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SUPLEMENTO CULTURAL No. 201 - 8 DE JUNIO DE 2015 - AÑO 5 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN Fernando Pino Solanas y Carlos Belmonte Grey en Cannes. El cineasta Fernando Pino Solanas nació en Olivos, Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1936. Es considerado como uno de los representantes del cine nuevo latinoamericano, de ese cine utilizado como herramienta de propaganda contra las dictaduras impuestas en los países latinoamericanos desde los años 60. Él mismo fue exiliado y acosado. En el 68 Festival de Cannes se le rindió un homenaje y se proyectó su filme Sur con el que ganara la mejor dirección en el dicho festival en su edición de 1988. [Una entrevista con Pino Solanas, por Carlos Belmonte Grey, en páginas centrales]

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 201 - 8 DE JUNIO DE 2015 - AÑO 5 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN

Fernando Pino Solanas y Carlos Belmonte Grey en Cannes.

El cineasta Fernando Pino Solanas nació en Olivos, Provincia de Buenos Aires, Argentina, en 1936. Es considerado como uno de los representantes del cine nuevo latinoamericano, de ese cine utilizado como herramienta de propaganda contra las dictaduras impuestas en los países latinoamericanos desde los años 60. Él mismo fue exiliado y acosado. En el 68 Festival de Cannes se le rindió un homenaje y se proyectó su filme Sur con el que ganara la mejor dirección en el dicho festival en su edición de 1988.

[Una entrevista con Pino Solanas, por Carlos Belmonte Grey, en páginas centrales]

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2LA GUALDRA NO. 201 / 8 DE JUNIO DE 2015 / AÑO 5

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La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

Carmen Lira SaadeDir. General

Raymundo Cárdenas VargasDir. La Jornada de [email protected]

Jánea Estrada LazarínDir. La Gualdra

[email protected]

Roberto Castruita y Enrique MartínezDiseño Editorial

Juan Carlos VillegasIlustraciones

[email protected]

La semana pasada debimos haber feste-jado nuestro cuarto aniversario, pero las elecciones se atravesaron y preferimos pasar el concierto para este viernes 12; espero que la lluvia nos permita pasar una noche agradable en compañía de Betsy Pecanins… recuerde que el con-cierto se llevará a cabo en la Plazuela Miguel Auza y que da inicio a las 7 de la noche porque abre el grupo zacatecano Euterpe; posteriormente cantará ella, la reina del blues, quien compartirá con nosotros su espectáculo Ave Phoenix.

Compartimos con ustedes algunos datos biográficos de nuestra invitada: Betsy nació en Estados Unidos, hija de padre norteamericano y madre cata-lana. México, donde vive desde 1977, es su tercera patria: aquí ha residido la mayor parte de su vida y es su país de elección. Cantante y compositora, Betsy ha destacado por la fuerza y la calidad de su voz en todos los escenarios de importancia de México y en diferen-tes foros del extranjero. Su discografía consta de 16 discos y 13 colaboraciones con diferentes artistas. El blues es la fuente primordial de su canto, aunque creció dentro de una gran cantidad de influencias musicales. Destaca la fusión de la canción tradicional y contemporá-nea mexicana con el blues y el jazz, en particular el disco y concierto El efecto tequila, que representó un parteaguas en la escena musical mexicana y causó gran impacto en varios países europeos y americanos, tanto por la calidad de su interpretación como por su fuerza innovadora.

Ha participado en múltiples festiva-les culturales en varios estados del país, incluido el Festival Cultural realizado aquí durante Semana Santa; no hay que olvidar que ella participó en su primera edición y que el próximo se celebran los 30 años del mismo. En aquel entonces fue invitada por el Arq. Álvaro Ortiz Pesquera, desde entonces ha regresado –no con la frecuencia que quisiéramos- a los escenarios zacatecanos; la última vez fue, a riesgo de equivocarme, en el 2007, acompañada por Cecilia Toussaint (el viernes en entrevista en el programa el Parnaso dije que tenía casi 15 años de no venir: es que la extrañamos).

Betsy ha recibido muchos premios por su labor artística y cultural. Recor-demos que interpretó la voz cantada de Lucha Reyes para la película La Reina

de la Noche, de Arturo Ripstein; y que participó con canciones en las películas Hasta morir, Dos crímenes, Cilantro y perejil y Asesino en serio.

Por si eso fuera poco, ha impartido clases de técnica vocal e interpretación en la escuela “Del rock a la palabra”, de la Secretaría de Cultura del Distrito Federal; y ha incursionado en el teatro al componer en 2012 la música para la obra de teatro Labyrinthos, de Rocío Carrillo, nominada por la agrupación de periodistas teatrales en la categoría de mejor teatro de búsqueda del 2012. Betsy Pecanins se ha presentado fuera de México en varias ciudades de Cuba, España, Francia, Portugal y Estados Unidos.

Después de tener algunos años con dificultades para cantar y de enfren-tar una situación delicada de salud en 2012, Betsy está en proceso de recu-peración. Su naturaleza de luchadora incansable y su vocación de artista en constante búsqueda la han llevado a enfocarse de lleno en el terreno de la composición.

Con la colaboración de varios letris-tas entre los que destacan Guillermo Briseño, Rafael Mendoza, Jaime López, David Huerta, Frino y Magali Lara, Betsy compuso, a partir de su “nueva voz”, el espectáculo “Ave Phoenix”, una serie de canciones dichas y rapeadas que hablan del amor, del cuerpo, de la migración, de las obsesiones, etc., desde la visión de una artista que re-nace y se rehace en esta etapa de su vida. Siendo fiel a su temperamento innovador, Betsy genera un proyecto en donde incursiona en el hip hop, el rock, la música electrónica y la música contemporánea, siempre de la mano del hábito que la nutre y le da sentido: el blues.

Nos sentimos muy contentos de te-nerla en Zacatecas nuevamente. Este año nos coordinamos con el Programa Vive la Ciudad –y estamos muy agra-decidos-, que durante todo el año ha traído conciertos de calidad a la Pla-zuela Miguel Auza, contribuyendo a que este escenario se consolide como un espacio al que la gente acude una vez al mes a pasar un buen rato, a convivir en armonía. Que disfrute su lectura.

Jánea Estrada Lazarí[email protected]

Artillería nocaut de Víctor SolorioPor Joel Flores 3De los segundos consejos que dio Don Quijote a SanchoPor David Alberto Valerio Miranda

La enfermedad crónica de la ediciónPor Edgar A. G. Encina

Rosa Albina GaravitoA prueba de balasPor Mauricio Flores

Historias de vida, historias para contar: taller de redacción de autobiografíasPor Eduardo Campech Miranda

Una democracia más sensataPor Edgar Khonde

Castillo de sal si puedesLas cenizas de ÁngelaPor Ester Cárdenas

La novela criminal en tres pasos (2)Por Carlos Flores

Mauricio Magdaleno, para intrusosXIII. El resplandor (2)Por Conrado J. Arranz

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Fernando Pino Solanas, el cine de los poetasPor Carlos Belmonte Grey

Sólo un gran vacíoPor Alberto HuertaEstampaPor Pilar AlbaLógica simplificada del binomio: ofensa/defensaPor Roberto Galaviz

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En las recientes búsquedas de los jóvenes escritores al hacer literatura, capturar la realidad social y política de México es un tema al que se le evade o se le mira con desprecio: ¿por qué mejor no usar a la literatura como válvula de escape y no como reflejo de una realidad que nos supera y ciertas ocasiones es incomprensible? Pareciera un lugar común en el ima-ginario colectivo del mexicano decir que el gobierno, en contubernio con las células criminales, es quien mata y desaparece a los mexicanos, es quien sume en la desesperación y llanto a sus habitantes. ¿Cómo hacer, entonces, o cómo deben hacer los nuevos escrito-res, para que ese lugar común tensado por la realidad del país se convierta en la materia prima de obras literarias de calidad, que lleguen a las manos de cualquier tipo de lector, que tiene poco o mucho contacto con la literatura, y lo trastoque?

