Julio 2012 AGUA Y AGRICULTURA InfoAserca · con respecto a la dependencia que existe entre la...

6
Julio 2012 3 AGUA Y AGRICULTURA * * Raúl Ochoa Bautista, Especialista Agropecuario “A” de la Dirección General de Operaciones Financieras, ASERCA/SAGARPA. Introducción En la actualidad, la demanda de agua se divide en cinco principales sectores: 1) para la alimentación y la agricultura, actividades que consumen la mayoría del agua que se extrae en el mundo; 2) para la energía, cuyo volumen de agua uti- lizada es raramente reportado; 3) para la industria, la que cubre un amplio rango de actividades que generan importantes ingresos, pero también, un extenso número de impactos en los recursos hídricos locales y el medio ambiente; 4) para los asentamientos humanos, que incluye agua para beber, cocinar, limpiar, actividades de higiene y algunos otros aspectos de carácter sanitario; 5) para el ecosistema, cuya demanda de agua está determinada por los requerimientos necesarios para mantener y restaurar los beneficios que los ecosistemas ofrecen a la población. La gestión y administración del agua -en cualquier país del mundo-, está preocupada por preguntas básicas que están relacionadas con la mayoría de las actividades que realiza el hombre. ¿Cuánta agua estamos utilizando actual- mente? ¿Estamos utilizándola en forma eficiente? ¿Cuánta agua requeriremos dentro de treinta o cincuenta años? Aunque estas preguntas parecen simples, su respuesta no es tan sencilla como pareciera. Cada uno de estos sectores, se ven influenciados por un importante número de fuerza externas – cambios demográficos, desarrollo tecnológico, crecimiento económico, crisis, cambio en las dietas, así como por valores sociales y cultura- les- las cuales determinan la demanda actual y futura del agua. Por desgracia, intentar predecir cómo evolucionarán estas fuerzas durante las siguientes dé- cadas y cómo afectarán la demanda de agua, es una tarea cargada de enormes incertidumbres. La demanda futura de agua, dependerá no sólo de la cantidad de alimentos, energía, actividad industrial o de los requerimientos de una pobla- ción en crecimiento, sino de la forma en que nosotros podamos usar de manera más eficiente, la cada vez más limitada oferta de agua. Es precisamente la agricultura y los alimentos una de las áreas de desafío, a las que deberá de ponerse una especial atención, a fin de resaltar los desafíos y las incertidumbres que nos permitan encontrar las mejores políticas y soluciones. Alimentos y agricultura La relación entre el agua y los alimentos es por todos conocida. Los cultivos y la ganadería, requieren de agua para su desarrollo y crecimiento. En términos generales se estima que la agricultura consume alrededor del 70 por ciento del total del agua extraída, por lo que es la clave para la seguridad alimentaria.

Transcript of Julio 2012 AGUA Y AGRICULTURA InfoAserca · con respecto a la dependencia que existe entre la...

Julio 2012

3PB

AGUA Y AGRICULTURA *

* Raúl Ochoa Bautista, Especialista Agropecuario “A” de la Dirección General de Operaciones Financieras, ASERCA/SAGARPA.

Introducción

En la actualidad, la demanda de agua se divide en cinco principales sectores: 1) para la alimentación y la agricultura, actividades que consumen la mayoría del agua que se extrae en el mundo; 2) para la energía, cuyo volumen de agua uti-lizada es raramente reportado; 3) para la industria, la que cubre un amplio rango de actividades que generan importantes ingresos, pero también, un extenso número de impactos en los recursos hídricos locales y el medio ambiente; 4) para los asentamientos humanos, que incluye agua para beber, cocinar, limpiar, actividades de higiene y algunos otros aspectos de carácter sanitario; 5) para el ecosistema, cuya demanda de agua está determinada por los requerimientos necesarios para mantener y restaurar los beneficios que los ecosistemas ofrecen a la población.

