J.vasconcelos

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José Vasconcelos (1882-1959)

Introducción. Marco sociohistórico del pensador

Antes de comenzar con nuestro autor cabe aludir a lo que Devés Valdés expresa en el primer tomo de su obra acerca del pensamiento latinoamericano. Desde comienzos del siglo XX y hasta fines de los años 30 predominan entre los pensadores latinoamericanos las concepciones de tipo identitario. En los primeros años del siglo XX, el arielismo resaltó la defensa de una cultura propia, humanista en oposición al sajonismo utilitario, al positivismo (que excluye otras formas de conocer que no sean empíricamente comprobables) y a la nordomanía1. Luego de la Primera Guerra Mundial, la identidad se relaciona con lo social: el indio, el campesino, la ruralidad, el interior; también en alguno países con el afroamericanismo; todo un movimiento que exalta lo no blanco.Es decir que se produce un cambio durante el período de 1915 – 1930 que se refleja en un conjunto de escritos que reivindican lo propio del continente entendido sobre todo como lo indígena y se desarrolla así lo que se ha denominado identitarismo social. Este identitarismo se liga a un movimiento mundial de ideas y solo madura luego de tres grandes hechos: la Revolución Mexicana (1910-1917), la Revolución Rusa (1917) y la Primera Guerra Mundial (1914-1918). La repercusión de los acontecimientos bélicos, sociales, políticos, etc. fue a través de movimientos y tendencias. El más importante en el marco de la revolución de las ideas en América Latina es la aparición de un “arielismo social” (antes de 1915 se trató de un arielismo puramente cultural) la cultura latina se asocia a las masas populares: campesinos, indios, afroamericanos, los cuales adquirieron distintos nombres: indigenismo, aprismo, nacionalismo, iberoamericanismo, indoamericanismo, socialismo según los casos. Dentro del movimiento de ideas indigenistas y de lo que se dio en llamar MESTIZOFILIA se ubica el mexicano José Vasconcelos, una de las figuras más controvertidas y controversiales de la historia moderna y contemporánea de latinoamericana.

Vida de José Vasconcelos

José María Albino Vasconcelos Calderón fue un abogado, político, escritor, educador, funcionario público y filósofo mexicano.

Nacido en Oaxaca, ciudad capital del mismo estado, el 28 de febrero de 1882, fue el segundo de los nueve hijos que procrearon Ignacio Vasconcelos Varela (funcionario aduanero) y Carmen Calderón Conde. Recibió de sus padres una educación FUERTEMENTE CATÓLICA E HISPANISTAS además de un

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En la historia de Latinoamérica, 1898 constituye una fecha clave, pues a partir de ese momento quedó claro el enorme poderío de los Estados Unidos, suscitando entre los vecinos americanos una gran admiración que fue denominada por Rodó «nordomanía». El contraste entre el norte y el sur del continente, entre los Estados Unidos y las naciones latinoamericanas, lleva a éstas a querer imitar al vecino del norte en un intento de salir de su precaria situación política, económica y cultural. Esto se traduce en el dualismo norte-sur al que se une sajonismo-latinismo o bien utilitarismo-idealismo.

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nacionalismo ANTIANGLOSAJÓN. El deseo de su padre fue “proteger” a la familia de la “yanquización”.

Su infancia la vivió en la frontera en Piedras Negras, sus estudios iniciales los realizó en la comunidad fronteriza de Eagle Pass, Texas2. Luego ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria 3 (en la ciudad de México a donde se trasladó en 1899) y después a la Escuela de Jurisprudencia para concluir sus estudios como abogado en 1905.

Obs.: Vasconcelos fue hijo de la naciente unión entre educación pública y clase media. Gozó de una experiencia educacional excepcional: educación parvularia, maestro particular, acceso a muchos libros, migraciones educacionales en busca de las opciones más auspiciosas, etc. Insumos que lo llevarán a obtener el título de abogado en la capital del país en 1907.

FUNDADOR DEL ATENEO DE LA JUVENTUD, INSTITUTO QUE PRESIDIÓ (1909 o 1906??-1912)4

(crearon las bases) junto a Pedro Henríquez Ureña, Alfonso Reyes y Antonio Caso

Más adelante conocido como el Ateneo de México. Lo novedoso del Ateneo radica no en su disposición a criticar los excesos del porfiriato, sino en la calidad de las críticas adelantadas por la generación de jóvenes intelectuales que le dieron vida. La más importante de ellas tiene que ver con el:- RECHAZO AL DETERMINISMO Y MECANISCISMO del positivismo comtiano y spenceriano y - el llamado para que se dotara a la educación de una VISIÓN MÁS AMPLIAEsta aversión al canon positivista marcará la política educativa del futuro Ministro de Educación.

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La frontera entre México y Estados Unidos fue el paisaje en que Vasconcelos aprendió las primeras lecciones sobre nacionalidad. Vivió en el entonces poblado mexicano de Piedras Negras, pero estudió en la escuela primaria estadounidense de Eagle Pass, experiencia que marcó indeleblemente su mexicanidad: “El diario choque sentimental de la escuela del otro lado [en Eagle Pass, EE.UU.] me producía fiebres patrióticas y marciales. Me pasaba horas frente al mapa recorriendo con la mente los caminos por donde un ejército mexicano, por mí dirigido, llegaría alguna vez hasta Washington para vengar la afrenta del cuarenta y siete y reconquistar lo perdido.La infancia de José Vasconcelos transcurrida en este ambiente no se verá exenta de la influencia extranjera. Su asistencia a la escuela elemental de Eagle Pass en Texas reforzará la injerencia norteamericana en su formación. El protestantismo y el racismo marcarán profundamente su vida. A la vez la mayor exigencia a la que se encontraba expuesta en la escuela formará su carácter y le ayudará en su restante vida estudiantil e intelectual. El individualismo norteamericano, la adopción de algunas costumbres extranjeras, un catolicismo arraigado ante el protestantismo, y un nacionalismo creciente, fueron los legados que la zona norte del país dejó en José Vasconcelos.

