La Argentina Del Ochenta Al Centenario

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GUSTAVO FERRAR!. EZEQUIEL GALLO (compiladores) La A1r g entina del Ochenta al C<�ntenario EDITORIAL SUDERICA JJUENOS AIRES LA OCUP ACION DEL ESPACIO VACIO: DE LA FRONTERA INTERIOR A LA FRONTERA EXTERIOR. 1876 - 1910 Néstor Tomás Auza Bajo la presión de las fronteras interiores finalizar la guerra del Paraguay se advierte q11e exis s tían en dos los gentinas: la Argentina póíü.éa, ·con sus límites señalado nales, y_Ja mapas conforme a tratados y recnnocimientos a inteacio mera ectiva, Argenina__ real sobre la cual se extendía, de un . Lo que deno- el ejercicio de la soberanía y la autoridad del entre Estado dos líñeas que minos delítaban la Argentina zona real poblada quedaba ele los 1,mcerrada mensos espacios vacíós que se hallaban exterior de ellas. Esas líneas cié 6'6iúaéto-ente él espacio pobladq y el espacio vacío conformaba la amada ontera: Se-iráfa- ba de una línea nóvil, fluctu:mte, aunque relativamente- definida ya que zg. na .. expresaba ocupada el se lo límite llamaba, entre en una e l y otra. lenguaje de espacio la época, exterior jeográficos aunque a la impropiamente, desierto, y compren'dliCaiffpas·e�Jii@� as res as reones ubicados al sumaban sur,' al un- ·sudoeste, espacio r . : y al iucho nordes.te- mayor, en def país. lómetros Es No eran cuadrados, vast preci- al ocupado por las poblacionei: y el trabajo d la erra. mucho samente un desierto desde el punto de vista geográfico, s y lo habita- ban, menos un pertenecientes tertorio a dver despoblado. soi : D grupos iversas culturals Jbus indígena componiendo una resultados de las exped.icione1: litares que se llevaron a supeor a las sin población duda no era aborigen tan cuyo reducido número a no juzgar es por posible las cifras determinar, que aojan pero cabo que los en esas zonas desde 1.876 a 1900, ·· - y por lo demás, muy estimaciones oficiales. la veca Ese espacio repúblia __ vacío no Cle, era que sólo ya eso; en la era un década espacio' del sesenta codiciado manis- por de taba la PI:Q_Eósitos cordÚa; de eri, prolongar aoemas· :-una }_dminio fr-ontera ·hacia polf±ico donde hacia el P�raban lado este las en luego tbus de araucanas asaltar ª 1as fratea estancias a.sociación avan"zadas c.on se las vo1v�a tribus + < _ _ _ naoñ1es;·y in des

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  • GUSTAVO FERRAR!. EZEQUIEL GALLO

    (compiladores)

    La A1.rgentina del Ochenta

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    arreos de hacienda vacuna y lanar que traficaban en aquel pas. Esos arreoperidicos consuman ao tras ao la economa ganadera nacional. A'i,,aro Barros calculaba, slo para la provincia de Buenos A.ires, una evasin de ganado vacuno de 200.OO cabezas anuales. Esa frontera interior aprisionada por el temor al. indio, produca otro efecto de no menor consecuencia econmica, cual ei;a impedir la ,xpansin y el acrecentamiento de las tierras destinadas a la ganade.r i'a y a la agricultura.

    El inmenso espacio exterior sustrado al dominio efectivo del gobierno nacional constitua el mayor desafo que deban enfrentar qui:nes aspiraban a constituir una nacin. Si no se llegaba hasta los lmites polticos en el ejercicio de la autoridad, no se era una nacin. Por ello, en 1875 Avellaneda expresaba: "La cuestin fronteras es Lt primera cuestin de todas, y hablamos incesantemente de ella aunque no la nombremos. Es el principio y.e} fin, el alfa y el omega". Y agregaba, un poco infeccionado del racismo alberdiano: "Suprimir los indios y las fronteras no implica en otros trminos sino poblar el desierto". 1 Las citas podran ser multiplicadas, y de hombres ele diversas vertients intelectuales, pero casi siempre coincidiran en la proposicin: vencer la frontera interior implicaba suprimir a.l indio. La posicin enunciada, por ser filosfica, temna porint'ormar el obrar poltico, y el indio ser suprimido o reducido engrupos y, dramticamente, el desierto continuar siendo tal, esdecir, escasamente poblado, pues se aspiraba a poblar con blancos.Por cierto que hay excepciones a esa filosofa y a esa conductapoltica -Z.eballos entre ellos- que lamentablemente no lograronirnpiirnir su criterio y fueron, en ese tema, como en tantos otros,profetas solitarios, apstoles sin discpulos.

    /\face una generacin de gegrafos y naturalistas

    El arduo terna de la frontera, objeto de de bates en el campo de las ideas y de los proyectos, provocara inters por conocer las tierras que se hallaban ms all de la lnea de fronteras. El conocimiento que se posea, tanto de la pampa, como de la Patagonia y el Gran Chaco, adems de ser antiguos resultaban fragmentarios y

    -en general insuficientes. S1 el conocimiento geogrfico no se podaelabornr planes de avance ni mucho menos completar la cartografa,ya que en el mapa ee la Repblica Argentina figuraban como grandesmanchas blancas. Las viejas crnicas y diarios publicados por De Angelis en su Edicin de obras y documentos relativos -l la Historiaantiglla v modema de las .Provincias del Ro de la Plata y los viajes

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    de Falkner y Carlos Darwin, los trabajos de Descalzi, entre otros, obraban como incitantes desafos que reclamaban nuevos Y osados continuadores. En 1873 ya se. conoca el libro de George C. Musters At Home With the Patagonms (Vida entre los Patagones}, que relataba el viaje del joven marino ingl desde Punta Arenas al Ro Negro, atravesando toda la Patagonia y despertando su amena e inteligente crnica un vigoroso influjo en muchas mentes de jvenes argentinos.

    No haremos aqu un an:ilisis de las exploraciones realizadas durante la dcada del setenta, pero no podemos rehuir citar, para probar el nacimiento de esa generacin de especialistas, los nombres de los ms destacados explc,radores que contribuyeron con sus reconocimientos a despejar la incgnita que rodeaba al espacio desconocido del sur y del noroeste. Ellos fueron, entre los ms importantes, Valentn Feilberg, Francisco P. Moreno, Carlos Moyana, Ramn Lista, Mariano Bejarano, Martn Guerrico, Napolen Uriburu, Manuel Obligado. Es:3 conciencia territorial tuvo, adems, como expresi6n escrita y rece,ptculo de los informes y diarios de viajes, a los Anales de la Sociedad Cientfica Argentina (1876 en adelante), al Boletin del Instituto Geogrfico Argentino (1879 en adelante), a los Anales Cient1ficos Argentinos (1874-1876) y a la Revista Argentina de Geograf1'a (1881-1883 ).

    Civiles, militares, marinos, fueron as develando gradualmente algunos de los misterios que encerraba la Patagonia y el Gran Chaco y abriendo el camino al estudie, de su naturaleza y a la ocupacin de su suelo. Pero esos nombres y las exploraciones que realizaron fueron slo las primeras, pero no las nicas de una generacin intelectual que dara ricos frutos !n aportes cientficos y que, con sus descripciones, acentuaran la voluntad poltica de extender sobre ellos el ejercicio de la soberana.

    La primera etapa: la estrategia de Alsina

    La .frontera sur, que cubra cinco provincias -Buenos Aires, Santa Fe, Santiago del Estero, San Luis y Mendoza- constitua, al asumir la presidencia Nicols Avellaneda (1874-1880), la lnea ms vulne.rable" de la frontera i.nteri,)r y la que"' ms perjudicaba la economa nacional y :la que mayores implicancias posea con las cuestiones de poltica internacional. Pero este cinturn cea por igual a esas provincias limitndolas, impidiend su expansin y gravitando como un signo indudable de que an no estaba lograda la nacin grande a que se aspiraba. El cerco indgena golpeaba cada da haciendo sentir la

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    1!!f>otencia y debilidad del Estado Nacional. Constitua, adems, y por sobre todo;-una-_Ja.c[6ii.]}J._:_

    tflJe._:e::g"irra, d.1Ja_grra c):tica,_ deasedio_.Y,..J:l.!!.fens.11, de ataque y repliegue, sin posibilidades de qe las vi,-Qrta..s..P_aI.s puntos estratgicos de Guamin y Carhu, par"-Juegoocupar l otro .. pnto cl_f!.Y_;chele.Choel: 6teiiida esa clave -geogrfi.ca, completar la lnea hasta l coraillera pareca tarea ms accesible. Cabe aqu advertir, sin embargo, que la campafla que llevo el Ministrg_ A,g.gif.-ina en los primeros aflos, 1876 y 1877, no fue obra exclusiva suya, como con cierta ligereza y no m'6ssmpleza se lo quieren atribuir numerosos autores. Al respecto nada ms esclarecedor que las notas ntimas redactadas porAvella.neda en abril de 1875. Explica Avellaneda que fue cons.tiftado por . .lsina et".temperamento que deba asumir en la disyuntiva en que se hallaba de ontinuar en el Ministerio o postularse para gobernador de la provincia de Buenos Aires. El Presidente, luego de reflexionar -"he consagrado la noche entera a la solucin del problema que U d. me confi ayer" - le con testa: "Pienso que Uq. debe quedar en e'i Ministerio. (, .. ) S mi querido Ministro, Ud. se debe a la gran tarea proyectada: suprimir la frontera interior. El hombre y la tarea se han encontrado". Y agregaba, como prueba de que la propuesta le pertenec.a como jefe de la administracin: "Por mi parte le prometo todas mis fuerzas en completar su accin militar favoreciendo la divisin de la tierra, la rad.iccin de inmigrantes, para que la ganadera y. la agricultura combinadas reali cen el destino econmico de nuestro pas, de modo a ser el granero del mundo. Le prometo tambin, a pesar de la crisis, reduciendo sueldos, sacrificando los gastos menos justificados, que no le han de faltar recursos para sostener y empujar el avance de nuestros solda- dos".2 El plan era pues del gobierno, y Alsina, por la natural compe tencia de su Ministerio, el responsable de ejecutarlo. Al quedar Alsina al frente del Ministerio de Guerra y al ocupar el seor Carlos C_?.-_gi,:s ll...&.'2QI-t9P, ... Qt. Ja __ p_;:9.Y,incia, el .. G.C?J?J_rno N3:_c_i_911afse-a:ooc a la reli.zacin dl,.2l_ap._g_.ocpJi:d6n .. deLoj.rto pampeano, plan que prevea que la preparacin comenzara el a11o sj.e'i-1te .. - L.a e_sJ:1:__!_e__Y..Js__.Q_l?tiy_g.sJJ:ela=cp--A(oar e boza dos en el Mensaje dirigido por el Poder Ejecu_tivo al Congreso Naioal el 25 de agosto de 187 5, pidiendo la a pro bacin .. de doscientos mil pesos ''piu:a fundar pueblos, establecer sementeras, form.r pJsU1taciones de rboles' y levaritr 'fortines fuera 'de las' lneas actuales de

