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La democracia electrónica Jordi Sànchez i Picanyol

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La democracia electrónica

Jordi Sànchez i Picanyol

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Director de la colección: Lluís Pastor

Diseño de la colección: Editorial UOCDiseño del libro y de la cubierta: Natàlia Serrano

Primera edición en lengua castellana: febrero 2016Primera edición en formato digital: febrero 2016

© Jordi Sànchez i Picanyol, del texto

© Editorial UOC (Oberta UOC Publishing, SL), de esta ediciónRambla del Poblenou, 156, 08018 Barcelonahttp://www.editorialuoc.com

Realización editorial: Oberta UOC Publishing, SL

ISBN: 978-84-9116-011-3

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Autor

Jordi Sànchez i PicanyolJordi Sànchez i Picanyol es director de la Fundació Jaume Bofilly profesor de Ciencia Política.

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QUÉ QUIERO SABER

Este libro le interesará si quiere saber:

• Cómo será la democracia del futuro y qué papeltendrá Internet.

• Cuáles son los argumentos a favor y en contra dela democracia electrónica.

• Qué no podrá hacer Internet para mejorar la de-mocracia.

• Por qué en algunas democracias las transforma-ciones sociales, como la aplicación de Internet ala política, se adaptan mejor.

• Qué ejemplos de democracia electrónica se hanllevado a cabo en otros países.

• Qué es, qué futuro tiene y cómo funciona el votoelectrónico.

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Índice

QUÉ QUIERO SABER 7

QUÉ PUEDE APORTAR INTERNET 11

CRISIS Y OPORTUNIDADES 15El cambio silencioso de la sociedad 21El impulso del mundo local 23

El proyecto Consensus en los municipios 26El final del cheque en blanco 27La utilidad de la red 32La democracia de la proximidad 35

MN E-Democracy (Minnesota, EstadosUnidos) 41FaxYourMP (Reino Unido) 42

TEORÍAS SOBRE EL CAMBIO 45¿Hasta dónde llegará Internet? 46¿Cómo modificará la democracia? 48

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EL IMPACTO EN LA POLÍTICA 51Más eficacia para los políticos 52Más información para los electores 52Una participación más fácil 54

E-petitioner (Escocia) 56Consultas ciudadanas: Your Say (ReinoUnido) 60

EL VOTO ELECTRÓNICO 63Defensores y detractores 69Las posibles consecuencias 74

Los requerimientos de seguridad 75La fractura digital 76¿Más participación? 81El simbolismo del acto de votar 84El control público del proceso 86El impacto sobre la democraciarepresentativa 88

Las recomendaciones de los expertos 90Qué dice el Informe Pratchett 92

Bibliografia 95

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QUÉ PUEDE APORTAR INTERNET

La denominación más común para referirse a lautilización de las nuevas tecnologías de la informa-ción y la comunicación, y en particular a Internet, enla acción política ha sido el de "democracia electró-nica", que es una traducción literal de la expresiónanglosajona e-democracy. No es esta identificación laque más nos satisface a la hora de definir el impac-to de Internet sobre la política ya que, entre otrosmotivos, da por hecho que se modificará alguna cosasustancial en el modelo liberal democrático vigentecomo consecuencia directa de la utilización de pro-cedimientos tecnológicos.

Es verdad, sin embargo, que la expresión "demo-cracia electrónica" ha hecho fortuna en múltiples ám-bitos, quizás gracias a la multitud de otras denomi-naciones de actividades sociales de todo tipo que sehan ido definiendo con el adjetivo electrónico (e-busi-ness, e-learning, e-bank, e-commerce). Y también es verdadque otras denominaciones utilizadas para definir el

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impacto que Internet puede tener sobre la actividadpolítica no son más esclarecedoras (ciberdemocracia,democracia digital).

Aceptamos, pues, la denominación de "democra-cia electrónica" para referirnos a las relaciones polí-ticas mediante la red, pero hagámoslo conscientes deque Internet, como instrumento o vehículo, no apor-tará ningún cambio si paralelamente no se produceun acto de voluntad de transformación de las formasdemocráticas actuales.

La utilización de Internet para la actividad políticahoy, a pesar de las utilidades que se le atribuyen, esescasa. Eso se debe a los límites que las propias ins-tituciones políticas ponen a la participación ciudada-na y a las incógnitas científicas que todavía no se hanresuelto en lo relativo a las garantías imprescindiblespara trasladar parte de la actividad política a la red.La causa principal de la escasa actividad que se pro-duce en la red es el hecho de que una mayoría de lapoblación no tiene todavía acceso a Internet. En estesentido no deja de ser una cierta falacia la afirmaciónde que Internet representa la voz del pueblo.

Es verdad, no obstante, que las experiencias dedemocracia electrónica son cada vez más numerosasy que en un futuro no muy lejano debemos preverun incremento significativo de éstas tanto por el au-mento de las conexiones en Internet como por laspotencialidades que la red ofrece.

Ahora bien, los esfuerzos realizados por las insti-tuciones públicas para adaptarse a la red se centran

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en una concepción unidireccional del ciberespacio.No se aprovecha, salvo en contadas ocasiones, la in-teractividad. Lo que se desprende de un análisis delos espacios web de las instituciones políticas es queno han creado nuevos mecanismos de participaciónciudadana. En el mejor de los casos, han adaptadoo están adaptando los mecanismos de participaciónpresencial ya previstos para su desarrollo electrónico.Únicamente podemos señalar como innovación losespacios de discusión sobre aspectos concretos quealgunas instituciones han impulsado para conocer laopinión de la ciudadanía sobre aspectos que en unfuturo inmediato serán objeto de actuación.

Hay que subrayar que algunas de las iniciativasmás avanzas en el campo de la participación ciuda-dana mediante Internet, como pueden ser los meca-nismos de peticiones electrónicas o la posibilidad deque los ciudadanos sugieran enmiendas a proyectosy proposiciones de ley, han nacido de institucionesprivadas o centros de investigación, y posteriormen-te han recibido el apoyo de la institución correspon-diente. Parece que de esta manera las institucionespolíticas disponen de un margen mayor de maniobrapara rectificar ante estas experiencias. Tenemos quemencionar, no obstando, algunos esfuerzos realiza-dos desde de las administraciones públicas para im-pulsar la democracia electrónica y la utilización de lared en todo lo relacionado con la esfera de gobiernode una comunidad.

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Uno de los proyectos más relevantes es el que pro-tagoniza el grupo G8 Government On-Line, lidera-do por la Agencia Sueca para el Desarrollo de la Ad-ministración. Este grupo trabaja para que las admi-nistraciones públicas avancen en la apertura de cami-nos de participación. El proyecto prevé seis nivelesde participación posible desde la ciudadanía: el acce-so a la información de que dispone el gobierno, la in-teracción en línea con el gobierno en servicios con-cretos, la discusión en línea entre ciudadanos sobretemas de interés público, la discusión en línea conexpertos sobre temas de interés público, la discusiónen línea con los responsables políticos y la aportaciónde ideas relativas a cuestiones de responsabilidad gu-bernamental.

A pesar de iniciativas como ésta, la actividad polí-tica en Internet requerirá un tiempo razonablemen-te largo de consolidación. De momento, un aumen-to en la utilización de la red para actividades políti-cas puede ser la mejor estrategia para garantizar uncorrecto desarrollo de todas las posibilidades que lasnuevas tecnologías parecen ofrecer.

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CRISIS Y OPORTUNIDADES

No es descubrir ninguno secreto decir que la for-ma y los fundamentos del gobierno tradicional estánen crisis. Es la misma idea de democracia lo que hoyestá pendiente de reformulación. No es este el lugarpara hacer un repaso de los fundamentos sobre losque nuestra democracia liberal ha permitido trabajara los sistemas políticos que la han adoptado. Pero sinninguna duda, dos de los principales fundamentos apartir de los cuales nuestras democracias funcionandesde mediados de siglo xix son el gobierno repre-sentativo y la centralidad o superioridad de este go-bierno ante cualquier otro actor.

Hoy, por causas muy diversas, estos dos funda-mentos están ante una importante crisis. Probable-mente el problema principal que genera esta crisis esla escasa coordinación entre las nuevas demandas so-ciales y las formas de gobierno tradicional. Se intuyendos sistemas de códigos, tanto de pensamiento comode funcionamiento, muy diferentes entre sí. El pro-

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blema se presenta cuando para resolver nuevas de-mandas como resultado de un cambio rápido y pro-fundo, pretendemos encontrar respuestas desde po-siciones de gobierno o institucionales clásicas o an-tiguas. He ahí el dilema que hay que afrontar: nuevasociedad frente a vieja política.

La política en su expresión máxima, es decir, elgobierno de la comunidad, no ha cambiado en losaspectos básicos concebidos desde el origen del libe-ralismo democrático. Y, si lo ha hecho, ha estado muylentamente, tan lentamente que los cambios son, engeneral, inapreciables y no generalizados. El modelorepresentativo y el modelo organizativo burocráticoque acompaña toda actuación pública sigue, con muypocos retoques, el patrón de hace cien años. Eso nosignifica que los últimos años no se haya producidoun incremento de experiencias. Lo cierto, sin embar-go, es que más allá de esta posibilidad la acción po-lítica institucionalizada y la acción de gobierno pare-ce que no se ven afectada por los cambios socioeco-nómicos que se están produciendo si tenemos quejuzgar por el escaso esfuerzo para adaptarse. Eso eslo que permite hablar de vieja política y de gobiernotradicional.

El sistema político es hoy lo que en esencia ya erahace cincuenta años. Los mecanismos de represen-tación, los espacios de decisión, los criterios básicosde funcionamiento y ordenamiento del sistema nohan sido modificados en nada que pueda considerar-se sustancial. La idea liberal de la representatividad

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era y es la matriz a partir de la cual se articulan nues-tras democracias. Las elecciones son los mecanismosde plasmación de la representatividad.

Los partidos vertebran la representatividad y ledan vida. Los cambios en los últimos decenios pue-den ser calificados de cosméticos, de poco profun-dos. Ha habido una gran estabilidad, una continuidaden lo básico, en los fundamentos del sistema, aunqueestos fundamentos fueron construidos muy armóni-camente y muy funcionalmente en una determinadasociedad que hoy se ha transformado.

El divorcio entre la sociedad actual y la políticatradicional, sin entrar en otras consideraciones, ya estan evidente que la incorporación de la política, enla "galaxia Internet" no puede hacer nada más quemejorar la propia acción política, ya sea relativa a unámbito local, a la política nacional o incluso a la po-lítica protagonizada por movimientos cívicos en unentorno que tiende a la mundialización y que en lapráctica es la que mejor parece haberse adaptado. Laprogresiva utilización de las nuevas tecnologías pue-de contribuir, a pesar de que parcialmente, a impul-sar reformas de fondo en la vida política. Es evidenteque las nuevas tecnologías pueden aportar solucio-nes que orienten la mejora. Hay que destacar algu-nas de estas aportaciones, pero las nuevas tecnolo-gías no deberían ser consideradas como la solucióna los desacuerdos sociales de nuestras democracias.Hay un riesgo que hay que tener en consideración: elentusiasmo ilimitado que algunos tienen con respec-

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to a los beneficios que producirá Internet en la vidaen general y en la vida política en particular.

Esta posición, afortunadamente en retroceso, po-día haber llevado a sobredimensionar las expectati-vas razonables de cambio. Por tanto, hay que esperarcambios proporcionales a lo que hoy sabemos que esInternet, la sociedad de la información y el funciona-miento de la política. Al fin y al cabo, es mejor pecarde prudencia que de exceso.

La sociedad ha cambiado. Lo está haciendo en losaspectos que caracterizan los sistemas de valores yde actitudes, pero también en sus sistemas organiza-tivos y productivos. Nace una nueva realidad que hasido identificada con diversos nombres, dependien-do de los enfoques utilizados en el análisis socioló-gico y económico. De entre los más utilizados pode-mos mencionar los de sociedad posindustrial, socie-dad de la información y, más recientemente, sociedaddel conocimiento.

Hay que tener presente la posibilidad de nuevosespacios de comunicación, espacios que existen enescenarios virtuales en los que la distancia o la nosincronización ya no son un factor limitador a la horade dar vida a nuevos marcos de relación en cualquierade las actividades que queramos imaginar (política,económica, de ocio, educativa).

Esta doble velocidad de aceptación de los nuevoselementos de cambio, una sociedad en plena trans-formación y un gobierno tradicional que parece in-mutable, provoca que la legitimidad que cualquier go-

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bierno requiere para cumplir las funciones encomen-dadas esté más que cuestionada. De hecho, la crisisde legitimación, el desacuerdo entre ciudadanía y ac-ción política institucional, afecta de pleno al sistemaque sostiene la acción política. El desafecto por lasinstituciones políticas es visible y varios estudios losubrayan desde la última década. En el caso catalán,sólo hay que considerar como indicador el hecho deque la media de abstención electoral ha crecido unosdiez puntos durante la década 1989-2000 respecto ala década anterior, 1977-1988.

Norberto Bobbio, el gran pensador y ensayista ita-liano, destaca la idea de que la democracia necesitauna ciudadanía implicada en los asuntos colectivoscuando afirma que "una democracia es más fuertesi se basa en ciudadanos activos, que se toman seria-mente los problemas de la convivencia libre y pací-fica.

