JAPÓN A TRAVÉS DEL HAIKU - Dialnet · Por supuesto, no debemos esperar nada semejante a la letra...
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Rodríguez-Izquierdo y Gavala, Fernando
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JAPÓN A TRAVÉS DEL HAIKU1
Fernando Rodríguez-Izquierdo y Gavala
Universidad de Sevilla
RESUMEN
Me parece una idea curiosa la de rastrear cómo se expresa el haiku en torno
al país que le dio origen, desde tiempos aún medievales. El estudio que de ahí
resulte, sin duda, nos hará conocer mejor el Japón, y también el haiku desde una
nueva perspectiva. Por supuesto, no debemos esperar nada semejante a la letra de
un himno nacional, ni el desgarro romántico de un Bernardo López García en torno
al dos de mayo español, ni unos sones lírico-épicos como los de José María Pemán
sobre nuestra guerra civil. En el haiku predomina la concisión expresiva, la
observación serena y el latido del instante.
Tratando de ordenar las ideas, procederé por este orden de epígrafes: Insularidad,
Sol naciente, Bandera, Montes significativos, Flores emblemáticas, El pueblo natal,
Ciudades con historia y Conclusión: vista panorámica.
INSULARIDAD
Japón es un país insular, donde cualquier isla o islita es suelo patrio. Yosa
Buson lo vio así, en esa poética denominación que le atribuye, de "Islas de Otoño":
(1) inazuma ni / nami mote yueru / aki-tsu shima
Buson
Relampaguea.
Cercadas por las olas,
"Islas de Otoño".
(Trad. A.C.)
1 Las traducciones de los haikus son del autor, salvo cuando al final de las mismas se indica: “Trad. A.C.” (Traducción: Antonio Cabezas). Las cifras entre paréntesis que preceden a los haikus romanizados remitirán a los textos originales de los mismos en escritura japonesa.
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Seguramente, llueve sobre el mar y se oscurece el paisaje; pero los frecuentes
relámpagos nos devuelven la luz precisa para vislumbrar unas islas japonesas.
(2) shima-jima ni / hi wo tomoshikeri / haru no umi
Shiki
Isla por isla,
van destellando luces:
primavera en el mar.
Cambiamos, pues, de estación: del otoño a la primavera. Es media tarde marina y
en las islas se van encendiendo, a capricho, las luces, como flores que rompen. Las
islas no tardarán en estar todas iluminadas, por pequeñas que sean, ofreciendo un
precioso panorama.
(3) shima areba / matsu ari kaze no oto / suzushi
Shiki
Si hay una isla,
habrá un pino, y el viento
va a sonar fresco.
Japón es un país de muchas costas, y su suelo tiene asegurada la vecindad -más o
menos cercana- del mar, con sus aires refrescantes. El pino está muy presente, y
sus agujas representan, además, un interesante símbolo de longevidad.
SOL NACIENTE
El sol naciente es tan significativo en este extremo oriente que su figura
redonda y de un naranja intenso domina la bandera nacional de Japón. El sol
naciente aparece, asimismo, en no pocos haikus.
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(4) izuru hi no / hoka ni mono nashi / kiri no umi
Shiroo
El sol naciente:
fuera de él, no hay nada.
Niebla en el mar.
Shiroo, un poeta contemporáneo de Issa, nos brinda esta visión, que se nos
representa como una foto bien lograda, a contraluz, de un tamizado sol. La niebla
convierte la imagen en algo casi imposible de captar. Con todo, ahí se nos viene a la
vista: sol naciente, y nada más.
(5) higashi ni / hi no shizumi-iru / hanano kana
Kyoshi
Desde el oriente
brilla un sol casi hundido.
Y hay campos en flor.
Kyoshi es un haijin muy destacado de entre fines del siglo XIX y el siglo XX. Ha visto
el sol a punto de emerger desde la faz del mar, por su incidencia en las olas.
Mientras el astro rey se entrena -diríamos- para su carrera abierta de luz y calor,
ya hay campos patrios que lo aguardan, cubiertos de flores.
