LA FAMILIA ANTE LA PSICOSIS

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LA FAMILIA ANTE LA PSICOSIS ( o las reacciones del sistema familiar ante un gran problema: su pérdida de equilibrio, su desestructuración ) "No son las cosas en sí las que deben preocuparnos, sino las opiniones que de ellas nos formamos". ( Epicteto ) INTRODUCCIÓN Como Orientador Familiar, he querido enfocar este extenso artículo sobre un tema que nos es de suma importancia: La familia ante la psicosis. No se trata de cómo diagnosticar ni tratar a los psicóticos (ya hay otros especialistas para ello), sino colaborar en el abordaje terapéutico de ese entorno en el que vive y se desarrolla esa persona enferma, ya que, estoy convencido de que cuando un elemento del sistema se desestabiliza o ha sido desestabilizado por éste, todo el sistema ha de ser tratado y reajustado para que encuentre, en la medida de lo posible, la homeostasis requerida para funcionar lo mejor posible. No se puede negar que es la familia, o lo debería ser, la que va a llevar la carga del trastorno y en definitiva va a tener que enfrentarse con lo impredecible del mismo. Es por lo tanto obvio aseverar que la evolución de algunas psicosis va a depender en gran medida de las condiciones sociales, culturales y, sobre todo, familiares, ya que

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El papel del Orientador familiar ante estos temas. Articulo del autor Juan José López Nicolás, Orientador Familiar. Articulista de la página Terapia y familia

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LA FAMILIA ANTE LA PSICOSIS( o las reacciones del sistema familiar ante un gran problema: su

pérdida de equilibrio, su desestructuración )

"No son las cosas en sí las que deben preocuparnos, sino

las opiniones que de ellas nos formamos".

(Epicteto)

INTRODUCCIÓN

Como Orientador Familiar, he querido enfocar este

extenso artículo sobre un tema que nos es de suma

importancia: La familia ante la psicosis.

No se trata de cómo diagnosticar ni tratar a los

psicóticos (ya hay otros especialistas para ello), sino

colaborar en el abordaje terapéutico de ese entorno en el

que vive y se desarrolla esa persona enferma, ya que, estoy

convencido de que cuando un elemento del sistema se

desestabiliza o ha sido desestabilizado por éste, todo el

sistema ha de ser tratado y reajustado para que encuentre,

en la medida de lo posible, la homeostasis requerida para

funcionar lo mejor posible.

No se puede negar que es la familia, o lo debería ser,

la que va a llevar la carga del trastorno y en definitiva

va a tener que enfrentarse con lo impredecible del mismo.

Es por lo tanto obvio aseverar que la evolución de algunas

psicosis va a depender en gran medida de las condiciones

sociales, culturales y, sobre todo, familiares, ya que

aunque sea básica la instauración de psicorrehabilitadores,

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el cariño, la comprensión y la ayuda de familia y amigos,

ha de ser crucial.

Debido a lo laborioso del tema y la ardua tarea que

significa y los momentos terapéuticos que conlleva esta

operación, desde aquí abogo por un equipo multidisciplinar

que pueda abarcar todos y cada uno de los campos de trabajo

específicos que sean precisos (Psiquiatras, Psicólogos,

Orientadores Familiares, Médicos, etc.).

EL CAMBIO VITAL.

Cuando un miembro de la familia enferma, se altera la

vida normal y la convivencia se ve afectada, por ello es

importante la información y la comprensión de la

enfermedad, extremos que ayudarán a mantener la armonía

dentro de la familia.

No cabe duda de que surge un gran impacto porque

generalmente no se quiere aceptar el hecho, creando en las

interrelaciones mensajes verbales y no verbales plagados de

angustia. Aparecen reproches mútuos entre los familiares,

ya no se duerme (insomnio), se deja de hacer la normal

actividad social que se hacía ( se sale menos), y en

general hay un deterioro en la vida normal. Esta situación

provoca unas series de crisis que hay que afrontar de una

manera práctica, ya que de otra forma está condenada la

familia a precipitarse en un caos generalizado.