El aumento de ciudadanos pasivos en un Estadodemocrático es señal de que aumenta la fractura en-tre gobernante y gobernado". El desafecto social esexplicable en buena parte por la creciente ineficaciade las instituciones de gobierno en las demandas so-ciales que se plantean. Estas dificultades para llegar aser eficaces tienen causas diversas, pero en general sepueden resumir en la idea de la falta de adecuaciónde la acción política a los cambios sociales.

Entre las causas mencionadas para entender elorigen del desafecto, conviene retener el carácter in-sostenible de la concepción jerárquica de los proce-

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sos de gobierno y la creciente interdependencia deproblemas y de actores políticos, que cuestionan se-riamente el modelo clásico de políticas públicas seg-mentado y unidireccional.

La paradoja de esta situación es que la desafecciónse produce en un momento histórico en que la de-mocracia tiene la mayor intensidad y la mayor exten-sión desde sus orígenes.

Como describe Robert Dahl, politólogo, la segun-da mitad del siglo xx la podemos considerar como ladel auténtico triunfo de la democracia, no sólo por-que los principales regímenes antidemocráticos fa-llaron como modelo, sino porque por todas partesaparecen nuevos gobiernos democráticos. Hay queconsiderar también la aparición de nuevas normati-vas y mecanismos que pretenden promover la par-ticipación y el control ciudadano sobre la actuacióndel gobierno. A pesar de estos hechos, la realidad esinequívoca al ponernos sobre la mesa y en primeralínea la desafección como elemento característico delas sociedades posindustriales.

Efectivamente, no es difícil relacionar desafeccióncon baja participación ciudadana. Otra cuestión dife-rente es intentar establecer relaciones de causa y efec-to entre la desafección y la desmovilización ciudada-na. Si bien es cierto que una baja participación in-crementa la desafección, también podríamos afirmarque la desafección tiene como consecuencia el desin-terés por la cosa pública, sea porque ésta no interesadebido al descrédito de la acción política o bien por-

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que se considera que no es posible incidir en ella, yaque el pluralismo no está bien garantizado en el fun-cionamiento del sistema. Como causa o como con-secuencia, la baja participación se encuentra hoy enel núcleo de la crisis de la política.

El cambio silencioso de la sociedad

La rigidez de los procedimientos y las respues-tas excesivamente uniformadoras que caracterizan anuestras instituciones topan contra una realidad so-cial enormemente compleja, fuertemente diferencia-da en lo relativo a sus preferencias y prioridades, yque al mismo tiempo tiene una creciente capacidadpara procesar información, para tener criterio propioy para expresarlo públicamente.

Las formas de gobierno tradicional han sido úti-les para gobernar a la sociedad cuando ésta se podíapresentar como una realidad más o menos homogé-nea, con algunas identidades en su interior, por ejem-plo de clase, fáciles de identificar y sobre todo conuna gran capacidad aglutinadora. Hoy nuestra socie-dad ya no es así. Tenemos más fragmentación social,con nuevas identidades, con cambiantes demandas ypreferencias, y con una cultura política emergente ca-racterizada por valores nuevos, los llamados "valoresposmaterialistas".

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Esta realidad está especialmente presente entrelos que hoy son menores de treinta y cinco años y losvalores mencionados chocan frontalmente con losvalores que inspiran al gobierno tradicional.

¿Nos encontramos ante un cambio de paradigma?Probablemente sí. A pesar de que las expresiones delcambio se dejan entrever en múltiples aspectos, nohay que perder de vista que este es un cambio silen-cioso y bastante discreto.

De hecho, Inglehart, uno de los autores que másse ha aproximado al análisis de esta realidad desdela sociología, definió toda esta transformación comouna revolución silenciosa.

De los diversos aspectos que Inglehart trató, nospuede ser especialmente útil en esta reflexión el re-lativo al debilitamiento de la aceptación de jerarquíacomo principio rector de la organización social y enparticular de la acción política. La verticalidad de losprocesos de decisión que tan bien habían caracteri-zado el funcionamiento de las instituciones políticasencuentran hoy un rechazo o por lo menos una in-diferencia de sectores cada vez más amplios (espe-cialmente entre los jóvenes) que se traduce o bien enpasividad o bien en espacios alternativos de partici-pación política, concretados en los llamados nuevosmovimientos sociales.

Hay una demanda latente en muchos de estos es-pacios emergentes que plantea unas formas políticasdiferentes de las dominantes. Se defienden unas re-glas del juego en que, por ejemplo, las prácticas y con-

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ductas, horizontales ganan posiciones respeto de laverticalidad y los procesos jerarquizados. Ésta no esuna demanda estrictamente formalista de cómo arti-cular la vida y la acción políticas. El "cómo" es enestos momentos una parte importante de la sustan-cia del proyecto. Las formas de acción y organizaciónpueden tener un componente estético (todo asam-blearismo lo tiene), sin embargo no deberíamos ol-vidar la vertiente sustantiva y podríamos decir queconsustancial a muchos movimientos sociales emer-gentes.

Precisamente esta consustancialidad es lo quepuede distanciar más a estos nuevos sectores -ma-yoritariamente jóvenes- de las instituciones políticasque continúan con las reglas y dinámicas establecidashace más de cincuenta años.

El impulso del mundo local

En plena eclosión de la globalización, y por másparadójico que pueda parecer, el ámbito local estátomando un nuevo impulso y adquiere un nuevoprotagonismo en el conjunto de la acción pública ydel mismo entramado institucional democrático. Lasensación de encontrarnos volcados a la globalidad(medios de comunicación, posibilidades de despla-zamientos por todo el planeta en pocas horas, mo-vilidad profesional, inmigración) contribuye a acen-

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tuar en la mayoría de nosotros una nueva visión delo que nos es más próximo. Y eso tiene que ver conel crecimiento de percepciones identitarias diferenteso distantes de las que el Estado-nación persigue, co-mo muy acertadamente expresó el sociólogo ManuelCastells, y también con la nueva manera de apreciary relacionarnos con el municipio, entendido no sólocomo comunidad sino también como espacio de go-bierno.

Un hecho ya fuera de discusión es que hoy el mun-do político local está cambiando significativamenterespecto de lo que había sido. El gran cambio se pro-duce por la asunción de nuevas responsabilidades, denuevas políticas, que convierten en pasado aquellaimagen en que la política local era sinónimo de man-tenimiento de las infraestructuras y los servicios bá-sicos de la ciudad. Es indiscutible que en los últimosaños se ha vivido un proceso de reforzamiento delmundo local por medio de la acción política de susinstituciones, sea en la concreción de nuevos ámbitosde intervención -muchos de ellos relacionados conlas políticas que tienen que ver con el bienestar delas personas- o bien desarrollando funciones que po-dríamos definir como estratégicas y de las que has-ta ahora la política local había quedado bastante almargen.

Una de las consecuencias de todo este proceso pa-ra en la acción política es observada por Castells, quela describe de manera clara y positiva: "La relocaliza-ción del gobierno ofrece la vía más inmediata para la

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relegitimación de la política". Esta nueva dimensióndel mundo local abre un abanico muy amplio de po-sibilidades a la vez que de exigencias. Posibilidades yexigencias, por ejemplo, para permitir que realmentela comunidad y las instituciones locales sean los es-pacios de más y mejor densidad democrática, enten-diendo la democracia no como un simple acto pro-cedimental para escoger a gobernantes (idea que secorrespondería con el modelo clásico de acción po-lítica), sino como un conjunto de actuaciones, valo-res y actitudes que pueden contribuir activamente ala mejora de nuestra sociedad.

Y en este punto es donde hay que insistir en el he-cho de que la participación ciudadana puede ser unacontribución imprescindible para ayudar a dar estenuevo impulso al mundo local y muy especialmen-te a la actualización de las formas de acción política.Las prácticas de participación ciudadana en el mundolocal representan sin duda una posibilidad para en-mendar algunos de los problemas de nuestro sistemademocrático, que ganaría credibilidad y confianza, ytambién para vencer algunas de las limitaciones quela práctica de la democracia representativa conlleva.

Sin embargo también podemos empezar a pensaren la participación como un impulso para hacer máseficaces y eficientes las políticas públicas.

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El proyecto Consensus en los municipios

Las nuevas tecnologías pueden tener un papel pa-ra facilitar la participación en el futuro de las ciuda-des. Consensus, una experiencia desarrollada en Ca-taluña, es un proyecto que pretende construir una he-rramienta telemática para promover la información yla participación ciudadana en asuntos de interés pú-blico en el ámbito municipal. De hecho, la caracte-rística más relevante del proyecto es precisamente sudimensión municipal.

Consensus pretende construir una herramientaque les permita a los ciudadanos informarse, deba-tir por medio de foros con otros ciudadanos y res-ponsables políticos, enviar cartas, responder cuestio-narios, iniciar recogidas de firmas o adherirse a és-tas, entre otras posibilidades. De hecho, los objetivosdel proyecto son mejorar la comunicación entre losayuntamientos y los ciudadanos, facilitar y promoverla transmisión de conocimiento a los responsables dela toma de decisiones, estimular la realización de ex-periencias de participación ciudadana y de consultapor Internet, simplificando y agilizando los procesosde organización, ofrecer espacios virtuales para per-mitir la organización de los ciudadanos en comuni-dades de interés con el objetivo de promover la co-rresponsabilización y la participación.

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Veinte localidades y tres institucionesEl proyecto Consensus se ha desarrollado experimentalmente y deuna manera simultánea en veinte municipios de Cataluña a lo largode todo un año como apoyo virtual a procesos de participaciónpresencial. Estos municipios son Sabadell, Terrassa, Sant Cugat,Vic, Manresa, Granollers, Sant Feliu de Llobregat, Mataró, Carde-deu, Rubí, Badalona, Barberà del Vallès, Manlleu, Cambrils, Alella,Banyoles, Castellar del Vallès, Cerdanyola del Vallès, Cervera, Lliçad'Amunt. El proyecto ha sido liderado por tres instituciones, Lo-calret, Fundación Jaume Bofill e ICT, y se espera que esta expe-riencia pueda ser compartida por otros ayuntamientos.

La experiencia de Consensus se puede ver en cualquiera de los dosenlaces siguientes. Desde el segundo se podrá también enlazar concualquiera de las experiencias llevadas a cabo en los municipioscatalanes mencionados.

http://mis.ictnet.es/consensus/stfeliu/index.html

www.localret.es/projectes/consensus/ajuntaments.htm

El final del cheque en blanco

Es en la comunidad local donde tiene lugar la granmayoría de los procesos sociales que comportan con-vivencia y conflictos y que, en cualquier caso, generandiversidad de posiciones y de intereses, diferenciasque la mayoría de las veces son cruzadas, dinámicas y

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activas, y que además una parte de ellas puede tendera expresarse mediante fórmulas de acción col lectiva.

Esta diversidad que cada vez se manifiesta conmás contundencia y responde inequívocamente a unescenario propio del posfordismo puede sernos degran utilidad para entender mejor la enorme dificul-tad que hoy tienen las organizaciones de representa-ción política en el sistema liberal democrático, es de-cir, los partidos políticos y en cierta manera tambiénlos sindicatos, para realizar las funciones que el siste-ma constitucional les tiene reservadas.

PosfordismoConcepto que recoge los cambios en el mercado de trabajo pro-ducidos en la década de los sesenta y posteriores que afectan almodelo de producción característico del desarrollo del modelo ca-pitalista occidental (primera década del siglo xx). Este modelo su-pone la pérdida de centralidad de la producción en serie -propia delas grandes industrias automovilísticas- e introduce la flexibilidadcomo valor de la organización económica y social.

En nuestra sociedad se da un gran dinamismo enla definición de los intereses sociales. Estos intere-ses se expresan mediante dinámicas complejas, queponen en evidencia que las identidades primarias so-bradamente compartidas por la población no existen.Es precisamente la volatilización de estas identidadesprimarias, que en décadas anteriores sí que habíanexistido y sobre las cuales se había construido el sis-tema de partidos actual, la que convierte en una tarea

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falaz el hecho de la representatividad política a medioplazo, por ejemplo, a lo largo de una legislatura.

Ningún partido político puede pretender de unamanera efectiva mantener la representatividad de suelectorado en todas y en cada una de las decisionesque toma a lo largo de una legislatura. Eso es comoconsecuencia de la complejidad y la diversidad de me-didas que en un periodo de cuatro años (la duraciónde una legislatura) un gobernante tiene que tomar.

La cultura del cheque en blanco que ha caracte-rizado el funcionamiento de los sistemas políticosdemocráticos contemporáneos parece que llega a sufin si no se quiere poner en peligro la misma ideade representatividad política de nuestro sistema y, enconsecuencia, el sistema de partidos. Los partidos -y por extensión los gobernantes- necesitan disponerde mecanismos más directos de comunicación conla ciudadanía para detectar primero e interpretar des-pués posiciones y corrientes de opinión ante proble-mas que emergen y que difícilmente son reduciblesa categorías clásicas.

La crisis que en cierta manera vive hoy el espaciopúblico se puede atribuir, por lo menos parcialmen-te, a la quiebra que muchas organizaciones políticashan hecho en el cumplimiento de sus funciones derepresentatividad.

