in analogia peraltro anche con l’it. standard moderno) e dal piemontese (/kap/ ‘caposquadra, capo, principale’).
8 Si sottolinea che il termine ‘lessema’ viene qui assunto nel suo signifi cato ristretto di “segno linguistico completo” (“signifi cante” e “signifi cato”) e che quindi voci come ad esempio/eproˈve/ “provare (un vestito)” e /eproˈve/ “provare, tentare” sono state considerate e con-teggiate indipendentemente l’una dall’altra. Queste le nozioni sondate: abbaiare; accorgersi; assaggiare; avena; bambino; bello; brutto; cadere; calderaio; camminare; capire; capitare; (un cavallo) cattivo; (un erba) cattiva; (un uomo) cattivo; chinarsi; chiudere (un lucchetto); com-prare; crescere (del bambino); cullare; dare; dimenticare; fango; formaggio; fragola; genero; gettare; grembiule; guardare; ladro; letame; manza; mungere; muovere; nodo; ora; orecchia; pantaloni; parlare; pecora; pentirsi; piangere; porta; prendere/catturare; prima; provare (un vestito); provare/tentare ; pus; puzzare; raccontare; rancido; ricordare; scarpe; scegliere; schiena; seminare; sentire/udire; sgabello; stanco; tornare; volpe; zia; zio.
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α-GR
Oil 39 di cui non IR 18
β-IR
Sì 38 di cui non GR 10
γ-VdA
VdA 14
GR 17 “ “ 6 IR 4 “ “ 1
NE 4 “ “ - N 7 “ “ 3
S 3 “ “ - NW 6 “ “ 3
Frpr 5 “ “ 4 Piem 6 “ “ 2
C/S 2 “ “ 2
Tot. 68 “ “ 28 Tot. 63 “ “ 21 Tot. 14
Accanto alla notevole specifi cità dell’area (14 lessemi estranei sia al dominio GR
che a quello IR)9, stupisce forse di primo acchito la sostanziale equivalenza fra les-
semi di diffusione GR e IR (68 contro 63; escludendo i lessemi di sola diffusione
dialettale, 39 lessemi francesi contro 38 italiani). A ribilanciare il conteggio a favore
dell’attesa caratterizzazione ‘transalpina’ vale però senz’altro la più marcata preva-
lenza dell’area GR su quella IR nel sottoinsieme dei lessemi ‘esclusivi’ (28 contro
21) e, in particolare, il numero quasi doppio (18 contro 10) registrato dal francese in
rapporto all’italiano10.
Fra gli aspetti di dettaglio più interessanti del campione di lessico esaminato,
segnaliamo i seguenti:
(a) Esso appare caratterizzato da un buon numero (6) di lessemi dialettali esclusivamente GR
di ampia diffusione (α-GR: /ba ʎ̍e/ “dare”, /(se) kurˈbe/ “chinarsi”, /ʤapˈpe/ “abbaiare”, /ʣɛŋ/
“bello”, /taˈpe/ e /trar/ “gettare”); essi tuttavia non compaiono mai come forme uniche sul ter-
ritorio, così come i lessemi tipicamente francoprovenzali (α-Frpr: /aˈrje/ “mungere”, /ˈfanʣə/
“pus”, /krwɛ/ “(un’erba) cattiva”, / ʃ̍ɛdrə/ “scegliere”, /vaˈɲe/ “seminare”).
(b) I lessemi propri delle due aree dialettali GR più vicine al dominio IR (i dialetti della fascia
orientale dell’Exagone corrispondente all’incirca all’antica Borgogna; le parlate occitane
della parte meridionale) sono quasi tutti (6 su 7) caratterizzati da una continuità geolingui-
stica che, attraverso il territorio valdostano, di cui costituiscono forme panregionali, arriva
ad interessare in progressione il Piemonte (/fl eˈrje/ “puzzare”, cf. piem. sett. fi airà; cf. Fig.
4), il Nord Ovest (/fawˈde/ “grembiule”; cf. piem. e lig. occidentali faudà, fudà e simili; cf.
Fig. 5), il Settentrione (/ˈmõʣə/ “manza” e /ˈfea/ “pecora”, tipi lessicali che si trovano fi no
alle Venezie e alla fascia appenninica), infi ne tutta la Penisola e l’italiano a base toscana
(/eˈʦenna/ “schiena”, /epruˈva/ “provare (un vestito)”). L’area costituisce legame di continuità
9 Due di essi (/laˈɲa/ “stanco”, /preˈʣe/ “parlare”) compaiono come unici lessotipi per tutta l’area. Gli altri (/akaˈpe/ “prendere”, /assuˈwe/ “ricordare”, /barˈsa/ “abbaiare”, /bleˈʦe/ “mun-gere”, /ˈbweɲo/ “orecchia”, /ˈkure/ “camminare”, /ˈempjo/ e /ˈe(r)o/ “rancido”, /gjepˈpe/ “mun-gere”, /moˈde/ “muovere”, /roˈle/ “camminare”, /toˈʦe/ “assaggiare”) sono invece sempre in concorrenza con lessemi di più ampia diffusione.
10 Fra i 18 lessemi francesi se ne contano 6 (/berˈse/ “cullare”, /dəˈvaŋ/ “prima”, /maˈløŋ/ “(un uomo) cattivo”, /(se) repenˈti/ “pentirsi”, /ˈtanta/ “zia”, /ubliˈje/ “dimenticare”) che valgono per tutto il territorio valdostano, contro ai 3 (/børt/ “brutto”, /senˈti/ “sentire, udire”, /turˈne/ “tornare”) dell’italiano.
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anche per le 2 forme oiliche (/plawˈre/ “piangere”, cf. Fig. 6; /aʦeˈta/ “comperare”) diffuse
anche nell’area piem. (/pjuˈre/) o nord-occidentale (piem. /kaˈte/e lig. /kaˈta/) del dominio IR.
(c) L’aspetto IR del lessico valdostano appare rafforzato dalla presenza di alcuni lessemi (/ˈara/
“ora”, /ˈʦeːre/ “cadere”, /ˈkrɛitrə/ “crescere (del bambino)”, /ˈkʎorə/ “chiudere (un lucchetto)”,
/ˈʣɛndre/ “genero”, /ˈmuʣe/ “mungere”, /ʦeməˈne/ “camminare”) di grande diffusione (i
primi 4 sono panregionali), che sono al contempo IR, GR dialettali e in diversi casi lessemi
arcaici o marginali del francese11.
(d) Rispetto alla ripartizione geolinguistica interna, e conteggiando solo le forme ‘esclusive’
delle rispettive categorie areali di appartenenza, nell’analisi dei lessemi concorrenziali sul
territorio emerge come l’Alta Valle ospiti prevalentemente lessemi esclusivi dell’area GR, in
particolare α-Oil (8), α-GR (4) e α-Frpr (2), contro soli 2 lessemi di area IR ma limitata (il
tipo β-Piem /ˈdruʣə/ “letame” e il già citato /ˈbrela/ “sgabello”); fra i lessemi solo valdostani,
si registra la presenza di /ˈbweɲo/ “orecchia”. La Bassa Valle mostra un orientamento IR
(β-Sì, 6; β-IR, 1), connotato fortemente dalla presenza di lessemi esclusivi β-N (3, cioè tutti
quelli di questo gruppo) e β-NW (3 su 4) e anche dall’aumento di forme locali valdostane (3);
nel panorama GR, mentre risultano assenti i tipi di tutti e tre i gruppi dialettali GR, si regi-
strano invece forme α-Oil come /føˈme/ “letame” (opposto al piem. /ˈdruʣə/ nell’Alta Valle)
e /doˈna/ “dare” (opposto invece al GR /ba ʎ̍e/). Diversi fra i lessemi di diffusione più limitata
(tipicamente frpr. ‒ /vaˈɲe/ “seminare”, /ˈfanʣə/ “pus” - o apparentemente solo valdostani
‒ /ˈempjo/ e /ˈe(r)o/ “rancido”) possono poi evidenziare una distribuzione diversa da quella
ovest-est: essi occupano in genere l’area maggioritaria e centrale della regione, lasciando ai
margini i tipi lessicali concorrenti.
4. Alcune conclusioni
Anche se un’indagine svolta su un campione così limitato di lessico impone con-
clusioni prudenti, ci sentiamo in questa parte fi nale di proporre alcune chiavi di let-
tura dei dati quantitativi che abbiamo appena terminato di illustrare.
Se da un lato diamo qui per scontata la ‘galloromanità’ dell’area francoprovenzale
valdostana rispetto alle sue strutture linguistiche ‘profonde’ (fonologia e morfosin-
tassi), per quanto riguarda il lessico (settore che per sua natura è più facilmente sot-
toposto a dinamiche determinate da fattori di contrattazione di carattere culturale) la
situazione offre a nostro avviso almeno due risvolti interessanti relativi alla dialettica
GR / IR dell’area e ai fattori di contatto linguistico che essa delinea.
In primo luogo, pur nel quadro di una innegabile prevalenza GR (e soprattutto
‘oilica’) del lessico dell’area, si dovrà da un lato mettere in rilievo la funzione di ‘ponte
geolinguistico’ che la VdA esercita rispetto alle forme dialettali GR orientali (α-NE)
11 Fra i lessemi di diffusione esclusiva IR, nel lessico valdostano esaminato emergono anche lessemi geolinguisticamente ‘discontinui’. È il caso del tipo /ˈbrela/ “sgabello (per mungere)”, continuatore del got. br dila “assicella” (apparentato con l’it. predella “gradino, sgabello” dall’omologo longobardo; cf. DEI, DELI e Morlicchio 2011: 226), che si ritrova nel medesimo senso specifi co (AIS 1196 Lo ‘scanno’ da mungere) solo in aree come la Toscana (predello), l’Abruzzo (prédula / brédula) fi no all’Appennino campano (préula); o ancora per /(s) aduˈne/ “accorgersi” (nella Bassa Valle, ad Ayas e Champorcher), in sola corrispondenza parziale con tipi centrali (tosc. addarsi, anche in Dante, fi no al limite settentrionale del lig. dàsela) e piena in voci meridionali come sic. e cal. addunarisi (cf. DEI, addare e addonare).
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e meridionali (α-S) assenti nel francese e diffuse invece in territorio IR: un insieme
che disegna indubbiamente un’area di continuità (cf. sopra, punti (b) e (c)) fra dia-
lettalità galloromanza viciniore da un lato e Italoromània in senso ampio (ma con
particolare riguardo all’area galloitalica e settentrionale) dall’altro. Dei 23 lessemi
valdostani presenti anche nelle aree dialettali IR del Nord, infatti, più della metà (13)
rappresentano lemmi panregionali valdostani.
Questa confi gurazione geolinguistica induce a ridefi nire in parte la posizione
dell’area alpina occidentale e di quella valdostana in particolare: da ‘periferia’ (area
laterale) dei due sistemi linguistici (GR, rispetto al quale essa vale tradizionalmente
come elemento ‘contrastivo’ alla centralità oilica; IR, che la contempla primariamente
nei suoi caratteri alloglottici), essa si trasforma in ‘centro’ geografi co di un differente
sistema, non certo defi nibile in termini di ‘gruppo linguistico’ (Sprachraum, carattere
attribuibile a etichette linguistiche come ‘occitano’, ‘francoprovenzale’, ‘piemontese’),
ma piuttosto come una ‘lega linguistica’ (Sprachbund) di linguemi ‘coetimologici’ e a
bassa o bassissima distanza strutturale, delineata dalle secolari e costanti ragioni di
contatto culturale (sull’importanza dei quali nella storia linguistica romanza cf. Sor-
nicola 1989, 454-455) e di commercio linguistico che hanno legato il sud e l’est della
Francia gravitante intorno alla Borgogna con il Nord Italia.
In secondo luogo, la particolare posizione occupata dall’Alta Valle rispetto alla
distribuzione delle forme concorrenti sul territorio valdostano (cf. sopra, punti (a)
e (d)) suggerisce per questa sub-area (disegnata storicamente dal fl usso di contatti
in transito attraverso i passi alpini) un ruolo particolare all’interno di una contrat-
tazione linguistica (probabilmente seriore, come la persistenza dei continuatori
genuinamente oilici di donare e fimarium nella Bassa Valle suggeriscono) di avvici-
namento al retroterra francoprovenzale e dialettale galloromanzo, e mette probabil-
mente in rilievo il ruolo specifi co del centro urbano di Aosta: un ‘focolare linguistico’
dove anche le soluzioni che provengono dal Piemonte (come il tipo /ˈdroʣə/) possono
essere adottate e diffuse, in controtendenza rispetto alle normali dinamiche della
Wellentheorie a largo raggio su cui si basa la tradizionale costruzione teorica del con-tinuum romanzo e in accordo, invece, con quelle del contatto linguistico.
