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José Carlos Mariátegui y su Edad de Piedra (1930-1993) Ricardo Portocarrero Grados 1 "En poco más de diez años, más de una veintena de trabajos, cuya gran mayoría res- ponde a la última década, ha sido publicados sobre el pensamiento y la acción de José Carlos Mariátegui. A pocos años del cincuentenario de su muerte y a los pocos meses de la primera edición de sus 7 Ensayos, se renueva y amplía, nacional e internacionalmente, el interés por estudiarlo, por encontrar su lugar y su significado en el desarrollo del pensamiento revolucionario contemporáneo, al cual, como todos reconocen, hizo ori- ginales y perdurables contribuciones". (Quijano, 1979: IX). Esta constatación fue escrita por Aníbal Quijano en 1979. Diez años después, en 1989, el número de trabajos se había incrementado no sólo en número sino también en calidad y profundidad en el trato con las múltiples dimensiones de la obra mariateguiana. Este interés no puede ser entendido al margen de la evolución histórica y social del Perú contemporáneo. En medio de los procesos de crisis e intensa movilización social de esos veinte ai'los, la política se había masificado y el socialismo había dejado de ser una doctrina, para pasar a ser una posibilidad. De cara a estos cambios en el horizonte político, el quehacer cultural e intelectual se renovó. Y del encuentro de política y cultura surgió la inquietud de volver a leer a quien plasmó una de las síntesis más originales entre ambos ámbitos en el Perú de los ai'los veinte (Cáceres y Portocarrero 1988: 1). Historiador egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y miembro de SUR, Casa de Estudios del Socialismo. Quisiera agradecer a Gabriela Ramos por su insistencia en la culminación del presente texto y su paciencia para esperar su entrega. N 2 1, julio 1994 217

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José Carlos Mariátegui y su Edad de Piedra (1930-1993)

Ricardo Portocarrero Grados1

"En poco más de diez años, más de una veintena de trabajos, cuya gran mayoría res­ponde a la última década, ha sido publicados sobre el pensamiento y la acción de José Carlos Mariátegui. A pocos años del cincuentenario de su muerte y a los pocos meses de la primera edición de sus 7 Ensayos, se renueva y amplía, nacional e internacionalmente, el interés por estudiarlo, por encontrar su lugar y su significado en el desarrollo del pensamiento revolucionario contemporáneo, al cual, como todos reconocen, hizo ori­ginales y perdurables contribuciones". (Quijano, 1979: IX).

Esta constatación fue escrita por Aníbal Quijano en 1979. Diez años después, en 1989, el número de trabajos se había incrementado no sólo en número sino también en calidad y profundidad en el trato con las múltiples dimensiones de la obra mariateguiana. Este interés no puede ser entendido al margen de la evolución histórica y social del Perú contemporáneo. En medio de los procesos de crisis e intensa movilización social de esos veinte ai'los, la política se había masificado y el socialismo había dejado de ser una doctrina, para pasar a ser una posibilidad. De cara a estos cambios en el horizonte político, el quehacer cultural e intelectual se renovó. Y del encuentro de política y cultura surgió la inquietud de volver a leer a quien plasmó una de las síntesis más originales entre ambos ámbitos en el Perú de los ai'los veinte (Cáceres y Portocarrero 1988: 1).

Historiador egresado de la Pontificia Universidad Católica del Perú, y miembro de SUR, Casa de Estudios del Socialismo. Quisiera agradecer a Gabriela Ramos por su insistencia en la culminación del presente texto y su paciencia para esperar su entrega.

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Esta situación ha cambiado radicalmente desde entonces. Frente a la crisis actual del socialismo, en sus diferentes versiones y manifes taciones, y a la ofensiva de las teorías neoliberales, la preocupación por el estudio de la vida y la obra de Mariátegui ha disminuido hasta hacerse casi inexistente.

Sin embargo, aun en el período de mayor interés por la vida y obra del Amauta, existió un gran vacío: la falta de estudios sistemáticos de la llamada Edad de Piedra. Es cierto que existe varios trabajos pioneros al respecto, pero son contados casos al lado de la grdfl pro­ducción de libros dedicados a su etapa madura.

¿Cuál ha sido la razón de este olvido -y en algunos casos, de su silencio- de esta etapa de la vida de Mariátegui? Una aparece como la más evidente: las implicancias políticas que se habrían suscitado de constrastarse ésta con la etapa posterior a 1919. Pero esta razón sólo cabría de ser aplicada a los contemporáneos y los militantes del Partido Comunista Peruano. Sus opositores políticos, tanto el Apra como las diferentes tendencias políticas del Civilismo, o sus opositores intelectuales, jamás recurrieron a ella para desautorizar a Mariátegui. "A propósito no queremos ocuparnos de los primeros años de su vida de escritor, en la que encontrarnos puntos negros que preferimos callar", escribió Juan Guillermo Guevara (1930: 45)2

• Lo que tienen en común todas estas tendencias, es la de haber puesto enfásis en el marxismo de Mariátegui, tanto para criticarlo como para avalarlo. El énfasis, pues, fue puesto en sus escritos y actividades de los años posteriores al viaje a Europa3

Como señala la "Nota Editorial" de la Colección de Obras Completas:

"Para cumplir con este propósito -venciendo obstáculos de diverso orden- hemos re­copilado cuidadosamente toda la vasta producción intelectual de José Carlos Mariátegui, desde su viaje a Europa hasta su muerte. Respetuosos de la apreciación que en ese pe­ríodo de su vida le mereciera, y que irónicamente llamara su Edad de Piedra, no incluimos sus escritos de aquella época, que, además, poco añaden a su obra de orientador y pre­cursor de la conciencia social en el Perú.

Apenas es necesario recordar que lo substancial de la obra del Amauta fue producida casi en su integridad en el decurso de los años 1923 al 30, es decir, en tan sólo siete años". (Mariátegui 1980: 5).

Es pues la consideración, compartida por todos los sectores políticos de entonces, de que el mayor aporte de Mariátegui es la introducción en el Perú de su doctrina -el marxismo­' la interpretación de la realidad nacional a partir de este punto de vista y su propuesta de transformación revolucionaria, y que es alrededor de ello que debía girar el debate sobre su vida y obra Sú etapa juvenil no era relevante, pues, para el debate político.

Sin embargo, es desde el campo literario que se escribieron las primeras biografías con referencias sobre la Edad de Piedra. El primero de ellos fue Luis Alberto Sánchez, quién escribió "Datos para una Semblanza de José Carlos Mariátegui" en la revista Presente, en julio de

2 Juan Guillermo Guevara, cuz.queño, fue co-director de la revista La Sierra y uno de sus opositores en cuanto al pensamiento indigenista de entonces.

3 Dicho sea de paso, otro vacío en el estudio de la vida y la obra de Mariátegui es su etapa europea.

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1930. Tres de los cinco acápites estan dedicados a la etapa anterior a Europa. En ese entonces LAS se hallaba mucho más cercano a Mariátegui que a Haya de la Torre. Ya en esta época denota Sánchez su gusto erúdito por el dato y la anécdota, que llenan la semblanza, algunas de ellas de sumo interés que serían retomadas por Rouillón más adelante. Sánchez realiza lo que podríamos denominar la primera caracterización de los gestos y actitudes del joven Mariátegui, agrupando los datos y las anécdotas bajo: la actitud teatral de la vida, el sentido místico y fatalista de la vida, el anhelo de hallar nuevos tópicos, la tendencia incipiente hacia lo iconoclasta, el contacto aún sensible con la tradición en lo que tiene de pintoresco (Sánchez 1930:14). Desgraciadamente, como decíamos, la tendencia es a lo descriptivo más que a lo analítico, pero se rescata aspectos importantes para los estudios que hoy se dedican a la Edad de Piedra: sus relaciones con la generación literaria de 191 O, su interés incesante por las nuevas tendencias, sus polémicas y escándalos.

Más adelante, en 1939, Annando Bazán, quién se encontraba en Santiago de Chile, publicó una Biografía de José Carlos Mariátegui. Desgraciadamente, la edición no fue bien recibida en el Perú ya que denotaba una serie de enores e imprecisiones. Esa a sido la razón por la cual esa edición casi no circuló en el Perú y no se la toma en cuenta. En los cincuentas, dentro del marco de la edición de la<; Obras Completas de Mariátegui, se compromeúó a Bazán para publicar una nueva versión revisada bajo el título de Mariátegui y su Tiempo, ya que, según reconoce Bazán había sido "escrita a toda prisa en tierras extranjeras" (Bazán, 1%8: 11). Inicialmente fijada para 1960, apareció en 1968, seis años después de la muerte de su autor. El nuevo título, que había formado parte de la edición original del libro, daba mejor cuenta de su contenido. Se ubica la vida de Mariátegui no sólo en el contexto político y social de su época, sino también el familiar y el cultural. Por ello Bazán se permite largos excursos para reseñar, entre otras cosas, la evolución literaria del Perú, especialmente en los casos de Palma, Gonzáles Prada y Chocano; la rebeldía de V aldelomar y el grupo Colónida; el ambiente político de los años 1918-1919. El aporte de Bazán es, pues, el establecer la relación de Mariátegui con los principales hechos de su época. Se agrega, además, el incluir dos textos juveniles: uno dedicado a Riva Aguero y otro a Gonzales Prada.

En 1945, María Wiesse, quién había participado en la experiencia de Amauta al igual que Bazán, escribió una breve biografía titulada José Carlos Mariátegui. Etapas de su vida. Más adelante, a partir de 1964, pasará a formar parte de la Colección de Obras Completas. Aunque su autora señale que no se trate de una biografía novelada, en determinados momentos es posible hallar una honda emoción al narrar algunos de los hechos más dramáticos de la vida de Mariátegui, como es el caso de las operaciones sufridas en su niñez debido al accidente que lo dejaría tullido. También se resalta con emoción creciente los hechos que vincularían a Mariátegui con los movimientos sociales de su época, especialmente con Nuestra Epoca y La Razón. La biografía de María Wiesse tiene varias cosas en común con la de Bazán. En primer lugar, estan escritos por literatos reconocidos que fueron amigos y colaboradores de Mariátegui, razón por la cual los estilos están algo alejados de las formas convencionales de como los historiadores elaboran las biografías. En segundo lugar, no intentan ser biografías acabadas, sino más bien escritos testimoniales. Por último, estan alejadas de todo aspecto partidista sobre el pensamiento y las actividades realizadas por Mariátegui. No intentan, como sucederá con los escritores posteriores que en seguida reseñaremos, ubicar a la Edad de Piedra en un segundo lugar con respecto a la etapa madura. Simplemente se trata de reseñar la vida y las luchas de un hombre.

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Es más adelante, a partir de la preparación de los libros que integrarían la Colección de Obras Completas -los cuales comenzaron a aparecer en 1959 bajo la dirección de Anna Chiappe y sus hijos4

- que surge el reclamo insistente de que éstas no serían completas sin los textos anteriores a 1923. Algunos intelectuales relacionados por vínculos de amistad a la familia Mariátegui dedicaran algunos intentos por difundir su obra juvenil. Nombres como Guillermo Rouillón, Edmundo Cornejo o Alberto Tauro del Pino, son expresión de esta preocupación por divulgar la obra de Juan Croniqueur.

De los nombrados, quien ha dado los mayores aportes ha sido Guillermo Rouillón. Fue además el iniciador del estudio de la vida y obra de Mariátegui en forma sistemática. En 1952 apareció en el Boletín Bibliográfico de la Universidad de San Marcos, la primera Bio-Bi­bliografía de José Carlos Mariátegui (Rouillón, 1952: 102-212). Allí señala que "esta in­vestigación podrá servir de fuente de consulta a los biógrafos que intenten encarar la empresa de la biografía integral de este estudioso de los problemas peruanos", tarea a la cual le dedicará muchos años. Además critica a

"la mayoría de escritores que se han dedicado a tratar acerca de la vida y la creación de José Carlos Mariátegui (y) lo han hecho improvisando y, otras veces, LOmando ciertas informaciones de oídas, sin confrontar datos ni averiguar la verdad de la procedencia" (Rouillón 1952: 102).

En la parte bibliográfica, Rouillón ofrece un fichero de 1696 notas dedicados a libros, prólogos, antologías, ensayos, inédiLOs y artículos de y sobre Mariátegui5•

A partir de esta primera tarea de recopilación bibliográfica, Rouillón escribió en 1955 el prólogo de la edición chilena de los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, donde suscintamente se hace una presentación biográfica, la cual puede ser considerada el primer esbozo de lo que es, hasta hoy, el intento biográfico más importante sobre Mariátegui. Dicho prólogo fue reeditado en dos partes en la revista Realidad de Lima entre diciembre de 1955 y enero de 1956 (Rouillón 1955 y 1956). Como primer intento tiene algunas imprecisiones que serán corregidas o matizadas después, como el año de su nacimiento, su ingreso a La Prensa, o la causa de la herida que motivó su cojera infantil, entre otras (Rouillón 1955: 13 y 15).

Ese mismo año, Edmundo Cornejo editó una breve antología de texLOs literarios -no políticos- escritos por Mariátegui entre 1914 y 1917, llamado Pajinas Literarias (Cornejo, 1955), la cual constituye la primera antología de los escritos juveniles. Esta anLOlogía fue reeditada en 1978 y se elaboró una nueva edición ampliada en 1985. En ella Cornejo incluyó un prólogo donde resalta que esos textos son:

" ... escritos en los que José Carlos Mariátegui pusiera la misma sinceridad que siempre sella lOda su obra y a los que, en ningún momento niega su paternidad, como se pre-

4 La primera serie del Festival de Obras Completas de José Carlos Mariátcgui comprendió diez títulos , con un tiraje de cincuenta mil por volumen, es decir, con un total de medio millón de ejemplares. Ello representó "el más grande esfuerzo editorial realizado en Latino América para difundir la obra de un solo autor" (Rouillón, 1963: 5).

