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DOCUMENTOS ______Jr------------ GEORGES CANGUILHEM Filósofo, historiador de las ciencias "EL CEREBRO * Y EL PENSAMIENTO" l eguramente cada uno de nosotros se jacta de pensar, y a muchos les gustaría saber como ocurre que ellos piensen como piensan. Pero parece claro que la cues- tión, manifiestamente ha dejado de ser tan sólo teó- rica. Pues creemos comprender que cada vez más los poderes están interesados en nuestro poder de pensar. Y por tanto, si buscamos saber cómo ocurre que pensemos como pensamos es con el fin de defendernos contra la incitación, taimada o declarada, a pesar como se querría que pensáramos. En efecto, numerosos son aque- llos que interrogan sobre los manifiestos de algunos círculos po- líticos, sobre algunos métodos de psicoterapia llamada del com- portamiento, sobre los balances de ciertas sociedades de infor- mática. Han creído discernir aquí la virtualidad de una extensión programada de técnicas que buscan, en último análisis, la norma- lización del pensamiento. Yocreo que para simplificar sin deformar es suficiente con citar un nombre: el de Leonid Plionchtch y una sigla: la de LB.M. De la misma manera que los biólogos no han creído poder hablar del cerebro humano sin situarlo al final de una historia de los seres vivientes, así mismo me parece útil comenzar una ex- posición sobre el cerebro y el pensamiento situando esta cuestión en la historia de la cultura. Si hoyes de notoriedad pública que el cerebro humano es el órgano del pensamiento, es necesario recordar sin embargo que uno de los más grandes filósofos de la Antigüedad, Aristóteles, en- seño que la función del cerebro, antagonista de la del corazón, es la de enfriar el cuerpo del animal. Fue Hipócrates el.que enseño que el cerebro es la sede de las sensaciones, el órgano de los movimientos * Textotomado de la Revista de la Facultad de Sociología de la Universidad Latino- americana de Medellín, 17,junio 1994. Traducción: Prof. Luis Alfonso Palau C, Universidad Nacional, Medellín. 18 Nos. 5-6 Alilo MCMxcvn U. NACIONAL DE COLOMBIA BOGOTA,D.C.

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DOCUMENTOS ______Jr------------GEORGES CANGUILHEMFilósofo, historiador de las ciencias

"EL CEREBRO*Y EL PENSAMIENTO"

l eguramente cada uno de nosotros se jacta de pensar,y a muchos les gustaría saber como ocurre que ellospiensen como piensan. Pero parece claro que la cues-tión, manifiestamente ha dejado de ser tan sólo teó-

rica. Pues creemos comprender que cada vez más los poderes estáninteresados en nuestro poder de pensar. Y por tanto, si buscamossaber cómo ocurre que pensemos como pensamos es con el finde defendernos contra la incitación, taimada o declarada, a pesarcomo se querría que pensáramos. En efecto, numerosos son aque-llos que interrogan sobre los manifiestos de algunos círculos po-líticos, sobre algunos métodos de psicoterapia llamada del com-portamiento, sobre los balances de ciertas sociedades de infor-mática. Han creído discernir aquí la virtualidad de una extensiónprogramada de técnicas que buscan, en último análisis, la norma-lización del pensamiento. Yocreo que para simplificar sin deformares suficiente con citar un nombre: el de Leonid Plionchtch y unasigla: la de LB.M.

De la misma manera que los biólogos no han creído poderhablar del cerebro humano sin situarlo al final de una historia delos seres vivientes, así mismo me parece útil comenzar una ex-posición sobre el cerebro y el pensamiento situando esta cuestiónen la historia de la cultura.

Si hoyes de notoriedad pública que el cerebro humano es elórgano del pensamiento, es necesario recordar sin embargo queuno de los más grandes filósofos de la Antigüedad, Aristóteles, en-seño que la función del cerebro, antagonista de la del corazón, esla de enfriar el cuerpo del animal. Fue Hipócrates el.que enseño queel cerebro es la sede de las sensaciones, el órgano de los movimientos

* Texto tomado de la Revista de la Facultad de Sociología de la Universidad Latino-americana de Medellín, 17,junio 1994.Traducción: Prof. Luis Alfonso Palau C, Universidad Nacional, Medellín.

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GEORGES CANGUILHEM EL CEREBRO Y EL PENSAMIENTO

y de los juicios; así lo muestra el tratado hipocrático,Sobre la enfermedad sagrada (la epilepsia). Esta doctrina,en parte retomada por Platón, especialmente en el Ti-meo, debe a Galeno el haberse impuesto en la culturaoccidental. El aristotelismo militante de Galeno no leimpidió buscar la confirmación de la tesis hipocráticapracticando sobre el sistema nervioso y sobre el cere-bro experimentos muy ingeniosos.

Al haber recibido desde sus orígenes y conser-vando a lo largo de los siglos, el papel de un asuntoque tiene que ver con la sede del alma, nuestro pro-blema actual suscitó, a partir de la filosofía cartesiana,una filiación de teorías y una sucesión de polémicasde las cuales somos herederos. Una rápida reseñahistórica es indispensable para localizar el lugar des-de donde debe proceder nuestro examen. El sigloXIX es el lugar de combate del positivismo contrael espiritualismo: la teoría de las localizaciones ce-rebrales.

Muy a menudo se comienza esa reseña con Des-cartes. Se trata entonces de un perfecto contrasentido.Descartes enseñaba que el alma indivisible se uneal cuerpo por medio de un órgano único, y por asídecir físicamente puntual, la glándula pineal (conarionde los antiguos, nuestra epífisis). No es asunto debuscar unir un pensamiento dividido con un órganofederal. Aquellos que más tarde no comprendieronque la función de la glándula pineal era una funciónmetafisiológica criticaron a Descartes y buscaron enotra parte, en el cerebro, la sede del sensorium com-mune. La lista de ellos es larga, de Willis a la Peyronie.Todo incluida la invención de la guillotina, ha dadolugar a argumentos en favor de talo cual teoría porparte de médicos eminentes como Soemmering, quienera corresponsal de Kant. Cabanis (1795) -para quienel cerebro secreta el pensamiento como el hígadola bilis- tomó parte en la controversia y discutió elcaso de Charlotte Corday decapitada.

En 1810 Gall publicó su Anatomie et physiologiedu sistéme nerveux en général et du cerveau en particulier.Fue en ese momento cuando comenzó efectivamentela ciencia del cerebro, incluso aunque tendría luegoque rebasar ese obstáculo inicial, la frenología hechaa la vez de ingenuidad y pretención. El punto fuertede la doctrina de Gall es la exclusividad reconocidaal encéfalo, y particularmente a los hemisferios ce-rebrales, como 11sede" detodas las facultades in-telectuales y morales. Elcerebro entendido comoun 11sistema de sistemas"es presentado como elúnico soporte físico del

cuadro de las facultades. La frenología es una era-nioscopia fundamentada sobre la correspondenciaentre el contenido y el continente, entre la configu-ración de los hemisferios y la forma del cráneo. Contrala ideología sensualista, contra lo que hoy se llamaríala adquisición de la experiencia bajo la presión delentorno Gall y sus discípulos sostienen el innatismode las cualidades morales y de los poderes intelec-tuales. Pero, a diferencia de los metafísicos espiritulistas,ellos fundamentan este innatismo sobre el substratoanatómico de un órgano y no sobre la substancialidadontológica de un alma. Visto de lejos, el interés dela controversia puede parecer puramente teórico, loque de hecho no lo era.