La gestión y administración del agua -en cualquier país del mundo-, está preocupada por preguntas básicas que están relacionadas con la mayoría de las actividades que realiza el hombre. ¿Cuánta agua estamos utilizando actual-mente? ¿Estamos utilizándola en forma eficiente? ¿Cuánta agua requeriremos dentro de treinta o cincuenta años? Aunque estas preguntas parecen simples, su respuesta no es tan sencilla como pareciera.

Cada uno de estos sectores, se ven influenciados por un importante número de fuerza externas – cambios demográficos, desarrollo tecnológico, crecimiento económico, crisis, cambio en las dietas, así como por valores sociales y cultura-les- las cuales determinan la demanda actual y futura del agua. Por desgracia, intentar predecir cómo evolucionarán estas fuerzas durante las siguientes dé-cadas y cómo afectarán la demanda de agua, es una tarea cargada de enormes incertidumbres. La demanda futura de agua, dependerá no sólo de la cantidad de alimentos, energía, actividad industrial o de los requerimientos de una pobla-ción en crecimiento, sino de la forma en que nosotros podamos usar de manera más eficiente, la cada vez más limitada oferta de agua.

Es precisamente la agricultura y los alimentos una de las áreas de desafío, a las que deberá de ponerse una especial atención, a fin de resaltar los desafíos y las incertidumbres que nos permitan encontrar las mejores políticas y soluciones. Alimentos y agricultura

La relación entre el agua y los alimentos es por todos conocida. Los cultivos y la ganadería, requieren de agua para su desarrollo y crecimiento. En términos generales se estima que la agricultura consume alrededor del 70 por ciento del total del agua extraída, por lo que es la clave para la seguridad alimentaria.

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Julio 2012

54

A nivel mundial, organismos multilaterales como la FAO sostie-nen que hay suficiente agua disponible para nuestras necesidades futuras1. Pero esta imagen de disponibilidad, oculta una situación de escasez que afecta a miles de millones de personas en diversas regiones del orbe, muchas de los cuales son pobres y desfavore-cidas. Es importante reconocer que se requiere de grandes cam-bios en la política y gestión del agua a lo largo de toda la cadena de producción agrícola, que asegure el mejor uso de los recursos hídricos disponibles y con ello, satisfacer la demanda creciente de alimentos y de otros productos agrícolas.

El uso del agua en la agricultura

El sector agrícola en su conjunto tiene la huella hídrica2 más gran-de en comparación con otros sectores, en particular durante la fase de producción. De igual forma, la creciente demanda de pro-ductos pecuarios está aumentando el uso de agua, no sólo du-rante la producción, sino a lo largo de toda la cadena de valor del ganado. A lo anterior habría que sumar los efectos contaminantes que ambas prácticas generan y que afectan la calidad del agua, lo que deriva en muchas ocasiones en una menor disponibilidad.

El consumo de agua del sector agrícola, incluye la utilizada para la producción de granos destinados a la alimentación humana, granos forrajeros y fibras, además de las pérdidas por evaporación del suelo y de los depósitos abiertos asociadas con la agricultu-ra, tales como los campos de arroz, canales de riego y embalses. Alrededor del 20 por ciento del total de los 7,130 km3 de agua, destinados al consumo anual para la agricultura es agua azul, es decir, la que proviene de ríos, arroyos, lagos y aguas subterráneas para fines de riego. Si bien el riego representa tan sólo una parte modesta del consumo de agua para fines agrícolas, su papel es

1 Otras organizaciones no gubernamentales también comparten esta idea. Al menos en su más reciente informe Living Planet Report 2012. Biodiversity, biocapacity and better choices, el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por sus siglas en inglés), asegura que hay suficiente agua para cubrir nuestras necesidades y también para conservar saluda-bles los ríos, lagos y humedales, que son fundamentales para mantener el ciclo del agua. Esto sin dejar de reconocer que se requieren mecanis-mos de gestión y administración del agua más inteligentes, que permita un uso más eficiente. El informe pone énfasis en la presión acumulada que se está ejerciendo sobre los diversos recursos del planeta, incluida el agua. Un ejemplo de ello, es que por lo menos 2,700 millones de per-sonas viven en cuencas, que experimentan una escasez grave de agua durante al menos un mes del año.

