Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

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ISLA GUADALUPERESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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ISBN: 968-817-725-3 Impreso y hecho en México

Primera edición: diciembre de 2005

Instituto Nacional de Ecología (INE-SEMARNAT)Periférico sur 5000, colonia Insurgentes Cuicuilco, C.P. 04530. México, D.F. www.ine.gob.mx

COORDINACIÓN EDITORIAL Y FORMACIÓN: Raúl Marcó del Pont Lalli CORRECCIÓN DE ESTILO: Karina Santos del Prado con el apoyo de Susana Escobar y Alejandro MejíaDISEÑO DE INTERIORES Y DE LA PORTADA: Álvaro Figueroa FOTO DE LA PORTADA: Phillip Colla. Lobos finos de Guadalupe (Arctocephalus townsendi)EDICIÓN PARA INTERNET: Susana Escobar

Foto página 2: vórtices atmosféricos. Fuente: NASA

Foto página 6: Phillip Colla. Amancecer con luna en islote Toro

D.R. ©

Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) Dirección General de Vida Silvestre (SEMARNAT) Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO)Gobierno del Estado de Baja California Universidad Autónoma de Baja CaliforniaColegio de Posgraduados Facultad de Estudios Superiores, Cuautitlán, UNAM Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste (CIBNOR)

LA PUBLICACIÓN DE ESTA OBRA NO HUBIERA SIDO POSIBLE SIN LA COLABORACIÓN DE:

Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD)University of California, Davis y Santa CruzCounty of San Diego, CaliforniaSan Diego Natural History Museum The Santa Barbara Botanic Garden The Nature Conservancy Island ConservationCommonwealth Scientific and Industrial Research Organization

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Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT)Instituto Nacional de Ecología (INE)Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada (CICESE)Grupo de Ecología y Conservación de Islas (GECI)Secretaría de Marina-Armada de México (SEMAR)

ISLA GUADALUPERESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Karina Santos del Prado Eduardo Peters

Compiladores

PRÓLOGO DE E X EQU I EL EZC U R R A

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ÍNDICE

PRÓLOGO E. Ezcurra / 11

INTRODUCCIÓN K. Santos del Prado y E. Peters / 15

CARTOGRAFÍA BASE PARA LA CONSERVACIÓN DE ISLA GUADALUPE. AVANCES, PERSPECTIVAS Y NECESIDADESC. García-Gutiérrez, A. Hinojosa-Corona, E. Franco-Viazcaíno, P. J. Riggan, G. Bocco, L. Luna-Mendoza, A. Aguirre-Muñoz, J. Maytorena-López, B. Keitt, B. Tershy, M. Rodríguez-Malagón y N. Biavaschi / 19

CONDICIONES METEOROLÓGICAS EN EL SUR DE ISLA GUADALUPER. Castro, A. Mascarenhas, A. Sánchez-Barba, R. Durazo y E. Gil-Silva / 27

LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPE. ENTONCES Y AHORAT.A. Oberbauer / 39

EL ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPEJ.L. León de la Luz, J. P. Rebman y T. A. Oberbauer / 55

LA FLORA DE ISLA GUADALUPE Y SUS ISLOTES ADYACENTESJ.P. Rebman, T. A. Oberbauer y J. L. León de la Luz / 67

ESFUERZOS RECIENTES DE CONSERVACIÓN Y APUNTES SOBRE EL ESTADO ACTUAL DE LA FLORA DE ISLA GUADALUPES. Junak, B. Keitt, B. Tershy, D. Croll, L. M. Luna-Mendoza y A. Aguirre-Muñoz / 83

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LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN DE Pinus radiata EN ISLA GUADALUPE Y UNA ESTRATEGIA PARA SU RESTAURACIÓNJ.J. Vargas-Hernández., D. L. Rogers, A. C. Matheson y J. J. Guerra-Santos / 95

NOTAS SOBRE LAS AVES TERRESTRES Y ACUÁTICAS DE ISLA GUADALUPED.C. Barton, K.E. Lindquist, R.W. Henry III y L.M. Luna Mendoza / 103

HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE DE ISLA GUADALUPE Y LAS OPORTUNIDADES ACTUALES DE CONSERVACIÓNL.M. Luna Mendoza, D.C. Barton, K.E. Lindquist y R. W. Henry III / 115

SERIE DE TIEMPO DE PRODUCTIVIDAD (1970-2003) EN EL ECOSISTEMA MARINO DE ISLA GUADALUPEB. Hernández de la Torre, G. Gaxiola Castro, R. Aguirre Gómez,S. Álvarez Borrego, R. Lara-Lara y S. Nájera Martínez / 135

LOS TIBURONES DE ISLA GUADALUPEJ.P. Gallo-Reynoso, A.L. Figueroa-Carranza y M. del P. Blanco-Parra / 143

LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPEJ.P. Gallo-Reynoso, B.J. Le Boeuf, A.L. Figueroa Carranza y M.O. Maravilla Chávez / 171

LOS CETÁCEOS DE ISLA GUADALUPEJ.P. Gallo-Reynoso y A.L. Figueroa-Carranza / 203

EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS (Felis catus) EN EL ECOSISTEMA DE ISLA GUADALUPEB. Keitt, R. W. Henry, A. Aguirre Muñoz, C. García, L. Luna Mendoza, M. A. Hermosillo, B. Tershy y D. Croll / 219

EL MONITOREO DE LOS IMPACTOS DE LA ERRADICACIÓN DE CABRAS Y OTRAS ACCIONES DE MANEJO SOBRE LAS PLANTAS Y ANIMALES DE ISLA GUADALUPEJ.M. Randall, R. Shaw, B. Keitt, I. Granillo y S. Junak / 231

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LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA CONSERVACIÓN Y EL DESARROLLO SUSTENTABLE DE ISLA GUADALUPEA. Aguirre Muñoz, E. Ezcurra, E. Enkerlin Höflich, J. Soberón Mainero, L. M. Salas Flores, K. Santos del Prado, E. Peters, L. Luna Mendoza, B. Tershy, B. Keitt, C. García Gutiérrez e I. Aguirre Bielschowsky / 239

HACIA LA ELABORACIÓN DE UN PLAN DE RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN PARA ISLA GUADALUPE / 255

PLAN DE ERRADICACIÓN DE ESPECIES INTRODUCIDAS EN ISLA GUADALUPEE. Ezcurra, A. Aguirre Muñoz, L. M. Salas Flores, K. Santos del Prado, C. García Gutiérrez, L. Luna Mendoza y E. Peters / 263

RESÚMENES EN ESPAÑOL / 279

ABSTRACTS / 295

ACERCA DE LOS AUTORES / 307

ÍNDICE DE NOMBRES CIENTÍFICOS / 311

ÍNDICE DE NOMBRES COMUNES / 317

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10 EXEQUIEL EZCURRA

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PRÓLOGO 11

En la serie de artículos “Baja California, tierra incógnita”, pu-blicados en la revista Impacto entre noviembre de 1949 y mayo de 1950, Fernando Jordán describió a la Isla Guada-lupe como un “cementerio biológico.” En la isla, decía Jor-dán, los elefantes marinos fueron compañeros, años atrás,

de muchas especies de flora y fauna desconocidas en otras partes del mundo. Pero aquellos mamíferos, aves, árboles, peces y moluscos han desaparecido desde hace tiempo.

La culpa de este exterminio —proseguía Jordán— la tiene en parte el hombre y en mayor proporción otras bestias introducidas ahí también por el hombre. El animal más destructor de la isla es la cabra, que abun-da por millares, principalmente en la mitad norte. Fueron llevadas al parecer por los balleneros del siglo pasado, que así quisieron mantener en la isla un centro de producción de carne fresca para la dotación de sus barcos. Con las cabras llevaron gatos y ratones que, al multiplicar-se, se convirtieron en otra plaga imposible de destruir. Las cabras, cuyo número se calculó alguna vez en 60 mil, han acabado con la vegetación.

Desde que fueron introducidas a la isla terminó la propagación de los bosques de cipreses, cedros y pinos, peculiares de esta tierra. Los gatos se comieron todas las aves, y lo que no hicieron cabras y gatos, lo hicieron los ratones.

Viajero incansable, cronista sagaz de la Baja California, Fernando Jor-dán daba ya en 1949 a la Isla de Guadalupe por muerta. Parecía que la extinción trágica de su flora y de su fauna era inevitable. Sólo podían qui-zás salvarse los tres islotes —Negro, Zapato y Toro— adonde las especies introducidas no habían llegado. El resto, aparentemente, estaba perdido.

Fue con esos textos en la mochila y en la mente que tuve la oportu-nidad de organizar una expedición científica a Isla Guadalupe en mayo de 2000. El motivo fundamental era buscar (con pocas esperanzas) se-ñales de existencia del Petrel de Guadalupe, una especie que se suponía extinta desde hacía décadas, exterminada por los gatos. Los motivos adicionales eran explorar, colectar, inventariar, y en general evaluar el estado de deterioro de la isla, aquel “cementerio biológico” cuyo final había predicho ominosamente Fernando Jordán medio siglo antes.

PRÓLOGO

Roca Pilote, al norte de Isla Guadalupe, con nubes durante la mañana. Foto: Phillip Colla

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12 EXEQUIEL EZCURRA

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PRÓLOGO 13

Lo demás es historia conocida: no pudimos encontrar al petrel, cuya extinción aparentemente se confirma con los resultados de esa expedi-ción, pero en cambio hallamos una isla con cierta esperanza de recupe-ración. Los datos de la expedición nos mostraban que aún era posible intentar restaurarla. Al regresar de la expedición, descubrimos también con agrado que muchos otros grupos de investigación científica mante-nían viva la llama de la esperanza para Isla Guadalupe, investigando en sus temas y manteniendo una constante atención científica sobre este sin-gular ecosistema.

En poco tiempo, desde el Instituto Nacional de Ecología, hicimos contacto con el Grupo de Ecología y Conservación de Islas —los mejores expertos mexicanos en erradicación de fauna exótica insular—, y con la Secretaría de Marina (Armada de México), quienes prestaron su colabo-ración incondicional y entusiasta al proyecto. Gracias a la pericia y ope-ratividad de ambas organizaciones, el proyecto de erradicación de fauna

introducida es hoy un hecho. Las plantas nativas, que se pensaban desapa-recidas, están germinando nuevamente en la isla. El cementerio biológico ya no lo es más. La esperanza ha regresado a Guadalupe.

Este libro es un esfuerzo por recopilar algunos de los trabajos de los investigadores que trabajan en allí, por conjuntar los resultados del traba-jo empeñoso de muchos investigadores dedicados, cuyos datos y análisis forman la base del proyecto de recuperación de la isla. Y es también un homenaje a todos aquellos que se han atrevido a soñar con revertir más de un siglo de deterioro ambiental, recuperando para México y para la humanidad esta maravillosa isla del océano Pacífico.

Es, finalmente, un manifiesto de un grupo de científicos que cree que la ciencia puede ayudar a construir un ambiente viable y un futuro mejor.

Exequiel Ezcurra

Porción norte de Isla Guadalupe cubierta de nubes Foto: Claudio Contreras Koob

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14 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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INTRODUCCIÓN 15

Isla Guadalupe es la última frontera de México en su extremo más occidental y septentrional. Su origen volcánico y su lejanía del continente le confieren una biodiversidad única y una topo-grafía abrupta y agreste que despierta el asombro de cuantos la visitan.

Los primeros exploradores y naturalistas que la visitaron queda-ron maravillados ante su imponente paisaje y su singular f lora y fau-na. Desde entonces es mucho lo que se ha estudiado y documentado sobre este territorio aparentemente inhóspito, ofreciendo crónicas de la naturaleza extraordinaria y característica de esta isla. Todavía hoy, al despuntar el siglo XXI, siguen apareciendo nuevos descubrimientos corroborando con ello la grandiosa y peculiar diversidad biológica de Isla Guadalupe.

Enraizado a 4,500 metros de profundidad en el océano Pacífico, emer-ge este pico volcánico de 5,800 metros de altura, en una posición privi-legiada, tanto para el establecimiento y desarrollo de numerosas especies

INTRODUCCIÓN

animales y vegetales, como para los navegantes que encontraron en este territorio un lugar dónde hacer escala durante sus travesías.

Con una edad aproximada de ocho millones de años, no fue sino hasta 1602 que Sebastián Vizcaíno la descubrió durante sus viajes de explora-ción de la California; sin embargo, no fue colonizada y permaneció prísti-na hasta principios del siglo XIX cuando arribaron a ella cazadores rusos y, más tarde, ingleses y americanos, los que prácticamente exterminaron a los lobos finos de Guadalupe y a los elefantes marinos cuyas pieles, car-ne y grasa eran muy codiciados. Aparentemente, en esa misma época los barcos balleneros en travesía por el océano Pacífico comenzaron a gua-recerse ahí, llevando con ellos, sin saberlo, la peor de las amenazas al frá-gil ecosistema: especies provenientes del continente, entre ellas, cabras para proveerse de carne fresca con qué alimentarse durante sus estancias en la isla, perros, gatos, ratones y semillas de diversas especies, que han constituido desde entonces la más seria amenaza al ecosistema insular de Guadalupe.

Detalle de lava en islote Zapato Foto: Phillip Colla

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16 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

No pasó mucho tiempo para que las cabras comenzaran a reproducir-se y a esparcirse por la isla, dejando a su paso una vegetación devastada producto del pisoteo y ramoneo, los gatos hicieron su parte exterminando poblaciones enteras de aves, en tanto que las semillas continentales co-menzaron a propagarse por la ínsula. El impacto se hizo rápidamente evi-dente y documentado ya desde las investigaciones realizadas a finales del siglo XIX, muchas de las poblaciones de plantas y animales que durante siglos o milenios se habían desarrollado en ausencia de depredadores no

contaban con los mecanismos de defensa para combatirlos y comenzaron a diezmar. En tan sólo 150 años quedó casi devastada una isla que había permanecido fuera del alcance del hombre durante milenios y libre de fauna exótica duran-te millones de años.

Ya entrado el siglo XX, ante la creciente evidencia del peli-gro en el que se encontraban los bosques de pino, ciprés, ene-bro, palma y otras poblaciones vegetales, así como las aves anidantes y endémicas, la comunidad científica nacional e internacional alertó sobre la irreparable pérdida de especies que exclusivamente se encontraban allí, así como del riesgo que enfrentaban otras que hasta ese entonces habían logrado sobrevivir. La esperanza de todos se fundaba en que si se to-maban acciones inmediatas sería aún posible lograr la recu-peración de lo que alguna vez fue un paraíso biológico.

En un esfuerzo por proteger este territorio, el go-bierno mexicano decretó durante el mandato de Álvaro Obregón, en 1922, que “La Isla de Guadalupe de Baja Ca-lifornia, así como sus aguas que la rodean, permanecen reservadas para la protección y desarrollo de las riquezas naturales que ellas contienen, tanto en materia forestal y en rebaños, y en caza y pesca” y seis años más tarde, en

1928 con el gobierno de Plutarco Elías Calles como “Zona Reservada para la Caza y Pesca de Especies Animales y Vegetales” con la finali-dad principal de proteger a las poblaciones de mamíferos marinos, ya entonces muy devastadas.

No obstante el esfuerzo del gobierno mexicano, las comunidades ve-getales y animales nativas de la isla continuaron decreciendo y algunas especies de aves como el caracara de Guadalupe, el carpintero de pechera de Guadalupe, el chivirín cola oscura de Guadalupe, el reyezuelo rojo de Guadalupe, el toquí pinto de Guadalupe, y al menos 26 especies de plan-tas, muchas de ellas exclusivas de la isla, dejaron de existir para siempre.

Punta Sur con el islote Toro parcialmente escondido. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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INTRODUCCIÓN 17

Las especies introducidas continuaron su desarrollo poniendo en un ries-go mayor a las nativas.

A pesar de ello, la esperanza de la comunidad científica y conservacio-nista por lograr la recuperación de Isla Guadalupe continuó, fundamenta-da en observaciones que muestran que en ausencia de herbivoría muchas de las especies vegetales nativas tienen el potencial de reproducirse y re-establecerse.

Aunado a la fuerte resiliencia que demuestra la isla, en su extremo sur se encuentran situados los islotes Toro y Zapato a manera de cofres llenos de tesoros genéticos.

Zapato, ubicado a 3.2 kilómetros de la costa sur de Isla Guadalupe, es un cráter volcánico, su borde suroeste es una pared de roca de 201 metros de altura, cuya parte superior se encuentra volada sobre el mar, y posee la flora más diversa de los dos islotes aunque sólo un endemismo. Toro, una roca maciza y redondeada de 225 metros de altura, fue explorado hasta el año 2000, cuando el Museo de Historia Natural de San Diego organizó una expedición; su flora representa más del 50% de los taxa endémicos del archipiélago de Guadalupe y se cree que aún podrían descubrirse nuevas especies. Ambos islotes han permanecido fuera del alcance del hombre y de las especies introducidas, manteniendo sus ecosistemas en condi-ciones prístinas. La identificación de las especies en estos islotes no sólo ha contribuido a encontrar las piezas faltantes de la flora general de Isla Guadalupe, sino que éstas representan recursos de gran importancia que pueden ser empleados para la restauración de la isla principal. De esta manera, Toro y Zapato constituyen la más grande esperanza para todas aquellas especies que, en ausencia de depredadores, no logren recuperarse por sí mismas en Isla Guadalupe.

La voluntad del gobierno mexicano por recuperar y conservar la bio-diversidad de la isla se ha manifestado en un esfuerzo arduo y loable. En el año 2002 el Instituto Nacional de Ecología emprendió la tarea de coor-dinar esfuerzos para llevar a cabo un proyecto ambicioso: la conservación de Isla Guadalupe; y en el 2005 la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas emitió el decreto mediante el cual la declaró como área natural protegida con carácter de reserva de la biosfera.

Como parte del esfuerzo de coordinación para el desarrollo del proyec-to de conservación de Isla Guadalupe, a finales de 2003 el Instituto Nacio-nal de Ecología organizó, en coordinación con el Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada y el Grupo de Ecología y Conservación de Islas, el Taller sobre la Restauración y Conservación de Isla Guadalupe, con el fin de contar con la mayor, mejor y más reciente información técnica y científica disponible que permitiera la elaboración de un diagnóstico ambiental y la discusión de las acciones futuras de un plan de acción para la restauración y conservación de la isla.

En el taller participaron reconocidos investigadores que han trabaja-do en la isla en distintas disciplinas del quehacer biológico, ecológico y del medio físico, tanto de México como de Estados Unidos, así como las agencias gubernamentales encargadas de la administración, gestión y vi-gilancia de la isla. La experiencia compilada, que se presenta en este libro, es invaluable y ha permitido el comienzo exitoso de un proyecto de gran envergadura. A todos y cada uno de los participantes nuestra más pro-funda gratitud y agradecimiento por su colaboración y disposición antes, durante y después del taller, por su arduo y valioso trabajo y, sobre todo, por compartir el sueño de recuperar el tesoro biológico de una isla que les hubiera gustado visitar a Darwin y a R.L. Stevenson.

Karina Santos del Prado y Eduardo Peters

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18 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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CARTOGRAFÍA BASE PARA LA CONSERVACIÓN 19

Cartografía base para la conservación de Isla Guadalupe. Avances, perspectivas y necesidades

César García-Gutiérrez , Alejandro Hinojosa-Corona, Ernesto Franco-Viazcaíno, Philip J. Rig gan, Gerardo Bocco, Luciana Luna-Mendoza, Alfonso Aguirre-Muñoz, Joel Maytorena-López, Bradford Keitt , Bernie Tershy, Marlenne Rodríguez-Malagón y Noah Biavaschi

SIN LÍMITES NI FRONTERAS

Describir a Isla Guadalupe no es tarea fácil. Al traer a la me-moria las primeras impresiones de una estancia en ella, éstas se aglutinan formando un collage de imágenes y soni-

dos que nos transportan a uno de los lugares más maravillosos del mundo. Sus frías aguas ricas en nutrientes y su topografía terrestre coronada por cumbres que se elevan a los 1,300 metros establecen una delicada simbiosis de flora y fauna marina y terrestre dando vida a especies únicas en el mundo (figura 1).

Nacida en un mundo sin fronteras, da vida y recibe a especies marinas que navegan por todas latitudes y aves que surcan los cielos desde las frías regiones árticas. Surge de las oscuras profundidades del piso oceánico a 4,500 metros formando una montaña de ori-gen volcánico que se yergue sobre el nivel del mar a 1,300 metros flanqueada por impresionantes farallones testigos de un océano en perpetum movile.

Diversos exploradores y pescadores se han aventurado en una comunión con la isla para desentrañar sus misterios, quedando presos por el canto de las sirenas que los atrapa en cuerpo y alma. Algunos encallando en sus arrecifes bajo el cobijo de sus azules aguas y otros escuchando sus historias y secretos para narrarlos a las generaciones futuras a través de sus escritos. Entre algunos de ellos podemos citar a Edward Palmer (1875), E.L. Green (1885), Francesco Franceschi (1893) y Reid Moran (1948).

EL PARAÍSO AMENAZADO

Guadalupe se encuentra en la parte más occidental de la repúbli-ca Mexicana, dando una amplia extensión de Zona Económica

Imagen de satélite de Isla Guadalupe. Fuente: NASA. Composición: Rigel Zaragoza

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20 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Exclusiva, con una abundancia de recursos naturales como pocas en el mundo, siendo de importancia estratégica para la soberanía nacional.

Por su origen volcánico y lejanía de la península de Baja Califor-nia, el desarrollo evolutivo de especies endémicas de flora y fauna terrestre y marina fue exitoso. Se encuentran entre las más impor-tantes el bosque de pino (Pinus radiata var. binata), ciprés (Cupres-sus guadalupensis ssp. guadalupensis) y de palma (Brahea edulis). También, es sitio de refugio, reproducción y descanso de especies como el elefante marino (Mirounga angustirostris) y el lobo de piel fina (Arctocephalus townsendi), y aves como el Albatros de Laysan (Diomedea immutabilis).

El principal problema que enfrenta la isla es la introducción de especies exóticas de flora y fauna, principalmente cabras (Capra hircus), perros (Canis familiaris), gatos (Felis catus) y ratones (Mus musculus). Los cuales están acabando con la flora y las comunida-des de aves.

DEVELANDO SU SILUETA

Isla Guadalupe es un cuerpo volcánico desarrollado sobre la dorsal meso-oceánica del Pacífico oriental cuya actividad de dispersión cesó hace aproximadamente 11 millones de años; su estructura es producto de múltiples derrames basálticos intercalados con volca-nes cineríticos. Presenta al norte una caldera cuyo diámetro es del orden de 10 km, en su porción meridional una zona de fractura-miento, Esther, a partir de la cual, aparecen con mayor frecuencia centros volcánicos y una estructura de caldera similar a la parte norte pero cuya actividad aparentemente es más reciente (Delgado-Argote, 1993).

Los primeros esfuerzos para contar con la cartografía y batime-tría detallada de la isla fueron desarrollados por la U.S. Survey en 1951, y el primer mapa fue el de la USDMA Chart 21661, decimose-gunda edición, 1982, citado por Reid Moran (1996), (figura 2). Estos muestran a grandes rasgos la topografía y toponimia de la isla, sien-do de utilidad principalmente para las embarcaciones que llegan a aventurarse en las aguas cercanas a la isla. El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) elaboró una ortofo-to a partir de un vuelo realizado en 1980, con toponimia y curvas de nivel. Las cartas temáticas de INEGI, incluyen la isla a escala 1:250,000, por lo cual, la ortofoto sigue siendo la cartografía más detallada existente de la isla.

Figura 1. Porción norte de Isla Guadalupe. Foto: GECI

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CARTOGRAFÍA BASE PARA LA CONSERVACIÓN 21

Figura 2. Mapa de Isla Guadalupe, USDMA Chart 21661, Doceava edición, 1982

CÓMO CONSTRUIMOS SU CARTOGRAFÍA

La isla presenta una topografía muy abrupta. Partiendo del nivel medio del mar, si uno se adentra apenas 4 km, se llega a una cordi-llera que se eleva a 1,300 msnm. coronada por un bosque de ciprés y pino.

Exceptuando algunas pequeñas planicies y playas arenosas en las desembocaduras de los arroyos que se forman en época de lluvias, la isla presenta elevados cantiles basálticos en cuyas bases rompe el oleaje predominantemente del noroeste.

A partir de la digitalización con un escaner, las ortofotos de INE-GI correspondientes a la porción norte y sur de la isla, se refirieron geográficamente utilizando el sistema de información geográfica (SIG) Arcview 3.2ª, para generar una sola imagen (figura 3), que sir-vió de base para digitalizar los principales rasgos de la isla, los cuales se muestran en el mapa de topografía (figura 4).

EL DESARROLLO DEL SISTEMA DE INFORMACIÓN GEOGRÁFICA

Continuando con la extracción de información de la ortofoto, de información bibliográfica y de campo, se implementó un SIG para efecto de su consulta, análisis e integración de información a fu-turo. Para tener una mayor precisión en la digitalización de los rasgos en la ortofoto, se consideró la proyección y datum de la or-tofoto, siendo Universal Transversa de Mercator (UTM) y Nad27, respectivamente; no obstante, se ha establecido que la informa-ción a introducir en el SIG tome en cuenta el datum WGS84 y la proyección UTM. Los productos obtenidos del SIG se muestran en las figuras 5 y 6.

Punta NorteRoca Vela o Piloto (Pilot Rock)

Playa Roca Vela

Cantil Blanco (White Bluff)Antiguo Mirador

Campo NorteBarracks Canyon

Cañón de EncinosLower Circus

Lower ValleyAguaje

Cañón Esparsa

Cañón Sur Esparsa

Punta Foca o Dique

Cañón Largo

Cañón de EnebrosCañón de Cenizas Rojas

Campo Lima

Punta Doble

Punta Proa

Punta Pilar o Punta Mona

Morro Sur

Islote del Medio

Islote Zapato o Isla de Afuera

Caleta Melpómene

Plaza de Toros

Islote Toro o Isla de Adentro

Campo Oeste

El Picacho

Campo Sur

Arroyo Melpómene

Islote Negro

Campo Pista

El Comal

Punta del Vapor

Monte Augusta

118° 10’118° 15’118° 20’118° 25’

29° 10’

29° 05’

29° 00’

28° 55’

28° 50’

Roca Elefante

Playa Elefante

5 km

3.1 millas

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22 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Figura 3. Ortofoto, INEGI 1980

Figura 4. Topografía y caminos en Isla Guadalupe

Punta Norte

Campo Norte

Campo Lima

Punta SurIslote Toro

Islote Zapato

Campo Sur

Campo Oeste

PuntaEl Vapor

Punta RocaEl Elefante

Océano Pacífico

N

E

S

W

1000 0 1000 2000 m

29° 10’

29° 05’

29° 00’

28° 55’

28° 50’

118° 15’118° 20’118° 25’

Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C.Proyección: UTM, Zona 11 Datum: Nad27Elipsoide: Clarke 1866 Escala: 1:617,232

Elaboraron: César García Ramírez, Luciana Luna Mendoza, Joel Maytorena López y Marlene

Rodríguez M. Revisó: Alfonso Aguirre Muñoz

Noviembre de 2003

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CARTOGRAFÍA BASE PARA LA CONSERVACIÓN 23

Figura 5. Hidrología superficial Figura 6. Cobertura histórica del bosque

Punta Norte

Campo Norte

Campo Lima

Punta SurIslote Toro

Islote Zapato

Campo Sur

Campo Oeste

PuntaEl Vapor

Punta RocaEl Elefante

Océano Pacífico

N

EW

S

1000 0 1000 2000 m

29° 10’

29° 05’

29° 00’

28° 55’

28° 50’

118° 15’118° 20’118° 25’

Aguajes

Escurrimiento superficial

Cuencas de escurrimiento (m2)

3,535,500.961

23843750.267

3,1421,401.69436,173,533.127

43,025,737.81743,718,606.43959,987,320.664

Punta Norte

Campo Norte

Campo Lima

Punta SurIslote Toro

Islote Zapato

Campo Sur

Campo Oeste

PuntaEl Vapor

Punta RocaEl Elefante

Océano Pacífico

N

E

S

W

1000 0 1000 2000 m

29° 10’

29° 05’

29° 00’

28° 55’

28° 50’

118° 15’118° 20’118° 25’

Bosque en 2003 (86.5 ha)

Bosque en 1980 (192 ha)

Bosque en 1800 (3,395 ha)

Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C.Proyección: UTM, Zona 11 Datum: Nad27Elipsoide: Clarke 1866 Escala: 1:617,232

Elaboraron: César García Ramírez, Luciana Luna Mendoza, Joel Maytorena López y Marlene

Rodríguez M. Revisó: Alfonso Aguirre Muñoz

Noviembre de 2003

Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C.Proyección: UTM, Zona 11 Datum: Nad27Elipsoide: Clarke 1866 Escala: 1:617,232

Elaboraron: César García Ramírez, Luciana Luna Mendoza, Joel Maytorena López y Marlene

Rodríguez M. Revisó: Alfonso Aguirre Muñoz

Noviembre de 2003

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24 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Page 25: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

CARTOGRAFÍA BASE PARA LA CONSERVACIÓN 25

Figura 7. Modelo digital de elevación (MRTM) texturizado con la ortofoto de INEGI de 1980

LO QUE QUEDA PARA EL FUTURO

Pretendemos que el SIG de Isla Guadalupe sea una herramienta clave para las acciones de conservación comprendidas por la elabo-ración de estudios de línea base, erradicación de especies introdu-cidas, restauración de hábitats, monitoreo y educación ambiental. Con lo cual lograremos rescatar una de las más ricas y maravillosas reservas de la biósfera de México y el mundo.

BIBLIOGRAFÍA

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Moran, R.V. 1996. The Flora of Guadalupe Island, México. Memoirs of the

California Academy of Sciences 19: 1-190.

Porción norte de Isla Guadalupe. Foto: Claudio Contreras Koob

Otro de los productos generados con el SIG, es la utilización del modelo digital de la isla (MRTM) el cual se texturizó con la ortofoto y se aplicó un falso color para resaltar los rasgos de ésta (figura 7).

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26 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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CONDICIONES METEOROLÓGICAS 27

Condiciones meteorológicas en el sur de Isla GuadalupeRubén Castro, Af fonso Mascarenhas, Alejandro Sánchez-Barba, Reginaldo Durazo y Eduardo Gil-Silva

INTRODUCCIÓN

Isla Guadalupe, localizada en el océano Pacífico, a unos 260 km frente a las costas de Baja California, México (figura 1), presen-ta características muy importantes en varios aspectos debido a

su aislamiento del continente. Es de origen volcánico oceánico, con dimensiones aproximadas de 37 x 8.5 km2 y topografía que varía desde el nivel del mar hasta 1.3 km de altitud. Como ecosistema, junto con el resto de las islas del Pacífico noroeste mexicano, es úni-ca en su tipo (Aguirre-Muñoz et al., 2003). Desde el punto de vista de observaciones presenta una ubicación excelente para investiga-ciones de condiciones oceánicas de la atmósfera y de la influencia posible de masas de aire continentales. Isla Guadalupe se sitúa en la región sur del sistema de la Corriente de California, la cual es un flujo superficial (0-300 m) que acarrea agua de altas latitudes hacia el ecuador durante la mayor parte del año, y que se caracterizan por salinidades y temperaturas bajas (Lynn y Simpson, 1987). Este flujo es forzado por el sistema de vientos de la región, que durante la mayor parte del año, tiene una componente predominante hacia el sureste frente a las costas de California y Baja California (Strub et al., 1987). Dicho sistema de vientos es controlado principalmente por el centro de Alta Presión del Pacífico norte, el cual varía esta-cionalmente tanto en posición como en intensidad (Huyer, 1983; Strub y James, 2002).

En general, presenta un clima similar al de la costa occidental de Baja California, con características de desértico a templado-seco. La cantidad de precipitación pluvial es mayor en el invierno debido a tormentas provenientes del norte (Aguirre-Muñoz et al., 2003). Ocasionalmente, tormentas tropicales del sur pueden traer lluvia a la región entre agosto y octubre. La parte norte de la isla, por estar

Islote Negro y porción sur de Isla GuadalupeFoto: GECI

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más expuesta a los vientos y debido a su topografía más elevada que la porción más sureña, presenta mayor precipitación y por lo tanto mayor vegetación (Moran, 1996). Por otro lado, cambios poco fre-cuentes, que inciden en las condiciones climáticas de la región por la presencia de masas de aire continental, se deben a la condición climática Santa Ana, una masa de aire que se caracteriza por su baja humedad, alta temperatura y que se presenta principalmente en otoño-invierno (Sommers, 1978). Pocas veces ha sido reportada su extensión hasta la isla (Svejkovsky, 1985; Castro et al., 2003).

Durante eventos de variabilidad interanual relacionada con con-diciones de El Niño, se reduce la migración y expansión del centro de alta presión del Pacífico. Esto favorece que se generen anomalías de viento sobre la mayor parte del Pacífico oriental, las cuales facili-tan, a su vez, la intrusión de aguas de origen meridional (tropical o subtropical) hacia las costas de Baja California y California (Strub y James, 2002; Durazo y Baumngartner, 2002).

Este trabajo se enfoca al estudio de la variabilidad diurna y estacio-nal de los vientos, temperatura ambiente, humedad y presión atmos-férica con base en registros obtenidos en el período de abril de 2000 a abril de 2003.

DATOS Y METODOLOGÍA

En este trabajo se utilizan observaciones de variables meteorológi-cas de superficie obtenidas a partir de una estación autónoma de la marca Aanderaa Instruments, ubicada al sur de Isla Guadalupe, con coordenadas 28º53.02’ N y 118º17.52’ W (figura 1). Dicho instru-mento almacena la información meteorológica de diferentes senso-res en una memoria de estado sólido con un intervalo de muestreo de 60 minutos. La altura de la antena es de 3.5 m sobre el terreno y

se ubicó aproximadamente a 9 m sobre el nivel medio del mar. Fue instalada el 31 de marzo de 2000 y ha estado operando de manera continua hasta la fecha (febrero de 2004), sin embargo, en este es-tudio sólo se presentan resultados hasta abril de 2003. En el período de julio a octubre de 2001, la estación presentó fallas en algunos de los sensores debido a daños físicos de origen desconocido. Los datos que se reportan aquí son de rapidez y dirección del viento, temperatura ambiente, humedad relativa, presión atmosférica y ra-diación solar neta. Las series originales de los datos fueron grafi-cadas con el objeto de visualizar posibles errores debido a factores diversos, como fallas en los instrumentos, entre otros. La dirección del viento ha sido corregida por la desviación magnética (~12.4°) y se presenta en este estudio referida al Norte verdadero. Se utilizó la convención meteorológica para indicar la dirección de donde pro-viene el viento.

Se obtuvieron las estadísticas básicas de los datos para cada es-tación del año: media, desviación estándar, máximo, mínimo. Los días típicos para cada estación del año, se calcularon a partir de la siguiente expresión:

ζi= 1n Σ

n

j = 1ζij

donde ζ representa cada una de las variables medidas por la es-tación meteorológica. El subíndice i indica la hora (i = 1, 2,…, 24) y j el día de la estación del año. La dirección del viento se calculó mediante análisis direccional (Breckling, 1989). También fueron analizados histograma de frecuencias de la distribución de la direc-ción del viento. Para la detección de vientos Santa Ana en la isla se

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CONDICIONES METEOROLÓGICAS 29

compararon los datos con observaciones de otra estación meteo-rológica ubicada en Ensenada, Baja California, utilizando la tem-peratura ambiente, la humedad relativa, la magnitud y dirección del viento como parámetros indicadores.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

El patrón de vientos en Isla Guadalupe es afectado de forma casi permanente por las condiciones sinópticas del centro de alta pre-sión del Pacífico norte, el cual cambia estacionalmente tanto en intensidad como en posición (Huyer, 1983). La figura 2 muestra los promedios estacionales de los campos de presión atmosférica a nivel del mar, lo que indirectamente explica los campos de vientos dominantes en cada una de las estaciones del año. El centro de alta presión migra desde su posición más al sur en invierno (28º N/128º W, 1016 mb) (figura 2A) hasta una más al noroeste en verano (38º N/147º W, 1023 mb) (figura 2C). Como se observa, la variabilidad del centro de alta presión produce forzamientos norte-sur que favo-recen el transporte de aguas frías hacia el ecuador por la Corriente de California, así como de surgencias costeras casi todo el año, pero principalmente en primavera y verano (Huyer, 1983). Mientras que durante el invierno el centro de alta presión está prácticamente so-bre la isla, proporcionando aire frío y seco de la alta atmósfera por efecto del bombeo de Ekman, durante el resto del año, la distribu-ción de las isobaras proporciona un régimen de viento proveniente del noroeste con poca variabilidad.

En la figura 3 se muestra el patrón de vientos en Isla Guadalupe. Se observa en el histograma (figura 3a), que la dirección de donde provienen para todo el período varía muy poco; su ángulo promedio es del noroeste (319°); 85% de la frecuencia de los vientos está entre

294º -354º y un porcentaje menor al 1% se presenta para vientos del noreste y sureste. Esto indica que son poco frecuentes los eventos de vientos provenientes de regiones continentales o del Pacífico sur. En la figura 3b, se observa que a través del tiempo, en el promedio mensual, los vientos tienen una dirección predominante del noro-este (no se presenta ninguna inversión), pero su magnitud muestra una variación estacional definida (ver también la figura 4a), con los valores más intensos en primavera (7±2 m/s) y los mínimos en in-vierno (2.6±2 m/s). Lo anterior indica el carácter del patrón sinópti-

Figura 1. Localización del área de estudio. La estación meteorológica ( ) se localiza en la parte sur de Isla Guadalupe. Fuente: NASA.

N

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30 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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CONDICIONES METEOROLÓGICAS 31

Figura 3. (a) Histograma de frecuencias de la dirección de donde proviene el viento. (b) Serie de los promedios mensuales de los datos horarios del viento en

diagrama de astillas Figura 2. Presión atmosférica al nivel del mar durante las cuatro estaciones del año en el Pacífico Nor-Oriental. Las f lechas muestran indirectamente la

dirección de los vientos dominantes (Strub y James, 2002)

co predominante en la zona, que debido a la ubicación e intensidad del centro de alta presión, hace que los vientos se modifiquen en la región del Pacífico nororiental a lo largo del año.

En la figura 4 puede verse la variabilidad del promedio mensual y su desviación estándar de los datos horarios de la magnitud del

Isla de Afuera, emerge más de 200 m sobre el nivel del mar, cerca de la punta sur de Isla Guadalupe. Foto: Phillip Colla

170W 160W 150W 140W 130W 120W 110W

170W 160W 150W 140W 130W 120W 110W

60N

50N

40N

30N

20N

60N

50N

40N

30N

20N

A. Invierno B. Primavera

C. Verano D. Otoño

6 42 78 114 150 186 222 258 294 330

Dirección del viento

50

45

20

25

30

35

40

15

10

5

0

Frec

uenc

ia (%

)

a

b

Abril Agosto Diciembre Abril Agosto Diciembre Abril Agosto Diciembre Abril 2000 2000 2000 2001 2001 2001 2002 2002 2002 2003

Mes y año

3 m/s

170W 160W 150W 140W 130W 120W 110W

60N

50N

40N

30N

20N

170W 160W 150W 140W 130W 120W 110W

60N

50N

40N

30N

20N

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32 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

viento, temperatura ambiente, humedad y presión atmosférica. La temperatura ambiente, muestra un patrón estacional (figura 4b), donde el máximo (21±1.2º C) ocurre en septiembre y el mínimo (~15±1.7º C) entre enero-marzo en el año 2000 y 2002. En el 2003 se observa un incremento de temperatura de ~1º C en el período de enero-marzo. La Comisión Nacional del Agua (CNA) proporcionó normales climatológicas de 19 años (1951-1970) en el sur de Isla Guadalupe, donde la temperatura ambiente promedio es de 17.4º C. En este estudio el promedio anual es de 17.2± 2° C.

La humedad relativa (figura 4c) no muestra un patrón bien definido en su variabilidad, aunque los valores mayores se incre-mentan de fines de primavera a verano entre 75 a 82±5 % y dis-minuyen en invierno de 69 a 72±8 %. Lo anterior posiblemente se deba al aire seco y frío que baja por efecto del bombeo de Ekman en el centro de alta presión. La desviación estándar presenta los valores mayores en otoño-invierno (diciembre de 2000, febrero y noviembre de 2002, febrero y marzo de 2003). Es posible que este incremento esté asociado con la presencia de masas continentales de baja humedad como se discute más adelante. La humedad rela-tiva media de las normales climatológicas reportada por la CNA es de 81%, con muy poca variabilidad anual (80% en marzo y 84% en julio). Desconocemos el intervalo de muestreo por la CNA, sin embargo, las tendencias en general están de acuerdo con nuestros resultados pero difieren un poco en el orden de magnitud.

La presión atmosférica a lo largo del año muestra una señal es-tacional (figura 4d), cuyos valores son mayores en invierno con el máximo (1017±2.5 mb) en diciembre-enero y los valores menores ocurren en verano con un mínimo (1009±2.2 mb) en septiembre. Lo anterior se relaciona al ángulo de incidencia de la radiación so-lar durante el año, a la presencia de tormentas extratropicales en

Figura 4. Promedios mensuales de los datos horarios de: (a) magnitud del viento, (b) temperatura ambiente, (c) humedad relativa y (d) presión atmosférica

invierno, así como al desplazamiento del centro de alta presión al norte en verano. Un patrón similar de la variación estacional de presión atmosférica en Ensenada, Baja California, entre 1980-1990

d

Abril Agosto Diciembre Abril Agosto Diciembre Abril Agosto Diciembre Abril 2000 2000 2000 2001 2001 2001 2002 2002 2002 2003

Mes y año

10

8

16

14

0

18

2

4

20

6

22

12

90

80

70

60

50

1025

1020

1015

1010

1005

M (m

/s)

T (°

C)

Hr (

%)

Pa (m

b)

c

b

a

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CONDICIONES METEOROLÓGICAS 33

fue presentado en Reyes-Coca (2001). El incremento relativo de la presión atmosférica en julio se forma por la intensificación del cin-turón de alta presión a lo largo de las latitudes medias sobre los océanos y por la intensificación de la baja sobre el continente, debi-do a las lluvias de verano (Reyes-Coca, comunicación personal).

La figura 5 muestra la variabilidad diurna para un día típico pro-medio de las cuatro estaciones del año considerando todo el perío-do de medición (se incluye la radiación solar neta). En todas las variables se observa bien definida la separación entre estaciones, lo cual es característico de estas latitudes. La radiación solar neta, tiene los máximos alrededor de las 12:00-13:00 horas en primavera-verano con ~800 W/m2 (figura 5a) y disminuye en otoño-invierno hasta 600 W/m2, horario en que la radiación solar de onda corta, es el principal término del balance radiactivo. Los valores mínimos, como era de esperarse, ocurren durante la noche, entre las 18:00 y 6:00 horas, y sus valores son negativos debido a una pérdida de energía por radiación del suelo. La variación de temperatura (figura 5b) muestra un incremento a partir de las 6:00-7:00 de la mañana, con valores de 18, 16.8, 15 y 14.5 ºC, en verano, otoño, primavera e invierno, respectivamente, hasta alcanzar el máximo alrededor de las 13:00 horas con 20.5, 18.6, 17.7 y 16.5 ºC.

La humedad tiene un comportamiento inverso al de la tempera-tura durante el transcurso del día (figura 5c), con los máximos en-tre las 20:00 y 5:00-6:00 horas, cuyos valores son 83, 77, 74 y 73.5% para el verano, primavera, otoño e invierno, respectivamente, para luego disminuir y alcanzar el mínimo alrededor de las 14:00-15:00 horas con valores de 74, 69.5, 68 y 67.5 %.

La variación de la presión atmosférica presenta una oscilación semidiurna (12 horas) (figura 5d), decreciendo de invierno-primavera-otoño-verano. Dos máximos ocurren alrededor de las 10:00-11:00 y las

Figura 5. Variación diurna promedio para cada una de las estaciones del año: primavera (…), verano (_._), otoño (---) e invierno (__). (a) Radiación neta,

(b) temperatura ambiente, (c) humedad relativa, (d) presión atmosférica, (e) magnitud del viento y (f) dirección del viento

22:00-23:00 horas y dos mínimos entre las 16:00 y las 4:00-5:00 horas. Esta variación es resultado posiblemente del calentamiento solar du-rante el día, así como las horas de oscuridad durante la noche (falta de radiación) y los consecuentes efectos sobre la temperatura y densidad

Hora

900

700

500

300

1018

1016

1014

1012

Radi

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lar n

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(W/m

2 )

100

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22

20

18

16

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75

70

65

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l aire

(°C

)

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(%)

0 6 12 18 24 0 6 12 18 24 0 6 12 18 24

0 6 12 18 24 0 6 12 18 24 0 6 12 18 24

a b c

Hora Hora

1010

8

7

6

5

4

340

340

320

310

300

Pres

ión

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(mb)

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l vie

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)

Dire

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n de

l vie

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d e f

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34 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

del aire. Para todas las estaciones, el máximo de la magnitud del viento es entre las 17:00-18:00 horas con valores de 7 m/s en primavera, 6.5 m/s en verano y 5.3 m/s en otoño e invierno (figura 5e). Un máximo secundario ocurre a las 3:00 horas y el mínimo aproximadamente a las 9:00 horas. La dirección del viento, aunque presenta una variación di-urna, los valores oscilan entre 308° y 338° (figura 5f), lo que indica que no existe un patrón de brisas típico en la zona, donde se de un cambio de dirección de los vientos, mar-tierra y tierra-mar. Predomina la com-ponente sinóptica de los vientos del noroeste.

La presencia de masas continentales en Isla Guadalupe coincide con la ocurrencia de eventos Santa Ana. Se ha reportado que en al-gunas ocasiones los vientos Santa Ana se extienden sobre el Pacífi-co a cientos de kilómetros de las costas de California y la península de Baja California, alcanzado Isla Guadalupe (Svejkovsky, 1985; Castro et al., 2003). Como ejemplo, se contrastan observaciones de humedad relativa y temperatura del aire, entre Isla Guadalupe y una estación costera ubicada en el puerto de Ensenada, Baja Cali-fornia (figura 1), en febrero y noviembre de 2002. Entre el 9 y el 11 de febrero de 2002 se reportó la presencia de un evento Santa Ana en la región (Castro et al., 2003; Trasviña et al., 2003). El índice de ocurrencia de condición Santa Ana de la Universidad de Califor-nia, en San Diego (http://meteora.ucsd.edu/weather.html), reportó condiciones de eventos Santa Ana los día 12, 13, 15, 16, 18-22 de noviembre de 2002. Una comparación de la isla con datos costeros se presenta aquí por primera vez. En general, se observa que la os-cilación diurna de la temperatura modulada por el calentamiento solar (figuras 6a y 6c), es de mayor amplitud en la estación costera de Ensenada que en la estación oceánica de la isla. Sin embargo, la temperatura es mayor en Isla Guadalupe, a excepción de los perío-dos donde ocurrió la condición Santa Ana, donde hay un incre-

mento abrupto de la temperatura (figuras 6a y 6c), así como una disminución de la humedad (figuras 6b y 6d). En febrero de 2002

Figura 6. Variación diurna de la temperatura ambiente, (a) y (c), y de la humedad relativa (b) y (d) en Isla Guadalupe y Ensenada, Baja California, en febrero y

noviembre de 2002

30

T (°

C)

05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26

20

10

Isla GuadalupeEnsenada

100

75

50

25

10

Hr (

%)

Días (febrero de 2002)

05 06 07 08 09 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26

Días (noviembre de 2002)

30

T (°

C)

20

10

100

75

50

25

10

Hr (

%)

a

b

c

d

Vórtices en Isla Guadalupe. Fuente: NASA 13/06/2001.

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CONDICIONES METEOROLÓGICAS 35

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36 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

nitud y la dirección de donde provienen es del este y ligeramente del sur (figura 7a). En las figuras 6 y 7, se observa un desfase en tiempo entre las dos estaciones en el período de ocurrencia de los eventos Santa Ana, lo cual se debe a que la masa de aire de origen continental llega primero a la costa de Baja California. Los vientos Santa Ana se originan cuando el centro de alta presión Pacífico norte, en algunas ocasiones, se desplaza hacia el continente sobre la parte norte o central de California, al mismo tiempo que un débil sistema de baja presión ubicado fuera de la costa del sur de California en el Pacífico, genera un gradiente de presión que pro-duce los vientos hacia el mar (Svejkovsky, 1985). Las características de la masa de aire continental, en cuanto a su alta (baja) tempera-tura (humedad), se debe a la compleja topografía del terreno (mon-tañas y cañones) que existe desde la mitad sur de California y Baja California, causando cambios adiabáticos en la masa de aire antes de llegar al océano.

AGRADECIMIENTOS

Se agradece al apoyo otorgado por el proyecto No. 1361 de la 7ª Convocatoria de la UABC y al proyecto SEP-FOMES 1998-1999. En especial a la Secretaría de Marina, 2da Zona Naval Militar de En-senada, Baja California, por el apoyo en el transporte de personal y equipo en sus embarcaciones a la Isla Guadalupe y por sus aten-ciones. A la Secretaría de Gobernación por el permiso otorgado. A los estudiantes de la Facultad de Ciencias Marinas de la UABC por su participación en las campañas de mantenimiento de la estación meteorológica.Figura 7. Serie de los datos horarios del viento en diagrama de astillas para

febrero de 2002. (a) Isla Guadalupe y (b) Ensenada

hubo un evento entre el 21-22, pero no alcanzó a detectarse su presencia en la isla y sí en Ensenada. En noviembre, los descensos en humedad e incrementos en temperatura fueron menos fuertes, destacando el que ocurrió entre los días 15-17 (figuras 6c y 6d). La variación diurna de la humedad mostró un patrón inverso al de temperatura en todos los días de ocurrencia de los eventos Santa Ana (figuras 6b y 6d) con un drástico descenso de humedad, desde valores de 80-89% bajó a 10-15% en ambas localidades sobre todo en febrero. La figura 7 muestra una comparación de los vientos en un diagrama de astillas entre Isla Guadalupe y Ensenada en febre-ro de 2002. En general, se observa que los vientos son más inten-sos en Isla Guadalupe durante el período, salvo cuando sucedió la condición Santa Ana (figura 7). Entre el 9 y 11 de febrero, se apre-cia un cambio notable en la magnitud (incremento) y la dirección (del noreste) del viento en Ensenada (figura 7b); en cambio, en Isla Guadalupe, los vientos intensos del noroeste disminuyen en mag-

05-02 07-02 09-02 11-02 13-02 15-02 17-02 19-02 21-02 23-02 25-02

Día y mes (2002)

a

b

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CONDICIONES METEOROLÓGICAS 37

BIBLIOGRAFÍA

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Page 38: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

38 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Page 39: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPE 39

La vegetación de Isla Guadalupe. Entonces y ahora Thomas A. Oberbauer

Traduccion al español:

Ana Silvia Ruiz de Chávez

INTRODUCCIÓN

La primera observación documentada de Isla Guadalupe se llevó a cabo por los miembros del equipo comandado por Juan Sebastián Vizcaíno en su segundo intento por explorar

y levantar un mapa de la costa occidental de Norteamérica y de lo que en la actualidad es Baja California. Intentando realizar un mapa de la costa oeste de las Californias, Vizcaíno comandó cua-tro buques. Durante un viaje, en el año 1602, el Padre Antonio De La Ascensión escribió unas notas sobre un encuentro con una isla de gran tamaño que, indudablemente era Isla Guadalupe (Wagner, 1929):

Aunque hicieron todos los esfuerzos para desembarcar en ella, no fue posible alcanzarla, puesto que el fuerte viento en contra lo im-pidió. Pasaron dos días tratando de desembarcar algunos hombres en la isla, pero no fue posible…. Con el fin de no perecer sin ninguna esperanza, decidieron regresar hacia el continente, de manera que si el barco se abría y se iba a pique, los hombres podrían salvarse al estar cerca de tierra.

Pasaron doscientos treinta años entre estas observaciones sobre Isla Guadalupe y una descripción actual de su apariencia. Mien-tras tanto, desde finales de 1700 o principios de 1800, Guadalupe fue continuamente visitada por cazadores de lobos finos, nutrias y elefantes marinos (Scammon, 1874; Townsend, 1931; Ogden, 1941). Una de las primeras descripciones escritas de Isla Guadalupe, si no es que la primera, es la de A. Du Petit-Thouars en su diario sobre los viajes de la fragata Venus en 1836. En noviembre de ese año, par-tieron de la costa de California y se dirigieron a Isla Guadalupe; su

Ciprés de Guadalupe, Cupressus guadalupensis guadalupensis. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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objetivo era verificar la localización y estudiar la hidrografía. El 17 de noviembre llegaron a la isla.

La isla de Guadalupe es muy alta. En todas sus caras muestra laderas empinadas que parecen imposibles como puntos de desem-barque, excepto en el N. E. y S. S. E….

Evidentemente, la isla es de origen volcánico, no está habitada y no vimos ningún signo de que alguna vez lo haya estado. Además, por su naturaleza estéril parece difícilmente susceptible de recibir a población alguna, excepto aquellos que se establecen temporalmente para la cacería de focas. La vegetación que encontramos en Isla Gua-dalupe no parecía muy vigorosa. La isla solamente está cubierta de árboles en su pendiente norte que mira al N.N.E, pero en algunas cañadas en la costa este y en algunas hondonadas en la superficie vimos algunos arbustos y árboles con crecimiento atrofiado. El resto está cubierto por vegetación dispersa que a menudo deja las rocas descubiertas. No encontramos agua en ninguna parte pero las pen-dientes orientales nos parecieron haber estado cortadas por varios lechos de torrentes secos, lo que nos hace presumir que durante el invierno y parte de la primavera, puede encontrarse agua en la isla.

En 1874, alguien con el nombre de “Buena Esperanza” escribió una descripción de Isla Guadalupe en Forest and Stream. El artícu-lo, titulado La Isla de la Piel de Oro, Sin Duda Alguna, pretendía ex-altar las virtudes de la isla para atraer inversionistas a un proyecto de cría de cabras para producir lana de Angora, sin embargo, ofrece una mirada, aunque un tanto sesgada, del hábitat en Isla Guadal-upe. En 1870, se estimaba la existencia de 100,000 cabras en la isla. El artículo habla de bosques en Isla Guadalupe con una extensión de 4,500 acres de “cedro blanco y pino” refiriéndose a cipreses y

pinos de Monterey aunque el artículo también hace referencia a “madera de abeto” posiblemente el enebro, en la parte central de la isla y menciona la presencia de sicómoros que aparentemente nun-ca existieron.

COMUNIDADES VEGETALES

En la actualidad, la vegetación en Isla Guadalupe presenta los efec-tos de lo que podría ser casi dos siglos de intenso pastoreo y ramo-neo de cabras. Existe poca vegetación que pueda ser registrada en un mapa. El bosque de cipreses también está disminuyendo de ma-nera precipitada. Las principales áreas en donde la vegetación pa-rece una comunidad relativamente intacta son la parte sureste, en donde encontramos Lycium, Atriplex y Ambrosia y la mesa sur con Deinandra greeneana y Deinandra palmeri. Las notas de Palmer y otros (Watson, 1876; Gray, 1876; Greene, 1885; Anthony, 1925; Moran, 1996) ofrecen algunas ideas acerca de la existencia de con-juntos de vegetación y especies dominantes dentro de ellas. En épo-cas modernas Meling-Lopez (1985) estudió la vegetación existente en Isla Guadalupe, y considera que las comunidades vegetales que existen como remanentes probablemente existieron en el pasado. Para consultar un listado de las especies dentro de cada comunidad, véase el apéndice.

Bosque de pino

Lo que más resalta de las comunidades vegetales es la llamativa apa-riencia del bosque de pino. Dentro de éste, Pinus radiata var. binata es el indicador clave que forma lo que pudo haber sido casi roda-les puros de pino. No obstante, otras especies que habrían existido

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junto con los pinos en el periodo anterior a la llegada de las cabras habrían sido especies de Ceanothus, Arctostaphylos y Heteromeles. El bosque de pinos está confinado a áreas en donde prevalece la niebla durante la primavera, el verano y el otoño. Isla Guadalupe es notable por su ubicación en el medio de la Corriente de California en donde se forman nubes costeras tipo stratus como resultado de las temperaturas moderadamente frías del océano. Algunos días, por un momento, y en ocasiones durante días, el extremo norte de la isla está expuesto a nubes que se amontonan y diluvian sobre las elevadas lomas. Sesenta y dos por ciento de los días en el verano están nublados o parcialmente nublados en Isla Guadalupe compa-rado con diecinueve por ciento de los días en San Diego durante un periodo similar (Oberbauer, 1993). En el condado de San Diego Pi-nus torreyana lo hace en sitios que reciben solamente una precipi-tación media estacional de 27.5 cm, Pinus radiata y Pinus muricata lo hace en zonas de California que reciben entre 33 cm y 51 cm de lluvia por estación, sin embargo, la condensación de la niebla podría duplicar esta cantidad.

Se ha elaborado un mapa de la precipitación media estacional en Isla Guadalupe (mapa 1), con base en un aumento extrapolado de la precipitación con aumento en los datos de elevación y precipitación descritos en Moran (1996) para la estación que antiguamente existía en el extremo sur de la isla. Cerca de Erendira, en tierra firme en Baja California, Pinus muricata crece en una cordillera baja y en los ca-ñones de baja altitud que reciben entre 20.3-38 cm de lluvia. En Isla Guadalupe, la niebla complementa en gran medida la precipitación normal sobre todo durante los años en que su promedio es bajo.

En Isla Guadalupe, el pino más grande, con un tronco de aproxi-madamente 2.1 m de diámetro, crece en el límite superior de su área de distribución. Estos árboles, por lo general, crecen hasta un

Mapa 1. Precipitación estacional (cm)

tamaño muy grande y muchos de ellos sobrepasan los 25 m de alto, alcanzando hasta 30 m el de mayor altura. El pinar de la parte norte

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consiste en aproximadamente 202 árboles dispersos (Rogers, 2002 CNPS presentación), habiendo disminuido de 383 en la década de 1960 (Libby, 1968).

Bosque de cipreses

El bosque de cipreses, formado por Cupressus guadalupensis, con-forma lo que aún parecen ser rodales relativamente densos en dos grandes manchones en la parte alta de la isla, cerca del pico más elevado. Debido a su elevación (1,200 m), el área recibe una preci-pitación suficiente para sostener a los cipreses. Sin embargo, aun-que el área podría estar expuesta a la niebla, la punta norte, por su elevación superior, frecuentemente se encuentra por encima de la capa de nubes. El ciprés de Tecate, en el condado de San Diego, crece en cañones que reciben aproximadamente 30 cm de lluvia por estación, aunque la distribución más amplia de estos árboles recibe entre 38-45 cm de lluvia por estación. Estos cipreses también son relativamente grandes, ya que frecuentemente alcanzan entre 12 y 18 m de altura. Aunque algunas plantas nativas crecen actualmente junto con los cipreses, es probable que Ceanothus y Heteromeles hayan crecido con ellos en tiempos prístinos.

Chaparral

El chaparral es una comunidad vegetal que en la actualidad está totalmente ausente en Isla Guadalupe, aunque se han recolecta-do elementos de dicha comunidad, incluyendo varias especies de Ceanothus, Arctostaphylos, y Heteromeles. En tierra firme, cerca de donde crecen los cipreses y pinos de Monterey, en los claros entre los árboles, crecen chaparrales formando un mosaico vegetal alre-

dedor y entre las arboledas y bosques. Generalmente, el chaparral también crece más abajo en las pendientes, en condiciones menos favorables para los árboles mismos. En la isla prehistórica, el cha-parral hubiera crecido en toda la loma conectando entre sí a los bosques de cipreses y pinos (véase Junak et al., en este volumen para información sobre el reciente descubrimiento de Ceanothus de Isla Guadalupe).

Matorral de Artemisia de Guadalupe

En escritos de los primeros exploradores de la isla se describe un tipo de vegetación de matorral de Artemisia. Satureja palmeri se menciona frecuentemente como dominante en las pendientes cercanas a las porciones bajas de la isla, y en ese entonces se le describía como menos susceptible a ser devorada por las cabras (Watson, 1876). Otras especies que habrían existido junto con ella son una mezcla única de arbustos bajos, algunos con flores impresionantes, como por ejemplo Senecio palmeri y Crossoso-ma californica. Palmer describió extensas áreas cubiertas con Senecio. Galvezia speciosa que habría crecido en áreas rocosas. Artemisia californica, el matorral común de California, también habría existido en esta comunidad, habiendo sido recolectada en muchos sitios de la isla. Crossosoma está clasificada como un elemento del matorral de Artemisia a pesar de que se encuentra en acantilados empinados. Sin embargo, en Isla San Clemente se encontró en suelos planos en medio de matorral desértico marí-timo. Esta comunidad de matorral de Artemisia, que ya no existe, habría sido una de las más diseminadas en la isla, bajando hasta la orilla del agua en el lado noreste de la isla y subiendo hasta el bosque y chaparral en las partes más altas. Pueden encontrarse

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plantas individuales remanentes en algunos de los acantilados más empinados, pero en las tierras bajas han sido eliminadas.

Encino/Bosque bajo de las cañadas

En los cañones profundos de la punta norte de la isla, desde las elevaciones más bajas y extendiéndose hasta entrar en los bosques de pino y palma, crece un tipo de bosque bajo con predominio de Quercus tomentella. No obstante, algunas especies asociadas, ha-brían sido Rhamnus pirifolia, Heteromeles arbutifolia y Hespere-laea palmeri, actualmente extinto. En la actualidad los encinos son muy limitados en Isla Guadalupe y parecen estar disminuyendo de manera general.

Bosque de palmas

Brahea edulis forma un extenso rodal en la parte noroccidental de Isla Guadalupe. También se encuentran grandes cantidades de palmas en los fondos de los canales de escurrimiento en toda la isla, inclusive en la parte árida al suroriente y al suroccidente. Entre las especies que habrían existido con ellas se encuentran Lonicera hispidula var. vacillans, Marah macrocarpa y Senecio palmeri. En algunos de los cañones del lado noroeste, las palmas crecían dentro del bosque de pinos. En la pendiente noroeste de la isla aún quedan palmas en número considerable, sin embargo, su densidad ha disminuido significativamente en los últimos 50 años. También hay palmas en la costa suroccidental y en la parte superior del arroyo Melpómene, aunque su número está dismi-nuyendo.

Hierba/Pastizal

En aquellas partes de la isla en donde los suelos son más profun-dos y finos crecía de manera natural vegetación de pastizal. El sitio principal de esta comunidad habría sido la región que rodea la pis-ta de aterrizaje. Nasella lepida habría sido una especie dominante y también debió existir Dissanthelium californicum en supuesta abundancia. De igual forma, habrían existido varias malezas que aún encontramos en los pastizales, incluyendo Lasthenia californi-ca, Layia platyglossa, Gilia nevinii y Guillenia lasiophylla. Pogogyne tenuiflora se encontró en el área cerca del manantial y en un tipo de hábitat húmedo de rezumadero, aunque probablemente en un área muy restringida, incluso en los tiempos prístinos. Los pastiza-

Cistanthe guadalupensis. Foto: GECI

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les aparecen en forma naturalizada con especies introducidas en la parte central de la isla. Las zonas modernas de pastizal, en la parte norte, son resultado de la remoción de la vegetación de arbustos por parte de las cabras.

Mesa de Guadalupe/Matorral de los islotes

Una de las comunidades más interesantes en Isla Guadalupe es la vegetación que se encuentra en la parte de la mesa sur de la isla y en los islotes adyacentes (Rebman et al., 2002). Ésta se compone de una mezcla de especies suculentas y no suculentas. En la parte principal de la isla el apacentamiento de las cabras parece haber eliminado casi o totalmente a varias especies, pero los islotes se encuentran en con-diciones más o menos prístinas, sin pastoreo y con pocas malezas.

La más notoria de estas especies es Cistanthe guadalupensis, un arbusto de tallo grueso como salchichón con hojas suculentas y varas de flores rosas que aparecen durante un breve periodo en primavera. Otras que tienen una cubierta vistosa son Deinandra greeneana, Deinandra palmeri y Lavatera lindsayi. Lavatera forma parches de crecimiento frondoso en medio de Cistanthe. Stephano-meria guadalupensis es otra planta que se ha encontrado en algu-nos sitios en la isla principal, pero que es dominante en los islotes. Las hojas y tallos suculentos de varias de ellas las han convertido en blancos principales para el apacentamiento de las cabras. En la isla principal, la vegetación en esta asociación está dominada por especies de crecimiento bajo, Deinandra, Sphaeralcea, Lupinus, Castilleja y Lomatium pues probablemente las suculentas eran más apetitosas para las cabras. Los líquenes son uno de los elementos principales de estas comunidades y ofrecen una cubierta costrosa y de hojas para las rocas expuestas.

Antes del apacentamiento de las cabras probablemente esta comunidad se extendía desde la mesa del sur hasta el arroyo Melpómene, y hasta el lado este hacia el Punto Amarillo.

Bosque bajo de enebros

Algunos de los investigadores pioneros, incluyendo a Palmer y An-thony (Watson, 1876; Anthony, 1925), describieron extensos bos-ques de enebros (Juniperus californica) en la parte norte de lo que hoy en día es el valle con la pista de aterrizaje y que llega hasta el lado este de la isla. Aparentemente, era casi un rodal de puros enebros, sin embargo, es probable que estuviera mezclado con los elementos del matorral de Artemisia de la isla. Los árboles estaban en proceso de morir cuando Palmer visitó la isla y desaparecieron rápidamente durante los años subsiguientes, a inicios del siglo XX, aunque en la década de 1950 Moran (1996) encontró árboles de 5 m de altura en los cañones del lado oriental.

Superficie desnuda

En la época moderna, las rocas descubiertas y el suelo expuesto se encuentran muy extendidos en la isla. En vastas áreas el suelo está erosionado, mostrando piedras volcánicas rodantes del tamaño de un balón de fútbol. Varios conos de escoria volcánica parecen haber quedado descubiertos de manera natural. La roca y el suelo expues-tos deben haber estado diseminados en manchones en varios sitios de la isla. En algunas partes que están casi totalmente descubiertas, Nicotiana glauca es bastante común, sobre todo en las pendientes del lado noreste.

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Comunidad Superficie Porcentaje Superficie Porcentaje

original (km2) actual (km2)

Bosque de pino 6.5 2.55% 0.05 0.02%

Bosque de ciprés 9.5 3.70% 1.40 0.55%

Bosque bajo de enebros 12.0 4.70% 0 0

Bosque de palmas 7.5 2.90% 0.80 0.31%

Encino/Bosque bajo de las cañadas 3.0 1.20% 0 0

Chaparral 6.0 2.30% 0 0

Hierba/Pastizal 12.5 4.90% 128.25 50.20%

Mesa/Islotes 12.0 4.70% 12.00 4.70%

Matorral de Artemisia de Guadalupe 76.0 29.75% 0 0

Matorral desértico marítimo 105.5 41.30% 8.00 3.13%

Tierra desnuda 5 2.00% 105.00 41.09%

Cuadro 1. Área de vegetación. Entonces y ahora

Mapa 2. La vegetación prehistórica de Isla Guadalupe

Matorral de Artemisa de Guadalupe

Palmar

Pino

Chaparral

Encino

Encino

Cip

rés

Matorral de Artemisa de Guadalupe

Matorral desértico marítimo

Enebro

Enebro

EnebroHierba y pastizal

Palmar

Palmar

Matorral desértico marítimo

Mesa de Guadalupe/matorral de los islotes

Mesa de Guadalupe/matorral de los islotes

Enebro

Estimación de la cubierta vegetal en tiempos prehistóricos y modernos

El mapa 2 muestra un dibujo de la vegetación natural potencial en Isla Guadalupe. El cuadro 1 incluye estimados de la cubierta de varias comunidades vegetales en tiempos prehistóricos y mo-dernos.

Entre las comunidades vegetales más modificadas se encuen-tran el enebro y el matorral de Artemisia que originalmente cu-brían grandes porciones de la isla y que en la actualidad han sido completamente eliminadas.

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La vegetación teórica original ofrece una meta por alcanzar. La remoción de las cabras ferales no implicará el regreso de todas las comunidades vegetales, sin embargo, como se descubrió en los úl-timos años y como se informará en este volumen, la eliminación de las cabras brinda una oportunidad para que las plantas crezcan y se extiendan. La repoblación o recreación de la vegetación a niveles comparables a los de las comunidades originales podría requerir una propagación activa al igual que el reestablecimiento de las plan-tas que, indudablemente, seguirán surgiendo una vez que se hayan quitado las cabras.

UNA RECREACIÓN DE ISLA GUADALUPE PREHISTÓRICA

Podemos imaginar una época antes de que llegaran los balleneros o los rusos y exterminaran a las nutrias marinas, al elefante marino del norte y al lobo fino de Guadalupe. Era una época en que Isla Guada-lupe era un verdadero mundo perdido, un paraíso para los naturalis-tas mezclado con la fauna silvestre.

Imagínese la zona norte cubierta con bosques de pino. Bajo condiciones prístinas, debió haber sido un área biológica esplén-dida. Densos pinares creciendo en arboledas casi impenetrables con inmensos árboles que miden docenas de metros. La loma norte debió haber estado tapizada por una densa cubierta de chaparral, encinos y pinos. Las áreas más escarpadas tendrían una cubierta de lilas silvestres, de Ceanothus perplexan de flores blancas y Ceano-thus arboreus de flores azules. Las copas de los pinos delineando las cimas proyectándose hacia el cielo en áreas con pequeñas banqu-etas y escalones. Los pinares bajaban hasta los cañones y llegaban hasta la pendiente norte, mezclándose con encinos y otros árboles como Rhamnus pirifolia y con el borde superior del denso palmar. Imagínese chaparrales y palmas creciendo juntos.

Las únicas áreas que no estaban cubiertas por una vegetación densa habrían sido las pendientes con guijarros debajo de los acan-tilados y los montones abiertos de rocas. Toda la loma, desde la parte más alta al norte que, en la actualidad está ocupada por el árbol del viejo monarca, habría estado cubierta por densos bosques, como el que se encuentra en el área de Monterey en la Alta California. Los pinos más grandes alcanzaban más de 30 m de altura y 30 m de ancho, por el largo de sus ramas. El sotobosque era de chaparral y toyón (Heteromeles arbutifolia macrocarpa). El bosque se mezclaba con la avifauna. Un paseo por el bosque durante las primeras horas

Flores de Dichelostemma sp. Foto: GECI

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LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPE 47

de la mañana hubiera estado repleto de los cantos de los pájaros. El intenso, dulce y burbujeante trino del Reyezuelo Rojo de Gua-dalupe podía escucharse por encima del viento soplando a través de la niebla y de las ramas de los pinos. Los juncos de ojos oscuros entonaban su rechinante canto de una sola nota. El fuerte quiiir de los pájaros carpinteros atravesaba el bosque. Al explorar las ramas se veían sitas canadienses en los árboles y gran cantidad de escon-drijos del Petrel de Guadalupe. Se escuchaba también el alegre y un poco monótono llamado del piquituerto común. Los cantos del Pinzón de Guadalupe brotaban por toda el área. También, de vez en cuando, a través de la brisa y de la niebla, se oía el llamado del toquí pinto, parecido a un insecto mecánico. La niebla arrastrada por el viento y condensada sobre las agujas mojaba el suelo con finas gotitas en cada aguacero. En gran parte de la primavera y a inicios del verano, la tierra y el humus de pino estaban húmedos o quizás mojados. Se podían hallar rezumaderos cubiertos por pequeños he-lechos por toda la loma debido a la abundancia de humedad. De vez en cuando podían verse caracaras volando a través del cielo dirigié-ndose hacia un cadáver de algún animal marino varado en la playa. Todo era verde, sereno y húmedo. Aunque no se ven durante el día, en las noches sin luna los petreles de Guadalupe salen de sus escon-drijos entre los pinos, al igual que muchas polillas blancas y negras de grandes tamaños.

Al noroeste de los bosques de pino y bajando por los principales desfiladeros de la isla, la palma de Guadalupe aparecía en hermosas y tupidas arboledas, formando un denso dosel con sus abanicos. En el sotobosque se encontraban especies de matorral de Artemisia en las áreas bajas y Ceanothus en las áreas más altas. La densidad de este bosque de palmas era impresionante, con miles y miles de individuos en la arboleda principal. Desde arriba, el sol brillaba so-

bre los abanicos de las palmas. Dentro del bosque podían oírse los abanicos frotándose contra la brisa.

En la loma superior y en las pendientes más elevadas, extendié-ndose hacia abajo hasta los circos superiores (las pendientes de la cara este que forman el lado oeste de la caldera colapasada) y las pendientes más altas al occidente de la parte más elevada de la isla, el ciprés de Guadalupe creaba un denso bosque verde y sombrío. Los árboles crecían incluso en la zona cercana al manantial en el que el agua era abundante. Y eran colosales, hasta de 25 metros de altura. En lugar de un solo manantial, había varios que se extendían

Flor en Islote Negro, Cistanthe guadalupensis. Foto: Kirsten Lindquist

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hasta la parte alta del valle. Los juncos, las sitas, los pájaros carpin-teros y reyezuelos eran comunes y se encontraban diseminados por todo el bosque, cuyo margen inferior en las partes bajas se trans-formaba de manera gradual en chaparral y en un tipo de matorral de Artemisia en zonas un poco más bajas.

La vegetación de matorral de Artemisia estaba dominada por Pe-rityle incana con su apariencia de brocado de plata, pero también por la gris verdosa Artemisia californica con sus hojas en forma de plu-ma, el símbolo del matorral costero en tierra firme. Senecio palmeri, el gran arbusto de hojas plateadas con flores amarillas de gran tama-ño. Crossosoma californica, Galvezia speciosa, Galium angulosum, encinos y palmas se extendían hasta el Cañón de Esparza en el lado este. Cerca de la cima, Hesperelaea, hasta de 20 pies de alto crecía formando una arboleda lineal. Hesperelaea, el árbol de la familia de los olivos que crece en los desfiladeros de la zona le daba una aparien-cia tropical del centro de Baja California. Desde el exterior el bosque de ciprés tenía una apariencia verde oscuro. Sin embargo, el área del manantial alimentaba algunas flores silvestres, como Pogogyne tenui-flora púrpura, un miembro muy aromático de la familia de la menta, relacionado estrechamente con especies que crecen en las pozas pri-maverales en tierra firme, y amapolas anaranjadas. Pendiente abajo, el matorral de Artemisia vestía a los declives y los acantilados con flores grises y amarillas en los escalones superiores. Otro miembro de la familia de la menta, Satureja palmeri, era un arbusto de dulce olor a menta que crecía en las partes altas del matorral de Artemisia y entre los árboles. Una travesía desde la base noreste de la pendiente hasta la cima de la isla lo expondría a una variedad de comunidades vegetales únicas que solamente existen en esta isla.

Al sur de la arboleda de cipreses, bajando hasta la mitad de la isla y cerca del camino moderno, crecía una gran arboleda de enebros.

Los enebros son típicos de las montañas de los desiertos del sur de California, pero en esta isla crecían con elementos de matorral de Artemisia de bajas alturas. Estos árboles alcanzaban alturas de 5 m y hasta 8 m de ancho, llenando con miles de individuos las laderas de las colinas. Los tui-tui-tui del chivirín cola oscura traspasaban las pendientes cubiertas de arbustos. De hecho, probablemente los enebros se extendían un poco hacia el monte El Pichacho junto con la comunidad de matorral costero con predominio de Artemisia, pero con una singular mezcla de especies.

En varias de las partes más planas, al norte y al este de la mo-derna pista de aterrizaje, suelos de arcilla albergaban herbajes con algunos pastos, sábanas de amarillo brillante de Lasthenia chrysos-toma y manchones de amapolas anaranjadas. Los lupinos púrpura también estaban presentes. Estas áreas albergaban a la lechuza de la pradera y eran áreas de forraje para los caracara que rascaban y es-carbaban en busca de saltamontes y otros insectos de gran tamaño.

Más al sur, el arbusto con hojas de helecho grises, Ambrosia camphorata, Atriplex barclayana, otro arbusto de hojas grises, y la frutilla, de tallo espinoso (Lycium californicum) formaban una combinación de matorral desértico muy propagada con una apa-riencia gris suave contradiciendo sus características verdaderas. El mecanismo espinoso de defensa era un remanente de la ubicación de esta comunidad en el continente, en donde existían los depreda-dores. En Guadalupe, esta característica antecede a la existencia de las cabras en la isla. Este tipo de vegetación cubría vastas áreas de la parte sur de la isla. Aún en los escurrimientos, arboledas de palmas en línea creaban un listón de copas de árboles como plumeros. En estas zonas, en las lomas rocosas, se escuchaban los saltaparedes roqueros siempre quedándose cerca del suelo, llamando con su in-tenso tui-tui.

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Sin embargo, en la porción sur de la isla, y probablemen-te en sitios dispersos en las áreas de tierras bajas en toda la isla, la vegetación adoptaba una apariencia de suculentas. Cistanthe guadalupensis, la hermosa suculenta de tallo gris crecía en áreas extensas, sus flores flotaban en el viento en la extensa mesa del sur so-bre la caleta Melpómene. Ste-phanomeria guadalupensis de hojas blancas crecía en ra-cimos y parches. Deinandra, con flores amarillas claras en primavera, crecía en parches postrados sobre la meseta guijarrosa. Las rocas estaban cubiertas por líquenes, las plantas crecían como una capa costrosa de color brillante sobre la meseta. Lupinos azules de fieltro con hojas de plata (Lupinus niveus) crecían en parches en la tierra suelta, sobre todo a lo largo del aguaje Melpómene. Es difícil caminar sin aplastarlos.

Aquí, la avifauna no era dominante. Las gaviotas occidentales anidaban en los acantilados, y los caracaras navegaban por la costa en busca de elefantes marinos o lobos finos de Guadalupe enfermos o muertos. Se desplazaban en pequeños grupos de entre 3 y 5 aves con su vuelo despreocupado.

En enero y febrero el litoral que rodea a toda la isla estaba to-talmente cubierto por elefantes marinos. Pelean, dan a luz y se

aparean dentro de la zona del rocío salado. Cada año regresaban más de 20,000. Los grandes machos, mien-tras no sean incitados a pelear, levantan la cabeza y la vuelven a inclinar, de-jando que su probóscide se extienda en sus mandíbulas abiertas, produciendo un sonido parecido a un palo golpeando contra un tam-bor de acero. El donc, don, donc, el llamado de los ma-chos dominantes, su gruñi-do y bramido y el ocasional sonido intenso cuando dos machos en contienda azo-tan sus mandíbulas abiertas

contra el cuello de su adversario podía oírse sobre las olas golpean-do, librando su batalla hasta la orilla del mar. Una parvada de cara-caras se amontona y pelea mientras se alimenta sobre el cadáver de una cría recién nacida, crujiendo y castañeteando mientras force-jean para sacar la mayor ventaja. De vez en cuando, un trozo del cadáver de un elefante marino es arrastrado hacia la costa, la víc-tima de un gran tiburón blanco que dejó un poco de comida.

En la parte sur de la isla, los lobos finos de Guadalupe cubrían las rocas de la playa, prefiriéndolas sobre las costas guijarrosas de la parte norte, aunque no tanto como las playas habitadas por los elefantes marinos. También se veían caracaras caminando por las

Tabaquillo, Nicotiana glauca. Foto: GECI

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rocas, buscando restos de vida marina, probablemente atrapando algunos invertebrados marinos. Mirando el cielo y la costa a veces se podían ver las gaviotas occidentales. Las nutrias marinas bucea-ban y retozaban juguetonas en las zonas rocosas mareales.

La prístina Isla Guadalupe era un paraíso naturalista que existió hace apenas 200 años. Nadie sabe qué especies se per-dieron antes de la introducción de las cabras, pero considerando que en tiempos de Palmer ya había importantes modificaciones en el hábitat a causa de su apacentamiento y ramoneo, es pro-bable que muchas especies se hayan extinguido incluso antes de ser observadas.

Solamente podemos esperar que el retiro de las cabras permita la repoblación de la vegetación, aunque sea en un pequeño porcen-taje respecto de la gloria original de la isla.

Un día del otoño de 1602, los lobos finos de Guadalupe retozaban en las rocas de la costa sureste. Al sur, en el horizonte, un extraño objeto se meneaba y esforzaba por alcanzar la isla. Poco sabían los animales respecto de que el buque velero Santo Tomás cambiaría para siempre el futuro de la isla y marcaría el fin de la biodiversidad que en ella existía al momento de su llegada.

AGRADECIMIENTOS

Quisiera expresar mi agradecimento a Exequiel Ezcurra y al Museo de Historia Natural de San Diego, al barco de pesca deportiva de largo alcance Pacific Queen y a William Everett por brindarme la oportunidad de visitar y explorar Isla Guadalupe durante un perio-do de 24 años. También quisiera agradecer a los patrocinadores del Simposio y a Brad Keitt por permitirme presentar esta ponencia.

BIBLIOGRAFÍA

Anthony, A W. 1925. Expedition to Guadalupe Island, Mexico in 1922. The birds and mammals. Proceedings of the California Academy of Sciences. Serie 4(14): 277-320.

Du Petit-Thouars, A. 1956. Voyage of the Venus:soujourn en California. Excerpt from Voyage autour du monde sur la fregate Venus pendant les annees 1836-1839. Traducción de Charles N. Fudkin. Glen Dawson Press, Los Angeles. 113 pp.

Esperanza, Buena. 1874. La isla de la piel de oro, sin duda alguna. Forest and Stream 2(22): 337-338.

Primavera en la isla con amapola, Eschscholzia elegans. Foto: Brad Keitt

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LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPE 51

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52 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

APÉNDICE

Comunidades vegetales y especies dominantes pronosticadas

Matorral de Artemisia de Guadalupe

Perityle incana

Senecio palmeri

Artemisia californica

Crossosoma californica

Galvezia speciosa

Haploppapus canus

Satureja palmeri

Malosma laurina

Mesa de Guadalupe /

Matorral de los islotes

Deinandra greeneana greeneana

Deinandra palmeri

Lupinus niveus

Castilleja fruticosa

Lycium californicum

Cistanthe guadalupensis

Lavatera lindsayi

Lavatera occidentalis

Stephanomeria guadalupensis

Lomatium insulare

Eschscholzia palmeri

Sphaeralcea palmeri

Mammillaria blossfeldiana

var. shurliana

Dudleya guadalupensis

Erisymum moranii

Baeriopsis guadalupensis

Matorral desértico marítimo

Ambrosia camphorata

Artemisia californica

Lycium californicum

Atriplex barclayana

Mirabilis californica

Hierba/Pastizal

Lasthenia californica

Gilia nevinii

Guillenia lasiophylla

Dissanthelium californicum

Vegetación en junio de 2003. Pastizal dominado por Avena barbata. Foto: GECI

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LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPE 53

Nasella lepida

Vulpia microstachys var. pauciflora

Layia platyglossa

Chaparral

Arctostaphylos sp.

Ceanothus crassifolius

Ceanothus cuneatus

Ceanothus arboreus

Heteromeles arbutifolia

Encino/Bosque bajo de las cañadas

Quercus tomentella

Rhamnus pirifolia

Hesperelaea palmeri

Malosma laurina

Bosque de pino

Pinus radiata var. binata

Ribes sanguineum

Arctostaphylos sp.

Ceanothus sp.

Polypodium scouleri

Polystichum munitum

Bosque de ciprés

Cupressus guadalupensis

Ceanothus crassifolius

Ceanothus cuneatus

Satureja palmeri

Heteromeles arbutifolia

Bosque de palmas

Brahea edulis

Senecio palmeri

Perityle incana

Lonicera hispidula var. vacillans

Árbol muerto. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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54 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN 55

El estado actual de la flora y lavegetación de Isla GuadalupeJosé Luis León de La Luz, Jon P. Rebman y Thomas A. Oberbauer

Traduccion al español:

Ana Silvia Ruiz de Chávez

INTRODUCCIÓN

Guadalupe es una isla oceánica localizada aproximadamente a 260 km de la costa del Pacífico de la península de Baja California en el noroeste mexicano. La posición geográfica

de la isla es 29° 03’ N y 118° 17’ W. La extensión de Isla Guadalupe es de 36 km aproximadamente de extensión en su eje N-S y 12 km en su eje E-W, con una superficie aproximada de 250 km². La isla es la cima de una montaña submarina, que podría haberse originado a partir de varios episodios de erupciones volcánicas, en donde las rocas expuestas más antiguas datan de hace siete millones de años (Moran, 1996). Existen tres islotes en aguas del extremo sur de la isla principal: Islote Negro (30 m de altitud), El Toro (210 m) y El Zapato (190 m), cada uno con una superficie aproximada de un km2.

El clima de la isla es marítimo y está intensamente influenciado por la fría Corriente de California, con sus atributos característicos de viento, niebla y precipitación pluvial en invierno. Una estación meteorológica en la punta sur de Guadalupe (la parte más árida de la isla) señala casi 120 mm de precipitación anual y una temperatura mensual media de 17-19°C, relativamente estable a lo largo del año.

En términos florísticos, la isla es considerada por Moran (1996) como un afloramiento separado de la Provincia Florística de Cali-fornia. Debido a su aislamiento, gran parte de la flora y la fauna son únicas. Hubbs y Rechnitzer (1958) indican que la isla posee un alto grado de endemismo en los organismos vivos del litoral marino (p. ej., algas marinas, moluscos y peces), y Hubbs y Jehl (1976) propo-nen lo mismo para su biota terrestre, en especial en plantas vascu-lares e insectos que representan a los grupos más variados. Desde mediados del siglo XIX, la diversidad de plantas ha sido registrada de manera periódica por medio de recolecciones y observaciones de

Lila, Dichelostemma pulchellum.Foto: Francisco McCann-GECI

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56 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

campo. Un análisis florístico es un buen método para investigar y monitorear las tendencias de la vegetación y evaluar la degradación ambiental de una isla. En la actualidad, su vegetación se compone principalmente de especies de malezas; la flora prístina y las comu-nidades naturales de plantas prácticamente han desaparecido.

A principios del siglo XIX, quizás los balleneros o los cazadores de focas introdujeron a las cabras (aparentemente razas asiáticas, es decir, Angora y Cashmere) presumiblemente para proveer de car-ne fresca a los visitantes posteriores. Estas cabras expandieron su población de manera explosiva. Moran (1996) cita un reporte infor-mal en el que en 1870 su población se estimaba en aproximadamen-te en 100,000 individuos. Este número puede considerarse el valor máximo para la población de cabras en relación con la capacidad de carga de la isla respecto de los recursos alimenticios: las plantas terrestres. Las notas fragmentadas de los primeros botánicos (Gree-ne, 1985) muestran una disminución drástica en la vegetación du-rante el último cuarto del siglo XIX, no sólo en cuanto a la escasez de las plantas individuales y el descenso en la diversidad de especies, sino también respecto de la eliminación de comunidades vegetales enteras. Para agravar el problema, durante este tiempo hubo un au-mento en el tráfico de bienes por parte de pescadores y de visitas de exploradores de otros lugares quienes trajeron la segunda amenaza principal para la isla, las malezas.

En este trabajo, presentamos una evaluación actual de la flora vascular de Isla Guadalupe y sus comunidades, basada en referen-cias bibliográficas (Moran, 1996) y en una expedición de seis días realizada en junio de 2000 bajo los auspicios del Museo de Historia Natural de San Diego. Realizamos una interpretación de las condi-ciones de la flora de Guadalupe y discutimos las posibilidades y las opciones con que se cuenta para salvar de la extinción a las especies

de plantas nativas. También, presentamos un mapa esquemático de las comunidades vegetales que alguna vez cubrieron la isla. Afir-mamos que las acciones para su conservación deben comenzar por recoger o eliminar a las cabras ferales, seguidas por un plan para reintroducir semillas de algunas especies procedentes de los islotes cercanos y probablemente incluso de la costa continental.