La protuberancia de las matemáticas! ha produ-cido mucha risa, mientras que se parece estar menosdispuesto en estos momentos a reír de los cromo-somas de 11superdotados" o de la herencia genéticadel cociente intelectual porque, incluso con unco-ciente intelectual medio, uno puede entrever las con-secuencias posibles de ello en el dominio de las con-diciones sociales. Pero es necesario saber que ya Gally Spurzheim no habían dejado de hacer valer el al-cance práctico de sus teorías en el orden de la pe-dagogía, del descubrimiento de las aptitudes (lo quehoy se llama orientación), de la medicina y de policía(prevención de la delincuencia). Una de las ilustra-ciones de daumier para el poema satírico de AntoineFrancois Hippolyte Fabre, Némesis médicale (1840) re-presenta a un frenólogo ante la tradicional colecciónde cráneos en yeso, en momentos en que palpa elcráneo de un muchacho al que su madre, una mujerdel pueblo, ha llevado a consulta para un diagnósticode aptitudes. Yen su Histoire de la phrénologie, GeorgesLanteri-Laura ha revelado con qué rapidez la fre-nología, importada a los Estados Unidos por el propioSpurzheim y por un discípulo escocés de apellidode Combe, se convirtió en una frenología aplicada,un instrumento de orientación y de selección pro-fesional, e incluso de consulta matrimonial. Se hapodido decir que la frenología conoció entonces, enlos Estados Unidos, un éxito comparable, y por ra-zones comparables, al éxito del psicoanálisis.

Pero sobre todo no se podría sobreestimar, pueses capital, la influencia de la frenología sobre la psi-copatología. Imposible comprender de otra manera

que las primeras localiza-ciones cerebrales de fun-ciones intelectuales ha-yan tenido que ver con lasperturbaciones del hablay de la memoria de laspalabras. En materia de

1. Paul-Iules Móbius (1853-1907), neurofisiólogo alemán, apodado"Call revivido", localizaba la protuberancia de las matemáticas por enci-ma de la órbita izquierda en el lado exterior. Cfr. su obra Über die Annlagezur Mathematik (Leipzig, 1907). Era el nieto del ilustre matemático astró-nomo, Auguste Fredinand Móbius (1790-1868), inventor de la banda deMobius.

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afasia, Broca y Charcot confirma-ron el descubrimiento de Boui-llaud, discípulo de Gall, la locali-zación de la función del lenguajeen los lóbulos anteriores del cerebro(1825-1848). En la segunda mitaddel siglo XIX, la Exploración de lasfunciones del cerebro se apoderóde la corriente eléctrica, galvánicao farádica, como de un instrumentode análisis privilegiado; paralela-mente, la neurología experimentalfue elevada por algunos al rangode filosofía.

de aquellos que fueron nuestrosmaestros, incluido Bergson, se hantomado a pecho refutar, bajo el ojoreprobador de Théodule Ribot, es-pecie de ejecutor testamentario deTaine.

y fue Freud mismo, autor en1888 de un artículo "Cerebro" paraun diccionario médico, el que pri-mero reconoció una deuda con res-pecto a Taine. Habiendo redactado,en 1895, su Esquema de una psicologíacientífica, escribe a Fliess (febrero de1896): "El libro de Tanie Sobre la in-

teligencia me gusto muchísimo. Espero que de ellosaldrá alguna cosa". Esto es quizás lo que autorizóa Ludwig Binswanger a escribir que son numerosaslas concordancias entre el naturalismo psicológicode Taine y el de Freud. Y sin embargo, desde 1900,introduciendo en la Traumdeutung el concepto de apa-rato psíquico, Freud se interesaba ante todo en loque llamaba la "tópica psíquica", sin renunciar a latopografía de las localizaciones. En 1915 podía es-cribir en el capítulo sobre "el inconsciente", de laMetapsicología: "Todas las tentativas para adivinar apartir de allí (las localizaciones cerebrales) una lo-calización de los procesos psíquicos, todos los es-fuerzos por pensar las representaciones como alma-cenadas en la células nerviosas han fracasadoabsolutamente", Y añade que, que por el momento,la tópica psíquica (distinción de los sistemas les., Pcs.,Cs.) "no tiene nada que ver con la anatomía".

Para limitarme al dominio francés, recordaré dostítulos de obras de la misma época, expresamenteconcebidos sin referencia a conceptos filosóficos. Sien 1905 Alfred Binet da a un ensayo sobre la na-turaleza de la sensación el título Eáme et le corps,en 1923, Henry Piéron, director del Instituto de Psi-cología publica Le cerveau et la Pensée.

El cerebro y el pensamiento están tan estrecha-mente unidos e incluso confundidos en el pensa-miento -o en el cerebro- de los fisiólogos, de losmédicos, de los psicólogos, que la atribución al ce-rebro de toda responsabilidad de un drama dolo-rosamente vivido se le impone incluso a los poetas.

Es así como un héroe de las letras, poeta y actoren dificultad con su yo, escribe a Jacques Riviere:"Lo único que pido es sentir mi cerebro... Soy un

hombre que ha sufridomucho del espíritu. Yosólo espero que cambiemi cerebro y que en él sehabrán los cajones supe-

Para comenzar, desde 1836, un médico del Hos-picio de Bicétre, Lelut, había escrito en una obra ¿Qu'est-ce que la phrénologie?: "Para ser completo sólo lefaltaría a este sistema fisiológico-psicológico tratarsobre el modo de acción del cerebro en la producciónde los hechos intelectuales y morales, es decir, explicarel mecanismo del pensamiento por medio de la hi-pótesis moderna de la electrización o de la electro-magnetización de la masa encefálica" (p. 239).Mediosiglo después, las investigaciones de Fermier, Fritsch,Hitzig, Flechsig inauguraban lo que Hecaen y Lan-teri-Laura han llamado "la edad de oro de las lo-calizaciones cerebrales" y permitían levantar la pri-mera carta topográfica del cerebro. Y sin esperarmucho más tiempo, desde 1891, el psiquiatra suizoGotlieb Burckhardt convertía los conocimientos to-pográficos en técnicas de psicocirugía y practicaba,por lo demás sin éxito real, aquello que se llamóluego la lobotomía2. Se notará de nuevo la rapidezcon la cual el conocimiento supuesto de las funcionesdel cerebro es invertido en técnicas de intervencióncomo si la gestión teórica estuviese suscitada con-génitamente por un interés de práctica.

Paralelamente a las investigaciones de neurologíacerebral, la psicología tendía a no ser más que lasombra de la filosofía, animada por una filosofía irre-ligiosa, que extraía de esta psicología sus razonesde irreligiosidad. En Francia el Jefe era HippolyteTaine. Desde 1854, en Les Philosophes francais au x/xsiécie, opone las homilías espiritualistas de Paul Ro-yer-Collard las investigaciones experimentales sobreel cerebro practicadas por Flourens, sin embargo pocosospechoso de materialismo. Y la obra de 1870, Del'intelligence, va a acreditar, a partir de una teoríade la sensación, la tesisllamada del paralelismopsicofisiológico que losfilósofos universitariosfranceses, los maestros

2. G. Burckhardt. U/Ja RilU!Cllcxcz:;ioIlCIl, al, Beitra; =111' "1'craliz'('11Thcrnpic dcr 1',Yc!"J,;¡'11. Allgerneine Zeítschritg hu I'sychiatric. 19H1, N(1.47. Sobre los comienzos de la psicocirugía cfr. el artículo de Al.un [aubert.L'c:« ision de Eapiare de la jol ic, en el No.4, 197.1-1976, de la revista Au Ir(,IIII'1I l'"Cuerir pour norrnaliser".

