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Ioana Zlotescu Simatu Patrimonio Nacional, Rumania LA LITERATURA PERSONAL DE RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA O LA RESISTENCIA AL PODER ESTABLECIDO A lo largo de la escritura de índole personal del autor, desde Morbideces (1908) y hasta sus últimas páginas, hay tantos, tan variados y tan intensos matices que podríamos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que Ramón Gómez de la Serna es, entre muchas otras cosas, el más importante escritor español en cuanto a la literatura personal se refiere, la literatura de la "yoidad" como diría Rosa Chacel. Ramón no es nada adicto al género, mucho más exterior de las memorias, no le interesa en absoluto, nunca lo hizo, hablar de los demás, salvo en sus Biografías y Retratos, y desde un punto de vista muy especial de biógrafo, siempre generoso en alabar a sus contemporáneos, desde Ortega y Gasset hasta Oliverio Girondo o Macedonio Fernández, sus grandes amigos argentinos. Esta tendencia indagatoria del autor en su mismidad nace de una suprema y permanente urgencia de circunferenciarse para así ubicarse en sí mismo: "Centrarse bien y conocer el radio en vez de hacer la circunferencia sin centro y sin radio." 1 Los círculos trazados alrededor suyo, son capas de densidad que le defienden de los ataques exteriores y van en espiral, desde las más anchas a las más angostas: la ciudad de Madrid, el café del Pombo, su despacho con todas las morbideces que allí están: sus locos cachivaches, después, el nombre, RAMÓN, tras el nombre, la bajada, la regresión, descender, regresar, más y más en sí mismo. Y continúa diciendo en El libro mudo: RAMÓN, así [...] Sentir esta tarde como si se hubiesen perdido mis señas, mi dirección y mi apellido [...] El hombre ya es sólo una cosa inter-nos que nos defiende de toda confusión con los otros —no con lo otro, claro está— que nos hace más orgánicos[...] ya estamos tan en lo intrincado, tan en el interior, que ya no hay que defenderse de los acechantes [...] nos hemos quedado solos a fuerza de Ramón [... ] Hemos hecho nuestro interior, nuestra labor de zapa, zapa en todas las direcciones de la estrella del mar[...]

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Ioana Zlotescu SimatuPatrimonio Nacional, Rumania

LA LITERATURA PERSONAL DE RAMÓN GÓMEZ DE LASERNA O LA RESISTENCIA AL PODER ESTABLECIDO

A lo largo de la escritura de índole personal del autor, desdeMorbideces (1908) y hasta sus últimas páginas, hay tantos, tan variadosy tan intensos matices que podríamos afirmar, sin miedo a equivocarnos,que Ramón Gómez de la Serna es, entre muchas otras cosas, el másimportante escritor español en cuanto a la literatura personal se refiere,la literatura de la "yoidad" como diría Rosa Chacel. Ramón no es nadaadicto al género, mucho más exterior de las memorias, no le interesa enabsoluto, nunca lo hizo, hablar de los demás, salvo en sus Biografías yRetratos, y desde un punto de vista muy especial de biógrafo, siempregeneroso en alabar a sus contemporáneos, desde Ortega y Gasset hastaOliverio Girondo o Macedonio Fernández, sus grandes amigosargentinos.

Esta tendencia indagatoria del autor en su mismidad nace de unasuprema y permanente urgencia de circunferenciarse para así ubicarse ensí mismo: "Centrarse bien y conocer el radio en vez de hacer lacircunferencia sin centro y sin radio."1 Los círculos trazados alrededorsuyo, son capas de densidad que le defienden de los ataques exterioresy van en espiral, desde las más anchas a las más angostas: la ciudad deMadrid, el café del Pombo, su despacho con todas las morbideces que allíestán: sus locos cachivaches, después, el nombre, RAMÓN, tras elnombre, la bajada, la regresión, descender, regresar, más y más en símismo. Y continúa diciendo en El libro mudo:

RAMÓN, así [...] Sentir esta tarde como si se hubiesen perdidomis señas, mi dirección y mi apellido [...] El hombre ya es sólouna cosa inter-nos que nos defiende de toda confusión con losotros —no con lo otro, claro está— que nos hace más orgánicos[...]ya estamos tan en lo intrincado, tan en el interior, que ya no hayque defenderse de los acechantes [...] nos hemos quedado solos afuerza de Ramón [... ] Hemos hecho nuestro interior, nuestra laborde zapa, zapa en todas las direcciones de la estrella del mar[...]

