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Mónica Gómez Mata
Estrella Marín Fernández
Escuela Universitaria de Enfermería
Grado en Enfermería
2016-2017
Título
Director/es
Facultad
Titulación
Departamento
TRABAJO FIN DE GRADO
Curso Académico
La comunicación como herramienta fundamental en loscuidados al final de la vida
Autor/es
© El autor© Universidad de La Rioja, Servicio de Publicaciones, 2017
publicaciones.unirioja.esE-mail: [email protected]
La comunicación como herramienta fundamental en los cuidados al final de la vida, trabajo fin de grado de Mónica Gómez Mata, dirigido por Estrella Marín Fernández
(publicado por la Universidad de La Rioja), se difunde bajo una Licencia CreativeCommons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Permisos que vayan más allá de lo cubierto por esta licencia pueden solicitarse a los titulares del copyright.
Escuela Universitaria de Enfermería
La comunicación como
herramienta fundamental en
los cuidados al final de la vida
Mónica Gómez Mata
Trabajo Fin de Grado
Estrella Marín Fernández
Logroño, Junio 2017
Curso académico 2016-2017
Convocatoria Ordinaria
1
INDICE
RESUMEN/ABSTRACT .................................................................... 2
1. INTRODUCCIÓN ........................................................................... 5
2. OBJETIVOS ................................................................................ 10
2.1 GENERALES ................................................................................. 10
2.2 ESPECÍFICOS ................................................................................ 10
3. METODOLOGÍA .......................................................................... 10
4. DESARROLLO ............................................................................ 11
4.1 EL DUELO NORMAL ............................................................................. 12
4.2 OTROS TIPOS DE DUELO .................................................................... 17
4.3 LA MUERTE INTEGRADA: MORIR CON DIGNIDAD ........................... 19
4.4 LA COMUNICACIÓN .............................................................................. 20
4.4.1 Comunicación eficaz .................................................................... 22
4.4.2 Comunicación con el paciente .................................................... 25
4.4.3 Comunicación con la familia ........................................................ 26
4.4.4 Habilidades comunicativas .......................................................... 27
4.5 CUIDADOS ESPIRITUALES COMO MEJORA DE LOS CUIDADOS
PALIATIVOS ............................................................................................. 29
4.6 PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERÍA .............................................. 30
5. CONCLUSIONES ........................................................................ 34
6. BIBLIOGRAFÍA ........................................................................... 37
2
RESUMEN
Debido a los cambios económicos, demográficos, socioculturales y a los
avances biomédicos que han tenido lugar en los últimos años, la concepción social e
individual de la muerte se ha transformado. De considerarse algo natural ha pasado a
ser un tema tabú. Por ello, las personas que viven el proceso del morir tienen que
enfrentarse a algo desconocido para lo que no están preparadas. Al ser el hospital el
lugar de referencia para morir, el profesional de enfermería adquiere un papel
relevante en este proceso. La propia incapacidad o desconocimiento de técnicas y
habilidades para el afrontamiento del duelo pueden llevar al profesional sanitario a
brindar unos cuidados inadecuados e incluso, a sufrir estrés o repercusiones
psicológicas.
Los objetivos de este trabajo son resaltar la importancia de la figura enfermera
en el cuidado de enfermos terminales y sus familiares y describir las principales
habilidades comunicativas que permitan prestar cuidados psicológicos y espirituales
que faciliten el proceso de duelo. De forma más específica se pretende enmarcar el
significado de la muerte en la sociedad actual e identificar la necesidad de formación
de los estudiantes y profesionales sanitarios que tienen contacto directo con el
proceso del morir, conocer las fases del proceso de duelo y las principales
intervenciones enfermeras para el cuidado de personas que se encuentran
atravesándolo.
La metodología ha consistido en la realización de una búsqueda bibliográfica
utilizando las principales bases de datos biomédicas y otros portales de difusión
científica donde encontramos gran cantidad de artículos especializados, acotando la
búsqueda utilizando una serie de palabras clave. Además, se han empleado libros
relacionados con esta temática, guías de práctica clínica y protocolos de actuación en
Cuidados Paliativos obtenidos de páginas web oficiales (SECPAL, AECPAL).
En la parte central del trabajo se aborda el proceso de duelo normal y sus fases
relacionándolas con las alteraciones, signos o síntomas más característicos, también
se definen los diferentes tipos de duelo que pueden desarrollarse. Se expone el
concepto de muerte digna, su marco legal y las condiciones principales para llegar a
alcanzarla. Por otro lado se aborda el tema de la comunicación con el paciente y su
familia como herramienta básica del cuidado enfermero, resaltando la importancia de
un proceso comunicativo eficaz y los factores influyentes en su desarrollo, además de
las principales habilidades comunicativas que facilitarán la adecuada evolución del
proceso. Se incluyen los cuidados espirituales como otra parte importante de los
Cuidados Paliativos.
3
Por último, se propone un Plan de Cuidados de Enfermería, basado en la
taxonomía NANDA, NOC, NIC, que pretende abarcar los principales diagnósticos
relacionados con el manejo del duelo y proponer intervenciones que ayuden a
favorecer su desarrollo sano y natural.
Como conclusiones, por un lado se detecta la necesidad de dotar a los
profesionales sanitarios de una formación específica y continuada en habilidades
comunicativas y estrategias de afrontamiento del duelo, con el fin de proporcionar un
apoyo psicológico y emocional adecuado al paciente y su familia, teniendo en cuenta
las características individuales de cada uno. Por otro, para que la formación sea
completa es preciso que incluya técnicas de manejo y control del estrés del profesional
de enfermería, evitando posibles repercusiones psicológicas negativas a nivel personal
que influirán en la calidad de los cuidados prestados.
Palabras clave: muerte, duelo, enfermería, cuidados al final de la vida, comunicación,
relación terapéutica.
ABSTRACT
Due to the economic, demographic, socio-cultural changes and the biomedical
advances that have occurred in recent years, the social and individual conception of
death has changed. From being considered as something natural, it has become a
taboo subject. Therefore, people who are going through the process of dying have to
face something unknown for which they are not prepared. Nursing professionals play a
relevant role in this process since the hospital has become the reference place to die.
The inability or ignorance about techniques and skills for coping with grief can lead the
health professional to provide inadequate care and even to suffer from stress or
psychological repercussions.
The objectives of this project are to highlight the importance of the figure of the
nurse in taking care of terminally- ill patients and their families, as well as to describe
the main communicative abilities that allow them to provide psychological and spiritual
care to facilitate the mourning process. More specifically, it intends to frame the
meaning of death in today's society and identify the need of training for students and
health professionals who have contact with the process of dying, to know the stages of
the mourning process and the main nursing interventions for taking care of people who
are going through it.
4
The methodology has consisted of bibliographical research by using the main
biomedical data bases and other scientific portals where numerous specialized
articles can be found. The research was conducted by using keywords. In addition, I
have used books related to this subject, clinical practice guidelines and action protocols
in Palliative Care obtained from official websites (SECPAL, AECPAL).
In the central part of the paper the normal mourning process and its phases are
discussed in relation to the most characteristic alterations, signs or symptoms. The
different types of mourning are also defined. The concept of dignified death, its legal
framework and the main conditions to reach it are exposed. On the other hand, the
subject of communication with the patient and their family as a key to nursing care is
addressed, highlighting the importance of an effective communicative process and the
factors influencing its development, as well as the main communicative skills that will
enable the adequate evolution of the process. Spiritual care is also included as another
important part of Palliative Care.
Finally, a Nursing Care Plan, based on the NANDA, NOC, NIC taxonomy is
presented, It aims to cover the main diagnoses related to the management of grief and
to propose interventions that help to cope with it in a healthy and natural way.
As conclusions, on the one hand, the need to provide health professionals with a
specific and continuous training in communicative skills and coping strategies is
detected, in order to offer adequate psychological and emotional support to the patient
and their family, taking into account the individual characteristics. On the other hand,
techniques of management and control of the nursing professional stress must be
included in the previously referred training to avoid negative psychological
repercussions both at personal and professional level, which may influence the quality
of the care provided.
Keywords: death, mourning, nursing, end of life care, communication, therapeutic
relationship
5
1. INTRODUCCIÓN
“Ignoramos exactamente en qué momento comenzó el hombre a preocuparse
por sus muertos y a enterrarlos. En todo caso, la conciencia de la muerte como
fenómeno inevitable, irreversible y misterioso debe ser tan antigua como la propia
conciencia humana” (1).
El comportamiento social en torno a la muerte y la forma de afrontarla ha sido y
es un tema de gran complejidad y muchas reflexiones se plantean en torno a ello. De
la mano de los cambios económicos, demográficos y del desarrollo sociocultural, que
determina la forma de vivir de una sociedad, se han producido cambios en la
concepción social e individual de la muerte y, en consecuencia, también en la forma de
lidiar con ella.
Hace años la muerte se tomaba como algo natural, las personas morían en casa
rodeadas de la gente cercana, existían ritos y costumbres en los que el duelo se vivía
de cerca. De esta forma, tanto adultos como niños tenían que enfrentarse a ella de
manera directa, no había opción de obviarla o esquivarla. El moribundo y sus
allegados podían convivir con la proximidad de su muerte (2). Se trataba, por tanto, de
una familiarización consciente con ella.