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riores". Se trata de Antonin Artaud. Fue en mayode 1923 y en marzo de 1924. Ahora bien, fue en elaño universitario 1923-1924 cuando un profesor delCollege de France -alumno de Charcot corno Freud,médico de otro héroe de las letras y en dificultadestambién él con su yo, de nombre Raymond Roussel-Pierre Janet3, declara en una de sus lecciones:

"Se ha exagerado relacionando la psicología conel estudio del cerebro. Desde hace cerca de cincuentaaños se nos habla demasiado del cerebro: se diceque el pensamiento es una secreción del cerebro, loque es una estupidez, o bien que el pensamientoestá en relación con las funciones del cerebro. Llegaráuna época en la que uno se reirá de esto pues noes exacto. Lo que llamarnos el pensamiento, los fe-nómenos psicológicos, no es la función de ningúnórgano particular: no es ni la función de la yemade los dedos corno tampoco la función de una partedel cerebro. El cerebro no es sino un conjunto deconmutadores, un conjunto de aparatos que cambianlos músculos que son excitados. Lo que llamarnosidea, lo que llamarnos fenómenos de psicología, esuna conducta de conjunto, todo el individuo tornadoen su conjunto. Pensarnos con nuestras manos tantocorno con nuestro cerebro, pensarnos con nuestro es-tómago, pensarnos con todo: es necesario no separarlo uno de lo otro. La psicología es la ciencia del hom-bre entero, no es la ciencia del cerebro; éste es unerror psicológico que ha hecho mucho mal durantemucho tiempo".

Este recuerdo de una psicología quizá injusta-mente abandonada actualmente'[ no responde a unainquietud de erudición sino, por el contrario, a unapreocupación de actualidad. Esta relación permiteabonarle a Janet una posición deliberada de no con-formismo en materia de patogenia y de terapéuticade las enfermedades llamadas mentales, posición tancontestataria corno puede llegar a serlo hoy la detal o cual adepto de la antipsiquiatría. Cuando sedeja de creer en la primacía de lo cerebral se devieneescéptico en cuanto a la eficacia de un internamientocuasi carcelario. Según Janet el concepto de alienaciónno es primordialmente psicológico, es ante todo" de-bido a la policía". Janet declara: "Un demente es unhombre que no sabría vivir en las calles de París",Sin duda no habría sido necesario forzarlo muchopara hacerle decir que son las calles de París las de-mentes. Este hombretranquilo que escribió en1927, en La pensée inié-rieur et ses troubles: "Lapalabra loco es pues unadenominación de poli-

cía", quizás habría aprobado sonriente el consejo es-crito sobre los muros de su universidad por los es-tudiantes de Oxford: "Do not adjust your mind, thereis a fault in reality". No tenéis que corregir vuestroespíritu puesto que es en la realidad donde algo cojea.

En resumen, un siglo después de Gall y Spurz-heim se podía figurar corno psicólogo sin tornar susargumentos en la neurofisiología. Pero es necesariovolver, aún por un instante, a la frenología para com-prender bien la apuesta filosófica ligada al problema"cerebro-pensamiento".

Explicar por medio de la estructura y la con-figuración del cerebro las funciones intelectuales ysus efectos conlleva, desde el comienzo, una ambi-güedad que su vulgarización ha hecho manifiestaen su bastedad. Una de las numerosas obras de vul-garización y de propaganda frenológica, Le Petit Doc-teur Gall, de Alexandre David contiene una páginade comentarios sobre un retrato de Descartes tornadodel Traité de Physiognomonie de Lavater (1778), quees un dibujo a partir del retrato de Franz Hals. Elfrenólogo, discípulo de Spurzheim, encuentra en lacabeza de Descartes "todas las facultades percepti-vas": individualidad, configuración, extensión, pe-santez, colorido, localidad, cálculo, orden, eventua-lidad, tiempo, tono, lenguaje. Se explica así queDescartes haya sido tan regular en la administraciónde su interior, que haya aplicado el álgebra a la geo-metría y las matemáticas a la óptica. Se explica tam-bién, por la presencia cerebral de la "localidad" queél haya llevado una existencia nómade. Y se alabaa un cierto Sr. Imbert, sabio frenólogo, por habernotado que el cogito es un simple efecto de la "even-tualidad", es decir de "la facultad que percibe lasacciones que están en nosotros". El Cogiio de ningunamanera es un efecto de las "facultades intelectualesreflectivas", lo que justifica que Spurzheim haya di-cho que Descartes no era tan gran pensador cornose creía.

En suma, antes de la frenología se creía que Des-cartes era pensador, autor responsable de su sistemafilosófico. Según la frenología, Descartes es el por-tador de un cerebro que piensa bajo el nombre deRené Descartes. Porque Descartes es su cerebro enel que "la eventualidad" está presente, él percibe ensí mismo el cogito. Porque Descartes es su cerebrodonde la "localidad" está presente, él se desplaza

corno un nómada, delPoitou hasta Suecia, pa-sando por París, por Ulmy por Amsterdam en don-de anticipa a los hippiesde hoy que allí gozan por

3. Pierre janet (Curso en elColegiode Francia 1923-1924,citado porMarcel jousse, Archivos de Filosofía,Vol.2, cuaderno 4;Estudes de psycho-logie lingúistique).

4. Un estudio interesante de Pierre [anet se puede consultar en latesis de Claude Prévost, LapsycJlO-l'hilosol'hie de P falle! (Payot, 1973).

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atras razones distintas a las suyas. En resumen apartir de la imagen del cráneo de Descartes, el sabiofrenólogo concluye que todo Descartes, biografía yfilosofía, está en su cerebro y que es bien claro quehay que decir su cerebro, el cerebro de Descartes,puesto que el cerebro contiene la facultad de percibirlas acciones que están en él. Pero finalmente ¿cuálél? y henos aquí en el corazón de la ambigüedad.¿Quién o qué dice yo, no solamente al comienzo delDiscurso del método sino sobre todo al comienzo dela Geometría" de 1637: "Yo nombraré la unidad ... Yonotemeré introducir estos términos ..., etc. "?

A todo 10 largo del siglo XIX, el Yo pienso hasido, en muchas ocasiones, rechazado y refutado enprovecho de un pensar sin sujeto personal respon-sable. Lichtenberg, en sus Philosophische Bemerkungendijo: "Es denkt sollte man sagen sowie man sagt es bliekt".Se debería decir: eso piensa como se dice eso brilla.

El neurólogo Exner, citando esta expresión deLichtenberg en una memoria, Uber allgemeine Denk-fehler, 1889, escribe:

"Las expresiones, yo pienso, yo siento, de nin-guna manera son buenas formas de expresarse. Seríanecesario decir: es pensado en mí (es denkt in mir),es sentido en mí (es fühlt in mir). El peso de los ar-gumentos no depende de nuestra voluntad, se formaun juicio en nosotros (es denkt in uns)".

Antes, claramente independientes el uno del otro,Rimbaud y Nietzsche han creído tener que excusarsepor haber cedido a la ilusión de su yo pensante.En la famosa carta a Izambard, en 1871, en la queRimbaud se define como un vidente, añade: "Es falsodecir yo pienso. Se debería decir: se me piensa". YenMás allá del bien y del mal, en 1886,Nietzsche escribe:

"Es una alteración de los hechos el pretender queel sujeto yo sea la condición del atributo: yo pienso.Algo piensa, pero creer que ese algo es el antiguoy famoso yo es una pura suposición". (Aforismo 17).

Nietzsche ha retomado la misma idea muchasveces y de ellas se encontrará la lista en el libro deBernard Pautrat, Versions du soleil, en el capítulo: "Des-composición del cogito". Entre más amplio es elacuerdo en la denuncia de una ilusión, más indis-cutible es la ilusión pero también más imperioso esel deber de dar cuenta de ello.

'Wo Es war soll ich werden" ("Donde Ello fue, tengoyo que advenir"). Esta expresión de Freud, cuya in-terpretación divide las escuelas de psicoanálisis,puede ser desviada para nuestro uso. Y la últimapalabra de esta reseña histórica es la pregunta: ¿Cómoun Yopienso puede advenir a Eso que indica y describe,a partir del frenólogo, del fisiólogo de hoy, a Eso,un cerebro?

