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    1 E L G E N E R O H U M A N O SE H A L L A E N P R O

    G R E S O C O N S TA N T E H A CI A M E J O R

    1798

    u eJ lo qu se trata de saber?

    e pide un trozo d e l a historia humana yno del tiempo pasado sino del venidero, porlo tanto, ulil historia profLtica, la cual, si nopuede obtenerse segn conocidas leyes natu-rales como en l caso de los eclipses de sol yde luna) de un modo previsor y, sin embargo,natural, no podr lograrse ms que por la co-municacin y ampliacin sobrenatural de la vi-sin del futuro, y se llamar5 historia profti-ca. Por lo dems, tampoco se trata, cuando seplantea la pregunta de si el gnero humano

    en conjunto) progresa constantemente haciamejor, de la historia natural de los hombrespor ejemplo, si se originarn nuevas razashu

    manas) sino de la historia de las costumbresy no segn el concepto d e la especie singu lo-

    KANT, I., Filosofa de la historia, Mxico, FCE, trad. E. Imaz, 1985

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    m m ) , sino segn la totalidad de los hombresreunidos socialmente sobre la tierra repartidospor pueblos wziversorum)

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    m o se puede saber?.

    Como historia proftica de lo que ha deacontecer en e l t i ~ m po enidero; por lo tan-to como una representacin posible a prior;,

    de los hechos que han de venir. Pero jcmo esposible una histsria a prior;? Respuesta: si elprofeta l mismo hace y dispone los hechos queanuncia con anticipacin.

    Los profetas judos podan profetizar queen corto o largo plazo su Estado no slo de-caera sino que se disolvera por completo; por-que ellos mismos eran los autores de ese sudestino. n su calidad de conductores del pue-blo haban abrumado su constitucin con tangrandes cargas eclesisticas y sus derivados ei

    viles que su Estado se hizo del todo inca-paz de subsistir por s mismo .y no digamos enrelacin con los pueblos vecinos y las jere-miadas de sus sacerdotes como es natural tenanque resonar vanamente en el aire; porque s-tos tenazmente se mantenan en su propsitode una comtitucin insostenible obra de susmanos y de esta suerte el desenlace poda serprevisto por ellos infaliblemente.

    Nuestros polticos hacen lo mismo en lamedida de sus fuerzas y resultan en su condi-cin proftica igualmente afortunados. ayque tomar a los hombres dicen como son y nocomo los pedantes sin mundo o los soadoresbien intencionados se imaginan que debieranser. Este como son quiere decir: tal como noso-tros los hemos hecho mediante una imposicininjusta mediante traidoras insinuaciones desli-

    zadas al odo del Gobierno esto es esquivos ypropensos a la revuelta; y como as las cosastris-si se aflojan un poco las riendas se sigu .

    tes consecuencias se corroboran las profecas deesos presuntos estadistas sagaces.

    Tambin los sacerdotes presagian en oca-siones la decadencia total de la religin y laprxima aparicin del Anticristo; mientras tan-to hacen todo lo que est de su parte para queesto ocurra pues no tratan de inculcar a susfieles los principios morales que pudieran ha-cerlos mejores sino que convierten en deberesencial las prcticas y dogmas histricos delque ese mejoramiento moral seria efecto indi-recto; de donde puede surgir una unanimidadmecnica como en una constitucin civil perono la basada en un sentir moral; y entoncesse ponen a clamar por la falta de religin queellos mismos han provocado y que sin nece-

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    sidad de ningn don proftico, podan haberprevisto.

    Div isi n d e l concepto d e agueo que se quisieraanticipar del futuro

    Los casos que pudieran permitir una pre-diccin son tres. El gnero humano se hallaentre los miembros de la creacin, o bien encontinuo retroceso hacia peor, o en progresocontinuo hacia mejor en lo que se refiere a sudestino moral, o en iin eterno estancamientode su actual valor moral (lo cual quiere decirtanto como el perpetuo dar vueltas en crculoalrededor del mismo punto).

