Julie kagawa theironfey4,5-anironfeyvalentine
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An Iron Fey Valentine
de Julie Kagawa
—¡Ajá! Aquí estás.
Ash levantó la mirada desde donde se estaba, recostado contra un
estante, con un libro abierto en sus manos. Una de sus piernas estaba
apoyada contra el borde del estante, y sus ojos plateados brillaban entre las
sombras. Por un momento, se quedó perfectamente quieto, y aproveché el
momento para admirarlo. Incluso cuando descansaba, se parecía a un
enroscado gato de la jungla, ágil y elegante, con su largo abrigo negro
cayendo elegantemente a su alrededor. Lo había buscado en la biblioteca
luego de no encontrarlo en el patio donde usualmente estaba, peleando con
Glitch o entrenando a los nuevos reclutas. Supuse que se las había puesto
fácil hoy; la mayoría de los guardias le tenían miedo.
Sonriendo levemente, Ash colocó de nuevo el libro en el estante y
me hizo señas para que me acercara. Incapaz de resistirme, caminé hacia
él, y él me atrajo cerca, sus largos dedos descansando contra la parte baja
de mi espalda.
—Aquí estoy —confirmó, sonando un poco entretenido mientras
alejaba el mechón de mis ojos—. Pensé que si me necesitabas, todo lo que
tenías que hacer era llamarme.
—Lo sé. —Entrelacé mis brazos alrededor de su cuello y le
sonreí—. Pero quería hablarte a solas, sin gremlins mirando sobre mi
hombro o espiando desde el techo.
—Ah, bueno, entonces es bueno que haya venido aquí. — Los
gremlins raramente se aventuraban dentro de la biblioteca; no había nada
eléctrico para que ellos destruyeran o le hicieran cortocircuito. Sabía que
esa era otra razón por la cual a Ash le gustaba venir aquí; los gremlins
usualmente lo molestaban, con sus agudas risas y su amor por el caos en
general. Él me empujó más cerca, con una mirada cariñosa—. ¿Qué
necesitas, Meghan?
—¿Sabes qué día es hoy?
—¿Me estás pidiendo que lo adivine?
—Um, claro. —Si él ya supiera el día, entonces explicarle lo que
quería hacer esa noche no sería tan incómodo—. Haz tu mejor intento.
Ash inclinó la cabeza y besó el lado de mi cuello, haciendo que mi
interior se retorciera.
—No es tu cumpleaños —murmuró, mientras sus labios trazaban
una lenta línea hasta mi mandíbula y mariposas estallaban en mi
estómago—. Ya fuiste a ver a tu familia para Navidad, y el Elíseos1 no es
hasta dentro de unos meses. —Sentí que sonreía contra mi piel mientras
respiraba en mi oreja—. Puede que tengas que darme una pista, mi reina, o
podríamos estar aquí por un rato.
Cerré mis puños sobre su camisa, cerrando mis ojos. Era difícil
pensar en algo cuando Ash hacía eso; todo lo que quería hacer era
envolver mis brazos alrededor de su cuello y besarlo hasta que ambos
estuviéramos sin aliento. La biblioteca estaba en penumbra, tranquila, y —
lo más importante— desocupada. Quedarse aquí un rato sonaba cada vez
más tentador...
Concéntrate, Meghan. Eso no es por lo que estás aquí.
1 Elíseos: Se refiere a los Campos Elíseos.
—Es el 14 de febrero. —expliqué, tirándome hacia atrás para darle
una mirada seria, aunque incluso eso requirió más que un poco de
autocontrol. Él ladeó la cabeza, frunciendo las cejas, y suspiré—. ¿El día
de San Valentín?
Él reflexionó sobre eso, y esperé para ver que haría.
—Es una celebración humana —Ash adivinó finalmente, y yo
asentí—. ¿Qué celebra?
Sentí que mi cara se calentaba.
—¿Realmente no lo sabes?