FLORA Y COMUNIDADES PRÍSTINAS

En el cuadro 1 se presenta una compilación de la flora de acuerdo con el inventario florístico de Moran (1996), quien visitó el archi-piélago de Guadalupe en 20 ocasiones entre 1948 y 1988, y las apor-taciones de los autores obtenidas de una visita reciente en junio de 2000 así como en exploraciones recientes (Junak et al., 2003).

Cuadro 1. Flora conocida del archipiélago de Guadalupe (total 221 taxa de plantas) clasificadas según su origen

* Compartidas con otras islas (EE.UU. y México).** Exóticas, principalmente malezas (de origen europeo en su mayoría).*** Comunidades del continente compartidas en Norteamérica.

Categoría Existente Extinta

o desaparecida

Endémicos 36 3

Semi-endémicos* 22 5

Introducidos** 67 16

No endémicos

nativos*** 99 17

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ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN 57

En el archipiélago de Guadalupe se han documentado 221 plan-tas. De ellas, 22 taxa se consideran semi-endémicos (endémicos insulares) puesto que se comparten con otras islas relativamen-te cercanas en California (Islas del Canal) y México (Cedros), y 35 taxa son estrictamente endémicos de Guadalupe y sus islotes adyacentes. Al menos tres de estos endemismos estrictos aparen-temente están extintos en el archipiélago Guadalupe. Además, 67 especies se consideran introducidas desde mediados del siglo XIX (muchas de ellas son malezas invasoras). En relación con la to-talidad de la flora nativa, en la actualidad 25 taxa podrían estar extintos (los endemismos de la isla, entre ellos un género monoes-pecífico endémico) o bien, desaparecieron de Guadalupe (los nati-vos no endémicos).

Al observar el estado actual de las pendientes en la isla, que en su mayoría están cubiertas por suelos desnudos o erosionados, ro-cas o malezas, es difícil imaginar la vegetación prístina anterior y la cubierta de árboles y arbustos (previa a la introducción de las cabras). La figura 1 muestra nuestra interpretación de la posible expansión de ocho regiones topográficas en donde presuntamen-te habrían existido ciertas comunidades vegetales o agrupaciones de distintas plantas dominantes. Las distribuciones de las regiones ecológicas que se proponen se construyeron mediante el análisis de la distribución vegetal actual en la isla y considerando como fac-tores las condiciones topográficas y ambientales. Debe tenerse en cuenta que es necesario suponer que las superficies de la isla que en la actualidad se encuentran perturbadas, antiguamente presen-taban condiciones adecuadas para que éstas existieran. Para aclarar nuestros primeros conceptos sobre la distribución se necesitó un mapa topográfico (véase Moran, 1996) e inspecciones aéreas, para las que se utilizó un helicóptero.

Mapa 1. Topografía y tipos de vegetación en Isla Guadalupe

A. Topografía de la isla (isolíneas en incrementos de 200 m) y principales sitios de referencia. B. Reconstrución de los principales tipos de vegtación según los autores: 1. Bosque de pino y encino-pino (> 1,000m); 2. Bosque de encino y encino-palma (900-1,000m); 3. Bosque de palmas (400-900m, lado NW ); 4. Bosque de ciprés (800-1,000m). 5. Herbales (600-800m); 6. Matorral marino de tipo desértico (400-600m); 7. Herbal de suculentas (200-400m); 8. Acantilados roco-sos escarpados y franja costera.

A

B

A continuación se presenta nuestra interpretación de las comuni-dades vegetales de la isla y sus composiciones florísticas con base en las plantas nativas existentes que aún se encuentran en algunas zonas, algunas referencias históricas e inspecciones aéreas de toda la isla.

1

2

3

4

5

6

7

8

Punta Norte

Campo pista

Picacho

Caleta del Oeste

Estación naval

N

5 km= 3.1 m

118° 20’ N

29°

00’

N

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58 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

La parte norte de la isla con acantilados casi verticales y lomas empinadas (de hasta 1,300 m de altura) fue probablemente la más diversa en especies y comunidades vegetales. Sin embargo, ha sido el área en donde los impactos sobre la vegetación han sido más se-veros. Actualmente, sólo quedan como evidencia de un bosque de pinos que pudo haber cubierto la mayor parte de las montañas ne-blinosas del norte de la isla cerca de 220 viejos representantes del pino de Isla Guadalupe (Pinus radiata var. binata). Este número va en descenso, partiendo de 360 árboles registrados hace tres décadas (Libby et al., 1968). Debajo de los pinos individuales y en algunas pequeñas arboledas, una delgada capa de humus provee las con-

diciones adecuadas para la germinación y desarrollo de los pinos. De hecho, se observaron algunas plántulas, sin embargo, su vida es corta debido al ramoneo de las cabras. En casi todas las áreas, esta capa de humus y los suelos asociados que se encuentran entre los árboles individuales y las pequeñas arboledas han quedado total-mente erosionados. Por lo tanto, los árboles más grandes y de más edad parecen actuar como plantas nodrizas para las jóvenes plán-tulas de pino. Durante las neblinas, la condensación de las gotas de agua en las agujas de los árboles de mayor edad facilita un riego regular para las plántulas que crecen debajo de los individuos más grandes. Su ausencia podría tener un efecto adverso en el éxito de cualquier esfuerzo para la repoblación de los pinos.

El encino de la isla (Quercus tomentella) también ha sufrido una disminución importante. Recuentos históricos de los primeros botá-nicos hacen referencia a cientos de árboles de encino. No obstante, en nuestra visita no registramos más de 20 individuos. Este número se ha reducido desde aproximadamente 100 árboles reportados hace 50 años (Moran, 1996). Ninguno de los encinos parece reproducirse y todos parecen vulnerables a la mortalidad dentro de un tiempo rela-tivamente corto debido a la erosión del suelo y al daño en sus troncos provocado por el apacentamiento de las cabras.

Una comunidad de palmas endémicas (Brahea edulis) se extien-de desde el bosque de pinos a 700-800 m y baja hasta los 150 m. En las partes más altas de esta zona las palmas solían crecer con los encinos y los pinos, pero estos dos últimos se han retirado de casi toda esta zona.

En la actualidad aún quedan en la isla cientos de las viejas pal-mas, pero parece que no hay reclutamiento de nuevas generaciones puesto que no se observaron jóvenes, una vez más, probablemente se deba a que han sido consumidas por las cabras ferales.

Cerco exclusor con Malosma laurina. Foto: GECI

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ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN 59

Una extensa meseta en el sector norte de la isla aún esta ocupado por el ciprés endémico de Isla Guadalupe (Cupressus guadalupensis var. guadalupensis). Anteriormente, una comunidad casi monotípi-ca de esta especie era mucho más extensa y probablemente ocupaba algunas de las partes planas al sur de la meseta. Algunos de los pri-meros registros indican que los árboles se extendían varios cientos de pies a menor altitud en el lado este de la meseta. Hoy en día, arbo-ledas reducidas a unos cuantos miles de árboles individuales crecen en dos rodales cerca del punto más alto de la isla. De manera similar a las otras especies de árboles ninguna plántula logró escapar a las cabras durante su primer año de vida. Muchos de los árboles de mayor edad mostraron daños severos en la corteza y el troco, resultado del ramoneo de estos animales. Aparentemente, debido a la erosión del suelo y al descenso en el nivel freático causado por la disminución de los árboles que condensaban la neblina, la mortalidad de adultos en esta comunidad pa-rece rápida y extensiva, como puede verse en gran cantidad de árboles caídos recientemente. Nuestra estimación actual de la población de cipreses es de poco más de 4,000 individuos, cuya tasa anual de mortalidad es de entre 3 y 4% (Exequiel Ezcurra, comunicación perso-nal). El enebro, Juniperus californica, parece actualmente estar extinto en la isla. Registros antiguos indican que crecía en la parte central, en arboledas relativamente extensas, pero a principios del siglo pasado tuvo lugar una mor-talidad sucesiva masiva (Moran, 1996).

En la parte central de la isla existe otra meseta que desciende gradualmente hacia el sur desde los 800 m hasta los 600 m. En la actualidad, este sector está ocupado por herbales compuestos prin-cipalmente por malezas exóticas, como por ejemplo Centaurea me-litensis, Hordeum murinum, Polypogon monspeliensis, Avena sp., Bromus sp., Mesembryanthemum sp., Sisymbrium orientale y Che-nopodium murale, entre otras. Durante nuestra inspección terres-tre, identificamos varias especies nativas en esta comunidad, tales como Perityle emoryi, Calystegia macrostegia, Sphaeralcea palmeri, Cryptantha sp., Filago sp., Amblyopappus pusillus, Lasthenia cali-

fornica, Gilia nevinii y Harpagonella palme-ri, que eran abundantes a nivel local o poco comunes o se encontraban escasamente dis-tribuidas. Originalmente este hábitat podría haber estado ocupado por una comunidad de tipo pradera con especies nativas de pas-tos entremezclados con manantiales y pozas. Los arroyos en esta región podrían haber in-cluido varias especies arbustivas y otras plan-tas asociadas con suelos más mésicos, como Camissonia, Ribes, Ceanothus, Crossosoma, y Malosma. Definitivamente los arroyos eran alimentados desde las tierras altas de la isla y aumentaban por la condensación de niebla en los bosques de las tierras altas. Cuando la mayoría de las comunidades de cipreses y enebros se colapsaron, también se redujo al abastecimiento de agua en la región. En esta área de la isla se encontró el género endémico monotípico Hesperelaea palmeri (Oleaceae), Perityle incana y Malosma laurina. Foto: Brad Keitt

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60 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

y se reportó que tenía un hábitat de árboles hasta de 8 m de altura, sin embargo, en la actualidad se encuentra extinto (Moran, 1996).

La parte sur de la isla está dominada por una montaña de gran tamaño, El Picacho, pero hacia el sur, hay una serie de colinas más bajas cortadas por pequeños valles, flujos de agua y cañones. Con excepción de los 975 m de El Picacho, la elevación del área es me-nor a los 600 m. Sin embargo, en las costas sureste y suroeste se le-vantan abruptamente empinados acantilados costeros. Un matorral tipo desértico probablemente, dominaba este sector. Actualmente, en algunos valles y algunas lomas, el paisaje aún alberga parte de la vegetación nativa como Ambrosia camphorata, Atriplex barclaya-na, Lycium californicum y Cylindropuntia prolifera.

En el extremo sur de la isla se encuentra otra extensa mesa con terreno montañoso circundante. Este tipo de vegetación se carac-teriza por suculentas, hierbas perennes como Cistanthe guadalu-pensis, Stephanomeria guadalupensis, Baeriopsis guadalupensis (un género endémico monotípico), Coreopsis gigantea y Dudleya guadalupensis. Otras especies vegetales en esta comunidad inclu-yen Hemizonia greeneana, Hemizonia palmer y Perityle incana. In-dudablemente, esta parte de Guadalupe posee el mayor potencial de éxito para los esfuerzos de repoblación de la vegetación tanto espontáneos como humanos, puesto que muchas de las especies de plantas que asumimos que existieron de manera natural aún se encuentran presentes en los prístinos islotes adyacentes, los cuales nunca han sido afectados por las cabras.

En los acantilados rocosos y en las pendientes con inclinaciones muy pronunciadas, que ocupan una porción relativamente grande de la superficie de la isla, existe una vegetación bastante empobre-cida debido a la falta de suelo y la inestabilidad del sustrato. No obs-tante, por su naturaleza inaccesible la mayoría de los acantilados se encuentran inexplorados en términos botánicos, de manera que es posible que aún queden varias especies de plantas nativas en estos refugios que están a salvo de las cabras y que aún no han sido des-cubiertos. La franja costera de la isla también posee muchos acanti-lados escarpados y es poco conocida en términos botánicos.

PERSPECTIVAS PARA LA RESTAURACIÓN

Aunque el gobierno mexicano ha desarrollado e implementado al-gunos planes iniciales para proteger los recursos botánicos de la isla, como reforestación, exclusión de áreas y captura de cabras, ningu-na de estas acciones ha revertido la desertificación progresiva y los

Paisaje sur de la isla dominado por Hemizonia greeneana spp. greeneana. Foto: GECI

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ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN 61

procesos de extinción que tienen lugar en Isla Guada-lupe. Si bien la isla está for-malmente protegida por la legislación mexicana des-de 1928, ninguna acción real ha atendido de mane-ra efectiva los principales problemas que aquejan a su flora, como resultado del pastoreo de las cabras y la erosión del suelo. No obstante, aún si todas las cabras fueran quitadas de la isla, permanece la pre-gunta de si las especies na-tivas de plantas y sus tan fragmentadas poblaciones podrán reestablecerse de manera espontánea en sus hábitats respectivos.

Es fácil suponer que muchas de las especies nativas tendrán la habilidad de extender sus áreas de distribución a partir de las poblaciones relictas que que-dan, como por ejemplo, en los refugios que se encuentran a salvo en los acantilados, o que varias especies vayan a dispersar sus semillas hacia el norte, unos cuantos metros a través del océano desde los islotes sureños. Sin embargo, muchas de estas especies de plantas tendrán que enfrentarse a una desalentadora tarea para reestable-cerse en los nichos de la isla porque ahora tendrán que competir con

malezas agresivas, exóti-cas, que han sido introdu-cidas en su ausencia. Otra alternativa para la reintro-ducción de especies es im-portar genotipos para taxa de plantas nativas faltan-tes privenientes de otras áreas, como por ejemplo, de otras islas de Baja Ca-lifornia y California o des-de el continente. Pero este esfuerzo requerirá más inversión en recursos eco-nómicos y humanos. Esta última alternativa proba-blemente puede aplicarse a 21 taxa de plantas nati-vas no endémicas que en la actualidad se encuen-tran extintas en la isla.

Es conveniente men-cionar que el elefante marino (Mirounga angustirostris) y el lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsendi), dos íconos para la conservación de la isla, estaban al borde de la extinción al comenzar el siglo XX, pero una ley para su protección permitió su recupera-ción a partir de algunas decenas de individuos (Berdegué, 1957). Sin embargo, el asunto de la diversidad genética o su ausencia en las poblaciones actuales de miles de animales en estas dos especies es todavía un tema de discusión.

Foto del sur de Guadalupe en 1957 con Saladillo, Atriplex barclayana.

Foto: Reid Moran

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62 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Algunos modelos teóricos de recuperación de especies en muchas de las comunidades afectadas son pesimistas ya que los datos tradicio-nales muestran que conforme disminuye la cantidad del hábitat en un paisaje, la probabilidad de supervivencia para muchas especies primero disminuye lentamente y después más rápidamente (Kurki et al., 2000). Como resultado, algunas especies podrían extinguirse aún si queda un poco de su hábitat natural. Respecto de la supervivencia de especies, las preguntas principales son: ¿cuánto hábitat es suficiente para asegurar la recuperación de un grupo de especies de plantas nativas? ¿es posible considerar umbrales respecto de la pérdida del hábitat? y ¿cómo estos conceptos varían entre distintas formas de vida y tipos de ambientes?

La recuperación de la biodiversidad no sólo tiene que ver con el aumento del número de especies en la región, sino que también incluye hábitats, genes y una serie de distintos procesos a través de una gama de escalas espaciales y poblacionales (manchones, roda-les y paisajes). ¿Qué tanto de la biodiversidad del archipiélago de Guadalupe se ha perdido definitivamente como consecuencia de las cabras ferales? Aún no hay forma de responder a esta pregunta, pero tendríamos una mejor comprensión de los detalles dentro de unos años si atendiéramos el daño principal causado a los recursos naturales de la isla al emprender el primer paso: la erradicación de las cabras ferales.

Encino, Quercus tomentella, en la ladera noreste de Isla Guadalupe en 2003. Foto: GECI

Encino, Quercus tomentella, en la ladera noreste de Isla Guadalupe en 1957. Foto: Reid Moran

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ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN 63

CONCLUSIÓN

Con base en los resultados de la erradicación de las ovejas ferales en algunas de las Islas del Canal en California (Wehtje, 1994), algunos botánicos y ecólogos son optimistas acerca de la recuperación de la flora nativa en estas islas en un lapso bastante corto. No obstante, la primera condición para estimular la recuperación florística en los hábitats de la isla es la eliminación de los animales ferales con el fin de aliviar los impactos continuos. El problema actual, respecto de Isla Guadalupe y la erra-dicación de las cabras parece ser la voluntad de algunas de las dependencias mexicanas que tienen autoridad en la isla: la SEMARNAT, la Secretaría de Marina Armada de México y la Secretaría de Gobernación. Algunas de estas dependencias incluso han considerado a las cabras como una consecuencia posi-tiva al verlas como un recurso valioso con germoplasma único (la especificidad de una raza de cabras adaptada a condiciones difí-ciles), que puede ser exportado y utilizado por las poblaciones humanas que necesitan alternativas de alimentación. Sin embargo, este argumento no es realmente lógico. El valor de este nuevo “linaje” (germoplasma) de cabras no es comparable con la naturale-za única de las plantas nativas y endémicas de Isla Guadalupe.

Sus especies arbóreas, en particular los pinos, encinos y ci-preses bien podrían estar encaminadas a su inminente extinción en la isla. Estas especies, que históricamente han conformado las comunidades boscosas en la isla, dependen de los suelos bien de-sarrollados que en la actualidad se encuentran prácticamente au-sentes a causa de la erosión. Para asegurar la supervivencia de estas especies y de algunas otras plantas de la isla, deberá desa-rrollarse un programa especial de conservación que incluya el al-

macenamiento de semillas, hasta que las condiciones ambientales adecuadas pue-dan garantizar su reestablecimiento.

Todas las especies endémicas de la isla poseen un valor científico y espiritual in-nato. Algunas plantas, como las especies de pino y ciprés, son especialmente valio-sas para la industria maderera. Por ejemplo, Pinus radiata es una especie de pino que crece bastante rápido y es de importancia comercial en muchas plantaciones del he-misferio sur. Otras plantas de Guadalupe, como Brahea edulis y Cistanthe guadalu-pensis, son valiosas para los horticultores y se encuentran prácticamente al borde de la extinción.

Isla Guadalupe con su flora única es un tesoro botánico de talla internacional que requiere urgentemente protección efectiva para su conservación.

Cipreses, Cupressus guadalupensis guadalupensis. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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AGRADECIMIENTOS

Este artículo está dedicado al Dr. Reid V. Moran. Quisieramos agra-decer a los doctores Michael Hager (Museo de Historia Natural de San Diego), Exequiel Ezcurra INE- México y a William Everett del Endangered Species Recovery Council, por organizar la expedición de junio de 2000 patrocinada por la National Science Foundation con la donación No. 0074462. Quisieramos agradecer también a las autoridades mexicanas correspondientes por otorgarnos los permi-sos para visitar la isla. Agradecemos al Capitán y a la tripulación de Shogun por transportarnos a la isla, a Thomas Thrailkill y Robert Gannon por la logística de campo, y a Mel Cain por sus extraordi-narias habilidades como piloto durante los estudios realizados des-de el helicóptero.

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ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN 65

APÉNDICE

Lista de los taxa de plantas endémicas del archipiélago de Guadalupe († extinto, * presumiblemente endémico, según Moran 1996).

Coníferas

Cupressus guadalupensis S. Wats. var.

guadalupensis, Cupressaceae

Pinus radiata D. Don. var. binata

(Engelm.) Lemon, Pinaceae

Angiospermas: dicotiledóneas

Baeriopsis guadalupensis J. T. Howell,

Asteraceae

Deinandra frutescens (A. Gray) B. G.

Baldwin, Asteraceae

Deinandra greeneana (Rose) B. G.

Baldwin ssp. greeneana, Asteraceae

Deinandra palmeri (Rose) B. G.

Baldwin, Asteraceae

Perityle incana A. Gray, Asteraceae

Senecio palmeri A. Gray, Asteraceae

Stephanomeria guadalupensis

Brandegee, Asteraceae

Cryptantha foliosa (Greene) Greene,

Boraginaceae

Erysimum moranii Rollins,

Brassicaceae

Githopsis diffusa A. Gray var.

guadalupensis Morin, Campanulaceae

Dudleya guadalupensis Moran,

Crassulaceae

Dudleya virens (Rose) Moran var.

extima Moran, Crassulaceae

Marah guadalupensis (S. Watson)

Greene, Cucurbitaceae

Lupinus niveus S. Wats., Fabaceae

Phacelia phyllomanica A. Gray,

Hydrophyllaceae

†Pogogyne tenuiflora A. Gray,

Lamiaceae

Satureja palmeri (A. Gray) Briq.,

Lamiaceae

Lavatera lindsayi Moran, Malvaceae

Sphaeralcea palmeri Rose, Malvaceae

Sphaeralcea sulphurea S. Wats.,

Malvaceae.

†Hesperelaea palmeri A. Gray,

Oleaceae.

Camissonia guadalupensis (S. Wats.)

Raven var. guadalupensis, Onagraceae

Eschscholzia elegans Greene,

Papaveraceae

Eschscholzia palmeri Rose,

Papaveraceae

Eriogonum zapatoense Moran,

Polygonaceae

Cistanthe guadalupensis (Dudley)

Carolin in Hershkovitz, Portulacaceae

*Heteromeles arbutifolia (Lind.)

M. Roem var. macrocarpa (Munz)

Munz, Rosaceae

Galium angulosum A. Gray, Rubiaceae

Castilleja fruticosa Moran,

Scrophulariaceae

†Castilleja guadalupensis

Brandegee, Scrophulariaceae

*†Planta sp. Familia ignota

Angiospermas: monocotiledóneas

Brahea edulis H. Wendl., Arecaceae

Triteleia guadalupensis L. W. Lenz,

Themidaceae

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66 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Page 67: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 67

La flora de Isla Guadalupe y sus islotes adyacentesJon P. Rebman, Thomas A. Oberbauer y José Luis León de La Luz

Traduccion al español:

Ana Silvia Ruiz de Chávez

INTRODUCCIÓN

En la expedición a Isla Guadalupe realizada en junio de 2000 participaron 16 científicos de Estados Unidos y México es-pecializados en campos como la aracnología, la botánica,

la conservación biológica, la entomología, la ecología marina, la ornitología y la ficología. Fue organizada por el Museo de Histo-ria Natural de San Diego y financiada por la sección de Estudios e Inventarios Bióticos de la National Science Foundation (Donación No. 0074462). Las prioridades de este esfuerzo multidisciplinario binacional consistieron en observar, registrar y colectar informa-ción de la historia natural sobre la biodiversidad de Isla Guadalupe y el islote Toro, el cual no había sido explorado con anterioridad. Los botánicos de la expedición fueron el Dr. José Luis León de la Luz, del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, Tom Ober-bauer, del Department of Planning and Land Use del Condado de San Diego y los doctores Exequiel Ezcurra y Jon Rebman, del Museo de Historia Natural de San Diego.

En total se colectaron 149 plantas, de las cuales cinco espe-címenes documentan nuevos registros de la distribución de es-pecies nativas o exóticas cuya existencia en la isla se desconocía previamente. Entre los nuevos registros de especies naturalizadas exóticas se encuentran: Atriplex suberecta, Atriplex semibaccata, Schismus barbatus y Spergularia bocconii. De particular interés fue el descubrimiento de una especie nativa nueva para la isla y para México, Lonicera hispidula var. vacillans.

Durante la expedición, en la medida de lo posible, se colecta-ron los especímenes botánicos por duplicado, para estudio en varios herbarios. Las primeras colecciones se encuentran en el SD Herba-rium del Museo de Historia Natural de San Diego y los duplicados

Islote Toro o de Adentro (derecha) e Islote Chruch (parcialmente oculto) al amanecer. Foto: Phillip Colla.

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68 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

en herbarios en México, en HCIB en La Paz y BCMEX en la ciu-dad de Ensenada.

ISLA GUADALUPE

En términos florísticos, el archipiélago de Guadalupe es considera-do como un desplazamiento de la Provincia Florística de California (Moran, 1996) ya que se compone de muchas especies de plantas nativas ya sean separadas de este tipo de vegetación en el continen-te o en otras islas, o endémicas con afinidades norteñas. Aunque la isla alberga a las únicas poblaciones mexicanas de varias espe-cies vegetales de la Provincia Florística de Califronia, su atributo más sorprendente es su endemismo, el cual tiene lugar en muchos grupos biológicos. Según Moran (1996), en lo que se refiere a las plantas, casi 22% de las especies nativas presentan dicha carac-terística, incluyendo dos géne-ros monoespecíficos. Aunque a través del tiempo se han docu-mentado 223 diferentes taxa de plantas en Isla Guadalupe y sus islotes (cuadro 1), la actividad de las cabras ferales liberadas a principios del siglo XIX por los balleneros ha devastado casi la totalidad de su flora. El impacto sobre ésta no sólo proviene del ramoneo directo de las cabras, sino también del daño causado a los sustratos insulares resultado

de la erosión del suelo. En la actualidad, prácticamente han desapa-recido la flora original de la isla principal y las comunidades vege-tales naturales. Se estima (Moran, 1996) que al menos 26 especies de plantas nativas podrían estar extintas, entre ellas un género en-démico monoespecífico (Hesperelaea) y muchas otras especies de plantas parecen estar en el umbral de su desaparición. Para agravar el problema, hoy la vegetación está dominada principalmente por especies de malezas; se han registrado en la isla 46 taxa de plantas exóticas, de las cuales muchas son bastante agresivas y capaces de competir por los nichos y de desplazar a las especies nativas.

Entre otros problemas que amenazan el futuro de muchas es-pecies de plantas nativas en la isla se encuentran: la degradación y la pérdida del hábitat (el disturbio constante originado por las ca-bras y la erosión del suelo); la fragmentación en las comunidades y

poblaciones naturales (es decir, el aislamiento reproductivo de plantas en las caras remotas de los acantilados); el déficit de fuentes de semilla y la falta de poblaciones reproductivas de algunas especies para su reesta-blecimiento natural; la carencia de conocimiento y comprensión en términos florísticos (evalu-ación incompleta de las floras de los acantilados, y descono-cimiento de la historia natural de algunas especies).

Respecto de la isla princi-pal, que es la masa terrestre Nubes sobre Isla Guadalupe. Foto: GECI

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LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 69

ISLOTE TORO

Toro, también conocido como Islote de Adentro, es una pequeña isla que se encuentra directamente en aguas del extremo sur de Isla Guadalupe, entre la isla principal y otro islote sureño, el Zapato. Antes de la expedición del año 2000, se desconocía su flora debido a que su abrupta topografía y su remota posición la hacían inacce-sible para los primeros botánicos que no contaban con la ayuda de un helicóptero. La flora conocida de este islote fue documentada durante la expedición y se encontraron 32 especies y un híbrido putativo interespecífico (Rebman et al., 2002). Dieciocho de los taxa de plantas son endémicos del archipiélago de Isla Guadalupe,

Isla Familias Géneros Especies Taxa Exóticos Endemismos %

Negro 18 26 27 27 4 12.5

Toro 22 29 32 32 3 56.3

Zapato 25 36 39 39 1 43.6

Guadalupe 58 154 211 217 46 16.1

Total 58 157 217 223 46 17.5

Cuadro 1. Diversidad florística y endemismo del archipiélago de Guadalupe

Nota: El porcentaje de endemismo se basa en los taxa de plantas endémicos de todo el archipié-lago, y no en los endemismos de cada territorio.

más extensa y más diversa del grupo de islas, la f lora documen-tada está representada por 58 familias de plantas, 154 géneros, 211 especies y 217 taxa (cuadro 1). De ellas, 46 taxa son consid-erados exóticos y se han naturalizado en la isla. Para consultar un listado completo de los taxa de plantas documentados para la isla, véase el apéndice 1.

La isla principal posee la mayor parte de la diversidad florística de todo el grupo de islas de Guadalupe, con excepción de cinco especies de plantas que solamente han sido documentadas en los islotes del sur y no en la isla principal. De estas cinco, cuatro son en-démicas del grupo de islas de Guadalupe y una especie (Rhus inte-grifolia) está muy extendida en California y en la parte noroeste de Baja California. Respecto de los cuatro endemismos de los islotes de Guadalupe, Dudleya guadalupensis se encuentra en los tres islotes, Lavatera lindsayi y Erysimum moranii en los islotes Toro y Zapato, y Eriogonum zapatoense solamente en el Zapato.

Islotes Toro y Zapato. Foto: GECI

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70 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 71

Islote Zapato o Isla de Afuera, al amanecer. Foto: Phlillip Colla

lo que representa 56.3% de endemismo en la flora del islote (cua-dro 1). Sólo tres taxa de plantas (Hordeum murinum ssp. glaucum, Mesembryanthemum crystallinum y Mesembryanthemum nodiflo-rum) son evidentemente exóticas, y hasta ahora sus poblaciones en el islote son reducidas y su existencia bastante rara. Es probable que se trate de introducciones recientes que presumiblemente lle-garon debido a la dispersión realizada por las aves marinas.

De las 32 especies de plantas encontradas en el islote (apéndice 2), once son suculentas con hojas o tallos carnosos, o ambos, y pertenecen a ocho familias distintas de plantas (Rebman, 2001). Seis de estos taxa de suculentas son endémicas de Isla Guadalupe y sus islotes adyacentes. Una de las especies de suculentas de hoja, Baeri-opsis guadalupensis, pertenece a un género endémico monotípico de la familia de los girasoles (Asteraceae).

Si bien el islote Toro fue explorado en su totalidad, aún quedan posibilidades de encontrar plantas que estuvieron ausentes, sobre todo especies anuales. Un estudio botánico de este islote a prin-cipios de la primavera en un año lluvioso probablemente identifi-caría a otras anuales pertenecientes a géneros como Descurainea, Hutchinsia, Oligomeris, Parietaria y Pholistoma, los cuales se han registrado en el islote Zapato.

Los datos botánicos obtenidos en este islote, que no ha sufri-do alteraciones, contribuyen a cubrir las piezas faltantes en la flora general de Isla Guadalupe y sus islotes adyacentes, en particular en relación con la devastación ecológica causada por las cabras ferales en la isla principal.

ISLOTE ZAPATO

Durante la expedición, al llevarse a cabo las exploraciones botáni-cas en el Zapato, se hicieron algunas observaciones sobre la biología reproductiva de dos especies vegetales endémicas del archipiélago de Guadalupe. Estas observaciones se basan únicamente en la mor-fología; su funcionalidad requiere más investigación. Parece ser que Mammillaria blossfeldiana var. shurliana es una especie ginodioi-ca con dos condiciones sexuales. Aunque muchas de las cactáceas no estaban en flor durante nuestra visita, algunos individuos que estaban floreciendo mostraron evidencias de dos tipos de flores (dimorfismo floral) que se presentan en distintas plantas. La ma-yoría de los individuos florecientes parcen tener solamente flores bisexuales, con estambres y pistilos funcionales. No obstante, algu-nas plantas eran obviamente distintas y parecían ser funcionalmen-te femeninas. Estos individuos con pistilo tenían flores con tépalos más pequeños, anteras abortivas que no producen polen, pistilos de mayor tamaño y un mayor número de lóbulos estigmáticos. Las plantas que mostraban todas estas diferentes características florales crecían en las inmediaciones del islote. La ginodioecia no es poco común en las especies de Mammillaria de Baja California, pues ya ha sido documentada en Mammillaria dioica y algunos de sus pa-rientes en la región (Lindsay y Dawson, 1952). Sin embargo, éste es el primer informe de la condición sexual en esta especie de cacto.

Las otras formas de flores sobresalientes se presentan en Cis-tanthe guadalupensis. Algunos individuos tenían flores con pétalos de “tamaño normal” (con aproximadamente 3-4 cm de diámetro en la corola) y anteras amarillas, mientras que otras plantas tenían flores de “tamaño normal” pero anteras de color rosa-púrpura. Además, un número menor de plantas individuales contaba con flores de tamaño

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72 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

significativamente menor (con aproximadamente 2 cm de diámetro en la corola) e inflorescencias mucho más cortas. Estas plantas, con flores e inflorescencias más pequeñas, mostraban sólo anteras ama-rillas y no se observó formación de frutos. Estas tres formas distintas de flores fueron observadas en individuos que crecían de manera cer-cana unos de otros en el Zapato. Las etapas de floración y las condicio-nes similares de humedad del hábitat local parecen excluir cualquier causa ambiental para estas variaciones florales. Por lo tanto, surge la hipótesis de que Cistanthe guadalupensis es una especie androdioica. Parece ser que los individuos que tienen flores pequeñas, inflorescen-cias más cortas, y no presentan formación de frutos, son funcional-mente estaminadas, mientras que las plantas con flores “de tamaño normal” y pistilos viables que se transforman en frutos, son herma-froditas. La variabilidad en el color de las anteras en distintas plantas hermafroditas aún no ha sido explicada y quizás no afecte al sistema reproductivo de esta especie.

El conocimiento general sobre la flora del islote Zapato se basa principalmente en Moran (1996). La flora de este islote es la más diversa de los tres islotes más pequeños del extremo sur de la isla principal, y se compone de 25 familias de plantas, 38 especies na-tivas y sólo una especie exótica (cuadro 1). Debe tenerse en cuenta que sólo se ha encontrado una especie endémica (Eriogonum zapa-toense) en este islote y que incluso aquí resulta bastante rara. Para consultar un listado completo de los taxa de plantas véase el apé-ndice 3.

ISLOTE NEGRO

El islote Negro es el menos diverso de los tres islotes situados al extremo sur de la isla principal de Guadalupe. Su flora está repre-

sentada por 18 familias, 26 géneros y únicamente 27 especies en to-tal (cuadro 1). De éstas, 4 especies son consideradas exóticas. Debe tenerse en cuenta que este islote es el más cercano geográficamente a la isla principal y posee el menor relieve topográfico de los tres is-lotes principales. Para consultar un listado completo de los taxa de plantas que se conoce que existen en islote Negro, véase el apéndice 4, el cual se basa principalmente en los datos florísticos presentados por Moran (1996).

CONCLUSIÓN

Los datos botánicos recavados durante la expedición a Isla Guada-lupe, realizada en junio de 2000, especialmente los del islote Toro, no sólo contribuyen a encontrar las piezas faltantes de la flora ge-neral de Isla Guadalupe y sus islotes adyacentes, sino que también arrojan información importante para los esfuerzos de conservación. Debido a la erradicación de varias especies de plantas, resultado de la devastación ecológica ocasionada por las cabras ferales en la isla principal, los islotes situados al sur, que no han sido perturbados, representan recursos de gran importancia por los taxa de plantas que pueden ser empleados para la restauración de la isla principal, siempre y cuando las cabras sean retiradas. La diversidad de plantas nativas y endémicas en la región es una herencia valiosa y se requie-re implementar estrategias formales de restauración para reducir las amenazas a su supervivencia.

AGRADECIMIENTOS

Estamos en deuda con los doctores Michael Hager y Exequiel Ezcurra del Museo de Historia Natural de San Diego y con William Everett

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LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 73

del Endangered Species Recovery Council, por haber organizado la ex-pedición. Agradecemos a las autoridades mexicanas correspondientes por otorgar los permisos para visitar la isla y para colectar las espe-cies vegetales. Estamos agradecidos con el capitán y la tripulación del Shogun por habernos transportado hasta la isla; con Thomas Thrail-kill y Robert Gannon por la logística de campo; y con Mel Cain por sus extraordinarias habilidades como piloto del helicóptero. También queremos agradecer a Judy Gibson y los botánicos voluntarios en el Herbario del Museo de Historia Natural de San Diego (SD Herbarium) por su ayuda en la recopilación de la base de datos en las colecciones de Isla Guadalupe y al buscar especímenes del herbario. Un agrade-cimiento especial a Patricia Beller por sus esfuerzos para obtener los documentos y permisos necesarios para realizar el viaje. El material aquí presentado se basa en el trabajo financiado por la National Science Foundation bajo la donación No. 0074462.

BIBLIOGRAFÍA

Lindsay, G. y E.Y. Dawson. 1952. Mammillarias of the islands off northwes-tern Baja California, Mexico. Cactus and Succulent Journal 24: 77-84.

Moran, R.V. 1996. The flora of Guadalupe Island, Mexico. Memoirs of the California Academy of Sciences 19: 1-190.

Rebman, J. 2001. The succulents of Islote Toro, Baja California, Mexico. Cactáceas y Suculentas Mexicanas 46: 52-55.

Islote Negro. Foto: GECI

Rebman, J., T. Oberbauer y J.L. León de la Luz. 2002. The flora of Toro Is-let and notes on Guadalupe Island, Baja California, Mexico. Madroño 49: 145-149.

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74 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

APÉNDICE 1

Lista comentada de las plantas vasculares en Isla Guadalupe (unicamente de la isla principal)

Recopilada por J. Rebman y J. Gibson, Museo de

Historia Natural de San Diego, basado en los vou-

chers del Herbario del Museo de Historia Natural

de San Diego.

+ señala nombres de otras fuentes en especial (Mo-

ran 1996);

! endémicos del archipiélago;

* exótica;

** plantación hortícola

Abreviaturas: BC = Baja California, CA = California,

IG= Isla Guadalupe, SB = Isla de Santa Barbara,

SC = Isla de San Clemente, SN = Isla de San Nicolás

HELECHOS Y PLANTAS AFINES

Dryopteridaceae

Polystichum munitum (rara; único sitio

conocido en México)

Polypodiaceae

Polypodium californicum

Polypodium scouleri (rara; único

registro para México)

Pteridaceae

Cheilanthes newberryi

Notholaena californica ssp. californica

+Pellaea mucronata var. mucronata

+Pentagramma triangularis ssp. maxonii

Pentagramma triangularis ssp. triangularis

Pentagramma triangularis ssp. viscosa

CONÍFERAS

Cupressaceae

!Cupressus guadalupensis ssp.

guadalupensis

Juniperus californica (sumamente rara

o extinta)

Pinaceae

!Pinus radiata var. binata

PLANTAS CON FLORES

DICOTILEDÓNEAS

Aizoaceae

*Mesembryanthemum crystallinum

*Mesembryanthemum nodiflorum

Anacardiaceae

Malosma laurina (rara)

Apiaceae

Daucus pusillus (rara)

Lomatium insulare (endémica insular

de IG, SC y SN)

Apocynaceae

**Nerium oleander (sembrada)

Asteraceae

+Agoseris heterophylla (extinta)

Amblyopappus pusillus

Ambrosia camphorata

+Artemisia californica

(sumamente rara)

!Baeriopsis guadalupensis (género

endémico)

*Centaurea melitensis

Chamomilla occidentalis (originalmente

identificada erróneamente como

Matricaria matricarioides)

+Coreopsis gigantea (probablemente

extinta en la isla principal)

+Eriophyllum lanatum var.

grandiflorum (extinta y

únicamente registrada para México)

Filago arizonica

Filago californica

Gnaphalium bicolor

Gnaphalium stramineum (=G. chilense)

Hazardia cana (rara y endémica de

GI y SC)

!Deinandra frutescens

!Deinandra greeneana ssp. greeneana

!Deinandra palmeri

!Deinandra palmeri

×D. greeneana

Page 75: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 75

*Hypochaeris glabra

Lasthenia californica

+Lasthenia coronaria

(extinta y posiblemente introducida

originalmente)

+Layia platyglossa (extinta)

+Malacothrix

clevelandii (extinta)

+Micropus californicus

(extinta)

Perityle emoryi

!Perityle incana

!Senecio palmeri (rara)

*Sonchus oleraceus

*Sonchus tenerrimus

Stebbinsoseris heterocarpa

!Stephanomeria guadalupensis

Uropappus lindleyi

Boraginaceae

Amsinckia menziesii

!Cryptantha foliosa

Cryptantha maritima var. maritima

Harpagonella palmeri

Pectocarya linearis ssp. ferocula

Pectocarya recurvata (rara)

Plagiobothrys acanthocarpus (rara

y posiblemente introducida)

Plagiobothrys collinus var.

californicus (rara y posiblemente

introducida)

Brassicaceae

+*Brassica nigra (extinta)

*Capsella bursa-pastoris

Descurainia pinnata ssp. menziesii

Guillenia lasiophylla

Hutchinsia procumbens (poco común)

Lepidium lasiocarpum var. latifolium

Lepidium nitidum (rara y posiblemente

introducida)

Lepidium oblongum var. insulare (un

tipo de este taxon proviene de IG)

*Raphanus sativus

*Sisymbrium irio

*Sisymbrium orientale

Thysanocarpus erectus (poco común y

endémica de BC)

Cactaceae

Cylindropuntia prolifera (poco común)

Pincel indio, Castilleja fruticosa en Islote Zapato. Foto: GECI

Page 76: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

76 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

!Mammillaria blossfeldiana var.

shurliana (es probable que este taxón no esté

realmente relacionado con M. blossfeldiana)

Campanulaceae

!Githopsis diffusa var. guadalupensis

Triodanis biflora

Caprifoliaceae

Lonicera hispidula var. vacillans (una

planta descubierta en la expedición

de 2000; sólo registrada para México)

Caryophyllaceae

*Cerastium glomeratum

*Herniaria hirsuta ssp. cinerea

Silene antirrhina (extinta)

*Silene gallica

*Spergularia bocconii (rara; nuevo

registro descubierto en la expedición

de 2000)

Spergularia macrotheca var.?? (la taxonomía

de esta especie requiere más trabajo)

!Spergularia macrotheca var. talinum

(probable endemismo de IG)

Spergularia marina (posiblemente

introducida)

+Stellaria nitens (rara)

Chenopodiaceae

Aphanisma blitoides

Atriplex barclayana (se han reportado

ambas ssp. dilatata y ssp. palmeri)

Atriplex californica (poco común y

posiblemente introducida)

*Atriplex suberecta (rara; nuevo registro

descubierto en la expedición 2000)

*Atriplex semibaccata (poco común;

nuevo registro descubierto en la

expedición del año 2000)

*Chenopodium murale

Suaeda taxifolia

Convolvulaceae

Calystegia macrostegia ssp.

macrostegia (poco común; endémica

insular de varias islas de BC y CA)

Cuscuta corymbosa

Crassulaceae

Crassula connata

!Dudleya virens ssp. extima

Crossosomataceae

Crossosoma californicum (rara;

endémica insular de IG y un par de

islas de CA)

Cucurbitaceae

!Marah guadalupensis (poco común)

Ericaceae

+!Arctostaphylos sp. (extinta;

quizás haya sido un endemismo pero

sólo se conoce a partir de una colecta de un

juvenil estéril)

Euphorbiaceae

Chamaesyce pondii (poco común)

Euphorbia misera (rara)

Fabaceae

!Lotus argophyllus ssp. ornithopus

(probablemente es un endemismo, pero se

requiere más trabajo taxonómico)

Lotus grandiflorus

Lupinus bicolor (posiblemente introducida)

Lupinus guadalupensis (poco común;

endémica únicamente de SC y GI)

!Lupinus niveus

*Medicago polymorpha

*Melilotus indica

Trifolium gracilentum var. gracilentum

Trifolium microcephalum

Trifolium palmeri (insular endémica

de IG y algunas islas de CA)

Vicia hassei

Vicia ludoviciana var. ludoviciana

Fagaceae

Quercus tomentella (poco común;

endémica insular de GI y algunas islas de CA)

Frankeniaceae

Frankenia salina (rara)

Geraniaceae

*Erodium brachycarpum

*Erodium cicutarium

*Erodium moschatum

Hydrophyllaceae

Emmenanthe penduliflora

+Eucrypta chrysanthemifolia var.

chrysanthemifolia

Page 77: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 77

Eucrypta chrysanthemifolia var. bipinnatifida

Phacelia floribunda (poco frecuente;

insular endémica de IG, SB y SC)

!Phacelia phyllomanica (rara)

Pholistoma racemosum

Lamiaceae

**Mentha citrata (sembrada)

+!Pogogyne tenuiflora (extinta)

+!Satureja palmeri (redescubierta por S.

Junak)

Loasaceae

Mentzelia micrantha

Malvaceae

Lavatera occidentalis (rara; endémica

de IG e isla Coronado del Sur)

*Malva parviflora

!Sphaeralcea palmeri

!Sphaeralcea sulphurea

Nyctaginaceae

Mirabilis laevis var. crassifolia (=M.

californica)

Oleaceae

+!Hesperelaea palmeri (extinta)

Onagraceae

!Camissonia guadalupensis ssp.

guadalupensis (rara)

Camissonia robusta (posiblemente

introducida)

+Epilobium foliosum (extinta)

Papaveraceae +Eschscholzia californica var. californica (extinta)

!Eschscholzia elegans

!Eschscholzia palmeri

Eschscholzia ramosa (endémica insular de IG

y varias islas de CA)

+Platystemon californicus (extinta y

posiblemente introducida)

Plantaginaceae

Plantago ovata

Polemoniaceae

+Allophyllum gilioides (extinta)

Gilia nevinii (endémica insular de IG y

varias islas de CA)

Linanthus pygmaeus ssp. pygmaeus (endémica de IG e islas SC)

Polygonaceae

Pterostegia drymarioides

Portulacaceae

Calandrina ciliata

Calandrinia maritima

!Cistanthe guadalupensis (rara en la

isla principal)

+Claytonia parviflora (descubierta por S. Junak)

Claytonia perfoliata ssp. mexicana

Primulaceae

+*Anagallis arvensis (extinta)

Dodecatheon clevelandii ssp. insularis (escasa)

Ranunculaceae

Myosurus minimus var. filiformis (rara)

Ranunculus hebecarpus

Resedaceae

Oligomeris linifolia

Rhamnaceae

+Ceanothus arboreus (descubierta por

S. Junak)

+Ceanothus crassifolius (extinta)

+Ceanothus cuneatus (extinta)

Rhamnus pirifolia (rara; endémica

insular de IG y varias islas de CA)

Rosaceae

Aphanes occidentalis

!Heteromeles arbutifolia var. macrocarpa (extinta; la taxonomía

requiere más trabajo)

Rubiaceae

!Galium angulosum (sumamente rara)

*Galium aparine

Rutaceae

*Ruta chalepensis

Saxifragaceae

Jepsonia malvifolia (rara; endémica

insular de IG y varias islas de CA)

Scrophulariaceae

Antirrhinum nuttallianum ssp.

subsessile

Antirrhinum watsonii

Page 78: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

78 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Castilleja attenuata (rara)

+Castilleja exserta (extinta)

!Castilleja fruticosa (rara en la isla

principal)

+!Castilleja guadalupensis (probablemente

extinta)

Galvezia speciosa (poco común,

únicamente poblaciones en México)

Linaria canadensis (rara)

Mimulus latifolius (rara; endémica

sólo de Guadalupe y Santa Cruz)

Scrophularia villosa (sumamente rara y

posiblemente extinta; endémica de GI

y sólo dos islas de CA)

Simmondsiaceae

+Simmondsia chinensis (descubierta por

S. Junak)

Solanaceae

Lycium californicum

Lycium fremontii (sólo se le conoce

proveniente de un área de IG)

+Nicotiana attenuata (redescubierta por

S. Junak)

*Nicotiana glauca

*Solanum americanum

Solanum douglasii (rara)

Solanum wallacei ssp. clokeyi (rara;

endémica de IG y sólo dos islas CA)

Urticaceae

+Hesperocnide tenella (extinta)

Parietaria hespera var. hespera

Viscaceae

+Phoradendron densum (extinta)

Familia ignota

+!Especie de planta (un espécimen

estéril de un probable endemismo, nunca

ha sido identificada y lo más probable es

que esté extinta)

Galvezia speciosa en Islote Negro. Foto: GECI

Page 79: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 79

MONOCOTILEDÓNEAS Arecaceae

!Brahea edulis

Juncaceae

+Juncus bufonius

Poaceae

Aristida adscensionis

*Avena barbata

+*Avena fatua (probablemente extinta)

*Bromus trinii

*Bromus diandrus

*Bromus hordeaceus (B. mollis)

*Bromus madritensis ssp. rubens

+*Bromus tectorum (extinta)

+Dissanthelium californicum (extinta;

endémica de IG y sólo dos islas de CA)

*Hordeum murinum ssp. glaucum

*Hordeum murinum ssp. leporinum

*Lamarckia aurea

Melica imperfecta

Muhlenbergia microsperma

Phalaris caroliniana

*Phalaris minor

*Poa annua

Poa secunda ssp. secunda (sumamente rara;

sólo se conoce a partir de una colección)

*Polypogon monspeliensis

*Schismus barbatus (nuevo registro;

descubierto en la expedición de 2000)

Stipa lepida (localizada)

*Triticum aestivum (extinta)

+* Vulpia bromoides (extinta)

Vulpia microstachys var. pauciflora

(escasa)*Vulpia myuros var. hirsuta

Vulpia octoflora var. hirtella

Themidaceae

Dichelostemma capitatum ssp.

capitatum

!Triteleia guadalupensis

Zosteraceae

Phyllospadix torreyi

Zostera marina

APÉNDICE 2

Listado de plantas vasculares en Islote Toro (Islote Adentro)

Recopilada por J. Rebman y J. Gibson, Museo de

Historia Natural de San Diego, basado en los vou-

chers del Herbario del Museo de Historia Natural

de San Diego;

+ Indica nombres de otras fuentes,

! Indica endemismos del archipiélago y

*indica exóticas

DICOTILEDÓNEAS Aizoaceae

+*Mesembryanthemum crystallinum

+*Mesembryanthemum nodiflorum

Anacardiaceae

Rhus integrifolia

Apiaceae

Lomatium insulare

Asteraceae

!Baeriopsis guadalupensis

Coreopsis gigantea

!Deinandra greeneana ssp. greeneana

!Deinandra palmeri

!Deinandra palmeri ×D. greeneana

!Perityle incana

!Stephanomeria guadalupensis

Boraginaceae

!Cryptantha foliosa

Cryptantha maritima var. maritima

Brassicaceae

!Erysimum moranii

Cactaceae

!Mammillaria blossfeldiana var. shurlianaCaryophyllaceae

!Spergularia macrotheca var. talinum

Chenopodiaceae

Atriplex barclayana

Crassulaceae

!Dudleya guadalupensis

Euphorbiaceae

Euphorbia misera

Fabaceae

!Lotus argophyllus ssp. ornithopus

Page 80: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

80 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

!Lupinus niveusHydrophyllaceaePhacelia floribundaMalvaceae!Lavatera lindsayi!Sphaeralcea palmeriNyctaginaceaeMirabilis laevis var. crassifoliaPapaveraceae!Eschscholzia palmeriPlantaginaceaePlantago ovataPortulacaceae!Cistanthe guadalupensisScrophulariaceae!Castilleja fruticosaGalvezia speciosaSolanaceaeLycium californicum

MONOCOTILEDÓNEAS Poaceae*Hordeum murinum ssp. glaucumThemidaceaeDichelostemma capitatum ssp. capitatum

APÉNDICE 3

Listado de plantas vasculares en el Islote Zapato (Islote Afuera)

Recopilado por J. Rebman y J. Gibson, Museo de

Historia Natural de San Diego, basado en los vouch-

ers del Herbario del Museo de Historia Natural de

San Diego;

+ Indica nombres de otras fuentes,

! Indica endemismos del archipiélago,

* Indica exóticas

DICOTILEDÓNEAS Aizoaceae

+*Mesembryanthemum crystallinum

Anacardiaceae

Rhus integrifolia

Apiaceae

Lomatium insulare

Asteraceae

!Baeriopsis guadalupensis

Coreopsis gigantea

!Deinandra greeneana ssp. greeneana

+Perityle emoryi

!Perityle incana

!Stephanomeria guadalupensis

Boraginaceae +Cryptantha foliosa

Brassicaceae

+Descurainia pinnata ssp. menziesii

!Erysimum moranii

Hutchinsia procumbens

Cactaceae

!Mammillaria blossfeldiana var. shurliana

Caryophyllaceae

!Spergularia macrotheca var. talinum

Chenopodiaceae

Aphanisma blitoides

Atriplex barclayana

Atriplex californica

Convolvulaceae

Calystegia macrostegia ssp. macrostegia

Crassulaceae

Crassula connata

!Dudleya guadalupensis

Crossosomataceae

Crossosoma californicum

Euphorbiaceae

Euphorbia misera

Fabaceae

!Lotus argophyllus ssp. ornithopus

Hydrophyllaceae

Phacelia floribunda

Pholistoma racemosum

Malvaceae

!Lavatera lindsayi

Lavatera occidentalis

!Sphaeralcea palmeri

Page 81: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LA FLORA DE ISLA GUADLAUPE Y SUS ISLOTES 81

Nyctaginaceae

Mirabilis laevis var. crassifolia

Papaveraceae

!Eschscholzia palmeri

Polygonaceae

!Eriogonum zapatoense

Portulacaceae

!Cistanthe guadalupensis

Resedaceae

Oligomeris linifolia

Scrophulariaceae

!Castilleja fruticosa

Galvezia speciosa

Solanaceae

Lycium californicum

Urticaceae

Parietaria hespera var. hespera

MONOCOTILEDÓNEAS Themidaceae

Dichelostemma capitatum

APÉNDICE 4

Listado de plantas vasculares en el Islote Negro

Recopilado por J. Rebman y J. Gibson, Museo de

Historia Natural de San Diego, basado en los vou-

chers del Herbario del Museo de Historia Natural

de San Diego;

+ indica nombres de otras fuentes,

! indica endemismos del archipiélago,

* indica exóticas

DICOTILEDÓNEAS Aizoaceae

*Mesembryanthemum crystallinum

*Mesembryanthemum nodiflorum

Asteraceae

Amblyopappus pusillus

!Baeriopsis guadalupensis

!Deinandra greeneana ssp. greeneana

Perityle emoryi

!Perityle incana

*Sonchus oleraceus

Boraginaceae

+Cryptantha maritima

Cactaceae

!Mammillaria blossfeldiana var. shurliana

Caryophyllaceae

!Spergularia macrotheca var. talinum

Chenopodiaceae

Aphanisma blitoides

Atriplex barclayana

+*Chenopodium murale

Crassulaceae

!Dudleya guadalupensis

Fabaceae

Trifolium palmeri

Hydrophyllaceae

Phacelia floribunda

Malvaceae

!Sphaeralcea palmeri

Nyctaginaceae

Mirabilis laevis var. crassifolia

Papaveraceae

!Eschscholzia palmeri

Plantaginaceae

Plantago ovata

Portulacaceae

!Cistanthe guadalupensis

Resedaceae

Oligomeris linifolia

Scrophulariaceae

Antirrhinum watsonii

Galvezia speciosa

Solanaceae

Lycium californicum

Urticaceae

Parietaria hespera var. hespera

Page 82: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

82 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Page 83: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

ESFUERZOS RECIENTES DE CONSERVACIÓN 83

Esfuerzos recientes de conservación y apuntes sobre elestado actual de la flora de Isla GuadalupeSteve Junak, Bradford Keitt , Bernie Tershy, Don Croll , Luciana Magnolia Luna-Mendoza y Alfonso Aguirre-Muñoz

Traduccion al español:

Ana Silvia Ruiz de Chávez

INTRODUCCIÓN

Isla Guadalupe es una isla montañosa localizada a unos 250 km de la costa central de la península de Baja California. Siendo un desplazamiento de la Provincia Florística de California, la

diversa topografía de la isla (26,000 ha y 1,300 m de altitud) provee hábitat para 34 taxa de plantas endémicas lo que representa casi 20% de la flora nativa de la isla. Desafortunadamente en el siglo XIX fueron introducidas cabras, las cuales han alterado drásticamen-te los frágiles ecosistemas insulares. Algunas plantas introducidas han invadido extensas áreas de la isla, y rodales de cipreses, palmas y árboles de pinos, todos ellos endémicos, al igual que bosquecillos de enebros y encinos de la isla, que antiguamente ocupaban gran-des extensiones han sido diezmados (Moran, 1996; León de la Luz et al., 2003). La erosión se encuentra muy extendida y por lo menos 20 taxa de plantas nativas podrían haber sido extirpadas (León de la Luz et al., 2003).

La eliminación de las cabras se considera una prioridad para la conservación de Isla Guadalupe (Moran, 1996; León de la Luz et al., 2003). Con este fin, iniciamos un programa para ayudar a documen-tar su impacto sobre la flora de la isla y para evaluar el potencial de recuperación ante la ausencia de estos animales. Este programa in-cluye la construcción de 12 cercos de exclusión diseñados para man-tener a las cabras fuera de los diferentes hábitats de la isla, así como la instalación de 36 transectos lineales, tanto dentro de las cercos de exclusión como en las parcelas de control adyacentes con el objetivo de evaluar los cambios en la diversidad de plantas, la cobertura y la abundancia a través del tiempo. En el transcurso de nuestro trabajo realizamos notas más detalladas sobre la distribución y abundancia de especies vegetales en toda la isla.

Isla Guadalupe con nubes. Foto: Phillip Colla

Page 84: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

84 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Aunque la flora de Isla Guadalupe ha estado muy bien docu-mentada (por ejemplo, Meling-Lopez, 1985; Moran 1996; Rebman et al., 2002), nuestro trabajo ha llevado a nuevos descubrimientos y observaciones. Redescubrimos cuatro taxa de plantas vasculares que se pensaban extintas en la isla, entre ellas un endemismo de Isla Guadalupe (Satureja palmeri). Además, se documentaron seis nuevos registros de plantas vasculares para la isla, y varias plantas insulares endémicas (por ejemplo, Solanum clokeyi) fueron encon-tradas en sitios que no se habían registrado previamente, además de observar varios taxa de plantas que rara vez son vistas (por ejemplo, Githopsis diffusa var. guadalupensis). Encontramos que algunas plantas introducidas (por ejemplo, Atri-plex semibaccata, A. suberecta, Sisymbrium irio y S. orientale) se han diseminado significativamen-te durante los últimos diez años.

En este trabajo informamos sobre los descubri-mientos realizados entre junio de 2001 y junio de 2005. La mayor parte de la información proviene de viajes anuales de una semana de duración du-rante la primavera (Steve Junak y Bradford Keitt)

y de datos adicionales de Luciana Magnolia Luna Mendoza obtenidos de estancias prolongadas du-rante 2003, 2004 y 2005. La erradicación de las cabras comenzó en el verano de 2004 y para ju-nio de 2005 muy pocas permanecen en la isla. Así, nuestras observaciones abarcan un periodo cuan-do las cabras eran todavía comunes e incluyen un periodo cuando fueron extintas en términos eco-lógicos (sin impactos significativos) en algunas áreas de la isla. Por lo tanto algunas de nuestras

observaciones de plantas después del verano de 2004 pueden ser atribuidas a la carencia de la presión por herbivoría.

RESULTADOS DEL PLAN DE SEGUIMIENTO DE PLANTAS

En junio de 2001 personal de Island Conservation, Grupo de Ecología y Conservación de Islas, Santa Barbara Botanic Garden y del Institu-to Nacional de Ecología visitaron Isla Guadalupe con el fin de elegir los sitios para los cercos de exclusión. Se instalaron dos de ellos en las planicies perturbadas cerca de la pista de aterrizaje (La Pista), tres a lo largo del camino desde la cima hacia el noreste del fondeadero (Nor-

theast Anchorage) (en la base de los acantilados del Lower Circus), tres en el bosquecillo de cipre-ses más septentrional y cuatro cerca del extremo sur de los pinos. Los cercos en los acantilados del Lower Circus se construyeron para proteger a dos de los últimos individuos que quedan de Malosma laurina en la isla y para alentar la regeneración de Perityle incana, endémica de Isla Guadalupe, que se circunscribe a zonas abruptas en donde las ca-bras no pueden alcanzar las plantas. Cada cerco de exclusión en el bosquecillo de cipreses incluía una colonia de la endémica insular Solanum clokeyi, la cual no había sido reportada en esa área. Tam-bién incluía una pequeña población de Nicotiana attenuata, que no había sido vista desde 1898 y se suponía que estaba extinta en la isla (Moran, 1996). Tres de los cercos situados en las inmedia-ciones del límite sur de los pinos fueron instalados para proteger al pino endémico de Isla Guadalupe,

Palma de abanico de Guadalupe, Brahea edulis. Foto: GECI

Page 85: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

ESFUERZOS RECIENTES DE CONSERVACIÓN 85

mientras que otro cerco en dicha área se instaló para proteger a la población recientemente des-cubierta de Satureja palmeri, endémica de la isla, que había sido vista por última vez en 1885 y se asumía extinta (Moran, 1996).

En 2002 se instalaron transectos lineales per-manentes para documentar los cambios a largo plazo en la vegetación dentro y fuera de las áreas cercadas en seis exclusiones (dos en La Pista, dos en el bosquecillo de cipreses y dos en los pinos). Estos transectos, de entre 10 m y 30 m de largo, fueron revisados en abril de 2002, abril de 2003, mayo de 2004 y abril de 2005. El análisis de los datos de los transectos se reportará en un trabajo posterior.

Para los siguientes informes y comentarios sobre la vegetación de la isla, los nombres de los lugares que utilizamos pueden encontrarse en el mapa que aparece en Moran (1996). Los si-tios fueron determinados con un receptor GPS de Garmin- 12 colocado con el NAD 27 (por las siglas en inglés de North American Datum of 1927). Se citan los vouchers de especímenes del Herbario y los datos de etiqueta para los registros de las nuevas plantas vasculares y para los redescubrimientos de taxa de plantas que se pensaban extintas.

NUEVOS REGISTROS DE PLANTAS VASCULARES PARA ISLA GUADALUPE

Atriplex suberecta I.Verd. (Atriplex muelleri sensu auct., non Benth.) (Chenopodiaceae). Planicies perturbadas justo al sur del

campo de aterrizaje (La Pista), cerca de 29° 01’ 05.3” N, 118° 16’ 41.7” W, altura aprox. 1,800 pies, 15 junio de 2001, Junak 6748.

Este taxon, probablemente nativo de Su-dafrica y Australia, fue observado por prime-ra vez en California en 1967 (Howell, 1971). Actualmente se está extendiendo de manera acelerada en las regiones costeras del sur de California; también ha sido colectado en va-rios sitios en Isla Santa Catalina (Junak, obser-vación y recolecciones personales). Atriplex suberecta también se ha encontrado en Hawaii y en Chile (Howell, 1971; Wagner et al., 1990). En junio de 2001, era común a nivel local en Isla Guadalupe, sobre todo en las planicies adyacentes al campo de aterrizaje y a lo largo del camino principal, a menudo mezclada con Atriplex semibaccata.

Ceanothus arboreus Greene (Rhamnaceae). Loma abierta, dentro del cerco de pinos si-tuado al sur, cerca de 29° 08’ 48.0” N, 118° 19’

26.6” W, altura aprox. 3,700 pies, 6 de mayo de 2004, Junak 6922.Este endemismo insular también se conoce proveniente de las

islas Santa Rosa, Santa Cruz y Santa Catalina (Junak et al., 1995). El 9 de abril de 2003, John Randall observó en Isla Guadalupe por pri-mera vez una plántula dentro de uno de los cercos de pinos. El 6 de mayo de 2004 se encontró una segunda plántula en el mismo cerco. Otras plantas juveniles fueron encontradas en 2004 y 2005; con un total actualmente de siete plantas conocidas en la isla. Un individuo fue encontrado con flores en abril de 2005 aún sin frutos. Las plan-

Cholla, Opuntia prolifera.Foto: GECI

Page 86: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

86 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

tas de Guadalupe podrían representar una forma no descrita y re-querirán más estudio a medida que se encuentren más plantas con flor. La pubescencia observada en las hojas de las plantas inmaduras difiere de lo observado en las plantas del sur de California.

Claytonia parviflora Douglas ex Hook. subsp. parviflora (Por-tulacaceae). En el bosquecillo de cipreses ubicado al norte, cerca de 29° 06’ 25.6” N, 118° 19’ 43.0” W, altura aprox. 3,800 pies, 11 de abril de 2002, Junak 6769.

Esta especie nativa se encuentra ampliamente dispersa frecuent-emente mezcladas con Claytonia perfoliata subsp. mexicana y es común en el sotobosque de los cipreses y pinos.

Lactuca serriola L. (Asteraceae). En un área cercada, corriente abajo del manantial principal de la isla, cerca de 29° 06’ 53.1’’ N, 118° 19’ 26.4’’ W. altura aprox. 3,420 pies, 14 de abril de 2005, Junak 6946.

Todas las plantas vistas en abril de 2005 fueron retiradas. Algu-nas otras fueron retiradas en junio de 2005. Este taxón tan invasivo debe ser eliminado tan pronto sea posible.

Pennisetum setaceum Forssk. (Poaceae). Planicies perturbadas en las orillas del campo de aterrizaje (La Pista), cerca del extremo noreste del campo, altura aproximada 1,880 pies, 8 de mayo 2004, Junak 6937.

Este pasto, extremadamente invasivo, nativo de África y Medio Oriente y adaptado al fuego, debe eliminarse cuanto antes. Con base en las invasiones observadas en California y Hawaii (Wagner et al., 1990; Lovich, 2000), se sabe que este taxón representa una grave amenaza para las plantas nativas y los ecosistemas de Isla Guadalupe. La pequeña población que fue observada a lo largo de la orilla de la pista de aterrizaje fue removida manualmente en el oto-ño de 2004 pero las plantas ya maduras habían liberado semillas. Por lo tanto, debe darse seguimiento a esta área de manera regular en busca de nuevas plantas.

Simmondsia chinensis (Link.) C. Schneider (Simmondsiaceae). En la rocosa ladera sureste, justo al sur del campo de aterrizaje (La Pista), cerca de 29° 01’ 01.1” N, 118° 16’ 46.8” W, altura aprox. 1,800 pies, 15 de junio de 2001, Junak 6750.

Es incierto si este taxón es nativo de Isla Guadalupe. Fue encon-trado un arbusto único en un sitio relativamente sin perturbación en la cercanía de algunas construcciones.

Malva, Lavatera lindsayi, planta única de Guadalupe (Islote zapato). Foto: GECI

Page 87: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

ESFUERZOS RECIENTES DE CONSERVACIÓN 87

REDESCUBRIMIENTOS IMPORTANTES DE TAXA DE PLANTAS NATIVAS

Allophyllum gilioides (Benth.) A. D. y V. E. Grant (Polemoniaceae). Dentro del cerco medio en el bosquecillo de cipreses situado al nor-te, cerca de 29° 06’ 26.5” N, 118° 19’ 43.0” W, altura aprox. 3,740 pies, 5 de mayo de 2004, Junak y Luna-Mendoza 6921.

Aparentemente este taxón anual no había sido observado en este sitio desde 1885, y se consideraba extinto en Isla Guadalupe (Moran, 1996). El 5 de mayo de 2004 se encontraron dos plantas en un cer-co de cipreses. Durante esa misma semana se observaron otras dos plantas justo afuera del mismo cerco y dos más dentro del bosqueci-llo de cipreses, cerca de un km al sur del cerco.

Descurainia pinnata (Walter) Britton subesp. menziesii (DC.) Detling (Brassicaceae). Abriendo en la arboleda de cipreses situa-da al norte, cerca de 29° 06’ 28.3” N, 118° 19’ 44.7” W, altura aprox. 3,700 pies, 7 mayo de 2004, Junak 6927.

Moran (1996) observó que este taxón anual había sido visto por última vez en la arboleda de cipreses en 1942. En mayo de 2004 se encontró una pequeña población de aproximadamente 30 plantas, justo fuera de uno de los cercos de exclusión.

Nicotiana attenuata Torr. (Solanaceae). En un sitio abierto en la arboleda de cipreses situada al norte, cerca de 29° 06’ 32.4” N, 118° 19’ 35.5” W, altura aprox. 3,820 pies, 14 de junio de 2001, Junak 6743.

Aparentemente visto por última vez en Isla Guadalupe en 1898, este taxón anual se creía extinto en la isla (Moran, 1996). Una pobla-ción extremadamente localizada de esta especie fue encontrada en junio de 2001; algunas plantas estaban parcialmente comidas por las cabras u otros animales. No se observó Nicotiana attenuata en esa zona ni en abril de 2002 ni en abril de 2003, pero en mayo de 2004

se encontraron más de 100 individuos en varias zonas separadas ro-deando los límites de la arboleda de cipreses y cerca del manantial.

Satureja palmeri (A. Gray) Briq. (Lamiaceae). En la rocosa cima expuesta del cerro, en la parte noroeste de la isla, en las inmedia-ciones de los pinos, cerca de 29° 08’ 51.2” N, 118° 19’ 10.1” W, altura aprox. 3,800 pies, 13 de junio de 2001, Junak 6741.

Aparentemente fue observada por última vez en 1885. Este en-demismo de Isla Guadalupe se pensaba extinto (Moran, 1996). Sin embargo, se encontraron varias poblaciones pequeñas en junio de 2001, y se observaron algunas plantas en las mismas áreas en abril de 2002, abril de 2003 y mayo de 2004. Regularmente miden unos cuantos centímetros de altura y se encuentran escondidas entre las rocas sueltas y a la distancia el follaje se parece al de Parietaria hes-

Flor de Cholla, Opuntia prolifera. Foto: GECI

Page 88: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

88 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

pera. Aunque uno de los cercos de exclusión se construyó para pro-teger de las cabras a una población de esta especie, ésta ha medrado dentro y fuera del área cercada.

OBSERVACIONES SOBRESALIENTES DE PLANTAS NATIVAS

Brahea edulis H. Wendl en S. Waston (Palmae). Aunque esta espe-cie permanece abundante a lo largo del extremo norte de la isla y en pequeñas agrupaciones hacia el sur, no se había observado ninguna plántula hasta junio de 2005. Un grupo de 45 plántulas fue descu-bierto en 28° 55’ 55.4’’ N, 118° 17’ 5.8’’ W a lo largo de un cauce en las cercanías de aproximadamente 10 palmas adultas.

Castilleja attenuata (A. Gray) T.I. Chuang y Heckard (Ortho-carpus a. A. Gray) (Scrophulariaceae). Moran (1996) observó este taxón en un sólo lugar en la isla. Durante nuestros viajes, observa-mos varias plantas en dos de los cercos de exclusión de pinos. Des-de que se construyeron estos cercos cada año se ha visto un gran número de plantas.

Cupressus guadalupensis S. Watson subesp. guadalupensis (Cu-pressaceae). Nunca vimos niguna plántula de este taxón durante nuestros viajes efectuados en junio de 2001, abril 2002 o abril de 2003. Observamos un gran número de plántulas en diversos sitios, principalmente cerca de las orillas de la arboleda de cipreses, en mayo de 2004. Más plántulas fueron vistas en abril de 2005. Pocas plántulas sobrepasan los 10 cm de largo; aunque dos plantas encon-tradas en 2004 bajo la protección de un ciprés muerto han alcanza-do la altura de 2 m.

Githopsis diffusa A. Gray var. guadalupensis Morin (Campanu-laceae). Moran (1996) reportó que este taxón anual era “bastante

raro entre las rocas debajo de los pinos y encinos en la loma noroes-te”. Cada año, entre 2001 y 2005, encontramos muchas plantas de esta especie en el sotobosque de los árboles de ciprés y pino.

Juniperus californica Carr. (Cupressaceae). Se encontró un sólo individuo viejo en 29° 03’ 46.6” N, 118° 14’ 46.3” W en abril de 2004. Se observó otro individuo viejo en 29° 03’ 48.6” N, 118° 15’ 16.8” W en mayo de 2004. Ambos árboles, que mostraban el uso intensivo por parte de las cabras, se localizaban en el mismo arroyo. La ero-sión había dejado expuestas a muchas de las raíces, y gran número de éstas mostraban señales del ramoneo y el deterioro causado por las cabras al pasar sobre ellas. Se han encontrado otros cuatro árbo-les desde mayo de 2004.

Lotus grandiflorus (Benth.) Greene (Fabaceae). Moran (1996) re-portó que este arbusto era visto esporádicamente. Señaló que en-tre 1885 y 1963 no se había visto en la isla, cuando “era bastante común, encontrarlo floreciendo en el lecho del arroyo en la caleta noreste”. Este mismo autor volvió a encontrarlo en dicho sitio en 1965, pero ya no en 1967, ni posteriormente. Meling-Lopez (1985) localizó cuatro plantas cerca del “aguaje del bosque” y una en un arroyo cerca del extremo sur. Durante nuestros viajes de junio de 2001, abril 2002 y abril de 2003, no encontramos a esta especie. En mayo de 2004, sin embargo, era abundante a nivel local y muy visto-sa en las orillas de los arroyos en El Comal. Era común localmente y estaba muy extendida en los límites de las arboledas de cipreses y localmente común en los cercos para pinos ubicados más al sur. Se encontraron más plantas en abril de 2005.

Mimulus latifolius A. Gray (Scrophulariaceae). Un sólo in-dividuo de este taxón fue visto en pobres condiciones en la ar-boleda de ciprés en mayo de 2004. Dos poblaciones saludables fueron vistas en la misma zona en abril de 2005. Moran (1996)

Page 89: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

ESFUERZOS RECIENTES DE CONSERVACIÓN 89

no tiene registros de ninguna población dentro de la arboleda de ciprés.

Pinus radiata D. Don var. binata (Engelm.) Lemmon (Pinaceae). En el año 2000, Rogers et al. (en prensa) encontraron en Isla Guada-lupe aproximadamente 220 árboles de pino adultos y algunas plán-tulas de no más de unos cuantos centímetros de alto. En junio de 2001 encontramos también algunas pequeñas plántulas de pino en las zonas en donde colocamos los cercos de exclusión. En junio de 2003 se contaron más de 220 plántulas dentro de los cercos y en oc-tubre de 2003 se observaron dentro de los cercos poco más de 440 plántulas de pino (Luna-Mendoza, observación personal). En junio de 2005 se halló un total de 1,800 plántulas en los dos cercos exclu-sores al sur. En mayo de 2004, varios de los pinos juveniles medían cerca de un metro de alto y en abril de 2005 algunos individuos medían 2 m de alto.

Senecio palmeri A. Gray (Asteraceae). Moran (1996) reportó que este arbusto endémico era extremadamente raro en Isla Guadalupe. En abril de 2002 encontramos una planta juvenil cerca de los pinos del extremo sur, pero ya no pudimos volver a ubicarla en mayo de 2004. En mayo de ese mismo año, observamos una población cuan-tiosa de entre 25 y 50 plantas, muchas de las cuales estaban en flor, en abruptos acantilados en el lado oeste de la isla, cerca de 29º 07’ 25.4” N, 118º 20’ 18.0” W. En abril de 2005, al menos 200 plántulas se encontraron en las planicies de los acantilados.

Solanum clokeyi Munz (Solanaceae). Moran (1996) encontró este endemismo insular sólo en los acantilados en el Lower Circus. Nosotros descubrimos tres poblaciones saludables en la arboleda de cipreses en el extremo norte, aparentemente protegidas de las ca-bras por los árboles caídos. Todas estas poblaciones se encuentran protegidas por los cercos y están prosperando.

Thysanocarpus erectus S. Watson (Brassicaceae). En abril de 2003, esta especie anual era muy abundante en El Comal. Se encontraron poblaciones en las planicies cerca de 29º 02’ 41.4” N, 118º 17’ 10.0” W y cerca de 29º 03’ 31.3” N, 118º 17’ 40.0” W.

OBSERVACIONES IMPORTANTES DE PLANTAS INTRODUCIDAS

Estamos preocupados respecto de la drástica expansión de las si-guientes plantas no nativas en la última década.

Atriplex semibaccata R. Br. (Chenopodiaceae). Este pasto sala-do perenne fue observado por primera vez en la isla cerca de La Pista en junio de 2000 (Rebman et al., 2002). Cuando la visitamos en junio de 2001 era común en la parte central de la isla, y desde entonces se ha extendido considerablemente hacia el norte y el sur desde La Pista, sobre todo a lo largo del camino. En mayo de 2004 se observaron algunos individuos cerca de los cipreses del extremo sur, a varias millas de La Pista.

Atriplex suberecta I. Verd. (Chenopodiaceae). Este pasto salado ya era bastante común en las cercanías de La Pista en junio de 2001, cuando lo observamos por primera vez. Al igual que Atriplex semi-baccata, desde entonces se ha expandido significativamente hacia el norte y el sur de La Pista, especialmente a lo largo del camino principal.

Nicotiana glauca Graham (Solanaceae). Esta perenne se ha ex-tentido en el lado noreste de la isla durante más de 60 años. En la actualidad es extremadamente abundante en este sitio y se ha di-seminado en las pendientes bajas ubicadas en el lado este de la isla y al menos hasta la pista de aterrizaje, al sur. Desafortunadamente, en mayo de 2004 también la encontramos entre los cipreses en el

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lado oeste de la isla, cerca de 29º 05’ 16.4” N, 118º 18’ 20.1” W. Hoy en día es común en esa zona.

Schismus barbatus (L.) Thell. (Poaceae). Este pasto anual fue observado por primera vez en la isla cerca de la caleta noreste en junio de 2000 (Rebman et al., 2002). En junio de 2001 encontra-mos una población en el lado noroeste de la isla entre las arboledas de pinos y de cipreses, cerca de 29° 08’ 47.2” N, 118º 19’ 26.5” W. En abril de 2002, encontramos que era común localmente en la misma área general, cerca de 29° 07’ 25.4” N, 118º 20’ 16.7” W. En abril de 2003 hallamos otra población en dirección sur hacia La Pista, cerca de 29° 00’ 28.1” N, 118º 15’ 25.3” W. En mayo de 2004 era común a escala local en las planicies, justo al norte del manan-tial, cerca de 29° 06’ 56.3” N, 118º 19’ 27.2” W. La expansión de este pasto es preocupante porque se ha adaptado al fuego y es capaz de conducirlo a través de los espacios entre los arbustos y las zo-nas áridas, y compite con los pastos nativos como Vulpia octoflora (Brooks, 2000).

Sisymbrium orientale L. (Brassicaceae). Introducida en la isla en algún momento antes de 1988 (Moran, 1996), esta anual es en la actualidad bastante abundante en la parte central de la isla. Co-múnmente se encuentra junto con Sisymbrium irio, la cual fue vista en la isla en 1932 (Howell, 1942). Ambas especies de Sisymbrium se están expandiendo rápidamente, sobre todo a lo largo del camino. En abril de 2003 encontramos ambas especies de Sisymbrium al sur en 28° 56’ 20.0” N, 118º 16’ 35.6” W. En abril dde 2005, Sisymbrium orientale fue una de las plantas dominantes en la porción central de la isla y se ha expandido hacia el área de pinos.

DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES

Durante nuestros viajes a Isla Guadalupe entre 2001 y 2005, en-contramos seis nuevos registros de especies de plantas vasculares, redescubrimos cuatro taxa de plantas que se pensaban extintas, y encontramos nuevas poblaciones de endemismos insulares. Si bien existe un daño extensivo a los sistemas naturales, estas observacio-nes nos dan esperanza para la recuperación de la flora única de la isla, si es que las cabras ferales son eliminadas pronto.

La mayoría de los datos reportados en este documento provienen de las observaciones generales realizadas en el campo. Aunque ya hemos iniciado un programa uniforme para monitorear los cambi-os en la flora a través del tiempo, estas observaciones son demasia-do preeliminares para reportarlas en este documento. Sin embargo, pensamos que los datos generales presentados aquí ofrecen una actualización importante de la situación actual de la flora de Isla Guadalupe. Además, ofrecen una panorámica de lo que podemos esperar encontrar en la isla una vez que se remuevan las cabras.

Los cercos de exclusión proporcionan nuestra mejor medida para el futuro de la isla ante la ausencia de las cabras. Los pastos in-troducidos ya constituyen la vegetación dominante en gran parte de la mitad norte de la isla y parece probable que su densidad y cober-tura aumenten una vez que las cabras se hayan retirado. Sin embar-go, es también evidente que los pinos producen semillas viables y se reproducirán rápidamente. Otras especies nativas, como Calystegia macrostegia y Lotus grandiflorus también han tenido éxito en los

Barco Horizon en acantilado de Isla de Afuera. Foto: Phillip Colla

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cercos para pinos y se establecerán en dicha área. La recuperación dentro de los cercos para cipreses ha sido menos notoria y parece ser que las plántulas de ciprés, si bien cuantiosas en 2004 y 2005, se circunscriben a determinadas áreas del bosque.

Varios de los descubrimientos más emocionantes tienen que ver con especies o géneros que se pensaban extintos en la isla. El más importante fue el descubrimiento de un Ceanothus arboreus juvenil en uno de los cercos para pinos. La última observación conocida de cualquier tipo de ceanoto en la isla había tenido lugar en la década de 1890 y nunca se había reportado un Ceanothus arboreus. Esto es especialmente significativo debido a que había sido descrito como una especie de sotobosque dominante en todo el bosque de pinos y de cipreses a finales del siglo XIX. El descubrimiento de una pobla-ción de Senecio palmeri, extensa y saludable, también es relevante ya que esta especie endémica había sido descrita como un arbusto dominante en toda la isla durante las primeras descripciones botá-nicas que se hicieron de ella. Al sumar estos descubrimientos con aquellas plantas que se consideraban extintas en la isla (Allophy-llum gilioides, Descurainia pinnata, Nicotiana attenuata y Satureja palmeri) y el descubrimiento de otras especies leñosas como Juni-perus californica, parece probable que haya más descubrimientos una vez que las cabras sean removidas y los botánicos continúen su búsqueda en la isla. Nuestros descubrimientos demuestran que algunos de los principales elementos de la flora de Guadalupe aún existen, lo que permite albergar la esperanza de que a la larga Isla Guadalupe sea capaz de regresar a un sistema similar al que existía antes de la introducción de las cabras.

Aparte de las estos animales, la mayor amenaza a los esfuerzos de restauración en la isla es la presencia de las especies vegetales intro-ducidas. Durante nuestro trabajo observamos una importante dise-

minación de varias especies de plantas invasoras. De manera tanto colectiva como individual, estos taxa de plantas introducidas repre-sentan una grave amenaza a la frágil flora nativa. Para que la restau-ración de la flora tenga éxito deberá prestárseles atención especial en los planes de gestión para la isla. Especies como Pennisetum setaceum son muy invasivas, aunque en la actualidad están muy localizadas, y deben ser eliminadas de manera inmediata antes de que puedan pro-pagarse en la isla. El monitoreo de las plantas introducidas también contribuirá a que los administradores de la isla puedan responder ante el surgimiento de los problemas potenciales.

AGRADECIMIENTOS

Este trabajo no hubiera sido posible sin las valiosas contribuciones de Reid Moran. Su trabajo detallado suministró la información de referencia que nos permitió darnos cuenta de la importancia de nuestras observaciones.

Agradecemos a James Lemke y Kent Casady de AeroGuadalupe por sus habilidades de pilotaje, su paciencia y apoyo a este proyecto.

Agradecemos a la Semarnat, Secretaría de Marina-Armada de México, y a la Cooperativa Pesquera Abuloneros y Langosteros de Isla Guadalupe por su apoyo a este proyecto.

Por su ayuda en la isla agradecemos a Francisco Casillas, Josh Donlan, César García-Gutiérrez, Aaron Hebshi, Bill Henry, Miguel Ángel Hermosillo, Gregg Howald, Sandra Larsen, Brendan Lea-them, a la familia Maytorena, a Tom Oberbauer, Pedro Peña, Ralph Philbrick, John Randall, Lorenzo Rozensweig, José Ángel Sánchez, Karina Santos del Prado, Ernesto Vega, Bill Wood y Erika Zavaleta.

Por su apoyo económico agrdecemos a Seacology, la fundación Switzer y al CONACYT. Esta investigación ha sido parcialmente apo-

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ESFUERZOS RECIENTES DE CONSERVACIÓN 93

yada por el proyecto Semarnat-2002-C01-0200: Estado de las Po-blaciones de Especies de Animales Silvestres y Ferales de las Islas de la Costa del Pacífíco de la Península de Baja California, del Grupo de Ecología y Conservacion de Islas, A.C. financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México.

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94 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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SITUACIÓN ACTUAL DE Pinus radiata 95

INTRODUCCIÓN

P inus radiata es una especie forestal de gran importancia co-mercial en el mundo. Sin embargo, su área de distribución natural se encuentra restringida a sólo cinco poblaciones

aisladas geográficamente (Rogers, 2002). Tres de ellas se localizan en la zona costera de California, en Estados Unidos y las otras dos se encuentran en las islas mexicanas de Guadalupe y Cedros, frente a las costas de Baja California. A pesar de que todas las poblaciones nativas enfrentan problemas de conservación, como resultado de la presión de diversos agentes de disturbio ecológico (Rogers, 2002), las poblaciones insulares están en condiciones más críticas, espe-cialmente la de Isla Guadalupe, considerada como amenazada y en peligro de extinción (Ledig et al., 1998; Hilton-Taylor, 2000).

En mayo de 2001 se llevó a cabo una expedición a Isla Guada-lupe con el propósito de evaluar la situación actual de la población de Pinus radiata en la isla, obtener información de las principales amenazas que enfrenta, colectar muestras de germoplasma con fi-nes de investigación y conservación, y explorar la posibilidad de ini-ciar un programa de restauración genética en dicha población. La expedición fue el resultado de un esfuerzo de colaboración de va-rias instituciones académicas y de investigación de México, Estados Unidos y Australia, con el apoyo y financiamiento de la Organiza-ción de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el programa UC-MEXUS de la Universidad de California, y las propias instituciones participantes en la investigación. El grupo estuvo integrado por un total de 14 personas de cinco países, con experiencia en diferentes disciplinas científicas y técnicas.

La restauración y conservación in situ de esta población es im-portante por diferentes razones de índole económica, ecológica y

La situación actual de la población de Pinus radiata en Isla Guadalupe y una estrategia para su restauraciónJesús J. Vargas-Hernández, Deborah L. Rogers, A.Colin Matheson y Jesús Jaime Guerra-Santos

Pino de Guadalupe, Pinus radiata var. binata. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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científica. Como resultado del aislamiento genético y de las condi-ciones ambientales particulares que existen en Isla Guadalupe, la población ha evolucionado como un ecotipo distinto con respecto a las poblaciones continentales de Pinus radiata en California (Axel-rod, 1980; Moran et al., 1988; Moran, 1996; Rico-Cerda, 1997; Wu et al., 1999). La población de Guadalupe presenta características mor-fológicas y adaptativas de importancia económica en el proceso de domesticación de la especie (Nicholls y Eldridge, 1980; Bannister y McDonald, 1983; Burdon et al., 1992a, 1992b; Rogers, 2002). Dichas características podrían ser de gran utilidad en un futuro próximo si se materializan los cambios climáticos que se pronostican en diversas regiones del mundo. Desde el punto de vista ecológico, la restaura-ción de esta población nativa es esencial para mantener la integridad genética que permita la continuidad evolutiva en este hábitat par-ticular. La conservación in situ de esta población permitirá además proteger a otras especies asociadas. Muchas de las especies que co-habitan y dependen de la presencia de los árboles de Pinus radiata en esta isla son también endémicas, por las condiciones propias del aislamiento evolutivo que han enfrentado. Desde el punto de vista científico, la restauración de la población presenta retos interesantes por las condiciones particulares del ambiente y de los individuos re-manentes y puede servir de modelo para las acciones de restauración genética en otras poblaciones que tienen ante sí amenazas similares.

MATERIALES Y MÉTODOS

Acceso a la isla y toma de datos

Los miembros de la expedición arribamos por barco al extremo sur de Isla Guadalupe el 13 de mayo de 2001. En todo momento se toma-

ron las precauciones necesarias para evitar la introducción de patóge-nos del continente a la isla en la ropa y equipo. El grupo permaneció cinco días en la isla; con el apoyo de la comunidad de pescadores residentes se trasladaron los víveres, instrumentos y equipo de tra-bajo hasta la parte norte, donde se encuentra la población de Pinus radiata. El plan original era levantar un censo y ubicar en un plano los árboles adultos remanentes de la especie. A cada árbol vivo visi-tado se le asignó un número progresivo, a partir del extremo sur de la población, obteniendo las coordenadas geográficas con un Sistema de Posicionamiento Global (GPS, Marca Garmín IIP). Sin embargo, debido a las fuertes pendientes del terreno, más del 50% de los árbo-les no fueron ubicados en el mapa; estos individuos, localizados en cañadas con pendientes muy pronunciadas, sólo fueron contados. En algunas zonas fue necesario hacer recorridos en diferentes días debi-do a problemas de visibilidad por la presencia de niebla.