3 Fundada el 3 de febrero de 1868 por un discípulo de Augusto Comte, don Gabino Barreda (1818-1881), la Escuela Nacional Preparatoria (ENP) fue el primer intento por educar a los futuros ciudadanos eliminando el monopolio de las conciencias que ejercía la iglesia católica.

4 En el Ateneo y bajo su administración edificó la Universidad Popular Mexicana (1912-1920), dependencia con la misión social de

educar mediante conferencias, conciertos etcétera, a los adultos, pero principalmente a los obreros. A esta Universidad, Vasconcelos le impuso una mística educativa orientada hacia el pueblo, rasgo también latente en su rectoría en la Universidad Nacional.

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Vasconcelos y la generación del Ateneo proponía: LIBERTAD DE CÁTEDRA LIBERTAD DE PENSAMIENTO LA REAFIRMACIÓN DE LOS VALORES CULTRALES, ÉTICOS Y ESTÉTICOS EN LOS QUE AMÉRICA

LATINA EMERGIÓ COMO REALIDAD SOCIL Y POLÍTICA.

Les interesaba la literatura clásica, la filosofía y la metafísica.Aquí es importante destacar que una de las características del porfiriato, para algunos el lado oscuro de éste, es justamente un cierto:

DESDÉN POR LO NACIONAL MEXICANO, FASCINACIÓN POR LO EUROPERO, LO FRANCÉS, LO ALEMÁN O, SI NADA DE ESTO ES POSIBLE,

CON LO ESTADOUNIDENSE, COMO ALTERNATIVA VIABLE PARA ALCANZAR EL PROGRESO.

Vasconcelos y la generación del Ateneo sientan las bases para una ambiciosa recuperación de lo nacional mexicano y de lo latinoamericano como una identidad Desde 1909 apoyó activamente a Francisco I. Madero en la lucha electoral por conseguir la

presidencia en 1910. José Vasconcelos formó parte de las filas del Partido Antireeleccionista ante el gobierno de Estados Unidos y desde su puesto de editor del periódico del partido hizo todo cuanto pudo por asegurar la victoria de Madero. No obstante, el encarcelamiento del candidato y el fraude electoral cometido por el régimen de Díaz, obstruyó toda posibilidad de un cambio democrático y pacífico.

Tomó parte activa en la revolución de 1910

Es de este primer período de la vida pública de Vasconcelos del que ha surgido, como una suerte de leyenda, la idea de que fue él quien acuñó el lema más célebre del maderismo: "Sufragio Efectivo, No Reelección".5

Díaz renunció, y el gobierno provisional instalado al efecto convocó a nuevas elecciones presidenciales en las que Madero triunfó en 1911. El triunfo de la revolución maderista significó para Vasconcelos el triunfo de la civilización sobre la barbarie. Sin embargo, esta última fue ganando terreno poco a poco. La traición de Victoriano Huerta, el asesinato de Madero, y el triunfo de la revolución constitucionalista encabezada por Venustiano Carranza obligaron a Vasconcelos al ostracismo. Fueron varios los años los que el futuro Ministro de Educación pasó fuera de México.

Cuando Vasconcelos logró el reconocimiento de Carranza como presidente de facto, éste volvió a nombrar a Vasconcelos director de la Escuela Nacional Preparatoria (solo durante pocos

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El genio de Vasconcelos radicó, sin embargo, en haber rescatado esa frase usada originalmente por el joven Porfirio como un ariete contra el anciano Juárez, cuando éste insistía en prolongar su permanencia en el poder.

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meses). Pero discrepancias políticas con Carranza llevaron una vez más al exilio a Vasconcelos, que regresó para encargarse de la Secretaría Instrucción Pública (desde el 7 de septiembre de 1914 hasta el 15 de enero de 1915) durante la breve gestión de Eulalio Gutiérrez Ortiz como presidente de la Convención Nacional. Durante este periodo, Vasconcelos no pudo en realidad desarrollar sus ideas en materia de educación pública, pues las pugnas internas de los revolucionarios de la Convención de Aguascalientes y la derrota de Francisco Villa ante Álvaro Obregón, hicieron imposible cualquier ejercicio de funciones de gobierno.

En mayo de 1920, regresaba a México tras un destierro de 5 años. Poco después al proclamarse el Plan de Agua Prieta en 1920, Vasconcelos se alineó con Álvaro Obregón contra Carranza. Tras la muerte de Carranza, el presidente interino Adolfo de la Huerta le encargó el Departamento Universitario y de Bellas Artes, cargo que incluía la rectoría de la Universidad Nacional de México (entre 1920-1921)