    L a primera tesis podra llamarse terroris-m o moral, la segunda eudemonismo (porque,vista la meta del progresar en lejana perspec-tiva, podra llamarse tambin quiliasmo y laercera abderitismo; porque no s i e ~ d o osible

    u n verdadero estancainienro en lo moral, unincesante subir, por un lado, y un bajar tanfrecuente y hondo, por otro (como un eternooscilar), no significa ctra cosa sino que el su-jeto permanece en el mismo punto de reposo.

    Del estilo terrorista d e imgilaarsela l t i s to rk humna

    L a cada peor no puede continuar s i n C esar en la historia humana, porque al llegar acierto punto ac:hara destruyndose a si misma.Por eso, cuando las abominaciones y los malesque derivan clc ellas, crecen como montaas,s dice: y2 no cabe que las cosas vayan a Peor,c 1 da del juicio est a la puerta; y el fervoro-so devoto s u e h con la restauracin de todas las-m a s y icn u hundo renovado, luego 4Ue elp.esente haya sido devorado por las llatnas.

    d estilo eudemonista

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    tampoco el cuato de bien mezclado en el hom-bre con el mal puede exceder cierta medida porencima de la cual se elevara el hombre y pro-gresara constantemente hacia mejor. El eude-monismo, con sus vigorosas esperanzas, yare-ce, pues, insostenible, y prometernos muy pocoen favor de una historia humana previsora conrespecto a un progreso indefinido.

    D e la hiptesis del abhterismo del gnerohumano a la predeterminucin de

    historia

    Acaso esta opinin disponga de la mayo-ra de los votos a su favor. El carcter de nues-tra especie es agitada locura. Entra rpidamen-te en los carriles del bien, pero no perdurasino que, para no hallarse vinculada a un ni-co fin, por mero amor al cambio, invierte elplan del progreso, edifica para derribar, y seda a la tarea ms desesperada, a cargar la pie-dr a de Ssifo montaa arriba para dejarl a rodaren un momento. No parece, pues, que el maldispuesto naturalmente en el gnero humanose halle amalgamado con el bien, sino que sedira que se neutralizan; lo que traera comoconsecuencia la inaccin que en este caso lla-mamos estancamiento) gitacin vaca en la que

    el bien y el mal se alternan, de suerte que elespectculo del afn sobre la tierra de la hu-manidad consigo misma, a lo que ms se pa-reciera sera a una farsa de locos, lo que no lehara acreedora ante los ojqs de la razn deuna estimacin mayor de la concedida a la actividad de otras especies animales, que tienenen su favor llevar el juego con menos costo ysin derroche de razn.

    N o es posible resolve r directamente la cuestindel progreso por la experienctk

    Aunque, considerado el gnero humano enconjunto, se encontrara que ha estado mar-chando todo este tiempo en direccin progre-siva, nadie podra asegurar que no sea ahora,precisamente, el momento en que, gracias a lasdisposiciones fsicas de nuestra especie, los tiem-pos comiencen a retroceder; y por el contra-rio, tampoco en el caso de que fuera retroce-diendo y acelerando su marcha a peor, podra-mos asegurar que no se presenta un recodo enel camino p u m tu m flexus contrarii) en el cual,gracias 1 las disposiciones morales de nuestraespecie, se enderezara su marcha para mejor.Porque nos las habernos con seres que actanlibremente, a los que se puede dictar de ante-

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    /mano lo que deben hacer pero de los que no sepuede predecir 1 que harn y que, en la mis-ma sensacin de disgusto que les puede venirde colmo de mal, pueden encontrar un impul-so para hacer las cosas mejor de lo que fueronantes. Pzro "ipobres mortales (dice el AbateCoyer), entre vosotros nada hay constante sinola inconstmcia

    Acaso dependa de la mala eleccin del pun-

    to de vista para contemplar la marcha de lascosas humanas, el que nos parezcan stas taninsensatas. Vistos desde la tierra, los planetasunas veces parecen retroceder, otras se paran,otras avanzan. Pero si el punto de vista lo tras-ladamos al sol, cosa que slo la razn puedehacer, vemos que siguen su curso regular se-gn la hiptesis copernicana. Pero hay algunos,no torpes por lo dems, a quienes gusta aferrar-se a su manera de explicar los fenmenos yafincar en el punto de vista una vez adoptado;aunque para ello tengan que embarullarse conlos ciclos y epiciclos de Tyco Brae. Y esta es ladesdicha, que no somos capaces de colocarnosen aquel punto de vista cuando se trata de pre-decir las acciones libres. Pues sera el punto devista de la Providencia que excede a toda sabi-dura humana, que abarca tambin las accio-nes libres del hombre, que ste puide muy bienv e r pero no prever (para el ojo divino no hay

    aqu ninguna diferencia) poryiie para esto ne-cesita la conexin de las leyes naturales, indi-cacin que hay que rechazar tratndose de lasfuturas acciones hu~anas.