En los árboles georeferenciados se midió el diámetro del tronco a 1.30 m y la altura total del fuste vivo, y en algunos de ellos se toma-ron muestras de madera para la determinación de la edad (T. Moody, comunicación personal). Además, se revisó visualmente cada uno de ellos para describir las condiciones de vigor de la copa y detectar po-sibles daños o síntomas del ataque de insectos o presencia del “cancro resinoso” (Fusarium circinatum) u otras enfermedades en el tronco, ramas y follaje. También se anotó la presencia de factores de distur-bio o destrucción en el sitio y se contó el número de individuos juve-niles o renuevos de la especie en la vecindad de cada árbol visitado.

Análisis de la información

Con los datos de campo obtenidos se elaboró un mapa de distribu-ción de los individuos georeferenciados, para apoyar la definición

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SITUACIÓN ACTUAL DE Pinus radiata 97

de los extremos ambientales de su localización. Además de la dis-persión altitudinal de la población, se estimaron las dimensiones promedio y extremas de los árboles remanentes. Con base en la in-formación del vigor de la copa, las características generales de la población y las condiciones ecológicas del sitio, se identificaron y calificaron los principales riesgos y amenazas que enfrenta la po-blación. Las condiciones reproductivas de la población y las carac-terísticas particulares del microambiente fueron consideradas para definir la estrategia de restauración que se propone.

RESULTADOS Y DISCUSIÓN

Situación actual de la población

La población de Pinus radiata se encuentra localizada en la parte norte de Isla Guadalupe, donde existe mayor precipitación y me-nos radiación solar debido a la presencia de niebla durante periodos prolongados del año (Moran, 1996). Los árboles de pino se locali-zan en la parte alta de la cresta volcánica y hacia abajo, siguiendo las cañadas, preferentemente en sitios con exposición noroeste; la población cubre un intervalo altitudinal que va desde los 500 hasta los 1,200 msnm. En estos sitios se encuentran algunos individuos aislados de otras especies vegetales nativas como junípero (Junipe-rus californica Carr.), encino (Quercus tomentella Engelm.), palma (Brahea edulis H. Wendl.) y otras especies arbustivas y herbáceas.

Durante el censo se identificaron con certeza un total de 200 árboles adultos y se estimó una existencia adicional de 20 árboles en puntos no visibles, por lo que el tamaño total de la población remanente es de 220 ± 20. Esta cantidad representa casi la mitad del número de árboles contabilizados en 1964 (Bannister, 1965). Sin

embargo, registros de naturalistas que visitaron la isla a finales del siglo XIX indican que la población de pino era mucho más extensa y continua en esta isla (Moran, 1996). Con excepción de algunas plántulas menores de 5 cm de altura encontradas bajo la copa de un número reducido de árboles, todos los árboles de pino presentes son de grandes dimensiones, sobre-maduros y viejos, con una al-tura promedio del tronco vivo de 15.3 m y un diámetro a 1.30 m de altura generalmente mayor a 1 m. Las mayores dimensiones regis-tradas fueron 33.4 m de altura y 226 cm de diámetro. Los valores de diámetro son un poco mayores que los registrados en expediciones anteriores (Bannister, 1965; Libby et al., 1968), lo cual indica que los árboles siguen creciendo, aunque con tasas relativamente bajas. Los árboles de mayor tamaño presentaron la parte alta de la copa muerta o dañada, posiblemente por incendios, o simplemente por una pérdida de vigor asociada a su edad avanzada. Muchos de los árboles presentaron raíces expuestas y ramas muertas en el suelo. Algunos de los árboles en donde se colectó semilla en expediciones anteriores (Libby, 1978), especialmente en el extremo suroeste de la población, se encontraban muertos en pie.

Considerando las condiciones ambientales extremas en que se encuentra la población de Pinus radiata en la isla, es indudable que la condensación de la niebla es un factor ecológico que permite la supervivencia de los árboles. Los árboles remanentes en el extremo suroeste coinciden con el punto en donde aumenta la presencia de niebla; además, la mayoría de ellos crece en exposición noroeste, aparentemente limitados por las condiciones de la exposición sur, que es más seca y cálida por la menor presencia de niebla.

Bajo la copa de los árboles se encontró un microambiente dis-tintivo creado por las condiciones de goteo y sombra. En varios de ellos se observó el tronco húmedo y agua escurriendo hasta

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el suelo. Este ambiente se reflejó en la presencia de musgo sobre los troncos y en una transición abrupta de la humedad superficial del suelo en el límite de la zona de influencia de la copa. En esta zona también se observó la presencia de pastos y otras especies de hierbas anuales, así como algunas plántulas de pino. Aunque no existen estudios de la contribución de la niebla a la disponibilidad de agua en el suelo en Isla Guadalupe, un estudio efectuado en bosques costeros de Sequoia (Sequoia sempervirens) en Califor-nia, indica que la niebla aporta una tercera parte del ingreso anual de humedad en ese ecosistema (Dawson, 1998). Asociada a esta comunidad vegetal fue evidente la presencia de diferentes espe-cies de insectos, reptiles y aves. También fue evidente el uso que las cabras hacen de este ambiente como sitio de forrajeo y área de descanso.

Evaluación de riesgos

La población de Pinus radiata enfrenta una situación muy drástica y se encuentra en un serio peligro de desaparecer. A pesar de que el censo realizado mostró que existe un mayor número de árboles que el reportado hace algunos años (Ledig et al., 1998), la situación en que sobreviven es crítica. Sin la intervención humana urgente, la trayectoria natural de esta población, que se deriva de la reduc-ción gradual en el número de árboles en los últimos 40 años, es su extinción. La mayoría de los árboles remanentes se encuentran separados entre sí o formando pequeños grupos aislados, sin que exista una conexión real entre ellos como para formar una pobla-ción compacta. A pesar de que se encontraron algunas plántulas pequeñas (menos de 10 en total) bajo la copa de algunos árboles, es evidente la falta de repoblación natural en toda el área, debido al

problema del pastoreo de las cabras que acaba con los renuevos en sus primeras etapas de desarrollo.

La edad avanzada de los árboles y el impacto del pastoreo de las cabras que impide el establecimiento de nuevos individuos son las principales causas de la declinación en esta población. El problema de mortalidad de árboles es más severo en el extremo suroeste del área de distribución original, donde existen condiciones ambienta-les menos favorables y la niebla es menos frecuente. En dicha zona es notoria la presencia de varios árboles muertos en pie y los indi-viduos remanentes están más aislados entre sí, generando una dis-continuidad con los otros grupos de árboles.

Estrategia de restauración

Es evidente que la remoción total de las cabras es un requisito indis-pensable para asegurar la restauración de la población de Pinus ra-diata en esta isla. La presencia de plántulas en el área de influencia de la copa de los árboles y las cercas de exclusión establecidas por la ONG Grupo de Ecología y Conservación de Islas A.C. poco después de nuestra expedición, muestran que es posible el reclutamiento de plántulas a partir de la regeneración natural. Esto indica que al menos existe suficiente producción de semilla y condiciones am-bientales relativamente favorables para su germinación bajo la zona de influencia de la copa de los árboles. Sin embargo, no es posible ni económicamente viable cercar toda la población o mantener vi-gilancia permanente para evitar que se derriben estas cercas. La presencia de un número reducido de cabras es suficiente para evitar el establecimiento de la regeneración natural.

Por otro lado, aunque la existencia de condiciones ambientales fa-vorables para la repoblación natural es un aspecto importante, también

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SITUACIÓN ACTUAL DE Pinus radiata 99

se deben considerar los as-pectos genéticos. La drástica reducción del tamaño de la población podría haber oca-sionado diferentes impactos desde dicho punto de vista, incluyendo pérdida de diver-sidad genética, cambios en la estructura genética interna de la población y aumento de endogamia. En las espe-cies de coníferas es común encontrar efectos severos de depresión endogámica que se manifiestan de diferentes maneras y en varias etapas del ciclo de vida (Hedrick et al., 1999). Es posible que esta situación se manifieste en la población de Pinus radiata en Isla Guadalupe debido al reducido número de árboles reproductivos y a su distribución aislada que limita las posibilidades de cruzamiento. Estudios de depresión endogámica en Pinus radiata muestran que ésta ocasiona una reducción drástica en la producción de semilla llena, así como en el vigor y tasa de crecimiento de las plántulas (Wu et al., 1998, Kuang et al., 1999 ).

A pesar de lo anterior, mientras no exista información genética que sugiera la necesidad de ampliar o mezclar el acervo génico, la regenera-ción natural es la mejor opción para iniciar el proceso de restauración. Debido a las posibles consecuencias genéticas o fitosanitarias negativas

de la repoblación artificial, esta opción debe utilizar-se sólo después de tener las evidencias genéticas y la evaluación de riesgos poten-ciales. Por ejemplo, la selec-ción artificial de plántulas en el ambiente de vivero po-dría diferir de la selección natural in situ, generando una cohorte con una estruc-tura genética diferente. Ade-más, la reintroducción de plántulas en la isla aumenta los riesgos de introducir el cancro resinoso u otros pa-tógenos ahora ausentes. Por otro lado, aunque la siem-bra directa in situ elimina el efecto de la selección artifi-

cial, es más costosa que la regeneración natural y ocasiona un consumo excesivo de semilla. Es importante que las actividades para favorecer la regeneración natural se realicen en el corto plazo, cuando aún existe el árbol madre para aprovechar su semilla y el ambiente favorable que se genera por la condensación de la niebla en la copa del árbol.

Existen algunas situaciones en las cuales se podría justificar el movimiento o la reintroducción de material por razones genéticas. Por ejemplo, si algunos árboles aislados muestran un elevado nivel de endogamia, se pueden establecer plántulas de los vecinos más cercanos que no tengan este problema; de la misma manera, si la

Bosque de pinos, Pinus radiata var. binata. Foto. GECI

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diversidad genética se ha reducido drásticamente debido a la mortalidad de algunos árboles, especialmente en el extremo suroeste de la población, se podría reintroducir material de esos árboles que posiblemente exista en bancos de germoplasma fuera de México. El establecimiento de estas plántulas en un patrón espacial que simule la regeneración natural permi-tiría reconectar los manchones de ár-boles que actualmente se encuentran aislados entre sí. Sin embargo, debido al papel crítico de la disponibilidad de agua y de las temperaturas extremas en el establecimiento de las plántulas, se requiere de estructuras adicionales que proporcionen sombra y permitan la condensación de la niebla para asegurar la supervivencia en campo abierto.

El papel de la diversidad genética en la supervivencia a largo plazo de esta población (así como la de Cupressus guadalupensis) es rele-vante también para muchas otras especies nativas de la isla. El papel de los árboles en la condensación de niebla, así como en otras funcio-nes del ecosistema es crucial en la ecología general de la isla. Sin la presencia de los árboles, la posibilidad de restauración de otras espe-cies o de otros procesos asociados a ellos podría ser muy limitada.

AGRADECIMIENTOS

Los autores desean reconocer la contribución de diferentes insti-tuciones que proporcionaron financiamiento para llevar a cabo la

expedición, incluyendo la Organiza-ción de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el programa UC MEXUS de la Univer-sidad de California, el Departamento de Industria Ciencia y Recursos del Gobierno de Australia, el Programa de Conservación de Recursos Gené-ticos de la Universidad de California y la Organización para la Investiga-ción Científica e Industrial (CSIRO) de Australia, así como la contribución personal de varios de los participantes en la expedición (David Bates, Richard

Hawley, Carl Jacovich, Laurie Lippit y Nicole Nedeff de Estados Uni-dos de América; Tadashi Moody de Japón; y Javier López Upton, Ernesto Franco, Ana María Padilla Villavicencio y Celerino Montes de México). También estamos profundamente agradecidos con las autoridades de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Natura-les (SEMARNAT), de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Pro-tegidas (CONANP), del Instituto Nacional de Ecología, (INE), de la Secretaría de Gobernación, y de la Secretaría de Marina Armada de México, por los permisos, facilidades y apoyo logístico proporciona-dos para llevar a cabo la expedición y la colecta de germoplasma.

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Conos de pinos, Pinus radiata var. binata. Foto: GECI

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SITUACIÓN ACTUAL DE Pinus radiata 101

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102 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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NOTAS SOBRE LAS AVES TERRESTRES Y ACUÁTICAS 103

Guadalupe es una isla oceánica mexicana ubicada 250 km al oeste de Guerrero Negro, Baja California, en el océano Pacífico. La isla alcanza una altitud de 1,295 m

y tiene una longitud de más de 37 km de norte a sur. Las prime-ras descripciones de la flora y la fauna fueron realizadas por los naturalistas Edward Palmer en 1875 (Ridgway, 1876) y Walter E. Bryant en 1885 (Bryant, 1887). En respuesta a sus interesantes y singulares observaciones, Guadalupe ha sido visitada de manera esporádica por ornitólogos, mastozoólogos marinos, botánicos y coleccionistas.

Se conoce que históricamente la isla ha albergado 34 especies endémicas de plantas, incluyendo cinco taxa endémicos insulares de árboles. En la actualidad la mayoría de las especies de plantas na-tivas se encuentran enormemente reducidas o se creían extintas en la isla como resultado de la intensa presión causada por el pastoreo de las cabras ferales introducidas a mediados del siglo XIX (Moran, 1996). Además de la rica flora, Isla Guadalupe alguna vez contó con nueve taxa endémicos de aves, seis de los cuales se pensaban extin-tos (cuadro 1; Howell y Cade, 1954; Jehl y Everett, 1985). Antigua-mente, Isla Guadalupe albergaba poblaciones de otras dos especies de aves acuáticas reproductivas, el Picotuerto Común (Loxia curvi-rostra) y la Sita Candiense (Sitta canadensis), que también se creían erradicadas de la isla (Sweet et al., 2001). Entre las posibles razones de esto están la depredación de los gatos y la pérdida del hábitat ocasionada por las cabras y, quizás en el caso del Caracara de Gua-dalupe (Caracara lutosus), también la sobrecolecta por parte de los ornitólogos (Jehl y Everett, 1985; Moran, 1996). Aunque los islotes mar adentro proveían refugio contra los depredadores y la pertur-bación, su reducido tamaño probablemente ofrecía un hábitat insu-ficiente para sostener a las poblaciones de aves terrestres.

Notas sobre las aves terrestres y acuáticas de Isla GuadalupeDaniel C. Barton, Kirsten E. Lindquist , Robert W. Henry III y Luciana Magnolia Luna Mendoza

Traduccion al español:

Ana Silvia Ruiz de Chávez

Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis, e islote Toro al fondo. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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Jehl y Everett (1985) fueron los últimos en revisar el estatus de la avifauna de Isla Guadalupe y la historia de la exploración orni-tológica. Desde su estudio, ornitólogos vistantes han reportado nuevos registros de aves invernantes, migratorias y reproductivas (Oberbauer et al., 1989; Mellink y Palacios, 1990; Howell y Webb, 1992; Pyle et al., 1994; Sweet et al., 2001). Nosotros reportamos otras observaciones de aves terrestres, playeras y gaviotas resultado de una estancia durante más de dos meses en la isla entre el 17 de enero y el 23 de marzo de 2003. Debido a la temporada de nuestra vista, la mayor parte de las observaciones de aves terrestres repre-sentan individuos que pasan el invierno en la isla.

En nuestro informe seguimos los nombres de los lugares utiliza-dos por Moran (1996) y Jehl y Everett (1985). Durante los dos meses que pasamos en la isla vivimos en Campo Sur, en el extremo me-ridional de la isla, y exploramos otras partes en viajes de un día o de varios días, utilizando Campo Sur como base. Pasamos en total ocho días estudiando activamente a las aves terrestres en el extremo norte de la isla (del 31 de enero al 1 de febrero, del 7 al 8 de febrero y del 9 al 12 de marzo). También realizamos varios viajes de varios días a la parte central de la isla, incluyendo la arboleda de palmas del extremo sur y la pista de aterrizaje de la planicie central de la isla, a la que se le conoce como La Pista (22 de enero, 29 de enero, 11 de febre-ro, y durante los viajes al extremo norte antes mencionados). Visita-mos Campo Oeste, en la costa occidental de la isla, en dos ocasiones (el 24 y el 27 de enero). Además, inspeccionamos dos islotes de Isla Guadalupe: pasamos ocho días en Islote Negro (del 3 al 4 de febrero, del 17 al 20 de febrero, del 7 al 8 de marzo) y un día en Islote Zapato (13 de marzo). En donde creemos haber estudiado suficientemente los habitat apropiados o potenciales para una especie, reportamos una población mínima estimada. Hemos limitado las observaciones aquí reportadas a las de aves terrestres, aves playeras y aves acuáti-cas; los datos sobre aves marinas serán presentados en otro trabajo

RESULTADOS

Garza Morena (Ardea herodias). El 24 y 27 de enero observamos una Garza Morena en Campo Oeste, probablemente invernando. Jehl y Everett (1985) consideraban a esta especie “probablemente un visitante poco común pero regular en invierno.”

Ganso Careta-mayor (Anser albifrons). Al menos cinco individuos invernaban en el manantial, al este de la alameda de cipreses, entre el

Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis con cría. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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NOTAS SOBRE LAS AVES TERRESTRES Y ACUÁTICAS 105

31 de enero y el 10 de marzo, y sólo un individuo fue visto el 10 de abril (B. S. Keitt, comunicación personal) Nuestro registro (fotográfico y de observación) es el segundo registro para la isla. Esta especie había sido reportada por última vez en el sitio en enero de 1885 (Bryant, 1887a.)

Cernícalo Americano (Falco sparverius). Observamos a esta es-pecie de manera frecuente a lo largo del camino entre Campo Sur y Campo Pista y en el extremo norte de la isla en las inmediaciones de los pinos. Estimamos que había > 15 en la isla. Esta especie se repro-duce e inverna en Guadalupe, y Bond (1943) describió a la población reproductiva residente en ese sitio como una subespecie endémica, Falco sparverius guadalupensis, aunque autores posteriores no han reconocido a este taxón (Howell y Cade, 1954; Jehl y Everett, 1985).

Halcón Peregrino (Falco peregrinus). Observamos y fotografia-mos al menos a dos individuos en numerosas ocasiones cerca del extremo sur de la isla desde enero hasta marzo. El único otro reg-istro para la isla es de un individuo único visto el 19 de septiembre de 1896 (Gaylord, 1897). Probablemente el mismo par fue visto a mediados de mayo (B. S. Keitt, comunicación personal). Jehl y Ev-erett (1985) clasificaron a esta especie como “susceptible de ser en-contrada de manera regular durante la migración.” Sugerimos que podría encontrase de manera regular también durante el invierno y potencialmente podría reproducirse en Guadalupe.

Chorlo Dorado Asiático (Pluvialis fulva). Observamos hasta 14 invernantes en la isla principal al oeste del comienzo del arro-yo Melpómene desde enero hasta marzo. Nuestra observación re-presenta el cuarto registro para la isla, precedido por otros de 12 individuos en la misma área de nuestra observación en enero de 1988 (Howell y Webb, 1992), hasta 12 en la caleta noreste entre el 23 de noviembre y el 16 de diciembre de 1973 (E. N. Mirsky datos no publicados, citados por Jehl y Everett, 1985), y 20 en la misma

área de nuestra observación el 22 de febrero de 1970 (Jehl y Eve-rett, 1985).

Playero Vagabundo (Heteroscelus incanus). Observamos fre-cuentemente por lo menos a tres individuos invernando en el extre-mo sur de la isla entre enero y marzo y uno en la playa en la boca del Cañón de Esparza, el 1° de marzo. Jehl y Everett (1985) clasificaban al playero vagabundo como “un visitante regular en la isla desde otoño hasta primavera.”

Playero Alzacolita (Actitis macularia). El 2 de marzo observamos uno en plumaje básico en la zona rocosa intermareal en el extremo me-ridional de la isla. Fue visto muy de cerca por dos observadores y nota-mos su rápido movimiento, vocalización y larga cola, característicos de esta especie, la cual no había sido registrada anteriormente en la isla.

Colonia de Gaviota Occidental, Larus occidentalis. Foto: GECI

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Vuelvepiedras Rojizo (Arenaria interpres). Encontramos al menos cuatro invernando en las zonas rocosas intermareales en el extremo sur de la isla entre enero y marzo. Jehl y Everett (1985) re-portaron “registros específicos en junio, de noviembre a enero, y en abril” y tres en noviembre de 1964.

Vuelvepiedras Negro (Arenaria melanocephala). Frecuente-mente observamos a esta especie invernando en las zonas rocosas intermareales en el extremo sur de la isla entre enero y marzo. Pu-dimos ver no menos de nueve a la vez. Jehl y Everett (1985) repor-taron registros de octubre a febrero y en abril. .

Gaviota Pico Anillado (Larus delawarensis). El 17 de enero, en repetidas ocasiones vimos a un adulto dando vueltas a nuestro

barco cerca de la isla (5 km al este de Campo Sur), y el 15 de marzo observamos a un ave de primer invierno en el extremo sur de la isla. Estos registros son el tercero y cuarto para Guadalupe. Jehl y Everett (1985) cuestionaron la identificación de “algunos” he-cha por Carl Hubbs en 1950 y reportaron como el primer registro para la isla en enero de 1970; Mellink y Palacios (1990) informa-ron subsecuentemente “unos cuantos” en noviembre, y Howell y Webb (1992) mencionan haber visto un individuo de primer in-vierno en la caleta noreste en enero. Las gaviotas de pico anillado

Gaviota Occidental, Larus occidentalis. Foto: Claudio Contreras Koob

Junco de Guadalupe, Junco (hyemalis) insularis. Foto: GECI

Vista oeste de Isla Guadalupe. Foto: GECI

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generalmente son raras a poca distancia de la costa, por lo que es inusual que hayan llegado tantas a Guadalupe (P. Pyle, comuni-cación personal).

Gaviota Californiana (Larus californicus). Observamos un adulto cerca de la isla (3 km al este de Campo Sur) el 17 de enero, y un adulto y un juvenil fueron vistos de manera esporádica en el extremo sur de la isla entre febrero y marzo. Otros visitantes ante-riores reportaron regularmente esta especie (Jehl y Everett, 1985; Howell y Webb, 1992).

Gaviota Plateada (Larus argentatus). Frecuentemente obser-vamos esta especie en el extremo sur de la isla, pero en ninguna ocasión pudimos ver más de dos a la vez. Encontramos un adulto muerto y en malas condiciones en el Arroyo Melpómene el 22 de febrero, pero no lo colectamos. Observamos dos en el Cañón de Esparza el 1° de marzo. Jehl y Everett (1985) describen a esta espe-cie como un “visitante común entre noviembre y abril” y señalan que durante el invierno se congrega en los criaderos de elefantes marinos; en contraste, no encontramos congregaciones grandes en ningún lugar de la isla.

Gaviota Occidental (Larus occidentalis wymani). Pudimos obser-var a esta especie de manera frecuente en las playas de la isla, con con-teos máximos de 23 en el extremo sur (15 de marzo), nueve en Islote Negro (18 de febrero), 30 en Islote Zapato (13 de marzo), y once en la boca del Cañón de Esparza (1 de marzo). Esta especie ha sido con-firmada como reproductiva local y residente de la isla (Jehl y Everett, 1985). Pescadores locales han reportado su reproducción en un punto conocido como ‘La Ventana’, ubicado entre Campo Oeste y el Islote Negro. No tuvimos la oportunidad de visitar esta área para determinar si esta especie estaba anidando durante nuestra estancia. Estimamos a la población invernante de gaviotas occidentales en < 200.

Gaviota de Alas Glaucas (Larus glaucescens). El 2 de marzo ob-servamos de manera frecuente números reducidos (≤ 3) en el extre-mo sur de la isla y dos en la boca del Cañón de Esparza. Todas eran aves inmaduras. Esta especie es un visitante regular en invierno, y ha sido reportada entre noviembre y mayo (Jehl y Everett, 1985).

Paloma Doméstica (Columba livia). Frecuentemente observamos dos palomas domésticas en el extremo sur de la isla, entre enero y marzo. No encontramos a esta especie en ninguna otra parte. Esta especie pudo haber sido introducida a la isla de manera intencional por los habitantes en 1956 (C. Hubbs, datos no publicados, como se cita por Jehl y Everett, 1985), y desde entonces ha sido reportada de manera regular.

Paloma Huilota (Zenaida macroura). Esta especie era abundan-te en todo el hábitat terrestre de la isla, desde el bosque de cipreses en el norte hasta Campo Sur, en el sur. La primera evidencia de una población reproductiva fue un registro de 24 aves en 1967, antes del cual sólo se habían visto aves solas de manera esporádica (Jehl y Eve-rett, 1985). Estimamos a la población actual en > 2,000 individuos.

Tecolote Llanero (Athene cunicularia). De manera frecuente observamos a esta especie desde el circo superior, en el extremo norte de la isla, hasta el arroyo Melpómene en el extremo sur, y en dos ocasiones pudimos ver aves en pie en la entrada de los es-condrijos. Encontramos un gran número de cadáveres de Petrel de Leach (Oceanodroma leucorhoa) en la entrada de los escondrijos en ambos islotes, Islote Negro e Islote Zapato, evidencia de que el Tecolote Llanero está presente y se alimenta del petrel. Observa-mos un Tecolote en el Islote Zapato (13 de marzo). La depredación del Petrel de Leach por el Tecolote Llanero no se había reportado anteriormente.

Colibrí de Anna (Calypte anna). Lo observamos frecuentemen-te en la comunidad de árboles de tabaco introducido (Nicotiana

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glauca) en la parte noreste de la isla, y una vez en los pinos del nor-te (1° de febrero), en Campo Sur (5 de marzo), en Islote Negro (19 de febrero), y en Islote Zapato (13 de marzo). Ya se había señalado previamente que el sonido que emite la población de esta especie de Isla Guadalupe es muy distinto al de las aves del continente (Mirsky, 1976) y las primeras podrían carecer del collar típico de las pobla-ciones continentales de esta especie (Howell y Webb, 1992). Obser-vamos a dos individuos con collares completos el 1° de marzo en la boca del Cañón de Esparza, pero el resto de los machos que obser-vamos carecían de un collar completo. Esto podría indicar una dife-rencia en el plumaje o en la temporada reproductiva; la mayoría de la aves del continente empluman a principios de la primavera y mudan totalmente el collar en diciembre (P. Pyle, comunicación personal).

Martín Pescador Norteño (Ceryle alcyon). Observamos uno en Islote Negro, el 5 de marzo. Jehl y Everett (1985) reportaron al Mar-tín Pescador Norteño como una especie regular en invierno.

Carpintero Collarejo (Colaptes auratus). Observamos dos indi-viduos invernando o migrando en las cercanías de la arboleda norte de cipreses el 10 de marzo. Sweet et al. (2001) reportaron que Co-laptes auratus rufipileus, endémico, estaba probablemente extinto y que los individuos de esta especie que se encontraron en la isla en el invierno de 1996 pertenecían a la subespecie continental C. a. colla-ris. No hemos podido determinar el estatus taxonómico de las aves que observamos, y diferimos de la opinión de que C. a. rufipileus está extinta. No se sabe con certeza si esta especie se reproduce o no en Guadalupe, o si todas las aves que se encuentran en la isla pertenecen a C. a. collaris.

Papamoscas Llanero (Sayornis saya). Observamos y fotogra-fiamos a un Papamoscas Llanero, probablemente invernando en la boca del Cañón de Esparza el 28 de febrero. Era el segundo regis-

trado en la isla, precedido por siete registrados por E. N. Mirsky en 1973 (datos no publicados, citado por Jehl y Everett, 1985).

Saltapared Roquero (Salpinctes obsoletus guadalupensis). Esta subespecie es endémica de Isla Guadalupe, abunda en toda la isla y se encuentra también en Islote Negro e Islote Zapato. Lo-calizamos nidos en el lado sur de la pista de aterrizaje el 30 de enero y en Campo Sur el 27 de febrero. El 9 de marzo en el camino hacia la pista encontramos individuos jóvenes que recientemente habían emplumado; el 10 de marzo, en las cercanías de los pinos situados en el extremo norte de la isla, y el 15 de marzo en Cam-po Sur. Vimos un par de aves con material para anidar en Islote Negro el 20 de febrero. El nido de Campo Sur no se logró como consecuencia de una intensa tormenta. Casi todos los datos publi-cados sobre Guadalupe reportan al Saltapared Roquero, y por lo general ha sido descrito como común. Estimamos su población en > 1,000 individuos.

Reyezuelo Rojo (Regulus calendula). Pudimos observar ≥ 5 en la arboleda norte de cipreses el 31 de enero y el 10 de marzo. No pu-dimos determinar su estatus taxonómico, pero el endémico Regu-lus calendula obscurus es considerado extinto: no se han observado individuos de esta especie en verano en cincuenta años a pesar de haberlos buscado intensivamente (Jehl y Everett, 1985; Sweet et al., 2001). Desde 1973 se han reportado algunos individuos en verano (Jehl y Everett, 1985; Howell y Webb, 1992). Es probable que los individuos que ahora pueden verse en Guadalupe sean aves inver-nantes y migratorias.

Azulejo Garganta Azul (Sialia mexicana). Vimos a dos machos invernando en el manantial el 31 de enero, y nuevamente dos ma-chos cerca de la arboleda norte de cipreses el 1° de febrero, a los que fotografiamos. El único registro previo para la isla fue el de tres

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individuos en invierno 1885-1886, uno de los cuales fue colectado (Bryant, 1887).

Zorzal Petirrojo (Turdus migratorius). Encontramos y fotogra-fiamos a un Zorzal Petirrojo muerto y desecado debajo de los pinos situados más al sur en el extremo norte de la isla el 1° de febrero, pero no lo colectamos. Este proporcionó el tercer registro para la isla, precedido por registros de avistamientos de unos cuantos indi-viduos en diciembre de 1886-enero de 1887 (Bryant, 1887) y uno en la caleta noreste el 5 de diciembre de 1973 (Jehl y Everett, 1985)

Cuitlacoche de Artemesia (Oreoscoptes montanus). Observa-mos y fotografiamos a un individuo tres veces invernando en las inmediaciones de Campo Pista y la pista entre el 29 enero y el 10 de

febrero. El único registro anterior para la isla es el de un individuo colectado el 7 de enero de 1886 (Bryant, 1887).

Estornino Europeo (Sturnus vulgaris). Observamos 45 indi-viduos en las inmediaciones del manantial y dos cerca de Campo Pista. Esta especie fue reportada por primera vez en la isla en 1971 (Jehl y Everett, 1985). Se cree que es un ave reproductiva, pero no encontramos signos de reproducción durante nuestra estancia. Howell y Webb (1992) reportaron por lo menos 130 individuos du-rante el mes de enero de 1988, y señalaron que la especie era quizás solamente un visitante invernal.

Chipe Rabadilla-Amarilla (Dendroica coronata). Vimos dos de Audubon (D. c. auduboni) y seis Myrta (D. c. coronata) en va-

Pinzón de Guadalupe, Carpodacus mexicanus amplus. Foto: GECI

Pinzón de Guadalupe, Carpodacus mexicanus amplus. Foto: GECI

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rios sitios por toda la isla entre los meses de enero y marzo. Esta-mos de acuerdo con lo que sugieren autores como Jehl y Everett (1985) respecto de que es “probablemente un visitante invernal regular.”

Chipe Playero (Dendroica palmarum). Observamos y fotogra-fiamos a un individuo descolorido invernando en Campo Sur entre enero y marzo, y a otro con plumaje brillante en Campo Pista el 10 de febrero. Estos registros representan el primer y segundo registro para la isla. Ambos individuos fueron totalmente identificados por múltiples observadores por su característico movimiento de la cola y sus bandas amarillas bajo la misma.

Gorrión Ceja Blanca (Spizella passerina). Encontramos un ave muerta y desecada bajo los pinos ubicados más al sur en el extremo norte de la isla el 1 de febrero pero no fue colectada. Sólo hay dos registros previos para la isla, uno levantado el 6 de enero de 1886 por Bryant (1887), y varios observados entre noviembre y diciembre de 1973 (Jehl y Everett, 1985).

Gorrión Corona Blanca (Zonotrichia leucorhoa). Observamos y fotografiamos a un individuo en Campo Sur el 28 de enero y cinco en bandada junto con 17 Juncos de Ojos Oscuros en la arboleda de cipreses, al norte de la isla el 11 de marzo. Uno se encontraba en los pinos en el extremo norte de la isla el 9 de abril (B. S. Keitt, comunicación personal). Dos fueron vistos en el extremo sur el 10 de abril de 1970 (Jehl y Everett, 1985), se reportaron tres en enero de 1988 (Howell y Webb, 1992), y en noviembre de 1989 se obser-varon varios (Mellink y Palacios, 1990). Probablemente esta especie se encuentra en números reducidos de manera regular durante el invierno y la migración.

Junco Ojo Oscuro (Junco hyemalis). Observamos 17 individuos en un grupo en el que también había cinco Gorriones de Corona

Blanca en la arboleda de cipreses el 11 de marzo. Estas aves proba-blemente se encontraban en migración, puesto que no encontramos ningún Junco de Ojos Oscuros durante otras de nuestras visitas a la zona o a las zonas circundantes. Observamos interacciones agonís-ticas entre los Juncos de Ojos Oscuros y los Juncos de Guadalupe residentes de la isla. El otro registro único de un Junco de Ojos Os-curos es de un espécimen levantado el 6 de enero de 1886 por Br-yant (1887) de un ave siendo atacada por un junco de Guadalupe.

Junco de Guadalupe (Junco (hyemalis) insularis). Observamos frecuentemente a esta ave endémica de Guadalupe durante toda nuestra estancia en la isla, en los cipreses, pinos, el Cañón de Es-parza y los alrededores. Su área de distribución parece restringida a

Saltapared roquero, Salpinctes obsoletus. Foto: GECI

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estas áreas. Observamos adultos transportando alimento cerca de los pinos y el manantial el 10 y 11 de marzo, confirmando con ello su reproducción. De los nueve individuos atrapados con redes de niebla el 11 y 12 de marzo, ocho estaban en condiciones reproduc-tivas (por ejemplo, parche de incubación o protuberancia cloacal). Calculamos su población en > 500 individuos. El tamaño de la po-blación puede modificarse rápidamente puesto que desde 1988 las expediciones realizadas la han reportado en distintas ocasiones con números muy bajos (Howell y Webb, 1992) y como “común en las arboledas de cipreses” (Sweet et al., 2001). Esta (sub)especie repre-senta el taxón más distintivo de las aves que quedan en Isla Guada-lupe (Mirsky, 1976) y merece atención inmediata.

Pradero Occidental (Sturnella neglecta). Observamos esta es-pecie por toda la isla. Fue reportada por primera vez como especie supuestamente reproductiva en 1988 cerca de Campo Pista y de la pista de aterrizaje (Howell y Webb, 1992) y ha sido reportada como probablemente reproductiva por todas las expediciones subsecuen-tes a la isla. Sugerimos que la población de esa especie en la isla ha crecido de manera importante desde 1988 y que en la actualidad es > a 500 individuos.

Pinzón de Guadalupe (Carpodacus mexicanus amplus). Ob-servamos al pinzón de manera frecuente, algunas veces en grandes cantidades por toda la isla. También vimos algunos individuos en Islote Zapato. El conteo más grande en el extremo sur de la isla fue de 31 individuos el 7 de febrero. Una parvada de más de 110 indi-viduos fue vista en la pendiente este del Picacho el 16 de febrero. Grandes cantidades de estas aves (50-100) también frecuentaban el manantial en el extremo norte de la isla. Estimamos su población en > de 1,000 individuos. Diecisiete aves que fueron capturadas en febrero y marzo no estaban en condiciones reproductivas.

Gorrión Doméstico (Passer domesticus). Observamos dos machos en el extremo sur de la isla entre enero y marzo. Howell y Webb (1992) reportaron el primer registro de esta especie para la isla en 1988, y visi-tantes posteriores del extremo sur de la isla lo han reportado también. Sin embargo, durante los dos meses que estuvimos en el extremo sur de la isla no observamos ninguna hembra, lo que podría indicar que la isla no alberga a una población reproductiva viable.

DISCUSIÓN

El trabajo de campo intensivo en Isla Guadalupe ha sido poco co-mún desde que Bryant (1887) pasó cuatro meses en la isla en 1885. Reportamos informes sobre 36 especies de aves, en su mayoría in-vernantes y migratorias observadas durante nuestra visita, y esti-mados mínimos de las poblaciones para cinco especies residentes reproductivas. Aunque hemos ofrecido estimados, estos sólo repre-sentan conjeturas informadas, por lo que sería de gran valor para los esfuerzos de conservación realizar otros trabajos para calcular el tamaño y la viabilidad de las poblaciones de aves terrestres endémi-cas de Isla Guadalupe y otras islas de Baja California. Dos especies proporcionaron los primeros registros para la isla (Playero Alzacoli-ta y Chipe Playero), y varios segundos y terceros registros para la isla (Ganso Careta Mayor, Halcón Peregrino, Cuitlacoche de Artemesia, Azulejo Garganta Azul). Lamentablemente, no aportamos ninguna evidencia nueva para pensar que alguno de los taxa endémicos que se pensaban extintos pudieran persistir en la actualidad.

La avifauna de Isla Guadalupe ha experimentado grandes cam-bios en los 120 años transcurridos a partir de su descubrimiento por los naturalistas occidentales. Desde las primeras observacio-nes y recolecciones en la isla (Ridgway, 1876; Bryant, 1887), los or-

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NOTAS SOBRE LAS AVES TERRESTRES Y ACUÁTICAS 113

nitólogos han documentado la pérdida de ocho taxa reproductivos, seis de ellos endémicos. Los investigadores también han observado la colonización o probable colonización de seis taxa nuevos en la avifauna de la isla. La pérdida masiva y alteración a gran escala del hábitat en la isla ocasionados por las cabras ferales (Moran, 1996) y la presión por la depredación por parte de los gatos ferales (Howell y Cade, 1954) han dado por resultado la modificación permanente de la avifauna de la isla. La erradicación de las cabras y los gatos podría beneficiar a la fauna y flora que aún permanecen.

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos en especial a Alfonso Aguirre y Carlos Gracia García, y al personal del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, quienes proveyeron fondos y apoyo logístico. Estamos en deuda con la Secre-taría de Marina-Armada de México, quienes ofrecieron transporte y hospedaje; con los pescadores de la Cooperativa Pesquera Abulone-ros y Langosteros de Isla Guadalupe, quienes aportaron apoyo logís-tico e invaluables consejos, además de su cálida amistad. En nuestro viaje a Isla Guadalupe había otro participante que fue parte integral de todo el trabajo realizado: Diane Menuz. José Ángel Sánchez Pa-checo aportó su pericia de incalculable valor apoyando este viaje a Isla Guadalupe; Steve N. G. Howell compartió información y litera-tura de gran utilidad, y Steven C. Latta nos brindó su apoyo. Esta es la contribución número PRBO 1154. Esta investigación ha sido parcial-mente financiada por el proyecto de Semarnat-2002-C01-0200: Esta-do de las Poblaciones de Especies de Animales Silvestres y Ferales de las Islas de la Costa del Pacífico de la Península de Baja California, del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C., auspiciado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México.

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Page 114: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

114 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Page 115: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 115

La avifauna insular forma parte de los ejemplos clásicos sobre la diversificación en aislamiento, adaptación extrema y cue-llos de botella ecológicos, e históricamente ha representado a

una gran proporción de la diversidad de aves del mundo (Steadman, 1995; Drake et al., 2002). Las aves insulares son vulnerables a la in-troducción antropogénica de depredadores no nativos y a la pérdida de hábitat, lo cual se manifiesta en el gran número de extinciones recientes en las islas del Pacífico. En éstas, más de 2,000 especies han colapsado debido a la pérdida de hábitat y a la introducción de depredadores en los últimos 10,000 años, eventos que siguieron a las primeras colonizaciones humanas (Steadman y Martin, 2003).

La avifauna de Isla Guadalupe no es la excepción a estos patro-nes, seis de los diez taxa de aves endémicas se extinguieron debido a los depredadores introducidos y a causa de los cambios de hábitat masivos provocados por las cabras ferales (véase Keitt et al. en este volumen). La avifauna remanente sigue amenazada por la presen-cia de estas especies (gatos, cabras, perros y potencialmente rato-nes). Isla Guadalupe ha sido frecuentemente descrita en la literatura como una “Galápagos de Norteamérica”, por tanto, en términos de conservación, es necesario actuar de forma rápida para evitar que se pierda esta avifauna única y en peligro.

Isla Guadalupe se localiza 240 km al oeste de Guerrero Negro, Baja California, en el océano Pacífico. Es una isla oceánica de origen volcánico montada en una cresta dorsal oceánica fósil. Las rocas fueron fechadas con métodos radiométricos en siete millones de años ± dos millones, y la edad de la isla se limita, de acuerdo con la geología del piso oceánico circundante a 12.5 millones de años (Ba-tiza, 1977). Algunos de sus rasgos volcánicos son aparentes, pero de edad desconocida, y quizás no hayan resurgido completamente en la isla (Batiza, comunicación personal). Isla Guadalupe mide 37 km

Historia de la avifauna anidante de Isla Guadalupe y las oportunidades actuales de conservaciónLuciana M. Luna Mendoza, Daniel C. Barton, Kirsten E. Lindquist y R. William Henry III

Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis. Foto: GECI

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116 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

de largo y alcanza una altura de 1,295 m, es árida (cerca de < 200 mm de precipitación anual) pero no hay información precisa dis-ponible de las variaciones anuales, estacionales o de elevación de la precipitación (Moran, 1996).

Aunque la primera visita de un naturalista a Isla Guadalupe fue, tal vez, la de John Xantus de Vesey en 1859 (Madden, 1949), se acepta de manera general que sus observaciones fueron parcial o totalmente imprecisas (Jehl y Everett, 1985). Edward Palmer en 1875 (Ridgway, 1876) y Walter E. Bryant en 1885 (Bryant, 1887) pro-porcionaron la primeras descripciones escritas acusiosas de flora y

fauna. En respuesta a sus interesantes y singulares observaciones, ornitólogos, mastozoólogos marinos, botánicos y coleccionistas han visitado el sitio de forma esporádica desde entonces.

La pérdida masiva y la modificación de hábitat de la isla por causa de las cabras (Moran, 1996), y la presión ejercida por la depredación por gatos ferales (Howell y Cade, 1954) introducidos en el siglo XVIII o XIX, tuvo como resultado un cambio permanente en la avifauna de la isla (Jehl y Everett 1985, Keitt et al. en este volumen). El registro para los efectos de estas introducciones fue hecho en 1906: “Todos los arbustos han sido exterminados y no hay árboles jóvenes de palma, encino, pino o ciprés” (Thayer y Bangs, 1908). Desde las primeras ob-servaciones y colectas en la isla, los investigadores han documentado la pérdida de seis taxa de aves endémicas. Cuatro taxa endémicos aún permanecen (cuadro 1). Además, se perdieron cuatro taxa no conside-rados endémicos de avifauna de la isla, dando como resultado un total de diez extinciones o extirpaciones (Howell y Cade 1954; Jehl y Everett, 1985). Los tres islotes ubicados al sur de la isla proveen un importante refugio para aves marinas y plantas nativas, pero son pequeños, <100 hectáreas cada uno (GECI datos sin publicar; Moran 1996).

Además de las extinciones, los investigadores también han ob-servado la colonización o probable colonización de seis taxa (tal vez siete), algunos de los cuales pueden ser introducidos (cuadro 2). Las aves nativas que aún permanecen en la isla se encuentran en situa-ción precaria; su avifauna está sujeta a cambios rápidos a causa de la influencia humana (Steadman, 1995). En este trabajo se presenta el estatus histórico y actual de la avifauna anidante de Isla Guada-lupe. También se identifican oportunidades de conservación para la avifauna remanente, con base en la literatura publicada y datos ob-tenidos durante visitas recientes dirigidas por el Grupo de Ecología y Conservación de las Islas (GECI).

Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis en cortejo. Foto: GECI

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HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 117

EXTINCIÓN DE ESPECIES ENDÉMICAS

Petrel de Guadalupe (Oceanodroma macrodactyla) . La biología e historia del petrel endémico de Guadalupe quedará como un

enigma. La especie fue descrita por primera vez por Bryant (1887) y fue vista por última vez en 1912, tan sólo 25 años después (Da-vidson, 1928). El Petrel de Guadalupe era de talla grande, cola bi-furcada, con un parche ancho y blanco en la parte superior de la cola y barras carpales claras. El epíteto específico, macrodactyla, hace referencia a los grandes pies de la especie, lo cual se presume como una adaptación para cavar madrigueras. La especie anidaba en madrigueras a lo largo de la cordillera de pinos en el extremo norte de la isla (aproximadamente a 1,000 m de elevación), du-rante la primavera; en agosto de 1912 se encontraron crías casi

Hábitat del Petrel de Guadalupe, Oceanodroma macrodactyla. Foto: GECI

Cuadro 1. Estatus actual de los taxa endémicos de las aves de Isla Guadalupe

Nombre común Nombre científico Estatus Fuente

Petrel de Guadalupe Oceanodroma macrodactyla No se observa 1

desde 1912

Petrel de Leach Oceanodroma leucorhoa Reproductor 2

cheimomnestes

Caracara de Guadalupe Caracara lutosus Último colectado 3

en 1900

Carpintero de Guadalupe Colaptes auratus rufipileus No se observa 3

desde 1906

Saltapared de Bewick Thryomanes bewickii No se observa 3

de Guadalupe brevicauda desde 1903

Reyezuelo Sencillo Regulus calendula No se observa 3

de Guadalupe obscurus desde 1953

Raspador Moteado Pipilo maculatus No se observa 3

de Guadalupe consobrinus desde 1897

Saltapared Roquero Salpinctes obsoletus Reproductor 2

de Guadalupe guadalupensis

Junco de Guadalupe Junco (hyemalis) insularis Reproductor 2

Fringílido de Guadalupe Carpodacus mexicanus Reproductor 2

amplus

1 = Davidson (1928), 2 = GECI datos no publicados, 3 = Howell y Cade (1954).

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118 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

emplumadas (Davidson, 1928). Las madrigueras fueron aparente-mente excavadas en suelos rocosos. Las cámaras estaban común-mente distanciadas a un brazo de alcance desde la entrada (Thayer y Bangs, 1908).

Desde 1892 se reconoció que los gatos depredaban gran-des cantidades de aves y amenazaban con extinguir a esta espe-cie (Anthony, 1925). Las notas de campo del coleccionista W.W. Brown, Jr. (citado por Thayer y Bangs, 1908), durante la prima-vera de 1906, señalaban: “La mortalidad entre estas aves a causa de la depredación por gatos que recorren la isla es abrumadora (alas y plumas yacen dispersas en todas direcciones alrededor de las madrigueras a lo largo de la cordillera de pinos). Esta espe-

cie, sin embargo, sigue reproduciéndose en Guadalupe en gran-des cantidades y algunas veces en la noche el aire parece estar realmente vivo con petreles, su peculiar chillido se escucha en todos lados.” Solo seis años después, en agosto de 1912, se realizó el último registro verificable de la existencia de esta especie (Da-vidson, 1928). Sin embargo, al parecer no se hicieron búsquedas en el hábitat adecuado (la cordillera de pinos en el extremo norte de la isla) durante la temporada apropiada (marzo-julio) durante 1906-2000 (Jehl y Everett, 1985). Una expedición del Museo de Historia Natural de San Diego en junio del 2000 investigó “todos los hábitat apropiados para esta ave” sin encontrar evidencia de su permanencia (SDNHM, 2000). No obstante, las aves marinas que anidan en madrigueras son increíblemente evasivas: el Petrel Bermuda (Pterodroma cahow) fue redescubierto en 1906 después de haberse considerado extinto desde 1621 (Murphy y Mowbray, 1951) y el Petrel Fiji (Psuedobulweria macgillivrayi) fue redescu-bierto en 1984 después de no haber sido visto desde que el espéci-men tipo se colectó en 1885 (Watling, 1985). Aunque es muy poco probable que el Petrel de Guadalupe aún exista, la supervivencia de estas especies representa una ganancia inesperada por la que ciertamente vale la pena continuar con su búsqueda.

Caracara de Guadalupe (Caracara lutosus). El Caracara de Gua-dalupe fue descrito originalmente por Ridgway (1876) basado en 24 aves colectadas por el Dr. Edward Palmer en 1875. De 1875 a 1900 se colectaron 37 especímenes (Abbott, 1933). Grinell (1928) pro-porciona una extensa revisión de la historia natural disponible de esta especie. Palmer, basado en sus observaciones en 1875, expresó su preocupación acerca de que la especie se encontrara al borde de la extinción, y en 1897, cuando Harry Drent (pescador y cazador de cabras) colectó cuatro aves vivas y las regresó a San Diego, declaró

Petrel de Leach, Oceanodroma leucorhoa cheimomnestes. Foto: GECI

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HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 119

que sólo había otras tres Caracara de Guadalupe en toda la isla. Tres años después, el 1° de diciembre de 1900, un coleccionista llamado Rollo H. Beck, de forma inconsciente, le disparó a las últimas once aves vistas vivas, colectando nueve de ellas (Abott, 1933).

Las causas de la extinción del Caracara de Guadalupe son menos claras que las del Petrel de Guadalupe. No hay pruebas suficientes de si la razón principal fue la depredación por gatos o los cambios en el hábitat de alimentación o anidación. La colecta de especíme-nes debió jugar un papel importante en la rápida disminución de la especie, pero las observaciones iniciales hechas por Palmer (Rid-gway, 1876) sugieren que por alguna razón esta especie ya estaba cerca de la extinción. Al tiempo de su caída, las colonias de aves marinas, el elefante marino (Mirounga angustirostris) y el lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsendi) estaban desapareciendo (Thayer y Bangs, 1908; Anthony, 1925). Se desconoce qué tan de-pendiente era el cacacara (un carroñero) de los hábitat nativos y del decline de los recursos de alimento para su supervivencia. Tampo-co se sabe cuál era el tamaño de su población antes de los cambios antropogénicos en la isla.

OTRAS AVES ENDÉMICAS Y NATIVAS ANIDANTES DE GUADALUPE

El cuadro 1 contiene un listado del estatus actual de los taxa de aves endémicos de Guadalupe, (incluyendo los últimos avistamientos de especies extintas) e información de referencia asociada. Los cuatro taxa endémicos extintos aún sin discutir, el Rascador de Ojo Rojo de Guadalupe (Pipilo erythrophthalmus consobrinus), el Saltapera-des de Guadalupe (Thryomanes bewickii brevicauda), el Carpintero de Guadalupe (Colaptes auratus rufipileus) y el Reyezuelo Sencillo

de Guadalupe (Regulus calendula obscurus), fueron originalmente descritos por Ridgway (1876). La literatura sobre estas especies es mucho más limitada que las dos mencionadas previamente, la in-formación se limita a especímenes y fechas de avistamiento (véase Grinnell, 1928 para información sobre historia natural).

El Saltaparedes de Guadalupe y el Rascador de Ojo Rojo de Guadalupe fueron los primeros de los cuatro taxa en extinguirse. Fueron vistos por última vez en 1892 y 1897 y aparentemente su desaparición se debió a la pérdida de vegetación de matorral por el ramoneo de las cabras en conjunto con la depredación por gatos, causa que fue sugerida primero por Anthony (1901). Las razones

Alcita de Cassin, Ptychoramphus aleuticus. Foto: GECI

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120 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

de la extinción del Carpintero de Guadalupe, visto por última vez en 1906, son menos claras, aunque parece deberse a la depredación por gatos (Anthony, 1925). Desde la extinción del carpintero en-démico, la isla ha sido recolonizada por una subespecie continental de Carpintero de Collar Rojo del Norte (Colaptes auratus) (Sweet et al., 2001). El Reyezuelo Sencillo de Guadalupe, visto por última vez en 1953 (Howell y Cade, 1954) es la extinción endémica más reciente. Es posible que la subespecie haya persistido debido a que estas aves son colectoras de follaje y anidan en árboles, lo que quizá las haga menos susceptibles a la depredación por gatos y al cambio inicial de hábitat ocasionado por las cabras.

Otras cuatro poblaciones de aves terrestres que anteriormente se reproducían en la isla han dejado de ser parte de la avifauna: el Halcón Cola Roja (Buteo jamaicensis), reportado por última vez en 1922; el Vencejo de Garganta Blanca (Aeronautes saxatalis), del que se informó por última vez en 1922; el Saltapalos de Pecho (Sitta ca-nadensis), visto por última vez en 1971, y el Picotuerto Rojo (Loxia curvirostra), reportado por última vez en 1903 (Kaeding, 1905; An-thony; 1925, Howell y Cade, 1954; Jehl y Everett, 1985). No se piensa que alguna haya tenido subespecies endémicas de Isla Guadalupe. Estas cuatro especies parecen compartir las mismas causas de ex-tirpación de la isla con los taxa endémicos extintos.

ESPECIES SUPERVIVIENTES: OPORTUNIDADES DE CONSERVACIÓN

Aves terrestres

Dos de las tres aves terrestre endémicas supervivientes, el Junco de Guadalupe (Junco insularus) y el Pinzón de Guadalupe (Carpo-

dacus mexicanus amplus) no comparten ninguna característica común que los diferencie de las otras siete aves nativas extintas, y no es claro por qué han permanecido tanto tiempo enfrentando la pérdida masiva de hábitat y la depredación por gatos. A partir de las observaciones hechas en 2003 y 2004, el tamaño estimado de la po-blación del pinzón es > 2,000 individuos, y > 1,000 individuos para el Junco de Guadalupe (GECI, datos no publicados 2003, 2004).

El Saltaparedes Roquero de Guadalupe (Salpinctes obsoletus guadalupensis) es tal vez la única ave endémica cuyo hábitat se ha expandido significativamente debido al pastoreo de las cabras. El aumento de suelo desnudo y la erosión han creado más hábitat para reproducción y forrajeo de esta especie, incluso parece ocupar toda la isla (GECI, datos no publicados). Sin embargo, al parecer la de-predación por gatos causa significativa mortalidad. Aunque se ca-rece de datos cuantitativos de la población, es claro que el pinzón y el Junco de Guadalupe son vulnerables a la extinción.

Los islotes libres de depredadores Negro, Zapato y Toro, cerca-nos a Guadalupe, no son suficientemente grandes y, tal vez, carez-can del hábitat apropiado para sostener poblaciones viables de estas tres especies. La remoción de gatos y cabras beneficiará de manera directa al pinzón y al junco a través de la eliminación de un fac-tor importante de mortalidad de adultos, y a largo plazo, a través de la recuperación del ambiente de reproducción desvastado por las cabras. La introducción del tabaquillo (Nicotiana glauca) en la porción noreste de la isla ha creado una cantidad significativa de entorno arbustivo utilizado en particular por el Junco y el Colibrí de Ana (Calypte anna) (Howell y Cade, 1954; Barton y Lindquist, datos no publicados). Sin embargo, esta planta es una especie inva-sora y puede causar una disrupción ecológica significativa en la isla (Moran, 1996).

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HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 121

Seis, posiblemente siete, especies de aves terrestres han coloni-zado o parecen haber colonizado la isla en tiempos históricos, pero ninguna parece representar una forma endémica (cuadro 2) (Jehl y Everett, 1985; Howell y Webb, 1992; Sweet et al., 2001). La Paloma Mañanera (Zenaida macroura), el Pradero Occidental (Sturnella neglecta), el Carpintero de Collar Rojo (Colaptes auratus), el Estor-nino Europeo (Sturnus vulgaris) y el Gorrión Doméstico (Passer domesticus) parecen haber colonizado la isla sin intervención hu-mana (Howell y Webb, 1992; Barrowclough, 1996; GECI datos no publicados). La Paloma Común (Columba livia), posiblemente fue introducida en 1956 (Jehl y Everett, 1985). No resulta claro si el Co-librí de Ana estuvo siempre presente en la isla, o si la colonizó como una especie reproductora después de las primeras observaciones de Palmer (Bryant, 1887; Howell y Cade, 1954). El Colibrí de Ana que anida en Isla Guadalupe vocaliza de manera diferente a sus contra-partes continentales (Mirsky, 1976).

Se cree que otras dos especies anidan en Guadalupe: el Cernícalo Americano (Falco sparverius) y el Búho Excavador (Athene cunicu-laria) (Barrowclough, 1996; GECI, datos no publicados 2003, 2004). El Halcón Peregrino (Falco peregrinus) fue recientemente avistado en verano (B. Keitt, comunicación personal) y tanto machos como hembras han sido vistos en invierno (GECI, datos no publicados 2003). Los numerosos riscos y la abundancia de presas potenciales, como la Paloma Mañanera y el Pradero Occidental, proporcionan oportunidades para que estas especies aniden en la isla. Seis ma-chos y una hembra de Vaquero de Cabeza Café (Molothrus ater) fueron vistos durante mayo de 2004 (GECI, datos no publicados 2004). Esta especie podría tener un impacto negativo en las aves terrestres remanentes en Isla Guadalupe, por lo que su potencial colonización debe monitorearse.

La conservación de especies que han poblado la isla de forma independiente (a diferencia de las introducidas por humanos) debe ser también una prioridad, ya que enfrentan los mismos problemas de conservación que los taxa endémicos. Una gran variedad de aves terrestres, aves marinas, y de agua dulce ha sido observada en o cer-ca de la isla, pero su desaparición va más allá de los alcances de este capítulo (cuadro 2).

Aves marinas

A pesar de la introducción de mamíferos exóticos, Isla Guadalupe y sus islotes aún albergan una comunidad diversa y casi desconocida de aves marinas reproductoras. Los islotes Negro (Morro Prieto), Zapato (islote de Afuera) y Toro (islote de Adentro), están libres de mamíferos introducidos. No encontramos evidencias de ellos, incluso de ratones, en ocho noches de estancia en el Negro y tres días de visita al Zapato (GECI, datos sin publicar). Aunque la isla principal parece tener sólo una sombra de su comunidad inicial de aves marinas, los islotes mantienen colonias de aves relativamente sin disturbio (Howell y Cade, 1954; Jehl y Everett, 1985; GECI, datos no publicados). Además, la roca Gárgola o Gaviota, cerca de la pun-ta más sureña de la isla principal, y una roca sin nombre al sur de Toro sostienen pequeñas poblaciones de aves marinas que anidan en grietas.

Para los nueve taxa restantes de aves marinas reproductoras (cuadro 3), Isla Guadalupe tiene importancia regional para pobla-ciones del Pacífico de Baja California. La Isla Guadalupe alberga a la población entera de dos taxa, la subespecie de Petrel de Leach (Oceanodroma leucorhoa cheimomnestes) que anida en invierno, y la población anidante más grande de la subespecie sureña de Mér-

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122 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Cuadro 2. Estatus de las aves de Isla Guadalupe

Nombre común

Colimbo Ártico

Zambullidor Piquipinto

Zambullidor Orejudo

Achichilique

Piquiamarillo

Albatros de Laysan

Albatros Patinegro

Fulmar Norteño

Pardela Patirrosada

Pardela Gris

Pardela Mexicana

Petrel de Guadalupe

Petrel de Leach

Petrel de Galápagos

Petrel Negro

Cormorán Bicrestado

Cormorán Pelágico

Cormorán de Brandt

Fregata Magnífica

Bobo Enmascarado

Nombre común

Rabijunco Piquirrojo

Rabijunco Colirrojo

Pelicano Café

Garzón Cenizo

Garza Ganadera

Ganso Careta Mayorb

Branta

Pato de Collar

Pato Cucharón Negro

Cerceta Aliazul

Cercata Castaña

Pato Boludo Menor

Mergo Copetón

Gavilán Pescador

Halcón Cola Roja

Caracara de Guadalupe

Halcón Peregrino

Cernícalo Americano

Chorlo Dorado Asiático

Chorlito Tildío

Playero Pihuihui

(Continúa) (Continúa)

Nombre científico

Gavia pacifica

Podilymbus podiceps

Podiceps nigricollis

Aechmophorus occidentalis

Phoebastria (Diomedea)

immutabilis

Phoebastria (Diomedea)

nigripes

Fulmarus glacialis

Puffinus creatopus

Puffinus griseus

Puffinus opisthomelas

Oceanodroma macrodactyla

Oceanodroma leucorhoa chei-

momnestes y O. l. socorroensis

Oceanodroma tethys

Oceanodroma melania

Phalacrocorax auritus

Phalacrocorax pelagicus

Phalacrocorax penicillatus

Fregata magnificens

Sula dactylatra

Nombre científico

Phaethon aethereus

Phaethon rubricauda

Pelecanus occidentalis

Ardea herodias

Bubulcus ibis

Anser albifrons

Branta nigricans

Anas platyrhynchos

Anas clypeata

Anas discors

Anas cyanoptera

Aythya affinis

Mergus serrator

Pandion haliaetus

Buteo jamaicensis

Caracara lutosus

Falco peregrinus

Falco sparverius

Pluvialis fulva

Charadrius vociferous

Catoptrophorus semipalmatus

Estatusa

Raro

Accidental

Casual

Accidental

Colonizador cerca

1984

Anidó en 2002,

colonizador potencial

Casual

Casual

Casual

Reproductor

Posiblemente extinto,

último registro: 1912

Reproductor

Accidental

¿Casual?

¿Accidental?

¿Accidental?

Reproductor

Accidental

Accidental

Estatusa

Casual

Accidental

Casual

Raro

Accidental

Casual

Accidental

Casual

Accidental

Accidental

Accidental

Accidental

Casual

Incierto (último

registro: 1922)

Incierto (último

registro: 1922)

Incierto (último

registro: 1900)

Raro

Accidental?

Raro

Accidental

Accidental

Page 123: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 123

Cuadro 2. Estatus de las aves de Isla Guadalupe

Nombre común

Vuelvepiedras Rojizo

Vuelvepiedras Negro

Playero Vagabundo

Playero Blanco

Playeriito Occidental

Costurero Piquicorto

Playero Alzacolitab

Agachona Común

Falárapo Piquigrueso

Saltador Colilargo

Gaviota Reidora

Gaviota de Heermann

Gaviota Piquianillada

Gaviota Californiana

Gaviota Plateada

Gaviota de Thayer

Gaviota Occidental

Gaviota Aliglauca

Gaviota de Sabine

Gaviota Patinegra

Golondrina Marina Real

Golondrina Marina

Ártica

Mérgulo de Xantus

Nombre común

Alcita de Cassin

Alcita Rinoceronte

Paloma Doméstica

Paloma Aliblanca

Paloma Huilota

Lechuza de Campanario

Búho Cornudo

Búho Llanero

Vencejo de Vaux

Vencejo Gorjiblanco

Colibri de Ana

Martín Pescador

Norteño

Carpintero de Gudalupe

Carpintero Collarejo

Mosquero Mínimo

Mosquero Llanero

Golondrina Aliserrada

Norteña

Golondrina Ranchera

Cascanueces

Americano

(Continúa) (Continúa)

Nombre científico

Arenaria interpres

Arenaria melanocephala

Heteroscelus incanus

Calidris alba

Calidris mauri

Limnodromus griseus

Actitis macularia

Gallinago gallinago

Phalaropus fulicaria

Stercorarius longicaudus

Larus atricilla

Larus heermanni

Larus delawarensis

Larus californicus

Larus argentatus

Larus thayeri

Larus occidentalis

Larus glaucescens

Xema (Larus) sabini

Rissa (Larus) tridactyla

Sterna maxima

Sterna paradisaea

Synthliboramphus hypoleuca

Nombre científico

Ptychoramphus aleuticus

Cerorhinca monocerata

Columba livia

Zenaida asiatica

Zenaida macroura

Tyto alba

Bubo virginianus

Athene cunicularia

Chaetura vauxi

Aeronautes saxatalis

Calypte anna

Ceryle alcyon

Colaptes auratus rufipileus

Colaptes auratus

Empidonax minimus

Sayornis saya

Stelgidopteryx serripennis

Hirundo rustica

Nucifraga columbiana

Estatusa

Raro

Común

Común

Casual

Accidental

Accidental

Accidental

Accidental

Raro

Accidental

Accidental

Accidental

Casual

Común

Común

Raro

Reproductor

Común

Casual

Raro

Accidental

Raro

Reproductor

Estatusa

Reproductor

Casual

Introducido en 1956

Accidental

Colonizador o intro-

ducido en 1956

¿Accidental?

¿Casual?

Reproductor

Accidental

¿Extirpado?

Reproductor (quizá)

Raro

Extinto (último

registro: 1906)

¿Colonizó ca. 1990?

Accidental

Casual

Casual

Casual

Accidental

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124 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Cuadro 2. Estatus de las aves de Isla Guadalupe

Nombre común

Saltapalos Canadiense

Saltapared Roquero de

Gudalupe

Saltapered de Bewick

de Guadalupe

Reyezuelo Sencillo de

Guadalupe

Reyezuelo Sencillo

Azulejo Pálido

Clarín Norteño

Zorzal Pechichinchado

Zorzal Petirrojo

Zorzalito de Swainson

Zorzalito Carigris

Zarzalito Colirrufo

Cenzontle Norteño

Cuitlacoche de

Artemesiab

Pájaro Gato Negrob

Bisbita Americana

Ampelis Americano

Lanio Americano

Nombre común

Estornino Europeo

Capulinero Negro

Chipe de Audubon

Chipe Rabadilla

Amarilla

Chipe de Townsend

Chipe Playerob

Chipe Trepador

Chipe Suelero Coronado

Mascarita Común

Chipe de Wilson

Tángara Rojab

Tángara Occidentalb

Picogrueso Pechirrosado

Picogrueso Tigrillo

Rascador Ojirrojo

Gorrión Cejiblanco

Gorrión Coliblanco

Gorrión Rascador

Gorrión de Lincon

Gorrión Gorjiblanco

(Continúa) (Continúa)

Nombre científico

Sitta canadensis

Salpinctes obseletus

guadalupensis

Thryomanes bewickii

brevicauda

Regulus calendula obscurus

Regulus calendula

Sialia currucoides

Myadestes townsendi

Ixoreus naevia

Turdus migratorius

Catharus ustulatus

Catharus minimus

Catharus guttatus

Mimus polyglottos

Oreoscoptes montanus

Dumetella carolinensis

Anthus rubescens

Bombycilla cedrorum

Lanius ludovicianus

Nombre científico

Sturnus vulgaris

Phainopepla nitens

Dendroica coronata

audoboni

Dendroica coronata

coronata

Dendroica townsendi

Dendroica palmarum

Mniotilta varia

Seiurus aurocapillus

Geothlypis trichas

Wilsonia pusilla

Piranga rubra

Piranga ludoviciana

Pheucticus ludovicianus

Pheucticus melanocephalus

Pipilo erythrophthalmus

consobrinus

Spizella passerina

Pooecetes gramineus

Passerella iliaca

Melospiza lincolnii

Zonotrichia albicollis

Estatusa

Extirpado (último

registro: 1971)

Reproductor

Extinto (último

registro: 1892)

Extinto (último

registro: 1953)

Raro

Casual

Accidental

Accidental

Casual

Accidental

Accidental

Raro

Casual

Casual

Accidental

Casual

Accidental

Accidental

Estatusa

Introducido o

colonizador ca. 1986

Accidental

Raro

Casual

Accidental

Casual

Accidental

Accidental

Accidental

Casual

Casual

Accidental

Casual

Accidental

Extinto (último

registro: 1897)

Casual

Accidental

Accidental

Casual

Accidental

Page 125: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 125

Cuadro 2. Estatus de las aves de Isla Guadalupe

Nombre común

Gorrión Coronidorado

Gorrión Coroniblanco

Junco Ojioscuro

Junco de Gudalupe

Pradero Occidental

Tordo de Brewer

Vaquero Cabecicaféb

Bolsero Tunero

Bolsero Cuculado

Fringílido de

Gudalupe

Picotuerto Rojo

Dominico

Gorrión Doméstico

Nombre científico

Zonotrichia atricapilla

Zonotrichia leucophrys

Junco hyemalis

Junco insularis

Sturnella neglecta

Euphagus cyanocephalus

Molothrus ater

Icterus parisorum

Icterus cucullatus

Carpodacus mexicanus

amplus

Loxia curvirostra

Carduelis sp.

Passer domesticus

Estatusa

Casual

Raro

Raro

Reproductor

Colonizador ca 1986

Accidental

Casual-raro

Accidental

Casual

Reproductor

Extirpado

Accidental

Introducido o

colonizador (ca. 1986)

La revisión de este cuadro la realizaron Jehl y Everett (1985); se agregaron especies y se actualiza-ron estatus de Dunlap (1988), Mellink y Palacios (1989), Howell y Web (1992), Pyle et al. (1994), Barrowclough (1996), SDNHM (2000) y GECI datos no publicados (2003-2004). a Accidental, sólo existe un registro; casual < 5 y > 2 registros; raro > 5 registros, y común se refie-re a especies que han sido observadas por la mayoría de los visitantes. b Especies cuyo estatus fue actualizado o especie agregada a la avifauna con base en datos no publicados de GECI del 2003 y 2004.

gulo de Xantus (Synthliboramphus hypoleuca hypoleucus). Estas dos especies están básicamente confinadas a los islotes y rocas pequeñas fuera de la costa. Un punto crítico para la conservación es mante-ner a los islotes como refugio, sin cabras ni gatos. De manera adi-

cional, un individuo de Petrel de Leach y uno de pardela mexicana se escucharon vocalizando en el arroyo Melpómene en marzo de

Cuadro 3. Estatus actual de las aves marinas que se reproducen en Isla Guadalupe y sus tres islotes: Zapato, Toro y Negro

Albatros de

Laysan

Albatros de

Patas Negras

Pardela

Mexicana

Petrel de Leach

de Invierno

Petrel de Leach

de Verano

Cormorán

de Brant

Gaviota

Occidental

Alcita de Cassin

Mérgulo de

Xantus

Nombre científico

Phoebastria (Diomedea)

immutabilis

Phoebastria (Diomedea)

nigripes

Puffinus opisthomelas

Oceanodroma leucorhoa

cheimomnestes

Oceanodroma leucorhoa

socorroensis

Phalacrocorax

pencillatus

Larus occidentalis

Ptychoramphus aleuticus

Synthliboramphus

hypoleuca hypoleucus

Guadalupe

Reproductor

Posible repro-

ductor (una

pareja)

Último

reproductor en

1924

Antiguo

reproductor

Antiguo

reproductor

No hay evidencia

de reproductor

Reproductor

Sin evidencia

Incierto

Islotes

Reproductor

Sin evidencia

Reproductor

Reproductor

Reproductor

Reproductor

Reproductor

Reproductor

(Negro)

Reproductor

Nombre común

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126 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

2003 (GECI, datos no publicados 2003). Varias de estas especies re-productoras tienen un estatus especial de conservación de acuerdo con la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN por sus siglas en inglés).

Albatros de Laysan (Phoebastria (Diomedea) immutabilis). El Albatros de Laysan fue observado por primera vez cerca de las islas de México a mediados de 1970 (Pitman, 1985; Jennings, 1987), y co-menzó a anidar en el extremo sur de Isla Guadalupe en 1984 (Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1996). Desde entonces su población ha crecido de manera sostenida, con un total de 245 nidos en cuatro localidades durante el período 2002-2003. Las colonias se localizan en Punta Sur, 250 m al norte de punta sur, islote Negro, islote Zapato

e históricamente en las Colinas Negras, adyacentes a islote Negro en la isla principal (Pittman et al., en prensa). Las bajas tasas históricas de polluelos sugieren que el crecimiento poblacional fue potenciado por la inmigración de colonias hawaianas (Gallo-Reynoso y Figue-roa-Carranza, 1996), sin embargo, el incremento en el número de polluelos sugiere que la población ahora es autosuficiente.

En la isla principal, los adultos de las colonias de Punta Sur y Coli-nas Negras han estado sujetas a depredación por gatos y perros ferales, por lo que no se observaron aves en la localidad de Colinas Negras durante el 2003 (Keitt et al., en este volumen). El pastoreo excesivo, las malas prácticas de uso de suelo asociado al uso militar histórico y las fuertes lluvias son las causas de la destrucción de nidos y la mortalidad de polluelos (Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1996, GECI, datos no publicados). La remoción permanente de cabras y gatos de Isla Gua-dalupe asegurará la sobrevivencia y crecimiento de las colonias de la isla principal. Las colonias de los islotes Zapato y Negro están a salvo de mamíferos introducidos, por lo que son un refugio para las aves ma-rinas y las plantas endémicas raras. La anidación de los albatros está dañando plantas sensibles y la continua expansión de estas colonias acelerará los impactos negativos en las comunidades vegetales de los is-lotes. En mayo de 2004 se observaron aves merodeando en islote Toro y podrían estar anidando allí (GECI, datos no publicados).

La cronología de anidación del Albatros de Laysan en Guadalu-pe es paralela a las aves de Hawai. El cortejo comienza a mediados de noviembre, la puesta de huevos es de noviembre a mediados de diciembre, los polluelos salen del cascarón a finales de enero y prin-cipios de febrero y empluman a mediados de junio. Los estudios de rastreo por satélite y geolocalización muestran que las aves de Isla Guadalupe pasan la temporada de reproducción en el Pacífico oriental (Henry, datos no publicados), a miles de kilómetros de las

Colonia de Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis. Foto: GECI

Page 127: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 127

en dicha isla (GECI, 2003.). El coleccionista W.W. Brown Jr. (citado por Thayer y Bang, 1908) declaró: “esta especie fue abundante en la noche alrededor de los riscos perpendiculares al este de nuestras ca-bañas, en la parte baja de la meseta, sus cantos resonaban durante la noche. En el día frecuentaban las aguas del extremo norte de la isla... con frecuencia se observaban cuarenta o cincuenta a la vez.” Aún es posible encontrar al anochecer, cerca del extremo sur de la isla, agregados algunas veces de más de 1,000 aves, donde permanecen las dos colonias de los islotes (GECI, datos no publicados).

Jehl y Everett (1985) sugirieron que aún podían existir colonias en Isla Guadalupe por número de aves (500-2,500) reportadas en esta

aves de Hawai, que se alimentan en el Pacífico central y norte-cen-tral (Fernández et al., 2001; Hyrenbach et al., 2002). Las aves de Isla Guadalupe pasan los meses de no reproducción en el Pacífico nor-te-central, junto con las poblaciones hawaianas (Henry, en prepara-ción). El crecimiento rápido, en combinación con un espacio amplio para su reproducción, sugieren que Isla Guadalupe podría algún día albergar una población grande en el Pacífico oriental, semejante a las colonias de las islas hawaianas del noroeste.

Albatros de Patas Negras (Phoebastria (Diomedea) nigripes). El Albatros de Patas Negras es un colonizador potencial de Isla Guadalupe y representaría una nueva especie anidante para México (Thayer y Bangs, 1908; Jehl y Everett, 1985). En 2002 se reportó una pareja de estas aves anidando en el extremo sur de la isla (Pitman y Balance, en prensa). Y se observó en tres ocasiones a un individuo asustado en el destacamento naval de la isla, en junio, marzo y di-ciembre de 2003 (GECI, datos no publicados). Esta especie está de-clinando rápidamente en Hawai (Lewinson y Crowders, en prensa), y la colonización de Guadalupe establecería una importante pobla-ción regional que pudiera beneficiar su salud a largo plazo.

Pardela Mexicana (Puffinus opisthomelas). Históricamente, Isla Guadalupe ha soportado una población reproductora de tamaño considerable (“de cientos”) según lo reportado en 1900, 1906 y 1922 (Thayer y Bangs, 1908; Anthony, 1925) pero no se ha confirmado que anide en la isla principal desde entonces. Los islotes Zapato y Negro aún albergan colonias de buen tamaño de Pardela Mexicana (GECI, datos no publicados). Las observaciones indican que actual-mente estas aves anidan primordialmente en grietas, y aunque se desconoce cuántos individuos lo hacen en Isla Guadalupe, sólo se sabe que tal vez su número fue grande (Anthony, 1900), y que existe una gran cantidad de hábitat disponible y potencial para esta especie

Albatros de patas negras, Phoebastria (Diomedea) nigripes. Foto: GECI

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128 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

área. Esta especie es muy sensible a la depredación por gatos, casi con segu-ridad, la causa principal de su declina-ción o extirpación de la isla principal. Más del 95% de la población reproduc-tora de esta especie actualmente anida en Isla Natividad (Keitt et al., 2003), aunque posiblemente la proporción histórica fue menor. Mientras las aves continúen visitando la Isla Gudalupe (Keitt et al., en este volumen), existe esperanza de una rápida recoloniza-ción (Nogales et al., 2004).

Petrel de Leach (Oceanodroma leucorhoa cheimomnestes y O. l. soco-rroensis). La taxonomía de los petre-les de Leach que se reproducen en Isla Guadalupe ha resultado complicada y un tanto controvertida (Ainley, 1980; Bourne y Jehl, 1982; Ainley, 1983; Power y Ainley, 1986). Con base en Ainley (1980, 1983) la isla y sus islotes asociados albergan a la población entera conocida de O. l. cheimomnestes, subespecie que se reproduce durante el invierno; por lo tanto, Guadalupe parece tener dos petreles de Leach endémi-cos. La mayoría, o quizá todos los individuos de estas subespecies, anidan en los islotes Negro, Zapato, en Roca Gárgola y la roca sin nombre. Sin embargo, un número pequeño de aves y el caracterís-tico olor de los procelariformes fueron detectados en áreas rocosas del arroyo Melpómene y sobre los riscos, en el lado suroeste de la isla en marzo de 2003 (GECI, datos no publicados). Asimismo, en-contramos un ala entera contenida en heces de gato en el Cañón Es-

parsa en la sección noreste de la isla (GECI, datos no publicados y Keitt et al., en este volumen).

El Petrel de Leach que anida en verano (O. l. socorroensis), también lo hace en los islotes Negro, Zapato y Roca Gárgola, y quizá potencial-mente persista en Isla Guadalupe (en muy baja densidad) (Jehl y Eve-rett, 1985), aunque se cree que en al-gún momento pudo ser mucho más abundante (Davidson, 1928; Howe-ll y Cade, 1954). Las aves anidantes fueron colectadas en el arroyo Mel-pómene en el extremo sur de la isla en 1950 (Jehl y Everett, 1985), don-de puede ser que ambas subespecies subsistan en números reducidos.

Los islotes Negro y Zapato proveen un hábitat crítico para las poblaciones remanentes de ambas especies, y por lo tanto, es impe-rativo prevenir la introducción de depredadores a estos islotes. Los Búhos Excavadores (Athene cunicularia), que se reproducen en Isla Guadalupe, fueron encontrados depredando sobre O. l. cheimomnes-tes en Negro y Zapato durante el invierno de 2003 (Barton y Lind-quist, observaciones personales). La remoción de los depredadores permitirá la recolonización de esta isla por ambas subespecies (No-gales et al., 2004).

Cormorán de Brandt (Phalacrocorax penicillatus). El Cormo-rán de Brandt es, al parecer, residente durante todo el año. Se ob-servaron pocos nidos en el islote Zapato a principios del verano de

Polluelo de Petrel de Leach, Oceanodroma leucorhoa. Foto: GECI

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HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 129

1926 (McLellan, 1926; en Jehl y Everett, 1985), y algunos nidos en los riscos del mismo islote en junio de 2003. Jehl y Everett (1985) estimaron la población total en Guadalupe en menos de 30-40 pa-rejas. Se conoce poco acerca de esta población.

Gaviota del Oeste (Larus occidentalis wymani). La Gaviota del Oeste está presente en el invierno en pequeñas cantidades que pueden aumentar por la presencia de aves del continente. Las aves de Guadalupe son más afines a la subespecie sureña de gaviota del oeste L. o. wymani. Algunos investigadores han sugerido que es-tas aves pueden ser una raza endémica, con base en la coloración pálida de sus patas (Howell y Cade, 1954; Hubbs, 1960 en Jehl y Everett, 1985). Es necesario un estudio comprensivo para resolver la taxonomía de las aves de Guadalupe. La población total anidante durante el verano se ha estimado en 200 aves (Crossin, 1968), 30-40 parejas en 1969-1971 (Jehl y Everett, 1985) y <100 parejas en 2003-2004 (GECI, datos no publicados). En Guadalupe, la Gaviota del Oeste se reproduce a finales de la primavera.

Los nidos de estas aves están distribuidos de manera dispersa, y sus miembros aparentemente carecen de los hábitos de anidación co-lonial de las aves del continente. Jehl y Everett (1985) encontraron un nido con tres huevos en el antiguo campamento de langosta el 21 de mayo de 1971. Se han observado nidadas en los riscos de los islotes a mediados de junio y julio (Anthony, 1925; Jehl y Everett, 1985; Henry, observaciones personales 2003). Bryant (1887) sugirió que el caraca-ra fue el responsable histórico del restringido patrón de distribución de nidos, sin embargo, su ausencia no parece haber afectado la distri-bución de los nidos de las gaviotas. Seguramente la presencia de gatos ferales ha contribuido a la selección de los sitios de anidación.

Los adultos frecuentemente realizan sus labores de carroñeo en el campo pesquero Campo Oeste y en el destacamento militar Pun-

ta Sur (GECI, datos no publicados). Si se considera la gran cantidad de huevos sin romper en las colonias de aves marinas de los islotes, esta población aparentemente no es un importante depredador ani-dante o no depreda los huevos de otras especies de aves marinas, incluso del Albatros de Laysan (GECI, datos sin publicar).

Alcita de Cassin (Ptychoramphus aleuticus). La Alcita de Cas-sin no fue confirmada como un ave reproductora sino hasta abril de 1955, cuando Hubbs localizó una pequeña colonia en islote Negro (Jehl y Everett, 1985). Antes de ese descubrimiento se pensaba que los individuos observados cerca de la isla eran organismos dispersos de las islas San Benito (Anthony, 1925). No se han detectado nidos en Isla Guadalupe ni en sus islotes; el suelo de Zapato no parece favora-ble para anidantes de madriguera. En 1968 Hubbs estimó que el islote Negro albergaba 200 parejas de aves reproductoras (Jehl y Everett, 1985), una colonia muy pequeña para la costa del Pacífico. Todas las observaciones posteriores han apoyado esta estimación (Brownell, 1968; Barton y Lindquist, datos no publicados). Hubbs encontró que en Isla Guadalupe la anidación comienza a finales de enero, la puesta se da en abril y los primeros polluelos rompen el cascaron a finales de abril (Jehl y Everett, 1985). Si se supone que la Alcita de Cassin nunca había anidado en Isla Guadalupe, tendría la distinción de ser la única especie de ave anidante que no fue afectada por los cambios antropo-génicos que han alterado la isla.

Mérgulo de Xantus (Synthliboramphus hypoleuca hypoleucus). Green y Wood (1939) reconocieron por primera vez a la subespecie del Mérgulo de Xantus que anida en Isla Guadalupe como distin-tiva. El hábitat de reproducción conocido de esta subespecie por ahora se ha limitado a los islotes Negro, Zapato, Roca Gárgola y potencialmente en la roca sin nombre cerca de Toro. Las colonias de Isla Guadalupe representan casi el total de la población repro-

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130 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

ductora conocida de esta subespecie, estimada en 1,000 parejas por Crossin (1968), y en 2,400-3,500 aves por Jehl y Everett (1985). Es de importancia crítica para su conservación mantener los islotes como un refugio sin gatos, ya que el Mérgulo de Xantus es sensible a los depredadores introducidos (Roth y Sydeman, 2000).

OPORTUNIDADES DE CONSERVACIÓN

Las aves anidantes remanentes en Isla Guadalupe representan una oportunidad de conservación de proporciones sin paralelo en Nor-teamérica. La isla y sus islotes asociados albergan cuatro especies

endémicas de aves anidantes e importantes poblaciones regionales de cuatro taxa de aves marinas. Está claro que los gatos y las cabras han sido la causa principal de la extinción de seis de los taxa en-démicos perdidos, y que son la principal amenaza para los cuatro restantes. La erradicación de las cabras y gatos beneficiaría direc-tamente a las poblaciones de aves restantes, así como también a la gran diversidad de plantas nativas y la integridad ecológica a largo plazo de la isla (Moran, 1996). El control local de gatos en la punta sur de este territorio terminó con la fuerte depredación de Albatros de Laysan durante el invierno de 2003 (Keitt et al., este volumen), dando un ejemplo del impacto potencial de conservación que ten-

Mérgulo de Xantus, Synthliboramphus hypoleuca hypoleucus. Foto: GECI

Gaviota del oeste, Larus occidentalis wymani. Foto: GECI

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HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 131

dría su erradicación. Algunas especies de aves marinas podrían rá-pidamente colonizar algunas áreas en la isla al desaparecer los gatos ferales (Nogales et al., 2004).

El Junco de Guadalupe, el Pinzón de Guadalupe, el Saltapared Ro-quero de Guadalupe y el Petrel de Leach son algunas de las aves con intervalos de distribución más restringidos en el mundo y su conserva-ción depende de la supervivencia ecológica de esta isla; la erradicación de cabras es actualmente un asunto crítico pues se está enfrentando el envejecimiento de los árboles remanentes de la punta norte de este territorio. Las exclusiones de cabras realizadas por GECI han tenido como resultado una exitosa reproducción de árboles, que demuestra el beneficio de la erradicación de cabras tanto para la flora nativa como para el Junco y el Pinzón de Guadalupe, quienes son los más numero-sos en las zonas de bosque (GECI, datos no publicados).

Un tema recurrente en la literatura ornitológica de Isla Guadalu-pe es un lamento por la situación de la isla y el colapso de la avifau-na. Howell y Cade (1954) señalaron: “Cada visitante de Guadalupe, desde el primero, ha hecho comentarios sobre el declive progresivo de la flora y fauna, y estamos obligados, lamentablemente, a conti-nuar con esta tradición”. Por el contrario, nosotros preferimos su-gerir que, encaramos una decisión entre el eventual colapso total que conduzca a la pérdida de esta “Galápagos de Norteamérica”, y una acción positiva de conservación para preservar la biodiversidad nativa remanente. La elección es clara.

AGRADECIMIENTOS

Le agradecemos en particular a Alfonso Aguirre, Carlos Gracia García, José Ángel Sánchez Pacheco, y al personal del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, quienes proporcionaron el funda-

Pinzón de Guadalupe, Carpodacus mexicanus amplus. Foto: GECI

mento y apoyo logístico para las expediciones a la isla. Estamos en deuda con la Secretaría de Marina-Armada de México, quienes pro-porcionaron la transportación y el alojamiento y con los pescadores de la Cooperativa Pesquera de Abuloneros y Langosteros de Isla Guadalupe, por su apoyo logístico e invaluables consejos en la isla, así como una gran amistad. Diane Menuz, Steve N.G. Howell, Aa-ron Holmes, Steven C. Latta, Bernie Tershy, Shaye Wolfe, Brad Keitt y Don Croll compartieron su experiencia y ayuda de alguna forma. Esta investigación es una PRBO número de contribución 1187, y ha sido apoyada parcialmente por el proyecto Semarnat-2002-C01-0200: Estado de las Poblaciones de Especies de Animales Silvestres

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132 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

y Ferales de las Islas de la Costa del Pacífico de la Península de Baja California, del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C.

