La Gran Subasta

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LA GRAN SUBASTA

Obra Dramática

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INTRODUCCIÓN INDICACIONES PARA LAS EMOCIONES Y ACTITUDES DE LOS PROTAGONISTAS: Las indicaciones acerca de las emociones, actitudes y otros gestos de los protagonistas se dan entre paréntesis cuadrados, en cursivas. Por ejemplo: [Se incorpora y llora amargamente, y después grita:] PERSONAJES:

• Subastadora: Mujer ataviada como tal. • Persona 1: Una persona entre el público. • Alma: Un hombre que es seleccionado de entre el público para ofrecer su alma.

Está ataviado de manera normal pero tiene un crucifijo, visiblemente colgado de su cuello.

• Mundo: Hombre o mujer, ataviado(a) de manera exuberante. • Vicios: Hombre o mujer que manifiesta en su aspecto los efectos del alcoholismo

o las drogas. • Satanás: Hombre vestido de negro y de aspecto terrible, cubierto además con una

capa, y llevando unas cadenas que oculta en su capa. • Jesús: Con las marcas en sus manos y con un cayado de pastor.

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ACTO ÚNICO Subastadora: Muy buenas tardes, estimado público. Sean todos bienvenidos a este

hermoso lugar, en el que se llevará a cabo la Gran Subasta. Este día no subastaremos una antigüedad. Tampoco se subastará un automóvil; sino que lo que hoy se subastará, ¡señoras y señores!, ¡un ALMA! Sí, oyó usted bien, un alma; y esa alma puede ser un amigo de usted, cualquier persona que esté dispuesta a participar con nosotros. Pero, lo más importante es que esa persona va a ofrecer su alma, y muy pronto la estaremos presentando ante usted. Todos pueden participar, ofreciendo lo que puedan dar, y la persona que ofrezca más por esta alma, será la ganadora.

Vamos a escoger de entre el público al alma que estaremos subastando. Veamos si alguien puede ayudarnos. No se pongan nerviosos; no pasará nada. Hay algunos que ya se están escondiendo. Vamos a ver,… en aquel lado hay un joven de camisa [menciona el color de la camisa de Persona 1]. Ven por favor a participar con nosotros.

Persona 1: Yo sólo vine a mirar.

Subastadora: ¡Anímese, va a ser muy sencillo!

Persona 1: No, gracias, no creo en religiones.

Subastadora: Él menciona religiones. Yo no he mencionado religiones, ¿o sí? Esto no es una religión; esto es una subasta. Usted puede aceptar o no aceptar. No hay ningún problema. Pero bueno, seguiremos buscando. A ver,… aquel joven que está parado allá. Usted sí nos puede ayudar. Venga por aquí, por favor. A ver, público, ¡vamos a animarle con un aplauso!

Alma: Entre tanta gente, ¿tenía que ser yo?

Subastadora: Sí, usted. ¿Qué, no le gustaría saber cuánto ofrecen por su alma?

Alma: No sé qué pensar. No sabía que alguien estuviera interesado por mi alma, pero si es así, (sí) me gustaría saber cuánto están dispuestos a dar por ella.

Subastadora: Pues bien, ¡se abre la subasta! ¿Quién es la primera persona en ofrecer por esta alma? ¿Quién empezará a ofrecer por esta alma? ¿Quién dice ‘yo’? ¿Habrá alguien?

Mundo: ¡Yo!

Subastadora: Diga su nombre, por favor.

Mundo: Soy el Mundo.

Subastadora: ¡El Mundo!, ¿y qué tiene usted que ofrecer por esta alma?

Mundo: [dirigiéndose al Alma, le entrega un fajo de dinero] Te ofrezco dinero. Mucho dinero. Dime si te gustaría tener mucho dinero.

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Alma: ¡Qué pregunta!, ¿y qué dinero? Si el dinero es la raíz de toda felicidad. ¿Cómo no me va a gustar tener mucho dinero?

Mundo: Bien, yo sería capaz de sacarte de esa pobreza en la que te encuentras y de llevarte a una vida mejor: un carro del año, una casa lujosa y, sobre todo, no tendrías que trabajar como esclavo. Yo supliría todas tus necesidades, y serías la envidia de todos. ¿Qué dices?

Alma: Eso es precisamente lo que estoy buscando.

Mundo: Te ofrezco fama; yo tengo poder para hacerte muy famoso. ¡Imagínate, en primera plana en todos los periódicos! Serías respetado por todo el mundo, y te daría una muy buena posición. Dime si te gustaría ser alguien respetable, alguien de importancia y ser reconocido por todos.

Alma: Yo creo que sí, porque eso me daría ciertos privilegios.

Mundo: ¡Ya lo sabía, lo sabía! Mira, ven conmigo y podrás ir de discoteca en discoteca. Ahí podrás bailar: “Sony music”, salsa, reguetón, merengue. ¡Ah, y hasta rock, que a ti tanto te gusta!

Mira, todos los que bailan todo esto son míos; son del mundo, yo les he enseñado. Y, si esto fuera poco, aparte de todo lo que te he ofrecido, también te ofrezco ser religioso.

Alma: ¿Ser qué?

Mundo: Religioso.

Alma: ¿Tú sabes lo que significa ser religioso? Mira toda esta gente; estos supuestos aleluyas, ¿y tú me vas a decir que tengo que hacer todo lo que esta gente hace? ¿Qué no ves el sistema de vida que llevan? Que no van a playas, no van al cine, no van a bares, a discotecas, a fiestas. Nada más están todo el tiempo encuevados.

¿Tú crees que ese es un ambiente de vida? No es vida, nena. A mí me gusta andar libre, andar en todas las diversiones, ir a la playa, al cine, a la discoteca, viviendo mi vida como a mí me gusta vivirla, y ¿me voy a prohibir todo esto por meterme aquí? Eso no es para mí. Mejor toma tu dinero y búscate a otro que te haga el papelito. Yo me voy de aquí.

Mundo: Pero, no te enojes. No te me vayas, espérame tantito. Acércate, te voy a explicar. Lo que yo te ofrezco es ser religioso, a mi manera. No te tienes que sujetar a nadie, ni cambiar en nada. ¡Si es bien fácil, es bien sencillo! Tú puedes continuar haciendo lo que tanto te gusta: ir al cine, a playas, bailes, tener todas las mujeres que deseas, sin ninguna prohibición. ¡Es bien fácil! Como quiera, vas a ser salvo. Religioso es cualquiera.