En la sociedad moderna, por el modo de vida, los aspectos socioculturales y los
avances biomédicos que crean una falsa ilusión de que la medicina todo lo cura, la
muerte se ha convertido en un tema tabú. El proceso del morir y la muerte misma son
situaciones no aceptadas, cuesta hablar de ellas e incluso llega a ser ocultado por el
temor o la frustración que implica para la mayoría de las personas. Tanto es así, que
uno de los autores pioneros en tratar este tema en sus escritos, Geoffrey Gorer,
compara el tabú actual de la muerte con el que existía alrededor de la sexualidad hace
un siglo (3).
A pesar de la gran cantidad de teorías y reflexiones existentes tanto a nivel
espiritual y religioso como científico; morir es un hecho que actualmente pocas
personas aceptan. “La muerte ha dejado de ser considerada como natural al ser
humano y se ha convertido en algo que se combate y que sólo ocurre cuando la
ciencia falla” (4). La nueva sociedad del bienestar, basada en el consumismo y
búsqueda del estado de confort permanente, se centra únicamente en el vivir,
obviando la única realidad inherente al ciclo vital del ser humano, el hecho de que
vamos a morir.
6
Algunos de los aspectos más característicos de este progreso inverso son: el
aumento de la esperanza de vida que hace que cada vez sea mayor el porcentaje de
personas que mueren de manera “temprana”, una menor tolerancia a la frustración y al
dolor, la negación del envejecimiento natural, la pérdida de espiritualidad en el hombre
moderno y la ansiedad del miedo ante la muerte. Todo ello ha llevado a un retroceso o
desadaptación en el proceso de duelo, dificultando la consecución de las distintas
fases del afrontamiento (5).
Por tanto, en la sociedad actual surge la necesidad de una educación y
preparación para “el morir”, como primer paso para el afianzamiento de la base natural
de la experiencia de la muerte, minimizando la ansiedad y el miedo generada por el
ocultismo actual. Tiene especial importancia esta educación en grupos de edad
temprana, niños y adolescentes, ya que al mantenerlos tan al margen de la realidad de
su propia finitud y la de otros, pueden llegar a desarrollar un duelo latente que aflore
amplificando la ansiedad ante la muerte cuando llegue el momento de afrontarla
directamente (6).
El punto de inflexión en la concepción de la muerte y la forma de vivenciarla, sin
ser posible considerar esta delimitación de una forma estricta sino progresiva, lo
marcaría el comienzo de la institucionalización hospitalaria, momento en el cual el
hospital sustituiría la casa como el lugar reservado para morir, convirtiéndose en lugar
de referencia (2).
Por ello, a mediados de los años 60 se impulsó en el Reino Unido el movimiento
Hospice, liderado por Cicely Saunders y dirigido a implantar estructuras asistenciales
para pacientes en situación paliativa, lo que dio origen a los principios de lo que hoy se
conoce como Cuidados Paliativos, concepto que se extiende por toda Europa y
América del Norte hacia los años 80, consolidándose más adelante como una
prestación normalizada en algunos sistemas sanitarios (7).
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define en 2002 los Cuidados
Paliativos como “el enfoque que mejora la calidad de la vida de los pacientes y sus
familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades terminales a
través de la prevención y alivio del sufrimiento por medio de la pronta identificación y
correcta valoración, tratamiento del dolor y otros problemas físicos, psicológicos y
espirituales” (8).
Los cuidados paliativos se proporcionarán de forma continuada desde el
diagnóstico de una enfermedad amenazante para la vida, continuando a lo largo del
proceso de la enfermedad, hasta el momento de la muerte del paciente. Los objetivos
7
que declara la OMS sobre los cuidados paliativos se sustentan en tres pilares
fundamentales, conocidos como la triada básica de los cuidados paliativos (9):
i. Comunicación eficaz
ii. Control de los síntomas
iii. Apoyo a la familia
La Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa considera los cuidados
paliativos como un componente esencial de una atención sanitaria basada en un
concepto humano de dignidad, autonomía, derechos humanos, derechos de los
pacientes y una percepción generalmente reconocida de solidaridad y cohesión
social. Además recomienda los cuidados paliativos como un modelo de políticas
sociales y de salud innovadores (10).
En España, se han producido avances significativos a nivel legislativo en los
últimos años en esta materia, con la aprobación de la Ley de “Cohesión y Calidad en
el Sistema Nacional de Salud” que otorga a todos los ciudadanos el derecho a recibir
cuidados paliativos en el hogar y en el hospital, como una de las prestaciones básicas
de atención primaria y especializada (11), complementada más tarde por el Real
Decreto por el que se establece la cartera de servicios comunes del Sistema Nacional
de Salud y el procedimiento para su actualización (12). Se han formulado, además,
Planes de Cuidados Estandarizados, Guías de Práctica Clínica en Cuidados Paliativos
y currículos de capacitación y formación de enfermería (13,14).
A pesar de contar con legislación y recomendaciones clínicas en esta materia,
según la opinión del profesor Rocafort Gil todavía falta acreditación para los equipos
especializados en este tipo de atención (15).
En diversos artículos que tratan sobre el morir en una institución hospitalaria
encontramos una queja común acerca de la frialdad de la muerte en este entorno
hostil y medicalizado, de la cual surge la necesidad de un trato humano, cercano y
sincero por parte del personal sanitario que, a fin de cuentas, es el acompañante
durante este difícil proceso, tanto de los pacientes terminales como de sus familiares.
“Existe un desequilibrio práctico, real, entre el poder de la ciencia y el aspecto
humano de los hospitales” (16). Además de la actitud esquiva ante la muerte, otra de
las dificultades sociales planteadas por algunos autores es el gran avance científico y
tecnológico existente que considera la medicina como “todopoderosa”, llevando a los
sanitarios y a la sociedad en general a centrar la atención en el enfoque médico,
8
dejando a veces en un segundo plano los cuidados emocionales y espirituales. Surge
así la necesidad de un trato bio-psicosocial por parte del personal sanitario.
La profesión de enfermería tiene un contacto muy cercano con la muerte y, por
tanto, la posibilidad de formar parte del proceso de afrontamiento. Dentro de las
competencias enfermeras, además de los cuidados paliativos centrados en los
aspectos físicos, se encuentra el acompañamiento al paciente y su familia durante la
evolución del duelo, la educación acerca del mismo y la proporción de las
herramientas psicológicas necesarias para promover su desarrollo sano y natural.
Diversos autores destacan en sus estudios el contacto con la muerte como el
evento más estresante tanto para los estudiantes como para los profesionales de la
enfermería (17,18), advirtiendo dificultades en la relación y comunicación con
pacientes terminales y sus familiares durante el proceso de duelo (19,20), ya que,
como el resto de la sociedad, se han visto afectados por la nueva concepción del morir
y su vivencia, “generándole muchas veces actitudes distorsionadas” (5). En
consecuencia, no son capaces de llevar a cabo ese apoyo eficaz, pudiéndoles
conducir a estados de frustración, ansiedad y sufrimiento por la propia incapacidad de
afrontamiento y/o de apoyo (6).
Se trata de un tema complejo también para los estudiantes y los profesionales
sanitarios ya que “ayudar a las personas a morir nos enfrenta a nuestros propios
límites y temores” (17). Las actitudes ante la muerte, siempre influenciadas por los
factores socio-culturales dependen, además, de las competencias sociales y
emocionales individuales, si bien, existe la posibilidad de entrenarlas mediante el
aprendizaje de habilidades sociales y comunicativas (21).
Un estudio de investigación que realizaron de forma conjunta las Universidades
de Navarra y Valladolid demuestra que los estudiantes consideran esencial la
educación en cuidados paliativos para su desarrollo personal y profesional (22). Por
otro lado, Costello en su estudio concluye que las enfermeras consideran limitados los
recursos para manejar las experiencias de muerte temprana de los pacientes existe
una falta de preparación para hacer frente a esta situación. Por ello, surge la
necesidad de dotar al equipo sanitario de una buena formación en este ámbito para
proporcionar la asistencia adecuada al paciente terminal y su familia, evitando
cualquier tipo de repercusión psicológica personal (23).
En el año 2007, el entonces Ministerio de Sanidad y Consumo elaboró una
Estrategia en Cuidados Paliativos del Sistema Nacional de Salud (24). Según afirma
en su última revisión del año 2014, la formación en cuidados paliativos de los
9
profesionales debería iniciarse en los estudios de grado (25). En ella se proponía
mejorar la calidad de la atención prestada a los pacientes en situación terminal así
como a sus familiares estableciendo, además, programas de formación continuada y
específica para los profesionales del sistema sanitario a fin de que puedan atender
adecuadamente sus necesidades ofreciendo unos cuidados holísticos que incluyan
todas las dimensiones, tanto física como espiritual, de cada persona.
A consecuencia de las deficiencias formativas, la Asociación Española de
Enfermería en Cuidados Paliativos (AECPAL) publicó en 2013, dentro de las
Monografías de la Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), las
Competencias enfermeras en cuidados paliativos (14) en las que se definen las
materias y áreas de capacitación necesarias para la formación de las enfermeras
según su ámbito de actuación, estableciendo un nivel básico para todos adquirido
durante el grado de enfermería, un nivel intermedio basado en la formación continuada
y un nivel avanzado o de posgrado.
A pesar de la importancia educativa, no hay en España una unificación entre los
planes de estudio de las Comunidades Autónomas en cuanto a la formación en
materia de Cuidados Paliativos, creando una base de conocimiento desigual para los
estudiantes de enfermería (26).
