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La constitución sacrificial del toro de lidia
Aproximación a la crianza y domesticación de los bovinos bravos en una
ganadería colombiana
David Esteban Ramírez
Director
Juan Camilo NIÑO VARGAS
Universidad de los Andes
Facultad de Ciencias Sociales
Departamento de Antropología
Bogotá D.C
2018
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Contenido
Agradecimientos 3
Presentación 4
Capítulo 1. Organización Socionatural 8
Capítulo 2. La búsqueda de un único toro de lidia 18
Capítulo 3. Ritmo del cuidado: la crianza en el día a día 36
Conclusiones 57
Bibliografía 59
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Agradecimientos
No encuentro una mejor forma de comenzar este escrito que agradeciendo a todos
los que, de una u otra manera, aportaron para hacerlo posible. Quiero agradecer
especialmente al profesor Juan Camilo Niño Vargas, quien con sus enriquecedores
comentarios y clases me ha enseñado la importancia del ejercicio académico para
comprender el mundo desde diversas perspectivas. Espero sus enseñanzas se
vean reflejadas en el texto. Igualmente, quisiera darle las gracias a la profesora
María Fernanda Olarte, cuyos comentarios y consejos me ayudaron profundamente
a sentar las bases de este proyecto.
Este trabajo no habría sido posible, de igual forma, sin la presencia incondicional
de Susana Arango, quien me acompañó durante todo el proceso escuchándome,
cuestionándome y ayudándome a darle una forma más solida a mis ideas. Además,
debo agradecer a su familia por toda la ayuda brindada. A Fernando Ramírez,
Nicolás Echeverry y Sandra Ramírez les agradezco por sus valiosas lecturas y
relecturas que, sin duda, están plasmadas por toda la monografía. Estoy en deuda
con Jorge Gutiérrez por darme la posibilidad de realizar mi trabajo de campo dentro
de su finca ganadera.
Finalmente, quisiera agradecer a mi padre Giovanny Ramírez. Sin él no habría
tenido la posibilidad de estudiar en la Universidad de los Andes y, por ende, conocer
a muchas de las personas que conforman esta lista. Pero, mucho más importante,
nunca me habría interesado por los temas sociales. A él, gracias por la formación
profesional y personal que me ha dado.
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Introducción
Cada año, entre enero y abril, los toros de lidia ocupan las páginas principales de
los periódicos colombianos. Tal vez esto ha sido una constante desde la fundación
de los grandes medios de comunicación impresos, pero últimamente ha tomado un
matiz diferente. En los últimos años, los colombianos hemos sentido la creciente
fuerza del movimiento animalista que cada vez más se toma las calles, se toma los
periódicos, se toma la política, se toma los hogares, se toma nuestro día a día,
cuestionándonos, una y otra vez, nuestras vidas. El movimiento animalista nos pone
a prueba, y en los periódicos se hace evidente a través del debate en torno a la vida
de los animales, de todos nosotros. Los animalistas han puesto en debate, en el
caso de las corridas de toros, las cuestiones éticas y socionaturales de esta
actividad. La cuestión, sin embargo, ha girado principalmente alrededor de lo que
acontece en la corrida y muy poco de lo que ocurre dentro de las otras instancias
de la vida de los toros de lidia, como si solo pudieran ser escuchados cuando su
bramido es ya un bramido más cercano a la muerte.
Yo nunca he sido aficionado a ninguna de las manifestaciones tauromáquicas del
país y mis acercamientos a ellas habían sido, antes de esta investigación, reducidos
a la información periodística que se presenta en Bogotá y al activismo de varios
amigos. Fueron ellos, mis amigos, quienes pusieron sin saberlo las primeras
semillas de este trabajo. La antropología simétrica (Latour 2007[1991]) y la
aproximación interespecies de Haraway (2008) las ayudarían a crecer y tomar
forma. Latour (2007[1991], 156) me empujó a pensar en términos de colectivos, de
naturalezas-culturas que distribuyen a la vez seres humanos y no-humanos; en
términos de, como las llamaría Donna Haraway, naturoculturas (2008). Haraway me
indujo a pensar los humanos y los no-humanos en términos de relaciones, pero
enseñándome especialmente que las especies no preceden las relaciones que
entablan, sino que son productos de estas (2008, 17). Con estas bases empecé a
ver qué decían los análisis antropológicos sobre los toros de lidia.
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En el sur de España, según Carrie Douglas (1984, 242), la relación entre toro y
torero es análoga a la relación entre hombre y mujer. Desde un análisis estructural,
la autora resalta que al igual que una mujer es considerada socialmente destructiva ,
por ser seres sexuales, el toro es un animal salvaje, potente y mortal (Douglas 1984,
248 y 251). En contraste, el hombre y el torero son socialmente constructivos y lo
van a demostrar, uno, a través del control de la mujer y, otro, a través del control del
toro (Douglas 1984, 248 y 251). En el caso de los toros, este control se ve reflejado
en la virginidad física y la virginidad en la capota1 que se les obliga a mantener, al
igual que en los cubículos oscuros donde es encerrado el día de la corrida y, por su
puesto, en la corrida misma donde el torero debe “parar, templar y mandar” al toro
(Douglas 1984, 251). Así, el torero es al hombre como la mujer al toro. Michel Leiris,
por su parte, no encuentra la dominación del hombre sobre la mujer en la corrida,
sino la dominación de lo humano sobre lo animal (1998, 29). El toro, para el
pensador francés, es una “especie de monstruo o de cuerpo extraño, que tiende a
precipitarse despreciando todas las reglas” (Leiris 1998, 29-30), siendo así una
amenaza constante para el torero. Este último, por el contrario, representa “la
belleza geométrica sobrehumana, el arquetipo, la idea platónica” (Leiris 1998, 29),
cualidades que se materializarían en su performance en el ruedo separando y
alejando a su voluntad el cuerpo del animal no-humano del suyo. Es, al fin de
cuentas, la imposición de lo humano sobre lo animal. Para Andrés Holguín,
finalmente, el toro de lidia no representa ni una mujer, ni la monstruosidad animal,
sino la muerte misma (1996, 52). Por esto, la finalidad de la corrida “es-todavía- el
sacrificio del animal sagrado”, ya que el torero en ruedo tiene como finalidad superar
la muerte y, de esta manera, reafirmar la vida (Holguín 1996, 52). Pero, ¿qué pasa
en las otras etapas de la vida de los toros de lidia? ¿cómo se cría un animal que
luego va a ser sacrificado? ¿cuál es la relación ganadero-toro? ¿cuál es la relación
entre los diversos tipos de toros de lidia y las diversas manifestaciones
tauromáquicas que tienen lugar en Colombia? ¿cuál es la relación entre los toros,
1 En principio, un toro solamente se presenta una vez en su vida frente a un torero.
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los criadores, y los no-humanos (herramientas y otros animales) que participan en
la crianza de un toro de lidia? ¿cómo entender esta relación sin enmarcarse en el
dualismo de naturaleza y cultura? ¿¡Y las vacas!? Con el fin de explorar más la vida
de los toros de lidia, las de sus cuidadores y las de los taurinos, la pregunta que
guía este texto es ¿cómo se constituye como sacrificable el toro de lidia en la
hacienda ganadera La Ramada?
Así, la monografía tiene como objetivo entender cómo se constituye el toro de lidia
en una entidad sacrificable dentro de las corridas de toros que se realizan en
Colombia. De igual forma, por su estrecho vínculo con el objetivo anterior, pretende
comprender el modo en que se desarrolla un proceso de domesticación,
aparentemente paradójico, orientado a preservar y potencializar la bravura de este
bovino. Para lograrlos, tomo como punto de referencia una hacienda ganadera de
lidia llamada La Ramada, ubicada en el municipio de Pacho en el departamento de
Cundinamarca.
El escrito se divide en tres capítulos. En el primero, Organización Socionatural,
esbozo la organización humanos y no-humanos dentro de la hacienda ganadera y,
en especial, la organización de los diferentes tipos de bovinos que allí pastan. Al
finalizar este capítulo, profundizo en la correlación entre la clasificación jerárquica
de los bovinos en la hacienda y la clasificación igualmente jerárquica de las
manifestaciones tauromáquicas del país (corridas de toros en plaza de primera,
corridas de toro en otras plazas, corralejas, entre otras). En el segundo, La
búsqueda de un único toro de lidia, analizo el ideal de toro de lidia para el ganadero
de la hacienda, con el fin de identificar las consecuencias de este en la crianza y,
en general, en la vida de los bovinos. Me enfoco, además, en el concepto de encaste
-que abarca el concepto de bravura- para ver las relaciones entre el aspecto físico
y el comportamiento de los toros de lidia y su constitución como ser/entidad
sacrificable. En el tercero, Ritmo del cuidado: la crianza en el día a día, indago en
el proceso de crianza de los bovinos, planteando que, para que este se pueda llevar
a cabo, debe entablarse un ritmo ameno entre la agencia de los trabajadores y la
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agencia de los bovinos. Después de todo, el toro de lidia es un animal que puede
acabar con la vida humana a través de las acciones de su cuerpo. Por último, abordo
el concepto de domesticación, no para tratar de (re)definirlo, sino para comprender
los elementos que entran en fricción durante su proceso. Para lograr profundizar en
todos los puntos señalados anteriormente, se intentará mostrar cómo la movilización
de distintos elementos como las leyes nacionales, el pensamiento tauromáquico
español, el pensamiento tauromáquico colombiano, las exigencias del público
taurino colombiano, los trabajadores de la hacienda, ciertas herramientas y ciertos
otros no-humanos de la hacienda ganadera y, por supuesto, los bovinos de lidia dan
forma a eso que se podría llamar la crianza de los bovinos bravos.
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Capítulo 1
Organización Socionatural
En los albores del siglo XX, el universo bovino colombiano se partió cada vez más
en dos mitades. Los discursos expertos, especialmente los de veterinarios y
zootecnistas, apoyaron fuertemente la distinción del hato ganadero colombiano en
“razas criollas” y “razas finas” (Gallini 2008, 313 y 308). Se asignó a su vez, a cada
una de estas categorías, un grupo específico de especies. Los descendientes de
los bovinos llegados a Colombia durante la colonia, a través de una apropiación
discursiva nacional que los separaría de sus orígenes genéticos peninsulares,
fueron definidos como las “razas criollas”. En el otro grupo, “razas finas”, se
agruparon las nuevas importaciones europeas. La llegada de estas últimas
“implicaba para la ganadería empresarial la clasificación e inscripción de los
animales en registros de razas, compilados y controlados por asociaciones de
criadores […]” (Gallini 2008, 308). Son esas divisiones las que se encuentran
notoriamente presentes en el tomo Ganadería Colombiana: Las Razas (2007),
publicado por la Federación Colombiana de Ganaderos (FEDEGAN). Dentro de él,
el género Bos se encuentra segmentado en dos grandes grupos geográficos: los
bovinos “europeos” y los bovinos “criollos”. El último conforma un micro mundo al
que pertenecen el Blanco Orejinegro, el Chino Santandereano, el Costeño con
Cuernos, entre varios otros bovinos colombianos. En el primero, por su parte,
comparten espacio el Holstein, el Angus & Brangus y otros ejemplares provenientes
del continente europeo. Al final del hato europeo, sin embargo, hay un espacio
exclusivamente reservado para el toro de Lidia. Inclusive, FEDEGAN percibió
necesario dedicarle un tomo exclusivo al Bos primigenius taurus, llamado El Toro
de Lidia en Colombia (2009). En él, el toro bravo se segmenta en 37 ejemplares
diferenciados.
Uno de esos tipos de toro bravo es el llamado DosGutierrez, que es diferenciado
físicamente, entre otras cosas, por el hierro y la divisa de la ganadería que porta en
su cuerpo. El hierro es una figura compuesta por una G y un número 2 (la G circunda
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el 2) que indica su procedencia de la Ganadería DosGutierrez, propiedad del
ganadero Jorge Gutiérrez. Por ende, también indica su pertenencia a Jorge. Se
encuentra inscrito en uno de los costados del cuerpo del toro de lidia, cerca de las
costillas. La divisa, por su parte, hace referencia a los dos lazos de cinta de colores,
morado y plata en el caso de DosGutierrez, que son puestos en el dorso del toro de
lidia minutos antes de salir al ruedo. En la actualidad, los toros de lidia DosGutierrez
pastan en las montañas de la cordillera andina Oriental en el municipio de Pacho,
Cundinamarca. Allí se encuentran en la hacienda ganadera llamada La Ramada. El
siguiente capítulo tiene como objetivo exponer la organización y clasificación de los
humanos y de los bovinos que realizan los trabajadores y el ganadero de
Dosgutiérrez dentro de esta hacienda ganadera. Además, se propone indagar en la
relación entre la clasificación de los bovinos y la clasificación de los espacios donde
se realizan eventos taurinos en Colombia.