— Sé sobre Beltane y Samhain y la Noche de Todos los Santos. —
Ash se encogió de hombros—. Esos eran los festivales que celebrábamos
en Tir Na Nog. Me temo que no hacíamos nada para este ritual del día de
San Valentín. —Él me dio una mirada pensativa, como si se acabara de dar
cuenta de algo—. Así que, asumo que viniste aquí porque quieres que
participe en este festival del día de San Valentín también. —Le sonreí con
esperanza, y él suspiró—. ¿Qué tengo que hacer?
Sonreí y le di un besito rápido en los labios.
—Ve y cámbiate —ordené, y vi cómo sus dos cejas se arqueaban—
. Ponte algo más... humano. Vamos a ir al mundo real.
—¿Ahora? —Él recuperó su apariencia levemente divertida—.
¿Vas a dejar Mag Tuiredh2? ¿No vas a decirle nada a Glitch?
—Ya hablé con él. —En verdad, hablé probablemente no fue la
palabra correcta. Engatusé, persuadí, y también ordené terminantemente
eran mejores términos. Mi primer teniente era leal a extremos
insospechados y se tomaba sus deberes muy seriamente. El pensamiento
2 Mag Tuiredh: Mag Tuiredh es la antigua ciudad de los gigantes derrotados por los fey,
lugar donde se encuentra la Corte de Hierro.
de que el Reino de Hierro prescindiera de su reina, incluso por unas pocas
horas, era horripilante para él. Aceptó a regañadientes, pero solo después
de que prometiera que me iría solo por una noche y que volvería
directamente si había una emergencia—. Mag Tuiredh estará bien sin mí
por una noche —dije, rodando los ojos—. Y Glitch se asegurará de que
nada explote mientras no estemos. Relájate, Ash. Los humanos hacen esto
todo el tiempo. Se llama tener una cita.
—Ya... comprendo. — dijo Ash, aunque era obvio que no lo
hacía—. Entonces estás diciendo que este... ritual de San Valentín implica
cortejo. ¿Cena, flores, ese tipo de cosas?
—Sí, exactamente.
Él me dio una de sus miradas con las cuales no sabía si estaba
burlándose o siendo serio.
—Pensé que mis intentos de cortejo fueron exitosos cuando
aceptaste casarte conmigo.
—Ash —gemí, dejando caer mi frente sobre su pecho—. Por favor.
Solo... haz esto, ¿por una noche? ¿Por favor?
Se rió entre dientes.
—¿Cómo vamos a llegar al mundo mortal? —preguntó en un
medio cansado, medio resignado tono de voz.
Lo abracé.
—Encuéntrame en la puerta trasera en veinte minutos. Tengo un
carruaje que nos llevará a un trod. Solo asegúrate de llevar puesta ropa
humana. Después de todo, iremos al mundo real.
—Estoy llevando ropa humana.
Le di una examinadora mirada a sus botas, su espada, y a su rígido
abrigo negro.
—Bueno. Entonces ropas más humanas. Queremos encajar esta
noche. Además, eso quiere decir sin espadas, cuchillos, o dagas de hielo,
Ash. Deja todas las afiladas y puntiagudas armas en casa.
Ash sonrió.
—Como órdenes, mi reina. —Se enderezó con gran dignidad—.
Pero si somos atacados por pícaros centauros o por violentas quimeras,
estaré en clara desventaja.
—Creo que puedo arriesgarme.
Él se inclinó, todavía sonriendo.
—Entonces te encontraré en la puerta.
* * *
Me apresuré hacia mis cámaras, excitada, sin aliento, y nerviosa
todo a la vez. Mi primera cita real con Ash. Nada menos que en San
Valentín. La idea se balanceaba entre ridícula y surrealista. Hasta hace
poco, Ash había sido el último príncipe que quedaba de la Corte Unseelie.
Los príncipes Unseelie no salían con chicas a tomar un café, o a los bolos,
o al cine. El pensar en Ash en un Starbucks3, sentado en una mesa con su
largo abrigo negro y una espada, sosteniendo un latte4, me hizo tener un
ataque de risa histérica que duró unos cuantos minutos.