BANDERA
Aportaremos dos haikus: el primero, sobre la enseña nacional; y el segundo,
sobre otro tipo de bandera.
(6) enten ni / nisshoku minu/ osoroshiki
Taizoo
Bajo un cielo en llamas,
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¡impone ver la enseña
del sol naciente!
Taizoo es un poeta del siglo XX, y nos hace ver aquí cierta correspondencia entre
un cielo en ascuas, que parece quemar, y el sentimiento reverencial que invade a
un japonés al ver la bandera patria. El adjetivo "osoroshii", que -con otro sufijo: "-
ki"- cierra el haiku en su tercer verso, abarca dos posibles sentidos: miedo u horror
/ admiración respetuosa. Cabe pensar que el haijin viera en su enseña nacional los
extremos bélicos a que llevó esa bandera de Japón en el siglo pasado; sin embargo,
me parece exagerada la versión que da Antonio Cabezas de este haiku: "¡qué
horror ver la bandera / del sol naciente!". Veo muy difícil que un japonés se
proclame así ante el símbolo principal de su país, y prefiero dar mi traducción
resolviendo en el otro sentido la bisemia del adjetivo: admiración cargada de
respeto.
(7) hatsu-nobori / koko ni mo nippon / danji ari
Meisetsu
Primer koi-nobori:
aquí también hay niños
varones, japoneses.
Meisetsu fue contemporáneo de Shiki (ss. XIX-XX). Más que bandera, el "koi-
nobori" es una especie banderola en forma de carpa marina, que una familia iza
sobre su tejado, donde se hinchará al viento anunciando que allí viven niños
nativos de Japón. Es un rito de ciertas fechas de primavera (consideradas verano
en el antiguo calendario japonés), y una muestra de orgullo por el niño o niños
(cada uno tiene su carpa) de la familia.
MONTES SIGNIFICATIVOS
(8) nyoppori-to / aki no sora naru / fuji no yama
Onitsura
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Se alza señorial
ante un cielo de otoño
el monte Fuji.
A Onitsura (contemporáneo de Bashoo) le gustaban las expresiones populares,
como ese adverbio "nyoppori-to" 'enhiesto, erguido, con porte señorial', con el que
inicia este haiku.
El Fuji es el monte más representativo de Japón, y los japoneses lo distinguen
llamándolo "fuji-san", con ese sufijo chino (leído "-san") del ideograma de
'montaña'. Es un sufijo muy especial con tal lectura, pues los demás montes,
aunque llevan el mismo ideograma como sufijo, este se usa en tales casos con la
lectura japonesa "yama". Ver amanecer desde lo alto del Fuji convierte su escalada
en un ritual llamado "go-rai-koo", 'la venerable llegada de la luz'.
(9) fuji hitotsu / uzumi nokoshite / wakaba kana
Buson
Tan solo el Fuji
dejasteis por cubrir,
jóvenes hojas.
Recuerdo una escuela infantil que visité, con unos compañeros míos de estudios,
en Fuji-yoshida, localidad cercana al monte Fuji. Esta escuela tenía a gala un
ventanal abierto -en un aula de gran aforo- a la vista del monte Fuji, desplegado
este en su magnífico esplendor. Cuando las hojas crecen profusamente, sobre todo
en primavera y verano, jamás su ramaje llega a ocultar la belleza del monte Fuji.
Así lo vio Buson hace casi tres siglos.
(10) fuji no yama / minagara shitaki / tonshi kana
Rangai
Morir quisiera
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mirando al monte Fuji,
de muerte súbita.
Rangai fue contemporáneo de Issa (ss. XVII-XIX). Es tan sobrecogedor el monte Fuji,
tan evocador de grandes realidades, que aquí el poeta lo reclama como escenario
para su propia muerte. Esa ambientación, esa estampa, las juzga el poeta
suficientes para el paso de esta vida al más allá. La imagen que quiere retener en
sus pupilas moribundas es la del Fuji, y que ahí sus ojos se cierren a la luz de
pronto. No alcanza a decir más. Ni tampoco menos.
(11) kumo wo nonde / hana wo haku naru / yoshino-yama
Buson
Bebe las nubes
y arroja luego flores:
monte Yoshino.