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    fronteras". Este objetivo sintticamente expresado significaba nada ms ni nada menos que extender la frontera hacia el interior. La cifra solicitada, lo dice el Mensaje, era para cubrir tan slo una parte de los gastos prque se trataba de cubrir una parte del plan en su primera etapa. "No. e.s .e.11.verdad -deca el Mensaje- porque tal ser el lmite de la ocupacin dfuutva, sino porque el plan del Poder Ejecutivo es ir ganando zonas por medio de lneas sucesivas.'.'3 Esta estrategia se justificaba con la siguiente fundamentacin: "Empezar a cubrir la lnea del Ro Negro dejando a la espalda el Desierto, equivale a querer edificar reservando para lo ltimo los cimientos. El Ro Negro, pues, debe ser no la primera sino por el contrario, la lnea final en esta cruzada contra la barbarie hasta conseguir que los moradores del desierto acepten, por el rigor o por la templanza, lo beneficios que la civilizacin les ofrece. ( ... ). El Poder Ejecutivo aleccionado por una larga experiencia, nada espera de las expediciones a las tolderas de los salvajes para quemarlas y arrebatarles sus familias, como ellos queman las poblaciones cristianas y cautL:.::: a sus moradores. Esas expediciones destructivas para regresar a las fronteras de donde partieron con batidas que rechaza hasta el espritu de la civilizacin moderna, slo conducen a irritar a los salvajes, a hacer ms crueles sus instintos y a levantar la barrera que separa al indio del cristiano". Pura rematar este concepto el Mensaje aflada: "El plan del Poder Ejecutivo es contra el desierto.para poblarlo y no contra los indios para destruirlos".4 Explicados en estos trminos .el fundamento del plan propiciado por el Poder Ejecutivo se traduca en estas realizaciones bsicas: 1) confeccin de un mapa topogrfico de la mayor extensin posibledel terreno a ocupar y en esos momentos en manos de los indios;2) fomentar la creacin de nuevos pueblos en los sitios estratgicos,previamente planeados; 3) ofrecer a los pobladores materiales paraconstruir, herramientas, semillas y tierras; 4) formar nuevas Comandancias en sitios avanzados, con instalaciones construidas de mate.dales que ofrezcan al ejrcito condiciones dignas; 5) acompaar lasnuevas instalaciones con plantaciones, sementeras de cereales,. alfalfay potreros de pastos naturales, a fin de alimentar, cuidar y fortalecerla resistel'l:cia de las caballadas. En virtud de los elementos enumerados el Poder Ejecutivo entenda que el plan conformaba "un sistemanuevo", pensado para realizar "una verdadera aspiracin nacionaly dar pronta solucin a ese problema que se llama sguridad de larfronteras, por la poblacin del desierto". -.._ El mismo da en que el Poder Ejecutivo remita el proyecto de leycomentado, acompaflaba otro que obraba como complemento y quepropona extender la lnea telegrfica desde loLp.unn donde se hallaba en ese entonces -Las Flores, Chivilcoy y Rojas-=-hasta las

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    cinco Comandancias de la frontera, lo que significaba la extensin de 771 kilmetros de lnea. Inclua adems, una innovadora tcnica en el ejrcJlo desde que dejaba el manejo de esas lneas en manos del personal militar, para lo cual anunciaba la formacin de oficinas de enseanza en el Colegio M.litar, a la que deban.concurrir, tambin, oficia.les subalternos de los cuerpos en campaa. Ambos proyectos convertidos en leyes en el mes de octubre en sesiones de prrroga, otorgaron los instrumentos jurdicos indispensables para iniciar los trabajos. 5

    Las operaciones militares, en su etapa preparatoria fueron sor-prendidas por una inesperada sublevacin del cacique Juan ___ Jos Ca trie! en diciembre de 187 5: Este cacique hasta poco antes aliado

    _ de !,)s cristianos dispuso para esa sublevacin con la alianza de las tribus de Namuncur, Baigorrita y Pincen, entre otros caciques. Aquella :1.lianza tuvo por finalidad llevar una invasin a las poblaciones y estancias de la frontera a la que asol durante un hostigarniento que dur casi tres meses. No obstante la desolacin, el dolor y los perjuicics oc

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    construyen cinco comandancias en zonas avanzadas a cuyo lado nacen pueblos nuevos; 3) li!,S lneas telegrficas se extendieron hasta la .misma frontera, lo que otorg a las comandancas un valor informativo y estratgico fundamental; 4) el "desierto", tal C\.!al como se loentenda, como tierra de misterio y zona sin posibilidades de vida, ams de peligroso, quedaba vencido y en manos de la civilizacin;5) en poco ms de dos meses se construyeron ms de sesenta fortines;6) en ese mismo tiempo se hicieron corrales, se sembraron potrerosy se hicieron chacras, se delinearon pueblos, comenzaron obras deasentamiento y pcupacin del suelo y todo ello desde Baha Bla.ncaa Ita-lo. ..._ _____ _ ----Si fsicamente la obra estaba lograda, moralmente c;onstituauna victoria que afirmaba ante la opinin pblica que el in.dio no erainvencible y estimulaba al ejrcito y al gobierno pues los. resultadosobterdos fomentaban el espritu de triunfo, cuando poco antes era de apata y pesirrsmo, y de grandeza, cuando Jo era de indiferencia.A partir de la nueva lnea se poda encarar la e'tapa subsiguiente: lafrontera en el Ro Negro.

    X. Un gobierno realizador de los objetivos de una.generacinEse hombre de fe, Alsina -l dir: "he puesto, nicamente,

    mi. voluntad y mi fe"- tuvo el destino trgico de no ver completada suobra, pues cuando ella quedaba instalada en el punto que hemosmencionado, cuando comenzaba a convencer a la opinin pblica,.salvo unos.pocos crticos, la enfermedad que padeca, acelerada porlos padecirrentos de la marcha, le provocaron la muerte el 9 dediciembre de 1877. El hombre y su obra al decir de Avellaneda seenconfraban tan consustanciados que; en los momentos finales desu vida, sofl.aba que imparta rdenes para operar sobre las huestesindgenas ... Aquella muerte, acaecida en circunstancias en que seproducan alianzas polticas prometedoras, cuando tena por delanteel efecto demostrativo de una obra casi concluida, produjo hondaimpresin y, a la vez, gran desorientacin, pues Alsina se vislumbrabacomo el candidato in.discutido para aspirar . la prxima Presidencia.El vaco poltico que dejaba Alsina, los sucesos de ,una disputadasucesin presidencial, la lucha electoral consecuente y la decisin delas provincias por dar remate final a la vieja cuestin. de la capital,trajeron, como nunca hasta entonces, un. confuso y complicadopanorama. Esa serie de acontecirrentos .hicieron olvidar pronto, comosiempre ocurre hasta el momento del equilibrio reflexivo, el nombre yla obra del presidente Avellaneda y su ministro. en la cuestin fron-

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    teras. Roca, hombre afortunado como rnguno en la historia argen tina, aparte sus cualidades y reconocida habilidad de manejo, al tocarle en suerte coronar la obra iniciada con anterioridad a l, apareca en el escenario poltico como el rco realizador. Una historia poco sagaz y nada crtica se ha ocupado de difundir esa apreciacin que fuera creada en su poca por la prensa oficialista del gobierno triunfante. 10

    Cabe aqu traer esta reflexin aunque ms no sea muy bn;vemente, a fin de atribuir como antes lo hemos seflalado, que el avance y ocupacin de la frontera sur hasta el Ro Negro y Confluencia fue, ante todo, obra de un gobierno, y al hablar de gobierno es preciso destacar al jefe del mismo, en este caso, al presiden te Avellane da. Tal es, ante todo, obra de un gobierno que el Presidente al designar al General Roca para ocupar el Ministerio de Guerra le escriba: "Acabo de firmar el decreto nombrndolo Ministro de la Guerra ( ... ) Al entrar al Ministerio de la Guerra V.S. encontrar, adems, una herencia que le impone grandes deberes. Es el pum de fronteras que el doctor Alsina deja casi ya realizado respecto de esta provincia y que es hoy, ms que nunca, necesario llevar sin interrupcin hasta el ltimo ..tnnino". Y a rengln seguido agregaba, expresando su sentir generalizado ya: "V.S. rrsma lo agrandar ms tarde extendindolo a otras fronteras del interior de la Repblica.. Para esta obra V.S. encontrar como auxilio el concurso unnime de la opinin de esta provincia y los recursos que sern suministrados por sus poderes pblicos, como lo ha hecho en otras ocasiones". 11 Avellaneda afumaba as a Roca como el continuador de la obra de gobierno iniciada por Alsina y entrevea que, cumplido el objetivo de llegar a Choele Choel, debera luego completar el plan llevando la lnea hasta hacer coincidir las fronteras con los lmites del pas.

    Pero el plan de Avellaneda consista en poblar ese enorme espacio vaco y ejercer real soberana sobr'e el mismo. Por ello el 28 de julio de 1880, desde Belgrano, donde estaba instalado el Gobierno Nacional, enviaba un mensaje y un proyecto de ley prohibiendo la pesca y extraccin de guano de las costas patagnicas; el 25 de setiembre uno teferen te a enajenacin ' de tierras nacionales situadas al sur de los Ros. Neuqun y Negro; y el 29 de setiembre otro sobre mensura y venta de tierras nacionales. Segn lo vislumbraba el :Presidente la ocupacin de. las tierras dominadas por los indios deba ser completada. con una poltica que cubrie-ra diversos aspect'ot de su desarrollo, prueba de un pensamiento orgnico de gobierno. Precisamente pocos das despus de enviar esos proyectos le escriba a Bernardo de Irigoyen: "He presentado un proyecto de ley sobre la Patagora como acto poltico, y he cerrado el perodo ordinalio de las secciones enviando

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    otro, igualmente extenso, sobre los nuevos territorios que han sido sometidos al dominio de la nacin por la accin de su gobierno y el es foerzo,1:_de sus soldados. Hace catorce aos que empezaba un Tvliniste1io proyectando la ley de tierras que hoy rige en esta provincia. Los proyectos de 1880 dividen, catorce aos despus, la Patagonia en secciones y c.nsignan reglas para acer pasar al dominio privadolas 1ierrns del Pas de los Manzanos, los territorios casi desconocidos del Colorado y los fabulosos, hasta ahora poco conocidos, del Ro Negro. Estos son los mejores materiales del camino recorrido por nuestro pas dominando su propio territorio. En cuanto a m, puede decirse con verdad que mi vida poltica en uno de los focos de su accin extelior se ha desenvuelto entre estas dos leyes de tierras" . 12

    Pero si ello no bastara para sealar que fue un programa de gobierno, citemos, nuevamente, la opinin del propio Avellaneda en pginas ntimas escritas despus de abandonar la presidencia: "La idea o el plan de llevar la frontera al Ro Negro no es nueva. Perfectamente.. fvli mensaje refiere que se pens en esto desde el siglo pasado y que desde entonces el proyecto ha tenido grandes defensores. As,

    . todo esto es viejo, bien viejo. Est dicho y ha sido confesado desde el ptimer momento. Pero hay una cosa nueva, muy nueva, aunque protesten son los celos personales. Hay una cosa muy grande, aunque se alarme todo lo pequeo. Lo nuevo y lo grande es realizar e/,pensamiento y ste ser realizado". 13 As fue, pues, ese pensamiento realizado poco despus en medio de graves cuestiones internas, lo que otorga ms valor a esa voluntad de realizacin. Por el.lo terminaba notando Avellaneda: "La supresin definitiva de la lnea de fronteras interiores no fue una obra popular, sino una obra de gobierno; y es por lo tanto contradictorio excluir al jefe mismo del gobierno, es decir, a aquel bajo cuya responsabilidad directa y personal se ejecut la obra. Puede decirse por accidente que el Presidente de la Repblica no ha tenido participacin ostensible en tal o cual acto; pero no puede esto decirse respecto de una obra a la que fue necesario centrar.toda la atencin que dur cuatro aos, y a la que se aplicaron todos los recursos de la administracin y todos los resortes del gobierno ... Ha habido una campmza poltica para sostener cuatro aos contra la incredulidad y la discusin. Una campaa financiera para buscar recursos pecuniarios, sin los que nada se habra hecho, y buscarlos en medio de la crisis. Una campaa legislativa para hacer sancionar ocho leyes. Una campa11a de responsabilidad pblica y de peligrospersonales, alejando el ejrcito e internndolo en el desierto en medio de la:; revoluciones anunciadas para cada da" . 14 Nada ms concluyente para comprender que lo ejecutado de 1876 a 1880 fue ante todo obra ele un plan ele gobierno, consciente, responsable y firmemente

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    sostenido. De modo que, si al gobierno, desde el Presidente al resto del gabinete y de los aliados del Congreso, le toc iniciar, alimentar y sostener un programa de gobierno que animaba una voluntad realizadora, a Alsina primero y a Roca dei:pus les tocaron los papeles de ejecutores materiales de) programa.

