La cuestión metodológica

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  Capítulo III LA CUESTIÓN METODOLÓGICA* 1. MÉTODO Y CONOCIMIENTO Entendida en su sentido más amplio y más cercano a su significado etimológico, la «metodología» se define como el conjunto de medios tanto teoréticos, conceptuales, como técnicos que articula una disciplina para alcanzar sus fines. La «articulación de ese conjunto de medios» pretende indicar, con la menor ambigüedad posible, cuál es el camino que es necesario seguir para producir el tipo de conocimientos más adecuado a su objeto de análisis. Es obvio que si se adopta esta acepción del término «metodología» no queda más remedio que proceder al estudio exhaustivo de la fundamentación y de las características de una disciplina, de cara a poner de manifiesto no sólo la naturaleza de sus recursos técnicos, sino también la estructura de sus teorías, así como los principios de racionalidad que guían su quehacer conceptual. Existe, sin embargo, un sentido más restringido y más usual, que limita la extensión del concepto de «metodología» al conjunto de los  p roc ed imie nt o s utilizados para fundamentar la aceptabilidad científica de los conocimientos elaborados en una disciplina. En el bien entendido que no es suficiente con describir estos procedimientos, sino que deben ir acompañados de la exposición d sus principios de racionalidad y de sus  justificaciones explíc itas. Es esta segunda acepción la que se utilizará aquí. Sin embargo, aún es necesario formular una precisión suplementaria para acotar con exactitud el nivel de análisis en el que pretendo situarme. En efecto, existe cierta tendencia a equiparar la metodología de una disciplina con las técnicas concretas que constituyen su equipamiento instrumental. Y es bien conocido que la psicología social se caracteriza precisamente por la riqueza y la diversidad de las Publicado en: Ibáñez, T.  Aproxima cion e s a la ps icol ogía so cial. Barcelona.

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Capítulo III LA CUESTIÓN

METODOLÓGICA*

1. MÉTODO Y CONOCIMIENTO

Entendida en su sentido más amplio y más cercano a su significadoetimológico, la «metodología» se define como el conjunto de medios tantoteoréticos, conceptuales, como técnicos que articula una disciplina paraalcanzar sus fines. La «articulación de ese conjunto de medios» pretendeindicar, con la menor ambigüedad posible, cuál es el camino que esnecesario seguir para producir el tipo de conocimientos más adecuado a suobjeto de análisis.

Es obvio que si se adopta esta acepción del término «metodología»no queda más remedio que proceder al estudio exhaustivo de lafundamentación y de las características de una disciplina, de cara a ponerde manifiesto no sólo la naturaleza de sus recursos técnicos, sino también laestructura de sus teorías, así como los principios de racionalidad que guíansu quehacer conceptual.

Existe, sin embargo, un sentido más restringido y más usual, quelimita la extensión del concepto de «metodología» al conjunto de los procedimientos utilizados para fundamentar la aceptabilidad científica delos conocimientos elaborados en una disciplina. En el bien entendido que noes suficiente con describir estos procedimientos, sino que deben iracompañados de la exposición d sus principios de racionalidad y de sus

 justificaciones explícitas.Es esta segunda acepción la que se utilizará aquí. Sin embargo, aún

es necesario formular una precisión suplementaria para acotar conexactitud el nivel de análisis en el que pretendo situarme. En efecto, existecierta tendencia a equiparar la metodología de una disciplina con lasécnicas concretas que constituyen su equipamiento instrumental. Y es bien

conocido que la psicología social se caracteriza precisamente por la riquezay la diversidad de las

Publicado en: Ibáñez, T.  Aproximaciones a la psicología social. Barcelona.

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dos correlaciónales hacia una nueva «balada» metodológica queenfrenta a los «cuanlitalivistas- con los «cualitativistas- (Arvira. 1982).Como en el caso de la polémica anterior, las exhortaciones van endirección a reconciliar ambos métodos en una perspectiva decomplcmentaricdad supuestamente beneficiosa para la investigación(Rcichardt y Cook, 1981). Sin embargo, es difícil que los partidarios delos métodos cualitativos acallen sus reticencias ante la cuantificación,

según ellos «indebida-, de ciertos procesos y fenómenos sociales.Efectivamente, el cnfrcntamienlo entre los dos enfoques arraiga

por lo general en profundas  divergencias epistemológicas que evocan la-batalla de los métodos- librada a principios de siglo. Es obvio que apartir del momento en que se está convencido de la importancia quetienen las dimensiones  simbólicas de lo social, y del papel quedesempeñan los significados, se llega lógicamente a la conclusión de quelas técnicas interpretativas son efectivamente las más adecuadas a lanaturaleza del objeto social. El problema surge en la medida en que el

 significado es, por propia  ik-lmni.ni. ina-prcsablc en los formalismosnecesarios para proceder a una cuantificación. En e fecto, su carácter de-sistema abierto-, de proceso «permanentemente en construcción» y defenómeno siempre -con-Icxtualizado- lo convierten en un objetoradicalmente  no-formali-¡able (Castoriadis, 1978). Se asiste enconsecuencia al desarrollo, o a la aplicación, de una serie de técnicascualitativas que tienden hacia la comprensión de los fenómenos socialesmás que a su predicción.

Cabe señalar en este sentido que el análisis de contenido, en suversión «interpretativa-, se utili/.a por ejemplo como uno de los

instrumentos para dilucidar las representaciones sociales, mientras quela ctnomctodología y la «sociología cognitiva- de Ci-courelpopularizan una serie de técnicas que permiten acercarse a los procesosde construcción de los significados en el seno de comunidades«naturales». Por otra parte, la observación participante, las «cámarasingenuas-, el análisis de discurso - en su versión menos lingüística-, lashistorias de vida, los esludios de archivos, el análisis deconversaciones, la narrativa, los estudios de casos, el análisisinstitucional, van constituyendo poco a poco una caja de herramientasque se presenta como alternativa a la metodología cuantitativadominante en psicología social. No carece de interés señalar en estesentido que Donald T. Campbell, uno de los mejores expertos entécnicas cuantitativas y en metodología experi-

mental, ha terciado en defensa de los métodos cualitativos y no hadudado en declarar hace pocos años que:

Me adhiero a quienes rcinvinüican la importancia de la her-menéutica para las cicncas sociales (Campbell, 1986, 109).

3. LAS POLÉMICAS SOBRE KI. MÉTODO

EXPERIMENTAL EN CIENCIAS SOCIALES 

Como ya he indicado, el método experimental ha sido sin lugar a dudasel método predilecto de la psicología social a partir del momento en quese instaló firmemente en su seno durante la década de los años treinta.Los múltiples perfeccionamientos que se han aportado a laexperimentación psicosocial desde sus tiempos pioneros, tanto encuanto al control de las condiciones experimentales, como a lacomplejidad y el rigor de los diseños, y a la potencia y sofisticación delos instrumentos de análisis, no han acallado, sin embargo, las críticasque se le han dirigido, aunque sí han servido para reafirmar en susconvicciones a aquellos que ven en la experimentación, si no unacondición suficiente, si por lo menos una condición necesaria paragarantizar la cientificidad de la disciplina. Tanto las críticas como lasvaloraciones positivas, pero sobre todo la propia ccntralidad de estemétodo para la psicología social, exigen que le dediquemos aquí unaatención muy particular.

A lo largo de la década de los años sesenta y de los años setenta,hemos asistido a una auténtica proliferación de los ataques dirigidoscontra la utilización del método experimental en ciencias sociales. Así por ejemplo, se ha cuestionado la   relevancia social  que tienen losconocimientos producidos a través de este método (Ring. 1967; Sheriff.1970). la dimensión ética del mismo, es decir, el grado en que respeta loque, de forma muy sintética, podríamos llamar la dignidad humana(Kelman, 1965, 1967), las distorsiones introducidas por el   tipo de

 población que se utili/a para efectuar los experimentos, y los sesgosintroducidos por el método de reclutamiento de los sujetos (Jung, 1969). Elanálisis de las características de los sujetos, de las atribuciones designificados a las que proceden dentro de la propia situaciónexperimental, así como de los roles que desempeñan de formasestratégica en el laboratorio, ha hecho decir a algunos investigadoresque el único

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mente, para poder concluir la existencia de unos efectos causales entrevariables, pasa por el estricto  aislamiento de esas variables respecto de

 todos los factores que pueden incidir sobre ellas o sobre sus relaciones.En efecto, el experimentador sólo puede acceder a una plena garantía deque la relación observada existe efectivamente, en la medida en que lasúnicas variaciones introducidas entre dos o más estados del sistema queestá investigando son precisamente las variaciones que él mismo

introduce y controla, con exclusión de cualquier otro elemento debido afuentes naturales o artificiales de variación. Tomada al pie de la letra,esta exigencia es evidentemente imposible de cumplir cuando se trabajacon sujetos humanos, simplemente porque no hay dos sujete» que seanestrictamente equivalentes en cuanto al conjunto de factores que pueden

incidir, más o menos directamente, sobre las variables estudiadas. Sinembargo, los investigadores han articulado una serie de procedimientospara acercarse lo más posible a las condiciones   sine qua non de laexperimentación. Estos procedimientos pasan, como es bien conocido,por  neutralizar los posibles efectos que las   sanables extrañas»puedenejercer sobre las -v«j- riables explicativas», ya sea fijando estrictamente elvalor de esas variables para que no diferencien las situaciones {-variables

 controladas»), ya sea igualando sus efectos en las distintas situaciones{'variables aleatorias»). Depende entonces del ingenio del experimentadorel que no intervengan otras variables perturbadoras, y es el análisis delos datos el que le informará de si ha conseguido o no aislarsuficientemente el sistema que ha construido de cualquier influencia

 tnterftriente. Una de las condiciones básicas para que las situacionesexperimentales sean estrictamente comparables pasa, por lo tamo, por laalcatoriración cuidadosa de los sujetos investigados:

La aleaiornación está dsenada para asegurar que. dentro deniveles de improbabilidad especificados, los grupos sonefectivamente equivalentes antes de que se les someta a untratamiento (diferencial) (Grcenbcrgy i-olger. 1988. p 81)

Oucda claro, por lo tanto, que para conseguir poner de manifiestola influencia de los factores experimentales, es decir, la existencia deuna posible relación entre las variables explicativas, el diseñoexperimental necesita eliminar la influencia de lodos los factoresparásitos. El grado en que esto se consigue caracteriza precisamente lavalidez interna del experimento (Campbell y Stan-

sujcln realmente ingenuo en la situación experimental es el propio in-vestigador. En el marco de este conjunto de cucslionamicnlos críneos,lo* debates que plantean los problema* más sustantivos han girado entorno a la valide: misma del proccdimicnlo experimental.

Algunos de los aspectos que se han cuestionado afectan a lapráctica experimental.sta pero la trascienden en la medida en que se tratade aspectos comunes a las diversas técnicas de medición, o de los efectosgenerales de la cuantificación. Así por ejemplo, entre los aspectos quedesbordan la estricta cuestión de la experimentación, se encuentra poruna parte el problema de la -validez de construclo» (Cronbach y Meehl,1955), entendida como la adecuación entre las variables teóricas y sutraducción operacional y, por otra parte, la 'validez individual' (Matalón,

19HK), entendida como la difícil transposición de los resultadosestadísticos conformados a través de un proceso de 'agregación - de dalos

individuales a los procesos individuales que los han engendrado Esobvio, en efecto, que el mismo proceso de  alegación puede introducirimportantes efectos distorsionantes acerca de lo que ocurre realmente anivel de los individuos. Sin embargo, las dos cuestiones que afectan másespecífica mente a la experimentación en psicología social son lascuestiones relativas a la -validez interna» y a b •validez extema'. Ambashacen referencia de alguna forma al carácter -construido- de la situaciónexperimental y, por lo tanto, a las implicaciones que se desprenden de la-artificialidad- de las situaciones analizadas.

Otra de las cuestiones específicas a la experimentaciónpsi-cosocial se plantea en términos de la significación de sus resultados.Esta cuestión hace referencia tanto al problema técnico de las  pruebas de

  significación estadística como al problema mucho más general de la significación sustantiva de los datos experimentales. Es precisamente esleconjunto de cuestiones el que se expondrá a continuación.

Validez y artificialidad 

 a ) La polémica sobre la validez interna No está en mi intención entraren la filosofía de la experimentación ni tampoco en los detalles delprocedimiento experimental, pero es preciso recordar que la condiciónine qua non para poder establecer la existencia de una relación funcional

estricta entre variables, o más precisa-

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lev 1963). Lo 9UC >«lcrcsa  desUcar  a4ui  cs  t*uc  csla v^'dez intcr-^ i in sólopuede conseguirse, como se ha vislo,  cerrando estheta-niente un sistema,es decir,  aislándolo drásticamente del exterior, de forma que cualquierefecto que se manifieste en su seno sea absolutamente independiente delo que pueda ocurrir fuera del sistema.

