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     Reflexión y DebateNOVEDADES EDUCATIVAS • Nº 279 • Marzo 20146

    L a  infancia contemporánea enfrenta unmundo caracterizado por cambios rápidosy de una complejidad creciente que planteaexigencias de conocimientos, habilidades y acti-

    tudes nuevas para lograr un buen desempeño en

    el futuro. En tal sentido, uno de los retos actua-

    les apunta al logro de un alto nivel de alfabeti-

    zación que, en términos de las Leyes Nacional y

    Provincial de Educación (Leyes 26.606 y 13.688),

    se traduce en una educación de calidad para ga-

    rantizar a todos los habitantes el ejercicio de sus

    derechos y la igualdad de oportunidades.

    “Es por ello que, en virtud de los pobres resulta-

    dos obtenidos por nuestro país en los operativos

    de evaluación, tanto nacionales como internacio-

    nales,1 y de las disputas teóricas que la temática

    de la alfabetización ha suscitado, que constituyen

    objetivos de este trabajo: historizar brevemente

    la relación entre alfabetización y escolarizacióny exponer los argumentos centrales de diferen-

    tes perspectivas fundadas en enfoques psicológi-

    cos (perspectiva psicolingüística cognitiva, cons-

    tructivista y sociocultural), que se encuentran en

    la base de muchas de las prácticas de al menos el

    primer ciclo de la educación primaria de la ciu-

    dad y de la provincia de Buenos Aires.2

    Alfabetización y escolarización

    Cook-Gumperz (1988), en el libro La construcción social de

    la alfabetización, muestra que, si bien en la actualidad suele

    establecerse una “ecuación” entre alfabetización y escolari-

    zación, concibiendo a esta última como su causa facilitadora

    esencial, los estudios históricos han señalado que antes del

    desarrollo de los sistemas educativos, la alfabetización se

    realizaba mayormente a través de la interacción informal

    en grupos localizados y su extensión era considerada por

    algunos como “peligrosa”.

    En la actualidad, el peligro reside en la existencia de unaalfabetización precaria en jóvenes y adultos que no han na-

    lizado sus estudios o que lo han hecho con muchas dicul-

    tades. La preocupación se centra en el fracaso de la educa-

    ción escolar moderna en producir niveles de alfabetización

    considerados satisfactorios, con docentes cuya formación

    les posibilite estar a la altura de ese desafío. Esta idea apare-

    ce claramente expresada por el Instituto Nacional de For-

    mación Docente:

    La formación docente tuvo y tiene la responsabilidad de

    proveer a los sistemas educativos de personas formadas y

    capaces de llevar adelante la enseñanza y la formación de las

    nuevas generaciones.Por ello, el fracaso escolar debe constituir un desafío para

    todos los actores involucrados en los sistemas educativos, y

    en particular para los formadores de futuros maestros. Las

    dicultades reiteradamente vinculadas a la repitencia en los

    primeros años de escolaridad muestran una alta correlación

    entre alfabetización y fracaso.

    Eso obliga al sistema formador a poner prioridades en las

    políticas de la formación inicial y continua. Una de esas prio-

    ridades es la Alfabetización Inicial, y su inclusión en la forma-

    ción básica del maestro constituye una decisión ineludible si

    consideramos la implicancia educativa, social y política de losprocesos alfabetizadores en las trayectorias individuales de

    los estudiantes (Linuesa, 2009).

    Los estudios históricos informan sobre las diversas ma-

    neras en que ha existido la alfabetización en la sociedad

    occidental en el curso de los últimos siglos. El cambio, des-

    de el siglo XVIII en adelante, no ha sido del analfabetismo

    total a la alfabetización, sino de una multiplicidad de alfa-

    betizaciones difíciles de evaluar, a la noción de una sola y

    estandarizada alfabetización escolar vigente desde el siglo

    XX. Ha habido cambios en las expectativas en cuanto ala alfabetización durante la transición desde una economía

    básicamente agraria a otra industrial y urbana. Hubo una

    progresión durante aproximadamente un siglo, desde la

    capacidad rudimentaria y ya extendida de leer un poco y

    tal vez rmar con el propio nombre a la aptitud de leer

    material no conocido y aprender nueva información. Es de-

    cir, que la introducción de la educación escolar tenía otros

    nes que la alfabetización y la actividad económica no fue la

    única razón para su desarrollo: leer y escribir tenía valor en

    las áreas sociales y recreativas de la vida.

