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SUPLEMENTO CULTURAL No. 210 - 24 DE AGOSTO DE 2015 - AÑO 5 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN Irving Herrera. Converso. Carboncillo y acrílico sobre tela. 110 x 110 cm. 2015. El artista plástico Irving Herrera nació en 1984 en la ciudad de Huajuapan de León Oaxaca. Estudió la Licenciatura en artes plásticas y visuales e Instructoría en Artes Plásticas en la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca. Fue becario de FONCA (2011-2012). Su trabajo ha sido merecedor de múltiples distinciones nacionales e internacionales tales como el Premio Shinzaburo Takeda en la IV Bienal de Artes Gráficas Shinzaburo Takeda en Oaxaca en 2014. [Una muestra de su trabajo en páginas centrales]

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 210 - 24 DE AGOSTO DE 2015 - AÑO 5 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Irving Herrera. Converso. Carboncillo y acrílico sobre tela. 110 x 110 cm. 2015.

El artista plástico Irving Herrera nació en 1984 en la ciudad de Huajuapan de León Oaxaca. Estudió la Licenciatura en artes plásticas y visuales

e Instructoría en Artes Plásticas en la Escuela de Bellas Artes de Oaxaca. Fue becario de FONCA (2011-2012). Su trabajo ha sido merecedor

de múltiples distinciones nacionales e internacionales tales como el Premio Shinzaburo Takeda en la IV Bienal de Artes Gráficas Shinzaburo

Takeda en Oaxaca en 2014.

[Una muestra de su trabajo en páginas centrales]

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2LA GUALDRA NO. 210 / 24 DE AGOSTO DE 2015 / AÑO 5

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Mundo de colisionesPor Gabriel Luévano Gurrola

El Templo de las MusasDos inspectores de monumentosen los albores del siglo XXPor Violeta Tavizón

CentenarioPermanencia de Edmundo ValadésPor Mauricio Flores

Irving HerreraEl arte como necesidad vital

Infinidad de miradasPor Eduardo Campech MirandaLos solitarios propietariosde un corazón rotoPor Carlos Flores

Desayuno en Tiffany’s, mon kuEisenstein in Guanajuato de Peter Greenaway Por Carlos Belmonte GreyCastillo de sal si puedesPor Ester Cárdenas

Mauricio Magdaleno, para intrusosXVIII. Declive literario. El cine como opciónPor Conrado J. Arranz

La MarcianaPor Alberto HuertaPapel OritoPor Pilar Alba AbrazoPor Edgar Khonde

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira SaadeDir. General

Raymundo Cárdenas VargasDir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada LazarínDir. La Gualdra

[email protected]

Roberto Castruita y Enrique MartínezDiseño Editorial

Juan Carlos VillegasIlustraciones

[email protected]

Esta semana tendremos en nues-tra ciudad la presentación del más reciente libro del escritor zacate-cano Gonzalo Lizardo. Se trata de un libro de cuentos, editado por Ed. Era, titulado Inmaculada tentación. El libro será presentado por Igna-cio Trejo Fuentes y Jael Alvarado Jáquez; coordinará la mesa Laura Elena de Jesús Ramírez Ramírez. La presentación es organizada por la Librería Andre-a, el Área de Arte y Cultura de la Universidad Autó-noma de Zacatecas, la Secretaría de Actividades Culturales del Sindicato del Personal Académico de la UAZ y Dosfilos Editores. Están todos invi-tados, se llevará a cabo el próximo viernes 28 a las 8 de la noche en Librería Andre-a, ubicada en el Ca-llejón del Santero de esta ciudad capital.

Gonzalo Lizardo nació en Fres-nillo, Zacatecas, el 19 de noviem-bre de 1965. Estudió la Maestría en Filosofía e Historia de las Ideas en la UAZ y el Doctorado en Letras en la Universidad de Guadalajara. Ha sido becario del FONCA en dos ocasiones y miembro del SNCA. Li-zardo es además de un talentosísimo narrador, ensayista, artista plástico y profesor universitario en la Uni-versidad Autónoma de Zacatecas en la Maestría en Investigaciones Hu-manísticas y Educativas. Ha formado parte del consejo editorial de algu-nas revistas literarias como Runa (San Luis Potosí, 1996-1997), Exilio y Dosfilos (de 1998 hasta la fecha); y ha sido colaborador de las revistas Azar, Azogue, Babel, Diálogo, Finis-terre, Funes, etc., y de La Gualdra. Entre los libros de su autoría se en-cuentran los siguientes: Azul venéreo (1989), Malsania (1994), El libro de los cadáveres exquisitos (1997), Polifoni(a)tonal. Umbrales del dis-curso literario (1998), Jaque perpetuo (2005), Corazón de mierda (2007), Invocación de Eloísa (2011) y el más reciente que se presentará este vier-nes: Inmaculada tentación. No se pierda la oportunidad de escuchar los comentarios sobre este nuevo libro y sobre todo, la de convivir y platicar con su autor.

Este lunes 24 de agosto a las 18 horas, en el audiovisual de las ins-talaciones del Posgrado en Historia de la UAZ, se llevará a cabo la confe-rencia “Utopías en el Renacimiento”, que será impartida por el Dr. Sebas-tián Terráneo de la Pontificia Uni-versidad Católica de Argentina.

La Maestría y Doctorado en His-toria también está organizando la presentación del libro Al disparo de un cañón. En torno a la batalla de Zacatecas de 1914: el tiempo la socie-dad, las instituciones, coordinado por los doctores Mariana Terán, Edgar Hurtado y José Enciso Contreras. Este libro será comentado por el Dr. Andrés Reyes y por el Dr. Eduardo Jacobo Bernal; moderará la mesa el Mtro. Hallier Arnulfo Morales Dueñas. Se llevará a cabo en el Patio Central de Rectoría de la UAZ este viernes 28 a las 18:00 horas.

Como verá, las recomendaciones que en esta ocasión le hago pueden resultar interesantes para aquellas personas que gustan del arte, la lite-ratura y la historia. Los dos libros se presentarán, curiosamente, fuera de la programación de la Feria del Libro Zacatecas 2015 –de cuyas activida-des podrá usted enterarse también en página 10 de esta edición-, pero ésa es otra historia; lo cierto es que las iniciativas universitarias y de edi-toriales y asociaciones independien-tes son cada vez más atractivas. En-horabuena por ello a todos quienes impulsan este tipo de actividades.

Se aproxima ya el noveno mes del año y con él vienen las Lecciones de Arte Contemporáneo que serán im-partidas por Fernando Castro Flórez y Miguel Cereceda; éstas se llevarán a cabo del martes 8 al sábado 12 de septiembre de 2015, de 10:00 a 13:00 horas y de 17:00 a 20:00 horas (doble sesión por día), en el Audi-torio del Museo de Arte Abstracto Manuel Felguérez. Este proyecto es coordinado por Poética A.C. y de él le estaremos hablando con mayor detalle en las próximas ediciones.

Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

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banque a esta última, toda colisión es imprevisible).