Como ya se ha expuesto en el apartado historiográfico, a principiosde los sesenta varios investigadores plantearon serias dudas acerca de silos experimentos habitualmenlc realizados en psicología social ofrecíanen efecto las suficientes garantías en cuanto a su valide/ interna. Así porejemplo. Orne llamó la atención sobre «las características de lademanda*, cs decir, sobre el conjunto de sutiles indicadores que elexperimentador introduce inconscientemente en el planteamiento mismode las situaciones experimentales, incitando a los sujetos a que secomporten de una forma acorde con los resultados esperados (Orne.

1962). Por su parte. Rosenthal llamó la atención sobre la introducción devariables no controladas, señalando la existencia de sesgos debidos a laspropias espectativas del experimentador (-sesgo del experimentador-), elcual influencia el comportamiento de los sujetos por medio de una seriede indicadores no verbales (Rosenthal, 1963a). El mismo Rosenthalseñaló también la existencia del «efecto del experimentador»,refiriéndose a la incidencia que podían tener en la situación experimentallas diversas características personales del propio conductor delexperimento (Rosenthal, 1963b). En resumidas cuentas, se indicaba deesta forma que el propio experimentadorconstituía una variable ¡yerturbadora

que nadie había pensado en controlar, y que podía introducir distorsionessistemáticas, ya sea a través del -efecto del experimentador», del -sesgodel experimentador» o de las «características de la demanda*. Esteconjunto de críticas en relación con la validez interna de los experimentosoriginó una fuerte polémica entre quienes negaban la existencia de esossupuestos efectos (Barber y Silver, 1968), y quienes replicaban a su vezlos argumentos de los anteriores (Rosenthal, 1968). En cualquier caso, laduda introducida por Orne y por Rosenthal sirvió de catalizador para elcucstionamiento crítico de la psicología social experimentatista que se

desarrolló a finales de los años sesenta y principios de los setenta.Otro de los elementos que agudizó las dudas frente al métodoexperimental fue la dificultad en  replicar convenientemente los ex-perimentos psicosocialcs. En efecto, la replicación exitosa de unexperimento, lejos de contribuir como lo creen ciertos inductivis-

tas a incrementar la verosimilitud de las conclusiones que se hanalcanzado, tiene por objetivo principal confirmar la validez interna dela investigación, cs decir, confirmar que el -cierre» del sistema se harealizado con la suficiente estanquidad. Así es, la relación establecidamediante un experimento internamente válido cobra su verosimilitudcon base en las propias condiciones experimentales y no se añadeabsolutamente nada comprobando una y otra ve/ la existencia de dicharelación. Sin embargo, los propios experimentalistas admiten que esprácticamente imposible replicar con éxito un experimento depsicología social:

la norma en psicología social cs que no se consigue replicarlos resultados... (Kenny, 1985, p. 492).

el fracaso en replicar los resultados psicosocialcs.cuando lo mienta un investigador crítico, constituye mas

frecuentemente la regla que la excepción en el campo dela psicología social (Baumnd. 1983. p. 1290).

Estas citas, que podrían ampliarse hasta la saciedad, constituyen la másimplacable de las críticas al expe rime ntalismo en las ciencias sociales,en la medida en que cuestionan la única justificación que pueda tener laexperimentación. En efecto, a partir del momento en que las relacionescausales quedan establecidas mediante un procedimiento que carece devalidez interna porque no consigue aislar el sistema investigado, setorna perfectamente inútil recurrir a la experimentación.

o) La polémica sobre la validez extema: los malentendidos crónicos. Esobvio que el problema de la validez externa no merece ni siquiera serconsiderado si no se tienen buenas razones para suponer que la validezinterna ha sido asegurada.

Partiendo del supuesto de que se da efectivamente una suficientevalidez interna, muchos investigadores han reprochado insistentementea los exper i menta listas su incapacidad para poder extraer  conclusiones

 generalizabasa las situaciones de la vida real-. Sin duda, las acciones delos paruapanics en un expe rímenlo constituyen, en parte, una funciónJe la estructura de laboratorio, lín la medida en que esta cs radicalmente

distinta de la estructura fuera al Laboratorio... es escasamente probableque se descubra nada que pueda ser transferido a las situaciones de la

vida real (llarré y Sccord. 1972, p. 60).

Esta manifestación es sin duda representativa de una corrientede opinión, bastante extendida entre los psicólogos socia-

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constituye una de sus características definitohas y es, por lo tanto,absurdo -pedir peras al olmo-. La función y la utilidad de los ex-

perimentos radica exclusivamente en su capacidad de contrastarempíricamente unas hipótesis, preferentemente causales, derivadas deteorías y «decirnos- algo que no versa sobre la realidad sino  sobre las

 teorías que elaboramos para explicar la realidad \x» experimentos delaboratorio se orientan manifiestamente hacia la contraitación de

hipótesis causales (Berko-wiw y Donneruein. 19K2, p. 247).... ante un experimento no debemos preguntarnos sirepresenta bien la realidad, ano que leona te supone quereprésenla ya la representa rven ((¡mez, 1975. p. 87). Alargumentar a favor elcl método experimental, tomamoscomo axioma que la finalidad para la cual este método teadecúa mejor e» ta de contrastar teorías más que desenrwel mundo tal y como es (Arornon. Brev-er y Carlsmrth.1985, p. 441).

I I único uso legítimo del laboratorio es la contrataciónde teorías (Webwer y Kervin. 1971. p. 268).

En este sentido lo que sí conviene potenciar es el -realismo

experimental*, es decir, el grado en que el experimento es capaz desuscitar respuestas -auténticas- por parle de los sujetos, y no e l -realismo

 mundano* por el que abogan los exponentes de la validez exlerna(Carlsmith, Ellsworth y Aronson. 1976).

Señalemos de paso que la reacción de los experimentalistas es aveces contradictoria con sus propios principios, como cuando Jonesplantea por ejemplo que:

el objetivo último de la psicología social consiste enpredecir la conducta en el entorno natural (Jones, 1985. p.66).

pues es obvio que si la conducta fuese predictiblc en situaciones na-turales, sobraría el recurso a la artificialidad de los experimentos. Ocomo cuando Hcnshel afirma que: siempre que se observe en ellaboratorio un efecto potencial-mente benéfico, el objetivo debería serhacer que el mundo externo se asemejara al laboratono, y no que ellaboratorio se asemejara al mundo externo (Hcnshel. 1980, p. 475).

es obvio que si se puede conseguir lo más difícil (asemejar la realidad-natural- al laboratorio), también se puede conseguir lo más fácil (larelación inversa), y se da con ello argumentos a quienes defienden elprincipio de la validez externa.

les. que no concibe otra justificación para la investigación que la deexplicar -la vida real, de la gcnle real, en un mundo real-. Esto corrientede opinión aceptarla la experimentación en la medida en que susresultado* fuesen efectivamente generalizabas a las situaciones realesPara que esto fuese posible, se argumenta que las situacionesexperimentales deberían perder algo de su  amfuiaudad, acercándose lomás posible a las -situaciones naturales*. Hace anos. Ilion Brunsi hwu l \ Jrubia abogado en favor de ciertas Mola eiones de las reglas impuestas porel diseño factorial con el fin de incrementar la -validez ecológica* de lasinvestigaciones (Bruns-chwick, 1955), pero su propuesta puede sersubsumida sin mayores distorsiones bajo la exigencia, más general, deuna mayor *\aiidc: externa* de los experimentos.

A pesar de la simpatía que me merece la pretcnsión de ex plicar-la vida real de las personas reales-, no tengo más remedio quereconocer, junio con los cxpcrimcnlalistas, que la exigencia de validez

exlerna carece de sentido.En efecto, por propia definición,  ningún experimento puede serreprese ni al ivo de la vida real, ni lienc sentido alguno perseguir esetipo de objetivo. La fucr/a del método experimental, sea cual sea sucampo de aplicación, radica precisamente en su artificiati-dad deliberada yen su ruptura con las condiciones en que se dan los fenómenos -ensituación natural-:

... la amftcialidad es la fuerza, y no la debilidad de k» expe-rimento» (HcrkowiU y Donncnirin. 1982. p. 256)

En efecto, no es solamente que las situaciones naturales encierrendemasiadas interacciones para que se puedan discernir las relacionescausales, sino que, según las concepciones «realistas» dc la causalidad,es obvio que las situaciones naturales puedan impedir literalmente queaparezcan derlas relaciones de causalidad efectivamente existentes. Elpropio Rom Harré ha contribuido a rehabilitar una concepción no-humana

de la causalidad, expresada en términos de los -poderes» generativos queexisten efectivamente en la propia estructura de la realidad y que pueden,evcnlualmen-le, no producir manifestaciones empíricamenteobservables simplemente porque otras -causas- interfieren con ellas y

neutralizan sus posibles manifestaciones. Es tan sólo en situacionesabsolutamente -antinaturales* donde se pueden conseguir evidencias deesas causas -realmente» existentes El hecho de que los experimentos nopuedan -decir- nada sobre las situaciones naturales

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 La polémica sobre las pruebas de significación

Como ya he insinuado, existen razones obvias para considerar que laexperimentación con «objetos- dotados de un sistema nervioso central, yespecialmente con sujetos humanos, nunca puede satisfacer la exigenciabásica del propio método experimental, es decir, la cerrazón absoluta delsistema bajo estudio y la garantía de que sólo variarán las variables queestán controladas por el experimentador. Como hemos visto, la soluciónpara paliar la imposibilidad de controlar exhaustivamente el sistema pasapor aleatonzar todas aquellas características que escapan a los mecanismosde control, y trabajar con un número de sujetos suficientes para que estaalca-torización ofrezca buenas garantías de que no se manifestarán sesgossistemáticos en la constitución de las situaciones. La utilización de•poblaciones de sujetos' y el consiguiente paso a formulaciones en términos

 probabilíslicospermite, según los defensores del método experimental,acercar sufícic ni emente la experimentación con seres humanos a los

cánones del método experimental. Aun así. tanlo el irreductible mareen deimprecisión de los propios instrumentos de medida, como la nunca perfectaequidistribución de las variables aleatorias, introducen una cierta variama

 perturbadoraen las situaciones sometidas a examen. Es preciso, por lo tanto, calibrar lamagnitud de este •mido», inevitablemente introducido en toda experimentación, y averiguar si las diferencias observadas después de lostratamientos experimentales son imputables al mencionado ruido, o si sepueden considerar efectivamente como resultantes de esos tratamientos.Para averiguarlo se dispone precisamente de los •test de sifpi ificación». Setrata, como es sabido, de técnicas estadísticas que combinan ciertosprincipios de las teorías de la probabilidad con una serie de parámetrosque reflejan los procedimientos de constitución de los gruposexperimentales, y que permiten conocer la probabilidad de que lasdiferencias efectivamente observadas pudieran manifestarse aunque eltratamiento no hubiera tenido ninguna efectividad y aunque lassituaciones fuesen, en realidad, exactamente idénticas antes y después delos tratamientos, o a través de los diversos tratamientos. En otraspalabras, se (rata de saber si la magnitud del «ruido- presente en las

situaciones experimentales es suficiente para engendrar por sí solo lasdiferencias observadas. La hipótesis nula es precisamente la hipótesis deque no se han producido diferencias de las que no puedan dar cuenta, conuna probabilidad determinada, los propios factores de «ruido» que estánpresentes en

Ea esta misma linca de intentar dar respuesta a las exigencias deuna validez externa, se ha dibujado una tendencia a recurrir a los distóos

 cuasiexpenmentales (Campbell y Stanley. 1963) y a los experimentos en

 situaciones •naturales». Sean cuales sean las ventajas que proporcionanestos métodos, y es indudable que presentan un interés sustantivo(Deconchy, 1981). está claro que no pueden satisfacer ni a lasexigencias de la experimentación propiamente dicha, ni a las exigenciasde la valide/ externa. Williaro McGuirc, uno de los máximos defensoresde los experimentos en situación «natural" como forma de remediar lascriticas que se dirigieron hacia la experimentación del laboratorio, hareconocido hace algún tiempo su equivocación:

En un penodo anienor pensé que esta concepción del in-vestigador en términos de un hábil creador de artefactosque forja confirmaciones para su teoría en el laboratoriopodría ser corregida trasladando la investigación haciacontextos "naturales".. Sin embargo, pronto me di cuenta

que este traslado tan sólo alentaría al brillante joveninvestigador a dejar de  \e\ un director de teatro en «Ilaboratorio para convertirse en un "descubridor" demundos naturales Loa Departamentos orientados hacia laexperimentación de campo acabarían formandoinvestigadores con una sensibilidad particular paradescubrir aquellos contextos naturales más adecuadospara hacer que tal o cual hipótesis se confirmeefectivamente (McGuirc. 1983, p. 16)

En definitiva, el problema de la -validez externa» de los experimentos esun falso problema del que los experimental islas no deberían preocuparse.Lo que importa efectivamente es que sus teorías sobre la realidad social

sean adecuadas y puedan ser mejoradas por medio de laexperimentación. Pero que no se malinter-pretc el espaldarazo que estoy

dando a los experimental»! as en la cuestión de la validez externa. Enefecto, el método experimental se enfrenta en el campo de las cienciassociales con suficientes problemas para que no se le instruyan ademásfalsos procesos que no hacen sino consolidar el sentimiento que tienen

muchos experi-mentalistas de que se les ataca injustamente. Las

cuestiones básicas apuntan a la valide/ interna de las investigaciones, al

significado real de las operaciones que se realizan en las situciooes delaboratorio, y, por fin, a la adecuación del método experimental paracontrastar efectivamente el valor de las teorías. Ya veremos que, sobre

todos estos puntos, el experimentalismo se encuentra en una posiciónextremadamente delicada.