Dentro de La Ramada, los bovinos de lidia son sometidos regularmente a tres
cambios de terreno. Hay tres fases en la vida de un toro bravo durante su estadía
en la hacienda ganadera, que es en principio de cuatro años: el destete, el paso a
novillo y la etapa de engorde. En ellas, son trasladados de terreno en terreno,
espacios donde se constituyen diferentes dinámicas entre toros y humanos. Al
acercarse a sus seis meses de vida, los pequeños novillos son marcados con un
número que indica sus relaciones consanguíneas (padre, madre y hermanos); y con
el sello de la ganadería, el hierro. Después, al tener entre ocho y nueve meses de
vida, son destetados. Para que el destete sea efectivo, los trabajadores trasladan a
los terneros al terreno más alejado del de sus madres. Esto es realizado con el fin
de que la relación madre-hijos desaparezca al cabo de unas semanas y se puedan
desplazar fácilmente los destetados por toda la finca sin que terminen volviendo
junto a sus madres, que es un evento frecuente. Luego, durante los 2 y 3 años, son
trasladados al terreno de los grandes novillos donde el ganadero comienza a tomar
registro de las características físicas que comienzan a presentar los bovinos (como
su pelaje y forma del morro). Cumplidos los tres años, los novillos son transferidos
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a los terrenos más cercanos de la casa principal de la hacienda donde son
sometidos a una etapa de comidas extras y vigilancia extrema. Los grupos son
conformados a partir de la fecha de nacimiento y nombrados a partir del año en el
que el ganadero tiene pronosticado que salgan a una corrida (“Los 2019”, “Los
2020”). Nunca se combinan grupos nacidos en diferentes años para evitar peleas.
Los procesos de terrenalización se encuentran, entonces, entrelazados con los
cambios corporales que presentan los bovinos. Son destetados apenas su cuerpo
puede mantenerse sano sin necesidad de leche materna. Son pasados al terreno
de novillos cuando su cuerpo requiere un mayor espacio para movilizarse, pero
especialmente cuando el monitoreo de sus partes físicas se vuelve posible. Son
sometidos a una etapa de engorde cuando su cuerpo está próximo a la adultez. Son
transportados a la corrida, por último, cuando su cuerpo se considera óptimo y
válido, estética y legalmente, para ir a la plaza.
Los toros de lidia despertaron la fascinación de Agustín2 desde muy temprano en
su vida. Cuando era pequeño, veía pasar a los toros y a los trabajadores de una
antigua ganadería de lidia frente a su casa en Pacho. Desde entonces, se prometió
algún día trabajar con esos animales que tanto le encantaban. Hoy en día, él es el
mayoral de la finca desde hace más de cinco años. Ser el mayoral significa que, en
ausencia del ganadero, Agustín es el responsable absoluto de todas las
operaciones dentro de La Ramada; en especial, de las relacionadas con el cuidado
de los bovinos. Claro está que, en casi todos los eventos que tienen lugar dentro de
la hacienda, la ausencia del ganadero es primordialmente física, ya que sus deseos
y ordenes están regularmente presentes. Antonio, el otro trabajador estable de La
Ramada, llegó, a diferencia de Agustín, más por la casualidad que por la
fascinación. Tras haber trabajado como guardaespaldas en una zona minera y tras
haber vivido dentro de una finca lechera, decidió volver a Pacho, su pueblo natal,
donde se encontró con la oportunidad de trabajar con el ganado bravo. De inmediato
2 Algunos de los nombres usados dentro de la monografía corresponden a nombres ficticios. Esto debido a que, en algunos casos, los informantes pidieron que así fuera.
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tomó el nuevo trabajo y, desde aquel día, cuida de los bovinos bravos siguiendo las
ordenes de Agustín. De vez en cuando, les asisten en las tareas ganaderas otros
trabajadores a quienes Agustín paga por día.
La actividad en la que los trabajadores empeñan más tiempo y dedicación es el
mantenimiento de los grupos. Por un lado, Agustín y Antonio deben mantener
separados los tres grupos de toros de lidia que se expusieron anteriormente: los
destetes, los novillos y los becerros que alcanzan los tres años de edad. Por otro
lado, deben mantener diferenciados los diferentes grupos de bovinos que habitan
en La Ramada. Existen, principalmente, tres grandes grupos que se clasifican
jerárquicamente a partir del grado de bravura (del más bravo al más manso) en el
siguiente orden: los bovinos de lidia, los bueyes madrinos y los bovinos mansos.
Las vacas de raza Holstein, que pastan dentro de la hacienda, son las que Agustín
y Antonio denominan como mansas y esto debido a que, en contraposición con los
bovinos de lidia, las Holstein nunca arremeten contra ellos. En un punto medio entre
bravura y mansedumbre, se encuentran los bueyes madrinos. Estos rumiantes
nacen del cruce reproductivo entre los bovinos bravos y los bovinos mansos. Son
más dóciles que los bovinos de lidia y, por eso, y porque los bovinos bravos ceden
un poco más frente a las demandas humanas (arreo) cuando se ven acompañados
de los bueyes, son utilizados por los trabajadores para arrear a los grupos de
bovinos bravos. Por último, los bovinos de lidia se clasifican, además de por su
edad, por su sexo, por su condición física y por su comportamiento. Si su
comportamiento o su condición física se desvían de los requerimientos estéticos de
la ley o del ganadero, van a ser clasificados como desecho3. En el caso de las vacas
bravas, se les evalúa, ante todo, lo relativo a su comportamiento. Las vacas
aprobadas se convierten en madres; de lo contrario, se las clasifica como desecho
(Figura 1). En el caso de los toros bravos, ya que no se les puede hacer pruebas de
3 Los parámetros estéticos legales y del ganadero serán tratados en mayor profundidad en el segundo capítulo
de este trabajo. Por el momento, quisiera solo hacer énfasis en que existe dicha distinción y que el criterio que
la guía es un criterio estético.
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comportamiento4, se les evalúa en la ganadería exclusivamente su condición física
(Figura 1) .
Los lugares donde se realizan corridas en Colombia están, igualmente,
organizados jerárquicamente. En Colombia existen, según el Reglamento Nacional
Taurino5, cinco plazas de primera categoría: la Plaza de toros de “Santa María” de
Bogotá; la Plaza de toros de “Cañaveralejo” de Cali; la Plaza de toros “Monumental”
de Manizales; la Plaza de toros de Cartagena de Indias; y la Plaza de toros “La
Macarena” de Medellín. Las de segunda categoría, por su parte, son las plazas
ubicadas en Palmira (Valle), Popayán (Cauca), Sogamoso (Boyacá), Chinácota
(Norte de Santander), Duitama (Boyacá), Pamplona (Norte de Santander) y Armenia
(Quindío). Las plazas restantes pertenecen a la tercera categoría. En el reglamento,
definitivamente, se agrupan jerárquicamente los espacios donde se realizan
4 Dentro del mundo taurino se prohíbe que los toros de lidia sean lidiados más de una vez, ya que, según los
taurinos, el bovino aprende en la primera lidia que está siendo engañado, lo que representa un riesgo para la
vida del próximo torero. 5 Ley 916 de 2004, 26 de noviembre. Diario Oficial 45.744.
Figura 1. Organización de los bovinos de lidia. En primer lugar, los bovinos son clasificados por
su sexo. Luego, en el caso de los machos, se clasifican por su edad y su condición física y, en el
caso de las hembras, por su dimensión comportamental.
Aspecto comportamental
Madre
Desecho
Femenimo
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corridas de toros. Sin embargo, todos estos se van a sobreponer, a su vez, a los
otros eventos taurinos que existen en el país; en especial, a las corralejas y al coleo.
Los toros de DosGutiérrez van a ser vendidos a cualquiera de los espacios y
eventos de esta jerarquía, salvo al coleo. Según Agustín, esto va a depender de la
condición física del animal, del “grado de desecho”, si se quiere, ya que eso define
el valor económico que se le atribuye; y, por otro lado, lo “cultivadas” que sean las
personas del lugar donde se realice el evento taurino:
El desecho se vende casi siempre a los pueblos. Es gente que no le importa tanto,
sino que sea barato. No entienden muy bien todo lo de la corrida, sino que van a
emborracharse y a metérsele al toro o, cuando hay matador, pues no ven todo lo
que ve la gente que va a las corridas.
(Agustín, comunicación personal)
El análisis de Jorge es similar:
Hay muchas personas que no entienden realmente la corrida de toros. No pueden
ver que es un verdadero arte, que es realmente cultura.
(Jorge, comunicación personal)
Los toros de lidia que se convierten en desecho pierden valor estético y
económico. Frente a los ojos de las personas que “entienden realmente la corrida
de toros”, de las personas “cultas”, los toros desecho no son aceptados. Sus desvíos
físicos y comportamentales no permiten que la corrida de toros se desarrolle
plenamente como un “verdadero arte”. El toro de lidia debe cumplir con unas
demandas estéticas para poder ser parte de la corrida de toros en una plaza de
primera. O, en otras palabras, si se considera sacrificable o no depende del contexto
en el que se realice el lugar del sacrificio, como se verá enseguida. Por esta razón,
al desecho le queda prohibida la entrada a las plazas de primera, es decir, a
Medellín, Bogotá, Cartagena, Cali y Manizales. Debe ser vendido, entonces, a las
plazas de segunda y tercera categoría o, peor aún, a las corralejas. Su
desvalorización se percibe igualmente en lo económico. Un desecho puede costar
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aproximadamente 6 veces menos que un no-desecho. Sin embargo, el énfasis de
Agustín y de Jorge está en las personas, en los espectadores.
El encaste se expresa, como se observará en el siguiente capítulo, en el aspecto
físico y comportamental del toro de lidia. Sin embargo, es un concepto
completamente ligado al mantener una pureza de sangre, que, en este caso, hace
referencia al mantenimiento de su genética española heredada6. O, en otras
palabras, es el encaste el que define la clasificación de los toros de lidia y, por tanto,
en qué lugares pueden ser sacrificados. Se podría decir, entonces, que el público
realmente “culto” es el público que comprende lo español, que vendría a ser la
“verdadera cultura” y que vendría a ser representado por el toro de lidia únicamente
en sus mejores condiciones. Juicio que, me parece, rebasa la pura crianza. Dentro
los días del sacrificio del toro, son las aceitunas y el jamón serrano los que hacen
presencia en la plaza; es a la virgen, y en general a toda la religión católica, a la que
se rinde devoción (Foto 1, 2, 3 y 4); es, incluso, en la mayoría de los casos, la lidia
española la invitada especial. Podría parecer esto obvio para algunos, porque es
6 Se profundizará sobre esta faceta del encaste, igualmente, en el segundo capítulo.
Clasificación de las plazas donde se efectuan corridas de
toros y de los eventos tauromáquicos (corrida y corraleja)
Figura 2. Correspondencia entre la clasificación jerárquica de los toros de lidia y
la clasificación jerárquica de las expresiones tauromáquicas en Colombia.
No Desecho
• Clasificaciónde los Torode lidia
Desecho
• Medellín, Bogotá, Cartagena, Cali y
Manizales
Plazas de primera
• Palmira, Popayán,
Sogamoso, Chinácota, entre otros.
Plazas de segunda y de
tercera
• Costa CaribeCorralejas
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una “fiesta de tradición española”. Pero, las corralejas son también una expresión
tauromáquica que tiene sus orígenes en la península ibérica y, aun así, sería
imposible comprenderla sin el sincretismo entre lo negro, lo indígena y lo español
que ha tenido lugar en estas manifestaciones (Hernández 2014, 145; Turbay 1995,
27). Por supuesto, lo no español también está inmerso en los contextos colombianos
donde se realizan las corridas. No obstante, los taurinos de corrida han venerado
en mayor medida lo procedente de España. Por esta razón, para que el toro de lidia
pueda ser sacrificado dentro de una plaza de primera, donde se realizarían las
“verdaderas corridas”, debe ser un digno representante de la cultura española7;
debe cumplir, como se verá en el siguiente capítulo, ciertas condiciones físicas y
ciertos parámetros comportamentales que representen fielmente que es un toro
encastado. Hay animales que pueden hacer parte del sacrificio y otros que no. La
verdadera cultura es para ellos, en conclusión, lo procedente de España, que se
desarrollaría plenamente en Medellín, Bogotá, Cartagena, Manizales y Cali, y no las
expresiones humanas, así sean expresiones tauromáquicas, del resto del país.
7 Además de poseer, como su sacrificante, una vida y de haberse socializado en un colectivo humano (Descola
2012, 342), la víctima debe ser leída como una verdadera representante del colectivo que realiza el sacrificio.
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Foto 1. David Ramírez. 2019. Matador de toros con la virgen de la
plaza de toros La Monumental de Manizales antes de salir al ruedo.
Foto 2. Susana Arango. 2019. Durante el paseíllo (momento en el que las cuadrillas se
presentan al presidente y al público), muchos toreros marcan cruces sobre la arena.
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Foto 3. Susana Arango. 2019. Procesión de la virgen de la plaza de toros La
Monumental de Manizales durante El Festival Taurino en enero del 2019.
Foto 4. David Ramírez. 2019. Oración a la virgen de la plaza de toros La
Monumental de Manizales durante El Festival Taurino en enero del 2019.