    Durante el siglo XIX aumentan los movimientos a favor

    de la escolarización, aunque coexistían con fuertes argu-

    mentos en contra de su extensión. La escolarización era

    considerada, tanto en Europa como en Estados Unidos,

    como un medio para poner la alfabetización popular bajo

    La alfabetización en la escuela:perspectivas en debate

    Sandra Marder y Verónica Zabaleta

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    el control de sistemas escolares organizados públicamen-

    te. El objetivo principal de la escolarización masiva no era,

    pues, la promoción de la alfabetización, sino su control. El

    desarrollo de la escolarización pública pasó a basarse en la

    necesidad de conseguir una forma de preparación social

    destinada a convertir a los trabajadores artesanos o del

    campo en fuerza laboral fabril preparada para un empleo

    industrializado con un sentido de disciplina y con “compe-

    tencias escolares”.

    Cook-Gumperz muestra, entonces, que la “ecuación” de

    alfabetización y escolarización es una ecuación variable, en

    la que el equilibrio entre los valores de ambas ha cambia-

    do en el curso de los últimos cincuenta años. Es posible la

    alfabetización sin escolarización, lo que no es posible es la

    escolarización sin alfabetización.

    Alfabetización: diversas perspectivas

    Es preciso aclarar, entonces, el sentido que suele adquirir

    el término alfabetización en la actualidad. El término alfa-

    betización suele vincularse con el aprendizaje de la lectura

    y de la escritura. Es decir que, en este sentido, ser un su-

     jeto alfabetizado es ser alguien capaz de leer y escribir. Sin

    embargo, se utiliza también en un sentido más amplio al

    hacer referencia a las “habilidades lingüísticas y cognitivas

    necesarias para el ingreso al mundo de los conocimientos

    (la ciencia, el arte y los lenguajes simbólicos y matemáticos)

    que la humanidad ha producido a lo largo de su historia”

    (Borzone; Rosemberg; Diuk; Silvestri & Plana, 2004)

    La palabra “alfabetización” que habitualmente se hace co-

    rresponder con el término de origen anglosajón “literacy”,

    también puede entenderse como “cultura escrita”. Se suele

    señalar a este respecto, entonces, que la alfabetización no

    se reduce a los aprendizajes iniciales de la lectura y de la

    escritura sino que alude a las posibilidades de inclusión y

    participación en ciertas comunidades que utilizan el len-

    guaje escrito con determinados propósitos (Carlino, 2005).

    “Alfabetizarse signica aprender a manejar el lenguaje es-

    crito de manera deliberada e intencional para participar en

    eventos culturalmente valorados y relacionarse con otros”

    (Kalman, 2003: 39).

    Gran parte de los estudios sobre el aprendizaje de la

    lengua escrita se han desarrollado en la segunda mitad del

    siglo XX. Esto se vincula con el hecho de que la alfabetiza-

    ción se convirtiera en un fenómeno extensivo, momento en

    que se puso de maniesto, de manera inquietante, que cier-

    tos sujetos no aprenden o tienen problemas para hacerlo

    aun cuando estén inmersos en un sistema aparentemente

    propicio como el sistema escolar. Sin embargo, la reexión

    sobre la enseñanza de la lengua escrita sobrepasa el mundo

    puramente escolar y entra a formar parte de los intereses

    de distintas disciplinas, que producen conocimiento sobre

    este fenómeno complejo, destacándose entre ellas la psico-

    lingüística, la sociolingüística e incluso la neurología, entre

    otras. Por esto, las teorías que conguran las explicaciones

    de cómo debe enseñarse este lenguaje provienen de distin-

    tas visiones, de distintos campos, no siempre estrictamente

    relacionados con la escuela.