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Por su propia naturaleza, la hipótesis nula resulta de una serie deparámetros que son totalmente independientes del valor de las teoríassometidas a prueba y sobre las cuales el investigador puede intervenirlibremente para incrementar las probabilidades de rechazar la hipótesisnula.l a distribución de resultados ugnifcatrvo. y no significativos constituyeun arbitrario y complejo artefacto de 8 factores metodológicosampliamente independíenles de la verosimilitud de la teoría. (Mcehl.1986). Estos ocho factores están relacionados con la validez deconstruclo de las medidas y con su confiabilidad. con el tipo de diseñoexperimental, con la potencia de las pruebas estadísticas utilizadas, conla verosimilitud de las teorías auxiliares a las que se recurre, con lapresencia y la magnitud de interacciones de orden elevado, con la talla de

los grupos experimentales y hasta con las políticas de publicación.Este conjunto de factores ha impulsado a muchos autores acuestionar el sentido que tiene la operación misma de aceptar o re-chazar la hipótesis nula.

Se sabe por lo general que las hipótesis nulas, o deausencia de diferencias, son falsas antes incluso de que serecojan los dalos; cuando lo son. su rechazo o suaceptación refleja simplemente el tamaño de la muestra yel poder del test, y no es ninguna contribución a la ciencia(Savage. 1957).

Lo que quizis ha llamado más la atención de los investigadoreses que es suficiente con incrementar la potencia de los test de significación

para que una investigación pase de ser inconclusiva. en cuanto a losefectos previstos, a constituir una clara demostración de que lashipótesis del experimentador son efedivament correctas. Como estapotencia constituye una función directa y monótona del tamaño de lamuestra basta con incrementar la talla de los grupos que se utilizan encada condición experimental para mejorar la probabilidad de que seconfirmen las propias hipótesis (Cohén, 1962):

... el hecho de que la hipótesis nula sea rechazadaconstituye «imple y exclusivamente una función de lapotencia estadística (Mcehl, 1986. p. 326).

la hipótesis nula es siempre falsa en la psicologíablanda, con lo cual la probabilidad de refutarla dependesolamente de la sensibilidad del experimento, es decir, desu

la situación. Si se confirma la hipótesis nula, es evidente que nadasepuede decir en cuanto a una eventual relación entre las variablesexplicativas que interesan al investigador. Estos procedimientos es-tadísticos conocidos por cualquier alumno de psicología plantean, sinembargo, una serie de problemas importantes que analizaré acontinuación.

 La 'paradoja de Mcehl- y la 'falacia* de la hipótesis nula. El hecho deque la experimentación psicosodal tenga que pasar por el uso depruebas de significación mas o menos sofisticadas conduce a una

  situación paradójica que. como ha señalado Paul Mechl, contraponeradicalmente los efectos del   perfeccionamiento de los instrumentos de

investigaciónen el campo de las ciencias naturales y los efectos de estosmismos perfeccionamientos en el campo de las ciencias sociales.

Es conocido que. en el caso de las ciencias naturales, los efectosdel progreso técnico y metodológico van claramente en dirección aincrementar las exigencias que pesan sobre la corroboración de lasteorías. Sin embargo, en ciencias sociales, estos efectos permiten, por elcontrario, que las teorías sobrevivan más fácilmente a los intentos decontrastación empírica. En otras palabras, y dicho con mayor crudeza, elprogreso metodológico es un acicate para el progreso teórico en cienciasnaturales, pero constituye un freno para ese progreso en cienciassociales. Para entender claramente esta paradoja es preciso analizarantes la función que desempeñan los test de significación y la hipótesisnula en la experimentación psicosodal (Morrison y Hcnkcl, 1970).

Para poder afirmar que existe efectivamente una relación entre lasvariables explicativas y que ésta va en dirección a lo que predicen sus

hipótesis, el experimentador debe tomar una decisión en cuanto a si susdatos permiten rechazar la hipótesis nula. T ratándose-de un

planteamiento de tipo probabilístico, es obvio que cualquier decisiónencierra un cierto margen de riesgo y que el investigador puede

equivocarse cometiendo el error de tipo I, es decir, rechazar la hipótesisnula cuando en realidad es válida (sesgo a favor de su propia hipótesis),o el error de tipo II, que consiste en aceptar la validez de la hipótesis nula

cuando en realidad ésta no es correcta (sesgo en contra de su propia

hipótesis). Es bien conocido que la política de publicación seguida porlas revistas constituye un premio a los errores de tipo 1, puesto que sepublican preferentemente las investigaciones cuyos datos incitan a

descartar la hipótesis nula. ¿Pero de qué depende que se consigadescartar efectivamente la hipótesis nula?

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. an loen» de la valide/ de construclo de las medidas y.

br lododcl lama no de la muestra, puesto que esquíen^icrmma el punió en que nos hallamos a la función depotencia estadística. Ditícndolo brutalmente, si Uddispone del suficiente número de casillas y si sus medidasno son lotaimenie inválidas, la hipótesis nula serásiempre refutada, independientemente de la verdad de lateoría sustantiva (Meehl. 1978. p. 822)

Si... disponemos de una muestra grande... podemoscasi siempre encontrar que la relación entre dos variablescualesquiera es mayor que cero. Ésta es una consecuenciade las ínter relaciones multrvariadas y muy complejas delas vi-nabics sociales (Kish, 1975. p. 233 de la traducciónpresentada en Alvira. Avia, Calvo y Morales. 1979).

Por poco que exista cualquier desviación en relacióncon la hipótesis nula en una población,  no importa cuan

 pequeña  — y no hay duda de que tal desviación existehabi-tualmentc — . un número suficientemente elevado deobservaciones conducirá al rechazo de la hipótesis nula(Balean, 1966, p. 426).

La razón estriba en que cualquier diferencia, por mínima quesea, introduce una constante en el numerador de I, y como el de-nominador, es decir, la medida de la variabilidad, decrece cuando seincrementa el número de sujetos, siempre se llegará a un momento enque el valor de I será suficientemente alio para refutar la hipótesis nula.

Bien es verdad que también se han levantado algunas voces paradefender el sentido de las pruebas de significación en los experimentos.En efecto, si -de verdad» no existe relación entre las variablesexplicativas, y si el exprimento está bien diseñado, no hay ra/ón para queaparezca una constante en el numerador de la prueba estadística y paraque esto conduzca a una refutación sistemática de la hipótesis nula. Enteoría, si se cumplen las condiciones de validez interna y de ausencia deefectos entre variables explicativas, se puede incrementarindefinidamente el número de sujetos sin que crezca la probabilidad deobtener una diferencia significativa (Oa-kes, 1975). Pero estaargumentación subestima la importancia de dos factores cruciales. Enprimer lugar, es muy poco probable que, tratándose de sujetos humanos,dos variables cualesquiera no presenten interacciones, aunque seaninteracciones de orden muy elevado. En segundo lugar, losexperimentadores no eligen aleatoriamente sus variables, sino que lohacen con base en que disponen de ciertos ar-

gumentos teóricos para pensar que están relacionadas entre sí. Susteorías deberían ser, por lo tanto, extraordinariamente inverosímilespara que llegaran a postular una relación allí donde no existe la másmínima conexión entre variables. Como lo dice Meehl. ¡incluso lasteorías psicológicas de su inculta abuela tenían un mínimo deverosimilitud!

Por lo tanto, siempre existe un determinado efecto diferen-ciadorimputable a los diversos tratamientos y el único problema radica en queesta diferencia pueda no ser  delectada, ya sea porque no se utilizanpruebas estadísticas suficientemente potentes, ya sea porque se dejapenetrar demasiado «ruido- en la situación experimental, es decir,porque el experimento está mal concebido y/o mal controlado. Si estoes cierto, es obvio que la detección de efectos significativos dependesimplemente de la ingeniosidad del investigador más que de la validezde sus teorías:

Disponiendo de los suficientes conocimientos culturales,sería posible engendrar evidencia (empírica) a favor decualquier hipótesis razonable así como de su antítesis(Ocrgen. 1978, p. 1.352).

Dado el amplio margen de elección para seleccionarla forma en que una determinada hipótesis puede sertestada, es muy difícil que el investigador que buscarespaldo para esa hipótesis seleccione un conjunto deoperaciones empíricas que no sean susceptibles deproporcionar ese respaldo (id.).

Puede darse por seguro que siempre puedeencontrarse un conjunto de circunstancias para confirmarcualquier relación que se pueda formular... con tal que elinvestigador tenga el ¿unciente empeño... habilidades,recursos... tarde o temprano encontrará o constituirá uncontexto sltuacio-nal en que la relación predicha emerjade forma creíble (McGuire, 1983. p. 16).

Quizá sea debido a la confusa certidumbre de que las d iferencias siempre existen por lo que las revistas no aceptan publicar aquellasinvestigaciones donde no se consigue rechazar la hipótesis nula. Enefecto, existe el sentimiento muy generalizado de que la confirmaciónde la hipótesis nula significa que han existido importantes fallos en larealización o en el planteamiento de la investigación, y que losresultados inconclusivos se deben achacar a la propia incompetencia del

experimentador. Es cierto en efecto, que la incapacidad para controlarlas perturbaciones en un experimento

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tificar las conclusiones de los investigadores, es decir, otorgarles lossignos distintivos que les aseguran la respetabilidad científica (Tukcy,1969). El conjunto de las consideraciones avanzadas hasta aquí permiteentender por qué ciertos autores no han dudado en hablar de «/a  falacia

 de la Hipótesis nula de las pruebas de significación» (Rozcbaum, 1960).Tras este análisis, estamos ahora en posición de entender con mayor

precisión el «efecto paradójico» señalado por Mechl. En efecto, si

tomamos el ejemplo paradigmático de la física, podemos constatar que losincrementos en la potencia del instrumenta) técnico utilizado en lasinvestigaciones obliga a formular teorías más rigurosas y, de algún modo,incrementa la posibilidad de que estas teorías no consigan pasar el test dela experiencia y deban ser re formuladas. Esto se traduce en definitiva en unconstante desarrollo de los conocimientos. La razón de esta situación esque los físicos realizan predicciones en las que, o bien se precisa la formaexacta que debe adoptar una determinada función, o bien se estipulanvalores numéricos «puntuales» que dicen cuál debería ser el valor exactoregistrado si la hipótesis fuera cierta. La mayor precisión de losinstrumentos disminuye la probabilidad de que se verifique exactamente elvalor puntual que se ha pronosticado, puesto que se incrementa lasensibilidad para detectar posibles diferencias que pasarían desapercibidascon un instrumento menos fino. En el experimento psicosociológico no serecurre por supuesto a tales predicciones puntuales y ni siquiera sepredicen intervalos numéricos definidos. Lo único que se postula es queexiste una relación entre unas variables independientes cuya orto-gonalidad se ha comprobado. Es fácil entender entonces que cualquier incremento en la potencia de los instrumentos estadísticos y en laprecisión de los instrumentos de medida se traducirá simplemente por una

 mayor probabilidad de detectar las diferencias o lasinteracciones, acrecentando de esta forma el apoyo empírico a

las hipótesis teóricas. En otras palabras, la refutabilidad de las teoríasfísicas crece con lo adelantos técnicos mientras que la refutabilidad de lasteorías psicosociales disminuye con los adelantos de la instrumentacióntécnica. No es preciso suscribir en su integridad la tesis pope nanas sobrela refutación para intuir que esta paradoja plantea un importanteproblema para la investigación experimentalen psicología social.