El mismo año en que asumió la dirección de las políticas educacionales en México sentenció: “la pobreza y la ignorancia son nuestros peores enemigos, y a nosotros nos toca resolver el problema de la ignorancia”.Pero el escenario que había que enfrentar para derrotar a la ignorancia era, por lo bajo, desafiante. Había un sistema educativo nacional desorganizado, con escasa cobertura, mala infraestructura, una deficiente y mal pagada dotación de maestros, una escasa preocupación de la universidad por los problemas nacionales y, por si fuera poco, un menguado respaldo económico.Imbuida en un contexto elitista la Universidad era percibida como una institución separada completamente del ámbito social. Nulo era el aporte de los universitarios, maestros y alumnos, en la mejora del nivel de vida de la población. Vasconcelos trató de cambiar tal actitud proclamando que la Universidad debería interesarse y participar activamente en la solución de los problemas sociales. “En estos momentos –pronunció Vasconcelos en su discurso de toma de posesión del cargo de Rector- yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo”Parte importante en la tarea educativa de la Universidad era dar el sustento teórico para replantear el sistema educativo mexicano. “De esta Universidad debe salir la ley que dé forma al Ministerio de Educación Pública Federal que todo el país espera con ansia” El corto período que Vasconcelos ocupó la rectoría universitaria fue dedicado en gran parte a lograr la creación de un Ministerio de Educación que guiará la política educativa a nivel nacional. Sin embargo, también atendió otras cuestiones como fueron la creación del escudo y lema universitario. Su elaboración no sólo responde a cuestiones estéticas, sino también a una concepción filosófica: “Se resuelve que el Escudo de la Universidad Nacional consistirá en un mapa de la América Latina con la leyenda: “POR MI RAZA HABLARÁ EL ESPÍRITU”; se significa en este lema la convicción de que la raza nuestra elaborará una cultura de tendencias nuevas, de esencia espiritual y libérrima. Sostendrán el escudo un águila y un cóndor, apoyado todo en una alegoría de los volcanes y el nopal azteca” “Los educadores de nuestra raza deben tener en cuenta que el fin capital de la educación es formar hombres capaces de bastarse a sí mismos y de emplear su energía sobrante en el bien de los demás”.

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SECRETARIO DE EDUCACIÓN PÚBLICA con Obregón (1921-1924). Las peticiones y demandas constantes de Vasconcelos en trono a la reorganización del sistema educativo mexicano y a la creación de un Ministerio de Educación fueron tomadas en cuenta por el presidente Obregón. El 25 de julio de 1921 se creó la Secretaría de Educación Pública, siendo el 11 de octubre nombrado para ocupar el nuevo cargo: José Vasconcelos

A fin de entender la concepción educativa que José Vasconcelos fomentó al frente de la Secretaría de Educación es necesario tomar en cuenta el contexto en que desarrolló su labor. Los años de lucha revolucionaria habían contribuido a acentuar las diferencias existentes en el país. México era una nación fragmentada. Los regionalismos, el caudillismo, las facciones políticas y los grupos étnicos contribuían a este carácter fragmentario. Carácter que impedía la consolidación y el desarrollo del país. México se encontraba a merced de las disputas entre los diversos grupos que lo componían. Bajo la óptica de Vasconcelos era necesario, como requisito indispensable para que la nación se desarrollara, acabar con estas disputas. Sin embargo, reconocía que la aparición de un hombre fuerte, que pudiera poner fin a los enfrentamientos, era un peligro. Era necesario entonces unificar. Había que lograr la comunión de intereses de los diversos grupos, y esto sólo era posible por medio de la educación. La política educativa vasconcelista respondería a tratar de unificar a la población del país, creando una cultura y conciencia nacionales. A fin de crear y cimentar la unidad entre los mexicanos, Vasconcelos desarrollará su labor educativa bajo tres aspectos: el físico, el ético y el estético. El individuo debía de desarrollarse en cada uno de estos campos, sólo así su educación sería completa, sólo así se lograría que el individuo se reconociera como parte integrante de la sociedad mexicana.Este método pedagógico será definido por Vasconcelos en el texto: De Robinsón a Odisea. Pedagogía estructurativa. “Lo que he buscado –comentaba en la introducción de su ensayo- es definir un plan que sería aplicado a no importa cual país del continente hispánico”. Frente a un método de enseñanza caracterizado por el empirismo y la inducción, Vasconcelos oponía otro cuyos principales rasgos eran la reflexión y la deducción.Nunca antes el aspecto educativo en México había tenido tanta atención gubernamental. Durante los años que Vasconcelos estuvo al frente de la nueva Secretaría (1921-1923) se dedicó a este aspecto cerca del 8 por ciento del presupuesto anual nacional. Esta cantidad le permitió aumentar en casi un 50 por ciento el número de maestros, escuelas y alumnos durante su período.Las funciones y la estructura interna de la Secretaría de Educación fueron elaboradas por Vasconcelos siguiendo su concepción educativa y sus planes. Eran tres los departamentos en que se dividió el Ministerio: el de escuelas, el de bibliotecas y el de bellas artes; además de uno temporal: el de educación indígena. El primero de ellos trataba todo lo concerniente a todos los centros escolares; el segundo se encargaba de renovar el acervo bibliográfico de cada biblioteca, y además de fundar otras; el tercer departamento cobijaba y fomentaba toda manifestación artística; y el último impartía educación a los grupos indígenas.

un ambicioso proyecto de difusión cultural en el país,

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con programas de instrucción popular, edición de libros y promoción del arte y la cultura.

El objetivo era integrar a México de manera más amplia en las grandes transformaciones que siguieron al fin de la primera Guerra Mundial.

hizo de los maestros rurales un ejército de paz y de cada profesor, según su propia metáfora de raíz católica, inspirada en el sacrificio de los misioneros del período colonial, un "apóstol de la educación".

Al trabajo de los maestros rurales sumó el apoyo, nunca antes visto en México, de la edición masiva de algunas de las más grandes obras del pensamiento europeo y occidental, que fueron distribuidas por todos los rincones del país en lo que Vasconcelos no dudó en calificar como Misiones Culturales.