    Si puditramos atribuir al hombre una vo-luntad congnita e invariablernentr buena, aun-cluc limitada, podra aquel predecir con se-t:uridad el progreso d e su especie hacia me-

    Jor; porque se tratara de un hecho que poda1i:tccr l. Pero con la mezcla del bien y del mal

    nuestras disposiciones, en una medida queiI:iioramos, no podemos saber cul ser el efec-1, que se actualice.

    1 i . i - o t 1 necesario que la historia proftica delq k r o h u ma n o an cle e n a l g u m clase de

    experiencia

    kbe haber alguna experiencia en el gne-I i -irnano que, como hecho, nos refiera a una~,ii\iitucin y facultad del mismo que sera

    1 1 .iiisa de su progreso hacia mejor y (puestot ~ i i . C,ta debe ser obra de un ser dotado d e li-1 1 i : i t l el autor tambin; pero de una causac i . i I . i podemos p-edecir un hecho como efecto

    , i i y o si concurren las circunstancias que coadyu-V I I ~ u 61. Que estas ltimas tienen que con-

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    currir alguna vez se puede predecir en gene-ral, como ocurre con el clculo de probabilida-des en juegos de azar, pero no se puede deter-minar que ello acontecer durante mi vida yque yo tendr la experiencia que confirmar laprediccin. Hay, por lo tanto, que buscar unlecho que nos refiera de manera indetermina-

    da, por respecto al tiempo, a la existencia deuna tal causa y tambin al acto de su causalidaden el gnero humano, y que nos permita con-cluir el progreso hacia mejor como consecuen-cia ineludible, concdusin que podramos ex-tender luego a la historia del tiempo pasado(que fu siempre progresiva) pero de modoque aquel hecho tuviera que considerarse nocorno causa de ese progreso, sino nicamente co-mo apuntando hacia l, como seal histrica

    signum rememorativetm, demonst~atnium,pognos t i cum) , y as se pudiera demostrar latendencia del gnero humano en su totalidad,

    es decir, no considerado segn los individuos(pues esto nos proporcionara una enumeraciny clculo interminables), sino tal como se en-cuentra repartido en pueblos y Estados por to-da la tierra.

    u n hecho de nuestro t iempo p e d e m z m t r aesta tendencia moral del gnero humano

    Este hecho no consiste en humanas accio-nes u omisiones de importancia por las cualeslo grande entre los hombres se hace pequeoo lo pequeo grande, y en cuya virtud, comoltor arte de encantamiento, desaparecen antiguos

    magnficos edificios polticos y surgen del se-rio de la tierra otros que ocupan su lugar. No,tinda de esto. Se trata tan slo de la manera depcnsar de los espectadores que se delata pziblica-m nt en este juego de grandes transformacionesy que se deja or claramente al tomar ellos par-i lo, de un modo tan general y tan desintere-d o , por uno de los bandos contra el otro, arros-I i : d o el peligro del grave perjuicio que talIui-tidismo es pudiera acarrear; lo cual (en vir-i i i t l de su generalidad) demuestra un carctert r gnero humano en conjunto y, adems, (enviitud de su desinters) u- ca r ct er moral,

    i i - lo menos en la ndole, cosa que no slo nosI ~ u m i t e ener esperanzas en el progreso, sino(~ i ic o constituye ya, puesto que su fuerza al-

    i i i / n por ahora.l'sta revolucin de un , pueblo lleno de es-

    iii i u, que estamos presenciando en nuestrost I J ; , puede triunfar o fracasar, puede acumu-

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    lar tal cantidad de miseria y de crueldad queun hombre honrado, si tuviera la posibilidadde llevarla a cabo una segunda vez con xi:o,jams se decidira a repetir un experimento tancostoso, y sin embargo, esta revolucin, digoyo, encuentra en el nimo de todos los especta-dores (que co estn complicados en el juego)una participcin de su deseo, rayana en el en-tusiasmo, cuya manifestacin, que lleva apare-

    jada un riesgo, no puede reconocer otra causaque una disposicin moral del gnero humano.