5 Agradezco al Dr. Javier Mariátegui haberme proporcionado una copia del Boletín Bibliográfico.

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tendió hacer creer; pues, por el contrario, en plena madurez, les extendió su amparo con la siguiente declaración: "mi pensamiento y mi vida constituyen una sola cosa, un único proceso".

Precisamente, por autodefinirse como "proceso" -por lo demás, consecuencia lógica de quien se forma y no se improvisa-, es tarea de los que calan hondo en el estudio del pensamiento e ideología de Mariátegui, conocer las distintas etapas de ese "proceso" y las obras correspondientes a cada una de ellas". (Cornejo 1955: 5).

Esta visión difiere del punto de vista político, con el cual hasta entonces se había debatido la obra de Mariátegui. Cornejo está más preocupado por los aspectos literarios y estéticos. Sin embargo, nunca realizó un estudio sobre la obra literaria juvenil de Mariátegui. Sólo sendas presentaciones para la primera y tercera edición de su antología, sin arriesgar ningún juicio. Este trabajo, además, adolece de la falta de referencias necesarias de los textos seleccionados. Ello no obvia, evidentemente, el carácter pionero y la importancia que tuvo esta publicación en su momento.

En 1956, el Patronato del Libro Peruano publicó el libro Ensayos Escogidos, una selección de textos realizada por Aníbal Quijano y prologada por Manuel Scorza. En dicho prólogo se incluyó el soneto Plegaria Nostálgica, escrita por Juan Croniqueur en 1916. Sobre esta etapa de la vida de Mariátegui, señala Scorza:

"La vida de Mariátegui -nació el 14 de junio de 1895- es un ejemplo esquilano de superación de los obstáculos opuestos por una educación que no tuvo y un medio casi zoológico donde los espíritus menos fuertes naufragan en la bohemia o el despecho. Para medirla, nada mejor que comparar la obra deletérea de su primera fase decadente, que firmó con el seudónimo de Juan Croniqueur, con la madura, reflexiva, poderosa etapa final de su pensamiento.

Lejos de rebajarla, crece nuestra admiración cuando se conoce este aspecto de Mariátegui, cubierto por un innnecesario pudor, que olvida que toda mariposa fue una larva en el pasado". (Mariátegui 1956: 9-10).

Para Scorm la importancia de la Edad de Piedra reside en el contraste con la etapa madura: ejemplo de la superación del medio por un autodidacta. Se contrasta ambas etapas como quien compara la pobreza ("obra deletérea") con la riqueza ("poderosa etapa final"). Más adelante agregará:

"Se dice ahora que en Mariátegui, que en El Amauta sobrevivió hasta el fin Juan Croniqueur. Es verdad, pero también es indiscutible que, al final de su vida, el conflicto estaba definitivamente saldado a favor del Amauta, que su existencia era ya una pura invitación a la vida heroica". (Mariátegui 1956: 13).

Es una pena que Scorza -o Aníbal Quijano-no se hayan propuesto ampliar este interesante planteamiento: la convivencia conflictiva de Juan Croniqueur en José Carlos Mariátegui marxista. La frase está ahí, como una invitación para el investigador. Así como no se avanzó en este planLeamiento, tampoco se incluyó ningún otro texlo juvenil.

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El interés por la obra juvenil volvió a manifestarse muy pronto, en 1960, con dos artículos de Hugo Neira aparecidos en la revista Cultura Peruana. En él, Neira señalaba que "se había propiciado un dualismo inútil" y que "ello implica una falsa dialéctica que destruye la unidad y la continuidad del ser humano" (Neira 1960a: 147). Sostiene que existirían dos razones por la cual no debía respetarse la opinión del mismo Mariátegui sobre su obra juvenil: la primera, porque realmente Mariátegui "no hiw nunca una separación radical en sus obras ni en su vida"; la segunda, opinando en contra de la nota editorial de las Obras Completas, que "no es cieno que la obra de Mariátegui no añade nada a la obra del orientador y precursor social de la conciencia del Perú" (Neira 1960a: 148). En esto último estamos de acuerdo: se hace necesario el conocimiento del hombre mismo, no sólo de su pensamiento. Pero Neira intro­duce un matiz: dentro de la obra juvenil distingue entre lo estrictamente decadente ("su cona obra en verso y algunos cuentos") y los referidos al "género de prosa expositiva o ensayo literario". Si bien señala que ambos valen para el estudio de su personalidad, es clara su preferencia por el segundo género ya que está más vinculada a los temas políticos de su obra juvenil, explícitamente los textos de El Tiempo, Nuestra Epoca y La Razón (Neira 1960a: 148). Neira se interesa más, pues, por encontrar la continuidad en las preocupaciones políticas entre el joven Mariátegui y el maduro. Coincide con otros investigadores en que el aspecto literario es interesante, pero nada más. Al final de cada parte se encuentra una selección de textos juveniles.

En 1963 apareció la nueva Bio-Bibliografia de José Carlos Mariátegui de Rouillón, en donde por vez primera se hace una rectificación pública acerca del lugar y el año de nacimiento de Mariátegui (Rouillón 1963: 9). Con un total de 3462 notas se dio forma a la principal obra de consulta bibliográfica sobre Mariátegui hasta el día de hoy. Por esta razón, y por ser además una obra casi monumental, es que son perdonables los numerosos errores de referencia y edición6•

Al año siguiente apareció el trabajo de Genaro Camero Checa titulado La Acción Escrita. José Carlos Mariátegui Periodista, reeditado en 1980. En este trabajo -ensayo periodístico le llama su autor- se busca hacer un estudio de la vida y obra de Mariátegui teniendo como eje su labor periodística -aspecto de suma imponancia ya que vivió de esta profesión hasta su muene-, que hasta ese entonces había sido poco explorada. Su interés por el tema provenía de su filiación marxista y de su propia labor periodística. No es extraño entonces que, como su propio autor reconociera:

"Se comprende que no toquemos en detalle muchas estaciones de su vida, tanto o más imponantes que la del periodismo, sino las que están relacionadas al tema. Esto no significa subestimación alguna, sino concreción en el objetivo y nadie debe alarmarse al respec­to". (Camero Checa 1964: 15).

La mitad del ensayo está dedicado a la obra periodistica juvenil de Mariátegui. Desde una breve cronología, hasta sus labores en periódicos y revistas como La Prensa, El Tiempo, Nuestra Epoca y La Razón. Como en otros trabajos, Camero Checa si bien cita referencias

6 A fines de 1993, la familia Rouillón ha reeditado en tres volúmenes tanto la Bio-Bibliografla, como la Creaci6n Heroica de José Carlos MariáJegui. Sin embargo, dicha edición en Jo fundamental no ha sido revisada, por Jo cual aún mantiene los numerosos errores de referencias y edición.

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a revistas como Lulú, El Turf y Mundo Limeño, orientados a un público aristocrático, no le dedica mayores comentarios. Esto se debe a que el ensayo pone su interés central en el periodismo político del joven Mariátegui, del cual, como Hugo Neira, intentará trazar una sola línea con el periodismo político posterior. Esto ejemplifica que a pesar de existir un interés por parte de un sector de la intelecualidad de izquierda por estudiar la etapa juvenil, no intentarán un estudio serio de los escritos más "frívolos y decadentistas" de Juan Croniqueur.

Ya comenzanda la década de los años setenta, el chileno Yerco Moretic publicó la tesis que sustentó en la Universidad Carolina de Praga sobre José Carlos Mariátegui y el realismo liternrio (Moretic 1970: 53-73). Aunque el centro del libro está dedicado al estudio de las tendencia<; realistas de la literatura, existen importantes referencias a los vínculos del realismo con el modernismo inicial de Mariátegui, rastreando las influencias de Manuel González Prada (Moretic 1970: 53-59). Sin embargo, su aproximación general a la Edad de Piedra se basa en fuentes secundarias, como las referencias biografías de Armando Baz.án (1939), María Wiesse (1945) y Guillermo Rouillón (1955 y 1956). También se basa en las referencias bibliográficas de este último (1963).

Al año siguiente, Jorge Basadre, uno de los historiadores más eminentes de nuestro siglo, compuso, a partir de diversas referencias que se encontraban en sus obras, una introducción a su vida y su producción intelectual. Las referencias más importantes para la composición de esta introducción fue el capítulo "Los Nuevos Planteamientos Sociales" de su monumental Historia de la República del Perú. Dicha introducción fue publicada originalmente en inglés para la edición norteamericana e inglesa de los Siete Ensayos. Posteriormente sería retraducida y publicada en la antología de José Aricó sobre Mariátegui y los Orígenes del Marxismo en América Latina (1980: 322-341) y en las dos ediciones de 7 Ensayos. 50 Años en la Historia (Ugarte y otros 1978: 19-39). Dicho texto constituye la nota biográfica más completa para cualquier persona interesada en el estudio de la vida y obra del Amauta. En lo que respecta a la Edad de Piedra, Basadre no sólo recoge las referencias de otros autores sino que además agrega a<;pectos de los cuales tuvo conocimiento directo, ya que fue su amigo y contempo­ráneo. Con un estilo sobrio, no oculta elementos como las críticas adversas a sus obras teatrales, sus gustos aristocráticos y escritos frívolos, y su particular religiosidad y misticismo (Basadre 1978: 20-22).

En 1974 aparecerá el primer libro que intenta una interpretación global de la vida y la obra de Mariátegui. Nos estamos refiriendo al libro de Messeguer Illán,José Carlos Mariátegui y su Pensamiento Revolucionario. Dividido en cuatro capítulos, cada uno de ellos cuenta con una presentación biográfica previa al análisis ideológico de la obra del Amauta. (Messeguer 1974 ). El texto tiene, pues, dos aportes fundamentales: ser el primer estudio global y el enfoque tanto biográfico como ideológico. Sin embargo, al estar separados ambos aspectos en cada capítulo, no siempre quedan claras sus relaciones. Pero la limitación más saltante, y que es bastante común a los que en general han analizado la etapa juvenil en mayor o menor medida, es la lectura limitada de un número reducido de textos juveniles. En algunos casos, utilizando referencias secundarias o incompletas, como las fichas de laBio-Bibliograf'ta de Rouillón cuyas reseñas en muchos casos no son del todo exactas. Esto era resultado de la casi inaccesibilidad de éstos, hasta la edición actual a cargo del desaparecido Alberto Tauro del Pino.

Ese mismo año, en la Universidad de Harvard, Elizabeth Garrels sustentó su Tesis de Maestría dedicada a la obra literaria juvenil de Mariátegui, titulada The Young Mariátegui

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and hi.s World (1894-1919) . Constantemente citada, dicha tesis permanece inédita hasta hoy, por lo cual la mayoría de investigadores se ha visto obligados a tan sólo citar un artículo de la autora aparecido en 1976 dedicado al Nacionalismo Literario del joven Mariátegui, basado en el capítulo tres de la tesis citada (Garrels 1976: 115-128)7. La tesis de Garrels constituye el mejor intento, sino el único, por hacer una evaluación integral de la obra literaria juvenil de Mariátegui para lo cual leyó un número significativo de ellos. Dos son los aspectos centrales del estudio de Garrels: el análisis de lo que ha denominado el Nacionalismo Literario y la ubicación de la obra literaria de Mariátegui en ella; y la relación, tanto amical como literaria, entre V aldelomar y Mariátegui, donde resalta las actitudes sociales modernistas de V aldelomar a través del "Dandysmo" y su influencia en el joven Mariátegui8• Cabe resaltar que Mariátegui no sale bien parado en el balance general que Garrels realiza de su obra literaria (Garrels 1974: 193-197). Concretamente señalará:

"After reading a good portion of the Edad de Piedra literature, I can support Mariátegui' s opinión: it is not good; it does not stand on its own merits. Toe esscntial Mariátegui is still the man who returned from Europe in 1923 and who is spite of wretched hcalth remained remarkably active both in politics and journalism until his death seven years later" (Garrels 1974: 3).

[ "Luego de leer una buena parte de la literatura de la Edad de Piedra, puedo apoyar la opinión de Mariátegui: no es buena; no se sostiene en sus propios méritos. El Mariátegui esencial es todavía el hombre que retomó de Europa en 1923 y que a pesar de una salud maltrecha permaneció notablemente activo tanto en la política como en el periodismo hasta su muerte siete años después").

En otras palabras, sostendrá la misma opinión que la sostenida por los editores de los primeros volúmenes de las obras completas. Más adelante dirá:

"If this is so, one may ask, why unearth these rather clumsy efforts and subject them to scrutiny? Toe justification is clearly biographical and historical. The works, although inferior in themselves, not only serve as a window through which to observe the historical period in which they were written; they also help to clarify certain aspects of Mariátegui' s later intellectual production. Specifically, they help us better to understand the profoundly personal quality of much of his writing, and in so doing, they enhance our appreciation of his interpretation of contemporary history" (Garrels 1974: 3).

[ "Si es así, uno puede preguntarse, ¿por qué desenterrar estos esfuerzos más bien torpes y someterlos a estudio? La justificación es claramente biográfica e histórica. Los tra­bajos, aunque inferiores en sí mismos no sólo sirven como una ventana a través de la

7 Mi mayor agradecimiento a lván Hinojosa, quien obtuvo una copia de la tesis de Elizabeth Garrels y me la envió desde Chicago. Asimismo, a Cecilia Méndez por las gestiones realizadas con el mismo propósito desde Stony Brook.

8 En nuestra ¡xmencia presentada en 1991 en la Universidad Católica, antes de obtener copia de la tesis de Garrels, llamábamos la atención sobre la necesidad de estudiar los vínculos que unieron a estos dos hombres.