Rápidamente, me cambié por el conjunto que había elegido para la
noche: un lindo vestido azul, zapatos y un bolso, nada demasiado formal o
3 Starbucks: Starbucks es una famosa cadena multinacional de cafeterías nacida en
EEUU, cuyo primer local se encuentra en Seattle (estado de Washington). 4 Latte: El latte macchiato es una bebida preparada con leche y café expreso.
extravagante. No vestidos de fantasía ridículos de hadas o adornos con
glamour. Esta noche, quería ser una chica normal en una cita normal.
Con su no tan normal esposo, ex príncipe hada de Invierno.
Mientras el sol empezaba a ponerse sobre la lejana torre del reloj,
hice mi camino a través del patio hasta las puertas traseras, con la
esperanza de evitar la atención de gremlins, caballeros, o elfos que podrían
preguntarse por qué su reina se escapaba a hurtadillas del palacio como
una adolescente castigada. Por suerte, nadie me detuvo cuando me acerqué
a la pared exterior. Un demacrado carruaje de caballos me esperaba justo
en el interior de las puertas, y me apresuré hacia adelante, mirando
alrededor buscando a Ash.
No tuve que buscar muy lejos. Él me estaba esperando como
prometió, apoyado contra la pared con los brazos cruzados sobre el pecho.
La capa y la espada habían desaparecido, sustituidos por pantalones negros
y una camisa blanca, y su pelo había sido peinado hacia atrás de modo que
su pendiente de plata brillaba bajo la tenue luz.
Mi estómago dio un vuelco. Uno pensaría que ya estaba
acostumbrada a su belleza sobrenatural, pero incluso ahora, me dejaba sin
aliento. Me detuve, esperando a que mi ritmo cardíaco volviese a la
normalidad, antes de tomar una respiración relajante y caminar hacia
adelante. Ash levantó la mirada y se impulsó fuera de la pared, una sonrisa
torcida cruzó su cara.
—¿Esto es bastante humano —preguntó, levantando los dos brazos
para la inspección y luego dejándolos caer—. ¿Encajo en medio de las
masas?
Oh, por supuesto, pensé, mi boca súbitamente seca. Vas a encajar
tan bien como un pavo real, entre las palomas. O un tigre entre las ovejas.
No hay manera de que no se nos queden mirando esta noche.
Lo estudié un momento antes de deslizar mis brazos alrededor de
su cintura.
—Supongo que pareces lo suficientemente humano —dije
casualmente, y levantó una ceja. Hada arrogante. Él sabe exactamente lo
magnífico que está—. Vamos —le dije, tirando de él hacia el carruaje—.
Tenemos que darnos prisa o perderemos nuestra reserva.
Ash me dio una extraña mirada, pero si él estaba confundido sobre
por qué necesitábamos una reserva, él no preguntó.
* * *
El restaurante que había elegido no era muy elaborado, aunque
presumiese de un imponente hall de entrada, lleno de gente por todos
lados. Ash miró a su alrededor con curiosidad, y más de uno se quedó
mirándolo al pasar a su lado. Una recepcionista bien vestida, tomó
nuestros nombres, nos mostró nuestros asientos, y nos deseó una agradable
comida. Su mirada se detuvo en Ash, incluso mientras se alejaba. Si Ash lo
notó, no dijo nada.
—Espera —dijo él, deteniéndome cuando llegué a mi silla—. Este
ritual requiere que te corteje, ¿no? Permíteme —Rodeándome, sacó la silla
para mí, y mi estómago revoloteó con ese simple y cortés gesto. Ex
príncipe de Invierno o no, Ash siempre será un caballero.
—Mírate —dije, sonriendo mientras Ash se sentó frente a mí.
Nuestra mesa era pequeña y colocada íntimamente en un rincón, lejos de la
multitud. Una sola vela entre nosotros moldeaba sus rasgos en un brillo
nebuloso—. Para alguien que dice no saber mucho sobre las costumbres
humanas, lo estás haciendo muy bien.
Ash resopló en voz baja.