Además, inició un ambicioso programa de intercambio educativo y cultural con otros países americanos, las llamadas "embajadas culturales", que llevaron a algunos de los más brillantes estudiantes mexicanos de la época a entrar en contacto a edad temprana con sus pares de Argentina, Brasil, Colombia, Perú y otros países de América Latina.

Apoyó, además, a multitud de artistas e intelectuales. Tal fue el caso de muralistas como David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Diego Rivera. El apoyo de la Secretaría de Instrucción Pública de Vasconcelos no se limitó, sin embargo, a los artistas mexicanos, como lo demuestra su relación con la chilena Gabriela Mistral, ni tampoco al campo de lo artístico; un ejemplo entre otros muchos es su relación con el político peruano Víctor Raúl Haya de la Torre.

Un aspecto clave de su gestión, fue la reconstrucción o construcción de edificios de uso público para la difusión de la cultura, como el Estadio Nacional, escuelas publicas de diferentes niveles, bibliotecas y, de manera más general, los edificios destinados a albergar el aparato burocrático del sistema educativo a lo largo y ancho de la nación.Vasconcelos, sin embargo, encontró difícil conciliar su condición como pensador independiente con las exigencias de los cargos de gobierno que ejerció. Además, su relación con Álvaro Obregón y Plutarco Elías Calles estuvo siempre mediada por la desconfianza que le inspiraban los mexicanos del norte de la república. Es por eso por lo que, luego de su brillante inicio como funcionario público, Vasconcelos decidió retirarse del ejercicio de los cargos públicos, para dedicarse a satisfacer su pasión por la escritura, el análisis filosófico y la polémica. A pesar de ello, tuvo una participación destacadísima en las luchas por obtener la autonomía de la Universidad Nacional.En su filosofía como educador propone:

Sentir la cultura mestiza como base del concepto de mexicanidad. Mexicanizar el saber, es decir, hacer objeto de estudio la antropología y el medio natural del

país. Hacer de Latinoamérica el centro de una gran síntesis humana.

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Emplear el sentido del servicio y amor fraterno del ser humano como medio de ayuda a los más desprotegidos,

y Valerse del industrialismo -como simple medio, nunca como un fin- para promover el progreso de la nación.

En 1929 decidió postularse como candidato a la presidencia de la república. Eso lo llevaría a

enfrentarse al candidato de Calles, Pascual Ortiz Rubio en una desigual campaña que recordó a muchos la que Madero desarrolló en 1909 contra Porfirio Díaz, no solo por el apoyo del aparato del Estado al candidato Ortiz Rubio, sino también por la violencia que muchos vasconcelistas debieron padecer en carne propia.

Los resultados oficiales de la elección arrojan un 93 por ciento de los votos para Pascual Ortiz Rubio y el resto para Vasconcelos y otros. Los resultados, sin valor alguno para la mayoría de los historiadores del periodo, dejaban ver--sin embargo--el claro mensaje que Calles y su grupo enviaban a Vasconcelos: no se respetarían elecciones democráticas, sino sucesión presidencial previamente acordada por el jefe de Estado, lo que se convirtió en modelo político mexicano tocante al tema de la sucesión presidencial a lo largo del siglo XX.

Nuevamente decide exiliarse a Estados Unidos y Europa, que le permitió dedicarse de lleno al análisis filosófico (y adentrarse en el análisis del pensamiento filosófico hindú), a escribir su monumental autobiografía, un referente obligado para comprender el México del siglo XX, y una serie de artículos y comentarios sobre temas diversos.

Volvió a México en 1940 y se encargó de la dirección de la Biblioteca de México (1941- 1947). Perteneció a incontables agrupaciones culturales extranjeras y del país; fue miembro del Colegio Nacional y a la Academia Mexicana de la Lengua. De esta etapa de su vida lo menos recordado es su contradictoria admiración por los resultados obtenidos por los regímenes fascistas en Europa, que incluyó la dirección de un periódico patrocinado por la embajada Alemana de entonces. Vasconcelos admiraba de esos regímenes su capacidad para movilizar y organizar a grandes grupos de ciudadanos que, de otra manera, se encontraban sumidos en crisis profundas que le recordaban la situación que México vivía.

Vasconcelos, por cierto, no estaba solo en estas simpatías, como lo atestiguan las ediciones de distintos diarios de la capital de la república, especialmente las ediciones vespertinas del diario Excélsior, llamadas Últimas Noticias de la Mañana y Últimas Noticias de la Tarde, que abiertamente expresaban sus simpatías por la Alemania nazi. Hay quienes consideran que fueron estas simpatías fascistas las que le impidieron permanecer en Estados Unidos y le obligaron a regresar a México. Sin embargo, cuando se conocieron detalles sobre los excesos cometidos en los campos de concentración y en el tratamiento de los prisioneros de guerra, Vasconcelos expresó su repudio a los excesos del nacionalsocialismo alemán y del fascismo italiano. Una vez concluida la guerra, Vasconcelos continuó como director de la Biblioteca Nacional, cargo que combinó con una activa carrera como profesor universitario y polemista.

Murió en el barrio de Tacubaya, en la ciudad de México, el 30 de junio de 1959.

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ObraSu obra dejó una marca profunda en la vida cultural mexicana. Su doctrina filosófica lo caracteriza como cercano a Arthur Schopenhauer y Miguel de Unamuno. El humanismo vasconcelista tiene perspectiva vivencial en:

su monumental serie autobiográfica Ulises Criollo (1935), La Tormenta (1936), El desastre (1938), El proconsulado (1939) y La Flama. Los de Arriba en la Revolución. Historia y Tragedia (1959).