    Esta causa, que afluye moralmente, ofreceun doble aspecto, primero, el del derecho queni&n pueblo debe ser impedido para que sed a s mismo la constitucin que bien le pa-rezca; segundo, el de l in (que es, al mismotiempo, deber), ya que slo aquella constitu-cin de un pueblo ser en si misma justa y mo-ralmente buena que, por su ndole, tienda aevitar, segn principios, la guerra agresiva-constitucin que no puede ser otra, por lo me-nos en idea, q u ~ a republicana-: y a entrarcn aquella condicin que acabar con las gue-Iras (fuente de todos los males y de toda co-rrupcin de las costumbres) y, de este modo,se podr asegurar negativamente al gnero hu-mano, a pesar de su fragilidad, el progreso ha-cia mejor, de suerte que, pcr lo menos, no seaperturbado en l.

    Esto y la participacin afectiva en el bien,el erctasiasmo aunque como todo afecto en cuan-to tal, merece reproche y por lo tanto, no pue-de ser aprobado por completo, ofrece, sin em-bargo, por mediacin de esta historia, ocasinpara la siguiente observacin, importante parala antropologa: que el verdadero entusiasmohace siempre referencia a lo ideal a lo moralpuro, esto es, al concepto del derecho, y no pue-d e ser henchido por el egosmo. Los enemi-1:os de los revolucionarios no podan con recom-1,itisas de dinero alcanzar el celo tenso y lai:i-andeza de nimo que el mero concepto deltlmxho insuflaba en aquellos, y el mismo con-

    < h p t odel honor de la vieja aristocracia mili-1 11 (un anlogo del entusiasnio) ceda ante las

    i i iii;is de aquellos que se haban encandiladog1101- c l derecho del pueblo al que pertenecan.

    \ ron qu exaltacjn simpatiz entonces el~lil,lico espectador desde fuera, sin la menor

    t c.iicin de tomar parte

    7llistoricl proftica de I n humanidad

    Aquel10 que nos muestra a la razn como1 1 1 .I v al mismo tiempo, en virtud de su gran-t r iiifluencia, que hace poca, como deber re-

    8~,c~ticloor el alma de los hombres, que aiec-

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    ta al gnero humano en la totalidad de su aso-ciacin (non singulorum, sed u versorzm), ycuyo esperanzado logro y cuya procuracin nosentusiasma con una participacin tan general ytan desinteresada, tiene que ser algo fundamen-talmente m a a l Este hecho no es el fende una revolucin, sino (como dice el seorErhard) de la evolzccin de una constitucinjasnatwalista, que no se conquista entre luchassalvajes-puesto que la guerra de dentro y lade fuera destruye todos los estaputos existen-tes- pero que nos lleva a empearnos por unaconstitucin que no es guerrera, a saber, laconstitucin republicana; la cual puede serlo porla forma del Estado, y tambin por slo el mod o de gobernar por la unidad del jefe supre-mo (el monarca), rigiendo el Estado por le-yes anlogas a las que un pueblo se dara a smismo segn principios universales de derecho.

    Y puedo asegurar al gnero humano que,

    por los aspectos y presagios de nuestros das,me es permitido predecir, sin pretensin de serun vidente, el logro de este fin y a partir deah, su progreso hacia mejor, que jams retro-ceder por completo. Porque un fenmeno co-mo ese no se olvida jams en la historia huma-na, pues ha puesto de manifiesto una disposi-cin y una capacidad de mejoramiento en lat~aturalez umana corno ningn poltico la hu-

    biera podido sonsacar del curso que llevaronhasta hoy las cosas y finicos que aunan dentrodel gnero humano naturaleza libertad segn

    principios jurdicos internos, adnque, en loque se refiere al tiempo, no pueden prometerms que de manera incierta un acontecimientoazaroso.