    La segunda etapa: el avance hasta Ro Negro y Confluencia

    La llegada de Roca al Ministerio de Guerra se produce en forma efectiva en junio de 1878. El entonces joven y afortunado militar se adscriba a un programa y estrategia que modificara parcialmente desde el Ministerio. Tres lneas de trabajo se destacan en s rpido accionar al frente del.Departamento de Guerra que pueden sintetizarse as: 1) continuar con las tareas de ablandamiento de las tribus existentes al sur y sudoeste de la provincia de Buenos Aires, y sur de San Luis, Crdoba y Mendcza; 2) ejecutar tareas sinwltneas dereleva.men to y exploracin de. territorio en operaciones; 3) preparacin logstica del avance que deba llegar hasta el Ro Negro. La primera tarea se extiende, aproximadamente, hasta el mes de diciembre de 1878. Las huestes indias que se hallaban diseminadas en esa regin se encontraban bajo el mando de los caciques Namuncur, Juan Jos Ca.trie!, Mariano Curnamil, Pincen, Paine, en tanto que las operaciones militares las diriga el. Teniente Coronel Marce lino Freire, Teniente Coronel Lorenzo Winter, Coronel Donovan, Teniente Coronel Teodoro Garca, Coronel Conrado Villegas, Coronel Nicols Levalle, entre otros. Igual tctica se repeta al sur de San Luis en donde operaba el Coronel Rudecindo Roca y al sur de Crdoba el Coronel Eduardo Racedo, ten:iendo ambos que enfrentar a dos caciques belicosos y guerreros como Epumer y. Baigorrita. Desde el sur de Mendoza deba actuar el Teniente Coronel Rufmo Ortega sobre las huestes del cacique Lemor.

    Estas operaciones produjeron el efecto esperado, a saber la desmoralizacin de las tribus, la muerte o rendicin de sus caciques principales, toma de prisioneros en un nmero elevado de indios -superior a los tres mil-, a lo:; que hay que agregar varios centenaresde muertos y la destruccin de aduares, campamentos y tolderas msla apropiacin de sus ganadoi: lanares y vacunos. Rendidos Pincen,Epumer, Catriel, Paine, entre .los principales, huido y destrozado en su poder Namuncur, y librados a su suerte, generalmente huyendo,los capitanejas menores. Quebrantado el antiguo poder indgena, seaproximaba la hora de su cai'da final. Estas operaciones se realizaron a partir de la nueva lnea de avanzada y utilizando cabaJladas

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    alimentadas a forraje y grano, como lo propusiera Alsina en su plan. La segunda tarea, la del releva.miento geogrfico se realizaba a

    medida que los destacamentos de fronteras se internaban en sus avances. Los. comanp.antes de fr:onteras incorporaban. as un mejor conocimiento del terreno y del medio fsico sobre el cual luego deban operar el avance final. Los datos adquiridos se fueron incorporando a la cartografa en preparacin. Este aspecto sera ampliado y completa do luego del operativo de avance hasta el Ro Negro.

    El tercer aspecto personalmente conducido por el propio Ministro y la activa participacin del jefe de la Secretara, Coronel Manuel Jos Olascoaga, consista en poner en vigencia la ley 215 sancionada en agosto de 1867, an sin aplicacin, la cual exiga una cuidadosa preparacin logstica, una precisa elaboracin estratgica y una ejecucin combinada y efectiva. Finalmente, logrado el objetivo, planificar la ocupacin de las nuevas tierras y el ejercicio de las atribuciones administrativas y polticas a travs de las cuales se incorporaran al verdadero ejercicio de la soberana nacional. Esta tarea fue planificada desde junio de 1878 a enero de 1879, ejecutndose a partir de marzo, en que comenzaron a moverse las cinco divisiones hasta el 25 de mayo de ese ano cuan_do con la instalacin en Choele Choel se dio por curplida la segunda etapa de la ocupacin patag1ca.

    No es del" caso analizar aqu los detalles de 'los movimientos de tropas que ejecutaron el plan de avance y de rastrilladas hasta tocar el curso de los Ros Negro y Neuqun. Finalizada la tarea de ablandamiento a que antes nos hemos referido se dio orden de regresar a los puestos avanzados para dar descanso a hombres y caballadas a fa vez que ultimar- los preparativos logsticos precisos para el avance. Este fue ejecutado por cinco divisiones que se conformaban de la siguiente manera: 1) Divisin al mando del Coronel Conrado Villegas. Parti

    de Carhu y avanz hacia Choele Choel. 2) Divisin al mando delCoronel Nicols Levalle. Parti de Carhu en direccin a Traru Lauquen barriendo con partidas dispersas a un lado y otro y tomandocon tactos con las restan tes columnas. 3) Divisin- al mando del Coronel Eduardo Racedo. Parti de Villa Mercedes y Sarmiento de SanLuis para dirigirse hacia Poitahue. 4) Divisin al mando del TenienteCoronel Napolen Uriburu. Partic:i de Fuerte San Martn, en Mendoza,_:,ara dirigirse hacia el sur y llegar a las mrgenes. del Neuqun y luegobordeando este ro arribar a Confluencia. 5) Divisin al mando delCoronel Hilario Lagos. Parti de Trenque Lauquen y Guarnin en1.ireccin a Chocle Choel.15 Las Divisiones marcha.ton bajo instrucciones precisas que conanticipacin haba impartido el Ministro de Guerra que actuaba comoMinistro en Campaa. 16 Las marchas, los itinerarios, los objetivos

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    militares, geogrficos, topogrficos, cientficos, religiosos se fueron cumpliendo unos tras otros como lo detallan los partes de los comandantes de las Divisiones y los partes de las distintas partidas. El plan Ueg a cumplirse con puntualidad y precisin, y como lo tona ru1un ciado el Ministro de Guerra reuni las columnas en Choele Choel el 25 de mayo de 1879 en donde fue saludado el da patrio con la emocin de saber que comenzaba una nueva etapa del crecimiento del pas. "En estas latitudes me ha parecido ms puro y radiante el sol de mayo", telegrafiaba Roca a Avellaneda. 17 .

    El 27 de mayo, Roca y su Estado Mayor partieron en direccin a la Confluencia del Limay con el Neuqun, punto final del plan de ocupacin. El Mirstro de Guerra permaneci en campaa participando con los .jefes en la elaboracin del plan de defensa de la lnea y la fijacin de los fuertes que deban guarnecer la lnea desde la Cordillera de los Andes al Atlntico, y ultimar todos los detllles de las instalaciones. Efectuadas las designaciones y distribuidos los. cuerpos de tropas emprendi el regreso .el 25 ui: Junio.

    La nueva frontera militar fue denominada Lnea Militar del Ro Negro, -siendo designada p\lra comandarla el Coronel Conrado Villegas. En su despedida de las tropas vaticinaba Roca: "La misin de los que aqu quedaban tiene que ser todava ms fecunda y benfica par el porvenir de la patria. No solamente al defender con sus armas la propied.ad y la vida. de sus conciudadanos sino que, a su amparo y al favoi; de los campamentos militares, se levantarn pueblos que, en tiempos no muy lejanos, sern nuevos estados que vengan a aumentar estrellas al escudo de la patria" .111 La segunda etapa estaba cumplida que9-ando slo pendiente la tarea de asegurarla para iniciar el ltimo captulo del avance fronterizo.

    Misioneros, cientficos y gegrafos

    Las columnas no marchaban solas a su cometido esttat_gico ya que se tena previsto que con ellas y -formando parte del plan, lo hicieran otros servicios que se consideraban indispensables, tales corno los misioneros, el cuerpo n:idico, el cuerpo cientfico, los gegrafos e ingenieros, telegrafistas, fotgrafo, periodista. A ellos hay que agregar las familias que acompaaban la expedicin, ya que formaban parte de. las tropas que estaban destinadas a radicarse en la lnea. De aquellas columnas el mismo Roca escriba: "Nada ha habido que lamentar en estas marchas a travs del desierto ms completo, con una fuerza que todo lo ha tenido que traer consigo, sacerdotes, sabios, mujeres, nifios y hasta los perro y dems animales

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    domsticos de las guarniciones, lo que daba a las columnas el aspecto. de un xodo..,_ de un pueblo en marcha que se traslada en busca de un clima y suelo 1-iropicio donde plantar sus tiendas".

    Los sacerdotes que acompaaban la marcha y a cuyo cargo estuvo la tarea de evangelizacin fueron el Provisor y Vicario General del arzobispado de Buenos Aires, Monseor Antonio Espinosa, los sacerdotes salesianos Santiago Costamagna y Luis Botta, y el franciscano Fray Po Bentivoglio. 19 Ellos, clero secular y regular, tuvieron a su cargo la atencin espiritual de los soldados y el comienzo de la accin evange.zadora entre las tribus prisioneras. Ese fue, adems, el comienzo de la accin evangelizadora de los sacerdotes salesianos en la Pa tagonia. Monseor Antonio Espinosa dej escrito un Diario de esa expedicin que ayuda al. historiador a reconstruir las vicisitudes de la marcha al paso que nos ilustra en relacin a la modalidad de evangelizacin empleada.20 La expedicin cientfica estuvo compuesta por lo:; doctores Pablo G. Lorenz, botnico; Adolfo Doering, naturalista, zo,1 -:-o y minerlogo; Gustavo Niederleing y Federico Schulz, corno ayudantes botnicos y zologo respectivamente. Los investiga- dores rea.zaron una labor encomiable, tanto por su magnitud como por su importancia cientfica, segn lo prueba la obra Informe Oficialde la Comisin Cientfica agregada al Estado Mayor de la Expedicin al Ro 1Vegro, que contiene las observaciones sobre zoologa, geologa, flora de la zona explorada.21 La documentacin histrica de la expe dicin se completa con el documento grfico a cargo del fotgrafo Antonio Pozzo, el cual nos ofrece con sus vistas testimonios insusti tuibles y nicos de la vida cotidiana de la marcha.

    El propsito colonizador que anima a la decisin de trasladar la frontera se manifiesta cuando el Poder Ejecutivo por decreto de marzo de .1879 design a los tres ingenieros que deban acompaar al Cuartel General con el propsito de levantar un plano de los terrenos explora dos determinando los puntos que encuentren ms adecuados al establecim.ien to de colonias agrcolas de familias europeas o indgenas o colonias militares. La tarea recay en hombres experimentados enese tipo de servicios, dos de ellos militares. El Mayor Juan Wisosk.ituvo a su cargo el reconocimiento de las mrgenes del Ro Negrodesde Choele Choel a su desembocadura; el Mayor Francisco Hostla zona comprendida entre la cahecera del Neuqun y la Confluencia;el ingeniero Alfredo Ebelot la zona entre Confluencia y ChoeleChoel. n Es tos tres ingenieros debieron presentar adems de los planosun "e:;tudio y clasificacin de estos terrenos con toqas las indicacionesque se juzguen necesarias a fin de que el Ministro de Guerra se halleen actil1Jd de fijar los puntos en que deben establecerse colonias desdela desembocadura del Ro Negro en el Atlntico hasta la Cordillera

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    de los Andes". A esa labor hay que agregar el trabajo de relevamiento topogrfico ejecutado por otros hombres del ejrcito, ingenieros o no que integraban las restantf:s divisiones y que junto a la marcha hallaron tiempo para levantar planos, croquis y descripciones topogrficas que pusieron luz sobre la geografa pampa, terminando el misterio que la envolva, y abriendo un captulo nuevo a la geografa econmica del pas.23 Por ello el Teniente Coronel Manuel Jos Olascoaga, gegrafo pur excelencia, pudo anotar en su obra: "Gracias al conocimiento prctico que hemos adquirido de las condiciones topogrficas, econmicas y estratgicas que tan interesante hacen ese extenso territorio, la eficacia de nuestro dominio en l queda para siempre garantida. Es decir, d:pende de nuestra voluntad; ya no es una casualidad en que puedan influir los salvajes".24

    La participacin de la marina en: la marcha hacia el sur

    Hemos visto ya que una Divisin de la escuadra fue enviada a ocupar la desembocadura del Ro Santa Cruz en noviembre de. 1878. Cumplida aquella misin, parte de la misma se dirigi a Buenos Aires, pasando por Patagones, puerto de recalada. Uno de los jefes de aquella expedicin naval, el comandante Martn Cuerrico, recibi la orden de explorar el Ro N1:gro y el Neuqun y determinar sus condiciones de navegabilidad, pues se tena el propsito de establecer una lnea fluvial de transporte entre el puerto de Patagones y el confn de ese ro en los valles cordilleranos, zona de operaciones militares prximas.25 La orden dada en marzo de 1879 deba ejecutar se con el vapor a ruedas Triunfo, que se supona . especialmente dotado para las condiciones del ro.

