La Guerra de Malvinas y la identidad nacional · La Guerra de Malvinas y la identidad nacional...

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Reportaje al contraalmirante Carlos Robacio La Guerra de Malvinas y la identidad nacional Reportaje publicado en CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina N° 1 Julio/octubre de 1997 El contraalmirante (R) Carlos H. Robacio, en 1982 fue jefe del Batallón de Infantería de Marina Nº 5, de heroica actuación en la Guerra Nacional de Malvinas. Nacido en Caa Catí, Corrientes, a la vera de los esteros del Iberá, Robacio se hizo un hombre de mar, o mejor dicho, un infante del mar. Su libro Desde el frente, Batallón de Infantería de Marina Nº 5es de lectura obligatoria para comprender lo que pasó en las islas, en 1982. Locuaz, directo; habla con pasión de aquellos días de gloria, y con la misma pasión, de la otra "guerra", más larga, más dura, de la recuperación de la identidad nacional. Vayamos a aquellos días previos a la Guerra de Malvinas. Usted prepara su unidad. Se habla mucho de que había una hipótesis de conflicto no pública... El batallón 5 estaba adiestrado para defender nuestra frontera en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Sin embargo se ha dicho que dentro de las hipótesis de conflicto que barajaba la Marina, una de ellas era la posibilidad de recuperación de Malvinas, que había un plan del almirante Anaya. No es así, siempre en la Escuela de Guerra nosotros "tomamos Malvinas", y se sigue haciendo. Sería absurdo no hacerlo porque es el territorio nuestro colonizado. Así como también trabajamos sobre Chipre porque es parecido a Malvinas. Lo seguimos haciendo en la actualidad porque las tienen los ingleses y no podemos abandonar el objetivo. Estudiamos y nos vamos preparando esa preparación

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Reportaje al contraalmirante Carlos Robacio

La Guerra de Malvinas y la identidad nacional Reportaje publicado en CUADERNOS para el encuentro en una nueva huella argentina N° 1 – Julio/octubre de 1997

El contraalmirante (R) Carlos H. Robacio, en 1982 fue jefe del Batallón

de Infantería de Marina Nº 5, de heroica actuación en la Guerra Nacional

de Malvinas. Nacido en Caa Catí, Corrientes, a la vera de los esteros del

Iberá, Robacio se hizo un hombre de mar, o mejor dicho, un infante del

mar. Su libro —Desde el frente, Batallón de Infantería de Marina Nº 5—

es de lectura obligatoria para comprender lo que pasó en las islas, en

1982. Locuaz, directo; habla con pasión de aquellos días de gloria, y con

la misma pasión, de la otra "guerra", más larga, más dura, de la

recuperación de la identidad nacional.

— Vayamos a aquellos días previos a la Guerra de Malvinas. Usted

prepara su unidad. Se habla mucho de que había una hipótesis

de conflicto no pública...

— El batallón 5 estaba adiestrado para defender nuestra frontera en la

Isla Grande de Tierra del Fuego.

— Sin embargo se ha dicho que dentro de las hipótesis de

conflicto que barajaba la Marina, una de ellas era la posibilidad

de recuperación de Malvinas, que había un plan del almirante

Anaya.

— No es así, siempre en la Escuela de Guerra nosotros "tomamos

Malvinas", y se sigue haciendo. Sería absurdo no hacerlo porque es

el territorio nuestro colonizado. Así como también trabajamos sobre

Chipre porque es parecido a Malvinas. Lo seguimos haciendo en la

actualidad porque las tienen los ingleses y no podemos abandonar

el objetivo. Estudiamos y nos vamos preparando esa preparación

mental es fundamental y más el infante de marina que va a

desembarcar. Sabemos que vamos de cero y tenemos que ir a

ganar, no a perder.

¿Qué fue el 2 de abril? El 2 de abril fue una manifestación acabada de

como se podían hacer planes sobre la marcha tomar objetivos sin bajas,

eso es una realidad. Los infantes de marina no podían tirar a bajar al

enemigo, que es lo que se logró. Por eso no hay bajas del lado de ellos,

hay nuestras.

— En su libro dedica una parte importante a lo que fue la

preparación de su unidad. ¿Pensó en algún momento que iba a

ir a Malvinas?

— Si. Yo había preparado el Batallón muy bien el año anterior. Sobre

fin de año yo me entero de que probablemente iba a ocurrir algo

nuestro en Malvinas por una infidencia de un compañero mío.

Empezó a aparecer la amenaza inglesa: ustedes no son los dueños de

esto, nos apropiamos del mar... La amenaza era clara. La Argentina tenía

que empezar a mirar que hacía con estos tipos. Queríamos negociar en

serio y no lo querían hacer y se van desencadenando los

acontecimientos. Pero incluso en la infantería de marina la gente que iba

a tomar el 2 de abril se enteró que iba a Malvinas en el viaje.

Por esta infidencia de un compañero yo pensé que esto podía llegar a

ocurrir. Realmente como estaban las cosas si uno leía los diarios.... Y eso

ocasionó que yo, ni bien empezó el año, a parte que me gustaba trabajar

porque tenía todos los medios, saqué la unidad y empecé a trabajar de

noche. Una guerra moderna es de noche no es de día de día, eso ya no

va. Empecé a suponer como podían ser las cosas: vamos a tener 2 ó 3

aviones y el otro va a tener muchos aviones, una gran movilidad, va a

venir con una gran flota. Empecé a ver cómo iba a ser, y fue parecido a lo

que fue. Lo que pasa es que yo pensé que íbamos a hacer una guerra tan

moderna como la de ellos, y no ocurrió así: hicimos la guerra del 14.

— Usted dice que en la Escuela de Guerra hacían esos ejercicios,

nosotros tenemos fronteras con países hermanos,

latinoamericanos...

— La mayor parte de mi adiestramiento era para el otro lado, no para el

lado de Malvinas...

— Lo notable que la mayor parte de las fronteras es con países

hermanos con los que mas o menos tenemos los mismos

problemas; y tenemos una porción mutilada de nuestro

territorio. En las otras fronteras la acción es disuasoria,

mientras que hacia Malvinas inevitablemente debe de haber una

hipótesis de recuperación y reincorporación a la Nación.

— Claro, cómo no va a haber una hipótesis de guerra —cuando dicen

eso ahora yo me mato de risa—, si ese territorio nuestro está en

manos de otros. Esa es una hipótesis de guerra. ¡Qué me dicen que

no hay! Incluso otras hipótesis de guerra son generales, pero si

tenemos que mandar tropas para trabajar con las Naciones Unidas,

ahí tenemos hipótesis de guerra; hipótesis de conflicto que tenemos

que analizar y desarrollar. Fíjese que la ONU ya prevé ahora fuerzas

que van a imponer la paz. Esos nuevos ejércitos deben estar

equipados, adiestrados, muy por encima de los ejércitos regulares.

¿De dónde salen las fuerzas? De los estados miembros que tienen

que tener unidades de elite especialmente destinados a esos fines.

Entonces tenemos hipótesis de guerra, para imponer la paz,

después vendrán los cascos azules que serán los que tienen los

contendientes separados, pero es una fuerza de paz, la otra es para

imponer la paz.

Esa es la nueva orientación de la ONU. En este mundo que

desgraciadamente se va globalizando no está mal el que nos entendamos

entre todos sin perder nuestra personalidad, a mi me asusta cuando me

quieren hacer perder mi libertad, yo no lo concibo.

— Hasta ahora los mayores beneficios de la globalización van a

parar a un pequeño grupo de países y también estos

superejércitos se autopostulan como gendarmes...

— En la Argentina, en general, los planes nunca son para atacar a

alguien. Pero guarda, que la Argentina impuso sus límites y los

conquistó peleando. Eso de que la Argentina se hizo sin pelear es

un absurdo. Somos pacíficos no pacifistas a ultranza, porque cada

uno defiende lo suyo. Todos los planes que se hacen en la

Argentina son defensivos, es la preservación de sus fronteras. Yo

tenía planes cuando estaba en Tierra del Fuego. Quiero aclarar que

yo siempre pienso que el responsable es el que está en lugar, y no

el que está a 3.000 km. Yo administraba mi batallón no solo para

cumplir los planes estrictamente los planes, sino para hacer la

guerra como yo quería. La guerra no es: yo cuido que no pase nadie

para acá; la guerra es si el otro me hace daño a mí yo le voy a hacer

un daño mayor a él adonde le duela.

— En el curso de esos años hay un quiebre, hay un período en el

que se va tensando la situación con Chile; se hacen enormes

compras de armas que de alguna manera estaban pensadas en

relación a una posible guerra con Chile.

— Claro. A pesar que se dice una enorme cantidad de armas, en

realidad eran las armas relativas a un equilibrio que teníamos con

Chile, equilibrio que se ha roto en favor de los trasandinos por la

ceguera política de nuestros dirigentes.