Este trabajo surge de la necesidad formativa en materia de Cuidados Paliativos,
especialmente los centrados en el ámbito psicológico y espiritual, tanto de los
estudiantes de enfermería como de los profesionales que se enfrentan con la muerte
en su proceso académico y posterior vida laboral.
Se ha analizado la importancia que tiene para el personal sanitario conocer en
profundidad el proceso de duelo ante la muerte y las diferentes estrategias de apoyo,
acompañamiento y afrontamiento del mismo. Además se ha hecho hincapié en el
potencial que tiene la enfermería para hacer frente a estas situaciones y facilitar su
superación, evitando el estancamiento emocional e incluso, la evolución hacia un
duelo patológico. Se aborda, por tanto, el proceso de duelo ante la muerte temprana y
sus fases, exponiendo las diferentes características que pueden darse en función del
rango de edad en que se vivencie, la “muerte digna” como nuevo concepto, las
diferentes estrategias y recursos comunicativos para establecer una buena relación
terapéutica con el paciente y su familia como base de un buen acompañamiento
durante todo el proceso y, por último, elaboraremos un plan de cuidados de enfermería
centrado en el apoyo emocional a pacientes y familiares que se enfrenten a esta
situación.
10
2. OBJETIVOS
2.1 GENERALES
Exponer la importancia de la figura enfermera y de las habilidades
comunicativas en el cuidado de enfermos terminales y sus familiares.
Describir las principales estrategias y herramientas comunicativas para
proporcionar unos buenos cuidados psicológicos y espirituales a
personas en proceso de duelo y promover su sano desarrollo.
2.2 ESPECÍFICOS
Enmarcar el significado de la muerte y el morir en la sociedad actual.
Identificar la necesidad de formación de los estudiantes y profesionales
de enfermería para proporcionar un cuidado holístico a pacientes
terminales y familiares en proceso de duelo.
Conocer el proceso de duelo y las estrategias de afrontamiento.
Elaborar un Plan de Cuidados de Enfermería para personas que se
encuentren atravesando un duelo.
3. METODOLOGÍA
El trabajo ha consistido en la realización de una búsqueda bibliográfica
exhaustiva, llevada a cabo mediante la utilización de diferentes fuentes de información,
en las principales bases de datos biomédicas: Pubmed, Cochrane, IBECS, Medline,
Embase, Scielo, etc.; además de otros artículos científicos relevantes encontrados en
la red que tuvieran relación con el afrontamiento del duelo ante la muerte, prestando
especial atención a aquellos que profundizasen en las estrategias comunicativas para
los cuidados de enfermería.
Nos ayudamos también de Guías de Práctica Clínica en Cuidados Paliativos,
ensayos clínicos con validez científica sobre las terapias de apoyo en el final de la vida
y otros protocolos relacionados con este ámbito de la enfermería, además de consultar
en documentos en papel, libros y páginas web oficiales (AECPAL, SECPAL, Duelia).
11
Trabajamos con material en castellano pero especialmente en inglés, ya que la
mayoría de la documentación científica se encuentra en este idioma al ser la lengua
común utilizada en el campo médico.
Para comenzar con la búsqueda y con la intención de tener un primer contacto
con la información disponible sobre este tema y el enfoque de la misma, utilizamos
palabras clave genéricas: death, stages, loss, deal, grief. Más adelante, la búsqueda
se acotó, centrándose más concretamente en la enfermería y los cuidados durante
este proceso: death anxiety, nursing, paliative care, communication, therapeutic
relationship, pathological mourning.
Se han utilizado operadores booleanos para ajustar la búsqueda a las
necesidades del trabajo, los más frecuentes son: AND, OR y NOT. El conector AND se
puede utilizar con cualquier palabra, con el fin de especificar la búsqueda, integrando
diferentes términos. En caso de querer encontrar artículos sobre un mismo concepto
sin cerrar el abanico de posibilidades a una sola forma de expresión del mismo,
utilizamos el conector OR, con el que se deben escribir palabras que tengan
significados parecidos como death y loss. El NOT nos ha sido de utilidad cuando
queríamos excluir algún término específico de nuestra búsqueda. También empleamos
los términos MeSH (Medical Subject Headings) en casos en que las palabras podían
crear confusión en la búsqueda.
Por último, nos pusimos en contacto con profesionales especializados en este
ámbito de la medicina o la enfermería que pudieron recomendarnos bibliografía.
4. DESARROLLO
“Se muere mal cuando la muerte no es aceptada; se muere mal cuando los
profesionales no están formados en el manejo de las reacciones emocionales que
emergen en la comunicación con los pacientes; se muere mal cuando se abandona la
muerte al ámbito de lo irracional, al miedo y a la soledad, en una sociedad donde no
se sabe morir” (Comité Europeo de Salud Pública, 1981) (27).
Un estudio reciente realizado a los cuidadores principales de pacientes
terminales acerca del significado de la muerte digna, concepto que más adelante
detallaremos, resalta los aspectos psicosociales junto con el alivio del sufrimiento,
como prioritarios en el proceso del morir (28).
12
Proporcionar unos cuidados al final de la vida adecuados y adaptados a las
necesidades y demandas de nuestros pacientes precisa conocer y comprender bien la
evolución del proceso de afrontamiento del duelo ante la muerte propia o de algún ser
querido, sus complicaciones, posibilidades y los factores que pueden influir en su
desarrollo. La comprensión de los comportamientos humanos, sus causas y la
distinción entre actitudes naturales o patológicas nos ayudará a elegir y utilizar las
herramientas comunicativas que se ajusten a cada momento o situación.
Los Cuidados Paliativos abordan al paciente, a sus familiares y a los cuidadores
principales, por tanto, los cuidados de enfermería irán dirigidos a toda persona
involucrada en el proceso. En el desarrollo de este trabajo intentaremos exponer las
diferentes perspectivas de los cuidados en función del receptor de los mismos.
4.1 EL DUELO NORMAL
“Aunque la pérdida de un ser querido es un acontecimiento que no puede
escogerse, la elaboración del duelo es un proceso activo de afrontamiento lleno de
posibilidades”.
T. Attig
Ya en 1915 Sigmund Freud elaboró una teoría del duelo clara y sólida con
“Duelo y Melancolía”, en la que comparaba ambos conceptos. Definió duelo como “la
reacción frente a la pérdida de una persona amada o de una abstracción que haga sus
veces, como la patria, la libertad, un ideal, etc.”, sin considerar esta condición como
patológica. Según afirma, este concepto comparte muchas características con el de
“melancolía”: desazón dolida, pérdida de interés por el mundo, de la capacidad de
amar y de la productividad; excepto una, la perturbación del sentimiento de sí mismo,
es decir, del YO, aspecto que sí considera patológico (29).
La palabra duelo proviene del latín “dolos”, que significa dolor. Se define como
“la reacción psicológica que se produce ante la pérdida de alguien o algo significativo
para nosotros”. Puede producirse un duelo por la pérdida de cosas de diversa índole,
no obstante, es comúnmente utilizado para referirse a la muerte de alguien por lo que
se redefine, según la SECPAL, como “el proceso de adaptación que permite
restablecer el equilibrio personal y familiar roto por la muerte de un ser querido,
caracterizado por la aparición de pensamientos, emociones y comportamientos
causados por esa pérdida” (13). Se asocia a síntomas físicos y emocionales y el
doliente ha de pasar un proceso para volver a su equilibrio normal cuya duración
variará según la dimensión y significado de la pérdida.
13
Las definiciones de duelo enfocan este proceso a los familiares y allegados de la
persona que fallece, no obstante, también el enfermo ha de pasar un duelo para
afrontar la muerte propia, pudiendo o no llegar a una aceptación de su situación.
Dentro de las diferentes corrientes y modelos acerca del duelo y su proceso, la
mayoría de los autores coinciden en que existen tareas y fases que hay que atravesar
a lo largo de su desarrollo, existiendo varias clasificaciones posibles (30). En este
trabajo se ha profundizado en dos de ellas, para proporcionar un modelo de referencia
que nos oriente a la hora de proporcionar cuidados en el acompañamiento del duelo,
facilitándonos la identificación de información y la construcción de ideas y soluciones
acerca del estado o estadio que atraviese nuestro paciente o sus familiares.
Worden afirma que “el duelo es un proceso y no un estado” (31). Es fundamental
entenderlo de forma dinámica y no como un estado estático con límites rígidos. Está
en constante movimiento, se producen cambios a lo largo de su evolución y puede
expresarse de diversas maneras. Cada persona tiene una vivencia diferente del
proceso de duelo y la forma en la que se sucede puede estar influenciada por factores
muy variados: edad, características de la personalidad del doliente, espiritualidad y
creencias, filosofía de vida, relación con el fallecido, experiencias previas en relación
con la muerte, etc.
Por tanto, debemos tener en cuenta que ninguno de los dos modelos de
clasificación es un proceso de cambio lineal, cada persona puede vivir las fases con
orden e intensidad variable, no necesitan ser completadas para pasar a la siguiente,
es decir, pueden superponerse, incluso cabe la posibilidad de retroceder de una a otra
anterior.
La Doctora Elizabeth Kübler-Ross propone una clasificación de los mecanismos
de reacción que se ponen en marcha ante una enfermedad terminal dividida en cinco
fases (32).