Es preciso reconocer, sin embargo, que la creciente solisti-caciónestadística de la psicología social permite abordar de forma

introduce una serie de errores asistcraáticos que hacen práctica-mcnicimp«»»blc la aparición de diferencias significativas. También es ciertoque, si las revistas aceptaran sin mas los resultados no significativos,serla muy fácil producir muchos artículos en muy poco tiempo, bastaríacon realizar malos experimentos o con formular hipótesis descabelladas.

Sin embargo, cuando se recurre a este tipo de argumentos, seolvidan dos cosas de primera importancia. En primer lugar, se pasa poralto el hecho fundamental de que el rechazo de la hipótesis nula, por su

misma trivialidad y por lo que implica a nivel sustantivo, no aportaninguna indicación sobre la verosimilitud o el interés de las teoríassustantivas:

Es importante mantener claramente la distinción entre lateoría sustantiva que nos interesa y las hipótesisestadísticas que derivamos a partir de ella (Mcchl, 1967, p.107).

... el hallazgo de una significación estadística es quizála característica menos importante de un buenexperimento:  nunca constituye una condición suficientepara concluir que una teoría ha sido corroborada, que se haestablecido con suficiente segundad un hechoempíricamente útil  — ni que el informe del experimentomerece ser publicado —  11 ykken. 1968, p. 150).El hecho de mantener siempre una clara diferenciación entre las

•hipótesis estadísticas», por una parte, y las «hipótesis cien tíficas», porotra, constituye una exigencia irrcnunciablc a la que muchosinvestigadores no prestan, sin embargo, la menor atención (Bolles.1962).

En segundo lugar, lo que olvidan también quienes critican laposible falla de competencia de los investigadores que no consiguenobtener datos significativos es que la refutación de la hipótesis nula nosignifica, ni mucho menos, que se haya realizado una investigación decalidad. En efecto, si bien es cierto que el investigador inexpertointroduce errores asistemálicos («ruido») en elexperimento, también es verdad que el investigador cualificado espropenso a introducir errores sistemáticos que reducen indebidamente el«ruido», con la consiguiente amplificación de las diferencias a favor desu propia hipótesis (Grcenwald, 1975b). Ahí están las controvertidasafirmaciones de Rosenthal y de Orne para recordarnos que elexperimentador dispone de muchos recursos para crear«inadvertidamente» las diferencias que espera encontrar.

Sin olvidar que con cierta frecuencia la principal función delanálisis de datos en psicología social no es otra que la de san-

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Una de las primeras exigencias que plantea el método Di-potético-deductivo es que las con traslaciones empíricas seanefectivamente capaces de corroborar o de refutar las afirmacionesteóricas, conduciendo eventualmentc a su abandono. Sin embargo,(tergen constata con toda la razón que ninguna de las teorías elaboradasen psicología ha sido abandonada en razón de haber sufridodisconfirmaciones lácticas (Gcrgcn, 1986).

Existen varias razones que permiten entender lo que parececonstituir una grave «anomalía- en relación con e l funcionamiento-normal- del modelo hipotético-deductivo. En primer lugar, es bienconocido que no se puede deducir un enunciado ob-servacional a partir de

una teoría sin recurrir simultáneamente a (oda una serie de supuestos«auxiliares». Lo que se somete a contrastación empírica no es. por lotanto, un elemento ob&crvacional -O deducido directamente de una teoría«I-, sino un conjunto - \ u - compuesto por la implicación -O» de la teoría ypor una serie de supuestos auxiliares « A - que sustentan el proceso mismode la traducción empírica de -1 • en el elemento -Q-. Por ejemplo, todaobservación presupone unos criterios previos acerca de lo que se aceptacomo evidencia observable, sobre lo que se acepta como «un hechoempírico* y sobre la validez de las indicaciones proporcionadas por losinstrumentos de observación. En consecuencia, nunca se contrasta larelación I - o, sino la rela

ción T * ( A .Q). Las reglas de la lógica formal nos indican claramente que, si se produce una disconfirmación de ■ \ <;> no sepuede sacar ninguna conclusión, mediante el «modus tollcns-,acerca) de la negación de -T-. En efecto, no hay manera de decidir si esefectivamente -O- el que ha sido refutado, con lo cual se demostraría lafalsedad de -T-.  o si ha sido « A », con lo cual la negación de «fSconstituiría una falacia (Mcchl, 1978).

Este problema, que alecta por supuesto a linios los campos delsaber científico donde se aplica el modelo hipotélico-dcducti-vo,adquiere en ciencias sociales una trascendencia particular, no sólo por elimpresionante acopio de teorías auxiliares al que es preciso recurrir en lainvestigación, sino también por la propia naturaleza de esas hipótesisauxiliares que carecen por lo general de la sustentación teórico-empíricaque las caracteriza en otros sectores de la c iencia. Las consecuencias delpeculiar «contexto de hipótesis auxiliares» que acompaña a la investigación psicosocial son claras.En efecto, lo que suele producirse cuando una hipótesis ha sidodisconfirmada en un experimento es simplemente que se alrí-

más satisfactoria el problema de las .««accione, entre variables yestudiar por lo tanto fenómenos menos simplistas que los que seestudiaban hace tan sólo veinte anos. Pero esto no quita que el problemade fondo seguirá siendo el mismo mientras la confirmación de lashipótesis sustantivas se asiente básicamente sobre pruebas estadísticasde significación. Una de las soluciones que se han sugerido consiste enespecificar de antemano la  magnitud  de los efectos esperados y deconsiderar que la hipótesis ha sido refutada si no se consiguen dichasmagnitudes, por mucho que las pruebas de significación nos digan quelas diferencias observadas sonefectivamente significativas.

En cualquier caso, parece que se haya acabado la época en que

kis asteriscos indicadores de la confian/a con la cual se podía asegurarque los datos no se debían al azar, connotaban, como si de un hotel setratase, la excelencia de la investigación realizada y la solidez de lashipótesis sustantivas «verificadas- en la investigación.

 Las polémicas sobre ta inadecuación del método

experimental en ciencias sociales

Los problemas planteados al método experimental no se agotan con elcucstionamicnto de la validez, ni con la contestación del sentido quetienen sus demostraciones estadísticas. Otros frentes, igualmentedevastadores, se han abierto en relación con diversos temasproblemáticos. Pero todos ellos hacen referencia en última instancia a lacontribución que puede aportar el método experimental para laelaboración de conocimientos científicos, y, más preasamente, a suadecuación para una eventual contrastación de los conocimientos teóricos.

El modelo epistemológico en que se inserta el método experimental es obviamente el modelo  nipotético-deductivo según el cual sededucen hipótesis empíricamente contrastables a partir de formu-

laciones teóricas y se reinyectan los resultados conseguidos, j>>r mediode dichas contr aviaciones, en el propio cor pus teórico para corregirlo,mejor arlo o, eve m uale mente, descartarlo. Es precisamente ese modeloel que ha sido acusado de promover «efectos corruptores* sobre lainvestigación psicosocial (McGuirc, 1986), y de convertir toda lainvestigación psicosocial que se inspira en los procedimientosexperimentales en un mero rito desprovisto de interés sustantivo.

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buye el fallo a las hipótesis auxiliares y que se procede a unarefor-mulación de la investigación para conseguir finalmente encontrarevidencias a favor de la hipótesis.

En esta misma línea, conviene señalar que tampoco cabe la

posibilidad de diseñar investigaciones susceptibles de dirimir la opo-sición entre teorías contrapuestas, como bien te ha visto en las polé-micas que enfrentaron la Teoría de la Disonancia cognitiva y la Teoríade la Autopcrccpcióo. en la medida en que la base interpretativa de losresultados obtenidos es demasiado amplia y presupone la aceptaciónprevia de elementos que pertenecen a la propia teoría que se pretendecontrastar. Si la única justificación para la experimentación consiste enla contraslación de hipótesis teóricas, como lo proclaman los propioscvpcnmcntalistas, y si esta contras-tación no es posible en términosmínimamente rigurosos, entonces la conclusión parece imponerse por sí misma...

Otras dudas que se han planteado en relación con el modelo hipótetico-deductivo en psicología social hacen referencia a la operación al 12

 ación de los conceptos teóricos tal y como se realiza en las investigacioneshabituales. No se trata exactamente del problema de la validez deconstructo. aunque de alguna forma es posible subsumir esta cuestión bajodicha problemática. En efecto, analizando los procedimientos retóricos queutilizan los investigadores en sus informes de investigación < iergenmuestra por ejemplo cómo se pasa desde unos términos que definenentidades teóricas que sólo tienen sentido en el marco de una determinadateoría y para los conocedores de esa teoría, a unos términospretendidamente opcracionales que otorgan, por así decirlo, el espesor de lavida misma a las entidades teóricas,  andándolas en el lenguaje profano o desentido común. Hacia el final del informe, cuando se comentan losresultados, se vuelven a utilizar nuevamente los términos teóricos que semencionaban en un principio. Este doble proceso de  concreta ación

primero, pasando de los términos teóricos a los términos profanos, y de abstracción después, pasando desde el lenguaje cotidiano al lenguaje de lateoría, permite reificar las entidades teóricas, creando el sentimiento deque constituyen efectivamente descripcionesválidas de la realidad. En otraspalabras, se trata de un procedimiento a través del cual se dota de una base

 referencia! a los términos teóricos, con la particularidad de que, a lo largode esc proceso, se enmascara el carácter puramente  convencional  de larefcrcnciación y se utiliza luego esta base referencia) puramente-construida., como si se tratase de una categoría -natural' que la

entidad teórica se limita a denominar de un modo particular. Al final delproceso no queda ya ninguna duda de que la entidad teórica secorresponde efectivamente con un elemento de la propia realidad. Así por ejemplo, la entidad puramente teórica «disonancia cognitiva» se

opcracionaliza en términos del lenguaje cotidiano, de todos conocido, yobviamente anclado en la realidad más palpable, tales como «comer-,«cantidad*, «espinacas-, ele. Una vez que se ha constatado que lossujetos sometidos a cierto tratamiento experimental «comenefectivamente una mayor cantidad de espinacas» que los demás sujetos,se vuelve al discurso teórico traduciendo esa constatación empírica entérminos de un supuesto «proceso de reducción de disonanciacognitiva». Los sujetos ya no han comido más espinacas que los demás,sino que han experimentado una «mayor disonancia». Lo mismo ocurrecon el «autoconcepto-, con la «indefensión aprendida» o con «losesquemas cognilivos» por citar unos pocos ejemplos:

Definiendo opc racional me me los términos teóricos, elinvestigador consigue un medio para definir el misteriosolenguaje (de la teoría) en términos de predicados reales Siel término teórico x es equivalente al termino del mundoreal  Y . y si se demuestra que  Y existe, entonces se concluyeque x también existe... A medida que se desarrolla tadiscusión final en el informe de investigación, se constatageneralmente la completa supresión de los términos dellenguaje cotidiano. Los términos teóricos se tratanentonces corno si poseyeran un estatus ontológicoabsolutamente legitimado (Gcrgcn, 1969).

Uno de los problemas de la psicología social radica efectiva-mente en la extraordinaria flexibilidad de las relaciones que unen losconceptos teóricos con sus traducciones opcracionales; ninguna rigidezconstriñe el ingenio del experimentador para formular cuáles son losreferentes empíricos que pueden servir de indicadores para dar cuentade las manifestaciones del fenómeno teóricamente definido. El carácterextremadamente tenue de los lazos que conectan una entidad teóricacon sus expresiones opcracionales autoriza nuevamente a plantear unapregunta y a sugerir una conclusión: si el propósito de laexperimentación consiste en contrastar la validez de las formulacionesteóricas y si es cierto que las hipótesis empíricas derivadas de esasteorías se encuentran tan -débilmente» conectadas con lasformulaciones teóricas, entonces... las conclusiones vuelven aquí también a imponerse por si mismas...