— Bueno, pero Usted habla de un gasto en Malvinas de alrededor

de trescientos treinta millones de dólares mientras de que los

gastos de armamento en cuanto a una posible guerra con

Chile, los más cautos estiman tres mil millones de dólares y

otros hablan hasta de diez mil millones.

— Creo que lo de las cifras no es tanto. No olvidemos que este es un

conflicto bastante generalizado, intervinieron los tres ejércitos. Las

fuerzas terrestres no son tan caras, son baratas. Por supuesto que

la guerra actual es mucho mas onerosa que la de antes, porque si

se tira un misil está tirando un millón de dólares —un Exocet vale

eso— y el daño que está haciendo, si le pega, es de cientos de

millones de dólares. Un buque moderno, como los que tenemos

ahora, vale 300/400 millones...

— Fíjese que salvo ciertas adquisiciones como pudieron ser los

Super Etendard y los Exocet...

— Y toda la flota nueva. La flota actual no existía prácticamente. Toda

la flota Argentina es relativamente nueva, se compró en la época del

Proceso.

— En el caso de la Aeronáutica se compraron aviones que la

autonomía de vuelo le permitía unos pocos minutos sobre

Malvinas quiere decir que la doctrina, el pensamiento con que

se abordaron esas compras estaba pensado para otro lado, no

para la recuperación de Malvinas.

— Sí, para defensa continental. Fíjese que gran parte del éxito de los

Super Etendard se lo debemos a la Fuerza Aérea, porque la Fuerza

Aérea puso su avión de abastecimiento en el aire y entonces

duplicábamos la autonomía de vuelo, lo que nos permitió atacar en

lugares que jamás pensaban los ingleses. Es un éxito que debemos

compartir con la Aeronáutica. Eso, además, se resolvió sobre la

marcha.

— De alguna manera en el tránsito de esa hipótesis principal

contra Chile a esta realidad de Malvinas, hay un salto al vacío

en muchos aspectos.

— Son hechos distintos. Lo de Malvinas es una batalla en la que

intervienen los tres elementos. Lo que puede ocurrir en un conflicto

fronterizo es más que nada terrestre, nuestras fronteras son muy

amplias.

— También hubo en ese tránsito una modificación de la Gran

Estrategia, del juego grande de la Argentina; porque en el

período de Viola, vino el coqueteo con la Unión Soviética, la

misión Braico, la condecoración a esa misión rusa, la ruptura

del bloqueo cerealero que Estados Unidos impuso a Rusia por

su invasión a Afganistán. La Argentina venía de un proceso de

estrechar relaciones con la ex URSS.

— La parte que yo conozco: nosotros somos un país muy dependiente

de Estados Unidos. Después de la Segunda Guerra Mundial el

ejército tenía una disciplina prusiana, nosotros los marinos venimos

de los ingleses, nuestros antecedentes son ingleses, porque Brown,

incluso, era irlandés, y aunque odiara a los ingleses, nuestra

ascendencia es la marina inglesa. Después de la Segunda Guerrra

Mundial, con lo del '55, qué ocurre: pasamos a seguir una doctrina

que es la americana. Estados Unidos nos empezó a vender aviones,

armas; y nos vendía bien y barato. La Argentina en el 62 tenía 40

aviones de ataque de primera, no quince, como hoy.

La compra del Super Etendard fue una buena compra, también se

había comprado todo el sistema. Se habían comprado 15 misiles pero

teníamos 5 porque los otros 10 Francia se los dio a Irak. Nos dijeron:

ustedes para que los quieren. La Guerra de Malvinas, así como se dio, no

estaba previsto, no estaba previsto el hacerla de forma contundente.

Estábamos convencidos que podía ocurrir algo, pero los acontecimientos

nos van llevando.

El 2 de abril se produce porque nosotros sabíamos que el 25 de marzo

habían zarpado dos submarinos atómicos para Malvinas. Y por otro lado

sabíamos que se estaba preparando una fuerza de tareas para reforzar

Malvinas, no solo en efectivos, sino con buques y aviones de ataque. Eso

hubiera cambiado nuestros planes.

— Hubiera hecho muy difícil el desembarco anfibio.

— Nosotros pensábamos cuál es la mejor época, que para Malvinas es

el verano. Lo podíamos hacer en setiembre y teníamos tiempo hasta

abril. En cambio esto fue obligado por el procedimiento del enemigo,

y aparte porque nos abroquelaron con lo de Greetbyken, nos

acusaron y nos amenazaron por la fuerza. Y ahí ya estaba en juego

el honor nacional, que escapa incluso a la decisión de cualquier

militar.

— Nunca terminó de esclarecerse ese hecho si fue una

circunstancia casual, aprovechada por los ingleses, o fue una

provocación.

— Fue realizada por los ingleses. El Sr. .... tiene un cassette y él

demuestra que hizo un contrato. Incluso tiene un reclamo por

incumplimiento del contrato por los ingleses. Nunca fueron soldados,

ni tropa. Lo que pasa es que los ingleses introdujeron cosas

después que filmaron, cuando nosotros ya habíamos tomado las

islas. Hicieron un montaje poniendo que eso había ocurrido antes.

Está tergiversado, no fue así como ellos lo muestran. Es más, los

mismos ingleses reconocen que el equipo de trabajo está filmado sin

un solo soldado: eran todos civiles.

— Vayamos al meollo del conflicto. La guerra es la continuación

de la política por otros medios, pero la guerra se libra con sus

leyes y la política con las suyas.

— Siempre es la política, porque durante la guerra uno va analizando la

situación y sabe en qué instancia para, o se rinde, o le impone su

voluntad al otro. Lo que pasa es que hubo dos pensamientos. El

nuestro era obligado, está tan claro el proceder argentino: el 2 de

abril las tropas que tomaron las islas eran prácticamente de

infantería de marina, mas una sección del Regimiento 25 con el

coronel Seineldín. Esa misma noche se retiran. La fuerza de

infantería de marina que había tomado las islas, mas o menos 2.000

hombres, algo así como lo necesario para obligar a la rendición sin

ocasionar bajas, esa misma noche se retira. ¡Ojalá se hubieran

quedado los vehículos anfibios, los medios que teníamos! Eso que

estaba preparado para hacer lo que tenía que hacer, se fue. Eso es

a lo que todos cierran los ojos y no quieren reconocer que ocurrió.

Se dejó una pequeña guarnición que eran algunas secciones, con

un refuerzo que se mandó, que no excedían los 400 hombres: ni

siquiera un regimiento completo. Después sí se reforzó, vienen

todos los otros acontecimientos.

Eso fue lo nuestro, mientras que Inglaterra quería la guerra.

— Era la salvación de Thatcher.

— Sí fue una tabla de salvación para la Thatcher, pero también fue una

tabla de salvación para la Argentina. Porque nosotros pensamos

como argentinos. La Junta Militar pensó así: tocamos y nos vamos.

Y nos fuimos dejando una pequeña guarnición, no tengo ninguna

duda de eso. Pero, ¿qué pasaba si nosotros no defendíamos las

islas? ¿cuál es el pensamiento de los grandes países occidentales?

A mi me lo dijo el ministro de defensa de los Estados Unidos.

Yo estoy condecorado con honores militares en Estados Unidos, es un

caso único, pero no es al Sr. Robacio, es una demostración porque como

mi unidad combatió muy bien, era un representante de todos los que

habían peleado. Es el pensamiento sajón: homenaje a los que habían

peleado.

Si nosotros no hubiéramos defendido las islas, lo que yo llamo el

después, que uno a veces desprecia porque somos los que perdimos;

pero para las grandes naciones lo que vale es eso: que nos animamos a

enfrentarlos. Eso lleva a una conclusión, que es muy clara: a partir de la

guerra, no se puede hacer absolutamente nada en Malvinas sin nosotros.

A lo sumo como me dijo el Ministro de Defensa de Estados Unidos: Vea

Almirante, sabíamos que eran capaces de ocupar las islas y lo hicieron

impecablemente; pero lo que dudábamos siempre era si ustedes eran

capaces de quedarse a pelear. Nosotros a eso le damos valor: son los

argentinos capaces de pelear. A lo sumo podemos decir que son unos

locos, porque pelear contra los ingleses apoyados por nosotros y la

OTAN. ¿Creían que podían ganar? Pero lo hicieron, el valor está en lo

que hicieron.

Agrego algo más de lo que me dijo: Si ustedes no se hubieran quedado

a pelear y se iban, no hubieran tenido nada, nada, nada, ni su mar, ni sus

islas. Ahora son de ustedes porque pelearon y van a volver del brazo

nuestro. Esto me lo dijo el Ministro de Defensa de EE.UU.