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Capítulo 2
La búsqueda de un único toro de lidia
“[…] encontró al minotauro al final del
camino y lo mató a puñetazos”
(Apolodoro 1985 [posterior al 61/60 a. C.], 201)
En la puerta de cuadrillas de la plaza de toros La Monumental de Manizales se
encuentran dos placas que conmemoran el nacimiento de la ganadería
DosGutierrez y rinden homenaje a la vocación taurina que mantuvieron por décadas
sus dos fundadores, Ernesto y Hernán Gutiérrez. Lo que empezó como un gran
proyecto entre hermanos en 1948, se vio fisurado en 1969 por una diferencia de
objetivos, por un ir tras toros distintos. Hernán y Ernesto tenían en mente
características diferentes para sus toros de lidia, así que decidieron separar sus
caminos y dejar al azar el nombre y el hierro de la ganadería (Henao Vélez 2015,
462). La suerte dejó a Hernán DosGutierrez y motivó a Ernesto a fundar la
ganadería Ernesto Gutiérrez. Después de la muerte de Hernán, la ganadería quedó
totalmente en manos de su hijo Jorge Gutiérrez, quien tomó la decisión, años
después, de trasladarla a su finca La Ramada, ubicada en Pacho Cundinamarca.
En este capítulo pretendo, en primera instancia, explorar el tipo ideal de toro que
tiene en mente el heredero de la ganadería DosGutierrez al momento de pensar en
la crianza de sus toros de lidia; en segunda instancia, ver los elementos que dan
forma a dicho ideal y las relaciones entre ellos; en tercera instancia, ver la valoración
diferenciada que tiene el ganadero de La Ramada del cuerpo de la vaca y del toro;
por último, comprender los efectos que tiene este ideal, por un lado, en la vida de
los toros, definiendo si pueden entrar o no en una corrida de primera y, por otro, en
las vidas de las vacas, definiendo si viven o no, si merecen ser madres o no.
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El ideal de toro
Ernesto Gutiérrez Arango es uno de los ganaderos de lidia más reconocidos que
ha tenido Colombia. En 2019, a cien años de su natalicio y a veintidós de su muerte,
la ciudad del Nevado del Ruíz le rindió dos homenajes: primero, el de la temporada
taurina 2019-1 realizada en la plaza de toros La Monumental de Manizales, donde
se rindió homenaje a su legado como ganadero durante todas las corridas
programadas; segundo, el de la Universidad de Caldas, donde se recordó la
herencia de quien fue rector de dicha importante universidad y, además, de quien
fue fundador y rector de la Universidad Autónoma de Manizales. Bien se podría
decir que estas son las dos facetas más importantes del legado del ganadero y
académico manizaleño Ernesto Gutiérrez y bien se podría agregar que estas se
encuentran claramente presentes en su familia, en especial en Jorge Gutiérrez, su
sobrino. Como ganadero de lidia, Jorge es, como su tío, su padre y su primo, Miguel
Gutiérrez, uno de los más célebres del país según el criterio de los taurinos. Como
escritor, en cambio, no se da el mismo autorreconocimiento que, tal vez, se daría
un Ernesto Gutiérrez:
[…] ni soy ni me considero un escritor profesional, menos aún crítico y de ninguna
manera gacetillero o periodista del ramo. Soy simple y sencillamente un actor de la
fiesta, nacido el mismo año en que se fundó la Ganadería que hoy me pertenece y
con la cual he mantenido un contacto permanente durante todos y cada uno de mis
años de vida.
(Gutiérrez 2016, 11)
En su andar como escritor, Jorge se ha presentado dentro del mundo taurino bajo
el seudónimo de El Fraile, su alter ego con el que logra afrontar “la timidez y
[consigue] el eterno deseo de anonimato que siempre [lo] ha acompañado”
(Gutiérrez 2016, 11). Así, Jorge vive en la dimensión de lo público como ganadero
de lidia, y como El Fraile bajo el anonimato. El Jorge público y el Jorge escritor,
empero, viven y escriben “como un actor de la fiesta” y muchas son las veces en las
que el velo que los separa desaparece. Jorge es, ante todo, un ganadero de lidia y
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lo va a proyectar tanto en sus actuaciones en las plazas de toros como en sus
escritos. Sus textos corresponden a una serie de cartas que El Fraile, un apasionado
por el mundo del toro de lidia, entabla con Juan José, su destinatario ficticio. En
ellas, El Fraile explora la profundidad del mundo taurino, desde los posibles
orígenes, abordando el Mito del Minotauro, hasta, por ejemplo, el aspecto
económico de las corridas, pero pasando, una y otra vez, por los toreros y los toros.
Especialmente, reflexionando sobre los últimos:
La verdad es que se torea o se “hacen” Toros para una egoísta satisfacción, pero
también es innegable que existe, consciente o inconscientemente, una concesión
para agradar a “los demás”. El creador tiene que aceptar que a pesar de crear para
sí mismo, de cierta forma su obra debe complacer a una afición determinada que
posee unos gustos bastantes específicos y no pocas veces un humor cambiante.
[…]
Entonces volviendo a nuestro tema inicial, ¿no piensas que tanto toreros como
ganaderos deben adaptar su “creación”, que en principio es para sí mismos, al gusto
de quienes los están clasificando? A mi modo de ver el éxito de un profesional,
llámese ganadero torero o empresario, está en comunicarse con su interlocutor o
sea con la afición, con las maneras propias de cada uno sí, pero sin menospreciar
los particulares gustos de la “parroquia” de turno.
(Gutiérrez 2016, 60)
La opinión de la afición es una de las mayores influencias presentes en “la
creación” del ganadero, como lo plantea el ganadero-escritor; sin embargo, es en
“las maneras propias de cada uno” donde quiero primero enfocarme. En el mundo
taurino se dice que hay, al observar panorámicamente, dos tipos de aficionado:
1. Aficionado torista: son quienes “le dan mayor importancia al desempeño del Toro en
el ruedo y son más críticos con las actuaciones de los matadores”
(Gutiérrez 2016, 60)
21
2. Aficionado torerista: son quienes “solo miran y valoran el desempeño del torero,
son más condescendientes con sus faenas y enjuician al Toro con gran severidad”
(Gutiérrez 2016, 60)
Jorge, como me lo comentó en diversas ocasiones, se considera más torista que
torerista. Como ganadero su experiencia tauromáquica recae, precisamente, en
lograr un toro ideal, donde ideal condensa las exigencias del público determinado,
como he mencionado, pero sobre todo su propio gusto8. Joaquin, matador de toros
desde hace más de quince años, notaría esta influencia del ganadero a la hora de
torear, ya que me dijo que la ganadería es la que hace el toro; que uno puede saber
el comportamiento de un toro antes de enfrentarse a él en la plaza, si conoce la
ganadería de lidia de la que procede. Para Chiricuto, banderillero profesional y
profesor en la Escuela Taurina de Cali, ningún toro es igual, todas sus embestidas
son distintas, todas las reacciones del toro son distintas y siempre hay que estar
preparado para cualquier ganadería; él considera que, así como no existe un toro
igual, nunca se torea igual. El mismo análisis es realizado por el picador Alfonso.
En el momento de entrar a picar al toro, aunque él mide la fuerza que va aplicar
sobre el animal según el comportamiento de este en los primeros minutos, él ya
sabe que a los toros de Mondoñedo -una de las ganaderías de lidia insignia de
Colombia-, por ejemplo, hay que “hacerles más fuertecito”. Estas opiniones podrían
agruparse en la máxima “por cada ganadería brava, un toro bravo”, sentencia que
pareciera encontrarse bastante admitida dentro de los toreros, picadores,
banderilleros y particularmente dentro de los ganaderos del mundo taurino
colombiano9. Si tenemos en cuenta que en Colombia existen por lo menos 37
ganaderías de lidia diferentes (Diusabá Rojas y Buenaventura Acevedo 2009, 40),
8 “Si cría el Toro comercial, que es aquel que de siempre han logrado imponer las llamadas “Figuras” en el
mundo taurino y en Colombia todos los espadas que “cruzan el charco” sin importar su relevancia, se le tilda,
al criador, de tratante y mercachifle y si se produce el Toro bravo y con cuajo, igualmente el que paga los platos
rotos, quedando en la ruina por que nadie lo quiere matar, es el pobre productor de la llamada materia prima de
la Fiesta. […] La solución es mucho mas sencilla: el criador debe intentar producir su Toro ideal […]”
(Gutiérrez 2016, 102; el énfasis es mío) 9 Realizo esta proposición con base a una serie de 12 entrevistas cortas realizadas a toreros, picadores,
banderilleros y ganaderos, durante el Festival Taurino realizado en el mes de enero de 2019 en la ciudad de
Manizales, Caldas. Aunque la muestra es pequeña, todos respondieron de forma similar a los ejemplos dados.
22
y si queremos entender el proceso de crianza de los bovinos bravos en La Ramada,
es importante, en consecuencia, preguntarse: ¿cuáles son los gustos de Jorge
Gutiérrez como ganadero, como “creador” de toros? ¿qué modelo ha de guiar todo
el proceso de crianza, según él, en un mundo de múltiples posibles toros de lidia?
¿existen unos requerimientos mínimos que han de cumplir todos los toros bravos?
Las cuevas de Lascaux, casa de un gran bestiario, especialmente dentro de la
llamada Sala de los Toros, dan una primera ruta a explorar:
Allí hibernaban pinturas de uros, abuelos primigenios de nuestro Toro actual,
acometiendo, batallando, matando y muriendo; en un sentido intemporal, actuando
como lo haría posteriormente su más noble descendiente.
[…]
Dentro [de la cueva] se puede admirar un sinnúmero de pinturas rupestres, entre las
cuales las mas destacadas son: la que se encuentra en la estancia conocida como
“La Ronda de los Toros” que describe en su trazo cuatro uros dotados de soberana
cornamenta, entre los cuales dos de ellos se encuentran en clara disposición de
iniciar una feroz lucha a muerte y la que se ve en “El Pozo” o “Galería de las
Pinturas”, con su escena, que al mirarla y admirarla se puede sostener sin temor a
equivocarse que en ella se encuentran graficadas las verdaderas raíces de la
tauromaquia. En esta pintura se observa con claridad como después de ardoroso
combate entre cazador y cazado yace el cadáver del primitivo lidiador inerte, siendo
observado por su uro oponente, también herido a muerte.
(Gutiérrez 2016, 117-118)
El bóvido y el torero, entonces, se deben entregar rigurosamente al combate,
hasta la muerte. Su encuentro genera una tensión que solo termina hasta que uno
se imponga sobre el otro. Es particular la escena de caza que describe Jorge, ya
que la presa no se encuentra huyendo sino es una caza en la que se enfrentan cara
a cara hombre y bóvido, como también se da en la famosa pintura de Goya Modo
con que los antiguos españoles cazaban los toros á caballo en el campo (1814-
1816) de su serie Tauromaquia, donde también pareciera que el artista español, un
23
importante referente tauromáquico para Jorge, sugiriera que los orígenes de la
corrida de toros se encuentran en la caza. Con esto no quiero decir, sin embargo,
que el toro de lidia -que es mi interés por ahora- sea totalmente análogo al Bos
primigenius primigenius o Uro. Más bien, quiero resaltar que en el tipo ideal de toro
de lidia de Jorge debe cumplir, como mínimo, como esencia misma del toro de lidia,
como esencia que proviene del Uro, la presencia de una gran cornamenta y de su
disposición a “acometer, batallar, matar y morir” o, en una palabra de Jorge, su
bravura:
Si es bravura acudir al caballo del picador en tres oportunidades, siempre al galope,
franco y decidido y allí recargar metiendo los riñones con la cara bajo el estribo
encelándose en la pelea hasta que lleguen “a por él” y lo despeguen del peto, de
igual manera es bravo el Toro que después de haber recibido ese castigo tenga,
demuestre y conserve a través de la faena las características que me he dado en
llamar “bravura en la muleta” y que a mi juicio se podrían explicar así: al Toro se le
debe pedir que sea serio, que se arranque de largo, que embista galopando alegre
y codicioso llevando el morro por el suelo en persecución del trapo rojo, que tenga
largo recorrido, se rebose y remate el pase, permaneciendo siempre alerta y listo
para repetir si el matador pretende realizar una faena ligada o estar dispuesto para
arrancarse con prontitud y fijeza si la faena se arma sobre la base de lo que los
taurinos llamamos “de pase por pase”. Para que el Toro haga eso, para que permita
cuarenta o cincuenta muletazos que transmitan emoción a los tendidos sin variar su
comportamiento, que es lo que nuestros públicos disfrutan y valoran hoy en día (esa
conjunción de la bravura de un toro con el arte y la plasticidad que le imprime el
torero a su faena), el animal necesariamente debe ser bravo, tiene que ser
encastado. Si eso no es bravura, entonces ¿qué es?