Università della Valle d’Aosta Gianmario RAIMONDI
RAIMONDI
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CILPR 2013 – SECTION 11
192
Figura 1: Gravitazione geopolitica VdA, da sx. a dx. verso l’area galloromanza (GR: B = Province
dioclezianee [293-476], D = Egemonia franco-burgunda [575-843], F = Regno di Borgogna [888-
1032]; tot. 595 anni), italoromanza (IR: A = Province augustee [0-293], C = Regno ostrogoto [493-
553], E = Impero di Lotario [843-888]; tot. 398 anni), ‘equidistante’ e composita galloromanza/
galloitalica (GR/IR: G = Contea e Ducato di Savoia [1033-1500]; tot 468 anni). Le parentesi a
lato degli istogrammi indicano il periodo di formazione delle lingue romanze (fi ne V-IX secolo).
Figura 2: Posizione geolinguistica generale VdA rispetto all’area italoromanza e presenza del
confi ne sub-areale Alta Valle/Bassa Valle (da Goebl 2003, 639).
RAIMONDI
193
Figura 3: La rete dei 16 punti d’inchiesta APV (in tratteggio orizzontale, le aree di parlata wal-
ser). Le linee tratteggiate delimitano l’area di transito delle isoglosse Alta Valle/Bassa Valle.
Figura 4: Tipi lessicali GR e IR per ‘puzzare’ (dati APV, AIS, ALF).
CILPR 2013 – SECTION 11
194
Figura 5: Tipi lessicali GR e IR per ‘grembiule’ (dati APV, AIS, ALF).
Figura 6: Tipi lessicali GR e IR per ‘piangere’ (dati APV, AIS, ALF).
195
Polimorfi a e (ri-)standardizzazione della toponomastica
in contesto alloglotto: Il caso della Valle d’Aosta
Scriveva Giovan Battista Pellegrini (1990, 4-5): «il patrimonio toponimico
italiano dovrebbe essere preservato da frequenti storpiamenti, dato che si tratta
di una eredità avita, da difendere e valorizzare anche con varie fi nalità pratiche
e scientifi che». Gli ‘storpiamenti’ cui i toponimi sono soggetti, tuttavia, sono in
genere fenomeni che – rientrando nelle naturali dinamiche storico-evolutive – non
soltanto rappresentano usuali manifestazioni dei cambiamenti cui tutte le lingue
vive sono soggette, ma risultano anche molto diffi cilmente arginabili. Mettere un
toponimo sotto tutela corrisponde, in effetti, a sottrarlo ai processi di cambiamento
o anche di usura cui naturalmente è esposto, e restituirgli artifi cialmente una
ricollocazione in momento per così dire ‘aureo’ e in una fase storica arbitrariamente
data. Nelle aree plurilingui in cui più signifi cativamente hanno agito processi di
avvicendamento e stratifi cazione di codici differenti decidere quale sia questa fase
storica da privilegiare corrisponde a una precisa decisione culturale, che può quindi
implicare anche scelte identitarie e politiche. Di per sé l’operazione può comunque
essere facilmente condotta relativamente alla forma scritta: cambiare le grafi e
dei toponimi nella cartografi a e nella segnaletica stradale per ripristinare forme
etimologiche o ritenute storicamente più fedeli alla tradizione può avere un costo
in termini economici, ma risulta tutto sommato realizzabile. Molto più faticoso è
intervenire sui comportamenti dei parlanti: la scuola può agire sulle generazioni
più giovani nel veicolare soluzioni ortografi che e modelli relativi a norma e errore,
ma i comportamenti concreti, e soprattutto quelli orali, sono soggetti ad abitudini
consolidate dalle tradizioni del parlato e al contempo mossi dall’identità multiforme
delle comunità, fattori dotati di una forza più intensa di quella di cui può essere
portatrice una norma astrattamente determinata.
Sulla scorta di queste premesse, il presente lavoro si propone di presentare una
sintesi dei risultati di una ricerca condotta in Valle d’Aosta con lo scopo di registrare
i fenomeni di variazione riscontrabili nella pronuncia di alcuni toponimi comunali
regionali, uffi cialmente accolti nella sola versione francesizzante e di conseguenza
CILPR 2013 – SECTION 11
196
particolarmente esposti nell’area a fenomeni di polimorfi a e sovrabbondanza1, e di
correlare le diverse forme compresenti e concorrenti a variabili legate alle caratteri-
stiche anagrafi che e sociolinguistiche dei parlanti2.
1. Tradizione scritta e restituzione delle grafi e
Per la sua collocazione geolinguistica, imperniata sulla componente francopro-
venzale e incuneata tra l’area francese e quella italiana, la Valle d’Aosta è stata espo-
sta nel corso dei secoli a pressioni diverse, che hanno condotto a una moltiplicazione
dei fenomeni di contatto (Raimondi 2006). Nella trasposizione dalle varietà parlate
a quelle scritte i toponimi, così come gli antroponimi e altre categorie onomastiche,
sono stati costantemente soggetti ad adattamenti di volta in volta modellati sulle
varietà diglotticamente alte: il latino cancelleresco e notarile prima, il francese e l’i-
taliano successivamente. Le diffi coltà di resa di suoni privi di soluzioni grafi che corri-
spettive hanno condotto a una compresenza di varianti che da un lato non si è limitata
a riguardare, come nelle altre aree italiane, i soli microtoponimi, ma ha coinvolto
anche le denominazioni dei luoghi di maggior riferimento nell’area; d’altro lato, non
è rimasta circoscritta ai fenomeni della scrittura, ma ha variamente infl uenzato anche
la tradizione orale.
Successivamente all’Unità d’Italia, malgrado la lingua nazionale abbia rapida-
mente acquisito il ruolo di codice privilegiato e quella d’Oltralpe non si sia emanci-
pata da quello di codice culturale e scolastico (Berruto 2003, Puolato 2006), le scelte
relative all’ortografi a della toponomastica si sono assestate sul modello di matrice
francese. Con progressione crescente dalla fi ne del XX secolo la Valle d’Aosta ha però
sentito l’esigenza di avviare un processo di autenticazione della propria autonomia e
autorevolezza linguistica. In ambito onomastico, sulle suggestioni della restitution,
intesa come riappropriazione dei beni locali, materiali e immateriali (monumenti,
lingua, cultura, tradizioni), la Legge Regionale n.4 del 28 febbraio 2011 ha introdotto
Modifi cazioni alla LR 9 dicembre 1976, n. 61 (Denominazione uffi ciale dei comuni della Valle d’Aosta e norme per la tutela della toponomastica locale) affi dando a una
Commissione regionale il compito di elaborare i Critères à suivre pour la graphie des dénominations offi cielles3. Questi ultimi hanno sancito un principio di base secondo
1 La toponomastica della Valle d’Aosta è stata oggetto di molti studi di prospettiva storico-lin-guistica e dialettologica, i cui rimandi bibliografi ci possono essere reperiti in Favre 2004, che presenta anche il progetto denominato Inchiesta toponomastica in Valle d’Aosta avviato dal 1986 «dans le but de réaliser, sur le territoire régional tout entier, un recensement capillaire de tous les toponymes découlant de la tradition orale». Mancano invece, a quanto mi consta, studi di taglio sociolinguistico ed etnoantropologico fi nalizzati a individuare le dinamiche in atto all’interno del repertorio e dei comportamenti orali.
2 Degli aspetti più propriamente percezionali, ossia legati alle rappresentazioni emerse in relazione ad attribuzioni di stigma e prestigio verso singoli modelli fonologici e allo iato tra intenzione ed esecuzione, tra lealtà al territorio e spontaneità della produzione linguistica si dà invece conto in Revelli (in stampa).
3 Annexe A à la délibération du Gouvernement régional n° 828 du 20 avril 2012.
REVELLI
197
cui «les graphies s’inspirent de la tradition valdôtaine. Il s’agit donc de graphies fran-
çaises tenant compte, plus particulièrement, des caractères propres a l’aire francopro-
vençale, même quand elles ne rentrent pas dans les standards du français». Più in par-
ticolare si prevede che le grafi e debbano «conserver le z fi nal, non prononcé après les
voyelles o - a - ou fi nales atones […]; conserver le x fi nal non prononcé, quand il existe
dans la tradition graphique, pour les voyelles fi nales toniques é et i […]; privilégier la
consonne d après les voyelles fi nales toniques a o et ou […] ; utiliser la séquence ey en
position fi nale quand, en patois, la prononciation est èi […]; insérer les traits d’union
quand le nom à offi cialiser est composé […]; réinsérer l’article (souvent négligé dans
les sources écrites) quand il est présent dans l’expression patoise».
Il rinnovato interesse per la toponomastica del territorio ha coinvolto anche le
amministrazioni municipali: negli ultimi anni il Comune di Aosta ha, per esempio,
provveduto a modifi care la denominazione di alcuni quartieri e a ripristinare nelle
targhe delle vie del centro le grafi e francesi settecentesche.
Intorno ad alcuni degli interventi messi in atto si sono infi ammate circoscritte ma
signifi cative discussioni, alimentate soprattutto da chi ha letto il restyling toponoma-
stico come un’operazione di manipolazione priva di fondamenti storici o come un’a-
nacronistica delegittimazione della variazione consolidata dagli usi. Che la materia
sia delicata, intricata e anche insidiosa è indubbio e confermato dalle evidenze rela-
tive alla reattività di alcuni parlanti, appassionati collezionisti degli ‘errori’ riscon-
trabili nelle scritture esposte (cartelli stradali, insegne, documenti amministrativi)
che nell’esprimere la loro indignazione nei confronti di restituzioni ritenute indebite
o grafi e giudicate aberranti fanno riferimento a criteri modellati su una norma ispi-
rata ai criteri oggi veicolati dalla scuola attraverso gli insegnamenti di civilisation valdôtaine erogati in lingua francese. Quanto tale norma sia implicitamente o espli-
citamente presa a riferimento dai parlanti comuni e come eventualmente incida sui
loro comportamenti orali è uno dei principali interrogativi a cui ci siamo proposti di
rispondere.
2. L’inchiesta: aspetti metodologici
L’inchiesta si è concentrata sulle denominazioni di 16 dei 74 enti territoriali comu-
nali in cui la Valle d’Aosta è ripartita, denominazioni normalmente note a tutti i par-
lanti locali e selezionate secondo criteri riconducibili alle potenziali oscillazioni di
pronuncia. La raccolta dei dati ha fatto riferimento a differenti canali informativi, e
cioè a testimonianze occasionali raccolte nel parlato spontaneo e nelle pronunce tele-
visive adottate dai lettori del telegiornale locale, a interviste a testimoni privilegiati
e a un’inchiesta condotta sul campo nel periodo compreso tra il novembre 2012 e il
marzo 2013 in forma di test-questionario somministrato a un campione di 135 par-
lanti. A quest’ultimo faremo specifi co riferimento nel presente lavoro.
CILPR 2013 – SECTION 11
198
2.1. Il test-questionario
Il test-questionario, preceduto dalla raccolta di informazioni anagrafi che (sesso,
età, luogo di nascita e di domicilio, attività lavorativa), sociolinguistiche (compor-
tamenti linguistici nel dominio familiare ed extrafamiliare, autovalutazione delle
competenze ricettive e produttive in lingua italiana, francese, francoprovenzale) e
del ‘grado di affezione’ al territorio, è stato realizzato in italiano e strutturato in due
distinte parti. Per la prima, fi nalizzata a raccogliere le pronunce spontanee, è stata
utilizzata una mappa della Valle d’Aosta con la ripartizione delle aree dei confi ni
comunali e l’indicazione delle denominazioni di 58 Comuni: agli intervistati è stato
chiesto di fornire, indicando di volta in volta il territorio di riferimento, i nomi dei 16
Comuni mancanti. La concentrazione dell’attenzione degli informatori sulla prova
topografi ca ha evitato l’attivazione di dispositivi di sorvegliatezza o autocensura
rispetto alla pronuncia. Quasi sempre gli intervistati sono riusciti a fornire la risposta
richiesta: nei casi di diffi coltà, sono stati forniti aiuti indiretti che hanno nella maggior
parte dei casi condotto all’identifi cazione del toponimo. Nella seconda parte del col-
loquio l’intervistatore ha illustrato gli scopi del test e dell’indagine, sollecitando i par-
lanti a esprimere il loro parere rispetto alla compresenza di differenti pronunce dei
toponimi, a motivare il parere espresso anche in relazione ai propri comportamenti e
a formulare ipotesi circa le ragioni di tale varietà.
2.2. Il campione
L’inchiesta ha coinvolto 135 parlanti, omogeneamente suddivisi per genere e ripar-
titi in tre macroclassi di età: giovani e giovani adulti (18-31 anni), adulti (32-50 anni),
tardo-adulti e anziani (oltre i 50 anni4).