— El problema está en que, cuando se vio que los ingleses tenían

la decisión de hacer la guerra, en el después, la forma en que se

abordó ese después, está siempre presidida por la idea de que

en algún momento los ingleses iban a parar y a negociar.

— La argentina quiso compartir las tres banderas, aceptó todo.

Nosotros recibíamos la información. Incluso desde la Argentina, me

entero por un despacho, rechazaban cosas que pedía Menéndez,

que necesitábamos, cosas que si las hubiéramos tenido hubiese

sido distinto el tema.

— ¿No habrá habido algún guiñó un ojo a Galtieri, al menos de un

sector del Ejército norteamericano?

— Creo que a nivel de Fuerzas Armadas teníamos buenas simpatías,

pero a nivel político no. Por eso digo que todo el mundo debería leer

el libro, del Almirante inglés Woodwart donde dice con una claridad

meridiana que inicialmente los Estados Unidos estaban del lado de

Argentina, permitieron que se hiciera, y después ellos consiguen

convencer al ministro de Defensa y a Reagan.

— O sea una contradicción entre el Departamento de Estado y el

Pentágono.

— Exacto y se ejercita la democracia en EE.UU., nos guste o no, y

entonces EE.UU. se dio vuelta. Esa es la cruda realidad.

— ¿Y en esa vuelta hubo elementos que fueron decisivos?

—Totalmente. Primero, en la guerra aérea, el Side Winder que les dio

una seguridad tremenda. Nuestros aviones llegaban con cinco minutos de

combustible, el que mejor llegaba. El Side Winder es un misil que permite

derribar un avión sin ponerse en la cola. Nosotros para derribar un avión

enemigo teníamos que hacer lo que pudiéramos para ponernos en la cola

para bajarlo. Ellos no, incluso cuando venían de frente o iban rasantes el

misil actúa igual. Eso decidió la guerra del aire. Ya habíamos perdido el

mar, de entrada, por la flota que nos mandó, la más importante en buques

de guerra que se ha armado en cualquier conflicto.

— Me parece que hay una estrechez de mira en el alto mando

argentino en el sentido de que para Inglaterra el dispositivo en

el hemisferio sur siempre fue decisivo, sobre todo en la medida

que va perdiendo terreno en Europa frente al avance de

Alemania, y de otros países.

— A mi me parece que más que eso a Inglaterra le importa la

explotación que vamos a hacer ahora juntos: petróleo y pesca.

Fundamentalmente petróleo. Entre el continente y Malvinas hay una

cuenca de petróleo muy importante: es un Golfo Pérsico. Es petróleo más

liviano, a lo mejor no es de tanta calidad, pero es muy importante. Y eso

también le interesa a EE.UU.

El valor estratégico que algunos le pueden dar a las islas es relativo,

más con los medios modernos. Lo que vale es el continente, no las islas.

Hoy en día cualquiera puede comprar, por ejemplo, un misil y tirar un

misilazo. Hoy no se puede hacer nada en Malvinas sin nosotros, no se

puede extraer petróleo. Nos conviene a nosotros y a ellos. ¿A ellos por

qué? porque tienen que sacar las plataformas del Mar del Norte porque ya

no tienen petróleo, y las tienen que sacar, también, por el tema ecológico.

Y nosotros no podemos explotarlo porque no tendríamos tecnología para

hacerlo, tenemos que trabajar sí o sí con los ingleses. Es más le voy a

agregar algo mas: la cuenca está más para el lado de Argentina que para

el lado de Malvinas, sino lo hubieran hecho solos. Los ingleses son así,

miran sus intereses.

— Se dice que la zona más rica estaría al nordeste de Malvinas.

— No, está entre el continente y Malvinas. Esa es la famosa misión

Shakleton que también estuvimos ahí al borde de un conflicto. Yo en

ese momento era ayudante del almirante Lambruscchini, y el

almirante Rosas que en ese momento era comandante de un buque

argentino, casi hunde a un buque inglés. En ese momento estaba la

Presidente y decidió no tirar. Hubo un coloquio muy importante

donde la Señora dijo con buen tino: ¿Qué pasa si lo hundimos? Vea

Señora —le contestó Lambruscchini— lo más probable es que va a

reaccionar Inglaterra, entonces usted tiene que prever que la

Armada Argentina va a tener que empeñarse toda y piense en la

nueva Armada que va a hacer, porque nosotros vamos a morir

cumpliendo su orden. Entonces dijo: No le tiren, hagan un tiro de

advertencia, pero no para hundirlo.

— Si bien eso implica cierto reconocimiento de la Argentina

también es cierto que la Argentina acepta la condición de Gran

Bretaña como país ribereño.

— No. Acepta porque tecnológicamente no podemos hacerlo solos, y

porque también acepta la realidad: los que están en Malvinas son

ellos.

— Pero ¿cuál es la urgencia?

— Es que mañana no nos va a servir el petróleo. La urgencia es que

nosotros tenemos una gran fuente de riqueza ahí, que la tenemos

que compartir. Igual la tendríamos que compartir, no tenemos

tecnología para hacerlo: la extracción de petróleo en el mar es

carísima. Los ingleses no lo pueden hacer tampoco solos porque

saben que con un Piper les bajamos una plataforma, entonces al

diablo las ganancias que son miles de millones de dólares.

— Ahora, si la Argentina negocia en el terreno del petróleo, de la

pesca, ¿qué interés pueden tener los ingleses en cerrar el

paraguas y negociar la soberanía?

— Acá hay urgencias y yo le diría que uno vive de la esperanza. Los

americanos tienen desde hace mucho tiempo un cosa que es

América para los americanos, a EE.UU. no le interesa que haya

otros países de Europa acá, eso es importante. Fíjese que en la

ONU, EE.UU. al principio votaba en contra nuestro; cuando se

tocaba el tema Malvinas EE.UU. era voto a favor de los ingleses.

Después fue neutro, y hoy en día vota a favor de que se tiene que

solucionar el conflicto. Son cosas importantes. Parece que no, pero

en la ONU, EE.UU. pone su voto diciendo se tiene que arreglar el

conflicto entre Argentina e Inglaterra. Y saben que las islas Malvinas

son nuestras, todos los títulos son nuestros. Y también este conflicto

del año ‗82 lo único que hizo fue reafirmar nuestro título: somos

capaces de pelear por lo nuestro, podemos volver a hacerlo, y eso

pesa...

— En el anterior gobierno norteamericano el lobby petrolero era

muy fuerte, el propio Bush ahora es representante de empresas

petroleras, uno de los hijos también. Después vino el gobierno

de Clinton, demócrata, y por lo tanto enfrentado con las siete

hermanas petroleras. Ahora, en este segundo turno de Clinton

parece haberse reagrupado el poder en EE.UU. en un gobierno

compartido.

— Ellos tiene objetivos claros...

—... y el gobierno argentino aparece con esta propuesta que ha

hecho Menem cuando habló de tres banderas.

— Voy a hacer una crítica, pero yo pienso así por lo tanto lo voy a

manifestar, englobo a toda la clase política nuestra. El gobierno

anterior y este se confunden de cabo a rabo de como son los

ingleses, parece que no los conocieran. No se dan cuenta que los

ingleses son sajones y con el sajón no se puede sonreír, al sajón

hay que mostrarle siempre los dientes. Si no perdemos. Los políticos

están equivocados totalmente, gracias que hicimos el 82 tenemos

las Malvinas, sino hubiéramos hecho el 82 no tendríamos nada.

Entonces se equivocan cuando creen que hablándoles de paz y de

amor a los ingleses los van a convencer. No, a los ingleses hay que

mostrarles los dientes. Si el Presidente dijera vean señores

queremos que esto se trate, que se trate como corresponde, con el

mutuo respeto de las naciones; queremos hacerlo todo en paz, pero

no nos obliguen a hacer de vuelta lo que ya saben que podemos

hacer, volvemos en menos de un año. Porque no les conviene

tampoco a ellos, nadie lo desea. Nadie quiere perder tampoco, esto

es necesario, es necesario para el pueblo inglés y es necesario para

nuestra Nación. Pero es no aflojando. Y en esto agrego una cosa

mas de mi pensamiento: cuando han dejado prácticamente en

inacción a las Fuerzas Armadas de acá, estamos perdiendo el

porcentaje que podríamos obtener en beneficio del pueblo argentino,

porque no tenemos nada atrás, no podemos demostrarlo bien,

aunque a pesar de esa situación una palabra así, aunque no

tengamos nada, vale también. El Presidente está desesperado

porque lo inviten, no lo van a invitar los ingleses mientras sonría, lo

van a invitar cuando se enoje.

— Hay una constante, primero en el proceso no se piensa en una

hipótesis de conflicto y de guerra en Malvinas. Después, con

Alfonsín, menos (Alfonsín es Alfonsín Fulkes su segundo

apellido es inglés), tenían la idea de que con los laboristas en el

gobierno todo puede ser distinto. Y esa idea ahora reaparece en

el Frepaso: la volvió a repetir Graciela Fernández Meijide en su

reciente viaje a Inglaterra.