Alma: Bueno, ahora estamos hablando claro. Si es así como dices, que no tengo que cambiar en nada y como quiera voy a ser salvo.

Mundo: Subastadora, eso es todo lo que puedo ofrecer; es mío.

Subastadora: [dirigiéndose al Alma] ¿Acepta usted el ofrecimiento que le hace el Mundo?

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Alma: Sí, acepto al Mundo.

Subastadora: Ante ustedes el ofrecimiento que hace el Mundo al Alma. ¿Habrá alguien que pueda superar esta oferta? ¿Se encuentra alguien entre el público que pueda ofrecer más por esta alma? ¿Quién dice ‘yo’?

Vicios: ¡Yo!

Subastadora: Preséntese, y diga cuál es su ofrecimiento.

Vicios: Soy el que al principio los hago vivir fuera de este mundo, lleno de problemas. Yo soy la solución para muchos jóvenes y adultos y, hasta de niños. Cuando ellos no pueden con sus problemas, acuden a mí. Me llamo Vicios. [dirigiéndose al

Alma] Escucha bien: Vicios es mi nombre. Tú eres joven y te gusta estar a la moda, ¿no es así?

Alma: Claro que sí.

Vicios: Pues bien, yo puedo enseñarte a vivir siempre en las nubes, y tú tienes muchos deseos de saber lo que se siente cuando se está alegre. Te ofrezco la alegría que va a preparar tu mente para algo grande. Por ejemplo, un cigarro de marihuana. Después que pruebes eso, vas a querer algo más fuertecito y solamente yo te lo puedo dar.

En tu ser; en tu ser hay un deseo de venganza. ¿Te acuerdas de aquel amigo íntimo que te hizo una mala jugada?

Alma: Sí, me estoy acordando de alguien.

Vicios: Pues para que veas que te ofrezco algo más, te doy fuerzas para matar. Conmigo, conmigo se va la cobardía. Yo te daré fuerzas para actuar. ¿Qué te parecería vivir fuera de esta monótona sociedad, y que la gente te de la vuelta por saber que eres peligroso?

Alma: No estoy seguro de querer eso.

Vicios: ¿Qué te pasa chico? ¿Tienes miedo? Mira, así nadie se metería contigo. Todo el mundo te respetaría. ¿Qué tienes que decir a eso?

Alma: Sí. Pero, ¿cómo puedo conseguir todo esto?

Vicios: Eso es muy fácil. Déjalo en mis manos, que yo te puedo ayudar… Mira todo lo que tengo para ofrecerte: cocaína, heroína, LSD, barbitúricos, anfetaminas, mezcalinas y toda clase de drogas. Con un toquecito, uno solo, yo te daré fuerzas para que le arranques la cabeza a cualquiera. Solamente comienzas poco a poco. Poquito a poquito. Pero, te aseguro que luego seremos inseparables. Dime una cosa: ¿a ti te gusta jugar y apostar?

Alma: Eso es lo mío.

Vicios: Pues fíjate, yo puedo llevarte al hipódromo. Ahí yo te enseño a jugar. Tendrás puros triunfos: tremenda billetiza. Eso es para que te diviertas a tus anchas. También te llevo a los casinos. Ahí yo te enseño a ganar mucho dinero para que no andes en deudas y tengas todo lo que quieras. Y hay algo que a todos nos

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gusta, principalmente a los adultos, la lotería. Sí, la lotería. Ahora, no te ofrezco un millón, ni dos, te ofrezco, ¡cinco millones!

Alma: ¿Cuánto?

Vicios: Cinco millones. Con cinco millones te darías la gran vida.

Alma: ¿Y al fin sería feliz?

Vicios: Y si todo esto es muy poco para ti, yo tengo algo que a ti te gusta mucho y que siempre lo has deseado: bebida, mucha bebida y toda clase de ron, whisky, tequila, cerveza. Eso es para ayudarte a despejar un poco tu mente de tus problemas familiares que ya te tienen cansado. Dime una cosa: ¿te gustaría ser libre?

Alma: ¿Y a quién no le gustaría ser libre?

Vicios: Pues bien, todo esto yo te ofrezco y cierro mi oferta, Subastadora.

Subastadora: ¿Acepta usted el ofrecimiento que le hace Vicios?

Alma: Sí, acepto los Vicios.

Subastadora: Han escuchado ustedes el ofrecimiento que hace los Vicios. Si hay alguien que supere esta oferta, se llevará el Alma que, en este día representa tu propia alma. Pero si nadie ofrece,… (entonces Vicios se llevará el Alma en este día) ¿Quién ofrece por esta alma? ¿Quién puede superar esta oferta? Vamos a ver. ¿Quién dice ‘yo’? A la una, ¿quién dice ‘yo’? A las dos,… Bueno, si nadie ofrece…

Satanás: ¡Yo! Ja, ja, ja.

Subastadora: ¿Quién es usted?

Satanás: ¡Soy Satanás!, y deseo hacer mi ofrecimiento. [con una risa burlona] ¡Ja, ja, ja!

Subastadora: ¿Satanás?

Alma: ¡Santa María Madre de Dios! [enseña un crucifijo que trae puesto, y Satanás lo

jala y lo besa]

Subastadora: Pues adelante, Satanás, ¿qué ofrece usted por esta alma?

Satanás: ¡Ja, ja, ja…! Por esta alma, y por todas las que están en este lugar, tengo muchas cosas que ofrecer. [Aquí, Satanás le ata las manos al Alma con unas

cadenas que trae consigo, y se dirige a él] Por ejemplo, tú eres joven, y conozco muy bien lo que les gusta a los jóvenes, pues son mi especialidad. Mira, sientes pasiones desordenadas. ¿Ves a esa jovencita que está ahí?, ¿te gusta?

Alma: Está preciosa. ¡Está buenísima!

Satanás: Te la regalo. ¡Ja, ja, ja…! Esa, y todas las que quieras, te doy. Soy el rey de complacer los deseos sexuales fuera del matrimonio. Ja, ja, ja. No tienes que amarrarte a nadie. Así podrás darle rienda suelta a eso que estás sintiendo: hombres o mujeres ajenas, yo te lo puedo dar. También conozco otra cosa que te está molestando. Es lo mismo que fastidia a todo aquel que quiere ser algo en la vida: no te gusta ser pobre.