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* * *¿Qué significa pensar? Aunque, según la mun-

danidad filosófica, la cuestión tenga una resonanciaheideggeriana, nosotros la tomamos por su. lado ba-nal, trivial. Según la definición que se dé de pensar,se admitirán pensantes de talo cual especie. El autorde los Pensamientos, el inventor de la "caña que pien-sa" escribió: "La máquina de aritmética produce efec-tos que se aproximan más al pensamiento que todo10 que hacen los animales; pero ella no hace nadaque permita decir que tiene la voluntad como losanimales". Henos casi en el computador cuyos efectosse aproximan aún más al pensamiento de 10que hacíala máquina de Pascal. La metáfora ahora repetidadel cerebro computador se justifica en la medida enque se entienda por pensamiento operaciones de ló-gica, cálculo, razonamiento. Razón, ratio se derivaetimológicamente de reor, calcular. En cuanto a lavoluntad de los animales, incluso si uno juzga quePascal extendió abusivamente este concepto a todotipo de conductas orientadas por la búsqueda de unasatisfacción vital, se convendrá en que al menos existeun animal capaz de querer un efecto sin precedentesen su experiencia: es el hombre inventor de máquinas,como el propio Pascal. Si la máquina aritmética esel efecto del cálculo de un cerebro del cual ella mismaes una aproximación, al menos se debe admitir quelos cincuenta modelos de esta máquina tenazmenteconstruidos antes de la definición son el índice deuna voluntad de construir conscientemente motiva-da, Pascal piensa que no existe aproximación me-cánica a este tipo de motivación. Si no es posibleconcebir una máquina motivada por el proyecto deconstruir una máquina, si no existe computador enel origen absoluto del computador, ¿qué le impediríaal filósofo plantearse, a propósito del cerebro, otraspreguntas distintas de las de los fisiólogos? Y estono quiere decir de ninguna manera que se cuestioneel saber del fisiólogo en su terreno. La estructuray las relaciones que entre sí tienen las neuronas delcerebro son la condición de su ejercicio. Los progresosy la rectificación del saber de los fisiólogos son asuntode los fisiólogos. El fisiólogo es el amo en 10 suyo.Pero el fisiólogo es indiscreto por todas partes.

El computador es el efecto de una tentativa porimitar, gracias a la electrónica del siglo XX, las pro-piedades ya reconocidas al cerebro por la neurofi-siología del siglo XIX: recepción de estímulos, trans-misión y entrada en agujas de signos, elaboraciónde respuestas, registro de operaciones. La descripciónde este esquema funcional en el lenguaje actual dela informática no 10altera fundamentalmente. Sepue-de, según se quiera, hablar del computador como

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un cerebro O del cerebro corno un computador. Ensu libro Mémoire pour Laven ir Francois Dagognet pue-de escribir:

"El verdadero cimbronazo fue cuando el hombrellegó a exteriorizar los procesos cerebrales graciasa los cuales calcula, habla y piensa" (p. 8) e inver-samente (p.199) que: "El propio cerebro ... sale re-definido al ser relevado por la memoria material".

Es éste un caso particular de estrategia teóricacaracterística de la ciencia actual: a partir de obser-vaciones y de experimentos realizados en un ciertodominio de realidad se construye un modelo; y apartir de este modelo se continúa afinando el co-nocimiento, corno si se tuviera que ver con la realidadmisma.

El fisiólogo admite claramente que el cerebro seauna parte del organismo, es decir -según la definiciónde Nageotte- de un mecanismo "cuya edificaciónestá comprendida en su funcionamiento". Plantea-rnos la siguiente pregunta: Esta propiedad paradójicasi se tiene en cuenta los mecanismos artificialmenteproducidos por el hombre, ¿está o no prolongadapor la otra propiedad paradójica que los fisiólogosconfieren al cerebro, ser el órgano cuya representa-ción de su funcionamiento estaría comprendida enel funcionamiento mismo? para los redactores de larevista Pour la ecience' que presentaron el númerosobre cerebro, ese" gran computador de nuestra vida"ha descubierto "sus maravillosas propiedades refle-xionando sobre su propia naturaleza" Pero sólo setrata de periodistas. David Hubel, neurofisiólogo re-putado, rechaza el argumento "materío-espírítualis-ta" (es decir dualista) según el cual el computadorcerebral es incapaz de comprenderse a sí mismo. Hu-bel está de acuerdo por lo demás en que el cerebrohumano (1012 neuronas; 1014 sinapsis es decir cienbillones) es diferente del computador cuyos compo-nentes, incluso en el futuro, no podrían alcanzar talnúmero. Pero además el cerebro no funciona segúnun programa secuencial lineal. En la misma revistaFrancis Crick muestra también en que es engañosala analogía entre el cerebro y computador. Constatacon pesar que el fisiólogo no haya llegado aún adescribir la percepción consciente que permita aclararla experiencia "tan directa" que de ella tenernos. "Sesospecha mucho que esefenómeno sea el resulta-do de una retroacción delas vías de cálculo sobresí mismas pero no sesabe exactamente cómose produce". Corno siuna acción de retorno

pudiera ser considerada corno trascendente con res-pecto a una acción directa.

El es sin embargo de los fisiólogos que no con-funden las limitaciones y los límites de su cienciay que, dedicándose a hacer retroceder las limitacionesse muestran prudentes en cuanto a la posibilidadde franquear en esto los límites. Un biomatemático,Pierre Nelson, termina el prólogo de su obra, Logiquedes neurones et du systeme nerveux, con reflexiones so-bre "la insatisfactoria objetividad" del tipo de ex-plicación que confunde el sentido y la lógica. El pro-fesor Michellouvet, cuando el periodista del NouvelObservateur le pregunta si el cree posible el des-cubrimiento, un día, de una fórmula química de "laconsciencia de la consciencia", responde: "Un sistemasólo puede comprender a otro si es más complejo.Lógica... ¿Entonces nuestro cerebro podrá descifrarsus propios secretos? Incluso con la ayuda de uncomputador no estoy muy seguro de que lleguemosa traducir todos los procesos de consciencia en ter-minos neurobiológicos". ¿Pero la cuestión es clara-mente de lógica? Antes, Francois Jacob había invo-cado el teorema de Gódel para apoyar una respuestaparecida a la Iouvet . Uno ha de preguntarse si nose tornan demasiadas libertades con ese teorema delimitación, cuando la cuestión es ajena a su dominiode validez, la aritmética formal. Sin embargo se lesdebe abonar a esos biólogos su reticencia a deducirla consciencia a partir de una ciencia del cerebro,incluso fortalecida con el recurso del computador.

Ante todo uno no puede sino sorprenderse porel interés universalmente puesto, tanto por el cien-tífico corno el público, en la maquinaria electrónicadel pensamiento humano. Es larga la lista de las pu-blicaciones que, en el dominio de la cultura anglo-sajona, tienen títulos que alían Mind (Mente) o Brain(Cerebro) con Máquina. En cuanto a la difusión entreel público, no existe en la actualidad espiritualistaque no se sienta obligado a pensar su espíritu entérminos de contactos de computador, anota Bernardd' Espagnat en una obra reciente. Es inútil recalcarel uso, es decir el abuso, de expresiones no pertinentestales corno cerebro consciente, máquina consciente,cerebro artificial, o inteligencia artificial. Pero se pre-guntará ¿por qué esas conjugaciones de incompa-

tibles? Sin duda porqueesas metáforas, nacidasentre los científicos deluso legítimo de modelosheurísticos o de simula-dores sofisticados, hansido hábilmente trans-plantadas a los lugares

5. Pour la science, número especial; noviembre de 1979.6. Nourel Obseroateur; 29 de Oct. 1979.7. "Pero describir en términos de física y de química un movimiento

de la consciencia, un sentimiento, una decisión, un recuerdo, ese es otroasunto. Nada indica que se logrará alguna vez. Y no solamente a causade la complejidad sino también porque como se sabe, desde Codcl, unsistema lógico no puede ser suficiente para su propia descripción". Lógicadel uimente, p. 337.