(Gutiérrez 2016, 16)
El mantenimiento del encaste es, por lo visto, la razón por la cual se mantiene y
se expresa la bravura dentro del toro bravo. El ser encastado es el sello de la
bravura. En la imagen 1, que se encuentra dentro de la enciclopedia de toros de
lidia en Colombia realizada por Fedegan, El toro de Lidia en Colombia, se muestra
24
la ascendencia del “noventa porciento de los encastes que predominan en las
ganaderías contemporáneas tanto en España como en Colombia” Las sangres de
casta Santa Coloma y Murube, de las que ostentan los toros de lidia de La Ramada,
descienden de la casta fundacional Vistahermosa, que se diferencian por ser
“bonitos, de cabeza pequeña y recogida; cornicortos y finos de extremidades; son
bravísimos y al tiempo presentan una gran nobleza, sin doblez ni trampa” (Diusabá
Rojas y Buenaventura Acevedo 2009, 23); y, agregaría yo -aunque lo compartan
con todos las castas- por ser completos de cuerpo10. El encaste se evidencia, por
ende, tanto en la bravura como en la condición física que ostenta el toro bravo. Por
un lado, la fineza de las extremidades se enfoca principalmente en tres aspectos:
primero, en la simetría de su cuerpo (por ejemplo, dos cuernos totalmente iguales
en términos de tamaño y de dirección a la que apuntan); segundo, en la tenencia de
dos cuernos que representen, a los ojos de los espectadores de la plaza, peligro
para el torero (por ejemplo, los pitones no pueden estar exageradamente curvados
hacia dentro); tercero, de la condición atlética que deben exhibir. De otro, la
completitud del cuerpo es uno de los requerimientos estéticos más importantes para
que un toro de lidia se pueda presentar en una corrida o, como sentenciaría Carlos
Holguín Holguín, “[…] una bestia descornada, sin orejas o sin cola sería inaceptable
en una corrida” (1996, 71). Los premios dados a los toreros cuando efectúan una
excelente corrida son, precisamente, una o dos orejas y en ocasiones el rabo 11.
10 Aunque la completitud a la que me refiero se entenderá mejor más adelante, vale la pena recordar que, como
resalta Ortega y Gasset, una de las virtudes que debe poseer el toro de lidia es la de poseer pies (1986, 144). 11Además, como nos lo comentó Duván -el carnicero de la plaza de toros La Monumental de Manizales -, los
testículos y el pene del toro de lidia son las carnes más apreciadas tras el desarrollo de una corrida.
25
Si tuviera que escoger a un artista que mantenga un fuerte vínculo con la
tauromaquia colombiana y que al mismo tiempo represente rigurosamente en sus
obras las características físicas que deben cumplir los toros de lidia, escogería sin
duda a Fernando Botero. En su obra La estocada (1991) se encuentra, por ejemplo,
un toro marrón enfrentado a un torero en traje de luces verde y dorado durante el
“momento de la verdad”, el momento en el que el matador se dispone a dar muerte
al toro de lidia durante la corrida. Botero ilustra claramente dentro de esta obra la
próximidad corporal que implica este momento decisivo. El matador plasmado en el
óleo está al frente de los dos largos cuernos del toro, que apuntan directamente a
él y que le ronzan el pecho. Estos, sin embargo, no solamente son peligrosos ante
el ojo del espectador, sino completamente simétricos tanto en forma y tamaño;
incluso, son idénticos en su color. El peligro para el torero, además, se ve
representado por la presencia de un toro de lidia que, a pesar de su corpulencia,
26
ostenta de un cuerpo firme y vigoroso. Estas características, sumadas a la
completitud del cuerpo del toro, se podrían constatar casi que en la totalidad de las
obras boterianas que tienen como inspiración los toros lidia. El único momento en
el que estas características no se encontrarían presentes dentro de una corrida de
toros en una plaza de primera es, en efecto, cuando el matador ha sido premiado
con la(s) oreja(s) y/o el rabo del toro. Este desmembramiento se encuentra
plasmado en su obra El arrastre (1987) donde un matador celebra con el público la
oreja y el rabo bovino con los que la presidencia de la plaza lo ha premiado.
Esta estandarización del cuerpo es la que permite que el toro sacrificado sea
reemplazado, ya que sus sustitutos sacrificables deben tener características
idénticas o por lo menos variaciones insignificantes12. Los parámetros que utilizan
en La Ramada para definir si un toro de lidia es sacrificable o no recaen, en un corto
periodo de tiempo, exclusivamente en la exterioridad del cuerpo del bovino, ya que
12 En un contexto sacrificial, el sacrificado debe tener cualidades idénticas “[…] a las de los sustit utos que
pueden reemplazarla (es mantenida por los hombres, es comestible)” (Descola 2012, 343).
27
se da por hecho que la subjetividad del animal es apta para participar en el sacrificio.
Radhika Govindrajan (2015) ha mostrado que, por el contrario, en la zona central
de los himalayas de la India, la subjetividad del animal no-humano es central en la
constitución de las cabras como sacrificables en cada uno de los sacrificios
realizados. En el estado indio de Uttarakhand, la población local realiza sacrificios
de cabras en favor de las deidades hinduistas. Pero, según los habitantes de la
región, los animales deben aceptar igualmente el sacrificio. El día en que se va a
consumar el ritual, las cabras son llevadas donde un sacerdote que les aplica, como
primer paso del procedimiento, una combinación de agua y arroz en el dorso de
cada una. Si su respuesta es una sacudida, los habitantes infieren que dio su
consentimiento y que los dioses han aceptado el sacrificio; de lo contrario, el
ofrecimiento no puede llevarse a cabo (Govindrajan 2015, 510). En esta región
montañosa, por su puesto, las cabras, desde el punto de vista de los habitantes,
son seres autoconscientes y reflexivos y, como tales, poseen la capacidad de
responder (Govindrajan 2015, 509). Esto no significa, empero, que en las corridas
de toros en Colombia no se reconozca la subjetividad del toro de lidia, sino que esta
no es tenida en cuenta para definir si el animal entra al contexto sacrificial si lo
evaluamos sincrónicamente. Para el matador Gregorio, por ejemplo, los toros de
lidia actúan de diferentes maneras en la plaza y dicha actuación les otorga puntos
de vida. Para él, si el toro es noble, es decir, si sigue el engaño que propone el
matador y nunca arremete contra el cuerpo del humano, y, además, embiste
rápidamente y con fuerza, el presidente de la plaza debe otorgarle el indulto al
animal y la gloria al ganadero. La subjetividad del animal no-humano en el sacrificio
en Colombia no define, en un intervalo corto de tiempo, si el animal entra o no en el
contexto sacrificial sino, por el contrario, define si logra salir de él.
Sin embargo, la subjetividad del toro de lidia en ruedo no solo transforma su vida
sino también la vida del ganadero. Si en Bali, según Clifford Geertz (2003 [1973],
343 y 346), el gallo sacrificado está metafóricamente relacionado con su
sacrificante, representando su “narcisismo masculino y su salvajismo animal”, aquí
28
el toro de lidia se encuentra metonímicamente relacionado (parte-todo) con la
ganadería y, por ende, con el ganadero. Un DosGutiérrez sale al ruedo y, desde ese
momento, cada uno de sus gestos (su galope, su decisión, su fijeza, su disposición,
su entrega) son evaluados durante las tres etapas de la corrida: etapa del capote,
del caballo y de la muleta. Lo que se pone a prueba en el ruedo es la segunda
dimensión del encaste, su faceta comportamental. Pero, no solamente la del toro de
lidia del momento, sino la de la ganadería en general. Las actuaciones de varios
DosGutiérrez, en un periodo largo de tiempo, van a reestructurar el prestigio de la
ganadería, ya que definen si es una ganadería de encaste o no. En la temporada
taurina 2019 de Manizales, la ganadería de Jorge tuvo un bajo desempeño. Al día
siguiente, en el periódico La Patria de Manizales, apareció la siguiente observación:
Lo de ayer crea una enorme coyuntura entre la realidad de la fiesta brava y la
decepción del público. También es un llamado de atención para el ganadero porque
ya son repetidas las ocasiones en las que sus encierros causan bronca en el público.
[…]Todo parece indicar que este hierro necesita renovarse para retomar las dichas
de años pasados, porque, por lo pronto, poco puede provocar verlo en años que
vienen si las cosas continúan como van.
(Molina 2019)
Recordar el imperativo que establece el Reglamento Nacional Taurino puede
ayudar a comprender mejor las consecuencias de las actuaciones de los toros de
lidia: “en las plazas de 1ª categoría solo podrán lidiarse reses de pura casta”. Lo que
va a transformar la actuación del toro es el prestigio de la ganadería y el prestigio
del ganadero. En Bali sucede algo muy similar; de hecho, “el prestigio, la necesidad
de afirmarlo, de defenderlo, de celebrarlo, de justificarlo y de sencillamente bañarse
en él […] es […] la fuerza motriz de la riña de gallos” (Geertz 2003 [1973], 358).
Para Geertz (2003 [1973], 356), empero, el estatus solo está en juego, dentro de la
riña, simbólicamente; la riña de gallos se queda en el mundo de las ideas y no tiene
efectos prácticos o, por lo menos, estos son solo “efectos menores” (365). En
Colombia, por el contrario, el reconocimiento que tenga la ganadería y el ganadero
29
determina si los toros de dicha ganadería pueden actuar en las plazas de primera;
determina si son toros encastados. Hay, entonces, una consecuencia económica
directa: el prestigio genera más contratos, dinero. Sin embargo, también construye
una tradición familiar, como la de los Gutiérrez; define las relaciones sociales en las
que se ve inmerso el ganadero (como las amistades con ciertos toreros y
empresarios); y, al igual que lo ha planteado Aura Angélica Hernández en el caso
de las corralejas de la costa caribe colombiana, el prestigio adquirido permite a estos
ganaderos “tener una fuerte influencia [política] en el país en general, legitimar sus
discursos a través de su poder y reivindicar sus tradiciones particulares” (Hernández
2014, 153). El ganadero pone en juego a través de sus toros, en cierto sentido, el
futuro de la ganadería y el propio (en su aspecto económico, político y social). Si se
analiza la situación diacrónicamente, las actuaciones de cada toro estructuran el
estatus de la ganadería y este, a su vez, define si los toros pueden ingresar a una
plaza de primera. O, en otras palabras, esta situación expone cómo la ganadería
deviene prestigiosa por los toros y cómo los toros devienen sacrificables, en parte,
por el prestigio del ganadero.
Jorge hace de la tradición europea, especialmente de Lascaux y de Goya
(aunque, en menor medida, también resuenan en su obra y sus palabras artistas
como Pablo Picasso, Federico García Lorca, entre otros), su precedente como
ganadero y el precedente de sus toros. Pero, de nuevo, esto no significa que la idea
de un toro ideal no tenga cambios históricamente y entre ganaderías, sino que sus
acciones como ganadero se alimentan del pensamiento tauromáquico europeo13.
Por esto, entabla una continuidad genética entre los Uros, los toros de Vistahermosa
y la sangre de los toros de su ganadería, DosGutiérrez (Imagen 1). Sin embargo, no
podríamos comprender estas raíces a las que se aferra y, según su criterio, son los
mínimos por cumplir de todo toro bravo, sin ver cómo se encuentran en tensión con
13 Como lo ha mencionado Maudet (2006, 385), en los escenarios latinoamericanos donde se efectúan prácticas
tauromáquicas, estas pueden ser percibidas como un s ímbolo de la cultura española y, al mismo tiempo, ser
asimiladas como un patrimonio cultural local, regional o nacional. En este caso, las visiones tauromáquicas
europea y colombiana entran en tensión y generan un camino nuevo; no se encuentran aisladas.
30
la opinión del público taurino actual, el que, como me lo comentó Jorge, ya no
apremia de la misma forma esa masculinidad. Un público que, a juicio del ganadero,
es cada vez más torerista que torista, como se lo hace ver a Juan José: “Habrás
notado como últimamente se magnifica cada vez más al hombre y se minimiza más
al animal en la Fiesta de Toros” (Gutiérrez 2016, 45), por lo menos así lo muestran
los afiches publicitarios que presentan cada vez más “[…] la figura del matador con
mirada sensual y cautivante” y menos “[…] un monumental pase de pecho del cual
sale el Toro echando cara y manos por los aires en clara demostración de casta y
fiereza” (Gutiérrez 2016, 45). Si antes la corrida reproducía una masculinidad que
se basaba en el enfrentamiento con un toro fiero14, en la actualidad el público taurino
colombiano privilegia más la (actuación) estética del matador que la peligrosidad
que representa el toro (aunque esta siga siendo central en la corrida). Un público
más torerista tiene como consecuencia que los toreros no deseen torear sino toros
“menos peligrosos”, como me explicaba Jorge, lo que obliga al ganadero a criar sus
toros con esto en mente.
Se podría concluir, entonces, que la estética de Jorge, la estética que exalta el
cuerpo simétrico, peligroso, atlético, completo y, además, doblemente bravo, es una
estética en la que se encuentra presente la tradición tauromáquica europea, pero
también las exigencias de la afición taurina colombiana. Es así una estética que
encierra tanto lo que representa físicamente un cuerpo como lo que este puede
hacer. Lo que hacen los toros DosGutierrez en el ruedo, visto en un largo periodo
de tiempo, definirá si otros DosGutierrez podrán entrar a ser sacrificados en una
plaza de primera. Por el contrario, en un corto periodo de tiempo, las características
físicas serán las que definan si el toro puede entrar en la “verdadera corrida” y el
desempeño de este en el ruedo definirá si puede salir de ella. Los efectos de esta
14 Para Alberto Flórez-Malagón (2008, 150), en su análisis de los usos del ganado en Colombia a comienzos
del siglo XX, la corrida de toros reproduce un modelo elitista, masculino e hispanizante, que se ajusta
perfectamente al modelo civilizador de la época.
31
búsqueda de un único toro de lidia, empero, trascenderán la vida de los bovinos
masculinos y afectarán también la vida de las vacas bravas.
Los (des)atinos del encaste: vacas a prueba.