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Es su respuesta ante los terribles "ellos," integrantes complacidos dela vida social y política. He aquí lo que dice Ramón en "Mi autobiogra-fía," capítulo de La Sagrada Cripta del Pombo (1924): "Mi obra es... porsentimiento de profundo arraigo, que nacieron conmigo, y no porquehaya tomado una u otra posición en la anécdota de la vida, al margen delhonor y de la moral burguesa" (El subrayado es mío).

Es la afirmación básica y contundente que sella inexorablemente laposición definitiva del autor. Es el quid de la cuestión y parte integrantedel ramonismo. La literatura personal del autor se constituye en undiscurso básico de resistencia ante el poder establecido, no específicamenteante un Gobierno, sino ante aquel poder difuso, omnipotente yomnipresente de las jerarquías y de las autoridades, de todo aquello querepresenta, parafraseando al tan actual John Kenneth Galbreth, la culturade los satisfechos.

Muy pocos investigadores se han parado en este punto esencial, y así,la obra de Ramón ha ido dando vueltas, desparramando greguerías,"gran" y "fecundo" escritor decían de él, pero apenas se le leía conseriedad. Poco a poco, ante "ellos," el autor iba perdiendo importancia...ahora mismo, en 1988, ha sido el único gran escritor español que no hagozado en España de un debido Centenario. He aquí lo que escribía eneste sentido Gonzalo Torrente Ballester en 1978:

... queda explicado por qué los españoles contemporáneos suyosexperimentaron ante Gómez de la Serna la acostumbradadesconfianza, el desasosiego que la presencia de un intelectualsuscita... El caso es que las precauciones tomadas por losespañoles no fueron las del grillo y la celda, sino las de la risa yla indiferencia. Una revista satírica de las derechas solía llamarleRomán Gámez de la Sorna; un crítico... dijo de él que su únicodefecto era el de escribir todo lo que pensaba y publicar todo loque escribía. Cuando salió en París a la pista de un circo,encaramado a la grupa de un elefante, aquí se comentó comosiempre: está loco. Y si años más tarde se le ofreció alguna especiede homenaje, no fue por su talento, sino por aprovecharpolíticamente su madrileñismo...2

Se refiere al año 1949, con motivo de la visita de Ramón a Franco.En un volumen de estudios en torno a Ramón Gómez de la Serna,

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editado por el Prof. Nigel Dermis,3 el Prof. Ignacio Soldevila-Durante,acérrimo crítico de la situación actual de la obra de Ramón, titula susumamente importante artículo, nada más ni nada menos que "Para larecuperación de una historia embarazosa. (Una etapa marxista de Gómezde la Serna)." El punto central de su investigación gira en torno a lasaportaciones del escritor a la Revista Prometeo (1908-1912), en las cualesapoya su tesis enunciada en el título.

Seguro que la curiosidad, la avidez de lecturas tan evidentes, desdeMorbideces, le empujaban al autor a querer estar al tanto con todanovedad en el campo de la cultura y de las ideas en general (yoapuntaba en la Introducción a El libro mudo la posibilidad de lecturassuyas esotéricas y freudianas, entre otras muchas). Seguramente queRamón leyó a Marx y a otros autores relacionados con el socialismoemergente en España, pero no diría que Ramón fuera marxista, aunquesí afín a Marx en aquella aversión por la propiedad y las oligarquíascerradas al intruso que no perteneciera al gremio respectivo. Estaaversión por el dinero y los fantasmones ostentosos de cargos, títulos oprebendas, trasluce prácticamente en todas las obras del autor.