Lo más importante, desde el punto de vista de la

familia, es, es primer lugar, reconocer los síntomas de la

enfermedad al comienzo y posteriores crisis (si las hay) y

saber cómo actuar en tales casos. Hay una primera máxima o

idea que ha de tenerse en cuenta y de ahí partirá todo lo

que ha de hacerse: nadie tiene la culpa, no hay que

sentirse avergonzado. Ya la Organización Mundial de la

Salud (O. M. S.), tratando el tema de esquizofrenia y

familia dice que hay que:

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- Tener la máxima información posible de la

enfermedad y no quedarse nunca con ninguna duda, ni de la

enfermedad ni de los tratamientos aplicados.

- Sintonizar con el médico lo más posible, es

decir, colaborar a que entre enfermo y familia exista un

ambiente cordial.

- Evitar el aislamiento, participar en reuniones,

grupos de excursiones y cuantos acontecimientos sean

cotidianos; "la soledad solo aumenta la angustia y no

conduce a nada positivo".

- Fijarse objetivos modestos con el paciente. Más

vale que apruebe una signatura o escriba una página, a que

no haga nada.

- Evitar el enfrentamiento directo con el

paciente (salvo caso de gravedad), y para ello, si es

preciso, recurrir a terceras personas. El esquizofrénico a

veces hace más caso a hermanos o amigos que a sus propios

padres.

- Nunca eludir con el paciente el diálogo sobre

aquello que le preocupa, manifestándole en todo momento,

con veracidad qué es lo que padece aunque parezca que no lo

entiende.

Esto ya es importante, pero complementa esta serie de

cosas el que la familia cuente con un buen profesional

entusiasta, preparado y dispuesto a ayudar, sobre todo, en

los problemas "no médicos" de la familia, y con su mejor

consejo, por lo que pienso que se hace imprescindible

incluir al sistema familiar en el proceso terapéutico, ya

que una familia agotada o tensa no creo que sea un buen

ambiente para ningún enfermo.

No cabe duda que cuando a una familia le "toca la

china", un enfermo mental, cree haber entrado en un "mal

sueño", pues estamos en una sociedad que sigue sin

comprenderlo ni entenderlo. Si nadie está libre de padecer

una enfermedad de este tipo es para que los dirigentes y

responsables sanitarios comenzaran a dar otros enfoques

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distintos a los actuales, ya que este tipo de paciente

necesita un enfoque peculiar, fuera de despachos oficiales

y centros sanitarios.

HACIA LO SISTÉMICO.

Grandes autores de esta tendencia terapéutica, la

sistémica, postulan lo que hasta ahora hemos ido señalando

en cuanto que un elemento del "sistema" puede "enfermar"

por el propio sistema. Si esto es cierto, cómo relacionar

el trastorno de la pareja parental con el trastorno del

hijo/hija. Algo parecido se puede leer en otra cita de

Framo, 1965, pág. 182: "cuando hay hijos con trastornos hay

siempre un matrimonio con trastornos, aun cuando no todos

los matrimonios con trastornos producen hijos con

trastornos".

Ahí creo que está el secreto del tratamiento clínico,

según mi opinión, en la necesidad de trabajar en un

contexto en el que el paciente identificado se está

desarrollando y madurando. No es mi intención dejar al

paciente a un lado, sino simultanear las funciones

terapéuticas con la familia nuclear y, por qué no, con el

sistema familiar de origen, que a ciencia cierta algo tiene

que decir. Seguro que " las variantes propias de cada

familia nos ayudan a reconstruir y comprender el proceso

interactivo, que en un momento dado culmina en conductas

indeseables de algún hijo" (M. Selvini).

