La complejidad del pensamiento propio.

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La complejidad del pensamiento propio @KarenMarOsorio La mayoría de preguntas existenciales tienen la particularidad (para muchos me incluyo- el privilegio) de causarnos lo que en psicología se llama disonancias cognitivas. La que hace algunos días me planteé, puede no entrar en esa categoría, pero estoy segura que causa el mismo efecto al intentar responderla: ¿Cuál es el origen de nuestros insumos ideológicos? Cuándo emitimos un comentario sobre alguna cosa, ¿Esa información emerge de nuestro conocimiento o mediante los mensajes que diariamente recibimos del entorno? Tratar de responder esto no es tarea fácil, primero porque implica el esfuerzo enorme de hacer un pare en nuestra comodidad, violentar de alguna manera nuestra mente inmersa en lo cotidiano para dedicarse a pensar un rato (Tarea nada fácil para muchos), y por otro lado porque su respuesta depende de muchos factores. He estado haciendo el ejercicio estas últimas semanas y he reafirmado la idea que alguna vez tuvo George Gerbner de que muchas personas creen que la “realidad” que muestra el mundo de la televisión, se asemeja o es igual a nuestra realidad social. Es un problema gravísimo teniendo en cuenta que si partimos del hecho de que otro está pensando por nosotros, ya vamos mal. Quise escribir sobre este tema hoy, porque sé que es muy fácil cuando tenemos todo hecho: Cuando encontramos la información en una revista, escuchamos sobre algún tema en la radio, nos hablan sobre algún personaje en las noticias, creerse lo que dice otro y tomarlo como propio es realmente fácil, pero lo difícil es sacar nuestras propias conclusiones, razonar colocando en primer término nuestras convicciones, criticar lo que vemos, leemos o escuchamos y emitir nuestros propios juicios sobre eso, poner el práctica nuestro cerebro para que lo que digamos no sea de la autoría de alguien más. Quisiera invitar al que está leyendo esto a generar un conocimiento propio, una información que provenga de lo que realmente se piensa, independientemente de si eso está en contra de lo establecido. Ésta generación se ha salido de todos los paradigmas y estereotipos a nivel musical, tecnológico, al vestirse, etc. Lo único que falta es que empecemos a pensar por nosotros mismos, ¿Ese debió ser el inicio cierto? Si en este momento le preguntan a usted sobre Juan Manuel Santos, por ejemplo, ¿Qué diría? ¿Qué ha hecho una buena gestión? ¿Una mala gestión? ¿Por qué lo dice? ¿Leyó su plan de gobierno y de ahí saca las conclusiones de lo que ha hecho hasta ahora? ¿O es que los canales de televisión, las emisoras (de esos mismos canales, entre otras cosas), o alguna revista le dijo que así era? Pregúntese eso, cuestiónese de vez en cuando. Éste tema además de apasionarme bastante, tiene muchísimo de que hablar, pero para no extenderme más, solo diré que deberíamos colocarnos la meta de contradecir a Gerbner en un punto de su teoría donde propone que no somos capaces de refutar lo que se nos muestra, ni de razonar acerca de lo que consumimos en los medios. Analícese, pregúntese, auto-examine su mente a ver cuánta información ajena tiene, selecciónela y recicle la que no sirve. Nos falta hablar menos y escucharnos más.

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Una de mis columnas, publicadas en el diario La Libertad.

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La complejidad del pensamiento propio

@KarenMarOsorio

La mayoría de preguntas existenciales tienen la particularidad (para muchos –me incluyo-

el privilegio) de causarnos lo que en psicología se llama disonancias cognitivas. La que

hace algunos días me planteé, puede no entrar en esa categoría, pero estoy segura que causa

el mismo efecto al intentar responderla: ¿Cuál es el origen de nuestros insumos

ideológicos? Cuándo emitimos un comentario sobre alguna cosa, ¿Esa información emerge

de nuestro conocimiento o mediante los mensajes que diariamente recibimos del entorno?

Tratar de responder esto no es tarea fácil, primero porque implica el esfuerzo enorme de

hacer un pare en nuestra comodidad, violentar de alguna manera nuestra mente inmersa en

lo cotidiano para dedicarse a pensar un rato (Tarea nada fácil para muchos), y por otro lado

porque su respuesta depende de muchos factores. He estado haciendo el ejercicio estas

últimas semanas y he reafirmado la idea que alguna vez tuvo George Gerbner de que

muchas personas creen que la “realidad” que muestra el mundo de la televisión, se asemeja

o es igual a nuestra realidad social. Es un problema gravísimo teniendo en cuenta que si

partimos del hecho de que otro está pensando por nosotros, ya vamos mal. Quise escribir

sobre este tema hoy, porque sé que es muy fácil cuando tenemos todo hecho: Cuando

encontramos la información en una revista, escuchamos sobre algún tema en la radio, nos

hablan sobre algún personaje en las noticias, creerse lo que dice otro y tomarlo como propio

es realmente fácil, pero lo difícil es sacar nuestras propias conclusiones, razonar colocando

en primer término nuestras convicciones, criticar lo que vemos, leemos o escuchamos y

emitir nuestros propios juicios sobre eso, poner el práctica nuestro cerebro para que lo que

digamos no sea de la autoría de alguien más. Quisiera invitar al que está leyendo esto a

generar un conocimiento propio, una información que provenga de lo que realmente se

piensa, independientemente de si eso está en contra de lo establecido. Ésta generación se ha

salido de todos los paradigmas y estereotipos a nivel musical, tecnológico, al vestirse, etc.

Lo único que falta es que empecemos a pensar por nosotros mismos, ¿Ese debió ser el

inicio cierto? Si en este momento le preguntan a usted sobre Juan Manuel Santos, por

ejemplo, ¿Qué diría? ¿Qué ha hecho una buena gestión? ¿Una mala gestión? ¿Por qué lo

dice? ¿Leyó su plan de gobierno y de ahí saca las conclusiones de lo que ha hecho hasta

ahora? ¿O es que los canales de televisión, las emisoras (de esos mismos canales, entre

otras cosas), o alguna revista le dijo que así era? Pregúntese eso, cuestiónese de vez en

cuando. Éste tema además de apasionarme bastante, tiene muchísimo de que hablar, pero

para no extenderme más, solo diré que deberíamos colocarnos la meta de contradecir a

Gerbner en un punto de su teoría donde propone que no somos capaces de refutar lo que se

nos muestra, ni de razonar acerca de lo que consumimos en los medios. Analícese,

pregúntese, auto-examine su mente a ver cuánta información ajena tiene, selecciónela y

recicle la que no sirve. Nos falta hablar menos y escucharnos más.