    Linuesa (2009) señala que existen perspectivas diferentes

    y hasta contrapuestas acerca de qué es leer y escribir, res-

    pecto de cómo se adquieren estos conocimientos y sobre

    el tipo de intervención pedagógica que conviene ofrecer

    para que el aprendizaje resulte posible. La autora, al clasi-

    car las perspectivas que se han ocupado de teorizar acerca

    de la lengua escrita y de su aprendizaje, diferencia la pers-

    pectiva psicolingüística y la perspectiva comunicativa, den-

    tro de la cual destaca el enfoque del lenguaje integrado, el

    constructivismo y el enfoque sociocultural. En este trabajo,

    y a la luz de los debates contemporáneos que suelen darse

    en ámbitos académicos y del sistema educativo en nuestro

    país, se analizan especícamente algunos aspectos de tres

    de los mencionados enfoques: el psicolingüístico, que pre-

    ferimos denominar psicolingüístico cognitivo, el constructi-

    vista y el sociocultural.

    Cabe señalar, sin embargo, que la historia de la alfabeti-

    zación ha reunido la disputa entre métodos que proponen

    iniciar la enseñanza por unidades sin signicado y aquellos

    que proponen como unidades iniciales la palabra, la oración

    o el texto, es decir, unidades plenas de sentido (Zamero,

    2009-2010). No se ofrece en este artículo un desarrollo

    especíco de los denominados métodos tradicionales ( sinté-

    tico-analítico, fónico, global) ya que se ha escrito mucho

    sobre ellos en décadas anteriores desde el enfoque de la

    querella de los métodos (Braslavsky, 2003)

    La lectura y la escritura en los enfoquessocio-histórico culturales (ESHC)

    En el marco del análisis de las relaciones entre los proce-

    sos de desarrollo y las prácticas educativas desde un mar-

    co teórico vigotskiano, la adquisición de la lengua escrita

    constituye un tópico nodal. Resulta relevante la referencia

    al proceso de constitución de los procesos psicológicos su-

    periores, vinculado a la línea cultural de desarrollo. En este

    punto debe recordarse la diferenciación establecida por Vi-

    gotsky entre Procesos Psicológicos Superiores Rudimenta-

    rios y Procesos Psicológicos Superiores Avanzados.

    Desde un punto de vista descriptivo, lo que diferencia

    ambos tipos de procesos es el grado de control consciente

    y voluntario que cada uno implica y el tipo de uso de los

    instrumentos de mediación, crecientemente descontextua-

    lizado.

    Desde un punto de vista genético, ambos tipos de proce-

    sos se constituyen como producto de la vida social. Sin em-

    bargo, los PPS avanzados, a diferencia de los rudimentarios,

    requieren de la participación en situaciones especícas de

    aprendizaje. Es decir, no basta una “socialización genérica”

    en el marco de una cultura humana para que estos proce-

    sos se constituyan sino que es necesaria la participación en

    “procesos de socialización especícos” (Baquero, 1996).

    En este sentido es interesante retomar la propuesta de

    Rivière (1999), quien diferencia, a partir de la taxonomía de

    procesos psicológicos de Vigotsky, cuatro tipos de funcio-

    nes a las que denomina tipo 1, tipo 2, tipo 3 y tipo 4. Las dos

    últimas se corresponden con la diferenciación presentada

    entre PPS rudimentarios y avanzados. Establece varios cri-

    terios que permitirían distinguirlas. Entre ellos señala lo que

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    denomina la susceptibilidad interactiva de las funciones y su

    grado de especicidad. Las funciones tipo 3 son especícas

    del hombre y humanizan. Se desarrollan en los contextos

    interactivos de crianza caracterizados por una relación asi-

    métrica de cuidado y una fuerte vinculación; se trata de

    contextos fuertemente cargados de emoción. Estos con-

    textos tienen una peculiaridad y es que no se proponen de

    forma explícita y consciente la constitución de las funciones

    tipo 3, pero la logran con extremada eciencia.