    No resultaba extrao ni ncvedoso tanto la participacin de luma rina en las tareas de avance de la lmea de frontera como la designacin de Martn Guerrico comandan te de la Uruguay para dirigir el operativo fluvial., desde que ste ya tena realizada en 1872 una exploracin preliminar de dicho ro, arribando en esa .. oportunidad hasta la isla de Choele Choel.26 En esa nueva misin deba encontrarse con su buque en dicha isla para el 25 de mayo, fecha en que se concentraran las columnas que operaban por tierra. El Tliunfo no pudo en esa oportunidad cumplir con su cometido, pues la bajante del ro lo hizo encallar antes de ese destino. Su comandante se dirigi en un bote a remo hacia Choele Choel para estar presente en la cita. Un mes despus el Triunfo sala de su varadura y navegaba de regreso a Patagones.

    Aquella navegacin tuvo la virtud de evidenciar que el gran ro patagnico poda ser navegable como hiptesis pre.minar, pero

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    que para ello se requeran ciertas condiciones, entre ellas buques especialmente dotados. Esto y un conocimiento completo de las condiciones del ro dwante todo el afio surgan como resultados de la experiencia. Por otro lado, en el. pensamiento de Roca, luego de la ocupacin teil'estre que acababa de realizarse, la gran va fluvial apareca como el medio ms propicio para conducir pertrechos y alimentos a la lnea de fortines y como medio de cornunicacin.27

    El ro entraba a jugar as un pap.el protagnico y la esperanza de los jefes nlitares y del Ministro de Guerra era explorarlo ms all de la Confluencia para cerciorarse si resultaba navgable para llegar a la. regin de los lagos. Esa tarea le estaba reservada a los hombres de la marina que as se integraban a la empresa de ocupar la Patagonia. Si la experiencia de navegar el Ro Negro fue ejecutada de

    marzo a mayo de 1879, hay que recordar que el origen del proyectopropiamente vena de muy lejos, casi desde Fal.kner pero,.ms recientemente, de un poco antes que in,iciara Roca el avance sobre dichq ro.Efectivamente, como. una derivacin de la exploracin de Guerricoantes mencionada, el gobierno designaba en 187 8 una Comisinespecial formada por los ingenieros Luis A. Huergo y GuillermoWhite, el doctor Estanislao S. Zeballos y el Teniente

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    bastaba el simple hecho de saber que ciertos fortines o villas de reciente fo1macin podan an sufrir. ataques indgenas para que el ivli11:istro Vi,e.(orica decidiera que el jefe de la lnea Sur, Coronel ViUegas, al frente de la Segunda Divisin a su mando efectuara una expedicin a la zona en donde an se cobijaban los restos de las tribus indgenas, a saber el sudoeste de Ro Negro y noroeste de Chubut y el tringulo compuesto por el Neuqun, el Limay y la Cordillera. La expedicin llevada a cabo en marzo de 1881 se conoce con el nombre lk Expedicin al Gran Lago Nahuel Huapz'. El nombre deriva de ser ese el lugar elegido para la convergencia de las Brigadas l al mando del Teniente Coronel Rufino Ortega, fa. I! al mando del Coronel Lorenzo Winter y la 111 al mando del Coronel Liborio Berna!. Las Brigadas r y U operaron sobre el territorio del Neuqun,.en tan to quela m lo hizo sobre el territorio del Ro Negro en direccin sudoestepnra arribar al final de su marcha al Nahuel Huap el 10 de abril, fecha preestablecida de convergencia en la zona. La marcha de las tropas e e fectu librando ciertos combates, de escasas proporciones, ya que en general los grupos indgenas prefirieron no librar .combates frontales y alejarse hacia la cordillera ingresando en territorio chileno.31

    Esta operacin militar, si bien alcanza resultados positivos que no ex.pondremos, no termina con la dominacin indgena, especialmente en el tringulo neuquino, en donde se hallaba concentrado el ltimo foco de la resistencia ya que, al contrario de lo ocurrido con la lnea ,:le.! R.o Negro, no se estableci un plan de acantonamiento de la tropn ni se avanz con J.os fortines y guarniciones. Exista sin duda :imprevisin o carencia de una estrategia concordante con la ejecutada en 1879, producto de una concepcin simplista que estim suficiente la tarea de limpieza y ataque a los reductos en que los indios volvieron de su:; encond:rijos detrs de los Andes a sus .sitios. preferidos, aunque este regreso detennin un deterioro significativo en el poder indgena por las prdidas sufridas en sus reservas de haciendas, yeguarizos y lanares, apropiadas por el ejrcito de Villegas. La conformacin del tenitorio neuquino no favoreca la e,iecucin de una campaa semejante a la ejecutada sobre el Ro Negro. Los ros, lagos, selvas y estribaciones cordilleranas amparaban a sus antiguos poseedores. El mando militar comprendi la debilidad de la operacin ejecutada en l88\ y orden nuevamente al jefe de la Jl Divisin una nueva marcha

    :J 1111 de cerrar el ciclo de ocupacin del suelo en el ltimo lugar de rcsistcr,cia al sur del pas. El mismo jefe, General Villegas, haba :tprendido cun la campaa anterior y, en base a esa experiencia, cbbm una nucv,1 estrategia. La.de 1881 haba servido para ablandarl:1 n:sistcncia, V b que se llevara a cnbo deba pasar directamente a la

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    ocupacin. La campaa se llev a cabo en la primavera y verano de 1882/83 en tres brigadas, al mando la I del Teniente Coronel _Rufino Ortega; la lI al mando del Coronel Enrique Godoy y la III a cargo del Teniente Coronel Nicols H. Palacios.33 No researemos esta campaa,pero diremos que, como una c,)nsecuenci_a de ella se extendi la frontera al Ro Agrio, afluente del Neuqun, cerrando as la lnea directamente en la cordillera. El Agrio fue protegido por una lnea de nuevos fortines. Las tropas nacionales recorrieron pahno a pahno el territorio que se extenda al sur del Neuqun sin que quedaran valles en donde pudieran alojarse los indios quf: no fueran sorprendidos por la,s partidas ligeras del ejrcito, ni secretos de su geografa que permanecieran ocultos. Ms de d'os mil in.dios enfrentaron a las tropas nacionales, de los cuales 350 murieron en pelea y -unos 1.600 entre indios de lanza y sus familias se entregaron a las autoridades.

    An con la presencia de .la nueva lnea y las constantes partidas ligeras que recorran la regin, los indios no cejaron en su resistencia, la que continu debido a que los grandes caciques que comandaban la resistencia tenan su refugio en zonas limtrofes con Chile. Fue preciso continuar los operativoi: durante todo el ao 1883 y 1884, al mismo tiempo que se intentaba convencer a aquellos caciques sobre la conveniencia de. su rendicin con garantas de un trato pacfico y decoroso. Despus de comprobar la inutilidad de la resistencia armada a las tropas nacionales y asegurarse el cumplimiento de las promesas comenz la entrega de los antiguos jefes. El primero entre los ms prominentes fue el cacique pampeanoManuel Namuncur, en febrero de 1884. Le siguieron un ao c.espus los caudillos indgenas del Pas de los Manzanos, Saihueque y ,;on l, Inacayal y Foyel. Quedaba as al menos oficialmente concluida la dominacin indgena en el famoso tringulo neuquino y parte del .udoeste del Chubut entre los paralelos 37 y 42.

    La marcha hacia el norte chaquei'io

    Cuando se conclua la ocupacin de aquellos territorios sureos, el "Toro" Villegas -como lo llamaban los indios- ya no estaba al frente de la segunda Divisin. Enfermo, se vio obligado a solicitar licencia, falleciendo pocos mes.es despus, en agosto de I 884. A su sucesor, el General Winter, le correspondi completar el plan hasta obtener la rendicin voluntaria de los tres ltimos caudillos indios: Saihueque, lnacayal y Foyel. Al obtener este resultado que pona fin a la lucha, Winter escriba un clebre informe cuyo estilo pose a resonancias de clarn. Deca Win ter: "Me es altamente satisfactorio

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    y cbeme el honor de manifestar al Superior Gobierno y al pas por intermedio de V.S. que ha desaparecido para siempre en el. Sur de la Repblica toda limitacin fronteriza contra el salvaje. El antiguo dominador de la Pampa, el conocido Namuncur por la larga tradicin, se present con los restos de sus aguerridos guerreros y familias acatando las leyes del pas en marzo del ao que acaba de finalizar, se halla hoy asentado en Chimpay, acantonamiento de esta lmea militar, entregado por completo a las prcticas de la vida civilizada. El cacique Saihueque, cacique eminentemente prestigioso por su .poder entre todas las tribus que tenan su asiento entre el ro Calln Cur, afluente del Llmay al norte, y el ro Deseado al sur, acaba de efectuar su presentacin voluntaria, y con l .tambin los caciques de 'orden inferior, Inacayal, Huenchenecul, Chiquichn, Cual Salvutia, Prayel, Nahuel, Pichi-Curuhuinca, Curnilao y otros, incluso el obstinado y rebelde Foyel cuya tribu fue. ltimamente derrotada en las orillas del Genue. Las aspiraciones del gobierno y del pas hanse realizado en menos de un decenio. En el sur de la Repblic'a no existen ya dentro de su territorio fronteriz0 humillantes impuestos a la civilizacin por las chuzas del salvaje. Ha concluido para siempre, en esta parte, la guerra secular que contra el indio tuvo su principio en las inmediaciones de esa capital en el aq 153 5 ". 34

    Estaban en verdad realizadas "las aspiraciones del Gobierno y del pas? An no, pues si bien la Pampa y toda la Patagonia Y. el archipilago Fueguino se hallaban ya bajo la dominacin del Estado, no ocurra lo mismo con el Gran Chaco, cuya vasta extensin en poder de los indios era equiparable al territorio del Chubut. Poco antes que Winter escribiera su parte final de la

  • 82 NSTOR TOMAS AUZA las luego al trabajo de manos que respondan a la cultura de la Nacin" .38 El Ministro obtuvo la apro.bacin de su proyecto y pronto confeccio n el plan operativo que encarg en fonna simultnea al Gobernador del Chaco Coronel Manuel Obligado y al Coronel Francisco Bosch, quienes deban operar desde las costas del ro Paran haca el oeste, para reencontrarse finalmente, luego de cumplir fines explorativos, cien rfficos y rrli tares.39 El clima, la conformacin- del terreno, la hostilidad de os indios convirtieron a esa marcha como a las anterio. res, en una penosa travesa, llena de sufrimientos, cumpliendo al fin :;u cometido y dejando establecida una nueva lnea ms avanzada de fortines que protegan la actividad ganadera, maderera y comercial. Esa nueva lfoea se extendi a la altura del paralelo 28 y con una exten:;in ele 400 kilmetros. "Los resultados -explicaba luego el lvUnistro- han sido satisfactorios, y puede decirse que los indios que vagaban a las cinco o seis mil leguas del territorio comprendido por la lnea del Rey y el Bermejo han sido sojuzgados u obligados a trasladarse al norte de este :!1, Mientras se persigue a los que no quieren reducirse, se ofrece toda proteccin a los gxupos de familias que aceptan gozar de los beneficios de una civilizacin. Existe ya una nurnerc.,sa colonia indgena y pronto se establecern otras."40 Pero - se haba sido tan slo un leve avance. An quedaban miles de kilmetros bajo el dominio indgena.El Chaco pareca indomable y sus antiguas tribus surgan desdeel fon do de los bosques para resistir con un denuedo y una fortalezaque los haca aparentemente invencibles. Las diversas entradas yexpediciones haban pemtido trazar, aunque rudimentariamente,su carta topogrfica y adelantar los conocimientos geogrficos entoda su extensin. Pero el Chaco indnto se resista, se resista condenuedo y una firmeza superior a la que haban mostrado las tribusdel sur. Fue por ello que el Ministro de Guerra, General Victorica,- proyecta y realiza personalmente la expedicin de 1884. Esta.expedicin que tampoco terminara con el poder indgena en la reginlograr dominar y pacificar la regin central luego de una campaacuyas marchas se hallan reflejadas en la Memoria que el ministromandar a editar y que contienen la documentacin militar y cientfica de la rnisma.41 Qued dorrnado el Chaco? An no definitivamente, pero losuficiente para que se acrecentara la radicacin de pobladores, crecieran los pequeos pueblos, aumentara la actividad agrcola y ganadera.Y lo suficiente tambin para que el Gobierno Nacional demostrara supropsito de favorecer el ejercicio de las instituciones polticas y laaccin administrativa a travs de la creacin de dos territorios quedenominar: Gobernacin del Chaco al territorio que se extenda