    Pero si tampoco-ahora se alcanzara el finque abriga ese acontecimiento, si la revolucino reforma de la constitucin de un pueblo a finde cuentas fracasara, o si, habiendo regido du-rante algn tiempo, las cosas volvieran a suantiguo cauce (como los polticos anuncian aho-ra), no por eso pierde aquella prediccin filos-fica nada de su fuerza. Porque ese acontecimien-to es demasiado grande, demasiado ligado al in-ters de la humanidad, demasiado esparcido, envirtud de su influencia sobre el mundo, portodas sus partes, para que los pueblos no lo re-cuerden en alguna ocasin propicia y no sean in-citados por ese recuerdo a repetir el irlt~nto;porque en asunto tan decisivo para el gnerohumano, algn tiempo llegar en que, por fin,la constitucin anhelada logre aquella firmezaen el nimo de todos que la enseanza de fre-cuentes ,experiencias no podr menos de pro-ducir.

    Se trata, pues, de un principio, no slo bienintencionado y recomendable en la prctica, si-

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    no, a pesar de todos los incrdulos, vlido tam-bin en la teora ms rigurosa, cuando decimos:que el gnero humano se ha mantenido siem-pre en progreso, y continuar en l, lo cual, sino limitamos nuestra mirada a lo que aconteceen un pueblo cualquiera, sino que la esparci-mos a todos los pueblos de la tierra que irnparticipando, uno tras otro, en ese progreso,nos abre la perspectiva de un tiempo ilimitado;a no ser que a la primera poca de una revolu-

    cin natural que segn Camper y Brumen-bach) enter r al reino animal y vegetal antesde que naciera el hombre, le siga una segundaque haga lo mismo con el hombre para sacara escena otras criaturas, y as sucesivamente.Porque frente a la omnipotente Naturaleza o,ms bien, a su suprema causa inaccesible, elhombre es una insignificancia. Pero que los quemandan en el gnero humano tambin lo to-men por una pequeez y le traten en conse-cuencia, ya cargndole como a un animal e ins-trumento suyo, ya emplendole como pieza deajedrez en sus pugnas, para que se deje ma-tar por ellos, esto s que no es una pequeez,sino genuina inversin del in l t imo de la crea-

    De la dificultad que s.urge e n razn de zt publicidad en las mx imas que apuntan l

    progreso mundial

    Ilwtracin del pueblo es aquella instruc-cin suya en lo que se refiere a las obligacionesy derechos que le competen respecto al Estadoa que pertenece. Como se trata d e derechos na-turales derivados de la comn razn humana,

    sus propugnadores e intrpretes naturales antecl pueblo, no son los maestros de derecho ofi-ciales, nombrados por el GoQierno, sino los li-Ires, esto es, los filsofos, que por esta libertadlue se permiten repugnan al Estado, que siem-

    ]) re quiere dominar y, con el nombre de mclopedistus son difamados como gentes peli-

    1:i osas para l ; a pesar d e que su voz no set i rige confidencia lmnte al pueblo que, enii:irito tal, poco o nada percibe de ella) , sino res-

    ptuosamertte al Estado, rogndole que prestei i viicin a las necesidades d e justicia de aquel;lo cpe, si todo un pueblo quiere elevar sus que-j is gravamen), no puede tener lugar ms que

    U K medio de la publicidad. As, la prohibi~in, Ir I:i publicidad impide el progreso de un pueiI I t h3ci.i mejor, hasta en aquello que afectalo rninim~ e su fomehto, a saber, el mero de-I . l io natural.

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    Otro silenciamiento, legalmente ordenado,s bien fcilmente perceptible, es e l que s re-fiere a la verdadera naturaleza de su constitu-cin poltica. Sera vejar la majestad del pue-blo britnico decir que vive bajo una monarqua~.bsoZzcta,s que se pretender que se trata deuna constitucin que limita la voluntad del mo-narca por medio de las dos cmaras, represen-tantes del pueblo, cuando todo el mundo sabeque el influjo de esa voluntad sobre los repre-sentantes es tan grande e indefectible que aque-llas cmaras no acuerdan nada ms que lo queella quiere y propone por medio de sus minis-tros; y que tambin, de vez en cuando, propo-ne algo que sabe le ser discutido y hace quese le discuta por ejemplo, la cuestin de latrata de negros), para s dar ocasin a unaaparente libertad del Parlamento. Esta figura-cin de la ndole de la cosa tiene el efecto des-carriador de que no se indaga la constitucin

    verdaderamente jurdica; porque se entiendehaberla encontrado y en el ejemplo que se tiene delante, y una publicidad engaosa embaucaa l pueblo con el espejismo de una minortizrqualimitada4 por una ley que parte de El cuandofa realidad es que sus representantes, ganadospor el soberano, lo sometieron secretamente aun momrca absoluto.