1. Fase de negación y aislamiento: forma de defensa provisional, que
permite al paciente asimilar el shock producido por el brusco diagnóstico
o “mala noticia” y le proporciona tiempo para movilizar otras defensas
menos radicales. Se caracteriza por la sensación de incredulidad y por el
intento de continuar con su vida normal como si nada estuviera
ocurriendo.
Cuando esta fase se prolonga demasiado se habla de negación
desadaptativa, la cual daría lugar a un retraso en el inicio del tratamiento,
falta de adherencia al mismo o desinterés por la propia enfermedad (33).
14
No obstante, Iosu Cabodevilla nos habla de pacientes que toda su vida
se han servido de la negación y no tienen por qué dejar de hacerlo en su
última etapa porque “para ellos morir dignamente significa mantener esa
negación” (4).
2. Fase de ira: caracterizada por sentimientos de rabia, agresividad y
enfado. El paciente se siente molesto con todo y/o todos. Puede dirigir su
ira contra los profesionales sanitarios como causantes del cambio, contra
personas cercanas a ellos, contra terceros inespecíficos (competencia,
gobierno…) o contra entes como Dios o la tecnología.
Estas actitudes son especialmente difíciles de entender para las personas
más cercanas al moribundo que pueden llegar a recibir tratos muy
desagradables. Por tanto, es importante explicar a la familia y
acompañantes que esa situación forma parte del desarrollo natural del
duelo.
Algunas de las posibles causas de estas emociones son la frustración por
no tener el control de su existencia y depender de los demás, el
resentimiento de ver cómo otras personas pueden seguir con sus vidas
y/o el miedo e incertidumbre que provoca el momento de la muerte.
3. Fase de negociación o pacto: se pretende el aplazamiento de la muerte
mediante una especie de regateo con un ente abstracto. En la búsqueda
del sentido de su vida y de la conservación de la orientación positiva en
los momentos de adversidad, la persona plantea metas, deseos,
expectativas y objetivos orientados hacia el futuro. De una forma u otra,
esta fase está presente durante todo el proceso. Al principio se prometen
cambios de mejoría: “lo haré mejor”, “seré más eficiente”, “llevaré una
vida más sana”, etc. Una vez que la muerte se torna irremediable para la
persona, las negociaciones van orientadas al tiempo de vida: “quiero
llegar a la boda de mi hijo”, “si viviera dos años más, prometo…”, “al
menos hasta que vuelva de vacaciones” (34).
4. Fase de depresión: esta fase se presenta cuando la persona no puede
seguir negando su enfermedad y empieza a vivir en presente, cuando se
ve obligado a pasar por más operaciones u hospitalizaciones o sus
síntomas empiezan a ser más notables. Se caracteriza por una sensación
de vacío, de pérdida, de tristeza que es trasladada a las relaciones
sociales y a la vida en general.
La depresión es una forma de preparación emocional del enfermo para el
fin de su vida, por lo que necesita tiempo y espacio para estar a solas
consigo mismo. Es también la etapa de las despedidas, de la expresión
de sentimientos y resolución de asuntos pendientes en la que muchos
enfermos necesitan hablar y abrirse con los demás, cada uno llevando a
cabo el “adiós” a su manera. A veces es complicado permitir al enfermo
vivir esta fase y se lucha por intentar animarle, pero es necesario
15
entender que ha de pasarla, para aprender de ella y de sí mismo,
acercándose un poco más al afrontamiento de su muerte (4).
5. Fase de aceptación: se asume la enfermedad pero sin resignarse a ella
como observador pasivo. Aceptar no significa sentirse bien o estar de
acuerdo con lo que está pasando, sino asumir la realidad del presente y
aprender a vivir con ella de una forma sana (34).
En esta etapa comienza el enfermo a desprenderse de la vida, pudiendo
llevarle a una pérdida de emociones hacia sus allegados o las cosas
que algún día le interesaron.
El desinterés generalizado hace esta fase especialmente complicada
para los familiares y acompañantes del enfermo, quienes requerirán un
buen apoyo emocional. A partir de este momento empiezan a ser
verdaderamente conscientes de que la persona se está dejando ir,
abandonando la vida.
Otra forma posible de clasificación es la que aparece en el tratado de Psiquiatría
de Kaplan, que propone el proceso normal del duelo considerando como punto de
partida la pérdida del ser querido, dividiéndolo en tres fases (35):
1. Fase de shock y negación: dura desde horas hasta una semana y se
caracteriza por sensación de aturdimiento, sentimientos de separación y
añoranza. Los ritos familiares y sociales vinculados al proceso de luto
que ayudan al deudo a comenzar el afrontamiento, facilitan la resolución
de esta fase.
2. Fase de angustia aguda y aislamiento: se presenta la sintomatología
física y mental del duelo agudo por la toma de consciencia de la
realidad y de la inutilidad de los sentimientos previos: sufrimiento
somático agudo caracterizado por debilidad, sensación de ahogo,
cefalea, etc., recuerdos recurrentes, sentimiento de culpabilidad,
angustia y enfado, incluso contra él mismo y el fallecido, insomnio,
inquietud, falta de motivación, identificación con el fallecido mediante la
adoración de sus comportamientos y actitudes.
3. Fase de reorganización: es la fase de aceptación de la nueva situación
en la que se asume el significado de la pérdida, recuperando o
adquiriendo nuevos roles y las actividades de la vida diaria.
El duelo es una crisis que afecta al organismo, pudiendo producir o agravar
alteraciones psiquiátricas y físicas o descompensaciones de enfermedades previas.
Se muestran a continuación (Tabla 1) algunas de las posibles complicaciones que
pueden darse:
16
AFECTIVAS CONDUCTUALES
Tristeza, apatía, angustia
Rabia, ira, frustración
Culpabilidad/ Autoreproche
Ansiedad
Shock
Soledad, abandono
Emancipación y/o alivio
Impotencia e indefensión
Añoranza
Apego
Insensibilidad
Trastornos del sueño y alimentarios
Conducta distraída
Aislamiento social
Sueños con el fallecido
Evitar el recuerdo del fallecido
Llanto, suspiros
Buscar y llamar en voz alta
Visitar lugares que solía visitar el fallecido
Hiper-hipoactividad
Conductas no meditadas dañinas para la
persona
Tabla 1: Posibles alteraciones en el proceso de duelo (13).
Superar el duelo requiere esfuerzo y tiempo. El periodo aproximado de duración
está entre uno o dos años, sin ser posible hacer una estimación concreta. En el caso
de los familiares, podría darse por finalizado cuando la persona consigue terminar las
FISIOLÓGICAS COGNITIVAS
Vacío en el estómago
Opresión en el pecho y garganta
Hipersensibilidad al ruido
Sensación de
despersonalización
Falta de aire, sensación de
ahogo
Palpitaciones
Debilidad muscular
Cefalea
Sequedad de boca
Fatiga
Trastornos de memoria, atención y
concentración
Incredulidad, confusión
Preocupación
Sentido de presencia del fallecido
Obsesión por recuperar la pérdida
Distorsiones cognitivas
Pensamientos e imágenes recurrentes
Alucinaciones visuales y auditivas
17
denominadas “tareas del proceso”, que son la aceptación de la realidad de la pérdida,
la adaptación al medio sin la persona fallecida, la capacidad de recordarle sin sentir
dolor emocional y canalizar las emociones del vacío emocional hacia nuevas
relaciones sociales (36).
Existe la posibilidad de que el proceso de duelo no siga un desarrollo natural,
produciéndose estancamientos o incluso la no consecución de todas sus fases,
pudiendo dar lugar a situaciones de depresión y angustia reiteradas. Esto se conoce
como “duelo complicado”. En el siguiente apartado explicaremos los diferentes tipos
de duelo que se pueden presentar.
4.2 OTROS TIPOS DE DUELO
Duelo anticipado: proceso de desapego emocional previo al fallecimiento del ser
querido. Se caracteriza por una sintomatología depresiva, una anticipación emocional
de la ausencia, una excesiva preocupación por la persona que va a morir y un
adelanto del ajuste de las consecuencias del fallecimiento. Este tipo de duelo facilita la
aceptación de la situación y permite a las personas involucradas compartir sus
sentimientos y prepararse para la despedida.
Duelo retardado, inhibido o negado: se niega la realidad de la pérdida y la
persona inhibe su duelo, apareciendo más tarde de forma exagerada con motivo de
otra pérdida u otras causas inespecíficas. Puede ir acompañado de una sensación de
falsa euforia y ansiedad. Suele ocurrir ante pérdidas que sobrepasan emocionalmente
al doliente.
Duelo crónico: el duelo emocional persiste en el tiempo y no llega a concluirse
satisfactoriamente, pudiendo alargarse durante toda la vida. El doliente es absorbido
por los recuerdos del fallecido e incapaz de reajustar su vida y sus relaciones sociales.
Puede derivar en episodios de depresión, ansiedad, alcoholismo, etc.
Duelo enmascarado: escasa respuesta emocional asociada a abundantes
síntomas somáticos y embotamiento afectivo prolongado. La persona recupera muy
pronto las actividades de su vida de forma aparentemente normal, esquivando los
aspectos emocionales. Suele ir acompañado de sintomatología fóbica hacia cualquier
recuerdo del fallecido y conductas no adaptativas que parecen no tener relación
directa con la pérdida.
18
Duelo exagerado: reacción muy intensa de duelo, con sentimiento de
desbordamiento y conductas no adaptativas. Puede dar lugar a depresiones mayores,
ansiedad excesiva, trastornos similares al estrés postraumático y/o abusos de
sustancias tóxicas.