    OCUPACIN DEL ESPACIO VAC0.18761910 83 aproximadamente desde la altura del paralelo 28, o sea el lrrte de la antigua lnea de frontera de Santa Fe y Santiago del Estero, hacia el ro Bermejo y el Teuco; el otro territorio ser ,llamado Fonnosa y comprender la regin qu, se extenda del Bermejo al Pilcomayo. Esa creacin tendr lugar el 16 de octubre de 1884 y sern designados para ocupar el gobierno el C,)rbnel Manuel Obligado en el Chaco y el Coronel Ignacio Fotheringharn en Formosa.42 La ocupacin del suelo chaqueo -ahora Chaco y Formosaser len ta y tendr la direccin de este a oeste y de sur a norte, as como lenta fue tambin la ai:imilacin de los indgenas an rebeldes. La resistencia an continu e,n algunos parajes ms alejados, haciendo necesario el envo de nuevas marchas militares, entre ellas la que comandara el Teniente Corone,! Jos Gomensoro en 1885, el Coronel Jos N. Uriburu en 1887, E:! General Lorenzo Winter en 1899, el Coronel Tefi.lo O'Donnellen 1907/8. An en 1911 tuvo que crearse la Fuerza de Operaciones del Chaco, al mando del Coronel Enrique Rostagno, a la que se le encorrenda someter definitivamente a los indios y ocupar la frontera sobre el Pilcomayo.43 Para esa fecha grandes grupos, de indgenas se hallaban entregados pacficamente y asentados, trabajando en las nuevas poblaciones, antes antiguos fortines. El ejrcito convertidc en un principio en instrumento para someter a los rebeldes y recakitrantes restos indgenas, se fue convir tiendo, de 1884 a 1910, en un ejrcito poblador y civilizador, 'que levantaba villas, construa puentes, tenda telgrafos, abra caminos. Ms tarde que al sur de la Repblica, la campaa para el sometimiento de las tribus indgenas se cenaba en 191 O, y se cerraba tambin la frontera interior del nordeste que ahora coincida con el lmit exterior de la Repblica. Se consolida la conciencia ten1"torial La ocupacin del territolio hasta el Ro Negro, a partir de media . dos de 1879 produce como ya lo hemos advertido, un fuerte dina'. mismo consciente en los grupos dirigentes del pas. La incorporacin de ese espacio al patrimonio y ejercicio de la soberana nacional pas a constituir un hecho histrico que se presenta con las caractersticas de un. suceso de profu.n.da repercusin. El adelanto de la frontera en reducido tiempo con el acrecentamiento de:casi medio pas al dominio real del Gobierno Nacional conforrp un hecho nico, largamente deseado y siempre postergado, que no se repetir, y del cual todos los sectores polticos reconocieron unnimes que deba de producir consecuencias de magnitud para el destino del uas. La circunstancia

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    misma de que la campaa pusiera fin a trescientos aos de angustias constantes, y que el suceso se haya verificado por acciones de guerra victoriosas, sin retrocesos ni dilaciones, con gesto de grandeza, otorgaba al suceso el c;u.-cter moral de hazaa perdurable. Cada palmo de tierra haba sido gmado con valor, inteligencia y esfuerzo por jefes y soldados animados no por el mero propsito de agresin y combate, sino por algo ms duradero y valioso cual era extender sobre ese suelo la presencia del poder poltico, la voluntad nacional, una idea de civilizacin, de cultura propia, de ocupacin destinada al progreso, idea esta tan cara a esa generacin. As fue pensado y as comenz a ejecutarse desde que detrs de las columnas militares avanzaban las familias y los enseres de quienes estaban destinados a poblar lps fortines.44

    El rasgo militar de la marcha dara paso al propsito colonizador. Ese proceso fue pausado, mas tuvo la caracterstica de ser constante y extenderse en todas las direcciones, desde la Pampa al Estrecho, desde el Salado al Pilcomayo, desde el Atlntico a la Cordillera. .. El indicador del crecimiento de esa conciencia territorial tiene su momento culminante en la .decisin poltica del stado en ocupar el Ro Negro. Mas esto, segn 10 vimos, no fue ms que la ejecu,ci6n de una antigua aspiracin y de un reclamo que llega a su mxima expresin eno la dcada del setenta. Sin embargo no termina all ese impulso de ocupacin territorial ni es la expedicin al Ro Negro su nica manifestacin. Ella se extender pronto a toda la Patagonia y al Gran Chaco. Simultneamente . la generain de los gegrafos, exploradores y naturalistas miran ms all del o Negro y an dira que asignan ms importancia al vasto territorio patagnico que se extiende del Ro Negro al Estrecho. Si los viajes de Moreno, Lista, Moyano, Feilberg, llevados a cabo entre 1871 y 1878 actuaron como anunciadores, incitadores y actores de un renacimiento de la conciencia territorial, hay que volver a mencionarlos, pues persistieron en su empeno, junto a otros nuevos gegrafos y naturalistas para lograr develar en el perodo 1880-1900 el misterio de la tierra patagnica yde la tierra chaquefia, describir su conformacin geogrfica, trazar huellas y caminos, hallar tierras frtiles, facilitando con. ello la labor de ocupacin total del suelo.

    Para no extendernos ms sobre este aspecto bas.te mencionar que, a ms de los citados, hombres como Lino de Roa, Clemente On'elli, Santiago Albarracn, Pedro Ezcurra, Eleazar Garzn,. Manuel Jos Olascoaga, Jorge M. Rohde, Zacara Snchez, V.alentn Virasoro, Francisco Host, fueron completando el relevainiento geogrfico, topogrfico, hidrogrfico, orogrfico de la vasta extensin desde el Ro Negro al Canal de Beagle. Este movimiento de estudi.os, viajes,

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    informes, que se tradujo en libros, folletos, cartografa, exposiciones, conferencias, fueron acrecentando la conciencia territorial y produ

    . ciendo un proceso de cambio de la frontera interior a sus lmites polticos. Y si ese proceso fuera poco, detrs de los exploradores, a veces junto con ellos, vinieron los naturalistas, los cientficos que hicieron la descripcin de la flora, de la fauna, la geologa, la antro- pologa y e\ lengaje, incorporndose as esa vasta regin al saber cientfico y sistemtico del pas. Entre dichos cientficos mencionemos a Carlos Berg, Carlos Burmeister, Eduardo Holmberg, Floren tino Ameghino, Alcides Merceret.

    El movimiento creciente de la conciencia territotjal deba conducir por un lado a crear la preocupacin por llevar a los ms vastos dominios .fronterizos el ejercicio del poder poltico, las facultades de la Soberana Nacional. Por ello se hizo preciso definir los lmites que se hallaban cuestionados por nuestros vecinos Chile, Bolivia, Paraguay y Brasil, los que sucesivamente y tras largas alternativas, a veces al filo de la decisin blica, estuvieron concluidos e11 i 902.Finalmente, otra consecuencia, la elaboracin del Atlas de la Repblica Argentina, confeccionado por el Instituto Geogrfico Argentino, que comenz a editarse en 1885, y concluy en 1892. Este mismo Instituto public el Mapa de .la Repblica Argentina en 1896, coronando as la obra cartogrfica que resume el saber geogrfico que posean del pas las dos ltimas generaciones del siglo pasado. ,Corona tambin el cierre definitivo de la frontera interior que estaba, ahora s, en el lnte, en la lnea de la frontera exterior. Estaba dada la conciencia de que, vencida la resistencia indgena, era necesario pasar a la ocupacin del suelo mediante el ejercicio del poder administrador, la radicacin de poblaciones,. la formacin de pueblos, la apertura de caminos, el surgimiento del transporte y el trnsito interno. La etapa que quedaba por de1ante pareca ms difcil que vencer .al indio y .requera otros recursos que la fuerza de las armas. El desafo de ese vasto y nuevo escenario geogrfico que se extenda desde la Pampa al Estrecho y desde el Salado. al Pilcomayo fue la empresa posterior al avance de la frontera, e implic acciones de tipo poltico, administrativo, econmico y social que. an no han terminado, pues siguen constituyendo las zonas menos pobladas del pas.

    El pas de fronteras interiores pas a fronte ras coinciden tes con _sus lmites polticos y ello influy y realiment el espritu nacional a .pensar en trminos ms dilatados, en trminos de nacin. Cerrada la

    '.etapa de la frontera interior se desarrolla una dinmica expansiva que por momentos parece coincidir con un secreto "destino manifiesto", semejante al proceso norteamericano, pero ese impulso, luego de

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    recorrer una amplia parbola, por mltiples causas se diluye y se pierde al aproximarse el festejo del Centenario. Comenzaba all a tomar forma una t"ragedia inteiior en la conciencia argentina que an gravita entre nosotros constituyendo un captulo indito de nuestra ltistoria.

    NOTAS

    I Carta de Avellaneda al' Coronel Alvaro Barros, en Alvaro Barros, Indios,fronteras y seguridad interior, 1-Iachette, Buenos Aires, 1975, pg. 137. 2 Nicols Avellaneda, Escritos y Discursos. Compaa Sudame1icana de Billetesde Banco, Buenos Aires, 1910, Tomo VI, pgs. 181-184. 3 Memoria Especial del !Yfinisterio de Guerra y Jllfarina, Ao 1877, presentadapor Adolfo Alsina. Imprenta del Porvenir, 1877. La segunda edicin es de Eudeba, de 1977. All se incluye el mensaje citado en pginas 19/25.

    Esta i'vfemona constituye un valioso doct ... -,!to, rico en informaciones de toda ndole y pieza fundamental para juzgar el proceso de expansin de la frontera Sur. 4 Ibdem.5 Un estudio exhaustivo de las operaciones que se han denominado incorrectamente a nuestro entender, como la conquista del desierto (1876-1885), se hallar. en la obra de Juan Mario Raone, Fortines del Desierto. Biblioteca del Suboficial, Buenos Aires, 1969, tres volmenes.

    No analizamos en este trabajo el debate en torno a la manera de encarar l av1JJ1ce sobre la frontera que se desenvuelve en la dcada del setenta, parano alarar con exceso estas pginas. Intervinieron entre otros: Vicente Quesada,\Vencesluo Paunero, Federico. Olivencia, Adolfo Alsina, Alvaro Barros, JulioRoca, y la labor precursora en el parlamento de Nicasio Oroo.6 Estas Instrucciones como los partes de cada Divisin, con sus correspondientes Diarios de Marcha se encuentran incluidos en la Memoria Especial del Milliterio de Guerra y Marina, 1877.

    i Lo que Sll denomina, simplificndolo, zanja Alsina, es llamada en la MemoriaEspecial "Obras Complementarias del Sistema de Defensa", cuyo Informe figura en la Jdemoria Especwl. op. cit., en pgs. 289 a 300. Las Obras Complementariasestnbn.n a cargo del ingeniero Alfredo Ebelot.

    Fue Ebelot, al margen de su labor profesional, un escritor de amplia produccin, un fino y agudo observador de la vida argentina. Como consec11encia de su participacin en la campaa de Alsina escribi para la Re111e des De11x 1l1ondes unas amenas y detalladas crnicas reunidas, al traducirse, con el tftulo Relatos de la Frontera (Solar-Hachette, Buenos Aires, 1968) :d que el lector podr recurrir para obtener un cuadro vvido de esa campaa. O Memoria Especial, op. cit., pg. 50.

    '' Algunns ei:cenos de esta campaa y de la posterior dirigida por Roca se haUan It:clnctadas con una minuciosidad y un colorido que no poseen los docu-

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    mentas oficiales, en las dos obras del Comandante Manuel Prado: Guerra alMaln (1877/79), y Conquista de la Pampa, Hachette, Buenos Aires, 1960.

    Tambin se leen con provecho las crnicas del Coronel Jos Daza, Episodios Militares (Vicente Davoqui, E:uenos Aires, 1908), y las pginas de reminiscencias de Ignacio Fotheringham, La vida de un soldado, Buenos Aires, 1910, dos volmenes.

    10 Nada ms concluyente al respecto que la funcin desempeada por LaTribuna Nacional, uno de los diarios que con mayor eficacia logr conformar una imagen a gusto del personaje a cuyo servicio se encontraba, siendo artfices de esa imagen dos sagaces y bien dotados periodistas como lo fueron Olegario V. Andrnde y Maria.no ele Vedia.

