La Física Cuántica explicada para orangutanes perezosos
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La Física Cuántica explicada para orangutanes perezososPublicado el 5 de marzo de 2012
Una de las peticiones más habituales para este blog es que expliquemos,
de manera sencilla, los conceptos básicos de la física cuántica.
Yo pensaba que Gustavo Adolfo Bécquer ya lo había dejado claro:
¿Qué es física cuántica? –dices mientras clavas en mi pupila tu pupila
azul. ¿Qué es física cuántica? ¿y tú me lo preguntas? Física cuántica…
eres tú.
Pero ayer hice un trato y esta mañana tengo que escribir del asunto al
que he dedicado mi lozana juventud.
¿Qué es la Física Cuántica?
La física cuántica es una teoría que describe cómo funciona el mundo a
escalas muy, muy pequeñas.
Es una teoría científica, es decir, su validez reposa sobre
experimentos. Si los experimentos diesen resultados diferentes a los que
predice la teoría, tiraríamos la física cuántica a la basura.
En la ciencia no hay Biblia que diga “lo que aquí se dice es verdad y lo
será siempre”. El cementerio científico está repleto de hermosísimas
teorías que, en su momento, parecían ciertas.
Nada nos hace tan felices a los científicos como demostrar que nuestros
predecesores estaban equivocados.
¿Porqué la Física Cuántica es tan fascinante?
Porque predice efectos que desafían a nuestra intuición. ¿Qué significa
que una partícula pueda estar en un lugar y todos los lugares a la vez?
¿Qué es la interpretación de los “Universos paralelos”? El gato de
Schröedinger, ¿está vivo o muerto?
Niels Bohr, uno de los padres de la teoría, decía que “aquel que no se
extrañe cuando le expliquen la mecánica cuántica, es que no ha
comprendido nada”.
La mecánica cuántica no es la única teoría que predice “cosas raras”.
Que la Tierra es redonda, que la Luna no tiene luz propia, que los
océanos y las nubes están formados por el mismo compuesto o que
cierto bichillo es el responsable de la malaria, son cosas que hoy nos
parecen evidentes.
Pero no lo son: los humanos las desconocimos durante la mayor parte de
nuestra historia. Y eso que los antiguos eran bastante espabilados. En el
siglo IV a.C., los astrónomos chinos ya predecían los eclipses lunares con
precisión. ¿Serías vosotros capaces de hacerlo con toda la tecnología
actual?
En un distante futuro, cuando vuestros nietos os miren avergonzados
porque les confeséis que la física cuántica “os parece
extraña”, ¡desafiadles con la historia de los astrónomos chinos!
¿Porqué a la Física Cuántica se le llama “La Teoría Final”?
Cuando oigáis eso de que la física cuántica es “La Teoría Final” o “La
Teoría del Todo” significa que os encontráis ante una de estas personas:
1) Un físico que está vendiendo el vehículo a motor de dos ruedas para
conseguir financiación.
2) Un periodista de “El Mundo”.
Ahora en serio: tiene cierto sentido decir que la física cuántica es “la
teoría del todo”, pero esta terminología provoca muchos malentendidos.
Imaginad que queréis comprender el ritual de apareamiento de la hiena
siberiana. Las hienas están formadas de carne. La carne está formada de
moléculas. Las moléculas están formadas de protones, neutrones y
electrones. Y así hasta los quarks, que son los componentes más
fundamentales que conocemos.
En principio, si sabéis cómo se comportan todos los quarks de todas las
moléculas de toda la carne de las hienas (y los quarks de todos los
árboles y animales que las rodean), podréis describir su ritual de
apareamiento. Pero éste no parece el enfoque más práctico para
comprender los secretos del sexo animal.
El reduccionismo puede ser, a la vez, verdadero e irrelevante.
Si quieres comprender cómo se conduce un coche, vas a una
autoescuela. Si quieres comprender cómo funciona un coche, vas a una
facultad de ingeniería. ¿Son más fundamentales los conocimientos del
ingeniero que los del conductor? Sí. ¿Es necesario saber cómo funcionan
todas las piezas de un automóvil para entender cómo se conduce? No.
“Lo que ocurre por debajo” puede ser irrelevante para comprender
ciertos aspectos realidad.
En la pantalla que tenéis frente a vuestros ojos, se están produciendo
billones de transiciones atómicas que pueden describirse con las
ecuaciones de la mecánica cuántica. ¿Necesitáis comprenderlas para
disfrutar de mi elegante prosa?
Pensar que la física cuántica lo explica todo es tan estúpido como decir
“no necesito un mapa porque ya está la Tierra”. Despreciar la física
cuántica es tan zopenco cómo confudir el mapa con la Tierra misma.
¿La Física Cuántica sirve para algo más que hacerse manolas
mentales?
Los físicos que construyeron la teoría cuántica a principios de siglo,
revolucionaron el mundo. Eran un puñado de teóricos que buscaban
“descifrar la realidad” y a quienes no preocupaba demasiado si sus
investigaciones “tendrían aplicaciones”.
Pero los ordenadores sólo fueron posibles porque ellos descubrieron las
ecuaciones que gobiernan el comportamiento de los átomos. Sin la física
cuántica tampoco tendríamos telecomunicaciones modernas ni
radioterapia. Prácticamente todos los procesos industriales, desde la
producción de aviones a medicamentos, usan luz láser, un fenómeno
que se descubrió como solución matemática a ciertas ecuaciones de la
mecánica cuántica.
La geopolítica de la segunda mitad del siglo XX tampoco puede
comprenderse sin otra creación de los físicos cuánticos: la bomba
atómica.
Hemos nacido en un mundo cincelado por la imaginación de gigantes
como Einstein, Bohr, Heisenberg o Dirac.
Por cierto, la Web la inventó otro físico mientras trabajaba en el
Laboratorio Europeo de Partículas. O sea que, en la escritura de esta
entrada se han necesitado, al menos, dos físicos cuánticos: Tim Bernes
Lee y yo. Jabugo de bellota.
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Queridos lectores de azules pupilas, ¿les apetece que comencemos en el
blog