    Las funciones tipo 4 también son especícamente hu-

    manas, requieren formas especializadas de interacción que

    implican interacciones explícitamente dirigidas a la interio-

    rización, por parte del niño, de ingenios de la cultura. Estas

    funciones, dice Riviére, no humanizan, sino que aculturan. El

    desarrollo de PPS Avanzados requiere de la existencia pre-

    via de PPS Rudimentarios, pero no resultan de la evolución

    espontánea de estos. El habla no evoluciona hacia la escri-

    tura. El desarrollo del lenguaje oral, PPS Rudimentario por

    excelencia, es una condición necesaria aunque no suciente

    para la adquisición del lenguaje escrito, PPS Avanzado.

    Esto pone en primer plano una cuestión no menor que

    es el papel de la intervención de un “otro” adulto, o par

    más avanzado que el niño en el proceso de aprendizaje de

    la lectura y de la escritura. Este andamiaje necesario que

    implica compartir con otros situaciones variadas de L y E,

    se debe inscribir en la zona de desarrollo próximo, y es una de

    las condiciones de acceso a la lengua escrita según Kalman,

     junto con la disponibilidad de materiales, para poder luego sí

    apropiarse de estos conocimientos y herramientas.

    Puede considerarse, entonces, que desde esta perspec-

    tiva la educación posee un rol inherente (no meramente

    coadyuvante) a los procesos de desarrollo, y el desarrollo

    es en estas condiciones un proceso articial.

    La idea del carácter contingente articial puede vincu-

    larse con un interrogante que se formula Vigotsky en su

    libro Pensamiento y lenguaje: “¿Por qué escribir le resulta al

    escolar tan difícil que en ciertos periodos hay un retraso de

    hasta seis o siete años entre la ‘edad lingüística’ hablada y la

    escrita?”. En palabras del autor:

    Nuestra investigación ha demostrado que el desarrollo de

    la escritura no repite la historia del desarrollo del lenguaje

    hablado. El habla escrita es una función lingüística separada,

    que diere del habla oral tanto en su estructura como en

    su forma de funcionamiento. Incluso su desarrollo mínimo

    requiere un alto nivel de abstracción (…) Nuestros estudios

    demuestran que es la cualidad abstracta del lenguaje escrito

    lo que constituye el principal tropiezo, y no el subdesarrollo

    de músculos menores ni ningún otro obstáculo mecánico.

    La escritura es también habla sin interlocutor, dirigida a una

    persona ausente o imaginaria o a nadie en particular; es una

    conversación con una hoja de papel en blanco. Así, la escritu-

    ra requiere una doble abstracción: la abstracción del sonido

    del habla y la abstracción del interlocutor.

    (…) La escritura requiere, además, una acción analítica deli-

    berada por parte del niño. Al hablar, apenas es consciente de

    los sonidos que pronuncia y es completamente inconsciente

    de las operaciones mentales que lleva a cabo. Al escribir, debe

    tener en cuenta la estructura sonora de cada palabra, anali-

    zarla minuciosamente y reproducirla con símbolos alfabéti-

    cos que antes ha debido estudiar y memorizar…

    (…) La conciencia y el control volitivo caracterizan el habla

    escrita del niño desde el comienzo mismo de su desarrollo

    (…). A su vez, la escritura potencia la intelectualidad de las

    acciones del niño. Aporta toma de conciencia al habla (Vi-

    gotsky, 1995: 175-177).

    La escritura en el enfoque constructivistapsicogenético de Emilia Ferreiro

    Emilia Ferreiro, a partir del 1974, primero en la Argen-

    tina, luego en Ginebra y más tarde en México, investigó la

    adquisición de la lengua escrita desde la perspectiva psico-

    genética. Planteó que hasta ese momento, el aprendizaje de

    este objeto se había estudiado como una técnica o como la

    adquisición de cualquier otro hábito complejo, de allí que se

    evaluaran los prerrequisitos para adquirir esta habilidad.

    Este enfoque interpreta el proceso de aprendizaje del siste-

    ma de escritura como un proceso constructivo que respon-

    de a principios de la teoría piagetiana y se caracteriza por

    una serie de etapas por las que todos los niños transcurren

    respondiendo a una progresión regular en su modo de con-

    ceptualizar la escritura (Marder, 2012: 63).