En El reino de este mundo (novela en que un trecho de la historia de Haití es la dialéctica universal de la batalla y la derrota) el ambiente, la tierra, enriquecen y matan. Los señores se precian de saber lo primero, mientras se arrogan lo segundo. Ahora bien, la tierra también sueña. La molicie de los asientos y los vinos importados les ha arrebatado la capacidad de entenderlo. El patrón va por la super-ficie de una mina o un bosque y ve una piedra o la hierba más curiosa y traduce la exuberancia en oro. Olvida que la piedra puede incrustarse en su frente, o la planta, si endulza el caldo, puede llevar a la muerte. Los reful-gentes destellos de la naturaleza son las bocanadas de sueño de la tierra que sólo pueden cantar, comprender y transmitir los que sufren sobre ella, ganando las claves para su revelación (camuflaje: lo visible es lo tenido por inamovible, la rutina, casi siempre grotesca y desalentadora, los moldes,

las destrucciones de una diversidad que se encapsula en la detestable eti-queta del folclore. Lo que está detrás es la verdadera piel del camaleón, los ojitos que sueñan con cosas indesci-frables mientras los amos del mundo pasan tranquilos, sin verlos).

Lo real maravilloso reside en el margen que va entre esa melodía a la que dan forma los personajes, y el deseo del lector, o vidente, de par-ticipar. En esa brecha, como en los surcos que la aplanadora del tiempo y la tan traída y llevada civilidad dejan, moran imágenes que invitan a un viaje de ida y vuelta, donde un extremo es la sensación de haber con-geniado con los actores del drama, y el otro, la perplejidad por haber sido vedados del milagro a través de la ra-zón, por verlo a través de una muralla de palabras, inevitable, pero muralla que a pesar de estar hecha de una riqueza léxica apabullante, es muchas veces cristalina. Lo real maravilloso alimenta el deseo de deponer la ru-tina que juzga y volverse soñador que intuye que todo es delirio y no quiere volver en un buen rato, por gusto, deseando perder el boleto de regreso.

El deterioro progresivo de Ti Noel va de la mano con el gradual asombro con que la convulsa vida de Haití va cubriendo su periplo. La destrucción de su mente y su cuerpo parece per-mitirle volver al seno donde se afinca el motor del mundo y sus ilusiones: la tierra. Así, acompasa su demencia al ritmo íntimo de la naturaleza. Se convierte en animal y reina las acau-daladas ruinas de la hacienda que lo tuvo como esclavo para recibirlo, luego, como un monarca entre los restos y tesoros que ha saqueado de Sans Souci.

En El reino de este mundo atende-mos a la lucha entre el tiempo (cons-trucción humana) y el orbe silvestre, (forzosamente eterno), la lucha de una cordura vapulada por la noción de la fantasía contra la vesania, última estación, progresión indeseable de la conciencia de un realismo que pende de un hilo y se devora para arrojar-nos nuevas maneras de interpretarlo y de vivirlo. Serie de colisiones, la novela corta del gran escritor cubano retumba como un rayo que no muere y roza la roca de un palacio, o una caverna, sin acabar nunca.

De la costumbre del miedo, de la supervivencia, de sentirse esclavo, viene la costumbre (más oscura, más secreta) de la imaginación, la rebelión y lo hechizos de la literatura.

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Tal parece que la palabra “costumbre” va acompañada siempre, de forma inevitable, a toda una serie de ad-jetivos que aunque no se digan, se piensan y se sienten, como una faceta del atraso frente a un mundo donde impera la destrucción o caricaturiza-ción de consciencias de colectividad primitiva, mágica o tribal, o como una antesala de alegatos sobre la os-curidad de nuestro prójimo, nuestro origen y la fuerza de un hambre es-piritual persistente que se sacia sólo con explicaciones o cuentos insoste-nibles por la razón. Una costumbre es el blanco para desternillar contra la fe, y relegar las creencias a la mesa de disecciones donde un cuchillo basto y sin filo se encargará de dividir tajan-temente lo nocivo de lo plausible, y lo plausible, ahora, en el holocausto que es en sí misma palabra “costumbre”, es la negación o la indiferencia de lo que consideramos es un lastre para la libertad absoluta, de lo que nece-sitamos lejos para realizarlos como hombres sin cara, y absurdamente, sin prejuicios.

Lo que puede resultar evidente, aunque en ocasiones se olvide, es el hecho de que las costumbres coli-sionan, se anulan o complementan de formas que no podríamos llamar sino imprevisibles. Lo preestablecido viene con lo inusitado. Las reglas del albedrío domado en realidad generan e introducen las revueltas cotidianas, las facilitan, las engendran. La cos-tumbre del trabajo como dignifica-dora del hombre se empalma a la ne-cesidad, al tesonero y aguerrido acto milenario de sobrevivir, aunque aún existan quienes piensen que el que lucha por la vida debe prescindir de ella para que los más “aptos” y “aco-modados” la vivan sin despecho y con el tiempo y los medios para mante-ner la humanidad sobre un lecho de bárbaros, pulgas, hollín y dentella-das. La costumbre de sobrevivir, con su carga de apocalipsis adelantado y bufidos de bridas y cadenas, lleva a considerar como resultados, no sé ya si falsamente, al agotamiento, la bes-tialidad, la muerte mental de los miles de asalariados, los que no tienen un empleo seguro o un oficio perenne ante la maquinación de la fuerza. “El que sobrevive no piensa”, nos parece decir el inconsciente, ya envenenado. No sueña sino con placeres inmedia-tos y burdos, no siente el empuje de criticar profundamente, no puede en-rolarse en las filas de los que sueñan con pegasos y libertades.

Los personajes de las novelas de Alejo Carpentier escenifican el com-bate contra los reduccionistas su-puestos de que de la injusticia y la sordidez sólo se produce imbecilidad, pasividad y amor por el trallazo, el regaño y desde luego, por la mano que acaricia a modo de perdón y advertencia escondida. Sí, la escla-vitud ara en terreno uniforme, pero va dejando surcos, huecos furtivos, perfectos reductos donde cualquiera puede meter la cabeza y escuchar una voz antigua que nos dice que la maldad es de todos por igual, así como la bondad, pero también la fiereza, la ilusión y el heroísmo. Esa voz puede, si es lo suficientemente fuerte, desbarrancar al escucha en una abismo ancestral del que saldrá blindado por el inexpugnable y fra-goso deseo de dar una dentellada, o un zarpazo, como la fiera que de una madriguera que se creía de alimañas o conejos, sorprende a los que sólo esperaban docilidad y costumbre del miedo (cuando llega otra que des-

Mundo de colisionesPor Gabriel Luévano Gurrola

Libros

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En la última década del periodo por-firiano, en los albores del siglo XX, surgió por parte de un sector de la población la preocupación por la protección del patrimonio de nuestro país. En 1908, en la Ciudad de Mé-xico, Genaro García propuso a Justo Sierra convertir los templos colo-niales expropiados por el gobierno en monumentos históricos y artísti-cos, produciendo en ellos alternativas para su conservación.

Genaro García fungió como se-cretario de gobernación durante el periodo de Porfirio Díaz y fue hijo de un importante zacatecano, el gober-nador Trinidad García de la Cadena. Genaro García nació en Fresnillo, Zacatecas el 17 de agosto de 1867 en el seno de una familia de tradición minera. Estudió Derecho e inició su carrera política a la edad de veinti-cinco años desempeñándose como diputado suplente de Zacatecas en 1892. Su trabajo como jurista siempre estuvo ligado a la cultura. Muestra de ello fue su nombramiento por parte de Porfirio Díaz para ocupar el cargo el 19 de abril de 1907 como director del Museo Nacional (ubicado donde actualmente se encuentra el Museo Nacional de las Culturas en la calle de Moneda en el centro histórico de la Ciudad de México).