Los escritores jóvenes, al sopesar esas preocupaciones, en su primera o segunda obra ponen sus propias reglas para que la realidad misma sea más atractiva en el terreno de la ficción y se muestre como un objeto orientado al placer estético, a cambiarle –al menos por unos instantes– la mirada que el lector tiene sobre sí mismo y los otros, como si la obra también aspirara a ser objeto de reflexión. José Revueltas, quien nos heredó portentos sobre cómo escribir sobre México, influido por una mirada crítica, no se equivo-caba al disertar que la realidad y la ficción son un sis-tema de contrapesos, donde el suceso es el detonante y la fic-ción, o la palabra artística, si es tratada con el poder poético e imaginación personal, no sólo es material fino para crear una válvula de escape, sino una realidad literaria de lo que sucede en un país, el antecedente del ahora y lo que puede leerse un mañana para comprender el pasado.

Las reglas que traza Víctor Solorio en Artillería nocaut (México, Joaquín Mortiz, 2014), obra que ganó el VII Premio de Novela Negra “Una Vuelta de Tuerca”, son enunciar el nar-cotráfico, sus víctimas y triquiñuelas con el Estado, desde el género policiaco, que es el del misterio y la revelación de los secretos acendrados en la sociedad y las esferas políticas. So-lorio retoma espacios y nombres de un lugar que bien podría ser Morelia, Zacatecas o Guerrero y escarba en los nombres propios y originales de los carteles de la droga del Sur, Centro Occidente y Norte, que han ido evolucionando hasta conver-tirse casi en una marca registrada repetida en los programas

de televisión y periódicos (La Familia, Los Zetas, Carteles Unidos) para renombrarlos y, en una intención casi sugerida, desarticular su poderío bajo el nombre de la Compañía. En ese tenor, Solorio la cimenta con miembros de partidos po-líticos, malhechores de la basura, exmilitares gays, juniores empoderados y suripantas que aspiran a una mejor clase social. Elementos y aciertos que separan muy bien su novela de lo que surge en mi Rojo semidesierto, donde la Compañía es el pretexto para hablar de los daños colaterales provocados por el calderonato y el crimen, cuando los ciudadanos se ven alcanzados e igualados por la tragedia.

Artillería nocaut no es la convencional novela sobre el detective que se mete accidentalmente al corazón del narco-tráfico, es más bien una novela de aventuras protagonizada por un viejo boxeador que bien podría representar a la clase media baja luchona, que vive con los problemas económicos hasta el cuello, el duelo de la viudez a flor de piel, el fracaso

profesional en los nudillos y un pasado mal cons-truido de conciencia. Experto en dejarse caer a la lona ante sus contrincantes en los primeros rounds para sacar para la papa, El Detective es contratado por su ahijada –una veinteañera que le recuerda la belleza en juventud de su comadre– para resolver la extraña desaparición del papá, Agustín Correa, un capo de la basura que lleva días desaparecido y nadie sabe si anda de rey en una banda criminal o si la suerte le rajó las venas.

Influido por la belleza de la ahijada y la idea de que existen las segundas oportunidades, El Detective cuelga los guantes y atrasa las peleas arregladas para dedicarse a encontrar los móviles que le quitaron la vida al compadre. Nos conduce a las vísceras de los sindicatos de los basureros municipales usados como terreno para desaparecer a las víctimas del crimen organizado y como pararrayos de todas las investigaciones inclinadas a resolver el lavado de dinero de los empresarios coludidos con el narco. En Artillería nocaut Solorio nos habla de la supervi-vencia, el poder, el dinero y el dominio. Y para ello estructura cada uno de sus capítulos en una trama serpenteante dividida por dos historias: el detective que desconoce y el Operador Cíclope, cazador que acecha, miembro de la Compañía, que va un paso delante de su buscador; el primero es un Odiseo sen-timental que da palos de ciego y todo se lo deja a los puños, intuición y la suerte; y el otro es un experto criminal que nos evoca al hampón mismo que mata candidatos en secreto y sabe borrar toda huella que lo incrimine. Brazo ejecutor, en suma, de un poder secreto y siniestro.

La aventura del viejo boxeador no sólo lo lleva descubrir la encomienda de la ahijada, quién es la Compañía, quién la maneja y cómo está vinculada con el gobierno o si es el gobierno mismo; pareciera que lo conduce a desenredar más bien –y aquí radica uno de los mejores aciertos de la novela– los nudos

de la trama de nuestro propio país, para encontrar una verdad que sabemos todos, pero de tanto repetírnosla, verla a diario, la aceptamos como otro elemento común que nos forja: los orígenes podridos de la corrupción nacen en el humano mismo, al querer estar por encima de los otros en un modus vivendi capitalista y de competencias, donde se mata por el mero hecho de que somos humanos y queremos estar por encima del otro. Cuesten las cabezas que cuesten, estamos forjando una patria, que sin duda será recordada en un ma-ñana por novelas como Artillería nocaut.

* Nació en Zacatecas en 1984. Ha radicado en España y Ciudad de México. Es autor de los libros El amor nos dio cocodrilos (2013);

Rojo semidesierto (2013), premio Sor Juana Inés de la Cruz; y Nunca más su nombre, premio Juan Rulfo para Primera Novela,

2014. Actualmente es becario del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, vive en Tijuana y escribe para su página personal

bunker84.com.

Artillería nocaut de Víctor SolorioPor Joel Flores*

Libros

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LA GUALDRA NO. 2014

De los segundos consejos que dio Don Quijote a SanchoPor David Alberto Valerio Miranda*

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“Esto que hasta aquí te he dicho son documentos que han de adornar tu alma; escucha ahora los que han de servir para adorno del cuerpo”. Son las líneas con las que termina el ca-pítulo cuarenta y dos de la segunda parte de la magna obra de Cervantes, capítulo en el que don Quijote da los consejos del alma a Sancho Panza sobre el cómo gobernar y culmina con las ya expresadas líneas, dando pie a los segundos consejos, los que pertenecen al cuerpo, éstos ya expresados en el capítulo cuarenta y tres, de los cuales me ocupo en es-cribir la siguiente reflexión.

Los consejos hacia la manera correcta de gobernar prosiguen, emitidos desde el caballero hacia su amigo escudero; aquí se observan algunas curiosidades como el hecho de que sea un texto en el que Cer-vantes, a través del Quijote, fungiera

como un Maquiavelo y Sancho Panza como un Lorenzo de Médici a quien le dedican tan célebre obra para auxiliarse en el arte de gober-nar. El caballero andante aconseja a su amigo que está próximo a asu-mir el poder de un ínsula, le hace recomendaciones concernientes al cuerpo, a la imagen -pues le sugiere un buen vestir- y a su aroma -pro-hibiéndole comer ajo y cebolla para no tener mal aliento, además de que esos alimentos eran catalogados como vulgares en tal contexto-; también le sugiere reglas de com-postura como no eructar ni rascarse en público.

Algunos consejos llaman mi aten-ción más que otros; por ejemplo, le aconseja que escuche y deje hablar a su pueblo, que no sólo se oiga su voz, lección que sin duda vendría bien en el presente. Considero es-

pecial uno de los consejos que le da, casi de los primeros de este segundo coloquio: el caballero de la triste figura aconseja al amigo Sancho que antes de tomar el poder, pri-mero se gobierne a sí mismo y su casa, que nunca se olvide de trabajar; lo hace con una elegancia y brillantez literaria característica en la obra de Cervantes pues lo dice de la

siguiente manera: “En lo que toca a cómo has de gobernar tu persona y casa, Sancho, lo primero que te encargo es que seas limpio y que te cortes las uñas, sin dejarlas crecer…”. Tomemos en cuenta que, en ese contexto, dejarse las uñas largas era señal de que no se hacía trabajo manual, que no se trabajaba; la indicación parece lógica si pensamos que para unas manos traba-jadoras que requieran ser ágiles las uñas largas resultan

un estorbo. El autor, refiere al trabajo físico como imprescindible en las labores del go-bernante, algo que en contextos posteriores parece olvidarse, pues en el presente a los gobernantes se les atribuye de todo, pero con dificultad que verdaderamente trabajan.