Hay una serie de factores de riesgo que pueden ayudarnos a identificar a las
personas con probabilidad de desarrollar alguna de estas complicaciones durante el
duelo. También existen factores favorecedores de su normal desarrollo (Tabla 2).
FACTORES DE RIESGO FACTORES PROTECTORES
Muertes inesperadas y/o en
circunstancias dramáticas
Pérdidas múltiples o inciertas
Muerte temprana (niños, adolescentes)
Personalidad dependiente en relación
con el fallecido
Vivencia del duelo en personas de edad
temprana o tardía
Antecedentes de depresiones,
enfermedad mental o duelos
complicados
Escasez de recursos (económicos,
personales)
Falta de apoyo socio-familiar
Creencias religiosas y espirituales
Capacidad de expresar y
experimentar emociones positivas
Capacidad de control y crecimiento
en la adversidad
Filosofía de vida que acepta la
muerte como parte de la vida
Sentimientos de utilidad en los
cuidados del enfermo
Habilidad para la resolución de
problemas
Flexibilidad mental
Fluidez comunicativa
Autocuidado
Capacidad para dotar de sentido al
suceso
Tabla 2: Factores de riesgo y protectores para el desarrollo de un duelo patológico (35).
Algunos signos o síntomas del duelo patológico son una negación prolongada de
la realidad, hipocondría con la enfermedad del fallecido, hiperactividad sin sentimiento
de pérdida, aislamiento social prolongado, alucinaciones visuales o auditivas, síntomas
psicosomáticos importantes, depresión severa, comportamientos autodestructivos,
delirios y paranoias de culpabilidad (37).
Para diagnosticar el duelo complicado, actualmente llamado trastorno por duelo
prolongado, Pigerson y otros, proponen una serie de criterios base (38): el estrés por
19
la separación afectiva que implica la pérdida, los síntomas derivados de la ansiedad
por la separación, los síntomas cognitivos, emocionales y conductuales, duración del
duelo de al menos 6 meses, el nivel de deterioro del rol en la vida cotidiana y, por
último, la existencia o no de trastornos mentales asociados.
4.3 LA MUERTE INTEGRADA: MORIR CON DIGNIDAD
Callahan, en su artículo publicado en el 2000 proponía dos objetivos básicos
para la medicina del siglo XXI. El primero, prevenir y curar enfermedades, que ha sido
y sigue siendo el aspecto más abarcado por la ciencia médica desde su nacimiento, el
segundo, ayudar a los seres humanos a morir en paz (39). Pero, ¿qué es morir en
paz?
El concepto de morir en paz es asimilable al concepto actual de morir con
dignidad. “La necesidad de humanizar la muerte reclama que el morir sea realmente
reconocido, y exige una sana consciencia, como la otra vertiente del vivir, el otro lado
de nuestra existencia”(4). En el difícil proceso de reconocimiento de la muerte en el
que se encuentra sumida actualmente nuestra sociedad, surge el concepto de “muerte
digna” el cual pretende recoger los aspectos fundamentales que deben darse para que
el abandono de nuestra existencia terrenal sea consciente y pleno.
Las conclusiones de una investigación realizada con profesionales sanitarios en
contacto cotidiano con la muerte, sobre los aspectos que en su opinión les ayudaría a
morir en paz, fueron que el 53.9% destacaron los aspectos emocionales, un 26.5% la
dimensión espiritual y un 20% la autonomía. Coincidían en la necesidad de atender a
cada persona de forma individual en función de sus prioridades (40).
D.J. Roy propone las condiciones esenciales de morir con dignidad (5):
Morir a su tiempo, sin alargar innecesariamente la vida de forma artificial con el
apoyo de los avances médico-técnicos.
Morir sin fuertes dolores que consuman la energía y la conciencia del
moribundo.
Morir en un entorno digno del ser humano.
Morir manteniendo contactos humanos sencillos y enriquecedores con las
personas cercanas.
Morir de frente, aceptando lo que llega.
20
Morir con un espíritu abierto, aceptando que no existe respuesta para muchos
interrogantes que la vida ha planteado.
Morir con el corazón abierto, velando por el bienestar de los que seguirán
viviendo.
A modo de resumen y según recoge la Ley 2/2010(41), aprobada en la
Comunidad Autónoma de Andalucía, los elementos esenciales para morir con dignidad
son estar acompañado, pasar el mínimo sufrimiento, el respeto de los deseos de la
persona, posibilitar las despedidas y el sentido trascendente del proceso de morir.
Cabe destacar también la reciente Ley 4/2017 de Derechos y Garantías de las
Personas en el Proceso de Morir(42), que ha entrado en vigor en la Comunidad de
Madrid el 22 de marzo de 2017 y establece las premisas de la comunicación en el
proceso del morir. Aunque no afecte a todo el territorio nacional, puede servir de
modelo e inspirar legislaciones posteriores. Se contempla el rechazo al uso
inadecuado de medidas de soporte vital, la limitación del esfuerzo terapéutico y los
cuidados paliativos integrales. Todo ello, en el marco del respeto a la libertad de la
persona y a los derechos de los pacientes, que incluye también el rechazo de
tratamientos, sedación paliativa y medidas de soporte vital básico. El ejercicio de esta
libertad personal solo puede realizarse previo al suministro de la información
adecuada, leal, comprensible y continuada en todas las fases de la enfermedad para
el otorgamiento de un consentimiento válido por parte del paciente o de sus
representantes.
Estas condiciones dan una idea general de los posibles puntos importantes a
tener en cuenta a la hora de cuidar a personas que estén en la última etapa de la vida
y a sus familiares.
4.4 LA COMUNICACIÓN
Comunicación se define como la actividad consciente de intercambiar
información entre dos o más participantes con el fin de trasmitir o recibir significados a
través de un sistema compartido de signos y normas semánticas. La información es un
conjunto organizado de datos procesados, que constituyen un mensaje que cambia el
estado de conocimiento del sujeto o sistema que recibe dicho mensaje.
Si bien en la lengua española, informar y comunicar no son sinónimos, lo primero
es un mero acto de dar a conocer, mientras que la comunicación engloba hacer
21
partícipe al otro, transmitir, escuchar y obtener feed-back. La comunicación por ello, es
un acto que comprende la información, en el que los contenidos de la misma y el
proceso de cómo se realiza influyen en los dos elementos que intervienen en la
relación: el profesional y el paciente.
Ayudar forma parte del trabajo en enfermería, siendo la comunicación una parte
fundamental de esta ayuda. En fases avanzadas y terminales de la enfermedad, los
pacientes y familiares reclaman de los profesionales sanitarios cuidados para
incrementar su calidad de vida y apoyo en el proceso de la muerte.
Existe aún un conflicto moral entre profesionales en cuanto a hacer partícipe al
paciente terminal de la información sobre su enfermedad (diagnóstico, pronóstico,
etc...). Se trata de la denominada “conspiración del silencio” definida como el acuerdo
implícito o explícito, por parte de familiares, amigos o profesionales, de alterar la
información que se le da al paciente con el fin de que desconozca su diagnóstico o
pronóstico, dificultando su adaptación a la enfermedad (43). Es la familia
habitualmente, como elemento fundamental en nuestra cultura, quien procura la
desinformación del paciente, negando al enfermo su derecho a conocer su estado de
salud y pronóstico mientras ellos sí lo saben, siendo cómodo y fácil para el profesional
sanitario mantener ese papel.
Esta actitud proviene de la ansiedad que provoca la muerte y el proceso del
morir en los cuidadores y de la creencia de que dicha información no aporta nada para
incrementar la calidad de vida de los pacientes o de que no serán capaces de
entender los protocolos y procedimientos que se realizan.
Existe ya una base legal en relación a ello, la Ley 41/2002 que pone de
manifiesto la importancia que tienen los derechos de los pacientes como eje básico de
las relaciones clínico-asistenciales (44). Los principios más relevantes de esta Ley son
el respeto a la autonomía de la voluntad del paciente y a su intimidad a la hora de
manejar información, el consentimiento informado como premisa para llevar a cabo
cualquier intervención sanitaria y la libertad del paciente de elegir entre las distintas
opciones clínicas disponibles y de negarse a recibir tratamiento. Decisiones que
tomará después de haber sido correctamente informado. También cabe destacar que
todo profesional implicado en la actividad asistencial tiene el deber de informar y
documentar, respetando las decisiones adoptadas voluntariamente por el paciente.
Por tanto, es un deber legal respetar el derecho de los pacientes de estar
informados, no obstante, está en su mano el querer o no conocer toda esa
información. Como punto de partida para establecer una correcta relación terapéutica,
22
el profesional ha de tener en cuenta tanto el grado de conocimiento que el paciente
posee sobre su enfermedad y sus perspectivas (cuánto sabe), como el grado de
conocimiento que desea tener (cuánto quiere saber), ya que si éste percibe que
estamos ocultando o enmascarando información en contra de su voluntad, puede
llegar a generar sentimientos de desconfianza hacia el sanitario, dificultando incluso
imposibilitando el establecimiento de dicha relación (45).
La psiquiatra Kübler-Ross (32), manifestó que los profesionales sanitarios por su
propio miedo a morir, por la experiencia del sufrimiento y para protegerse de la
frustración y la impotencia que les causa el tema en sí, establecen barreras en la
comunicación y se distancian de sus pacientes moribundos y sus familias;
desconociendo que el verdadero fantasma de los moribundos por encima del dolor y
de la propia muerte es la soledad.