—He estado por aquí un rato, Meghan. He aprendido un par de
cosas en los últimos años. Observa—. Cogió el menú de la mesa y lo
abrió, hojeándolo profundamente—. Entonces, ¿qué es lo mejor que tienen
aquí?
Me reí en mi servilleta.
* * *
La comida era excelente, así como el vino, y la banda tocando en
directo en la esquina mientras la noche avanzaba. La única cosa un poco
molesta era nuestra camarera, que volvía a nuestra mesa mucho más a
menudo de lo necesario para comprobar cómo íbamos y rellenar la bebida
de Ash. Por su parte, Ash era un compañero de cena perfecto, amable,
atento y encantador. Se estaba tomando este —ritual de San Valentín—
seriamente. Incluso conseguí que él compartiese un trozo de triple pastel
de queso conmigo para el postre, aunque me di cuenta de que él tomó
pequeños mordiscos y que me dejaba las partes cubiertas de salsa de
chocolate.
Cuando nos íbamos, otro camarero se acercó, dándome una rosa
con una sonrisa y un “Feliz Día de San Valentín, señora”.
Le di las gracias y continué por la puerta con Ash, quien miró
perplejo a la rosa, pero no dijo nada.
Fuera, la temperatura había bajado, y el frío clima de febrero me
hizo alegrarme de haber traído un abrigo. Me lo puse sobre mis hombros y
envidié a Ash, que estaba a mi lado perfectamente cómodo. El frío no le
molestaba.
Mi cita me miraba con calma, con las manos en los bolsillos.
—¿Y ahora? —preguntó, sonriendo—. Me estás mirando como si
tuvieses algo planeado. ¿Supongo que el ritual no ha acabado todavía?
—No —Tomé su brazo, sonriéndole—. La noche es joven, por fin
estoy en el mundo real, y esta noche tengo una verdadera cita de San
Valentín. Vamos —Tiré de él, y se puso a caminar con un suspiro triste—.
Una parada más, Ash. Sólo un lugar más, y luego podemos irnos a casa.
Él sacudió su cabeza, pero no discutió, y un momento después, su
mano se deslizó en la mía, encajando nuestros dedos. Dimos un paseo por
la acera como cualquier pareja normal, pasando por ventanas y tiendas, la
fría brisa incapaz de penetrar en el cálido resplandor en mi pecho. Eché un
vistazo a una ventana oscura, sonriendo por lo normales que nos veíamos:
no una reina y su caballero, no dos hadas poderosas que gobernaban un
reino entero invisible a los ojos humanos. Sólo una pareja joven saliendo
en el Día de San Valentín, divirtiéndose y felices de estar juntos.
—¿Vas a decirme dónde me llevas? —Ash reflexionó con una leve
sonrisa mientras cruzamos la carretera, donde las farolas estaban
comenzando a parpadear a la vida—. ¿O tengo que adivinar otra vez?
—No es necesario —le dije, sonriendo, viendo nuestro destino en
la esquina—. Ya estamos aquí. No hay vuelta atrás ahora.
Alzó la vista, y sus cejas se elevaron.
—¿El cine?
—Cena y película, Ash —dije grandiosamente, caminando hacia la
considerable multitud frente al teatro—. Ese ha sido el protocolo de
millones, si no billones, de las citas del Día de San Valentín. Todo esto es
parte de ese ritual al que te has apuntado.
—Yo no sabía a lo que me estaba metiendo —replicó Ash
débilmente, mientras lo arrastraba por la acera y a través de las puertas de
cristal. Ja, demasiado tarde.
Como esperaba, el cine en el Día de San Valentín era un
manicomio, lleno de lado a lado, con risas, besos y gritos de adolescentes.
Mientras echaba un vistazo a los horarios, Ash se movió detrás de mí y
puso sus brazos alrededor de mi cintura, abrazándome en un mar de
empujones de la gente.
—Goodfellow me habló de estos sitios —murmuró, sonando
intrigado y horrorizado al mismo tiempo—. A veces amenazaba con que
un día me iba a meter en un cine. Felicidades, has logrado algo que él
nunca podría hacer.