La Raza Cósmica (1925) adelanta la más poderosa crítica hasta ahora del racismo con el que, desde el siglo XVI, se ha tratado de justificar la sumisión de los pueblos de América Latina frente a Europa y la América sajona. Se trata en su conjunto de una obra que ha sido influyente para la conformación del pensamiento filosófico, humanista y político en Latinoamérica, que recorrió y cultivó intelectualmente como se atestigua en las narraciones de «La raza cósmica».

Ensayos y tratados escritos a lo largo de su vida dan cuenta de su pensamiento, del cual puede decirse que cambió y evolucionó desde un espíritu idealista a uno tortuoso; Su filosofía está contenida en

«Pitágoras, una teoría del ritmo» (1916), «El monismo estético» (1918), «Tratado de metafísica» (1929), «Ética» (1932) y «Estética» (1935) que es considerada por estudiosos de su pensamiento como la mejor de sus

obras; Uno de sus principales logros es la literatura de género divulgativo, lo que logra con «Estudios

indostánicos» (1921), «Historia del pensamiento filosófico» (1937), «Manual de filosofía» (circa 1945) y «Breve historia de México» (1956)

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En “La Raza Cósmica”Además de la educación, el tema de la raza es otro de los componentes que el filósofo desarrollará con profundidad a lo largo de su obra, son la esperanza, en general, de todos los pueblos latinoamericanos.

José Vasconcelos se constituyó en uno de los polos claves del círculo mestizófilo-indigenista que funcionó durante los años 20.La mestizofilia, –como la denomina Agustín Basave– en sentido amplio, como la idea de que el fenómeno del mestizaje y/o culturas- es un hecho deseable, y sostiene que la tesis central de Andrés Molina Enríquez parte de la premisa que considera a los mestizos de México como a los mexicanos por antonomasia, los auténticos depositarios de la mexicanidad, y pretende demostrar histórica y socioetnológicamente que México puede convertirse en una nación desarrollada y próspera mientras no culmine su proceso de mestizaje, mediante la reducción a una de todas las minorías de las mezclas entre indios y criollos.A diferencia de lo que sucede en Europa, en el ámbito de los nacionalismos, en América Latina y en México también, el fenómeno fue contrario; primero se obtuvieron los Estados y luego se intentó crear las naciones, pero los pueblos carecían de conciencia nacional, siendo la idea de nacionalidad patrimonio exclusivo de las élites coloniales. Al principio la corriente mestizófila subrayaba los aspectos negativos del mestizaje, haciendo de la mezcla de razas la causa del desorden de México; luego evolucionó hacia los aspectos positivos del ser mestizo hasta llegar a propugnar el mestizaje como la quintaesencia de la mexinanidad.José Vasconcelos, portavoz de la unificación mestizoamericana: de la mezcla mundial de razas no podrá salir, nada más que por la selección de todas ellas, un nuevo tipo, la quinta raza mundial, en América Latina, y la tiene en consideración porque el mestizaje tienen una avasalladora realidad. Para alguno autores se trata de una mestizofilia relativa, más bien una hispanofilia amestizada. En un segundo momento, con el fracaso político, reniega de la mestizofilia en pro de un criollismo. Si antes la había aceptado era porque el proceso de mestizaje era un hecho, inevitable e irreversible.Si tesis de la raza cósmica no tiene el propósito de justicia social, pero eleva el mestizo a rango universal. Es en este sentido que Vasconcelos comprende la desaparición de las antiguas civilizaciones de la humanidad como Egipto, India, Grecia o la imaginaria Atlántida6, no como una catástrofe, sino como

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Atlántida (en griego antiguo Ατλαντίς νῆσος, Atlantís nēsos, ‘isla de Atlantis’) es el nombre de una isla legendaria desaparecida en el

mar, mencionada y descrita por primera vez en los diálogos Timeo y el Critias, textos del filósofo griego Platón.La precisa descripción de los textos de Platón y el hecho que en ellos se afirme reiteradamente que se trata de una historia verdadera, ha llevado a que, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, durante el Romanticismo, se propongan numerosas teorías sobre su ubicación. En la actualidad se piensa que el relato de la Atlántida, según la interpretación literal de las traducciones ortodoxas de los textos de Platón, presenta anacronismos y datos imposibles, sin embargo se ha apuntado que la leyenda pueda haber sido inspirada en un lejano fondo de realidad histórica, vinculado a alguna catástrofe natural pretérita como pudiera ser un diluvio, una gran

inundación o un terremoto. La Atlántida ha servido de inspiración para numerosas obras literarias y cinematográficas, especialmente

historias de fantasía y ciencia-ficción.