Por ello debe adaptarse la mentalidad tradicional de los profesionales sanitarios
al nuevo entorno psicosocial, dotándoles de conocimientos y habilidades necesarias
para mejorar la eficacia en el trabajo con la muerte y el proceso de morir.
4.4.1 Comunicación eficaz
La comunicación es una herramienta terapéutica fundamental en el desarrollo de
los cuidados ya que fomenta la coordinación entre todos los implicados en el proceso
de acompañamiento del paciente y ayuda al profesional sanitario a reducir la carga de
estrés en su trabajo, ahora bien, su utilidad radica en su eficacia.
Para que los profesionales de la salud atiendan de forma integral, con calidad,
eficacia y eficiencia a los pacientes y familiares en procesos terminales de salud, la
comunicación en todos sus ámbitos, el soporte emocional, el acompañamiento en las
distintas fases del proceso de morir y el manejo de situaciones complejas son
aspectos esenciales.
El arte de dar malas noticias o manejarse en situaciones que las impliquen, es
según Prados y Quesada como “un juego de insinuaciones, silencios y verdades
indirectas para conseguir que el paciente elabore su propia realidad” (46).
No basta con hablar o explicar de forma transparente los mensajes, va más allá.
Hablar y escuchar, dar protagonismo a las personas y alejarse del paternalismo
23
médico tratando de entender el problema para dar los mejores cuidados y procurar la
mejor calidad de vida posible, es la auténtica relación de ayuda. Es necesaria una
comunicación adecuada con familia y paciente, estableciendo acuerdos y garantías,
facilitando un entorno donde se sientan cómodos para expresar sus preocupaciones,
angustias y miedos y ofreciendo el apoyo emocional necesario.
Todo influye en este proceso comunicativo entre las personas: valores,
creencias, percepciones, cultura, familia, etc. La información inadecuada a los
pacientes, la incomprensión de términos médicos, el no dejar que se expresen, son
ejemplos de comunicación ineficaz que provoca insatisfacción, desconfianza, malos
resultados y baja calidad en la atención profesional (47).
A menudo esta comunicación ineficaz genera quejas de los pacientes, no por
falta de competencia clínica del profesional sanitario, sino por su incapacidad de
transmitir de forma adecuada una sensación de cuidado. Este hecho tiene
consecuencias negativas tanto para los pacientes, pudiendo producir ansiedad,
incertidumbre y disconformidad general con la atención recibida, como para los
profesionales, aumentando el estrés, la insatisfacción con el trabajo y el desgaste
emocional.
“La voluntad de escuchar y explicar es un atributo esencial que debe poseer un
profesional de salud” (48), ya que la comunicación eficaz influye en la tasa de
recuperación del paciente, el control del dolor, el cumplimiento de los regímenes de
tratamiento y la funcionalidad psicológica.
Para conseguir una comunicación eficaz debemos (47):
Informar con las palabras más adecuadas para una buena comprensión del
paciente.
Proporcionar confianza, serenidad y bienestar al paciente, manteniendo una
relación asertiva.
Explicar todo de forma que el paciente comprenda lo que queremos comunicar.
Permitir que el paciente, siempre de forma voluntaria, colabore en
determinadas acciones.
Convencer al paciente sobre los objetivos de cuidado.
Aclarar si el encuentro profesional-paciente es para pasar tiempo con él o para
algo concreto, informar, solucionar problemas, medicar, etc.
24
La comunicación debe centrarse en actuar con cautela y respeto, inspirar
confianza, ser cercano, no evadirse, no centrar la conversación en la muerte, estar
muy atento al lenguaje no verbal propio y del interlocutor, saber escuchar, realizar
preguntas claras, concretas y cortas, no engañar, manejar los silencios útiles, no
inducir respuestas, interpretar cuando sea necesario, estimular al paciente en la toma
de decisiones, no reprimir sus emociones (ira, llanto, culpabilidad, etc.), comprender su
depresión, intuir cuando debes dejarle solo, estar atento a su dolor, quejas y
sufrimiento sin negarlo, dar apoyo emocional auténtico, hablar normal sin susurros,
mirar a los ojos, etc. (49).
Es importante facilitar la comprensión y retención de los mensajes. La
información debe transmitirse desde el inicio, no sólo en la fase terminal de la
enfermedad, siempre adaptada al ritmo de demanda del paciente y de los familiares,
de forma continua, clara, sencilla, concreta y con vocabulario accesible. La
ejemplificación y la repetición de los conceptos clave son buenas estrategias para
fomentar la retención de los mensajes de salud. Mantener un ritmo y tono de voz que
generen confianza y tranquilidad. Es de utilidad la observación detenida del paciente
y/o la familia con el fin de identificar las situaciones en las que el mensaje no está
siendo comprendido y poder reformularlo. Por último, hay que asegurarse de que
existe una retroalimentación o feedback con el interlocutor que facilite el entendimiento
mutuo.
El profesional de la enfermería ha de saber comunicar con el paciente y
familiares de forma eficaz, considerando que cada uno de ellos tiene su propia
personalidad. La atención personalizada brindada al paciente para disminuir sus
miedos y ansiedades se denomina “counselling”, concepto que engloba las habilidades
de comunicación, exploración, apoyo y promoción de actitudes del equipo para ayudar
con eficacia al enfermo, haciendo que se sienta más comprendido, valorado,
respetado y autónomo (50).
Deberá, por tanto, tener en cuenta todos los aspectos que influyen en la
comunicación eficaz: el “qué se dice” y el “cómo se dice”, el lenguaje verbal y corporal,
la empatía, la escucha activa, la comunicación asertiva así como los niveles de
evasión y negación.
Para fomentar el proceso de la comunicación eficaz y brindar un adecuado
cuidado humanizado a la familia y al paciente al final de su vida, el profesional
sanitario debe de tener un buen conocimiento y manejo de la comunicación
intrapersonal (conocerse y entenderse a sí mismo) e interpersonal (conocer y
entender al otro) (51).
25
Los tres canales de comunicación en Cuidados Paliativos son profesional,
paciente y familiares, que interactúan entre ellos de forma permanente. El enfermo y la
familia constituyen una unidad de tratamiento y lo que le sucede a uno influye en el
otro, por ello debemos de conocer la forma de comunicarnos con ambas partes.
Estrechando la relación con el paciente y la familia se facilita el proceso del morir.
4.4.2 Comunicación con el paciente
La relación enfermera/paciente es fundamental para conocer al enfermo, mejorar
su cuidado, su calidad de vida y satisfacer sus necesidades. El paciente debe ser
considerado en todo momento como una persona individual y única.
El enfermo sufre y paliar este sufrimiento será posible estableciendo una relación
terapéutica que aborde su espectro emocional, psicológico y espiritual, ofreciendo una
respuesta humana al sufrimiento que los fármacos no pueden dar.
Los resultados obtenidos de la relación terapéutica dependerán en gran medida
de la forma de actuar del profesional implicado. Se describen diferentes modelos de
actuación (52):
Autoritario: centrado en resolver el problema de forma directa, con los recursos
propios y no los del paciente.
Democrático o cooperativo: centra el problema en el paciente, facilitándole la
implicación y la búsqueda de una resolución.
Paternalista: centra el problema en la persona y su vivencia, tomando la
responsabilidad de la situación, dirigiendo y sobreprotegiendo.
Empático: se centra en la persona, ayudándole a identificar sus recursos y
posibilidades.
Este último modelo es considerado el más adecuado. Consta de tres fases:
identificación, incorporación-repercusión y separación. La fase de separación consiste
en distanciar progresivamente la implicación sentimental en la relación y es
fundamental para evitar repercusiones emocionales o “burn-out” tras la muerte del
paciente en el profesional sanitario.
26
Una mala gestión de los sentimientos en la enfermera durante la experiencia
compartida con el paciente, puede conducir al desgaste y a la angustia moral, no
obstante, afrontar este riesgo y superarlo acompañando al paciente, es lo que
realmente transforma a las enfermeras en personas empáticas, en profesionales
compasivos. Como dijo Cicely Saunders: “debemos aprender a sentir con los
pacientes sin sentir como ellos” (53).
Los requisitos que ha de cumplir una enfermera para un buen acompañamiento
que promueva el establecimiento de la relación terapéutica son: observación,
percepción, empatía, respeto, honestidad, escucha activa, conocimiento de uno mismo
y de las habilidades propias (52).
La empatía es una emoción sana y permisible y es la pieza clave para establecer
una relación de cuidado enfermera-paciente. Los profesionales sanitarios deben
aprender a escuchar, aceptar y respetar los sentimientos que pueden desarrollar los
pacientes y comprender sus beneficios: mejorar los cuidados y aportar significado al
trabajo y a la propia vida.
4.4.3 Comunicación con la familia
Durante todo el proceso de la enfermedad la familia es la fuente más importante
de apoyo para el enfermo terminal, donde encontrará arraigo, seguridad, confianza y
cuidados. Conoce sus datos vitales, sociales, religiosos y de la propia enfermedad,
toda la información útil en la relación del profesional sanitario con el enfermo.
Podemos considerar a la familia como elemento terapéutico en sí mismo, integrándola
por tanto, en el plan de cuidados.