La tienta es la imitación en menor escala de la corrida de toros. En ella, al igual
que en la corrida, asisten ganadero, picador y torero y, a diferencia de esta, no asiste
público ni tampoco asiste toro: sino vaca. Este es el laboratorio de la finca, la oficina
de Jorge, como el mismo dice. Sus objetos de prueba son las vacas a quienes llevan
al ruedo cuando han pasado los dos años de edad. Se les evalúa, en principio, una
sola cosa: su actuación tauromáquica, como se verá enseguida. El objetivo de Jorge
durante este evento es observar y escoger rigurosamente a las próximas madres
de sus toros. Pero, su atención se fija en el comportamiento de las vacas a prueba
y, casi en ningún momento, en sus características físicas. Jorge observa como juez
a través de un filtro diferente dos cuerpos que caracteriza como distintos, el del toro
bravo y el de la vaca brava. En los dos evalúa lo que pueden sus cuerpos, pero solo
en el caso de los machos es cuando realmente se preocupa por la condición física
de estos.
En la tienta que presencié en La Ramada, Jorge evaluó cuatro vacas. Agustín y
Aníbal, los dos trabajadores principales de la finca, las arriaron en horas de la
mañana hacia el corral del ruedo donde fueron puestas a prueba. Prepararon,
además, el caballo que montó Agustín quien, por ser el mayoral de la finca, fue
elegido picador de la tienta. Al evento asistieron Manuel y Sebastián, dos matadores
que buscaban un espacio para entrenar. Todos -matadores, ganadero y picador-
tomaron sus respectivas posiciones. Tras las tablas que permiten esconderse y
aparecer en el ruedo, se ubicó el matador que hizo de subalterno. En el centro del
círculo, el matador que se puso en escena como torero. El picador, Agustín, a uno
de los extremos del ruedo. Con cuaderno y bolígrafo en mano, Jorge tomó distancia
y se sentó en un pequeño palco donde podía observar con tranquilidad. Agustín dio
las suertes, “Suerte ganadero, suerte toreros”, y le dieron vía libre a la vaca número
62 para que apareciera en la arena.
32
Sebastián salió con el capote. La vaca de pelaje negro acudió rápidamente a
donde se encontraba el torero, quien realizó unos cuantos pases que fueron
consentidos y la dejó descansar. “Es muy fija, muy atenta” comentó Hilda, la esposa
de Jorge. “No es tonta” afirmó este último y, de inmediato, le pidió a Agustín que
posicionara el caballo. El matador, simultáneamente, posicionó la vaca. Agustín y el
caballo frente a la vaca brava; unos y otra, en lo posible, formando una línea recta
entre ellos. Agustín se levantó sobre los estribos y comenzó a retarla: “¡Vamos vaca!
Vaca, vaquita, ¡vennnga vaquita!” Después de varias repeticiones, la vaca marcada
en su cuerpo con el número 62 acudió al llamado. Arrancó galopando, pero se frenó
a mitad de camino y volvió a arrancar. Se quedó unos segundos empujando
intermitentemente el vientre del caballo, a quien le cubrieron cuerpo, ojos y le
taparon las orejas para inhibirle todas sus sensaciones, y salió en busca del establo,
de una salida. “Eso es lo que llamamos mansedumbre, David”, me dijo Jorge,
“cuando no les interesa y van a refugiarse”. “Bueno… está vista. Va para Obama”,
le ordenó a Agustín. Y, al preguntarle por las razones, me dijo: “es que no le interesa
nada. Tiene que acudir galopando y cuando llega tiene que quedarse en línea recta,
empujando y con la cabeza abajo. Y eso que se vaya también es pura falta de raza.
No vale la pena verla en la muleta”. La decisión se escuchó y la vaca fue devuelta
al corral.
Hubo un cambio de torero y abrieron la puerta para que apareciera en el ruedo la
número 71. Como su hermana, pasó la etapa del capote perfectamente y entró a la
del picador. Arrancó sin parar, sin manifestar duda alguna y siempre mirando
fijamente su objetivo. “Tiene un galope extraordinario” dijo Jorge. Cuando entró en
contacto con el caballo, se fracturó el pitón derecho y comenzó a sangrar.
Igualmente, nunca se despegó del caballo. “Es impresionante que, después de
semejante golpe, siga yendo”, reaccionó admirada Hilda. “Ganadero, explíqueme
eso. Es que son el agua y el aceite. ¿será la madre?”, agregó el Doctor, el amigo
invitado de Jorge. “Ahí es cuando uno se da cuenta de que no todo lo bueno y lo
bueno en el reino animal da bueno. Pasa lo mismo con los gallos, los caballos, las
33
vacas de leche…”, le contestó Jorge con aire de no comprender del todo la
situación. Jorge dio las señales de que la vaca aprobó la segunda etapa de la prueba
y el matador tomó la muleta. Se entró en la última etapa de la tienta. El torero realizó
una serie de pases y Jorge interrumpió rápidamente: “vamos a parar ahí, por favor.
Va para Obama. Al final cantó la gallina, no le aguantó el perrenque. Tiene que
aguantar hasta el final”. “Muy mansa, pero ponía bien la cara”, dijo el matador. “Sí,
iba humillando tres metros antes, pero buscaba escapar” agregó Jorge. “Ganadero,
¿y quién es Obama?”, preguntó el Doctor. “Ah, un Angus al que le estoy echando el
desecho”, respondió Jorge, “después le cuento la historia del nombre”. 66 y 59
entraron y salieron con el mismo destino.
Las cuatro vacas bravas tuvieron un final fuera de lo común para el resultado que
obtuvieron en la tienta. Por esta vez, a pesar de no ser aprobadas por el estricto y
minucioso ojo científico de Jorge, su desempeño no devino en muerte.
Normalmente, el desecho, como se llama a las vacas de lidia que no son aprobadas
en la tienta, van directamente al matadero, pero, en este tiempo de incertidumbre
ante la continuidad de la tauromaquia en Colombia,15Jorge las pretende cruzar con
Obama, un Angus, para, llegado el caso, realizar la transición de ganadería de lidia
a ganadería de engorde. Jorge las mantuvo vivas esta vez por su capacidad de
tener bovinos aptos para el engorde. La situación ha sido muy diferente para las
otras vacas bravas que han pasado por el ruedo de prueba de La Ramada. Al no
demostrar ser portadoras de las dos bravuras (la del caballo y la de la muleta) y,
como consecuencia, no demostrar que están encastadas, no se han ganado la vida,
no han sido elegidas para ser madres. La vida de las vacas está íntimamente ligada
a su capacidad de tener hijos, en particular toros que cumplan con el ideal del
ganadero. Este último les da la vida dependiendo de la conveniencia de su genética
y su capacidad reproductiva. En cierto sentido, las vacas de lidia siempre se
15 La Corte Constitucional colombiana mediante el Auto 547 de fecha 22 de agosto de 2018 declaró la nulidad
de la sentencia C-041 de fecha 1 de febrero de 2017, por la cual la Corte había eliminado la excepción para no
judicializar por maltrato animal a quienes participen en actividades culturales con animales en Colombia.
Actualmente, el Auto 547 mantiene la línea jurisprudencial anterior y da vía libre a estas actividades. Sin
embargo, se evidencia una inseguridad jurídica en la alta corte colombiana sobre este tema.
34
encuentran muertas hasta que el ganadero de turno considera lo contrario; es decir,
cuando la vaca de lidia no se desvía del ideal comportamental del ganadero, cuando
su cuerpo logra hacer, sin saberlo, lo que su juez quiere16. Quiero, no obstante,
hacer énfasis en que el cuerpo de la vaca no vale, en contraste con el del toro, por
el estado físico en el que se encuentre. La vaca puede perder totalmente su
cornamenta, como ocurrió en la tienta, y aún tener la posibilidad de alcanzar la vida.
El ganadero y los trabajadores de La Ramada saben que esto no significa que los
hijos de la vaca vayan a nacer sin un cacho; situación que, si pasara, convertiría al
ternero inmediatamente en desecho. Así, las madres no valen por sí mismas, sino
por la bravura que puedan transmitir a sus hijos y, ante todo, por su capacidad de
engendrarlos.
Hasta el momento, he intentado explorar la faceta de Jorge como ganadero de
lidia en su dimensión más pública y también en la más anónima. Como ganadero-
aficionado torista, Jorge le da una gran importancia a los atributos que ostentan y
deberían ostentar los toros de lidia. En su actuar como ganadero, él ha intentado,
escuchando y articulando elementos del pensamiento taurino europeo y las
exigencias del público taurino colombiano, moldear a sus toros bravos a partir de
una estética en la que no tienen cabida los cuerpos no simétricos, no peligrosos, no
atléticos, no completos y, sobre todo, no bravos. El éxito de una ganadería está en
la rigurosidad de la tienta, nos dice la enciclopedia colombiana de toros de lidia y
así lo asimila Jorge. Pero es en esa rigurosidad ciega donde se presenta una
negación de la vida. Al enfocarse tan enceguecedoramente en un único modelo a
seguir, todos los bovinos bravos que manifiestan una forma de ser toro o vaca de
lidia diferente delante de él, como las cuatro vacas de aquella tarde, son
sacrificados. Si bien de forma general se podría decir que los bovinos del género
bos taurus son bravos, se está negando las diversas expresiones vivas en las que
16 Lo mismo ocurre en el caso de los toros de lidia que van a la plaza. Los toros van a ganarse la vida con su
actuación, salvo que en este evento hay más agentes involucrados en la decisión de indultarlo o no, a pesar de
que la decisión final la tenga el presidente de la plaza. Por ejemplo, actores como el público o los mismos
toreros, quienes a veces presionan fuertemente para que el toro en escena sea indultado.
35
se da dicha bravura. No todas, necesariamente, aceptadas por los taurinos y menos
aún por el juez del momento. Como ocurrió en el mundo del Asterión de Borges, y
en el mundo del minotauro, ni siquiera hay cabida para pensarlas:
El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio
de sangre.
- ¿Lo creerás, Ariadna? –dijo Teseo-. El minotauro apenas se defendió.
(Borges 2015, 271)
36
Capítulo 3
Ritmo del cuidado:
la crianza en el día a día
Donna Haraway es una de las académicas que ha tomado más seriamente a los
animales como agentes dentro de sus obras. Así lo constata la premisa de su obra
When Species Meet (2008), por ejemplo, de la que se desprende que los animales
no-humanos responden y son significantes para los seres humanos, así como estos
últimos también lo son para los primeros:
My premise is that touch ramifies and shapes accountability. Accountability, caring
for, being affected, and entering into responsability are not ethical abstractions; these
mundane, prosaic things are the result of having truck with each other. Touch does
not make one small; it peppers its partners with attachment sites for world making.
Touch, regard, looking back, becoming with -all these make us responsible in
unpredictable ways for which worlds take shape.
(Haraway 2008, 36)
Que los elementos no preceden la relación, sino que son fruto del devenir con
(becoming with); que los nudos multiespecies, en los que todos nos situamos
durante el encuentro entre especies, se construyen y se reconstruyen
constantemente a través de la acción reciproca; y que el devenir con se da en el
tocar, en el cuidado, en los afectos, en lo ordinario y prosaico son las premisas de
Donna Haraway. Yo intentaré, en esta última parte, hacerlas mis puntos de partida
para comprender el día a día de la crianza de los bovinos bravos. Por esto, este
capítulo trata sobre, de forma general, la relación de cuidado que se establece entre
estos bovinos y los trabajadores de La Ramada. En específico, expondré momentos
en los que la agencia humana se manifiesta con mayor intensidad y momentos en
los que la agencia de los toros y las vacas es la que se manifiesta con mayor fuerza.
Al finalizar, esbozaré los elementos que, considero, son esenciales para
comprender la domesticación en la práctica.
37
Devenir toro en La Ramada
En las montañas de la cordillera andina nororiental, del municipio Pacho
Cundinamarca, se extiende la ganadería DosGutierrez, propiedad del ganadero
Jorge Gutiérrez. Situada en sus comienzos únicamente a los alrededores de la
ciudad de Pereira, su traslado a La Ramada, nombre actual de la hacienda
ganadera, no se debe a ninguna casualidad. Se debe, más bien, a una conflictiva
relación que se genera entre el “ser un animal europeo” y el trópico:
En tierra caliente hay más plagas externas, hay que manosearlos más. Y se vuelven
más perezosos por el calor y no se ejercitan casi. Eso genera mansedumbre. Uno
tiene que entender que estos animales son europeos. El trópico es bien difícil para
todo lo que traemos.
(Jorge Gutiérrez, comunicación personal)
La media y alta montaña de la cordillera de los Andes es, desde la perspectiva
del ganadero, la réplica más verosímil del clima europeo en Colombia. Este hábitat,
según él, es el que posibilita que la condición física y el comportamiento del toro
bravo, “un animal europeo”, se desarrollen plenamente. Esta opinión la comparte
completamente su primo, el ganadero Miguel Gutiérrez, para quien las tierras frías,
en contraste con las tierras cálidas, permiten que el toro de lidia se desarrolle
armónicamente. Crecer sometido a un clima frio se refleja, por una parte, en las “[…]
manos cortas, pezuñas finas, pelo largo y lustroso [y] rabos […] abundantes”
(Gutiérrez 2009, 246) de los toros y, por otra, en “la nobleza” -parte constitutiva de
la bravura- que exponen en la corrida como símbolo de agradecimiento por “las
condiciones de bienestar con las cuales han sido criados” (Gutiérrez 2009, 247). En
este contexto, ser un animal europeo no equivale a haber nacido dentro de un
territorio situado en Europa, ni mucho menos a haber vivido en uno, sino a mantener
un vínculo de sangre; el estar encastado, como se mostró en el anterior capítulo.