2 La huella hídrica o water footprint fue un concepto introducido por Arjen Hoekstra en el año 2002. La huella hídrica representa el volumen de agua dulce –medido en m3/año- utilizados directa o indirectamente para producir los bienes y servicios consumidos por los habitantes de un país. Entre 1996-2005 el promedio mundial de huella hídrica fue de 9,000 billones de m3, de la que 92 por ciento fue consumida por la agricultura.

crucial, ya que contribuye con un poco más del 40 por ciento de la producción agrícola mundial, en menos de 20 por ciento de las tierras cultivadas.

La seguridad alimentaria es un tema de preocupación en todo el mundo, sobre todo en situaciones de hambruna como la que en la actualidad se ha estado presentando en el Sahel3. No obstante, las personas en general aún tienen poca o ninguna información con respecto a la dependencia que existe entre la producción de alimentos y el agua. Por ejemplo, pocos conocen que 70 por ciento de la extracción de agua dulce del mundo, ya está com-prometida con la agricultura de regadío y que por lo tanto, se necesitará más agua para satisfacer la demanda futura de alimen-tos. Por desgracia, es probable que la extracción de agua tienda a disminuir con el aumento de los niveles de desarrollo, sobre todo por su sobreexplotación.

En la actualidad, en muchos países -no sólo en los menos adelan-tados-, la disponibilidad de agua para la agricultura es incierta y limitada. En las naciones que pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OECD, por sus siglas en inglés) el agua para usos agrícolas representa el 44 por ciento, del total del agua extraída. Pero esta cifra se eleva a más de 60 por ciento cuando consideramos a los ocho países de la OCDE que dependen fuertemente de la agricultura de regadío.

3 En la región del Sahel en África Occidental y Central, alrededor de 18 millones de personas están en riesgo de padecer hambre a causa de la crisis alimentaria. La combinación de sequía, precios altos de los alimen-tos, pobreza y conflictos socio-políticos, son las causas que han ocasio-nado una caída de 25 por ciento en la producción agrícola de la región. Diversas ONGs han llamado a la comunidad internacional para que se intervenga de manera inmediata y se evite lo que podría convertirse en una crisis humanitaria.Pu

blica

do e

n In

foAs

erca

Julio 2012

54

En los países que forman el llamado “BRIC” (Brasil, Rusia, India y China), el agua para uso agrícola representa en promedio 74 por ciento del total del agua extraída, aunque es importante señalar que el uso oscila entre 20 por ciento de la Federación Rusa y 87 por ciento en India. En los países menos adelantados, la cifra se ubica por encima del 90 por ciento.

El rendimiento promedio mundial de los cultivos de riego es 2.7 veces mayor que el de la agricultura de temporal, lo que indica, que pese a un menor empleo del recurso, la agricultura de riego desempeña un papel básico en la producción de alimentos. En los últimos 40 años, la superficie de riego en el mundo aumen-tó, al pasar de 170 millones hectáreas en 1970 a 304 millones hectáreas en 2008. Se estima que hay todavía posibilidades de expansión en este tipo de áreas, en particular en África subsaha-riana y en América del sur, donde hay disponibilidad suficiente de agua. Pero para que se mantenga la productividad de las áreas de riego desde una perspectiva sustentable, será necesario ase-gurar la cantidad de agua requerida para cada cultivo –ni más, ni menos- y en los periodos adecuados; así como incrementar la productividad agronómica -pero medida no sólo por el beneficio económico-, sino a través de mayor rendimiento pero por unidad de agua consumida.