    Emilia Ferreiro plantea que, para construir este objeto

    del conocimiento, interviene en el proceso una tríada: el

    sistema de representación alfabética, el lenguaje con sus ca-

    racterísticas especícas, y las conceptualizaciones que tie-

    nen de este objeto tanto quienes aprenden como quienes

    enseñan.

    Cualquier sistema de representación involucra un proce-

    so de diferenciación de los elementos y relaciones cono-

    cidos en el objeto a ser presentado y en una selección de

    aquellos elementos y relaciones que serán retenidos en la

    representación. Si un sistema X es una representación ade-

    cuada de cierta realidad, reúne dos condiciones: al mismo

    tiempo conserva y excluye algunas de sus propiedades y

    relaciones propias. En el caso de la codicación, en cambio,

    están predeterminados todos los elementos como las re-

    laciones.

    Según Emilia Ferreiro, la invención de la escritura es

    un proceso histórico de construcción de un sistema de

    representación, y no un proceso de codicación. En el

    inicio de la escolarización, las dicultades que enfrentan

    los niños son dicultades conceptuales similares a las de

    la construcción del sistema y por eso podría plantearse,

    según la autora, que el niño “reinventa” la escritura (en

    un paralelismo entre logénesis-ontogénesis). Para poder

    utilizar estos elementos como elementos del sistema, de-

    ben comprender su proceso de construcción y sus reglas

    de producción.

    Las escrituras de tipo alfabético, como la nuestra, re-

    presentan los sonidos del lenguaje oral por medio de sus

    grafías, y su intención primera es representar las diferen-

    cias entre los signicantes. En cambio, las escrituras de

    tipo ideográco, como el chino por ejemplo, son sistemas

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    que representan directamente la “idea” a través de sus

    ideogramas.

    Ferreiro plantea que la distinción entre sistema de co-

    dicación y sistema de representación no es solo termi-

    nológica. Si se concibe a la escritura como un código de

    trascripción que convierte las unidades sonoras en uni-

    dades grácas, se pone en primer plano la discriminación

    perceptiva en las modalidades involucradas. El lenguaje es

    puesto, en cierta manera, “entre paréntesis”, o reducido a

    una serie de sonidos:

    Si se disocia el signicante sonoro del signicado, destruimos

    el signo lingüístico (…) Si la escritura se concibe como un

    código de transcripción, su aprendizaje se concibe como la

    adquisición de una técnica. Si se concibe como un sistema

    representación, su aprendizaje se convierte en la apropiación

    de un nuevo objeto de conocimiento, o sea en un aprendizaje

    conceptual (Ferreiro, 1991: 11-12).

    Para comprender la ontogénesis de las conceptualizacio-

    nes, los indicadores más claros son las producciones espon-

    táneas de los niños.

    El modo tradicional de considerar las escrituras infantiles

    consiste en atender sólo a los aspectos gurativos (tipo de

    trazo, distribución espacial de la forma, orientación, caracte-

    res) de dichas producciones ignorando los aspectos cons-

    tructivos. Con aspectos constructivos nos referimos a lo

    que se quiso representar y los medios utilizados para crear

    diferenciaciones entre las representaciones. De este modo,

    Emilia Ferreiro da cuenta del camino que transitan los niños

    en dicha construcción, estableciendo así diferentes etapas o

    períodos por los que transcurren regularmente hasta apro-

    piarse del sistema.

    Período pre-silábico. Los niños realizan distinciones básicas

    entre marcas gurativas y no gurativas. La distinción entre

    dibujar y escribir es de fundamental importancia. Luego rea-

    lizan una diferenciación intra-gural en la cual se necesitan

    letras diferentes y una cantidad mínima de letras, general-

    mente tres, para que lo escrito “diga algo” (hipótesis de la

    cantidad y la variedad).

    El siguiente paso se caracteriza por la búsqueda de dife-

    renciaciones entre las escrituras producidas, es decir, inter-

    gurales. Los niños realizan variaciones sobre el eje cuanti-

    tativo y sobre el eje cualitativo.

    Período de fonetización. El niño comienza a descubrir que

    las partes de la escritura (sus letras) pueden corresponder

    a otras tantas partes de la palabra escrita (sus sílabas).