Por poseer este encaste, el clima cálido, desde la perspectiva de los Gutiérrez,
aunque no atente radicalmente contra la vida, degenera el comportamiento y el
físico del toro de lidia. Para impedir que el toro se convierta en desecho, los
38
ganaderos de lidia tienen que acudir a una de las soluciones más viables que da el
mismo territorio colombiano: los terrenos de media y alta montaña andina17.
Había tres maneras por medio de las cuales yo llegaba a este terreno de media
montaña andina, La Ramada, desde Pacho: o tomaba una moto en la plaza
principal, o tomaba el bus de las 6:40 de la mañana o, en ocasiones, me llevaba
Agustín, el trabajador principal de la finca. Por la inconstancia de la última y lo
costosa de la primera, regularmente me iba en bus. Jorge Gutiérrez, el ganadero,
realiza un viaje similar cada vez que va desde Manizales a Pacho: primero toma un
avión hasta Bogotá y luego va hasta La Ramada en carro. Sin duda, un trayecto
más arduo que el de Manizales a Pereira. Aquel jueves, por suerte, después de que
me dejó el bus en el paradero y comencé la caminata en dirección hacia la hacienda,
me encontré con Agustín, quien iba en su moto. “Menos mal madrugó joven”, fue su
rápido saludo y de inmediato me comentó los planes del día: “Hoy vamos hasta el
último potrero a buscar unos destetes que se me escaparon al lote de las madres.
Venga, súbase y lo llevo”. Llegamos a la casa principal, donde se encuentra la
caballeriza y donde se guardan las herramientas de trabajo, a las 8 de la mañana.
Ya Antonio, el segundo trabajador de la hacienda, estaba terminando de armar las
porciones diarias de comida de los toros bravos. Agustín ensilló los caballos y la
yegua que íbamos a montar los tres y, además, los caballos que iban a montar
Edison y Aníbal, dos jornaleros a quienes Agustín contrató por ese día para realizar
la ardua tarea de reconformar los grupos. Yo me subí en el lomo de la yegua y
tomamos camino.
La primera parada del día fue para alimentar a los toros programados para salir
en la temporada taurina 2019. Desde un año antes de su salida hacia alguna plaza
de toros, Antonio, su caballo y Macho, la mula que carga el alimento de los 16 toros
17 Es necesario resaltar la resonancia del pensamiento sobre la raza y el determinismo geográfico del siglo XIX y XX dentro de la crianza de los toros de lidia. Tanto las élites del XIX como las de principios del XX
establecían una relación entre el clima, el comportamiento y el físico de los habitantes de una zona geográfica determinada (Muñoz Rojas, 14 y 19). En el caso de los ganaderos, esta idea se replica con los bovinos de lidia.
39
y con la cual siempre trabaja Antonio, los visitan y los cuidan de lunes a sábado sin
excepción alguna. En un contexto donde las visitas externas son poco frecuentes,
yo soy para los toros realmente un extraño acompañante de sus cuidadores y su
comida. Al observar de lejos el primer grupo, pensé: qué van a ser bravos, los cuatro
están tendidos sobre el pasto, descansando; luego decidí entrar a acompañar a
Antonio. Y luego, al verlos de nuevo, le pregunté a Antonio si era peligroso que yo
entrara. Con su respuesta, que expongo a continuación, pensé: está bien, entraré y
tendré cuidado: “Para alimentarlos, nos toca ir hasta cada uno de sus platos y
servirles”, me explicó Antonio, “mientras tanto usted estese quieto ahí en la yegua.
Recuerde lo que le dije: en cualquier momento arrancan y se vienen”. Antonio
encabezó el grupo y al cruzar la cerca que contornea el terreno de los toros, empezó
a realizar silbidos y a llamarlos. “Toro, toritotoritotoro, tooorooo” fueron las palabras
que, junto con los otros sonidos, utilizó Antonio para que los toros lo identificaran:
Toca empezar con los sonidos que están familiarizados. Se consienten mucho. Si
uno les grita, no responden. No están acostumbrados. Toca que no se les ponga a
correr tampoco. A un son medio: ni tan rápido, ni tan despacio.
(Antonio, comunicación personal; el énfasis es mío)
Desde que cumplieron la edad de traslado, estos cuatros toros de cuatro años de
edad se encuentran prácticamente todos los días con, únicamente, Antonio, su
caballo y Macho. Todos los siete, por ende, han aprendido a compartir espacios, a
escucharse y a verse unos a otros. Muy temprano en la mañana, Antonio siempre
prepara la comida diaria: 2 kg de concentrado, 2 kg de pasto imperial y 4 kg de heno
con Melaza (caña molida y cocinada hasta espesar). Dicha cantidad, exceptuando
por el heno, por cada toro al día. En su último año, los cuerpos de los toros se
transforman radicalmente. Como consecuencia de tan rigurosa y sobrecargada
alimentación, los toros adquirirán entre 100 a 150 kg más de peso durante estos
doce últimos meses anteriores a sus actuaciones en las corridas.
40
Dicha forma de cuidado por parte de los trabajadores no es ejercida, en efecto,
de forma desinteresada. Un toro de lidia vale dentro del mundo taurino, en principio,
por lo que es su cuerpo18. La alimentación en este contexto no es una actividad con
un fin salubre sino principalmente estético (y, en menor medida, comercial). La
estética de Jorge exalta, con respecto a la condición física, solamente los cuerpos
simétricos, peligrosos, atléticos y completos, lo que tiene efectos concretos en las
relaciones de crianza, ya que, aunque no absolutamente, las direcciona. La
importancia de la condición física del toro también se evidencia, por ejemplo, en el
énfasis de los taurinos en que todos los toros que van a participar en una corrida
dentro de una plaza de primera deben cumplir unos mínimos corporales. Se podría
resaltar la vigilancia de aspectos como sus testículos, sus cachos y su peso: si se
18 Como he intentado mostrar en el anterior capítulo, el toro de lidia también vale por lo que puede hacer su
cuerpo.
Foto 5. Antonio sirve la comida diaria de cada toro de lidia en platos
separados.
41
alimenta rigurosamente a un toro de lidia durante su último año, como lo hacen en
La Ramada, saldrá al ruedo un bovino entre 430 y 490 kg en promedio. “En ningún
momento gordo, sino musculoso”, como dice Jorge Gutiérrez, “por eso se les da
tanto terreno para cada uno (una hectárea por toro aproximadamente): para que se
ejerciten”. Su peso, sus testículos, sus cachos: según el artículo 34 del Reglamento
Nacional Taurino19, “las reses tuertas o despitorradas, mogones o hormigones,
astilladas y escobilladas no podrán ser lidiadas en corridas de toros”. Sus cachos,
su peso, sus testículos:
Cuando nacen sin un testículo o lo pierden por peleas, se pierde el toro. Una vez un
toro corneó a otro y le dejó un testículo colgando. Me tocó cocérselo para poder
salvarlo. Sino ese toro ya no vale nada. Ya no puede ir a una plaza de primera y
toca venderlo regalado.
(Agustín, comunicación personal)
Agustín es principalmente quien debe asegurar que los cuerpos de los toros
cumplan, como mínimo, con las demandas estéticas del ganadero. Es él, de hecho,
quien mantiene separados a los toros para corrida de los toros desecho. Un cuerpo
que no cumpla algún requisito se convierte en desecho y no puede acceder a una
plaza de primera categoría; es enviado, entonces, a eventos taurinos de menor
renombre. Para Tim Ingold (2000, 81), estas relaciones de crianza entre humanos
y ganado que he intentado exponer deben ser entendidas como un proceso de
crecimiento mutuo y no como uno de construcción; es decir, no es pensar en cuál
es la huella que imprime “lo humano” en “lo natural”, sino ver cómo se construye el
mundo a partir de la constante relación entre lo humano y lo no-humano. En este
sentido, lo fundamental es entender cómo los seres humanos se involucran -cuál es
el grado de intervención humana- en el establecimiento de las condiciones
ambientales para el crecimiento de los animales y las plantas (Ingold 2000, 85-86).
En La Ramada se puede ver que la forma en que se manifiesta el involucramiento
humano y no-humano en la crianza depende de la situación que se presente. Se
19 Ley 916 de 2004, 26 de noviembre. Diario Oficial 45.744.
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puede ver, como mostraré a continuación, momentos determinados en los que la
interferencia de la agencia humana es más potente y, como resaltaré más adelante
en el capítulo, momentos en los que la agencia de los bovinos bravos es la que
afecta en mayor grado el devenir de la crianza. Como he intentado evidenciar, para
direccionar el crecimiento de los toros hacia el ideal del ganadero o para encauzar
a los que se descarrían de él, los trabajadores intervienen con gran intensidad en el
crecimiento de los toros: desde traslados extraordinarios de Pereira a Pacho, del
clima cálido al clima frio, hasta intervenciones quirúrgicas urgentes, pero también
diariamente al servirles comidas extras. Como intervenir quirúrgicamente a un toro
de lidia implica dormirlo, por ejemplo, estas intervenciones generalmente solo se
realizan cuando son de carácter urgente20. Solamente cuando el devenir se desvía
completamente de los deseos del ganadero, el ser humano interviene intensamente
en él para poder girar el rumbo a su favor.
20 El régimen de comidas podría ser la gran excepción. Más adelante intentaré most rar que este tipo de
intervenciones solo se realizan cuando son de carácter urgente debido a la agencia del toro de lidia.
43
“Siempre hay que estarlos mirando”, me dijo Antonio mientras les servia la
comida, “así que voltee la yegua y mírelos de frente”. Seguí sus órdenes y vi que
los toros ya habían recortado más de la mitad de la distancia que los separaba de
nosotros. Se acercaban cada vez más. Le pregunté, bastante preocupado, si eso
era normal o si debíamos corrernos. No me escuchó o, simplemente, no me
contestó. Verlos acercarse cada vez más me generó cierto miedo y ansiedad, pero
ver al sereno Antonio me hacía pensar que la situación estaba bajo control. Me
ganó, sin embargo, la presencia de los toros y le pregunté de nuevo. Esta vez se
volteó, los miró y fue por una piedra de buen tamaño. La lanzó a un costado de
ellos. Retrocedieron.
Son más jodidos cuando vengo a alimentarlos acompañado, del resto me aceptan
más fácil. Yo los alimento, ellos no son bobos. Me ven con una mano amiga… Los
asusto solo para que no se pongan de juguetones. A veces ni siquiera es que estén
bravos, sino por jugar o porque les gusta mucho la comida y no se aguantan.
(Antonio, comunicación personal)
Foto 6. Agustín agrupa un grupo de vacas de lidia en el corral para
separarlas en dos grupos: el grupo de madres y el grupo de “desecho”.
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La tensión se sintió, pero Antonio mantuvo la calma: ni un grito, ni un golpe.
Alimentarlos es la actividad del cuidado en la que se empeña más tiempo. Se
necesitan de varias horas de preparación y del trabajo de caballos y mulas para
efectuarla. La tensión se mantiene durante todo el proceso. Las dos partes se
encuentran siempre cuidando su posición: atentos uno al otro, cuidando sus pasos
y viéndose mutuamente; a un son medio. Esto no significa, por supuesto, que
Antonio sienta el mismo miedo que yo sentí. Muchas fueron las veces en las que se
burló de mi miedo y mis precauciones tomadas, y es que él sabe que nunca se le
acercan con la intención de herirlo, sino por la ansiedad producida por una buena
comida que llega a la mesa o simplemente por jugar. Pero al mismo tiempo es
consciente de que, en otras situaciones o incluso en el mismo jugar, las
consecuencias de las acciones de los toros tendrían sobre su cuerpo serían
probablemente letales.
El toro de lidia es para los trabajadores de La Ramada, de cierta forma, una
posibilidad de muerte. Agustín y Antonio son conscientes del peligro de muerte en
el que se han encontrado ellos y otros compañeros durante la jornada laboral. Jorge
repite constantemente que todos ellos, los trabajadores, conviven con la muerte.
Amparo, la esposa de Agustín, me dijo que ella, a pesar de que le gustaba que su
esposo trabajara en la ganadería, siempre tenía cierto miedo de que le pasara algo.
Situación similar acontece dentro de la plaza de toros para autores como Pitt-Rivers
o Andrés Holguín. Para el francés, la corrida de toros es la realidad misma y no
ninguna representación de la realidad, ya que la muerte del toro o el torero se
consuma de forma irreversible (Pitt-Rivers 1993, 11). Para el colombiano, el torero
en ruedo lidia simbólicamente a la muerte y tiene, como principal finalidad,
imponerse ante ella (Andrés Holguín 1996, 52). Este poder morir, este riesgo para
la vida del oficiante, este carácter trágico que solo existe porque el toro de lidia
puede matar a un humano, es para Michel Leiris (1998, 22), incluso, inherente a la
corrida de toros.