    11 Nicols Avellaneda, op. cit., To.110 VI, pg. 228.

    12 Ibdem, pgs. 9 y 10.13 Ibdem, pg. 317. 14 Ibdem, pg. 318. 15 De las cinco Divisiones, dos fueron las que, adems de atravesar zonas geogrficas poco o nada conocidas, tuvieron que avanzar librando recios combates con la rnsistencia india, adems de padecer obstculos y dificultades imprevisibles. Fueron e.Uas las comandadas por Eduardo Racedo y Napolen Uriburu. La marcha de la tercera Divisin se encuentra narrada en la obra de su jefe el Coronel Eduardo Racedo, La'conquista del Desierto. Memoria militar y descriptiva (Comisin Nacional del Monumento al Teniente General Roca, Buenos Aires, 1940, tercera edicin). Estt: libro de Racedo junto con el de Olascoaga conforman las dos piezas bsicas de la campaa dirigida por Roca. 16 La marcha del Cuartel Genera:, que acompai'iaba al general en jefe se hallaprolijamente relejada en el diario de marcha llevado por l secretario del Ministro, Manuel J. Olascoaga y qJe se encuentra en su obra Estudio Topogrfico de la Pampa y Rio Negro, Eudeba, 1974, segunda edicin. Se trata de un libro muy valioso del notable gcpafo, topgrafo y cartgrafo que fue Olascoaga y cuya lectura es indispensabl rara conocer las operaciones de 1878/79.

    11 Acompaando al Cuartel General, Roca llevaba un solo periodista, el entonces joven Remigio Lupo, que en aquellos aos no haba an cumplido los 20 aos. Sus crnicas enas de colorido y vivacidad guardan una deliciosa frescura de observaciones dignas de un hombre maduro. Esas crnicas reunidas se titulan La Conquista del Desier1to. Crnicas de la campaa de 1879, Buenos Aires, 1939. Prlogo de Bartolom Galn

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    Comisin Nacional del Monumento al Teniente General Roca, Buenos Aires, 1939. 21 Alfredo Ebelot, Relatos de la Frontera, op. cit., aptulo "La expedicin al Ro Negro". 23 Vanse algunos de esos informes topogrficos y geogrficos en la obra de Manue.1 J. Olascoaga, Estudio topogrfico de la Pampa y R1'o Negro, op. cit. 14 Manuel J. Olascoaga, Ibdem, pg. 160.15 Enrique Gonzlcz Lonzienc, La armada en la conquista del Desie,:to, Eudepa, Buenos Aires, 1977, segunda edicin. Tambin Juan Muio Raope, op. cit. 26 Memoria de Guerra y Marina. Ao 1872. Viaje de explo.racin en el RoNegro practicado por el Teniente Coronel de marina Martn Guerrico. 27 As lo expresa Roca al Ministro de Guerra Interino: "Este majestuoso ro quedar plenamente habilitado para la navegacin interior y exterior desde el Atlntico hasta la proximidad de los Andes., siendo como se patentiz a la simple vista, una poderosa arteria de comunicaciones y comercio que traer un rpido progreso a 'los fortines y ricos territorios que recorra". (Manuel Olascoaga, op. cit., pgs. 222 y sigs.) Roca conoca. bien todos los antecedentes en tomo al Ro Negro por la obra de Zeballos, La conquista de. 15 mil leguas. 28 Estarslao Zeballos, La conquista de 15 mil leguas. Editorial Hachette, Buenos Aires, 195 8, pg. 34 7. 29 Una recopilacin de todos los trabajos efectuados pan certificar la navegabilidad del Ro Negro y afiuente.s se encuentra en: Santiago Albarracn, Estudios Generales de 101 Ros Negro, Limay y Calln Cur y lago Nahue/ Huapi. Buenos Aires, 18 86, tres volmenes. 30 Manuel J. Olascoaga, op. cit., pg. 181. 31 Alvaro Barros, op. cit., pgs. 205 Y sig.

    No podemos aqu tratar ese ltimo aspecto, el del indgena fxentc a la conciencia cristiana de nuestra cultura, que env.uelve graves cuestiones que deben ser dilucidada.s. 32 Los antecedentes, partes e informes de esta campaa se hallan reunidos en el libro del General Contado Villegu, Expedicin al gran lago Nahuel ifuf!-p enel ao 1887. Eudeba, 1974, segunda edicin. 33 La documentacin completa de esta campaa se halla reunida n .el volumentitulado Campaa de los Andes al sut de la Patago11ia. Ao 1883. Eudeba., 197 8, segunda edicin. 34 Memoria del Ministerio de Guerra)'. Marina, Ao 1885, plg. 57. 35 Ernesto Maeder, "La Gobernacin del Chaco (1872-1884)" en Boletn de la Academia Nacional de la Historia, XLIX, 1976, pgs. 133 y sigs. 36 Va.se sobre esta marcha el Estudio de Ernesto Maeder en Luis J. Fontana,El Chaco (Solu-Hachette, Buenos Aires, 1978); tambin- nuestro Estudio Preliminar al libro de ese mismo explorador, Viaje de exploracin a la Patagonia Central, Maryma.r, Buenos Aires, 1977. 37 Memoria del Ministerio de Guerra y lt'arina, Aflo 1881, pg; 31.

    OCUPACIN DEL ESPACIO VACO. 18761910 89

    38 Memoria del Ministerio de Guerra y 1'1,fanna, Ao 1883, Tomo 1, pg. 12.39 Angel Justiniano Car.ranza, Expedicin al Chaco Austral, Imp. Europea, Buenos Aires, 1883. 40 Memoria del Ministerio de Guerra y Marina, Ao 1883, Tomo 1, pg. 13.41 Campaa del Chaco. Expedicin llevada a cabo bajo el mando inmediato deS.E. el seior Ministro de Guerra y klarlna General D. Benjamn Victorica en el ao 1884, Buenos Aires, 1885.42 Una crnica amena de la campaa al Chaco de 1884, fuera de la documentacin antes citada se hallar en los recuerdos del jefe que comandaba el Regimiento 79 de Infantera y el 69 de Caballera, Ignacio Fotherlngha.m, en su libro La vida de un soldado. Reminiscencias de la Frontera, Buenos Aues, 1910,dos volmenes. 43 Enrique Rostagno, Jnfonne de las fuerzas en operaciones en el Chaco. 1911,Crculo Militar, Buenos Aires, 1969. 44 Eduardo E. Ramayn, Ejrcito guerrero, poblador y civilizador, Kraft,;Buenos 1res, 1921.

  • 1880

    LA FEDERALIZACION DE BUENOS AIRES

    Natalio R. Botana

    Cuando en 1880 se federaliz la ciudad de Buenos Aires, luego de la batalla en los suburbios del sur, las opiniones que justificaron la victoria no dudaron en calificar ese acontecim.iento como un hecho inevitable impuesto por la historia, la geografa, o por la mano de la Providencia. Las voces se alzaron para proclamar la obra terminada de la organizacin nacional. Otros, en el bando de los vencidos, callaron. por poco tiempo hasta que volvieron a defender una concepcin del federalismo, ya sepultada, o recrearon una pica ciudadana en las pginas de la literatura popular.

    La pregdnada epopeya de los cantones habra de renacer diez aos despus; pero la superioridad de ,la.,.;ut,qridad presidencial, quesoberana despleg __ s' .. fiilp'

    le1:rosobre ,. t.odl:\s .li.ji-o.v.st::h. ni\

    ec4psada_pe_.a)as_.convu sione:;-9.':1e sobrevinieron .. durante la decada si&uiente. Este fue tio

    ... de los resultados del ochenta:. imp"'lalarscibr'

    ba! ... }1E!r.!.s.... .. l. .. P..P.Oer .. EJe e.u 'Jiy q .N !.9.Q!l_iJ.:"L.]fili- .. .t:. . .ill.9.IDIU.t..D,monopoliz la fuerza pblict..Y...rn.duj.o_jgs re\QL(jdy\jo [email protected]!is010a la unidad del Estado. A tal ex.tremo no se lleg por un fatal encadenam1enT-ae-fos-hechos, sino por un conjunto de antecedentes cuyarenaciente actualidad se hizo visible debido a las consecuencias, paramuchos inesperadas, a que. condujo la lucha por la sucesin de NicolsAvellaneda.

    En la Argentina del pasado siglo,J.!..:P-E.?!.11 d-! .... cP..ttL.9.e laRepblica no poda ser resuelto ms que sobre la base. de una Constit11:??na:cat'1rd.a por todas las prov.in!r-I.s. En este sentido, Ja. .. ,i.t ... 1,.Constitucin evocaba una ro bus ta creencia, compartida por los protagonisfas;ace'rca 21e su valor para garni.iz:a'd"p

    rimaca 'i:fo las' li1;-rta4es

    civiles. Y, -LW.?ffi0_JJ.mR9, . .P.ar:a.:.9ESi..Llf .. q9.:i.fiC? . l:l..\. alcull:1 las pro"!!C.as_ .. 9.C:.l.:>f!n quedar Sl\Q.QJ.9,.l!a.qau&YIL..!JJ).ill.!1-i1:..ria,s .

  • 108 NATALIO R. BOTANA general deba superar al de las partes subordinadas, representaba en la t-eora ele la ilustracin y del constitucionalismo la vertiente ms atenta a \a centi'alizacin y a Ja. unidad de la soberana: Hobbes y Hamilton contra Locke y J efferson.Los poderes ejecutivo y legislativoJormaban el Gobierno Federal (sinnimo para nosotros de Gobierno Nacional) segn 1o-esta15lel:fa la Constitucin suncion:adi ren:rns3:"Teme."rosc)s de los poderes .i.mi-ta dos' los le f3:isla dores_ ? .. !g3:r
  • 110 NATAL10 R. BOTANA

    La sucesin de.Nicols Avellaneda

    La .presidencia de Avellaneda puede dividirse en dos perodos. Hasta '1JCflfifffe'"de A-cf61fq": Alsina, .. e-e1mesoe ... diciembre-er".o:;::e!ie;:;:ur;1;rt?c:;:7af1; polticas qe- rpres'tib .. an. Avellaneda y Alsina d_i9_J:1:!;&llr a unafrn!!!lunUt.ta .e.n.Ja._c.ual, junto_._gn la .. .tr..9i!?J.9.V..-Lr,gU:ifl preside=" ca!_,

  • 112 NA TALIO R. BOTANA provinci?-1. Sanniento qued aisl_a.s}_g __ ..Q.1?.I .. --11J..P..PS.11aocos: BuenosAirit no se inclinaba; la coaliciP. .. slJj_.g_Iiqr_._ __ qY. .. J:.lE-gi).i __ ecoh.esi'2in' 1' disciplina, le volvi la espalda. Frustrado en su intento,fustig ante.el Senado.el e;;;'i:i'en . . qe se gestaba, mientras susgestos y sus palabras anunciaban no ya el silencio de los vencidos sino St! ltimo ciclo, aquel en el que busc dar otra expresin a sus viejas ilusiones. Su renuncia arrastr, en alguna medida, a la de Roca. El_Xr:idente desgn a Crlds]ellt:grihf"'ii'er Mri.sfeio.!:l,e"-G:G.eJTa y .. !Vl.aiin a. En ton ces qued ep_m;11_g..9 _1-pe'ffil riaciriai_' de la nuevacoalicin. Roca, cuya autoridad en el inten,i:muy poc.;q,s_ .9-isJiiifaan, 1fabrfa .. de e_nc.ontrar . . e.-Piie'gr.ini 1a corapa.i-tid. prtc;.t .... e1,,gesto enrgico en los conflictos que se avecinaban, pa:a abrazar al pas en tero . La c;Uvisi n .. de_ lp_)tUtonomistas bonaerenses .P.s...a.io;..ne-diable..,""'cug_() finlizab!1. e..! .. .a.9_, __ 1}_':'}r.91:1.Il!.88.-r.nJ3.:tiL.Af.J. !M prime as J_iones de .1 .. $Qi.-.9.aL.cie.J:.irq ,Y.G.i.r,1JriMia . g_LW..e,ugr_ elG.o.b.e.r.nador. Luego se unieron a estas .. organizaciones voluntanas deen tr_narn.ien to militar.Joj" Rifleros;-- los . buiiiafas c1e-'arcefs-r1osBon:beros Voluntarios_. eJ;r,_i:i,_s __ Jan_t.
  • 114 NATALIO R. BOTANA

    al Presidente para poner en marcha una eficaz maniobra estratca.Al aifocheer,

    . Avellaneda abandori __ Buenos Aire.sj\1{1 to--,on"P'el!Is_rini

    y .--9:!!!&!9-.lu!'laca;_g_t.': Nadie lo molest en ese corto viaje. El Pridente _de:.:..?. .... _rebelda _a)a proviniB,,, advirti 9.ue. la i.!)surreccion 111:.d transforma.?.:3: .. . la. ci_u_dad _e.1:i .... El vasto ?.e_nto, declar el };:sfad''"f: Sitio y control el puerto de San Nicols, mientras convergan sObre la Cha.carfta egunienfos de poy

    .pr"vee';ites

    de Cr'doa,saa Fe, Z:ate y Carhu. Las calles del ba:rio ... sur de

    Buenos Aires, entre Per y' Eritre Ros, comenzaron a fortificarse. En medio de las trincheras y las barricadas reaparecan los viejos gestos autonomistas, el fervor popular, el recuerdo de otra defensa victoriosa, casi tres dcadas atrs.