— Va a seguir siendo igual a menos que los enfrentemos, entonces sí

lo piensan en serio. Pero mientras no seamos capaces de afirmar lo

nuestro, que estamos nosotros, pueden pegarnos que no vamos a

reaccionar. Estamos liquidados. Es una mala política. No es el

camino. No se parte de recordar lo que ocurrió. Primero porque son

nuestras. Es un conflicto que no hubiera tenido que ocurrir nunca si

ellos no nos hubieran robado las islas. No empezamos nosotros,

empezaron ellos en 1833. Sigue porque ellos siguen en las islas. La

Thatcher lo precisaba, pongamos el problema de sus intereses; pero

nosotros no podemos renunciar a nuestra soberanía, y eso es claro,

y si esta guerra ocurrió, —esta batalla porque no fue una guerra

tampoco, porque el pueblo argentino no estuvo en guerra, tampoco

el inglés—, sino empezamos a pensar cómo tenemos que defender

las cosas nuestras, vamos a perder todo. La Argentina también:

vamos a perder parte del país.

— Almirante, volvamos 15 años atrás, es el 2 de abril de 1982, a

usted le informan oficialmente que...

— Verde de envidia, me agarró en el terreno preparándome para lo que

venía, estaba con toda la unidad metida estábamos haciendo

campaña.

— ...verde de envidia y le informan que se ha producido la

recuperación y Usted informa a su unidad, ¿qué se produjo ahí?

—Una alegría enorme. Estábamos en campaña, tuve que hacer que

toda la unidad, el batallón, todos tuvieron que volver a ver a su familia

porque ya hacía como 15 ó 20 días que estábamos afuera. Una alegría

tremenda. Pero en el tumulto de esa alegría, también era mi obligación,

como el tipo que manda, hacerles reflexionar que esto recién empezaba y

que nosotros probablemente éramos de los mas seguros y los que mejor

preparados estábamos para cruzar hacia las islas.

— Después tuvo que sortear los problemas de la burocracia militar

que no quería mandarlos allá.

— No, al final tuvieron que apelar a nosotros porque realmente, así

como digo, que éramos la única unidad preparada. Nosotros

estábamos con un entrenamiento muy superior a cualquier unidad

incluso de Puerto Belgrano. Porque, ¿cuál era la ventaja? Yo había

repetido las maniobras, no habían cambiado muchos cuadros. Yo ya

estaba en campaña desde enero. Estábamos en el terreno que es

muy parecido al de las islas. Mi compañía no se explicaba por qué

trabajábamos de noche: ―si no se ve‖, ―es difícil‖. Y yo decía que así

nos vamos a acostumbrar, porque la guerra moderna es de noche; y

entonces empecé a enseñar, y empezamos a aprender, y de noche

se ve, no es cuestión de visores, ayudan, pero no son la panacea.

— ¿Ustedes tenían visores o después se los proveyeron?

— A nosotros nos proveyeron de visores cuando estuvimos en

Malvinas.

— ¿El Ejército tenía?

—Los que recibimos los infantes de marina repartimos al Ejército.

— ¿El caso de los helicópteros o de las unidades móviles, el visor

nocturno sí puede ser importante?

— Sí, los pilotos precisan porque si no, no tienen sentido hacia adonde

van. Con el visor uno tiene visión profunda, pero no tiene visión al

lado. Yo siempre digo, lo digo graciosamente, invito a cualquiera a

que se ponga un visor de noche y trate de ir al baño a hacer sus

necesidades, no va a poder, se los va tener que sacar.

— Finalmente, llega la orden de ir a Malvinas, y usted se despide.

Me quedó grabada esa imagen suya de las circunstancias en las

que se despide, como lo relata en su libro. ¿Usted pensaba que

podía no volver? ¿se había preparado para morir?

— Sí. Toda la unidad sabía lo que nos esperaba. Hago una formación

diciendo que vamos a Malvinas y doy las órdenes, en el batallón

siempre hablaba con todos, nunca oculté nada a nadie, todos sabían

lo que iba a ocurrir. Por eso digo que es tan importante el conscripto

como el comandante, ninguno es más importante que el otro, todos

se necesitan, sino no hay cohesión no hay apoyo mutuo, no hay

confianza, no hay nada, no se puede combatir, por mas buenos que

sean. Entre las cosas que me plantean está quién va a llevar la

bandera de guerra. Yo digo: la bandera de guerra no se lleva,

llevaremos alguna banderita para que se vea que somos argentinos,

pero no el pabellón de la unidad, porque no se si vamos a volver y

no se la voy a regalar a los ingleses. Eso queda acá y va a ser el

testimonio de que nosotros peleamos. ¿Entendieron? Si Señor.

— Y ahí, a contrapelo de lo que se ha dicho, hubo actitudes de

gente que podía no ir y que sin embargo peleó por ir.

— Sí, fue la parte más dura, porque decirle a un tipo que no va en ese

momento era como un deshonor. Hay gente que la tuve que hacer

quedar, y gente que fue de polizón en contra de mis órdenes, pero

que iba a hacer. Fue el caso de Castillo; Castillo no había ido a

Malvinas y se incorporó como polizón cuando estábamos en

Malvinas y murió como un héroe.

— Llegan a las islas, es evidente que la guerra se va a producir,

¿que encuentran ahí?

— Son distintos pensamientos, del tipo que llega y encuentra las cosas

ordenadas y lo que uno aprecia como comandante. Son distintos

niveles. Cuando aterrizamos allá yo dije: ¡En que despelote me metí!

Porque evidentemente todo se hacía sobre la marcha. Lo que no

quiere decir que no hacíamos las cosas racionalmente y

pensadamente, pero de entrada no teníamos vehículos, no teníamos

nada, nadie nos esperaba. Estábamos acostumbrados, yo tenía la

unidad muy bien adiestrada, hacíamos 40 km. como nada, incluso

con nieve; pero de todas maneras tuvimos que ir caminando. Dije no

hay medios.

Yo siempre hacía una cargada al buen señor que tuvimos como

comandante, que era el general Jofré: Señor estamos haciendo la guerra

del año '14 contra el '82, así nos va a ir. Y se dio así. Lo difícil de entender

en esto es la entereza de los cuadros de las unidades tanto del Ejército,

como los de marina, todos los que estábamos allí sabíamos que íbamos a

perder, nos dimos cuenta de entrada, sería absurdo no pensar así, pero

queríamos pelear.

— ¿Se pudo ganar?

— Estuvimos a un tris, estuvimos ahí cerquita, pero no ocurrió.

— Y al mismo tiempo como usted analiza en su obra, era inevitable

perder ¿Cómo se entiende esa contradicción?

— Porque era la Argentina contra el mundo. No era contra Inglaterra,

Inglaterra sola no nos hubiera ganado. Primero no hubiera tenido la

cantidad de munición que puso, porque se la dieron los yanquis: se

tiró cien veces más que en la guerra de Corea, hablando en

proporciones. Hablando de cien que pelean contra cien, tiraron cien

veces mas que en Corea. Era muy difícil. Yo lo único que lamento es

que no se hubiese filmado de ninguno de los dos lados la parte final

cuando nos tensamos, la forma en que se tiraba. Hay un inglés que

cuenta y dice que jamás vio una cosa así, era aterrador. Pero lo que

hay que resaltar acá es el valor, los que estábamos peleando

sabíamos que peleábamos por lo nuestro, no sólo por Malvinas, por

lo que está atrás, por nuestra nacionalidad, por la Argentina, por no

perder.

— En relación a esto usted enfatiza en su libro algo muy valioso

que es el hombre, que frente a toda esta andanada de

sobrevaloración de las armas y la tecnología.

— No, sigue valiendo el hombre. Porque incluso la parte final del

combate se hace hombre contra hombre, se luchó cuerpo a cuerpo.

Mi batallón luchó cuerpo a cuerpo con los ingleses, con la bayoneta.

Hay un hombre mío que duda y el inglés le mete un bayonetazo

porque se había quedado sin municiones. Es real, todas las muertes

están investigadas, yo comprobé cada uno de los caídos de mi

unidad, entonces sé cómo murió cada uno. Fíjese, el hombre al final

es el que tiene que tener el coraje de asaltar la posición enemiga y

tomarla, cuando nos ganaron, cuando los ingleses ya pasaron a

Puerto Argentino.

— En la Segunda Guerra Mundial en algunas islas del Pacífico, los

norteamericanos tiraron no se qué barbaridad de bombas y de

cada cráter salían cuatro japoneses que había que ir a

pincharlos con una bayoneta.

