La Gran Catástrofe Griega

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La gran catástrofe griega En los seis meses de Gobierno de una sedicente izquierda, no solo no se ha emprendido reforma alguna que agilizara la economía, incluso hemos asistido consternados al espeluznante espectáculo de que se pudiese sacar el dinero de los bancos sin el menor control, llevándolo a donde se creyera más seguro. En vez de haber tratado de poner en marcha la economía para responder de alguna forma al endeudamiento, una buena parte del electorado griego hace responsables de la catástrofe a unos socios insolidarios que, habiendo reconocido que la deuda es impagable, sin embargo, no han estado dispuestos a conceder sin condiciones la quita solicitada para poder empezar de nuevo a endeudarse. Nada de aceptar nuevas deudas, mientras no se resuelva de una vez la cuestión del endeudamiento, pero eso sí, sin negociar nada, porque cualquier negociación con los acreedores representaría un atentado contra la soberanía nacional y con ello contra la democracia, aunque a corto plazo no se ofrezca otra perspectiva que la de tener que volver pronto a pedir otra quita a los acreedores. En este punto el fervor nacionalista llega al disparate de exigir de los acreedores que paguen sin inmiscuirse en sus asuntos, porque el pueblo es el único soberano al que corresponde decidir lo que ha de pagar y en qué plazos. Al preguntar en referéndum cómo ha de comportarse con las deudas acumuladas, se habría devuelto a los griegos, y con ellos a los europeos, la democracia que ellos inventaron hace 2.500 años. Cierto que apenas duró 70 y ha estado un larguísimo trecho desaparecida, pero de ahí tanto mayor el mérito que el Gobierno griego se otorga por haberla recuperado con un referéndum harto peculiar. El triunfo del no ha llevado a Grecia a una quiebra total de la que ya no puede salir por sus propias fuerzas. La afirmación democrática de la soberanía nacional ha desembocado en la pérdida total de soberanía. Es difícil imaginar un Gobierno tan destructor para su pueblo como el de Atenas, pero también encontrar uno tan enfrascado en su ideología, propenso a dar la espalda a los hechos más claros y contundentes. Gobernar exige ante todo saber para qué, visión clara que falta a la mayoría de los Gobiernos que suelen reducir su ambición a tan solo durar.

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  • La gran catstrofe griega

    En los seis meses de Gobierno de una sedicente izquierda, no solo no se ha emprendido

    reforma alguna que agilizara la economa, incluso hemos asistido consternados al

    espeluznante espectculo de que se pudiese sacar el dinero de los bancos sin el menor

    control, llevndolo a donde se creyera ms seguro. En vez de haber tratado de poner en

    marcha la economa para responder de alguna forma al endeudamiento, una buena parte

    del electorado griego hace responsables de la catstrofe a unos socios insolidarios que,

    habiendo reconocido que la deuda es impagable, sin embargo, no han estado dispuestos

    a conceder sin condiciones la quita solicitada para poder empezar de nuevo a

    endeudarse.

    Nada de aceptar nuevas deudas, mientras no se resuelva de una vez la cuestin del

    endeudamiento, pero eso s, sin negociar nada, porque cualquier negociacin con los

    acreedores representara un atentado contra la soberana nacional y con ello contra la

    democracia, aunque a corto plazo no se ofrezca otra perspectiva que la de tener que

    volver pronto a pedir otra quita a los acreedores. En este punto el fervor nacionalista

    llega al disparate de exigir de los acreedores que paguen sin inmiscuirse en sus asuntos,

    porque el pueblo es el nico soberano al que corresponde decidir lo que ha de pagar y en

    qu plazos.

    Al preguntar en referndum cmo ha de comportarse con las deudas acumuladas, se

    habra devuelto a los griegos, y con ellos a los europeos, la democracia que ellos

    inventaron hace 2.500 aos. Cierto que apenas dur 70 y ha estado un largusimo trecho

    desaparecida, pero de ah tanto mayor el mrito que el Gobierno griego se otorga por

    haberla recuperado con un referndum harto peculiar.

    El triunfo del no ha llevado a Grecia a una quiebra total de la que ya no puede salir por

    sus propias fuerzas. La afirmacin democrtica de la soberana nacional ha

    desembocado en la prdida total de soberana.

    Es difcil imaginar un Gobierno tan destructor para su pueblo como el de Atenas, pero

    tambin encontrar uno tan enfrascado en su ideologa, propenso a dar la espalda a los

    hechos ms claros y contundentes. Gobernar exige ante todo saber para qu, visin clara

    que falta a la mayora de los Gobiernos que suelen reducir su ambicin a tan solo durar.

  • Podemos se ha quedado sin los dos modelos que haba manejado. Pese a las ayudas

    recibidas ms vale apartarse con discrecin de Venezuela, a la espera de que unas

    prontas elecciones abran una puerta de salida a la actual situacin. De Grecia no queda

    del experimento ms que deudas y ruinas.

    Podemos tiene que dejar de presentarse como la ola salvadora y reconocerse como

    cualquier otro partido de la casta, que maneja un programa socialdemcrata ms o

    menos atractivo. Ya se ha tragado a Izquierda Unida, pero parece improbable que lo

    consiga con el PSOE. Al fin y al cabo desde la transicin ya estamos acostumbrados a

    habrnosla con dos partidos socialdemcratas, como con dos de centro-derecha.