    El __!_s!. juni.Q.&Y.d4!J!.9.-. .. g.s.ig.o..6. .. al. .. m\lni.

  • 116 NATALIO R. BOTANA ciudad para volcarse luego hacia el oeste, cargar robre la retagua-rdia de Arias y e,Qcerrar entre dos fuegos a la concentracin de tropas ms -importante. B'uenos Aires haba optado por una estrategia defensivay slo le quedaba sostener el ataque ,en dos frentes e impedir la uninde la:; fuerzas nacionales. El 20 de junio, Levalle, que comandaba la Divisin del Sur, lleg a Lomas de Zamora, embarc la tropa en el tren, descendi en la estacin de Barracas, intent entrar en la ciudad con el propsito de ocupar la Convalescencia, y fracas luego de un sangriento combate. Lel(alle salv su artillera y se retir hasta Lans d9nde, a la noche se sumaron dos batallones al mando de Bosch. Refuerzo oportuno que impidi la persecucin ordenada por Ga.inza desde la Calle Real (hoy Montes de Oca). Esa misma noche, por el lado oeste, Racedo se puse en marcha; baj a Ramos Meja, luego a San Jos de Flores, y coloc su avanzada en Caballito. De all atac. A las cuatro de la maana ocup Puente Alsina, protegido por l artillera situada en la otra margen del Riachuelo. Arias pretendi recuperar el puente al precio de terribles estragos; al no poder mantenerlo, los nacionales lo arrollaron hasta la a.ltura de los Corrales donde arm su frente. El fracaso de Levalle del 20 no se reprodujo al da siguiente, pero permiti que Lagos se desplazara desde ,Plaza Once hacia los Corrales y protegiera con cinco piezas de artillera los movimientos de Alias ante los ataques combinados de Racedo y Olascoaga. El combate dur siete horas hasta que Lagos y Arias recibieron orden de retirarse y marcharon a las trincheras del centr por Caseros y Rioja. Levalle y Bosch, por su parte, no permanecieron inactivos, doblegaron el frente de Barracas, llegaron por tren a Constitucin, tomaron la trinchera que protega esa plaza, escalaron y ocuparon. la Convalescencia. El casco viejo de la ciudad qued sitiado. Las divisiones de Racedo y Olascoaga se extendan entre los Corrales y Almagro; Nelson, al norte, desplegaba sus fuerzas a lo largo del arroyo Maldonado con wanzaclas en Pale1mo; Levalle, en el sur, ocupaba Constitucin y la Convalescencia; la Flota bloqueaba el puerto. A la batalla sucedi el silencio de las vctimas: dos mil quinientos a tres mil cados, entre muertos y heridos, segn los dramticos testimonios de la ltima hora; mil quinientos a dos mil de acuerdo con otras observaciones. La opinin pblica qued conmovida por la visin de este doloroso cuadro que, pa.ra muchos combatientes y testigos, reflejaba la batalla ms sang1ienta de cuantas se libraron en nuestras guerras civiles. r, Cl\ando ces el fuego, Buenos Aires, sin plvora ni pertrechos, n :?-! c e n_coiidi6L6n.:; __ g_ .proionE!1:li.::.-t1la. El cuerpo di P.f9,pa")' ti e o ge sti Clrl
  • 118 NATALIO R. BOTANA

    Bus tillo que desempeflaba las funciones de Comisionado Nacional en laCTififfafla. Di_suelta fa 1:,egislatura, las nuev.as eJE!_c:c,;i.9g_M..q4_;,J,!,ai,-.9n. una mayora ac1f'i'a-a:CP.if.N:;'s'e"realizafonl"26 "&: sernbre. . -r.:r:i'q'"dalfa' e' pi. iBngn '"es'co.'ci

    '""p-i;a:qi'.i'i

    reCPod Ejecutivo .

    presentaraelrfroYecfo .. de "1ey/Jtilo'ada-:-e1 11 -de'se'Bembre__,uedecrart:n:CfaI"'cfe1a Re .. 'i blica al mun1c

    1ro-:f

    . ia"'Tti"dii it13'tie1ios

    tf--o -e.i1os' importte fue la 1y 'sf.iiif!igi.':iggfTas autoridades"'""d'e. provincia la formacin de cuerpos militaresoajo cualquer dengmaciJ>.. De esta manera:-;- co!:-otina jr_c!f[:.el h.1:?. .. ,9}:\., .. s.!t.9.. e.l. .. fil,OJlQJ?29....iJ!...1..$.,.l>N _e_n m.!l!!-.9.._!el Go9..i,.;:n.Q .... !:'!.i21W En el mes d?-!:.-e, la ;.Af.!os Ares aprob la cesin del territriQ g_ue se haba (e deralizado. "Nada hay casuaf'iii"Talilsioa" ;' i:ied"' Me's"j;-dclPresidea"J.a Legisla-tura, justificando as, a contrapelo de la obra de muchos acontecimientos imprevisibles, " ... una tradicin casi invencible y de hechospreexistentes, que se nece.sita tomar en cuenta para que el podersea etectivo, la autoridad real". El .. ts, .. bre d l..Q.J.f!..r;.i.u..cl,id qued. some_ti.d. a __ lJ.-c!':si. juris.!#srnn.a.ij'_::f!I1.9, .. Nae:jpal.. Cuando terminaba el ao, Roca asumi la 2residencia de un orden esta tal que' se"jzg.a.ba;'hab" .iP-iiie.t.i.i?.':ri.

  • 120 NATALIO R. BOTANA

    AJberdi suprimir esa tradicin, sino que procur reorientar drsticamente su propsito. La monari.!J.ua encubierta se revelaba legtima en la re1J;ilica consolidada del ochenta porque sus atributos tenan ah ora por objeto el inters general del Estado y de todas las provincias.

    Las teoras que defendieron Tejedor y Alberdi resonaron, tiempo atrs, en la Legislatura de Buenos Aires, cuando le toc discutir-a una. mayora favorable, recin electa, la cesin del territorio federalizado. Tejedor haba defendido la idea de igualdad aplicada a las relaciones enue provincias con poder equivalente. Leandro N. Alem, que comparta las mismas convicciones, dio en el recinto un golpe de timn a' la reli:xin sobre la autonoma federal y desdobl el argumento ab1indolo hacia el horizonte democrtico. La centralizacin se presentaba ahora como un mal que acabara estableciendo un orden oligrquico, sin opinin pblica ni partidos que la expresen. Alem observaba un mundo en gestacin muy lejano a su ideal de una demo-1:racia preindustrial fundada en la igualdad y en la vida modesta. Las ,:endencias eran evidentes, casi inevitables . .El fervor popular enl3uenos Aires, durante la batalla, apenas disimulaba la opinin profunda de los habitantes que visitaban las trincheras como un objeto de curiosidad, mientras el comercio prosegua con sus operaciones; la nueva capital, que era el signo del triunfo de los regmenes fuertes, ofreda las condiciones ms favorables para desarrollar, si existiese, la intencin dictatorial de un gobernante; la suerte de la repblica federal habra de quedar librada, al cabo, a la voluntad y a las pasiones de.! jefe del Poder Ejecutivo Nacional. Y esa marcha ineluctable hacia la centralizacin .terminara engendrando la peor de las desigualdades:la ilustracin y el lujo ostensible en el centro; la oscuridad y la pobreza 1!11 la periferia. O su manifestacin patolgica: la apopleja en la.cabeza y la parlisis en las extremidades. As, la victoria del ochenta anunciaba una revolucin que no evocaba las banderas del 48 o del 70 en Europa, sino las ms benignas del autonomismo criollo, tan dispuesto a restaurar el gobiemo mnimo de un orden descentralizado como a ctnsurar un peligro simtrico y semejante, por su obsesin niveladora, al comunismo que despuntaba en las sociedades modernas. Un Estado fuerte y una sociedad poltica dbil: tal resultaba ser, para este augulio, el destino de la Argentina posterior al ochenta.

    Aeaso se escriba en el pas el prlogo sombro de un nuevo confl:icto? Poco eco tuvieron esas palabras cuando una inmediata respuesta traz el bosquejo de la teora contraria que apostaba a favor de la centralizacin. Ese era el optimismo ascendente que se encarnnba en el escritor ms popular en la provincia. Jos Hernnde1. no dudaba. La vitalidad del centro poltico de la repblica, apoyado por el comercio nacional y extranjero, a cuyo puerto con-

    FEDEfl.ALIZACIN DE BUENOS AIRES 121

    verga la red ferroviaria, irradiaba energa en lugar de absorberla, confirmaba el sentido histrico de una capital que fue siempre nacional, robusteca al Estado en su dimensin externa, garantizaba la libertad contra los despotismos locales y redima a la campaa bonaerense: Fierro ha regresado a la civilizacin. Aquella visin de un mundo irredimible pareca tnmsmutarse en un ltimo acto de reconciliacin de la vieja pampa con el nuevo orden que se irradiaba desde la capital federal. Der.:ota y victoria; corrupcin o progreso. Las predicciones deban soml!terse al juicio del porvenir, pero pese a las teoras ms encontradas, todos los protagonistas, amigos y enemigos, al trmino de la batalla y el debate, bien podan inclinarse ante el consejo de Montesqui.eu: "C'est surtout une grande capitalequi fait ['esprit gnral d'une nation :

    NOTA BlBLIOGRAFICA

    El libro ms completo sobre la federalizacin de Buenos Aires es B. Galndez, Historia PoUtica Arge11ti11a. La Revofuci11 del 80, Imp. Coni, BuenosAires, 1945. De imprescindible lectura, como fuente que rene la legisladn y los debates parlamentarios, es In obra de A . B. Carranza, La Cuestin Capital dela Repblica, 1826 a 1887. Antecedentes, Debates Parlamentarios, Iniciativas, Proyectos y Leyes, Talleres Gnficos Argentino. L. J. Rosso, Buenos Aires, 1926-1932, especialme.nte el Tome V: 1880. Necesarios, por su excelente tratamiento de fuentes son: L. H. Sommariva, Historia de las Intervenciones Federales en las Provincias, El Ateneo, Buenos Aires, 1929, Vol. II; y C. Herns, "Presidencia de Avellaneda", Academia Nacional de la Historia, Historia Argentina Contempor11ea 1862-1930, Vol. L. Primera Seccin. No se deben pasar por alto dos trabajos de R. Rivaroln: Del 'Rgimen Federativo al Unitario. Peuser, Buenos Aires, 1908; y "El Presidente Roca y la Consolidacin del Poder Nacional",en Revista Argentina de Ciencias Polticas, Afi.o 'IV, n9 50, 12/11/1914 .