Otro monte sagrado, sumamente emblemático por sus cerezos en flor, es "Yoshino-
yama" o 'monte Yoshino' (véase lo dicho en haiku (8) sobre el sufijo "-yama").
Buson ronda en este poema la figura retórica contemporánea de la "imagen
visionaria" -que es una especie de metáfora hiperbólica- al proclamar que dicho
monte "bebe" (verbo "nomu" en forma conectiva "nonde") las nubes, y vomita o
arroja (verbo "haku") flores. Por antonomasia, la palabra "hana" 'flor' tiene como
acepción principal 'la flor del cerezo', emblema del honor del samurái -quien cae en
batalla o muere antes de marchitarse en su honor militar-. En realidad, el monte
Yoshino ni bebe ni arroja luego lo ya bebido en forma de flores, pero se trata de
una gran metáfora. He aquí un contraejemplo para la opinión de algunos
estudiosos, quienes dicen que el haiku rehúsa la metáfora.
La presencia virtual en este haiku de "sakura" como principal acepción de la
polisemia de "hana", nos lleva a hablar acto seguido de ciertas flores cargadas de
simbolismo.
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FLORES EMBLEMÁTICAS: “SAKURA”, “UME" Y "KIKU" -FLOR DE CEREZO, FLOR DE CIRUELO Y
CRISANTEMO-.
Si "sakura" simboliza al samurái y -por extensión- la gloria de lo efímero-,
"kiku" 'el crisantemo' es emblema de la casa imperial, y -en cierto modo- de su
duración secular en representar un imperio. Citaremos a continuación un haiku
sobre el cerezo, otro sobre el ciruelo, y dos sobre el crisantemo.
(12) hana saku ya / yoku no ukiyo no / katasumi ni
Issa
Flora el cerezo,
en un rincón de este
mundo flotante y mísero.
Issa, que cosechó muchos abrojos en su vida familiar, es muy riguroso en su
opinión del mundo: es el mundo flotante e insustancial del ukiyo-e o “estampas
coloreadas” de su tiempo; y a la vez un mundo egoísta, lleno de vileza y crueldad.
En medio de tal mundo, y en un rincón del mismo, el cerezo da lo mejor de sí,
persistente en su bella floración.
(13) yo no naka wa / jigoku no ue no / hanami kana
Issa
¿Dónde va el mundo?
Marchando a "ver las flores"
encima del infierno.
Issa se referiría al infierno budista, pero como muchos que -hacia su misma época-
incluso pensarían que el infierno es un lugar físico, ubicado en el centro de la tierra,
y su fuego escapa ocasionalmente por los volcanes, así él lo vería y así lo retrata en
su haiku. Nuestros pies, que pasean para integrarse a las comitivas de "hanami"
'ceremonia de ver las flores', se supone que están pisando tal infierno, que subyace
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a la tierra. Este mundo pasajero y un "más allá" incendiado se encuentran aquí, en
la brevedad de un haiku. El vivo contraste entre "flores" e "infierno" no deja de
impresionarnos.
(14) ume ochi-kochi / minami subeku / kita subeku
Buson
Acá y allá, ciruelos
en flor; si vas al sur,
como si vas al norte.
Buson orquesta un conjunto de sonoridades casi onomatopéyicas dentro de su
haiku, que tienen como columna sustentadora la repetición fónica: "-chi, -chi" (ochi
kochi 'lejos y cerca') en el primer verso, y "subeku, subeku" como unísono final de
los dos versos siguientes. A ello sacrifica la métrica del conjunto (6/6/5 sílabas), el
cual aun así mantiene el ritmo.
Japón es un archipiélago que se extiende al este del continente asiático, de norte a
sur; tal vez por ello, Buson cita estos dos puntos cardinales como representativos
de todo el país. La flor del ciruelo es la segunda en importancia y tiempo climático -
tras el "sakura"- para la celebración de los "hanami" (véase el hk 13).
(15) okiagaru /kiku honoka nari / mizu no ato
Bashoo
Tras de la lluvia
se yergue el crisantemo:
leve presencia.