Aunque pueda parecer que me estoy alejando del título

del trabajo (LA FAMILIA ANTE LA PSICOSIS), no es así. Lo

que pretendo es dejar bien sentado que la psicosis, con ser

una enfermedad grave, no viene sola, no aparece por arte de

magia, aunque hayan científicos y estudiosos del tema que

marcan sus inicios por causas tan diversas como

predisposición genética, infecciones víricas,

complicaciones en el parto, desequilibrio de los

neurotransmisores, etc. Ni siquiera puedo negar ninguna de

estas causas, pero sí aportar que muchos de los

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comportamientos psicóticos del niño, adolescente o adulto,

pueden provenir por unas conductas y actitudes

contraproducentes y dolosas dentro del contexto en el que

se "maduraba" el ser, niño, joven o adulto, que ahora

presenta ciertos trastornos muy sintomáticos.

Es la familia la que ahora puede decir "yo no soy", es

él/ella el/la que tiene el problema, sin preguntarse por

qué reacciona él/ella de esa manera. "Nosotros venimos

porque mi hijo no funciona bien..."¿Seguro?

No me cabe duda de que en muchos trastornos "la mecha"

para que aparecieran fue puesta, conscientemente o no, por

alguien o algo relacionado con el sistema familiar. Por

este motivo creo más oportuno que cabe preguntarse, ¿qué es

lo que hay dentro del sistema que hace que se mantenga el

problema?

Ya quedó comentado qué debe hacer la familia de cara

al paciente identificado para afrontar (tratamiento

prioritario de choque) esa enfermedad y hacer que aquel

comience a estabilizarse y sentirse mejor, pero ahí no

termina la razón de ser de la familia. Si este fuera el

final creo que habríamos afrontado el problema desde el

punto de vista del Cambio 1. A nosotros nos interesa ir más

allá (siempre que la familia lo permita), a los orígenes

del problema que se ha instaurado "aquí y ahora".

Es crucial, de todas formas, que la familia asuma el

reto y los consejos para cambiar actitudes. La pérdida de

control haría imposible establecer las reglas de juego,

puesto que el enfermo sigue pendiente de la familia como un

elemento más que es de ella.

En definitiva, creo que puede haber "juegos

psicóticos" en un paciente identificado (PI) como

"provocación" orientada a estimular reacciones de cambio en

su entorno familiar, por lo que nuestro trabajo de

investigación, difícil, no lo niego, ha de ir encaminado a

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construir una hipótesis que ponga de manifiesto el por qué

del síntoma en la familia y su relación con el contexto.

Queda claro, pues, que parto de la posibilidad de que las

relaciones perturbadas entre los miembros de la familia

hubieran influido negativamente en el PI.

Este razonamiento conlleva a que ante la psicosis el

paciente designado no es sólo el afectado, sino que podemos

hablar de una tendencia psicótica de la familia completa.

Al igual que existen familias anoréxicas, familias

neuróticas, presididas por la angustia, familias

atemorizadas, que no dejarán de ser familias fóbicas,

familias permanentemente amenazadas por un algo que no

siempre se llega a formular, constituyendo así una familia

obsesiva, etc., como digo, también hay un tipo de familia

psicótica en la que el miembro sintomático es, lo que

podríamos llamar, la punta del iceberg. Para muchos

problemas es conveniente remontarse a las generaciones

precedentes buscando otros "miembros sintomáticos", porque

la transmisión de pautas disfuncionales se verifica a

través de la comunicación de comportamientos que se han

aceptado como "normales" en algunos miembros significativos

del sistema familiar, visto en varias generaciones.

Quiero incidir en que lo importante, bajo mi punto de

vista, no es dejar al paciente designado ocioso en casa con

una fuerte administración de psicofármacos, sino intentar

trabajar con el resto de la familia cambiando conductas que

seguramente influirán en el comportamiento del PI, si las

prescripciones a la familia van siendo las correctas. La

familia no está ajena a nada de lo que sucede y como

argumenta Mara Selvini Palazzoli, en su libro "Los juegos

psicóticos en la familia", si hay unos padres sanos,

inteligentes y lo bastante motivados para cumplir fielmente

todos los pasos de las prescripciones del terapeuta, es

posible que sin tratar directamente el síntoma en el PI,

consigamos cambiar actitudes en él.