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HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE 133

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Page 134: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

134 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Page 135: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

SERIE DE TIEMPO DE PRODUCTIVIDAD 135

INTRODUCCIÓN

La producción primaria del mar, más que un elemento, es el resultado de la aglutinación de aspectos importantes como la luz solar, los nutrientes y las algas marinas. De la produc-

ción primaria total (PT), la producción nueva (Pnew) es la fracción más importante y ha sido definida por Dugdale y Goering (1967) como la producción primaria que se lleva a cabo en la zona eufótica resultante de la aparición de nutrientes alóctonos proveniente fuera de la zona eufótica.

Las áreas de surgencias son zonas donde se incrementa la dis-tribución de nitratos de las capas profundas hacia la zona eufótica a partir de vientos que soplan paralelo a la costa. Usualmente, para determinar las zonas de mayor concentración fitoplanctónica se lo-calizan áreas donde se presentan anomalías bajas de temperatura del mar. Hayward y Venrick (1998) encontraron una estrecha rela-ción entre las anomalías negativas de la temperatura del mar y las concentraciones de nitratos en la profundidad de inicio de la pic-noclina en aguas costeras del Sistema de la Corriente de California (SCC).

Las áreas de divergencia de las corrientes marinas tienen mayor probabilidad de mantener la biomasa fitoplanctónica estable. Sin embargo, existen zonas alejadas de la costa donde la productividad es baja o no se manifiesta, ya sea porque la influencia oceánica pro-viene de zonas oligotróficas, o bien porque el proceso de asimila-ción de nutrientes por el fitoplancton en el tiempo ha sido alto y la productividad de las aguas es pobre.

Existen procesos físicos oceánicos a mesoescala de alto impacto, que se manifiestan en forma de pulsos en períodos cortos, como es el caso de “La Niña”, o períodos largos como los regímenes fríos de

Serie de tiempo de productividad (1970-2003) en el ecosistema marino de Isla GuadalupeBenigno Hernández de la Torre, Gilberto Gaxiola Castro, Raúl Aguirre Gómez, Saúl Álvarez Borrego, Rubén Lara-Lara y S. Nájera Martínez

Cardumen de Macarela del Pacífico, Trachurus simmetricus, durante el verano en Isla Guadalupe. Foto:Phillip Colla

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136 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

la Oscilación Decadal del Pacífico (PDO, de sus siglas en inglés) que son los responsables de elevar la productividad marina en zonas que usualmente no lo eran.

El objetivo del presente trabajo es mostrar el comportamiento de la serie de tiempo de la temperatura superficial del mar (TSM) y de la productividad primaria (tasa “f”, PT y Pnew ) en el ecosistema ma-rino cercano a Isla Guadalupe (28.8817°N, 118.2933°W), tomando como referencia datos COADS de TSM y de estaciones oceanográ-ficas cercanas a la Isla de la Red CalCOFI (California Cooperative Oceanic Fisheries Investigations) e IMECOCAL (Investigaciones Mexicanas de la Corriente de California).

EL ÁREA DE ESTUDIO

Isla Guadalupe se encuentra enclavada en el océano Pacífico a 280 km al oeste de la costa de Baja California, municipio de Ensenada. Tiene una superficie de 25,000 ha y está decretada como reserva de la biosfera (Gómez-Pompa y Dirzo, 1995).

La influencia climatológica de Isla de Guadalupe está caracte-rizada por dos centros de presiones atmosféricas que controlan la dirección y velocidad del viento: los centros de alta presión (AP) del Pacífico norte y los centros de baja presión (BP) de las Aleutia-nas (Baumgartner y Christensen, 1985). Los cambios de intensidad y reacomodos de estos sistemas báricos definen las características promedio del viento en la región de estudio. El ajuste estacional del centro de AP del Pacífico norte controla la variación estacional de los vientos en la Corriente de California (Reid et al., 1958). Duran-te el otoño y el invierno el centro de BP de las Aleutianas-Golfo de Alaska es relativamente fuerte, se debilitan los vientos de las AP y el viento costero está dominado por el paso de tormentas invernales

disminuyendo las surgencias (Lentz, 1987). Durante la primavera y el verano se intensifican los vientos noroestes debido a que la BP continental se acentúa (Hickey, 1979). Durante gran parte del año los vientos prevalecientes en Isla Guadalupe son del noroeste (Cas-tro et al., 2003).

La Corriente de California (CC) forma parte del Sistema de la Corriente de California (SCC). Sverdrup y Fleming (1941) hicieron una de las primeras interpretaciones dinámicas de las corrientes en el área, estableciendo una fuerte conexión entre la circulación oceánica y los vientos superficiales. La CC está representada por un flujo geostrófico que abarca las latitudes entre 48° N y 23° N, donde en este último punto el agua subártica converge con la corriente nor-ecuatorial.

La CC es un amplio cuerpo de agua que se mueve hacia el su-reste durante todo el año, la cual transporta agua de origen subár-tico relativamente fría y de baja salinidad hacia latitudes inferiores. La velocidad promedio de la CC es de aproximadamente 25 cm.s-1 (Reid y Schawarzlose, 1962) mientras que la contracorriente puede alcanzar hasta 50 cm.s-1.

LOS MATERIALES Y EL MÉTODO

La información oceanográfica de temperatura (T°C) y nitratos (NO3) se obtuvo de los cruceros de la red CalCOFI disponibles en el sitio web de Sripps Institution of Oceanography (SIO), Universi-dad de California en San Diego (http://www.calcofi.org) desde 1970 hasta 1985 y de la red IMECOCAL, Centro de Investigación Cien-tífica y de Educación Superior de Ensenada, (CICESE) (http://ime-cocal.cicese.mx), desde 1997 hasta 2003 en la Línea 107, de acuerdo con la figura 1.

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SERIE DE TIEMPO DE PRODUCTIVIDAD 137

Los estadísticos mensuales de TSM, se obtuvieron de COADS (Comprehensive Ocean-Atmosphere Data Set, Woodruff et al.,

1987) en la cuadrícula 29°.0’ N y 119°.0’ W de 1º x 1º de latitud y lon-gitud desde enero de 1921 hasta diciembre del 2000, según el sitio web http://www.pfeg.noaa.gov/products. A los datos mensuales de la TSM se les aplicó un promedio móvil de 12 meses para obtener la tendencia estacional.

La producción primaria total (PT; gC•m-2•d-1) se calculó a partir del modelo empírico propuesto por Smith y Eppley (1982) para la En-senada del Sur de California (ESC): PT = exp(-3.78 - 0.372 (ΔT) + 0.227 (D)). ΔT es la anomalía mensual de la temperatura superficial del mar (COADS; °C) definida como el valor puntual menos la me-dia histórica para cada mes de los años analizados (1969-2003); D es la duración promedio del día-luz (horas) para cada mes. A los datos mensuales de PT se les aplicó un promedio móvil de 12 meses para obtener la tendencia estacional. Las fluctuaciones de baja frecuencia de la TSM medidas en el muelle de la SIO (La Jolla, California) e in-cluidas en el modelo de Smith y Eppley (1982) están altamente corre-lacionadas con la variabilidad de los datos de temperatura superficial colectados en las costas de La Salina (Pineda y López, 2002) y Punta Baja, Baja California (~30°N; al sur de la línea 107) (Tapia, F., comuni-cación personal, WHOI), con una alta correlación entre la ESC hasta Punta Abreojos (Barton, 1985), al sur de la línea 120 y los resultados publicados de la distribución vertical de clorofila por Millán et al. (1997).

La tasa “f” se obtuvo a partir de Harrison et al. (1987) donde se calcula la tasa f como: f = fmax [1 - e -(mNO

3 / f

max)], donde fmax es el valor

máximo esperado; m es la pendiente inicial de la curva (NO3 vs. f ) y NO3 es la concentración de nitratos (µM) en la columna de agua. Para obtener la razón-f promedio en la zona eufótica se hizo una corrección y posterior ponderación por luz en la columna de agua por medio del coeficiente de atenuación de la luz difusa (Kd).

Figura 1. Isla Guadalupe. La cuadricula COADS delimita el área en que se analizó la serie de tiempo de la TSM y los puntos de la Línea 107 incluidos en la cuadrícula COADS indican los lugares donde se analizaron los nutrientes

Point Conception

San Diego

Ensenada

San Quintín

Punta

Eugenia

Océano Pacífico

70 60 5

0 40 32

Línea 107

Isla

Guadalupe

Océano Pacífico

EE.UU.

México

35

Longitud Oeste

Lati

tud

No

rte

35°

30°

25°

125° 120° 115° 110°

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138 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

La Pnew se obtuvo a partir del producto entre los valores de la tasa “f” y la PT. Las anomalías de Pnew, la tasa f y la PT se calcularon divi-diendo la media general por meses entre el valor, a fin de obtener una medida de la variabilidad de la productividad en la zona de estudio.

LOS RESULTADOS

La climatología de la TSM (1921-2000) en la región de Isla Guadalu-pe se muestra en la figura 2. De diciembre a mayo las temperaturas son frías con un mínimo en marzo, mientras que de junio a noviem-bre las temperaturas son cálidas con un máximo en septiembre. Las temperaturas oscilan entre 14.9 y 21.7 °C (figura 2).

La figura 3a muestra el comportamiento interanual de las ano-malías de la TSM-COADS en el área de estudio. La serie de tiempo se caracterizó por un período de anomalías negativas en los prime-

Figura 3. Serie de tiempo (promedios móviles 12 meses) desde 1970 hasta 2003 de: a) anomalías de la temperatura superficial del mar (COADS) en la cuadrícula

29° N, 119° W; b) Tasa “f”; c) anomalías de la producción primaria total PT (gC.m-2.d-1) y d) valores de Pnew (gC.m-2.d-1) para la misma cuadrícula

Figura 2. Climatología de la temperatura superficial del mar TSM de Isla Gua-dalupe. El recuadro del centro es la media; la barra vertical representa el valor

máximo y el mínimo encontrado para cada mes

Meses

1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

Región Isla Guadalupe

Mes

es

25

23

13

15

19

21

17

ros años de la década de los setentas. De acuerdo con estos datos, el período frío terminó aproximadamente entre 1976 y 1977, ori-ginando un cambio a anomalías positivas de la TSM. Este cambio se mantuvo durante más de 20 años con algunos altos valores de anomalías positivas en los años de 1980-1982, 1993 y 1996-1997. Las anomalías negativas se registraron durante 1987, 1992 y 1999, relacionadas principalmente con la presencia de eventos “La Niña” en la región (figura 3a).

La tasa f presentó un máximo en 1972, 1976 y 1999. A partir del evento ENSO 1976-1977 la tasa f fue baja en la región de estudio. Los mínimos valores se registraron durante el evento ENSO 1982-

1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Años

An

om

alía

s TS

M (

°C)

1.5

1.0

0.0

-0.5

-1.0

-1.5

0.5

a

c

b

d

An

om

alía

s PT

(gC

*m-2

-d1 ) 0 .3

0.2

0.1

0

-0.1

-0.2

1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

Tasa

“f”

0 .4

0.3

0.2

0.1

1.51970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005

P nu

eva (g

C*m

-2-d

1 )

0 .20

-0.05

0.00

0.05

0.10

0.15

-0.10

1970 1975 1980 1985 1990 1995 2000 2005Años

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SERIE DE TIEMPO DE PRODUCTIVIDAD 139

1983 y posteriormente fluctuaron hacia niveles bajos reforzados por los eventos ENSO de 1992-1993 y 1997-1998. Durante el evento “La Niña” de 1999 la variabilidad interanual pre-sentó valores altos comparables con los niveles de los años setentas que oscilaron entre 0.15 como promedio y 0.34 como máximo (figura 3b).

La figura 3c muestra las anoma-lías de PT (gC.m-2.d-1) desde 1970 has-ta finales del 2003, donde se observan anomalías positivas en los primeros años de la década de los setentas. A partir de 1976 empieza una rápida disminución hasta llegar a valores negativos después de 1979. Las ano-malías negativas se intensificaron en los años 1980, 1982, 1993 y durante 1995 y 1996. Los pulsos positivos im-portantes ocurrieron en 1987, 1992, 1994, 1999 y 2003. Vale destacar que en esta zona a partir de 1995 muestra una recuperación de la PT (figura 3c).

La variación interanual de la Pnew (gC.m-2.d-1) en la región de estudio se muestra en la figura 3d, la cual indica que durante la primera parte de los años setenta hubo máxima producción, inclu-yendo el efecto el evento ENSO de 1972-1973, que mermó la Pnew pero aún con niveles altos. Sin embargo, el cambio drástico en la hi-droclimatología de la zona tuvo su origen en el evento ENSO 1976-

1977 donde bajó los niveles de Pnew hasta el advenimiento del ENSO 1982-1983 periodo en el cual se completaron más de 20 años de baja influencia productiva (figura 3d). Algunos máximos de seña-les productivas se han manifestado durante los años de 1992, 1999 y 2003 en la región, pero esto no indica una tendencia a observar incrementos en los últimos años.

Macho adulto de Vieja, Bodianus diplotaenia. Foto: Phlllip Colla

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140 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

DISCUSIÓN

Los resultados obtenidos en el presente trabajo muestran que los forzamientos físicos a gran escala, tanto temporal como espacial, afectaron la región sur de la Corriente de California y por tanto la región de estudio, provocando señales interanuales de variaciones de la TSM y del aporte de nutrientes a la zona eufótica, los cua-les modificaron la productividad primaria. McGowan et al. (1998) señalaron que las variaciones climáticas afectan la estructura y el funcionamiento de los ecosistemas marinos. De acuerdo con las anomalías de la TSM en la región de estudio, el régimen frío en la región sur de la Corriente de California estuvo presente hasta 1976, originando un cambio hacia anomalías positivas de la tem-peratura superficial del mar (Minobe, 1998; Minobe, 1999; Wu y Hsieh, 1999; Stephens et al., 2001). El régimen caliente se registró en la región a partir de 1977 y continuó hasta 1998, reforzado por los eventos ENSO 1982-1983, 1992-1993 y 1997-1998 (Parés-Sierra y O’Brien, 1989; Smith, 1995; Hayward et al., 1999; Moser et al., 2001) impactando latitudinalmente toda la región de la Baja Cali-fornia. El ENSO introduce anomalías de transporte de agua cálida y salina hacia la costa de la región, induciendo calentamiento en la capa superficial y un incremento en el nivel medio del mar (Du-razo y Baumgartner, 2002). Este proceso tiende a profundizar la termoclina y la nutriclina, reduciendo el suplemento de nutrientes a la zona eufótica, debido al fortalecimiento de la estratificación en la columna de agua durante eventos ENSO. Lo anterior trae como consecuencia una disminución en el crecimiento del fitoplancton a nivel regional al presentarse un menor desplazamiento hacia arriba de la termoclina en la zona de influencia de un proceso de gran escala espacial. Esta situación se refleja en los pobres valores de la

tasa f y de Pnew registrada en la serie cronológica de 1970 al 2003 en la región de Isla Guadalupe.

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SERIE DE TIEMPO DE PRODUCTIVIDAD 141

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Page 142: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

142 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Page 143: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LOS TIBURONES DE ISLA GUADALUPE 143

INTRODUCCIÓN

Los tiburones surgieron durante el periodo Devónico hace aproximadamente 350 millones de años, pero las especies actuales aparecieron hace unos 100 millones de años. A este

grupo de peces elasmobranquios pertenecen cerca de 500 especies agrupadas en ocho órdenes y 30 familias (Compagno, 1999), las cuales ocupan una gran variedad de hábitats distribuidos en todos los océanos del mundo. En las costas mexicanas se han reportado alrededor de 104 especies (Espinosa-Pérez, 2004) aunque este nú-mero podría aumentar debido a nuevos registros para el Golfo de California (Castro et al., 2003).

En Isla Guadalupe se encuentran especies de tiburones perte-necientes a nueve familias, aunque todavía no se ha realizado un estudio puntual para estimar la composición de las especies de ti-burones que se encuentran en esta isla, por tanto toda la informa-ción a la cual hemos podido acceder es referente a avistamientos por parte de pescadores e investigadores que han estado en la isla o por registros de las heridas causadas por algunos tiburones a los pinnípedos que habitan este lugar.

Hay muy poca información científica sobre los peces que se pre-sentan en las aguas de la isla aunque se sabe mucho de la distribución a nivel empírico de los peces que son explotados por las compañías de pesca deportiva con base en San Diego, quienes extraen anual-mente una buena cantidad de atún aleta amarilla (Thunnus albaca-res), atún azul (Thunus thynnus), curvina (Cynoscion sp.), jurel de aleta amarilla (Seriola lalandei), wahoo o peto (Acanthocybium so-landeri) y otras especies que ofrecen una buena pelea a los pescado-res deportivos. Últimamente se ha desarrollado una gran actividad turística basada en la observación submarina de tiburones, la que se

Los tiburones de Isla GuadalupeJuan Pablo Gallo-Reynoso, Ana Luisa Figueroa-Carranza y María del Pilar Blanco-Parra

Tiburón blanco, Carcharodon carcharias.Foto: Phillip Colla

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144 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

realiza dentro de jaulas, entre las que destacan los tiburones blan-cos (Carcharodon carcharias), en ocasiones el tiburón mako (Isurus oxyrhynchus), el tiburón azul (Prionace glauca) y otras especies.

En el año 2000 personal del Pfleger Institute of Environmental Research cuya base se halla en Oceanside, California, inició un estu-dio para conocer los movimientos a gran escala del tiburón blanco, para lo cual se marcaron 35 tiburones en Isla Guadalupe y así seguir sus migraciones. Algunos resultados muestran que los tiburones marcados han permanecido en la isla de dos semanas a nueve meses y que algunos se han movido a montañas submarinas en mar abier-to; sin embargo, los resultados de estos trabajos aún no están publi-cados (PIER, 2004). También se han colocado marcas satelitales en tiburones en otras regiones del océano Pacífico nororiental, como en la isla Año Nuevo, de la costa central de California, cerca de San Francisco en los Estados Unidos de América. Los tiburones mar-cados se desplazaron hacia el sur; uno de ellos viajó 3,800 km para llegar a las aguas pelágicas de Hawai, otros tres viajaron hasta aguas subtropicales del Pacífico oriental. En aguas oceánicas profundas los tiburones nadaron en dos profundidades, a cinco metros o a profun-didades de 300 a 500 metros con temperaturas de entre 10 a 14 °C. Los buceos más profundos fueron de 650 a 680 metros con tempera-turas tan bajas como 4.8 °C (Boustany et al., 2002; Mayell, 2002).

La Isla Guadalupe tiene fama de que en sus aguas hay presencia de tiburones blancos, los cuales han atacado y provocado la muerte a seres humanos. Tal es el caso de los pescadores de la Cooperativa Abuloneros y Langosteros de Ensenada, antes Cooperativa Gustavo Díaz Ordaz, que desde 1954 trabajan la captura de la langosta y el abulón en la isla. La langosta se obtiene por medio de trampeo des-de pangas y el abulón por medio del buceo con hooka a profundida-des de 20 brazas (37 metros) o más en zonas de fuertes corrientes

(Santis, 1983), durante la primavera y el verano. En dicha coopera-tiva se tiene registrada la muerte de algunos de sus integrantes por causa del tiburón blanco (Gallo-Reynoso notas de campo, 2000). Hay casos en los cuales esta especie ha causado la muerte a pesca-dores deportivos de aguas abiertas que practican este tipo de cace-ría por medio del snorkel y el arpón, acechando a grandes atunes y peces espada y otros peces de gran tamaño a profundidades medias. En dos ataques documentados el tiburón blanco atrapó al buzo que había arponeado un gran atún en septiembre de 1973 y le causó la muerte; en otra ocasión, otro de estos buzos fue atacado, pero sola-mente fue herido en un hombro y salió ileso en otoño de 1984; am-bos ataques sucedieron en la tarde y en aguas someras (Maas, 1995; McCosker y Lea, 1996). También hay otras anécdotas sobre ataques a los buzos comerciales, golpeó sin provocación a una lancha de investigadores (C. Hubbs, L. Hubbs y A. Stover en 1955-1957) (Co-llier, Marks y Warner, 1996), así como golpeó y curioseó a lanchas de pescadores. Esto ha sido un impedimento para la investigación científica por la presencia de “muchos tiburones” en zonas de co-lecta de algas marinas en la caleta Melpomene (Stewart y Stewart, 1984). En cartas náuticas se encuentran marcados los lugares, como la Punta Norte y el Morro Sur, con presencia de tiburón blanco y como peligrosos para el buceo deportivo (Winlund et al., 1988).

Durante el tiempo que se ha trabajado en Isla Guadalupe se ob-servaron ataques por parte de tiburones blancos a dos de las tres especies de pinnípedos que habitan la isla, teniendo fatales con-secuencias para los elefantes marinos (Mirounga angustirostris) y para los lobos finos de Guadalupe (Arctocephalus townsendi). Tam-bién se ha podido constatar la presencia de por lo menos otras cin-co especies de tiburones capaces de depredar a estas especies de pinnípedos.

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LOS TIBURONES DE ISLA GUADALUPE 145

Existen dos trabajos recientes en los cuales se conjuntaron una serie de observaciones de heridas causadas por tiburones en las especies de pinnípedos presentes en la isla, lográndose identificar mordidas de tres especies de tiburones: Carcharodon carcharias, Carcharhinus leucas e Isistius brasiliensis, de las cuales esta última, conocida como tiburón sacabocados, fue la que presentó una mayor frecuencia (70%) de heridas en los pinnípedos de la isla que presen-taron alguna cicatriz o evidencia de ataque por tiburón (Figueroa-Carranza y Gallo-Reynoso, 2001; Gallo-Reynoso et al. 2004).

Las aguas que rodean a la isla son abundantes en peces, se han reportado 126 especies entre las que destacan las de gran tamaño como las cuatro especies de atunes (Thunnus alalunga, Thunnu sal-bacares, Euthynnus lineatus y Katsuwonus pelamis), el peto (Acan-thocybium solanderi) y el jurel aleta amarilla (Seriola lalandei). La ictiofauna presenta otros peces, como las cabrillas, la cabrilla calico (Paralabrax clathratus), 23 especies de peces rocosos y escorpio-nes, blanco de Guadalupe (Caulolatilus affinis), palometas, curvi-nas, roncacho (Umbrina roncador), roncador blanco (Genyonemus lineatus), ojo azul (Girella nigricans), herrero (Chromis puncti-pinnis), macarelas (Scomber japonicus y Auxis thazard), sardinas (Sardinops caerulea), anchovetas, peces voladores (Cypselurus cali-fornicus), peces trompeta, peces flauta, el vistoso garibaldi de color escarlata (Hypsypops rubicundus), la vieja (Semicossyphus pulcher) y otros como la morena lobo (Anarrhichthys ocellatus). Toda esta ictiofauna es de origen mixto, con especies de origen boreal y de origen panámico, y varias especies endémicas entre las que desta-can el pez mariposa (Chaetodon falcifer), el pez cardenal (Apogon guadalupensis) y el gobio (Gobiesox eugrammus).

EL ÁREA DE ESTUDIO

Isla Guadalupe (29°00’ N, 118°26’ W) se localiza a 240 km al oeste de la península de Baja California, México, dentro de la Corriente de Ca-lifornia, con una temperatura superficial promedio de 18 °C (rango: 16 °C primavera, 20 °C verano; Lynn y Simpson, 1987). Predominan los vientos del noroeste (Berdegué, 1957). Su orientación (norte–sur) y su forma alargada (35 km de longitud por 6.5-9.5 km de ancho) actúa como una barrera contra el flujo de la corriente, lo que produce una serie de remolinos a diferentes profundidades. La isla está rodea-da por profundidades de 3,600 m o más. No posee una plataforma costera a su alrededor, con excepción de la punta sur donde existe una plataforma de cuatro km de ancho por 200 m de profundidad y se encuentra entre Isla Guadalupe, el islote Zapato y el islote Toro. La fisiografía de la zona costera está compuesta por rocas basálticas sueltas y bloques, diques y acantilados (Pierson, 1987).

Las observaciones de tiburones se realizaron a la par del estudio de los lobos finos de Guadalupe (Arctocephalus townsendi) durante 1991-1993, periodo en el que se hicieron observaciones durante el invierno (febrero 1991-1992), primavera (junio 1983 y 1991), verano (julio-agosto 1991, 1992 y 1993) y en otoño (noviembre-diciembre 1991 y 1992), durante un total de 189 días. Otras observaciones se llevaron a cabo en invierno del 2000 (enero) y del 2003 (febrero), primavera del 2000 (mayo) y verano del 2003 (julio), con un total de 41 días más. Casi todo el tiempo de observación (220 días) se reali-zó en la costa oriental de la isla.

Las observaciones de las diferentes especies de tiburones se hi-cieron desde: a) dos campamentos base, el primero ubicado en los Corrales, en la costa sureste de la isla (28° 53.50’ N, 118° 15.50’W), a una altura de 30 m sobre el nivel del mar; el segundo en Campo

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Norte, en la costa noreste (29° 09.255’ N, 118° 17.074’ W) a 7 m so-bre el nivel del mar. Las observaciones se realizaban diariamente, comenzando a las 6:00 horas y terminando a las 20:00 horas en el verano y a las 18:00 horas durante el invierno; b) desde la pasare-la del puente y el castillo del puente de los barcos guardacostas de la Armada de México (aproximadamente a 10 m sobre el nivel del mar) al circunnavegar, al acercarnos y al dejar la isla, y c) mientras se realizaban los censos de lobos finos, elefantes marinos y lobos marinos de California en la costa este de la isla (excepto en verano de 1992–1993 e invierno de 2003, cuando toda la isla fue circunna-vegada). Las observaciones de tiburones se realizaron desde pangas de fibra de vidrio o pangones de madera de 5-7 m de eslora, con una altura de observación de aproximadamente 2 m y, en general, todas fueron hechas por dos a cuatro personas desde los campamentos base con la ayuda de binoculares 10x50 y un telescopio (spotting scope) Bushnell de 18-36 x 50 mm, y desde las embarcaciones con la ayuda de los pescadores; éstas se realizaban mientras se censaba a lo largo de la costa a baja velocidad (2-3 nudos).

El probable sesgo debido a la observación fue relativamente consistente dado que una o dos de las cuatro personas colectaron siempre la información en los días de censo y de observación de tiburones desde los diferentes campamentos. Se estimó el tamaño de los individuos comparándolo con el tamaño de la embarcación. También se revisó el comportamiento general de estas especies y en la medida de lo posible se identificaron sus presas, los ataques

Página 146: tiburón blanco, Carcharodon carcharias. Página 147: Vieja de California, Semicossyphus pulcher. Fotos: Phillip Colla

recibidos por estos depredadores, y las estrategias desarrolladas por los pinnípedos y cetáceos para evitar ser devorados por los tiburo-nes. Se registraron 17 especies de tiburones en las aguas de la isla, ya sean observadas por nosotros, referidas por los pescadores o por registros en la literatura.

EL HÁBITAT DE LOS TIBURONES

La isla no posee una plataforma costera a su alrededor, con excep-ción de la punta sur donde existe una plataforma de 4 km de ancho por 200 m de profundidad que corre de la Punta Sur a la Caleta Melpómene, entre Isla Guadalupe y los islotes Toro y Zapato, en donde la profundidad se incrementa abruptamente hacia el sur. La profundidad se incrementa desde la costa con un talud de 70° pro-medio de inclinación hasta el piso oceánico a los 3,658 m (2,000 brazas) de profundidad (obtenido de la figura 5 de Krause, 1961). La zona costera submareal es escabrosa y está compuesta por bloques basálticos, hoyos, hendiduras, cuevas y cavernas, diques de basalto, pilares basálticos, caídas verticales de basalto, taludes basálticos, fondos de canto rodado y arena gris–negra con canto rodado. En todas estas zonas hay una gran diversidad de algas, siendo las más notorias las algas palma gigantes o sargazo candelero Pelagophycus porra, las cuales llegan a formar bosques en áreas con declive de poco a pronunciado y de fondo rocoso como el islote Zapato; y una cantidad de macroalgas en la zona costera submareal, como el alga Cystoseira osmundacea, que se desarrolla en hábitats rocosos (Stewart y Stewart, 1984). También hay pastos marinos conforman-do “praderas” como el pasto Phyllospadix sp., en donde la visibilidad horizontal excede los 30 m. También existen esponjas y algunas especies de corales blandos en zonas rocosas.

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En cuanto a la batimetría, existen una serie de cañones profun-dos en diferentes partes de la costa este, tal como la gran bahía de Campo Norte, zonas situadas en la porción media de la isla y hacia la zona de los Corrales (figura 1). El lado oeste de la isla, al igual que el lado norte, se ven constantemente golpeados por el oleaje y los vientos dominantes del noroeste que viene sin obstáculos del océa-no Pacífico (a excepción de la Caleta del Oeste). En el lado este el mar es más tranquilo, protegido de los vientos y oleajes dominantes del noroeste por la cordillera montañosa que recorre la isla (Berde-gué, 1957).

La isla tiene una orientación norte–sur y actúa como una barre-ra contra la Corriente de California por lo que produce una serie de corrientes ascendentes o surgencias y remolinos en diferentes áreas, aportando aguas frías y ricas en nutrientes. En la superficie marina, al conjuntarse con los vientos dominantes del noroeste (Berdegué, 1957), producen remolinos y corrientes de chorro que afectan la superficie del mar, provocando lo que los pescadores llaman “con-traste”, que es el oleaje producido por las corrientes contrarias en diferentes puntas de la isla. La temperatura superficial del mar en la costa fluctúa entre 17 ° y 20 °C, bajando a 15 °C en febrero–marzo durante el invierno y aumentando a 21-22 °C en septiembre–octu-bre durante el verano. Otros registros han dado 16.1 °C en abril de 1925 y 18–18.8 °C en diciembre de 1949 (Stewart y Stewart, 1984). La temperatura promedio superficial del mar es de 18 °C (rango: 16 °C en primavera, 20° C en verano (Lynn y Simpson, 1987)). Las mareas son semidiurnas y presentan una amplitud de casi 3 metros durante los meses de invierno (Stewart y Stewart, 1984). El agua de mar en la isla es muy clara, alcanzando una visibilidad vertical (dis-co de secchi) de 25 a 30 m.

Figura 1. Zonas en donde se distribuye el tiburón blanco (Carcharodon carcha-rias) ya sea por observación directa, ataque a pinnípedos o cetáceos, observación de individuos de lobo fino de Guadalupe y de elefante marino del norte con heri-

das hechas por esta especie de tiburón en Isla Guadalupe.

Punta Costilla o Gorda

Punta Proa

Punta Pilar o Punta Mona

Islote del Medio

Islote Zapato o Isla de Afuera

Caleta Melpómene

118° 20’

Islote Toro o Isla de Adentro

Caleta del Oeste

Punta Sur

Roca Elefante

Playa Elefante

Km

0 2.5 5

Punta Norte

Roca Vela o Piloto (Pilot Rock)

Cantil Blanco (White Bluff)

Campo Norte

Arroyitos

Punta del Vapor

29° 00’

Elaborado por Juan Pablo Gallo Reynoso

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ESPECIES DE TIBURONES OBSERVADAS

Tiburón cornudo, Heterodontus francisci (Girard, 1854). Esta es-pecie de tiburón se distribuye en aguas cálidas-templadas y sub-tropicales del océano Pacífico oriental de la parte central y sur de California (EE.UU.), Baja California y el Golfo de California (Méxi-co), y probablemente en Ecuador y Perú. Es una especie béntica y epibéntica que se encuentra en la plataforma continental más abun-dantemente en fondos rocosos, entre los dos y 11 metros de pro-fundidad, pero también se le puede hallar a mayores profundidades (150 m). Frecuenta praderas de algas, roqueríos y fondos de arena y canto rodado, incluyendo arrecifes (Compagno, 2001).

Las principales características de esta especie son las dos gran-des espinas que presenta en sus aletas dorsales, su patrón de colo-ración con pequeños puntos oscuros menores a una tercera parte del tamaño de su ojo y la ausencia de una banda clara en el espacio interorbital, lo cual la diferencia de Heterodontus mexicanus (Com-pagno, 2001).

Esta especie fue observada en nueve ocasiones como fauna de acompañamiento en las jaulas para langosta roja (Panulirus inte-rruptus) que es intensamente explotada en la isla durante el otoño y el invierno. La mayoría de las veces son muertos por los pescadores ya que atacan a las langostas dentro de la jaula; sus dos espinas dor-sales en ocasiones son utilizadas para colgarlas en collares. No se refiere que sea consumido.

El tiburón cornudo se alimenta principalmente de invertebrados como erizos, cangrejos y posiblemente abulones y pequeños peces demersales. Es una especie lenta, nocturna y solitaria que se ali-menta de noche (Compagno, 2001), por lo que cae en las trampas de langosta.

Tiburón mamón, Mustelus californicus Gill, 1864. Esta especie de tiburón se encuentra distribuida dentro y fuera de la costa en el océano Pacífico oriental, desde el Golfo de California hasta el norte de California. Prefiere aguas sobre la plataforma costera y es muy común en bahías y costas rocosas a profundidades de 2 a 46 m. Algunas veces se encuentra entre cardúmenes de tiburón leopardo (Triakis semifasciata) (Compagno, 1984).

El cuerpo alargado y delgado de este tiburón es similar al de otras especies de la familia Triakidae, tiene ojos grandes y ovalados y una segunda aleta dorsal grande. Además presenta un espiráculo muy notable detrás del ojo, y el lóbulo inferior de la aleta caudal resulta generalmente indistinguible. Su coloración es por lo común gris o café en el dorso y claro en el vientre y sin marcas o bandas identificables (Compagno, 1984).

Esta especie demersal ha sido referida como presente en la isla por los pescadores de langosta y abulón, especialmente por estos últimos quienes lo ven bajo el agua en la zona en donde extraen dicho marisco y en las zonas en que trampean langosta. Se le ha encontrado en áreas con presencia de arena y canto rodado, en bahías y caletas someras. Se le observó brincando el 27 de julio de 1992 en la zona de Campo Norte que es una caleta profunda de canto rodado y arena con piedras. Se alimenta principalmente de camarón fantasma (Callianassa californiensis) y gusanos (Urechis caupo), aunque también de cangrejos y pequeños peces como sar-dinas, lenguados y peje sapo del género Porichthys sp. (Compagno, 1984).

Gran tiburón blanco, Carcharodon carcharias. Foto: Phillip Colla

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Tiburón leopardo, Triakis semifasciata Girard, 1854. El tiburón leopardo tiene una distribución un poco estrecha encontrándose sólo en el océano Pacífico oriental, desde Oregon hasta el Golfo de California en México. Las poblaciones más grandes se han obser-vado en la Bahía de San Francisco y otros estuarios grandes. Es co-mún encontrarlo en bahías arenosas o fangosas y estuarios cerca del fondo o en él. Generalmente se encuentra en profundidades de seis metros o menos; sin embargo, ha sido observado a más de 91 m de profundidad. Este tiburón se asocia con aguas frías a templadas (Compagno, 1984).

Es una especie demersal y a los individuos se les ha observado en las zonas cercanas a la costa en dos ocasiones, ambas en 1993, entre zonas de arenas, piedras dispersas, costas rocosas y algas. La primera vez que se le observó fue en Los Corrales, un ejemplar des-cansando entre algas y rocas, y la segunda ocasión en Campo Lima, al sacar una trampa de langosta. En ocasiones son arponeados por los buzos al sacar abulón para consumo propio y lo preparan como cazón, otras veces ejemplares más pequeños caen en las trampas para langosta que se tienden en la isla de septiembre a marzo, pero generalmente son regresados al mar.

Se sabe que los tiburones leopardo comen invertebrados como pulpos, cangrejos, camarones, langosta (observado en Isla Guadalupe por los pescadores, peces como anchoveta, sardina, lenguado, pargos, mantarrayas, guitarras y otros tiburones como el tiburón cornudo; también se alimenta de huevecillos de peces (Compagno, 1984).

Esta especie tiene un bajo potencial reproductivo por lo cual se debe prevenir su sobrepesca y su conservación debe ser a través de buenas prácticas de manejo en Isla Guadalupe.

Tiburón toro, Carcharhinus leucas (Valenciennes, 1839). El ti-burón toro se distribuye en las aguas costeras tropicales y subtropi-

cales de todo el mundo así como en algunos ríos como el Misisipi y el Amazonas. Presenta migraciones hacia el norte en verano, re-gresando a las aguas tropicales cuando la temperatura del agua se enfría. Esta especie se asocia comúnmente con las aguas costeras, poco profundas (de menos de 30 m), aunque su rango va desde 1 a 150 metros de profundidad. Es muy común en estuarios, bahías, puertos, desembocadura de ríos y lagunas.

El tiburón toro tiene un cuerpo muy robusto y un hocico fuer-temente redondeado. Su primera aleta dorsal es grande y triangular con el ápice muy puntiagudo, mientras que la segunda es mucho más pequeña. Sus ojos son pequeños si se compara con otros car-charhinidos (Compagno, 1984).

Se observó un individuo el 24 de julio de 1993 a 10 m de la costa, frente al campamento de los Corrales. Este individuo atacó a una hembra juvenil de lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsen-di), la cual dando un gran brinco escapó y salió a tierra frente a nuestra área de observación; la herida sufrida en el costado izquier-do no le produjo hemorragia externa, no fue fatal y la hembra se recuperó varios días después. También se observaron durante este mismo mes dos individuos de lobo fino con heridas cicatrizadas, que por su forma se pudo identificar que las había causado esta es-pecie de tiburón. Según los pescadores de la zona es raro observar a esta especie en la isla y es posible que su presencia este año se haya debido a que la temperatura del agua estaba 2 ºC más alta que lo normal debido al evento de El Niño.

Los tiburones toro son también conocidos como tiburón lobero en el Golfo de California y deben su reputación a lo cercano que se encuentran de la costa en la zona submareal, aledañas a las loberas de lobos marinos de California (Zalophus californianus) a los cua-les ataca para alimentarse.

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La mayoría de las presas en la dieta del tiburón toro son peces óseos y pequeños tiburones. Se alimenta principalmente de algunos túnidos como el bonito (Katsuwonus pelamis), así como de otros peces en cardúmenes como algunos Carángidos, Lujándoos y ma-carelas. Algunas veces consume ciertas especies de rayas y tibu-rones juveniles de su misma especies en las zonas de crianza en la costa. Otras presas ocasionales reportadas dentro de su dieta son las tortugas marinas, delfines, cangrejos, camarones, aves marinas y calamares (Compagno, 1984).

Tiburón de puntas blancas oceánico, Carcharhinus longima-nus (Poey, 1861). El tiburón de puntas blancas oceánico se distribuye en todos los océanos del mundo en aguas epipelágicas tropicales y subtropicales entre los 20° norte y 20° sur de latitud, y es considerada una especie altamente migratoria. Este tiburón se encuentra usual-mente alejado de la costa en aguas profundas (0-152 m); sin embar-go, en algunas ocasiones ha sido reportado en aguas poco profundas cerca de la costa, generalmente alrededor de islas oceánicas.

Ésta es una de las tres especies de tiburones oceánicos más abundante, encontrándose en gran número en toda su área de dis-tribución, incluso en aguas con temperaturas por debajo de 21°C. Aunque es principalmente solitario, ha sido observado en “frenesís alimenticios” (Compagno, 1984).

El tiburón de puntas blancas oceánico es fácil de distinguir de las otras especies de carcharhinidos por su primera aleta dorsal que es grande y con el borde redondeado, además de presentar en la punta una mancha blanca, la cual también presenta en la punta de las aletas pélvicas, caudal y pectorales. Sus aletas pectorales son bastante grandes y con el borde redondeado (Compagno, 1984).

Se alimenta de peces escómbridos, carángidos y calamares, can-grejos, tortugas y carroña de ballenas. Es una especie lenta que pue-

de desarrollar altas velocidades al atacar y que se aproxima a los buzos de aguas abiertas (Compagno, 1984). De esta especie se ob-servó un ejemplar en el verano de 1993 en Isla Guadalupe, cercano a la costa, en el área de Los Corrales.

Tintorera, Galeocerdo cuvier (Péron y Lesueur, 1822). Se encuentra en todas las aguas templadas y tropicales del mundo excepto en el mar Mediterráneo. Es una especie de amplia distribución tanto en aguas abiertas como en aguas costeras poco profundas (Compagno, 1984).

Este tiburón tiene una notable tolerancia a muchas clases dife-rentes de hábitats marinos pero prefiere generalmente aguas tur-bias en áreas costeras. Es común encontrarlo en estuarios y puertos en donde puede hallar una gran variedad de presas. Son parte de su ambiente natural zonas poco profundas alrededor de cadenas de islas e islas oceánicas, incluyendo las lagunas. A menudo se le observa en la superficie y ha sido reportado a 350 m de profundidad (Compagno, 1984).

El tiburón tigre lleva acabo migraciones estacionales. Es bien co-nocido que se mueve desde aguas tropicales hacia aguas templadas en los meses cálidos y retorna en el invierno. Estos tiburones tam-bién hacen grandes migraciones oceánicas entre islas y son capaces de viajar largas distancias en poco tiempo (Compagno, 1984).

Es probablemente el más fácil de identificar dentro del grupo de los carcharhinidos, debido a los puntos y franjas verticales negras que tiene a lo largo de todo su cuerpo, las cuales son más notorias en los individuos juveniles. Tiene una cabeza robusta con ojos grandes y un hocico muy romo (Compagno, 1984). Esta especie se alimenta de gran variedad de presas que varían según la región geográfica en la que se encuentre, aunque su dieta comúnmente incluye tortugas marinas, rayas, otros tiburones, peces óseos, aves marinas, delfines, calamares, varios crustáceos y carroña.

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Esta especie se observó una sola vez en julio del 1992 después de que provocó la huída de un grupo de hembras de pinnípedos que se encontraban en un grupo de flotación; en estos grupos las hem-bras se acicalan, interactúan y se refrescan después de amamantar a sus crías. Esta observación sucedió en el año de El Niño de 1992 en que la temperatura superficial del mar estaba 4 ºC por encima de lo normal.

Tiburón azul, Prionace glauca (Linnaeus, 1758). El tiburón azul es una de las especies de tiburón oceánico más abundante y es el de más amplia distribución. Es el tiburón pelágico con mayor presen-cia en el océano Pacífico norte, encontrándose en el golfo de Alaska (57° N) durante los meses de agosto y septiembre; y entre los 20° N y los 40° N durante el invierno (Strasburg, 1958). Habita la zona oceánica-epipelágica y litoral de aguas templadas, subtropicales y tropicales (Pratt, 1979), sin embargo, se ha encontrado desde la su-perficie hasta los 600 metros de profundidad y en ocasiones puede verse en la costa, especialmente de noche (Carey y Scharold, 1990). Es frecuente en áreas con una angosta plataforma continental. Pre-senta un patrón de movimientos estacionales, con un incremento en la abundancia en altas latitudes durante el verano y en bajas lati-tudes en el invierno (Strasburg, 1958; Compagno, 1984). El tiburón azul habita aguas con temperaturas superficiales entre 11° y 27 °C en todo el mundo; en el océano Pacífico es común encontrarlo en aguas con 11° a 17 °C de temperatura.

Los organismos de esta especie presentan un cuerpo delgado y fusiforme, con un hocico largo y estrechamente redondeado. El cuerpo tiene una coloración azul oscuro en el dorso, en los flancos

azul brillante y el vientre blanco; el color azul cambia a púrpura negruzco después de la muerte; los ápices de las pectorales y de la aleta anal son oscuros (Fisher et al., 1995).

El tiburón azul es uno de los depredadores tope de la zona pe-lágica y se alimenta principalmente de cefalópodos. Sin embargo, también se encuentran dentro de su dieta pelágicos menores como las sardinas (Clupea harengus) y macarelas (Trachurus symmetri-cus) (Strasburg, 1958). También se han encontrado ocasionalmente como presas de esta especie otros invertebrados, pequeños tiburo-nes, carroña de mamíferos y de aves marinas. De igual forma, se ha sugerido que esta especie se alimenta en algunas ocasiones directa-mente del fondo, pues dentro de su dieta se han encontrado peces de la familia Bothidae (peces planos) (Henderson et al., 2001).

Esta especie se observó en tres ocasiones durante el mes de noviembre en 1992 y julio de 2003. En dos de ellas los individuos estaban brincando fuera del agua, alejados de la costa. Una de las observaciones fue realizada desde el campamento Los Corrales y las otras dos desde Campo Norte, todas en la costa este de la isla.

Tiburón martillo, Sphyrna sp. No hay una descripción, ya que no se sabe cuál de las especies es o son las que se han observado en la isla en donde ocasionalmente son reportados por los pescadores. No son muy comunes, pero son más temidos incluso que el tiburón blanco, por su costumbre de agruparse en grandes cardúmenes y también por tener hábitos alimenticios de fondo. Los buzos refieren el gran tamaño de estas cornudas de las que no se ha identificado su o sus especies, las referencias a la presencia de este género han coincidido con los años de El Niño de 1992 y de 2002.

Tiburón blanco, Carcharodon carcharias (Linnaeus, 1758). El tiburón blanco es uno de los mayores tiburones y es el depredador más grande de este grupo; es robusto, con una nariz cónica, presen-

Tiburón blanco, Carcharodon carcharias. Foto: Claudio Contreras Koob.

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ta dientes muy grandes en forma de dagas, aplanados, triangulares y con los bordes aserrados, las aperturas branquiales son alargadas. En el dorso tiene una aleta dorsal alta y ancha de forma triangular, el borde posterior con la punta inferior libre y de color oscuro. Las aletas pectorales son grandes y con la punta negra, tiene peque-ñas aletas dorsal y anal secundarias, fuertes quillas en el pedún-culo caudal y una aleta caudal en forma creciente. El color dorsal es gris plomizo o café grisáceo, la porción ventral es blanca y sus bordes se encuentran muy definidos con respecto a la coloración dorsal (Compagno, 2001). Esta especie se encuentra cerca de la cos-ta y algunas veces penetra bahías poco profundas y estuarios, pero también se halla en las costas de islas continentales y oceánicas (especialmente en las que se encuentran colonias de pinnípedos) y también en donde hay grandes bancos de peces (Compagno, 2001).

Es una especie que puede alimentarse de carroña, basura y pe-ces capturados en líneas de pesca, pero principalmente obtiene su comida matando a sus presas, siendo altamente oportunista como los grandes depredadores terrestres. Su dieta varía según el área, de acuerdo con la disponibilidad y vulnerabilidad de las presas, así como por la motivación del depredador. Las presas vivas de los ti-burones blancos son en su mayoría, vertebrados marinos e inver-tebrados menores a su tamaño, variando desde pequeños peces en cardúmenes, calamares, hasta elefantes marinos y crías de ballena gris. Las principales presas del tiburón blanco son los peces óseos (Actinopterygii), los peces cartilaginosos, los mamíferos marinos, las aves marinas, los cefalópodos y los crustáceos (Compagno, 2001).

La Isla Guadalupe parece ser un escenario perfecto para el ti-burón blanco en el océano Pacífico oriental, pues la presencia de tres especies de pinnípedos, además de varias especies de cetáceos

y un gran número de peces grandes, hacen de este un lugar impor-tante como fuente de alimento. El tiburón blanco es el principal depredador natural de los pinnípedos como se ha constatado por los contenidos estomacales, las heridas causadas en estos, la obser-vación directa de ataques y la presencia de esta especie cerca de las colonias de pinnípedos (Le Boeuf, Riedman y Keyes, 1982), al igual que en diferentes áreas del mundo como en California central y Sudáfrica (Long et al., 1996; Ferreira y Ferreira, 1996), además de ser también depredador de diferentes especies de cetáceos (Long y Jones, 1996).

Se realizaron varias observaciones de tiburón blanco en la isla, la especie se identificó por su gran tamaño, por la presencia de una aleta dorsal alta, ancha y triangular y por su coloración caracterís-tica gris en el dorso y blanco en el vientre; en ocasiones se pudo ver a individuos solitarios cerca de las embarcaciones ya fueran pangas de pescadores o barcos. Las observaciones más frecuentes fueron desde los campamentos de Los Corrales (1991-1993) y desde Punta Norte (2003).

El tiburón blanco se encuentra en la isla durante todo el año, pero es más frecuente verlo durante el verano, el otoño y el invier-no cuando se reproducen las tres especies de pinnípedos que allí habitan y que coincide con la corrida anual de atún aleta amarilla (Thunnus albacares) que es también una de sus presas predilectas. Individuos marcados en California han aparecido en Isla Guadalu-pe mientras que otros marcados en esta última han aparecido tan lejos como las islas de Hawai (Boustany et al., 2002).

Es frecuente observar a las crías de lobo fino muertas, flotando en el mar, descabezadas, mostrando las marcas características de la dentadura del tiburón blanco. Durante 1991 a 1993 se observó que las crías de lobo fino que eran arrastradas por el oleaje o por la ma-

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rea y que nadaban cerca de la costa eran atacadas, principalmente en la cabeza. El tiburón blanco descabeza a la cría y deja el resto del cuerpo flotando. Esto fue más evidente después del paso del Hura-cán Darby en julio de 1992, que arrastró al mar a una gran cantidad de crías, de apenas una o dos semanas de edad, las cuales apenas podían nadar contra las grandes olas. Muchas sobrevivieron el tem-poral nadando, pero durante los días posteriores muchas murieron al ser atacadas por tiburones. Se realizó un censo de pinnípedos para conocer la situación de éstos después del huracán que causó la muerte del 30% de las crías de lobo fino producidas esa temporada. Las muertes se dieron por ahogamiento, por ser cambiadas de terri-torio y posterior inanición al no ser amamantadas por sus madres y por ataque de tiburón (Gallo-Reynoso, 1994). En dos localidades diferentes en la costa este, se hallaron esqueletos post-craneales de dos hembras a los cuales les faltaba la cabeza y mostraban otras he-ridas a nivel del pecho y las costillas. En general, el tiburón blanco es la segunda especie de tiburones que depreda a los pinnípedos de la isla, ya que de los individuos observados con heridas o cicatrices (o muertos), 27% fueron causadas por esta especie de tiburón (Ga-llo-Reynoso et al. 2004).

El tiburón blanco también es uno de los posibles depredadores de las toninas (Tursiops truncatus) y han sido reportadas las inte-racciones entre ambas especies (Connor y Heithaus, 1996). Aunque los casos de interacción entre las toninas y estos depredadores son escasos, se registró una observación en febrero de 1991 en la costa este de Isla Guadalupe, a la altura de Punta Doble, donde un gru-po de diez toninas aparentemente estaban huyendo de un tiburón blanco de 4.5 a 5.0 m de largo, que se observó en una ola y que se encontraba aproximadamente 30 m detrás de las toninas, nadando rápidamente hacia ellas, cruzando por debajo de la panga. Para eva-

dirlo, las toninas comenzaron a nadar dando brincos horizontales superficiales de larga distancia (4.0 a 5.0 m), dirigiéndose hacia el sur a gran velocidad.

El tiburón blanco causa ciertos daños a la pesquería de langosta ya que en ocasiones ha atacado y destrozado las jaulas flotantes en que se deja a la langosta viva mientras se recogen las demás trampas. Por otra parte, son varios los casos en que estos tiburones han atacado a los pescadores, buzos de abulón, los que sacan gran parte de su pro-ducción del lado este de la isla, que es la porción protegida contra las marejadas. Varias son las anécdotas que se cuentan sobre el acecho de tiburón blanco a los buzos de abulón, quienes se sienten más se-guros en el fondo ya que ahí se pueden guarecer y proteger entre los grandes bloques, paredes y cuevas de roca basáltica, no así en media agua cuando suben o bajan por el abulón; estos buzos han bautizado al tiburón blanco con el apodo de “el molacho” (el chimuelo).

Se sabe que el tiburón blanco ha golpeado a embarcaciones en Isla Guadalupe, una de ellas, la del Dr. Carl Hubbs en el viaje en que redescubrió al lobo fino de Guadalupe en 1954 (Collier et al., 1996); en otra ocasión ha golpeado a las pangas de los buzos de abulón, como en 1991 la del pescador Miguel González. Se les ha visto pasar por debajo de embarcaciones y barcos anclados en la Caleta Mel-pómene y en la Punta Norte. Hay por lo menos dos casos recientes en que buzos abuloneros han sido atacados y muertos por tiburón blanco en la isla (Gallo-Reynoso, notas de campo 2003).

Tricas y McCosker (1984), postularon que los ataques de los ti-burones blancos a los objetos y personas se debían a que sus si-luetas, vistas desde abajo, parecían pinnípedos, la presa natural de estos tiburones. Se cree que los profundos buceos realizados por los elefantes marinos en las cercanías de sus colonias son para evitar la depredación por tiburones blancos en las aguas de la plataforma

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continental, en donde pueden ser más vulnerables y en aguas cos-teras con profundidades menores a los 11 m cerca de los puntos de entrada y salida de las colonias (Le Boeuf y Crocker, 1996). Estos mismos autores probaron que los elefantes marinos esperan a estar completamente sanos de las heridas producidas por sus congéneres durante las peleas por el control de los harems y las hembras que contienen, de esta manera evitan que las heridas frescas y sangran-tes atraigan a los tiburones; también encontraron que las hembras, al salir de la colonia, se hunden hasta el fondo de la plataforma con-tinental, moviéndose a las velocidades más altas y con el menor nú-mero de buceos posibles, y de esta manera se alejan hasta las aguas pelágicas más allá del talud continental.

Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza (1999) reportan que los ti-burones blancos inflingen heridas a los lobos finos, de 24 ataques, 21 fueron hechos por esta especie. De estos 17 ataques dieron como resultado la muerte del lobo fino y en cuatro escaparon. La cabeza, el cuello y el pecho fueron las áreas que presentaron mayor número de heridas. También describen el comportamiento antidepredador de los lobos finos de Guadalupe, a través de las posturas que toman las hembras en los grupos de flotación, en los cuales se encuentran acicalando su piel mientras flotan y se refrescan, siempre con la ca-beza hacia abajo, viendo hacia el fondo; en el momento que ven un tiburón salen en desbandada nadando a alta velocidad y alejándose de la zona de peligro; por su parte, los machos de esta especie tam-bién se encuentran solitarios en diferentes posturas y siempre con la cabeza bajo el agua, disminuyendo así la presión por depredación, al estar siempre alertas ya que el tiburón blanco ataca desde abajo.

Tiburón mako, Isurus oxyrhynchus Rafinesque, 1810. El tibu-rón mako es una especie epipelágica extremadamente activa que se encuentra fuera de la costa desde la superficie hasta los 500 m

de profundidad y prefiere las aguas claras; sin embargo en las zo-nas donde la plataforma continental es estrecha llega a penetrar un poco más en la costa (Compagno, 2001).

Esta especie se ha observado una sola vez en junio de 1992, cerca de la lancha en la zona del Morro Sur, y fue posible identificarla por su característica coloración en los costados gris-azul metálico y su aleta dorsal, alta, corta en la base, angular y un poco redondeada en su punta. Otra característica es su gran aleta caudal, que le permite desarrollar altas velocidades al nadar, haciendo a esta especie la más veloz nadadora entre los tiburones. El mako se alimenta principal-mente de peces pelágicos, que viven en cardúmenes (carángidos, sardinas, macarelas), y de demersales; con una gran variedad en sus presas entre las que se encuentran pequeños tiburones, peces espa-da, atunes, pequeños cetáceos y cefalópodos (Compagno, 2001).

La información acerca de sus presas sugiere que el mako se ali-menta tanto cerca de la superficie como muy por debajo de ella, y puede alimentarse de presas de fondo cuando está cerca de la costa (Compagno, 2001).

Tiburón sacabocados, Isistius brasiliensis (Quoy y Gaimard, 1824). Es una especie epipelágica a batipelágica y se sabe que ha-bita los mares tropicales extendiéndose hacia el norte hasta Japón y Baja California en México. Son comúnmente capturados con re-des de arrastre de media agua a profundidades de entre 25 a 3,500 m, y ocasionalmente se le encuentra en la superficie durante la no-che. Se cree que realiza migraciones verticales diurnas de 2,000 a 3,000 m en cada dirección durante las cuales, aparentemente, se encuentra con pinnípedos como elefantes marinos (Le Boeuf, Mc-Cosker y Hewitt, 1987). Se alimenta de presas de aguas profundas como el calamar gigante, gonostomátidos y crustáceos, pero según Compagno (1984) es un ectoparásito de grandes animales pelági-

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Figura 2. Zonas donde se han observado individuos de las tres especies de pinnípedos y de tiburón blanco con heridas hechas por el tiburón

sacabocados (I. brasiliensis) en Isla Guadalupe

Punta Costilla o Gorda

Punta Proa

Punta Pilar o Punta Mona

Islote del Medio

Islote Zapato o Isla de Afuera

Caleta Melpómene

118° 20’

Islote Toro o Isla de Adentro

Caleta del Oeste

Punta Sur

Roca Elefante

Playa Elefante

Km

0 2.5 5

Punta Norte

Roca Vela o Piloto (Pilot Rock)

Cantil Blanco (White Bluff)

Campo Norte

Arroyitos

Punta del Vapor

29° 00’

Elaborado por Juan Pablo Gallo Reynoso

cos como el Wahoo o peto, el atún, los peces espada, los tiburones y los cetáceos. Está muy especializado en su dentición, con labios succionadores y su faringe modificada, lo que le permite prenderse a los lados de sus grandes presas al introducir su larga mandíbula inferior como sierra dentro de la piel, afianzando sus dientes de la mandíbula superior como ganchos; girar y cortar el pedazo de piel, grasa y carne. Su talla máxima es de 56 cm.

Se creía que al ser los elefantes marinos una especie de nado lento y pasar el 85% de su tiempo en profundidades de 400 a 650 metros (Le Boeuf, Costa y Huntley, 1985; Le Boeuf et al., 1986), era la única especie de pinnípedo que mostraba cicatrices producidas por esta especie. Gallo-Reynoso y Figueroa Carranza (1995) descri-bieron la herida producida por uno de estos tiburones en un macho adulto de lobo fino de Guadalupe, más tarde Figueroa-Carranza y Gallo-Reynoso (1998) encontraron que las tres especies de pinnípe-dos de Isla Guadalupe presentan cicatrices producidas por el tibu-rón sacabocados.

En la colección ictiológica del Scripps Institution of Oceanogra-phy existe un individuo de tiburón sacabocados (SIO 78-183) co-lectado en aguas afuera de Isla Guadalupe (29° 26.5’ N, 119° 44’ W) mediante una red de fitoplancton (Le Boeuf, McCosker y Hewitt, 1987).

Esta especie de tiburón también ataca cetáceos y otros peces en las aguas de Isla Guadalupe. Tal es el caso del Zifio de Baird (Be-rardius bairdii) del cual hemos observado a un adulto con marcas de estos tiburones en el costado y el tiburón blanco, del cual se nos han mostrado varias fotografías submarinas, de una hembra adulta (C. Davies, noviembre de 2002, Isla Guadalupe) con una herida de tiburón sacabocados a la altura de la primera hendidura branquial en la porción media del flanco derecho, y de un macho adulto, con

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una herida también en la primera hendidura branquial en la por-ción media del flanco derecho (D. Haas, noviembre de 2002, Isla Guadalupe), de una hembra adulta, con una herida fresca en el flan-co izquierdo, subdorsal, situada entre el ojo y la primera hendidura branquial (foto no. 7672, Phillip Colla, www.oceanlight.com); estas fotografías muestran que también los grandes depredadores de Isla Guadalupe son víctimas de esta especie de tiburón.

ESPECIES REPORTADAS POR OTROS AUTORES EN ISLA GUADALUPE

Tiburón de clavos, Echinorhinus cookei (Pietschmann, 1928). De esta especie no se tienen observaciones directas en Guadalupe. Los individuos de esta especie son en general típicos habitantes del ta-lud continental y la plataforma externa. El primer registro de esta especie en Isla Guadalupe fue el de Collyer (1953), con un individuo pescado enfrente de Campo Norte; en este trabajo la especie fue ci-tada como Echinorhinus brucus, sin embargo según Espinosa-Pérez et al. (2004) en realidad se trata de Echinorhinus cookei.

Echinorhinus cookei vive en las zonas profundas, de los 10 a los 1,100 m, y en áreas con mucha pendiente. En el Pacífico oriental se distribuye en Hawai, en el Golfo de California, y desde Costa Rica a Perú y Chile (Compagno y Niem, 1998). También ha sido repor-tado en Nicaragua (Sánchez, 1997). Es un depredador de tamaño medio (hasta cuatro metros) cuya principal característica son los dentículos dérmicos que presenta la piel y las aletas, los cuales se encuentran en racimos de 2.5 cm, lo que le da apariencia de cla-vos. Su color es pardo y su apariencia le permite esconderse y ace-char a sus presas en el fondo entre rocas y algas. Se ha reportado que su alimentación se basa en otros escualos demersales (Squalus

acanthias) y cangrejos, los que obtiene por succión del fondo, así como también pulpos, calamares y otros peces óseos (Compagno, 1984).

Peje gato globo, Cephaloscyllium ventriosum (Garman, 1880). Su distribución está limitada al océano Pacífico oriental, desde el centro de California hasta el Golfo de California, el sur de México y a lo largo de la costa central de Chile. Esta especie bentónica vive principalmente sobre la plataforma continental en aguas templa-das y subtropicales. Se le puede encontrar hasta profundidades de 457 m, sin embargo, es común entre los 5 y 37 m de profundidad. Su hábitat preferencial son los fondos rocosos cubiertos de algas (Compagno, 1984).

Una característica interesante de este tiburón es su habilidad para inflar su estómago con agua. Cuando se siente amenazado, do-bla su cuerpo, poniéndolo en forma de U y se agarra su cola con la boca. Entonces traga una gran cantidad de agua inflando su cuerpo y haciéndolo parecer dos veces más grande de lo normal.

La coloración del cuerpo consiste en una mezcla de amarillo y café, con manchas café y puntos blancos. Los individuos juveniles son de color más claro. Las aletas carecen de cualquier marca dis-tintiva (Compagno, 1984).

La talla máxima reportada es de 110 cm de longitud total, sin em-bargo, es común observarla en tallas de 90 cm (Compagno, 1984).

Es un depredador nocturno que se alimenta principalmente de peces pequeños, moluscos y crustáceos. En ocasiones es capturado en las trampas langosteras pues entra a ellas en busca de alimento

Tiburón blanco, Carcharodon carcharias. Foto: Claudio Contreras Koob

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Macarela, Scomber japonicus. Foto: Claudio Contreras Koob

fácil. Fue reportado para la isla por Roedel (1953), Limbaugh (1963) y posteriormente por De la Cruz-Agüero et al. (1997).

Tiburón gambuso, Carcharhinus obscurus (Lesueur, 1818). Es una especie de amplia distribución que se encuentra en todas las costas de aguas templadas y tropicales. Es posible hallarlo a lo lar-go de la costa entre las aguas someras, la plataforma continental y hasta las aguas oceánicas adyacentes. Aunque es un depredador de fondo, se le puede ver desde la superficie hasta los 400 m. Los adul-tos de esta especie evitan las áreas de baja salinidad y rara vez en-

tran a estuarios. Los juveniles se congregan en aguas muy someras en estuarios y bahías (Compagno, 1984). Es una especie muy mi-gratoria en el océano Pacífico oriental, presentando movimientos al norte durante los meses de verano y al sur en invierno. Los machos y las hembras presentan estas migraciones por separado.

Esta especie se caracteriza por presentar un hocico levemente más corto o igual de grande que el ancho de la boca, el origen de su primera aleta dorsal está sobre el borde libre de las aletas pectorales, las cuales son moderadamente largas y falcadas (Compagno, 1984).

Es depredador de una gran variedad de peces óseos y cartilagi-nosos así como de invertebrados (Compagno 1984). Fue reportado para la Isla Guadalupe por Garrick (1982).

Tiburón salmón, Lamna ditropis (Hubbs y Follet, 1947). El ti-burón salmón se encuentra sólo en las aguas costeras y oceánicas del océano Pacífico norte. En la zona oriental es posible hallarlo en las costas de Canadá, Estados Unidos y en el norte de México (Compagno, 1984).

Es una especie principalmente pelágica, pero se puede localizar en áreas epipelágicas tanto costeras como fuera de la costa. Parece que prefiere aguas frías boreales y templadas, pero ha sido captura-do también en aguas de 2.5° a 24 °C. Esta especie se puede encon-trar desde la superficie hasta profundidades por debajo de los 152 m. Como las especies pelágicas comunes, el tiburón salmón realiza largas migraciones oceánicas en el transcurso del año. Sus migra-ciones parecen estar estrechamente relacionadas con aquéllas de los peces pelágicos que son sus principales presas, así como con su época reproductiva (Compagno, 1984).

El cuerpo del tiburón salmón tiene forma de espiga con un hocico corto y cónico. Sus hendiduras branquiales son largas. El pedúnculo caudal tiene unas quillas muy fuertes con dos quillas

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secundarias en la base caudal. La gran aleta dorsal tiene el borde trasero libre. Este tiburón es en ocasiones confundido con el tibu-rón blanco, pero su hocico corto y las quillas secundarias en su base caudal lo diferencian de este (Compagno, 1984). Sus partes dorsal y lateral son de un gris oscuro a negro, su aleta dorsal es toda negra, incluyendo su borde libre. La parte ventral de su hocico, anterior a la boca, es negra, pero el resto de la superficie ventral del cuerpo es blanca, algunas veces con manchas oscuras (sólo en los adultos) y con parches sobre la base de las pectorales. Presenta una talla máxi-ma de 305 cm (Compagno, 1984).

El tiburón salmón es un pez oportunista en su alimentación. Su dieta consiste principalmente de peces óseos pelágicos y demersa-les, como el salmón del Pacífico, sardinas, macarelas, etc. Su pre-sencia en la Isla Guadalupe fue reportada por Espinosa-Pérez et al. (2004).

Tiburón dormilón, Somniosus pacificus (Bigelow y Schroeder, 1944). Se encuentra distribuido en el océano Pacífico norte en Ja-pón, las costas de Siberia y el mar de Bering; en el Pacífico oriental en el sur de California y Baja California en México (Compagno, 1984).

Se halla en la plataforma continental y en el talud continental, y es una especie bentopelágica que se puede encontrar hasta los 2,000 m de profundidad. En latitudes altas permanece en áreas li-torales cerca de la costa, y en las bajas nunca se encuentra cerca de la superficie, sino a más o menos a 2,000 m de profundidad. Se alimenta de animales del fondo, como peces, pulpos, calamares, cangrejos, tritones y algunas veces de pinnípedos y carroña (Com-pagno, 1984).

Tiene una coloración uniforme gris-rosada con aletas negro-azuladas; los especimenes vivos probablemente con puntos blan-

cos en la superficie dorsal. Un hocico corto y redondeado, con un cuerpo cilíndrico y pequeñas aletas precaudales. Las aletas dorsales son de igual tamaño y la aleta caudal es asimétrica con un lóbulo ventral bien desarrollado (Compagno, 1984).

Su presencia en la Isla Guadalupe fue reportada por Espinosa-Pérez et al. (2004).

Cazón espinoso, Squalus acanthias Linnaeus, 1758. Es una es-pecie cuya distribución es antitropical, tanto en el océano Atlántico como en el Pacífico. Es extremadamente abundante en aguas borea-les y templadas, desde la superficie hasta el fondo, pero generalmen-te está en el fondo hasta los 900 m. Es posiblemente el tiburón más abundante, a pesar de su distribución restringida, y es uno de los que soporta las mayores pesquerías a nivel mundial. Forma agrega-ciones inmensas para la alimentación y se pueden presentar en ellas cientos de animales, por lo cual son susceptibles a ser capturados en grandes cantidades (Compagno, 1984).

Por lo general este tiburón se encuentra en bahías cerradas y estuarios, y tolera aguas salobres, pero aparentemente no sobrevive en aguas dulces por mucho tiempo. Existe una importante relación entre las migraciones de este tiburón y la temperatura del agua; ya que esta especie prefiere un rango de temperatura mínima entre 7-8 °C y un máximo de 12-15 °C, y se cree que realiza migraciones latitudinales y verticales para estar en su rango óptimo (Compagno, 1984).

Presenta dos aletas dorsales con dos grandes espinas, la primera espina se origina justo encima del borde de las pectorales. Tiene puntos grises en sus costados y no cuenta con aleta anal ni quillas en el pedúnculo caudal (Compagno, 1984).

Este tiburón es un poderoso y voraz depredador que se alimenta principalmente de peces óseos, y es capaz de desmembrar grandes

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presas con sus fuertes mandíbulas y dientes. Entre ellas se encuen-tran sardinas y otros clupeidos, macarelas y lenguados (Compagno, 1984). Su presencia en Isla Guadalupe fue reportada por Espinosa-Pérez et al. (2004).

DISCUSIÓN

En Isla Guadalupe observamos 11 especies de tiburones que perte-necen a ocho familias, de las cuales se encontraron tanto tiburones de fondo como tiburones pelágicos con diferentes hábitos alimen-ticios. Esta variedad de especies y de hábitos nos muestra la gran diversidad de ambientes que presenta esta isla, lo que hace que la disponibilidad de alimento sea muy variada y permite que muchas especies de tiburones estén aprovechando la riqueza de su costa.

La composición de esta fauna de tiburones fue de alguna manera diferente durante el evento de El Niño de 1992, con una temperatu-ra superficial del mar elevada, al igual que la altura del nivel del mar (Fahrbach et al., 1991). Las temperaturas superficiales del mar medidas durante el verano se encontraban 5 °C arriba de lo normal en 1992, y 3 °C por encima de lo normal en el verano de 1993, la media de verano para la zona durante 1991 fue de 20 °C (Gallo-Reynoso, 1994). Proba-blemente la presencia de especies más tropicales, como el tiburón de puntas blancas, el tiburón toro, los tiburones martillo y la tintorera, guardó una relación directa con las masas de agua provenientes del sur de El Niño 1992, que presentan características físico-químicas muy diferentes a las de la Corriente de California, con variaciones de la tem-peratura superficial del mar, la productividad primaria y la diversidad de especies, entre otras (Gallo-Reynoso, 1994).

Las especies pelágicas, como el tiburón azul y el tiburón de puntas blancas oceánico, son de gran importancia comercial, se

distribuyen en todo el océano Pacífico central y realizan grandes migraciones por todo este océano. La vulnerabilidad de todas estas especies de tiburones se debe a sus características biológicas; en ge-neral, todas tienen un bajo potencial reproductivo y un crecimiento lento, lo cual se debe tener en cuenta para su conservación, manejo y protección.

Conservación

Es urgente establecer el plan de manejo para Isla Guadalupe en el que se contemple al tiburón blanco, ya que esta especie se encuen-tra listada en la NOM-059-SEMARNAT-2001, bajo el rubro de ame-nazada (D.O.F., 2002) y en la IUCN como vulnerable (IUCN, 1994). En este plan se debe regular y especificar cómo debe llevarse a cabo la observación subacuática de estos elasmobranquios, y cuál es la capacidad de carga por cada área de la isla (cuántas embarcaciones puede haber en un lugar dado y cuántas por día, con cuántas perso-nas y número de buceos), qué tipo de atrayentes se deben utilizar y cuáles no, que los otorgantes de este tipo de servicios se encuentren en un padrón en el cual obtengan sus licencias de acuerdo con la capacidad de carga del área y que dentro de sus actividades se en-cuentre el apoyo a instituciones de investigación científica, median-te convenios de colaboración para obtener mayores conocimientos sobre la biología de estas especies. Actualmente hay gran presión para aumentar este tipo de actividad turística a partir del Puerto de San Diego, EE.UU. lo cual causará una gran presión sobre esta especie en particular a corto plazo.

También resulta urgente que se declaren protegidas las aguas de Isla Guadalupe y que se prohíba cualquier tipo de pesca de las especies de tiburones y de sus presas en sus aguas adyacentes en un

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radio de por lo menos tres millas náuticas, para evitar un saqueo y el consecuente empobrecimiento de la diversidad de especies.

Lo anterior hace necesario promover investigaciones que per-mitan conocer el comportamiento de estos animales y cuál sería la influencia de las actividades turísticas, como el buceo, en la pobla-ción que habita la isla y en las poblaciones directamente relaciona-das con ésta, como las de los pinnípedos. Además, se debe conocer la composición específica de las especies que habitan la isla para poder estudiarlas y así mantenerlas y protegerlas de las actividades que en ella se realizan.

Implicaciones para la conservación

A pesar de la posición del tiburón blanco como depredador tope en la cadena alimenticia marina, la especie está amenazada. Aunque se encuentra distribuida mundialmente, su población total es pequeña. Sus hábitos reproductivos contribuyen a esa vulnerabilidad. La tasa de reproducción es muy baja, lo que es extremadamente importante para mantener la estabilidad de la población; una tasa reproductiva con es-tas características hace que una especie sea particularmente vulnera-ble y que presente caídas muy importantes en el número poblacional. Algunos datos obtenidos por Boustany et al. (2002) demuestran que las hembras de tiburón blanco regresan a sus zonas de alimentación y reproducción cada dos años, lo cual significa que en realidad se repro-ducen cada dos años, una tasa reproductiva muy baja.

Amenazas

Actualmente son evidentes dos amenazas en Isla Guadalupe: la pri-mera es la probable explotación de especies de interés comercial,

tanto de especies de peces de gran tamaño como los atunes, cur-vinas y otras, como de tiburones, que de no regularse con un área marina protegida alrededor de la isla, podría darse en los próximos años. En la actualidad la pesca que se hace en la isla es mayorita-riamente deportiva por la flota de San Diego. Si se comenzara una explotación comercial a gran escala en la isla, sería desastroso para la ecología de los tiburones de la zona.

La segunda amenaza la constituye la gran industria de observa-ción de tiburón blanco; son ya más de 10 compañías las que anun-cian a Isla Guadalupe como su destino para este tipo de actividad, a pesar de que ésta no ha sido evaluada y no se conoce el posible efecto que tenga sobre el comportamiento de los individuos, sus relaciones a nivel territorial y jerárquico, y su relación con la talla y el sexo. Tampoco se tiene información sólida de los efectos sobre la población de esta especie, ya que al alimentarlos artificialmente con peces de la zona, como atunes y jureles de cola amarilla, usados para atraerlos hacia las jaulas con buzos para observar a estos de-predadores es posible que a largo plazo se produzcan desequilibrios en la población local. Otro efecto posiblemente negativo, y que es necesario evaluar, es la queja de los buzos locales que recogen abu-lón, quienes ven estas actividades turísticas sucediendo en sus áreas tradicionales de pesca, por lo que temen que los tiburones se pue-dan acostumbrar a la presencia humana lo que les pueda ocasionar accidentes fatales.

A pesar de no ser la especie objetivo de las pesquerías, los tiburo-nes blancos en ocasiones consumen a las especies capturadas por las flotas pesqueras que utilizan cimbras o palangres y redes de enmalle, lo que los hace susceptibles de ser capturados accidentalmente.

La falta de datos científicos que conformen una base sobre los ti-burones blancos, ha hecho difícil el diseñar medidas de protección

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eficaces en todo el mundo; la información actual no está de ninguna manera completa y, por lo mismo, no es efectiva.

Los tiburones blancos están protegidos en las costas de Cali-fornia, todas las aguas del Pacífico oriental, pero no en las aguas de Washington y Oregon.

Se necesita saber de dónde vienen y hacia dónde se mueven estos animales para presentar iniciativas sobre su conservación; existe la posibilidad de que para reproducirse las hembras se muevan tan le-jos como Japón y Australia pero se necesitan más estudios para co-nocer las perspectivas de la especie (Boustany et al., 2002). Debido a la evidencia sólida sobre estos grandes movimientos las medidas para su conservación ya no deben ser solamente regionales, sino globales, abarcando varios océanos y a varios países.

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer a la Sociedad Cooperativa Abuloneros y Lan-gosteros de Ensenada por su muy importante apoyo a lo largo de más de 20 años en los que se han realizado diversas expediciones a Isla Guadalupe. También a la Secretaría de Marina, Armada de México, en especial a la Segunda Zona Naval por todo el apoyo recibido para la realización de las diferentes expediciones a la Isla Guadalupe.

Muchas personas han intervenido en la realización de estos es-tudios. Entre ellas destaca la imprescindible ayuda de estudiantes, tanto de la Universidad de California como de la Universidad Na-cional Autónoma de México, por lo que la lista es muy larga. A todos ellos se les agradece su interés, apoyo, resistencia ante con-diciones muchas veces adversas de frío, calor, hambre y soledad. Nuestras sinceras gracias a A. Delgado-Estrella, A. Sánchez, M. Pe-

ralta, O. Maravilla, C. Niño, H. Cabrera, R. Passion y D. Larsen por su ayuda en el campo.

Estas observaciones se realizaron bajo los permisos No. 0561 de la Secretaría de Pesca, y los Nos. 2538, 4933 y 2025 de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT), México. Finalmente agradecemos a un revisor anónimo que nos impulsó a mejorar este trabajo.

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Foto: Claudio Contreras Koob

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170 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 171

Los pinnípedos de Isla GuadalupeJuan Pablo Gallo Reynoso, Burney J. Le Boeuf, Ana Luisa Figueroa Carranza y Martín Octavio Maravilla Chávez

Mi cabaña estaba compuesta por rocas, a excepción del techo que estaba formado por pieles de elefante marino, (que fueron) perfectamente cosidas cuando estaban verdes (podridas). La puerta era una piedra plana y grande, la cual podía mover a mi gusto. Mi mobiliario consistía en una mesa de piedra de aproxi-madamente dos pies cuadrados, la cual se proyectaba (salía) de un lado de la pared que permitía que sobre ella estuviera una lámpara, una pequeña taza, dos grandes conchas de mejillón que servían de cucharas y una jarra de “agua honesta” tan fría como el hielo. Mi asiento eran dos puntos (vértebras) de la co-lumna (vertebral) de una ballena, mi cama se encontraba en un pequeño lugar vacante en la parte de atrás, (cubierta) princi-palmente por pieles, una sábana y un tapete (estera) de las is-las Sándwich. En las aberturas entre las rocas existía (metidas) una gran variedad de pieles, y del techo colgaba una piel de un tiburón espinoso (Squalus acanthias), disecada. De esta manera enseñaba de qué parte soplaba el viento tan exacta como una brújula. Algunos volúmenes de Shakespeare en la pared. Tantas cosas para mi ermitañés.

Entrada al diario de Lewis Collidge, del barco Amethyst, que viajaba de Boston a Isla Guadalupe en 1806 para obtener pieles de lobos finos. Obtuvieron junto con el barco Triumph de New Haven, 35,000 lobos finos de Guadalupe. Esta isla era considerada la peor de todas debido a la escasez de agua dulce “limpia” (Busch, 1985). La cabaña a la que hace referencia aún existe en la zona llamada “Corralitos” (Los Corrales o Sealers

Ruins) en la costa sureste de Isla Guadalupe (figura 1).

Elefante marino del norte, Mirounga angustirostris. Foto: Phillip Colla

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172 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

INTRODUCCIÓN

Isla Guadalupe es la posesión más occidental de México, loca-lizada a 240 km al suroeste de Ensenada, Baja California, tiene un especial interés para los investigadores de pinnípedos. Du-

rante el siglo XIX fue el último reducto para la sobrevivencia del lobo fino de Guadalupe, Arctocephalus townsendi, y para el elefan-te marino del norte, Mirounga angustirostris, allí escaparon de los cazadores de focas que los buscaban por su piel y por su grasa a lo largo de la costa de California y hacia el sur, siguiendo la península de Baja California y sus islas. Debido en parte a su aislamiento, a sus prolongadas ausencias de la isla por migraciones alimenticias y a la ruda e inaccesible costa de la isla, algunos individuos sobrevivieron durante la última parte del siglo XIX, el nadir de la historia de cada una de estas especies (Hubbs, 1956; Townsend, 1912). Todos los in-dividuos que existen hoy son descendientes de los sobrevivientes de esas poblaciones (Bartholomew y Hubbs, 1960).

El propósito de este capítulo es el de poner al día la historia y el estado actual de conservación de las tres poblaciones de pin-nípedos que actualmente se reproducen en Isla Guadalupe, el ele-fante marino del norte, el lobo fino de Guadalupe y el lobo marino de California Zalophus californianus. Presentamos los resultados de censos y observaciones sobre el tamaño de las poblaciones y la distribución de cada especie registrada por nosotros, nuestros colegas y estudiantes en varias visitas a la isla en un periodo de 33 años (1968-2003). Excepto por los conteos de lobos finos de Fleischer (1978), de Seagars (1984) y de Torres (1991), los censos presentados aquí son los únicos realizados en la isla durante ese tiempo.

Figura 1. Nombres de las diferentes localidades, puntas y otras características geo-gráficas de Isla Guadalupe, como la gran caldera en la zona noreste coronada por el Monte Augusta (1,370 m) y la zona central coronada por el Monte Esther (1,200 m)

Punta Norte

Roca Vela o Piloto (Pilot Rock)

Playa Roca Vela (Pilot Rock Beach)Cantil Blanco (White Bluff)

Naufragio (Shipwreck)

Campo Norte (Barracks Beach)

Aguaje

Primer Cañón (First Canyon)

La Esquina (First Corner)

Punta Costilla o Gorda

Dos Arroyos Norte o Primer Arroyo

Playa Las Palmas (Palms Beach)

Punta Foca o Dique

Morro Sur (South Bluff)

Islote del MedioIslote Zapato o Isla de Afuera

Caleta Melpomene (Melpomene Cove)

Roca Gárgola (Gargoyle Rock)

Islote Toro o Isla de Adentro

Punta Oeste

Punta La Ventana

Campo Sur

Islote Negro

Caleta del Oeste (West Anchorage)

Jack’s Point

Punta del Vapor o Primer Vapor

Monte Augusta

118° 15’

29° 00’

Roca Elefante

Playa Elefante (Elephant Seal Beach)

Km

0 2.5 5

El Chango

Punta Oclusión (Occlusion Point)

Primer Cono de Cenizas Rojas (First Red Cinder Cone)

Punta Criadero (Nursery Point)

Cueva Luvinda(Luvinda Cave)

Punta Doble (Double Point)

Punta Proa (Yellow Point)

Punta Pilar o Punta Mona (Pillar Point)

Dos Arroyos Sur o Segundo Arroyo

Cono de Cenizas Rojas (Red Cinder Cone)

Corralitos (Summer Camp)Campo Lima (Lobster Camp)

Roca GaviotaCono Plano (Flat Cinder Cone)

Los Corrales (Sealer´s Ruins)

Campo Arroyitos (Fjord)

Estación meteorológica (Weather Station)

Punta BarquitoPunta Castillo

Punta Aguja

Punta Ceniza

Punta Desfiladero (Point Blunt)

(Twin Canyons)

Punta Dos RayasPunta Blanca

La Chichi de Esther o Monte Esther

Campo Oeste

Isla y Punta La GallinitaPunta Mono Blanco

La Bufadora

Los Atlantes

Cristo Rey

Punta SurLos Pozos

Page 173: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 173

EL ÁREA DE ESTUDIO

Isla Guadalupe (29°00’ N, 118°26’ W) es un volcán de basalto y an-desita del Cenozoico Superior que no está extinto (Johnson, 1953; Krause, 1961); también descrito como un alzamiento de la corteza terrestre por vulcanismo desde el fondo oceánico, según Doyle y Gorsline (1977). Su edad se ha calculado en cerca de diez millones de años y la isla es en sí un conjunto de dos escudos volcánicos, siendo el del norte el más joven (aproximadamente siete millones de años). La isla es entonces, una montaña marina ubicada sobre el eje y el borde de una cresta oceánica fósil (Batiza, 1977). Los fósiles que se han encontrado en la isla corresponden a aves, pardela mexica-na, Puffinus opisthomelas, y mérgulo de Xantus, Synthliboramphus hypoleuca y a corales tropicales del género Pocillopora, que tienen una edad de 110,000 a 130,000 años y que han sido encontrados en la costa sureste (Hubbs y Jehl, 1976).

Una breve descripción muestra que es poco similar a otras islas en donde viven los elefantes, lobos finos y lobos marinos. Resulta ser la punta de un pico volcánico de 4,800 m, rodeado en todas partes por profundidades de 3,600 m o más. Tiene 35 km de lon-gitud y su ancho va de 6.5 a 9.5 km, es un contraste de grandes y pequeños cráteres, grandes bloques de roca ígnea deslavada y de suaves y redondeadas colinas con forma de domos, lo que le da su apariencia agreste y desolada. En la punta norte, la costa nor-este está dominada por una gran caldera que abarca desde Campo Norte hasta la región llamada Dos Arroyos, compuesta por em-pinados cantiles y paredones formados por varias capas de rocas ígneas, que bajan precipitadamente hacia el mar desde el estrecho parteaguas en donde se ubica el Monte Augusta (1,370 m), casi permanentemente cubierta de neblina, al igual que la porción me-

dia–norteña de la isla. Esta parte noreste, baja a la meseta o valle del aguaje, en donde nace el arroyo que desciende hasta la zona de Dos Arroyos, en el arroyo que desemboca en el norte. La parte central de la isla es una meseta de suelos de origen volcánico y co-nos de ceniza color canela, los que aumentan hacia la punta sur. El Monte Esther es el segundo pico en altura (1,200 m) y se ubica en la porción media de este territorio, descendiendo abruptamente en grandes deslaves y acantilados de más de 300 m, hacia la caleta del oeste. En la porción sur se encuentra la Caleta Melpómene, rodeada de grandes bloques de piedra volcánica y acantilados que alcanzan los 100 m de altura. En esta zona se encuentran dos is-lotes afuera de la costa sur. El Islote Toro o Isla de Adentro, es una roca maciza y redondeada de 225 m de altura. El Islote Zapato o Isla de Afuera, que se localiza a 3.2 km desde la costa, es un cráter volcánico en forma de copa o zapato cuyo borde suroeste es una pared de roca de 201 m de altura y cuya parte superior se encuen-tra volada sobre el mar (figura 1).

La isla no posee una plataforma costera a su alrededor, a ex-cepción de la punta sur donde existe una plataforma de 4 km de ancho y 200 m de profundidad que corre de la Punta Sur a la Caleta Melpómene, entre Isla Guadalupe, Islote Toro e Islote Zapato, en donde la profundidad se incrementa abruptamente hacia el sur. La fisiografía de la zona costera está compuesta por rocas basálticas sueltas y bloques, diques de lava y acantilados (Pierson, 1987). La profundidad es mayor desde la costa con un talud de 70° de in-clinación promedio hasta llegar al piso oceánico a los 3,658 m (2,000 brazas) de profundidad (obtenido de la figura 5 de Krause, 1961).

Guadalupe se encuentra orientada norte–sur y actúa como una barrera contra la Corriente de California, por lo que produce una serie de corrientes ascendentes o surgencias y remolinos en diferen-

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174 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

tes áreas de la isla, aportando aguas frías ricas en nutrientes. Al con-juntarse éstas con los vientos dominantes del noroeste (Berdegué, 1957b), se producen remolinos y corrientes de chorro que afectan la superficie del mar, provocando lo que los pescadores llaman “con-traste”, que es el oleaje producido por las corrientes contrarias en diferentes puntas de la isla. La temperatura superficial del mar en la costa, fluctúa entre 17° y 20° C, bajando a 15° C en febrero–marzo durante el invierno y aumentando a 21°-22° C en septiembre–octu-bre durante el verano. Otros registros indicaron 16.1° C en abril de 1925 y 18°–18.8° C en diciembre de 1949 (Stewart y Stewart, 1984). La temperatura promedio superficial del mar es de 18° C (rango: 16° C en primavera, 20° C en verano; Lynn y Simpson, 1987). Las mareas son semidiurnas y presentan una amplitud de casi 3 metros durante los meses de invierno (Stewart y Stewart, 1984).