45
Antonio, sus ayudantes y los toros viven dentro de este halo mortuorio bajo un
ritmo del cuidado. Tal ritmo solo existe una vez las partes entran en relación; pero,
es a través del contacto cara a cara y del conocimiento del otro que este produce,
que el ritmo se va formando y transformando hasta alcanzar uno relativamente
estable y ameno para todos los involucrados (uno, en este caso, ni tan rápido ni tan
lento). De este dialogo corporal entre ellos, que en ocasiones se ve interrumpido y
transformado por el juego y el gusto, se van construyendo relaciones de confianza,
que son intimas y se estremecen con extraños. Los silbidos, las palabras y la
alimentación, como los citados en la primera sección de este capítulo, son acciones
que recuerdan dichas relaciones y, al tiempo, las construyen día a día. El ritmo del
cuidado hace posible que ellos compartan satisfactoriamente espacios.
Sin embargo, “Recuerde: en cualquier momento arrancan y se vienen.”
Foto 7. Antonio y un grupo de bovinos de lidia comparten espacio
mientras Antonio arma trampas de pegamento para moscas.
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Encontramos problemas en el tercer grupo: los toros no estaban. La cerca de
madera del costado izquierdo del potrero se encontraba en el piso con su alambre
destemplado. “Vea, David, lo que le decía: eso cuando arrancan a pelearse, no hay
quien los pare. Se llevan cerca y todo”, me dijo Antonio mientras descendía de su
caballo. “A uno después le toca ir, arreglar toda esta puta cerca de mala calidad y
buscarlos en la mierda”, agregó mientras ya tenía las herramientas en una mano y
la cerca en la otra, lista para ser arreglada. Agustín, evaluando rápidamente la
situación, mandó a Edison y a Aníbal en busca de los bueyes madrinos para poder
arriar a los bovinos bravos:
¡Los bueyes! ¡Los bueyes son todo! Venirlos a arriar [a las vacas y toros de lidia] es
muy difícil, porque ellos conocen su territorio. Saben dónde esconderse, se ponen
bravos y lo evaden a uno. Los bueyes madrinos son quienes los tranquilizan. Si un
toro o una vaca se pone bravo y se queda, uno les manda a los bueyes y ya.
(Agustín, comunicación personal)
Llegaron los bueyes madrinos. Agustín, de inmediato, comenzó a organizar todo
el plan de arreo. Mandó a Antonio a cerrar la cerca que acabábamos de pasar y a
abrir la que iba a dirigir a los toros a su potrero. Única salida para ellos, salvo forzar
la cerca. Nos posicionó: “hágase acá y usted allá a unos 4 metros”, le dijo a Antonio
y a uno de los jornaleros, “de tal forma que cuando yo los baje de allá arriba [monte
arriba], cojan para allá [hacia la salida]” Agustín, al pasar por mi lado, me dijo con
un tono más pedagógico:
Venga le explico: hay tres toros que están con unas vacas. Vamos a partir los grupos
y por acá van a pasar las vacas. Si usted ve que ellas vienen [hacia usted], usted se
esconde porque si no, no andan. Usted es como un susto para ellas, entonces se
devuelven. Y si usted ve que se van a salir [del camino al que se les quiere llevar]
usted sale y las espanta. Grítelas, asústelas con la soga y ya si alguna no anda,
déjela ahí.
(Agustín, comunicación personal)
47
El objetivo es atemorizar a los bovinos para que estos realicen las intenciones de
los humanos. Pero, lo mínimo posible: solamente lo necesario para que se cumplan
las ordenes de Agustín. Esto porque, al mismo tiempo, se tiene en cuenta lo que los
bovinos bravos están dispuestos a hacer. El grado de involucramiento humano en
la crianza, volviendo al planteamiento de Ingold citado anteriormente, va a entrar en
tensión, por tanto, con la respuesta que ellos realicen. Por el carácter reactivo que
presenta el toro de lidia a que le invadan su espacio, y por las consecuencias
mortales que pueden tener sus respuestas al cuidado, en momentos como el arreo,
los trabajadores tienen completamente en cuenta la agencia de los toros y de las
vacas de lidia. Aquí la agencia de los bovinos interfiere con gran fuerza en la crianza.
En este momento es donde la intervención de los bueyes madrinos se vuelve
interesante. Los bueyes madrinos, como se vio en el primer capítulo, son bovinos
que nacen del cruce reproductivo entre bravo y manso. Son más dóciles y, por eso,
se someten más fácilmente a las ordenes humanas que los bravos. Debido a que
los bravos ceden un poco más frente a las demandas humana cuando se ven
acompañados de los bueyes, se podría decir que estos bovinos mansos ayudan a
distender la relación que se produce en el encuentro de las exigencias de cada una
de las partes, permitiendo exigir más a los humanos. Sin embargo, que el toro y la
vaca de lidia puedan herir gravemente a los trabajadores o matarlos es uno de los
aspectos que transforma radicalmente la relación entre las partes: el ocupar horas
extras en el arreo; o el buscar la ayuda de otros no-humanos para negociar con el
bovino; o simplemente que el toro y la vaca puedan poner en espera al humano son
ejemplos de la centralidad de la agencia animal.
La intención es, entonces, entablar un ritmo del cuidado que tenga en cuenta las
exigencias de las dos partes especialmente involucradas, para así, en lo posible, no
generar conflictos. Aquel día el arreo fue exitoso, salvo por tres vacas que se
escondieron en el bosque de la parte alta de la montaña.
- ¿Por qué no las buscan? – Pregunté
48
-Hay que dejarlas, porque si no le tiran a uno. Ellas se esconden por ahí y,
ya más calmadas, uno las busca- me respondió Agustín
- ¿Y luego las unen al grupo? - Insistí
-Sí, ellas bajan en unos dos días y ahí hacemos de nuevo todo lo que vio.
Casi siempre pasa algo así- me explicó
- ¿Y si fuera un toro sería igual? - agregué
-No, porque tenemos que alimentarlos o a veces se van a buscar las vacas y
destruyen todo. Y no podemos dejar que eso pase- me dijo
El proceso de terrenalización y, en general, todo el proceso de la crianza y el
cuidado del bos Taurus se encuentran atravesados por dinámicas de género. La
vaca no debe ser cuidada ni terrenalizada del mismo modo que el toro. Su valor no
recae en su cuerpo de igual manera que en el caso del semental masculino. Por
esta razón, no debe ser vigilada de la misma forma y mucho menos sobre
alimentada (con el pasto que se les permite es suficiente para mantenerlas); más,
sí debe ser cuidada del semental no aprobado que podría embarazarla. O, en otras
palabras, su crianza implica un menor grado de involucramiento humano debido al
futuro que le imagina el ganadero. En este caso, la vaca es importante para Jorge
por sus hijos, como se vio en el caso de la tienta y, por ende, es en la tienta donde
la agencia humana interfiere con gran fuerza en el crecimiento de ellas. Este énfasis
en la genealogía y la identidad, como ha planteado Donna Haraway (2008, 28), hace
parte de un pensamiento patriarcal que lucha contra el pensamiento abierto a
devenires y contagios no jerárquicos.
La idea que quisiera ampliar en este punto es la del ritmo del cuidado. Si se diera
por sentado que el proceso de crianza de los bovinos de lidia implica un ritmo, sería
necesario ver que, cuando es llevado por fuera del rango que mantiene estable la
49
relación, se generan reacciones estremecedoras. Aunque ocasionalmente se dan
choques entre toros y cuidadores sin una razón determinada, generalmente son
producto de una alteración del ritmo que se ha cimentado por años. El 1 de enero
de 2016, Antonio se encontraba tras el rastro del grupo <<2016>> para llevarlos al
camión que los iba a transportar a la corrida que se realizó en Manizales. Uno de
ellos se negó a andar en conjunto. Antonio decidió dejarlo atrás por un momento y
se concentró en arriar a los demás. Al volver por él, Antonio no lo encontraba. Sabía
que, en otra ocasión, debía tener paciencia y volver al otro día, pero en este caso la
corrida no se iba a aplazar; tenía que sacarlo. Lo buscó por varias partes y no lo
encontró, hasta el último momento:
Me encontraba ahí parado, al lado de ese pastizal donde le digo que se esconden.
Yo no lo vi y de un momento a otro me salió de frente. Yo salí corriendo hacia allá
abajo, hasta que el caballo se tropezó y rodé. Me quedé quieto apretando un pedazo
de pasto, pero el caballo se levantó y se fue corriendo. El toro venia de frente a mí
y giró y mató al caballo. Le clavó los cachos en el estómago y lo levantó. Le sacó
todas las tripas. Ese caballo era el mejor caballo que teníamos para trabajar.
(Antonio, comunicación personal)
Las partes involucradas en el cuidado se encuentran en una constante tensión
entre el deseo humano, las disposiciones de los cuerpos y las posibilidades de
acción de estos21. He intentado mostrar hasta el momento, por un lado, cómo los
deseos y las acciones humanas van moldeando el ritmo del cuidado; por ejemplo,
limitando ciertas cosas a los toros y cediendo frente a otras u obligándolos a
mantener una dieta rigurosa. Por el otro lado, he intentado también mostrar cómo
los toros moldean constantemente el ritmo del cuidado, especialmente a través de
su bravura y de su posibilidad de matar. Por último, he planteado que fisurar
radicalmente este ritmo genera reacciones violentas que ponen en juego la vida de
los trabajadores humanos y no-humanos. Varias historias cuentan la muerte de
21 Estos tres elementos serán explicados de forma más clara en la última sección del capítulo.
50
caballos, humanos e, incluso, de otros toros, lo que refuerza la idea del toro como
símbolo de muerte.
En medio de la domesticación
Si bien la domesticación ha sido uno de los procesos que ha transformado
profundamente las sociedades humanas donde se ha manifestado, la literatura
antropológica ha tenido dificultades para establecer una definición satisfactoria del
concepto (Rusell 2002). La transformación morfológica y comportamental de los
animales domesticados ha sido establecida constantemente, empero, como la
consecuencia más notoria de la domesticación (Harris 1996, 454; Rusell 2002, 286;
Clutton-Brock 1994, 27). Los bovinos de lidia, como he intentado exponer, se
encuentran en medio de agentes humanos -acompañados de no-humanos- que
buscan controlar rigurosamente su reproducción y, además, su movilidad
(dinámicas de terrenalización). En efecto, estos son dos aspectos fundamentales
en el proceso de domesticación y de los que me baso para considerar al Bos
primigenius taurus como un bovino doméstico. Desde mi punto de vista, no se
podría comprender qué es un toro de lidia dentro del mundo taurino colombiano, sin
ver la insistencia de estos taurófilos en transformar la dimensión morfológica y la
dimensión comportamental de este bovino; impulso materializado en la gran
variedad de toros de lidia que pastan en lo ancho y alto del país. Quiero aclarar, sin
embargo, que no entiendo la domesticación como una actividad en la que los seres
humanos producen animales no-humanos, como si estos fueran objetos. Más bien,
la pienso como un proceso en el que, a pesar de que la agencia humana es
contundente, esta entra en fricción con la agencia de los no-humanos presentes. Mi
intención acá, igualmente, no es ampliar o transformar el concepto de lo domestico,
sino ver los elementos que dan forma a el proceso de domesticación y las tensiones
que se generan entre estos.
El primer paso que di en este trabajo fue trazar el ideal de toro de lidia para Jorge
Gutiérrez, el ganadero al frente de DosGutierrez. Intenté mostrar, después, los
efectos que este parámetro tiene sobre la vida de los bovinos bravos y cómo
51
atraviesa, sobre todo, la crianza. Luego, me enfoqué más en cómo interfiere la
agencia de los toros y vacas de lidia en la relación de crianza. Me centré,
especialmente, en dos aspectos: en primer lugar, la disposición de los bovinos, que
en ocasiones decidían no seguir los deseos de los humanos; en segundo lugar, las
posibilidades de acción de los toros bravos, enfatizando en la posibilidad que tienen
de matar o herir gravemente a los humanos. Ya que siempre que hablamos de
relaciones de cuidado hablamos como mínimo de un cuidador y de un cuidado, entré
consecuentemente a analizar la disposición y las posibilidades de acción de los
trabajadores de la hacienda ganadera. Por ejemplo, mostré cómo en algunas
ocasiones los trabajadores están dispuestos a ceder frente a la no disposición de
andar de los bovinos, mientras que en otras no. También mostré, por otro lado,
cómo los trabajadores entablan relaciones con otros no-humanos, como los bueyes
madrinos, para cambiar sus posibilidades de acción y, con esto, cambiar las
dinámicas de crianza. Intenté, por último, explorar las tensiones que se generan por
el contacto entre las partes involucradas, como la muerte de equinos, vacas, toros
y humanos.