    La idea de una constituci8n en armona conlos derechos naturales del hombre, a saber,aquella en que los que obedecen a la ley, almismo tiempo, reunidos, deben dictar leyes, sehalla a la base de todas las formas de Estado,y el ser comn que, pensado con arreglo aella pos puros conceptos de razn, se llama uideal platnico requ-blica noumenon), no esuna vand. quimera, sino la norma eterna de to-

    da constitricin poltica en general y que alejatodas las guerras. Una scciedad civil organiza-da a tenor de esa J dea, la hace patente segn le-yes de libertad mediante un ejemplo de la ex-periertcia respablica p?zaenomenon) y puede lo-grarse penosamente slo despus de mltiplesluchas y guerras; y esta constitucin, logradaun vez en grande, como mejor se califica esporque miatiene alejada la guerra, destructo-ra de todo lo bueno; por esto constituye un de

    ber trabajar por ella, y provisionalmente pues-to que no es realizable tan de pronto) obliga-cin de los monarcas gobernar en republicano

    no democriiticamente) aunque reinen como .u-tcratas, es decir, que deben tratar al pueblo se-gn principios adecuados a las leyes de la liber-tad tales como las que un pueblo de raz6nmadura se prescribira s mismo) aunqile nose pida, a la letra, un refrendo del pueblo.

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    u rendimiento le va a aportar al gneroh u m a ~ o l progreso hacia m ejor?

    No una cantidad siempre creciente de lamoralidad en el sentir sino de los productosde su l e g a l i d ~ d n las acciones debidas, cuales-quiera sean los mviles que las ocasionen; esdecir, que el rendimiento el resultado) de sutrabajo por mejorar habr que buscarlo en losactos buenos de los hombres, que sern msfrecuentes y acertados; lo que quiere decir, enlos fenmerios de la constitucin moral del g-nero humano. Porque no disponemos mns q u ~d: datos enipricos experiencias) donde basaresta prediccin; a saber, sobre la causa fsicade nuestras acciones, en la medida que ocurreny son, por lo mismo, tambikn fenmeiios, no so-bre la causa moral, que contiene el conceptomoral de lo qu: debiera ocurrir, nico que pue-

    de ser trazado puro, a priori.Poco a poco las violencias de los podero-

    sos sern menos frecuentes, la obediencia a lasleyes ms. Surgirn en la comunidad ms ac-ciones benficas, habr menos discordias en losprocesos, ms scguridad en la palabra dada,etc., en parte por n~otivos de honor, en partepor inters propio bien entendido, extendindo-se este comportamiento, finalmente, a las re-

    laciones exteriores de los Estados, hasta la so-ciedad cosmopolita, sin que para ello tenga queaumentar lo ms mnimo la base moral del g-nero humano; para lo cual sera necesaria unaespecie de nueva creacin influencia sobrena-tural). Porque tampoco debemos prometernosdemasiado de los hombres en su progreso haciamejor, para no incurrir en la chacota de los po-Iticos, que muy a gusto tomaran las esperan-zas humanas por sueiios de una cabezz. desca-r-riada.5

    ~ S ~u ord en zinicarnente se puede esperarel progreso h c i a mejor?