Ramón Gómez de la Serna se situó desde siempre en el mundo delser, tan contrario al mundo del tener. El declarado apoliticismo del autorbrota de la raíz misma de su ser, porque la práctica de la políticaimplica, inevitablemente jerarquías y estructura, y nuestro autor noadmitía ninguna que no fuera la de la originalidad o del talento. Bastanteantes de las negaciones vanguardistas, en Morbideces, quiere sacudirse deaquella "realidad travestida... suplantada por su representación..." Esteapoliticismo ramoniano está cargado, en palabras de F. Umbral, en ellibro citado, de una "acracia romántica y poética." Pero también de lafirme decisión de estar alerta a las trampas que le podrían tender alescritor solitario y digno. Dice, otra vez en Morbideces:

Hoy me he aclimatado. Adaptándome, no en atención a lasrazones sesudas... sino a sinrazones perentorias y circunstanciales.Esta adaptación me ha impuesto una conformación especial, bajola que no pierde mi naturaleza su virtualidad que se conservaidéntica... De la misma manera el topo pierde los ojos, porque laoscuridad del medio lo requiere así; pero la sensibilidad no separaliza... se acentúa en el tacto y el olfato... Así yo... he demadurar de una manera estática. Esto sugiere un subjetivismo

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más refinado...

Hasta la Guerra Civil española, integrado plenamente en lamodernidad y desde el fondo de sí mismo, o dadaísticamente, desde lastribunas de sus locas conferencias, incluida la del Circo Price, desde susBiografías y Retratos y tantos "Prólogos" a varios libros suyos y ajenos,Ramón clama o ataca. Clama en la citada "Mi autobiografía" contra la"persecución" a la cual se veía sometido; en Ismos (1931) ataca la sociedadburguesa, y en la novela corta incluida, titulada El hijo surrealista, hablade la necesidad de una "revolución permanente." Dice en el Prólogo:

A través de todo este libro se me verá en mi interminableposición de rebeldía con un fondo dramático y emocionado,apasionado de la construcción noviestructurada... He sidotiroteado en la vanguardia y he dado el do de pecho siendo en larealidad porvenirista... para mí las academias... siguen siendo losmismos recintos tétricos, llenos de jefes de negociados de lalengua...

Y, páginas adelante:

Claro que toda la historia de la política, de las religiones, de lafilosofía, de la estética, de la retórica, ha sido evitar la eclosión deesta libertad...Debemos adelantar los tiempos a nuestroscorazones. Quien no haga esto, no es nadie. Los soviets, ante estalibertad, son unas zapatillas rusas.

O sea, nada. Ahora bien, lo que pasa con Ramón, a partir de laRepública española, es un asunto complejo y nada estudiado. En suAutomoribundia (1948) el autor reproduce un texto que había publicadoen el Almanaque literario de 1934, editado, entre otros, por Guillermo deTorre. Se observa con nitidez el cambio impresionante producido en eldiscurso personal de resistencias al poder establecido de Ramón. En esta épocade su vida, el autor pasa del ataque a la defensa y justificación de símismo, tanto ante el nuevo poder establecido en España como ante elotro poder, el anti poder, el de la oposición al franquismo, de losemigrantes, oposición investida con la fuerza, el aura de una causa justa.La palabra clave de esta ambivalencia y ambigua defensa de Ramón ante

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ambos poderes será su "independencia." He aquí lo que dice el autor enAutomoribundia: "Como prueba de mi sinceridad y valor en aquellos díasen que reinaba la República voy a dar el texto... viéndose así quien soycomo prestidigitador y como independiente." El, "hombre del rechazo"(Gabriel Marcel), se encontraba por razones que habrá que estudiar afondo, en una situación "sartriana" falsa: pura incongruencia, conociendosu horror al autoritarismo, verle a Ramón Gómez de la Serna situarse allado del régimen franquista, militarista y autoritario por naturaleza.

Veamos ahora al texto aludido, el de 1934, intercalado en Automori-bundia:

Yo quedaba como el hambriento número uno de España, y puedoostentar este número por todo lo que he hecho en treinta años...libros, artículos, conferencias... sin contacto ninguno con lapolítica, sin la protección inconfesable... La República olvidó estemundo que conservaba el ideal y premió a los intelectualesreborondos, perezosos en butacas inglesas, premiosos de estilo einvestidura, lejanos a la nidada de esos pasajeros de la calle, quepodían haber hecho nacer otro romanticismo literario... comilonescon restaurantes de lujo, subvencionados secretos de todas lassubvenciones, repletos de cartera y con deje de redentores,aparecieron más que nunca en los figones de lujo...Nuestrarevolución artística y literaria es tan incomprensible para losrevolucionarios sociales, que bien podemos nosotros negarnos acomprender sus premisas... Además, nuestra renovación ydesviación de las cosas es de una programática que va muchomás allá de sus alláes.