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cual podemos observar el período histórico en el cual fueron escritos; también ayudan a aclarar ciertos aspectos de la posterior producción intelectual de Mariáteguí. Específicamente, nos ayudan a comprender mejor la cualidad profundamente personal de muchos de sus escritos y al hacerlo, a ampliar nuestra apreciación de su interpretación de la historia contemporánea"].

En esta tesis, Garrels llega a la conclusión de que la obra literaria juvenil de Mariátegui no sólo es mala, sino, además, es inapropiada para entender a América Latina. Esta incapa­cidad encuentra su explicación en la inicial identificación de Mariátegui con el nacionalismo literario de principios de siglo. En su artículo de 1976, manteniendo la misma conclusión central de su tesis, matizará sus opiniones. En primer lugar, que es posible encontrar la problemática lalinoamericana en otros temas que no sean literarios. En segundo lugar, es un error exigir a Mariátegui una "excelencia intelectual" que realmente no poseía por ser un hombre dedicado a la polílica y un declarado antiacadémico (Garrels 1976: 115). Estos "criterios erróneos" son los que la habrían llevado a las conclusiones decepcionantes de su tesis.

En nuestra opinión, los problemas de enfoque no son esos, sino otros más profundos. En primer lugar, Garrels al buscar una visión latinoamericana en la obra literaria juvenil de Mariátegui, va en pos de algo que no existió, ya que es un aspecto extrapolado de su etapa madura En segundo lugar, cae en un error al plantear que los elementos nacionalistas en los textos de Mariátegui fueron una traba para una comprensión de la problemática latinoomericana. Ello la lleva a valorar como la etapa más importante de Mariátegui, su ruptura con Haya de la Torre, ya que éste representaba al nacionalismo pequei'lo burgués, lo cual "hace que deje de ser uno de los tantos ensayistas de mucho interés para la historia pero de poca vigencia para hoy" Garrels 1976: 116). Un estudio global de la obra de Maríátegui le mostraría que existió una tensión constante entre ambos aspectos, especialmente desde su regreso de Europa, y que es esta tensión la que ha producido sus mejores páginas dedicadas a los más importantes problemas nacionales y de la situación mundial. Por último, Garrels separa en Mariátegui lo literario de lo político, y la excelencia intelectual con su formación autodidacta. Sobre ello, hay que decir que el ensayo sobre la literatura de los Siete Ensayos ha sido reconocido como el más político de todos; y menospreciar su formación autodidacta es negar uno de los aspectos más saltantes de su vida, su voluntad y fuerza para superar el medio social e intelectual de la época en que le tocó vivir. En términos generales, a Garrels le falta una visión global de Mariátegui. A pesar de todo ello, esta obra está dedicada a un tema casi obviado de los estudios sobre la etapa juvenil de Mariátcgui. En su artículo además, incluye como anexos extractos de sus obras teatrales y tres artículos.

En 1975 Guillermo Rouillón publicó lo que hasta hoy constituye la biografía más ambiciosa del Amauta La Creación Heroica de José Carlos Mariátegui. Tomo /: La Edad de Piedra 9• Esta obra no es sólo biográfica sino también un intento por entender la evolución personal, intelectual y política de Mariátegui. En este primer tomo se estudia los primeros

9 Desgraciadamenle, el segundo tomo dedicado a "La Edad Revolucionaria 1920-1930" se vio trunca por la muerle de su autor. En 1984, la viuda y los hijos de Rouillón publicaron este segundo volumen que en gran parte está constituido por notas, apunles y síntesis. Lo más lamentable es que el último capítulo, dedicado a las relaciones de Mariátegui con la Comintern, no fue escrito.

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veinticinco años de su vida: "nacimiento, infancia, adolescencia y juventud". El objetivo central de este trabajo es "estudiar a Mariátegui desde el punto de vista humano, de comprender al hombre y sus ideales, aunque para ello se ha tenido que desmitificarlo" (Rouillón 1975: 12).

Rouillón ha sido el más consecuente en sostener la necesidad del estudio de la etapa juvenil para comprender mejor la etapa madura:

"La obra de Mariátegui no quedará bien explicada sin un atento examen de sus años mozos y de los complejos problemas psicológicos y sociales que hubo de afrontar. En efecto, se ha podido descubrir innumerables sucesos, detalles nuevos y anécdotas completamente inéditas que abarcan rasgos de su personalidad hasta ahora no tratados" (Rouillón 1975: 13).

Ese es el caso por ejemplo de las relaciones entre sus padres, sus primeros amores, los escritos y actitudes aristocráticos, temas casi nunca tratados por sus estudiosos. Son aportes importantes aunque caiga en interpretaciones extremadamente libres -como es el caso de la interpretación psicoanalítica de la falta del padre-, y en el abuso que hace por momentos del anecdotario.

Para este estudio Rouillón no sólo se basó en la revisión de sus investigaciones biblio­gráficas reseñadas anterionnente, sino además, y aquí se encuentra el aporte más importante, en la recolección de alrededor de 300 declaraciones testimoniales "provenientes de amigos peruanos y extranjeros que lo conocieron en vida y que mantuvieron pennanente relación con él" (Rouillón 1975: 13). Es necesario sei'lalar que mucha de la infonnación documental sobre la etapa juvenil de Mariátegui (cartas, partidas, artículos) fueron orientadas o aportadas por la familia del Amauta (Mariátegui 1988: 35). Esta obra constituye lectura obligada para cual­quier propósito relacionado con la Edad de Piedra.

En 1977 hizo su aparición el libro del padreJeffrey Klaiber SJ. Religion and Revolution in Peru, 1824-1976, cuya primera edición en español se publicó en 198010• Según su mismo autor:

"El objeto de este estudio es examinar la relación mutua entre el mundo religioso de la élite refonnista y las clases populares del Pení desde el período de la independencia, en 1824, hasta, inclusive, el gobierno militar refonnista que tomó el poder en 1968. Una de las principales conclusiones de este estudio es que los portavoces de la refonna social y política, muchos de los cuales tendían a ser anticlericales y poco comprensivos frente a la religiosidad popular, acabaron adoptando los símbolos religiosos estimados por los peruanos de clase popular, con el fin de ganar el apoyo en favor de sus causas. Pero, por otro lado, como consecuencia de su contacto con la élite refonnista, muchos peruanos de clase popular comenzaron a reinterpretar su religiosidad tradicional, identificándola con la causa de la justicia social e infundiendo a sus símbolos religiosos un nuevo sentido revolucionario" (Klaiber 1980: 17-18).

10 En 1988 apareció una segunda edición ampliada con un nuevo capítulo dedicado al Gobierno Aprista, la Izquierda Católica y la Teología de la Liberación, abarcando hasta el afio 1988.

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El capítulo 5 está dedicado a Mariátegui cuya inclusión no sólo se explica por la importancia e influencia de este pensador y político peruano, sino además por que calza perfectamente en el fenómeno estudiado por Klaiber: la relación entre religión y revolución. Uno de los fenómenos políticos más significativos de los años 70 y 80 ha sido el encuentro de los planteamientos de Mariátegui con las prácticas políticas y religiosas de ampl íos sectores populares que estuvieron vinculados a la izquierda peruana, los llamados "cristianos de izquierda", en donde bajo la influencia de la Teología de la Liberación, marxismo y religión no parecían excluyentes sino más bien complementarios. El capítulo está dedicado al estudio de los aspectos místico-religiosos de la obra del Amauta, rastreándolos desde su etapa juvenil y proyectándolos hacia la etapa madura.

"La fusión ecléctica de elementos espirituales y marxistas en los ensayos y artículos de José Carlos Mariátegui sobre la religión, el arte y la política ha creado un dilema fundamental para muchos de sus intérpretes: ¿fue Mariátegui un cristiano en búsqueda de una nueva fe, el marxismo, o fue, en realidad, un marxista convencido que retoma al cristianismo de su juventud? La discrepancia sobre cuál es el verdadero Mariátegui ha dado origen al interesante fenómeno de que tanto marxistas como cristianos hayan encontrado en Mariátegui una fuente de inspriración para la reforma social en el Pení" (Klaiber 1980: 109).

Más adelante sostendrá:

"La interrogante es: ¿qué elementos precisos, o intuiciones de sus experiencias tempra­nas, moldearon e influyeron en su posterior -y más universal- visión de la historia y la sociedad?" (Klaiber 1980: 111).

Dos son los elementos que Klaiber resalta como "elementos tempranos que moldearon e inspiraron sus intuiciones posteriores". En primer lugar, "su concepto de la religión, como un componente universal de la cultura humana",~ Mariálegui "la política no fue un substituto, sino una extensión de dicha experiencia religiosa". En segundo lugar, "su convicción de que la fe religiosa, o cualquier creencia en su absoluto, fueran fuentes de fuerza para el hombre y la sociedad, parece haber estado influida por su experiencia de la religiosidad de las clases populares" (Klaiber 1980: 115). Para sustentar sus tesis, Klaiber analiza la influencia de Bergson y Sorel en la idea del "mito" mariateguiano, influencia que "inspiró profundamente la inter­pretación de Mariátegui acerca del papel de la religión en la historia peruana" (Klaiber 1980: 127). Además, hace una análisis detallado del ensayo "El Factor Religioso", de donde con­cluye que Mariátegui

"fue un visionario en búsqueda de una nueva síntesis de elementos de su propia ex­periencia y de la historia peruana, las cuales parecían antagónicos para otros pensadores contemporáneos. Si hubiera repudiado el catolicismo tradicional en favor de un socialismo agnóstico, habría sido sucesor directo de González Prada" (Klaiber 1980: 133).

Es indudable que el texto de Klaiber constituye uno de los más polémicos para los que interpretan la obra de Mariátegui desde una perspectiva marxista ortodoxa.

Al año siguiente, 1978, apareció el libro de Juan Gargurevich La Razón del Joven Mariátegui. Crónica del Primer Diario de Izquierda del Perú. Dos años después, en 1980,

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se publicó una segunda edición en la Habana, Cuba, con pequei'las enmiendas. El autor, periodista e invesúgador de los medios de información, intenta revivir de manera novelada 8 meses de la vida de Mariátegui que abarcan desde su salida de El Tiempo hasta su deportación en­cubierta bajo el gobierno de Leguía ( enero-octubre de 1919). Durante este período Mariátegui es un periodista experimentado y reconocido que va apuntalando cada vez más su inde­pendencia políúca frente a la línea de los diarios de entonces. Es también el período de la Razón, donde junto con César Falcón y otros periodistas de tendencias radicales acompañan a las protestas sociales (la huelga por las subsistencias, la reforma universitaria) de 1919.

Aunque novelado, este ensayo periodísúco está documentado a través de una biblio­grafía muy selecta y de una minuciosa revisión de los periódicos de la época. Acompaña al texto, además, lo que el editor llama "la transcripción íntegra de los artículos que Mariátegui publicó en la Razón bajo el epígrafe de Voces" (Gargurevich 1978: contracarátula). Pero según consta en el prólogo de la edición cubana, la recopilación de artículos se realizó en base a colecciones incompletas del diario la Razón, de las cuales "la familia Mariátegui conserva amorosamente muchos ejemplares" (Gargurevich 1980: 12). En todo caso, "son los únicos que han sido posible idenúficar como escritos por él" y "la mayoría de esos artículos no han sido nunca reproducidos" (Gargurevich 1980: 12-13). En esta selección no se consideran los artículos de Mariátegui escritos fuera de ese epígrafe. Dicho vacío está siendo llenado por Alberto Tauro con la publicación de los Escritos Juveniles.

Este ensayo consútuye el único dedicado especialmente a esta experiencia políúca y periodística de Mariátegui. El interés del autor puede ser claramente enmarcado en la intencionalidad de dar a los jóvenes periodistas de izquierda de esos años, un paradigma que vincule su labor periodísúca con su compromiso políúco:

"(Este ensayo) quiere ser una exhortación a los jóvenes periodistas a conocer la vida y huellas de aquel muchacho que de ayudante de linoúpo llegó a ser director de un diario, grande en la historia, sin más fortuna que su empecinamiento y su talento. Y sin buscar más retribución que la revolución social" (Gargurevich 1978: 8-9).

No es posible encontrar, entonces, un intento por ubicar la Edad de Piedra dentro del desarrollo general de la vida y obra de Mariátegui. Es más, la experiencia del diario la Razón aparecece totalmente descontextualizada del período anterior al viaje a Europa Ese contexto se da por sobreentendido que:

"Mariátegui, el pensamiento de Mariátegui, es fruto de una experiencia que nace en los días que ingresó, quinceañero, a trabajar en un diario y que evolucionó rápidamente hasta converúrse en uno de los periodistas más conocidos del país y luego director, junto con César Falcón, del diario más radical de su úempo" (Gargurevich 1978: 7).

O en todo caso ese contexto es preludio a su madurez políúca: "En sus artículos en los diarios la Prensa y El Tiempo se perfilaba ya la energía futura", donde "transformó su pensamiento pequeñoburgués en pensamiento revolucionario". En síntesis, "la culmina­ción de ese proceso es la creación del diario la Razón". (Gargurevich 1978: 7-8).

Hay también una evidente sobredimensión de la acúvidad políúca de Mariátegui. Esto es comprensible por la intencionalidad políúca del autor. Podemos ubicar a Gargurevich,

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--------------- Portocarrero: Mariátegui y su Edad de Piedra

entonces, dentro de los esludiosos de Mariátegui interesados en su obra estrictamente política. Es necesario resaltar, además, que el aulor busca demostrar que Mariátegui no descubrió el socialismo en Europa (Gargurevich 1978: 7).