Crecimiento de la demanda

Las proyecciones indican que la población mundial crecerá de 6,900 millones de personas en 2010 a 8,300 millones en el año 2030 y 9,100 millones en 2050. Para el año 2030, la demanda de alimentos se prevé que aumente en un 50 por ciento, en tanto que para 2050 en alrededor de 70 por ciento. Por su parte, la demanda de energía de centrales hidroeléctricas y otros recursos de energía renovable aumentará en 60 por ciento. Estos proble-mas –sin aparente relación- en realidad están interconectados, ya que aumentar la producción agrícola implicará necesariamente, incrementar también el consumo de agua y energía, dando lugar a una mayor competencia por el uso del agua entre los diferentes sectores.

Predecir la demanda futura de agua para la agricultura, significa más incertidumbres que certezas, ya que en parte está influen-ciada por la demanda de alimentos, la que a su vez depende del número de personas así como del tipo de dietas. Pero esto se hace más complicado, cuando además consideramos otros factores que de igual forma intervienen como son: las variaciones climáti-cas extremas, la eficiencia en los procesos de producción agrícola, tipos de cultivo y rendimiento, por señalar sólo algunos.

Pese a estas consideraciones y al hecho de que las proyecciones pueden variar de acuerdo a los diferentes supuestos y metodolo-gías que se utilizan, se calcula que el consumo mundial futuro de agua para el sector agrícola –incluyendo riego y temporal- podría aumentar en aproximadamente 18 por ciento, alcanzando 8,515 km3/año para 2050. Por su parte, la Organización de las Nacio-nes Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) estima que el consumo de agua para riego po-dría incrementarse en 11 por ciento, durante el lapso de 2008 a 2050. De igual forma, se prevé que la extracción de agua destina-da a la agricultura aumente en cerca de 5 por ciento. Si bien estos incrementos parecen tener una dimensión modesta, cabe señalar que gran parte se realizará en regiones que ya sufren de escasez, lo que producirá una mayor presión en la disponibilidad.

En el fondo, el principal desafío que enfrentará el sector agrícola no es cómo producir más de alimentos en los próximos 40 años –en la actualidad se cuenta con enormes avances científicos y técnicos en la agricultura-, sino cómo hacerlo en un contexto de menores recursos –agua y tierra- pero además con una vi-sión de sustentabilidad, que permita conservar el ambiente y la biodiversidad.4

Impactos de la agricultura sobre el agua y los ecosistemas

La manera en que se ha administrado el agua en la agricultura, ha originado cambios de gran escala en varios de los ecosistemas, minando la prestación de una amplia gama de servicios que los ecosistemas ofrecen. Por ejemplo, el uso inadecuado en la ges-tión del agua para la agricultura, ha modificado las características

4 De acuerdo a los datos presentados por WWF en su reporte Living Planet 2012, se estima que la biodiversidad de la fauna en el mun-do (que incluye aves, mamíferos, anfibios reptiles y peces) disminuyó 28 por ciento entre 1970 y 2008. Esta tendencia a la reducción se observa en la mayoría de los ecosistemas tanto terrestres como en aquellos de agua dulce y marinos. Sin embargo, es en el ecosistema de aguas dulce donde la pérdida ha sido mayor, alcanzando un promedio de 37 por ciento durante el mismo periodo. Pero esta cifra es todavía mayor, si consideramos el ambiente de agua dulce tropical, en donde se estima una reducción de la biodiversidad del orden de 70 por ciento. Recordemos que es en los ecosistemas de agua dulce, donde el hom-bre tiene una mayor intervención. Pu

blica

do e

n In

foAs

erca

Julio 2012

76

5 “La contaminación difusa puede ser definida como la introducción de contaminantes a un curso de agua superficial o sistema de agua subterráneo, a través de vías indirectas, como el lavado de contami-nantes a través del suelo, o desde fuentes que no es posible establecer con exactitud en un lugar o sitio específico. La contaminación difusa puede ser continua o intermitente, siendo esta última la más común debido a que está relacionada con actividades estacionales propias de la agricultura, como la época de fertilización o de aplicación de pesti-cidas”, Véase, Cotler, Helena y González, Daniel. Contaminación po-tencial difusa por actividad agrícola en Las cuencas hidrográficas de México. Diagnóstico y priorización. Instituto Nacional de Ecología, México, 2010. [En línea] http://www2.ine.gob.mx/publicaciones/libros/639/contaminacion.pdf