    Cuando el niño comienza a reexionar sobre la relación

    entre el sonido y las grafías elabora distintas hipótesis. En-

    tre ellas, una hipótesis silábica que lo lleva a representar

    cada sílaba mediante una grafía. Esta hipótesis cede paula-

    tinamente su lugar a un análisis que va más allá de la sílaba,

    cuando los conictos con los que se enfrenta lo obligan a

    abandonarla. Estos conictos son el resultado de una puja

    entre los resultados obtenidos (palabras) como conceptua-

    lización actual del sujeto, y las escrituras producidas por

    los otros, en las que está implícita la práctica social, o sea

    la escritura convencional (la norma) sobre todo en los tex-

    tos. De esta manera se pasa a una etapa de transición de-

    nominada “silábico-alfabética” hasta que el niño elabora la

    hipótesis alfabética que lo lleva a representar cada sonido

    mediante una grafía.

    Resumiendo, podemos decir que la adquisición del sis-

    tema de escritura se concibe desde este enfoque como

    un proceso conceptual por medio del cual los niños –por

    aproximaciones sucesivas– intentan comprender qué es lo

    que la escritura representa y cómo lo representa. De este

    modo, podemos concluir que tanto esta perspectiva como

    la socio-cultural plantean que escribir es una actividad con

    sentido; el texto se produce en un contexto sociocultural

    y comunicativo determinado, conlleva ciertos propósitos

    y se dirige a uno o a múltiples destinatarios (Cuter & Ku-

    perman, 2012)

    La perspectiva psicolingüística cognitivaEn los últimos años, los estudios sobre la iniciación a la

    lectoescritura se han orientado hacia una perspectiva psi-

    colingüística que ha centrado su atención en estudiar los

    procesos cognitivos involucrados en la lectura y en la es-

    critura, aportando modelos teóricos que permiten deter-

    minar cuáles son esos procesos, cuáles son las diferencias

    entre expertos y novatos e identicar qué componentes

    funcionan mal en aquellos individuos que muestran proble-

    mas en este aprendizaje.

    En el marco de esta perspectiva, Borzone (1998) propo-

    ne introducir una distinción, no siempre explicitada en las

    corrientes teóricas que han intentado explicar el proceso

    de alfabetización, entre escritura, sistema de escritura y len-

    guaje escrito. Muchas discusiones parten de una indiferen-

    ciación entre estas nociones, lo que determina que diferen-

    tes abordajes de la temática estén en realidad focalizando

    su atención en unidades de análisis también diferentes.

    Según Borzone, los conocimientos que implica el proce-

    so de alfabetización pueden organizarse considerando tres

    grandes dimensiones:

    a) La escritura. Alude al reconocimiento de la escritura

    como otra modalidad de lenguaje y a sus usos y funciones

    como objeto social. El niño, para aprender a leer y escribir,

    tiene que comprender que la escritura tiene un signicado,

    que son signos que proporcionan información, que sirve

    para algo (funcionalidad), para comunicar. Descubrir que la

    escritura tiene signicado marca el inicio del proceso de

    alfabetización, es el momento en que el niño comienza a

    preguntar, señalando material escrito: “¿Qué dice acá?” Un

    primer paso de los niños hacia la alfabetización es aprender

    que la escritura sirve para mediar una variedad de activi-

    dades culturales en la vida diaria. Estos conocimientos son

    compartidos por los usuarios de cualquier sistema de escri-

    tura, sea logográco, silábico o alfabético.

    b) Sistema de escritura. Alude al conocimiento sobre el

    modo en que cada sistema de escritura representa el len-

    guaje, esto es, las unidades lingüísticas que las grafías re-

    presentan y los conocimientos sobre las convenciones de

    orientación (izquierda-derecha, arriba-abajo).