* Twitter: @Valeriomirand

Han rasgado el cartoncillo, quizá es el paquete recién llegado, quizá es una caja, quizá… Han rasgado el cartoncillo, pues han querido ver lo que hay debajo, detrás, al fondo... Han rasgado el cartoncillo y se han encontrado con poco pero muy esclare-cedor, no es la misma superficie porosa, manchada y arrugada, esta es liza, suave, tersa. La portada de La cara oculta de la edición (Édition, l’envers du décor, 2009) de Martine Prosper está arran-cada y luego de una o dos o tres capas aparece la abrillantada y bruñida superficie sobre la que el título se firma. Son apenas 101 páginas, traducidas por Gabriela Torregrosa, que Trama Editorial [www.tramaeditorial.es] publicó en español en 2012.

Es un libro ágil que parte de la experiencia personal para (uno) desempolvar la imagen del editor, (dos) hablar del sec-tor-oficio como negocio y (tres) anotar algunos problemas de la edición futura. Es un libro que parte de la experiencia per-sonal luego de que Prosper trabajara en Gallimard Jeunesse, Bordar y Casterman, y fuere directora de la Conféderation Française Démocratique du Travail. Es un libro que parte de la experiencia personal en defensa del libro y su intolerancia a la injusticia, en atención de los sindicalistas que luchan contra la precariedad, como muralla en defensa de los profesionales con compromiso colectivo y en alusiva advertencia a todo as-pirante a hacer la mar en la aventura editorial.

Nadie lo hace, nadie lo haga. El valor de la editorial, sin importar tamaño, es frágil con líos en la comercialización y de acceso. Sin embargo, esa fragilidad es su grandeza, en su vocación “ilustrada” de enorme riqueza humana se ha hecho una actividad rentable que se ha fijado la única empresa de hacer que se lea y en vender, por tanto, libros. Sin embargo,

esa fragilidad es su destrucción que maltrata a todo aquél que trabaja en este sector porque “la crisis suele dar donde más duele: vida media de los libros cada vez más corta, tasas de devolución en aumento, agravación de las dificultades de los libreros…”.

Nadie lo hace, nadie lo haga. Todo lo referente al mundo editorial tiene su magia, “está revestido de una aureola de gloria, ha construido el mito y ha sabido hacerlo prosperar” y ahora cree que puede con todo. Se ha puesto el saco de empresario genial que pone siempre su resto apostando por las ideas, a sabien-das de que ganará poco. Se ha puesto y las ideas valen junto con las finanzas. ¿Sabe usted que casi el 80% de las publica-ciones son resultado de un encargo por el editor a un escritor determinado?

Nadie lo hace, nadie lo haga. Entre más libros vea usted en la librería entienda que habrá más devoluciones; entre más novedades mayor volumen de producción; entre más con-centración en librerías y cadenas, “saturación derivada de la sobreproducción y la afirmación creciente de la distribución bajo demanda”, y eso, por tanto volatiliza la “calidad” que se ha venido denunciado desde el siglo XIX.

Nadie lo hace, nadie lo haga. Nadie ponga en duda que la editorial es la mayor industria cultural en Europa, aunque los galeristas no la ponen fácil, ni las disqueras tampoco. En Fran-cia emplea más menos a 135.000 personas con un volumen próximo a los 23.000 millones de euros. Nadie ponga en duda que todo se va al carajo, que:

“El libro está en crisis”, “Cada día se lee menos”, “Los dema-siados libros acabarán con el libro”. En resumidas cuentas: ¡el libro tiene los días contados! Para quien comenzó su carrera en los años 80, el libro siempre ha estado en crisis y su muerte, anunciada. Hasta el punto de que quizá deberíamos preguntar-nos si no se trata de otro mito inventado para asustarnos y, de paso, calmar los ardores reivindicativos.

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La enfermedad crónica de la ediciónPor Edgar A. G. Encina

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De entre los miles que en este país se tomaron en serio la consigna sesentayochera de “tomar el cielo por asalto”, Rosa Albina Garavito (So-nora, 1947) proyecta luces muy vivas. Al paso de los años, machacó y machacó (lo sigue ha-ciendo) en sus ideales. Mismos que la llevaron de la guerrilla urbana a la lucha por la demo-cracia. Y, claro, a la libertad.

Ahora, Garavito nos entrega un libro de memoria viva, a inscribirse en la vertiente de la sinceridad integral y no de la conveniencia de coyuntura, práctica esta última a la que estamos desafortunadamente acostumbrados. Se trata de Sueños a prueba de balas. Mi paso por la guerrilla, páginas que desde el título nos remontan al nudo existencial de la autora y sus futuros andares.

Fue hacia finales de los sesenta, cuando Ga-ravito llegó a Santiago a estudiar una maestría en Economía. Entonces, la sociedad chilena, y específicamente los colectivos de izquierda, no se recuperaban aún de la conmoción causada por el suicidio de la cantante popular Violeta Parra (Gracias a la vida, Volver a los diecisiete, et. al.).

Eran los años del esplendor libertario, abiertos a la posibilidad de la consecución de un mundo nuevo. La vía democrática al socia-lismo estaba abierta. Aunque algo no termi-naba de cuajar. El tiempo lo corroboraría.

De vuelta a su país, México, Garavito pade-ció el fastidio que entre miles se extendió. La cerrazón de un mundo que se resistía a cam-biar, oliendo a viejo, a hipocresía, la llevó (junto muchos) a radicalizar su proceder. Todo esto concluyó en la muerte. La muerte política, ideológica, social y física de quienes, veintitan-tos años a cuestas, creyeron en la vía armada para conseguir el cambio.

Ella sobrevivió. (El 17 de enero de 1972 Garavito fue detenida en la ciudad de Monte-rrey; una bala le entró por la espalda y le salió por las costillas; el impacto le destrozó un pe-dazo de pulmón, el bazo y una parte del intes-tino grueso; tras siete meses en el hospital y cinco intervenciones quirúrgicas fue puesta en libertad condicional, en espera de sentencia).

Pudo así seguir en la búsqueda del cambio, entendido éste como moral de vida. Si de lo-curas también está hecho este mundo, aquellos episodios fueron una locura necesaria, dice ahora Garavito, cuatro décadas después.

AdversidadNunca estará de más volver al pasado, advierte José Woldenberg en el prólogo al libro de Ga-ravito, Sueños a prueba de balas. Mi paso por la guerrilla. Donde, golpe directo a la amnesia so-cial, se cuentan y reflexionan años en verdad adversos.

Confesión pública —también— puesto que

al lado de las ganas de hom-bres y mu-jeres por pretender ser libres y vivir en un mundo mejor, se reconocen las equivo-caciones propias.

El de-lirio y la descom-posición política de personas y organiza-ciones, en otros tiem-pos y con-textos efec-tivos, que avanzaron encandila-das por la confusión entre deseo y realidad. Sin atemperar lo uno con lo otro, ni sensibles para reha-cer la concepción del mundo, del cambio.

Este nuevo libro, editado por Cal y Arena, contiene un abundancia de dramas y esperan-zas, sueños a prueba de balas, y que se publica ahora sin que Garavito tenga desatinadas in-tenciones. Pero que sí, hay que subrayar, sin duda nos daña y apacigua a la vez.

Nos remonta a un sitio para reconocernos en otro (incluido ese pequeño departamento de los condominios Constitución de Monte-

rrey, morada guerrillera, rodeado por cerca de 500 soldados y policías aquel 17 de enero del 72).