Pur senza ambire a considerare rappresentativo il campione, si è cercato di tenere
conto di alcune altre variabili potenzialmente signifi cative nelle scelte e nelle rappre-
sentazioni relative alla pronuncia. Sono stati presi in particolare considerazione i dati
correlati al luogo di nascita (Valle d’Aosta: 73%; altra regione italiana: 23%; Stato
estero: 4%) e di domicilio (Aosta: 29%; il restante 71% distribuito in varie località
della regione) e al titolo di studio posseduto (laurea e postlauream: 34%; secondaria
superiore: 31%; secondaria inferiore+elementare: 35% ).
I comportamenti linguistici adottati internamente al dominio familiare dichiarati
nelle interviste hanno messo in rilievo la prevalenza di situazioni di monolinguismo
italiano (70%), pur non escludendo altre confi gurazioni, prevalentemente in combi-
nazione con il patois (da solo: 9%; patois + italiano: 14%; patois + italiano + altro:
1%)5.
4 Per le fasce d’età dei cosiddetti ‘tardo anziani’ o ‘grandi vecchi’ si è fatto riferimento a tre donne rispettivamente di 82, 86 e 88 anni. L’età media della fascia da noi inclusa sotto la dicitura ‘tardo-adulti’ e ‘anziani’ è di 61 anni.
5 Le risposte che fanno riferimento alla combinazione di italiano + altro includono in tre casi il piemontese, in due altri dialetti, in due il francese (parlanti nati in Belgio e Francia).
REVELLI
199
3. Tipologia variazionale
I differenti canali informativi impiegati per la raccolta dei dati hanno confer-
mato che i fenomeni di variazione nella pronuncia dei toponimi comunali valdostani
sono molteplici e si pongono a diversi livelli. Tralasciando, almeno per il momento,
gli aspetti legati alle differenze conseguenti alla mancata o anomala realizzazione di
suoni estranei al sistema fonologico dell’italiano invece implicati nel modello fran-
cese (ad es. /y/ > /u/; /ʒ/ > /ʤ/), ci occuperemo qui di cinque fenomeni più strutturali,
ritenuti per questo potenzialmente rappresentativi di norme ondivaghe e/o di ten-
denze alla ristandardizzazione:
- posizionamento dell’accento tonico in toponimi bisillabi (tipi Fénis, Donnas, Verrès)6;
- trattamento del digramma qu (tipo Quart);
- trattamento di -d fi nale (tipi Arnad, Bard);
- trattamento di -z fi nale (tipi Bionaz, Perloz);
- trattamento di -e fi nale (tipi Cogne, Sarre).
Per ciascun toponimo citato il riferimento alla pronuncia francoprovenzale sarà
indicato tra parentesi quadre, con la riproduzione dell’indicazione fornita dal Nou-veau dictionnaire de patois valdôtain di Aimé Chenal e Raymond Vautherin (d’ora
in poi NDPV).
3.1. Posizionamento dell’accento tonico
Un primo esempio di accentazione oscillante è rappresentato dal tipo Fénis
(NDPV: «fe-nìs ou fen-ìs, n nasal»), per il quale prevale nel nostro campione la forma
parossitona (/ˈfenis/: 62%). Il tipo /feˈnis/ è comunque molto ben rappresentato (51
occ., 38%) senza che nessuna correlazione di rilievo emerga in rapporto alle lingue
utilizzate in ambito familiare, né in relazione ai luoghi di nascita e residenza o al
titolo di studio. A prescindere dalla scelte d’accento, la -n- non è mai nasalizzata e la
-s fi nale è sempre pronunciata, come sorda.
Più variegate sono le pronunce per Donnas (NDPV: «do-nàs»), che nelle interviste
occorre come /ˈdɔnnaʦ/ (15 occ.), /ˈdɔnnas/ (49 occ.), /ˈdɔnna/ (2 occ.), /donˈnas/ (64
occ.) e /donˈna/ (1 occ.). Sotto il profi lo dell’accentazione il campione è spaccato in
due parti pressoché equivalenti (pronuncia parossit.: 65 occ.; ossit.: 66 occ.). Tendono
a privilegiare le varianti ossitone i giovani più degli anziani, i quali conservano in
alcuni casi la pronuncia terminante con -ts, probabile residuo della grafi a Donnaz,
formalmente in uso fi no al 1976.
6 Escludiamo dal novero Gaby (NDPV: «gà-bi»), accentato sull’ultima sillaba da una sola parlante, residente in Valle d’Aosta da vent’anni ma nata in Francia e ancora abituata ad alternare in famiglia la propria lingua materna all’italiano.
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200
Grafi co 1: Pronuncia di DONNAS - variabile: età
Per ciò che concerne il tipo Verrès (NDPV s.v. Verès: «ve-rès»)7, la presenza
dell’accento sull’ultima sillaba non sembra incidere sui comportamenti orali, visto
che la forma /ˈvɛrrɛs/ è quella preferita (56%; 75 occ.), anche fra coloro che dichiarano
di utilizzare in famiglia il patois (pronuncia parossitona: 18 occ.; ossitona: 15 occ.).
3.2. Trattamento di qu-
Il caso di Quart (NDPV s.v. Quar: «kàr») costituisce probabilmente uno degli
esempi emblematici dell’attivazione di dispositivi di allontanamento dal codice pri-
mario: a privilegiare la pronuncia italianizzante (/kwart/ 56%; 74 occ.; /kar/ 44%;
58 occ.) sono infatti prevalentemente i parlanti dialettofoni, specie se collocati nella
fascia d’età oltre i cinquant’anni:
Grafi co 2: Pronuncia di QUART - variabile: conoscenza e uso del patois
7 Secondo Gasca Queirazza et al. 1990 la forma francoprovenzale sarebbe invece vrés.
REVELLI
201
I modelli televisivi escludono invece la pronuncia della semivocale e della conso-
nante fi nale, che anche alcuni giovani esplicitamente stigmatizzano, facendo riferi-
mento alla norma francese veicolata dalla scuola.
3.3. Trattamento di -d
Se, conformemente alle regole ortografi che del francese e all’esito francopro-
venzale, la -d fi nale non viene mai considerata per il tipo Arnad (NDPV s.v. Arnà:
«ar-nà»), diverso è il trattamento di Bard (NDPV s.v. Bar: «bàr»), che 20 dei nostri
intervistati pronunciano /bard/. L’esito, che non è raro sentire in questa forma anche
nei modelli televisivi locali, è stato selezionato in tre casi da parlanti dialettofoni, in
quattro da parlanti provenienti da altre regioni. Alcuni testimoni condotti a rifl ettere
sulla loro scelta hanno affermato di usare alternativamente le due forme antagoniste
a seconda della collocazione del toponimo all’interno della frase, e quindi sulla spinta
di ragioni eufoniche o fonosintattiche.
3.3. Trattamento di -z
L’introduzione della -z fi nale nei toponimi e nomi di famiglia della Contea di
Savoia corrisponde a un espediente grafi co introdotto a partire dal XIII secolo per
suggerire la pronuncia parossitona (Tuaillon 1977). Utilizzato in Valle d’Aosta con
discontinuità (Raimondi 2012, 113-114), nel corso del tempo il grafema ha cessato di
essere interpretato come mero segno diacritico, e oggi viene diffusamente pronun-
ciato in molti dei cognomi e microtoponimi che lo prevedono grafi camente.
Negli esempi raccolti, gli usi appaiono particolarmente discontinui: per Bionaz
(NDPV s.v. Biòna: «bi-ò-na») la terminazione è vocalica (/ˈbjona/) in 92 casi, e sol-
tanto otto dei 35 parlanti che hanno optato per la variante /̍ bjonaʦ/ applicano poi
lo stesso principio al tipo Perloz (NDPV s.v. Perlo: «pèr-lo»), malgrado la forma /
ˈpɛrloʦ/ risulti ben testimoniata (32 parlanti; /̍ pɛrlo/: 75 parlanti; /perˈlo/: 4 parlanti).
Tendenzialmente sembra di osservare una predilezione della pronuncia con -ts
nelle persone più mature (età media: 44 anni; esiti vocalici: 36 anni), mentre non si
riscontrano correlazioni evidenti con le abitudini linguistiche dell’ambito domestico
né con il paese di nascita o l’area di provenienza.
3.5. Trattamento di -e
Rispetto agli altri fenomeni considerati, quello della pronuncia della -e fi nale
risulta d’uso più sporadico. Soltanto 15 fra gli intervistati hanno indicato il territorio
di Sarre (NDPV s.v. Saro: «sa-ro») preferendo la dicitura /ˈsarre/ a /ˈsarrə/ e 4 hanno
pronunciato la -e fi nale nel tipo Valpelline (NDPV s.v. Vapellena: «va-pe-le-na, accent
tonique sur l’avant-dernière sillabe»), peraltro anche esposto a oscillazioni d’altro
tipo (/valpə̍ linə/: 97; /valpeˈlin/: 23; /valpel’lin/: 2; /valpel’line/: 4).
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Tre dei 10 intervistati che hanno indicato Cogne (NDPV: «kò-gne») come /ˈkɔɲe/
(/ˈkɔɲə/: 117; in un solo caso, /ˈkɔɲɲe/) hanno dichiarato di utilizzare il patois in fami-
glia e due sono nati e cresciuti in quella stessa località.
4. Tra falsi miti e rappresentazioni
Gli atteggiamenti dei parlanti nei confronti della polimorfi a che caratterizza il
sistema di denominazione dei toponimi comunali sono stati esplorati attraverso la
domanda «Secondo lei la varietà di pronuncia dei nomi dei Comuni è un fatto posi-
tivo o negativo?», cui è seguita una breve conversazione destinata a chiarire le ragioni
della risposta data e a esplicitare eventuali attribuzioni di stigma o prestigio nei con-
fronti di determinate soluzioni. Le risposte al quesito a risposta chiusa hanno con-
dotto a una ripartizione del campione in tre coorti, la più nutrita delle quali costituita
da parlanti che hanno presente il fenomeno ma lo considerano normale o comunque
poco importante:
Grafi co 3: Quesito “Come giudica la varietà delle pronunce?” - variabile: età
Sotto il profi lo del genere, le donne si sono mostrate più inclini a considerare la
coesistenza di varianti concorrenti come fenomeno rilevante, sia in senso positivo (F
37%; M: 26%) che negativo (F: 39% ; M: 36%), mentre dal punto di vista del livello di
alfabetizzazione i laureati hanno espresso la maggiore propensione a guardare con
favore alla compresenza di varianti (34%; diplomati: 11%; altri: 28%).
Il gruppo dei parlanti che esprimono un atteggiamento di preoccupazione verso
la proliferazione di forme concorrenti è composto da 46 informatori, fra i quali sono
compresi 12 dei 33 che usano il patois in famiglia. Le motivazioni addotte mettono
in luce una certa conformità degli atteggiamenti generali e la presenza di stereotipi
consolidati. Un primo principio, che si concretizza in risposte del tipo «è importante
pronunciare nel modo giusto», manifesta la presenza di modelli di prestigio e un’i-
dea di ‘norma’ molto radicata. Tale norma non viene tuttavia ricondotta agli esiti
della trafi la fondata sulla parlata locale, ma invece alle regole di funzionamento del
REVELLI
203
francese, e si concentra sulle realizzazioni scadenti di suoni estranei al sistema fono-
logico dell’italiano. Alcuni dei parlanti che censurano pronunce del tipo /saŋvenˈsan/
per Saint-Vincent, /brusˈsɔn/ per Brusson affermano d’altra parte di essere i primi a
‘sbagliare le pronunce’ e a usare alternativamente le differenti soluzioni disponibili.
Quando gli esiti di matrice francoprovenzale, quindi etimologicamente accredi-
tati, vengono a coincidere con quelli dell’italiano alcuni parlanti tendono a conside-
rarli corrotti, e quindi a far convergere verso le corrispondenti forme francesizzanti,
se non le pronunce, le rappresentazioni di correttezza (es. Perloz > /perˈlo/; Gaby >
/gaˈbi/). Diversi argomentano la loro scelta affermando che le politiche di autarchia
linguistica introdotte dal regime fascista hanno condotto all’italianizzazione di topo-
nimi che si sono così cristallizzati nella versione adattata. L’ipotesi, molto diffusa
anche perché spesso evocata nei discorsi politici e avvalorata da alcuni studiosi locali,
viene citata pure in Wikipedia, dove si legge ad esempio a proposito della pronuncia
di Verrès:
Il toponimo Verrès deriva dal latino Vitricium. Un uso diffuso presso i non-val-
dostani (infl uenzati in particolare dalla grafi a e dalla pronuncia del toponimo diffuso
in epoca fascista “Castel Verres”) è la pronuncia Vèrres; un altro caso, allorché viene
trascurato l’accento grave sulla seconda “e”, dà luogo a “verr”. L’unica pronuncia
corretta è “Verrès” proprio come anche un italofono leggerebbe, con l’accento sulla
seconda “e”, e con una sola “e” pronunciata, secondo le regole di fonetica della lingua
francese e del patois valdostano. Tuttavia i residenti locali lo pronunciano sempre con
la doppia erre.