    La respuesta es la siguiente: no por el cur-u e las cosas de abajo arriba sino de arribatrl~crjo.Esperar que mediante la educacin de la,jiivcntu3; con la instruccin domstica y msLII-tlc scolar, de la escuela elemental a la su-

    ~ ~ , r i o r ,n una cultura espiritual y moral for-,ilc,cida por la enseanza religiosa, se llegase

    Iorrnar no slo buenos ciudadanos, sino dadosl Iicn, capaces de sostenerse y progresar siem-

    1 1 c he aqu un plan cuyo logro parece difcil.I , ,i-quc no slo ocurre que el pueblo considerai 1 i i i h i 1 coste de la educacin de su juventud, queC 1 sostiene, debiera cargar sobre el Estado, yi.*,ii. ipcnas si tiene algo disponible para retri-

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    buir a maestros activos y entregados a su oficio(como se lamenta Bsching) pves todo lo necesita para la guerra; sino tambin que toda es-a maquinaria de la educacin no muestra coor-

    dinacin alguna si no es planeada reflexivamen-e desde arriba y puesta en juego con arreglo a

    ese plan y mantenida regularmente conformea l; para lo cual sera necesario que el Esta-do se reformase a s mismo de tiempo en tiem-po y, ensayando la evolucin en lugar de laevolucin, progresara de continuo hacia me-or. Pero, tambin son hombres los que tie-

    nen que llevar a cabo esta instruccin, seres,por lo tanto, que deben ser instruidos a su vezpara ese menester; as que, con esta fragilidadde la naturaleza humana, y contando con laaccidentalidad de las circunstancias que pue-den favorecer semejante efecto, la esperanzade su progreso no podemos ponerla positiva-

    mente sino en usa sabidura que fluya de arri-ba abajo (13 que, si invisible para nosotros, selama Providencia), mientras que, por lo queespectz a los hombres mismos, a lo que en ellos

    podemos esperar y fomentar, no hay sino unaabidura negativa que pueda servirnos, a sa-

    ber,-la que les obligue a que la gzcerra el ma-yor obstculo de lo moral, pues no hace sinoetrasarlo: se haga poco a poco ms humana,uego menos frecuente, y por ltimo desapa-

    6

    rezca como guerra agresiva, para, de este rnodo, implantar una constitucin que, por su n-dole, sin debilitarse, apoyada en autnticos prin-cipios de derecho, pueda progresar con constan-cia hacia mejor.

    U n mdico na haca sino consolar a su en-fermo todos los das con el anuncio de la pr-xima curacin, hoy dicindole que el pulso ibamejor, manana que lo que haba mejorado erala excreci91, pasado que el sudor era ms fres-co, etc., etc. E l enfermo recibe la visita de unamigo:

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    sente guerra pueden forzarla confesin de la prximanero humano hacia mejor,perspectiva.

    al profeta polticoorientacin del ge-que ya se halla en

    Al chapucero en predicciones (que las hacesin co-nociiniento o sin honradez) se le dice que predice; des-de la Pythia a los gitanos.

    No queremos decir con esto que un pueblo quedispone e una constitucin monirquica puede pretenderel derecho, ni siquicra abrigar el secreto deseo, de cam-biarla; porque su situacin, acaso un poco esparcida, den-tro de Europa, e eco mi en d como inica esa constitu-

    cin para poderse mantener entre poderosos vecinos. Tam-poco d queja de los sbditos es por cauca del gobiernointerior, sino por su conducta en el exterior, al impedir larepublicanizacin, y no demuestra su descontento conla propia coiistitucin, sino, ms bien, su amor a ella, yaque sta se asegura mejor contra cualquier peligro amedida que progresa la republicanizacin de los otros pue-blos. Sin embargo, sicofantes mendaces, para darse im-

    portancia, han trztado de presentar esta inocente lamenta-cin como afn de novedades, jacobinismo y revuelta,amenazadores del Estado; y no haba para ello el menormotivo, ms si tenemos en cuenta que nuestro pas s en-cuentra 'alejado del teatro de la revoluciii ms de cienmillas.