NOMBRES LOCALES

Existe una gran variedad de nombres locales para las caracterís-ticas naturales de la isla y como legado de la visita de numerosos exploradores, cazadores de focas, balleneros, así como de expedi-ciones militares, pescadores y naturalistas. Algunos de ellos son de uso común entre los pescadores de langosta y abulón, y muchas veces resultan desconocidos para los demás. Se dieron nombres a otros lugares por la función especial de marcar un sitio de impor-tancia para los estudios de pinnípedos. Los nombres utilizados en este manuscrito son similares a los empleados por otros investi-gadores y naturalistas (Berdegué, 1957b; Peterson et al., 1968) y se muestran en la figura 1.

EL HÁBITAT DE LOS PINNÍPEDOS

La costa donde residen los pinnípedos es escabrosa, compuesta de numerosas caletas, entradas escondidas, hoyos, hendiduras, cue-vas, tubos de lava, diques de basalto, acantilados verticales, playas estrechas de canto rodado, y dos largas y anchas playas de arena gris-negra. El lado oeste de la isla es desértico y virtualmente inac-cesible (a excepción de la Caleta del Oeste), al igual que el lado nor-te, debido al constante golpeteo del viento y del oleaje que viene sin obstáculos del océano Pacífico. El lado oriental es casi tan abrupto como el occidental, pero el mar es más tranquilo, protegido de los vientos y oleajes dominantes del noroeste por la cordillera monta-ñosa que recorre la isla (Berdegué, 1957b).

UNA HISTORIA DE CADA ESPECIE

Elefante marino del norte (Mirounga angustirostris). El crecimien-to de la población de elefante marino en Isla Guadalupe, después de su cercana extinción durante la década de los 1880, fue muy lento durante las primeras décadas del siglo pasado (Huey, 1930). Aún así, en 1948 se contaron 2,891 elefantes distribuidos en todas las playas ocupables alrededor de la isla (Fitch y Wilson, 1949), mis-mas en donde la reproducción continúa hoy en día (figuras 2 y 3). Durante la década de los 1950, las estimaciones del número míni-mo de animales en la isla pasó de 7,049 en enero-febrero de 1950

Lobo marino de California, Zalophus californianus, madre

y cría. Foto: Phillip Colla

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 175

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176 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

a 13,860 elefantes en enero de 1960 (Bartholomew y Hubbs, 1952, 1960). Al final de enero de 1965, Rice, Kenyon y Lluch (1965) esti-maron una población en la isla de 10,389 individuos, basado en un conteo de 6,671 elefantes marinos, con un estimado de 3,668 crías. Estos autores concluyeron a partir de este conteo que la población de elefantes marinos en Isla Guadalupe alcanzó su pico poblacional para 1960 y detuvo su crecimiento. Mientras tanto, a partir de los años 1930 la colonia era lo suficientemente grande como para em-pezar a enviar emigrantes, y de esta manera, varias islas en Méxi-co y California comenzaron a ser colonizadas (Le Boeuf, 1977a). Nuestros censos destacan la estabilidad de la población en los úl-

timos 30 años (cuadro 1). Hoy, el tamaño de la población mundial de elefantes marinos del norte excede los 127,000 individuos con un incremento anual del 6% y se reproducen en 17 colonias desde Isla Natividad en Baja California Sur, México, y desde Isla San Cle-mente, hasta Punta Reyes y las islas Los Farallones en California central (Le Boeuf, 1981; Stewart et al., 1994), y últimamente en la costa aledaña a Piedras Blancas, California y una colonia en la costa de Oregon (Le Boeuf, comunicación personal, 2004).

Lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsendi). Las captu-ras de lobos finos reportadas en islas mexicanas van desde 35,000 lobos finos de Guadalupe obtenidos por los barcos Amethyst de Boston y el Triumph de New Haven en 1806 (Busch, 1985). 8,338 pieles en 1806 conseguidas en Isla Cedros, Islas Benitos e Isla Gua-dalupe (Townsend, 1924), 3,000 pieles en 1807 entre Isla Guada-lupe e Isla Socorro (Belcher, 1837 en Townsend, 1924; Hamilton, 1951), Morrel (1832 en Townsend, 1899) obtuvo 400 pieles tan sólo en la pequeña Isla San Martín. En el periodo de 1831 a 1881 Hubbs (1956a) reporta una masiva cacería perpetrada por los cazadores de focas de Nueva Inglaterra, visitando Isla Guadalupe. Townsend (1924) reporta que 5,575 lobos finos de Guadalupe fueron obtenidos en Isla Guadalupe e islas San Benito en el periodo de 1876 a 1894. Sin duda estas pocas citas a las que habría que sumarle los adultos y crías sacrificados (Townsend, 1899), nos dan una idea de la captura indiscriminada que sufrió la especie.

La recuperación del lobo fino de Guadalupe ha sido más lenta que la del elefante marino. Después que Townsend (1899) vio siete lobos finos en Isla Guadalupe en 1892 y reporta que en 1894 un barco comercial obtuvo 15 individuos, Thoburn (1899) no encuen-tra ninguno aunque un residente de la isla le dice que quedan unos cuantos. Merriam (1897) describe a la especie a partir de los crá-

Figura 2. Crecimiento de la población de elefante marino en el periodo de 111 años en Baja California. El crecimiento comienza lento y adquiere una mayor

velocidad para la década de 1970, cuando la especie empieza a crear colonias en otras islas de Baja California, México y de California en los Estados Unidos. A partir de 1960 el crecimiento es nulo ya que la población en Isla Guadalupe ha

alcanzado su capacidad de carga

Años

1880 1890 1900 1910 1920 1930 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Núm

ero

de

ind

ivid

uos

16,000

14,000

4,000

6,000

10,000

12,000

8,000

2,000

0

r2 = 0.87

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 177

neos colectados por Townsend en 1892. Treinta años después, en 1926, dos pescadores de San Diego reportaron un grupo de entre 35 a 60 individuos en la costa este de la isla (Huey, 1930; Townsend, 1931). En 1928, tras una disputa sobre el precio de dos individuos entregados al zoológico de San Diego (Wedgeforth, 1928), uno de los pescadores regresó a la isla y sacrificó a la mayoría de los ani-males que encontró y emprendió un viaje a Panamá para vender las pieles (Hubbs, 1956). Este parece ser un segundo cuello de botella genético para la especie y probablemente causó un retraso adicional en su recuperación.

El lobo fino de Guadalupe dejó de ser observado, desapareciendo durante los siguientes 20 años (de 1928 a 1949) a excepción de una po-sible observación en Piedras Blancas (Bonnot, Clark y Hatton, 1938). Bartholomew (1950) vió en repetidas ocasiones a un macho de lobo fino de Guadalupe en la costa oeste de la Isla San Nicolás de mayo a julio de 1949, justo en la temporada de reproducción. Esto llevó a realizar una renovada búsqueda de la especie en Isla Guadalupe. En noviembre de 1954, C. Hubbs contó “por lo menos 14” animales en la costa este de la isla (Hubbs, 1956; Berdegué, 1957a). El número de lobos finos censados en Isla Guadalupe desde 1954 se muestra en el cuadro 2. A pesar de que los censos se han hecho en varias tempora-das a lo largo del año, es evidente un incremento que inició con len-titud pero que va cambiando conforme crece la población hasta ser similar al de otras colonias de esta especie (Gallo-Reynoso, 1994).

Lobo marino de California (Zalophus californianus). En la década de los 1860, cuando los elefantes marinos comenzaron a escasear, los lobos marinos que eran tan abundantes a lo largo de la costa de California y de Baja California, en México (Scammon, 1874), constituyeron la fuente alternativa de aceite, por lo que sus números también disminuyeron drásticamente (Bonnot, 1928)

aunque no como el de las otras dos especies. Los conteos se han incrementado a lo largo del rango de distribución desde 1928 (Bon-not, 1928; Bonnel et al., 1978) y la población hoy se estima en más de 145,000 individuos (Le Boeuf et al., 1983). Aún así, los primeros conteos de lobos marinos de California en Isla Guadalupe, a prin-cipios del siglo pasado, así como los últimos censos, indican que la colonia siempre ha sido pequeña (cuadro 3).

METODOLOGÍA

Se realizaron 31 expediciones a la Isla Guadalupe, desde 1968 hasta 2003, con personal y estudiantes de la Universidad de California en Santa Cruz, de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Instituto Nacional de la Pesca y del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C., con el propósito de censar, marcar y observar el comportamiento de los pinnípedos. Una parte de los cruceros se han hecho en barcos del Instituto Scripps de Oceano-grafía con financiamiento de la National Science Foundation, y el resto de fuentes diversas. Todo esto siempre apoyado por la Secre-taría de Marina, Armada de México, que dedica cruceros especiales para la investigación y ha dado amplio acceso a los investigadores para viajar en los transportes que tienen hacia la isla, hacer usos de sus comunicaciones mensuales, muy importantes en varias investi-gaciones recientes. Todos estos cruceros y expediciones han tenido como objetivo principal el estudio de los pinnípedos de Guadalupe y de otras islas de Baja California. La mayoría de los cruceros se realizaron en invierno, cuando los elefantes marinos se reúnen para la reproducción o durante el verano cuando se reproducen los lobos finos y lobos marinos. No se han realizado observaciones durante septiembre y octubre.

Page 178: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

178 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Las observaciones fueron hechas con binoculares 10x50. Se usa-ron tres métodos para censar a los pinnípedos. Los conteos fueron realizados desde barcos de investigación a una distancia de costa de .5 km, desde lanchas o pangas de pescadores pasando a 10 m o me-nos de la costa, y por último, caminando en la costa y desde veredas elevadas y promontorios. Los censos a pie excedieron a los de lancha (algunos por más del 50%) y los conteos desde lancha superaron los realizados desde barcos de investigación a mayor distancia de costa (Le Boeuf et al., 1983). El error de conteo varía de acuerdo con la es-pecie y la categoría sexual o la edad de los animales censados, siendo mayor para los lobos finos que para los elefantes marinos, mayor para hembras que para machos y para crías que para adultos.

Las tres especies fueron categorizadas por sexo y edad. Censar a las tres especies toma aproximadamente cuatro días: durante el primer día, el barco se anclaba en la Punta Norte o en la Punta Sur, se mandaba una lancha a la Playa Roca Vela, Campo Norte y Dos Arroyos para hacer un conteo a pie o desde la lancha; el segundo día, toda la costa este, desde Playa Roca vela hasta la Punta Sur, se censaba desde una lancha con dos a cuatro observadores; los censos a pie para obtener el factor de corrección que se aplica a los censos de lobo fino se hicieron en dos partes de la isla, Campo Lima o en Los Corrales (Corralitos en el sureste de la isla, véanse las figuras 3 y 5); durante la tercera y cuarta jornadas se realizaba un censo desde el barco o desde panga al circunnavegar los Islotes Toro y Zapato y la costa oeste de la isla. En las ocasiones en que el tiempo lo permitió (mar en calma y sin viento) se circunnavegó la isla con las lanchas haciendo conteos de los pinnípedos en toda la costa y

Lobo fino de Guadalupe, Arctocephalus townsendi. Foto: Phillip Colla

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 179

playas, como Playa Elefante, pero las condiciones de oleaje del mar nunca permitieron desembarcar. En otras ocasiones, cuando el mar estaba tranquilo, los censos tomaban dos días, uno para toda la cos-ta este de la isla y otro para el área 14 (en Los Corrales) para obtener el factor de corrección (Gallo-Reynoso, 1994).

RESULTADOS

Elefante marino del norte

Los censos conducidos de 1968 a 2003 apoyan la conclusión de que la población de elefante marino en Isla Guadalupe se ha estabili-zado (cuadro 1). Los conteos de enero y febrero se encuentran en los rangos de aquellos realizados a principios de la década de 1960-1970 o son un poco más bajos. Una confirmación adicional de este punto viene de la comparación de los censos hechos en Playa Roca Vela a mediados de febrero en cinco diferentes años, en el perio-do de 1968 a 1980. Hay una variación imperceptible de un año al siguiente, sin tomar en cuenta la edad o la categoría sexual de los individuos censados. Los altos valores obtenidos en 1977, especial-mente para las hembras y las crías, se explica porque el censo fue efectuado más tempranamente. Los realizados durante el mes de enero han producido resultados similares; así, Bartholomew y Hu-bbs (1960) contaron 4,600 animales en Playa Roca Vela en enero de 1960 (sin fecha específica). Hemos registrado 4,051 animales en esta misma playa del 20 al 23 de enero de 1970 y 3,225 animales del 29 al 31 de enero de 1975.

El número de elefantes marinos durante la época de reproduc-ción en esta playa, una de las más grandes de la isla, se ha nivelado y llegado a su capacidad de carga desde 1970, de alrededor de 13,000

Figura 3. Playas ocupadas por los elefantes marinos en las costas de Isla Guadalupe

La Esquina

Campo Lima

118° 20’

Caleta del Oeste

Punta Sur

Roca Elefante

Playa Elefante

Km

0 2.5 5

Punta NorteRoca Vela o Piloto

Playa Roca Vela

Campo Norte

Campo Arroyitos

Punta del Vapor

29° 00’

Elaborado por Juan Pablo Gallo Reynoso

Dos Arroyos Norte o Primer Arroyo

Dos Arroyos Sur o Segundo Arroyo

Campo del Oeste

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180 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Cuadro 1. Censos de los elefantes marinos del norte en Isla Guadalupe, 1968-2003

Fecha Área y tipo de censo Censados Estimados Fuente

1883 80 Townsend, 1889, 1912

1884 4 Townsend, 1885

Mayo, 1892 8 Townsend, 1899

1904 4 Townsend, 1912

Junio, 1907 40 Townsend, 1912

Marzo 2, 1911 125 Townsend, 1912

Julio 12, 1922 264 Hanna y Anthony, 1923

Julio 16, 1923 366 Huey, 1924; Hanna, 1924

Agosto 30, 1924 124 Huey, 1930

Junio 23, 1926 465 Huey, 1930

Septiembre 28, 1929 469 Huey, 1930

Marzo, 1948 2,891 Fitch y Wilson, 1949

Enero – Febrero, 1950 4,548 Bartholomew y Hubbs, 1952

Noviembre, 1954 899 Bartholomew y Hubbs, 1960

Junio, 1955 1,786 Bartholomew y Hubbs, 1960

Abril, 1956 3,466 Berdegué, 1956

Agosto, 1956 623 Bartholomew y Hubbs, 1960

Febrero, 1957 5,044 Bartholomew y Hubbs, 1960

Abril, 1957 9,143 Bartholomew y Hubbs, 1960

Octubre, 1957 2,540 Bartholomew y Hubbs, 1960

Diciembre, 1957 2,495 Bartholomew y Hubbs, 1960

Enero 27-31, 1965 10,389 Rice, Kenyon y Lluch, 1965

Agosto 22-23 1968 Campo Norte y Dos Cañones. Parcial: P. 304 304 Brownell, De Long y Schreiber, 1974

Noviembre 8-10 1968 Playa Roca Vela hasta Punta Dique. Parcial: BLP 715 Brownell, De Long y Schreiber, 1974

(Continúa)

Page 181: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 181

Cuadro 1. Censos de los elefantes marinos del norte en Isla Guadalupe, 1968-2003

Fecha Área y tipo de censo Censados Estimados Fuente

Febrero 15-18 1969 Lado Este. Parcial: LP 7,033 10,831a Le Boeuf, Peterson y Hubbs, 1969

Enero 20-23 1970 Lado Este. Parcial: LP 8,034 12,372 a Le Boeuf et al., 1971

Abril 12-17 1970 Toda la isla. BLP 10,867 10,867 Le Boeuf et al., 1971

Mayo 18-21 1971 Lado Este. Parcial: LP 3,553 5,472a Le Boeuf et al., 1971

Diciembre 16-18 1972 Playa Roca Vela. Parcial: P 1,236 1,903 Briggs, 1972

Febrero 12 1973 Playa Roca Vela. Parcial: P 2,494 8,486c Le Boeuf y Petrinovich, 1973

Enero 29-31 1975 Playa Roca Vela. Parcial: LP 6,043 9,306a Pierson, 1975

Febrero 10-12 1977 Toda la isla. BLP fotografiados 6,125 15,407a,y Le Boeuf, 1977b

Junio 21-27 1977 Toda la isla. BLP 822 822 Le Boeuf, 1977

Junio 30 1977 Lado este. Parcial: BLP 856 856 Le Boeuf, 1977

Febrero 15-18 1978 Lado Este. Parcial: LP 5,528 14,479a,y Pierson, 1978

Julio 18-19 1979 Toda la isla. BLP 589 589 Le Boeuf et al., 1979

Febrero 12-15 1980 Lado Este. Parcial: BLP 5,278 13,778a,y Le Boeuf et al., 1980

Marzo 4-6 1982 Toda la isla. BLP 5,695 5,695 Le Boeuf y Condit, 1982

Junio 2-4 1983 Campo Norte. Parcial: P 323 323 Gallo-Reynoso, 1994

Agosto 22 1986 Playa Roca Vela, Campo Norte, dos Cañones. Parcial: P 225 225 Pierson, 1987

Febrero 18-19 1991 Lado Este. Parcial: LP 4,496 15,293 c,y Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1991.

Febrero 13 1992 Lado Este. LP 7,556 16, 426 a,y Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1992.

Enero 6-7 2000 Lado Este. Parcial, LP, Roca Vela a Dos arroyos Sur 5,747 16,896 c,y Gallo-Reynoso, este capítulo.

Febrero 18 2003 Lado Este. Parcial, LP 5,090 14,965 c,y Gallo-Reynoso, este capítulo.

a El estimado de toda la isla se derivó de aumentar los conteos del lado este multiplicándolo por 54%.b Conteos mínimos parciales.c Este estimado de toda la isla se derivó al asumir que el 29.4% de todos los animales de la isla se encuentran en Playa Roca Vela, i.e., 3.403 X Playa Roca Vela = Estimado del total de animales en la isla.y Se añadió una hembra adulta por cada cría destetada que fue contada. Abreviaciones: B = barco, L = lancha, P = a pie, F = conteos con fotografía (aérea, desde tierra o embarcación). Censados incluye a todas las clases de edad de los individuos presentes durante el censo. Estimados son los animales que se estimaron como presentes en la isla, derivados de diversos factores de corrección. Véase el pie de tabla para mayor explicación. Muchos de los datos de esta tabla están en reportes de expediciones, no publicados o se mencionan como este capítulo; los autores poseen dicha información en caso de ser necesaria su consulta

Page 182: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

182 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

a 14,000 individuos. Para 2003 la población estimada durante la reproducción alcanzaba los 13,000 individuos. La población de ele-fantes marinos en Isla Guadalupe tuvo un rápido crecimiento, del 12% promedio anual de 1892 a 1960, a partir de 1960 y hasta 1992, fue de 0.0% anual, denotando que la población había entrado en una fase de estabilidad que continúa hasta nuestros días (figura 2).

El número de crías producidas y destetadas en una condición saludable se puede estimar de los conteos realizados a finales de febrero. Al corregir el número de crías producidas en la costa oeste (véase al pie “a” del cuadro 1), se derivan los siguientes mínimos es-timados: 7,104 crías en 1969, 5,642 en 1977, 5,552 en 1978, 5,011 en 1980, 4,760 en 1982 y 4,962 en 1991. El número de crías de elefantes

marinos en la época de reproducción se ha nivelado y llegado a su capacidad de carga desde 1960 hasta 2003.

Los elefantes marinos en Isla Guadalupe están presentes duran-te todo el año. Pero el sexo, la edad y el número de animales varía estacionalmente y se conforma al ciclo anual encontrado en otras colonias (Bartholomew y Hubbs, 1960; Le Boeuf, Ainley y Lewis, 1974). Las mayores agregaciones de elefantes marinos durante la reproducción o durante la pelecha se encontraron en las playas arenosas: Playa Elefante, Playa Roca Vela, Playas Dos Arroyos, Playa Campo Norte, Playa de Caleta del Oeste y la Playa de Arroyitos (figura 3). En el pico de la temporada de reproducción, a finales de enero y durante el pico de la temporada de pelecha de las hembras y los juveniles en primavera, cada área de reproducción se encontró llena de animales. Algunos individuos se hallaron en otros lugares de las costas de la isla durante la temporada reproductiva, pero por lo general en playas marginales con poca arena y mucho canto ro-dado o con muy poco frente de playa. Las playas principales, utiliza-das durante la reproducción, también fueron las preferidas durante la época de pelecha.

Lobo fino de Guadalupe

La población del lobo fino de Guadalupe se ha incrementado len-tamente a partir de las primeras décadas del siglo pasado, esta ten-dencia resulta más marcada durante los meses de junio y julio: 30 animales en 1923, 92 en 1956, 314 en 1968, 355 en 1976 y 1,073 en 1977 (cuadro 2). Se producen más de 1,500 crías al año (Gallo-Rey-noso, 1994), aún así, es probable que no haya más de 12,000 anima-les en toda la población de lobo fino de Guadalupe e Isla Guadalupe sigue siendo el principal lugar en donde esta población se reprodu-

Elefante marino del norte, Mirounga angustirostris. Foto: Phillip Colla

Page 183: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 183

cen. Vale mencionar que existe una nueva lobera reproductiva en la Isla San Benito del Este, con un total de 256 individuos, incluyendo nueve crías (Maravilla-Chávez y Lowry, 1999).

Los lobos finos han expandido su área de reproducción y de habitación en la isla. A mediados de la década de 1950 los ani-males se encontraban desde Punta Descubrimiento hacia el sur hasta un área alrededor de Punta Dique (figura 5). En 1977, se contaron las hembras adultas y crías recién nacidas desde Pun-ta Descubrimiento hasta Los Arroyitos y se observaron animales que no estaban en reproducción a todo lo largo de la costa este de la isla (Fleischer, 1978). El área principal utilizada por esta especie para la reproducción, en donde la mayoría de las crías habían nacido, estaba centrada alrededor de Campo Lima (figu-ra 5); el crecimiento de la población du-rante el periodo de 1954 a 1977 fue del 10 %, estimándose una población de alrede-dor de 2,000 individuos (Fleischer, 1978). También en Campo Lima, Pierson (1978 y 1987) realizó el primer estudio sobre el comportamiento reproductivo de la espe-cie y describió los viajes de alimentación de las hembras, los tiempos de arribada para la reproducción de machos y hem-bras, y las disputas territoriales de los ma-chos, así como la proporción de hembras por macho. Por otra parte la distribución temporal de los lobos finos en la isla a lo largo del año se conoce en términos gene-

rales. La composición de la población entre enero y abril consistió de hembras adultas, sus crías del verano anterior, juveniles y algu-nos machos subadultos. Los machos adultos son predominantes hacia finales de mayo junto con algunos juveniles. En junio y julio, la población consiste de machos adultos defendiendo sus territo-rios, hembras adultas, crías recién nacidas y grupos de juveniles en áreas no reproductivas (Gallo-Reynoso, 1994). Poco se sabe de la composición de la población en la isla de agosto a diciembre, fuera de algunos censos realizados por Gallo-Reynoso (1994) que mues-

tran que la población está compuesta prin-cipalmente por hembras, crías, juveniles y algún macho subadulto. Los machos adul-tos dejan la isla durante este periodo y las hembras con sus crías permanecen hasta el destete a finales de invierno y principios de la primavera (Gallo-Reynoso, 1994). Las crías recién destetadas hacen su pri-mer viaje de alimentación nadando hacia las costas de Baja California y California en donde se les ha observado y en donde se les ha encontrado varadas (Gallo-Rey-noso, 1994).

El crecimiento de la población de lobo fino de Guadalupe a partir de su redescu-brimiento durante en el periodo 1955-1993 ha sido a una tasa anual promedio de 13.7%, actualmente crece a una tasa anual prome-dio de 12.8% (hasta el 2003), lo que muestra una recuperación similar a la de otras espe-cies de lobos finos en el hemisferio sur que

Lobo marino de CaliforniaFoto: GECI

Page 184: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

184 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Cuadro 2. Censos de lobo fino de Guadalupe en Isla Guadalupe a través de un periodo de 53 años

Fecha Área y tipo de censo Censados Estimados Fuente

Febrero, 1950 Toda la costa este de la isla desde lancha. 0 -- Bartholomew y Hubbs, 1952

Noviembre, 1954 Redescubrimiento de la especie. Desde lancha. 14 200 Hubbs, 1956b

Noviembre, 1964 No especificado 252 -- Hubbs en Rice et al., 1965

Enero 28-31, 1965 Toda la isla, desde lancha y a pie 285 600 Rice et al., 1965

Marzo, 1965 No especificado 211 -- Hubbs en Rice et al., 1965

Abril 2-3, 1966 Juveniles y hembras adultas 372 -- Peterson et al., 1968

Mayo 2-4, 1967 Subadultos o machos territoriales en su mayoría 198 Mínimo 500 Peterson et al., 1968

Abril 18-26, 1968 Desde lancha y a pie, juveniles y hembras presentes 148 -- Brownell et al., 1974

Junio 21-29, 1968 Machos territoriales, hembras, crías y algunos no-reproductores 314 -- Brownell et al., 1974

Noviembre 10-11, 1968 Punta Dique a Punta Doble 260 -- Vandervere, 1968

Febrero 17-18, 1969 Punta Descubrimiento a Punta Doble 298 -- Le Boeuf, Peterson y Hubbs, 1969

Abril 12-17 1970 Punta Descubrimiento a Corralitos (Sealers Station) 374 -- Bonnel y Pierson, 1970

Junio-Julio, 1976 Norte de Campo Lima (Nursery) a Punta Sur (Weather Station) 355 -- Fleischer, 1978b

Febrero 13, 1977 Todo el lado este de la isla 470 -- Le Boeuf 1977b

Junio-Julio, 1977 Toda la isla 1,073 1,100 a Fleischer, 1978b

Febrero 18, 1978 Lado este 351 -- Pierson, 1978

Marzo 4-6, 1982 Toda la isla 851 -- Le Boeuf y Condit, 1982

Junio 4-5, 1983 Conteo parcial Campo Lima y lado este de la isla 1,296 1,879 a,b,y Gallo-Reynoso, 1994

Agosto 10-16, 1984 Todo el lado este de la isla 1,597 1,600 a Instituto Nacional de la Pesca y National

Marine Mammal Lab.

Febrero-Marzo, 1985 Parcial del lado este de la isla desde lancha 1,218 2,017 Gallo-Reynoso et al., este capítulo.

Junio-Julio, 1988 Lado este de la isla desde lancha y a pie 3,259 Torres, 1991

Junio-Julio, 1991 Lado este de la isla desde lancha y a pie 5,424 6,361 a,b,y Gallo-Reynoso, 1994

Julio-Agosto, 1992 Lado este de la isla desde lancha y a pie 5,752 7,348 a,b,y Gallo-Reynoso, 1994

(Continúa)

Page 185: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 185

Cuadro 2. Censos de lobo fino de Guadalupe en Isla Guadalupe a través de un periodo de 53 años

Fecha Área y tipo de censo Censados Estimados Fuente

Julio-Agosto, 1993 Lado este de la isla desde lancha y a pie 6,443 7,408 a,b,c,y Gallo-Reynoso, 1994

Agosto 4, 1995 Parcial del lado este de la isla desde lancha 2,381 7,858 b,y Gallo-Reynoso et al., en este capítulo.

Junio 7, 2000 Lado este de la isla desde lancha y a pie. Parcial 5,644 9,346 a,b,y Gallo-Reynoso et al., este capítulo.

Julio, 2003 Lado este de la isla desde lancha y a pie 7,648 12,176 a, y Gallo-Reynoso et al., este capítulo.

a El estimado de toda la isla se derivó de aumentar los censos a pie del área 14 (Los Corrales) o el área 10 (Campo Lima) comparados con los censos en lancha y multiplicados por la diferencia entre ambos, en ocasiones por 54% o por 65% dependiendo de cada censo.b Conteos mínimos parciales los cuales eran determinados por áreas de la isla y extrapolados al total de individuos presentes en la isla.c Conteo de las crías producidas (vivas o muertas) en toda la isla y multiplicadas por 4.5 como factor de corrección para obtener la estimación del total de la población.y Se añadió una hembra adulta por cada cría destetada y por cría muerta que fue censada. Censados incluye a todas las clases de edad presentes durante el censo. Estimados son los animales que se estimaron como presentes en la isla, derivados de diferentes factores de corrección. Ver pie de tabla para mayor explicación. (Muchos de los datos de esta tabla están en reportes de expediciones, no publicados o se mencionan como este capítulo, los autores poseen dicha información en caso de ser necesaria su consulta).

también habían sido diezmadas (Gallo-Reynoso, 1994), por lo que se puede decir que la población continúa su ascenso (Navarro-Ser-ment y Gallo-Reynoso, 2001) (figura 4).

Lobo marino de California

La población de lobos marinos en Isla Guadalupe es pequeña, ya que tiene menos de 1,200 animales en su máximo y los picos po-blacionales no parecen fluctuar mucho de año a año, pero si de es-tación a estación. Se pueden observar individuos aislados a lo largo de la costa en la zona de habitación del lobo fino de Guadalupe y en las playas de elefantes marinos. Los censos revelan que el ma-yor número de animales se presenta durante enero a abril, lo cual quiere decir que la isla es probablemente visitada por individuos de

Figura 4. Crecimiento de la población de lobo fino de Guadalupe durante 53 años en Isla Guadalupe. El crecimiento comienza casi imperceptible a tasas de 1 a 2 % anual y adquiere una mayor velocidad para la década de 1970, cuando la especie empieza a expandirse en la costa este de la isla. Aún no se ha alcanzado

la capacidad de carga de la isla y la población sigue aumentando

Año1950 1960 1970 1980 1990 2000

Núm

ero

de

ind

ivid

uos

12,000

11,000

6,000

7,000

9,000

10,000

8,000

5,000

0

4,000

3,000

2,000

1,000

r2 = 0.979

Page 186: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

186 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Cuadro 3. Censos de lobo marino de California en Isla Guadalupe durante 103 años

Fecha Área y tipo de censo Censados Fuente

Junio, 1892 Islote Zapato 30 Townsend, 1899

Junio, 1897 Islote Zapato 91 Townsend, 1899

Julio, 1922 Islote Zapato 50 Anthony, 1925

Febrero, 1950 Islote Zapato, Cantil Blanco y Costa Norte 165 Bartholomew y Hubbs, 1952

Noviembre, 1955 Islote Zapato y costa E de la isla 119 Gilmore en Berdegué, 1957a

Abril, 1956 Islote Zapato, Cantil Blanco 120 Berdegué, 1957a

Febrero, 11 1957 Islote Zapato, Cantil Blanco 1183 Berdegué, 1957a

Enero 30, 1965 Islote Zapato 585 Rice et al., 1965

Abril 18-26, 1968 Islote Zapato, Cantil Blanco 636 Brownell et al., 1974

Junio 21, 1968 Islote Zapato 119 Brownell et al., 1974

Febrero 18, 1969 Islote Zapato, Cantil Blanco 250 Le Boeuf, Peterson y Hubbs, 1969

Abril 12-17, 1970 Islote Zapato, Cantil Blanco 746 Bonnell y Pierson, 1970

Mayo 18, 1971 Cantil Blanco 300 Le Boeuf et al., 1971

Febrero 13-14, 1977 Islote Zapato, Cantil Blanco 234 Le Boeuf, 1977b

Junio, 1977 Islote Zapato, Cantil Blanco 104 Pierson y Riedman, 1977

Febrero 15-18, 1978 Islote Zapato, Cantil Blanco y Costa Este 236 Pierson, 1978

Julio 18-19, 1979 Costa E de la Isla e Islote Zapato 100 Le Boeuf et al., 1979

Febrero 13-15, 1980 Islote Zapato y costa E de la isla 50 Le Boeuf et al., 1980

Marzo 4-6, 1982 Islote Zapato, Campo Norte y costa E de la isla 196 Le Boeuf y Condit, 1982

Junio 16-18, 1991 Costa E de la Isla, Cantil Blanco e Islote Zapato 88 Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1991

Julio 27, 1992 Costa E de la Isla, e Islote Zapato 95 Gallo-Reynoso y 1992

Julio 26-27, 1993 Costa E de la Isla, e Islote Zapato 80 Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1992

Agosto, 1995 Costa E de la Isla e Islote Zapato 97 Maravilla-Chávez no publicado

Censados incluye a todas las clases de edad presentes durante el censo. (Muchos de los datos de esta tabla están en reportes de expediciones, no publicados o se mencionan como este capítulo, los autores poseen dicha información en caso de ser necesaria su consulta)

Page 187: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 187

Punta Costilla o Gorda

Punta Proa

Punta Pilar o Punta Mona

Islote Zapato o Isla de Afuera

118° 20’

Caleta del Oeste

Roca Elefante

Playa Elefante

Km0 2.5 5

Punta Norte

Roca Vela o Piloto (Pilot Rock)

Campo Norte

Campo Arroyitos

Punta del Vapor

29° 00’

Elaborado por Juan Pablo Gallo Reynoso

otras colonias (vgr. Isla San Benito del Centro). Machos, hembras, crías de seis meses de edad y juveniles fueron observados durante este tiempo. Los individuos en tierra durante la temporada de re-producción de mayo a julio son relativamente pocos. La principal lobera reproductiva está en el Islote Zapato; la reproducción se ha observado aquí desde por lo menos 1897. Unas pocas crías recién nacidas han sido observadas en el área del Cantil Blanco, cerca de Playa Roca Vela, y ha sido la otra área de reproducción para esta especie en la isla, aunque últimamente se han visto desplazados por la creciente población del lobo fino (figura 7). En promedio la producción anual de crías de esta especie durante 1991 y 1992 no rebasó las once (Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, datos no publicados (cuadro 3).

Figura 6. Crecimiento de la población de lobo marino de California durante 103 años en Isla Guadalupe. El crecimiento se mantiene muy bajo. Se incluyeron datos como los censos de invierno reportados por Berdegué (1957a) de 1,183 individuos que no reflejan el tamaño real de la población de esta especie en Isla Guadalupe

Figura 5. Zona ocupada por el lobo fino de Guadalupe en la costa este de la Isla de Guadalupe, Baja California. En 1993, los lobos finos aún no habían dado la vuelta a la Punta Sur, ahora ya se les encuentra ocupando parte de esa zona.

Campo Lima

Cono de Cenizas Rojas

Los Corrales

r2 = 4.99

Años1950 1960 1970 1980 1990 2000

Núm

ero

de

ind

ivid

uos

1,200

600

1,000

800

0

400

200

Punta Sur

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188 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

La población de lobo marino de California en Isla Guadalupe ha sido relativamente constante, aunque existen tres censos que han sobrepasado los 400 individuos. Destaca el otoño de 1957 en el cual se contaron 1,183 individuos en un conteo realizado a pie en el Is-lote Zapato (Berdegué, 1957b). El promedio anual de individuos en la isla es de 232. La población de lobo marino en este territorio ha crecido a un promedio anual de 1.14%, lo que significa que se ha mantenido estable en el periodo de 1892 a 1995 (figura 6).

DISCUSIÓN

Las poblaciones de pinnípedos de Isla Guadalupe son únicas y de gran interés científico. La población de elefante marino del norte en Isla Guadalupe es la colonia “madre” que ha dado inicio a todas las otras que se crearon durante el siglo pasado y es una de las po-cas colonias que se encuentra extremadamente poblada y estable en número. Como resultado, la composición de la edad de los machos reproductivos ha favorecido a los machos mayores o más viejos (Le Boeuf, 1974) y probablemente existe una situación similar para las hembras reproductivas (Reiter, Panken y Le Boeuf, 1981). La diná-mica de esta población en particular, las tasas de emigración y las respuestas del comportamiento hacia la saturación de individuos en una zona de reproducción (vgr. mortalidad de crías) necesitan de estudios cuidadosos.

La importancia de Isla Guadalupe para el futuro del lobo fino de Guadalupe es obvia ya que ha sido el único lugar donde la especie se ha reproducido hasta 1997 en que se encontró una nueva colonia reproductora en Isla Benito del Este (Maravilla-Chávez y Lowry, 1999). Se sabe más ahora sobre la biología de la reproducción que hace dos décadas gracias a los trabajos de Pierson (1978), Figueroa-

Carranza (1994) y Gallo-Reynoso (1994). Poco se conoce sobre la distribución pelágica y el buceo en las hembras adultas (Gallo-Reynoso 1994), pero se sabe hasta dónde han llegado los juveniles de esta especie (Hani et al., 1997; Aurioles-Gamboa y Hernández-Camacho, 1999), inclusive de machos subadultos y hembras adultas que han penetrado al Golfo de California (Aurioles, Le Boeuf y Findley, 1993). Un gran avance ha sido el conocer los patrones de atención de las madres a las crías, la lactancia y la composición de la leche materna (Figueroa-Carranza, 1994). Hoy se cuenta con más información sobre el ciclo anual de ocupación de la isla y sobre los hábitos alimenticios y el comportamiento de estos animales, así como de los efectos catastróficos, como la mortandad de crías por huracanes, como Darby que azotó a Isla Guadalupe en julio de 1992 y que mató 33% de las crías (Gallo-Reynoso, 1994). También sería de gran valor realizar estudios más detallados sobre la sistemática de la especie (Wynen et al., 2001). Es necesario continuar monito-reando y censando a la población dado el crecimiento tan acelerado que muestra la especie. Con respecto a la variabilidad genética Ber-nardi et al. (1998) encontraron que a pesar de que el lobo fino de Guadalupe pasó por dos cuellos de botella genéticos por las grandes cacerías del siglo XIX, ésta no estaba reducida sino que contra lo esperado, la población de lobo fino de Guadalupe muestra altos niveles de variabilidad genética. Con respecto de la alimentación es necesario realizar estudios de isótopos estables para conocer sus concentraciones, definir qué tipo de alimentación tienen y correla-cionarla con los datos de buceo e historia de vida.

También la pequeña colonia reproductora de lobo marino de California en el Islote Zapato merece una mayor atención. Las hipó-tesis de que los lobos marinos de California de esta isla están aisla-dos reproductivamente de otras loberas ubicadas en islas oceánicas,

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 189

como las Islas San Benito e islas cercanas a la costa como Isla Ce-dros y las islas costeras de la Península de Baja California, deben ser examinadas a través de estudios de las proteínas sanguíneas o por análisis del ADN.

Las poblaciones de pinnípedos de Isla Guadalupe se asemejan a las de otras islas en cuanto a la segregación de la población de acuer-do al sustrato (Peterson et al., 1968). Los elefantes marinos prefieren playas arenosas; aunque en situaciones de abundancia de individuos durante la reproducción utilizan playas de canto rodado con algunos bloques de roca. Los lobos finos habitan cuevas, hendiduras, costas formadas por roca basáltica sólida y grandes bloques de lava en la base de altos acantilados. Los lobos marinos de California prefieren estar en áreas de piedra sólida, salientes en islotes o playas de canto rodado en donde las otras especies están ausentes (figura 7).

A lo largo de estos años diferentes investigadores han realiza-do censos en diversos periodos del año en expediciones de corta duración y utilizando varios métodos disímbolos. Cada variable ha introducido variación en el registro histórico y hace que la inter-pretación de los datos sea más difícil. La confianza en los censos se reduce cuando varios investigadores con diferentes intenciones y métodos colectan los datos. Algunos especialistas juntan a todos los individuos de una especie como un conteo total, mientras que otros los clasifican por sexo y edad. Además no todos los censos hacen el mismo esfuerzo por cubrir todas las áreas; por ejemplo, muchos combinan esfuerzos, mezclando los datos tomados desde lanchas y a pie y no precisan el área cubierta, la hora del día, las con-diciones de luz, de oleaje, viento y estado de la marea, variables que afectan de manera determinante la realización de un buen censo.

La época del año durante la cual se levanta un censo tiene la mayor relevancia ya que sirve para determinar las fluctuaciones en

Figura 7. Distribución del lobo marino de California en Isla Guadalupe. En la costa noreste se encuentra la lobera de Cantil Blanco y en el sur el Islote Zapato. Al igual que en el lobo fino, no hay loberas establecidas en el lado oeste de la isla

Punta Proa

Islote Zapato o Isla de Afuera

118° 20’

Caleta del Oeste

Roca Elefante

Km

0 2.5 5

Punta Norte

Roca Vela o Piloto (Pilot Rock)

Cantil Blanco

Punta del Vapor

29° 00’

Elaborado por Juan Pablo Gallo Reynoso

Campo Lima

Los Corrales

Punta Sur

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190 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

número de la población a lo largo de los años. En nuestro caso, los censos se hicieron cuando se presentaba la oportunidad de visitar esta isla remota, por lo que han resultado estar dispersos a través de los meses de diversos años. Esto es bueno para obtener datos sobre las fluctuaciones y la composición de la población en la colonia de acuerdo al sexo y la edad en cierta época del año. Sin embargo, esta dispersión de los censos crea dificultades para poder estimar un crecimiento o decremento de la población en el tiempo. La razón es que cada especie muestra una considerable variación en el nú-mero total de sus individuos en la colonia durante el año, y que esta fluctuación es cíclica y se puede predecir, se llama ciclo anual en el número total de individuos. En los elefantes marinos hay de siete

a 20 más animales en una colonia a finales de abril que en agosto; aproximadamente el doble de animales en tierra en primavera du-rante la pelecha de las hembras y los juveniles que al final de enero, durante el pico reproductivo (Le Boeuf, 1981).

Los lobos finos y los lobos marinos tienen sus propios y diferen-tes ciclos anuales. Para poder comparar los resultados de los censos levantados en diferentes meses, a lo largo de varios años, se debe conocer el ciclo anual de cada especie. Por ejemplo, la mayor abun-dancia de elefantes marinos observados en la primavera de 1975 que en agosto de 1960, puede ser más una función del ciclo anual que una indicación del crecimiento de la población. Algunos investiga-dores han ignorado este hecho y estiman tendencias poblacionales que resultan equívocas. Es mejor comparar los censos realizados durante el mismo periodo del año a lo largo de los años para que los resultados sean válidos y se pueda llegar a conclusiones sobre los cambios de abundancia y tamaño de la población. Un buen mo-mento para contar a estas poblaciones es al final de la temporada de reproducción, cuando todas las crías han nacido y aún permanecen en la colonia (vivas o muertas). Desafortunadamente, muchas ex-pediciones a Isla Guadalupe no han sido planeadas de esta manera. Las sugerencias escritas arriba son muy importantes y facilitarán el análisis de la información, a pesar de esto todos los datos censales deben ser interpretados con cuidado.

Los estudios de marcaje de elefante marino revelan que sus crías se dispersan durante su primer año de vida a las aguas costeras de Baja California y al sur y centro de las costas de California. La ma-yoría de estos animales regresa a Isla Guadalupe para reproducir-se, a excepción de los machos y hembras que lo hacen en islas San Benito, isla Cedros, isla Natividad e islas Los Coronados en aguas mexicanas y en las islas San Miguel y San Nicolás, en el sur de Ca-

Macho de lobo fino de Guadalupe, Arctocephalus townsendi, con hembras y crías. Foto: Phillip Colla

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 191

lifornia (Le Boeuf, 1981). Una vez que los elefantes marinos han comenzado a reproducirse en un lugar la mayoría de ellos continúa haciéndolo allí por el resto de sus vidas (Reiter et al., 1981). A pesar de que Isla Guadalupe envía inmigrantes cada año, recibe muy po-cos de otras colonias.

Los censos del lobo marino de California son difíciles de interp-retar dada la distribución de los animales y los métodos empleados.

Los conteos en Playa Roca Vela son buenos ya que los animales se encuentran en un área abierta y se pueden hacer estimaciones razonables desde un barco, lanchas o a pie. En comparación, el Is-lote Zapato es muy escarpado y hacer un descenso desde una lan-cha es difícil. Muchos animales que se encuentran en salientes y hendiduras no son visibles desde el mar. La mayoría de los censos se han hecho contando los animales del perímetro de la costa cir-cunnavegando la isla. Aparentemente este método ha subestima-do considerablemente el número de animales en la isla. Berdegué (1957a) contó a los animales desde promontorios en la isla; su censo de 1,183 es el más alto registrado hasta la fecha. Esto implica que los otros conteos han sido bajos. Aún así, está claro que esta pequeña población puede estar reproductivamente aislada de las poblaciones costeras. Esta hipótesis está sustentada por una moderada propor-ción de individuos de coloración albina, observados desde la década de los años 1920 (Bartholomew y Hubbs, 1952; Berdegué, 1957a).

A partir del interés que generaron las extinciones comerciales de los elefantes marinos y los lobos finos a finales del siglo XIX, es notable la participación de varias instituciones extranjeras y na-cionales, las que a través de sus visitas a la isla, la elaboración de reportes de expediciones y sus consiguientes publicaciones cientí-ficas, han venido despertando el interés en su restauración y con-servación, para que la isla vuelva a ser el paraíso biológico que era

Lobo fino de Guadalupe, Arctocephalus tonwsendi. Foto: Phillip Colla

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antes del comienzo de las capturas comerciales indiscriminadas de pinnípedos.

Nuevamente, los pinnípedos, a través de su impresionante recu-peración, que ha tomado más de un siglo en el lobo fino y más de 50 años en el elefante marino, muestran el camino: es necesario, no solamente eliminar la causa del peligro de extinción y dejar que el medio ambiente se recupere por sí solo, sino la investigación, la res-tauración y el monitoreo son factores muy importantes y necesarios para la total recuperación de los ecosistemas de la isla.

En este sentido vale la pena mencionar las investigaciones que se llevan a cabo actualmente sobre pinnípedos en Isla Guadalupe:

- Viajes de alimentación de los machos de elefante marino y loca-lización de las zonas de alimentación en el Pacífico nororiental a través de seguimiento por marcas satelitales. Investigación en proceso (2003-2004) por B. J. Le Boeuf de la Universidad de Ca-lifornia, Santa Cruz y J. P. Gallo-Reynoso por el Centro de Inves-tigación en Alimentación y Desarrollo, A.C., Unidad Guaymas.

- Viajes de alimentación de las hembras de lobo fino de Guadalupe y localización de las zonas de alimentación en el Pacífico noro-riental de México (Gallo-Reynoso, 1994), lo que ha servido para determinar que las zonas de alimentación para las hembras se encuentran hacia el sur de Isla Guadalupe, sobre la Corriente de California, en áreas ricas en calamar, macarelas y mictofidos.

- Depredación por el tiburón sacabocados (Isistius brasiliensis) y su efecto en las poblaciones de pinnípedos de Isla Guadalupe (Le Boeuf et al., 1987; Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1992; Fi-gueroa-Carranza y Gallo-Reynoso, 2001).

- Depredación por el tiburón blanco (Carcharodon carcharias) y su efecto en las poblaciones de los pinnípedos de Isla Guadalupe

así como las estrategias del lobo fino de Guadalupe contra la de-predación por esta especie de tiburón del cual se presume existe una población residente en esta isla (Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1999). Estas estrategias consisten en mantener una serie de posiciones mientras flotan y se acicalan en el agua en las cuales siempre mantienen la vista hacia abajo, viendo lo que hay en el fondo, de acercarse un tiburón, inmediatamente huyen dando grandes saltos y alejándose del área.

La investigación científica también ha jugado el papel de sensibili-zador de los pescadores de la Cooperativa Abuloneros y Langosteros de Ensenada que pescan en Isla Guadalupe, a través de su involucra-miento, de su ayuda logística y de su participación en proyectos de investigación de diversas instituciones a lo largo de los años.

Conservación

Isla Guadalupe ha sufrido muchos abusos por parte de las personas que han acudido a ella para cazar lobos finos por su piel, elefante marino y lobos marinos por su aceite y nutrias marinas (Enhydra lutris) por su piel; especies que alguna vez estuvieron a punto de extinguirse. El elefante marino, el lobo fino y el lobo marino de California, ya no se encuentran en peligro de extinción, no así la población de nutria marina de la isla, hoy extinta. Tanto el elefante marino como el lobo fino de Guadalupe pudieron recuperarse de la grave explotación que sufrieron gracias a cuatro circunstancias, tanto de índole natural como humana.

1. La extinción comercial de estas dos especies dejó tan pocos ani-males que ya no era redituable realizar expediciones a esta isla

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 193

para asegurar unos cuantos animales, pocas pieles y pocos ba-rriles de aceite.

2. El establecimiento de una guarnición militar durante el Porfiriato para proteger a la isla de incursiones extranjeras, ante las preten-siones norteamericanas de comprar e invadir la isla. La presencia de un grupo de soldados mexicanos en su porción noreste brindó más protección que los decretos posteriores. En 1917 la Consti-tución Política de los Estados Unidos Mexicanos incorpora a Isla Guadalupe a la soberanía nacional (Santis, 1983).

3. La tardía pero efectiva promulgación del decreto del 27 de octu-bre de 1922, durante el gobierno de Álvaro Obregón, resolviendo que: Isla Guadalupe de Baja California, y sus aguas territoriales poseen riquezas naturales tanto en materia forestal como en re-baños, en caza y pesca, nombrando entre sus especies muchas de rara ocurrencia, especies en peligro de extinción, debido a la inmoderada explotación de las cuales han sido objeto; que el Gobierno Federal debe proteger dichas especies las que cons-tituyen una fuente inextinguible de riquezas para el Gobierno y el pueblo de México. Por esta razón tengo a bien decretar la siguiente Resolución: Artículo 1.- Isla Guadalupe de Baja Cali-fornia, así como sus aguas que la rodean, permanece reserva-da para la protección y desarrollo de las riquezas naturales que ellas contienen, tanto en materia forestal y en rebaños, y en caza y pesca. Artículo 2.- Nómbrese el personal técnico y adminis-trativo, necesario para la administración y protección de dichas riquezas. Dado en la residencia del Poder Ejecutivo Federal, en el décimo noveno día del mes de Octubre de mil novecientos vein-tidós.- El Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexi-canos.- A. Obregón.- Publíquese y ejecútese.- El Subsecretario de Agricultura y Obras Públicas Comisionado de la Secretaría.-

Ramón P. De Negri.- (Diario Oficial de la Federación, 1922), y del decreto expedido el 16 de agosto de 1928, durante la admi-nistración del Presidente Plutarco Elías Calles: “Acuerdo por el cual se declara Zona Reservada para la Caza y Pesca de especies animales y vegetales, Isla Guadalupe, Baja California, y las aguas territoriales que la circundan”. Considerando que Isla Guada-lupe, B.C., y sus aguas territoriales que la circundan, contienen riquezas naturales tanto en materia forestal como en ganadería y caza y pesca, contándose entre sus ejemplares algunos de esca-sez mundial, como la foca de piel fina Arctocephalus townsendi y elefante marino Macrorhynus angustirostris (Diario Oficial de la Federación, 1928). El 1 de marzo de 1933, mediante un acuerdo presidencial se establece la veda permanente de las especies de lobo fino y elefante marino, en todas las aguas de jurisdicción federal de la República Mexicana, por tratarse de especies con población muy reducida (Diario Oficial de la Federación, 1933).

4. El elefante marino realiza migraciones que toman bastante tiempo en ser completadas; después de la temporada de re-producción (diciembre a marzo) los elefantes emigran hacia el norte para recuperarse del ayuno en que han estado durante este lapso, regresando a la isla para pelechar durante el verano y para volverse a ir hacia el norte para alimentarse intensivamen-te y regresar en el invierno para reproducirse. Estas ausencias y presencias en la isla hacían que la cacería se concentrara en el invierno, cuando un mayor número de animales se encuen-tran en la isla, no así en la pelecha ya que las hembras arriban primero a la isla seguidas por los machos con un desfasamiento de uno a dos meses, lo que hace que los animales se encuentren en diferentes playas y muy dispersos, lo cual convertía su caza en una actividad económicamente viable. Por su parte el lobo

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194 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

fino también hace movimien-tos alimenticios de gran esca-la; las hembras, después de dar a luz pasan ocho días brindan-do atención a sus crías y ama-mantándolas intensivamente, después de ser cubiertas por el macho, parten a sus viajes de alimentación, los cuales suelen durar entre nueve y 14 días con un rango de tres has-ta 21 días (Figueroa-Carranza, 1994). Durante estos días la cría ayuna y se encuentra ya sea escondida bajo cavidades y cuevas o jugando en la zona intermareal con otras crías. Estos viajes de alimentación se repiten a lo largo de la lac-tancia y se ha encontrado que las hembras realizan viajes de hasta 20 días, cubriendo un promedio de 2,375 km en la zona pelágica, alimentándose intensivamente sobre la corriente de California, principalmente de calamares, macarelas y sardinas (Gallo-Reynoso, 1994), ya que es un área de baja productividad primaria (Figueroa-Carranza, 1994). Los machos de esta espe-cie son muy territoriales y arriban a la isla hacia finales de mayo para permanecer hasta principios de agosto defendiendo su te-rritorio y sus hembras. Este ayuno, de alrededor de 70 días (Ga-llo-Reynoso, 1994), hace que los machos sufran una profunda transformación al ir bajando su peso; cuando llegan a la isla los

machos tienen un pelaje lustroso entre plateado y dorado, llegan a medir 194–242 cm y pesar alre-dedor de 200 kg. Lo mismo su-cede con las hembras, al inicio de la temporada reproductiva su color es grisáceo pardo con do-rado, con una talla de 137–165 cm y un peso de entre 40–55 kg (Gallo-Reynoso y Figueroa-Ca-rranza, 1996). Al principio de la temporada reproductiva es cuando debían ser cazados ya que para julio, el pelaje en am-bos sexos es café opaco, presenta muchas heridas por las disputas territoriales y está deteriorado por el prolongado ayuno en los machos. Las crías al destete (fe-

brero–marzo) es cuando presentan una coloración pelágica pla-teado–oscuro y es cuando debían ser cazadas. Otro factor que influye en la reducción de su cacería es que al terminar la tem-porada reproductiva, los machos se ausentan de la isla durante nueve meses, hasta la próxima temporada de reproducción. Es-tas migraciones pelágicas y alimenticias de las diferentes cate-gorías de individuos de ambas especies hicieron que porciones significativas de estas poblaciones se salvaran al estar ausentes de la isla cuando se realizaban las cacerías; también el compor-tamiento críptico del lobo fino de esconderse en cuevas, aguje-ros, fisuras o cualquier cavidad, los salvó de la extinción.

Crías de elefante marino, Mirounga angustirrostris. Foto: GECI

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 195

Las amenazas

Las especies domésticas como perros y gatos, que la gente lleva a lugares remotos como Isla Guadalupe para liberarse de plagas como los ratones, se convierten en especies ferales sin control que atacan a todo tipo de especies, causando la desaparición de aves como el petrel de Guadalupe (Oceanodroma macrodactyla) hoy extinto. Por otra parte cuando las especies domésticas, son “sembradas” para después ser utilizadas como alimento, como las cabras (Capra hir-cus), provocan gran destrucción en la vegetación autóctona (queda tan sólo el 15% del bosque original de la islas), y la extinción de 26 plantas endémicas. Para complicar aún más la situación han arri-bado a la isla por diferentes medios 61 especies de plantas exóticas (León de la Luz et al., 2003). Algunas fueron introducidas para ali-mentar a las cabras (como la avena) causando el desplazamiento de la vegetación original y ocasionando que ahora la ecología forestal incluya al fuego como nuevo elemento en la isla, siendo mucho más difícil de controlar por encontrarse lejos de cualquier grupo que pueda atenderlo y apagarlo.

Estas introducciones han causado extinciones no intencionales como la del petrel de Guadalupe, pero ha habido otras deliberadas como la del quebrantahuesos de Guadalupe (Polyborus plancus lu-tosus). Esta ave rapaz y carroñera, que probablemente cazaba crías de pinnípedos y se alimentaba de sus cadáveres, jugaba un claro papel en la ecología de la isla, al remover y procesar a los individuos muertos de las diferentes especies de pinnípedos. Esta ave fue pri-mero perseguida por los cazadores de focas y después “perseguida por las guarniciones militares establecidas en la isla para proteger a los cabritos recién nacidos” hasta que fue exterminada (Townsend, 1899; Berdegué, 1956; Lindsay, 1966).

Una de las amenazas más preocupantes es la presencia de per-ros ferales, que se encuentran en casi todas las partes de la isla, y que de no ser erradicados pueden ser los más próximos a causar problemas a los pinnípedos, ya sea a través de sus enfermedades o por la depredación que probablemente harían de sus crías, en par-ticular de elefantes marinos y de lobo fino de Guadalupe. Se sabe que en lugares como Nueva Zelanda los perros han diezmado co-lonias de lobos finos. Otra amenaza para la especie es la pesca con redes de deriva en alta mar. Cada vez es más frecuente el observar individuos de lobo fino de Guadalupe con redes en el cuello en Isla Guadalupe, situación que hace 10 años era extraordinaria. Durante el último censo en julio del 2003 se observaron cuatro individuos, tres machos adultos y un macho subadulto, con este tipo de redes en el cuello. Para el caso del elefante marino, una amenaza latente son las grandes pesquerías que existen en el Golfo de Alaska; si es-tas llegan a competir con dicha especie, lo más probable es que la población comenzaría a declinar, algunas clases de edad desapa-recerían como ha pasado con el lobo marino del norte (Eumetopias jubatus).

Por su parte, la reintroducción de individuos que se han varado en las costas de California y de México es vista como una amenaza po-tencial. En 1994 se reintrodujo una hembra juvenil de lobo fino que había sido encontrada en Santa Cruz, California y llevada al Marine Mammal Center de Sausalito, California (J.P. Gallo-Reynoso realizó la determinación de la especie). Se propone que estos individuos no deben ser reintroducidos a Isla Guadalupe, ya que la posibilidad de traer consigo virus y bacterias que podrían ser vectores de enfer-medades para la especie es muy alta. Comúnmente a los individuos “rescatados” se les pone en compañía de miembros de otras especies, con los que comparten estanques, encierros y el aire estornudado

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196 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

o tosido por algún individuo de alguna otra especie de una región diferente (J. P. Gallo-Reynoso observación personal); estas probables infecciones no se pueden determinar con cuarentenas, sino sólo me-diante procesos de biología molecular a un elevado costo.

Otra amenaza a futuro sería la de viajes turísticos para visitar algunas loberas y playas en donde se encuentran los elefantes ma-rinos. Si la isla careciera de ordenamiento para la observación de pinnípedos, estas especies podrían ser perturbadas o molestadas durante su temporada de reproducción. Actualmente hemos visto que llegan veleros y embarcaciones a la isla, sus tripulantes se bajan a ver a los elefantes marinos sin permiso y sin visa o pasaporte, o en su defecto un despacho marino emitido por autoridades portuarias de Ensenada, en el cual conste que pueden visitar y desembarcar allí. Esto no constituye una amenaza grave, pero al ser un atractivo de la isla, debería tener algún tipo de regulación y ordenamiento para evitar que suceda sin que las autoridades mexicanas tengan conocimiento.

Isla Guadalupe debe ser conservada urgentemente ya que sus recursos están agotados, ha sufrido varias extinciones, a pesar de contar, por otra parte, con una historia exitosa de conservación, como la de sus pinnípedos.

Se deben erradicar las especies exóticas (cabras, perros, ratones y gatos), propiciar la restauración de los bosques y su monitoreo continuo y realizar un buen manejo de sus ecosistemas para que la recuperación sea óptima.

CONCLUSIÓN

Isla Guadalupe ha sido muy importante para la supervivencia de dos especies de pinnípedos, el elefante marino y el lobo fino de

Guadalupe, los cuales se encuentran en expansión y reocupando otras áreas de su distribución geográfica original. De no haber sido por la protección brindada por el gobierno mexicano en las prime-ras décadas del siglo XX, estas especies no existirían hoy en día; su presencia es un tributo a las acciones tomadas por las autoridades de aquellas épocas. El éxito de estas especies en cuanto a su recu-peración es también una gran victoria para los intereses ecológicos y ambientales de nuestro país y se espera que continúe en la isla mediante la erradicación de las especies de flora y fauna que han sido introducidas a ella y que tanto la han afectado.

Con los transportes modernos y la cercanía a grandes centros de población del sur de California, Isla Guadalupe está cada día menos aislada. Se requiere comenzar a cuidarla ya que la pesca comercial, el buceo deportivo y el ecoturismo tienen puestos los ojos en ella como un paraíso remoto que hay que visitar; de no hacerse eso hoy, el futuro se presenta incierto para este territorio y sus ecosistemas, únicos en el mundo.

AGRADECIMIENTOS

Queremos agradecer a la Sociedad Cooperativa Abuloneros y Lan-gosteros de Ensenada por su importante apoyo a lo largo de más de 20 años de expediciones a Isla Guadalupe.

También agradecemos a la Secretaría de Marina, Armada de México, en especial a la Segunda Zona Naval, por todo el apoyo recibido para la realización de las diferentes expediciones a Isla Guadalupe.

Muchas personas han intervenido en la realización de estos es-tudios, entre ellas destaca la imprescindible ayuda de estudiantes, tanto de la Universidad de California como de la Universidad Na-

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LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE 197

cional Autónoma de México; la lista es muy larga, y a todos ellos se les agradece su interés, apoyo, resistencia ante condiciones muchas veces adversas de frío, calor, hambre y soledad.

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202 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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LOS CETÁCEOS DE ISLA GUADALUPE 203

Llegaban desde lejos, por babor y estribor, saltando sobre las aguas, hasta colocarse junto a la espumeante proa del guardacostas. Sal-tando con increíble agilidad desde el agua turquesa, su piel color acero tersa por la gimnasia natatoria, hasta les oíamos aspirar golosamente el aire por la hendidura respiratoria que tienen en su testa, cada vez que saltaban fuera del agua. Pensábamos que un animal tan hermoso tiene que ser igualmente inteligente y de lo cual hay tanta prueba científica acerca, por ejemplo de su lengua-je, el aprender comportamientos, el uso de su sistema sonar.

Los cetáceos de Isla GuadalupeJuan Pablo Gallo-Reynoso y Ana Luisa Figueroa-Carranza

INTRODUCCIÓN

Aunque existe muy poca información sobre los cetáceos que se observan en las aguas de la isla, se sabe que su punta sur y el Campo Lima fueron en algún tiempo base para

la captura de ballenas (Winlund et al., 1988), que tuvo lugar poco antes del comienzo de la gran explotación de los elefantes marinos del norte y del lobo fino de Guadalupe, durante la primera mitad del siglo XIX, por los balleneros de Nueva Inglaterra (Berzunza, 1950) quienes encontraron en estas especies de pinnípedos el susti-tuto natural de las ballenas cuando estas escasearon en las lagunas costeras de Baja California y en las aguas del Pacífico aledañas a la Península de Baja California (Scammon, 1874). No se sabe cuáles especies de ballenas eran objeto de esta cacería, probablemente al-

Tonia, Tursiops truncatus. Foto: Phillip Colla

Descripción de los delfines comunes en las aguas cercanas a Isla Guadalupe por R. Santis (1983) en su relación

llamada Salvar Isla Guadalupe, Deber de Mexicanidad

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204 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

gunos misticetos, cachalotes y ballenas picudas de Baird que son especies de gran tamaño que residen en las aguas de la isla o que estacionalmente pasan por esa zona. Aún así, Isla Guadalupe no figura como un buen lugar para esta actividad (Townsend, 1935), si se la compara con las capturas de ballena gris en la costa de Baja California y Sinaloa (Scammon, 1874), la región de las Islas Marías y el Cabo San Lucas (Humboldt, 1966) y desde Bahía de Banderas en Jalisco hacia las costas de Oaxaca, en donde destacan la cacería de ballenas jorobadas y de cachalote (Townsend, 1935).

Cuatro reportes más recientes mencionan algunos avistamien-tos de cetáceos en aguas de Isla Guadalupe: Pierson (1977) mencio-na la presencia de toninas (Tursiops truncatus), Fleischer (1978), reportó la presencia de dos ballenas minke (Balaenoptera acutoros-trata) y también de toninas observadas en varias ocasiones, Santis (1983) menciona la presencia de delfín común (Delphinus delphis) navegando hacia la isla, y Gallo-Reynoso en 1983 (notas de campo, no publicado) observó una manada de delfines comunes (Delphinus delphis) desde la Punta Sur. En un trabajo más reciente en el cual se conjuntan una serie de avistamientos en el área durante un periodo de tres años, Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza (1998) informa-ron sobre 14 especies de cetáceos. Existen otros reportes de mamí-feros marinos en el área, pero estos se encuentran mar afuera, en el límite de las aguas territoriales de México, a 12 millas de la isla (vgr. Mangels y Gerrodette, 1994), por lo que no son usados para este reporte con propósitos comparativos.

EL ÁREA DE ESTUDIO

La Isla Guadalupe (29°00’ N, 118°26’ W) se localiza a 240 km al oeste de la península de Baja Calirfornia, México y se encuentra

dentro de la Corriente de California, con una temperatura super-ficial promedio de 18 °C (rango: 16 °C en primavera, 20 °C durante el verano; Lynn y Simpson, 1987) con predominio de vientos del noroeste (Berdegué, 1957). La orientación de la isla (norte – sur) y su forma alargada (35 km longitud por 6.5-9.5 km de ancho) actúa como una barrera contra el flujo de la corriente, lo que produce una serie de remolinos a diferentes profundidades. Está rodeada por profundidades de 3,600 m o más, no posee una plataforma costera a su alrededor, con excepción de la punta sur donde existe una de 4 km de ancho por 200 m de profundidad que se encuentra entre Isla Guadalupe, Islote Zapato e Islote Toro. La fisiografía de la zona cos-tera está compuesta por rocas basálticas sueltas y bloques, diques y acantilados (Pierson, 1987).

Este estudio se realizó a la par del de los lobos finos de Guada-lupe, Arctocephalus townsendi, durante 1991-1993, periodo durante el que se hicieron observaciones durante el invierno (febrero 1991-1992), la primavera (junio 1983 y 1991), el verano (julio-agosto 1991, 1992 y 1993) y el otoño (noviembre-diciembre 1991 y 1992), en un total de 189 días. Otras observaciones se llevaron a cabo en el in-vierno del 2000 (enero) y del 2003 (febrero), la primavera del 2000 (mayo) y el verano del 2003 (julio), con un total de 41 días más. Casi todo nuestro tiempo de observación (220 días) se realizó en la costa este de la isla.

Las observaciones de los cetáceos se hicieron desde: a) dos cam-pamentos base, el primero ubicado en los Corrales o “Corralitos”, en la costa sureste de la isla (28° 53.50’ N, 118° 15.50’ W), a una altura de 30 m sobre el nivel del mar, el segundo en “Campo Norte”, en la costa noreste de la isla (29° 09.255’ N, 118° 17.074’ W) a 7 m sobre el nivel del mar. Las observaciones se realizaban diariamente, co-menzando a las 06:00 horas y terminando a las 20:00 horas en el

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LOS CETÁCEOS DE ISLA GUADALUPE 205

verano y a las 18:00 horas durante el invierno; b) desde la pasarela del puente y el castillo del puente de los barcos guardacostas de la Armada de México (aproximadamente a 10 m sobre el nivel del mar) al circunnavegar, al acercarnos y al dejar la isla, y c) mientras se realizaban los censos de lobos finos, elefantes marinos y lobos marinos de California en la costa este de la isla (excepto en el ve-rano de 1992–1993 y el invierno de 2003, cuando toda la isla fue circunnavegada). Las observaciones de cetáceos y los censos se lle-varon a cabo desde pangas de fibra de vidrio o pangones de madera de 5 a 7 m de eslora, con una altura de observación de <2 m. En general, todas las observaciones fueron hechas por grupos de dos a cuatro personas entrenadas en la observación de cetáceos, des-de los campamentos base con la ayuda de binoculares 10x50 y un telescopio (spotting scope) Bushnell de 18-36 x 50 mm, y desde las embarcaciones con la ayuda de los pescadores; estas se realizaban mientras se censaba a lo largo de la costa a baja velocidad (2-3 nu-dos), y desviándonos hacía los cetáceos observados para lograr una mejor identificación.

El probable sesgo debido a la observación fue relativamente consistente dado que una o dos de las cuatro personas colectaron siempre la información en los días de censo y de observación de cetáceos desde los diferentes campamentos. Se estimaron el ta-maño de grupo, los tiempos de buceo en los cetáceos mayores y el comportamiento general de los animales observados y dentro de lo posible se identificaron las presas de las cuales se alimentaron así como los ataques recibidos por los diversos depredadores. Los resultados se dan en promedios ± la desviación estándar (DS). Ca-torce especies de odontocetos y dos especies de misticetos fueron registradas por nosotros y otra especie de misticeto obtenida de la literatura.

EL HÁBITAT DE LOS CETÁCEOS

La isla no posee una plataforma costera a su alrededor, con la ex-cepción de la que se localiza en la Punta Sur de 4 km de ancho por 200 m de profundidad y que corre de la Punta Sur a la Caleta Melpómene, entre Isla Guadalupe, Islote Toro e Islote Zapato, en donde la profundidad se incrementa abruptamente hacia el sur. La profundidad aumenta desde la costa con un talud de 70° promedio de inclinación hasta el piso oceánico a los 3,658 m (2,000 brazas) de profundidad (obtenido de la figura 5 de Krause, 1961). La zona costera submareal es escabrosa, compuesta por bloques basálticos, hoyos, hendiduras, cuevas, diques y columnas de basalto, paredes de basalto con caídas verticales, fondos de canto rodado y arena gris-negra. En todas estas zonas hay una gran diversidad de algas, con más de 180 especies entre algas y macroalgas en la zona en-tre mareas y en las zonas submareales, conformando “praderas” en donde la visibilidad horizontal excede los 30 m (Stewart y Stewart, 1984). En cuanto a la batimetría, gracias a la interpolación de los datos batimétricos (figura 1), se sabe que existe una serie de caño-nes profundos en diferentes partes de la costa este, tal como la gran bahía de Campo Norte, que es parte de la gran caldera que existió en el noreste de la isla y que abarca desde la Punta Costilla y Dos Arroyos en donde nace el cañón, hasta Playa Norte en Campo Nor-te. También hay otros cañones que se encuentran en otras zonas situadas en la porción media de la isla por Campo Lima y hacia la zona sureste, en el área de los Corrales.

El lado oeste de la isla, al igual que el lado norte, son constante-mente golpeados por el oleaje y los vientos dominantes del noroeste que vienen sin obstáculos del océano Pacífico (a excepción de la Caleta del Oeste). En la costa oriental el mar es más tranquilo, pro-

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tegido de los vientos y oleajes dominantes del noroeste por la alta cordillera montañosa que recorre la isla (Berdegué, 1957b).

La isla tiene una orientación norte–sur y actúa como una barrera contra la Corriente de California por lo que se produce una serie de corrientes ascendentes o surgencias y remolinos en diferentes áreas, aportando aguas frías y ricas en nutrientes. En la superficie del mar, al conjuntarse con los vientos dominantes del noroeste (Berdegué, 1957b), producen remolinos y corrientes de chorro que afectan la superficie del mar, provocando lo que los pescadores llaman “con-traste”, que es el oleaje producido por las corrientes contrarias en diferentes puntas de la isla. La temperatura superficial del mar en la costa fluctúa entre 17° y 20° C, bajando a 15° C en febrero–marzo durante el invierno y aumentando a 21°- 22° C en septiembre–octu-bre durante el verano. Otros registros reportan 16.1° C en abril de 1925 y 18–18.8° C en diciembre de 1949 (Stewart y Stewart, 1984). La temperatura promedio superficial del mar es de 18° C, con un

rango de 16° C en primavera y 20° C en verano (Lynn y Simpson, 1987). Las mareas son semidiurnas y presentan una amplitud de casi 3 metros durante los meses de invierno (Stewart y Stewart, 1984). El agua de mar en la isla es muy clara, alcanzando de 25 a 30 m de visibilidad vertical (disco de secchi) y más de 30 m de visibilidad ho-rizontal (Gallo-Reynoso, observación personal, 1993).

Las aguas que rodean a la isla son abundantes en peces. Se han reportado 126 especies entre las que destacan las de gran tamaño, como los probables depredadores de cetáceos, el tiburón blanco (Car-charodon carcharias), el tiburón toro (Carcharhinus leucas), el punta blanca pelágico (Carcharhinus longimanus), el mako (Isurus oxyrhyn-chus), el tiburón azul (Prionace glauca), la tintorera (Galeocerdo cu-vier), el tiburón martillo (Sphyrna sp.), y otros que aunque de menor tamaño, como el tiburón sacabocados (Isistius brasiliensis), también depredan a los cetáceos. Como alimento de estos cetáceos existen cuatro especies de atunes (Thunnus alalunga, Thunnus albacares, Euthynnus lineatus y Katsuwonus pelamis), cabrillas (Paralabrax sp.), también hay blanco de Guadalupe (Caulolatilus affinis), jurel aleta amarilla (Seriola lalandei), palometas, curvinas, roncacho (Um-brina roncador), roncador blanco (Genyonemus lineatus), macarelas (Scomber japonicus y Auxis thazard), sardinas, anchovetas, peces vo-ladores (Cypselurus californicus). También se han detectado varias especies de calamar, como el calamar de uña (Onychoteuthis banksi y O. borealjaponica), el calamar gigante (Dosidicus gigas) y otras espe-cies de importancia para los cetáceos (Gallo-Reynoso, 1994).

ESPECIES DE CETÁCEOS EN LAS AGUAS DE LA ISLA

Ballena jorobada, Megaptera novaeangliae Gray, 1846. En 1965 Hubbs describe la presencia de una ballena jorobada al sur de Isla

Figura 1. Registros de las diferentes familias de cetáceos de Isla Guadalupe, Baja California, excluyendo a las toninas (ver figura 2).

Circulos: Morado = Balaenopteridae; Rojo = Ziphiidae; Azul =Delphinidae; Amarillo = Physeteridae; Verde = Globicephalidae

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Guadalupe (28° 34.0´ N, 118° 15.9 ´W), a una distancia aproximada de 26 km de la Punta Sur: en febrero 11 de 1964 a las 08:45 horas, dicha ballena siguió al barco R/V Horizon durante una hora con 55 minutos. Este es el único registro de ballena jorobada en las proxi-midades de Isla Guadalupe (Hubbs, 1965)

Ballena Minke, Balaenoptera acutorostrata Lacépède, 1804. A la fecha esta especie solamente ha sido registrada sólo una vez por Fleischer (1978), quién reportó la observación de dos indivi-duos de ballena Minke 500 m mar afuera de la costa este, en la porción central de Isla Guadalupe, probablemente a la altura de Campo Lima.

Ballena de aleta, Balaenoptera physalus (Linnaeus, 1758). Se observó un individuo solitario de gran tamaño a 500 m de la costa sureste en febrero de 1992. La ballena se estaba alimentando en la superficie con la boca abierta, los surcos gulares distendidos y mo-vimientos laterales, desplazándose hacia el sur. El segundo registro consiste en la observación de costillas, vértebras y una mandíbula inferior de esta especie en la costa este de la isla a la altura del cono de cenizas rojo, más al norte de Campo Lima (figura 2). Al igual que las ballenas azules, también son observadas en su migración hacia el norte durante el verano, en la travesía de Ensenada a isla Guadalupe.

Ballena azul, Balaenoptera musculus (Linnaeus, 1758). Obser-vamos a tres individuos en una sola ocasión, en febrero de 1992, ali-mentándose cerca de la Punta Sur; esto se realizó desde una altura de más de 100 m; los individuos se ubicaron a una distancia cerca-na a los 3 km al noroeste del Islote El Toro, haciendo movimientos laterales con la boca abierta y los pliegues gulares distendidos. Se movían lentamente hacia el suroeste a las 16:14 horas. Es común observar a las ballenas azules durante los meses de junio y julio,

Ballena azul, Balaenoptera musculus con cría. Foto: Phillip Colla

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ron observadas buceando repetidamente en el mismo lugar durante cuatro horas. Los tiempos de buceo promediaron 21 ± 10.2 minutos (rango: 15-27, n = 16 buceos). Este grupo estaba acompañado por una manada de 12 toninas las cuales también se encontraban bu-ceando. La segunda observación (julio de 1991) consistió en cinco individuos, 2 km mar afuera, moviéndose lentamente hacia el norte al tiempo que iban buceando. Las áreas de buceo de estos indivi-duos, promediaron 565 ± 49.5 m de profundidad (rango: 535 - 600, n = 2). Las subsiguientes observaciones de esta especie se llevaron al cabo desde Campo Norte en julio del 2003, el tamaño del grupo promedio fue de 3.7 ± 0.45 individuos (rango: 3 – 4, n= 7 grupos) donde se les observó a una distancia de 1.1 ± 0.25 km en donde rea-lizaron buceos prolongados con una duración media de 38.8 ± 19.4 minutos (rango: 22 – 70 minutos, n= 4 buceos). Estos buceos fueron realizados en el cañón submarino que se encuentra en la gran bahía del noroeste de la isla, solo a un grupo se le pudo determinar una profundidad de 230 m.

Ballena picuda de Baird, Berardius bairdii Stejneger, 1883. Los individuos de esta especie se presentaron a lo largo del año en va-rios grupos, promediando 3.7 ± 0.9 individuos por grupo (rango: 2-5, n = 7). Estas ballenas fueron identificadas por su gran tamaño (9-13 m), su largo y cilíndrico hocico y su prominente melón. Son de color gris oscuro, su aleta dorsal no es muy alta, poco falcada y se encuentra a más de dos tercios hacia los lóbulos caudales. De esta especie, se observaron crías de ~ 5 m de longitud en tres ocasiones, dos veces en junio y julio de 1991 y una vez en noviembre de 1992. Un juvenil de aproximadamente 7 m de longitud se observó en julio de 1991. Estas ballenas fueron vistas a una distancia promedio de costa de 3.2 ± 1.5 km mar afuera (rango: 1 - 5.5 km, n= 7). Sus tiem-pos de buceo promediaron 26.5 ± 8.5 minutos (rango: 18 - 35, n= 7

cuando migran hacia el norte, durante las travesías de Ensenada o San Diego a Isla Guadalupe.

Cachalote, Physeter macrocephalus Linnaeus, 1758. Macho so-litario de gran tamaño, observado en dos ocasiones en julio de 1993, con 6.5 horas de separación entre las dos observaciones (12:33 y 19:15 horas) por lo que quizás se trata del mismo individuo. Este cachalote se encontraba a una distancia de costa promedio de 4.4 ± 0.4 km (rango: 4 - 4.8 km, n = 2), sobre aguas profundas con más de 1,000 m de profundidad. En las dos observaciones este cachalote se dirigía hacia el norte.

Cachalote enano, Kogia sima (Owen, 1866). Un grupo de 12 individuos fue avistado desde el campamento de Los Corrales en agosto de 1993 a las 18:16 horas, a una distancia aproximada de 3 km de la costa. Se les reconoció por su pequeño tamaño, la ausencia de un hocico conspicuo y su pequeña y muy falcada aleta dorsal la cual se encuentra en el dorso medio; también su comportamiento fue típico de esta especie, según lo describen Leatherwood y Reeves (1983). Los tiempos de buceo promediaron 40 ± 15.7 minutos (ran-go: 45 – 28 minutos, n = 4 buceos). El grupo se dirigía hacia el norte contra la corriente de California.

Ballena picuda de Cuvier, Ziphius cavirostris G. Cuvier, 1823. Fue observada en nueve ocasiones. Esta especie fue identificada por su coloración café, cabeza blanca con una forma distintiva, cuyo hocico parece “pico de ganso”, con muchas cicatrices blancas como líneas largas en la cabeza, en la región dorsal y en los flancos, y fi-nalmente por su aleta dorsal triangular, poco falcada, situada muy atrás, en el dorso.

Un grupo de siete individuos fue observado en junio de 1991 a 300 m de la costa. Al individuo más grande comparado con la panga (7 m) se le estimó una longitud de 7.5 m. Estas ballenas fue-

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buceos). En dos ocasiones en que estas ballenas se sumergieron el mismo día (8 de julio de 1991), los atunes aleta amarilla (T. albaca-res) comenzaron a brincar fuera del agua alejándose de las ballenas picudas de Baird, aunque no hubo evidencia de depredación sobre esta especie de atún.

Ballena picuda de nariz de botella, Hyperoodon ampullatus (Forster,1779). Se hicieron cinco observaciones de este gran zifido. Solamente se le ha observado en los veranos de 1992 y 1993. Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza (1995) los describen como Hyperoo-don ampullatus, pero al no existir otros registros autentificados de su presencia en el Pacífico nororiental, más que el de Urbán, Ramí-rez y Salinas (1994) en el área de San José del Cabo, Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza (1998) lo manejan como no identificado. No obstante, consideraciones posteriores sobre la forma y el tamaño de la especie vuelven válidas las observaciones de Hyperodoon. ampu-llatus, siguiendo a Gallo y Figueroa (1995), hasta que se determine alguna especie presente en el Pacífico nororiental. En tres ocasio-nes se observaron a algunos individuos de esta especie brincando o parcialmente fuera del agua lo que facilitó su diferenciación de otras ballenas picudas presentes en las aguas de la isla; esta especie presentaba una cabeza blanquecina, con un cuerpo color ante, con moteado blanquecino, un melón de forma cuadrada con un hocico corto pero bien definido en forma de rostro de tonina, la aleta dor-sal alta y falcada, y localizada a dos tercios de la longitud del cuerpo (Leatherwood y Reeves 1983). La talla de las ballenas que brincaron se estimó en 7 m. El tamaño de grupo fue de 1.6 ± 1.2 individuos (rango: 1–4 individuos, n= 5 grupos). Los tiempos de buceo para estas ballenas promediaron 17.6 ± 6.1 minutos (rango: 10 - 25, n = 3 buceos), actividad que llevan a cabo en aguas con más de 810 ± 175 metros de profundidad (rango: 600-1000 m, n= 5). En una de las

observaciones, una de estas ballenas, que brincaba parcialmente fuera del agua en repetidas ocasiones, estaba acompañada por una manada de 25 toninas, cuatro de las cuales estaban brincando con la ballena, interacción que duró aproximadamente 10 minutos.

Ballena picuda de Hubbs, Mesoplodon carlhubbsi Moore, 1963. Es la primera vez que se establece su presencia en Guadalupe. Se observó a un grupo de cuatro individuos, a una distancia de 1,000 m en julio del 2003 en la amplia bahía que va de Campo Norte ha-cia la zona de Dos Arroyos. Los individuos observados realizaron un buceo de 14 minutos. Se les identificó por el típico rostro, color blancuzco al igual que el melón del mismo color hasta la altura del espiráculo, por la mandíbula inferior elevada en la parte dorsal media, donde se encuentran los únicos dos dientes masivos que se exponen por fuera de la boca, y por tener una coloración oscura del cuerpo con motas blancas, y cicatrices en forma de rayas alargadas, la aleta dorsal situada hacia atrás de la mitad dorsal y muy falcada. Esta especie alcanza una talla máxima de 5.3 m con un peso de hasta 1,500 kg y está restringida al Pacífico norte (Leatherwood y Reeves, 1983; Leatherwood et al., 1988).

Ballena picuda no identificada, probablemente ballena picuda de Perrin, Mesoplodon perrini Dalebout et al., 2002. Gallo y Figue-roa (1998) la observaron en una ocasión desde una distancia de 100 m en el verano de 1992, aunque ponen a esta especie como no descrita. En una segunda ocasión se observaron cinco individuos (incluyendo una cría) en enero del 2000 a una distancia de 30 m, esta vez descritos como probable Mesoplodon hectori debido a las similitudes morfológicas entre ambas (Gallo-Reynoso 2000, notas de campo, no publicado). Los individuos de esta especie presenta-ron una cabeza no bulbosa y blanquecina, con un hocico distintivo, corto (más corto que en los jóvenes de Berardius bairdii). El dorso

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con una coloración café grisácea oscura, degradándose a blanco en el vientre, la cabeza presenta una distintiva “máscara” que comien-za en la comisura de la boca, corre a lo largo del rostro, sube hacia el melón y el espiráculo y de ahí baja hacia el parche obscuro del ojo. También presenta moteado dorsal, con algunas líneas de cicatriza-ción blancas y una ancha, alta y falcada aleta dorsal, situada muy atrás en el dorso (Leatherwood et al., 1988). La longitud del indivi-duo más grande se aproximaba a los 5 m. La descripción, el tamaño y la coloración son similares a los individuos descritos recientemen-te como Mesoplodon perrini por Dalebout et al. (2002), que ubican a esta nueva especie en el Pacífico nororiental, descrita a partir de estudios de la región control del DNA mitocondrial y la secuencia de datos del citocromo b. Estos mismos estudios establecen a Meso-

plodon perrini como una especie hermana de la ballena picuda me-nor, Mesoplodon peruvianus. Para establecer si la presencia de esta especie en la isla es continua o estacional, es necesario seguir con las observaciones y la obtención de muestras de piel, tejidos y mate-rial óseo como cráneos para realizar comparaciones taxonómicas.

En julio del 2003 se les observó 13 veces más en el área del cañón submarino entre Campo Norte y Dos Arroyos. El promedio de indi-viduos por grupo fue de 2.2 ± 0.5 (rango: 1-4 individuos, n= 13). La distancia de la costa en que se encontraron estos grupos tuvo un pro-medio de 1.8 ± 1.11 (rango: 1 – 4 km, n= 12). En el cañón de Campo Norte a Dos Arroyos realizaron buceos con una duración media de 34.7 ± 20.3 minutos (rango: 10 – 70 minutos, n= 10 buceos).

Tonina, Tursiops truncatus (Montagu, 1821). Este fue el cetáceo observado con mayor frecuencia en la isla durante todas las esta-ciones del año. El tamaño de grupo fue registrado casi diariamente, durante 240 días promediando 17.5 ± 12.8 individuos (rango: 1 - 50 individuos, n= 93 grupos). Las toninas se encontraron a una dis-tancia promedio de costa de 1.6 ± 1.5 km (rango: 15 metros a 6 km, n= 93) y a una profundidad promedio de 350.9 ± 338.5 m (rango: 10 – 1,174 m, n= 86).

Las toninas se movieron diariamente por la mañana (06:00 – 09:00 horas), a una distancia de entre 500 m y 3 km, paralelas a la costa este, dirigiéndose hacia el norte y regresando muy cerca de la costa (a decenas de metros) hacia el sur por las tardes (16:00 a 20:00 horas). Fue común observar las formaciones de toninas, en línea, muy dispersas, abarcando una gran área y moviéndose lentamen-te, aparentemente buscando presas; al encontrar algún cardumen, comenzaban los desplantes aéreos, tales como los saltos altos ver-ticales con caída en los flancos y el dorso haciendo grandes chapu-zones y el golpeo de la superficie del mar con los lóbulos caudales o

Cardumen de macarela, Trachurus symmetricus. Foto: Phillip Colla

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slaping (aplauso), lo que hacía que las toninas dispersas se congre-garan hacia estos animales y comenzarán a “pastorear” y a encerrar el cardumen de peces. Inmediatamente después las toninas perse-guían a los peces hacia las zonas bajas y se alimentaban de ellos; el mismo comportamiento ha sido reportado para Tursiops trunca-tus del Golfo de California (Gallo-Reynoso, 1989) cuando las toni-nas se alimentaban de bonito (Katsuwonus pelamis) y de jurel de aleta amarilla (Seriola lalandei). En otras ocasiones, con el mismo comportamiento se alimentaron de macarela (Scomber japonicus), blanco de Guadalupe (Caulolatilus affinis), cabrilla roja (Lutjanus peru), y peces voladores (Cypselurus sp.).