Una parte de la ciudadanía no se siente represen-tada por los partidos ni identificada plenamente conlas instituciones porque no se identifica con las deci-siones que los gobernantes toman, ni siquiera con las

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preocupaciones que los gobernantes ponen de mani-fiesto. El problema no es sólo sustantivo con respec-to al contenido de algunas decisiones, sino que tam-bién hay que buscarlo en la definición de la agenda dediscusión y trabajo institucional. A partir de esta do-ble constatación parece necesario someter a revisiónlos viejos modelos organizativos de la acción políti-ca, empezando por los modelos burocráticos clási-cos, pero llegando también a los modelos gerencia-les, estos últimos más propios en nuestro país duran-te las dos últimas décadas del siglo xx. Los dos mo-delos se han manifestado inadecuados en las nuevascircunstancias que caracterizan a las sociedades po-sindustriales.

Es altamente improbable la existencia de una de-mocracia digna de este nombre sin la aceptación dela idea de espacio público, del interés y el bien gene-rales. Algunas teorías, avaladas con experiencias con-cretas como por ejemplo las de la ciudad de PortoAlegre, apuestan por impulsar una nueva definiciónde la idea del interés general y también del espaciopúblico, y todo eso a partir de la participación directade los ciudadanos en el debate político cotidiano.

Es muy interesante analizar estos procesos paradarnos cuenta de cómo desde posiciones amplias quedefienden el interés particular se puede llegar a defi-nir un interés general.

El hecho de que el individuo que participa pue-da exponer de entrada intereses particulares con elobjetivo de que sean adoptados por el conjunto de

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la comunidad es quizás inevitable. Eso, sin embar-go, no habría de invalidar la posibilidad de que me-canismos de democracia participativa se incorpora-ran a los procesos de democracia representativa. En-tre otras cosas, porque en la medida en que cada in-terés individual se encuentre confrontado con otrosintereses particulares sobre los que habrá que delibe-rar y ponderar y que finalmente habrá que sintetizar,podemos asumir que la defensa de los intereses indi-viduales puede ser un punto de partida pero no ne-cesariamente un punto de llegada. La síntesis -comoresultado de la confluencia de varias propuestas a lasque atribuimos la defensa de intereses particulares-no es imposible que responda a una propuesta de in-terés general. Lógicamente todo este proceso requie-re método y técnicas específicas sin los cuales los re-sultados pueden ser altamente defectuosos.

La clave para definir el interés público en una so-ciedad tan plural como la nuestra no consiste en ne-gar validez al interés individual sino muy probable-mente en generar vínculos de interdependencia (deli-beración) que hagan más improbables soluciones ex-cesivamente alejadas de espacios comunes comparti-dos.

Precisamente nuestro sistema representativo hapermitido la existencia y la defensa de intereses parti-culares, sin que esta defensa responda a procesos pú-blicos, transparentes, contrapuestos a otros intereses.

Esta realidad -protagonizada en gran medida porlos grupos organizados- se ha confundido intencio-

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nadamente, en algunos casos, tanto en la literaturaacadémica como en la política, con el ejercicio delpluralismo. En verdad, sin embargo, muchas de lasactuaciones que se impulsan bajo esta etiqueta debe-rían ser definidas como particularismo.

Dar este paso es de alguna manera abrir el go-bierno tradicional a una nueva manera de hacer quepodemos identificar como la del gobierno en red, en-tendida en un sentido que no implica necesariamenteuna realidad en línea. Las características que los ex-pertos atribuyen a este nuevo modelo de gobernanza(governance) son tres:

1) El reconocimiento, la aceptación y la integraciónde la complejidad como un elemento intrínsecoal proceso político.

2) Un sistema de gobierno por medio de la partici-pación de distintos actores en el marco de redesplurales.

3) Y una nueva posición de los poderes públicos enlos procesos de gobierno, la adopción de nuevosroles y la utilización de nuevos instrumentos.

La utilidad de la red

En este contexto de cambio social, que bien pode-mos definir como histórico, es donde aparece la red.La horizontalidad en las relaciones, la aparición de

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múltiples centros difusores que tienen como conse-cuencia la relativización del poder de comunicaciónen muy pocas manos, son características de la red.Estas características ya se aproximan a las de la cul-tura política emergente descrita anteriormente. Estacoincidencia nos permite hacer tres reflexiones.

En primer lugar, podemos plantear la hipótesis deque el potencial de penetración de Internet en nues-tra sociedad es grande, entre otras cosas porque hayuna estructura de valores y de criterios claramentecoincidentes entre los valores que se supone que haydetrás de la galaxia Internet y los de una parte de lasociedad. La segunda reflexión es prever que Inter-net encontrará un encaje más rápido en los espaciosde acción política no formalizados que en los forma-lizados institucionalmente. De hecho, eso ya se pue-de corroborar a partir de la experiencia de los movi-mientos sociales de última generación, por ejemplolos que argumentan que otra mundialización es posi-ble. Podemos afirmar que una parte no cuantificablepero sí perceptible de su éxito en las movilizacionesde 2000, 2001 y 2002, y particularmente la coordi-nación transfronteriza en las movilizaciones de Gé-nova, Barcelona, Praga, Florencia, por no mencionarSeattle y Washington, sólo ha sido posible gracias aluso de Internet, y mide la eclosión de movilizacionesmundiales a raíz del conflicto bélico de Irak. La otracara de la moneda, y tercera reflexión, es la dificul-tad que hoy las instituciones políticas y en general el

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sistema político tiene para incorporar Internet en sufuncionamiento.

De hecho, su utilización en estas instituciones esen la mayoría de los casos superficial, un elemento decuyo uso no depende nada importante.

En los dos casos -nuevísimos movimientos socia-les e instituciones políticas-, la tecnología al alcan-ce es la misma. Si hay alguna diferencia es que losespacios institucionalizados tienen más posibilidadesde intensidad tecnológica que los actores sociales noinstitucionales, pero como nos demuestra la realidadcon eso no hay suficiente para garantizar un éxitomayor en la utilización de Internet. Lo que explicala diferencia en los resultados obtenidos se encuen-tra en la cultura política que domina cada uno de losescenarios, el de la política formal y el de la acciónpolítica informal, y no en la tecnología utilizada.

Manuel Castells (2001) señala: "Internet no es só-lo un instrumento útil que se pueda utilizar simple-mente porque existe, sino que además se adapta a lascaracterísticas básicas del tipo de movimientos socia-les que están surgiendo en la era de la información".

AntiglobalizaciónSegún Manuel Castells, la red constituye la columna vertebral in-formativa del movimiento antiglobalización. Sin que la aceptaciónde esta idea signifique la negación del carácter descentralizado ydiverso del movimiento antiglobalización, es evidente que ésta esuna de las mejores referencias de la utilización de la red por losgrupos partidarios de una nueva mundialización.

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www.indymedia.org

La conclusión de este análisis es que la cultura po-lítica tradicional -propia de los espacios instituciona-lizados- es un lastre muy pesado y difícilmente com-pensable a pesar de los recursos tecnológicos y eco-nómicos disponibles. Por el contrario, la cultura polí-tica emergente o posmaterialista -propia de los espa-cios sociales no institucionalizados- es un activo parael uso con buenos resultados de Internet, a pesar delas reticencias de algunos de estos protagonistas conrespecto a Internet, reticencias que se han ido desva-neciendo con el paso del tiempo pero que al princi-pio del nuevo milenio eran muy evidentes.

La democracia de la proximidad

¿Qué nos aporta la incorporación de las nuevastecnologías en la actividad política? El principal valorde esta incorporación es el de disponer de una opor-tunidad excepcional para acercar la política a los nue-vos tiempos. Las nuevas tecnologías permiten redu-cir distancias entre dos sistemas -el social y el políti-co- marcadamente distantes, el primero de éstos enlos últimos tiempos, como hemos visto, ha evolucio-nado mucho y el segundo muy poco.

Las características de la red y de Internet en par-ticular permiten pensar en nuevas posibilidades rela-

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cionales. La red permite recoger primero y atenderdespués las demandas sociales dirigidas a las institu-ciones políticas. Algunos han querido ver en estoselementos el posible inicio de una nueva era demo-crática gracias precisamente a las potencialidades quela red ofrece para la actuación política.

La proximidad, que es uno de los aspectos másdestacables de estas nuevas posibilidades que Inter-net ofrece, se da en tres ámbitos: proximidad genéri-ca entre Administración y administrados, proximidadentre procesos de deliberación y toma de decisión,y proximidad entre demandas ciudadanas y agendapolítica.

Mientras que el primer ámbito es el que define elgobierno electrónico (e-government), que en Cataluñase ha definido a partir de la Administración abierta,y que el proyecto CAT365 lidera (www.cat365.net),el segundo y el tercero determinan lo que se ha iden-tificado como democracia electrónica (e-democracy), yde la que en Cataluña también tenemos las expe-riencias de Consensus, que ya ha sido comentada,y de Democràcia.web (www.democraciaweb.org) co-mo las más significativas.

El Parlamento de Cataluña apoya y participa en elproyecto Democràcia.web, impulsado desde la Fun-dación Jaume Bofill. El proyecto se puso en marchaen junio de 1998 y permite hacer un seguimiento delas principales actividades legislativas y de los deba-tes parlamentarios más importantes. La novedad másnotable es la posibilidad de acceder a los proyectos

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y las proposiciones de ley simultáneamente cuandose inicia la tramitación. Mediante un sistema electró-nico de enmiendas, se pueden hacer llegar a los gru-pos parlamentarios propuestas concretas de enmien-das para proyectos legislativos en trámite para quesean estudiadas y, si lo creen oportuno, presentadaspor los mismos grupos. La posibilidad de enmiendasde origen ciudadano no es un proceso formalmentereconocido por ninguna ley ni por el propio Regla-mento del Parlamento catalán.

Las sugerencias ciudadanas vehiculadas por me-dio de Internet sólo tienen reconocimiento formaldentro del proceso legislativo cuando unos o másgrupos los adoptan como propios y los presentan enlos plazos establecidos de presentación de enmiendasa proyectos y proposiciones de ley. En más de unaocasión alguna enmienda ciudadana ha sido recogidaen la redacción final del articulado aprobado por elPleno del Parlamento.

Entre los espacios participativos deDemocràcia.web hay que destacar la sección de "Car-tas al Parlamento", mediante la cual se puede hacerllegar un escrito a cualquier diputado o grupo parla-mentario y esperar una respuesta.

Los escritos recibidos y sus respuestas son públi-cos, ya que las cuestiones tratadas tienen interés ge-neral. Sólo en caso de que se establezca una relaciónepistolar virtual de continuidad, ésta deja de ser pú-blica.

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Con ocasión de debates parlamentarios monográ-ficos, Democràcia.web ha permitido hacer un segui-miento de las distintas intervenciones parlamentarias-por medio de los archivos que las contenían en for-mato PDF y también RealAudio-, así como tambiénincorporar al debate propiamente dicho las sugeren-cias hechas por la ciudadanía previamente.

Las oportunidades que se abren para la participa-ción, sin embargo, no tienen que implicar necesaria-mente la superación de la democracia representativaa favor de una democracia directa, entendida ésta co-mo la toma de las decisiones de manera directa porla ciudadanía, ya sea mediante consultas tipo referen-dos o la realización de asambleas ciudadanas que in-validen la razón de ser de los Parlamentos. La demo-cracia electrónica no tiene que ser necesariamente unescenario de punto y aparte o de ruptura repentinacon los fundamentos democráticos del liberalismo.No tiene que comportar necesariamente un clamor afavor de una democracia directa.

Hay varios motivos que avalan este planteamien-to. Citemos sólo dos. La fractura democrática a cau-sa de la división digital tendría que ser consideradamás que probable en un escenario en el que los pro-cesos políticos se desarrollaran exclusivamente en lared. En estos momentos, las previsiones a medio pla-zo indican un nivel de penetración de Internet muylejos de porcentajes que permitan hablar de accesouniversal a las nuevas tecnologías. Y, en una sociedadtan compleja y fragmentada como la nuestra, la de-

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mocracia directa podría plantear serios problemas ala hora de garantizar algunos derechos a diversas mi-norías.

Tenemos poca base de conocimiento y análisis pa-ra saber cómo incidirá en la democracia la incorpo-ración de las nuevas tecnologías. Aún no hace unadécada de las primeras aplicaciones de Internet a lavida política y la mayoría de las aplicaciones tienencarácter experimental.

Debemos recorrer mucho terreno para poderproyectarnos en el futuro. Por eso tiene poco senti-do plantear modelos de funcionamiento democráti-cos basados en la tecnología que se caractericen, porejemplo, por no disponer de los sistemas de repre-sentación parlamentaria o por disponer de unos par-tidos políticos de nueva generación cuya función seabásicamente la de animar debates, promover ideolo-gía y fomentar alianzas sociales sobre cada uno de lostemas presentes en la agenda política, pero sin buscarla representación.

Internet no es, pues, la oportunidad para erradicarla democracia representativa, sino para transformarlay permitir su perfeccionamiento.

Un ejemplo de transformación de la democraciaes el hecho de que la existencia de la red permite po-ner al alcance de todo el mundo el debate y la delibe-ración política que protagonizan las instituciones, seaen una fase de tramitación parlamentaria, o bien so-bre las bases que orientan la actuación del Ejecutivo,

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por no decir evidentemente el debate y la actuaciónde los gobiernos locales.

Las potencialidades sociales y políticas que seabren sólo en estas aplicaciones son tan grandes quejustifican por sí solas proyectos de la llamada demo-cracia electrónica.

La noción de espacio público está hoy en crisis.También habrá que considerar la posibilidad de queInternet se convierta en el catalizador de una nuevaidea de espacio público, del que se tienen dos concep-ciones. Un espacio (virtual en esta ocasión) que faci-lite el encuentro de varias personas y el acercamien-to de actores hoy distantes entre ellos (administra-dos-administradores, gobernantes-gobernados, etc.),es decir que desarrolle la función del ágora clásica.Y un espacio público entendido como todos aque-llos aspectos sustantivos que afectan a la comunidady que se define y refuerza a partir de procesos deli-berativos y de debate político.