Sorvolando sull’intransigenza con cui viene prescritta una norma dichiaratamente
in contraddizione con gli usi, occorre notare che il regime fascista si mostrò in realtà
molto accondiscendente nei confronti delle specifi cità linguistiche della Valle d’Ao-
sta8, e soltanto fra il 1939 e il 1945 furono formalmente in vigore le norme di italianiz-
zazione della toponomastica comunale9. È davvero diffi cile credere che nell’arco di
così pochi anni e sulla spinta di un’imposizione distante e esterna i parlanti possano
aver cambiato le proprie abitudini, scritte e orali, rispetto a punti di riferimento sta-
bili e anche affettivamente signifi cativi come la denominazione del proprio paese e di
quelli della propria regione10.
8 Lo stesso Mussolini dichiarò, prima del 1939, la propria intenzione di rispettare le tradizioni linguistiche e culturali della Valle. Secondo Marazzini (1992, 36), in effetti, «il Fascismo era ben conscio che la Valle era uno dei territori dell’antico nucleo degli stati sabaudi, una culla della monarchia, alla quale aveva dimostrato sempre assoluta fedeltà. In questo senso, essa andava distinta dai territori di recente annessione».
9 R.D. 22 luglio 1939, n. 1442 (Riduzione in forma italiana delle denominazioni di trentadue Comuni della provincia di Aosta).
10 Il mancato adeguamento alle norme di italianizzazione dei toponimi comunali risulta testimoniato dal fatto che nelle scritture meno uffi ciali le forme impiegate hanno spesso continuato ad essere quelle tradizionali anche negli anni di vigore del Regio Decreto. Così avviene ad esempio spesso nei quaderni e nelle pagelle scolastiche (Revelli 2013, 49).
CILPR 2013 – SECTION 11
204
Gli adattamenti delle pronunce saranno allora più probabilmente da attribuire a
spostamenti di equilibrio interni al repertorio sociolinguistico della comunità, che
– già prima dell’unifi cazione italiana – fenomeni di scambio commerciale e mas-
sicci fenomeni migratori avevano esposto al reiterato contatto con parlate esogene,
e soprattutto con l’italiano e il piemontese. Lascia peraltro piuttosto perplessi l’af-
fermazione dell’anonimo redattore wikipediano rispetto alle presunte pronunce dei
‘non-valdostani’: a prescindere dal fatto che la gran parte degli abitanti della Valle
d’Aosta, indigeni e non, ignora normalmente oggi quali fossero i toponimi coniati
dal regime fascista, l’osservazione dei comportamenti linguistici dei parlanti delinea
semmai una maggiore inclinazione dei non patoisants, mossi al mimetismo lingui-
stico, a una più spinta francesizzazione, e una tendenza dei parlanti dialettofoni e
più anziani a introdurre invece dispositivi di allontanamento dal codice primario, e
quindi a privilegiare – almeno quando l’esito francese coincide o si avvicina a quello
francoprovenzale – le forme italianizzanti (ad es. /̍ dɔnnas/, /kwart/).
5. Conclusioni
Nelle molte aree d’Italia caratterizzate da situazioni di bilinguismo – italiano-
dialetto o italiano altra lingua uffi ciale – i toponimi sono in genere indicati attraverso
almeno due forme, alternativamente impiegate dai parlanti a seconda dell’idioma
utilizzato per gli enunciati. Fatta eccezione per il capoluogo regionale (it. Aosta; fr.
Aoste), la tradizione valdostana non ha invece condotto al costituirsi di denomina-
zioni distinte per le diverse trafi le linguistiche del repertorio, ma invece al cristalliz-
zarsi di forme invariabili, o almeno desiderate tali. La validazione di un’unica forma
uffi ciale – che le recenti norme amministrative di (ri)standardizzazione grafi ca con-
fermano come basata sull’ortografi a del francese, con l’introduzione di alcuni mar-
catori distintivi delle specifi cità caratteristiche delle parlate francoprovenzali – piut-
tosto che arginare ha, nel corso del tempo, generato e alimentato una progressiva
destandardizzazione delle realizzazioni orali, ossia una proliferazione delle varianti
di pronuncia: l’impiego di convenzioni grafi che che i parlanti ignorano perché diffe-
renti da quelle dell’italiano, almeno nell’ultimo secolo dominante nell’orale e nello
scritto; perché in parziale contrasto con l’ortografi a del francese, veicolato per il tra-
mite dell’insegnamento scolastico; perché limitatamente rappresentative della parlata
locale, comunque conosciuta solo da una parte della comunità e soltanto in forma
orale si accompagna, in effetti, a diffuse diffi coltà di realizzazione di suoni estranei
al sistema fonologico effettivamente in uso, diffi coltà che determinano adattamenti e
semplifi cazioni che inevitabilmente amplifi cano lo scarto tra grafi e e pronunce.
La sovrabbondanza di forme antagoniste è in genere descritta dai parlanti come
esito fi siologico del plurilinguismo e di fatto colta, nella realtà degli usi, come risorsa.
Lo iato tra lealtà al territorio e spontaneità della produzione linguistica provoca tut-
tavia generalizzati imbarazzi derivanti dallo scarto tra intenzione ed esecuzione e
dalla tacita convinzione che la polimorfi a costituisca, comunque, una violazione da
censurare: nel panorama delle diverse alternative disponibili per uno stesso referente,
REVELLI
205
gli asserti di pressoché tutti gli intervistati rivelano l’implicita convinzione che non
possano in ogni caso esistere varianti dotate di dignità equivalente a quella dell’a-
stratta forma uffi ciale (Revelli, in stampa).
L’intersecarsi di valenze identitarie alle già complesse dinamiche di protratto e
stratifi cato plurilinguismo conducono, in conclusione, a ritenere che il sistema ono-
mastico dei toponimi comunali valdostani presenti un panorama talmente complesso
e variegato da rendere particolarmente opportuna l’affermazione di Bonfante (1969:
IX) che, nell’avvertire che «la toponomastica è diffi cilissima scienza» consigliava
«cautela estrema a chi voglia così incedere per ignes suppositos cineri doloso».
Università della Valle d’Aosta Luisa REVELLI
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207
Les verbes à particule d’origine anglaise en français louisianais
1. Les verbes à particule anglais dans des situations de contact
Les verbes à particule, dits ‘phrasal verbs’ en anglais, sont certainement un des
phénomènes les plus caractéristiques et les plus incontournables de la grammaire
anglaise. Il s’agit, bien entendu, des combinaisons d’un verbe et d’une ou plusieurs
particules comme in, out, on, off, back, away, etc. Certaines combinaisons sont par-
faitement compositionnelles. C’est le cas notamment des verbes de mouvement qui
peuvent prendre une particule directionnelle ; par exemple, le verbe to run donne run in “entrer en courant”, run out “sortir en courant”, run off “s’éloigner en courant”,
run up “monter en courant”, etc. La grande diffi culté des verbes à particule (VàP)
réside plutôt dans le fait que beaucoup d’entre eux ont une interprétation soit partiel-
lement soit complètement opaque ou idiomatique. Le grand nombre de dictionnaires
des VàP (Longman, Cambridge, American Heritage, etc.) en est une preuve évidente.
Si les VàP sont considérés comme une particularité frappante da la langue
anglaise, plutôt rares dans d’autres langues du monde au moins en dehors de la famille
germanique, c’est parce que souvent, les autres langues utilisent un verbe tout seul là
où l’anglais, au moins dans ses registres familiers, recourt à un VàP, p. ex. give in ::
céder, come back :: revenir, look for :: chercher, look into :: étudier, turn on :: mettre, turn off :: éteindre, turn in :: se coucher.
Étant donné l’omniprésence de l’anglais à une échelle de plus en plus globale,
on peut se demander quels peuvent, ou quels pourront être les effets de ce type
de construction sur les langues qui sont en contact avec l’anglais. Certains phéno-
mènes pertinents, bien que marginaux, sont documentés pour plusieurs variétés lin-
guistiques, notamment le norvégien aux Etats-Unis (Haugen, 1953), l’espagnol de
certaines communautés aux Etats-Unis (Lipski, 1990 ; Otheguy, 1993 ; Silva-Cor-
valán, 1994), l’irlandais (Stenson, 1997), le gallois (Rottet, 2005), le franco-ontarien
(Canale / Mougeon / Bélanger / Main, 1977 ; Mougeon / Beniak, 1991 ; Golembeski,
1999), et le français acadien des provinces canadiennes de l’Atlantique (Flikeid, 1989 ;
King, 2000 ; Chevalier / Long, 2005). Nous avons nous-même exploré le phénomène
en français louisianais, dit aussi le français cadien (Rottet, 2000). Dans cette com-
munication nous voudrions pousser un peu plus loin nos réfl exions sur ce dernier cas.
Comme on pourrait s’y attendre, les résultats sont très loin d’être uniformes dans
ces différentes situations de contact. Certaines langues se prêtent plus facilement à
CILPR 2013 – SECTION 11
208
l’adaptation des VàP que d’autres. Par exemple, le norvégien, étant une langue ger-
manique génétiquement très proche de l’anglais et qui dispose déjà de toute une série
de particules adverbiales, permet la traduction directe de bon nombre de VàP anglais.
Evidemment, c’est beaucoup moins le cas des langues romanes.
2. Les français d’Amérique du nord et les verbes à particule
Pour nous limiter aux seuls cas du français en contact avec l’anglais en Amérique
du Nord, il serait important de bien connaître la nature et l’étendue du phénomène
puisque celui-ci rejoint un autre processus, celui des prépositions dites ‘échouées’
(‘stranded’ en anglais), phénomène similaire mais non identique à celui des préposi-
tions dites ‘orphelines’, comme on le verra par la suite. Les prépositions échouées en
français d’Amérique du Nord ont fait l’objet de beaucoup de recherches en linguisti-
que parce qu’elles soulèvent des questions évidentes concernant l’infl uence éventuelle
de la langue anglaise sur la syntaxe du français en Amérique du Nord, et sur l’étendue
des phénomènes de contact. Mais avant de considérer ces aspects, il faut d’abord voir
brièvement quels sont les faits concernant l’insertion des VàP anglais dans le discours
français.
Les différentes formes que peuvent prendre l’expression d’un VàP anglais dans un
discours français sont les suivantes. Nous nous limiterons à des données acadiennes,
provenant des ouvrages de Karen Flikeid et de Ruth King sur les communautés en
Nouvelle-Écosse, au Nouveau-Brunswick, à Terre-Neuve et à l’’Île du Prince Edou-
ard, aussi bien qu’au français louisianais pour lequel la plupart des exemples que nous
citerons proviennent de notre propre corpus enregistré dans les Paroisses civiles de
Terrebonne et de Lafourche, en Louisiane, entre 1993 et 2000 auprès de locuteurs
natifs bilingues. Dans les exemples louisianais, tout mot anglais qui ne montre pas
d’adaptation morphologique ou phonologique est écrit en majuscules.
Quand on examine le traitement des VàP anglais dans le discours en français
acadien et en français louisianais, trois solutions principales se dégagent dans les
données. Elles seront illustrées ici avec des exemples louisianais, suivis par des com-
mentaires sur quelques différences pertinentes entre le français acadien et le français
louisianais.
La première des trois solutions consiste à traduire l’expression anglaise littérale-
ment, mot à mot, en français, comme on le voit dans les exemples (1) et (2) :
(1) J’ai vite été au téléphone, j’ai mis la lumière dessus, j’ai appelé le guard.
(2) Et j’y ai dit tout qualité d’affaires, alle a tout pris ça en bas et après ça alle a fait un petit
livre pour moi.
Dans l’exemple (1) on voit mettre la lumière dessus comme traduction littérale
de “put the light on”, c’est-à-dire “allumer la lumière”. Dans l’exemple (2), prendre quelque chose en bas traduit “to take something down”, c’est-à-dire “noter quelque
chose à l’écrit”.
ROTTET
209
La deuxième solution consiste à emprunter tous les mots de l’expression anglaise –
à savoir le verbe et sa particule – comme on le voit dans les exemples (3) et (4) :
(3) Lui il voudrait settle down et marier.
(4) Et pour six semaines il faulait que tous les enfants et tout le monde, eux-autres give up de
quoi dans le Carême.
Ici on voit la simple insertion des locutions anglaises settle down “s’installer” et
give up “renoncer à quelque chose” qui ne sont pas traduites, mais qui apparaissent
sous leur forme anglaise. La phonologie de ces éléments, comme c’est généralement
le cas de l’alternance de codes en Louisiane (Picone, 1997), relève de la phonologie
anglaise. Nous reviendrons à la question importante de la morphologie, ou plutôt le
manque de morphologie, dans ces exemples.
La troisième solution est intermédiaire entre les deux premières, c’est-à-dire
qu’une partie de l’expression anglaise est empruntée et l’autre partie est traduite.