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parte del plan de una historia total. Este plan de una historia total designa un proceso de mestizaje en ascenso, dividido en diferentes periodos históricos y razas "con una dirección, un ritmo y un propósito" (La raza, 15). Si bien por un lado, Vasconcelos divide y caracteriza las edades de la humanidad en tres períodos de desarrollo: uno material, dominado por la violencia y una voluntad confusa; otro racional, regido por las reglas, normas y tiranías; y un último, estético, gobernado por la armonía, el gusto por lo bello y la voluntad libre.Por otro lado, tales edades están asociadas a la presencia de cuatro razas o culturas [el negro, el indio descendiente de Atlantes, el mongol y el blanco], más una "quinta raza" todavía por gestarse, que la denomina "étnico superior" o raza cósmica. En su intento por oponerse al paradigma positivista del blanqueamiento racial, Vasconcelos entiende el progreso de la historia total de la humanidad como la suma mestiza de estas diferentes edades y razas, cuyo resultado final es el número ocho, símbolo armónico del infinito. "Lo que da cinco razas y tres estados, o sea el número ocho, que en la gnosis pitagórica representa el ideal de la igualdad de todos los hombres" (La raza, 52). Esta “igualdad” o “armonía”, en definitiva, supone la afirmación de un mestizaje utópico como base capaz de proveer el fundamento histórico y cultural de una democracia racial futura.Las etapas más espléndidas de las civilizaciones de la humanidad, según Vasconcelos, fueron siempre etapas mestizas; y por el contrario, grandes imperios como Roma, Alejandría, India o Grecia decaen cuando niegan el mestizaje. “Las épocas más ilustres de la humanidad han sido, precisamente, aquellas en que varios pueblos disímiles se ponen en contacto y se mezclan” (La raza, 43).El esplendor de la cultura es, para Vasconcelos, sinónimo de mezcla racial y cultural: el mestizaje es una metafísica histórica de progreso.En definitiva, por raza cósmica entiende a una raza síntesis o raza integral que expresaría lo propio continental en sentido sociogenético y cultural. Esta raza termina con la dispersión y realiza la unidad del género humano. Pero en tanto no se haya desarrollado esa quinta raza, continúa la oposición entre hispano-latino-indígena, por un lado, y la sajón, por otro.Al igual que otros intelectuales de su época como Manuel Gamio o Andrés Molina Enríquez, el “hombre nuevo” que Vasconcelos afirma es un héroe mestizo, un héroe moderno engendrado por la Revolución Mexicana, pero sedimentado a la vez en la cultura ancestral de la Atlántida y sus descendientes.El problema mayor de esta historia metafísica del mestizaje americano de Vasconcelos es que obvia estratégicamente el conflictivo proceso de conquista, colonización y explotación de las poblaciones americanas, tanto nativas como transplantadas. Marentes afirma: "los conquistadores del continente americano son, para Vasconcelos, figuras heroicas comparables a la mítica figura de El Cid" (99). Hablar de la conquista y colonización de las poblaciones nativo-americanas es en último término, para Vasconcelos, pensar en procesos necesarios que posibilitan y completan la obra civilizadora de una síntesis racial superior. El discurso utópico del mestizaje afirmado por Vasconcelos borra las crueldades vividas en la historia del colonizado y trivializa el genocidio de la Conquista.

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Vasconcelos afirma: “¡Cuántos distintos los sones de la formación iberoamericana! Semejan el profundo scherzo de una sinfonía infinita y honda: voces que traen acentos de la Atlántida” (La raza, 31). Estos distintos sones, entendidos bajo la forma del humanismo, anti-positivismo, antiimperialismo, clasicismo griego y americanismo, serán para Vasconcelos las coordenadas ideológicas de dicho renacimiento cultural. En realidad, la figuración de la Atlántida aparece en las letras hispanoamericanas de finales del siglo XIX en autores tan notorios como Rubén Darío, Olegario Andrade, Ricardo Rojas, entre otros.La Atlántida, en el pensamiento de Vasconcelos, emerge como aquel continente de ideas, autores y libros que la narran y sitúan dentro de la tradición cultural del pensamiento humanista grecolatino.La idea de la Atlántida en el ensayo de La raza cósmica podría entenderse así como la búsqueda de un pensamiento utópico, intuitivo y humanista; una manera de afirmar la existencia de un pensamiento excedente del científicopositivo. De esto que, en tanto que escenario ideológico de las ideas, el mito de la Atlántida recupera dos viejas pulsiones del grupo Ateneo, grupo de la formación juvenil de Vasconcelos: el gusto exótico por lo griego, con Platón a la cabeza; y el rechazo al positivismo del Porfiriato, como "filosofía oficial" del gobierno derrocado.

Si bien Vasconcelos defiende un mestizaje positivo, utópico, en el que participarían de manera democrática todas las razas y culturas de la humanidad; por otro lado, afirma contradictoriamente el privilegio de ciertas mezclas, repudiando la presencia bárbara de otras. En palabras de Vasconcelos: Resulta entonces fácil de afirmar que es fecunda la mezcla de los linajes similares y que es dudosa la mezcla de tipos muy distantes según ocurrió en el trato de españoles y de indígenas americanos. […] Sucede que el mestizaje de factores muy disímiles tarda mucho tiempo en plasmar

Esta fobia escondida a las "malas mezclas" es, sin duda, la razón por la cual Vasconcelos sitúa el elemento dominante de la civilización occidental en una tradición cultural "blanca".Afirma Marentes: "El modelo de Vasconcelos niega a los nativo americanos –como también a los africanos y asiáticos– un rol en la producción del conocimiento moderno y en la posesión de la belleza física" (97). La raza blanca, para Vasconcelos, no sólo que “ha puesto las bases materiales y morales para la unión de todos los hombres en una quinta raza universal” (La raza, 16); sino que, además, es para él una raza dominante, originaria y fundadora de toda la civilización occidental.Una tesis que regresa a Vasconcelos al positivismo racial que intentaba cuestionar. Vasconcelos afirma: En Grecia se funda el desarrollo de la civilización occidental o europea, la civilización blanca, que al expandirse llegó hasta las playas olvidadas del continente americano para consumar una obra de recivilización y repoblación (La raza, 16)

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La idea de una Atenas Negra o africana como origen de la “recivilización” y “repoblación” americana es impensable para Vasconcelos.No es casual que él explícitamente sugiera que “quizás entre todos los caracteres de la quinta raza predominen los caracteres del blanco” (La raza, 36).“Recivilizar”, “repoblar”, son así conceptos raciales que ponen a la civilización “blanca” de los griegos y europeos como el origen cultural dominante de la raza cósmica americana futura. En su ensayo, Vasconcelos justifica precisamente la existencia de una "quinta raza" como producto de una selección estética natural dada por la "Ley del Gusto" o sentido de belleza. Sólo aquellos físicamente bellos se mezclarán para procrear la nueva identidad racial universal, síntesis de lo mejor de la creatividad, imaginación y amor de la humanidad. Vasconcelos afirma: “vemos con profundo horror el casamiento de una negra con un blanco; no sentiríamos repugnancia alguna si se tratara del enlace de un Apolo negro con una Venus rubia, lo que prueba que todo lo santifica la belleza” (La raza, 41).