La democracia electrónica existirá en la medidaen que se capaz de simultanear forma y fondo, enla medida en que sea instrumento y a la vez conte-nido. La forma o el instrumento sin una dimensiónsustantiva pierde interés y condena a la democracia alabsurdo, también la electrónica. Internet es sobre to-do forma, pero la democracia tiene sentido si es con-tenido, fondo. El riesgo evidente de muchas de lasexperiencias de democracia electrónica o de espaciosvirtuales de participación es que sólo han sido con-cebidos desde la forma. Lo más importante ha sido,

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demasiado a menudo, la forma que tomaba (chat, fo-ro, cuestionario, consulta, carta) sin que el contenidofuera relevante. Lógicamente, el éxito de este tipo deiniciativas es fugaz. Por eso muchas páginas o expe-riencias en el interior de webs institucionales acabandesvaneciéndose con el tiempo. A continuación, sinembargo, presentamos dos buenos ejemplos de de-mocracia electrónica.

MN E-Democracy (Minnesota, EstadosUnidos)

Este proyecto nació al principio de la década delos noventa y se puede considerar el decano de lasexperiencias de democracia electrónica. Posiblemen-te por esta razón se ha convertido en una de las prin-cipales referencias en el momento de concretar nue-vos espacios de participación política en la red. Min-nesota E-democracy impulsa un foro específico dedebates -MN-Politics- mediante una lista de correoelectrónico.

Su objetivo es compartir la información sobre dis-cusiones relativas a cuestiones políticas de Minneso-ta. Es un foro activo durante todo el año, sin em-bargo mucho más en periodo electoral, ya que lospromotores quieren que se hagan contribuciones a lacampaña y que se dé una buena información electo-ral. Las discusiones a través de la lista de correo sobrediferentes cuestiones se hacen sin ningún tipo de mo-

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deración, aunque todos los participantes tienen queobservar los criterios y las reglas de participación. Laprincipal virtud de esta experiencia es que con esteforo se pretende cubrir un ámbito informativo, útil yparticipativo. Para acceder a esta experiencia pioneraen democracia electrónica: www.e-democracy.org

FaxYourMP (Reino Unido)

Es un lugar común de la argumentación en tornoa la democracia electrónica las posibilidades que lasnuevas tecnologías ofrecen para alcanzar una pro-ximidad mayor entre representante y representados,una transparencia mayor en un sentido amplio de es-te concepto y también un acceso fácil para cualquierpersona o grupo a la hora de ser políticamente activo.

Esta propuesta es un buen ejemplo de estos tresaspectos. A partir de una iniciativa privada de un gru-po de ciudadanos del Reino Unido se impulsó ahorahace unos años el proyecto FaxYourMP con el objeti-vo de facilitar la comunicación de los ciudadanos consus representantes políticos. La experiencia se puedevisitar en www.faxyourmp.com/

Este proyecto, sin embargo, se convierte en lapráctica en algo más que un espacio por medio delcual un ciudadano se puede dirigir al diputado de sucircunscripción. La lectura de las diversas informa-ciones que recogen las secciones de esta web permi-te a cualquier persona tomar conciencia de cuál es la

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responsabilidad de un parlamentario, de los ámbitospolíticos en los que tiene competencia, de los cami-nos y las condiciones para acceder a él.

Hay que destacar que a diferencia de otros pro-yectos web -por ejemplo en los Estados Unidos- enlos que se ofrece la posibilidad de enviar cartas nooriginales a los representantes (textos ya escritos quesólo hay que seleccionar y firmar), el proyecto quenos ocupa recomienda muy explícitamente que lascomunicaciones sean originales para evitar el efec-to llamado de inundación (spam) en la comunicación,que acaba provocando que la documentación sea ig-norada por los parlamentarios.

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TEORÍAS SOBRE EL CAMBIO

La perspectiva de que la utilización de las nuevastecnologías comportará beneficios para nuestra de-mocracia es sobradamente compartida, quizás a me-nudo de manera ingenua. Ahora bien, estos benefi-cios no siempre son reconocidos de la misma mane-ra. Tampoco todos los autores se proponen los mis-mos objetivos a la hora de concretar las posibilidadesde utilización de las nuevas tecnologías. Es evidenteque las posibilidades de las tecnologías de la informa-ción y la comunicación con respecto a la vida políticason múltiplos, pero su aprovechamiento dependeráde la posición y los intereses de cada cual.

Dos autores, los profesores universitarios JoanSubirats y Noé Cornago, describen diversos escena-rios estratégicos: el primero, las principales ideas dis-cursivas; el segundo, las opiniones dominantes entorno a la aportación de las nuevas tecnologías a lavida política y los beneficios que se espera obtener.

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¿Hasta dónde llegará Internet?

Joan Subirats identifica cuatro posibles estrategiasante el papel que las nuevas tecnologías deben teneren relación con la democracia, sin que ninguna seaexcluyente. Las dos primeras, la opción consumido-rista y cambios en el elitismo democrático, no pre-tenden ir más allá de una concepción representativade la democracia, no tienen muchas pretensiones in-novadoras en los mecanismos de participación y ló-gicamente no se cuestionan en absoluto la jerarquíaestablecida ni el procedimiento que lo acompaña. Lasdos últimas, redes cívicas y democracia directa, ex-presan de una manera más nítida una preocupaciónpor la calidad de la democracia, entendiendo que éstaestá relacionada con espacios de participación.

La opción consumidorista. Esta estrategia no po-ne en cuestión el funcionamiento de la democracia li-beral representativa, que sitúa a los partidos políticosen el centro del juego político. Los partidarios de estavisión atribuyen los problemas del sistema democrá-tico a los mecanismos de información al servicio dela ciudadanía para que éstos puedan ejercer correcta-mente sus posibilidades de elección. La capacidad deinfluencia no viene de una mayor participación, sinode una mayor capacidad de selección, de elección depreferencias.

Según esta perspectiva, las nuevas tecnologíaspueden ser útiles al objetivo de más y mejor infor-

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mación que permita mejorar las relaciones entre losciudadanos y las Administraciones.

Por otro lado, las nuevas tecnologías pueden per-mitir una mayor descentralización en el interior de laAdministración. Hay que entender que este modelono pretende cambiar las lógicas tecnocráticas que do-minan las administraciones públicas de los sistemaspolíticos de la segunda mitad del siglo xx.

Los cambios en el elitismo democrático. Esta es-trategia pretende sobre todo reforzar la legitimidadde las instituciones de gobierno, es decir, reducir to-do lo posible el desafecto creciente que hay entre go-bernantes y gobernados, y que ya ha sido profusa-mente explicado en el capítulo anterior. En este es-cenario, las iniciativas se han concentrado en temascomo la mejora del funcionamiento interno de Parla-mentos, ejecutivos y Administraciones. El resultado,sin embargo, es notablemente desigual y en generalha servido para reforzar todavía más la vertiente eli-tista de nuestras democracias.

Las redes cívicas. De acuerdo con esta estrate-gia, las nuevas tecnologías son un factor que permitedesarrollar redes y agregados sociales bajo los princi-pios de autonomía. Es un escenario en que se desa-rrolla la idea de ciudadanía social. La política ya noes considerada como una cosa reservada a los orga-nismos públicos. Las nuevas tecnologías en este es-cenario tienen un papel potenciador de todos estosnuevos valores (red cívica, autonomía, nuevas iden-tidades, nuevos espacios políticos).

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La democracia directa. En este escenario la estra-tegia es muy claramente la utilización de las tecnolo-gías de la información y la comunicación para recu-perar el viejo ideal de la democracia directa. La faci-lidad de comunicación que Internet ofrece permitedibujar escenarios inéditos hasta ahora en las nues-tras democracias.

La profundización de este escenario obliga a re-pensar las instituciones políticas de hoy. Algunos au-tores ya han avanzado posibles situaciones en las queel Parlamento es la institución que podría acabar des-apareciendo en la medida en que sus funciones seríanasumidas por la misma ciudadanía, gracias a las nue-vas tecnologías. Los partidos políticos también debe-rían ir asumiendo progresivamente nuevas funcionesy abandonando posiblemente otras.

El reto consiste en que esta democracia directa nose convierta en una democracia plebiscitaria, sino enuna democracia deliberativa, y también en la manerade conseguir en la práctica una amplia participaciónciudadana.

¿Cómo modificará la democracia?

Noé Cornago, por su parte, recoge seis opinionesdominantes hoy en diversos ámbitos en torno a la de-mocracia digital. Como sucede en los escenarios es-tratégicos descritos anteriormente, hay que decir que

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las seis perspectivas no se excluyen entre sí ni sonincompatibles. En ningún caso no se tienen que en-tender como una clasificación, sino como una simpleenumeración de los discursos más reiterativos detrásde los cuales se esconden estrategias de implementa-ción.

La perspectiva administrativa responde a un plan-teamiento tecnocrático que pone de relieve que lasnuevas tecnologías pueden facilitar transparencia enla gestión administrativa y facilitar la provisión efi-ciente de muchos de los servicios que hoy ofrecela Administración. Los que defienden estos criteriosponen sobre la mesa argumentos que refuerzan laidea de que la democracia electrónica será útil paramejorar la eficacia y la eficiencia de nuestras adminis-traciones públicas.

La perspectiva institucionalista quiere facilitar unaparticipación ciudadana mayor en los procesos pú-blicos de toma de decisiones. El voto electrónico, entodas sus posibles aportaciones (electorales, plebisci-tarias) es quizás el aspecto más emblemático de estaperspectiva. Los argumentos de los que defienden es-tos criterios avalan la idea de que la democracia elec-trónica será útil para revitalizar la democracia.

La perspectiva utilitarista pone de relieve que lasnuevas tecnologías permiten claramente un fortale-cimiento, o apoderamiento, personal -individual antela Administración y los poderes públicos al permitiractuar directamente, sin ningún otro intermediario,

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en la defensa de los intereses propios, sean materia-les o no.

Los que defienden estos criterios exponen argu-mentos que avalan la idea de que la democracia elec-trónica es un instrumento que tiene que ser conside-rado en la lógica que acepta que la política se con-vierte en su funcionamiento en un mercado.

La perspectiva comunitarista pone en evidenciaque las nuevas tecnologías son un instrumento quefacilita la creación de comunidades virtuales que aca-ban desarrollando una representación simbólica yque participan en el proceso político. Para los defen-sores de estos criterios la democracia electrónica pue-de ser útil en una sociedad plural cuando se trata depermitir actuaciones de colectivos muy específicos.

La perspectiva deliberativa defiende la democra-cia electrónica como facilitadora del diálogo y del dis-curso.

Según este punto de vista, la democracia electró-nica permite impulsar en su globalidad los aspectosde la democracia deliberativa, empezando por el ac-ceso a la información.

Para acabar, la perspectiva radical cree que Inter-net puede ser un buen instrumento para desarrollaruna praxis en el campo alternativo o antisistema. Pa-ra los que la defienden, la democracia electrónica se-rá útil para transformar la democracia en la línea queapuntan los denominados "nuevos movimientos so-ciales".

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EL IMPACTO EN LA POLÍTICA

Las instituciones de gobierno pueden utilizar lasnuevas tecnologías en dos direcciones: para mejorarlas cosas que ya realizan y para hacer cosas nuevas.

El uso de las nuevas tecnologías por las institu-ciones políticas no se tiene que relacionar únicamen-te con procesos de participación. Es razonable pen-sar que por medio de las nuevas tecnologías se pue-den optimizar los mecanismos de funcionamiento in-terno de las organizaciones y también se pueden sergarantizados mejor los procesos de comunicación,sin que este hecho se asocie necesariamente a me-canismos participativos. Las nuevas tecnologías pue-den tener diferentes usos y gradaciones. ChristineBellamy y Chris Raab, profesores universitarios, dis-tinguen diferentes niveles en el uso de medios tecno-lógicos para las tareas parlamentarias. Podemos dis-tinguir los tres usos que detallamos a continuación:

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Más eficacia para los políticos

Esta utilización afecta de manera especial a losmecanismos de trabajo. En este caso, la participaciónciudadana queda al margen. El objetivo es dar máscalidad e independencia a la información que el car-go público requiere para ejercer sus funciones. Lasnuevas tecnologías pueden permitir accesos rápidosa fuentes documentales muy diversas, desde bibliote-cas hasta centros de investigación y, en general, pue-den facilitar y mejorar notablemente la tarea de losresponsables políticos.

Algunos usos de las nuevas tecnologías para lamejora del trabajo institucional son los sistemas es-pecializados de apoyo para la elaboración y la coor-dinación de proyectos (de la Administración o legis-lativos), el voto electrónico para los representantesen votaciones parlamentarias, el acceso rápido a pro-yectos, previsiones de agenda y debates, y el acceso abibliotecas y fondos documentales.

Más información para los electores

Las nuevas tecnologías permiten acceder a la in-formación de manera rápida, económica y efectiva.Lo importante es que ni la cantidad de informaciónsuministrada, ni la variedad de las fuentes que la su-ministran, ni la diversidad de formatos con que se

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presenta (vídeo, audio, texto) limiten las posibilidadesde acceder por Internet. La cantidad y la calidad deinformación que puede estar disponible, como míni-mo potencialmente, permiten pensar en un fortaleci-miento del elector y de su función, aunque no tene-mos que olvidar a aquéllos que disponen del controlde estos medios de comunicación de masas por losque se puede acceder a esta información.