6 El término eutrofización se refiere al enriquecimiento en nutrientes de un ecosistema. El uso más extendido se refiere específicamente al aporte más o menos masivo de nutrientes inorgánicos en un ecosis-tema acuático. El resultado es un aumento de la producción primaria (fotosíntesis) con importantes consecuencias sobre la composición, estructura y dinámica del ecosistema.

La sobre-explotación de los depósitos de agua subterránea en la zona árido del norte de África y la península arábiga -impulsada sobre todo por el sector agrícola-, está ejerciendo presiones de enorme envergadura sobre los recursos hídricos de estas regiones.

Las presiones del crecimiento demográfico y del cambio de las dietas

El incremento de la población en el mundo, es uno de los factores que aumentará las presiones sobre la tierra y el agua. Al mismo tiempo, el crecimiento económico y el mayor ingreso per-cápita que se registra en algunas regiones del orbe, están provocando un cambio significativo en las dieta alimenticia, pasando de aquella basada en carbohidratos -provenientes de los granos-, a una nue-va dieta asentada en el mayor consumo de carne y productos lác-teos, que sin duda, requieren más agua. Producir un kilogramo de arroz requiere cerca de 3,500 litros de agua, una taza de café 140 litros, en tanto que un kilogramo de carne alrededor de 15,000 litros. Este cambio en la dieta, es quizá la mayor causa del incre-mento del consumo de agua durante los últimos treinta años y es probable, que continúe hasta mediados de este siglo.

Demanda de productos pecuarios y crecimiento económico

La producción mundial de alimentos, está cada vez más deter-minada por el cambio en los patrones de consumo y por dietas dirigidas a productos pecuarios y sus derivados. En 2008, cerca de 3,350 millones hectáreas fueron utilizados para la producción de pastos, más de dos veces del área utilizada para cultivos per-manentes. La ganadería proporciona no sólo carne, sino también productos lácteos, huevos, lana, cueros y otros productos más. Su crecimiento ha seguido un ritmo sin precedentes, en la actualidad el sector ganadero aporta el 40 por ciento del valor de la pro-ducción agropecuaria mundial, constituyéndose así, en una de las actividades más dinámicas.

Pero la creciente demanda de productos pecuarios va acompaña-da de preocupaciones acerca de los impactos que provoca sobre el ambiente. La expansión de tierras para la ganadería ha conducido a la deforestación de algunos países –el caso más característico es Brasil-, en tanto que la ganadería intensiva -en especial en los países de la OCDE- representa una importante fuente de conta-minación. No obstante que la ganadería contribuye con menos del 2 por ciento del producto interno bruto del mundo, está pro-duciendo 18 por ciento de los gases de efecto invernadero. Esta situación ha puesto en debate el carácter contaminante del sector de la ganadería, con respecto a la función que como de actividad tiene para un importante número de personas. Mientras que para algunos, las consecuencias contaminantes que genera son supe-riores a los beneficios económicos que produce, para otros, hay un entorno de subestimación de la importancia económica y social que tiene el sector ganadero, en especial en los países de ingresos bajos. Sin dejar de reconocer que ambos argumentos tienen parte

físicas y químicas de los humedales costeros y de agua dulce, ha impactado en la calidad y cantidad de agua, así como en los cam-bios biológicos directos e indirectos en los ecosistemas terrestres. Se estima que los costos -en términos económicos- por los daños a personas y ecosistemas, generados por una gestión inadecuada del agua para la agricultura son significativos. Tan sólo en EE.UU., se calculan entre 9 a 20 millones de dólares estadounidenses por año.