―Wow, me siento honrada. ―Volví la cabeza para mirar a Ash,
cuya barbilla descansaba sobre mi hombro―. Pero ahora que torcí tu brazo
y te arrastré hasta aquí, ¿hay algo que quieras ver? ¿Acción, terror,
comedia romántica?
―Esta es tu ocasión ―dijo Ash, y dándome un beso ligero como
pluma en mi lóbulo de la oreja, haciéndome un nudo en el estómago―. Lo
que tú quieras está bien.
Un poco distraída ahora, volví a mirar las películas en cartelera. No
estaba de humor para terror o drama, aunque Ash probablemente disfrutase
una película de acción, con luchas y sangre y escenas de persecución.
Al diablo, es Día de San Valentín, y esta probablemente será la
última película que veré por un tiempo. Comedia romántica será.
Se paró pacientemente conmigo en la cola para conseguir las
entradas, después, las palomitas de maíz, y por último en la larga fila de
las puertas del teatro. Mientras esperábamos en el atestado corredor, le
eché un vistazo al antiguo príncipe de Invierno, parando en la fila para el
cine, sosteniendo un largo tubo de palomitas de maíz con extra
mantequilla. No podía dejar de reír ante la imagen.
Él parpadeó ante mí.
―Has estado sonriendo mucho. ¿Por qué soy tan divertido?
―Es sólo que... ―Me moví hacia el sin poder hacer nada―. Te
ves tan normal. Esta noche, todo es tan... normal. Es difícil de creer que
estoy teniendo una cita real con un hada de siglos de antigüedad. ―Me
apoyé en la pared del teatro, inhalando los olores casi olvidados de las
palomitas de maíz, colonia, y demasiadas personas en un espacio pequeño,
y suspiré―. Me había olvidado de lo que es ser solo un adolescente.
Ash sonrió.
―Podría crear una tormenta de nieve y llenar todo el lugar con
hielo, si te estás aburriendo.
―¡No! ―Lo fulminé con la mirada, y su sonrisa se ensanchó―.
No te atrevas. Por una vez, me gustaría pasar una tarde sin monstruos o
magia o locas hadas enojadas. Esta noche, somos dos humanos normales,
en una cita normal de Día de San Valentín. Por favor, no bolas de nieve o
carámbanos o proyectiles mágicos, ¿de acuerdo?
―No sé de lo que estás hablando ―respondió Ash con perfecta
inocencia, y lanzó una palomita en su boca―. Yo sólo estoy aquí para ver
una película.
Lo hubiera pinchado, pero las puertas al final de la sala se abrieron,
y la fila comenzó a moverse hacia adelante.
Lamentablemente, con la cantidad de personas en el teatro, todos
los asientos de última fila fueron tomados en el momento en que llegamos
al corredor, así que tuvimos que tomar asientos delanteros y del centro.
Que estaba bien para ver la película pero totalmente inapropiado para
besarnos, como secretamente había estado esperando. Pero me acurruqué
contra Ash y comí palomitas de maíz y vi la película, que era linda y
jugosa y una película muy del día de San Valentín. Ash no dijo mucho
durante toda la película, excepto para preguntarme que era un vibrador5, lo
cual me hizo muy feliz de que estemos a oscuras. Preguntas incómodas de
lado, parecía disfrutarla, o por lo menos no se durmió en la mitad, como el
hombre de los ronquidos a varios asientos detrás de nosotros.
―¿Y? ―Le pregunté, cuando la película terminó y nos movimos a
la acera de nuevo, mano en mano―. ¿Qué te pareció? ¿Fue tu primera
experiencia cinematográfica todo lo que esperabas que fuera y más?
―Fue... interesante ―dijo Ash a medida que comenzó a
caminar―. Creo que el hombre humano debería haber impugnado al otro a
un duelo, cuando trató de robarse a su novia, pero eso es sólo lo que yo
hubiera hecho. Es una vergüenza que los duelos hayan caído en desgracia
en el mundo humano. ―Él frunció el ceño ligeramente mientras yo
5 Jajajaja. Pero WTF!!!!!!!!!!!! XD
suspiraba y miraba con nostalgia la calle―. ¿Meghan? ¿Te encuentras
bien?