Algunos usos de las nuevas tecnologías para lamejora de la difusión de la información son la publi-cación de informes gubernamentales y parlamenta-rios, de proyectos y proposiciones de ley y de docu-mentos sobre políticas concretas, la publicación delas votaciones parlamentarias y las diferentes posicio-nes mantenidas por los diputados, el acceso a pro-gramas electorales, objetivos y posiciones de los can-didatos y el acceso a las grabaciones de los debatesparlamentarios.

El Parlamento vasco es probablemente la mejorweb parlamentaria del Estado español con respecto adisponibilidad de información para el ciudadano. Esespecialmente interesante su servicio de lista de dis-tribución temática (http://parlamento.euskadi.net/htmldocs/c_zabalik2.html)

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Una participación más fácil

Las nuevas tecnologías ofrecen a la ciudadaníamás oportunidades para participar de una maneramás directa en el proceso parlamentario de tramita-ción de una nueva legislación. Antes de la existen-cia de Internet como espacio de comunicación, yase utilizó la televisión por cable para implicar a loselectores en discusiones con los cargos electos parla-mentarios. Las experiencias de los electronic town mee-tings y los city forums han sido repetidas ya en diversasocasiones y los resultados, con respecto a la partici-pación, han sido en general positivos. Internet me-jora enormemente las posibilidades, ya que permite,por ejemplo, presentar por medio de la red y ante lacomisión parlamentaria más adecuada las posicionesque se puedan tener sobre un tema concreto. Esteúltimo aspecto es, sin duda, una gran posibilidad pa-ra dar protagonismo a los ciudadanos y permitir quese involucren en el proceso democrático.

Las nuevas tecnologías pueden servir para incre-mentar la participación de la ciudadanía en la políti-ca. Se ve claro cuando se utiliza el correo electrónicoentre los gobernantes, los representantes y los ciuda-danos.

Pero también cuando se promueve la participa-ción por medio de la red en las actuaciones de las co-misiones parlamentarias o cuando se fomenta la par-ticipación por medio de la red en jurados ciudadanosy en paneles deliberativos sobre políticas o actuacio-

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nes concretas o la participación en grupos de discu-sión. Los ciudadanos también se pueden movilizarhaciendo peticiones por medio de la red o campañaspolíticas. Por otra parte, la participación puede desa-rrollarse en foros políticos de la sociedad civil, quepueden realizar la función de ágoras electrónicas.

Un trabajo realizado por John Taylor analiza concriterios similares las aportaciones que algunos Par-lamentos han hecho para el uso de Internet. A partirdel análisis de los diferentes sitios webs de las insti-tuciones parlamentarias estudiadas, distingue cuatrofunciones principales en el uso de Internet que hacenlos Parlamentos:

Por una parte, ofrecer información. Tanto sea conuna guía sobre el Parlamento y el proceso parlamen-tario, como proveyendo un directorio de enlaces so-bre información relacionada con el trabajo parlamen-tario, como dando información sobre los miembrosdel Parlamento (acceso a sus páginas webs persona-les, acceso a las agendas de los principales cargos, de-talle sobre las votaciones realizadas y las posicionesde cada uno de los representantes). También se pue-de dar información sobre sitios webs de formacionespolíticas.

Por otra, ofrecer servicios a los ciudadanos a tra-vés de las publicaciones oficiales o de convocatoriaspúblicas de ayudas.

La tercera función es facilitar el acceso de la ciu-dadanía a la información. En este sentido se puedeproveer un servicio multilingüe, textos en formatos

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que permitan un rápido acceso, servicios de noticiasrecientes y buscadores temáticos.

Y la cuarta función es dar apoyo a la ciudada-nía activa. Eso se puede materializar dando acceso adebates y discusiones, dando facilidades para haceraportaciones al proceso legislativo, facilitando for-mularios para hacer llegar peticiones escritas al Parla-mento y permitiendo el contacto con parlamentariospor medio del correo electrónico.

Un directorio completo y actualizado con losenlaces políticos más importantes de los siste-mas políticos occidentales se puede encontrar enwww.democraciaweb.org/demob.htm. Ahora damosalgún ejemplo.

E-petitioner (Escocia)

El Parlamento de Escocia ha puesto en funcio-namiento un sistema electrónico para recibir peticio-nes desde la ciudadanía. A principios del año 2000aceptó experimentar durante un año con la recepciónde peticiones ciudadanas por Internet. Esta decisiónse tomó después de un debate entre los integrantesde la Comisión de Peticiones Públicas del Parlamen-to Escocés. El debate se originó ante la evidencia deque la utilización de las nuevas tecnologías había idopor delante de las previsiones del nuevo Parlamen-to escocés. Así, y aunque éste no había previsto nin-gún mecanismo electrónico para transmitir peticio-

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nes -entre otros motivos, por los problemas deriva-dos de certificación de firma, especialmente en peti-ciones col lectivas-, una asociación, la World WildlifeFund Scotland, envió, mediante un sistema de peti-ción electrónica creado por el International Telede-mocracy Center (ITC) de la Universidad de Napier,una petición al Parlamento escocés.

El sistema de petición electrónica desarrolladopor el ITC permite crear, ver, firmar o añadir infor-mación a una petición por medio de la web. Es posi-ble también acceder a un foro de discusión sobre lapetición realizada. El ITC es el que hospeda las peti-ciones electrónicas durante este periodo de prueba.Esta experiencia del Parlamento escocés evidencia laadaptación de mecanismos ya existentes (posibilidadde hacer peticiones) en la nueva realidad digital.

El Parlamento escocés es probablemente el únicoParlamento del mundo que admite a trámite peticio-nes mediante un sistema electrónico. Es interesanteseguir desde Internet la discusión y la argumentaciónque los diputados escoceses protagonizaron a favory en contra de la aceptación de las peticiones hechasen formato electrónico. La transcripción del debatese puede encontrar en www.scottish.parliament.uk/official_report/cttee/pequeño-00/pu00-0502.htm.

Para acceder al espacio virtual del Parlamen-to escocés y para conocer el trabajo de la Uni-versidad de Napier, responsable del sistema depetición electrónica, www.scottish.parliament.uk /www.teledemocracy.org.

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Son también especialmente interesantes loscriterios y las reflexiones del Parlamento bri-tánico sobre el uso del correo electróni-co www.publications.parliament.uk/pa/cm200102/cmselect/cminform/1065/106505.htm#a9.

A pesar de estas posibilidades -apuntadas, comohemos dicho más arriba, por Christine Bellamy yChris Raab, y constatadas por John Taylor-, lo úni-co cierto que podemos concluir después de visitarlas páginas web de las principales instituciones polí-ticas de las democracias occidentales es que éstas es-tán desarrollando nuevas políticas de comunicaciónadaptando las antiguas infraestructuras y instrumen-tos de comunicación a las circunstancias del entorno.

No obstante, como señala Thomas Zittel, profe-sor universitario, "está lejos de ser cierta la afirma-ción de que los cambios en las estrategias de comu-nicación y en las estructuras institucionales tendránun impacto directo en la conducta legislativa".

Lo que parece más evidente a partir de los datosconocidos es que la adopción de Internet como ins-trumento de comunicación no implica, como reglageneral, la modificación de los espacios de comuni-cación previstos en las instituciones políticas. No sedispone de referencias que confirmen que los regla-mentos de funcionamiento de las instituciones legis-lativas se hayan modificado debido al impacto de lasnuevas tecnologías ni que estas instituciones hayanproducido nueva legislación para adaptar los meca-nismos de participación a las nuevas tecnologías. Y,

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por otra parte, los espacios webs que incluyen cana-les para la participación más precisos, de algunos delos cuales se dará la referencia a continuación, res-ponden a experiencias temporales o son impulsadospor entidades privadas no lucrativas o institucionesacadémicas que tienen acuerdos de colaboración coninstituciones públicas.

Estos datos permiten afirmar que Internet no hacreado de una manera generalizada y hasta el mo-mento escenarios más activos de participación ciu-dadana en la vida política institucional. La realidadparece indicar que hasta ahora las instituciones polí-ticas utilizan Internet y las nuevas tecnologías exclu-sivamente como mecanismo para mejorar unas fun-ciones que ya hacían y unos servicios que ya ofrecían.Da la sensación de que las potencialidades que se de-rivan del uso de las nuevas tecnologías y que han sidoapuntadas anteriormente, todavía están lejos de con-vertirse en realidad. El apoyo activo a la ciudadaníaque Taylor mencionaba como uno de los resultadosdel uso de Internet es, en el ciberespacio político, unaexcepción.

El mismo Manuel Castells lo describe de la mane-ra siguiente: "Los gobiernos, a todos los niveles, uti-lizan Internet principalmente como tablón de anun-cios electrónicos para publicar su información, sinhacer un esfuerzo de verdad de interacción. Los re-presentantes parlamentarios suelen tener el propiositio web, pero no prestan mucha atención ni al di-

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seño ni a las respuestas a las peticiones de los ciuda-danos".

Consultas ciudadanas: Your Say (Reino Unido)

Es el espacio de participación que se puede en-contrar en la página web del Gobierno del Reino Uni-do. La participación que el Gobierno británico ofre-ce se limita a la creación de espacios de debate a losque los ciudadanos pueden hacer llegar sus opinio-nes y sus sugerencias. El espacio Your Say se divideen dos subespacios. El primero, Policy Forum, lo di-rige el propio Gobierno. Se propone periódicamenteuna cuestión a debate mediante un conjunto de pre-guntas que tienen la función de ordenar y empezarla discusión. Las intervenciones que se hacen se pre-sentan en forma de resumen al primer ministro. Laopinión del Gobierno ante las cuestiones planteadasse presenta en el mismo espacio web con el objeti-vo de dejar constancia de cómo incidirá el resultadode las intervenciones ciudadanas en la acción de go-bierno. El segundo espacio, Speakers' Corner, no estádirigido y se pueden expresar opiniones sobre cual-quier cuestión relacionada con el Gobierno. Todo loque plantean los ciudadanos queda expuesto y puedeser leído por cualquier visitante de la página, pero adiferencia del espacio Policy Forum, el Gobierno noles da respuesta.

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El Gobierno británico fue pionero en la partici-pación ciudadana en temas relativos a la acción delEjecutivo.

Se accede a esta experiencia dentro de la sección"Have your say" de la página: www.ukonline.gov.uk.

Las experiencias MN E-Democracy y Your Saytienen en común que su actividad se centra en deba-tes y foros electrónicos ciudadanos. Este es el instru-mento más utilizado desde las instituciones para darespacios de participación a la ciudadanía. Es posibleencontrar en muchos de los ciberespacios institucio-nales secciones dedicadas al debate abierto a los ciu-dadanos sobre cuestiones relacionadas con la políti-ca del país.

La definición de una consulta electrónica ciudada-na puede ser de tres tipos. Un debate iniciado por unaAdministración pública que involucra a la ciudadaníaen el proceso de elaboración de políticas. Una con-sulta establecida en los primeros momentos del pro-ceso de toma de decisiones que se concreta medianteuna pregunta abierta. Un instrumento que ayuda a laAdministración en los pasos que hay que seguir en elproceso de decisión pública y que aclara responsabi-lidades posteriores.

Hay que tener en cuenta que la razón principalpara participar en una consulta electrónica ciudadanaes la influencia que se supone que cada uno puedeejercer sobre un proceso de decisión pública.

Por eso, es muy importante definir la manera co-mo los ciudadanos pueden contribuir al debate y que

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éste se desarrolle con transparencia. Además, es unaoportunidad para obtener una buena informaciónsobre el tema de que se habla. Hay que advertir que elnivel de accesibilidad dependerá tanto del contenidodel debate (cuanto más técnico habrá que suponerque habrá menos participación) como del entornotecnológico requerido para participar en él.

Guía holandesa para el uso de InternetEl Gobierno holandés, consciente del interés que estos instrumen-tos pueden tener para el gobierno de las comunidades, editó en1998 una guía para el uso de Internet para procesos interactivos derealización de políticas. El documento Electronic Civic Consultation(Dutch Ministry of the Interior -1998-. Electronic Civic Consultation.A guide to the use of the Internet in Interactive policy making. La Haya:Directorate Interadministrative Relations and Information) plan-tea de manera breve una reflexión sobre qué es y en qué situacio-nes puede ser utilizada una consulta electrónica ciudadana, y enuna segunda parte da orientaciones sobre cómo planificar y llevara cabo una consulta de estas características.

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EL VOTO ELECTRÓNICO

Con el nombre de voto electrónico se suelen pre-sentar dos modalidades: la votación digital presencialy la votación digital remota.

La votación digital presencial, denominada en in-glés polling place Internet voting, es la que incorpora enel procedimiento actual de las votaciones la posibili-dad de la denominada urna electrónica. Es decir, el co-legio electoral sigue siendo el espacio de referenciaobligada, con la excepción del voto por correo. Lasposibilidades de votación en esta modalidad son tres:

Sistema de pantallas táctiles. Los votantes selec-cionan su voto tocando una parte de la pantalla. Es-te sistema -hoy extendido en buena parte del sistemade cajeros automáticos- es el que mayoritariamentese ha utilizado en Holanda.