    De este entusiasmo por la afirmacin del derecho

    que vemos en el gnero humano, se puede decir:postquamnd arma Vulcan ic ve~tums , mortclii m l i r o glacies ceujut l s rtu dk i lu i r Po r qu soberano alguno ha osado de-

    clarar francamente que no reconoce ningn derecho del

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    pueblo frente a l; y que ste debe su dicha no ms quela beneficencia del Gobierno, que le concede esa gracia,

    y que es absurda, y hasta punible, toda pretensin del sb-dito a un derecho frente a aquel (porque comprendeelconcepto de una resistencia lcita)? La causa es sta: por-que semejante declaracin pblica le acarreara la indig-nacin de todos los sbditos; aunque, como pacientes bo-rregos conducidos por un bondadoso y comprensivo se-or, bien cebados y protegidos, de nada tendran quejapor lo que se refiere a su bienestar. Porque a los seresdotados de libertad no les basta el goce de una vida agra-dable, que tambin le pueden proporcionar otros (entreellos el Gob ierno) o que importa es elprincipio con arre-glo al cual se procura ese goce. Ahora bien, esto del bie-nestar no encierra principio alguno, ni para quien lo re-cibe ni para quien lo reparte (porque uno estah y elotro aqui), pues afecta a lomaterial de la voluntad, quees emprico, e incapaz, por lo tanto, de la universalidadde una regla. Por lo tanto, un ser dotado de libertad nipuede ni debe, si tiene conciencia de este privilegio suyocon respecto al animal irracional, pedir para U pueblo,segn el principio formal de su arbitrio, nin gn otro go-bierno que aquel en que ese pueblo sea tambin legisla-dor; es decir, el derecho de los hombres, que tienen queobedecer, necesariamente debe preceder a toda considera-

    cin de bienestar, pues se trata de algo sagrado por enci-

    ma de cualquier precio (de util idad) y que ningn gobierno, por muy benfico que sea, puede tocar. Pero estederecho es siempre slo una idea, cuya realizaci~est

    limitada a la condicin de la coincidencia de susme ios

    con la moralidad, e el pueblo no debe transgredir; locual no debe ocurrir por revolucin, que siempre es in--justa. Mandar autocrticamente y, sin embargo, gobernar

    n repu licano, es decir, con el espritu del republica-mismo y por analoga con l, esto es lo que hace a un pue-bIo sentirse satisfecho de su constitucin.

    Una causa cuya naturaleza no se ve de inmediato,se descubre por el efecto que le inhiere indefectible-mente. ;Qu es un monarca absoluto Aquel a cuya or-den, c uand o dice: haya guerra, en seguida hay guerra.jQu es, por el contrario, un monarcalimitado Aquelque antes t iene que preguntar al pueblo si debe o no ha-

    ber guerra y caso de que el pueblo diga: no debe haber

    guerra, no la hay. La guerra es una situacin en la que

    todas las fuerzas del Estado tienen que estar a disposicin

    de l j e fe del Estado. Ahora bien, el monarca ingls hahecho m u b a s guerras sin que le haya sido necesario re-

    querir el consentimiento del pueblo. Por lo tanto,se tra-

    ta de un monarca absoluto, aunque no debiera serlose

    gn la constitucin, pero siempre la puede eludir porque,mediante aquellas fuerzas del Estado, es decir, porque es-

    t e n su poder disponer d e todos los cargos y dignidades,puede asegurarse la coiiformidad de los representantes.Este sistema de soborno requiere sustraerse a la publicidad

    para que pueda prosperar. Por eso se esconde trasel trans-parente velo del secreto.

  • 8/12/2019 Kant Progreso

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    Es dulce cosa imaginarse constituciones polticas quecorrespondan a las exigencias de la razn especialm enteen lo qiie se refiere a la justicia) pero exorb itante, pro-ponerlas en serio, y panidle incitar a un pueblo a que de-rogue la existente.

    La Atlntica e Platn, la topih de Moro, la O c e ~na de Harrington y la Severanzdia de Allais, han surgidouna tras otra sobre la escena pero nunca fuera del abor todesdichado de la repblica desp:ica de Cro m w cl l) , hansido ensayadas. Con estas creaciones de Estados ha ocurri-

    do lo que coi1 la creacin del mundo; ningn hombreestuvo presente ni poda estar, pues para cso tenia queha-ber sido creador de s mismo. Es un dulce sueo esperarque un producto Estado, como estos utpicos, se dari21

    n d a , p o r n ~ u yejano que est, en toda su perfeccin,pero el irse aproximando a no slo es pe?zrable sin. ,en la medida en que es compatible con la ley moral,de ?,

    no ? a del cicdadano, sino del jefe del Estado.