La Humildad

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1 La Humildad, raíz de la vida espiritual Padre Salvador Ros OCD Curso de formación OCDS. Toledo 25-27 de Enero de 2013 Lo decisivo en la vida espiritual no es tanto el “buscar a Dios”, porque hay maneras de buscarlo que son provocaciones (cf. Sab 1,2), cuanto el ponerse en una actitud tal que se pueda esperar encontrarlo sin tener que buscarlo, porque es Él quien toma la iniciativa del encuentro, el que nos busca y el que a su debido tiempo se manifestará a nosotros: “Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por mí; salí al encuentro de los que no me buscaban (IS 65; Rom 10,20-21). “No me buscarías, si no me hubieras encontrado” (Pascal). “Quien se vuelve hacia Oriente esperando a su Dios, en él, muy pronto, se elevará la aurora de la Gracia” (Angelus Silesius). El camino más seguro para el encuentro con Dios y para esa forma de experiencia que llamamos contemplación es la actitud teologal, actitud que resumimos con la expresión “fe-esperanza-caridad” -lo que Teresa llama “amor- desasimiento-humildad” (CV 4,4)-, virtudes que “andan siempre juntas”- (CV10,3) y que “son necesarias tener las [personas]

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La Humildad, raz de la vida espiritual

Padre Salvador Ros OCDCurso de formacin OCDS. Toledo 25-27 de Enero de 2013

Lo decisivo en la vida espiritual no es tanto el buscar a Dios, porque hay maneras de buscarlo que son provocaciones (cf. Sab 1,2), cuanto el ponerse en una actitud tal que se pueda esperar encontrarlo sin tener que buscarlo, porque es l quien toma la iniciativa del encuentro, el que nos busca y el que a su debido tiempo se manifestar a nosotros: Me he hecho encontradizo de quienes no preguntaban por m; sal al encuentro de los que no me buscaban (IS 65; Rom 10,20-21). No me buscaras, si no me hubieras encontrado (Pascal). Quien se vuelve hacia Oriente esperando a su Dios, en l, muy pronto, se elevar la aurora de la Gracia (Angelus Silesius).El camino ms seguro para el encuentro con Dios y para esa forma de experiencia que llamamoscontemplacines laactitudteologal, actitud que resumimos con la expresin fe-esperanza-caridad -lo que Teresa llama amor-desasimiento-humildad (CV 4,4)-, virtudes que andan siempre juntas- (CV10,3) y que son necesarias tener las [personas] que pretenden llevar camino de oracin, de manera que es imposible, si no las tienen, ser muy contemplativas, y, cuando pensaren lo son, estn muy engaadas (CV 4,3). Sobre este fundamento teologal de las virtudes Teresa insiste machaconamente: Diris, hijas mas, que este es el engao que todos traemos, que en llegndose uno un rato cada da a pensar sus pecados (que est obligado a ello si es cristiano de ms que nombre), luego dicen es muy contemplativo, y luego le quieren con tan grandes virtudes como est obligado a tener el muy contemplativo (CE 24 3-4).Veamos, entonces, en qu consiste la humildad, ya que con frecuencia nos hacemos una idea falsa al concebirla como algo que nos rebaja, cuando es todo lo contrario, nos aporta la verdadera grandeza que en vano buscamos fuera de Dios, pues no hay nada ms elevado que estar ante Dios y con l.Quiense ha descubierto a s mismo ante Dios, ha descubierto tambin que slo ah estaba el lugar donde uno puedeconocersentegramente, en medio de una luz que nos deja desnudos comonuncaantes lo habamos estado, y a la vez nos cubre de misericordia como nunca antes nadie lo haba hecho. No somos humildes ms que cuando nos encontramos con Dios, y Dios nicamente puede encontrarnos cuando somos humildes.Desde aqu podemos entender ya la experiencia y la definicin de Teresa: Una vez estaba yo considerando por qu razn era nuestro Seor tan amigo de esta virtud de la humildad, y psome delante -a mi parecer sin considerarlo, sino de presto- esto: que es porque Dios es suma Verdad, y la humildad es andar en Verdad (6M 10,7). Y as entend qu cosa es andar un alma en verdad delante de la misma Verdad (V 40,3).Teresa nos dice que la humildad es, ante todo, una virtud teologal, que se refiere directamente a Dios, y que por ella podemos conocernos como Dios nos conoce. No son, por tanto, las actitudes artificiales: los encogimientos, las cobardas, los espritus oos, la melancola. Todo eso lo desenmascar Teresa como almas cobardes con amparo de la humildad (V 13,2). Por eso digo, hijas, que pongamos los ojos en Cristo, nuestro bien, y all deprenderemos la verdadera humildad, y ennoblecerse ha el entendimiento, y no har el propio conocimiento ratero y cobarde (1M 2,11). Porque en otra parte dije mucho del dao que nos hace no entender bien esto de la humildad y propio conocimiento [cf. V13,4-6, 15; CV 10, 3-4; 39,5] no os digo ms aqu, aunque es lo que ms nos importa (1M 