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Alma: No.

Satanás: Vives inconforme.

Alma: ¡Sí!

Satanás: Conmigo aprenderás a robar. Yo te doy ese poder. Puedes matar, si quieres, a todo aquel que se te interponga para conseguir el dinero que quieras para vicios, placeres y para darte una buena vida. También puedo separarte del consejo de tus padres.

Alma: ¿Tú, también?

Satanás: Ya eres mayor de edad.

Alma: Claro que sí.

Satanás: Y, a tu edad, te molesta que se metan en tu vida.

Alma: Mis padres ya me tienen hasta el gorro con sus consejos.

Satanás: [Enumera las cosas que le aconsejan sus padres:] “Todo es malo”, “todo es pecado”, “no vayas allá”, “no te juntes con aquel”, “no toques aquello”. Desde pequeño, siempre han estado dándote órdenes. Prohibiendo que te diviertas como todo el mundo lo hace. Nunca te han dado cariño. Nunca te han dado amor. No han sabido valorizar tus sentimientos. Desde pequeño te dejaban andar en la calle, sin importar la hora en que regresabas, y ahora que estás casado, se han metido hasta en tu vida matrimonial.

Alma: Mucho.

Satanás: Te ayudo a independizarte de tus fastidiosos padres, para que hagas lo que te venga en gana. Yo, yo soy el dueño del libertinaje. Conmigo harás cualquier cosa.

Alma: ¿Cualquier cosa?

Satanás: Sí, lo que quieras. ¡Ja, ja, ja…!

Alma: Oye, pero, una pregunta: ¿qué hay con Dios?

Satanás: ¡Ja, ja, ja… Él no existe! ¡Ja, ja, ja… eso es un mito: Él no existe! ¿Tú crees que si Dios existiera, estarías en esa condición? Pasando por tantos problemas. Dime, ¿quién se preocupa por ti en tus momentos de aflicción? ¿Ese Dios del cual hablas te ha dado consuelo? ¡Ja, ja, ja…! Cuando te has sentido solo, cuando todos te han dado la espalda, ¿tu Dios te ha dado compañía? En los momentos de mucha necesidad, cuando has estado a punto de perder lo poco que tienes, cuando tus hijos no han tenido que comer, [con sarcasmo:] tu Dios te ha dado dinero, ¿verdad? No, es decir que tu Dios permite que tus hijos se estén muriendo de hambre. ¡Oh, yo no tendría un Dios así! Y, en los momentos de enfermedad, ¿te ha sanado?

Alma: Menos.

Satanás: Y, ¿quién es el que lo hace?

Alma: El que sana está con los aleluyas.

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Satanás: ¡Ja, ja, ja…! Oye, ¿dónde has aprendido tanto? ¡Ja, ja, ja…! ¿Le has visto? ¿Qué no dicen que Él es muy grande? ¿Cómo es que no le puedes ver? ¿Será que está muy lejos? ¡Ja, ja, ja…! Oye, ¿le has oído? ¿Le has llamado alguna vez? A lo mejor ya está muy viejo y por eso no te habla. ¡Ja, ja, ja…! ¿Le has tocado? ¿Has podido sentir su presencia? ¿Sabes por qué no le puedes ver, oír y, mucho menos, tocar? Porque Él no existe. Todo es un engaño. La religión es el opio de los pueblos, y el hombre, en su ignorancia, busca qué adorar, ante quién postrarse, y para ello han hecho un Dios, al cual nunca han visto, nunca han oído y, mucho menos, al cuan nunca han podido tocar. Es un Dios que no resuelve problemas, pues los tuyos van en aumento y, ¿qué hace Dios? Nada. Tus niñas, desde muy pequeñas ya parecen mujerzuelas. ¿Y qué hace Dios? Nada; no hace nada porque no existe. ¡Ja, ja, ja…!

[Empieza a dirigirse al público] Y, tú, mujer: tu marido se fue desde hace mucho tiempo y, ¿qué hace Dios para traerlo? Nada, absolutamente, nada. Aun aquellas que están casadas, no están seguras de que su marido les sea fiel. ¿Qué hace Dios para brindar seguridad?, ¿para suplir necesidades? Nada: no existe. Unos pocos se van aprovechando de muchos: enseñándoles que si se clama al que no se ve, se recibe algo. ¡Nada!, ¿es cierto?

[Se dirige nuevamente al Alma] En cambio, conmigo podrás dar rienda suelta a tus deseos y pasiones y debilidades. ¿Recuerdas al Mundo? [El Mundo se postra

ante Satanás] ¿Ves cómo se postra ante mí? Me pertenece desde hace mucho tiempo, y nadie, absolutamente nadie, puede hacer uso de lo que el Mundo ofrece sin mi autorización. Todos, al igual que tú, suelen decir: ‘yo hago lo que me da la gana’. ¡Mentira! ¿Por qué no te da la gana salir de la miseria? Viven atados a lo que la sociedad establece, donde otro dice que tanto eres y que tanto vales. Superficialmente has probado del Mundo. Si probaras la cantidad que mi siervo(a) el Mundo te ofrece, tu vida cambiaría. Sí, tú eres joven, y a tu edad en ti batallan pasiones desordenadas, lujuria de la carne. Para que veas que conmigo no hay que estar rogando, ni clamando, y que conozco muy bien la necesidad del hombre, te ofrezco sexo, sexo libre, con quien quieras y cuando quieras. Sin prohibición alguna. Todo tipo de placer. Ser reconocido por todo el mundo.

¡Vicios! [le grita a Vicios, y Vicios se postra ante él,] Me eres fiel. ¡Ja, ja, ja…! ¡Qué buena clientela tienes en esta colonia! Al igual que el Mundo, los Vicios también son míos, y nadie los toma. Yo lo doy a quien yo quiero y como quiero, según la necesidad y el atrevimiento. Mira, para los más ancianitos, los que no viven de acuerdo a la moda, para ellos tengo todo tipo de bebidas alcohólicas; para que puedan ahogar sus penas. Todo se puede, decentemente y en orden, ¡ja, ja, ja…!