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comunes publicitarios, en el estadio industrial de lainformática. ¿Qué podríamos tener contra el com-putador si nuestro cerebro es él también un com-putador? ¿El computador en casa? ¿Por qué no, pues-to que en cada uno de nosotros hay un computador?Un modelo de invetigación científica ha sido con-vertido en máquina de propaganda ideológica condos fines: prevenir o desarmar la oposición a la in-vasión de un medio de regulación automatizada delas relaciones sociales; disimular la presencia del quedecide tras el anonimato de la máquina.

Pero que se trate de máquinas analógicas o demáquinas lógicas, una cosa es el cálculo o el tra-tamiento de datos según instrucciones y otra cosala invención de un teorema. Calcular la trayectoriade una nave espacial tiene que ver con el computador.Formular la ley de la atracción universal es una ac-tuación que no tiene que ver con él. No existe in-vención sin consciencia de un vacío lógico, sin tensiónhacia un posible, sin riesgo de equivocarse. Si se lehubiera preguntado a Newton cómo había encon-trado lo que buscaba, habría respondido: "Pensandoaquí siempre en ello". ¿Qué sentido es necesario re-conocerle a este aquí? ¿Cuál es esta situación de pen-samiento en la que se encara lo que no se ve? ¿Cuáles el lugar para este aquí en una maquinaria cerebralque estaría montada para relacionar datos bajo losconstreñimientos de un programa? Inventar es crearinformación, perturbar hábitos de pensar, el estadoestacionario de un sabefl. De la misma manera queel [oueur d'échecs de Torres y Quevedo, un fonógrafopuede proferir "jaque al Rey", así mismo se puedeimaginar una máquina que grite Eureka después dehaber encontrado la solución de un problema delcual se hubiera suministrado los datos y las obli-gaciones. No se la imagina descubriendo las fun-ciones fuschianas como Henry Poincaré lo cuenta enCiencia y Método. Después de muchos períodos detrabajo infructuoso, abandonado y retomado, de re-pente Poincaré apercibe una relación de identidadentre las transformaciones que le han permitido de-finir esas funciones y lasde la geometría no-eucli-diana. Fue en Coutances,al subirse a un bus: "enel momento en el que po-nía el pie en las gradas,la idea me viene ...". ¿Ha-brá algún día autómataslógicos a los que les ven-drán ideas? Responderéhaciendo dos citas. En suestudio Au sujet d'Euréka

Valéry escribió que "las investigaciones insensatasson padres de los descubrimientos imprevistos". Yun matemático que se interroga sobre las dificultadesde construcción de modelos para acercarse al azary formalizar lo informalizable, René Thom, escribió:"En esta tarea, los sesos humanos con su viejo pasadobiológico, sus hábiles aproximaciones, su sutil sen-sibilidad estética, siguen y seguirán siendo aún du-rante mucho tiempo irremplazables'".

Pero si no es posible, asimilando el cerebro auna máquina electrónica, comprender cómo es capazde invención, ¿no sería posible llegar a ello por elsesgo de una explicación química? Puesto que el usode ciertas substancias llamadas psicotrópicas ha per-mitido una mejora real de algunas enfermedades ner-viosas o mentales, se ha podido crear la esperanzade extender a la causa de los desórdenes el poderobtenido sobre sus síntomas. De allí el interés cre-ciente por la química cerebral, por las moléculas pro-pias para modificar la transmisión de las excitacionesa nivel de la sinapsis. El descubrimiento de los neu-ropéptidos -encefalinas y endorfinas-, substanciasendógenas, ha conferido un cierto poder de inhibicióndel dolor físico de las penas morales.

La hostilidad presente de la antipsiquiatría conrespecto a la psicofarmacología, la denuncia siste-mática de las" camisolas químicas", recubre una partede injusta ceguera para con los casos de perturba-ciones metabólicas que encuentran racionalmente sususpensión o su atenuación en la intervención quí-mica sobre los neuromediadores.

Tales son los casos de la enfermedad de Parkinsona la que se sabe oponer la acción de la L. Dopa yla esquizofrenia, tranquilizada, si no curada, por laadministración de clorpromazina, cuyo descubri-miento ha podido ser juzgado tan importante comolo fue, para la cirugía, el de los anestésicos.

Habría sido muy sorprendente que, estimuladospor algunos resultados espectaculares, los psicofar-macólogos no se hubieran creado la esperanza deextender los poderes de la química ya no solamente

buscando paliar las de-ficiencias del cerebrosino también y, sobretodo, sus actuacionespara estimularlas. Los re-dactores del artículo deNewswee¡¿O piensan quese aproxima el momentoen el cual se descubrirá,a la manera de las subs-tancias propias para for-tificar la memoria, subs-

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8. La persistencia de un estado estacionario del saber, más allá deuna invención teórica, es como la medida objetiva de la originalidad deesta invención. Fue lo que hizo decir a Marx Plank, en su Autobiografía,que a un descubrimiento para imponerse no le es suficiente con acumularpruebas teóricas: debe frecuentemente esperar que sus adversarios hayandesaparecido y que una nueva generación llegue al poder científico,

9, Cit. por H. Atlan. Entre le cristal et lafumée (Seuil, 1979, p, 229). R.Thom insiste aún más sobre el carácter aventurero de la invención teóricacuando dice: "Casi todos los progresos del álgebra salieron del deseo derealizar operaciones prohibidas (números negativos, racionales, imagina-rios, etc)". Colloquio de Rouuamount: Thcories du langage. Theorics de 1'111'-prcntissage, Seuil, 1979, p. 508.

1D. "Drugs for the mind". Newsweek, 12 noviembre de 1979.

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tancias propias para fortificar la invención. Se hablade una droga posible, capaz de suscitar el sentimientodel ya visto con el fin de ayudar a las gentes a resolverlos problemas que sólo les parecen difíciles única-mente porque no tienen precedente. No se dice dequé tipo de problemas se podría tratar. Un problemade reparación o de contra-espionaje está bien lejosde un problema de matemáticas como por ejemplola demostración general del famoso teorema de Fer-mat. ¿Cómo no ironizar sobre los extremos a los cualesson llevados los vulgarizadores? ¿Ycómo no subrayarque la invención de esta droga -que se podría llamarpíldora de concepción- estaría en gran medida fa-cilitada por la previa invención de 10 que ella tienepor fin producir? Dicho de otra manera, el proyectode investigación para un apoyo a la heurística seríael mismo tributario, por su paso de potencia al acto,de la realización previa de aquello de 10 cual él esel proyecto. Se piensa resolver el problema particularde la solución de los problemas en general, a nivelde las microestructuras cerebrales, por medio de lainvención de una especie de píldora pro-solución (opro-concepción). De hecho no se trata más que deuna reduplicación del problema o, para hablar mássimplemente, del uso de una palanca sin punto deapoyo.

En consecuencia, a pesar de la existencia y delos efectos satisfactorios de algunos mediadores quí-micos, a pesar de las perspectivas abiertas por algunosdescubrimientos en neuroendocrinología, no pareceque haya llegado aún el momento de anunciar, ala manera de Cabanis, que el cerebro va a secretarel pensamiento como el hígado la bilis.

No olvido que Pascal no olvidó la memoria. Re-cuerdo dos de sus Pensamientos: "La memoria es ne-cesaria para todas las operaciones de la razón" y"Cuando era pequeño, cerraba mi libro ...". Con laprimera, Pascal encara la memoria del calculista, delinvestigador, del administrador, del estratega. La me-moria archiva y hace inventarios. Es la que uno seenorgullece de imitar, de desmultiplicar, aligerar y,en el límite, de reemplazar por medio del tratamientoautomático de los bancos de datos, por una memoriaartificial exenta de las enfermedades de la memoria.

Pero esta "Memoria para el porvenir", según laexpresión de Francois Dagognet ¿qué porvenir abrea la memoria?, ¿a la memoria del "Cuando yo erapequeño ...", a la memoria del tiempo perdido y deltiempo recobrado, a esos recuerdos sobre los queProust escribió, en las últimas líneas de su obra, "queterminarán por parecer cuando el deseo de un cuerpoviviente deje de sustentarlos"?