Ni exento de cierta música, melancólica alegría, que le agradece a la vida en los ecos agudos de Violeta Parra.

* [email protected]

Rosa Albina Garavito

A prueba de balasPor Mauricio Flores * Libros

Una locura necesariaPorque no hay como la pasión que siempre va de la mano de la prisa para confundir los deseos con la realidad. La voluntad de cambio como moral de vida. Vivir peligrosamente para purificar el mundo, por lo menos tu mundo. Eso no se aprende en las aulas, y si para practicarlo es necesario olvidar lo aprendido, pues se aplica la amnesia teórica y ya está. Después, con el tiempo y a fuerza de golpes —sin retórica— habrá que rehacer la con-cepción del mundo, del cambio. Pero de locuras también está hecho ese mundo, y yo insisto en que aquélla fue una locura necesaria. Alguien tenía que ponerle el cascabel al gato, de otra manera a Jesús Reyes Heroles jamás se la habría ocurrido su reforma política. La lucha armada no fue el único factor que contribuyó a esa reforma política, pero junto con las luchas del sindicalismo independiente y otras, fue determinante para que el estado abriera sus puertas a la legalización de los partidos.

Rosa Albina Garavito, Sueños a prueba de balas (fragmento).

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Fernando Pino Solanas, el cine de los poetasPor Carlos Belmonte Grey

Cine

Fernando Pino Solanas es un director argentino nacido en 1936 y un representante, líder, del cine nuevo latino-americano; de ese cine utilizado como herramienta de propaganda contra las dictaduras impuestas en los países latinoamericanos desde los años 60. Él mismo fue exiliado y acosado. En el 68 Festival de Cannes se le rindió un homenaje y se proyectó su filme Sur con el que ganara la mejor dirección en el dicho festival en su edición de 1988. Nos dio una entrevista el mes de mayo en Cannes y ahora la compartimos con ustedes.

Carlos Belmonte Grey: Hablemos de usted y el cine fran-cés…Fernando Solanas: Estuve con La hora de los hornos en el 69 en la Semana de la Crítica. Luego fueron Los hijos de Fierro año 72 en plena dictadura. Los hijos de Fierro es mi primera película de ficción, todavía en blanco y negro; es una película que me gusta muchísimo, estuvo en la aber-tura de la Semana de la Crítica; y en el año 80 estuvo en la Selección del Filme Francés, porque yo pase acá casi 9 años de exilio. Hice una película documental para el año internacional de los handicaps, de los lisiados, La mirada de los otros, un documental de una hora cuarenta que se exhibió en todas las televisoras europeas, estuvo en la se-lección de cine francés acá en Cannes. Y después El viaje, en 1992.

CBG: ¿Cuántas son, entonces?FS: Olvidé Sur. Entonces son: La hora de los hornos, Los hijos de Fierro, La mirada de los otros, Sur, El viaje. Cinco películas en Cannes.

CBG: Se podría contar una sexta, una especie de reloaded con Sur en este año. Por el homenaje que Cannes le hace…FS: Bueno, he venido muchas veces. Cannes me ha tratado siempre muy bien…

CBG: Y el coffret con todas sus películas…FS: Sí bueno, se juntan muchas cosas. No son todas, es un coffret con mis ocho principales películas. Es algo que hace un año venimos preparando. Pasar a alta definición es todo un logro, estas películas son viejas. Formato 1:66 panorámico. Formato para la televisión cuadrada.

CBG: Se distorsionarán con la reedición de la alta defini-ción…FS: Una lástima. No es lo mismo. Para poder pasar del formato al del 69 tienen que hacer procedimientos que achican el cuadro. Entonces se le achica profundidad al campo. Y yo adoro la profundidad del campo. En todas mis películas yo filmo con grandes angulares. Una necesi-dad de tener el entorno presente. Entonces al achicarse el cuadro hay menos posibilidad de campo, hay menos fuga. Yo busco siempre la fuga. Y busco siempre contar con lo que está atrás, o con lo que está a los costados, que es lo que generalmente se ve poco. Yo uso mucho los grandes angulares.

CBG. Y aceptó que le cambiarán todos los formatos a pe-sar de esto…FS: Noooo, pero eso sólo lo ven los especialistas. El es-pectador lo que sigue es la historia. Eso fue un trabajo

enorme y muy costoso, porque es muy difícil hacerlo y por eso sale la edición ahora. Y pronto saldrá otra, un complemento con todos los making off. Yo hice making off de todas las películas. Incluso algunos que son muy divertidos y largos. El making off de La hora de los hornos, otro de Tangos, Exilio de Gardel. Fueron historias, películas muy complejas para filmar.

CBG: Y si yo le pregunto, le doy algunas ideas y usted me va diciendo qué le traen a la memoria. Por ejemplo, Eduardo Galeano…FS: Mucho. Me dice las mismas causas que yo, es un con-temporáneo mío. Un amigo del alma. Mi primera película, La hora de los hornos, es un fresco que Eduardo adoró; poco tiempo después salió Las venas abiertas de América Latina. Si yo hubiera seguido esas líneas, es decir, ese libro, lo hubiera podido haber filmado yo, no escrito, porque Eduardo era un poeta. No, un grande, una gran pena…

CBG: Quino…FS: Bueno también, en otro registro de cómo con el dibujo y la comedia se puede revelar el mundo. Noooo… un clá-sico. Menos lo conozco a Quino, hemos vivido siempre un poco cruzados.

CBG: El cine nuevo brasileño…FS: Bueno, también. Mis colegas, todo lo que yo hice fue prácticamente en paralelo al cine nuevo. Yo fui amigo de toda esa gente. De Rocha. Los más amigos fueron Nelson Pereira Dos Santos, Joaquín Pedro de Andrade… él venía a Buenos Aires y se quedaba en mi casa.

CBG: ¿Cuántos años tiene usted?FS: Tengo 68, te digo, son todos de mi generación. Bueno, más viejos. Nelson es de la generación de García Márquez.

CBG: Tomás Gutiérrez Alea…FS: Más o menos lo mismo que los otros. Mi generación. Memorias del subdesarrollo estuvo en el mismo festival que la primera película mía que fue La hora de los hornos. Era el festival de Pesaro de 1968. El año de la revuelta. Todos son mi generación. Muy amigos míos.

CBG: Sólo le pregunto de algunos más. Raymundo Gley-zer… FS: También Raymundo muy amigo, y además él colaboró conmigo en La hora de los hornos, fue uno de mis camera-man. Raymundo hizo México la revolución congelada (1973).

CBG: Jorge Sanjinés…FS: Noooo, también muy amigo. Salía más o menos con las mismas películas. Creo que la primera de él fue Sangre de cóndor. Muy amigo porque él venía a Buenos Aires, no ha-bía laboratorio en Bolivia y venía acá. Los que están vivos son Littin, Jorge Sanjinés y Pereira dos Santos.

CBG: Y Paul Leduc.FS: Mira vos. Un grande Paul, menos compañeros por las distancias largas.

CBG: De todos ellos ¿hay alguno que usted sienta fue menos fiel a la ideología del grupo de cine nuevo e inde-pendiente?FS: Lo más interesante del cine es la pluralidad. Sería es-pantoso que todos tuvieran la misma mirada o encararan el cine de la misma manera.

CBG: Pero había algunos más o menos comprometidos políticamente…FS: Sí, por supuesto que los hubo. Pero lo importante de un director de cine es que sea un gran director de cine.

Fernando Solanas. Foto de Carlos Belmonte G.

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78 de JUNIO DE 2015

CineLo otro puede ser un mejor o peor ciudadano, más compro-metido o menos comprometido. Que no quita que sea un gran artista. Yo eso siempre lo he tenido muy claro. Está el artista y está el ciudadano. Tú puedes ser un gran ciudadano y cirujano y ser un carnicero con el bisturí. Hay gente que es carnicera con la cámara.