Durante esa época reestructuró la organización y funcionamiento del Museo y escribió el reglamento del mismo que giraba en torno a: “Reco-lectar, conservar y exhibir los objetos relativos a la historia, arqueología, et-nología y arte industrial retrospectivo de México y el estudio y la enseñanza de estas materias”.1 Posteriormente, la especialidad que con los años fue desarrollando lo hizo acreedor al nombramiento de Inspector de Mo-numentos Artísticos, cargo que por primera vez en la historia de nuestro país se desempeñó y que muestra que a pesar de que se desarrollaba una de las luchas más cruentas, la Revolución Mexicana, el legado artístico procuró conservarse.

Ejemplo de lo anterior fue lo ocu-rrido bajo el régimen de Victoriano Huerta. El 6 de abril de 1914 se ex-pidió la primer Ley de Conservación

de Monumentos Históricos y Artísticos y Bellezas Naturales; en la cual se decretó la creación de la Inspección de Monumentos Históricos y Artísti-cos, que tenía a su cargo la vigilancia inmediata de los monumentos, su conservación y la aprobación de pro-yectos sobre cualquier reparación, decoración o ampliación.2 Derivado de esto surgió en los estados la figura de Inspector Local Honorario y Conser-vador de Monumentos Artísticos.

Entre 1917 y 1918, el presidente en turno, Venustiano Carranza, hizo tres nombramientos de este tipo: al pintor Xavier Guerrero como Inspec-

tor en Tonalá en Jalisco en 1917; al ingeniero David Uribe Pevedilla como Inspector en Tulancingo en 1918; y a Manuel Pastrana en Zacatecas el 5 de febrero de 1917, labor que desem-peñó incansablemente hasta 1937 a los 78 años.

Dentro de las líneas de investiga-ción que se han abierto a partir de que se ha estudiado con mayor cui-dado a Manuel Pastrana, una de ellas es la de su faceta como conservador, dicho de otra forma, el papel que jugó como procurador del patrimonio.

La preparación que el pintor tuvo a lo largo de los más de diez años que

estudió en San Carlos, lo hicieron docto en el ámbito de la cultura y el arte, lo cual le dio las herramientas académicas para tener la encomienda de ocupar un puesto en el que tuvo como objetivo convertirse en guar-dián del patrimonio arquitectónico y urbano de la capital zacatecana.

A pesar de ocupar este cargo, por aquellos años, Pastrana se convirtió también en el primer director del Museo de Guadalupe, siguió dando clases en la Escuela Normal Mixta y continuó con las lecciones de pintura y dibujo para jóvenes zacatecanos en su propia casa. Federico Sescosse fue uno de los más jóvenes estudiantes que Manuel Pastrana tuvo en sus últimos años de vida. Además de enseñarle las técnicas pictóricas, me atrevo a decir que sembró en él las bases que siempre caracterizaron a don Federico, la protección del pa-trimonio.

*Curadora.

1 Rico, Luisa Fernanda, Exhibir para educar

(objetos, colecciones y museos de la Ciudad de

México, 1790-1910), Ed. Pomares, Barcelona,

2004, p. 227.

2 Ramírez Morales, Leopoldo, Ley sobre la

conservación de Monumentos Históricos y

Artísticos y Bellezas Naturales, promulgada el

6 de abril de 1914, boletín-cnmh.inah.gob.mx.

El Templo de las MusasDos inspectores de monumentosen los albores del siglo XXPor Violeta Tavizón*

Arte

Nombramiento de Manuel Pastrana como Inspector Local Honorario y Conservador de Monumentos Artísticos del Estado de Zacatecas.

Manuel Pastrana

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el problema del cuento y las publica-ciones de cuentistas, que además es un género que de alguna manera es despreciado”.

SencillezCaracterísticas impares de un hombre de letras, subraya por su parte Ignacio Solares: “el hombre más sencillo del mundo (con quien) platicábamos de literatura; era un hombre que leía mu-chísimo, era muy accesible. Tuvo a su cargo la página cultural de  Excélsior  y ahí también era muy generoso, un hom-bre realmente excepcional”.

Quienes se acerquen por primera vez a la obra de Valadés, como para los que vuelvan a su encuentro, ha-bría que recordarles El libro de la imaginación. Textos breves, cuatro-cientos, donde confluyen realidad y fantasía. Paseo, advirtió por su cuenta Valadés, donde nos encontraremos con mujeres, amor, enigmas, sueños, espejos, milagros, fantasmas, utopías,

magias, cielo, infierno… Con el Valadés siempre lector;

siempre feliz; siempre sereno.

La MarionetaEl marionetista, ebrio, se tambalea mal sostenido por invisibles y precarios hilos. Sus ojos, en agonía aluci-nada, no atinan la esperanza de un soporte. Empujado o atraído por un caos de círcu-los y esguinces, trastabillea sobre el desorden de su ca-merino, eslabona angustias de inestabilidad, oscila hacia el vértigo de una inevitable caída. Y en última y frus-trada resistencia, se despeña al fin como muñeco absurdo.

La marioneta —un payaso en cuyo rostro de madera asoma, tras el guiño son-riente, una nostalgia infi-nita— ha observado el drama de quien le da la transitoria y ajena locomoción. Sus ojos parecen concebir lágrimas concretas, incapaz de ceder al marionetista la trama de los hilos con los cuales él ad-quiere el movimiento.

Edmundo Valadés (El libro de la imaginación)

Romper fronterasValadés rompió las falsas fronteras entre narrativa fan-tástica y realista, literatura urbana o rural. No cedió a ninguna prohibición: ha he-cho cuentos magistrales que valen por sí mismos y tam-bién se anticipan a bastantes cosas que llegaron después. Le debemos narraciones de infancia y adolescencia, cua-dros del holocausto nuclear, vasos comunicantes entre historia y vidas privadas.

José Emilio Pacheco

Edmundo Valadés, El libro de la imaginación,

FCE, México, 2015, 304 pp.

Edmundo Valadés, La muerte tiene permiso,

FCE, México, 2015, 140 pp.

* [email protected]

El título de su mejor cuento, La muerte tiene permiso, es ya un refe-rente desde distintos puntos de vista. Una construcción gramatical de uso diario. Sus esfuerzos por la promo-ción de la literatura de todas las re-giones, específicamente del llamado género corto, ejemplo de compromiso inteligente. En tales vertientes avanzó libre la vida de Edmundo Valadés (1915-1994). Buscando originales dignos de edición, en la redacción de un diario, gestionando recursos para actividades de promoción, bailando lento aun a sus setenta y tantos años. Este año Valadés habría cumplido una centena y, deteniéndonos frente a sus legados, no hay duda de que la cele-bra y permanece. Como aquel pro-digio antologado por él mismo (“Ma-ravilla”, Viaje de Maeldúin) donde una fuente “da agua los miércoles y viernes, leche los sábados y fiestas de los mártires, cerveza y vino las fiestas especiales”.