Los desplantes de juego fueron notorios entre los individuos de esta especie realizando persecuciones y saltos, curioseando y “mo-

Toninas, Tursiops truncatus. Foto: Phillip Colla

Figura 2. Zonas costeras ocupadas por las toninas (Tursiops truncatus) en Isla Guadalupe

Cono de Cenizas Rojas

118° 20’

Caleta del Oeste

Punta Sur

Roca Elefante

Playa Elefante

Km

0 2.5 5

Punta Norte

Roca Vela o Piloto

Cantil Blanco

Campo Norte

Arroyitos

Punta del Vapor

29° 00’

Elaborado por Juan Pablo Gallo Reynoso

Punta Costilla

Punta Foca o Dique

Punta Oeste

Roca Gaviota

Punta Mona

Punta Proa

Caleta Melpomene

Islote Zapato

Islote del MedioIslote Toro

Islote Negro

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lestando” a los individuos de lobo fino. Un peculiar salto de esta especie es el que llamamos “salto de Guadalupe” en el cual dos in-dividuos se mueven en direcciones encontradas, se hunden verti-calmente, cambian de dirección nadando a toda velocidad hacia la superficie, rompiendo el espejo de agua y saliendo verticalmente para combarse de cabeza a más de dos metros de altura, cruzándose y cayendo del lado del otro individuo, conformando una especie de “puerta de capilla”. Las toninas fueron observadas frecuentemente en compañía de otros cetáceos, como la ballena hocico de botella, los zifidos de Cuvier y las orcas pigmeas, así como en compañía de pinnípedos, tales como el lobo fino de Guadalupe, el lobo marino de California y ocasionalmente curioseando a individuos de elefante marino del norte.

Dentro de los posibles depredadores de esta especie en la isla se encuentra el tiburón blanco (Carcharodon carcharias), y otras especies de tiburones como el de puntas blancas pelágico (Carchar-hinus longimanus), la tintorera (Galeocerdo cuvier) y el tiburón toro (Carcharhinus leucas). Los casos reportados sobre la interacción entre las toninas y estos depredadores son escasos, a continuación describimos una observación que ocurrió el 18 de febrero de 1991, a las 11:30 horas, mientras navegábamos a lo largo de la costa este de Isla Guadalupe, a la altura de Punta Doble. Vimos un grupo de 10 toninas que al detectar nuestra presencia cambiaron su rumbo y se dirigieron hacia nosotros, cruzaron nuestra proa y pasaron por debajo de la quilla moviéndose rápidamente; el oleaje era de cuatro pies de altura y el viento del norte de 20 km por hora. Aparente-mente, las toninas estaban huyendo de un tiburón blanco de 4.5 - 5.0 m de largo, el cual vimos en una ola y se encontraba aproxi-madamente 30 m atrás y nadando rápidamente hacia ellas, cruzan-do por debajo de la panga. Para evadirlo las toninas comenzaron a

nadar dando brincos horizontales superficiales de larga distancia (4.0 a 5.0 m) y dirigiéndose hacia el sur a gran velocidad. Connor y Heithaus (1996) reportaron interacciones entre las toninas y los tiburones blancos.

Dentro de otros probables depredadores hemos observado la presencia de orcas (Orcinus orca); en una ocasión, en 1993, al día siguiente de haber escuchado su presencia en la costa sureste de la isla, en la zona de Playa Roca Vela (punta noreste de la isla) mien-tras comenzábamos el censo de lobos finos, se nos pegó a la panga un individuo solitario de tonina, tan cerca que podíamos coger su aleta dorsal sin rechazo por parte de este subadulto (a juzgar por el tamaño menor de 3 m). Todo el tiempo se mantuvo ocultándose del mar abierto, interponiéndose entre nosotros y la costa, esta interac-ción duró cerca de dos horas, cuando estuvimos a la altura de Punta Mona, la tonina finalmente nos dejó nadando rápidamente hacia el sur, minutos después veríamos la manada de toninas a la que proba-blemente se integró al doblar la Punta Proa hacia el sur (figura 2).

Delfín común de rostro corto, Delphinus delphis Linnaeus, 1758. Se les observó en cuatro ocasiones, siendo identificados por su pequeño tamaño, por la presencia de un hocico corto y su carac-terística coloración de los flancos parecida a un “reloj de arena”, mu-cho más clara en comparación con la coloración del delfín común de rostro largo, Delphinus capensis. Un grupo de 250 individuos fue observado en junio de 1983, moviéndose rápidamente hacia el sur, alejándose del Islote Zapato. El segundo grupo se observó en febre-ro de 1991, y consistía de 15 individuos. El tercer grupo de 25 indivi-duos y el cuarto grupo de tres se observaron en julio del 2003 en la costa noreste en compañía de algunas toninas, se les vió encerran-do un cardumen y capturando pelágicos menores cerca de la playa de Campo Norte, a menos de 100 m. La distancia a la costa prome-

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dio fue de 3.8 ± 4.8 km (rango: 200 m – 2 km, n= 4), la profundidad promedio fue de 1,025 ± 788.3 m (rango: 100 – 1,850 m, n= 3). Al delfín común se le observó formando un grupo de alimentación con toninas y un macho de lobo fino comiendo macarelas.

Delfín de costados blancos, Lagenorhynchus obliquidens Gill, 1865. Se les ha observado una sola vez, identificándolos por su ca-racterística coloración en los costados y su aleta dorsal, muy amplia en la base, alta y muy falcada cuya coloración es típicamente blan-ca y negra. El grupo consistió de 35 individuos, incluyendo varias crías, y se les encontró a seis km al noreste de la isla en febrero del 2003. A pesar del mar de fondo con olas de 8 pies, se pegaron al barco y algunos individuos del grupo realizaron surfeo de proa unos minutos, los que se alejaron del barco en dirección del grupo principal en mar abierto, alejándose de la isla.

Delfín gris o de Risso, Grampus griseus (G. Cuvier, 1812). Se avistó un grupo de 12 individuos, incluyendo dos crías, en febrero de 1992 a 12 km al noreste de la isla. El grupo venía emergiendo y los individuos más jóvenes (a juzgar por su longitud y coloración más oscura que los adultos que son blanquecinos) surfearon en la proa del barco dos minutos, luego regresaron al grupo. La profun-didad del mar en esta zona es de 2,980 m.

Delfín cabeza de melón, Peponocephala electra (Gray, 1846). Se les observó una sola vez en julio del 2003, desde el área de Campo Norte. El grupo lo conformaban seis individuos que se encontraban en un grupo mixto con 26 toninas (Tursiops truncatus), aproxima-damente a 300 m de la costa y al parecer estaban alimentándose juntos de peces de tamaño mediano no identificados.

Orcas, Orcinus orca (Linnaeus, 1758). Se observaron en dos oca-siones. Los pescadores nos mencionaron la presencia de diez indivi-duos (incluyendo una cría) que estaban cazando elefantes marinos

en la Playa Elefante en junio de 1983. En agosto de 1993, a las 21:30 horas, registramos la probable presencia de esta especie al escu-char desde el campamento en los “Corrales” que algunas orcas esta-ban golpeando sus colas vigorosamente sobre la superficie del mar, comportamiento que realizan para atraer a crías de pinnípedos y así poder depredarlas. Esta actividad nocturna ocurrió muy cerca de la costa, y sus soplos se escuchaban bastante fuertes, cercanos y de varios animales adultos, pudiendo contar cinco soplos grandes (varios soplos de menor intensidad, pero no se le asigna ningún es-tatus individual ya que se pueden confundir soplos secundarios de los mismos individuos con los de individuos de menor tamaño). Los lobos finos de Guadalupe se encontraban inusualmente silenciosos y un elefante marino joven se encontraba temblando violentamente y sobre una rocas en las cuales no acostumbran subir. El golpeo de la superficie del mar con los lóbulos caudales continuó varios mi-nutos, viniendo por lo menos de cuatro diferentes direcciones. El golpeo terminó cuando, con una linterna, buscamos a los animales para identificarlos, lo que no fue posible. Aparentemente después de esto los animales se alejaron dado que no volvimos a escuchar ni sus soplos ni su golpeo, afectando su comportamiento. A pesar de que nunca vimos a estas orcas, el sonido de sus soplos y el golpeo de sus lóbulos caudales en la superficie del mar que es típico de esta es-pecie, así como el comportamiento de los otros mamíferos marinos (véase la sección de toninas en este trabajo) sugieren su presencia en esa ocasión.

Calderón de aletas cortas, Globicephala macrorhynchus Gray, 1846. Se les observó en dos ocasiones, un grupo de seis individuos en febrero de 1991 con rumbo al norte, y un grupo de ocho indivi-duos en noviembre de 1992, con rumbo al sur, a una distancia pro-medio de 5.3 ± 4.8 km (rango: 500 m – 10 km, n= 2) de la costa, a

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una profundidad promedio de 1,528 ± 1,272 m (rango: 250– 2,800 m, n= 2). Ambos grupos estaban compuestos por indi-viduos viajando lentamente. Ambas observaciones fueron realizadas desde el campa-mento “Los Corrales”, identi-ficando a la especie por tener una aleta dorsal, alta, robusta, ancha y muy falcada, situada muy adelante en el cuerpo y su coloración oscura con la cabe-za grande y bulbosa.

DISCUSIÓN

A la fecha la fauna de cetáceos de Isla Guadalupe está com-puesta por 17 especies; su di-versidad está dominada por el grupo de las ballenas picudas, con cinco especies (Ziphiidae) con 29.4%, seguida por el grupo conformado por cuatro especies de del-fines mayores (Delphinidae: Globicephalinae) con 23.6%, una espe-cies de cachalote (Physeteridae) con 5.9% y una de cachalote enano o pigmeo (Kogiidae) con 5.9%. Tres especies de delfines (Delphini-dae) con 17.6%, y tres especies de ballenas filtradoras de zooplanc-ton (Balaenopteridae) también con 17.6%.

La composición de esta fauna de cetáceos resultó de alguna manera diferente durante el evento de El Niño de 1992, con una

temperatura superficial del mar alta, al igual que la altura del nivel del mar elevada en 30 cm (Fahr-bach, et al., 1991), con-firmado con mediciones in situ en la isla. En 1992 las temperaturas super-ficiales del mar medidas por nosotros durante el verano se encontraban 5 °C por encima de lo nor-mal, 25 °C, y 3 °C arriba de lo normal en el verano de 1993, a 23 °C. Durante 1991 la temperatura me-dia superficial del mar en verano para la zona fue de 20 °C (Gallo-Reynoso 1994). Probablemente la ausencia de observacio-

nes de Ziphius cavirostris y la presencia de la ballena nariz de bote-lla, que fue solamente vista en el verano de El Niño 1992 y el verano del año posterior a El Niño de 1993, se relaciona con el cambio de especies de calamar que se encontró durante El Niño de 1992 en la dieta de los lobos finos de Guadalupe. Una proporción mayor de especies de calamar del sur se encontró en las excretas de los lobos finos en comparación con el año anterior (Gallo-Reynoso, 1994).

Las escasas observaciones de ballenas azules, de aleta y de Minke, y la ausencia de otros grandes misticetos puede ser debido

Ballena azul, Balaenoptera musculus. Foto: Phillip Colla

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LOS CETÁCEOS DE ISLA GUADALUPE 215

a que las aguas circundantes a la Isla Guadalupe poseen una mo-derada producción primaria de ~36-84 gC/m2 año de acuerdo con Koblents-Mishke y colaboradores (Berger, 1989). Dentro de nues-tras observaciones no se registró la presencia de la ballena Minke observada anteriormente por Fleischer (1978).

Con respecto a la dieta de estos cetáceos, observados por no-sotros o encontrados en la literatura, 10 especies, el 58.9 % comen calamares y peces demersales; tres especies, 17.6%, comen cala-mares y peces, una especie, 5.9%, es omnívora, es decir que inclu-ye a otros mamíferos marinos en su dieta y tres especies, 17.6%, son filtradoras de zooplancton. Esto reviste la importancia de la Isla Guadalupe como aglutinadora de una considerable biodiver-sidad de especies que son depredadas tanto en las zonas epipelá-gicas como en las zonas profundas de la Corriente de California en aguas mexicanas, al tiempo que hace evidente la pobreza de la productividad primaria en la zona para ser explotada por especies como los misticetos.

Conservación

Sin lugar a dudas es importante conservar las aguas de la isla para que las especies que la habitan se encuentren libres de amenazas y puedan perdurar como hasta ahora. De hecho, todas las especies de mamíferos marinos en México se encuentran bajo una categoría de riesgo (D.O.F., 2001), por otra parte, el acuerdo por el que se esta-blece como área de refugio para proteger a las especies de grandes ballenas de los subórdenes Mysticeti y Odontoceti, las zonas mari-nas que forman parte del territorio nacional y aquellas sobre las que la nación ejerce su soberanía y jurisdicción se dio a conocer el 24 de mayo del 2002 (D.O.F., 2002b).

Amenazas

La amenaza principal es el desarrollo de pesquerías “locales” basa-das en el uso de redes agalleras. Con un plan de manejo adecuado las especies comerciales podrían ser explotadas de una manera sus-tentable y sin arrastrar ninguna fauna de acompañamiento.

AGRADECIMIENTOS

Se agradece a los pescadores y personal directivo de la Sociedad Cooperativa Abuloneros y Langosteros de Ensenada por todos los apoyos logísticos y de camaradería que nos brindaron durante estos

Chopa de Cortés, Kyphosus elegans. Foto: Phillip Colla

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216 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

años en Isla Guadalupe. También agradecemos a la Segunda Zona Naval de la Secretaría de Marina, Armada de México por todos los apoyos y transportaciones que nos han brindado para realizar las diversas expediciones a Isla Guadalupe.

Nuestras sinceras gracias a los alumnos y amigos D. Crocker, A. Delgado-Estrella, A. Sánchez, M. Peralta, O. Maravilla, C. Niño, H. Cabrera, R. Passion y D. Larsen, por su ayuda en el campo.

Por último, quiero agradecer a J. Égido por su ayuda en la inter-polación y creación de la imagen digital de la elevación batimétrica de Isla Guadalupe.

Estas observaciones se realizaron bajo los permisos No. 0561 de la Secretaría de Pesca, y los Nos. 2538, 4933 y 2025 de la Secreta-ría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), México. Finalmente agradecemos a un revisor anónimo que nos impulsó a mejorar este trabajo.

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218 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS 219

Cría de Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis, con islotes al fondo. Foto: GECI

INTRODUCCIÓN

Las islas son importantes para la conservación de la biodiver-sidad debido a que albergan muchas especies endémicas y constituyen un hábitat crítico para aves marinas reproduc-

tivas y pinípedos (Tershy et al., 2003). Los animales que han expe-rimentado una evolución significativa en ellas a menudo carecen de defensas morfológicas, de comportamiento y de historia de vida para protegerse de la depredación causada por los mamíferos in-trducidos (Whittaker, 1998). De este modo, la llegada de especies exóticas conduce a menudo a la disminución acelerada de especies nativas y a impactos en casacada en la cadena trófica en el eco-sistema total en dichas áreas. Como consecuencia, los mamíferos introducidos a los ecosistemas insulares constituyen una de las cau-sas principales de extinción a nivel mundial (Groombridge et al., 1992).

Los mamíferos depredadores introducidos también pueden te-ner impactos indirectos en las comunidades vegetales por medio de la extinción o la reducción extrema de vertebrados endémicos que desempeñan funciones importantes en la polinización, la supervi-viencia y la dispersión de semillas, la herviboria, la perturbación del suelo y la distribución de nutrientes (Cushman, 1995). Por ejemplo, muchas islas reciben una cantidad importante de subsidios de nu-trientes marinos provenientes de las aves marinas que forrajean en los miles de kilómetros del mar y regresan a sus colonias de anida-ción en estos hábitats (Polis y Hurd, 1995). La eliminación de las aves marinas causada por la introducción de los mamíferos depre-dadores tiene el potencial de alterar a las comunidades vegetales de manera significativa y con ello a todo el ecosistema insular median-te la reducción en la disponibilidad de nutrientes (Furness, 1991).

El impacto de los gatos introducidos (Felis catus) en el ecosistema de Isla Guadalupe Bradford Keitt , Robert William Henry, Alfonso Aguirre Muñoz, César García, Luciana Luna Mendoza, Miguel Ángel Hermosillo, Bernie Tershy y Don Croll

Traduccion al español:

Ana Silvia Ruiz de Chávez

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220 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Indiscutiblemente, el mamífero introducido más devastador para estos ecosistemas es el gato doméstico (Felis catus), el cual depreda a una gran variedad de especies, entre ellas mamíferos, aves, reptiles, anfibios e insectos (Nogales et al., en prensa) y afectan a estos ecosis-temas al causar extinciones y extirpaciones, o reduciendo las especies a niveles de población en los que ya no desempeñan papeles funcio-nales en los ecosistemas. Por ejemplo, en el occidente de México, los gatos fueron introducidos en por lo menos 26 islas, además de Gua-dalupe, y fueron total o parcialmente responsables de la extinción o extirpación de uno o más vertebrados en 19 de ellas (cuadro 1).

La mayoría de las especies de aves marinas insulares se reprodu-cen en más de una isla; por ello, existen menos registros de extin-ciones originadas por los depredadores en el caso de aves marinas que en el caso de terrestres. Sin embargo, los gatos son responsables de un gran número de exterminios de aves marinas e importantes reducciones en las poblaciones en colonias alrededor del mundo. Por ejemplo, en 20 islas del Pacífico de Baja California han habido aproximadamente 19 extirpaciones de aves marinas, resultado total o parcial de la depredación de los gatos (Wolf, 2002). Las tasas de depredación en las aves marinas alcanzan proporciones extremas. En Isla Marion, en el sur del océano Índico, la depredación de los gatos se ha calculado en 455,000 aves marinas al año (Van Aarde, 1980) y en la cercana Kerguelen el número se ha estimado en 1.2 millones al año (Pascal, 1980). La pérdida de grandes cantidades de aves marinas pordría tener efectos dramáticos en los ecosistemas insulares al, 1) disminuir los subsidios marinos vía la deposición de guano, 2) alterar la estructura del suelo y el ambiente, 3) alterar el flujo de nutrientes cerca de la costa y 4) eliminar de los ecosis-temas marinos locales o regionales importantes depredadores del nivel más alto.

En este trabajo estudiamos el impacto de los gatos sobre las aves terrestes y marinas de Isla Guadalupe, una isla volcánica de gran ex-tensión. En particular, evaluamos el impacto histórico y el impacto

Cuadro 1. Extinciones y extirpaciones de aves y mamíferos en las islas del Noroeste de México como resultado total o parcial de la depredación de los gatos ferales. Los números entre paréntesis indican las islas en el archipiélago. Para información más

detallada sobre Isla Guadalupe, veáse la figura 1. Datos de Wolf (2002)

Isla Mamíferos Aves Aves

extintos extintas extirpadas

Guadalupe - 6 ~8

Asunción - - 5

Coronado Norte - - 2

Islas Coronado 1 - -

Estanque 1 - -

Granito 1 - -

María Madre 1 - -

Mejía 1 - -

Monserrat 2 - -

Natividad - - 1

San Benito (3) - 1 -

San Martín 1 - 1

San Pedro Nolasco 1 - -

San Roque 1 - 4

Socorro - 2 -

Todos Santos (2) - 1 1

Total 11 10 ~22

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EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS 221

actual de los gatos en el ecosistema de Isla Guadalupe y analizamos el potencial de recuperación posterior a la erradicación de los gatos. Para evaluar el impacto de los gatos, hemos utilizado la literatura con el fin de obtener datos históricos sobre las poblaciones de aves, así como observaciones personales de las aves marinas de la isla.

La comprensión del impacto de los gatos en la isla representa el primer paso para contribuir al diseño de planes de manejo y es un paso crítico para evaluar los efectos potenciales de las medidas de restauración.

HISTORIA DE LAS EXTINCIONES Y EXTIRPACIONES RELACIONADAS CON LOS GATOS FERALES EN ISLA GUADALUPE

Los gatos fueron introducidos a la isla principal de Guadalupe en alguna ocasión antes de 1885 (Moran, 1996). Desde entonces han causado, por sí solos o junto con las cabras, también introducidas, la extinción de cinco aves terrestres y una marina, así como posi-blemente la extirpación de tres aves terrestres y cinco aves marinas (figura 1). Además, impiden que muchas de estas aves establezcan colonias reproductivas importantes en la isla principal.

Aves terrestres

La primera extinción documentada de aves terrestres en Isla Gua-dalupe fue el Chivrín Cola Oscura de Guadalupe (Thryomanes bewickii brevicauda), endémico de la isla, visto por última vez en 1892 (Anthony, 1901), seguido por el Toquí Pinto de Guadalupe (Pipilo maculatus consobrinus) también endémico, observado en 1897 (Jehl y Everett, 1985). Estas especies de tierra y normalmen-

te curiosas eran probablemente presas fáciles para los gatos. Otros dos endemismos, el Carpintero de Pechera de Guadalupe (Colap-tes auratus rufipileus) y el Reyezuleo Rojo de Guadalupe (Regulus calendula obscurus) persistieron durante un periodo un poco más largo; en 1906 el carpintero tenía una población de <40 individuos, y el reyezuelo fue visto por última vez en 1953 (Jehl y Everett, 1985). Mientras que quizás los hábitats de estas especies las hacían vul-nerables a lo gatos, la pérdida del entorno con cubierta vegetal oca-sionada por las cabras fue sin duda un factor clave que contribuyó a su desaparición. El Caracara de Guadalupe (Caracara lutosus) fue reportado por última vez en 1903. En conjunto, la depredación de los gatos, la captura excesiva por parte de los coleccionistas y la pérdida de presas debido a la devastación de las poblaciones de focas contribuyeron a su extinción (Abbott, 1933). Además de la desaparición de estas especies, Guadalupe ha perdido poblaciones residentes de Aguilillas Cola Roja (Buteo jamaicensis calurus) y Pi-quituerto Común (Loxia curvirostra) como consecuencia de la pér-dida del hábitat y/o la depredación (Jehl y Everett, 1985).

Aves marinas

Entre las aves marinas sólo hay un registro de extinción, el Petrel de Guadalupe (Oceanodroma macrodactyla) y cinco posibles extirpa-ciones de la isla principal. En Guadalupe los gatos depredan a las especies de aves marinas, desde los petreles (40 g) y mérgulos más pequeños (160 g) hasta el Albatros de Laysan (3,050 g). El endémico Petrel de Guadalupe, visto por última vez en 1906, era una especie que anidaba en madrigueras y que se reproducía en alturas eleva-das entre los bosques de pino y ciprés (Davidson, 1928). Si bien la pérdida del hábitat contribuyó a su disminución, los hábitos de ani-

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222 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Figura 1. Cronología de la introducción, colonización, extinción y extirpación de especies en Isla Guadalupe. Consúltese el texto para los nombres de las especies que se mencionan en la lista. Las líneas punteadas señalan el período probable en el que ocurrió el evento. Los signos de interrogación indican incertidumbre sobre el esta-do actual de una especie en la isla. El Petrel de Leach incluye las dos subespecies mencionadas en el texto. La alcuela oscura nunca ha sido documentada como especie reproductora en la isla principal, sin embargo es considerada como posiblemente, una reproductora histórica y por lo tanto posiblemente extirpada de Isla Guadalupe

Ave

s mar

inas

Ave

s ter

rest

res

dación en madrigueras de esta especie indican que la depredación de los gatos fue indudablemente su principal causa de extinción. Es posible que el Petrel de Guadalupe aún persista en la isla, aunque es poco probable, a menos que sea capaz de anidar en las grietas de las rocas en áreas inaccesibles para los gatos. Se desconoce el

Especies Año

Gato doméstico (Felis catus)

1800 1820 1840 1860 1880 1900 1920 1940 1960 1980 2000

Petrel de Guadalupe

Petrel de Leach ???

Pardela Mexicana ???

Alcuela Oscura ???

Mérgulo de Xantus ???

Albatros de Laysan

Chivirín Cola Oscura

Toquí Pinto

Piquituerto Común

Caracara de Guadalupe

Carpintero de Pechera de Guadalupe

Aguililla Cola Roja

Reyezuelo Rojo de Guadalupe

Cría de Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis. Foto: GECI

estatus actual de otras especies de aves marinas nocturnas en la isla principal. Es posible que la depredación de los gatos haya cau-

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EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS 223

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224 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

sado la erradicación, o por lo menos, una reducción considerable de las poblaciones de Alcuela Oscura, Mérgulo de Xantus, Pardela Mexicana y dos subespecies endémicas del Petrel de Leach de la isla principal (Jehl y Everett, 1985). La última anidación documentada del Petrel de Leach en la isla principal se realizó en el año de 1985 en Dos Arroyos (Mark Pierson, comunicación personal). Pierson y Riedman también reportaron la permanencia del Mérgulo de Xan-tus en 1977 (Jehl y Everett, 1985). No es claro si estas observaciones indican la presencia de aves reproductivas o de aves en prospección. La abundancia de hábitat inaccesible para los gatos ofrece una espe-ranza de que estas especies de aves marinas pudieran aún reprodu-cirse en pequeñas poblaciones remanentes en la isla principal.

Todavía existen razones para ser optimistas. Por ejemplo, en fe-brero de 2003, algunos estudios encontraron restos de un Petrel de Leach en las cercanías de Dos Arroyos, incluyendo un ala completa al escapar un gato (D. Barton y K. Lindquist, comunicación per-sonal). Si bien no se encontraron nidos activos, estos estudios se llevaron a cabo durante el inicio de la temporada reproductiva. A principios de marzo de 2003 se escucharon Petreles de Leach lla-mando desde sus escondrijos en las cercanías de los tramos más bajos del arroyo Melpómene. Varias grietas en las paredes de roca presentaban olor de petrel. También se escucharon en la zona lla-mados de la Paredela Mexicana, presumiblemente adultos en bús-queda. Se encontraron algunos rasguños en los suelos arenosos en la parte baja del arroyo Melpómene, evidencia de la excavación de madrigueras de la Pardela Mexicana o la Alcuela Oscura. Además, se halló una gran cantidad de restos de Mérgulos de Xantus, Al-culeas Oscuras, Pardelas Mexicanas y Petreles de Leach cerca de la base militar en la punta sur de la isla. A pesar de la situación en la isla principal, las poblaciones actuales de estas especies son con-

siderablemente menores que sus niveles históricos y, por lo tanto, han disminuido sus funciones en los ecosistemas de mar adentro, costeros e insulares.

Albatros de Laysan

La interacción de los gatos y los albatros en Isla Guadalupe es par-ticularmente interesante. El Albatros de Laysan se estableció por primera vez en esta isla en 1983 (Dunlap, 1988) y desde entonces su población ha experimentado un crecimiento exponencial (R. Hen-ry, datos no publicados). Por lo menos el albatros ha establecido dos colonias cerca de Punta Sur, en el extremo sur de la isla principal y otras en Islote Negro e Islote Zapato. La baja tasa reproductiva anual y la elevada edad de la primera reproducción del albatros in-dican que el crecimiento exponencial de la población sólo puede explicarse por la inmigración proveniente de otras colonias (Gallo-Reynoso y Figueroa-Carranza, 1996).

En diciembre de 2002-2003, durante la temporada reproducti-va, registramos las primeras observaciones de la depredación del Albatros de Laysan por los gatos ferales. Estos mataron a 35 de los 484 adultos, lo que representa 7.2% del total de la población repro-ductiva en Isla Guadalupe y 30.2% de la colonia de Punta Sur. Los gatos son los principales responsables de la duplicación en la tasa de fracasos de los nidos en la colonia de Punta Sur (52%) respecto de la cercana colonia de Islote Negro (24.6%), la cual se encuen-tra sin gatos. Entre enero y marzo de 2003 el Grupo de Ecología y Conservación de Islas y la dependencia mexicana encargada de los recursos naturales, la SEMARNAT, realizaron trabajos para el con-trol de los gatos alrededor de la colonia de albatros, eliminando a 18 gatos de entre 3.3 y 6.8 kg. La mortalidad del albatros se redujo y

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EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS 225

no se observaron otras muertes de individuos adultos relacionadas con los gatos posteriores al inicio de los trabajos de control felino, a pesar de que los gatos regresan a la zona y de haber sido observa-dos cerca de la colonia en los meses de junio y julio, al finalizar la temporada reproductiva. Los esfuerzos para instalar trampas fue-ron retomados en noviembre de 2003 y se removieron tres gatos de las inmediaciones de Punta Sur. Las visitas a la zona en diciembre de 2003 revelaron que una subcolonia un poco más pequeña, ubi-cada en Punta Sur fue realmente extirpada por los gatos durante la temporada de reproducción 2002-2003. No se observaron nuevas muertes de albatros durante los primeros tres meses de la tempora-da reproductiva 2003-2004.

El elevado nivel de depredación que documentamos para el caso del Albatros de Laysan es insustentable. Si bien es posible que haya existido una depredación limitada de esta especie por parte de los gatos en el pasado en la colonia de Punta Sur, no es posible que di-cha población haya experimentado niveles de depredación a tan alta escala. Por ello, llegamos a la conclusión de que la depredación del albatros por los gatos es un comportamiento aprendido que inició a gran escala en 2002. Lo pensamos así puesto que los gatos han co-existido con la colonia de albatros desde su inicio y el nivel de mor-talidad que hemos observado no se reportó anteriormente, además, la mortalidad cesó inmediatamente después de la remoción de los gatos de la colonia. Por último, la depredación no ha reiniciado, aún después de que otros gatos han vuelto a establecerse en el área.

OTRAS FUENTES DE ALIMENTO

El impacto de los gatos en otras partes del ecosistema de isla Guada-lupe no ha sido suficientemente documentado. Con base en la dieta

de los gatos en islas similares, es probable que Mus musculus, intro-ducido, abarque una gran parte de la dieta de los gatos; seguido por insectos, caracoles terrestes y carroña. Los gatos se alimentan de manera oportunista (Keitt et al., 2002), probablemente consumían grandes cantidades de aves marinas cuando éstas eran más abun-dantes en la isla. Además de estas fuentes tradicionales de alimen-tos, se han observado gatos alimentándose de cadáveres de cabras y pinnípedos (Joel y Javier Maytorena, comunicación personal), así como de placentas de mamíferos marinos (Juan Pablo Gallo, comu-nicación personal). Curiosamente, también se han observado gatos robando leche a los elefantes marinos lactantes (Juan Pablo Gallo, comunicación personal). Los gatos ferales, junto con las gaviotas oc-cidentales han aprendido a hostigar a las crías lactantes para sepa-rarlas de la tetilla de la madre y lamer la leche que escurre.

CONCLUSIÓN

Durante el siglo pasado, Isla Guadalupe experimentó cambios eco-lógicos drásticos causados principalmente por los mamíferos in-troducidos. La extinción de cinco especies de aves terrestres y una especie de ave marina, así como la pérdida funcional de otras cua-tro aves marinas y varias aves terrestres mediante la depredación felina y la pérdida del hábitat, han alterado muchos de los procesos del ecosistema. La pérdida de subsidios marinos, polinizadores y dispersores de semillas significa que el ecosistema insular nunca regresará a su estado original. Sin embargo, el destino de la isla se encuentra en una encrucijada en la que su futuro depende de las acciones actuales para erradicar a las cabras y a los gatos.

Si los gatos permanecen el futuro de Isla Guadalupe es turbio. En la isla principal el albatros ciertamente se perderá, mientras que las

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226 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

poblaciones persisti-rán en los islotes mar adentro, su tamaño estará limitado por restricciones de espa-cio y por lo tanto se limitará el potencial de lo que ya es la co-lonia más extensa en el Pacífico oriental. Además, existe la pre-ocupación de que las colonias de albatros que se encuentran en expansión en los islo-tes estén afectando la vegetación nativa por el pisoteo de la vegeta-ción y por la introduc-ción de plantas no nativas.

El Junco de Guadalupe es probablemente la espe-cie endémica existente más susceptible a la depredación de los gatos. Si continúa disminuyendo su hábitat boscoso, es probable que estos también se extingan más adelante. El Pinzón de Guadalupe, el Salta-pared Roquero y el Colibrí de Cabeza Roja probablemente persistan en el ecosistema gravemente afectado.

Si los esfuerzos para erradicar a las cabras y los gatos de Isla Guada-lupe tienen éxito, hay evidencias de que las cosas mejorarán. Los ecosis-temas insulares existen en estado de flujo constante con especies que se

establecen y desapa-recen con el tiempo. Mientras que la tasa de extinción en Gua-dalupe obviamente ha aumentado drástica-mente debido a la de-predación de los gatos y a la pérdida del há-bitat, estos impactos también han afectado las tasas de estableci-miento de las especies, ya que las aves que lle-gan a la isla no pueden encontrar un hábitat adecuado o son de-predados antes de que puedan establecerse.

Muchas aves te-rrestres vagabundas son reportadas en

Isla Guadalupe (véase Jehl y Everett, 1985, Barton et al. este volu-men, entre otros) y algunas de estas especies tiene la capacidad de colonizar la isla. Para las especies altamente móviles, que prolife-ran súbitamente, como por ejemplo los piquituertos, hay una gran probabilidad de que periódicamente lleguen individuos a la isla. De hecho, (Sweet et al., 2001) se ha documentado la colonización de Guadalupe por el Carpintero de Pechera (Colaptes cunicularia), el cual se encontró en reproducción en 1996, 90 años después del

AguajeFoto: GECI

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EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS 227

último avistamiento del endémico Colaptes auratus rufipileus. Es también probable que toquíes, reyezuelos y, posiblemente chiviri-nes cola oscura pudieran reaparecer en Guadalupe. No obstante, la habilidad de estas especies para recolonizar y persistir se incremen-tará significativamente con subsecuentes aumentos en la diversi-dad y abundancia del hábitat (en especial hábitat arbustivo) y una disminución de la depredación, algo que solamente ocurrirá con la erradicación de las cabras y los gatos.

Las poblaciones fuente para la recolonización de la isla principal de Guadalupe por aves marinas se encuentran aún más cercanas que aquéllas para las aves terrestres. Los islotes mar adentro sos-tienen a las poblaciones representativas de todas las especies nati-vas de aves marinas de Guadalupe, excepto el Petrel de Guadalupe. Como se mencionó anteriormente, en años recientes se han encon-trado petreles, pardelas, alcuelas y mérgulos en la isla principal, tan-to aves en búsqueda como cadáveres, o adultos desorientados en los alrededores de los faros en Campo Oeste o Campo Sur. Si bien es posible que algunas de estas especies aún subsistan en la isla prin-cipal en números bajos, la recolonización completa y la expansión de la colonización se intensificarán con la erradicación de los gatos. También pronosticamos que las poblaciones de aves marinas incre-mentadas a su vez, sostendrán un número mayor de depredadores nativos como, por ejemplo, el Halcón Peregrino (Falco peregrinus). La restauración de las colonias de aves marinas de la isla principal, a su vez, facilitará la recuperación vegetal ya que estas aves marinas son importantes vectores de subsidios marinos para la isla. Sin em-bargo, este proceso seguramente tomará muchos años.

Isla de Afuera.Foto: Phillip Colla

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228 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

AGRADECIMIENTOS

Agradecemos el apoyo a la Secretaría de Marina-Armada de México, la Cooperativa Pesquera Abuloneros y Langosteros de Isla Guadalupe, la Universidad de California en Santa Cruz, the Friends of Long Marine Laboratory, Dan Barton, Kirsten Lind-quist, Diane Menuz y Joel Maytorena. Esta investigación ha sido parcialmente auspiciada por el proyecto SEMARNAT-2002-C01-

0200: Estado de las poblaciones de especies de animales silvestres y ferales de las islas de la costa del Pacífico de la Península de Baja California, del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C., financiada por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CO-NACYT) de México.

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Gato, Felis catus, alimentánadose de Albatros de Laysan, Diomedea immutabilis. Foto: GECI

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EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS 229

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230 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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MONITOREO DE LA ERRADICACIÓN DE CABRAS 231

Cabra, Capra hircus, en Isla Guadalupe. Foto: Phillip Colla

INTRODUCCIÓN

Las cabras ferales (Capra hircus) fueron introducidas en Isla Guadalupe en el siglo XIX y desde entonces han alterado drásticamente la vegetación de la isla con efectos en cascada

sobre los animales, los suelos, la hidrología y otros procesos del eco-sistema insular (Moran, 1996). Se ha propuesto la erradicación de las cabras y observaciones recientes señalan que muchos elementos de la vegetación y la fauna de la isla, incluyendo varias especies y subespecies endémicas podrían recuperarse una vez que las caba-ras hayan sido eliminadas (Junak y Keitt, datos sin publicar).

No obstante, la erradicación de los ungulados ferales en otras islas ha tenido algunos efectos inesperados e indeseables. Por ejemplo, a finales de la década de 1980 y a principios de 1990 el ganado en libre apacentamiento y las ovejas ferales (Ovis aries) fueron eliminados en la mayor parte de la isla Santa Cruz (Ca-lifornia, EE.UU.), una isla con una extensión de 249 km2 situada a aproximadamente 1,000 km al norte de Isla Guadalupe y que comparte muchas de las especies vegetales nativas e introducidas. La erradicación fue seguida por una acelerada expansión de un aumento explosivo de la abundancia del hinojo (Foeniculum vul-gare) y otras plantas invasoras (Klinger et al., 1994; Gherini, 1997; Schuyler, 1993). Se esperaba que el retiro de los animales ferales que se apacentaban en la isla permitiera una rápida recuperación de la vegetación nativa de Santa Cruz, lo que ocurrió en algunas zonas (Schuyler, 1993). Sin embargo, los más de 100 años de ove-jas y del apacentamiento del ganado habían alterado considera-blemente la composición de especies y la estructura de algunas comunidades vegetales de la isla, lo que a su vez aparentemente resultó en pérdidas y otras alteraciones de los suelos en algunas

El monitoreo de los impactos de la erradicación de cabras y otras acciones de manejo sobre las plantas y animales de Isla GuadalupeJohn M. Randall , Isabel Granillo, Rebecca Shaw, Bradford Keitt y Steve Junak

Traduccion al español:

Ana Silvia Ruiz de Chávez

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232 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

zonas (Hobbs, 1980; Junak et al., 1995; Van Vuran y Coblentz, 1987). El gran incremento en la abundancia del hinojo impidió la recuperación de algunas plantas nativas, llevó a la disminución de la abundancia en otras y modificó la riqueza de especies y la diversidad en muchas áreas de la isla (Beatty y Licari, 1992; Klin-ger, 1998). Los cerdos ferales (Sus scrofa) siguen estando fuera de control y siguen siendo abundantes en isla Santa Cruz. Estudios recientes confirman que estos animales están provocando daños importantes, y revelan que su actividad excavadora y alimenticia, en particular, reduce severamente o impide el reestablecimiento de las comunidades arbustivas y de matorral costero en cientos de áreas de antiguos campos que hoy están libres de la presencia de ovejas y ganado (Jennifer Erskine, 2004 y datos no publicados; Steven Gleissman y Wesley Colvin, datos no publicados).

Administradores del terreno y ecólogos que trabajan para el Na-ture Conservancy y el U.S. National Park Service, así como inves-tigadores de la estación de investigación de isla Santa Cruz de la Universidad de California observaron cambios después de algunos años posteriores a la eliminación del ganado y las ovejas, e iniciaron nuevos estudios de de monitoreo (Brenton y Klinger, 1994; Klinger et al., 1994). Si durante el periodo en que eran eliminados las ovejas y el ganado hubiera estado en funcionamiento un programa de mo-nitoreo coordinado, estos cambios podrían haber sido detectados cuando aún era posible detener o desacelerar la expansión del hi-nojo y de otras plantas invasoras. Es en gran medida a causa de esta experiencia que The Nature Conservancy y el U.S. National Park Service están planeando un programa de monitoreo coordinado como una parte integral de su proyecto de erradicación de cerdos ferales. La experiencia de isla Santa Cruz también refuerza nuestra convicción de que un programa de monitoreo coordinado a raiz de

la erradiciación de las cabaras ferales es esencial para el éxito de la restauración en Isla Guadalupe.

¿QUÉ ES EL MONITOREO ECOLÓGICO?

Monitoreo es la recopilación y análisis de observaciones y medi-ciones repetidas para evaluar los cambios en las condiciones o el progreso hacia un objetivo de gestión (Elzinga et al., 2001), y es un elemento fundamental de cualquier programa de manejo adaptati-vo y/o proyecto de restauración ecológica. Nótese que el monitoreo se lleva a cabo con el propósito específico de evaluar las tendencias o condiciones de valores ambientales o biológicos elegidos y valo-rar los impactos (o la ausencia de ellos) de las acciones de manejo. Los programas de monitoreo más eficientes y útiles son diseñados específicamente para generar información que ayude a los adminis-tradores del terreno a tomar mejores decisiones acerca de medidas de manejo importantes. Por ejemplo, monitorear si una especie cae fuera del umbral de abundancia predeterminado permitirá a los ad-ministradores del terreno saber cuándo se requieren o no acciones específicas, como por ejemplo la polinización manual de flores o la siembra de semillas. En general, el monitoreo le permite a los admi-nistradores del terreno:

§ Comprender los efectos de las acciones de manejo, particular-mente si están arrojando los resultados deseados o no.

§ Detectar rapidamente efectos inesperados o indeseados de las acciones de manejo.

§ Obtener información necesaria para decidir cómo deben modi-ficarse, complementarse o detenerse las acciones de manejo con el fin de alcanzar los efectos deseados.

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MONITOREO DE LA ERRADICACIÓN DE CABRAS 233

§ Obtaner datos que puedan utilizarse para justificar y conseguir apoyo y financiemiento para las acciones de manejo.

Un programa coordinado para monitorear los impactos de la erradicación de las cabras (y los gatos) en la vegetación, la fauna y las condiciones ambientales de Isla Guadalupe aportará información esencial para el manejo y la restauración de la isla. Los datos del monitoreo también atreaerán a otros científicos al estudio de la biología de la isla y los impactos de su manejo. Y por último, la información también será la mejor herramien-ta para atraer más financiamiento para el manejo y estudio de la isla.

Para diseñar un programa de monitoreo deben tomarse en cuen-ta estos cinco pasos (lo único que puede incluirse aquí es una suge-rencia del tiempo oportuno o la duración del monitoreo):

1. Establecer metas y objetivos de conservación (también definidos como las Condiciones Futuras Deseadas). Estos pueden ser en forma de tendencias (por ejemplo, incremento de 5% en la abun-dancia de hierbas nativas en cinco años) o umbrales (por ejem-plo, porcentaje de cubierta de hierbas nativas en los arbustos inmediatamente al sur de la pista de aterrizaje al menos 40%).

2. Identificar acciones de manejo que permitan alcanzar los ob-jetivos.

3. Identificar amenazas que puedan evitar el alcance de los objeti-vos de conservación; prestar particular atención al potencial de efectos indeseables de las acciones de manejo.

a. Establecer objetivos para el nivel máximo de tolerancia para estas amenazas y/o sus efectos.

4. Establecer objetivos de monitoreo.

a. ¿Qué información se requerirá para evaluar e informar las de-cisiones de manejo?

b. ¿Qué tan precisa debe ser dicha información? 5. Diseñar un programa de monitoreo coordinado para alcanzar

los objetivos de monitoreo.

RECOMENDACIONES PARA MONITOREAR LOS EFECTOS DE LA ERRADICACIÓN DE LAS CABRAS Y OTRAS MEDIDAS DE MANEJO EN ISLA GUADALUPE

Sugerimos que el programa de monitoreo de Isla Guadalupe sea diseñado de la siguiente manera:

1. Establecer metas de conservación y objetivos. Algunos que reco-mendamos son los siguientes:

a. Aumentar la cubierta vegetal de Isla Guadalupe. i. Sugerimos que se establezcan las distintas metas de valo-

res de la cubierta vegetal para los principales tipos de vege-tación de la isla. Por ejemplo, al menos 50% de la cubierta de hierbas y pastos del sotobosque durante marzo y abril en las arboledas de pinos de Monterey; por lo menos 35% de la cubierta de arbustos Ambrosia camphorata, Atriplex barclayana y Artemisia californica en los arbustos al sur de la pista de aterrizaje.

b. Aumentar la abundancia de especies nativas i. Las especies leñosas (puesto que muchas especies leñosas

son de crecimiento lento, el monitoreo de su reproducción deberá ser la medida más sensible de los cambios en su abun-dancia en ciertos periodos menores a una década).

ii. Algunas especies herbáceas nativas.

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234 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

iii. Enfocarse en especies y subespecies raras. c. Aumentar el hábitat para las aves terrestres nativas d. Aumentar el número de manatiales y sus tasas de flujo e. Disminuir las tasas de erosión del suelo 2. Optar por acciones de manejo que permitan alcanzar las metas.

En este caso, ya sabemos que queremos erradicar a las cabras de la isla. También podría tomarse la decisión de que los gatos sean erradicados o que su área de distribución en la isla sea re-ducida considerablemente. Además, podría decidirse que ciertas especies de plantas poco comúnes sean cultivadas en viveros y sembradas en sitios específicos en la isla con el fin de acelerar el incremento en su abundancia.

3. Identificar las amenazas que pudieran impedir el alcance de los objetivos de conservación; poner atención especial a la poten-cialidad de que surgan efectos indeseables de las acciones de manejo. Por ejemplo, algunas especies introducidas podrían au-mentar su abundancia rápidamente después de la eliminación de las cabras. Algunas especies anuales, sobre todo pastos de los ge-neros Bromus y Hordeum que ya se encuentran muy difundidos en la isla, podrían aumentar su presencia de manera acelerada después de la eliminación de las cabras, permitiéndoles impe-dir directamente la recuperación de la vegetación y construir áreas de humus más extensas las cuales podrían servir como combustible para incendios destructivos que podrían dañar aún más a la vegetación nativa. En áreas de elevación media capa-ces de sostener a Ambrosia camphorata, Atriplex barclayana y otras especies nativas de matorral de salvia, el arbusto intro-ducido Atriplex semibaccata podría aumentar rápidamente su abundancia y volverse dominante una vez que las cabras hayan desaparecido.

a. Establecer objetivos para los niveles máximos tolerables de estas amenazas y/o sus impactos. Por ejemplo,

i. Menos de 66% significa cobertura absoluta de humus de pasto en los pastizales al norte de la pista de aterrizaje.

ii. Un aumento de menos de 25% en el porcentaje de cobertu-ra de Atriplex semibaccata dentro de los cinco años siguien-tes en el área sur de la pista de aterrizaje.

4. Establecer objetivos de monitoreo. Definir la información nece-saria y qué tan exacta debe ser para optimizar su utilidad. Los objetivos de monitoreo deben relacionarse directamente con las metas y objetivos de conservación y deben exigir informa-ción que pueda ser utilizada para evaluar si las metas y objetivos han sido o están siendo alcanzados. Los objetivos de monitoreo también deben exigir información que será necesaria para to-mar decisiones acerca de cómo y cuándo se requieren modifi-caciones en el manejo, incluyendo información sobre cuándo se han alcanzado las metas y objetivos y ciertas acciones de manejo pueden ser descontinuadas o reducidas a los niveles de manteni-miento. Algunos ejemplos de objetivos de monitoreo que tienen que ver con los objetivos de conservación aquí recomendados son:

a. Determinar si la cubierta vegetal ha cambiado y qué tanto. i. Ejemplo de objetivo de monitoreo: queremos detectar cual-

quier aumento de 5% o más en la cubierta vegetal total en la isla, y queremos estar 90% seguros de detectarlo.

b. Determinar si la abundancia de las especies nativas ha au-mentado, y en qué proporción (para especies leñosas, herbáceas y subespecies elegidas).

i. Ejemplo de objetivo de monitoreo: queremos poder detectar si las palmas han comenzado a reproducirse con éxito en las

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MONITOREO DE LA ERRADICACIÓN DE CABRAS 235

arboledas de la pendiente noroeste de la isla y sobre la Caleta Oeste, y queremos estar 80% seguros de tener un estimado que esté dentro del 50% de la densidad real de plántulas de palmas en dichas áreas.

c. Determinar si el área de hábitat para aves terrestres nativas ha aumentado en la isla, y determinar si la abundancia de las aves terrestres aumenta.

d. Determinar si el número de manatiales aumenta y si sus tasas medias de flujo aumentan.

e. Determinar si las tasas de erosión disminuyen. f. Determinar si la distribución y la abundancia de plantas nativas

invasoras y humus de pastos anuales introducidos aumentan. i. Ejemplos de objetivos de monitoreo: 1. Queremos ser capaces de detectar si la cubierta de pastos

no nativos aumenta en más de 50% en los pastizales al norte de la pista de aterrizaje, o

2. Queremos estar 80% seguros de tener un estimado que esté dentro del 10% del valor real de la cubierta de pastos.

g. Determinar si la cubierta y biomasa de humus aumentan (lo que podría aumentar el riesgo de inciendio).

h. En donde sea apropiado, usar los datos de monitoreo para proveer información para los umbrales de decisiones de ma-nejo. Por ejemplo, sería adecuado afirmar que si después de 10 años de regeneración de encinos aún no se ha alcanzado un umbral mínimo (por ejemplo, cinco plántulas por hectárea-1 dentro de un área específica) se implementará un programa de plantación para la restauracíon de encinos. Para asegurar que la información requerida para la toma de decisiones esté disponible será necesario establecer un objetivo de monito-reo, como por ejemplo:

i. Queremos ser capaces de alcanzar una seguridad de 80% de que tenemos un estimado de densidad de plántulas de encino (plántulas por hectárea-1) esto es dentro del 10% de la densidad real de plántulas de encino.

5. Diseñar un programa de monitoreo coordinado que cubra los objetivos y sirva para las metas y objetivos de conservación. Re-comendamos firmemente que el programa de monitoreo de Isla Guadalupe tenga las siguientes características:

a. El monitoreo sea conducido antes, durante y después de la erradicación de cabras (y gatos) y continúe por lo menos durante cinco años posteriores a que la erradicación haya finalizado.

b. El monitoreo debe ser diseñado para ser tan eficiente, fácil de realizar y poco costoso como sea posible y que al mismo tiem-

Marcaje de cabras, Capra hircus. Foto: GECI

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236 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

po arroje la información necesaria. Algunos de los objetivos del monitoreo sólo serán alcanzados mediante un muestreo cuanti-tativo u observaciones (p. ej., si la cubierta vegetal ha aumentado en por lo menos 5%). Otros objetivos pueden atenderse con in-formación cualitativa (p. ej., determinar si los árboles de ciprés han comenzado a reproducirse es una pregunta de Sí o No).

c. Se lleve a cabo el diseño de un muestreo coordinado para la cubierta vegetal, la abundancia de especies nativas vegetales y animales seleccionadas, la abundancia de especies invasoras in-troducidas, los flujos de los manatiales y la erosión.

d. Se construye a partir de los inventarios, la investigación y los proyectos de monitoreo existentes sobre la isla.

i. Percepción remota: utiliza fotos aéreas de la isla y las com-para con nuevas fotos aéreas en intervalos predeterrminados antes, durante y después de la erradicación. Recomendamos enfáticamente que las imágenes aéreas de Isla Guadalupe sean tomadas cada años hasta los 3 años posteriores a la erra-dicación y después cada 2-5 años.

ii. Monitoreo fotográfico: utiliza fotografías existentes (por ejemplo, de las arboledas de pinos de Monterey y cipreses) tomadas desde sitios conocidos para compararlas con nuevas fotos tomadas desde los mismos puntos (puntos fotográficos) en intervalos predeterminados, antes, durante y después de la erradicación. Recomendamos enfáticamente que las fotos de la vegetación tomadas por Reid Moran y publicadas en Mo-ran (1996, figuras 3-16, 19-22, 24-35, 37-38, 42, 51, 56, 61-62, 73) sean utilizadas como referencia, y que se tomen nuevas fotos desde los mismos sitios en intervalos de 2-5 años para compararlas. Asimismo, sugerimos que se establezca un buen número de puntos fotográficos en la isla, utilizando postes de

acero o fibra de vidrio para marcarlos y GPS para registrar su ubicación. Además, las fotos que se tomen desde dichos puntos deben ser tomadas en un momento determinado del día, en una temporada(s) del año determinada y con un lente determinado, de manera que realmente puedan compararse las fotos tomadas en años distintos.

iii. Observaciones cualitativas: nuevas observaciones de la presencia /ausencia de determinadas plantas o animales, en algunos casos con aproximaciones o estimaciones categóri-cas de su abundancia o distribución (por ejemplo, vegetación dominante, común pero no dominante, poco común o rara, ausente). Seleccionar especies o poblaciones que sean indica-dores importantes de la recuperación y de la salud de la isla.

iv. Datos cuantitativos: nuevos datos recolectados según el diseño de un muestreo predeterminado en momentos espe-cíficos antes, durante y después de la erradicación. Es esen-cial que se tenga en cuenta el poder estadístico (poder para determinar cambios en la abundancia a través del tiempo). Definitivamente recomendamos que los 36 transectos en pares que corren dentro y fuera de los cercos de exclusión recientemente colocados por Island Conservation y Steve Junak (Junak y Keitt, datos no publicados) continúen y sean leídos cada primavera (y quizás también cada otoño) antes, durante y por lo menos 5 años después de la erradicación. Además sugerimos que se agregen transectos y cuadrantes en determinados tipos de vegetación elegidos y en poblacio-nes de especies importantes.

v. Existen varias buenas fuentes de información sobre cómo diseñar programas de monitoreo y los regímenes de muestreo necesarios para sustentarlos. Entre ellas está el libro de Elzinga et al., Measu-

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MONITOREO DE LA ERRADICACIÓN DE CABRAS 237

ring and Monitoring Plant Populations (2001; también véanse las páginas de apoyo en internet: http://www.esf.edu/efb/gibbs/mo-nitor/popmonroot.html y http://www.cnr.uidaho.edu/range357/extra-refs/Sample_Size_Estimates_Measuring&Monitorin.pdf para consultar detalles sobre cálculos del tamaño de la muestra). Otro ejemplo es la página de internet de Doak et al. sobre Statisti-cal and Modeling Tools for Design and Analysis of Conservation Monitoring en: http://www.biology.ucsc.edu/people/doaklab/ na-tconserv/index.html

Esperamos que pueda desarrollarse un programa de monitoreo coordinado que incluya diseños detallados de muestreo y contar con un financiamiento seguro en enero de 2005. Nature Conser-vancy esta en la mejor disposición para contribuir a este objetivo.

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238 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA CONSERVACIÓN 239

INTRODUCCIÓN

La isla Guadalupe tiene un extraordinario valor para la con-servación por su biodiversidad, de importancia mundial. Por su abundancia relativa de endemismos respecto de su su-

perficie, es de los territorios del planeta con mayor valor en cuanto su riqueza de especies. También es importante para la soberanía nacional, pues a partir de sus 270 km² de superficie, México goza de una gran Zona Económica Exclusiva, 148,142 km², unas quinientas cincuenta veces más que su superficie terrestre, equivalentes a la superficie total de la península de Baja California o a todo el estado de Sonora. La isla es también importante por sus recursos natura-les. En la actualidad se aprovechan de una manera muy sustentable las pesquerías ribereñas artesanales de abulón y langosta por parte de la cooperativa Abuloneros y Langosteros. A pesar de estos múl-tiples valores como ecosistema, la isla está seriamente amenazada. El principal problema es el daño extensivo que han hecho las cabras ferales introducidas en el bosque de coníferas y el matorral costero. A partir de este hecho se derivan otros daños en cascada: pérdida de suelo y erosión, reducción de hábitat, propagación oportunista de especies vegetales introducidas, extinción o extirpación de espe-cies, alteración de las interrelaciones isla-océano, entre otros. A lo largo del último siglo y medio, las cabras introducidas han provo-cado una reducción de más de 5,000 hectáreas de bosque a sólo 85 hectáreas. La cobertura original de matorral costero ha sido con-vertida en un páramo erosionado, ahora con presencia de pastos europeos introducidos.

Para evitar que la isla se encamine en forma irremediable hacia un desastre ambiental irreversible, es indispensable y urgente que se sostenga y consolide un programa de restauración. El primer paso

La construcción social de la conservación y el desarrollo sustentable de Isla GuadalupeAlfonso Aguirre Muñoz, Exequiel Ezcurra, Ernesto Enkerlin Höf lich, Jorge Soberón Mainero, Luz María Salas Flores, Karina Santos del Prado, Eduardo Peters, Luciana Luna Mendoza,Berny Tershy, Bradford Keitt , César García Gutiérrez e Ikerne Aguirre Bielschowsky

Niños de la comunidad local de pescadores. Foto: GECI

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240 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

es una rápida y efectiva erradicación, primero de las cabras ferales y luego de los gatos, sobre lo cual hay un consenso creciente y cada vez más amplio. Sin la presión de pastoreo de las cabras se iniciará una restauración espontánea del bosque a partir de su propia capacidad de recuperación homeostática, potencial que ya se ha demostrado con experimentos de campo a través de cercos exclusores (Aguirre et al., 2003). Después será posible experimentar con una restauración más activa del bosque, quizás por medio de trasplantes, mejoría de suelo y riego. También como uno de los primeros pasos de un pro-grama de restauración de largo plazo, se ha impuesto la necesidad de llevar a cabo diversos estudios de línea base y de monitoreo.

A la par de la reciente valoración objetiva de la riqueza natural de la isla, ocurren en torno a ella fenómenos humanos e históricos. Su aná-lisis, como contexto, es un intento para comprender la forma en que se ha dado la relación hombre-naturaleza en este territorio concreto. Una interpretación nutrida de esta manera, puede afianzar la intención que aquí manifestamos de desarrollar un caso de éxito de conservación y desarrollo sustentable, con amplios beneficios de diversa índole.

Así, en este escrito se pretende dejar un testimonio inicial de los actores actuales interesados en el futuro de la isla, entre los que se incluyen los autores de este trabajo. Se pretende mostrar un primer análisis del contexto social, de las perspectivas e intereses de los ac-tores, de las visiones o mundos de la vida cambiantes con el tiem-po, de las grandes etapas históricas. Se considera que esto ayudará a comprender el sentido del uso y apropiación de este espacio particu-lar, y su proyección al futuro. Se pretende hacer una aportación que permita orientar un porvenir para Isla Guadalupe alimentado ya por los nuevos valores de la conservación ambiental y el desarrollo sus-tentable. Para ello hay una perspectiva comprensiva, que atiende de manera empática los planteamientos colectivos o intersubjetivos, de

los diversos actores (comunidades locales, gobierno, academia), deri-vado del planteamiento de Schütz y Luckman (1977) y Weber (1984). Se reconoce, como premisa, que la conservación y el desarrollo sus-tentable son viables en la medida que sean una construcción social anclada en la comunidad local. Se trata de una construcción social participativa en la que los actores locales, de abajo a arriba, colaboran con actores nacionales y globales —de arriba a abajo—, integrando voluntades, capacidades, visiones e intereses. De esta manera, la suma interdisciplinaria del análisis social comprensivo con el conocimien-to de la historia natural y la ecología de un lugar, así como la interpre-tación fundada de las interrelaciones hombre-naturaleza que ahí se han dado, enriquece y viabiliza la posibilidad de éxito en un sentido de manejo orientado hacia la conservación y a un desarrollo susten-table strictu sensu, es decir, verificable, con controles intrínsecos y de muy largo aliento. Para aprehender esa perspectiva de lo local hemos recurrido a fuentes secundarias vinculadas con los diversos actores y a entrevistas a profundidad así como a la observación participante informal con la comunidad local de pescadores y demás actores.

LA HISTORIA DE MUY LARGO ALIENTO

No son muchos los territorios del planeta que, como Isla Guadalu-pe, se mantuvieran libres de la presencia humana hasta el siglo XIX. Con agua dulce, un clima templado, un territorio relativamente grande para este tipo de formaciones, bosques, abundantes recur-sos pesqueros y su cercanía al continente. Guadalupe permaneció, desde su formación, hace cerca de ocho millones de años, sin ser co-lonizada por mamíferos terrestres, ni por seres humanos. Fue sólo en los últimos cinco siglos, durante la época colonial, que el hombre entró en contacto con ella.

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El territorio continental frente a la isla, en la península de Baja California, a sólo 250 km de distancia, estuvo poblado en cambio desde la última glaciación, hace más o menos 10,000 años, como el resto de América. Así, si atendemos los grandes recortes históri-cos de Braudel (1968), encontramos que la historia del “muy largo aliento, de las relaciones del hombre con la naturaleza en equili-brios adaptativos” no es posible encontrarla en la isla. Mientras que en la cercana isla de Cedros se desarrolló toda una rica y sana cul-tura isleña autóctona, como lo observó el jesuita Nicolás Tavaral, en Guadalupe simplemente no hay presencia humana alguna previa al descubrimiento de América.

Igualmente, en la península se formó la muy ascética y equili-brada cultura de los antiguos californios, como lo relata el jesuita Miguel del Barco (del Barco, 1988), misma que persistió cerca de 10,000 años en un equilibrio impuesto por la trampa que represen-tó el árido territorio peninsular a los que migraban desde el norte. Al mismo tiempo, en el México mesoamericano se desarrollaba con fuerza una civilización con tradicionales valores profundos vincu-lados al territorio, incluido el desarrollo de mitos esenciales relacio-nados con el respeto al entorno natural, como el cuidado sagrado de los mayas a la ceiba y el jaguar, que fueron fortaleza y resistencia frente a la actitud depredatoria de la conquista, rescatables ahora por los valores postmodernos de la conservación y el desarrollo sus-tentable, como lo plantea Simonian (1995).

EL TIEMPO DE LAS CIVILIZACIONES

La historia de “largo aliento, el tiempo de las civilizaciones”, sí se manifiesta en cambio y de manera muy dramática en la isla. No hubo una cultura propia que resistiera o negociara con el embate y

la codicia de la conquista de una nueva frontera. La isla fue afectada en su naturaleza de forma severa e indiscriminada, sin mediación alguna. Los acontecimientos que llevaron a la isla de una condición que pudiera ser descrita como un paraíso terrenal, bosques, agua dulce, clima templado, libre de mamíferos terrestres y animales ponzoñosos, a un grave deterioro, se sucedieron uno tras otro de forma intensa en no más de 150 años. Pasamos a gran velocidad de la historia de largo aliento a la coyuntura, lo contemporáneo o la modernidad reciente.

El descubrimiento de la deshabitada isla lo hizo Sebastián Viz-caíno en 1602 en viajes de exploración por la región, trabajando para Luis de Velasco, el virrey de la Nueva España, quien a su vez atendía instrucciones del rey Felipe II de continuar con la exploración de la California (León Portilla, 1989). Apenas al iniciar la conquista, el mito de la California llegado de Europa, que ofrece el nombre a la región, aporta elementos para ilustrar la actitud prevaleciente de codicia. En un pasaje de Las Sergas de Esplandián, Rodríguez de Montalvo (1586, reimpresa como facsimilar en 1998), relata:

Sabed que a la diestra manos de las Indias, ubo una Isla llama-da California, muy llegada a la parte del Parayso terrenal, la cual fue poblada de mugeres negras, sin que algun varon entre ellas uvie-sse… Las sus armas eran todas de oro y también las guarniciones de las bestias fieras, en que despues de las aver amansado cavalgavan, que en toda la isla no avia otro metal alguno…

Tal fantasía ha sido desde entonces tan atractiva que ha logrado imponerse a contrapelo y en forma tenaz sobre la más bien austera realidad de la región californiana, en particular en Baja California. Aún cuando en aquel entonces la región era reconocida como terri-

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242 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

torio de la Nueva España, no hubo colonización alguna en la isla. La clara presencia humana se dio sólo a principios de siglo XIX, cuan-do arribaron cazadores rusos con sus esclavos nativos de las islas Aleutianas y arrasaron con las abundantes poblaciones de mamífe-ros marinos de Isla Guadalupe, incluidos el lobo fino de Guadalupe y el elefante marino, apreciados por sus pieles, carne y grasa. A los rusos se sumaron cazadores americanos e ingleses. La cacería casi llevó a la extinción a estas dos especies. De hecho, habiéndose pen-sado que ya habían desaparecido, se salvaron precisamente gracias a algún rincón inexpugnable de esta isla que dio cobijo a una mí-nima población que décadas después lograría recuperarse. En esos tiempos se introdujeron intencionalmente cabras, supuestamente por los balleneros que acercaban, con el fin de tener carne fresca.

Además llegaron a la isla gatos y ratones, abundantes hasta la fecha. La irracional cacería de mamíferos marinos continuó hasta 1830. La devastación de este extraordinario territorio es ya tomada de manera preclara a principios del siglo XX como una dura lección por el científico Huey (1925). La racionalidad natural y evolutiva de un territorio insular inerte se confrontó así sin mediación alguna con una de las racionalidades más instrumentales y depredadoras de la historia de la humanidad: la conquista de América.

POLÍTICAS PÚBLICAS Y EL GOBIERNO

No fue sino hasta la vuelta del siglo XIX al siglo XX que influyeron sobre Isla Guadalupe las políticas públicas deliberadas y acciones de gobierno, realidad compartida con toda la península de Baja Cali-fornia, el territorio más distante del centro del país. Poco antes de que México se distanciara de la actitud de conquista de una fron-tera salvaje, al amparo de permisos del gobierno mexicano ya inde-pendiente, compañías norteamericanas aprovecharon a las cabras introducidas (como puede verse en el relato sobre la expedición para colecta de aves y plantas del naturalista Edward Palmer en 1875 del Instituto Smithsonian, en publicación póstuma de Blake, 1961, preparada por Reid Moran, del Museo de Historia Natural de San Diego). Posteriormente, a principios del siglo XX, el porfiriato estableció una prisión militar en la isla (Secretaría de Marina, 1980) y un destacamento de 40 militares.

Ya en los inicios del México moderno, al final de la Revolución, se dio paso a una visión más racionalista en torno a los recursos na-turales y la construcción de una nación independiente. Por supuesto no se incorporaban aún valores como los del cuidado al medio am-biente, pero sí se concebía el aprovechamiento de los recursos natu-

Foto: GECI

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LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA CONSERVACIÓN 243

rales del territorio nacional como una opción fundamental para el desarrollo social de los mexicanos. En ese sentido, Muñoz Lumbier (1919), en una recopilación sobre las islas mexicanas por parte del Instituto Geológico de México, del Poder Ejecutivo Federal, nos da una muestra al advertir que:

El natural agotamiento de los recursos naturales en el interior del continente, debido a la intensidad industrial, hará más o menos tar-de explorar nuestras islas, que hoy, es verdad, es asunto difícil, pero el aumento de la marina mercante, el conocimiento de sus recursos na-turales y concesiones ventajosas, harán a no dudarlo, grandes centros industriales o productores de algunas de ellas… Empresas que bene-ficien a nuestro país, hoy que el esfuerzo de todos los hijos de México deben tender a colaborar en la reconstrucción nacional.

Sobre Isla Guadalupe en particular, en el mismo estudio (Muñoz

Lumbier, 1919), sin comprender que las cabras eran más un serio problema que una solución, se plantea:

(La isla) está poblada de cabras que han contribuído a hacerla productiva, y aunque se han estado cazando para utilizar sus pieles, no se han extinguido y hay muchas todavía; tiene cipreses, pinos y berzas; sus manantiales se extinguen en la época de secas.

En 1928, la isla fue decretada Zona Reservada para la Caza y Pesca de Especies Animales y Vegetales, durante el gobierno de Plu-tarco Elías Calles, sobre todo con la intención de cuidar a las muy devastados poblaciones de mamíferos marinos.

En 1980, durante el gobierno de José López Portillo y en el con-texto de la instrumentación práctica de la Zona Económica Exclu-

siva (Medina Neri, 1982) fuerte demanda promovida por México en foros internacionales durante el sexenio previo de Luis Echeverría Álvarez, se planteó por parte del gobierno federal un Programa de Desarrollo Integral de Isla Guadalupe (Secretaría de Marina, 1980). Ese programa, con el liderazgo de la Secretaría de Marina y adop-tado como convenio intersecretarial, fue firmado por el presidente de México, por el gobernador de Baja California y por 13 miembros del gabinete el 20 de septiembre de 1980, otorgado en la propia isla Guadalupe. Sus objetivos fueron muy amplios y multisectoriales. En manera complicada incluía, al mismo tiempo, el aprovechamiento de recursos caprinos y un programa de reforestación; lo mismo pa-saba con el mejoramiento de flora y fauna silvestre y la posibilidad

Niños de Isla Guadalupe. Foto: GECI

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de cultivar la jojoba, especie no nativa de la isla. En la pesca pro-ponía la diversificación y la maricultura, así como una estación de investigación. Se consideraba también una cantidad importante de obras de infraestructura, desde caminos, muelle, pista aérea y plan-tas de luz operadas por la Comisión Federal de Electricidad, hasta diversas medidas de desarrollo social para la comunidad local de pescadores. El monto total considerado a invertirse de 1981 al año 2000, era de cincuenta y siete millones ochocientos setenta mil pe-sos. Como conclusión en el programa se establece:

La localización geográfica de Isla Guadalupe, reviste singular importancia estratégica para resguardar la soberanía nacional en la zona económica exclusiva, evitando la incursión de extranjeros y preservando la riqueza oceánica y de los fondos marinos en benefi-cio de los nacionales. Para atender con mayor atingencia el ejercicio de la soberanía nacional, se hace indispensable que cuerpos insu-lares como Isla Guadalupe reciban del Gobierno Federal y de los Estatales, los apoyos y medidas que los fortalezcan; entre estos y de manera fundamental los que tiendan a desarrollar asentamientos humanos permanentes en base a actividades económicas producti-vas y a la existencia de la infraestructura y servicios que otorguen a los pobladores los mínimos de bienestar que requieren para una existencia digna… Así, cada isla que se logre integrar al desarrollo nacional, permitirá consolidar nuestra soberanía y crear una so-ciedad que, con el pleno aprovechamiento de sus potencialidades alcance en la libertad mayor justicia e igualdad.

El programa tuvo algunos avances, como la construcción de la aeropista pavimentada, algunas mejorías en el destacamento de la Secretaría de Marina y cierto apoyo a las actividades productivas

de los pescadores. También, hubo aprovechamiento irregular de la carne de cabra, sobre todo por parte de “chiteros” —chiveros que preparan los cuartos del animal como carne seca para hacer un plato tradicional, “el chito”— que llegaban a la isla desde la Sierra Mixteca Baja. De esta forma se llegaron a extraer de la isla un total aproximado de 78,000 cabras en un periodo de 20 años, entre 1971 a 1991. El costo ambiental de esa extracción no orientada a la erra-dicación fue continuar con la enorme devastación del bosque por parte de las cabras y la pérdida de especies endémicas de plantas y aves, y seguramente un número no identificado de invertebrados.

En un enorme vuelco de conciencia acorde al tamaño del pro-blema, en tiempos muy recientes, el estado mexicano ha dado una serie de pasos firmes para la protección de la isla. El 23 de febrero de 2003 una comitiva compuesta por personal de la Secretaría de Marina, de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) y del Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. (GECI), expuso a la Comisión de Ecología del Congreso Federal de la LVIII Legislatura el valor ambiental de las islas del Pacífico de Baja California y la desprotección ambiental legal y práctica en que se encuentran. De hecho, son las únicas islas sin un marco legal de protección en el país. Con los diputados federales, se destacó la gra-vedad de la situación de Isla Guadalupe. En respuesta, el Congreso de la Unión llegó a un Punto de Acuerdo, en el que se mandata a la Conanp para que decrete un área natural protegida para las is-las mencionadas, incluida isla Guadalupe (Congreso de la Unión, 2003). Igualmente se hace ahí el siguiente exhorto:

Segundo.- Se exhorta a la Secretaría de Medio Ambiente y Re-cursos Naturales, a través de la CONANP, para que en coordinación con la Secretaría de Marina se elabore un Programa Urgente de

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LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA CONSERVACIÓN 245

erradicación definitiva de la fauna no nativa de mamíferos introdu-cidos a isla Guadalupe, especialmente de gatos y cabras ferales, en un plazo no mayor a 18 meses, a fin de salvaguardar la integridad de los ecosistemas terrestres altamente vulnerables a las actividades de dicha fauna nociva.

En ese sentido se publicó el anuncio para el decreto en el Diario Oficial de la Federación, dando inicio formal el proceso legal para la creación de la Reserva de la Biósfera de isla Guadalupe (SEMAR-NAT, 2003). El estudio justificativo fue preparado por GECI en co-laboración con la CONANP (Aguirre et al., 2003). Poco antes de ese anuncio, los titulares del Instituto Nacional de Ecología (INE), de la CONANP y la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO), Exequiel Ezcurra, Ernesto Enkerlin y Jor-ge Soberón, respectivamente, en un taller llevado a cabo en marzo de ese año en el que se trató el tema de isla Guadalupe, se compro-metieron, junto con GECI, a hacer un esfuerzo especial para lograr la conservación y restauración de la isla e iniciar trabajos en ese sentido en el corto plazo. Después de haberse cubierto los requisi-tos y tiempos de ley, la propuesta final fue revisada por la Comisión Federal de Mejora Regulatoria. La Cooperativa Abuloneros y Lan-gosteros apoyó la iniciativa, lo mismo que la Federación Regional de Sociedades Cooperativas de la Industria Pesquera “Baja California”, F.C.L. (FEDECOOP).

El 25 de abril de 2005, salió al aire un documental televisivo se-riado sobre la isla Guadalupe (Televisa 2005). El trabajo fue coor-dinado por Roberto Espinosa (productor) y Marco Antonio Silva (reportero), con el apoyo de GECI en el desarrollo del guión y la producción en campo. El documental destacó tres consideraciones fundamentales: el valor ambiental de la isla, el desarrollo sustenta-

ble a través de las actividades pesqueras y la soberanía con la pre-sencia de SEMAR. Al mismo tiempo que se veía en cadena nacional el programa en horario de mayor audiencia, el decreto de reserva de la biosfera de la isla Guadalupe fue finalmente publicado por el Gobierno Federal en el Diario Oficial de la Federación (SEMARNAT 2005). El programa de manejo correspondiente está ahora en pro-ceso de elaboración, ya con avances importantes. A mediados del 2005, la CONANP y GECI consideran la posibilidad de establecer un convenio para la coadministración de la nueva reserva.

LA CONSERVACIÓN AMBIENTAL

Si bien hubo conciencia del problema que representaban las cabras y los gatos en la isla desde hace décadas, como lo señalan entre otros Palmer (Blake, op. cit.) y más recientemente Moran (1996), no se llegó a la formulación de medidas o planes prácticos para resolver el problema.

El antecedente relevante más inmediato de orientación de las acciones de conservación hacia planteamientos propositivos y de resultados efectivos, se dió cuando el Museo de Historia Natural de San Diego junto con autoridades mexicanas, organizó una expedi-ción para constatar la condición de la isla (Niiler, 2002). En junio de 2000, con la codirección de Exequiel Ezcurra, presidente del INE de 2001 a 2005 y desde entonces director de investigación del Museo de Historia Natural de San Diego, y el científico William T. Everett, se llevó a cabo esa expedición científica. De manera contundente los miembros de la expedición llegaron a la conclusión de que era urgente la erradicación de toda la población de cabras ferales. Tu-vieron claro que no había habido reclutamiento nuevo de plántulas de pinos, palmas, encinos y cipreses en más de 150 años, puesto que

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246 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

las cabras se comían las semillas, las plántulas y los brotes. No en-contraron evidencias de la presencia del único Petrel endémico de una isla, el Petrel de Guadalupe, por lo que se supuso su extinción. Determinaron también que más extinciones estaban en puerta si no se llevaba a cabo la erradicación con urgencia. De lo contrario, estimaron que en un plazo de diez a 20 años la flora y fauna rema-nente propia de la isla habrían desaparecido.

Durante 2001 hubo un primer esfuerzo de erradicación de ca-bras, que no se sostuvo, por parte de la cooperativa Francisco Javier Maytorena, con la idea llevarlas a Sonora. Lo complejo de la logísti-ca hizo inviable la continuidad del programa.

Por su parte, desde el año 2001, GECI lleva a cabo un programa sostenido de protección de los últimos pinos de la isla, con un en-foque de restauración experimental, con resultados muy esperan-zadores. Dentro de cercos exclusores de cabras alrededor de viejos pinos, han brotado y crecido más de 550 vigorosas plántulas (Agui-rre et al., 2004), las primeras en más de un siglo, además de apa-recer especies de plantas de las que no se registraba presencia en décadas. A la fecha (agosto de 2005), el número de plántulas de pino endémico ya rebasa las 2,000. Con la erradicación de cabras prácti-camente terminada, las nuevas plántulas de ciprés, fuera de cercos exclusores, ya se cuentan por miles. Los nuevos brotes de palma de Guadalupe son del orden de decenas.

El Instituto Nacional de Ecología ha comprometido a partir de 2004 recursos económicos significativos para instrumentar un pro-yecto eficaz de restauración, en colaboración con el Centro de In-vestigación Científica y Educación Superior de Ensenada (CICESE) y con GECI. Los recursos dispuestos por el INE para la restauración de la isla en 2003 y 2004 ascienden a 3 millones de pesos, teniendo como contraparte un monto anual equivalente aportado por GECI de 2002 a 2005. A esto se le ha sumado un fondo de compensación otorgado por CONABIO directamente a GECI, por concurso, con el apoyo del INE y de CONABIO, para la restauración de la isla, por un monto inicial de 2 millones de pesos (2005 a 2006), con una posible ampliación de otros 2 millones de pesos para ejercerse a partir de 2005. La primera parte ha sido para apoyar los trabajos de erradica-ción urgente de las cabras ferales y desarrollo de infraestructura. La segunda parte se ha planteado que sea para desarrollar —a través de experimentación aplicada y de la escala apropiada—, los términos de referencia de un modelo o proyecto de restauración ad hoc para la isla Guadalupe, con énfasis en una muy compleja erradicación de

Primeras plántulas del pino endémico, Pinus radiata var. binata, en más de un siglo, dentro de cercos exclusores de cabras ferales. Verano de 2004. Foto: GECI

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LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA CONSERVACIÓN 247

gatos ferales, restauración de suelos y restauración activa de bos-ques y matorral costero. GECI, con fondos propios y algo de apoyo de esos recursos, ha construido una estación biológica junto al bos-que, con equipos, talleres y comodidades, que ha sido base para los trabajos de restauración e investigación.

La Secretaría de Marina-Armada de México (SEMAR-Armada de México), colaborando de manera activa con el INE y la SEMARNAT, ha apoyado de manera decidida un proyecto muy reciente de restau-ración y conservación de la isla, elaborado con la participación de varias dependencias y organizaciones (SEMAR, INE y GECI, 2003), y que ha iniciado acciones a partir del segundo semestre de 2003.

El diseño del programa fue precedido por un amplio taller en el que participaron cerca de 50 aca-démicos conocedores de la isla y funcionarios de gobierno, con-vocado ex profeso por el INE, el CICESE y GECI. Este evento, se denominó Taller sobre la res-tauración y conservación de Isla Guadalupe. Se llevó a cabo en En-senada, Baja California, el 11 y 12 de diciembre de 2003, en el Cen-tro de Investigación Científica y Educación Superior de Ensenada y permitió fundamentar técnica-mente el programa de restaura-ción y lograr un consenso amplio sobre la forma de proceder.

El primer objetivo de dicho programa es la erradicación ur-

gente de la población de cabras ferales. Aspectos centrales de la lo-gística (transporte a la isla en barcos guardacostas, y alojamiento y alimentación en el destacamento de Punta Sur) han sido aportados por Semar-Armada de México, desde la Segunda Zona Naval de En-senada. Un poco antes, en 2001, personal de esta secretaría advertía sobre la necesidad de realizar acciones urgentes para el cuidado de la isla, como las planteadas, desde una perspectiva de soberanía na-cional (Calderón Lánz, 2001).

La ejecución del programa en el campo ha estado a cargo de GECI, mientras que la supervisión general del proyecto es hecha por el INE. La Secretaría de Gobernación (SEGOB), responsable de los territorios insulares del país, ha dado los permisos necesarios para los trabajos

de restauración en la isla, inclu-yendo el desarrollo de la infraes-tructura indispensable.

Después de una meticulo-sa planeación, la primera fase de erradicación efectiva de ca-bras usando trampas-corrales alrededor de aguajes naturales, dio inicio en junio de 2004, con permiso especial de la Direc-ción General de Vida Silvestre de la SEMARNAT (DGVS, 2004). En seis semanas, a principios de julio de 2004, el número de animales sacrificados ascendía a 830. Después de la extracción inicial de animales vivos, algu-nos animales se han destinado al

Pescadores de abulón. La cuota autoimpuesta es de 20 kilos de callo

diario por buzo. Foto: GECI

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248 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

consumo por parte de la comunicad local de la cooperativa de pes-cadores, del destacamento de la Armada y de barcos de la Armada. Las fases posteriores de la erradicación avanzaron rápidamente de fines de 2004 a mediados del 2005.

Primero se agotó la fase de trampas-corral (primavera y verano de 2004) para proceder a la cacería a distancia (verano y otoño de 2004). De ahí se pasó a la cacería con helicóptero, con rifle semiau-tomático (permiso extraordinario de la SEDENA), desde fines de noviembre de 2004. En el verano del 2004 se prepararon cerca de 40 cabras “judas” —animales estériles con radio-collar para la de-tección por telemetría de los animales ferales que se les agregan—, con ayuda del Parque Nacional de Galápagos-Fundación Darwin. A partir de fines de noviembre de 2004 se impuso la necesidad de una serie de campañas intensas y breves de cacería desde helicóptero. Las cabras ferales que quedaban se limitaban en su distribución a cantiles, cañones y cuevas, haciendo imposible su erradicación por otros métodos. Para evitar el sufrimiento de los animales, el sacri-ficio de las cabras ferales siempre se ha hecho siguiendo los linea-mientos establecidos por la normatividad mexicana, y por “buenas prácticas” y términos establecidos en la normatividad de otros paí-ses, como Australia y Nueva Zelanda.

El número total de animales erradicados entre 2004 y 2005 es cercano a los 10,000. En inspecciones desde helicóptero, usando te-lemetría e inspección ocular directa y con binoculares desde el aire, se han contado y detectado menos cabras no-judas que judas (40 ani-males) en agosto de 2005. La erradicación prácticamente ha llegado a su fin. Faltan meses de monitoreo y de erradicación puntual de los poquísimos animales que aún siguen en la isla. La eficacia del plan ha sido extraordinaria y de lo más oportuna, pues la temporada de lluvias invierno 2004-primavera 2005, fue de una precipitación muy

Capturas de abulón, Baja California. Contribución relativa de las islas (%) frente al litoral del estado de Baja California

durante las últimas seis décadas

6,000

5,000

4,000

3,000

2,000

1,000

0 1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000

Años

Tone

lada

s anu

ales

(pro

med

io)

Capturas de abulón, litoral del estado de Baja CaliforniaPromedios de las últimas décadas

1940 1950 1960 1970 1980 1990 2000Años

7060

50403020100

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enta

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superior a la media, luego de una sequía sostenida de 7 años, lo que hubiera disparado la fecundidad de la población de cabras ferales. Para el trabajo se ha contado con el apoyo de técnicos extranjeros, en especial de Robert Whitehouse (técnico, piloto de helicóptero y cazador experto); de Mike Borden (piloto y dueño de helicóptero), de Karl Campbell (australiano experto en conservación), y Julio Flor (ecuatoriano, técnico en conservación de las islas Galápagos). A la par de los excelentes resultados y con el apoyo de estos técnicos, se ha formado un notable equipo especializado de mexicanos que tie-ne la capacidad de replicar el trabajo en otras islas de México y del mundo: Leandro Garza (helicóptero), Miguel Ángel Hermosillo (ca-cería a pie y desde helicóptero), Luciana Luna (coordinación general y telemetría), Noé Silva (técnico de campo), César García (informa-ción geográfica) y Francisco Aguirre (apoyo logístico).

A mediados de 2005, la Secretaría de Fomento Agropecuario (SEFOA) de Baja California se sumó a los esfuerzos de restauración de la isla. Aportó maquinaria pesada y personal para su operación para la reparación de los caminos de terracería, cerca de 70 km li-neales. La SEMAR aportó un barco especial, el Manzanillo, para la transportación de la maquinaria. La cooperativa Abuloneros y Lan-gosteros y GECI aportaron los costos de la operación de la maqui-naria y los alimentos para todos los operarios, además de algunos operarios. Los caminos se encuentran ya en mucho mejor estado.

LA COMUNIDAD LOCAL Y EL POTENCIAL SUSTENTABLE

La comunidad local está representada por la SCPPE Abuloneros y Langosteros, S.C.L., que se dedica desde hace 35 años a la pesca de langosta y abulón en las aguas adyacentes a la isla. Su pequeño po-

blado se encuentra en la zona occidental, en el lugar denominado Campo Oeste. La población que vive en la isla es cercana a las 70 personas, incluyendo a las familias. Los niños son alrededor de 15.

La pesca en la isla, gracias al bajo esfuerzo impuesto por las pro-pias dificultades derivadas de la distancia a la península, más la le-janía de los piratas, y la estrecha supervisión de SEMAR-Armada de México, resulta en una de las más sustentables de la región. Es de los pocos lugares del país y el mundo en que los callos del abu-lón, limpios, pesan regularmente más de 800 gramos cada uno. Las épocas de pesca se respetan y se cumplen las cuotas. Es el esforzado trabajo de la cooperativa en la isla, de participación estatal federal, lo que le da el sentido productivo a la soberanía territorial en la isla y la Zona Económica Exclusiva.

Junto con las otras islas del Pacífico, el valor como modelo de éxito de esta producción sustentable es muy alto, pues en el resto de la región la producción de abulón ha caído a tal grado, que no se ha reportado producción alguna para el estado de Baja California en el 2003. Cada vez más, las islas Cedros, San Benito y Guada-lupe, frente al estado de Baja California, aportan casi el total de la producción. La propia cooperativa de Guadalupe pasó por una fase de sobreexplotación en la década de los ochenta. Llegaron a pescar hasta 80 toneladas de callo de abulón, unas 160 toneladas de peso entero, pero la producción se colapsó. Actualmente pescan aproxi-madamente 10 toneladas de abulón azul y una de negro. Las tallas son muy grandes y se tienen muchos cuidados en cuanto al esfuerzo pesquero. En Guadalupe se ha demostrado la capacidad de recupe-ración del abulón con los cuidados necesarios.

La perspectiva de miembros de la cooperativa pesquera respecto de la protección ambiental de la isla es muy clara: apoyan amplia-mente los trabajos de restauración. Piden al mismo tiempo que se

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Necesitamos mucho la concesión de abulón, langosta y los demás recursos, para estar seguros del futuro, para que sea un patrimonio para nuestros hijos y los nietos, que ya andan ahí. Queremos tam-bién diversificar la producción, escama, planta de fileteado, planta de hielo propia. Quizás ver que las mujeres produzcan algo. Lo de la concesión es un trámite complicado y la Federación (FEDECOOP) no nos ha podido ayudar para terminar con el estudio, tampoco el Gobierno del Estado ha respondido una carta para eso mismo. Esto es algo que necesitamos con urgencia pues no falta quien se nos quie-ra meter y querer saquear la isla con un pretexto u otro. También queremos tener una planta para procesar el producto, enlatar abu-lón en la propia isla, pues podemos duplicar el ingreso y bajar los costos. El costo del avión es altísimo, son 1,800 dólares por vuelo. De que somos cooperativa con participación estatal sí lo sabemos, pero no vemos mucho eso en la práctica, con todo y que la Armada sí nos apoya con el transporte, ya desde hace 35 años, y de eso sí estamos agradecidos. Como sea, hemos mejorado la administración última-mente. Ya estamos comprando un terreno bueno en Ensenada para oficinas, salón y almacén, hacemos los pagos a tiempo. Nunca ha-bíamos estado así, con algún ahorro, y con apoyo real nos puede ir mucho mejor.

Los hijos de los pescadores tienen a la geografía de la isla como parte central de su mundo de vida y de su mapa mental. Luis Ro-dríguez, de 15 años, acompaña muy activamente y con interés el trabajo de investigación y restauración de los biólogos que visitan la isla. Mientras les muestra unas cuevas cerca del poblado a un grupo de oceanólogas de Ensenada que hacen su servicio profesional en la isla durante el invierno de 2003, comenta:

garanticen sus derechos históricos de acceso a los recursos natura-les. Así lo han manifestado al apoyar la creación de la reserva de la biósfera en escrito dirigido a la Conanp. Expresan la necesidad de que se cubran necesidades básicas, como las de educación para sus hijos e infraestructura.