No obstante, también ellos sufren un gran impacto emocional por la enfermedad
y el sufrimiento de su familiar y por el miedo a su muerte. Por tanto, será tarea del
profesional sanitario identificar y abordar estos problemas, teniendo siempre en cuenta
los valores socioculturales que pueden influir en la atención. Generalmente, el poder
tener una participación activa en el cuidado del enfermo es un factor que ayuda a
disminuir las consecuencias negativas de la nueva realidad.
Los familiares elaboran su propio duelo que puede ser paralelo o no al del
paciente. La importancia de identificar su estado emocional y pensamientos en cada
etapa reside, además de en proporcionar información para facilitarles el afrontamiento;
en no dificultar la evolución del duelo de su familiar. Una familia que se halle en fases
de duelo anteriores a las del paciente, es decir, aquellas que éste ya ha superado,
27
puede llevarle a un retroceso o involución en el proceso de afrontamiento de su
muerte.
La Guía Clínica de Cuidados Paliativos de la SECPAL hace una serie de
recomendaciones en el protocolo de atención al duelo (13): la detección (en la
entrevista con la familia) de necesidades especiales o factores de riesgo de duelo
complicado, el requerimiento de atención especializada y en su caso, la derivación
del/de los familiar/es al profesional especialista y brindar apoyo en el momento del
fallecimiento, facilitando la despedida y la expresión de sentimientos.
Ofrecer seguridad, facilitar su participación en el cuidado, saber cómo actuar en
caso de urgencia, enseñarles a atender al enfermo, darles apoyo emocional y físico,
hacer de la espera un tiempo de vida y no de angustia, reducir sus temores,
facilitarles la toma de decisiones, resaltarles el buen trabajo que hacen, acompañarles
en su dolor serán elementos muy importantes para el equipo multidisciplinar por lo que
significa para la atención del paciente.
Para que el apoyo sea eficaz debe de ser participativo en el proceso de
afrontamiento de la muerte de su ser querido, contar con la información, asistencia,
apoyo y capacitación necesaria para entender sus emociones, manejar su miedo al
sufrimiento, superar la inseguridad del soporte sanitario, etc., que sólo se logrará a
través de una buena comunicación terapéutica.
El cuidado de la familia ha de considerarse un criterio de calidad en la atención a
pacientes terminales. Como hemos mencionado anteriormente, hay una influencia
directa entre el paciente y su familia, por tanto, una familia tranquila implica un
enfermo tranquilo.
4.4.4 Habilidades comunicativas
De forma esquemática, los objetivos generales del profesional de enfermería en
el proceso comunicativo son (51): construir una relación, abrir un diálogo, obtener
información, entender la perspectiva del sujeto de cuidado (paciente y familia),
compartir información, llegar a acuerdos sobre los problemas y los planes y por último,
cerrar adecuadamente.
28
Para forjar una buena relación terapéutica en la que la comunicación sea eficaz
es importante conocer los diferentes factores que influyen en el intercambio
comunicativo y las habilidades que pueden facilitarnos el establecimiento de una
buena relación empática con el paciente y/o la familia, los cuales desarrollaremos a
continuación.
Algunas de las principales habilidades comunicativas son (53,55):
La empatía, definida como la capacidad de ponerse en el lugar de otra
persona, pudiendo entender y transmitir sus pensamientos y emociones.
La escucha activa permitirá al profesional escuchar al paciente más allá de sus
palabras, es decir, interpretar no sólo la información verbalizada, sino el
mensaje subyacente. Se trata de un entendimiento global del punto de vista del
emisor que nos permita darle al mensaje la importancia que para él tiene, con
la influencia de sus factores personales y sociales. Importante para
comprender bien las necesidades y dudas del paciente y/o familia. Es
importante reafirmar el feedback con el paciente, para que éste se sienta
escuchado.
La asertividad consiste en comprender de forma respetuosa a la otra persona.
Todo mensaje expresado debe aceptar y respetar los derechos, ideas y
creencias del receptor. Los significados individuales han de ser redefinidos
para llegar a un significado compartido entre los participantes en el proceso
comunicativo.
La comunicación no verbal tanto para comunicar o transmitir como para recibir
un mensaje más completo. Los detalles no verbales pueden aportar datos e
información complementarios de gran importancia.
Existen características de la comunicación, muchas de ellas relacionadas con la
expresión no verbal, a las que debe prestarse especial atención desde la posición de
receptor y de emisor indistintamente, ya que se pueden ser determinantes en la
construcción de la relación terapéutica (51):
La expresividad, por la vía no verbal (miedo, dolor, ansiedad, inseguridad,
incertidumbre, etc.)
La mirada, uno de los elementos de la comunicación no verbal que más
información aporta, si se sabe interpretar adecuadamente.
La expresión facial y gestual, el cuerpo en general es el medio a través del cual
se expresa la mente humana, es su vehículo de comunicación y es en el rostro,
en las expresiones faciales, donde se puede leer el malestar o el bienestar de
manera específica. Un profesional de salud debe estar atento a estas
manifestaciones, debe aprender a leer lo que la familia expresa, pero también
debe usar su propio cuerpo para generar una comunicación eficaz.
29
La voz, la voz acerca o separa a la familia. Su importancia reside en su
capacidad para transmitir información acerca de los estados emocionales del
que habla, con las implicaciones que ello tiene en el campo de la salud. El tono
de la voz es significativo cuando el que habla pretende engañar u ocultar
información. Se trata de tener en cuenta la entonación, la intención que se
manifiesta en ella, no de cambiar la voz que habitualmente tenemos.
Las palabras, las palabras crean mundos porque son las que hacen
construcciones de sentido. La comunicación de la verdad debe desarrollarse en
función del destinatario, pues no todo ser humano está capacitado para
soportarla, es preciso comunicarse según sus posibilidades y necesidades; se
requiere preparar las circunstancias adecuadas y un terreno apto para
comunicar la verdad.
4.5 CUIDADOS ESPIRITUALES COMO MEJORA DE LOS CUIDADOS
PALIATIVOS
Hay una gran cantidad de evidencia empírica y bibliografía académica que
consideran a los cuidados espirituales un área esencial de los cuidados paliativos.
También numerosos estudios muestran el enorme deseo de los pacientes con
enfermedades terminales de incluir la espiritualidad en sus cuidados. El profesional
sanitario por ello debe de proporcionar unos cuidados compasivos y dotados de
sentido, que aborden la dimensión espiritual del individuo.
La definición de la espiritualidad es individual para cada persona y puede incluir
o no preferencias religiosas. Esta dimensión espiritual es parte esencial de la lucha de
la persona por la salud, el bienestar y dar sentido a la vida.
Diversos estudios proponen, para que un profesional de la salud provea de
cuidados espirituales a los pacientes y familiares, respetando, integrando y arrojando
luz sobre las bases de una amplia variedad de códigos éticos, con el objetivo común
de lograr el más alto nivel posible de salud y sanación para todos, entre otras opciones
las siguientes (55):
Reconocimiento de la espiritualidad como un componente integral de la
experiencia humana de enfermedad, sanación y salud.
Tratamiento de las cuestiones espirituales del paciente de una manera
confidencial, respetuosa y centrada en el propio paciente.
Indagar las inquietudes, problemas y necesidades espirituales actualizadas del
paciente.
Mostrar sensibilidad ante las formas en que un paciente describa sus
creencias, prácticas, valores, relaciones y sentido espirituales.
30
Respetar la autonomía del paciente sobre si desea abordar o no las cuestiones
espirituales.
Colaboración con profesionales interdisciplinarios cualificados.
Proveer cuidados espirituales competentes y compasivos.
Trabajar en común en los estudios, aplicaciones y avances de conocimientos
científicos que se realicen en el campo de los cuidados espirituales en la salud.
Prestar exclusivamente aquellos servicios para los que se está cualificado,
respetar toda normativa vigente y servir a la dignidad y el honor de la propia
profesión.
4.6 PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERÍA
En los últimos años, los avances e innovaciones que se han producido en la
profesión de Enfermería han ampliado su campo de actuación y le han dotado de
autonomía. Un importante cambio fue la implementación del Proceso de Atención de
Enfermería como el método oficial de trabajo.
El Proceso de Atención de Enfermería (PAE) es un método sistematizado de
identificación y resolución de problemas de salud, dirigido a cubrir necesidades del
paciente, sistema familiar o comunidad que mediante la investigación, el análisis y el
razonamiento lógico, permite a la enfermera ofrecer cuidados de forma estructurada y
sistemática (56).
El PAE consta de una serie de etapas que orientarán el plan de cuidados
individualizado propuesto para cada paciente, familia y/o sociedad. Como punto de
partida, se lleva a cabo una exhaustiva recogida de datos que nos dará información
general y particular de la situación, valoración sobre la cual se enunciará un
diagnóstico de los problemas reales y potenciales de salud. En base ellos, se
elaborará un plan de cuidados de enfermería que recoja los objetivos e intervenciones
destinadas a nuestro paciente, se ejecutarán las actividades planificadas y, finalmente,
se analizará y evaluará el trabajo y los resultados obtenidos. Es posible que durante la
puesta en marcha y desarrollo del plan de cuidados surjan nuevas necesidades en el
paciente o sean necesarios cambios en las planteadas al inicio del proceso, por tanto,
nuestro plan puede ir modificándose en función de esos nuevos requerimientos.