— Nosotros en el Batallón 5 hicimos eso, un pozo estaba conectado

con otro. Lo escriben los ingleses que nos asaltaron incluso se

quejan muchos ingleses de que mi gente los atacaba por la espalda,

y es cierto porque el hombre nuestro estaba metido acá cuando lo

atacaban salía por atrás y trac lo agarraban. Es la guerra, no es

fusilamiento ni asesinato, en al guerra se mata, así de simple, o se

muere.

— Guerra de pozos como en Vietnam...

— Parecida en parte.... y salir del pozo y pelear cuerpo a cuerpo.

— En general en los países como el nuestro lo que vale es el

hombre, las grandes potencias hacen valer su superioridad

tecnológica.

— Pero también sigue valiendo el hombre, esa es la diferencia que

tenemos con los chinos. No podemos seguir más en este país

viviendo en la mentira. Acá el mundo habla sobre la supresión de las

Fuerzas Armadas y yo creo que eso es la mentira más grande.

Limitemos los militares a los políticos y que los políticos administren

y lo hagan para el bien del pueblo. Las unidades militares no son

como quieren ser, sino que son el producto de la experiencia de las

guerras del mundo; incluso de las guerras más modernas. Esto

quiere decir que un batallón tiene una conformación especial, y

todos los batallones son parecidos, es lo que quiero decir. No hay

batallones de 400 hombres, excepto en China, pero ahí hay un

millón de batallones, unos muy armados, otros menos armados y

otros sin armas; entonces los que van muriendo, los otros que

vienen atrás recogen las armas y siguen, es la masa, el hombre

tiene un valor relativo. Piensan en su país, en su soberanía, en su

territorio y lo defienden así.

La condición nuestra es que haya el menor número de bajas, por eso

digo en mi libro que el único conflicto que me queda con mi conciencia es

que no fuimos capaces del holocausto, de inmolarnos todos. No hubiera

cambiado el curso de la batalla, ni tampoco pienso con mas frialdad ahora

pero me queda en la conciencia. ¿Porque no desobedecí las órdenes?

Porque cuidaba a mi gente, yo quería tener pocas bajas, y tuve pocas

bajas y le hice muchas al enemigo y nos ganamos el respeto que es

importante.

— Supongo que la guerra es así, es el triunfo o la derrota.

— Es más, la batalla de Malvinas por Puerto Argentino es una batalla

irracional, militarmente irracional. El mismo ejemplo lo tuvieron en el

Pacífico los ingleses, la misma situación, muy parecida a la de

Malvinas que tuvimos nosotros. Nosotros éramos ocho mil, los

ingleses eran doce mil, en números redondos. En Guadalcanal eran

90.000 ingleses y lo que atacaban eran 30.000 japoneses, tres

veces menos, las fuerzas terrestres; y estos 90.000 se rindieron a

los 30.000. ¿Por qué? Porque el mar era de ellos y el aire era de

ellos. Es lo que ocurrió en Malvinas. Nosotros fuimos a un combate

que no tenía sentido —eso que intenté describir, a lo mejor no lo

hice tan bien—, nosotros peleamos por nuestro honor nacional,

porque sabíamos lo que defendíamos, estábamos defendiendo a

nuestra patria;y ellos pelearon por una razón política. Porque

tampoco necesitaban atacarnos, porque en tres o cuatro días nos

moríamos de hambre. Nos podían haber tomado sin pelear, pero

tampoco ellos podían sostener sus fuerzas por mas tiempo. Por eso

digo que estuvimos a un tris, yo no se si estaría vivo pero ojalá me

hubieran dejado hacer el contraataque que yo quería hacer en Bluff

Cove (ver recuadro).

—Usted habla del hombre en la guerra, informaba a su unidad, le

daba bronca que censuraran las cartas...

—Sí, terrible, eso para mí fue una frustración tremenda. Yo digo que

nuestros servicios de inteligencia no han aprendido a trabajar, se olvidan

del hombre.

— Usted menciona la contradicción entre lo que estaban viviendo

y lo que les llegaba por la radio, la imagen de la guerra que nos

íbamos haciendo nosotros en el continente, ¿cómo vivían esa

contradicción?

— Yo venía de Río Grande; en Río Grande están todas las fábricas de

televisores. Entonces mandaron televisores al Batallón 5 para que

viera en sus posiciones el campeonato mundial. Ojo que allá se

seguía la guerra en Río Grande; era la unidad que querían porque

era local.

Lo veíamos con mucha bronca, porque nos dábamos cuenta de que

todos, en el continente no pasaba nada, la calentura era a medida que se

llegaba a la zona de operaciones a la guerra. Esta zona de Bahía Blanca,

porque está la flota porque de acá salió el jefe del 5º Cuerpo. Pero la

Argentina no vivió la guerra, ni vivió, ni sufrió la guerra.

— La posibilidad de una superioridad moral y humana en relación

a los ingleses hubiera estado también en el hecho de que el

pueblo argentino la pudiese vivir.

— Creo que hubiese levantado mucho la moral si acá se hubiera vivido

la guerra. A través de las cartas veíamos lo que las familias le

escribían a los conscriptos, mucha gente no vivió la guerra. Sólo

aquella madre, aquel padre que tenían un hijo que estaba en la

guerra. En una parte del libro yo cuento que esta cruz que llevo era

para un conscripto mío, no se quien es, no fue a la guerra porque

era de los que tuve que dejar allá; me escribió con vergüenza, la

carta no la firmó, nunca voy a saber quién fue.

— En esos días por ejemplo, estudiantes secundarios, iban a

Palermo a armar raciones y les decían que no.

— No, no llegaban...

— No, no sólo que no llegaban sino que a ellos los desanimaban

diciendo que no hacía falta. Hubo 20.000 voluntarios que se

inscribieron, y no se llamó a ninguno.

— Muchos hablan de los chocolatines, de las cosas que no llegaron.

Allá no llegaron. Al principio llegó correspondencia a los soldados,

tortas; pero hubo un momento, cuando ya las cosas eran

inminentes, incluso ya se empezaba a usar la munición, que nos

bombardeaban los ingleses con todo y dijimos: no, menos comida y

mas munición. Eso ocasionó que muchas cosas no fueran para allá.

Pero guarda, yo le hablé de entrada que el Ejército argentino estuvo

desplegado en la Patagonia, toda esa gente que estaba desplegada

en la Infantería de Marina completa estaba en la Isla Grande de

Tierra del Fuego, esa gente disfrutó de las cosas que estaban

destinadas para los chicos que estaban en Malvinas porque

nosotros queríamos mas munición no queríamos chocolatines.

— Había dos situaciones una la del continente y otra la de

Malvinas. Pero leyendo su libro aparecen tres situaciones, la del

continente, la del Puerto Argentino y la del frente. Parece que

eso fue un elemento muy duro para los que estaban en el frente.

— Sí, fue un poco traumático. Tal vez la falta de experiencia en la

guerra era no comprender tampoco demasiado la situación. Yo la

traté de describir tal cual la vivimos, tal cual nos jodió. Pero ocurre

en todas las guerras entre el hombre del frente y el tipo que está en

retaguardia hay una separación, una separación importante. El tipo

que está en el frente está cobrando y en cualquier momento pasa a

mejor vida. En Malvinas fue mucho más acentuado porque no había

relevos. Muy difícilmente un ejército en el mundo está en el frente

tanto tiempo como estuvimos nosotros en Malvinas. No tuvimos

relevos, había que quedarse, excepto los que mandábamos a

bañarse una noche y comían más o menos bien tranquilos sin estar

bajo el fuego enemigo. Porque ya en esa época era casi

permanente el bombardeo; y no era que a usted le tira el enemigo

que tiene enfrente sino que era por los cuatro costados. Era muy

difícil decir yo me pongo acá abajo y acá no va venir nada porque

venía un buque y tiraba de este lado.

— Cuando eso se lleva al extremo de iluminar Puerto Argentino

por la noche para que no les caiga una bomba, es infernal.

— Porque la acción sicológica inglesa, que son los maestros de la

inteligencia y la acción sicológica, fue tremenda. Ellos fueron

inculcando temor a los gurcas, especialmente temor a los comandos

ingleses que eran buenos, pero no eran mejores que los nuestros.

Mientras nuestros comandos estuvieron adelantados y se

enfrentaron a los ingleses había empate, en algunos lugares nos

ganaban ellos y en otros lugares ganábamos nosotros. Hablo de los

comandos. Creo que los comandos han escrito bastante ese

aspecto de la guerra. Lo que pasa es que todo se magnificaba y

entonces a los comandos ingleses, en el Estado mayor se les dio un

valor superlativo. Contra mi pensamiento. Mi pensamiento es que si

nosotros somos 8.000 hombres que me importa que manden un

grupo, son ―papita p‘al loro‖. Es decir, los que teníamos que

liquidarlos éramos nosotros, no ellos a nosotros. Pero en Puerto

Argentino prendieron las luces para poder pescar a los comandos.