Asentí.
―Solo estoy triste, la noche está casi terminando ―le dije,
encogiéndome de hombros―. Supongo que deberíamos volver a casa,
antes de que Glitch se rompa un vaso sanguíneo o tenga un cortocircuito
en el pelo.
Eso nos hizo reír tanto. Lamentablemente, era casi todo cierto.
Nuestra noche juntos estaba llegando a su fin, y que era hora de volver a
Mag Tuiredh. Dejar a la normal Meghan atrás y regresar como la Reina de
Hierro.
Suspiré de nuevo, sintiéndome melancólica. Sin embargo, fue una
maravillosa cita como pude haber esperado, un perfecto día de San
Valentín. Ash pasó un brazo alrededor de mí, y me apoye en él cuando
salimos del reino de los mortales y entramos de nuevo al Nuncajamás.
* * *
Encontramos nuestro carruaje donde lo habíamos dejado en Faery,
al lado del trod, y Ash me ayudó a sentarme antes de deslizarse el mismo.
La puerta se cerró, el conductor chasqueó la lengua, y el carruaje comenzó
a moverse, balanceándose suavemente mientras regresaba a Mag Tuiredh.
―Puedo ver por qué este Día de San Valentín es una fiesta popular
―dijo Ash mientras el wyldwood se desplazaba por las ventanas,
proyectando sombras en movimiento sobre las paredes y el suelo. Ahogue
un bostezo, llena de comida, vino, palomitas de maíz y satisfacción
general. ―Pero todavía no me has dicho lo que realmente se celebra.
―¿Te puedo decir mañana? ―Le pregunté, apoyándome en la
esquina. El balanceo rítmico del carruaje estaba dándome sueño, y mi
cerebro estaba demasiado difuso para tratar de explicárselo―. Le diré a
Fix... que me lo recuerde más tarde...
Una risa baja, y Ash me atrajo a sus brazos, tirando contra él. Me
acurruqué contra su pecho con alegría mientras él se echaba hacia atrás,
manteniendo sus brazos alrededor de mí, y besó la parte superior de mi
cabeza.
―Me divertí esta noche ―murmuró en mi oído, y dijo la palabra
que ninguna hada normal diría jamás―. Gracias.
―De nada ―le susurré, mientras mis ojos se cerraban―. El año
que viene, tal vez vayamos a algún lugar más exótico. Como París... o
Grecia... ―Y me quedé dormida, ya soñando con fechas futuras, envuelta
cómodamente en los brazos de mi caballero.
* * *
Al abrir mis ojos, me senté, parpadeando y confusa. Todavía estaba
en el carruaje, pero una pálida luz plateada brillaba a través de las cortinas,
y Ash ya no estaba a mi lado. El carruaje había dejado de moverse, y me
deslicé hasta la puerta, preguntándome si estábamos de regreso en Mag
Tuiredh. Antes de que si quiera pudiera alcanzar el mango, la puerta se
abrió, y luz plateada inundo la cámara oscura, casi cegándome.
Miré con asombro lo que había detrás de la puerta. Un
deslumbrante, valle cubierto de nieve se extendía a través del marco,
brillante como el cristal bajo la luna. El suelo estaba cubierto de rosas. La
pradera cubierta de polvo de nieve, pero no en sus tonos normales de rojo,
amarillo o blanco. Estas rosas eran azules como el océano, el tono brillante
de un cielo sin nubes, el color intenso de la medianoche. Su aroma flotaba
en la puerta abierta del carruaje, apasionantes y poderosas, por lo que todas
las otras flores parecían débiles en comparación.
―¿Dónde... dónde estoy? ―Le pregunté, preguntándome si esto
era un sueño y todavía estaba durmiendo, en mi camino de regreso a Mag
Tuiredh―. ¿Qué es esto?