El cambio en el uso de la tierra para actividades agrícolas, ha pro-ducido efectos sobre la cantidad y calidad de agua, en particular en las zonas de humedales. La calidad deficiente de agua como resultado de la contaminación agrícola es más severa en los hu-medales de Europa, América Latina y Asia. De igual forma, las especies en los humedales costeros y de agua dulce, se han venido deteriorando más rápido que en los otros ecosistemas.

La contaminación difusa5 por actividad agrícola sigue siendo una preocupación a lo largo de muchas de las cuencas del mundo. La eutrofización6 por escorrentía agrícola, se ubica entre los pro-blemas más importantes de contaminación en Canadá, EE.UU, Asia y la región del Pacífico. En Australia, India, Pakistán y muchas partes de Medio Oriente se ha generado un creciente problema de salinización en el suelo, debido a las deficientes prácticas de riego.

El nitrato es el contaminante químico más común que se registra en la mayor parte de los recursos de agua subterránea del mundo. De acuerdo a la FAO, EE.UU. es el país que consume la mayor cantidad de pesticidas, seguido por Europa, en especial Europa occidental. En términos de uso por unidad de superficie cultivada, Japón está considera como el país que hace un uso más intensivo de plaguicidas.

Publi

cado

en

Info

Aser

ca

Julio 2012

76

de razón y que incluso, son complementarios en la explicación de lo complejo que resulta este sector, lo que es un hecho, es que la creciente demanda de productos de la ganadería continuará al menos hasta el 2050. Lo que significa que el uso eficiente del recurso agua para la producción ganadera es una prioridad más que urgente.

Agua y ganadería

Durante la fase de producción, la ganadería requiere de conside-rables cantidades de agua para sus diferentes tareas Pero estas cantidades difieren según el animal, el método de crianza y la ubicación. Sistemas intensivos de ganadería pueden aumentar la demanda de agua dependiendo de las labores adicionales que realice. En aquellas empresas donde se llevan a cabo operaciones de producción e industrialización, se requieren volúmenes adicio-nales de agua para los procesos de enfriamiento e higiene, que garanticen la calidad de los productos.

Por otro lado, la cantidad de agua usada para la producción de alimentos forrajeros es mucho más significativa en términos de volumen. Si estimamos que la ganadería consume alrededor de 2,000 a 3,000 km3 de agua por año, tendremos que considerar que 45 por ciento de está, incluye la cantidad de agua utilizada para la producción del alimento forrajero, aunque estos datos sue-len ser todavía imprecisos. Los pastos de temporal y los cultivos forrajeros –no cultivados- consumen la mayor parte de esta agua y generalmente se piensa que son de poco valor ambiental. Pero lo cierto es que si estas tierras no se utilizaron para el pastoreo, la posibilidad de ahorro de agua o de un uso alternativo de estas áreas es muy limitada.

Durante el procesamiento de la carne, el sacrificio es el segundo mayor usuario de agua dentro de la cadena de la carne –sólo des-pués de la fase de producción- y una importante fuente potencial de contaminación a los ecosistemas y a las comunidades locales.

Pero el aspecto quizá más grave en la relación agua y alimentos, radica en el enorme desperdicio que se tiene de éstos. Es en los países industrializados donde el desperdicio de comida alcanza niveles notables, ya sea porque se producen en demasía, o bien por el deterioró que se produce durante las etapas de almacenamiento y comercialización.7 Esto significa, no sólo la pérdida económica, -sino sobre todo y por demás preocupante- el desperdi-cio de importantes cantidades de agua utilizadas para su producción.