Agarraron algunos comandos. ¿Cómo íbamos a diferenciar a un

kelper descendiente de un inglés de un comando? Era muy difícil,

así que prendieron las luces de Puerto Argentino, y eso a mi me

daba mucha bronca.

— Era reglarle el tiro a la flota inglesa.

— Claro, los ingleses no querían tirar contra la localidad. La única vez

que tiraron fue por error o porque no calcularon bien, y murieron tres

kelpers. Es más los ingleses en la acción sicológica decían: todo lo

que esté entre las calles tal y cual que rodeaban a Puerto Argentino

saben que no mueren porque ahí no tiramos.

— Era una invitación a la deserción.

— Incluso cabe la pregunta de si las tropas nuestras no hubieran tenido

esa salida se peleaba hasta el último hombre. Entonces si el

holocausto. En el combate en localidades, nosotros a un edificio lo

atacamos por arriba, de arriba para abajo, porque es darle al

defensor la posibilidad de escapar. Si esto no ocurre, pum muere, es

mucho mas costoso.

— El comando de la guerra, la alta jefatura militar, según el

propio informe Ratembach, tiene graves responsabilidades.

— Yo también fui de los interrogados por la comisión Ratembach.

Después de mis declaraciones lo único que hicieron se pararon

todos y se abrazaron, salí reconfortado... Pero yo creo que el que no

estuvo en la guerra difícilmente pueda juzgar a uno que haya estado

en la guerra. Creo que la comisión Ratembach se equivocó, fue

demasiado dura porque no podían creer la situación que pasaron los

combatientes allá en Malvinas, ninguno analizó que se tiró cien

veces más que en Corea, es mucho decir. Ninguno analizó que no

llegaban los víveres, que el único cordón que teníamos eran los

aviones, que la gente tenía hambre, pero tenía hambre no porque

quisiera, no teníamos con qué enviarle, no había para alimentar a la

gente que teníamos. Hay muchas cosas que son tremendas, es uno

de los errores que yo comento, el de la logística es el fundamental.

— Logística, transporte y comunicaciones.

— Logística y comunicaciones es de la época de los macedonios, es lo

crucial, lo importante

— Pero los macedonios ya habían aprendido que una fuerza no se

puede resignar a la defensa pura, pasiva y estática, por lo que

cabe un juicio de valor de la conducción.

— Pero nosotros hacía 150 años que no hacíamos la guerra y

peleamos contra el enemigo más moderno que hay en este

momento, es decir el número tres o el número cuatro apoyado por el

número uno, la OTAN, la diferencia es mucha.

— Usted dice que habría que modificar el calibre en uso, y habla

del 22 y el 5.65...

— Claro porque al tirarse tanto en la actualidad, los cien tiros que un

hombre tenía encima, en el concepto nuestro, ahora se tiraban

seiscientos, si paso al 22 puedo llevar seiscientos.

— No es un calibre muy liviano.

— No porque la tecnología hace que el rendimiento de esa munición 22

sea similar a la otra; y la otra cosa que se busca es en vez de matar,

herir. Un herido da más trabajo que un muerto. El muerto da temor,

pero no es lo mismo que el tipo que está herido y gimiendo, tienen

que sacar un camillero que lo lleve, lo tienen que evacuar, le exige

por lo menos 6 hombres, vehículo. Complica.

— Usted marca un hecho importante cuando señala que entre las

unidades que estaban en el frente, en los hechos, la propia

guerra fue imponiendo la acción conjunta.

— Total y absolutamente. Necesitábamos refuerzos y el Batallón 5

recibió una compañía de ametralladoras 12.7. Sin embargo una

sección estuvo en London peleando con mi Ejército, y otra sección

lamentablemente no luchó. Ahí me enojé con el coronel Seineldín,

mi amigo, porque lo considero un buen amigo, una buena persona.

Creo que es el único individuo en la Argentina, que les guste o no lo

que yo digo, es el único que ha pagado, que ha puesto su cara por

lo que no hizo, por eso está preso el Turco, yo me peleaba con él

porque me llevó una sección que no entró en combate. La de

London estoy orgulloso, murieron muchos, es donde mas bajas

tuvimos, en número, los infantes de marina. Porque se peleó mucho

en el monte London, donde estaba la compañía Bravo y el

Regimiento 7. Lo dicen los mismos ingleses, los relato del oponente.

Compartíamos todo, compartíamos la comida, estábamos codo a codo,

cuando teníamos que darle comunicaciones se las dábamos. Fíjese que

yo digo en mi libro que mi unidad tenía casi el triple de todos los cables

que tenía el ejército.

— Es increíble.

— Hay que pensar, ¡cuánto valor tuvo la gente del ejército! ¡Cuánto!

Porque yo podía conducir, mis camaradas no.

— Yo lo entiendo en los que estuvieron en el frente, no lo puedo

aceptar en los que debieron haber preparado a esas unidades.

— Con respecto al combate no había unidades preparadas para la

guerra.

La realidad es que para el Ejército Argentino, digámos mi ejército,

porque es difícil aprender a querer a una institución como la aprendí a

querer yo al ejército en Malvinas. Es su desgracia porque derrochó

valores el Ejército, yo con los medios con los que fueron mis camaradas

no hubiera ido, lo digo con toda sinceridad, yo estaba al frente de una

unidad que era la única que estaba equipada, ambientada y adiestrada

para estar en el combate.

¿Cuál es el planteo que yo hacía a los mandos argentinos en ese

momento? Era que las Malvinas son nuestras, las habíamos recuperado,

pero lo que se buscó siempre, que nadie quiere entenderlo, ni nuestros

políticos actuales, era obligar a que los ingleses hicieran una negociación

seria: ese era el objetivo.

Sabíamos que por derecho y por muchas razones las Malvinas son

nuestras. Ellos no tienen ningún título. ¿Qué pasó? Pasó que las mejores

unidades del ejército, que son las de la Patagonia, excepto el Regimiento

25, las que estaban adiestradas, las que estaban bien, estaban

aguantando en la cordillera porque era mucho más terrible perder la

Patagonia comparada con Malvinas, porque es lo que tiene valor en el

mundo. A pesar del valor estratégico de Malvinas, dependen del

continente.

La cuestión está en que no esperaba esto, siempre se quiso pactar...

— Siempre mostrando la sonrisa no los dientes.

— Claro, se equivocan. Las cosas son serias. Allá llegó la noticia de

que pactamos, todo el mundo contento, todo el mundo feliz, no se

llegaba a la guerra. ¡Qué no se iba a ir a la guerra! Ahí tengo una

diferencia de opinión: no conocen a los ingleses. Yo soy marino. Ahí

tengo una diferencia con el Almirante Busser: él creía que no había

segunda parte, yo estaba convencido de que sí. Me tocó por suerte.

— Usted también relata una reunión de jefes de unidades, cuando

ya están en combate, en la que hay un debate político sobre el

curso de la guerra.

— ¿Una que va el almirante Anaya?

— No, en donde está el entonces teniente coronel Balza.

— Ah sí. Había posturas, había gente que pensaba, era gente

inteligente, que pensaba que no debíamos haber llegado al conflicto

armado. Claro, militarmente la batalla de Puerto Argentino no tenía

razón en esa vía de pensamiento. Se decía: ¿para qué vamos a

luchar, es un derramamiento de sangre inútil, no va a cambiar el

curso de las cosas? Pero yo dije que los comandantes no teníamos

derecho a tomar ningún tipo de decisión política: cuando uno está en

un teatro de operaciones cumple órdenes; y empezaron a cumplir la

orden porque fueron allá, quiere decir que todos la cumplieron

porque ninguno dijo relévenme. Pero pensaban inteligentemente:

¿para qué ocasionar bajas y víctimas si se podían evitar? Pero el

enemigo nos atacó, a pesar de que podía habernos rendido por

hambre y nosotros teníamos que pelear. Son dos cosas distintas,

una es un designio político, y otra el honor nacional. Y eso no se

puede discutir. Eso me enojó mucho, pero luego nos entendimos

mucho más.

— Se ha hablado de que al final cuando vino la decisión de

rendirse hubo intentos de prolongar la guerra.

— Yo pensaba que podíamos prolongar. A mí me reiteraron varias

veces que nos rendimos, y a eso de las dos de la tarde le dije a

Ponce, mi segundo, trate de buscarlo al coronel Seineldín, por ahí él

la quiere seguir. Pero era inútil si ya se había rendido la guarnición

no podíamos seguir solos, y no teníamos municiones, nos habíamos

quedado sin nada. No hubiera cambiado el curso de los

acontecimientos para nada. Ya estaba liquidada la defensa, las

principales unidades estaban vencidas, no tenía sentido.