Una sombra se paro al frente de mí, llenando el espacio vacío. Una
sombra alta y delgada en un uniforme negro y plateado, una oscura capa
cubriendo sus hombros y una espada a su lado. Mi corazón golpeó mientas
miraba la hermosa cara del príncipe de invierno, solemne y bello debajo de
la luz de la luna.
Ash me sonrió, encantador y magnifico, y me extendió una mano.
—Mi contribución para la velada —dijo en voz baja. Aturdida,
puse mi palma en la suya, y lo dejé guiarme del carruaje hacia el campo de
rosas. Se rió entre dientes ante mi asombro—.¿Creías de verdad que no
tenía ninguna idea sobre que es San Valentín? ¿Qué significa? —
Atrayéndome hacia él, bajó la cabeza, su aliento fresco hizo cosquillas en
mi oído—. No he sobrevivido todo este tiempo por no ser observador.
—¿Dónde… estamos?
—Tir Na Nog. Un lugar que siempre he querido mostrarte. Pensé
que este sería el momento perfecto.
Lo seguí a través de la alfombra de rosas azules y negras, todavía
preguntándome si esto era un sueño. Una glorieta hecha totalmente de
hielo cristalino estaba al borde del campo, brillando debajo de la luna.
Adentro, una hielera sobre una mesa redonda, con una botella verde oscuro
refrigerándose. Dos copas de vino posadas en ambos lados, y un enorme
ramo de rosas color zafiro se cernía sobre toda el lugar.
—Ash… —Miré alrededor con asombro—. ¿Cómo? ¿Cuándo
encontraste tiempo para hacer todo esto?
—Tengo mis maneras. —Ash se deslizó y caminó hacia la mesa,
tomando la botella de vino de la hielera y volteando con una sonrisa—.
Winterberry y vino de hielo —explicó, mientras le deba a mirada dudosa a
la botella. Él sonrió—. Te prometo que no te pondrá a dormir, hacerte
bailar incontroladamente, o convertirte en un erizo. Lo máximo que va a
hacer es darte… ¿Cómo lo llamas? Congelarte el cerebro, si te lo tomas
muy rápido.
—Te voy a mantener eso. —dije, mirando mientras vertía un
líquido azul pálido en las dos copas. Este burbujeó y se congeló, llenando
el aire con la esencia de menta y algo más dulce. Cautelosamente, tomé la
copa ofrecida—. ¿Estás seguro que estaré bien? —pregunté, mirando el
vino brillando en la penumbra—. No he tenido las mejores experiencias
con el vino de hadas. ¿Me prometes que me llevaras a casa si me convierto
en una ardilla?
Ash solo sonrió, haciendo un gesto con la copa. Bebí un sorbo y
me asombré instantáneamente de lo frío que el vino era, lo suficientemente
frío para dejarme la piel de gallina y hacer que los vellos de mi brazo se
levantaran. Pero el vino por sí mismo sabía a menta y escarcha y luz de
luna, de la niebla y la nieve y carámbanos colgando, y todo lo que se
puede esperar que el invierno sea. No era algo que podías poner en
palabras; era algo que tan sólo tenías que experimentar. Suficientemente
extraño, el helado vino de hadas se calentaba en mí en el camino hacia
abajo, como el líquido luz de sol en mis venas, aunque me arrugó la frente
del leve dolor de cabeza que dejó atrás.
Ash sacudió su cabeza.
—Te dije que no lo tomaras tan rápido —dijo—. Pero, ¿ves?
Ninguna ardilla. —Él parpadeó cuando una risita salió de mis labios, su
expresión cambió a un poco de preocupación—. Aunque pienso una copa
es probablemente tu límite. Solo para estar seguros.
Solté una risita otra vez, sintiéndome mareada, luego me calmé a
mí misma. No, no iba a arruinar esta velada al ponerme borracha con vino
de hadas. Recuperando la compostura, levanté la copa.
—Por San Valentín —anuncié—. Por primeras citas y películas y
rosas azules y… y un sorprendentemente romántico príncipe hada, que
aparentemente sabe exactamente que es San Valentín y le gusta dejar a su
esposa absolutamente sin palabras.