Quelquefois c’est le verbe anglais qui est maintenu et la particule qui est traduite,
comme dans (5) :
(5) Ça m’a dawn dessus.
Ici on voit la traduction de “it dawned on me”, c’est-à-dire “j’ai tout de suite com-
pris” ou “l’idée m’est venue subitement”. Mais plus souvent, c’est le verbe qui est tra-
duit et la particule anglaise qui reste telle quelle, comme dans (6) et (7) :
(6) Et là, le monde, ça riait après moi et me poussait around dans l’école.
(7) Si c’est un homme, il dit que sa femme est après aller out avec d’autre monde.
Donc ici, “to push someone around”, c’est-à-dire “bousculer quelqu’un”, ou
métaphoriquement “malmener, maltraiter quelqu’un”, apparaît comme pousser AROUND. De même, “to go out with”, c’est-à-dire “sortir avec quelqu’un (dans le con-
texte d’un rendez-vous romantique)” apparaît comme aller OUT avec quelqu’un.
Il n’est pas diffi cile de voir pourquoi la traduction des particules (comme dans
les première et troisième solutions) se fait plutôt rarement. Si quelques particules ont
un équivalent français plus ou moins évident – on peut dire que dessus correspond
à “on”, dedans à “in”, en bas à “down” – il n’est pas du tout évident de savoir quel
adverbe français pourrait traduire “away”, “off” ou “back”. Cette préférence pour le
maintien des particules diffi ciles à traduire est sans doute responsable du fait que,
dans bon nombre de types de français en contact avec l’anglais, la particule back
représente un emprunt complètement intégré. C’est le cas par exemple dans la plupart
des dialectes acadiens et aussi en français louisianais (Perrot, 1995, Rottet, 2000).
Nous en voyons des exemples louisianais dans (8) et (9) :
(8) A’ vendait tout ça qu’y avait dans la maison. Quand-ce que Bob revenait back y avait p’us
rien.
(9) J’ai commencé à refumer back.
CILPR 2013 – SECTION 11
210
Pour intéressants que soient les cas du calque total ou partiel, nous allons désor-
mais nous concentrer sur les cas où le verbe anglais et sa particule apparaissent
directement dans un discours français. Ces cas sont de loin les plus nombreux en
Louisiane et, apparemment, dans les communautés acadiennes aussi.
Or, il y a des différences importantes entre les français de type acadien et le
français louisianais en ce qui concerne l’insertion d’un VàP anglais dans un discours
français. Dans les dialectes acadiens, les verbes d’origine anglaise sont systématique-
ment adaptés à la conjugaison franco-acadienne des verbes du premier groupe. C’est
le cas non seulement des verbes simples, comme dans les exemples (10) à (12) (Flikeid,
1989 : 1951) :
(10) Most de zeux qui NEEDIONT d’aider leur famille et ça, c’est ça qu’ils faisont.
(11) Quand je FEEL pauvre, je SPEND mon dernier piastre, en HOPANT je vas gagner de
l’argent.
(12) Et Suzette avait neuf mois quand j’avons MOVé icitte.
C’est aussi le cas des VàP, comme dans (13) à (15) (Flikeid, 1989 : 218-19) :
(13)) Je vas fi nder out quoi c’est ALL ABOUT. (p. 218)
(14) Après un élan, tu buildais up une tolerance. (p. 219)
(15) Ça fait j’étions drivé out de la house. (p. 219)
En français louisianais, par contre, l’époque où les verbes anglais sont adaptés à
la morphologie et à la phonologie française est révolue. La tendance actuelle, atte-
stée en fait depuis au moins les années 19302, et d’insérer un verbe anglais dans un
discours français sans aucune adaptation. Ces verbes apparaissent à l’état ‘nu’, sans
morphologie française ni anglaise (Picone, 1997). Ils peuvent cependant fonctionner
soit comme infi nitifs, comme dans (16), soit comme verbes conjugués : p. ex. comme
un participe passé dans (17), comme un présent de l’indicatif (18), ou comme un
présent du subjonctif (19).
(16) Moi je vas jamais GIVE UP le français.
(17) Ça fait quand l’affaire a LEVEL OFF il y avait pas tant de demande.
(18) Quand alle me dit « Qui3 y a de WRONG? », alle me THROW OFF.
(19) Et pour six semaines il faulait que tous les enfants et tout le monde, eux-autres GIVE
UP de quoi.
L’exception majeure à l’usage des verbes ‘nus’, c’est l’imparfait, phénomène
curieux auquel nous reviendrons.
La question de savoir si tout VàP anglais est susceptible d’apparaître dans un
discours français, ou si la liste est close dans les différentes communautés, n’est pas
1 Dans les exemples cités de Flikeid (1989), je laisse intacts les majuscules et les soulignés de l’original.2 On en trouve des exemples dans des thèses de maîtrise écrites dans les années 1930 en Louisiane. 3 Dans le sous-dialecte du FL en question, le pronom interrogatif qui peut référer aux choses aussi bien
qu’aux personnes.
ROTTET
211
élucidée. Dans notre corpus louisianais, neuf particules anglaises sont présentes : in, out, up, down, off, back, away, around, over. Cette liste est légèrement plus longue
que celle attestée pour le chiac, dialecte acadien de Moncton au Nouveau-Brunswick,
tel que décrit par Chevalier et Long (2005). Par contre, le nombre de particules docu-
mentées pour l’anglais est beaucoup plus élevé, certains chercheurs dénombrant
jusqu’à une trentaine de particules fi gurant dans les VàP en anglais. Le fait que le
nombre de particules susceptibles d’apparaître dans un discours français soit restreint
semble suggérer que l’insertion des VàP obéit à des contraintes et qu’il ne s’agit pas
d’une alternance codique totalement libre.
4. Les prépositions orphelines et « échouées »
D’autres différences entre la construction acadienne et la construction louisianaise
sont pertinentes pour l’analyse des prépositions dites ‘échouées’. Il serait impossible
de revoir en détail ici toute la problématique des prépositions échouées en français
d’Amérique du Nord. Nous devons donc nous contenter de retracer quelques-unes
des grandes lignes de ce thème et de voir quelle lumière les VàP peuvent jeter sur la
question.
Il faut signaler une différence importante entre les prépositions dites ‘orphelines’
qui, elles, sont attestées en français européen (au moins en français populaire, voir
Guiraud, 1965, 46), et les prépositions dites ‘échouées’ qui connaissent une distribution
très limitée en francophonie – limitées, apparemment, aux variétés de français ayant
vécu un contact très intense avec la langue anglaise.
Dans le Tableau 1 on voit un exemple typique dans une phrase pseudo-passive
anglaise (This chair was climbed on) et un exemple d’une préposition échouée dans
une question (What chair did John climb on ?). Selon les analyses traditionnelles de
l’échouage de la préposition en anglais (voir Roberge, 1998), le complément de la
préposition a subi un mouvement de déplacement à gauche, mouvement qui laisse la
préposition en fi n de proposition, d’où le terme d’‘échouage’ (‘stranding’ en anglais).
Le tableau illustre aussi un exemple typique d’une préposition orpheline (Cette chaise ? Jean est monté dessus). À la différence de ce qu’on trouve en anglais, le
complément de la préposition orpheline est complètement absent (dans la proposition
en question). Dans les analyses traditionnelles de la préposition orpheline, il n’y a
pas eu mouvement du complément ; il s’agit plutôt de prépositions intransitives ou de
prépositions adverbialisées.
Les deux constructions se rejoignent au niveau superfi ciel dans les relatives, où
la préposition échouée et la préposition orpheline sont toutes les deux possibles
en français populaire européen (préposition échouée : This is the chair that John climbed on ; préposition orpheline : C’est la chaise que Jean a monté dessus). Mais il
importe d’attirer l’attention sur le fait que l’analyse traditionnelle de la construction
en anglais et en français est très différente parce qu’en anglais il s’agit, encore une
fois, du déplacement du complément, ce qui n’est pas le cas en français.
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212
Prépositions
orphelines
Préposition
échouée / orphe-
line : Relatives
Préposition
échouée :
Pseudo-pas-
sives
Préposition
échouée :
Questions
Anglais
*
This is the
chair that
John climbed
on.
This chair was
climbed on.
What chair
did John
climb on?
Français stan-
dard familier Cette chaise ?
Jean est
monté dessus.
* * *
Français
populaire
européenC’est la chaise
que Jean a
monté dessus.
* *
Certains
français
« avancés »
Cette chaise
a été monté
dessus.
Quelle chaise
(est-ce que)
Jean a monté
dessus ?
Tableau 1 : Comparaison des prépositions “orphelines” et “échouées”
Plusieurs chercheurs ont noté la possibilité dans certains parlers acadiens
« avancés » d’échouer la préposition, c’est-à-dire de la laisser en fi n de proposition
après extraction et déplacement de son complément dans des phrases interrogatives
ou passives. C’est donc une construction qui ressemble de près à ce qui se passe régu-
lièrement en anglais :
(20) Le ciment a été marché dedans avant d’être sec. (King, 2000 : 136)
(21) Qui-ce que t’as fait le gâteau pour ? (King, 2000: 136)
(22) Où ce-qu’elle vient de ? (King, 2000 : 136)
Il est toutefois essentiel de signaler que, dans l’analyse de Ruth King, il ne s’agit
pas d’un emprunt grammatical direct à l’anglais. Elle argumente par contre que la
possibilité d’échouer les prépositions serait entrée en français acadien par moyen de
l’emprunt lexical. Effectivement, il s’avère que quelques prépositions anglaises ont été
empruntées en acadien. C’est le cas notamment de about, illustré dans (23) :
(23) Quoi-ce qu’ils parlont about ? (King, 2000 : 136)
Or, dans l’analyse de King, les prépositions ont été empruntées avec leur compor-
tement syntaxique – c’est-à-dire la capacité à être échouée, et ce serait donc par le
moyen de l’emprunt lexical que cette construction syntaxique anglaise serait passée
en acadien. Dans un premier temps la capacité à être échouée aurait été limitée aux
seules prépositions d’origine anglaise, mais plus tard cette possibilité serait passée
à toutes les prépositions acadiennes. King attire aussi l’attention sur le fait que les
VàP anglais apparaissent très fréquemment dans le discours acadien, et que eux aussi
ROTTET
213
auraient joué un rôle de renforcement dans l’introduction de l’échouage de la prépo-
sition. Voir l’exemple (25) :
(24) Ils avont layé off le monde à la factorie. (King / Roberge, 1990)
(25) Qui ce qu’a été layé off ? (King / Roberge, 1990)
Mais si l’analyse de King semble valable pour l’acadien des provinces atlantiques,
nous verrons qu’elle ne marche manifestement pas pour le FL. Au lieu d’emprunter
des prépositions à l’anglais, les francophones de Louisiane pratiquent une expansion
du sémantisme de certaines prépositions françaises, mais ce sont alors des préposi-
tions françaises qui sont échouées (Rottet, 2001, 2007) :
(26) Quoi ce-qu’il parle après?
(27) Équelle fi lle tu parlais pour?
(28) Et qui t’es intéressé pour?
L’équivalent louisianais de la phrase acadienne en (23) est donc l’exemple (26) ;
mais comme il s’agit d’une préposition étymologiquement française, dans ce cas
comme dans les autres, il est évident que l’emprunt lexical de prépositions anglaises
ne peut pas être le vecteur de l’introduction de l’échouage des prépositions en FL.
Qu’en est-il des VàP? Si les VàP anglais ont pu contribuer à la capacité de laisser
des prépositions en fi n de proposition en acadien, est-ce aussi le cas du FL ?
Les données démontrent clairement que la réponse, encore une fois, est négative.
C’est parce que, à la différence de ce qu’on trouve en français acadien, en FL le verbe
et sa particule fonctionnent – presque sans exception – comme une unité inséparable.
Y voir une analyse en termes d’un verbe et d’une particule relève de l’étymologie et
non d’une analyse synchroniquement justifi able. Il y a trois preuves qui serviront à le
démontrer.
La première preuve concerne les faits morphologiques que j’ai mentionnés tout à
l’heure. On a vu que normalement, les verbes anglais apparaissent en discours cadien
à l’état « nu », sans aucune morphologie française ou anglaise. Curieusement, il y a un
seul contexte où un verbe anglais accepte de porter une morphologie française audi-
ble : c’est quand le verbe est à l’imparfait (Picone, 1997). Ce fait est illustré dans (29) :
(29) Je drivais mon truck ou je drivais mon gros char.
Le verbe anglais DRIVE, bien qu’il maintienne sa phonologie anglaise – le /ɹ/
rétrofl exe le montre clairement – peut se voir doter de la terminaison /ε/ de l’imparfait.
Or, quand il s’agit d’un VàP, cette morphologie de l’imparfait se trouve non pas
directement après le verbe, mais après la particule :
(30) Il a eu pour appeler un wrecker parce que plus il back-up-ait, plus le sable cave-in-ait.