Voto por ordenador. Los votantes utilizan unacombinación de pantalla y tarjeta inteligente con ban-da magnética para registrar su voto. El elector dispo-ne de una tarjeta electrónica que le permite acceder a

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una pantalla en la que puede seleccionar su preferen-cia de entre todas las opciones posibles, de la mismamanera que ahora escoge un papel con su candida-tura preferida de entre todas las candidaturas presen-tadas. La selección del elector queda registrada en latarjeta que posteriormente lee la urna electrónica. Esel sistema utilizado en Brasil.

Quiosco estático o móvil. Son transportados a es-pacios especiales para facilitar la votación (hospitales,residencias de ancianos).

El sistema utiliza indistintamente pantallas táctilesy también tarjetas con bandas magnéticas.

Al cerrar el periodo de votación y en muy pocossegundos, se procede al escrutinio a los colegios y setransmiten los datos a un centro oficial de recogidade información. Así pues, esta opción de voto elec-trónico tiene la ventaja de la rapidez en el procesode escrutinio, el de reducir los posibles errores en elrecuento y el de evitar los votos nulos. También hayque tener en consideración que no representa unaruptura excesiva con el procedimiento actual de lossistemas de votación.

Entre los inconvenientes de este procedimientose ha señalado básicamente el coste económico, seapor la inversión que representa en un momento ini-cial como por su mantenimiento y la adaptación a loscambios que las innovaciones tecnológicas requieran.Desde principios de la década de los noventa se hanido desarrollando diversas experiencias en países denuestro entorno. La Generalitat de Cataluña hizo una

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simulación en dos colegios electorales de dos muni-cipios catalanes durante las elecciones catalanas denoviembre de 1995. En 1997 fue Galicia la que sesumó a la experiencia de simulación, mientras que elGobierno vasco prevé utilizar la votación electróni-ca en futuras elecciones al Parlamento vasco, a partirde una modalidad innovadora en el procedimientode votación digital de lector óptico añadido a la ur-na. Este procedimiento mantiene las papeletas tradi-cionales, lo cual es una ventaja para los partidos po-líticos y en cierta medida para el propio electorado,que no ve alterado en nada sustancial el proceso devotación, pero también es un inconveniente a la horade buscar argumentos de ahorro económico o por lomenos de sustituir algunos gastos por otros.

La segunda modalidad de votación electrónica esla del voto por sistemas remotos, especialmente In-ternet (remote Internet voting). La imagen de que loselectores podrán votar sin necesidad de desplazarse aun colegio electoral, ya que será posible ejercer el de-recho de voto desde cualquier punto y gracias a unaconexión electrónica, ha dejado de ser un recurso li-terario en una obra de ciencia ficción para convertir-se en una realidad ya experimentada en un procesoelectoral oficial. Esta opción incluye diversas posibi-lidades tecnológicas. Entre éstas hay que destacar lascuatro siguientes:

El voto por teléfono a partir de las tonalidades demarcaje. Este sistema es operativo tanto en teléfonosfijos como móviles. Es un sistema que ha sido utiliza-

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do básicamente en el Reino Unido en varias consul-tas no vinculantes, pero también en las experienciasde votación electrónica celebradas en mayo de 2002.

El SMS. Permite utilizar el móvil como instru-mento de selección y determinación del voto. Nue-vamente esta posibilidad ha sido implementada en elReino Unido en las elecciones de 2002.

El voto por Internet. Permite votar desde cual-quiera lugar conectado a la red. Esta posibilidad hasido experimentada ya en diversas situaciones (elec-ciones primarias del partido demócrata en el estadode Arizona, elecciones locales en el Reino Unido enmayo de 2002).

El voto por televisión digital interactiva. Esta op-ción se presenta claramente como potencial. Todavíano ha sido probada en ningún proceso electoral perotiene unas características muy similares a las del votopor Internet y tecnológicamente no presenta ningúnproblema adicional.

El voto remoto por medios electrónicos es, pues,el que más capacidad de transformación tiene. Lacontrapartida es que también es el sistema con unmayor número de problemas a la hora de garantizarel secreto de voto, los criterios de seguridad exigibleso la igualdad de oportunidades entre todos los elec-tores.

Hasta hoy, la utilización de estos procedimientosde votación electrónica -uno o varios- ha sido relati-vamente escasa. Veamos algunos ejemplos de ello.

Shelton, Arizona, Reino Unido y Cataluña.

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La primera experiencia conocida en la utilizaciónde Internet para una consulta pública se hizo en losEstados Unidos, en el estado de Washington, en laciudad de Shelton, donde 103 de los 560 votantesutilizaron su ordenador y no se desplazaron al colegioelectoral para emitir su voto. La consulta se centrabaen cuestiones de política escolar en el ámbito local.

La experiencia más relevante, quizás por ser la pri-mera en unas elecciones, tuvo lugar durante las elec-ciones primarias del Partido Demócrata de los Esta-dos Unidos celebradas el 11 de marzo de 2000 en elestado de Arizona. El electorado demócrata tenía laposibilidad de votar en el colegio, por correo o a tra-vés de Internet. La consulta se centraba en cuestio-nes de política escolar en el ámbito local. Esta expe-riencia generó una literatura académica relativamenteimportante.

Para conocer de primera mano lo que fue una delas primeras experiencias de voto digital por Internet:www.azdem.org. La organización técnica del procesode votación electrónica fue realizada por la empresa:www.election.com.

Más recientemente, varias localidades del ReinoUnido, concretamente treinta, tuvieron la oportuni-dad de experimentar la utilización de las tecnologíasdigitales en las elecciones de mayo de 2002. De he-cho, estas elecciones las tenemos que considerar co-mo la prueba más importante hecha hasta el momen-to en la utilización de las nuevas tecnologías, no sólopor el número de personas implicadas en los proce-

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sos electorales, sino también por la decisión de uti-lizar multicanales de votación, es decir, de aprove-char la dimensión de experiencias piloto para poneren práctica la mayoría de los medios de votación re-motos mencionados con anterioridad.

Un informe detallado sobre la valoración de la ex-periencia que se tuvo en el Reino Unido se puedeconsultar en: www.electoralcommission.org.uk/tool-kit/theme-listing.cfm/45.

En Cataluña, las experiencias pioneras de vota-ción digital remota las encontramos en procesos ex-perimentales llevados a cabo entre marzo y mayo de2002 respectivamente en la Universidad Autónomade Barcelona, coincidiendo con el proceso de elec-ción del rector, y en la Universidad de Barcelona,durante las elecciones a representantes claustrales.Y posteriormente en las últimas elecciones al Parla-mento de Cataluña, en noviembre de 2003, y en laelección de la nueva Junta del Colegio de IngenierosTécnicos e Industriales de Barcelona, el 9 de juniode 2005.

En los tres primeros casos las votaciones no fue-ron vinculantes. En el caso de la UAB la votación ex-perimental se limitó al profesorado del Departamen-to de Ciencia Política y lo tuvieron que hacer con losordenadores de sus despachos. En el segundo caso,el proyecto era más ambicioso, ya que permitía quecualquier alumno de las facultades de Matemáticas,Biblioteconomía y Odontología de la Universidad de

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Barcelona pudiera votar desde cualquier ordenadorconectado a la red.

En el caso de las elecciones al Parlamento de Ca-taluña, la Generalitat impulsó en algunos Casas cata-lanas del extranjero la posibilidad de votar simultá-neamente y sin ninguno efecto legal mediante Inter-net. Los profesores Jordi Barrat y Josep Maria Reniuelaboraron un informe de seguimiento sobre esta ex-periencia que está disponible en la red.

En cualquier caso la experiencia más lograda esla realizada por el Colegio de Ingenieros Técnicos eIndustriales de Barcelona. Es la primera vez que unainstitución pública catalana ha utilizado Internet, yque ha dado plena validez a sus resultados. Aunqueen el momento de escribir este apartado el informede evaluación no está acabado, los primeros indiciosapuntan a un éxito en esta experiencia que sin ningúntipo de dudas abrirá unas vías, también legales, quefacilitarán el uso de Internet en consultas electorales.

Defensores y detractores

El debate que se abre en torno a esta posibilidadempieza a plantear una polarización entre aquellosque se muestran favorables y sus detractores. Habríaque evitar la aparición de los nuevos apocalípticos e inte-grados, que tanto radicalizaron el debate sobre los me-dios de comunicación audiovisuales en décadas an-

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teriores. Entre los argumentos favorables al uso de lavotación electrónica, Andreu Riera destaca cuatro: sereducen los costes del procesamiento de votos (reco-gida y recuento); se hace el recuento de los votos emi-tidos con más rapidez; el desplazamiento de los vo-tantes al colegio electoral es innecesario, con lo cualse puede prever un coste más bajo en tiempo inver-tido por los electores, y es posible que aumente laparticipación como consecuencia del punto anterior.

Mientras que los puntos primero y segundo sonposibles con cualquiera de las dos modalidades (po-lling place Internet voting y remote Internet voting), el terce-ro y el cuarto parecen reservados exclusivamente a lautilización de la modalidad de remote Internet voting.

Hay que advertir, no obstante, que los supuestosincrementos de la participación no son tan claros. Silos electores no creen en las consecuencias que suvoto puede tener en las elecciones, es evidente que laselecciones en línea no resolverán este problema. Esdecir, el simple hecho de disponer de la posibilidadde voto por Internet, no nos debe hacer esperar unincremento significativo del número de votantes.

De hecho, las experiencias que tenemos de vota-ciones electrónicas por Internet o por cualquier otromedio remoto, las celebradas en Arizona durante laselecciones primarias a la presidencia de los EstadosUnidos por parte del Partido Demócrata, y las ce-lebradas en algunas localidades del Reino Unido, oincluso las celebradas en Cataluña en las eleccionesuniversitarias, nos indican resultados contradictorios.

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Mientras que en Arizona se produjo un incremen-to espectacular de los votantes en comparación conotras convocatorias anteriores, en el Reino Unido,aunque hubo un incremento en las zonas donde sehizo la prueba piloto con medios remotos y que fuesuperior a la media del conjunto del país, resultó po-co relevando si tenemos presente que la media departicipación en la mayoría de los casos se situó entorno al 35 por ciento.

Como muy bien determina el informe de la comi-sión electoral británica, la principal responsabilidadpara persuadir al elector de ir a votar corresponde alos políticos.

Hay que reconocer, sin embargo, que en cualquie-ra caso la disponibilidad de un mayor número de po-sibilidades para ir a votar y la mayor accesibilidadpueden tener un efecto positivo en los porcentajesde participación.

Las posibles consecuencias de la utilización de In-ternet han tenido también importantes detractores.

Entre los sectores más críticos destaca el colecti-vo de los Estados Unidos Voting Integrity Project(VIP), que en un informe señala que entre los diver-sos proyectos de votación en línea por Internet quese han planteado no se ofrecen los altos niveles deseguridad que son necesarios en los procesos electo-rales públicos. Los repetidos ataques en el ciberespa-cio contra instituciones como, por ejemplo, el FBI ola Casa Blanca ponen en evidencia, por otra parte ysegún VIP, la vulnerabilidad de todos los potenciales

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espacios de votación que se puedan crear en Internet.Otros autores señalan el hecho de que la votación esalgo más que un simple acto de manifestación de lapreferencia de cada cual. La elección es, según estosautores, un ritual público que consolida la solidaridadsocial y los lazos comunes de los individuos de unamisma comunidad. La cuestión que hay que analizares el impacto que puede producir el hecho de conver-tir una actividad eminentemente pública en un actoprivado. Las voces críticas ante la utilización de Inter-net en procesos electorales también se han expresadopor medio de Internet. En el enlace siguiente se pue-de consultar un informe que argumenta críticamen-te el uso de Internet para votaciones: www.voting-integrity.org/projects/votingtechnology/index.htm.

Sea como sea, y más allá del posible debate y desus argumentos, hoy se reconocen importantes difi-cultades todavía no resueltas para poder afirmar queel proceso de votación electrónica ofrece las mismasgarantías que el proceso de votación tradicional, co-mo pone de manifiesto el informe elaborado porla California Internet Voting Task Force (CIVTF):"Una de las principales dificultades que presenta unsistema de votación por Internet es la autenticaciónde los votantes, es decir, que cada elector tenga la po-sibilidad de emitir un voto y que ningún votante nopueda votar más de una vez".

Uno de los primeros informes sobre la estrategiaque había que seguir en la implementación del vo-to electrónico fue elaborado por un grupo de exper-

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tos norteamericanos convocados por el Gobierno deCalifornia. Aunque en algunos aspectos el documen-to ha sido superado, continúa teniendo un gran inte-rés por los temas que plantea. Se puede consultar en:www.ss.ca.gov/executive/ivote.

Los que se oponen en la práctica de voto por In-ternet dan básicamente dos razones fundamentales.La primera es que las posibilidades reales de accesoen Internet responden a la existencia de una estrati-ficación social inequívoca. La segunda es el riesgo defraude que la falta de absoluta seguridad del procesoposibilita e incrementa.

El primer argumento ya fue utilizado en las pri-marias del Partido Demócrata, en Arizona.

La posibilidad de votar por Internet en estas elec-ciones provocó un recurso para evitar la posible dis-criminación que para las minorías (especialmente, lasraciales) podría representar esta convocatoria.

El argumento de los recursos era que el uso deInternet varía significativamente dependiendo de lasdiferentes minorías.

El recurso, interpuesto por la asociación VIP, fuedesestimado no sin admitir antes el juez que "puedeexistir un foso digital susceptible de convertirse endiscriminación racial".