Y para los jóvenes, como tú, que viven cansados de que sus padres se estén metiendo en sus vidas, jóvenes que se ponen metas, que hacen planes, pero que sus padres rompen esos deseos, jóvenes que quieren sentirse libres para decidir sus futuro, para aquellos que no saben como liberarse de su casa, como tú; para ellos tengo todo tipo de barbitúricos, anfetaminas, marihuana, para la quema, perico, para el milpeo, crack, para despejar su mente. Y para ti también. Con todo

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eso tendrás una sensación de poder, de dominio absoluto, donde el temor ya no existe. Te aseguro que cuando pruebes de mi siervo Vicios, jamás volverás a ser el mismo. ¡Ja, ja, ja…!

Podrás obtener propiedades, dinero fácil, y vengarte de aquellos que se han burlado de ti; tus supuestos amigos, y de aquella que te despreció por otro. Yo la traeré a ti para que la hagas tuya y luego, si quieres, la matas; contigo nadie juega. Ahora tus hijos tendrán una buena casa, tendrán buenos estudios; todo lo que tus padres no te brindaron. Ah, pero tienes que cuidarte, porque muchos se van a acercar a ti para aconsejarte: “no te metas en eso”, “no te juntes con aquel, porque si te agarran te meten a la cárcel y te pueden matar”… Y todo te lo dirán con tal de que sigas en esa miseria. A ver, ¿por qué cuando estás en las malas nadie se te acerca para ver cuánto o qué necesitas?

Alma: Ni en sueños.

Satanás: Y ahora que yo te he abierto la puerta ancha, un camino espacioso, muchos serán adversarios; aun tus padres.

Alma: Ya cambia de tema.

Satanás: Tus fastidiosos padres. Sé que les tienes rencor a ellos, que guardas amargura. Oye, ¡hagamos una cosa! Mata a tus padres. Ja, ja, ja… Quítales la vida. Son los causantes de que vivas en la miseria. Si no te atreves, yo te doy valor, pero será para que te quites la vida. ¡Ja, ja, ja…! [Aquí lo abraza y lo tapa con su capa] Sí, el suicidio es la alternativa ante los problemas sin solución. El suicidio es tu única salida. Si no te atreves, yo te doy valor; provocaré que en un accidente o en una pelea callejera, tú pierdas la vida. Mátate. Así se acabarán tus problemas. [Aquí lo

suelta] ¡Muerte, muerte, ja, ja, ja,... yo soy el dueño, me pertenecen, son míos, todos son míos, adultos, jóvenes, niños, son míos, ja, ja, ja…! Si aceptas mi oferta, eso es, si aceptas sólo tendrás que obedecerme en lo que te diga. Pero, te aseguro que te divertirás. ¿Qué tienes que decir a esto?

Alma: Bueno, tú me ofreces todo el mundo, placeres, riquezas, fama, lujos, carro nuevo, casa nueva, ¡ah!, y hasta una religión. ¿Y?

Satanás: Sin cambios.

Alma: Si me muero, no hay problema porque mis padres oran por mí, me sacan de la penitencia, y me llevan a descansar.

Satanás: Oye, aprendes muy rápido. ¡Ja, ja, ja…!

Alma: Los vicios me ofrecen poder, venganza, ser temido por todo el mundo, mucho dinero también. ¡Guau, qué padre, nunca en mi vida me habían ofrecido tanto!

Satanás: ¡Claro! Nadie mejor que yo. ¡Ja, ja, ja…!

Alma: Pero, mientras tú me decías todo esto, yo pensaba y, tú sabes que en esta vida todo tiene un precio y todo lo que tú me ofreces a mí me gusta, pero, ¿a cambio de qué?

Satanás: [Gruñe]… ¡Ja, ja, ja…! Toda la vida te la has pasado viviendo en la miseria y te atreves a preguntar: ‘¿a cambio de qué?’ ¡Ja, ja, ja…! ¡A mí nadie me

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pregunta! Todos toman lo que yo doy. Lo que yo doy es verdadero y no hay que rogar por ello. Ya que te gusta preguntar tanto, contéstame algo: ¿cuándo has podido mantener a tu familia? ¡Ja, ja, ja!, o ¿cuándo has pagado lo que debes?, o, mejor dime: ¿cuándo has cumplido lo que prometes? Especialmente, cuando es día de las madres es cuando más hipócritas hay, ¿cuántas veces le has dicho a tu mamá: ‘voy a cambiar, voy a ser un hombre de provecho’?, y lo único que has logrado es ser un pobre infeliz, ¡y te atreves a preguntar ‘¿a cambio de qué?’! ¡Me das lástima! Eso es para que veas el daño que te han hecho tus padres. ¿Qué has obtenido con tus convicciones religiosas?, ¿qué te ha dado tu Dios?, ¿cuántos de tus problemas has resuelto? Tu vida es como un laberinto sin salida, ¡y te atreves a preguntar ‘¿a cambio de qué?’! Tu familia está al borde de la destrucción. Ya te ofrecí una alternativa; tu única salida, ¡y te atreves a preguntar ‘¿a cambio de qué?’! ¡Me das lástima! Pero para que veas que te quiero ayudar, te voy a dar una oportunidad. Estoy muy interesado en ti. [Señalando hacia el Mundo y Vicios] Míralos bien. Ambos, tomados de la mano, te llevarán a dónde tú quieras. Son para ti solamente, [Tapándolo con su capa] a cambio de que seas mío, solamente mío. Ya no me verás más. Ahora viviré dentro de ti. El que no me veas no quiere decir que yo no existo. Soy más real de lo que la gente piensa. Soy el príncipe de la potestad del aire y habito dentro de todo aquel que hace mi voluntad.

Ahora yo daré órdenes en tu pensamiento y tú tendrás que obedecerme. Mientras tanto, puedes hacer uso del Mundo y de los Vicios. Es más, ve a la iglesia. A mí no me molesta. Casi todo el mundo va a la iglesia y termina obedeciéndome. Todo es tuyo, ¡ja, ja, ja…!, a cambio de que seas mío, solamente mío, y juntos nos divertiremos, [lo descubre de la capa] ¿qué tienes que decir a esto?

Alma: Bueno, pues no tengo más que decir. Mundo, Vicios, ¡acepto tu oferta Satanás!