En 1979, Aníbal Quijano publicó una introducción para la primera edición venezolana de los Siete Ensayos. Dos años más tarde, sería reeditada en Lima por la Editorial Mosca Azul, bajo el tilulo Reencuentro y Debate. Una Introducción a Mariátegui. Como en otros esludios, se trata de dar una visión integral de su vida y obra, pero en donde se descuida el tralü de la Edad de Piedra. Quijano dedica las primeras secciones a realizar un resumen de sus principales lesis acerca de la situación del Perú entre los años 1890 a 1930, años que abarcan la vida de Mariátegui, que fueron presentadas en México en 1973 y publicadas en el Perú en 1978 (Quijano 1978). Como señaláramos, la Edad de Piedra es tocada someramente mediante una breve reseña biográfica, sin citar ninguno de los textos juveniles. Si bien es un libro prescindible para el esludio de la Edad de Piedra, es signo de la despreocupación por esta etapa de la vida de Mariálegui de uno de sus más importantes y representativos estudiosos.

Ese mismo año, Jesús Chavarría publicó su José Carlos Mariátegui and the Rise of Modern Peru, 1890-1930. De origen chicano, Chavarría se interesó en la obra de Mariátegui a partir de su experiencia en los movimientos estudiantiles chicanos que buscaron refonnar los pro­gramas de estudios superiores en los Estados Unidos. La Refonna Universitaria de 1919 y la pasión nacionalista de los intelectuales de principios de siglo, le sirvieron de punlü de referencia (Chavarría 1979: VII). Para la realización de este trabajo, Chavarría visitó el Perú dos veces entre 1965 y 1968. Durante esos años, entrevistó a familiares, amigos y contemporáneos de Mariátegui, como el Dr. Javier Mariátegui, Anna Chiappe, Martinez de la Torre, Julio Portocarrero, Hugo Pesce, Guillenno Rouillón, Jorge Basadre, y otros más, por lo cual es uno de los trabajos más sólidos escritos sobre Mariátegui. Su soporte documental es también importante: el Archivo Mariátegui, el Archivo Rouillón, la Sala Porras Barrenechea de la Biblioteca Nacional, la Universidad de San Marcos.

Aunque el libro está dedicado a analizar toda la obra de Mariátegui, para nuestros fines nos centraremos en la parte dedicada a la Edad de Piedra. La primera parte, dedicada al escenario social, describe la evolución económica, política e intelectual del Perú entre 1870 y 1919. Lo resaltamos ya que es en este contexto que se desarrollan las actividades y escrilüs de Juan Croniqueur. La segunda parte está dedicada a analizar los escrilüs más importantes de Mariátegui, dedicando el capíLUlo 3 a los escritos juveniles (Chavarría: 45-64). En él se realiza un recuento biográfico bastante serio, comparado con otras biografías -basado fundamentalmente en la biografía de Rouillón (1975)-, y en entrevistas con Héctor Merel, César Falcón y Humberto Del Aguila-, donde se resalta la situación de pobreza, enfermedad y abandono de sus primeros años; sus vínculos con los intelectuales y literatos del diario La Prensa; los diferentes estilos periodísticos por los que atravesó; su evolución política y literaria. Pero como otros estudiosos de Mariátegui ya reseñados, Chavarría está más interesado y pone mayor enfásis en los escritos políticos del joven Mariátegui. No sólo dedica un acápite especial a este aspecto, sino que además, los pocos textos que cita corresponden a la sección "Voces" entre los años 1917 y 1919. Su valor reside, pues, en la seriedad y sobriedad con la que el autor nos introduce a la vida y la época de Juan Croniqueur.

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En 1980, el desaparecido historiador Alberto Flores Galindo publicó en la revista Apuntes un ensayo dedicado a Juan Croniqueur11

• Entre los objetivos centrales de esta ensayo se en­cuentra, en primer lugar, responder a una pregunta no tan obvia para los estudiosos de Mariátegui: ¿Quién era Juan Croniqueur?. Así, se delínean los rasgos más saltantes del joven periodista: precocidad, afrancesamiento, sus estilos literarios, su misticismo religioso, su satírico periodismo político. En segundo lugar, responder a ¿qué mecanismos posibilitaron que un intelectual surgido al interior de la sociedad oligárquica peruana de principios de siglo asumiera el marxismo? Ello nos remite al contexto social que le dio origen. Como insistiera muchas veces:

"Mariátegui -conviene recordar algo obviamente conocido- no empezó su carrera in­telectual como marxista, sino que antes de proclamarse siquiera socialista, era ya un intelectual( ... ). Este intelectual, adicionalmente, no sería un simple comentador de Marx, sino el fundador de una manera original (peruana o latinoamericana) de razonar y emplear el marxismo.

Se trata, para responder la pregunta anterior, de entender a Mariátegui desde el interior mismo de su pensamiento: pensarlo en sus propios términos" (Flores Gal indo 1980: 85).

Es posible aplicar a Mariátegui lo que éste hizo con Martín Adán: más que explicar a Mariátegui se trata "de consignar algunos hechos que lo hacían posible, de ubicarlo y comprenderlo" (Flores Galindo 1980: 85). A partir de este planteamiento, Flores Galindo traza la radiografía de la República Aristocrática: su base económica, el carácter del Estado, la desvinculación de éste con los intelectales novecentistas y de éstos con la sociedad, siguiendo la línea planteada por Quijano. Recuérdese que Flores Galindo, al igual que Quijano, tiene un libro dedicado al estudio del Perú oligárquico: Apogeo y Crisis de la República Aris­tocrática, publicado ese mismo año (Burga y Flores Gal indo 1980). Pero a diferencia de Quijano, para delinear la relación entre la sociedad oligárquica y Juan Croniqueur, Flores Galindo analiza sus textos dedicados a la vida cotidiana limeña, caracterizada por lo abúlico y lo inmutable, el tedio y el spleen. Finalmente, analiza la ruptura de Juan Croniqueur con la sociedad oligárquica, a través de "una vertiente fundamental en la evolución de Juan Croniqueur": sus "tentaciones místicas", marcado por el escándalo del cementerio (Flores Galindo 1980: 92-93). A través de este derrotero, Flores Galindo busca mostrarnos como

"El camino hacia Marx de José Carlos Mariátegui tuvo como estaciones previas ese instintivo y elemental sentimiento antiologárquico que Colónida alentó; luego vino la confluencia entre el fervor religioso, que lo obsesiona desde su niñez, con el entusiasmo por las multitudes para de allí terminar descubriendo el poder del sindicato como forma de organización, de lucha y también de cultura" (Flores Galindo 1980: 95).

Sin embargo, Flores Galindo no responde de manera contundente a la pregunta más importante de todas, dejando así abierto el debate:

11 El ensayo mencionado lleva por título "Juan Croniqueur, 1914-1918". Posteriormente sería incluido en la segunda y tercera edición de LA Agonía de MariáJegui (1982 y 1989) con el título "Años de Iniciación: Juan Croniqueur, 1914-1918".

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--------------- Portocarrero: Mariátegui y su Edad de Piedra

"¿Dos personajes diferentes o, más allá de las apariencias, el mismo? ¿maduración o ruptura? ¿quién tenía razón: el entrevistado por Angela Ramos que señalaba una con­tinuidad entre la juventud y su edad adulta o el corresponsal de Samuel Glusberg, que por el contrario subraya las diferencias? (Flores Galindo 1980: %).

Ese mismo año, dentro del contexto del cincuentenario de la muerte de Mariátegui, se realizó en la Universidad de Sinaloa (México) el Congreso sobre Mariátegui y la Revolución Latinoamericana. En este evento, Osear Terán presentó una ponencia dedicada a los escritos juveniles de Mariátegui. En ella, el autor se plantea rastrear el origen de los núcleos categoriales de Mariátegui o, en sus propios términos, la configuración de una "mirada mariateguiana", que no tendría que reducirse a meras adscripciones teóricas externas (influencias de la etapa europea), sino ampliadas a aquellas ideologías constituidas en el seno de la propia realidad latinoamericana.

"Si bien no debemos pretender oír en ellas las voces silenciosas y anticipatorias de pensamientos posteriores, posiblemente en su lecturn pueda detectarse un complejo movimiento de constitución y de variación de ciertos objetos teóricos y reglas de inteligibilidad de lo real. Si esto fuera así, estaríamos mejor capacitados para definir las condiciones de recepción portadas por Mariátegui en su posterior experiencia europea" (Terán 1980: 18).

El aporte más importante de Terán será la subdivisión de la etapa juvenil según la evolución de esta "mirada mariateguiana". Una primera de ellas está referida a la adscripción y defensa de la tradición criollista contrapuesta al modernismo literario. (Terán 1980: 19-20). Una segunda está referido a la ad<;cripción más bien de las corrientes modernistas aristocráticas y decadentes (Terán 1980: 20-22). Estas dos primeras etapas están atravesadas por la experiencia mística y religiosa En el caso de la primera, a través de la defensa de las tradiciones religiosas del criollismo (la procesión tradicional); y en el caso de la segunda, por la poesía mística (Elogio de la Celda Ascética). Una última etapa estará definida por la "cuestión social" que culminará con una "voluntad hacia el socialismo" (Terán 1980: 22-23).

En 1985, algunas de estas ideas fueron ampliadas en un libro posterior, Discutir M ariátegui, cuyo primer capítulo está dedicado a la Edad de Piedra. En ella, el autor desarrolla in extenso las tesis presentadas en su ponencia de S inaloa, reconociendo que desgraciadamente se ha visto obligado, por la inaccesibilidad de los textos juveniles, "a trabajar con un registro limitado de dichos artículos" (Terán 1985: 17). En este texto, Terán prefiere usar el término "condiciones de recepción" para definir los objetos teóricos y reglas de ordenamiento del joven Mariátegui, en vez de "mirada mariateguiana" (Terán 1985: 16). El capítulo desarrolla los elementos y contenidos de los dos grandes subperíodos de la Edad de Piedra: El literato aficionado de decadentismo finisecular (1911-1917) y la orientación socialista (1918-1919). Desgraciadamente el capítulo, bastante extenso y algo confuso, no aporta nuevas ideas a las planteadas en Sinaloa.

Es dentro del contexto por el Cincuentenario de la muerte de Mariátegui, que aumenta el número de estudios dedicados a su vida y obra. A diferencia de años anteriores, la tendencia es a la interpretación integral, en donde la importancia de la Edad de Piedra es aún incomprendida Este cambio se manifiesta con la publicación de la tesis de Robert Paris dedicada a la for­mación ideológica de Mariátegui. Originalmente escrita en 1970, fue traducida del italiano por Osear Terán y publicada por José Aricó en 1981. Asimismo, fue actualizada con las

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investigaciones realizadas durante los años setenta. Es interesante resaltar que el interés por Mariátegui comenzó con el estudio de la obra de otro marxista que en esos años estaba siendo redescubierto: Antonio Gramsci. A ello se sumó el interés suscitado por los textos dedicados al fascismo y a los temas italianos, textos que no hubieran alcanzado un nivel tan certero sin los años que Maríátegui vivió en Europa. Por ello, París nos dice:

"Por decisiva que sea la experiencia italiana en la biografía y la obra de Maríátegui, ella no cobra efectivamente todo su sentido sino para quien conoce lo que él mismo designaba su "edad de piedra". De modo tal que -para tomar un ejemplo que me resulta caro- sólo el cuadro de su esteticismo juvenil, decadentista o wildiano (piénsese en el episodio de Norka Rouskaya!), permite medir uno de los aportes decisivos de la ex­periencia europea. Me refiero al descubrimiento ( ... ) de una nueva representación de la función del intelectual" (Paris 1981a: 7-8).

Los dos primeros capítulos están dedicados a la Edad de Piedra. A diferencia de otros autores, además de dar la acostumbrada reseña biográfica de los primeros años, París desa­rrolla una serie de ideas que deben ser retomadas en los estudios de hoy sobre la Edad de Piedra. Se señala, por ejemplo, que la etapa Cólonida "representa la primera ruptura con la ideología dominante", "ruptura (que) se produce solamente en el plano de la literatura"; que su ingreso a El Tiempo le permite "la oportunidad de entrar en contacto con cierto número de problemas que, hasta entonces, lo habían dejado indiferente" (Paris 1981a: 23); que en esta etapa es posible encontrar que los problemas del Perú tienen su causa en un sector concreto de la política nacional: el Civilismo, con lo cual se inicia su deslinde con la "política criolla" (París 1981a: 26). Como podemos notar, París hace un recorrido por los diferentes tópicos que caracterizan la etapa juvenil de Mariátegui, que sería muy largo de reseñar aquí.

Al período que dedica mayor atención es a la de sus "divagaciones socialistas", -al que le dedica todo el capítulo 2-, en donde París rastrea y analiza sus principales influencias: de González Prada, de la revista España, de los dirigentes obreros de 1918-1919, de los primeros socialistas moderados, de las protestas sociales de 1919. Es particularmente resal table, a pesar de que se hace una detenida reconstrucción de los principales acontecimientos de 1918 y 1919 en los cuales Maríátegui participó, que no se toca el escándalo del cementerio o la influencia de las noticias llegadas de Europa sobre la Gran Guernt de 1914 y la revolución rusa en el joven Maríátegui. ¿Por qué París no tocó extensamente estos aspectos? No lo sabemos. Este mismo capítulo sería publicado, ese mismo año, en el libro titulado Mariátegui en Italia -editado por Bruno Podestá que impulsó la traducción y publicación de la tesis de París- dedicado a los mejores trabajos sobre Maríátegui publicados en ese país (París 1981b: 79-114).