(Picone, 1997, 159)
Ce n’est pas le cas des dialectes acadiens tels que ceux analysés par King, où nous
avons vu (dans les exemples 13 à 15) que la morphologie française est attachée au
CILPR 2013 – SECTION 11
214
verbe anglais, non pas à la particule. C’est donc une première indication que le verbe
anglais fonctionne bien comme un verbe en acadien, mais qu’en FL c’est le verbe plus
sa particule qui fonctionnent ensemble comme une unité verbale.
Deuxièmement, quand le VàP a un complément d’objet direct, qu’il soit nominal
(10) ou pronominal (11-12), celui-ci se trouve non pas à gauche mais à droite de la
particule (même quand ce serait le contraire en anglais : give it up, *give up it) :
(31) Et j’ai give up la musique, j’ai promis à ma femme que c’était pas une vie
(32) Je jure plus. J’ai tout give up ça des années.
(33) Et eux-autres s’a fait un char, je connais pas comment eux-autres a hook up ça
En acadien, la position de l’objet direct est variable, mais celui-ci peut se trouver
intercalé entre le verbe et sa particule :
(34) Ils allont out, zeux chuckont leurs scallop out et ils venont back in. (Flikeid, 1989 : 221)
Troisièmement, en acadien la négation s’intercale entre le verbe et la particule :
(35) Il s’arrête point pour expliquer plus, soit tu catch on soit tu catch point on. (Flikeid,
1989, 221)
Mais en FL, la négation suit non seulement le verbe anglais mais aussi la particule :
(36) so on est après assayer de trouver qui-ce qu’alle a pour la faire venir mieux, so alle give
up pas, tu vois?
Ces trois preuves nous suggèrent qu’en FL, les VàP anglais fonctionnent comme
des unités inséparables. Il n’y aurait donc, en FL, aucune preuve permettant une
analyse synchronique des VàP anglais en termes d’un verbe plus une particule.
5. Conclusions
Nous avons passé en revue la nature de l’insertion des verbes à particule anglais
dans le discours en FL, la contrastant avec ce qu’on trouve dans les français de type
acadien. Cet examen a montré, en particulier, qu’en FL, le verbe et sa particule fon-
ctionnent syntaxiquement comme une unité inséparable, à la grande différence de
l’acadien où ils fonctionnent séparément. Cette différence représente un obstacle
important à l’application d’un modèle comme celui de Ruth King, développé pour
expliquer la présence de prépositions échouées en français acadien, au contexte du
FL. Tout cela suggère que le vecteur de l’introduction des prépositions échouées en
FL n’est pas l’emprunt lexical, ni l’insertion des VàP anglais dans un discours français,
et que l’explication est donc à chercher ailleurs.
Université d’Indiana Kevin ROTTET
ROTTET
215
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217
Incidences linguistiques du contact entre dialectes ‘franciques’
et français dans le département de la Moselle
1. Introduction
Lorsque l’on arrive en Moselle, on s’aperçoit vite que les habitants de ce départe-
ment de l’Est de la France ont recours – tout en parlant français – à maints lexèmes
et expressions diffi ciles à comprendre si l’on ne connaît pas l’un des dialectes appelés
‘Platt’, ‘patois’ ou ‘francique’ ou encore l’allemand. Ainsi, même à Metz, ville qui
n’a jamais été dialectophone,1 on entend le verbe couatcher, du dialecte quatsche(n), signifi ant “bavarder”, ou on mange un ou une schneck, un “pain aux raisins en forme
d’escargot”. Le contact entre les dialectes dits franciques et le français à l’intérieur
même de la Moselle2, dont la complexité ne pourrait être traitée ici, entraîne en effet
des infl uences très fortes du français sur les dialectes, et également, dans une moindre
mesure, des dialectes germaniques sur le français parlé en Moselle-Lorraine. Ce sont
les incidences du ‘francique’ sur le français dans le champ lexical et syntaxique qui
feront l’objet du présent article.3
1 Cf. Benoît / Michel (2001), Laumesfeld (1996 : 100-111).2 Et probablement – en plus – avec l’allemand, la Moselle partageant une frontière avec la
Sarre et la Rhénanie-Palatinat où l’on rencontre les ‘mêmes’ dialectes en plus de l’allemand standard. – Nous entendons ‘linguistique de contact’ dans l’acception sociolinguistique – « infl uence mutuelle entre deux ou plusieurs langues » (d’après Riehl 2009, 111) –, non pas psycholinguistique, c.-à-d. lorsque deux ou plusieurs langues sont employées par le même
individu, selon le père fondateur de la discipline, Uriel Weinreich (1953).3 Cf. Rézeau (2007) qui relève des phénomènes semblables pour la région d’Alsace.
CILPR 2013 – SECTION 11
218
Ce que l’on appelle, à tort ou à raison, le ‘fran-
cique’4, ce sont en fait des dialectes d’origine ger-
manique qui se différencient en rhénan, mosellan,
luxembourgeois et ripuaire (cf. l’illustration ci-
contre).5
Pour ce qui est de l’origine des traces germa-
niques au sein du français parlé en Moselle et en
partie en Lorraine, il convient d’évoquer plusieurs
hypothèses car ce que l’on appelle le Platt rhénan
ou mosellan, parlé aujourd’hui encore dans quelques secteurs de l’Est de la Moselle
notamment, ne peut pas être réduit à un système langagier germanique homogène.
Il n’est en effet pas du tout acquis que les traces germaniques au sein du français
mosellan-lorrain remontent sans exception à une langue germanique qui aurait exi-
sté, d’après Simmer (1998), bien avant l’invasion des Francs, étant par conséquent
antérieure au superstrat francique. S’il est certain qu’il s’agit de phénomènes autres
que les 700 racines du français moderne provenant du – véritable – francique, p. ex. les
lexèmes werra › guerre, frisc › frais, bosk › bois ou les suffi xes –ard, –an, mé– 6, il n’est
pas à exclure, faute d’études approfondies de l’étymologie des dialectes mosellans,
que certains phénomènes considérés comme spécifi ques du rhénan-mosellan relèvent
au fond du superstrat francique. Aussi le substantif clanche ou le verbe clancher, revendiqués en tant spécifi que du Platt mosellan dans de nombreux dictionnaires et
sites traitant du rhénan-mosellan, sont également employés dans d’autres régions de
France (cf. Wartburg 1959 qui l’orthographie clenche).7
D’un autre côté, le contact linguistique des régions frontalières de la Lorraine
avec la Sarre et le Palatinat en Allemagne pourrait engendrer une infl uence de
l’allemand moderne sur le parler dialectal rhénan-mosellan,8 le français mosellan
empruntant ensuite aux dialectes. L’absence de certaines expressions idiomatiques
(cf. section 3.4), p. ex. blau machen ou avoir un knall, qui ne ne fi gurent ni dans le
4 Simmer (1998) soutient en effet la thèse que l’on doit les dialectes germaniques de la Moselle à des tribus qui se sont installées dans la région bien avant l’arrivée des Francs de Toxandrie (qui parlaient un dialecte proche du néerlandais de surcroît), au temps de l’occupation romaine ou même antérieurement à celle-ci. D’après lui, il conviendrait de ce fait de privilégier la dénomination ‘rhénan, mosellan, luxembourgeois (letzebuergesch)’, et non pas ‘francique’. Cf. aussi Goebl (1996) et Pfi ster (1998).
5 Notre étude portera essentiellement sur les variétés rhénane (Rheinfränkisch) et mosellane (Moselfränkisch), le luxembourgeois (Letzebuergesch) , limité au secteur de Thionville, et surtout le ripuaire (Ripuarisch), dialecte utilisé aujourd’hui en Rhénanie (Allemagne), étant
sensiblement distincts des deux premiers.6 Exemples tirés de Sprachen der Welt/Welt der Sprache. ‹http://www.weikopf.de/index.
php?article_id=118›.7 L’existence en français de verbes tels que enclencher ou déclencher prouve que clenche
remonte à un étymon du superstrat francique.8 Sachant que le « même » dialecte rhénan est aussi parlé dans la Sarre ; l’infl uence pourrait par
conséquent être due au contact entre dialectophones des deux côtés de la frontière.
SCHMALE
219
dictionnaire étymologique de Wartburg ni dans celui des régionalismes de Rézeau,
pourrait témoigner de l’entrée récente de ces phrasèmes dans le rhénan-mosellan
via l’allemand. Mais le fait que relativement peu de lexèmes et expressions réper-
toriés par les dictionnaires, collections (cf. p. ex. Benoît / Michel 2001 ou Rispail et al. 2012) et sites Internet,9 traitant, souvent de manière folklorique,10 les spécifi cités
du français mosellan, se trouvent lemmatisés dans les dictionnaires étymologiques
ou des régionalismes de France pourrait également s’expliquer à travers le constat,
fait par Chauveau (2007)11, que le FEW ne proposait pas systématiquement tous les
lexèmes et expressions en raison d’une concentration sur les sources écrites alors que
le français des expatriés tout comme les dialectes trouvent leur existence avant tout
dans l’oralité.
Qui plus est, les lexèmes, expressions et structures, prétendument spécifi ques du
français mosellan, listés dans les publications évoquées, ne fournissent aucune infor-
mation quant à l’utilisation ou à la connaissance des locuteurs du français mosellan
de ces tournures dites caractéristiques, provenant des dialectes germaniques rhénan
ou mosellan.12 L’objectif de la présente étude est par conséquent de répondre à deux
questions : les Mosellans connaissent-ils véritablement les vocables répertoriés par
les sources évoquées, et en particulier, les utilisent-ils effectivement ? D’un point de
vue méthodologique, il aurait été préférable de fonder l’étude sur un corpus d’enregi-
strements en contexte écologique de Mosellans dialectophones et non dialectophones
afi n de disposer de traces de leur éventuel recours à des tournures d’origine dialec-
tale en contexte. Cependant, comme il a été impossible de rassembler un tel corpus à
court terme, nous avons dû nous résigner à recourir à un questionnaire créé à l’aide de
Google drive – https://docs.google.com/forms/d/1foG3hDTiLHwCtk4i1T8qiLpV4uy
BiihC7OoTwjy1FY/ viewform – que nous avons diffusé aux 6000 abonnés de la liste
‘Expression libre’ de l’Université de Lorraine qui ont été nombreux à transmettre le
questionnaire à leurs connaissances en dehors de l’UL. Au moment où nous avons
dû arrêter l’enquête, quelques 879 personnes y avaient participé en nous adressant
souvent des commentaires enthousiastes et reconnaissants que quelqu’un s’intéresse
– enfi n – à leur parler régional. Il est vrai que depuis la mort prématurée de Daniel
Laumesfeld, le ‘francique’ est devenu une discipline orpheline à l’Université de Metz,
aussi bien pour ce qui est de la recherche que de l’enseignement.
L’enquête portait sur six catégories – substantifs, verbes, formules de routine,
expressions phraséologiques, structures morphosyntaxiques spécifi ques et énoncés
9 Cf. p. ex. le site Vent de Lorraine – <http://ventdelorraine.canalblog.com/archives/2009/03/12/12941262. html› – proposant de nombreuses expressions sous le titre « Tu sais que tu es à Metz quand… ».
10 Et souvent sans respecter les exigences d’une lexicographie scientifi que.11 Qui porte toutefois sur le traitement des « français expatriés » au sein du FEW.12 Voir également l’étude lexicologique de Leblond (2007) qui ne traite, toutefois, pas non plus
d’aspects d’utilisation effective. Aucun des termes listés par cet auteur ne se trouve du reste dans les collections qui constituent la base de notre étude.
CILPR 2013 – SECTION 11
220
avec une structure germanique – dont les résultats seront présentés dans ce qui suit.13
Soulignons qu’il s’agit là de premiers résultats, une exploitation approfondie des
données s’avérera naturellement nécessaire en croisant les âges des enquêtés, les lieux
de naissance et/ou d’habitation des enquêtés et notamment leur éventuelle qualité
de dialectophones afi n d’affi ner les renseignements quant à l’utilisation de tournures
d’origine dialectale.
2. Données générales de l’enquête
En amont des questions portant sur la connaissance et l’utilisation de telle ou
telle expression, des informations relatives à l’âge, au sexe, au lieu de naissance et
d’habitation ainsi que leur possible appartenance à la famille des dialectophones ont
été rassemblées dans l’objectif d’une exploitation qualitative des données.14 Il s’avère
que l’âge de la majorité des informateurs se situe entre 25 et 50 ans, ce qui n’est guère
surprenant pour une population en très grande partie universitaire (cf. l’illustration
‘âge’), et que 59% étaient de sexe féminin. Deux tiers des sondés sont nés dans le
département de la Moselle et 12% en Meurthe-et-Moselle (cf. ‘naissance’). 57% des
informateurs habitent en Moselle pour 25% en Meurthe-et-Moselle. En revanche,
seulement 22% des enquêtés se déclarent dialectophones, information revêtant toute
son importance dans l’explication de l’incidence des expressions dialectales sur le
français mosellan.