Satanás: ¡Ajá, ja, ja,…! Lo sabía, lo sabía. Nadie puede resistirse a mis tentadoras ofertas. ¡Nadie! Desde el principio del mundo ha sido así. Nadie ofrecerá más que yo. Ya lo verás. Eres bien sabio. Pero, antes que nada, quiero acarar algo: ¿verdad que yo no te obligué?

Alma: No.

Satanás: Tenías algunas necesidades. Creíste que el dios que tus padres te inculcaron podía hacer algo, y tú mismo te convenciste que era un engaño.

Oye, hablando de esto un poco, ¿cómo, si nunca has visto a dios, cómo estás seguro de que este muñequito sea él? ¿Cuántas veces no has tenido que salir corriendo con todo y crucifijo? En cambio, yo te ofreceré lo que ves a diario; lo que tanto deseas y necesitas. Puse mi condición y tú aceptaste, pero yo no te obligué. O sea que entendiste muy bien. Todo es tuyo a cambio de que seas mío, ¿no es así?

¿Sabes qué? ¡Soy Satanás, padre de toda mentira, ja, ja, ja…! Solamente he venido a hurtar, matar y destruir. Lo único que puedo ofrecerte es la muerte eterna. Lago de fuego que arde con azufre, donde el gusano nunca muere y el fuego nunca se apaga. Allí será el lloro y el crujir de dientes, ¡ja, ja, ja…!

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Alma: ¡Me engañaste!

Satanás: Sí, te engañé. ¿Acaso crees que puedo darte algo bueno? Lo único que ofrezco es perdición eterna, condenación, ¡ja, ja, ja…! ¿Creías que porque el Mundo te brindaba libertinaje, placeres, podrías librarte de tus condenas, o porque Vicios te da valor pasajero, un poder momentáneo, podía romper las ataduras? Es inútil. Ellos fueron los instrumentos que usé para atraparte. Desde pequeño, siempre eras muy rebelde. Nunca quisiste seguir el consejo de tus padres, y yo te posesioné, ¡ja, ja, ja! Ahora tienes cadenas eternas. Cada eslabón representa el pecado que has querido practicar. ¿No decías que eras muy machote y que nadie te daba órdenes? Por eso se me hizo muy fácil poseerte y por eso, cuando hacías algo, te arrepentías, pero luego lo volvías a hacer. Es porque siempre he vivido dentro de ti; eres mi esclavo, ¡ja, ja, ja!

Alma: [Levanta sus manos encadenadas.]

Satanás: ¡Hipócrita! ¿Qué haces levantando las manos al cielo? Eres como todos, se acuerdan de Dios solamente cuando están en problemas y después se atreven a levantar sus asquerosas manos al cielo.

Alma: [Gimotea y solloza.]

Satanás: No llores, no te aflijas. Si te has unido a una gran familia. Pues, como tú, andan muchos que han ignorado que yo soy el que pone división en los hogares, creando enemistades entre padres e hijos, haciendo que los hijos aborrezcan el consejo de sus padres, y que los padres maldigan la hora en que dieron a luz a sus hijos. A esta hora, hay muchos padres que no saben dónde están sus hijos. Antes, a los padres se les pedía permiso para salir. Hoy se van los hijos sin pedir nada y regresan a la hora que quieren, ¡ja, ja, ja…!, siempre tienen una cita conmigo.

¡Ah, el matrimonio! Institución sagrada de novios. Parecen palomos. Todo lo que ella le pide, eso le da. Y la muy tonta se dice: ‘me ama’. Mira niñita, si sales un poco fácil, pierdes antes de tiempo y después no le encuentras ni el rastro a tu novio. Y tú, señorita, te crees muy sabia. No le ayudas a lavar un traste a tu madre y ya quieres saber de sexo.

Y otras dicen que son muy sabihondas. Son las que dicen: ‘conmigo no, tenemos que casarnos primero’. Se creen que, porque llegan al altar, y porque oyen a su novio, con voz de funeraria: ‘prometo ser fiel hasta que la muerte nos separe’. Se creen que con esa letanía y un papel firmado, lo tienen seguro. ¡Tontas!, después las cosas cambian. Hay algunos que prefieren seguir el teatro. Son los que antes de salir de casa, le dan un besa a la mujer diciendo: ‘te amo, voy a trabajar para traer de comer’, y la tonta suspira. Si lo vieras, tan pronto como sale de su casa, ya está deseando la mujer del prójimo. No se salva ni aun cuando te visita, y eso que es fiel, ¡ja, ja, ja! Cuando va manejando, casi se le quiebra la cabeza por voltear a ver a todas las mujeres, y luego se preguntan por qué hay tantos accidentes, ¡ja, ja, ja! Nunca le dan una flor a su mujer, y en la calle parecen dueños de una. ¡Y eres fiel! Cuando regresas a tu casa te vistes de santito y le dices: ‘mi amor, deseaba verte’. ¡Hipócrita! Lo que realmente estás pensando es: ‘deseaba ya no encontrarte,… ya no te quiero,… estás gorda’. ¡Ja, ja, ja…! Y si la

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encuentras mirando por la ventana, le sueltas tremenda bofetada, ¿y qué le exiges a tu mujer?, adúltero, fornicario, si tú también haces lo mismo. Por eso yo le he dado valor a la mujer, para que ya no se deje dominar por ese mono que tiene por marido, usando la ley del Talión: “ojo por ojo y diente por diente”. Ah, pero como son muy machotes, si la mujer les falla, la matan, y como no soportan tener que largarse, terminan suicidándose, ¡ja, ja, ja! Después, ambos estarán pasando unas eternas y calurosas vacaciones en el infierno. Y se van con la idea de que aquí, se quedan un grupo de tontos que empezarán a orar o a rezar para que dios los saque de penas. ¡Tontos! Cuando ocurre la muerte, se separan el alma y el espíritu del cuerpo, y una vez que esto ocurre, se abren los ojos espirituales y se empieza a ver el mundo espiritual. Hay una ley de Dios que dice: ‘el que peca es del diablo, porque el diablo peca desde el principio’. Cuando el hombre muere en pecado, ya envío demonios a buscarle, después de la muerte no hay nada. No hay letanía que pueda ayudar a salvarte. Porque, cuando se muere, del lado que cae, de ese jamás se levanta. ¡Tontos, con lo fácil que se me hace engañarlos!