¡Cuánto desengaño hay en Ramón! De hecho ¡cuánto esperaba él de laRepública! Tema urgente de investigación.

Volvamos al texto de 1948. En decenas de páginas encontraremos,una vez más, al Ramón de siempre, que no se justifica, sino al revés,expresa su descontento y desengaño en relación con toda la sociedad quele tocó vivir. He aquí un párrafo final: "He vivido el mundo como sifuese tal como será algún día, y por eso, no me importa dejar elverdadero, al que suplantó a mi mundo, y que no es más que un mundode estafa que envenena el agua que bebemos."

Pero por los vericuetos y ya sin retorno laberintos interiores,

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prisionero de sí mismo, Ramón, como Dédalo construirá quimerasportentosas y salvadoras, volando una vez más a las "afueras," a "otrasdimensiones de la vida" en sus palabras, esto es, huirá en la novela Elhombre perdido (1947) de "la fealdad de la riqueza," de los propietarios, esdecir, de "ellos," su bestia negra de siempre. Dice Ramón en el prólogo:

Mi hombre perdido es el hombre perdido por bueno, el que noquiso creer en lo convencional, el que no cesó en su náusea porla lucha por la vida sórdida y agremida, el que en vez de loregular y lo escalonado, prefiere lo informe, la pura ráfaga deobservaciones, alucinaciones y hojas secas que pasan por laspáginas del libro confesionario, atrevido y displicente de la vida."

Y en palabras del hombre perdido que acaba suicidándose: "Nada de irmás lejos y encontrarme con la misma vida, sino que más estrechamentevigilada por lugareños (propietarios) que no comprenden nada." (Elparéntesis es mío).

Entre la segunda mitad de los años cuarenta, cuando el autorredactaba y publicaba casi simultáneamente las dos obras citadas, y elaño 1956, cuando redactaba sin publicar la última parte de su Diario4 yel esbozo de la novela El hombre de alambre —un fragmento de la mismaestá en el Diario, lo que confirma la suposición de R. Cardona en cuantoal año de su redacción—,5 y publica las patéticas Cartas a mí mismo,iniciadas desde 1953, entre estas dos épocas, hay un evidente ydramático deslizamiento de Ramón hacia un tipo de intimismo queaunque desgarrador, es ya incapaz de asomarse al "nadir" de antaño, deotros confines y mundos. A Ramón le faltan fuerzas para volver arealizar una "confesión desviada," que en palabras de María Zambrano,6

"es todo arte." Las tres obras citadas son tan sólo objetivaciones directasde sí mismo, algo, según la misma autora, imperdonable para una obrade arte, debido al narcisismo que a la fuerza conlleva.

En esta todavía demasiado temprana última fase de su vida, Ramónva perdiendo el contacto con el mundo exterior, apenas ve a nadie. Susoledad ya no es sonora, es una retirada ya no mágica sino sombría ensu rincón. Su bien conocida fruición por las cenas entre amigos(reminiscencia de Pombo) va volviéndose poco a poco en una posibilidadmás de sentirse herido por "Ellos," que ahora son casi todos, en este caso,posiblemente (hay que averiguarlo) amigos que intentaban convencerle

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de tomar una posición política, ante la cual Ramón se sentía incapaz. Eneste sentido, me comentaron en Buenos Aires que cuando Ramón salíaa pasear por la calle de la Florida, tan española ella, iba por el medio dela calzada, para evitar así a los españoles, que sentados frente a frente enlos cafés de las dos aceras, se interpelaban en nombre de las dosEspañas... Sin embargo, en 1949 Ramón visita a Franco...