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adonde lo cm^o «upa un

El énfasis que se pone insistentemente sobre -Xoempínco-nrsionasutilmente el sentido de la cicntificidad. reduciéndoloictamentc a su versión positivista. En efecto, esta concepción

| método científico participa plenamente de la "metáfora del es-

 kt», o-melátota ocular- (Rorty. 1979), en la cual se concede mu-o más peso a la «vista» (lectura de dalos) que a la  propia ra/ón.

 oh/tda de esta íorma que la argumentacu'm racional  es tan -pú-'^a». tan -contrasiablc- y tan «vcrificaMc- como pueden verlo

 propios dalos empíricos. Es cieno que el enjuiciamiento de lasdez de un discurso racional pasa por una serie de presupuestoslacionados con las reglas de la lógica, con la coherencia interna \ 

"bien con la cohrencia externa, es  decir con el giaáo de ..omp.ilibilul-iJ del discurso con los conocimientos \a admitidos como vá-■dos. Pero la conlrastación empírica también implica una sene depresupuestos que no son, ellos mismos, «observables- ni CaW>9f)a>bles empíricamente, así como la aceptación de convenciones previas, y la ulili/acion de procedimicnlos  retornos patúculatcs. La.propia definición de lo que debe contar cfcctivamcnlc como -un

 hecho- icmlta de un proceso de  negociación racional en el que es-

lán implicados una serie de procesos interpretativosque no puedenser formalizados en su totalidad. No existe ninguna razón por la cual el método científico tenga que ser conccptuali/ado en los términos dictados por la metáfora ocular. Basta con iccalcar la nece-sana publicidad y contras! ahilidad de los procedí míenlos utilizados pata construir las afirmaciones, sean ésta* de tipo -discursivo' o de

 tipo -empírico:

Al afirmar que el método científico, entendido en su versióncmpirieista, descansa, él también, sobre una serie de cons encone*

y de prcsupucslos, no me eslaba refiriendo únicamente a la previaaceptación de las -reglas del juego- definitorias de lo que debe

Constar legítimamente como demostración empíricamente valida y

por ende de lo que carece de dicha legitimidad. Nos estábamos re-firiendo además a que rodo méloáo integra necesariamente una

pane de conocimientos sustantivos y de supuestos teóricos. Se ha dicho que lodo método resulta de la concrctizacion de una o de va-

 rias teorías, o, más grAUcamcalc. que un método no es sino unateoría puesla en acto. No comparto esa postura lan extrema por-que considero que lodo método conlleva lambicn unas dimensio

nes que prescnian un cierto grado de  autonomía en relación con

técnicas que ha elaborado, o que ha importado y adaptado a n» deotras disciplinas. Sin menospreciar en absoluto el interés** revestiríauna exposición detallada de cada una de esas técnica ^ es ésta, sinembargo, la tarca que me propongo realizar aquí ' °°

Mi propósito consiste específicamente en plantear y en a li/arlos   problemas metodológicos con los que se encuentra confitada lapsicología social, en la exacta medida en que la comprensión de lanaturaleza de esos problemas puede ayudarnos a dar un p dVl mis en lacomprensión del concepto y de la naturaleza de la disciplina. Enefecto, es tan ilusorio pretender acceder a la inteligencia de unadisciplina prescindiendo de un entendimiento de sus opciones

metodológicas, como ilusoria resultarla también la pretensión dedesligar la problemática metodológica de la disciplina de las demáscaracterísticas que conforman la psicología social:

... los problemas metodológicos, para ser correctamenteentendidos, deben plantearse también en su relación conlas cuestiones teóricas y prácticas que gravitan sobre elestado actual de la psicología social (Serrano, 1986, p.11).

La racionalidad que subyacc en la metodología de la psicologíasocial es obviamente la racionalidad científica. Una de las característicasque se atribuye con mayor acierto a ese tipo de racionalidad consiste,como es sabido, en el carácter 'democrático" de sus planteamientos. Enefecto, el método científico exige que ninguna de sus afirmacionesdescanse sobre argumentos de «autoridad» o sobre decisiones«arbitrarias», y que todas ellas puedan ser  contrastadas por cualquierpersona que disponga de los conocimientos y de los mediosadecuados. Sin embargo, no es nada, infrecuente que se equipare elcarácter «público» de la argumentación científica, y la posibilidad deconlrastación «democrática*, con la simple contrastación empírica de

las afirmaciones:El énfasis en someter todos ios conceptos teóricos a la

 demostración empírica es básicamente lo que distingue almétodo científico de otras formas de indagación...(Crano y Brewcr, 1977, p. 11, énfasis nuestro).

Se considera, en efecto, que la especificación pública de losprocedimientos utilizados y de los dalos recogidos permite que

cualquier persona esté, en principio, en d isposición de comprobar lavalidez de las afirmaciones y decidir por sí misma si son aceptables: ...

toda ciencia se caracteriza por su preocupación por demostrar, esdecir, por la voluntad de justificar sus afirmacio- 11

 

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la misma pregunta y con la misma conclusión. Si el laboratorio exigeel aislamiento de las variables c incluso su orí canalización, y si estasoperaciones alteran radicalmente el fenómeno que se pretendeestudiar, entonces... la conclusión vuelve a imponerse por su propiopeso...

En definitiva, parece que las aportas con las que tropic/a el

método experimental son demasiado numerosas c importantes paraalbergar esperanzas razonables de que su utilización en el campo delas ciencias sociales pueda contribuir a la explicación de la realidadsocial. Esto no significa, un embargo, que la experimentación estétotalmente desprovista de interés. En efecto, la experimentaciónpuede utilizarse perfectamente como un  procedimiento Heurístico queayude a engendrar ideas teóricas. Asi es. el proceso de la elaboraciónteórica sigue siendo un proceso muy escasamente ccaaocido, pero esrazonable pensar que utiliza una serie de -muletillas- y de-heurísticas- mas o menos formales para alimentar su propiodesarrollo. El experimento puede constituir sin duda alguna una deesas -muletillas-. Sin embargo, lo que parece estar radicalmente fuerade su alcance es sencillamente producir conocimicntos válidos,contrastar la validez de las teorías, y mucho menos fundar sobrebases sólidas el conocimiento psicosocial.

4.  ELEMENTOS DE REFLEXIÓN 

Tras el recorrido efectuado a través de los problemas metodológicos

de la psicología social, es preciso extraer una serie de conclusiones,o por lo menos algunos elementos de reflexión, que permitancompletar nuestro acceso a la inteligencia de la psicología social yacabar de perfilar lo que, tradicionalmentc, se suele denominar como-el concepto- de la disciplina.

No es preciso ser un especialista de la teoría de lacategori-/ación social, ni un profundo conocedor de la sociología dela ciencia, para entender que las divisiones disciplinares, académica ycientíficamente consagradas, promueven un afán  diferenciador quepuede conducir a derramar mucha tinta para perfilar  It especificidad 

irreductible de cada disciplina. Sin embargo, por encima de lasfronteras disciplinarias, el objetivo de la psicología social   no se

  diferencia en lo fundamental del objetivo perseguido por las demásciencias sociales, y particularmente por las que le son más cercanas.Se trata simplemente de intentar dar cuenta de la realidad so-

Un icTcec elemento critico surge a partir del momento enque se admite que las críticas en cuanto a la íalta de validez externa de losexperimentos carecen de sentido y que sólo cuenta su grado de valide/ interna. Ya hemos visto que la condición para que exisla una valide/ interna pasa necesariamente por -cerrar* cuidadosamente el sistemasometido a estudio,  aislándolo de tal íorma que las variaciones que seproducen en el exterior carezcan de influencia sobre ¿1. Con estasconsuicciooc*. La condición para que el experimento no constituya unsimple ritual metodológico pasa necesariamente por el hecho de que lasvariables estudiadas en el laboratorio mantengan su identidad  ((¡rccnwood.lu82). La situación de laboratorio puede ser todo lo artificial que sequiera, y cuanto mas mejor, pero lo que no debe ocurrir es que el necesa-rio aislamiento del sistema altere los fenómenos estudiados. Si esto seprodujera, es evidente que lo que en realidad se estaría investigando notendría nada que ver con lo que se pretende investigar. Es como si unquímico pretendiese estudiar las propiedades de la molécula de agua yen su laboratorio sólo estudiase por separado las propiedades deloxigeno y del hidrógeno. 1 .1 cuestión que muy acertadamente hanplanteado una serie de autores, como por ejemplo Harré. consiste ensaber si las variables sociales no cambian de identidad cuando, parapoder estudiarlas expcrimcntalmentc. se las aisla de su contexto (Harré,1977). La distinción que establece Harré entre ciencias paramétricas y

  ciencias estructumlesparece clarificadora para llegar a una conclusión. Lasciencias sociales son, según Harré, ciencias estructu'ales, es decir,ciencias cuyos objetos de estudio se caracterizan por el hecho de estarestructurados por -variables internamente relacionadas-. Esto significaque cada variable adquiere parte de su identidad en función del conjunto

de relaciones que la ligan a otras variables, y que esta identidad sólopuede definirse adecuadamente en los términos precisos de la redrelaciona! que la enmarca. Así por ejemplo, la variable puramenteconductual -un apretón de manos- no es definible, en lo que lacuracteri/a esencialmente, si se desconocen las relaciones que la unen alas otras variables situación ales. Es obvio efectivamente que sellarformalmente el acuerdo que dos personas se comprometen a respetar noes la misma variable que el -apretón de manos- que dos amigos se dan aldespedirse. Lo propio de las variables internamente relacionadas es queno se prestan a las operaciones de aislamiento exigidas por la situaciónexperimental. Por tercera vez nos encontramos, por lo tanto, con

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na/, de comprender Un rigurosamente como sea posible cuál es sunaiuale/a, tanto en el plano  trntológico como en el plano del  tipo de

 conocimiento que requiere ui dduodaoóa Esto «pisca que se presteuna atención particular a los mecanismos mediante los cuales je

  construye, se produce, se reproduce y se transforma esa realidad social,centrando la mirada sobre las conduelas y las acciones de losagentes sociales, pero también sobre su propia -forma de ser* en loque comporta de determinantes sociales.

Por otra parte, la propia evolución reciente de los plantea-mientos que se formulan en sociología y en psicología ayuda con-siderablemente a definir cuál puede ser la  contnbuaón especifica de l.ipsicología vnial J ese empeño loniun por dilucidar la realidad social yla naturaleza social del ser humano. En efecto, el creciente re-conocimiento de la imposibilidad de separar el «individuo- y la-sociedad-, es decir, en definitiva, la creciente conciencia de losefectos distorsionantes que la  dicotomía individua sociedad ha ejercidosobre la investigación social, se une al énfasis puesto sobre los

  procesos mentales 'superiores»y sobre   Inactividades simbólicas, paradibujar el tipo de problemática en la que debería centrarse la psi-cología social En relación con el primero de los aspectos que acabode mencionar, todo apunta a que la realidad social no puedeentenderse con independencia de ios actividades tangibles vconcre-tas de

los indixtduos en sus quehaceres cotidianos, de la misma forma que, a suve/, estas actividades pierden su inteligibilidad si se les contempla

con independencia del marco en el cual se desamdlan y del cual participan  como elementos constitutivos. En relación con el segundo de losaspectos mencionados, es obvio que estas actividades cotidianaspresuponen la constante intervención de los mecanismos de pensamiento en

 sus más altos niveles de expresión

Esta mirada centrada en el individuo pero equipada, con-ceptual y metodológicamente para ver en él la -dimensión social* que

le instituye como tal, y que él mismo también instituye como tal, constituyeel signo de identidad de la psicología social.

Lo que pueda resultar de esta mirada psicosocial en cuanto aconocimiento sistemático no puede formularse en términosnomolé-ticos ni en objetivos de predicción de las acciones sociales.Tan sólo puede tratarse, y ya es mucho, de un conocimiento quefaculte una comprensión cabal de la realidad social y una dilucidación

de sus procesos, es decir, en definitiva, un incremento de su

inteligibilidad 

Por otra pane, sin caer en una nueva filosofía de lailustración, me agrada pensar que esa tentativa de acceder a lainteligencia de lo

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social encierra un potencial -emancipador*. en la medida misma enque contribuye a develar los   funcionamientos ocultos, las  deter-

 minaciones latentes y las causalidades imperxeptibtes que caracleri- /.iii .1 

la  \id.i socialEsta concepción de la psicología social descansa, qué duda

puede caber de ello, en una serie de opciones, tanto epistemológicascomo normativas, de carácter personal. Pero también se nutre enbuena medida de las lecciones y de las conclusiones que emergen apartir de un cuidadoso examen de la  histona de la psicología social, desus   resultados sustantivos y de los   problemas metodológicos que lacaracterizan

En este sentido, los problemas metodológicos con los que seha enfrentado, y con los que se está enfrentando la psicología socialproporcionan suficientes  argumentos racionales para defender concierta confianza la idea de que los procedimientos inspirados en con-

  cepciones empírico-positivistas no son adecuados para elaborar el 

 conocimiento psicosocial. Sin entrar aquí en consideraciones episte-mológicas de orden general, entiendo que esta inadecuación esen-cial del método empírico-positivo se debe esencialmente a que escmétodo nos obliga a ignorar algunas de las dimensiones más sustan-tivas que entran en la definición de la naturaleza social del ser hu-mano. Esta mutilación del objeto de conocimiento de la psicologíasocial sólo puede desembocar en la producción de un corpus teóri coincapaz de dar cuenta de lo que tiene de fundamental la dimensión

social, y ni siquiera puede compensar esa incapacidad por otroslogros sustantivos en el plano del conocimiento científicoEn definitiva, es la propia naturaleza del objeto de conoci-

miento de la psicología social la que nos Índica cuáles son los pro-cedimientos más adecuados para su esclarecimiento.