El examen del tema merecería más de un mo-mento en la conferencia y más de una conferencia.Voluntariamente no trataré de una cuestión que de-bería lógicamente conducir a interrogarse sobre laprobabilidad de ver, un día, en la vitrina de unalibrería la Autobiografía de un computador, sino su Au-tocrítica.

Ahora ¿a qué se llama pensar cuando se tratade ese poder del ser viviente que Pascal llamó vo-luntad y que él le niega a la máquina el poder desimularlo? Restricción que puede parecerle torpe atodos aquellos que le opondrían gustosos los robotsactuales, los animales electrónicos y las tortugas deGrey Walter o de Albert Ducrock, todas ellas má-quinas a quienes gustosamente se les reconoce el sen-tido de la oportunidad, la adaptación a las circuns-tancias, la capacidad de aprender. Pascal no podíaprever que era de él de quien en 1908Henry Pierontomaría la palabra comportamiento para traducir lapalabra inglesa behaviour, adoptada a comienzos desiglo en los EE.UU. por Thorndike, Jennings yWatson,para designar conductas animales polarizadas comofenómenos biológicos de adaptación al entorno. Aun-que se continúa llamando psicología a este estudiode los comportamientos -en suma por una extrañaconducta de exclusión y de retención- se prohibíatoda referencia al pensamiento y a la conciencia yno se interesaba en el cerebro más que como unacaja negra cuyas entradas y salidas era 10 único quese tenía en cuenta. Por supuesto que se distinguían,entre las conductas de los vivientes, algunas que secontinuaron llamando inteligentes pero sin relacióncon alguna capacidad reflexiva de juicio. Objetiva-mente, la inteligencia es la corrección del compor-tamiento en función de los obstáculos encontradosen la búsqueda de una satisfacción.

Es bien sabido que el estudio objetivo de los com-portamientos utiliza las técnicas del condicionamien-to por medio de dispositivos de aprendizaje. Perono siempre se distingue suficientemente dos tiposde condicionamiento: el condicionamiento pavlovia-no por medio de injerto de una relación estímulo-respuesta sobre una relación de tipo reflejo innato;el condicionamiento skinneriano o instrumental quees la consolidación sistemática, bajo el efecto reiteradode una recompensa obtenida, de una conducta desolución satisfactoria inicialmente obtenida por azar.En la caja de Skinner, la rata o la paloma adquieren,por la repetición de situaciones falta-castigo y rec-titud-recompensa, el comportamiento aparentementeinteligente de un cálculo de ventajas. Tanto en unacomo en otra teoría del condicionamiento se con-sidera que se puede concluir para el hombre 10 que

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se dé en el animal y no se puede negar que muchosde los que las reivindican no están lejos de identificaramaestramiento y aprendizaje, de considerar comoun medio a todo entorno, comprendido aquí el hechosocial y cultural en el caso del hombre y finalmentede deslizar progresivamente del concepto de edu-cación hacia el de manipulación. ¿A cuál de estasdos empresas conviene referir las técnicas de orien-tación o de guía de los individuos en el medio social,por medio de distribución manifiesta o enmascaradade recompensas?

Para ser equitativos es necesario reconocer quela teoría del condicionamiento salida de los trabajosde Pavlov está incorporada, por cierta antropologíaque se reclama del materialismo dialéctico, a unafilosofía que se llama no reduccionista, en la medidaen que reconoce expresamente que el entorno culturalhumano es un efecto histórico y no un dato natural.En esta óptica el pensamiento no es una función pu-ramente cerebral, un producto biológico; es un efectosocial relativo al tipo de sociedad en la cual él in-terviene. En una sociedad conservadora o represiva,la ecuación pensamiento = cerebro sirve de justifi-cación para las técnicas de normalización de la con-ducta. El condicionamiemto skineriano es conside-rado por los neurólogos progresistas como el reflejoy el medio de conservación de la sociedad americana.A lo que los radicales americanos responden queel condicionamiento, el des condicionamiento, el la-vado de cerebro y la camisola química no son pri-vilegio de ningún país.

Pero lo esencial del entorno social humano esel ser un sistema de significaciones. Una casa no espercibida como piedra o madera sino como abrigo,un camino no es tierra aplanada, es un pasaje, unahuella. Incluso para el hombre de Néanderthal, unsílex tallado no es solamente piedra: su dureza noes solamente un dato de la sensibilidad, es ante todoun proyecto de utensilidad. La percusión no es sóloun movimiento, es un gesto cuyos efectos primor-diales, la herramienta y el fuego, son las raíces delsentido de su existencia para el viviente humano.En consecuencia ¿se puede admitir que el aprendizajey el dominio del sentido de las cosas y de los actos,en un entorno cultural, no plantean otros problemasde método que no sean los del adiestramiento delanimal, por condicionamiento? Estos problemas cul-minan en el del lenguaje. La relación lenguaje-pen-samiento remite a la cuestión cerebro-pensamientopor medio de la relación cerebro-lenguaje. Según laconcepción de Skinner ¿es el lenguaje "aprendido"como cualquier otro comportamiento? La enseñanzadel lenguaje ¿es análoga a un condicionamiento que

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lleva a la vinculación durable entre un significante,un significado y un referente? Si se identifica apren-dizaje y condicionamiento ¿no se resucita el empi-rismo contemporáneo de la época en la que las fun-ciones del cerebro eran ignoradas? Si es necesariotener en cuenta las capacidades lingüísticas innatas¿será necesario identificar innatez y programacióncerebral genética? Tal es el objeto del debate orga-nizado en Royaumont, 1975, entre Noam Chomskyy Jean Piaget, recientemente publicado bajo el título:Théories du langage, théories de l'apprentissage.

Sosteniendo que la gramática de una lengua noes una propiedad de esa lengua sino una propiedaddel cerebro humano, Chomsky piensa dar cuanta deque el mismo niño, dado que aprende a hablar enla lengua de sus locutores adultos, aprendería otralengua comunicándose con otros locutores. Cuandose le objeta que la inteligencia general podría obtenerlo que él supone inscrito en el núcleo fijo del lenguaje,Chomsky responde que para aprender a aprenderes necesaria una disposición inicial. Según él, la obli-gación de recurrir a una capacidad generativa paraexplicar el aprendizaje de la lengua no es más quela confirmación de ese aspecto de creatividad quehabía reconocido Wilhem von Humboldt cuando de-cía: "Una lengua puede hacer un uso infinito de me-dios finitos". Se comprende fácilmente por quéChomsky se vale de Descartes y de Leibniz, filosofíasque han defendido el innatismo de los principiosracionales, pero no se entiende cómo él puede iden-tificar la necesidad de los constreñimientos univer-sales de la competencia lingüística con la determina-ción genética de las capacidades cerebrales. Lo quees cierto es que su oposición a Skinner y a la teoríaexpuesta en Verbal Behavior es paralela a su actitudde oposición política a las tesis de Skinner expuestasen Beyond Freedom and Dignity (1971):

"La creencia en que el espíritu humano es vacíoprovee una justificación a todo tipo de sistemas au-toritarios. Si el espíritu humano está vacío, todo mé-todo para moldear los espíritus a su antojo es legítimoy esto encuentra desarrollos extremos, en Skinnerpor ejemplo; todo termina en una especie de esquemafascista" (p. 393, Théories du langage, théories del'appren tissa ge).