¡Ah, la juventud, cuánto la deseo! Se parecen mucho a mí: son ambiciosos como yo. Nunca respetan a sus padres, pero, cuando quieren dinero, hasta se les echan encima. Las jovencitas, tan pronto como echan cuerpo, ya quieren experimentar el placer. Les gusta que los hombres se desvivan al verlas caminar. Ya no tienen que desvestirse para mostrar su figura. Ahora la moda que el mundo diseña, deja ver todo sin problema alguno. A ellas les gusta experimentar especialmente con los casados, que porque son más interesantes. Pero ese experimento siempre trae un resultado: quedan embarazadas. ¡Ja, ja, ja…! Aun así, los padres, por el orgullo que tienen, te ayudan a tratar de matar lo que ha sido formado en ese embarazo, llevándote a una clínica de planificación familiar; con diez mil pesos resuelven tu problema. Entras así, [haciéndose el panzón], y sales así [desapareciendo su

panza y encorvado]. Hay un doctor que, con mucha habilidad, haciendo uso de maquinaria, destrozará a tu criaturita. La hará pedazos. Puede que le salga la manita con la que te iba a acariciar, o, tal vez salga su piernita, con la que iba a dar sus primeros pasos. Puede ser que le salga el ojito, con el que te iba a contemplar. A lo mejor, sale la boquita, con la que te iba a decir: ‘mamá, te amo’. ¡Ja, ja, ja…! Si pudieras ver cómo se convulsionan al sentir que su cuerpo es destrozado. Si entendieras el lenguaje de las entrañas, cuando dicen: ‘mamá no me mates; yo no pedí venir a este mundo. Ma, si tú tuviste la oportunidad de vivir, déjame vivir. Tengo vida, mamá, y estoy sintiendo que me quieres matar. No lo hagas. Prometo ayudarte, prometo amarte’. Pero, tú eres tan salvaje. Después de haber gozado deleite, no te importa matar. Sí, matar. O ¿no sabías que el aborto provocado, es sinónimo de asesinato? ¡Todos son míos, ja, ja, ja…!

También tenemos a los que se creen bien machotes. Que, cuando andan en bola, ni quien los toque. Le pegan hasta a sus padres. Son muy machotes. Pero, cuando los agarra la policía, lloran como niñas. Entonces sí le gritan a su mamá y a su papá y les piden que empeñen hasta lo que no tienen, para que los vayan a sacar. Los que son hombres, las cualidades que manifestaban eran honradez y trabajo, y cuando visitaban a la novia, si el suegro les decía: ‘a las siete te vas’, a las siete en

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punto se iban. Ahora las cosas han cambiado, los suegros se van a dormir y ellos se van hasta que se les da la gana.

Así que, tú, papá, si estás feliz de que ya se te casa tu niña, vete pidiendo un préstamo para que amplíes tu casa, porque te llevas tremendo paraíso por yerno. Por si fuera poco, después tendrás que mantener al cabezón que nacerá. ¡Ja, ja, ja… cómo me estoy divirtiendo con esta juventud!

¿Sabes?, yo los necesito para seguir destruyendo vidas. ¿Y saben de qué me valgo? De la música. Especialmente, del Reguetón; que no entienden ni papa, pero cómo changos la repiten. En esa música yo inspiro el deseo sexual, masturbación, uso de drogas, la rebelión contra los padres, el suicidio, lesbianismo, homosexualismo, tatuajes, perforaciones…

Así que, papás, mamás, tengan muchos cuidados con sus hijos. ¿Qué no te has dado cuenta que, desde que los dejaron salir a las fiestas han cambiado? Has perdido el control de tu hijo. Mis demonios están haciendo efecto. El resto de ustedes son mis marionetas. El consejo que les doy a ellos y a ustedes en este día es: ensúciense cada día más, aborrezcan a sus padres, maldíganlos, aborrezcan a Dios, sobre todas las cosas, roben, maten, destruyan vidas, usen drogas, practiquen libertinaje, hagan mucho de lo que tienen a su alcance, sin temor a nada. Es más, no crean en mí, búrlense. Una cosa les aseguro: están en la calle, sin salida, ¡ja, ja, ja…!, y, tarde o temprano, nos veremos las caras en el infierno. ¡Ja, ja, ja… aunque vayas a la iglesia, aunque cargues crucifijo, aunque leas la Biblia, lo que tú haces deja ver a quién tú obedeces. ¡Ja, ja, ja!

Y, ustedes, iglesia, porque aquí hay gente que se cree muy santa, supuesta iglesia. Yo conocí una iglesia primitiva y esa sí tenía poder. Tenían todo en común. Eran dirigidos por un solo Espíritu. Me hicieron salir de muchos lugares. Pero la iglesia de hoy no sabe ni quién la pastorea, pues se quieren pastorear a sí mismos; son cristianos condicionales. Después de las nueve de la noche no hay Dios que les ministre; se ministran a sí mismos. Mis espíritus de demonio se han metido en la iglesia para destruir, metiendo desánimos, críticas hacia los pastores. Yo hago que se vanaglorien de sí mismos por lo que hacen, que se emocionen y empiecen a trabajar muy animados. ¡Hipócritas!, si en tu corazón hay más odio, más envidia que en toda la colonia junta.

Hay quienes dicen tener poder, y hasta dicen: ‘el señor te reprenda, diablo’. ¡Como si eso me hiciera gran cosa! Otros me dicen: ‘la sangre de Cristo tiene poder’. ¡Tontos, eso lo sé mejor yo, que ustedes! Pero, tal parece que ese poder no ha servido para transformar a varios de aquí, pues los problemas que tenían hace cinco años, aún están ahí. [Haciendo mofa y burlándose] ¡Ja, ja, ja…, y tienen poder, me dan risa!