Vasconcelos convierte la utopía racial de su profecía en una forma maquillada, estetizada, de exclusión étnica y cultural, donde sólo aquellas razas consideradas bellas y compatibles, tendrían derecho a mezclarse. Afirma el autor de La raza cósmica, Por encima de la eugénica científica prevalecerá la eugénica misteriosa del gusto estético. Donde manda la pasión iluminada no es menester ningún correctivo. Los muy feos no procrearán, no desearán procrear, qué importa entonces que todas las razas se mezclen si la fealdad no encontrará cuna? (La raza, 41). El mestizaje americano es, en definitiva, una forma de redención estética; una vía de glorificar el "linaje" de cierta raza, a la vez que de evitar que se propague la "fealdad" de otras. El discurso utópico del mestizaje de Vasconcelos es una manera de borrar y desindianizar, de incorporación forzada de los sectores étnicos, antiestéticos, a la hegemonía de la cultura nacional emergente. Los indios, como afirma Bonfil Batalla, “primero son mexicanos, luego indios” (México Profundo 168). Las políticas del mestizaje que implementa la post-revolución en el poder, con Vasconcelos como uno de sus altos dirigentes en la década del veinte, no afirma una síntesis heterogénea de iguales sino la superioridad de la cultura mestiza, letrada y urbana, considerada “cósmica”, sobre los sectores étnicos y sociales tradicionalmente subordinados. La idea de Vasconcelos sobre una pretendida selección estética de las razas, racializa y esencializa su discurso del mestizaje americano.En síntesis, la utopía de la Atlántida, sinónimo de una nueva comunidad imaginada basada en las coordenadas ideológicas del humanismo, anti-positvismo, clasicismo griego y americanismo, que habían sido afirmadas años antes por los ateneístas, deviene en el orden simbólico hegemónico un sistema social de diferenciación y segregación ciudadana, un mecanismo ideológico de opresión, incorporación forzada y desprecio encubierto hacia aquellos sectores sociales considerados "antiestéticos". Recuérdese que, según Vasconcelos, el mítico “florecimiento” y “superior cultura” de los Atlantes viene a convertirse en los pobres restos y despojos de las civilizaciones de los Incas y Aztecas posteriores, “indignos totalmente de la antigua y superior cultura” (La raza cósmica 16).

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No existe ni un sólo pasaje en La raza cósmica que valore el aporte indígena en su singularidad en cuanto tal. Lo indígena sólo adquiere reconocimiento cultural como elemento incorporado a la cultura de la herencia greco-europea, pero es una realidad despreciada en su especificidad cultural heterogénea. La integración de lo indígena que Vasconcelos propone, si bien es “nueva” en la retórica oficial de la ideología dominante, resulta a la vez una incorporación abstracta, prejuiciosa y de profundo desprecio por lo étnico. Habría pues un doble registro en el discurso del mestizaje de Vasconcelos: por un lado, su discurso afirma una integración nacionalista y síntesis utópica feliz de las diferencias raciales y culturales; por otro lado, sugiere una degradación o ansiedad racial encubierta hacia la especificidad de los pueblos indígenas existentes. Situado en la vieja tradición del siglo XIX de fundar una genealogía étnica de la nación, para Vasconcelos, sólo el indio estetizado, redimido por la alta cultura e investido de mexicanidad, es el indio sublime.Vasconcelos sólo les reconocerá “valor estético” a aquellos indios o negros que tengan la gracia de producir ciertos bienes culturales para el gusto de la “alta cultura”. Tal es el caso del baile indígena de las zandungas tehuanas o la música afro-norteamericana de los spirituals, considerada por él como un “arte poderoso, intenso, sin duda el más intenso y original que se haya producido en el Nuevo Mundo” (Arte y Alma 281).

Para Anthony Smith (2000), la unidad, esplendor y antigüedad de las naciones modernas esta construida sobre la invención mítica de un descendiente étnico. La invención de los Atlantes legendarios provee al discurso utópico de Vasconcelos esa antigüedad de sangre e identidad cultural compartida, promocionada por el estado post-revolucionario de su época.Un Vasconcelos más agudo en su postura anti-estadounidense observa, en un segundo momento, que el indigenismo, así como el protestantismo religioso, eran promovidos efusivamente por ciudadanos e instituciones estadounidenses, lo que lo incita a pensar que éstos serían parte de una estrategia de conquista espiritual librada por el país del Norte. Por ello juzgó que, tanto el indigenismo como el protestantismo, tenían como objeto principal la generación de facciones en el seno iberoamericano, al modo de “dividir para gobernar”. “El indigenismo, por obra de los extranjeros que lo cultivan, se convierte en propaganda antiespañola y en motivo de división de la amalgama que es base de nuestra soberanía continental; la amalgama que debiera ser insoluble, de lo español y lo indígena.”Los designios universales que abrigaba para “nuestra raza” debían materializarse en esfuerzos enfocados a contrarrestar al temido y repudiado imperio estadounidense, y para ello el indio y el español debían dejar de ser ellos mismos para fundirse en la poderosa raza cósmica.Cada raza que se levanta necesita constituir su propia filosofía […] Nosotros nos hemos educado bajo la influencia humillante de una filosofía ideada por nuestros enemigos, si se quiere de una manera sincera, pero con el propósito de exaltar sus propios fines y anular los nuestros.De esta suerte nosotros mismos hemos llegado a creer en la inferioridad del mestizo, en la irredención del indio, en la condenación del negro, en la decadencia irreparable del oriental. La rebelión de las armas no fue seguida de la rebelión de las conciencias […] Comencemos entonces

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haciendo vida propia y ciencia propia. Si no se liberta primero el espíritu, jamás lograremos redimir la materia.