CBG: ¿Quiénes son carniceros con la cámara?FS: No, no, no, no voy a dar nombres. [Risas] Mira, el uno o dos por ciento de las películas que se hacen son interesantes de verlas. El resto son remakes, ya las viste.

CBG: ¿Qué o cuál es una película interesante?FS: Las de Akira Kurosawa, o de Orson Welles, por ejemplo. No todo director de cine hace todas buenas películas. Welles tuvo una, dos o tres que siempre están en la grilla de las me-jores películas de cine, y otras no tanto; hablamos de un sú-per grande, vemos que en él hay un gran director de teatro, un gran director de actores y un gran artista plástico. Igual que Fellini. Él era un gran artista plástico, un gran director de cine de ficción. El cine es arte en movimiento. Empece-mos por ahí, no es información. La información está en la te-levisión. En la televisión es el diálogo en un escenario que no se cambia. Con panorámicas que van de un lado para el otro. Y ése es el cine que se ha impuesto, muy pragmático. Esa estructura llevada al cine está mechada con entremeses, con coches que van y vienen. Pero la estructura es la misma. Para mí el cine es otra cosa: la imagen no debe de ser un fondo. Es toda una estructura que debe de expresar. Yo adoro el cine mudo. El cine mudo debe ser la base para distinguir el cine de la televisión. El cine mudo soviético. Si tengo tiempo voy a hacer una película muda.

CBG: De los jóvenes directores ¿quién le gusta?FS: Te voy a decir, desde hace tiempo la política hace parte de mi vida, y desde hace años que veo poco cine. Sábado y domingo no tengo ganas de salir de casa. Actualmente veo poco. Por supuesto que hay grandes directores. Recuérdame nombres…

CBG: Pablo Larraín…FS: No he visto nada.

CBG: Carlos Reygadas…FS: Bueno no he visto todas sus películas porque llegan pocas películas de, digamos, autores independientes que se salen de la norma. Él es un artista visual. El cine es arte plástico en movimiento. Y a veces puede tener una escena dialogada. Funciona como un relato en off. Reygadas… ahí tenés un buen ejemplo. Tiene un cine propio, con identidad. Sus películas son de él. No hay que buscar la perfección, ésa la pudo buscar Fellini o Bergman que trabajaban en el estudio y tenían con qué filmar dos semanas o más. Yo los vi filmar a ellos. El cine de los poetas, o el que hace el cine de la poesía, es el cine de la poesía sin presupuesto. Un director como Reygadas o cual-quiera de nosotros, es sin presupuesto.

Ellos son autores, son excepciones. Pero en general los autores son escritores y productores. Los autores ponemos la casa de garantía y todos tus bienes porque sos el productor de la película, pero no porque querés. Mirá, flaco, se acabó el rodaje, no podemos pagar ni una hora más. Hoy en día, un equipo de rodaje, por una hora más vale 50 o 100 mil dólares más, y no tenés presupuesto para eso. El autor que trabaja con un presupuesto muy chiquito tiene que sacrificar cosas y le reza al papa Francisco todas las mañanas… porque tú no puedes saber cómo van a estar tus actores el día siguiente en la mañana, en día 17 o 25, o 28 de rodaje, “que no lo pu-dieron levantar”, cómo, pues no, se tomó una botella entera de whisky... Las películas nuestras son sólo lo que pudieron ser. Entendés. No se hizo todo lo que el director tenía en la cabeza. Las películas de Reygadas o cualquiera de los jóvenes

directores que no se han americanizado… americanizado quiere decir que no estaban en la grilla del cine de suspenso, de causa y efecto del cine americano, que lo detesto. Me en-tiendes. Cuando yo me refiero a cine americano es a ése que no tiene identidad, que no sabes quién lo filmó, todos filman bien, son muy buenos profesionales y técnicos. Por ejem-plo Coppola, que ha hecho una de las sagas más increíbles del cine mundial, pero filma como un italiano, no como un americano. Gran interpretación, juegos del silencio y de la música. Los hermanos Coen son excelentes.

CBG: Y los mexicanos emigrados, Iñárritu, del Toro, Cua-rón...FS: No los he visto todos, pero muchos están muy picados con la furia americana, con el complacer del mercado. No, te digo que son gente de talento, no hay duda. Pero hay otros como Reygadas… y no las he visto todas, digo las últimas no he tenido tiempo, pero vi las primeras y me han impactado mucho. El tipo hace lo suyo. Se caga en el resto.

CBG: Y para terminar, ¿usted es de los grandes?FS: ¿Quién lo dice?

CBG: Se lo pregunto, y bueno, también lo pienso.FS: Bueno, he hecho algunas buenas películas, pero en esas condiciones que te estoy diciendo. Nunca tuve condiciones para filmar tranquilo. Mi primera película la hice a las escon-didas con una dictadura detrás. La segunda igual. Tangos la filmé después de diez años de exilio sin filmar. Fue la pri-mera película que filmé mejor, igual que Sur. Pero las filmé siendo yo el productor, productor mayoritario. Por ejemplo, de entrada la que iba a ser la protagonista Charo López, espa-ñola, no se presentó al rodaje; yo tenía 10 actores argentinos en París, y ella vino y me dijo que no había terminado su película anterior. Yo protesté y dijo, “Bueno que me hagan juicio pero no lo van a ganar”. Y efectivamente, en la época yo era amigo de Elías Querejeta, el productor español, lo fue de Saura y de varias de la época de Franco, y me dijo: “No, Pino, no lo vas a ganar”. Quebró mi sociedad de producción francesa. Porque durante 15 días estuve pagando todo un equipo de producción sin poder filmar, y estuve buscando como loco una actriz por toda Europa, y finalmente apareció Marie Laforêt para hacer el rol de la protagonista. No, todo eso me estresa.

El cine me ha costado varios infartos. En Sur el coproduc-tor me habló 15 días antes, me comunicó que no iba a poder hacerlo, pero ¡cómo si hasta ayer todo iba bien!, que no iba a poder poner el 30 por ciento que había dicho. Yo había firmado 71 contratos. Tuve un infarto que me costó las 2/3 partes del riñón derecho.

Y después tuve un infarto en La Nube, ahí también pro-ductor y director. Siempre lo mismo. Eso es un infierno. A pesar de eso las pude hacer. Terminar el rodaje y tener que discutir problemas de producción. Por eso ya no hice más largometrajes de ficción. El último fue La nube en 98 y 99. Una pena porque tengo 3 o 4 proyectos de ficción.

CBG: ¿Qué va a hacer entre la política y el cine?FS: No, yo creo mi parte de política está acabando. Ya hice mi contribución, no soy eterno. No podría hacerlo como pro-ductor, sería mi muerte, lo haría si es un arte de placer, pero siempre es una angustia. Filmar unas películas es un combate conmigo mismo. Y con los actores, y con Dios, porque no sabes cómo estará el tiempo, los actores, la luz. Ahora me debería tocar la no preocupación, o el placer. En todas las pe-lículas hay escenas que no recuerda nadie, pero son interme-dios, pero hay otras que son la película y no depende sólo de vos. Ahora, si haces un cine en donde por sí la imagen tiene mucha fuerza poética, poética en el sentido de arte, como Reygadas, un cielo grande, para mí hay que hacer ese cine, el cine de los poetas…

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LA GUALDRA NO. 2018Ta

llere

s Escribir es para muchos un acto vital. El motivo puede variar. Los hay desde quienes escriben un diario para llevar la memoria del tiempo, de su tiempo; quienes hacen de la escritura su modo de ganarse la vida: reporteros, colum-nistas, secretarias, maestros, rotulistas y hasta los –muy seguramente extintos- escribanos; quienes escriben para olvidar, y ser olvidados; o a la inversa, para ser no sólo recordados, si no recitados puesto que escribieron con sangre sus letras (palabras de Nietzsche); quienes escriben por castigo (“debo hacer la tarea-debo hacer la tarea-debo hacer la tarea”), pero hay también quienes escriben para encontrar el eco de su propia voz.