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Con esto se va poniendo cada vez más de manifiesto que

la terapia individual puede quedar incompleta y la

tendencia se dirige a confeccionar ese camino para aprender

sobre las relaciones que coinciden con la presencia en una

familia de un miembro psicótico, observando, con sumo

cuidado, las reacciones eventualmente diversas de los

distintos miembros. Una ocasional falta de reacciones de

los familiares, o su inexistencia, resulta anómala y

dudosa, por lo que el terapeuta ha de llevar mucho cuidado

y estudiar el por qué de la "no reacción".

La familia y sus "juegos sucios".

Es imposible, por imperativo natural, que no se

utilice la familia como lugar en donde el ser humano

madura, se forma y va adquiriendo todos los elementos

esenciales para volverse adulto. Si en estos ciclos por los

que se pasa vamos bebiendo del sentir y la cultura dentro

de una familia "no sana", se termina por sufrir las

consecuencias en algún momento determinado de la vida

(sobre todo si se pierden los recursos apropiados para

afrontar los "peligros emocionales" del vivir cotidiano).Es

fácil encontrar familias que, según M. Selvini, viven en y

con su entorno realizando, la mayoría de veces de forma

inconsciente, "juegos sucios". Por tal término se entiende

el conjunto de medios desleales, "como engaños sutiles,

mentiras, venganzas, manipulaciones, promesas ambiguas",

mensajes de doble vínculo, triángulos perversos, alianzas

entre subsistemas marcadas por la ambigüedad, etc. Esto

manifiesta que la conducta psicótica del PI. puede estar en

conexión directa con este "juego sucio".

¿Es que es difícil que uno se sienta traicionado por

algún miembro del sistema familiar? En este contexto de

manipulación es fácil encontrar a alguien sintomático y,

tal vez, menos fuerte que los demás, al que las reacciones

emocionales lo lleven a desarrollar una psicosis en toda

regla. ¿Qué tratar, pues, en nuestra terapia? Sigo

insistiendo que lógicamente el PI y a la familia, como

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contexto forjador de los estímulos o caldo de cultivo

propicio para que nuestro paciente designado se afiance a

su vida o se sumerja en el caos mental, en ese ambiente

totalmente insano, patógeno.

Si la familia no se convierte en protectora del

estrés, es inútil augurar una mejoría en nuestro paciente y

mucho menos si no observamos la meta de no provocar

situaciones que alteren el equilibrio real, el de esa

familia en particular, que no tiene por qué ser el mismo

que el de otra.

Es sabido que las "familia psicóticas" se caracterizan

por la rigidez, por la falta de adaptación y aceptación a

los cambios, por lo que tendremos que trabajar todos estos

aspectos conforme se vayan detectando, pero sin, a mi modo

de ver, encerrarnos o limitarnos a una terapia

exclusivista, o sea, permitirnos ser eclécticos para poder

coger lo que nos convenga de todas las teorías

terapéuticas, la parte que mejor vaya a nuestro caso

particular y en el momento adecuado.

Esos "juegos" que se viven en la familia se van a dar

en todo un comportamiento y, por tanto, en sus niveles de

conducta, emocional y de pensamiento, así que nuestra labor

en la familia debe ser amplia y, por su importancia en el

futuro, nada fácil. Todo tipo de interacciones que hemos

mencionado se pueden interponer entre los miembros del

sistema familiar observando su alto potencial patógeno. La

reconstrucción de los objetivos primarios de la familia ha

de pasar necesariamente por una psicoeducación y

reestructuración de las bases, que vuelvan al equilibrio

personal y de conjunto.