Esta retórica se inscribió en el discurso nacionalista de todo el continente a principios del siglo XX.

En Indología (1926) –libro escrito a petición de la Universidad Nacional de Puerto Rico-, Vasconcelos sostendrá que es el Estado el que debe fomentar la educación, al destinarle una considerable parte de los recursos fiscales. La SEP –acorde con la propia filosofía Vasconceliana- será un intento por coordinar la heterogeneidad educativa del país.Consciente de que los iberoamericanos requieren de una “expresión filosófica propia”, piensa desde y para Iberoamérica. Su libro Indología es precisamente el conjunto de reflexiones sobre los orígenes, la vida y el porvenir de la raza iberoamericana. El pensador reflexiona con el objeto de que estos pueblos se eleven al nivel de la humanidad, partiendo de un pensamiento propio, que no excluya ninguna tradición precedente, sino que las asimile. Sólo así puede conquistarse la cultura y elevarla sobre la misma civilización; sólo así Iberoamérica se reconocerá como tal, sin imitar modelos norteamericanos. Iberoamérica no debe escatimar la civilización, pero sí ponerla al servicio de la cultura, y la cultura empieza con la educación del individuo, pues la sociedad sólo vale por lo que sirve a los individuos.

En su Indología propone “depurar la democracia castigando al capitalismo, que, por no reconocer el límite al acaparamiento y la codicia, burla los propósitos de la democracia”. Más lejos aún de los valores norteamericanos, en La tormenta establece que la nacionalización de la riqueza debería ser por lo menos el principio de todo programa socio-económico en pueblos como los nuestros. Para él, la historia es un proceso que no debe darle la espalda al pasado. Uno de los grandes errores históricos de México y de otros países latinoamericanos es que le dieron la espalda al pasado y se dejaron conducir por los modelos estadounidenses, cuyo pasado es totalmente distinto.

Su gusto por España se muestra claramente en los antecedentes del prólogo a la Indología (1926), donde expresa su sentir en relación a ella resaltando un momento de su vida en el que decidió expatriarse estableciéndose en Madrid, ”la más generosa ciudad de la tierra”. A estas palabras de Vasconcelos, un tanto exageradas, se unen estas otras, en las que refiriéndose a la confianza que se le da a los iberoamericanos en España señala: “¡Lo que más se agradece en España es el trato de hijo pródigo que se da a los iberoamericanos, pues no se nos mira como a extraños!”

En el primer capítulo pone a consideración el tema de la cultura iberoamericana, en el segundo hace una caracterización del territorio donde está esa cultura, en el tercer capítulo presenta al hombre, en el cuarto trata acerca del pensamiento, en el quinto acerca de la educación, en el sexto reflexiona sobre el conflicto, y en el capítulo séptimo presenta el ideal.

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Conclusión

Hemos señalado que dentro del ciclo identitario que se produce en el pensamiento latinoamericano de las primeras décadas del siglo, los años que transcurren entre 1915 y 1930 están marcados por el énfasis en lo social, cuya expresión más importante es el indigenismo. Las diferentes tendencias, escuelas, influencias temáticas de principios de siglo XX en América latina fueron articuladas por este afán indentitario, que casi siempre cuestionaron la adopción de costumbres, ideas, pautas venidas de los países mas desarrollados, inadecuadas para entender y para proyectar las nuestras. Es esto los que los unifica en un espíritu identitario. En el centro de las reflexiones de Vasconcelos está la pregunta sobre la identidad iberoamericana: ¿quiénes somos, qué somos?, y la preocupación por elproblema de la unidad ideológica, cultural, económica y política del continente hispanoamericano. Sus consideraciones en torno a este tema tendrán, a partir de La raza cósmica (1925), un sello diferente pues esta obra marcará de manera clara su definición de latinos y sajones, manifestando ya en ese momento su aversión a estos últimos.Sin embargo, como se ha puesto de manifiesto José Vasconcelos es una de las figuras más controvertidas en el ambiente político e intelectual del siglo XX mexicano. Las opiniones en torno a su actuación política y a su producción filosófica son dispares. También son diversas las opiniones en relación a sus tesis sobre América. Los seguidores del Maestro de América destacan su denuncia del antiimperialismo y la penetración sajona y su concepción de la teoría de la raza cósmica como instancia emancipadora. Sus detractores ponen especial énfasis en su hispanismo, su menosprecio por el indígena, el apoyo que prestó a Hitler y la Alemania nazi y el giro que constituyó su adhesión, después de la derrota del Eje, a los Estados Unidos.

Además, a partir del positivismo mecanicista era coherente pensar que los pueblos de nuestro continente debían seguir el mismo destino que habían señalado los más modernos. Al reivindicar en cambio lo espiritual, lo idealista, lo volitivo, la libertad creadora se hace mucho más fácil imaginar un destino propio que debe construirse entre todos generando esa mezcla racial y esa integración étnico-cultural.