Cada vez más solo, Ramón se oponía a todos, se quejaba de todos.Sus últimos textos de índole personal delatan una situación patética: elautor se enfrenta ahora a su propia vacilación ante un compromiso casiineludible. Un cierto ostracismo maniqueísta —también casi ineludible—cubría poco a poco con la losa del silencio su fantástica obra literaria.Dice Ramón en una de las Cartas a mí mismo: "No llega nada, no seconfirma lo prometido, la crítica es adversa, la calumnia saca punta allápiz..." En otra carta:

¿Cómo no te voy a escribir haciéndote testigo de mi protesta? Eslo único que me queda. Algunos creerán que estas cartas sonsuperfluas, que pude haberlas llenado de sentido político... perose equivocan. Son las únicas cartas en que el que escribe y las leeal mismo tiempo, está convencido y convence al otro de la verdadletal de la vida, le explica lo que no es habladuría o redundanciade ridiculez.

La enfermedad le va cercando, tiene la terrible nostalgia de Madrid,se ve envejecer y le duele, está obsesionado por el cáncer, por ladiabetes, por tomar medicamentos (tema principal del Diario), estárodeado por la pobreza acuciante que le obliga a escribir y escribir, hacer"refritos"7 para los periódicos y abandonar dolorosamente su Obra.Ramón se deja caer. Tiene sobresaltos de indignación ante su obsesiónde siempre: el dinero y la preocupación de los propietarios por lariqueza: "Esos seres... abotargados como los pelícanos por todo elpescado de plata que tienen depositado en su papera" {Cartas a mímismo).

El relato personal de Ramón es cada vez más intimista y práctica-mente con la excepción de su última novela, Piso bajo (1961), queda comoúnica forma de expresión, con intensos momentos confesionales, que casida apuro leerlos, por cuanta desgracia hay detrás.

Si la confesión, según María Zambrano, nace de un ser "en espera de

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recobrar algún paraíso perdido" este ser no es Ramón. El sabe que elparaíso de antaño está definitivamente ido, y si espera algo, es de verdadel Paraíso —porque Ramón, el descreído, parece creer cada vez más enDios. La muerte, que le asusta en su carne mediosa, le consuela encambio en su espíritu torturado. Recordemos en qué paz se dejó morir,dormido en las vías del tren en El hombre perdido. A su vez, el hombre dealambre que "había hecho abandono de todo" ya no se sentía "ni vivo, nimuerto... era el que por tantas indiferencias y desprecios se habíaconvertido a más sustancia neutra," "destrozado por la vida," en fin, elhombre de alambre, "se puso a bien con Dios y murió sonriendo... Y lesalió un jilguero de dentro y ya su muerte e inmovilidad fueronsupremas."8

En definitiva, y para terminar, podemos afirmar que Ramón Gómezde la Serna ha sido una víctima más de la Guerra Civil española. Muypocos le defienden en España. El mismo Torrente Ballester lo reconoceen el citado prólogo: "Tampoco mi generación lo hizo, eso de escribirsobre Ramón, de estudiarlo, de revelarlo, probablemente porque,entonces, la ocasión no la pintaron calva."

El gran escritor español, adorado, además de por grandes figurasespañolas, por Paz, Cortázar, Gabriel García Márquez, Lezama Lima,Jean Cassou, Valéry Larbaud, etc., ha sido demasiado atípico ycontradictorio para la época en blanco y negro que le tocó vivir.

Notas

1 Ioana Zlotescu Simatu, Introducción, El libro mudo (Secretos) (Madrid: Fondode Cultura Económica, 1987) 82.

2 Francisco Umbral, Prólogo, Ramón y las vanguardias (Madrid: Espasa-Calpe,1978).

3 "Studies on RGS," Ottazva Hispanic Studies 2 (Ottawa: Dovehouse Editions,1988).

4 Diario postumo (Barcelona: Plaza & Janes, 1972).5 "Del archivo de Ramón en la Universidad de Pittsburgh," Boletín número 5

de la Fundación García Lorca, en colaboración con el Ayuntamiento deGranada (Madrid, 1989).

6 La confesión: Género literario (Madrid: Mondadori/Bolsillo, 1988).7 Expresión empleada por el autor en varias fichas del citado Archivo de la

Biblioteca Hilmann de la Universidad de Pittsburgh.8 En el citado Boletín de la nota 7 (transcripción hecha por Herlinda

Charpentier Saitz).