Cuando hay que trabajar para la comunidad, el pastor tiene que hacer todo, porque tú no quieres hacer nada, ¡ja, ja, ja…!, ¿y tienes poder? Eres el primero que opina, pero eres el que nunca apoya; el que más criticas al pastor, pero eres el que menos disposición tienes para trabajar. Eso sí, a todo el mundo le dices: ‘yo soy pastor, yo soy discípulo’, y eso que sigues teniendo los mismos problemas en

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tu casa, en tu matrimonio. Criticas a los pastores cuando predican y quieres corregirlos, y, en tu casa, ni siquiera honras a Dios con tu familia, ¿y tienes poder? Ah, pero siempre hay alguien que tiene la culpa, y ese soy yo. ¡Ay sí, ‘el diablo tiene la culpa’! Sí, todo yo. ¡Negligente! Si, tú eres el único negligente, porque eres duro de corazón. Yo tengo el control, ¡ja, ja, ja!, yo tengo el control. Subastadora, yo cierro mi oferta. [Señalando al Alma y después a todo el público] Éste, y todos los tibios mundanos son míos.

Subastadora: Ante ustedes, el ofrecimiento que les hace Satanás. ¿Habrá alguien entre el público que pueda ofrecer más por esta alma?

Satanás: Soy el príncipe de este mundo. Nadie me ha vencido jamás. Nadie puede superarme.

Subastadora: Vamos a ver, ¿quién dice ‘yo’?, a la una.

Satanás: Pierdes tu tiempo.

Subastadora: ¿Quién dice ‘yo’?, a las dos.

Satanás: ¿Ves? Cierra ya la subasta. Nadie va a ofrecer más que yo.

Subastadora: Bueno, si nadie ofrece…

Jesús: [Entrando desde donde se encuentra el público,] ¡Yo!

Subastadora: Preséntese, por favor, y diga si puede superar la oferta anterior.

Jesús: Soy Jesús de Nazaret y supero la oferta anterior, ofreciendo mi propia vida.

Subastadora: ¿Su propia vida? Pues, adelante con su oferta. Veamos lo que Jesús de Nazaret va a ofrecer por su alma.

Jesús: [Dirigiéndose al Alma] Ni Satanás, ni los Vicios, ni el Mundo, han ofrecido quitar tus cargas, preocupaciones y problemas. Yo te digo en esta hora: ‘Ven a mí, aunque estés trabajado y cargado, que yo, Jesucristo, te haré descansar. Lleva tus problemas sobre mí y aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallarás descanso para tu alma; porque mi yugo es fácil y ligera mi carga. Párate en los caminos y medita y pregunta por la senda antigua, cuál es el mejor camino para ti y anda por él y hallarás descanso para tu alma turbada. Entra por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición. Porque estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la vida eterna, y, ya puedes ver, son pocos los que me hallan. Los caminos en los que tú estás caminando, caminos de adulterio, de borracheras, de drogas, de fiestas mundanales, de toda clase de pecado y, de esta religión muerta, [aquí Jesús toma

con sus manos el crucifijo que trae colgado el Alma] religión que no ha podido hacer nada por ti; esos caminos para ti parecen buenos, pero un día te encontrarás que su final es camino de muerte e infierno. En esta hora, te ofrezco más que Satanás. Te ofrezco el perdón de tus pecados y una vida eterna.

Satanás: ¡Jesús, Jesús, Hijo del Dios Altísismo!, ¿para qué has venido a atormentarme? Aún no es mi hora.

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Jesús: Satanás, tú eres padre de toda mentira, tú has venido a hurtar, matar y destruir, pero yo, el Hijo de Dios, he venido para que tengan vida y vida en abundancia. ¡Cállate y sal de él! ¡Déjalo libre!

Satanás, el Mundo y Vicios: [Se revuelcan, y salen del escenario gritando y corriendo.]

Jesús: (Yo) soy la luz del mundo y el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida y, en estos momentos, si el Hijo de Dios te liberta de tus cadenas de pecados, [aquí Jesús toma las cadenas que el Alma tiene aprisionando

sus brazos, las arranca y las tira,] serás verdaderamente libre. Porque Yo soy el camino, la verdad y la vida y nadie va al Padre si no es a través de mí. Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que puedan ser salvos. Pues, Yo soy la única puerta que salva y si tú entras por ella, tú te salvarás. Yo soy la resurrección y la vida y el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Yo soy la estrella resplandeciente de la mañana, la Rosa de Sharon, el Lirio de los valles, el alfa y la omega, el principio y el fin. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Yo soy el agua viva, y si tú bebes de mi agua, no volverás a tener sed. Yo sé que tienes sed. Ven a mí y beberás gratuitamente del agua de la vida. Yo soy el buen pastor y el buen pastor su vida da por las ovejas.

[Dirigiéndose a todo el público] Miren mis manos. Quiero mostrarles mis manos. Ellas fueron traspasadas por crueles clavos, que derramaron mi sangre para que ustedes, [dirigiéndose al Alma] y tú seas libre en este momento.

[Nuevamente dirigiéndose al público] He aquí que un día vendré en las nubes y todo ojo me verá y aquellos que me traspasaron mis manos, mi costado y mis pies, y todos los linajes de la tierra, en aquel día se lamentarán, y en aquel día me mirarán a mí, a quien traspasaron y llorarán como se llora por un hijo unigénito y me preguntarán: ‘¿Qué son esas heridas que tienes en tus manos?’ Y yo les responderé en aquel día, con ellas fui herido en casa de mis amigos.

[Dirigiéndose al Alma] Tú eres un alma que creó mi Padre. Pero, Él te ha dado un libre albedrío, para que escojas dónde has de pasar la eternidad. Yo sólo te pido, hijo mío, dame hoy tu corazón, y Yo te limpiaré todos tus pecados. Porque, si tus pecados fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana, y si tus pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos. Eso sí, quiero decirte, el que encubre sus pecados no prosperará jamás, pero el que se aparta de ellos y confiesa, alcanzará misericordia.

Porque la paga del pecado, en el que tú vas, es muerte e infierno, mas el regalo de Jehová, mi Padre, es vida eterna en Cristo Jesús el Señor.

Yo soy, el que hablo contigo, y en mi nombre se tiene que doblar toda rodilla, de los que están arriba en el cielo, y de los que están abajo en la tierra, y tú lo pudiste ver, tan sólo hace unos momentos, y toda lengua confesará que Jesucristo es el Señor, para la gloria de mi Padre.