En este sentido, hay dos aspectos constitutivos de ese objetoque son inexcusables para elaborar una teoría psicosocial de larealidad social. Se trata, en primer lugar, de la -reflexividad* que ca-racteriza al ser humano y, en segundo lugar, del hecho de que el serhumano pueda ser afectado eficazmente por los significados.

Las consecuencias que se desprenden de estos dos aspectostienen un alcance de indudable trascendencia En primer lugar, seencuentran planteadas como temáticas vertehradoras de la psicolo-gía social, toda la problemática de la   construcción social de los sig-

 nificados, toda la problemática de la   mtersubietividad y toda laproblemática de la -agencia* humana. En segundo lugar, es obvio queestas problemáticas no pueden sino -desaconsejar-, por ulili-

M'

 

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los utilizados para su investigación, y que esto sucede también, co-mo es obvio, con el objeto social, no implica en absoluto que se ten-ga que proceder a una partición cualitativa de la razón científica endos categorías diferenciadas. Más allá de un débale que nos pareceobsoleto tntre naturalismo y anlinaluralismo,el reinante el cual seencuentra la psicología social, es el de recoger y conciliar en unenfoque original diversas aportaciones que pertenecen aorientaciones a veces contrapuestas. Me estoy refiriendo, como yalo he indicado en la conclusión del anterior capítulo, alneopragmatismo, al realismo, a la hermenéutica, al legado delsegundo Witlgcnstcin y a la teoría critica, entre otras orientacionesde pensamiento. Estoy convencido de que, en el estado actual delconocimiento, la reapertura de un diálogo que permita integrar en lapsicología social los aspectos más sustantivos de estas corrientes depensamiento constituye la forma más efectiva de potenciar elprogreso de esta disciplina.

Esta sensibilidad hacia nuevas perspectivas que alejan lapsicología social de sus modelos dominantes, y especialmente, desu credo empírico-positivista, puede resultar inquietante paraquienes exigen de esla disciplina una pronta. Hable y operativarespuesta para enfrentarse a los problemas sociales que aquejan anuestras sociedades. Es obvio que el camino que sugiero es uncamino incierto, probablemente lento, y que no ofrece ningunaseguridad en cuanto a que sea realmente practicable y puedaconducir a soluciones satisfactorias. Sin embargo, frente a los

escollos que se acumulan en los caminos más habitualmcnictransitados por la psicología social, merece la pena por lo menosintentar la aventura.

En cualquier caso, se irata actualmente de la manera missegura de fomentar el carácter  acumulativo de los saberespsíco-socialcs, en un sentido particular que Cronbach definió consuge-renles palabras:

En mi opinión, las ciencias sociales son acumulativas,pero no en el sentido de poseer conocimicnios siempremas refinados sobre cuestiones permanentes, sino en elsentido de poseer un repertorio cada ve/ mas rico depreguntas (Cronbach, 1986, p.91).

zar un eufemismo, cualquier tentativa de acercarse al objetopsico-social a partir de los supuestos del métodoempírico-positivista.

Volviendo a la problemática metodológica, es preciso

subrayar que, de alguna forma, los propios psicólogos sociales queutilizan la experimentación reconocen la importancia de larcflcxividad y del significado, puesto que recurren la mayoría de lasveces al engaño sistemático de los sujetos, ideando ingeniososprocedimientos para que éstos no perciban el significado real de lamanipulación a la que se les somete. En virtud de su rcflcxividad, elsujeto puede, por así decirlo, distanciarse de sí mismo, mirarsedesde la perspectiva de los demás y desarrollar la conducta queestime más oportuna estratégicamente. Si se quiere evitar estaconsecuencia de la rcflcxividad, que invalidaría toda posibilidad deextraer conclusiones de la investigación, es imprescindible que elsujeto no disponga de indicadores fiables acerca del significado queconviene atribuir a la situación experimental y que, incluso, leatribuya un significado que no interfiera con las variablesrealmente manipuladas. En otras palabras, sólo se puedeexperimentar con sujetos que sean inconscientes de lo que elinvestigador les está realmente haciendo. Lo curioso es que, através de estas precauciones, el experimentador no hace sino dar larazón al argumento hermenéutico.

Esta paradoja conduce a otra que tícnc un carácter no menospreocupante: en efecto, ¿cómo sabe realmente el experimentador

que ha conseguido engañar al sujeto, es decir, cómo puede tener laseguridad de que ha controlado con éxito la atribución designificados a la situación experimental? Recurriendo, como essabido, a la entrevista postexperimental, es decir, a los comentariosque realizan los sujetos. El problema es que, con este procedi-miento, el experimentador vuelve a basar parcialmente la validezde la experimentación precisamente sobre aquello mismo contra locual la experimentación se ha instituido, es decir, sobre laconfianza otorgada a los relatos introspeccionistas de los propiossujetos.

El énfasis sobre las propiedades absolutamentediferencia-doras del objeto social y del agente social en relacióncon cualquier otro objeto existente en el mundo natural no deberíainterpretarse, sin embargo, como una adhesión al dualismometodológico de Dil-thcy y de la corriente hermenéutica. Ladicotomía entre naturalismo y antinaturalismo sólo se puedeustificar si se considera que las ciencias  naturales encuentran una

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requeridas para poder ser -refutadas» por la expericn-fc (Rakover. 1981), y, por fin, se pueden albergar dudas razonables¿obre el carácter -acumulativo de los conocimientos psicosociales(Tedcschi y otros. 1981). El hecho de que estas dudas se formulenen relación con u n corpus de conocimientos que se han constituido

ajguiendo los patrones empiricistas del método científico agudizatanto más la necesidad de reflexionar sobre los problemasmclodoló-■icos de la psicología social. Por si fuera poco, esa mismanecesidadencuentra otra justificación en el hecho de que gran pule del débale crítico instaurado en la disciplina se centró precisamente sobreun conjunto de argumentos relacionados con las metodologías ma-yorilanámenle consideradas como legítimas.

Antes de examinar las coordenadas dentro de las cuales se sitúala cuestión metodológica en psicología social, es preciso aclarar lasrazones por las que he manifestado estar en desacuerdo con laafirmación de una estricta dependencia de los métodos en relación conlas teorías. En efecto, aun reconociendo la importancia de estadependencia parcial sostengo que los métodos están, en cierta medida,infradeierminados por sus ingredientes teóricos, y que losconocimientos conseguidos por medio de un determinado método, seacual sea. nunca dependen exclusivamente de éste. Además de laincidencia que tienen las propias características del objeto estudiado,es obvio que tanto el t rasión do epistemológico como el bagaje

conceptual a los que se recurre para evaluar y para interpretar losproductos obtenidos por la aplicación de un método incidenpoderosamente sobre la configuración del conocimiento resultante.

Me atrevería incluso a afirmar que la teoría sustantiva a la quese recurre en una investigación da cuenta de una parte mucho másimportante del conocimiento producido que el método utilizado paraproducirlo. En efecto, el determinante en última instancia del saberproducido no radica Unto en las características de los métodosutilizados como en la potencia, el rigor y la adecuación del marcoteórico y de los supuestos epistemológicos que guían la investigacióny que permiten interpretar tanto las observaciones empíricas como losargumentos racionales. En este sentido, estoy convencido de que eleclecticismo metodológico no produce efectos tan negativos como losque resultan del eclecticismo teórico o epistemológico. Dicho de otraforma, el hecho de recurrir a métodos inspirados en una concepciónpositivista es menos perjudicialque el hecho de inspirarse en una epistemología positivista, aunque

las teorías. Pero coincido, sin embargo, con la idea de que todo m¿lodo encierra ingredientes teóricos que inciden sobre el tipo de *ccamicnto a la realidad que puede proporcionarnos. En este sentid,, 'preciso reconocer:

... la dependencia de los hallazgo* sustantivos con

respecto al método (Arvira, Avia, Carvo y Morales. 1979,p. 21)Y admitir que cada método nos proporciona efectivamente un

tipo de conocimientos bien determinado:Aunque sea ei momo objeto al que re apliquen diversosmétodo*, lo más probable es que kn conjunto* de dato*resultantes presenten una covariacion nula o muy escasaI kike, 1986, p. 68).

La estrecha vinculación entre métodos, teorías y resultados fomenta lasospecha de que todo método, lejos de constituir un instrumento«neutro-, conlleva una •reactividad» intrínseca. Esto hace muy difícil quese pueda otorgar un significado preciso a una de las principalesexigencias de la -objetividad» científica, exigencia que queda muyclaramente formulada en las siguientes palabras: El supuesto túndamenial de toda investigación es que loa dalos obtenido* obedecen al rasgoen que está interesado el ocaervador y no al método empicado paraobtener lates resultados (Atora, Avia. Carvo y Morales. 1979. p. 25).

La necesaria conceptuali/ación   no positivista del métodocientífico pasa de forma ineludible por el reconocimiento de que  todo

 conocimiento resulta de la interacción entre las características del objetoa conocer y las propiedades del método utilizado para conocerlo. Esta

afirmación apunta hacia la importancia que presenta el examen críticode los métodos, de cara a dilucidar sus supuestos implícitos y lascondiciones que imponen al conocimiento construido con su ayuda.

La necesidad de prestar una atención muy particular a lacuestión metodológica adquiere aún mayor relevancia en psicolo-gíasocial. En efecto, no está claro que el corpus de conocimientos, o si seprefiere, la parte sustantiva de la psicología social, cumpla lasexigencias científicas relacionadas con el progreso de los conocí' míenlos.

Así por ejemplo, no parece seguro que las teorías elaboradas en ladisciplina sean «conmensurables», con lo cual se carecería decriterios para confrontarlas entre sí y optar cnlrc ellas (íirccnwald,1975a). Tampoco es evidente que las teorías psicosociales reúnan las

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se utilicen métodos escasamente relacionados con esa tradición. Loprimero puede ser incluso beneficioso en ciertos casos, lo segundoacumula los problemas en todos los terrenos.

La historia de la psicología social está salpicada de una serie depolémicas y de controversias acerca de la adecuación de los diversosmétodos a los que recurren los investigadores.

Lejos de tener un carácter puramente técnico, estas controversiasimplican generalmente fuertes  presupuestos epistemológicos, más o minos

cxplicilados. que atañen tanto a la propia concepción de la actividadcientífica como a consideraciones  teóricas y  ontológi-cas acerca de lanaluralc/a del objeto psicosocial y de los objetivos que deben marcar su

investigación. Trataré de analizar las principales controversiasmetodológicas repasando sucesivamente:-  |á polémica sobre los -dos métodos» en la investigación científica-  la polémica sobre las -dos disciplinas» de la psicología-  la polémica sobre los enfoques cualitativos y cuantitativos -  la polémica sobre el método experimental, subdividida a su vez

en:•  la polémica sobre los diversos tipos de validez de la investigación

psicosocial•  la polémica sobre los  test de significación •  y, por fin. la polémica sobre la contrastación empírica de hipótesis

 teóncas. 

hermenéutica, culturalista c historicista defendida por filósofos,historiadores y sociólogos tales como Droyscn. Dillhey. Simmcl.Rickcrl, y en cierta medida el propio Max Wcber. Mientras la orientaciónpositivista defendía la naturaleza transdisciplinar y la unicidad delmétodo científico, los antiposilivistas recalcaban que las característicasdiferenciadoras del objeto social imposibilitaban la aplicación de escmétodo, requiriendo un método sui géncris que fuese distinto del queutilizaban las ciencias naturales. Así  mismo, mientras los positivistasdefendían la "objetividad- de los hechos sociales y su carácternomotélico, los hermencuticos resaltaban el carácter idiográfico de lassociedades y su dependencia de algo tan poco «objetivo» como son lossignificados compartidos e históricamente construidas. Una formaesquemática, pero bastante adecuada, para caracterizar cada una de esas

orientaciones consistió en diferenciar los partidarios del -naturalismo*por una parle, es decir, aquellos investigadores que asumían launiversalidad del método científico propio de las   ciencias naturalesy lanecesidad de adaptarlo al estudio de objetos sociales, y por otra parte lospartidarios del -antinaturalismo», es decir, aquellos que propugnaban unaespecificidad de la metodología de las ciencias sociales, defendiendo porconsiguiente una   dualidad metodológica en el campo científico.Obviamente, entre el naturalismo radical y el antinaturalísimo radicalcabía toda una gama de componendas entre ambos polos. Convienerecalcar que, como ya lo he señalado en el capítulo historiográfico, el

 dualismo metodológico reforzaba paradójicamente la propia concepciónpositivista de la ciencia, dando por sentado que el método científicoempírico-positivista era efectivamente el método apropiado para eldesarrollo de los conocimientos -naturalistas». Por una serie de razoneshistóricas que ya he expuesto, el naturalismo no lardó en alcanzar unaposición prácticamente hegemónicaen las ciencias sociales, traduciéndoseen el seno de la psicología social por el predominio incontestable de laexperimentación como fuente de producción y de legitimación del co-nocimiento científicamente válido.