Six catégories de lexèmes, d’ex-
pressions et de constructions ont
été soumises aux participants de
l’enquête. Les réponses de 879 per-
sonnes ont été exploitées.
3. Les résultats bruts de l’enquête
3.1. Connaissance et utilisation de substantifs
Les informateurs devaient indiquer s’ils connaissaient et utilisaient le nom en que-
stion, et fournir une explication ou paraphrase du sens du N dans la rubrique ‘autre’.
Compte tenu de l’usage masculin ou féminin de certains noms, une question à ce sujet
a été ajoutée. Voici un tableau résumant les réponses données au sujet des substantifs
d’origine dialectale utilisés en français mosellan :
13 Nous sommes extrêmement reconnaissant à notre fi ls Tristan qui a assumé la lourde charge
de transformer les données fournies par Google drive en un fi chier Excel exploitable.14 Les items relatifs à la formation, la profession, l’occasion de l’utilisation du dialecte, le cas
échéant, ainsi que la durée de résidence dans le lieu indiqué n’ont pas encore fait l’objet d’une exploitation.
SCHMALE
221
15
Substantifs15 Français Je l’utilise Je le connaisGenre
incorrect
le schnaps eau de vie 728 (83%) 849 (96%) 7
le speck gras, lard 630 (71%) 762 (87%) 9
le spritz biscuit de
Noël, jet
628 (71%) 759 (86%) 25
le schlouk gorgée 621 (70%) 715 (81%) 17
le stück morceau 584 (66%) 753 (85%) 17
la schneck pain aux
raisins
566 (64%) 796 (90%) 302 (34%)
le stampel tampon 560 (63%) 746 (85%) 12
le streusel gâteau brioché 514 (58%) 654 (74%) 14
le stollen gâteau de
Noël
478 (54%) 642 (73%) 16
le schlapp(e) pantoufl e 470 (53%) 720 (82%) 464 (53%)
le spatz moineau 466 (53%) 675 (77%) 7
le café-klatsch café-gâteau 451 (51%) 674 (76%) 15
le katz chat 395 (45%) 681 (77%) 43 (5%)
le schness bouche,
gueule
381 (43%) 634 (72%) 442 (50%)
le gummi élastique,
chewing-gum
281 (32%) 572 (65%) 18
le stock bâton 228 (26%) 414 (47%) 22
le knepp galette de
pomme de
terre
159 (18%) 358 (41%) 106 (12%)
le schlag coup 150 (17%) 430 (49%) 144 (16%)
la café-
machine
machine à
café
80 (9%) 352 (40%) 103 (12%)
15 Rézeau (2007) répertorie des entrées pour schnaps, schlouc, stuck, schnecke, streusel et knepfl e ; Wartburg (2003) pour schnaps, speck, chlouke, stolle, spatz, schness, gummi et schlague.
CILPR 2013 – SECTION 11
222
Les réponses apportées révèlent que la majorité des informateurs affi rment con-
naître et utiliser les lexèmes nominaux choisis à partir des matériaux évoqués. Le
décalage entre connaissance et utilisation n’est pas en soi signifi catif étant donné que
la compétence passive est en règle générale plus développée que la compétence active.
Ceci dit, un Mosellan pourrait très bien choisir de ne pas employer un lexème d’ori-
gine dialectale tout en le connaissant. Pour ce qui est de l’utilisation des différents
substantifs, il est évident que – mis à part les trois derniers noms de la liste (knepp, schlag, café-machine) qui recueillent moins de 22%16 – la plupart des N testés doit obli-
gatoirement être utilisée par des non dialectophones nés et/ou résidant en Moselle.
Si schnaps est familier pour presque tous, les N obtenant des scores moins élevés tels
katz, schness ou gummi pourraient être connus avant tout des dialectophones et/ou
des personnes nées ou résidant depuis un certain temps en région dialectophone ou
par des personnes en contact étroit avec ces derniers sans l’être eux-mêmes. En revan-
che, ceux niant une utilisation n’évoluent probablement pas dans des contextes où ils
seraient amenés à se servir de ces lexèmes, même s’ils les connaissent.
Un mot au sujet de la correction des articles proposés : les 53% des sondés qui
optent pour le féminin de schlapp et les 50% pour le féminin de schness sont-ils
infl uencés par le fait que les N équivalents pantoufl e et bouche/gueule sont féminins ?
3.2. Les verbes
Neuf verbes d’origine dialectale ont été soumis à l’appréciation des informateurs
qui devaient à nouveau indiquer le sens du verbe dans la rubrique ‘autre’. Bien que
dans une moindre mesure que les substantifs, la plupart des verbes sont connus et
utilisés par les participants de l’enquête. Une exploitation approfondie des données
serait nécessaire afi n d’élucider si l’emploi de certains verbes dont le score est faible,
tels boumeler, weger ou chlaguer est réservé aux dialectophones, et si d’autres comme
schmirer, kipper, couatcher17 sont exclusivement employés par les dialectophones ou
par ceux en contact étroit avec eux.18
Verbes d’origine
« franciques »18 Français standard Je l’utilise Je le connais
spritzer éclabousser, vapori-
ser, gicler
558 (63%) 675 (77%)
ratscher/rätsche médire, parler des
gens, commérages
433 (49%) 602 (68%)
16 Rappelons que seulement 22% des sondés se déclarent dialectophones.17 Étant donné qu’une standardisation de l’orthographe des dialectes rhénans etc. n’est pas en
vigueur, il existe différentes variantes graphiques des lexèmes dialectaux.18 Rézeau (2007) ne répertorie aucun des verbes ; chez Wartburg (2003) on trouve kipper et
schmirer.
SCHMALE
223
couatcher parler, causer,
bavarder
308 (35%) 492 (56%)
kipper renverser, tomber,
perdre l’équilibre
262 (30%) 399 (45%)
schmirer étaler, barbouiller,
laisser des traces
244 (28%) 417 (47%)
chlaguer/chlaquer frapper, jeter 149 (17%) 326 (37%)
weger/wecker qn chasser, expulser,
faire partir qn, virer
90 (10%) 170 (19%)
boumeler se promener, faire
les magasins
38 (4.3%) 143 (16%)
3.3. Les formules de routine
Étant donné que le contact langagier entraîne fréquemment l’emprunt de formu-
les de routine à la langue du voisin, les nombreux pragmatèmes français en parler dia-
lectal en témoignent, huit formules de routine d’origine dialectale ont été intégrées
dans le questionnaire. Ci-après un tableau résumant les résultats sachant que les indi-
cations de sens de la rubrique ‘autre’ n’ont pas encore été évaluées :
Formule de
routine19
Expression
francique20 Français Je l’utilise Je la connais
Ça geht’s ? Wie géht’s ? Ça va ? 573 (65%) 854 (97%)
Comment
qu’c’est ?
Wie ìschss ? Comment ça va ? 494 (56%) 831 (95%)
Ferme ta/ton
schness !
Hàll de Schnìss ! Tais-toi ! La
ferme !
452 (51%) 750 (85%)
Raus ! Russ ! Dehors ! 446 (51%) 773 (88%)
19 Rézeau (2007) fournit des entrées pour ça tire et ça me goûte seulement ; Wartburg (2003) pour Raus !, oyeler (gémir).
20 Les expressions dialectales, tout comme celles des sections 3.4 et 3.5, proviennent de plusieurs dictionnaires et collections du rhénan et du mosellan, p. ex. Haas-Heckel (2001, 2008, 2011), Haas/Lambert (1994), Nicklaus (2001) et Rispail et al. (2012), vérifi ées et confi rmées par Bertrand Hiegel, dialectophone et responsable du fonds francique et langues à la Médiathèque de la communauté d’agglomération à Sarreguemines. Je le remercie tout particulièrement de son aide et de sa disponibilité. – Voir aussi la liste des dictionnaires et collections d’expressions dans Schmale (2009, 192-3).
CILPR 2013 – SECTION 11
224
Formule de
routine
Expression
franciqueFrançais Je l’utilise Je la connais
Oyééé ! Ojjéé ! Mon Dieu ! Oh
la la !
377 (42%) 648 (74%)
Ça tire. ‘S zìeht Il y a un courant
d’air.
369 (42%) 517 (59%)
Kwatch ! Quatsch ! N’importe quoi ! 302 (34%) 449 (51%)
Ça me goûte. ‘S Schmàckt mìr C’est bon. 223 (25%) 497 (57%)
Il s’avère que toutes ces formules sont (assez) largement connues et que plus de
50% des enquêtés disent employer 4 sur 8 des pragmatèmes proposés. Une étude
qualitative permettra d’évaluer si le fait d’être dialectophone ou si un contact régulier
avec des dialectophones favorise l’utilisation de ces formules. Cependant, même
une exploitation minutieuse des renseignements du questionnaire ne pourra pas
déterminer les contextes et les situations dans lesquels un locuteur mosellan aura
recours à telle ou telle expression. Cette observation vaut du reste pour toutes les
catégories testées. Plus précisément, si l’on prend Raus ! ou Oyééé ! comme exemples,
il est peu probable qu’un locuteur se serve de ces formules de routine sans tenir
compte des capacités de compréhension de l’interlocuteur concernant le pragmatème
en question.
3.4. Les expression (partiellement) idiomatiques
Suite à notre étude de l’infl uence réciproque dans le champ des expressions
phraséologiques du français et du ‘francique’ (cf. Schmale 2009 et 2010), il a été
demandé aux participants de l’enquête de donner leur avis au sujet de leur con-
naissance, de leur utilisation ainsi que du sens des quatorze idiotismes suivants.
Phrasème du
frç. mosellan21
Version du
franciqueFrançais Je l’utilise Je le connais
entre midi zwische middah entre midi et
deux heures
691 (79%) 827 (94%)
faire bleu blooh màche faire l’école
buissonnière
537 (61%) 693 (79%)
travailler au
schwartz
schwartz
schàffe
travailler au
noir
397 (45%) 738 (84%)
21 Rézeau (2007) propose des lemmes pour entre midi et serrer les pouces ; Wartburg (2003) pour travailler au schwartz et schmequer.
SCHMALE
225
serrer les
pouces
ich drick der de
Dume
croiser les
doigts
345 (39%) 537 (61%)
faire schnell schnèll mâche faire vite, se
dépêcher
263 (30%) 617 (70%)
ça schmeuk ‘s schmàckt
(schlèscht)
ça sent mauvais,
ça pue
229 (26%) 445 (51%)
aller au schutt uff de schùtt
géhn
aller à la
déchetterie
206 (23%) 372 (42%)
avoir un knall hàsch e knàll avoir un grain,
être fou, cinglé
202 (23%) 318 (36%)
être une
extrawouascht
bìsch e
Extrawurscht
qn de spécial,
qui se croit
supérieur
121 (14%) 199 (23%)
faire la putz gésch àn de
Pùtz
faire le ménage 115 (13%) 300 (34%)
ne pas entendre
clair
hèrsch nìtt klar ne pas bien
entendre
114 (23%) 333 (38%)
l’avoir dans la
croix
hàschs im Kritz
(Kritzweh
hònn)
avoir mal au
dos
17 (2%) 80 (9%)
Si le ‘grand classique’ entre midi22 recueille 94% des ‘je le connais’ (79% disent
l’utiliser), la majorité des autres phrasèmes est moins connue et encore moins utilisée
que les trois catégories précédentes. Il semble en effet que la majorité de ces expres-
sions soit réservée à des personnes en contact régulier avec des dialectophones ou à
des dialectophones eux-mêmes. Il ne faut pas oublier non plus que les locuteurs du
français, notamment les jeunes, ne connaissent pas forcément tous les idiotismes de la
langue française. Il faudrait par conséquent – entre autres – croiser les connaissances
relatives à telle ou telle expression et l’âge de la personne sondée.
3.5. Les constructions du français mosellan ‘typiques’
Nous avons personnellement entendu une mère dire à sa fi lle « Prends ton
téléphone avec, hein ? »23 dans le train Metz – Sarrebruck. On trouve d’autres structu-
res témoignant d’une infl uence germanique sur la structure morphosyntaxique dans
22 Il faut se demander si cette tournure si populaire vient du francique zwische midda (inexistante en allemand, ce qui n’est cependant pas un critère puisque le ‘francique’ semble a priori plus ancien) ou si on n’a pas plutôt traduit entre midi et deux en dialecte, pour le retraduire ensuite, raccourci, en français.
23 La préposition avec étant sans aucun doute due au préverbe mit- du verbe mit/komme(n). Nous ne pouvons développer ici l’infl uence germanique pour chaque structure proposée.