Cambio climático, otro factores que ejercen presión

La agricultura contribuye al cambio climático a tra-vés de su cuota de emisiones de gases de efecto

invernadero, lo que a la par afecta el ciclo del agua, añadiendo otro factor de riesgo e incertidumbre para la producción de alimentos. Los impactos del cambio climático se manifiestan a través de la disponibilidad de agua, en la forma de sequías más severas , fre-cuentes inundaciones, cambios en la distribución de las lluvias, menor humedad en el suelo, reducción en los flujos de los ríos y mantos freáticos, así como en el derretimiento de los glaciares.8

7 Un reciente estudio de la FAO, pone especial atención en las pérdidas que se producen a lo largo de toda la cadena alimentaria y la magnitud que representa. Los resultados del estudio sugieren que aproximada-mente un tercio de los alimentos producidos en el mundo para el con-sumo humano se pierden, lo que en datos duros significa alrededor de 1,300 millones de toneladas por año. Esto indica a su vez, el desperdicio de enormes montos de recursos utilizados en su producción de alimen-tos, además de los gases de efecto invernadero que se producen durante el proceso de descomposición. Pero si a todo esto le sumamos la situa-ción de inseguridad alimentaria y desnutrición que se viven en diversas regiones del orbe, el hecho adquiere una dimensión mayor que no puede pasarse por alto. La publicación al mismo tiempo indica que se des-perdician mucho más alimentos en el mundo industrializado que en los países en desarrollo., Véase, Otterdijk, Robert van y Meybeck, Alexandre. Global food losses and food waste. Extent, causes and prevention. FAO, Rome, 2011.

8 Diversos estudios han señalado que la temperatura del Ártico va en ascenso. Se ha calculado que desde 1951, el calentamiento de esta re-gión ha sido dos veces mayor que el promedio del mundo. Por ejemplo, durante este periodo la temperatura en Groenlandia subió 1.5 °C, lo que representa el doble si se compara con el promedio a nivel mundial que fue de 0.7 °C. Es probable que esta tendencia continúe, ya que se prevé un aumento de 2°C en las temperaturas globales lo que se traduciría en un calentamiento del Ártico de entre 3 a 6 °C. Como consecuencia de esto, se estima que el casquete de hielo de Groenlandia está perdiendo un estimado 200 gigatoneladas de hielo al año, cantidad suficiente para abastecer con agua a cerca de 1,000 millones de personas. Véase, The melting north, en The Economist, 16 de junio de 2012. Pu

blica

do e

n In

foAs

erca

Julio 2012

PB8

Estos situaciones inducidas por el cambio climático, es probable que afecten la extensión y la productividad de la agricultura de temporal y de irrigación en todo el mundo; de ahí que las estra-tegias para enfrentar este fenómeno se centran en los procesos de adaptación que permitan minimizar el riesgo de la producción mundial de alimentos. Asia meridional y África meridional son las regiones que se consideran más vulnerables a las consecuencias que el cambio climático produzca en la disponibilidad de alimen-tos, durante al menos los próximos veinte años.

Conclusión

Lo que en los últimos años se ha llamado la crisis del agua, no es más que una expresión abreviada de lo que se está viviendo, una crisis pero de la gestión que estamos haciendo del agua. El proble-ma es cómo se contamina, cómo se pierden grandes volúmenes en las redes de distribución, cómo la usamos mal y no la limpia-mos, cómo se altera el ciclo hidrológico, cómo se acaba con los ecosistemas que retienen el agua y cómo unos pocos pretenden apropiarse de ella.

No me queda duda que existen los mecanismos para enfrentar el problema del agua, sin embargo, la principal limitante se encuen-tra en la falta de acuerdos por parte de los principales gobiernos del mundo y de muchas de los grandes corporaciones que han sostenido su crecimiento económico mediante modelos de pro-ducción que son insostenibles ambientalmente. Un ejemplo de esto, es el resultado de la reciente cumbre Rio+20, que culmi-nó con la aprobación de un modesto plan para avanzar hacia una “economía verde” que frene la degradación del medio ambiente y combata la pobreza, pero que carece de metas vinculantes y financiamiento.

De hecho, falta una discusión más profunda, o le apostamos a la “economía verde” que se ha estado impulsado durante los últi-mos años en muchos de los foros internacionales, o bien, al desa-rrollo de una política sustentable basada en el principio de bienes públicos.

Publi

cado

en

Info

Aser

ca