Pero los adversarios de Chomsky dicen que elinnatismo del poder intelectual se puede convertiren un argumento en favor del elitismo, para apoyaruna justificación de relaciones sociales desiguales.Retendremos por el momento que, en su versión bio-lógica actual, el debate entre empirismo e innatismoprovee indiferentemente argumentos para posicionespolíticas opuestas. Signo sin duda de que la justi-

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ficación de escogencias políticas debe ser buscadaen otro lugar distinto al cerebro. Sobre este últimopunto, por lo demás, la conclusión de la conferenciade Jouvet11 merece ser atendida. El lanzó la ideade que el sueño, expresión de una actividad cerebralcerrada a las aferencias exteriores, cortada del en-torno, podría ser considerada como el índice de unaactividad de mantenimiento del programa heredi-tario, de una ruptura de la relación social. El sueñosería el guardián de la libertad natural en relacióna los constreñimiento s culturales. Se estaría tentadoa evocar a Rousseau, la oposición del hombre salvajey el hombre civil, y al axioma según el cual el hombreha nacido libre aunque por toda parte esté entre rejas.Pero la Profesión de Fe del Vicario Savoyano impidecontar a Rousseau entre aquellos que buscan en lafisiología los fundamentos de la pedagogía y de lapolítica.

En resumen, el lenguaje humano es esencialmenteuna función semántica sobre la cual no han logradonunca dar cuenta las explicaciones de tipo fisicalista.Hablar es significar, dar a entender, puesto que pensares vivir en el sentido. El sentido no es relación entre ...,él es relación con... Es por esto que escapa a todareducción que trate de alojarlo en una configuraciónorgánica o mecánica. La máquinas llamadas inteli-gentes son máquinas para producir relaciones entrelos datos que se le suministran pero ellas no estánen relación con lo que el utilizador se propone a partirde las relaciones que ellas engendran para él. Porqueel sentido es relación con, el hombre puede jugar conel sentido, desviarlo, fingirlo, mentir, tender tram-pas l2. Pues, tanto en una como en otra ocurrencia,es necesario tener en cuenta un desvío de la relacióncon, una alteración del sentido. La relación de sentidoen el lenguaje no es réplica inmaterial de relacionesfísicas entre elementos o sistemas de elementos enel cerebro del locutor. Inversamente el sentido dela palabra proferida en la relación con... no es la pro-ducción de una configuración física en el cerebro delinterlocutor. De la misma manera como nuestra áreavisual cerebral no ve propiamente hablando los ob-jetos que consideramos que nuestros ojos nos dana ver, así mismo no hay en los repliegues de la cortezacerebral un pensamiento que contemple el fantasmade los objetos o de lassituaciones encaradas ennuestras palabras. Ac-tualmente, en la edad dela electrónica, tantocomo en el siglo XIX,yano se puede explicar elconocimiento científico

o la experiencia poética por medio de la réplica ce-rebral de la relación entre el medio y el organismo.Copérnico y Galileo pueden, cuando hablan con sujardinero o su ayudante de cámara, decir que el solse levanta puesto que ven, como éstos, el globo delsol ascender por encima del horizonte, pero ellospiensan que el sol no se levanta. Y como Víctor Hugopuede pretender percibir lo inverso de lo que él vecuando el sol se acuesta, percibir de alguna manerala verdad del movimiento aparente de los astros esdecir eso que se debe pensar después de Copérnicoy Galileo:

El día moría; yo estaba cerca del mar,sobre la playa arenosa.Tenía de la mano a mi hija, niña que sueña.Joven espíritu que se calla.La tierra, inclinándose como un navíoque se hunde,Dando vueltas en el espacio iba sumergiéndoseen la sombra;La pálida noche ascendía.(Les Contemplations: Magnitudo Parvi).La relación entre el cerebro, el pensamiento y

el mundo, no podría pues ser concebida como lareproducción mental (o interior) de los afectos físicosproducidos en el cerebro por la introducción en éldel mundo (exterior) prestando a este afecto la víade los canales sensoriales. Según una palabra incisivade Wittgenstein en las Zettel ("Fichas", escritas entre1945y 1948):"Los filósofos que creían que se puede,por así decirlo, prolongar la experiencia en el pen-samiento deberían saber que se puede transmitir lapalabra por el teléfono pero no el sarampión". Cier-tamente no se puede transmitir el sarampión porteléfono pero se puede transmitir por teléfono dis-cursos cuyo color simbólico no sea agradable paratodos. De allí la práctica de las escuchas telefónicas.De ahí la exclusión de individuos a causa de en-fermedades contagiosas del pensamiento, evicciónmás larga generalmente que los diez y ocho díasde separación de la escuela en el caso del sarampión.

Hay muchas maneras de percatarse de que lapalabra humana remite al pensamiento que a su vezremite a un sujeto que no es una parte del mundosino, como lo dice Wittgenstein, "un presupuesto de

su existencia". Se puedesuscribir la reflexión crí-tica sobre la ilusión de lainterioridad psíquica, re-flexión inaugural de laobra póstuma de MauriceMerlau-Ponty, Lo visible ylo invisible, sin por ello es-

11. Ver la conferencia de Michel J ouvet: "Les états de vigilance: bilanet perspectivos" en Prospective et Sanié, No. 14, verano 1980, pp. 73 a 80(N. del E.).

12. Una máquina no puede engañar como tampoco puede engañar-se. Para decirlo de otra manera, una máquina no es capaz de maquinación.Michael Scriven hace de la capacidad de mentira el criterio de demarca-ción entre un robot aparentemente consciente y la consciencia (The Me-chanicai Concepi of Ivund, in Mimls and Machines, Prentice Hall, EglewoodClifss, 1964).

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]::l. Es necesario precisar que por sujeto metafísico Wittgenstein noentiende sujeto ontológico, incluso en la época del Traciatus lógico-philo-sophicus y que luego abandonó este concepto de sujeto metafísico.

tar de acuerdo totalmente con las tesis del existen-cialismo. Se puede preferir, por razón de no-com-promiso axiológico, la referencia a Wittgenstein yacitado. El autor del Tractatus lógico-filosófico insiste,para sacar de ello una consecuencia ,general, en quenuestro campo de visión no es visto él mismo poruna especie de ojo mental, localizable en el mundode la percepción:

"Existe realmente un sentido en el cual puedetratarse de un yo no psicológico en filosofía. El yoaparece en filosofía porque el mundo es nuestro pro-pio mundo. El yo filosófico no es el hombre, ni elcuerpo humano, ni el alma humana de la que tratala psicología, sino el sujeto metafísico, el límite yno una parte del mundo" 13.

Quizás el mejor comentario de este texto no hayaque buscarlo en la filosofía sino en la pintura. Lavisión del pintor es, ella también, una relación sig-nificante. Maurice Denis ha dicho que Cézanne lla-maba motivo a lo que él deseaba representar, lo quelo invitaba a pintar, y no el terna, es decir las cosasrepresentadas de las que se puede hablar. Se puedesostener que, para el filósofo, la visión del pintorcorno acto de presencia en el mundo es más ins-tructiva que una teoría psicofisiológica de la visión.El cuadro de René Magritte, El paisaje aislado, es laimagen de un paisaje contemplado por un hombrevisto de espaldas y que dice en una burbuja: "Noveo nada en torno al paisaje". Es muy cierto queYono veo nada en torno al paisaje, corno vería el muroen torno de un cuadro que representase un paisajeen torno al cual alguien dice Yono veo nada. Yo soyel todo de mi visión pero yo puedo hacer siempreun otro al todo de mi visión desplazándome. Pruebade que yo no coincido con aquello de lo cual yo cons-tituyo el límite. El campo perceptivo es, corno diríaRayrnond Ruyer, una superficie absoluta, pero es ne-cesario añadir, móvil. El Yono está con el mundo enrelación de sobrevuelo sino en relación de vigilancia.