Es propio del haiku tratar los grandes temas con dignidad, pero sin solemnidad
alguna; más bien, con plena sencillez. Aquel crisantemo se doblegó durante la
lluvia, sin troncharse; cuando aclara el tiempo, ya recobra su postura enhiesta,
aunque la humedad del ambiente nos hace ver su flor como a través de un velo:
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"honoka nari", 'leve presencia'. Esa flor es como un trasunto del país japonés, que
ha atravesado temporales y bonanzas, y ahí permanece ante nosotros, sin
estridencias, con firmeza.
(16) waga inochi / kiku ni mukaite / shizuka naru
Shuuooshi
Cuando mi vida
atiende al crisantemo,
se tranquiliza
(Trad.A.C.)
Shuuooshi es un autor del siglo XX, y da aquí, en haiku, un testimonio vivido, como
asumiendo la representación de sus compatriotas japoneses. Los momentos de
tensión, bien ciertos en la historia cotidiana de cada cual, entran en el ámbito de la
serenidad cuando se contemplan bajo esa luz de belleza contenida que nos inspira
el crisantemo.
EL PUEBLO NATAL
Todo japonés conserva el recuerdo cálido de la aldea o la ciudad donde
nació, circunstancia normalmente relacionada con recuerdos familiares y ciertos
ritos.
(17) furusato ya / heso no o ni naku / toshi no kure
Bashoo
Vuelto a mi hogar, regreso
a mi cordón umbilical,
llorando en fin de año.
En uno de sus peregrinajes, Bashoo (con 44 años entonces) visitó su casa natal en
Iga, donde -según la costumbre de la época- se conservaba su cordón umbilical
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envuelto en papel de arroz. Hallándose él en su tierra chica, recordando a los suyos
y en fechas de Año Viejo, la emoción le hizo saltar las lágrimas.
(18) furusato mo / ima wa karine ya / wataridori
Kyorai
Es ya mi aldea
un sueño en un viaje.
Ave de paso.
(Trad.A.C.)
Kyorai era uno de los discípulos de Bashoo, del grupo más cercano, denominado
"los diez filósofos". Dado el talante peregrino de su maestro, no es de extrañar que
Kyorai definiera su aldea natal como "un sueño en un viaje". En el plano metafórico,
surge aquí la figura de esos pájaros migratorios, como sugiriendo que la patria está
en cualquiera de los lugares recorridos, y en todos ellos. (Véase más atrás, hk 23).
CIUDADES CON HISTORIA: KYOTO, NARA.
(19) kyoo made wa / mada hanzora ya / yuki no kumo
Bashoo
Aún hasta Kyoto
queda medio camino.
Nubes de nieve.
Bashoo encamina sus pasos a Kyoto, la antigua capital de Japón. Ve que el cielo está
medio cubierto de nubes, grávidas de nieve. Esto le hace pensar que aún le queda a
él mismo media ruta por hacer, y -lo que es de temer- bajo una inminente nevada.
En la situación de ese cielo nuboso que va a más, Bashoo ve retratada su propia
situación, y así se expresa en haiku. Lejos queda, como ardua meta, la antigua
ciudad imperial.
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(20) osoki hi ya / kodama kikoyuru / kyo no sumi
Buson
El lento día;
con ecos que se escuchan
por rincones de Kyoto.
Buson retrotrae seguramente su visión a los tiempos antiguos de la histórica
capital: dentro de su grandeza cabe ese bullir de la vida humana que aflora en
rumores variadísimos: tal vez, junto a un uso sano del lenguaje, habrá también
intrigas, confidencias veladas, requiebros, maledicencias...; esa contaminación
acústica que busca los rincones, y que -paradójicamente- puede tener en conjunto
su aspecto constructivo, como vida pujante que se abre paso. En su misión de
notario de la realidad, aunque esta pueda ser de siglos atrás, el haijin así lo
constata.
(21) aru soo no / kiraishi hana no / miyako kana
Bonchoo
Un cierto bonzo
detesta a Kyoto, como
"capital de las flores".