Todo este juego, con los movimientos estratégicos que

lo configuran, se trama siempre en el nivel analógico, no

verbal, por lo que mencionamos como parte integrante del

"juego sucio" los episodios del doble vínculo. Los actos,

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las actitudes van a ser muy distintos a las palabras que se

emitan, de ahí que la observación de todas las pautas, en

nuestras entrevistas, ha de perseguir un solo objetivo: de

forma sutil abordar el cambio 2. Para ello captemos

correctamente en ese nivel analógico los aspectos

provocadores de determinadas conductas que, probablemente,

estén aprisionando a algún elemento de nuestro sistema

familiar en tratamiento, y tengamos la estrategia apropiada

para poder observarlo precozmente, obteniendo la mejor

herramienta con la prevención de nuevas situaciones que

disparen la parcela emocional de todo el sistema.

Ya que no veo la posibilidad de vivir en una familia y

estar ajeno a todos los movimientos que se generan en ella,

en los ciclos evolutivos de cada miembro aparecen nuevas

situaciones que se interrelacionan con los otros elementos

del sistema, adecuándose, bajando, subiendo, alternándose

en el poder, decidiendo, poniendo y quitando

reglas,...Viviendo, en definitiva. Cuando en todo este

juego vital eclosiona la psicosis, que no tiene por qué

darse necesariamente si se disponen, como ya mencioné, de

los recursos adecuados, es porque el equilibrio se ha roto

y se ha fracasado de forma activa o pasiva. En nuestro

deseo natural de someter siempre al otro y crear las

alianzas pertinentes y acordes al momento vital, hay o

surge un "crac", una ruptura de desilusión que no se habla,

no se comparte verbalmente, no se comunica (¿dónde está la

asertividad?), se soporta y, al final, puede con uno como

una carga difícil de sostener. Aparece, pues, como protesta

ante eventos y situaciones que la familia ha ido sembrando

a lo largo del tiempo. "De todos modos, sea que ande a

tientas en medio de las tinieblas de la confusión o se

hunda en el retraimiento depresivo, o se sienta poseído por

un furor destructivo, sea, por último, que oscile entre

estos tres estados de ánimo, el paciente no afloja su

presa" (M. Selvini). La presa pueden ser sus padres, o uno

de ellos, aquel que le ha defraudado, aquel a quien quiere

demandarle algo de forma subliminal, aquel quien ha

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alterado los fundamentos lógicos de "su mundo". Y todo por

el "juego sucio" que se establece en el sistema familiar:

alrededor del síntoma del hijo/a cada miembro de la familia

adopta su propia estrategia o posición. Se sigue jugando y

jugando mal.

Ante esto, no cabe duda de que el juego parental y la

familia completa toma una postura ante la psicosis, que veo

sólo con dos alternativas: superarla o mantenerla. Sólo

hay, creo, una solución y no fácil en su proceso, que es

enmarcar a la familia en un "marco terapéutico" fijando,

igualmente un contrato terapéutico adecuado, en el cual las

condiciones se vayan dando para compartir las situaciones

anómalas que, describiendo y descubriéndolas, nos metamos

en sus dudas e interrogantes para buscar las respuestas.

Somos detectives, nodrizas, espejos y piedras que escuchen,

en ocasiones. ¿Fácil, verdad? Obviamente, no. Una evolución

con algún triunfo siempre nos dará esperanza, "infundada

pero no por ello menos viva, de que en el futuro algún

santo nos inspire para conocer [cuando ya hayamos aprendido

"todo"] una nueva estrategia"; tal vez pidiendo para que

los padres, la pareja parental, pasen de la responsabilidad

patógena a la responsabilidad terapéutica.

Nota.- Trabajo y datos extraidos del libro "Los juegos psicóticos en la

familia" de Mara Selvini Palazzoli, Stefano Cirillo, Matteo Selvini y Anna

Maria Sorrentino de Editorial Paidós Terapia Familiar.

PUBLICADO POR JUAN JOSE LOPEZ NICOLAS