Tuvo una vida intensa. Cómo no, si durante décadas se abrazó a la lite-ratura y al duro oficio del periodista —ahora adulado, ahora despreciado— en medios como Novedades, El Nacio-nal, América,  Cuadernos Americanos y Excélsior. De manera paralela, ga-nándole tiempo al tiempo, publicó en 1955 (colección Letras Mexicanas del Fondo de Cultura Económica) el volumen de cuentos La muerte tiene permiso. Obra de veintiún relatos pro-fusamente reeditado a lo largo de se-senta añitos, y que sin proponérselo lo incluyó en la llamada generación de medio siglo. Obligado evocar el arran-que de La muerte… sobre el estrado, los ingenieros conversan, ríen. Se gol-pean uno a otros con bromas incisivas. Sueltan chistes gruesos cuyo clímax es siempre áspero…

Paulatinamente, Valadés fue adentrándose más en la creación li-teraria y, cosa curiosa, su gusto y ejercicio cuentísticos lo llevaron a condensar la escritura. “Fanático de la brevedad”, le llamó José Emilio Pacheco. De eso que ahora llama-mos minificción. Acumuló cuentos, propios y ajenos, y en 1964 fundó la revista El Cuento, publicación de larga vida y de larguísimo listado de obras y autores convocados. Los títulos publicados siguieron: Antí-poda  (1961),  Rock  (1963),  Las duali-

dades funestas (1966), Por caminos de Proust (1974), Sólo los sueños y los de-seos son inmortales, palomita (1986).

Entre las virtudes de El Cuento, colección que actualmente se encuen-tra disponible en internet, destaca la diversidad de autores de todos los ni-veles. Cientos de cuentistas escogidos por el desarrollado gusto literario del propio Valadés. Jóvenes y consagra-dos, algunos de estos leídos por pri-mera vez en México justamente en la publicación (Ernst Hemingway, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges, Anton Chéjov, Ray Bradbury, Guy de Mau-passant, et. al.).

Lo que realizó, habrá que subra-yar, al margen de grupos e intereses particulares puesto que como ad-vierte la escritora y académica Margo Glantz, “fue un hombre muy generoso con los demás, con un ego pequeño afortunadamente, porque los escrito-res somos bastante insoportables. Pu-blicó a muchísimos escritores y trabajó

CentenarioPermanencia de Edmundo ValadésPor Mauricio Flores * Libros

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El color azul, ese azul de miedo, invade las montañas y se come el cielo, la inesperada lluvia hace notar su presencia con gotas compactas y ensordecedoras, los caminos caudalosos parecen ríos que se llevan todos los recuerdos; los recuerdos de hoy, de ayer y de hace siglos.

A veces se piensa que una verdadera obra de arte debe justificarse por sí misma y que no necesita de grandes prólogos que la de-fiendan y la expliquen; sé que en la actualidad cualquier persona puede pintar o producir un grabado genial, pero eso no significa que se convierta en un gran artista; sin embargo, un gran artista puede provenir de cualquier lado.

No recuerdo el día, ni la fecha, ni el lugar

donde nací, lo único que tengo es un papel lleno de letras al cual el gobierno le otorgó el nombre de acta de nacimiento, en el que certifica que mi nombre es Irving López Herrera, hijo de la señora Juana Guadalupe Herrera Ortega y del señor Aaron López López y que además nací un día 23 de julio de 1984 en la H. Ciudad de Huajuapan de León Oaxaca.

No tengo muchos recuerdos de cuando era niño, pero todas las noches por lo regular sueño con dos: el primero es el de una mujer llevándome de la mano hacia un camino incierto (desde luego esa mujer no es mi madre); el segundo es el de mis hermanas en-terrándome los pies en la tierra, no sabría el

propósito de ello hasta años más tarde, pero creo que desde entonces puse atención a lo que acontecía a mi alrededor, de las simples cosas que sucedían frente a mis ojos y que por lo regular llegan a ser las más grandes de la vida.

Todos sentimos en algún momento de nuestras vidas la necesidad de producir, de inventar, de crear; ese cosquilleo inquietante que nos come el lomo por las noches y hace que nos apartemos del mundo entero. Hace ya algunos años decidí que el mejor lenguaje para poder comunicarme con los demás tenía que ser el visual, pues considero a la comuni-cación como una especie de arte y al arte lo considero como una necesidad vital.

A los pocos días de llegar a la ciudad, me matriculé a la universidad (UABJO) en la cual estudié la carrera de Instructoría y fundé la Licenciatura en Artes Plásticas y Visuales, en la escuela de Bellas Artes en la ciudad de Oaxaca de Juárez, México, teniendo como es-pecialidades pintura y gráfica. El amor por la pintura me ha llevado al borde de la locura y de regreso; pero el grabado, específicamente la xilografía, siempre me hace recordar ese vínculo que tenemos con la naturaleza.

¿Qué es el arte? Tal vez la respuesta no tenga nada que ver con la lógica, ni con la razón, tal vez el arte siempre ha estado ligado con los hombres desde el principio, tal vez el arte sea el mismo hombre hasta su fin.

Irving HerreraEl arte como necesidad vital

Arte

Bano turco. Carboncillo, acrílico, témpera y tintas sobre tela. 200 x 450 cm. 2015.

Dos velos. Acrílico, carboncillo, témpera y tintas sobre tela. 120 x 300 cm. 2014. Vela. Xilografía. 112 x 76 cm. 2013.

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24 de AGOSTO DE 2015 7Arte

Azalea. Mixta sobre tela. 150 x 200 cm. 2015. Dulce barroco. Xilografía. 80 x 140 cm. 2014.

Dulce noviembre. Xilografía. 120 x 120 cm. 2013.

Cataleya. Carboncillo y acrílico sobre tela. 110 x 110 cm. 2015.Medieval. Acrílico y carboncillo sobre tela. 150 x 150 cm. 2014.

Senora Matanza VIII. Carboncillo y acrílico sobre tela. 150 x 120 cm. 2015.

El canto. Relieve en MDF. 120 x 120 cm. 2013. Medieval. Xilografía. 100 x 100 cm. 2014.

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Regularmente cuando me encuentro en algún lugar o voy caminando por la calle me gusta observar a la gente, en particu-lar la gente que está leyendo. Me interesa conocer dónde lee y saber por qué lo hace en ese lugar; qué es lo que lee y cuáles son sus propósitos de lectura; mirar sus gestos (si es que los hay) e imaginarme su vida a partir de sus lecturas; realizar hipótesis de cómo es que se encontraron aquel texto y aquella persona; qué pasará después de ese encuentro; quién saldrá transformado de él; quién dejó su huella en quién.

En este ejercicio identifico a quienes leen en los parques, jardines y otros espa-cios donde prevalece la vegetación. Se lee en solitario, principalmente literatura. Las posturas son múltiples: boca abajo, senta-dos en el césped, en una banca, a la orilla de la fuente. También se lee en los hospitales y sus zonas periféricas. Ahí predomina la lectura informativa: dosis e indicaciones de recetas médicas, precios (en este momento los rictus de preocupación hacen su apa-rición, muchas veces acompañados de im-potencia, desolación, desesperanza). Otro espacio de lectura es el transporte público.

El murmullo delata la hora del día. Es más fácil leer en el día. Los choferes atentan contra los lectores en horario nocturno y nadie dice nada.

En este somero inventario sobresale la circulación y lectura de un diario de nota roja. Encabezados sensacionalistas, y amarillistas, se mezclan con la célebre página tres. En sus entrañas hay conse-jos sentimentales, sugerencias musicales,

pasatiempos. ¿Qué es lo que encuentra el lector en ese diario? Lo que sea es cierto que está mucho más cerca de su cotidia-neidad que los mecanismos a través de los cuales quisieron acercarlo a los libros. Pero también creo que encuentra la libertad de recreación, y resignificación, de la lectura.