    La siguiente seleccin de ttulos puede brindar una visin aproximadasobre la literatura de la poca y los testimonios de los actores. De los escritosms importantes de Sarmiento :::on respecto al tema de lo. federafuacin sepueden desta:::ar, aun a riesgo de incurrir en una sntesis apresurada: "La cuestin Capital planteada por el Congreso de 1826" (Sud Arnrica, 9/7/1851)en Obras Completas, Luz del Da. 1949, Vol. VI; "Argirpolis o la Capital de los Estados Confe\ierados del Rfo de la Pinta" (1851), en op. cit., Luz delDa, 1950, Vol. XIII; y sus Mensajes Presidenciales vetando las leyes sobre federalizacin, en A. B. Carranza, op. cit., Tomo IV. A partir de 1880, conviene consultar: F. Fras, Carta de Don Flix Fr(as al doctor don Jos Marz'a Morenosobre los ltimos acontecimientos pn!(ticos, Buenos Aires, 1880. AdolfoSnldas, La Decapitacin de Bueno:: Aires, Imprenta y Librera de Mayo, BuenosAires, 1880. Nicols Avellaneda, "El Congreso de 1880" (Noviembre de 1880),Escritos y Discursos, Buenos Aires, 1910, Vol. XI; y su ltimo escrito, indito: "Rivadavia" que Pnul Groussac public en La BibJoteca, Ao II, Tomo IV,1897. Junn Bautista Aberdi, La Repblica Argentina Co11solidada en 1880 con

  • NATALIO R. BOTANA

    la Ciudad de Buenos Aires como Capital, Librera La Publicidad, Buenos Aires, 1881. Carlos Tejedor, La Defensa de Buenos Aires (1878-1880), M. Biedma, Buenos Aires, 1881. Eduardo Gutirrez, La muerte de Buenos Aires, EstudioPreliminar de Juan Carlos Ghiano, Hachette, Buenos Aires, 1959 (Publicado originalmente en La Patria Argentina, en 1882, con el subttulo Epopeya de 1880 y reimpreso en 1894 por la Casa Editora L. Maucci). Pedro Goyena,. "La Fcderalizacin ,de Buenos Aires", indito del autor acerca de los antecedentes de lo cuestin capital, publicado por Paul Groussac en La Biblioteca, Ao l, Tomo 1, 1896. Paul Grousuc, Los que pasaban (Nicols Avellaneda), Huemul, Buenos Aires, 1972 (Primera ed icin de 1919). J. A. Costa, Roca y Tejedor,Buenos Aires, 1927. Felipe Yoffre, El Congreso de Be/grano (Ao 1880), J. Lajouane, Buenos Aires, 1928, en cuyo Apndice -pg3. 228 y 229- figuran los textos citados del Mensaje de Avellaneda a la Legislatura de Buenos Aires.

    Entre la literatura reciente, adems de la ya mencionada, cabe destacar: J. P. Tamborini, "La Revolucin del 80" en Hechos e Ideas, Ao V, N9 34, Octubre 1939. L. E. Sanucci, La Renovacin Presidencial de 1880, Universidad Nacional de La Plata, 1959. Mariano Grandona, Los Dos Poderes, Emec, Buenos Aires, 1973. S. Rato de Sambuccetti, Avellaneda y la Nacin versus la Provincia de Buenos Aires. Crisis Econmica y Polz'tica. 18 73-1880, La Plyade, Buenos Aires, 19-.:. !='. M. Madero, "Vicente Fidel Lpez en el 80", Instituto Histrico de la Organizacin Nacional, Revista Histrica, Ao 1, nQ 3, Julio-Diciembre, 1978. Debo agradecer a F. M. Madero la consulta del Aichivo de Eduardo Madero que contiene infonnacin indita sobre la batalla de junio. La cita de Montesquieu, que cierra este 'ensayo, es de "Mes Pen3es", en Oeuvres Completes (Prface de G. Vede!, Prsentation et Notes de D. 03ter), Scuil

    , Pars, 1964, pg. 887.

    APENDICE DOCUMENTAL

    Entrevista a Julio A. Roca, candidato a la Presidencia de la Repblica 1

    Una visita al general Roca

    El general Roca es un pensador algo taciturno, quien agradan poco las reuniones numerosas, las fiestas pblicas y ceremonias, y que apenas sabe disimular el fastidio que le causan, cuando las exigencias de su posicion le obligan asistir ellas.

    No tiene, como la mayora de los mili tares, el amor al uniforme; evita en cuanto puede las ovaciones, las manifestaciones tan agradables los hombres poltcos, y en las reuniones se muestra frio y reservado.

    De caracter poco expansivo, prefiere escuchar hablar. Esta reserva, nacida quiz de un sentimiento de circunspeccion, desaparece cando se convence de la sinceridad de su interlocutor.

    Entonces se entrega con entera franqueza. Es esto lo que le ha sucedido con uno de nuestros redactores,

    que fue visitarlo dias pasados con motivo de la carta del doctor Tejedor.

    Nuestro reporter ha procurado con ... 2 de las declaracioneshechas por el general en la 'larga conversacin que tuvo con l.

    H aqu este dilogo, cuya forma conservamos, y que ser ciertamente ledo con inters.

    1 Esta entrevista fue publicada por el diario El Independiente de Rosario (dirigido por Flix Monzn) el viernes 19 de diciembre de 1879. Hacia la misma focha un reportaje casi idntico fue publicado por Le Cour{er de La Plata, que diriga Paul Gcoussac. La versin del Courier fue transcripta incompleta por Bartolom Galndez (Historia Poltica Argentina. La Revolucin del 80, Buenos Aires, 1945, pgs. 151-53).

    Para mantener el espritu del reportaje se le ha dejado la redaccin, sintaxis y ortografa originales. -...

    Quisiramos agradecer la colaboracin de Mara Josefa Wilde para la publicacin de este documento. 2 Esta frue est incompleta por haberse roto el ejemplar original al encuii.aernarse la coleccin.

  • LA CONSOLIDACION Dit LA FRONTERA.ARGENTINA AFINES DE LA DECABADEL 70

    Los indios, Ro,a y los ferrocarriles*

    Coln M. Lewis

    Uno de los temas recurrentes en la historiografa econmicaar gen tina es el papel de la generacin del 80 en la determinacin del carcter y la sustancia dd pas duran te .la fase subsecuente de modernizacin. Generalmente se re-conoce que la formacin de la Argentina moderna tuyo lugar durante estos aos. La dcada presenci la consolidacin di: la estructura poltica del pas, un sistema que sobrevivi casi inalterado hasta el perodo de entreguerra y que, diran muchos autores, contina ejerciendo una poderosa influencia en los acontecimient'os contemporneos. Tambin fue en estos aos cuando la Ar gen 'tina fue incorporada efectivamente al orden econmico internacional, cuando se determin la fisonoma y la psicologa de la economa agroexportadora. El notable crecimiento econmico y la inauguracin del proceso de desarrollo que

    caracterizaron las dcadas de la vuelta del $glo estuvieron asociadoscon la centralizacin del esu1do y la explotacin de recursos naturales hasta el mome!'lto desaprovechados. 1 La expansin econmicay la cohesin poltica fueron tanto una causa cuanto una consecuencia de ese proceso de modernizacin que produjo el ocaso de laArgentina criolla y la transformacin socioeconmica por la queabogaban haca tiempo individu.os coino Alberdi y Sarmiento. Simblicamente, el nombre de un militar y estadista ha sido asociado coneste proceso multifactko. Los afias 80 y las dcadas subsiguienteshan sido caracterizados por la poltica del roquismo y el crecimientodel sector agropecuario, mediante la incorporacin de vastas extensiones de tierras frtiles y las migraciones masivas. El nombre de Julio A. Roca domina esta dcada y las siguientes. R13'ca y los aos

    * Ttulo del original en ingls: Indians, Railways and Roca; The BuenosAyres Great Southem Railway a11d frontier cons/idation in Argentina duringthe last l 870's.

    '])aduccin de AR'rURO CASALS.

  • 470 COLIN M. LEWlS

    80 son sm orumo de cambio, y constituyen un hito en la historiaargentina: las "salidas de Roca" de l 878/79 consolidaron la posicinpoltica general y con tribuyeron a los logros econmicos del pas enaos posteriores. Retrospectivamente, la con tunden te campana deRoca contra los indios y estos cambios polticos y econmicos hanadquirido una aureola de inevitabilidad. El objeto de este ensay.o esanalizar el proceso y las consecuencias de las campaas de l 878/79.Concentrndose en un rea de la frontera india, el sur de BuenosAires, procurar identificar elementos de continuidad, antes que dediscontinuidad, y demostrar que muchos de los rasgos de los cambios posteriores a la dcada del 80 ya se estaban gestando en ladcada del 70, que. las campaflas del general Roca y la exitosaerradicacin de la "amenaza" india no iniciaron e] cambio. Por elcontrario, las canipaflas fueron consecuencia de fenmenos que yaapuntaban a la mbdemizacin: la victoria de Roca fue una resultante y no una causa del desarrollo agropecuario. La derrota de losindios parnpeanos2 se rl!-li a un proceso de consqlidacin polticaque dependa de los frutos del crecimiento econmico y estabavirtualmente terminado antes de las campaas de 1878/79. La expansin econmica no slo penniti el afianzamiento de la autoridad esta tal en trminos generales, sino la aplicacin de proyectosinfrestructurales esenciales para la implementacin exl tosa de laestrategia militar de Roca.

    E! resurgimiento de la "amenaza" indiaLa explicacin 'inmediata de la reiniciacin de la campafla contralos indios indudablemente reside en l precaria situacin de lafrontera, que condujo a un incremento en la proporcin y frecuencia de los malones a fmes de los afias 60 y principios de los 70. Lasautoridades argentinas estaban cada vez ms alarmadas por la magnitud y el xito de los ataques indios a zonas colonizadas, y laaparente facilidad con que los salvajes operaban durante se:111anas _ aun meses con impunidad, asolando n-o slo caseros aislados sinopoblaciones grandes de la frontera. La mayora de las fuentes aludena la audacia de los indios en este periodo y sealan el xito de susdepredaciones. 3 En la primavera de 1870 hubo un gran ataque aBaha Blanca, ya una poblacin importan te y prcticamente elbaluarte que indicaba la frontera india del sur; la ciudad fue. prcticamente arrasada.4 Unos dos aos despus se produjo la notableincursin en Santa Fe del sur, cuando los indios penetraron lafrontera y llegaron a menos de seis leguas de Rosario, paralizando el

    CONSOLIDACIN D.E LA FRONTERA ARGENTINA 471

    comercio de la reg;in durante varias semanas y aterrorizando a lascolonias agrcolas. Aun en una focha tarda como 1876, los indios pampeanos pudieron organizar una incursin masiva y exitosa hasta el corazn mismo de la provincia de Buenos Aires, devastando los partidos de Azul y Tandil.6

    La aparente incapacidad de las autoridades locales para afrontar estos ataques y la creciente audacia de los indios se deba a varios factores, entre ellos la debilidad militar del estado argent:lno y la cuestionable estrategia empleada contra los indios. Las fuerzas fron terizas eran pequehas y estaban mal pertrechadas. La poblacin 'militar sumaba unos 6.500 hombres, pero algunas estimaciones indi can que rara vez ms de la tercera parte de ese nmero estaba disponible para el servicio activo, y ese con tingcn te era responsable de una frontera que se extenda desde la costa a tln tic a sur de la provincia de Buenos Aires hasta Cuyo. Si el tamano de la fuerza ern limitado, la calidad no compensaba la falta de can ti dad. El en car do de negocios britnico en Buenos Aires a principios de la dcada del 70 tena una muy baja opinin sobre el calibre de la soldadesca. La omposicin de la guardia fronte riza, escribi,

    " ... es de la peor calaa, e incluye gauchos, convictos, personajes carcelarios y extranjeros intiles o secuestrados; es ms probable qui: esos hombres mal pago3 Y mal disciplinados se unan a los indios antes que proteger la fron tera". 7

    Aun concediendo que estas observaciones son. obviamcn te preJUI ciosas, se puede cuestionar la sagacidad de ejercer la custodia de la frontera con semejantes reclut11s, especialmente cuando muchas de las incursiones indias perseguan propsitos criminales antes que militares y los renegados a menudo se unan a los salvajes. La existencia de criminales dentro y fuera de los fuertes y fortines fronterizos no favoreca la' seguridad.' El robo de ganado era uno de los principales recursos vitales de los indios, y la presencia de elementos criminales en la frontera probablemente alentaba los actos de saqueo. lgualmen te dudosa era la poltica de ofrecer subsidios a las tribus amistosas. Para conseguir cierta estabilidad a lo largo de la frontera, las autoridades argentinas pensionaban a los indios presun tamente civilizados o pacficos. Haba tratad que garantizaban subsidios o pagos en dinero o especies a las tribus pacificadas, con la intencin de establecer un cordon sanitaire de indios dciles entre la frontera militar y las zonas pobladas. Pero la distincin entre indios "amiga.bles" y "hostiles" a menudo era imprecisa. La presencia de indios pacificados en la frontera proporcionaba una pan talla para la

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    infiltracin hostil, y esos indios podan servir como informantespara futuros incursores. Por otra parte, esos tratados se infringancon m,, frecuencia de la que se cumplan, y as las tribus "civilizadas" eran instigadas a adoptar actitudes resueltamente hostiles. yla estructura de la sociedad india dificultaba a los caciques mpo.ner a