Los pescadores consideran que el gobierno, como una contra-partida a su esfuerzo productivo en la isla, los debe apoyar. Sus már-genes, a pesar de ser una pesca tan sustentable, son menores por las grandes dificultades logísticas y los altos costos que resultan. El presidente de la cooperativa, Luis Estrada, “El Ruso”, lo expresa de la siguiente manera:

Desde 1985 es cuando hubo los últimos apoyos de Sedesol y So-lidaridad. Nunca ha vuelto a haber apoyo efectivo por parte del go-bierno. Los caminos están destrozados y son reparaciones costosas y difíciles. No las podemos hacer aunque queramos. En aquel enton-ces nos ayudaron con caminos, cuarto frío, casas nuevas. Llegó el barco de la Armada, el Manzanillo, con maquinaria pesada. Había dos plantas de energía. El agua es un problema serio. Acarrear el agua desde el bosque es un gasto muy fuerte. Una desaladora en el propio poblado sería una cosa grandísima, si no, tubería desde el manantial al bosque ya sería de gran ayuda. Nos hace mucha falta tener maestros buenos, certificados y bien capacitados, y no sólo de primaria. Es necesario que tengamos maestro de secundaria para tener a los hijos en la propia comunidad, que se queden en la isla.”

Una preocupación fuerte es la falta de una concesión de pesca de largo plazo que les garantice el acceso exclusivo a los recursos pes-queros en el largo plazo. Al mismo tiempo hay una visión de futuro muy articulada:

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Quiero vivir aquí, pero no se qué quiero ser. Qué, ¿les gusta mi isla? Pues se las vendo, no, mejor se las presto, pero sólo a ustedes. Yo me conozco todo por aquí, desde chiquillo me voy solo a explorar, conozco bien todo alrededor. A veces me meto a dormir en las cue-vas, bien fresquito y en silencio, bien callado, me gusta andar así. Yo ayudé a poner uno de estos transmisores a los elefantes marinos. Primero dormían al animal. Estos libros que traen ustedes están suaves, así con figuras y fotos, ¿no tienen más?, quiero ver más, pero mejor del mar, con peces raros y tiburones. Pancho dice que una vez atraparon una tortugota tan grande que al sacar las aletas de la lancha la hacía avanzar, los jalaba.

José Rodrigo Carrillo, “Rigo”, de nueve años, que va en quinto

de primaria, también muestra su profundo arraigo en la isla y ve de manera natural su futuro ligado a la isla, en medio de contextos más amplios:

Quiero ser buzo, o también biólogo porque me gustan mucho los yates. Me gusta la escuela porque es para aprender y las vacaciones me gustan porque son para descansar. Además yo quiero ir ahí, a Israel, porque de ahí viene el Mesías y muchos de nuestros herma-nos. Está bien chila la moto que traen ustedes, yo quiero aprender a andar en moto. Conozco muchos lugares de la isla. En Punta Norte hay un castillo donde vivía una bruja, dicen. Lo que no me gusta es la langosta, me enfada. Mi papá saca los tiburones más grandes y tiene la casa más bonita.

Su hermano Eduardo, de ocho años, jugando en el terreno afuera de la casa del profesor en la mañana, explica cómo es su vida coti-diana en la isla, en medio de contextos mucho más amplios:

Soy hermano de Rigo, pero él tiene un papá diferente, se casaron mi papá y su mamá, nuestra mamá es la misma. Mis papás son Eduardo y Mónica. De grande no me gustaría ser buzo, ¡el mar, que miedo, y la panga!, pero ya he pescado anguilas, usamos las más chicas de carnada. No me gusta la escuela porque el maestro nos da cocos cuando decimos compa y otras malas palabras. Mi papá también me pega, pero con el cinto o con el zapato, me pegan todo el tiempo porque soy muy travieso. Todavía no se leer y escribir bien, sólo mi nombre.

Las mujeres colaboran mucho en al apoyo al trabajo productivo. A las 4 de la mañana ya preparan el lonche de los pescadores y ha-cen las tortillas de harina. Sobre el tiempo libre, Mónica, la mamá de Rigo y Eduardo, comenta:

Esto que estoy haciendo es para rellenar este tiburoncito. Pongo a remojar la cabeza en agua con sal, el tiburón lo pescó mi marido, lue-go le saco la carne y lo relleno con esto, ya seco sirve para decoración. A éste le sacamos tres kilos de carne, éste está medianito. He hecho otros dos que están en Ensenada, los tiene de adorno mi papá en su casa. A mi me gusta vivir en la isla, aquí está mi casa, cuando llego a Ensenada ya me quiero regresar. Aquí está muy tranquilo y más en el calor porque se mete uno al agua, o me voy sola a la playita a tirarme al sol, muy a gusto, delicioso.”

CONCLUSIONES

Como nunca antes, a pesar de la seria amenaza que pesa sobre la isla, se había estado tan cerca de lograr efectivamente un vuelco hacia su restauración. A pesar del gran reto que implica la recu-

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peración de miles de hectáreas de bosque, las lecciones que puede aportar esta experiencia en términos de conservación y desarrollo sustentable, serán de gran valor no sólo para la región y México, sino también en la escala mundial.

El desarrollo de un marco institucional dentro del estado mexi-cano, creación de la SEMARNAT, el INE, la CONANP, la CONABIO, la orientación mayor hacia la protección ambiental por parte de la Semar, la mayor conciencia y aplicación de la sociedad civil en as-pectos ambientales, y el desarrollo cada vez mayor en investigación científica sobre conservación y desarrollo sustentable en institucio-nes mexicanas, ofrece una base sólida para que el proyecto de res-tauración de la isla llegue a buen puerto.

En un espacio social que se mueve entre los valores de la comu-nidad local como piso y el marco legal como techo, un primer aná-lisis en torno a la isla y sus actores muestra que es posible concebir una gobernabilidad local, participativa, orientada plenamente hacia la conservación y el desarrollo sustentable, con múltiples beneficios. Las complejas acciones cooperativas para la exitosa erradicación de las cabras ferales, el desarrollo de infraestructura y la reparación de caminos, así lo demuestran. De sostenerse esa orientación habría grandes aportaciones para los actores más inmediatos, como lo es la cooperativa, a través del incentivo del beneficio económico sos-tenido para su propio presente y para las generaciones futuras. En una extensión más amplia, la garantía de la soberanía para el esta-do cobraría una nueva dimensión, más cualitativa, pues se estarían protegiendo territorios no sólo en su dominio geográfico-político sino de gran calidad ambiental. Los beneficios difusos, para todos los mexicanos al conservar su biodiversidad, serían de primordial importancia. También la comunidad científica se vería beneficia-da, abriéndose un fértil y privilegiado espacio para el desarrollo de

conocimiento de vanguardia y manejo para la conservación. Estos tres son elementos clave que permiten consolidar la restauración y conservación de la isla en el largo plazo. El éxito del proyecto reside en que persista el esfuerzo especial por todas las partes. Más allá de la isla Guadalupe, varios de los factores que se han presentado para mover hacia enfrente la restauración de la isla —en particular la co-laboración entre gobierno, comunidad local y academia—, parecen muy rescatables para otros casos con características similares.

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HACIA LA ELABORACIÓN DE UN PLAN DE RESTAURACIÓN 255

Hacia la elaboración de un Plan de restauración y conservación para Isla Guadalupe

Sur de Isla Guadalupe con luz del atardecer. Foto: Phillip Colla

Para elaborar un plan de acción integral para la conservación de Isla Guadalupe, durante el Taller sobre la Restauración y Conservación de Isla Guadalupe (2003), en mesas redondas

se discutieron tres líneas básicas de acción que corresponden a dis-tintas etapas en el tiempo: línea base y monitoreo, erradicación, y recuperación y restauración. A continuación se detallan las conclu-siones respecto de cada una de esas etapas.

LÍNEA BASE Y MONITOREO

Se refiere a los estudios e investigación científica necesarios para contar con la información mínima para la elaboración de un diag-nóstico sobre el estado actual de la isla. Ello permitirá dar segui-miento permanente a la recuperación de la isla conforme avancen las acciones de erradicación de fauna exótica.

1. Línea base

Las necesidades identificadas para la elaboración de la línea base son:

1. Contar con un buen mapa de la isla, que incluya un modelo di-gital de elevación del terreno y varias capas de datos, entre ellas, vegetación potencial, real, erosión, nombres locales, climas, pre-cipitación, humedad, manantiales e información social.

2. Terminar el trabajo del FireMapper.3. Incluir la parte marina, en especial los pinnipedos.4. Estandarizar la toma de datos.5. Organizar, sistematizar y mantener una base de datos accesible

para todos los investigadores y tomadores de decisiones. Deberá

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incluir bibliografía, imágenes antiguas (Reid Moran y Verdeguet) y contemporáneas. Asimismo, deberá incorporar un directorio de quiénes hayan realizado trabajos en Isla Guadalupe.

2. Monitoreo

Las necesidades identificadas para llevar a cabo un adecuado pro-grama de monitoreo son:

1. Realizar una visita a la isla justo después del fin de la erradica-ción, para evaluar el estado de las poblaciones.

2. El programa permanente de monitoreo debe iniciarse justo después del término de la erradicación.

3. Enfatizar el monitoreo justo después de un evento alto de lluvia para avaluar el establecimiento de plántulas.

4. Realizar muestreos bianuales de las especies vegetales endémi-cas, raras y las invasoras.

5. Evaluar la dinámica hídrica de aguajes y, conjuntamente, la erosión.

6. Establecer una red de puntos y transectos permanentes, para evaluar especies y ambientes. La red deberá abarcar la hetero-geneidad espacial y temporal de la isla.

7. Con base en el estudio social en el tiempo cero (t0), detectar si mejora la calidad de vida de los habitantes.

8. Evaluar el efecto de la remoción de gatos en las poblaciones de aves, particularmente de Albatros de Laysan.

9. Dar seguimiento a la población de ratones, para determinar su comportamiento una vez removidos los gatos.

10. Iniciar el monitoreo de invertebrados, en especial de plagas, y particularmente de himenópteros.

11. Identificar áreas temáticas y áreas geográficas en la isla, en las que no haya nadie trabajando, para enfocar mayor esfuerzo en esos temas y en esas zonas.

12. Se debe promover la comunicación entre todos los investigado-res que estén trabajando en la isla y establecer trabajos coordi-nados entre grupos de investigación.

13. Se debe implementar un protocolo de limpieza para los inves-tigadores que deseen trabajar en Isla Guadalupe, con el fin de evitar introducción de especies exóticas.

ERRADICACIÓN

Se refiere a la eliminación de fauna exótica en Isla Guadalupe: ca-bras, gatos, perros y ratones. La erradicación es un paso fundamen-tal en el plan de acción para la conservación de la isla, ya que sólo removiendo a la fauna introducida podrán recuperarse las pobla-ciones de especies nativas y endémicas.

Generalidades

IMPORTANCIA DE LA ERRADICACIÓN Y PRIORIDADES

La erradicación de fauna exótica se considera una actividad prio-ritaria en Isla Guadalupe. De las especies introducidas, es conve-niente comenzar la erradicación con las cabras, por representar la mayor amenaza para las especies de flora nativa de la isla.

El segundo grupo en importancia a erradicar son los gatos, por representar una amenaza para las poblaciones de aves.

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HACIA LA ELABORACIÓN DE UN PLAN DE RESTAURACIÓN 257

MÉTODOS DE ERRADICACIÓN

La erradicación de fauna introducida consistirá en un esfuerzo con-junto para remover por medio de arreo, trampeo y cacería a cabras, gatos y perros ferales.

La mejor época para la captura de cabras por trampeo es en se-cas, ya que entrarán solas en las trampas, al encontrarse dentro de éstas los únicos aguajes donde podrán tomar agua.

GATOS

Los gatos conforman el segundo grupo en importancia para erra-dicar. A la propuesta de utilizar veneno 1080 para completar la erradicación por trampeo y cacería, la Dirección General de Vida Silvestre solicitó la realización de un estudio precautorio y un aná-lisis de riesgo.

PERROS

La erradicación será coyuntural e incidental, conforme se avance con la erradicación de las cabras y los gatos.

RATONES

Los ratones son un grupo que no se ha considerado en el programa de erradicación, ya que representa un problema distinto al de los demás grupos faunísticos.

Una de las necesidades identificadas es realizar una evaluación de la densidad poblacional para después, elaborar un programa de erradicación eficiente.

PLANTAS EXÓTICAS

La flora introducida tampoco ha sido considerada en el programa de erradicación. Debido a que la erradicación de flora exótica representa un problema mayor, que requeriría mucho tiempo y sería muy costoso de llevar a cabo, sin por ello garantizar el éxito, se ha propuesto que para comenzar se erradique exclusivamente a la fauna exótica y dar un tiempo para realizar el seguimiento de las plantas exóticas y las nativas, con el fin de observar lo que sucede en ausencia de herbivoría.

RECUPERACIÓN Y RESTAURACIÓN

Se refiere a la recuperación natural del ambiente en la isla una vez erradicada la fauna exótica, y a las acciones específicas de restaura-ción proactiva o inducida.

Generalidades

Como punto de partida es importante reconocer que la restaura-ción completa no existe, pues siempre habrá especies foráneas muy difíciles de erradicar.

La línea de trabajo fundamental en esta etapa del proyecto de recuperación de la isla será el estudio de poblaciones de plantas.

Para el manejo de especies es importante considerar los enfo-ques poblacional, comunitario y ecosistémico.

Se recomienda trabajar sobre tres grupos florísticos:

• Árboles nativos• Plantas nativas• Especies exóticas

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En general se reconocen tres escalas principales de trabajo, que son complementarias y pueden desarrollarse de manera simultánea:

• Medio físico (principalmente suelo).• Escala poblacional.• Escala comunitaria.

1. Información necesaria para el conocimiento del medio físico, principalmente el suelo

Se reconoce al suelo como un factor clave para la recuperación y restauración de la isla. Por ello, es necesario implementar un pro-grama de monitoreo de éste.

Las anomalías climáticas como “El Niño” o eventos lluviosos, también pueden afectar el establecimiento de las plantas, por lo que será necesario incorporar las variables climáticas en un plan de mo-nitoreo.

Es necesario, también, realizar algunos experimentos antes de que se extirpen las cabras, para evaluar el efecto de éstas sobre el suelo.

2. Información necesaria para el establecimiento de poblaciones de árboles

Las especies arbóreas endémicas de Isla Guadalupe son fundamen-tales en el programa de restauración, tanto por su importancia eco-lógica, como por su condición carismática.

El grado de conocimiento sobre la demografía de los árboles na-tivos de la isla es disparejo, ya que se sabe mucho más de los pinos que de las demás especies.

Se reconocen tres niveles de intervención sobre las especies:

I. Mover plantas dentro de la isla.II. Trasplantar flora de los islotes a la isla.III. Trasplantar flora del continente a la isla.

Cada nivel tiene sus propios tiempos y sus estrategias de imple-mentación. Los niveles pueden estar secuenciados en el tiempo y la aplicación específica de cada uno dependerá de la respuesta del sistema.

Simultáneamente se propone establecer un programa de colecta de germoplasma para implementar programas de reintroducción. Sin embargo, hay que ser muy cuidadosos con esta estrategia, ya que se corre el riesgo de introducir infecciones a la isla con semillas contaminadas.

PINUS RADIATA

Pinus radiata no necesita especies facilitadoras, por lo que es una especie potencialmente muy útil para la reforestación.

En términos generales, el principal problema de esta especie ra-dica en el establecimiento natural de las plántulas. Asimismo, los principales factores que la afectan son el suelo y el microambiente, es decir, la humedad proveniente de la captura de niebla y sombra.

Límite norte para los pinos en Isla Guidalupe. Foto: GECI

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Por ello, la estrategia principal deberá consistir en garantizar el establecimiento temprano de las plantas; si esto se logra se podrá avanzar mucho en la recuperación de la cubierta forestal de Isla Guadalupe.

También se debe evaluar la eficacia de la dispersión natural de semillas para acelerar la recuperación del bosque.

Se sugiere cuantificar el establecimiento natural y compararlo con diseños que evalúen el efecto del suelo y el microambiente.

CUPRESSUS GUADALUPENSIS

Las poblaciones de ciprés aparentemente serán más difíciles de re-cuperar, ya que no se ha detectado establecimiento de plántulas.

La producción y condición sanitaria de las semillas de esta espe-cie son bastante buenas. El problema parece estar en la germinación en el suelo, específicamente en el anclaje de la raíz.

Otro factor posiblemente relacionado con la demografía de esta especie es el fuego.

Es necesario incrementar la información sobre establecimiento de ésta y otras especies arbóreas.

3. Información necesaria en escala comunitaria para la recuperación

Desde el punto de vista comunitario, es necesario considerar a los procesos sucesionales de la vegetación, en especial a las especies colonizadoras.

No se han llevado a cabo evaluaciones de la importancia de los tipos de vegetación en el establecimiento de las poblaciones de ár-boles nativos. Específicamente, el chaparral no ha sido considerado

en la discusión, y se trata de un ambiente que aporta mucha materia orgánica y que potencialmente puede facilitar el establecimiento de árboles.

Otra línea de trabajo consiste en desarrollar un programa de colecta de semillas, para iniciar experimentos de germinación a fi-nales de 2005.

Bosquejo de un protocolo de acción

Este protocolo permitirá organizar las acciones generales y los cri-terios que se emplearán ante las posibles repuestas de las especies nativas a la supresión de la herbivoría:

1) Establecer y poner en marcha un plan de monitoreo continuo de especies nativas.

2) Esperar un año anómalo positivo, es decir, con una precipita-ción pluvial alta.

3) Si no se observa establecimiento natural en el año siguiente, aplicar el nivel uno de trasplante, mover plantas dentro de la isla.

4) Monitorear el sistema durante tres años.5) Si las poblaciones nativas no se establecen de modo natural,

aplicar el nivel dos de trasplante (trasplantar flora de los islotes a la isla).

6) Monitorear el sistema durante tres años.7) Si las poblaciones nativas no se establecen de modo natural,

aplicar el nivel tres de trasplante (trasplantar flora del conti-nente a la isla).

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HACIA LA ELABORACIÓN DE UN PLAN DE RESTAURACIÓN 261

Se debe implementar un programa de cuarentena par impedir la in-troducción de más especies exóticas, así como un protocolo para ingre-sar a la isla con el fin de evitar la introducción accidental de especies.

FAUNA

En este momento la fauna no se considera importante como ele-mento para manipular con el objeto de restaurar.

Se cree que las aves llegarán solas a la isla, y que sólo es cuestión de tiempo, por lo que no se considera necesario realizar movimien-tos de éstas especies.

Para esta etapa de recuperación y restauración es muy impor-tante conocer la entomofauna. Asimismo, resulta de vital impor-tancia impulsar la investigación sobre los descomponedores.

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PLAN DE ERRADICACIÓN DE ESPECIES INTRODUCIDAS 263

ANTECEDENTES

Isla Guadalupe es una de las islas más biodiversas del Pacífico mexicano, contiene uno de los ecosistemas más distintivos y únicos de Norteamérica, y constituye el hábitat de numerosas

especies de plantas endémicas, aves marinas y mamíferos marinos.Es también, una de las islas más amenazadas debido al severo

daño ambiental ocasionado por fauna introducida, principalmente cabras y gatos. Además, aproximadamente 60 especies de plantas han sido introducidas y han desplazado a las especies nativas.

El efecto de la fauna introducida sobre las poblaciones de espe-cies de plantas endémicas y aves marinas ha sido devastador. Desde 1900, 26 especies de plantas vasculares se han extinguido, cinco de las cuales eran endémicas, y muchas más están severamente ame-nazadas. Asimismo, muchas aves endémicas se consideran extintas y algunas otras se encuentran en peligro de extinción; el Caracara de Guadalupe fue víctima de la cacería por parte de los pescadores; el Petrel de Guadalupe, primer petrel endémico de una sola isla des-cubierto en el mundo, fue víctima de la depredación de los gatos y no se le ha vuelto a observar desde 1912; el Chivirín Cola Oscura de Guadalupe, el Toquí Pinto de Guadalupe y el Pájaro Carpintero, se consideran extintos.

No obstante, esta isla representa una de las mayores oportu-nidades de conservación de los ecosistemas insulares del Pacífico mexicano, a través de la erradicación de fauna introducida y la res-tauración.

Para lograr el éxito del proyecto de restauración y conservación, se requiere una amplia cooperación entre diversos sectores guber-namentales, académicos y no gubernamentales. Dicha cooperación incluye contribuciones científicas, la búsqueda de financiamiento,

Plan de erradicación de especies introducidas en Isla GuadalupeExequiel Ezcurra, Alfonso Aguirre Muñoz, Luz María Salas Flores, Karina Santos del Prado, César García Gutiérrez , Luciana Luna Mendoza y Eduardo Peters

Página anterior: caldera colapsada al noroeste de la isla en 1965. Foto: Reid Moran

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el apoyo logístico de la Secretaría de Marina-Armada de México, y la obtención de permisos por parte de las autoridades gubernamen-tales mexicanas.

El previsible éxito del proyecto colocará a México como líder internacional en la conservación de ecosistemas insulares y servirá como modelo de conservación en México y otros países.

INTRODUCCIÓN

La isla Guadalupe es el territorio más apartado de la geografía na-cional, es la última frontera de México en el Océano Pacífico. Se localiza en el extremo más noroccidental del país, en las coorde-nadas 29° latitud norte y 118° longitud oeste. El valor del territorio de la isla se proyecta hacia sus aguas territoriales adyacentes y las 200 millas de Zona Económica Exclusiva que desde ella se delinea. En términos estratégicos, de soberanía, de recursos naturales y de biodiversidad su valor es incalculable. En ella se encuentra un des-tacamento permanente de la Secretaría de Marina – Armada de México. Además se asienta ahí, desde hace décadas, una cooperati-va pesquera de participación estatal federal, la S.C.P.P.E. Abulone-ros y Langosteros, S.C.L.

La superficie total terrestre de la isla es de 250 km². La porción marina, de aguas adyacentes alrededor de la isla —como área de amortiguamiento de la reserva de la biósfera— es de 4,519.71 km2. El total de la superficie, sumadas las aguas y la isla, representa sólo cerca de dos milésimas partes de la Zona Económica Exclusiva en el Pacífico mexicano. Es una minúscula superficie que tendrá des-tacadísimos efectos en la conservación de la biodiversidad y de los recursos naturales de la región.

ORIGEN DE LA ISLA Y RIQUEZA BIOLÓGICA

La isla es en realidad una imponente montaña de origen volcánico, de 5,800 m de altura. Sumergida 4,500 hasta enraizarse en el fondo del océano Pacífico, sobresale del mar 1,300 m. Su cima está co-ronada por bosques de especies únicas en el mundo, como el pino de Guadalupe (Pinus radiata), el ciprés de Guadalupe (Cupressus guadalupensis) y la palma de Guadalupe (Brahea edulis). Por sus al-tos niveles de endemismo de flora y fauna, y a pesar de alteraciones acumulativas sobre especies de su flora, esta isla mexicana tiene re-levancia a nivel global en términos de biodiversidad. Como ecosis-tema, junto con el resto de las islas del Pacífico noroeste mexicano es única en su tipo en nuestro país.

Por su origen volcánico y distancia de 250 km al continente, la evolución biológica en la isla desarrolló un alto grado de endemismos de flora y fauna terrestre y marina, que en la actualidad se conserva. Además, es refugio y sitio de reproducción de especies de mamíferos marinos, como el lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus townsen-di), elefante marino (Mirounga angustirostris), lobo marino de Cali-fornia (Zalophus californianus), y numerosas especies de aves, entre ellas el Albatros de Laysan (Diomedea immutabilis), Mérgulo de Xantus (Synthliboramphus hypoleuca), Pinzón o Gorrión Mexicano de Isla Guadalupe (Carpodacus mexicanus amplus), y el Junco de Guadalupe (Junco insularis), todos ellos listados en la NOM-059-SE-MARNAT-2001 como especies en riesgo. Fue gracias a un escondido recanto de la geografía de la isla Guadalupe, al pie de algún acantila-do inaccesible a la codicia de cazadores y coleccionistas, que se sal-varon de la extinción total mundial tanto el lobo fino de Guadalupe como el elefante marino, especies ahora con viabilidad gracias a la protección que les ha otorgado el gobierno mexicano.

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La riqueza biológica de la flora de esta isla está bien documen-tada. En ella existe un total de 216 especies de flora vascular cono-cidas. Alrededor de 30 de ellas están probablemente extintas en la isla. 171 son consideradas como posiblemente nativas; de éstas, 34 especies y subespecies (21.8%) son endémicas, incluyendo cinco ex-tintas. Los bosques de las especies o variedades endémicas de pino y ciprés —aunque devastados por cabras— tienen un probado po-tencial de restauración.

CABRAS FERALES, DEPREDACIÓN Y COLAPSO AMBIENTAL

A mediados del siglo XVIII fueron introducidas deliberadamente a la isla cabras domésticas. La finalidad era contar con carne fresca para las embarcaciones que llegaran a la isla. Hacia 1870 el número de cabras domésticas —ya convertidas en cabras ferales—, aumen-tó de manera dramática. Se estimó que la capacidad de carga de la isla pudiera llegar hasta 100,000 animales (Moran, 1996). La mul-tiplicación de las cabras provocó un dramático colapso del bosque, pues las cabras comieron todos los juveniles de los árboles y han impedido nuevo reclutamiento de plántulas de todo tipo en más de un siglo. De las 3,000 hectáreas de bosque de ciprés y pino en la porción norte, la superficie se colapsó hasta llegar a 300 hectáreas, quedando en la actualidad sólo 105 ha, un último reducto a partir del cual se puede salvar el ambiente de la isla. Igualmente, se estima que se ha reducido la distribución de los juníperos en alrededor de 2,000 ha en la parte central de la isla, restando sólo algunos.

Otras especies introducidas son perros, ratones y gatos, de los cuales en la actualidad los gatos se han reproducido en un gran nú-mero y afectado de manera grave a las poblaciones de aves, pues de-

predan sobre sus huevos, pollos y adultos. Ya provocaron la pérdida para siempre de especies endémicas, como el “Caracara” endémico (Caracara lutosus). A inicios del siglo XX, se desarrolló además la cacería de elefantes marinos y el lobo fino de Guadalupe, llegando casi a su exterminio.

RESERVA DE LA BIÓSFERA

Por su extraordinario valor en términos de riquezas naturales, el Gobierno Federal —por promoción de la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas y por conducto de la Secretaría de Me-dio Ambiente y Recursos Naturales—, propuso que se decretara como reserva de la biósfera el 5 de junio de 2003, incluyendo la isla y su islotes (D.O.F., 2003). Los argumentos del Poder Ejecutivo para tomar esta iniciativa se apoyan en los valores de la conservación ambiental y el desarrollo sustentable. Se incluye en la propuesta a la isla Guadalupe y los inmediatos islotes Negro, Toro, de Enmedio y Zapato, localizados al sur-suroeste de la isla. En el Estudio Técnico Justificativo para la creación de la reserva (Aguirre et. al., 2003), se establece que “considerando su alta viabilidad técnica, administra-tiva, económica y social, y a la luz de su riqueza biológica, es difícil imaginar una oportunidad mayor en México para la conservación. Su protección es indispensable, pues es un ecosistema que, por su mismo aislamiento histórico y evolutivo, resulta muy vulnerable a las actividades humanas y efectos derivados, como son los graves daños causados por las especies introducidas, especialmente cabras y gatos, y que además no generan prácticamente ningún beneficio socioeconómico”.

La promoción contó con el apoyo formal de la cooperativa pes-quera que opera en la isla, dedicada básicamente a la captura de

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abulón y langosta, con uno de los rendimientos más sustentables de esas pesquerías. Igualmente, la propuesta y las medidas de restau-ración son respaldadas por organizaciones no gubernamentales es-pecializadas en la conservación ambiental e institutos académicos. El Congreso de la Unión ha llegado a un punto de acuerdo sobre la restauración de la isla, exhortando a la Secretaría de Medio Am-biente y Recursos Naturales (SEMARNAT) para que en coordinación de la Secretaría de Marina–Armada de México (SEMAR–Armada de México) respalden con medidas prácticas la implementación, en particular la erradicación urgente de especies introducidas.

Objetivos de la Reserva de la Biósfera Isla Guadalupe

Los objetivos reconocidos en el anuncio para el decreto de reserva de la biósfera, que deben guiar las acciones aquí planteadas, son los siguientes:

a) Proteger la flora y fauna de la isla Guadalupe y mantener viables y funcionales los procesos ecológicos y evolutivos en ella.

b) Conservar el paisaje insular y marino, así como sus elementos na-turales para el disfrute, esparcimiento y elevación de la calidad de vida de los habitantes actuales, visitantes y generaciones futuras.

c) Conservar las condiciones que influyen en las importantes pes-querías de las aguas costeras de la isla, manteniendo los hábitats, el flujo de nutrientes y la calidad de las aguas.

d) Involucrar a las comunidades locales de usuarios en el desarrollo de planes de manejo y actividades de conservación y desarrollo susten-table de los recursos naturales de la isla, especialmente a la coopera-tiva pesquera local, al destacamento de la armada de México y a los investigadores y personal técnico de labores de conservación.

e) Apoyar a la cooperativa local en las acciones para el óptimo ma-nejo de los recursos pesqueros, y motivar y guiar bajo el princi-pio precautorio actividades alternativas de uso de los recursos naturales que puedan complementar sus ingresos.

f) Llevar a cabo actividades de educación ambiental para los resi-dentes, usuarios de las islas y comunidades aledañas para pro-mover una apreciación y entendimiento de la importancia de la isla para las especies de vida silvestre.

g) Proporcionar información, opinión y asesoría a las instituciones gubernamentales que revisan o someten propuestas de desarro-llo y de actividades humanas en la isla.

Bosque de ciprés, Cupressus guadalupensis. Foto: GECI

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h) Promover y desarrollar proyectos de investigación científica ten-dientes a comprender las necesidades para su conservación y manejo sustentable.

i) Desarrollar nuevas formas de soberanía y presencia nacional en la isla Guadalupe a través del manejo de la conservación, el uso sustentable de los recursos naturales y la investigación científica, promoviendo esquemas de coordinación y gobernabilidad entre organizaciones civiles, instituciones académicas y dependencias de gobierno, en particular las federales y de manera destacada la SEMAR–Armada de México y la Secretaría de Gobernación (SEGOB).

ACCIONES DE LA CONSERVACIÓN AMBIENTAL

De acuerdo con los objetivos indicados, lograr la conservación am-biental de Isla Guadalupe a partir de la erradicación de especies introducidas es una tarea fundamental. La erradicación eficiente en términos de esfuerzos y recursos financieros, requiere de una buena planeación y una mejor ejecución. Las dificultades residen en que la isla es extensa y accidentada. Además, la cantidad de cabras a erradicar se estimaba en el 2003 en 2,500 individuos, y las cabras de Guadalupe tienden a esconderse en zonas de muy difícil acceso para los cazadores cuando se sienten amenazadas. La cantidad y distribución de los gatos ferales es aún desconocida.

La isla tiene 37 km de largo por 12 km de ancho, cubriendo una superficie de 260 km². Por su origen volcánico presenta una topo-grafía muy irregular y accidentada al haber varios conos volcánicos, farallones y una sierra de 1,200 msnm. De esta manera, la restaura-ción de la isla exige una logística bien coordinada, con los equipos idóneos y recursos humanos de excelencia profesional. La organi-

zación Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. (GECI), por su parte, tiene una amplia experiencia en trabajos de este tipo, tanto en México como en otros países. El hecho de que GECI esté familiarizada en relaciones de colaboración con la Comisión Nacio-nal de Áreas Naturales Protegidas (CONANP) de SEMARNAT y con SEMAR–Armada de México, le da aún más viabilidad y certeza de éxito al proyecto.

La cacería de la población de cabras ferales como una acción de conservación, requiere de guías y cazadores experimentados con conocimientos particulares. Debe haber el convencimiento de que la cacería conservacionista es la mejor alternativa para proteger los recursos naturales y la biodiversidad de la isla. Lo mismo aplica para

Cabras encerradas en la zona del Aguaje. Foto: Lorenzo Rosenzweig

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el trampeo y caza de gatos ferales. GECI tiene buena experiencia en este tipo de trabajo, que puede ser transferida al personal idóneo de la SEMAR–Armada de México. Es posible realizar desde cursos teó-ricos hasta práctica conjuntas de campo para manejo de técnicas de rastreo, trampeo, cacería y sistemas de información geográfica.

Objetivo general

La restauración integral y conservación de Isla Guadalupe.

Objetivos particulares

1. Elaboración de la línea base o diagnóstico ambiental de la isla, previo a la erradicación.

2. Erradicación de fauna introducida: cabras (Capra hircus), gatos (Felis catus) y perros (Canis familiaris).

3. Comienzo de la recuperación natural de las poblaciones de es-pecies nativas y endémicas de la isla, una vez iniciada la erradi-cación.

4. Monitoreo permanente: pre-erradicación, durante la erradicación y post-erradicación, para evaluar la recuperación del ambiente.

5. Restauración con homeostasis propia de la isla y proactiva o in-ducida.

Desarrollo del plan de erradicación

El plan se divide en cuatro fases:

1) elaboración de la línea base, 2) erradicación de fauna introducida,

3) rehabilitación y recuperación natural, y 4) restauración

Incluye, además, una fase permanente de monitoreo.

FASE I. ELABORACIÓN DE LA LÍNEA BASE

Fecha programada: 2003-2005

Esta fase contempla la recopilación y generación de información diagnóstica sobre el estado actual de la isla y su caracterización bio-lógica (previo a la erradicación) y socioeconómica de la comunidad local. Asimismo, el acopio de la información mínima necesaria para iniciar el monitoreo sistemático y permanente. Sus principales ac-tividades son:

a. Elaboración de un Sistema de Información Geográfica (SIG) que sirva como cartografía base para la realización de estudios, la planeación de la erradicación de fauna introducida, el monitoreo y la restauración.

Para la elaboración del SIG se construirán mapas de alta defini-ción con, cuando menos, las siguientes capas:

• Imagen homogénea de toda la isla con alta resolución (Firema-pper/Quickbird)

• Modelo digital de elevación • Vegetación actual y potencial • Distribución de especies nativas • Distribución de especies introducidas • Suelos • Hidrología

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PLAN DE ERRADICACIÓN DE ESPECIES INTRODUCIDAS 269

• Cuencas de escurrimiento • Cárcavas • Erosión • Clima • Caminos y campamentos • Información socioeconómicab. Organizar, sistematizar y mantener una base de datos accesi-

ble para investigadores y tomadores de decisiones, que incluya cuando menos los siguientes temas:

• Geografía • Ambiente físico • Climatología • Ambiente biológico terrestre y marino • Aspectos socioeconómicos • Investigadores, instituciones y proyectos que se desarrollan o

han desarrollado en la islac. Estandarización en la toma de datos

Participantes en la elaboración de la línea base: • Instituto Nacional de Ecología • Secretaría de Marina-Armada de México • Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de

Ensenada • Universidad Autónoma de Baja California • Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste • Colegio de Posgraduados, Campus Montecillos • Universidad Nacional Autónoma de México • University of California, Davis y Santa Cruz • Department of Planning and Land Use County of San Diego • Santa Bárbara Botanic Garden

• San Diego Natural History Museum • The Nature Conservancy • Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. • Soil Ecology Restoration Group, San Diego • Grupo de Ecología y Conservación de Islas • Island Conservation

FASE II. ERRADICACIÓN DE FAUNA INTRODUCIDA: CABRAS, GATOS Y PERROS

Fecha programada: Planeación: 2003 – Junio 2004Erradicación: Junio-Julio 2004 – Diciembre 2006.

Las prioridades de erradicación son, en orden de importancia:

1. Cabras2. Gatos3. Perros4. Ratones

Consiste de varias etapas:

1. Planeación de la erradicación de especies introducidas. Consis-te en cartografiar las áreas para la ubicación de campamentos, rutas, cantidad de trampas y áreas de cacería de cabras, perros y gatos. Se incluyen aquí labores de construcción de grandes cer-cos y corrales para controlar, arrear y confinar a las cabras. Se requiere equipo de transporte terrestre (tipo jeep) y aéreo (heli-cóptero), y personal para llevar a cabo las diversas labores.

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a. Cabras ferales. Tras las prospecciones de campo realizadas por GECI durante el segundo semestre de 2003 y los primeros meses de 2004 se estima una población de aproximadamente 2,500 cabras. Este número es relativamente bajo comparado con los tamaños de población encontrados en otros momentos, muy posiblemente esté relacionado con los tres años consecutivos de sequía en la isla. Es por tanto este un momento especialmente favorable para emprender el plan de erradicación.

b. Gatos ferales. Aproximadamente 1,500. c. Perros ferales. Aproximadamente 200. d. Ratones. Se requiere una evaluación poblacional compleja

posterior a la erradicación de los mamíferos mayores, para pla-near su erradicación.

2. Desarrollo de infraestructura. Se trata de contar con infraestruc-tura permanente en la isla, para efecto de realizar las actividades de conservación. Es necesario construir una estación biológica en el bosque y otra en el campo sur, que servirán inicialmente como apoyo para la erradicación. Por la otra, se incluyen labores de construcción y mantenimien-to de los caminos y el pequeño muelle del Campo Sur.

a. Construcción de estacio-nes biológicas de campo (ba-ses provisionales para llevar a cabo la erradicación).

b. Construcción y acondicionamiento de caminos, muelle, des-chatarrización y manejo de residuos sólidos.

Se aprovecharán, siempre que sea posible, los edificios y equipos abandonados en la zona de Punta Sur, tales como las casas aban-donadas prefabricadas.

3. Erradicación de especies introducidas. Se trata de un esfuerzo conjunto para erradicar por medio de arreo, trampeo, captura y sacrificio a cabras, gatos y perros ferales. Esta erradicación representa la única y última opción para salvar de la extinción total al bosque, la vegetación de plantas pequeñas endémicas, y aves, únicos en el mundo. Se requiere equipo de transporte terrestre (tipo jeep y cuatrimotos) y aéreo (helicóptero), armas y

municiones, y personal para llevar a cabo las diversas labores.

TÉCNICAS Y MÉTODOS DE ERRADICACIÓN

Trampeo, captura y sacrificio

Se construirán cercos o corrales con malla ciclónica y alambre de púa en sitios específicos alrededor de abrevaderos naturales usados frecuentemente por las poblacio-nes ferales. Éstos contarán con una rampa en la entrada que les permitirá a los animales entrar, pero no salir de la misma. Esto con el objeto de que funcionen a Cabra Judas. Foto:; GECI

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manera de trampas capturándolos. Posteriormente los animales capturados serán retirados de la trampa y se sacrificarán de acuerdo a la NOM-ZOOL-033 con pistola de embolo oculto; posteriormen-te serán degollados y dispuestos en un sitio de la isla especialmente seleccionado para este fin, el cual se encuentra alejado de los asen-tamientos humanos y debido a sus características topográficas fun-ciona como una fosa natural.

Anterior a las acciones de trampeo, captura y sacrificio; las ca-bras serán cebadas en las áreas cercanas a la trampa –con alimento y con sal- con el fin de que se familiaricen al sitio como un lugar en el cual encuentran alimento y agua en abundancia y no consideren a la trampa como un elemento extraño que les inspire desconfianza y temor. Además, serán aprovechadas las temporadas secas de la isla, como una oportunidad para atraer y capturar al mayor número de animales, usando la escasez general de recursos como pretexto.

Para la captura de perros y gatos se utilizaran trampas de cepo o resorte, que serán colocadas en sitios estratégicos. Los animales capturados serán sacrificados de acuerdo a las especificaciones de la NOM-ZOOL-033, y serán dispuestos en un sitio de la isla especial-mente seleccionado para este fin.

Uso de radiocollares

Este método, aplicado a cabras consiste en la utilización de hembras —adultas, esterilizadas y amansadas— como cabras “Judas”. Esto es porque ellas serán las encargadas de guiar al equipo de erradi-cación hacia las manadas remanentes y de difícil localización. A estos animales se les colocarán collares radiotransmisores y serán localizados por medio de antenas receptoras que captan la señal y proporcionan estimaciones a cerca de la posición del animal. Esta

técnica ha sido usada exitosamente en otros trabajos de erradica-ción de fauna exótica en otras partes del mundo, y se aprovecha principalmente del comportamiento gregario que tienen estos ani-males. El número de collares colocados dependerá de las estimacio-nes poblaciones que se tengan al momento de utilizarlos.

En el caso de gatos, los collares serán colocados en animales capturados por medio de trampas de cepo y posteriormente libe-rados, con el fin de conocer los sitios más usados como refugio. Los collares funcionan de la misma manera que los usados en ca-bras, éstos emiten una señal que es captada por una antena re-ceptora que guía al personal de erradicación hasta la posición del animal. De igual forma, el número de collares colocados depende-rá de las estimaciones poblaciones que se tengan al momento de

Construcción de trampas para cabras. Foto: GECI

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272 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

utilizarlos. Debido a que la población de perros es pequeña no se considera adecuado el uso de radiocollares.

Cacería con rifles de largo alcance

La cacería de cabras se llevará a cabo durante el día, y será realizada por cazadores experimentados, que harán el papel de francotirado-res, colocados en sitios estratégicos, por tierra o por mar. Los rifles de largo alcance utilizados estarán provistos de mira telescópica y de un silenciador, ambos con la finalidad de evitar que las manadas vecinas sean alertadas de la cacería por la presencia de los cazado-res o por el ruido de la detonación.

En el caso de gatos y perros, la cacería es nocturna. Con la ayuda de reflectores se visitan los sitios de avistamientos frecuentes, se identifican a los individuos y se cazan.

En ambos casos, este método será utilizado con aquellos ani-males que no sea posible capturar por medio de trampas.

Uso de perros entrenados

Dada la accidentada topografía de la isla posiblemente sea necesa-rio el uso de perros entrenados para la localización y erradicación de los últimos animales, especialmente gatos. De ser así, los perros utilizados serán de la raza “Jack Rusell Terrier”, una raza inglesa, de tamaño pequeño, desarrollada para ser usada en la caza de zorro y de otros animales de madriguera. Es considerada una de las razas de mejor carácter y con gran capacidad de entrenamiento, son pe-rros ágiles, veloces y resistentes.

Debido a la topografía tan accidentada de Isla Guadalupe, para la exitosa erradicación se tendrá que implementar el uso de

cabras “judas” y cacería como última etapa para erradicar a los individuos restantes que se remonten a las partes más riesgosas de la isla.

Participantes en la erradicación de fauna introducida:

• Coordinación: Instituto Nacional de Ecología en estrecha cola-boración con la SEMAR - Armada de México

• Ejecutor: Grupo de Ecología y Conservación de Islas

FASE III. REHABILITACIÓN Y RECUPERACIÓN NATURAL DEL AM-BIENTE

Rehabilitación

Fecha programada: 2002-2006Las acciones de rehabilitación se perfilarán de acuerdo con la

respuesta que tenga el ecosistema insular, fundamentalmente la ve-getación, una vez erradicadas las cabras. Sin embargo, algunas lí-neas generales se pueden anticipar:

Vegetación

A nivel experimental se han establecido cercos exclusores de cabras (2002–2003) conteniendo a algunos de los individuos de pinos. El reclutamiento de nuevas plántulas a la primavera del 2004 supera ya a los 500 individuos de pino y 100 de ciprés (GECI, reporte técni-co). A partir de ello se puede anticipar, en algún grado, la respuesta natural en el reclutamiento ante la exclusión del pastoreo y estable-cer la opción, en su caso, de medidas que lo potencien, tanto para la germinación y establecimiento de plántulas, como para la conexión

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espacial de la población de pinos y cipreses, y el eventual mejora-miento de suelos y riego por goteo.

La recuperación de las poblaciones de pinos y cipreses se con-sidera clave para el restablecimiento de los niveles de condensación de humedad a partir de la niebla, para recuperar así la dinámica hídrica de la isla.

Se plantea establecer exclusiones en otras comunidades vegetales para analizar la respuesta de las especies nativas y exóticas ante la eliminación de la perturbación por las cabras, y determinar así la posi-ble dinámica de las poblaciones de plantas exóticas. Esta aproximación se complementará con un seguimiento, más allá de las exclusiones, de la dinámica espacial de las especies exóticas más amenazantes.

Suelo

El estado de erosión avanzada que presentan diversas zonas insula-res hace necesaria la puesta en marcha de acciones para la reducción de erosión y el eventual establecimiento de medidas para regenerar y estabilizar los suelos. Con la creación de áreas de exclusión para cabras comenzará a recuperarse la cubierta vegetal y con ellos se detendrá la erosión del suelo.

Avance: Desde 2002 se colocaron cercos exclusores de cabras y se han reclutado 500 plántulas de pino y 100 de ciprés. Asimismo, se han llevado a cabo diversas expediciones de campo con el fin de planear las actividades de rehabilitación.

Participantes en la rehabilitación:• Instituto Nacional de Ecología• Secretaría de Marina-Armada de México• University of California, Davis y Santa Cruz

• Santa Bárbara Botanic Garden• Grupo de Ecología y Conservación de Islas• Island Conservation

Otros posibles participantes:• Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de

Ensenada• Universidad Autónoma de Baja California• Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste• Colegio de Posgraduados, Campus Montecillos• Universidad Nacional Autónoma de México• Department of Planning and Land Use County of San Diego• San Diego Natural History Museum• The Nature Conservancy• Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C.• Soil Ecology Restoration Group, San Diego

Recuperación natural del ambiente

Fecha programada: 2005 en adelanteLos experimentos de exclusión de cabras han demostrado que la

isla tiene potencial para recuperarse aún sin la intervención humana. Se plantea que, una vez concluida la erradicación, la isla permanezca un tiempo sin intervención humana para que el ecosistema responda por sí solo y comience a recuperarse de manera natural.

FASE IV. RESTAURACIÓN

Fecha programada: 2004 en adelante

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Consiste en dos grandes etapas:

a. Planeación y programación de la restauración de flora. Mayo 2003–2005. El énfasis inicial se enfocará en los bosques de pinos y cipreses.

b. Implementación. Junio 2004 en adelante

Participantes: • Instituto Nacional de Ecología • Secretaría de Marina-Armada de México • University of California, Davis y Santa Cruz • Grupo de Ecología y Conservación de Islas • Island Conservation Otros posibles participantes: • Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad • Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas • Dirección General de Vida Silvestre • Santa Bárbara Botanic Garden • Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de

Ensenada • Universidad Autónoma de Baja California • Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste • Colegio de Posgraduados, Campus Montecillos • Universidad Nacional Autónoma de México • Department of Planning and Land Use County of San Diego • San Diego Natural History Museum • The Nature Conservancy • Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C.

• Soil Ecology Restoration Group, San Diego • Universidad Autónoma Chapingo.

FASE PERMANENTE DE MONITOREO

Fecha programada: 2002 en adelanteEs una de las actividades más importantes antes, durante y des-

pués de la erradicación. Por medio del monitoreo se incorporará la información y la perspectiva científica a lo largo de todo el proyec-to, también indispensable para una buena planeación. La documen-tación del proceso permitirá el éxito a futuro de la conservación de la isla. Incluye a la vida silvestre, los procesos naturales, la conser-vación de recursos naturales, el desarrollo sustentable y la calidad de vida de la comunidad local.

El monitoreo se realizará antes, durante y después de la erradi-cación, y consistirá en, cuando menos, las siguientes actividades:

a. Red de puntos y transectos permanentes para flora y fauna. Se establecerá una red de puntos y transectos permanentes para

el monitoreo sistemático de especies y ambientes en Isla Guada-lupe. La red abarcará distintas zonas climáticas de la isla con el fin de cubrir su heterogeneidad espacial.

Se establecerá una coordinación permanente entre investigado-res para definir y diseñar la red de puntos y transectos y para que cada uno cubra dicha red al realizar los monitoreos sistemáticos.

b. Estudios de vegetación. Realización periódica de transectos tan-to en áreas de exclusión (áreas cercadas con malla ciclónica y alambre de púa), como en la isla en general, para identificar el reclutamiento de los nuevos individuos de las diferentes especies de la isla, principalmente de arbóreas —pino, ciprés y palma—.

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PLAN DE ERRADICACIÓN DE ESPECIES INTRODUCIDAS 275

Esto con el fin de identificar aquellas especies, nativas o exóti-cas, que estén en proceso de expandir su rango de distribución dentro de la isla y de ubicar los sitios donde se esté realizando la recuperación del ecosistema de manera natural a medida que avanza la erradicación de cabras.

La determinación taxonómica de los ejemplares se hará con la ayuda de expertos o con la bibliografía adecuada, y se tomarán fotografías y coordenadas geográficas de los ejemplares en cues-tión como registro.

c. Seguimiento de especies de interés económico para la cooperati-va local (abulón y langosta), con indicadores de sustentabilidad.

d. Coordinación entre grupos de investigación. Se establecerán trabajos coordinados entre grupos de investigación para el se-guimiento permanente de la recuperación del ambiente.

e. Seguimiento de especies clave e indicadoras para evaluar la re-cuperación del ambiente. Los investigadores definirán cuáles son las especies a las que deberá darse seguimiento. Sin embar-go, existen ya algunas definiciones de especies que claramente deben ser monitoreadas:

• Especies de flora endémica y/o rara. • Especies de flora invasora. • Aves, con especial énfasis en la sobrevivencia de crías, para

monitoreo de la recuperación con la erradicación de los gatos. Asimismo, la realización de inventarios de especies y estimacio-nes de abundancia.

• Roedores introducidos para evaluar comportamiento pobla-cional con la remoción de los gatos.

• Monitoreo de la expansión de la cobertura arbórea (de largo plazo).

• Invertebrados plaga, particularmente himenópteros.

f. Ambiente físico. Monitoreo de la erosión y la dinámica hídrica de aguajes.

Análisis de sustrato. Se tomará una muestra de sustrato de los primeros 10 cm de la capa superficial. Se extraerá 1 kg de tie-rra que será divido en dos porciones: la primera, será utilizada para cuantificar características físicas del suelo —textura, pH, contenido de materia orgánica, contenido total de nitrógeno, contenido total de carbonato y conductividad eléctrica— y en la segunda se evaluará la presencia del banco de semillas.

g. Aspectos socioeconómicos. Monitoreo de la calidad de vida de la comunidad local: cooperativa pesquera y destacamento de la Armada de México, con indicadores universales estándar, así como la realización de campañas de educación ambiental

Temporalidad en el monitoreo:Dos veces al año (uno en temporada de lluvias) para especies de

flora endémica, rara e invasora.Concluida la erradicación se realizará una visita de campo coor-

dinada entre distintos grupos de investigación.

Participantes en la fase permanente de monitoreo: • Instituto Nacional de Ecología • Secretaría de Marina-Armada de México • Grupo de Ecología y Conservación de Islas • Island Conservation Otros posibles participantes: • Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas • Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad • Dirección General de Vida Silvestre

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276 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

• Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada • Universidad Autónoma de Baja California • Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste • Colegio de Posgraduados, Campus Montecillos • Universidad Nacional Autónoma de México • University of California, Davis y Santa Cruz • Department of Planning and Land Use County of San Diego

• Santa Bárbara Botanic Garden • San Diego Natural History Museum • The Nature Conservancy • Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A.C. • Soil Ecology Restoration Group, San Diego

RESULTADOS ESPERADOS

La erradicación total de cabras, gatos y perros de la isla. En monito-reos realizados después de la erradicación se deberá corroborar que no ha quedado ninguno de estos mamíferos introducidos.

BIBLIOGRAFÍA

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278 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

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RESÚMENES EN ESPAÑOL 279

Resúmenes en español

CARTOGRAFÍA BASE PARA LA CONSERVACIÓN DE ISLA GUADALUPE. AVANCES, PERSPECTIVAS Y NECESIDADES

C. García-Gutiérrez , A. Hinojosa-Corona, E . Franco-Viazcaíno, P. J. Rig gan, G. Bocco, L . Luna-Mendoza, A. Aguirre-Muñoz , J. Maytorena-López , B. Keitt , B. Tershy, M. Rodríguez-Malagón y N. Biavaschi

Isla Guadalupe se localiza en la parte más occidental de México. Por su origen volcánico, sus siete millones de años y por hallarse a 250 km de

la península de Baja California, ha desarrollado evolutivamente un alto grado de endemismos de flora y fauna terrestre y marina. No obstante, la introducción de cabras hace más de un siglo y recientemente, de gatos, perros y ratones, ha producido un detrimento principalmente de su ve-getación y colonias de aves, a tal grado que en estos momentos peligra su bosque y la colonia de Albatros de Laysan en la porción sur de la isla.

El interés por el estudio del medio físico natural de Isla Guadalupe creció a partir de la segunda mitad del siglo XX, sin embargo, la informa-ción no se ha integrado de manera sistemática para su consulta y análisis, debido principalmente a la falta de una cartografía precisa.

Para llenar este vacío se comenzó con la integración de un Sistema de Información Geográfica (SIG) a partir de la georreferenciación y digi-talización de una ortofoto de 1980 adquirida y procesada por el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). Los niveles de información obtenidos a partir de la ortofoto son las curvas de elevación, cuencas de escurrimiento, hidrología superficial, caminos y la cobertura de vegetación en el bosque. De otras fuentes de información como las proporcionadas por la Comisión Nacional del Agua (CNA), se digitalizó la ubicación de aguajes. A partir de datos obtenidos en campo se genera-ron capas con base en el comportamiento de las cabras ferales, como los sitios de pastoreo, descanso, refugio y criadero. A partir de las curvas de elevación se generó un modelo digital el cual permite visualizar en relieve la accidentada topografía de la isla.

Medusa púrpura, Pelagia noctiluca, en mar abierto. Foto: Phillip Colla

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280 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

A futuro, se pretende integrar imágenes multiespectrales de alta re-solución del sensor Firemapper, el cual está diseñado para el estudio de vegetación y la observación de los diversos rasgos de la superficie de la isla con mucho detalle.

Finalmente, el desarrollo e implementación del SIG permitirá la integra-ción y análisis sistemático de información para las diversas actividades de conservación tales como los estudios base, erradicación, restauración, mo-nitoreo y educación ambiental. Con lo anterior, se logrará rescatar una de las más ricas y maravillosas reservas de la biosfera de México y el mundo.

CONDICIONES METEOROLÓGICAS EN EL SUR DE ISLA GUADALUPE

R. Castro, A. Mascarenhas, A. Sánchez-Barba, R. Durazo y E . Gil-Silva

Se utilizan observaciones de datos horarios, entre abril de 2000 y abril de 2003, de una estación meteorológica ubicada en el sur de Isla Gua-

dalupe (IG), Baja California, para describir los patrones diurnos y estacio-nales de los vientos, presión atmosférica, temperatura ambiente, humedad relativa y radiación neta.

Se encontró que en la mayor parte del año, la dirección dominante de los vientos es noroeste (~319 °). Los promedios mensuales de la magnitud del viento muestran una señal estacional bien definida, con los valores más altos en primavera (7±2 m/s) y los menores en invierno (2.6±2 m/s). Las componentes de velocidad en promedio son: del oeste, -3.5 ±2.6 m/s y del norte, 4.04 ±2.6 m/s para todo el período de medición.

La temperatura ambiente y la presión atmosférica muestran también un patrón estacional. Mientras que la temperatura tiene los valores mayores en verano (21±1.2 °C, septiembre) y los menores en invierno (15±1.7 °C), la pre-sión atmosférica se comporta de manera inversa, en verano 1009±2.2 mb y en invierno 1017±2.5 mb. El promedio para un día típico de cada estación

del año muestra que el máximo de la magnitud del viento ocurre entre las 17:00-18:00 horas (7 m/s en primavera, 5.3 m/s en invierno). En su direc-ción no se observa un patrón característico de un sistema de brisas.

La humedad relativa presenta los valores mayores (menores) en el periodo de las 8:00-9:00 horas entre 78-85% (13-16 °C) y los menores (mayores) alre-dedor de las 14:00-15:00 horas con 68% (17-21 °C), dependiendo de la estación del año. La variación de la presión atmosférica durante el día muestra una oscilación semidiurna decreciendo de invierno-primavera-otoño-verano. La presencia de masas de aire continentales en la IG coincidió principalmente con eventos de vientos Santa Ana en otoño e invierno, lo cual se detectó prin-cipalmente en un aumento (disminución) de la temperatura ambiente (hu-medad relativa), así como en cambios de la dirección y magnitud del viento.

LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPE. ENTONCES Y AHORA

Thomas A. OberbauerTraducción al español: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

La vegetación actual de Isla Guadalupe es el resultado de un intenso pas-toreo de cabras españolas realizado durante al menos 150 años, posible-

mente 200. En gran parte de la isla prácticamente ya no hay cubierta vegetal y, de hecho, en muchas áreas no queda suelo debido a la extensa erosión. Al-gunas formas de vegetación sobreviven en otras partes de la isla. Desafortu-nadamente, gran parte de esta vegetación consiste en malezas introducidas. Por ejemplo, el árbol de tabaco, Nicotiana glauca, es dominante en muchas de las pendientes en el lado norte de la isla debido a su adaptación natural a las condiciones climáticas y del suelo y al desagrado de las cabras por él.

En pocos sitios de la isla han perdurado parches remanentes de plantas nativas persistentes y hierbas nativas oportunistas, aunque la vegetación de los islotes mar adentro es casi prístina. La parte suroriental de la isla también alberga lo que parece ser combinaciones naturales de Atriplex

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RESÚMENES EN ESPAÑOL 281

barclayana y Lycium formando una comunidad vegetal de arbustos bajos. Esta parte de la isla parece ser menos visitada por las cabras. En la mayor parte de la porción central de la isla existen comunidades de pastizales dominadas por especies anuales europeas aunque también albergan hier-bas nativas. Todavía existen en la isla el pino nativo, el ciprés y la palma, aunque con poca reproducción excepto, hasta ahora, en los sitios en los que se han levantado cercos de exclusión para las cabras.

Cuando E. Palmer visitó la isla, la vegetación era muy diferente, aunque ya había sido sometida a largos periodos de pastoreo por un gran número de cabras. Pero utilizando las notas de Palmer y las primeras descripciones de la isla, es posible reconstruir la vegetación que existía en Isla Guadalupe. Se sabe que los enebros formaban una comunidad dominante en la parte norte y centro. Además, los bosques de cipreses y pinos eran mucho más extensos que en la actualidad. Es también probable que muchas de las especies de su-culentas, que están casi completamente confinadas a los islotes, fueran bas-tante comunes en la isla principal antes y durante los tiempos de Palmer.

EL ESTADO ACTUAL DE LA FLORA Y LA VEGETACIÓN DE ISLA GUADALUPE

J.L . León de La Luz , J.P. Rebman y T.A. OberbauerTraduccion al español: Ana Silvia Ruiz de Chávez

Guadalupe es una isla oceánica ubicada en el Pacífico mexicano con una extensión de 36 x 12 km. Florísticamente, recibe clara influen-

cia de la Provincia Californiana. Uno de los principales rasgos de su biota nativa es la alta proporción de endemismos en varios grupos biológicos. Casi 16% de las especies nativas son endémicas, incluyendo dos géneros monoespecíficos. El ramoneo de cabras ferales, introducidas desde inicios del siglo XIX, ha devastado la mayor parte de la isla.

Actualmente, al menos 25 especies nativas han desaparecido de Gua-dalupe y muchas se encuentran en el umbral de su extinción; además, se han documentado históricamente 67 plantas exóticas, de las cuales muchas son malezas agresivas. En este trabajo se discuten ocho tipos de condiciones ambientales en la isla, en las cuales probablemente existieron diferentes agrupaciones de flora prístina, antes de su decaimiento. Es ob-via la urgencia y necesidad de un plan de recuperación, y el primer paso debe incluir la erradicación de las cabras ferales.

Solamente después de este proceso podrán aplicarse mediadas subse-cuentes para asegurar cualquier restauración de su herencia natural. El plan de recuperación requerirá dirigir procesos de repoblación vegetal tanto es-pontáneos como inducidos desde los tres islotes al sur de Guadalupe que no han sido afectados por las cabras. También podría ser necesario reintroducir taxa vegetal nativa, no endémica proveniente de las islas californianas más cercanas y de la costa mexicana con el fin de reestablecer parte de la diver-sidad original de especies de plantas y comunidades de la isla. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que las comunidades arboladas no tienen grandes es-peranzas de recuperarse en el corto plazo puesto que las condiciones del agua subterránea y el suelo han sido considerablemente alteradas. Además, la erra-dicación de un estimado de 2,000 cabras que aún habitan la isla (2003) depen-de de una vacilante motivación y voluntad de las autoridades mexicanas.

LA FLORA DE ISLA GUADALUPE Y SUS ISLOTES ADYACENTES

J. P. Rebman, T. A. Oberbauer y J. L . León de La LuzTraducción al español: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Durante la expedición de historia natural a Isla Guadalupe y sus islotes adyacentes, en junio de 2000, un equipo de botánicos entre los que

se contaban E. Ezcurra, J.L. León de la Luz, T. Oberbauer y J. Rebman, ob-

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servó, examinó y llevó a cabo colectas de flora. En total, se realizaron 149 colectas de plantas, de las cuales cuatro especímenes documentan nuevos registros de distribución de especies nativas o exóticas que no se conocían para la isla. El trabajo botánico más significativo durante la expedición fue realizado en el islote Toro (Adentro) no explorado previamente. Mien-tras se realizaban exploraciones en el Islote Zapato se realizaron otras observaciones botánicas importantes sobre la biología reproductiva de dos especies (Mammillaria blossfeldiana var. shurliana y Cistanthe gua-dalupensis) endémicas del grupo de Isla Guadalupe.

Los datos biológicos obtenidos durante esta expedición han ayudado a aportar información adicional sobre la biodiversidad en todas las áreas te-rrestres de Isla Guadalupe y sus islotes, la cual puede utilizarse para tomar decisiones acerca de la conservación de la isla y para evaluar los impactos de las cabras y gatos ferales. La información florística recopilada en la expe-dición ha servido para complementar el conocimiento existente sobre la to-talidad de la flora de Isla Guadalupe según lo presentado por Moran (1996). Algunos datos florísticos adicionales, presentados por Steve Junak en este libro han sido incorporados al análisis florístico que se presenta en esta pu-blicación. También, se presentan notas sobre la diversidad florística general de Isla Guadalupe y sus islotes así como listados para cada uno de ellos.

ESFUERZOS RECIENTES DE CONSERVACIÓN Y APUNTES SOBRE EL ESTADO ACTUAL DE LA FLORA DE ISLA GUADALUPE

S. Junak, B. Keitt , B. Tershy, D. Croll , L.M. Luna-Mendoza y A. Aguirre-MuñozTraducción al español: Ana Si lvia Rui de Chávez

Con un área de 225 km2, Isla Guadalupe alberga una flora única. Desafortunadamente, en el siglo XIX fueron introducidas las ca-

bras ferales, que han alterado drásticamente sus ecosistemas. Los bos-

ques, antiguamente extensos, de cipreses, palmas y pinos endémicos, al igual que los bosquecillos de enebros y encinos, han quedado reducidos de manera radical, y algunas plantas introducidas han invadido extensas áreas. Aunque hace pocos años algunas cabras fueron removidas de la isla, la erosión se ha extendido y al menos 20 taxa de plantas nativas han sido extirpadas.

En junio de 2001, visitamos Isla Guadalupe para evaluar el estado actual de la flora y seleccionar sitios para cercos exclusores para prote-ger algunas de las plantas nativas que aún quedan en ella. Una coalición formada por el gobierno mexicano, la Secretaría de Marina Armada de México, la cooperativa pesquera local, la Seacology Foundation y el Gru-po de Ecología y Conservación de Islas, levantó doce cercos de exclusión en otoño de 2001. En conjunto, se utilizó alrededor de 1.6 km de cerca para las exclusiones. Los transectos lineales permanentes, instalados para documentar los cambios a largo plazo en la vegetación dentro y fuera de las áreas cercadas, fueron interpretados en primavera de 2002, 2003, 2004 y 2005.

Durante las inspecciones, redescubrimos una menta endémica (Satu-reja palmeri) y una especie de tabaco nativo (Nicotiana attenuata) que se pensaban extintos en la isla. Además, se documentaron varios registros de plantas nuevas para la isla (ej., Simmondsia chinensis); se encontraron plantas endémicas (ej., Solanum clokeyi) en áreas en donde no se habían registrado antes, y se encontraron taxa de plantas nativas que rara vez son vistas (ej., Githopsis diffusa var. guadalupensis). Encontramos que varias plantas no nativas (ej., Atriplex semibaccata, A. suberecta, Sisym-brium irio, y S. orientale) se expandieron considerablemente durante la última década. Los cercos aportaron valiosas ideas sobre la recuperación

Encino, Quercus tormentella. Foto GECI

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potencial de las plantas en ausencia de las cabras. Mientras que la mayor parte de las plantas nuevas dentro de los cercos consistía en pastos no nativos, varias especies nativas respondieron a la reducción de la herbivo-ría. Lo más notable es que en junio de 2005 contamos 1,800 plántulas de pino dentro de las exclusiones, sobrepasando el número total de árboles adultos estimados en la isla. El descubrimiento más sorprendente fue un ceanoto joven (Ceanothus arboreus) dentro de uno de los cercos. La últi-ma ocasión en que se vió algún tipo de ceanoto en la isla fue durante la década de 1890 y nunca más había sido reportado. Aunque los ecosiste-mas naturales presentan grandes daños, nuestras observaciones indican que hay esperanza para la singular flora de la isla si las cabras ferales son removidas pronto.

LA SITUACIÓN ACTUAL DE LA POBLACIÓN DE PINUS RADIATA EN ISLA GUADALUPE Y UNA ESTRATEGIA PARA SU RESTAURACIÓN

J. J. Vargas-Hernández1, D. L . Rogers , A. C. Matheson y J. J. Guerra-Santos

En el año 2001, un grupo de investigadores de varios países realizó una expedición a Isla Guadalupe con el propósito de evaluar la si-

tuación actual de Pinus radiata en la isla, determinar los principales riesgos y amenazas que enfrenta dicha población y establecer los posi-bles requerimientos para su restauración futura. Para ello se realizó un censo de los árboles adultos y se registraron las coordenadas geográficas de una muestra de ellos, obteniendo información dasométrica, ecológica y fitosanitaria. La población de Pinus radiata está representada por un total de 220 árboles adultos, sobre-maduros y distribuidos en pequeños manchones o árboles aislados. Además de la presencia de las cabras que ha impedido la regeneración por siglos, el tamaño reducido de la pobla-ción y la edad avanzada de los árboles son otras amenazas importantes

a su conservación. La pérdida de vigor y la muerte gradual de los árboles conducen a la población a su extinción si no se implementan medidas urgentes para revertir el proceso. Aunque la remoción de las cabras es el primer paso para iniciar la restauración de esta población, y con ello la recuperación de todas las especies asociadas a este ecosistema particu-lar, es necesario considerar los aspectos ecofisiológicos y genéticos para asegurar el restablecimiento de la población. La regeneración natural es preferible en las primeras etapas de restauración; sin embargo, en función de las condiciones ambientales y el nivel de endogamia, podría ser necesario modificar el microambiente y transferir semillas o plantas dentro de la población.

NOTAS SOBRE LAS AVES TERRESTRES Y ACUÁTICAS DE ISLA GUADALUPE

D. C. Barton, K. E . Lindquist , R. W. Henry III y L . M. Luna MendozaTraducción al español: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

En este trabajo se describen las observaciones de aves terrestres y aves acuáticas resultado de una visita de dos meses a Isla Guadalupe, du-

rante el invierno de 2003. Nuestro informe incluye el primer reporte, para una isla, del Playero Alzacolita (Actitis macularia) y del Chipe Playero (Dendroica palmarum). No encontramos evidencia de la presencia de ninguno de los taxa endémicos que se pensaban extintos, a pesar de haber realizado búsquedas intensivas y extensivas en aquellas partes de la isla que han sido visitadas con poca frecuencia. Aún quedan en la isla tres taxa endémicos de aves terrestres; no obstante, cada uno de ellos se encuentra en peligro debido a la pérdida de hábitat y la depredación ocasionadas principalmente por las cabras y gatos ferales. Ponemos al día el estado de las especies que han sido reportadas en otras expediciones como coloni-zadoras recientes de la isla.

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HISTORIA DE LA AVIFAUNA ANIDANTE DE ISLA GUADALUPE Y LAS OPORTUNIDADES ACTUALES DE CONSERVACIÓN

L. M. Luna Mendoza, D. C. Barton, K. E . Lindquist y R. William Henry III

La avifauna insular representa una gran proporción de la diversidad de aves en el mundo. Sin embargo, las aves de las islas son muy vulnera-

bles a los mamíferos no nativos y a la pérdida de hábitat causada por estos. En la isla Guadalupe, localizada a 240 km al oeste de Guerrero Negro en Baja California, son evidentes los efectos de la introducción de mamíferos no nativos por el hombre. Diez taxa de aves se han extinto, seis de ellos endémicos, a causa de la masiva pérdida del hábitat y su alteración por las cabras, así como por la depredación por gatos ferales introducidos por el hombre en el siglo XVIII. La extinción del Saltapared de Guadalupe (Thryromanes bewickii brevicauda) y el Rascador de Ojo Rojo de Guadalu-pe (Pipilo erythrophtalmus consobrinus) se debió a la pérdida de matorral y depredación por gatos. Las poblaciones de aves nativas que aún perma-necen en la isla se encuentran en una situación precaria y sujeta a cambios a causa de la influencia humana. Aunque se carece de datos cuantitativos de las poblaciones es claro que el Pinzón y Junco de Guadalupe están en peligro de extinción. El Saltaparedes Roquero de Guadalupe (Salpinctes obseletus guadalupensis), es tal vez la única ave endémica cuyo hábitat se ha expandido significativamente debido al pastoreo de cabras. Además de las extinciones, se ha observado la colonización de seis o posiblemente siete taxa, algunos de los cuales pueden haber sido introducidos recien-temente, como la huilota común (Zenaida macroura). Las aves marinas aún están muy bien representadas en la isla y sus islotes, estos últimos libres de mamíferos introducidos. La isla tiene importancia regional para poblaciones del Pacífico de Baja California ya que alberga a la población entera de la subespecie anidante de invierno de Petrel de Leach (Oceano-droma leucorhoa cheimomnestes).

En esta isla hay una muy importante población de Albatros de Laysan (Phoebastria immutabilis) que tiene un rápido crecimiento, de gran rele-vancia en la región del Pacífico oriental.

Las aves anidantes remanentes en isla Guadalupe representan una enorme oportunidad de conservación. La erradicación de las cabras y ga-tos beneficiará directamente a las poblaciones de aves así como también a la gran diversidad de plantas nativas y la integridad ecológica de la isla.

SERIE DE TIEMPO DE PRODUCTIVIDAD (1970-2003) EN EL ECOSISTEMA MARINO DE ISLA GUADALUPE

B. Hernández de la Torre , G. Gaxiola Castro, R. Aguirre Gómez , S . Álvarez Borrego, R. Lara-Lara y S . Nájera Martínez

Se muestra la serie de tiempo desde 1970 hasta 2003 de productividad primaria (gC•m-2•d-1), temperatura superficial del mar y tasa f en una

cuadrícula de 1º x 1º situado en los 29º.0 N y 119º.0 W en las cercanías a la Isla Guadalupe. Se observan anomalías positivas de producción pri-maria en los primeros años de la década de los setentas con una rápida disminución a partir de 1976 hasta llegar a valores negativos después de 1979. Los pulsos positivos de productividad importantes ocurrieron en 1987, 1992, 1994, 1999 y 2003. La tasa f presentó máximos en 1972, 1976 y 1999. Los valores mínimos se registraron durante 1982-83 y fluctuaron hacia niveles bajos en 1992-93 y 1997-98. La temperatura superficial del mar oscila entre mínimas de 14.9 y 21.7 ºC como promedio. De diciembre a mayo las temperaturas son frías con un mínimo en marzo, mientras que de junio a noviembre las temperaturas son cálidas con un máximo en septiembre. A partir de 1995 se muestra una recuperación de la produc-tividad en esta zona.

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LOS TIBURONES DE ISLA GUADALUPE

J. P. Gallo-Reynoso, A. L . Figueroa-Carranza y M. del P. Blanco-Parra

En Isla Guadalupe hemos encontrado 17 especies de tiburones, de las cuales 11 han sido observadas por nosotros y las demás reportadas en

la literatura. Entre las especies que se encuentran en la isla están el tiburón cornudo (Heterodontus francisci), tiburón mamón (Mustelus californi-cus), tiburón leopardo (Triakis semifasciata), tiburón toro (Carcharhinus leucas), tiburón de puntas blancas oceánico (Carcharhinus longimanus), tintorera (Galeocerdo cuvier), tiburón azul (Prionace glauca), tiburón martillo (Sphyrna sp.), tiburón blanco (Carcharodon carcharias), tiburón mako (Isurus oxyrhynchus), tiburón sacabocados (Isistius brasiliensis), ti-burón de clavos (Echinorhinus cookei), peje gato globo (Cephaloscyllium ventriosum), tiburón gambuso (Carcharhinus obscurus), tiburón salmón (Lamna ditropis), tiburón dormilón (Somniosus pacificus) y cazón espino-so (Squalus acanthias).

Se realizaron un total de 220 días de observación, en diferentes meses, estaciones y años a partir de 1983. No se conoce el tamaño de la población de las diferentes especies de tiburones de la isla, se conoce la residencia anual de algunos individuos de tiburón blanco, debida a la abundancia de especies de pinnípedos y de peces escombridos. Algunas especies han sido observadas ocasionalmente debido a los fenómenos oceanográficos como El Niño, tal es el caso de la tintorera y el tiburón toro. Varias de las espe-cies son migratorias, como el tiburón mako, el tiburón azul y el tiburón salmón, otras especies tienen una amplia distribución como el tiburón de puntas blancas oceánico. Las especies de menor tamaño como el tiburón cornudo, el tiburón leopardo, el tiburón mamón y el cazón espinoso son residentes de la isla y son capturadas como fauna de acompañamiento en las trampas de langosta roja (Panulirus interruptus). Es importante recal-car que estas especies, junto con su entorno, deben ser protegidas de la explotación directa y que pueden ser utilizadas sustentablemente por me-

dio de la observación turística en jaulas, principalmente las especies más carismáticas como el tiburón blanco, el tiburón azul y el tiburón mako.

Isla Guadalupe es de gran importancia para estas especies de tiburo-nes, debido a que es una zona de mayor biodiversidad que las aguas abier-tas, lo que permite la agregación de especies en la cadena alimenticia y por lo tanto les permite a los tiburones explotar los abundantes recursos del área.

LOS PINNÍPEDOS DE ISLA GUADALUPE

J. P. Gallo-Reynoso, B. J. Le Boeuf, A. L . Figueroa-Carranza y M.O. Maravilla-Chávez

Las poblaciones de elefante marino, Mirounga angustirostris, y de lobo fino de Guadalupe, Arctocephalus townsendi, fueron casi extermina-

das en isla Guadalupe durante el siglo XIX. En esta isla sobrevivieron in-dividuos de ambas especies, a partir de los cuales sus poblaciones se han recuperado exitosamente.

La población de elefante marino se recuperó de una manera explosiva y hoy en día hay más de 150,000 en las colonias de México y los Estados Unidos; en Guadalupe, cerca de 30,000 individuos en el punto máximo del periodo reproductivo (enero-febrero) y esta cifra se ha mantenido es-table al menos durante los últimos 30 años.

El lobo fino de Guadalupe es el único representante del género Arcto-cephalus en el hemisferio norte, y su población se ha recuperado de una manera más paulatina. Sólo se reproduce en la costa oriental de la isla y su número actual alcanza los 12,000 individuos y cuenta con una nueva colonia reproductora en la Isla San Benito del Oeste.

Por su parte la población del lobo marino de California, Zalophus ca-lifornianus, es de aproximadamente 1,500 individuos, pero ha mostrado fluctuaciones importantes sin causa aparente. En isla Guadalupe se repro-

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duce en dos sitios, su principal colonia se halla al sur, en el Islote Zapato (Isla de Afuera) y con un número menor de animales, en el Cantil Blanco, cerca de Roca Vela, en la parte norte de la isla; probablemente esta pobla-ción tenga un cierto grado de aislamiento con respecto a las poblaciones de lobos marinos de las islas cercanas a la Península de Baja California.

Isla Guadalupe es muy importante en la historia de la conservación a nivel mundial dado que fue el primer lugar que decretó el gobierno mexi-cano, en 1922, como reserva para la protección y conservación de los ele-fantes marinos y de los lobos finos; un decreto posterior, de 1928, declaró la protección de la isla como Zona Reservada para la Caza y Pesca de Es-pecies Animales y Vegetales.

LOS CETÁCEOS DE ISLA GUADALUPE

J.P. Gallo-Reynoso y A L. Figueroa-Carranza

Las poblaciones de cetáceos de Isla Guadalupe son poco conocidas, hoy en día se sabe de la existencia de 18 especies, 16 de ellas observa-

das por nosotros y dos reportadas en la literatura. Entre las especies que se encuentran en la isla, cuatro son misticetos: ballena jorobada (Megap-tera novaeangliae), ballena minke (Balaenoptera acutorostrata), ballena de aleta (B. physalus) y ballena azul (B. musculus), y 14 odotocetos: dos especies de cachalote (Physeter macrocephalus) y cachalote enano (Ko-gia sima); cinco especies de ballenas picudas, ballena picuda de Cuvier (Ziphius cavirostris), ballena picuda de Baird (Berardius bairdii), ballena picuda de nariz de botella (Hyperoodon ampullatus), ballena picuda de Hubbs (Mesoplodon carlhubbsi) y ballena picuda de Perrin (M. perrini) que aún no está plenamente identificada. Entre los delfines se observaron toninas (Tursiops truncatus), delfines comunes de rostro corto (Delphinus delphis), delfines de costados blancos (Lagenorhynchus obliquidens), del-fín de Risso (Grampus griseus), delfín cabeza de melón (Peponocephala

electra), orcas (Orcinus orca) y calderones de aletas cortas (Globicephala macrorhynchus).

Se realizaron 220 días de observación en diferentes meses, estacio-nes y años a partir de 1983. No se conoce el tamaño de la población de las especies de cetáceos que han sido observadas alrededor de la isla, de algunas se conoce su residencia anual y la observación de otras ha sido ocasional debido a los fenómenos oceanográficos como El Niño. Varias de las especies son migratorias, tal es el caso de los grandes misticetos y del cachalote. Otras especies como las ballenas picudas son probablemente residentes del lugar, al igual que las toninas, los demás delfines no son re-sidentes del área pero continuamente la visitan.

Isla Guadalupe parece ser de gran importancia para las especies visi-tantes, debido principalmente a que es una zona de agregación de la ca-dena alimenticia, lo que permite a varias de estas especies explotar los abundantes recursos del área.

EL IMPACTO DE LOS GATOS INTRODUCIDOS (FELIS CATUS) EN EL ECOSISTEMA DE ISLA GUADALUPE

B. Keitt , R. Henry, A. Aguirre Muñoz , C. García, L . Luna Mendoza, M.A. Hermosillo, B. Tershy y D. CrollTraducción al español: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Los mamíferos depredadores introducidos constituyen una de las prin-cipales causas de extinción de las especies de las islas. Los gatos fe-

rales (Felis catus), en particular, son responsables de un gran número de extinciones y extirpaciones de una variedad de taxa de las islas, incluyen-do aves, mamíferos y reptiles. Las 20 islas del Pacífico en Baja California y los islotes principales posseen una gran biodiversidad que incluye 47 vertebrados endémicos y una rica avifauna de aves marinas que compren-de 22 especies y subespecies. Desgraciadamente, los gatos ferales fueron

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introducidos en 16 de estas islas con consecuencias devastadoras, espe-cialmente en la más singular de ellas, Isla Guadalupe. Los gatos ferales han contribuido a la extinción de dos especies endémicas de mamíferos y siete especies endémicas de aves terrestres, de las cuales cinco eran es-pecíficas de Isla Guadalupe. Asimismo, los gatos ferales han contribuido a la extinción del Petrel de Guadalupe (Oceanodroma macrodactyla) y a la extirpación de aproximadamente 17 poblaciones reproductivas de aves marinas, incluyendo especies como el Mérgulo de Xantus (Synthliboram-phus hypoleucus hypoleucus) y posiblemente dos subespecies del Paiño de Leach (O. leucorhoa cheimomnestes, O. l. socorroensis), endémicas de Guadalupe.

En varios países alrededor del mundo se han desarrollado métodos para remover de las islas a gatos ferales y éstos han sido utilizados con éxito. En las islas del Pacifico en Baja California los gatos han sido remo-vidos exitosamente en ocho islas y se han extinguido de manera natural en otras cuatro. La remoción de gatos en estos ecosistemas ha disminuido drásticamente la presión predatoria para muchas especies de aves mari-nas y probablemente ha contribuido a la recolonización de especies pre-viamente extirpadas en varias de las islas.

En la actualidad aún hay gatos en las islas Guadalupe, Cedros, Marga-rita y Magdalena. Desde una perspectiva de conservación de la biodiver-sidad, la remoción de los gatos de Isla Guadalupe es la prioridad número uno. Trabajos recientes han documentado los altos niveles de depredación para la reproducción del Albatros de Laysan (Phoebastria immutabilis) en Guadalupe y la mortalidad de otras especies de aves marinas como el Paiño de Leach, el Mérgulo de Xantus, y pardelas (Puffinus opisthomelas) potencialmente en búsqueda de sitios para anidar. Esto indica que dichas especies podrían recolonizar rápidamente la isla ante la ausencia de los gatos. Una vez concluida, esta será la segunda isla más grande en donde los gatos hayan sido erradicados. Debido al tamaño y la topografía de Isla Guadalupe será necesario desarrollar un plan detallado y utilizar técnicas múltiples para lograr la erradicación.

EL MONITOREO DE LOS IMPACTOS DE LA ERRADICACIÓN DE CABRAS Y OTRAS ACCIONES DE MANEJO SOBRE LAS PLANTAS Y ANIMALES DE ISLA GUADALUPE

J. M. Randall , I. Granillo, R. Shaw, B. Keitt y S . JunakTraducción al español: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Un programa de monitoreo bien planeado y coordinado es vi-tal para alcanzar el éxito en la restauración de la f lora y fauna

de Isla Guadalupe, que es el objetivo final de la erradicación de las cabras que se ha sugerido. Algunos elementos elegidos de la f lora, la fauna y el medio físico de la isla deben ser monitoreados antes, durante y después de la erradicación para poder determinar si el ob-jetivo final está siendo alcanzado. La información obtenida a partir del monitoreo proporcionará una base científica para tomar decisio-nes de gestión que serán necesarias para una restauración exitosa, entre ellas la identificación temprana de posibles efectos colaterales indeseables de la erradicación de las cabras que, si son atendidos de manera temprana, podrían evitar graves daños y ahorrar recursos. Entre los posibles efectos colaterales indeseables están la dispersión acelerada y el aumento en la abundancia de especies vegetales in-vasoras y el daño subsecuente a las plantas nativas y la pérdida de alimento y cubierta para los insectos y aves nativas. Los datos del monitoreo serán también de utilidad para conseguir apoyo finan-ciero e institucional para éste y otros proyectos de erradicación en islas. Por consiguiente, sugerimos firmemente que se lleve a cabo un programa de monitoreo de largo plazo, bien planeado, a la par de la erradicación de las cabras que ha sido propuesta. Para ello se requie-ren cinco pasos: 1) establecer metas y objetivos de conservación para Isla Guadalupe; 2) identificar acciones de gestión diseñadas para lo-grar dichos objetivos (por ejemplo,la erradicación de las cabras); 3) identificar las amenazas que pudieran evitar alcanzar los objetivos

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de conservación, incluyendo acciones potenciales; 4) establecer ob-jetivos de monitoreo diseñados para generar información necesaria para evaluar e informar las decisiones de gestión; y 5) diseñar un programa de monitoreo coordinado para alcanzar los objetivos del monitoreo.

Ofrecemos algunas sugerencias para un programa de monitoreo efec-tivo en relación con el costo que arroje la información necesaria y que sea práctico en la escarpada y remota Isla Guadalupe. Dicho programa deberá incluir percepción remota/fotografía aérea, fotografía de parcelas, y cua-drantes y transectos que sean evaluados cuantitativamente a intervalos regulares para conocer los cambios en la composición y abundancia de las comunidades, especies y variables ambientales elegidas, consideradas probables de responder significativamente a la erradicación. Las imagines aéreas tomadas en 1980 y en 2002 están disponibles, y deberán progra-marse nuevos vuelos al menos anualmente durante todo el proceso de erradicación y cinco años después de concluirlo. Asímismo, apoyamos el establecimiento de fotografías de parcelas construidas a partir de la base proporcionada por las fotografías tomadas por Reid Moran en las décadas de los años 1940-1980 para su libro sobre la flora de la isla. Los 36 tran-sectos de vegetación establecidos en el año 2002 para determinar cambios en los cercos de exclusión para cabras y las zonas adyacentes con accesos para las mismas pueden servir como el punto de inicio para una serie más amplia de cuadrantes. Proponemos también un muestreo mayor para proporcionar más información necesaria para un manejo adaptativo con bases científicas.

LA CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE LA CONSERVACIÓN Y EL DESARROLLO SUSTENTABLE DE ISLA GUADALUPE

A. Aguirre Muñoz , E . Ezcurra, E . Enkerlin Höf lich, J. Soberón Mainero, L .M. Salas Flores , K. Santos del Prado, E . Peters , L . Luna Mendoza, B. Tershy, B. Keitt , C. García Gutiérrez e I. Aguirre Bielschowsky

La Isla Guadalupe es el rincón del país más alejado de la región noroes-te de México, en el Pacífico abierto, frente al Desierto Central de Baja

California. En términos de biodiversidad y productividad tiene relevan-cia en las escalas regional, nacional y global. Destacan las aves marinas, los bosques de especies o variedades endémicas de ciprés, palma, pino y junípero, y los mamíferos marinos. Por su localización, Guadalupe tiene enorme importancia en términos de soberanía y demarcación de la Zona Económica Exclusiva. La isla es base de una cooperativa pesquera cuyo sustento es el abulón y la langosta. Hay también un destacamento perma-nente de la Secretaría de Marina-Armada de México.

Los daños hechos en la isla a lo largo de más de un siglo por cabras y gatos ferales han sido graves. Se estima en un trabajo presentado aquí mismo que el área de distribución de los bosques se ha reducido de cerca de 8,000 ha a mediados del siglo XIX a sólo cerca de 100 ha, más extinción de aves y graves trastornos ecosistémicos. Con esa tendencia, el riesgo de extinción del bosque es inminente. De ahí la urgencia de iniciar su res-tauración.

Llevar a la práctica el reconocimiento de la importancia de la isla y su restauración implica el cumplimiento de diversas exigencias. Es necesario armonizar diversos planos e intereses y la acción coordinada de actores. Un marco fundamental es el legal, relacionado con políticas públicas que orienten el uso de la isla hacia la conservación y el desarrollo sustenta-ble. Otro aspecto importante es la percepción y actitud de los usuarios y la opinión pública. Por su parte, las acciones prácticas relacionadas con la erradicación de las especies introducidas demandan un plan eficaz de

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erradicación de cabras y gatos ferales, con recursos económicos y huma-nos apropiados, con metas y tiempos. Finalmente, la restauración requiere de un acompañamiento estrecho por parte de la investigación científica. Se trata de enriquecer los planes de erradicación, de llevar a cabo estudios de línea base, del monitoreo de la recuperación de la isla, de la elaboración de planes para una restauración activa y del diseño de planes de manejo para la conservación y el desarrollo sustentable.