— Pero hubo posibilidades antes, si se hubieran realizado ciertas

maniobras cuando las posibilidades de resistencia inglesa

desde el punto de vista de la logística que tenían era próxima al

límite.

— Si, hubiera ocasionado un mayor desgaste y no sé cómo hubiera

terminado la campaña. Pero es una suposición, creo que

deberíamos haber modificado el dispositivo de defensa. Pero el

entrenamiento, el estado anímico de la gente, significa mucho,

también la adaptación. Nosotros, por ejemplo, nos bañábamos.

Ibamos a un río, en la orilla nos desvestíamos y nos lavábamos. Si

lo hacía uno del Ejército se moría de pulmonía: no estaba adaptado.

Los correntinos habían pasado de 30º a —10º: ¡40º de diferencia!

No tuvieron tiempo, no hubo tiempo.

— Se dice, en el caso de los norteamericanos, que la opinión

pública reacciona cuando empiezan a llegar los cajones. En

Inglaterra, en un primer momento, la oposición a Thatcher era

peor que Thatcher, la azuzaba exigiéndole más dureza. Pero la

prolongación de la guerra hubiera, tal vez, influido en modificar

la opinión pública.

— La obligación política de ellos era terminar la cosa lo antes posible,

nos hizo atacar porque la opinión pública le exigía que se terminara

la guerra, Thatcher dijo que la terminaba en una semana y le costó

la campaña.

— Eso es parte de un pensamiento estratégico, en el siguiente

sentido: si voy a pelear con un igual puedo pensar en batallas

cortas si voy a pelear contra un enemigo poderoso tengo que

pensar en una guerra larga.

— Pero nunca se pensó acá en llegar a la batalla. Del lado nuestro, por

lo menos, estoy seguro que no. La idea siempre fue tomar las islas y

obligar a que los ingleses a que negociaran en serio. Después nos

arrastran, y metemos gente. Metemos gente sin los medios. Las

unidades del ejército no tenían sus vehículos ni nada, no podían

salir a caminar. Mi gente sí podía hacerlo pero el resto no, es terrible

porque el hombre es hombre, el soldado es soldado.

— Le pasa a la gente que vuela, que va de un país a otro y la

diferencia de horario, de temperatura, lo deteriora.

— Fíjese que en la guerra de Irak, en virtud de las enseñanzas de la

guerra de Malvinas, los americanos no atacan. Trasladan las tropas

y las tienen dos o tres meses antes de empezar la guerra, antes de

los dos meses no hicieron ninguna acción.

— Y llegaron hasta un límite y ahí frenaron...

— Y lo que hicieron fue cortarles la vía logística que era lo lógico, le

cortaron el cordón de alimentos...

— Tampoco se atrevieron a penetrar.

...era Kuwait... empezaron la guerra bien, fueron inteligentes...

— Se arriesgaban a otro Vietnam.

— Sí, tal vez. Tal vez no le interesaba destruir del todo al otro. Hay que

analizar la situación en el contexto general y estaba Irán... Y tal vez

no han encontrado los americanos ningún líder opositor que sea

diferente...

— ¿Volvería?

— ¡Siiii! Es más, tengo que volver, no quiero terminar mi vida sin volver

a Malvinas. Yo se que vuelvo paseando, es uno de los placeres que

me reservo para los años futuros. Estoy convencido de que gracias

que peleamos volvemos paseando. Por eso peleamos. Sino no

hubiera tenido sentido la pelea.

— Eso es parte de lo que Usted llama la identidad nacional...

— Esa identidad nacional que estamos perdiendo...

— Era llamita que se prendía en la mesa de arena, cuando se

pensaba, antes de 1982, en la posibilidad de recuperar esa

porción de Argentina. Después viene la guerra, y aparece una

corriente militar o diversas corrientes que expresan esa

identidad nacional.

— Muy poco lamentablemente, las Fuerzas Armadas desde que

volvemos de Malvinas y entregaron el gobierno siguen huyendo. Esa

es la figura mental que yo tengo. Por eso están así. Yo estoy

retirado por lo que me es mucho más fácil hablar, y fui de esos que

creen con que la prudencia... Pero creo que en la vida hay que decir

la verdad y hay que enfrentar las cosas y lo peor que pudieron hacer

las Fuerzas Armadas es no enfrentar sus responsabilidades. Las

Fuerzas Armadas son un elemento indispensable de la Nación,

como son los políticos. Me encanta a pesar de todos los errores,

este sistema, creo que en los golpes nos usaron los políticos, y

nosotros después pretendimos usar a los políticos, o el tipo que se

encaramó en el poder no lo quiso largar: es lo peor que nos podía

ocurrir. Estamos en un nuevo sendero, revolcándonos un poco pero

que vamos a hacer, si no salimos así nunca vamos a ser una nación

madura.

— Tampoco los militares son un bloque homogéneo, algunos

tienen vocación de presidente...

— Ni todos los políticos tienen vocación patriótica.

— Así como muchas veces se ataca a las Fuerzas Armadas desde

una mentalidad pacifista de tipo colonial, también es cierto que

hay militares o grupos de militares que se escudan detrás de la

institución en usufructo de sus ambiciones e intereses

opuestos a la Nación.

— Yo pienso que en las Fuerzas Armadas hay tres clases de personas:

los que entran pensando que es una cosa fácil, y son después tipos

comunes; los que entran para servirse de las FF.AA. y los que

entran para servirlas. Y con los políticos pasa lo mismo: están los

que sirven para levantar la mano; los que entran para servir la

Nación —siento que es así hay políticos buenos—; y hay muchos

políticos, lamentablemente, que están para servirse de la Nación. Es

uno de los dramas que tenemos y eso es falta de identidad nacional.

— Hasta se construyen pistas a domicilio...

— Creo que eso es por el carácter de la raza de la cual es el

Presidente. No me escandaliza, mientras se haga por el país, y el

país salga adelante. Y eso que este gobierno tiene muchas cosas

que a mi no me gustan, pero también ha hecho cosas muy buenas.

La Argentina cambió, no es la misma, estamos yendo para arriba

contradictoriamente. Es contradictoria la Argentina y es un país rico.

Mire Chirac vino acá, para que un francés haga lo que vino a hacer

Chirac acá...

— Se quedaron con el agua, parte de los teléfonos ahora quieren

construir el puente a Colonia...

— Los americanos también mandan a hacer muchas cosas a los de

afuera, no las hacen ellos.

— Es un costo terrible de millones de desocupados. ¿Usted ha ido

por su provincia últimamente?

— Conozco, si acá en Bahía Blanca tenemos el índice mas alto de

desempleo. Acá teníamos los talleres navales, los arsenales

nuestros, los diques; todo lo que teníamos en Puerto Belgrano.

Tenían en el orden de cinco mil quinientas personas que trabajaban,

y hoy quedan ochocientas. No es que hagan más, hacen mucho

menos. Pero la ceguera política nos echó la gente y dejamos de

producir; entonces ahora encargamos afuera. Ahora con el magro

presupuesto, menos nos alcanza; y sin embargo, con lo poco que

pueden hacer esos ochocientos y pico de operarios más o menos

mantenemos la flota.

— Se eliminó de una manera rastrera el Cóndor II, el submarino

atómico...

— Por eso insisto en la falta de identidad nacional, estamos

renunciando a ser. Muy bien la globalidad, muy bien que trabajemos

con todos los países del mundo. Esa parte está bien, es decir

tenemos que tener relaciones con todos, con los poderosos también.

Pero lo peor que podemos hacer es perder la personalidad: eso yo

no lo resigno. Lo peor que podemos hacer es perder la libertad.

¿Porqué en la globalidad yo me tengo que castrar y ellos no? ¿Ellos

se castran? ¿Porqué nosotros? Somos diferentes, cada uno debe

vivir como es. Yo no resigno mi libertad, con eso quiero decir que

prefiero morir y pelear a que me quiten la libertad.

Estados Unidos, Rusia y las bases

No se querían internacionalizar el conflicto de Malvinas, porque Rusia

ofrecía, pero tampoco los rusos se animaron. Porque si un submarino

ruso hunde un buque inglés que se va a tres mil metros de profundidad,

no se sabe de quien fue el torpedo, y a esa profundidad no se puede bajar

a investigar... Pero los rusos cuando ofrecen una ayuda también cobran.

No hablo de Perú, que fue una ayuda totalmente desinteresada, había

mas de once mil voluntarios en las Fuerzas Armadas peruanas, que

querían venir a pelear. Hubo otros países que me sorprendieron, como

Venezuela, Brasil, que nos ayudaron.

— Rusia había hecho lo mismo con Egipto durante la guerra de los

6 días: le dijo que si se incorporaban a su esfera de influencia lo

reaprovisionaría.

— Eso significan bases, y EE.UU. también las quiere tener acá, y la

Argentina nunca las aceptó, gracias a Dios.