En 1982, Eugenio Chang-Rodríguez publicó un artículo sobre la obra literaria juvenil de Mariátegui, donde el autor parte de la opinión del mismo Mariátegui de que "he madurado más que cambiado", y su objetivo es hacer un balance de su obra literaria juvenil, siguiendo los pasos de Elizabeth Garrels. Chang-Rodríguez resalta dentro de las influencias literarias iniciales de Mariátegui a Manuel Gonzáles Prada y Abraham V aldelomar. Del primero obtuvo una enseñanza literaria, no sólo técnica, de la cual cabe resaltar dos: la intención de crear una genuina literatura nacional y mantener una actitud antiacadémica (Chang-Rodríguez 1982: 182). Otros aspectos presentados por el autor, como introducir elementos sociales y

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económicos en el indigenismo, concientizar al pueblo y la búsqueda de la unión de traba­jadores manuales e intelectuales, son evidentes extrapolaciones de su obra posterior. Además, cabe recordar que Mariátegui jamás reivindicó la influencia ideológica de Gonzáles Prada en su obra, cosa que fue bastante común en los miembros de su generación literaria, y en los de su generación política

Seguidamente el autor entra a evaluar los diferentes géneros literarios practicados por el joven Mariátegui: la crónica, la crítica, el cuento, la poesía, el teatro, que constituyen la parte central de su artículo. Como nuestro objetivo no es el análisis literario propiamente dicho, del cual somos neófitos, señalaremos tan sólo la opinión general del autor sobre la importancia literaria juvenil de Mariátegui.

"La perentoriedad del periodismo, las lagunas en su formación intelectual así como su deseo de popularizar el saber impusieron a la literatura juvenil de Mariátegui limitaciones técnicas y estéticas. En ella se hace evidente la ausencia de fonnación teórica definida. de una ba<;e crítica bien delineada y de una adhesión a una escuela literaria fija Variada. múltiple, contradictoria y paradójica como es, esta obra anticipa su eclecticismo literario posterior" (Chang-Rodríguez 1982: 220).

Según Chang-Rodríguez, "Mariátegui retuvo varias de las constantes de este período para el resto de su vida", con lo cual quiere resaltar la importancia de la Edad de Piedra y su relación con sus etapas posteriores. Estas son: profunda religiosidad, antipositivismo romántico, irracionalidad filosófica, antipatía al academicismo tradicional, exaltación del heroísmo y heterodoxia (ldem). Chang-Rodríguez desarrollará más ampliamente el análisis de estas constantes, en su libro Poética e Ideología en José Carlos Mariátegui -publicado en Madrid en 1983 y en Trujillo en 1986-, donde no sólo se desarrollan de manera extensa estos planteamientos, sino que dicho artículo está incluido como capítulo 2. A nuestro en­tender algunos de estos son bastante cuestionables (como su antipositivismo romántico y la irracionalidad filosófica) o matizables (su religiosidad, su antiacademicismo, su heroicidad y misticismo). El problema fundamental del autor es su falta de claridad conceptual y teórica y su tendencia a lo descriptivo, lo cual lo lleva a encontrar en determinadas citas lo que busca demostrar. Pero asimismo podríamos encontrar citas que digan lo contrario.

Cabe resaltar que el aporte de Chang-Rodríguez es que, junto con el trabajo de Garrels, se trata de los únicos textos que hacen un estudio analítico-literario propiamente dicho de la producción juvenil de Mariátegui.

Ese mismo año, dentro del libro Mariátegui y las Ciencias Sociales apareció un artículo de Raimundo Prado dedicado a analizar los aportes de Mariátegui al marxismo en el Perú (Prado 1981: 51-58). En ese sentido, divide en forma cronológica la fonnación de Mariátegui de la siguiente forma: a)La Edad de Piedra (1909-1919), donde distingue su etapa puramente literaria (1914-1917) de la de incipientes preocupaciones sociales (1918-1919); b) Aprendi­zaje en Europa; y c) Prédica del socialismo en el Perú (Prado 1982: 34). Para nuestro objetivo, basta señalar las principales tesis dedicadas a la Edad de Piedra. Para ello, Prado utiliza el esquema propuesto por Mariátegui para la evolución de la literatura peruana, y señala su par­ticipación en Colónida como "la primera estación decisiva en el curso de su formación teórica" {Prado 1982: 34). La superación de esta etapa no supuso "el abandono de la crítica literaria" sino la superación de su "puritanismo estético" donde "hay una suerte de politización de la estética y una estetización de la política" (Idem: 35). Los elementos que Prado señala, para

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la transición de la etapa colónida a la socialista, son tres: la experiencia periodística a partir de El Tiempo, la influencia de la revista socialista España y la revolución rusa. De ello, Prndo llega a la conclusión, que a nosotros nos parece exagernda, de que "Mariátegui asumió la posición marxista antes de su viaje a Europa" (Prado 1982: 56).

En 1984 hizo su aparición la Correspondencia, 1915-1930, con la cual se comenzaba a editar una serie de fuentes de uso indispensable parn el estudio de la Edad de Piedra. Compuesta de dos tomos, el número de cartas correspondientes a la Edad de Piedra (1915-1920), incluidas en el primero, son pocas en comparnción con la etapa madura. Las razones de ello son obvias. Este número reducido de cartas y la falta de publicación de sus textos juveniles, explican la casi nula referencia a la Edad de Piedra en el estudio preliminar de Antonio Melis, bajo cuya responsabilidad se preparó la edición12•

En 1985, Mario Castro Arenas publicó una antología titulada Reconstrucción de Mariátegui, precedida de un estudio preliminar. La parte estrictamente antológica está con­formada en su mayoría por artículos periodísticos de la Prensa y El Tiempo, especialmente la sección "Voces", y una selección de los Siete Ensayos, Defensa del Marxismo e ideología y Política. Se pone, pues, énfasis en el aspecto político en donde la Edad de Piedra ilumina

"el proceso de vacilaciones y tanteos de un cronista de filiación formalista y esteticista que madurn hasta transmutarse en un ensayista hondo y penetrante, el más importante ensayista marxista que ha forjado el Perú hasta la fecha" (Castro Arenas 1985: 5).

En el estudio preliminar, Castro Arenas enfoca una serie de elementos de la personalidad ele Mariátegui, que en el último año ha tenido grnn interés entre los investigadores. La entrada al tema es por el aspecto literario, ya que éste representa en universo inicial del joven Mariátegui. Partiendo de la interpretación de Rouillón -de cuya obrn se basa grnn parte del estudio preliminar­' señala que frente a la bruma e incertidumbre sobre su origen familiar y la falta del padre, Mariátegui buscará singularizarse y abrirse camino por sí mismo, crearse una ubicación personal por su inteligencia (Castro Arenas 1985: 11-12). Es decir, Mariátegui buscará tener una actitud fundacional de su propio apellido. Esta búsqueda de singularidad debía basarse en un estilo propio, en contraste con otros intelectuales de la época. Es en ese contexto que ubica la crítica al discurso de Riva Agüero al Inca Garcilaso en 1915. Asimismo, establece la influencia de Manuel González Prnda parn no sólo su definición individual sino generacional. Cabe recordar que en la entrevista que le hiciern en 1916, el tema giraba alrededor de "la nueva generación literaria". La búsqueda de esta definición es, parn Castro Arenas, la búsqueda del padre. Esto es lo que ayuda a entender su acercamiento a los sectores aristocráticos y a su afición por el Turf. La base de esta contradicción, singularizarse por un lado, acercarse a la aristocracia por otra, se halla en

"La crisis de identidad de Mariátegui es la crisis de identidad histórica del mestizo indoamericano. La dualidad padre-madre se le presenta como el conflicto doloroso entre

12 Actualmente se viene preparando una segunda edición donde se incorporarán cartas inéditas del archivo de Waldo Frank y las editadas en el Anuario Mariáleguiano, como las correspondientes a Ruth (Berta Molina).

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--------------- Portocarrero: Mariátegui y su Edad de Piedra

el padre violador y la madre violada indígena el primer día de la conquista. Padre-madre, aristocracia-pobreza, Europa-América, se convierten err antinomias desgarradoras ... " (Castro Arenas, 1985: 9).

Esta crisis de identidad de Mariátegui es patente en la Edad de Piedra en donde existe el predominio del pronombre personal Yo, el cual irá paulatinamente despersonafüándose hasta prácticamente desaparecer durante su periplo europeo. Aunque esporádicamente apa­recerá en sus textos posteriores, como confidencias autobiográficas. Al margen de estar de acuerdo o no con el impacto que tuvo la ausencia del padre en la personalidad de Mariátegui13

el planteamiento de analizar la obra juvenil de Mariátegui a partir de ese "Yo pendular", como lo denomina Castro Arenas, es de suma importancia. De un lado se hallaría el "Yo comba­tiente", el de definirse en base a los contrarios, diferenciándose de su rival. De otro lado, el "Yo místico", el Yo que para Castro Arenas "expresa al joven Mariátegui auténtico, desga­rrado por su conílicto interior, atormentado por la incertidumbre de su origen" (Castro Arenas 1985: 19). Para Castro Arenas, es en la desaparición momentáneo del Yo donde se encuentra el verdadero hito de las etapas biográficas de Mariátegui.

"Sin atisbo de grandilocuencia, este Yo de la segunda etapa post-europea expresa, sobre todo, una aplomada convicción ideológica. Tal como hemos señalado antes, la crisis de iden­tidad que caracteriza su primera juventud se diluye hasta anularse ante la asunción del credo socialista, que involucra íntimamente la disolución de la fractura familiar ( ... ).

Mariátegui se aferra a este Yo ideológico casi subconcientemente, para ajustarle cuentas a las ambigüedades dolorosas de su pasado familiar. La identificación corresponde a un proceso previo de auscultación y liquidación: ya no indagará más por el origen del padre perdido, por los lazos de su entronque paternal; ya no se lamentará por esa aflictiva incertidumbre. Ha encontrado su camino en una nueva familia social, y biológica. Ha fundado una nueva estirpe de Mariáteguis ... " (Castro Arenas, 1985: 20-21).

En otras palabras, Mariátegui resuelve su crisis de identidad de mestizo a favor de la madre, del Perú y no de Europa. De su viaje europeo, Mariátegui diría que allí descubrió la verdadera tragedia de América. Implícitamente, Castro Arenas se respalda en esta afinna­ción del mismo Mariátegui.

Esta es la parte más interesante del estudio preliminar de Castro Arenas. Ello se debe no sólo a las importantes hipótesis de trabajo planteadas, sino además por ser uno de los primeros en tocar, después de Rouillón con su superficialidad e imprecisiones, el problema de la for­mación de la personalidad de Mariátegui para entender el desarrollo de su vida y obra de manera global. De esta manera se reconoce la indisoluble ligazón entre la Edad de Piedra y la etapa madura de Mariátegui.

Una segunda parte está dedicada a los temas políticos del joven Mariátegui. Aunque la mayor parte está dedicada a reseñar las iniciales actividades políticas de Mariátegui a través del periodismo y su contexto (Voces, El Comité de Propaganda Socialista, La Razón), de­sarrolla otro tema poco estudiado: el de las influencias de connotados políticos peruanos de

13 Veáse más adelante las referencias a los recientes estudios que se vienen realizando acerca de la infancia y la personalidad de Mariátegui.

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la República Aristocrática. Por aquí desfilan Jorge Prado, Matías Manzanilla, Víctor Maúrtua -bajo cuya orientación Mariátegui leyó y discutió sobre socialismo-, y Augusto B. Leguía. Sobre ellos, y especialmente sobre las iniciales simpatías por éste último cuando era candidato en 1919, nos dice Castro Arenas:

" ... es un hecho que, ha pesar de todos lo enumerados contactos humanos, económicos y políticos, Mariátegui eligió no un camino de complacencias y acomodos a la sombra de sus amigos poderosos sino la vía áspera y sacrificada que le dictaba su conciencia" (Castro Arenas 1985: 39).

Castro Arenas nos deja así, interesante pistas de investigación. Un año después, Ricardo Luna Vegas publicó un libro titulado José Carlos Mariátegui, 1894-1930. Ensayo Biográfico. El objetivo del libro es, más que aportar nuevos datos o infonnaciones biográficas de Mariátegui, llamar la atención sobre la necesidad de realizar una biografía definitiva basada en los aportes que las más recientes investigaciones han dado, teniendo en cuenta que en la década de los años ochenta han ido apareciendo una serie de fuentes que antes eran prácticamente inac­cesibles a los investigadores. Asimismo, Luna Vegas tiene en cuenta la cercanía del Cente-nario de Nacimiento de Mariátegui. ·

En ese sentido, el libro busca constituirse en un orientador para los múltiples problemas que los investigadores deberán enfrentar para lograr esa meta. Además de un resumen bio­gráfico, el libro se abre y se cierra con dos reseñas bibliográficas, que desgraciadamente son más enumerativas que analíticas. La primera, correspondiente a la Introducción, se presentan las principales biografías sobre Mariátegui, y los pocos estudios dedicados específicamente a la Edad de Piedra y a otras etapas de su vida. La segunda, correspondiente al Epílogo, está dedicado a los libros póstumos de Mariátegui, especialmente los publicados bajo la Colección de Obras Completas, en donde se enfatizan los problemas de criterio y selección. Para el tema de la Edad de Piedra, se señala la importancia de una serie de fuentes que son de uso in­dispensable para su estudio. Nos referimos a la edición en facsímil de la revista Nuestra Epoca y de la Correspondencia de Mariátegui. Asimismo, hace un llamado a la necesaria publicación de los textos correspondientes a la Edad de Piedra. Hay que rescatar de este texto, que su reclamo aún no ha sido escuchado14

Desde mediados de 1986 y durante casi un año, se llevó a cabo en SUR, Casa de Estudios del Socialismo, el seminario sobre Política y Partido enlosé Carlos Mariátegui bajo la dirección de Eduardo Cáceres Valdivia. En dicho seminario, se dedicaron varias semanas de discusión sobre la Edad de Piedra, siendo la primera vez que en un seminario dirigido a jóvenes vínculados por su militancia de izquierda se tocara ese terna. Lo que al parecer sería una breve intro­ducción biográfica, se convertiría en un tema de gran interés debido al entusiasmo que despertó. Se realizaron lecturas de los textos juveniles -para lo cual se recurrió a la hemeroteca de la Biblioteca Nacional-, se organizaron exposiciones y se invitaron a literatos e investigadores sociales. Desgraciadamente, debido a que el objetivo del seminario era más de debate y divulgación que de fines estrictamente académicos, pocos continuaron esta línea de trabajo. Sin embargo, de dicha actividad quedan bastantes materiales, sobre todo grabaciones de las

14 Tenemos conocimiento que Jorge Falcón está preparando una nueva biografía del Amauta.

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discusiones, que esperan ser retomadas. De entre estos materiales destaca el texto Itinerario, Estaciones y Tanteos del Joven Mariátegui de Eduardo Cáceres. Más que un texto acabado, se trata de un plan de trabajo y el desarrollo de una serie de pistas de investigación para la comprensión global de la etapa juvenil de Mariátegui. Es por su carácter de apuntes, que me permito una presentación bastante libre de algunas de las ideas centrales de este texto.