Una voz que está ahí, siempre presente, al acecho, con ganas de contar y ser escuchada, de ser leída, de compartir, de reflejarse en otra voz, como un sonoro juego de espejos. Una voz que fue callada, que fue “amaestrada” a escribir desde el pizarrón, pero no desde el sentir y pensar. Por eso, cuando lo hacemos, el mundo se transforma a nuestra mirada: somos más sagaces, más arriesgados, más exigentes. El mundo deja de ser mero territorio y se con-vierte en materia prima. El mundo deja de ser un lugar donde estoy, para ser parte de mí.

El sonoro juego de espejos que aludí se amplifica cuando conversamos, cuando leemos, cuando dialogamos. No para llegar a empatar opiniones, no. La diversidad siempre será más fructífera que la homogeneidad (recuerden la dialéctica). Así, cuando leo el episodio de Be-nita Galeana recibiendo una paliza porque “se

zurró”, debido al arroz con coco que cenó un día antes de la pastorela, me pregunto ¿cuántos más pasamos por lo mismo?, ¿cuántas anécdo-tas similares tenemos?, ¿qué pasaría si las escri-biéramos y las contáramos? Quizá contagiare-mos de risa y buen humor a quien lo leyó. Pero también podríamos dimensionar hasta dónde

fue superado un momento bochornoso.“La vida no es lo que uno vivió, sino la que

uno recuerda y cómo la recuerda”, sentenció Ga-briel García Márquez como epígrafe de su auto-biografía Vivir para contarla. Por eso la Sala de Lectura “Así la libro”, invita a su taller Historias de vida, historias para contar: taller de redacción de autobiografías, el cual arrancará el próximo miércoles 10 de junio, a las 19:00 horas en el Departamento de Fomento a la Lectura, de la Coordinación Estatal de Bibliotecas, en el tercer nivel de la Biblioteca Central Estatal Mauricio Magdaleno.

El taller tendrá una duración de noventa minutos por sesión. No se requiere inscripción, ni ningún trámite burocrático, sólo asistir y llevar un cuaderno y lápiz. Además de dispo-sición para compartir la palabra hablada, leída, escrita; para valorar los silencios, para viajar en el tiempo, detener la mirada en el otro y volverla a ti mismo. Y saber que somos eco de otros y los otros son nuestro propio eco.

Mayores informes al correo electrónico:[email protected] O en la página de Facebook de la Sala de

lectura “Así la libro”: https://www.facebook.com/Asilalibro

Historias de vida, historias para contar: taller de redacción de autobiografíasPor Eduardo Campech Miranda

José Woldenberg recibió en 2004 el Premio Na-cional de Periodismo por un reportaje titulado “México: la historia de su democracia”. Ocupó el cargo de consejero presidente del Instituto Federal Electoral y declaró la semana pasada que “La huma-nidad no ha inventado un mejor método para dotarse de gobernantes”.

La humanidad ha creado unos artilugios infi-nitesimales para procesar datos llamados chips y ha inventado robots con la capacidad para recorrer Marte y navegar por el espacio. Si se lo piensan me-jor, incluso ha creado un universo llamado internet donde prácticamente todo es posible. Eso ha sido capaz de concebir el cerebro humano, la tecnología es tal que muy pronto podrá fabricar órganos que sustituirán corazones, hígados y pulmones. Es para asombrarse, cada año las películas de ciencia ficción se quedan cortas: un día el hombre creará vida.

Hablando de fútbol, para elegir un seleccionado nacional, de entre 120 millones de personas, el elegido, tiene que demostrar tras arduos años de práctica, entrenamiento y sacrificios, que es capaz de manejar la pelota con maestría y asociarse con el equipo. Un seleccionado no es elegido por votación,

sino idealmente, porque es el mejor en lo que hace y representará valientemente a una nación.

Cuando cualquiera de nosotros acude a solicitar un empleo, debe mostrar que es capaz de desempe-ñar la actividad en la que pretende ser contratado. Tiene, en varios casos, que aprobar exámenes y tests, y demostrar en la práctica que es la persona adecuada para ejercer el oficio.

¿Saben qué? Lo raro es que ningún candidato a un cargo de elección popular tenga que demostrar nada. No se le aplica ningún test, ni requiere tener conocimientos sobre la materia. No es el mejor ni el más apto. No tiene preparación para entender el estado de la cuestión. Si comete errores no es despe-dido. Si comete fraudes no es encarcelado. Y a eso le llaman democracia: cualquiera puede ser presidente de la nación. ¿Cualquiera?

Pero ésa es una mentira.Podemos construir robots que viajen a las estre-

llas, tenemos procesos de selección para elegir los mejores representantes en materia futbolística, las empresas cuentan con procedimientos para elegir al empleado que más les convenga y José Wolden-berg dice que el método electoral que tenemos es

lo mejor que hemos inventado. Esa declaración nos subestima o José quiere engañarnos.

Pienso que es justo que los candidatos presenten exámenes de selección, que un jurado ciudadano dictamine la capacidad del aspirante, que demues-tren su valía como futuros diputados, senadores, presidentes, y que sean evaluados constantemente, para que si cometen errores trascendentales, sean echados, juzgados y de ser necesario, encarcelados.

Hay que tener en cuenta que un cargo de elec-ción popular es un servicio social, comunitario, que no puede convertirse en un oficio y profesión, que se entiende que alguien sea zapatero o taxista, pero es absurdo que alguien pretenda ser diputado de carrera, político.

Si tenemos tantos filtros para que una persona se inserte en un ramo profesional, ¿por qué no tene-mos ningún para la inserción al gobierno en turno?

Por ejemplo y si se abriera un proceso de selec-ción para ocupar el cargo a la presidencia, los can-didatos tendrían que cumplir los requisitos, después aplicarles varias pruebas: académicas, psicológicas, socioeconómicas; para que al final emergieran tres o cinco o diez, y luego entonces, elegirlos por ese me-

jor método que presume Woldenberg. Imagínenlo, sería más emocionante que cualquier mundial de fútbol, sería también más justo, más directo, más motivante. Estaría tal vez a la altura de la creación de robots y nanochips. Elegiríamos de entre los más aptos, quizá al mejor de todos. Y claro, ya que tenemos una selección de diez superhombres para la presidencia, podríamos encargarle a ese súper equipo, llevar las riendas de la nación, por un periodo de seis años. Eso sería una democracia inteligente y sensata. Y extinguiríamos al lastre de partidos políticos, entre otros males.

Una democracia más sensata“La humanidad no ha inventado un mejor método para dotarse de gobernantes”.

José Woldenberg

Por Edgar Khonde

Opin

ión José Woldenberg. Foto Víctor Camacho,

periódico La Jornada.

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8 de junio DE 2015 9

Cuando en diciembre del 2014 vi que editorial Océano había comprado los derechos y reeditado Las cenizas de Ángela de Frank McCourt, salté de gusto. Pocas veces encontramos libros encantadores. Es el caso de esta ex-celente autobiografía publicada en 1996 y ganadora en 1997 del Premio Pulitzer y el National Book Critics Circle Award.

Los padres de Franck McCourt empezaron como in-migrantes en Estados Unidos (Brooklyn), pero el sueño americano resultó ser una pesadilla. No sólo padecieron la Gran Depresión de los años treinta. Malachy McCourt padecía la “cosa irlandesa” y gastaba su ocasional sueldo en el bar, sin regresar a casa. Así, poco permanecieron en Norteamérica. Gracias a la ayuda de una vecina, Mrs. Leibowitz, regresaron a Irlanda, donde los abuelos podían socorrer a la pareja y a sus hijos.