Bonchoo era también discípulo de Bashoo. "La capital de las flores" era una
denominación de Kyoto, propia de la época. Probablemente, al monje referido no le
disgustaría Kyoto por sus parques y jardines floridos, sino por el poso que la
historia deja sobre una antigua capital: corrupción, venalidad, favoritismo, amores
clandestinos, prepotencia, etc. En suma: el reverso de la moneda respecto a una
imagen ideal de ciudad capitalina. La parte positiva de este haiku es que nos revela
la existencia de una conciencia crítica para ver la realidad como tal.
(22) kiku no ka ya / nara ni wa furuki / hotoketachi
Bashoo
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Crisantemos: su aroma
cunde en Nara, entre antiguas
imágenes de Buda.
Nara, también antigua capital en los albores de Japón medieval (710-794), fue,
asimismo, honrada por Bashoo con su visita y sus versos. Este haiku fue compuesto
por el poeta en el Festival del Crisantemo, inicios de septiembre. Frente a la
vetustez secular de las imágenes de Buda allí atesoradas en templos, resalta el
aroma fresco de estas flores otoñales que son los crisantemos. El festival ofrece,
pues, dos caras: la tradición histórica, representada por el budismo y sus estatuas,
y el olor a flores, que es el grito del presente.
CONCLUSIÓN: VISTA PANORÁMICA
Recogemos aquí, para poner fin a este tema casi infinito, tres haikus que
dejan ver una enorme amplitud semántica; y que pueden tener como temas
respectivos: el viento de otoño, la grandeza del espíritu humano, o el vuelo de unas
golondrinas.
(23) yamato-ji no / miya mo waraya mo / tsubame kana
Buson
Por sendas de Yamato
ya en templos, ya en cabañas:
la golondrina.
Yamato es un topónimo que se refiere a Japón desde el punto de vista de su
tradición y sus valores genuinos. Las golondrinas recorren el país, sin hacer
distinción de techumbres para anidar: lo mismo lo hacen en templos, palacios o
mansiones ("miya") que en modestas casas campesinas, techadas de paja
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("waraya"). Es un ave que convive con la tierra japonesa y con los humanos que la
habitan.
(24) akikaze ya / kokoro no naka no / iku sanga
Kyoshi
Viento de otoño,
¡cuántos ríos y montes
llevo conmigo!
Ya leímos un haiku de Kyoshi (5), y ahora su palabra vuelve a nosotros en una
entrañable confidencia. Durante el otoño, los días se acortan, y la gente suele
volver más temprano a sus casas, para protegerse el viento y del incipiente frío. No
obstante, Kyoshi se siente libre como ese viento otoñal, y alberga en su interior la
naturaleza viva de su país, que no cesa de latir: montes, ríos, sendas, campos..., y
todo cuanto albergan. Japón no es algo que pisemos o simplemente veamos, como
externo a nosotros; es, más bien, como la respiración que nos da vida, y que nos
anima desde muy dentro. Podemos llamarlo "País del Sol Naciente", "Islas de
otoño", "Tierras de Yamato", "Nihon", "Nippon" o "Japón"..., pero siempre su
vivencia va más allá de las palabras.
(25) yado no haru / nani mo naki koso / nani mo are
Sodoo
Primavera en mi choza.
Y aun no teniendo nada,
todo es ya mío.
Sodoo es uno de los discípulos de Bashoo. Primavera es la estación donde la
naturaleza hace gala de sus tesoros, en buen clima, verdor, y floración. El haijin se
encuentra en su choza, techada de paja, y es bien consciente de su pobreza en
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cuestión de medios y recursos. Precisamente por eso se siente libre
espiritualmente para amarlo todo, con un alma grande y desasida.
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Desde los inicios del haiku hasta los tiempos contemporáneos, los haijines
han dado fe de una inmensa y sagrada imagen de su país donde -no en vano- el sol
nace a diario en una fiesta de luz.
ANEXO: HAIKUS ORIGINALES EN JAPONÉS CITADOS EN EL ARTÍCULO
(CALIGRAFÍAS DE FERNANDO RODRÍGUEZ-IZQUIERDO Y GAVALA)