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Las posibles consecuencias

Las experiencias de procesos electorales llevadasa cabo desde mediados de década de los noventa enque el elector ha tenido la posibilidad de ejercer elsufragio desde un terminal de ordenador situado encualquier punto geográfico han servido para contras-tar la solidez de los protocolos de seguridad. Además,han sido útiles para analizar el impacto que el nue-vo procedimiento electoral tiene sobre la sociedad,el sistema político y el ordenamiento legal existen-te. Hay que prever que en tiempos futuros dispon-dremos de nuevas experiencias que progresivamentenos llevarán a un escenario donde el voto electrónicopor Internet será una realidad en cualquier consultaelectoral. Esta posibilidad es la que nos obliga a me-ditar sobre las consecuencias que el voto electrónicopuede implicar.

El debate sobre el voto por Internet no se pue-de limitar únicamente a la reflexión totalmente nece-saria pero insuficiente de los tratados de seguridad.El acto de votación es en sí mismo un mecanismosocialmente legitimador de cualquier sistema políti-co democrático. Cualquier incorporación de nuevosmecanismos o procedimientos de votación debe quetener en cuenta este hecho para garantizar que la in-novación no comporte un debilitamiento del sistemapolítico. Podemos señalar varios aspectos a la horade plantear una aproximación al voto electrónico: losrequerimientos de seguridad, el peligro de la brecha

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digital, el posible aumento de la participación electo-ral, los aspectos simbólicos del acto de la votación,el control público del proceso electoral y el impactosobre la democracia representativa.

Los requerimientos de seguridad

El diseño de los protocolos criptográficos que tie-nen que permitir hacer segura una votación por In-ternet es una tarea compleja. A menudo los criteriosque hay que seguir tienen lógicas contrapuestas co-mo, por ejemplo, la necesidad de mantener el ano-nimato de cada voto (secreto de sufragio) y a la vezofrecer garantías al votante de que su voto digital lle-ga a la urna para ser contabilizado.

Desde hace dos décadas se están desarrollandoprotocolos criptográficos seguros para la votación.El primer protocolo de que se dispone data de 1981y fue diseñado por un científico holandés, DavidChaum. Desde aquella primera propuesta se handesarrollado más, pero a pesar de eso todavía hoy nohay un protocolo estandarizado ampliamente acep-tado. En cambio, disponemos de cierto consenso so-bre cuáles son los requerimientos de seguridad quetodo protocolo criptográfico tiene que cumplir ideal-mente a la hora de ser diseñado.

Andreu Riera los ha recogido en la siguiente listade requerimientos:

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La corrección: el resultado final de la elección hade contener todos los votos emitidos válidamente,es decir, no se tiene que poder eliminar ninguno, niañadir nuevos ni no admitir ninguno erróneo.

La democracia: cada elector tiene la posibilidad devotar una vez y nadie puede votar más de una vez; -una persona, un voto-.

El anonimato: no tiene que ser posible para nadierelacionar votos con los votantes respectivos.

La imparcialidad: para evitar cualquier interferen-cia en la conducta de los votantes, el recuento no pue-de empezar hasta que la elección no haya finalizado.

La incoercibilidad: con un intento de proteger elsistema de posibles coerciones o de compra o extor-sión de votos, los votantes no deben poder demos-trar el sentido de su voto.

La verificabilidad: cualquier votante tiene que po-der verificar que el recuento final contiene su voto(no el sentido de su voto) a la vez que el sistema tieneque poder garantizar una auditoría externa que veri-fique la integridad del proceso.

La fractura digital

Aunque está fuera de toda discusión la rapidezcon que el uso de las nuevas tecnologías en generaly de Internet en particular penetra en nuestras socie-dades, su impacto es todavía minoritario y desigual.Según los datos de que disponemos a partir de diver-

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sas fuentes, sólo en muy pocos países (Europa delnorte, Holanda y el Reino Unido), los usuarios deInternet representaban en septiembre de 2002 cercadel 50 por ciento de la población respectiva. Si con-trastamos el número de usuarios con el número dehogares europeos que al final del año pasado estabanconectadas a Internet, en la mayoría de los casos nosencontramos por debajo de un 25 por ciento, segúnlos datos de la Comisión Europea.

Esta reflexión, hay que acompañarla de otros da-tos que nos dan la medida de la desigual penetra-ción de las nuevas tecnologías en nuestras socieda-des. Los colectivos socialmente menos favorecidos(menos recursos económicos y menos nivel educati-vo), pero también los de más edad son los que máslentamente, en el mejor de los casos, se van incorpo-rando al uso de las nuevas tecnologías. En el desplie-gue de la sociedad de la información hay un riesgode una nueva fractura social, la división digital, queacentúe todavía más las diferencias socioeconómicas.No es éste el lugar para referirnos a las políticas ac-tivas que hay que impulsar desde los gobiernos parasuperar este riesgo de nueva división social, pero síque las referencias a estos datos nos son imprescin-dibles para evaluar las posibilidades y consecuenciasde implantación del voto por Internet.

El nivel de uso de Internet evoluciona progresiva-mente. Para consultar algunos datos recientes sobreesta evolución se puede visitar el Observatorio Euro-

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peo de Información Tecnológica: www.nua.net/sur-veys/how_many_online.

Atendiendo a la realidad que nos ofrece la infor-mación estadística pero también aceptando las resis-tencias que por cuestiones culturales oponen ampliossectores a los cambios tecnológicos, parece indiscu-tible que la utilización de Internet como mecanismode votación está condenada, en el mejor de los casos,a ser durante unas algunas décadas un procedimien-to complementario al que se lleva a cabo tradicional-mente en los colegios electorales. Hoy nadie puedeplantear la obligatoriedad del voto por Internet sincometer un acto de irresponsabilidad social y políticapara la legitimidad de nuestras democracias.

Uno de los argumentos más utilizados, especial-mente en los Estados Unidos, en contra de la aplica-ción de Internet, es el riesgo que hay, en palabras dequien fue gobernador de Nueva York, el republicanoGeorge Pataki, de dar una ventaja injusta a una partedel electorado. En la medida en que, por una parte,el sufragio es un derecho universal para toda la ciu-dadanía mayor de edad y que, por otra, constatamosla baja y desigual utilización de las nuevas tecnolo-gías en nuestras sociedades, nos podemos preguntarefectivamente si hoy el voto por Internet vulnera elprincipio de igualdad que para todo el cuerpo electo-ral tiene que presidir el ejercicio del sufragio. Este noes un aspecto menor, ya que se puede llegar a plan-tear como hipótesis la posibilidad de que los resulta-dos de unas elecciones con posibilidad de voto por

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Internet sean más favorables a los intereses de aque-llos que han tenido una mayor facilidad en participarpor votación electrónica.

Todo el mundo da por bueno el razonamiento deque votar desde cualquier ordenador conectado a lared o tener la posibilidad de votar durante un periodomás largo que el permitido en una jornada electoralrepresenta un coste más bajo que el que representadesplazarse a un colegio electoral y, además, hacerloen una jornada concreta. Podemos suponer que lasventajas derivadas de los costes más bajos de ejercerel sufragio por Internet harán que aquellos sectoresque tienen la posibilidad de hacerlo ejerzan su dere-cho con un porcentaje más alto que aquellos que notienen estas facilidades. Es verdad que los intereseselectorales de estos dos segmentos de la sociedad notienen que ser necesariamente diferenciados ni pola-rizados entre sí ni homogéneos dentro de cada seg-mento, pero tampoco se puede garantizar que no seaasí.

En la medida en que la división digital guarda, porejemplo, una correlación proporcional con los ingre-sos, y que los ingresos son uno de los factores queayudan a explicar el comportamiento electoral, habráque aceptar el riesgo de que los resultados electora-les en un proceso de utilización de Internet sobrerre-presenten los intereses del sector que ha tenido másincentivos para ir a votar.

La decisión del Partido Demócrata de Arizona deofrecer la posibilidad del voto por Internet durante

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las primarias presidenciales de 2000 dio lugar a undebate intenso sobre ventajas y desventajas del pro-cedimiento. De hecho, aquella fue la primera gran de-mostración de que la era Internet había llegado tam-bién al sufragio en unas elecciones políticas. A pesarde los intentos de detener judicialmente el procesode Arizona, la demanda fue denegada por el juez fe-deral responsable del caso, quien indirectamente es-tuvo de acuerdo con la afirmación de los promotoresde la experiencia según la cual "no hemos restringidola capacidad de voto de nadie, sólo hemos permitidovotar a más gente".

A pesar de esta tendencia, los hechos se encarga-ban de demostrar que buena parte de las críticas noeran erróneas. Otra cuestión es que estas puedan de-tener un proceso de incorporación de Internet en losprocesos electorales. La experiencia hecha al otro la-do del Atlántico en las elecciones locales del ReinoUnido permitieron, gracias a un estudio realizado so-bre el perfil de los votantes electrónicos en la loca-lidad de Swindon del 2 de mayo de 2002, elabora-do por David Cowling, editor de investigación polí-tica de la BBC, descubrir que en términos generales"los votantes de Internet eran más bien hombres quemujeres, con edades comprendidas entre los 35 y 45años, y de clase media".

Hay que recordar que la experiencia británica tam-bién incluyó otros mecanismos de votación. Las con-clusiones de Cowling son también claras en este sen-tido: "Los votantes de teléfono fijo se sitúan en el

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grupo de edad de mayores de 45 años, clase trabaja-dora y/o trabajadores en el hogar o jubilados". Co-mo conclusión sobre las diferencias de oportunidadque se pueden producir con la introducción de lasnuevas tecnologías, también hay que tener en cuentalo que dijo el responsable de la BBC: "Los colegioselectorales fueron también más propensos al voto delas mujeres que al de los hombres y para los gruposde edad mayores de 45 años".

¿Más participación?

La posibilidad de que la utilización de Internetpermita una participación mayor es un elemento quehay que considerar seriamente en unas democraciasen que la tendencia es hacia un progresivo incremen-to de la abstención. Aun así, no hay que esperar gran-des cambios. En este terreno también hay que mo-derar con respecto al optimismo.

Los estudios más solventes sobre la abstenciónnos dicen que las causas principales están más en eldesinterés por la política que en los supuestos cos-tes que la participación representa. Es decir, es difícilmantener desde la ciencia política que una facilidadmayor para ir a votar será suficiente para incrementarlos niveles de participación actuales.

Más allá de los argumentos y contra argumentosdel debate, las cerca de 40.000 personas que votaronpor Internet en las primarias presidenciales de Ari-

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zona (35.768 por procedimiento remoto -remote Inter-net voting- y 4.174 en el colegio electoral -polling placeInternet voting-) pusieron de manifiesto dos cosas.

El incremento de participación fue notable einequívoco en comparación con primarias anteriores(en el año 1996 votaron 12.800 electores, mientrasque en el año 2000 lo hicieron 85.970).

El incremento de participación afectó a todos lossectores sociales. Incluso en algunos distritos en losque la minoría hispana es predominante, este incre-mento fue notablemente superior al incremento me-dio producido en todo el Estado. Es decir, tambiénen los sectores sociales aparentemente menos favo-recidos por la incorporación de Internet, las ventajasse notan en el incremento de la participación.

Este segundo aspecto fue posible gracias al es-fuerzo de los organizadores de ofrecer puntos abier-tos a la red en diversos municipios para facilitar a laspersonas que no tenían acceso habitual a Internet laposibilidad de votar electrónicamente, como fue elcaso, por ejemplo, de la reserva de los indios navajo.Más allá de la casuística concreta del desarrollo de laexperiencia de Arizona, los datos de participación ysu distribución entre los diversos sectores de la po-blación obligan como mínimo a relativizar las críticasa la posible subrepresentación en los resultados delas minorías socioeconómicas.

Es posible que el incremento espectacular de par-ticipación en el caso de Arizona se pueda explicartambién por el factor de novedad que la utilización

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electoral de Internet implica. Por otra parte, el incre-mento también se produce entre los que optaron porvotar siguiendo los mecanismos tradicionales (votopresencial en el colegio y voto por correo). Eso pro-bablemente nos indica que hubo otros factores apar-te de Internet que impulsaron a la gente a ir a votary que estos fueron más determinantes.

El caso del Reino Unido ya ha sido comentadoy si nos permite concluir alguna cosa es que si bienno hay un incremento espectacular y los porcentajescontinúan siendo preocupantemente bajos (32,8 porciento de participación en las elecciones locales demayo de 2002), no es menos cierto que en las zonasdonde era posible votar mediante instrumentos elec-trónicos remotos esta participación se situó por tér-mino medio cerca del 38,7 por ciento.

Cuantas más posibilidades, mejorEl estudio de opinión que acompañó a la experiencia de las elec-ciones locales en el Reino Unido encargado por la comisión elec-toral para evaluar la experiencia, muestra que para un 45 por cientode los entrevistados los métodos de canal múltiple utilizados enlas elecciones mejoraban el proceso electoral, y que cuatro de cadadiez abstencionistas declarados manifestaban que los nuevos mé-todos les tenían que animar a votar, mientras que sólo un tres porciento manifestaba que la situación electoral había empeorado.

La encuesta fue hecha en trece de las treinta localidades donde seexperimentaban las nuevas formas de votación en las elecciones

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del 2 de mayo de 2002 en el Reino Unido. (NOP/Electoral Com-mission surveys of 3.224 adults).