Hace ya varios lustros un señor (lo llamaré Don “N”), que rondaba los sesenta años de edad, me mostraba entusiasmado

las ilustraciones de un ejemplar de Sen-sacional de chafiretes. Con una inusitada mirada me decía: “¡Mire nomás Eduardo, qué mujerzotas!”, mientras recorría con su mano la revista, la cual mostraba una exu-berante fémina con poca ropa. Don “N” podía sentir, respirar, poseer las ilustra-ciones. Esas mujeres eran suyas como los son las historias que nos conmueven, que nos habitan.

Pero hay algo más. Si bien he abordado un aspecto en la formación de lectores, la accesibilidad, ha quedado fuera otra parte: la disponibilidad. Las publicaciones men-cionadas son de un precio bajo (acorde a su calidad), fácil de conseguir, no exigen grandes habilidades cognitivas. He aquí una oportunidad para el mediador de lectura: tender puentes entre esos soportes textua-les y los libros. No se trata de banalizar el lenguaje literario o científico, sino de ha-cerlos digeribles, de brindar herramientas para que esas letras tengan eco en el lector, para que sepa que también los libros escon-den mundos: aburridos, sí; ricos, sí; enfado-sos, sí; pero primordialmente, que descubra que hay infinidad de miradas a este mundo.

“Ojalá existiera en el mundo una máquinaque midiese fácilmente y con precisión

la tristeza. Así podría expresarlo con cifras”.Haruki Murakami

Como su nombre lo dice, el tema del libro es Los hombres sin mujeres. Y como siempre sucede, sus narraciones encierran una tris-teza profunda y desgarradora, que se sufre en solitario y que se pega a los huesos como una lama que persiste en infectar con recuerdos dolorosos el corazón, y sumir en un pozo en medio de la nada a quien la padezca. No pude evitar recordar la primera vez que me convertí en un hombre sin mujer. Por un momento el mundo se detuvo. Lo mismo pasó cuando la conocí. Pero cuando la perdí arrasó con un porcentaje considerable de lo que yo solía ser. Dejó de interesarme el escrutar la eternidad de la noche así como el contemplar las abstractas formas de las nubes y, por primera vez, tuve miedo de estar solo.

Las cosas ya no sabían igual: U2 ya no tenía la misma fuerza y The Cure dejaba de ser agridulce y se convertía en un canto adolorido y triste. Murakami ha sabido abrirme el pecho y reanimar la tristeza que se alojaba en mi

interior. Me ha hecho llorar desconsolado en el baño por algo que perdí pero que no acierto a comprender qué es exactamente. Definitiva-mente el dolor oriental no se sufre como el do-lor nacional, pues parece encerrar la nostalgia y la pena de tiempos inmemorables, de cosas que se alojan en el subconsciente o en el ADN.

En el primer relato, Drive my car, Kafuku se ve en la necesidad de contratar un chofer, o mejor dicho, una chofer. Y en sus recorridos del trabajo a la casa se comienza a gestar una intimidad que termina en un desahogo, al confiarle a la conductora que tras la muerte de su mujer se convirtió en un gran amigo de su amante.

Yesterday es la remembranza de los años mozos del personaje, quien tenía un amigo y compañero de cuarto en los tiempos de la es-cuela, el cual no podía complacer a su joven y hermosa novia por una razón incomprensible. Es por ello que organiza una reunión entre los tres, para pedir a su amigo que salga con su chica y trate de hacerla feliz.

Un órgano independiente nos lleva al ex-tremo de la soledad. Tokai, un exitoso cirujano plástico de renombre y con un extraordinario atractivo para las mujeres había decidido nunca

tener una pareja y conquistar a las más mujeres posibles, de preferencia casadas. No obstante, un día parece en su vida una fémina de la que le será imposible separarse.

Sherezade hace referencia al icono princi-pal de Las mil y una noches. El personaje tiene una amante que se reúne con él de vez en

cuando para hacer el quehacer de su casa. Al terminar sus labores termina haciendo el amor con ella. Ésta, antes de irse a casa le cuenta una historia.

La narración de Kino se desarrolla en un apacible bar ambientado con excelentes piezas de jazz que reproduce un pequeño tornamesas. En el relato escuchamos las notas de Coleman Hawkins, Major Holley y Billie Holiday. De alguna manera, las decisiones que Kino, pro-pietario del mismo, ha tomado en sus años de existencia se ven reflejadas en la vida del bar.

Samsa enamorado pareciera ser un home-naje a Kafka. Aunque pensándolo bien, cada relato parece hacer referencia el estilo de un autor, pues podemos reconocer un poco de Poe en Un órgano independiente, tal vez algo de Fitzgerald en el de Kino, y probablemente un lector más agudo podría reconocer el resto. En el relato, la metamorfosis de Gregor Samsa es especialmente extraña.

Finalmente, Los hombres sin mujeres, sirven a manera de conclusión y nos revuelven el in-terior para intentar explicar al lector, supongo que especialmente a las mujeres, lo terrible-mente solo que se puede sentir un hombre sin una mujer.

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Infinidad de miradasPor Eduardo Campech Miranda

Los solitarios propietariosde un corazón rotoPor Carlos Flores

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24 de AGOSTO DE 2015 9

En 1919 John Red escribió Diez días que estre-mecieron el mundo para contar la crónica de la revolución rusa. Ahí interpretó el aconteci-miento como una heroica odisea de la fuerza proletaria. 95 años más tarde el director galés Peter Greenaway filmó una interpretación del carácter de uno de los difusores de la dicha revolución, Serguei Eisenstein, en su cinta Eisenstein in Guanajuato (Eisenstein en Guana-juato título en español).

Que viva Eisenstein! es la traducción del título de la cinta de Greenaway para el mer-cado francófono. Éste hace referencia a la obra que, en 1931, Eisenstein estuvo filmando en México durante más de un año y que por problemas burocráticos con su productor y con el gobierno mexicano, acentuados por los dibujos y las fotografías eróticas de tono homosexual llevadas por el director en sus maletas, provocaron que fuera un fracaso. Se trataba de que ¡Que viva México!

La historia se centra en la estadía de 10 días en Guanajuato y que conmocionaron, según Greenaway, la vida de quien se había convertido en el referente mundial de la ci-nematografía rusa gracias a tres películas: La huelga (1925), El acorazado Potemkin (1925) y Octubre (1928). Obras que, según la libre interpretación del director galés, contaron la historia de unos obreros hambrientos y revoltosos. Durante estos días el director ruso, interpretado por Elmer Bäck, descubrirá y vivirá su homosexualidad gracia al sexy mexi-

cano Palomino Cañedo (Luis Alberti). Ade-más, sufrirá las elucubraciones causadas por el tequila y la cercanía de la muerte en la cultura mexicana.

Pero no se trata de un biopic ni mucho menos de una cinta histórica en el sentido de recreación de acontecimientos, sino más bien de una intromisión en la cabeza de Eisenstein muy al estilo de lo que Milos Forman realizó en Los fantasmas de Goya (2006) para contar los últimos días de vida del pintor español.

El centro histórico de Guanajuato es el escenario para la representación de la obra filmada por Greenaway: las escaleras de la uni-

versidad y el Teatro Juárez (para los encuen-tros políticos y las desilusiones burocráticas con el gobierno mexicano y el patrocinador gringo), las alcobas de cristal (para el des-cubrimiento del sexo y de la excentricidad: incluyendo la espectacular desvirgada a 50 centímetros de distancia), el paseo por la al-hóndiga, los túneles (para los enfrentamientos con la muerte y los delirios: remarcar la lluvia y el baño de vómito).