El proceso de domesticación en La Ramada, sugiero entonces, se da a partir de
la interacción entre los deseos humanos, las disposiciones de los cuerpos (humanos
y no-humanos) involucrados y las posibilidades de acción que cada uno de estos
cuerpos alberga22. En medio de este andar en compañía, la situación se moldea a
partir del encuentro, a veces problemático, de los siguientes factores:
1. Deseos: lo que el ser humano desea que el no-humano sea y/o realice. En el
caso de los bovinos de lidia, los parámetros físicos y/o comportamentales del
22 Nunca dejando de tener en cuenta que muchos cuerpos están también compuestos por otros cuerpos (por
ejemplo, las herramientas que permiten una apertura a nuevas posibilidades de acción). Dos trabajos donde se
analiza la compenetración de cuerpos en las corridas de toro a caballo (rejoneo), y donde se resalta cómo
cambian las posibilidades de acción de estos al entrar en relación con otro cuerpo, son: Kirrilly Thompson,
“Binaries, Boundaries and Bullfighting: Multiple and Alternative Human -Animal Relations in the Spanish
Mounted Bullfight”, Anthrozoös 23, n.°4 (2010), 317-336; Kirrilly Thompson, “Theorising rider-horse
relations: an etnographic illustration of the centaur metaphor in the Spanish Bullfight”, en Theorizing animals:
re-thinking humanimal relations, comp. Taylor, Nik y Tania Signal (Leidin: Brill, 2011), 221-253.
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ganadero (su ideal de toro) que, como se evidenció, atraviesan todo el proceso
de crianza.
2. Disposiciones: lo que el humano está dispuesto a hacer para cumplir sus
deseos e, igualmente, lo que el no-humano está dispuesto a hacer. El
momento dentro del proceso de crianza en el que se manifiestan más
claramente las dinámicas entre las disposiciones de las partes es el arreo. En
muchas ocasiones los bovinos no se encuentran dispuestos a ser arreados.
Muchas veces, los trabajadores ceden frente a esta situación. Muchas otras,
como el día en el que un toro mató al caballo de Antonio, los trabajadores no
están dispuestos a ceder.
3. Posibilidades de acción: lo que los cuerpos involucrados pueden hacer, pero
también lo que pueden resistir (Deleuze 2008, 39). Además, hay que tener en
cuenta que la incorporación de otros cuerpos altera la relación (herramientas
o bueyes madrinos, por ejemplo), ya que los cuerpos pueden realizar acciones
diferentes dependiendo de las relaciones en las que se encuentran inmersos,
como se profundizará a continuación.
Todas estas variables del día a día, en su fricción, impulsarían la
domesticación.
Ver las diferencias del proceso de domesticación en las relaciones humano–otras
especies no bovinas en la hacienda ganadera podría ayudar a ejemplificar mejor lo
planteado anteriormente. Macho, la mula que transporta el alimento diario, es
sometido a un trato mucho más fuerte, que se torna en muchas ocasiones violento,
que el trato impartido a los toros y a las vacas de lidia. En busca de que él realice el
transporte de los alimentos con mayor rapidez, Antonio le golpea con el lado plano
del machete o lo puya con la punta de este, lo azota con las sogas, le da patadas o
simplemente realiza un lenguaje oral que contrasta radicalmente con el que utiliza
con los bovinos de lidia: “No se haga el huevón, macho […] Chite23 de acá […] No
23 Palabra usada, dentro de este contexto, para movilizar a Macho.
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me haga cogerlo a patadas”. Luego se pregunta: “¿Por qué no entenderán estos
animalitos?, así no tendrían que sufrir tanto” Y luego se responde: “Hágales así
[brazo arriba con la mano en dirección a ellos] y verá que hacen caso”. Sin embargo,
al final de la jornada diaria, Antonio siempre lo baña y revisa que se encuentre en
buen estado de salud. Salvo que sea un cuerpo apto para la carga, Antonio no desea
más de Macho. En las ocasiones que Macho intenta desviarse del camino o
simplemente salir corriendo, Antonio lo fuerza a cumplir su tarea diaria arremetiendo
contra su cuerpo (algo impensable dentro del cuidado de los toros de lidia); tarea
que ejerce utilizando su caballo y herramientas como su machete o su soga. Si
Antonio no contara con la posibilidad de relacionarse con el cuerpo de estos no-
humanos, seguramente no podría someter a Macho a su voluntad de la misma
manera que lo realiza; si no extendiera las posibilidades de acción de su cuerpo a
través del montar a caballo (es decir, de extender su cuerpo a través del caballo),
seguramente no podría dominar las acciones de macho con tal facilidad, al igual
que tampoco podría alimentar efectivamente a los toros de lidia. Lo mismo ocurre
con el trato a los caballos y a las yeguas. Hubo un día en el que llegó una nueva
yegua trabajadora a La Ramada. Tras su primer día, su actuación no fue tan
satisfactoria ni bajo el criterio de Agustín, ni bajo el criterio de Antonio:
-Esa es como mañosa. No quería andar. Ahí haciéndose la marica- comentó
Antonio
-Sí, el otro día tampoco quería. Pura falta de oficio- dijo Agustín
-Casi me bajo y la ensillo- agregó Antonio
-Sí, toca ponerla a andar para ver si hace caso- concluyó Agustín
Esa misma tarde, al llegar a la casa principal de la finca, la ensillaron para
“probar sus pasos”, para realizarle un examen de comportamiento. Después
de una serie de movimientos (pasos y trotes hacia distintas direcciones),
Agustín dio su criterio definitivo mientas se la entregaba a uno de los
jornaleros:
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-esa yegua está como jodida-
Al segundo, ella intentó salir corriendo, pero estaba sujetada por medio de un
cabestro.
-Jálela, no la deje saltar. Que ella sienta que la están dominando- gritó
Agustín
Después de que el jornalero le aplicara tres rígidos jalonazos a la yegua que
giraba en círculos a su alrededor, esta se fue calmando.
-Esa mierda. Que sienta para que se le quiten esas mañas. Es que son puras
mañas- dijo más calmadamente Agustín
Luego procedieron a incrustarle cuatro herraduras.
¿En qué cambia el hecho de que la yegua sea ahora una yegua con unas
herraduras24? ¿Qué puede hacer una yegua con unas herraduras? ¿Para qué le
incrusta en su cuerpo estas herramientas el humano? ¿Cuál es el papel de este
cambio corporal dirigido en el proceso de domesticación de la yegua? ¿Y qué tiene
que ver esto con el proceso de domesticación de los toros y las vacas de lidia?
Muchos caballos y yeguas en La Ramada dejan de andar en menos horas de trabajo
si no se encuentran con el herraje puesto. El metal les permite aguantar un mayor
ritmo de trabajo. O, en otras palabras, es una herramienta que extiende el cuerpo
del caballo y de la yegua y que abre sus posibilidades de acción, al igual que un
machete transforma el cuerpo y las posibilidades de acción de un trabajador25. Y así
24 Sobre los límites de lo orgánico y lo inorgánico, véase: primero, el concepto de cyborg (Haraway 2004);
segundo el concepto de machinimal (Galusky 2010, 26). 25 Es necesario tener en cuenta que estas transformaciones corporales, así como generan nuevas pos ibilidades
de acción, recortan otras.
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esta metamorfosis, como todas las metamorfosis, no solo se manifiesta en el cambio
de forma, sino también en cómo el equino habita su mundo. Los trabajadores de La
Ramada aprovechan este cambio en los términos de la relación para aumentar la
presión que realizan sobre el equino. Es una herramienta que transforma el cuerpo
de la yegua para que así pueda cumplir y aguantar las tareas a las que es sometida.
Es el humano llevando el cuerpo de la yegua a un nuevo límite, a una nueva
capacidad, y, al mismo tiempo, creando ese límite. La introducción de las herraduras
dentro de la red de relaciones tiene efectos en la yegua y tiene efectos en las
relaciones de la yegua con los otros. Entre sus consecuencias, se podría resaltar,
está el cambio de sensibilidad de la yegua frente a su propio dolor o el cambio de
ritmo en la relación humano-yegua. Pero, también, cambia la relación del humano
con los bovinos de lidia. El trabajador necesita incorporarse con la yegua para
extender sus posibilidades de acción, lo que es fundamental para poder ejercer
efectivamente el cuidado de los toros y las vacas de lidia. Porque, primero, no podría
recorrer efectivamente los terrenos, es decir, no podría ni arriarlos ni alimentarlos
rigurosamente; segundo, porque no podría entrar a negociar con la agencia de los
toros de lidia -es decir, con la posibilidad de matar que tienen-, ya que no tendría
una efectiva ruta de escape.
La relación vertical que se entabla entre el humano y el animal no-humano durante
el proceso de domesticación no se hace evidente si la pregunta se centra en la
utilidad, en quién obtiene más beneficios de la domesticación, que es donde se ha
centrado el debate (Rusell 2002, 288; Clutton-Brock 1994, 27). Si la pregunta pasara
al plano del cuerpo, la verticalidad se haría evidente, y no me refiero precisamente
a la transformación morfológica que han sufrido los animales y las plantas que
podrían ser considerados como domésticos. Sí me refiero, en cambio, al control de
las posibilidades de acción del otro. La pregunta sería, entonces, ¿cuál de las partes
puede ejercer un mayor control sobre las posibilidades de acción de la otra?, sin
que esto signifique que el control sea total, ni que la domesticación sea siempre
impuesta y mucho menos que esta sea siempre negativa para alguna de las partes
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(en efecto, hay relaciones domesticas simbióticas). Pienso en quién decide qué se
come en La Ramada: los humanos. Pienso en quién decide dónde se ubica La
Ramada, es decir, dónde han de habitar tanto bovinos como humanos: los
humanos. Pienso en quién decide sobre la reproducción de los bovinos: los
humanos. Pienso en quién decide cuáles bovinos viven y cuáles no: los humanos.
Claro, los bovinos también presionan a los humanos durante el proceso de
domesticación, como cuando se despiertan no dispuestos a andar o como cuando
matan a los humanos o simplemente con su cuerpo. Por ejemplo, un toro de lidia no
podría habitar en un apartamento, pero podría habitar en muchos otros lugares que
no fueran La Ramada. Es principalmente el ser humano el que desea y exige
durante la domesticación, el que controla la mayoría de las pautas de la relación y
el que intenta imponerse (muchas veces con éxito) sobre el otro animal.
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Conclusiones
Guiar la domesticación de un animal alrededor de la conservación de su bravura
es una tarea tan compleja como difícil de imaginar en la práctica. La formación de
una red de relaciones, compuesta por un gran número de humanos (trabajadores,
ganaderos, artistas) como por un gran número de no-humanos (mulas, equinos,
herramientas, leyes), da forma a todo el proceso de domesticación de los toros de
lidia y, por ende, a su constitución como ser sacrificable. Durante el día a día de la
crianza, los deseos humanos, las disposiciones tanto de humanos como de no-
humanos y las posibilidades de acción de los cuerpos involucrados en ella van a
entrar en fricción, dando forma a todo el proceso de domesticación. En unas
ocasiones, los deseos humanos van a interrumpir con mayor intensidad en el
proceso; en otras, la agencia de los bovinos de lidia va a imponerse con mayor
fuerza.
En el caso de la hacienda ganadera La Ramada, Jorge Gutiérrez define cuáles
van a ser los requisitos estéticos que los toros de lidia han de cumplir para poder
actuar en una plaza de primera. La estética de Jorge es una estética que mira, por
un lado, que los toros tengan un cuerpo simétrico, peligroso, atlético y completo; es
decir, que evalúa las características físicas. Por otro lado, es una estética que mira
la dimensión comportamental de los bovinos; es decir, su (doble) bravura. Por fuera
de la plaza, la búsqueda de la bravura se hace a partir de la rigurosa selección de
las madres. Por dentro, se examina el performance que tienen los toros
DosGutierrez dentro de las corridas. Es en la corrida donde, además, se va a definir
gran parte del futuro económico, político y social de Jorge, el ganadero.
Son estos dos aspectos, la dimensión física y comportamental, los que van a
definir si un toro de lidia es sacrificable o no. El primero se evalúa en la ganadería y
en un corto periodo de tiempo (en la vida de cada toro a sacrificar). El segundo se
evalúa en la plaza y en un largo periodo de tiempo (en las actuaciones acumuladas
de varios DosGutierrez). A partir de estos criterios se define en qué contexto puede
ser sacrificado cada toro. Cualquier toro de lidia que se desvíe de estos ideales, va
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a ser categorizado como “desecho”, lo que le impide ir a una plaza de primera. Para
cada lugar donde se realiza un sacrificio tauromáquico, y sobre todo para cada
público que lo presencia, hay unos toros que pueden ser sacrificados y otros que
no. En las corridas de primera, solo los “verdaderos” toros, los toros que representan
fielmente su encaste, su ascendencia española, pueden ser sacrificados. Esto
debido a que el público que asiste a estas plazas, ubicadas en Bogotá, Manizales,
Cartagena, Cali y Medellín, son el público “verdaderamente culto”; o, en otras
palabras, el público que entendería y/o pertenecería a “la cultura española”.
Por medio del acercamiento a la crianza de los bovinos bravos, he intentado
comprender cómo se constituye como sacrificable un toro de lidia dentro de la
tauromaquia colombiana. Sin embargo, falta mucha investigación para poder dar
una visión más profunda y panorámica sobre el tema en Colombia. Además de un
análisis histórico, es necesario, creo, estudiar la corrida de toros en su última etapa,
debido a que la constitución del animal como sacrificable no depende
exclusivamente de su proceso de crianza. Así, ver qué forma, por ejemplo, toma el
concepto de “sacrificio” cuando el sacrificado ya no es ofrecido (¿únicamente?) a
una deidad sino a un político o simplemente a otro humano. Ver cómo se constituye
como sacrificador, como matador de toros, un humano. Pero, sobre todo, creo
urgente que los interesados en el tema nos preguntemos ¿por qué la gente disfruta
matar animales?
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