Una de sus primeras ideas es establecer los vínculos entre el contexto histórico y el surgimiento de generaciones de intelectuales interesados por el tema nacional. De gran importancia son las consecuencias de la guerra con Chile y el sentimiento de frustración y derrota que de ella se derivó. De ello se rescata que:

"También del agotamiento y de la frustración puede surgir la posibilidad de renovación. Un curioso trasvase de frustraciones en espectativas hasta eclosionar en proyectos desafiantes, convirtiéndose en componentes decisivos de la historia" (Cáceres 1987).

El proceso de Mariátegui no está entonces al margen de procesos similares al de sus contemporáneos. El tema central es, para Cáceres, el de la conformación de una generación crítica con una nueva manera de sentir, pensar y representar al Perú y sus problemas. Dentro de esta generación, Mariátegui tiene un rol gravitante. En ese sentido, el estudio de su Edad de Piedra es importante por que se ubica dentro de un proceso social mayor, que ayudará a entender su producción posterior.

Respecto de su niñez, Cáceres enfatiza que si bien Mariátegui no llegó a saber que había nacido en Moquegua, socialmente sus raíces están en el norte chico, en Huacho, en Sayán. Raíces que hallan su desarrollo, ante la ausencia del padre, dentro de la familia ampliada de su madre. Es a partir de este contexto que la socialización de Mariátegui estará estrechamente vínculado al soporte cultural de esa región, base sobre la cual se desarrollará su imaginación y creatividad, que logrará gran impulso durante su convalecencia en Lima. En otras palabras, es la base sobre la cual se cimentará su formación autodidacta. Elemento central de este soporte cultural será el catolicismo popular aportado por su madre. Es desde esta entrada que debe estudiarse su etapa de formación autodidacta hasta su ingreso al diario La Prensa.

Dentro de su producción periodística, Cáceres clasifica sus textos en base a dos criterios: de un lado, los espacios sobre los que escribe y por el otro, los temas que trata. Este análisis se interesa centralmente por el público al que está dirigido y los estilos que se derivan. En ella se hallan una serie de dicotomías con no pocos puntos de encuentro: aristocracia/popular, literario/político, religioso/mundano. Un análisis primero le permite plantear la división de la Edad de Piedra en dos etapas que se expresan en un doble desplazamiento: "de la crónica política parlamentaria a la actividad política abierta, del ambiente aristocrático al ambiente de la Lima obrera". Esta división puede ser ubicada temporalmente a mediados de 1917 con el escándalo del Cementerio.

Dejando de lado otros planteamientos, queremos resaltar también el que señala que al partir Mariátegui a Europa, si bien aún no era marxista ya tenía conciencia de la importancia del partido para la acción política abierta. Esto no sólo se manifestaría en su alejamiento del Comité de Propaganda Socialista cuando quiw convertirse en partido, sino además en el Editorial de el diario La Razón que motivaría su deportación encubierta y la de César Falcón. En dicho texto se reclama a la "Patria Nueva" de Leguía por la inexistencia de un grupo de políticos renovadores, con una ideología y un programa coherente que los cohesione. Estos elementos,

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dice Cáceres, son los elementos centrales del partido moderno sobre los cuales fundaría en 1928 el Partido Socialista del Perú.

En 1989 apareció el libro Mariátegui y Norka Rouskaya del antropólogo norteamericano William Stein. El libro está dedicado al estudio del escándalo del cementerio acaecido en noviembre de 1917, y que significó la ruptura de Juan Croniqueur con la Lima aristocrática y cucufata de principios de siglo. Para el autor:

"Lo ocurrido revela mucho acerca de la sociedad en la que se llevo a cabo. También revela algo acerca de sus participantes. El propósito de este ensayo es revisar la cadena de acontecimientos y reacciones, tal como fueron cubiertos por los diarios de Lima de aquella época, y también evaluar su impacto en la vida de José Carlos Mariátegui y su carrera. Una de las muchas contribuciones del movimiento estudiantil norteamericano en los años 60 y 70 fue la importancia que llegó a tener que lo pusieran a uno entre rejas ("yendo a la chirona'') y el efecto de esa experiencia en el surgimiento de la conciencia de una persona. Entonces ¿qué consecuencias tuvo para Mariátegui el ser arrestado y encarcelado por primera vez? ¿Ayudó esta experiencia a que se volviera el pensador marxista más destacado de Latinoamérica? la respuesta ha de buscarse en el recuento del incidente, en parte en las declaraciones de Mariátegui sobre sí mismo y sobre su evolución, y en parte en el contexto proporcionado por quienes han esudiado la vida y la época de Mariátegui. (Stein 1989: 23-24).

Es evidentemente unilateral tratar de encontrar en esta única experiencia el viraje, el punto de inflexión de Mariátegui hacia las ideas socialistas y marxistas. Pero el gran valor del libro radica en la ubicación de la sociedad limeña a partir de su reacción frente a un hecho que rompía las normas de comportamiento considerados "decentes" para una ciudad que lentamente asumía el camino de la modernización. Para el caso concreto de Mariátegui éste es un hecho clave para la comprensión de su evolución literaria, política e ideológica.

El libro se dedica a una detallada descripción de los principales actores y hechos de este escándalo que conmocionó a Lima. Es posible ver en las amplias citas textuales el uso de fuentes de la época, en un grado tal vez excesivo, pero la intencionalidad del autor es que sean éstas y los principales actores los que narren los acontecimientos. Esa es la razón que a pesar de la extensión del libro hay muy pocas páginas (o líneas) para la interpretación. En los primeros capítulos se presenta la llegada y actividades de la bailarina, y los comentarios de Juan Croniqueur al respecto. Seguidamente, se transcriben las opiniones de los diferentes diarios de la época y las intervenciones parlamentarias. El último capítulo, que lleva sugerentemente por título "Somos los mismos", está dedicado a la autodefensa de Mariátegui en los hechos del Cementerio. En él se resalta el hecho de que a pesar de que Mariátegui seguía siendo fundamentalmente el mismo, sus relaciones sociales cambiaron: con amistades y familiares, con sus colegas periodistas, inclusive con su público (Stein 1989: 129-130).

Pero, ¿cuál fue el impacto en José Carlos Mariátegui de estos hechos? Aquí Stein ubica el escándalo del Cementerio dentro de un proceso mayor: el paso del predominio de sus intereses estético-literarios al predominio por los temas político-sociales. Para ello se respalda en múltiples referencias de autores que tocan este cambio (Rouillón, Garrels, Chavarría, Camero Checa, Castro Arenas).

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--------------- Portocarrero: Mariátegui y su Edad de Piedra

"Parece evidente que el proceso de transformación había seguido avarmmdo en Mariátegui. Es posible que su experiencia en el escándalo o algunos momentos de él hayan acelerado este proceso; sin duda ayudó en su desilusión sobre la naturaleza del mundo (¿cuándo es uno lo bastante maduro como para que no queden ilusiones que perder?). Pero no modificó su trayectoria" (Stein 1989: 139).

Stein finalmente concluye:

"No debemos sobresimplificar los complejos procesos sociales que, sin duda, estaban jugando un papel durante la época del escándalo. El sentimiento público, enraizado en la cultura religiosa de las élites peruanas de la época, era bastante auténtico. Sin embargo, las luchas del civilismo contra otras corrientes que pudieran finalmente reemplazarlo, sin duda cayeron dentro de lo que superficialmente parece ser un tema religioso. Lima estaba cambiando, y algunos individuos como Mariátegui estaban ansiosos por cambiar y crecer con ella; pero muchos otros no deseaban aceptar este cambio y crecer, para resistir a la penosa separación respecto de lo familiar, la costumbre y lo esperado.

También hemos llegado a la conclusión de que el escándalo lo utilizaron, en una forma más personal, para perjudicar a Mariátegui, los enemigos que se había ganado mediante su oposición sarcástica al civilismo y a la oligarquía a la que ésta servía. Así la lucha no era lo que parecía, una lucha entre jóvenes libertarios snobs que se proponían hacer gala de su desprecio por la propiedad, y la Lima tradicional defensora de sus valores sagrados, sino una confrontación mucho más seria entre un joven periodista que se esforzaba por un crecimiento libre y autodetenninado, y un sector gobernante enquistado que había estado demostrando durante un siglo su gran incapacidad para interesarse por el pueblo y los recursos naturales que controlaba. Era un combate ideológico, pero la ideología era política, no religiosa ... " (Stein 1989: 143-144).

Ese mismo año se publicó la antología de José Carlos Mariátegui Invitación a la Vida Heroica, preparada por Alberto Flores Galindo y Ricardo Portocarrero, con prólogo del Dr. Javier Mariátegui. El título de la antología rescata un libro que Mariátegui pensaba escribir sobre la "Apología del Aventurero", pero también buscaba resaltar el "alma agónica" del Amauta estudiada anteriormente por Flores Galindo. El objetivo de la antología, además de la divulgación, era servir de texto de introducción y estudio de la obra de Mariátegui, razón por la cual iba acompañada de cuadros por años y género de los textos, una cronología, notas referenciales y una bibliografía selecta que contenía antologías, biografías, fuentes, documen­tos y testimonios, y los principales estudios dedicados a Mariátegui. Pero la principal ca­racterística es la de ser la primera antología integral, ya que incluye además de los textos de la edad madura textos periodísticos de la Edad de Piedra y cartas, que por su carácter personal y confidencial dan una visión más completa de la personalidad y de las preocu­paciones de su autor. Una antología de este tipo fue posible no sólo por el apoyo de la familia Mariátegui y los estudios realizados por los autores en sus campos de interés, sino además a que durante la década de los años ochenta se habían publicado importantes fuentes como la Correspondencia y la edición en facsímil de Nuestra Epoca. Estaban también en pre­paración los Escritos Juveniles.

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En 1991, como parte del II Coloquio de Estudiantes de Historia, organizado por el Departamento de Humanidades y la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Ricardo Portocarrero presentó el texto titulado Aproximaciones para el estudio del joven Mariátegui: los Escritos Juveniles 15• Dicho texto se basó en · su participación como asistente de investigación en el seminario sobre "Política y Partido en José Carlos Mariátegui" realizado en SUR, para lo cual recopiló entre 1986 y 1988 un número significativo de los textos de Mariátegui publicados entre 1911 y 1919. El objetivo del texto era realizar una primera aproximación, como dice su título, para una lectura contextualizada de los escritos juveniles y un esquema aproximativo de la investigación en curso.

El punto de partida del texto es establecer la necesaria e inicial autonomía del estudio de los Escritos Juveniles, con la de su etapa madura y muy especialmente de las imágenes formadas en los estudios dedicados a Mariátegui. Se realiza una aproximación cuantitativa y cualitativa de los textos, para establecer inicialmente peóodos en la evolución de Juan Croniqueur comparándolo con la opinión de otros investigadores como Osear Terán. Entrando directamente en el análisis del primer período se estudian los rasgos aristocráticos de su producción literaria, como sus escritos místicos, sociales y de hípica, poniendo especial enfásis en su relación con Abraham Valdelomar y la revista Colónida . Este peóodo puede ser ca­racterizado como de un "alma vacía", del intelectual de la decadencia, sin absoluto, para usar un término de Mariátegui. Asimismo, se señalan los textos dedicados a temas nacionales y políticos anteriores a su sección "Voces", donde ya se manifiestan su distanciamiento de los sectores aristocráticos y su cólica a la política criolla del Segundo Civilismo, con acento en José de la Riva Agüero y su Partido Nacional Democrático (o "Futurista").

Al entrar al tema del tránsito de un peóodo a otro en los escritos de Juan Croniqueur, recoge el planteamiento de Eduardo Cáceres sobre su "doble desplazamiento", teniéndo como fecha referencial el año 1917. Un texto y un hecho marcan este tránsito: "La Procesión Tradicional" donde Mariátegui descubre a la multitud como expresión de la tradición; y el escándalo del Cementerio, que marca su ruptura con una ciudad y la clase social a la que buscó acercarse en sus primeros años como literato y periodista. A partir de ese momento y bajo la influencia de la revolución rusa, Mariátegui se orientará a la búsqueda de sectores sociales y tendencias políticas y literarias que representen la renovación, orientándose hacia el socialismo. De esta manera Mariátegui busca llenar su "alma vacía". Esta actitud se manifiesta en lo que en el texto se denomina "crítica y superación del medio", donde Mariátegui busca defender su derecho a escribir y tratar temas más de su gusto, sin someterse y enfrentándose al medio. Esta actitud está a la base de las experiencias de Nuestra Epoca y la Razón, que le producirá nuevos escándalos (como el de los militares) y nuevos enfrentamientos (con el gobierno de Pardo y de Leguía) que finalmente lo llevarán a la deportación encubierta.