En el momento presente de la disciplina se asiste a un ciertoresurgir del antinaluralismo, ligado sin duda a tas dificultades con lasque ha tropezado el enfoque positivista en el campo mismo de las cienciasnaturales y su consiguiente quiebra como posible paradigma orientadorde la empresa científica en su conjunto. Pero también se observa en laactualidad una defensa rigurosa del naturalismo, desarrollada desdepresupuestos epistemológicos 'realistas*

2. LAS «BATALLAS- DE LOS MÉTODOS 

 La polémica sobre «los dos métodos»:

 naturalismo versus antinaturalismo

Al exponer y discutir en la primera parte de este libro las condiciones deemergencia histórica de la psicología social ya aludí a la importantepolémica que marcó las opciones metodológicas de las ciencias socialesa finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Recordemos que,frente a la concepción positivista de las ciencias sociales, se desarrolló,básicamente en Alemania, una concepción

• Se refiere a Aproanacuma a la pacolopa toe tal Barcelona, senda i. 1992(N del F_).

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 mismos principios de racionalidad  que definen precisamente la diferenciaentre los saberes científicos y los demás saberes sociales. Enconsecuencia, la dicotomía naturalismo/antinaturalismo debería sersustituida simplemente por una clara distinción entre enfoques positivistas

enfoques no positivistas. Soy consciente de la asimetría que existe entreestos dos términos, ya que el segundo no solamente se define entérminos negativos, sino que engloba una multiplicidad de posturascvcntualmcnlc muy dispares. Este inconveniente es, sin embargo, menorque el que nace a partir de la anterior dicotomía, pues un  naturalismo

 antipositivista constituye, en efecto, una postura razonablementeargumcntable en el marco de las ciencias sociales.

 La polémica sobre las «dos disciplinas»

Aunque los ecos del debate sobre el naturalismo resuenan aún conbastante fuerza, otro debate mucho más reciente ha confrontado losméritos respectivos del  método experimental  y del  método correlaciona! enciencias sociales. Este debate, del que dieron perfecta cuenta hace unosaños Alvira, Avia, Calvo y Morales (1979), tuvo su expresión másllamativa en una conferencia pronunciada por Cronbach en 1957 ante laAsociación Americana de Psicología (Cronbach, 1957). En estaconferencia, el autor comparaba las que, según él, constituían las 'dos

 disciplinas' de la psicología científica. Ante las insuficiencias propias decada una de estas dos disciplinas, Cronbach planteaba la necesidad deabandonar los recelos mutuos y de desarrollar un esfuerzo conjunto:

La psicología correlaciona! sólo estudia la varianza entrelos organismos, la psicología experimental sólo estudia lava-rian/a entre los tratamientos... En el trabajo tantoaplicado como científico, la psicología requiere laborescombinadas, no paralelas, de nuestras dos disciplinashistóricas (Cronbach, 1957, p. 117 y p. 120 de latraducción presentada en Alvira, Avia. Calvo y Morales,1979).

Volviendo sobre esta cuestión algunos años más tarde, Cronbachemplearía un tono menos entusiasta, manifestando cierto pesimismo encuanto a la posibilidad misma de formular  proposiciones nomotéticas pormucho que se intentara compatibilizar las dos disciplinas. Cronbachencontraría incluso unos acentos próximos a los de Gcrgcn al concluirque:

y, por lo lanío, diametralmente opuestos a las orientaciones positivistas.En efecto, un amplio sector de los que cuestionan radicalmente losfundamentos de la psicología social dominantes, entre los que destacasin duda un teórico como Roy Bhaskar, plantean actualmente un modelo

 naturalista de las ciencias sociales que integra curiosamente buena parte delos presupuestos hermenéuticos y que no duda en manifestarimportantes reservas acerca del supuesto carácter nomotético de losocial (Bhaskar, 1979; Outhwaite, 1987; Manicas. 1987).

Por mi parte considero que la tradicional dicotomía entrenaturalismo y antinaturalismo encierra una serie de  ambigüedades que latornan mistificadora y aconsejan su abandono.

Por una parte, esta dicotomía acierta plenamente cuando destacala irreductibilidadradical del objeto social a cualquier objeto «natural-, yen señalar por lo tanto una especificidad  sui gencris de las ciencias

sociales. Efectivamente, el ser humano considerado en tanto que  agente ocial  es el único objeto sobre el cual los signifi-codos son capaces deejercer unos efectos causales (entendiendo, por supuesto, el término,«significado- en un sentido irreductible al de simple «información»), yes también el único ser dotado de reflexi-vidad en el sentido pleno de lapalabra. Los propios experimenta listas son plenamente conscientes dela existencia y de la importancia de estas dos características, puesto quese abstienen cuidadosamente de explicar sus hipótesis a los sujetos,mientras que no tendrían ningún reparo en hablar de ellas si estuvieranexperimentando sobre objetos naturales. Así mismo, la distinción entrenaturalismo y antinaturalismo acierta plenamente al enfatizar lainaplicabilidad de algunos métodos de las ciencias naturales al estudiodel objeto social.

Sin embargo, pese a esos dos aciertos, la mencionada dicotomíayerra por completo cuando subsume las metodologías de las cienciasnaturales bajo la versión positivista de las mismas. Es más, elantinaturalismo produce un efecto netamente enmascarador al dejarsuponer que la racionalidad científica puede ser distinta en el campo de lasciencias naturales y en el campo de las ciencias sociales. Laracionalidad científica se contrapone, sin duda, a otros tipos deracionalidad y a otros tipos, perfectamente legítimos, de pensamiento.Pero si se abandona la versión positivista de la racionalidad científica,es difícil imaginar entonces por dónde podrfa pasar la línea divisoriaentre dos tipos distintos de racionalidad científica. No me cabe la menorduda de que, bajo los diversos acercamientos científicos a los diversosobjetos de conocimiento, subyacen unos

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I-a larca especial del científico social en cada generaciónes apresar los efectos contemporáneos. Más allá de esto,comparte con el humanista y el artista el esfuerzo en ganarcomprensión en las relaciones contemporáneas y adecuarel punto de vista cultural sobre el hombre con las relacio-nes presentes. Conocer al hombre tal como es no es unaaspiración despreciable (Cronhach. 1975. p. 276 de la tra-ducción presentada en Ahora. Asia. Calvo y Morales.1979).

Se trataba sin duda de una conclusión poco hecha para agradar alos cxpcrimcntalistas y a los corrclacionistas. En cualquier caso, ni losexperimental islas convencidos ni los corrclacionistas acérrimosestuvieron nunca dispuestos a acallar sus críticas hacia los partidarios delotro método.

Para los cxpcrimcntalistas, tan sólo su propio método essusceptible de hacer progresar el conocimiento hacia el objetivonomotético y predíctivo que constituye a su entender la finalidad de todaciencia. En efecto, la experimentación es el único procedimiento quepermite establecer con certeza la existencia de   relaciones causales,

generalmente conceptualizadas en términos  huméanos como lo veremosmás adelante. Si la palabra «causa» se considera aún insuficientemente«positiva», también se puede decir que el experimento es el único mediode establecer   relaciones funcionales vec-lorizadasentre los fenómenos.Dedicaré un amplio espacio más adelante a la metodología experimentalcomo lo exige el hecho, abundantemente ilustrado por los análisisbibliométricos de las revistas de psicología social, de que se trata delmétodo predilecto de la psicología social dominante:

Consideramos que el experimento constituye el método deinvestigación troncal en psicología social (Aronson,Ilrcwcr y Carlsmith, 1985. p. 443).

No obstante, parece conveniente apuntar ya hacia algunosaspectos de la cuestión. En primer lugar, es interesante resaltar que.

curiosamcnlc, los expcrimcntalistas reencuentran sin saberlo unaformulación realizada precisamente por uno de los primeros defensoresdel enfoque  historicista en ciencias sociales. En efecto, el valor delexperimento radica en que es el propio investigador quien se sustituye ala producción -natural- de las variaciones que se producen entre fenómenosrelacionados entre sí, estableciendo el mivmo las condiciones de esasvariaciones. Se puede decir incluso que la única garantía que tiene elexperimentador de que

sus variables independientes no fluctúan al son de las variacionesnaturales proviene de que es él mismo quien las ha construido y las hacevariar. Con ello, el experimentador consigue efectivamente un modo deacceso privilegiado a la realidad. Pero este privilegio, como muy bien lohabía expresado (¡iambatisla Vico mediante su concepto del «wrum ipsum

 actum-, es simplemente el privilegio que acompaña al conocimiento de loque hemos construido nosotros mismos. Si reflexionamos sobre el principiosugerido por Vico, podemos constatar que la «autoanulación» de sí mismo como sujeto que es lo que, en nombre de la «objetividad»,pretende conseguir el investigador cuando recurre al métodoexperimental, se encuentra refutada curiosamente por la propia naturalc/adel método experimental.

En efecto, este método sitúa precisamente al investigador en elcentro mismo de la producción del conocimiento, restituyéndole sucondición de sujeto activo del conocimiento.

Por otra parte, también es preciso recordar que la experi-mentación, lejos de constituir un principio ahistórico, es claramente unainstitución social Históricamente fechada (Danzigcr, 1985). En efecto, aprincipios de siglo aparecieron dos concepciones contrapuestas de laexperimentación. En una de ellas, ilustrada por el enfoque de Wundt, yque, siguiendo a Danzigcr. llamaré el -modelo de Leipzig-, laexperimentación descansaba sobre la propia actividad del sujetoinvestigado que actuaba como observador de sus propios procesospsicológicos. Indiquemos por cierto que habrá que esperar hasta los años30 para que se instituya mayoritariamen-te la denominación de -sujetos»

para designar a los participantes en un experimento. En la otraconcepción, ilustrada por Charco!, y que llamaré el «modelo de París», elsujeto no «protagonizaba», sino que -sufría» las operaciones planificadaen el marco de la invcsl gación. Este segundo modelo, mucho más acordecon las exigencias positivistas, puesto que el sujeto del tratamientoquedaba claramente separado del observador de los efectos deltratamiento, fue el que se impuso finalmente no sin sufrir previamenteuna importante modificación cuando fue adoptado por los investigadores

estadounidense. En efecto, la «innovación americana» consistió en sustituirel estudio pormenorizado de casos individuales por el estudio de«poblaciones» de individuos en cada una de las condiciones experi-mentales establecidas mediante sus diseños experimentales, recurriendoesencialmente al tratamiento estadístico para extraer conclusiones. Deesta forma, el arsenal estadístico penetraba de

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No cabe duda de que la utilización de estosprocedimientos (el análisis de regresión múltiple) seincrementará cuando las rcacntcs generaciones deposgraduados formados en esas lécnicas empiecen apublicar (Kenny, 1985, p. 496).

En esta misma dirección conviene señalar que los «modelos

¡alineares», particularmente bien adaptados al tratamiento de variablesdependientes dicotómicas, dejan desfasadas las viejas estadísticas delx2.

Sin duda alguna, la evolución de los instrumentos estadísticos hamarcado con fuerza la historia de la investigación en psicología social.En efecto, si bien e l Indice «t» de Studcn-Fishcr dominó ampliamente lainvestigación psicosocial antes de la Segunda Guerra Mundial, fue elanálisis de varianza el que empezó a imponerse después de ta guerra,

propiciando la utilización de los diseños 2 x 2 durante la década de lossesenta y de los setenta: Sin los múltiples disertos dos por dos,desarrollados para contrastar las hipótesis teóricas, la literatura

psicosocial de los años sesenta y setenta hubiera sidoconsiderablemente más escasa (Jones, 1985, p. 67).