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226
les ouvrages et sites traitant du parler dialectal, dont onze fi gurent au sein du que-
stionnaire diffusé. Les voici ainsi que les réponses obtenues :
Construction
‘typique’ calquée
sur le francique24
Modèle francique Français Je l’utilise Je la connais
le Pierre, la
Marie25
de Pédder, ‘S
Marie
Pierre, Marie 424 48% 722 82%
il parle bête er redd dùmm il dit n’importe
quoi
408 46% 692 79%
il roule une
voiture
er fahrd e Audo il conduit une
voiture
263 30% 583 66%
j’ai mal la tête26 isch hònn
koppweh
j’ai mal à la tête 255 29% 730 83%
ça ira déjà ‘s werdd schònn
géhn
ça va aller, tout
ira bien
252 29% 495 56%
je cherche mes
enfants à l’école
isch holl minne
kìnn von de
schull àb
je vais chercher
mes enfants
153 17% 502 57%
il est toujours
encore malade
er ìsch immer
noch krònk
il est toujours
malade
118 13% 384 44%
j’attends sur lui/
le bus
Isch wàrd ùff
ne / ùff de Bus
je l’attends/
le bus
94 11% 417 47%
je peux lui
aider27
Isch kònn ìm
hèlfe
je peux l‘aider 63 7% 351 40%
je demande
mon père
Isch fròòh min-
ner bàppe
je demande à
mon père
58 7% 318 36%
Comparé aux catégories précédentes le taux d’utilisation est très fortement
décroissant, même si un nombre assez important de personnes affi rme connaître
les constructions proposées. Or comme commente l’un des participants de l’enquête
(cf. infra), « L’école est passée par là », un autre soutenant qu’il fait tout son possible
24 Aucune entrée ni dans Rézeau (2007), ni dans Wartburg (2003).25 L’emploi de l’article défi ni avec un prénom est également attesté en français populaire.26 Il ne s’agit sans doute pas d’un calque littéral d’une structure germanique, néanmoins de la
production d’un complément d’objet direct à l’instar de l’allemand où le français préfère un complément prépositionnel. L’un des informateurs indique d’ailleurs qu’il dirait même « j’ai mal LE tête » étant donné que Kopf (tête) est masculin en allemand.
27 L’un des relecteurs anonymes de cette contribution, attire notre attention sur le fait que cette structure était également la norme en français classique. Il pourrait par conséquent s’agir d’un « germanisme de maintien ».
SCHMALE
227
pour éviter ces constructions. Les Mosellans ont par conséquent conscience que leur
français ne correspond pas à la langue standard. Afi n de ne pas se faire remarquer en
tant que dialectophone ou comme habitant de l’Est de la France, certains font donc
tout leur possible pour éviter ces structures qui relèvent d’un langage peu recom-
mandé (cf. les commentaires ci-après). Contrairement aux lexèmes et expressions des
catégories précédentes, les constructions marquées par l’incidence des dialectes ger-
maniques ne sont pas considérées comme typiques ou folkloriques, mais tout simple-
ment comme fausses, « pénibles, choquantes, paysannes » (cf. infra).
Les commentaires de certains informateurs sont du reste révélateurs de leur atti-
tude envers le français mosellan marqué par une infl uence dialectale plus ou moins
forte ; en voici quelques exemples :
Structure proposée Commentaires à propos de la construction proposée
j’ai mal la tête • ne n’utilise plus parce que l’école est passée par là
• pas entendu depuis 50 ans
• me révolte
• des fois même : j’ai mal LE tête
• aaargh celle là me fait mal aux oreilles
le Pierre, la Marie • foutu Lorrain et ses ‘le-la’ inutiles !
• article devant le prénom vain Dieu !
• très pénible
• paysan
• le Jules – la poubelle
• J’avoue que c’est une habitude dont j’ai beaucoup de
mal à me défaire. C’est une lutte de tous les instants.
il parle bête • dumschwaetzer (sic !) chez nous
je cherche mes enfants à
l’école
• SONT-ILS PERDUS ?
• je ne vois pas où est l’erreur
• pas de différence avec le français standard
j’attends sur le bus • aussi en Alsacien
• on warte sur tout barbarisme germanique
• Il s’agit d’une erreur car on attend quelque chose et
non pas sur quelque chose. Attendre sur signifi e que l’on
est assis ou debout sur un objet.
je peux lui aider • l’école m’a appris de ne plus le dire
• barbarisme (lui – datif)
• choquant
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Structure proposée Commentaires à propos de la construction proposée
je demande mon père • barbarisme germanique
• jeu de 7 familles ?
Si la plupart des sondés semblaient très contents et reconnaissants de l’initiative
de l’enquête menée, d’autres n’ont pas caché leur mépris pour l’infl uence des dialectes
germaniques sur le français parlé en Moselle. Les remarques du type « me révolte »,
« barbarisme germanique », « foutu Lorrain », « très pénible », « paysan » ou « cho-
quant » en témoignent. Dans un esprit puriste, beaucoup ont également fourni des
explications et corrections parfois assez détaillées ou fait des remarques ironiques.
Cette attitude de participants sans doute non dialectophones à l’origine, mais en con-
tact avec le parler dialectal mosellan, explique au moins en partie la crainte des gens
d’employer certaines constructions particulièrement marquées en tant que ‘germani-
ques’ ou tout simplement non standard.
3.6. Énoncés à structure germanique
Les énoncés intitulés ‘à structure germanique’ sont tirés de l’enquête de Mather
(1994). Ils ont été produits par des personnes d’âges divers lors d’entretiens menés
par l’auteur en 1994, il ne s’agit par conséquent pas d’énoncés inventés et encore
moins d’énoncés traduits de l’allemand.28 Il a semblé intéressant de soumettre ces
énoncés, qui ne fi gurent cependant pas dans les ouvrages et listes évoqués, lors de
notre enquête.
Il y a vingt ans, l’enquête de Mather avait révélé que seulement les personnes
plutôt âgées produisaient encore des énoncés fortement marqués par une structure
germanique (cf. les énoncés 1 à 5) ; un seul ‘jeune’ avait utilisé une structure de ce
type lors des entretiens. Quant aux énoncés 6 à 9, ils semblent acceptables, sous cer-
taines conditions, sans doute surtout à l’oral, en français standard (cf. tableau ci-des-
sous). Quelques commentaires, p. ex. à propos de l’énoncé « je cherche mes enfants
à l’école », démontrent que certains locuteurs considèrent ces énoncés comme tout à
fait acceptables. Mais il faudrait probablement les soumettre à des habitants d’autres
28 Le titre de la Maîtrise de Mather (1994) induit en quelque sorte en erreur car les productions obtenues ne sont pas infl uencées par l’allemand, mais – à proprement parler – par les dialectes d’origine germanique, comme évoqué, beaucoup plus anciens que ce que l’on appelle aujourd’hui l’allemand. Le fait que l’on ne trouve pas de structure de l’allemand moderne correspondante à certains énoncés présents dans la liste, semble en témoigner. Tel est p. ex. le cas pour Pas du tout je comprends. (no. 6) qui aurait comme équivalent allemand Ich verstehe überhaupt nicht, non pas Überhaupt nicht ich verstehe qui serait la traduction littérale. L’explication du placement du verbe en 3e non pas en 2e position est sans doute beaucoup plus complexe, probablement dû à un phénomène d’hypercorrection.
SCHMALE
229
régions pour être certain de leur acceptabilité pour des locuteurs n’ayant jamais été
en contact avec les dialectes mosellans.
No Phénomène syntaxique Enoncé29 Jeunes Agés
1 Antéposition de complé-
ments
La moitié je lui donne (1)
2 Omission de préposition Y avait pas encore traité
de paix.
3 Absence de conjonction
de sub.
Je crois les Allemands ont
quand même changé.30
4 Fautes d’accord et de genre Y a des femmes qui sont
morts.
5 Prépositions fautives T’as pris quelque chose
avec?
Constructions éventuellement acceptables
6 Ordre marqué des argu-
ments et des adjoints
On allait à sept heures à la
plage.
7 Autres ordres syntaxiques
marqués
Ils parlent non plus pas
l’allemand.
8 Constructions avec „noch“
calquées sur l’allemand
J’ai vu encore Bernard et
Bianca.
9 idem avec „ça“ Ça pleut.
Tiré des onze catégories « d’interférence syntaxique de l’allemand sur le français
mosellan » – plutôt des dialectes germaniques ! – les énoncés suivants ont été
intégrés au questionnaire. Il s’avère que relativement peu de participants trouvent les
constructions proposées acceptables, et qu’encore moins les utilisent. Et ce constat
29 Il ne faut pas oublier que Mather avait fait enregistrer ces énoncés par des locuteurs natifs mosellans. La prosodie joue par conséquent un rôle clef. Aussi l’énoncé sous 6. On allait à sept heures à la plage, est acceptable si l’on fait abstraction du fait que le locuteur en question l’avait lu sans la moindre pause avec un accent fi nal sur ‘plage. En revanche, lorsqu’on fait une courte pause après ‘heures’, traitant à la plage en tant que groupe prosodique quasi indépendant, l’énoncé devient convenable.
30 Il convient de souligner que cette structure est tout à fait imaginable notamment à l’oral du français standard. Une recherche « google » avec cette construction produit immédiatement des résultats.
CILPR 2013 – SECTION 11
230
concerne même les types de phrases appartenant aux structures classées comme a priori acceptables par Mather. Ci-après les résultats :
No.Enoncés recueillis par Mather
(1994)J’utilise Connais Acceptable
1 J’achète en Allemagne mes
livres.
51 5.8% 170 19.3% 188 21.4%
2 La moitié je lui donne. 39 4.4% 165 18.8% 122 13.9%
3 J’ai rien du tout fait. 37 4.2% 160 18.2% 81 9.2%
4 Paul doit à Noël aller chez ses
parents.
32 3.6% 116 13.2% 145 16.5%
5 Elle pense Jean ne viendra pas. 31 3.5% 152 17.3% 91 10.4%
6 Pas du tout je comprends. 28 3.2% 102 11.6% 71 8%
7 C’est trop diffi cile pour lui mon-
ter les escaliers.
27 3.1% 203 23.1% 86 9.8%
8 Il y a assez de place pour tout le
monde s’asseoir.
17 1.9% 122 13.9% 46 5.2%
9 Elle est à l’école allée. 7 0.8% 95 10.8% 33 3.8%
10 Elle a le livre acheté. 5 0.6% 75 8.5% 33 3.8%
Si les énoncés 1 à 5 sont tout à fait imaginables à l’oral avec une réalisation proso-
dique spécifi que et notamment des pauses à certains endroits, l’utilisation de ceux de
6 à 10 ne semble guère envisageable. Si néanmoins très peu de participants ont déclaré
employer les phrases 1 à 5, possibles à l’oral, c’est sans doute par un souci de correc-
tion, imposé par l’école (cf. supra), et c’est sans doute aussi pour ne pas se faire remar-
quer comme dialectophone et/ou habitant de l’est que les enquêtés ont rejeté ce qui
ne correspond pas à la norme d’une grammaire considérée comme celle du standard.
4. Conclusions
Les premiers résultats tirés de l’enquête menée permettent de tirer les conclusions
suivantes. Si on peut conclure grosso modo à un degré de connaissance et d’utilisation
à première vue signifi catif, il faut également constater qu’aussi bien connaissance
qu’utilisation vont décroissant de la catégorie I à la catégorie VI : aussi les substantifs
sont davantage connus et utilisés que les verbes et ainsi de suite. Cela n’a a priori
SCHMALE
231
rien de surprenant puisqu’en général les emprunts à une autre langue favorisent les
substantifs aux verbes et les expressions non phraséologiques aux idiotismes.
Pour ce qui est des structures marquées par l’incidence du dialecte germanique
il existe probablement une différence entre la réponse écrite à un questionnaire et
l’utilisation véritable à l’oral. Les informateurs n’ont très certainement pas conscience
de leurs habitudes langagières effectives, ne veulent pas les confi er à un question-
naire ou encore, font particulièrement attention à l’écrit. De toute manière, comme
nous l’avons évoqué, seule une étude fondée sur des corpus oraux du parler lorrain et
mosellan en particulier pourrait, d’une part, révéler quels lexèmes et expressions les
participants emploient effectivement dans une situation de communication authenti-
que, et d’autre part, les paramètres différenciés des contextes d’utilisation : un utilisa-
teur de telle ou telle expression ne l’utilisera certainement pas indépendamment de la
situation de communication et surtout de la qualité de son interlocuteur.
En attendant la constitution de ces corpus absolument indispensables, une exploi-
tation détaillée des données obtenues grâce à l’enquête, c’est-à-dire une évaluation de
l’utilisation en fonction de paramètres différents (âge, dialectophone ou non, lieu de
naissance, etc.), fournira des renseignements plus précis sur emploi des expressions
dialectales : sont-elles réservées aux seules personnes d’un certain âge ou aux dialec-
tophones ou aux habitants de régions dialectophones ?
CNRS & Université de Lorraine – Metz
ATILF UMR 7118 Günter SCHMALE
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