Para favorecer la ordenación y normalización de los cuidados y así disminuir la
variabilidad de la práctica clínica, surgió un lenguaje estandarizado o taxonomía que
mejora el entendimiento del proceso enfermero y permite identificar las necesidades
de los pacientes y organizar las actividades destinadas a satisfacerlas. Se trata de la
31
taxonomía NANDA, NOC, NIC que nos ofrece clasificaciones de los diferentes
diagnósticos (NANDA), objetivos o resultados esperados (NOC) y las intervenciones
que debemos llevar a cabo para conseguirlo (NIC) (57).
Basándonos en dicha taxonomía, exponemos los diagnósticos NANDA más
relevantes además de los objetivos NOC e intervenciones NIC relacionados con el
manejo del duelo (58,59):
NANDA 00136 Duelo
NOC
1304 Resolución de la aflicción
1305 Adaptación psicosocial: cambio de vida
1302 Superación de problemas
2600 Superación de problemas de familia
2601 Ambiente de la familia: interno
NIC
5290 Facilitar el duelo
5270 Apoyo emocional
7140 Apoyo a la familia
5240 Asesoramiento
5470 Declarar la verdad al paciente
4920 Escucha activa
4640 Ayuda para el control del enfado
NANDA 00172 Riesgo de duelo complicado
NOC
1902 Control del riesgo
1302 Afrontamiento de problemas
1309 Resiliencia personal
1204 Equilibrio emocional
1304 Resolución de la aflicción
0902 Comunicación
NIC
5290 Facilitar el duelo
5270 Apoyo emocional
2440 Aumentar los sistemas de apoyo
5330 Control del estado de ánimo
5400 Potenciación de la autoestima
4920 Escucha activa
32
NANDA 00148 Temor
NOC
1404 Autocontrol del miedo
1402 Autocontrol de la ansiedad
1309 Resiliencia personal
1205 Autoestima
NIC
5820 Disminución de la ansiedad
5380 Potenciación de la seguridad
5880 Técnica de relajación
5460 Contacto
NANDA 00124 Desesperanza
NOC
1300 Aceptación: estado de salud
0902 Comunicación
1409 Autocontrol de la depresión
1205 Autoestima
NIC
5250 Apoyo en la toma de decisiones
7110 Fomentar la implicación familiar
5230 Mejorar el afrontamiento
4860 Terapia de reminiscencia
NANDA 00066 Sufrimiento espiritual
NOC
2001 Salud espiritual
1215 Conciencia de uno mismo
2011 Estado de comodidad: psicoespiritual
NIC
5420 Apoyo espiritual
5426 Facilitar el crecimiento espiritual
5480 Clarificación de valores
5280 Facilitar el perdón
5340 Presencia
33
NANDA 00053 Aislamiento social
NOC
1503 Implicación social
2002 Bienestar personal
2601 Clima social de la familia
1216 Nivel de ansiedad social
NIC
5270 Apoyo emocional
5100 Potenciación de la socialización
7100 Estimulación de la integridad familiar
5000 Elaboración de relaciones complejas
5400 Potenciación de la autoestima
NANDA 00074 Afrontamiento familiar incapacitante
NOC
2609 Apoyo familiar durante el tratamiento
2600 Afrontamiento de los problemas de la
familia
2604 Normalización de la familia
NIC
7140 Apoyo a la familia
7110 Fomentar la implicación familiar
5000 Elaboración de relaciones complejas
5230 Mejorar el afrontamiento
7100 Estimulación de la integridad familiar
5520 Facilitar el aprendizaje
NANDA 00075 Disposición para mejorar el afrontamiento familiar
NOC
1805 Conocimiento: conducta sanitaria
2600 Afrontamiento de los problemas de la
familia
2602 Funcionamiento de la familia
NIC
7140 Apoyo a la familia
5240 Asesoramiento
5510 Educación para la salud
8340 Fomentar la resiliencia
5230 Mejorar el afrontamiento
34
NANDA 00062 Riesgo de cansancio del rol del cuidador
NOC
2210 Resistencia del rol del cuidador
2205 Rendimiento del cuidador principal:
cuidados directos
NIC
7040 Apoyo al cuidador principal
5395 Mejora de la autoconfianza
5440 Aumentar los sistemas de apoyo
5210 Orientación anticipatoria
5. CONCLUSIONES
La nueva concepción de la muerte y el morir es muy diferente a la que tenía
nuestra sociedad de antaño. Los avances biomédicos han aumentado la esperanza de
vida por lo cual la muerte a los ojos de nuestra sociedad, especialmente si ocurre en
edad temprana, es un hecho que queremos y esperamos evitar, aferrándonos a esa
posibilidad que nos da la medicina de esquivarla. No obstante, esto no siempre es
posible. La dificultad o problema surge cuando la muerte se torna irreversible y
centramos nuestros esfuerzos en luchar contra ella en vez de en elaborar un duelo
adecuado que nos permita aceptarla y afrontarla para llegar a un estado de
tranquilidad interior. Partimos de la premisa de que nuestra sociedad no está educada
para “el morir”.
La enfermería, como uno de los pilares de acompañamiento en situaciones
terminales, tiene la oportunidad y la responsabilidad de suplir este vacío educacional,
de proporcionar información y conocimientos acerca del duelo, su desarrollo, sus
posibilidades, etc. y de brindar el apoyo emocional que permitan o faciliten al paciente
y a su familia el desarrollo de un duelo sano. No obstante, a pesar de la
implementación de estructuras y programas asistenciales de Cuidados Paliativos,
sigue existiendo una demanda de recursos por parte tanto de los profesionales
sanitarios como de los receptores de estos cuidados, especialmente a nivel de
habilidades sociales y comunicativas. Por lo que se plantea la necesidad de una
formación reforzada y continuada de los estudiantes y profesionales sanitarios en este
ámbito que permita satisfacer, en la mayor medida y con la mayor eficacia posible, la
necesidad que tiene la sociedad de apoyo en el proceso del duelo.
35
La base del éxito de la relación enfermera-paciente-familia reside en la
comunicación. A partir de ella se genera el ambiente de confianza que fomenta la
expresión de pensamientos, emociones y dudas. Cada persona es única y, como tal,
cada plan de cuidados será personalizado y cada relación terapéutica será particular.
Aunque existe una base teórica generalista acerca de las fases del duelo que trata de
orientar la identificación de sentimientos y momentos que pueden atravesarse durante
el proceso, las vivencias del duelo serán también diferentes e incomparables.
Una de las características fundamentales de la comunicación es la empatía,
poniéndonos en el lugar del otro podemos llegar a entender la información que
comparte con nosotros de manera más específica, englobando todos sus valores,
percepciones y otros factores influyentes, es decir, entendiendo a la persona en todos
sus aspectos. Además, la escucha activa es la herramienta comunicativa que no sólo
nos permitirá obtener la información explícita sino también los detalles escondidos
detrás de la comunicación no verbal que son igual o más importantes, ya que reflejan
la profundidad más real de los significados y las emociones de la persona.
El que los pacientes y familiares tengan respuestas positivas o negativas del
profesional sanitario en el final consciente de la vida, dependerá en gran medida de su
capacidad para manejar con destreza el duelo y las distintas situaciones en las que se
verá involucrado. Este retorno emocional no solo lo sufrirán pacientes y familiares,
también tendrá consecuencias para el profesional sanitario, expuesto a un gran estrés
psicológico o “burn-out”, que no solo le afectará personalmente, sino también
profesionalmente, determinando por tanto la calidad de los cuidados prestados.
La preparación y conocimientos adquiridos para afrontar situaciones
emocionalmente complejas, marcará la diferencia entre los profesionales. Por tanto, la
enfermería como profesión, tiene un componente no desdeñable de riesgo psicológico,
que precisa de estrategias y herramientas que enseñen a los profesionales a paliar los
efectos secundarios del estrés. De la misma manera que existe un protocolo estricto
de seguridad física que proporciona al sanitario bata, mascarillas y guantes para
minimizar los riesgos de contagio, debería de existir otro similar igualmente estricto de
seguridad psicológica, basado en programas de formación y capacitación continuada
en técnicas y habilidades que faciliten el manejo y control del estrés propio, de los
pacientes y de sus familiares.
Tras la búsqueda realizada durante el desarrollo de este trabajo, en el que
esperaba encontrar respuesta a mis inquietudes acerca del manejo de las situaciones
con pacientes terminales y especialmente a esa carencia de recursos y habilidades a
la hora de interrelacionarse con ellos y sus cercanos, he constatado que existe mucha
bibliografía publicada acerca de este tema. Se proponen herramientas comunicativas
36
para mejorar la interrelación con las personas, no obstante, considero que la
información que manejan la gran mayoría de los artículos se reduce a describir esas
habilidades comunicativas.
En mi opinión, toda la materia es muy similar, siendo difícil encontrar distintos
enfoques, teorías, planteamientos o propuestas más prácticas e innovadoras. La base
teórica de la comunicación es una y hay que conocerla como tal, pero podría
extenderse entrando de forma más explícita en el ámbito de la psicología, como
ciencia íntimamente ligada a la profesión de enfermería, sin que pueda entenderse la
una sin la otra. Por tanto, es importante tomar conciencia de las oportunidades que
tiene esta profesión de disminuir el sufrimiento de las personas, no sólo a nivel físico,
sino a nivel espiritual y psicológico; y resaltar la necesidad de formación en este último
ámbito, que mejore los cuidados prestados a los pacientes y sus familiares, además
de la vocación del profesional por su trabajo.
37
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