... se puede pensar que, si se prohibiera c! uso del análisisde varianza, nuestras revistas ya no tendrían materialespara publicar (Cariwnght, 1979, p. 87).

Lo mismo se podrá decir probablemente, dentro de poos años, enrelación con el «análisis de regresión múltiple».

La continua demanda de métodos estadísticos más potentesguarda quizá relación con las críticas que se han formulado estos úl-timos años acerca de la validez de la experimentación:

... la búsqueda de ceriidumbrc a partir de los controlesestadísticos ha ganado ímpetu porque la búsqueda decertidumbre a partir de los controles experimentales lo haperdido (Baumrind, 1983, p. 1290).

La creciente sofisticación estadística plantea varios problemasque merecen atención. En primer lugar, es evidente que la sofisticaciónde las técnicas de medición debería acompañar la s°fisticación de lastécnicas de tratamiento de datos. Sin embargo, esto dista mucho de serel caso, y muchos investigadores actúan 001,10 si el incremento depotencia de los instrumentos estadísticos Pudiese suplir unas medidasefectuadas de forma poco rigurosa. En | €gundo lugar, se produce algosemejante al famoso «efecto marti-

°* según el cual, si se le da un martillo a un niño, todos los obje-

pleno derecho en el campo de la experimentación, y la obra de RonaldFisher se convertía en el imprescindible breviario de losexpe-rimentalistas.

El énfasis sobre las «poblaciones», en lugar de los individuosparticulares, potenció tanto el desarrollo de las investigaciones expe-rimentales como el desarrollo de los estudios correlaciónales. En efecto,aquellos psicólogos que reprochaban a los cxperimcntalis-tas laexcesiva  artificialidad  de las situaciones de laboratorio tuvieron a sudisposición las estadísticas necesarias para examinar tas relaciones entrevariables en situaciones -naturales» . Bien es cierto que debían renunciar apronunciarse sobre la existencia de relaciones propiamente causales yque debían tomar extraordinarias precauciones antes de concluir sobrela valide/ de las covariacio-nes delectadas entre los fenómenos, pero éseconstituía precisamente el precio a pagar por un  acceso más directo a lasrealidades investigadas. Para superar la situación de inferioridad en laque se encontraban respecto a los experimcntalistas al no poder concluirsobre la direccionalidad de las relaciones observadas, loscorrela-cionistas no cesaron en su empeño hasta conseguir losinstrumentos de análisis estadístico que les permitieran establecer, ellostambién, ta estructura causal de las covariaciones. Estos instrumentospresentan hoy un alto grado de sofislicación, y su difusión en el campode las ciencias sociales no es independiente, por supuesto, de la

vertiginosa expansión de la industria informática. Así por ejemplo, se haconseguido sintetizar en estos últimos años las técnicas del«palh-analysis», del «modelado causal» y del «análisis estructural de lascovarianzas», para ofrecer una nueva técnica conocida como «Análisis

estructural» o "Structural equation modeling*, que recurre a diversosmétodos multivariados, (ales como la regresión múltiple, el análisisfactorial o las correlaciones canónicas para evidenciar la estructuracausal latente en las correlaciones establecidas. No cabe duda, comodeefa Diana Baumrind hace unos años, de que la moda está actualmenteen:

... realizar inferencias causales a partir de dalos correlació-nales... (Baumrind, 1983, p. 1.289).

Los progresos de la instrumentación estadística beneficiantambién a los experimcntalistas, y aunque el clásico  análisis de va-fianza

sigue constituyendo la estrategia de análisis más común en psicologíasocial, no cabe duda de que las nuevas técnicas se implantan conrapidez:

lio»,

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tos se convierten en objetos «marlillcablcs». En efecto, el interés por elinstrumento tiende a borrar el interés por los fenómenos encaminados,y en este caso el esfuerzo dedicado a la comprensión v a la utilizaciónde las técnicas estadísticas más complejas tiende a relegar a un segundoplano el interés sustantivo de los fenómenos investigados:

... la fascinación con la técnica parece sustituir condemasiada frecuencia el interés por las cuestionessustantivas. I .¡ literatura está repleta de Investigaciones

que no hacen sino demostrar la virtuosidad técnica delinvestigador (Cart-wnght, 1979, p. 87).... es mucho más fácil para los comités de redacción...evaluar las métodos que el interés sustantivo de loscontenidos (id.).

Lo más preocupante, sin embargo, es que la naturaleza de lainstrumentación estadística disponible incide sobre ta propiacon-ccptualización de los fenómenos, dictando la forma en que se de-ben investigar:

(el análisis de varianza)... se ha constituido en el marco dereferencia dentro del cual pensamos sobre las cuestionesteóricas y sobre las cuestiones de la investigación(Kcnny, 1985, p. 489).Con demasiada frecuencia el análisis de datos enpsicología social es tan sólo un rito consisteme en"armonizar" los números para conseguir el significante"índice F" que se ha predlcho... (id. p. 506).

Como podemos comprobar, la evolución del «aparato» estadístico hacomplicado sustancialmenle la vieja cuestión de los «dos métodos», ala vez que ha planteado problemas de fondo que afectan por igual acada uno de estos métodos en la medida en que ponen de manifiesto loscondicionamientos que las técnicas imponen a las cuestionessustantivas.

 Los «otros métodos» y la polémica sobre

«cuantitativo» versus «cualitativo»

La característica preocupación de la investigación psicosocial porcontrastar hipótesis ha favorecido considerablemente el auge de lasestadísticas inferencialesen la disciplina. Sin embargo, frente al dominioejercido por estas estadísticas, se asiste recientemente a un

resurgir de las estadísticas  descriptivas. Ya no se trata de buscar si losdatos recogidos son compatibles con las hipótesis formuladas, sino deobservar cuáles son las configuraciones que emergen «naturalmente- apartir de los propios datos. En efecto, con el «Análisis dédalos» deBen/ccri, y otras técnicas parecidas, se «da la palabra» a los propiosdatos, no para que digan si respaldan o no las tesis del investigador,sino para que digan ellos mismos cuál es su propia estructura, y que elinvestigador pueda realizar una serie de deducciones a partir de ahí.Este procedimiento no deja de evocar la exigencia fcnomenológicasegún la cual es preciso «ir a las cosas mismas», y sintoniza en ciertamedida con algunas de las tesis que la etnometodología ha puesto demoda. Sin embargo, quizá sea lícito preguntarse sobre los posiblesefectos enmascaradores que pueden desprenderse de estas técnicas. Enefecto, el investigador adquiere una «nueva virginidad» en la medidaen que puede tener la tentación de considerar que sus supuestosteóricos personales no imponen en estos casos su forma a losfenómenos investigados. Esta -ilusión» de objetividad puede conducir deesta forma al insostenible principio de unempiricismo ateórico.

Otro de los métodos que está cobrando vigor en la actualidad esel denominado «inctaanálisis» (Glass, 1978). que pretende potenciar elcarácter acumulativo de los conocimientos producidos en cienciassociales. Se trata de hecho de una técnica para agregar los dalosproducidos por diversas investigaciones sobre un mismo tema, yextraer conclusiones que descansen sobre una   serie de investigaciones enlugar de versar sobre investigaciones aisladas. En cierto sentido, esinteresante observar que no se trata sino de una nueva extensión delconcepto de «población»al que me he referido anteriormente al hablar de

la -americanización» de la experimentación. Efectivamente, elconcepto de población deja de limitarse a la consideración de«individuos» para aplicarse ahora a «poblaciones de investigaciones».El indudable éxito que está teniendo esta técnica (véase por ejemplo,Isenberg, 1986; Eagly y Crowley, 1986; Eagly y Slcffcn, 1986) planteala cuestión de la validez de los datos a los que recurre, es decir, elproblema de la validez de las propias investigaciones particulares queel metaanálisis conjunta en una -población». Veremos más adelanteque este problema plantea serias dudas sobre el propio alcance delmeta-análisis.

Por último, cabe señalar que el auge de los métodos  cualitativos

ha desplazado la polémica entre experimentalismo y méto -

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resurgir de las estadísticas  desenptivas. Ya no se trata de buscar si losdalos recogidos son compatibles con las hipótesis formuladas, sino deobservar cuáles son las configuraciones que emergen «naturalmente» apartir de los propios datos En cfcclo. con el «Análisis dédalos - deBen/tcri. \ otras técnicasparecidas, se -da la palabra» a los propios datos,no para que digan si respaldan o no las tesis del investigador, sino paraque digan ellos mismos cuál es su propia estructura, y que elinvestigador pueda realizar una serie de deducciones a parlir de ahí.Este procedimiento no deja de evocar la exigencia fcnomcnológicasegún la cual es preciso «ir a las cosas mismas», y sintoniza en ciertamedida con algunas de las tesis que la elnometodologfa ha puesto demoda. Sin embargo, quizá sea lícito preguntarse sobre los posiblesefectos en masca ra dores que pueden desprenderse de estas técnicas Enefecto, el investigador adquiere una -nueva virginidad» en la medida enque puede tener la tentación de considerar que sus supuestos teóricospersonales no imponen en estos casos su forma a los fenómenosinvestigados. Esta «ilusión- de objetnidad puede conducir de esta forma alinsostenible principio de anempirietsmoateórico.

Otro de los métodos que está cobrando vigor en la actualidad esel denominado -metaanátisis» (Cilass, 1978), que pretende potenciar elcarácter acumulativo de los conocimientos producidos en cienciassociales. Se Irata de hecho de una técnica para agregar los dalosproducidos por diversas investigaciones sobre un mismo lema, y extraerconclusiones que descansen sobre una serie de investigaciones en lugar deversar sobre investigaciones aisladas. En cieno sentido, es interesanteobservar que no se trata sino de una nueva extensión del concepto de«población» al que me he referido anteriormente al hablar de la«americanización» de la experimentación. Efectivamente, el conceptode población deja de limitarse a la consideración de «individuos» paraaplicarse ahora a •poblaóones de investigaciones». El indudable éxitoque está teniendo esta técnica (véase por ejemplo, Iscnbcrg, 1986;Eagly y Crowlcy. 1986; Eagly y Stcffcn, 1986) plantea la cuestión de la

validez de los datos a los que recurre, es decir, el problema de la validezde las propias investigaciones panieulares que el metaanálisis conjuntaen una -población». Veremos más adelante que este problema planteaserias dudas sobre el propio alcance del meta-análisis.

Por último, cabe señalar que el auge de los métodos  cuati-tattvos

ha desplazado la polémica entre experimentalismo y meto-

tos se convienen en objetos «martillcablcs-. En efecto, el interés por elinstrumento tiende a borrar el interés por los fenómenos encaminados,y en este caso el esfuerzo dedicado ■ U comprensión y a la utilizaciónde las técnicas estadísticas más complejas tiende a relegar a un segundoplano el interés sustantivo de los fenómenos investigadas:

... la fascinación con  ta i cernea parece susotuir condemasiada frecuencia el inierés por las cuestionessustantivas. 1 .1  literatura está repleta de investigacionesque no hacen sino demostrar la v ir tu andad técnica delinvestigador (Can-wnght. 1979. p. 87).... es mucho más fácil para los comités de redacción...evaluar los métodos que el inierés sustantivo de loscontenidos (id 1

Lo más preocupante, sin embargo, es que la naturaleza de lainstrumentación estadística disponible incide sobre la propiacon-ceplualización de los fenómenos, dictando la forma en que se de-ben investigar:

(el análisis de vana riza) se ha constituido en el marco dereferencia dentro del cual pcnsam<» sobre las cuestionesteóricas y sobre las cuestiones de la investigación(Kenny, 1965. p 489).Con demasiada frecuencia el análisis de datos enpsicología social es un sólo un nio coraastente en"armonizar" los números para conseguir el signibcanicíndice I " que se haprcdicho... (id. p. 506).

Como podemos comprobar, la evolución del -aparato- estadístico hacomplicado sustancialmcnte la vieja cuestión de los «dos métodos», a lavez que ha planteado problemas de fondo que afectan por iguul a cadauno de estos métodos en la medida e n que ponen de manifiesto loscondicionamientos que las técnicas imponen a las cuestiones

sustantivas.

 Los «otros métodos» y la polémica sobre

«cuantitativo» venus «cualitativo»

La característica preocupación de la investigación psicosocial porcontrastar hipótesis ha favorecido considerablemente el auge de lasestadísticas inferenciales en la disciplina. Sin embargo, frente al dominioejercido por estas estadísticas, se asiste recicnlemente a un