    Los sistemas de escritura se desarrollaron para transmi-

    tir mensajes, no a través de dibujos de objetos o eventos,

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    puede ocupar un papel privilegiado, aunque no excluyente,

    sobre todo en los estadios iniciales de la alfabetización tem-

    prana, y que nunca se desarrolla al margen del lenguaje, y la

    comprensión y producción de textos

    Conclusiones

    Las consideraciones teóricas presentadas deberían ser

    tomadas en cuenta para reexiones e intercambios inter-perspectivas, que pueden resultar fecundos y que arrojen luz

    y enriquezcan a las teorías de origen que las fundamentan,

    permitiendo en muchos casos la complementariedad, y otras

    veces la contraposición, que es esperable que exista cuando

    se confrontan resultados de investigaciones cientícas (De

    Mier et al, 2008; Marder, 2011). Entre los puntos de conver-

    gencia de las perspectivas mencionaremos a la comunicación

    de sentido como meta privilegiada de la lectura y la escritura,

    al desarrollo de actividades que tengan una función especíca

    en el aula, y a la concepción rme de que se aprende a leer y

    a escribir leyendo y escribiendo en el contexto de situacio-

    nes socio-culturales variadas, y con acceso a materiales de

    lectura y actividades motivantes y de calidad, tanto para los

    alumnos como para los docentes.

    NOTAS1. http://educar2050.org.ar/2013/pisa/Informe%20PISA%20Argenti-

    na%202012(1).pdf 

      http://diniece.me.gov.ar/index.php?option=com_content&task=category 

    &sectionid=3&id=14&Itemid=272.2. Portal ABC. Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia

    de Buenos Aires: Consulta de Diseños curriculares y normativas vigen-

    tes. http://servicios2.abc.gov.ar/lainstitucion/organismos/consejogene-

    ral/disenioscurriculares/; Portal Ministerio de Educación de la Ciudad

    de Buenos Aires. Consulta de Diseños curriculares y normativas www.

    buenosaires.gob.ar/areas/educacion/curricula/primaria.php?menu_ 

    id=20709#primaria

    3. El alfabeto español tiene 30 grafemas, 27 formados por letras aisladas

     y 3 por bigramas consonánticos , y , para representar los

    22 fonemas de la lengua. En español, aunque en menor medida que en

    otras lenguas, sucede que se cuenta con fonemas que se representan

    por más de un grafema y que hay grafemas que representan más de un

    fonema.

    INFORMACIÓNADICIONAL

    BIBLIOGRAFÍAAbusamra, V; Casajus, A.; Ferreres, A; Raiter, A; De Benni, R.; Cornoldi, C

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    Sandra Marder es doctora, licenciada y profesora en Psicología (UNLP).Desarrolla proyectos de investigación en torno a la temática del desarrollodel lenguaje oral y la apropiación de la lengua escrita en niños de sectores

     vulnerados en la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provinciade Buenos Aires. Es docente de Psicología Educacional  (Facultad de Psi-

    cología de la Universidad Nacional de La Plata) y de postgrado en la ma-teria Practicum (Especialización en Psicología Educacional con orientacióna los Procesos de Aprendizaje de la lengua escrita). Coordina proyectosde extensión universitaria en escuelas públicas. Ha sido coordinadora delPrograma Maestro + Maestro del área de Inclusión educativa de la CiudadAutónoma de Buenos Aires y trabajó en el Servicio de Desnutrición delHospital de niños Sor María Ludovica de La Plata.C. e: [email protected]

    Verónica Zabaleta es licenciada y profesora en Psicología (UNLP). Especia-lista en Psicología Educacional (con orientación en los procesos de apren-dizaje del lenguaje escrito y sus trastornos). Actualmente está en la fasefinal de elaboración de su tesis de doctorado: “Perfiles de lectura y escritu-ra en niños de EPB y ESB. El impacto de los años de escolaridad”. Jefa de

     Trabajos Prácticos en las asignaturas Psicología II y Psicología Educacional

    (Facultad de Psicología de Universidad Nacional de La Plata). Se ha des-empeñado como becaria en la Comisión de Investigaciones Científicas dela Provincia de Buenos Aires y en el Consejo Nacional de InvestigacionesCientíficas y Técnicas. Coordinadora del Área Educacional del Centro deExtensión de Atención a la Comunidad de la Facultad de Psicología de laUniversidad Nacional de La Plata. C.e: [email protected]