La película se vuelve de época pero sin es-conder sus deliberadas señas de ficcionalidad haciendo una especie de bricolaje: si al inicio se preocupa por los insertos en blanco y negro de

algunas escenas intercaladas con el color de los diálogos de los dos principales actores, hacia el final no se incomoda en mostrar las calles, los postes de luz, los letreros de cervecerías y de turismo para recordar al espectador que está viendo una obra de ficción que intenta rescatar una parte del pasado de la historia mexicana.

Por eso, Que viva Eisenstein! podría ser una herramienta pedagógica para acercar a los niños y estudiantes a la explicación del México revolucionario, con la honestidad de un director que confiesa estar reconstruyendo un discurso inventado e histórico.

Desayuno en Tiffany’s, mon kuEisenstein in Guanajuato de Peter GreenawayPor Carlos Belmonte Grey

Cine

“Una ciudad es un mundo cuando ama-mos a uno de sus habitantes”.

Lawrence Durell

Cuarteto de AlejandríaEste título agrupa cuatro novelas –Jus-tine, Balthazar, Mountolive y Clea-, que reflejan un mundo sensual y turbio, con personajes que se complementan o niegan, en una narrativa caracteri-zada por la relatividad de espacio y tiempo.

La primera de estas novelas, Justine, describe la compleja y tensa relación amorosa entre Justine, personaje ator-mentado, extraño, misterioso y apa-sionado, y Darley, un escritor que es a la vez el narrador de la misma. Justine está casada con Nessim, millonario

copto, aristocrático y distante, ence-rrado en sus sufrimientos pero sin “la fuerza necesaria para atreverse”. Tanto el esposo como el amante, tratan de conocer las causas del padecimiento “mental” de esta difícil mujer; un día, ella confiesa que fue violada cuando niña por Capodistria, uno de los je-fes de la ciudad. Los celos de Nessim preocupan a los amantes. Hay una ca-cería durante la cual Darley teme ser asesinado, pero a quien matan es a Ca-podistria. Ese mismo día, Justine desa-parece. Otro personaje fundamental de la novela es el escritor Pursewarden, hombre lúcido y extravagante. Clea, una amiga de Justine, le cuenta a Dar-ley mediante una carta que la ha visto en un Kibutz de Israel, pero éste no se

preocupa siquiera en contestarle.Las siguientes novelas desarrollan

la misma historia, pero desde ángulos diferentes: en Balthazar, Darley conoce por medio de Balthazar –un amigo co-mún- que Justine en realidad amaba a Pursewarden, y que su matrimonio con Nessim era una cobertura para las acti-vidades políticas de ambos (introducir armas en la Palestina ocupada por los ingleses); Mountolive es una novela en tercera persona –donde el tiempo des-empeña un papel fundamental-, en ella un diplomático inglés, enamorado de la madre de Nessim, tiene que revelar el tráfico de armas; Clea, narrada otra vez por Darley, descubre nuevas co-nexiones entre los acontecimientos, y finaliza con la relación amorosa entre el protagonista y Clea.

Descubrí a Lawrence Durrell (es-critor inglés 1912-1990) y su Cuar-teto de Alejandría, gracias a Rayuela de Julio Cortázar. Sin duda es una de las

grandes novelas del siglo veinte. Si no la han leído búsquenla, es una de las escasas peras del olmo de la literatura con mayúscula.

Castillo de sal si puedesPor Ester Cárdenas

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LA GUALDRA NO. 21010

XV FERIA DEL LIBRO ZACATECAS 2015Del 21 al 30 de agosto Horario de 10:00 a 21:00 horas

Plaza Bicentenario

LUNES 2411:00 horasPresentación de libro infantilDido para EneasAutora: María García EsperónComentan: Martha Gabriela Correa García y Jesús Darío Haro AndradeModera: Adolfo González Juárez

17:00 horasTeatro clownLos LunáticosCompañía StrongylusDir. Javier López Ríos

19:00 horasPresentación del libroImpacto Académico ySocial de la Construcciónde EspaciosUniversidad Autónomade San Luis PotosíPresenta: Celia MirelesCárdenas, CoordinadoraComentan: Juan René García Lagunas, Eduardo CampechMiranda y José Juan Espinoza ZúñigaModera: Edgar A. G. Encina

20:00 horasPresentación de la revista bibliofiliaBuxiPresenta: Héctor Fernández Gascón, editorComentan: Salvador LiraSaucedo y Marco Antonio Flores ZavalaModera: Edgar A. G. Encina

MARTES 25 DE AGOSTO11:00 horasTeatro clownLos LunáticosCompañía StrongylusDir. Javier López Ríos

17:00 horasTeatroLa madre pasotaGrupo La Corte delos MilagrosDir. Karla Ríos

19:00 horasPresentación del libroEficiencias electromecánicas en pozos de bombeoAutores: Julián González

Trinidad, Dagoberto Chávez Carlos,Hugo Enrique Júnez Ferreira y Carlos Francisco Bautista CapetilloComentan: David Menchaca Trejo y Cruz González GarcíaModera: Jonatán Aarón Piña García

20:00 horasPresentación del libroSenderos de la insustentabili-dad. Degradación humanaY ambiental en el capitalismo neoliberalAutores: Guadalupe Margarita González Hernández,Darcy Tetreault y Humberto Márquez Covarrubias

MIÉRCOLES 2611:00 horasPresentación del libroinfantilEl libro de la negaciónAutor: Ricardo ChávezCastañedaComentan: Ángeles Valle López y Eduardo Campech Miranda Modera: Adolfo González Juárez

17:00 horasTeatro familiarEl extraño caso del señor SmitLa Ciénega TeatroDir. Iván Guardado

19:00 horasPresentación del libroPsicología de FacebookAutor: Luis Felipe El-SahiliEditorial TrillasComentan: Ana Borrego y Ana Velia Muñoz

20:00 horasPresentación del libroRevista Post Pop. Creación EmergenteCoordinación: LorenaRodríguez SantoyoComenta: René LópezVillamarModera: Francisco JuárezPrograma de Estímulos a la Creación y al Desarrollo Artístico de Zacatecas, emisión 2014

JUEVES 2711:00 horasPresentación del libroColina de los muertos y otras historiasAutor: Ricardo ChávezCastañedaComenta: Jael Alvarado

JáquezModera: Martha Alicia Mejía Ramírez

17:00 horasTeatro familiarLas aventuras de MalouTeatro A ContraluzDir. Mayela Venegas y Kalio de León

18:00 horasComparsaAlicia a través de las callesLa Ciénega TeatroDir. Iván GuardadoPlaza Bicentenario

19:00 horasPresentación del libroLa dignidad encarnadaEditorial PlanetaAutora: Silvia Gurrola BonillaComenta: Oliverio Sarmiento PachecoModera: José Luis Álvarez

20:00 horasPresentación del libroPuntos ciegosAutor: Néstor AdameEditorial PapeModera: Rosy Robledo

VIERNES 2811:00 horasCuenta cuentosCompañía de Narración Oral de ZacatecasDir. María Eugenia Márquez Sánchez

17:00 horas Música coralSociedad Coral Infantil de ZacatecasDir. María de Jesús y María de Lourdes