Al partir a Europa, sus contemporáneos no esperaban otra cosa de Mariátegui que fuera a consolidar su carrera literaria y periodística Para Mariátegui en cambio, el viaje a Europa tenía un significado distinto. Sin embargo, en las cartas a Ruth (Bertha Malina) de 1920, cuando Mariátegui ya está en Europa, es posible encontrar aún rasgos de Juan Croniqueur. ¿Hasta

15 Una versión revisada y ampliada será publicada proximamente por SUR, Casa de Estudios del So­cialismo.

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--------------- Portocarrero: Mariátegui y su Edad de Piedra

cuándo coexistió Juan Croniqueur con José Carlos Mariátegui? Esta es una pregunta que el autor aún no da respuesta.

En 1993 se publicó el libro Encuentro internacional José Carlos Mariátegui y Europa. El Otro Aspecto del Descubrimiento, correspondiente a las actas de las sesiones realizadas en Pau y Tarbcs (Francia) en octubre de 1992. Entre las ponencias destacan la del Dr. Javier Mariátegui, hijo menor del Amauta, dedicado a "Un autodidácto imaginativo". El objetivo del texto se propone

" ... poner en evidencia cómo la experiencia de la enfennedad y la ausencia de estudios formales en José Carlos Mariátegui pudo ser superada con ventaja por su condición de autodidacto y por los estímulos tempranos, que no sólo llenaron este vacío, sino que contribuyeron a forjar una personalidad tempranamente madura y armónica" (Mariátegui 1993: 23-24).

Dentro de esta perspectiva la correspondencia a Ruth y los escritos juveniles, que tienen mucho de autobiográfico e "íntimo", "merecen un estudio especial pues ahí se encuentran las claves para el entendimiento de una etapa de transición personal importante" (Mariátegui 1993: 24 ). Los estímulos para su formación autodidacta fueron recibidos en el ambiente familiar materno. La lectura será un medio compensatorio, señala Mariátegui, a su limitación física, que le permitirá el acceso a conocimientos sobre literatura e historia mundial que, por el carácter cerrado de la escuela, no hubiera adquirido por otra vía. Este contexto le permitió el desarrollo de su capacidad creativa, lo cual se manifiesta cuando nos descubre que su nombre José Carlos es inventado por él, y no cambiado por su madre como se pensaba. Este acto ejemplifica su deseo de subrayar su propia individualidad y de toma de conciencia de sí mismo, superando su limitación física y material Mariátegui 1993: 29).

Mariátegui caracteriza esta actitud compensatoria y vital como perteneciente al de un "Aventurero del Espíritu" basándose en Torrance y vinculándolo al "Quijotismo" de Unamuno. La enfermedad le permitirá a Mariátegui el descubrimiento de un tiempo personal para dedicarlo a sus temas de interés, que será la base al lado de su experiencia periodística, de su estilo metódico y disciplinado para escribir. Al asumir el estudio como una forma de hedonismo, Mariátegui asume la enfermedad como reto y como prueba. (Cabría agregar allí el rol cum­plido por la religiosidad de su madre). En pocas palabras, para el hijo del Amauta,

" ... se puede decir que José Carlos Mariátegui, conciente de su talento, hizo de su casi ausencia a la escolaridad formal, de la enfermedad limitante por largos peóodos, de la pobreza del hogar de origen y de la pronta incorporación al mundo del trabajo, un proceso de restitución creativa que le permitió realizarse como persona y como pensador, en un "tiempo peruano" denso y desafiante. El examen de su formación personal permite apreciar en perspectiva los alcances de su vida y de su obra, ese todo integral que Mariátegui llamaba una sola cosa, un único proceso" (Mariátegui 1993: 40).

A fines del año pasado, en una nueva entrega del Anuario Mariateguiano, Juan Gargurevich publicó un pequefio trabajo titulado "Un breve discurso de Mariátegui", que marca su regreso al estudio del periodismo juvenil de Mariátegui. En esta ocasión presenta el importante rol de Juan Croniqueur para la formación del Círculo de Periodistas en 1915, junto con Ricardo

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Walter Stubbs y Ladislao Meza. Miembro de su comité organizador y de sus dos primeras directivas, -en la última como vicepresidente de la misma-, le tocó el encargo de dar el discurso de orden de establecimiento del Círculo, el 3 de octubre de 1915, que Gargurevich nos presenta y reseña. Gargurevich busca mostrar de esta manera el reconocimiento con que contaba el joven periodista Juan Croniqueur, de apenas 20 años, y el importante papel cumplido en la constitución del gremio de periodistas.

* * * Especialmente hemos querido dejar para el final los aportes realizados por el Dr. Alberto

Tauro del Pino, a la divulgación y el estudio de los Escritos Juveniles de José Carlos Mariátegui. El Dr. Tauro falleció a sólo unos meses de la celebración del centenario del nacimiento del Amauta, que como el Dr. Javier Mariátegui señaló en un discurso de orden, "es en gran parte obra suya".

Su contribución comenzó con la publicación en 1944 de los fragmentos conocidos de Las Tapadas, obra dramática escrita por Juan Croniqueur y El Conde de Lcmos en 1916 (Tauro del Pino 1944: 13-14). Asimismo, en 1975 publicó La Mariscala, "poema colonial" escrito por Juan Croniqueur y Julio de la Paz (Julio Baudoin) y representada en el Teatro Colón de Lima en enero de 1916, obra que fue dedicada a Ricardo Palma (Tauro del Pino 1975: 187-214). Una década después, en 1986, publicó en facsímil los dos únicos números de Nuestra Epoca. Revista Política y Literaria, revista socialista publicada, además de Mariátegui, por César Falcón y Félix del Valle en 1918. Su estudio preliminar "Sobre la aparición y proyección de Nuestra Epoca", nos plantea su importancia dentro de la evolución personal y política de Mariátegui, aspecto que había sido soslayado por la actitud del mismo Mariátegui de dejar de lado su Edad de Piedra. Al igual que los estudios correspondientes a la revista Amauta y al quincenario Labor, nos ubica en el contexto político y personal de Mariátegui y reconstruye con bastante precisión los acontecimientos relacionados con la historia de la revista. Especial tratamiento se da al escándalo de los militares producida por un artículo antimilitarista de Mariátegui, e incluye un anexo donde se transcriben los principales artículos de opinión sobre esos hechos. Se analiza el contenido del artículo "El Deber del Ejército y el Deber del Estado" y la consiguiente reacción de un grupo de jóvenes oficiales que agredieron físicamente a Mariátegui, acto que llevó a la renuncia del Ministro de Guerra y Marina. Con estos hechos, concluye Tauro, Nuestra Epoca "alcanzó un hito en la transición social e ideológica del país y una señera significación en la trayectoria de José Carlos Mariátegui" (Tauro del Pino 1986: 16).

En 1989, en el primer número del Anuario M ariateg uiano, se publicaron las cartas de José Carlos Mariátegui a Ruth (Bertha Molina), cuya presentación estuvo a cargo del Dr. Tauro. Estas cartas, escritas entre 1916 y 1920, tienen, como ha señalado alguna vez el Dr. Mariátegui, el carácter de un "diario íntimo", costumbre muy difundida en la época y se constituyen por ello en una vía privilegiada para el estudio de la interioridad y la personalidad del joven Mariátegui. Comunicación eminentemente epistolar, se convertiría en una forma de romper el tedio y la monotonía de la rutina periodística. Juego o aventura platónica, las cartas a Ruth (seudónimo con el cual se presentó ante Juan Croniqueur), se escribieron casi en secreto temerosos de los prejuicios de la época. Tauro señala cinco momentos en este intercambio epistolar:

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"12 alegación a favor del tuteo como tratamiento para labrar la confianza mutua; 22,

reclamo enderezado a lograr la revelación de la personalidad encubierta bajo el seu­dónimo de Ruth; 32, la confidencia efusiva entre el escritor literario y su admiradora;

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42, una tácita discrepancia entre la epistológrafa y el escritor inmerso en la política y cuyos artículos lucían visos punzantes e irónicamente demoledores; 52

, la nostalgia de la 'original y simpática intimidad de un tiempo"' (Tauro del Pino 1989: 41-42).

Tauro anota que hubo un silencio -leáse alejamiento- con Ruth de tres años debido a su actividad como periodista político, que al parecer no era del gusto de Ruth. Esta comu­nicación será retomada durante su viaje a Europa, motivado "por el sosiego de su viaje a Italia". Bertha Malina, verdadero nombre de Ruth, era hija del poeta y periodista Modesto Malina, quién le había aportado una sólida fonnación literaria. Al igual que Juan Croniqueur, tenía aspiraciones literarias, llegando a escribir en la revista Lulú. Esto explica de alguna manera la afinidad entre ambos personajes, la relación secreta y el tono de confidencia y complicidad.

Finalmente, Tauro devela el sentido de las afinnaciones de Juan Croniqueur sobre el tedio, la abulia y el spleen. Es la expresión de "la pennanente contradicción entre la rutina anónima y su acuciante ambición de hacer obra propia" (Tauro del Pino 1989: 48). Es decir, la contradicción entre escribir por encargo, por obligación de cumplir con tareas establecidas por la redacción (cosa que es patente en sus escritos para Lulú y El Tiempo), y el deseo de escribir, como diría más adelante, "temas más de mi gusto". Surge así "una transición desgarradom". Superada dicha contradicción al asumir la tarea de construir un Perú nuevo, dentro de un mundo nuevo, la comunicación con Ruth se vería cortada al abandonar definitamente Mariátegui su seudónimo de Juan Croniqueur y al viajar a Europa. Así, "José Carlos Mariáegui se preparaba a cumplir su destino" (Tauro del Pino 1989: 50).

Pero el aporte más significativo del Dr. Tauro del Pino a la divulgación y estudio de la Edad de Piedra, ha sido la preparación y publicación de los Escritos Juveniles en ocho volúmenes, entre 1987 y 1994. El proyecto original implicaba "cinco o seis volúmenes" (EJ, I 1987: 64). El primer volumen, aparecido en 1987, está dedicado a su obra estrictamente literaria: poesía, cuento y teatro. Los volúmenes tercero y segundo, ambos de 1991, están dedicados a crónicas, entrevistas y otros textos menores. Los volúmenes cuarto al octavo, aparecidos en 1992a, 1992b, 1993, 1994a y 1994b, respectivamente, están dedicados íntegramente a la sección "Voces" del diario El Tiempo. Es de resaltar que no se incluyen los artículos dedicados a pronósticos deportivos en la revista El Turf, por razones obvias, pero tampoco la sección "Cabecitas Limeñas" y otros artículos sociales, de la revista Lulú. Ello se explica por la inexistencia de colecciones completas y que como toda primera edición, tiene vacíos que serán llenados en las siguientes. Caso similar es el caso de los artículos del diario La Razón, de la cual tampoco se cuenta con colección completa. Pese, pues, a la falta de uno que otro texto, nos encontramos con la única edición de los textos de Juan Croniqueur (EJ, VIII 1994b: VII).

Tauro preparaba un estudio preliminar que buscaba ubicar y presentar al gran público Los Escritos Juveniles. Pero dicha tarea quedó trunca. Como nos explican los editores

"Los textos introductorios escritos por Tauro en los cuatro primeros tomos, se iban a completar con la presentación general del último tomo, el octavo. Pero la enfennedad aguda que produjera la desaparición física de nuestro amigo, con el morbo de corta evolución, de unas pocas semanas, no le pennitió escribir ese estudio que epilogaba la serie de textos introductorios y que Alberto Tauro pensaba ampliar y darle autonomía

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Crónicas Bibliográficas ------------------------

en un libro propio. En su partida se llevó esas páginas, seguramente maestras, como todas las por él escritas, cuyo "borrador mental" estaba ya definido, pero que no pasó de su cerebro excepcional a la máquina de escribir" (EJ, VIII 1994b: VIII).

Las partes que componen el estudio preliminar preparado por Tauro, incluido en los cuatro primeros volúmenes, abarcan desde su ingreso al diario la Prensa hasta el momento en que Mariátegui asume su tarea como cronista parlamentario del diario El Tiempo . La parte correspondiente al análisis del contenido de los artículos que componen "Voces" y a su inicial tratamiento sistemático de la política criolla, es lo que quedó en el "borrador mental" de Tauro. Felizmente, parte de este período en donde predominan los temas políticos ya había sido en parte trabajada en el estudio preliminar dedicada a Nuestra Epoca. En ese sentido, el estudio preliminar de Tauro a los Escritos Juveniles se centra en el período estrictamente literario de Juan Croniqueur, que como hemos señalado líneas arriba, no habían recibido hasta ahora, salvo excepciones, un estudio exhaustivo. En cada caso, hay una relación al contenido de cada volumen y los temas tratados por Tauro.

En el primer volumen, Tauro desarrolla las iniciales actividades de Mariátegui en el periodismo, los seudónimos que definen su yo periodístico, y su obra estrictamente literaria. Esta se inicia con las tareas y actividades que Mariátegui desarrollaba en los talleres del diario la Prensa, que constantemente había llevado a equívocos por haber sido calificados por Mariátegui como "alcaza-rejones". Asimismo, se presenta la plana mayor y la línea periodistica del diario. Al desarrollar su incorporación a la plana de redactores, Tauro describe y analiza este proceso. Deslizando un artículo sin autorización del director, Mariátegui no respondía a un exabrupto, sino más bien a un momento de definición personal y a una declarada aspiración hacia la vocación literaria. Para ello, Tauro analiza "la inspiración del seudónimo, el proce­dimiento seguido para efectuar su publicación, y los valores del artículo" (EJ, I 1987: 13). Sobre el seudónimo de Juan Croniqueur, nos dice

"Lo cierto es que implica un acierto definitorio, en cuanto concilió la sencillez de un nombre tan popular como "Juan" y la designación de la especialidad profesional que entonces asumió ("croniqueur, o relator de crónicas). ( ... ) en verdad, anunció sus in­cipientes afinidades culturales y aun su propósito de cultivar y perfeccionar un moderno género de comunicación" (EJ, I 1987: 13).