En cualquier caso, la hipótesis de más participa-ción electoral como consecuencia de la utilización deInternet o de cualquier otro canal digital está plan-teada y es perfectamente argumentable y sólida.

El simbolismo del acto de votar

El ejercicio del sufragio por los procedimientostradicionales en un colegio electoral conlleva ciertaliturgia -la cabina, la selección de papeletas o candi-datos, la identificación frente a autoridades electora-les, la introducción del voto en una urna, la presenciade interventores como garantía de transparencia delproceso- que confiere al acto de la votación un valorañadido al estricto objetivo de elección de los repre-sentantes. El hecho de votar en un espacio comuni-tario es para muchos una expresión de un compro-miso cívico, una manera de renovar públicamente laadhesión a los principios democráticos y de otorgarlegitimación a las instituciones de gobierno.

El voto por Internet puede hacer desaparecer es-te valor añadido y puede acentuar una tendencia ais-lacionista del individuo. Sin embargo, hay que pro-yectar esta posibilidad con vistas al futuro y enmar-carla en una dinámica sociocultural específica de cre-ciente penetración de los efectos de la digitalización.

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Hay que prever que en un futuro inmediato una grancantidad de actividades que hoy se realizan presen-cialmente pasarán a concretarse por procedimientosvirtuales. Con seguridad, el voto digital por Internetserá una posibilidad en la medida en que vayan ad-quiriendo normalidad otros procedimientos electró-nicos. El comercio digital, la Administración en líneao la educación mediante Internet pueden ser algunosejemplos. ¿Es esta evolución una buena noticia paranuestras sociedades?

La respuesta depende de nuestra percepción delas consecuencias que tendrán la sociedad de la in-formación y las nuevas tecnologías.

Sin embargo, hay que tener presente que hoy lapolítica vive una importante crisis de legitimacióny credibilidad sin que la digitalización haya tenidooportunidad de mostrar sus consecuencias. La irrup-ción de procedimientos virtuales para la acción po-lítica y, más particularmente, para el ejercicio del su-fragio no ha de comportar necesariamente más pro-blemas en el sistema político que los que hoy ya pue-da tener. Incluso se puede argumentar que el mante-nimiento de los procedimientos tradicionales para laacción política en general y para los sistemas de vota-ción en particular, puede tener consecuencias negati-vas para la credibilidad y la vitalidad del sistema polí-tico, especialmente si consideramos el entorno cam-biante en que las realidades virtuales tendrán cada vezmás presencia.

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El riesgo de que la política y el procedimientoelectoral sean percibidos como una realidad arcaicapor contraste con la evolución de otras realidades delmomento puede incrementar la distancia que deter-minados segmentos sociales, por ejemplo, los más jó-venes, ya mantienen hoy con la política. Como se hadicho antes, se hace difícil afirmar categóricamenteque la utilización del voto por Internet conlleve auto-máticamente un incremento de la participación, peroen cambio es más sencillo afirmar que el hecho de noutilizar Internet comportará una pérdida de oportu-nidades para movilizar electoralmente a determina-dos sectores de la sociedad.

El control público del proceso

Una cuestión mucho más importante y difícil deresolver cuando hablamos del voto electrónico esla dificultad que tienen los poderes públicos paracontrolar el cien por cien del proceso electoral. Es-ta es una cuestión imprescindible para ofrecer todaslas garantías procedimentales que eviten el riesgo dedeslegitimación del proceso. Hablar de Internet quie-re decir hablar de nuevas tecnologías de la comuni-cación y la información, y eso es sinónimo de libe-ralización, es decir, de la participación de operado-res y actores privados sin los cuales la red no puedefuncionar. Disponer, pues, de la red como espacio enel que hacer la votación comporta necesariamente la

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aceptación de la participación de estos actores priva-dos como parte imprescindible para la realización delproceso.

¿Cómo se pueden ofrecer garantías jurídicas de unbuen funcionamiento de la red de manera que nadievea limitado su derecho a voto, por ejemplo, por lacaída de un proveedor de Internet o por la saturacióntemporal de una parte de la red? Los poderes públi-cos tienen ante ellos unos retos que ya no se puedenresolver, como se hace hoy, sólo con la presencia ointervención de las fuerzas de orden público y de laautoridad electoral correspondiente.

La garantía de que cada voto emitido por Internetllegue al lugar de destino no es hoy absoluta, comotampoco lo es la garantía de recepción de todos loscorreos electrónicos enviados. Un buen sistema devotación electrónica tendría que garantizar este as-pecto para dar plenas garantías, también en la per-cepción, al votante electrónico de que su voto digi-tal llegará al destino adecuado. Es cierto que el siste-ma de votación tradicional de voto por correo tam-poco es infalible. Recordemos, por ejemplo, que enel penúltimo proceso electoral norteamericano dossobres con votos oficiales emitidos por correo apa-recieron en Dinamarca.

Las garantías en torno al proceso de voto electró-nico por Internet no sólo se tiene que dar efectiva-mente sino que la ciudadanía debe tener la convic-ción de que existen. Desde una perspectiva más so-ciológica que jurídica, está fuera de discusión que la

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realidad es la que la percepción de la ciudadanía creeque es. Este es, pues, un terreno de trabajo muy im-portante sin el cual la votación por Internet nuncapodrá implementarse plenamente. Hay que decir, sinembargo, que este problema también está presenteen el comercio electrónico y que progresivamente lapercepción de seguridad entre los usuarios se ha idoconsolidando, a pesar de que probablemente muchosde los problemas debidos a la inseguridad han per-sistido.

El impacto sobre la democracia representativa

Por último, se tiene que considerar el impacto quela posibilidad del voto por Internet puede tener so-bre los cimientos de la democracia representativa. Esindiscutible que la práctica de la votación digital des-de cualquier punto de la red abre unas posibilidadesde participación en la discusión y decisión de asuntospúblicos hasta ahora desconocidas. Las motivacionestécnicas que a menudo han sido argumentadas parano dar lugar a espacios de participación directa per-derán mucho peso con la implantación de la votaciónelectrónica por Internet. ¿Puede ser, pues, una ame-naza para la supervivencia de las instituciones repre-sentativas el voto por Internet? Es una pregunta quehay que plantearse sin miedos.

Hay que prever que en un futuro no lejano habrávoces que pedirán niveles de participación más altos

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que los aceptados hoy. Es razonable pensar que hayposibilidades de participación dentro de los sistemasrepresentativos que en estos momentos se podríanpermitir sin atentar contra los principios de la demo-cracia liberal.

Las experiencias sobre procesos deliberativos em-piezan a tener una presencia relativamente importan-te en algunas de nuestras democracias, aunque enmuchos casos su realización se hace todavía bajo es-tructuras informales y legalmente no previstas. Laapuesta por la votación a través de Internet no tieneque suponer necesariamente la defensa de la demo-cracia directa.

En cualquier caso, y a modo de conclusión, pare-ce indiscutible que los adelantos tecnológicos obliga-rán a repensar nuestras democracias. Esta reflexióntambién vendrá impulsada por la nueva caracteriza-ción de la ciudadanía, que disfrutará de un acceso a lainformación como nunca había disfrutado anterior-mente, así como también de unos niveles de instruc-ción desconocidos.

El resultado final de este replanteamiento no de-berá comportar necesariamente un punto y aparterespecto de la práctica democrática vivida por nues-tras sociedades (con más o menos fortuna) en los úl-timos 150 años. La reflexión tendrá que tener comoobjetivo incorporar los avances tecnológicos en la vi-da política y hacer compatible un protagonismo ma-yor de la ciudadanía en el proceso de discusión de

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los asuntos colectivos con el mantenimiento de losprincipios básicos de la democracia liberal.

Las recomendaciones de los expertos

El futuro de la votación electrónica no dependeúnicamente de los adelantos científicos que garan-ticen unos determinados requerimientos de seguri-dad. Como recomiendan los autores del informe dela CIVTF, el voto electrónico tiene que ser introdu-cido progresivamente para evitar el rechazo culturaly para garantizar que las exigencias técnicas en cadafase se puedan cumplir. Este informe identifica cua-tro posibles fases:

En la fase primera, el voto por Internet en el cole-gio electoral del votante. Con una introducción pro-gresiva, según la CIVTF, los primeros niveles de lavotación electrónica deberían hacerse desde colegioso infraestructuras que estuvieran bajo la supervisiónde un organismo público. En un primer momento, lavotación se haría desde los ordenadores disponiblesen los propios colegios electorales.

En la fase segunda, el voto por Internet desdecualquier colegio electoral. En esta segunda fase, elcolegio seguiría siendo el punto de referencia obliga-do, sin embargo los electores no estarían limitados aejercer su voto en un colegio asignado previamente.En estos dos casos nos encontraríamos ante la mo-

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dalidad ya comentada anteriormente del polling placeInternet voting. La principal función de esta fase seríala de ofrecer seguridad al votante y también la de ga-rantizar correctamente la identificación del votante,de la que en estas dos fases se haría cargo alguna per-sona física bajo el mandato de la autoridad electoral.

En la fase tercera, el voto por Internet desde cual-quier terminal. En este tercer estadio ya existiría laposibilidad de votar desde ordenadores instaladosen otros espacios públicos en los que, mediante unacontraseña o la firma digital, el votante podría enviarsu voto. En este último caso, el Estado ya no se en-cargaría de la identificación del votante, ya que se ha-ría mediante la contraseña.

En la fase cuarta, el voto por Internet desde cual-quier conexión. En la cuarta y última fase es cuandopodríamos hablar concretamente de la modalidad delremote Internet voting, ya que los electores pueden votardesde cualquier punto con acceso a la red sin que lasmáquinas utilizadas estuvieran bajo el control de unaautoridad pública.

El CyberVote es un ejemplo del interés que el voto digital estádespertando por todas partes. Es un proyecto europeo financiadopor empresas del sector tecnológico y por la propia Comisión Eu-ropea con el objetivo de demostrar los altos niveles de seguridadde varios prototipos de votación digital utilizando tanto ordena-dores como teléfonos móviles. La experiencia se puede consultaren: www.eucybervote.org.

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Qué dice el Informe Pratchett

Unas recomendaciones más detalladas y sobretodo fundamentadas en el análisis de la experien-cia hecha en el Reino Unido, las ofrece el profe-sor Lawrence Pratchett. Su informe se puede en-contrar en www.lcd.gov.uk/elections/e-voting/pdf/e-summary.pdf. La implementación estratégica delvoto electrónico requiere una coordinación de diver-sas actividades. Pratchett destaca estas nueve:

Hay que proteger las características generales de lademocracia liberal. No se puede plantear una imple-mentación a escala nacional de los sistemas remotoselectrónicos de votación hasta que las cuestiones deseguridad, secreto de voto, penetración tecnológica ycapacidades de los electores hayan sido solucionadas.

La implementación de la votación electrónica, es-pecialmente en métodos remotos, se tiene que fun-damentar en principios de flexibilidad y de libre elec-ción. Hay que garantizar que los votantes no esténobligados a un único método, sino que puedan esco-ger de acuerdo con sus preferencias. Hay que imple-mentar múltiples métodos simultáneamente (como,de hecho, se hizo en las experiencias del Reino Uni-do).

Hay que implementar las nuevas tecnologías ha-ciendo que el proceso tradicional de votación sopor-te también la experiencia de la digitalización. Una víaes la de introducir sistemas digitales en los colegios

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electorales para permitir una votación digital que nosea remota.

Para demostrar las potencialidades también hacefalta, como primer paso, que los electores puedan vo-tar en cualquier colegio electoral de su distrito antesde poderlo hacer en cualquier punto conectado a lared, es decir, antes de flexibilizar plenamente el he-cho de votar.

Hay que construir un registro central de votan-tes que permita identificar al votante desde cualquierpunto de la red y le facilite votar en tiempo real. Esoha de permitir una plena implementación del votopor métodos remotos, que a la vez tiene que gene-rar beneficios al votante en términos de flexibilidady accesibilidad.

La descentralización de las elecciones ofrece be-neficios claros a los votantes electrónicos, por lo quese debe combinar posiblemente con sistemas centra-lizados de conexión a registros y de apoyo en generalcon el objetivo de superar cualquier problema.

La estrategia de implementación de educación dela ciudadanía. Una parte de esta educación se corres-ponde con la que tendría que haber en todo proce-so electoral en torno a las distintas opciones abier-tas que cada uno tiene para ejercer el derecho a voto.Habría que añadir una explicación dirigida a destacarlos beneficios para los votantes de cada una de lasdiversas opciones tecnológicas de votación.

El análisis de riesgos potenciales en el estable-cimiento de las nuevas tecnologías en los procesos

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electorales no se puede limitar sólo a los aspectostécnicos. También habría que prestar atención a losproblemas que puede generar una falta de confianzadel electorado y una insatisfacción. Si hay problemasen la utilización de la votación electrónica, eso pue-de provocar una reacción contraria, apatía o indife-rencia. En general, todo nuevo esfuerzo tiene que iracompañado de la confianza pública con respecto ala integridad del sistema electoral.

Cualquier sistema de apoyo a la votación electró-nica tiene que estar abierto y tiene que ser accesiblea los representantes de los partidos políticos, a lasautoridades competentes y también a cuerpos inde-pendientes, con el objetivo de mantener la confianzaabsoluta en el sistema y la integridad de la votación.

El Parlamento y el Gobierno tienen que hacer unesfuerzo para adaptar la legislación electoral con elobjetivo de hacer compatibles en el nuevo siglo lascapacidades prácticas y tecnológicas que ya existen.

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