Ash sonrió y levantó su copa, y sonreí.
—Por nosotros —dije tranquilamente—. Y por los muchos años
venideros.
Ash asintió y chocó su copa suavemente contra la mía. No tomó sin
embargo, solo me miró con esos solemnes ojos plateados mientras tomaba
otro sorbo lentamente.
—Te amo, Meghan —dijo tranquilamente, su mirada nunca
dejando mi cara. Una calidez se extendió a través de mi estómago, y no
por el vino—. Nunca pensé que podría ser feliz otra vez. Pero tú… cuando
estoy contigo, todo lo que he soportado, todo lo que me ha pasado, todo
valió la pena. Te daré mil días de San Valentín, si eso te hace sonreír así.
—Bajó su copa y dio un paso más cerca, tomando mi copa y poniéndola en
la mesa. Sus fuertes brazos se envolvieron alrededor de mi cintura,
atrayéndome hacia él—. Por siempre, Meghan Chase —murmuró,
acariciando mi mejilla—. Soy tuyo, por siempre. Y espero que esto fuera
una aceptable cita para tu ritual de San Valentín, incluso si me salté los
chocolates y la tradicional carta cursi.
Me reí, aunque mis ojos se estaban nublando.
—¿Estas bromeando? Fue más que aceptable. Ash, fue increíble.
Fue perfecto.
—Todavía no. —Ash tomó mi cara gentilmente en sus manos,
bajando su cabeza. Sus ojos estaban ardiendo en la oscuridad mientras
ponía sus labios cerca de los míos—. Ahora, es perfecto —susurró, y me
besó.
Cerré mis ojos, rindiéndome completamente a la sensación. Sus
labios estaban frescos y sabían débilmente a vino, haciendo el beso aún
más intoxicante. Envolví mis brazos en su cintura, y él deslizó los suyos
por mi espalda, presionándonos juntos. Sus besos fueron suaves y duces,
dolorosamente gentiles, derritiendo mis huesos y llevando la boca de mi
estómago a un torbellino salvaje. Me aferré a él, envueltos en un capullo
de éxtasis, olvidándome de todo salvo de este instante, queriendo que
nunca terminara.
La música comenzó de alguna parte, baja e inquietante, flotando a
través de los árboles y girando alrededor de nosotros. Se deslizó entre los
árboles y se coló en la glorieta, una canción lejana y triste que tiraba de tu
interior. Era familiar, aunque no podía recordar donde la había escuchado
antes. Ash se alejó, escuchando las misteriosas notas por un momento,
después una débil, y malvada sonrisa cruzó su cara.
—¿Qué? —pregunté curiosamente—. ¿A qué se debe esa sonrisa?
Ash se rió entre dientes.
—¿Recuerdas esta canción? —preguntó, volviéndose hacia mí—.
Deberías… se escuchaba como la primera vez que me empecé a enamorar
de la hija medio-humana de Oberon —Ante mi expresión de perplejidad,
él sonrió y me atrajo de nuevo. Llevando sus labios a mi oído, él respiró.
—Te mataré.
Le golpeé el brazo, y él se retiró con una risa, levantando las
manos. También me reí, maravillándome de lo mucho que había
cambiado, de lo mucho que habíamos cambiado ambos, y por todo lo que
habíamos pasado para llegar a esta noche perfecta. Ash hizo una profunda
reverencia, aunque sus ojos brillaban al tiempo que extendía una mano una
vez más.
—Mi reina —dijo formalmente—, antes de que Glitch envié a los
caballeros y los sabuesos para que nos arrastren hacia Mag Tuiredh, ¿me
harías el honor de un último baile?
Sonreí y puse mi mano en la suya, dejándolo guiarme dentro del
campo de rosas. Y, debajo de la luna, con la música de nuestro primer
baile llenaba el valle, terminamos la perfecta velada en una perfecta nota,
envueltos en los brazos de cada uno, nuestros corazones latiendo juntos,
mientras el primero de muchos días de San Valentín se escabullía en la
mañana.
AGRADECIMIENTOS