Hay que mostrar los dientes

— De alguna entre un pensamiento nacional y uno que no lo es,

hay una diferencia.

— Digamos con espíritu nacional.

— Con espíritu nacional, sería entre sonreír y mostrar los dientes,

es una divisoria de aguas.

— Hay que mostrar los dientes. Vamos a pelear o no. Yo tengo que

pelear. ¡Cómo no vamos a tratar de recuperar lo que es nuestro!

¡Cómo lo vamos a regalar! ¡Cómo vamos a regalar los hielos

continentales! Son argumentos falaces los que se XXXXXX . Todo

tendiente a hacernos creer lo que realmente no es.

Bluff Cove: la oportunidad perdida

— ¿Cómo se explica esta forma de guerrear de la

Argentina?, porque la guerra de trincheras, de posiciones, la guerra

del '14, murió hace décadas...

— ¿Cuál fue la desventaja grande nuestra? Cedimos todo el terreno

al inglés, el inglés se movió como quiso, eso es una gran ventaja para el

que ataca. Nosotros tendríamos que haber hecho algo. Cuando fue lo de

Bahía Agradable, le hundimos una fragata y había algunos efectivos pero

no eran muchos. Donde se les pega a los dos buques que les cuestan

muchas bajas, a los dos buques transporte es en Bluff Cove y ahí estaban

muy cerca nuestro, nosotros veíamos lo que ocurría por eso los quería

atacar. Yo tenía previsto todo el plan, nosotros nos movíamos con la

oscuridad y atacábamos con la oscuridad o con las primeras luces.

Podíamos habernos infiltrado tranquilamente y hubiéramos tomado el

desayuno con los ingleses. Yo hablo de adiestramiento porque es

importantísimo, qué unidad podía hacer lo que podía hacer la mía,

ninguna. La conducción no me deja y me dice que me está salvando la

vida porque ellos no me podían sostener logísticamente. Es decir, que yo

iba y si se nos agotaba la munición, estábamos liquidados. Pero

hubiéramos, tal vez, como dice un almirante inglés cambiado de curso la

guerra, porque si ellos no ganaban el 14 se tenían que ir.

Los ex combatientes

— Esta situación que se ha vivido para ustedes los que

combatieron, que volvieron al continente silenciados,

ocultados. Por ejemplo yo me pregunto ¿Qué pasará por la

cabeza de Robacio cuando se sube a un tren y se encuentra a

un ex combatiente pidiendo prácticamente limosna?

— Generalmente cuando nos encontramos nos abrazamos, pero hay

que tener cuidado con eso. Los excombatientes en general no son

los que piden limosna, la mayoría de los que piden limosna son un

fraude de excombatientes. A mi me ha pasado innumerables veces.

Sin embargo, los he encontrado alguna vez, no pidiendo limosna

sino vendiendo alguna cosa, y tanto que el tipo vino a venderme a

mi y me dijo señor Comandante, y se quedó un tiempo parado.

Bueno le digo, tomá mi tarjeta, llamame. Le conseguí empleo. A los

3 meses se repite la misma escena pero en otro lado. Entonces le

digo: ¿Cómo, si tenés el empleo?, y me dice: No, pero con esto

gano mas y hago lo que quiero. Y ganaba bien. Por eso se han

adherido muchos que no son combatientes, porque la gente es

buena. Yo ayudaba mucho a los combatientes cuando estaba en la

Liga les ayudé mucho a hacer sus diarios 2 de abril, y después se

pelean y se abren pero todos los que agarraron el tema prensa

trabajan muy bien, todas cosas de excombatientes, sus dichos, sus

anécdotas y la gente les paga. El pueblo argentino es bueno. Pero

hay muchos timadores, la mayoría son timadores, puede ser que

haya alguno pero ya no queda ninguno en la calle, porque están

agrupados, en ese aspecto las leyes nacionales han sido justas les

pagan una especie de ayuda.

— Si pero es muy baja.

— Sí, es baja pero es algo.

— Están reclamando que se las eleven a un salario de un cabo en

actividad.

— Pero por otro lado la ley es solo para los conscriptos, es injusta: yo

no soy ex combatiente. Y el suboficial o el cabo de marina que fue a

Malvinas y después se fue del arma porque se encontró con un

terreno de incomprensión, no cobra nada, ni cinco. ¿Y no es ex

combatiente? Sí, es ex combatiente. La ley es parcial, es

discriminatoria, le hace falta a todos los excombatientes.

— Mezclada con esta situación está la vivencia de la guerra y el

contraste con la desmalvinización, y viene este fenómeno de

suicidios.

— Sí, eso es lo que afecta a los ex combatientes: el rechazo que sufre

normalmente. Hablo de los conflictos, todos los excombatientes han

sido rechazados por la sociedad argentina. En algunos casos han

sido bien acogidos en su pueblo, sobre todo en el interior. Me he

encontrado en Misiones, en Corrientes, con lugares donde están

bien organizados, bien atendidos, incluso por Municipalidades que

tienen sentido nacional. Pero en los lugares grandes justamente es

donde ocurre ese rechazo, en ciudades grandes, en Buenos Aires,

en Rosario, se han sentido rechazados. Ellos han hecho algo

grande, un conscripto que ha ido a la fuerza —en el caso mío todos

fueron voluntarios— y el tipo sabe que fue una proeza, que fue una

gesta realmente, y cuando viene acá es rechazado como si fuera un

delincuente. Y a pesar de que las leyes lo amparan, mucha gente

los toma como un chico, o tratan de no tomarlos; dicen: éste viene

de la guerra es loco. Al contrario, ha venido un tipo que era joven

pero maduro; no un pibe, no un chico. ¡La palabra esa ―chico‖ es

una infamia!

Palabras finales

— Agregue lo que quiera.

— Así como decíamos que la Argentina es contradictoria tenemos que

vivir de la esperanza. Tenemos un país que sigue siendo

maravilloso, sigue siendo riquísimo, sino no vendría nadie a poner

un peso acá. Malvinas, en este pasado reciente está demostrando

que, aún equivocado para algunos, aún cuando haya parecido de

locos, el luchar es necesario. Usted decía ¿en qué cambió mi vida?

Aprendí a creer en Dios, inicio el día tratando de ir a misa, a

agradecerle a Dios que todavía estoy vivo, y agradecerle todas las

cosas que me sigue dando y brindando: escribir mi libro, un pequeño

libro, ahora quiero hacer otro.

Tenemos que vivir de la esperanza. Tenemos que aprender a vivir las

antinomias no como las hemos vivido hasta acá. Empezar a poder

unirnos, a leer el Martín Fierro: Los hermanos sean unidos/ esta es la ley

primera/ si entre ellos se pelean/ los devoran los de afuera. Es

importantísimo. Pero tampoco vamos a poder vivir en la unidad sino

sabemos hablar con la verdad, si prefiero mentirle y digo lo que yo no

pienso. Tengo que decir lo que pienso, y tenemos que conciliar nuestro

pensamiento. No podemos vivir como hemos vivido siempre peleándonos,

esa es nuestra debilidad. Sea quien sea el presidente de los argentinos.

Si cualquier nación de afuera sabe que el tipo piensa lo que pensamos

todos nosotros, es un hombre fuerte y al que se le va a dar credibilidad;

pero cuando se ve que los de abajo se dividen, que es un berenjenal... El

drama de la Argentina es la falta de coherencia, incluso hasta en la

oposición: se vive para destruir y no para construir. Le va a seguir yendo

bien al gobierno porque la oposición es un desastre; no he escuchado

nada constructivo en la oposición.

Presentemos un proyecto diferente. Creo que alguna vez esto tiene que

ser mas decente, porque la mayoría del país es decente. No somos todos

corruptos: el tipo que va a trabajar todos los días va a hacer su trabajo

honesto. El albañil que está levantando ladrillos, ese está construyendo.

Cuando los políticos se siguen poniendo sueldos que son mal ejemplo,

porque marca cada vez más las diferencias. Ellos que hablan en contra de

la oligarquía son más oligarcas que los de antaño, porque los oligarcas de

antaño cuando entraban en la política terminaban pobres, y acá los

políticos entran pobres y terminan réquete ricos. No puede ser, hay que

saber compartir.

Y el que manda debe dar el ejemplo. El Presidente debería ser un

ejemplo, no sólo de honestidad sino también en su vida normal.

Lamentablemente no lo son; la mayoría de los políticos no son buen

ejemplo. La Nación precisa eso. Esto va para todas las estructuras, las

militares también. El que manda tiene que dar el ejemplo, no puede ser un

tipo banal, si no, no se construye. Tenemos que vivir para construir,

hermanarnos, ser unidos aún en el disenso de opiniones, sino vamos a

perder nuestra Nación. Nos van a cortar con tijeras, estoy convencido de

eso, no lo voy a ver pero yo voy a pelear por eso...