Las dependencias federales —SEMARNAT, Instituto Nacional de Eco-logía, CONANP y SEMAR— han perfilado ya una coordinación para iniciar acciones concretas a fines de 2003. La CONANP ha promovido el desarro-llo de un marco legal favorecedor. El INE impulsa investigación aplicada, incluyendo el taller del que deriva este libro. La Secretaría de Marina par-ticipa en el desarrollo de un plan de erradicación de cabras y gatos ferales y analiza su apoyo en cuestiones logísticas, indispensable para el éxito de todo el proyecto. El Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. ha adelantado trabajo de planeación para la erradicación de especies intro-ducidas, recopilación de información y avances en estudios de línea base, además de contribuir a la edición del estudio técnico justificativo y ges-tiones para la creación de la Reserva de la Biosfera. Dado el alto grado de dificultad, sólo con el concurso pleno de las partes interesadas es posible lograr la restauración efectiva de la isla.

PLAN DE ERRADICACIÓN DE ESPECIES INTRODUCIDAS EN ISLA GUADLAUPE

E. Ezcurra, A. Aguirre , L .M. Salas, C. García, L . Luna, K. Santos del Prado y E . Peters

Isla Guadalupe, la última frontera de México en el Océano Pacífico, po-see altos niveles de endemismo de flora y fauna, y es refugio y sitio de

reproducción de especies de mamíferos marinos y numerosas especies de

aves, razón por la cual tiene relevancia a escala mundial en términos de biodiversidad. Sin embargo, la introducción deliberada de cabras domés-ticas (Capra hircus) a mediados del siglo XIX y su rápida explosión demo-gráfica ocasionaron el colapso de los bosques de pino (Pinus radiata var. binata) y ciprés (Cupressus guadalupensis) en el norte de la isla, reducien-do su distribución de 3,000 hectáreas estimadas a sólo 105 hectáreas en la actualidad. Asimismo, otras especies introducidas como perros, ratones y, sobre todo, gatos, han afectado a las poblaciones de aves y han ocasionado la extinción de especies endémicas como el Caracara (Polyborus lutosus) y el Petrel de Guadalupe (Oceanodroma macrodactyla).

Debido al valor biológico y ecológico de la isla, el Gobierno Federal Mexicano considera prioritaria su conservación, por lo que ha iniciado algunas acciones: la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas de la SEMARNAT ha propuesto decretarla como Reserva de la Biosfera, y el Congreso de la Unión ha llegado a un punto de acuerdo sobre la necesidad de su restauración y ha exhortado a las dependencias del Ejecutivo Federal para que sumen esfuerzos y respalden urgentemente la erradicación de fauna exótica.

Asimismo, el Instituto Nacional de Ecología ha reconocido la necesi-dad inmediata de contar con un Plan de Erradicación de Especies Intro-ducidas que se englobe en un Plan Maestro de Conservación de mediano y largo plazos. Ha iniciado la coordinación interinstitucional para la ela-boración del Plan de Erradicación y ha destinado recursos financieros y humanos con el fin de comenzar la erradicación de cabras y gatos a me-diados de 2004 y concluirla hacia finales de 2005.

Otros resúmenes

Los compiladores de esta obra consideraron útil incluir, además, otros resúmenes aunque no se contó con los textos finales.

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DIAGNÓSTICO DE PLAGAS Y ENFERMEDADES EN LA POBLACIÓN DE PINUS RADIATA EN ISLA GUADALUPE

J. J. Guerra-Santos, J. J. Vargas-Hernández , D. L . Rogers y A. C. Matheson

Los lugares en donde se distribuye de manera natural el Pinus radiata en el continente han sido afectados por una gran cantidad de agentes

de disturbio en particular las plagas y enfermedades. Una de las enfer-medades más importantes es el cancro resinoso de los pinos causado por Fusarium circinatum, que afecta a una gran cantidad de especies de pino tanto en México como en Estados Unidos. Como parte de la expedición a Isla Guadalupe que se realizó en el año 2001, se revisó la condición sani-taria de la población para conocer a las plagas y enfermedades que se en-cuentran en los árboles. Fueron colectadas muestras de partes vegetativas con evidencias de presentar daños principalmente en ramas y fueron ob-servados en distintas partes de los árboles las evidencias de otros agentes. Los resultados de laboratorio permitieron determinar que la enfermedad no se encuentra presente en la isla y que los daños observados como sín-tomas parecidos a la enfermedad se deben a otras causas. Se encontraron evidencias de insectos, algunos de los cuales se conocen como vectores de la enfermedad, pero no se encontraron insectos vivos asociados a los pinos, al menos durante el tiempo en que se efectuaron las observaciones en la isla. Actualmente se trabaja en el diagnóstico de patógenos en la semilla colectada para determinar si éste es transportado en ella, debido a que será almacenada y puede ser utilizada en un futuro para realizar acciones de restauración, por lo que se debe garantizar que el patógeno no se encuentre asociado.

ESTATUS DE LAS AVES TERRESTRES EN EL BOSQUE DE CIPRÉS DE ISLA GUADALUPE EN 2000

P. Unitt y A. van der HeidenTraducción al español: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Como parte de la expedición binacional a Isla Guadalupe realizada en 2000 se exploró el bosque de ciprés en busca de aves terrestres, del 4

al 7 de junio. El primer objetivo fue la subespecie endémica de Reyezuelo Rojo de Guadalupe, Regulus calendula obscurus, la cual se buscó con la ayuda de cantos grabados. El fracaso en la búsqueda de esta ave confirma su extinción. La población de Saltapalos Canadiense, Sitta canadensis, está también extirpada. Las aves actualmente residentes en el bosque de ciprés son la Paloma Huilota (Zenaida macroura; colonialista reciente, común), Colibrí de Anna (Calypte anna; muy común), Carpintero Colla-rejo (Colaptes auratus; rara, recolonización desde el continente después de la extinción de una subespecie endémica), Estornino Europeo (Sturnus vulgaris; colonialista reciente, aparentemente rara); Cenzontle Norte-ño (Mimus polyglottos; colonialista reciente; rara), Fringílido Mexicano (Carpodacus mexicanus; subespecie endémica común), y Junco Ojioscuro (Junco hyemalis; subespecie endémica—posiblemente especie—insularis común). El Cernícalo Americano (Falco sparverius; rara), el Búho Llanero (Athene cunicularia; muy común), y el Saltapared Roquero (subespecie endémica Salpinctes obsoletus guadalupensis; muy común), son aves de hábitos terrestres que se encuentran en los límites del bosque de ciprés. De los ocho taxa conocidos de aves terrestres endémicas a Isla Guadalupe, sólo tres sobreviven. Aves de hábitats abiertos y perturbados han coloni-zado, mientras que la mayoría de las que utilizan matorrales y hábitats arbóreos han sido eliminadas.

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HISTORIA DE LAS COLECCIONES DE INSECTOS Y ARÁCNIDOS DE ISLA GUADALUPE (1875 A LA FECHA)

D. K. FaulknerTraducción al español: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

La colección de invertebrados terrestres en Isla Guadalupe, México, comenzó en 1875 y desde entonces ha continuado hasta el presente.

No obstante, se han hecho pocos esfuerzos por reunir colecciones am-plias de especímenes. La mayor parte del material colectado consiste de especies de amplia distribución y comunes al continente, fue colectado durante visitas de un día y frecuentemente en las elevaciones más bajas de la isla. Hasta hace poco (2000), pocas colecciones podían considerarse representativas de la fauna de insectos y arácnidos que puede encontrarse en un momento específico del año.

La diversidad de invertebrados se encuentra extremadamente depau-perada si se compara con aquella de la cercana península de Baja Cali-fornia. Un ejemplo de ello sería la comparación del número de especies de mariposas disponibles para colonizar la isla, el cual es de alrededor de 180, con el número de especies que en realidad ha sido registrado, que es de cinco. Las especies endémicas son limitadas, aunque originalmente muchas especies descritas como provenientes de la isla se consideraban únicas, esto cambió como resultado de colecciones posteriores, las cuales demostraron que muchas de ellas se encontraban en otros sitios; no obs-tante, la localidad tipo sigue siendo Isla Guadalupe. Desde el siglo XIX y hasta 1982, se habían registrado menos de 100 especies de invertebrados. Desde entonces, miles de especímenes más han sido colectados y aún es-tán siendo identificados.

Neblina y pinos en Guadalupe. Foto: GECI

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Pez cardenal, Apogon guadalupensis. Foto: Phillip Colla

Abstracts BASE CARTOGRAPHY FOR THE CONSERVATION OF GUADALUPE ISLAND. PROGRESS, PERSPECTIVES, AND REQUERIMENTS

C. García-Gutiérrez , A. Hinojosa-Corona, E . Franco-Viazcaíno, P. J. Rig gan, G. Bocco, L . Luna-Mendoza, A. Aguirre-Muñoz , J. Maytorena-López , B. Keitt , B. Tershy, M. Rodríguez-Malagón and N. BiavaschiTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Located in the farthest western portion of Mexico, and due to its volca-nic origin, its 7 million years of age, and its 250 km-distance from the

Baja California Peninsula, Guadalupe Island has developed evolutively a high degree of endemisms of flora and fauna, both terrestrial and marine. However, the introduction of goats over a century ago and more recently cats, dogs and mice, has resulted mainly in the detriment of its vegetation and bird colonies to such an extent that today its forest and its Laysan Albatross colony, in the south of the island, are at risk.

Although after the 1950s the interest in the study of the physical-natu-ral environment of Guadalupe Island increased, the information has not been collected systematically so as to be consulted or analyzed, mainly because of the lack of accurate cartography.

It was initiated with the development of a Geographical Information System (GIS) based on the georreference and digitizing of a 1980 ortopho-tograph acquired and processed by the Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). The information levels obtained from the ortophotograph are elevation curves, draining basins, superficial hydrol-ogy, roads, and vegetal cover in the forest. From other sources, such as the Comisión Nacional del Agua (CNA) the location of watering places was digitized. And from in-situ information, layers were generated with feral goats’ behavior, such as grazing, resting, sheltering and breeding areas. And from the elevation curves, a digital elevation model, which allows the visu-alization on relief of the rough topography of the island, was produced.

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For the future, we are aiming to integrate high-resolution multi-spec-tral images from the Firemapper sensor, which was designed for the study of vegetation and observation of the variety of features of the island’s sur-face in high detail.

Finally, the development and implementation of the GIS will allow the integration and systematic analysis of information for the whole variety of activities involved in conservation, such as base studies, eradication, restoration, monitoring and environmental education. Thus, the recovery of one of the richest and wondrous Biosphere Reserves of Mexico and of the world will be attained.

METEOROLOGICAL CONDITIONS IN SOUTHERN GUADALUPE ISALND

R. Castro, A. Mascarenhas, A. Sánchez-Barba, R. Durazo and E. Gil-SilvaTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Observations of hourly meteorological data, between April 2000 and May 2003, from an autonomous station located in the south of Gua-

dalupe Island (GI), Baja California, are used to depict diurnal and seasonal patterns of winds, atmospheric pressure, air temperature, relative humid-ity and net radiation. It was found that most of the year, the dominant di-rection of winds is from the northeast (~319o). Wind magnitude monthly averages show a clear seasonal signal, with the highest values in spring (7±2 m/s), and the lowest in winter (2.6±2 m/s). Average speed components are as follows: from the west -3.5±2.6 m/s and from the north 4.04±2.6 m/s for all the period during which measurements were performed. Air tem-perature and atmospheric pressure also present a seasonal pattern. While temperature has higher values in summer (21±1.2 oC, September) and low-est in winter (15±1.7 oC), atmospheric pressure has an inverse behavior, in summer (1009±2.2 mb), and in winter (1017±2.5 mb). The average for a

typical day in each season indicates that the wind magnitude maximum occurs between 17:00-18:00 (7 m/s in spring, 5.3 m/s in winter). As for wind direction, no characteristic pattern of a land-sea breeze system is observed. Relative humidity (temperature) presents the maximum values (minimums) in the period from 8:00 to 9:00 with ~78-85% (~13-16 oC) and the minimum (maximums) at about 14:00-15:00 with ~68% (~17-21 oC), depending on the season. Variation in atmospheric pressure during the day exhibits semi-diurnal fluctuation decreasing from winter-spring-fall-summer. The existence of continental masses at GI matched with Santa Ana wind events in fall and winter, which was mainly detected through the increase (decrease) in air temperature (relative humidity), as well as shifts in wind direction and magnitude.

GUADALUPE ISLAND VEGETATION. NOW AND THEN

T.A. OberbauerTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

The vegetation that exists on Guadalupe Island currently is the result of a minimum of 150 years and possibly 200 years of heavy grazing

by Spanish goats. Over much of the island, practically no plant cover ex-ists and in fact, in many areas, no soil remains due to extensive erosion. Forms of vegetation do survive on other parts of the island. Unfortunate-ly, much of it consists of introduced weeds. For example, tree tobacco, Nicotiana glauca, is a dominant on many of the slopes on the northern part of the island due to its natural adaptation to the island’s climatic and soil conditions and its distastefulness to the goats.

There are a few locations in which remnant patches of long lived native plants and opportunistic native herbs do remain on the island. In addition, the vegetation of the off shore islets is nearly pristine. The southeastern portion of the island also supports what appears to be natu-

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ABSTRACTS 297

ral combinations of Atriplex barclayana and Lycium to form a low shrub vegetation. This portion of the island appears to be less frequented by goats. Grassland communities exist over the majority of the central por-tion of the island, dominated by European annuals, but also supporting native herbs. The native pine, cypress, and palm still exist on the island with little reproduction except now in locations in which exclosures have been constructed.

At the time of visitation of the island by Edward Palmer, the vegeta-tion was quite different, though it had already been subject to long periods of grazing by enormous numbers of goats. However, using Palmers notes and early descriptions of the island, it is possible to reconstruct the vege-tation that existed on Guadalupe Island. It is known that Junipers formed a dominant community in the north, central portion of the island. Fur-thermore, the cypress and pine forests were much more widespread than they are currently. It is also likely that many of the succulent species that are nearly completely confined to the islets were widespread on the main island during and preceding Palmer’s time.

CURRENT STATUS OF THE FLORA AND VEGETATION OF GUADALUPE ISLAND

J. L . León de La Luz , J.P. Rebman and T.A. Oberbauer

Guadalupe is an oceanic island located in the Pacific Ocean off Mex-ico’s northwest coast. Its flora is composed of many plant species

with more northern affinities and disjunctions from the California Flo-ristic Province. Almost 16% of the native plant species are endemic, in-cluding two monospecific genera. However, the activities of feral goats released in the early 19th century have devastated most of the island. At present, at least 25 native plant species have disappeared from Guadalupe and many more seem to be on the threshold. Moreover, 67 exotic plant

species have been historically documented on the island, of which many are aggressive weeds. In this paper, we discuss eight types of environ-mental conditions for the island where different species assemblages of the pristine flora probably existed before their demise. It is of obvious urgency that the island needs a recovery plan and the first step should in-clude the eradication of the feral goats. Only after this process, can subse-quent conservation measures be applied to ensure any restoration of this natural heritage. The recovery plan will need to address both spontaneous and human-induced plant repopulation processes from the three south-ern islets of Guadalupe, which have never been impacted by goats. Also, it may be necessary to reintroduce non-endemic, native plant taxa from the nearest Californian islands and the Mexican coast in order to re-establish some of the island’s original diversity of plant species and communities. However, it should be noted that the forested communities do not have great hopes of recovering in the short term since the ground water and soil conditions have been significantly altered. Furthermore, the eradica-tion of an estimated 2000 goats still living on the island (year 2003) de-pends upon the vacillating motivation and will of Mexican authorities.

THE FLORA OF GUADALUPE ISLAND AND ITS ADJACENT ISLETS

J. P. Rebman, T. A. Oberbauer and J. L . León de La Luz

During a natural history expedition to Guadalupe Island and its ad-jacent islets in June 2000, a botanical team including E. Ezcurra,

J.L. León de la Luz, T. Oberbauer, and J. Rebman observed, surveyed and made collections of the flora. In total, 149 plant collections were made during the expedition, of which four specimens document new distribu-tional records for native or exotic species not previously known to occur on the island. The most significant botanical work during the expedition

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was conducted on the previously unexplored islet, Toro (Adentro/Inner). Other noteworthy botanical observations were made on the reproductive biology of two plant species (Mammillaria blossfeldiana var. shurliana and Cistanthe guadalupensis) endemic to the Guadalupe Island group while conducting explorations on Zapato Islet.

The biological data obtained during the expedition has helped to pro-vide additional biodiversity information on all of the terrestrial areas of Guadalupe Island and its islets and can be used for making conservation decisions for the island and evaluating the impacts of introduced species such as feral goats and cats. The floristic information from the expedition has been used to supplement existing knowledge on the entire Guadalupe Island flora as presented by Moran (1996). Additional floristic data pre-sented by Steve Junak in this book has been incorporated into the floristic analysis presented in this paper.

Notes on the overall floristic diversity of Guadalupe Island and its is-lets, and checklists for each are presented.

RECENT CONSERVATION EFFORTS AND NOTES ON THE CURRENT STATUS OF THE FLORA OF GUADALUPE ISLAND

S. Junak, B. Keitt , B. Tershy, D. Croll , L . M. Luna-Mendoza andA. Aguirre-Muñoz

With an area of 98 square miles, Guadalupe Island supports a unique flora. Unfortunately, feral goats were introduced in the 1800s and

have drastically altered the island’s ecosystems. Once-extensive stands of endemic cypress, palm, and pine trees, as well as groves of junipers and island oaks, have been dramatically reduced and non-native plants have invaded large areas. Although some goats have been removed from the island in recent years, widespread erosion has taken place and at least 20 native plant taxa may have been extirpated.

In June 2001, we visited Guadalupe Island to assess the current sta-tus of the flora and to select sites for exclosures that would protect some of the island’s remaining native plants. Twelve fenced exclosures were then built in the fall of 2001 by a coalition that included the Mexican government, Mexican Navy, the local fishing cooperative, Seacology Foundation, and the Island Conservation and Ecology Group. Altogeth-er, about one mile of fencing was used in the exclosures. Permanent line transects, installed to document long-term vegetation changes inside and outside the fenced areas, were read in spring of 2002, 2003, 2004, and 2005.

During our surveys, we rediscovered an endemic mint (Satureja palmeri) and a native tobacco (Nicotiana attenuata) that were thought to be extinct on the island. In addition, several new plant records for the island (e.g., Simmondsia chinensis) were documented, endemic plants (e.g., Solanum clokeyi) were found in previously unrecorded areas, and native plant taxa that are rarely seen (e.g., Githopsis dif-fusa var. guadalupensis) were noted. We found that several non-native plants (e.g., Atriplex semibaccata, A. suberecta, Sisymbrium irio, and S. orientale) had spread dramatically during the last decade. The ex-closures provided valuable insight into plant recovery in the absence of goats. While most new plant biomass inside the exclosures con-sisted of non-native grasses, several native species responded to the re-duction in herbivory. Most notably, 1,800 pine seedlings were counted in the exclosures in june 2005, surpassing the total estimated number of adult trees on the island. The most surprising find was a juvenile island ceanothus (Ceanothus arboreus) in one of the exclosures. The last known sighting of any kind of ceanothus on the island had been in the 1890s and island ceanothus had never been reported. Although extensive damage to natural systems has occurred, our observations indicate that there is hope for the island’s unique flora if feral goats are removed quickly.

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CURRENT STATUS OF THE PINUS RADIATA POPULATION IN GUADALUPE ISLAND AND A STRATEGY FOR ITS RESTORATION

J. J. Vargas-Hernández , D. L . Rogers , A. C. Matheson and J. J. Guerra-SantosTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

In 2001, a group formed by researchers from different countries made an expedition to Guadalupe Island to assess the current sta-

tus of Pinus radiata, detecting the main risks and threats faced by this population, and establishing the possible requirements for its future restoration. In this regard, a census on adult trees was performed and the geographical coordinates of a sample of them were recorded, thus obtaining dasometrical, ecological and phytosanitary information. The population of Pinus radiata is represented by a total of 220 adult trees, overly-mature and scattered in small spots or in isolation. In addition to the existence of goats on the island, which has hindered its regeneration for centuries, the reduced size of the tree population and the advanced age of the trees are other major threats to its conservation. The loss of strength and gradual death of trees is driving them to extinction, unless urgent measures are undertaken to reverse the process. Although the removal of goats is the starting point for the restoration of this popula-tion and for the recovery of all the species associated to this particular ecosystem, it is essential to consider the ecophysiological and genetic aspects to ensure the re-settlement of the population. Natural regenera-tion is preferable in the early stages of restoration; however, depending on the environmental conditions and the level of endogamy, modifying the microenvironment and transferring seeds or seedlings within the population may be necessary.

LANDBIRD AND WATERBIRD NOTES FROM GUADALUPE ISLAND

D. C. Barton, K. E . Lindquist , R. W. Henry III and L. M. Luna Mendoza

We report observations of land and water birds from a two-month visit to Isla Guadalupe, Mexico, during winter 2003. Our report

includes first island records of the Spotted Sandpiper (Actitis macularia) and the Palm Warbler (Dendroica palmarum). We found no evidence of the persistence of any endemic taxa thought to be extinct, despite inten-sive and extensive searching of parts of the island typically visited infre-quently. Three taxa of endemic landbirds remain on Isla Guadalupe, but each is imperiled by habitat loss, chiefly due to feral goats, and predation by feral cats. We update the status of species that other expeditions re-ported to have colonized the island recently.

HISTORY OF THE BREEDING AVIFAUNA OF GUADALUPE ISLAND, AND CURRENT CONSERVATION OPPORTUNITIES

L. M. Luna Mendoza, D. C. Barton, K. E . Lindquist and R. William Henry III

Island avifauna represents a large proportion of the diversity of the world’s birds. Island birds are vulnerable to anthropogenic introduc-

tion of non-native predators and habitat loss. In Isla Guadalupe, located 240 km west of Guerrero Negro, Baja California the effects of the anthro-pogenic introduction of non native mammals are evident. Ten avian taxa have gone extinct, six of them endemic. The causes have been the massive habitat loss and modification of the island by feral goats, and predation pressure from feral cats introduced by man in the 1800’s.

The Guadalupe Wren and Guadalupe Towhee extinction were appar-ently caused of the loss of shrub vegetation in conjunction with cat preda-

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tion. The island’s remaining native birds remain in a precarious position, and subject to rapid changes under human influence. Although quanti-tative data on population estimates is lacking, it is clear that Guadalupe House Finch and Guadalupe Junco are vulnerable to extinction. The Gua-dalupe Rock Wren (Salpinctes obseletus guadalupensis) is perhaps the only endemic bird whose habitat has significantly expanded due to graz-ing pressure by goats. On the other hand, six, or possible seven species of landbirds have colonized the island. Some could have been introduced like the Mourning Dove (Zenaida macroura).

The marine birds are very well represented on the island and its islets that are completely free of introduced mammals. The island has regional importance to populations on the Baja California Pacific coast, because it lodges almost the entire population of winter breeding subspecies of Leach’s Storm Petrel (Oceanodroma leucorhoa cheimomnestes). In the island there is a very important and growing breeding population of Laysan Albatross (Phoebastria immutabilis), of great relevance in the Eastern Pacific region.

The remaining breeding birds of Isla Guadalupe represent a great con-servation opportunity. Removal of goats and cats will directly benefit the remaining avian populations, as well as the huge diversity of native plants and the ecological integrity of the island.

PRODUCTIVITY TIME SERIES (1970-2003) IN THE MARINE ECOSYSTEM OF GUADALUPE ISLAND

B. Hernández de la Torre , G. Gaxiola Castro, R. Aguirre Gómez , S . Álvarez Borrego, R. Lara-Lara and S. Nájera Martínez Traducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Show the time series 1970-2003 of primary productivity (gC•m-2•d-1), sea surface temperature and f rate in a grid of 1º x 1º placed in 29º.0 N and

119º.0 W around Guadalupe Island. Positive anomalies of primary produc-

tion in the first years of the seventy decade, with a fast diminution from 1976 until arriving at negative values after 1979, were observed. The impor-tant positive pulses of productivity take place in 1987, 1992, 1994, 1999 and 2003. f rate displayed maximums in 1972, 1976 and 1999. Minimum value were registered during 1982-83 and fluctuated towards low levels in 1992-93 and 1997-98. Sea surface temperature oscillates between minimums of 14.9 and 21.7ºC. From December to May the temperatures are cold with a mini-mum in March, instead June to November temperatures are warm with a maximum in September. Since 1995 a productivity recovery is shown.

THE SHARKS OF GUADALUPE ISLANDJ. P. Gallo-Reynoso, A. L . Figueroa-Carranza and M. del P. Blanco-ParraTraducción al inglés: Karina Santos del Prado

In Guadalupe Island we have found 17 shark species, of which 11 has been observed by us and the others reported in literature. Between

species founded are Horn shark (Heterodontus francisci), Gray Smooth-hound shark (Mustelus californicus), Leopard shark (Triakis semifasciata), Bull shark (Carcharhinus leucas), Oceanic Whitetip shark (Carcharhi-nus longimanus), Tiger shark (Galeocerdo cuvier), Blue shark (Prionace glauca), Hammerhead shark (Sphyrna sp.), White shark (Carcharodon carcharias), Shortfin Mako (Isurus oxyrhynchus), Cookie-cutter shark (Isistius brasiliensis), Prickly shark (Echinorhinus cookei), Swell shark (Cephaloscyllium ventriosum), Dusky shark (Carcharhinus obscurus), Salmon shark (Lamna ditropis), Pacific sleeper shark (Somniosus pacifi-cus) and Spiny dogfish (Squalus acanthias).

Since 1983, 220 days were devoted to observation in different mon-ths, seasons and years. The size population of the different shark species in the island it is unknown. The annual residence of some individuals of white shark, related to the abundance of pinnipeds and Scombridae fis-hes are noted. Some species have been observed occasionally due to the

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ABSTRACTS 301

oceanographic phenomena as “El Niño”, this is the case of the Tiger shark and the Bull shark. Several species are migratory, like the Shortfin Mako, Blue shark and the Salmon shark, other species have a large distribution like the Oceanic Whitetip shark. The shortest species like the Horn shark, Leopard shark, Gray Smoothhound shark and the Spiny dogfish are resi-dent and are captured as incidental fauna in the traps of red lobster (Pa-nulirus interruptus). It is important to insist that these species and its surroundings must be protected from direct catch and can be used sus-tainable way by tourist observation, mainly the most charismatic species like the White shark, Blue shark and the Shortfin Mako.

Guadalupe Island is of great importance for these sharks species, sin-ce it’s a zone of greater biodiversity than the open sea, which allows the aggregation of species in the nutritional chain, and therefore allows these species to explode the abundant resources of the area.

THE PINNIPEDS OF GUADALUPE ISLAND

J. P. Gallo Reynoso, B. J. Le Boeuf, A. L . Figueroa Carranza and M.O. Maravilla ChávezTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

The populations of the Northern elephant seal, Mirounga angustiro-stris, and Guadalupe fur seal, Arctocephalus townsendi, were nearly

exterminated in Guadalupe Island during the XIX century. On this island, individuals of these two species survived. Nowadays, from these individu-als, the population of both pinnipeds is recovering successfully.

The population of Northern elephant seals has recovered vigorously, and today there are over 150,000 individuals in the colonies of Mexico and the United States. The colonies of Guadalupe Island number over 30,000 individuals at the highest point of the breeding season (january-february) and these figures have remained steady at least for the last 30 years.

The Guadalupe fur seal is the only representative of the Arctocepha-lus genus in the Northern Hemisphere. This population has recovered gradually. This species only breeds on the eastern coast of the island, and its current number reaches 12,000 individuals and has a new breeding colony on San Benito Oeste Island.

The population of the California sea lion, Zalophus californianus, numbers about 1,500 individuals, but it has fluctuated considerably with-out having an apparent cause. There are two sites on the island in which this population breeds: its major colony is in the south, on the islet of El Zapato (Isla de Afuera) and in a smaller number, on the Cantil Blanco, near Roca Vela, on the northern part of the island. This population is like-ly to be rather isolated from the sea lion populations on islands close to the Baja California Peninsula.

Guadalupe is a highly significant island in the history of conserva-tion worldwide, since it was the first place where, in 1922, the Mexican Government established by decree a reserve for the protection and con-servation of elephant seals and fur seals, and another decree in 1928 also declaring the protection of the island as Zona Reservada para la Caza y Pesca de Especies Animales y Vegetales.

THE CETACEANS OF GUADALUPE ISLAND

J. P. Gallo Reynoso and A. L . Figueroa CarranzaTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

The cetacean populations of Guadalupe Island are little known, now is known the existence of 18 species, 16 of them observed by us and two

reported in literature. Between the species that are in the island, four are Mysticetes: Humpback Whale (Megaptera novaeangliae), Minke Whale (Balaenoptera acutorostrata), Fin whale (B. physalus) and Blue Whale (B. musculus), and 14 are Odontocetes: two species of Sperm Whale (Physeter

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macrocephalus) and Dwarf Sperm Whale (Kogia sima); five Beaked Whales, Cuvier’s Beaked Whale (Ziphius cavirostris), Baird’s Beaked Whale (Berar-dius bairdii), Northern Bottlenose Whale (Hyperoodon ampullatus), Hubbs’ Beaked Whale (Mesoplodon carlhubbsi) and Perrin’s Beaked Whale (Meso-plodon perrini) that is not yet totally identified. Between the dolphins, were observed Bottlenose Dolphin (Tursiops truncatus), Short-beaked Common Dolphin (Delphinus delphis), Pacific White-sided Dolphin (Lagenorhynchus obliquidens), Risso’s Dolphin (Grampus griseus), Melon-headed Whale (Pe-ponocephala electra), Killer Whale (Orcinus orca) and Short-finned Pilot Whale (Globicephala macrorhynchus).

Since 1983, 220 days were devoted to observation in different months, seasons and years.

The population size of cetacean species observed around the island its unknown, for some is known the annual residence, and the observation of others has been occasional due to the oceanographic phenomena as “El Niño”. Several species are migratory, that is the case of the great Mys-ticetes and the Sperm Whale. Other species as the Beaked Whales and Bottlenose Dolphin are probably residents, the rest of the dolphins are not residents but continuously visit the area.

Guadalupe Island seems to be of great importance for the vistor spe-cies, since it’s a zone of nutritional chain aggregation, which allows to sev-eral of these species to explode the abundant resources of the area.

IMPACTS OF INTRODUCED CATS (FELIS CATUS) ON THE GUADALUPE ISLAND ECOSYSTEM

B.Keitt , R.W. Henry, A. Aguirre Muñoz , C. García, L . Luna Mendoza, M. Ángel Hermosillo, B. Tershy and D. Croll

Introduced mammalian predators are a leading cause of extinctions for island species. Feral cats (Felis catus), in particular, are responsible for

a large number of extinctions and extirpations of a variety of island based taxa including birds, mammals, and reptiles. The 20 Baja California Pacif-ic Islands and main islets support high biodiversity including 47 endemic vertebrates and a very rich marine bird avifauna consisting of 22 species and subspecies. Unfortunately, feral cats have been introduced to 16 of the Baja California Pacific Islands with devastating consequences, especially on the most unique island, Guadalupe. Feral cats have contributed to the extinction of two endemic mammalian species and seven endemic ter-restrial bird species, of which five were specific to Guadalupe Island. Feral cats have also contributed to the extinction of the Guadalupe Storm-pe-trel (Oceanodroma macrodactyla) and the extirpation of approximately 17 populations of breeding seabirds, including sensitive species such as the Xantus’s Murrelet (Synthliboramphus hypoleucus hypoleucus) and possibly two Guadalupe endemic Leach’s Storm-petrel (O. leucorhoa chei-momnestes, O. l. socorroensis) subspecies.

Methods to remove feral cats from islands have been developed and successfully used on islands around the world. On the Baja California Pa-cific Islands cats have been successfully removed from eight islands and have died out naturally on four others. The removal of cats from these ecosystems has dramatically reduced predation pressure on many seabird species and likely has contributed to the re-colonization of previously ex-tirpated species on several of these islands.

Currently cats still occur on Guadalupe, Cedros, Margarita, and Magdalena islands. From a biodiversity conservation standpoint, the removal of cats from Guadalupe Island is the first priority. Recent work has documented high levels of predation on Guadalupe of breed-ing Laysan Albatross (Phoebastria immutabilis) and mortality of other seabird species such as Leach’s Storm-petrels, Xantus’s Murrelets, and Black-vented Shearwaters (Puffinus opisthomelas) potentially pros-pecting for nesting sites. This indicates these species may rapidly re-colonize the main island in the absence of cats. When accomplished, this will be the second largest island from which cats have been eradi-

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ABSTRACTS 303

cated. Because of the size and topography of Guadalupe Island it will be necessary to develop a detailed plan and utilize multiple techniques to achieve eradication.

THE MONITORING EFFECTS OF GOAT ERADICATION AND OTHER MANAGEMENT ACTIONS ON THE PLANTS AND ANIMALS OF GUADALUPE ISLAND

J. M Randall , I. Granillo, R. Shaw, B. Keitt and S. Junak

A well planned, coordinated monitoring program will be vital to the successful restoration of Guadalupe Island’s vegetation and fauna

that is the ultimate goal of the proposed goat eradication. Selected com-ponents of the island’s flora, fauna and physical environment should be monitored before, during and after the proposed goat eradication in order to determine if this ultimate goal is being realized. Information yielded by monitoring will provide a scientific basis for making management de-cisions that will be necessary for successful restoration, including early identification of possible undesirable side-effects of the goat eradication, which if addressed early may prevent severe damage and save resources. Possible undesirable side-effects include the rapid spread and increase in abundance of non-native invasive plants and subsequent damage to native plants and loss of food and cover for native insects and birds. Monitoring data will also be useful for building financial and institutional support for this and other island eradication projects. We therefore strongly sug-gest that a well planned, long-term monitoring program be carried out in tandem with the proposed goat eradication. This will require five steps: 1) set conservation goals and objectives for Guadalupe Island; 2) identify management actions designed to achieve those objectives (i.e. goat eradi-cation); 3) identify threats that could prevent achievement of the conser-vation objectives, including potential undesirable effects of management

actions; 4) set monitoring objectives designed to yield information that will be needed to assess and inform management decisions; and 5) design a coordinated monitoring program to achieve the monitoring objectives.

We offer suggestions for a cost-effective monitoring program that will yield the needed information yet be practical on rugged and remote Gua-dalupe Island. Such a program should include remote sensing/aerial pho-tography, photo plots, and a suite of on-the-ground plots and transects that are quantitatively assessed at regular intervals for changes in compo-sition and abundance of selected communities, species and environmental variables deemed likely to respond significantly to the eradication. Aerial images taken in 1980 and 2002 are available and new flights should be scheduled at least annually throughout the eradication and five years after its completion. We also advocate establishment of photo plots built upon the base provided by photos taken by Reid Moran in the 1940s-1980s for his book on the flora of the Island. The 36 vegetation transects established in 2002 to determine changes in goat exclosures and adjacent areas acce-ssible to goats can serve as the starting point for a more comprehensive suite of plots. We will propose additional sampling designed to provide necessary information for scientifically based adaptive management.

THE SOCIAL CONSTRUCTION OF THE CONSERVATION AND SUSTAINABLE DEVELOPMENT OF GUADALUPE ISLAND

A. Aguirre Muñoz , E . Ezcurra, E . Enkerlin Höf lich, J. Soberón Mainero, L . M. Salas Flores , K. Santos del Prado, E . Peters , L . Luna Mendoza, B. Tershy, B. Keitt , C. García Gutiérrez and I. Aguirre BielschowskyTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Guadalupe Island is the farthest corner of the northwest region of Mexico, in the open Pacific, in front of the Central Desert of Baja

California. As to biodiversity and productivity, Guadalupe Island is rel-

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evant at a regional, national and global-scale. Seabirds, forests of endemic species or varieties of cypress, palm, pine and juniper, as well as marine mammals stand out. Due to its location, Guadalupe has an enormous relevance in terms of sovereignty and delimitation of the Exclusive Eco-nomic Zone. The island is base to a fishing cooperative whose livelihood relies on the take of abalone and lobster. There is also a permanent station of the Mexican Navy.

The damages perpetrated to the island by goats and feral cats for over a century have been serious. A research here presented estimates that the distribution area of forests has been reduced from 8,000 hectares in the mid XIX century to roughly 100 hectares, apart from the extinction of birds and serious ecosystemic disturbances. With such a trend, the extinction risk for the forest is imminent. Therefore starting its restoration is urgent.

Translating into actions the relevance of the island and its restoration de-mands the fulfillment of several requirements. It is imperative to harmonize different plans and interests and to coordinate the actions of doers. A legal framework associated with public policies that orientate the use of the island towards conservation and sustainable development is essential. Another key issue is the perception and attitude of users and public opinion. As far as practical actions related to the eradication of introduced species concerns, an effective eradication plan for goats and feral cats—with suitable economic and human resources as well as targets and timing—is necessary. Finally, res-toration requires a close linkage with scientific research. It is about enriching eradication plans, performing baseline studies, monitoring the recovery of the island, developing plans for an active restoration, and designing manage-ment plans for conservation and sustainable development.

Federal agencies—SEMARNAT, Instituto Nacional de Ecología (INE), CONANP and SEMAR—have outlined a coordinating body to undertake concrete actions by the end of 2003. CONANP has fostered the develop-ment of a favorable legal frame. INE promotes applied research, includ-ing this workshop. The Mexican Navy is participating in the development of a plan to eradicate goats and feral cats and is also analyzing its sup-

port in logistics, essential for the success of the project altogether. Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. has made progress in planning work for the eradication of introduced species, the gathering of informa-tion and advances on baseline studies, in addition to its contribution to the issuing of the technical justification study and arrangements to the eventual creation of the Biosphere Reserve. Due to its high degree of dif-ficulty, only with the full cooperation of the interested parties will the ef-fective restoration of the island be attained.

EXOTIC SPECIES ERADICATION PLAN OF GUADALUPE ISLAND

E. Ezcurra, A. Aguirre Muñoz , L . M. Salas Flores , K. Santos del Prado, C. García Gutiérrez , L . Luna and Eduardo PetersTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

Guadalupe Island, the last frontier of Mexico in the Pacific Ocean, has a high level of flora and fauna endemisms, and is a site for refuge

and reproduction of marine mammals and many species of birds. Due to its endemisms and great biodiversity, Guadalupe Island has importance worldwide. However, the introduction of goats (Capra hircus) in mid XIX century, and its rapid demographic growth, has caused the collapse of pine (Pinus radiata var. binata) and cypress forests (Cupressus guadalu-pensis) in the north of the island, and has reduced their distribution area from 3,000 hectares to 105 hectares. Also, other introduced species like dogs, mice, and specially cats, have affected bird populations and have caused the extinction of endemic species like the Caracara (Caracara lu-tosus) and the Guadalupe Storm-Petrel (Oceanodroma macrodactyla).

The high ecological and biological value of the island have been ac-knowledged by the Federal Mexican Government, who has already un-dertaken some actions: the National Commission for Protected Natural

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ABSTRACTS 305

Areas (CONANP) has proposed its designation as a Biosphere Reserve, and the Mexican Congress has agreed on the necessity of restoring the island and exhorting the Executive Government agencies to add efforts and ur-gently support the eradication of exotic fauna.

Likewise, the National Institute of Ecology (INE) has acknowledged the great necessity of having an exotic-fauna eradication plan, as a part of a Conservation Master Plan for the island, with middle and long term goals. In this regard, coordination among agencies for the development of the eradication plan has started, as well as financial and human resources de-livery to initiate the eradication of goats and cats by mid 2004 and finish it by the end of 2005.

Other abstracts

The editors of this volumen considered useful to include in addition, other abstracts altough they did not receive the final texts.

DIAGNOSIS ON PLAGUES AND DISEASES IN THE POPULATION OF PINUS RADIATA IN GUADALUPE ISLAND

J.J. Guerra-Santos, J. J. Vargas-Hernández , D. L . Rogers and A. C. MathesonTraducción al inglés: Ana Si lvia Ruiz de Chávez

The sites in which Pinus radiata is naturally distributed in the con-tinent have been affected by a great number of disturbing agents,

particularly plagues and diseases. One of the major diseases affecting pines is pitch canker, caused by Fusarium circinatum, which attacks a great number of pine species in Mexico and the United States. During the expedition on Guadalupe Island in 2001, the sanitary condition of the population was assessed in order to know the plagues and diseases found in trees. Samples of vegetative parts with evidence of damage mainly on

branches were collected, and evidence of other agents on different parts of trees was observed. The laboratory results enabled us to determine that the disease is not on the island, since the damages observed as symptoms of the disease are due to other causes. Evidence of insects, some of which are known as disease vectors, was found; but no live insects associated to pines, at least during the observation period on the island. Currently, work on the diagnosis of pathogens in the collected seeds is being per-formed, aiming at determining whether the pathogen is transported by seeds, since they can be used in the future for restoration, therefore it is necessary to ensure that the pathogen is not associated with them.

STATUS OF THE LAND BIRDS IN THE CYPRESS GROVES OF ISLA GUADALUPE IN 2000

P. Unitt and A. van der Heiden

As part of the binational expedition to Isla Guadalupe in 2000, we searched the cypress groves for land birds from 4 to 7 June. Our

primary goal was the endemic subspecies of the Ruby-crowned Kinglet, Regulus calendula obscurus, for which we searched with the aid of tape-recorded songs. Our failure to find this bird confirms its extinction. A former population of the Red-breasted Nuthatch, Sitta canadensis, is also now extirpated. The birds currently resident in the cypress grove are the Mourning Dove (Zenaida macroura; recent colonist, common), Anna’s Hummingbird (Calypte anna; fairly common), Northern Flicker (Colaptes auratus; uncommon, a recolonization from the mainland following ex-tinction of an endemic subspecies), European Starling (Sturnus vulgaris; recent colonist, apparently uncommon); Northern Mockingbird (Mimus polyglottos; recent colonist; rare), House Finch (Carpodacus mexicanus; endemic subspecies amplus common), and Dark-eyed Junco (Junco hy-emalis; endemic subspecies—possibly species—insularis common). The

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306 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

American Kestrel (Falco sparverius; uncommon), Burrowing Owl (Athene cunicularia; fairly common), and Rock Wren (endemic subspecies Salpin-ctes obsoletus guadalupensis; very common), birds of terrestrial habitats, occur around the edges of the cypress groves. Of the eight known taxa of land birds endemic to Isla Guadalupe, only three survive. Birds of open and disturbed habitats have colonized, whereas most of those using scrub and arboreal habitats have been eliminated.

A BRIEF HISTORY OF THE INSECT AND ARACHNID COLLECTIONS FROM ISLA GUADALUPE (1875 TO THE PRESENT)

D. K. Faulkner

Collections of terrestrial invertebrates on Isla Guadalupe, Mexico, be-gin in 1875 and have continued to the present. However, few efforts

were made to gather extensive collections of specimens over any length of time. Most material gathered consisted of widespread species common to the adjacent mainland and were collected during day visits and often restricted to the lower elevations of the island. Until recently (2000), few collections could be considered representative of the insect and arachnid fauna that would be available during a specific time of year.

The invertebrate diversity is extremely depauperate when compared to the nearby Baja California peninsula. An example of this would be the to compare the number of butterfly species available to colonize the is-land, which is about 180, to the number of species that have actually been recorded, which is five. Endemics species are limited, although many spe-cies originally described from the island were considered to be unique. This changed with later collections showing that many of these species were found elsewhere, even though the type locality remains Isla Guadal-upe. From the 1800’s to 1982, less than 100 invertebrates species had been recorded. Since then, a thousand more specimens have been collected and are still being identified.

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ACERCA DE LOS AUTORES 307

Acerca de los autores

Ikerne Aguirre Bielschowsky. Facultad de Ciencias Marinas, UABC. Km. 103 Autopista Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22800, México.

Raúl Aguirre Gómez. Instituto de Geografía, Universidad Nacional Autónoma de México, Circuito Exterior, Ciudad Universitaria, México, D.F. [email protected].

Alfonso Aguirre Muñoz. Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. (GECI). Ave. López Mateos 1590-3 Fracc. Playa Ensenada, Ensenada, B.C. 22880, México. [email protected].

Saúl Álvarez Borrego. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México. [email protected].

Daniel C. Barton. Island Conservation and Ecology Group. 100 Shaffer Road, Long Marine Lab., Center for Ocean Health, Santa Cruz, California 95060 (Point Reyes Bird Observatory, 4990 Shoreline Highway, Stinson Beach, California 94970) EE.UU.

Noah Biavaschi. Island Conservation and Ecology Group. 100 Shaffer Road, Long Marine Lab., Center for Ocean Health, Santa Cruz, California 95060, EE.UU.

María del Pilar Blanco Parra. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, Unidad Guaymas. Carretera a Varadero Nacional km 6.6, Col. Las Playitas, Guaymas, Sonora 85480, México.

Gerardo Bocco. Laboratorio de Geoecología, Centro de Investigaciones en Ecosistemas, UNAM. Antigua Carretera a Pátzcuaro 8701, col. Ex-hacienda de San José de la Huerta, 58190, Morelia, Michoacán, México. [email protected].

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Rubén Castro. Facultad de Ciencias Marinas, UABC. Km. 103 Autopista Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22800, México. [email protected].

Don Croll. Island Conservation and Ecology Group. 100 Shaffer Road, Long Marine Lab., Center for Ocean Health, Santa Cruz, California 95060 y Department of Ecology and Evolutionary Biology, University of California, Santa Cruz, California 95064, EE.UU. [email protected].

Reginaldo Durazo. Facultad de Ciencias Marinas, UABC. Km. 103 Autopista Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22800, México. [email protected].

Ernesto Enkerlin Höflich. Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas. Camino al Ajusco N° 200, Col. Jardines en la Montaña, 14210, México, D.F. [email protected].

Exequiel Ezcurra. Biodiversity Research Center of the Californias, San Diego Natural History Museum, P.O.Box 121390, San Diego, California 92112-1390 , EE.UU. [email protected].

David K. Faulkner. Entomology Department, Biodiversity Research Center of the Californias, San Diego Natural History Museum, P.O.Box 121390, San Diego, California 92112-1390 EE.UU. [email protected].

Ana Luisa Figueroa Carranza. Área de Protección de Flora y Fauna Islas del Golfo de California, Oficina Regional Sonora, CONANP-SEMARNAT. Terminación Bacochibampo s/n. Fracc. Lomas de Cortés, Guaymas, Sonora 85450, México. [email protected].

Ernesto Franco Vizcaíno. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México. [email protected].

Juan Pablo Gallo Reynoso. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, Unidad Guaymas. Carretera a Varadero Nacional km 6.6, Col. Las Playitas, Guaymas, Sonora 85480, México. [email protected].

César García Gutiérrez. Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A. C. Av. López Mateos 1590-3 Fracc. Playa Ensenada, Ensenada, B. C. 22880 México. [email protected].

Gilberto Gaxiola Castro. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México. [email protected].

Eduardo Gil Silva. Instituto de Investigaciones Oceanológicas, UABC. Km. 103 Autopista Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22800, México. [email protected].

Isabel Granillo. The Nature Conservancy, Northern Baja California. Calle Novena e Iturbide No. 896, Local 15, Col. Obrera, Ensenada, B.C., 22830, México. [email protected].

Jesús Jaime Guerra Santos. Universidad Nacional Autónoma de México. Carretera Cuautitlán-Teoloyucan Km. 2.5, C.P. 54714, Cuautitlán Izcalli, Estado de México, México. [email protected].

Robert W. Henry III. Island Conservation and Ecology Group. 100 Shaffer Road, Long Marine Labaratory, Center for Ocean Health, Santa Cruz, California 95060, EE.UU.

Miguel Ángel Hermosillo. Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. Av. López Mateos 1590-3 Fracc. Playa Ensenada, Ensenada, B.C. 22880, México.

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ACERCA DE LOS AUTORES 309

Benigno Hernández de la Torre. Instituto Nacional de Ecología, Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México. [email protected].

Alejandro Hinojosa Corona. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México. [email protected].

Steve Junak. Santa Barbara Botanic Garden. 1212 Mission Canyon Road, Santa Barbara, California 93105 EE.UU. [email protected].

Bradford Keitt. Island Conservation and Ecology Group, 100 Shaffer Road, Long Marine Lab., Center for Ocean Health, Santa Cruz, California 95060, EE.UU. [email protected].

Rubén Lara Lara. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México. [email protected].

Burney J. Le Boeuf. Office for Research and Institute of Marine Sciences, 401 Clark Kerr Hall, 1156 High Street, University of California Santa Cruz, California 95064, EE.UU. [email protected].

José Luis León de la Luz. Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste, S.C., Mar Bermejo N° 195, Col. Playa Palo de Santa Rita, Apdo. Postal 128, La Paz, B.C.S., 23090, México. [email protected].

Kirsten E. Lindquist. Island Conservation and Ecology Group. 100 Shaffer Road, Long Marine Lab., Center for Ocean Health, Santa Cruz, California 95060 (Point Reyes Bird Observatory, 4990 Shoreline Highway, Stinson Beach, California 94970), EE.UU.

Luciana Luna Mendoza. Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. Av. López Mateos 1590-3 Fracc. Playa Ensenada, Ensenada, B.C. 22880 México. [email protected].

Martín Octavio Maravilla Chávez. Instituto Nacional de Ecología, Ocampo 1045 Col. Centro, La Paz, B.C.S., 23000, México. [email protected].

A. Colin Matheson. Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization (CSIRO), PO Box 4008, Canberra, Australia. [email protected].

Affonso Mascarenhas. Instituto de Investigaciones Oceanológicas, UABC. Km. 103 Autopista Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22800, México. [email protected].

Joel Maytorena López. Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. Av. López Mateos 1590-3 Fracc. Playa Ensenada, Ensenada, B.C. 22880, México.

Sila Nájera Martínez. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México.

Thomas A. Oberbauer. Department of Planning and Land Use, County of San Diego, 5201 Ruffin Road, Suite B-5, San Diego, California 92123, EE.UU. [email protected].

Eduardo Peters. Instituto Nacional de Ecología. Av. Periférico 5000, Insurgentes Cuicuilco, 04530, México, D.F. [email protected].

John M. Randall. The Nature Conservancy, Invasive Species Initiative, 124 Robbins Hall, University of California, Davis, California 95616, EE.UU. [email protected].

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310 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Jon P. Rebman. Biodiversity Research Center of the Californias, San Diego Natural History Museum, P.O.Box 121390, San Diego, California 92112-1390, EE.UU. [email protected].

Philip J. Riggan. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada. Km. 107 Carretera Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22860, México.

Marlenne Rodríguez Malagón. Grupo de Ecología y Conservación de Islas, A.C. Av. López Mateos 1590-3 Fracc. Playa Ensenada, Ensenada, B.C. 22880 México. [email protected].

Deborah L. Rogers. Genetic Resources Conservation Program, University of California Davis, One Shields Avenue, Davis California 95616 EE.UU. [email protected].

Luz María Salas Flores. Secretaría de Marina. 2da. Zona Naval, Blvd. Costero esq. Sanginés, Ensenada, B.C. 22800 México. [email protected].

Alejandro Sánchez Barba. Instituto de Investigaciones Oceanológicas, UABC. Km. 103 Autopista Tijuana-Ensenada, Ensenada, B.C., 22800, México.

Karina Santos del Prado. Instituto Nacional de Ecología. Av. Periférico 5000, Insurgentes Cuicuilco, 04530, México, D.F. [email protected].

Rebecca Shaw. The Nature Conservancy of California, 201 Mission Street, 4th Floor, San Francisco, California 94105-1832, EE.UU. [email protected].

Jorge Soberón Mainero. Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad. Liga Periférico-Insurgentes Sur 4903, Col. Parques del Pedregal, 14010, México, D.F. [email protected].

Bernie Tershy. Island Conservation and Ecology Group. 100 Shaffer Road, Long Marine Lab., Center for Ocean Health, Santa Cruz, California 95060 y Department of Ecology and Evolutionary Biology, University of California, Santa Cruz, California 95064, EE.UU. [email protected].

Philip Unitt. Biodiversity Research Center of the Californias, San Diego Natural History Museum, P.O.Box 121390, San Diego, California 92112-1390 EE.UU. [email protected].

Alwin van der Heiden. Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, Unidad Mazatlán, Av. Sábalo-Cerritos s/n. Estero del Yugo, Mazatlán, Sinaloa, AP 711, 82000, México.

Jesús Vargas Hernández. Instituto de Recursos Naturales, Colegio de Postgraduados, Montecillo, Km. 36.5 Carretera México-Texcoco, Montecillo Estado de México, 56230, México. [email protected].

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ÍNDICE DE NOMBRES CIENTÍFICOS 311

Índice de nombres científicos

Acanthocybium solanderi 143, 145Actitis macularia 105, 123Aechmophorus occidentalis 122Aeronautes saxatalis 120, 123Agoseris heterophylla 74Allophyllum gilioides 77, 86, 92, 87Amblyopappus pusillus 59, 74, 81Ambrosia sp. 40 camphorata 48, 52, 60, 74, 234Amsinckia menziesii 75Anagallis arvensis 77Anarrhichthys ocellatus 145Anas clypeata 122 cyanoptera 122 discors 122 platyrhynchos 122Anser albifrons 104, 122Anthus rubescens 124Antirrhinum nuttallianum ssp. subsessile 78 watsonii 78, 81Aphanes occidentalis 77Aphanisma blitoides 76, 80, 81Apogon guadalupensis 145Arctocephalus townsendi 20, 61, 119, 144, 145, 152, 172, 176, 193, 236Arctostaphylos sp. 41, 42, 53Ardea herodias 104, 122Arenaria interpres 106, 123 melanocephala 106, 123Aristida adscensionis 79Artemisia sp. 48 californica 42, 48, 52, 74, 233Athene cunicularia 108, 121, 123, 128Atriplex sp. 40 barclayana 48, 52, 60, 76, 80, 81, 233, 234 californica 76, 80 muelleri 85

Atriplex semibaccata 67, 76, 84, 85, 89, 222, 234 suberecta 67, 76, 84, 85, 89Auxis thazard 145, 206Avena sp. 59 barbata 79 fatua 79Aythya affinis 122

Baeriopsis guadalupensis 52, 60, 71, 74, 79, 80, 81

Balaenoptera acutorostrata 204, 207 musculus 207 physalus 207Berardius bairdii 159, 209, 210Bombycilla cedrorum 124Brahea edulis 20, 43, 53, 58, 63, 79, 88, 97, 236Branta nigricans 122Brassica nigra 75Bromus sp. 59, 234 diandrus 79 hordeaceus 79 madritensis ssp. rubens 79 mollis 79 tectorum 79 trinii 79Bubo virginianus 123Bubulcus ibis 122Buteo jamaicensis 120, 122Buteo jamaicensis calurus 221Calandrina ciliata 77 maritima 77Calidris alba 123 mauri 123Callianassa californiensis 150Calypte anna 108, 120, 123Calystegia macrostegia 59, 76, 90

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312 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Calystegia macrostegia ssp. macrostegia 76, 80Camissonia sp. 59 guadalupensis ssp. guadalupensis 77 robusta 77Canis familiaris 20, 240Capra hircus 20, 195, 219Capsella bursa-pastoris 75Caracara lutosus 103, 117, 118, 122, 221, 237Carcharhinus leucas 145, 152, 206, 212Carcharhinus longimanus 153, 206, 212Carcharhinus obscurus 162Carcharodon carcharias 143, 144, 145, 155, 192, 206, 212Carduelis sp. 125Carpodacus sp. 125 mexicanus amplus 112, 117, 120, 125, 236Castilleja sp. 44 attenuata 78, 88 exserta 78 fruticosa 52, 78, 80, 81 guadalupensis 78Catharus guttatus 124 minimus 124 ustulatus 124Catoptrophorus semipalmatus 123Caulolatilus affinis 145, 206, 211Ceanothus sp. 41, 42, 47, 53, 59 arboreus 46, 53, 77, 85, 90 crassifolius 53, 77 cuneatus 53, 77 perplexan 46Centaurea melitensis 59, 74Cephaloscyllium ventriosum 160Cerastium glomeratum 76Cerorhinca monocerata 123Ceryle alcyon 109, 123

Chaetodon falcifer 145Chaetura vauxi 123Chamaesyce pondii 76Chamomilla occidentalis 74Charadrius vociferous 122Cheilanthes newberryi 74Chenopodium murale 59, 76, 81Chromis punctipinnis 145Cistanthe sp. 44 guadalupensis 44, 49, 52, 60, 63, 71, 72, 77,

80, 81Claytonia parviflora 77, 86 perfoliata 86 perfoliata ssp. mexicana 77, 86Clupea harengus 155Colaptes auratus 109, 120, 121, 123 aurutus collaris 109 auratus rufipileus 109, 117, 119, 123, 221, 226 cunicularia 226Columba livia 108, 121, 123Coreopsis gigantea 60, 74, 79, 80Crassula connata 76, 80Crossosoma sp. 42, 59 californica (= californicum 42, 48, 52, 76, 80Cryptantha sp. 59 foliosa 75, 79, 80 maritima 81 maritima var. maritima 75, 79Cuplea harengus 155Cupressus guadalupensis 42, 53, 74, 88, 100, 236 guadalupensis spp. guadalupensis 20, 59, 74, 88Cuscuta corymbosa 76Cylindropuntia prolifera 60, 76Cynoscion sp. 143Cypselurus sp. 211 californicus 145, 206Cystoseira osmundacea 148

Daucus pusillus 74Deinandra sp. 44, 49 frutescens 74 greeneana 40 greeneana ssp. greeneana 52, 74, 75, 79, 80, 81 palmeri 40, 44, 52, 74, 75, 79 palmeri × D. greeneana 75, 79Delphinus capensis 212 delphis 204, 212Dendroica coronata 110 coronata audoboni 110, 124 coronata coronata 110, 124 palmarum 111, 124 townsendi 124Descurainea sp. 71 pinnata ssp. menziesii 75, 80, 87Dichelostemma capitatum 81 capitatum ssp. capitatum 79, 80Diomedea immutabilis 20, 236Dissanthelium californicum 43, 52, 79Dodecatheon clevelandii ssp. insularis 77Dosidicus gigas 206Dudleya guadalupensis 52, 60, 69, 80, 81 virens ssp. extima 76Dumetella carolinensis 124

Echinorhinus brucus 160 cookei 160Emmenanthe penduliflora 77Empidonax minimus 123Enhydra lutris 192Epilobium foliosum 77Eriogonum zapatoense 69, 72, 81Eriophyllum lanatum var. grandiflorum 74

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ÍNDICE DE NOMBRES CIENTÍFICOS 313

Erodium brachycarpum 76 cicutarium 76 moschatum 76Erysimum moranii 52, 69, 79, 80Eschscholzia californica var. californica 77 elegans 77 palmeri 52, 77, 80, 81 ramosa 77Eucrypta chrysanthemifolia var. bipinnatifida 77 chrysanthemifolia var. chrysanthemifolia 77Eumetopias jubatus 195Euphagus cyanocephalus 125Euphorbia misera 76, 80Euthynnus lineatus 145, 206

Falco peregrinus 105, 121, 122, 227 sparverius 105, 121, 122 sparverius guadalupensis 105Felis catus 20, 240Filago sp. 59 arizonica 74 californica 74Foeniculum vulgare 219Frankenia salina 76Fregata magnificens 122Fulmarus glacialis 122Fusarium circinatum 96

Galeocerdo cuvier 153, 206, 212Galium angulosum 48, 77 aparine 77

Gallinago gallinago 123Galvezia speciosa 42, 48, 52 78, 80, 81Gavia pacifica 122Genyonemus lineatus 145, 206Geothlypis trichas 124Gilia nevinii 43, 52, 59, 77Girella nigricans 145Githopsis diffusa 88 diffusa var. guadalupensis 76, 84, 88Globicephala macrorhynchus 213Gnaphalium bicolor 74 chilense 74 stramineum 74Gobiesox eugrammus 145Grampus griseus 213Guillenia lasiophylla 43, 52, 75

Haploppapus canus 52Harpagonella palmeri 59, 75Hazardia cana 74Hemizonia greeneana 60 palmer 60Herniaria hirsuta ssp. cinerea 76Hesperelaea sp. 48, 68 palmeri 43, 53, 60, 77Hesperocnide tenella 78Heterodontus francisci 150 mexicanus 150Heteromeles sp. 41, 42 arbutifolia 43, 53 arbutifolia var. macrocarpa 77, 46Heteroscelus incanus 105, 123Hirundo rustica 123Hordeum sp. 234 murinum 59

murinum ssp. glaucum 71, 79, 80 murinum ssp. leporinum 79Hutchinsia sp. 71 procumbens 75, 80Hyperoodon ampullatus 209Hypochaeris glabra 75Hypsypops rubicundus 145

Icterus cucullatus 125parisorum 125Isistius brasiliensis 145, 158, 192, 206Isurus oxyrhynchus 144, 158, 206Ixoreus naevia 124

Jepsonia malvifolia 78Junco (hyemalis) insularis 111, 117 hyemalis 111, 125 insularis 120, 125 bufonius 79Juniperus californica 44, 59, 74, 88, 92, 97

Katsuwonus pelamis 145, 153, 206, 211Kogia sima 208

Lactuca serriola 86Lagenorhynchus obliquidens 213Lamarckia aurea 79Lamna ditropis 162

Lanius ludovicianus 124Larus argentatus 108, 123 atricilla 123 californicus 108, 123

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314 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Larus delawarensis 106, 123 glaucescens 108, 123 heermanni 123 occidentalis 123, 125 occidentalis wymani 108, 129 thayeri 123Lasthenia californica 43, 52, 59, 75 chrysostoma 48 coronaria 75Lavatera lindsayi 44, 52, 69, 80, 81 occidentalis 52, 77, 81Layia platyglossa 43, 53, 75Lepidium lasiocarpum var. latifolium 75 nitidum 75 oblongum var. insulare 75Limnodromus griseus 123Linanthus pygmaeus ssp. pygmaeus 77Linaria canadensis 78Lomatium sp. 44 insulare 52, 74, 79, 80Lonicera hispidula var. vacillans 43, 53, 67, 76Lotus argophyllus ssp. ornithopus 76, 80 grandiflorus 76, 88, 90Loxia curvirostra 103, 120, 125, 221Lupinus sp. 44 bicolor 76 guadalupensis 76 niveus 49, 52, 76, 80Lutjanus peru 211

Lycium sp. 40californicum 48, 60, 78, 80, 81fremontii 78

Macrorhyncus angustirostris 193Malacothrix clevelandii 75Malosma sp. 59 laurina 52, 53, 74, 84Malva parviflora 77Mammillaria sp. 71 blossfeldiana var. shurliana 52, 71, 76, 79, 80,

81 dioica 71Marah guadalupensis 76 macrocarpa 43Matricaria matricarioides 74Medicago polymorpha 76Megaptera novaeangliae 206Melica imperfecta 79Melilotus indica 76Melospiza lincolnii 124Mentha citrata 77Mentzelia micrantha 77Mergus serrator 122Mesembryanthemum sp. 59 crystallinum 71, 74, 79, 80, 81 nodiflorum 71, 74, 79, 81Mesoplodon carlhubbsi 209 hectori 209 perrini 209 peruvianus 211Micropus californicus 75Mimulus latifolius 78, 88 polyglottos 124Mirabilis californica 52, 77 laevis var. crassifolia 77, 80, 81Mirounga angustirostris 20, 61, 119, 144, 172, 174Mniotilta varia 124Molothrus ater 121, 125Muhlenbergia microsperma 79Mustelus californicus 150

Mus musculus 20Myadestes townsendi 124Myosurus minimus var. filiformis 77

Nasella lepida 43, 53Nerium oleander 74Nicotiana attenuata 78, 84, 87, 92 glauca 44, 78, 89, 108, 109, 120Notholaena californica ssp. californica 74Nucifraga columbiana 123

Oceanodroma leucorhoa 108 leucorhoa cheimomnestes 117, 121, 122, 125,

128 leucorhoa socorroensis 122, 125, 128 macrodactyla 117, 122, 195, 221 melania 122 tethys 122Oligomeris sp. 71 linifolia 77, 81Onychoteuthis banksi 206 borealjaponica 206Orcinus orca 212, 213Oreoscoptes montanus 110, 124Orthocarpus attenuata 88

Pandion haliaetus 122Panulirus interruptus 150Paralabrax sp. 206Paralabrax clathratus 145Parietaria sp. 71 hespera 87 hespera var. hespera 78, 81Passer domesticus 112, 121, 125

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ÍNDICE DE NOMBRES CIENTÍFICOS 315

Passerella iliaca 124Pectocarya linearis ssp. ferocula 75 recurvata 75Pelagophycus porra 148Pelecanus occidentalis 122Pellaea mucronata var. mucronata 74Pennisetum setaceum 86, 92Pentagramma triangularis ssp. maxonii 74 triangularis ssp. triangularis 74 triangularis ssp. viscosa 74Peponocephala electra 213Perityle emoryi 59, 75, 80, 81 incana 52, 53, 60, 75, 79, 80, 81, 84Phacelia floribunda 77, 80, 81 phyllomanica 77Phaethon aethereus 122 rubricauda 122Phainopepla nitens 124Phalacrocorax auritus 122 pelagicus 122 pencillatus 122, 125, 128Phalaris caroliniana 79 minor 79Phalaropus fulicaria 123Pheucticus ludovicianus 124 melanocephalus 124Phoebastria (Diomedea) immutabilis 122, 125, 126 nigripes 122, 125, 127Pholistoma sp. 71 racemosum 77, 81Phoradendron densum 78Phyllospadix sp. 148 torreyi 79Physeter macrocephalus 208Pinus muricata 41Pinus radiata 40, 63, 88, 95, 96, 97, 98, 99

Pinus radiata var. binata 20, 40, 53, 58, 74, 88 torreyana 41Pipilo erythrophthalmus consobrinus 119, 124 maculatus consobrinus 117, 221Piranga ludoviciana 124 rubra 124Plagiobothrys acanthocarpus 75 collinus var. californicus 75Plantago ovata 77, 80, 81Platystemon californicus 77Pluvialis fulva 105, 122Poa annua 79 secunda ssp. secunda 79Pocillopora sp. 173Podiceps nigricollis 122Podilymbus podiceps 122Pogogyne tenuiflora 43, 48, 77Polyborus plancus lutosus 195Polypodium californicum 74 scouleri 53, 74Polypogon monspeliensis 59, 79Polystichum munitum 53, 74Pooecetes gramineus 124Porichthys sp. 150Prionace glauca 144, 155, 206Psuedobulweria macgillivrayi 118Pterodroma cahow 118Pterostegia drymarioides 77Ptychoramphus aleuticus 123, 125, 129Puffinus creatopus 122

Puffinus griseus 122 opisthomelas 122, 125, 127, 173

Quercus tomentella 43, 53, 58, 76, 97

Ranunculus hebecarpus 77Raphanus sativus 75Regulus calendula 109, 117, 124 calendula obscurus 109, 117, 119, 124, 221Rhamnus pirifolia 43, 53, 77Rhus integrifolia 69, 79, 80Ribes sp. 59 sanguineum 52Rissa (Larus) tridactyla 123Ruta chalepensis 77

Salpinctes obsoletus guadalupensis 109, 117, 120, 124

Sardinops caerulea 145Satureja palmeri 42, 48, 52, 53, 77, 84, 85, 87, 92Sayornis saya 109, 123Schismus barbatus 67, 79, 89Scomber japonicus 145, 206, 211Scrophularia villosa 78Seiurus aurocapillus 124Semicossyphus pulcher 145Senecio sp. 42 palmeri 42, 43, 48, 52, 53, 75, 89, 92Sequoia sempervirens 98Seriola lalandei 143, 145, 206, 211Sialia currucoides 124 mexicana 109Silene antirrhina 76 gallica 76Simmondsia chinensis 78, 86Sisymbrium irio 75, 84, 90 orientale 59, 75, 84, 90Sitta canadensis 103, 120, 124Solanum americanum 78 clokeyi 84, 89 douglasii 78

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ÍNDICE DE NOMBRES CIENTÍFICOS 316

Solanum wallacei ssp. clokeyi 78Somniosus pacificus 163Sonchus oleraceus 75, 81 tenerrimus 75Spergularia bocconii 67, 76 macrotheca 76 macrotheca var. talinum 76, 80, 81 marina 76Sphaeralcea sp. 44Sphaeralcea palmeri 52, 59, 77, 80, 81 sulphurea 77Sphyrna sp. 155, 206Spizella passerina 111, 124Squalus acanthias 160, 163, 171Stebbinsoseris heterocarpa 75Stelgidopteryx serripennis 123Stellaria nitens 76Stephanomeria guadalupensis 44, 49, 52, 60, 75,

79, 80Stercorarius longicaudus 123Sterna maxima 123 paradisaea 123Stipa lepida 79Sturnella neglecta 112, 121, 125Sturnus vulgaris 110, 121, 124Suaeda taxifolia 76Sula dactylatra 122Sus scrofa 232

Synthliboramphus hypoleuca 123, 173 hypoleuca hypoleucus 121, 125, 129

Thryomanes bewickii 117 bewickii brevicauda 117, 119, 124, 221Thunnus alalunga 145, 206 albacares 143, 145, 156, 206, 209 thynnus 143Thysanocarpus erectus 75, 89Trachurus symmetricus 155Triakis semifasciata 150, 152Trifolium gracilentum var. gracilentum 76 microcephalum 76 palmeri 76, 81Triodanis biflora 76Triteleia guadalupensis 79Triticum aestivum 79Turdus migratorius 110, 124Tursiops truncatus 157, 204, 211, 213Tyto alba 123

Umbrina roncador 145, 206Urechis caupo 150Uropappus lindleyi 75

Vicia hassei 76 ludoviciana var. ludoviciana 76Vulpia bromoides 79 microstachys var. pauciflora 52, 79 myuros var. hirsuta 79 octoflora 90 octoflora var. hirtella 79

Wilsonia pusilla 124

Xema (Larus) sabini 123

Zalophus californianus 152, 172, 177Zenaida asiatica 123 macroura 108, 121, 123Ziphius cavirostris 208, 214Zonotrichia albicollis 124 atricapilla 125 leucophrys 125 leucorhoa 111Zostera marina 79

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ÍNDICE DE NOMBRES COMUNES 317

Índice de nombres comunes

FLORA

Amapola (Eschscholzia elegans y E. ramosa) 77Amapola amarilla (Eschscholzia californica var.

californica) 77Amapola de Guadalupe (Eschscholzia palmeri)

52, 77, 80, 81Bisnaguita (Mamillaria dioica) 71Castilleja (Castilleja sp.) 44Ceanoto (Ceanothus sp.) 41, 42, 47, 53, 59Chamizo (Atriplex californica) 76, 80Ciprés de Guadalupe (Cupressus guadalupensis

spp. guadalupensis) 20, 59, 74, 88Dudleya de Guadalupe (Dudleya guadalupensis)

52, 60, 69, 80, 81Encino (Quercus tomentella) 43, 53, 58, 76, 97Enebro (Juniperus californica) 44, 59, 74, 88, 92, 97Estafiate (Ambrosia camphorata) 48, 52, 60, 74Frutilla (Lycium sp.) 40Hiedra (Rhus integrifolia) 69, 79, 80Huata californiana (Juniperus californica) 44,

59, 74, 88, 92, 97Jojoba (Simmondsia chinensis) 78, 86Jumetón (Euphorbia misera) 76, 80Junco (Juncus bufonius)Junípero (Juniperus californica) 44, 59, 74, 88,

92, 97Lentisco (Malosma laurina) 52, 53, 74, 84Liga (Euphorbia misera) 76, 80Lila (Ceanothus sp.) 41, 42, 47, 53, 59Malva arbustiva (Lavatera lindsayi y L.

occidentalis) 44, 52, 69, 80, 81 y 52, 77, 81Manzanita (Arctostaphylos sp.) 41, 42, 53Palma de abanico de Guadalupe (Brahea edulis)

20, 43, 53, 58, 63, 79, 88, 97, 236Pino (Pinus sp.) 20, 40, 41, 53, 58, 63, 74, 88, 95,

96, 97, 98, 99, 236

Pino de Guadalupe (Pinus radiata var. binata) 20, 40, 53, 58, 63, 88, 95, 96, 97, 98, 99, 236

Piñón (Pinus muricata) 41Saladillo (Atriplex barclayana y Atriplex

semibaccata) 48, 52, 60, 76, 80, 81, 221, 222 y 67, 76, 84, 85, 89, 222

Siempreviva (Dudleya guadalupensis y Dudleya virens var. extima) 52, 60, 69, 76, 80, 81

Tabaco (Nicotiana attenuata) 78, 84, 87, 92Tabaquillo (Nicotiana attenuata y N. glauca) 78,

84, 87, 92 y 44, 78, 89, 108, 120Toji (Phoradendron densum)Toyon (Heteromeles sp.) 41, 42Yerba reuma (Frankenia salina) 76

VEGETACIÓN MARINA

Palma gigante o sargazo candelero (Pelagophycus porra) 148

Pasto marino (Phyllospadix sp.) 148

ALGAS

Macroalga (Cystoseira osmundacea) 148

FAUNA

CRUSTÁCEOS

Camarón fantasma (Callianassa californiensis) 150

Langosta roja (Panulirus interruptus) 150

Page 318: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

318 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

PECES

Atún aleta amarilla (Thunnus albacares) 143, 145, 156, 206, 209

Atún azul (Thunnus thynnus) 143Blanco de Guadalupe (Caulolatilis affinis) 145,

206, 211Bonito (Katsuwonus pelamis) 145, 153, 206, 211Cabrilla calico (Paralabrax clathratus) 145Cazón espinoso (Squalus acanthias) 160, 163,

171Curvina (Cyanoscion sp.) 143Garibaldi de color escarlata (Hypsypops

rubicundus) 145Gobio (Gobiesox eugrammus) 145Herrero (Chromis punctipinnis) 145Jurel de aleta amarilla (Seriola lalandei) 143,

145, 206, 211Macarela (Auxis thazard, Scomber japonicus y

Trachurus symmetricus) 145, 206; 145, 206, 211 y 155

Morena lobo (Anarrhichthys ocellatus) 145Ojo azul (Girella nigricans) 145 Peje gato globo (Cephaloscyllium ventriosum)

160Peje sapo (Porichthys sp.) 150Peto (Acanthocybium solanderi) 143, 145Pez cardenal (Apogon guadalupensis) 145Pez mariposa (Chaetodon falcifer) 145 Pez volador (Cypselurus californicus) 145, 206Roncacho (Umbrina roncador) 145, 206Roncador blanco (Genyonemus lineatus) 145, 206Sardina (Clupea harengus y Sardinops caerulea)

155 y 145Tiburón azul (Prionace glauca) 144, 155, 206Tiburón blanco (Carcharodon carcharias) 143,

144, 145, 155, 192, 206, 212

Tiburón cornudo (Heterodontus francisci) 150Tiburón de clavos (Echinorhinus cookei (brucus))

160Tiburón de puntas blancas oceánico

(Carcharhinus longimanus) 153, 206, 212Tiburón dormilón (Somniosus pacificus) 163Tiburón gambuso (Carcharhinus obscurus) 162Tiburón leopardo (Triakis semifasciata) 150, 152Tiburón lobero (Carcharhinus leucas) 145, 152,

206, 212Tiburón mako (Isurus oxyrhynchus) 144, 159,

206Tiburón mamón (Mustelus californicus) 150Tiburón martillo (Sphyrna sp.) 155, 206 Tiburón sacabocados (Isistius brasiliensis) 145,

159, 192, 206Tiburón salmón (Lamna ditropis) 162Tiburón tigre (Galeocerdo cuvier) 153, 206, 212Tiburón toro (Carcharhinus leucas) 145, 152,

206, 212Tintorera (Galeocerdo cuvier) 153, 206, 212Vieja (Semicossyphus pulcher) 145Wahoo (Acanthocybium solanderi) 143, 145

AVES

Achichilique piquiamarillo (Aechmophorus occidentalis) 122

Agachona común (Gallinago gallinago) 123Albatros de Laysan (Diomedea immutabilis o

Phoebastria immutabilis) 20, 236 y 122, 125, 126 y 122, 125, 127

Albatros de patas negras o patas negras (Phoebastria nigripes o Diomedea nigripes) 122, 125, 127

Alcita de Cassin (Ptychoramphus aleuticus) 123, 125, 129

Alcita rinoceronte (Cerorhinca monocerata) 123Ampelis americano (Bombycilla cedrorum) 124Azulejo garganta azul (Sialia mexicana) 109Azulejo pálido (Sialia currucoides) 124Bisbita americana (Anthus rubescens) 124Bobo enmascarado (Sula dactylatra) 122Bolsero cuculado (Icterus cucullatus) 125Bolsero tunero (Icterus parisorum) 125Branta (Branta nigricans) 122Búho cornudo (Bubo virginianus) 123Búho excavador o llanero (Athene cunicularia)

108, 121, 123, 128Capulinero negro (Phainopepla nitens) 124Caracara de Guadalupe (Caracara lutosus) 103,

117, 118, 122, 221, 237Carpintero collarejo (Colaptes auratus) 109,

120, 121, 123Carpintero de collar rojo del norte (Colaptes

auratus) 109, 120, 121, 123Carpintero de Guadalupe (Colaptes auratus

rufipileus) 109, 117, 119, 123, 221, 226Cenzontle norteño (Mimus polyglottos) 124Cerceta aliazul (Anas discors) 122Cerceta castaña (Anas cyanoptera) 122Cernícalo americano (Falco sparverius) 105,

121, 122Chipe de Audubon (Dendroica coronata

auduboni) 110, 124Chipe de Townsend (Dendroica townsendi) 124Chipe de Wilson (Wilsonia pusilla) 124Chipe playero (Dendroica palmarum) 111, 124Chipe rabadilla-amarilla (Dendroica coronata y

Dendroica coronata coronata) 110, 124Chipe rabadilla-amarilla de Audubon

(Dendroica coronata auduboni) 110, 124

Page 319: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

ÍNDICE DE NOMBRES COMUNES 319

Chipe rabadilla-amarilla de Myrta (Dendroica coronata coronata) 110, 124

Chipe suelero coronado (Seiurus aurocapillus) 124

Chipe trepador (Mniotilta varia) 124Chivirín cola oscura de Guadalupe (Thryomanes

bewickii brevicauda) 117, 119, 124, 221Chorlito tildío (Charadrius vociferus) 122Chorlo dorado asiático (Pluvialis fulva) 105, 122Clarín norteño (Myadestes townsendi) 124Colibrí de Ana (Calypte anna) 108, 120, 123Colimbo ártico (Gavia pacifica) 122Cormorán bicrestado (Phalacrocorax auritus)

122Cormorán de Brandt (Phalacrocorax

penicillatus) 122, 125, 128Cormorán pelágico (Phalacrocorax pelagicus)

122Costurero piquicorto (Limnodromus griseus)

123Cuitlacoche de Artemesia (Oreoscoptes

montanus) 110, 124Dominico (Carduelis sp.) 125Estornino europeo (Sturnus vulgaris)Falárapo piquigrueso (Phalaropus fulicaria) 123Fregata magnífica (Fregata magnificens) 122Fringílido de Guadalupe (Carpodacus mexicanus

amplus) 112, 117, 120, 125, 236Fulmar norteño (Fulmarus glacialis) 122Ganso careta mayor (Anser albifrons) 104, 122Garza ganadera (Bubulcus ibis) 122Garza morena (Ardea herodias) 104, 122Garzón cenizo (Ardea herodias) 104, 122Gavilán pescador (Pandion haliaetus) 122Gaviota aliglauca (Larus glaucescens) 108, 123Gaviota californiana (Larus californicus) 108,

123

Gaviota de alas glaucas (Larus glaucescens) 108, 123

Gaviota de Heermann (Larus heermanni) 123Gaviota de Sabine (Xema (Larus) sabini) 123Gaviota de Thayer (Larus thayeri) 123Gaviota del oeste (Larus occidentalis wymani)

108, 129Gaviota occidental (Larus occidentalis wymani)

108, 129Gaviota patinegra (Rissa (Larus) tridactyla) 123Gaviota pico anillado (Larus delawarensis) 106,

123Gaviota piquianillada (Larus delawarensis) 106,

123Gaviota plateada (Larus argentatus) 108, 123Gaviota reidora (Larus atricilla) 123Golondrina aliserrada norteña (Stelgidopteryx

serripennis) 123Golondrina marina ártica (Sterna paradisaea)

123Golondrina marina real (Sterna maxima) 123Golondrina ranchera (Hirundo rustica) 123Gorrión ceja blanca (Spizella passerina) 111, 124Gorrión cejiblanco (Spizella passerina) 111, 124Gorrión coliblanco (Pooecetes gramineus) 124Gorrión corona blanca (Zonotrichia leucorhoa

(leucophrys)) 111, 125Gorrión coroniblanco (Zonotrichia leucorhoa

(leucophrys)) 125Gorrión de Lincon (Melospiza lincolnii) 124Gorrión doméstico (Passer domesticus) 112, 121,

125Gorrión gorjiblanco (Zonotrichia albicollis) 124Gorrión rascador (Passerella iliaca) 124Halcón cola roja (Buteo jamaicensis) 120, 122

Halcón peregrino (Falco peregrinus) 105, 121, 122, 227

Junco de Guadalupe (Junco (hyemalis) insularis) 111, 117

Junco ojioscuro (Junco hyemalis) 111, 125Lanio americano (Lanius ludovicianus) 124Lechuza de campanario (Tyto alba) 123Martín pescador norteño (Ceryle alcyon) 109,

123Mascarita común (Geothlypis trichas) 124Mergo copetón (Mergus serrator) 122Mérgulo de Xantus (Synthliboramphus

hypoleuca (hypoleucus) hypoleucus) 123, 173, 236

Mosquero llanero (Sayornis saya) 109, 123Mosquero mínimo (Empidonax minimus) 123Pájaro gato negro (Dumetella carolinensis) 123Paloma común (Columba livia) 108, 121, 123Paloma de ala blanca (Zenaida asiatica) 123Paloma doméstica (Columba livia) 108, 121, 123Paloma huilota mañanera (Zenaida macroura)

108, 121, 123Papamoscas llanero (Sayornis saya) 109,123Pardela gris (Puffinus griseus) 122Pardela mexicana (Puffinus opisthomelas) 122,

125, 127, 173Pardela patirrosada (Puffinus creatopus) 122Pato boludo menor (Aythya affinis) 122Pato cucharón negro (Anas clypeata) 122Pato de collar (Anas platyrhynchos) 122Pelícano café (Pelecanus occidentalis) 122Petrel Bermuda (Pterodroma cahow) 118Petrel de Galápagos (Oceanodroma tethys) 122

Petrel de Guadalupe (Oceanodroma macrodactyla) 117, 122, 195, 221

Petrel de Leach (Oceanodroma leucorhoa) 108

Page 320: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

320 ISLA GUADALUPE. RESTAURACIÓN Y CONSERVACIÓN

Petrel de Leach de invierno (Oceanodroma leucorhoa cheimomnestes) 117, 121, 122, 125, 128

Petrel de Leach de verano (Oceanodroma leucorhoa socorroensis) 122, 125, 128

Petrel Fiji (Pseudobulweria macgillivrayi)Petrel negro (Oceanodroma melania) 122Picogrueso tigrillo (Pheucticus melanocephalus)

124Picotuerto común rojo (Loxia curvirostra) 103,

120, 125, 221Pinzón de Guadalupe (Carpodacus mexicanus

amplus) 112, 117, 120, 125, 236Playerito occidental (Calidris mauri) 123Playero alzacolita (Actitis macularia) 105, 123Playero blanco (Calidris alba) 123Playero pihuihui (Catoptrophorus semipalmatus)

123Playero vagabundo (Heteroscelus incanus) 105, 123Pradero occidental (Sturnella neglecta) 112, 121,

125Rabijunco colirrojo (Phaethon rubricauda) 122Rabijunco piquirrojo (Phaethon aethereus) 122Rascador de ojo rojo de Guadalupe (Pipilo

erythrophthalmus consobrinus) 119, 124Raspador moteado de Guadalupe (Pipilo

maculatus consobrinus) 119, 124Reyezuelo rojo sencillo (Regulus calendula) 109,

117, 124Reyezuelo rojo sencillo de Guadalupe (Regulus

calendula obscurus) 109, 117, 119, 124, 221Saltador colilargo (Stercorarius longicaudus)

123Saltapalos de pecho (Sitta canadensis) 103, 120,

124Saltapared roquero de Guadalupe (Salpinctes

obsoletus guadalupensis) 109, 117, 120, 124

Saltaparedes de Guadalupe (Thryomanes bewickii brevicauda) 117, 119, 124, 221

Sita canadiense (Sitta canadensis) 103, 120, 124Tángara occidental (Piranga ludoviciana) 124Tángara roja (Piranga rubra) 124Tecolote llanero (Athene cunicularia) 108, 121,

123, 128Toquí pinto de Guadalupe (Pipilo maculatus

consobrinus) 117, 221Tordo de Brewer (Euphagus cyanocephalus) 125Vaquero de cabeza café (Molothrus ater) 121, 125Vencejo de garganta blanca (Aeronautes

saxatalis) 120, 123Vencejo de Vaux (Chaetura vauxi) 123Vuelvepiedras negro (Arenaria melanocephala)

106, 123Vuelvepiedras rojizo (Arenaria interpres) 106,

123Zambullidor orejudo (Podiceps nigricollis) 122Zambullidor piquipinto (Podilymbus podiceps)

122Zorzal pechichinchado (Ixoreus (Zoothera)

naevia) 124Zorzal petirrojo (Turdus migratorius) 110, 124Zorzalito carigris (Catharus minimus) 124

Zorzalito colirrufo (Catharus guttatus) 124Zorzalito de Swainson (Catharus ustulatus) 124

MAMÍFEROS MARINOS

Ballena azul (Balaenoptera musculus) 207Ballena de aleta (Balaenoptera physalus) 207Ballena jorobada (Megaptera novaeangliae) 206Ballena minke (Balaenoptera acutorostrata)

204, 207

Ballena picuda de Baird (Berardius bairdii) 159, 209, 210

Ballena picuda de Cuvier (Ziphius cavirostris) 208, 214

Ballena picuda de Hubbs (Mesoplodon carlhubbsi) 210

Ballena picuda de nariz de botella (Hyperoodon ampullatus) 209

Ballena picuda de Perrin (Mesoplodon perrini) 210

Cachalote (Physeter macrocephalus) 208Cachalote enano (Kogia sima) 208Calderón de aleta corta (Globicephala

macrorhynchus) 213Delfín cabeza de melón (Peponocephala electra)

213Delfín común de rostro corto (Delphinus

delphis) 204, 212Delfín de costados blancos (Lagenorhynchus

obliquidens) 213Delfín de Risso (Grampus griseus) 213Elefante marino del norte (Mirounga

angustirostris) 20, 61, 119, 144, 172, 174Lobo fino de Guadalupe (Arctocephalus

townsendi) 20, 61, 119, 144, 145, 152, 172, 176, 193

Lobo marino de California (Zalophus californianus) 152, 172, 177

Nutria marina (Enhydra lutris) 192Orca (Orcinus orca) 212, 213Tonina (Tursiops truncatus) 157, 204, 211, 213Zifio de Baird (Berardius bairdii) 159, 209, 210

HONGOSCancro resinoso (Fusarium circinatum) 96

Page 321: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

ÍNDICE DE NOMBRES COMUNES 321

Page 322: Isla Guadalupe-Conservación y Restauración

Isla Guadalupe. Resturauración y conservación de Karina Santos del Prado y Eduardo Peters (compiladores) se terminó de imprimir en los talleres gráficos de la empresa SyG Editores, S.A de C.V., Cuapinol 52, colonia Pedregal de Santo Domingo, Coyoacán, 04369, México, D.F. durante el mes de diciembre de 2005, de acuerdo con los términos de la invitación restringida INE/I3P-011/2005.

Se tiraron 500 ejemplares