2,13).As, pues, lejos de cualquier caricatura degradante, de pusilanimidad y apocamiento, la verdadera humildad es magnnima, es una fuerza (eso significa virtud) para conformarnos con nuestro Dios y Esposo (6M 10,6), y por eso concluye Teresa: No entendamos cosa en que se sirve ms el Seor que no presumamos salir con ella, con su favor. Esta presuncin querra yo en esta casa, que hace siempre crecer la humildad: tener una santa osada, que Dios ayuda a los fuertes y no es aceptador de personas (CV 16,8)San Francisco de Sales insista en el vnculo indisoluble entre humildad y generosidad: . La una es la verdad de la otra.La humildad es la lucidez propia del amor, es lo que hace que un bien sea un bien: un amor sin humildad no ama de verdad; una esperanza sin humildad no es sino presuncin, capaz de tornarse en desaliento ante la mnima prueba; un perdn sin humildad no es ms que otra vuelta en el crculo de la venganza, y as con todo. Ms que una virtud, la humildad es la esencia, la verdad de todas ellas, por eso es la principal y las abraza todas (CV 4,4; CE 24,2). La reina de las virtudes -deca tambin Simone Weil-, porque la humildad es la negativa a existir fuera de Dios. Y de ah el contundente principio teresiano: espritu que no vaya comenzando en verdad, yo ms le querra sin oracin (V 13,16).La humildad es condicin de todos los dones divinos, pues es el primero de sus dones y nunca deja de serlo, como confirma Teresa con su propia experiencia: Es muy ordinario, cuando alguna particular merced recibo del Seor, habermeprimerodeshecho a m misma, para que vea ms claro cun fuera de merecerlas yo son (V 11,11). Por eso, lejos de reducirse a una primera etapa , la humildad es la raz permanente de toda vida espiritual, como la raz del rbol que no deja de profundizar a medida que ste crece. Y por eso, como este edificio todo va fundado en humildad, mientras ms llegaos a Dios, ms adelante ha de ir esta virtud y si no, va todo perdido (V12,4; 7M 4,8).Por otra parte, as como con los dones de Dios no se pueden hacer reservas (Ex 16,19), tambin a veces suele ocurrir que desaparecen las virtudes que creamos haber conseguido, lo cual no deja de ser una providencia de Dios para no apropiarnos de sus dones y ejercitar as la humildad que desaloja de nosotros todo sentimiento de autocomplacencia y nos protege contra el peligro de la presuncin y de la temeridad, tanto ms que nuestra fortaleza est sometida a grandes oscilaciones. Teresa, hablando de s misma, se lo recordaba as a sus monjas: Adonde el demonio puede hacer gran dao sin entenderle, es hacindonos creer que tenemos virtudes no las teniendo, que esto es pestilencia. Porque en los gustos y regalos parece slo que recibimos y que quedamos ms obligados a servir; ac parece que damos y servimos y que est el Seor obligado a pagar, y as poco a poco hace mucho dao. Que por una parte enflaquece la humildad, por otra descuidmonos de adquirir aquella virtud, que nos parece la tenemos ya ganada.Pues qu remedio, hermanas? El que a m me parece mejor es lo que nos ensea nuestro Maestro: oracin y suplicar al Padre Eterno que no permita que andemos en tentacin. Tambin os quiero decir otro alguno: que, si nos parece el Seor ya nos la ha dado, entendamos que es bien recibido y que nos le puede tornar a quitar, como, a la verdad, acaece muchas veces y no sin gran providencia de Dios. Nunca lo habis visto por vosotras, hermanas? Pues yo s: unas veces me parece que estoy muy desasida, y en hecho de verdad, venido a la prueba, lo estoy; otra vez me hallo tan asida y de cosas que por ventura el da de antes burlara yo de ello, que casi no me conozco. Otras veces me parece tengo mucho nimo y que a cosa que fuese servir a Dios no volvera el rostro; y probado, es as que le tengo para algunas; otro da viene que no me hallo con l para matar una hormiga por Dios si en ello hallase contradiccin. As, unas veces me parece que de ninguna cosa que me murmurasen ni dijesen de m no se me da nada; y probado, algunas veces es as, que antes me da contento; vienen das que sola una palabra me aflige y querra irme del mundo, porque me parece me cansa en todo. Y en esto no soy sola yo, que lo he mirado en muchas personas mejores que yo y s que pasa as.En definitiva, que la verdadera espiritualidad no consiste en gozar siempre de Dios, sino en caminar humildes en su presencia (Mi 6,8) adonde y como l quiera conducirnos.Los fariseos eran gente que contaba con su propia fuerza para ser virtuosa. La humildad consiste en saber que en lo que se denomina yo no hay ninguna fuente de energa que permita elevarse. Todo cuanto en m es valioso procede sin excepcin de ms all de m, y viene, no como don, sino como prstamo que debe ser renovado sin cesar (S. Weil, La gravedad y la gracia, Madrid 1994, p. 79).