19:00 horasPresentación del libroTradiciones y Artesanías de mi

AGENDA CULTURAL AGOSTO 2015

JUEVES 2719:00 horasTradicional ConciertoBanda Sinfónica del Estado de ZacatecasDir. Salvador García y OrtegaPlazuela Goitia

VIERNES 2820:00 horas¡Vive la Ciudad!Afro Brothers –

Guadalajara, Jal.Plazuela Miguel Auza

SÁBADO 2919:00 horasSábados en la CulturaMúsica, Danza y TeatroEscalinatas del Antiguo Templo de San Agustíny Plazuela Miguel Auza

8º Festival Internacional de Blues & Jazz, ZacatecasDel 13 al 29 de agosto de 2015Museo de Arte Abstracto

Manuel Felguérez

Tercera semanaJueves 27, 20:00 Hrs.JazzEUTERPE ENSAMBLE Zacatecas

Jueves 27, 21:00 Hrs.JazzESTEBAN HERRERA TRÍOMéxico

Viernes 28, 20:00 Hrs.JazzARISTA 5

Zacatecas

Viernes 28, 21:00 Hrs.JazzMarianne Trudel (TRÍO TRIFOLIA)Canadá

Sábado 29, 20:00 Hrs.LA ESTACIÓN BLUESZacatecas

Sábado 29, 21:00 Hrs.BluesWILL RUSS JR. EE UU

ProvinciaAutor: Jaime QuezadaSandovalEntre hierbas y remedios. Una mirada a la medicina en PinosAutor: Profr. David Castañeda Román, Cronista de PinosSanta Rita, documental y gráficaAutora: Mtra. LeonorRodríguez Hernández,Cronista de Villa HidalgoFondo Editorial PACMYC (Programa de Apoyo a las Cul-turas Municipales yComunitarias)Modera: Susana Palacios Alvarado 20:00 horasPresentación del libroMemoria I Reunión Nacional de Cronistas de Ciudades MexicanasHomenaje a Roberto Ramos Dávila

Fondo Editorial: Crónica del EstadoCoordinación: ManuelGonzález Ramírez y JuanAntonio Caldera RodríguezComentan: Leticia RamosCastañedo y Judith Navarro

SÁBADO 2912:00 horasCuenta cuentosCompañía de Narración Oral de ZacatecasDir. María Eugenia Márquez Sánchez

17:00 horasGrupo MalabarDir. Jorge Alberto Bernal Reyes

19:00 horasPresentación de libroMalditsAutor: Alberto OrtizComentan: Laura Daniela

Huerta y Simitrio Quezada

20:00 horasPresentación del libroMe llamo HokusaiAutor: Christian PeñaFondo de Cultura EconómicaComentan: Yamilet Fajardo y Javier Acosta Modera: Ana Lilia FélixPichardo

DOMINGO 3012:00 horasPantomimaHabía una vez un mimoGrupo Tras BambalinasDir. Iván Iñiguez

19:00 horasConciertoCoro del Estado de ZacatecasDir. Arturo Cuéllar

20:00 horasCeremonia de clausura

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A un lado de El Mirador, con pianola y películas que asombran a las senci-llas gentes. Los domingos por la tarde se llena en su totalidad […]. Los cuen-tos aquellos de Toncho Barajas eran cosas de niños, comparados con las escenas maravillosas del cine, que emboban, por cuarenta centavos […]. Hombres, mujeres, animales, buques, aeroplanos, ferrocarriles: todo está allí, en el “Cine Royal”.

Toncho Barajas, contador de historias orales, personaje sensacional de la primera novela de Mauricio Magda-leno, Mapimí 37 (1927), recuerda así la llegada del cine al lugar recóndito en donde se encontraba su pueblo, suponía el dramático encuentro con la modernidad. Paradójicamente, y como ya sabemos, esta novela se convertiría en una obra de teatro, incluida en el libro Teatro revolu-cionario mejicano (1933). ¿Símbolo también de resistencia para el autor? Paradójicamente también, tanto Bus-tillo Oro como Magdaleno, se refe-rían al cine como una de las causas de la cancelación del Segundo Ciclo del Teatro de Ahora, además de a la sensibilidad caduca de los espectado-res teatrales:

Sabíamos, también, que la gente en México no viene al teatro, y la que viene hace ascos al manufacturado en el país, y mucho más cuando se trata de un espectáculo como el que ha estado brindando el Teatro de Ahora, en que no se halaga la sensiblería de las flappers, en que no sazonan baratos almíbares para hacer la digestión y en que se está dispuesto a hacer la menor concesión al gusto ciudadano, anestesiado por el cine y el radio (Revista de Revistas, 10 de abril de 1932).

Sin embargo, Juan Bustillo Oro no tardaría en sentir inquietud por el cine y debutó precisamente con la adaptación de un cuento de Mauri-cio Magdaleno, El compadre Mendoza, que dirigió a lo largo de 1933 Fer-nando de Fuentes, estrenándose en 1934 en el cine Palacio de la Ciudad de México.

Mauricio Magdaleno, que procuró durante años salvar su savia literaria por medio del trabajo burocrático en puestos de responsabilidad pública, sucumbió a la suculenta y pujante in-dustria cinematográfica algunos años después, e inició una actividad fre-

nética en este campo. Así lo explica el propio escritor en una entrevista:

No porque me gustara. Entré por necesidades económicas, estaba en tratos con Agustín Fink cuando me llegó una carta que firmaba Alejandro Gómez Arias diciendo que el minis-tro de Educación me agradecía muy de veras los eficientes servicios que había prestado en el Departamento de Bibliotecas. Era un cese… pero mira, al jefe de ese departamento le pagaban 700 pesos y acá, por apren-der, me daban cinco mil. Pues aquí me quedé.

Magdaleno explica que fue gracias al artículo “Cine mexicano” que pu-blicó en El Universal en 1942 (donde señala que el cine es al fin y al cabo una de las más legítimas expresiones

de nuestro tiempo), cuando Jesús Grovas, gerente general de Produc-ciones Grovas, lo contactó conven-cido de que el cine actual necesi-taba del impulso del talento literario mexicano. No pudo concretarse nada con Grovas, pero sí con el otro gran productor, Fink.

Un día, en plenas labores en Bellas Artes, fue a verme Carlos Chávez, el músico y me pidió que lo presentara a Jesús Grovas. Quería que hiciéramos una cinta y me dijo: Tú la escribes, yo estoy hambriento por hacer un filme sobre Mozart o Tchaikovsky. Mejor de este último, porque creo que su vida tienen momento melodramáticos, que son más sencillos. Fuimos a ver al señor Grovas, a quien estas cosas le importaban un demonio, pero Carlos

Chávez, hombre de mucho tesón, de gran voluntad, me dijo: Tengo un amigo a quien conocí en los Esta-dos Unidos: Agustín Fink, un gran productor.

Fink no pudo ayudarles en la fil-mación de dicha película, pero sí le ofreció a Mauricio Magdaleno un trabajo en la productora, asistiendo a Emilio “el Indio” Fernández en la dirección, y conformando ese famoso triunvirato, junto al fotógrafo Gabriel Figueroa. Su primer trabajo sería la elaboración del guión, junto al propio indio Fernández, de la película Flor silvestre (1943), una adaptación de la novela Sucedió ayer, de Fernando Ro-bles, que tendría como protagonistas a los actores Dolores del Río y Pedro Armendáriz.