* * *Hemos vuelto al mismo punto donde terminó

la reseña histórica inicial. Pensar es un ejercicio delhombre que requiere la conciencia de sí en la pre-sencia del mundo, no corno la representación delsujeto Yosino corno su reivindicación pues esta pre-sencia es vigilancia y más exactamente sobre vigi-lancia. Desde un punto de vista filosófico no haycontradicción en recono-cer una subjetividad sininterioridad que no en-trañe la sospecha deidealismo solipsista. En

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efecto, bien mirado, el concepto de interioridad con-lleva una imagen espacial. La interioridad es la ex-terioridad invertida, pero no abolida. Bajo este res-pecto, el Yovigilante del mundo de las cosas y delos hombres es tanto el Yode Spinoza corno el Yode Descartes. Mientras que Descartes juzga íntima-mente la evidencia de su Cogito, Spinoza enunciacorno axioma impersonal Homo cogitat. Pero cuandocompone el Tratado teológico político, Spinoza es eseYoque reivindica en el último capítulo, ante el derechoreconocido al Soberano de regular toda cosa en elEstado en cuanto a la acción de los ciudadanos, "queles sea acordado a cada uno pensar lo que quieray decir lo que piensa". Y aunque Spinoza haya adop-tado el nosotros de modestia, no puede impedirseescribir al final: "He terminado así de tratar las cues-tiones que me proponía ... Sé que soy hombre y quehe podido equivocarme". Proyecto, error, marcas delpensamiento, lo hemos propuesto. El Yo spinocistano es, a pesar de la Etica geométricamente demos-trada, menos Yode lo que lo es el Yode la Geometríade Descartes, en razón de la cuarta parte del Discursoque la precede. Cualquiera sea la oposición entrelas concepciones cartesiana y spinocista de las re-laciones del alma y del cuerpo, es claro que Spinozadice Yocomportándose corno el delegado, solitarioy reprobado, de la defensa de su sistema, al mismotítulo que Descartes en sus Respuestas a las quintasobjeciones dice un Yo(ante Gassendi) que designa conel nombre de "Carne".

Por mi parte no temeré en decir que entre Des-cartes y Spinoza es en este segundo donde la funciónsubjetiva de presencia-vigilancia está más manifiesta.En la segunda parte del Discurso, Descartes puso mu-cho cuidado en defenderse de la acusación de críticapolítica. Dijo que sólo quería reformar sus propiospensamientos. Tornó sus distancias con respecto alas gentes que son llevadas hacia la oposición porsus "humores desordenados e inquietos". El filósofode la generosidad comenzó con una filosofía de laprudencia. Spinoza tornó partido públicamente porel derecho a la libertad de pensar. Amigo de [eande Witt, Gran pensionario de Holanda, con quiencompartía las convicciones republicanas, fue testigode su asesinato a manos de los amotinados orangistas,en La Haya en 1672, cuando los ejércitos de LuisXIV invadieron Holanda. La indignación y el dolorde Spinoza lo llevaron a salir de su domicilio para

colgar sobre los murosde la ciudad un carteldonde había escrito: Ul-iuni barbnroruni. Se diceque su casero hubo de

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violentarlo para retenerlo'", En suma, esta filosofíaque refuta y rehúsa los fundamentos de la filosofíacartesiana, el cogiio, la libertad en Dios y en el hombre,esta filosofía sin sujeto, muchas veces asimilada aun sistema materialista, esta filosofía vivida por elfilósofo que la pensó, imprimió a su autor el empujenecesario para insurgirse contra el hecho cumplido.La filosofía debe dar cuenta de tal poder de empuje.

Con este fin, la filosofía no tiene nada que esperarde los servicios de la psicología, de una disciplinade la que Husserl pudo decir que la manera comoella entró en escena, en tiempos de Aristóteles, hasido "una calamidad permanente" para los espíritusfilosóficos (Philosophie premiére, 1923-1924;1,p.75). En-tendemos por ello una ciencia que se quiere objetiva,situándose entre las otras ciencias objetivas con lapretensión de instruirlas sobre las funciones intelec-tuales que les permitan ser las ciencias que ellas son.Ante esta pretensión, propia de una parte, de darcuenta del todo, la filosofía no puede más que opo-nerse. Ella debe pues dejar que la psicología continúeproponiendo sus adquisiciones teóricas para que lasexploten la pedagogía, la economía y, a fin de cuentas,la política. En cuanto a la filosofía, su tarea propiano es la de aumentar el rendimiento del pensamientosino el recordarle el sentido de su poder.

Asignarle a la filosofía la tarea específica de de-fender al Yo como reivindicación intransferible depresencia-vigilancia es reconocerle solamente el pa-pel de la crítica. Por lo demás esta tarea de negaciónno es de ninguna manera negativa, pues la defensade una reserva es la preservación de las condicionesde posibilidad de la salida. Ciertamente me es fácilimaginar los sarcasmos que la palabra reserva, llamabaa dar su sentido a esa pequeña palabra Yo,no puededejar de suscitar, por una parte entre los psicoanalistaspsicoanalizantes que la consideran como un síntomadel desconocimiento del Inconsciente, y por otra par-te, entre los fisicalistas fisicalizantes que denunciaránla herencia ridículamente conservada del espiritua-lismo difunto. Pero la reserva filosófica no es ni es-condite ni santuario, es guardia del esfuerzo. Unasuspensión de consentimiento, de adhesión, de ad-herencia, no es ni repliegue ni abstención. Es poresto que uno debe cuidarse de parecer interiorizarel Yo, en el preciso momento en el cual se podríaestar tentado a confundir subjetividad e interioridad,como reacción contra laactual asimilación delpensamientoRené Thomquincallería

a eso quellamó "laelectróni-

ca". Defender su reserva impone salir de ella cuandose requiera, como lo hizo Spinoza. Salir de su reservaes hacerlo con su cerebro, con el regulador vivientede las intervenciones que actúan en el mundo y enla sociedad. Salir de su reserva es oponerse a todaintervención extraña sobre el cerebro, intervenciónque tiende a privar al pensamiento de su poder dereserva en última instancia.

Pienso que se me concederá que tomando porejemplo la conducta de Spinoza no he confundidoni jugado con las palabras. Salir de su casa es laimagen simbólica de salir de su reserva. Pues resultaque Spinoza ha hecho realmente las dos cosas. Sinduda no se debe prestar a Spinoza otra filosofía queno sea la suya. Su conducta es la prueba de que,según la última parte de la Etica, el orden y la co-nexión de las afecciones del cuerpo se regulan sobreel orden y el encadenamiento de los pensamientosen el alma, correspondencia cuya perfección seríala libertad verdadera. Pero la última palabra es que"todo lo que es bello es tan difícil como raro". Ala espera pues de obtener "por una necesidad eterna,consciencia de sí mismo, de Dios y de las cosas",le puede ocurrir al hombre sabio el tener que decidir,en el instante, sobre su conducta con respecto "a lospeligros comunes de la vida que se pueden alejary vencer por la presencia y la fuerza del alma". Espor esto que Spinoza se ha mostrado presente paramarcar públicamente a ciertos hombres con el nombrede bárbaros, aunque él haya dicho que la indignación-generadora de odio-era forzosamente mala, aunquehaya sabido que la muchedumbre es terrible cuandono teme nada. El hombre que escribió que no seconocen todas las capacidades del cuerpo humanoy que equivocadamente se las atribuye a veces alalma, este hombre salió de su morada con su cerebroy con seguridad en conformidad con su filosofía.O quizá haya salido por una imperceptible falla car-tesiana de su construcción filosófica.

A primera vista se podría pensar que Spinozacometió un error. El de creer que los bárbaros quedenunciaba públicamente eran los últimos. Pero sabíalatín y quiso decir: los más recientes, los últimos hastala fecha. Por consiguiente, los filósofos de hoy cual-quiera sea su línea de investigación, spinocista o car-tesiana, pueden estar seguros de que no faltarán oca-siones o razones para ir, corriendo sus riesgos, en

un gesto de compromisocontrolado por su cerebro,a inscribir sobre los muros,murallas o paredes: Uliimibarbarorum tf'

14. A veces discutida, esta conducta de Spinoza está referida por[akob Freudenthal, Das Leben Spinozas (Stuttgart 1904). Cfr.OEuvres deSpinoza, editadas por Ch. Appuhn (Garnier ed.), T. 1p. 218, nota 1; yGeorges Priedmann, Leibniz et Spinoza. (Idées, Gallimard). p. 110.

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