Por desgracia, las cosas no mejoraron en Limerick, Irlanda. El padre de Frank no tenía trabajo ni un lugar adecuado para vivir. Tres bebés murieron de enferme-dades, varias debidas al frío y la mala alimentación. Los McCourt eran demasiado pobres. Vivían en un cuartucho infestado de ratas, al lado de los baños públicos, sofocados por la fetidez y la humedad. Su camastro (donde dormían los seis) hervía de pulgas y no había dinero para comprar sábanas, zapatos para los niños, leche para el nuevo bebé. Un huevo pasado por agua era un lujo; una manzana añeja, festín; té con pan frito, desayuno cotidiano y no

pocas veces única comida del día.El relato de la experiencia escolar de Frankie es

extraordinario. Entre alumnos, maestros y curas hay

episodios de gran comicidad.En plena guerra, Malachy se va de la casa y trabaja en

una fábrica de municiones en Inglaterra, pero el dinero nunca llega a la familia. Frankie roba pan y leche, sueña con ser adulto y conseguir un trabajo para regalar tostadas con mermelada a Ángela, anhela crecer, comprar zapatos sin remiendos de neumático, ropas menos andrajosas.

El padre narra proezas de míticos héroes irlandesas. Lega dos cosas a Frankie: una infancia de miseria espan-tosa, de enfermedad, pulgas y mendicidad, más el don mágico de contar historias.

La mamá, Ángela, intenta mantener una familia con 19 chelines por semana.

Por supuesto, los recuerdos de McCourt no sólo son penosos. Son la recapitulación de su propia educación afectiva, del descubrimiento de la poesía y las mujeres, de sus esfuerzos para entablar una relación con Dios, la muerte, la fe. A los once años mantiene a la familia; a los quince pierde a su primera novia, muere de tuberculosis; a los diecinueve ha economizado el dinero necesario para viajar, y parte a Estados Unidos.

Quizá la mayor belleza de estas reminiscencias de Frank McCourt resida en la falta absoluta de inquina, en la medida suprema de compasión, gratitud y perdón que surge de cada página. Son recuerdos de infancia –de una infancia de penuria, incluso miseria-, vividos con amor.

En resumen: un libro espléndido.

Castillo de sal si puedesLas cenizas de Ángela

Por Ester Cárdenas

Las situaciones que llevan a un acto criminal, el por qué, además del cómo y quiénes inter-vienen en el mismo son importantes en la no-vela policiaca. A diferencia de los ingleses, los norteamericanos vieron en la novela criminal un medio para describir sociedades, grupos raciales, diferencias sociales, personalidades, sistemas políticos y muchos de los motivos que pueden llevar a alguien a cometer un cri-men. Los hay por amor (El Cartero llama dos veces), por codicia (La maldición de los Dain), por cuestiones políticas (Cosecha roja), por locura (El sueño eterno) y por una gran varie-dad de motivos, así como por personajes que se entremezclan en diversos contextos que permiten las condiciones necesarias para ello.

La novela criminal americana o policiaca, tuvo más enfoques que su congénere inglesa. En ella es posible atrapar algunas caracterís-ticas particulares: variaciones del lenguaje, corrupción dentro del estado, un detective con muchas agallas y algo de sentido común y una variedad de problemas psicológicos que motivan al delito.

Aquí, el crimen no sólo es un pretexto para ejercitar la lógica, es el retrato de una sociedad que siempre está en conflicto como resultado del sueño de libertad en un país codicioso, de una mezcla de culturas que no termina por aceptarse y del sistema que se

generó por ello. El enfoque es más profundo y la función social va más allá del rescate de una postura científica. Es poesía construida de asfalto y sangre, de poder y manipula-ción, de pólvora y de pasiones humanas.

El detective o el personaje no sólo necesita de la razón para enfrentar y resolver un crimen, necesita de “colmillo”, de rudeza, de habilidad para salir de situaciones duras, de valentía. El instinto de supervivencia que le da la sociedad en que vive le basta para poder desempeñar bien su papel. Aquí la teoría no importa, sino la capacidad de manejar la situación. El estar siempre más adelante que el otro.

Esta literatura nos muestra que una gran

parte de los norteamericanos son asesinos en potencia, pues nos habla de una sociedad que se formó tras extender un velo de muerte, que se forjó con el asesinato de muchos seres y la explotación de muchos más, de una so-ciedad a la cual el dinero le sirve como sostén y como razón de ser.

Las líneas de la novela norteamericana nos pintan cómo el crimen es la característica de esa sociedad, es algo cotidiano, una reali-dad en la que todos pueden ser protagonistas:

Fue una estupidez disparar contra ese inspector. Nunca la hubiésemos conde-nado, con su físico y su dinero la historia de la mujer perseguida que enseguida se hubiesen inventado esos picapleitos de lujo. Pobre muchachita que escapa del arroyo para convertirse en la respetable esposa de un millonario y que no con-sigue liberarse del acoso de esos buitres que antaño conoció. En fin, algo por el estilo. ¡Maldita sea! Rennenkamp no va-cilaría en presentar como testigo a media docena de maturrangas viejas y grotescas que confesarían sollozantes que sí, que ellas llevaban años chantajeándola. No habría modo de atraparlas pero el jurado picaría. Supo arreglárselas sin complicar a Grayle en el asunto, pero hombre, una vez que la pescan, lo mejor hubiera sido volver a casa. (Raymond Chandler, El sueño eterno)

Como podemos observar, nos refiere un mundo crudo, donde el crimen puede ser fácilmente cubierto, y por eso el fondo de la novela norteamericana no sólo consiste en descubrir al criminal y cómo cometió sus fe-chorías, sino en la descripción de un sistema y de una sociedad construida en base a la explotación y al homicidio.

La novela criminal en tres pasos (2)Por Carlos Flores Literatura

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LA GUALDRA NO. 20110

Sábado 30 de mayo. Once a.m. Día de San Félix, San Gabino, Santa Emmelia y Santa Macrina.

Simón Olmedo, formado al último de la larga fila en la caja cuatro del Supermercado notó que sus pies y piernas le pesaban mucho, era dos plo-mos.

La larga fila no se movía en lo más mínimo.Delante de él, Mónica y Selma se hablaban por

los celulares. Mónica estaba delante de él y detrás de Selma. Se reían divertidas.

En el sonido local:- ¡En el departamento de carnes el menudo de

res está de oferta!Olmedo se sentía mareado. La visión opaca. Le

dolían los codos. - En el departamento de panadería lleve treinta

cuernitos de oferta así como el panqué de choco-late marmoleado.

Sintió que un escalofrío le recorría desde la nuca a la región lumbar. La saliva la sintió vis-cosa, con un gusto agrio, ácido, claro presagio de la náusea, del vómito. Su estómago se contrajo violentamente, el dolor hizo que se inclinara hacia adelante. La charola de unicel con las chuletas arrieras estuvo a punto de resbalar entre sus dedos

crispados.La fila avanza

un poco, sólo un poco.

Los pasillos es-tán atiborrados de gente que, morosa, mira, escoge, so-pesa, huele, y alza la avista al techo buscando opinión. Empujando el carrito repleto de mercancía y con el bebé sentado arriba. Es fin de mes y de semana.

Selma y Mónica se salen de la fila. Siguen ha-blando por los celulares y ríen divertidas. Cada una lleva un frasquito de yogur líquido en la mano. Se encaminan hacia la farmacia.

Olmedo se está cocinando en su propio sudor.Siente un gran vacío en su interior. Se siete

indefenso, vulnerable, perdido, sin saber a dónde ir, apretando contra su cuerpo la charola de unicel

con la carne. El cuerpo cortado, con escalofríos. Ha caído en cuenta de que está solo. Nada de amistades. Ningún pariente cercano ni lejano. Nada. Sólo un gran vacío.

Afuera, en el camellón del bulevar, frente al súper un trío de huicholes canta:

“Soy del mar espumasoy triste lamento

yo soy basurita que arrastra el viento”.