Por eso, si en esta hora te humillas, Yo te ensalzaré, pero si tienes en poco mis palabras, un día, cuando tú comparezcas ante el tribunal de Cristo, para que recibas según hiciste en esta tierra, sea bueno o sea malo, en el día cuando todos

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los hombres bajo el cielo se presenten ante el juicio del gran trono blanco, entonces, en aquel día, Yo te humillaré.

La respuesta que salga de tu boca en esta hora; la contestación que salga de tus labios, ella te condenará o te salvará. Tu decides: seguir en tinieblas o acercarte a mi luz; seguir en tu pecado o aceptar mis palabras; seguirme a mí, o seguir con Satanás.

[El Alma muestra cierta sorpresa.] ¿Por qué te sorprendes cuando digo estas palabras? Sí, he dicho: ‘seguir con Satanás’, pues todo el que está en pecado es del diablo, porque el diablo peca desde el principio. Pero, para eso fue que Yo vine a este mundo, a deshacer las obras del diablo. O tú escoges humillarte ante Jehová, el Dios que hizo los cielos y la tierra… Pero, en estos momentos tú tienes que escoger a quién quieres servir.

Alma: Jesús, yo no sabía que Tú habías dado tu vida por mí en la cruz. Yo creía que era feliz disfrutando los placeres de este mundo. Satanás me engañó. Satanás me dijo que Tú no existías, que Tú eras un mito y que la felicidad se encontraba en la fama, en el dinero, en el poder. Pero todo fue mentira. Todo fue para llevarse mi alma. En cambio, mi familia está destrozada. Mi esposa me abandonó. Mis hijos no me quieren. Aun mis amigos, ya no me hablan. Y mis padres me han dejado como herencia una religión que no me ha ayudado en nada; que desde niño me la inculcaron, mas no me ha cambiado en nada. He buscado, he buscado toda alternativa para cambiar: me he metido en drogas, he robado para satisfacer esa necesidad económica, pero nunca pude.

Pero, en esta noche te pido perdón, te pido que me perdones: ¡perdóname Jesús! ¡Ayúdame, límpiame con esa sangre que derramaste en la cruz! No quiero seguir siendo esclavo de este mundo pasajero. Quiero cambiar de vida. Pero, dime esta noche: ¿qué tengo que hacer para ser salvo?

Jesús: El que quiera seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tomando su cruz y siguiéndome cada día, y el que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. Pero, en esta hora, esfuérzate y se valiente, no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo, donde quiera que tú vayas.

Cuando pases por las aguas, Yo estaré contigo, y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego de la prueba, no te quemarás y las llamas no arderán en ti, y pelearán contra ti, pero no te vencerán, porque Yo estaré contigo, dice el Señor, para librarte.

No temas. Mi vara y mi cayado te infundirán confianza. Si crees en Dios, tienes que creer también en mí.

En la casa de mi Padre muchas moradas hay, si así no fuera, Yo te lo hubiera dicho, voy pues a preparar lugar para ti, para que en aquel lugar en donde Yo estoy, más arriba de los cielos, donde está mi Padre sentado en su trono, alto y sublime, en la ciudad de oro puro y transparente y vidrio limpio, tú también conmigo estés.

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Eso sí, quiero decirte, en esa ciudad, que está más arriba de los cielos, no entrará ninguna cosa inmunda o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero. ¡Subastadora!

Subastadora: ¿Acepta usted el ofrecimiento que le hace Jesús de Nazaret?

Alma: ¡Sí! ¡Acepto a Jesús en este día, con todo mi corazón!, porque me ha librado de mis cadenas, me ha mostrado el verdadero camino y, lo más importante, Él ha dado su vida por mí, aun sin merecerlo. ¡Por eso quiero servirle por toda mi vida!

Jesús: Quiero decirte en este momento: el que a mí viene, Yo no le echo fuera. Te contaré la historia de un pastor que tenía cien ovejas en un corral y un día una de esas ovejas se descarrió por un monte. El pastor, preocupado, dejó las noventa y nueve en el corral y se fue en busca de la perdida y al encontrarla se regocijó más por ella que por las noventa y nueve que no se habían descarriado. Así, no es la voluntad de mi Padre que tú te pierdas o que se pierda alguno de estos pequeñuelos que me escuchan ahora.

[Volteando hacia el público] ¿Cuántas veces Yo he llamado a muchos de los que están viendo? Borrachos, adictos, rameras, homosexuales, lesbianas, brujos, espiritistas, santeros, idólatras, adoradores de imágenes, padres maldicientes a sus hijos, hijos desobedientes y rebeldes a sus padres, ingratos, aborrecedores de lo bueno, amantes de los deleites más que de Dios, que tienen apariencia de piedad, que a lo bueno dicen malo y a lo malo le dicen bueno, que tienen la luz como tinieblas y las tinieblas como luz, a lo amargo le dicen dulce y a lo dulce le dicen amargo. A ustedes, Yo los he llamado, para juntarlos, como la gallina junta sus polluelos debajo de sus alas. Pero muchos de ustedes no quieren. ¡Oh, si conocieran por lo menos en este día lo que es mi vida para su paz!

Pero, en esta hora, están cubiertos de los ojos muchos de los que me escuchan, y ¿saben por qué? Porque Satanás, el dios de este siglo, cegó el entendimiento de muchos de los que me escuchan, para que no les resplandezca la luz del evangelio. Porque escrito está: ‘tienen ojos, pero no pueden ver’. [Volviéndose

hacia el Alma,] Pero, en este momento tú ya me puedes ver, porque tú me has confesado con tu boca, el Señor Jesús, y has creído en tu corazón que mi Padre me levantó de los muertos, por eso, en esta hora, ¡tú eres salvo!

Porque, con el corazón se cree para justicia, mas con la boca se confiesa, como tú lo has hecho, para salvación. Tú me has confesado delante de ellos y, un día, Yo te confesaré delante de mi Padre y de sus santos ángeles. Por eso quiero decirte que, en esta hora tu nombre ha sido escrito en el libro de la vida del Cordero, pues la sangre que Yo derramé en la cruz del Calvario te ha limpiado de todo pecado.

Subastadora, eso es todo lo que tengo que ofrecer por esta alma y por todos los que en esta hora se humillen, así como él lo ha hecho. [Extiende sus manos hacia

el frente, hacia el público,] Les ofrezco, para todos ustedes, mi vida y sangre derramada en la cruz.

FIN