Su opción por la crónica llevaba implícitamente una crítica a las orientaciones perio­dísticas del diario, bosquejando lineamientos propios para modernizar el tratamiento y pre­sentación de las noticias. "Lo quiere ágil, y ameno, grato al gusto común, serio y mesurado" (EJ, I 1987: 15). Sin embargo, Mariátegui no pudo obviar todo un período de aprendizaje por el cual pasaba todo periodista de la Prensa. No será hasta 1914 que será incluido en la plana de redactores, al renunciar Herrnilio V aldizán para iniciar su práctica profesional como médico.

Así también Tauro analiza los otros seudónimos de Mariátegui en relación al carácter de las revistas para las cuales escribe y en función del público al que está dirigido: Jack, Monsieur de Camomille, Val D'Or, Kendall, y otros (El Turf), "El de siempre" (lulú), "El Joven H, X.Y.Z., (la Prensa), Sigfrido (El Tiempo) (EJ, I 1987: 17-25). Más adelante, Tauro desarrolla

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los escritos dedicados a "los alicientes frívolos y placenteros que ofrece la vida", donde se muestra su manifiesta preferencia a las carreras de caballos que a la corrida de toros, ya que en la primera su ambiente permitía momentos para replegarse a su intimidad y disimular su hastío(EJ, I 1987: 25-31). La importancia de estas crónicas radica en que "su proyección sentimental es notoria" y que

"En tanto que fueron con frecuencia un pretexto para expresar sus afinidades y discre­pancias, los escritos juveniles de "Juan Croniqueur" no envuelven únicamente el registro de los sucesos cotidianos; pues son la versión críptica de los valores, las emociones y aun las indefinidas aspiraciones que el autor anidaba en su conciencia" (EJ. I 1987: 36).

Sobre su obra poética, Tauro hace una entrada a través del libro de poemas anunciado por Mariátegui, y que no llegara a aparecer: Tristeza. La obra poética de Mariátegui es diferente de su obra como cronista. En esta última, Mariátegui busca llevar al público a través de temas que le sean afines; en la primera, se trata de un lenguaje más personal, donde buscaba expresar la intensidad de su mundo interior. ¿Por qué Tristeza?

" ... porque esa Tristeza era una constante en los recuerdos de la infancia gris y en las inseguras proyecciones de su paso por la vida, en las influencias recibidas a través de las enseñanzas religiosas y la ideología filosófica, e inclusive en la dolorosa introversión que lo llevaba a dudar del amor y a preferir la soledad cuando se hallaba en compañía" (EJ. I 1987: 41-42).

A pesar de los anuncios de preparación, solicitud de un prologuista, estar listo y próxima aparición, el libro no apareció. La conclusión de Tauro es que el libro no fue hecho, pues "no se logra identificar una docena de esas poesías; y como aquellas que han sido reunidas ahora no se ajustan en su totalidad al carácter sugerido por el título" (EJ, I 1987: 43). Concluye Tauro que,

"lº, que la incidencia lírica de "Juan Croniqueur" refleja sus circunstancias íntimas, así como la implícita respuesta al reto planteado por las actitudes literarias de los redactores de La Prensa y su vinculación por el grupo Colónida; 2°, la posible relación entre la declinación de su entusiasmo poético y su conversión en cronista político, a raíz de su incorporación al plantel periodístico de El Tiempo; y 3°, el conocimiento de las gran­dezas y las miserias ligadas al poder público y a la emergencia de los problemas sociales lo indujo a rechazar gradualmente la insustancialidad y la carencia de proyección del individualismo reflejado en las poesías de Tristeza, y finalmente lo llevó a someter sus manuscritos a un implacable auto de fe" (EJ. I 1987: 43-44).

En cuanto a sus cuentos y sus obras de teatro, los cultivó

" ... porque su contenido fáctico los vinculaba de algún modo a la crónica, y sus bases formales imponen al autor una cuidadosa aproximación a los intereses y la comprensión del lector o el espectador, e inclusive le permiten volcar sus observaciones de la vida, y aun ofrecer algunas proposiciones de crítica social" (EJ, I 1987: 53).

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Crónicas Bibliográficas ------------------------

Tauro agrupa los 17 cuentos publicados por Juan Croniqueur, en dos grupos: los consagrados a temas hípicos (10) y los que se desenvuelven en tomo a la condición humana (7). En ambas "vertientes" -para usar un término de Tauro- se denota la ausencia del color local y la definición que hace de los nombres franceses e ingleses dados a sus protagonistas. En los cuentos dedicados al turf se manifiesta el deseo de destacar las dotes del Jockey y de contextuali7N sus historias en una estela de tristeza, porque "los esplendores del auge parecen ilusorios y precarios". En los cuentos alusivos a la condición humana destaca más bien que los temas, al parecer, provienen de sus crónicas periodísticas y el detallado estudio psicológico de los personajes. (EJ, I 1987: 57-58). Asimismo, Tauro señala la presencia de dos fases en los cuentos de Mariátegui:

" ... como una forma superior de la crónica, ingeniosamente situada entre la realidad y la ficción, enderezada hacia la libre reconstrucción de las motivaciones psicológicas re­veladas en el asunto tratado, y concebida como un fin en sí, de mera recreación; y como ejemplo de las tensiones o las deformaciones de la vida social, que puede llevar hacia la utilización de la literatura como imponderable medio de presentación, análisis, crítica y orientación" (EJ, I 1987: 59-60).

Respecto al teatro, Mariátegui se rindió a la seducción de los aplausos del público y al deseo de popularidad. Ello se debió sin duda el trnto de amistad con autores y actores; y a los compromisos asumidos con Julio de la Paz y El Conde de Lemas. Sólo se presentó /as Tapadas y La Mariscala quedó relegada "a sufrir los avatares del tiempo" (EJ. I 1987: 62).

El estudio del volumen dos está dedicado estrictamente a analizar el desarrollo de la crónica periodística por Juan Croniqueur. Basado en autores y escritores españoles y fran­ceses, Mariátegui desarrolló su propio modelo de crónica:

" .. .inspirada siempre en la actualidad, ajustada al interés y la sensibilidad popular, ágil, amena y reflexiva; fundamentalmente volcada hacia la dilucidación de los problemas humanos o de los conflictos ligados con algún asunto inquietante; y, desde luego, com­pro-metida con el curso de la vida y su inagotable gama de posibilidades" (EJ, 11 1991a: X).

A pesar de su intención de desarrollar un estilo propio de crónica, éstas fueron publicadas en largos intervalos de tiempo, durante los cuales debió de dar a luz otros géneros literarios. De esa manera se desarrolla una contradicción de un proceso de definición personal: la obligación de escribir por encargo y el desarrollo de un estilo literario propio (EJ, 11 199 la: XII-XIII), idea ya desarrollada por Tauro en la presentación de las cartas a Ruth. Su interés en desarrollar un estilo propio de crónica se manifestó en ser resultado de un métodico proceso de elabo­ración de cada una de ellas, y que sirvió como un medio de afirmación personal. Sin embargo, inicialmente debió doblegarse a las orientaciones del periódico y el director. En un segundo momento, incorporado a la plana de redactores, desarrolló su estilo en la sección "Del Momento" que sólo tuvo duración de un año con apariciones distanciadas y que fuera suprimida por artículos de asuntos policiales, donde también desarrolló un estilo propio al presentarlos "como resul­tados circunstanciales y no como ejemplos de patología social" (EJ, 11 1991a: XVII). Des­graciadamente, Tauro dejó para otro estudio el "escrutinio de las formulaciones ideológicas

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deslizadas en esas crónicas, (y) una dilucidación que lleve a precisar sus fuentes informativas o sus afinidades críticas" (EJ, II 1991a: XVIII).

En el tercer volumen, Tauro desarrolla un análisis de sus reportajes, que en total fueron nueve, y que no fue un género de su gusto. De ellos nos dice:

"En esencia, son encarados como un encuentro fortuito y desigual entre un periodista, que debe exhibir destreza y versación para defender su prestigio profesional, y al efecto suele preparar un embate inquisitorio para condicionar, seleccionar y ordenar las de­claraciones que desea presentar a los lectores; y por otro lado, un personaje presuntamente situado en una posición segura y espectable, pero que verdaderamente es vulnerable a la voluntad del reportero y frente a él se halla doblemente obligado a ser cauteloso, a fin de cuidar su propia fama y atemperar la relación establecida mediante el reporaje" (E], III 1991b: XI).

Otro cariz tendrá más bien su "Glosario de las Cosas Cotidianas. Cartas a X". Adecuado al lengua je epistolar, le da un tono "espontáneo y familiar, serio y disciplinado, sincero, efusivo y cálido". Escritas durante un semestre en 1916, "la sencillez y exactitud de sus imágenes nos colocan ante la animada reviviscencia de una época y una sociedad que difícilmente serán retratadas en forma feliz". Además, nos dice Tauro, "nos trasmite el hastío que le infunde la rutina cotidiana, así como la pobreza de espíritu que se adviene en la afectada solemnidad de algunos personajes" (EJ, III 1991b: XIV-XVI).

Tauro nos muestra también su inicial ingreso a la crónica periodística con "Gignol del Día" a pesar de que a Juan Croniqueur no le gusta la política, pero sí los políticos. Su tono poco serio y algo satírico en un diario como La Prensa que pertenecía al bando gobiemista, produjo la brevedad de su existencia, pero "anticipó el modelo y el estilo que luego aparecería en El Tiempo bajo el epígrafe de "Voces" (EJ, III, 1991b: XVIII). A dicho epígrafe le dedica su prólogo al volumen cuarto de los Escritos Juveniles.

Definidos como "una serie original, incisiva y caleidoscópica, en la cual se halla el animado y variopinto cuadro que en su momento histórico caracterizaba a la sociedad peruana" (EJ, IV 1992: IX) En esos artículos Mariátegui alcanza su máximo deseo: el alcanzar su recono­cimiento como escritor y una posición en el periodismo asociada a su autoridad personal, cosa a la que aspiró desde que asumió su seudónimo Juan Croniqueur (EJ, IV 1992: IX). Su inicio como cronista parlamentario en el diario La Prensa y su continuidad en el diario El Tiempo, ya han sido reseñados por Tauro en el tomo anterior. Aquí más bien Tauro se aboca al estudio del estilo. En ellos, buscaba combinar la crítica y el testimonio de los que ejercen la admi­nistración pública, con la impresión que los hechos políticos dejan en las gentes comunes. Ello motiva su constante preocupación por obtener fuentes fidedignas, pero a la vez secretas, para salvaguardar su prestigio personal. Al igual que en el caso de las crónicas, Mariátegui utiliza un orden metódico y disciplinado para su elaboración. Y fue esta columna la "que afianzó y condicionó la orientación profesional del joven Mariátegui" (EJ, IV 1992: XVI). Desgra­ciadamente, como ya se señaló, el estudio dedicado a los temas y contenidos en "Voces" quedaría trunca con la desaparición física de Tauro.

Para terminar, quisiéramos resaltar que sin el aporte del Dr. Alberto Tauro del Pino en la publicación de las diferentes fuentes que abarcan la Edad de Piedra, tarea culminada en

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el contexto de la celebración del Centenario del Nacimiento de José Carlos Mariátegui, no se entendería el renovado interés despertado por el estudio de la obra juvenil del Amauta, que seguramente abrirá nuevos derroteros y cambiará significativamente las imágenes que de José Carlos Mariátegui han producido políticos, investigadores y artistas. Para dar una idea de ese renovado interés, enumeraremos brevemente las investigaciones en curso sobre la Edad de Piedra y que han sido presentados en el Simposio Internacional sobre José Carlos Mariátegui realizado en el Museo de la Nación (Lima, Pení), y el Coloquio de Investigadores "La A ventura de Mariátegui", realizado por la Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Perú, ambos realizados en el mes de junio del presente año.

Sobre la nii'íez y los orígenes familiares se encuentran las investigaciones de Humberto Rodríguez Pastor, que junto a los estudios sobre la formación autodidacta y la experiencia de su enfermedad infantil realizadas por el Dr. Javier Mariátegui, aportan nuevas luces sobre su vida anterior a su ingreso al periodismo. Continuando sus investigaciones, Ricardo Portocarrero aporta nuevos trabajos sobre los textos literarios y de política nacional entre 1911 y 1917, así como Juan Gargurevich ha retomado sus estudios sobre las actividades periodísticas de Juan Croniqueur, especialmente su participación en el Círculo de Periodistas del Perú. Finalmente, destaca el ensayo de Gonzalo Portocarrero dedicado al estudio de la sensibilidad y los caminos del pensamiento de Juan Croniqueur. En tanto avances de investigación y no estar a nuestro alcance todos los textos, sería prematuro sacar conclusiones. Como dijéramos en un artículo periodístico16, estamos frente a una "moda" que abre una nueva etapa a las investigaciones dedicadas a José Carlos Mariátegui, exploratoria todavía, etapa anterior al perfilamiento de temas concretos y que sin duda alguna cambiará las imágenes que sobre Mariátegui hemos tenido. Celebrando cien años de su nacimiento, será una forma de redes­cubrirlo.

Ricardo Portocarrero G. SUR

Av. Brasil 1329, N2 201 Lima 11

Perú

16 Ricardo Portocarrero. "La Edad de Piedra Mariátegui Redescubierto". Oiga, No 695. Lima, 13 de junio de 1994. pp. 35-37.

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