Sólo un gran vacío“A todos vosotros

Los silenciosos de la noche”.Pablo Neruda

Por Alberto Huerta

Río d

e Pal

abra

s

Coleccionaba estampas cuando era pequeña, aunque los temas de los ál-bumes en aquella época estaban más enfocados a los niños; la influencia de tener sólo hermanos varones me hizo aficionarme a la colección de esos papelitos que comprábamos dia-rio cuando salíamos de la escuela. Así casi logré completar el álbum de las grandes figuras del fútbol de todos los tiempos, la de los ídolos del ring y otro, que tenía sus fines didácticos, sobre la flora y fauna silvestre de la República Mexicana. En todos termi-naba quedando en blanco uno que otro espacio, sobre todo los corres-pondientes a las figuras más sobre-salientes de las colecciones. Nunca conseguí al rey Pelé, pero sí tenía un montón de estampitas repetidas con la figura de Maradona. Rey Misterio y Máscara Sagrada me salieron como veinte veces cada uno, pero no pude conseguir la de Mil Máscaras, la del

Santo ni la de Blue Demon. El único álbum que tengo completo es el de la flora y fauna; me gustaban mucho los animalitos y más tarde me sirvió para mis clases de biología cuando estaba en la preparatoria; porque cuando era niña, si hubiera sabido que ese fin tenía a lo mejor ni lo hubiera completado. A veces pienso monetariamente: ¿cuánto habré gas-tado en comprar los sobrecitos en los que venían las estampas? Tal vez para esa edad una gran fortuna, poco valorada por mi madre quien terminó tirándolos a la basura. De todos ellos sólo conservo una estampa, ésa que se quedó conmigo con el paso del tiempo. Ni siquiera tiene un valor económico, he escuchado que hay personas que han llegado a pagar un dineral por estampas de aquellos tiempos. Guardo esa estampa porque se la robé a mi hermano, justo dos días antes de que tuviera el accidente.

EstampaPor Pilar Alba

Al miedo, al temor e incluso, -y sobre todo- al terrorpuedes enfrentarlo.Basta un mínimo de valentíao un algo -casi nada de arrojo-

eventualmente, y(por suerte las más de las veces) puedes vencer

contra el dolor, sea de soledadde muelas o de distanciabasta ibuprofeno, Ketorolaco o una siesta para confundirlo

o extraviarlo.

La vida, por reglaposee elementos básicos:

una ofensa-enemigo-villanoque como puzzleencuentra su molde en una defensa-sacrificio-antídoto

lo saben en un campo de futbolpero también en los llanos de guerray en el juego de seducción que sucede entre doscuando un instante antes de amarsese declaran el odio

podemos afrontar/enfrentar /confrontar / afrentarcada cosa, excepto una: la belleza

no hay defensa que sirvate derrumba, te vacía, te deja inmóvil, huecocon un alma, sípero es una alma demasiado pesadaes decir, inservible

tal impacto y sus efectos van desde un instante hasta interminables vidas

para la belleza nadapero también, todo.

Lógica simplificada del binomio: ofensa/defensa

Por Roberto Galaviz

El compositor alemán Robert Schumann nació un día como hoy, 8 de junio pero de 1810. Así lo recordamos en La Gualdra.

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Mauricio Magdaleno, para intrusosXIII. El resplandor (2)

Por Conrado J. Arranz* Literatura

Saturnino Herrera es el personaje principal de El resplandor, y el que codifica toda la problemática que quiere plantear Mauricio Magdaleno en su obra cumbre. Es hijo de Ole-gario, un indígena otomí que se fue a combatir a la bola. Fue herido y cuidado por una mujer blanca, que a la postre sería la madre de Satur-nino. Ambos progenitores fallece-rían a consecuencia del conflicto bélico, pero Olegario conseguiría llegar a su población de origen, San Andrés de la Cal, para encargar el niño a Lugarda, indígena promi-nente de la comunidad. Desde su llegada, la comunidad celebra en Saturnino a alguien especial, que ponen bajo el resguardo del coyote. El cura es el primero que introduce el debate de la raza: “Mire usted qué luz en los ojos. No es un indito común y corriente; éste ya tiene sangre de blancos”. Son muchos los signos que la narración dispone en torno a Saturnino y que lo revisten como un mesías, mucho más cuando deciden otorgarle una beca para estudiar en Pachuca. El pueblo, escucha de sus progresos como líder político de la región, y comienza a depositar su esperanza en él. Sin embargo, Saturnino tiene ya un doble desa-rraigo con respecto a su comunidad: su madre era una mujer blanca del norte y tiene la oportunidad de estudiar y vivir en la ciudad. De esta forma, cuando llega al poder se produce un progresivo desconoci-miento de Saturnino por su comuni-

dad: Convierte “La Brisa” -la única hacienda productiva de la región- en un campo de experimentación, les promete a todos ser ejidatarios, aunque en realidad es una estrate-gia para que trabajen gratis, ya que él mismo gestiona la hacienda y elabora estrategias desde el poder para poseer más propiedades en la región.

El golpe más duro que Saturnino da a la comunidad es su compro-miso matrimonial con doña Matil-dita, la heredera directa de la larga dinastía de hacendados criollos que había dirigido con mano de hierro la hacienda desde prácticamente los tiempos de la Conquista. Por tanto, de alguna forma, Saturnino perpetúa el sistema hereditario de la propiedad, y pasa a formar parte de dicha familia hacendada. Con doña Matildita, Saturnino tiene a su hijo Rafaelito, de quien se siente orgulloso por ser hijo de una mu-jer blanca. En discurso indirecto, afirma el narrador:

un subterráneo anhelo de ser padre de criaturas de otro color había gritado en lo hondo de su instinto. Así que Rafaelito […] no necesitaría andar fanfarroneando de una raza a la que ya no per-tenecía.

Sin embargo, también tendría otro hijo con una indígena de la co-munidad, un hijo que con los años destacaría y sería también becado para abandonar la comunidad e ir a estudiar a la ciudad, abriendo de

esta forma y nuevamente el ciclo de esperanza y desilusión de las tierras indígenas de México.

A la entrada del pueblo, sobre la carretera, una placa a letras negras anunció, desde entonces, el nombre del lugar […] Villa Herrera, Hgo. La corresponden-cia canceló el matasellos de San Andrés de la Cal y oficialmente nadie volvió a acordarse de que hubiera existido en el mundo una cloaca llamada así. La in-diada, en cambio, ni siquiera parecía haberse dado cuenta de la trascendental mudanza

Como si fuera suficiente con nombrar de otra forma para olvidar, la comunidad pasa a llamarse como su tirano “benefactor”: Villa He-rrera. Se cierra de esta forma la me-

táfora que la ficción crea en torno a la realidad de México. ¿Serán ca-paces de imponernos la memoria a fuerza de una retórica vacua?

* (Madrid, 1979) Escritor, crítico, e investi-gador de proyecto en El Colegio de México.

Doctor en literatura española e hispanoame-ricana por la UNED, con una tesis sobre el

universo literario de Mauricio Magdaleno. Sus intereses de investigación son la literatura es-pañola e hispanoamericana de los siglos XIX

y XX, prestando una especial atención a la narrativa mexicana y a la literatura del exilio español. Junto a Andrés del Arenal ha coor-

dinado la colección de ensayos El muerto era yo. Aproximaciones a Juan Rulfo (Calygramma

/ EstoNoEsBerlín, 2013) y ha realizado la edición, el estudio preliminar y las notas de la

novela El resplandor, de Mauricio Magdaleno (Clásicos hispanoamericanos, 2013). Actual-

mente reside en México, DF.

Un agave de la región. miambiente.com.mx Foto de Rodrigo Moya: http://archivofotograficorodrigomoya.blogspot.mx

Foto de Marco Beteta: www.marcobeteta.com

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SUPLEMENTO CULTURAL No. 201 - 8 DE JUNIO DE 2015 - AÑO 5 DIR. JÁNEA ESTRADA LAZARÍN