El cine se convirtió en una manera de compaginar su labor creativa, de alguna forma literaria, con la tran-quilidad material, algo que comen-zaban a hacer numerosos escritores del momento. La actividad cinema-tográfica de Mauricio Magdaleno se extendió a lo largo de diez largos años y dio como fruto el arreglo de diálogos para dos películas, veintidós argumentos, cincuenta y una adap-taciones, cincuenta y tres guiones y cuatro películas como director. Tras este periodo, el escritor zacatecano afirmaría de manera contundente: “Así terminé con el cine y no quiero vol-ver, jamás, mientras viva”. Posterior-mente, confesó que en los momentos finales de su actividad cinematográ-fica vivía con una bencedrina diaria, hasta que su consumo le produjo un fuerte susto que estuvo a punto de terminar con su vida.

* (Madrid, 1979). Escritor, crítico, e investi-

gador de proyecto en El Colegio de México.

Doctor en literatura española e hispanoame-

ricana por la UNED, con una tesis sobre el

universo literario de Mauricio Magdaleno. Sus

intereses de investigación son la literatura

española e hispanoamericana de los siglos XIX

y XX, prestando una especial atención a la

narrativa mexicana y a la literatura del exilio

español. Junto a Andrés del Arenal ha coor-

dinado la colección de ensayos El muerto era

yo. Aproximaciones a Juan Rulfo (Calygramma

/ EstoNoEsBerlín, 2013) y ha realizado la

edición, el estudio preliminar y las notas de la

novela El resplandor, de Mauricio Magdaleno

(Clásicos hispanoamericanos, 2013). Actual-

mente reside en México, DF.

Mauricio Magdaleno, para intrusosXVIII. Declive literario. El cine como opciónPor Conrado J. Arranz Literatura

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Hay un método, supongo, o técnica, como la de los clavados o la caminata. Y digo que hay un método porque debe haberlo. Un día Nora, hace tantos años que cuando escribo esto me parece como si le hubiera sucedido a alguien más, me dijo que lo que más le gustaba de mí eran mis abrazos. Y eso me han dicho varias personas. Este texto es pues un intento de describir la técnica.

Quizá lo aprendí en alguna película ho-llywoodense, o una telenovela, físicamente, es decir, protocolariamente, me sería imposible describir el abrazo. Pero puedo exponer lo que pienso: cuando abrazo a alguien pienso que será el último lugar que visitaré del mundo y que aparte es mi última acción sobre la Tierra. Supongo que cuando uno tiene esa clase de co-

sas en la cabeza, se vuelve un poco más cálido, o bien, se transforma en una cosa literaria. Es decir que ante esos escenarios catastróficos y findelmundo, uno no puede más que aferrarse a la última palabra, la última página, el último párrafo, el postrer aliento de lo que somos: lenguaje. Y pienso que en eso radica un abrazo,

que dos trozos del lenguaje se encuentran. Cada abrazo debe ser eso, un encuentro de dos cosas, átomos, sonidos, estrellas, soles, plane-tas, explosiones.

Hace años también escribí un texto chi-quito de un pie y su huella y le puse el título de “Abrazo”:

Quiso ser el pie en la arena desde entonces mantiene un abrazo constante con la huella.

Durante muchos años fui una buscadora empe-dernida de papel orito. Como esos hombres de las películas extranjeras que se salían a buscar oro en los ríos con una criba, de esa manera me la pasaba yo. Buscaba en la casa, en la calle, en el patio del colegio, el valioso papel orito. No sé si tú lo recuerdas, ese papel envolvía chocolates, caramelos o el fondo de las cajetillas de cigarros. ¿Te acuerdas? Pues ése era el papel que yo acu-mulaba. Lo guardaba entre el libro de historia que era el más gordo de todos, para que se plan-chara. Una vez que estaba planchado y lisito, lisito, lo guardaba en una caja y como si fuera oro de verdad lo escondía debajo del colchón de mi cama. A veces hacía con él anillos, pulseras,

coronas. Pasaba las horas cortándolo a la medida de las monedas para llenar mi bolsa con ruedas de papel orito que usaba para jugar a la tiendita. La compulsión duró muchos años, como ya lo dije. A tal grado de que aunque ya no tenía edad para jugar a esas cosas, yo seguía guardando el papel en una caja cada vez más grande. ¿Que por qué te cuento esto? Pues porque hoy en la mañana llegué a mi casa a guardar un pedazo de papel orito que envolvía un chocolate que me regalaron. Pero, cuál fue mi sorpresa: la caja con todo su contenido había desaparecido. Mi madre en uno de sus arranques de extrema limpieza, tiró todo lo que para ella era inservible, sin saber que en esa caja iba toda una fortuna.

LA GUALDRA NO. 210 / 24 de AGOSTO DE 201512Rí

o de P

alab

ras

Marciana. Así me dicen todos en casa. Hasta la gata, perdón, perdón… la empleada do-méstica me llama así: Marciana. Marcia, que se oye menos feo, cuando están de buenas, o cuando quieren algo. Marcia, ¿me acompletas para mi helado? Marcia, ¿me podrías plan-char mi camisa? Marcia, ve al estanquillo de la esquina a comprarme mi periódico. Desde que me acuerdo todos, empezando por papá y mamá, me empezaron a llamar Marciana. Y así se me quedó. Como quedan en la piel los tatuajes, las cicatrices… ¿Que por qué no protesté? No lo sé. Realmente no lo sé. Tengo la remota idea de que al principio pensé en que me llamaban así de cariño. Sí, de cariño. Y es que no era para menos, mi familia en pleno la que me lo encasquetó. Uno espera siempre lo mejor de la familia, de los amigos, de los novios… A lo mejor es mucho pedir. Como cuando niño se pedía al Niño Dios o a los Reyes Magos o juguete demasiado grande o muy caro. Se supone que cuando se es niño se cree en el Niño Dios y en los Santos Reyes y en el Ángel de la guarda, en La Llorona. El desencanto llega cuando se descubre la ver-dad: Son los padres los que compran y traen los juguetes y las golosinas. Así de fregadazo. El día menos pensado. Y descubrimos a los padres bajando la mirada avergonza-dos como si les hubiéramos descubierto su filiación política. Y dejamos de ser niños de la noche a la mañana. Y empezamos a adquirir una actitud valemadrista. Y nos brotan en la cara granos. Dejamos de oler a talco boratado, y se desprende de nuestro cuerpo flaco y desgarbado un olor distinto, diferente, acre… Y miramos de ladito, apre-tando los labios, y refundimos las manos

en las bolsas posteriores de los jeans, y arrastramos las suelas de los tenis. Sí, en la casa, en la escuela y en la calle me dicen la Marciana. Marciana para allá. Marciana para acá… Los marcianos llegaron ya, y llegaron bailando cha cha chá… Cantan y se ponen a bailar los mensos de mis hermanos. Mi papá baja cabeza para no reírse a carcajadas, y mi mamá nomás mueve la cabeza de un lado para el otro como gallina, y alza la mirada al cielo raso poniendo los ojos en blanco. Yo recojo mis dedos, alzo el dedo índice y levanto el brazo para que puedan verlo mis muy queridos y amados hermanos… ¡Puagh!

AbrazoPor Edgar Khonde

Papel OritoPor Pilar Alba

La MarcianaPor Alberto Huerta

Iván Munoz A.K.A. Ivanko Moses-Lee. 2015. En homenaje a una fotografía hecha a Frida Kahlo por el fotógrafo Nickolas Muray en 1939.